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LA «HEREJÍA»

DEL AMOR
PROPIO
El gozo de abrazar la «herejía» de la
autoaceptación

J.P. Martínez
La «herejía» del amor propio. El gozo de
abrazar la «herejía» de la autoaceptación. Copyright
© 2023 Juan Paulo Martínez Menchaca, también
conocido como J.P. Martínez.

Todos los derechos reservados. Ninguna


porción de este libro podrá ser reproducida,
almacenada, en algún sistema de recuperación, o
transmitida en cualquier forma o por cualquier medio
–mecánicos, fotocopias, grabación u otros- excepto por
citas breves en revistas impresas, sin la autorización
previa por escrito del autor.

ISBN: 9798869929716

Diseño de portada: J. P. Martínez.

Texto Bíblico tomado de Reina Valera 1960 ©


Sociedades Bíblicas en América Latina. Renovado 1988
Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
Texto Bíblico tomado de la Santa Biblia Nueva
Versión Internacional ©. 1999 por la Sociedad Bíblica
Internacional. Usado con permiso.
Texto Bíblico tomado de la Nueva Biblia de las
Américas (NBLA), Copyright © 2005 por The Lockman
Foundation. Usada con permiso.
www.NuevaBiblia.com.
Texto Bíblico tomado de la Santa Biblia, Nueva
Traducción Viviente © Tyndale House. Foundation,
2010. Usado con permiso de Tyndale House Publishers,
Inc. 351 Dr. Carol Stream, IL 60188, Estados Unidos de
América. Todos los derechos reservados.

2
INDICE.

Introducción, 5
Eres amado, 10
Sé paciente contigo mismo, 13
Perdónate, 16
A veces la fe falla, 19
Eres inocente, 22
Lo que tienes es hoy, 27
Camina, 30
Admite que no puedes cambiar a otros, 34
Tienes derecho a cambiar de opinión, 38
Puedes con esto, 43
Escucha las críticas que te ayudan a
crecer, 47
Tienes derecho a expresar tu opinión, 51
No dependas de la aceptación ajena, 55
Está bien no estar bien, 59

3
No siempre debes ser comprensivo y
sensible, 63
Mereces ser feliz, 67
Conclusión, 71
Acerca del autor.

4
INTRODUCCIÓN.

Este libro está dirigido a personas


dentro de la comunidad cristiana que han
atravesado por ansiedad y depresión, y que
también han sufrido algún tipo de abuso
eclesiástico.
Hace varios años un grupo de
pastores y líderes religiosos se pusieron de
acuerdo para destruir mi reputación y mi
formación teológica. Acababa yo de llegar a
la iglesia cristiana con un deseo muy fuerte
de convertirme en pastor. No lo vi venir y
«me sacaron de la jugada» por varios años.
Fue muy doloroso y me tomó mucho
tiempo sanar el daño espiritual que me
causaron. Yo hubiera querido que un libro
como el que ahora tienes en tus manos
hubiera llegado a mi vida en aquellos días.
Este libro está escrito para ayudarte a
recuperar el amor por ti mismo. Para darte
una perspectiva diferente a aquella que la fe
tóxica ha presentado a muchos creyentes,
distorsionado su valor personal y sus
derechos como seres humanos creados a
5
imagen y semejanza de Dios.
Por ende, un libro como este
molestará al espíritu religioso de nuestra
era. Podrá decirse del autor y su obra que
esto es «humanismo» o «psicología
barata». Yo no soy psicólogo ni me
considero un humanista, excepto solo en lo
que respecta a mi interés por la afirmación
de la libertad y el valor del ser humano.
Por otro lado, hay que comprender
que este no es un manual de disciplina
eclesiástica. Es un espacio para que puedas
abrirte paso de forma personal entre las
emociones y experiencias complicadas que
puedas haber atravesado o estés viviendo
ahora mismo.
Por ejemplo, una de las reflexiones
aquí es que no puedes cambiar a otros. Que
debes darle espacio a la gente para que viva
sus propios procesos. Sin embargo, en la
vida de la iglesia los procesos de disciplina
exigen que la gente sea llamada a rendir
cuentas.
De lo que yo estoy hablando en este
libro es de la más sana comprensión que
6
puedas llegar a tener de ti mismo y de tus
relaciones interpersonales. No estoy
tratando de lo que la iglesia debe hacer para
resolver un caso de disciplina a un nivel
congregacional.
También hay que subrayar que no
entiendo la autoaceptación -término
horroroso para muchos creyentes gestores
de los ambientes tóxico-religiosos- como
«vivir como a uno le dé la gana». Por el
contrario, creo firmemente en el cambio
que Dios puede realizar en una persona
para bien. Pero también creo que en este
proceso de cambiar es necesario aceptar
quién eres, con tus debilidades y
fortalezas, tus aptitudes y tus áreas de
oportunidad.
Muchas veces podemos confundir lo
que uno es como individuo, con lo que está
mal. Por ejemplo, se tiende a celebrar
socialmente al extrovertido, al que sabe
comunicarse y al que siempre está
sonriendo, y se estigmatiza la seriedad y la
falta de entusiasmo por lo social en los
demás. No es que el introvertido esté mal y
deba de ser «exorcizado» de su tendencia al
7
recogimiento. Simplemente, así es.
Aquí aprenderás que sentirte
incómodo con el abuso es parte de un
sentido de protección que va creciendo
cada vez más, en la medida que te aceptas a
ti mismo y antepones tu dignidad como
persona a lo que los demás dicen, esperan
o exigen de ti.
La iglesia tiende a establecer perfiles
de cómo se debe ver un verdadero cristiano.
Pero este molde se puede convertir en una
prisión que evite que la gente sea lo que es,
comience a maquillarse para encajar o se
vaya. La autoaceptación te puede liberar de
toda esta carga. No tienes que maquillarte
para ser aceptado. Debes reconocer quién
eres, abrazarte y dedicarte a Dios desde
donde estás. El obrará en ti.
Las personas heridas hallarán en las
siguientes páginas un bálsamo útil en su
camino hacia su sanación. Eso es lo que me
importa.
Sugiero que leas varias veces cada
sección. Subráyalo. Medita en las frases y
las ideas. Puedes abrir este libro en donde
8
tú quieras. Por la mañana o antes de
dormir. Cada apartado es una unidad en sí
misma. Y aunque todo está conectado por
un hilo general, puedes sacar provecho
también de una lectura aleator ia.
La censura de la fe tóxica hacia esta
obra es lo de menos.
Lo que me importa eres tú.

J.P. Martínez.
Diciembre de 2023.

9
ERES AMADO.

Si tú fueras un edificio, yo buscaría el


amor en tus cimientos. Porque el amor está
en la base de toda tu personalidad.
Muchas de las crisis por las que
atravesamos tienen su raíz en la falta de
amor; en la ausencia de bondad, cariño y
comprensión que una persona ha padecido
a lo largo de su vida.
He hablado con gente que tiene
mucho miedo y preocupación, o que piensa
de sí misma como si fuera una basura.
Creen que lo que dicen o hacen es inútil.
Que ya no hay nada para ellos en este
mundo. Algunos incluso conocen muy bien
la Biblia. Y en todos los casos, preguntando
un poco, me he encontrado de trasfondo
relaciones familiares rotas, y abusos físicos,
psicológicos y espirituales de parte de
familiares y también de líderes
eclesiásticos.
A no sentirse amado también se
10
aprende.
Se aprende cuando te invisibilizan, te
humillan o te ridiculizan, directa o
indirectamente, con comentarios hirientes
o invalidantes. A veces un gesto basta para
que la desaprobación hacia quién eres se
transmita con toda su fuerza, así estés
celebrando el mayor de tus logros
personales.
Yo comencé a darme cuenta de todo
esto hace años, cuando ya no tuve nada más
con que distraerme. Ni la religión, ni el
trabajo ni el entretenimiento pudieron
evitar que me encontrara en la más
profunda soledad.
Según yo, no pasaba nada. Todo
estaba en orden.
Pero el vacío estaba allí. Un vacío de
amor. De amor hacia mí mismo. De la
conciencia del amor de Dios.
La voz de mi conciencia era la voz de
un verdugo. De un acusador.
Mi religiosidad confirmaba mi
culpabilidad. Los maestros cristianos que
11
escuchaba también.
Pero entonces descubrí que era
amado independientemente de cualquier
cosa que yo hubiera dicho, hecho u omitido.
Y de cualquier cosa que otros me dijeran al
respecto. El amor era incondicional.
Eres amado incondicionalmente por
Dios.
Por muy roto o sucio que estés. O por
muy culpable que te sientas.
Eres amado sin condiciones.
Acepta ese amor por la fe.
Suelta la cuerda del esfuerzo personal
a la que te estás aferrando para merecer
algo.
No hace falta que hagas nada para ser
amado, sino solo abrir tus brazos a este
amor incondicional.

Nosotros le amamos a él,


porque él nos amó primero.
1 Juan 4:19 (RV60).
12
SÉ PACIENTE CONTIGO MISMO.

La regla general es que el juez más


duro de todo el mundo seas tú mismo.
«¿Cómo es que cometí este error?
¿Qué clase de persona soy al haber
permitido esto? ¡La gente tiene razón al
rechazarme y odiarme!»
Cuida tu diálogo interior.
Lo que te dices a ti mismo es más
importante que lo que te dice cualquier otra
persona en el mundo.
Recuerda que ninguna persona a tu
alrededor es un proyecto terminado.
Aunque parezca que sí.
Todos estamos cambiando. Tratando
nuevas cosas. Tomando decisiones.
Tu vida es un constante proceso de
cambios. Algunos muy pequeños y otros
más grandes.
¿Por qué si eres capaz de tener
paciencia con tu prójimo no te tienes
paciencia contigo mismo? ¿Acaso cuando
13
la gente que amas comete un error corres a
fustigarla y a decirle que todo lo que ha
hecho no sirve para nada? Si lo piensas,
quizá esa consideración que tienes con los
demás nunca la has aplicado hacia ti
mismo.
Todos se pueden equivocar, menos
tú.
Todos pueden cambiar de opinión,
menos tú.
Todos pueden empezar de nuevo,
menos tú.
Puede ser incluso que esa voz
acusadora que traes dentro de ti no sea ni
siquiera tu voz, sino la voz de tus padres o
de tus peores críticos. Simplemente
decidiste dejar a los demás que definieran
quién eras.
Tus padres y amigos pudieron haber
tenido las mejores intenciones contigo.
Pero eso no significa que sus limitaciones
no te hayan afectado al hacerles decir cosas
sobre tu persona que no eran ciertas o que
eran muy imprecisas, y cargadas por el
sesgo de sus propias experiencias; que eran
14
sus perspectivas de la vida. Incluso, sus
propios traumas y necesidades. Ámalos,
pero acepta sus limitaciones. Porque no
todos amamos de la misma forma.
Sé paciente contigo mismo.
Tú no eres Dios para juzgarte.
Solo Dios es juez.
Y la paciencia de Dios, el juez del
universo, es suficiente para darte tiempo
para avanzar.

Pero precisamente por esto se


me tuvo misericordia, para que en
mí, el peor de los pecadores, Cristo
Jesús mostrara su infinita paciencia
como ejemplo para los que habrían
de creer en él para obtener vida
eterna.
1 Timoteo 1:16 (NVI).

15
PERDÓNATE.

Escuché esta frase hace algún


tiempo: «Perdónate por no saber lo que no
sabías antes de aprenderlo». La oí en un
momento de gran necesidad. Me sentía
muy atormentado y perseguido por mis
propios pensamientos. Entonces aprendí a
perdonarme.
La persona que fuiste ayer no es
exactamente la persona que eres hoy.
Si pudieras viajar al pasado y cambiar
eso que ahora lamentas, sé que lo harías.
Pero no se puede.
Aceptarlo es el primer paso hacia la
libertad.
En el pasado hiciste lo mejor que
podías hacer según lo mejor que sabías
hacer.
No juzgues a la persona que fuiste
según tu crecimiento actual. Porque ese
que fuiste no sabía lo que sabe la persona
que eres hoy.
16
Perdónate.
A veces el daño que hicimos se puede
reparar de algún modo. Otras veces no.
Y cuando no puedas reparar el daño,
tan importante es pedir perdón a los demás
como perdonarte a ti mismo.
Considera esto: tu sensación de
culpabilidad puede ser algo a lo que te estés
aferrando inconscientemente. Como una
penitencia. Pero debes saber que el
autocastigo carece de utilidad alguna.
El autocastigo no cambia las cosas.
El autocastigo no impresiona a Dios.
El autocastigo no es la voluntad de
Dios para tu vida.
Pero sí puedes hacer algo: Dar
pequeños pasos día a día para ser una
persona diferente.
Elegir no odiar, no lastimar y no
angustiar la vida del prójimo. Tampoco la
tuya.
La energía que estás invirtiendo en
atribular tu conciencia es la misma energía
17
que necesitas para ser un mejor ser
humano.
No desperdicies tu tiempo y energía.
Perdónate.
Acepta tu realidad y comienza a
transformarla, paso a paso, un poco más,
cada nuevo día que salga el sol.
Tal vez la sociedad no te perdone. La
Iglesia no te perdone. Los vecinos no te
perdonen. La familia no te perdone.
Pero Dios te perdona para que sigas
adelante, en su amor incondicional.

Por lo tanto, ya no hay


condenación para los que
pertenecen a Cristo Jesús.
Romanos 8:1 (NTV).

18
A VECES LA FE FALLA.

La fe no es algo lineal.
La fe no siempre es fuerte.
La fe a veces cede a la duda y al
desaliento.
Cuando te falle la fe recuerda que no
todos los días serán iguales.
Hoy puedes estar abatido, dudando
de las promesas de Dios. En una queja de
tristeza o enojo. Pero mañana será
diferente.
El salmista un día decía: «Dios me
librará porque lo amo» y al otro clamaba:
«Dios mío, ¿Por qué me abandonas?». La
fe no puede madurar sin ser probada, y en
la prueba habremos de fluctuar en
ocasiones, según vamos aprendiendo a
confiar mejor.
Conocí maestros cristianos que
creían que la falta de fe en medio de un
problema indicaba que una persona no era
19
cristiana. Conozco numerosos casos de
creyentes que abandonaron la iglesia por
este tipo de enseñanza contra la realidad.
Porque no solo estaban batallando,
intentando comprender lo que les pasaba
en sus vidas, sino que además tenían a estos
maestros y pastores apuntándoles con el
dedo, acusándoles y sugiriendo que
estaban bajo condenación.
La fe no es una competencia para ver
quién aguanta más.
La fe es la confianza que tenemos en
que Dios obrará a nuestro favor,
cualquiera que sea la circunstancia que
enfrentemos.
Si te falta fe y si sientes que no confías
lo suficiente, debes saber que Dios
comprende por lo que estás atravesando.
No es fácil. Pero Dios jamás te rechazará
por eso.
En la familia de Dios caben los que
nunca dudan –aunque no he conocido a
ninguno hasta hoy- y también los que
tienen muchas inquietudes. La salvación
de una persona no depende del esfuerzo
20
personal por jamás dejar de confiar, sino
del acto mediante el cual Dios nos aparta
para sí cuando confiamos en Jesús para
vida eterna.
¿Pero qué pasa si ya no confías en
Jesús como antes? ¿Qué pasa si dudas de
Dios? Dios te sigue amando y guardando
eternamente. Considera este amor
incondicional -el amor de un padre por su
hijo al que no abandonará pase lo que pase-
para que puedas abrirte de nuevo a la luz de
su promesa.
A veces la fe falla. Pero Dios nunca. Él
te sostendrá. Búscalo. Está aquí.

Los apóstoles le dijeron al


Señor:
—Muéstranos cómo aumentar
nuestra fe.
Lucas 17:5 (NTV)

21
ERES INOCENTE.

Entiende esto lo más rápido posible:


la culpabilidad por sí sola no te permitirá
avanzar ni crecer. Hará que te estanques y
que tus días, por muy felices que pudieran
parecer, estén manchados con tonos grises.
Estarás atrapado en terrenos
empantanados con poca movilidad
espiritual y moral.
La persona más interesada en que te
sientas culpable es Satanás. No es
casualidad que uno de sus nombres sea «El
acusador». La culpa te debilitará para
amar, para reír y para ser tú mismo. Te
robará la paz y la libertad.
Hay gente en las iglesias que piensa
que la culpa es muy buena, y que tratar de
quitarla en la vida de una persona es un
grave error. Creen que todo esto de revisar
la culpa es un engaño de la psicología para
mantener a la gente alejada de Dios.
Algunos teólogos han dicho que la
culpa es el presupuesto necesario para que
Dios salve a una persona del infierno. Y que
22
si alguien no siente pesar y lamento por sus
pecados entonces no está listo para ser
salvado por Jesús.
La culpa es un sentimiento o emoción
que experimentamos cuando creemos que
hemos hecho algo indebido. La culpa es útil
cuando te permite rectificar tu camino
(pedir perdón o abandonar cierto curso de
acción equivocado), pero es fútil cuando se
reduce a una sensación de opresión que
cargamos a cuestas a pesar de haber
hecho lo que estaba en nuestras manos
para resolver aquello que la causó.
Si no identificas qué clase de culpa
estás sintiendo se puede volver crónica. Y si
eres de los que tiene una conciencia muy
sensible, hallarás en cada esquina una
razón para sentir culpa y pedir perdón por
cosas irrelevantes.
Los ministerios religiosos abusivos
son expertos en explotar la culpa de la
gente. Es el medio de control favorito de los
líderes cristianos enfermos. Así que debes
estar seguro de tu inocencia delante de
Dios.

23
¿Cómo puedes estar seguro de tu
inocencia?
Eres inocente desde el momento en
que Cristo pagó por ti.
Eres inocente desde el momento en
que tus pecados fueron borrados para
siempre por la obra de Jesús en la cruz.
Eres inocente delante de Dios cuando
has llevado ante él todo lo que te atormenta
y que no puedes controlar.
La culpa te llevará, o bien, a querer
controlar todo a tu alrededor, o bien, a
escapar. Pero no te apresures. Porque no
importa qué tantas cosas hagas para
enmendarte o acallar tu sentimiento, si
antes no entiendes que, en primer lugar,
Dios te ha perdonado totalmente cuando
pediste su perdón.
Repito, Dios te ha perdonado
totalmente.
Recibe hoy este perdón.
En su corte celestial ya no hay
ninguna condenación para ti, si puedes
creer.
24
«Pero no puedo perdonarme lo que
hice en el pasado» -puedes pensar. «Y la
gente no me perdona tampoco».
Pero Dios sí.
Eres inocente también de todas las
cosas que no pudiste controlar. Quizá
enfermaste. Tal vez te quedaste sin empleo,
estuviste involucrado en un accidente o te
abandonó tu pareja. A veces nuestra
responsabilidad es evidente, pero otras no
tanto. Y en muchas otras ocasiones han
sido las circunstancias.
No busques culpables.
Hay inocencia total ante toda duda en
la cruz de Jesús.
Desde esta inocencia comienza a
construir hoy un nuevo futuro.

Llevó nuestros pecados tan


lejos de nosotros
como está el oriente del occidente.
Salmo 103:12 (NTV)

25
26
LO QUE TIENES ES HOY.

Cada mañana, al abrir los ojos,


empieza lo único de lo que dispones: un
nuevo día.
Las personas que han acuñado la
frase «Un día a la vez» tienen una filosofía
muy realista.
Puedes intentarlo hoy. Mañana, no
sabes. Pero hoy sí.
Agradece el día de hoy.
Abraza hoy.
Besa hoy.
Bendice hoy.
Perdona hoy.
Mucha gente está esperando un
diagnóstico, una notificación legal, la
llegada de algún evento o persona, o ciertas
condiciones ideales –un milagro, tal vez-
para permitirse disfrutar el día que les ha
sido dado por Dios.
No hagas eso. No postergues vivir
27
este día de la forma más completa posible
poniendo en pausa tu felicidad.
No acostumbro a ver noticias porque
están llenas de tragedias. De muertes, por
ejemplo, de gente joven, rica y hermosa. O
de personas que tenían un gran futuro
profetizado por los medios. También hay
muchas pérdidas humanas por las guerras.
Pero rescato en todos estos casos este
principio: Muchos de ellos no esperaban
partir. Tenían planes y muchas
preocupaciones. Pero entonces todas las
citas, compromisos y todos los escenarios
que imaginaron, buenos o malos, se
cancelaron en un instante.
Es bueno tener proyectos para
mañana. Esperar el milagro, la promoción
y el logro del esfuerzo. Pero no contengas el
aliento hasta que esas cosas lleguen,
porque todo lo que tienes es hoy.
Cada mañana hay suficiente gracia
y misericordia de Dios para ese día. Para
el día de hoy.
No intentes guardar una reserva de
misericordia para mañana.
28
Dios derrama gracia para cada día.
Lo que necesitas para hacer ahora
mismo su voluntad te ha sido dado hoy.
Lo que necesites para mañana,
mañana te será dado.
Y esa gracia nadie te la puede robar.
Solo tú puedes dejar de apreciarla viviendo
en el pasado, sintiendo culpa, o viviendo en
el futuro, sufriendo ansiedad.
Todo lo que tienes es hoy.
¡Vívelo!

Por lo tanto, no se preocupen


por el mañana, el cual tendrá sus
propios afanes. Cada día tiene ya sus
problemas.
Mateo 6:34 (NVI).

29
CAMINA.

Tu cuerpo necesita liberar


tensión cada día, oxigenarse y tener la
energía que favorezca sus propios procesos
de sanidad.
Fíjate en estos diez beneficios de
caminar diariamente, cuando menos 30
minutos:
1. Mejora la salud cardiovascular.
Caminar ayuda a fortalecer el
corazón y los pulmones, lo que
reduce el riesgo de enfermedades
cardíacas, accidentes
cerebrovasculares y otros problemas
de salud.
2. Ayuda a perder peso o mantener un
peso saludable. Caminar puede
ayudar a quemar calorías y reducir la
grasa corporal.
3. Mejora la fuerza muscular y la
flexibilidad. Caminar ayuda a
fortalecer los músculos de las
piernas, los glúteos y el core.
30
También ayuda a mejorar la
flexibilidad.
4. Reduce el riesgo de osteoporosis.
Caminar ayuda a mantener los
huesos fuertes y saludables.
5. Mejora el equilibrio y la
coordinación. Caminar puede
reducir el riesgo de caídas.
6. Reduce el estrés y la ansiedad.
Caminar es una buena forma de
ayudar a tu organismo a superar más
rápidamente momentos difíciles en
tu salud mental.
7. Mejora el estado de ánimo y la
autoestima. Caminar estimula el
correcto funcionamiento de tus
neurotransmisores, y te permite
meditar y ver las cosas de una mejor
manera.
8. Promueve el sueño. ¿Tienes
problemas para dormir? Caminar
puede ayudar a mejorar la calidad del
sueño.

31
9. Aumenta la esperanza de vida. Las
personas que caminan regularmente
evitan o retrasan varios problemas de
salud importantes.
10. Es una actividad gratuita y
accesible. Caminar no requiere
ningún equipo especial y se puede
realizar en cualquier lugar.
Mi propia vida cambió dramáticamente
cuando comencé a caminar hace años.
Ahora es un hábito.
Pero comencé caminando 15 minutos
tres días a la semana. Por mucho tiempo.
Hasta que aumenté la rutina.
Camina.
Busca un parque cerca de tu casa.
Llévate tu podcast o música favorita.
Observa el paisaje.
Respira.
Quiérete.

32
Los cielos cuentan la gloria de
Dios, Y el firmamento anuncia la
obra de sus manos.
Salmo 19:1 (RV60)

33
ADMITE QUE NO PUEDES
CAMBIAR A OTROS.

La aceptación libera.
Tú tienes el poder de ser diferente,
pero no puedes hacer que otra persona lo
sea.
No puedes obligar a nadie a que te
ame.
No puedes obligar a otro a que te
perdone, te acepte y se alegre por tus logros
o manera de pensar. No importa cuánto lo
intentes. La gente es como es.
Si continúas esperando que los
demás cambien para ser feliz,
desperdiciarás tu tiempo.
Dale espacio al otro para que siga su
propio proceso. Y no permitas que estorben
el tuyo.
No solo no puedes cambiar a otro,
sino que el otro no puede forzarte a cambiar
a ti. Pero lo intentará. A veces con las
mejores intenciones y otras ocasiones con
34
el fin de manipularte.
No permitas que nadie escriba tu
propia historia por ti, y no intentes
escribir la historia de vida de los demás: ya
sean tus hijos, tus padres, hermanos,
amigos o vecinos.
No pelees. Influye.
Cuando una persona se siente
aceptada es más fácil que escuche.
La aceptación es el principio del
cambio.
Si alguien te está haciendo daño con
sus actitudes tienes dos opciones: la
primera es hablar con esa persona. Hacerle
saber lo que te molesta o inquieta. Tal vez
puedan ponerse de acuerdo estableciendo
límites saludables en su relación. La
segunda es la distancia. Puede ser doloroso,
pero necesario. Es la alternativa cuando ya
no hay forma de que el otro comprenda que
nos está lastimando. Un saludo civilizado.
Los mejores deseos y la oración para que le
vaya bien. Y sigues adelante.

35
No tienes porqué soportar malos
tratos cuando estás dando lo mejor de ti.
En la iglesia algunos intentan generar
el cambio por métodos humanos:
Emocionalismo, manipulación, amenazas y
chantaje emocional. Pero esos cambios no
duran. El cambio genuino en una persona
solo proviene del encuentro de cada uno
consigo mismo y con Dios. Este libro
intenta ayudarte a comprender este
proceso.
Admite que no puedes cambiar al
otro.
A veces tu amor no alcanzará para
cambiar a los demás. No te sientas mal
cuando eso pase. Hiciste lo mejor que
podías.
Que no tengas el poder ni la
responsabilidad de cambiar a la gente es
una bendición. Porque esa tarea es tan dura
y complicada que solo Dios tiene potestad
de realizarla.

36
Si es posible, en cuanto dependa de
vosotros, estad en paz con todos los
hombres.
Romanos 12:18 (RV60).

37
TIENES DERECHO A
CAMBIAR DE OPINIÓN.

Eres libre de crear tu propio camino y


también eres responsable por ello.
Si te comparas con la persona que
eras hace cinco o diez años es muy probable
que notes lo mucho que has cambiado en
algunas áreas de tu vida.
El cambio es uno de los derechos que
posees como ser humano en crecimiento.
Tu cuerpo crece y cambia. ¿Quién dijo que
tu pensamiento, tu espíritu y tu alma no lo
hacen?
Después de Dios, nadie te conoce
mejor que tú mismo. Es mentira que hay
alguien sobre la tierra que te conozca
mejor. Lo creerán, pero no es así. Tú estás
contigo mismo 24/7. Tú eres el que sientes
la alegría, la emoción, la preocupación y la
tristeza. Tú eres el que carga y el que suelta,
el que decide y el que tiene que
experimentar el efecto de sus propias
decisiones.

38
Tus decisiones pueden afectar a los
demás, y las decisiones de otros pueden
afectarte a ti. Pero la responsabilidad final
es de cada uno. Cada cual decide hasta qué
punto seguirá permitiendo que las
decisiones ajenas sigan determinando su
destino. La culpa que le podamos echar a
otros tiene fecha de caducidad.
Tienes derecho a cambiar de opinión,
las veces que tú quieras.
Cada cambio de opinión en tu vida
trae sus consecuencias, buenas y no tanto,
y tienes que estar dispuesto a responder
ante ellas. Por eso, cuando lo hagas,
procura estar consciente de que tú caminas
por donde lo consideras mejor y que un
cambio de ruta es lo mejor que puedes
hacer.
Los cambios de opinión no son
populares entre creyentes. Se nos ha
enseñado que Dios no cambia, y que, por
tanto, nosotros tampoco debemos hacerlo.
Pero hay una pequeña gran diferencia entre
Dios y nosotros: Él es perfecto y no
necesita cambiar, pero tú y yo somos

39
imperfectos y necesitamos hacerlo si
queremos participar de la transformación
en nuestra vida.
En la iglesia a veces el cambio se
siente como una amenaza. Está bien. Si la
iglesia no quiere cambiar sus razones
tendrá. Pero tú debes comprender que
cambiar de opinión, aún contra el consenso
de otros, no es necesariamente malo.
Conozco casos de creyentes que salieron de
comunidades religiosas abusivas el día que
se permitieron pensar distinto. Las
preguntas que motivaron esto fueron:
¿Esto es correcto?
¿Es bueno para mi vida?
¿Me ayuda a ser mejor persona?
¿Me da paz?
¿Es digno?
¿Es verdadero?
También debes saber que al cambiar
de opinión habrá gente que no estará
contenta contigo. Incluso puede ser que
seas atacado o marginado. Tus amigos
40
quizá te abandonen o simplemente tú
dejarás de verlos. Porque el cambio puede
ser tal, que tus prioridades ahora sean
distintas e incompatibles con el proyecto de
vida de los demás.
Ten respeto por ti mismo y no
marches con la corriente cuando tengas
que cambiar de opinión. Otras personas
vendrán a tu vida a ocupar el lugar de los
que se fueron; gente que estará en sintonía
con tu nueva visión y que compartirá
contigo sus anhelos e intereses.
Pero aprende a distinguir: Hubo una
época en la que yo era una persona muy
agresiva y tóxica. Gente que estimaba se
alejó de mí precisamente por eso. Pero
otros iguales comenzaron a unirse. Los
similares se llaman entre sí. El resultado
fue un «team pesadilla», en el que no cabía
nadie que no se sometiera a nuestra
opinión o se atreviera a desafiarla. Hasta
que un día Dios habló a mi vida y me hizo
ver la realidad. Entonces cambié de opinión
y abandoné ese grupo y lo que
representaba. Me persiguieron un tiempo,
tratándome de traidor a su causa e
41
intentando desmoralizarme con sus
comentarios derogatorios. Pero resistí
considerando la suma importancia que
tenía el responder a mi propia conciencia
delante de Dios.
Fui libre de esas cadenas de opresión
ideológica y espiritual cuando me permití
cambiar de opinión, y se lo permití a los
demás.
Tienes derecho a cambiar de opinión.
Hazlo las veces que sea necesario.

Por último, hermanos, consideren


bien todo lo verdadero, todo lo
respetable, todo lo justo, todo lo
puro, todo lo amable, todo lo digno
de admiración, en fin, todo lo que
sea excelente o merezca elogio.
Filipenses 4:8 (NVI).

42
PUEDES CON ESTO.

Tú estás capacitado para atravesar las


situaciones de la vida en el amor y el poder
de Dios.
«Tú puedes con esto» no es una
negación de la realidad. No se trata de
cerrar los ojos al desafío financiero, de
salud o relacional que tienes enfrente.
Estoy hablando de que cualquiera que sea
la circunstancia puedes hallar la manera
de capitalizarlo a tu favor. De encontrarle
sentido y usarlo para bendecir a otros.
Conozco, por ejemplo, víctimas de
abuso que convirtieron su sufrimiento en
un grupo de apoyo para gente que atravesó
lo mismo. O también padres que perdieron
hijos que canalizaron su dolor hacia un
esfuerzo por crear asociaciones de ayuda,
escribir un libro o simplemente visitar a
otros padres en duelo.
Este mismo libro que tienes en tus
manos es producto de la decisión que tomé
hace años de cambiar el resentimiento y la
amargura que sentía por el abuso y
43
abandono que experimenté, por una
oportunidad para conocerme mejor y
ayudarte a hacer lo mismo.
La decisión es tuya. O conviertes tus
desafíos en una coyuntura para crecer, o los
usas para hundirte y arruinar la vida de los
que te rodean.
Puedes con esto.
Nelson Mandela fue un líder
sudafricano que pasó 27 años en prisión
por su lucha contra el apartheid, un sistema
de segregación racial en Sudáfrica. Después
de su liberación, en lugar de buscar
venganza, trabajó incansablemente para
lograr la reconciliación y la igualdad en su
país. Se convirtió en el primer presidente
de Sudáfrica elegido democráticamente y
en un símbolo de resistencia pacífica y
unidad.
Malala Yousafzai es una activista
paquistaní que sobrevivió a un intento de
asesinato por parte de los talibanes debido
a su defensa de la educación de las niñas en
Pakistán. A raíz de este ataque, en lugar de
silenciarse, Malala redobló sus esfuerzos y
44
se convirtió en una defensora global de la
educación de las niñas y los derechos
humanos. En 2014, se convirtió en la
persona más joven en recibir el Premio
Nobel de la Paz.
Es verdad que no somos los Mandela
ni Malala de hoy, pero ellos un día sí fueron
como nosotros, sin influencia y
enfrentando cosas muy difíciles que
convirtieron en algo para bien.
Tal vez el primer paso que des para
intentar hallar sentido a tu problema sea
muy pequeño. Quizá jamás alcancemos la
fama y la influencia de aquellos grandes
líderes. Pero sí puedes hacer una diferencia
en tu familia, y entre tus amigos y vecinos.
Tu resiliencia puede ser tan
importante para otra persona como un
Nobel de la Paz para alguien más. Tus
decisiones ahora pueden hacer toda la
diferencia para ti y para la gente que te
rodea. Incluso tu decisión de intentarlo
podría tener un alcance generacional. Solo
porque decidiste hallar la manera de
aprender de tu situación y usarla para

45
bendecir a otros.
Recuerda que la misma energía que
necesitas para creer que todo saldrá mal es
la misma energía que necesitas para tener
la esperanza de que todo saldrá bien.
Puedes con esto.
Hay un camino.

Y sabemos que a los que aman


a Dios, todas las cosas les ayudan a
bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados.
Romanos 8:28 (RV60)

46
ESCUCHA LAS CRÍTICAS QUE
TE AYUDAN A CRECER.

No todas las opiniones que los demás


tienen de ti son iguales. Hay básicamente
dos tipos de opiniones: Opiniones
destructivas y opiniones constructivas.
Las opiniones destructivas son
aquellas que están hechas para ofenderte o
dañarte, mientras se habla de tu identidad,
tus valores y tus intereses. El nivel de daño
que puedan causarte las opiniones
destructivas generalmente depende de dos
factores: tu amor propio y la relación que
tengas con esa persona que te está
criticando. Entre menos consciente seas de
tu propio valor y entre más fuerte sea tu
vínculo emocional con tu crítico, más te
dolerá. No es lo mismo que la crítica venga
de tus familiares más cercanos a que sea de
labios de un vecino o compañero de
trabajo.
Por eso es muy importante que
trabajes en ti mismo y que comprendas lo
importante que eres por el solo hecho de
47
existir. Así, cuando llegue la crítica
destructiva podrás gestionar mejor tus
emociones y tomar decisiones más
objetivas.
A menudo, nuestro peor crítico
somos nosotros mismos. Somos inflexibles
y nos autoflagelamos cuando cometemos
un error. También debes cuidarte de ti
mismo y de la forma en que te estás
hablando. Resiste el impulso de
autocensura y sé compasivo contigo
mismo.
Otras veces también los peores
críticos que tenemos son nuestros padres.
Es esta relación la que más influencia tiene
en las primeras etapas de desarrollo.
Cuando eras un niño e ibas creciendo, la
voz de tu madre era la voz de tu conciencia.
Lo que ella te decía y te hacía sentir era toda
la verdad. Por eso, cuando crecemos al lado
de un padre o una madre muy críticos
desarrollamos heridas que nos acompañan
a lo largo de nuestra vida, mientras no las
comencemos a sanar.
Lo que más anhelamos de niños es

48
ser amados por nuestros padres. Si lo que
recibimos de ellos fueron críticas y
exigencias constantes y derogatorias, es
muy probable que hayamos crecido
pensando que siempre nos faltó algo para
merecer ese amor. Nunca alcanzamos el
estándar por más que lo intentamos, y no
merecimos el cariño que necesitábamos.
Hay iglesias que no admiten estos
orígenes de mucha de la ansiedad y
depresión que hay en los cristianos. He
escuchado a pastores decir que la depresión
«es el pecado en tu vida». O un demonio.
Además, muchos sostienen una teología
neopuritana que dice que, ante Dios,
nosotros somos poca cosa o nada, y que
acercarnos a Él es un privilegio de criaturas
viles, sucias y despreciables. Estas iglesias
convierten a Dios en una extensión de
dimensiones monumentales de los padres
que fueron muy severos o emocionalmente
negligentes al tratar a sus hijos.
Deja de escuchar las críticas
destructivas. Eres amado y aceptado por
Dios. Los planes de Él son de bien y no de
mal. Y el amor que te faltó de parte de tus
49
padres encuentra en Dios su plena
realización.
Las críticas constructivas entonces
son aquellas que nacen del amor. De un
interés genuino por solucionar un
problema en tu vida. Buscan que seas mejor
para que te sientas mejor. Que superes los
obstáculos para que seas más feliz y te
sientas más pleno, y que tengas una
comprensión más equilibrada y razonable
de la realidad.
Las críticas constructivas no intentan
cambiar tu identidad ni estorbar tus
sueños, sino darte algunas pautas para que
esa persona que eres y esos proyectos que
atesoras puedan comenzar a tomar forma.
Escucha las críticas que te ayudan a
crecer.

Con amor eterno te he amado;


por eso te he prolongado mi
fidelidad.
Jeremías 31:3 (NVI).

50
TIENES DERECHO A
EXPRESAR TU OPINIÓN.

Lo que tú tienes que decir es muy


importante.
Es importante, principalmente,
porque lo que piensas es parte de tu ser y
dignidad. Tus ideas expresan lo que
sientes, crees y anhelas. Cuando das tu
opinión estás afirmando tu lugar en el
mundo.
Al opinar le haces saber a los demás
que existes. Que no eres invisible. Que tú
también tienes una perspectiva de las cosas
que es útil y provechosa.
La opinión no es un monopolio de los
expertos. Podrás estar, tal vez, equivocado
al opinar sobre un asunto, pero jamás
estarás en un error al expresarte. Es tu
sagrado derecho, tanto si estás de acuerdo
con los demás como si no lo estás.
La gente manipuladora tratará de
silenciarte cuando tu opinión no sirva a sus
propósitos. Así que antes de opinar debes
51
estar muy seguro de que tienes el derecho a
expresar tu opinión. Porque si dudas de
esta prerrogativa que tienes como ser
humano que reflexiona, siente y vive, la
oposición manipuladora podría hacerte
sentir humillado y ridiculizado.
Tienes derecho a expresar tu opinión
de forma civilizada. Tienes derecho a
disentir. Y también tienes derecho a callar
cuando así lo decidas.
Los demás también tienen derecho a
opinar y a no estar de acuerdo contigo.
Tienen derecho a no responderte. Acéptalo
lo más rápido posible para que cuando la
gente muestre su desacuerdo contigo
puedas tomarlo con calma.
Nunca admitas que tu opinión sea
censurada solo porque sí. Aunque hay
espacios y momentos para todo, y la
prudencia al opinar debería de ser algo
propio de cualquier persona civilizada,
aprende a distinguir cuando estás siendo
silenciado sin una razón legítima.
Cuida tus relaciones. Porque una
forma de control sobre tu vida es evitar que
52
digas lo que estás pensando, lo que deseas
y lo que te incomoda. El dicho «Calladito te
ves más bonito» no siempre es aplicable.
Tu opinión es muy importante, pero
no es ley. Y qué bueno que no lo sea. Porque
eso significa que puedes equivocarte y
rectificar. Ninguna de nuestras opiniones
está totalmente completada. Vamos
avanzando hacia una mejor comprensión
de lo que creemos. No te sientas mal por
opinar y descubrir luego que estabas en un
error. Míralo como una oportunidad para
pulir tus convicciones.
Tienes derecho a expresar tu opinión.
Hazlo. Es bueno y necesario. Hazlo con
respeto e intentando que tus palabras
tengan sentido para ti a la luz de lo que
estás observando. También ten la
honorable disposición de responder por lo
que dices. Y aprende a escuchar al otro que
también tiene algo que decir. Las grandes
ideas se hacen acompañar de otras que las
mejoran. Por eso el diálogo es fundamental
para tener libertad.
Tu opinión vale.

53
«Todo me está permitido»,
pero no todo es para mi bien. «Todo
me está permitido», pero no dejaré
que nada me domine.
1 Corintios 6:12 (NVI).

54
NO DEPENDAS DE LA
ACEPTACIÓN AJENA.

Cada pequeño paso que das es


valioso.
Una cita cumplida, un examen
realizado, un día sin tanta ansiedad o
temor, sin adicción, o cualquier cosa que te
hayas propuesto y que te haya costado
realizar, merece celebrarse.
Puede que los demás no lo vean así.
Que eso que conseguiste hacer o no hacer,
sea «pan comido» o una irrelevancia para
otro. Algo consuetudinario. Ten cuidado a
quién le compartes tus alegrías por haber
alcanzado tus metas. Porque pueden
hacerte sentir, con sus comentarios,
muecas o silencios, que tu avance no es
ningún paso significativo.
La gente que padece ansiedad, por
ejemplo, lucha para realizar varias cosas
que a los demás, en general, le resultan
sencillas y normales de hacer, como, por
ejemplo, ir a una cita médica, a un centro
comercial, tomar un corte de cabello o
55
sostener una conversación en medio de una
reunión concurrida. A veces, incluso,
batallan para concluir sus jornadas
laborales.
Las personas no entienden esta lucha
contra la ansiedad. Y por eso, o la ignoran o
la juzgan, o incluso se burlan de ella y los
que la padecen. Por eso es muy importante
que aprendamos a no depender de la
aceptación ajena.
¡Qué maravilloso sería tener la
aprobación de nuestros padres, amigos,
vecinos o colegas en el trabajo! Que se
alegraran con nosotros de aquello que
logramos y que más nos importa. Pero no
siempre será así.
El camino de tu éxito puede ser
solitario.
Ten en cuenta que el mundo está
lleno de rechazados en un inicio, que luego
todos quieren tener en sus vidas cuando
realizan sus sueños y alcanzan posición,
fama o un bienestar destacable. «Yo lo
conozco» «Yo estuve en su vida» dirán.
Cuando muy probablemente no haya sido
56
el caso.
Tienes que creer en ti mismo.
Solo hay dos opiniones que deberías
trabajar cada día: la tuya y la de Dios. La
tuya para tratar de entender mejor quién
eres y adónde vas; y la de Dios para dirigir
este trabajo.
La frase popular «Dios está conmigo
¿quién contra mí?» es cierta. Si tú tienes la
aprobación de Dios realmente no necesitas
ninguna otra.
Tú no eres responsable por la opinión
que los demás tengan de ti. La gente puede
pensar de ti lo que guste y mande. De
hecho, no pocos tratarán de arrastrarte a su
posición con sus comentarios o acciones.
Con agresiones pasivas, manipulación o
envidia.
No le des tu poder a nadie.
Rodéate de personas que te inyecten
energía. Que tengan anhelos como los
tuyos o que compartan contigo la felicidad
por cada escalón que subes. Que sean
capaces de ver algo de lo que tú observas en
57
tus proyectos. Y que al mismo tiempo tú
puedas apoyarlos también a ellos.
Pero si esas personas no aparecen, no
te detengas.
No dependas de la aceptación ajena.
Solo escucha las críticas que te
ayuden a crecer.

El SEÑOR es mi fuerza y mi
escudo; mi corazón en él confía; de
él recibo ayuda. Mi corazón salta de
alegría, y con cánticos le daré
gracias.
Salmo 28:7 (NVI).

58
ESTÁ BIEN NO ESTAR BIEN.

Cada día es diferente.


Un día gris no dura para siempre.
Incluso en esos días hay un poco de luz. La
luz del sol. El reflejo en el vaso de agua con
el que te hidratas. La caricia del viento. La
hoja del árbol que te saluda al pasar o a
través de la ventana.
En ocasiones parece que levantarse
no es una opción. Salir de la cama puede ser
un acto heroico que quizá nadie lo note.
Mientras alguno celebra que alcanzó un
mejor puesto en el trabajo, puede ser que tu
mayor logro sea el haberte puesto de pie.
Felicítate por ello. Cuando todo
parece estar en contra, lograr eso es un
pequeño milagro que te habla de lo fuerte
que eres.
Observa la naturaleza. No es normal
que alguna parte de la creación resista
indefinidamente. El follaje de los árboles
cede al otoño y el verdor del pasto al
59
invierno. Los perros y los gatos se agotan y
se echan. Las matas no dan fruto todo el
año. Las mismísimas rocas se erosionan. Y
aún el sol se esconde para que descanse la
tierra de su calor.
¿Acaso los seres humanos somos
distintos? El cansancio es natural para
aquellos que se esfuerzan; el desgaste,
para aquellos que se ponen en
movimiento.
Está bien no estar bien.
No te condenes si un día no tienes la
energía o el ánimo suficiente para
continuar tu jornada. Tu cuerpo no
necesita un castigo por eso. Necesita
descanso y un momento de paz.
Agradece todo lo que tu cuerpo hace
por ti. Y permítele sanar cuando lo
requiera.
Un día terminaremos nuestra
jornada en esta vida y alguien ocupará
nuestro lugar en el trabajo, en la iglesia y en
cualquier organización a la que estemos
entregando todas nuestras fuerzas.

60
Por eso, detente. Disfruta cada
momento. No te excedas para que puedas
seguir sirviendo como anhelas hacerlo.
Una vez escuché de un misionero que
destruyó su cuerpo en la selva. Predicando,
malpasándose y sometiendo su cuerpo a un
estrés continuo. Su corazón sufrió un
desgaste tal que estuvo a punto de morir.
Cuando se fue de la selva otro ocupó su
lugar. Así de sencillo. Nunca fue
imprescindible. Siempre fue contingente,
por muy buena que fuera su labor.
Solo hay un sitio en donde tu
ausencia se sufre y se sufrirá por muchos
años: tu familia. Para tus hijos no eres
reemplazable, y si hay amor, tampoco para
tu pareja. Piensa en ellos cuando decidas
qué harás con la energía que tienes.
Si ahora no estás bien, no te
atormentes. Es lo que hay. Por hoy.
Mañana será otro día.

61
Él da esfuerzo al cansado, y
multiplica las fuerzas al que no tiene
ningunas
Isaías 40:29 (RV60).

62
NO SIEMPRE DEBES SER
COMPRENSIVO Y SENSIBLE.

Es agradable recibir la aprobación de


los demás. Pero dicha necesidad humana se
puede convertir en un problema cuando
comienzas a desvanecerte como persona
para agradar a otros.
Si para ser aceptado por otros debes
dejar de ser tú mismo, entonces esas
relaciones que tienes con esas personas no
están fundadas en el amor y la amistad,
sino en el interés.
Nunca pagues el precio de renunciar
a tu esencia para ser amado. La gente que
te quiere de verdad te aceptará con tus
virtudes y defectos, lo mismo que tú harás
con ellos.
Es probable que te encuentres en el
camino con gente y situaciones que irán
contra tus principios. O que sencillamente
te hallarán indispuesto por alguna razón.

63
No estás obligado a ser siempre
comprensivo y sensible.
Los manipuladores dentro y fuera de
las iglesias son muy buenos para explotar
tu necesidad de aprobación: haces lo que te
piden, y te dan la mano; no lo haces, y te
condenan o aíslan. Por eso debes aprender
que tienes derecho a no siempre estar
disponible, y a no siempre anteponer las
necesidades ajenas a las tuyas.
Tú tienes la capacidad para distinguir
cuando algo merece tu atención inmediata
o cuando puede esperar. Y también estás
preparado para saber cuándo está en tus
manos ayudar, de qué manera y hasta
dónde.
Hubo una época en la que yo permitía
que en el trabajo se me asignaran todo tipo
de tareas y responsabilidades. Por la
mañana, por la tarde y por la noche, de
lunes a sábado. Y los domingos, en la iglesia
acepté varias actividades ministeriales. No
recuerdo haber dicho alguna vez la palabra
mágica: «No». Quería ser aprobado. Que
me encargaran cosas me hacía sentir

64
importante. No quería desairar a nadie.
Anhelaba ser reconocido. Que alguien me
dijera: «Bien hecho, estoy orgulloso de ti».
¿Qué fue lo que pasó? Colapsé y ya
no pude seguir hasta pasados varios meses
de recuperación. El cuerpo te avisará con
tiempo. Escúchalo.
No siempre debes ser comprensivo y
sensible. Las prioridades de otros no son
necesariamente tus prioridades. Eso lo
decides tú, no alguien más.
Se podría pensar que no ser siempre
comprensivo y sensible es ser egoísta. Pero
la clave está en la palabra «siempre». «No
siempre» no es lo mismo que «nunca». Si
amas a otros estarás disponible para ellos.
Pero «no siempre». De hecho, nadie en el
mundo está «siempre» disponible. Y toda
persona mentalmente sana aceptará este
hecho.
No tengas miedo de no mostrarte
comprensivo y sensible todo el tiempo. A
veces estarás molesto. Otras veces triste,
eufórico o tranquilo. O con mucha
necesidad. Y en todos estos estados tu
65
respuesta a la necesidad ajena no tiene
porqué ser la misma.
Recuerda esto: Tan importante es el
tiempo y las necesidades de los demás,
como las tuyas. Haz de tu salud mental una
prioridad para que estés capacitado para
poner límites sanos en tus relaciones.

Cuando ustedes digan “sí”, que


sea realmente sí; y cuando digan
“no”, que sea no. Cualquier otra
cosa que digan más allá de esto
proviene del maligno.
Mateo 5:37 (NVI).

66
MERECES SER FELIZ.

He dejado esta última meditación


para el final con todo propósito. Porque si
hay algo que se ataca en entornos religiosos
abusivos es el derecho de todo ser humano
a la felicidad y la plenitud.
Hasta la fecha sigo oyendo con
frecuencia de parte de predicadores,
pastores y maestros que los cristianos
«merecemos el infierno», aunque no
seamos enviados allí. Se supone que eso
debería de producir en nosotros
agradecimiento. Porque Dios ha elegido no
enviarnos a las llamas eternas simplemente
porque se le antojó no hacerlo. Como si
fuese un «capricho soberano».
Para comprender debidamente que
mereces ser feliz, primero debes
comprender la paternidad de Dios. Un
padre no evita abusar y humillar a su hijo
solo porque «eligió» arbitrariamente no
hacerlo. No lo hace porque lo ama.
La gracia de Dios es un regalo. Dios
se obsequia a sí mismo por amor a cada uno
67
de sus hijos. Nos da su amor, no a cambio
de algo que podamos darle, sino
gratuitamente.
Aunque podemos decir con seguridad
que Dios espera de nosotros una respuesta
adecuada al amarnos, nunca condiciona su
dádiva y su gracia a dicha respuesta. Es
por eso que cuando hacemos algo indebido,
ese amor de Dios por nosotros sigue
intacto. Lo mismo que el amor de una
madre por un hijo que va preso por algún
crimen. El amor de esa madre, sin
embargo, se queda corto comparado con el
amor que Dios nos tiene.
Dios nos ama con perfección, pero no
nos ama a condición de nuestra perfección.
Solo él es perfecto.
Este amor perfecto que Dios te tiene
a veces se manifiesta en forma de
disciplina. Dios no permitirá que nos
alejemos de él sin hacernos ver nuestro
error. Pero aún esta disciplina se abrirá
paso hasta nuestro corazón, para que
podamos ver la mano de un padre amante
extendiéndose para rescatarnos del mal.

68
Como hijo de Dios mereces ser feliz.
Aunque hay cristianos que creen que no
merecen nada, la realidad es que la misma
Biblia habla de que seremos
recompensados por nuestras obras. Un día,
ante Jesús. Y él se alegrará dándonos lo que
merecemos por haber elegido vivir una vida
de bien, de amor y de paz.
Aquel día será la culminación de la
máxima felicidad que podamos alcanzar.
Mientras tanto, abre tus brazos a lo
que Dios te ofrece, a su bendición diaria,
como un regalo, pero también como un
gesto de su amor ante tu respuesta
afirmativa.
Tus «sí» para Dios no regresarán
vacíos. Tu esfuerzo no es en vano. Lo
mismo tarde que temprano Dios da su
merecido a los que arruinan las vidas de los
demás, como da lo que merecen a los que
plantan una flor en el corazón de sus
prójimos. No te canses de hacer el bien.
Mereces ser feliz. Porque tienes a
Dios de tu lado. Porque siembras amor y
eso cosecharás. Porque perdonas y
69
renuncias al odio. Porque has hecho lo que
está en tus manos para estar en paz con los
demás y contigo mismo.
Porque estás en paz con Dios.
Toma conciencia del derecho que
tienes a ser feliz y disfrutar del fruto de tu
trabajo. Del derecho que tienes a ser
respetado porque respetas a los demás. Del
derecho al respeto a tu integridad física y
espiritual, precisamente, porque la imagen
y semejanza de Dios está en ti.
El derecho a ser feliz está
directamente relacionado con tu dignidad
como ser humano. No permitas que nadie
te arrebate esa dignidad.
Eres suficiente para ser amado y
mereces ser feliz.

El que siembra para el Espíritu,


del Espíritu segará vida eterna.
Gálatas 6:8 (RV60).

70
CONCLUSIÓN.

Te deseo un buen viaje a donde


quiera que vayas.
Regresa a este libro cuantas veces lo
necesites. Aquí estaré contigo, en estas
páginas, para charlar cuando la vida
parezca demasiado.
Lo que te haya pasado ya no existe.
Ahora puedes elegir qué hacer con esas
emociones y cicatrices que te dejó el ayer.
Te invito a convertirlo en abono para
cultivar el jardín de tu corazón.
Trabaja unos metros a la vez. Un
terreno muy grande, lleno de maleza,
piedras y basura, no se limpia en un rato.
Poco a poco podrás ir despejando tu vida de
las cosas que no te suman, para colocar en
su lugar semillas de un fruto diferente.
Brillante. Nutritivo.
Entonces, la próxima vez que el cielo
se nuble y truene anunciando la lluvia, será
motivo de alegría. Porque tu jardín interior
recibirá el agua limpia que necesita para
71
crecer.
Te quiero a la distancia.
Ten fe.
Te admiro. Aunque no te conozco,
admiro tu disposición para aprender a vivir
mejor. Que hayas llegado hasta aquí en este
libro me habla de tu compromiso con tu
propio desarrollo personal.
Nos vemos pronto.

J.P.

72
ACERCA DEL AUTOR.

J. P. Martínez es teólogo y escritor


mexicano. Especialista y posgrado en
Derechos Humanos por la UOC, España,
Maestro en Teología por el MINTS,
EEUU y Licenciado en Derecho por la
UABC, México. Alumno de posgrado en el
Dallas Theological Seminary. Es autor de
Salvos Por Su Sola Gracia (2021) y Creo
(2022), entre otras obras. Es anfitrión en
El Podcast de Romanos 1.16.
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