RH Resumen
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INTRODUCCIÓN
REDEMPTOR HOMINIS
En este documento el Papa da a conocer la realidad que vive el pueblo en ese tiempo;
y lo presenta en cuatro grandes apartados:
I. HERENCIA
Estamos a finales del segundo milenio -afirma el Papa- con ello vienen nuevos tiempos
a los que no se debe de perder “la ciencia de la verdad -clave de la fe” que permite
comprender el amor de Dios por el mundo, que entregó a su Hijo único para que todo
el que crea tenga vida eterna (cfr.Jn 3,15-17). Por eso, la plenitud del amor está en su
Hijo, por lo que se puede repetir “¡feliz culpa que mereció tal Redentor!
Esto secomo
revela explica desde
Dios el redención.
de la sentido de la cruz
A su y laque
Hijo muerte de Cristo.
no conoció El Dios
pecado lo de la pecado
hizo creaciónpor
se
nosotros para que fuésemos justificados en Él.
En cuanto a la dimensión human del misterio de la Redención, cabe explicar que el
hombre no puede vivir sin amor, ya que, permanecería incomprensible si no lo
experimenta y lo hace propio, si no participa de él. La plenitud del amor es Cristo, y por
Él es que el hombre se hace comprensible. Así mismo, la Iglesia permanece
contemplando el misterio total de Cristo y con ello puede dar la dignidad y el sentido de
la existencia en el mundo, a cada persona, perdida por el pecado.
El papa se adentra también en explicar el misterio de Cristo en la base de la misión de la
Iglesia y del cristianismo, manifestando la unidad de las tres religiones que tienen a
Abraham como el Padre de la fe: islam, judía, cristiana. Estas dos últimas se vinculan
también con el pasado relativo de la Antigua Alianza.
El Papa afirma que “es nece sario que todos nosotros, cuantos somos seguidores de
Cristo, nos encontremos y nos unamos en torno a Él mismo ”. Solo así manifestaremos
nuestra unidad al mundo, y esta es la gran misión, porque el revelar a Cristo, hace que
todo hombre se encuentre a sí mismo en él, ayudar a las generaciones contemporá
contemporáneas
neas
de nuestros hermanos y hermanas, pueblos, naciones, estados, humanidad, países en
vías de desarrollo y países de la opulencia, a todos, en definitiva, a conocer las
“insondables riquezas de Cristo”, porque éstas son para todo hombre y constituyen el
bien de cada uno”.
Entra entonces la misión de la Iglesia y la libertad del hombre, la primera por institución
de Cristo es su custodia y maestra, por la asistencia del Espíritu Santo. En esta misión el
primer ejemplo es Cristo y luego, los apóstoles, mártires y confesores. La verdad de la
Iglesia es la de Cristo que libera al hombre, que se opone a la libertad del mundo; porque
no es humana sino divina. Cristo es la verdad y la verdad os hace libres.
III. EL HOMBRE REDIMIDO Y SU SITUACIÓN EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO
Cristo se ha unido a todo hombre, Él es el camino de hace siglos, pero al mismo tiempo
el camino del futuro. Por ello, el esfuerzo de la Iglesia para que conozcan a Cristo y él
pueda recorrer cada camino de la vida con la fuerza de la verdad a cerca del mundo y el
hombre contenida en el misterio de la Eucaristía y la Redención. Cristo se hace presente
a pesar de todas las limitaciones que hay en la Iglesia. Dios llama al hombre
personalmente para que sea tal como Él lo ha querido, lo ha elegido y lo ha destinado a
la gloria y a la gracia.
Entonces todos los caminos de la Iglesia conducen al hombre, por ello su principal
preocupación es el hombre, esa su misión, allí está el camino trazado por Cristo que
conduce a la Encarnación y Redención. En el medio, el hombre experimenta múltiples
limitaciones, en sus deseos y en su vida; está atraído también por muchas solicitudes
que tiene que elegir y renunciar. Más como pecador y enfermo hace lo que no quiere y
hace lo que no quiere, esto lleva a divisiones y discordias sociales. Cristo muerto y
resucitado a redimido al hombre y la Iglesia es consciente y lucha contra aquello que
impide la Redención.
De qué tiene miedo el hombre contemporán
contemporáneo, eo, si Dios le concedió ser dueño y custodio
de lo creado, pero él, se ha vuelto explotador y destructor sin ningún reparo. En este
desarrollo de la tecnología si el hombre se hiciere más consciente, maduro
espiritualmente, responsable, abierto a los demás, más disponible para dar y ayudar
todo sería diferente. Pero como cristianos hay que plantearse las interrogantes del
problema del mundo y que afectan la situación del hombre de hoy y del mañana. Las
divisiones, críticas, etc. Por eso la Iglesia animada por la fe, considera esta solicitud por
el hombre, su humanidad, y su futuro en esta tierra, encontrando su fundamento en
Jesucristo mismo, como atestiguan los evangelios.
frente a esto se pregunta el Papa ¿progreso o amenaza? Se acerca el final del segundo
milenio y hay dos amenazas: por un lado, el avance de la tecnología que a sido causante
de que el hombre sea amenazado y explotado; y por otro, está el sometimiento al
mundo. Ello ha llevado a la desigualdad social desembocando en la pobreza y el hambre,
muchos sufren la desnutrición. También está el abuso de la libertad que lleva al
consumismo, y limita la libertad de los más pobres, los débiles y miserables. A esta
realidad Juan XXIII y Pablo VI lo compararon con la parábola del rico epulón y el pobre
Lázaro. Como solución a esto Juan Pablo II propone la tarea de ser ser decididos en el
compromiso por el hombre siendo pueblos libres y solidarios. La Iglesia, contraria al
mundo que se sirve de armamentos para la guerra y destrucción, combate con el
Espíritu, de la Palabra y el amor, anunciando a tiempo y destiempo el respeto a la
dignidad y libertad de cada uno.
La Iglesia se esmera por mirar al hombre con los ojos de Cristo mismo, se vuelve más
consciente de que es custodia de un gran tesoro que no le es lícito estropear, sino que
debe crecer continuamente. En este tiempo, parece repetir la Iglesia con más fuerza
“Ven Espíritu Santo… guía al que tuerce el sendero”. El Vaticano II, concientiza en la
triple misión y oficio de Cristo: Sacerdote, Profeta y Rey. Nos hacemos también más
conscientes de aquello a lo que debe servir toda la Iglesia, como sociedad y comunidad
del Pueblo de Dios sobre la tierra, comprendiendo asimismo cuál debe ser la
participación de cada uno de nosotros en esta misión y servicio.
Vocación cristiana: servir y reinar; para ejercerlo con dignidad afirma el Papa que hay
que saber dominarse, es necesario poseer las virtudes que hacen posible tal dominio.
Los sacerdotes, los religiosos y religiosas deben ser fieles a este principio. En base al
mismo, tienen que construir sus vidas los esposos, los padres, las mujeres y los hombres
de condición y profesión diversas, comenzando por los que ocupan en la sociedad los
puestos más altos y finalizando por los que desempeñan las tareas más humildes.
REDEMPTORIS MISSIO
INTRODUCCIÓN:
“Nadie va al Padre ”
sino por
que no hay otro nombre pormí (Jn se
el que 14,6) es lo la
otorgue que el Papa manifiesta
salvación, dando a conocer
pues la universalidad de ella
de da por medio de Jesucristo, tal como nos lo presenta el NT, porque “hay un solo Dios
y también un solo mediador entre Dios y los hombres”: Cristo. Por tal motivo no se debe
perder en ningún momento su unidad ya que por designio divino se ha puesto que todos
tengan a Cristo por cabeza; porque Él es el Verbo encarnado, el Alfa y la Omega.
La fe en Cristo es una propuesta a la libertad del hombre, ya que el hombre está en la
plena libertad de decirle no a Cristo, porque está en plena libertad de acoger o dejar; sin
embargo, se puede ver la novedad que Él trae. Una radical novedad de vida que es vivida
por sus discípulos. Así mismo, aunque se tenga la opción para elegir, siempre queda la
pregunta fundamental. En el mundo moderno se está dando una tendencia de llevar al
hombre a una vida horizontal, llevada por ideologías y regímenes políticos que buscan
construir una sociedad sin Dios. Frente a ello, sebe dar a conocer la riqueza que nos
ofrece Cristo, mediante una evangelización de anuncio y testimonio, respetando las
conciencias y sin violar la libertad. Porque la fe es la libre adhesión del hombre a Dios.
La Iglesia, signo e instrumento de salvación, porque ella es la primera beneficiara de la
salvación; pues ella tiene la posibilidad de la salvación en Cristo, y para cooperar a esta
salvación tiene la necesidad de ser instrumento de redención: ser sal y luz.
La salvación es ofrecida a todos los hombres,
hombres , porque la salvación no se concede
solamente a los que de “modo explícito creen en Cristo y han entrado a su Iglesia”;
porque muchos no tienen esa facilidad, pero la gracia en relación misteriosa con la
Iglesia ilumina; porque Cristo vive en ella, es su esposo, y en ella cumple su misión.
Nosotros no podemos menos de hablar (Hch. 4, 20); frente al testimonio de los mártires
de todos los tiempos que, han defendido la fe “convencidos de que cada hombre tiene
la necesidad de Jesucristo”. Esa es la misión, transmitir nuestra fe. tal vez la duda, ¿Para
qué la misión? Para abrirse al amor de Dios verdadera liberación; Cristo es nuestra paz,
su amor nos apremia dándonos sentido y alegría. Y ¿por qué la misión? Porque a
nosotros se nos ha encomendado el anuncio de la Buena Noticia, la novedad de Cristo;
y como compromiso de testimoniar la fe y la vida cristiana como servicio a los hermanos.
II. EL REINO DE DIOS
tanto
son lasen si dimensión
relaciones física haciendo
humanas, como espiritual.
de éstasAdemás, transforma
don de vida. En fin, eslalamanera enrealiza
liberación como
el designio de salvación en toda su plenitud.
En el Resucitado, llega a su cumplimiento y es proclamado el Reino de Dios, porque a
través de ella queda inaugurado el Reino de una manera definitiva y su acontecimiento
se manifiesta en el kerigma.
El Reino con relación a Cristo y a la Iglesia, porque se habla mucho del Reino, pero de un
reino que está desligado de la Iglesia, de un reino del mundo; mientras que el Reino de
Cristo no es de este mundo porque es un Reino de paz, solidaridad, fraternidad… así, el
Reino se manifiesta entonces en la persona de Cristo y la Iglesia en comunión con Él lo
hace presente en el mundo. Si la Iglesia se separa de Cristo ya no habría el Reino, como
tampoco existiría separado de la Iglesia. La misión consiste entonces en el anuncio de
Cristo, porque la Iglesia no es un fin para sí misma.
La Iglesia está al servicio del Reino y por esa razón invita constantemente a la conversión
a toda la humanidad. Y para trabajar de mejor manera en esta misión evangelizadora ha
fundado Iglesias particulares y a través de ellas difunde los “valores evangélicos”.
Además, intercede por el mundo entero como instrumento de salvación.
III. EL ESPÍRITU SANTO PROTAGONISTA DE LA MISIÓN
El envío “hasta los confines de la tierra ” (Hch 1, 8) lo vemos plasmado en las narraciones
de los evangelistas, al cumplir el mandato de Jesús. En el envío se presentan dos
elementos esenciales. La dimensión universal y la fuerza y el poder del Espíritu Santo.
También enfatizan los evangelios en el Kerigma, en la vivencia de las primeras
comunidades cristianas. La Iglesia vive por lo que se dice y se hace no está basada en
capacidades meramente
meramente humanas sino en el poder del Resucitado.
El Espíritu guía la misión y lo hace de dos maneras concretas, la primera es mostrando
el camino; y la segunda, es eligiendo a las personas. en el libro de los Hechos se puede
vislumbrar con claridad la misión. Esto consiste en anunciar a Cristo e invitar a la
conversión para recibir al Espíritu Santo. Así, poco a poco el anuncio se va extendiendo
por el mediterráneo, posteriormente a Roma y al Occidente.
El Espíritu hace misionera a toda la Iglesia que comienza con el primer anuncio de Pedro
y que poco a poco se va agrando a la comunidad de los discípulos los que acogen el
evangelio. Así se forma la comunidad, que, empieza a compartir sus bienes y a reunirse
para compartir la palabra y la eucaristía. Este modo de actuar da testimonio de lo que
predican.
El Espíritu está presente operante en todo tiempo y lugar, y se manifiesta de modo
particular en la Iglesia y en sus miembros , pero su “presencia y sus acciones son
universales”. Es por medio del Espíritu que los actos humanos se pueden encaminar a la
verdad, al bien y a Dios. Él sopla donde quiere y esparce sus semillas, por eso toda clase
de su presencia debe ser acogida con estima y gratitud; y la Iglesia debe hacer su
discernimiento porque a ella Cristo le ha dado su Espíritu para que le conduzca a la
versad completa.
La actividad misionera está en sus comienzos y por tal razón estamos llamados a la
valentía apostólica confiando en el Espíritu Santo como protagonista de la misma. La
Iglesia se renueva y afronta desafíos, pero los frutos del Espíritu no han faltado. Por eso,
así como los misioneros del pasado han escuchado la voz del Espíritu también hoy
estamos llamados a escucharl
escucharlo.
o.
IV. LOS INMENSOS HORIZONTES DE LA MISIÓN AD GENTES
Un marco religioso, complejo y en movimiento debido a los grandes cambios que se van
presentando en la sociedad y los desafíos que ello representa. Genera toda una serie de
cambios; sin embargo, la actividad misionera si ha dado abundantes frutos.
La misión “ad gentes” conserva su valor a pesar de los cambios que presenta el mundo
y todo esto gracias a su fundamento sólido. Podemos ver tres situaciones de
evangelización: la actividad misionera de la Iglesia a pueblos, naciones, que no conocen
al cristianismo”; luego están comunidades con estructuras adecuadas y sólidas,
finalmente, los lugares de la antigua cristiandad, a los que hay que re-evangelizar.
A todos
todos lo
loss pue
pueblos,
blos, no obs
obstante,
tante, las dificu
dificultades
ltades que se van presentando dentro de este
campo de evangelización, como se puede palpar las prohibiciones a la entrada
misionera, a la conversión, son externas; pero también hay dificultades internas como
Fidelidad a Cristo y promoción de la libertad del hombre por tal tazón la misión siempre
está marcada por la conciencia de la libertad del hombre. La Iglesia camina por el mismo
sendero que Cristo, su Cabeza. Así entonces, tiene la tarea de desarrollar la misión en el
mundo y abarcar lo más posible; pero siempre dirigiéndose al hombre con todo el
respeto por su libertad.
Dirigir la atención hacia el Sur y hacia el Oriente porque a pesar de que la misión
representa en la actualidad el mayor desafío de la Iglesia, hay que seguir evangelizando
aquellos lugares que no conocen a Cristo, porque con su concepción hacen que muchos
nieguen la redención de Cristo, como es el caso del Sur y Oriente. No debe cesar la
misión, pues ahora, la mayoría del cristianismo ya no está en la vieja Europa sino en los
pueblos donde ha llegado la misión.
Sacerdotes diocesanos para la misión universal porque con el orden no están para una
misión restringida sino abierta: universal. Deben tener una mentalidad y un orden
misionero. De manera especial aquellos que se encuentran en lugares donde la minoría
es cristiana.
Fecundidad misionera de la consagración, a los cuales se les pide también mantener el
espíritu misionero; haciendo diferencia, claro está, a los institutos de vida consagrada,
contemplativa y los de vida activa. Los primeros que por su consagración se dedican a
servir a la Iglesia deben ser misioneros, manteniendo, sus propios estatutos. Los
segundos, deben dar testimonio de la caridad y la unión con Cristo, en especial a los no
cristianos que mantienen vida contemplativa. Y los últimos, extiendan de acuerdo a su
actividad, espacios para el anuncio del Reino de Dios.
Todos los laicos son misioneros en virtud del bautismo por eso los pontífices han
enfatizado su labor misionera, pues con su testimonio de fe, Pio XII habla de los
misioneros y misioneras laicas. Por ello también Juan P. II reconoce el valor de los laicos
que en muchos casos han fundado asociaciones misioneras.
La obra de los catequistas y la variedad de los ministerios tienen una responsabilidad
fuerte y concreta. Los catequistas son los principales en la evangelización dentro de la
Iglesia. A pesar de las dificultades que persisten, tienen características específicas como:
“son agentes especializados, testigos directos, evangelizadores insustituibles, que
representan la fuerza básica de las comunidades cristianas, especialmente en las Iglesias
jóvenes, como varias veces he afirm
afirmado
ado y constat
constatado
ado en mis viajes misione
misioneros
ros”.
Oración y sacrificios por los misioneros, son medios de comunión y de apoyo para con
los misioneros. A la oración es muy importante y necesario unir el sacrificio.
“Heme aquí, Señor, estoy dispuesto, envíame ” (cf. Is 6, 8); es otra manera de cooperar
ante la misión, pues el promocionar vocaciones es algo fundamental. Las vocaciones a
la vida consagrada y sacerdotal son el pilar fundamental de vitalidad para la Iglesia.
“Mayor felicidad hay en dar que en recibir” (Hch 20, 35); son muchas las necesidades
que tiene la Iglesia; por ende, colaborar con bienes es muy importante ya que ayudan
tanto a las fundar nuevas Iglesias como también a sostener las obras de caridad que
tiene.
La responsabilidad primaria de las Obras Misionales Pontificias, el Papa menciona
cuatro: Propagación de la Fe, San Pedro Apóstol, Santa Infancia y Unión Misional”. Esta
“
Dejarse guiar por el Espíritu, esto es muy importante ya que, así como a los apóstoles
fue el Espíritu quien los fortaleció para que lleven adelante la misión; de la misma
manera hoy, en medio del ambiente difícil que se vive al igual que en aquel tiempo, exige
valentía y luz del Espíritu.
Vivir el misterio de Cristo enviado sólo en la unidad con Cristo se puede vivir y entender
la misión. Por eso a ejemplo de Cristo que lleva a obedecer a plenitud el designio del
Padre culminando en la Cruz. De la misma manera se le pide al misionero renunciarse a
sí mismo y hacerse todo para todos.
Amar a la Iglesia y a los hombres como Jes
Jesús
ús los ha ama
amado,
do, porque Él como Buen Pastor
ha venido a unir a los hijos de Dios que estaban dispersados. Él es quien busca a la oveja
perdida y regala su vida por ellas. Así mismo el misionero debe ser impulsado a donarse
por celo a las almas porque es el hombre de la caridad. Y así como cristo amó a su Iglesia
de la misma manera debe amarlo y como testimonio de ello, debe gastar la vida por el
prójimo.
ENSAYO
INTRODUCCIÓN:
presente ensayo, voy adentrarme en tres ejes generales; cómo evangelizaba la primera
comunidad, la evangelización en la actualidad y Cristo como eje transversal de la fe.
DESARROLLO:
discípulos en su misión evangelizadora (cfr. Hch. 6,3; 7,55). Es gracias a la fuerza del
Espíritu prometido que los discípulos se llenan de valentía y empiezan a evangelizar,
porque antes, se encontraban encerrados por miedo a la gente (Cfr. Hch. 2,1ss).
LA EVANGELIZACIÓN EN LA ACTUALIDAD
La realidad de hoy: vivimos en un mundo donde la realidad es muy difícil para la
evangelización por ello como manifiesta el concilio vaticano II hay que tener en cuenta
los “signos de los tiempos”, “así como a las exigencias de la situación que cambia
continuamente y se desenvuelve en determinadas direccione
direccioness” (RM n. 15).
Es la realidad cambiante que a coartado la libertad del ser humano, porque unos posen
muchos bienes mientras que otros se desenvuelven en la miseria y están bajo el dominio
de los poderosos (Cfr. RM n. 16) . Por lo tanto, “ El progreso de la técnica y el desarrollo
de la civilización de nuestro tiempo, que está marcado por el dominio de la técnica,
exigen un desarrollo proporcional de la moral y de la ética” (RM n. 16).
El hombre en vez de cuidar la creación como el Señor le ha encomendado, a dejado de
lado ese precepto y se ha vuelto dominador de la creación, explotador y, por tanto,
destructor; mientras que, “era voluntad del Creador que el hombre se pusiera en
contacto con la naturaleza como “dueño” y “custodio” inteligente y noble, y no como
“explotador” y “destructor” sin ningún reparo” (RM n. 16).
Otra manera en que vivimos esta realidad tan cambiante es lo que menciona el Papa
Francisco, “la cultura del descarte”, además, “es un trastocamiento tal de situaciones
religiosas y sociales, que resulta difícil aplicar concretamente determinadas distinciones
y categorías eclesiales a las que ya estábamos acostumbrados” (RM n. 32). Y por esta
razón, se puede afirmar que “el hombre por tanto vive cada vez más en el miedo” (RM
n. 16).
En este medio de esta realidad es como se tiene que evangelizar en la actualidad. Esto
es muy desafiante, porque en cuanto a creencias, es muy variada; el islam, el judaísmo,
el hinduismo… y dentro del mismo cristianismo están las varias divisiones. Además ,
están aquellos que no creen en Dios y se denominan ateos. Es una realidad variada y
desafiante; pero ahí está la misión y en cumplir el mandato de Jesús de hacer que todos
sean sus discípulos (Cfr. 28,18) y que todos sean uno como Él y el Padre son Uno (Cfr. Jn
17,21-23).
Entre estos derechos se incluye, y justamente, el derecho a la libertad religiosa junto al
derecho de la libertad de conciencia. De hecho, hasta el mismo fenómeno de la
incredulidad, arreligiosidad y ateísmo, como fenómeno humano, se comprende
solamente en relación con el fenómeno de la religión y de la fe. En la actualidad la
secularización ha desplazado a los hombres creyentes (Cfr. RM n. 17).
Los misioneros de hoy y su relación con Cristo: en medio de esta realidad que cada vez
se vuelve más cambiante, es importante que los misioneros tengan una profunda
experiencia de Cristo, que sean llenos de fe y que vivan la oración. De allí parte el
anuncio de “la Buena Nueva de Dios: “El tiempo se ha cumplido y el Reino está cerca;
convertíos y creed en la Buena Nueva ” (Mc 1, 14-15; cf. Mt 4, 17; Lc 4, 43). (RM n. 13).
El reino que Dios trae es de salvación, liberación, que transforma y que interesa a todos
(Cfr RM n.14-15). Por tanto, todo lo que va en contra de los derechos y la dignidad del
hombre, no viene de Dios. Tampoco viene de Dios lo que está separado de la Iglesia y
de Jesucristo (Cfr. RM n. 18).
Para vivir la plenitud de la unidad con Cristo está el sacramento de la eucaristía, de ello,
afirma Juan Pablo II en la Redemtoris Hominis: “La Eucaristía es el Sacramento más
perfecto de esta unión. La Iglesia vive de la Eucaristía, vive de la plenitud de este
Sacramento, cuyo maravilloso contenido y significado han encontrado a menudo su
expresión en el Magisterio de la Iglesia, desde los tiempos más remotos hasta nuestros
días” (RH n. 20).
Quisiera terminar este apartado diciendo que hay muchos que están al frente del
cuidado y la misión de la Iglesia que no tienen una profunda relación con Cristo y por
ello, cometen muchos errores que no son testimonio para los demás. La falta de la
oración, lleva a que se aleje de la verdadera evangelización y se termine siendo
funcionario y quizá es lo que en muchos pasa y eso afecta a la Iglesia. “La evangelización
es a tiempo y destiempo”; pero este principio muchas veces no se lo cumple. La misión
es formar a la gente, acompañar, guiar y dar testimonio de lo que se predica. Sólo quien
confirma con su vida lo que predica es realmente auténtico discípulo de Jesús, el cual,
“es poderoso en obras y palabras” (Lc 24,19). Pero también están aquellos que viven
una auténtica vida cristiana, llena de oración, llena de Dios, que enriquecen a la Iglesia
y dan con su ejemplo de vida testimonio de Cristo.
predica a Cristo la misión se vuelve vacía, insípida, increíble. Sólo Cristo es capaz de
atraer a todos hacia Él (cfr. Jn 12,32). Es capaz de capaz de cambiar un corazón de piedra
por uno de carne (cfr. Ez 36,26). La misión es llevar a Cristo tanto en las obras como en
las palabras. No es predicarse a sí mismo, porque todos somos instrumentos de Él,
meros siervos inútiles. Mientras que el encuentro con Cristo hace discípulos capaces de
dar la vida por Él y por el Evangelio. Podemos ver como ejemplo como su presencia
convirtió a Pablo quien pasó de perseguidor a predicador. Así mismo, quien se encuentra
con Jesús cambia su vida, sus planes y vive el Evangelio.
Con el bautismo todos somos hijos adoptivos de Dios “miembros de Cristo y miembros
del cuerpo de la Iglesia”. Nos hacemos uno en Cristo y por su resurrección obtenemos
la salvación. El anuncio parte de Cristo muerto y resucitado que por su pasión nos da su
plena y total liberación del mal.
Si el Mensaje que se predica es Jesucristo, el eje de la misión es el hombre. Es buscar su
conversión. “La Iglesia sirve de veras a la humanidad, cuando tutela esta verdad con
atención incansable, con amor ferviente, con empeño maduro y cuando en toda la
propia comunidad, mediante la fidelidad de cada uno de los cristianos a la vocación, la
transmite y la hace concreta en la vida humana ” (RH n. 21). “Por otra parte, la Iglesia se
dirige al hombre en el pleno respeto de su libertad. La misión no coarta la libertad, sino
más bien la favorece. La Iglesia propone, no impone nada: respeta las personas y las
culturas, y se detiene ante el sagrario de la conciencia. A quienes se oponen con los
pretextos más variados a la actividad misionera de la Iglesia; ella va repitiendo: ¡Abrid
las puertas a Cristo!” (RM n. 39).
CONCLUSIÓN:
Para una verdadera evangelización debe estar presente siempre Cristo. Hay que ser
portadores de Cristo. Y para ello, la vía fundamental es la oración, que es el puente para
el encuentro con el Señor. La plenitud del encuentro se da en la Eucaristía “fuente y
culmen de la vida cristiana” (LG 11).
En la misión hay momentos difíciles que toca afrontar, pero no hay que darse por
vencidos, es necesario fortalecerse en el Espíritu y continuar evangelizando. La Buena
noticia que se predica es Cristo resucitado. Y todo aquel que lo reciba en su vida
acogiendo el mensaje debe dejarse llevar por su Espíritu y vivir sus mandamientos.
La misión es para todos los cristianos no solamente para unos pocos; todos debemos
por tanto ser comprometidos en la acción misionera de la Iglesia. debemos estar
abiertos a dar, pero también a recibir. Alí está la riqueza de la evangelización. Así se
puede crecer entre todos en la fe.
El tener a Cristo cambia radicalmente la vida de todo ser humanos. Él es la libertad total,
es la máxima plenitud del Amor que dio su vida por la humanidad entera, solo pide de
cada persona la entrega generosa a su persona, a que se lo acoja en cada una de nuestras
vidas. Esta conversión es un Don de Dios, que otorga a cada uno de manera particular.
Pero cada uno somos miembros de una Iglesia Particular y entre todos formamos la
Iglesia universal que camina hacia el encuentro pleno con el Señor.