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He Guardado La Fé

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TITULO: HE GUARDADO LA FÉ.

Texto Bíblico: “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano.
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está
guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a
mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:6-8).

INTRODUCCIÓN.

A la vida cristiana se la compara con una caminata porque empieza con un paso de fe,
involucra progreso, exige equilibrio y fuerza. Si no aprendemos a andar, nunca seremos
capaces de correr ni de estar firmes en la batalla.

Hemos sido llamados a un cuerpo; por consiguiente, en la medida en que procuramos andar
en unidad, andamos como es digno del llamamiento que tenemos de Dios.

La Fe es indispensable para nuestra salvación, la biblia enseña que es necesario que el que
se acerca a Dios crea que el existe, que Dios no es un mito, que Dios no es una ilusión, que
Dios no es el fruto de la reflexión humana, ni como algunos pensadores tratan de decir que
no fue Dios quien creo al hombre sino el hombre fue el que creo a Dios.

“Dime en que crees y te diré quién eres” ya que el modo de creer determina nuestro modo
de vivir.

Se necesita tener una plena convicción de fe para afrontar tal situación de angustia y dolor,
y aún muerte, con tantas persecuciones la fe aquí es un estilo y forma de vida, es existir en
completa confianza y seguridad dentro de un orden Divino.

El salmista exclama con tanta seguridad: “Pero de día mandará Jehová su misericordia, Y de
noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al Dios de mi vida” (Salmos 42:8).

DESARROLLO

Aquí el verbo traducido “guardado” no significa esconder, sino guardar o proteger algo.
El hebreo bíblico usa este término por lo menos cuatrocientos setenta veces. Shamar quiere
decir “guardar” y se refiere a atender o cuidar.

“He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel. Jehová es tu guardador;


Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche.
Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma” (Salmos 121:4-7).

“Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a
trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus
hermanos” (Lucas 22:31-32).
De manera que, guardar la fe es permanecer aferrados a las promesas de Dios, aunque
todo parezca lo contrario a lo que se nos ha dicho o prometido; como en el caso de
Abraham, a quien cada día por las circunstancias que se presentaban, teniendo en cuenta la
edad de su esposa y los grandes cambios físicos y hormonales, que le indicaban que las
posibilidades de tener un hijo humanamente ya no eran posible. Pero él no dejó que estas
circunstancias dañaran su fe, sino que se aferró al que le había prometido.

No estamos hablando de una simple creencia que Abraham tenía, estamos hablando de una
convicción, que es mucho más que una simple creencia.

Convicción: Es mucho más fuerte que una simple creencia. Es un convencimiento


irreversible. ¡Es una creencia por la cual estamos dispuestos a darlo todo y hasta nuestra
propia vida!

Esto fue lo que sostuvo al apóstol Pablo en los momentos más difíciles de su vida cristiana y
ministerial, no retrocedió, sino que prosiguió adelante, aun sabiendo lo que le esperaba, porque
estaba seguro del Dios que le había dado la vida, y que era Poderoso para guardar su depósito
sin caída. Por este grado de convicción Pablo dijo lo siguiente:

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o
desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el
tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más
que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte,
ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni
lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo
Jesús Señor nuestro”

Esta es la razón por la que encontramos a muchos hombres en la Biblia, que fueron
capaces de sufrir oprobios, cárceles, maltratos, destierros, azotes y muchos la muerte, ya
que, cuando tu entiendes y comprendes que Jesucristo es la única esperanza que el
hombre tiene de vida eterna en el mundo, y fuera de Él no hay nada más para los seres
humanos, entonces tu fe se convierte en lo más importante y más valioso para ti; y nada ni
nadie te la podrá arrebatar.

“que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de
leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad,
se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.”

Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron


apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá
para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de
los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas
y por las cavernas de la tierra”

El verdadero triunfo de un cristiano está en guardar la fe, porque si una persona lucha
por muchos años en este camino, pero al final pierde su fe, de nada le sirve; ya que, en
este camino las promesas que Dios nos ha dado se reciben es por fe, de manera que
cuando pierdes la fe, junto con ella se va todo lo que antes habías esperado.
Muchos naufragaron de la fe como dice la Biblia, esto nos deja claro, que hay muchos
hombres y mujeres que les hace falta entender quién es el Señor, y vivir más experiencias
con Él, de modo que puedan conocerle mejor, porque esta será la única manera que no
naufraguen en su fe.

“Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se
hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia, manteniendo la fe y buena
conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, de los cuales son
Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar”
(1Timoteo 1:18-20).

Y su palabra carcomerá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto, (Decían que la
resurrección no se iba a efectuar)

Podemos concluir que Himeneo y Alejandro se desviaban de la palabra verdadera de Dios con
vanas palabrería.

Hay un mundo lleno de hombres que creen tener la verdad, y andan por ahí pregonando
mensajes que dicen ellos ser proféticos, pero la Biblia es muy clara en esto.

“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos
como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de
la mañana salga en vuestros corazones”

Tengamos cuidado con nuestra fe y guardémosla, no importa lo que nos toque vivir en
este mundo, nuestra garantía de ver un día al Señor es guardando la fe.

He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me


está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no
sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:7-8).

Guardar la fe es vivir al amparo de Dios, escondidos en Cristo, dependiendo de Él para todo, y


sirviéndole con amor y obediencia. Guardar la fe es pelear la buena batalla, poniendo
nuestras fuerzas en Cristo. Es avanzar cada día en la carrera que tenemos por delante, venga
lo que venga y pase lo que pase, y no dejándose abatir por el enemigo o por los contratiempos
que surjan a nuestro paso.

Es saber que nuestra vida descansa en las manos de Dios y que no depende tanto de lo que
nosotros hagamos, sino de lo que Dios es capaz de hacer por nosotros.

Amados hermanos, la fe es lo único que nos mantiene unidos a Dios, pero cuando esta se
acaba nuestra vida es un naufragio espiritual; porque no hay puerto al cual llegar, no hay
barco que soporte los golpes de las olas del pecado sin sufrir daño, no habrá calma en la
tempestad, y no verás a Cristo caminando sobre las aguas.

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