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Katthara (Boceto de Novela)

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Katthara

Nota del autor:


Descripción del libro.

El libro de Katthara es una novela de género


medieval fantástico, con diferentes protagonistas,
donde la importancia de estos va cambiando.
Cabe recalcar que esta es una obra de ficción que
puede tratar temas oscuros o difíciles; como la
muerte, pérdida de seres queridos, suicidio y
otros. Esta obra está bajo la licencia de Creative
Commons by-nc, es decir, el autor no prohíbe
adaptaciones de la obra, de sus personajes o
escenarios, siempre y cuando se ceda el
respectivo reconocimiento, además de que esta
sea un producto no comercial

1
Índice
Prólogo 3
Sam 3
Daiana 7

Capítulo 1 11
Tharek 11
Kiaya 19
Lyra 30
Laï 34

Capítulo 2 42
Daiana 42
Lyra 52
John 59

Capítulo 3 64
Lyra 64
Tharek 65

2
Prólogo

En el año 453, tras 6 años de guerra, el continente


consiguió mantenerse en paz. El reino de Vélem
celebraría este año el cumpleaños número 18 de
su princesa.

Sam

Una chica con rasgos y características


masculinas, que llevaba ropa sucia, cosida con
unas telas pobres, se notaba su bajo estatus social.
Ella tenía el pelo de un color marrón claro, sin
tampoco llevarlo largo, casi hasta la nuca. Sam
salió de una taberna, acompañada por un hombre.
─¡No puedes estar aquí! ─Le regañaba la
persona que le seguía. Este último tenía un
aspecto grande y amenazador, su barbilla era

3
casi cuadrada, tenía unos brazos marcados. Su
pelo era gris, y tenía varias marcas de cicatrices
ya cerradas en la cara y cuello.
─Lo siento, lo siento mucho, de verdad.
─Se disculpó la joven.
─Ya sabes, Sam; que no me gusta que
estés aquí. Sirven alcohol y no puedes beber ese
tipo de bebidas.
─Pero… ─Intentó desviar el tema de
conversación, aunque él la interrumpió.
─Además ─El hombre tosió, aclarándose
la garganta─. Suele haber peleas, y estos son
tipos duros. Podrían acabar lastimándote.
Sam se lo pensó, ya sabía que él tenía
razón. Aunque le gustara ver a gente pelearse
en los bares, siempre había el riesgo de que ella
misma acabara metiéndose en la pelea.
Sam asintió, dándole a él la razón.
─Bien, bien… Ahora vuelve a casa con tu
madre, ¿Vale?

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─Sí, gracias. ─Ella le sonrió y él le devolvió
la sonrisa, para que después Sam marchara hacia
su hogar.
Pero mientras iba de camino, escuchó
varios gritos, provenían de detrás de una casa
ubicada en las afueras. Tras cruzar el edificio,
pudo distinguir como una chica que llevaba una
capucha, la cual cubría parte de su cara, pelo y
orejas; amenazaba con una daga a una
agricultora.
─¡Entrégame toda la comida que tengas!
─Gritaba la delincuente, con un nerviosismo en
su voz─ ¡Y si tienes, también oro…! ¡No! Mejor
aún, entremos a tu morada, y dame todo lo que
tengas.
─¡Se lo ruego! Piedad, por favor… ─La voz
de la chica se oía temblorosa y con miedo, estaba
claramente asustada.
─¡Si quieres vivir, abre la maldita puerta de
tu casa y quédate dentro! Quiero asegurarme de
que no vas a escapar.
Sam no sabía qué hacer, estuvo varios
minutos congelada en ese lugar, le costaba

5
decidirse si atacar, esconderse, escapar o pedir
ayuda, no quería que nadie saliera herido, y
menos ella misma. Unos minutos después, la
ladrona acercó al cuello de su víctima el arma.
─Por favor, se lo ruego ─Lloraba la
agricultora del miedo; con lágrimas rebosando de
sus ojos. Introdujo su mano en el bolsillo,
probablemente para sacar las llaves. Pero ya era
demasiado tarde, la ladrona cortó con
profundidad su cuello, revelando el interior de la
tráquea de su víctima. Una gran cantidad de
sangre salió del corte, y la agricultora cayó al
suelo; seguía viva, sufriendo. La misteriosa mujer
se encargó de acabar con su silencioso
sufrimiento.
La, ahora asesina, introdujo la mano en el
bolsillo del, ahora cadáver, encontrando las llaves
de la casa. Abrió la puerta de la propiedad para
adentrarse, y después de varios minutos surgió
con varias bolsas en la mano y fijó su mirada en
Sam, dándose por la cara aterrorizada de esta, que
vio todo.

6
Sam se dio la vuelta lo más rápido que
pudo y salió corriendo, y después de dar vueltas
por el bosque, logró despistarla, ya no tenía rastro
de donde estaba la asesina, y tampoco tenía rastro
de donde estaba el poblado.

Daiana

Daiana saltó por una ventana, agarrándose al


marco de esta, llevaba una bolsa de tela amarrada
a sus hombros, la cual colgaba por su espalda,
calculó la distancia de sus pies hacia el suelo y se
dejó caer, era solo un piso de altura. Cuando cayó,
dio una vuelta con su espalda al tocar el suelo,
evitando así hacerse más daño. Escapó del lugar
del crimen; esa no era su casa y lo que llevaba en
la bolsa tampoco era suyo. Era extraño y
sorprendente como Daiana cometía crímenes a la
temprana edad de diecisiete años; de hecho,
llevaba tiempo alojada en el Sur de Galá, había
robado en esa casa y estaba huyendo de ahí, ahora
iba a cruzar el desierto, para ir a su pueblo natal;
el norte del reino. Galá tenía climas muy dispares

7
por su latitud; tocaba los extremos norte y Sur del
continente, en el norte del reino había bastantes
montañas y solía nevar, en cambio, en el Sur había
varios desiertos y hacía difícil la comunicación
con el exterior; usaron eso a su favor durante la
guerra.
Iba a ir al norte del reino, donde vendería
todo lo robado e iría a su casa, ahí estaban sus
padres, no quería quedarse la riqueza que ganara.
En su situación, robar era necesario; no tenía
hermanos y sus padres estaban enfermos en casa,
robaba para comprar comida y algunas medicinas
necesarias para ellos, ya que no podían trabajar,
ni siquiera salir de casa.
Durante la travesía hacia el norte encontró
una casa, se acercó y miró por la ventana, tras ver
que dentro de la casa no había nadie, entró al
edificio por la puerta, estaba entreabierta; la abrió
por completo y pisó sigilosamente, una vez
dentro buscó más objetos de valor, pero todo
estaba vacío. Solo encontró una pieza de
obsidiana rota por, más o menos, la mitad, la miró
y vio su propio reflejo; una humana joven con una

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tonalidad de piel morena, su pelo castaño rojizo,
más ambos ojos portaban una tonalidad rojiza,
parecían rubíes. Guardó la obsidiana y salió de la
casa, volviendo a caminar hacia su hogar.
Varias horas más tarde llegó al norte,
entrando a su aldea. Se quedó mirando toda la
población.
Gritó y exlamó en impotencia. Estaba
extremadamente asustada y enrabiada. Se
derrumbó, golpeando el suelo con sus rodillas,
observando su localidad, siendo quemada y
atacada. Había un incendio que arrasaba la aldea,
matando a quien encontraba a su paso. Sabía que
sus padres habían muerto, pues estos no podían
salir de casa. Estaba llorando, agobiada y
estresada.
Pasó varios días durmiendo en las afueras
del poblado, sin hacer nada en su día a día; se
enteró de que ese incendio fue causado por los del
Sur después de que algún habitante del norte
hubiera matado al rey. Los del norte y del Sur
llevaban años odiándose entre todos, aun así,
ambos lugares tenían ciertas cosas que les

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interesaban, por ejemplo, el norte tenía bastantes
hombres preparados para una guerra, y en el Sur
una gran cantidad de herreros, armas y
provisiones.
Dos semanas después, Daiana seguía
procesando lo que pasó aquella noche.

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Capítulo 1

Tharek

Montaba en un caballo, iba a trote lento paseando


por un camino a las afueras de Galá del Norte. Le
acompañaba su hermano pequeño. Tharek era un
hombre alto, pelirrojo y ojos negros; su hermano
menor, sin embargo, era algo más bajo que él y
tenía el pelo rubio.
─¿Me puedes seguir contando sobre lo
sucedido el año pasado? Cuando hubo el primer
golpe de estado. ─Preguntó su hermano pequeño.
─¿Otra vez? ¿No has tenido suficiente?
─Decía entre risas─ Bien, cuando asesinaron al
rey de Galá… Bueno; ahora Galá del Sur, su familia
declaró la guerra al norte del reino, y
afortunadamente solo duró unos meses. Esto hizo
que otros reinos aceptaran la tregua y no hubiera
más guerras. Eso nos ayudó mucho, ya que si no

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hubieran aceptado la tregua, seguramente me
hubieran mandado a morir en el campo de
batalla.
Acabó de explicarlo todo, el chico tenía
una cara de sorpresa, puesto que aprendió algo
nuevo.
─Que suerte hemos tenido… —Exclamó, se
sentía afortunado de no haber perdido a su
hermano, aunque las demás consecuencias que sí
sucedieron, también eran malas─ Yo no sabía eso
último.
No era la primera vez que Tharek se
llevaba a su hermano de paseo, pero esta vez iba a
ser mucho más que un simple paseo, planeaban ir
a una mina donde se creía que había un tesoro
escondido; un tótem que, según las profecías,
cumplía siete deseos a lo largo de la vida de quien
lo tenía en las manos y te otorgaba la vida eterna.
A Tharek le parecía tentador. Aun así, conocía los
riesgos que conllevaría ser tan famoso e inmortal;
Otra razón que le repulsaba era que debería ver a
todos morir mientras sigue “vivo”. Él tenía

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pensado vender el tótem a la persona más
estúpida que lo compre al precio más alto.
Estaba absorto en sus pensamientos,
cuando volvió en sí y se dio cuenta de que su
hermano llevaba callado mucho tiempo y
tampoco lo encontraba, entonces lo empezó a
buscar con la mirada.
─¿Jaím? ¿¡Jaím?!
Finalmente lo encontró, suspirando. Se
bajó del caballo para ir con él, y le vio con una
chica la cual vestía unas telas pobres, parecía una
mendiga. Al lado de la chica había un cartel,
desgraciadamente él no sabía leer, pero le
resultaba extraño y sospechoso que alguien que
supiera leer y escribir estuviera pidiendo dinero.
Abrió su zurrón, dándole a esta unas
monedas de oro.
─Buenos días.
Ella asintió, sin respuesta verbal. Jaím y
Tharek se la quedaron mirando.
─Igualmente.
La chica finalmente respondió, Tharek y su
hermano se relajaron. La voz de la chica, sin

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embargo, mostraba cansancio, la chica levantó la
cabeza y mostró su cara, iba despeinada y su pelo
era marrón, tenía un tono de piel moreno y unos
característicos ojos rojos, serían muy bonitos si
no tuviera esa característica mirada perdida;
parecía que había visto todo.
─Y díganos, ¿Quién es usted? ─Preguntó el
hermano de Tharek.
─No soy nadie, nadie importante.
Tharek se la quedó mirando, le ofreció la
mano con tal de que ella se levantara del suelo y
así hizo, tomando de la mano de este, tomó
fuerzas y se puso en pie. Tharek llevaba puesta
una cota de malla, por precaución, más que nada,
ya que se sentía bastante cómodo cuando la
llevaba puesta.
─¿Os importa que vaya con vosotros?
Tharek y Jaím se miraron el uno al otro, a
ambos les sentaría mal dejarla aquí con el frío, así
que decidieron que podría acompañarles.
─Claro, solo… Si causa algún problema, te
quedarás aquí.

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A Jaím no le gustó decir eso, se sintió algo
culpable, aunque por la reacción de la chica,
parecía que a la chica le daba igual.
Jaím y la nueva chica se montaron en el
caballo, mientras Tharek guiaba al caballo
caminando.
─Y díganos usted… ¿Cuántos años tiene…?
─Dijo Jaím, tratando de sacar tema de
conversación─. Si no es mucha molestia, claro…
─Tengo dieciocho años.
Contestó la chica, era bastante fría y poco
habladora, Tharek y su hermano coincidieron en
no hablar hasta llegar donde iban.
Tharek se dio cuenta de que no podían
llevar a una desconocida a la aventura, ¿Y si moría
o le pasaba algo? Estaban muy lejos de casa.
Pensó mientras seguían el camino.
─Tendremos que cambiar el destino, ¿Os
parecería bien ir a una posada?
Después de decir eso, miró a su hermano
pequeño y a la desconocida en busca de una
respuesta.

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─No quiero ser una molestia, pero
agradecería un lugar donde dormir ─contestó la
chica ─ Así que a mí no me parece mal.
─Yo necesito beber algo, ¿Nos queda agua?
Tharek miró en el zurrón y miró a su
hermano, negando con la cabeza.
─No, no hay.
─Pues tengo mucha sed…
─Cerca hay un río, podemos beber ahí.
Claro está que nos ralentizará un poco
Dijo el pelirrojo mientras observó unos
carteles con detenimiento, tratando de orientarse.
─Jaím, ven, por favor… ─Él no sabía leer,
pero su hermano sí─ Dime que pone en estos
carteles.
Jaím obedeció y bajó del caballo,
acercándose a esos carteles.
─Ah…
Los estaba leyendo, le costaba leer, pero
aun así lo intentaba.
─Si vamos a la izquierda, acabaremos en
Grei; en cambio, por la derecha, iríamos en
dirección a Khalisfar.

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Los hermanos se quedaron mirando
sorprendidos a la chica, seguían sin comprender
como podía leer. Jaím montó en el caballo y
Tharek los guio hacia el camino de la derecha,
llevándoles dirección a Khalisfar.
Mientras iban de camino, la noche se
acechaba y estaban bastante cansados, lograron
avistar una posada. Tharek pagó con 30 monedas
y 10 más para el caballo, les dieron dos llaves.
Tharek y su hermano Jaím dormirían
juntos, y la chica nueva dormiría en otra
habitación; así se evitaban problemas.
Le dio la llave de su habitación a la nueva y,
junto a Jaím, subieron las escaleras, caminando
hacia su habitación y una vez dentro, Tharek
bostezó para posteriormente estirarse en la cama.
─Mierda… Ha sido un día agotador
─Mucho, mucho… ─respondió Jaím─. ¿Qué
planes hay para mañana?
─Tenía pensado ir donde…- Ya sabes. Pero
claro, no sé si podemos confiar en la nueva para
contarle el plan, no nos ha dicho ni su nombre…
Es complicado.

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─Estoy de acuerdo.
No había entendido nada.
─Ya, claro…
Ambos rieron, y por el cansancio
acumulado en el día de hoy, acabaron quedándose
dormidos.
Tharek se despertó durante la medianoche,
su hermano seguía dormido. Él trató de volver a
dormirse, pero era una tarea imposible. De fondo
oía a alguien hablando bastante alto, parecía un
discurso.
Se asomó por la ventana y pudo confirmar
sus sospechas, al parecer era un cura dando un
discurso delante de mucha gente. Con cuidado,
Tharek abrió la ventana para escuchar.
─Entonces, acabemos con la duda de por
qué os he reunido. Nuestro líder ha muerto. ─Por
alguna razón, esas palabras produjeron un
pinchazo en el estómago del aventurero, aunque
no conocía de absolutamente nada a ese líder. De
hecho, no sabía ni de que se trataba lo que
estaban hablando, pero el cura tenía más que
decir─. Dicho esto… Solo queda rezar y esperar

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que alguien pueda pasar las pruebas y se
convierta en el nuevo líder, el primer humano que
sea capaz de cumplir con la misión, podrá ser
nombrado nuevo comandante de los «calavera de
dragón».
Sonaba tentador, arriesgado y entretenido,
pero ser un líder de algo que no fuera un equipo;
no era para él, además, ni sabía que tendría que
hacer.
Dicho esto, Tharek bostezó y se tumbó en
la cama, el sueño volvió y se apoderó de él,
dejándole dormido justamente al momento de
tocar el colchón.

Kiaya

Durante las nevadas de Faerrumnia, que


indicaban el inicio del duro invierno, eran varios
los guerreros que aprovechaban el mal tiempo y
la escasez de actos criminales para practicar y
hacerse más fuertes.
Kiaya, una joven guerrera, perteneciente a
«los protectores de Faerrumnia», no se quedaba

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fuera. Por las noches solía entrenar sus disparos
con el arco. La nevada era floja, incluso llegaba a
decorar el momento.
Kiaya Linsaward era una chica con rasgos
élficos, orejas algo estiradas y puntiagudas, ojos
algo más grandes y abiertos con los iris de un
color claro, dedos más estirados y una complexión
algo delgada. Además, era rubia y tenía el pelo
largo.
Al acabar con su práctica, dejó el arco en el
suelo, recogió las flechas y fue con su caballo,
sacando un peine de bambú con raíces de plantas
cortadas, las cuales quedaban duras, aun así estas
se podían doblar. Acarició y limpió a su caballo
con este cepillo.
─¿Qué haces? ─preguntó uno de sus
compañeros de mismo rango, acercándose─. ¿Vas
a salir?
─Sí, voy a irme de cacería.
─Suena bien. ─decía su compañero,
sonriendo─ Bueno, espero que tengas suerte y
una buena cacería.
─Muchas gracias.

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Kiaya agradeció y preparó al caballo,
mientras su compañero la estaba vigilando.
Después de eso, Kiaya estaba lista para
salir, y así hizo. Abrigada con una capa gris,
blanca y negra, hecha de piel de lobo, salió al
bosque con tal de cazar algún animal, que les
pudiera proporcionar algo de alimento. Durante
la caza, pudo ver algo moviéndose en los arbustos,
parecía bastante grande y eso la tomó por
sorpresa. Apuntó y esperó a que se volviera a
mover. Pero antes de que Kiaya hiciera algo, un
cazador salió de los arbustos.
─¡Vale, vale! No, no dispares… Me rindo.
Dijo él, arrodillándose para que no
disparara.
─¿Qué? ¿De qué hablas? ─Decía Kiaya
mientras guardaba su arco─. No te haré nada,
tranquilo.
─¿Cómo me puedo fiar?
─¿Por qué desconfiarías?
El cazador se pensó la respuesta, no sabía
si debería decirlo. Creía que ella usaría esa
información para mal.

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─Vale… ¿Cómo te llamas?
Kiaya identificó que él no llevaba arma.
Dejó el arco en el suelo; además, si pasaba algo,
llevaba una daga escondida en la bota.
─Soy Kaito… Kaito Urabain.
Tenía el pelo negro, lo llevaba hasta la
mitad del cuello, sus ojos eran verdes y su piel
blanca.
─Yo soy Kiaya Linsaward, un placer.
Con una sonrisa, Kiaya extendió el brazo
con tal de estrecharle la mano. Kaito se la quedó
mirando, hasta que finalmente aceptó el saludo.
Kiaya se interesó en la historia del cazador
─Decías que no te podías fiar de mí, y
también mencionaste que no te disparara.
¿Sucede algo? ¿Estás en peligro o…?─
─Es bastante complicado. Y tampoco creo
que te interese.
Estaba siendo frío, y trataba de avanzar,
cambiar de tema.
─Sí me interesa, por el juramento que hago
a los protectores de Faerrumnia, te puedo
prometer que te ayudaré con lo que sea. ─La

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chica estaba siendo bastante optimista y
entretenida, algo que no encajaba con la
personalidad del chico.─ También te puedo
prometer que se mantendrá en secreto
profesional, nadie más sabrá lo que te suceda una
vez resuelto.
Eso último logró calmar al chico, y darle la
confianza que necesitaba.
─Vale… Mira, me están persiguiendo
porque debo dinero y me he acostado con la
esposa de mi jefe… Me he dejado el arco en casa…
Vengo de Darkoninstan.
La guerrera, que sabía bastante de la
geografía de su país, recordó que Darkoninstan
estaba en el Sur de Faerrumnia, mientras que
ellos al norte.
Faerrumnia estaba dividida por dos islas,
ellos estaban en la inferior, y su ciudad era San
Árddion, una que estaba al norte de la isla.
─Eso ha tenido que ser un largo viaje.
Admitió Kiaya, apenada. Su capa se
ondulaba por el viento, el cual hacía que los copos
de nieve cayeran de una manera diagonal.

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─Pues sí, sí lo ha sido…
Este era un momento bastante incómodo,
el chico era reservado, callado y frío, mientras que
Kiaya era divertida, extrovertida y llegaba a ser
infantil.
Ambos se sentaron debajo de un árbol,
descansando y desconectando del día a día.
Cuando Kaito estaba a punto de quedarse
dormido, Kiaya escuchó algo a lo lejos.
─Kaito… Ven ─susurraba Kiaya─. Escucho
a alguien tocar algo, un instrumento.
El cazador prestó atención a su alrededor,
intentando escuchar a lo lejos. Finalmente, logró
distinguir a hasta 4 instrumentos diferentes.
Kaito se levantó y, tratando de distinguir de
donde venía la música, empezó a distinguir el
ritmo; y era uno muy bonito. Ambos se levantaron
y siguieron la música en silencio.
Finalmente, al llegar, vieron a varios
hombres reunidos al rededor de una hoguera.
Cantando y tocando distintos instrumentos de
cuerda. Esos hombres cantaban una canción en

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un idioma que no conocía… O quizá estaban
borrachos.
─Están hablando Malkarés…
Identificó Kaito.
─¿Qué? ─La guerrera no entendió─. ¿A
qué te refieres?
─Quiero decir, que ellos están hablando en
Malkarés, es una lengua de Galá del Sur.
─¿Entonces…? ¿Qué hacen aquí?
Kiaya observó los carros y a ellos,
intentando identificar la ropa.
─Seguramente sean mercaderes…
─O piratas. ─Afirmó la chica, muy segura
de su respuesta.
─¿Qué? ─Kaito se la quedó mirando, como
si estuviera loca─. ¿A qué te refieres? ¿Cómo que
piratas?
─No, nada… Olvídalo, eh… Tiene más
sentido que sean mercaderes. ─Kiaya rectificó,
avergonzada de lo que había dicho.
Poco tiempo después, la nevada se detuvo,
lo cual era una señal para ambos de irse de ahí.
─Kaito, te llevaré conmigo.

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El chico se estremeció, le daba miedo lo
que fuera a venir después de eso.
─¿A qué te refieres?
─Te llevaré al cuartel, donde los otros
guerreros te cuidarán, protegerán y entre otras
cosas. Se asegurarán de que estés bien, vaya.
Kaito tragó saliva, pero aceptó. Después de
todo eso, volvieron a su caballo y ambos
montaron.
Tras de ese largo viaje, Kiaya se despidió
de Kaito, ya que los guerreros iban a escoltar a
Kaito a una habitación para él. Cuando Kiaya se
fue para ir a dormir, dos guardias de un rango
superior entraron por su puerta.
─El rey quiere hablar contigo.
Eso le tomó por sorpresa a la guerrera,
mirando la entrada.
─Sí, pasen, pasen.
Como el estatus de ellos era más alto que el
de Kiaya, ella debía tratarlos con el debido
respeto.
─No vamos a pasar, tan solo avisamos que
el rey quiere una visita con usted.

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Eso la alertó, saltó de la cama al suelo y fue
a prepararse el equipo y armadura.
─Bien, ya salgo. ─Avisó Kiaya─. Casi
termino, ¿Dónde será la reunión?
Nadie respondió, se habían ido.
Cuando Kiaya salió, ya preparada para la
aventura, miró a ambos lados, en busca de la
salida.
Finalmente, una vez fuera de la base de los
guerreros, buscó fue camino al castillo, cruzando
el pueblo. Tras media hora, se encontraba
arrodillada ante su rey.
─Estimado rey, ¿A qué debo su visita?
El rey soltó una pequeña risa, haciendo
parecer que la razón era obvia.
─Debes ir a Vélem, y «encargarte» del rey.
Porque seamos sinceros, te tengo mucho aprecio
y cariño, Kiaya; sé que puedo confiar en ti. ─Esas
palabras llenaron a Kiaya de ilusión y orgullo,
echando el pecho hacia delante con una sonrisa
orgullosa.─ Y sé que serás capaz de ir a asesinar
al rey sin que te descubra, ¿Cierto que eres capaz?

27
─Sí, mi rey. Será un placer hacer este
trabajo para usted, ¿Cuándo marcho hacia
Vélem?
─Pasado mañana por la mañana.
─Confirmó el rey.─ Ah, por cierto, ¿Sabes
escribir?
─Sí, mi alteza.
─Entonces, pídele a algún monje un
montón de papeles y piel de ganado; para que así
te hagas un pequeño libro donde apuntes lo que
hagas. Quiero que te lo quedes, y ahí apuntes todo
lo que hagas, ¿Entendido? Me lo darás una vez
acabes esta larga travesía y lo publicaremos.
¡Alzaremos la fama de nuestro reino!
─Me encantaría. ─Dijo Kiaya, sonriendo.─
¿Quiere que le ponga algún nombre? ¿Qué tal…?
¿Katthara? ─Propuso Kiaya.
─Katthara es el nombre del continente. No
eres una geógrafa, eres una guerrera, una fuerte y
muy lista. ─Respondió su rey─. Ponle algo como…
«Las memorias después de una guerra; Kiaya».
La guerrera se quedó pensando en las
oportunidades que tendría, emprender esta

28
misión requeriría coraje y valor. Estaba bastante
nerviosa, pues sabía que si lograba cumplir la
misión, le entregarían una medalla en su honor.
─Es muy largo… ─Contestó Kiaya.─ Creo
que sería mejor algo como… «Las memorias de
Kiaya» sin insultar a su inteligencia, alteza. ─Dijo
Kiaya, arrodillándose ante su rey.
─¿Insultarme? Tonterías. Va a ser tu libro;
tu viaje, biografía y la historia que hagas,
mientras no insultes ni al reino ni a mí, cualquier
nombre será fantástico. Pero recuerda, quiero que
me traigas el libro para publicarlo. ─Acabó el rey.
La guerrera hizo una señal de afirmación, y
se despidió de su majestad y salió del castillo. En
la entrada, pidió lo que dijo su rey y, además, una
pluma con una pequeña botella que contenía
tinta.
En la portada del libro escribió «Las
memorias de Kiaya» y se guardó todo, yendo a un
hostal, donde descansaría lo que quedaba de
noche, para marchar por la mañana.

29
Lyra

Ella se encontraba observando el río,


descansando del duro trabajo que llevaba
mantener su negocio familiar ella sola.
Los padres de Lyra estarían fuera de casa
varios días, ya que marcharon de viaje. Ella debía
cuidar la tienda de ropas que llevaba años en su
familia.
Lyra se levantó lentamente, no tenía prisas.
Tomó sus cosas y se las guardó, para caminar
hacia la capital; donde ella vivía. Mientras
caminaba, encontró a un guerrero. Pudo
diferenciar que no era de Vélem por la bandera en
el hombro de su armadura, era de Galá del Norte,
otro reino, el cual es aliado. Hace varios días, el
rey ya anunció que no se asustaran si veían
guerreros de otros reinos, ya que venían a ayudar.
─Hola, muy buenas. ─Lyra se presentó,
formalmente.
Esa presentación tomó desprevenido al
guerrero. Este tenía el pelo negro, y un poco
rizado; ojos oscuros aunque con una tonalidad

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verdosa y una barba mediana, la cual era del
mismo color que su pelo. Este, después de
calmarse, saludó de vuelta a Lyra.
─Lo siento, no estaba atento y me he
asustado.
Eso, a Lyra le pareció gracioso, más algo
tierno.
─No, no, mis disculpas. ─decía la chica
entre pequeñas carcajadas. ─No lo sienta usted,
he sido yo la que le ha asustado.
Ambos sonrieron.
─¡Oh! Lo siento; mis disculpas, mi nombre
es John, John Brown. ─Se presentó, él
─El mío es Lyra Moon, un placer.
John acompañaba a Lyra, la cual estaba
volviendo a la capital.
─Entonces vives por ahí, ¿No? En Narriot.
─John trataba de entablar conversación mientras
estaban de camino.
─Sí, además, en el mismo edificio tengo
una tienda que lleva en nuestra familia por
generaciones. ─Contestó Lyra, orgullosa.
John prestaba atención, escuchándola.

31
─Y mis padres se han alojado en Qyir.
─siguió ella.
Siguieron caminando, cruzando el bosque;
camino a la capital de Vélem. Tras la caminata
llegaron a su destino; el hogar de Lyra.
─Supongo que vives aquí. ─Dedujo John.
─Exactamente.
Lyra sacó una llave, escondida en un
bolsillo interior oculto debajo de su abrigo.
Introdujo la llave; la cual era de un metal frío y un
color gris, en la cerradura, desbloqueando y
abriendo la puerta.
─Adelante, por favor. ─Dijo Lyra, dejando
pasar a John.
A John le resultaba bastante sospechosa
esa situación, aun así; él iba bien armado y
protegido.
─Oiga, ya que estamos aquí, me gustaría
pedirle a usted un favor.
John se puso algo tenso, acercando su
mano con sumo cuidado a su espada.
─Dime, ¿De qué favor se trataría?

32
Lyra notó la tensión, mirándole a los ojos
directamente con una expresión seria, algo
sospechosa. Eso aumentó más la preocupación
del guerrero, aun así, no quiso desenfundar su
arma.
─… Sería doblar y limpiar ropa. ─Lyra, al
momento de decir eso, sonrió ingenuamente.
Acababa de tomarle el pelo a un guerrero, algo
que no todos serían capaces de hacer.
─Vale, está bien, pero… Yo también quiero
algo a cambio, ¿Sabes?
Lyra abrió sus ojos como platos,
sorprendida y algo asustada; no quería perder la
virginidad de esa manera.
─¿Qué…? ─Lyra tartamudeaba, algo
nerviosa.─ ¿Qué sería lo que usted querría a
cambio?
Ella era incapaz de mirarle a los ojos,
estaba demasiado avergonzada
─Refugio y comida, si no es mucha
molestia. ─Respondió el guerrero, aliviando la
situación.

33
─Ah… ¡Ah! Sí, claro, no seria problema
alguno.
─Entonces, si no te importa, me sacaré la
armadura; es algo pesada e incómoda. ─Explicó
John.
─Pues sí, claro, déjela donde no moleste.
Él obedeció y se sacó la armadura,
dejándola a un lado.

Laï

─Nuestra sobrina ha muerto. ─Le dijo su


hermano.
─… ¿Espera, qué? No, no, eso es imposible.
¿Cuándo te lo han dicho? ─Respondió Laï, con
una voz muy agitada y con una preocupación
notable, algo desorientada.
─Laï, en ese entonces no pudimos hacer
nada; ha pasado un año, desapareció y la
buscamos. Seguramente debe llevar muchos
meses muerta.
─No, no… ─Negaba Laï, no quería creer a
su hermano.─ Sam tiene que estar viva… ¡Aunque

34
lleve un año desaparecida, sabe cuidarse sola!
Seguro que habrá encontrado refugio…
─Laï… Han encontrado su cadáver, ha sido
acuchillada varias veces. ─Su hermano posó una
mano sobre el hombro de la chica, con tal de
calmarla.
─¡No me toques! ─Gritó ella, apartando su
brazo de ella.─ Lo siento por gritarte, Roathrik.
Ella se disculpó, y con lágrimas en sus ojos;
aunque sin llorar, abrazó a su hermano. Él
acarició la espalda de la chica.
─¿Y quién fue el asesino? O la asesina.
─No, pero desde que desapareció se
sospecha que Veel pudo estar implicado.
─Reafirmó el chico.
─¿Veeltrán? ¿El amigo de Sam? ¿Por qué?
─Preguntó Laï, escéptica.
─La última vez que se vio a Sam fue con él,
en la puerta de un bar, el cual quedaba cerca de
donde se encontró el cadáver.
Ambos hermanos se quedaron mirando y
se abrazaron. Pasaron varios minutos y el
hermano mayor se separó.

35
─Yo debo irme, me han pedido que toque
una canción Qyir, cerca de la capital de Vélem.
─Dijo Laï.
─¿Necesitas que te lleve? ─Se ofreció, su
hermano.
─Si no te molesta, me vendría muy bien.
─Afirmó Laï con una pequeña y disimulada, pero
hermosa sonrisa; la cual adornaba su rostro.
─Para nada, también te llevaré de vuelta.
─No hace falta, me han ofrecido varias
noches en un buen hostal por ahí; y no voy a
desperdiciar tal magnífica oferta.
Tanto Laï como Roathrik fueron a montar
en el carro de este último. Condujeron desde Fêi;
que se encontraba en el sud de Vélem, hasta Qyir.
─¿Sabes…? Esta ruta es usada normalmente
por mercaderes y para transportar mercancía.
─Comentó Roathrik, que tenía su visión
concentrada en el camino.
─Es curioso, ¿Cómo se llama?
─Recibe el nombre del camino de Verthiad,
o tan solo Verthiad, para los aburridos.

36
─¿Los aburridos? ─Preguntó Laï, entre
risas.─ ¿Qué te hace creer que lo son?
Roathrik rio, le alegraba haber sacado una
sonrisa a su hermana. Aunque la conversación se
quedó estancada, resultó un tranquilo y apacible
viaje.
Finalmente, llegaron a su destino; la Qyir.
─Muchas gracias, hermano. ─Agradeció
Laï.
Después una despedida, ella se bajó del
carruaje, para caminar hacia la taberna donde la
habían contratado.
Una vez dentro del local, tomó uno de sus
instrumentos; este era un Laúd. Ella preparó todo
en el escenario delante de los comensales, puso
una silla donde ella se pudiera sentar, organizó
unas partituras que tenía a mano; y decidió tocar
esas tres.
Estas hablaban sobre la historia y leyendas
de Katthara, divididas en esas tres canciones. La
primera hablaba sobre los brujos, una especie
muy parecida físicamente a los humanos, pero
más inteligente y fuerte; se dice, que suelen vivir

37
más de 500 años, pero son tan parecidos a los
humanos, que cualquiera podría mentir y hacerse
pasar por uno de ellos.
La segunda canción comentaba y resumía
la guerra entre las dos Galás; La del norte y la
sureña. Pues se cree que esta batalla empezó por
el asesinato del rey, que fue atravesado por una
espada mientras este dormía; sureños afirmaron
que el culpable fue un habitante del norte, todos
describían al asesino de la misma manera, aunque
no muy detallada. Por culpa de que sucedió de
noche, los testigos no le pudieron analizar bien:
ojos oscuros, barba y pelo negro y una armadura
pesada. Aun así, no se le volvió a ver, malas
lenguas afirman que migró al otro lado del
océano.
─Maldición… ─Laï empezó a rebuscar
entre todos sus objetos personales.─ Estaba aquí
hace un momento.
No encontraba la tercera y última
partitura. Trató de hacer memoria, y recordar
donde la dejó, hace unos momentos la tenía a su
lado. La chica alzó la vista para mirar el lugar

38
donde se encontraba; pudo ver a un hombre, el
cual estaba sentado, bebiendo cerveza mientras
examinaba un papel; no quería ser precipitada,
pero creía que esa hoja era su partitura.
─Disculpe.
Se acercaron a Laï, esta se giró hacia quien
llamó su atención.
─¿Cuándo empezará la obra? ─Preguntó
un hombre bastante fuerte, distintas cicatrices en
la cara, además del pelo color gris. Le reconoció
al instante.
─Veel… ¿Eres Veeltrán? ─Ella se
sorprendió. Mirándole a los ojos.─ Dime que no
es cierto.
─¿El qué? ─Preguntó Veel.
─Dime que tú no mataste a Sam. ─Lloró la
mujer.
─¿Sam? ¿De verdad ella ha…?
─Sí, y dicen que fuiste tú. Por favor, Veel,
dime que no has sido tú, dime que no la has
asesinado.
Veel la abrazó, después la miró a los ojos.
Laï se limpió sus lágrimas.

39
─No sé quien te haya dicho esa barbaridad,
pero no, no fui yo.
Veel era un muy buen amigo de la familia,
y no tiene sentido, ¿Por qué lo haría? Ella confió
en él, sabía que no podría ser él el respondable de
su asesinato.
─Si no te importa… Tengo una actuación
que hacer, adiós Veel, cuídate. ─Se despidió.
Entonces se acercó al hombre que estaba
leyendo esa hoja de papel. Pudo confirmar que
era una partitura.
─Disculpe, ¿Me permite? ─Laï se acercó
por detrás de él.
El hombre saltó con el susto, pues no se
esperaba esa introducción tan precipitada.
─Claro… Me lo he encontrado en el suelo.
Laï tomó la partitura que el hombre le dio,
esperando que fuera la suya. La leyó de reojo, y
pudo confirmar que esa no era suya, pues la que
tenía hablaba del heredero del rey Gaby, este fue
un rey que dominaba el mundo hace milenios; las
leyendas hablan que aquel que tuviera el valor de
sacrificar a alguien importante para quien

40
quisiera ser el rey, podría serlo. El rey Gaby
sacrificó a su hermana pequeña.
Laï maldijo para sí misma, mordiéndose el
labio inferior con angustia. Caminó hacia quien
estaba en la barra.
─¿Sí? ¿En qué puedo servirla? ─Preguntó
un camarero, que iba bien vestido.
─Verá, vine a tocar música aquí, pero por
un pequeño problema, tocaré mañana, ¿Cuál es
mi habitación?
El camarero la analizó, entrecerrando sus
ojos.
─Usted es Laï, ¿Cierto? Su habitación es la
tercera puerta de la derecha, piso 3.
Le dio una llave, la de su habitación. Y ahí
fue Laï, dejando sus cosas en la habitación y
tumbándose en la cama.

41
Capítulo 2

Daiana

La luz del sol en la mañana que crecía entre las


montañas, adornaba la escena de la chica, la cual
estaba asomada en la ventana, mirando a través
de esta.
Alguien golpeó la puerta.
─Adelante, pasa.
Acompañado de un suspiro, Daiana se
apartó de la ventana, mirando la puerta.
Donde detrás de esta, estaba Tharek. Cruzó
la puerta, viendo a Daiana, la cual iba vestida con
únicamente su camisa y un pantalón.
Tharek la miró, con una expresión bastante
seria. Daiana sabía que ese iba a ser el momento
donde la iban a interrogar.
Él entró por completo a la habitación de
Daiana y cerró la puerta, para posteriormente
quedársela mirando con una expresión seria. El

42
silencio fue dueño de aquellos instantes; casi
incluso romantizando aquella situación.
─Ya va siendo hora de que sepamos quien
eres, ¿No crees?
Tharek decidió dar un paso y tomar el
control de la situación, empezando con preguntas
directas.
─¿Yo que gano, diciéndotelo?
─Quedarte con nosotros. ─Respondió
Tharek. Pero eso no convenció a la chica, la cual
se le quedó mirando.─ Además de comida y
refugio.
─Me llamo Daiana, tengo dieciocho años y
hasta hace poco vivía en Galá del Sur.
A Tharek le sorprendió la rapidez con la
que la chica había respondido. Entonces analizó
la ropa que llevaba en ese momento además de
examinar la habitación donde Daiana se alojaba;
esta era algo más pequeña que la de Tharek y
tenía tan solo una cama para una persona.
─¿Algo más que quieras saber? Si no, te
puedes ir ─Insinuó Daiana.

43
─¿Por qué? ─Respondió Tharek, con otra
pregunta.
─¿Por qué, el qué? ─Daiana no entendía
esa pregunta, se quedó perpleja, mirando a los
ojos del chico en busca de una respuesta.
─Es decir, ¿Por qué has decidido
aventurarte a venir con nosotros? Unos
completos desconocidos.
─A primera vista; sabía que no tendríais
ninguna intención de hacerme daño. ─Dijo,
bromeando y levemente subido de tono.
─Además, si no llegaba a encontrar un refugio,
podría haber acabado muy mal
Daiana se acercó al chico, aprisionándolo
contra la pared. Ambos; con un rubor, se miraban
el uno al otro. Daiana acarició el pecho del
hombre con su dedo, dibujando un corazón.
─Aunque supongo que… ─Siguió, Daiana.
─Debería “pagarte”. ¿No crees?
─Tú… Sea lo que sea aquello que quieras,
esto es demasiado pronto. ─Tharek apartó a
Daiana, recuperando el espacio el cual le había
sido robado.

44
─Vamos, ¿En serio? Antes estabas tan
avergonzado que no podías ni hablar, y ahora tan
frío que no quieres nada. ─Dijo aquella chica.
─No te digo que no quiera, el problema
reside en que… ─Fue interrumpido por Daiana
─¿Entonces sí que quieres? ─Dijo Daiana,
con un tono bromista y acompañado de una risa.
─Ya lo sé, ya lo sé… Era una broma.
A Tharek le sacó una pequeña sonrisa, que
tras pocos segundos ocultó.
─Viendo que eres así ─Tharek hizo énfasis
en esa última palabra. ─He visto que al lado hay
una taberna, Jaím sigue dormido y… No me
importaría ir a beber algo, ¿Sabes?
A Daiana le pareció una buena idea,
afirmando con la cabeza y acercándose a él, con
tal de seguirlo.
─Tú lideras el camino.
─Y tanto que lo hago, siempre lo he hecho.
─Contestó Tharek.
Por alguna razón que ni ella sabía, Daiana
se quedó sin palabras y con un rubor que
adornaba sus mejillas.

45
Ambos caminaron a la taberna mencionada
por Tharek; esta resultó estar verdaderamente
cerca.
─Cerveza, ¿Y tú?
─¿Qué? ─Se preguntó Tharek.
─¿Qué, el qué? ─Le cuestionó Daiana
─Es decir, ¿Qué has dicho?
─Ah, que pediré una cerveza, ¿Y tú, que
pedirás?
─Vino, pediré vino. ─Dijo Tharek,
sentándose junto a Daiana al lado de una mesa;
esta fue antes un barril, y aún seguía siendo eso.
─Bien, ¿Qué pedirán ustedes? ─Preguntó
un sirviente; que trabajaba ahí.
─Una cerveza y una copa de vino. ─Pidió
Daiana.
─Vale, deberían de ser 24 monedas en
total. ─Dijo, repetidamente el mismo sirviente
─Pagaremos luego. ─Dijo Daiana.
Debieron pasar 5 minutos, cuando
finalmente les trajeron las bebidas que pidieron.
Daiana y Tharek agradecieron, y tomaron
su pedido en silencio, mirándose el uno al otro.

46
─¿Cuál era tu nombre? ─Preguntó Daiana,
matando el silencio.
─Tharek. ─Contestó fríamente el chico.
─Pues Tharek, bueno; oye.
─Te escucho perfectamente desde que me
has preguntado el nombre.
─Sí, como sea… Bueno, mira… Vámonos sin
pagar, tomemos ventaja sin que ellos se enteren.
─¿Qué? ─Tharek la cuestionó, como si
estuviera loca.─ Estamos alojados literalmente
delante, si quisieran, podrían robarnos todo y
llevarse a mi hermano.
─No. ─Le respondió Daiana.
─¿No, qué? ─Le cuestionó Tharek,
bastante confundido.
─Saldremos de aquí, sin pagar las 20
monedas; es un precio estúpido. Nos iremos
entonces a la habitación, recogeremos todo,
despertamos a tu hermanito y robaremos un
carro, para luego marchar hacia la aventura.
─Eran 24 monedas, pero como sea. Estoy
de acuerdo, aun así… ─Tharek volvió a ser
interrumpido por Daiana.

47
─Corre, vamos. ─Aprovechando el
momento donde el resto de trabajadores se
encontraba ocupado o distraído, se levantó y
tomó la mano de Tharek, saliendo del edificio en
silencio.─ ¡Vamos, a tu habitación!
Pilló de sorpresa a Tharek, aun así, pudo
seguir el ritmo de Daiana, que tras poco tiempo
acabaron en la puerta del hostal. Abriendo y
subiendo a su habitación lo más veloz que podían.
Tharek sacudió a Jaím, con el fin de
despertarlo.
─Jaím… Despierta, nos tenemos que ir.
El joven pudo despertar en cuestión de
instantes, escuchando las órdenes de su hermano
y obedeciendo. Se vistió lo más veloz que pudo y
tomó sus cosas, guardándolas y siguiendo a su
hermano. Una vez ambos salieron, Daiana estaba
esperándolos en la salida.
─Habéis tardado bastante. ─Dijo ella.
─Ah, por cierto, Jaím. ─Dijo Tharek,
dirigiéndose a su hermano.─ Ella es Daiana.

48
El hermano de Tharek se acercó a Daiana,
soltando una expresión de sorpresa mientras la
miraba.
─Es un placer, Daiana. ─Decía el chico
─El placer es mío. Veo que tu hermano te
ha educado bien, ¿No?
─Sí, gracias a mi hermano Tharek he
aprendido muchas cosas.
Tharek, sin embargo, estaba buscando a su
caballo.
Fue en última instancia cuando él sacó al
caballo del establo, volviendo con Daiana y Jaím.
─Montad, seguiremos el camino. ─Dijo
Tharek, guiando al caballo con una cuerda.─ Y
dejad los objetos en el zurrón e iréis más
cómodos.
Ambos montaron; Jaím accedió a dejar sus
pertenencias ahí, pero no Daiana. Siguieron
avanzando por un camino el cual les llevaba a
otro pueblo.
─¿Daiana Lineblack?
Ella se estremeció y abrió sus ojos como
platos, un hormigueo subió por su propia espalda,

49
con miedo y algo asustada, se dio la vuelta,
mirando a quien acababa de mencionar su
apellido.
─Mi nombre es Roger. ─Mencionó, la
misma persona.─ Y soy enviado del rey. Hoy
tengo la misión de informarla que queda usted
detenida, a no ser que…
─¿A no ser que qué? ─Dijo Tharek.
Eso dejó a Daiana sorprendida, no
esperaba que la fueran a detener, y menos aún
que él la defendiera.
─Esta conversación se trata de ella y yo, si
no quieres ser tú el que acaba pudriéndose en la
cárcel, déjame acabar. ─tosió, aclarándose la
garganta.─ A no ser que cumplas una misión que
el rey te ha encargado.
─¡Acaba ya con las dudas y dime que es!
─Daiana se estaba poniendo nerviosa. Tharek
posó una mano en el hombro de ella en señal de
que estaban ahí para ayudarla, que estuviera
tranquila.
─Nuestra majestad te ha pedido que vayas
al castillo, que está en la capital; te infiltres

50
dentro y enciendas una vela en una torre
específica. ─Roger le dio una mochila a Daiana, la
cual tenía una cuerda de 3 metros y medio, una
vela bastante grande y un dibujo de la torre.─
Tienes hasta mañana por la noche; de ser que
logras pasar esta prueba y cumplir la misión que
te dará el rey, este te ofrecerá lo que quieras:
Dinero, tierras, esclavos y esclavas con tal de
satisfacerla o hacer trabajos por ti, ser más
importante, e incuso perdonar futuros crímenes;
mientras no estén relacionados con el rey.
Daiana se lo pensó, mirando a ambos
hermanos. Se bajó del caballo y se acercó a Roger.
─… Está bien, acepto. ─Dijo Daiana,
ofreciendo su mano para acabar el trato con el
mensajero.
Tharek miró a Daiana, algo decepcionado
y, por alguna razón, creía que incluso traicionado.
─¡Vamos a la capital! ─Exclamó Daiana,
montando el caballo.
─No, me acompañarás tú sola. ─Dijo
Roger, fríamente.

51
─¿Qué? ─Preguntó Daiana, de forma
retórica.
─¿Qué? ─Preguntó Tharek.
Ambos se miraron, no les gustaba la idea
de separarse, pues Daiana creía que Tharek
podría ser con quien pasara una larga aventura.
Además, tenía dudas sobre qué sentía por él.
─Está bien, no importa. Ve con él y haz lo
que debas de hacer… Espero que nos volvamos a
ver pronto. ─Se despidió Tharek.
Daiana, cabizbaja, se montó en el caballo
de Roger, mirando; por la que podría ser la última
vez, a Tharek.

Lyra

─Ya veo… Debió de ser un largo viaje. ─Dijo Lyra


admirándole.
─La verdad es que sí… ─John miró la
ventana, observó que caían copos de nieve, el
invierno estaba empezando─. ¿Necesitas que te
consiga leña?

52
─Oh, no por favor, no se preocupe. ─Dijo
Lyra, mientras limpiaba las prendas con sumo
cuidado.
Hubo varios segundos de silencio, pero
resultó ser uno agradable.
─¿Podría pedir que me hicieras ropa? Algo
que llevar en combate, que resulte intimidante
─Solicitó John, abriendo de nuevo la
conversación.
─Sí, podría hacerlo… Aunque me temo que
querrá unos materiales que sean duros y
resistentes, lo que los hace bastante caros.
─Me lo puedo permitir, sí, no sería
problema. Vengo de una familia acomodada.
─Comentó John.
Eso llamó la atención de Lyra, mirándole.
─Interesante… Bueno, cuando acabe todas
las tareas me pondré con eso. ─Sonriendo, acabó
de lavar la ropa, la dobló para llevarla en su lugar,
guardándolas.
─¿Te ayudo? ─Se ofreció John, sonriendo.
─Voy bien, muchas gracias. ─Lyra se
levantó.─ Si me disculpa, debo abrir la tienda.

53
Lyra fue a la puerta de la tienda,
abriéndola. Para su sorpresa, encontró al Rey
esperando en la puerta, junto a su hija; la cual
estaba detrás de él.
─Buenos días. ─Saludó el rey,
cordialmente.
Lyra se puso nerviosa, ¿Qué se suponía que
debía de hacer en esa situación? No había visto
nunca al rey tan de cerca, y menos que le hablara
directamente, fue todo un orgullo para la chica.
─¿No están tus padres? ─El rey miró
dentro de la tienda, en busca de los padres de la
chica. El rey tosió, cubriéndose la boca con un
pañuelo de tela
─No, lo lamento, están de viaje.
La hija del rey miró curiosa a John, este le
devolvió una sonrisa. El rey dio unos pequeños
empujones a la princesa, para que ella explicara
que hacían ahí.
─¡A-ah! Sí. ─La joven princesa carraspeó,
limpiándose la garganta. ─Veréis, he venido aquí
para solicitar un vestido para mi boda, oímos que
vuestras telas son bastante competentes. Y

54
aunque es cierto que hay otras tiendas más
profesionales, esas se encuentran muy lejos y
tienen un precio muy elevado.
─Vale, entiendo. Entonces necesitaré
tomar sus medidas y saber como quiere sus
medidas. John, si no es mucho pedir, me gustaría
que fueras a pescar algo. ─Mandó Lyra. Ella
señaló la ubicación de la caña de pescar.
─Por supuesto, ahora mismo vengo. ─John
se despidió y fue donde había la caña, para luego
salir con esta.
Lyra dirigió su mirada a la princesa.
─¿Me he presentado? Bueno, como sea.
─La princesa hizo una breve referencia ante Lyra,
a modo de disculpa.─ Mi nombre es Dalia,
deduzco que a penas habréis oído de mí, pues no
es de mi agrado salir de cara al público, aunque
me estoy preparando. ─Dalia se sintió orgullosa.
Se puso en frente de la joven sastre,
quitándose lentamente la ropa para que Lyra
pudiera tomar las medidas.
─Bien, ya hemos acabado de medirla,
puede ponerse la ropa. ─Miró a la princesa, de

55
arriba a abajo, examinándola.─ ¿Podría preguntar
por qué necesita el vestido?
─Pues… Dentro de unos meses me casaré
con el príncipe de Galá del norte, y aunque no
estoy enamorada de él, acepto el matrimonio,
pues será útil si vuelve a haber una guerra.
Lyra afirmó, en un tono de interés. Tomó
pluma y papel y escribió las medidas de ella.
─¿Sabes leer? Es bastante sorprendente; no
es por ofender, pero la gente de tu clase no suele
poder. ─Comentó el rey.
Lyra con orgullo, le miró.
─Mis padres me llevaron a un colegio de
pequeña, se preocupaban mucho por mi
aprendizaje, e invirtieron bastante dinero en mí.
Empezó a oscurecer, el rey y la princesa se
marcharon del lugar, Lyra tendría su ropa lista en
dos semanas; pero se propuso hacerlo en menos,
pues pagaban una buena cantidad.
Pasaron varias horas, Lyra se cansó de
esperar y se puso a planear la ropa de John, tuvo
el tiempo suficiente como para empezar a tejer.

56
Lyra miró por la ventana, había dejado de
nevar, pues ahora caía una lluvia floja, que llegaba
a incluso relajar. Llamaron a la puerta trasera, eso
sorprendió a Lyra; ella dedujo que era John, pues
era lo más lógico. Los golpes se repitieron, esto la
puso nerviosa, pensando que podría estar herido;
o bien perseguido por alguien… ¿O algo…?
Fue corriendo a la puerta; al abrirla
confirmó sus sospechas, quien estaba detrás de la
puerta sí era John, pero no le perseguía nadie,
más él parecía estar bastante tranquilo.
─¿He tardado mucho? ─Preguntó él.
Llevaba una cesta bastante grande en su mano
izquierda; esta estaba llena de peces, con eso
podría alimentar a 4 personas por tres semanas.
También llevaba la caña de pescar, no estaba rota.
─Está bien, no te preocupes. ─Dijo Lyra
Se echó a un lado, dejando libre la entrada.
John pasó por ahí, dejando la cesta encima de la
mesa, y la caña en su sitio.
─Yo no te di la cesta, ¿De dónde la has
sacado?
John contestó con un silencio.

57
Después de ello, Lyra le acompañó hasta la
habitación de invitados, para luego ir a su
habitación, quitando su vestido de trabajo y
poniéndose ropa ligera. Cerró las cortinas, pues
las gotas en el cristal se le hacían algo molestas, y
se tumbó en su cama, para seguidamente dormir.
A la mañana siguiente dejó de llover. Lyra
se despertó, viendo la ropa de John ya terminada
en una mesa. Había pasado toda la noche en vela,
con tal de acabarla y lo había conseguido. Se
dirigió a su habitación, allí se quitó la ropa que se
puso para dormir, quedando desnuda. Tenía una
piel perfecta, pues no tenía ni golpes ni cortes,
más su tez tenía un bello color claro. Su
constitución era delgada y un poco bajita.
Se puso una ropa cómoda, hoy no tenía
planeado abrir la tienda, pues se pasaría el día
cosiendo la ropa para la princesa y para John.
Pero oyó un estridente golpe a la puerta de la
tienda, y bajó corriendo a revisar.
Ella abrió la puerta y se presentó.

58
─Hola, buenos días… Lamento informarle
que hoy no abriré la tienda y… ─Lyra miró a quien
tenía delante.
Era un hombre alto, tan tonificado que
intimidaba. Llevaba puesta una capucha que
cubría su pelo y parcialmente su cara, aunque lo
que estaba a la vista era indescriptible.
─Me da igual, vienes conmigo.
Antes de que Lyra pudiera pedir
explicaciones, la lanzó al suelo apresuradamente
de un empujón, lo cual la dejó inconsciente. Sabía
que necesitaba ir rápido.

John

Al despertar, se levantó de la cama. Estaba sin


camiseta; tenía un cuerpo fornido, y diversas
cicatrices, cortes y heridas; pues su trabajo
consistía en luchar y defender. Se puso la ropa
para salir de la habitación y recorrer la casa hacia
la sala de estar; donde no vio a nadie. Ni ahí, ni en
toda la casa.

59
John supuso que Lyra debería estar en su
propia habitación, así que no se preocupó.
Se dirigió hacia la entrada, que
curiosamente empezaron a llamar. Abrió la puerta
y encontró a la princesa. John se arrodilló sin
dudarlo; y aunque no fuera su princesa, él debía
mostrar respeto, pues le pagaban por proteger sus
calles.
La princesa llevaba puesta ropa humilde.
Entró a la tienda, apartando a John, apoyando su
mano en el pecho del chico. Cerró la puerta
detrás de ella
Los latidos de John se elevaron en sorpresa;
y se apartó como señal de vergüenza.
─Bien, dígame, ¿A qué se debe su visita,
princesa? ─Preguntó John, acomodando unas
sillas para que ambos se sentaran.
─Debo hablar con Lyra, ¿No está aquí?
─No, ella se ha ido. Creo que ha ido a
entregar pedidos. Dime la razón por la que
quieras verla, y cuando la encuentre le avisaré.
La princesa se mantuvo callada durante
unos instantes, preguntándose si debía decirlo.

60
─Verás… Ya no quiero casarme con él. No
me gusta y es una mierda de persona. ─Dijo la
princesa, mientras se sentaba.
─¿Tan malo es? ¿Quién era? ─Él se sentó
delante de la princesa Dalia, para poder mantener
una conversación con ella.
─El hermano menor del rey de Galá del
Sud.
John se sorprendió; abriendo los ojos.
─¿Él no murió asesinado, junto a su padre?
─No, él sobrevivió al apuñalamiento. Vio a
su padre morir delante de él, pero no tenía
fuerzas para hacer nada, además asegura poder
reconocer al asesino si se lo ponen delante. ─Ella
echó un suspiro.─ La cosa es que él se ha vuelto
supremacista, y está empezando una campaña
política donde propone desterrar a su hermano…
─Vaya… ─John tenía la mirada perdida.
─Suena aterrador, la verdad.
─Sí, y tanto que lo es. ─Respondió la
princesa.
─¿Entonces, por qué se quería casar
contigo? ─John se levantó a tomar dos vasos,

61
llenándolos de agua que estaba en una vasija.
Volvió con los vasos y la vasija en la mesa,
dejándolos ahí.
─Las bodas reales no son como las de los
demás. En estas, los principes se solían casar
para, en resumen, juntar reinos y seguir la linea
real . ─Ella tomó uno de la pareja de vasos.─
Gracias, John.
─Es decir, el tema romántico queda
excluido y os obligan a casarse.
─Pues afortunadamente, los tiempos
cambian. Se produjeron muchos asesinatos y
desamores entre reyes por eso mismo, así que la
tradición actual es dar la opción a los que nos
vamos a casar de si aceptamos o no.
John, sorprendido, tomó un trago de agua.
─Parece que te lo hubieras memorizado.
─Dijo él, riendo. Ese comentario también sacó
una pequeña sonrisa a la princesa.
─De cualquier manera. ─Volvió a hablar,
Dalia.─ Se lo he dicho a mi padre y hemos
acabado discutiendo. ¿Sería mucha molestia

62
pedirte que me quede aquí? No creo que sea más
de unas simples horas.
John se lo pensó. Tener a una persona tan
poderosa e importante en la casa podría traer
consecuencias. Además, ¿Cómo le explicaría a
Lyra que ha mantenido a alguien en su casa sin
preguntarle?
─¿John? ─Preguntó la princesa.
─¿Eh? Ah, sí, dime.
─Te habías quedado mirando a un punto
fijo y estabas tardando en responder.
─Ah, sí… Lo lamento. ─Se disculpó.─ Si
son unas horas está bien, pero cuando venga la
propietaria del local, deberás preguntárselo a ella.
─¡Bien! ─Exclamó Dalia, abrazándole de la
alegría.
─¿Ahora quieres beber más? Mientras
esperamos a Lyra. ─No había mucho que hacer,
solo hablar el uno con el otro y dormir.

63
Capítulo 3

Lyra

Despertó con un vaivén suave, escuchando los


pasos de un caballo, pero ella estaba tumbada en
diversas planchas frías de madera. Entre esas
tablas pudo observar como el suelo estaba en
movimiento, con lo poco que podía ver de suelo.
¿Dónde estaba?
Un fue lo único que logró salir de su boca
fue un susurro de disculpa.
─Lo siento…─ Ni siquiera ella misma sabía
por qué ni a quién, pero se sintió aliviada al
soltarlo. No aguantó más y su cuerpo la forzó a
cerrar sus ojos; perdiendo todas las fuerzas.

Lyra se despertó cuando el carruaje en el


que iba se detuvo. ─Ven aquí─ Instruyó un
hombre con aquella voz grave y seria mientras
abría la puerta.

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Lyra, desconcertada, no dudó en hacerle
caso; tomando la ruta pacífica. La pobre no tenía
fuerzas para saltar a la carga.
El misterioso hombre la cargó en brazos
mientras

Tharek

Cabalgaba con su hermano que estaba montado


detrás. A Tharek no le molestaba tanto como a
Daiana bien hizo el separarse. Él era consciente
de que ella tenía sus asuntos pendientes, y aunque
existía la posibilidad de no volver a verla, no le
tenía muy preocupado, sí que le daba vueltas la
pregunta de «¿Qué hizo?».
─¿Crees que la volveremos a ver?
─Preguntó el pequeño.
Aquello le resultó en parte cómico, pues
parecía que le leyó la mente. Habían pasado 5 días
desde que ella marchó del grupo; y las dudas y
temores de Jaím no solían dudar más de 2, así que
era extraño que siguiera cuestionándose aquello.
─No te puedo prometer nada.

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Continuaron en el camino hasta que llegaron a
una posada. Volverían a su plan original; ir a por
el tótem y buscar a quien venderlo.
Jaím se quedó a atar el caballo, mientras
que Tharek entró al edificio para pedir
alojamiento. Este hogar era una casa de madera;
parecía ciertamente antigua, y eso le daba un
pequeño toque interesante que recordaba que
estaban en medio de una montaña.
─Saludos. ─Dijo él, una vez entró al
edificio.─ Vengo a pedir una habitación para dos;
por favor.
─Claro, por supuesto. Ven conmigo, por
favor. ─Respondió la
Jaím se unió poco después de que Tharek,
siguiendo a los dos adultos.
─Vuestra habitación será esta; tiene
hoguera, dos camas separadas y vistas a la
montaña. Las comidas vienen incluidas en el
precio y las coméis con nosotros. No creo que
quisierais tener que recorreros toda la montaña
para comer.

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─¡De acuerdo! ─Exclamó el hermano
pequeño de Tharek
─Bien, ¿Cuánto sería el precio?
─14 monedas por noche ─Dijo ella, con un
tono algo desinteresado.
─De acuerdo, nos quedaremos 3 noches.
─Dijo Tharek
─Entonces 17 monedas. ─Volvió a poner
otro precio; ella.
─¿Pero…? ─Quiso decir Jaím, siendo
interrumpido por ella.
─No, es el precio final.
─¿Y si nos quisiéramos quedar 4…?
─Preguntó Tharek. Dormir en cualquier otro
lugar le parecía excelente, pero necesitaban una
base por esta zona para volver a hacer los planes,
y en medio de la montaña era difícil encontrar
alojamiento sin ser devorado por la fauna salvaje
o tener que cazar tu propia comida.
─Entonces sube a 20. ─Dijo quien
seguramente fuera la dueña del negocio.

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─¿Pero no dijiste que el precio final sería
de 17 monedas? ─Saltó Jaím, tratando de
ahorrarle unas monedas a su hermano.
─De acuerdo. ─Ella gimoteó, mirando a los
chicos con superioridad.─ El precio es de 17 por 4
noches.
─Nos quedaremos 3 noches.
─¿Qué? ─Preguntaron tanto la mujer como
Jaím.─ ¿Entonces por qué preguntas por 4?
─Respondió solamente ella.
─Para ponerte a prueba. Prefiero pagarte
ahora las 51 monedas.
Aunque Tharek no sabía leer, era muy
bueno para los números y las cuentas.
─Chico listo. ─Ella rio algo pícara, veía
potencial en ese curioso viajero.─ ¿No quisieras
trabajar aquí para llevar las cuentas? Cobrarías
muy bien, más que comerías cada día. ─Seguía
insistiendo para lograr adoctrinarle en el trabajo.
Tharek se quedó pensando. Era una buena
opción, pues no se jugarían la vida y podría dejar
a su hermano en un pueblo cercano e irle
mandando dinero.

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A Jaím, sin embargo, no le gustaba esa
idea; los últimos años creció con aventuras, y
aprendiendo a estafar gente, eso le gustaba y
llegaba a ser normal para él; gozaba de aquellas
actividades peligrosas de vez en cuando.
─Tendré en cuenta esta oferta, muchas
gracias. ─Tharek estrechó su mano a la mujer,
con tal de hacer una presentación más formal.─ A
todo esto, ¿Cuál es tu nombre?
─¿Tienes seguro que vayas a trabajar aquí?
─Interrumpió, sin contestar a su pregunta.
─¿Que tiene que ver…? ─Cuestionó Tharek.
─Solo responde, es lo único que te he
pedido. ─Le volvió a interrumpir.
─No lo sé, ni creo saberlo pronto.
─Respondió sin dejarse pisar por ella
─Entonces no os hará falta saber mi
nombre.
Ella estaba siendo muy desagradable, y eso
alejaba la idea de trabajar a Tharek.
Él se despidió de la mujer, con una
pequeña reverencia, y la invitó a salir;
manteniendo la calma. La misteriosa mujer salió

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de la habitación y los dejó solos. Jaím saltó a la
cama, y su hermano se sentó en esta, a su lado.
─En realidad no me parecería mala idea
trabajar aquí.
─¿¡Qué!? ─Exclamó su hermano, con un
grito.
─Sí, es decir… ─Tharek trataba una forma
de excusarse y explicarlo, aunque era bastante
fácil.─ … Así puedes vivir tranquilo y con
comodidades hasta que puedas trabajar por ti
mismo, ¿Sabes? ─Esa era una decisión bastante
racional y lógica, con tal de mantener a su
hermano a salvo.
─¿Pero dónde quedarán las aventuras? ¿Y
el peligro? ─Le cuestionó su hermano, algo
decepcionado por aquella decisión que para él
parecía apresurada.
─Mira… ¿Quién es el adulto aquí? Yo. Yo
soy el responsable de nosotros dos, y soy quien
toma las decisiones. Si yo digo que esta aventura
se ha acabado, es porque se ha acabado. Ahora
duérmete de una maldita vez. ─Tharek estaba

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más enfadado e impaciente. No le gustaba para
nada que su hermano le llevara la contraria.
Jaím expresaba más decepción, pues vio lo
fácil que cambiaba de opinión. Le parecía débil
de su parte; pero él siempre creía que Tharek era
una persona fuerte, que seguía sus objetivos y no
se rendía, pero acababa de demostrar que no era
así. Jaím le obedeció, protestando, tumbándose en
la cama y cerrando sus ojos. Ya no quería estar
ahí, pues se sentía abandonado y traicionado.

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