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Evaluacion 6193868

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Competencia Lectora

forma: 6193868
INSTRUCCIONES

1.- Esta prueba contiene 16 preguntas. Todas las preguntas son de 4 opciones de respuesta
(A, B, C y D). Solo una de las opciones es correcta.

2.- Completa todos los datos solicitados en la hoja de respuestas, de acuerdo con
las instrucciones contenidas en esa hoja, porque estos son de tu exclusiva
responsabilidad. Cualquier omisión o error en ellos impedirá que se entreguen tus
resultados. Recuerda llenar en la hoja de respuestas el campo "forma" que corresponde
al número de forma que se encuentra en la portada de esta prueba. Se te dará tiempo
para completar esos datos antes de comenzar la prueba.

3.- Dispones de 0 horas y 37 minutos para responder las 16 preguntas.

4.- Las respuestas a las preguntas se marcan en la hoja de respuestas que se te entregó.
Marca tu respuesta en la fila de celdillas que corresponda al número de la pregunta
que estás contestando. Ennegrece completamente la celdilla, tratando de no salirte
de sus márgenes. Hazlo exclusivamente con lápiz de grafito Nº2 o portaminas HB.

5.- No se descuenta puntaje por respuestas erradas.

6.- Puedes usar este folleto como borrador, pero no olvides traspasar oportunamente
tus respuestas a la hoja de respuestas. Ten presente que para la evaluación se
considerarán exclusivamente las respuestas marcadas en dicha hoja.

7.- Cuida la hoja de respuestas. No la dobles. No la manipules innecesariamente.


Escribe en ella solo los datos pedidos y las respuestas. Evita borrar para no deteriorarla.
Si lo haces, límpiala de los residuos de goma.

8.- Recuerda que está prohibido copiar, fotografiar, publicar y reproducir total o
parcialmente, por cualquier medio, las preguntas de esta prueba.

9.- Tampoco se permite el uso de teléfono celular, calculadora o cualquier otro dispositivo
electrónico durante la rendición de la prueba.
DECLARACIÓN: Declaro conocer y aceptar que estoy participando en un proceso de
evaluación basado en la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES) gestionado
por Puntaje Nacional. Asimismo, me comprometo a responder la prueba en forma íntegra
y consciente, y a respetar la propiedad intelectual del material que estoy utilizando.

____________
Firma

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Texto 1

Fragmento del cuento escrito por Julio Cortázar, publicado por primera vez el año
1980.

Queremos tanto a Glenda

En aquel entonces era difícil saberlo. Uno va al cine o al teatro y vive su noche
sin pensar en los que ya han cumplido la misma ceremonia, eligiendo el lugar y
la hora, vistiéndose y telefoneando y fila once o cinco, la sombra y la música, la
tierra de nadie y de todos allí donde todos son nadie, el hombre o la mujer en su
butaca, acaso una palabra para excusarse por llegar tarde, un comentario a media
voz que alguien recoge o ignora, casi siempre el silencio, las miradas vertiéndose en
la escena o la pantalla, huyendo de lo contiguo, de lo de este lado. Realmente era
difícil saber por encima de la publicidad, de las colas interminables, de los carteles
y las críticas, que éramos tantos los que queríamos a Glenda.

Llevó tres o cuatro años y sería aventurado afirmar que el núcleo se formó a partir
de Irazusta o de Diana Rivero, ellos mismos ignoraban cómo en algún momento,
en las copas con los amigos después del cine, se dijeron o se callaron cosas que
bruscamente habrían de crear la alianza, lo que después todos llamamos el núcleo
y los más jóvenes el club. De club no tenía nada, simplemente queríamos a Glenda
Garson y eso bastaba para recortarnos de los que solamente la admiraban. Al igual
que ellos, también nosotros admirábamos a Glenda y además a Anouk, a Marilina,
a Annie, a Silvana y por qué no a Marcello, a Yves, a Vittorio y a Dirk, pero
solamente nosotros queríamos tanto a Glenda, y el núcleo se definió por eso y desde
eso, era algo que solo nosotros sabíamos y confiábamos a aquellos que a lo largo de
las charlas habían ido mostrando poco a poco que también querían a Glenda.

A partir de Diana o Irazusta el núcleo se fue dilatando lentamente, el año de


El fuego de la nieve debíamos ser apenas seis o siete, cuando estrenaron El uso de
la elegancia, el núcleo se amplió y sentimos que crecía casi insoportablemente y que
estábamos amenazados de imitación snob1 o de sentimentalismo estacional. Los
primeros, Irazusta y Diana y dos otros más decidimos cerrar filas, no admitir sin
pruebas, sin el examen disimulado por los whiskys y los alardes de erudición (tan
de Buenos Aires, tan de Londres y de México esos exámenes de medianoche). A la
hora del estreno de Los frágiles retornos nos fue preciso admitir, melancólicamente
triunfantes, que éramos muchos los que queríamos a Glenda. Los reencuentros en
los cines, las miradas a la salida, ese aire como perdido de las mujeres y el dolido
silencio de los hombres nos mostraban mejor que una insignia o un santo y seña.
Mecánicas no investigables nos llevaron a un mismo café del centro, las mesas
aisladas empezaron a acercarse, hubo la grácil costumbre de pedir el mismo cóctel
para dejar de lado toda escaramuza inútil y mirarnos por fin en los ojos, allí donde
todavía alentaba la última imagen de Glenda en la última escena de la última

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película.

Veinte, acaso treinta, nunca supimos cuántos llegamos a ser porque a veces Glenda
duraba meses en una sala o estaba al mismo tiempo en dos o cuatro, y hubo
además ese momento excepcional en que apareció en escena para representar a la
joven asesina de Los delirantes y su éxito rompió los diques y creó entusiasmos
momentáneos que jamás aceptamos. Ya para entonces nos conocíamos, muchos nos
visitábamos para hablar de Glenda. Desde un principio Irazusta parecía ejercer
un mandato tácito que nunca había reclamado, y Diana Rivero jugaba su lento
ajedrez de confirmaciones y rechazos que nos aseguraba una autenticidad total
sin riesgos de infiltrados o de necios. Lo que había empezado como asociación
libre, alcanzaba ahora una estructura de clan y, a las livianas interrogaciones del
principio, se sucedían las preguntas concretas, la secuencia del tropezón en El uso
de la elegancia, la réplica final de El fuego de la nieve, la segunda escena erótica
de Los frágiles retornos. Queríamos tanto a Glenda que no podíamos tolerar a los
advenedizos [. . . ], a los eruditos de la estética. Incluso (nunca sabremos cómo) se
dio por sentado que iríamos al café los viernes cuando en el centro pasaran una
película de Glenda, y que en los reestrenos en cines de barrio dejaríamos correr
una semana antes de reunirnos, para darles a todos el tiempo necesario; como
en un reglamento riguroso, las obligaciones se definían sin equívoco, no acatarlas
hubiera sido provocar la sonrisa despectiva de Irazusta o esa mirada amablemente
horrible con que Diana Rivero denunciaba la traición y el castigo. En ese entonces
las reuniones eran solamente Glenda, su deslumbrante ubicuidad2 en cada uno de
nosotros, y no sabíamos de discrepancias o reparos. Solo poco a poco, al principio
con un sentimiento de culpa, algunos se atrevieron a deslizar críticas parciales,
el desconcierto o la decepción frente a una secuencia menos feliz, las caídas en
lo convencional o lo previsible. Sabíamos que Glenda no era responsable de los
desfallecimientos que nos enturbiaban por momentos la espléndida cristalería de
El látigo o el final de Nunca se sabe por qué. Conocíamos otros trabajos de sus
directores, el origen de las tramas y los guiones, con ellos éramos implacables
porque empezábamos a sentir que nuestro cariño por Glenda iba más allá del mero
territorio artístico y que solo ella se salvaba de lo que imperfectamente hacían los
demás. Diana fue la primera en hablar de misión, lo hizo con su manera tangencial
de no afirmar lo que de veras contaba para ella, y le vimos una alegría de whisky
doble, de sonrisa saciada, cuando admitimos llanamente que era cierto, que no
podíamos quedarnos solamente en eso, el cine y el café y quererla tanto, a Glenda.

Tampoco entonces se dijeron palabras claras, no nos eran necesarias. Solo contaba
la felicidad de Glenda en cada uno de nosotros, y esa felicidad solo podía venir de
la perfección. De golpe los errores, las carencias se nos volvieron insoportables; no
podíamos aceptar que Nunca se sabe por qué terminara así, o que El fuego de la
nieve incluyera la infame secuencia de la partida de póker (en la que Glenda no
actuaba, pero que de alguna manera la manchaba como un vómito, ese gesto de
Nancy Phillips y la llegada inadmisible del hijo arrepentido). Como casi siempre,
a Irazusta le tocó definir por lo claro la misión que nos esperaba, y esa noche

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volvimos a nuestras casas como aplastados por la responsabilidad que acabábamos
de reconocer y asumir, y a la vez entreviendo la felicidad de un futuro sin tacha,
de Glenda sin torpezas ni traiciones. Instintivamente el núcleo cerró filas, la tarea
no admitía una pluralidad borrosa. Dividimos ecuánimemente las tareas entre los
que deberían procurarse la totalidad de las copias de Los frágiles retornos, elegida
por su relativamente escasa imperfección.

1
Persona que copia con afectación las maneras, opiniones, etc., de aquellos a
quienes considera distinguidos.

2
Presencia en cada lugar, en cada momento.

Cortázar, J. (2009). Queremos tanto a Glenda. En Queremos tanto a Glenda (pp.


17-26). Santillana.

1.- ¿Cuál fue la consecuencia directa del estreno de la película Los delirantes?
DEMRE (2024). PAES invierno de Competencia Lectora Admisión 2025 (liberada). Universidad de Chile.

A) La realización de reuniones periódicas para hablar de Glenda.


B) La crítica parcial de las habilidades actorales de Glenda.
C) El alza de postulantes para integrar el club de Glenda.
D) El aumento de personas admiradoras de Glenda.

2.- ¿Por qué el narrador hace la diferencia entre admirar y querer a Glenda?
DEMRE (2024). PAES invierno de Competencia Lectora Admisión 2025 (liberada). Universidad de Chile.

A) Porque quiere distinguirse de los otros integrantes del club de Glenda.


B) Porque desea confirmar que es miembro fundador del club de Glenda.
C) Porque necesita exaltar el sentimiento que experimenta hacia Glenda.
D) Porque pretende explicar que tiene una relación personal con Glenda.

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Texto 2

Fragmento de un capítulo del libro Desarrollo psicológico y educación, publicado el


año 2014.

Psicología evolutiva: concepto, enfoques, controversias y métodos

Jesús Palacios

1. El desarrollo psicológico y sus determinantes fundamentales

Como tantas otras disciplinas científicas (la historia o la geología, por citar solo dos
ejemplos), la psicología evolutiva se ocupa del cambio a lo largo del tiempo. Como
el resto de las disciplinas en las que se divide el amplio campo de la psicología,
la psicología evolutiva se ocupa de la conducta humana. Lo que diferencia a la
psicología evolutiva de las disciplinas no psicológicas mencionadas en primer lugar
es que su objeto de estudio sea la conducta humana, tanto en sus aspectos externos
y visibles, como en los internos y no directamente perceptibles. Respecto al resto de
las disciplinas psicológicas, lo que diferencia a la psicología evolutiva es su interés
por la conducta humana desde el punto de vista de sus cambios y transformaciones
a lo largo del tiempo.

El hecho de que haya otras disciplinas psicológicas que se ocupan también del
cambio a lo largo del tiempo nos obliga a añadir algún otro rasgo diferenciador a la
definición anterior. Efectivamente, la psicoterapia también se ocupa de los cambios
a lo largo del tiempo, y otro tanto puede decirse de diferentes disciplinas que se
ocupan de los procesos de aprendizaje; en uno y otro caso, se parte de un estado
inicial de la persona (un determinado problema psicológico, por ejemplo, o una
conducta que no es capaz de realizar) y se trata de conseguir que ese estado inicial
se convierta en una situación diferente (la superación del problema o la adquisición
de la conducta). Dos son los rasgos adicionales que permiten diferenciar la psicología
evolutiva de otras disciplinas psicológicas interesadas por procesos de cambio:

en primer lugar, que los cambios de los que se ocupa la psicología evolutiva
tienen un carácter normativo o cuasi-normativo que no poseen los cambios
de los que se ocupan otras disciplinas psicológicas interesadas por el cambio.
Normativo significa que los procesos de los que se ocupa la psicología evolutiva
son aplicables o bien a todos los seres humanos, o bien a grandes grupos de
ellos (por ejemplo, a la mayoría de los miembros de una cultura determinada
en un momento histórico dado). Lo normativo o cuasi-normativo son más
las transiciones evolutivas y los procesos de desarrollo que los contenidos
concretos, de forma que, por ejemplo, en todos los humanos es normativo

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el ser cuidado por alguien en la primera infancia y en occidente es normativo
el ingreso en la escuela y son normativas las relaciones con los compañeros,
aunque no es normativa la forma en que esas relaciones transcurran para cada
uno; sin ser normativo, el acceso a la paternidad o la maternidad es un hecho
común a muchísimos adultos (de ahí su carácter cuasi-normativo), aunque esa
transición evolutiva puede ser vivida de muy diversas maneras. En oposición
a los hechos normativos, los fenómenos idiosincrásicos se refieren a lo que es
propio de determinados individuos, sin que pueda considerarse que en modo
alguno caracterizan a todos ellos o a grupos importantes; si un niño o una
niña sin aparentes problemas de otro tipo y que ha crecido en circunstancias
normales no solo no entiende nada del lenguaje que se le dirige cuando tiene
2 años, sino que parece seguir sin entenderlo un par de años más tarde, nos
encontramos ante un hecho idiosincrásico que es necesario explorar como un
rasgo peculiar de ese niño o esa niña, pues lo normativo es que la comprensión
del lenguaje no deje de incrementarse a partir ya del primer año;
en segundo lugar, los cambios de los que se ocupa la psicología evolutiva tienen
una relación con la edad que habitualmente no existe en las otras disciplinas
psicológicas interesadas por el cambio. La psicología evolutiva se ocupa de
cambios que muestran vinculación con la edad o, para ser más exactos, con
el período de la vida humana en el que la persona se halle. Así, podemos
referirnos a la adquisición de la identidad personal (saber quién soy, cómo
me llamo, cómo soy, cuáles son mis circunstancias...) como algo típico de los
primeros años de la vida humana; pero si hablamos de la identidad adolescente
estamos hablando de otros contenidos psicológicos, y lo mismo ocurre si nos
referimos a la crisis de identidad que muchas personas parecen experimentar
hacia la mitad de su vida, o de la redefinición de la identidad que se produce
con ocasión del envejecimiento. Por consiguiente, los cambios de que se ocupa
la psicología evolutiva están en gran medida matizados por el momento de
la vida en que ocurren, mostrando frecuentemente una estrecha dependencia
respecto a la etapa de la vida humana de que se trate.

Podemos, pues, decir que la psicología evolutiva es la disciplina psicológica que se


ocupa de estudiar los cambios conductuales que en una cierta relación con la edad
se dan en las personas a lo largo de su desarrollo, es decir, desde su concepción
hasta su muerte; los cambios de los que se ocupa la psicología evolutiva están
mucho más cerca de lo normativo (incluso si hay sujetos o procesos que escapan a
esa normatividad) que de lo idiosincrásico. Algunas matizaciones nos ayudarán a
precisar un poco más la definición anterior.

Dada la importancia central que la edad tiene para los hechos evolutivos, la
primera matización tiene que referirse a ella. En primer lugar, para señalar que
cuando hablamos de edad, en psicología evolutiva normalmente no nos referimos a
una edad concreta, sino a uno de los períodos en los que habitualmente dividimos
el desarrollo humano. Así, y sin mencionar ahora la etapa prenatal, en general
situamos los cambios dentro de la primera infancia (0-2 años), los años previos a la

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escolaridad obligatoria (2-6), los años de la escuela primaria (6-12), la adolescencia
(hasta el final de la segunda década), la madurez (aproximadamente desde los
20 hasta los 65-70 años) y la vejez (en torno a los 65-70 años). Es cierto que
hay cambios psicológicos que pueden adscribirse a edades más concretas, pero eso
suele ocurrir con más frecuencia en la primera infancia y además no suele ser de
manera inexorable, de forma que son posibles variaciones interindividuales de cierta
importancia incluso en los cambios que se asocian más claramente con una edad
determinada.

Palacios, J., Marchesi, A., Coll, C. (2014). Desarrollo Psicológico y Educación: 1.


Psicología evolutiva. Alianza editoria.

3.- ¿Qué es la edad para la psicología evolutiva?


DEMRE (2024). PAES invierno de Competencia Lectora Admisión 2025 (liberada). Universidad de Chile.

A) La cantidad de años que ha vivido cada persona.


B) El grado de maduración con que cuentan las personas.
C) La regularidad con que ocurren cambios en el desarrollo.
D) El rango de años entre los que ocurren hitos del desarrollo.

4.- ¿Qué perspectiva adopta el emisor frente a la psicología evolutiva en los dos
primeros párrafos?
DEMRE (2024). PAES invierno de Competencia Lectora Admisión 2025 (liberada). Universidad de Chile.

A) Analítica, porque explora las dificultades de determinar sus características


distintivas.
B) Crítica, porque examina la validez de las diferentes definiciones de esta
disciplina.
C) Polémica, porque contrasta posturas controversiales frente a su definición.
D) Histórica, porque presenta un desarrollo cronológico de esta ciencia.

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5.- En relación con la lectura en general, ¿cuál es la función de los últimos dos párrafos?
DEMRE (2024). PAES invierno de Competencia Lectora Admisión 2025 (liberada). Universidad de Chile.

A) Reflexionar sobre la adquisición de la identidad personal.


B) Profundizar en la normatividad y su relación con la edad.
C) Valorar el aporte de la psicología evolutiva en el estudio de la personalidad.
D) Explicar la definición de madurez y su relación con los procesos psicológicos.

6.- ¿Qué criterio utiliza el emisor para organizar la información en la lectura 1?


DEMRE (2024). PAES invierno de Competencia Lectora Admisión 2025 (liberada). Universidad de Chile.

A) Problematizador, porque plantea un cuestionamiento para defenderlo.


B) Cronológico, porque utiliza rangos etarios.
C) Jerárquico, porque va desde lo general a lo particular.
D) Causal, porque presenta las razones para el estudio de la psicología.

7.- ¿Cuál de los siguientes lectores podría verse beneficiado con la información de la
lectura 1?
DEMRE (2024). PAES invierno de Competencia Lectora Admisión 2025 (liberada). Universidad de Chile.

A) Un investigador de ciencias que requiere comprender distintos métodos


psicoterapéuticos.
B) Un estudiante que busca acercarse a un área de la psicología ligada al desarrollo
humano.
C) Un psicoterapeuta que necesita ejemplos de aplicación de la psicología
evolutiva.
D) Un paciente en terapia que quiere analizar teóricamente los cambios en su
vida.

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8.- ¿Cuál es la función del siguiente segmento de la lectura 1 en relación con la edad y
la psicología evolutiva?
«en general situamos los cambios dentro de la primera infancia (0-2 años), los
años previos a la escolaridad obligatoria (2-6), los años de la escuela primaria
(6-12), la adolescencia (hasta el final de la segunda década), la madurez
(aproximadamente desde los 20 hasta los 65-70 años) y la vejez (en torno
a los 65-70 años)».
DEMRE (2024). PAES invierno de Competencia Lectora Admisión 2025 (liberada). Universidad de Chile.

A) Describir las etapas de la evolución humana.


B) Comparar los periodos del desarrollo humano.
C) Mencionar los periodos del desarrollo humano.
D) Ejemplificar las etapas de la evolución humana.

9.- Según el segundo párrafo de la lectura, ¿cuál es la similitud entre la psicología


evolutiva y la psicoterapia?
DEMRE (2024). PAES invierno de Competencia Lectora Admisión 2025 (liberada). Universidad de Chile.

A) Ambas estudian los procesos de aprendizaje.


B) Ambas se ocupan de los cambios conductuales.
C) Ambas buscan la superación de estados psicológicos.
D) Ambas se preocupan del origen de los problemas psicológicos.

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Texto 3

¿Quién habla?

¿Qué es la voz? ¿Dónde ubicarla? ¿En qué situaciones y en qué contextos? ¿Qué
pasa entre los filósofos y la voz? ¿Por qué a veces no suena la filosofía?

La voz es el pistoletazo de salida del auténtico pensar, la forma que tenemos


de hacer escuchar qué pensamos verdaderamente. Al fin y al cabo, nuestra manera
de pensar en voz alta es eso.

La fidelidad acompaña la voz del otro, lo más profundo del objeto de amor o
de admiración. Sócrates habló del amor con la voz de Diotima. La hizo existir, y
con ella su idea sobre Eros, el inacabable deseo de alcanzar lo bello1 .

Cuando en la infancia articulamos las primeras palabras, no solo aprendemos


a hablar. También aprendemos a saber de nosotros por la manera como sonamos
hacia el exterior.

Una voz indica la procedencia. ¿Quién habla? Como cualquier pregunta sobre
un tema, surge ordenando el discurso, organizando las palabras. En el control de la
entrada del concierto, al cruzar el umbral del control de seguridad del aeropuerto, en
el acceso al juzgado se nos pide: «identifíquese». Pero el documento que presentamos
no dice nada sobre qué somos. La voz, en cambio, constituye una condición vital
que atraviesa una historia biográfica. A Frank Sinatra lo llamaban así: «the voice»
(la voz). No querían decir que tuviera buena voz, sino que no había otra como la
suya. Él era su voz, una expresión de su ser. Ese epígrafe resumía la pasión de su
propia aventura en el mundo. La voz no solo canta: también inscribe algo único,
singular e irremplazable en la mundanidad del mundo. La voz era él, cantando
sus canciones. Cuando resonaba, su fuerza y su determinación reunían a la vez la
intensidad del ser ahora con la promesa de futuro.

La voz siempre está anudada al pensamiento original. Los grandes autores de


la filosofía han permanecido en el tiempo por su propia voz (la voz de los clásicos,
decimos). Esto significa que preservamos sus ideas hoy, pero también que son
una constante novedad. Quiere decir que siguen hablando para el presente, en
conversación perenne. Que todavía tienen algo que decir que no han dicho del todo
bien. Leemos Platón y está aquí. Subrayamos una frase de Nietzsche y está aquí.
Escuchamos lo que dicen, tan claro y alto como si estuvieran sentados en nuestra
butaca, mientras huelen el café humeante que sostenemos en la mano y apoyan la
suya en nuestro antebrazo, en la sala de estar, al lado de la chimenea.

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Diotima, ausente en la cena de la casa de Agatón, es una voz contada en el
diálogo platónico «El Banquete». Sócrates le prestó su voz y le dio cuerpo. «Voz»
es un vocablo corto que se pronuncia casi sin respirar, más bien expirando, sacando
el aire. Aunque podamos comernos las palabras, la voz no es masticable. Emana
de un lugar, condición de su propia existencia: la cavidad bucal, la garganta, el
diafragma. En hebreo se dice «ruah», el aliento que Dios insufló al ser para que
fuera humano. En griego se dirá «pneuma» (alma, inspiración). Viene de afuera
para entrar: surge de lo más hondo para expresarse. Doble dirección del aire que
motiva las palabras del ser viviente.

Aristóteles dijo en la «Poética» que la voz distingue a los humanos de los animales,
cuyos sonidos naturales no son articulados en una lengua, aunque muchos tengan
lenguaje para comunicarse. También Rousseau dijo que hay una voz de la lengua
no articulada, que se traduce en el balbuceo, el canto, el grito. La voz es el supuesto
de la lengua como conjunto de signos organizados y combinados. Saussure dijo:
en la lengua no hay más que diferencias. La voz, en cambio, es única e intransferible.

La filosofía ha considerado la posibilidad de construir su propia historia con las


voces de los autores del canon. Otras voces quedaron excluidas y se perdieron. En
particular las de las mujeres. Sin embargo, la voz, como trayectoria vital, como una
idea audible, ha sido engullida por la teoría filosófica, el sistema, el pensamiento y
la obra.

La filosofía se hace, a veces, anunciando en voz baja un montón de cosas sin


decir. Otras, a grito pelado. Es el alarido de la Medusa, el canto de las sirenas,
el dulce murmullo de las ninfas, la voz profética del ángel del Señor, el aullido
de Antígona envuelta en la tormenta frente al cadáver de su hermano. Es la voz
poética de Safo, hundida en la arena del desierto, desvelada por la arqueología, en
fragmentos incompletos. Es la voz fuera de cámara de Diotima, ausente en la cena
de Agatón y transcrita por Sócrates. Es la voz perdida del mismísimo Sócrates,
malogrado maestro llorado por Platón. La voz de Siri, nuestra amable ayudante
digital que pregunta siempre lo mismo: «¿en qué puedo ayudarte?», para repetir
después «lo siento, no he entendido tu pregunta».

La voz es persona, historia, anécdota, mito y leyenda, rapsodia o cuento. Se yergue


impávida en el tiempo, modula el eco múltiple de lo que no entendimos bien. En
parte, la voz es el camino para una comprensión de uno mismo, la posibilidad
misma del quién, del aquí, del ahora. Decimos el eco de las voces del pasado:
resuenan y llegan hasta nosotros, nos hacen sufrir, nos angustian, nos atemorizan.

Al rescatar la voz como experiencia o como acto, la filosofía modifica su tarea de


amar la sabiduría. La verdad se convierte entonces en una pequeña voz, escondida
en la caverna alegórica de Platón, cuyos prisioneros, atados de pies y manos, no
alcanzaron a escuchar, duros de oído y duros para entender. A veces la voz de la
verdad o de la sabiduría no suena lo bastante alto.

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El platonismo desea contemplar el Bien: tener una visión. Se dice que filosofar es
ver algo más que la realidad perceptible, aunque al fin y al cabo se trata de ver. No
obstante, Hans Blumenberg se refirió al «absolutismo de la realidad» para señalar la
dictadura de la mirada. También Lacan dijo que la pretensión del filósofo era verse
viendo. En nuestra época, tiempo de pantallas, de «influencers» y «youtubers»,
de Twitter y Facebook, ¿qué hacemos? Básicamente: ver. ¿Y, si hubiera una voz,
quebrada por los avatares del tiempo, que pudiera hacerse escuchar? En ese caso,
la filosofía debería cambiar el tono y adoptar otro enfoque, sonar más y mejor,
abandonando la pulsión por ver que la habita. De tanto mirar sin ver le dolerá la
vista. Volvamos a Homero, a la oralidad de las historias contadas por un rapsoda
ciego. Hagamos una filosofía sonora.

1
Diotima de Mantinea fue una sacerdotisa y filósofa griega que vivió alrededor
del año 440 a. C. Según Platón, ella le explicó a Sócrates que el amor es el deseo
de poseer lo bueno y lo bello para siempre, y que este deseo nos lleva a buscar la
sabiduría y la virtud. Algunos piensan que Sócrates “hizo existir” a Diotima en el
sentido de que la inventó como un personaje ficticio, para expresar sus propias ideas
sobre el amor a través de ella. Otros piensan que Sócrates “hizo existir” a Diotima
en el sentido de que la rescató del olvido, al reconocer su sabiduría y transmitirla
a sus discípulos y a la posteridad. No hay una respuesta definitiva a esta cuestión,
ya que no hay suficientes evidencias históricas sobre la vida y el pensamiento de
Diotima, más allá de lo que Platón cuenta en «El Banquete». (Nota editorial).

Anna Pagès, Queda una voz. Del silencio a la palabra. Barcelona: Herder
Editorial (2022), cap. 2 (fragmento adaptado).

10.- ¿Qué función cumple la nota al pie 1 dentro de la lectura?


A) Otorgar credibilidad a la información del texto.
B) Aportar a la organización de las partes del texto.
C) Proporcionar vigencia a las referencias del texto.
D) Clarificar un punto para hacer más legible el texto.

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11.- ¿Cuál es el propósito de mencionar “«influencers» y «youtubers»” en el último
párrafo?
A) Criticar el papel de estos grupos dentro de la sociedad contemporánea.
B) Resaltar la dependencia de la filosofía moderna en los medios digitales.
C) Enfatizar la idea de que la filosofía ha perdido relevancia en la era tecnológica.
D) Ilustrar la agudización de la tendencia a despriorizar la voz en los medios
digitales.

12.- ¿Qué función cumple la mención de Siri dentro del siguiente párrafo de la lectura?

La filosofía se hace, a veces, anunciando en voz baja un montón de cosas sin


decir. Otras, a grito pelado. Es el alarido de la Medusa, el canto de las sirenas,
el dulce murmullo de las ninfas, la voz profética del ángel del Señor, el aullido
de Antígona envuelta en la tormenta frente al cadáver de su hermano. Es la voz
poética de Safo, hundida en la arena del desierto, desvelada por la arqueología, en
fragmentos incompletos. Es la voz fuera de cámara de Diotima, ausente en la cena
de Agatón y transcrita por Sócrates. Es la voz perdida del mismísimo Sócrates,
malogrado maestro llorado por Platón. La voz de Siri, nuestra amable ayudante
digital que pregunta siempre lo mismo: «¿en qué puedo ayudarte?», para repetir
después «lo siento, no he entendido tu pregunta».

A) Ofrece una demostración de cómo la voz puede personificar a una entidad o


un individuo.
B) Cierra una lista de voces diversas con un ejemplo reconocible que aligera el
tono del texto.
C) Contrapone una voz artificial con las voces de los filósofos clásicos mencionados
en el fragmento.
D) Proporciona una ilustración de cómo la voz puede ser malentendida, incluso
en contextos modernos.

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Texto 4

Pensar rápido, pensar despacio

Durante décadas, los psicólogos han mostrado gran interés por dos modos de
pensamiento, que algunos han llamado “sistemas”. El Sistema 1 opera de manera
rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo y sin sensación de control
voluntario. El Sistema 2 centra la atención en las actividades mentales esforzadas
que lo demandan, incluidos los cálculos complejos. Las operaciones del Sistema 2
están a menudo asociadas a la experiencia subjetiva de actuar, elegir y concentrarse.

Cuando pensamos en nosotros mismos, nos identificamos con el Sistema 2, con


el yo consciente, racional, que tiene creencias, hace elecciones y decide qué pensar
y qué hacer. Pero el Sistema 1 es, por decirlo así, más protagónico: es el que
sin esfuerzo genera impresiones y sentimientos que son las fuentes principales de
las creencias explícitas y las elecciones deliberadas del Sistema 2. Las operaciones
automáticas del Sistema 1 generan patrones de ideas sorprendentemente complejos,
pero solo el lento Sistema 2 puede construir pensamientos en una serie ordenada
de pasos. En algunas circunstancias el Sistema 2 toma las riendas, anulando los
irresponsables impulsos y asociaciones del Sistema 1.

¿Qué actividades automáticas atribuimos al Sistema 1? Algunas de ellas son


percibir que un objeto está más lejos que otro, detectar hostilidad en una voz,
responder a “2 + 2 = ?” y leer las palabras de una valla publicitaria. Todos
estos procesos mentales se producen automáticamente y requieren poco o ningún
esfuerzo. Las capacidades del Sistema 1 incluyen destrezas innatas que compartimos
con otros animales. Nacemos preparados para percibir el mundo que nos rodea,
reconocer objetos, orientar la atención, evitar pérdidas y temer a las arañas. Otras
actividades mentales se vuelven rápidas y automáticas con la práctica prolongada.

Por otra parte, las muy variadas operaciones del Sistema 2 tienen un rasgo común:
requieren atención y resultan perturbadas cuando se les retira la atención. Algunas
actividades que atribuimos al Sistema 2 son estar atento al disparo de salida
en una carrera, buscar a una mujer con el pelo blanco, seguir un comportamiento
adecuado en una situación social y comparar dos lavadoras para saber cuál es mejor.
En todas estas situaciones, es necesario poner atención, y si no se está preparado
o la atención no es la adecuada, las actividades correspondientes se realizarán peor
o no se realizarán en absoluto. La frase tan común de “Preste atención” es muy
acertada: disponemos de un presupuesto de atención limitado que podemos asignar
a ciertas actividades, y si intentamos rebasar nuestro presupuesto, fracasamos. Una
característica de las actividades que requieren esfuerzo es que interfieren unas con
otras, lo cual explica que sea tan difícil, cuando no imposible, llevar a cabo varias

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a la vez.

La interacción de los dos sistemas es constante. Los Sistemas 1 y 2 están siempre


activos mientras permanecemos despiertos. El Sistema 1 actúa automáticamente
y el Sistema 2 se halla normalmente en un confortable modo de mínimo esfuerzo
en el que solo una fracción de su capacidad está ocupada. El Sistema 1 hace
continuamente sugerencias al Sistema 2: impresiones, intuiciones, intenciones
y sensaciones. Si cuentan con la aprobación del Sistema 2, las impresiones e
intuiciones se convierten en creencias y los impulsos en acciones voluntarias. Si
todo se desarrolla sin complicaciones, como ocurre la mayor parte del tiempo, el
Sistema 2 acepta las sugerencias del Sistema 1 con escasa o ninguna modificación.
Cuando el Sistema 1 encuentra una dificultad, llama al Sistema 2 para que le
sugiera un procedimiento más detallado y preciso que pueda resolver el problema.
El Sistema 2 se activa cuando asistimos a un acontecimiento que altera el modelo
del mundo que el Sistema 1 mantiene.

Esta división del trabajo entre el Sistema 1 y el Sistema 2 es muy eficiente:


minimiza el esfuerzo y optimiza la ejecución. Esta disposición funciona bien la
mayor parte del tiempo, porque el Sistema 1 es en general muy bueno en lo que
hace: sus modelos de situaciones familiares son adecuados, sus predicciones a corto
plazo suelen ser también adecuadas y sus respuestas iniciales a los retos son rápidas
y generalmente apropiadas.

En ocasiones, los dos sistemas chocan: el conflicto entre una reacción automática y
la intención de controlar es común en nuestras vidas. Las ilusiones ópticas ilustran
muy bien este conflicto. Piense en dos líneas horizontales dispuestas de tal manera
que una se ve más larga que la otra. Sin embargo, las medimos y así comprobamos
que son de la misma longitud. Luego de medirlas, su Sistema 2 —su ser consciente
que llama “yo”— tiene una nueva creencia: sabe que las líneas son igual de largas.
Si le preguntan por su longitud, dirá lo que ya sabe. Pero todavía ve la de abajo
más larga. El lector ha elegido creer en la medición, pero no puede impedir que
el Sistema 1 haga de las suyas; no puede decidir ver las líneas iguales, aunque
sepa que lo son. Para resistirse a la ilusión, solo puede hacer una cosa: aprender
a desconfiar de sus impresiones sobre la longitud de las líneas en ciertas ilusiones
ópticas. También hay ilusiones cognitivas, en las que chocan nuestras percepciones
del Sistema 1 con el análisis racional del Sistema 2. De la cooperación y el conflicto
entre estos dos sistemas se configuran tanto nuestras percepciones del mundo como
nuestras reacciones a él.

Daniel Kahneman, Pensar rápido, pensar despacio. Trad. Joaquín Chamorro


Mielke. Barcelona: Debate (2012) (fragmento adaptado).

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13.- En relación con el texto, el penúltimo párrafo cumple la función de:
A) Destacar la contribución del Sistema 1 a la interacción de ambos sistemas.
B) Resaltar la superioridad del Sistema 1 en comparación con el Sistema 2.
C) Reafirmar la relación armoniosa entre las funciones de ambos sistemas.
D) Demostrar el dominio de los roles que desempeñan los sistemas 1 y 2.

14.- ¿Qué afirma el autor en relación con las ilusiones ópticas?


A) Que ejemplifican la forma en que chocan los sistemas cuando entran en
conflicto.
B) Que surgen del choque entre las percepciones y el análisis racional del mundo.
C) Que resultan posibles debido al conflicto ocasionado entre los dos sistemas.
D) Que posibilitan la capacidad de los sistemas de cooperar y de entrar en
conflicto.

15.- ¿Cuál es el propósito comunicativo del texto leído?


A) Explicar la forma en que operan dos modos de pensamiento.
B) Informar acerca de la existencia de dos sistemas de pensamiento.
C) Demostrar la relación de cooperación y de choque entre los sistemas.
D) Refutar los postulados que aprueban la existencia de los dos sistemas.

16.- ¿Qué elemento facilita la comprensión del texto?


A) Incluir citas que clarifican.
B) Recurrir a abundantes ejemplos.
C) Emplear lenguaje técnico de la disciplina.
D) Mencionar y refutar a los críticos de los sistemas.

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