Reflexion
Reflexion
Reflexion
Esta reflexión te ayuda a plantearte que es lo que realmente quieres para tu hijo a medio o largo
plazo y como te gustaría que fuera él.
Para ello, busca un lugar tranquilo cierra los ojos e imagínate a tu hijo con unos 25 años. En ese
momento te encuentras en casa y alguien toca el timbre. Abres la puerta y es tu hijo que viene a
visitarte. Imagínate como te gustaría verlo, como te gustaría que te hablara, que tipo de
cualidades y habilidades te gustaría que tuviera, no quiero darte muchas pistas para no
condicionarte. ¿Te gustaría que fuera cariñoso, amable, respetuoso, seguro de sí mismo, responsable,
con alta autoestima, que compartiera contigo sus inquietudes y su vida…? Si quieres puedes anotarlo
en una hoja.
Vuelve al momento actual y piensa como actúas con él, ¿lo tratas como te gustaría que te tratara él
en un futuro? ¿Crees que con tu forma de educar está aprendiendo a desarrollar características
y habilidades para la vida? Si quieres, puedes anotar en un lista los retos a los que te enfrentas
diariamente con tu hijo (no te escucha, grita, tiene pataletas o rabietas, por las mañanas o por las
noches discutís, pega…).
Ahora es momento de plantearte si sabes cómo actuar y cómo lograr que tu hijo adquiera esas
características y habilidades para la vida. Si tienes claro cómo hacerlo, enhorabuena y si no es así, solo
decirte que no te preocupes porque todo se aprende, hay infinidad de recursos y herramientas que te
ayudarán a conseguir tu objetivo.
Solo tienes que quererlo y ponerte en marcha.
2ª Reflexión: Ponte en su lugar
Por un momento trasládate a tu infancia.
A veces consciente o inconscientemente trasmites a tu hijo mensajes de tus padres que no te han sido
útiles. Tomar consciencia de algunos de los mensajes que escuchaste en tu infancia, de cómo te
sentías en ese momento puede ayudarte a la hora educar a tu hijo. Si te castigaban, seguro que te
acuerdas de los castigos y de cómo te sentías.
Recuerda un momento o una situación conflictiva que has tenido con tu hijo. Piensa como actuó
él y como actuaste en ese momento, si hubo respeto mutuo, si lo solucionasteis satisfactoriamente, si
sentiste que te saliste con la tuya y él no o viceversa. ¿Cómo te sentiste en ese momento? ¿Cómo
se sintió él?
A veces en los momentos conflictivos te pones en el “disparadero de salida”, es decir actúas de
forma automática sin pensar lo que dices ni en las consecuencias, a veces pierdes los papeles, hay
gritos, chantajes emocionales, reproches, lucha de poderes…
Si se dan este tipo de situaciones luego puede que te sientas mal o te arrepientas. Tú eres el
adulto, ¿Cómo crees que se sentirá tu hijo? ¿Qué mensaje le trasmites? ¿Qué cualidades,
características y habilidades para la vida le transmites en ese momento?
3ª Reflexión: Obsérvate, qué ejemplo quiero transmitir
Ten cuidado con lo que quieres transmitir a tu hijo, cuida tu comportamiento, tu tono de voz, lo
que dices y como lo dices.
Te voy a poner varios ejemplos bastante comunes: A ti no te gusta que tu hijo te mienta y por eso
siempre le dices que no se debe mentir. Pero si tu hijo te ha oído alguna vez contando alguna mentira
a un amigo o a tu mujer, él también lo hará. Por eso te invito a que reflexiones.
Otra de las cosas que no te gusta de él es que se queje constantemente y además le comentas
que no debe de quejarse tanto y tú te quejas habitualmente.
En estos dos casos no estás siendo coherente con lo que dices y lo que haces. Tu hijo seguirá el
ejemplo de lo que haces no de lo que dices. Además, incluso te preguntará dependiendo del grado
de confianza que tenga contigo o se preguntará ¿Por qué me dice que no mienta si luego él/ella
miente? ¿Por qué me dice que no me queje si él/ella se queja? Por ello se consciente que tu hijo
te ayuda a ser tu mejor versión. Como padre o madre tu tendencia es ir mejorando para ser su mejor
ejemplo.
“Educa con el ejemplo, tu hijo seguirá tu ejemplo no tu consejo”
Ahora cuéntame,
¿Te has parado a pensar en todas estas reflexiones alguna vez? ¿Crees que es importante?
Déjame tu opinión en la zona de comentarios. Si te han parecido útil estas reflexiones compártelo con
otros padres en tus redes sociales.
Ese sobre llevará su nombre. Se lo pasan al compañero de al lado y este deberá escribir tres
cualidades o virtudes que reconoce en la persona del sobre. Esto lo escribirá en el exterior. Luego dicho
sobre se lo pasa al compañero de la derecha y este hará lo mismo. El juego finalizará cuando el sobre
llegue a manos del dueño de dicho sobre.
La finalidad de este juego es mostrarle a cada uno, que, si bien tienen defectos, también tiene muchas
virtudes. De hecho, cada compañero reconoce distintas virtudes, quizás algunas coincidentes. Pero en
cualquier caso serán más que los defectos que él ha identificado.
En este juego los defectos no se comparten, buscando que el participante se quede con la grata
sorpresa de todo lo bueno que los demás reconocen en él.
La autoestima personal es la valoración y percepción que una persona tiene de sí misma. Se trata de la
medida en la que alguien se aprecia, respeta y acepta a sí mismo, influyendo en su auto concepto, su
confianza y su bienestar emocional. Una autoestima saludable implica sentirse capaz, digno de amor y
respeto, lo que a su vez contribuye a una mejor calidad de vida, relaciones interpersonales más
satisfactorias y la capacidad de enfrentar desafíos con mayor fortaleza emocional.
¿Por qué es importante la autoestima?
Los niños que se sienten bien con ellos mismos tienen la confianza necesaria para hacer su mejor
esfuerzo al probar cosas nuevas. Se sienten orgullosos de lo que son capaces de hacer. La autoestima
también ayuda a los niños a aceptar los errores. Se sienten animados a volver a intentarlo, incluso si
fracasan en una primera instancia. La autoestima ayuda a los niños a tener un mejor desempeño en la
escuela, en el hogar y con los amigos.
Los niños con baja autoestima se sienten inseguros de sí mismos. Si creen que otros no los aceptan, es
probable que no se integren. Tal vez, permitan que otras personas los traten mal y les cueste mucho
defenderse y hacerse respetar. Probablemente, se rindan con facilidad o ni siquiera intenten. Los niños
con baja autoestima tienen dificultad para aceptar cuando cometen un error, pierden o fracasan. Como
resultado, tal vez no se desempeñen tan bien como podrían hacerlo