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TFG Fernandez Martinez Nerea

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UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

FACULTAD DE TRADUCCIÓN Y DOCUMENTACIÓN

GRADO EN TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN

Trabajo de Fin de Grado

Las memorias de Maurice Béjart:


una aproximación a la danza
Traducción comentada y comparación entre versiones

Realizado por: Nerea Fernández Martínez

Dirigido por: Goedele De Sterck

Salamanca, 2012
RESUMEN Y PALABRAS CLAVE

Resumen:

En el presente documento se pretende realizar un acercamiento al mundo de la

danza por medio de la traducción comentada de Un instant dans la vie d’autrui (1979),

las memorias del conocido coreógrafo francés, Maurice Béjart. Se enumeran, por tanto,

las características generales del texto autobiográfico, así como la vida y obra de este

autor.

En la parte central del estudio se aborda la traducción francés-español de cuatro

fragmentos del libro en cuestión, ilustrándola con notas a pie de página en las que se

incluyen explicaciones para las soluciones propuestas.

En una última fase, se realiza una comparación crítica de la versión publicada en

español, que fue traducida en 1982 por la argentina Mirta Arlt, con la traducción

propuesta para este mismo estudio.

Se utilizará todo el material precedente para extraer conclusiones sobre la

utilidad de las notas a pie de página en el ámbito de la traducción didáctica, se valorarán

las capacidades de trabajo de una traductora novel en oposición a una experimentada, y

se hará alusión a aspectos relacionados con la variación lingüística entre ambas

versiones.

Palabras clave:

danza, comparación de traducciones, Maurice Béjart, memorias, Mirta Arlt, texto

autobiográfico, traducción comentada

2
ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN ...................................................................................................... 5

1.1 Motivación............................................................................................................. 5

• Interés por compaginar danza y traducción ................................................ 5

• Importancia de Maurice Béjart: vida y obra............................................... 6

• Contextualización de la obra: Un instant dans la vie d’autrui. Mémoires.. 8

1.2 Planteamiento del trabajo.................................................................................... 9

• Acerca de la obra, el autor y el género textual............................................. 9

• Traducción comentada de tres fragmentos .................................................. 9

• Comparación de esta traducción con la versión publicada: Un instante en

la vida ajena (trad. De Mirta Arlt, editorial Gedisa, 1ª ed. 1982, 280 p.)......... 12

2. PUNTOS DE PARTIDA .......................................................................................... 13

2.1 El texto autobiográfico ....................................................................................... 13

• Características .............................................................................................. 13

• Subtipos ......................................................................................................... 14

• Importancia en España ................................................................................ 15

2.2 La traducción comentada .................................................................................. 16

2.3 Objetivos.............................................................................................................. 17

3. TRADUCCIÓN COMENTADA ............................................................................. 18

3.1 Primer fragmento ............................................................................................... 18

3.2 Segundo fragmento............................................................................................. 28

3.3 Tercer fragmento................................................................................................ 35

3.4 Cuarto fragmento ............................................................................................... 41

3
4. COMPARACIÓN CON LA TRADUCCIÓN PUBLICADA ............................... 44

4.1 Primer fragmento ............................................................................................... 44

4.2 Segundo fragmento............................................................................................. 51

4.3 Tercer fragmento................................................................................................ 60

4.4 Cuarto fragmento ............................................................................................... 64

5. CONCLUSIONES .................................................................................................... 68

6. BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................... 70

7. ANEXOS ................................................................................................................... 75

7.1 Cuatro fragmentos de Un instant dans la vie d’autrui ..................................... 75

4
1. INTRODUCCIÓN

« La danse… un minimum d’explications, un minimum d’anecdotes, et un

maximum de sensations. » Un instant dans la vie d’autrui (1979)

«La danza… un mínimo de explicaciones, un mínimo de anécdotas y un máximo

de sensaciones». Un instante en la vida ajena (Traducción de Nerea Fernández)

«La danza… un mínimo de explicaciones, un mínimo de anécdota, y un máximo

de sensaciones». Un instante en la vida ajena (1982; traducción de Mirta Arlt)

1.1 Motivación

• Interés por compaginar danza y traducción

Son varios los motivos que me han animado a realizar un trabajo de este tipo. Desde

niña me he sentido vinculada con el mundo del baile, particularmente el ballet

clásico. A los seis años asistí a mis primeras clases de danza y desde entonces nunca

he dejado de estar interesada por este ámbito. Pero mi relación con este arte no se

limita a mi propia experiencia como bailarina: a lo largo de estos años y en parte

gracias a Internet, me he podido documentar sobre la cultura y la historia de esta

materia, he conseguido ver a los grandes bailarines del siglo pasado interpretando

todos los clásicos y también he tenido la oportunidad de viajar por Europa para ver

en directo la mayoría de los ballets más conocidos representados por las compañías

más importantes y protagonizados por las estrellas de nuestro siglo, así como los

nuevos trabajos de famosos coreógrafos contemporáneos. Todo esto me ha

proporcionado un conocimiento muy amplio de la materia, lo que evidentemente

resulta muy útil a la hora de traducir documentos relacionados. Además, después de

5
tantos años he conocido a muchos profesionales del sector, tanto profesores, como

coreógrafos y bailarines, por lo que he podido contar con su asesoramiento en caso

de que me surgieran dudas durante la fase de traducción.

• Importancia de Maurice Béjart: vida y obra

Maurice Béjart ha sido uno de los coreógrafos más influyentes del siglo XX. Nació

en Marsella el 1 de enero de 1927 con el nombre de Maurice Berger (más tarde

cambiaría su apellido en homenaje a Molière, tomando el de la mujer de este último

como seudónimo). Béjart comenzó a estudiar ballet clásico después de que un

médico se lo aconsejara para fortalecer su espalda, y tras quedar fascinado por un

espectáculo del coreógrafo y bailarín Serge Lifar, decidió dedicar toda su vida a la

danza.

Su formación comenzó en Marsella y más tarde continuó en las ciudades de Vichy

(bajo la tutela de personalidades como Janine Charrat o Roland Petit), París y

Londres (donde fue estudiante de Vera Volkova, la profesora de la aclamada Margot

Fonteyn) y donde se unió a la Compañía Internacional de Ballet mientras trabajaba

con el Ballet Cullberg y hacía apariciones como invitado en el Ballet Real de

Suecia.

Precisamente durante una gira por Suecia con el Ballet Cullberg descubrió los

recursos de la coreografía expresionista y en Estocolmo creó su primer ballet. Más

tarde, fundaría su propia compañía: los Ballets de l’Étoile, para la cual comenzaría a

hacer nuevas piezas. Su primera obra importante fue «Sinfonía para un hombre

solo» (1955), a la que él mismo consideró su nacimiento como coreógrafo. Tras esta

6
creación, recibió la invitación del director del Teatro Real de la Moneda de Bruselas

para fundar una compañía permanente ligada al mismo. La consecuencia directa de

esto sería la creación del Ballet del Siglo XX, para el cual coreografió muchas de

sus piezas más conocidas, entre las que se encuentran el Bolero de Ravel, el Pájaro

de Fuego y, por supuesto, La Consagración de la Primavera. Durante esta etapa,

Bejárt dejó claro su interés por la enseñanza, al crear la Escuela Mudra en Bruselas

(en 1970, y años después en Dakar), interés que se alargaría en el tiempo hasta la

fundación de la Escuela-taller Rudra en Lausana (1992).

El Ballet del Siglo XX se convirtió en el Béjart Ballet Lausanne después de que

Béjart decidiera reducir el número de componentes de la compañía con el objetivo

de «volver a encontrar la esencia del intérprete». Para esta formación creó diversos

trabajos, como Ring um den Ring, À propos de Shéhérazade y Lumière.

Maurice Béjart ha sido aclamado por el público y la crítica, y prueba de ello son los

numerosos premios recibidos y la gran cantidad de honores que le han sido

concedidos por todo su trabajo, entre los que destacan la Orden del Sol Naciente

(1986), el nombramiento de Gran Oficial de la Orden de la Corona de Bélgica y su

designación como miembro libre de la Academia de Bellas Artes de Francia.

El coreógrafo murió en Lausana el 22 de noviembre de 2007 mientras preparaba su

último trabajo: La vuelta al mundo en 80 minutos, un viaje imaginario por distintas

geografías y épocas, que se estrenaría un mes después con enorme expectación

popular y mediática.

7
• Contextualización de la obra: Un instant dans la vie d’autrui. Mémoires

«Dans cet ouvrage, paru pour la première fois en 1973, le danseur et chorégraphe

évoque son enfance, son adolescence provençale et la naissance de ses ballets les plus

célèbres.»

La primera parte de las memorias de Maurice Béjart (Un instant dans la vie

d’autrui) fue publicada en 1979, momento durante el cual el autor creaba nuevas

piezas en Bruselas para la compañía que dirigía: el Ballet del Siglo XX, que era

considerado en la época como uno de los mejores del mundo, tanto por su capacidad

técnica y artística, como por la escuela de danza ligada al mismo. El coreógrafo se

ocupaba al mismo tiempo de otro proyecto: la creación de una academia de baile en

París, que pensaba abrir en 1981.

Esta no es una obra puramente autobiográfica como suelen entenderse, sino que se

acerca más al género narrativo: es un conjunto de reflexiones, ideas y anécdotas del

autor (memorias). Relata los momentos más destacados de su vida; habla de sus

seres queridos y de las personas que más inspiraron su trabajo o influyeron en él. El

artista hace alusión a muchas de sus coreografías, pero no desde un punto de vista

técnico y descriptivo, sino que cuenta las aventuras de sus compañías cuando

representaban dichas producciones: anécdotas que surgieron en el escenario o

cuando estaban de gira. Podría decirse que en esta obra Béjart se centra, más que en

sí mismo, en el mundo que le rodeaba y en las personas que le acompañaban,

utilizando siempre un estilo muy personal y repleto de términos coloquiales.

8
Cabe destacar también que a diferencia de la mayoría de los escritos

autobiográficos, esta obra no sigue un orden cronológico. El autor salta de un hecho

a otro de manera casi aleatoria, quizás por su peculiar visión del tiempo: a lo largo

del libro reitera que no le gusta hablar de acontecimientos pasados, sino que prefiere

centrarse en el presente y en el futuro: «no soy un virtuoso del recuerdo».

1.2 Planteamiento del trabajo

El presente trabajo se centra en la traducción y análisis de las memorias del

coreógrafo Maurice Béjart: «Un instant dans la vide d’autrui» y consta de tres

partes claramente diferenciadas:

• Acerca de la obra, el autor y el género textual

Dentro de los apartados «introducción» y «puntos de partida» se incluyen todos los

aspectos relativos a este estudio y a la publicación en concreto, centrándonos

principalmente en la vida de Maurice Béjart y en su obra, contextualizando el libro

que será objeto de análisis y haciendo alusión a las características del texto

autobiográfico y a los problemas de traducción inherentes a este género.

• Traducción comentada de tres fragmentos

Este es el apartado principal del presente trabajo. Se ha realizado una selección

cuidadosa de los fragmentos, atendiendo a criterios relacionados con el tema, el

contenido, o porque incluían párrafos que por una u otra razón podían resultar

problemáticos a la hora de abordar su traducción. Todas estas dificultades

9
encontradas se comentarán y se justificará la solución propuesta en notas a pie de

página.

El primer fragmento está constituido por el comienzo de la obra. El autor nos

resume en el prólogo su experiencia en el mundo de la danza: su vida como

coreógrafo, su inspiración a la hora de crear nuevos trabajos y su peculiar manera de

entender al público. También se ha incluido en este fragmento una pequeña parte del

primer capítulo de la autobiografía, en la que Béjart nos relata su infancia. Nos habla

de sus padres; de Marsella, su ciudad natal; de su vínculo con los escenarios y de las

razones que le llevaron a estudiar danza en primer lugar. Se ha considerado

importante incluir este fragmento porque tanto el principio como el final de una obra

nos ayudan a comprender mejor al autor y sus intenciones, y sobre todo nos dan una

idea de cómo se desarrolla el libro en cuestión.

El segundo fragmento también forma parte del primer capítulo de la obra, y en él se

nos relatan los recuerdos del autor sobre sus primeras clases de danza. Se trata de

una parte del libro que requiere un considerable conocimiento previo de la materia:

es necesario estar familiarizado con el entorno de los estudios de danza, con el

ambiente, con los modales. El ballet tiene más de 300 años de historia y eso tiene

como consecuencia toda una tradición que en la mayor parte de los casos se ha

mantenido intacta a lo largo de los siglos: la llamada balletiquette por muchos.

También parece pertinente destacar aquí la importancia del léxico especializado: la

documentación resulta primordial en este caso, dado que se hace referencia a las

distintas partes de un estudio de danza. Incluso entre estos elementos hay que

analizar si deben mantenerse en francés o traducirse, dado que gran parte de la

10
terminología relativa a este ámbito se ha conservado en su idioma de origen en todo

el mundo.

El siguiente fragmento se encuentra en el capítulo cinco de la obra, y hace referencia

a la concepción que tiene el autor sobre la danza. Se trata de un texto repleto de

alusiones a la historia del ballet y a su evolución a lo largo de los años. Béjart

también expresa aquí su descontento respecto al trato que se le ha dado a este arte y

lo compara con los demás para ilustrar el «retraso» del mismo. Además, el autor

deja constancia de su propio compromiso con la danza: pretende que alcance el

esplendor que merece, y no solo desde un punto de vista profesional, sino que desea

que se convierta en algo accesible para todas las personas. En este apartado destaca

la importancia de la documentación para hacer frente a todos los problemas que

puedan suponer las referencias culturales e históricas.

El cuarto fragmento está constituido por el último capítulo de la publicación. Como

ya se ha señalado con anterioridad, el principio y el final de una obra sirven para

contextualizarla y dan una buena visión de conjunto al lector, de ahí que también se

haya seleccionado esta parte. Además, aquí se explica la frase que da título a la obra,

lo cual resulta necesario para darle una traducción apropiada y coherente con el

texto completo.

11
• Comparación de esta traducción con la versión publicada: Un instante en la

vida ajena (trad. De Mirta Arlt, editorial Gedisa, 1ª ed. 1982, 280 p.)

En este apartado se realiza una comparación de la traducción publicada con la que se

ha llevado a cabo para este trabajo, tomando como ejemplo varios fragmentos en los

cuales las diferencias eran más significativas.

La traductora original de la obra es Mirta Arlt, escritora, traductora, profesora,

investigadora y guionista especializada en teatro. En 1948 se licenció como

traductora nacional de inglés y al año siguiente, como profesora de lengua y

literatura. Desde entonces ha traducido y publicado varios libros y también ha

colaborado en los suplementos literarios de diversos periódicos. En el momento de

traducir las memorias de Maurice Béjart ya era una traductora experimentada.

12
2. PUNTOS DE PARTIDA

2.1 El texto autobiográfico

El texto autobiográfico queda enmarcado dentro de los textos narrativos, pues relata

hechos, acciones y acontecimientos. En este trabajo no se entrará en la polémica de

si se trata o no de un género literario, sino que nos limitaremos a enumerar sus

características, establecer una pequeña clasificación de subtipos, hacer mención de

la situación de estos textos en el panorama editorial español, y hacer reflexiones

concretas sobre las autobiografías de los coreógrafos.

• Características

De todos es sabido que existe una diferencia sustancial entre la biografía (en la que

los acontecimientos, experiencias, sentimientos, etc. del protagonista son descritos

por una persona distinta de éste) y la autobiografía (en la que el autor relata sus

propias vivencias). El libro que se ha traducido para este trabajo se corresponde con

esta última, por lo que es la que nos interesa describir.

El texto autobiográfico se define principalmente por esa característica: el autor y el

personaje principal de la obra se identifican en una sola entidad, lo que tiene como

consecuencia directa una segunda peculiaridad: el uso de la primera persona del

singular en la mayoría de los casos. Por otra parte, entre los aspectos

morfosintácticos de este tipo de textos mencionados por Puertas Moya en 2003

destacan su carácter retrospectivo, ya que relatan siempre acontecimientos pasados y

la presunción de la veracidad de lo narrado por el autor, a diferencia de otros

modelos narrativos, como la novela.

13
Como componentes semánticos de este tipo de textos, Puertas Moya hace una lista

que gira en torno al «yo» característico del tipo textual entre los que se encuentran

los siguientes: la referencialidad, el testimonio, la intimidad, la sinceridad, y el

narcisismo.

En la traducción de este tipo de textos es especialmente necesario tener en cuenta

todos los aspectos arriba mencionados: la intención del autor, su estilo, su ritmo, son

en muchos casos claros indicadores de las distintas experiencias del

autor/protagonista. La intuición lectora del traductor desempeña un papel

primordial, así como su capacidad de documentación, dado que los temas tratados

suelen tener un grado de especialización considerable.

• Subtipos

En cuanto a los subtipos de textos que pueden incluirse dentro de este género,

Romera Castillo hace en 1993 la siguiente clasificación:

- Autobiografías y memorias: las primeras se centran en la vida del autor,

mientras que las segundas lo hacen en los contextos en los que ésta se

desarrolla (es el caso del libro de Maurice Béjart).

- Diarios: escrituras en las que se plasman, día a día, las anotaciones del

quehacer cotidiano.

- Epistolarios: comunicación escrita, personal y a distancia, con un

destinatario concreto.

- Autorretratos: los escritores se «pintan» a sí mismos con palabras.

- Modalidad heterogénea, que se divide a su vez en:

14
o Novelas autobiográficas: relatos cargados de «autobiografismo».

o Poemarios autobiográficos.

o Ensayos autobiográficos: como por ejemplo los «Ensayos» de Michel

de Montaigne.

o Autobiografías dialogadas: entrevistas y conversaciones con los

autores.

o Recuerdos, testimonios y evocaciones personales.

o Encuentros.

o Retratos.

o Libros de viajes: como los volúmenes ya clásicos de Camilo José

Cela, «Viaje a la Alcarria», «Del Miño al Bidasoa», etc.

o Crónicas.

o Autobiografías y memorias noveladas.

• Importancia en España

En lo relativo a la importancia de este género en el panorama editorial, cabe

mencionar el gran auge de la literatura autobiográfica en España, que se ha hecho

notable desde los años posteriores a la muerte del general Franco (1975). Esto es

debido principalmente al régimen democrático instaurado y a la consiguiente

libertad de expresión (Romera Castillo, 1993). Se originó una nueva corriente que

empujó a pintores, cantantes, bailarines, escritores y poetas a redactar sus memorias,

quizás en cierto sentido para evitar que fueran otros (los biógrafos), los que hablaran

de ellos. También en esa época salieron a la luz escritos, antaño prohibidos por la

censura, de grandes artistas como Alberti y tantos otros. Además, se produjo por las

mismas razones un considerable aumento del número de autobiografías artísticas

15
traducidas, entre las que se encuentran, por ejemplo, las de Andy Warhol, Vincent

Van Gogh, Igor Stravinski y las cartas de Wolfang Amadeus Mozart.

2.2 La traducción comentada

La riqueza del texto origen constituye uno de los factores clave a la hora de realizar

una traducción comentada. El estilo, la intención, el destinatario e incluso el ritmo

son aspectos cruciales que deben tenerse en cuenta antes de abordar la traducción de

una obra. Se produce una diglosia importante: el lector-traductor analiza el texto

origen con un carácter crítico mucho mayor que el de un lector corriente: «más vale

prevenir errores que corregirlos» (Larose, 1984). Durante la fase de lectura, el

traductor se plantea varias preguntas: «¿cuál es la intención del autor?», «¿cómo lo

recibe el lector?», «¿cómo podría expresarse en lengua término?». Resulta

conveniente que todos estos aspectos queden reflejados en notas a pie de página

para poder realizar una mejor traducción en la fase siguiente. Según este sistema,

Jean Delisle y Georges L. Bastin enumeraron en 2006 tres tipos distintos de

anotaciones: las enciclopédicas, que sirven para informarse de los conceptos con el

objetivo de garantizar la comprensión antes de traducir; las lingüísticas, destinadas a

permitir una mejor comprensión del texto original; y las traduccionales, que se

realizan para permitir que el traductor aplique una estrategia particular de

traducción. También Delisle y Bastin señalan que las anotaciones nunca imponen

una solución determinada, y que deben usarse tras un primer borrador, pues le dan al

traductor una visión global del texto y le ayudan a dar con mejores soluciones en la

versión definitiva.

Por otra parte, Rosas Rodríguez señala que la traducción no debe estar llena de notas

al pie, sino que se debe recurrir a ellas cuando el texto meta se haya desviado

16
sustancialmente del original, cuando se haya añadido o eliminado información,

cuando se haya utilizado una selección léxica inusual para cierto concepto, cuando

se haya alterado el orden sintáctico o se hayan cambiado los signos de puntuación.

Además, enumera en su «Guía para la redacción de una traducción comentada» una

serie de cuestiones que deben considerarse en la elaboración de un comentario de

traducción (una vez realizada la misma), entre los que se encuentran los siguientes:

- Aspectos formales: relativos a cuestiones de orden gramatical.

- Aspectos retóricos: referentes a la manera en que está escrito el texto.

- Aspectos temáticos: ¿de qué trata el texto?

- Otros aspectos: elementos externos al texto, como información biográfica,

histórica o crítica que sirva de documentación.

2.3 Objetivos

• Llevar a cabo una traducción razonada de un texto sobre la danza, poniendo en

práctica todos los conocimientos adquiridos a lo largo de la carrera, sopesando

los pros y los contras de las diferentes soluciones posibles y justificando la

decisión final.

• Desarrollar un espíritu crítico y reflexionar sobre el proceso de traducción.

• Identificar y analizar las diferencias entre el texto de una traductora novel y el de

una traductora profesional experimentada.

17
3. TRADUCCIÓN COMENTADA

3.1 Primer fragmento

MAURICE BÉJART

Un instante en la vida ajena - Memorias

A François Weyergans,

sin el cual no existiría este libro.

Porque era él

y porque era yo.1

Montaigne, Ensayos.

¡Y demos por perdido el día en que no hayamos

bailado al menos una vez!

¡Y sea falsa para nosotros toda verdad en la que no

haya habido una carcajada!2

Nietzsche, Así habló Zaratustra.

1
Tanto esta cita como la siguiente son «de dominio público». Esta traducción concreta es la que
aparece en la página «Libros» del sitio «Web Filosofía», que no incluye los datos editoriales ni
del traductor.
2
Traducción de la versión encontrada en el Enlace de Bibliotecas Digitales, que al igual que
antes, no contiene datos bibliográficos.

18
Soy coreógrafo porque no sé hacer nada más.

Al abandonar3 una infancia que, sin embargo, no me había preparado para eso,

me encontré siendo bailarín. El niño, en cambio4, quería ser director de escena. El

director de escena y el bailarín crearon un coreógrafo. Y como, a fin de cuentas, las

personas son siempre lo que fueron al principio de sus vidas5 —no creo en las

vocaciones imprevistas—6, parece que hoy en día hay alguien que es coreógrafo bajo el

nombre de Maurice Béjart.

Aunque no crea mucho en lo imprevisto, sí que creo en las metamorfosis, en la

flexibilidad de la vida. Ahí es donde cada persona puede ser rompedora y, en todo caso,

ella misma. ¿Y si la vida sólo fueran historias de amor entre el tema y sus variaciones?

Por otro lado, el artista (tanto el intérprete como el creador)7 es muy parecido a

las prostitutas. ¿Parecido? ¿Por qué «parecido»? ¡El artista es un prostituto! Si siente

placer, si disfruta, mucho mejor; aunque no es indispensable. No es un deber. No está

ahí para eso. Hay que conseguir que disfrute el cliente8: el público. «Mi querido

3
El gerundio francés tiene varios posibles equivalentes en español, desde la traducción literal en
gerundio, pasando por la perífrasis con «cuando», hasta la construcción «al + infinitivo». En
este caso, esta última opción resulta más idiomática, ya que el gerundio se encuentra a principio
de frase. Se trata de un problema recurrente en la combinación lingüística francés – español.
4
Se ha añadido un conector adversativo para conservar la estructura enfática que en francés
expresa oposición utilizando el pronombre tónico lui.
5
Se ha optado por escribir «vidas» en plural para mantener la coherencia con «personas», de
manera que la frase quede más natural en español.
6
El Diccionario Panhispánico de Dudas establece que para encerrar aclaraciones o incisos
deben utilizarse las rayas, las comas o los paréntesis. Señala además que las rayas suponen un
aislamiento del inciso mayor que las comas, pero menor que los paréntesis, por lo que en esta
ocasión se ha decidido mantenerlas.
7
La aclaración parece estar más aislada del resto del texto que en el caso anterior, por lo que se
ha decidido encerrarla entre paréntesis.
8
Se ha cambiado el orden de palabras para que el énfasis recaiga en «cliente», en oposición al
propio artista.

19
público», como decía Anna Magnani al extender los brazos hacia él en una película

realizada por Antonio Vivaldi y Jean Renoir: La carroza de oro9.

Mi ballet10 favorito siempre será el próximo. Asistí a una fiesta celebrada con

motivo de mi centésima creación en Bruselas, pero sólo conseguía esbozar sonrisas

superficiales, porque en ese momento estaba teniendo muchos problemas para elegir la

música definitiva del ballet número ciento uno. Algunos ballets exigieron años de

gestación; otros llegaron muy deprisa. A veces me inspiraba en toda una tradición, ya

fuera musical o religiosa: me dejaba llevar. A veces el punto de partida era una simple

imagen: un cortejo fúnebre en una carretera desolada en el corazón de España, o las

risas de tres amigos en el pasillo de un tren, o una chica que salía del agua a mediodía

en el mes de agosto. A veces11 me apetecía regalarle un papel a alguien, sentirme

excitado por un intérprete.

Como todo el mundo. Tenemos12 deseos, entusiasmos, desengaños. Historias

que duran. Historias que no duran. Buscamos algo que hacer y queremos hacerlo lo

9
Según la información contenida proporcionada por la Internet Movie Database, esta película
se estrenó en España el 24 de marzo de 1982 bajo el nombre de La carroza de oro.
10
En cursiva según el Diccionario de la Real Academia Española.
11
Se ha mantenido la repetición de parfois a lo largo de todo el párrafo, para respetar el ritmo
original del autor.
12
El pronombre personal francés on tiene diferentes interpretaciones en español. Según el
contexto, se puede considerar que la frase es impersonal, con lo que en español se utilizaría la
construcción con el pronombre «se». También puede ocurrir que el sujeto no esté claramente
determinado, y en estos casos podría utilizarse la tercera persona del plural en español u otros
equivalentes, como «las personas». Por último, on puede referirse a un colectivo en el que se
incluye el hablante, usado a menudo en el lenguaje familiar y que se corresponde con
«nosotros» en la mayoría de los casos (Vera, Carmen. «Le pronom indéfini on»). En esta frase
en concreto se ha elegido la primera persona del plural, ya que el autor forma parte del grupo
del que habla, lo que demuestra al decir «como todo el mundo» en la oración precedente.

20
mejor posible. Como un artesano. Porque el talento… El talento, el genio, es pequeño,

es bastante limitado. ¡El genio! Hoy en día, está de moda. Todo es genial, todo debería

serlo. No obstante, las personas de la Edad Media y también los escultores egipcios, los

miniaturistas persas, los pintores sobre seda de China y Japón… estoy seguro de que

pensaban en algo completamente distinto; y Dante también, y Miguel Ángel13. Miguel

Ángel no tenía talento: ¡tenía trabajo14! Si iba con retraso, el Papa15 enfurecía.

Cuando era pequeño, me llamaban Bim. Ahora, cuando las salas atestadas de

público aplauden, golpean el suelo con los pies y reclaman a mi colega: «¡Béjart!

¡Béjart!», salgo a saludar y replico interiormente: «¡Bim! ¡Bim!». Ellos quieren a

Béjart; yo les ofrezco a Bim.

13
Se ha cambiado la puntuación de estas dos oraciones. En francés continúan las comas hasta
después de la enumeración. En español, no obstante, las comas se utilizan para hacer incisos o
explicaciones, así como para separar los elementos de las enumeraciones. En este caso, tenemos
una sucesión de elementos que efectivamente deben separarse con comas, y después lo
apropiado es colocar unos puntos suspensivos, pues la enumeración se queda abierta (el
Diccionario Panhispánico de Dudas establece que cuando las sucesiones de elementos están
incompletas, se deben cerrar con «etcétera», puntos suspensivos o, en usos expresivos, con un
punto). El punto y coma se ha añadido para hacer una pausa mayor que la de la coma y separar
así ideas diferentes.
14
El término francés boulot es coloquial, pero las opciones con las que cuenta el español lo son
mucho más. «Trabajo» se adapta mejor al registro de estas memorias.
15
El Diccionario Panhispánico de Dudas señala en el apartado 4.31 del capítulo dedicado a las
mayúsculas que los títulos y cargos de dignidad pueden escribirse con mayúsculas cuando se
refieran a una persona concreta, sin mención expresa de su nombre propio.

21
Dicho esto, los aplausos son la vitamina C de quienes nos dedicamos al mundo

del espectáculo: nos reconfortan, nos hacen más fuertes16. Y los abucheos son el calcio:

también son necesarios. ¡Yo he recibido los dos!

Puede pasar que un ballet esté mal bailado. Incluso destrozado. Porque no he

sabido estimular a mis bailarines, porque ha habido errores de iluminación, porque la

música ha empezado demasiado pronto, etcétera17. En resumen, se ha bailado una

caricatura de mis intenciones. Aun así el público aplaude. En esos momentos18 me

siento muy desgraciado, pero entonces me acuerdo de mi connivencia19 con las putas, y

me digo: bueno, ese20 cliente no quería nada más, y de todos modos ha disfrutado. ¡La

gente necesita la danza! ¡Y cuánto!

El viejo payaso de Limelight está muriendo y el público, que no se da cuenta, le

aplaude.

El público es un niño que juega con nosotros. Nos desviste, nos desgarra, nos

rompe como a una muñeca.

Es muy cruel. Es así.

También nos mima.

***

16
Se ha traducido la partícula ça con una construcción más personal para mantener la
coherencia con respecto a lo dicho antes: «de quienes nos dedicamos al mundo del
espectáculo».
17
En este tipo de textos, autobiográficos narrativos, se prefiere el uso de palabras enteras en
lugar de abreviaturas.
18
Se ha añadido aquí «en esos momentos» para identificar concretamente las razones por las
que el autor se siente desgraciado. Es una manera de traducir el en francés.
19
En singular por ser más frecuente en español.
20
Utilización del adjetivo demostrativo «ese», porque resulta más despectivo y más lejano.

22
1

No soy un virtuoso del recuerdo. No me gusta demasiado recordar mi infancia.

En cualquier caso, no fríamente, no haciéndolo a propósito. No convocando mi infancia

como se hace con un niño desobediente.

No debemos ser los excombatientes de nuestra propia vida: es mejor ser los

novelistas. Hay21 dos formas de contar nuestra vida. Pensemos en las novelas de Balzac:

empieza con «Luis Lambert nació en 1797 en Montoire, una pequeña ciudad del

Vendômois»22; en otro sitio, en Serafita, una23 novela que me encanta y que inspiró uno

de mis «ballets secretos», Balzac empieza con una larga ensoñación sobre las riberas y

las bahías. «Viendo en un mapa la costa de Noruega —cito de memoria—24 ¿qué

imaginación no se maravillaría con su fantástica silueta?»25

Fantástica silueta. Eso es. Espero que mi vida esté hecha de siluetas, y sí,

fantásticas.

21
Eliminación de la conjunción francesa et por encontrarse a principio de frase, lo que no
resulta muy común en español, y sustitución de la misma por «pues».
22
Balzac, Honoré de. La comedia humana. Barcelona: Luis Tasso, impresor-editor, [s.a.].
Traducción de Aranda y Sanjuán, Manuel.
23
Adición de un artículo indeterminado donde en francés no había artículo, para hacer la frase
más idiomática en español, al igual que se ha hecho antes en la cita de «La Comedia Humana»
de Honoré de Balzac.
24
Se ha omitido la parte en la que Béjart hace un comentario acerca de cómo escribe Balzac
Norwège (con «w»), ya que en español «Noruega» no puede escribirse de ninguna manera con
esa letra.
25
Balzac, Honoré de. Serafita. Barcelona: Iberia, 1971. Traducción de Pons Prades, Eduardo.
No se ha copiado de manera literal, ya que Béjart lo está citando de memoria, pero se ha
mantenido «fantástica silueta», porque son las palabras que mejor recuerda, como demuestra en
la frase siguiente. No obstante, la traducción «oficial» de ese término se aleja del original
(fantasques découpures), que quizás se correspondería más con «irregular silueta».

23
Mi infancia está ahí. Por supuesto. Siempre está ahí. Nunca me ha abandonado.

Cuento con ella en los golpes duros. Le tiendo la mano. En mis ballets, los personajes

tienden a menudo el brazo y la mano hacia alguna cosa. Quizás —me doy cuenta

ahora—, quizás es hacia su infancia, es decir, hacia la mía.

Me gusta mucho mi fecha de nacimiento: el 1 de enero26.

Nací en Marsella el 1 de enero de 1927, entre la Estación de San Carlos27 y el

Mediterráneo. Era la Marsella de los viejos tranvías abiertos: todos los críos se divertían

subiendo y bajando sin pagar (yo fui uno de ellos). Por aquel entonces, las calles

llevaban una vida muy teatral, y las de Marsella vivían mucho por el sonido. Los

vendedores de queso pasaban bajo las ventanas con grandes cestas de mimbre cargadas

de quesos de cabra frescos envueltos en servilletas: la leche todavía goteaba a través de

la tela, y ellos pregonaban sus propuestas de venta: «¡queso Brousse de Rove… queso

Brouuuusse de Roove…!»

Los vendedores de caracoles habían preparado una pequeña estrofa en occitano:

A l’aïgue o saù le limaçoun

En a des gros et des pitchoun

(Los hay grandes y pequeños

Caracoles al agua y a la sal)28

26
El Diccionario Panhispánico de Dudas aconseja escribir las fechas utilizando números para el
día, letras para el mes y números para el año.
27
Al encontrarnos con nombres propios existen dos posibilidades: naturalizar o erotizar. Todos
los nombres propios de lugares se han adaptado al español cuando contaban con un historial
traductor. En estos casos, como se trata de lugares físicos de la ciudad de Marsella, se han
comprobado en sitios web de agencias o gestores de viajes.
28
Se ha añadido una aclaración antes de la estrofa para dejar constancia de que es idioma
occitano y luego se ha traducido la propia interpretación de Béjart.

24
El bulevar costero de la Corniche29 no se llamaba «Corniche del presidente

Kennedy» y Marcel Proust no habría odiado el parque Borély.

Más tarde, la Estación de San Carlos me resultó muy útil: para huir y

encontrarme con París. El Mediterráneo también: para tener ganas de volver. Pero a los

ojos de un chiquillo de la Marsella de la preguerra, el mar era sobre todo, tras el puerto

de la Joliette, las playas de los exteriores de la ciudad. Todavía no era la necesidad vital

de un agua inmensa que se mueve y que atrae.

En 1927 mi padre tenía treinta y un años. Había nacido en Senegal, en San Luis

de Senegal, hijo de un oficial de las colonias y de una bretona, esa abuela viva y

fortachona a la que llamábamos «Nène» dentro de la familia. La madre del oficial, mi

bisabuela, era senegalesa. Estoy todavía más orgulloso de esta ascendencia africana que

de haber nacido un 1 de enero. Si hubiera tenido hijos, podrían haber sido negros,

puesto que la fuerza de la sangre negra es tan grande que puede resurgir varias

generaciones más tarde.

De niño, el 1 de enero me hacía gracia30, sobre todo cuando había que rellenar

formularios en la escuela o cuando comparábamos nuestras fechas de nacimiento

durante el recreo. Y también porque esa fecha me había permitido entrar un año antes y

ser el más joven, ¡lo que yo traducía por «el más listo»! Pero estoy seguro de que la

sangre africana fue determinante cuando empecé a bailar: tengo ganas de creer que esa

fue la verdadera causa de mi empeño al principio, porque sin eso, sin esa nostalgia de la

danza que atribuyo a ese trocito de África que llevo en mi interior, las primeras clases

de danza no habrían sido apasionantes… África me impidió desertar.

29
Se ha añadido una explicación para que el lector español entienda que se trata de un paseo
costero.
30
Cambio de orden de palabras para que se entienda la frase en español.

25
Al principio, la danza me sentó bien físicamente. Pero ¿era danza o

medicación?31 Todavía sigo oyendo a la amiga de una de mis tías exclamando en

occitano: «¡Pobrecito32! ¡Este crío se va a quedar raquítico!»

Mi familia vivía en la calle Ferrari, en Marsella, en una casa grande con patio.

Al final de la calle estaba la plaza de Jean-Jaurès, a donde los demás iban a jugar a las

canicas y yo no. Habría preferido que viviéramos en la calle Paradis, porque creía que

esa calle conducía al Paraíso. Los niños se toman muy en serio todos los nombres: es

una pena que la publicidad apareciera para complicar y estropear el misterio de los

nombres propios. En Marsella está la estación del Prado: cuando oía hablar del Museo

del Prado creía que ese museo era la estación principal de Madrid (y no es del todo

mentira: hay una estación al lado del Museo del Prado, la de Atocha, a la que los

madrileños prefieren llamar estación del Prado: ¡no estaba yo muy equivocado!)

En el piso de arriba mi padre ocupaba una habitación tapizada con libros del

suelo al techo: mi biblioteca pública. Fui a la escuela del Sagrado Corazón hasta el

bachillerato33. El director del colegio, el abad Bourgarel, era amigo de mi padre: a veces

venía a casa y, al día siguiente, durante el recreo, yo se lo contaba tan tranquilo a mis

compañeros.

De mi madre conservo la imagen de una mujer muy joven y muy bella. A mis

ojos era la mujer mejor vestida del mundo. Utilizaba perfumes que ahora han

desaparecido y cuyos nombres he olvidado, aunque sigo recordando su olor. Todavía

31
En francés se sabe dónde termina la pregunta, pero no dónde empieza. El español, sin
embargo, requiere el uso de un signo de apertura de la interrogación, que se ha colocado según
la entonación de la frase.
32
En el texto origen peuchère. Expresión occitana utilizada para marcar compasión, piedad.
33
Adaptación cultural. El equivalente español del bac francés es el bachillerato.

26
hoy me gustaría creer que siempre sonreía, pero es cierto que la conocí muy poco, y yo

era tan joven…

Antes de casarse con mi padre, mi madre trabajaba en una farmacia. ¿Acaso es

una herencia caprichosa la que me hace visitar desde entonces, más que los museos,

todas las farmacias del mundo, las cuales nunca abandono sin una bolsa repleta de

ampollas bebibles, complejos vitamínicos, frascos escogidos al azar de los expositores?

Me disfrazaba mucho. Tal vez lo hacía para rivalizar con los vestidos de mi

madre (vestidos que sin ninguna duda mi memoria adorna, aunque siempre utilizaré mis

recuerdos felices contra los historiadores tristes)34. Disfrazarme35 era la razón de ser de

mi tiempo libre. Pasaba muchas horas retirado con mis disfraces. Hacía de trapero en

todas las habitaciones de la casa y llevaba a mi habitación las sábanas rasgadas, las

cortinas olvidadas, los zapatos sin suelas. También vestía a las muñecas. Jugué con ellas

durante muchos años: daba cobijo a Dios sabe cuántas36.

A veces mi padre y mi tío tocaban la mandolina después de comer: yo subía a mi

habitación y entreabría la puerta para que las muñecas escucharan la música37.

***

34
Reestructuración de la frase para hacerla más comprensible en español.
35
Tras haber cambiado la estructura de la frase anterior, ha sido necesario añadir la palabra
«disfrazarme» para facilitar la comprensión.
36
Se ha eliminado en este párrafo la repetición de la palabra temps, que aparecía tres veces. Se
ha cambiado por «horas» y «años», que encajan bien en el contexto. El uso de la repetición es
una de las características de la variación estilística entre el francés y el español (se da mucho
más en el primer idioma).
37
Se ha añadido un complemento, ya que en español la frase parecía quedar incompleta.

27
3.2 Segundo fragmento

Mis primeras clases de danza… No fueron muy distintas de todas las demás. Lo

esencial ya está ahí: la barra, el espejo, la disciplina, los músculos que quieren o que no

quieren y que hay que forzar o acostumbrar al trabajo.

El estudio está en el sexto piso de una gran casa destartalada, cerca del Puerto

Viejo de Marsella. Es una casa del siglo XVII, en el antiguo barrio de las Galeras.

Subo de cuatro en cuatro cada tramo de escalera. Cada vez, en el penúltimo

escalón, me paro en seco. Mi corazón late ruidosamente, pero no es porque me haya

quedado sin aliento. Una sensación nueva me detiene, me llena de una mezcla de

canguelo38 y euforia. Estoy loco y ebrio de alegría: unos peldaños más y empujaré la

pequeña puerta roja y oscura. ¿Estoy todavía a tiempo de abandonar, de recuperar el

dominio de mí mismo? Pasará lo mismo más tarde, entre bastidores, cuando me toque a

mí lanzarme hacia las luces y entrar en escena. En medio de este estrecho hueco de la

escalera, me encuentro frente a frente con un extraño tipejo: el miedo escénico. Desde

entonces nunca me ha dejado solo.

Las paredes del estudio están cubiertas de un papel pintado anaranjado con

flores de estilo begonia. Cuando el piano está cerrado, se oyen los gritos de los

vendedores de marisco que suben por la calle, y el piano está casi siempre cerrado

porque la pianista sólo viene los jueves. Un espejo minúsculo con un marco negro y

dorado refleja el piano apagado como un escarabajo que ha escondido sus patas.

38
Se ha conservado el registro coloquial de la palabra frousse.

28
Y luego39 está la barra: recorre tres paredes de la estancia, y sin ella, no habría

nada. Me refiero a ella aquí por primera vez. Más tarde, me atreveré a firmar un ballet

en el que la barra hará toda la coreografía ella sola, pero diré desde ahora a mi favor que

el ballet se titula El arte de la barra. La barra es a la danza lo que la columna vertebral

es al cuerpo: la danza se mantiene en pie gracias a la barra, y cada vez que la danza

flirtea con los moluscos hay que volver rápidamente a la barra.

Bueno, dejé a un lado el miedo escénico y atravesé la galería de pesadas vigas de

roble. La clase va a empezar. No hay vestuario. No hay duchas ni agua corriente. Nos

vestimos en el pasillo. Mi profesora está ahí. Es ella: es Madame40. Tiene la misma edad

que la vieja pintada por Rembrandt. Ambas tienen el mismo rostro, pero Madame lleva

en la mano un bastón. Con este bastón lo hace todo: una tercera pierna cuando camina,

un metrónomo cuando enseña, un dedo apuntando cuando corrige y un látigo cuando no

pillamos sus explicaciones.

Su voz me aterroriza: ¡es la voz de la valquiria41! Una voz enorme con un acento

marsellés que no me hace reír en absoluto, templado con entonaciones italianas (más

tarde me confió que había bailado en Turín).

Pequeñita y con el cabello blanco, se esconde en un sillón de mimbre donde

parece que va a administrar justicia. En invierno se envuelve en chales de encaje como

cuando se pone papel de seda alrededor de las frutas delicadas.

39
La palabra «pero» podría considerarse pseudoconexión en este caso, así que se ha preferido
cambiarla por «y luego», ya que en este momento el autor está haciendo una descripción del
estudio: una especie de enumeración con todos los elementos que había, entre los cuales se
encontraba la barra.
40
La danza clásica tuvo su origen en Francia y por eso todos los nombres de los pasos y las
posiciones se han mantenido en francés. El término Madame se utiliza incluso en otros idiomas
para dirigirse a la profesora durante una clase.
41
Se trata de un nombre común y, a pesar de que se refiere a una en concreto (ha hablado de ella
con anterioridad), no es un título, por lo que se escribe con minúscula en español.

29
En verano llevará un abanico. Imaginad42 cómo pueden ser las épocas de calor

en Marsella dentro de un local bajo el tejado: es temible, y Madame manipulaba el

bastón y el abanico; parecía como si estuviera izando una vela en un mástil.

Respecto a mí, ni zapatillas ni mallas: estamos en guerra. Imposibles de

encontrar. Durante casi un año trabajo con alpargatas y un viejo pantalón corto.

Aprendo. Aprendo. Madame:

—¡Tienes los pies como dos calabacines rellenos!

Un día se me acerca. Deja de marcar el compás golpeando el suelo con el

bastón, va directa a su bolsillo y extrae una lupa. Inclina sobre mí la lupa y sus ojos por

detrás de la lupa. Me siento como clavado en el sitio. Pasea la lupa a diez centímetros de

mis hombros, desciende a lo largo de mis brazos, de mis piernas: las rodillas, los pies43.

Llega el veredicto:

—En mis tiempos, alguien tan mal hecho como tú ni siquiera se habría atrevido

a empezar a bailar.

Ya me ha dado la espalda y se aleja. Todavía no me muevo, hasta que se da la

vuelta y toda su ternura disfrazada no consigue soltarme nada mejor que:

—¡Trabaja!

Y después, en eco:

—¡Gandul44!

¡Ese «¡trabaja, gandul!» en dos tiempos se me quedó grabado!

42
El pronombre vous puede tener varias interpretaciones en español: usted(es) y vosotros. Se ha
optado por la segunda opción para hacer el texto más cercano al lector.
43
Se ha mantenido la repetición de la palabra «lupa» en este párrafo porque el autor lo ha hecho
intencionadamente, para dar sensación de pesadez, como si el tiempo pasara más despacio.
44
Para mantener el registro del texto origen se ha buscado una palabra coloquial y que
significara «holgazán».

30
Así que, al volver a casa, me encierro en mi habitación tras la cena e introduzco

los pies debajo de la cama para hacerlos más flexibles. Me invento toda una serie de

ejercicios de gimnasia; me cuelgo del marco de la puerta para estirarme e intentar

crecer. Me agoto haciendo dominadas para ensanchar mi delgado torso y me planto

delante del lavabo para insultarme en el espejo.

Para conjurarlo todo, y también para castigarme en una vaguísima intención de

«mejorarme», duermo incluso en el suelo.

Mañana habrá otra clase.

De vez en cuando, Madame me invita a su casa después de clase. Vive en una

gran habitación-leonera en el tercer piso de una casa vecina. Toda su vida está

amontonada allí bajo forma de grabados enmarcados, estatuillas que levantan los

brazos, flores de plumas cubiertas de polvo45. También hay mesas, cómodas, sillones y

jarrones que llevan mucho tiempo resignados a quedarse vacíos.

Madame abre los cajones, busca fotos, las encuentra. Las coloca delante de mí,

me prohíbe tocarlas, se levanta de nuevo para regresar con una lupa más grande que la

otra. Se vuelve a sentar, agarra con cuidado el paquete de fotos y las comprueba una por

una antes de enseñármelas:

—Aquí, ¿ves?46 Soy yo en Fausto, en Turín.

Otra:

—Y esta, ¡es un vestido precioso! Sansón y Dalila.

Me enseña a un niño pequeño y guapo:

—Esta soy yo travestida para Guillermo Tell.

45
En español no se puede «regar/rociar algo de polvo», sino más bien «cubrir».
46
Los diálogos han de ser naturales y espontáneos, por eso se han añadido aquí unos signos de
interrogación.

31
Se detiene menos tiempo en una foto suya tomada en la calle: es joven, hay

árboles y muchas hojas en los árboles y automóviles que parecen barcos.

Estoy sentado a su lado y me esfuerzo por mantenerme muy erguido. Madame

me mira y sonríe. Tengo agujetas. Sostengo la mirada de Madame. La aprecio.

—¡Venga, ahora tienes que volver a casa!

Fuera está oscuro. Zigzagueo entre la basura y las ratas. Me doy prisa. Me

volveré a colgar del dintel de la puerta para crecer, para crecer. Una noche una rata me

mordió. Me pusieron inyecciones y todo. Desde entonces les tengo un miedo horrible a

las ratas, y, por extensión, a los ratones de todos los colores y dimensiones.

No crecí mucho, pero algunos años más tarde, dejé de ser un crío a mis ojos.

¿Gandul? Trabajé todos los días. Y pasé como todo el mundo por una primera polución

nocturna que me aterrorizó: por la noche, mi mano giraba en torno a una materia

desconocida, cálida y pegajosa. Estaba completamente seguro de que se trataba de

sangre. No me atrevía a encender la luz ni nada: miraba hacia la oscuridad con los ojos

abiertos y finalmente volví a quedarme dormido.

¡Y después debuté en escena! En la Ópera de Marsella. Me colocaron47 en la

bacanal de Sansón y Dalila.

Me maquillo yo solo haciendo caso omiso de los consejos. Me aplico una base

bronceadora en el torso; me pongo demasiada y no la suficiente: termino pareciéndome

a una ilustración de un libro de medicina: ¡ejemplo tipo para dermatólogos de un caso

relativamente poco común de eccema generalizado!

47
Otro problema de la combinación lingüística francés-español es la traducción de los pasados
compuestos del francés. Al pasarlos a español pueden convertirse tanto en tiempos compuestos
como simples, según el contexto. En esta ocasión se ha optado por el simple para mantener la
coherencia con la frase precedente. Se ha seguido la misma línea en los párrafos posteriores.

32
En cuanto a la cara, a fuerza de ennegrecerme los ojos, acabé con el careto

patibulario de una comparsa de El Gordo y el Flaco48. Es más: ¡ni siquiera ellos se

habrían pasado tanto!

Una ayudanta de camerino había colocado mi «traje» sobre la silla: una piel de

pantera. Pero no era pantera de verdad, claro está. Medio desnudo, con el hombro

envuelto en esta piel de pantera, me aventuro hacia una primera aparición entre

bastidores: se escuchan risas ahogadas ante este Tarzán de bolsillo.

La suerte está echada49. Espero prudentemente el inicio de la bacanal. No estoy

solo: el miedo escénico ha vuelto. Un tramoyista50 me da ánimos: «¡Chico valiente! No

te preocupes: lo que cuenta en el escenario es la mirada».

En el escenario se está bien. Hace calor. Las luces me señalan y me ciegan. Hay

un gran agujero negro que unas veces es amistoso y otras, hostil, pero siempre

atrayente. Peligrosamente. Amorosamente.

Sé que en ese agujero negro está Madame. Está en la sala. Mañana me dirá:

«¡Trabaja!» y añadirá «¡Gandul!».

Cuando me vaya de Marsella, me abrazará muy fuerte y me dará un último

consejo: «¡Trabaja!». Sí, trabaja a secas, ¡se acabó lo de gandul!51 Y añadirá: «Estás

mal hecho, qué le vamos a hacer, pero tienes un salto formidable, y ya sabes, un hombre

que baila tiene que saber saltar».

48
Nombre que se le dio en español al famoso dúo cómico Laurel y Hardy.
49
Traducción de la expresión francesa le vin est tiré, equivalente a la famosa frase de Julio
César, alea iacta est, que se utiliza en ocasiones en las que se da un paso irrevocable
(Enciclopedia Lachalis).
50
Según el Diccionario de la Real Academia, es el término específico en español utilizado en el
mundo del teatro para referirse a las personas que inventan, construyen o dirigen las tramoyas,
«máquinas» para figurar transformaciones o casos prodigiosos.
51
Se ha intentado mantener el tono familiar de la frase original por medio de la expresión «a
secas» y la construcción «se acabó lo de…», que resultan muy idiomáticas.

33
Pero mientras tanto, todavía estoy en Marsella. Sigo moldeando mis pies para

hacerlos más flexibles, introduciéndolos debajo de la base de la cama. Sigo trabajando

bajo los golpes de bastón y las sonrisas. Madame me sigue invitando a su casa, me

vuelve a enseñar las mismas fotos, pero en otro orden. Contemplamos su viejo

fonógrafo con cilindro, que es todavía más silencioso que el piano vertical del estudio.

Sigo insultándome frente al espejo y soñando con puestas en escena en las que convoco

a veinte, treinta, cuarenta figurantes a los que todavía no puedo vestir con pieles de

pantera porque aún no lo he vivido yo, pero sí que puedo hacer que se los zampe crudos

una leona herida que no muere. En el cuadro siguiente, la leona es conducida hacia el

Valhalla por la valquiria. Cambio de decorado a la vista: el Valhalla es mi habitación,

donde acojo en mi cama a las dos recién llegadas, y para hacerles sitio, dormiré en el

suelo.

***

34
3.3 Tercer fragmento

Como he hecho de la danza mi razón de vivir, me la he tomado en serio. Desde

el principio me sorprendió el divorcio que existe entre el trabajo exigido por los

profesores y el que realizan los alumnos (hasta llegar a la devoción) en los estudios de

danza, durante las clases, y ese no sé qué esclerotizado que reinaba en los espectáculos

de danza cuando yo era joven. Habían hecho de la danza (y es fácil saber quién y

cuándo52) un arte menor, un arte decorativo, un divertimento. Me refiero por supuesto a

la situación de la danza en Occidente: tampoco es casualidad que la danza fracasara en

el mundo occidental, porque hubo más ámbitos que fracasaron y fueron caricaturizados.

Me he tomado en serio la danza porque creo que la danza es un fenómeno de

origen religioso. Y también es un fenómeno social. Pero la danza es antes que nada

religiosa. Mientras la danza sea considerada como un rito, un rito al mismo tiempo

sagrado y humano, cumplirá su función. Si hacemos de ella un divertimento, la danza

dejará de existir y habrá una cosa parecida a un fuego artificial, un desfile de majorettes

o una partida de pinball, pero no será danza. Puede que decir esto en los años ochenta

sea como empujar una puerta abierta, pero esta puerta estaba cerrada a cal y canto en los

años cincuenta53.

Cierta religión cristiana, en nombre de Dios sabe qué tabú, qué vergüenza

atemorizada ante el envoltorio carnal del «alma», rechazó la danza en el momento en

52
En este caso se ha traducido el pronombre francés on con una construcción de tercera persona
del plural en español, porque el autor quiere dejar claro que se trata de unas personas concretas.
53
En este párrafo se ha mantenido la repetición excesiva de la palabra danza porque es
intencionado, para darle énfasis e importancia al término.

35
que esa misma religión inspiraba las catedrales. Separada de la religión de la que debe

vivir, la danza occidental, condenada por culpa de la «carne», se refugió precisamente

en esta: se convirtió en una sucursal de la galantería. Lejos de la religión, se hizo

mundana, en el peor sentido de la palabra. Luis XIV creó la Academia Real de Música y

Danza. Apadrinada por un rey, la danza nacía, pero ¿dónde? En las cortes, en los

salones…

Nacía con un retraso enorme. Las demás artes en ningún momento habían sido

sofocadas. La danza tenía que restablecer sus orígenes e ir al mismo tiempo hacia

adelante balbuceando, cuando en la arquitectura europea ya se habían sucedido el

románico y el gótico, cuando toda la gran pintura veneciana había dado sus frutos y un

Rembrandt también, cuando Monteverdi y Vivaldi ya habían muerto…54

¡En lugar de ir hacia delante, esta pobre danza se retrasa más aún! Es

secuestrada por el libertinaje conformista de burgueses plácidos, por la futilidad de una

nobleza santurrona y por el farisaísmo de los estetas. Tratan a la danza como a los pies

de las mujeres chinas: encogida, reducida. Remilgo y compañía. Y ha durado mucho

tiempo, dado que todavía no ha terminado del todo.

La danza del siglo XIX está confinada en «ballets», donde sirve para adornar

una trama, donde la casan a la fuerza con otras artes. Así es: durante siglos, la danza ha

carecido de una existencia autónoma. Se trataba de ilustrar el presuntuoso relato de un

escritor de segundo o tercer orden, realzado con una serie de números musicales

también de segundo o cuarto orden, en unos decorados que muestran la misma estética

que una caja de bombones. ¡Esa fue la danza del siglo XIX!

54
Se ha vuelto a cambiar ligeramente la estructura en este párrafo, manteniendo las comas para
separar elementos de la enumeración y añadiendo conjunciones «y» para agrupar ideas
similares.

36
¿Y qué queda del rito en todo esto? ¿La necesidad de comunión en ambas

direcciones, horizontal y vertical, sacra y social?

Cuando Diaghilev llegó con sus Ballets Rusos a principios de este siglo, fue una

revolución. Pero una revolución estética. Sin embargo, la danza esperaba una revolución

ética. ¡De todas formas, esta revolución estética no estaba mal! Grandes músicos como

Stravinski55 por fin componían para la danza. Grandes pintores, como Picasso, Derain y

Braque se ocupaban de los decorados y del vestuario. También participó el sorprendente

decorador Léon Bakst (espero con impaciencia la película que anuncian a menudo y que

no estrenan nunca sobre la vida de Léon Bakst, que será interpretado por Mick Jagger).

Diaghilev también mostró intérpretes que ya no eran títeres graciosos, sino seres

conmovedores y fuertes. Sobre todo Nijinski, por supuesto, que era intérprete y

coreógrafo.

Diaghilev trabajaba para asombrar a París, para seducir a París, para impactar a

París. Se quedaba un poco corto.

Había que redescubrir la danza más universal, la danza que no se ha separado de

sus orígenes religiosos; es decir, todas las danzas del mundo entero, excepto la danza de

cierta sociedad en cierta parte de Europa. Había que redescubrir y vivificar la tradición

coreográfica universal.

Este renacimiento de la danza, esta plenitud se consigue en cuanto Europa

acepta respetar el arte y los idiomas de los demás continentes. Los pintores y los

escultores abrieron el camino inspirándose en el arte negro. La música llegará más

tarde, y se produce el descubrimiento de las músicas orientales de Japón, Bali, India.

Por fin, surgirá la fama extraordinaria que conocen desde hace unos veinte años las

55
Grafía adaptada del alfabeto cirílico con la que aparece en los diccionarios enciclopédicos.

37
compañías de danza venidas de países lejanos, ya se trate de folclore ruso o kathakali

hindú.

El público occidental notó de manera inconsciente la enorme necesidad que

tenía de una danza que no estuviera vacía de sustancia. Los jóvenes que se reúnen a

tientas a través del rock56 o de la música pop o «disco» en busca de nuevos ritos, tienen

razón. Cada época debe crear sus ritos. Los ritos de nuestros padres se han vuelto fríos y

carentes de significado.

La renovación de la danza ya no es un problema estético. Nos encontramos ante

una necesidad mucho más profunda. Lo que está en juego es una cuestión social, una

actitud espiritual.

La danza ya no tiene nada que contar: ¡tiene mucho que decir!

Hablo de lo que de verdad aprecio. Creo firmemente, y cada día con más

convicción, que la danza es el arte del siglo XX57. Cuando lo afirmaba hace veinte años

y más, se reían en mi cara. Decían: «A Béjart se le va la cabeza, ¡es un pobre hombre

que intenta montar pequeños ballets que no le interesan a nadie!» Al mismo tiempo, en

la Ópera de París había danza los miércoles; la función58 se llevaba a cabo ante tres

cuartos de la sala. Cuando venía a París una compañía importante, había público durante

ocho días si era la de59 Cuevas, y cuando era Martha Graham, al cabo de diez días había

entre veinte y treinta personas en la sala cada noche. Lo sé: yo iba a verlos. Cuando el

56
En cursiva según el Diccionario de la Real Academia.
57
Una vez más se ha cambiado el orden de palabras de la oración para hacerla más
comprensible en español, poniendo el sujeto activo al principio y después una frase
subordinada.
58
En esta ocasión se ha sustituido ça en francés por «la función», porque es a lo que se refiere el
autor.
59
Hasta ahora se ha traducido tanto troupe como compagnie por «compañía», así que aquí se ha
eliminado el término para evitar la repetición en español.

38
New York City Ballet venía a París, duraba tres noches. La sala estaba lejos de llenarse;

los espectadores permanecían más fríos que el hielo. Aunque parecía que la cosa no

había empezado con buen pie, yo estaba completamente seguro de que la danza era el

arte de nuestro siglo.

Estaba el deporte; estaba el cine. Estaba el cuerpo y el sueño: la danza iba a

presentar actuaciones deportivas, pero asociando el movimiento físico, el esfuerzo, a

una emotividad. Y además dando cosas que ver. Imágenes. Las personas necesitan

imágenes; necesitan emoción, lirismo. La danza permite mezclar placer estético, placer

dinámico y placer emocional. Un mínimo de explicaciones, un mínimo de anécdotas y

un máximo de sensaciones.

Hoy en día noto que en todas partes el público sigue los espectáculos de danza.

Cada vez que actuamos durante una gira en esta o aquella gran ciudad, hay al mismo

tiempo tres o cuatro compañías más y se llenan todas las salas. Es un fenómeno que

supera el éxito personal de los señores fulano o mengano60; se ha convertido en el

fenómeno de la danza del siglo XX.

No hay que quedarse ahí. Todo lo que no aumenta, disminuye. Habría que

conseguir que algún día todo el mundo baile.

A fuerza de ver la reacción de la gente en mis espectáculos (no hablo de

reacciones estéticas, de aquellos a quienes les gusta o no les gusta: hablo de una

reacción mucho más fuerte; hablo de aquellos que vienen varias noches seguidas, que

ven a los diferentes bailarines haciendo el mismo papel), me di cuenta de que ya no

estamos en el ámbito del arte en absoluto. Me da la impresión de que los espectadores

tienen un poco de envidia: ellos también querrían ser bailarines.

60
Adaptación cultural para hacer la lectura más cercana al lector español. Según el Diccionario
de la Real Academia, ambos se escriben con minúsculas por ser nombres comunes.

39
Es una utopía total, de alguna manera. Para bailar como mis bailarines no hay

que hacer nada más que eso todos los días. Pero no sólo hay esa danza. No se trata de

ponerse a enseñar danza clásica en todas las escuelas. No lo creo. Para empezar, ¿quién

la enseñaría? Harían falta tantos y tantos profesores… y aparecerían todas las viejas

bailarinas fracasadas que, de manera inconsciente o no, se tomarían la revancha61: «Yo,

en mis tiempos, hacía treinta y seis fouettés62». El resultado será que los alumnos huirán

de la danza, se bloquearán y tendrán complejo de estrellas muertas antes de nacer.

Antes de nada hay que descubrir un método de enseñanza. He investigado un

poco en ese sentido. Hay que inventar una danza que libere a las personas sin darles la

impresión de que bailan menos bien63 que los profesionales. Hay que eliminar la

envidia, la comparación.

A fin de cuentas, sólo he vivido para la danza. Para enriquecerla. Y para

conseguir esta expansión de la danza, para que surja esta necesidad, esta voluntad: que

haya danza y que esta ocupe su lugar. ¿Cuál? El primero. En mi opinión.

61
Cambio de los tiempos verbales que en francés estaban en futuro, para continuar con la
coherencia de la frase anterior, que se había escrito en condicional.
62
Con cursiva por ser una voz francesa. Se mantiene en el idioma original porque los pasos de
danza clásica se han conservado en francés desde su origen.
63
Se ha mantenido «menos bien» igual que en el texto original. En lugar de decir «peor», se
intenta mantener la idea de positivismo en la frase.

40
3.4 Cuarto fragmento

En Nuestro Fausto («nuestro», porque lo compartía con esos jóvenes que

trabajaban conmigo), fui al mismo tiempo un viejo comediante, un figurante ingenuo,

un hombre engañado y un soñador que llora, un animador de espectáculo y un gran

sentimental arrodillado.

Mezclé sin transición los principales movimientos de la Misa en si de Bach con

milongas64 y tangos argentinos que Donn me había traído de un reciente viaje a Buenos

Aires. Fausto y Mefistófeles65 bailaban el tango, pero para terminar, Fausto se redimía

con el Agnus Dei cantado por la voz de contratenor66 de Alfred Deller.

Y otra voz martilleaba: «¡Sigue, Fausto, sigue!» Queremos detener el instante

que pasa: irrisión. Un instante sólo está ahí para fecundar el tiempo, para engendrar otro

instante. Yo tampoco soy nada más que un instante. No habré sido más que un instante

en la vida ajena. Toda esta montaña de esfuerzos para cada ballet, a los cuales los

espectadores deciden asistir en último momento, ¡tal vez porque se les ha estropeado la

televisión! Pero ese no es mi problema. Tengo que seguir para morir y renacer… y no se

trata de un círculo vicioso. Al contrario: es un recorrido lleno de indicaciones.

Al final de este recorrido, quizás sólo encontraré un pequeño espejo donde por

fin descubriré que no me parezco al que, aparentemente, soy.

Le envío al lector (sobre el mismo papel) una invitación para participar en el luto

y en el nacimiento. Acabo de nacer. Ya se ha realizado en mí todo un trabajo interior: la

64
Sin comillas ni cursiva, ya que en español es un nombre común.
65
Nombre en español del personaje de la conocida obra de Goethe, «Fausto».
66
A pesar de lo dicho en el texto original, Alfred Deller era un contratenor. Este tipo de voz y la
de haute-contre son escasas y muy similares, pero no deben confundirse.

41
gestación ha terminado. ¿Quién soy yo? Se sabe que los bebés tardan un tiempo en

reconocerse en un espejo: primero piensan que se trata de otro.

Monté un ballet en tres días. Se llama Life. Estaba en París y me faltaba algo

para los programas de Nueva York, a donde nos íbamos la semana siguiente. Por

casualidad me crucé con Jean Babilée en un estudio. En ese mismo momento me

entraron ganas de crear algo para él. Le pedí su nuevo número de teléfono y lo llamé a

la mañana siguiente: «¿Estás libre? Ven a Bruselas; trabajaremos juntos. Tenemos

poquísimo tiempo. Vendrás a Nueva York con nosotros»67. Aunque Jean es un bailarín

y coreógrafo de mi generación, parece tener diecisiete años. Trabajamos muy deprisa,

él, yo y una joven sorprendente que lleva varios años en la compañía sin que yo le haya

dado nunca nada especial que hacer: Cathy Dethy. Utilicé el silencio, algunas

percusiones y pequeños extractos de una partita de Bach para violín solo. Una estructura

de tubos de metal desempeñó el papel de un tercer personaje (refugio, pasillo, espejo y

partenaire68), que atemperaba con su afable geometría las heridas y las esperanzas de un

hombre solo, sin sinfonía.

Babilée desgarró el espacio de la escena como otros nos desgarran el corazón.

Hacer este ballet tan deprisa y sin medios, después de tantos espectáculos

«pesados», era como una luna de miel tras el servicio militar. Yo estaba increíblemente

feliz. Me daba cuenta de que me bastaba con nada allí donde personas como Fellini o

Resnais esperan años antes de poder empezar a expresarse. Cuando digo nada, es todo

lo contrario: me basta con tener intérpretes dispuestos a emocionarme revelándome

67
A diferencia del francés, en español el punto se ha situado después de las comillas. Las reglas
de puntuación del Diccionario Panhispánico de Dudas señalan: «los signos de puntuación
correspondientes al período en el que va inserto el texto entre comillas se colocan siempre
después de las comillas de cierre».
68
Al igual que en ocasiones anteriores, este término se mantiene porque es el que se utiliza en el
ámbito de la danza clásica.

42
técnicamente sus vidas, sus cicatrices y esas cosas sobre sí mismos que no saben y que

yo ignoro tanto como ellos, pero que la danza descubre muy deprisa… ella, que abre a

cualquiera mejor que todos los escalpelos del mundo.

Life, trabajado sin tambor ni trompeta, regalo inmerecido que me da mi vida

para marcar una renovación oculta, es un ballet en el que me siento a la vez muy

presente y completamente alejado. Responsable y excluido. Ocurre lo mismo con mi

vida al completo… y aprecio esa palabra por encima de todo. Es la más bella que

conozco: Vida, Life. Estoy excluido de mi pasado. Soy responsable de mi porvenir.

***

Jamás habría podido decidirme a remover el pasado para escribir mi vida.

François fue quien me empujó y quien tomó la delantera.

Cuando vi su película «Je t’aime, tu danses» (Yo te amo, tú bailas69), en la que

desempeño el papel principal, al verme en la pantalla me daba la impresión de

reconocerlo a él70; cuando creé el ballet Mathilde, me dijo que él podría haber sido el

autor, el intérprete, el viajero que sólo está unido a la tierra por un hilo (el del teléfono,

sin duda).

«Un instante en la vida ajena»… En esta biografía, ¿cuál ha sido la naturaleza de

nuestra colaboración? Quizás lo diremos un día. Me limitaré a repetir las palabras de

Montaigne que están al principio del libro: «Porque era él y porque era yo».

69
Se ha añadido una traducción explicativa, porque la película no está traducida al español.
70
Una vez más se ha cambiado el orden de palabras para hacer el texto más natural en español.

43
4. COMPARACIÓN CON LA TRADUCCIÓN PUBLICADA

En este apartado se realizará una comparación de la versión precedente con la

traducción de Mirta Arlt, publicada en 1982 por la editorial Gedisa. A la hora de hacer

una comparación entre versiones, el lector-traductor debe tener en cuenta varios

aspectos, entre los que se encuentran las cuestiones de estilo y registros, la intención del

autor, el ritmo y los matices. Se han de señalar las desviaciones y los errores

lingüísticos, culturales y pragmáticos, pero también los aciertos de ambas partes.

La comparación se presenta en tablas con el texto original (FR), la traducción

realizada para este estudio (NE) y la publicada en 1982 (TR). Se han seleccionado,

dentro de cada uno de los cuatro fragmentos anteriores, los párrafos que contenían un

mayor número de diferencias y errores de diversa índole.

4.1 Primer fragmento

Je suis chorégraphe parce que je ne sais rien faire d’autre.

En quittant une enfance qui ne m’y avait pourtant pas préparé, je me suis
FR
retrouvé danseur. L’enfant, lui, voulait être metteur en scène. Le metteur en

scène et le danseur ont fabriqué un chorégraphe.

Soy coreógrafo porque no sé hacer nada más.

Al abandonar una infancia que, sin embargo, no me había preparado para eso,
NE
me encontré siendo bailarín. El niño, en cambio, quería ser director de escena. El

director de escena y el bailarín crearon un coreógrafo.

Soy coreógrafo porque no sé hacer otra cosa.


TR
Al dejar atrás mi infancia que no me había preparado para eso, me encontré

44
con que era bailarín. El niño a su vez quería ser metteur en scène. Entre el

metteur en scène y el bailarín hicieron un coreógrafo.

En primer lugar, de este párrafo se puede destacar el acierto de la traductora original

en la primera línea: «no sé hacer otra cosa» resulta mucho más idiomático que «no

sé hacer nada más». También ha mantenido el matiz enfático que proporciona lui en

francés, en este caso sustituyéndolo por «a su vez».

No obstante, consideramos incorrecto el uso de «metteur en scène», porque si bien

es complicado obtener un equivalente claro, mantener el término en francés puede

resultar oscuro para el lector hispanohablante. Además, en caso de conservarlo en el

idioma de origen, debería escribirse en cursiva o entrecomillado.

Par ailleurs, l’artiste (l’interprète autant que le créateur) est très proche des

prostituées. Proche ? Pourquoi « proche » ? L’artiste est un prostitué ! S’il


FR
ressent du plaisir, s’il jouit, tant mieux, mais ce n’est pas indispensable.

Por otro lado, el artista (tanto el intérprete como el creador) es muy parecido

a las prostitutas. ¿Parecido? ¿Por qué «parecido»? ¡El artista es un prostituto! Si


NE
siente placer, si disfruta, mucho mejor; aunque no es indispensable.

Además, el artista (tanto el intérprete como el creador) está muy cerca de las

prostitutas. ¿Cerca? ¿Por qué “cerca”? ¡El artista es un prostituido! Si siente


TR
placer, si disfruta, tanto mejor, pero no es indispensable.

En esta ocasión, la utilización del término «cerca» puede llevar a una nueva

interpretación. La intención del autor es comunicar que los artistas en cierto sentido

son semejantes a las prostitutas, y por eso se ha optado por la palabra «parecido» en

45
el presente trabajo. También se han señalado las comillas, ya que, como texto

impreso, deberían utilizarse las latinas (« »), tal y como señala el Diccionario

Panhispánico de Dudas.

En cuanto a «prostituido», el Diccionario de la Real Academia sólo lo registra en su

acepción como verbo; no ocurre así con «prostituto/a», que sí aparece como

sustantivo.

Parfois je m’inspirais de toute une tradition, musicale ou religieuse : je me

laissais porter. Parfois, le point de départ était une simple vision, une procession

d’enterrement rencontrée sur une route désolée au cœur de l’Espagne, ou les


FR
rires de trois amis dans un couloir de train, ou une fille qui sortait de l’eau à midi

au mois d’août. Parfois je voulais offrir un rôle à quelqu’un, être excité par un

interprète.

A veces me inspiraba en toda una tradición, ya fuera musical o religiosa: me

dejaba llevar. A veces el punto de partida era una simple imagen: un cortejo

fúnebre en una carretera desolada en el corazón de España, o las risas de tres


NE
amigos en el pasillo de un tren, o una chica que salía del agua a mediodía en el

mes de agosto. A veces me apetecía regalarle un papel a alguien, sentirme

excitado por un intérprete.

Unas veces me inspiraba en toda una tradición, musical o religiosa; me

dejaba llevar. Otras el punto de partida ha sido una simple visión, el cruzarme

con un entierro en un camino desolado en el corazón de España, o las risas de


TR
tres amigos en el pasillo de un tren, o una muchacha que en pleno verano sale

del agua al mediodía. A veces he sentido ganas de ofrecerle un papel a alguien,

me he entusiasmado con un intérprete.

46
En este párrafo pueden considerarse dos opciones: que el autor original haya

repetido parfois en exceso de manera inconsciente, o que lo haya hecho

intencionadamente. Para realizar nuestra traducción hemos considerado la segunda

opción, por lo que se ha mantenido el ritmo del original. La traductora, sin embargo,

lo ha visto de otra manera. Consideramos que ambas opciones son aceptables.

[…], dans Séraphita, roman que j’adore et qui m’a inspiré un de mes

« ballets secrets », Balzac démarre par une longue rêverie sur les rivages et les

baies : « A voir sur une carte les côtes de la Norwège (il écrit encore Norvège

avec un w, c’est féerique, et il continue – je cite de mémoire) quelle imagination


FR
ne serait émerveillée de leurs fantasques découpures ? »

Fantasques découpures. Voilà. J’espère que ma vie est faite de découpures,

et – oui – fantasques.

[…], en Serafita, una novela que me encanta y que inspiró uno de mis

«ballets secretos», Balzac empieza con una larga ensoñación sobre las riberas y

las bahías. «Viendo en un mapa la costa de Noruega —cito de memoria— ¿qué


NE
imaginación no se maravillaría con su fantástica silueta?»

Fantástica silueta. Eso es. Espero que mi vida esté hecha de siluetas, y sí,

fantásticas.

[…], en Seraphita, novela que me encanta y que me ha inspirado uno de mis

“ballets secretos”, Balzac arranca con un largo delirio sobre las costas y las

bahías: “Al ver un mapa de las costas noruegas (cito de memoria) ¿qué
TR
imaginación no quedaría maravillada ante sus extraños recortes?”

Extraños recortes. Eso es. Espero que mi vida esté constituida de recortes y,

47
por cierto, extraños.

Por un lado, Seraphita debería haberse traducido en la versión oficial, ya que se trata

de una novela publicada en español con el nombre de Serafita.

En lo relativo a «ballets», debería haberse escrito con cursiva, según el Diccionario

de la Real Academia.

Como ya se dijo en las notas de la traducción, en este trabajo se omitió el

comentario de Béjart sobre la manera de Balzac de escribir Norwège (con «w»).

Podemos comprobar que la traductora de la versión de 1982 hizo lo mismo. Se trata

de un fragmento «imposible de traducir». Una solución podría haber sido la nota del

traductor, pero consideramos que la información no es indispensable para un lector

hispanohablante.

Por último, cabe señalar los «extraños recortes» que se mencionan en Serafita.

Conviene en este caso encontrar la traducción oficial al español y escribir aquí lo

mismo que figura en ella. Para este trabajo se ha realizado dicha investigación, y en

la novela se habla de «fantástica silueta». A pesar de no ser una traducción fiel al

original, se debe mantener el historial traductor.

J’aime beaucoup ma date de naissance : le premier janvier.

Je suis né à Marseille le 1er janvier 1927, entre la gare Saint-Charles et la


FR
Méditerranée.

Me gusta mucho mi fecha de nacimiento: el 1 de enero.

Nací en Marsella el 1 de enero de 1927, entre la Estación de San Carlos y el


NE
Mediterráneo.

Quiero mucho el día de mi nacimiento: 1º de enero.


TR

48
Nací en Marsella el 1º de enero de 1927, entre la estación Saint-Charles y el

Mediterráneo.

En este párrafo destaca el uso del verbo «querer», asociado a una fecha de

nacimiento, lo cual no funciona bien en español.

También es importante la variación lingüística que queda aquí claramente reflejada:

como hemos comentado con anterioridad, la traductora es argentina, y en su país se

habla del primer día del mes utilizando el número ordinal (primero de enero),

mientras que en España se utiliza el cardinal (uno de enero). A lo largo de las

memorias en español se aprecian continuamente diferencias de este tipo, lo que pone

de manifiesto la importancia de conocer al destinatario a la hora de abordar la

traducción de cualquier texto.

Por otra parte, se ha señalado el nombre de la estación de Marsella. En nuestra

versión hemos optado por adaptarla al español tras haber encontrado su traducción

en páginas relacionadas con la ciudad. No obstante, se acepta también la

denominación francesa, al no contar con un historial traductor sólido.

La famille habitait rue Ferrari à Marseille, dans une grande maison avec une

cour. Au bout de la rue, il y avait la place Jean-Jaurès où les autres allaient jouer
FR
aux billes et moi pas.

Mi familia vivía en la calle Ferrari, en Marsella, en una casa grande con

patio. Al final de la calle estaba la plaza de Jean-Jaurès, a donde los demás iban
NE
a jugar a las canicas y yo no.

La familia vivía en la calle Ferrari de Marsella, en una casa grande, con


TR
patio. Al final de la calle estaba la plaza Jean-Jaurès, donde los otros iban a jugar

49
a las bolitas y yo no.

Una vez más, señalamos en este párrafo la utilización del término «bolitas» para

referirse a las canicas. Según el Diccionario de la Real Academia, aquel es un

término utilizado principalmente en Argentina.

Elle était à mes yeux la femme la mieux habillée du monde. Elle utilisait

des parfums disparus dont j’ai oublié le nom mais pas l’odeur. Encore
FR
aujourd’hui, je voudrais croire qu’elle souriait toujours, mais il est vrai que je

l’ai peu connue, et j’étais si jeune…

A mis ojos era la mujer mejor vestida del mundo. Utilizaba perfumes que

ahora han desaparecido y cuyos nombres he olvidado, aunque sigo recordando


NE
su olor. Todavía hoy me gustaría creer que siempre sonreía, pero es cierto que la

conocí muy poco, y yo era tan joven…

Era a mis ojos la mujer mejor vestida del mundo. Usaba perfumes que ya no

existen y cuyos nombres he olvidado pero no su olor. Aún hoy, quisiera creer
TR
que se sonreía siempre, pero es verdad que apenas la conocí, y era tan chico…

En este párrafo queremos señalar el uso de la puntuación. Podemos comprobar que

falta una coma entre «olvidado» y «pero». Esto se produce en varias ocasiones en la

versión publicada.

Una vez más, se advierten usos que ponen de relieve la variación lingüística, como

la utilización del verbo «sonreír» como pronominal, que quizás está más extendido

en países hispanoamericanos, o el uso de «chico», refiriéndose a pequeño, que

además podría considerarse como un cambio de registro.

50
4.2 Segundo fragmento

Mes premières leçons de danse… Pas très différentes de toutes les autres.

L’essentiel est déjà là : la barre, le miroir, la discipline, les muscles qui veulent

bien ou qui ne veulent pas et qu’il faut contraindre ou apprivoiser.

Le studio est au sixième étage d’une grande maison délabrée près du

Vieux Port à Marseille. C’est une maison du XVIIe siècle, dans l’ancien quartier
FR
des Galères.

Je monte quatre à quatre chaque volée d’escalier. Chaque fois, à l’avant-

dernier étage, je m’arrête pile. Mon cœur bat à tout rompre, mais ce n’est pas

parce que je suis essoufflé. Une sensation nouvelle m’arrête, un mélange de

frousse et d’euphorie. Je suis affolé et ivre de joie

Mis primeras clases de danza… No fueron muy distintas de todas las

demás. Lo esencial ya está ahí: la barra, el espejo, la disciplina, los músculos

que quieren o que no quieren y que hay que forzar o acostumbrar al trabajo.

El estudio está en el sexto piso de una gran casa destartalada, cerca del

Puerto Viejo de Marsella. Es una casa del siglo XVII, en el antiguo barrio de las
NE
Galeras.

Subo de cuatro en cuatro cada tramo de escalera. Cada vez, en el penúltimo

escalón, me paro en seco. Mi corazón late ruidosamente, pero no es porque me

haya quedado sin aliento. Una sensación nueva me detiene, me llena de una

mezcla de canguelo y euforia.

Mis primeras lecciones de danza… No eran muy diferentes de todas las

demás. Ahí está lo esencial: la barra, el espejo, la disciplina, los músculos que
TR
responden o que no responden con buena voluntad a la obligatoriedad o a ser

51
domados.

El estudio está en el sexto piso de una gran casa ruinosa, cerca del Vieux

Port de Marsella. Es una casa del siglo XVII, en el antiguo quartier de las

Galères.

Subo cada tramo de a cuatro escalones. Cuando llego al penúltimo siempre

estoy extenuado. El corazón me late como si quisiera estallar, pero no porque

esté sofocado sino porque soy presa de una sensación nueva, una mezcla de

temor y de euforia.

En este fragmento destacan varios aspectos. Para empezar, en la traducción

publicada se ha utilizado un tiempo verbal distinto (pretérito imperfecto) del de

nuestra versión (pretérito perfecto simple), lo que se debe a la ausencia de verbo en

francés. En esta ocasión no se aprecian grandes diferencias de significado: en ambos

casos se conserva la coherencia con el resto del texto.

Un acierto de la traductora sería la frase «ahí está lo esencial», que parece más

natural que la nuestra.

En cuanto a la oración referida a los músculos, comprobamos una distanciación

significativa de la traducción publicada respecto al original y a nuestra traducción,

quizás debida a la dificultad de traducción de la palabra apprivoiser en este

contexto. Vemos que, para solucionarlo, la traductora ha decidido unir los dos

conceptos (el verbo «responder» de la primera parte lo consideramos muy acertado),

aunque finalmente no ha conseguido una versión muy idiomática. En cambio, para

este estudio se ha preferido añadir el complemento «trabajo» junto al verbo

«acostumbrar».

52
Por otra parte, volvemos a apreciar diferencias en la traducción de los nombres de

las calles y puertos de Marsella. Si bien es aceptable mantener el nombre original

francés, no consideramos apropiado el uso de quartier, porque en castellano existe

la palabra «barrio», que resulta transparente para un lector hispanohablante.

Por último, encontramos dos malas interpretaciones del texto original en la

traducción propuesta por Mirta Arlt. Por un lado, establece que los tramos de

escalera eran cada uno de cuatro escalones, cuando el autor pretende decir que los

subía de cuatro en cuatro. Por otro lado, dice que al llegar al penúltimo peldaño,

Béjart estaba extenuado. Esto no sólo no es cierto (el autor se paraba en seco), sino

que además es incoherente con la frase siguiente, en la que dice que no se

encontraba sofocado.

Mon professeur est là. C’est elle : c’est Madame. Elle est aussi âgée que la

vieille dame peinte par Rembrandt. Elles ont toutes les deux le même visage,

mais Madame tient dans sa main une canne. Avec cette canne, elle fait tout : une
FR
troisième jambe quand elle marche, un métronome quand elle enseigne, un doigt

pointé quand elle corrige et carrément un knout quand nous ne pigeons pas.

Mi profesora está ahí. Es ella: es Madame. Tiene la misma edad que la vieja

pintada por Rembrandt. Ambas tienen el mismo rostro, pero Madame lleva en la

mano un bastón. Con este bastón lo hace todo: una tercera pierna cuando
NE
camina, un metrónomo cuando enseña, un dedo apuntando cuando corrige y un

látigo cuando no pillamos sus explicaciones.

Mi profesora está ahí. Es ella. Madame. Es tan vieja como la anciana dama

pintada por Rembrandt. Las dos tienen el mismo rostro, pero Madame sostiene
TR
un bastón en la mano. Con ese bastón lo hace todo: es una tercera pierna cuando

53
camina, un metrónomo cuando enseña, un dedo que señala cuando corrige y una

especie de garfio cuando no damos con la posición correcta.

En primer lugar, creemos que es necesario comprobar el nombre del cuadro del

Rembrandt al que aquí se hace referencia. En español se titula «Una vieja», o

«Retrato de una vieja», por lo que es necesario mantener esas palabras.

Por otro lado, el knout del que se habla en francés es un tipo de látigo de origen

tártaro, por lo que proponemos una fusión de nuestra versión con la de Mirta Arlt:

«una especie de látigo».

En cuanto a nous ne pigeons pas, sería conveniente mantener el registro original. La

palabra piger es muy coloquial, mientras que la propuesta de la traductora es neutra.

Nosotros hemos optado por mantener el registro, usando el verbo «pillar», utilizado

a menudo en España como sinónimo de «entender», si bien es cierto que el

Diccionario de la Real Academia todavía no incluye esta acepción.

Elle m’a déjà tourné le dos et s’éloigne. Je ne bouge toujours pas, jusqu’à

ce qu’elle se retourne et que toute sa tendresse déguisée n’arrive à rien trouver

de mieux que de me lancer :

– Travaille !
FR
Et puis, en écho :

– Feignasse !

Ce « Travaille, feignasse ! » en deux temps, ça m’est resté !

Ya me ha dado la espalda y se aleja. Todavía no me muevo, hasta que se

da la vuelta y toda su ternura disfrazada no consigue soltarme nada mejor que:


NE
—¡Trabaja!

54
Y después, en eco:

—¡Gandul!

¡Ese «¡trabaja, gandul!» en dos tiempos se me quedó grabado!

Ya me ha vuelto la espalda y se aleja. Yo no me muevo hasta que ella se

da vuelta y toda su ternura disfrazada no encuentra nada mejor que decirme:

–¡Trabaja!
TR
Y luego, como un eco:

–¡Holgazán!

Ese “¡trabaja, holgazán!” en dos tiempos, me ha quedado.

En este párrafo destaca un aspecto de variación lingüística: «darse vuelta», que en

España es más habitual ver como «darse la vuelta».

También hay un cambio de registro en la palabra «holgazán», ya que el original

incluía una palabra de registro muy coloquial: feignasse. Creemos que «gandul» se

acerca más a ese registro.

Por último, vemos una traducción muy literal y poco natural en la última línea: «me

ha quedado», como versión de ça m’est resté.

Je suis assis à côté d’elle et je m’efforce de me tenir très droit. Madame me

regarde et sourit. J’ai des courbatures. Je soutiens le regard de Madame. Je


FR
l’aime.

Estoy sentado a su lado y me esfuerzo por mantenerme muy erguido.

Madame me mira y sonríe. Tengo agujetas. Sostengo la mirada de Madame. La


NE
aprecio.

Estoy sentado al lado de ella y me esfuerzo por estar bien derecho. Madame
TR

55
me mira y sonríe. Estoy dolorido. Sostengo la mirada de Madame. La amo.

Como sabemos, el verbo francés aimer tiene diferentes interpretaciones en español,

dependiendo del contexto. En este caso, parece que el uso del verbo «amar» es

excesivo, pues el autor no hace ninguna otra insinuación que nos lleve a pensar que

verdaderamente estaba «enamorado» de ella. Él era muy joven y ella, una anciana,

así que preferimos elegir un término más neutro, como «apreciar».

Et je suis passé comme tout le monde par une première pollution nocturne

qui m’a terrifié : dans la nuit, ma main tournait autour d’une matière inconnue,

chaude et poisseuse. Je me persuadais que c’était bel et bien du sang. Je n’osais


FR
ni rallumer ni rien : je gardais les yeux ouverts dans le noir et je finis par me

rendormir.

Y pasé como todo el mundo por una primera polución nocturna que me

aterrorizó: por la noche, mi mano giraba en torno a una materia desconocida,

cálida y pegajosa. Estaba completamente seguro de que se trataba de sangre. No


NE
me atrevía a encender la luz ni nada: miraba hacia la oscuridad con los ojos

abiertos y finalmente volví a quedarme dormido.

Y he pasado como todo el mundo por una primera etapa de profanación

nocturna que me aterraba: en la noche, mi mano se cerraba en torno de una

materia desconocida, cálida y pringosa. Me convencía de que era un deleite. No


TR
osaba prender la luz; conservaba los ojos abiertos en la oscuridad y concluía por

dormirme.

56
En este párrafo se advierte una serie de malas interpretaciones del texto original.

Para empezar, se trata de una ocasión concreta (la primera), y no de una etapa, como

señala Mirta Arlt. Esto llevará al cambio erróneo del tiempo verbal del final del

párrafo, que aparecerá, por tanto, en pretérito imperfecto.

Por otra parte, en español no existe la construcción «en torno de». Debería utilizarse

«en torno a», o «alrededor de».

Además, el autor dice que creía que se trataba de sangre, y en la traducción

publicada se comenta que «era un deleite». Un gran cambio de sentido, que además

resulta incoherente con el principio del párrafo, en el que se dice claramente que

dicha situación le aterraba.

Por último, hay una clara diferencia entre «no osaba prender la luz» y «no me

atrevía a encender la luz». Una vez más, se advierte la variación lingüística entre

España («encender la luz») y Latinoamérica («prender la luz»), así como un cambio

de registro («osaba» es más formal que «me atrevía»).

Le vin est tiré. J’attends sagement le début de la Bacchanale. Je ne suis pas

seul : le trac m’a rejoint. Un machiniste me pousse : « Hardi petit ! T’inquiète


FR
pas : ce qui compte sur le plateau, c’est le regard ».

La suerte está echada. Espero prudentemente el inicio de la bacanal. No

estoy solo: el miedo escénico ha vuelto. Un tramoyista me da ánimos: «¡Chico


NE
valiente! No te preocupes: lo que cuenta en el escenario es la mirada».

Se sirve el vino. Aguardo prudentemente a que comience la bacanal. No

estoy solo; ha vuelto a acompañarme el trac. Uno de los tramoyistas me alienta:


TR
“¡Ánimo, muchacho! No te aflijas: lo que importa en el escenario es la mirada”.

57
Aquí vemos una diferencia notable entre la traducción de la expresión le vin est tiré.

Podemos comprobar que en la versión realizada para este estudio hemos optado por

adaptarla al español, mientras que Mirta Arlt ha decidido realizar una traducción

literal, posiblemente debido a que el dicho francés hace referencia a Baco, el dios

del vino. De ambas maneras se pierde un matiz, ya sea la referencia al vino en la

primera, o la sensación de dar un paso irrevocable en la segunda.

En cuanto al término trac (ya usado con anterioridad, y debería ir en cursiva por ser

una palabra francesa), creemos que no resulta evidente para un lector

hispanohablante, y por eso nosotros hemos optado por «miedo escénico».

Je sais que dans ce trou noir, il y a Madame. Elle est dans la salle.

Demain elle me dira : « Travaille ! » et elle ajoutera « Feignasse ! ».

Quand je quitterai Marseille, elle m’embrassera très fort et me donnera un


FR
dernier conseil : « Travaille ! » Oui : travaille tout court, plus de feignasse ! Elle

ajoutera : « Tu n’y peux rien si tu es mal foutu, mais tu as un saut formidable et

tu sais, un homme qui danse, il faut qu’il saute. »

Sé que en ese agujero negro está Madame. Está en la sala. Mañana me

dirá: «¡Trabaja!» y añadirá «¡Gandul!».

Cuando me vaya de Marsella, me abrazará muy fuerte y me dará un último


NE
consejo: «¡Trabaja!». Sí, trabaja a secas, ¡se acabó lo de gandul! Y añadirá:

«Estás mal hecho, qué le vamos a hacer, pero tienes un salto formidable, y ya

sabes, un hombre que baila tiene que saber saltar».

Sé que en ese agujero negro está Madame. Ella ha venido. Mañana me dirá:

“¡Trabaja!”. Sí; trabaja y punto, no más ¡holgazán! Agregará: “Qué vas a hacer
TR
si estás mal hecho, pero tienes un salto formidable y ya sabes que un hombre

58
que danza debe saltar.”

En este fragmento comprobamos que falta un trozo de texto en la versión traducida

publicada, que se debe probablemente a la repetición de travaille y feignasse en dos

párrafos seguidos. También cabe destacar la colocación del punto final antes de las

comillas, cuando en español debería colocarse después.

Je continue de m’insulter dans mon miroir et de rêver à des mises en scène

où je convoque vingt, trente, quarante figurants que je ne peux pas encore revêtir
FR
de peaux de panthère puisque je n’ai pas encore vécu ça, mais que je peux faire

bouffer tout crus par une lionne blessée qui ne meurt pas.

Sigo insultándome frente al espejo y soñando con puestas en escena en las

que convoco a veinte, treinta, cuarenta figurantes a los que todavía no puedo
NE
vestir con pieles de pantera porque aún no lo he vivido yo, pero sí que puedo

hacer que se los zampe crudos una leona herida que no muere.

Continúo insultándome ante el espejo y soñando con puestas en escena para

las cuales convoco veinte, treinta, cuarenta figurantes que aún no puedo vestir
TR
con pieles de pantera porque aún no he vivido eso, pero puedo hacerlos bramar

como a una leona herida que no muere.

Este párrafo es bastante similar tanto en nuestra versión como en la de Mirta Arlt,

hasta llegar a la última línea, en la que se produce un alejamiento considerable del

original, sin ninguna razón aparente.

59
4.3 Tercer fragmento

Ayant fait de la danse ma raison de vivre, je l’ai prise au sérieux. J’ai été

tout de suite frappé par un divorce : celui qui existe entre le travail exigé par les

professeurs et fourni par leurs élèves (jusqu’à la dévotion) dans les studios de

danse, pendant les classes, et le n’importe quoi sclérosé qui régnait dans les

spectacles de danse quand j’étais jeune. On avait fait de la danse (et « on » est
FR
facile de savoir qui et quand) un art mineur, un art décoratif, un divertissement.

J’évoque bien sûr la situation de la danse en Occident : ce n’est pas non plus par

hasard que c’est en Occident que la danse a foiré, parce qu’il n’y a pas que la

danse qui a foiré et qui fut caricaturée.

Como he hecho de la danza mi razón de vivir, me la he tomado en serio.

Desde el principio me sorprendió el divorcio que existe entre el trabajo exigido

por los profesores y el que realizan los alumnos (hasta llegar a la devoción) en

los estudios de danza, durante las clases, y ese no sé qué esclerotizado que

reinaba en los espectáculos de danza cuando yo era joven. Habían hecho de la


NE
danza (y es fácil saber quién y cuándo) un arte menor, un arte decorativo, un

divertimento. Me refiero por supuesto a la situación de la danza en Occidente:

tampoco es casualidad que la danza fracasara en el mundo occidental, porque

hubo más ámbitos que fracasaron y fueron caricaturizados.

Al haber hecho de la danza mi razón de vivir, la tomé en serio.

Inmediatamente me llamó la atención un divorcio: el existente entre el trabajo

exigido por los profesores y realizado por los alumnos (hasta un grado de
TR
devoción) en los estudios de danza, durante las clases, y la esclerosis increíble

que reinaba en los espectáculos de danza cuando yo era joven. Se había hecho de

60
la danza (y ese “se” es fácil de reemplazar por quién y cuándo) un arte menor,

un arte decorativo, un divertissement. Me refiero a no dudar a la situación de la

danza en Occidente. No es casual que en Occidente sea donde la danza ha ido de

mal en peor y ha sido caricaturizada.

En este párrafo se aprecian varias diferencias entre la traducción publicada y la

realizada para este trabajo. En primer lugar, el inicio del párrafo se considera un

acierto de la traductora, pues ese tipo de construcciones de gerundio en francés

suelen dar buen resultado si se traducen al español con la estructura «al +

infinitivo».

También se observa que en nuestra versión hemos unido la frase que habla sobre el

«divorcio» para naturalizarla en español. Mirta Arlt ha decidido mantener la

estructura original, lo que lleva a una mayor fidelidad al estilo del autor, pero

también a una estructura quizás menos idiomática. Consideramos, no obstante, que

ambas versiones son aceptables.

En cuanto a la frase del n’importe quoi sclérosé, nosotros hemos mantenido la

estructura original, mientras que la traductora la ha añadido un matiz al incluir el

adjetivo «increíble».

Para continuar, la oración siguiente tenía varias posibilidades de traducción, al estar

formada con el pronombre francés on. Nosotros hemos optado por darle una

estructura impersonal utilizando la tercera persona del plural, ya que después, entre

paréntesis, se intenta dejar claro que en realidad sí que se sabe quién es el sujeto

concreto. Mirta Arlt, por el contrario, ha decidido utilizar la estructura con «se», y el

resultado es quizás un poco menos fluido (especialmente en la parte entre

paréntesis).

61
También consideramos incorrecto el uso de la palabra francesa divertissement¸ y

más aún teniendo en cuenta que en español existe «divertimento», que significa lo

mismo.

Por otra parte, creemos que el uso de «a no dudar» es poco natural en español, y en

caso de usarlo, debería estar colocado entre comas.

Por último, en la comparación queda de manifiesto, una vez más, la ausencia de la

mitad de la última frase en la traducción publicada. En este caso, se han unido dos

ideas diferentes, lo que ha dado como resultado un falso sentido: en el original se

dice que la danza fracasó en Occidente porque otras artes también habían fracasado.

En la traducción publicada, por el contrario, se deja la frase abierta para que el lector

saque sus propias conclusiones: no es casualidad que la danza fracasara en

Occidente.

Quand Diaghilev arriva avec les Ballets russes au début de ce siècle, ce fut

une révolution. Mais une révolution esthétique. Or, la danse attendait une

révolution éthique. Cette révolution esthétique, ce n’était déjà pas si mal ! De


FR
grands musiciens comme Stravinski composaient enfin pour la danse. De grands

peintres, Picasso, Derain, Braque, s’occupaient des décors et des costumes.

Cuando Diaghilev llegó con sus Ballets Rusos a principios de este siglo, fue

una revolución. Pero una revolución estética. Sin embargo, la danza esperaba

una revolución ética. ¡De todas formas, esta revolución estética no estaba mal!
NE
Grandes músicos como Stravinski por fin componían para la danza. Grandes

pintores, como Picasso, Derain y Braque se ocupaban de los decorados y del

vestuario.

Cuando Diaghilev llegó con los ballets rusos a comienzos de este siglo, ello
TR

62
significó una revolución estética. Pero la danza aguardaba una revolución ética.

¡Esta revolución estética no era de desdeñar! Grandes músicos como Stravinsky

han compuesto para la danza. Grandes pintores, como Picasso, Derain, Braque,

se han ocupado de los decorados y del vestuario.

En esta ocasión, resaltamos primero el nombre del compositor ruso que, como se ha

comentado con anterioridad, debería terminar en i latina.

Por otra parte, cabe señalar el uso extraño de los tiempos verbales en la traducción

publicada. El autor está enumerando hechos que sucedieron durante la revolución

estética de la danza, y como acontecimiento terminado, pensamos que deben

relatarse utilizando el imperfecto, como hemos hecho nosotros (y como hizo Béjart

en el original), o incluso el pretérito perfecto simple.

63
4.4 Cuarto fragmento

Je mélangeai sans transition les principaux mouvements de la Messe en

si de Bach à des « milongas » et des tangos argentins que Donn m’avait

rapportés d’un séjour qu’il venait de faire à Buenos Aires. Faust et Méphisto

dansaient le tango, mais pour finir, Faust se rachetait sur l’Agnus Dei chanté par

la voix de haute-contre d’Alfred Deller.


FR
Et une autre voix martelait : « Continue, Faust, continue ! » On veut arrêter

l’instant qui passe : dérision. Un instant n’est là que pour féconder le temps,

pour engendrer un autre instant. Moi aussi je ne suis qu’un instant. Je n’aurai été

qu’un instant dans la vie d’autrui.

Mezclé sin transición los principales movimientos de la Misa en si de

Bach con milongas y tangos argentinos que Donn me había traído de un reciente

viaje a Buenos Aires. Fausto y Mefistófeles bailaban el tango, pero para

terminar, Fausto se redimía con el Agnus Dei cantado por la voz de contratenor

de Alfred Deller.
NE
Y otra voz martilleaba: «¡Sigue, Fausto, sigue!» Queremos detener el

instante que pasa: irrisión. Un instante sólo está ahí para fecundar el tiempo,

para engendrar otro instante. Yo tampoco soy nada más que un instante. No

habré sido más que un instante en la vida ajena.

Mezclé sin transición los principales movimientos de la Misa en sí de

Bach y las “milongas” y tangos argentinos que Donn me había traído de un viaje

que acababa de hacer a Buenos Aires. Fausto y Mefistófeles bailaban el tango


TR
pero, para concluir, Fausto se redimía con el Agnus Dei cantado por la voz de

contralto de Alfred Deller.

64
Y otra voz insistía: “¡Continúa, Fausto, continúa!” Uno quiere detener el

instante que pasa: irrisión. Un instante sólo está ahí para fecundar el tiempo,

para engendrar otro instante. Yo mismo no soy más que un instante. No habré

sido nada más que un instante en la vida de los otros.

En este fragmento hemos encontrado una falta ortográfica en la traducción

publicada. Según el Diccionario de la Real Academia, «si», como nota musical, se

escribe sin tilde. Además, como ya dijimos en el comentario, consideramos

incorrecto el uso de comillas para el término «milonga», ya que en español es un

nombre común.

Por otro lado, se ha encontrado un error grave, y es que Alfred Deller no podía tener

voz de contralto, dado que este es un tipo de voz reservado a las mujeres.

Por último, creemos que es importante mantener el título de las memorias en

español si se menciona en el interior del libro. Este es el momento en el que se

explica la frase que da nombre a la obra, y es necesario que el lector lo identifique

como tal. Este error vuelve a producirse en el último párrafo de la novela.

Jean est un danseur et un chorégraphe de ma génération, mais il a l’air

d’avoir dix-sept ans. On a travaillé très vite, lui, moi et une fille étonnante qui

est dans la compagnie depuis quelques années sans que je lui aie jamais rien fait

faire de spécial : Cathy Dethy. J’ai utilisé du silence, quelques percussions et de


FR
brefs extraits d’une partita de Bach pour violon seul. Une structure en tubes de

métal a joué le rôle d’un troisième personnage (abri, couloir, miroir et

partenaire) tempérant de sa géométrie affable les meurtrissures et les espoirs

d’un homme seul sans symphonie.

65
Aunque Jean es un bailarín y coreógrafo de mi generación, parece tener

diecisiete años. Trabajamos muy deprisa, él, yo y una joven sorprendente que

lleva varios años en la compañía sin que yo le haya dado nunca nada especial

que hacer: Cathy Dethy. Utilicé el silencio, algunas percusiones y pequeños


NE
extractos de una partita de Bach para violín solo. Una estructura de tubos de

metal desempeñó el papel de un tercer personaje (refugio, pasillo, espejo y

partenaire), que atemperaba con su afable geometría las heridas y las esperanzas

de un hombre solo, sin sinfonía.

Jean es un bailarín y un coreógrafo de mi generación, pero tiene el aire de

tener diecisiete años. Trabajamos muy rápido, él, yo y una muchacha

sorprendente que está en la compañía desde hace algunos años sin que yo le

hiciera hacer nada especial: Cathy Dethy. Uitilicé el silencio, alguna percusión y
TR
breves trozos de una partida de Bach para violín solo. Una estructura en tubos de

metal desempeñó el papel de un tercer personaje (refugio, corredor, espejo y

partenaire) atemperando con su geometría afable las magulladuras y las

esperanzas de un hombre solo sin sinfonía.

Vemos aquí que se han producido dos casos innecesarios de repetición de palabras

en la traducción publicada en español: «tiene el aire de tener» y «sin que yo le

hiciera hacer». El primer caso es además una traducción literal del francés que no

resulta natural en español. Es fácilmente solucionable utilizando el verbo «parecer»,

como hemos hecho en nuestra versión. En lo relativo a «sin que yo le hiciera hacer»,

se podría solucionar como en la versión realizada para este trabajo, o utilizando

otros verbos, como por ejemplo «ofrecer».

Una vez más, este párrafo contiene un caso de falta ortográfica: «uitilicé».

66
Por otra parte, consideramos que el término «partida» está mal empleado en este

contexto. El Diccionario de la Real Academia no registra ninguna acepción de esta

palabra relacionada con la música, mientras que sí incluye el significado de

«partida» como «composición instrumental semejante a la suite».

Lo siguiente que hemos notado en la traducción publicada ha sido un calco del

francés: se dice «estructura en tubos de metal», cuando claramente el uso de esta

preposición es erróneo en español y debería sustituirse por «de».

Para terminar, es necesario escribir la palabra partenaire en cursiva, por ser una voz

francesa.

67
5. CONCLUSIONES

Este trabajo nos ha proporcionado una visión muy amplia del mundo de la

traducción, concretamente en el campo de la autobiografía. Además, lo hemos podido

abordar desde dos puntos de vista diferentes, primero con la traducción propia y más

tarde con la comparación de la versión publicada.

En la fase de traducción hemos aprendido a ser más críticos con la manera de

trabajar y ha quedado de manifiesto la importancia de las notas a pie de página, que han

servido para dar con buenas soluciones y para aportar las justificaciones pertinentes para

las mismas. También han resultado muy útiles a la hora de analizar el estilo, la

coherencia y la intención del texto, de forma que no quedaran cabos sueltos ni hubiera

errores pragmáticos.

En lo referente a la comparación entre versiones, se ha llegado a la conclusión

de que una traductora experimentada muchas veces consigue soluciones más

idiomáticas y naturales en la lengua de destino. No obstante, hemos de reconocer que se

han encontrado más desviaciones, falsos sentidos y omisiones de lo que cabía esperar,

especialmente dentro del segundo fragmento seleccionado. Sin embargo, es importante

hacer alusión al hecho de que esta traducción fue publicada en 1982, cuando,

evidentemente, era más complicado acceder a la información y muchos errores podrían

haberse subsanado fácilmente con una buena fuente de documentación, como son ahora

las nuevas tecnologías. Por otro lado, se ha dejado constancia en este trabajo de la

importancia de conocer el destinatario de una traducción antes de abordarla. En la

comparación ha quedado reflejada la diferencia existente entre dos variedades de

español del mundo: la de España y la de Argentina.

68
Por último, nos gustaría mencionar la importancia que tiene conocer el mundo

del autor a la hora de enfrentarse a la traducción de un texto de este tipo. Las personas

que escriben autobiografías están especializadas en una materia concreta, así que resulta

conveniente consultar su obra, leer sus entrevistas, ver sus creaciones y profundizar en

su ámbito: convertirse, por así decirlo, en expertos en su ambiente.

69
6. BIBLIOGRAFÍA

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74
7. ANEXOS

7.1 Cuatro fragmentos de Un instant dans la vie d’autrui

MAURICE BÉJART

Un instant dans la vie d’autrui – Mémoires

A François Weyergans

sans qui ce livre n’existerait pas.

Parce que c’était lui.

Parce que c’était moi.

Montaigne, Essais

Et que soit perdue la journée où l’on n’ait pas

dansé une seule fois !

Et que soit fausse pour nous chaque vérité auprès

de laquelle il n’y ait pas eu au moins un éclat de

rire.

Nietzsche, Zarathoustra.

75
Je suis chorégraphe parce que je ne sais rien faire d’autre.

En quittant une enfance qui ne m’y avait pourtant pas préparé, je me suis

retrouvé danseur. L’enfant, lui, voulait être metteur en scène. Le metteur en scène et le

danseur ont fabriqué un chorégraphe. Et comme les gens sont toujours au bout du

compte ce qu’ils furent au départ de leur vie (je ne crois pas à l’imprévu des vocations),

il paraît qu’il y a aujourd’hui quelqu’un qui est chorégraphe sous le nom de Maurice

Béjart.

Si je ne crois guère à l’imprévu, je crois quand même aux métamorphoses, aux

assouplissements d’une vie. C’est par là que chacun peut être bouleversant et, en tout

cas, lui-même. Et si la vie n’était qu’histoires d’amour entre le thème et ses variations ?

Par ailleurs, l’artiste (l’interprète autant que le créateur) est très proche des

prostituées. Proche ? Pourquoi « proche » ? L’artiste est un prostitué ! S’il ressent du

plaisir, s’il jouit, tant mieux, mais ce n’est pas indispensable. Ce n’est pas un dû. Il n’est

pas là pour ça. Il faut faire jouir le client : le public – « mon cher public », disait Anna

Magnani en ouvrant vers lui les bras dans un film réalisé par Antonio Vivaldi et Jean

Renoir : Le Carrosse d’Or.

Mon ballet préféré sera toujours le prochain. J’ai assisté à une fête donnée pour

ma centième création à Bruxelles, mais je ne réussissais que des sourires de surface car

j’avais au même moment plein de problèmes pour choisir la musique définitive du cent-

unième ballet. Certains ballets ont exigé des années de gestation, d’autres sont arrivés

très vite. Parfois je m’inspirais de toute une tradition, musicale ou religieuse : je me

laissais porter. Parfois, le point de départ était une simple vision, une procession

d’enterrement rencontrée sur une route désolée au cœur de l’Espagne, ou les rires de

76
trois amis dans un couloir de train, ou une fille qui sortait de l’eau à midi au mois

d’août. Parfois je voulais offrir un rôle à quelqu’un, être excité par un interprète.

Comme tout le monde. On a des désirs, des enthousiasmes, des déconvenues.

Des histoires qui durent. Des histoires qui ne durent pas. On cherche quelque chose à

faire et on veut le faire le mieux possible. Comme un artisan. Parce que le talent… Le

talent, le génie, c’est petit, c’est assez limité. Le génie ! Aujourd’hui, la mode est à ça.

Tout est génial, tout devrait l’être. Mais les gens du Moyen Age, et aussi les sculpteurs

égyptiens, les miniaturistes persans, les peintres sur soie de la Chine et du Japon, je suis

sûr qu’ils pensaient à tout autre chose, et Dante aussi, et Michel-Ange. Michel-Ange

n’avait pas de génie : il avait du boulot ! Il prenait du retard et le pape était furieux.

Quand j’étais petit, on m’appelait Bim. Et aujourd’hui quand des salles combles

applaudissent, tapent du pied et réclament mon confrère : « Béjart ! Béjart ! », je viens

saluer et leur oppose intérieurement « Bim ! Bim ! ». Ils veulent Béjart, je leur offre

Bim.

Cela dit, les applaudissements sont la vitamine C des gens de spectacle : ça

réconforte, ça rend solide. Et les sifflets en sont le calcium : il en faut aussi. J’ai eu les

deux !

Il arrive qu’un ballet soit mal dansé. Massacré, même. Je n’ai pas su stimuler

mes danseurs, il y a eu des erreurs d’éclairage, la musique est partie trop tôt, etc. Bref,

on a dansé une caricature de mes intentions. Et le public applaudit quand même. J’en

suis très malheureux. Mais je me rappelle mes connivences avec les putes, je me dis :

bon, ce client-là ne voulait rien de plus, il a quand même joui. Les gens ont tellement

besoin de danse !

77
Le vieux clown de Limelight est en train de mourir et le public, qui n’en sait

rien, l’applaudit.

Le public est un enfant qui joue avec nous. Il nous déshabille, il nous déchire, il

nous casse comme une poupée.

C’est très cruel. C’est comme ça.

Il nous dorlote aussi.

***

Je ne suis pas un virtuose du souvenir. Je ne tiens pas particulièrement à me

souvenir de mon enfance. En tout cas, pas froidement, pas en le faisant exprès. Pas en

convoquant mon enfance comme on le fait avec un élève qui a désobéi.

Il ne faut pas être l’ancien combattant de sa propre vie : il vaut mieux en être le

romancier. Et alors, il y a deux façons de raconter sa vie. Regardez les romans de

Balzac : il commence par « Louis Lambert naquit en 1797 à Montoire, petite ville du

Vendômois » ; ailleurs, dans Séraphita, roman que j’adore et qui m’a inspiré un de mes

« ballets secrets », Balzac démarre par une longue rêverie sur les rivages et les baies :

« A voir sur une carte les côtes de la Norwège (il écrit encore Norvège avec un w, c’est

78
féerique, et il continue – je cite de mémoire) quelle imagination ne serait émerveillée de

leurs fantasques découpures ? »

Fantasques découpures. Voilà. J’espère que ma vie est faite de découpures, et –

oui – fantasques.

Mon enfance est là. Bien sûr. Elle est toujours là. Elle ne m’a jamais laissé

tomber. Je compte sur elle dans les coups durs. Je lui tends la main. Souvent dans mes

ballets, des personnages tendent le bras et la main vers quelque chose. C’est peut-être, je

m’en rends compte maintenant, c’est peut-être vers leur enfance, c’est-à-dire vers la

mienne.

J’aime beaucoup ma date de naissance : le premier janvier.

Je suis né à Marseille le 1er janvier 1927, entre la gare Saint-Charles et la

Méditerranée. C’était la Marseille des vieux tramways ouverts : tous les gamins

s’amusaient à monter et descendre sans payer (je fus l’un d’entre eux). Les rues

menaient une vie très théâtrale jadis, et les rues de Marseille vivaient beaucoup par le

son. Les marchands de fromage passaient sous les fenêtres avec de grands paniers

d’osier où ils serraient dans des serviettes leurs fromages de chèvre frais : le lait coulait

encore à travers le tissu et ils modulaient leurs propositions de vente : « Les Brousses du

Rove… Les Brou-ousses du Rôôve… »

Les marchands d’escargots, eux, avaient mis au point tout un petit couplet :

A l’aïgue o saù le limaçoun

En a des gros et des pitchoun

(A l’eau et au sel les escargots

Y en a des gros et des petits)

79
La Corniche ne s’appelait pas « Corniche du président Kennedy » et Marcel

Proust n’aurait pas détesté le parc Borély.

La gare Saint-Charles, plus tard, me fut très utile : pour m’enfuir et rejoindre

Paris. La Méditerranée aussi : pour avoir envie d’y revenir. Mais aux yeux d’un petit

garçon dans la Marseille d’avant guerre, la mer c’était surtout, après le bassin de la

Joliette, les plages en dehors de la ville, ce n’était pas encore le besoin vital d’une eau

immense qui bouge et attire.

En 1927, mon père avait trente et un ans. Il était né au Sénégal, à Saint-Louis-

du-Sénégal, fils d’un officier colonial et d’une Bretonne, cette grand-mère vive et

costaude qu’on appelait « Nène » dans la famille. La mère de l’officier colonial, mon

arrière-grand-mère, était une Sénégalaise. Je suis encore plus fier de cette ascendance

africaine que d’être né un premier janvier. Si j’avais eu des enfants, ils auraient pu être

des Noirs, puisque la force du sang noir est telle qu’il peut resurgir quelques générations

plus tard.

Le premier janvier, ça m’amusait quand j’étais gosse, quand il fallait remplir des

formulaires à l’école ou quand nous comparions nos dates de naissance pendant la

récréation, et puis aussi parce que cette date m’avait permis d’entrer un an à l’avance et

d’être le plus jeune, ce que je traduisais par « le plus doué » ! Mais je suis sûr que le

sang africain a été déterminant quand j’ai commencé à danser : j’ai envie de croire qu’il

a été la vraie cause de mon acharnement au début – parce que sans ça, sans cette

nostalgie de la danse que j’attribue à ce petit bout d’Afrique à l’intérieur de moi, ça

n’aurait pas été passionnant, les premiers cours de danse… L’Afrique m’a empêché de

déserter.

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Au début, la danse m’a fait du bien physiquement. Mais était-ce de la danse ou

une médication ? J’entends encore l’amie d’une de mes tantes : « Peuchère, il va être

rachitique, ce petit ! »

La famille habitait rue Ferrari à Marseille, dans une grande maison avec une

cour. Au bout de la rue, il y avait la place Jean-Jaurès où les autres allaient jouer aux

billes et moi pas. J’aurais préféré que nous habitions rue Paradis parce que je croyais

que cette rue conduisait au paradis. Les enfants prennent tous les noms très au sérieux :

c’est dommage que la publicité soit venue compliquer et pourrir le mystère des noms

propres. Il y a à Marseille la gare du Prado : quand j’entendais parler du musée du Prado

je croyais que ce musée était la gare principale de Madrid (d’ailleurs c’est un peu vrai :

il y a une gare à côté du musée du Prado, l’Atocha, que les Madrilènes préfèrent appeler

gare du Prado : je ne me trompais guère !).

Mon père occupait, à l’étage, une pièce tapissée de livres du sol au plafond : ma

bibliothèque publique. Je suis allé à l’école au Sacré-Cœur jusqu’à mon bac. Le

directeur du Sacré-Cœur, l’abbé Bourgarel, était un ami de mon père : il venait parfois à

la maison et le lendemain à la récré, je le racontais négligemment aux copains.

De ma mère, j’ai gardé l’image d’une femme très jeune et très belle. Elle était à

mes yeux la femme la mieux habillée du monde. Elle utilisait des parfums disparus dont

j’ai oublié le nom mais pas l’odeur. Encore aujourd’hui, je voudrais croire qu’elle

souriait toujours, mais il est vrai que je l’ai peu connue, et j’étais si jeune…

Avant qu’elle n’épouse mon père, ma mère travaillait dans une pharmacie. Est-

ce une hérédité capricieuse qui me fait visiter depuis, plutôt que les musés, toutes les

pharmacies du monde que je ne quitte jamais sans un sac en plastique rempli

d’ampoules buvables, de complexes vitaminiques, de flacons choisis au hasard des

présentoirs ?

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Peut-être pour rivaliser avec les toilettes de ma mère (toilettes que ma mémoire à

coup sûr enjolive, mais je jouerai toujours ma mémoire heureuse contre les historiens

chagrins), je me déguisais beaucoup. C’était la raison d’être de mes temps de loisirs. Je

vivais beaucoup dans mon coin avec mes costumes. Je faisais le chiffonnier dans toutes

les pièces de la maison, je ramenais dans ma chambre les draps déchirés, les rideaux

laissés pour compte, les chaussures sans semelles. J’habillais aussi des poupées. J’ai très

longtemps jouée à la poupée : j’en hébergeais Dieu sait combien.

Parfois mon père et mon oncle jouaient de la mandoline après le repas : je

montais dans ma chambre et j’entrouvrais la porte pour que les poupées entendent.

***

[…]

***

Mes premières leçons de danse… Pas très différentes de toutes les autres.

L’essentiel est déjà là : la barre, le miroir, la discipline, les muscles qui veulent bien ou

qui ne veulent pas et qu’il faut contraindre ou apprivoiser.

Le studio est au sixième étage d’une grande maison délabrée près du Vieux Port

à Marseille. C’est une maison du XVIIe siècle, dans l’ancien quartier des Galères.

Je monte quatre à quatre chaque volée d’escalier. Chaque fois, à l’avant-dernier

étage, je m’arrête pile. Mon cœur bat à tout rompre, mais ce n’est pas parce que je suis

essoufflé. Une sensation nouvelle m’arrête, un mélange de frousse et d’euphorie. Je suis

affolé et ivre de joie : encore quelques marches et je pousserai la petite porte rouge

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foncé. Est-il encore temps de lâcher pied, de me reprendre ? Ce sera pareil plus tard,

dans les coulisses, quand ce sera à mon tour de me lancer dans les lumières et d’entrer

en scène. Au beau milieu de cette cage d’escalier étriquée, je me trouve nez à nez avec

un drôle de loustic : le trac. Il ne m’a jamais faussé compagnie depuis.

Les murs du studio sont recouverts d’un papier peint orangé avec des fleurs style

bégonia. Quand le piano est fermé, on entend les cris des marchandes de coquillages qui

montent de la rue, et le piano est presque tout le temps fermé puisque la pianiste ne

vient que le jeudi. Un miroir minuscule, encadré de noir et d’or, reflète le piano morne

comme un scarabée qui a rentré ses pattes.

Mais il y a la barre : elle court sur trois côtés de la pièce. Et sans elle, il n’y

aurait rien. Je l’accoste ici pour la première fois. Plus tard, j’oserai signer un ballet dont

la barre seule aurait fait toute la chorégraphie, mais je dirai dès maintenant à ma

décharge que le ballet s’intitule L’Art de la barre. La barre est à la danse ce que la

colonne vertébrale est au corps : la danse tient debout grâce à la barre, et chaque fois

que la danse flirte avec les mollusques, il faut vite revenir à la barre.

Bon. J’ai écarté le trac, j’ai traversé la galerie aux lourdes poutres de chêne. La

leçon va commencer. Il n’y a pas de vestiaire. Il n’y a pas de douches, pas d’eau

courante. On s’habille dans le couloir. Mon professeur est là. C’est elle : c’est Madame.

Elle est aussi âgée que la vieille dame peinte par Rembrandt. Elles ont toutes les deux le

même visage, mais Madame tient dans sa main une canne. Avec cette canne, elle fait

tout : une troisième jambe quand elle marche, un métronome quand elle enseigne, un

doigt pointé quand elle corrige et carrément un knout quand nous ne pigeons pas.

Sa voix me terrifie : c’est la voix de la Walkyrie ! Une voix énorme avec un

accent marseillais qui ne me fait pas rire du tout, tempéré par des intonations italiennes

(elle me confia plus tard qu’elle avait dansé à Turin).

83
Elle se terre, toute petite avec des cheveux blancs, dans un fauteuil d’osier d’où

on dirait qu’elle va rendre la justice. L’hiver elle s’enveloppe dans des châles de

dentelle comme on met du papier de soie autour des fruits fragiles.

En été, elle apportera un éventail. Imaginez ce que peuvent donner les grandes

chaleurs à Marseille dans un local sous les toits : c’est redoutable, et Madame

manipulait sa canne et l’éventail, on aurait cru qu’elle hissait une voile au mât.

Quant à moi, pas de chaussons, pas de maillots : c’est la guerre. Introuvables.

Pendant presque un an je travaille avec des espadrilles et un vieux short.

J’apprends. J’apprends. Madame :

– Tu as les pieds comme deux courgettes farcies !

Un jour, elle s’approche de moi. Elle cesse de battre la mesure avec sa canne sur

le plancher, elle va droit dans sa poche et en extirpe une loupe. Elle penche sur moi la

loupe et ses yeux derrière la loupe. Je me sens cloué sur place. Elle promène la loupe à

dix centimètres de mes épaules, descend le long des bras, des jambes : les genoux, les

pieds. Le verdict tombe :

– De mon temps, foutu comme ça, eh bien on n’aurait même pas osé commencer

la danse.

Elle m’a déjà tourné le dos et s’éloigne. Je ne bouge toujours pas, jusqu’à ce

qu’elle se retourne et que toute sa tendresse déguisée n’arrive à rien trouver de mieux

que de me lancer :

– Travaille !

Et puis, en écho :

– Feignasse !

Ce « Travaille, feignasse ! » en deux temps, ça m’est resté !

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Alors, rentré à la maison, je m’enferme dans ma chambre après le repas de soir

et je coince mes pieds sous le lit pour les assouplir. Je m’invente toute une gymnastique,

je me suspends au chambranle de la porte pour m’allonger et essayer de grandir. Je

m’épuise en tractions pour élargir ma poitrine trop maigre et je me plante devant le

lavabo pour m’injurier dans la glace.

Pour tout conjurer, et aussi pour me punir dans une très vague intention de

« m’améliorer », je dors par terre, à même le sol.

Il y aura une autre leçon demain.

De temps en temps, Madame m’invite chez elle après la leçon. Elle vit dans une

grande pièce-capharnaüm au troisième étage d’une maison voisine. Sa vie entière est

entassée là sous forme de gravures encadrées, de statuettes qui lèvent les bras, de fleurs

en plumes que la poussière arrose. Il y a aussi des tables, des commodes, des fauteuils et

des vases qui se sont résignés depuis longtemps à rester vides.

Madame ouvre des tiroirs, cherche des photos, les trouve. Elle les pose devant

moi, m’interdit d’y toucher, se relève pour revenir avec une loupe plus grosse que

l’autre. Elle se rassied, s’empare avec précaution du paquet de photos et les vérifie une à

une avant de me les montrer :

– Là, tu vois, c’est moi dans Faust, à Turin.

Une autre :

– Et là, quel beau costume ! Samson et Dalila.

Elle me montre un joli petit garçon :

– C’est moi en travesti dans Guillaume Tell.

Elle s’attarde moins longtemps sur une photo d’elle dans la rue : elle est jeune, il

y a des arbres et beaucoup de feuilles aux arbres et des automobiles qui rassemblent à

des bateaux.

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Je suis assis à côté d’elle et je m’efforce de me tenir très droit. Madame me

regarde et sourit. J’ai des courbatures. Je soutiens le regard de Madame. Je l’aime.

– Allez, maintenant il faut que tu rentres !

Dehors il fait noir. Je zigzague entre les poubelles et les rats. Je me dépêche. Je

me suspendrai encore au linteau de la porte pour grandir, pour grandir. Un soir un rat

m’a mordu. On me fit des piqûres et tout. J’en ai gardé une peur affreuse des rats, que

j’ai étendue aux souris de toutes couleurs et toutes dimensions.

Je n’ai pas beaucoup grandi mais quelques années plus tard, j’ai cessé d’être un

gosse à mes yeux. Feignasse ? J’ai travaillé tous les jours. Et je suis passé comme tout le

monde par une première pollution nocturne qui m’a terrifié : dans la nuit, ma main

tournait autour d’une matière inconnue, chaude et poisseuse. Je me persuadais que

c’était bel et bien du sang. Je n’osais ni rallumer ni rien : je gardais les yeux ouverts

dans le noir et je finis par me rendormir.

Ensuite je débutai sur scène ! À l’Opéra de Marseille. J’étais distribué dans la

Bacchanale de Samson et Dalila.

Je me maquille tout seul en faisant fi des conseils. Je m’applique du fond de teint

bronzant sur le torse, j’en mets trop et pas assez : je finis par ressembler à une

illustration de livre de médecine : exemple-type pour dermatologues d’un cas

relativement rare d’eczéma généralisé !

Quant au visage, à force de me charbonner les yeux, je m’étais fait la gueule

patibulaire d’un comparse de Laurel et Hardy. Et encore : ils n’auraient pas osé en faire

tant !

Une habilleuse avait déposé mon « costume » sur la chaise : une peau de

panthère. Ce n’était sûrement pas de la panthère, d’ailleurs. À demi nu, cette peau de

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panthère drapée sur l’épaule, je risque une première apparition en coulisses : on étouffe

des rires devant ce Tarzan de poche.

Le vin est tiré. J’attends sagement le début de la Bacchanale. Je ne suis pas seul :

le trac m’a rejoint. Un machiniste me pousse : « Hardi petit ! T’inquiète pas : ce qui

compte sur le plateau, c’est le regard ».

Sur scène, on est bien. Il fait chaud. Les lumières me montrent et m’aveuglent. Il

y a un grand trou noir qui est tantôt amical, tantôt hostile mais toujours attirant.

Dangereusement. Amoureusement.

Je sais que dans ce trou noir, il y a Madame. Elle est dans la salle. Demain elle

me dira : « Travaille ! » et elle ajoutera « Feignasse ! ».

Quand je quitterai Marseille, elle m’embrassera très fort et me donnera un

dernier conseil : « Travaille ! » Oui : travaille tout court, plus de feignasse ! Elle

ajoutera : « Tu n’y peux rien si tu es mal foutu, mais tu as un saut formidable et tu sais,

un homme qui danse, il faut qu’il saute. »

Mais entre-temps, je suis toujours à Marseille. Je continue d’assouplir mes pieds

en les malaxant, en les coinçant sous la monture du lit. Je continue de travailler sous les

coups de canne et les sourires. Madame m’invite encore chez elle, me remontre les

mêmes photos mais dans un autre ordre. Nous contemplons son vieux phono à pavillon

qui est encore plus silencieux que le piano droit du studio. Je continue de m’insulter

dans mon miroir et de rêver à des mises en scène où je convoque vingt, trente, quarante

figurants que je ne peux pas encore revêtir de peaux de panthère puisque je n’ai pas

encore vécu ça, mais que je peux faire bouffer tout crus par une lionne blessée qui ne

meurt pas. Au tableau suivant, la lionne est conduite dans le Walhalla par la Walkyrie.

Changement de décor à vue : le Walhalla est ma chambre où je recueille dans mon lit

les deux arrivantes, et pour leur faire de la place, je dormirai par terre.

87
***

[…]

Ayant fait de la danse ma raison de vivre, je l’ai prise au sérieux. J’ai été tout de

suite frappé par un divorce : celui qui existe entre le travail exigé par les professeurs et

fourni par leurs élèves (jusqu’à la dévotion) dans les studios de danse, pendant les

classes, et le n’importe quoi sclérosé qui régnait dans les spectacles de danse quand

j’étais jeune. On avait fait de la danse (et « on » est facile de savoir qui et quand) un art

mineur, un art décoratif, un divertissement. J’évoque bien sûr la situation de la danse en

Occident : ce n’est pas non plus par hasard que c’est en Occident que la danse a foiré,

parce qu’il n’y a pas que la danse qui a foiré et qui fut caricaturée.

J’ai pris la danse au sérieux parce que je crois que la danse est un phénomène

d’origine religieuse. Et ensuite un phénomène social. Mais la danse est avant tout

religieuse. Tant que la danse sera considérée comme un rite, rite à la fois sacré et

humain, elle remplira sa fonction. Si on en fait un divertissement, la danse n’existera

plus et il y aura quelque chose qui ressemblera à un feu d’artifice ou à un défilé de

majorettes ou à une partie de billard électrique, mais ce ne sera pas de la danse. Dire

ceci dans les années quatre-vingt donne l’air d’enfoncer une porte ouverte, mais cette

porte était verrouillée dans les années cinquante.

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Une certaine religion chrétienne, au nom de Dieu sait quel tabou, quelle honte

apeurée devant l’enveloppe charnelle de l’ « âme », a refusé la danse au moment où

cette même religion inspirait les cathédrales ! Coupée de la religion dont elle doit vivre,

la danse occidentale, condamnée à cause de la « chair », s’est refugiée, précisément

dans la chair : elle est devenue une succursale de la galanterie. Loin de la religion, elle

s’est faite mondaine, au pire sens du mot. Louis XIV créa l’Académie royale de

musique et de danse. Parrainée par un roi, la danse naissait, mais où ? Dans les cours,

dans les salons…

Elle naissait avec un énorme retard. Les autres arts n’avaient jamais été étouffés.

La danse devait en même temps renouer avec ses origines et aller de l’avant en

balbutiant, quand l’architecture européenne avait déjà vu se succéder le roman et le

gothique, quand toute la grande peinture vénitienne avait donné ses fruits, un

Rembrandt aussi, quand Monteverdi, Vivaldi étaient déjà morts…

Au lieu d’aller de l’avant, cette pauvre danse aggrave son retard ! Elle est

kidnappée par la grivoiserie bien pensante de bourgeois placides, par la futilité d’une

noblesse sainte nitouche et par le pharisaïsme des esthètes. La danse est traitée comme

les pieds des femmes chinoises : rapetissée, amoindrie. C’est mièvrerie et compagnie. Et

ça a duré longtemps puisque ce n’est pas encore tout à fait fini.

La danse du XIXe siècle est assignée à résidence dans des « ballets », où elle sert

à enjoliver une intrigue, où elle est mariée de force à d’autres arts. Voilà : pendant des

siècles, la danse n’a pas eu une existence autonome. Il s’agissait d’illustrer le récit

mignard d’un écrivain de deuxième ou troisième ordre, mis en valeur par une suite de

numéros musicaux eux aussi de deuxième ou quatrième ordre, dans des décors qui

relèvent de l’esthétique de la boîte de chocolat. Telle fut la danse du XIXe siècle !

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Où est passé, là-dedans, le rite ? Le besoin de communion dans les deux

directions, horizontale et verticale, sacrée et sociale ?

Quand Diaghilev arriva avec les Ballets russes au début de ce siècle, ce fut une

révolution. Mais une révolution esthétique. Or, la danse attendait une révolution

éthique. Cette révolution esthétique, ce n’était déjà pas si mal ! De grands musiciens

comme Stravinski composaient enfin pour la danse. De grands peintres, Picasso, Derain,

Braque, s’occupaient des décors et des costumes. Il y eut aussi l’étonnant décorateur

Léon Bakst (j’attends avec impatience le film qu’on annonce souvent et qu’on ne tourne

jamais, sur la vie de Léon Bakst qui sera incarné par Mick Jagger).

Diaghilev a aussi montré des interprètes qui n’étaient plus de gracieux pantins

mais des êtres émouvants et forts. Surtout Nijinski, bien sûr, lequel était interprète et

chorégraphe.

Diaghilev travaillait pour étonner Paris, pour séduire Paris, pour choquer Paris.

C’est un peu court.

Il fallait redécouvrir la danse la plus universelle, la danse qui ne s’est pas coupée

de ses origines religieuses, c’est-à-dire toutes les danses du monde entier sauf la danse

d’une certaine société dans une certaine partie de l’Europe. Il fallait redécouvrir et

vivifier la tradition chorégraphique universelle.

Cette renaissance de la danse, cet épanouissement s’accomplit au moment où

l’Europe s’avise enfin de respecter l’art et les langages des autres continents. Les

peintres et les sculpteurs ont ouvert la voie en s’inspirant de l’art nègre. La musique

viendra plus tard, et ce sera la découverte des musiques orientales, du Japon, de Bali, de

l‘Inde. Enfin, la vogue extraordinaire que rencontrent depuis une vingtaine d’années les

troupes de danse venues de pays lointains, qu’il s’agisse de folklore russe ou du

kathakali hindou.

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Le public occidental a senti inconsciemment le grand besoin qu’il avait d’une

danse non vidée de sa substance. Les jeunes qui se rassemblent en tâtonnant à travers le

rock ou la pop music ou le « disco » à la recherche de rites nouveaux, ont raison.

Chaque époque doit créer ses rites. Les rites de nos parents sont devenus froids et sans

significations.

Le renouveau de la danse n’est plus un problème esthétique. On se trouve en

présence d’un besoin bien plus profond. Ce qui est en jeu, c’est une question sociale,

une attitude spirituelle.

La danse n’a plus rien à raconter : elle a beaucoup à dire !

Je parle de ce qui me tient à cœur. La danse, je le crois absolument et chaque

jour d’avantage, est l’art du XXe siècle. Quand je l’affirmais il y a vingt ans et plus, on

me riait au nez. On disait : « Béjart, ça va pas dans sa tête, c’est un pauvre gars qui

essaie de mettre sur pied de petits ballets qui n’intéressent de toute façon personne ! »

En même temps, à l’Opéra de Paris, il y avait de la danse le mercredi, ça se traînait

devant des trois quarts de salle. Quand une compagnie importante venait à Paris, il y

avait huit jours avec du monde si c’était la troupe de Cuevas, et quand c’était Martha

Graham, au bout de dix jours il y avait entre vingt et trente personnes dans la salle

chaque soir. Je le sais : j’y allais. Quand le New York City Ballet venait à Paris, ça

durait trois soirs, c’était loin d’être plein, les gens restaient de glace. Bon. C’était plutôt

mal parti, semblait-il, mais j’étais sûr et certain que la danse était l’art de notre siècle.

Il y avait le sport, il y avait le cinéma. Il y avait le corps et le rêve : la danse

allait proposer des performances sportives, mais en associant le mouvement physique, la

performance, à une émotivité. Et en donnant des choses à voir. Des images. Les gens

ont besoin d’images, ils ont besoin d’émotion, de lyrisme. La danse permet de mélanger

91
un plaisir esthétique, un plaisir dynamique et un plaisir émotionnel. Un minimum

d’explications, un minimum d’anecdotes, et un maximum de sensations.

Aujourd’hui, je constate que partout, les spectacles de danse sont suivis par le

public. Chaque fois que nous jouons en tournée dans telle ou telle grande ville, il y a en

même temps trois ou quatre autres compagnies, et c’est plein partout. C’est un

phénomène qui dépasse la réussite personnelle de Monsieur X ou de Monsieur Y, c’est

devenu le phénomène de la danse au XXe siècle.

Il ne faut pas en rester là. Tout ce qui n’augmente pas diminue. Il faudra bien

qu’un jour tout le monde danse.

À force de voir les gens réagir à mes spectacles (je ne parle pas de réactions

esthétiques, de ceux qui aiment et de ceux qui n’aiment pas : je parle d’une réaction

beaucoup plus forte, je parle de ceux qui reviennent plusieurs soirs de suite, qui

regardent les différents danseurs danser le même rôle), j’ai vu qu’on n’était plus du tout

dans le domaine de l’art. J’ai l’impression que les spectateurs sont un peu jaloux : ils

voudraient être danseurs, aux aussi.

C’est de l’utopie en plein, si on veut. Pour danser comme mes danseurs, il ne

faut faire que ça tous les jours. Mais il n’y a pas que cette danse-là. Il ne s’agit pas de se

mettre à enseigner la danse classique dans toutes les écoles. Je n’y crois pas. D’abord,

qui va l’enseigner ? Il faudrait tellement et tellement de professeurs, et on aura toutes les

vieilles danseuses ratées qui prendront inconsciemment ou pas leur revanche : « Moi, de

mon temps, je faisais trente-six fouettés. » Le résultat sera que les élèves fuiront la

danse ou attraperont des inhibitions et un complexe d’étoile mort-née.

Il faut avant tout découvrir une méthode d’enseignement. J’ai un peu cherché

dans ce sens. Il faut inventer une danse qui libère les gens sans leur donner l’impression

92
qu’ils dansent moins bien que des professionnels. Il faut éliminer l’envie, la

comparaison.

Tous comptes faits, je n’aurai vécu que pour la danse. Pour la décrasser. Et pour

cette expansion de la danse, pour que vienne au jour ce besoin, cette volonté : qu’il y ait

de la danse et qu’elle occupe sa place. Laquelle ? La première. À mon avis.

[…]

23

[…]

Dans Notre Faust (« notre » parce que je le partageais avec ces jeunes qui

travaillaient avec moi), je fus à la fois un vieux cabot et un figurant naïf, un homme

berné et un rêveur qui pleure, un meneur de jeu et un grand sentimental à genoux.

Je mélangeai sans transition les principaux mouvements de la Messe en si de

Bach à des « milongas » et des tangos argentins que Donn m’avait rapportés d’un séjour

qu’il venait de faire à Buenos Aires. Faust et Méphisto dansaient le tango, mais pour

finir, Faust se rachetait sur l’Agnus Dei chanté par la voix de haute-contre d’Alfred

Deller.

Et une autre voix martelait : « Continue, Faust, continue ! » On veut arrêter

l’instant qui passe : dérision. Un instant n’est là que pour féconder le temps, pour

engendrer un autre instant. Moi aussi je ne suis qu’un instant. Je n’aurai été qu’un

instant dans la vie d’autrui. Toute cette montagne d’efforts pour chaque ballet auxquels

93
des spectateurs ne se décident à assister qu’en dernière minute, peut-être parce que leur

télévision est en panne ! Ce n’est pas mon problème. Il faut que je continue pour mourir

et renaître – et il ne s’agit pas d’un cercle vicieux. Au contraire, c’est un parcours

fléché.

Au bout d’un tel parcours, peut-être ne rencontrerai-je qu’un petit miroir où je

découvrirai enfin que je ne ressemble pas à celui que, paraît-il, je suis.

J’envoie au lecteur (sur le même papier) un faire-part de deuil et un faire-part de

naissance. Je viens de naître. Tout un travail intérieur est déjà fait en moi : la gestation

est terminée. Qui serai-je ? On sait que les bébés mettent du temps à se découvrir dans

une glace : ils croient d’abord qu’il s’agit d’un autre.

J’ai monté un ballet en trois jours. Il s’appelle Life. J’étais à Paris et il me

manquait quelque chose pour les programmes de New York où nous partions la semaine

d’après. J’ai croisé par hasard Jean Babilée dans un studio. J’ai tout de suite eu envie de

créer quelque chose pour lui. Je lui ai demandé son nouveau numéro de téléphone et je

l’ai appelé le lendemain matin : « Tu es libre ? Viens à Bruxelles, on travaillera

ensemble, on n’a qu’un minimum de temps et tu partiras pour New York avec nous. »

Jean est un danseur et un chorégraphe de ma génération, mais il a l’air d’avoir dix-sept

ans. On a travaillé très vite, lui, moi et une fille étonnante qui est dans la compagnie

depuis quelques années sans que je lui aie jamais rien fait faire de spécial : Cathy Dethy.

J’ai utilisé du silence, quelques percussions et de brefs extraits d’une partita de Bach

pour violon seul. Une structure en tubes de métal a joué le rôle d’un troisième

personnage (abri, couloir, miroir et partenaire) tempérant de sa géométrie affable les

meurtrissures et les espoirs d’un homme seul sans symphonie.

Babilée déchira l’espace de la scène comme d’autres vous déchirent le cœur.

94
Faire ce ballet si rapidement et avec aucuns moyens, après tant de spectacles

« lourds », c’était une lune de miel succédant au service militaire. J’étais heureux

comme tout. Je me rendais compte qu’il me suffisait de trois fois rien là où des gens

comme Fellini ou Resnais attendent des années avant de pouvoir commencer à

s’exprimer. Quand je dis trois fois rien, c’est tout le contraire : il me suffit d’avoir des

interprètes qui veuillent bien me bouleverser en me dévoilant techniquement leur vie,

leurs cicatrices et ces choses sur eux-mêmes qu’ils ne savent pas et que j’ignore autant

qu’eux mais que la danse repère très vite, elle qui vous découpe quelqu’un mieux que

tous les scalpels du monde.

Life, travaillé sans tambour ni trompette, cadeau immérité que ma vie me donne

pour marquer quel renouveau occulte, est un ballet où je me sens à la fois très présent et

complètement chassé. Responsable et exclu. C’est la même chose avec ma vie toute

entière – et je tiens par-dessus tout à ce mot, le plus beau que je connaisse : Vie, Life. Je

suis exclu de mon passé. Je suis responsable de mon avenir.

***

Je n’aurais jamais pu me résoudre à fouiller le passé pour écrire ma vie. C’est

François qui m’y a décidé et qui a pris les devants.

Lorsque j’ai vu son film : « Je t’aime, tu danses » où je joue le rôle principal,

j’avais l’impression en me voyant sur l’écran de le reconnaître, lui ; lorsque j’ai créé le

ballet Mathilde, il m’a dit qu’il aurait pu en être l’auteur, l’interprète, le voyageur qui ne

tient à la terre qu’à un fil (celui du téléphone certainement).

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« Un instant dans la vie d’autrui »… Dans cette biographie, quelle a été la nature

de notre collaboration ? Nous le dirons peut-être un jour. Je ne ferai que répéter le mot

de Montaigne au début du livre : « Parce que c’était lui, parce que c’était moi. »

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