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Lucia Labrador 2
Bach D
ARQUITECTURA SIGLO XIX
La segunda mitad del siglo XIX está marcada por el triunfo de algunos de los nacionalismos (tanto separatistas como unionistas), así como por el enfrentamiento entre Francia y Alemania, que creará el sistema europeo que se mantuvo vigente hasta la Primera Guerra Mundial. Entre tanto, la revolución industrial sigue avanzando, arrastrando consigo las desigualdades sociales que van a dar lugar al surgimiento de los primeros movimientos obreros, así como de las ideologías de clase. Inglaterra se convierte en el gran Imperio colonial, mientras que otros países se esfuerzan por mantener la hegemonía continental, como Francia y el naciente Imperio alemán. Este, junto a Italia, vive el resurgimiento de la unidad nacional, con lo que el escenario político mediterráneo y centroeuropeo cambia de forma drástica. Las guerras napoleónicas avivaron el patriotismo europeo, inspirando una búsqueda de identidad en el arte. En arquitectura, resurge el interés por estilos como el gótico, románico y clásico. La adecuación a las consecuencias de la revolución industrial. Esto, generó la necesidad de ampliar los programas de construcción para dar lugar a una nueva tipología de edificios funcionales. Ya no se limitaba la construcción únicamente a palacios e iglesias, sino que también surgieron grandes fábricas, estaciones, puentes, etc... Por ello, la arquitectura tuvo que sintetizar la función con la estética desde entonces. Además, se introdujeron materiales nuevos como el hierro colado y el vidrio lo cual modificó los elementos estructurales convencionales entre elementos sustentantes y sustentados. Expresión nacional. En el siglo XIX, los arquitectos buscaron en el pasado para encontrar el estilo que mejor representara la identidad de la nación, dando origen al Neogótico, Neorrománico y Neomudéjar, entre otros estilos. Esta búsqueda supuso la valoración de estilos que en el pasado habían sido ignorados. Esta adecuación a las consecuencias de la Revolución Industrial y los cambios sociales y culturales que estaban ocurriendo en esta época, trajeron consigo una variedad de estilos, pues la arquitectura cada vez evolucionaba más. Neoclasicismo. Este periodo se expande por Europa y Estados Unidos, con puntos de origen principales en París, Roma y Nápoles. Este movimiento está estrechamente relacionado con los principios de la Ilustración. Surgió como una reacción al exceso decorativo del barroco y rococó, buscando regresar a los principios de la arquitectura clásica griega y romana. Caracterizada por su simetría, proporción y uso de elementos como columnas, frontones y frisos, esta corriente se inspiró en los ideales de la antigüedad clásica. Fue empleada en la construcción de edificios públicos, monumentos conmemorativos y residencias privadas en Europa y América. Entre sus ejemplos más destacados se encuentran el Panteón de París, el Capitolio de los Estados Unidos en Washington D.C. y el British Museum en Londres. Entre sus características encontramos la arquitectura racional con gran sobriedad decorativa oponiéndose a la complejidad y exuberancia decorativa y estructural, del Barroco. Utilización de formas geométricas básicas (rectángulos, cuadrados, triángulos…). También el uso de sistemas arquitrabados, aunque también emplea con frecuencia la cúpula. Adopta con frecuencia la tipología del templo clásico, con frontón, columnata y atrio. Se expresa a través de edificios más funcionales, que se construyen para satisfacer las necesidades de la sociedad civil como son museos, bibliotecas, teatros... Algunas de sus variantes son: Neopalladianismo inglés (William Chambers), Neogriego (James Stuart) y Neoclasicismo ecléctico (John Soane) entre ellas. Encontramos en este estilo obras de gran importancia como el Panteón de los Hombres Ilustres en Francia o la Puerta de Alcalá en España. Otro estilo que encontramos es la arquitectura historicista del romanticismo. Es una de las principales corrientes arquitectónicas del siglo XIX, ampliamente empleada en el nuevo entorno urbano surgido del avanzado crecimiento de las ciudades. Se caracteriza por el uso de formas y estilos pertenecientes a épocas artísticas anteriores. Esta arquitectura está estrechamente ligada al Romanticismo, ya que, aunque este movimiento no desarrolló un estilo arquitectónico propio, su aprecio por el pasado y lo exótico se refleja en los historicismos (neorrománico, neogótico, neorrenacimiento, entre otros), en contraposición al presente industrial. Aunque existen varios estilos, el neogótico emerge como la corriente más importante dentro del historicismo, alcanzando un notable éxito durante la época del Romanticismo. Este estilo evoca la Edad Media, período que estaba siendo revalorado y explorado por los románticos, también, se convierte en el medio preferido para establecer las características distintivas de las identidades locales, especialmente durante el auge del nacionalismo (en contraposición al universalismo del neoclasicismo). La tradición gótica estaba implantada profundamente en Europa y no había desaparecido por completo, de hecho, en muchas regiones, incluido nuestro país, perduró hasta finales del siglo XVI, y su espíritu fue revivido en varios aspectos durante el Barroco. Entre las obras de esta época encontramos el Parlamento británico, en Londres, y las catedrales de Colonia y de Edimburgo. Eugene Viollet-le-Duc fue el principal difusor del estilo gótico y se le atribuye la restauración de las principales catedrales góticas francesas, tales como Notre Dame, Chartres o Reims. El eclecticismo es la principal corriente en la segunda mitad del siglo XIX, se caracteriza por coger elementos de diversos estilos arquitectónicos para así adaptarse mejor a las necesidades de cada edificio, logrando así una autentica síntesis arquitectónica. En este estilo, se mezclan elementos inspirados en el arte egipcio, clásico y medieval. Pero, a diferencia de la arquitectura de hierro, que representaba una ruptura radical con el pasado, el eclecticismo se basaba fuertemente en la tradición arquitectónica anterior. La Ópera de París de Charles Garnier (desde 1861) ejemplifica esta arquitectura y sirve como modelo para muchos edificios en Europa. Destaca por su exuberante decoración, la variedad de formas referenciales, la majestuosidad de su cúpula y la riqueza de sus materiales. Cabe mencionar también, la arquitectura de ingenieros o la Escuela de Chicago entre los estilos. Estos fueron importantes por Innovaciones estructurales, los arquitectos de esta escuela introdujeron nuevas técnicas de construcción, como el uso de estructuras de acero y hierro fundido, que permitieron edificios más altos y grandes sin necesidad de muros de carga internos lo que condujo al desarrollo de rascacielos. Funcionalidad ya que su arquitectura se centraba en la funcionalidad y la eficiencia, en contraposición a los estilos más recargados y decorativos del pasado. También adaptaban los edificios a las necesidades cambiantes de la sociedad, como los espacios de trabajo y vivienda en áreas urbanas muy pobladas. Por último, el impacto en el diseño urbano ya que la construcción de rascacielos y otros edificios emblemáticos influyó en el diseño urbano, transformando el paisaje de las ciudades y estableciendo un nuevo modelo para la arquitectura moderna. Ejemplos de obras serían Leiter I Building (William Le Barón), Montauk Building y Rockery Building (Daniel Burnham) El Modernismo, entre 1880 y 1920, es una corriente artística también conocida como Art Nouveau en Francia, Jugendstil en Alemania, entre otros nombres. Rechaza el historicismo arquitectónico y busca fusionar arte y modernidad. Surge como respuesta a la separación entre belleza industrial y arte. Se inspira en el movimiento Arts & Crafts de W. Morris, promoviendo el trabajo artesanal frente a la producción industrial deshumanizada. Su objetivo es embellecer la sociedad industrial y reconciliar el arte con la función de la máquina. Se caracteriza por el cuestionamiento de la tradición artística anterior, desafió las normas establecidas por los estilos arquitectónicos y artísticos anteriores, como el historicismo, buscando formas más libres y originales.Los arquitectos abrazaron innovaciones en la construcción, como el uso del hierro y el vidrio, permitiendo diseños atrevidos y estructuras más ligeras. Encontramos dos grandes tendencias, la "ondulante" en Francia, España y Bélgica y la "más austera y geometrizante" en Inglaterra y Austria. Los arquitectos más destacados son Charles Rennie Mackintosh (1868-1928), Henri van de Velde (1863-1957) y Antonio Gaudí (1852-1926), este último, español. Antonio Gaudí por su gran originalidad e imaginación. Su arquitectura integra todas las artes, combinando estructura y decoración inspirado en la naturaleza. Sus edificios, influenciados por animales y plantas , parecen vivos y en constante crecimiento. Eleva los materiales tradicionales como el ladrillo y el azulejo, y desafía la verticalidad con soportes basados en un conocimiento científico de cargas. Sus fachadas rompen ejes y presentan una fuerte expresividad con superficies rugosas y líneas ondulantes.