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Diabetes

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Historia

La diabetes se reconoció por primera vez alrededor del 1500 a. C. por los antiguos egipcios, quienes
observaron a personas que orinaban mucho y perdían peso. En el papiro de Ebers descubierto en Egipto
se describen los síntomas y el tratamiento que se les proporcionaba: una dieta de cuatro días que incluía
decocción de huesos, trigo, granos, arena, plomo verde y tierra (o bien: agua de charco de pájaro, bayas
de sauco, leche fresca, cerveza, flores de pepino, y dátiles verdes). Fue Areteo de Capadocia, médico
griego, quien, entre los años 80 y 138, le dio a esta afección el nombre de diabetes, que significa en
griego correr a través, refiriéndose al signo más llamativo que es la eliminación exagerada de agua, que
atribuyó a una falla en los riñones, expresando que el agua entraba y salía del organismo del diabético
sin fijarse en él. Creía que el origen de la enfermedad, «fría y húmeda», radicaba en una fusión entre la
carne y los músculos que se transformabas en orina.

En el año 1675, Thomas Willis, médico inglés del hospital de Guy en Londres, hizo una descripción de
la orina dulce de los diabéticos, además de una serie de otras observaciones muy adecuadas a lo que
corresponde la sintomatología reconocida de esta entidad clínica.20 Fue él quien, refiriéndose al sabor
dulce de la orina, le dio el nombre de diabetes mellitus (sabor a miel).

En el año 1812, la diabetes fue reconocida como una entidad clínica, en la primera publicación de la
revista New England Journal of Medicine and Surgery.
En la segunda mitad del siglo XIX el gran clínico francés Bouchardat señaló la importancia de la
obesidad y de la vida sedentaria en el origen de la diabetes y marcó las normas para el tratamiento
dietético, basándolo en la restricción de los glúcidos y en el bajo valor calórico de la dieta.

En 1910, Edward Albert Sharpey-Schafer planteó la hipótesis de que la diabetes se producía por la
deficiencia de algún producto químico elaborado en el páncreas. Llamó a esta sustancia insulina, del
latín insula, refiriéndose a los islotes pancreáticos o de Langerhans.

En 1916, Joslin propuso el tratamiento de la diabetes con dieta y ejercicio.

En 1997, después de dos años de revisión entre expertos de la OMS y la Asociación Americana de
Diabetes (ADA), se dio a conocer una nueva clasificación: DM tipo 1, DM tipo 2, diabetes gestacional
y otros tipos específicos.

Diabetes mellitus por país en 2002: afectados por cada 100.000 habitantes. sin
datos menos de 100 100-200 200-300 300-400 400-500 500-600 600-
700 700-800 800-900 900-1000 1000-1500 más de 1500

Epidemiología

En el año 2000 se estimó que alrededor de 171 millones de personas en el mundo eran diabéticas y que
llegarán a 370 millones en 2030.

Este padecimiento causa diversas complicaciones y daña frecuentemente a los ojos, riñones, nervios y
vasos sanguíneos. Sus complicaciones agudas (hipoglucemia, cetoacidosis, coma hiperosmolar no
cetósico) son consecuencia de un control inadecuado de la enfermedad mientras sus complicaciones
crónicas (cardiovasculares, nefropatías, retinopatías, neuropatías y daños microvasculares) son
consecuencia del progreso de la enfermedad. El Día Mundial de la Diabetes se conmemora el 14 de
noviembre.
Según datos de la OMS, es una de las 10 principales causas de muerte en el mundo.

Patogenia

Las células metabolizan la glucosa para convertirla en una forma de energía útil; por ello el organismo
necesita recibir glucosa (a través de los alimentos), absorberla (durante la digestión) para que circule en
la sangre y se distribuya por todo el cuerpo, y que finalmente, de la sangre vaya al interior de las
células para que pueda ser utilizada. Esto último solo ocurre bajo los efectos de la insulina, una
hormona secretada por el páncreas. También es necesario considerar los efectos del glucagón, otra
hormona pancreática que eleva los niveles de glucosa en sangre.

En la DM (diabetes mellitus) el páncreas no produce o produce muy poca insulina (DM Tipo I) o las
células del cuerpo no responden normalmente a la insulina que se produce (DM Tipo II).

Esto evita o dificulta la entrada de glucosa en la célula, aumentando sus niveles en la sangre
(hiperglucemia). La hiperglucemia crónica que se produce en la diabetes mellitus tiene un efecto tóxico
que deteriora los diferentes órganos y sistemas y puede llevar al coma y la muerte.

La diabetes mellitus puede ocasionar complicaciones microvasculares (enfermedad de los vasos


sanguíneos finos del cuerpo, incluyendo vasos capilares) y cardiovasculares (relativo al corazón y los
vasos sanguíneos) que incrementan sustancialmente los daños en otros órganos (riñones, ojos, corazón,
nervios periféricos) reduce la calidad de vida de las personas e incrementa la mortalidad asociada con
la enfermedad

La diabetes mellitus es un trastorno endocrino-metabólico crónico, que afecta la función de todos los
órganos y sistemas del cuerpo, el proceso mediante el cual se dispone del alimento como fuente
energética para el organismo (metabolismo), los vasos sanguíneos (arterias, venas y capilares) y la
circulación de la sangre, el corazón, los riñones, y el sistema nervioso (cerebro, retina, sensibilidad
cutánea y profunda, etc.).

Etiología

En un principio se pensaba que el factor que predisponía para la enfermedad era un consumo alto de
hidratos de carbono de rápida absorción. Pero después se vio que no había un aumento de las
probabilidades de contraer diabetes mellitus respecto al consumo de hidratos de carbono de asimilación
lenta.

Diabetes mellitus tipo 1


Corresponde a la llamada antiguamente diabetes insulino-dependiente (DMID), diabetes de comienzo
juvenil o diabetes infantojuvenil. Representa entre un 5 a un 10% de las DM.

La mayoría de los casos de diabetes mellitus tipo 1, aproximadamente un 95%, son el resultado de una
compleja interacción entre factores ambientales y genéticos, que provocan el desarrollo de un proceso
autoinmune, dirigido contra las células productoras de insulina de los islotes pancreáticos de
Langerhans. Como resultado, estas células son progresiva e irreversiblemente destruidas. El paciente
desarrolla la deficiencia de insulina cuando el 90% aproximadamente de las células de los islotes han
sido destruidas.
Diabetes mellitus tipo 2

Representa entre un 90 a un 95% de las diabetes. Se caracteriza por una resistencia a la insulina y, al
menos inicialmente, en una deficiencia relativa en la secreción de insulina, cuya cantidad, si bien
elevada en comparación con una persona normal, es insuficiente en relación con los niveles elevados de
glicemia. A medida que la enfermedad avanza, el páncreas puede llegar a producir menos insulina y
fallar las células beta. A diferencia de la DM1, no hay un componente autoinmune presente, si bien se
mantiene un ambiente inflamatorio a nivel del tejido adiposo.

Se presenta principalmente en mayores de 40 años, la mayoría de los cuales presenta obesidad


abdominal como parte del patrón de exceso de depósito de grasa que presentan las personas con
resistencia insulínica. Se acompaña frecuentemente de otras anormalidades como hipertensión arterial,
dislipidemia, disfunción del endotelio vascular y elevación del PAI-1. Este conjunto de anormalidades
se ha denominado «síndrome de resistencia a la insulina» o síndrome metabólico.

Las bases genéticas y moleculares de la diabetes mellitus tipo 2 siguen estando poco definidas, pero se
sabe que esta enfermedad se debe en su base a factores genéticos, aunque estos están estrechamente
relacionados en cuanto a su grado de expresividad con los factores ambientales ligados al estilo de
vida. Actualmente se piensa que los factores más importantes en la aparición de una diabetes tipo 2 son,
además de una posible resistencia a la insulina e intolerancia a la glucosa, el exceso de peso, la ingesta
exagerada de alimentos, la relación de polisacáridos de absorción rápida o de absorción lenta
consumidos, y la falta de ejercicio. De hecho, la obesidad abdominal se asocia con elevados niveles de
ácidos grasos libres, los que podrían participar en la insulinorresistencia y en el daño a la célula beta-
pancreática. Al contrario de lo que ocurre con la diabetes del tipo 1, no se han identificado procesos
autoinmunitarios.

La Diabetes tipo 2 es consecuencia, en la mayoría de los casos de un estilo de vida poco saludable en el
que predominan el sedentarismo, la obesidad y la mala alimentación, es cierto que la genética ayuda
pero, si lleváramos una vida más saludable, podríamos reducir en mucho nuestras posibilidades de
tener Diabetes. Pero cuando ésta aparece no todo está perdido. Hay pacientes que aceptan que viven
mejor desde que tiene Diabetes, pues las recomendaciones generales para evitar complicaciones no son
descabelladas ni caras, mucho menos difíciles de realizar. Basta con hacer ejercicio y comer
saludablemente, además claro de tomar los medicamentos en las horas indicadas.

Muchas personas entienden por qué lo que comen, puede elevar su glucosa, pero ¿cómo entender que el
ejercicio nos puede ayudar a controlar el azúcar? Existe una gran cantidad de pacientes que, a pesar de
las recomendaciones de su Médico, siguen llevando una vida sedentaria, pues no entienden cómo esto
afecta el control de la diabetes. La razón es que la falta de actividad acarrea obesidad y sobrepeso,
sobre todo en la parte media del cuerpo, es decir en la circunferencia de cintura. Además genera
resistencia a la insulina y daños por déficit circulatorio, y con ello aumenta también las probabilidades
de sufrir accidente cerebrovascular.
Los beneficios de estar en movimiento son muchos (y no sólo para quien tiene Diabetes), pues ayuda a
quemar calorías, aumentar la energía corporal, aliviar el estrés y lo más importante: mantener
controlados los niveles de azúcar porque:
Ayuda al cuerpo a utilizar la insulina, una hormona que ayuda al organismo a obtener la energía de los
alimentos ingeridos.
Quema calorías y desarrolla los músculos, lo que ayuda a alcanzar y mantener un peso saludable.
Cuadro clínico

La diabetes mellitus (DM) es un conjunto de trastornos metabólicos, cuya característica común


principal es la presencia de concentraciones elevadas de glucosa en la sangre de manera persistente o
crónica, debido ya sea a un defecto en la producción de insulina, a una resistencia a la acción de ella
para utilizar la glucosa, a un aumento en la producción de glucosa o a una combinación de estas causas.
También se acompaña de anormalidades en el metabolismo de los lípidos, proteínas, sales minerales y
electrolitos.

La diabetes se asocia con la aparición de complicaciones en muchos sistemas orgánicos, siendo los más
evidentes la pérdida de la visión que puede llegar a la ceguera, el compromiso de los riñones con
deterioro funcional progresivo, requiriendo diálisis y trasplante, el compromiso de vasos sanguíneos
que pueden significar la pérdida de extremidades inferiores (véase vasculopatía diabética), el
compromiso del corazón con enfermedad coronaria e infarto agudo de miocardio, el compromiso
cerebral y de la irrigación intestinal; sin embargo, las complicaciones más prevalentes afectan al
sistema nervioso periférico y autónomo. Todo esto significa una carga muy pesada para el paciente que
la padece y para todo el sistema de salud pública.

Los síntomas principales de la diabetes mellitus son la emisión excesiva de orina (poliuria), el aumento
anormal de la necesidad de comer (polifagia), el incremento de la sed (polidipsia) y la pérdida de peso
sin razón aparente. En ocasiones se toma como referencia estos tres síntomas (poliuria, polifagia y
polidipsia o regla de las 3 P) para poder sospechar diabetes mellitus tipo 2 o insulinorresistente ya que
son los más comunes en la población.

En el caso de que todavía no se haya diagnosticado la DM ni comenzado su tratamiento, o que no esté


bien tratada, se pueden encontrar los siguientes signos (derivados de un exceso de glucosa en sangre, ya
sea de forma puntual o continua):

Signos y síntomas más frecuentes:

Poliuria, polidipsia y polifagia.


Pérdida de peso a pesar de la polifagia. Se debe a que la glucosa no puede almacenarse en los tejidos
debido a que éstos no reciben la señal de la insulina.
Fatiga o cansancio.
Cambios en la agudeza visual.
Signos y síntomas menos frecuentes:

Vaginitis en mujeres, balanitis en hombres.


Aparición de glucosa en la orina u orina con sabor dulce.
Ausencia de la menstruación en mujeres.
Aparición de impotencia en los hombres.
Dolor abdominal.
Hormigueo o adormecimiento de manos y pies, piel seca, úlceras o heridas que cicatrizan lentamente.
Debilidad.
Irritabilidad.
Cambios de ánimo.
Náuseas y vómitos.
Mal aliento.
Sedentarismo y propensión a presentar diabetes

Hace muchísimos años atrás, cuando el hombre comenzó a habitar el planeta, necesitaba trasladarse
para poder comer, vestirse y encontrar un lugar adecuado donde sobrevivir.

Los años pasaron, el mundo evolucionó y hoy, cada vez, la vida es más sedentaria.

Obtenemos alimentos conectándonos a internet y los recibimos en nuestro domicilio, llamamos por
teléfono a un delivery que nos entrega comida lista para comer, compramos vestimenta en mega
comercios donde encontramos desde medias, hasta trajes de baño, pasando por remeras, pantalones y
carteras. Nuestras casas están equipadas con diversos electrodomésticos, muchos de ellos a control
remoto que hacen aún más sedentaria la vida cotidiana.
Todos estos cambios pueden ser muy confortables para la vida pero nocivos para nuestra salud.

Cada vez comemos alimentos más ricos en grasas y calorías pero nos movemos menos, lo que ocasiona
aumento del peso corporal: sobrepeso y obesidad.

La obesidad es una enfermedad que ha aumentado sostenidamente en el mundo en los últimos años, y
con ella la diabetes.

La conducta sedentaria que implica permanecer sentado durante intervalos extensos, puede determinar,
en personas que no realizan actividad física, un aumento en la propensión a experimentar diabetes.

Estudios previos han demostrado los efectos nocivos que el permanecer sentado produce en la glucemia
y la resistencia a la glucosa. En este sentido, el análisis de las consecuencias de dicha conducta
sedentaria en el organismo es complejo, ya que, en forma frecuente, se encuentra asociada con otros
hábitos como la ingesta de alimentos poco saludables y la falta de ejercicio físico.

Si bien se ha determinado una correlación positiva entre el tiempo destinado a ver televisión y el
aumento de la propensión a experimentar diabetes tipo 2 (DBT2) (2 h diarias corresponden a un 20%
de incremento), al evaluar la totalidad de horas diarias que el individuo permanece sentado por
diferentes razones (por trabajo, en el ámbito del hogar o en su vehículo), no es posible establecer dicha
correlación.

Por otra parte, se ha postulado que la realización de actividad física puede contrarrestar el incremento
de la propensión a experimentar diabetes (DBT) provocado por el aumento en el tiempo en que el
individuo permanece sentado. No obstante, se desconoce la magnitud de la influencia de la obesidad y
la ausencia de actividad física en la asociación antes mencionada.

El objetivo del presente trabajo fue evaluar la correlación entre el tiempo total que el individuo
permanece sentado y su propensión a presentar DBT, así como también el efecto de la obesidad y la
falta de ejercicio físico en dicha asociación, observada en el estudio Nord-Trøndelag Health Study
(HUNT).

De acuerdo con las observaciones realizadas se puede determinar que las personas que realizan
ejercicios físicos de baja intensidad de duración inferior a 3 h semanales se encuentran afectadas en
forma significativa por las horas que transcurren sentadas, al considerar su propensión a experimentar
DBT, de manera que un aumento del 30% en dicha propensión se produce si el individuo permanece
sentado un tiempo diario promedio ≥ 5 h. Esta correlación se encuentra afectada por el IMC, el cual
determina en forma significativa el aumento observado en los sujetos que permanecen sentados ≥ 8 h
diarias.

No obstante, cabe mencionar que se ha demostrado en una investigación de tipo transversal una
correlación positiva entre la incidencia de DBT2 y el tiempo de inactividad. Por otra parte, los hábitos
alimentarios y la relación recíproca del IMC y la conducta sedentaria, son factores que pueden afectar a
los resultados y que no se encuentran controlados en el presente estudio.

En concordancia con los resultados de los autores, ensayos clínicos previos establecieron que, si bien se
observa un aumento del 35% de la propensión a experimentar DBT en personas que permanecen
sentadas, en forma diaria y por intervalos ≥ 10 h (respecto de aquellas que se encuentran en esta
situación durante intervalos < 6 h), dicho incremento se reduce significativamente si se lo evalúa
respecto del IMC y la práctica de ejercicios físicos determinados.

Sin embargo, existen antecedentes que establecen que la conducta sedentaria que implica permanecer
sentados frente al televisor provoca un mayor efecto en la prevalencia de DBT2. Si bien al restar el
efecto de la realización de actividad física y del IMC, la incidencia del tiempo que el individuo
permanece sentado en la propensión a experimentar DBT se reduce en forma significativa, dicha
conducta sedentaria es potencialmente nociva en aquellos grupos proclives a manifestar DBT (personas
con obesidad o sedentarias).

¿Qué relación existe entre obesidad y diabetes?

La obesidad, sobre todo la de tipo central (mayor cantidad de grasa concentrada en el abdomen), es un
disparador para que se instale la diabetes de tipo 2.

¿Cuáles son los obstáculos que enfrentan las personas sedentarias con diabetes?

Tienen mayores dificultades para controlar la glucemia.


El ejercicio para poder realizarse necesita energía (glucosa), por lo tanto el hacer ejercicio disminuye la
glucemia y colabora con un mejor control metabólico.
Tienen mayor riesgo de enfermedad vascular.
El hacer ejercicio mejora los niveles de colesterol en sangre, lo que disminuye el riesgo de enfermedad
vascular.
Presentan mayores dificultades para alcanzar y sostener un peso saludable.
Hacer ejercicio regularmente ayuda a perder peso y, una vez alcanzado un peso saludable, a sostener el
mismo.

¿Cómo comenzar a hacer ejercicio?

Realizar un chequeo médico que autorice el ejercicio físico.


Proponerse metas posibles de alcanzar.
Respetar el tiempo planeado para hacer ejercicio y no utilizarlo para otro fin.
Elegir una actividad posible de realizar pero, sobre todo, gratificante.
Realizar ejercicio habitualmente.
No olvidar monitorearse al hacer ejercicio.
Llevar siempre azúcar o caramelos por la posible aparición de una hipoglucemia.
Si tiene diabetes, parte de su tratamiento es ponerse en movimiento.

Conclusión

La conducta sedentaria que implica permanecer sentado durante intervalos prolongados puede
determinar, en personas que no realizan actividad física, un aumento en la propensión a experimentar
DBT.
Tratamiento

"El ejercicio tiene un efecto similar al de la insulina"

Entre 1992 y 2004 se realizó en EE.UU. un ambicioso estudio multicéntrico que pretendía comprender
el rol de los genes en la respuesta cardiovascular y metabólica de una persona frente al entrenamiento
aeróbico, y los cambios que produce el ejercicio sobre diversos factores de riesgo para los males
cardiovasculares y la diabetes. Llamado "HERITAGE Family Study", la investigación -que se dividió
en tres grandes etapas- ayudó a comprender, entre otras muchas cosas, que existe una respuesta
genética al ejercicio y que ésta es muy variable entre las personas.

La prevalencia de sobrepeso, de obesidad moderada y de obesidad severa ha aumentado mucho durante


los últimos 60 años. Este aumento fue demasiado rápido como para ser causado por factores genéticos.

La mayoría de los diabéticos de tipo 2 también son obesos. Y si bien existe una predisposición genética
a la obesidad, sabemos que aun con esa tendencia, si la persona se mantiene activa disminuye su riesgo
a desarrollarla. Yo diría que en la mayoría de los países industrializados, la diabetes de tipo 2 se debe al
estilo de vida y no a los genes.

El ejercicio, tanto de fuerza como el aeróbico, tiene en el organismo un efecto similar al de la insulina;
por ejemplo, facilita el ingreso de la glucosa a los tejidos. Por otra parte, sabemos que la sensibilidad a
la insulina se asocia con diferentes niveles de actividad física.

Claro que no sólo los enfermos se benefician con una vida activa. Estar en movimiento produce
cambios favorables en los lípidos, la presión arterial, la cognición, la calidad de vida, mejora los
problemas cardiovasculares y el rendimiento físico, en general.

Muchos estudios han demostrado que una única sesión de ejercicio aumenta la tolerancia a la glucosa y
la acción de la insulina durante más de 24 horas, pero menos de 72 horas. Así, se recomienda que los
pacientes con diabetes tipo 2 se ejerciten al menos media hora 3 o 4 días a la semana.

Si tienes Diabetes tipo 2 muy seguramente tu estilo de vida no incluye una actividad física, eso puede
ser un problema de inicio, sin embargo puedes remediarlo fácilmente si te decides a ser una persona
más activa.

La forma más simple de empezar es caminando. Comienza con 30 minutos diarios separados en
sesiones de 10 minutos, es decir caminatas de 10 minutos tres veces al día. Es posible que al principio
te cueste trabajo, pero no pongas pretextos sólo incorpora esto a tu vida.

Luego puedes buscar una actividad que te guste como correr, hacer yoga, aeróbics o cualquier otra
disciplina que no ponga en peligro tu integridad física. También es buen idea que integres actividades
como bañar al perro, reparar el jardín, subir escaleras, dejar el coche lejos de donde vayas, lavar tu
auto, etc. No se trata de un ejercicio programado, pero eso te ayuda a quemar calorías y a mantenerte
más saludable.
Estas son las enfermedades derivadas del sedentarismo

El sedentarismo, el enemigo silencioso, mata a cinco millones de personas en el mundo al año y es el


segundo factor de riesgo de muerte, que afecta al 40% de la población mundial. Además, es altamente
incidente en el desarrollo de diversos males.

En nuestro país un 10% de las enfermedades crónicas no transmisibles están asociadas a este estado de
vida inactivo. ¿Quieres saber cuáles son? Revisa el siguiente listado.

Diabetes: Si bien esta enfermedad tiene algunos factores genéticos, muchas de sus causales provienen
de mala alimentación, el sobrepeso y el sedentarismo. Por eso, para evitar inconvenientes con la
regulación del azúcar en la sangre, característico de este mal, es bueno ser una persona activa. Además,
una persona con diabetes tiene alto riesgo de tener problemas al corazón, daño en variados órganos del
cuerpo y ceguera.

Obesidad: El sedentarismo es causal de la obesidad. ¿Por qué? Porque con poca actividad física nuestro
organismo no quema las grasas necesarias para un cuerpo saludable. Al mismo tiempo, la obesidad
potencia el riesgo de contraer problemas al corazón, presión arterial alta, entre otros males.

Enfermedades coronarias: Sin actividad física la salud del corazón se ve altamente dañada. Esto, ya que
el sedentarismo irrumpe de manera negativa en la circulación sanguínea pudiendo causar infartos,
trombosis y coágulos arteriales.

Depresión: La actividad física produce endorfinas, que son las llamadas hormonas de la felicidad. Por
lo que si tu estilo de vida es sedentario, será muy fácil que estés propenso a desarrollar ansiedad y
síntomas de depresión. ¡Evítalos bailando!

Enfermedades metabólicas: No vivas un estilo de vida sedentario. Es urgente tomar conciencia de la


importancia de realizar actividad física ya que así evitarás desórdenes metabólicos que puedan terminar
en enfermedades como alteración del nivel de tus triglicéridos o aumento de colesterol.

Osteoporosis: Una persona que ha sido activa durante toda su vida tiene menos posibilidades de
contraer osteoporosis en su vida adulta. Esto es ya que el deporte permite que los huesos y músculos
obtengan más fuerza. Así que ¡Súmate a bailar!

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