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El Destronamiento de Cronos

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El destronamiento de Cronos

Crono se casó con su hermana Rea, a quien está consagrado el roble. Pero la Madre Tierra, y también su moribundo

padre Urano, habían profetizado que uno de sus propios hijos lo destronaría. Así pues, cada año se tragaba a los hijos que

le daba Rea: primero a Hestia, luego a Deméter y a Hera, luego a Hades, y luego a Poseidón.

Rea estaba furiosa. Dio a luz a Zeus, su tercer hijo, en plena noche en el monte Liceo, en Arcadia, donde ninguna

criatura proyecta su sombra, y después de bañarlo en el río Neda, lo entregó a la Madre Tierra; ésta se lo llevó a Licto, en

Creta, y lo escondió en la cueva de Dicte, en el monte Egeo. La Madre Tierra lo dejó allí para que fuera criado por Adrastea,

una ninfa del Fresno, y su hermana Io, ambas hijas de Meliseo, y por la diosa-cabra Amaltea. Se alimentaba de miel, y bebía

la leche de Amaltea, junto con su hermano adoptivo, la cabra Pan.

Los Curetes, que eran hijos de Rea, montaban guardia armada alrededor de la cuna de oro del pequeño Zeus, la cual

colgaba de un árbol (para que Crono no pudiera hallarlo ni en el cielo ni en la tierra ni en el mar). Los Curetes golpeaban sus

escudos con sus lanzas para ahogar el ruido de su llanto, y evitar que Crono pudiera oírlo desde lejos. Pues Rea había

envuelto una piedra con sus pañales y se la había entregado a Crono en el monte Taumacio, en Arcadia; Crono se la había

tragado, creyendo que se estaba tragando al infante Zeus.

Zeus llegó a la edad viril entre los pastores de Ida, ocupando otra cueva; luego fue en busca de Metis, la Titánide, que

vivía junto a la corriente del Océano. Siguiendo su consejo visitó a su madre, Rea, y le pidió que le nombrara copero de

Crono. Rea le ayudó de buena gana en su tarea de venganza; le proporcionó la pócima emética que Metis le había

encargado mezclar en el aguamiel de Crono. Después de tomar un buen trago, Crono vomitó primero la piedra y luego a los

hermanos y hermanas mayores de Zeus. Salieron ilesos, y en agradecimiento le pidieron que los encabezara en una guerra

contra los Titanes, quienes eligieron al gigantesco Atlante como jefe, pues Crono ya no estaba en la plenitud de sus fuerzas.

La guerra duró diez años, pero por fin la Madre Tierra profetizó la victoria para su hijo Zeus si éste tomaba por aliados

a los que Crono había confinado al Tártaro. Así pues, Zeus se acercó sigilosamente a Campe, la carcelera del Tártaro, la

mató, cogió sus llaves y después de haber liberado a los Cíclopes y a los gigantes de las cien manos, los fortaleció con

comida y bebida divinas. Como consecuencias de este acto, los Cíclopes le entregaron a Zeus el rayo, como arma ofensiva; a

Hades le dieron un casco de oscuridad; a Poseidón un tridente. Después de que los tres hermanos hubieran celebrado un

consejo de guerra, Hades entró sin ser visto en presencia de Crono para robarle sus armas; y mientras Poseidón le

amenazaba con el tridente, desviando de este modo su atención, Zeus hizo caer sobre él un rayo. Los gigantes de las cien

manos empezaron entonces a coger rocas y a arrojarlas contra el resto de los Titanes, que huyeron despavoridos cuando la

cabra Pan dio un grito repentino. Los dioses corrieron en su persecución. Crono y todos los Titanes derrotados, con

excepción de Atlante, fueron recluidos en el Tártaro, y guardados allí por los gigantes de las cien manos. Atlante, al ser su

jefe de batalla, recibió un castigo ejemplar, pues le ordenaron sostener los cielos sobre sus hombros.

(Bibliografía: Los mitos griegos - Robert Graves)

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