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LA LEYENDA DEL MAÍZ
También conocida como Quetzalcóatl y el maíz, esta leyenda es de origen azteca
y trata de explicar el surgimiento de uno de los ingredientes primordiales de la comida mexicana: el maíz. En esta historia se considera como producto que surge como resultado de la acción divina. Al mismo tiempo, esta leyenda es ideal para reflexionar con los más pequeños sobre la importancia del esfuerzo y tesón para conseguir cualquier objetivo que nos propongamos en la vida. Cuenta la leyenda que, antes de la llegada del Dios Quetzalcóatl, los aztecas solo se alimentaba de raíces y algún que otro animal que podían cazar. El maíz era un alimento inaccesible porque estaba oculto en un recóndito lugar situado más allá de las montañas. Los antiguos dioses intentaron por todos los modos acceder quitando las montañas del lugar, pero no pudieron conseguirlo. Entonces, los aztecas recurrieron a Quetzalcóatl, quien prometió traer maíz. A diferencia de los dioses, este utilizó su poder para convertirse en una hormiga negra y, acompañado de una hormiga roja, se marchó por las montañas en busca del cereal. El proceso no fue nada fácil y las hormigas tuvieron que esquivar toda clase de obstáculos que lograron superar con valentía. Cuando llegaron a la planta del maíz, tomaron un grano y regresaron al pueblo. Pronto, los aztecas sembraron el maíz y obtuvieron grandes cosechas y, con ellas, aumentaron sus riquezas. Con todos los beneficios, se cuenta, que construyeron grandes ciudades y palacios. Desde aquel momento, el pueblo azteca adora al Dios Quetzalcóatl, quien les trajo el maíz y, con ello, la dicha. 2. LEYENDA DEL HILO ROJO DEL DESTINO Esta conocida leyenda forma parte de la cultura popular china y japonesa y parte de la base de que las personas que están predestinadas están unidas con un hilo rojo. Además, refuerza la idea de la existencia de que todos tenemos un “alma gemela”. Esta historia no solo sirve para hablar del destino, sino de los vínculos que se establecen entre las personas, bien sean de amor, de amistad o compañerismo. Cuenta una antigua leyenda que, hace muchos años, un emperador invitó a una poderosa bruja que tenía la capacidad para ver el hilo rojo del destino. Cuando la hechicera llegó a palacio, el emperador le pidió que siguiera el hilo rojo de su destino y lo condujera hacia la que sería su esposa. La bruja accedió y siguió el hilo, desde el dedo meñique del emperador, que la llevó hacia un mercado. Allí se detuvo frente a una campesina en cuyos brazos sostenía a un bebé. El emperador, enojado, pensó que se trataba de una burla de la bruja e hizo caer a la joven al suelo, provocando que la recién nacida se hiriera la frente. Luego, ordenó que los guardias se llevaran a la bruja y pidió su cabeza. Años después, el emperador decidió casarse con la hija de un poderoso terrateniente a la que no conocía. Durante la ceremonia, al ver por primera vez el rostro de su futura esposa, el emperador observó una cicatriz peculiar en su frente. 3. KAMSHOUT Y EL OTOÑO Esta leyenda de origen argentino sirve para dar una explicación a la transformación de los árboles en las estaciones de otoño y primavera. Pero también puede verse como una reflexión al riesgo que supone la ignorancia, la cual puede ser la madre de los prejuicios hacia lo nuevo o diferente. Hay que valorar otras opciones y no creer solo lo que ya sabemos o creemos saber. También nos habla de la importancia de no burlarse de los demás cuando sus creencias u opiniones no coinciden con las nuestras. En Tierra de Fuego hubo un tiempo en que las hojas de los árboles eran siempre verdes. Un joven que vivía allí, Kamshout, partió a un lugar lejano a hacer un rito de iniciación al llegar a la madurez. Tardó mucho tiempo en volver y el resto de habitantes lo habían dado por muerto. Un día, Kamshout apareció y contó a sus paisanos que venía de un lugar donde los árboles perdían sus hojas en otoño y, en primavera, surgían hojas verdosas. Nadie creyó sus palabras y sus paisanos se burlaron de él. Kamshout, enfadado, se marchó al bosque y desapareció durante un tiempo. Pronto, reapareció convertido en un loro vestido con plumas verdes y rojas. Llegó el otoño y Kamshout tiñó las hojas con sus plumas rojas, estas cayeron al suelo. Los habitantes pensaron que los árboles estaban enfermos y morirían. Kamshout no pudo contener la risa. En primavera surgieron hojas verdosas. Desde entonces, los loros se ríen de los humanos para vengarse de la burla hacia Kamshout, su antepasado 4. LEYENDA DEL OLENTZERO País vasco y Navarra siempre se han caracterizado por ser territorios llenos de leyendas. Esta es siempre un símbolo de la Navidad en estos lugares de España. No se conocen datos exactos del origen de esta leyenda, aunque se cree que procede de Lesaka (Navarra). Lope Isasi, historiador vasco, apuntó a que la palabra Olentzero puede venir del término en euskera onen, que significa "bueno". Unida a la palabra zaro, que quiere decir "época", conforma onenzaro: tiempo de lo bueno. Aunque, este personaje no siempre ha asociado al carácter festivo de Navidad ni a la figura de un carbonero bonachón. Otras historias que surgieron en torno a su figura apuntaban a un hombre que aterrorizaba a los niños a los que amenaza con su hoz si se quedaban despiertos durante la noche. En las montañas de Euskal Herria vivía un hada de pelo rubio y largo que siempre iba acompañada de sus duendecillos de pantalones rojos, los prakagorri. Un día, cerca de un riachuelo, el hada se acercó y vio a un bebé abandonado. Entonces esta le dijo: “Tu nombre será Olentzero, porque es una maravilla haberte encontrado. Te daré los regalos de fuerza, coraje y amor durante tu vida”. Después, el hada llevó al bebé a casa de un matrimonio que no tenía hijos. El Olentzero vivió feliz y aprendió el oficio de su padre: cortador de leña. En la edad adulta, luego de la muerte de sus padres, el Olentzero vivía solo en su casa de las montañas. Los niños del pueblo lo miraban extrañados mientras lo veían recolectar leña. Pasó el tiempo y llegó el invierno más frío hasta entonces. Los habitantes tenían mucho frío, pues no tenían carbón para la chimenea. Entonces, el Olentzero, que no paró de recolectar leña, dejó un saco cargado de leña en cada casa. Al día siguiente, todos los habitantes estaban emocionados. Jamás volvieron a olvidarse de recolectar suficiente leña. Desde entonces, el Olentzero decidió repartir juguetes para niños en lugar de carbón. Así, cada 25 de diciembre, el Olentzero sale de los bosques y reparte la magia por los pueblos de Euskal Herria. 5. LA MARIPOSA AZUL Esta antigua leyenda japonesa contiene una gran lección de vida que ha logrado perdurar gracias al paso de generación en generación. Supone una metáfora sobre el presente y futuro, también sobre la toma de decisiones. Nadie más es responsable de nuestras determinaciones que nosotros mismos, al igual que ocurre con la niña y la mariposa: nosotros decidimos si aplastarla o dejarla libre. De esta forma, nuestro presente y futuro están en nuestras manos. Una antigua leyenda oriental cuenta que, hace mucho tiempo en Japón, vivía un hombre viudo con sus dos hijas. Las muchachas eran muy curiosas e inteligentes y siempre estaban dispuestas a aprender. Continuamente le hacían preguntas a su padre y este trataba siempre de darles respuesta. A medida que pasaba el tiempo, las niñas tenían cada vez más dudas y hacían preguntas más complejas. Incapaz de responder, el padre decidió mandar a sus hijas una temporada con un sabio, un antiguo maestro que vivía en la colina. Enseguida, las niñas quisieron hacerle todo tipo de preguntas. El sabio siempre respondía todas las cuestiones. Pronto, las niñas decidieron buscar una pregunta para la que el maestro no tuviera respuesta. Así, la mayor decidió salir al campo y atrapó una mariposa, después, le explicó a su hermana el plan: “Mañana, mientras sostengo la mariposa azul en mis manos, le preguntarás al sabio si está viva o muerta. Si dice que está viva, la aplastaré y la mataré. En cambio, si responde que está muerta, la liberaré. De esta forma, sea cual sea su respuesta, siempre será incorrecta”. Al día siguiente, cuando le preguntaron al sabio si la mariposa estaba viva o muerta, deseando que cayera en su trampa, este les respondió calmado: “Depende de ti, ella está en tus manos”.