Luz Del Mundo Benedicto XVI
Luz Del Mundo Benedicto XVI
Luz Del Mundo Benedicto XVI
Í ndice
Prefacio ............................................................................................................... 3
I . SI GN OS D E LOS TI EM POS ................................................................................ 6
1. Los papas no caen del cielo ................................................................................. 6
2. El escándalo de los abusos ................................................................................. 13
3. Causas y oport unidades de la crisis ..................................................................... 20
4. La cat ást rofe global........................................................................................... 23
5. Dict adura del relat ivism o ................................................................................... 27
6. Tiem po de conversión ....................................................................................... 32
I I . EL PON TI FI CAD O .......................................................................................... 36
7. Habem us Papam .............................................................................................. 36
8. En las sandalias del pescador ............................................................................. 41
9. Ecum enism o y diálogo con el islam ..................................................................... 44
10. Anuncio ......................................................................................................... 52
11. Viaj es past orales ............................................................................................ 56
12. El caso William son .......................................................................................... 60
I I I . ¿H ACI A D ÓN D E VAM OS? .............................................................................. 64
13. I glesia, fe y sociedad ....................................................................................... 64
14. El denom inado at asco de las reform as ............................................................... 68
15. ¿Cóm o se da la renovación? ............................................................................. 74
16. María y el m ensaj e de Fát im a ........................................................................... 77
17. Jesucrist o regresa ........................................................................................... 79
18. De los novísim os............................................................................................. 83
AN EXO .............................................................................................................. 87
Grave pecado cont ra niños indefensos .................................................................. 87
Fe y violencia.................................................................................................... 88
Sida y hum anización de la sexualidad ................................................................... 88
Benedict o XVI : Biografía hast a la elección papal .................................................... 89
Breve crónica del pont ificado .............................................................................. 91
Sa lm o 5 3 ,3 - 5
2 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Pr e fa cio
Cast elgandolfo, en verano. El cam ino hacia la residencia del Papa llevaba por carret eras
solit arias. En los cam pos la brisa m ecía las espigas, y en el hot el en el que había
reservado una habit ación bailaban, alegres, los convidados de una fiest a de bodas. Sólo el
lago, bien abaj o, en la hondonada, parecía sereno y sosegado, grande y azul com o el m ar.
Com o prefect o de la Congregación para la Doct rina de la Fe, Joseph Rat zinger m e había
brindado ya dos veces la ocasión de ent revist arlo durant e varios días. Su posición era que
la I glesia no debe esconderse, la fe debe y puede ser explicada, porque es racional. Me
daba la im presión de ser alguien j oven y m oderno, para nada cicat ero, sino un hom bre
que arriesga con coraj e, que m ant iene viva su curiosidad.
Un m aest ro de superioridad soberana y, adem ás, incóm odo, porque ve que est am os
perdiendo cosas a las que, en realidad, no se puede renunciar.
En Cast elgandolfo habían cam biado algunas cosas. Un cardenal es un cardenal, y un papa
es un papa. Nunca ant es en la hist oria de la I glesia un pont ífice había respondido
pregunt as en la form a de una ent revist a direct a y personal. Ya el solo hecho de est a
conversación coloca un acent o nuevo e im port ant e. Benedict o XVI había acept ado poner a
m i disposición, durant e sus vacaciones, una hora diaria desde el lunes hast a el sábado de
la últ im a sem ana de j ulio. Pero ¿qué t an abiert as serán sus respuest as?, m e pregunt aba
yo. ¿Cóm o j uzgará la labor que ha realizado hast a ahora? ¿Qué ot ras cosas se habrá
propuest o em prender aún?
Oscuras nubes se habían cernido sobre la I glesia cat ólica. El escándalo del abuso arroj aba
su som bra t am bién sobre el pont ificado de Benedict o. A m í m e int eresaban las causas de
est as cuest iones, el t rat o que se les daba, pero al m ism o t iem po las acuciant es
preocupaciones del papa en una década que según los cient íficos es absolut am ent e
decisiva para el fut uro ent ero del planet a.
Vem os allí un sist em a bancario que aniquila enorm es pat rim onios del pueblo. Vem os una
vida a alt a velocidad que lit eralm ent e nos enferm a. Vem os el universo de I nt ernet , para el
que t odavía no t enem os respuest as. ¿Hacia dónde nos dirigim os, en realidad? ¿Nos est á
realm ent e perm it ido hacer t odo lo que podam os hacer? y si m iram os hacia el fut uro:
¿cóm o superara la próxim a generación los problem as que le dej am os en herencia? ¿La
hem os preparado y ent renado suficient em ent e? ¿Posee un fundam ent o que le dé
seguridad y fuerza para resist ir t am bién t iem pos t orm ent osos?
La pregunt a es, asim ism o: si el crist ianism o pierde su fuerza plasm adora en la sociedad
occident al, ¿quién o qué pasará a ocupar su lugar? ¿Una «sociedad civil» arreligiosa, que
no t olere m ás relación alguna con Dios en su est ruct ura? ¿Un at eísm o radical que com bat a
con vehem encia los valores de la cult ura j udeocrist iana?
3 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
En cada época ha exist ido el afán de declarar m uert o a Dios, de orient arse hacia lo
supuest am ent e t angible, aunque fuesen becerros de oro. La Biblia est á llena de t ales
hist orias. Ést as t ienen m enos que ver con una falt a de at ract ivo de la fe que con las
fuerzas de la t ent ación. Pero ¿hacia dónde se dirige una sociedad alej ada de Dios, sin
Dios? ¿No acaba de hacer ya ese experim ent o el siglo XX en Orient e y Occident e, con sus
t rem endas consecuencias en pueblos arrasados, con las chim eneas de los cam pos de
concent ración, con los Gulag asesinos?
Esperam os en una ant esala grande com o un picadero cubiert o. Poco después se abrió
una puert a. Y allí est aba la figura no precisam ent e gigant esca del papa, que m e ext endía
la m ano. Sus fuerzas habían dism inuido, m e dij o al saludarm e, casi com o disculpándose.
Pero después no se not ó en absolut o que las fat igas del m inist erio hubiesen hecho m ella
en la energía de est e hom bre o, m enos aún, en su carism a.
Com o cardenal, Joseph Rat zinger previno cont ra la pérdida de ident idad, de orient ación,
de verdad, si un nuevo paganism o asum iera el dom inio sobre el pensam ient o y la acción
de los hom bres. Crit icó la est rechez de m iras de una “ sociedad de la codicia” , que cada
vez se at reve a esperar m enos y ya no se at reve a creer en nada. Según él, hay que
desarrollar una nueva sensibilidad para la creación am enazada, oponerse de form a
decidida a las fuerzas de la dest rucción.
En esa línea no se ha m odificado nada. El papa act ual quiere que su I glesia, después de
los t erribles casos de abuso y ext ravíos, se som et a a una suert e de lim pieza a fondo.
Según él, después de discusiones t an infruct uosas y de ocuparse de form a paralizant e
consigo m ism a, es indispensable conocer por fin de nuevo el m ist erio del evangelio en
t oda su grandeza cósm ica. En la crisis de la I glesia se cifra para él una enorm e
oport unidad, la de redescubrir lo aut ént icam ent e cat ólico. Para él la t area es m ost rar a las
personas a Dios y decirles la verdad: la verdad sobre los m ist erios de la creación; la
verdad sobre la exist encia hum ana; y la verdad sobre nuest ra esperanza, que va m ás allá
de lo puram ent e t erreno.
¿Acaso no nos est rem ece ya hace m ucho t iem po lo que nosot ros m ism os hem os
ocasionado? La cat ást rofe ecológica prosigue sin frenos. El ocaso de la cult ura adquiere
form as am enazant es. Con la m anipulación m édico- t écnica de la vida, que en ot ro t iem po
se consideraba sagrada, se est án violando las front eras últ im as.
Al m ism o t iem po, nuest ro anhelo se orient a hacia un m undo que sea fiable y creíble, que
sea cercano, hum ano, que nos prot ej a en lo pequeño y nos dé acceso a lo grande. ¿No
nos vem os hast a obligados a reflexionar de nuevo, frent e a una sit uación de visos a
m enudo t an escat ológicos, sobre algunas cosas fundam ent ales de dónde venim os, a
dónde vam os?, ¿no debem os plant earnos t ales pregunt as, esas que, aparent em ent e
banales, sin em bargo arden en lo corazones de form a t an inext inguible que ninguna
generación puede eludirlas? Se t rat a de las pregunt as por el sent ido de la vida, por el fin
del m undo, por el regreso de Crist o, t al com o est á anunciado en el evangelio.
4 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Seis horas de ent revist a con el papa son m ucho t iem po, y seis horas son, por ot ra part e,
dem asiado poco. En el m arco de est a conversación sólo pudieron t rat arse unas pocas
pregunt as, y no fue posible profundizar en m uchas de ellas. En la aut orización del t ext o el
papa no m odificó las palabras t al com o las había pronunciado, sino que sólo int roduj o
correcciones de m enor im port ancia donde consideró necesarias precisiones de cont enido.
Al final, el m ensaj e de Benedict o XVI es un dram át ico llam am ient o a la I glesia y al m undo,
a cada individuo: no podem os seguir adelant e com o hast a ahora, exclam a.
La hum anidad est á ant e una bifurcación. Es t iem po de ent rar en razones, de cam biar, de
convert irse. Y sost iene, im pert urbable: ¿Se podrían enum erar m uchos problem as que
exist en en la act ualidad y que es preciso resolver, pero t odos ellos sólo se pueden resolver
si se pone a Dios en el cent ro, si Dios result a de nuevo visible en el m undo?
Para el est ilo de vida act ual, posiciones com o las que sost iene la I glesia cat ólica se han
convert ido en una t rem enda provocación. Nos hem os acost um brado a considerar los
punt os de vist a y las form as de com port am ient os t radicionales y probados com o algo que
sería m ej or neut ralizar a favor de t endencias m ás barat as.
Pero, así cree el papa, la era del relat ivism o, de una cosm ovisión «que no reconoce nada
com o definit ivo y que dej a com o últ im a m edida sólo el propio yo y sus ant oj os», se acerca
a su fin. En t odo caso, hoy crece el núm ero de los que valoran en est a I glesia no sólo su
lit urgia, sino t am bién su resist encia. Y ent ret ant o, después de act uar m uchas veces
guardando m eram ent e las apariencias, se va perfilando con claridad un cam bio de la
conciencia en el sent ido de t om ar m ás en serio el t est im onio crist iano y de vivir t am bién
con aut ent icidad la propia religión.
A veces lo m ira a uno de form a un poco escépt ica. Por encim a de las gafas. Serio, at ent o.
Y cuando se lo escucha de ese m odo y se est á sent ado frent e a él, se percibe no sólo la
precisión de su pensam ient o y la esperanza que proviene de la fe, sino que se hace visible
de form a especial un resplandor de la Luz del m undo, del rost ro de Jesucrist o, que quiere
salir al encuent ro de cada ser hum ano y no excluye a nadie.
5 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
I . SI GN OS D E LOS TI EM POS
1 . Los pa pa s n o ca e n de l cie lo
Sant o Padre, el 16 de abril de 2005, al cum plir sus 78 años, anunció ust ed a sus
colaboradores cuánt o se alegraba por su próxim a j ubilación. Tres días después era ust ed
el j efe suprem o de la I glesia universal, con m il doscient os m illones de fieles. No es
precisam ent e una t area que uno vaya a reservarse para los días de la vej ez.
En realidad, yo había esperado t ener por fin paz y t ranquilidad. El hecho de que m e viera
de pront o frent e a esa form idable t area fue, com o t odos saben, un shock para m í. La
responsabilidad es realm ent e gigant esca.
Hubo un m inut o en el que, según dij o después, sint ió propiam ent e com o SI una
«guillot ina» cayera sobre ust ed.
Sí, m e vino a la cabeza la idea de la guillot ina: ¡ahora cae y t e da! Yo había est ado
t ot alm ent e seguro de que ese m inist erio no era m i dest ino, sino que ent onces, después de
años de gran esfuerzo, Dios m e iba a conceder algo de paz y t ranquilidad. En ese
m om ent o sólo pude decirm e y ponerm e en claro: al parecer, la volunt ad de Dios es ot ra, y
com ienza algo t ot alm ent e dist int o, nuevo para m í. Él est ará conm igo.
En la llam ada " habit ación de las lágrim as” , durant e el cónclave se hallan ya preparadas
t res vest iduras t alares para el fut uro papa. Una es larga, ot ra cort a, y la t ercera de t alla
int erm edia. ¿Qué le pasó por la m ent e en esa habit ación, en la que, según se cuent a, m ás
de un pont ífice recién elegido rom pió a llorar? ¿Se pregunt a uno al m enos una vez m ás,
allí, por qué a m i, qué quiere Dios de m i?
En realidad, en ese m om ent o se est á requerido por asunt os t ot alm ent e práct icos,
ext eriores. Hay que m irar cóm o se las arregla uno con las vest iduras papales, y cosas
sem ej ant es. Adem ás, yo ya sabía que enseguida t endría que pronunciar algunas palabras
en el balcón; de m odo que com encé a pensar qué podía decir. Por lo dem ás, ya en el
m om ent o en que fui elegido había podido decirle al Señor con sencillez:
- « ¿Qué est ás haciendo conm igo?». Ahora, la responsabilidad la t ienes Tú. ¡Tú t ienes que
conducirm e! Yo no puedo. Si Tú m e has querido a m í, ent onces t am bién t ienes que
ayudarm e. Digam os, pues, que en ese sent ido yo m e encont raba en una relación de
urgido diálogo con el Señor, diciéndole que, si Él hace lo uno, t iene que hacer t am bién lo
ot ro.
6 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
persona. Por así decirlo, era com o la garant ía de que seguiríam os el curso correct o en la
fe.
¿Por qu é n o?
El t ipo de com unidad que se t iene con el papa es diferent e, y el t ipo de pert enencia a la
I glesia t am bién, por supuest o. De los m il doscient os m illones hay m uchos que no
acom pañan int eriorm ent e su condición. San Agust ín lo dij o ya en su t iem po: hay m uchos
fuera que parecen est ar dent ro; y hay m uchos dent ro que parecen est ar fuera. En una
cuest ión com o la fe, o la pert enencia a la I glesia cat ólica, el " dent ro» y el " fuera» est án
m ist eriosam ent e ent ret ej idos. En eso t enía razón St alin al decir que el papa no t iene
divisiones ni puede com andar. Tam poco posee una gran em presa en la que t odos los fieles
de la I glesia fuesen sus em pleados o subordinados.
En t al sent ido, el papa es, por un lado, un hom bre t ot alm ent e im pot ent e. Por ot ro lado,
t iene una gran responsabilidad. En ciert a m edida es el j efe, el represent ant e, y al m ism o
t iem po el responsable de que la fe que m ant iene unidos a los hom bres sea creída, que
siga est ando viva y que perm anezca int act a en su ident idad. Pero sólo el m ism o Señor
t iene el poder de m ant ener a los hom bres t am bién en la fe.
7 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
vive en la I glesia. Y si asum o int eriorm ent e y vivo la fe de esa I glesia, si hablo y pienso a
t ravés de ella, si lo anuncio a Él, ent onces hablo por Él, aún cuando en det alles siem pre
puede haber debilidades, por supuest o. Lo im port ant e es que no exponga m is ideas, sino
que procure pensar y vivir la fe de la I glesia, act uar con obediencia en virt ud de la m isión
que Él m e ha confiado.
Lo que no significa que el papa pueda producir perm anent em ent e afirm aciones
«infalibles». Por lo com ún, el obispo de Rom a act úa com o cualquier ot ro obispo que
confiesa su fe, que la anuncia, que es fiel en el seno de la I glesia. Sólo cuando se dan
det erm inadas condiciones, cuando la t radición ha sido aclarada y sabe que no act úa de
form a arbit raria puede el papa decir: ést a es la fe de la I glesia, y una negat iva al respect o
no es la fe de la I glesia. En t al sent ido, el Concilio Vat icano I definió la capacidad de
decisión últ im a para que la fe conserve su caráct er vinculant e.
8 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
principal de las persecuciones de crist ianos. Mant enerse firm e ant e esas persecuciones y
dar t est im onio de Crist o era la m isión especial de la sede episcopal rom ana.
Pero la I glesia, el crist iano, y sobre t odo el papa, debe cont ar con que el t est im onio que
t iene que dar se conviert a en escándalo, no sea acept ado, y que, ent onces, sea puest o en
la sit uación de t est igo, en la sit uación de Crist o sufrient e. Es significat ivo que t odos los
papas de la t em prana I glesia fueran m árt ires. Ser papa no im plica poseer un señorío
glorioso, sino dar t est im onio de Aquel que fue crucificado y est ar dispuest o a ej ercer
t am bién el propio m inist erio de esa m ism a form a, en vinculación a él.
Mi vida ent era ha est ado at ravesada siem pre t am bién por est a línea de que el
crist ianism o brinda alegría, da am plit ud. En definit iva, la vida se haría insoport able siendo
alguien que est á siem pre y sólo en cont ra. Pero al m ism o t iem po est uvo siem pre
present e, aunque en diferent es dosis, el hecho de que el evangelio se opone a
const elaciones de poder. Com o es nat ural, est o fue especialm ent e drást ico en m i infancia
y j uvent ud, hast a el fin de la guerra, A part ir de 1968, la fe crist iana ent ró cada vez m ás
en cont raposición con respect o a un nuevo proyect o de sociedad, de m odo que t uvo que
hacer frent e una y ot ra vez a opiniones que luchaban poderosam ent e por im ponerse, Por
t ant o, soport ar host ilidad y ofrecer resist encia - aunque una resist encia que sirva para
sacar a luz lo posit ivo- son cosas que pert enecen a la vida crist iana.
9 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Es ciert o que, en realidad, t odo eso sobre exige a una persona de 83 años. Gracias a Dios
hay m uchos buenos colaboradores. Todo se elabora y se lleva a cabo en un esfuerzo
com ún. Yo confío en que Dios m e dará t oda la fuerza que m e hace falt a para hacer lo
necesario. Pero not o t am bién que las fuerzas decaen.
¿Ve n j u n t os t e le visión ?
Veo las not icias con los secret arios, pero a veces vem os t am bién en com ún algún DVD.
1 0 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
1 1 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
eso se ha hecho cada vez m ás difícil. Com o siem pre sient o t am bién el consuelo «de lo
alt o», experim ent o al orar la cercanía del Señor en la oración, o en la lect ura de los
Padres de la I glesia veo el resplandor de la belleza de la fe, hay t odo un conciert o de
consuelos.
D ich o de for m a pr ofa n a : ¿h a y a hor a « m e j or e s con e x ion e s» con e l cie lo, o a lgo
a sí com o u n a gr a cia de l oficio?
Sí, a veces se percibe eso. Por ej em plo, en el sent ido de: acabo de hacer algo que no
puedo en absolut o por m í m ism o. Ahora m e abandono al Señor y not o que cuent o con una
ayuda, que se realiza algo que no proviene de m í m ism o. En ese sent ido se da sin duda la
experiencia de la gracia del oficio.
¿Y cóm o r e za e l pa pa Be n e dict o?
En lo que t oca al papa, t am bién él es un sim ple m endigo frent e a Dios, y m ás que t odas
las dem ás personas. Por supuest o que rezo siem pre en prim erísim o lugar a nuest ro Señor,
con el que t engo una relación de t ant os años. Pero t am bién invoco al Espírit u Sant o.
Tengo am ist ad con Agust ín, con Buenavent ura, con Tom ás de Aquino. A esos sant os se les
dice: « ¡Ayudadm e! ». Y la Sant ísim a Virgen es de t odos m odos siem pre un gran punt o de
referencia. En est e sent ido m e int erno en la com unión de los sant os. Con ellos, fort alecido
por ellos, hablo ent onces t am bién con Dios, sobre t odo m endigando, pero t am bién dando
gracias, o sim plem ent e con alegría.
1 2 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
El pont ificado de Benedict o XVI com enzó con una oleada de ent usiasm o: «Su elección es
una buena not icia, decía incluso el líder de los poscom unist as en I t alia, Massim o D'Arem a.
Según D'Alem a, el nuevo papa t iene «sim pat ía por personas con int elect o y cult ura». En
su prim er año de pont ificado, el papa reunió a casi cuat ro m illones de personas en la plaza
de San Pedro, el doble que su predecesor en su prim er año. De su prim era encíclica
vendieron sólo en I t alia m ás de t res m illones de ej em plares. A la clausura del Encuent ro
Mundial de las Fam ilias en Valencia acudió un m illón de personas para orar y celebrar
j unt o con el papa. Y la buena acogida se m ant uvo: com o decía el sem anario alem án Der
Spiegel, «Desde el Habem us Papam del 19 de abril en Rom a no se ha int errum pido la
benevolencia de la opinión pública hacia el papa Benedict o XVI , Joseph Rat zinger».
O sea que exist e siem pre t am bién la vent aj a de lo nuevo, del est ilo diferent e. En t al
sent ido, yo est aba agradecido y cont ent o de que est o cont inuara, de que la adhesión se
prolongara. Al m ism o t iem po est aba sorprendido de que fuese t an grande y t an viva. Pero
t am bién t enía claro que eso proviene de la cont inuidad int erior con el ant erior pont ificado
y de la vit alidad perm anent e de la I glesia.
Nat uralm ent e, eso ha sido un regalo. Ha sido una ayuda que t odos supieran que Juan
Pablo I I m e apreciaba, que est ábam os en profunda concordancia. Yo m e sé realm ent e un
deudor suyo que, con su m odest a figura, procura cont inuar lo que Juan Pablo I I hizo com o
gigant e.
Com o es nat ural, j unt o a las cosas por las que suscit am os cont radicción y por las que
est am os en m edio del fuego cruzado de la crít ica, siem pre hay t am bién t em as que
int eresan a t odo el m undo y que son recibidos posit ivam ent e.
Mi predecesor experim ent ó t am bién de form a reit erada una gran acept ación com o paladín
de los derechos hum anos, de la paz y de la libert ad. Esos t em as siguen est ando
1 3 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
present es. Precisam ent e hoy en día, el papa est á obligado a int ervenir en t odo lugar a
favor de los derechos hum anos: es una consecuencia int erior de su fe en la condición del
hom bre com o im agen y sem ej anza de Dios y de su vocación divina.
El papa est á obligado a luchar por la paz, cont ra la violencia y cont ra las am enazas de
guerra. Desde dent ro est á obligado a luchar por la conservación de la nat uraleza, a
oponerse a la dest rucción de la Creación.
Así, pues, hay por nat uraleza m uchos t em as en los que, por así decirlo, la m oralidad va
con la m odernidad. Es que la m odernidad no est á hecha sólo de cosas negat ivas. Si así
fuese, no podría sost enerse por largo t iem po. Ella cont iene grandes valores m orales, que
j ust am ent e provienen del crist ianism o, que han sido t raídos por el crist ianism o a la
conciencia de la hum anidad. Cuando se los sost iene - y el papa t iene que sost enerlos- , hay
consenso en am plios ám bit os. Y nos alegram os de ello. Pero eso no debe hacernos perder
de vist a que hay ot ros t em as que suscit an cont radicción.
1 4 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Según dicho canon, se pena con excom unión a quienes ordenen obispos sin m andat o
papal, y t am bién a quienes se dej an ordenar de ese m odo. Por t ant o, est aban
excom ulgados porque habían act uado en cont ra del prim ado. Hay una sit uación análoga
en China, donde t am bién hay obispos que fueron ordenados sin el m andat o papal y que,
por eso, han sido excom ulgados.
Ahora bien, cuando un obispo que se halla en dicha sit uación declara su reconocim ient o
del prim ado en cuant o t al y del papa en funciones, se le ret ira la excom unión porque ya
no t iene fundam ent o. Así lo hacem os en China - y de ese m odo esperam os resolver
lent am ent e el cism a- , y así act uam os t am bién en los casos de los que est am os hablando.
En sínt esis: habían sido excom ulgados por la sola razón de que habían sido ordenados sin
m andat o papal y por la sola razón de que, ahora, m anifest aban un reconocim ient o del
papa - aunque no siguiéndolo aún en t odos los punt os- se levant ó su excom unión.
Se t rat a en realidad de un procedim ient o j urídico t ot alm ent e norm al. Aunque debo decir
que, aquí, nuest ro t rabaj o de prensa falló. No se explicó suficient em ent e por qué habían
sido excom ulgados est os obispos y por qué, ahora, ya por razones puram ent e j urídicas,
eran absuelt os de la excom unión.
En est e caso se t rat ó sim plem ent e de una clara sit uación j urídica. El Vat icano I I no est aba
en absolut o en j uego. Tam poco la cuest ión de ot ras post uras t eológicas. Con el
reconocim ient o del prim ado del papa, correspondía j urídicam ent e absolver de la
excom unión a esos obispos, sin que por ello hubiesen recibido oficios en la I glesia o se
hubiese acept ado, por ej em plo, la posición que asum en ant e el Concilio Vat icano I I .
Sí, hay que decir que es una gran crisis. Ha sido est rem ecedor para t odos nosot ros. De
pront o, t ant a suciedad. Realm ent e ha sido casi com o el crát er de un volcán, del que de
pront o salió una nube de inm undicia que t odo lo oscureció y ensució, de m odo que el
sacerdocio, sobre t odo, apareció de pront o com o un lugar de vergüenza, y cada sacerdot e
se vio baj o la sospecha de ser t am bién así. Algunos sacerdot es han m anifest ado que ya no
se at revían a dar la m ano a un niño, y ni hablar de hacer un cam pam ent o de vacaciones
con niños.
1 5 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
igualm ent e un shock inaudit o, Desde m i elección a la sede de Pedro m e había encont rado
ya varias veces con víct im as de abuso sexual. Tres años y m edio ant es, en oct ubre de
2006, había exigido en m i discurso a los obispos de I rlanda sacar a la luz la verdad, hacer
t odo lo necesario para que no se repit an crím enes t an t rem endos, garant izar que se
respet en los principios del derecho y de la j ust icia y, sobre t odo, curar a las víct im as.
Ver de pront o t an enlodado el sacerdocio y, con él, a la m ism a I glesia cat ólica en lo m ás
ínt im o era algo que, realm ent e, prim ero había que asim ilar. Pero al m ism o t iem po, no
había que perder de vist a que en la I glesia exist e lo bueno, y no sólo esas cosas t erribles.
Los casos de abuso en el ám bit o eclesial son m ás graves que en ot ros ám bit os, Quien
t iene una consagración m ás elevada t iene que sat isfacer t am bién exigencias m ás alt as.
Com o ust ed dij o, ya al com ienzo del siglo se conocía una serie de casos de abuso en
Est ados Unidos. Después de que el inform e Ryan pusiese al descubiert o la enorm e
m agnit ud del abuso sexual t am bién en I rlanda, la I glesia se encont ró en un nuevo país
frent e a un m ont ón de añicos. " Llevará generaciones repararlo. Lo, dij o el religioso
irlandés Vincent Tw om ey.
Tiene ust ed razón, Es un pecado especialm ent e grave que alguien que, en realidad, debe
ayudar a los hom bres a llegar a Dios, alguien a quien un niño, un j oven se confía para
encont rar al Señor, en lugar de ello abuse de él y así lo alej e del Señor. De ese m odo, la
fe en cuant o t al pierde credibilidad, la I glesia no puede present arse m ás de form a creíble
com o m ensaj era del Señor. Todo est o ha sido para nosot ros un shock y a m í sigue
conm oviéndom e hoy com o ayer hast a lo m ás hondo. No obst ant e, el Señor nos ha dicho
que habrá cizaña en el t rigo, pero que la sem illa, su sem illa, seguirá creciendo. En eso
confiam os.
No es sólo el abuso el que est rem ece, sino t am bién el t rat o que se le ha dado. Los hechos
fueron velados y encubiert os durant e décadas. Una declaración de bancarrot a para una
inst it ución que ha escrit o en su bandera el am or.
Al respect o m e com ent ó algo m uy int eresant e el arzobispo de Dublín. Dij o que el derecho
penal eclesial funcionó hast a los últ im os años de la década de 1950, que si bien no había
sido perfect o - m ucho hay en ello para crit icar- , se lo aplicaba. Pero desde m ediados de la
década de 1960 dej ó sim plem ent e de aplicarse. I m peraba la conciencia de que la I glesia
no debía ser m ás I glesia del derecho, sino I glesia del am or, que no debía cast igar. Así, se
perdió la conciencia de que el cast igo puede ser un act o de am or.
En ese ent onces se dio t am bién ent re gent e m uy buena una peculiar ofuscación del
pensam ient o.
1 6 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Hoy t enem os que aprender de nuevo que el am or al pecador y al dam nificado est á en su
rect o equilibrio m ediant e un cast igo al pecador aplicado de form a posible y adecuada. En
t al sent ido ha habido en el pasado una t ransform ación de la conciencia a t ravés de la cual
se ha producido un oscurecim ient o del derecho y de la necesidad de cast igo, en últ im a
inst ancia t am bién un est recham ient o del concept o de am or, que no es, precisam ent e, sólo
sim pat ía y am abilidad, sino que se encuent ra en la verdad, y de la verdad form a part e
t am bién el t ener que cast igar a aquel que ha pecado cont ra el verdadero am or,
Por últ im o, los m edios no podrían haber inform ado de esa m anera si el m al no est uviese
present e en la m ism a I glesia. Sólo porque el m al est aba en la I glesia pudo ser ut ilizado
por ot ros en su cont ra.
1 7 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Por supuest o, no es un análisis fácil. ¿Qué significa «razón de I glesia»? ¿Por qué no se
reaccionaba ant es de la m ism a form a en que se reacciona hoy? Tam poco la prensa
recogía ant es est e t ipo de cosas, la conciencia en ese ent onces era diferent e.
Sabem os que j ust am ent e las propias víct im as experim ent an t am bién m ucha vergüenza, y
no necesariam ent e quieren ser arrast radas a la luz pública. Muchas fueron capaces de
m anifest ar lo que les había pasado sólo después de décadas.
Lo im port ant e es, en prim er lugar, cuidar de las víct im as y hacer t odo lo posible por
ayudarles y por est ar a su lado con ánim o de cont ribuir a su sanación; en segundo lugar,
evit ar lo m ás que se pueda est os hechos por m edio de una correct a selección de los
candidat os al sacerdocio; y, en t ercer lugar, que los aut ores de los hechos sean cast igados
y que se les excluya t oda posibilidad de reincidir. En qué m edida t ienen que hacerse
públicos los hechos es, según creo, de por sí una pregunt a que t endrá t am bién diferent es
respuest as en las diferent es fases de conciencia de la opinión pública.
Pero lo que nunca debe suceder es escabullirse y pret ender no haber vist o, dej ando así
que los aut ores de los crím enes sigan com et iendo sus acciones, Por t ant o, es necesaria la
vigilancia de la I glesia, el cast igo para quien ha falt ado, y sobre t odo la exclusión de t odo
ult erior acceso a niños, Com o he dicho, lo que est á prim ero es el am or a las víct im as, el
esfuerzo por hacerles t odo el bien posible a fin de ayudarlos a procesar lo que han vivido.
Por supuest o, uno puede pregunt arse eso. En sí, pienso que t odo lo esencial ya se ha
dicho. Lo que se dirigía a I rlanda no fue dicho sólo para I rlanda. En t al sent ido, la palabra
de la I glesia y del papa ha sido t ot alm ent e clara e inequívoca, y se la ha podido escuchar
en t odas part es. En Alem ania t eníam os que dej ar prim ero la palabra a los obispos. Pero
siem pre se puede pregunt ar si el papa no debería hablar con m ás frecuencia. En est e
m om ent o no m e at revería a decidirlo.
1 8 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
1 9 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
En realidad, no pude decirles nada especial Pude decirles que m e t oca en lo m ás hondo.
Que sufro con ellos. Y no era sólo una frase hecha, sino que realm ent e m e llega al
corazón. Y pude decirles t am bién que la I glesia hará t odo lo que est é a su alcance para
que est o no vuelva a suceder, y que querem os ayudarles lo m ej or que podam os.
Finalm ent e, que los sost enem os en nuest ra oración y pedim os para que no pierdan la fe
en Crist o, com o la verdadera luz, y en la com unidad viva de la I glesia.
Por ot ra part e, podría decirse que el Señor quería probarnos y llam arnos a una
purificación m ás profunda, de m odo que no celebráram os de form a t riunfalist a el Año
Sacerdot al, gloriándonos de nosot ros m ism os, sino com o año de purificación, de
renovación int erior, de t ransform ación y, sobre t odo, de penit encia.
El concept o de penit encia, que es uno de los elem ent os fundam ent ales del m ensaj e del
Ant iguo Test am ent o, se nos ha perdido cada vez m ás. Sólo se quería decir cosas
posit ivas. Pero lo negat ivo exist e, es un hecho. El hecho de que por m edio de la penit encia
se pueda cam biar y dej arse cam biar es un don posit ivo, un regalo. La I glesia ant igua lo
veía t am bién de ese m odo. Ahora hay que com enzar realm ent e de nuevo en espírit u de
penit encia, y al m ism o t iem po no perder la alegría por el 37 sacerdocio, sino
reconquist arla.
Y con m ucha grat it ud puedo decir que así ha sucedido. He recibido de obispos, sacerdot es
y laicos m uchos t est im onios conm ovedores y em ocionant es de grat it ud por el Año
Sacerdot al, que le llegan a uno al corazón. Su t est im onio es: hem os concebido el Año
Sacerdot al com o ocasión para la purificación, com o act o de hum ildad, dej ándonos llam ar
de nuevo por el Señor. Y j ust am ent e por eso hem os vist o t am bién de nuevo la grandeza y
la belleza del sacerdocio. En t al sent ido pienso que est as t erribles revelaciones han sido
t am bién un act o de la Providencia, que nos hace hum ildes, que nos obliga a com enzar de
nuevo.
2 0 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
encam ina hacia el alt ar y celebra el sant o sacrificio? ¿Acude acaso a la confesión? ¿Qué
dice en la confesión? ¿Qué consecuencias t iene esa confesión para él? Ella t endría que ser
en realidad el gran inst rum ent o que lo arrancara de nuevo de su est ado y lo obligara a
cam biar.
No lo sabem os. Pero t ant o m ás significa est o que los sacerdot es t ienen que sost enerse
m ut uam ent e, que no deben perderse de vist a; que los obispos son responsables de ello y
que t enem os que suplicar a los fieles que cooperen t am bién ellos en sost ener a sus
sacerdot es. Y veo en las parroquias que el am or al sacerdot e crece t am bién cuando se
reconocen sus debilidades y se asum e la t area de ayudarle en esas debilidades.
El m al pert enecerá siem pre al m ist erio de la I glesia. Y si se ve t odo lo que hom bres, lo
que clérigos han hecho en la I glesia, eso se conviert e hast a en una prueba de que es Él
quien sost iene a la I glesia y quien la ha fundado. Si ella dependiera solam ent e de los
hom bres, habría sucum bido hace largo t iem po.
La m ayoría de los casos de abuso se regist ra en las décadas de 1970 y 1980. Por ese
m ot ivo, el prefect o de la Congregación para los I nst it ut os de Vida Consagrada, cardenal
Franc Rodé, señaló t am bién en est e cont ext o la decadencia de la fe y el socavam ient o de
la I glesia ent re los fact ores causales de los escándalos. Según Rodé «la cult ura
secularizada penet ró en algunas órdenes de Occident e, cuando, en realidad, precisam ent e
la vida religiosa deberla ser una alt ernat iva a la «cult ura dom inant e», en lugar de
«reflej arla».
Por supuest o, a ello cont ribuyó la const elación espirit ual de los años set ent a, que se fue
abriendo cam ino ya en los años cincuent a, En ese ent onces se desarrolló especialm ent e
la t eoría de que la pedofilia debía considerarse com o algo posit ivo, Sobre t odo se sost uvo
la t esis - que se int roduj o t am bién en la t eología m oral cat ólica- de que no hay algo que
sea m alo en sí m ism o, sino sólo cosas «relat ivam ent e» m alas. Lo bueno y lo m alo
dependen, se decía, de las consecuencias.
2 1 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
En un cont ext o sem ej ant e, en el que t odo es relat ivo y lo m alo en sí m ism o no exist e, sino
sólo lo relat ivam ent e bueno y lo relat ivam ent e m alo, las personas que t ienen una
inclinación hacia ese com port am ient o se quedaron sin suelo baj o los pies, Por supuest o, la
pedofilia es, en prim er lugar, m ás bien una enferm edad, pero el hecho de que haya
podido act uar y ext enderse de ese m odo ha t enido que ver t am bién con una const elación
int elect ual por la que en la I glesia se habían vuelt o cuest ionables las bases de la t eología
m oral, el bien y el m al, El bien y el m al pasaron a ser int ercam biables, ya no est aban m ás
en clara cont raposición.
Hay en ella m uchas personas j óvenes que quieren servir con ent usiasm o a la fe. No se
debe dest ruir ese ent usiasm o. Muchos de ellos part ieron de una figura falsa, pero al final
se han vist o llam ados a adherir a una correct a. Est e es el hecho not able, la cont radicción:
que, por así decirlo, un falso profet a haya podido t ener un efect o posit ivo. A esos j óvenes
hay que darles un nuevo alient o. Hace falt a una est ruct ura nueva para que no caigan en el
vacío sino que, rect am ent e conducidos, puedan prest ar un servicio a la I glesia y a los
hom bres.
Cuando un sacerdot e cohabit a con una m uj er hay que verificar si exist e una verdadera
volunt ad m at rim onial y si podrían form ar un buen m at rim onio. Si así fuese, t ienen que
seguir ese cam ino. Si se t rat a de una falt a de la volunt ad m oral pero no exist e una real
vinculación int erior, hay que int ent ar encont rar cam inos de sanación para él y para ella.
2 2 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
En t odo caso, hay que cuidar de que se haga j ust icia a los niños - que son el bien
prim ordial- y que se les brinde el ám bit o vit al de educación que necesit an.
Esa cat arsis es para t odos nosot ros, para la sociedad ent era, pero, nat uralm ent e, sobre
t odo para la I glesia, un llam am ient o a reconocer nuevam ent e los valores que nos
sost ienen, a ver los peligros que nos am enazan, no sólo a los sacerdot es, sino t am bién en
lo m ás hondo a la sociedad en su conj unt o. Saber acerca de los peligros y de la
dest rucción del ent ram ado m oral de nuest ra sociedad debería ser para nosot ros un
llam am ient o a la purificación, Tenem os que volver a reconocer que no debem os vivir
sim plem ent e en la arbit rariedad. Que la libert ad no puede ser arbit rariedad. Que hay que
aprender una libert ad que sea responsabilidad.
4 . La ca t á st r ofe globa l
2 3 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
« Con t e m pló D ios t oda su obr a y e st a ba m uy bie n » , dice e l Gé n e sis. Es pa vor oso,
pu e s, e n qu é se h a con ve r t ido e n e st e m om e n t o e se su e ñ o de pla n e t a . La
pr e gu n t a e s: ¿se r á qu e , sim ple m e n t e , la Tie r r a e s in ca pa z de r e sist ir e l e n or m e
pot e n cia l de de sa r r ollo de n u e st r a e spe cie ? ¿Es a ca so qu e n o e st á h e ch a e n
a bsolu t o pa r a que viva m os a qu í de for m a du r a de r a ? ¿O e s qu e h a y a lgo qu e
e st a m os h a cie n do m a l?
El hecho de que no perm anecerem os aquí et ernam ent e nos lo dice la Sagrada Escrit ura, y
nos lo dice t am bién la experiencia. Pero seguram ent e hay algo que est am os haciendo m al.
Pienso que aquí se proyect a la problem át ica del concept o de progreso. La Edad Moderna
se buscó su cam ino al am paro de los concept os fundam ent ales de progreso y libert ad.
Pero ¿qué es progreso? Hoy vem os que el progreso t am bién puede ser dest ruct ivo. En t al
sent ido hem os de reflexionar sobre cuáles son los crit erios que debem os encont rar para
que el progreso sea realm ent e progreso.
El concept o de progreso t enía originalm ent e dos aspect os: por una part e est aba el
progreso del conocim ient o. Por ese progreso se ent endía la capt ación de la realidad. Tal
progreso se dio en una m edida increíble por la com binación de la visión m at em át ica del
m undo y los experim ent os. A t ravés del ADN podem os hoy reconst ruir la est ruct ura de la
vida. Así com o t am bién, en general, la est ruct ura funcional de t oda la realidad. Ent ret ant o
podem os hast a im it ar parcialm ent e esa est ruct ura, y com enzam os ya a const ruir nosot ros
m ism os vida. En ese sent ido, del progreso han surgido t am bién nuevas posibilidades para
los hom bres.
La idea fundam ent al era que el progreso es conocim ient o. Y conocim ient o es poder. Es
decir, si conozco, puedo t am bién disponer de lo que conozco. El conocim ient o ha t raído
consigo poder, pero de una form a en la que, ahora, con nuest ro propio poder som os
capaces al m ism o t iem po de dest ruir el m undo que creem os haber descubiert o por
com plet o.
De ese m odo se ve que, en la com binación que hem os t enido hast a ahora del concept o de
progreso a part ir de conocim ient o y poder, falt a una perspect iva esencial: el aspect o del
bien. Se t rat a de la pregunt a: ¿qué es bueno? ¿Hacia dónde el conocim ient o debe guiar el
poder? ¿Se t rat a solam ent e de disponer sin m ás, o hay que plant ear t am bién la pregunt a
por los parám et ros int ernos, por aquello que es bueno para el hom bre, para el m undo? y
est a cuest ión, pienso yo, no se ha plant eado de m anera suficient e. Ésa es, en el fondo, la
razón por la cual ha quedado am pliam ent e fuera de consideración el aspect o ét ico, dent ro
del cual est á com prendida la responsabilidad ant e el Creador. Si lo único que se hace es
im pulsar hacia delant e el propio poder sirviéndose del propio conocim ient o, ese t ipo de
progreso se hace realm ent e dest ruct ivo.
2 4 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
¿Es verdad eso? Yo pienso que no. Vem os cóm o el poder del hom bre ha crecido de form a
t rem enda. Pero lo que no creció con ese poder es su pot encial ét ico. Est e desequilibrio se
reflej a hoy en los frut os de un progreso que no fue pensado en clave m oral. La gran
pregunt a es, ahora, ¿cóm o puede corregirse el concept o de progreso y su realidad, y
cóm o puede dom inarse después posit ivam ent e desde dent ro? En t al sent ido hace falt a
aquí una reflexión global sobre las bases fundam ent ales.
En t al sent ido exist e un ciert o pot encial de reconocim ient o en el cam po m oral.
Pero, por ot ra part e, la t raducción de est o m ism o en volunt ad polít ica y en acciones
polít icas se ve am pliam ent e im posibilit ada por la falt a de una disposición a la renuncia.
Est o t endría que reflej arse en los presupuest os nacionales y, en últ im a inst ancia, debería
ser sost enido por los individuos, aunque allí se t rat a, una vez m ás, de la diferent e carga
que se hace pesar sobre los diversos grupos. De ese m odo aparece con claridad que, en
definit iva, la volunt ad polít ica no puede ser eficaz si no exist e en la hum anidad ent era -
sobre t odo en los im pulsores principales del desarrollo y del progreso- una conciencia
m oral nueva y m ás profunda, una disposición a la renuncia que sea concret a y se
conviert a t am bién para el individuo en una norm a de valores para su vida.
Por eso, la pregunt a es la siguient e: ¿cóm o puede la volunt ad m oral, que t odos acept an y
t odos reclam an, llegar a ser una decisión personal? Pues, m ient ras eso no se dé, la
polít ica sigue siendo im pot ent e. Es decir, ¿quién puede lograr que esa conciencia universal
penet re t am bién en lo personal? Sólo puede lograrlo una inst ancia que t oque la
conciencia, que est é cerca de la persona individual y que no se lim it e a convocar
m anifest aciones aparat osas.
En t al sent ido se dirige aquí el ret o a la I glesia. Ella no sólo t iene una gran
responsabilidad, sino que, diría yo, es a m enudo la única esperanza. Pues ella est á t an
2 5 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
cerca de la conciencia de m uchos seres hum anos que puede m overlos a det erm inadas
renuncias e im prim ir act it udes fundam ent ales en las alm as.
En cuant o al buen ej em plo, t am bién el Est ado se m uest ra poco ej em plar. Hoy en día los
gobiernos acum ulan deudas en un nivel nunca vist o. Un solo país com o Alem ania gast a en
el año 2010 nada m enos que 43.900 m illones de euros sólo para el pago de int ereses a
los bancos: o sea, por el hecho de que, aun con t oda la riqueza exist ent e, hem os llevado
un t ren de vida sit uado por encim a de nuest ras posibilidades. Sólo esos pagos de
int ereses bast arían para poner a disposición alim ent os durant e un año para t odos los
niños de los países en desarrollo.
Hem os reconocido el problem a de la dest rucción del m edio am bient e. Pero el hecho de
que para salvar la ecología es preciso, com o condición, salvar nuest ra capa espirit ual de
2 6 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
ozono y, en especial, salvar nuest ras selvas húm edas espirit uales, es algo que parece
penet rar sólo m uy lent am ent e en nuest ra conciencia. ¿No deberíam os habernos
pregunt ado hace m ucho t iem po qué pasa con la polución del pensam ient o, con la
cont am inación de nuest ras alm as? Muchas de las cosas que adm it im os en est a cult ura de
los m edios y del com ercio corresponden en el fondo a una carga t óxica que, casi
forzosam ent e, t iene que llevar a una cont am inación espirit ual.
El hecho de que hay una cont am inación del pensam ient o que nos conduce ya
ant icipadam ent e a perspect ivas erróneas no puede ignorarse. Liberarnos nuevam ent e de
ello por m edio de una verdadera conversión - por ut ilizar esa palabra fundam ent al de la fe
crist iana- es uno de los desafíos cuya evidencia se ha hecho ya visible a nivel general. En
nuest ro m undo, t an cient ífico y m oderno en su orient ación, concept os sem ej ant es no
t enían ya significación alguna, Una conversión en el sent ido de la fe en una volunt ad de
Dios que nos indica un cam ino se consideraba pasada de m oda y superada. Creo que, sin
em bargo, lent am ent e se va advirt iendo que algo hay de ciert o cuando decim os que
debem os reflexionar para adopt ar una act it ud nueva.
5 . D ict a du r a de l r e la t ivism o
Gran part e de la filosofía act ual consist e realm ent e en decir que el hom bre no es capaz de
la verdad. Pero, vist o de ese m odo, t am poco sería capaz de ét ica. No t endría parám et ro
alguno. En t al caso sólo habría que cuidar del m odo en que uno m ás o m enos se las
2 7 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
arregla, y el único crit erio que cont aría sería, en t odo caso, la opinión de la m ayoría. Pero
qué dest ruct ivas pueden ser las m ayorías nos lo ha m ost rado la hist oria recient e, por
ej em plo, en sist em as com o el nazism o y el m arxism o, los cuales han est ado
part icularm ent e en cont ra t am bién de la verdad.
El cont enido cent ral del Evangelio de Juan consist e en que la verdad no puede im poner su
dom inio m ediant e la violencia, sino por su propio poder: Jesús at est igua ant e Pilat o que es
la Verdad y el t est igo de la verdad. Defiende la verdad no m ediant e legiones, sino que, a
t ravés de su pasión, la hace visible y la pone t am bién en vigencia.
Por ej em plo, cuando en nom bre de la no discrim inación se quiere obligar a la I glesia
cat ólica a m odificar su post ura frent e a la hom osexualidad o a la ordenación de m uj eres,
quiere decir que ella no debe vivir m ás su propia ident idad y que, en lugar de ello, se hace
de una abst ract a religión negat iva un parám et ro t iránico al que t odo el m undo t iene que
adherir. Ést a es, aparent em ent e, la libert ad, ya por el solo hecho de ser la liberación de lo
que ha regido hast a el present e.
El hecho de que en nom bre de la t olerancia se elim ine la t olerancia es una verdadera
am enaza ant e la cual nos encont ram os. El peligro consist e en que la razón - la llam ada
razón occident al- afirm a que ella ha reconocido realm ent e lo correct o y, con ello,
2 8 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
reivindica una t ot alidad que es enem iga de la libert ad. Creo que hem os de present ar con
m ucho énfasis ese peligro. A nadie se le obliga a ser crist iano. Pero nadie debe ser
obligado a vivir la «nueva religión» com o la única det erm inant e y obligat oria para t oda la
hum anidad.
La agresividad con la que se present a est a nueva religión ha sido descrit a por el
sem anario Der Spiegel com o «cruzada de los at eos». Es una cruzada que hace escarnio
del crist ianism o com o «locura de Dios» y encasilla la religión com o una m aldición a la que
hay que at ribuir t am bién t odas las guerras.
Es m uy im port ant e que nos opongam os a sem ej ant e reclam o absolut o, a un t ipo
det erm inado de «racionalidad». No se t rat a, en efect o, de la razón m ism a, sino de la
rest ricción de la razón a lo que se puede reconocer m ediant e la ciencia nat ural. Y al
m ism o t iem po de la m arginación de t odo aquello que vaya m ás allá de ella. Por supuest o,
es verdad que en la hist oria ha habido t am bién guerras por causa de la religión, que la
religión ha llevado t am bién a la violencia...
2 9 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
se hace posible una cult ura de la hum anidad. Yo diría que una t al expresión cult ural que
se da a sí m ism a una sociedad que vive posit ivam ent e a part ir de ella no puede ofender a
nadie que no com part a la m ism a convicción, y t am poco debe ser dest errada.
En lo t ocant e al burka, no veo razón alguna para una prohibición general. Se afirm a que
algunas m uj eres no llevan el burka de form a libre y volunt aria, y que se t rat a
propiam ent e de una violación de la m uj er. Por supuest o, con eso no se puede est ar de
acuerdo. Pero si libre y volunt ariam ent e quieren llevarlo, no sé por qué hay que
prohibírselo.
En I t a lia , e l och e n t a por cie n t o de los h a bit a n t e s son ca t ólicos ba u t iza dos. En
Por t u ga l son e l n ove n t a por cie n t o; e n Polon ia , t a m bié n e l n ove n t a por cie n t o; e n
la pe qu e ñ a M a lt a , e l cie n por cie n t o. En Ale m a n ia , m á s de l se se n t a por cie n t o de
la pobla ción pe r t e ne ce a la s dos I gle sia cr ist ia n a s de l pu e blo, y ot r a pa r t e
con side r a ble de la pobla ción , a ot r a s com u n ida de s de fe cr ist ia n a . N o ca be du da
de qu e la cu lt u r a cr ist ia n a occide n t a l e s la ba se de l é x it o y de l bie n e st a r de
Eu r opa . Y sin e m ba r go, h oy e n día , u n a m a yor ía a ce pt a se r dom in a da por u n a
m in or ía de líde r e s de opin ión . Es u n a sit u a ción cur iosa , cua ndo n o h a st a
e squ izofr é n ica .
En est o se ve una problem át ica int erior. Pues, ¿en qué m edida las personas siguen
pert eneciendo t odavía a la I glesia? Por una part e, quieren pert enecer, no quieren perder
ese fundam ent o. Por la ot ra, est án nat uralm ent e form ados y plasm ados en su int erior por
la m odalidad m oderna de pensar. Es la coexist encia y el paralelism o no m adurados de una
volunt ad fundam ent al crist iana y de una nueva cosm ovisión que m arca t oda la vida. En t al
sent ido sigue siendo una suert e de esquizofrenia, una exist encia dividida.
Debem os procurar que am bos aspect os se int erpenet ren, en la m edida en que sean
com pat ibles. Ser crist iano no debe convert irse en algo así com o un est rat o arcaico que de
alguna m anera ret engo y que vivo en ciert a m edida de form a paralela a la m odernidad.
Ser crist iano es en sí m ism o algo vivo, algo m oderno, que configura y plasm a t oda m i
m odernidad y que, en ese sent ido, la abraza en t oda regla.
Aquí se exige una gran lucha espirit ual. Eso m ism o es lo que he expresado en part icular
recient em ent e a t ravés de la fundación de un Consej o Pont ificio para la Nueva
Evangelización. Lo im port ant e es que int ent em os vivir y pensar el crist ianism o de t al
m anera que asum a en sí la buena, la correct a m odernidad, y que al m ism o t iem po se
apart e y dist inga de lo que se ha convert ido en una cont ra religión.
Vist a con m ir a da sobr ia , la I gle sia ca t ólica e s la m a yor or ga n iza ción de l m u n do,
con u n a r e d ce n t r a l or ga n iza da que se e x t ie n de por t odo e l m u n do y qu e
fu n cion a bie n . Tie n e m il doscie n t os m illon e s de m ie m br os, m á s de cu a t r o m il
obispos, cu a t r ocie n t os m il sa ce r dot e s, m illon e s de r e ligiosos. Tie n e m ile s de
u n ive r sida de s, m on a st e r ios, e scu e la s, in st it u cion e s de se r vicio socia l. En pa íse s
com o Ale m a n ia e s, de spu é s de l Est a do, e l m a yor e m ple a dor . N o e s sólo u n a
3 0 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Por supuest o, t enem os que pregunt árnoslo. Es el choque de dos m undos espirit uales: el
m undo de la fe y el m undo del secularism o. La pregunt a es: ¿dónde t iene razón el
secularism o? Es decir, ¿dónde la fe t iene que hacer propias las form as y figuras de la
m odernidad y dónde t iene que ofrecer resist encia? Est a gran lucha at raviesa hoy el m undo
ent ero. Los obispos de los países del Tercer Mundo m e dicen: t am bién en nuest ros países
est á present e el secularism o, y allí coincide con form as t odavía com plet am ent e arcaicas.
A m enudo uno se pregunt a realm ent e cóm o es que crist ianos que son personalm ent e
creyent es no poseen la fuerza para hacer que su fe t enga una m ayor eficacia polít ica.
Sobre t odo debem os int ent ar que los hom bres no pierdan de vist a a Dios. Que reconozcan
el t esoro que poseen. Y que, después, part iendo de la fuerza de la propia fe, puedan
confront arse con el secularism o y llevar a cabo el discernim ient o de los espírit us. Est e
enorm e proceso es propiam ent e la gran t area que se nos encom ienda en est a hora. Sólo
podem os esperar que la fuerza int erior de la fe, que est á present e en el hom bre, llegue a
ser después poderosa en el cam po público, plasm ando asim ism o el pensam ient o a nivel
público y no dej ando que la sociedad caiga sim plem ent e en el abism o.
En Brasil, por ej em plo, hay por una part e un gran crecim ient o de las sect as, a m enudo
m uy cuest ionables porque, en su m ayoría, sólo prom et en prosperidad, éxit o ext erior. Pero
hay t am bién nuevas eclosiones cat ólicas, un dinam ism o de nuevos m ovim ient os, por
ej em plo, los Heraldos del Evangelio, j óvenes llenos de ent usiasm o que han reconocido a
Crist o com o el Hij o de Dios y lo llevan al m undo. Com o m e decía el arzobispo de São
Paulo, allá surgen cont inuam ent e nuevos m ovim ient os. Por t ant o, hay un vigor de
surgim ient o y de nueva vida.
O bien pensem os en lo que significa la I glesia para África. Allá, ella es a m enudo lo único
que perm anece ent re los t rast ornos y dest rucciones de las guerras, es el único refugio
donde se hace algo por los seres hum anos. Ella se com prom et e para que la vida pueda
cont inuar, para que se at ienda a los enferm os, para que puedan venir niños al m undo y
sean educados. Ella es una fuerza de vida que siem pre de nuevo suscit a ent usiasm o y,
después, crea nuevos cam inos.
Con m enor nit idez pero a pesar de ello de form a inequívoca exist e t am bién aquí, en
Occident e, el despert ar de nuevas iniciat ivas cat ólicas que no han sido ordenadas por la
burocracia. La burocracia est á desgast ada y cansada. Est as iniciat ivas vienen de dent ro,
de la alegría de ( ...) j óvenes. Tal vez el crist ianism o asum e ot ro rost ro, t am bién ot ra
figura cult ural. No t iene en sus m anos el puest o de com ando en la opinión pública del
3 1 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
m undo: son ot ros los que allí gobiernan. Pero es la fuerza vit al sin la cual las dem ás cosas
no seguirían en pie. En t al sent ido, a t ravés de t odo lo que yo m ism o puedo ver y
experim ent ar soy m uy opt im ist a en cuant o a que el crist ianism o se encuent ra ant e un
nuevo dinam ism o.
Muchísim os obispos, sobre t odo de Am érica Lat ina, m e dicen que allá, por donde pasa el
corredor del cult ivo y del t ráfico de drogas - y son part es im port ant es de esos países- , es
com o si un m onst ruo m alvado hubiese puest o sus m anos en el país y corrom piera a los
hom bres. Creo que esa serpient e del t ráfico y consum o de drogas abarca t oda la t ierra, es
un poder que no nos im aginam os com o se debe. Dest ruye a la j uvent ud, dest ruye a las
fam ilias, conduce a la violencia y am enaza el fut uro de países ent eros.
Tam bién est o form a part e de las t erribles responsabilidades de Occident e: el hecho de que
necesit a drogas y de que, de ese m odo, crea países que t ienen que sum inist rárselas, lo
que, al final, los desgast a y dest ruye. Ha surgido una avidez de felicidad que no puede
3 2 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
conform arse con lo exist ent e. Y que ent onces huye, por así decirlo, al paraíso del
dem onio, y dest ruye a su alrededor a los hom bres.
Se ve que el hom bre aspira a una alegría infinit a, quisiera placer hast a el ext rem o,
quisiera lo infinit o. Pero donde no hay Dios, no se le concederá, no puede darse.
Ent onces, el hom bre t iene que crear por sí m ism o lo falso, el falso infinit o.
Es un signo del t iem po que, precisam ent e com o crist ianos, debe desafiarnos de form a
urgent e. Hem os de poner de m anifiest o - y vivir t am bién- que la infinit ud que el hom bre
necesit a sólo puede provenir de Dios. Que Dios es de prim era necesidad para que sea
posible resist ir las t ribulaciones de est e t iem po. Que t enem os que m ovilizar, por así
decirlo, t odas las fuerzas del alm a y del bien a fin de que en cont ra de est a acuñación
falsa se yerga una verdadera, y de ese m odo pueda hacerse salt ar el circuit o del m al y se
lo det enga.
Por ej em plo, la gran com unicación con la que cont am os hoy en día puede llevar, por un
lado, a una despersonalización t ot al. En ese caso no se est á m ás que inm erso en el m ar
de la com unicación pero no se produce ya encuent ro alguno con personas. Por el ot ro
lado, sin em bargo, est a com unicación puede const it uir t am bién una oport unidad: por
ej em plo, de que nos percibam os m ut uam ent e, de que nos encont rem os, nos ayudem os,
de que salgam os de nosot ros m ism os.
De ese m odo, m e parece im port ant e no ver sólo lo negat ivo. Debem os percibir, sí, con
t oda agudeza lo negat ivo, pero t am bién t enem os que ver t odas las oport unidades de bien
que se hallan present es, las esperanzas, las nuevas posibilidades que exist en para nuest ra
condición hum ana. En últ im a inst ancia, para anunciar después la necesidad del cam bio,
que no puede producirse sin una conversión int erior.
3 3 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
com o realidades, el int erior de la propia vida. Por así decirlo, debem os arriesgarnos
nuevam ent e a hacer el experim ent o con Dios a fin de dej arlo act uar en nuest ra sociedad.
A m enudo, esa condición de Crist o que viene se ha proclam ado en fórm ulas que, si bien
son verdaderas, al m ism o t iem po han envej ecido. Ya no le hablan a nuest ra const elación
de vida y, a m enudo, han dej ado de ser com prensibles para nosot ros. O bien ese Crist o
que viene sufre un vaciam ient o t ot al y es falseado en el sent ido de un t ópico m oral
general del que no proviene nada y que no significa nada.
Por t ant o, debem os procurar decir realm ent e la sust ancia en cuant o t al, pero decirla de
form a nueva. Jürgen Haberm as dij o que es im port ant e que haya t eólogos que puedan
t raducir el t esoro que se conserva en su fe de t al m odo que, en el m undo secular, sea una
palabra para est e m undo. Tal vez él lo ent iende de m anera algo diferent e que nosot ros,
pero t iene razón en que el proceso int erior de t raducción de las grandes palabras a la
im agen verbal y concept ual de nuest ro t iem po est á avanzando, pero aún no se ha logrado
realm ent e. Y est o sólo puede conseguirse si los hom bres viven el crist ianism o desde Aquel
que vendrá. Sólo ent onces podrán t am bién expresarlo en palabras. La afirm ación, la
t raducción int elect ual, presupone la t raducción exist encial. En t al sent ido son los sant os
los que viven el ser crist iano en el present e y en el fut uro, y a part ir de su exist encia el
Crist o que viene puede t am bién t raducirse de m odo de hacerse present e en el horizont e
de com prensión del m undo secular. Ést a es la gran t area frent e a la cual nos
encont ram os.
3 4 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Creo que nuest ra gran t area ahora, después de que se han aclarado algunas cuest iones
fundam ent ales, consist e, ant e t odo, en sacar nuevam ent e a la luz la prioridad de Dios.
Hoy lo im port ant e es que se vea de nuevo que Dios exist e, que Dios nos incum be y que Él
nos responde. Y que, a la inversa, si Dios desaparece, por m ás ilust radas que sean t odas
las dem ás cosas, el hom bre pierde su dignidad y su aut ént ica hum anidad, con lo cual se
derrum ba lo esencial. Por eso, creo yo, hoy debem os colocar, com o nuevo acent o, la
prioridad de la pregunt a sobre Dios.
Por el m om ent o necesit am os sobre t odo los m ovim ient os espirit uales en los que la I glesia
universal recoge las experiencias del t iem po y, sim ult áneam ent e, part iendo de las
experiencias int eriores de la fe y de su fuerza, coloca hit os y, de ese m odo, hace
nuevam ent e de la presencia de Dios el punt o cent ral.
No t odo pont ificado debe t ener una m isión t ot alm ent e nueva. Ahora se t rat a de cont inuar
eso m ism o y de capt ar el dram at ism o del t iem po, seguir sost eniendo en él la palabra de
Dios com o la palabra decisiva y dar al m ism o t iem po al crist ianism o aquella sencillez y
profundidad sin la cual no puede act uar.
3 5 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
I I . EL PON TI FI CAD O
7 . H a be m u s Pa pa m
Ver lo increíble hecho realidad fue realm ent e un shock. Yo est aba convencido de que había
ot ros m ej ores y m ás j óvenes. Por qué m e hacía est o el Señor, t enía que dej arlo en sus
m anos. Yo int ent é m ant ener la serenidad, confiando plenam ent e en que, ahora, Él m e iba
a conducir. Tendría que fam iliarizarm e lent am ent e con lo que puedo hacer, y m e lim it aría
siem pre al siguient e paso.
Just am ent e considero m uy im port ant e para m i vida ent era esa frase del Señor: no os
preocupéis por el m añana, cada día t iene su propio afán. El afán de un día es suficient e
para el hom bre; m ás no puede soport ar. Por eso procuro concent rarm e en solvent ar el
afán del día de hoy y dej ar lo ot ro al día de m añana.
Si bien es verdad que t uve una función de conducción, no hacía nada solo, sino que podía
t rabaj ar en equipo. Precisam ent e com o uno ent re m uchos que t rabaj a en la cosecha en la
viña del Señor. Tal vez, com o capat az, pero igualm ent e com o alguien que no est á hecho
para ser el prim ero y para llevar la responsabilidad por el conj unt o. Lo único que m e
quedó, pues, fue que, j unt o a los grandes, t iene que haber t am bién pequeños papas que
den lo suyo. En ese sent ido dij e lo que en ese m om ent o era realm ent e m i sent ir.
3 6 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
prim ero dent ro del conj unt o, y no alguien que, com o un m onarca absolut o, t om e
decisiones solit arias y lo haga t odo por sí solo.
El t ono fundam ent al es el que ust ed ha insinuado: ¡no perderse en el act ivism o! Habría
t ant o que hacer, que se podría t rabaj ar sin int errupción, Y j ust am ent e eso es Erróneo. No
perderse en el act ivism o significa m ant ener la considerat io, la circunspección, la
penet ración clarivident e, la visión, el t iem po de la ponderación int erior, del ver y t rat ar
con las cosas, con Dios y sobre Dios. En sí, no pensar que hay que t rabaj ar sin
int errupción es im port ant e para t odo el m undo, por ej em plo, para t odo aquel que gest ione
una em presa, y t ant o m ás para un papa, t iene que dej ar m uchas cosas en m anos de ot ros
para conservar la visión int erior de conj unt o, el recogim ient o, del cual puede provenir
ent onces la visión de lo esencial.
Tam bién en est e punt o leo t odo lo que puedo, pero t engo m uy present e el llam am ient o de
san Bernardo en el sent ido de que uno no debe perderse en el act ivism o.
3 7 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
¿Tie n e m ie do de u n a t e n t a do?
No.
No, no lo hago. Pero el hecho de que ya no se pueda hacer sin m ás un paseo, visit ar a
am igos, est ar sim plem ent e en el propio t erruño, de vuelt a com o ent onces en m i casa en
Pent ling, baj ar con m i herm ano a la ciudad, ir a cualquier rest aurant e y ver algo solo y
con m is propios oj os, es nat uralm ent e una pérdida, Pero cuant o m ás viej o se hace uno,
t ant o m enos iniciat iva se t iene, y en t al sent ido se soport a t am bién con m ás facilidad esa
pérdida.
3 8 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
En ocasiones viene con ellos t am bién la m adre o una herm ana o un am igo, que quier e
decirm e una u ot ra cosa. No se t rat a ent onces de visit as oficiales, sino con acent os m uy
personales. Com o es nat ural, t am bién la com unidad dom ést ica papal es m uy valiosa para
m í. A ello se agregan las visit as de am igos de los viej os t iem pos. En sum a, podría decir
que no vivo en un m undo art ificial de personalidades cort esanas, sino que, a t ravés de
m uchos encuent ros, com part o de form a m uy direct a y personal la vivencia del m undo
norm al de est a vida cot idiana y de est e t iem po.
La pregunt a por Dios se present a ot ra vez de una form a diferent e en la nueva generación.
Tam bién la nueva generación eclesial es dist int a, es m ás posit iva que la generación de la
rupt ura de los años set ent a.
Ust e d in ició su pon t ifica do con e l obj e t ivo de de dica r se a u n a r e n ova ción in t e r n a
de la I gle sia . El pa pa « t ie n e la r e spon sa bilida d de h a ce r qu e e st a Pa la br a { de
D ios} siga e st a n do pr e se n t e e n su gr a n de za y r e son a n do e n su pu r e za , de m odo
qu e n o la a lt e r e n los con t in u os ca m bios de la s m oda s» . En su libr o sobr e Je sú s
dice : « La I gle sia y e l in dividu o n e ce sit a n sie m pr e de n u e vo pu r ifica ción . ( ... ) El
qu e se h a h e ch o de m a sia do gr a n de t ie ne qu e se r r e t r ot r a ído n u e va m e n t e a la
se n cille z y la pobr e za de l Se ñ or » . En e l á m bit o e m pr e sa r ia l se dir ía : r e gr e so a l
or ige n , a la com pe t e n cia ce n t r a l. ¿Qu é sign ifica con cr e t a m e n t e e st a r e n ova ción
in t e r n a pa r a su gobie r n o?
Significa encont rar dónde se est án arrast rando cosas superfluas, cosas inút iles. Y, por el
ot ro lado, averiguar cóm o se puede lograr m ej or la realización de lo esencial de m odo que
seam os realm ent e capaces de escuchar, vivir y anunciar en est e t iem po la Palabra de
Dios.
El Año Paulino y el Año Sacerdot al fueron dos int ent os de dar im pulsos en ese sent ido.
Llam ar la at ención sobre la figura de Pablo significa colocar ant e nosot ros el evangelio en
su vit alidad, sencillez y radicalidad originarias, hacerlo nuevam ent e present e. El Año
Sacerdot al, j ust am ent e en el t iem po en que el sacram ent o del orden aparece t an
enlodado, debía exponer de nuevo en su belleza la m isión inconfundible, singularísim a de
est e m inist erio, a pesar de t odos los sufrim ient os, de t odo lo t errible. Hem os de procurar
3 9 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
unir la hum ildad y la grandeza a fin de dar así de nuevo al sacerdot e alient o y alegría en
el sacerdocio.
Tam bién los sínodos sirven para recorrer ese cam ino, por ej em plo el sínodo sobre la
palabra de Dios. Ya el int ercam bio al respect o fue m uy im port ant e. Hoy se t rat a de
present ar los grandes t em as y, al m ism o t iem po - com o con la encíclica sobre la caridad
Deus Carit as est - , hacer nuevam ent e visible el cent ro de la condición crist iana y, con ello,
t am bién la sencillez de esa condición crist iana.
Es int eresant e que est a racionalidad esencial sea ya en el Ant iguo Test am ent o uno de los
const it ut ivos fundam ent ales de la fe. Especialm ent e en la época del exilio en Babilonia se
afirm a: ...Nuest ro Dios no es uno cualquiera ent re m uchos; Él es el Creador, el Dios del
Cielo, el único Dios. Con ello se hace una reivindicación cuya universalidad se basa
t am bién precisam ent e en la racionalidad. Est e núcleo se convirt ió m ás t arde en el punt o
de encuent ro ent re el Ant iguo Test am ent o y el m undo griego. Aproxim adam ent e por la
m ism a época en que el exilio babilónico pone especialm ent e de relieve ese rasgo en el
Ant iguo Test am ent o, surge t am bién la filosofía griega, que, m ás allá de los dioses,
pregunt a por el único Dios.
La gran t area encom endada a la I glesia sigue siendo unir fe y razón, unir la m irada que va
m ás allá de lo t angible y la sim ult ánea responsabilidad racional. Est a responsabilidad nos
ha sido dada por Dios. Ella es lo que dist ingue al ser hum ano.
¿Cuál es el carism a especial que t rae consigo un papa provenient e de Alem ania? Los
alem anes fueron durant e casi m il años los t it ulares del Sacro I m perio germ ánico. La
búsqueda profunda de conocim ient o es uno de los t em as fundam ent ales de la hist oria de
la cult ura alem al1a, encarnada por m íst icos com o el Maest ro Eckhart , por erudit os
universales com o Albert o Magno, y hast a por hom bres com o Goet he, Kant y Hegel.
Por supuest o, Alem ania es t am bién el país de la división de la I glesia, es asim ism o la cuna
del com unism o cient ífico, que prom et ió el paraíso no en el cielo, sino en la t ierra. Y, no en
últ im o t érm ino, el escenario de un régim en verdaderam ent e diabólico, que inscribió en sus
banderas la aniquilación t ot al de los j udíos, el pueblo elegido de Dios.
4 0 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Sí, el t iem po de su sufrim ient o no fue un t iem po vacío. Creo que para la m ism a I glesia fue
m uy im port ant e, j ust am ent e después de una gran act ividad, recibir y cont em plar la
lección de la pasión, de que la I glesia puede ser conducida a t ravés de la pasión y de que
ella m adura y vive precisam ent e por la pasión.
Esa pasión pareció casi poder volcar la barca de la I glesia, que navegaba con la quilla al
aire. De la noche a la m añana apareció una generación de hom bres j óvenes y piadosos de
cuya presencia ant es nadie se había percat ado.
La com pasión fue enorm e. Podía verse que la lección del papa sufrient e era un m agist erio
que sobrepasaba su m agist erio verbal. El com part ir el dolor, la conm oción, el encuent ro,
en ciert o m odo, con el sufrim ient o de Crist o, había llegado m ás hondo al corazón de los
hom bres de lo que el papa podía hacer que llegara en la act ividad. Había suscit ado
realm ent e un nuevo despert ar, t am bién un nuevo am or a ese papa. Yo no diría que de ese
m odo se haya producido un giro t ot al en la I glesia.
En la hist oria universal int ervienen m uchos act ores y m uchas acciones. Pero fue un acent o
en el que, de pront o, se hizo visible el poder de la cruz.
4 1 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Com o he dicho, est as cuest iones se conj ugaron ya en m i form ación t eológica y dieron
form a a m i cam ino en el pensam ient o t eológico. Por eso, para m í est aba claro - y, t am bién
aquí, en plena cont inuidad con el Papa Juan Pablo I I - que una nueva unión de am or y
com prensión ent re I srael y la I glesia, en el respet o m ut uo por el ser del ot ro y por su
propia m isión, t iene que ser esencial para m i anuncio de la fe crist iana.
4 2 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
en m uchas cosas no digo sim plem ent e lo que se le ha ocurrido a Joseph Rat zinger, sino
que hablo desde la com unidad de la I glesia. En ciert a m edida hablo en la com unión
int erior con quienes com part en la fe, y expreso lo que som os en com ún y lo que podem os
creer en com ún. En t al sent ido, el «nosot ros» t iene su j ust ificada relevancia, no com o
plural m ayest át ico, sino por la realidad de que se proviene de ot ros, de que se habla a
t ravés de los ot ros y con los ot ros. Pero cuando se dice algo personal, en cuant o «yo»,
t iene que aparecer t am bién el «yo». O sea que est án am bos: el «yo» y el «nosot ros».
Las decisiones de personal son difíciles, porque nadie puede m irar al corazón del ot ro y
nadie est á al resguardo de engaños. Por eso, en est e punt o soy m ás cuidadoso, m ás
t em eroso, y sólo t om o decisiones después de m últ iples consult as. Y creo que en los años
t ranscurridos se ha logrado t oda una serie de decisiones de personal realm ent e buenas,
t am bién en el episcopado alem án.
Pienso que el valor es una de las cualidades principales que deben t ener hoy un obispo y
un j efe de la Curia. Eso im plica no dej arse doblegar por el dict ado de las opiniones sino
act uar a part ir de lo que se reconoce int eriorm ent e, aun cuando ello t raiga consigo enoj os.
Y, com o es nat ural, han de ser hom bres que posean cualidades int elect uales,
profesionales y hum anas, de m odo que sean capaces de conducir e int egrar t am bién a
ot ros en una com unidad fam iliar. Por ej em plo, com o j efe de la Congregación para la
Doct rina de la Fe para m í supuso algo m uy im port ant e que fuésem os una com unidad, que
4 3 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
no sólo peleáram os ent re nosot ros y uno a la par del ot ro, sino que fuésem os com o una
fam ilia. Considero que esa capacidad de llevar a las personas al encuent ro y de suscit ar
espírit u de t rabaj o en equipo es m uy im port ant e.
Creo que es m uy im port ant e que ese gran m undo ort odoxo, con sus t ensiones int ernas,
vea sin em bargo t am bién su unidad int erior con la I glesia universal lat ina, t an diferent e en
su m odo de ser. Que, aun con t odas las diferencias que han const ruido los siglos y que
est án condicionadas por las divisiones cult urales y por ot ros fact ores, nos veam os y
ent endam os de nuevo realm ent e en nuest ra cercanía espirit ual. Pienso que en ese nivel
4 4 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
est am os haciendo progresos. No son progresos t áct icos, polít icos, sino acercam ient os que
se dan en virt ud de la m ut ua consideración int erior. Est o m e parece m uy consolador.
Ust e d n o sólo e lim in ó de l e scu do la t ia r a com o sím bolo de pode r , sin o t a m bié n la
de n om in a ción " Pa t r ia r ca de Occide n t e " de los t ít u los pa pa le s. El obispo de Rom a
e s, se gú n u st e d a fir m a , sólo e l pr im e r o e n t r e igu a le s. Sign ifica t iva m e n t e , ya
com o ca r de n a l m a n ife st ó u st e d e n la de cla r a ción D om in u s I e su s, de l a ñ o 2 0 0 0 ,
qu e e x ist e n a u t é n t ica s I gle sia s pa r t icu la r e s a u n qu e ca r e zca n de « la ple n a
com u n ión con la I gle sia ca t ólica a l r e h u sa r la doct r in a ca t ólica de l Pr im a do» .
Yo t am poco sería t an osado com o el obispo Müller com o para at reverm e a decir que nos
falt a el t res por cient o. Hay sobre t odo enorm es diferencias hist óricas y cult urales. Más
allá de las cuest iones doct rinales quedan aún por dar m uchos pasos del corazón. Dios
4 5 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
t iene que t rabaj ar t odavía en nosot ros. Por eso yo no m e at revería a em it ir profecía
alguna sobre los t iem pos.
Lo im port ant e es que realm ent e nos t enem os afect o, que est am os en una unidad int erior,
que de ese m odo nos aproxim am os m ut uam ent e, que t rabaj am os en com ún t odo lo que
podem os, y que, por lo dem ás, procuram os elaborar las pregunt as que aún est án
pendient es. Y que, en t odo est o, sabem os t am bién siem pre que Dios t iene que ayudarnos,
que solos no podem os hacerlo...
4 6 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Est o le ha posibilit ado a la casi t ot alidad de ellos recorrer el cam ino hacia la com unión,
aunque est e hecho ha est ado acom pañado por la pacient e labor que se ha realizado con
ellos de form a individual. Exist ía una conciencia fundam ent al cat ólica de que, j ust am ent e,
sólo se es realm ent e obispo cuando se est á en esa com unión.
Por ot ro lado, los obispos ordenados en secret o y no reconocidos por la aut oridad est at al
pueden sacar ahora provecho del hecho de que desde la razón de Est ado ha dej ado ya de
ser provechoso encerrar en prisión a obispos cat ólicos por su pert enencia a Rom a,
privándolos de su libert ad. Se t rat a aquí de un requisit o irrenunciable y, al m ism o t iem po,
de una ayuda decisiva para llegar a la plena unidad ent re am bas com unidades cat ólicas.
Lo que parece haberse vuelt o problem át ico es el diálogo ecum énico con los prot est ant es.
De t odos m odos. En la Ort odoxia t al diálogo no est á previst o en la agenda. En est a
relación, el abism o que separa am bas realidades se ha hecho dem asiado profundo. Pero
t am bién según la visión de los obispos cat ólicos rom anos hay part es de las I glesias
prot est ant es que, baj o la presión de la m odernidad, han abandonado m uchas de sus
t radiciones. Según afirm an, desde los años set ent a est os sect ores prot est ant es han
asum ido prim eram ent e una orient ación socialist a, después ecológica y hoy fem inist a, con
una nueva t endencia orient ada a la int egración sist em át ica de la perspect iva de género en
la acción. El diálogo, dicen est os obispos cat ólicos, se lleva adelant e con el obj et ivo de una
prot est ant ización de la I glesia cat ólica, a la que se present a com o at rasada a fin de poder
perfilarse com o alt ernat iva progresist a.
4 7 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
cuando se habla de diálogo con el prot est ant ism o, hay que t ener present e est os m últ iples
est rat os, que varían t am bién ent re un país y ot ro.
Realm ent e hay que const at ar que el prot est ant ism o ha dado pasos que m ás bien lo alej an
de nosot ros: con la ordenación de m uj eres, la acept ación de uniones hom osexuales y
cosas sem ej ant es. Hay t am bién ot ras post uras ét icas, ot ras conform idades con el espírit u
de la act ualidad que dificult an el diálogo. Nat uralm ent e, al m ism o t iem po hay en las
com unidades prot est ant es personas que t ienden vivam ent e hacia la aut ént ica sust ancia de
la fe y que no aprueban est a act it ud de las grandes I glesias.
Por eso deberíam os decir: com o crist ianos t enem os que encont rar una base com ún; com o
crist ianos debem os est ar en condiciones de t ener en est e t iem po una voz com ún con
respect o a las grandes pregunt as y para dar t est im onio de Crist o com o el Dios vivo. No
podem os realizar la plena unidad en un t iem po previsible. Pero hacem os lo posible a fin de
que realm ent e com o crist ianos cum plam os j unt os una m isión, dem os j unt os un t est im onio
en est e m undo.
Donde no es est e el caso, ha surgido ot ro t ipo, un m odo nuevo de com prender la I glesia,
un m odo que en el Vat icano I I designam os con la expresión «com unidad Eclesial». La
expresión debía señalar que esas com unidades son I glesia de ot ra m anera. No lo son,
com o ellas m ism as explican, del m ism o m odo que la I glesia de la gran t radición de la
Ant igüedad, sino a part ir de una com prensión nueva según la cual la I glesia no se halla en
la inst it ución sino en la dinám ica de la palabra que reúne a los hom bres y los hace
com unidad. En t al sent ido est a t erm inología es un int ent o de capt ar lo especial de la
crist iandad prot est ant e y de expresarlo posit ivam ent e. Siem pre se pueden buscar
expresiones m ej ores, pero la decisión fundam ent al est á j ust ificada, y est á dada ya por el
solo desarrollo hist órico.
Por lo dem ás, hay que enfat izar una vez m ás que la sit uación eclesial de las dist int as
com unidades prot est ant es es m uy variada. Ellas se definen t am bién ent re sí de form a
m uy diferenciada, de m odo que no pude hablarse de la I glesia prot est ant e.
Se t rat a sim plem ent e de ver que, en el prot est ant ism o, el crist ianism o ha efect uado, por
así decirlo, un desplazam ient o de acent o, y que nosot ros procuram os ent enderlo, que nos
reconocem os m ut uam ent e com o crist ianos y prest am os en com ún un servicio com o
crist ianos.
4 8 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Yo había concebido el discurso com o una conferencia est rict am ent e académ ica, y así lo
pronuncié, sin ser conscient e de que un discurso papal no es int erpret ado en clave
académ ica, sino polít ica. La consideración polít ica no t uvo ya en cuent a el t ej ido fino, sino
que sacó de cont ext o un fragm ent o y lo convirt ió en un hecho polít ico, que en sí no era. El
discurso t rat aba una sit uación pert enecient e a un diálogo ant iguo que, pienso yo, sigue
siendo, por lo dem ás, de gran int erés.
El em perador Manuel, aquí cit ado, era en ese t iem po ya vasallo del I m perio ot om ano. Por
t ant o, no podía querer at acar a los m usulm anes. Pero podía plant ear pregunt as vivas en
el diálogo int elect ual. No obst ant e, la com unicación polít ica act ual no perm it e, por su
m odalidad, ent ender cont ext os t an finos.
No obst ant e, después de t odas las cosas t erribles que ocurrieron, sobre las que sólo se
puede est ar m uy t rist e, los acont ecim ient os t uvieron efect os en últ im a inst ancia posit ivos.
En m i visit a a Turquía pude m ost rar que t engo respet o por el I slam , que lo reconozco
4 9 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
com o una gran realidad religiosa con la que debem os est ar en diálogo. De ese m odo, a
part ir de est a cont roversia surgió un diálogo realm ent e int enso.
Ha quedado claro que el I slam debe aclarar dos cosas en el diálogo público: las cuest iones
relat ivas a su relación con la violencia y con la razón. Ahora bien, ha sido un buen
com ienzo el hecho de que en sus propias filas se haya percibido que est as dos cuest iones
necesit an y exigen una clarificación, y que con ello se haya iniciado t am bién una reflexión
int erna ent re los erudit os del I slam , que pasó a ser después una reflexión dialogada.
El periódico islám ico Zam an habló del «m ensaj e de paz» del papa, afirm ando que por fin
se ha puest o realm ent e en m ovim ient o el diálogo ent re las religiones. Tam bién periódicos
alem anes com o Die Zeit , t ras una áspera crít ica inicial, han hecho sus reverencias al
«sabio de Orient e» que «en el m undo m usulm án se est á convirt iendo en la aut oridad m ás
im port ant e de Occident e».
De t odos m odos, con est o hem os llegado a un buen punt o. Com o ust ed sabe, erudit os
islám icos han escrit o una cart a con una m anifiest a invit ación al diálogo y con una
int erpret ación del islam que lo lleva inm ediat am ent e al diálogo con el crist ianism o. Sobre
est e t em a t uve t am bién una m uy buena conversación con el rey de Arabia Saudit a. Al
igual que ot ros j efes de Est ado islám icos o, por ej em plo, que los reyes de los Est ados del
Golfo, él quiere asum ir en com ún con los crist ianos una post ura cont raria al abuso
t errorist a del I slam .
Sabem os que hoy nos encont ram os en una lucha com ún. Tenem os en com ún, por una
part e, la defensa de grandes valores religiosos - la fe en Dios y la obediencia a Dios- , y,
por ot ra part e, el t ener que encont rar el lugar correct o en la m odernidad. De esas
cuest iones se ocupan t am bién las conversaciones del Consej o para el Diálogo
I nt erreligioso. Aquí se t rat a acerca de pregunt as com o: ¿qué significa t olerancia? ¿Qué
relación guardan ent re sí verdad y t olerancia? Con ello se relaciona t am bién la pregunt a
de si la t olerancia com prende asim ism o el derecho a cam biar de religión. A los
int erlocut ores islám icos les cuest a reconocerlo. Según dicen, quien llega a la verdad, no
puede ya ret roceder.
En cualquier caso, hem os ent rado en una relación de diálogo - am plia e int ensa- en la que
nos acercam os m ut uam ent e y aprendem os a com prendernos m ej or. Y a t ravés de ello t al
vez podam os realizar t am bién de form a m ás posit iva una aport ación com ún en est a hora
difícil de la hist oria.
Los frent es t ienen recorridos dist int os, en el que, en t oda su diferencia, se encuent ran, por
un lado, el secularism o radical y, por el ot ro, la pregunt a por Dios.
5 0 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Desde luego t iene que seguir exist iendo la ident idad de la religión respect iva. No podem os
disolvernos unos en ot ros. Pero, por ot ra part e, hay que hacer t am bién el int ent o de
ent enderse.
En grandes sect ores de África negra exist e desde hace largo t iem po una buena y t olerant e
coexist encia ent re el islam y el crist ianism o. Cuando recibo a los obispos de esos países,
ellos relat an que exist e sim plem ent e una ant igua cost um bre de com part ir unos la
celebración de las fiest as de los ot ros. En ot ras part es la relación sigue t odavía m arcada
por la int olerancia y la agresión. En ese sent ido las sit uaciones hist óricas son t odavía hoy
m uy diferent es. En cualquier caso hem os de procurar, por un lado, vivir y exponer
vivam ent e la grandeza de nuest ra fe, y, por el ot ro, ent ender la herencia de los ot ros. Lo
im port ant e es encont rar lo com ún y, allí donde sea posible, prest ar en est e m undo un
servicio en com ún.
Pero donde el islam dom ina, digam os, en soledad, indiscut ido en sus t radiciones y en su
ident idad cult ural y polít ica, se ve fácilm ent e a sí m ism o com o posición cont raria al m undo
occident al, en ciert a m edida com o defensor de la religión frent e al at eísm o y el
secularism o. Ent onces la conciencia de verdad se hace t an est recha que se conviert e en
int olerancia y, con ello, hace t am bién m uy difícil una coexist encia con los crist ianos. Aquí
es im port ant e que perm anezcam os de m anera int ensiva en cont act o con t odas las fuerzas
islám icas dispuest as al diálogo, de m odo que después puedan darse t am bién cam bios de
conciencia allí donde el islam ism o asocia t odavía la reivindicación de la verdad con la
violencia.
5 1 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
1 0 . An u n cio
Es verdad que en la crist iandad han irrum pido rigorism os siem pre de nuevo y la t endencia
a una valoración negat iva, que se había form ado en el gnost icism o, halló ent rada t am bién
en la I glesia. Pensem os solam ent e en el j ansenism o, con el que se llegó a una dist orsión
del hom bre, a im buirlo de un sent im ient o de t em or. Hoy hay que reconocer que debem os
encont rar ot ra vez el cam ino hacia la act it ud aut ént icam ent e crist iana, com o la había en el
crist ianism o prim it ivo y en los grandes m om ent os de la crist iandad: la alegría y el sí al
cuerpo, el sí a la sexualidad, vist a com o un don al que corresponden siem pre t am bién la
disciplina y la responsabilidad.
Pues, com o siem pre, sigue siendo válido que libert ad y responsabilidad form an una
unidad. Sólo ent onces crece t am bién la alegría correct a, es posible un sí correct o. Por eso
es im port ant e que despleguem os nuevam ent e lo posit ivo, su gran sí, la im agen crist iana
del hom bre que im pulsó de form a correspondient e el Vat icano I I .
5 2 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
En verdad, la lit urgia es un proceso por el que uno se dej a int roducir en la gran fe y la
gran oración de la I glesia. Por ese m ot ivo, los prim eros crist ianos rezaban hacia Orient e,
hacia el sol nacient e, sím bolo de Crist o que vuelve. Con ello querían señalar que el m undo
ent ero est á de cam ino hacia Crist o y que Él abarca est e m undo en su t ot alidad.
Est a relación con el cielo y la t ierra es m uy im port ant e. No es casual que las ant iguas
iglesias est uviesen const ruidas de t al m odo que el sol proyect ase su luz en el t em plo en
un m om ent o m uy det erm inado. Just am ent e hoy, cuando t om am os nuevam ent e conciencia
de la im port ancia de las int eracciones ent re la Tierra y el universo, debería reconocerse
t am bién el caráct er cósm ico de la lit urgia. Y asim ism o su caráct er hist órico. Y reconocer
t am bién que la lit urgia no fue invent ada de ese m odo en algún m om ent o por alguien
cualquiera, sino que ha crecido orgánicam ent e desde Abrahán. Los elem ent os
provenient es de las épocas m ás t em pranas est án cont enidos en la lit urgia.
En lo que respect a a lo concret o, la lit urgia renovada del Vat icano I I es la form a válida en
la que la I glesia celebra hoy la lit urgia. He querido hacer m ás accesible la form a
precedent e sobre t odo porque, de ese m odo, se conserva la int erconexión int erior de la
5 3 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
hist oria de la I glesia. No podem os decir que ant es era t odo erróneo y que ahora es t odo
correct o, pues en una com unidad en la que la oración y la eucarist ía son lo m ás
im port ant e, no puede ser por com plet o erróneo algo que ant es era lo m ás sacrosant o. Se
t rat ó de la conciliación int erna con el propio pasado, de la cont inuidad int erior de la fe y
de la oración en la I glesia.
Por ot ra part e, la decisión provocó una cont roversia en t orno a la pet ición cont enida en la
ant igua lit urgia del viernes sant o, por la conversión de los j udíos. El rabino e hist oriador
neoyorquino I acob Neusner defendió est a oración haciendo referencia a que se encuent ra
«en la lógica del m onot eísm o». Según dij o, t am bién los j udíos creyent es piden t res veces
al día que, algún día, t odos los no j udíos invoquen el nom bre de Yahveh.
Por eso creí que en la ant igua lit urgia era necesaria una m odificación en ese punt o, en
especial, com o digo, t eniendo en cuent a nuest ra relación con los am igos j udíos. La he
m odificado de t al m odo que ella cont iene nuest ra fe de que Crist o es el Salvador para
t odos, de que no hay dos cam inos de salvación, o sea, de que Crist o es t am bién el
Salvador de los j udíos, no sólo de los paganos. Pero t am bién en el sent ido de que no se
pida de m anera inm ediat a por la conversión de los j udíos en clave m isionera, sino que el
Señor haga llegar la hora hist órica en que t odos est em os unidos. Por eso, los argum ent os
que han sido plant eados polém icam ent e en m i cont ra por una serie de t eólogos se han
hecho de form a irreflexiva, no hacen j ust icia a la cosa m ism a.
Su m ot u pr opr io Om n iu m in m e n t e m , de dicie m br e de 2 0 0 9 , qu e h a pa sa do
a m plia m e n t e in a dve r t ido, m odifica e l de r e ch o ca n ón ico r e spe ct o de l dia con a do y
e l m a t r im on io. Re spe ct o a la va lide z de l m a t r im on io se r á a pa r t ir de a h or a
ir r e le va n t e si u n a pe r son a qu e h a r e cibido e l ba u t ism o ca t ólico h a sa lido de la
I gle sia , por e j e m plo, por r a zon e s t r ibu t a r ia s. Se gú n se a fir m a , la m odifica ción
a spir a a la igu a lda d de t r a t a m ie n t o de t odos los ca t ólicos. Pe r o ¿n o se e x pr e sa
cla r a m e n t e con e llo, a l m ism o t ie m po, qu e a lgu ie n pu e de de cla r a r su a ba n don o
de la I gle sia por r a zon e s t r ibu t a r ia s y, a u n a sí, se gu ir sie n do m ie m br o de la
I gle sia ?
Es un problem a que no puedo resolver aquí. Es realm ent e una gran disput a que se
desarrolla ent re Rom a y Alem ania: ¿En qué m edida la pert enencia a la corporación de
derecho público que recauda el im puest o eclesiást ico es idént ica a la pert enencia al cuerpo
m íst ico de Crist o que la I glesia represent a? Nat uralm ent e, la I glesia ha de t ener t am bién
una const it ución concret a. Necesit a t am bién corporeidad. Necesit a form as j urídicas
ext ernas. Y, por supuest o, ser crist iano im plica t am bién que se haga algo por la propia
com unidad. El sist em a alem án es m uy especial. En t orno a él se desarrolla ahora una
disput a m uy im port ant e y, según creo, t am bién út il ent re los órganos de la Sant a Sede y
de la Conferencia Episcopal Alem ana. No quisiera pronunciarm e ant icipadam ent e al
respect o.
5 4 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
El filósofo j udío Bernard- Henry Liry declaró que la encíclica Mit brennender Sorge ( Con
viva preocupación) , publicada en 1937, en cuya redacción cooperó Pacelli com o cardenal
secret ario de Est ado, es hast a el día de hoy uno de los «m anifiest os m ás decididos y
elocuent es cont ra los nazis». Según est e aut or, Pío XI I cuidó com o papa «de que los
m onast erios rom anos est uviesen abiert os para los j udíos perseguidos».
Golda Meir, quien fuera m ás t arde prim era m inist ra de I srael, declaró en 1958: «Cuando
un t errible m art irio cayó sobre nuest ro pueblo en la década del t error nacionalsocialist a, la
voz del papa se elevó a favor de las víct im as».
5 5 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Ahora hay nuevas personas avisadas que afirm an que, si bien salvó a m ucha gent e, t enía
concepciones ant icuadas sobre los j udíos, que no est aba a la alt ura del Vat icano I I . Pero
ésa no es la cuest ión. Lo decisivo es lo que hizo e int ent ó hacer, y creo que, en ese punt o,
hay que reconocer realm ent e que fue uno de los grandes j ust os, que salvó a m uchos
j udíos, a t ant os com o ningún ot ro.
1 1 . Via j e s pa st or a le s
Su pr e de ce sor e r a ya con side r a do com o, diga m os, u n m ist e r bom ba st ic, qu e por
su sola pr e se n cia física , por su voz y su s ge st os, t e n ía gr a n e fe ct o y r e son a n cia
m e diá t ica . Ust e d n o t ie n e n e ce sa r ia m e n t e la m ism a e st a t ur a n i la m ism a voz.
¿H a sido u n pr oble m a pa r a u st e d?
Me dij e, sim plem ent e: yo soy com o soy. No int ent o ser ot ro. Lo que puedo dar lo doy, y lo
que no puedo dar no int ent o t am poco darlo. No procuro hacer de m i algo que no soy. He
sido elegido - de eso son culpables t am bién los cardenales- y hago lo que puedo.
En Aust ralia se esperaban grandes problem as de seguridad, dificult ades, conflict os, t odo
lo que sucede en m anifest aciones de m asas. Había una gran inquiet ud y se t enía una
act it ud crít ica. Al final, la policía est aba ent usiasm ada, t odo el m undo se encont raba
cont ent o porque no se había producido ninguna alt eración. Sim plem ent e, nos im pulsó la
alegría com ún de la fe y se hizo posible que cient os de m iles perm anecieran en silencio y
unidos ant e el Sant ísim o Sacram ent o. En est e recogim ient o y est a alegría, en el gozo
int erior y en el aut ént ico encuent ro, en la ausencia de crim inalidad, en t odo est o acont ece
algo t ot alm ent e asom broso, algo m uy diferent e a lo que suele ocurrir en los act os
m asivos. Y de Sydney siguen produciéndose t odavía efect os, com o, por ej em plo,
5 6 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Es un país que, hoy com o ayer, se encuent ra en un gran m ovim ient o hist órico, que cuent a
adem ás con una pluralidad de cult uras, que se encuent ran, por ej em plo, los vascos y los
cat alanes. España ha sido siem pre uno de los grandes países cat ólicos con vit alidad
5 7 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
creadora. Si Dios quiere y m e encuent ro t odavía con vida, ent raré de nuevo en cont act o
con él especialm ent e en la Jornada Mundial de la Juvent ud en Madrid. Est e año se han
previst o dos breves visit as: al apóst ol Sant iago en Sant iago de Com post ela, y a la célebre
cat edral de la Sagrada Fam ilia, de Gaudí, en Barcelona.
Desde luego. Lourdes es un lugar m uy especial, donde t odo est á lleno de fe, donde de
alguna m anera la Sant ísim a Virgen sigue est ando percept iblem ent e present e y t oca y
m ueve a los hom bres. Allí fue especialm ent e im presionant e la adm inist ración de la unción
de los enferm os a personas señaladas por la m uert e, en una at m ósfera de hum ildad y de
oración silenciosa. Para m í fue m uy im port ant e ver que, en la denom inada Francia laica,
sigue habiendo t am bién, hoy com o ayer, una t rem enda fuerza de fe.
5 8 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Porque t rat a a t ant os enferm os de sida, especialm ent e a niños enferm os de sida, com o
nadie fuera de ella.
He podido visit ar uno de esos servicios y conversar con los enferm os. Ésa fue la aut ént ica
respuest a: la I glesia hace m ás que los dem ás porque no habla sólo desde la t ribuna
periodíst ica, sino que ayuda a las herm anas, a los herm anos que se encuent ran en el
lugar. En esa ocasión no t om e posición en general respect o del problem a del preservat ivo,
sino que, solam ent e, dij e –y eso se convirt ió después en un gran escándalo- : El problem a
no puede solucionarse con la dist ribución de preservat ivos. Deben darse m uchas cosas
m ás. Es preciso est ar cerca de los hom bres, conducirlos, ayudarles, y eso t ant o ant es
com o después de cont raer la enferm edad.
( ...) Y la realidad es que, siem pre que alguien lo requiere, se t ienen preservat ivos a
disposición. Pero eso sólo no resuelve la cuest ión. Deben darse m ás cosas.
Ent ret ant o se ha desarrollado, j ust am ent e en el ám bit o secular, la llam ada t eoría ABC,
que significa: Abst inence–Be fait hful–Condom ! » ( Abst inencia – Fidelidad – Preservat ivo)
en la que no se ent iende el preservat ivo solam ent e com o punt o de escape cuando los
ot ros dos punt os no result an efect ivos. Es decir, la m era fij ación en el preservat ivo
significa una banalización de la sexualidad, y t al banalización es precisam ent e el origen
peligroso de que t ant as personas no encuent ren ya en la sexualidad la expresión del
am or, sino sólo una suert e de droga que se adm inist ran a sí m ism as. Por eso, la lucha
cont ra la banalización de la sexualidad form a part e de la lucha por que la sexualidad sea
valorada posit ivam ent e y pueda desplegar su acción posit iva en la t ot alidad de la
condición hum ana.
Podrá haber casos fundados de caráct er aislado, por ej em plo, cuando un prost it uido ut iliza
un preservat ivo, pudiendo ser est o un prim er act o de m oralización, un prim er t ram o de
responsabilidad a fin de desarrollar de nuevo una conciencia de que no t odo est á
perm it ido y de que no se puede hacer t odo lo que se quiere. Pero ést a no es la aut ént ica
m odalidad para abordar el m al de la infección con el VI H. Tal m odalidad ha de consist ir
realm ent e en la hum anización de la sexualidad.
5 9 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
cam ino hacia una sexualidad vivida de form a diferent e, hacia una sexualidad m ás
hum ana.
1 2 . El ca so W illia m son
Por lo dem ás, ya baj o el pont ificado de Juan Pablo I I , en una reunión de t odos los j efes de
dicast erio, o sea, de t odos los que presiden un órgano de gobierno pont ificio, se había
resuelt o levant ar la excom unión en el caso de que llegara una cart a sem ej ant e.
Lam ent ablem ent e, de nuest ra part e se realizó un m al t rabaj o de com unicación ant e la
opinión pública, de m odo que el verdadero cont enido j urídico y los lím it es de est e
procedim ient o no quedaron claros en absolut o. Para colm o de m ales, con William son se
agregó el peor incident e que pudiese pensarse, que lam ent ablem ent e no habíam os
previst o, lo que const it uye una circunst ancia especialm ent e desdichada.
6 0 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Quedaba claro que los cuat ro obispos siguen canónicam ent e suspendidos. Les est á
prohibido ej ercer su m inist erio. El paso no significa reconciliación alguna, y m enos aún
una rehabilit ación. No obst ant e, el periódico alem án Süddeut s she Zeit ung publica el
dem oledor t it ular: " El papa rehabilit a a un negador del Holocaust o», afirm ando que era
una señal vergonzosa, m ás aún, un pecado.
Todas las inst ancias decisivas del Vat icano aclararon de inm ediat o que los negadores del
Holocaust o no t ienen nada que buscar en la I glesia cat ólica. Dos m eses ant es, el 9 de
noviem bre, había recordado ust ed en Rom a el 70º aniversario de la «noche de los
crist ales rot os del Reich». En esa ocasión convocó ust ed a una «profunda solidaridad al
m undo j udío» y a orar por las víct im as. Según decía, t odos t ienen la obligación de
com prom et erse en t odos los niveles cont ra t oda form a de ant isem it ism o y discrim inación.
6 1 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Holocaust o. Son personas que m e conocen. En t al sent ido no ha est ado en discusión una
rupt ura del diálogo.
Ese peligro exist ía a lo sum o en Alem ania, donde por lo vist o exist e en los j udíos una
sensibilidad especialm ent e fuert e y t am bién, digam os, una suscept ibilidad frent e al papa.
Aquí se ha t ransferido t am bién un poco al j udaísm o la im agen general que t ienen del papa
los alem anes, de m odo que, en esas m anifest aciones, no se reflej a sólo la sit uación j udía,
sino t am bién la alem ana. Com o he dicho, ha sido por supuest o un m om ent o crít ico, que
m uest ra cuán at ent os debem os est ar, qué expuest a puede ser la sit uación. Pero, al m ism o
t iem po, en el j udaísm o m undial la confianza se ha m ant enido siem pre est able.
En conj unt o hubo una gran hospit alidad. Diría que, t al vez, se m e prot egió dem asiado. En
cualquier caso, la m agnit ud de la prot ección que se m e brindó fue form idable. Pero, cosa
que en el caso de Juan Pablo I I no había sido posible t odavía, pudim os celebrar dos
grandes m isas públicas en I srael, una m uy herm osa en Jerusalén, y después, lo que fue
m uy em ocionant e, una en Nazaret , en la alt ura desde la que se quería despeñar al Señor.
Fue una m anifest ación grande, visible, de la fe crist iana en el Est ado de I srael.
6 2 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Y después, a uno le llega nat uralm ent e siem pre al corazón ir al lugar de la anunciación,
del nacim ient o, de la crucifixión, al sepulcro. Allí pude encont rarm e t am bién con ot ras
com unidades crist ianas. Fueron t odas vivencias im port ant es y em ot ivas. Por últ im o visit é
t am bién Jordania y el t errit orio palest ino y pude est ablecer una relación m uy cordial con el
rey de Jordania, con t oda la casa real m e regaló varios cient os de bot ellas con agua del
Jordán a fin de ponerla a disposición para la adm inist ración del baut ism o.
En el t errit orio de la Aut oridad Nacional Palest ina hubo encuent ros im presionant es con
niños cuyos padres eran m ant enidos prisioneros en I srael. Así, pues, vim os t am bién la
ot ra cara del sufrim ient o, y así surgió en conj unt o un gran panoram a del dolor de am bas
part es. Una cosa se hizo aún m ás clara a t ravés de ello: que con la violencia no se
soluciona nada, que la única solución es la paz, y que hay que hacer t odo lo posible para
que am bas part es en esa t ierra at orm ent ada puedan vivir j unt as en paz.
Lo m ism o sucedió en Est ados Unidos, en Francia, en Port ugal. Pienso que fueron buenos
los viaj es a Chequia, a Aust ria, a Polonia con esa vivencia de vit alidad, a Aust ralia, por
supuest o; a África, donde hubo un dinam ism o de alegría que realm ent e cont agiaba. En
t odas part es se dio un encuent ro de la I glesia consigo m ism a y, de ese m odo, un
encuent ro con el Señor, de m odo que la I glesia t om ó conciencia de sí m ism a en presencia
del Señor y se hizo conscient e de que proviene del Señor. En t odas part es est o se hizo
nuevam ent e present e en la m em oria. En t al sent ido, est e, com o t am bién los dem ás viaj es
han sido de alguna m anera el hilo conduct or que se ha ext endido a lo largo del t iem po
t ranscurrido de est e pont ificado y que ha producido m uchas cosas.
Adem ás se dieron, con su part icular acent o, los dos grandes años, el Año Paulino y el Año
Sacerdot al, que se convirt ieron en m edit ación com unit aria y a t ravés de los cuales
brillaron de nuevo luces esenciales de la fe. De not able im port ancia, y com o lugares de
encuent ro con t est im onios em ocionant es, fueron los dos sínodos, sobre t odo el sínodo
sobre la palabra de Dios.
Por ot ro lado, est án esos grandes períodos de escándalo y las heridas que se han infligido
a la I glesia, pero que, com o ya hem os dicho, t ienen para nosot ros una fuerza purificadora
y, al final, pueden ser elem ent os posit ivos.
6 3 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Pero creo que ésa es j ust am ent e t am bién la sit uación crist iana, esa lucha ent re dos t ipos
de am or. Siem pre fue así y, en esa lucha, a veces será m ás fuert e un lado, y ot ras, el
ot ro.
H a y e n fe r m e da de s com o e l bu r n ou t qu e se h a ce n fe n óm e n o de m a sa s, n u e va s
a diccion e s com o e l vicio de l j u e go o de la por n ogr a fía . En e l de lir io de
opt im iza ción de la s e m pr e sa s h a su r gido u n e st r é s la bor a l difícilm e n t e
su pe r a ble . Est á t a m bié n la pr e ca r ia sit u a ción de los n iñ os qu e sufr e n la pé r dida
6 4 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
De ese m odo, la cient ificidad se ha convert ido en la cat egoría suprem a. Últ im am ent e hubo
algo que m e hizo reír: en la t elevisión se dij o que ahora est aba cient íficam ent e
dem ost rado que las caricias de la m adre son beneficiosas para los niños. I nvest igaciones
de ese t ipo podrán considerarse una locura o una concepción errónea, populist a e infant il
de ciencia, pero t al concept o m uest ra t am bién un m odelo: j ust am ent e un m odo de pensar
en el que la fe en el m ist erio, en el obrar de Dios, en que t oda la dim ensión religiosa ha
perdido validez com o «no cient ífica» y ya no encuent ra espacio alguno. Ese es uno de los
aspect os.
¿Y e l ot r o?
El ot ro es que j ust am ent e la ciencia ve ahora de nuevo sus lím it es, que m uchos cient íficos
dicen hoy que de alguna part e t iene que venir t odo, que debem os volver a plant earnos
esa pregunt a, con ello vuelve a crecer t am bién una nueva com prensión de lo religioso, no
com o un fenóm eno de nat uraleza m it ológica, arcaica, sino a part ir de la conexión int erior
del ( ...) : según el m odo com o el evangelio ha querido y ha anunciado en realidad la fe.
Pero, com o decía, la religiosidad t iene que regenerarse de nuevo en est e gran cont ext o y
encont rar así nuevas form as de expresión y de com prensión. El hom bre de hoy no
com prende ya sin m ás que la sangre de Crist o en la cruz es expiación por sus pecados,
Son fórm ulas not ables y verdaderas que, sin em bargo, ya no t ienen lugar alguno en t odo
el ent ram ado de nuest ro pensam ient o y en nuest ra im agen del m undo, se t rat a de
fórm ulas que hay que t raducir y capt ar de nuevo. Por ej em plo, hem os de ent ender de
nuevo que el m al debe ser realm ent e elaborado. No se lo puede sim plem ent e apart ar u
olvidar. Tiene que ser elaborado, t ransform ado desde dent ro.
6 5 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Por supuest o, aún con t odas sus t ransform aciones, el hom bre sigue siendo siem pre el
m ism o. No habría t ant os creyent es si los hom bres no siguieran ent endiendo en el corazón
que sí, que lo que se dice en la religión es lo que necesit am os. La ciencia sola, en la
m edida en que se aísla y se hace aut ónom a, no cubre nuest ra vida. Ella es un sect or que
nos aport a grandes cosas, pero depende a su vez de que el hom bre siga siendo hom bre.
Ya hem os vist o que, si bien nuest ra capacidad ha crecido, no lo ha hecho t am bién nuest ra
grandeza y nuest ra pot encia m oral y hum ana. A t ravés de las grandes t ribulaciones de la
época reconocem os cada vez m ás que debem os encont rar de nuevo un equilibrio int erior
y que t am bién necesit am os crecim ient o espirit ual. Tam bién en los m uchos encuent ros con
los grandes j efes de Est ado veo una fuert e conciencia de que, sin la fuerza de la aut oridad
religiosa, el m undo no puede funcionar.
6 6 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Recibo m uchas cart as, t ant o de personas sencillas com o de grandes personalidades, que
m e escriben: «Som os uno con el papa, para nosot ros él es el represent ant e de Crist o y el
sucesor de Pedro; est é ust ed seguro de que creem os y vivim os en com unión con ust ed».
Nat uralm ent e, siem pre han est ado - no sólo ahora- las fuerzas cent rífugas, la t endencia
hacia las I glesias nacionales, que t am bién han surgido. Pero j ust am ent e hoy, en la
sociedad globalizada, en la necesidad de una unidad int erior de la com unidad m undial, se
ve que, en realidad, ésos son anacronism os. Se ve con claridad que una I glesia no crece
en la m edida en que se at rinchera a nivel nacional, se separa y se encierra en un
det erm inado sect or cult ural y lo absolut iza, sino que la I glesia necesit a unidad, que
necesit a algo así com o un prim ado.
Para m í fue int eresant e que el t eólogo ort odoxo ruso John Meyendorff, que vive en
Est ados Unidos, dij era que sus aut ocefalias son su m ayor problem a, que necesit arían algo
así com o un prim ero, un prim ado. Tam bién en ot ras com unidades se dice lo m ism o. Los
problem as de la crist iandad no cat ólica, t ant o desde la perspect iva t eológica com o desde
la pragm át ica, est riban t am bién am pliam ent e en que no t ienen un órgano de unidad. A
part ir de allí se ve con claridad que es necesario un órgano de unidad que, nat uralm ent e,
no act úa de form a dict at orial sino a part ir de la unidad int erior de la fe. Si bien seguirá
habiendo t endencias cent rífugas, el desarrollo de la hist oria, la flecha que indica la
dirección de la hist oria nos dice: la I glesia necesit a un órgano de unidad.
En las décadas pasadas no ha habido en m uchas diócesis casi ningún experim ent o al que
se haya renunciado, en el afán por una «m odernización» de la I glesia. El filósofo Rüdiger
Safranski crit icó que, de ese m odo, el crist ianism o ha acabado por ser un serio «proyect o
de religión», una «m ezcolanza de ét ica social, pensam ient o inst it ucional de poder,
psicot erapia, t écnica de m edit ación, servicio de m useo, gest ión de cult ura y t rabaj o social.
Según observan algunos crít icos, en m edio de un m uy ext endido «querer ser com o t odo»,
ha desaparecido en el pueblo eclesial la percepción de que la fe crece a part ir de raíces
t ot alm ent e dist int as que las de las sociedades de la diversión de Occident e. Pero t am bién
m uchos t eólogos y sacerdot es se han apart ado t ant o a est as alt uras de la línea
fundam ent al que a m enudo sólo se puede reconocer con gran dificult ad un perfil cat ólico.
¿Qu é e s lo qu e h a sa lido m a l e n e st e pu n t o?
Pues, son j ust am ent e las fuerzas de disolución que est án present es en el alm a hum ana. A
ello se agrega la aspiración a llegar bien al público, o t am bién, a encont rar alguna isla
donde haya t ierra virgen que uno pueda plasm ar t odavía de m anera aut ónom a. Ent onces,
o bien se va en la dirección en la que se hace m oralism o polít ico, com o fue el caso en la
Teología de la Liberación y en ot ros experim ent os, a fin de, por así decirlo, darle
act ualidad al crist ianism o, o bien la cosa se t ransform a en dirección a la psicot erapia y al
wellness, o sea, en form as en las que la religión se ident ifica con el hecho de que yo
posea algún t ipo de bienest ar int egral.
Todos est os int ent os surgen del hecho de que se dej a de lado la aut ént ica raíz, la fe. Lo
que queda - ust ed acaba de describirlo correct am ent e en sus cit as- son proyect os hechos
por uno m ism o, que poseen t al vez un valor vit al lim it ado, pero que no pueden generar
una com unidad convincent e con Dios ni t am poco unir de form a perm anent e a los
hom bres. Son islas en las que se est ablece det erm inada gent e, y esas islas son de
caráct er t ransit orio, porque, com o se sabe, las m odas cam bian.
6 7 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Es una pregunt a que yo t am bién m e plant eo. En Alem ania, cada niño t iene de nueve a
t rece años de clases religión. Es incom prensible cóm o es posible que sea t an poco lo que
se les queda, por expresarlo de ese m odo. En est e punt o los obispos deben reflexionar de
hecho seriam ent e cóm o puede darse a la cat equesis un corazón nuevo, un rost ro nuevo.
1 4 . El de n om in a do a t a sco de la s r e for m a s
6 8 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
esa palabra. Debem os dej arla así. Aún cuando cont radiga las form as de vida hoy
dom inant es. Ha habido épocas en las que lo crist iano est aba t an present e que la
indisolubilidad del m at rim onio era la norm a, pero en m uchas civilizaciones no lo es. Los
obispos de los países del Tercer Mundo m e dicen siem pre de nuevo: «EI sacram ent o del
m at rim onio es el m ás difícil de t odos». O t am bién: «Ent re nosot ros no ha t enido t odavía
ninguna llegada».
Poner est e sacram ent o en acuerdo con las form as t radicionales de convivencia es un
proceso en el que est á im plicada la exist encia ent era y una lucha cuyo result ado no puede
forzarse. En t al sent ido lo que experim ent am os ahora en la sociedad occident al con su
paulat ina descom posición no es el único caso de crisis en est a cuest ión. Pero abandonar
por esa razón el m at rim onio m onógam o o int errum pir la lucha en favor de esa m odalidad
est aría en cont radicción con el evangelio.
El Creador ha hecho al ser hum ano varón y m uj er, dice Jesús, y lo que Dios ha unido no
debe separarlo el hom bre. Pero ya los prim eros discípulos m urm uraron sobre ese
m andam ient o.
Sí. Lo que se puede hacer es, prim ero, invest igar m ás det alladam ent e la cuest ión de la
validez de los m at rim onios. Hast a ahora el derecho canónico presum ía que alguien que
cont rae m at rim onio sabe lo que ést e es. Presupuest o est e saber, el m at rim onio es válido e
indisoluble. Pero, en la act ual m araña de opiniones, lo que se «sabe» en m edio de la
act ual const elación sociocult ural t ot alm ent e m odificada es m ás bien que es norm al rom per
el m at rim onio. Hay que pregunt arse, por eso, cóm o se reconoce la validez y dónde son
posibles las curaciones.
Seguirá siendo siem pre una lucha. Pero dej ar de m ant ener en alt o el parám et ro y ceder
no elevaría a la sociedad en su nivel m oral. Mant ener lo difícil com o parám et ro con el que
los hom bres t ienen que m edirse una y ot ra vez es una m isión necesaria para que no se
produzcan m ás caídas.
En ese sent ido exist e en est o una ciert a t ensión int erior. La past oral, ent onces, t iene que
buscar el m odo de perm anecer cerca de las personas individuales y de ayudarlas, t am bién
en su sit uación, digam os, irregular, a creer en Crist o com o su Salvador, a creer en su
bondad, porque Él sigue est ando siem pre allí para ellos, aún cuando no puedan recibir la
com unión. Y ha de ayudarlas a perm anecer en la I glesia aún cuando su sit uación no sea
canónicam ent e congruent e. Tiene que ayudarles a reconocer: si bien est oy por debaj o de
lo que debería ser com o crist iano, no dej o de ser crist iano, de ser am ado por Crist o, y
t ant o m ás perm anezco en la I glesia, porque t ant o m ás seré sost enido por Él.
6 9 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Pablo VI t uvo profét icam ent e razón. Est aba convencido de que la sociedad se roba a sí
m ism a su gran esperanza si m at a a seres hum anos por el abort o. ¿A cuánt os niños se
m at a que, un día, podrían ser genios, que podrían regalar cosas nuevas a la hum anidad,
regalarnos a un nuevo Mozart , regalarnos conocim ient o t écnico? Hay que pensar cuánt a
capacidad hum ana se dest ruye en est o, apart e de que los niños no nacidos son personas
hum anas cuya dignidad y cuyo derecho a la vida debem os respet ar.
Las perspect ivas de Hum anae Vit ae siguen siendo correct as. Ahora bien, encont rar
nuevam ent e los cam inos para poder vivirlas es algo diferent e. Creo que siem pre habrá
núcleos que se dej en realm ent e convencer y llenar int eriorm ent e por ellas y que, después,
cont ribuyan a sost ener t am bién a ot ros. Som os pecadores. Pero no deberíam os t om ar
com o inst ancia cont ra la verdad el que esa elevada m oral no se viva. Deberíam os int ent ar
hacer t odo el bien que podam os y sost enernos y soport arnos m ut uam ent e. Decir t am bién
t odo est o past oral, t eológica y concept ualm ent e en el cont ext o de la sexología y la
ant ropología act uales de t al m odo que sea com prensible es una gran t area en la que se
est á t rabaj ando y en la que hay que t rabaj ar t odavía m ás y m ej or.
7 0 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
vínculo con ot ra persona, t om o la píldora para ent regarm e rápidam ent e al prim er cont act o
que se present e.
El celibat o parece t ener siem pre la culpa de t odo. Trát ese del abuso sexual, de los casos
de abandono de la I glesia o de la falt a de sacerdot es. En lo t ocant e a est o últ im o, habría
que decir, t al vez, que, en proporción con las personas que van a m isa, hoy no hay
m enos, sino incluso m ás sacerdot es. Por lo m enos en Alem ania, en com paración con 1960
el núm ero de sacerdot es se ha duplicado en t oda regla en relación con los cat ólicos que
act ualm ent e pract ican.
El celibat o es siem pre, por así decirlo, un at aque a lo que el hom bre piensa norm alm ent e,
algo que sólo es realizable y creíble si Dios exist e y si, a t ravés del celibat o, lucho por el
reino de Dios. En t al sent ido el celibat o es un signo de índole especial. El escándalo que
suscit a consist e t am bién en el hecho de que m uest ra que hay hom bres que creen en eso.
En ese sent ido, ese escándalo t iene t am bién su lado posit ivo.
La no- posibilidad de la ordenación de m uj eres en la I glesia cat ólica est á claram ent e
decidida por un n on possu m u s del m agist erio suprem o. La Congregación para la
Doct rina de la Fe así lo sost uvo baj o el pont ificado de Pablo VI en el docum ent o t it ulado
I n t e r I nsign ior e s, del año 1976. Juan Pablo I I lo confirm ó en su cart a apost ólica
Or din a t io Sa ce r dot a lis. En ese docum ent o, haciendo referencia a «la const it ución divina
de la I glesia», declara él en virt ud de su m inist erio que «la I glesia no t iene en m odo
alguno la facult ad de conferir la ordenación sacerdot al a las m uj eres, y que est e dict am en
debe ser considerado com o definit ivo por t odos los fieles de la I glesia».
7 1 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Est o es un disparat e, ya que en aquel ent onces el m undo est aba lleno de sacerdot isas.
Todas las religiones t enían sus sacerdot isas, y era m ás bien asom broso que no las hubiera
en la com unidad de Jesucrist o, lo que, sin em bargo, se encuent ra a su vez en cont inuidad
con la fe de I srael.
La form ulación de Juan Pablo I I es m uy im port ant e: la I glesia no t iene «en m odo alguno
la facult ad» de ordenar a m uj eres. No es que, digam os, no nos gust e, sino que no
podem os. El Señor dio a la I glesia una figura con los Doce, y después, en sucesión de
ellos, con los obispos y los presbít eros ( los sacerdot es) . Est a figura de la I glesia no la
hem os hecho nosot ros, sino que es const it ut iva desde Él. Seguirla es un act o de
obediencia, una obediencia t al vez ardua en la sit uación act ual. Pero j ust am ent e est o es
im port ant e, que la I glesia m uest re que no som os un régim en arbit rario. No podem os
hacer lo que querem os, sino que hay una volunt ad del Señor para nosot ros a la que
hem os de at enernos aún cuando, en est a cult ura y en est a civilización, result e arduo y
difícil.
Por lo dem ás, hay t ant as funciones dest acadas, im port ant es de las m uj eres en la I glesia
que no puede hablarse de discrim inación. Ese sería el caso si el sacerdocio fuese una
suert e de señorío, m ient ras que, por el cont rario, debe ser t odo servicio. Si se cont em pla
la hist oria de la I glesia, la im port ancia de las m uj eres - desde María, pasando por Mónica y
hast a llegar a la Madre Teresa- es t an em inent e que, en m uchos sent idos, las m uj eres
plasm an la im agen de la I glesia m ás que los hom bres. Pensem os sólo en grandes
fest ividades cat ólicas com o Corpus Christ i o el dom ingo de la m isericordia, que provienen
de m uj eres. Por ej em plo, en Rom a hay una iglesia en la que no puede verse un solo
hom bre en ninguna de las im ágenes del alt ar.
Pero al m ism o t iem po, ot ra cosa es el sent ido int erno que ha sido dado a la sexualidad. Si
se lo quiere expresar de est e m odo, podría decirse que la evolución ha suscit ado la
sexualidad con el fin de la reproducción de la especie. Eso vale t am bién desde la
perspect iva t eológica. El sent ido de la sexualidad es llevar al hom bre y a la m uj er uno
hacia el ot ro y, de ese m odo, dar a la hum anidad descendencia, hij os, fut uro. Es una
7 2 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
det erm inación int erior que est á en su esencia. Todo lo dem ás va cont ra el sent ido int erior
de la sexualidad. Tenem os que sost ener est o aun cuando no le gust e a la época.
Se t rat a de la verdad int erior de lo que significa la sexualidad en la est ruct ura de la
condición hum ana. Si alguien t iene inclinaciones hom osexuales profundam ent e arraigadas
- no se sabe hast a ahora si son realm ent e innat as o si surgen en la t em prana infancia- , y
en cualquier caso si ellas t ienen poder en esa persona, t ales inclinaciones son para ella
una gran prueba, del m ism o m odo com o ot ras pruebas pueden pesar sobre un ser
hum ano. Pero eso no significa que, por eso, la hom osexualidad sea correct a, sino que
sigue siendo algo que est á cont ra la esencia de lo que Dios ha querido originalm ent e.
Una cosa es que nosot ros digam os que Crist o es el Hij o de Dios y que en Él se expresa la
plena presencia de la verdad sobre Dios. Ot ra cosa es que en ot ras religiones haya
t am bién verdades de la índole m ás m últ iple, que esas verdades posean com o fragm ent os,
luces provenient es de la gran Luz, que en ciert o sent ido represent en t am bién un
m ovim ient o int erior hacia Él. Decir que en Crist o est á present e Dios y que, con ello, se
nos aparece y nos habla el Dios verdadero, no excluye que en ot ras religiones haya
t am bién verdades, pero j ust am ent e verdades que, por así decirlo, señalan hacia la
verdad. En est e sent ido, el diálogo, en el que ese señalam ient o t iene que hacerse visible
es una consecuencia int erior de la sit uación de la hum anidad.
7 3 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Nat uralm ent e, las palabras siem pre pueden ser diferent es, las act it udes corporales
pueden ser diferent es. Por ej em plo, en la I glesia de Orient e exist en algunos adem anes
diferent es de los nuest ros. En la I ndia, los m ism os adem anes que nosot ros ut ilizam os en
com ún t ienen en part e un significado diferent e. Lo que im port a es que la palabra de Dios
y la realidad del sacram ent o est én en el cent ro; que no desint egrem os a Dios a fuerza de
palabras y pensam ient os y que la lit urgia no se conviert a en una present ación de nosot ros
m ism os.
En est e sent ido no sólo es im port ant e la expresión, sino t am bién el caráct er com unit ario
de est a form a. Puede ser diferent e en los rit os, pero debe t ener siem pre lo que nos
precede desde el conj unt o de la fe de la I glesia, desde el conj unt o de su t radición, desde
el conj unt o de su vida, y que no brot a m eram ent e de la m oda del m om ent o.
7 4 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Es im port ant e que se dé t am bién una form a bella al conj unt o, pero siem pre al servicio de
lo que nos precede, y no com o algo que, por de pront o, t enem os que hacer nosot ros.
Si querem os que algo adelant e en el m undo, sólo será posible lograrlo desde el parám et ro
de Dios, que ent ra a nuest ro m undo com o realidad. En la eucarist ía los hom bres pueden
ser form ados de t al m odo que surj a algo nuevo. Por eso, a lo largo de la hist oria ent era,
las grandes figuras que han t raído realm ent e revoluciones del bien son los sant os, que
fueron t ocados por Crist o y t raj eron nuevos im pulsos al m undo.
En est e cont ext o, en que se piensa que recibir la com unión form a part e sim plem ent e del
act o - t odos se dirigen hacia delant e, por t ant o, t am bién voy yo- , he querido est ablecer un
signo claro. Debe verse con claridad que allí hay algo especial. Aquí est á present e Él, ant e
quien se cae de rodillas. ¡Prest ad at ención! No es m eram ent e un rit o social cualquiera del
que t odos podem os part icipar o no.
7 5 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
En la ocasión en que se com unicó al Señor: «Mira que t u m adre, t us herm anos y
herm anas est án ahí fuera», Él señaló a los hom bres que est aban a su alrededor y dij o: «El
que hace la volunt ad de m i Padre, ése es m i m adre, m i herm ano y m i herm ana». Con eso
nos ha t ransm it ido t am bién a nosot ros la m isión de la m at ernidad, para hacer
nuevam ent e posible, por así decirlo, el nacim ient o de Dios en est e t iem po.
El nacim ient o de Dios fue uno de los grandes t em as para los Padres de la I glesia. Ellos
dij eron que sucedió por única vez en Belén, pero que debe suceder t am bién siem pre de
nuevo de form a grandiosa y profunda en cada nueva generación, y que cada crist iano est á
llam ado a ello.
7 6 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Com o he dicho, la sit uación es m uy diversa a nivel m undial. Lo ciert o es que, en el m undo
occident al, la ident ificación de pueblo e I glesia va desapareciendo. En el Est e alem án, ese
proceso est á ya m uy avanzado. Allí los no baut izados son ya m ayoría. Y del m ism o m odo
decrece el núm ero de crist ianos en grandes sect ores del m undo occident al. No obst ant e,
sigue habiendo t odavía una ident idad cult ural det erm inada por el crist ianism o y querida
t am bién de ese m odo. Recuerdo a un polít ico francés que dij o de sí m ism o: «Soy un at eo
prot est ant e». Es decir: si bien soy at eo, m e sé cult uralm ent e arraigado en la raíz del
prot est ant ism o.
1 6 . M a r ía y e l m e n sa j e de Fá t im a
En Am érica Lat ina, México, por ej em plo, se volvió crist iano en el m om ent o en que se
m ost ró la Virgen de Guadalupe. En ese m om ent o los hom bres com prendieron: sí, ést a es
nuest ra fe, con ella llegam os realm ent e a Dios; la Madre nos lo m uest ra; en ella est á
t ransform ada y asum ida t oda la riqueza de nuest ras religiones. En definit iva, dos son las
figuras que han hecho creer a los hom bres en Am érica lat ina: por un lado, la Madre, y,
por el ot ro, el Dios que sufre, que sufre t am bién en t oda la violencia que ellos m ism os han
experim ent ado.
7 7 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Hay que decir, pues, que exist e la hist oria en la fe. El cardenal Newm an lo ha expuest o.
La fe se desarrolla. Y eso incluye t am bién j ust am ent e la ent rada cada vez m ás fuert e de la
Sant ísim a Virgen en el m undo com o orient ación para el cam ino, com o luz de Dios, com o
la Madre por la que después podem os conocer t am bién al Hij o y al Padre. De ese m odo,
Dios nos ha dado signos, j ust am ent e en el siglo XX. En nuest ro racionalism o y frent e al
poder de las dict aduras em ergent es, se nos m uest ra la hum ildad de la Madre, que se
aparece a niños pequeños y les dice lo esencial: fe, esperanza, am or, penit encia.
De ese m odo ent iendo t am bién que los hom bres encuent ren aquí, por así decirlo,
vent anas. En Fát im a he vist o cóm o había en el lugar cient os de m iles de personas que, a
t ravés de lo que María com unicó a unos niños pequeños, recuperan en ciert o m odo en
est e m undo, con t odos sus obst áculos y cerrazones, la visión abiert a hacia Dios.
Por ot ra part e, se t rat aba de la respuest a a ese desafío. Tal respuest a no consist e en
grandes acciones polít icas, sino que, en últ im a inst ancia, sólo puede provenir de la
t ransform ación del corazón, a t ravés de la fe, la esperanza, el am or y la penit encia. En
est e sent ido, el m ensaj e j ust am ent e no est á cerrado, aun cuando las dos grandes
dict aduras hayan desaparecido. El sufrim ient o de la I glesia perm anece, y la am enaza del
hom bre perm anece, y con ello perm anece t am bién la cuest ión de la respuest a, con ello
perm anece la indicación que nos ha dado María. Tam bién ahora hay t ribulación. Tam bién
ahora el poder am enaza en t odas las form as posibles con pisot ear la fe. Y por eso,
t am bién ahora es necesaria la respuest a de la que la Virgen habló a los niños.
7 8 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
curso t ot alm ent e dist int o; sino de que, siem pre de nuevo, el poder del m al sea det enido;
de que, siem pre de nuevo, en la fort aleza de la Madre se m uest re y m ant enga viva la
fort aleza de Dios.
La I glesia est á siem pre llam ada a hacer aquello que fue obj et o de la pet ición de Abrahán:
preocuparse de que haya j ust os suficient es com o para cont ener el m al y la dest rucción. Yo
lo ent endí en el sent ido de que crezcan nuevam ent e las fuerzas del bien. En ese sent ido,
los t riunfos de Dios, los t riunfos de María son silenciosos, pero reales.
1 7 . Je su cr ist o r e gr e sa
¿Qué es lo que im port a? ¿Qué es lo aut ént ico, lo que sust ent a? Ver lo sencillo, eso es lo
que im port a, ¿Por qué Dios no habría de ser capaz de regalar un alum bram ient o t am bién
a una virgen? ¿Por qué no podría resucit ar Crist o? Por supuest o, si yo m ism o est ablezco lo
que t iene perm it ido ser y lo que no, si yo y nadie m ás que yo det erm ino los lím it es de lo
posible, ent onces t ales fenóm enos deben excluirse.
Es una arrogancia del int elect o que digam os: est o cont iene en sí algo cont radict orio, sin
sent ido, y ya sólo por eso no es posible en absolut o. No es asunt o nuest ro decidir cuant as
posibilidades abriga en sí el cosm os, cuánt as se esconden en él y por encim a de él. A
t ravés del m ensaj e de Crist o y de la I glesia el saber sobre Dios se nos acerca de form a
creíble. Dios quiso ent rar en est e m undo. Dios quiso que no quedáram os lim it ados a
present irlo sólo desde lej os a t ravés de la física y de la m at em át ica. Él quiso
m ost rársenos. Y así pudo hacer t am bién lo que se narra en los evangelios. Pudo así crear
t am bién en la resurrección una nueva dim ensión de la exist encia, pudo colocar, com o dice
Teilhard de Chardin, m ás allá de la biosfera y de la noosfera, una esfera nueva en la que
el hom bre y el m undo llegan a la unidad con Dios.
7 9 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Muy conscient em ent e, no he querido hacer con él un act o de m agist erio, sino ent rar en la
discusión t eológica e int ent ar present ar una exégesis, una int erpret ación de la Escrit ura,
que no siga un hist oricism o posit ivist a sino que incorpore t am bién la fe com o elem ent o de
la int erpret ación. Nat uralm ent e, en el paisaj e exegét ico act ual se t rat a de un riesgo
t rem endo. Pero si la int erpret ación de la Escrit ura quiere ser realm ent e t eología, t iene que
exist ir est o. Y si la fe ha de ayudarnos a com prender, no se la debe ent ender com o
im pedim ent o, sino com o ayuda a fin de que lleguem os t am bién m ás cerca de los t ext os
que provienen de la fe y que quieren conducir hacia la fe.
N o se e lige a u n pa pa pa r a qu e se a a u t or de be st se lle r s. Pe r o ¿n o t ie n e qu e
pa r e ce r le ca si com o u n a con du cción pr ovide n cia l e l qu e pu e da u st e d pr e se n t a r
e st e libr o pr e cisa m e n t e a qu í, don de , de spu é s de la cá t e dr a pe qu e ñ a de la
u n ive r sida d, t ie n e a su disposición la cá t e dr a de Pe dr o com o la m a yor t r ibu n a de l
m u n do?
Eso lo dej o en m anos del buen Dios. Yo quise escribir el libro para ayudar a los hom bres.
Si en virt ud de la elección com o papa puede ayudar aún a m ás personas, m e alegro, por
supuest o.
En una ocasión dij e que lo especial est á al com ienzo. Los discípulos t ienen que
apropiárselo lent am ent e. Al com ienzo est á t am bién la cruz. Los discípulos int ent an t odavía
com prender el acont ecim ient o en el cont ext o de lo que result a accesible en general. Sólo
paulat inam ent e se les abre t oda la grandeza de Jesús, y ellos ven cada vez con m ayor
claridad lo que est aba al com ienzo, sea, ven la originalidad de la figura de Jesús, de quien
decim os en el Credo: Jesucrist o, su único Hij o, Nuest ro Señor, que fue concebido por obra
y gracia del Espírit u Sant o.
8 0 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
superficialidad y ceguera frent e a los est rat os profundos y a los m ensaj es de fondo de la
Biblia.
El m ét odo hist órico- crít ico seguirá siendo siem pre una dim ensión de la int erpret ación. El
Vat icano I I lo m ost ró con claridad al present ar, por una part e, los elem ent os esenciales
del m ét odo hist órico com o part e necesaria del acceso a la Biblia, pero agregando al m ism o
t iem po que la Biblia t iene que leerse en el espírit u en el que fue escrit a. Debe leerse en su
int egridad, en su unidad. Y eso sólo es posible si se la considera com o un libro del pueblo
de Dios que avanza hacia Crist o.
Lo necesario no es t erm inar con el m ét odo hist órico, sino una aut ocrít ica suya, una
aut ocrít ica de la razón hist órica que reconozca sus lím it es y la com pat ibilidad con un
conocim ient o provenient e de la fe; dicho brevem ent e: la sínt esis ent re una int erpret ación
racional hist órica y una guiada desde la fe. Tenem os que aunar am bas cosas de form a
correct a. Y est o corresponde t am bién a la relación fundam ent al ent re fe y razón.
8 1 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Pero, com o es nat ural, t am bién es ciert o - y lo vem os en la com paración de los Evangelios
sinópt icos- que en los t res Evangelios de Mat eo, Marcos y Lucas se t ransm it e lo m ism o
con leves variaciones, y que t am bién los cont ext os de t iem po y de acont ecim ient os han
sido fij ados de form a diferent e. Est o significa que los port adores de la t radición han
est ablecido t am bién una relación con la com prensión de la com unidad de cada uno de
ellos, relación en la que después aparece ya lo perm anent e del pasado. En t al sent ido hay
que prest ar at ención a que no se t rat aba de anot aciones de m inut a, que, por así decirlo,
debiesen ser m eras fot ografías. Se t rat aba de una fidelidad cuidadosa, pero de una
fidelidad que ya com part e la vida y plasm a una form a, aunque sin influir por ello en lo
esencial.
8 2 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Y... sí, j ust am ent e en est e t iem po de los escándalos nos hem os sent ido realm ent e m al al
ver qué m iserable es la I glesia y cuánt o fallan sus m iem bros en el seguim ient o de
Jesucrist o. Ést e es un aspect o, algo que t enem os que experim ent ar para nuest ra
hum illación, para nuest ra verdadera hum ildad. El ot ro es que, a pesar de ello, Él no dej a a
la I glesia de su m ano. Que, a pesar de la debilidad de los hom bres en los que ella se
present a, Él la sost iene, despiert a en ella a los sant os y est á present e a t ravés de ella.
Creo que est as dos sensaciones form an una unidad: la conm oción por la m iseria, por la
pecam inosidad de la I glesia, y la conm oción por el hecho de que Él no dej a de su m ano a
est e inst rum ent o, sino que act úa con él, que se m uest ra siem pre de nuevo a t ravés de la
I glesia y en ella.
Jesús no t rae solam ent e un m ensaj e; Él es t am bién el Salvador, el Sanador, el Chr ist u s
m e dicu s, com o lo form ula una ant igua expresión. En est a sociedad m uchas veces t an
quebrada, dañada, sobre la que hem os hablado m ucho en est a ent revist a, ¿no es
j ust am ent e la m isión prim ordial de la I glesia hacer que se vea con claridad especialm ent e
la ofert a de salvación del evangelio? A fin de cuent as, Jesús dio a sus discípulos suficient e
fuerza com o para que, adem ás del anuncio, pudiesen t am bién expulsar dem onios y curar.
Sí, est o es decisivo. La I glesia no im pone cosa alguna a los hom bres ni ofrece algún
sist em a m oral. Lo realm ent e decisivo es que ella lo da a Él. Que abre las puert as hacia
Dios y, con ello, da a los hom bres lo que m ás esperan, lo que m ás necesit an, lo que
t am bién m ás puede ayudarlos. Lo hace sobre t odo a t ravés del gran m ilagro del am or,
que acont ece una y ot ra vez. Lo hace cuando hay hom bres que, m ot ivados por Crist o - sin
obt ener una ganancia de ello, sin t ener que hacerlo com o profesión- acom pañan a ot ros y
les ayudan. Est e caráct er t erapéut ico - com o dice Eugen Biser- del crist ianism o, el caráct er
de curación y de don, t endría que m anifest arse realm ent e con m ucha m ás claridad.
1 8 . D e los n ovísim os
8 3 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Est as cosas son arduas para los hom bres de hoy. Les parecen irreales. En lugar de ellas
quisieran respuest as concret as para el ahora, para las vicisit udes de la vida cot idiana.
Pero t ales respuest as siguen siendo incom plet as si no perm it en sent ir y reconocer t am bién
por dent ro que yo voy m ás allá de est a vida m at erial, que exist e el j uicio, que exist en la
gracia y la et ernidad. En ese sent ido debem os encont rar t am bién palabras y m odalidades
nuevas para hacer posible al hom bre rom per la «barrera del sonido» de la finit ud.
Por eso, cada m isa es el cam inar al encuent ro de Aquel que viene. Así se ant icipa de
alguna m anera esa venida; vam os hacia Él, y ya ahora, en ant icipación, Él viene. Suelo
com parar est o con la hist oria de las bodas de Caná. Allí, el Señor dice prim eram ent e a
María: «Todavía no ha llegado m i hora». No obst ant e, después concede el vino nuevo y,
por así decirlo, ant icipa su hora, que t odavía vendrá.
8 4 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Quisiera insist ir una vez m ás en est e punt o. En el único libro profét ico del Nuevo
Test am ent o, el Apocalipsis de Juan, que se ent iende com o buena not icia, t odo est á
orient ado hacia la segunda aparición de Crist o. Ya los erudit os bíblicos y los m onj es y
ast rónom os de la época de Jesús se habían ocupado de calcular el m om ent o de la venida
del Mesías.
No es un libro apropiado para cálculos cronológicos. Lo im port ant e es que cada t iem po se
disponga para la cercanía del Señor. Que j ust am ent e nosot ros, aquí y ahora, est am os
baj o el j uicio del Señor y nos dej am os j uzgar desde su j uicio. Mient ras que ant es de
Bernardo de Claraval se hablaba de las dos venidas de Crist o - una vez en Belén, la
segunda vez al fin de los t iem pos- , él habló de un a dve n t us m e dius, de una venida
int erm edia por la que el Señor ent ra periódicam ent e siem pre de nuevo en la hist oria.
8 5 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Creo que con eso encont ró el t ono correct o. No podem os det erm inar cuándo llegará el
m undo a su fin. Crist o m ism o dice que nadie lo sabe, ni siquiera el Hij o. Tenem os que
est ar siem pre, por así decirlo, en la cercanía de su venida, y, sobre t odo en las
t ribulaciones, est ar seguros de que Él se halla cerca. Al m ism o t iem po, deberíam os saber
que, en nuest ras propias acciones, est am os baj o j uicio.
No sabem os cuándo será, pero, conform e al evangelio, sabem os que sucederá. «Cuando
el Hij o del hom bre venga en su gloria y t odos los ángeles con Él - dice en Mat eo- , ent onces
se sent ará en su t rono de gloria.» Separará a la hum anidad com o un past or separa a las
ovej as de los cabrit os. A las prim eras les dirá: «Venid, bendit os de m i Padre: t om ad en
herencia el reino que para vosot ros est á preparado desde la creación del m undo». Y a los
ot ros: «Apart aos de m í, m aldit os, al fuego et erno».
Pero que t al es el Juez, que t endrá lugar un j uicio real, que la hum anidad será separada y
que, ent onces, exist e t am bién la posibilidad de la perdición, que las cosas no son
indiferent es, es m uy im port ant e.
Hoy la gent e t iende a decir: y bueno, t an m al no se darán las cosas. Al fin y al cabo, es
m uy difícil que Dios sea así. Pero no, Él nos t om a en serio. Y est á el hecho de la exist encia
del m al, que perm anece y t iene que ser condenado. En t al sent ido, aún con t oda la alegre
grat it ud por el hecho de que Dios es t an bueno y nos da su gracia, deberíam os percibir
t am bién e inscribir en nuest ro program a de vida la seriedad del m al, el m al que hem os
vist o en el nazism o y en el com unism o y que vem os t am bién hoy a nuest ro alrededor.
8 6 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
conozcam os la verdad. Para que podam os t ocar a Dios. Para que nos est é abiert a la
puert a. Para que encont rem os la vida, la vida real, la que ya no est á som et ida a la
m uert e.
AN EXO
Gr a ve pe ca do con t r a n iñ os in de fe n sos
D e la ca r t a pa st or a l de l 1 9 - 3 - 2 0 1 0 a los ca t ólicos de I r la n da
Com part o la desazón y el sent im ient o de t raición que m uchos de vosot ros habéis
experim ent ado al ent eraros de esos act os pecam inosos y crim inales y del m odo en que los
afront aron las aut oridades de la I glesia. [ ... ]
Al m ism o t iem po, t am bién debo expresar m i convicción de que para recuperarse de est a
dolorosa herida, la I glesia en I rlanda debe reconocer en prim er lugar ant e Dios y ant e los
dem ás los graves pecados com et idos cont ra niños indefensos. Ese reconocim ient o, j unt o
con un sincero pesar por el daño causado a las víct im as y a sus fam ilias, debe desem bocar
en un esfuerzo conj unt o para garant izar que en el fut uro los niños est én prot egidos de
sem ej ant es delit os. [ ... ]
Sólo exam inando cuidadosam ent e los num erosos elem ent os que dieron lugar a la crisis
act ual es posible efect uar un diagnóst ico claro de sus causas y encont rar rem edios
eficaces. Ciert am ent e, ent re los fact ores que cont ribuyeron a ella, podem os enum erar:
procedim ient os inadecuados para det erm inar la idoneidad de los candidat os al sacerdocio
y a la vida religiosa; insuficient e form ación hum ana, m oral, int elect ual y espirit ual en los
sem inarios y noviciados; una t endencia en la sociedad a favorecer al clero y ot ras figuras
de aut oridad y una preocupación fuera de lugar por el buen nom bre de la I glesia y por
evit ar escándalos, cuyo result ado fue la falt a de aplicación de las penas canónicas en vigor
y la falt a de t ut ela de la dignidad de cada persona. [ ... ]
A las víct im as de abuso y a sus fam ilias: Habéis sufrido inm ensam ent e y eso m e
apesadum bra en verdad. Sé que nada puede borrar el m al que habéis soport ado. Vuest ra
confianza ha sido t raicionada y vuest ra dignidad ha sido violada. Muchos habéis
experim ent ado que cuando t eníais el valor suficient e para hablar de lo que os había
pasado, nadie quería escucharos. Los que habéis sufrido abusos en los int ernados debéis
haber sent ido que no había m anera de escapar de vuest ros sufrim ient os. Es com prensible
que os result e difícil perdonar o reconciliaros con la I glesia. En su nom bre, expreso
abiert am ent e la vergüenza y el rem ordim ient o que sent im os t odos. [ ... ]
A los sacerdot es y religiosos que han abusado de niños: Habéis t raicionado la confianza
deposit ada en vosot ros por j óvenes inocent es y por sus padres. Debéis responder de ello
ant e Dios t odopoderoso y ant e los t ribunales debidam ent e const it uidos. Habéis perdido la
est im a de la gent e de I rlanda y arroj ado vergüenza y deshonor sobre vuest ros herm anos
sacerdot es o religiosos. Los que sois sacerdot es habéis violado la sant idad del sacram ent o
del Orden, en el que Crist o m ism o se hace present e en nosot ros y en nuest ras acciones.
Adem ás del inm enso daño causado a las víct im as, se ha hecho un daño enorm e a la
I glesia y a la percepción pública del sacerdocio y de la vida religiosa.
Os exhort o a exam inar vuest ra conciencia, a asum ir la responsabilidad de los pecados que
habéis com et ido y a expresar con hum ildad vuest ro pesar. [ ... ] Adm it id abiert am ent e
vuest ra culpa, som et eos a las exigencias de la j ust icia, pero no desesperéis de la
m isericordia de Dios. [ ... ]
8 7 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
A m is herm anos obispos: No se puede negar que algunos de vosot ros y de vuest ros
predecesores habéis fallado, a veces gravem ent e, a la hora de aplicar las norm as,
codificadas desde hace largo t iem po, del derecho canónico sobre los delit os de abusos de
niños. Se han com et ido graves errores en la respuest a a las acusaciones. Reconozco que
era m uy difícil capt ar la m agnit ud y la com plej idad del problem a, obt ener inform ación
fiable y t om ar decisiones adecuadas a la luz de los pareceres divergent es de los expert os.
No obst ant e, hay que reconocer que se com et ieron graves errores de j uicio y hubo fallos
de gobierno. Todo est o ha socavado gravem ent e vuest ra credibilidad y eficacia. [ ... ]
Adem ás de aplicar plenam ent e las norm as del derecho canónico concernient es a los casos
de abuso de niños, seguid cooperando con las aut oridades civiles en el ám bit o de su
com pet encia. [ ... ] Sólo una acción decidida llevada a cabo con t ot al honradez y
t ransparencia rest ablecerá el respet o y el aprecio del pueblo irlandés por la I glesia a la
que hem os consagrado nuest ra vida.
Fe y viole n cia
D e l « D iscu r so de Ra t isbon a » , de l 1 2 - 9 - 2 0 0 6
Sin det enerse en det alles, com o la diferencia de t rat o ent re los que poseen el «Libro» y
los «incrédulos», con una brusquedad que nos sorprende, brusquedad que para nosot ros
result a inacept able, se dirige a su int erlocut or llanam ent e con la pregunt a cent ral sobre la
relación ent re religión y violencia en general, diciendo: ..Muést ram e t am bién lo que
Mahom a ha t raído de nuevo, y encont rarás solam ent e cosas m alas e inhum anas, com o su
disposición de difundir por m edio de la espada la fe que predicaba». El em perador,
después de pronunciarse de un m odo t an duro, explica luego m inuciosam ent e las razones
por las cuales la difusión de la fe m ediant e la violencia es algo insensat o. La violencia est a
en cont rast e con la nat uraleza de Dios y la nat uraleza del alm a... Dios no se com place con
la sangre» - dice- ; no act uar según la razón ( sin logo) es cont rario a la nat uraleza de Dios.
La fe es frut o del alm a, no del cuerpo. Por t ant o, quien quiere llevar a ot ra persona a la fe
necesit a la capacidad de hablar bien y de razonar correct am ent e, y no recurrir a la
violencia ni a las am enazas.
D e la e n t r e vist a du r a n t e e l vue lo a Ca m e r ú n , e l 1 7 - 3 - 2 0 0 9
Sa n t ida d, e n t r e los m u ch os m a le s qu e a flige n a Áfr ica , de st a ca e l de la difusión
de l sida . La post u r a de la I gle sia ca t ólica sobr e e l m odo de lu cha r con t r a é l a
m e n u do n o se con side r a r e a list a n i e fica z. ¿Afr on t a r á e st e t e m a du r a n t e e l via j e ?
( Philippe Visseyrias de France 2) .
La solución sólo puede ser doble: la prim era, una hum anización de la sexualidad, es decir,
una renovación espirit ual y hum ana que conlleve una nueva form a de com port arse el uno
con el ot ro; y la segunda, una verdadera am ist ad t am bién y sobre t odo con las personas
que sufren; una disponibilidad, aún a cost a de sacrificios, con renuncias personales, a
est ar con los que sufren. Ést os son los fact ores que ayudan y que t raen progresos visibles.
8 8 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
Por t ant o, yo diría que nuest ras dos fuerzas son est as: renovar al hom bre int eriorm ent e,
darle fuerza espirit ual y hum ana para un com port am ient o correct o con respect o a su
propio cuerpo y al de los dem ás, y esa capacidad de sufrir con los que sufren, de
perm anecer present e en las sit uaciones de prueba. Me parece que est a es la respuest a
correct a, y la I glesia hace est o; así da una cont ribución m uy grande e im port ant e. Dam os
las gracias a t odos los que lo hacen.
1927-1937
Joseph Alois Rat zinger nace el 16 de abril de 1927, sábado sant o, a las 4.15 horas en Markt l dellnn,
com arca de Alt ot t ing. Sus padres son Joseph Rat zinger ( 6 de m arzo de 1877; + 25 de agost o de
1959) , com isario de gendarm ería, y Maria Rat zinger ( 8 de enero de 1884; + 16 de diciem bre de
1963) , hij a de panaderos. Joseph es el t ercero y últ im o hij o del m at rim onio, después de Maria
Theogona ( 7 de diciem bre de 192] ; + 2 de noviem bre de 1991) y de Georg ( 15 de enero de 1924) .
En j ulio de 1929 la fam ilia se m uda a Tit t m oning, y en diciem bre de 1932 a Aschau del I nn, donde
Joseph Alois com ienza su escolarización. A part ir de 1937 la fam ilia vive en Hufschlag, cerca de
Traunst ein.
1937-1945
1937: ent rada en el I nst it ut o de enseñanza secundaria de Traunst ein; 1939: ent rada en el
sem inario arzobispal St o Michael, en Traunst ein; 1943 a 1945: servicio m ilit ar com o auxiliar de
art illería ant iaérea, en servicio de t rabaj o y com o soldado de infant ería; m ayo a j unio de 1945,
prisionero de guerra de las fuerzas est adounidenses en Neu- Ulm . En 1945 obt iene el bachillerat o
en el inst it ut o de enseñanza secundaria Chiem gau- Gym nasium , de Traunst ein.
1945-1951
Desde diciem bre de 1945 hast a el verano de 1947: est udios de Filosofía en la Facult ad de Filosofía
y Teología de Frisinga, cerca de Múnich. A cont inuación, est udios de Teología en la Universidad de
Múnich. Desde fines de ot oño de 1951 hast a j unio de 1951: alum no del sem inario de Frisinga en
preparación para la ordenación sacerdot al.
1951-1953
Ordenación sacerdot al el 29 de j unio de 1951 en Frisinga j unt o con su herm ano Georg, por
im posición de las m anos del cardenal Michael Faulhaber. Julio de 1951: suplencia sacerdot al en
Múnich- Moosach ( parroquia de San Mart ín) . A part ir del 1 de agost o de 1951: vicario en Múnich-
Bogenhausen ( parroquia de la Preciosísim a Sangre) . Desde oct ubre de 1952 hast a el verano de
1954: docent e en el sem inario de Frisinga; colaboración sacerdot al en las iglesias de Frisinga.
1953: doct orado en la Universidad de Múnich ( t em a de la t esis: " Pueblo y Casa de Dios en la
doct rina de san Agust ín sobre la I glesia) .
1954-1959
A part ir del sem est re de invierno de 1954- 1955: docent e de Teología Dogm át ica y Teología
Fundam ent al en la Facult ad de Filosofía y Teología de Frisinga. 1957: habilit ación com o cat edrát ico
en la Universidad de Múnich en Teología Fundam ent al ( t em a de la t esis de habilit ación: " La t eología
de la hist oria de san Buenavent ura” ) . 1958- 1959: profesor ext raordinario de Dogm át ica y Teología
Fundam ent al en la Facult ad de Filosofía y Teología en Frisinga.
1959-1963
Tit ular de la cát edra de Teología Fundam ent al en la Universidad de Bonn. Tem a de la clase
inaugural: " El Dios de la fe y el Dios de los filósofos” .
1962-1965
Consult or del cardenal Joseph Frings, de Colonia, y perit o en el Concilio Vat icano I I . Miem bro de la
Com isión sobre la fe de los obispos alem anes y de la Com isión Pont ificia I nt ernacional de Teólogos
en Rom a.
8 9 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
1963-1966
Profesor t it ular de Dogm át ica e Hist oria de los Dogm as en la Universidad de Münst er ( t em a de la
clase inaugural: «Revelación y t radición») .
1966-1969
Profesor t it ular de Dogm át ica e Hist oria de los Dogm as en la Universidad de Tubinga. En 1968
aparece su libro I nt roducción al crist ianism o.
1969-1977
Profesor t it ular de Dogm át ica e Hist oria de los Dogm as en la Universidad de Rat isbona. En 1972
funda, j unt o con Hans Urs von Balt hasar, Henri de Lubac y ot ros t eólogos, la revist a cat ólica
int ernacional Com m unio. De 1976 a 1977, vicepresident e de la Universidad de Rat isbona.
1977-1982
25 de m arro de 1977: nom bram ient o com o arzobispo de Múnich y Frisinga por el papa Pablo VI ;
consagración episcopal el 28 de m ayo. Su lem a episcopal es: Cooperat ores verit at is, colaboradores
de la verdad ( según la Tercera cart a de Juan, verso 8) ; 27 de j unio de 1977: es creado cardenal.
Com prom iso com o profesor honorario de la Universidad de Rat isbona.
1978
Año de los t res papas. Tras la m uert e de Pablo VI ( 6 de agost o) , part icipación en el cónclave con la
elección de Albino Luciani com o papa Juan Pablo I ; oct ubre: t ras la m uert e de Luciani ( 28 de
sept iem bre) , part icipación en el cónclave en el que, el 16 de oct ubre, Karol Woj t yla, arzobispo de
Cracovia, sale elegido com o papa Juan Pablo I I , cuya elección Rat zinger apoya de form a
det erm inant e. Woj t yla es el prim er no it aliano que accede a la sede de Pedro desde 1523.
1981-2005
25 de noviem bre de 1981: Juan Pablo I I nom bra a Rat zinger prefect o de la Congregación para la
Doct rina de la Fe y, con ello, t am bién president e de la Pont ificia Com isión Bíblica y de la Com isión
Teológica I nt ernacional. ( Asunción del cargo en Rom a y despedida de Munich en m arro de 1982) .
1986-1992
Direct or de la Com isión pont ificia para la preparación del Ca t e cism o de la I glesia Cat ólica
( present ado el 12 de diciem bre de 1992) . 1991: m iem bro de la Academ ia Europea de Cie n cia s y
Ar t e s. 1992: elección com o m iem bro de la Académ ie des Scie n cie s M or a le s e t Polit iqu e s de
l'I nst it ut de France, París. 1993: elevación a ca r de na l obispo de la sede suburbicaria de Vellet ri-
Segni. 1998: a inst ancias de Rat zinger, apert ura del archivo del ex Sant o Oficio; elección com o
vice de ca no del Colegio Cardenalicio; nom bram ient o de com andant e de la Le gión de H onor por el
president e de Francia. 1999: Rat zinger firm a la " D e cla r a ción con j un t a sobr e la D oct r in a de la
Ju st ifica ción » , em it ida por la I glesia cat ólica y la Federación Lut erana Mundial, cuya redacción él
había im pulsado de form a det erm inant e. 2000: publicación de la declaración D om inus I e su s,
sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucrist o y de la I glesia. Desde el 13 de noviem bre
de 2000, m iem bro honorario de la Aca de m ia Pon t ificia de la s Cie n cia s. 2001: ant e los
num erosos casos de a bu so de m e n or e s por part e de clérigos y de la deficient e gest ión del
problem a por part e de las aut oridades eclesiást icas, Rat zinger avoca la com pet encia a la
Congregación para la Doct rina de la Fe y com ienza el procesam ient o de t res m il casos; siguen
reglas de aplicación en el Vat icano ( 2001) y en Alem ania ( 2002) . 2002: elección com o de ca n o de l
Cole gio de Ca r de na le s; part icipación en la j ornada m undial de oración en Asís.
Ot ras t areas en la curia rom ana durant e esos años: m iem bro del Con se j o de la Se cr e t a r ía de
Est a do para las Relaciones con los Est ados; de las Congr e ga cione s pa r a la s I gle sia s
Or ie n t a le s, para el Cu lt o D ivino y la D isciplin a de los Sa cr a m e n t os, para los Obispos, para la
Eva n ge liza ción de los Pu e blos, para la Edu ca ción Ca t ólica , para el Cle r o y para las Ca u sa s
de los Sa n t os; m iem bro de los Consej os pont ificios para la Prom oción de la Un ida d de los
Cr ist ia n os y de la Cult ura; m iem bro del Tr ibu n a l Supr e m o de la Sign a t u r a Apost ólica ; y de
las Com isiones pont ificias para Am é r ica La t ina , ... «Ecclesia Dei», para la I nt erpret ación aut ént ica
del Código de D e r e cho Ca nón ico y para la Revisión del Código de Derecho Canónico Orient al.
9 0 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
2005
2 de abril. Muert e de Juan Pablo I I .
8 de abril. Com o decano del Colegio Cardenalicio, el cardenal Rat zinger dirige las solem nes
exequias del difunt o pont ífice así com o el subsiguient e cónclave. La m isa de difunt os por Juan
Pablo I I , con cerca de cinco m illones de part icipant es, es presum iblem ent e la m ayor celebración
religiosa que se haya realizado en la hist oria de la hum anidad.
18 de abril. Com ienzo del cónclave con la ent rada de los 115 cardenales elect ores a la Capilla
Sixt ina. Discurso de apert ura de Rat zinger sobre el «relat ivism o».
19 de abril. De un cónclave especialm ent e cort o, de 23 horas de duración, surge Joseph Rat zinger
com o 265° papa en la hist oria de la I glesia cat ólica rom ana. El nuevo pont ífice elige el nom bre de
Benedict o, basándose en el fundador de los benedict inos, Benit o de Nursia, pero t am bién en su
predecesor Benedict o XV, que fue llam ado «papa de la paz» en virt ud de sus iniciat ivas por la paz
durant e la prim era guerra m undial.
Benedict o XVI es el prim er papa de la m odernidad que renuncia a la presencia, en el escudo papal,
de la t iara, que es t am bién signo del poder t em poral de la I glesia, y la reem plaza por una sim ple
m it ra. Por ot ra part e, su escudo es el prim ero en incorporar un palio ( faj a circular que llevan sobre
los hom bros los obispos m et ropolit anos) .
24 de abril. Misa de inicio del pont ificado en la plaza de San Pedro con la part icipación de
quinient os m il peregrinos y dignat arios. Benedict o XVI lleva el palio al m odo ort odoxo com o
expresión de sim pat ía hacia la Ort odoxia y com o referencia a la fase previa al cism a de Orient e del
año 1054, cuando las I glesias de Orient e y Occident e est aban t odavía unidas baj o los sucesores de
Pedro.
29 de m ayo. Visit a past oral a Bari para la clausura del Congreso Eucaríst ico Nacional it aliano.
Benedict o XVI subraya la im port ancia cent ral del dom ingo y de la eucarist ía: «Sin el dom ingo no
podem os vivir»...
9 de j unio. Encuent ro con los represent ant es del Com it é Judío I nt ernacional para las Consult as
I nt erreligiosas.
10 de j unio. El papa recibe en audiencia a num erosos president es y m iem bros de gobierno cada
m añana. Por razones de espacio, est a crónica sólo puede m encionar encuent ro de caráct er
especial. Tam poco podrán m encionar..., los m últ iples encuent ros con sacerdot es., t eólogos.,
obispos en visit a ad lim ina, audiencias con diplom át icos., beat ificaciones y canonizaciones.,
discursos., m ensaj es., cart as, celebraciones lit úrgicas, nom bram ient os, visit as a enferm os.,
et cét era.
16 de j unio. Encuent ro con el secret ario general del Consej o Mundial de I glesias, Rev. Dr. Sam uel
Kobia.
24 de j unio. Visit a de Est ado al president e de I t alia, Cario Ciam pi, en el Palacio del Quirinal, en
Rom a. La visit a había sido planificada ya por Juan Pablo I I y, t ras veint e años de alej am ient o, debía
servir a un acercam ient o ent re el Vat icano y el Est ado it aliano.
28 de j unio. Mot u proprio para la aprobación y publicación del Com pendio del Cat ecism o de la
I glesia Cat ólica.
9 1 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
29 de j unio. En t odas las publicaciones del papa, t rát ese de cart as apost ólicas o de encíclicas, no
indica la fecha de su publicación sino la de su firm a.
30 de j unio. Encuent ro con la delegación del pat riarca ecum énico Bart olom é I en ocasión del
com ienzo del pont ificado.
18 a 2l de agost o. Viaj e apost ólico a Colonia con ocasión de la XX Jornada Mundial de la Juvent ud.
19 de agost o: visit a a la sinagoga de Colonia. Es la prim era visit a papal a un t em plo j udío en
Alem ania. 21 de agost o: Misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juvent ud, con m ás de un
m illón de j óvenes.
20 de sept iem bre. Benedict o XVI da, por prim era vez en la hist oria del papado, una ent revist a
t elevisiva para la em isora polaca TVP.
24 de sept iem bre. Ent revist a de cuat ro horas con Hans Küng, t eólogo de Tubinga y crít ico de la
I glesia, al que Juan Pablo I I ret iró en 1979 la licencia canónica para ej ercer la docencia.
2 al 23 de oct ubre. XI Asam blea General Ordinaria del Sínodo de Obispos con el t em a «La
eucarist ía, fuent e y culm en de la vida y de la m isión de la I glesia». Benedict o XVI int roduce
adem ás el debat e libre a fin de discut ir los t em as cont rovert idos en un clim a de «saludable
inquiet ud».
7 de noviem bre. Encuent ro con el president e de la Federación Lut erana Mundial, obispo Mark
Hanson.
17 de noviem bre. Encuent ro con Moshé Kat sav, president e del Est ado de I srael, quien invit a al
papa Benedict o a visit ar Tierra Sant a.
3 de diciem bre. Encuent ro con el president e de la Aut oridad Nacional Palest ina, Mahm ud Abbas,
que invit a al papa a visit ar Palest ina.
25 de diciem bre. Prim era encíclica: Deus Carit as est ( Dios es am or) , en la que el papa Benedict o
describe el am or com o la dim ensión cent ral del crist ianism o.
2006
18 de febrero. Publicación del Anuario Pont ificio 2006, en el que por prim era vez dej a de aparecer
el t ít ulo de «Pat riarca de Occident e» ent re los t ít ulos oficiales del papa. La elim inación del t ít ulo es
un gest o ecum énico hacia las I glesias ort odoxas.
11 de m arzo. Reform a de la curia por la fusión de las direcciones del Pont ificio Consej o para la
Past oral de Em igrant es e I t inerant es y del Pont ificio Consej o Just icia y Paz, así com o de las del
Pont ificio Consej o para el Diálogo I nt erreligioso y del Pont ificio Consej o de la Cult ura.
25 al 28 de m ayo. Viaj e apost ólico a Polonia. 26 de m ayo: visit a al sant uario de Jasna Góra en
Czchenst ochowa. 27 de m ayo: visit a a la casa nat al de Juan Pablo I I en Wadowice; encuent ro con
600000 j óvenes en Cracovia. 28 de m ayo: m isa ant e 1,2 m illones de personas en Cracovia; visit a
al cam po de concent ración de Auschwit z- Birkenau. Ese punt o del program a no est aba planeado
inicialm ent e, pero el papa Benedict o insist ió en realizar la visit a: «No podía por m enos de venir
aquí».
3 de j unio. Celebración de la m isa con t rescient os cincuent a m il m iem bros de com unidades
religiosas en la plaza de San Pedro.
8 a l9 de j ulio. Viaj e apost ólico a Valencia con ocasión del V Encuent ro Mundial de las Fam ilias: «La
fam ilia es un bien necesario para los pueblos, un fundam ent o indispensable para la sociedad y un
gran t esoro de los esposos durant e t oda su vida» ( discurso del 8 de j ulio) .
9 2 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
1 de sept iem bre. Peregrinación al sant uario de la Sant a Faz de Manopello ( I t alia) .
9 al 14 de sept iem bre. Viaj e apost ólico a Baviera con visit as a Múnich, Alt ot t ing, Markt l ( lugar de
nacim ient o del papa) , Rat isbona y Frisinga. 12 de sept iem bre: discurso académ ico en la
Universidad de Rat isbona. Una cit a del em perador bizant ino Manuel I I Paleólogo cont enida en el
discurso acerca del papel de la violencia en el islam conduj o a prot est as m usulm anas organizadas
en t odo el m undo en cuyo m arco se com et ieron profanaciones de iglesias y una religiosa perdió la
vida.
15 de sept iem bre. Nom bram ient o del cardenal Tarcisio Bert one com o nuevo cardenal secret ario de
Est ado t ras la renuncia de Angelo Sodano por razones de edad.
19 de oct ubre. Visit a a Verona con m ot ivo del I V Congreso Nacional de la I glesia I t aliana.
28 de noviem bre al 1 de diciem bre. Viaj e apost ólico a Turquía. 28 de noviem bre: encuent ro con el
prim er m inist ro t urco Recep Tayyip Erdogan. 29 de noviem bre: encuent ro con el pat riarca
ecum énico Bart olom é I , cabeza honoraria de t odos los ort odoxos. 30 de noviem bre: celebración
conj unt a de la fiest a de san Andrés con el pat riarca Bart olom é y firm a de una declaración conj unt a
para el acercam ient o ent re cat ólicos y ort odoxos; encuent ro con el pat riarca arm enio Mesrob I I
Mut afyan; visit a a la m ezquit a Sult án Ahm ed en Est am bul. Es la segunda visit a que haya hecho un
papa a un t em plo islám ico.
13 de diciem bre. Encuent ro con el prim er m inist ro israelí, Ehud Olm ert , para una conversación
sobre la sit uación en Orient e Próxim o y en el Líbano.
15 de diciem bre. Encuent ro con el pat riarca copt o de Alej andría, Ant onios Naguib.
16 de diciem bre. Cart a a la canciller de Alem ania, Angela Merkel, con vist as a la cum bre del G- 8 en
Heiligendam m , en la que el papa pide la cancelación de la deuda ext erna de los países m ás pobres.
2007
25 de enero. Encuent ro con el prim er m inist ro de Viet nam , Nguyen Tan Dung. Es la prim era visit a
de un j efe de gobierno viet nam it a al Vat icano desde la t om a del poder por part e de los com unist as
en 1975.
22 de febrero. Exhort ación apost ólica post sinodal Sacram ent um Carit at is, sobre la eucarist ía,
fuent e y culm en de la vida y de la m isión de la I glesia.
13 de m arzo. Encuent ro con el president e de Rusia, Vladím ir Put in. La conversación est uvo
cent rada en las relaciones de las I glesias cat ólica y ruso- ort odoxa, así com o en la sit uación en
Orient e Próxim o.
20 de m arzo. Encuent ro con el Secret ario General de las Naciones Unidas, Ban Ki· Moon.
24 de m arzo. Encuent ro con ochent a m il m iem bros y seguidores del m ovim ient o eclesial Com unión
y Liberación en la plaza de San Pedro.
16 de abril. Publicación del t om o I del libro Jesús de Nazarel, al cum plir el papa 80 años.
21 al 22 de abril. Visit a past oral a Vigevano, Lom bardía, la única diócesis it aliana que Juan Pablo I I
no había visit ado durant e sus casi veint isiet e años de pont ificado, y a Pavía, donde el papa
Benedict o peregrina a la t um ba de san Agust ín.
4 de m ayo. Encuent ro con el president e del consej o de la I glesia evangélica en Alem ania, obispo
Wolfgang Huber.
9 3 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
9 al 14 de m ayo. Viaj e apost ólico a Brasil. 9 de m ayo: Benedict o XVI designa Am érica Lat ina com o
el «cont inent e de la esperanza». 10 de m ayo: encuent ro con el president e Luiz I nácio Lula da Silva
en São Paulo.
12 de m ayo: por su propio deseo, el papa visit a la Fazenda da Esperanza, un proyect o para la
reint egración de j óvenes, sobre t odo drogodependient es. 13 de m ayo: inauguración de la V
Conferencia del Episcopado Lat inoam ericano y del Caribe en Aparecida.
23 de m ayo. En la audiencia general. El papa habla de su viaj e a Am érica Lat ina y m enciona
t am bién «crím enes inj ust ificables» com et idos durant e la colonización y crist ianización del
cont inent e.
27 de m ayo. Cart a a los cat ólicos de China, en la que el papa Benedict o llam a a los 12 m illones de
fieles de ese país, divididos en dos bandos, a unirse baj o su conducción, e invit a al gobierno de
Beij ing a ret om ar las relaciones diplom át icas con el Vat icano.
9 de j unio. George W. Bush, president e de Est ados Unidos de Am érica, habla con el papa Benedict o
XVI sobre la sit uación en Orient e Próxim o y Orient e Medio.
11 de j unio. Mot u proprio De aliquibus m ut at ionibus in norm is de elect ione Rom ani Pont ificis, sobre
algunas m odificaciones en las norm as relat ivas a la elección papal. En el docum ent o se est ablece
que en un cónclave se requiere t am bién después de la t rigésim a t ercera vuelt a una m ayoría de dos
t ercios y que no bast a ya, com o hast a ent onces, una m ayoría sim ple.
17 de j unio. Visit a past oral a Asís con m ot ivo de los ochocient os años de la conversión de san
Francisco.
25 de j unio. Separación de las direcciones del Pont ificio Consej o para el Diálogo I nt erreligioso y del
Pont ificio Consej o de la Cult ura.
7 de j ulio. Mot u proprio Sum m orum Pont ificum , sobre la lit urgia rom ana en la form a ant erior a la
reform a de 1970. Según el docum ent o, apart e de la form a ordinaria del rit o rom ano se adm it e de
nuevo la llam ada m isa t rident ina, vigent e hast a el Concilio, com o form a ext raordinaria para la
celebración en las parroquias, sin que se requiera para ello, com o hast a ent onces, el perm iso del
obispo del lugar.
1 al 2 de sept iem bre. Viaj e past oral a Loret o con ocasión del «Ágora», encuent ro con varios cient os
de m iles de j óvenes it alianos al lanzarse los preparat ivos nacionales para la Jornada Mundial de la
Juvent ud en Sydney.
6 de sept iem bre. Encuent ro con el prim er m inist ro israelí, Sim on Peres.
7 al 9 de sept iem bre. Viaj e apost ólico a Aust ria con ocasión del 850° aniversario de la fundación
del sant uario de Mariazell. En Viena el papa habla una vez m ás sobre la cult ura del dom ingo.
23 de sept iem bre. Visit a past oral a Vellet ri ( I t alia) , de donde Joseph Rat zinger fue obispo t it ular
durant e doce años ant es de su elección com o Papa.
8 de oct ubre. Encuent ro con el direct or del Congreso Mundial Judio, Ronald Lauder.
19 de oct ubre. Encuent ro oficial con los represent ant es de los m enonit as, el prim ero que se realiza
en la hist oria.
21 de oct ubre. Visit a past oral a Nápoles. La ocasión es el XXI Encuent ro int erreligioso int ernacional
por la paz, en el que t am bién part icipan, ent re ot ros, el pat riarca ecum énico de Const ant inopla,
Rart olom é I , el arzobispo anglicano de Cant erbury, Rowan WiUiam s, el president e del consej o de la
9 4 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
I glesia evangélica en Alem ania, Wolfgang Huber, el gran rabino de I srael, Yona Met zger, y el rect or
de la Universidad Al Am ar, de Egipt o, Ahm ad Al Tayyeb.
6 de noviem bre. Audiencia con el rey Abdullah, de Arabia Saudí, Guardián de los Dos Sant os
Lugares del I slam . Es la prim era audiencia de un m onarca saudit a con el j efe suprem o de la I glesia
cat ólica.
30 de noviem bre. Segunda encíclica: Spe sa lvi ( Salvados en la esperanza) , sobre la esperanza
crist iana t am bién m ás allá de la m uert e.
6 de diciem bre. Encuent ro con los represent ant es de la Alianza Baut ist a Mundial.
7 de diciem bre. Encuent ro con el president e del depart am ent o para las relaciones ext eriores del
Pat riarcado de Moscú, m et ropolit a Kiril, que después será nom brado pat riarca de su I glesia.
2008
5 de febrero. Modificación de la pet ición cont enida en la lit urgia del viernes sant o «por los j udíos»
en el m arco de la m isa t rident ina a una form a t eológica adapt ada.
6 de m arzo. Encuent ro con el pat riarca ecum énico de Const ant inopla, Rart olom é I .
15 al 21 de abril. Viaj e apost ólico a los Est ados Unidos de Am érica y a las Naciones Unidas. 16 de
abril: encuent ro con el president e de Est ados Unidos de Am érica, George W. Bush, en la Casa
Blanca. 17 de abril: el papa se encuent ra por prim era vez con hom bres y m uj eres víct im as de
abuso sexual por part e de sacerdot es cat ólicos; publicación del m ensaj e del 14 de abril a la
com unidad j udía m undial en la fiest a del Pésaj . 18 de abril: discurso ant e la Asam blea General de
la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York. En el cent ro del discurso se encuent ra el
respet o por los derechos hum anos. Visit a a la sinagoga de Park East , en Manhat t an. 20 de abril:
oración por las Víct im as de los at ent ados t errorist as del 11 de sept iem bre de 2001 en el Grorm d
Zero.
2 de m ayo. Encuent ro con la delegación de m usulm anes shiít as de I rán. La Sant a Sede y t eólogos
iraníes se habían puest o de acuerdo ant eriorm ent e en una declaración conj unt a sobre el t em a «Fe
y razón en el crist ianism o y en el islam ». Según ella, hay coincidencia en que fe y razón «son
int rínsecam ent e no Violent as» y que nunca se deben usar para la violencia.
5 de m ayo. Encuent ro con el prim ado de los anglicanos, arzobispo Rowan William s de Cant erbury.
8 de m ayo. Encuent ro con el pat riarca greco- m elquit a de Ant ioquia. Gregorios I I I Laham .
9 de m ayo. Celebración ecum énica con el pat riarca suprem o y cat olicos de t odos los arm enios.
Karekin I I .
13 de j unio. Encuent ro con el president e de Est ados Unidos de Am érica, George W. Bush.
21 de j unio. Cart a apost ólica An t iqua or din a t ion e . Est e m ot u proprio t rat a el ordenam ient o
procesal de la Signat ura Apost ólica. Se publica exclusivam ent e en lat ín.
28 y 29 de j unio. I nauguración conj unt a del Año Paulino con el pat riarca ecum énico Bart olom é I .
12 al 21 de j ulio. Viaj e apost ólico a Sydney con ocasión de la XXI I I Jornada Mundial de la Juvent ud.
17 de j ulio: encuent ro con represent ant es del gobierno aust raliano.19 de j ulio: sant a m isa en la
cat edral de Sant a María de Sydney, en la que el papa Benedict o pide disculpas por el abuso sexual
9 5 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
de m enores por part e de eclesiást icos cat ólicos en Aust ralia. El papa reconoce la vergüenza «que
t odos hem os sent ido a causa de los abusos sexuales a m enores por part e de algunos sacerdot es y
religiosos de est a nación. Verdaderam ent e, m e sient o profundam ent e disgust ado por el dolor y el
sufrim ient o que han padecido las víct im as y les aseguro que, com o su Past or, t am bién yo com part o
su aflicción». 20 de j ulio: m isa de clausura en Sydney. Ant e unas quinient as m il personas, el papa
Benedict o invit a a una renovación de la sociedad y de la I glesia y alient a sobre t odo a los j óvenes
del m undo ent ero a t rat ar de form a responsable con la creación y con los recursos de la Tierra. 21
de j ulio: encuent ro con hom bres y m uj eres que en su j uvent ud fueron obj et o de abuso sexual por
part e de sacerdot es.
7 de sept iem bre. Visit a past oral a Cagliari para la clausura del cent enario de la proclam ación de
«Nuest ra Señora de Bonaria» com o pat rona de Cerdeña.
12 al 15 de sept iem bre. Viaj e apost ólico a Francia. 12 de sept iem bre: encuent ro con el president e
Nicolas Sarkozy en París. 14 de sept iem bre: sant a m isa en Lourdes con unos cien m il fieles para
celebrar los cient o cincuent a años de las apariciones de María. El papa Benedict o llam a a los
cat ólicos a la renovación del espírit u m isionero: «Volviéndose hacia Dios, el hom bre llega a ser él
m ism o».
4 de oct ubre. Visit a de Est ado al president e de I t alia, Giorgio Napolit ano, en el palacio del Quirinal.
5 al 26 de oct ubre. XI I Asam blea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos con el t em a «La
Palabra de Dios en la vida y en la m isión de la I glesia». El papa part icipa personalm ent e con una
int ervención sobre la int erpret ación de la Biblia.
19 de oct ubre. Visit a past oral al sant uario de Nuest ra Señora del Rosario en Pom peya.
6 de noviem bre. Encuent ro con los part icipant es del prim er encuent ro del Fórum
Cat ólico·Musulm án, cuyo obj et ivo es reducir las t ensiones ent re am bas religiones.
9 de noviem bre. Benedict o XVI recuerda públicam ent e en Rom a el 70º aniversario del com ienzo de
los pogrom os cont ra los j udíos en Alem ania ( «la noche de los crist ales rot os del Reich») y llam a a
m anifest ar una «profunda solidaridad al m undo j udío» y a orar por las víct im as. Según dice el
papa, cada uno t iene el deber de com prom et erse en t odos los niveles cont ra t oda form a de
ant isem it ism o y de discrim inación.
13 de noviem bre. Encuent ro con el president e de Brasil. Luiz I nácio Lula da Silva. La conversación
est uvo cent rada en la pregunt a por una m ej ora de las condiciones de vida de los est rat os
socialm ent e m arginados de la población.
2009
21 de enero. Decret o del levant am ient o de la excom unión a cuat ro obispos de la Frat ernidad San
Pío X ordenados por el arzobispo Marcel Lefebvre en enero de 1988 sin m andat o de la Sant a Sede.
Ent re ellos est á Richard William son, del que a cont inuación sale a la luz pública una ent revist a
hast a ent onces no publicada en la que niega que hayan exist ido las cám aras de gas de los nazis.
28 de enero. En la audiencia general. El papa da una explicación sobre el caso William son, ut ilizado
de form a sensacionalist a por los m edios, en el que expresa su «plena e indiscut ible solidaridad»
con los j udíos.
12 de febrero. Encuent ro con los m iem bros de la Conferencia de President es de las Mayores
Organizaciones Judías de Est ados Unidos, en el que Benedict o XVI condena el ant isem it ism o y
rechaza claram ent e t oda negación del Holocaust o.
10 de m arzo. Cart a a los obispos de la I glesia cat ólica en la que el papa t rat a acerca de los
m alent endidos y las discusiones en t orno a la excom unión de los cuat ros obispos de la Frat ernidad
San Pío X y adm it e errores en el t rabaj o del Vat icano con los m edios.
9 6 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
17 al 23 de m arzo. Viaj e apost ólico a Cam erún y a Angola. El obj et ivo del viaj e es llevar a África,
ese cont inent e at orm ent ado por guerras, ham bre y enferm edad, un m ensaj e de esperanza y de
reconciliación y exigir a la com unidad m undial j ust icia para con dicho cont inent e. La m anifest ación
del papa Benedict o en el sent ido de que el problem a del sida no puede solucionarse solam ent e con
preservat ivos es recibida con crít icas por la prensa m undial.
8 al 15 de m ayo. Viaj e apost ólico a Tierra Sant a. 8 de m ayo: encuent ro con el rey Abdalá de
Jordania en el palacio Al- Husseinye de Am m án. 9 de m ayo: visit a a la basílica bizant ina del
m em orial de Moisés, en el m ont e Neoo. Encuent ro con dirigent es religiosos m usulm anes. 10 de
m ayo: visit a del lugar del baut ism o de Jesús en el Jordán. 11 de m ayo: visit a del m onum ent o
conm em orat ivo del Holocaust o Yad Vashem , en Jerusalén, j unt o con Sim on Peres, president e del
Est ado de I srael. En su discurso, el papa Benedict o declara acerca del asesinat o de seis m illones de
j udíos en la época del nacionalsocialism o: «Que los nom bres de est as vict im as no se borren nunca.
Que nunca se niegue, dism inuya u olvide sus sufrim ient os». 12 de m ayo: Benedict o XVI visit a,
siendo el prim er papa en la hist oria en hacerlo, el m onum ent o m usulm án de la Cúpula de la Roca
en la explanada del t em plo de Jerusalén. Encuent ro con el gran m uft í de Jerusalén, Moham m oo
Ahm ad Hussein. Oración j unt o al Muro Occident al. 13 de m ayo: encuent ro con el president e
palest ino Mahm ud Abbas en Belén. 14 de m ayo: encuent ro con el president e del gobierno israelí
Benj am ín Net anyahu en Nazaret . Sant a m isa y visit a a la grut a de la anunciación de Nazaret . 15 de
m ayo: visit a a la I glesia del Sant o Sepulcro en Jerusalén.
24 de m ayo. Visit a past oral a Cassino y Mont ecassino, abadía m at riz de san Benit o, su sant o pat rón
y pat rono de Europa.
19 de j unio. Com ienzo del Año Sacerdot al convocado por Benedict o XVI .
21 de j unio. Visit a past oral a San Giovanni Rot ondo, lugar de peregrinación al religioso capuchino
Pío de Piet relcina, m uert o en 1968 y canonizado en 2002.
29 de j unio. Tercera encíclica: Carit as in Verit at e ( La caridad en la verdad) , encíclica social sobre
las consecuencias de la globalización, de la crisis económ ica y financiera y sobre un ordenam ient o
económ ico m ás j ust o, social y ecológico.
2 de j ulio. Cart a apost ólica en form a de m ot u proprio Eccle sia e u n it a t e m , con la que se incorpora
a la Congregación para la Doct rina de la Fe la Pont ificia Com isión «Ecclesia Dei», con su
com pet encia para las relaciones con los cat ólicos t radicionalist as com o, por ej em plo, la Frat ernidad
sacerdot al San Pío X.
7 de j ulio. Cart a apost ólica en form a de m ot u proprio para la aprobación del nuevo est at ut o de la
Oficina Laboral de la Sede Apost ólica.
9 de j ulio. Encuent ro con el prim er m inist ro de Aust ralia, Kevin Rudd. Encuent ro con el president e
del Est ado de Corea del Sur, Lee Myung- bak, para dialogar sobre las consecuencias de la crisis
económ ica para los países m ás pobres y sobre la sit uación polít ica y social de la península de
Corea.
10 de j ulio. Encuent ro con el president e de Est ados Unidos, Barack Obam a. La audiencia privada se
cent ra en los t em as de la crisis económ ica, la sit uación en Orient e Próxim o, la polít ica de desarrollo
en África y Sudam érica y la lucha int ernacional cont ra el t ráfico de drogas. Se t rat an adem ás la
invest igación sobre 181 células m adre, la bioét ica y la problem át ica del abort o.
17 de j ulio. Pequeña int ervención quirúrgica en la m ano derecha después de que, durant e sus
vacaciones de verano en el valle de Aost a, el papa sufriera una caída que le causó la fract ura de la
m uñeca.
9 7 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
6 de sept iem bre. Visit a past oral a Vit erbo y Bagnoregio. En Vit erbo t uvo lugar el cónclave m ás
ext enso ( 1005 días) de la hist oria de la I glesia; en Bagnoregio se conserva la única reliquia de san
Buenavent ura.
26 a 28 de sept iem bre. Viaj e apost ólico a la República Checa. El obj et ivo de la visit a, veint e años
después de la caída del Telón de Acero, es dar alient o a la m inoría creyent e y t raer a la m em oria
las raíces crist ianas de la cult ura de ese país, que se ha t ornado am pliam ent e at eo.
4 al 25 de oct ubre. I I Asam blea Especial del Sínodo de los Obispos para África.
4 de noviem bre. Const it ución apost ólica An glica n or u m coe t ibu s, sobre la erección de
ordinariat os personales para anglicanos que ent ren en la plena com unión con la I glesia cat ólica.
8 de noviem bre. Visit a past oral a Concesio y a Brescia, t ierra nat al de Pablo VI .
14 de noviem bre. Encuent ro con el prim er m inist ro checo Jan Fischer, sobre el Trat ado de Lisboa.
21 de noviem bre. Encuent ro con el arzobispo de Cant erbury, Rowan William s, prim ado de la I glesia
anglicana. La conversación se cent ró en los desafíos de la com unidad crist iana al com ienzo del
t ercer m ilenio.
3 de diciem bre. Encuent ro con el j efe de Est ado ruso Dm it ri Medvedev, con el anuncio del inicio de
relaciones diplom át icas ent re el Vat icano y el Krem lin.
2010
1 de enero. Llam am ient o a un giro ecológico: «Si quieres prom over la paz, prot ege la creación».
15 de enero. Cart a del direct or del Colegio de san Canisio, P. Klaus Mert es, a seiscient os egresados
del inst it ut o de enseñanza secundaria de los j esuit as en Berlín, en la que Mert es pide disculpas a
las Víct im as por los abusos com et idos por j esuit as en esa escuela de Berlín durant e las décadas de
1970 y 1980. La publicación de esa cart a acarrea la revelación de ot ros casos en ot ras inst it uciones
eclesiást icas y no eclesiást icas.
12 de m arzo. Encuent ro con el arzobispo Robert Zollit sch, president e de la Conferencia Episcopal
Alem ana, con m ot ivo de los num erosos casos de abuso en Alem ania.
14 de m arzo. Visit a a la com unidad evangélica lut erana de habla alem ana en Rom a; serm ón y
celebración de cult o.
19 de m arzo. Cart a past oral a los cat ólicos de I rlanda, en la que Benedict o XVI pide perdón por los
casos de abuso en inst it uciones cat ólicas y por el fallo de los obispos y, m ás allá del caso de
I rlanda, da indicaciones para la elucidación de los casos y la m anera de enfrent ar la sit uación de
crisis.
17 al 18 de abril. Viaj e apost ólico a Malt a con ocasión del 1950º Aniversario del naufragio del
apóst ol Pablo en las cost as de Malt a. Durant e la visit a, Benedict o XVI se encuent ra t am bién con
víct im as de abuso en Malt a.
1 de m ayo. Una vez t erm inada la visit a canónica a los «Legionarios de Crist o» por él ordenada, el
papa exige una renovación espirit ual y est ruct ural general de la orden.
9 8 de 99
Lu z de l M u n do – Benedict o XVI
2 de m ayo. Visit a past oral a Turin con m ot ivo de la exposición de la Sant a Sindone.
11 al 14 de m ayo. Viaj e apost ólico a Port ugal con m ot ivo del 10° aniversario de la beat ificación de
los past orcillos de Fát im a, Jacint a y Francisco. 13 de m ayo: sant a m isa en el sant uario de Fát im a:
«He venido a Fát im a a rezar, con María y con t ant os peregrinos, por nuest ra hum anidad afligida
por t ant as m iserias y sufrim ient os».
20 de m ayo. Conciert o en el Vat icano con la int ervención de la Orquest a Nacional Rusa y el Coro
Sinodal de Moscú en honor del quint o aniversario del pont ificado de Benedict o XVI . El conciert o es
un regalo del pat riarca de Moscú, Kiril I , y se considera com o un signo del acercam ient o ent re la
I glesia ort odoxa rusa y la I glesia cat ólica,
31 de m ayo. Envío a I rlanda de cuat ro m ediadores especiales de alt o rango para la elaboración del
escándalo de los abusos sexuales.
4 al 6 de j unio. Viaj e apost ólico a Chipre. 5 de j unio: encuent ro con el arzobispo ort odoxo
Crisóst om os I I . 6 de j unio: ent rega del I nst rum ent um laboris para la próxim a Asam blea Especial
del Sínodo de los Obispos para Orient e Medio.
10 al 20 de j unio. Discurso ant e el encuent ro de sacerdot es, presum iblem ent e el m ayor de la
hist oria, con m ot ivo de la clausura del Año sacerdot al.
26 de j unio. Encuent ro con el secret ario general salient e de la Federación Lut erana Mundial,
I shm ael Noko.
29 de j unio. Anuncio de la erección del Pont ificio Consej o para la Prom oción de la Nueva
Evangelización para las sociedades poscrist ianas.
4 de j ulio. Visit a past oral a Sulm ona en los Abruzos con m ot ivo del 800 aniversario del nacim ient o
del papa Celest ino V, que, t ras m edio año com o papa, renunció a su cargo.
2 de sept iem bre. Encuent ro con el president e del Est ado de I srael, Sim on Peres, para conversar
sobre el proceso de paz en Orient e Próxim o. Según Peres, baj o Benedict o XVI las relaciones ent re
el Vat icano e I srael son «las m ej ores desde los t iem pos de Jesucrist o».
5 de sept iem bre. Visit a a Carpet ino Rom ano, donde doscient os años at rás nació el papa León XI I I ,
que respondió a la Revolución indust rial con la doct rina social de la I glesia.
16 al 19 de sept iem bre. Viaj e apost ólico al Reino Unido, prim era visit a de un papa a Gran Bret aña.
16 de sept iem bre: encuent ro con la reina I sabel I 1, cabeza de la I glesia anglicana, en Edim burgo.
17 de sept iem bre: celebración ecum énica en la Abadía de West m inst er, Londres. 19 de sept iem bre:
la beat ificación del convert ido cardenal John Henry Newm an, en Birm ingham , es la prim era m isa de
beat ificación en suelo inglés.
10 al 24 de oct ubre. Asam blea Especial del Sínodo de los Obispos sobre la sit uación de los
crist ianos en Orient e Medio.
6 al 7 de noviem bre. Viaj e past oral a España. 6 de noviem bre: visit a a Sant iago de Com post ela con
m ot ivo del Año Jubilar Com post elano. 7 de noviem bre: Dedicación de la iglesia de la Sagrada
Fam ilia de Barcelona y consagración del alt ar.
9 9 de 99