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1965-07-26. Sent. #115. Jerome Baiman Acker C. The Simulmatics Corporation. CSJ-SCCMT.

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Sala de Casación Civil, Mercantil y del Trabajo

Ponencia del Presidente de la Sala, doctor Carlos Acedo Toro

Vistos. En el juicio del trabajo seguido por el trabajador Jerome Baiman Acker contra la empresa
norteamericana “The Simulmatics Corporation”, la Corte Superior del Trabajo dictó sentencia interlocutoria con
fecha 20 de abril de 1.965, por la cual declaró sin lugar las excepciones dilatorias opuestas, confirmando así la
decisión dictada en la Primera Instancia.

Contra el expresado fallo de la alzada anunció recurso de casación la parte demandada, el cual le fue
admitido únicamente en lo que respecta a la excepción dilatoria contenida en el ordinal primero del artículo 248
del Código de Procedimiento Civil. Es de advertir que la Corte Superior del Trabajo en el auto de admisión dijo
“de inadmisibilidad” en lugar de “dilatoria”, pero ello fue, según lo observa el propio recurrente, un evidente
lapsus, como lo pone de manifiesto la cita misma del artículo referente a las excepciones dilatorias. Dicho
recurso de casación fue formalizado en tiempo hábil sin que hubiera habido impugnación de la contraparte.
Cumplidos los trámites legales y hecha relación de los autos, esta Corte dijo “Vistos” y, en tal virtud, pasa a
continuación a dictar su fallo.

–I–

Con base en el inciso cuarto del artículo 420 del Código de Procedimiento Civil, se denuncia en el
Capítulo II del escrito de formalización, la infracción por la recurrida de los siguientes textos legales: ordinal
primero del artículo 248 y artículo 8 del Código de Procedimiento Civil; artículos 20 y 42 de la Ley del Trabajo,
y 1.133 y 1.159 del Código Civil; 26 del Código Civil; primero de la Ley Orgánica de Tribunales y de
Procedimiento del Trabajo; y 12 y 162 del Código de Procedimiento Civil.

La presunta infracción de todas esas disposiciones legales pretende deducirla el formalizante, del hecho
de haber establecido la sentencia que los Tribunales del Trabajo de Venezuela son los competentes para conocer
del juicio. El formalizante, en cambio, sostiene que el Tribunal por ante el cual se introdujo la demanda carece
de competencia para conocer de la misma en virtud de haber convenido las partes, en el contrato, en someter las
dudas que sobre el mismo surgieran entre ellas a las leyes del Estado de Nueva York de los Estados Unidos de
Norte América, de acuerdo con las cuales se regirán, interpretarán y finiquitarán aquéllas.

A este respecto expresó la recurrida lo siguiente: “De acogerse dicha tesis, el principio de soberanía de la
Nación Venezolana, o sea, la potestad que tiene de administrar justicia por medio de sus Tribunales o todos los
que se encuentren dentro de los límites de su territorio, sea, como dice el Código de Procedimiento Civil,
nacionales o extranjeros, naturales, vecinos, residentes o transeúntes, siempre que dichos Tribunales sean
competentes para el respectivo asunto, dejaría de ser tal, si es que los particulares pueden derogarlo a su
capricho. Además las leyes del trabajo, como lo tiene decidido la jurisprudencia de los Tribunales del Trabajo
en numerosas decisiones, son leyes eminentemente territoriales, es decir, de obligatoria aplicación para los
Jueces en las cuestiones que se susciten entre partes en reclamación de algún derecho con motivo del trabajo o
con ocasión de él”.
En el presente caso se trata de un contrato que, aunque celebrado en el exterior, se ejecutó aquí en
Venezuela, y por ello concluyó la sentencia recurrida que los Tribunales de Venezuela, sí son competentes, y
específicamente lo era el Tribunal de Trabajo ante el cual fue instaurada la demanda.

La Corte observa:

Según la cláusula del contrato invocada por el formalizante, las partes convinieron en someter las dudas
que sobre aquél surgieran, a las leyes del Estado de Nueva York, de acuerdo con las cuales se regirán,
interpretarán y finiquitarán aquéllas. Ahora bien, prescindiendo por un instante de la cuestión de si es aplicable
o no esa cláusula, por tratarse de un contrato de trabajo ejecutado en Venezuela, sobre lo cual volveremos, cabe
observar ante todo que el problema planteado inicialmente como una cuestión de competencia, ha sido
desplazado hacia el de un conflicto de leyes. En realidad, aquí no se trata de saber si las leyes de Venezuela son
las aplicables para regir e interpretar el contrato, o si son las del Estado de Nueva York, sino de determinar si
los Tribunales de aquí tienen competencia o no para el caso, y sobre esto no hay en realidad conflicto ninguno,
pues el contrato en cuestión no parece haber pretendido atribuir jurisdicción a otros Tribunales diferentes a los
que naturalmente les corresponde, y no hay duda de esa competencia territorial natural a quien le toca es a los
Tribunales de Venezuela, donde fueron llevados a cabo todos los actos de ejecución del contrato. La cuestión de
cuáles son las leyes que rigen el contrato de trabajo es otra materia sustancialmente diferente al punto sobre
competencia que es el único que aquí interesa.

Sin embargo, conviene advertir que los argumentos y citas traídos por el formalizante para tratar de
justiciar la aplicación en Venezuela de una legislación extranjera, no cuadran en materia laboral, tratándose de
un contrato de trabajo ejecutado en Venezuela. La protección que la Ley venezolana acuerda al trabajador que
labora dentro de nuestro territorio, no es renunciable, no sólo por ministerio de la Ley del Trabajo sino por
mandato constitucional (artículo 85).

El propio eminente jurista, doctor Herrera Mendoza, en cuya indiscutible autoridad trata vanamente de
apoyarse el formalizante, afirma que “es de orden público el régimen legal de Trabajo” y al enunciar las
Instituciones de riguroso orden público que excluyen la eficacia extraterritorial de leyes de procedencia
extranjera menciona “las leyes sobre accidentes de trabajo y protección social del trabajador”.

Las leyes del trabajo, por ser de orden público, son de naturaleza territorial, aunque aceptándose
conforme a la doctrina generalmente admitida, que ello no excluye la aplicación objetiva de un precepto de la
ley extranjera, si éste otorga al trabajador una protección mayor o menor que la existente en el país.

De lo expuesto resulta que la recurrida procedió correctamente y con sujeción a las leyes y principios del
Derecho, al declarar competentes a los Tribunales de Venezuela para conocer del presente juicio. En tal virtud,
no sólo no infringió, sino que aplicó cabalmente las disposiciones legales denunciadas.

– II –

Se denuncia la infracción del artículo 162 del Código de Procedimiento Civil, alegándose que la
recurrida no contiene decisión expresa con arreglo a la acción deducida, pues no examina el texto de la Cláusula
11 del contrato consignado en autos, en el cual se hace sujeción expresa a la legislación del Estado de Nueva
York.

La Corte observa que tal denuncia es infundada, pues la recurrida sí examinó la cláusula en cuestión,
como aparece del análisis hecho en el Capítulo precedente, si bien llegó a la conclusión de que la cláusula no
podía excluir la competencia que las leyes de Venezuela acuerdan a los Tribunales de este país, en ejercicio de
su soberanía. Es improcedente, por lo tanto, la expresada denuncia.
– III –

Se denuncia nuevamente la infracción de los artículos 8, 12 y 162 del Código de Procedimiento Civil, 20
y 42 de la Ley del Trabajo, y 26, 1.133 y 1.159 del Código Civil. Se fundamenta esta denuncia prácticamente en
las mismas razones que sirvieron de base a la que se hace de esos mismos artículos en el Capítulo I. Se reitera
por tanto, lo allí resuelto, declarándose improcedente la denuncia.

Se denuncia finalmente el falso supuesto de afirmar que la jurisdicción del trabajo es competente para
conocer del presente litigio, cuando todo lo contrario es lo que han pactado el actor y la demandada en este
juicio (Cláusula 11 del contrato). Salta a la vista que lo que se alega no configura lo que la Ley y la doctrina
entienden por falso supuesto. Esta figura consiste en un supuesto de hecho falso o inexacto, sin base en ninguna
prueba. En el presente caso la sentencia no ha atribuido al contrato lo que no dice, sino que afirma que, a pesar
de lo que dice el contrato sobre sumisión a las leyes extranjeras, los tribunales competentes son los de
Venezuela, en aplicación a las leyes de este país y de los principios del Derecho. No existe, pues, el falso
supuesto denunciado. Por lo demás, ni siquiera se mencionó en cuál de los tres casos de falso supuesto
contemplados en el ordinal tercero del artículo 435 es que habría incurrido la sentencia, lo que, como tiene
establecido esta Corte, es de rigor precisar.

En virtud de las razones expuestas, este Supremo Tribunal, administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la Ley, declara sin lugar el presente recurso.

Publíquese y regístrese. Bájese el expediente.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Audiencias de la Sala de Casación Civil, Mercantil y del Trabajo
de la Corte Suprema de Justicia, en Caracas, a los veintiséis días del mes de julio de mil novecientos sesenta y
cinco. Años: 156° de la Independencia y 107° de la Federación.

El Presidente de la Sala y Ponente,


Carlos Acedo Toro.
El Vicepresidente,
R. Rodríguez Méndez.
Los Magistrados,
J.R. Duque Sánchez.
Ignacio Luis Arcaya.
Carlos Trejo Padilla.
El Secretario,
C. Alcalá Erminy.

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