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ORTEGA, Alexander. El Origen Oculto Del Calvinismo

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EL ORIGEN

OCULTO
DEL CALVINISMO

Alexander Ortega Pereira


© 2020 por Alexander Ortega Pereira

Todos los derechos de autor reservados. Esta obra está registrada en la


Dirección Nacional de Derecho de Autor, del Ministerio del Interior, República de
Colombia. Queda totalmente prohibido la reproducción total o parcial de este
libro.
Las citas Bíblicas en general fueron tomadas de la Reina Valera, versión 1960
ISBN: 9798624662018

DEDICATORIA

Al Padre celestial, al Hijo eterno y al Espíritu, único Dios


santo, verdadero y justo, doy todo honor, gloria y adoración.
También, un agradecimiento sincero por su apoyo
incondicional, a mi amada esposa Juliana e hijas, a mi
madre Helena y hermanos. Que el Señor les bendiga
grandemente.
CONTENIDO
Introducción
El Pecado Original en la Historia: La Procedencia de la Doctrina de la
Depravación Total
La Predestinación Bíblica e Histórica:
pág. 43
Expiación Ilimitada y Limitada en la Historia
pág. 94
La Gracia Resistible e Irresistible
pág. 129
Salvación Condicional e Incondicional en La Historia
pág. 169
El Dios y el Evangelio del Calvinismo
pág. 226

Biblias
(BLA) Biblia las Américas
(BLPH) La Palabra (Hispanoamérica)
(CST) Nueva Versión Internacional Castilian
(DHH) Dios Habla Hoy
(JBS) Jubilee Bible 2000
(KJV) King James Version
(NASB) New American Standard Bible
(NBD) Nueva Biblia al Día
(NKJV) New King James Versión
(NTV) Nueva Traducción Viviente
(NVI) Nueva Versión Internacional
(PDT) Palabra de Dios para Todos
(RVA) Reina Valera Antigua
(RVA 2015) Reina Valera 2015
(RVC) Reina Valera Contemporánea
(RVG) Reina Valera Gómez
(RV 1960) Reina Valera 1960
(RV 1977) Reina Valera 1977
(RV 2015). Reina Valera 2015
(TLA) Traducción en lenguaje actual
(YLT) Young Literal Translation

INTRODUCCIÓN

D ebido al fácil acceso al conocimiento, que tenemos hoy en día, la


ortodoxia cristiana tiene al alcance un sin número de nuevas y
antiguas corrientes teológicas, la mayoría de ellas se proclaman
Bíblicas e históricas.
El calvinismo es uno de estos sistemas teológicos que reclaman ser
históricos y Bíblicos. Su núcleo doctrinal es el acrónimo en inglés del TULIP:
La “T” corresponde a “Total depravity”, o la depravación total; ésta enseña
que todos los seres humanos nacen condenados y con una naturaleza
pecaminosa debido al pecado de Adán. La “U” significa “Unconditional
Election”, o la elección incondicional y predestinación; ésta enseña que Dios
en la eternidad pasada escogió un grupo de personas para predestinarlos a
ser salvos siempre salvos y reprobó a los demás dejándolos en su mísera
condenación. La “L” pertenece a “Limited atonement”, o la expiación
limitada; ésta enseña que Cristo no murió por todos los seres humanos sino
exclusivamente por los elegidos. La “I” concierne a “Irresistible Grace”, o la
gracia irresistible; ésta enseña que en la aplicación de la salvación hay dos
llamados, uno general y resistible para los reprobados y otro efectivo e
irresistible para el elegido, el cual primero nace de nuevo para luego recibir
el don de la fe y del arrepentimiento y así pueda creer en Cristo y
arrepentirse de sus pecados. Finalmente, la “P”, esta atañe a “Perseverance
of the Saints”, o la perseverancia de los santos; esta doctrina enseña que la
evidencia de ser un elegido es que éste perseverará hasta el fin porque es
nacido de nuevo y por ello nunca perderá su salvación.
Si todos los sistemas teológicos reclaman autenticidad Bíblica,
entonces ¿Cuál es la verdadera fe? ¿Qué o quién determina las doctrinas
verdaderas del cristianismo? La teología histórica es la rama teológica
apropiada para responder estas preguntas, ésta nos enseña el surgimiento
y desarrollo de las principales doctrinas cristianas bajo su contexto
geográfico, cronológico, cultural e histórico. Los escritores de los primeros
siglos tales como: los padres apostólicos y apologistas de las iglesias de
oriente y occidente nos hablan hoy en día a través de sus escritos sobre las
doctrinas cristianas heredadas de la Iglesia Primitiva, y creídas en el mundo
evangelizado de aquel entonces. Es cierto que algunos de ellos
fundamentados en la filosofía creyeron ciertas enseñanzas erróneas de las
cuales en los siglos siguientes fueron analizadas y llamadas herejías, es
verdad que sus escritos no son canónicos, pero su historicidad es auténtica,
nadie puede negar que estos registros contienen evidencias externas del
contenido Bíblico y de las enseñanzas esenciales del cristianismo
apostólico.
Precisamente este libro analiza las raíces de las doctrinas del
calvinismo a través de la palabra de Dios y la teología histórica, de esta
manera se determina el origen histórico de este sistema doctrinal y así se
exponen claramente las verdaderas doctrinas del cristianismo primitivo.
Para ello usaré en esta obra, citaciones de fuentes primarias y secundarias
de los principales escritores cristianos de los primeros siglos y parte de la
edad media y moderna. También usaré, por la gracia del Señor, las
herramientas teológicas para la correcta interpretación como lo son la
hermenéutica y la exégesis desde el griego. Oro al Señor que lo ilumine a
usted como lector para que, así como fui guiado por el Espíritu Santo en
esta investigación, el Señor le permita adquirir mayor conocimiento de las
doctrinas fundamentales del cristianismo.
1 EL PECADO ORIGINAL EN LA HISTORIA

a) Fuente del debate: la depravación total

L a primera letra del acrónimo doctrinal del calvinismo es la “T,” ésta


misma significa, “Total Depravity”, en español es “La Depravación
Total”. De acuerdo al académico reformado (Calvinista) Wayne
Grudem, esta doctrina enseña que todos “heredamos la culpa; Somos
declarados culpables a causa del pecado de Adán”.[1] Grudem también
afirma; “Además de la culpa legal que Dios nos imputa por causa del pecado
de Adán, también heredamos una naturaleza pecaminosa debido al pecado
de Adán”.[2] De acuerdo al calvinismo los seres humanos nacen con el
pecado de Adán y su respectiva culpabilidad la cual merece la condenación
eterna, es decir; los bebés nacen condenados en el pecado de Adán y con
una naturaleza totalmente pecaminosa heredada de Adán.

¿La Iglesia Primitiva enseñó que los niños nacen con el pecado de Adán
y su culpabilidad y con una naturaleza pecaminosa? Este es el primer punto
que vamos a tratar en este libro, el origen y desarrollo de esta doctrina
conocida como “El Pecado Original,” la cual es la piedra angular de la
doctrina de la depravación total.
Es un hecho Bíblico que nuestros primeros padres (Adán y Eva) fueron
creados rectos y buenos en gran manera. También es verdad que ellos
pecaron (Gn.3), y que Adán por ser responsable ante Dios de la creación en
este mundo, es acusado de traer el pecado a la tierra (Rom.5:12). Esta
creencia es un factor común dentro de la ortodoxia cristiana, y lo único que
nos separa es el punto de vista de las consecuencias de su pecado, y esto
está determinado por dos teologías en la historia de la Cristiandad.

Doctrina del Teoría del


Primer Pecado Pecado
(Desde el siglo Original
primero, sólo como
creencia) (Dogma de la iglesia
Católica Romana,
Siglo V en adelante)
La humanidad heredó La humanidad heredó
sólo las consecuencias de Adán su
del pecado de Adán. culpabilidad y
naturaleza
pecaminosa.
Depravación no es Depravación total
total
La Inhabilidad no es Inhabilidad total
total.
La Muerte es una Culpabilidad total
consecuencia y no
juicio.
Los padres griegos y Se refiere
orientales de la iglesia exclusivamente a los
post Apostólica. Iglesia padres de la iglesia
ortodoxa (ellos creen latina (Occidente),
en el pecado Iglesia Católica
Ancestral), Romana (creencia
Anabaptistas, parcial), calvinistas y
Bautistas generales, luteranos.
algunos Pentecostales.

La teoría del pecado original no se encuentra en la literatura judía


escrita desde el año 200 a.C. hasta el 200 d.C. El decano académico y
profesor del N.T. John E. Toews explica este hecho en su libro “The Story Of
Original Sin”[3] [La historia del pecado original], él afirma que Adán en la
literatura poética Judía (Eclesiástico, Sabiduría de Salomón, Jubileos, Rollos
del Mar Muerto) es una figura heroica y no el padre del pecado ni el origen
de la muerte. La Regla de la Comunidad de los Rollos del Mar Muerto, dice
que un espíritu maligno es el responsable por el pecado. Eclesiástico,
Sabiduría de Salomón dice que el pecado comienza con Caín. Otras fuentes
dicen que el pecado inicia con el ‘matrimonio’ de los ‘hijos de Dios’ y ‘las
hijas de los hombres’ en Génesis 6, como lo dicen: 1 Enoc, Jubileos, el
Testamento de los Doce Patriarcas, Rollos del Mar Muerto. En Jubileos, Josefo
dice que Eva falló más que Adán al desobedecer a Dios en el Jardín. El
cuarto libro de Esdras y el segundo libro de Baruc o los escritores
Apocalípticos atribuyen la muerte y el dolor físico y el caos de este mundo
malvado a la transgresión de Adán en el Jardín. No obstante, ambos
rechazan la idea del pecado hereditario o lo que la teología cristiana
posterior llamaría ‘pecado original’. Todo lo anterior deduce que la teología
judía de los siglos antes de Cristo, e inclusive en los dos primeros siglos
después de Cristo, no era partidaria de la idea que el pecado y la
culpabilidad de Adán eran imputados a toda la humanidad, y a su vez ésta
nacía esclava de una naturaleza pecaminosa sin capacidad de elegir por lo
bueno como lo afirma el calvinismo.

b) El libre albedrio
Por el contrario, la literatura Judía contiene evidencias de la creencia
del libre albedrío, o la libre capacidad de elección por parte de los seres
humanos. En el libro de “Eclesiástico” escrito por el escriba Josué Eleazar
Ben Sira, entre los años (198-175 a.C.) dice que los humanos fueron creados
con libre albedrío y con la capacidad de obedecer la Torah;

Él fue quien al principio hizo al hombre, y le dejó en manos de su


propio albedrío. Si tú quieres, guardarás los mandamientos, para
permanecer fiel a su beneplácito. Él te ha puesto delante fuego y
agua, a donde quieras puedes llevar tu mano. Ante los hombres la
vida está y la muerte, lo que prefiera cada cual, se le dará.… A nadie
ha mandado ser impío, a nadie ha dado licencia de pecar.[4]

No sólo los judíos sino también la Iglesia Primitiva, sostenía firmemente


la creencia que la raza humana posee libre albedrío, contra la posición de
los gnósticos que enseñaban que los hombres eran creados malos por
naturaleza, incapaces de hacer algo bueno, negando así que los seres
humanos tenían libre albedrío. Justino Mártir les refutó estas ideas:
Y de nuevo, a menos que la raza humana no tenga el poder de evitar
el mal y escoger el bien por libre elección, no serían responsables de
sus acciones, de cualquier clase que sean. Sino que es de libre
decisión que los hombres caminan en integridad y tropiezan, así lo
demostramos… Sin embargo, afirmamos [cual] es el inevitable
destino: quienes escogen lo bueno tendrán recompensas dignas, y
que aquellos que decidan lo contrario tendrán sus recompensas
merecidas. Porque Dios hizo al hombre, no como las otras cosas;
como los árboles y cuadrúpedos, que no pueden actuar por elección:
porque ni sería digno de recompensa o alabanza si el hombre no
escogiera lo bueno, pero todos fueron creados para esta finalidad; ni
sería digno de castigo si el hombre fuera creado malo no siendo
malo, de él mismo, sino que no siendo capaz de hacer nada más
que, para lo cual fue hecho.[5]

El Judío Cristiano Justino Mártir como los Judíos no creyentes, estaban


familiarizados con el término “libre albedrío.” Ellos sabían que este
concepto Bíblico estaba registrado en el A.T. En Levítico dice, “Si su ofrenda
fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su libre voluntad
lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo del testimonio delante del Señor”
(Lev.1:3 JBS). La versión en inglés “New King James” dice “lo ofrecerá de su
propio libre albedrío”. Este término “libre albedrío” en hebreo es [ ‫נ ְ ָדבָה‬
Nedabah]. En el libro de Levítico 22:18, habla de las “ofrendas voluntarias”
u “ofrendas de libre albedrío” como lo registra la versión en inglés “King
James” “freewill offering”, el texto reza; “Cualquier hombre de la casa de
Israel o de los forasteros en Israel, que ofrecerá su oblación por todos sus
votos, y por todas sus ofrendas de libre albedrio, las cuales ofrecerán al
Señor por un holocausto”. El diccionario expositivo de palabras de la Biblia
dice:

Nedabah es un sustantivo encontrado en casi treinta contextos con


el significado primario ‘libre albedrío, u ofrenda de acción de
gracias.’ …En particular, Sal. 110:3 se refiere al pueblo de Dios
ofreciéndose ‘libremente’ o ‘Voluntariamente’ a él. En Ose.14: 4 Dios
declara que Él amará a su pueblo ‘libremente’. [6]

No solo en el A.T. se encuentra el concepto “libre albedrío” sino


también en el N.T. escrito en griego como [ ἑ κο ύ σιος jekusios] en la carta
a Filemón, en el verso 14 dice “pero nada quise hacer sin tu consentimiento,
para que tu buena acción no fuese como por obligación, sino por libre
voluntad” (Fil.1:14 RV 1977). El diccionario “Thayer's Greek Lexicon” nos
dice: “ἑ κουσίως, Voluntaria: κατ ὰ ἑ κο ύ σιον, de libre albedrío, Film.1:14”.
La versión del N.T. en inglés “New American Standard Bible” confirma la
existencia de este término; “Pero sin tu consentimiento no quise hacer
nada, para que tu bondad no fuera, en efecto, por compulsión sino de tu
libre albedrío”. Porque es un término bíblico, los Padres de la Iglesia creían
en la doctrina del libre albedrío. Justino Mártir continúo diciendo:

Porque Dios, deseando tanto los ángeles y los hombres, que fueran
dotados de libre albedrío, y en su propia disposición, que hagan lo
que Él le ha consolidado a cada uno para hacer, los hizo así. Que, si
deciden por las cosas aceptables a Él, Él los mantendría libres de la
muerte y del castigo; pero que, si hicieran lo malo, Él los castigaría a
cada uno como él crea conveniente.[7]

Ireneo, de Esmirna (Turquía), (130-202 d.C.) discípulo de Policarpo


quien a su vez fue discípulo del Apóstol Juan, fue otro que defendió la
doctrina del libre albedrío contra los gnósticos que la negaban, Ireneo
afirmó:

Los hombres son poseedores del libre albedrío y dotados de la


facultad de tomar decisiones. No es cierto, por lo tanto, que algunos,
por naturaleza, son buenos y otros malos. Esta expresión [de nuestro
Señor], ‘Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta
sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste’ Mt. 23:37, establece
la antigua ley de la libertad humana, porque Dios hizo al hombre un
[agente] libre desde el principio, poseedor de su propio poder, como
lo es de su propia alma, para obedecer los mandatos de Dios
voluntariamente y no por coacción de Dios.[8]

El calvinismo dice que por causa del pecado de Adán todos los seres
humanos nacen esclavos moral y espiritualmente y sin el libre albedrío,
mientras que el texto Bíblico testifica que después de la caída, Dios siempre
ha apelado al libre albedrío del hombre para que le obedezca; (Gen.4:6-7;
Deut.11:26-28, 30:19; Jos.24:15; Isa.1:16-20; 55:6-7; Jer.4:14; 18:11; 21:8;
26:13; Eze.18:30-32; 20:7-8; Os.10:12; Hch.2:40; 17:30; Rom.6:17; 2Cor.7:1;
2Tim.2:21; Stg.4:7-10; 1 Pe.1:22; Ap.22:17).

Dios reconoce en el A.T. que las bendiciones y maldiciones para su


pueblo dependían de la libre decisión de elegir entre la obediencia y la
desobediencia, por ello Dios le reclamó a los sacerdotes en Israel: “Si no
oyereis, y si no decidís de corazón dar gloria a mi nombre, ha dicho Jehová
de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros, y maldeciré vuestras
bendiciones; y aún las he maldecido, porque no os habéis decidido de
corazón” (Mal.2:2). En el N.T. el Señor Jesucristo reconoce a quienes han
usado bien su libre albedrío para elegir estar a sus pies oyendo su palabra;
“Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una
cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será
quitada” (Lc.10:41-42). Después de oír el evangelio y ser convencido por el
Espíritu Santo, el pecador ejerce su libre albedrio para creer o para
rehusarse a creer (Jn.3:36, Hch.26:27-28) por ello los cristianos podemos
decir que después de la iniciativa de Dios de presentarnos el evangelio y
convencernos con su Espíritu (Jn.16:8), hemos elegido libremente creer en
Cristo (Jn.6:69; Hch.11:17; Gal.2:16; He.4:3).

Para terminar este punto responderé a la siguiente pregunta ¿Con que


objetivo Dios nos dio libre albedrio? Dios nos dio la capacidad de escoger
entre lo bueno y lo malo para así podernos juzgar justamente. De este solo
tema se podría escribir un libro, pero como el punto que estoy tratando en
este capítulo es la búsqueda de las primeras huellas de la doctrina del
pecado original, la cual es la base en donde el calvinismo construyó la
enseñanza de la total depravación, continuare en esta exploración histórica.

c) Responsabilidad del pecado: Padres griegos e


iglesias orientales.
La literatura judía no contenía ningún rastro de la creencia del “pecado
original” como la herencia del pecado y la culpabilidad de Adán transmitida
a toda la humanidad con una naturaleza pecaminosa. En la siguiente parte
de este capítulo analizaré la forma como los Padres de la iglesia oriental y
occidental de los primeros siglos trataron la doctrina del pecado y la
culpabilidad en la humanidad.

Bernabé era un levita de Chipre (Hch.4:36), amigo de Pablo (Hch.9:27) y


compañero en sus misiones (Hcho.13:1-7), fue el autor de una epístola que
lleva su nombre. Bernabé argumentó explícitamente que las almas de los
niños son totalmente inocentes y que nacen sin pecado:

Habiéndonos renovado por el perdón de nuestros pecados, Él nos ha


hecho tras otro patrón, [este es su propósito] que debemos poseer el
alma de los niños, en tanto que Él nos ha creado de nuevo por su
Espíritu.[9]

También el apologista de Judea, Justino Mártir (100-165 d.C.) enseñó


que la gente pecadora se vuelve como Adán y Eva cuando pecan
individualmente, y no por una naturaleza heredada:

Mueren igual que los hombres, y caen como uno de los príncipes,
'con el fin de manifestar la desobediencia de los hombres, quiero
decir de Adán y Eva... llegan a ser como Adán y Eva, cuando se
ocupan de la muerte por sí mismos.[10]

Justino reiteró la responsabilidad individual por el pecado, afirmando


que las personas se convierten en objeto de castigo por su propia culpa
debido a los malos hábitos aprendidos, y no a causa del pecado de Adán:
“Desde nuestro nacimiento hemos... sido criados en los malos hábitos y la
formación malvada”.[11]

Por lo anterior, podemos darnos cuenta que la única herencia malvada


recibida de nuestros ancestros, no es la naturaleza física sino la mala
conducta procedente de los hábitos, costumbres, gustos y cultura que
hemos aprendido por imitación de nuestros padres, “sabiendo que no
fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir heredada de vuestros
padres …” (1 Pe.1:18 BLA). De hecho, Ireneo enseñó que cada uno se
convierte en la causa de su propio castigo, ya que todos han elegido pecar
porque todos nacieron con libre albedrío y no que la raza humana es
culpable por causa del pecado de Adán, o como lo decían los gnósticos
antiguos, que era por causa de esa naturaleza física que todos poseemos:

Esas personas que se han alejado... lo han hecho por su propia


culpa, ya que ellos han sido creados como agentes libres quienes
ejercieron poder sobre sí mismos.... Ellos están destituidos de todas
las cosas buenas, habiéndose convertido ellos mismos en la causa
de su propio castigo en lugar de esa naturaleza.[12]

Ireneo no creía en la transmisión del pecado de Adán, ya que Él


comparó el estado de la regeneración espiritual o nuevo nacimiento con el
estado de inocencia de los bebés que nacen sin pecado: “Así como somos
leprosos en el pecado, también somos limpios de nuestros viejos pecados
mediante el agua sagrada y la invocación del Señor. Así también somos
regenerados espiritualmente como niños recién nacidos, así como el Señor
lo ha declarado”.[13] El Señor mismo declaró que el estado de inocencia de
los bebés es un estado justo y sin culpabilidad o sin condenación, Él dijo a
sus discípulos: “Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el
reino de los cielos” (Mt.18:3).

“El Pastor Hermas” es una obra de contenido espiritual, considerada


por Ireneo como escritura canónica. Tradicionalmente este escrito es
adjudicado a un siervo de Dios que Pablo saluda en su carta a los Romanos
(16:14). Esta obra afirma que los bebés no heredan ningún pecado porque
son inocentes del mal: “Tengan la sencillez de corazón y serán inocentes; y
serán como el bebé que no sabe nada de esa malicia, que destruye la
felicidad humana”.[14] Según esta obra los niños nacen sin pecado, nacen
inocentes y sin una naturaleza pecaminosa heredada, Hermas escribió:

La duodécima montaña que vislumbra en su brillo es la morada de


los que han creído, que son puros como los infantes, a cuya
sensibilidad el pecado no ha alcanzado, ni tampoco conocen lo que
es el pecado, sino que han continuado en pureza. Hombres de tal
carácter sin lugar a duda habitarán en el reino de Dios. Porque todos
los infantes son tenidos en honor delante del Señor quien los tiene
en primer rango.[15]

Esta es una verdad Bíblica e innegable la cual deja bien claro que los
infantes no son responsables de pecado, pues Dios mismo lo testifica en las
escrituras cuando dijo que la generación de Israelitas que salieron de Egipto
no entrarían a la tierra prometida por causa de sus múltiples rebeliones, en
cambio sus hijos si podían entrar por causa de su inocencia, “Y vuestros
niños, de los cuales dijisteis que servirían de botín, y vuestros hijos que no
saben hoy lo bueno ni lo malo, ellos entrarán allá, y a ellos la daré, y ellos la
heredarán” (Dt.1:39). La inocencia de los niños no sólo está fundamentada
en su entendimiento acerca del bien y el mal, sino también en el estado
natural en que nacen, ya que Dios los crea con un corazón y un alma buena,
por ello es que Dios le dijo al rey Jeroboam que por la maldad de él y de
toda su familia, todos morirían y no serían sepultados sino que serían
comidos por los perros, pero que su niño enfermo moriría y que solo él iba a
ser enterrado por causa de su estado de inocencia, el profeta hablando
palabra de Dios dijo; “Y todo Israel lo endechará, y le enterrarán; porque de
los de Jeroboam, sólo él será sepultado, por cuanto se ha hallado en él
alguna cosa buena delante de Jehová Dios de Israel, en la casa de
Jeroboam” (1R.14:13).

Taciano de Asiria (120-180 d.C.) enseñó que la depravación y la muerte


son por culpa nuestra y no a causa del pecado de Adán: “El hombre malo
puede ser justamente castigado, habiéndose depravado a través de su
propia culpa...No fuimos creados para morir, sino que nos morimos por
nuestra propia culpa...”.[16] Esta doctrina no era nueva en los padres
apologistas, provenía de la era Apostólica, era la doctrina de Pablo quien
escribió que todos nos depravamos o corrompemos por causa nuestra y no
por causa del pecado de Adán. Pablo nunca dijo que todos nacimos
desviados e inútiles, sino que; “Todos se desviaron, a una se hicieron
inútiles;” (Rom.3:12).

Clemente de Alejandría (150-215 d.C.) continuó enseñando el sistema


doctrinal de la Iglesia Primitiva, o “la Fe que una vez fue dada a los santos,”
la cual proclamaba la responsabilidad individual por el pecado, al decir que
los bebés nacen sin pecado y sin una naturaleza pecaminosa, para ello
explicó brevemente el significado de “desnudo” en Job 1:21 como un estado
de inocencia natural de los infantes:

El justo Job dice, ‘Desnudo salí del vientre de mi madre, desnudo


volveré allá’. Él no quiere decir desnudo de posesiones, porque eso
sería una cosa trivial y común. Más bien, significa como un hombre
justo: Él salió del vientre, desnudo de la maldad y el pecado.[17]
Los padres de Capadocia, el noreste de la Turquía de hoy, como; Basilio
el Grande (330-379 d.C.), Gregorio Nacianceno (330-390 d.C.), su hermano
Gregorio de Nisa (335-394 d.C.), estaban de acuerdo que el pecado de Adán
trajo como consecuencia la muerte, y que la redención es el rescate de los
efectos de este pecado. Pero nunca enseñaron que el pecado y la culpa de
Adán son transmitidos o imputados a la humanidad. En el caso de Gregorio
Nacianceno, quien creía en el bautismo de infantes pero para consagración,
y no para remisión de pecados, escribió acerca del estado de inocencia en
que ellos nacen: “[Los] bebés…no serán ni glorificados ni castigados por el
Juez justo, porque ellos no están aún sellados por el mal”.[18] Todos estos
padres apologistas tomaron como referencia doctrinal los escritos paulinos,
petrinos y juaninos, esta era la doctrina apostólica la cual enseñaba que los
bebés no están sellados por el mal moral, son ingenuos e inocentes del
pecado, “en cuanto a la maldad sean inocentes como bebés” (1Cor.14:20
PDT).

Cirilo de Jerusalén (315-386 d.C.) también negó que los niños nacen
culpables por causa del pecado de Adán, y afirmó que sólo nacen con un
sesgo hereditario hacia el pecado, él “creía que los niños estaban sin
pecado al nacer, pero con un sesgo hereditario hacia el pecado”.[19] Hubo un
rechazo en general de atribuir la culpa de Adán a la humanidad y a los niños
en particular como Gregorio de Nisa lo afirmó:

El bebé inocente no tiene ninguna plaga de ignorancia antes de que


sus ojos del alma se oscurezcan por su medida de luz.... Él bebé no
necesita la validez que viene de la purgación [limpieza], porque al
bebé nunca se le permitió en lo absoluto que la plaga entrara en su
alma.[20]

Gregorio de Nisa basó su afirmación en lo que el Señor le dijo a Judas: “El


Hijo del Hombre va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel hombre por
quien el Hijo del hombre es entregado! Hubiera sido bueno para ese hombre
no haber nacido” (Mt.26:24 NVI). En otras palabras, si la madre de Judas lo
hubiese abortado, este no se hubiera condenado, sino que hubiese partido
con el Señor. Esta afirmación, “Hubiera sido bueno para ese hombre no
haber nacido” nos muestra claramente que los bebés son inocentes delante
de Dios, por lo tanto, ellos no nacen condenados en el pecado de Adán.

Los cristianos de habla griega de la era post Apostólica y las iglesias del
oriente como Palestina, Siria, Asia Menor (la actual Turquía), y también los
cristianos de Grecia, Egipto, Galia (Francia), no creían en esta doctrina
nueva del “pecado original”. Muy contrario a los padres latinos, quienes
fueron los que pusieron los cimientos para que el obispo Católico Romano
Agustín de Hipona pudiese edificar un sistema teológico nuevo en la
cristiandad, asi lo confirma el Dr. John E. Toews,

Los padres de habla latina de las iglesias occidentales de donde


surgió el cuento del ‘pecado Original’ vino primeramente de dos
centros, Norte de África (Cartago e Hippo) e Italia (Milán y Roma), y
de algunos de los pensadores claves que leían los textos Bíblicos
solamente en traducciones latinas en lugar del original Griego.[21]

El origen del alma


Para analizar aún más detalladamente la responsabilidad del pecado
ante Dios, debemos estudiar las tres creencias principales que se originaron
en los primeros siglos de la era cristiana con respecto al origen del alma;
creacionismo, pre-existencialismo y traducianismo.

Creacionismo: Este punto de vista dice que el alma es creada por Dios
en el momento de la concepción, cuando se origina la vida dentro del
vientre materno. Esta creencia fue sostenida por los padres griegos. En su
teología sistemática, Charles Hodge define el creacionismo de esta forma:
“El alma del niño no se genera o se deriva de los padres, sino que es creada
por la agencia inmediata de Dios”.[22]

Justino Mártir como los Apóstoles y los Padres griegos, creían en el


creacionismo. El alma de un niño no procedía de Adán, sino que eran
engendradas o creadas por Dios, Justino afirmó: “Si el mundo es
engendrado, las almas también son necesariamente engendradas”.[23]

Pre-existencialismo: Esta enseñanza o herejía dice que las almas no


son creadas con los cuerpos humanos, sino que tienen una existencia
previa. Orígenes de Alejandría (184-254 d.C.) fue uno de los promotores de
esta creencia, él fue un discípulo de Clemente y su respectivo sucesor. Él se
preocupó más por la causa de la muerte que por la transmisión del pecado.
Debido a esto, apeló a la filosofía griega para demostrar el origen de la
caída de las almas. Él interpretó el capítulo tres de Génesis alegóricamente
para relacionar el edén con el cielo. Según él, del cielo provienen todas las
almas que supuestamente pecaron antes de tener un cuerpo mortal y por
eso fueron enviadas a la tierra para ser castigadas viviendo en los cuerpos
humanos, Orígenes escribió:

Está escrito que cuando Adán pecó, el Señor lo expulsó del paraíso
de las luces y que este castigo por su pecado. . . pasó a todos los
hombres. Todos, de hecho, todos han sido enviados a este lugar de
la humillación. . . si todos los hijos de los hijos de Adán estaban en
sus lomos, y fueron expulsados del paraíso con él, o si cada uno de
nosotros fue desterrado personalmente y recibieron su condena de
alguna manera que no podemos decir y que sólo Dios lo sabe. [24]

Orígenes no estaba seguro si todas las almas estaban en Adán o cada


una pecó individualmente en el cielo, lo que, si estaba seguro en su teoría
de la filosofía griega del Pre-existencialismo, era que las almas antes de
nacer en los bebés, existieron en el cielo y fueron lanzadas con la mancha
de la iniquidad para ser purificadas por el bautismo y ser disciplinadas y al
final todas serían salvas:

Acerca del nacimiento físico, escucha a David, cuando dice: “Fui


formado, así reza el texto, en maldad, y mi madre me concibió en
pecado;” demuestra que toda alma que nace en la carne lleva la
mancha de la iniquidad y del pecado. Esta es la razón de aquella
sentencia que hemos citado más arriba: Nadie está limpio de
pecado, ni siquiera el niño que sólo tiene un día. A todo esto, se
puede añadir una consideración sobre el motivo que tiene la Iglesia
para la costumbre de bautizar aun a los niños, siendo así que este
sacramento de la Iglesia es para remisión de los pecados.[25]

En este contexto filosófico, Orígenes creía que los bebés nacían en


pecado y que el Bautismo de infantes los limpiaba de esa mancha originada
en el cielo, el lugar de donde provenían todas las almas que habían pecado.
No obstante, esta doctrina es anti bíblica, los judíos como David sabían que
los bebés nacían sin pecado y sin ninguna culpabilidad, por eso David dijo
de su hijo recién muerto y que era el fruto de su adulterio, “Más ahora que
ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? yo voy a Él,
más Él no volverá a mí” (2 S.12:23). “Yo voy a Él” sugiere que, a pesar de
que era hijo de un adulterio, su alma fue creada por Dios pura y sin pecado
y fue llevada ante la presencia de Dios, lugar donde David iría después de
su muerte.

Por otra parte, cuando Orígenes citó “en maldad he sido formado,” “y
en pecado me concibió mi madre” (Sal. 51:5) no se refería a la doctrina del
pecado original, ya que esta doctrina no vino a existir sino casi ciento
cincuenta años después de su muerte (390 d.C.). El asunto es, el calvinismo
si toma este texto como prueba reina de su doctrina de la depravación total,
según esta teología, David confesó que su madre lo concibió con el pecado
de Adán y por eso todos los niños nacen con su depravación y su
condenación. Algunos autores dicen que David se refería a la maldad y
pecado de su madre, sin embargo, no existe una evidencia Bíblica e
histórica que mencione que la madre de David estaba en fornicación o
adulterio. Lo cierto es que no se refiere al pecado de Adán, puesto que
David está confesando dos cosas; su propia “maldad” y su propio “pecado”
(Sal. 51:2) y no la maldad y el pecado de otro. Además, la preposición de
lugar “en” señala la clase de ambiente donde David fue formado; es decir,
“en” un mundo de “maldad.” David no dice; “con maldad he sido formado”
sino “en maldad,” la maldad de su asesinato y el pecado de su adulterio. En
su confesión no estaba justificando su pecado y maldad, tampoco estaba
afirmando que él era el primero en cometerlos, es decir su “maldad” y
“pecado” no eran nada nuevo, ya estaban en ese ambiente donde fue
formado y concebido. En otras palabras, “en” un mundo de “maldad” de
asesinatos “he sido formado” y “en” un mundo del “pecado” de adulterio
“me concibió mi madre.” Nada tiene que ver este texto con el pecado
Original.

Traducianismo: Esta doctrina enseña que todas las almas provienen


de un alma originadora, en este caso, de Adán. A Tertuliano (155-220 d.C.)
se le conoce como el padre del traducianismo, él fue un apologista latino de
Cartago en la provincia romana de África. Éste negó que Dios crea un alma
humana dentro de la formación de cada cuerpo humano. Según su teoría, el
alma y el cuerpo surgen intactos por la transmisión de los Padres a los hijos
desde Adán. Este es el principio de la teoría del pecado original, la cual fue
iniciada y desarrollada paulatinamente por los Padres Latinos o de la Iglesia
Occidental:

El alma y el cuerpo del hombre se origina por propagación.


Tertuliano fue el primero en exponer su teoría de traducianismo y
bajo su influencia continuó para ganar el favor de los países de
África del Norte y la Iglesia Occidental... Parecía encajar mejor con la
doctrina de la transmisión del pecado.[26]

El traducianismo es una doctrina totalmente contraria a la tradición


judía y a las enseñanzas apostólicas. El alma no se hereda de los padres;
más bien, es formada por Dios en el momento de la concepción; “Jehová,
que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre
dentro de él…” (Zac.12:1). Por lo tanto, al nacer el alma debe ser tan pura
como la fuente de donde proviene. “¿No tenemos todos un mismo padre?
¿No nos ha creado un mismo Dios?” (Mal. 2:10). Dios como creador es
llamado “el Padre de los espíritus” (He. 12:9), “el Dios de los espíritus de
toda carne” (Núm. 27:16). Este punto lo expandiré en la siguiente parte.

d) Responsabilidad del pecado: padres latinos e


iglesias de occidente

Tertuliano dependió fundamentalmente en la filosofía estoica para su


visión materialista del alma como la base fundamental para su teoría del
traducianismo. Él se apropió de la visión estoica de que el “alma” (anima,
en latín) es una sustancia “corporal” o sustancia cuasi-material:

Hago un llamado a los Estoicos para que me ayuden. . . El alma


(anima) es una sustancia corpórea. . . [Esta] comparte el dolor del
cuerpo. . . por heridas y llagas, [pero] el cuerpo también sufre con el
alma. . . Con ansiedad, angustia, o el amor.[27]

Tertuliano creía que el alma era física y que se propaga por los padres
en la procreación, una idea estoica de la unidad esencial de la materia y el
espíritu, es decir, el monismo materialista. Sus opiniones sobre el pecado
armonizan con su filosofía estoica, que dice que “el pecado es una mancha
física” que se propaga desde el padre al hijo a través de la procreación.
Tertuliano fue el primer escritor quien afirmó que todas las almas se derivan
de Adán:

El alma de un ser humano-la cual puede ser comparada con el


comienzo de un brote de un árbol ha sido derivada desde Adán
como su raíz. Ésta se ha propagado entre sus descendientes a través
de las mujeres, a quienes se les ha confiado para la transmisión.[28]

Por supuesto, esta doctrina no es Bíblica, el alma no procede de


nuestros padres, ni mucho menos de Adán. El cuerpo físico si proviene de
nuestros padres quienes son nuestros pro-creadores, pero el alma es creada
totalmente por Dios y ésta procede de Dios. El escritor de la carta a los
Hebreos dice, “Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los
respetábamos, ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los
espíritus, y viviremos?” (Heb.12: 9). Aquí, Dios se le conoce como el “Padre
de los espíritus,” o el creador de nuestras almas. Nuestros atributos físicos
los heredamos de nuestros padres terrenales, nuestra persona interior y
espíritu, lo recibimos es del Señor quien es el “Dios de los espíritus de toda
carne” (Num.16:22). Nuestros padres procrean nuestros cuerpos, pero Dios
es quien crea nuestra alma “a su imagen y semejanza” (Gn.9:6, 1 Co.11:7,
Stg.3:9). Esta alma es creada en total pureza; “en cuanto a la maldad sean
inocentes como bebés” (1Cor.14:20 PDT), en total inocencia (Sal.106:38), y
en total ingenuidad; “no saben hoy lo bueno ni lo malo” (Dt.1:39), por ello
David dijo “desde el vientre de mi madre tú eres mi Dios” (Sal. 22:10).

Ahora, si hemos nacido totalmente depravados como el calvinismo


promulga, entonces estamos depravados en cuerpo y espíritu. Si este es el
caso, entonces heredamos de Dios nuestras almas totalmente pecaminosas,
culpables del juicio eterno y totalmente depravadas. Pero la Biblia revela
todo lo contrario, las almas son creadas sin pecado, y cuando pecan es que
mueren espiritualmente (Ez.18:4); un ejemplo de ello es “el rey de Tiro” el
cual era “… el sello de la perfección” (Ez. 28:12) quien fuera un prototipo de
Satanás, también creado sin pecado, “Perfecto eras en todos tus caminos
desde el día que fuiste creado” (Ez. 28:15). El rey de Tiro murió
espiritualmente cuando pecó, “hasta que se halló en ti maldad” (Ez. 28:15),
él no fue creado con la maldad, sino que un día pecó y Dios halló la maldad
en él. También fue el caso de Pablo, “en otro tiempo yo tenía vida aparte de
la ley; pero cuando vino el mandamiento, cobró vida el pecado y yo morí”
(Rom.7:9 CST). Por creación Pablo tenía vida espiritual pero cuando pecó por
primera vez, él murió en su ser espiritual. Dios no crea las almas totalmente
depravadas o corrompidas, ellas se depravan o corrompen así mismas
cuando cometen cualquier pecado como el adulterio; “corrompe su alma el
que tal hace” (Pr. 6:32).

Otro término Bíblico para el ser interior, es el corazón. Dios creó el


corazón de todos los moradores de la tierra individualmente y no del
corazón corrupto de Adán (Sal. 33:13-15), y no los creó corrompidos (2
Cr.16:9), pues el corazón lo corrompe el mismo hombre, “las dádivas
corrompen el corazón” (Ec.7:7). Es verdad que “La necedad está ligada en
el corazón del muchacho” (Pr. 22:15), es falso decir que esta “necedad” es
el pecado de Adán, puesto que el mismo verso dice “más la vara de la
corrección la alejará de él.” Si la necedad fuera el pecado de Adán,
entonces en vano Cristo derramó su sangre puesto que “la vara de la
corrección” alejaría de los muchachos el supuesto “pecado de Adán” y su
“total depravación”.

El pecado de Adán no pasó al corazón de sus hijos, ya que la escritura


demuestra que Dios le advirtió a Caín, antes de pecar por primera vez, que
el pecado estaba afuera, pero él decidió que éste entrara y lo gobernara
(Gn.4:6-7). Por esta razón podemos decir confiadamente que Dios no crea
los corazones con el pecado de Adán, son los seres humanos quienes ponen
adentro del corazón las diferentes clases de pecados, como por ejemplo la
idolatría (Ez. 14:3-4,7). Estos depósitos de pecado no empiezan desde la
niñez sino desde la juventud, “porque el intento del corazón del hombre es
malo desde su juventud” (Gn.8:21). Desde la juventud o etapa de
responsabilidad moral delante de Dios es que el corazón acumula y saca la
maldad de su corazón. El salmista dijo de los enemigos de Dios: “Su corazón
recoge para sí iniquidad” (Sal. 41:6). Ya estando el pecado adentro, éste
fabrica nuevas iniquidades (Isa.32:6) por ejemplo: el que odia, maquina
siete abominaciones (Pr. 26:24-25). Cuando saca o ejecuta esta maldad del
corazón (Jer.18:2), es que la persona peca o es responsable delante de Dios
(Mt. 15:19). La escritura no dice que el corazón del niño se aparta de Dios,
sino el corazón del hombre (Jer.17:5, Ez. 6:9) y este corazón responsable es
que es engañoso y perverso (Jer.17:9, 5:23).

Otro ejemplo que demuestra que los niños no nacen con un corazón
totalmente depravado lo hallamos en la generación antediluviana. Este
pueblo no fue creado corrompido, por el contrario, en esos días “toda carne
había corrompido su camino sobre la tierra” (Gn.6:12), es decir, ellos no
nacieron corrompidos, sino que ellos mismos se corrompieron. En su análisis
de la humanidad, Dios vio que “todo designio de los pensamientos del
corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gen. 6:5). Si los niños
fueran creados con un alma y un corazón totalmente depravado, como lo
afirma el calvinismo, entonces los seres humanos no serían rebeldes sino
víctimas de su creador. Sin embargo, en Dios no hay mal, ni el mal procede
de Él, por lo tanto, los corazones y las almas de los bebés han sido creados
inocentes y puros. Y los cuerpos han sido procreados por nuestros padres
sujetos a corrupción y mortalidad, lo cual no es pecado (Stg. 1:13-15).

Volviendo a los padres apologistas, Tertuliano no vio la necesidad de


bautizar a los niños, a pesar de la corrupción de la naturaleza humana
provocada por la transgresión de Adán, este mal físico (la corrupción) no era
en sí un pecado por el que se requiere el perdón. Los niños son inocentes de
acuerdo a Tertuliano:

El Señor verdaderamente dice, ‘no se lo impidáis venir a mí.’ Así


que vengan, cuando están creciendo, cuando están aprendiendo,
cuando estén siendo enseñados a que ellos deben venir: deje que
ellos sean hechos cristianos cuando se hayan vuelto competentes
para conocer a Cristo. ¿Por qué debe un inocente infante venir con
premura a la remisión de pecados?[29]

En el texto Bíblico encontramos muchas evidencias que indican que los


niños no nacen culpables, sino inocentes como lo afirma el profeta Jeremías;
“llenaron este lugar de sangre de inocentes. Y edificaron lugares altos a
Baal, para quemar con fuego a sus hijos en holocaustos al mismo Baal”
(Jer.19:4-5). Estos hijos tenían sangre inocente, no eran culpables delante
de Dios.

e) Origen del pecado heredado


El pecado y la culpabilidad heredada se introducen por primera vez en
la iglesia latina por Cipriano de Cartago en el África del Norte (200-258
d.C.). Su teología fue profundamente formada por Tertuliano. Para Cipriano,
el bautismo de infantes era necesario, no porque los niños recién nacidos
hayan cometido algún pecado personal, sino porque “han heredado el
pecado y la muerte” de su primer padre, Adán:

Este bebé recién nacido no ha pecado, excepto que, habiendo


nacido físicamente según Adán, ha contraído el contagio [infección]
de la muerte antigua en su nacimiento. Así, más fácilmente se
aproxima a la recepción del perdón de los pecados, porque los
pecados perdonados no son suyos, sino los de otro.[30]

La escritura enseña claramente que el pecado no se hereda. “El hijo no


llevará el pecado del padre” (Ez. 18:20); “cada uno de nosotros dará a Dios
cuenta de sí.” (Rom.14:12). Es decir, nadie es culpable ni dará cuenta por el
pecado de otro.

Ambrosio el obispo de Milán (339-397 d.C.), fue quien bautizó a Agustín


y a la vez fue su maestro, añadió un ingrediente más a la receta
condenatoria de bebés. Ambrosio habló de “pecados hereditarios” que son
perdonados por el bautismo y el lavamiento de pies. El supuesto “pecado
hereditario” preparó el terreno para la teología más radical de Agustín
llamada “el pecado Original,” Ambrosio escribió:

Nuestro Señor Jesucristo en el evangelio lavó los pies de sus


discípulos. Cuando llegó a Simón Pedro, Pedro dijo: Nunca me
lavarás los pies. Juan 13: 8 Él no percibía el misterio... Pedro estaba
limpio, pero debía lavarse los pies, pues tenía el pecado por la
sucesión del primer hombre, cuando la serpiente lo derrocó y lo
persuadió a pecar. Por lo tanto, sus pies fueron lavados, para que los
pecados hereditarios pudieran ser quitados, porque nuestros propios
pecados son remitidos a través del bautismo.[31]

En el evangelio de Juan quedó registrado la creencia errónea de los


fariseos la cual decía que había niños nacidos en pecado: “Respondieron y
le dijeron: tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le
expulsaron” (Jn.9:34). El Señor Jesús corrigió esta falsa enseñanza que
inclusive la creían sus discípulos, “Y le preguntaron sus discípulos, diciendo:
Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?
Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras
de Dios se manifiesten en él” (Jn.9:2-3). Cuando dice “ni sus padres” Dios el
Hijo está incluyendo a todas sus generaciones pasadas hasta llegar a Adán,
en otras palabras, Jesús ratificó que ni Adán pecó por ese ciego, ni por
nadie.

Ambrosio atrevidamente fue más allá de la doctrina del traducianismo


de Tertuliano, este vínculo explícitamente el pecado y la culpabilidad de
Adán con toda la humanidad, él dijo que todos estaban en Adán en el
momento de su transgresión:

De cierto que todos pecamos en el primer hombre, y por la herencia


de su naturaleza ha sido transferido desde un solo hombre a todos,
una herencia de culpabilidad... Así que Adán está en cada uno de
nosotros; porque en él la misma naturaleza humana pecó.[32]
La Biblia niega que la culpabilidad pueda ser heredada o transferida.
Este pasaje (Ex. 32:31-32) dice que Moisés quería recibir el castigo por el
pecado del pueblo, pero en el versículo 33 Dios le dice, “Al que pecare
contra mí, a éste raeré yo de mi libro” (Ex. 32:31-32, 33). En otras palabras,
la culpabilidad no se hereda ni se transfiere, sino que el que comete el
pecado de muerte, ése será borrado del libro de la vida.

Después, Ambrosio el maestro de Agustín, organizó su primera


formulación explícita de la doctrina del “pecado original.” El estudiante, en
este caso Agustín, expandiría y dogmatizaría la formulación inicial del
maestro. Esta doctrina dominaría la teología futura de la iglesia occidental
como la base para la doctrina calvinista de la depravación e inhabilidad
total del hombre, Ambrosio escribió: “Adán existió, y en él todos nosotros
existimos. Adán pereció, y en él todos perecimos”,[33] siguió añadiendo; “en
Adán yo caí, en Adán fui echado del Paraíso, en Adán morí; ¿cómo el Señor
me llamará de nuevo? a menos que me encuentre en Adán; culpable como
yo estaba en él, entonces ahora estoy justificado en Cristo”.[34] Esta
enseñanza está totalmente aislada de las escrituras, puesto que la misma
enseña que toda la humanidad de todos los tiempos, muere y perece en
Adán. Mientras que la revelación divina dice, “cada cual morirá por su
propia maldad” (Jer.31:30). Es por eso que Pablo le dijo a la iglesia de Éfeso,
que ellos antes de ser regenerados, estaban muertos espiritualmente en
sus propios pecados y no en el pecado de Adán. “él os dio vida a vosotros,
cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados.” (Ef. 2:1). Repito,
“muertos en vuestros delitos y pecados” y no en el pecado y delito de Adán.

Ambrosiaster, contemporáneo de Ambrosio, fue un comentarista del


libro de “Romanos” que escribió a finales del siglo IV (366 y 384 d.C.). Su
traductor moderno dice: “él no era un erudito de la Biblia” y “su
conocimiento del griego era rudimentario”. Él podría haber usado una
versión de la Biblia, la Ítala, la cual Agustín llamó como la mejor de las
versiones latinas que circulaban en su tiempo, Ambrosiaster proveyó el
texto clave (Rom.5:12) con su “eiségesis” como prueba bíblica y crucial
para la teología de Agustín del pecado original:

Porque ese Adán (es decir Eva, porque ella también es Adán) pecó y
afectó a todo mundo, ...ya que fue por un hombre que la raza
humana había caído y había sido arrastrada a la muerte... Pablo dice
que todos pecaron en Adán, aunque él realmente da a entender a la
mujer, porque no se está refiriendo a la persona en particular sino a
lo universal, la raza humana. Porque está claro que todos han
pecado en Adán como si todos fueran una sola masa. Al ser
corrompido así mismo por el pecado, todos a quienes Él engendró, le
nacieron bajo pecado. Por esa razón todos somos pecadores porque
todos descendemos de él.[35]

Esto no es una verdadera “exégesis” o correcta interpretación sino una


“eiségesis,” o interpretación privada, por ello esta hipótesis es falsa. Los
seres humanos somos pecadores por decisión individual y no por naturaleza
heredada de Adán. La Biblia registra que somos pecadores: Por comisión: El
“pecado es infracción de la ley.” (1Jn. 3:4), y “Toda injusticia es pecado”
(1Jn.5:17). Por omisión: “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es
pecado” (Stg.4:17). Y por actitudes como la incredulidad: “y todo lo que no
proviene de fe, es pecado” (Rom.14:23).

f) Agustín el autor del pecado original


La frase “el pecado original” (Latín, originate peccatum), se escribió
formalmente por primera vez en la historia dentro de la teología Católica
Romana, en el año 397 d.C. Esta frase envuelve una doctrina que hunde a
todo ser humano en la culpabilidad de Adán y en una total depravación
irremediable. En su interpretación privada de Romanos 7:7-25, Agustín le
escribió a Simpliciano, sucesor de Ambrosio de Milán, diciendo que el
pecado se originó en la transgresión de Adán y quedó arraigado en el ser
humano a través de su transmisión por el placer sexual, él manifestó:

Porque yo sé, él (Pablo) dice, que el bien no habita en mí, es decir,


en mi carne (Rom. 7:18)... ¿De dónde viene lo que él dice que el bien
no habita en él, dando a entender que el pecado Si?" ¿Cuál sería la
respuesta, excepto que éste venga de la transmisión de la
mortalidad y la constante repetición del placer sensual? El primero
se deriva del castigo por el pecado original… el hecho que el hacer
el bien no está en nuestro poder es parte de los desiertos del pecado
original.[36]

El problema radicó en que Agustín ignoraba mucho del griego o lengua


original del N.T. Él no leía esta lengua sino una versión latina del Nuevo
Testamento traducida por Jerónimo, la Vulgata Latina, esta versión traducía
mal Romanos 5:12, “in [en] quo [quien] omnes [todos] peccaverunt
[pecaron],” en relación al original escrito en griego, veamos un breve
análisis exegético:

Versión Preposición Pronombre Adjetivo Verbo


relativo
Vulgata in quo omnes peccaverunt
Latina
Traducción en quien todos pecaron
Griego ἐ φ’ / efi ᾧ /jo Πάντες/pantes ἥ μαρτον/jemarton
Traducción por que/cuanto todos pecaron

La parte final de este versículo, en griego, dice; “efi jo pantes jemarton”


el cual traduce, “por cuanto todos pecaron”. La Vulgata Latina lo traduce
mal diciendo “en quien todos pecaron”. Es decir, el pronombre relativo “ jo ”
es traducido erróneamente “en quien” y no “que” o “cuanto” lo cual hace la
diferencia, en este caso con la preposición “efi” la interpretación correcta
sería “por cuanto” o “porque” como lo dice en otra carta “porque [ efi jo ] no
quisiéramos ser desnudados” (2Cor.5:4). Además, a la expresión “efi jo” se
le agrega la frase “pantes jemarton” “todos pecaron” lo cual indica que
todos pecaron individualmente. Sin embargo, el comentarista Ambrosiaster
tomó de la Vulgata “en quien” como una referencia obvia a Adán y su
significado “todos pecaron en Adán”, como la existencia de toda la
humanidad en una sola masa, es decir todos estaban en Adán. Este fue el
texto clave para “evidenciar” la “revelación divina” del pecado original
tanto en Adán y sus descendientes. Según esta nueva doctrina, cuando
Adán pecó, toda la humanidad que compartía su naturaleza pecó con él.
Agustín citó este texto (Rom.5:12) más de ciento cincuenta veces, en una
forma abrumadora en sus escritos anti-pelagianos. También usó numerosas
citaciones de la traducción y la interpretación de Ambrosiaster, por esta
razón Bonner, uno de los biógrafos de Agustín, afirma que esta afición;
“...ilustra la confianza completa que Agustín tuvo tanto en la traducción. . .
y en su propio entendimiento del verso como un todo”.[37] Agustín defendió
repetidamente su nueva interpretación de Rom.5:12, frente a los
argumentos Bíblicos de Julián de Eclanum, quien fue el principal opositor y
sabía griego y también tenía acceso a un texto correcto, y fue severamente
crítico de la traducción de Ambrosiaster y del uso de Agustín de la misma.
Pero Agustín insistió en su error diciendo:

Seguramente el pasaje que he citado, ‘por un hombre el pecado


entró en el mundo, y la muerte por el pecado, y así la muerte pasó a
todos los hombres; en el cual todos han pecado’, Romanos 5:12
abraza en sus términos las generaciones tanto de la antigüedad y de
los tiempos modernos, tanto para nosotros y para nuestra
posteridad.[38]

Por su puesto, esto no es verdad, Pablo en el griego no dice “en quien


todos han pecado” sino “ efi jo” que traduce “por cuanto”, y la frase
siguiente dice “todos han pecado”, “todos” se refiere a lo que Pablo
demostró en el Capítulo 1 de Romanos, específicamente como los Gentiles
habían pecado, y en el Capítulo 2 Como los Judíos habían pecado, y resume
en el capítulo tres, versículo nueve, que tanto gentiles como judíos, o sea
“todos” habían pecado; “ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos
están bajo pecado” (Rom.3:9). A eso es que se refiere Pablo en (Rom.3:23 y
Rom.5:12) “por cuanto todos pecaron,” una acción de rebeldía individual de
cada ser humano y no la de Adán por todos los seres humanos.

Bonner, su biógrafo, pregunta ¿por qué Agustín no evaluó su posición


cuando se enfrentó a gente que leía el griego? La hipótesis de Bonner es
que: “Agustín estaba tan absorbido por su teoría que él no le dio un examen
crítico, la cual ésta requería”.[39] Agustín defendió repetidamente su
interpretación incluyendo el uso del comentario de Ambrosiaster. Según
Bonner, Agustín nunca consideró la posibilidad de que el original griego
podría ser susceptible a cualquier interpretación distinta de la de
Ambrosiaster. Bonner va más allá al decir que: “Sin duda, es poco probable
que Agustín hubiera cambiado su doctrina, incluso si hubiera descubierto
que ésta no recibiera el apoyo de las propias palabras de San Pablo”[40]

Agustín fue más allá del pecado de Adán, al afirmar en su libro “Fe,
Esperanza y Caridad,” escrito entre 420 y 423, que los hijos heredan todos
los pecados de sus antepasados. “Los niños no sólo están envueltos en el
pecado de nuestros primeros padres, sino también en los pecados de sus
propios padres. Eso es lo que significa, la sentencia divina visitó la maldad
de los padres sobre los hijos”.[41] Nuevamente el obispo Católico Romano
Agustín de Hipona faltó a la verdad. Moisés no dio a entender eso, pues el
mismo Moisés dijo que los niños no llevan el pecado ni la culpa de sus
padres, “Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada
uno morirá por su pecado” (Deut.24:16), (Leer 2 Rey.14: 6; 2 Cró.25: 4).
g) Contraste entre Cristo y Adán en Romanos 5
Debido a esta errónea interpretación de Agustín de Romano 5:12, el
calvinismo presenta el pecado de Adán como el fundamento de la doctrina
de la total depravación. Según esta teología, todos nacen con el pecado
Adán, y para sustentar su tesis los maestros calvinistas citan también estos
textos aislados de sus contextos; “por la desobediencia de un hombre los
muchos fueron constituidos pecadores” (Rom.5:19). También dicen que
todos nacen con su condenación, “por la transgresión de uno vino la
condenación a todos los hombres” (Rom.5:18). Pero al hacer un análisis de
cada texto citado, notamos pobreza en la hermenéutica al no considerar
propiamente el contexto y el lenguaje Paulino, por ejemplo; en sus cartas
Pablo hace un contraste entre el primer hombre que es de la tierra y el
segundo hombre que vino del cielo (1Cor.15:47), Adán es llamado “alma
viviente” y Jesús “espíritu vivificante” (1Cor.15:45). En el bloque escritural
de Romanos 5:12-21 se encuentra este mismo contraste apocalíptico de
responsabilidades universales. En la introducción del contraste Pablo dice;
“Adán, el cual es figura del que había de venir” (Rom.5:14). Por esta razón
en este bloque semántico Pablo presenta a Adán como:

Primero, el responsable de la entrada del pecado al mundo; “como el


pecado entró en el mundo por un hombre” (Rom.5:12). Este primer pecado
de Adán es llamado también “la transgresión de aquel” (Rom.5:15), “la
transgresión de uno” (Rom.5:17,18) y “la desobediencia de un hombre”
(Rom.5:19). Notemos que Pablo no lo llama “el pecado original” o
“universal”.

Segundo, el responsable de la venida de la muerte, o la venida de la


condenación al mundo: Pablo dice; “y por el pecado [entró en el mundo] la
muerte” (Rom.5:12b). La muerte o condenación era el juicio que Dios había
establecido como consecuencia de la desobediencia (Gen.2:16-17); “el
juicio vino a causa de un solo pecado para condenación” (Rom.5:16). Esta
condenación o muerte vino al mundo por Adán y después “pasó a todos los
hombres, por cuanto todos pecaron” (Rom.5:12c). La condenación pasó a
todos los hombres que existieron antes de Moisés, y pasó a todos y reinó
sobre ellos porque pecaron individualmente; “reinó la muerte desde Adán
hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de
Adán” (Rom.5:14). Esta última frase “no pecaron a la manera de la
transgresión de Adán” demuestra que las generaciones que existieron antes
de la ley recibieron la condenación no porque Adán halla pecado por ellos,
sino que ellos individualmente “pecaron” de una manera distinta a “la
transgresión de Adán”. No solo reinó la muerte o condenación en los que
pecaron antes de Moisés sino en todos, “por cuanto todos pecaron,” y todos
pecaron individualmente porque una persona trajo al mundo el pecado; “por
la transgresión de uno solo reinó la muerte” (Rom.5:17). Repasemos; el
pecado entró en el mundo por un hombre, y por este mismo pecado entró la
muerte o condenación a todos, “por la transgresión de uno vino la
condenación a todos los hombres” (Rom.5:18), y esta condenación vino a
todos no porque todos pecaron en Adán, sino que “la muerte pasó a todos
los hombres, por cuanto todos pecaron” (Rom.5:12c), inclusive las
generaciones antes de Moisés “pecaron” de una forma distinta a “la
transgresión de Adán”, pero “todos pecaron”, y pecaron individualmente.

Tercero, el responsable del veredicto judicial de pecadores a Muchos;


“por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
pecadores” (Rom.5:19). Muchos fueron constituidos o acusados
judicialmente por Dios como pecadores, “por la desobediencia de un
hombre” porque sencillamente “el pecado entró en el mundo por un
hombre” (Rom.5:12ª), y él fue el primero en ser constituido pecador al
transgredir el mandamiento (Gen.2:16-17), y después de esta
desobediencia vino la ley que Dios usó para imputar a los transgresores el
cargo de “pecador” porque “el pecado no se imputa cuando no hay ley”
(Rom.5:13 BLA), pero “por cuanto todos pecaron” (Rom.5:12c), los muchos
judíos y todos los gentiles fueron “constituidos pecadores”. El verbo
“constituir” en griego es [kathistemi]; kata, abajo; tithemi, estar de pie,
literalmente significa “estar de pie bajo”, bajo el juicio de Dios (Rom.3:19)
como culpable o pecador. Pablo lo resumió diciendo; “pues ya hemos
acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado” (Rom.3:9).
Tanto los muchos judíos por la ley Mosaica (Rom.4:15) y los gentiles por la
ley de la conciencia (Rom.2:14-15) fueron constituidos pecadores “por
cuanto todos pecaron” (Rom.3:23). Y todos pecaron no porque Adán pecó
por todos, sino porque el pecado ya estaba dentro del mundo, y todos
pecaron individualmente; unos al transgredir la ley de Moisés y otros la de
la conciencia.

Por otra parte, Pablo presenta a Cristo como el responsable de; “el don
[que] vino… para justificación” (Rom.5:16), “la justificación de vida”
(Rom.5:18) porque “por la obediencia de uno, los muchos serán
constituidos justos” (Rom.5:19). La comparación entre Adán y Cristo es
clara: “Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos
los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los
hombres la justificación de vida” (Rom.5:18). Así como la justificación de
vida no es imputada automáticamente a todos los hombres por la justicia y
obediencia de Cristo, de la misma manera la condenación no es imputada
automáticamente a todos los hombres por la transgresión y desobediencia
de Adán. La justificación de vida obtenida por Cristo es imputada a todos los
hombres cuando cada uno cree en Él (Rom.3:22; 4:5,24), es decir, todos
“los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”
(Rom.5:17). Igualmente, la condenación que vino por la transgresión de
Adán es imputada a todos los hombres, no cuando Adán pecó, sino cuando
cada uno peca individualmente, “así la muerte pasó a todos los hombres,
por cuanto todos pecaron” (Rom.5:12). En este contraste entre Cristo y
Adán podemos concluir que el pecado y la condenación vinieron al mundo
por Adán, mientras que la justificación y la vida vinieron al mundo por
Cristo: La condenación viene a cada uno cuando peca; “la paga del pecado
es muerte”, y la justificación de vida viene a cada uno cuando cree; “más la
dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom.6:23).

h) Teoría de la identidad seminal


La transferencia de la supuesta naturaleza pecaminosa y la culpabilidad
del pecado original desde Adán a su posteridad fueron explicadas por
Agustín en su teoría de la identidad seminal. Esta idea dice, que cuando
Adán pecó, toda la raza humana fue infectada con ese pecado y su
respectiva culpabilidad, y de esta manera todos se volvieron merecedores
del infierno eterno porque todo el mundo procedía de sus lomos o genitales,
Agustín afirmo:

Todos estábamos en ese solo hombre, ya que todos nosotros


estábamos en ese solo hombre que cayó en el pecado a través de la
mujer que fue hecha de él antes del pecado. Aún no habíamos sido
creados de forma individual en las formas asignadas en el cual
vivimos como individuos; lo que ya existía era la sustancia seminal
desde el cual fuimos generados. Obviamente, cuando esta sustancia
fue envilecida por el pecado. . . ningún hombre pudo haber nacido
en cualquier otra condición.[42]

Otra base Bíblica que Agustín usó para la teoría de la identidad seminal
fue Hebreos 7:9-10, el cual reporta que Leví estaba en los lomos de
Abraham cuando pagó los diezmos a Melquisedec; según este obispo, Levi
compartió seminalmente en el pago de esos diezmos. Con estas
afirmaciones anti Bíblicas, Agustín se aferró a la creencia del traducianismo
de Tertuliano la cual tomó de los Estoicos. Muy contrario a la creencia
creacionista de la Iglesia Primitiva, la cual enseñaba que las almas son
creadas en el momento de la concepción y éstas no proceden del alma de
Adán como lo afirmó Agustín de Hipona. Por otro lado, si nuestras almas
literalmente existieron en los lomos o semen de todos nuestros
antepasados, entonces todos seríamos culpables no sólo del supuesto
pecado de Adán sino de todos los pecados de nuestros antepasados. Esto
sería una contradicción descarada a las sagradas escrituras la cual afirma,
“el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo”
(Ez.18:20). Además, Pablo ciertamente no podría haber escrito sobre Jacob
y Esaú, “aunque aún no habían nacido sus hijos, ni habían hecho bien ni
mal” (Rom.9:11). Si esa doctrina de la “Identidad Seminal” fuese cierta,
entonces Pablo hubiese escrito que Esaú y Jacob “aunque aún no habían
nacido si habían hecho el mal,” porque supuestamente estaban en el
“semen” de Adán y de todos sus antepasados que pecaron y contaminaron
esta “sustancia seminal”. Pablo también hubiera dicho que de “un semen” y
no una sangre, Dios “ha hecho todo el linaje de los hombres, para que
habiten sobre toda la faz de la tierra…” (Hch.17:26). Pero la Biblia es clara
en afirmar que fue de “una sangre” y no de un semen que Dios ha hecho a
todos los seres humanos.

Es más, si pecamos cuando Adán pecó, entonces todos nosotros


también obedecimos cuando Noé obedeció. Porque si creemos esta teoría,
también debería ser aplicada a Noé el padre de la generación post
diluviana, y a quien también se le dijo “fructificad y multiplicaos, y llenad la
tierra,” (Gn.9:1), mostrando así que también existíamos en los lomos de
Noé y hubiéramos participado su justicia. Pero eso no es lo que quiso decir
el autor de Hebreos, puesto que su intención era puntualizar sobre la
superioridad de Melquisedec; “Y sin discusión alguna, el menor es
bendecido por el mayor” (Hch.7:7). El autor también habla de la inferioridad
del sacerdocio levítico, como si Levi hubiese estado presente con Abraham,
y hubiese el mismo pagado los diezmos en esa ocasión. Es un lenguaje
figurado no literal, “Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también
Leví, que recibe los diezmos” (Hch.7: 9). El escritor introduce su ilustración
con una aclaración “y por decirlo así,” que se debe tomar no literalmente
sino alegóricamente. Muchos autores concluyen que la teoría de la
“identidad seminal” no tiene base Bíblica. Se basa enteramente en los
debates dentro de la filosofía greco-romana, especialmente la del
estoicismo, sobre el origen del alma de donde fue tomada.

i) Bautismos de infantes para la salvación del


alma
La teoría de Agustín se edificó sobre la base del bautismo de los niños.
El Credo de Nicea (325 d.C.), contenía la declaración: “Confesamos [en el
texto latino: 'Yo confieso'] un solo bautismo para el perdón de los pecados”.
Este texto fue compuesto con relación a candidatos adultos, no al estado de
los niños como Agustín lo propuso. El historiador de la iglesia cristiana,
Jaroslav Pelikan dice:

La teoría agustiniana proporcionó una justificación teológica para


una práctica sacramental indiscutible. La doctrina del pecado
original, de la caída, de la transmisión del pecado y de la necesidad
de la gracia parecía tener sentido en el bautismo de infantes.[43]

De acuerdo al Obispo Católico Romano Agustín de Hipona, el


sacramento del bautismo de infantes dentro de la iglesia Católica Romana
era la evidencia de la existencia del pecado original, y también era la
salvación para todos los infantes, él sostuvo que:

Los bebés no han cometido ningún pecado propio desde que han
estado vivos. Sólo el pecado original, por tanto, ellos permanecen,
por el cual han sido cautivos bajo el poder del diablo, hasta que son
redimidos de este pecado por la bañera (bautismo) de la
regeneración y la sangre de Cristo.[44]

Ahora, si los bebés nacen condenados por el pecado de Adán y


totalmente depravados, entonces ¿Por qué Jesús dice que los salvos son
como los infantes? “De cierto os digo, que si no os volviereis, y fuereis
como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 18:3; 19: 13-14).

Para degradar doctrinalmente la condición de la raza humana con el fin


de exaltar sus nuevas doctrinas, las cuales no fueron predicadas en los
primeros cuatro siglos, Agustín afirmó que todos los recién nacidos
pertenecen a una masa de perdición:

En qué responsabilidad, por lo tanto, es un bebé justamente


castigado con tal ruina, si no es porque pertenece a la masa de
perdición, y es propiamente considerado como un hijo de Adán,
condenado bajo la atadura de la deuda antigua.[45]

El testimonio Bíblico nos afirma que los bebés no nacen condenados,


sino inocentes; “Y derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y
de sus hijas, que ofrecieron en sacrificio a los ídolos de Canaán” (Sal.
106:37-38). Ellos no pertenecen a una masa de perdición sino al reino de los
cielos. “…de los tales es el reino de los cielos” (Mt. 19:14).

Este obispo Católico Romano afirmó que los bebés nacen condenados a
causa del pecado original, y que el sacramento católico del bautismo era el
único camino de salvación de lo contrario serian castigados en el infierno.
Agustín escribió:

Los niños que mueren sin bautismo son condenados, aunque a


levísima pena. También por el pecado de Adán el cuerpo perdió los
dones de la gracia, luego puede afirmarse con verdad que los niños
que mueren sin bautismo estarán en un lugar de condenación, la
más ligera de todas... Los cristianos de Cartago tienen un excelente
nombre para los sacramentos, cuando dicen que el bautismo no es
otra cosa que la salvación... sin el bautismo y la participación de la
cena del Señor es imposible para cualquier hombre alcance el reino
de Dios o la salvación y la vida eterna.[46]

Podemos notar claramente que Agustín creía que los niños nacían
condenados por causa del pecado de Adán, y si morían en esa condición se
irían al infierno donde serían castigados a “una levísima pena”, por eso él
planteó como la solución a este problema, el Bautismo de infantes que
quitaba ese “horroroso pecado original”, y por esta razón la iglesia Católica
Romana bautiza los bebes, por causa de la teología de Agustín.

j) Los opositores de Agustín


Actualmente, para los seguidores de la doctrina del calvinismo, todo
aquel que se opone a la teología de Agustín son acusados de ser seguidores
de Pelagio, “pelagianos”. El chantaje del calvinismo es éste; si no eres
calvinista entonces eres pelagiano, si no aceptas el calvinismo como el
evangelio entonces eres un arminiano (seguidor de Jacobo Arminio),
ignorando así la historia del cristianismo primitivo que por su puesto existió
aun antes de Calvino y de Agustín, cerrando los ojos a los escritos de los
Padres Apostólicos, y haciendo caso omiso a las apologías de los cristianos
de los primeros siglos que enseñaron que los niños nacen inocentes.
También pasan por alto el registro histórico de escritores contemporáneos a
Agustín quienes se opusieron a sus herejías, uno de ellos fue Julián de
Eclanum, otro obispo de la recién nacida iglesia Católica Romana, este le
dijo a Agustín que declarando a los bebés recién nacidos culpables de
pecado y merecedores de castigo eterno convertía a Dios en un monstruo.
Julián se defendió ante esas doctrinas temerarias de Agustín diciendo:

Dime entonces, dime: ¿Quién es esta persona que impone castigo a


criaturas inocentes? …Usted contesta: ‘Dios’ dice usted, ¡Dios! ... Él
es el perseguidor de los recién nacidos: Él es quien envía los bebés
pequeños a las llamas eternas... Sería justo y adecuado tratarlo a
usted con tan bajo argumento: Usted ha ido tan lejos con ese
sentimiento religioso del pensamiento civilizado, tan lejos del
sentido común en que usted piensa que su Señor Dios es capaz de
cometer un crimen en contra de la justicia tal como es difícilmente
concebible incluso entre los bárbaros.[47]

A principios de diciembre del año 411 d.C., Agustín escribió la primera


obra contra los obispos latinos que se le opusieron, “El perdón de los
pecados y el bautismo de los pequeños”, donde aseguraba que Romanos
5:12 era la evidencia de su doctrina la cual decía que el pecado se
transmitió por propagación porque según él toda la humanidad era un solo
hombre cuando Adán pecó, y no que somos pecadores por la imitación
como Pelagio le refutaba, Agustín escribió:

Tenga en cuenta, el cuidado, la propiedad, la claridad con la que se


indica la siguiente cláusula: ‘En quien todos pecaron’ (Rom.5:12).
Porque si usted aquí ha entendido que el pecado que entró en el
mundo por un hombre en el cual todos han pecado, sin duda es claro
que los pecados personales de cada persona por la cual sólo ellos
pecaron son distintos de éste en el que todos hemos pecado, cuando
todos éramos ese solo hombre.[48]

La pregunta lógica que surge aquí, es ¿En qué parte de la Biblia dice
que todos éramos un solo hombre, o todos pecamos en Adán? Uno de los
obispos Católicos Romanos que se opuso rotundamente a Agustín fue el
obispo británico, Pelagio (354-420 d.C.), experto en griego, latín y en
Teología, superaba así en conocimiento al abogado Agustín. Pelagio
continuó la tradición patrística doctrinal sobre la culpabilidad individual de
la humanidad y el libre albedrío. Negó la existencia de todas las almas y
cuerpos en un solo hombre, en Adán, también admitió que el pecado de
Adán trajo desastres a la humanidad, pero que éste se propagó por ejemplo
o imitación y no por transmisión hereditaria como lo afirma Joanne
McWilliams en su obra “Encyclopedia of early christianity” o “La
Enciclopedia de la Cristiandad Primitiva,” esta obra dice:

La suposición de que los seres humanos han nacido con un sesgo


hacia el pecado era un insulto a Dios, según Pelagio. El pecado de
Adán tuvo consecuencias desastrosas para la humanidad; introdujo
la muerte y el hábito de la desobediencia. Pero este último se
propagó por ejemplo, no por descendencia física.[49]

Mientras Pelagio estaba en Roma se encontró con el comentario de la


carta a los Romanos de Ambrosiasters, y en respuesta a la mala
interpretación del griego, escribió su propio comentario de esta epístola
entre los años 405 y 410 d.C. En Romanos 5:12, Pelagio negó la transmisión
hereditaria del pecado, afirmando que la muerte pasó a todos por cuanto
todos pecaron al seguir el ejemplo de Adán, Pelagio afirmó:

Por tanto, como a través de una persona el pecado entró en el


mundo, y por medio del pecado la muerte. Por ejemplo o por
patrón... Y así como a través del primer pecado la muerte se
introdujo, así también a través de la justicia de este último la vida
fue recuperada. Y así la muerte pasó a todos los hombres, por
cuanto todos pecaron.[50]

Otro teólogo de esta región latina contemporáneo a Agustín que


interpretó este texto bajo la visión de la responsabilidad individual fue Cirilo
de Alejandría (378-444 d.C.), en su comentario de Romanos 5:12 escribió:

La humanidad se apartó del rostro del Dios santo, debido a que


desde los primeros días la conciencia [ha sido] ansiosamente
inclinada hacia el mal (Gen.8:21), y nuestras vidas eran todas
opuestas a la razón…Porque desde que hemos repetido la
transgresión de Adán, todos hemos pecado y hemos incurrido en las
mismas penas.[51]

No solo en la regiones latinas se encuentra registros opuestos a las


doctrinas de Agustín, también en otras regiones se han hallado registros
históricos de la interpretación de Romanos 5:12 contrarios a la visión
fatalista de Agustín, en este caso la de Teodoreto de Ciro (393-458 d.C.),
teólogo de la escuela de Antioquia en Siria, quien interpretó este texto de la
siguiente manera; “cada persona está bajo la sentencia de muerte, no a
causa del pecado del primer padre, sino a través de cada transgresión
propia de cada uno”.[52] Mientras los Padres de la iglesia de los primeros
siglos y los contemporáneos a Agustín interpretaban la caída de la
humanidad por causas individuales, Agustín aseguraba que todos nacían
con el pecado que Adán les había heredado.

k) La causa
Uno de los mayores motivos por el cual Agustín insistía en su error, era
porque en su juventud se absorbió profundamente en las filosofías paganas,
especialmente las gnósticas y las neo-platónicas, estas ideas influyeron en
su pensamiento para interpretar las sagradas escrituras. Agustín perteneció
a la secta de los maniqueos por nueve años. Se trataba de una secta
gnóstica “cristiana”, donde enseñaban que toda la materia es
inherentemente mala. Esta creencia gnóstica decía que el pecado podía ser
transmitido físicamente de una persona a otra. Por ello, muchos autores
relacionan las doctrinas de Agustín con el maniqueísmo. El historiador
Albert Henry Newman reconoce que la teología de Agustín estaba
influenciada por su pasado Maniqueista: “Agustín, el más grande de los
padres latinos, estuvo durante muchos años conectado con los maniqueos y
sus modos de pensamiento fueron muy afectados por esta experiencia”.[53]
La doctrina agustina del pecado original, con su creencia en la maldad
inherente en el cuerpo físico, es totalmente maniquea. Su idea de que el
pecado se propaga a través de la unión matrimonial, y que el deseo sexual
era pecado y que la codicia sexual en la procreación transmite el pecado
original, también era Maniqueista. Agustín construyó su doctrina del pecado
original sobre esta premisa, “el placer sexual en la procreación transmite
ese pecado,” como lo afirma Adolf Harnack, en su obra “History of Dogma”
o “La Historia del Dogma”:

Agustín imaginó matrimonios paradisíacos en los cuales los niños


eran engendrados sin lujuria, o, como dice Julián bromeando, ‘iban a
ser sacudidos de los árboles’. Todo lo que Agustín aquí defendía,
había sido creído desde hace mucho tiempo por Marción y los
gnósticos. De hecho, uno tendría que ser muy duro y sin el
maniqueísmo para no ser capaz de simpatizar con su sentimiento.
Pero ceder a esto tan lejos como lo hizo Agustín, sin rechazar el
matrimonio en consecuencia, sólo podía suceder en ese tiempo
cuando las doctrinas eran tan confundidas como lo fue en el siglo V.
[54]
Ya no es un misterio el origen de las doctrinas de Agustín, la
enciclopedia, “Agustín a través de las edades”, destaca un punto a favor de
Julián Eclanum en su debate con este obispo romano cuando le denuncio su
doctrina del pecado original diciendo que era de procedencia maniquea:

Julián [de Eclanum] encontró un excelente tema en el cual se


concentró en su debate con Agustín, al afirmar que el hablar de un
elemento malvado en el matrimonio causado por el pecado original
no era otra cosa que la doctrina maniquea, la de un elemento malo
existente en la naturaleza humana.[55]

l) Más opositores
No solo Julián de Eclanum y Pelagio se opusieron a la nueva doctrina
del obispo Católico Romano de Hipona, también hubo otros obispos en esa
época de otras regiones que no compartían la idea que los infantes venían
al mundo en pecado y en condenación, asi lo afirma el erudito de la era
patrística, Johannes Quasten, “los Padres de Capadocia, Gregorio
Nacianceno (389), Gregorio de Nisa (399), y Juan Crisóstomo (407),
compartían la opinión de que la humanidad participaban de la caída de
Adán, pero que los bebés estaban exentos de pecado”.[56] Otros fueron más
cautelosos con el manejo del texto Bíblico, como lo fue el teólogo de
Antioquia y exegeta bíblico Teodoro de Mopsuestia, (350-428 d.C.). Este vio
en el pecado de Adán una muerte original o corrupción original, y no un
pecado original heredado a la humanidad, Quasten escribió de Teodoro
diciendo que este:

Vio en el pecado de Adán el comienzo del pecado y de la muerte


para la humanidad, un punto de vista que Teodoro, fundamentó en
una lectura de Romanos 5:12: ‘Así como el pecado entró en el
mundo por un hombre, y la muerte entró por el pecado.[57]

El Historiador Pelikan dijo que Teodoro concluyó que las almas no se


heredaban, ni tampoco el pecado sino, “solamente la naturaleza humana
podía ser heredada, no el pecado”. [58]

Otro escritor cristiano que rechazó las nuevas doctrinas de Agustín en


aquella época fue Juan Casiano (360-435 d.C.), puesto que la doctrina
agustina hacía al hombre totalmente depravado e incapaz de hacer algo
bueno. Juan Casiano dijo que la condición del hombre propuesta por Agustín
era de una bestia irracional, muy contrario a la fe cristiana universal de sus
predecesores los cuales estaban a favor del libre albedrío. Casiano también
afirmó que no se le debe atribuir a la humanidad sólo lo malo y perverso por
su naturaleza física después de la caída de Adán, él afirmo:

Porque no hay que creer que Dios hizo al hombre de tal manera que
él nunca podrá ser capaz de lo que es bueno: o que él no le ha
concedido un libre albedrío, si Él le ha permitido únicamente querer
o ser capaz de lo malo, pero no desear o ser capaz de lo que es
bueno en sí mismo. Y, en este caso ¿cómo es hecha la primera
declaración del Señor acerca de los hombres después de la caída:
‘He aquí, Adán se ha vuelto como uno de nosotros, sabiendo el bien
y el mal’ Génesis 3:22. Porque no se puede pensar que él era
completamente ignorante de lo bueno. De lo contrario, tendríamos
que admitir que él fue formado como una bestia irracional e
insensata, lo cual es suficientemente absurdo y totalmente ajeno a
la fe… Adán, por tanto, después de la caída concibió un
conocimiento del mal, el cual no tenía antes, pero no perdió el
conocimiento del bien, el cual tenía desde antes. Finalmente, las
palabras del Apóstol muestran muy claramente que la humanidad no
perdió después de la caída de Adán el conocimiento del bien: como
él mismo dice: Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen
por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tienen ley, son
ley para sí mismos, ya que muestran la obra de la ley escrita en sus
corazones, su conciencia dando testimonio de ellos, y sus
pensamientos dentro de ellos, ya sea acusándoles y también
excusándoles... Romanos 2:14-16… Por lo tanto, debemos tener
cuidado de no hacer referencia a todos los méritos de los santos al
Señor de tal manera que no se le atribuya nada sino lo que es malo
y perverso a la naturaleza humana.[59]

No solo el pensamiento de Casiano, contemporáneo a Agustín, era


contrario a la doctrina del pecado original, también toda persona pensante
puede razonar y rechazar sus doctrinas, un simple raciocinio podría
concluir; que, si todos los seres humanos nacen totalmente depravados,
entonces se le está atribuyendo a Dios la causa de todos los pecados en la
humanidad puesto que Dios es nuestro creador (Sal.100:3) y Él no crea
pecadores, ni los seres humanos nacen pecadores como lo afirma el
calvinismo, sino que nacen siendo bebes inocentes como lo estoy
planteando a través de las escrituras y la historia patrística.

m) Origen del dogma

A través de la influencia de los escritos de Juan Casiano y otros obispos,


el Concilio Católico Romano de Arlés en el año 473 d.C. condenó ciertas
posiciones agustinas del pecado original como la negación de la
cooperación entre la obediencia humana y la gracia divina, y la destrucción
del libre albedrío después de la caída de Adán. El concilio de Arles concluyó:
“El esfuerzo del hombre y su empeño, es para ser unido con la gracia de
Dios. El libre albedrío del hombre no se ha extinguido, pero si se ha
deformado y debilitado”.[60]

Ninguno de los escritores, apologistas, pastores, obispos y teólogos de


la Iglesia Primitiva a través de los cuatro primeros siglos, afirmó que la
“doctrina del pecado original” pertenecía a la esencia del evangelio o “la fe
que una vez fue dada a los santos” (Judas 1:3). La doctrina del pecado
original no aparece en un credo de la iglesia sino hasta el Concilio de
Orange (529 d.C.), y esto debido a la influencia de los escritos de Agustín,
como lo confirma el historiador Pelikan:

No se hace mención de la doctrina (pecado original) ni en las normas


de la fe, ni en los credos bautismales locales de la época, o en los
Concilios ecuménicos de Nicea (325), Primer Concilio de
Constantinopla (381), concilio de Éfeso (431) y Calcedonia (451) los
cuales fueron dando forma a las convicciones teológicas
fundamentales de la Iglesia post-constantiniana.[61]

Más tarde la iglesia Católica Romana, en el Concilio de “Orange” (529


d.C.), contradijo el concilio de Arles, donde se condenó la creencia la cual
decía que la gracia de Dios viene a petición humana, lo hicieron así para
favorecer la visión Agustina, pues estos obispos modificaron la doctrina del
pecado original para así convertirla en la doctrina oficial de la iglesia
Católica Romana. Esta misma doctrina seria abrazada por algunos
reformadores que apelaron a los escritos de Agustín para restaurar la
cristiandad de la iglesia tradicional, el error de estos fue que no investigaron
esta doctrina más allá de Agustín, por este motivo esta doctrina es parte de
la teología sistemática de las iglesias reformadas. En este concilio,
(Orange), se estableció algunas ideas fundamentales de la doctrina
calvinista de la total depravación e inhabilidad total del hombre, algunos
apartes de este concilio dicen:

el pecado del primer hombre ha deteriorado y debilitado tanto el


libre albedrío que como consecuencia nadie puede amar a Dios
como debería. Tampoco pueden creer en Dios, o hacer el bien por
causa de Dios al menos que la gracia y la misericordia de Dios vayan
delante de él.[62]

Muchos se preguntan, ¿Cómo pudo una enseñanza que violó los


principales criterios de la verdad en la recién nacida iglesia Católica Romana
convertirse en dogma? La respuesta la encontramos en los intereses de
esta iglesia y los intereses políticos de los monarcas de aquel entonces,
estos intereses fueron la base donde Agustín apoyó su doctrina, según
afirma Elaine Pagels, profesora de religión en la Universidad de “Princeton”:

La verdad sea dicha, esto tuvo que ver con la política, no con lo que
era bíblico, o de conformidad con la regla de fe, o la catolicidad de la
enseñanza en todas las iglesias. Agustín, además de ser un
polemista brillante, era un político estratégico que sabía cómo
utilizar las estructuras de poder de la iglesia romana, así como el
gobierno imperial y sus militares para servir a sus propósitos
teológicos y eclesiológicos.[63]

Para tener la aprobación de los jerarcas católicos, Agustín no se basó


únicamente en el argumento teológico, sino que uso el apoyo de cabilderos
bien situados en la corte imperial, buscó la intervención del emperador y el
papa. Así Pelagio fue acusado falsamente como el líder de un movimiento
secreto que supuestamente enseñó a la gente cómo salvarse a sí mismos
sin necesidad de recurrir a los sacramentos de la iglesia Católica Romana:

El Papa Inocencio, quien murió en marzo del 417 d.C., no estaba


convencido. Tampoco lo estaba [el Papa] Zósimo en su comienzo,
quien fue su reemplazo... El 30 de abril del 418 d.C., el emperador
ordenó que Pelagio y Celestio fueran expulsados de la ciudad.
Después Zósimo, tardíamente, condenó la recién definida ‘herejía’, y
excomulgó y desterró a dieciocho obispos italianos que se negaron a
respaldar la condena oficial.[64]

A mi parecer, la iglesia occidental o latina, aceptó la teología de Agustín


y rechazó la doctrina de Pelagio solamente por intereses políticos y
religiosos. Si la recién nacida iglesia Católica Romana hubiera aceptado la
doctrina de Pelagio, entonces tendrían que haber reconocido la doctrina de
los padres orientales quienes enseñaban que los infantes no nacían en
pecado, por lo tanto, la iglesia Romana no hubiera tenido el control religioso
y el poder político de las futuras generaciones que si le ofrecía la doctrina
del pecado original y el sacramento del bautismo de infantes propuesto por
Agustín. Esta misma conclusión la afirma James Boyce en su libro “Born
Bad” o “Nacido Malo”:

la jerarquía de la Iglesia entendió que la única razón por la que todo


el mundo necesita el bautismo católico era porque todos, no
importaba qué tan piadoso o casto eran, todos habían heredado el
pecado de Adán y por lo tanto, estaban destinados para el infierno.
[65]
A pesar de que la doctrina de Agustín, “el pecado original”, se basó en
una traducción errónea del texto y en una exégesis defectuosa del mismo, y
fue apoyada solo por intereses políticos, esta teología de acuerdo al
historiador Pelikan, se convirtió en un dogma de la Iglesia Católica Romana
y algunas iglesias protestantes, desde:

El Concilio de Orange 529, y se repite en muchos credos y


confesiones de fe, por ejemplo, la luterana: la de Augsburgo, 1530;
la de la iglesia Católica Romana: Concilio de Trento, 1563-1564; La
de la iglesia Reformada: Segunda Confesión Helvética, 1566;
Confesión de Westminster, 1646; La de los Anglicanos: Treinta y
nueve artículos, 1563; La del Metodismo: Artículos de Religión, 1784.
[66]

La iglesia Católica Romana moderna, continúa con la antigua estrategia


de control y dominio de los pueblos a través de la doctrina del pecado
original y la salvación a través del bautismo de infantes. EL Catecismo de la
Iglesia Católica declara:

Nacidos con una naturaleza humana caída y manchada por el


pecado original, los niños también tienen necesidad del nuevo
nacimiento en el Bautismo para ser liberados del poder de las
tinieblas y traídos al reino de la libertad de los hijos de Dios, a la que
todos los hombres son llamados.[67]

n) Teoría del “pecado original” en la reforma y la


era moderna
El movimiento de la reforma anabaptista menonita en el siglo XVI
rompió con el catolicismo y la interpretación protestante del pecado
original. Ellos rechazaron el término anti Bíblico “pecado original,” y
aceptaron fielmente la doctrina de Ezequiel 18:4, por ello en su teología
interpretaban este texto de esta manera:

Es sólo la persona quien peca la que morirá, y el versículo 20 enseña


que ‘la persona que pecare, esa morirá. Un niño no llevará el pecado
del padre, ni el padre sufrirá por la iniquidad del niño; la justicia del
justo será la suya, y la maldad del malo será por la de él mismo.[68]

Los Anabaptistas se opusieron a la iglesia católica romana y a los


reformadores por el hecho de que estos bautizaban niños para la remisión
del “pecado original”. Ellos creían que el bautismo era para personas
adultas consientes del verdadero arrepentimiento, por eso fueron llamados
anabaptistas que significa “los re-bautizadores”. También creían que los
seres humanos habían heredado de Adán una poderosa inclinación a pecar,
pero sólo por elección:

Mientras rechazaban el concepto de Pecado Original, los


Anabaptistas creyeron que el pecado de Adán y Eva era real y éste
introdujo dentro del mundo una poderosa tendencia o inclinación a
pecar el cual resultó en una pecaminosidad universal, pero esto era
una pecaminosidad por elección y no por naturaleza.[69]

Por el contrario, el reformador Martin Lutero (1483-1546 d.C.) resucitó


la posición de Agustín que hace a la humanidad culpable por causa del
pecado de Adán. La razón por la que Lutero creía en la doctrina del “pecado
original” era por causa de su formación teológica en el seminario católico
romano bajo la orden de los frailes Agustinos, Lutero dijo:

Por un pecado, Adán hace que todos los que han nacido de él,
nazcan culpables de su mismo pecado, y les da a ellos lo que él
tiene, aunque es bastante extraño para ellos... Por lo tanto, estamos
condenados por un pecado extraño.[70]

De acuerdo a las escrituras nadie se hace culpable por un pecado


extraño o ajeno. Por ejemplo; cuando Coré se rebeló contra Moisés y Aarón,
y arrastró con engaño a muchos en Israel, Dios iba a Juzgar a todo Israel por
causa de ese pecado. La escritura dice que Moisés y Aarón “…se postraron
sobre sus rostros, y dijeron: Dios, Dios de los espíritus de toda carne, ¿no es
un solo hombre el que pecó? ¿Por qué airarte contra toda la congregación?”
(Núm.16:22). Dios no castigó a todo Israel por el pecado de un solo hombre
sino a Coré y a sus seguidores que conspiraron. Ni siquiera castigó a los
hijos de Coré por el pecado de su padre, “Mas los hijos de Coré no
murieron” (Núm. 26:11), este ejemplo refleja la verdadera justicia de Dios la
cual es muy contraria a la doctrina del pecado original, razón por la cual es
anti Bíblico creer que por el pecado de Adán todos nacen culpables.

o) ¿Es la concupiscencia la evidencia del pecado


original?

La Confesión de Fe de Augsburgo (1530), o “el credo del luteranismo”,


dice que la evidencia del pecado original en los seres humanos es la
concupiscencia con la que aparentemente todos nacen, y que el bautismo
infantil libra a los niños de la condenación eterna causada por este pecado,
esta declaración doctrinal dice:
Todos los hombres, nacidos según la naturaleza, nacen con pecado,
es decir, con la concupiscencia, sin el temor de Dios, sin la confianza
para con Dios y que esta enfermedad original o defecto es
realmente un pecado que trae condenación y la muerte eterna a
aquellos quienes no son renacidos a través del bautismo y el Espíritu
Santo.[71]

Ni la Biblia, ni la teología histórica enseñan que los seres humanos


nacen con pecado, tampoco Dios crea seres humanos con “esta
enfermedad original” llamada “concupiscencia”, en esta parte haré un
breve análisis de este término y su teología. Este término “concupiscencia”
que en griego es “epithumia”, o “deseo intenso,” sea por lo bueno
(Lc.22:15), o por lo malo (1Tes.4:5), no tiene su origen en la concepción
como los antiguos gnósticos lo afirmaban, sino en la tentación. Cuando el
niño ha alcanzado la edad de responsabilidad moral o de consciencia
(Isa.7:15-16), viene el mandamiento de Dios (Rom.7:9) y también viene el
pecado, este último es representado en Génesis como una fiera que está a
la puerta del corazón asechando, listo para atrapar y gobernar al individuo;
“…el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú
puedes dominarlo” (Gen.4:7 NVI). Por un lado, el mandamiento produce un
deseo bueno de agradar a Dios, mientras que el pecado tomando ocasión
del mandamiento produce u origina el deseo de quebrantar el
mandamiento, este deseo malo Pablo lo llama la “epithumia” o
“concupiscencia”; “Mas el pecado, tomando ocasión por medio del
mandamiento, produjo en mí toda clase de concupiscencia; porque sin la ley
el pecado está muerto. (Rom.7:8 RVR1977).

También debemos entender que la Biblia nunca dice que la carne es


pecaminosa, más bien aceptemos el concepto bíblico que el Señor mismo
afirmó diciendo “la carne es débil” (Mat.26:41). Y como nacimos con un
alma inocente, pero con una carne débil (Rom.8:3, 5:6), corruptible
(1Cor.15:50) y mortal (1Cor.15:53-54), entonces el pecado tomó ocasión de
ello, nos engañó fácilmente, y por ello todos pecamos por primera vez y nos
volvimos responsables ante Dios. Esto sucedió en el inicio de la edad de
consciencia, cuando el pecado por primera vez produjo en nosotros estos
deseos intensos de pecar o la famosa “concupiscencia,” después, esta nos
llevó lejos del mandamiento, y nos sedujo (Stg.1:14), y nosotros concebimos
en el corazón y dimos a luz el pecado (Stg.1:15). Es decir, el pecado que
estaba afuera nos “sedujo,” y nos “engañó” para que diéramos a luz el
pecado que iba a reinar en nuestro cuerpo mortal para matarnos
espiritualmente, “el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me
engañó, y por él me mató” (Rom.7:11, Stg.1:15). De esta manera todos los
seres humanos nos “desviamos del camino” (Rom.3:12), y nos hicimos por
primera vez responsables moralmente delante de Dios (Rom.3:9) a través
de la ley de la consciencia (Rom.2:15). De esta manera fuimos constituidos
individualmente pecadores y culpables ante la justicia y santidad divina
(Rom.3:23), desde el momento que fuimos hechos responsables
moralmente delante de la justicia divina, y no desde la concepción como
dice el calvinismo; “la intención del corazón del hombre es mala desde su
juventud” (Gen.8:21 BLA).

Después de que ese primer pecado entra al corazón del individuo, este
se vuelve “carnal, vendido al pecado” (Rom.7:14), y este pecado que estaba
antes afuera, ahora mora en él y reina en su cuerpo mortal (Rom.6:12).
Pablo escribió sobre su vida pasada, exactamente cuando vivía en los
deseos de la carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos
(Efe.2:3), cuando su cuerpo obedecía a sus concupiscencias, él dijo;

yo sé que, en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el


querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien
que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no
quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí (Rom.7:18-
20).

Después exclamó diciendo; “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de


este cuerpo de muerte? (Rom.7:24). Luego se respondió así mismo, “la ley
del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de
la muerte” (Rom.8:2) y finalmente dijo la manera como Cristo lo libró de
esta “ley del pecado” que estaba en sus miembros o en la carne, “porque lo
que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios,
enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado,
condenó al pecado en la carne” (Rom.8:3), es decir, en la cruz Cristo nos
sustituyó al crucificar la carne por nosotros, “nuestro viejo hombre fue
crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido,
a fin de que no sirvamos más al pecado” (Rom.6:6), razón por la cual los
cristianos que andan en el Espíritu y no en la carne (Rom.8:1) “han
crucificado la carne con los afectos y concupiscencias” (Gal.5:24 RVA).

En conclusión, los hombres no nacen con una carne pecaminosa que


posee la concupiscencia heredada de Adán, sino que nacemos con una
carne débil, corruptible y mortal. En la etapa de conciencia, cuando el
mandamiento viene por primera vez, el pecado como agente externo
produce por primera vez en nosotros los malos deseos o la concupiscencia
la cual atrae nuestra conciencia lejos del mandamiento, para seducirnos y
engañarnos, a fin de que concibamos y demos a luz el pecado en el
corazón, y este cuando es exteriorizado produce la muerte. La
concupiscencia no es ninguna evidencia de una naturaleza pecaminosa
heredada de Adán.
p) Surgimiento de la doctrina de la depravación
total

Desde la visión estoica del alma, tomada de Tertuliano, a la visión


maniquea del cuerpo, Agustín le heredó a Juan Calvino las bases para
formular una nueva doctrina nunca antes predicada en la cristiandad
ortodoxa, esta era la depravación total y la inhabilidad total. Calvino definió
el pecado original como la total depravación que Adán le heredó a toda la
humanidad, así lo escribió en su obra, “Institución de la religión cristiana”:

Una depravación hereditaria y la corrupción de nuestra naturaleza,


difundida en todas las partes del alma, la cual nos hace primero
sujetos a la ira de Dios... Todas las partes del alma estaban poseídas
por el pecado después de que Adán abandonó la fuente de la
justicia... Todo en el hombre está abrumado - como por un diluvio -
de pies a cabeza, de modo que ninguna parte es inmune del pecado
y que todo lo que sale de él es para ser imputado al pecado.[72]

Juan Calvino como su maestro Agustín, faltaron a la verdad Bíblica,


puesto que los seres humanos no nacen con todas las partes del alma
poseídas por el pecado. Los primogénitos en Israel al nacer eran llamados
santos y no totalmente depravados, Lucas citando la Septuaginta escribió;
“Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor” (Lc.2:23).
Aunque no todos los niños son Israelitas ni primogénitos, ni son llamados
santos al señor, todos si nacen inocentes, sin el espurio pecado de Adán ni
su falsa culpabilidad, y menos su ficticia naturaleza pecaminosa. El
calvinismo dice que todos los humanos nacen totalmente depravados y por
ello aborrecen a Dios, pero la Biblia describe a niños que no nacen
aborreciendo a Dios, por ejemplo; Juan el Bautista no nació totalmente
depravado sino lleno del Espíritu Santo, “y será lleno del Espíritu Santo, aun
desde el vientre de su madre” (Lc.1:15), si el calvinismo acepta que este
profeta nació totalmente depravado e inhabilitado para hacer lo bueno está
aceptando que alguien lleno del Espíritu Santo es un depravado total e
incapaz de agradar a Dios y es un aborrecedor de Dios.

Los niños no nacen con almas poseídas por el pecado, ellos nacen con
una conciencia limpia de la cual no siempre sale el pecado. “Porque cuando
los gentiles que no tienen ley… [Muestran]…la obra de la ley escrita en sus
corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles
sus razonamientos” (Rom. 2:14-15). Dios les da a los seres humanos una
conciencia la cual nos acusa de los actos malos y defiende de los buenos.
Aun en aquellos que rechazan al Señor, tienen una conciencia que algunas
veces les impide pecar más allá de lo que pueden, (Jn.8:9). Aunque algunos
tienen la conciencia cauterizada (1Tim.4:2), no quiere decir que todos los
seres humanos nacen con una conciencia cauterizada y poseída por el
pecado como lo enseñó Calvino. La Biblia dice: “Lámpara de Jehová es el
espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón” (Prov.
20:27), este mismo verso en la Biblia, “Traducción en Lenguaje Actual,”
dice; “Dios nos ha dado la conciencia para que podamos examinarnos a
nosotros mismos”, esto indica que la conciencia, que es parte del alma, no
nace totalmente depravada, dominada por el pecado como lo afirmó el
calvinismo.

La depravación total formulada por Juan Calvino (1509-1564 d.C.), es el


resultado del dogma Católico Romano “El Pecado Original.” La depravación
total es una doctrina nueva, su término no se encuentra en la Biblia ni
tampoco en la historia, fue acuñado solo hasta el siglo 16 y 17. La Biblia
misma contradice esta nueva doctrina, por ejemplo; “Cuando Jesús vio a
Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en
quien no hay engaño” (Jn.1:47). Natanael era un pecador, estaba muerto
espiritualmente en sus delitos y pecados, necesitaba la salvación, la
regeneración, la justificación, la adopción, la reconciliación. Sin embargo, él
no estaba totalmente depravado, ni “Todas las partes del alma estaban
poseídas por el pecado” como el calvinismo lo propone, pues Jesucristo
evaluó su estado antes de ser salvo al afirmar; “He aquí un verdadero
israelita, en quien no hay engaño” (Jn.1:47). Aunque no era salvo, había
algo de bueno en él, de tal forma que el creador del cielo y la tierra lo
evaluó y testificó de él públicamente. Otro ejemplo lo encontramos en
Cornelio quien no era salvo como Natanael, pero Pedro testificó de él y de
muchos en todas las naciones que, aunque están muertos espiritualmente
por causa del pecado, no están totalmente depravados ni totalmente
inhabilitados para buscar y agradar a Dios, pues “en toda nación se agrada
del que le teme y hace justicia” (Hch.10:35).

q) Surgimiento de la doctrina de la inhabilidad


total
Al igual que Agustín, Calvino no estaba de acuerdo con la opinión
predominante de los cristianos de los primeros siglos, los cuales afirmaban
que la voluntad humana es libre; según Calvino, los seres humanos nacen
incapaces de hacer algún bien en relación con Dios y su reino. Este punto
de vista dentro del calvinismo se llama “la total inhabilidad”, Calvino
escribió:

A causa de la esclavitud del pecado por el cual la voluntad se había


sujetado, ésta no puede moverse hacia el bien, y mucho menos
aplicarse así misma al bien; Porque un movimiento de este tipo es el
principio de la conversión a Dios, que en la Escritura lo atribuye
totalmente a la gracia de Dios.[73]

La historia patrística y las escrituras testifican todo lo contrario a la


visión gnóstica de la supuesta maldad humana inherente en su naturaleza.
La Biblia habla de muchos casos, continuemos con el caso de Cornelio, el
centurión romano. Antes de reunirse con Pedro, Cornelio no era salvo, no
era nacido de nuevo, pero a pesar de ello, un ángel del Señor se le apareció
y le habló diciendo de Pedro, “él te hablará palabras por las cuales serás
salvo tú, y toda tu casa” (Hch.11:14). Este mismo ángel le dijo una verdad
que estropea la doctrina de la inhabilidad total del calvinismo, puesto que
Dios reconoce en Cornelio acciones buenas que agradaron a Dios antes de
ser salvo, dando a entender que la voluntad de Cornelio no estaba
inhabilitada para hacer el bien delante de Dios “Tus oraciones y tus
limosnas han subido para memoria delante de Dios” (Hch.10:1-4). Algunos
pecadores Como Cornelio, aunque pueden hacer buenas obras delante de
Dios, éstas no lo salvan porque el que justifica, santifica, reconcilia,
regenera y redime es el Señor Jesucristo, pero no podemos negar el hecho
de que el hombre sin la regeneración puede hacer algunas cosas buenas
que agradan a Dios, pues el Señor mismo le dijo a Caín “Si haces lo bueno,
¿acaso no serás enaltecido? Pero, si no lo haces, el pecado está listo para
dominarte. Sin embargo, su deseo lo llevará a ti, y tú lo dominarás”
(Gen.4:7 RVC). Cabe destacar que Caín no nació con el pecado de Adán
dominándolo, depravándolo, inhabilitándolo e impidiéndole así hacer algo
bueno delante de Dios, pues Dios mismo le dice a Caín dos verdades
irrefutables: Primeramente; que él podía hacer lo bueno, “Si haces lo bueno,
¿acaso no serás enaltecido?” Segundo; él no nació con el pecado de su
padre o de otro, sino que el pecado iba a entrar a él, para dominarlo y
controlarlo si no hacia lo bueno, “si no lo haces, el pecado está listo para
dominarte.” Finalmente, después de recibir esa palabra divina, Caín podía, a
través de esa palabra, dominar ese pecado que quería entrar en él “No
obstante, tú puedes dominarlo.” (NBD).

Juan Calvino no se conformó sólo con depravar al hombre e inhabilitarlo


en sus escritos, sino que apoyó la opinión maniquea de Agustín la cual decía
que el cuerpo humano era pecaminoso y abominable ante Dios. “La
totalidad de la naturaleza humana... es como si fuera un semillero del
pecado. . . abominable para Dios. . .. [Esta naturaleza humana] produce
constantemente nuevos frutos”.[74] De acuerdo a las escrituras lo que es
pecaminoso no es el cuerpo sino las obras de la carne (Gal.5:19-21) puesto
que en el creyente, el cuerpo es el templo del Espíritu Santo. (1Cor.6:19).
Por eso Pablo dijo, “Por tanto, os ruego hermanos por las misericordias de
Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a
Dios, que es vuestro servicio racional.” (Rom.12:1 RVG). Si para Juan Calvino
el cuerpo humano era pecaminoso, entonces los infantes eran totalmente
detestables para Dios como el mismo lo escribió:

Los niños... Porque, a pesar de que los frutos de su iniquidad


[pecado] aún no han salido, ellos tienen la semilla dentro de ellos.
En efecto, toda su naturaleza es una semilla del pecado; por lo
tanto, ésta sólo puede ser detestable y abominable para Dios.[75]

Cristo no se indignó por la naturaleza de los niños, sino por la actitud


de sus discípulos y de estos maestros que con estas enseñanzas impiden
que los niños vengan a Cristo;
Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos
reprendían a los que los presentaban. Pero cuando Jesús vio esto, se
indignó y les dijo: Dejad que los niños vengan a mí; no se lo
impidáis, porque de los que son como éstos es el reino de Dios
(Mar.10:13-14).

Calvino no tuvo escrúpulos para ir mucho más allá del lenguaje simple
de las escrituras, sino que tomó prestado algunas expresiones del lenguaje
más puro del filósofo Platón. Calvino escribió diciendo una verdad Bíblica
“nuestra patria no está en la tierra” pero la mezcló con la filosofía platónica
la cual afirmaba que el cuerpo es una prisión del alma;

si el cielo es nuestra patria, lo que es nuestra vida en la tierra no es


otra cosa que un paso a través de un país extranjero, y, en esa
medida la tierra es un anatema para nosotros por causa del pecado,
¿qué es esto sino otra cosa que nuestro exilio y el destierro? . . . Si la
libertad está siendo liberada desde este cuerpo, ¿qué es el cuerpo
sino otra cosa que una prisión?[76]

La enciclopedia de “Agustín a través de las edades” expone el


pensamiento platónico de Juan Calvino como parte de su teología:

Estrictamente, la noción de que el cielo es la tierra natal del alma y


que nuestra vida en la tierra es el paso por un país extranjero
implica la doctrina platónica de la preexistencia (del alma) y es
tomado, de hecho, desde Phaedrus de Platón, la descripción del
cuerpo como prisión del alma se toma casi literalmente del Phaedo…
Las vacilaciones de Calvino con lo que él llama las ‘sutilezas’ de
Agustín a veces parecen sugerir un celo, no sólo por las Escrituras,
sino también por la Ortodoxia platónica.[77]

Estas doctrinas nuevas como; “la depravación total y la inhabilidad


total,” originarias de Agustín de Hipona y Juan Calvino, jamás fueron
predicadas en la cristiana ortodoxa por más de 1500 años. Los seguidores
de las enseñanzas de Calvino al ver el ascenso de la teología de Jacobo
Arminio se reunieron en Holanda en los años 1618 y 1619 para hacer su
propio concilio, en el Sínodo de Dort, para así rechazar la teología de
Arminio. En varios puntos la teología de Jacobo Arminio estaba más en
armonía a los escritos de los padres de la iglesia que la teología de Agustín
y Calvino. Los teólogos calvinistas establecieron en este concilio la doctrina
reformada en el acrónimo de cinco puntos el TULIP. Estas doctrinas,
descritas en el documento final llamado Cánones de Dort, son también
conocidas como los Cinco puntos del calvinismo.

r) Tres divisiones de la doctrina del pecado original


Actualmente el calvinismo está dividido en tres teorías acerca del
pecado original; La Teoría realista de Agustín, la teoría federal y la de
imputación inmediata, veamos un breve análisis de cada una de ellas:

(1) La teoría realista de Agustín: Según esta teoría, en virtud de la


unidad orgánica, todo el género humano (almas y cuerpos) existían en Adán
en el momento de su transgresión. Razón por la cual, en el pecado de Adán
todos han pecado y están totalmente depravados e incapaces de lo bueno y
están condenados. Todos los pecados son transmitidos desde Adán. Esta
teoría afirma que: la depravación e inhabilidad total es heredada, el pecado
de Adán es heredado y la culpa y condenación de Adán es heredada.

(2) La teoría federal: Creada por Cocceius en el siglo 17 d.C. Esta


teoría dice que Adán era aparentemente el representante legal o cabeza
federal de la raza humana. Al pecar, Dios imputa su pecado, culpa y
condenación a todos sus descendientes. Esta doctrina es llamada también;
la condenación por pacto y la teoría de imputación inmediata. Acá también
la depravación e inhabilidad total, como el pecado con su culpa y
condenación es heredada.

(3) La teoría de la imputación mediata: Teoría de la condenación por


depravación. Formulada por Placeus en el siglo 17 d.C. Según esta teoría,
todos los hombres han nacido con una naturaleza depravada y son
culpables y condenados por causa de esta naturaleza heredada de Adán. En
esta teoría el hombre hereda la depravación, la inhabilidad y la naturaleza
pecaminosa de Adán, pero no es culpable por el pecado de Adán como en la
teoría federal.

Una forma clara de entender que estas teorías no son más que simples
hipótesis, es que las mismas no tienen fundamento Bíblico ni tienen
armonía entre sus propagadores. Los teólogos calvinistas están tan
divididos con respecto a estas doctrinas que entre ellos mismos se
contradicen, por ejemplo: Los teólogos, Charles Hodge y Louis Berkhof, de
la teoría Federal (2) están en contra de la teoría Agustiniana o realista (1),
Hodge afirma:

La teoría realista (Agustín) no puede ser admitida. La suposición de


que actuamos miles de años antes de que naciéramos, a fin de ser
personalmente responsables de dicho acto, es una suposición
monstruosa... que nosotros hubiésemos actuado antes de que
existiéramos es una imposibilidad absoluta... que éramos los
agentes de ese acto, que nuestra voluntad y razón se ejercitaron en
esa acción como para que personalmente fuéramos responsables de
este acto y sus consecuencias, es absolutamente inconcebible.[78]

Berkhof, dice de la teoría Agustina (1):

No explica por qué los descendientes de Adán son responsables de


su primer pecado, y no por sus pecados posteriores, ni por los
pecados de todas las generaciones de antepasados que siguieron a
Adán. Tampoco se da una respuesta a la pregunta importante, ¿por
qué Cristo no se hace responsable de la comisión real del pecado en
Adán?, porque ciertamente Cristo comparte la misma naturaleza
humana, la naturaleza con la cual realmente pecó en Adán.[79]

Por otro lado, hay teólogos calvinistas que defienden la teoría del
Traducianismo para abogar por la teoría de Agustín (1) y así rechazan la
teoría Federal (2), Augustus Hopkins Strong es uno de ellos, él escribió:

(La Teoría Federal) impugna la justicia de Dios al dar a entender: que


Dios hace a los hombres responsables de la violación de un pacto de
los cuales ellos no tenían parte en el establecimiento...Nosotros
nunca autorizamos a Adán para hacer tal pacto... Que sobre la base
de este pacto es que Dios constituye a los hombres como pecadores
quienes no son pecadores... Que, después de constituir a los
hombres para que sean pecadores quienes no son pecadores, Dios
los hace pecadores al inmediatamente crear cada alma humana con
una naturaleza corrupta, como corresponderá a su decreto. Esto no
es sólo para asumir una visión falsa del origen del alma, sino
también para hacer de Dios directamente el autor del pecado.[80]

Los calvinistas: Augustus Hopkins Strong quien defiende la teoría de


Agustín (1), juntamente con Charles Hodge y Louis Berkhof, quienes
defienden la Teoría Federal (2), rechazan la teoría de la Imputación Mediata
(3), basados en el siguiente argumento:
Desde el origen de esta naturaleza corrupta no se puede
responsabilizar la culpabilidad del hombre, la herencia del hombre
de esta naturaleza debe ser considerada a la luz de una imposición
divina y arbitraria, una conclusión la cual refleja la justicia de Dios.
El hombre no sólo es condenado por una pecaminosidad de la cual
Dios es el autor, sino que también es condenado sin ninguna
probación real.[81]

Todas estas contradicciones debatidas entre los mismos defensores del


“pecado original” deducen claramente la poca veracidad de la misma. Lo
cierto de este debate teológico, es que la doctrina del pecado original no
fue enseñada en los primeros tres siglos de la era cristiana, por lo tanto,
esta enseñanza que fundamenta la doctrina calvinista de “la depravación
total” no es ni Bíblica ni histórica.

s) Conclusión
La enseñanza del “pecado original” no era parte de las doctrinas
cristianas de la Iglesia primitiva. Ni los padres Apostólicos, ni los apologistas
de los primeros siglos de las iglesias del oriente, enseñaron que los seres
humanos “heredamos la culpa y una naturaleza pecaminosa a causa del
pecado de Adán”. Esta doctrina de la total depravación del hombre por
causa del pecado de Adán, tiene su rastro histórico hasta el siglo V en las
obras de Agustín de Hipona. La literatura judía escrita desde el año 200
a.C. hasta el 200 d.C. no contiene evidencia de esta enseñanza. Los padres
Apostólicos y post Apostólicos, (30 d.C. al 200 d.C.) como Bernabé, Justino
mártir, Ireneo, Taciano, creían en el libre albedrío del hombre, también
creían que la condenación venía a causa de la responsabilidad individual por
el pecado y que los bebés nacían sin pecado. Clemente de Alejandría (150-
215 d.C.), no creía que los niños nacían con el pecado original. Metodio,
obispo de Olimpo (260-311 d.C.) rechazó la interpretación alegórica de
Génesis 3, incluyendo los términos “caída” y “corrupción”. Cirilo de
Jerusalén (315-386 d.C.) enseñó que los niños estaban sin pecado al nacer,
pero con un sesgo heredado hacia el pecado. Los padres de Capadocia
(Turquía): Basilio el Grande (330-379 d.C.), Gregorio Nacianceno (330-390
d.C.), Gregorio de Nisa (335-394 d.C.), juntamente con la escuela de
Antioquía en Siria y sus maestros como; Juan Crisóstomo (350-407 d.C.) y
Teodoro de Mopsuestia (350-428 d.C.), predicaron sobre la responsabilidad
individual, pero nunca enseñaron que el pecado y la culpa de Adán son
transmitidos o imputados a la humanidad. De hecho, en la actualidad la
Iglesia Ortodoxa Oriental continúa con la misma enseñanza de sus
antepasados, el pecado ancestral y no el pecado original.
Fue hasta el siglo III, en las iglesias occidentales o latinas, donde
germinaron las primeras ideas filosóficas que formarían poco a poco las
bases esenciales de la doctrina de la total depravación. Tertuliano de
Cartago (155-220 d.C. Norte de África), apeló a la filosofía griega del
estoicismo para explicar la procedencia de las almas en su famosa teoría
del traducianismo. Esta misma explica que todas las almas y cuerpos
estaban en Adán, pero a pesar de ello, nunca predicó que el pecado, la
culpabilidad y la naturaleza pecaminosa se heredan, por el contrario, él dijo
que los niños son inocentes.

Tomando como referencia el traducianismo de Tertuliano, Cipriano de


Cartago, (200-258 d.C.) enseñó por primera vez que el pecado y la muerte
son heredados, los niños son culpables del pecado de Adán. Ambrosio (339-
397 d.C.) quien fuera obispo de Milán, añadió algo más a la supuesta
culpabilidad heredada de Adán, según él; los niños son culpables de los
pecados de sus antepasados.

Fue el obispo Católico Romano Agustín de Hipona (354-430 d.C.) quien


menciona por primera vez (397 d.C.) el término “pecado original” para decir
que los niños nacen culpables y merecedores del infierno con una
naturaleza totalmente depravada e inhabilitada. Según Agustín, el bautismo
y la eucaristía de la iglesia Católica Romana era el medio de salvación, por
eso escribió y promovió el bautismo de infantes para la salvación del
pecado original. Martin Lutero y Juan Calvino siendo educados por la orden
Agustina, promovieron la doctrina del “pecado original” la cual convertía a
los bebes en seres pecaminosos y culpables del juicio eterno, y con una
naturaleza totalmente depravada heredada de Adán. Por esta razón el
calvinismo enseña que todos los seres humanos nacen totalmente
depravados e inhabilitados, incapaces de hacer algún bien delante de Dios,
incapaces de creer y arrepentirse, al menos que hayan sido parte del grupo
de elegidos o predestinados para vida eterna los cuales serán regenerados
para que crean, se arrepientan, perseveren hasta el fin y sean salvos
siempre salvos, por supuesto estas doctrinas son opuestas a la fe que fue
una vez dada a los santos.

Cabe también destacar que actualmente existen tres posturas


diferentes con respecto a la salvación de infantes; el híper-calvinismo dice
que solo los niños elegidos son salvos, los calvinistas moderados dicen que
solo Dios sabe el destino de todos los niños después de su muerte, mientras
que la postura histórica de la iglesia primitiva, demostrada anteriormente,
dice que todos los bebes son inocentes y de los tales es el reino de los
cielos.

Después de este análisis, podemos concluir con base a las sagradas


escrituras y a las doctrinas Apostólicas, que los niños no nacen totalmente
depravados e inhabilitados con una naturaleza pecaminosa y una
culpabilidad heredada del pecado de Adán, sino que nacen con almas
inocentes y puras, con una naturaleza física débil, “la carne es débil” y que
debido a ello nos volvemos pecadores por elección o decisión propia y no
por el supuesto “decreto de Dios” de lo contrario no seriamos rebeldes sino
victimas del creador como el calvinismo presenta al hombre en sus
doctrinas reformadas, específicamente en la doctrina de la predestinación la
cual será analizada en el siguiente capítulo.
2 LA PREDESTINACIÓN BÍBLICA E
HISTÓRICA

a) Fuente del debate; la elección


incondicional

E l Apóstol Pablo escribió bajo la inspiración divina,


“Porque a los que de antemano conoció, también los
predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su
Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos
hermanos” (Rom.8:29 BLA). La palabra “predestinación” es
Bíblica, esta contiene un desarrollo histórico entre el mundo
secular de la filosofía antigua y el cristianismo ortodoxo.
Dentro de la ortodoxia cristiana hay dos principales posturas
en su interpretación: la predestinación de creyentes o
salvos para que sean hechos conforme a la imagen de
Cristo y la predestinación de todos los asuntos de esta vida,
especialmente de un grupo de pecadores escogidos
incondicionalmente para vida eterna. Esta última es la
segunda doctrina del calvinismo en su acrónimo del TULIP,
“Unconditional Election” o “Elección Incondicional.” Grudem
define la predestinación para salvación dentro del
calvinismo como la elección divina, o “un acto de Dios antes
de la creación mediante el cual Él elige a algunas personas
para ser salvas, no con base en méritos previsibles en ellos,
sino porque ese es su soberano deseo”.[82] Si aparentemente
unos fueron elegidos o predestinados para salvación, los
que no fueron elegidos, son llamados dentro del Calvinismo
como los reprobados o predestinados para perdición. Según
Grudem la reprobación dentro del calvinismo es; “la
decisión soberana de Dios desde antes de la creación de
pasar por alto a algunas personas, decidiendo con tristeza
no salvarlos, y castigarlos por sus pecados, y de esa manera
manifestar su justicia”[83]

El objetivo de este capítulo es poner a disposición de


todos ustedes el conocimiento histórico del surgimiento y
desarrollo de estas dos corrientes teológicas desde los
primeros siglos del cristianismo, hasta nuestros días.
Analizaremos el desarrollado de estas dos posiciones
citando fuentes primarias de los padres de la Iglesia y otras
fuentes académicas. Examinaremos estas dos posturas en
la reforma, post reforma y edad moderna, haciendo un
análisis textual de los diferentes pasajes citados para traer
una conclusión Bíblica e histórica de esta doctrina de la
predestinación.
b) La predestinación en la época
apostólica
En la obra “Antigüedades judías” del historiador judío,
Josefo (37-100. d.C.) dice que para la época de Jesús y de
los Apóstoles, había tres principales grupos religiosos que
tenían un entendimiento distintivo de la soberanía de Dios,
la predestinación y la voluntad humana. Josefo escribió
acerca de ellos;

En ese momento había tres sectas entre los judíos,


que tenían diferentes opiniones acerca de las acciones
humanas; el uno se llamaba la secta de los fariseos,
otro la secta de los saduceos, y la otra, la secta de los
Esenios.[84]

Con respecto a los Fariseos; Josefo definió su creencia


como “sinergista”, al decir que esta labor Dios-hombre,
coordina la gracia divina y la voluntad humana como
factores que cooperan en el trabajo de la conversión. Este
es el significado de sinergismo, Dios obra con el hombre en
los eventos del mundo, Josefo escribió;

ahora, para los fariseos, que dicen que algunas


acciones, pero no todos, son obra del destino, y
algunos de ellas están en nuestro poder, y que son
susceptibles de destino, pero no son causados por el
destino… [85]

Por otra parte, los Esenios de acuerdo a Josefo, creían


que el destino rige todas las cosas, todo está totalmente
fijado o predeterminado por la divinidad, el hombre no tenía
libre albedrío, este es el punto de vista llamado
“Monergismo,” el cual hace a Dios la causa de las acciones
buenas y malas de los hombres. Josefo continúa diciendo;
“… pero la secta de los Esenios afirma, que el destino
gobierna todas las cosas, y que nada acontece a los
hombres, sino a lo que es de acuerdo a su
determinación…”[86]
Por último, vemos a los saduceos, quienes según Josefo
no creían que Dios tenía ningún papel que desempeñar en
los asuntos humanos, que todas las acciones de los
hombres están determinadas por sus propias decisiones, es
decir un “humanismo” manifiesto, todo ocurre por causa del
hombre y nada por causa de Dios, Josefo afirmo;

Y para los saduceos, se quita el destino, y dicen que


no hay tal cosa, y que los acontecimientos de los
asuntos humanos no están a su alcance; sino que
suponen que todas nuestras acciones están en
nuestro poder, por lo que somos nosotros mismos la
causa de lo que es bueno, y recibimos lo que es malo
de nuestra propia locura.[87]

En un orden sistemático de ideas podemos organizar este


análisis escrito por Josefo con respecto a la causa de las
acciones de los hombres:

1. Los Saduceos: Todo es causado por el hombre, nada


por Dios (Humanismo).
2. Los Esenios: Todo es causado por Dios, nada del
hombre (Monergismo).
3. Los Fariseos: Una parte es causada por Dios, otra
parte por el hombre (Sinergismo).

De acuerdo a este registro histórico de Josefo, el


Monergismo de los Esenios era el determinismo o fatalismo
de la época Apostólica. Esta clase de predestinación donde
todo está regido por el destino, fijado por la deidad, tiene
mucha relación con el calvinismo de nuestros días. Stephen
Hodge en su análisis de los manuscritos del mar muerto
relacionó la creencia monergista de los Esenios con la
postura calvinista de la predestinación:

Según Josefo y Filón. A diferencia de los saduceos o


incluso de los fariseos, los Esenios creían que los
individuos no tenían libre albedrío, sino que Dios había
predestinado completamente la naturaleza moral de
cada individuo, para la salvación o la condena. Esta
creencia en la predestinación es similar a la postura
calvinista cristiana.[88]

Los Judíos Esenios compartían la misma doctrina


fatalista de la Predestinación de los filósofos griegos de los
Estoicos. El Filósofo, historiador americano, Will Durant,
escribió sobre la definición estoica de la predestinación; “la
cadena de causas y efectos es un círculo irrompible, una
repetición sin fin. Todos los eventos y todos los actos de la
voluntad están determinados;…Dios, en este sistema, es el
principio, el medio y el final”.[89] El filósofo griego Crisipo de
Solos figura máxima de la escuela Estoica (279 -206 a.C.)
definió la predestinación determinista griega de la siguiente
manera: “El destino es que lo natural (Dios), estableció el
orden y la constitución de todas las cosas desde la
eternidad, por lo cual, todas las cosas mutuamente siguen
una sobre otra como consecuencia de una compilación
inmutable y perpetua”.[90] Notemos claramente que la
definición estoica del destino o la predestinación es idéntica
a la creencia de los Esenios como lo describe Josefo, es
decir, los Estoicos eran deterministas y monergistas, es
decir fatalistas.

El calvinismo basa su doctrina de la predestinación en


las doctrinas Paulinas, pero el registro bíblico e histórico
muestra que Pablo no era determinista, sus creencias
judaicas provenían del fariseísmo, recordemos que él fue
fariseo (Hch.23:6), aunque se convirtió al cristianismo, él
conservó su visión sinergista, una visión de los eventos de
la vida muy opuesta al Monergismo de los Esenios y
Estoicos y por supuesto opuesta a las futuras enseñanzas
del calvinismo. En sus días de Misionero, no estuvo de
acuerdo con esta filosofía Estoica, por el contrario, él
discutió con ellos:

y algunos filósofos de los epicúreos y de los Estoicos


disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir
este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de
nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de
Jesús, y de la resurrección. Y tomándole, le trajeron al
Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta
nueva enseñanza de que hablas? (Hch.17:18-19).

El comentario Bíblico de Wayne Partain y Bill H. Reeves


nos ofrece una evidencia histórica sobre los Estoicos
descritos en este pasaje de la escritura: “Los Estoicos eran
seguidores del filósofo Zenón (340 - 265 a.C.) ...decían que
todo es gobernado por el destino (eran fatalistas, es decir,
‘lo que será, será,’ que todos los sucesos de la vida fueron
predestinados)”.[91] En sus orígenes, el determinismo estaba
ligado no sólo a la religión y filosofía griega sino también a
la poesía. El poeta griego Homero (siglo VIII a.C.) no pudo
comenzar la obra literaria la “Ilíada” sin decir; “el consejo o
decreto de Júpiter ha sido cumplido”[92] Si la doctrina de la
Predestinación de Pablo hubiese sido la misma fatalista de
los Esenios, entonces no hubiese disputado con los Estoicos,
ya que tanto los Esenios como los Estoicos compartían el
mismo fatalismo. Tampoco hubiese sido una nueva
enseñanza para estos Estoicos, “¿Podremos saber qué es
esta nueva enseñanza de que hablas?” (Hch.17:19), por el
contrario, la doctrina de la “Predestinación Paulina” estaba
totalmente opuesta al fatalismo de los Esenios y de los
filósofos Estoicos, y por supuesto está totalmente opuesta a
la doctrina de la predestinación calvinista. En pocas
palabras, el Monergismo actual del calvinismo es el mismo
determinismo o fatalismo antiguo de los Esenios y Estoicos.

c) El sinergismo apostólico
Los Padres de la Iglesia de los primeros siglos,
universalmente y colectivamente con voz unánime
rechazaron la definición monergista de la “predestinación de
los Esenios y los Estoicos”, por Ejemplo, Justino Mártir
defendió el libre albedrío y el sinergismo apostólico al
escribir en el año 150 d.C., contra la predestinación fatalista
de los Estoicos:

Pero nosotros tampoco afirmamos que es por el


destino que los hombres hacen lo que hacen, o sufren
lo que sufren, sino que cada hombre por el libre
albedrío actúa correctamente o peca... Los Estoicos,
no observan esto, sostienen que todas las cosas
ocurren de acuerdo a la necesidad del destino. Pero
como Dios en el principio hizo la raza de los ángeles y
de los hombres con libre albedrío, ellos justamente
sufrirán en el fuego eterno el castigo de cualquiera de
los pecados que hayan cometido… Porque si ellos
dicen que las acciones humanas suceden por el
destino, van a mantener que Dios no es otra cosa que
las cosas que siempre están dando vuelta y
alternándose.[93]

El cristianismo primitivo contendió ardientemente


contra las doctrinas del gnosticismo y las filosofías que
negaban el libre albedrío y afirmaban el concepto del
fatalismo o determinismo absoluto. En el año 277 d.C. la
Iglesia Primitiva debatió con el maestro persa llamado Mani
o Manes, el fundador del gnosticismo Maniqueista, secta a
la cual perteneció el obispo Católico Romano Agustín de
Hipona por casi nueve años. En ese debate, Mani defendió
la posición gnóstica diciendo; que la naturaleza del hombre
era totalmente depravada y corrupta y que el hombre no
tenía libre albedrío, por eso estaba destinado a hacer el
mal. Según Mani, solo un grupo de elegidos podía hacer el
bien a través de la gnosis, o el conocimiento secreto
reservado para esta élite de elegidos. El obispo Arquelao
representó el cristianismo en ese debate donde afirmó que
Dios no nos hace con una naturaleza arruinada, sino que
nos da libre albedrío:

Porque todas las criaturas que Dios hizo, las hizo muy
buenas, y Él le dio a cada individuo el sentido del libre
albedrío. De acuerdo con el estándar también
instituyó la del juicio. El pecar es de nosotros, y el que
nosotros pequemos no es un don (o decreto) de Dios,
como nuestra voluntad está constituida para elegir en
pecar o no pecar.[94]

Este debate venía desde el tiempo Apostólico y continuó


en las siguientes generaciones. Justino Mártir en el año 160
d.C. escribió contra estos gnósticos que sostenían la
creencia fatalista del Monergismo, los cuales afirmaban que
solo los gnósticos eran los elegidos, destinados a hacer lo
bueno, mientras que todos los demás que rechazaban la
gnosis o conocimiento secreto estaban predestinados para
hacer lo malo, por estas posturas fatalistas y más, Justino
Mártir escribió contra ellos diciendo:

Hemos aprendido de los profetas, y lo afirmamos


nosotros, que los correctivos, los castigos y los
galardones se miden conforme al mérito de los hechos
de cada uno. De otra manera, si todo sucediera sólo
por destinación, entonces nada está en nuestro poder.
Porque si un hombre fuese predestinado a lo bueno y
otro a lo malo, el primero no merecería la alabanza ni
el segundo la culpa. Si los hombres no tuvieran el
poder de evitar lo malo y de escoger lo bueno según
su propia voluntad, no serían responsables por sus
hechos, sean buenos o malos… Porque el hombre no
sería merecedor de recompensa o alabanza si él
mismo no escogiera lo bueno, o si sólo fuera creado
para hacer lo bueno. De igual manera, si un hombre
fuera malo, no merecería el castigo, ya que él mismo
no hubiera escogido lo malo, siendo él capaz de hacer
sólo lo que fue creado para hacer.[95]

Sin lugar a dudas la Iglesia Primitiva mantenía una


postura sinergista. El padre apostólico, Ignacio (35-107
d.C.), fue el tercer obispo de la Iglesia de Antioquía, y
discípulo del Apóstol Juan. Este hombre de Dios transmitió
en las siete cartas que escribió, la teología sinergista de los
Apóstoles; “como personas que son perfectas, también
deben aspirar a aquellas cosas que son perfectas. Porque
cuando ustedes estén deseosos de hacer el bien, Dios
también está listo para ayudarlos”.[96]

En cuanto a la evidencia bíblica, la salvación obtenida


en la cruz del calvario por nuestro amado salvador
Jesucristo, es una obra monergista y sinergista. Monergista
porque solo Dios la pudo obtener, sinergista porque
Jesucristo era también hombre, y como hombre triunfo en la
cruz. Con respecto a la aplicación de la salvación a un
individuo, no es una obra monergista donde solo Dios actúa
y el hombre nada hace, más bien es una obra sinergista,
Dios el Espíritu Santo toma la iniciativa y el hombre
responde, sea para aceptarla o rechazarla. Dios usa su
palabra (Rom.10:17), su santo Espíritu para convencer al
pecador (Jn.16:8), el hombre bajo esta gracia iniciada por
Dios tiene la opción de rehusar a creer (Jn.3:36), o
sencillamente creer al evangelio (Hch.8:37). Después de esa
iniciativa divina, la acción o decisión de creer está sujeta a
la voluntad del individuo que es iluminada por la acción del
Espíritu y del evangelio (2 Cor.4:5-6). Esta es la parte que le
corresponde al ser humano. Ni Dios, ni sus Apóstoles
obligaban a nadie a creer. El Apóstol Pablo le predicó bajo la
unción del Espíritu Santo al rey Agripa; “…no diciendo nada
fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que
habían de suceder: Que el Cristo había de padecer, y ser el
primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz
al pueblo y a los gentiles” (Hch.26:22-23), después Pablo,
desde su visión sinergista, apeló a la responsabilidad
humana en la aplicación de la salvación, y ésta era creer,
por eso retó al rey, “¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo
sé que crees” (Hch.26:27). Pablo estaba convencido que el
rey creía, pero a causa de que estaba frente a muchos
testigos, amigos y conocidos, éste rehusó a creer porque
amaba más la gloria de los hombres que la de Dios,
“Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser
cristiano” (Hch.26:28).

No sólo en el estado inicial de la salvación se requiere


la intervención primaria de Dios y la cooperación secundaria
del hombre al creer, sino también en la permanencia de la
misma. Las escrituras demuestran las dos partes; la del
hombre, “ocupaos en vuestra salvación con temor y
temblor,” (Fil.2:12) y la parte de Dios, “porque Dios es el
que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su
buena voluntad.” (Fil.2:13). Sin la iniciativa de Dios no hay
salvación, como tampoco la hay sin la respuesta afirmativa
del hombre hacia la iniciativa divina.

En la conversión de almas, o la aplicación de la


salvación obtenida por Dios, el Espíritu Santo a través de la
Palabra de Dios tiene su rol primario, y el pecador mismo
tendría su rol secundario; por ello, la Biblia atribuye esta
labor primeramente a Dios “los cuales no son engendrados
de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón,
sino de Dios” (Jn.1:13). En esta obra salvífica no sólo
participa Dios, sino también el hombre, pues es a través de
hombres redimidos que el evangelio es predicado, como lo
expuso Pablo; “Porque, aunque tengáis diez mil ayos en
Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo
os engendré por medio del evangelio” (1Cor.4:15). La
regeneración es una obra de Dios iniciada y hecha a través
de su palabra predicada (Stg.1:18), pero también el
individuo tiene su parte al recibir la palabra con una actitud
humilde para la salvación de su alma (Stg.1:21). Además de
ello, en la mayoría de los casos la palabra es predicada por
medio de hombres, por eso Pablo le dijo a Filemón; “te
ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis
prisiones” (File.1:10). El Apóstol Pablo era sinergista y por
eso escribió: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir
dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros”
(Gál.4:19). El sinergismo es la doctrina Bíblica e histórica del
verdadero cristianismo, es una labor iniciada por Dios y
respondida por el hombre, “Yo planté, Apolos regó; pero el
crecimiento lo ha dado Dios” (1Cor.3:6). Aunque todo el
crédito le pertenece a Dios, “Así que ni el que planta es
algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”
(1Cor.3:7). Indudablemente hay una responsabilidad
humana, “¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores
por medio de los cuales habéis creído” (1Cor.3:5). De ahí la
razón por la cual Clemente de Alejandría (Egipto) en el año
195 d.C. escribió defendiendo la enseñanza sinergista de los
Apóstoles:

Un hombre que trabaja solo para libertarse de sus


deseos pecaminosos nada logra. Pero si él manifiesta
su afán y su deseo ardiente de eso, lo alcanza por el
poder de Dios. Dios colabora con los que anhelan su
ayuda. Pero si pierden su anhelo, el Espíritu de Dios
también es resistido. Salvar al que no tiene voluntad
es un acto de obligación, pero salvar al que sí tiene
voluntad es un acto de gracia.[97]

El Dr. Gregg R. Allison, siendo el mismo calvinista y


profesor de teología cristiana en el Seminario Teológico
Bautista del Sur en Louisville, Kentucky, autor de la obra
“Teología Histórica: Una introducción a la doctrina cristiana”,
reconoce que la Iglesia Primitiva era sinergista; “La Iglesia
Primitiva presentó la salvación en términos de un esfuerzo
de cooperación entre Dios y los seres humanos”.[98]

El sinergismo en Romanos 8:29


Ireneo también rechazó la predestinación fatalista de
los Esenios y los Estoicos. Para él, la predestinación de
Romanos 8 no era de un grupo de perdidos que fueron
escogidos para ser salvos siempre salvos como lo predica el
calvinismo, sino de salvos o la iglesia predestinada para ser
transformada a la imagen de Cristo como lo escribió en el
año 177 d.C. en su obra “Contra las Herejías”:

Nosotros seremos más gloriosos en la presencia de


Dios. Por lo tanto, el Señor soportó todas estas cosas
en nuestro favor…para que continuemos en su amor
perfecto… así Dios determinando de antemano todas
las cosas [de la Cruz] para traer al hombre a la
perfección, para su edificación y para la revelación de
sus dispensaciones... y (para) que la iglesia sea
moldeada a la imagen de Su Hijo.[99]

La interpretación de este texto por parte de los


escritores cristianos de la iglesia primitiva, “porque a los
que de antemano conoció, también los predestinó…”
(Rom.8:29), estaba basado desde un punto de vista
sinergista y no fatalista. Prueba de ello lo encontramos
también en el comentario más antiguo de la carta a los
Romanos, escrito por Orígenes (185-254 d.C.), el cual dice
que la predestinación no es de malos o de un grupo de
perdidos escogidos para salvación como lo afirma el
Monergismo calvinista, sino de redimidos o buenos para ser
transformados a la imagen de Cristo como lo enseña el
sinergismo, Orígenes escribió:

No nos pasemos por alto de lo que él ha dicho, Él


conoció de antemano y predestino… Porque si esto es
a aquellos que Él conoció de antemano y también
predestino par ser conforme a la imagen de Su Hijo, y
sin embargo ningún hombre malo puede ser
conformado a la imagen del Hijo de Dios, entonces es
obvio que él está hablando únicamente de los buenos,
a quienes de antemano conoció, también los
predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su
Hijo.[100]

No sólo en Alejandría los primeros cristianos tenían la


visión sinergista de la Iglesia Primitiva sino también en
Constantinopla y otras regiones donde el cristianismo
estaba presente en aquel entonces. Por Ejemplo; para Juan
Crisóstomo Arzobispo de Constantinopla (347–407 d.C.) la
predestinación de Romanos 8:29 no era de un grupo de
perdidos escogidos para salvación sino de los que aman a
Dios o Iglesia para que fuesen hechos a la imagen de Cristo,
Crisóstomo dijo:

Vea el excelente honor. Por lo que el Unigénito era


por naturaleza, en esto, ellos (los que aman a Dios) se
han convertido por gracia. Y todavía Él no estaba
satisfecho con este llamado de ellos para ser
conformados a la misma (imagen), sino que aun
añade otro punto, ‘para que él sea el primogénito.’ Y
aunque aquí Él no viene a una pausa, sino que de
nuevo y después de esto el procede a mencionar otro
punto, ‘entre muchos hermanos’...para Dios estas
cosas han sido determinadas desde hace tiempo,
desde el principio El reveló su buena voluntad para
con nosotros.[101]

Está claro que la predestinación de Romanos 8 no era


una elección arbitraria de perdidos, sino un plan de Dios en
relación con los salvos, a los cuales destinó para que fuesen
moldeados a la imagen de su Hijo. Juan Crisóstomo como
todos los padres de la iglesia sabían que Dios no había
predestinado a un grupo para salvación y excluido otro
dejándolos en su condenación, él predicó que Dios quería la
salvación de todos;

El Cual quiere que todos los hombres sean salvos y


vengan al conocimiento de la verdad. ¡Imitad a Dios!
Si Él quiere que todos los hombres sean salvos, hay
razón por la cual uno debe orar por todos, si Él ha
querido que todos sean salvos, este dispuesto
también.[102]

Cabe resaltar que para la iglesia primitiva el único ser


humano predestinado fue Jesucristo, y este destino ya fijado
desde antes de la fundación del mundo era morir por
nuestros pecados y ser el primer ser humano en resucitar
para siempre y destruir el imperio del diablo, como lo
declaró Ireneo en su obra “Contra las Herejías;” “Él Hijo de
Dios, Jesucristo, predestinado con poder, según el Espíritu
de santidad, por la resurrección de entre los muertos, para
ser el primogénito de los muertos, (como lo es también el
primogénito de toda la creación)”,[103] Ireneo añadió; “hasta
la venida de la simiente predestinada para pisotear la
cabeza (del diablo)”.[104]
d) La soberanía justa de dios permite los
eventos malos
El debate entre estas dos posturas, la predestinación
monergista (calvinista) y la sinergista (apostólica), no se
centra en la soberanía de Dios la cual controla todo. Todos
estamos de acuerdo en este punto, el punto principal del
debate está basado en la causalidad de todos los eventos;
es decir, en quién causa las decisiones de los hombres,
inclusive la decisión de pecar, ¿el hombre o Dios? La iglesia
primitiva rechazó este fatalismo gnóstico y filósofo el cual
decía que Dios causaba en el hombre todas sus decisiones,
inclusive la decisión de pecar a través de un destino ya
fijado e inalterable, como lo afirmó Metodio (240-311 d.C.),
obispo de Olimpo en Licia y en Tiro, en su obra “El banquete
de las diez vírgenes,” él afirmó:

Aquellos [paganos] que deciden [creer] que el hombre


no tiene libre albedrío, sino que afirman que se
gobierna por las disposiciones inevitables del destino,
son culpables de impiedad ante el mismo Dios, ya que
le hacen la causa y el autor de las maldades
humanas”.[105]

Por lo contrario, los padres de la iglesia como Crisóstomo


enseñaron que Dios no causaba el mal moral, sino que lo
permitía para cumplir sus propósitos. Crisóstomo lo explicó
a través del más horrendo crimen de la historia, evento ya
fijado desde antes de la creación, es decir, el vil asesinato
de Jesús, por supuesto este evento fue conocido de
antemano por Dios desde la eternidad pasada, Crisóstomo
escribió:

A éste, entregado por el determinado consejo y


anticipado conocimiento de Dios, prendisteis:
Hch.2:23’ (Agregando, sin embargo) ‘y matasteis por
manos de inicuos, crucificándole’. Porque, aunque
estaba predeterminado, aun así, ellos eran los
asesinos…. ‘prendisteis y matasteis por manos de
inicuos, crucificándole’; ‘Entonces él aquí alude a
Judas; mientras que al mismo tiempo les muestra que
no fue por las fuerzas de ellos que esto hubiera
ocurrido, si Él mismo no lo hubiera permitido.[106]

Una cosa es la perfecta voluntad de Dios y otra cosa es


su voluntad permisiva, una cosa es decir que Dios causa
todos los eventos, incluyendo los malos como lo afirma el
determinismo (calvinismo), y otra es afirmar que Dios
permite los eventos y los controla de acuerdo a su propósito
eterno de redención.

Dios Permite todo


El plan eterno de Dios fue diseñado desde antes de la
fundación del mundo, Dios sabía de antemano que al crear
seres con libre albedrio, algún dia decidirían no obedecerle,
decidirían pecar, por eso Dios antes de la creación diseñó
un plan perfecto de redención (1 Pe.1:18-20; 2 Tim.1:9; Tito
1:2), solo para el ser humano, no para los ángeles (2
Pe.2:4), en este plan Dios se propuso reconciliar o “reunir
todas las cosas en Cristo” (Ef.1:10). Ya estando en
existencia el pecado por permiso de Dios, Satanás que no
cree en el determinismo pues él sabe que antes de la
creación Dios no fijó los destinos de nadie, y por eso “como
león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”
(1Pe.5:8), tiene que pedir permiso al Dios soberano para
poder ejecutar sus planes. Dios permite estos eventos
malos en la humanidad causados por el mismo pecado del
hombre y por el maligno sin perder el control sobre ellos, es
decir Dios pone límites a lo que Él permite como fue el caso
de Job.

Dios permite los eventos malos


Las escrituras demuestran que existen cuatro clases de
males; el mal moral o pecado, el mal físico presente en la
naturaleza, el mal espiritual presente en los demonios, y el
mal eterno presente en el castigo eterno. Con respecto al
mal moral o pecado, existen dos fuentes del mal moral en la
humanidad: Primero, satanás. Segundo, el mismo ser
humano. Esto indica que Dios no es el autor del pecado,
pues al tener libre albedrio el ser humano mismo es
responsable de sus malas obras y las consecuencias de
ellas, por consiguiente, la mayor parte del sufrimiento en la
tierra es causado por la misma maldad humana: “Tu maldad
te castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve
cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios,
y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los
ejércitos” (Jer.2:19). Por otra parte, el mal físico presente en
la naturaleza es permitido por Dios en la humanidad
pecadora como consecuencia del pecado (Rom.1:27), pero
en el caso de los justos el mal físico o sufrimiento es
permitido como el medio usado por Dios para moldear a sus
hijos a la imagen y semejanza de Jesús (Rom.8:28-29; 1
Pe.1:6-7; 5:8-10).

En el caso de la segunda fuente de maldad, ósea


Satanás, tiene que pedir permiso a Dios para ejecutar sus
malas obras en la humanidad, un caso específico lo
encontramos en el libro de Job. Satanás tuvo que pedir
permiso a Dios para atacar a este justo, diciéndole; “Pero
extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si
no blasfema contra ti en tu misma presencia. Dijo Jehová a
Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano” (Job
1:11-12ª), sin este permiso divino Satanás no tiene
autoridad para atacar a los justos. Cabe aclarar que algunas
veces Dios no permite que el mal toque a su pueblo; “No
permitió que nadie los oprimiese; Antes por amor de ellos
castigó a los reyes” (1 Cró.16:21).

Dios controla los eventos malos


Si Dios da permiso a Satanás para hacer el mal, no
quiere decir que lo deja hacer lo que quiera, de lo contrario
ya hubiese destruido la raza humana. Los eventos malos,
universalmente y particularmente que Dios permite, son
controlados directamente por Él, por esta razón le ordenó a
Satanás; “…solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió
Satanás de delante de Jehová” (Job 1:12).

En el campo global o universal, al tener Dios la última


palabra sobre permitir los malos eventos como desastres
naturales, enfermedades o cualquier calamidad, debemos
entender primeramente que Dios ejerce su justicia justa
sobre la maldad de las naciones a través de sus
instrumentos. Me explico, en el pasado uso a su pueblo para
castigar a las naciones que se corrompieron (Deut.9:5), pero
cuando su pueblo se dañaba entonces Dios usaba un pueblo
pagano menos corrompido para castigar la maldad de su
pueblo que estaba más corrompido (Jer.25:8-11). Después
de que ese instrumento de justicia se corrompía Dios usaba
otro menos corrompido para detener la iniquidad de las
naciones que se corrompían (Jer.25:12-14). Es por esta
razón que Dios hace justicia en las naciones, de ahí que en
Isaías 45:6-7 se revela así mismo como el Dios soberano, el
creador de la adversidad:

Para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta


donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y
ninguno más que yo, que formo la luz y creo las
tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo
Jehová soy el que hago todo esto.

Debemos tener en cuenta que Isaías no dice que “Dios


crea el mal moral” o pecado, sino el mal físico o la
adversidad. Así como Dios hace la paz para aquellos que le
obedecen (Lev.23:3,6), así mismo crea la adversidad en el
mundo al permitir y controlar esos malos eventos para;
refrenar y castigar la maldad de los hombres y naciones
como lo explique atrás.

En el campo particular o individual se debe resaltar que


en ciertas ocasiones Dios permite que sus siervos se
desvíen de su camino y usa la maldad de ellos para buscar
ocasión contra los enemigos de su pueblo, como fue el caso
de Sansón (Jue.14:4; 15:20). Igualmente se debe destacar
que después castiga a estos siervos por desviarse de su
palabra (Jue.16:20). Dios también usa el mal de algunas
personas usándolos como adversarios de aquellos
gobernantes que se pervierten, los usa para disciplinarlos y
corregirlos, como fue el caso de Salomón que se desvió de
los caminos del Señor (1Rey.11:14, 23) y Dios le levanto un
adversario para disciplinarlo. Este principio también es
aplicado en el campo universal, es decir en las naciones,
Dios usa la maldad de unas naciones para castigar
maldades peores de otras naciones, (Isa.10:5). Más aun,
Dios usa la naturaleza para corregir a sus siervos (Jonás 1:4,
1:17, 2:10, 4:7-8), usa los problemas sociales para castigar
a su pueblo (Amós 4:6-13), y si no se arrepienten entonces
Dios usa el mal para para juzgar y cortar los líderes de su
pueblo (1 Reyes 22:19-23), de esta manera corto a la
generación incrédula que salió de Egipto y murió en el
desierto (He.3:10-11; 1Cor.10:5). En ambos escenarios, en
lo universal e individual, Dios permite y usa el mal físico
para controlar y frenar la maldad de ciertos individuos y
ciertas naciones.

En esta parte quiero expandir el argumento anterior del


mal o sufrimiento en los justos. Dios permite el mal para
nuestro bien; para moldearnos a la semejanza de Cristo,
(Rom.8:17, 28-29), también para ofrecer salvación física y
espiritual a otros a través de nuestro sufrimiento, como
sucedió con el sufrimiento de Cristo. Este principio redentivo
también lo encontramos en la vida de José cuando se
manifestó a sus hermanos al decirles que realmente no
fueron ellos quienes lo enviaron a Egipto, sino que Dios
permitió ese mal para preservación de vida en la hambruna
de los siete años de las vacas flacas como lo dice Génesis
(45:5-8):

No os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido


acá; porque para preservación de vida me envió Dios
delante de vosotros… Dios me envió delante de
vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y
para daros vida por medio de gran liberación. Así,
pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios.

El calvinismo toma este pasaje aislado de su contexto


para decir que fue Dios quien causó la decisión mala de sus
hermanos para que lo golpearan y lo vendieran a los
Ismaelitas y de esta manera enviarlo a Egipto, pero el
contexto no dice que Dios causó ese mal, sino que lo
permitió y lo encaminó para bien; “vosotros pensasteis mal
contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que
vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo”
(Gen.50:20). Por esta razón y otras el Espíritu Santo a través
de Pedro dijo que Dios permite que sus hijos sufran aun
haciendo el bien; “porque mejor es que padezcáis haciendo
el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el
mal” (1 Pe.3:17).
Ahora, si Dios permite que la maldad física y espiritual
quiera matarnos como lo dice el Apocalipsis; “y se le
permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos”
(Ap.13:7), no obstante Cristo dijo que era por permiso y no
por causa de Dios, y añadió diciendo que, aunque maten el
cuerpo no podrán destruir el alma (Mat.10:28-31), y
después de ser sacrificados por causa del Señor no
perderemos nada, sino que lo ganaremos todo (Mat.10:39;
2Tim.4:6-8; Ap.14:13). En conclusión, los sufrimientos o el
mal que Dios permita en sus hijos al final nos
perfeccionaran al moldearnos a la imagen de Cristo
(1Pe.5:10), y por ello “a los que aman a Dios, todas las
cosas les ayudan a bien,” (Rom.8:28).

El mal permitido para nuestro bien


Dios quien conoce todo desde el principio, sabía que un
ángel se iba a pervertir y concebir el pecado, sabía que al
crear seres humanos, ellos iban a pecar, pero aun
sabiéndolo todo Dios permitió que su ángel concibiera el
pecado, permitió que Satanás engañara a Eva y que Adán
pecara y que el mal entrara al mundo, porque en su plan Él
ya había provisto de antemano un salvador que iba a
derramar su sangre para redimirnos y esta sangre fue
conocida desde el principio, desde la eternidad; “la sangre
preciosa de Cristo…Habiendo sido conocida,
verdaderamente, desde antes de la fundación del mundo, y
manifestada en los últimos tiempos a causa de ustedes”
(1Pe.1:18-20 YLT). Este cordero fue conocido desde antes de
la fundación del mundo, porque antes de crear el universo
Cristo ya había decidido salvarnos (Tito 1:2), repito este
cordero fue conocido desde la eternidad pasada, pero fue
inmolado desde el momento que Adán y Eva pecaron;
“Cordero, el cual fue inmolado desde la fundación del
mundo” (Apo.13:8 RVG). En su conocimiento Dios sabía que
al permitir los eventos y controlarlos Jesucristo iba a ser
asesinado como fueron asesinados los profetas, por esta
razón los fariseos trataron muchas veces de matarlo, pero
no podían porque Dios no lo permitía ya que “aún no había
llegado su hora” (Jn.7:30, 8: 20). Dios controló todo para
que su hora fuera en la pascua para que se cumpliera la
escritura, que Él era el cordero pascual quien moría por
nosotros. (Jn.13:1, 1Cor.5:7).

Este conocimiento anticipado del sacrificio de Cristo fue


revelado a los profetas quienes escribieron lo que Dios
había determinado desde la fundación del mundo, por eso
antes de su muerte, Cristo dijo; “He aquí subimos a
Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los
profetas acerca del Hijo del Hombre” (Luc.18:31). Después,
cuando resucitó “les dijo: Esto es lo que yo os decía cuando
todavía estaba con vosotros: que era necesario que se
cumpliera todo lo que sobre mí está escrito en la ley de
Moisés, en los profetas y en los salmos” (Luc.24:44-46).
Repito este conocimiento anticipado de los eventos de la
encarnación, ministerio, muerte y resurrección del Señor
Jesucristo fueron determinados por Dios por causa de su
presciencia y fueron escritos en la ley y los profetas, “El Hijo
del Hombre se va, según está escrito de Él;” (Mat.26:24),
“Porque en verdad, el Hijo del Hombre va según se ha
determinado,” (Luc.22:22). Lucas citando la oración
Apostólica escribe que estos eventos no fueron causados
por Dios, sino que eran ya conocidos por Él porque así lo iba
a permitir como la única manera de redención que él ya
había determinado y revelado en el consejo de las
escrituras en Hechos (4:27-28):

Porque verdaderamente se juntaron en esta ciudad


contra tu santo Hijo Jesús, al cual ungiste, Herodes y
Poncio Pilato, con los Gentiles y los pueblos de Israel,
Para hacer lo que tu mano y tu consejo habían antes
determinado que había de ser hecho.

Los que causaron el asesinato de Cristo fueron los


hombres (Hch.5:30) pero quien permitió este mal fue Dios
quien encamino la maldad de estos asesinos para el bien de
la humanidad. Las palabras de José a sus hermanos pueden
ser aplicadas a Cristo; “vosotros pensasteis mal contra mí,
mas Dios lo encaminó a bien…” (Gen.50:20), es decir el mal
que Dios permitió trajo salvación al mundo entero como lo
escribió san Pablo; “¿Han tropezado los de Israel para que
cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino
la salvación a los gentiles…su transgresión es la riqueza del
mundo…su exclusión es la reconciliación del mundo…”
(Rom.11:11-12,15). Los eventos históricos que envolvían la
venida de la simiente santa, desde la promesa en Génesis
3:15 y durante todo el trayecto genealógico de los ancestros
de Cristo hasta su encarnación, vida, muerte y resurrección
fueron soberanamente supervisados y controlados por Dios.
Más allá de su control, Dios mismo reveló en el consejo de
las escrituras todo lo concerniente al plan de redención ya
determinado desde la fundación del mundo; “a éste,
entregado por el determinado consejo y anticipado
conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de
inicuos, crucificándole” (Hch.2:23).

Repasemos; primero Dios elabora un plan eterno de


redención basado en permitir y controlar los eventos que
envolverían esta redención. Este plan fue totalmente
conocido desde antes de la fundación del universo.
Después, Él permite los eventos, y los controla. Mientras
estos eventos que envolvían la redención iban ocurriendo, Él
iba revelando a través de los profetas los detalles de su
muerte, y cuando vino el tiempo determinado, Dios mismo
controló cada paso de Cristo para que su palabra tuviera
fielmente su cumplimiento y así alcanzara su propósito
eterno.

Basados en este principio Bíblico podemos concluir,


Dios no causa el mal moral en la humanidad, más bien lo ha
permitido y controlado a través de su justicia, todos los
eventos desde el pasado hasta este presente, de esta
manera Dios ha diseñado su plan divino en la historia de la
humanidad, para dar como resultado un fin Apocalíptico que
hará revelar toda su justicia contra el pecado. Este final está
descrito en el libro de Apocalipsis, el cual muestra como el
mal será permitido y controlado por el soberano Dios. Juan
dice que el mal es permitido: “Y se le permitió hacer guerra
contra los santos, y vencerlos…Y se le permitió infundir
aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase
e hiciese matar a todo el que no la adorase” (Ap.13:7,15).
Este mal permitido y controlado por Dios nunca triunfará
porque Dios mismo reveló que los malos serán castigados
con el mal eterno en el lago de fuego y azufre (Ap.20:10-
15).

Por último, Dios planeó y reveló que el fin de este


mundo será el comienzo de la eternidad con una nueva
creación de cielos nuevos y tierra nueva donde mora la
justicia (2Pe.3:13). Todos estos eventos que Él permite y
controla fueron conocidos por Dios desde el principio y
revelados en su palabra o consejo que permanecen para
siempre, “Yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay
semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio,
y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi
consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero;” (Isaías
46:10).

e) La Presciencia de Dios en la iglesia


primitiva
Romanos 8:29 dice, “Porque a los que de antemano
conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la
imagen de su Hijo”. La presciencia de Dios en la postura
sinergista de la Iglesia Primitiva decía que Dios conoció de
antemano a los que creerían en Cristo, y estos fueron
elegidos por causa de esa fe en Jesús. Dios los conoció
desde antes de la creación y los predestinó para que fuesen
hechos a la imagen de Cristo como lo enseñó Justino Mártir;
“Porque Él conoce de antemano que algunos van a ser
salvos por el arrepentimiento, algunos incluso que son tal
vez aún no nacidos”.[107] Desde antes de la fundación del
mundo Jesús conoció de antemano quienes creerían en El y
quienes no, el evangelio de Juan dice: “Pero hay algunos de
vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio
quiénes eran los que no creían, y quién le había de
entregar” (Jn.6:64). Por ese motivo en el Getsemaní
intercedió por sus once discípulos y por aquellos que iban a
creer en él; “más no ruego solamente por estos [11
Apóstoles], sino también por los que han de creer en mí por
la palabra de ellos” (Jn.17:20). Estos que iban a creer en
Jesús fueron conocidos de antemano, fueron estimados
como sus ovejas a las cuales él iba a traer al rebaño
juntamente con los judíos que creerían en él: “También
tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas
también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un
pastor” (Jn.10:16). Notemos claramente que estos
individuos fueron conocidos de antemano porque iban a “oír
la voz del pastor” es decir, iban a creer al evangelio, porque
“la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”
(Rom.10:17). Estos que iban a “oír” y “creer” juntamente
con los creyentes, es a los que Pablo se refiere cuando dice;

y sabemos que para los que aman a Dios, todas las


cosas cooperan para bien, esto es, para los que son
llamados conforme a su propósito. Porque a los que de
antemano conoció, también los predestinó a ser
hechos conforme a la imagen de su Hijo. (Rom.8:28-29
BLA)

Por consiguiente, la predestinación Apostólica era de los


creyentes o salvos que Dios conoció de antemano, y a estos
los llamó para predestinarlos a que fueran moldeados a la
imagen de Jesucristo, esta fue la doctrina del maestro en la
escuela exegética de Antioquía en Turquía, Diodoro de Tarso
(murió 392 d.C.) el cual escribió:

Este texto [Romanos 8: 29-30] no quita nuestro libre


albedrío. Utiliza la palabra ‘conoció de antemano’
antes de ‘predestinó.’ Ahora, está claro que la
presciencia no impone por sí misma ningún
comportamiento particular. Lo que se dice aquí sería
más claro si hubiésemos empezado desde el final y
hubiésemos trabajado hacia atrás. ¿A quién glorificó
Dios? A aquellos a quienes justificó. ¿A quién
predestinó? A aquellos a quienes conoció de
antemano, llamados según su plan, es decir, aquellos
que demostraron que eran dignos de ser llamados por
su plan y hechos conformes a Cristo.[108]

Los escritores cristianos de los primeros siglos como


Justino Mártir creían que la presciencia de Dios era el
conocimiento anticipado de aquellos que eran salvos o
virtuosos, Justino escribió:

Y que Dios el Padre de todos llevaría a Cristo al cielo


después de haberlo resucitado de entre los muertos, y
lo mantendría allí hasta que haya sometido a sus
enemigos los demonios, y hasta que el número de
aquellos que son conocidos de antemano por Él como
buenos y virtuosos Es completo.[109]
Estos que iban a creer en Cristo eran llamados los
escogidos, o predestinados para ser glorificados en la
misma imagen de Jesucristo. Eran escogidos para la
redención completa que es la glorificación, “y a los que
predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos
también justificó; y a los que justificó, a ésos también
glorificó… ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es
el que justifica” (Rom.8:30,33). Estos “glorificados”,
“justificados”, “llamados” y “predestinados” fueron
conocidos de antemano por haber creído en Jesús, por eso
fueron llamados los elegidos para la glorificación o la
redención completa, y fueron elegidos por haber puesto su
fe en la verdad del evangelio como lo afirma Pablo; “pero
nosotros debemos dar gracias a Dios siempre por ustedes,
hermanos amados del Señor, de que Dios los haya escogido
desde el principio para salvación, por la santificación del
Espíritu y fe en la verdad” (2Tes.2:13 RV2015). Por haber
creído en Jesús o haber puesto “la fe en la verdad” del
evangelio fueron elegidos para la salvación la cual es
completada con la glorificación, como lo dice más
claramente la versión del Nuevo Testamento de La
Traducción en Lenguaje Actual; “los eligió desde un principio
para que se salvaran del castigo. Los eligió por medio del
Espíritu que los separó para Él, y porque ustedes aceptaron
la buena noticia”. Notemos que todos los que ponen “la fe
en la verdad” son santificados “por la santificación del
Espíritu”. Y por causa de esta fe y de esta santificación
fueron elegidos desde la eternidad según la presciencia de
Dios; “elegidos conforme al previo conocimiento de Dios
Padre por la santificación del Espíritu para obedecer a
Jesucristo y ser rociados con su sangre” (1 Pe.1:2 RV2015).
Razón por la cual el compañero de Pablo, conocido
históricamente como Clemente de Roma (Fil.4:3), escribió
acerca de la presciencia de Dios diciendo que había un
número de elegidos que iban a ser salvos; “Día y noche
ustedes estuvieron deseosos por toda la hermandad
1Pedro2:17 para que el número de los elegidos de Dios
pudieran ser salvos con misericordia y una buena
conciencia”.[110] Adicionalmente dijo que Dios conoció la
cantidad de creyentes y la razón por la cual fueron elegidos,
era porque ellos amaban y confiaban en Jesucristo:

El Creador y Padre de todo el mundo, el Más Santo, el


único que conoce la cantidad y la belleza [de los que
esperan en él]. Por lo tanto, esforcémonos seriamente
para ser encontrados en el número de los que confían
en él, con el fin de que podamos compartir en sus
dones prometidos… el Creador y observador de todo
espíritu; que multiplicas las naciones sobre la tierra y
has escogido de entre todos los hombres a los que te
aman por medio de Jesucristo, tu querido Hijo[111]

De igual forma los Padres Apostólicos y apologistas,


predicaban que los que nunca iban a creer fueron conocidos
por Dios, “porque Jesús sabía desde el principio quiénes
eran los que no creían” (Jn.6:64). Ellos nunca predicaron que
la razón por la cual muchos se perdían era por causa de un
destino fatal determinado por Dios, por el contrario, ellos
predicaron que la razón por la cual ellos se pierden, era
porque ellos mismos eligieron voluntariamente no creer y
permanecer en condenación o en tinieblas, como lo escribió
Ireneo;

Dios, conociendo el número de aquellos que no


creerán, ya que Él conoce de antemano todas las
cosas, los ha entregado a la incredulidad, y volteó su
rostro de los hombres de esta estampa, dejándolos en
tinieblas las cuales ellos mismos las han elegido para
sí mismos.[112]

La obra “El Pastor Hermas,” considerada por Ireneo


como inspirada y canónica, evidencia la doctrina Apostólica
de la predestinación de creyentes basada en el
conocimiento anticipado de aquellos que iban a creer en
Cristo, Hermas afirmo que:

Él ha dado su Espíritu a aquellos que son dignos de


arrepentimiento... A ellos cuyos corazones El vio que
se convertirían en puros y obedientes, Él, les dio poder
para arrepentirse con todo el corazón. Pero a aquellos
cuyo engaño y maldad Él percibió, y vio que tuvieron
la intención de arrepentirse hipócritamente, Él no les
concedió arrepentimiento, no sea que de nuevo
profanen Su nombre.[113]

Clemente de Alejandría también afirmó que la


predestinación Bíblica estaba basada en el conocimiento de
Dios de aquellos que serían justos, demostrando así que el
sistema doctrinal o la fe que fue dada una vez a los santos
no fue la predestinación fatalista de un grupo de pecadores
escogidos para ser salvos siempre salvos, sino la
predestinación de los justos, Clemente explico que; “La
Iglesia antigua y universal está solo, recogiendo… a través
de un Señor, los que fueron ordenados, a quienes Dios
predestinó, conociendo desde antes de la fundación del
mundo que serían justos”.[114] Clemente de Alejandría
también aseguró que la salvación era para todos los seres
humanos, especialmente para aquellos que Dios conoció,
para aquellos que creerían en Cristo, los cuales fueron
elegidos y predestinados, negando así ese fatalismo que
afirmaba una salvación exclusiva solo para un grupo de
escogidos:

Porque Él es el Salvador; no [el Salvador] de algunos y


de otros no. Pero en proporción a la adaptación
poseída por cada uno, Él ha dispensado su
beneficencia tanto a griegos y bárbaros, incluso a esos
de ellos que fueron predestinados, y en su debido
tiempo llamados, los fieles y elegidos.[115]

Orígenes en su comentario de Romanos explicó que


Dios conoció de antemano a aquellas personas que iban a
creer en Cristo e iban a ser suyos, y sobre estos depositó su
amor, confirmando así que la doctrina cristiana de aquel
entonces no era determinista sino sinergista. Orígenes
escribió:

Cuando se dice, ‘Y Adán conoció a su esposa Eva,’ se


dice porque ‘Él se unió con su esposa’...por lo tanto
está establecido en el pasaje presente como el
Apóstol ha establecido esta palabra de ‘conocer’ en
conformidad con la costumbre de las Sagradas
Escrituras. Su objetivo es mostrar que aquellos que
son conocidos por Dios son esos sobre los cuales Dios
ha puesto su amor y afecto porque Él conoció qué
clase de personas ellos iban a ser. De acuerdo con
esto se ha escrito, conoce el Señor a los que son
suyos.[116]

En resumen, los cristianos primitivos no creyeron en la


predestinación fatalista, mas bien creyeron fuertemente en
la soberanía de Dios y en su habilidad de prever el futuro.
Por ejemplo, entendieron que las profecías acerca de Jacob
y Esaú (Romanos 9.13 y Génesis 25.23) resultaron de esta
habilidad de ver el futuro con anterioridad, y no de una
predestinación arbitraria de los hombres a un destino fijado.
Vieron que hay una gran diferencia entre el prever algo y el
causarlo, como lo escribió Juan Crisóstomo:

¿Entonces por qué uno fue amado y el otro odiado?


¿Por qué uno fue el servidor y el otro el servido? …
Porque Él no espera (el hombre sí), para ver la
manifestación de los hechos del bueno y del que no lo
es. Pero incluso antes de estos (hechos) Él sabe cuál
es el malo y quien no es así…[117]

También en su homilía de Efesios 1:4, Crisóstomo dice


que la causa de la elección es por la fe en Cristo, y este es
el único medio para ser aprobados delante de Dios y así ser
escogidos:

¿Qué quiere decir, Él nos eligió en Él? Quiere decir por


medio de la fe que es en Él, en Cristo, que felizmente
ordenó esto para nosotros antes de que hubiésemos
nacido; Más todavía, antes de la fundación del
mundo... Ahora bien, si los hombres en sus opciones
de elegir escogen lo que es lo mejor, mucho más lo
hace Dios. Y en efecto el hecho de que sean elegidos
es a la vez una muestra de la misericordia de Dios y
de su bondad moral. Porque por todos los medios El
habría escogido a aquellos quienes fueran aprobados.
[118]

La enseñanza Bíblica e histórica de la doctrina de la


predestinación del cristianismo primitivo, no era la fatalista
del calvinismo, sino la que estaba basada en la presciencia
de Dios de aquellos que creerían en el Señor, “elegidos
según la presciencia de Dios Padre” (1Pe.1:2). Esta doctrina
se extendió por todas las iglesias en los primeros siglos,
inclusive hasta el siglo VIII como lo escribió Juan de
Damasco (676-740 d.C.) quien rechazó el fatalismo de
Agustín de Hipona:

Debemos entender que, aunque Dios sabe todas las


cosas de antemano, sin embargo, Él no predetermina
todas las cosas. Porque Él conoce de antemano las
cosas que están en nuestro poder, pero Él no las
predetermina. Porque no es su voluntad que deba
haber maldad ni tampoco opta por obligar a la virtud.
De modo que la predeterminación es la obra de la
orden divina basado en la presciencia. Pero por otro
lado Dios predetermina las cosas que no están en
nuestro poder, de acuerdo con su presciencia. Porque
ya Dios en su presciencia ha prejuzgado todas las
cosas de acuerdo con su bondad y justicia.[119]

Si Dios conoce de antemano todas las cosas, no quiere


decir que todo ha sido predestinado y los seres humanos no
tenemos más opción sino hacer todo cuanto está
determinado, ¡no! la escritura nos revela que a pesar de
que Dios sabía que Israel iba a ser una nación rebelde, la
escogió para ser su pueblo por amor a ellos y sus patriarcas
(Deut.7:6-8), escogió a Jacob en vez de Esaú en el vientre
de su madre (Rom.9:10-12), y desde que Israel como nación
se formó en el vientre de Egipto, Dios ya sabía que iban a
ser rebeldes (Deut.9:7,24), sin embargo no los determinó a
hacer lo malo:

Lo que pasó, ya antes lo dije, y de mi boca salió; lo


publiqué, lo hice pronto, y fue realidad. Por cuanto
conozco que eres duro, y barra de hierro tu cerviz, y tu
frente de bronce, te lo dije ya hace tiempo; antes que
sucediera te lo advertí… porque sabía que siendo
desleal habías de desobedecer, por tanto, te llamé
rebelde desde el vientre. (Isa.48:3-5,8)

f) Romanos 9:17-23 según la


presciencia de Dios

Doble predestinación
El calvinismo usa este texto como fortaleza “bíblica”
para justificar la elección arbitraria de un “Dios” soberano
que hace como él quiere: “Porque la Escritura dice a Faraón:
Para esto mismo te he levantado” (Rom.9: 17a), según el
calvinismo Dios creó al grupo de reprobados, incluyendo a
faraón, solo con el objetivo de destinarlo al infierno, “para
mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea
anunciado por toda la tierra” (Rom.9:17b). De acuerdo a
esta teología, Dios condenó con anterioridad a un grupo
mayoritario de seres humanos y planeó crearlos para
destinarlos a la perdición, no obstante, este mismo “Dios”
eligió en la eternidad pasada a un grupo minoritario que iba
a ser creado para una salvación incondicional, a estas dos
predestinaciones se les conoce como la doble
predestinación, una para salvación y otra para perdición. El
calvinismo justifica este fatalismo citando a Pablo:

De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y


al que quiere endurecer, endurece. Pero me dirás: ¿Por
qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su
voluntad? Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para
que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que
lo formó: ¿Por qué me has hecho así? (Rom.9:17).

La teología histórica nos demuestra que esta doctrina


no proviene del pensamiento paulino, ni era la enseñanza
Apostólica, tampoco fue la interpretación que le dieron a
este pasaje los escritores cristianos de los primeros siglos.
Justino Mártir dijo que, si la Biblia predice con anterioridad
los juicios de personas, lo hace no porque Dios los haya
predestinado para condenación sino porque Él conoció de
antemano que nunca se irían a arrepentir:

Dios, deseando que los hombres y los ángeles


siguieran su voluntad, resolvió crearlos en libertad
para hacer justicia… Pero si la Palabra de Dios predice
que algunos ángeles y hombres serán sin duda
castigados, lo hizo porque sabía de antemano que
ellos serían inmutablemente (malvados), pero no
porque Dios los creó así. Así que, si ellos se
arrepienten, todos los que deseen pueden obtener la
misericordia de Dios.[120]

La interpretación calvinista de Romanos 9 es errónea,


para poder entender la explicación correcta de este pasaje
se tiene que leer todo el bloque de capítulos [9-11] que
Pablo uso para transmitir su mensaje completo sobre la
salvación de Israel y del mundo, no se puede leer solo el
capítulo 9 sin tener en cuenta el 10 y el 11 para poder
interpretar este texto, lo que se requiere es simplemente
hacer uso de las reglas de la hermenéutica o sana
interpretación del texto bíblico, cosa que el calvinismo no
tiene en cuenta. En el caso de Romanos 9:17-18, “Para esto
mismo te he levantado… De manera que de quien quiere,
tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece”
(Rom.9:17-18), el verso es claro en decir que Dios “levantó”
no dice “creó”, esto indica que Faraón solo fue levantado al
poder como cualquier gobernante que Dios pone en las
naciones (Rom.13:1; Dan.4:17) y que luego lo quitó
juzgándolo como lo hizo con otros gobernantes e imperios
(Jer.25:11-12). Los interpretes de los primeros siglos no
predicaron el fatalismo que predica el calvinismo hoy en dia,
un ejemplo lo encontramos en el siglo tercero, en la teología
de Orígenes, este interprete comprendió la idea paulina,
que, si Dios endureció a Faraón, no fue porque fue
predestinado a la perdición sino porque él primero se
endureció para con Dios:

Vamos a considerar como el buen y Justo Dios pudo


endurecer el corazón de Faraón... endurecimiento que
sigue como resultado del principio inherente de la
maldad de tales personas, y así está dicho, Él es el
que endurece a quien se endureció.[121]
La exposición de Orígenes fue muy acertada y armoniza
con el contexto general de las escrituras las cuales nos
muestran que fue Faraón quien primeramente endureció su
corazón seis veces (Ex. 7:13-14; 7:22; 8:15, 19, 32; 9:7).
Como consecuencia de ello, es que Dios también endureció
su corazón varias veces, (Ex.9:12; 9:35-10:1; 10:20; 10:27;
11:10; 14:8; 14:17). Es la nación o la persona quien se
endurece primero para con Dios, luego Dios los endurece a
razón de su conocimiento anticipado, porque Él sabe que no
se van a arrepentir. El argumento de Pablo en Romanos 9
con respecto al endurecimiento de Faraón, es para enseñar
el obrar de Dios con respecto a la salvación, la cual los
judíos la rechazaron por su endurecimiento, y los gentiles la
alcanzaron por la fe en Jesús (Rom.9:30). Así como faraón se
endureció y luego Dios lo endureció, así también Israel se
endureció primeramente para con Dios, “pero acerca de
Israel dice: todo el día extendí mis manos a un pueblo
rebelde y contradictor” (Rom.10:21). Después que se
endurecen contra Dios, es entonces que Dios procede a
endurecerlos más, solo para cumplir su propósito de traer
salvación a los gentiles: “Ellos me movieron a celos con lo
que no es Dios; Me provocaron a ira con sus ídolos; yo
también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo,
los provocaré a ira con una nación insensata.” (Deut.32:21).
Recordemos también que no todos en Israel rechazaron la
salvación, “¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna
manera. Porque también yo soy Israelita” (Rom.11:1). Estos
judíos creyentes en Jesucristo son llamados por la escritura
el “remanente escogido” como el remanente que no adoró a
Baal en el tiempo de apostasía en Israel en los días de Elías:
“Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente
escogido por gracia” (Rom.11:5). Es decir, una minoría en
Israel alcanzó la justicia de Dios por la fe en Jesús, pero a
causa del endurecimiento general de Israel hizo que Dios
actuara en justicia para así ofrecer su salvación a los
gentiles como lo dice Pablo en Romanos11:7-8, 11:
¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado;
pero los escogidos [remanente escogido] sí lo han
alcanzado [por la fe en Jesús], y los demás fueron
endurecidos; como está escrito: Dios les dio espíritu
de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no
oigan, hasta el día de hoy... Digo, pues: ¿Han
tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna
manera; pero por su transgresión vino la salvación a
los gentiles, para provocarles a celos.

Este es el argumento de Pablo con respecto a la alusión


del endurecimiento de Faraón, un sencillo ejemplo aplicado
a Israel para traer la salvación a los gentiles por la fe en
Jesús. En ningún momento Pablo está hablando de
predestinados para salvación y perdición como el calvinismo
interpreta Romanos 9. Antes de citar a Orígenes para
continuar con la interpretación de Romanos 9 en la Iglesia
Primitiva, haré una aclaración sobre el porqué él ha sido
catalogado por un sector de la teología como hereje. Robert
A. Baker en su Compendio De La Historia Cristiana nos
explica que a pesar de los grandes aportes teológicos de
este escritor de Alejandría:

Orígenes (alrededor de 185-254 d. C.), en particular se


desvió al enseñar la eternidad de la materia, al
defender una especie de preexistencia humana del
alma de cada individuo, al suponer que todos
(incluyendo a los hombres rebeldes y a los mismos
diablos) serían restaurados finalmente al favor divino,
y al sostener varias ideas gnósticas respecto al
hombre y la creación.[122]

Razón por la cual continuare citando parte de sus


escritos que estuvieron en armonía con la teología ortodoxa
del cristianismo primitivo.
Interpretación de Romanos 9:21-22.
Con respecto a Romanos 9:21 “¿O no tiene potestad el
alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un
vaso para honra y otro para deshonra?”, Orígenes afirmó
que Dios no crea seres humanos destinados para el infierno
mucho menos a otros destinados para el cielo, condenando
y justificando por adelantado a través de su presciencia:

Porque si él [cualquier hombre] se limpia a si mismo


se vuelve un vaso de honra, y el que se permite a si
mismo permanecer sucio se convierte en un vaso de
deshonra, entonces, en lo que se refiere a estas
palabras, El Creador no es en lo absoluto culpable.
Porque el Creador hace vasos de honra y vasos de
deshonra, no desde el principio de acuerdo a su
conocimiento anticipado, ya que Él no condena o
justifica por adelantado de acuerdo a su presciencia;
pero (Él hace) a esos en vasos de honra quienes se
limpiaron a sí mismos, y a esos en vasos de deshonra
quienes se permitieron permanecer sucios. Por lo
tanto, ‘la creación de Dios de los vasos para honra y
deshonra’ resulta por las causas anteriores.[123]

Según Orígenes, la causa de salvación de los vasos de


honra es Dios y ellos mismos, salvación sinergista, Dios
porque él fue quien ofreció la sangre de su Hijo para limpiar
el pecado y ellos porque se limpiaron así mismos con la
sangre provista por el redentor. Mientras que la causa de la
condenación de los vasos de deshonra cae directamente
sobre ellos mismos, pues tuvieron la oportunidad de
limpiarse, pero prefirieron “permanecer sucios”.
En este mismo orden de ideas el calvinismo cita esta
parte del texto, “¿O no tiene potestad el alfarero sobre el
barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y
otro para deshonra?” (Rom.9:21), haciendo énfasis en el
verbo “hacer” presentándolo como un sinónimo de “crear”
para afirmar que Dios creó a unos seres humanos
destinados a la vida y otros a la condenación. Lo lamentable
de esta interpretación es la acusación temeraria del
calvinismo al hacer de Dios el culpable de la condenación
de los que se pierden, pues según esta doctrina los
reprobados fueron creados con el fin de ser condenados por
toda la eternidad sin ninguna posibilidad de salvación, ya
que ese fue el destino que Dios les trazó. Sin embargo, esta
no es la idea de Pablo, el verbo “hacer” acá en griego es
[poieo] y este significa también “formar” como lo afirma el
antecedente, “¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por
qué me has hecho [poieo] así? (Rom.9:20). Está claro que el
texto no dice que Dios creó “los vasos de deshonra” o seres
humanos destinados para la perdición, sino que los “formó”
a partir de algo creado, en este caso del “barro” o de la
humanidad ya creada. En el contexto de esta frase, Pablo
está hablando de la autoridad que Dios tiene para juzgar, a
las naciones. Así como Faraón y Egipto no pudieron resistir
el propósito de ser juzgados, así Pablo está preguntando,
“¿quién ha resistido a su voluntad?” (Rom.9:19) o quien ha
resistido a la decisión final de ser juzgados por el Juez de
toda la tierra. Luego Pablo corrobora esa autoridad de juez
para determinar juicio sobre cada individuo y nación, al
hacer una alusión al pasaje de Jeremías 18:2-4 donde habla
de Israel como barro en las manos de Dios el gran alfarero.
Dios le mostró al profeta la autoridad que Él tenía y tiene
sobre la casa de Israel y las naciones (Jer.18:7), para hacer
de ellos vasos de honra si se arrepentían (Jer.18:7-8), de
otra manera, si no se arrepienten, entonces Dios como juez
sentenciaría ese barro para que fueran formados como
vasos de deshonra los cuales se prepararon así mismos al
no arrepentirse, “Pero si hiciere lo malo delante de mis ojos,
no oyendo mi voz, me arrepentiré del bien que había
determinado hacerle” (Jer.18:9-10). Lo que el alfarero había
determinado hacer con ese barro era el “bien” es decir, “un
vaso de honra”, pero como “la vasija de barro que él hacía
se echó a perder en su mano” (Jer.18: 4a), entonces “volvió
a hacer de ella otra vasija, según le pareció mejor al alfarero
hacerla” (Jer.18:4b BLA), la hizo, pero no en la misma forma
o con el “bien que había determinado hacer”, sino que la
hizo en una forma o vaso de deshonra.

Dios es el Juez quien juzga a cada uno conforme a sus


obras. Así como el alfarero es soberano sobre su barro para
juzgar qué masa se deja moldear en vasos de honra y cuál
justamente sólo sirve para ser vasos de deshonra, así Dios
tiene la potestad sobre nosotros que somos barro en sus
manos, “¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para
hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para
deshonra?” (Rom.9:21). Dios tiene la autoridad final sobre
los individuos y las naciones que no se arrepienten de
destinarlos a la perdición, o ser vasos de deshonra para así
revelar su justicia como Juez justo, “¿Y qué, si Dios,
queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó
con mucha paciencia los vasos de ira preparados para
destrucción” (Rom.9:22). Dios esperó que estas naciones y
humanos se arrepintieran. El gran alfarero soportó, aguantó
o toleró “con mucha paciencia” estos “vasos de ira
preparados para destrucción”. Reitero, preparados por ellos
mismos y no por Dios como lo dice el griego original:

σκεύη [vasos] ὀ ργ ῆ ς [de ira] κατηρτισμένα


[habiéndose preparado así mismos] ε ἰ ς [para]
ἀ πώλειαν [destrucción].

El verbo preparar [katartizo] está escrito en perfecto


participio con voz media: la voz media en un verbo indica
que el sujeto en la frase está afectándose así mismo por la
acción del verbo. En la lengua griega usted puede identificar
quien ejecuta la acción y quien la recibe, e inclusive el
mismo objeto recibe su propia acción cuando el verbo está
escrito en voz media, por ejemplo; “Yo arrojo la manzana...”
el sujeto o nominativo es “yo” quien ejecuta la acción
“arrojo”, y el objeto o acusativo en este caso seria “la
manzana”. Ahora si la manzana ejecuta una acción sobre sí
misma, en la gramática griega seria llamado voz pasiva en
el acusativo; entonces diría así, “Yo arrojo la manzana que
habiéndose dañado...” De la misma manera Pablo bajo la
inspiración del Espíritu Santo escribió el verbo “preparar”
como acusativo en voz media o con una acción que el
objeto se hizo así mismo, en este caso sería; “los vasos de
deshonra “[κατηρτισμένα] ‘habiéndose preparado así
mismos’ para destrucción” (Rom.9:22).

Muy contrario al verso siguiente, “y para hacer notorias


las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de
misericordia que él preparó de antemano para gloria,”
(Rom.9:23). Acá Pablo inspirado por Dios, no escribe este
verbo “preparó” con el mismo verbo que usó en el verso 22
[katartizō ], sino que usa otro verbo [proetoimazō ], “pro”
antes, y “etoimazo” preparar, es decir; “de antemano Él
preparó”. Dando a entender Pablo que hay una gran
diferencia entre los vasos de misericordia y los vasos de ira.
Los vasos de ira se prepararon así mismos, mientras que los
de misericordia los preparó Dios. Repito, Pablo no usa el
mismo verbo “preparar” para los vasos de misericordia, ni
lo escribe en acusativo con voz media o aplicando la acción
al objeto “los vasos de misericordia”, como el verso
anterior; si esto fuera así, entonces los vasos de
misericordia se hubiesen preparado así mismos, pero en el
verso 23 la acción la está haciendo es Dios quien
personalmente “preparó de antemano” a esos vasos de
misericordia o a los salvos “para hacer notorias las riquezas
de su gloria”. El calvinismo falla en su interpretación de la
escritura al atribuirle a Dios la hechura de los supuestos
“reprobados” destinados aparentemente para condenación,
cuando el Espíritu Santo no quiere decir ello, sino que los
que se pierden van a la condenación porque ellos mismos
se prepararon a sí mismos para ser vasos de ira.

Esta correcta interpretación tiene soporte histórico,


pues hablando de Romanos 9:22-23 Orígenes no dijo que
Dios predestinaba gente para condenación o ser vasos de
ira, sino que los pecadores al rehusar a creer en Cristo se
convertían así mismos en vasos de ira, como lo he explicado
anteriormente, Orígenes escribió:

Él ha enseñado como cada persona se vuelve un vaso


de ira en consecuencia al hecho que a través de su
propio y endurecido e impenitente corazón, éste
atesora para sí mismo ira (Rom.2:5) …Ahora, Pablo
con el fin de poder fortalecer estos argumentos con
gran autoridad, él enseña que estas cosas fueron
escritas totalmente en los profetas. Él dice, ...
‘También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el
número de los hijos de Israel como la arena del mar,
tan sólo el remanente será salvo; (Rom.9:27)’. [Lo
dice]porque el profeta al mirar en el futuro vio que la
mayoría de Israel, en particular aquellos quienes son
comparados con la arena del mar, a través de su
propio y endurecido e impenitente corazón iban a ser
‘vasos de ira preparados para destrucción’ al no creer
en sus vidas sino al contrario al crucificar al Señor de
la Majestad.[124]

La doctrina histórica del cristianismo siempre ha


enseñado que Dios no crea ni forma personas para la
perdición como lo afirma el calvinismo, ni mucho menos las
condena por adelantado, como lo ensañaban las doctrinas
fatalistas de los gnósticos quienes mal interpretaban los
textos anteriores para decir que Dios creó un grupo de seres
humanos con un destino inalterable de perdición.

g) La fusión del Gnosticismo con el


cristianismo

Como bien es sabido, la iglesia Católica Romana surge


de la alianza entre el cristianismo perseguido y el estado
Romano bajo Constantino después del concilio de Nicea
(325 d.C.) como lo dice Robert Baker.[125] Ralph Woodrow en
su libro “Babilonia Misterio Religioso” asevera que este
surgimiento de la iglesia Católica Romana fue producto de
una mezcla entre el paganismo y el Cristianismo.[126] Para
esa época algunos obispos mezclaron la filosofía griega con
la doctrina cristiana. Esta mezcla fue el resultado de un
trabajo que venían realizando los Gnósticos infiltrados en la
iglesia desde el siglo III. A finales del siglo IV fue más
evidente la mezcla de las doctrinas Paulinas con las
filosofías fatalistas griegas y las gnósticas, como lo explica
Henry Chadwick en su libro “The early Church” (La Iglesia
Primitiva):

Los Gnósticos (Ubicaron)… el orden natural en el valor


moral en tan gran distancia del Dios supremo. (Que)
La influencia de las ideas fatalistas elaboradas de la
astrología popular y la magia se fundieron con las
nociones derivadas del lenguaje Paulino acerca de la
predestinación para producir un esquema rígidamente
determinista. La redención era por el destino, y no de
las consecuencias de la acción responsable, y ésta era
concedida sólo a un grupo electo predeterminado en
quien sólo estaba la chispa divina.[127]
El obispo Católico Romano Agustín de Hipona (354- 430
d.C.) fue parte de los autores de este sincretismo religioso,
él cristianizó el concepto Maniqueista de ser “un elegido” y
resaltó el concepto de la filosofía o razón sobre la escritura,
principios aprendidos en la religión gnóstica de su juventud,
como lo afirma la enciclopedia, “Agustín a través de las
edades”:

Durante una década…había sido (Maniqueo)... Agustín


estaba genuinamente comprometido con esta religión
cuando por primera vez se unió a ella. La atracción
que ésta tuvo hacia él, parece haber sido el resultado
de varios factores: ... Ellos (los maniqueos) le
prometieron la salvación y la oportunidad de una vida
moral sin hacerle cambiar su estilo de vida, ya que la
salvación y sus obligaciones más estrictas podrían
esperar hasta su regreso después de la muerte como
un electo; Ellos (los maniqueos) hacían hincapié en la
preeminencia de la razón sobre la autoridad (en
particular la Biblia,) …Es difícil considerar el
pensamiento de Agustín sin hacer referencia a su
trasfondo Maniqueista.[128]

Era lógico que Agustín mezclara la doctrina paulina con


la filosofía Maniqueista, ya que usó el principio de la razón
sobre las Escrituras, y esta razón estaba controlada por la
filosofía. El doctor en Filosofía y en Teología Católica, Kung
Hans añade algo más, dice que Agustín también le dio más
importancia a la doctrina Maniqueista que a la doctrina de
los Padres de iglesia:

Agustín se ocupó de otro mito pernicioso de la secta


dualista de los maniqueos. Esta secta, a la que había
pertenecido en su juventud, era hostil al cuerpo, y
sostenía que sólo un número relativamente reducido
de seres humanos estaban predestinados a la gracia
(para superar el vacío creado por la caída de los
ángeles). El resto era una ‘masa de perdición.’ Esta
cruel doctrina de la doble predestinación (la
predestinación de unos a la gracia y de otros a la
condenación) estaba en el polo opuesto de las
enseñanzas de Orígenes.[129]

Esta es la razón por la cual los seguidores de


Agustín/Calvino, en su intento de hacer ver a Dios bien
soberano y lleno de justicia, continuamente dicen que “en la
elección y reprobación no hay injusticia de Dios porque de la
masa de pecadores todos se condenarían, pero Dios mostró
su misericordia al escoger entre ellos a unos para que se
salvaran, sino hubiera sido por la elección todos se hubieran
perdido”, con este argumento los maestros calvinistas
exaltan la supuesta elección para salvación, pues según
ellos “si Dios no hubiera salvado a nadie él sería
perfectamente justo, pues nadie lo merecía, todos eran
pecadores”. Esto no es más que una mezcla de filosofía con
doctrina Bíblica usada por los reformados para presentar un
“dios” que se parece mucho a la actitud egoísta y sin
misericordia del sacerdote y el levita de la parábola del
buen samaritano, (Luc.10:30-35). En la parábola estos
inmisericordiosos estaban en la capacidad de salvar la vida
del hombre que estaba tirado en el camino ya destinado a
morir, pero estos despiadados decidieron soberanamente
“pasar de largo” y dejar a este hombre en su propia miseria.
Todo lo contrario, al Jesús de la Biblia el cual se identifica
con el samaritano quien “vino cerca de él, y viéndole, fue
movido a misericordia”; (Lc.10:33). El verdadero Jesús “al
ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban
desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen
pastor” (Mat.9:36). El “dios y Jesús” que presentan los
reformados no tiene compasión de todos sino solo de sus
supuestos “escogidos”, mientras que el Dios de la Biblia
“encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia
de todos” (Rom.11:32 RVR1977).

h) Agustín se apartó de la Fe de los


Santos
Juan Calvino en su obra “Institución a la Religión”
admitió que Agustín de Hipona (en sus inicios) creía en la
predestinación basada en el conocimiento anticipado de
Dios de aquellos que creerían en Cristo, como lo creyeron
los padres de la Iglesia Primitiva que le precedieron:

Ambrosio, Orígenes, y Jerónimo eran de la opinión de


que Dios dispensa su gracia entre los hombres de
acuerdo a lo que Él ve en el futuro que cada uno ha de
usar bien de ella. Yo voy aún más allá, y afirmo que
san Agustín también tuvo la misma opinión por un
tiempo.[130]

Calvino también admitió que Agustín después se retractó


y la llamó falsa doctrina; “Agustín también tuvo la misma
opinión (padres de la Iglesia) pero después de que él había
logrado un progreso más grande en el conocimiento de las
Escrituras, no solamente se retractó como evidentemente
falsa, sino que poderosamente la refutó”.[131] Agustín no sólo
refutó los escritos de la iglesia primitiva sino que inventó un
sincretismo pagano-cristiano al decir que la salvación
dependía totalmente de la elección, en otras palabras la
salvación dependía de la suerte de haber sido elegido, por
lo tanto, la condenación dependía de la desdicha de haber
sido menospreciado por Dios al no haber sido elegido,
Agustín escribió:

Él [Dios] los ha ordenado [gente condenada en Adán]


para ser regenerada antes que ellos mueran
físicamente a quienes predestinó para vida eterna,
como el dador más misericordioso de gracia. A
aquellos a quienes Él ha predestinado a muerte
eterna, sin embargo, Él es también el más recto
adjudicador de castigo, no sólo a causa de los pecados
que ellos añaden en la indulgencia de su propia
voluntad, sino también a causa de su pecado original,
incluso aún si como en el caso de los infantes ellos no
tienen que añadirle nada a este pecado original.[132]

Lamentable Agustín no solo mezcló el paganismo con el


cristianismo, sino que atacó vilmente las doctrinas
históricas de la iglesia primitiva, atacó con sus argumentos
filosóficos la presciencia de Dios de los que creerían en
Cristo, el libre albedrio y por supuesto la verdadera
predestinación la cual no es fatalista, sino la predestinación
de salvos para que sean hechos conforme a la imagen de
Jesucristo (Rom.8:28-29).

Agustín torció Juan 15:16


Agustín atacó en sus escritos y enseñanzas, la
predestinación basada en la presciencia de Dios de los
padres de la iglesia. También interpreto privadamente
versos bíblicos para defender su nueva postura, por
ejemplo; Juan 15:16. No obstante, Juan Calvino defendió
esta interpretación en su obra, Institución a la religión
cristiana:

Ciertamente, aquí no tiene lugar el vano argumento


de aquellos que defienden la presciencia de Dios
contra su gracia, asegurando que hemos sido elegidos
antes de la creación del mundo porque Dios supo que
seríamos buenos, y no porque Él nos hacía tales. No
habla de esta manera el que dice: ‘No me elegisteis
vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros’
(Jn.15:16). Porque si Él nos hubiera elegido porque
sabía que seríamos buenos, juntamente hubiera
sabido que nosotros lo habíamos de elegir.[133]

Sin embargo, los escritores del cristianismo primitivo


interpretaron Juan15:16 de una manera diferente a Agustín
y a Calvino, la elección la tomaron en relación al servicio a
Dios y no en referencia a la predestinación y salvación como
lo hicieron los autores del sistema calvinista. Uno de estos
escritores primitivos fue Ireneo, el mejor de los discípulos de
Policarpo, quien a su vez fue discípulo del apóstol Juan, este
poseía la interpretación correcta del texto ya que su abuelo
espiritual, era el Apóstol Juan. Ireneo interpretó Juan 15:16
desde una perspectiva opuesta al calvinismo:

El servicio a Dios verdaderamente en nada beneficia a


Dios, ni Dios tiene necesidad de la obediencia
humana, pero Él concede a quienes le siguen y sirven,
vida e incorrupción y gloria eterna, otorgando
beneficios a quienes le sirven… Por esta razón Dios
demanda servicio de los hombres, porque Él es
misericordioso y bueno, pueda beneficiar a quienes
continúan en su servicio… Porque ésta es la gloria del
hombre, que continúe y permanezca constantemente
en el servicio a Dios. Por esta razón, también el Señor
le dijo a sus discípulos, ‘No me elegisteis vosotros a
mí, sino que yo os elegí a vosotros’, indicando que
ellos no le glorificaron cuando le siguieron, sino que en
el seguimiento al Hijo de Dios, ellos fueron glorificados
por Él”. [134]

Debido a la mala interpretación de Agustín y Calvino es


que los maestros del calvinismo continuamente usan este
verso bíblico para “probar” su teoría de la elección
incondicional. La idea principal de esta elección
incondicional está basada en el supuesto decreto de Dios
que declaró en la eternidad pasada para predestinar todas
las cosas, entre ellas que todos los seres humanos pecaran
en Adán para que así todos estuvieran bajo condenación.
Según esta teoría, Dios antes de la creación escogió
incondicionalmente a un grupo para predestinarlos a que
fueran “salvos siempre salvos”, su fundamento bíblico está
basado solo en la primera parte del verso, “no me elegisteis
vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros…” (Juan 15:
16ª). Pero como ya hemos visto en la interpretación de
Ireneo, el Señor se refería a la elección de los discípulos
para ser sus Apóstoles para el servicio y no para salvación.

El contexto de este pasaje nos dice que Jesús estaba


con los once discípulos en el Getsemaní. Unas horas antes
Jesús había establecido la santa cena en el aposento alto
(Juan 13), luego el Señor sale con sus discípulos diciéndoles,
“Levantaos, vamos de aquí” (Jn.14:31, su destino era el
Getsemaní donde terminaría su discurso del capítulo 15, 16
y finalizaría con la oración del capítulo 17. Después Él es
arrestado para ir al destino final, la cruz. Volviendo atrás,
cuando estaba en el aposento alto, Cristo les menciona a los
doce Apóstoles que Él los había elegido entre los otros
discípulos para que estuvieran con Él. “No hablo de todos
vosotros; yo sé a quienes he elegido; más para que se
cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó
contra mí su calcañar” (Jn.13:18). Cristo se refería a la
elección de los doce Apóstoles, que Él había escogido al
principio de su ministerio; “Jesús les respondió: ¿no os he
escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es
diablo?” (Jn.6:70). Estando en el Getsemaní (Cap.15), Cristo
les recordó a los once que Él fue quien los eligió entre la
multitud de discípulos ya salvos para que fueran sus
Apóstoles, esta elección tomo lugar al principio de su
ministerio cerca de Capernaum: “En aquellos días Él fue al
monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era
de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a
los cuales también llamó Apóstoles” (Luc.6:12-13). El
escritor Lucas resalta en Hechos que Cristo los había
escogido para que fueran sus Apóstoles, “…después de
haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los
Apóstoles que había escogido” (Hch.1:2).

Queda claro que esta primera parte del verso, “No me


elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros…”
habla de una elección para servicio y no para salvación, la
siguiente parte del verso dice “…y os he puesto para que
vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que
todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, Él os lo dé”
(Jn.15:16). Es interesante que, al principio, en ese mismo
discurso de Juan 15, Él les había dicho que fue Él quien los
puso como pámpanos en la vid verdadera que es el cuerpo
de Cristo para que llevaran fruto, “Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí, y yo en Él, éste lleva
mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”
(Jn.15:5). En palabras más claras, Cristo puso sus Apóstoles
en la vid o en su cuerpo que es la iglesia para el servicio en
el ministerio, Pablo escribió: “Doy gracias al que me
fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por
fiel, poniéndome en el ministerio” (1Tim.1:12). No es
casualidad que el Espíritu usó el mismo verbo en griego
[tithē mi] “poner,” para decir “y a unos puso [tithē mi]
Dios en la iglesia, primeramente Apóstoles, luego profetas,
lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después
los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que
tienen don de lenguas” (1Cor.12:28). Todos hemos sido
puestos en la iglesia “para que vayáis y llevéis fruto”.
Cuando dice “para que vayáis” se refiere ir a todas las
naciones o ir por todo el mundo, y cuando dice “llevéis
fruto” se refiere es hacer discípulos. En otras palabras, la
oración “para que vayáis y llevéis fruto” alude al objetivo
principal por el cual Cristo puso a los doce apóstoles en el
ministerio y en la iglesia, y este es, el cumplimiento de la
gran comisión de hacer discípulos en las naciones
(Mat.28:19) y predicar este evangelio a toda criatura
(Mar.16:15). Igualmente, Cristo los “eligió” entre los
discípulos, “y estableció a doce, para que estuviesen con Él,
y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para
sanar enfermedades y para echar fuera demonios” (Mar.
3:14-14). En resumen de acuerdo al texto y a la historia
sagrada, “no me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os
elegí a vosotros,” no se refiere a la supuesta elección
incondicional de perdidos para ser salvos siempre salvos
como propone el calvinismo, sino a la elección de los doce
Apóstoles, a quienes puso en su cuerpo que es la iglesia,
como Apóstoles para el servicio en el ministerio como lo
afirmó Ireneo.

Agustín torció 1 Timoteo 2:4


Regresando al argumento histórico del origen del
calvinismo, Agustín no solo refutó a los padres de la iglesia
sino también a los mismos escritores de la Biblia, al torcer la
interpretación histórica, clara y sencilla, de aquellos versos
bíblicos que se oponían a su nueva doctrina, por ejemplo: 1
Timoteo 2: 4 dice claramente que Dios “quiere que todos los
hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la
verdad” una frase clara de entender, pero opuesta a la
predestinación fatalista. Agustín en su obra “La Corrección y
la Gracia” (426 o 427 d.C.), torció este verso bíblico,
afirmando que Dios no quiere la salvación de toda la
humanidad sino de todos los hombres que fueron
predestinados:

Él quiere que todos los hombres sean salvos, 1


Timoteo 2: 4, mientras que aún no todos los hombres
son salvos, puede entenderse de muchas maneras…Él
quiere que todos los hombres sean salvos, es así
dicho, que todos los predestinados puedan ser
entendidos por esta frase, ya que todas las clases de
hombres están entre los predestinados.[135]

En aquel entonces hubo varios obispos que se


opusieron a las doctrinas gnósticas del obispo Católico
Romano Agustín de Hipona, entre ellos está Julián de
Eclanum de Italia (386-455 d.C.), este obispo expresó que
Agustín estaba causando problemas porque, “trajo sus
formas de pensar maniqueas dentro de la iglesia. . . Y
estaba negando la enseñanza clara de San Pablo de que
Dios quiere que todos los hombres sean salvos”.[136] Otro
escritor que se opuso a esta nueva interpretación fue Juan
Casiano (360-435. d.C.) discípulo preferido de Juan
Crisóstomo. Casiano fue sacerdote de una iglesia en Roma y
contemporáneo a Agustín, y por ende testigo ocular de sus
nuevas enseñanzas las cuales rechazó con vehemencia,
indicando así que Agustín pervirtió las doctrinas clásicas del
cristianismo, afirmando que su nueva interpretación de 1
Timoteo 2:4 era una blasfemia contra Dios. Casiano se
preguntó:

¿Cómo podemos imaginar sin blasfemar gravemente


que Dios generalmente no quiere que todos los
hombres sean salvos sino únicamente algunos en vez
de todos? Aquellos que perecen, perecen en contra de
su voluntad”.[137]

Lo anterior expuesto denota que el Sinergismo fue la


doctrina de la iglesia por cuatrocientos años hasta la llegada
de Agustín. De acuerdo al escritor Robert A. Baker, Agustín
dio origen al Monergismo dentro del cristianismo,
maximizando totalmente la soberanía de Dios y anulando
toda responsabilidad humana, doctrina fatalista propia de
los Esenios, Estoicos y gnósticos:
Él insistía en que los hombres no pueden obrar para
salvación, y que aún la capacidad para aceptar la
salvación es un don de Dios. La condición impotente
del hombre requiere que Dios haga todo. Dios escoge
a los que deben ser salvos (predestinación) y los
capacita para salvarse. En este punto puede
observarse la inconsistencia de Agustín. Por su énfasis
en la soberanía de Dios, Agustín no dejaba nada por
hacer al hombre respecto a su salvación; sin embargo,
él demandaba que los infantes fueran bautizados para
salvarse de la culpa heredada.[138]

Esta nueva posición de Agustín con respecto a la


predestinación, encontró problemas con la iglesia Católica
Romana, pues el segundo Concilio de Orange en el año 529
d.C. rechazó totalmente la doctrina fatalista de la
predestinación de Agustín al concluir que:

Nosotros no solo no creemos que algunos estén pre-


ordenados al mal por el poder de Dios, sino que
inclusive afirmamos con absoluta repugnancia que si
hay personas que quieren creer tal cosa perversa, que
ellos sean anatemas (malditos).[139]

i) La Predestinación en la Reforma y
Post- Reforma (Monergismo)
En la reforma y post-reforma hubo muchos predicadores
que siguieron las enseñanzas fatalistas de Agustín de
Hipona, uno de ellos fue Martin Lutero (1483-1546 d.C.)
quien apoyó la predestinación agustina por la misma razón
mencionada en el capítulo anterior, él fue educado en el
seminario Católico Romano bajo lo orden de los frailes
agustinos. Lutero reconoció que esta era la misma
predestinación fatalista de los filósofos griegos y romanos,
en una de sus obras cuestionó a los cristianos incrédulos del
fatalismo:

¿Por qué será tan difícil que nosotros los cristianos


entendamos estas cosas? ¿Por qué se nos consideran
irreligiosos, raros y vanos si discutimos estas cosas y
las sabemos, cuando los poetas paganos, y todo el
mundo, hablaban de ellas muchas veces? Hablando
sólo de Virgilio [un poeta pagano romano], ¿cuántas
veces habla él del destino?... La meta de este poeta es
mostrar que el destino tuvo más que ver con la
destrucción de Troya, y con la grandeza de Roma, que
todos los esfuerzos unidos de los hombres… De eso
podemos ver que todo el mundo tenía el conocimiento
de la predestinación.[140]

La Doble Predestinación
El principal seguidor de las doctrinas agustinas fue;
Juan Calvino (1509-1564 d.C.). Este autor fue compañero de
estudio del Jesuita Católico Romano Ignacio del Oyola, y fue
la persona que revivió las doctrinas agustinas que la iglesia
Católica Romana había sepultado por varios siglos. El
calvinista presbiteriano B. B. Warfield afirmó que “el sistema
doctrinal enseñado por Calvino. . . desde el punto de vista
teológico es un gran renacimiento de la teología del
Agustinismo”,[141] esto señala a Calvino como la persona que
desenterró, expandió, y popularizó el pensamiento de
Agustín de Hipona dentro de la fe cristiana. Según sus
deducciones inspiradas en la literatura de su maestro
Agustín, Calvino, en su obra “Institución a la Religión”
sostuvo que los seres humanos no son creados en igualdad
de condiciones sino que son creados en dos categorías, los
predestinados para vida y los reprobados o destinados para
el infierno:

Por predestinación queremos decir al decreto eterno


de Dios, por el cual Él determinó consigo mismo todo
lo que Él deseó que pasara con respecto a cada
hombre. Todos no son creados en igualdad de
condiciones, sino que algunos son predestinados para
vida eterna, otros para condenación; por lo tanto,
como cada uno ha sido creado para uno de esos fines,
nosotros decimos que él ha sido predestinado para la
vida o para la muerte.[142]

Al decir que “todos no son creados en igualdad de


condiciones, sino que cada uno ha sido creado para
condenación o para salvación”, contradice atrevidamente el
texto bíblico el cual afirma que Dios no hace acepción de
personas en la creación de seres humanos; “¿Cuánto menos
a aquel que no hace acepción de personas de príncipes. Ni
respeta más al rico que al pobre, porque todos son obra de
sus manos?” (Job 34:19). Tampoco hace acepción de
personas en la salvación de ellos (Hch.10:34). Ni en el juicio
de los hombres (1Pe.1:17).

¿Predestinados para salvación en


Hechos 13:48?
Cuando Calvino dijo “algunos son predestinados para
vida eterna” estaba estableciendo la doctrina de la
predestinación de los supuestos elegidos. Los maestros
calvinistas citan versos bíblicos aislados de sus contextos
para fundamentar esta enseñanza fatalista, por ejemplo;
“creyeron todos los que estaban ordenados para vida
eterna” (Hch.13:48). Sobre este verso y otros, el calvinismo
edifica su teología la cual dice que Dios en la eternidad
pasada ordenó, o eligió a un grupo de seres humanos para
ser salvos, por tanto, todos los predestinados para vida
eterna algún día creerán. Aunque a primera vista este verso
bíblico suena creíble desde la interpretación calvinista, sin
embargo, el contexto afirma que estos los que “creyeron”
eran todos los gentiles que estaban allí escuchando a Pablo,
ellos fueron ordenados para recibir esta salvación. En el
primer viaje misionero, Pablo predicó primeramente a los
judíos (Hch.13:5,14, 26, 32-33, 38-39), pero como la
mayoría de ellos se llenaron de celos y rechazaron el
evangelio porque muchos gentiles se juntaron a oír la
palabra (Hch.13:42,44), entonces Pablo les dice que Dios
“ordenó” o mandó que los gentiles podían recibir la vida
eterna a través del evangelio que ellos, los judíos, habían
acabado de rechazar:

A vosotros a la verdad era necesario que se os


hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la
desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he
aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos ha
mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de
los gentiles, A fin de que seas para salvación hasta lo
último de la tierra (Hch.13:46-47).

Ahora, entendiendo que la fe viene por el oír la palabra


(Rom.10:17), el verso siguiente de este párrafo bíblico dice
que “los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban
la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban
ordenados para vida eterna” (Hch.13:48). Debo aclarar que
la salvación fue enviada primeramente a los judíos;
“varones hermanos, hijos del linaje de Abraham… a
vosotros es enviada la palabra de esta salvación”
(Hch.13:26), pero como rechazaron el evangelio, Pablo se
vuelve a los gentiles y cita Isaías 42:6 para anunciarles que
el Señor ya había “mandado” u “ordenado” que fuese luz a
los gentiles para mostrarles la salvación, este es el
comienzo del ministerio de Pablo a los gentiles. La palabra
griega de “ordenados para” es [tassō ], y no significa
“predestinar” como muchas versiones Bíblicas así la
interpretan, “predestinar” en griego es [proorizo] y esta no
aparece en este capítulo de Hechos. Tasso es interpretado
como “señalado” (Hch.28:23), “establecido u ordenado”
(Rom.13:1, Hech.13:48), “dedicado” (1Cor.16:15),
“determinado” (Hch.15:2) y “puesto” (Lc.7:8). Como
podemos ver Lucas no uso “proorizo” sino “tasso”, por
tanto, es un error gramatical traducir “tasso” como
“predestinados”, y es un desacierto interpretar este texto
como “predestinados para vida eterna”. En conclusión, en
ningún momento el verso bíblico dice que el grupo de
hombres que fueron, en la eternidad pasada,
supuestamente elegidos y predestinados para vida eterna
creyeron. Por lo contrario, el verso bíblico dice que los
gentiles que estaban allí y oyeron el evangelio, fueron los
que creyeron a la citación de Isaías 42:6 la cual dice que los
gentiles también fueron “ordenados para vida eterna”.

¿predestinados para condenación?


Al escribir “otros son predestinados para condenación”,
Calvino fabrica el lazo de la doble predestinación que ataría
el entendimiento de los reformados, por lo tanto, todos los
textos o pasajes bíblicos estarían interpretados en la
dirección de predestinados para salvación o perdición, en
este último caso ellos citan; “porque algunos hombres han
entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido
destinados para esta condenación…” (Judas 1:4) para
afirmar que Dios destino a los reprobados para la
condenación desde antes de la creación del mundo. Cuando
las doctrinas calvinistas han tomado el control del
entendimiento de sus seguidores, se pierde la objetividad
en la hermenéutica o en la correcta interpretación Bíblica. El
adverbio “desde antes” en Judas 1:4 visto desde el griego
es [palai] y también traduce “en otro tiempo” (He.1:1),
“antiguo” (2Pe.1:9), “tiempo ha” (Mat.11:21), pero nunca
aduce a la eternidad pasada sino al tiempo terrenal. Y en la
frase “destinados para esta condenación” este verbo
“destinar” en Judas desde el griego dice [prografo] y no
significa “predestinar” sino “pro”, antes, y “grafo”, escribir,
literalmente traduce “escritos desde antes” (Rom.15:4;
Ef.3:3). Por consiguiente, “prografo” y “palai” describen una
acción de tiempo, pero no hay indicación de la eternidad
pasada, sino que estos falsos maestros fueron “escritos
desde antes para esta condenación,” ósea “la condena de
tales personas fue escrita hace mucho tiempo, pues han
negado a Jesucristo, nuestro único Dueño y Señor” (NTV).
También podríamos decir que ellos fueron “señalados” (NVI),
“marcados” (BLA), para esta condenación desde el mismo
momento que “convirtieron en libertinaje la gracia de
nuestro Dios” y desde el mismo momento que negaron “a
Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas
1:4). En conclusión, el texto nunca dice que fueron
“destinados” desde antes de la fundación del mundo como
lo interpreta el calvinismo sino desde el momento que
convirtieron la gracia de Dios en libertinaje y negaron al
Señor.

Calvino Fomentó la Doble


Predestinación
Un sector de maestros calvinistas no cree en la doble
predestinación, sino solo en la predestinación para
salvación, mientras que Calvino rechazó la idea de una sola
predestinación donde aparentemente Dios sólo escoge a los
elegidos y deja a los demás en su propia perdición, por
tanto, Dios no los predestinó para perdición, sino que
sencillamente decidió ser “justo” al aplicar su justicia en
ellos, al castigarlos en el infierno. ¿Pero quién fue el que los
predestinó para que pecaran en Adán, y nacieran
condenados? ¿Quién fue el que decretó que estos
reprobados amaran el pecado y rechazaran a Dios? ¿No es
el supuesto Dios que es presentado en el evangelio del
calvinismo? ¿No dice el calvinismo que todo ocurre porque
todo está determinado por Dios? ¿Cómo hace Dios para
decretar y predestinar que los reprobados nazcan
condenados en Adán, esclavos del pecado sin que Él sea el
culpable de su desgracia? El calvinismo solo se limita a decir
que en la Biblia hay misterios, y citan a Abraham para decir,
“el Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?”
(Gen.18:25). Todos estos argumentos filosóficos apuntan a
la defensa doctrinal de Juan Calvino quien fomentó la doble
predestinación. Calvino en sus escritos aseguró que Dios
quiso que los reprobados, o la mayoría de los seres
humanos, se perdieran por toda la eternidad en el infierno:

Sera extremadamente absurdo decir que los otros


adquieren por casualidad u obtienen por su propio
esfuerzo lo que la elección sola confiere a algunos. Por
lo tanto, a aquellos a los que Dios pasa por alto, Él los
condena; y esto Él lo hace por la única razón de que Él
quiere excluirlos de la herencia la cual Él predestina
para sus propios hijos.[143]

Todas estas ideas fatalistas tenían una finalidad en los


escritos de Calvino, y era sistematizar y resaltar el
pensamiento agustino sobre la ortodoxia cristiana. Muy
contrario a la revelación del pensamiento de Dios, el cual
declara cual es el verdadero deseo de la divinidad: “¿Quiero
yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si
se apartare de sus caminos? ...Porque no quiero la muerte
del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y
viviréis” (Ez.18:23, 32). Más tarde Dios le dice a Israel: “Vivo
yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío,
sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva.
Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué
moriréis, oh casa de Israel?” (Ez.33:11).

Los Apóstoles también entendieron el verdadero deseo


del Señor con respecto a la salvación de los pecadores.
Cuando Pablo le predicó al rey Agripa, y éste se rehusó a
creer diciéndole, “Por poco me persuades a ser cristiano”,
en su respuesta, Pablo manifestó el deseo de Dios con
respecto a la salvación de todos, “Y Pablo dijo: ¡Quisiera
Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino
también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales
cual yo soy, excepto estas cadenas!” (Hch.26:28-29). Pablo
no tenía en su mente esa filosofía discriminatoria de
predestinados para salvación y perdición, para ver en la
humanidad sólo dos grupos de personas, los elegidos y los
reprobados. Pablo vio en todos los seres humanos sólo una
categoría, sencillamente almas en pecado por las cuales
Cristo vino; “porque el Hijo del Hombre no ha venido para
perder las almas de los hombres, sino para salvarlas”
(Luc.9:56). Pedro también escribió que Dios no quiere la
condenación de ninguno, “El Señor…es paciente para con
nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos
procedan al arrepentimiento” (2Pe.3:9). Por supuesto, estos
versos bíblicos son reinterpretados por parte del calvinismo
con el pensamiento Agustino, con el objetivo de negar el
verdadero deseo de Dios, el cual quiere que todos sean
salvos (1Tim.2:4) y que nadie se pierda. En este último
caso, el calvinismo afirma que el apóstol Pedro está
hablando es de los elegidos, que Dios no quiere que los
elegidos se pierdan. Si esto es cierto, ¿entonces los elegidos
tienen la posibilidad de perderse y por eso él es paciente
para con ellos? No sabía que Dios es paciente para con los
elegidos, ¿Ósea que Dios espera que los elegidos se
arrepientan sin concederles el supuesto don del
arrepentimiento? Todas estas filosofías se contradicen entre
ellas mismas, puesto que contradicen al verdadero Dios
cuya naturaleza eterna es de amor y misericordia.

Juan Calvino Torció Efesios 1:4


Según Calvino la predestinación de la Biblia no está
basada en el conocimiento anticipado de Dios de los que
creerían en el evangelio, como lo predico la iglesia primitiva,
sino en la soberana decisión de elegir y reprobar a los que
él quiso. Calvino afirmó que la elección no fue porque eran
santos sino para que fuesen santos, y para ello citó Efesios
1:4, “según nos escogió en él antes de la fundación del
mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de
Él” (Efe.1:4). Calvino interpretó este texto diciendo:

Fueron elegidos para ser santos, claramente refuta el


error de aquellos que dicen que la elección procede de
la pureza, puesto que claramente les contradice san
Pablo diciendo que todo el bien y virtud que hay en los
hombres, es efecto y fruto de la elección… Si Dios nos
ha escogido para que fuésemos santos, entonces no
nos ha escogido por haber pre-visto que lo seríamos.
[144]

Existen varias formas académicas de exponer los


errores doctrinales, una de ellas es a través de la teología
histórica, esta rama de la teología demuestra las doctrinas
que eran creídas por los primeros cristianos y las doctrinas
que fueron rechazadas. Otra forma de exponer el error
doctrinal es a través de la hermenéutica, esta rama de la
investigación demuestra que el origen de las falsas
enseñanzas radica sencillamente en una mala
interpretación del texto Bíblico. Una regla simple en la
hermenéutica, o el arte de la correcta interpretación, es
tener en cuenta el contexto general del escrito. Calvino no
tuvo en cuenta la teología histórica, ni tampoco la
hermenéutica. Calvino no consideró que el contexto del
capítulo uno de Efesios, el cual Pablo basa su argumento,
está descrito en acciones de la eternidad pasada y
eternidad futura, es decir, la elección ocurrió en la
presciencia de Dios, antes de la fundación del mundo, con
base a las acciones del tiempo presente y con el propósito
de ser santos por toda la eternidad en el estado de
glorificación.

La Elección fue en la eternidad pasada: “según nos


escogió en él antes de la fundación del mundo” (Efe.1: 4a).
Esta acción fue hecha en el corazón de Dios, en su
presciencia; “elegidos según el previo conocimiento de Dios
Padre,” (1Pe.1: 2a BLA). En esta eternidad pasada, “antes
de la creación”, Dios supo de antemano quienes iban a
creer y quienes no; “Jesús sabía desde el principio quiénes
eran los que no creían” (Jn.6:64 BLA). Y como escudriñó los
corazones de aquellos que iban a creer, que iban a ser sus
santos, aquellos que iban amar a Dios como lo dice la
escritura; “Más el que escudriña los corazones sabe cuál es
la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de
Dios intercede por los santos” (Rom.8:27). Entonces Dios
conoció de antemano a estos santos, que aman a Dios, y los
predestinó para moldearlos a la imagen de Jesucristo a
través de los sufrimientos (Rom.8:18) en este mundo, por
eso “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas
les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados” (Rom.8:28), esto es a los santos
(Rom.8:27), que son llamados a este propósito de ser
glorificados y transformados a la imagen de Cristo. A estos
“santos” que “aman a Dios” fue a los que conoció de
antemano, o antes de la creación, los conoció en medio de
la humanidad a la cual le escudriñó sus corazones, y
conoció de ellos que iban a creer y ser santos, que iban a
amar a Dios:

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas


les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados. Porque a los que antes
conoció, también los predestinó para que fuesen
hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él
sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los
que predestinó, a éstos también llamó; y a los que
llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a
éstos también glorificó (Rom.8:28-30).

En otras palabras, el orden de salvación empieza en la


eternidad con el conocimiento previo de Dios de aquellos
santos que le iban a amar, luego a estos santos conocidos
de antemano los predestinó, luego los llamó a través del
evangelio, después los justificó y finalmente en su plan
creado en la eternidad pasada los glorificó, ¿A quiénes? A
los santos que aman a Dios, los cuales fueron conocidos de
antemano y por ello fueron escogidos para ser glorificados
en la eternidad futura.

La Elección fue a causa de las acciones del presente:


“según nos escogió en él” (Efe.1: 4ª). La elección ocurrió en
la eternidad pasada, por la razón de que ya eran salvos o
estaban “en Él”. Pablo no dijo que Dios el Padre los escogió
cuando estaban “en vuestros delitos y pecados” (Efe.2:1)
como el calvinismo enseña, según el calvinismo; “la
elección es un acto de Dios antes de la creación mediante el
cual él elige a algunas personas [perdidas] para ser salvas”.
Muy contrario a lo que la Biblia enseña; la elección es un
acto de Dios desde antes de la fundación del mundo
mediante el cual él elige a todos los que están “en Él”, y los
que están en Él no están perdidos sino que son salvos, “En
Él tenemos redención mediante su sangre, el perdón de
nuestros pecados según las riquezas de su gracia” (Efe.1:7
BLA). Estábamos en Él, porque en la aplicación de esta
salvación tan grande lograda en la cruz, fue recibida por los
santos por gracia y por medio de la fe y como consecuencia,
ellos obtuvieron la unión con Cristo, y por ello Pablo dijo; “en
Él”. En palabras más claras, fuimos elegidos desde el
principio porque habíamos puesto la fe en la verdad del
evangelio y ya éramos santificados “Dios los haya escogido
desde el principio para salvación, por la santificación del
Espíritu y fe en la verdad.” (2Tes.2:13 RVA-2015). Cuando el
evangelio llega al pecador, y el Espíritu le convence de
pecado (Jn.16:8) y la fe viene por el oír esta verdad
(Rom.10:17), y este pecador no rehúsa a creer (Jn.3:36) sino
que cree o pone su fe en la verdad, y esta verdad le
santifica por el Espíritu (Jn.17:17), entonces este creyente
santificado es elegido para la salvación completa,
manifestada en la glorificación, Pablo dijo que Dios los ha
“escogido... para salvación, por la…fe en la verdad”. Y por
estar santificado, fue escogido desde antes de la fundación
del mundo, de acuerdo a su conocimiento anticipado,
“elegidos según el previo conocimiento de Dios Padre, por la
obra santificadora del Espíritu” (1Pe.1: 2a BLA). Es por eso
que todos los que ponen su fe en la verdad y son
santificados por el Espíritu también fueron escogidos para
que en este mundo le obedezcan y sean rociados
continuamente por la sangre de Cristo, “para obedecer a
Jesucristo y ser rociados con su sangre” (1Pe.1:2b BLA). De
esta manera los que le obedecen y son rociados por la
sangre de Cristo en este mundo, serán en la glorificación
“santos y sin mancha delante de él”, serán santos por
siempre.

La elección fue para la eternidad futura. Pablo continúo


diciendo; “para que fuésemos santos y sin mancha delante
de Él”, (Efe.1:4b). “Delante de Él” revela una acción delante
de su gloria, es decir en su reino, por toda la eternidad, “en
la dispensación del cumplimiento de los tiempos” (Efe.1:10),
como lo dice la carta gemela de Efesios, “a fin de
presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de
Él” (Col.1:22 BLA). Esta fue la razón del sacrifico en la cruz,
“a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que
no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que
fuese santa y sin mancha” (Efe.5:27). Su plan futuro es
“presentaros sin mancha delante de su gloria con gran
alegría” (Judas 1:24).

En síntesis, Efesios 1:4 dice: “según (la presciencia de


Dios en la eternidad pasada 1Pe.1:2) el Padre nos escogió (a
los Santos, los que aman a Dios, Rom.8:27-29 o están) en él
antes de la fundación del mundo (nos escogió ya siendo
salvos Efe.1:7, por la fe en la verdad 2Tes.2:13 y por la
santificación del Espíritu 1Pe.1:2), para que fuésemos
santos y sin mancha delante de Él, (en la eternidad futura,
Efe.1:10, 5:27, delante de su gloria, Jud.1:24, Col.1:22)”.

j) El determinismo es fatalismo
Los padres de la iglesia combatieron doctrinalmente a
los Esenios, a los Estoicos y a los gnósticos por su fatalismo
determinista. La conclusión más lógica de estos cristianos
era que si todos los eventos estaban determinados por Dios,
entonces el hombre no tenía otra opción que seguir el curso
de lo pre-ordenado, ósea del destino ya fijado para ellos.
Entonces el hombre no tendría responsabilidad alguna de
sus malas acciones y Dios vendría a ser el autor de esa
maldad moral. El determinismo de Juan Calvino no fue algo
distinto a las filosofías deterministas de los gnósticos, de los
Maniqueos, de los Estoicos y Esenios. Juan Calvino coincidió
con estas filosofías al reconocer que todos los seres
humanos, incluyendo a los criminales, están totalmente
gobernados por Dios y que cada acción, incluyendo el
crimen, ocurre porque así Dios lo decretó. Calvino aseguró;
“Las criaturas están tan gobernadas por el consejo secreto
de Dios, que no ocurre nada sin que Él lo haya conocido y
voluntariamente decretado”.[145] La pregunta lógica que
surge de esta frase es; ¿Habrá querido decir que el decreto
de Dios gobierna todas las acciones de los hombres
incluyendo sus maldades? Si esto es así, entonces, los
pedófilos, abortistas e infanticidas, “están tan gobernados
por el consejo secreto de Dios que”, ninguna violación y
asesinato de bebés, “ocurre sin que Él lo haya conocido y
voluntariamente decretado”. El calvinismo hace claramente
que Dios sea el autor del pecado. Muy contrario al mensaje
claro de las sagradas escrituras las cuales muestran la
maldad de los hombres como decisiones totalmente propias
de ellos y abismalmente aisladas de la voluntad de Dios, por
ejemplo; un tiempo antes de la de la cautividad de Judá
(586 a.C.) Dios denunció el pecado horrendo de los
sacrificios humanos, afirmando que Él no los planeo, ni los
ordeno, sino que esas maldades provinieron de sus
perversas decisiones; “Y edificaron lugares altos a Baal,
para quemar con fuego a sus hijos en holocaustos al mismo
Baal; cosa que no les mandé, ni hablé, ni me vino al
pensamiento” (Jer.19:5). El mal moral o pecado no fue
“ordenado” o “decretado” por Dios, ni tampoco “Dios habló”
que esto fuera cometido por los seres humanos, ni tampoco
le vino a su mente como parte de su plan en la creación.
Ahora, si lo conoció de antemano, fue por las acciones de
otros y no de Él. “ni me vino al pensamiento”.

En su primer libro de “institución de la religión


cristiana” encontramos más pruebas que identifican a Juan
Calvino como un maestro fatalista, pues él mismo dice:

Si de ella, dicen, depende cuanto acontece en el


mundo, entonces ni los hurtos, ni los adulterios, ni los
homicidios se cometen sin que intervenga la voluntad
de Dios… Pues yo digo aún más: que los ladrones,
homicidas y demás malhechores son instrumentos de
la providencia de Dios, de los cuales se sirve el Señor
para ejecutar los designios que en sí mismo
determinó.[146]

Y para completar su tesis determinista Calvino presentó


un ejemplo que lo delata como el promotor del
determinismo dentro de los maestros reformados;

Supongamos que un mercader, entrando en un


bosque con buena escolta, se extravía y cae en manos
de salteadores y le cortan el cuello. Su muerte no
solamente hubiera sido prevista por Dios, sino
también determinada por su voluntad.[147]

¿Salió la maldad del decreto de Dios?


No sólo las citaciones de las obras de Calvino y otros
maestros reformados exponen el determinismo fatalista del
calvinismo, también el mal uso de algunos versos bíblicos
que citan para probar que Dios es soberano y por su
voluntad es que los hombres toman sus decisiones, aun las
malas. Si leemos sin el contexto histórico y gramatical, los
versos citados por el calvinismo para probar su teoría de
que Dios decretó el mal moral o pecado, podríamos
fácilmente caer en las artimañas del error. Ellos citan;
“¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor
no mandó? ¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo
bueno? (Lam.3:37-38). Con este pasaje bíblico los maestros
calvinistas afirman que Dios decretó el mal moral.
Imagínese interpretar literalmente este texto sin tener en
cuenta el contexto histórico y general de la Biblia. Si
usamos la lógica reformada la cual dice que “de la boca del
Altísimo sale lo malo y lo bueno,” entonces esto
contradeciría la Biblia misma, “¿Acaso alguna fuente echa
por una misma abertura agua dulce y amarga?” (Stg.3:11).
Si de la boca de Dios saliera el decreto del mal moral o
pecado entonces el corazón de ese supuesto “dios” del
calvinismo estaría lleno de maldad, “porque de la
abundancia del corazón habla la boca” (Luc.6:45). Dios no
es el autor del mal, la Biblia revela que su voluntad es santa
y sus deseos no son pecaminosos ni de maldad, “Dios es
luz, y no hay ningunas tinieblas en Él” (1Jn.1:5). En Dios
nunca ha habido ni habrá un deseo de hacer maldad, “Dios
no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie...”
(Stg.1:13), la maldad no es parte de su naturaleza
(Mat.7:18), y esta maldad permanecerá siempre lejos del
verdadero Dios (Job 34:10).

Lamentaciones fue escrito después de que el ejército


Babilónico entró y destruyó el templo y la ciudad de
Jerusalén, y mató muchos judíos. Éste era el mal que Dios
permitió como castigo a Israel por su pecado. Este “mal
físico y no moral” fue profetizado por Jeremías y otros
profetas. Cuando Jeremías vio la ciudad y el templo
destruido, él dijo que ese mal ya había sido profetizado a
través de los profetas. Es decir, ese mal físico del juicio de
Dios ejecutado a través de los Babilonios ya había salido de
la boca de Dios como un conocimiento anticipado de lo que
iba a ocurrir por no haberse apartado del pecado, “¿Quién
será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no
mandó?” (Lam.3:37), es decir, el juicio contra la impiedad
de Israel fue mandado por Dios como castigo, “¿De la boca
del Altísimo no sale lo malo y lo bueno?” (Lam.3:38), es
decir, el “mal” físico o castigo, salió de la boca de Dios
como la sentencia justa contra la maldad. También, de la
boca de Dios sale “lo bueno”, lo bueno se refiere a las
promesas de restauración que salieron de la boca del Señor,
las cuales tendrían cumplimiento después de los setenta
años de castigo en Babilonia (Jer.29:10-14). De la boca de
Dios sale la sentencia del mal físico para castigar a los
pueblos, y sale el bien para bendecir a los que le obedecen,
“Como traje sobre este pueblo todo este gran mal, así traeré
sobre ellos todo el bien que acerca de ellos hablo”
(Jer.32:42). Las decisiones malas de los hombres no
provienen de ninguna voluntad o decreto secreto de Dios,
provienen de las decisiones voluntarias del mismo hombre.
No hay ningún destino inalterable como lo dice el fatalismo,
este mal profetizado o advertido pudo haberse evitado, “tus
profetas vieron para ti vanidad y locura; Y no descubrieron
tu pecado para impedir tu cautiverio, sino que te predicaron
vanas profecías y extravíos” (Lam. 2:14).

Creer y enseñar que Dios decretó el mal moral y éste


vino a la existencia por la voluntad de Dios es una blasfemia
y una contradicción Bíblica. El “dios” determinista
contradice al Dios santo de la Biblia: por ejemplo; si Dios
decretó y ordenó el mal como que millones de mujeres
abortaran y ellas no tenían otra alternativa ya que ese
“dios” así lo quiso, entonces contradice al Dios de la Biblia
que aborrece lo que el “dios” determinista decreta, pues el
Dios Bíblico dice “Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete
abomina su alma… Las manos derramadoras de sangre
inocente,” (Pr.6:16). Si las maldades del hombre tales como:
violaciones, torturas, asesinatos, terrorismo, existen porque
Dios así lo decretó como parte de su plan y voluntad para
revelar su gloria, entonces se debe orar para que exista más
maldad en este mundo ya que Cristo nos mandó orar por la
voluntad de Dios. Si la maldad existe por el decreto de Dios,
entonces Dios no se complace con lo que Él mismo decreta,
“Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad”
(Sal.5:4). Si los que hacen iniquidad lo hacen porque así
Dios lo determinó o decretó, entonces Dios aborrece a
aquellos que hacen lo que el mismo ha determinado, “Los
insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos
los que hacen iniquidad” (Sal.5:5). Si el hombre impío hace
impiedad porque así Dios lo determinó, entonces Dios esta
airado con aquel que hace su decreto y no se complace con
el que hace lo que Él mismo ha determinado, “Dios es juez
justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días”
(Sal.7:11). Decir, predicar y enseñar que Dios quiso y
ordenó o decretó el mal, es convertir a Dios en el autor del
mal y esto es una terrible blasfemia. El “dios” determinista
decreta que todos pequen, mientras que el Dios Bíblico odia
el pecado y aborrece a los que hacen iniquidad, entonces el
Dios de la Biblia odia lo que decreta el “dios” determinista,
¿Es el “dios” del determinismo bipolar?

Si la maldad es ejecutada por el decreto de Dios,


entonces Dios se duele y se arrepiente de lo que el mismo
decreta, “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en
la tierra, y le dolió en su corazón” (Gén.6:6). ¿Pero al fin cual
es la voluntad de Dios? ¿La maldad o la santificación? El
calvinismo dice las dos, según esta teología en Dios hay una
voluntad revelada en las escrituras y otra secreta. ¿Dónde
en la Biblia dice que Dios tiene una voluntad secreta la cual
determinó la maldad moral en el universo? Sólo los
gnósticos hablaban de un conocimiento secreto y en
misterio, revelado sólo a los escogidos. De nuevo pregunto
¿Al fin cual es la voluntad de Dios entre la maldad y la
santificación? El Dios de la Biblia dice “pues la voluntad de
Dios es vuestra santificación; que os apartéis de
fornicación” (1Ts.4:3). Y si algún seguidor del determinismo
se enoja conmigo entonces tendré que advertirle que se
está enojando contra “el santo designio o decreto de Dios”,
ya que si el determinismo es verdad; entonces, Dios decretó
que yo escribiera estas líneas.

Gracias a Dios que la Biblia con su lenguaje sencillo


dice claramente que Dios el Padre no ordenó ni decretó, ni
deseó la maldad, ni mucho menos es el autor del mal moral,
“Jehová…no hará iniquidad” (Sof.3:5). También nos dice que
el Hijo de Dios no es el autor o el ministro del pecado, “Y si
buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos
hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado?
En ninguna manera” (Gál.2:17), otra versión bíblica dice que
Cristo no nos hizo pecadores, “Eso demuestra que también
nosotros somos pecadores. ¿Entonces es Cristo el que nos
hace pecadores? ¡Nada de eso!” (Gál.2:17 PDT). En
conclusión, la Biblia dice que el que hace pecado es
pecador; el determinismo dice que Dios ordenó y decretó el
mal y éste existe por causa de la voluntad de Dios; en otras
palabras, ese “dios” determinista es el que hace el pecado a
través de su decreto, ósea, es un pecador. El Dios de la
Biblia dice, “¿qué maldad hallaron en mí vuestros padres,
que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se
hicieron vanos? (Jer.2:5), personalmente no hallo ninguna
maldad en Dios, pero los deterministas hallan el supuesto
“decreto” o “voluntad secreta” que determina nuestras
malas decisiones, ellos afirman que Dios ordenó o decretó
que el mal viniese a la existencia. ¡Qué terrible blasfemia!

k) El autor del pecado


El calvinismo enseña que todas las acciones de los
hombres, sean buenas o malas, están determinadas por el
decreto de Dios, es decir, según ellos Dios predestinó todo
lo que iba a ocurrir en este mundo; cada evento, cada
acción de los hombres, cada palabra que se habla, cada
pensamiento fue pre-ordenado por Dios. No obstante, ellos
se excusan diciendo que Dios no es el autor del mal. En la
“Confesión de Fe Westminster” en el capítulo 3:1, dice:
“Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo de su
voluntad, ordenó libre e inalterablemente todo lo que
sucede. Sin embargo, lo hizo de tal manera, que Dios ni es
autor del pecado”.[148] Notemos que primero dicen que Dios
decretó todo, por supuesto todo es todo, incluyendo el mal
moral o pecado, y luego dicen que Dios no es el autor del
pecado. La pregunta que cualquiera se puede hacer es ésta,
¿Cómo Dios decreta todo incluyendo el pecado sin ser el
autor del mismo? Esto es una evidencia clara que el
calvinismo enseña solapadamente o astutamente que Dios
es el autor del pecado al decretarlo. Por lo contrario, la
Biblia demuestra que de Dios nunca salió un decreto para
que el mal moral existiera, ni tampoco Dios decretó el mal
en la humanidad, “¡Ay de los que decretan estatutos
inicuos, y de los que constantemente escriben decisiones
injustas!” (Isa10:1 BLA).

Para explicar mejor la evidencia que expone al


calvinismo como la teología que hace a Dios que sea el
autor del pecado, lo ilustraré con un testimonio que vi en
una entrevista a un ex-sicario: En un partido de football en
Colombia por los años del Cartel de Medellín (80s y 90s), el
equipo del narcotraficante “famoso” perdió ese juego,
entonces el capo se levantó de su silla en el estadio y solo
“ordenó o decretó” que el árbitro de ese partido muriera esa
misma noche. Uno de sus guardaespaldas reacciono a este
decreto, y con sus sicarios, a la salida del estadio asesinaron
al árbitro. En derecho penal, tanto el sicario que disparó el
arma como el patrón que “decretó” el asesinato, son
culpables. Los que dispararon son autores materiales, y el
patrón que lo ordenó es llamado en derecho penal, autor
intelectual. En el calvinismo Dios ordena el mal y Adán peca
“por el sabio y santo consejo de su voluntad” y el calvinismo
dice que Adán es el culpable pero que Dios no es el autor
del mal. Se dan cuenta de las contradicciones de estas
filosofías que no exaltan, sino que insultan a Dios, como dijo
Roger Olson, “con la teología reformada es difícil ver la
diferencia entre Dios y el diablo”.

Las escrituras si revelan cual es el origen del mal moral.


Según todo el consejo divino, Dios todo lo creó bueno en
gran manera (Gen.1:31) y en esta creación buena, creó los
ángeles y el universo, sólo con un objetivo, que todo fuera
“para él” (Col.1:16). Y entre todas las cosas buenas que
Dios hizo, había un ángel del cual Dios mismo testifica:

Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y


acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios
estuviste; …los primores de tus tamboriles y flautas
estuvieron preparados para ti en el día de tu creación.
Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo
monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras
de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus
caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se
halló en ti maldad… (Ez.28:13-15).

El único capaz de conocer a Dios el Padre en su


totalidad es Jesucristo el Hijo de Dios y su Santo Espíritu
(Mat.11:27, 1Cor.2:10), y Jesús quien conoce todas las cosas
dijo que Satanás es el Padre o autor del mal moral, es decir,
Satanás es el autor del pecado, “Cuando habla mentira, de
suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”
(Jn.8:44). A Pablo se le reveló que el pecado que llevó a la
condenación de este querubín fue el orgullo, “…no sea que
se envanezca y caiga en la condenación en que cayó el
diablo” (1Tim.3:6 BLA). Es decir, este querubín llamado
“lucero hijo de la mañana” (Isa. 14:12), que no fue creado
como un robot, sino que tenía voluntad y razonamiento
propio, y estaba por supuesto sometido a la voluntad de
Dios, “Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que
fuiste creado”, no obstante, él tomó la más trágica decisión
en el universo, decidió creerse que él era el más importante
de todos los ángeles, y decidió decirse asimismo algo
contrario a lo establecido por Dios, pues “todo fue creado
por medio de Él y para Él” (Col.3:16). Lucero hijo de la
mañana se enorgulleció y concibió la primera mentira que
se la dijo así mismo y se la creyó así mismo, por eso se
volvió el Padre de mentira:

…tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo


alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y
en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del
norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré
semejante al Altísimo… (Isa.14:13-14).

Esta mentira fue concebida por causa de su orgullo


(Isa.14:11-12, 15), que lo hizo “caer” en condenación
(1Tim.3:6), pues “…antes de la caída [esta] la altivez de
espíritu” (Pr.16:18). Por lo anterior, es que Dios el Hijo dijo
que el autor del pecado o mal moral es Satanás y no Dios
como sutilmente los reformados lo enseñan a través de la
doctrina de los decretos. Dios en su soberanía permitió que
este ángel que Dios creó recto y perfecto en todos sus
caminos, llamado Lucero hijo de la mañana, concibiera en
su corazón el mal moral o pecado que a su vez trajo todas
las demás clases de males, el mal físico, el mal espiritual, y
el mal eterno.

El mal moral: Lucero hijo de la mañana concibió el mal


moral, el orgullo y la mentira, (Jn.8:44, Isa.14:13-14), él es el
padre de mentira, padre del pecado, autor del pecado.

El mal espiritual: Este mal moral o pecado trajo como


consecuencia el mal espiritual. En el proceso gradual de
corrupción moral, Lucero hijo de la mañana sedujo o engañó
la tercera parte de los ángeles, los cuales se convirtieron en
espíritus malos o demonios, (Apo.12:4; Pr.16:29).

El mal físico: Después de ser un ángel “acabado de


hermosura”, por causa de su pecado, Luzbel se volvió
físicamente en un “vástago abominable” (Isa.14:9). Fue
transformado en un horripilante dragón (Apo.12:3). En
cuanto al pecado en la humanidad, éste trajo el mal físico o
la corrupción en la naturaleza buena que Dios había creado
(Rom.8:21). Este mal físico se manifiesta en el mundo a
través de los desastres naturales, enfermedades y aun la
violencia que realmente es originada por Satanás (Ap.12:7).

El mal eterno: Finalmente el Padre del mal moral trajo


como consecuencia el mal eterno o lugar donde los malos
permanecerán por toda la eternidad; es decir, el infierno
(Mat.25:41).

l) ¿Condenados en la eternidad pasada


por el decreto divino?

En su análisis final, Calvino manifestó el lado oscuro de


su doctrina al decir que la causa del castigo eterno de los no
elegidos o reprobados, es por la maldad o depravación que
Dios les dio para prepararlos para la condenación, y de esta
forma “Dios” mostraría su gloria:

El hecho de que los reprobados no obedecen la


Palabra de Dios cuando ésta se les dio a conocer, les
será justamente cobrado a cambio del mal y la
depravación de sus corazones. Pero hay que añadir al
mismo tiempo que a ellos se les ha dado a esta
depravación porque ellos han sido levantados por el
justo e inescrutable juicio de Dios para mostrar su
gloria en su condenación.[149]

Las escrituras demuestran cientos de veces que Dios no


ha dado a los seres humanos ninguna depravación o
maldad, ni mucho menos Dios prepara gente para
condenación, ni ordena un decreto para que la gente peque;
Así dijo Jehová: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros
padres, que se alejaron de mí, ...? Tu maldad te
castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y
ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová
tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová
de los ejércitos (Jer.2:5,19).

Es la maldad propia del ser humano la causa de su propio


castigo y no esa supuesta depravación “dada por Dios” la
causa de la condenación. El calvinismo halla en Dios el
pretendido “decreto” que ordenó la maldad humana, pero
Dios todavía pregunta y él mismo responde; “¿Qué maldad
hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí...? Tu
maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán”.

Aunque Calvino murió siglos atrás, sus enseñanzas


continuaron vivas y con el tiempo se fortalecieron. El legado
del calvinismo fue fomentado por su discípulo Teodoro de
Beza (1519-1605), quien consideraba al igual que su
maestro, que Dios no creó a los seres humanos en igualdad
eterna de condiciones, para él la creación de los humanos
es: “De acuerdo a dos clases completamente diferentes una
de la otra, (los elegidos y los reprobados)”.[150] Según
Teodoro de Beza, Dios antes de la creación, ordenó o
decretó que los reprobados o no elegidos fueran creados en
este mundo sólo con el propósito de enviarlos a la
condenación para que de esta manera el “Dios” del
calvinismo fuese glorificado con su condenación, Beza
escribió:

Dios hace que ellos [reprobados] vayan a su propio


lugar, a quienes Dios creó para ese fin para que Él
pueda ser glorificado en la justa condenación de
ellos... Él ordenadamente dispuso las causas y los
medios por los cuales esta condenación tomara lugar
para que la total causa de su condenación pueda ser
de ellos mismos.[151]

Ningún ser humano fue creado para el infierno,


tampoco el infierno fue creado para el ser humano. Si
algunos estarán allá por toda la eternidad, es porque ellos
mismos decidieron rechazar o no recibir el amor por la
verdad que Dios les daba para que creyeran al evangelio y
fuesen salvos (2Tes.2:10), y no porque Dios los haya creado
para destinarlos al infierno. Repito el infierno no fue creado
ni preparado para el hombre; “Entonces dirá también a los
de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles” (Mat.25:41).

m) La predestinación en la reforma y
post- reforma: sinergismo
Antes de que el teólogo Jacobo Arminio formulara sus
respuestas teológicas a las absurdas ideas de Juan Calvino y
Beza, los Anabaptistas en su confesión de “Waterland” del
año 1577 se opusieron a la predestinación agustina
abrazada por algunos reformadores, los anabaptistas
establecieron:

Dios los castiga (humanos) justamente por ello, NO


porque Dios los predestinó al infierno (1577: 6, 1610:
7). Esto significaba, por supuesto, que la elección, en
las Escrituras, tenía que ser interpretada como el
conocimiento anticipado: Dios predestina en el sentido
de que, al estar por encima del tiempo, Dios vio el
futuro de quienes aceptarían y rechazarían la gracia.
[152]

Casi cincuenta años después de la muerte de Calvino,


el teólogo reformado Jacobo Arminio (1560–1609 d.C.) se
opuso a la doctrina calvinista de la predestinación,
desarrollando su entendimiento de la predestinación
totalmente opuesta al sistema determinista Agustino,
Arminio estableció que:

[Dios] decretó recibir en favor a aquellos quienes se


arrepienten y creen en Cristo, y a través de Él y para
su causa, para llevar a cabo la salvación de tales
penitentes y creyentes como gente que persevera
hasta el fin; pero dejar en pecado y bajo la ira a todos
los impenitentes e incrédulos, y condenarlos como
extraños de Cristo.[153]

Jacobo Arminio continúo la enseñanza histórica de la


predestinación, aunque con algunas variantes,
específicamente en conceptos nuevos típicos de la reforma.
Él no creó o inventó nada nuevo, su teología de la
predestinación, estaba en armonía con los escritos de los
padres de la iglesia primitiva. En cuanto a la presciencia de
Dios, concerniente a los individuos que fueron escogidos,
Arminio dijo; “Este decreto tiene su fundamento en la
presciencia de Dios, por el cual Él conoció desde la
eternidad a aquellos individuos quienes a través de la gracia
preveniente creerían, y a través de su subsecuente gracia
perseverarían”.[154]

Los Bautistas Generales también continuaron con la


creencia histórica de la predestinación basada en el
conocimiento previo de los que creerían en Cristo. Estos
Bautistas rechazaron totalmente la teología determinista del
calvinismo, John Smyth en el año 1610 escribió su propia
confesión de Fe, en la cual negó dicho fatalismo:

Creemos con el corazón y confesamos con la boca...


que Dios ha creado y redimido la raza humana a su
propia imagen y ha ordenado a todos los hombres a la
vida (nadie siendo reprobado). Que los hombres, por
la gracia de Dios a través de la redención de Cristo,
son capaces (estando ante ellos la gracia pre-viniente
del Espíritu Santo por la gracia) a arrepentirse, a
creer, a volverse a Dios, y para alcanzar la vida
eterna; así que por el contrario, ellos son capaces de
resistir el Espíritu Santo, apartarse de Dios, y perecer
para siempre.[155]

En el año 1611 el inglés Thomas Helwys otro de los


fundadores de los Bautistas generales, rechazó la
predestinación calvinista al escribir en su declaración de fe:

Creemos y confesamos... Que antes de la Fundación


del mundo Dios predestino que todos los que creen en
él serán salvos (Efesios 1:4, 12; Marcos 16:16) y todos
los que no creen serán condenados (Marcos 16:16)
todos los cuales conoció antes (Romanos 8:29). Y esta
elección y reprobación hablada en las escrituras,
concernientes a la salvación y condenación y que Dios
no ha Predestinado a los hombres para ser malos y
para ser condenados, sino que los hombres siendo
malvados serán condenados, porque Dios quiere que
todos los hombres sean salvos y vengan al
conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4) y no quiere
que ningún hombre perezca, sino que todos los
hombres vengan al arrepentimiento (2 Peter 3:9) y Él
no quiere la muerte de aquel que muere (Ezequiel
18:32). Y por lo tanto, Dios no es el autor de la
condenación de ningún hombre, según el dicho del
Profeta (Oseas 13). Tú destrucción o Israel es de ti
mismo, pero tu ayuda es de mí.[156]
n) El surgimiento de la teología
calvinista
Los teólogos calvinistas al ver el ascenso de la teología
de Arminio se reunieron en Holanda en el año 1618 y 1619
para hacer su propio concilio, “El Sínodo de Dort.” Esta
reunión de teólogos calvinistas tenía como objetivo elaborar
el credo calvinista a fin de rechazar la teología de Arminio.
Ellos organizaron sus doctrinas reformadas en el acrónimo
de cinco puntos TULIP: depravación total, elección
incondicional, expiación limitada, gracia irresistible y
perseverancia de los santos. Estas doctrinas, descritas en el
documento final llamado Cánones de Dort, son también
conocidas como los cinco puntos del calvinismo, entre las
cuales describen la elección incondicional:

Elección es el incambiable propósito de Dios por el


cual, antes de la fundación del mundo, por pura
gracia, de acuerdo al soberano y puro afecto de su
voluntad, Él ha escogido de toda la raza humana (el
cual había caído a través de sus propias faltas del
estado original de rectitud en pecado y destrucción)
un determinado grupo de personas para la redención
en Cristo.[157]

Con respecto a la predestinación para perdición, la


naciente iglesia calvinista estableció que Dios antes de la
creación:

Por su soberanía, completamente justa, irreprensible e


incambiable buena voluntad, Él (Dios) decretó dejar
(estos) en la miseria común dentro de la cual ellos
voluntariamente se han sumido a sí mismos, y no se
les ha dado la fe salvadora y la gracia de conversión.
Más bien, Él permitió que ellos en su justo juicio
siguieran sus propios caminos, finalmente, para la
declaración de su justicia, los condena y castiga por
siempre, no únicamente a causa de su incredulidad
sino también por todos los demás pecados.[158]

Al presentar un “Dios” que “eligió a un grupo para


salvación” y “decretó dejar [a los demás] en la miseria” o en
su propia condenación, es como decir en una forma
hiperbólica que; si dos de mis hijos a los cuales les dije que
no nadaran en un rio caudaloso porque la corriente los
arrastraría y los mataría, me desobedecieran, y al verlos
condenados a la muerte y pudiendo salvar a los dos, decido
soberanamente salvar solo a uno y al otro dejarlo morir en
su propia necedad, sin decretarlo yo mismo en parte seria
culpable de su muerte ante la ley de Dios por el pecado de
omisión, “así que, al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace,
le es pecado” (Stg.4:17 RVG). ¿Será que el calvinismo no ha
notado que el “Dios” que ellos presentan peca por omisión?

o) Predestinación sinergista, en el
periodo moderno

No todas las iglesias protestantes eran de corte


calvinista, hubo muchos hombres de Dios que se opusieron
a estas doctrinas agustinas en aquella época y en los años
posteriores. El predicador y teólogo metodista, John Wesley
(1703-1791 d.C.) fue uno de ellos, quien aclaró en una
forma sistemática, desde el punto de vista eterno, porqué
Dios en las escrituras llama a los redimidos, los elegidos:

Ahora, Dios a quien todas las cosas le están presentes


a la vez, quien ve toda la eternidad de un solo vistazo
‘llama las cosas que no son, como si fuesen
(Rom.4:17)’. Las cosas que aún no existen como si
ahora subsistieran. Así que llama Abraham ‘El Padre
de muchas Naciones’ aun antes que Isaac naciera. Y
así Cristo es llamado ‘El cordero inmolado desde la
fundación del Mundo’, aunque él no estaba inmolado,
de hecho, esto fue hasta algunos miles de años
después. De la misma manera, Dios llama (nombra) a
los verdaderos creyentes como ‘elegidos desde la
fundación del mundo’ aunque ellos no eran
actualmente elegidos o creyentes hasta muchas
edades después, en sus diferentes generaciones.
Entonces sólo fue hasta que fueron actualmente
elegidos cuando fueron hechos ‘hijos de Dios por la fe
(Gal.3:26)’. Entonces ellos fueron de hecho ‘escogidos
y tomados del mundo; electos (Jn.15:19)’, dice San
Pablo ‘mediante la fe en la verdad (2Tes.2:13)’ o como
San Pedro lo expresa, ‘elegidos según la presciencia
de Dios Padre a través de la santificación del Espíritu’.
[159]

Además de ello, John Wesley agregó que éstos son


elegidos porque sencillamente creyeron en Jesucristo como
la escritura así lo demuestra:

Él tiene misericordia de quien quiere, tiene


misericordia’ es decir, (tiene misericordia de) aquellos
que verdaderamente creen; ...Ninguno en efecto ha
resistido a esta voluntad de Dios. ‘El que no creyere,
será condenado’... ¿O no tiene el gran ‘alfarero poder
sobre su propio barro para hacer’ o designar una clase
de ‘vasos’ es decir creyentes para honra, y ‘los otros’
para deshonra?[160]

Finalmente, John Wesley denunció vehementemente la


doctrina de la predestinación calvinista como una
enseñanza dañina y perversa. “La doctrina de la
predestinación absoluta conduce naturalmente a la cámaras
de la muerte”.[161] Si el determinismo fuese cierto, entonces
el traidor de los evangelios no sería Judas sino el “Jesús”,
que presenta el calvinismo, pues según esta creencia
“Jesús” fue quien predestinó a Judas para traicionarle. El
determinismo no es lógico, ni razonable ni Bíblico, por ello
hoy en día también encontramos a muchos académicos que
rechazan el determinismo absoluto. El filósofo y teólogo Jack
Cottrell reconoce y apoya la verdadera doctrina de la
predestinación, la cual es la Bíblica e histórica de la Iglesia
primitiva. Para Jack la creencia en la elección condicional
está basada en la presciencia divina:

A través de su presciencia, Dios ve quienes creerán en


Jesucristo como Salvador y Señor, y se convertirán
uniéndose con él en el bautismo cristiano; entonces,
incluso antes de la creación del mundo El predestina
estos creyentes para que compartan la gloria del
Cristo resucitado.[162]

p) Predestinación monergista, en el
periodo moderno
El profesor y teólogo reformado Wayne Grudem define
que la causa de la condenación de la mayoría de seres
humanos, es por dos motivos, primeramente, por el pecado
del mismo hombre, segundo por el hecho de que Dios no los
eligió para salvarlos, sino que quiso reprobarlos y
condenarlos por sus pecados:

La reprobación es la decisión soberana de Dios desde


antes de la creación de pasar por alto a algunas
personas, decidiendo con tristeza no salvarlos, y
castigarlos por sus pecados, y de esa manera
manifestar su justicia.[163]
Siguiendo su sistema calvinista, Grudem también dice
que la elección es incondicional, elección de un grupo de
perdidos para ser salvos siempre salvos, y no de creyentes
para ser transformados a la imagen de Cristo.
Adicionalmente afirma que esta elección no está basada en
el conocimiento anticipado de Dios de nuestra fe y por ello
da cuatro razones, Grudem afirma:

La elección no está basada en el conocimiento


anticipado de Dios de nuestra fe. 1. Conocimiento
anticipado de personas, no de hechos.
2. Las Escrituras nunca hablan de nuestra fe como la
razón de la elección divina. 3. La elección basada en
algo bueno en nosotros (nuestra fe) sería el comienzo
de la salvación por méritos.[164]

Aunque tuve que estudiar por tres semestres la obra de


Grudem como texto académico en la materia, “Teología
Sistemática”, me vi en la obligación de objetar a la mayoría
de su contenido mientras la estudiaba, pero por ahora me
limitaré a presentar unas cortas objeciones a la citación
anterior. Según Grudem: “La elección no está basada en el
conocimiento anticipado de Dios de nuestra fe”, él dice,
“Conocimiento anticipado de personas, no de hechos,”
falso: La elección si está basada en el conocimiento
anticipado de personas y de hechos; “Elegidos según el
previo conocimiento de Dios Padre, por la obra santificadora
del Espíritu” (1Pe.1:1-2 BLA). Por causa de la obra
santificadora del Espíritu en cada creyente fue que Dios
conoció de antemano y los eligió.

Grudem también dice, “Las Escrituras nunca hablan de


nuestra fe como la razón de la elección divina” falso: la
Biblia si habla de nuestra fe en la verdad como la causa de
la elección, “Dios los haya escogido desde el principio para
salvación, por la… fe en la verdad” (2Tes.2:13 RVA-2015),
Pablo dice que los hermanos de Tesalónica como todos los
miembros del cuerpo de Cristo fueron escogidos por Dios
porque creyeron o recibieron el evangelio; “Hermanos
amados de Dios, sabemos que él los ha escogido, porque
nuestro evangelio les llegó no solo con palabras, sino
también con poder, es decir, con el Espíritu Santo y con
profunda convicción.” (1Tes.1:4-5 NVI).

Por último, Grudem asevera que “la elección basada en


algo bueno en nosotros (nuestra fe) sería el comienzo de la
salvación por méritos”, falso nuevamente, la fe no es
contada como obra humana;

Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene


de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué
dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue
contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta
el salario como gracia, sino como deuda; mas al que
no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe
le es contada por justicia…Y no solamente con
respecto a él se escribió que le fue contada, sino
también con respecto a nosotros a quienes ha de ser
contada, esto es, a los que creemos en el que levantó
de los muertos a Jesús, Señor nuestro (Rom.4:2-5, 23-
24).

La escritura concluye que la fe no es contada como una


obra humana, “¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda
excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la
ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado
por fe sin las obras de la ley” (Rom.3:27-28). Somos
justificados por la fe en el sacrificio expiatorio y propiciatorio
de Cristo, el precio lo pago Él en la cruz del calvario, los
beneficios redentores los obtenemos mediante la fe en Él, y
esta fe viene por dos medios, la convicción del Espíritu
(Jn.16:8) y el oír el evangelio (Rom.10:17). La fe impartida
para salvación no es obra humana, sino divina, la decisión
final de creer o no creer es responsabilidad humana.

q) Conclusión
En cuanto a la causa de los eventos en la humanidad,
de acuerdo al historiador Josefo; los Esenios mantenían la
creencia determinista, por lo tanto, eran monergistas; es
decir, sólo Dios actuaba en la salvación y en el mundo. De
igual manera, los Estoicos y los gnósticos poseían una
creencia fatalista. Agustín de Hipona al principio era
sinergista y por ello mantenía la postura de la Iglesia
Primitiva, pero debido a su pasado Maniqueista, fusionó la
doctrina Paulina con la predestinación monergista de los
Maniqueos para así inventar una nueva doctrina fatalista
dentro de la ortodoxia cristiana. Siglos más tarde, varios de
los reformadores influenciados por la literatura de Agustín
como Juan Calvino, promovieron el Monergismo y la
predestinación fatalista haciéndolas pasar como las
doctrinas apostólicas. Esta predestinación implicaba que: La
Divinidad había decretado todos los eventos, sean buenos o
malos. Los seres humanos no tenían libre albedrio. Un grupo
de seres humanos fueron creados para ser buenos y otros
para continuar en su maldad. Ambos grupos venían a este
mundo con dos destinos eternos, opuestos e inalterables.
Los pecadores que fueron elegidos recibirían la salvación
eterna en los cielos, mientras que los demás pecadores eran
llamados los reprobados porque Dios no los eligió para
salvación, sino que los dejó en su maldad para así
condenarlos por toda la eternidad.

Por otro lado, la creencia de la predestinación de la


Iglesia Primitiva era sinergista. Dios y el hombre tenían
parte en los hechos de la humanidad y en la salvación.
Algunos eventos fueron predestinados y otros no, esto
indicaba que el único ser humano predestinado por Dios,
era Jesucristo, y su destino era morir por los pecados del
mundo. En cuanto a la presciencia: Dios conoció de
antemano quienes iban a creer y quiénes no. La elección
estaba basada en la fe puesta en la verdad y en la
santificación del Espíritu, esto es, todos los que creen en
Jesucristo y son santificados en el Espíritu, fueron elegidos
para esta salvación tan grande; para ser adoptados como
hijos de Dios y así sean santos por toda la eternidad. En
cortas palabras, la predestinación Paulina era de la iglesia
para ser conforme a la imagen de Cristo, en el estado de
glorificación.

La iglesia del siglo primero, segundo y tercero no era


determinista, eran sinergista. Ireneo, Justino Mártir,
Clemente de Roma y de Alejandría, Orígenes y Hermas no
estaban creando una nueva doctrina sino enseñando lo que
aprendieron de los Apóstoles. Esto es, que Dios Conoció
desde el principio quienes iban a creer en Cristo y quienes
No: “Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los
que no creían” (Jn.6:64). Estas personas fueron escogidas
por haber puesto su fe en la verdad, (2Tes.2:13). También
fueron escogidos según la presciencia de Dios por haber
sido santificados, (1 Pe.1:1-2). Y esta elección no fue entre
perdidos para ser salvos siempre salvos sino; “en Él” o “En
Cristo” (Efe.1:4), es decir ya siendo salvos (Efe.1:7), para
fijarles un destino, y éste era para que fueran santos
(Col.1:22), delante de él en el cielo (Efe.5:27), “delante de
su gloria con gran alegría” (Jd.1:24), por toda la eternidad
“en el cumplimiento de los tiempos” (Efe.1:9-10). Los que
iban a creer (Jn.17:20), fueron conocidos por Dios
(Rom.8:29) y por eso fueron llamados los elegidos o las
ovejas de su rebaño (Jn.10:16).

En cuanto a la interpretación de la palabra


“predestinación” la cual es Bíblica e histórica, podemos
concluir que Pablo usó este término “predestinar” [proorizo]
para aplicarlo sólo a la iglesia o los salvos, y no en relación
a pecadores para ser salvos incondicionalmente. Pro-orizo
es una palabra griega compuesta por dos palabras, la
misma está repetida en el N.T. 6 veces. “Pro”, significa “por
anticipado”. “Orizo” significa “determinar” esto es;
“determinar por anticipado”.

Pablo y los padres de la iglesia primitiva creían que Dios


había antes determinado o predestinado: que Jesucristo
muriese por nuestros pecados; (Hch.4:27-28), (1Pe.1:18-20).
Que los salvos o los que aman a Dios fueron conocidos de
antemano, y sólo ellos fueron predestinados para que
fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, (Rom.8:28-
29). También Dios decidió que los que están en Cristo
(salvos), fueran predestinados para ser adoptados como
hijos suyos (Efe.1:5,11). Y finalmente, que la sabiduría de
Dios fuera para su pueblo (1Cor.2:7). Como vemos en los
anteriores versos, “proorizo” nunca esta aplicado a
pecadores para ser salvos siempre salvos, sino de salvos
para un destino ya fijado por Dios.
3 EXPIACIÓN ILIMITADA Y
LIMITADA EN LA HISTORIA

L a tercera letra del acrónimo del TULIP del calvinismo es


la “L” en Ingles dice: “Limited Atonement” que traduce
al español, “Expiación Limitada”. En este capítulo
responderemos Bíblica e históricamente a preguntas que
surgen en torno al sacrificio de Cristo, enfocándonos en el
tema de por quien murió Cristo.

a) Beneficios de la muerte de Cristo


Su ofrecimiento: Las sagradas Escrituras nos
muestran claramente que Jesús es la ofrenda perfecta, “el
cordero sin mancha”. Él también es el ofrendador perfecto
“el sumo sacerdote que traspasó los cielos”. Pero, ¿A quién
fue ofrecida esta ofrenda? La teología histórica expone dos
teorías importantes, “el rescate pagado a Satanás”
propuesta por Orígenes (184-254 d.C.) y “el rescate pagado
a Dios” escrita por los Padres Apostólicos y apologistas del
primer y segundo siglo, expuesta claramente por Juan de
Damasco (676-749 d.C.) en respuesta a la teoría del
“rescate pagado a Satanás.”

Orígenes relacionó el sacrificio de Cristo como el precio


pagado a los mercaderes de esclavos, en este caso, Satanás
seria el dueño de las almas esclavas del pecado, y Jesús con
su sangre, supuestamente pagó el precio a satanás para
que liberara todas las almas, Orígenes escribió:

Entonces, si hemos sido comprados a un precio, como


Pablo también confirma, 1 Co 7.23., sin duda, fuimos
comprados a alguien cuyos esclavos éramos, quien
también exigió el precio que él requería para que
pudiera liberar de su autoridad aquellos a quienes él
estaba sujetando…era el diablo quien nos estaba
sujetando, a quienes nos habían arrastrado por
nuestros pecados. Por lo tanto, el diablo exigió la
sangre de Cristo, como el precio, por nosotros. Así
pues, hasta que la sangre de Jesús fue dada, la cual
era tan preciosa que sólo sería suficiente para la
redención de todos.[165]

En oposición a dicha teoría, Juan el Damasceno (676-


749 d.C.) hizo apología del sacrificio de Jesús como “el
rescate pagado a Dios” rechazando así y de una forma
vehemente la teoría de Orígenes:

Él muere, porque Él tomó sobre sí la muerte por


nosotros, y Él se hace una ofrenda al Padre por amor a
nosotros. Porque nosotros habíamos pecado contra Él,
y era conveniente que Él Padre debía recibir el rescate
por nosotros, y que por lo tanto debíamos ser librados
de la condenación. En ninguna manera la sangre del
Señor fue ofrecida al tirano... Porque, así como la
oscuridad desaparece en la introducción de la luz, así
la muerte es rechazada delante del asalto de la vida y
trae vida a todos, pero muerte al destructor.[166]

Las Escrituras demuestran que el sacrificio de Cristo fue


ofrecido a Dios, “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual
mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin
mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras
muertas para que sirváis al Dios vivo?” (He.9:14). En la
historia de la iglesia hubo otras teorías con respecto al
sacrificio de Jesucristo, aunque no las voy a explicar para no
perder el enfoque de este capítulo, sólo mencionaré algunas
relevantes: Teoría de la recapitulación formulada por Ireneo
(130-202 d.C.), la teoría de la satisfacción, expuesta por
Anselmo (1033-1109 d.C.) y la teoría de la pena sustitutiva,
declarada por Martin Lutero (1483-1546 d.C.). Todas estas
teorías muestran la naturaleza del sacrificio de Cristo
ofrecido a Dios. Pero ¿Cuáles son los beneficios de su
sacrificio?

Sus beneficios: La Biblia también nos muestra


algunos beneficios de este sacrificio. La expiación o
sustitución: la muerte de Cristo sustituye a los culpables
ante la justicia de Dios, “Mas Dios muestra su amor para
con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió
por nosotros” (Rom.5:8, leer He.9:6-15). La propiciación: la
muerte de Cristo apaciguó la justa ira de Dios contra la
maldad, “si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para
con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por
nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino
también por los de todo el mundo” (1Jn.2:1-2, leer
Rom.3:25-26). La redención: La muerte de Cristo es el pago
para redimir, rescatar o comprar las almas esclavas del
pecado, “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser
servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por
muchos” (Marcos 10:45, leer 1Pe.1:18-19). La reconciliación:
La muerte de Cristo nos reconcilia con Dios de nuestra
enemistad causada por el pecado, “Porque si siendo
enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de
su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos
por su vida” (Rom.5:10, leer 2Cor.5:17-21). La victoria
sobre las tinieblas: La muerte de Cristo es la expresión
máxima de la resistencia en la batalla contra el pecado
(He.12:4) y las tinieblas, triunfando así para ofrecer victoria
sobre la muerte, el pecado y el mismo diablo, “Así que, por
cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también
participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte
al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo. Y
librar a todos los que por el temor de la muerte estaban
durante toda la vida sujetos a servidumbre” (Hch.2:14-15,
leer Col.2:15, Jn.12:31).

La fuente del debate: Pero, ¿En beneficio de quien


fue el sacrificio de Jesucristo? ¿Quiénes pueden disfrutar de
estos beneficios? Para responder estas preguntas,
tendremos que evaluar el pensamiento soteriológico de la
iglesia primitiva, y así demostraremos la doctrina histórica y
bíblica con respecto a este punto doctrinal sujeto a debates
en estos últimos siglos. Los dos puntos principales son:
Expiación limitada: Desde su visión reformada, Grudem
afirma la creencia calvinista sobre los beneficiarios del
sacrificio de Cristo:

Este punto de vista sostiene que Cristo murió por


personas en particular (específicamente, aquellos que
serían salvos y a quienes él vino a redimir), que Él
preconoció a cada una de ellas individualmente (Ef.
1:3-5) y las tenía individualmente en mente en su
obra expiatoria.[167]
En otras palabras, el sacrificio de Cristo es en beneficio
de los elegidos quienes recibirán irresistiblemente esta
salvación, los demás no fueron amados sino reprobados, por
tanto, Cristo no murió por ellos. El universalismo es
rechazado. La postura contraria a la expiación limitada es la
expiación ilimitada: El sacrificio de Cristo es en beneficio de
todos los seres humanos, Cristo muere para pagar la culpa
del pecado de todos, y así brindar esta salvación a todos por
gracia la gracia divina. La aplicación de esta salvación es
por medio de la fe y está disponible para toda la
humanidad, pues el evangelio es enviado a toda criatura en
todas las naciones y en todas las épocas. Universalismo es
rechazado porque no todos creen al evangelio.

b) Expiación ilimitada en la Iglesia


Primitiva
Las sagradas escrituras muchas veces dicen que
Cristo murió por todos (1 Ti.2:6; Is.53:6), otras veces por
cada hombre (Hch.2:9), también por el mundo (Jn.3:16) o
por los pecados de todo el mundo (1 Jn.2:2). Más aun, la
Escritura dice que cristo murió por los impíos (Rom.5:6), por
falsos maestros (2 P 2:1). Además de ello, la Escritura dice
que murió por muchos (Mateo 20:28), a veces por Israel
(Jn.11:50-51), por la Iglesia (Ef.5:25) y finalmente por “mí”
(Gal. 2:20). Pero, ¿Qué creían los primeros cristianos con
respecto a la extensión del sacrificio de Cristo? Esta
respuesta la encontramos en sus escritos los cuales hablan
de la redención general. Por ejemplo, Ireneo dijo que la
venida de Jesús fue para enmendar la raza humana, o salvar
lo que se había perdido:
Su Hijo era su Palabra, por quien Él fundó todas las
cosas; y que Él, en los últimos tiempos, se hizo un
hombre entre los hombres; para que Él enmendara la
raza humana, sin embargo, Él destruyó y conquistó al
enemigo del hombre, y le dio la victoria a la obra de
sus manos sobre el adversario.[168]

Fue la raza humana en general la que se había perdido,


y por este motivo Cristo vino a este mundo a morir en la
cruz, “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo
que se había perdido” (Lc.19:10). De ahí la razón por la cual
Pablo escribió que el Señor vino al mundo a salvar a todos
los pecadores, “Palabra fiel y digna de ser recibida por
todos; que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los
pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1Ti.1:15). El
artículo definido “los” apunta a una generalización y no
individualidad de la causa de la muerte de Cristo, puesto
que el objeto de su venida al mundo es “los pecadores” un
término general que abarca a todos.

Todos transgredimos sus preceptos y por ello nos


volvimos pecadores, enemigos de Dios, culpables ante la
justicia divina, por tanto, la extensión de su sacrificio es
hacia todos los hombres como lo explicó Ireneo al referirse
del beneficio de la reconciliación alcanzado en la cruz:

Al transgredir su precepto nos volvimos sus enemigos.


Y, por lo tanto, en los últimos tiempos el Señor nos ha
restaurado en amistad a través de su encarnación,
habiéndose convertido en el Mediador entre Dios y los
hombres; verdaderamente propiciando por nosotros al
Padre contra quien habíamos pecado, y cancelando
nuestra desobediencia por su propia obediencia;
confiriendo también sobre nosotros la sujeción y el
don de la comunión con nuestro Hacedor.[169]

El tema de la reconciliación ilimitada en la Cruz del


calvario era muy estudiado y predicado en el primer siglo de
la era cristiana, por ejemplo; Pablo escribió:
Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando
esto: que, si uno murió por todos, luego todos
murieron; y por todos murió, para que los que viven,
ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y
resucitó por ellos… Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los
hombres sus pecados (2Cor.5:14-15, 19).

Pablo muestra en este pasaje el objeto del beneficio de


la reconciliación en la cruz del calvario, y es bien claro en
afirmar que el objeto de este beneficio es “todos” o “el
mundo”. La Escritura dice, “murió por todos” pues a través
de esa muerte, “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo
al mundo” y en esa cruz donde “murió por todos”, Dios no
tomó “en cuenta a los hombres sus pecados” (2 Co.5:19b).
Y como esos “todos” y “mundo” no se refiere a elegidos,
sino al objeto de la reconciliación en la Cruz, es que los
llama a través del evangelio, “y nos encargó a nosotros la
palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en
nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de
nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con
Dios” (2 Co.5:19c-20).

Atanasio de Alejandría relacionó la extensión de la cruz


con la condena de muerte eterna que todos merecíamos,
Cristo tomó un cuerpo humano para entregarlo por la
redención de todos y no de un grupo de supuestos elegidos:

Él envía a su propio Hijo, y Él se convierte en Hijo del


hombre, al tomar una carne creada; que, puesto que
todos estaban condenados a muerte, Él, siendo
distinto a todos ellos, podría así mismo ofrecer a la
muerte su propio cuerpo por todos...y por lo tanto
todos a través de Él podrían hacerse libres del pecado
y de la maldición que vino sobre él, y podría
realmente permanecer para siempre.[170]
Cirilo de Jerusalén (313-386), sostenía que Jesús murió
para rescatar toda la humanidad de este mundo,
padeciendo así por todos los hombres:

La gloria de la cruz guio a los que estaban ciegos a


través de la ignorancia a la luz, desató a todos los que
estaban retenidos por el pecado, y rescató toda la
humanidad de este mundo. Y me maravillo no porque
todo el mundo fue rescatado; porque no era un mero
hombre, sino el Hijo unigénito de Dios, que murió a su
favor... Si Fitnes, cuando se llenó de celo y mató al
malhechor, evitó la ira de Dios, ¿no quitará Jesús la ira
en contra de toda la humanidad, quien no mató otro,
sino que se dio a sí mismo en rescate [por todos] 1 Ti
2: 6?... en ese caso Jesús realmente padeció por todos
los hombres.[171]

Cirilo de Jerusalén también se refirió a Cristo como el


cordero que limpia al mundo de sus pecados: “Él es llamado
una oveja, no una irracional, sino la que, a través de su
preciosa sangre limpia al mundo de sus pecados, la cual fue
llevada ante los esquiladores, y sabía cuándo debía estar en
silencio”. [172] En cuanto al beneficio de la redención, Melito
de Sardis explicó que Cristo nos redimió al ser el cordero
que Dios iba a proveer para morir en lugar de nosotros:

En lugar de Isaac el justo, un carnero apareció para el


sacrificio, con el fin de que Isaac fuera liberado de sus
ataduras. El sacrifico de este animal rescató a Isaac
de la muerte, De la misma manera, el Señor, siendo
inmolado, nos ha salvado; al estar atado, nos soltó
[liberó]; siendo sacrificado, nos ha redimido.[173]
c) ¿Murió por todos, por la iglesia o por
mí?

Los maestros calvinistas asumen que Cristo murió solo


por los elegidos, pero no hay un solo verso de la Biblia que
diga que Cristo murió por los elegidos. Cuando el texto
habla de que Cristo murió por la iglesia, o cuando el autor
habla de que Cristo murió por nosotros o por mí,
inmediatamente los maestros calvinistas interpretan esos
textos con el sinónimo de elegidos, apropiándose de estos
versos con una interpretación personal que defiende su
sistema teológico, sin tener en cuenta los otros textos que
hablan de redención general. El Dr. James White, maestro
calvinista, se apropia de este lenguaje “por nosotros” “por
mi” para asegurar que este pertenece solo al calvinismo;
“Hoy en día, cualquier persona que habla de Cristo ‘murió
por mí’ está prestando esa frase del lenguaje calvinista,
aunque él no lo sepa”.[174]

Para los maestros calvinistas cuando Cristo dice que Él


vino a “dar su vida en rescate por muchos” (Mat.20:28) o
cuando dice, “Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por
muchos es derramada” (Mar.14:24), según ellos Cristo no
murió por todos, aparentemente “todos” los seres humanos
no son “muchos” para los calvinistas. Según el principio
exegético que estos maestros calvinistas usan, cuando el
texto habla del sacrificio de Cristo en beneficio de un grupo
específico, limitan el sacrificio de Cristo al grupo de ese
verso aplicado a los supuestos elegidos, por ejemplo: Cristo
sólo murió por los hermanos débiles que se pierden en el
infierno (1Cor.8:11), o seguramente sólo por los impíos
(Rom.5:6). Y si leemos que; “el buen pastor su vida da por
las ovejas” (Jn.10:11) o sea Cristo murió sólo por las ovejas
y para los calvinistas esas ovejas son los elegidos. Si
aplicamos este principio exegético calvinista a otros versos
Bíblicos, entonces extralimitaríamos el sacrificio de Cristo.
Por ejemplo; Cristo dijo “Nadie tiene mayor amor que éste,
que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn.15:13), si el
calvinismo es consistente con su principio exegético,
entonces Cristo murió sólo por sus amigos “elegidos” y no
murió por sus enemigos como lo dice (Rom.5:10). Y para
poder identificar quiénes son sus amigos tendríamos que
ver el contexto, “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que
yo os mando” (Jn.15:14), esto es, Cristo murió sólo por
aquellos que hacen lo que Él manda, y según el catecismo
corto de la confesión de fe Westminster, en la pregunta
numero ochenta y dos dice que ningún calvinista “es capaz,
en esta vida, guardar perfectamente los mandamientos de
Dios; sino que diariamente los quebranta, en pensamiento,
palabra y obra”. Y porque ningún ser humano, incluyendo a
cada calvinista, es capaz de hacer lo que Cristo manda,
entonces Cristo no dio su vida por ellos sino solo “por sus
amigos”. Y sus amigos son los que “hacéis lo que yo os
mando”. Y si continuamos estrechando la extensión del
sacrificio de Cristo, según la exegesis del calvinismo, y si
seguimos hablando satíricamente, entonces Cristo murió
solo por el apóstol Pablo quien dijo; “la vida que ahora vivo
en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó
y se entregó a sí mismo por mí” (Gal.2:20 BLA). Y como
para el calvinismo los textos que dicen que Cristo murió por
el “mundo” (Jn.3:16, 1Jn.2:2), “todos” (He.2:9, 1Tim.2:6)
significan sólo los elegidos, entonces el único elegido por
quien Cristo murió fue solo el Apóstol Pablo de acuerdo a
(Gal.2:20). Si el calvinismo fuese consistente con su
exegesis entonces limitarían más el sacrificio de Cristo al
punto que ni por ellos murió sino sólo por el Apóstol Pablo.
Por su puesto, esta conclusión es sencillamente una sátira,
o el resultado lógico de seguir razonando con el método
exegético de la interpretación del calvinismo de ciertos
pasajes Bíblicos.
Miremos en la historia una explicación razonable del
lenguaje Bíblico del porque varias veces la Escritura dice
que Cristo murió, por “Israel”, por la “Iglesia”, o “por mi”
como dijo Pablo. Juan Crisóstomo haciendo una exégesis de
Gálatas 2:20 escribió la razón por la que Pablo muchas
veces habló del sacrificio de Cristo haciéndolo solo para la
iglesia o inclusive solo para Él mismo:

Vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se


entregó a sí mismo por mí’. ¡Cómo es esto, oh Pablo!
¿Por qué te apropias de un beneficio general, y lo
haces de tu propiedad lo que se hizo por el bien del
mundo entero? porque Pablo no dice: ‘¿Quién nos
amó’, sino, ‘¿Quién me amo’? Y además el evangelista
dice: ‘De tal manera amó Dios al mundo’; (Jn.3:16). Y
Pablo mismo, ‘El que no escatimó ni a su propio Hijo,
sino que lo entregó’, no por Pablo sólo, sino, ‘por todos
nosotros’; (Rom.8:32) …los profetas a menudo se
apropian de Él para ellos mismos, el cual es Dios de
todos, como en las palabras, ‘Oh Dios, tú eres mi Dios,
temprano yo te buscaré’ (Sal.63:1). Por otra parte,
este lenguaje enseña que cada individuo debe
justamente una gran deuda de gratitud a Cristo, como
si Él hubiera venido solamente por el bien de él,
porque, aunque él no hubiera escatimado esta su
condescendencia sólo por uno, de modo que la
medida de su amor para cada uno es tan grande como
para el mundo entero. Verdaderamente el sacrificio
fue ofrecido por toda la humanidad, y fue suficiente
para salvar a todos, pero quienes disfrutan de la
bendición son los creyentes únicamente.[175]

Como lo mencioné antes, el problema del calvinismo


radica en la defensa de un pensamiento filosófico que esta
puesto por encima de la escritura, los textos Bíblicos que
no se ajustan al sistema son torcidos forzosamente de tal
manera que para este sistema; “todos” no son todos,
“ovejas” son solo elegidos, “mundo” no es la humanidad
sino los elegidos que están en el mundo, en otras palabras
lo que prima para este sistema no es “La Sola Escritura”
sino el pensamiento filosófico inventado por el obispo
católico romano Agustín de Hipona.

d) Cristo murió por los que se pierden


Los Padres de la Iglesia primitiva predicaron sobre la
extensión ilimitada del sacrificio de Cristo, inclusive
hablaron de los que se pierden, afirmando que ellos
perecen, no porque Jesucristo no haya muerto por ellos, sino
porque ellos mismos no creyeron en él, y por eso la
aplicación de su sacrificio no tendría efecto en ellos y como
consecuencia ellos permanecían en sus pecados y morían
eternamente, “Por eso os dije que moriréis en vuestros
pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros
pecados moriréis” (Jn.8:24). Juan Crisóstomo explicó que un
hermano débil, por quien cristo murió puede perderse como
lo dice 1Co. 8:11:

“…Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano


débil por quien Cristo murió”, porque hay dos cosas de
los cuales te priva de excusa en esta malicia; primero,
que él es débil, la otra que él es tu hermano… hay una
tercera también, y la más terrible de todas…que
mientras que Cristo no rehusó a morir por él, usted no
puede sobrellevar y aun acomodarse asimismo a él…
¿El Señor entonces no rehusó a morir por Él, y haces
que tu hermano no tenga ningún valor de tal forma
que por su causa no te abstienes de una mesa
contaminada? Sí, ¿usted permite que él perezca
después de que la salvación obró en él, y algo que es
aún más hiriente, por un bocado de carne? Entonces
los cargos son cuatro, y estos extremadamente
pesados: que es tu hermano, que es débil, y uno por
quien cristo…murió por él, y que después de todo por
un bocado de carne él es destruido.[176]

La Escritura dice; “se perderá el hermano débil por


quien Cristo murió” (1Co.8:11), la palabra “perder” en
griego es [apollumi], según el diccionario “Thayer’s Greek
Definitions” apollumi significa “dar a la miseria eterna en el
infierno” y está repetida muchas en el Nuevo Testamento
para indicar perdición eterna, “para que todo aquel que en
él cree, no se pierda [apollumi], más tenga vida eterna”
(Jn.3:15). Es decir, un cristiano débil, por quien cristo murió
y fue salvo, se puede perder por toda la eternidad por causa
de la ofensa de algún hermano.

El calvinismo cuestiona la doctrina del sacrificio de


Cristo por toda la humanidad diciendo, ¿Mi Salvador murió
por los hombres que están y estarán en el infierno? ¿Jesús
era el sustituto de todos los hijos de los hombres, y que
Dios, después de haber castigado el Sustituto,
posteriormente castiga a los pecadores mismos? Es obvio,
que ellos hagan esas preguntas puesto que su sistema
doctrinal les obliga a creer que la salvación no se pierde. Si
los supuestos elegidos fueron predestinados para vida
eterna, entonces Cristo muere sólo por ellos. En este mismo
juego de palabrerías, entonces los reprobados se pierden
porque no fueron aparentemente predestinados sino
reprobados, por tanto, según esta filosofía, Cristo no murió
por ellos. Pero la Escritura nos dice que sí alguno descuida
esta salvación tan grande se pierde (He.2:1-4), es por eso
que aquellos que conocieron la voluntad de Dios y fueron
beneficiados del sacrificio de Cristo, pero descuidan su
salvación, serán castigados eternamente más que aquellos
que nunca fueron salvos (Lc.12:47-48). Volviendo al punto
inicial de la interpretación de 1 Corintios 8:11, el Dr. Roger
Olson nos amplía esta discusión mencionada por Juan
Crisóstomo:

Si la expiación limitada es verdad, la advertencia de


Pablo [1Co.8:11] es una amenaza vacía, ya que no
puede suceder. Una persona por quien Cristo murió no
puede ser destruida. Cristo murió solamente por los
elegidos, y los elegidos son atraídos irresistiblemente
a Dios...y serán guardados por Dios (la "P" en el TULIP)
independientemente de lo que suceda…El sentido
literal del texto es que Pablo está advirtiendo a los
cristianos de conciencia más fuerte que tengan
cuidado de causar la ruina y la destrucción espiritual
de un cristiano más débil o al menos alguien por quien
Cristo murió. Si esto es así, estoy firmemente
convencido que de ninguna otra exégesis es
razonable, este versículo destruye la doctrina de la
expiación limitada mediante la demostración de que
Pablo no creía en ella.[177]

El calvinismo continúa rechazando la doctrina del


sacrificio ilimitado al argumentar, ¿Dios el Padre en realidad
puso sobre su Hijo los pecados de aquellos que Él sabía que
estarán en la eternidad en el infierno? Lamentablemente si,
esto es lo que la Biblia y los escritores de la era patrística
enseñaron. Pablo por inspiración divina escribe:

De manera que cualquiera que comiere este pan o


bebiere esta copa del Señor indignamente, será
culpado del cuerpo y de la sangre del Señor… Porque
el que come y bebe indignamente, sin discernir el
cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo
cual hay muchos enfermos y debilitados entre
vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos
examinásemos a nosotros mismos, no seríamos
juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por
el Señor, para que no seamos condenados con el
mundo (1Co.11:27-32).

El cristiano que persiste, en tomar la comunión en


pecado, sino se arrepiente será culpado de la muerte de
Cristo y será condenado con los incrédulos. Será tan
culpable de esa muerte como los mismos judíos quienes
participaron en el asesinato, (Hch.3:14-15, leer 1Tes.2:15). Y
será condenado con los incrédulos o el mundo como lo
afirma la Escritura, de esto Juan Crisóstomo escribió:

Y esto también lo mostró san Pablo, cuando dijo:


‘somos castigados ahora, para que no seamos
condenados con el mundo’ (1Co. 11:32) ... Pero
después el castigo de Dios será manifiesto, cuando el
juez, sentado en el tribunal horrendo, mandará a
algunos que sean arrastrados a los hornos, y otros
para las tinieblas de afuera, los demás a otros
castigos inexorables e intolerables.[178]

Regresando al argumento reformado, basado en estas


preguntas absurdas; ellos se preguntan, ¿Cristo ofreció una
expiación y satisfacción por los pecados de todos los
hombres, y que después algunos de esos mismos hombres
deben ser castigados por los pecados por los que Cristo ya
ha expiado? Las Escrituras demuestran que después de
haber sido justificado se puede retroceder y desagradar a
Dios, “Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no
agradará a mi alma” (He.10:38; leer Ez.18:24, 33:18). Un
caso más concreto está descrito por el Apóstol Pedro en su
segunda carta, escrita a finales de los años 60s d.C. donde
advirtió a las iglesias que falsos maestros iban a ser
manifestados; “habrá entre vosotros falsos maestros, que
introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun
negarán al Señor que los rescató…Sobre los tales ya de
largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no
se duerme” (2 Pe. 2:1,3.). Estos falsos maestros que en este
momento están en la perdición fueron comprados por el
Señor, “negando incluso al Señor que los compró” (BLA),
“redimió” (DHH), o “salvó” (BLPH). El calvinismo enseña que
la condenación viene a los seres humanos porque ellos no
fueron elegidos sino reprobados y por lo tanto Cristo no
murió por ellos. Pero este verso evidencia que estos falsos
maestros negaron al Señor que los “rescató” “redimió” y
“salvó,” por eso es que se pierden, Pedro dice, “esto les
atraerá una rápida condenación” (2 Pe.2:1 DHH), no por la
supuesta reprobación en la elección imaginaria de los
filósofos, sino porque ellos negaron al Señor que los redimió.

Otra forma de demostrar que en el infierno hay


personas por los cuales Cristo murió, es recurriendo a las
mismas enseñanzas del Señor Jesucristo. Las Escrituras
demuestran que el beneficio del perdón fue obtenido en la
cruz (Col.1:14), pero es un beneficio aplicado
condicionalmente a los creyentes. Cristo enseñó que el
perdón es la cancelación de las deudas (Mat.18:23-27),
también dijo que era condicional (Mar.11:26). Por esta
razón, al siervo que fue perdonado pero que no perdonó a
su consiervo, el Rey le retiró ese perdón y le cobró y lo
castigó hasta que pagase su deuda antigua (Mat.18:28-34).
Jesús concluyó diciendo que los hijos de Dios pueden ser
echados en el tormento eterno sino perdonan a sus
hermanos sus ofensas, “Así también mi Padre celestial hará
con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su
hermano sus ofensas” (Mat.18:35). Es decir, Cristo
claramente dice que en el infierno habrá personas que un
día fueron perdonadas por el perdón obtenido en la cruz,
pero como ellos no perdonaron a su prójimo, Dios les quita
ese beneficio y tendrán que pagar por sus antiguos
pecados.
e) Provisión general y aplicación
condicional
El sacrificio del Señor Jesucristo obtiene la salvación
para todos, pero su aplicación es condicional, sólo para los
que creen. Los escritores cristianos de los primeros siglos
hablaron con respecto a este punto. Clemente de Roma
como fiel colaborador de Pablo y seguidor de sus
enseñanzas, testificó que la sangre de Cristo fue derramada
por nuestra salvación, refiriéndose a todo el mundo, pero su
efecto es aplicado sólo a los que creen:

Veamos firmemente a la sangre de Cristo, y veamos lo


preciosa que la sangre es a Dios, la cual, habiendo
sido derramada por nuestra salvación, ha puesto la
gracia del arrepentimiento delante de todo el mundo...
el Señor ha concedido un lugar de arrepentimiento a
todos, a los tales que serían convertidos a Él... la
redención debe fluir a través de la sangre del Señor
para todos los que creen y esperan en Dios.[179]

Clemente aseguró que, aunque no somos justificados


delante de Dios por nuestras propias obras, Dios hizo
provisión ilimitada desde el principio para justificar a todos
los hombres como lo afirmó Pablo, su compañero de
misiones, “por la justicia de uno vino a todos los hombres la
justificación de vida” (Rom.5:18), pero la aplicación de esta
justificación al transgresor es sólo para los que tienen fe en
el justificador, “siendo justificados gratuitamente por su
gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a
quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su
sangre… a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que
es de la fe de Jesús… Justificados, pues por la fe, tenemos
paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”
(Rom.3:24-25,26; 5:1). Siguiendo la doctrina Paulina,
Clemente escribió sobre esta provisión ilimitada de
justificación, pero condicionada a la fe del individuo:

Nosotros, también, siendo llamados por su voluntad


en Cristo Jesús, no somos justificados por nosotros
mismos, ni por nuestra propia sabiduría o
entendimiento, o la piedad, o por obras que
hubiésemos hecho en la santidad del corazón; sino
por la fe a través del cual, desde el principio, Dios
Todopoderoso ha justificado todos los hombres; A Él
sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.[180]

Clemente basó su carta en los escritos Paulinos, y por


eso afirmó que, aunque “la gracia del arrepentimiento” está
disponible para todo el mundo, sólo los que creen la pueden
disfrutar como lo escribió Pablo:

Palabra fiel es ésta, y digna de ser recibida por todos.


Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios,
porque esperamos en el Dios viviente, que es el
Salvador de todos los hombres, mayormente de los
que creen. Esto manda y enseña (1Tim.4:9-11).

No sólo el contexto de este verso se debía mandar y


enseñar, sino que también la doctrina de la expiación
ilimitada. Por eso Clemente y otros escritores como Ignacio
de Antioquia se refirieron a Jesucristo como el Salvador de
todos los hombres, crean o no crean al evangelio, Él es el
salvador de todos, aunque solo los que creen pueden
disfrutar de esta salvación, Ignacio escribió:

Felicito a las Iglesias, en el cual oro por una unión


tanto de la carne y el Espíritu de Jesucristo, ‘que es el
Salvador de todos los hombres, pero especialmente de
los que creen:’ por cuya sangre ustedes fueron
redimidos; por quien han conocido a Dios, o más bien
han sido conocidos por Él.[181]

Sin lugar a dudas, donde dice que Cristo “es el Salvador


de todos los hombres,” habla de provisión general, y donde
dice “mayormente de los que creen” habla de la aplicación
condicional. La provisión alcanzada en la cruz es una cosa y
la aplicación de la misma es otra. La provisión es ilimitada y
la aplicación de la misma es condicional, es decir, sólo para
los que creen, y esta fe que viene por el oír la palabra
(Rom.10:17) está disponible para todos, por cuanto el
evangelio es enviado a toda criatura. Juan Crisóstomo
escribió sobre la suficiencia ilimitada de la muerte de Cristo
y a la aplicación condicionada al individuo;
“verdaderamente el sacrificio fue ofrecido por toda la
humanidad, y fue suficiente para salvar a todos, pero
quienes disfrutan de la bendición son los creyentes
únicamente”.[182]Aunque Ireneo enseñó que Cristo trajo
salvación a todos los hombres, también rechazó el
universalismo, al condicionar esta salvación sólo para los
que creen:

Y en cuanto a la Iglesia, su predicación es verdadera y


estable, y en ella a través de todo el mundo, una
salvación y un mismo camino es declarado. Porque a
la iglesia se le ha confiado la Luz de Dios; y por lo
tanto la sabiduría de Dios, por la cual El Señor salva a
todos los hombres.[183]

Ireneo continuó diciendo que, “la verdad... debe ser un


juicio para salvación a los que creen, y un juicio de
condenación de aquellos que no creen: para que todos
puedan ser juzgados con justicia”.[184] La muerte de Cristo
no trae salvación instantánea a todos por los cuales Cristo
murió, la Escritura condiciona este beneficio, es decir, sólo
los que creen o confían en Cristo reciben estos beneficios de
la redención y los pueden disfrutar. La Escritura nunca dice
que el salvó “no es condenado” por el sacrificio de Cristo
mismo, sino que “El que en Él cree, no es condenado” (Jn.3:
18ª), es decir, el que cree en su sacrifico “no es
condenado”. Y como Cristo murió por todos, los que creen y
no creen, sin hacer distinción de personas, es decir, no
murió solo por los elegidos como erróneamente el
calvinismo así lo predica, sino que murió por todos, por
tanto, la Escritura tampoco dice que el pecador que no fue
elegido “ya ha sido condenado” porque Cristo no murió por
él como lo enseña el calvinismo, sino que “el que no cree,
ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del
unigénito Hijo de Dios” (Jn.3:18b).

Si la muerte de Cristo en si misma salvara sin la


condición de creer, entonces los supuestos “elegidos” no
necesitarían creer para ser salvos, pero repetidamente la
Biblia condiciona el beneficio de la cruz a la fe del pecador y
constantemente condiciona la condenación a la incredulidad
del pecador, “el que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero
el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira
de Dios está sobre Él” (Jn.3:36). Numerosos pasajes
manifiestan que la fe en Cristo es esencial para recibir los
beneficios de la redención obtenida en la cruz del calvario,
sin fe en Cristo no se recibe la salvación, la escritura dice
para que “crean y se salven” (Lc.8:12). Cuando el carcelero
le pregunto a Pablo y a Silas “Señores, ¿qué debo hacer
para ser salvo?” (Hch.16:30), Pablo nunca le respondió
desde la visión calvinista, “si eres elegido Cristo murió por
ti, y por lo tanto serás salvo tú y todos los elegidos de tu
casa” en lugar de este punto de vista reformado, Pablo
verdaderamente dijo, “Cree en el Señor Jesucristo, y serás
salvo, tú y tu casa” (Hch.16:31).
f) Algunas razones de la expiación
ilimitada

Porque Dios quiere que todos sean


salvos
Al analizar algunos textos de los escritores cristianos de
los primeros siglos, encontramos algunas razones
importantes por los cuales el sacrificio de Cristo es ilimitado,
Ignacio de Antioquia dijo:

Porque nuestro Dios es un amador de la humanidad, y


‘quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al
conocimiento de la verdad’ (1Tim.2:4). Por tanto, ‘Él
hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace
llover sobre justos e injustos’; (Mat.5:45) de cuya
bondad el Señor desea que nosotros también seamos
imitadores, dice: ‘Sed perfectos, como vuestro Padre
que está en los cielos es perfecto’ (Mat.5:48).[185]

Teodoreto, obispo de Ciro coincidió con esta causa de la


redención al asegurar que Dios quiere la salvación de todos
los hombres:

El Dios generoso ‘quiere que todos los hombres se


salven y lleguen al conocimiento de la verdad’
(1Tim.2:4) pescando hombres a la salvación por medio
de los hombres, para llevarlos a la vida eterna al que
los captura. El pescador de hecho priva a su presa de
la vida, pero nuestro pescador libera a todos los que Él
toma de las dolorosas cadenas de la muerte... Y lo
hace no como si tuviera necesidad del servicio de los
hombres, ¿Qué necesidad tiene el Creador del
universo? sino porque Él quiere la salvación de todos
los hombres.[186]

Juan Crisóstomo también estuvo de acuerdo con sus


predecesores de los primeros siglos al citar a Pablo para
reafirmar que la redención ilimitada fue porque Dios quiso
que todos los hombres sean salvos:

¡Imite a Dios! si Él quiere que todos los hombres se


salven, hay razón por qué uno debe orar por todos, si
Él ha deseado que todos sean salvos, este usted
también dispuesto; y si usted lo desea, ora por esto,
porque los deseos conducen a las oraciones.[187]

Porque Dios quiso que Cristo sufriera


por todos
Justino Mártir enseñó sobre la provisión ilimitada de la
redención diciendo que Dios quiso que Cristo llevara la
maldición de todos y que sufriera por todos para sanar a la
raza humana:

El Padre [creador] de todos, quiso que su Cristo llevara


sobre Él la maldición de todos, por toda la familia
humana, a sabiendas de que, después de haber sido
crucificado y muerto, Él sería quien lo levantaría... Su
Padre le hizo sufrir estas cosas en favor de la familia
humana... Su Padre quiso que él sufriera esto, con el
fin de que por su llaga la raza humana podría ser
sanada.[188]

Atanasio presentó el sacrificio de Cristo en beneficio de


todos, la razon era porque el pecado alcanzo a todos, y
todos teníamos una deuda ante Dios y ésta era la muerte,
por tanto, Cristo murió por todos:
Era necesario también que la deuda que todos debían,
debía ser pagada, porque, como ya he dicho, la deuda
era que todos tenían que morir, por esta razón
especial Él vino entre nosotros ... Él después ofreció su
sacrificio en nombre de todos, dando su templo a la
muerte en el lugar de todos, ... Porque había la
necesidad de muerte, y la muerte debía ser
experimentada en nombre de todos, para que la
deuda que todos debían, pudiera ser pagada ... Él era
inmortal, [pero] tomó para sí mismo un cuerpo que
pudiera morir, para poder ofrecerlo como suyo en el
lugar de todos, y sufrió por medio de su unión con
[este cuerpo], en nombre de todos.[189]

El escritor de la carta a los Hebreos escribió bajo la


inspiración divina, “pero vemos a aquel que fue hecho un
poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y
de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que
por la gracia de Dios gustase la muerte por todos”
(Heb.2:9). Este es el núcleo de la doctrina de la sustitución,
Cristo nos reemplazó o sustituyó en la Cruz al morir en
nuestro lugar, pues Él gustó o padeció “la muerte por
todos”.

Porque Dios ama la raza humana y la


creación
Esta redención ilimitada no sólo fue extendida a toda la
humanidad, sino también a toda la creación, pues “la
creación misma será libertada de la esclavitud de
corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”
(Rom.8:21), es por ello que Atanasio de Alejandría afirmó:
Pablo [quien] escribe: ‘... nuestro gran Dios y Salvador
Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para
que Él nos redimiera de toda iniquidad y purificar para
sí un pueblo para Su propia posesión, y celoso de
buenas obras’... Porque la venida del Salvador en la
carne ha sido el rescate y la salvación de toda la
creación.[190]

Los escritores cristianos de los primeros siglos


explicaron varias razones por la que Cristo murió por todos,
sacrificio ilimitado, no obstante, enfatizaron en una razón
importante, la cual es fundamental, y está fue explicada por
Ireneo quien enseñó que fue a causa del amor de Dios,
razón por la cual este gran apologista dijo que Dios ama la
raza humana y por esa razón dio a todos, su salvación:

Porque él ató al hombre fuerte, y puso en libertad a


los débiles, y dotó a su propia obra de sus manos
[humanidad] con la salvación, al destruir el pecado.
Porque él es el más santo y misericordioso Señor, y
ama a la raza humana.[191]

Otro escritor que predicó lo mismo fue, Clemente de


Roma, décadas antes de Ireneo. Clemente escribió
afirmando que el sacrificio de Jesucristo fue la sustitución
extendida a todos los hombres por amor a la humanidad:

En amor, el Señor nos ha tomado para sí mismo. A


causa del amor que Él nos dio, Jesucristo nuestro Señor
dio su sangre por nosotros por la voluntad de Dios; Su
carne por nuestra carne, y su alma por nuestras almas.
[192]

El Apóstol Juan escribió sobre la redención ilimitada y la


causa de ella, “En esto consiste el amor: no en que nosotros
hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros,
y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1
Juan 4:10). Cuando dijo “por nuestros pecados,” de acuerdo
al contexto, incluyó a toda la humanidad, “Y él es la
propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los
nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan
2:2), “porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Jn.3:16).

g) Expiación ilimitada, la doctrina de la


Iglesia primitiva.
Esta doctrina de la “provisión general con aplicación
condicional” fue creída por todas las iglesias del oriente y
del occidente, en los primeros siglos todos creían que Cristo
murió por todos, “provisión general”, pero que la aplicación
de esta salvación era por fe, por tanto, era “condicional”.
Orígenes en la escuela de Alejandría escribió siguiendo la
tradición cristiana de la iglesia primitiva:

Cuán grandes cosas hay que decir del Cordero de


Dios, que fue sacrificado por esta misma razón, para
que pudiera quitar el pecado no de unos pocos, sino
de todo el mundo, ¿Por causa de quien también él
sufrió? ‘Si alguno hubiese pecado,’ leemos, ‘abogado
tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo; Y él
es la propiciación por nuestros pecados; y no
solamente por los nuestros, sino por los de todo el
mundo,’ puesto que es el Salvador de todos los
hombres, especialmente de ellos, los que creen.[193]

La expiación ilimitada fue la doctrina común de todas


las iglesias del primer siglo, por eso los padres apostólicos y
apologistas como Ireneo no creían que Jesús murió sólo por
un grupo de personas, sino que creían en la provisión
ilimitada al llamar a Jesucristo como el salvador de todos,
Ireneo afirmó diciendo que Jesús era “la Palabra de Dios -
que es el salvador de todos, y el soberano de los cielos y la
tierra, que es Jesús, como ya he señalado, quien también se
encarnó, y fue ungido por el Espíritu del Padre - se hizo
Jesucristo”.[194] Esta era la doctrina Paulina de acuerdo al
contexto de la primera carta a Timoteo:

Exhorto, ante todo, a que se hagan rogativas,


oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos
los hombres; … Porque esto es bueno y agradable
delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que
todos los hombres sean salvos y vengan al
conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y
un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo
hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por
todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo,
(1Tim.2:1,3-6).

Notemos claramente que Pablo exhorta a orar “por todos


los hombres” porque esto agrada a Dios quien quiere que
“todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento
de la verdad” y esta verdad es que Cristo “se dio a sí mismo
en rescate por todos”.

h) Expiación ilimitada en la reforma


Aunque Martin Lutero siguió algunas enseñanzas
Agustinas, en este punto doctrinal él tomó distancia al
mantener la creencia clásica de la iglesia primitiva del
sacrificio ilimitado de Cristo, condicionado a la fe del
creyente. Esta es la misma posición clásica luterana:

El propósito personal de la expiación abarca a todos y


cada persona pecadora, sin excepción alguna. Porque
Cristo sufrió y murió por todos, de acuerdo con la
seria, sincera buena voluntad, y bondadosa intención
de Dios el Padre y de Él mismo. De acuerdo con esto,
Él verdaderamente quiere la salvación de todos y de
cada persona, incluso de aquellos que fallan en
abrazar la salvación.[195]

El Reformador Zacarías Ursinus (1534-1583) en su


comentario sobre el Catecismo de Heidelberg respondió a la
pregunta con respecto al alcance de la expiación de Cristo,
junto con los primeros reformadores, él estaba convencido
de que la muerte de Jesús en la cruz fue “para todos,” sin
embargo, la razón del porque no todas las personas son
salvas, no era por la suficiencia sino por la aplicación:

Si Cristo hizo una satisfacción [expiación] para todos,


entonces todos deben ser salvos. Pero no todos son
salvos. Por lo tanto, él no hizo una satisfacción
perfecta. Su respuesta fue clara: ‘[El sacrificio de]
Cristo trajo satisfacción para todos en respecto a la
suficiencia de la satisfacción que él ha hecho, pero no
en respecto a la aplicación del mismo.[196]

Para Juan Calvino “muchos” y “mundo”


son todos
Es importante aclarar que Juan Calvino escribió su obra
“Institución a la Religión” en el año 1536, o diría más bien
que en su obra plagió las doctrinas de Agustín que más
tarde se llamarían “doctrinas de la gracia” o el “calvinismo”,
esto ocurrió cuando era un jovencito de 25 a 27 años, es
decir un hombre sin experiencia teológica. Ya en su etapa
adulta antes de su muerte terminó de escribir su
comentario Bíblico de toda la Biblia, y en esta obra para
sorpresa de muchos calvinistas, escribió a favor de la
expiación ilimitada, negando la doctrina que más adelante
sus discípulos la llamarían “la expiación limitada”. En su
comentario Bíblico de Juan 1:29 “He aquí el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo”, Calvino reconoce que la
palabra mundo se refiere a toda la raza humana y no a un
grupo en particular como más tarde sus seguidores iban a
mal interpretar las palabras; “mundo” y “todos,” en relación
a los supuestos elegidos y no al sentido lógico de la
semántica y la hermenéutica de estas palabras, Calvino
comentó:

Y cuando Él (Juan el Bautista) dice, el pecado del


mundo, Él extiende este favor indiscriminadamente a
toda la raza humana: para que los judíos no pudieran
pensar que Él había sido enviado solo a ellos. Pero de
ahí inferimos que el mundo entero está envuelto en la
misma condenación: y que como todos los hombres
sin excepción son culpables de injusticia delante de
Dios, ellos necesitan ser reconciliados con Él.[197]

También en su comentario bíblico de Isaías 53:12


admite que la culpa de todo el mundo fue puesta sobre
Cristo y que la palabra muchos significan todos:

Sin embargo, Yo apruebo la lectura ordinaria, que Él


solo llevo el castigo de muchos, porque sobre Él fue
puesta la culpa de todo el mundo. Es evidente a partir
de otros pasajes, y especialmente del capítulo quinto
de la Carta a los Romanos, que ‘muchos’ algunas
veces denota ‘todos’.[198]

Igualmente, en su comentario bíblico de Marcos 14:24 el


cual dice, “Esto es mi sangre del nuevo testamento, que por
muchos es derramada”, reconoció que la palabra “muchos”,
significa “todos”, y por esta extensión ilimitada del pecado,
Cristo derramó su sangre por todos los seres humanos en
este mundo:

Que por muchos es derramada. A través de la palabra


muchos, Él (Cristo) da a entender no una parte del
mundo únicamente, sino toda la raza humana; porque
Él contrasta ‘muchos’ con uno; como si Él hubiese
dicho, que Él quiere ser el redentor no sólo de un
hombre únicamente, sino que moriría con el objetivo
de liberar muchos de la condenación de la maldición...
Por lo tanto, cuando nos acerquemos a la mesa santa,
no sólo recordemos en general que el mundo ha sido
redimido por la sangre de Cristo, sino que cada uno
considere para sí mismo que sus propios pecados han
sido expiados.[199]

Muchos de los seguidores de las enseñanzas de Juan


Calvino ignoran esta verdad y otros se niegan aceptarla.
Mientras que la mayoría continúan perseverando en este
punto y citan “el Hijo del Hombre no vino para ser servido,
sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”
(Mat.20:28), para decir que Cristo dio su vida no por todos
sino por muchos, y que la palabra “muchos” nunca significa
“todos”. Pero varias veces la palabra “muchos” significa
“todos”, por ejemplo; “y muchos de los que duermen en el
polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna,
y otros para vergüenza y confusión perpetua” (Dan.12:2), es
decir, “todos los muertos” resucitarán. Pablo también le dio
el uso de “muchos” a “todos”, “Porque como por la
desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos
pecadores…” (Rom.5:19), si muchos acá no significan todos,
entonces no todos “fueron constituidos pecadores”.

Otra palabra que el calvinismo le cambia el significado


es, “mundo”, para el calvinismo cuando la escritura dice
que Dios ama al mundo (Jn.3:16) ellos afirman que lo que
Dios ama es a los elegidos y no a todos los seres humanos.
No obstante, la palabra “mundo” en la Biblia se refiere
siempre a generalidad y nunca a exclusividad de un grupo
de elegidos. Ahora, analizando el término “mundo” desde
una perspectiva humana, este concepto es limitado, pero
desde la perspectiva divina es ilimitado, por ejemplo: en la
perspectiva humana la escritura dice; “Y aconteció en
aquellos días que salió un edicto de parte de Augusto César,
que todo el mundo fuese empadronado” (Lc.2:1 RVG), para
el escritor Lucas “todo el mundo” se refería al límite del
poder y dominio de Augusto César, ósea “todo el mundo”
que estaba bajo el dominio de este gobernante y no los
reinos de los otros gobernantes. Muy contrario al término
“mundo” desde la perspectiva divina, cuando Jesús dice que
la razón por la cual “todo el mundo” tiene la posibilidad de
salvación es a causa del amor ilimitado de Dios el Padre
hacia todo el mundo, “Porque de tal manera amó Dios al
mundo”, (Jn.3:16). Si Dios no amo al mundo sino solo a los
elegidos como lo afirma el calvinismo, entonces, ¿Cuál es el
límite del amor de Dios si dice claramente que “Amó Dios al
mundo”? ¿Acaso no es de Jehová la tierra y su plenitud; el
mundo y los que en él habitan (Sal.42:1)?

Calvino continúo interpretando algunos textos que


hablan de la extensión del sacrificio de Cristo desde la
perspectiva divina, afirmando que Cristo derramó su sangre
por los pecados de todos los seres humanos en este mundo:

Esta es nuestra libertad, esta nuestra jactancia ante la


muerte, que nuestros pecados no son imputados a
nosotros. El (Pablo) dice que esta redención se
adquirió a través de la sangre de Cristo, por el
sacrificio de su muerte todos los pecados del mundo
han sido expiados.[200]
Incluso, Calvino se atrevió afirmar algo que incomodaría
a aquellos que serían los seguidores de sus enseñanzas, él
dijo que los que se pierden también fueron comprados con
la sangre de Cristo; “no es poca cosa tener las almas que
perecen quienes fueron compradas por la sangre de Cristo”.
[201]
Con la anterior citación, parece que hay reformados más
calvinistas que el mismo Juan Calvino.

Calvino y Arminio creían en la


expiación ilimitada
De la misma forma como los Padres de la Iglesia
primitiva lo afirmaron, así también Calvino reconoció que
Dios no quiere que ninguno perezca, sino que todos sean
salvos y vengan al conocimiento de la verdad:

No queriendo que ninguno perezca. Tan maravilloso es


su amor hacia la humanidad, que Él tendría a todos
ellos para ser salvos, y es de su propio ser que
preparó otorgar la salvación de los perdidos. Sin
embargo, la orden es de hacerse notar, que Dios está
listo para recibir a todos al arrepentimiento, para que
ninguno perezca; en estas palabras, el modo y
manera de obtener la salvación es señalado.[202]

En su comentario Bíblico de Gálatas 5:12, Calvino


también reconoció que Cristo sufrió por los pecados de
todos los hombres; “Porque esta es la voluntad de Dios que
nosotros debemos buscar la salvación de todos los hombres
sin excepción, ya que Cristo sufrió por los pecados de todo
el mundo”.[203] En su testamento, Calvino concluyó que Jesús
derramó su sangre por toda la raza humana, “Yo testifico y
declaro que, como suplicante, humildemente imploro de él
que me conceda ser lavado y purificado por la sangre de
ese Redentor soberano, derramada por los pecados de la
raza humana”.[204]

Por su parte, Jacobo Arminio continúo creyendo en la


misma visión doctrinal apostólica, “Jesús murió por toda la
humanidad”, resaltando que los beneficios de su muerte
solo pueden ser aplicados a los que creen, de esta manera
rechazó el universalismo y la expiación limitada de los
reformados:

Jesucristo, el Salvador del mundo, murió por todos los


hombres y cada hombre, de modo que Él ha obtenido
para todos ellos, por su muerte en la cruz, la
redención y el perdón de los pecados. Sin embargo, en
realidad nadie disfruta de este perdón de los pecados,
excepto el creyente.[205]

En resumen, la doctrina histórica de “la sustitución


general” enseña que; en su muerte, el Hijo de Dios sustituye
a todos los pecadores, el calvario sustituye el infierno, y las
horas de padecimiento sustituye la eternidad de
condenación. Este beneficio de redención está disponible
para todos, la única condición es sólo “creer”.

i) Origen de la doctrina “la expiación


limitada”
La definición de “la expiación limitada” o redención
particular; “es la afirmación de que Cristo murió solamente
por las personas elegidas, quienes Dios ha escogido
incondicionalmente para salvar”.[206]

Para fundamentar escrituralmente esta doctrina, los


reformados o calvinistas citan continuamente estos textos
bíblicos: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da
por las ovejas” (Jn.10:11), y afirman que Cristo sólo murió
por las ovejas. Según esta teología, las ovejas son los
elegidos. También citan; “Por tanto, mirad por vosotros, y
por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por
obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó
por su propia sangre” (Hch.20:28) y aseguran que Cristo
derramó su sangre sólo por su iglesia o elegidos. Igualmente
citan, “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo
amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”
(Efe.5:25), y ratifican que su sacrificio fue limitado a su
iglesia y no al mundo entero.

Ya expliqué antes que el uso de términos como;


“iglesia”, “ovejas”, no limita el sacrificio de Cristo a los
supuestos elegidos, sino que los escritores usaron estos
términos para ilustrar la relación que tienen los salvos con
su salvador, como la oveja se relaciona con su pastor, como
la novia con su novio, en este caso la iglesia con Cristo, así
Cristo se relaciona con los que Él ha salvado, nada tiene que
ver con elegidos. Lamentablemente, el calvinismo interpreta
estos términos; “ovejas”, “iglesia” o inclusive “nosotros”
(Tito 2:14), como los elegidos o predestinados para
salvación por quienes supuestamente Cristo murió.

De acuerdo a esta teología, Cristo vino a salvar


solamente a sus escogidos los cuales también llama como
“su pueblo”, ellos citan; “Y dará a luz un hijo, y llamarás su
nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados” (Mat.1:21). En este punto el calvinismo interpreta
“su pueblo” como los elegidos, pero la expresión “su
pueblo” se encuentra cerca de 150 veces en el A.T.
queriendo decir Israel en la mayoría de los casos. En el N.T.
sólo una vez significa los redimidos (Ap.21:3) pero 8 veces
la nación de Israel (Mat.1:21; Lc.1:68, 77; Rom.11:1-2,
15:10; He.10:30). En el caso de Mateo, el ángel no le está
diciendo a José que Jesús salvara sólo a un grupo de
escogidos como las calvinistas pretenden mostrar con este
texto, el ángel le cita a José un verso del libro de los Salmos
para decirle que Cristo redimirá a Israel, al salvarlo de sus
pecados: “Espere Israel a Jehová, porque en Jehová hay
misericordia, Y abundante redención con él; Y él redimirá a
Israel de todos sus pecados” (Sal.130:7-8). En conclusión, el
origen de esta doctrina, “la expiación limitada”, es una mala
interpretación de términos bíblicos, como “oveja” “iglesia”
“nosotros”, que definen por quien murió Cristo. Todas las
teologías sistemáticas reformadas citan estos textos bíblicos
y otros para decir que Cristo murió solo por los elegidos,
esta costumbre de mal interpretar estos términos bíblicos es
antigua, el primero en darle esta clase de interpretación a
estos versos fue Agustín de Hipona.

Agustín, el autor del sacrificio limitado


Los intentos de Agustín para proteger y preservar sus
nuevas doctrinas de “la gracia soberana de Dios” lo llevaron
a tocar el alcance de la expiación de Cristo. En efecto, si el
Padre ha predestinado a los elegidos y el Espíritu sólo
redime los elegidos, entonces parece que la intención de
Cristo en la cruz estaría en armonía con el Padre y de las
intenciones del Espíritu en la salvación, por lo tanto, su
expiación sólo sería para los elegidos como Agustín así lo
enseñó:

Escuchen entonces, esta unidad puesta más


forzosamente; ‘Otras ovejas’, dice él [Jesús], ‘tengo
que no son de este redil’. Porque él estaba hablando
con el primer redil de la Israel carnal. Pero había otras
del redil de la fe de este Israel, y ellos todavía no
estaban reunidos entre los gentiles, predestinados. A
estas él conoció a quienes había predestinado; Él
conoció a quienes él había venido a redimir con el
derramamiento de su propia sangre.[207]

Agustín interpretó 1 Juan 2:2 no desde el punto de vista


histórico, sino desde el punto de vista filosófico, en armonía
con sus otras nuevas enseñanzas, especialmente la de la
predestinación, él afirmó que Cristo es la propiciación de
“todo el mundo”, y para él la palabra “mundo” eran los
elegidos, en el sentido de que Cristo es la propiciación de la
“Iglesia que está en todas las naciones”, o en el mundo,
Agustín continúo afirmando:

‘No sólo nuestros pecados, sino también los de todo el


mundo.’ ¿Qué es esto, hermanos? Ciertamente la
hemos encontrado en los campos de los bosques,
hemos encontrado la Iglesia en todas las naciones. He
aquí, Cristo es la propiciación por nuestros pecados;
no sólo por los nuestros, sino también los de todo el
mundo. He aquí, usted tiene la iglesia en todo el
mundo; porque Cristo es la propiciación por nuestros
pecados; no sólo los nuestros, sino también los de
todo el mundo, que Él ha comprado con su sangre.[208]

Obviamente, la interpretación de Agustín de “mundo”


como el campo donde la iglesia está y opera, es una
interpretación absurda, porque Cristo no es la propiciación
del lugar donde iban a estar los supuestos elegidos, Cristo
es la propiciación de los seres humanos, y para sintetizar un
concepto universal que abarque a toda la humanidad, Juan
uso el concepto griego “kosmos” que significa toda la
humanidad. En 1 Juan 2:2 dice “Cristo es la propiciación por
nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino
también por los de todo el mundo”, y 1 Juan 4:14 dice que
“Él es el salvador del mundo”. Debemos tener en cuenta
que la palabra “mundo” ocurre 28 veces en la primera carta
de Juan, y 26 veces en un sentido general (por ejemplo, 1
Jn.2:17; 3:17; 4: 1, 9) o más particular como el mundo de los
perdidos (por ejemplo, 2:15-16; 3: 1, 13; 5:19). Esto hace
dudoso que (1Jn 2: 2 y 4:14) se refieren a un mundo de los
elegidos.

Todos los versos del N.T. que hablan de una expiación


ilimitada, “Dios amó al mundo” (Jn.3:16), “Dios estaba
reconciliando al mundo” (2Cor.5:19), “vino para que el
mundo se salve por medio de Él” (Jn.3:17), Agustín los
reinterpretó direccionándolos al mundo de los elegidos, de
esta forma restringió la expiación sólo a los elegidos. Estas
interpretaciones privadas indican que Agustín ajustó a su
sistema la doctrina de la naturaleza divina de Dios la cual es
amor, diciendo que ese amor es sólo para los elegidos y no
para el mundo entero, Agustín argumentó:

‘Si fuerais del mundo’, dice Él, ‘el mundo amaría lo


suyo’. Él dice esto, por supuesto, de toda la Iglesia, la
cual, por sí mismo, con frecuencia también la llama
por el nombre del mundo: Como cuando se dice, ‘Dios
estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo
mismo’ 2 Corintios 5:19. Y esto también: ‘El Hijo del
hombre no vino para condenar al mundo, sino para
que el mundo sea salvo’ Juan 3:17. Y Juan dice en su
epístola: ‘Abogado tenemos para con el Padre, a
Jesucristo el justo: Y él es la propiciación por nuestros
pecados; y no solamente por los nuestros, sino
también [por aquellos] de todo el mundo. 1 Juan 2: 1-2
El mundo entero es, pues, la Iglesia, y sin embargo
todo el mundo odia a la iglesia.[209]

Debido a que Agustín puso por encima de la “Sola


Escritura” su sistema filosófico adquirido en su pasado en el
gnosticismo, él forzó la interpretación de aquellos pasajes
claros y sencillos como el que dice “Dios quiere que todos
los hombres sean salvos” para decir que Dios solo quiere es
la salvación de todos los elegidos y no la humanidad en
general, Agustín insistió:

¿De qué manera Dios quiere que todos los hombres se


salven? Y que está escrito, que ‘Él quiere que todos
los hombres sean salvos’ 1 Timoteo 2: 4, mientras que
aún no todos los hombres son salvos, puede
entenderse de muchas maneras ... ‘Él quiere que
todos los hombres sean salvos’ es así dicho, que todos
los predestinados puede ser entendido por esta frase,
ya que toda clase de hombres están entre ellos [los
predestinados] ... A Él le plació que toda clase de
hombres que conforman la iglesia de Cristo, sea que
ellos ya fueron establecidos en la misma, o iban a ser
introducidos en ella.[210]

¿Cuál es el mensaje que deja una doctrina como ésta?


¿No es que Dios odia a la mayoría de la humanidad la cual
no quiso, ni quiere salvar? El escritor apologista Dave Hunt
resume claramente el perfil del Dios presentado por el
calvinismo en su sistema teológico agustino: “El Calvinismo
presenta un Dios que llena el infierno de aquellos a quienes
pudo salvar, pero en lugar de eso los condena porque él no
los ama”.[211]

Con motivo de esta nueva interpretación de la palabra


“mundo”, Agustín persistió en defender su nuevo sistema
teológico, sin importar la interpretación clásica e histórica
de estos versos, él continúo diciendo:

Además, el mundo es la plenitud de la tierra, como


Juan mismo ha dicho, ‘no sólo por nuestros pecados él
es la propiciación, pero (por los pecados) de todo el
mundo’ 1 Juan 2: 2. Él quiere decir, ‘del mundo’, de
todos los fieles esparcidos por toda la tierra.[212]
Según Agustín y el calvinismo “los fieles”, “las ovejas”,
“la iglesia” son los supuestos elegidos, para este sistema
mundo no puede significar “humanidad”, “todos los seres
humanos”, interpretarlo de esta manera afectaría su
sistema teológico.

j) El Evangelio es para todos


Ya nos hemos dado cuenta que el autor de las doctrinas
calvinistas es Agustín de Hipona, el cual introdujo doctrinas
nuevas dentro de la reciente iglesia católica romana, y
reinterpretó muchos versos bíblicos para ajustarlos
forzosamente a su nuevo sistema. Por ejemplo, la palabra
“mundo” la interpretó como el campo donde está la iglesia,
o la iglesia misma, o los elegidos. Ahora, si éste es el caso,
¿qué hacemos con Marcos 16:15, donde la palabra mundo
significa el lugar donde están todos los seres humanos? “Y
les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura”. Dado que la oferta de salvación es claramente
para ser llevada a todas las personas (por ejemplo, Mat.
28:18-20; Hechos1:8), tiene que haber un pago realizado en
nombre de aquellos a los que se extiende la oferta del
evangelio. El Apóstol Pablo creía que la oferta de salvación
era para toda criatura puesto que la extensión de la muerte
de Cristo era para todos:

Entonces uno llamado Ananías…me dijo: Hermano


Saulo, El Dios de nuestros padres te ha escogido para
que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la
voz de su boca. Porque serás testigo suyo a todos los
hombres, de lo que has visto y oído” (Hch.22:12-16).

Ni Ananías, ni Pablo creían que la salvación era sólo


para un grupo de escogidos. Cristo llamó a Pablo para que
fuese su testigo o predicase el evangelio a toda criatura, si
el evangelio fuese sólo para los elegidos, entonces Dios
estaría engañando a los demás, al prometerles y ofrecerles
“salvación” la cual no es para ellos, “Porque serás testigo
suyo a todos los hombres”. Por causa de este llamamiento
Pablo escribió bajo la inspiración divina para afirmarle a los
colosenses que el “evangelio que habéis oído; el cual es
predicado a toda criatura que está debajo del cielo; del cual
yo Pablo soy hecho ministro” (Col.1:23 JBS). Más adelante
dice, “a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y
enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de
presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre”
(Col.1:28). Si el evangelio es para todos, entonces, la
extensión del sacrificio de Cristo no tiene límites ni
exclusividad.

Con respecto a lo anterior, ¿Será posible que un


calvinista convencido de su sistema y bien honesto diga a
una multitud “Cristo murió para que todos ustedes sean
salvos” o diga, “Cristo murió por todos tus pecados”? O que
simplemente proclame a esa multitud lo que Pablo exclamo,
“Quisiera que todos los que hoy me oyen, fueseis hechos
tales cual yo soy” (Hch.26:29). ¿Será posible? No lo creo, el
mensaje del calvinismo es este, “Cristo murió por los suyos
(refiriéndose a los elegidos)”.

Gary I. Schultz, Jr. en su libro “¿Por qué un llamado


genuino y universal del evangelio requiere una expiación
que pagó por los pecados de todas las gentes?” Manifiesta:

Si Cristo no pagó por los pecados de los no elegidos,


entonces es imposible ofrecer realmente la salvación
a los no elegidos, ya que no hay salvación disponible
para ofrecerles. En un sentido, cuando se le ofrece el
Evangelio a los no elegidos, sería ofrecido algo que
nunca estuvo allí para que ellos reciban en primer
lugar… Si la expiación era sólo para los elegidos,
predicar este mensaje a los no elegidos, la verdad es
que les sería dada una falsa esperanza y lo peor es
que sería falsa.[213]

Los calvinistas justifican la predicación a toda criatura


al decir que solo Dios conoce a los elegidos y nuestra labor
no es descubrir quién es “el elegido” y quien no es, sino
predicar. Ahora, si Dios es el único que conoce a los
supuestos elegidos y a los reprobados, entonces ¿Por qué
Dios al tener ese conocimiento, ofrece la salvación a
aquellos de los cuales el destinó excluirlos y por quienes
Cristo no murió? Aquí ponemos a Dios en conflicto con su
propio carácter. El Dios de la Biblia es sincero, él no ofrece
algo que no va a dar, él no engaña a nadie, por ello Él exige
que los diáconos no deben ser de doble discurso, “los
diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez”
(1Tim.3:8), “de una sola palabra” (BLA), “sinceros” (CST),
“sin doblez de lengua” (RVA 2015), pero el calvinismo
presenta a un Dios que no es sincero con los “reprobados”,
pues les ofrece un evangelio que al final no se los va a dar,
¿Sera que el “Dios” que presenta el calvinismo engaña a los
reprobados al ofrecerles algo que no les va a dar?

k) Otros versos bíblicos de la redención


ilimitada
Existen muchos versos bíblicos que hablan claramente
de la expiación ilimitada. Por ahora analizare unos cuantos:

Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió


por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por
un justo; con todo, pudiera ser que alguno osará morir
por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con
nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió
por nosotros” (Rom.5:6-8).
En este verso bíblico se descarta la redención
particular, puesto que separa en dos grupos por quienes
Cristo murió. El primer grupo, “Cristo… murió por los
impíos”, es decir, Cristo murió por un grupo de personas
que no eran píos o creyentes. El segundo grupo, “Cristo
murió por nosotros”, esta parte del verso dice claramente
que Cristo murió por los creyentes. Por esta razón se puede
concluir que Pablo no enseñó la doctrina de expiación
limitada, si esto hubiese sido así, entonces hubiese escrito,
“Cristo murió por nosotros los elegidos”, sin mencionar
“Cristo… murió por los impíos”.

Por otra parte, Pablo fue claro en afirmar que la palabra


“todos” es aplicada a todos los pecadores tanto para la
condenación como para la redención. En el caso de la
condenación Pablo escribió; “Por tanto, como el pecado
entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto
todos pecaron” (Rom.5:12). Igualmente dijo, “por la
transgresión de uno vino la condenación a todos los
hombres” (Rom.5: 18a), está claro que la condenación vino
a todos porque todos hemos pecado (Rom.3:9,23). En el
caso de la redención Pablo uso la palabra “todos” para
referirse al objeto de la muerte de Cristo, “de la misma
manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la
justificación de vida” (Rom.5:18b). Obviamente, el alcance
de la condenación y la salvación es para todos, puesto que
todos pecaron y por todos murió Cristo.

Pablo también dejó otras evidencias de la redención


ilimitada, al escribir:

Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando


esto: que, si uno murió por todos, luego todos
murieron; y por todos murió, para que los que viven,
ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y
resucitó por ellos… Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los
hombres sus pecados,” (2Cor.5:14-15, 19).

Pablo muestra en este pasaje el objeto del beneficio de la


reconciliación en la cruz del calvario, y es bien claro en
afirmar que el objeto de este beneficio es “todos” o “el
mundo”. La Escritura dice, “murió por todos” pues a través
de esa muerte, “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo
al mundo”, y en esa Cruz donde “murió por todos”, Dios no
tomó “en cuenta a los hombres sus pecados” (2Cor.5:19b).
Y como esos “todos” y “mundo” no se refiere a elegidos, ni
tampoco a creyentes, sino al objeto de la reconciliación en
la Cruz, es que los llama a través del evangelio, “y nos
encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que,
somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios
rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de
Cristo: Reconciliaos con Dios” (2Cor.5:19c-20).

l) Expiación limitada en la reforma y en


la era moderna
Aunque Calvino mismo no creía en la expiación
limitada, su amigo y sucesor en Ginebra, Teodoro de Beza
(1519-1605) si creía, fue el primero en introducir esta
doctrina dentro del cristianismo en el tiempo de la reforma.
Teodoro pasó gran parte de su tiempo defendiendo las otras
enseñanzas de Calvino contra los católicos, luteranos y
socinianos. En la doble predestinación de Beza, la expiación
de Cristo quedó subordinada a la elección, exigiendo la
redención particular como lo explica el Dr. Jerry Walls; “La
tendencia de restringir la expiación a los elegidos en todos
los aspectos, se inició con Beza. Es de gran importancia
reconocer que esta tendencia no comenzó hasta 1588,
veinticuatro años después de que Calvino había muerto”.[214]
Una de las razones por la que los maestros reformados
subordinaron el sacrificio de Cristo a la elección, es porque
para este sistema la causa principal de la redención no es el
amor de Dios sino la decisión soberana de Dios.

Es bien sabido que el principal atributo de Dios es el


amor, y este fue demostrado en la cruz del calvario, fue por
amor que Cristo voluntariamente se entregó por nuestros
pecados:

En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros,


en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para
que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en
que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él
nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación
por nuestros pecados (1Jn.4:9-10).

Por ahora no entrare en ninguna argumentación sobre


el objeto de su propiciación, “por nuestros pecados”, si son
del mundo o de la iglesia, no quiero perder el enfoque del
autor el cual es la exaltación del atributo de Dios que es el
amor. Desafortunadamente, los maestros calvinistas exaltan
la soberanía de Dios por encima de su amor demostrado en
la cruz del calvario. Ellos hacen más énfasis en la “decisión
soberana” de la elección, que el motivo por el cual Dios
envió a su Hijo al mundo. Según este sistema, Dios
soberanamente decidió ofrecerles irresistiblemente a los
elegidos todos los beneficios de la cruz, pero a los
reprobados no les ofrece nada puesto que Cristo no murió
por ellos, y no murió por ellos porque en su sistema
teológico Dios así lo decidió. El sacrificio de Cristo viene a
ser algo secundario en esta teología y no es la evidencia del
amor de Dios sino la evidencia de su elección soberana.
William Jenkyn Thomas nos amplia esta conclusión en su
libro “la extensión de la expiación”:
Cristo es visto como un medio, aunque el principal de
los otros medios, para la ejecución del decreto de
Dios, a fin de glorificarse a sí mismo al salvar una
parte de los elegidos de la humanidad. Esta
subordinación de Cristo con el decreto señaló el
camino a una doctrina de la expiación limitada.[215]

En esta teología reformada el sacrificio de Cristo no es


el centro de la redención, sino que este está subordinado a
“la decisión soberana de la elección” la cual es la roca
fundamental de las doctrinas reformadas. Por esta razón el
calvinismo dice que nosotros debemos amar a Dios, no
porque Él nos amó, si no por el simple hecho que él es
soberano, pero la Biblia dice en 1 Juan 4:19 que “nosotros le
amamos a Él, porque Él nos amó primero”. Aunque en la
naturaleza de Dios ningún atributo sobresale más que otro,
el calvinismo pone por encima de toda su supuesta
soberanía. Muy contrario al texto Bíblico que registra más la
palabra amor que el concepto de su soberanía. La palabra
amor se encuentra cerca de trescientas diez veces en las
Escrituras, mientras que la compasión y la misericordia que
fluye de su amor se repiten más de 100 veces. Dios no tiene
el atributo del amor como algo externo a su naturaleza, sino
que sencillamente Dios es amor en su esencia, “El que no
ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1Jn.4:8).
Aunque Dios es soberano en el universo, nunca se va a
encontrar en la Biblia la palabra “soberanía” porque ésta no
existe en los 66 libros de la Biblia.

Después de que Teodoro de Beza propuso un sacrificio


en la cruz limitado solo a los elegidos, los teólogos del
Sínodo de Dort en el año 1619 adoptaron esta visión al decir
que Cristo no murió por los pecados de cada persona, sino
sólo por los pecados de los elegidos, decir lo contrario
contradeciría las demás doctrinas del TULIP. Si en el análisis
de las doctrinas de Calvino, los teólogos reformados en el
Sínodo de Dort, hubiesen incluido la expiación ilimitada de
Calvino, entonces, esta doctrina hubiese afectado a la
doctrina de la elección incondicional, pues al morir Cristo
por todos, entonces, todos serían elegidos y predestinados
para salvación, hubiesen caído en el universalismo. Y si para
evitar el universalismo hubiesen incluido el libre albedrio,
entonces, negarían la primera doctrina del TULIP, la
depravación total y la inhabilidad total. Además, la doctrina
de la gracia irresistible tendría que haber sido modificada,
ya que esta no tiene armonía con un sacrificio ilimitado
debido a que no puede aplicarse la salvación a todos los
seres humanos por quienes Cristo murió puesto que
también caería en el universalismo, a menos que se creyera
en el libre albedrio, donde el individuo tuviese la capacidad
de recibir o rechazar voluntariamente la salvación. En
definitiva, los teólogos reformados en Dort prefirieron
excluir la doctrina de la expiación ilimitada de Juan Calvino
para que el resto de sus doctrinas no se contradijeran, sino
que tuviesen armonía. Por lo anterior, los teólogos
fundadores del calvinismo establecieron en Dort, la doctrina
de la expiación limitada como respuesta a los cinco artículos
del Arminianismo en los Canones de este sistema:

Este fue el consejo soberano, y la más clemente


voluntad y el propósito de Dios Padre, que la
efectividad salvadora y resucitadora de la muy
preciosa muerte de su Hijo deba ser extendida a todos
los elegidos, para darle sólo a ellos el don de la fe
justificadora, por el cual los trae infaliblemente a la
salvación. Fue la voluntad de Dios que Cristo, por la
sangre de la cruz... debe eficazmente redimir de cada
pueblo, tribu, nación y lengua, todos aquellos y sólo
aquellos, que fueron elegidos desde la eternidad para
la salvación, y dados a él por el Padre.[216]
La prioridad en Dort no era de la defensa del evangelio
primitivo, sino la defensa del sistema creado por Agustín de
Hipona. Muy contrario a las doctrinas predicadas por los
padres apostólicos del primer siglo y los apologistas del
segundo, los cuales predicaron que Cristo murió por todos.
Las sagradas escrituras enseñan que la justicia de la muerte
y resurrección de Cristo no está extendida sólo a los
supuestos elegidos que están en cada tribu y nación, sino
que está disponible para todos los que fueron afectados por
el pecado. Así como el pecado afectó a todos los judíos y
gentiles, “pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que
todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo, ni
aun uno…por cuanto todos pecaron, y están destituidos de
la gloria de Dios” (Rom.3:9-10, 23), de la misma manera la
justicia de Dios lograda en la Cruz se manifestó para
beneficiar a todos los judíos y gentiles, pues:

Se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la


ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de
la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él.
Porque no hay diferencia… la justicia de Dios por
medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen
en él. Porque no hay diferencia (Rom.3:21-22,29).

Como el pecado afectó a todos los judíos y Gentiles sin


hacer diferencia, así también la redención beneficia a todos
“porque no hay diferencia”. Si cada individuo se vuelve
pecador cuando peca, cada individuo se vuelve justo
cuando cree en Jesucristo.

m) El pecado afecta al que peca y la


redención al que cree
El pecado afectó a todos, específicamente cuando
todos los judíos y Gentiles voluntaria e independientemente
decidieron “pecar”. Así también la justicia de Dios lograda
en la cruz es aplicada a todos los judíos y gentiles cuando
voluntaria e independientemente deciden “creer.” Todos los
judíos y todos los gentiles que “pecaron”, “…están
destituidos de la gloria de Dios” (Rom.3:23), no obstante,
todos pueden ser “justificados gratuitamente por su gracia,
mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Rom.3: 24a)
cuando ponen su fe en Él, “a quien Dios puso como
propiciación por medio de la fe en su sangre” (Rom.3:24b).
El pecado afecta al individuo para muerte cuando peca,
mientras que la redención de Cristo afecta al individuo para
vida cuando cree, “Porque la paga del pecado es muerte,
más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro” (Rom.6:23). Este contraste entre el efecto ilimitado
del pecado con el efecto ilimitado de la expiación es el tema
principal de Romanos, 3, 5, 6, 8 y 11; “El que no eximió ni a
su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros”,
(Rom.8: 32ª BLA), y la razón de ello, es “Porque Dios ha
encerrado a todos en desobediencia para mostrar
misericordia a todos” (Rom.11:32 BLA). “Porque no hay
diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor
de todos, es rico para con todos los que le invocan”
(Rom.10:12). Cristo es “Señor de todos”, él no es una clase
de Señor para unos supuestos predestinados para ser salvos
y otra clase de Señor para los supuestos reprobados o
destinados para perdición.

En cuanto a la redención, Cristo en la cruz expió el


pecado de todos, “Porque no hay diferencia entre judío y
griego, pues el mismo que es Señor de todos” hizo provisión
para todos, para que todos crean y por eso les envía el
evangelio a todos: Así que la fe es por el oír, y el oír, por la
palabra de Dios. Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, por
toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la
tierra sus palabras (Rom.10:17-18). Y esto es para que
todos tengan la oportunidad de creer e invocarle, pues Él
es:

Señor de todos, es rico para con todos los que le


invocan; porque todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel
en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de
quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les
predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?
Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los
que anuncian la paz, de los que anuncian buenas
nuevas! (Rom.10:12-15).

Al entender el alcance ilimitado del pecado y el


beneficio ilimitado del sacrificio de Cristo, los cristianos
entendemos claramente que, por causa del pecado, todos
merecíamos que Dios manifestara su justicia sobre nosotros,
no obstante, en la cruz “se manifestó la bondad de Dios
nuestro Salvador, y su amor para con los hombres” (Tito
3:4), pues allí “Dios muestra su amor para con nosotros, en
que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”
(Rom.5:8). El amor de Dios manifestado en la Cruz, es el
fundamento del mensaje del evangelio del cristianismo
clásico y ortodoxo, pero para el calvinismo es más
importante la supuesta soberanía de Dios que su amor. Esta
doctrina verdaderamente no está fundamentada en la
demostración del amor de Dios manifestado en la Cruz del
calvario, sino sólo en su soberanía, razón por la cual en esta
teología hay carencia de amor y compasión por los perdidos
como lo expuso Dave Hunt:

Los calvinistas no tienen compasión por los perdidos,


pero, ¿cómo podrían tener compasión de aquellos por
quienes Dios no tiene compasión y que Él ha
predestinado a tormento eterno por su buena
voluntad?[217]
Razón por la cual los exponentes del calvinismo al citar
la oración del Getsemaní donde Cristo está orando por sus
once apóstoles, dicen que Cristo sólo intercedió por aquellos
por quien Él murió y no por todo el mundo, “Yo ruego por
ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste”
(Jn.17:9). Pero, la misma oración dice también que Él
intercede por el mundo de perdidos “para que el mundo
crea que tú me enviaste” (Jn.17:21). Estando en la Cruz de
nuevo intercede, no por sus “elegidos”, sino por el mundo
de pecadores, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen” (Lc.23:34).

El calvinismo limita el poder y la eficacia de la Cruz sólo


a un grupo de elegidos. Este sistema dice que, si la
intención de Dios en la cruz del calvario era salvar a todos,
entonces todos deberían ser salvos. Si esto fuera así,
entonces Israel debería tener paz y no mal porque Dios dijo,
“yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice
Jehová, pensamientos de paz, y no de mal” (Jer.29:11).
Aunque Dios deseaba ese bien y quería ese bien para ellos,
este pueblo no quiso obedecerle; por lo tanto, Dios les envió
castigo “por cuanto no oyeron mis palabras, dice Jehová”
(Jer.29:19). Dios quería someter y derribar a todos los
enemigos de Israel, quería sustentarlo con lo mejor del trigo
y saciarlo con lo mejor, pero ellos no le obedecieron (Leer
Sal.81:13-16). De la misma manera, Dios quiere que todos
sean salvos (1Tim.2:4), pues por todos murió Cristo
(1Tim.2:6), pero no todos quieren ser salvos, y Dios no
obliga a nadie a ser salvo. El deseo de Dios es que ninguno
perezca (2Pe.3:9), pero no todos quieren arrepentirse. Dios
no quiere que ninguno de sus hijos se pierda, “Así, no es la
voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se
pierda uno de estos pequeños” (Mat.18:14), pero no todos
de sus hijos van a ser salvos. El contexto del verso anterior
dice que, si uno de esos pequeños no perdona a su
hermano, tampoco El Padre lo perdonará como lo explica
con la parábola de los dos deudores “Así también mi Padre
celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón
cada uno a su hermano sus ofensas” (Mat.18:35), de esta
manera queda demostrado que, aunque Dios desea la
salvación de todos, Dios no obliga a nadie a ser salvo. Si
Cristo murió por todos, todos tienen la posibilidad de ser
salvos, sin embargo, no todos quieren creer, no todos
quieren venir a Cristo (Jn.5:40), aunque la oferta está
abierta para todos, “Y el que tiene sed, venga; y el que
quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”
(Ap.22:17).

n) La expiación limitada en el catecismo


calvinista
Después de que los cánones del sínodo de “Dort”
quedaron establecidos, los seguidores del calvinismo
escribieron diferentes catecismos que contenían las
principales doctrinas creídas por los reformados. En 1647 se
escribió la “confesión de fe de Westminster,” esta dice que
Cristo en la cruz compró la salvación sólo para los elegidos:

El Señor Jesucristo, por su perfecta obediencia y por el


sacrificio de sí mismo que ofreció una sola vez por el
Espíritu eterno de Dios, ha satisfecho plenamente a la
justicia de su Padre, y compró para aquellos que éste
le había dado, no solo la reconciliación, sino también
una herencia eterna en el reino de los cielos… Aun
cuando la obra de la redención no fue consumada por
Cristo sino hasta después de su encarnación, sin
embargo, la virtud, la eficacia y los beneficios de ella,
fueron comunicados a los elegidos en todas las épocas
transcurridas desde el principio del mundo en y por
medio de las promesas, tipos y sacrificios, en los
cuales Cristo fue revelado y señalado como la
simiente de la mujer que heriría a la serpiente en la
cabeza, y como el cordero inmolado desde el principio
del mundo, siendo él, el mismo ayer, hoy y siempre.
[218]

Estas confesiones de fe contienen ciertas verdades


Bíblicas pero enfocadas al apoyo del sistema agustino. Es
cierto que aun cuando Cristo no había muerto en la Cruz,
todos los que creyeron en esa simiente prometida y en los
sacrificios que representaban el cordero de Dios, fueron
salvos. Pero la extensión benéfica de esos sacrificios estaba
disponible para todos y no sólo para un grupo de elegidos.

o) El sacrificio pascual ofrecido por


todos
Es verdad que los sacrificios del A.T. tienen su fiel
cumplimiento en el sacrificio de Jesucristo. Estos sacrificios
de acuerdo a las Escrituras o pentateuco, eran por toda la
nación de Israel y no por un grupo en particular, “Y dijo
Moisés a Aarón: Acércate al altar, y haz tu expiación y tu
holocausto, y haz la reconciliación por ti y por el pueblo”
(Lev.9:7), “y hará la expiación por sí y por el pueblo”
(Lev.16:24). Por consiguiente, de acuerdo a las escrituras
del A.T. el sacrificio de Jesucristo no fue por un grupo
específico sino por todos nosotros, es decir toda la raza
humana. “Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las
Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día,
conforme a las Escrituras” (1Cor.15:3-4). Dios prometió a
todo Israel librarlos del juicio al poner a la disposición de
todos, la sangre del cordero pascual, que debía ser rociada
en todas las casas (Ex.12:7). “Y la sangre os será por señal
en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y
pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de
mortandad cuando hiera la tierra de Egipto” (Ex.12:13). El
efecto de esa sangre estaba a disposición de todos en Israel
y no a un grupo en especial, “Hablad a toda la congregación
de Israel” (Ex.12:3). Cristo es el cumplimiento en el N.T. del
cordero pascual del A.T. “el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo” (Jn.1:29). Pablo lo confirma diciendo,
“nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por
nosotros” (1Cor.5:7). Por nosotros, es decir “todos los
judíos” como en el A.T. y por “todos nosotros” los de Corinto
y todos los gentiles.

La serpiente de bronce fue levantada en el desierto no


en favor de un grupo específico de elegidos en Israel, sino
“por el pueblo” la escritura dice:

Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos


pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti;
ruega a Jehová que quite de nosotros estas
serpientes. Y Moisés oró por el pueblo. Y Jehová dijo a
Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre
un asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a
ella, vivirá (Núm.21:7-8).

La condición para que todos recibieran sanidad era


confiar en esta provisión, y esta estaba disponible para
todos, para “Cualquiera [que] mirare a ella, vivirá”. La
palabra “cualquiera” denota sanidad general y no particular.
De la misma manera Cristo fue levantado en la Cruz para
traer salvación a todos, en alusión a esta serpiente de
bronce Cristo dijo; “Y como Moisés levantó la serpiente en el
desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea
levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
más tenga vida eterna” (Jn.3:14-15). En griego es más clara
esta redención general, “todo aquel” en griego es “pas”,
este término significa “cada uno/ todos/ todo mundo” “que
en él cree”, esto indica que la salvación está disponible para
todos los seres humanos, ¿Y porque “todo aquel”? La
respuesta la dio el Señor Jesucristo, “porque de tal manera
amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna” (Jn.3:16). La razón por la cual este beneficio de
redención alcanzado en la cruz está disponible para “todo
aquel” es porque Dios amo a todos, es decir a toda la
humanidad, “porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por
él” (Jn.3:17). Por supuesto la aplicación de este beneficio de
la cruz que fue hecho por amor a todos, es recibido y
disfrutado solo por los que creen, “El que en él cree, no es
condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado…”
(Jn.3:18).

p) ¿Qué clase de amor?


En vista de estas evidencias Bíblicas del amor de Dios a
la humanidad entera, hoy en día, algunos calvinistas como
John Piper sagazmente con su juego de palabras dice que la
muerte de la cruz beneficia a todo el mundo, pero que estas
bendiciones son temporales y no tienen nada que ver con la
salvación:

No negamos que todos los hombres son los


designados beneficiarios de la cruz en algún sentido. 1
Timoteo 4:10 dice que Cristo es ‘el salvador de todos
los hombres, especialmente de los que creen’. Lo que
negamos es que todos los hombres sean designados
como los beneficiarios de la muerte de Cristo en la
misma manera. Todo de la misericordia de Dios hacia
los incrédulos, desde la salida del sol (Mateo 5:45)
hasta la predicación mundial del evangelio (Juan
3:16), se hizo posible gracias a la cruz.[219]
En otras palabras, según el calvinismo moderno, Cristo
en la cruz obtuvo dos gracias; una universal para beneficiar
a todos los seres humanos, animales y creación, en su
sustento físico y material. La otra gracia es la salvadora,
exclusiva solo para los elegidos, esta beneficia solo el área
espiritual de aquellos que fueron predestinados y por
quienes Cristo murió para salvar. Piper continua diciendo;
“hay un amor general de Dios que él otorga a todas sus
criaturas”,[220] en palabras más claras, según su teología
reformada, ese amor general no es para salvación sino para
la preservación y el cuidado físico de la creación, ósea para
el Dios que presenta el calvinismo, es más importante el
mundo material perecedero que las almas de los que se
pierden en el infierno. Es común que el calvinismo separe a
Dios en dos personas, uno para los elegidos y otro para los
reprobados. Un Dios que ama de una manera a sus
escogidos y ese mismo Dios con una personalidad distinta
ama a los reprobados de otra manera. Pero, ¿Qué clase de
amor de Dios es este que prefiere darle a los reprobados
todos los beneficios de su bondad menos su salvación? De
acuerdo a esta nueva visión reformada, Dios prefiere darle
todo el mundo a un reprobado que su salvación, la escritura
dice “¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo,
y perdiere su alma?” (Mr.8:36). Los que se pierden, se
pierden no porque Cristo no murió por ellos, ni porque Cristo
no los amo de la misma manera que a los salvos, la Biblia
dice que los que se pierden también fueron amados por
Dios con el mismo amor que Dios amó a los que se salvan.
La diferencia está en que los salvados no despreciaron ese
amor de Dios, mientras que los que se pierden, perecen:

Por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser


salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso,
para que crean la mentira, a fin de que sean
condenados todos los que no creyeron a la verdad,
sino que se complacieron en la injusticia (2Ts.2:10-12).

Son condenados no por el supuesto hecho que fueron


reprobados, ni porque Cristo no murió por ellos. Ya hemos
demostrado que ningún ser humano nació con un destino
fijado de perdición, los que se condenan, se condenan
porque, aunque Cristo murió por ellos, ellos despreciaron o
no recibieron ese amor de Dios por la verdad, no creyeron a
esta verdad absoluta que es Cristo, “esta es la condenación:
que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las
tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Jn.3:19).

q) Conclusión
A través de la historia de la iglesia, muchas doctrinas se
han desarrollado alrededor del sacrificio de Cristo, todas
ellas responden a las preguntas, ¿Quién ofreció el sacrificio?
¿A quién se lo ofreció? ¿Cuáles son los beneficios de este
sacrificio? ¿Por quienes fue ofrecido? O, ¿Quiénes pueden
disfrutar estos beneficios? Ya hemos expuesto que Cristo es
el ofrendador y la ofrenda perfecta ofrecida a la justicia de
Dios para librarnos del juicio que merecíamos todos los
seres humanos. La expiación o sustitución, la propiciación,
la redención, la reconciliación, y la victoria sobre las
tinieblas entre otros, son los beneficios logrados en la cruz
del calvario por nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo
en beneficio de todos, pero su aplicación es condicional a la
fe. Los Padres de la iglesia siempre sostuvieron que Cristo
murió por todos, es decir, su sacrificio es ilimitado. Ireneo
escribió, “Él enmendara la raza humana” y en la cruz se
convirtió “en el Mediador entre Dios y los hombres;
verdaderamente propiciando por nosotros al Padre” y así “El
Señor salva a todos los hombres” y que esta muerte fue “un
juicio para salvación a los que creen, y un juicio de
condenación de aquellos que no creen” De esta manera
Ireneo rechazó el universalismo y la expiación limitada.

Atanasio relacionó la extensión de los beneficios de la


cruz con el alcance del pecado, diciendo “puesto que todos
estaban condenados a muerte, él, siendo distinto a todos
ellos, podría así mismo ofrecer a la muerte su propio cuerpo
por todos”. También añadió, “la deuda que todos debían,
debía ser pagada… El después ofreció su sacrificio en
nombre de todos”. No sólo por todos los seres humanos,
sino que también Cristo “ha sido el rescate y la salvación de
toda la creación”.

Cirilo de Jerusalén escribió que Cristo “rescató toda la


humanidad de este mundo” ya que “Jesús realmente
padeció por todos los hombres”. Pues “a través de su
preciosa sangre limpia al mundo de sus pecados”. Juan
Crisóstomo afirmó que “verdaderamente el sacrificio fue
ofrecido por toda la humanidad, y fue suficiente para salvar
a todos, pero quienes disfrutan de la bendición son los
creyentes únicamente”. Clemente de Roma escribió que,
aunque la gracia fue puesta para todos, quienes la disfrutan
son los que creen, él dijo que Dios “ha puesto la gracia del
arrepentimiento delante de todo el mundo… la redención
debe fluir a través de la sangre del Señor para todos los que
creen”. Añadió diciendo que Dios “ha justificado todos los
hombres… por la fe”. Siguiendo el mismo pensamiento,
Ignacio mantuvo la doctrina paulina, la cual dice que Cristo
es, “el Salvador de todos los hombres, pero especialmente
de los que creen”. Justino Mártir escribió “Cristo por toda la
familia humana llevará sobre él la maldición de todos”.

Desde la fundación del cristianismo, los Padres de la


Iglesia escribieron que la muerte de Cristo fue en beneficio
de todos y que su aplicación es sólo para los que creen. No
obstante, en el siglo V, Agustín, el obispo Católico Romano
de Hipona en el norte del África, inició una nueva creencia
sobre este beneficio de la Cruz, él dijo que Cristo murió sólo
por los predestinados, Agustín escribió; “Él conoció a
quienes había predestinado; Él conoció a quienes él había
venido a redimir con el derramamiento de su propia
sangre”. Para darle armonía a sus nuevas doctrinas, Agustín
reinterpretó atrevidamente los textos claros y sencillos de la
redención ilimitada para así defender su nueva postura,
añadiéndole a la palabra “mundo” el concepto de elegidos o
predestinados, Agustín dijo; “Cristo es la propiciación por
nuestros pecados; no sólo por los nuestros, sino también los
de todo el mundo. He aquí, usted tiene la Iglesia en todo el
mundo”. Osadamente también escribió; “Él quiere que
todos los hombres sean salvos’, es así dicho, que todos los
predestinados puede ser entendido por esta frase”. Agustín
es el autor de la doctrina de la expiación limitada creída por
los reformados o calvinistas.

Juan Calvino, quien revivió estas doctrinas nuevas


dentro de la ortodoxia cristiana, no creyó en la expiación
limitada, pues él mismo afirmó repetidamente que “Cristo
sufrió por los pecados de todo el mundo”. Fueron los
discípulos de Calvino quienes afirmaron que Cristo murió
sólo por los predestinados. Teodoro de Beza y los teólogos
del Sínodo de Dort en el siglo 16 y 17 sistematizaron esta
doctrina para darle simetría con las demás doctrinas
Agustinas. Actualmente vemos dentro del cristianismo
moderno estas dos posiciones históricas, la expiación
ilimitada iniciada desde siglo I y la expiación limitada
fabricada en el siglo V y fomentada en la reforma por
algunos reformadores.

La doctrina Bíblica e histórica es la expiación ilimitada.


La Escritura es clara en afirmar que el alcance del pecado
fue universal, por tanto, el juicio de Dios o condenación era
para todos, “para que toda boca se cierre y todo el mundo
quede bajo el juicio de Dios;” (Rom.3:19). Todos merecíamos
el justo juicio de Dios, todos merecíamos la condenación o
muerte eterna, pero Dios proveyó un sustituto por todos,
uno que recibió el juicio de Dios por nosotros, uno que nos
reconcilió, nos compró en la Cruz, “Porque Dios ha
encerrado a todos en desobediencia para mostrar
misericordia a todos” (Rom11:21 BLA). Cristo mismo habló
del alcance ilimitado del beneficio de su sacrificio, “Y como
Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario
que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”
(Jn.3:14-15). Y como lo expliqué anteriormente, la razón por
la cual este beneficio está disponible para todos, es por la
razón que Cristo mismo explicó, “Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna” (Jn.3:16). En vez de enviar el juicio o condenación
que merecía el mundo transgresor y culpable, Dios le envió
su Unigénito, no para condenarlo justamente, sino para
reemplazarlo en la cruz, “porque no envió Dios a su Hijo al
mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él” (Jn.3:17). Y esta salvación fue alcanzada
en la cruz para todo el mundo, pero su aplicación es
disfrutada sólo por los que creen, (Jn.3:18). Aunque todo el
mundo merecía la condenación (Rom.3:19), ahora la
condenación no es sólo por todos los pecados, sino por el
pecado de rechazar o no creer en aquel que fue condenado
por todos, “Y ésta es la condenación: que la luz vino al
mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz,
porque sus obras eran malas” (Jn.3:19). Por eso, los cargos
en el juicio de Dios serán por las obras de cada uno
(Rom.2:5-6) y por la muerte del Justo (Jn.16:8). Y los peores
cargos serán imputados a aquellos que fueron comprados o
redimidos, pero le negaron (2Pe.2:1-3, 20-22). Por ello, la
Biblia registra que habrán condenados por los cuales Cristo
murió por ellos (1Cor.8:11) los cuales tendrán que pagar por
sus propias deudas y por la muerte de Cristo (Mat.18:23-35;
1Cor.11:27-32).
4 LA GRACIA RESISTIBLE E
IRRESISTIBLE EN LA HISTORIA

a) Fuente del debate

L a cuarta letra de este acrónimo calvinista, TULIP, es la


“I” de “Irresistible Grace” o “Gracia irresistible”. El
enfoque de este capítulo es en cuanto a la aplicación
del beneficio de la muerte de Cristo. Sabiendo que la
salvación viene sólo de Jesucristo, por el sacrificio ilimitado
que es la provisión dada por Dios al mundo. ¿Cuál es la
forma bíblica e histórica de la aplicación de esta salvación al
pecador? La aplicación de esta salvación a los pecadores,
depende totalmente del único mensaje por el cual los
pecadores pueden ser salvados, el evangelio del Señor
Jesucristo, (Rom.1:16; 1Cor.5:1-8]. Sin embargo, en la
enseñanza de la aplicación de esta salvación a los perdidos,
existen dos doctrinas principales entre el cristianismo
ortodoxo; gracia irresistible, gracia resistible.

Gracia irresistible: el calvinismo afirma que hay dos


llamados a la salvación, el general y el individual. El
primero, es para todos y es resistible por los reprobados,
mientras que el otro llamado es para los supuestos elegidos
y es irresistible. Según esta teoría, estos elegidos que se
encuentran en un estado de muerte espiritual, recibirán una
gracia salvadora irresistible para ser resucitados
espiritualmente y de esta manera son capaces de recibir el
don de la fe para creer en Jesús, para luego recibir el don
del arrepentimiento y así poder arrepentirse. En otras
palabras, el calvinismo enseña que la regeneración preside
la fe y el arrepentimiento. Los pecadores elegidos no hacen
nada para su salvación, continuamos con el Monergismo.

Gracia resistible: este punto de vista es histórico, la


iglesia primitiva era sinergista, como está probado en el
primer capítulo de esta obra. Los primeros cristianos solían
creer que la fe es el primer movimiento hacia la conversión.
Es decir, después de oír el evangelio bajo la convicción del
Espíritu Santo, el pecador puede creer en Jesús para luego
arrepentirse de todos los pecados y de esta manera nacer
de nuevo. Esta gracia es resistible y está disponible para
todo el mundo por el evangelio enviado a toda criatura. Este
punto de vista es el que vamos a tratar primero para
examinar la fe apostólica.

b) Gracia Resistible En La Iglesia


Primitiva
La fe, el inicio de la conversión
Sabemos que la salvación proviene totalmente del
Señor, solo Él pudo pagar el precio de la redención, con su
sangre derramada él nos justifica, santifica, reconcilia, y
libera de la potestad de las tinieblas y pecado. Con su
resurrección nos vivifica y glorifica. Para recibir todos estos
beneficios que Dios nos ofrece a través del evangelio, se
requiere es fe. Clemente de Alejandría en la doctrina
cristiana de la aplicación de la salvación al pecador, afirmó
que la fe es el primer movimiento para la salvación, y esta
fe viene por el oír la palabra de Dios:

Porque la fe es por el oír, y el oír por la palabra de


Dios, dice el Apóstol ... Usted ve cómo Él trae la fe por
el oír, y la predicación de los Apóstoles, y hasta la
palabra del Señor, y del Hijo de Dios ... Como en el
caso de jugar a la pelota no sólo se depende de uno
que lanza la pelota con habilidad, sino que se requiere
además de otro que la atrapa con destreza, para que
el juego puede ser desarrollado de acuerdo con las
reglas de la bola; así también se da el caso de que la
enseñanza es fiable cuando [hay] fe por parte de los
que escuchan, ... Porque el amor, a causa de su
alianza amistosa con la fe, hace que los hombres se
vuelvan creyentes ... Tal cambio, entonces, de la
incredulidad a la fe y a la confianza en la esperanza y
el temor, es divino. Y, en verdad, la fe se descubre,
por nosotros, como el primer movimiento hacia la
salvación.[221]

Clemente también recalcó que esta fe salvadora es


edificada sobre las enseñanzas del Señor Jesucristo:
La fe es entonces, por así decirlo, un conocimiento
comprensivo de los elementos esenciales; y el
conocimiento es la demostración fuerte y segura de lo
que se recibe por la fe, construida sobre la fe por la
enseñanza del Señor.[222]

Como ya ha sido demostrado antes, la iglesia primitiva


creía en el libre albedrio, es por eso que Clemente de
Alejandría también dijo que los humanos podían escoger la
vida creyendo en Dios a través de su palabra:

Pero nosotros, quienes hemos escuchado por las


Escrituras que la elección de auto-determinación y la
opción de rechazo han sido dados por el Señor a los
hombres, y éstos descansan en el criterio infalible de
fe, que se manifiestan en un espíritu dispuesto, ya que
hemos elegido la vida y creído en Dios por medio de
su voz.[223]

Un ejemplo de conversión debido a la fe como el primer


paso en la salvación está escrito en la era patrística. Teófilo
de Antioquia testificó de su propia conversión diciendo:

Por lo tanto, no sea escéptico, sino cree; porque yo


mismo también solía ser incrédulo que esto se llevaría
a cabo, pero ahora, después de haber tomado en
consideración estas cosas [profecías], creo. Al mismo
tiempo, me encontré con las Escrituras sagradas de
los santos profetas, que también por el Espíritu de
Dios predijeron las cosas que ya han ocurrido...
Admitiendo, por lo tanto, la evidencia de los
acontecimientos que suceden como se predijo que se
permitirían, yo no soy incrédulo, sino que creo, soy
obediente a Dios.[224]
La iglesia primitiva creía que el arrepentimiento no era
el resultado de ser nacido de nuevo como el calvinismo
predica, sino que era el resultado de haber creído al señor,
esto lo afirmó Clemente de Alejandría; “El arrepentimiento,
entonces, es un efecto de la fe. Porque a menos que un
hombre crea que la cosa en lo que era adicto, era pecado, él
no lo abandonaría”.[225] Finalmente, Clemente admitió que el
nuevo nacimiento es el resultado de la fe en Jesucristo. Es
decir, primero se cree y luego se nace de nuevo; “todo
aquel, dice, ‘que hace justicia es nacido de Dios’, siendo
regenerado, es decir, de acuerdo a la fe”.[226]

¿Primero se nace de nuevo para luego


creer?
El calvinismo usa este verso bíblico para afirmar que
primero se nace de Dios para luego creer; “todo aquel que
cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios” (1Jn.5:1). Por
supuesto solo los “elegidos” pueden nacer de nuevo, según
este sistema calvinista. Solo ellos recibirán esa gracia
irresistible para nacer de nuevo, pero la biblia misma y la
historia nos dicen que la doctrina apostólica enseñó que
primero se cree y luego se nace de nuevo. En 1 Juan 2:29
dice “todo el que hace justicia es nacido de él”, el verbo
griego “poion” “hacer o practicar” está escrito en presente
participio activo, es decir se mantiene haciendo una acción
en un presente progresivo, el texto original dice “todo el
que se mantiene/está haciendo justicia es nacido de él”. De
igual manera en 1 Juan 3:9 con el verbo “pecar”, en 1 Juan
4:7 con el verbo “amar,” y en 1 Juan 5:1 con el verbo
“creer”, todos estos verbos están escritos en presente
participio activo. En otras palabras “ninguno que sea hijo de
Dios puede seguir pecando” (1Jn.3:9 BLP), “todo aquel que
se mantiene amando, es nacido de Dios”, (1Jn.4:7) y “Todo
aquel que está creyendo que Jesús es el Cristo, es nacido de
Dios” (YLT). Por ello, el hombre nuevo puede mantenerse
haciendo “justicia” porque ha “nacido de Dios” (1Jn.2:29), el
hombre nuevo no se mantiene “pecando” porque “es nacido
de Dios” (1Jn.3:9), y también es bíblico que el hombre
nuevo se mantiene “amando” porque “es nacido de Dios”
(1Jn.4:7) y se mantiene en el presente creyendo en Cristo
porque es “nacido de Dios” (1Jn.5:1). El texto no usa el
verbo griego “pisteuo” “creer” en pasado, si fuera así, este
diría: “Todo aquel que creyó que Jesús es el Cristo, es nacido
de Dios” el texto reza literalmente desde el griego en el
presente participio activo, “Todo aquel que esta/o se
mantiene creyendo que Jesús es el Cristo, es nacido de
Dios”, se mantiene progresivamente “creyendo” que Jesús
es el Cristo debido a que es nacido de nuevo. Esto indica
que es una fe distinta a la fe inicial. La fe inicial viene por el
oír el evangelio (Rom.10:17), mientras que en 1 Juan 5:1
habla de una fe continua en el presente.

Con respecto a la fe inicial no es a causa del nuevo


nacimiento o que primero hemos sido nacidos de nuevo,
sino que somos nacidos de nuevo porque hemos “recibido”
a Jesús, porque hemos creído “en su nombre” (Jn.1:12), y
debido a este paso inicial de fe es que el Hijo de Dios nos da
autoridad de “ser hechos hijos de Dios” los cuales no somos
“engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de
voluntad de varón, sino de Dios” (Jn.1:12-13). Esta fe en
Jesús para nacer de nuevo vino por “la palabra de Dios”
(Rom.10:17). Es decir, somos nacidos de nuevo por haber
puesto nuestra fe en la palaba de Dios que testifica acerca
de Jesucristo, como lo afirmó Pedro “siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de
Dios que vive y permanece para siempre…Y esta es la
palabra que por el evangelio os ha sido anunciada”
(1Pe.1:23, 25). Somos nacidos de nuevo, no por voluntad de
hombre alguno, sino de Dios mismo por la Palabra de Dios a
la cual todos deben oír para creer y así nacer de nuevo
como lo afirmó Santiago:

Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de


verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.
Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea
pronto para oír… recibid con mansedumbre la palabra
implantada, la cual puede salvar vuestras almas
(Santiago. 1:18-19, 21).

El señor también afirmó que se debe nacer del Espíritu


(Jn.3:5), y El Espíritu de Dios se recibe por el oír con fe, por
eso, Pablo tuvo que amonestar a las iglesias de Galacia
diciendo; “¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o
por el oír con fe?” (Gal.3:2,5), luego les exhorto diciendo
que no es por las obras de la ley sino “por la fe
recibiésemos la promesa del Espíritu” (Gal. 3:14). Y por esa
fe que viene después de oír la palabra es que somos
nacidos de nuevo, somos hechos hijos de Dios, “pues todos
sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gal. 3:26).

Bernabé, el compañero de misiones de Pablo, confirmó


que la fe en Jesús, que viene tras oír el evangelio es el paso
inicial de nuestra salvación para ser una nueva criatura:

Habiendo recibido el perdón de los pecados, y puesto


nuestra confianza en el nombre del Señor, hemos
llegado a ser nuevas criaturas, formadas de nuevo
desde el principio. Por tanto, en nuestra morada, Dios
verdaderamente mora en nosotros. ¿Cómo? [A través
de] Su palabra de fe; Su llamado de la promesa; la
sabiduría de los estatutos; los mandamientos de la
doctrina; Él mismo profetizando en nosotros; Él mismo
habita en nosotros; abriéndonos las puertas del
templo, es decir la boca, a los que estábamos
esclavizados por la muerte, al darnos el
arrepentimiento nos introdujo en el templo
incorruptible. Entonces, el que quiera ser salvo mire
no al hombre sino a Él.[227]

Los cristianos de los primeros siglos entendían que la fe


era el punto inicial de la conversión, el punto de partida
para ser nacido de Dios. Cipriano de Cartago también
sostuvo esta enseñanza bíblica de la conversión, que para
nacer de nuevo debemos primero creer en el nombre de
Jesús:

El nuevo hombre, nacido de nuevo y restaurado a su


Dios por su gracia, dice el Padre, en primer lugar, es
porque ahora ha comenzado a ser un hijo. Dice; ‘Él
vino a los suyos, y los suyos no le recibieron. Pero
todos los que le recibieron, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre’
(Jn.1:11-12). El hombre, por lo tanto, que ha creído en
su nombre, y se ha convertido en el hijo de Dios,
desde este punto tiene que comenzar a dar gracias y
profesar el mismo, a ser hijo de Dios. [228]

Cipriano también afirmó que hemos nacido de nuevo y


no cometemos pecado, porque ésta es la obra de la fe en
Jesucristo:

Por la agencia del Espíritu soplado desde el cielo, un


segundo nacimiento me había restaurado a un nuevo
hombre... ahora no pecamos [porque] es el comienzo
de la obra de la fe, mientras que [si] antes pecábamos
era [por] el resultado del error humano.[229]

Sin lugar a dudas la fe en Jesucristo que proviene por el


oír el evangelio es la entrada a esta gracia maravillosa,
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también
tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos
firmes…” (Rom.5:1-2), y lo más grandioso es que esta fe
salvadora está disponible para todos, pues Dios envía el
evangelio a todos y no hace acepción de personas.

La fe del individuo
El calvinismo enseña que por causa del pecado de Adán
todos los seres humanos nacen totalmente depravados,
nacen muertos espiritualmente, totalmente inhabilitados,
por tanto, no pueden creer en Dios, la única manera para
creer en Cristo es a través de una resurrección espiritual,
como ya lo mencioné antes, esta resurrección es dada solo
a los elegidos por la supuesta gracia irresistible. Pero de
acuerdo a las enseñanzas apostólicas todos los seres
humanos pueden creer en el evangelio porque Dios nos dio
por creación, este poder de elección como lo afirmó Ireneo;

Porque no hay coerción con Dios, sino una buena


voluntad [hacia nosotros, la cual] está presente con Él
continuamente. Por lo tanto, Él da un buen consejo
para todos. Y en el hombre, así como en los ángeles,
Él ha puesto el poder de elección (porque los ángeles
son seres racionales) …[230]

Igualmente, Ireneo dijo que “hay una fe especial que


pertenece al hombre”, y debido a esto es que él es
responsable ante Dios por creer en Cristo para su salvación
o no creer para permanecer en su propia perdición, Ireneo
continuó diciendo:

En cuanto a la fe, el Señor ha respetado la libertad y


el libre albedrio del hombre, cuando dijo: ‘Que se haga
conforme a tu fe’ (Mt 9,29). Esto muestra que el ser
humano tiene su propia fe, porque también tiene su
libre albedrio. Y también: ‘todo es posible al que cree’
(Mc 9,23). Y: ‘Vete, que te suceda según tu fe’ (Mt
8,13). Todos los textos semejantes prueban que el ser
humano tiene libertad para creer. Por eso ‘el que cree
tiene la vida eterna, más el que no cree en el Hijo no
tiene la vida eterna, sino que la Ira de Dios permanece
en Él’ (Jn.3, 36).[231]

Aunque la Biblia afirma que la fe salvadora es dada por


Dios a través de la convicción del Espíritu Santo (Jn.16:8),
en la predicación de la Palabra (Rom.10:17), también es
Bíblico que esta fe está disponible para toda criatura,
puesto que el evangelio es enviado a todos (Mar.16:15). Y
aquellos que oyen la palabra y creen, Dios les atribuye esa
fe como de su posesión y por eso él individuo es
responsable de esa fe. Es por eso que el Señor les reclamó a
sus discípulos por su falta de fe “¿Dónde está vuestra fe?”
(Lucas 8:25). El Apóstol Pablo también era consciente que la
fe de los hermanos pertenecía a ellos, por ejemplo; la fe de
los cristianos en Roma, “vuestra fe se divulga por todo el
mundo” (Rom.1:8), la fe de los cristianos en Corinto,
“conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos
entre vosotros” (2 Cor.10:15), la fe de los hermanos en
Colosa, “habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús”
(Col.1:4), también les dijo que “en espíritu estoy con
vosotros…mirando…la firmeza de vuestra fe en Cristo” (Col.
2:5), la fe de los hermanos en Tesalónica, “Timoteo…nos dio
buenas noticias de vuestra fe” (1 Tes.3:6), “por cuanto
vuestra fe va creciendo” (2Tes.1:3). Santiago y Pedro
escribieron que nuestra fe tiene que ser probada “sabiendo
que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Santiago
1:3), “para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más
preciosa que el oro” (1Pe.1:7). Si la fe para creer en Cristo
es un don dado por Dios sólo a los escogidos como lo
promulga el calvinismo, ¿Por qué Jesús les reclamó a sus
discípulos de tener poca fe? ¿Es que Jesús da el don a
medias? “¿Por qué teméis, hombres de poca fe?” (Mat.8:26).
Si la fe salvadora es un don y el elegido después de ser
“regenerado” lo recibe para creer en Cristo, sin el tener
ninguna participación en la fe, ¿Por qué Pablo dice ‘la fe es
por el oír, y el oír, por la palabra de Dios’ (Rom.10:17)?
¿Acaso el pecador no tiene participación en esa fe al “oír”?
Cualquier respuesta del calvinismo será una evidencia más
de su interés en ajustar forzosamente el texto bíblico a su
sistema.

c) Gracia preveniente en la era patrística


Ireneo dijo que la oportunidad de ser salvo es dada a
todos, y porque los seres humanos tienen el poder de creer
en el evangelio, los que perecen, se pierden porque ellos
eligieron para sí mismos permanecer en la oscuridad,
evitando así la gracia de Dios ofrecida a ellos:

Y para este fin el Padre reveló el Hijo, para que por el


Hijo el Padre pueda ser manifestado a todos los
hombres, y que cada uno como creía en él, siendo
justos, Él los recibiría en la incorrupción, y dentro del
refrigerio eterno: (ahora creerle, es hacer su
voluntad:) pero los que no creen, y por consiguiente
huyen de su luz, Él justamente los encierra en la
oscuridad que han elegido para sí mismos…Ya que Él
se ha hecho visible a todos, por lo tanto el justo juicio
de Dios [caerá] sobre todos los que, como otros, han
visto, pero no han creído como los otros.[232]

La doctrina de la aplicación de la salvación de la iglesia


primitiva, era la gracia de Dios manifestada a todo mundo,
Pablo le escribió a Tito, “Porque la gracia de Dios se ha
manifestado para salvación a todos los hombres” (Tito
2:11). Esta gracia no llega instantáneamente al pecador, por
el contrario, el pecador para poder entrar a esta gracia debe
creer primero, “por quien también tenemos entrada por la
fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos
en la esperanza de la gloria de Dios” (Rom.5:2). Y porque
esta gracia es resistible, entonces no todos son salvos, ni
todos pueden entrar a esta gracia. Clemente de Roma
escribió que esta gracia del arrepentimiento está disponible
para todos, especialmente los que se convierten a él:

Miremos fijamente a la sangre de Cristo, y veamos lo


precioso que la sangre es para Dios, la cual, habiendo
sido derramada por nuestra salvación, ha puesto la
gracia del arrepentimiento delante de todo el mundo...
el Señor ha concedido un lugar de arrepentimiento a
todos, tales como serian convertidos a Él.[233]

Clemente continuó con la enseñanza de la redención


concedida a todos, y aplicada a los pecadores, no por una
gracia irresistible dada a un grupo de escogidos como lo
presenta el calvinismo, sino que esta salvación es aplicada a
todos los que creen:

A causa de su fe y hospitalidad, Rahab la ramera fue


salva... [Los espías] le dieron una señal en este
sentido, que ella debía colgar de su casa un hilo rojo.
Y así lo hicieron [para] manifestar que la redención
debe fluir a través de la sangre del Señor a todos los
que creen y esperan en Dios. Ya ves amado, que no
sólo había fe en esta mujer sino también profecía.[234]

El calvinismo dice que la gracia irresistible es necesaria


porque el hombre está totalmente inhabilitado de tal forma
que no puede creer en el evangelio, así le prediquen con
toda la convicción y unción del Espíritu Santo. Según ellos el
hombre está totalmente muerto en pecados de tal manera
que no puede hacer nada bueno delante de Dios, por eso,
según esta filosofía; “Dios regenera primero al pecador para
darle el don de la fe para que así crea y se arrepienta”.
Después de que Agustín de Hipona inventó estas doctrinas,
muchos se le opusieron, aun después de su muerte como
fue el caso de Juan Casiano quien rechazó este punto de
vista anti-bíblico:

Las palabras del Apóstol muestran muy claramente


que la humanidad no perdió después de la caída de
Adán el conocimiento del bien: como él mismo dice:
‘Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen
por naturaleza las cosas de la ley...’ Por lo cual
debemos tener cuidado de no remitir todos los méritos
de los santos al Señor de tal manera que no se le
atribuya nada sino sólo lo que es malo y perverso a la
naturaleza humana.[235]

Juan Casiano, junto a los primeros padres de la iglesia,


eran sinergistas, Casiano afirmó que en la salvación Dios
aviva algunas semillas de bondad en el hombre dadas por
creación:

No puede entonces ser puesta en duda de que existen


por naturaleza algunas semillas de bondad en cada
alma implantadas por la bondad del Creador: pero a
menos que éstas sean estimuladas por la asistencia
de Dios, ellas no estarán en la capacidad de atender
un incremento a la perfección.[236]

En armonía con el sinergismo de la iglesia primitiva,


Juan Casiano enseñó que la gracia de Dios asiste a la
voluntad humana para la salvación, éste fue el inicio de la
gracia preveniente formulada por Arminio siglos más tarde,
Casiano escribió:
Grande es la bondad del Creador hacia sus criaturas,
que su Providencia no sólo la acompaña [ a la
voluntad], sino que en realidad la precede
constantemente, como el profeta la experimentó y
claramente confesó, diciendo: ‘Mi Dios me prevendrá
con su misericordia’. Y cuando Él ve en nosotros
algunos vestigios de una buena voluntad, Él a su vez
la ilumina y la fortalece y la insta hacia la salvación,
aumentando lo que Él mismo implantó o que él ve que
ha surgido a partir de nuestros propios esfuerzos.[237]

En conexión con lo anterior, Juan Casiano afirmó que los


seres humanos tienen libre albedrío por el cual pueden
aceptar o rechazar la gracia de Dios, incluso escribió que los
regenerados pueden recibir la gracia de Dios, pero si no la
valoran, esto sería recibirla en vano:

La voluntad siempre permanece libre en el hombre, y


puede descuidar o deleitarse en la gracia de Dios.
Porque si no, el Apóstol no habría mandado diciendo:
'Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor’,
si no hubiera sabido que se podría incrementar o
descuidarla por parte de nosotros... Y, por tanto, le
advierte a Timoteo y le dice: ‘No descuides la gracia
de Dios que está en ti’.[238]

d) Oír + creer = regeneración


Por otro parte, Orígenes fue claro al afirmar que la
regeneración es la vida espiritual dada al que está muerto
en pecados a través de Jesucristo quien entra a morar en el
individuo:

Nadie está vivo, [si] está fuera de la fe de Cristo,


todos los que están muertos que no viven para Dios,
que sus vidas es la vida de pecado... Cuando todo lo
que está muerto o débil en su [alma] ha sido quitado,
la vida pura viene a cada uno que se ha hecho
asimismo una morada adecuada para el Logos,
considerado como Dios.[239]

El Apóstol Pablo le escribió a la iglesia de Éfeso


diciendo, “Y Él os dio vida a vosotros, que estabais muertos
en vuestros delitos y pecados” (Efe.2:1 RVG). En sus
epístolas, Pablo explicó de qué forma los pecadores reciben
la vida espiritual que Cristo da, él dijo que era a través del
evangelio; “nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la
muerte, y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el
evangelio” (2Tim.1:10). Y este evangelio es recibido por el
“oír,” pues “después de escuchar el mensaje de la verdad,
el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído,
fuisteis sellados en Él con el Espíritu Santo de la promesa”
(Efe.1:13 BLA). Este versículo nuevamente confirma la
doctrina Apostólica, la cual enseña que primero se oye,
“después de escuchar el mensaje de la verdad”, luego se
cree “y habiendo creído”, finalmente se recibe el Espíritu
(Rom.8:2) que da la vida al pecador, “fuisteis sellados en Él
con el Espíritu Santo”. El Apóstol Juan confirma esta fórmula
al decir que las señales que Jesús hizo, “se han escrito para
que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que
al creer, tengáis vida en su nombre” (Jn.20:31 BLA), en
síntesis, para que el pecador recibe la salvación obtenida
por Cristo en la Cruz del calvario, primero se oye el
evangelio, luego se cree y finalmente se recibe el Espíritu
de vida.

El mismo maestro enseñó este proceso; “En verdad, en


verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me
envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que
ha pasado de muerte a vida” (Jn.5:24). Repito, primero se
oye, luego se cree para ser salvo, “Y los de junto al camino
son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su
corazón la palabra, para que no crean y se salven”
(Lc.8:12). Al oír el evangelio de la verdad y creer es que se
recibe a Cristo (Jn.1:12, Col.2:6) para que El habite por la fe
en nuestros corazones (Efe.3:17). Por eso Orígenes escribió,
“la vida pura viene a cada uno que se ha hecho asimismo
una morada adecuada para el Logos, considerado como
Dios”. Orígenes afirmó esta verdad porque ésta era la
doctrina apostólica; “Dios nos ha dado vida eterna; y esta
vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que
no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1Jn.5:11-12).
Cuando Nicodemo le pregunto al Señor cómo se nace del
Espíritu, “¿Y cómo es posible que esto suceda?” (Jn.3:9
RVC), Jesús le respondió que era con un acto de fe, “como
Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario
que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo aquel
que cree, tenga en Él vida eterna” (Jn.3:14-15 BLA). Para
tener vida espiritual primero se cree, sino se cree no se
puede nacer de nuevo, por eso la gracia de Dios es
resistible, la razón es clara, porque muchos se resisten a
creer: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que
rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de
Dios está sobre él” (Jn.3:36), el que se “rehúsa creer” en
Cristo no nacerá de nuevo, no recibirá la vida eterna, “no
verá la vida”.

e) La gracia de Dios quitada de algunos


regenerados
Por estas razones Bíblicas los Padres Apostólicos y
apologistas escribieron que la gracia de Dios es resistible,
aun en aquellos que han nacido de nuevo como lo afirmó
Comodiano, escritor latino cuyas obras florecieron en el 250
d.C., él escribió: “Comprométase a sí mismo como un
seguidor de Él, cuyo hijo es usted. Si usted busca vivir,
siendo un hombre creyente, [pero] como lo hacen los
gentiles, los deleites del mundo te removerán de la gracia
de Cristo”.[240] No sólo Comodiano promovió la gracia
resistible, también Cipriano de Cartago quien enseñó que la
gracia del Señor puede apartarse del cristiano como se
apartó de Saúl y Salomón:

La fe misma y el nacimiento salvador no los hacen


vivir simplemente por ser recibida. Más bien, deben
ser preservadas. No es la obtención actual, sino el
perfeccionamiento, que mantiene a un hombre para
Dios. El Señor enseñó esto en su instrucción cuando
dijo: ‘¡Mira! usted ha sido sanado. No peques más, no
sea que alguna cosa peor venga sobre usted’. ...
Salomón, Saúl, y muchos otros fueron capaces de
mantener la gracia que les fue dada, mientras ellos
caminaron en los caminos del Señor. Sin embargo,
cuando ellos abandonaron la disciplina del Señor, la
gracia también los abandonó.[241]

Ireneo ratifico esta creencia apostólica al afirmar que


los pecadores cuando creen y se sujetan a Dios se vuelven
hijos de Dios, pero que estos pueden cesar de ser llamados
hijos de Dios cuando han dejado de obedecer a Dios:

Porque así como entre los hombres, esos hijos que


desobedecen a sus padres, siendo desheredados,
siguen siendo sus hijos en el curso de la naturaleza,
pero por la ley son desheredados, para que no se
conviertan en los herederos de sus padres naturales;
así que de la misma manera es con Dios, los que no le
obedecen siendo desheredados por Él, han dejado de
ser sus hijos… cuando han apostatado y caído en
transgresión, son atribuidos a su jefe, el diablo, quien
fue el primero en convertirse en la causa de la
apostasía de sí mismo, y después la de los demás.[242]
Ireneo también afirmó que incluso el regenerado o
nacido de nuevo es capaz de rechazar la gracia de Dios al
desobedecer a Dios, pues él no lo obliga a permanecer en el
estado de salvación, o sea la gracia salvadora es resistible:

Sin duda, si alguien no está dispuesto a seguir el


Evangelio mismo, está en su poder [rechazarlo], pero
no le conviene. Porque está en el hombre el poder de
desobedecer a Dios, y renunciar a lo que es bueno;
pero [tal conducta] no trae pequeñas cantidades de
daños y diabluras. Y por esto dice Pablo, ‘Todas las
cosas me son lícitas, pero no todo conviene’ (1 Cor.
6:12.); refiriéndose tanto a la libertad del hombre, en
el que respeta ‘todas las cosas me son lícitas’, Dios no
ejerce coacción en lo que respecta a él; y [por la
expresión] ‘no conviene’, señala que ‘no debemos
usar nuestra libertad como un pretexto de malicia’,
porque esto no es conveniente.[243]

La Biblia nos manifiesta que Dios no obliga a ninguno a


que le obedezca, ni siquiera lo hace con sus hijos. “Porque
si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está
en los cielos os perdonará vuestras ofensas” (Marcos
11:26). Ireneo predicó convencido que no existe una gracia
irresistible, ya que Dios no obliga a ninguno de sus hijos a
permanecer en su reino:

(Lucas12:45-46; Mateo 24:48-51) Todos estos pasajes


demuestran la voluntad independiente del hombre, y
al mismo tiempo, el consejo que Dios transmite a él,
por el cual nos exhorta a someternos a Él, y busca que
nos apartemos de [el pecado de incredulidad] en
contra de Él, sin embargo, sin coaccionarnos en
alguna forma.[244]
Basilio de Cesárea (330-379 D.C.) fue drástico en
advertir a sus lectores, que aquellos quienes contristan al
Espíritu Santo se pueden exponer a que la gracia de Dios
sea transferida a otros:

Los que han contristado al Espíritu Santo por la


maldad de sus caminos, o no han hecho para Él lo
debido por el cual les fue dado [Espíritu], serán
privados de lo que han recibido, la gracia será
transferida a otros.[245]

Basilio también creía que el Espíritu Santo se apartaba


de aquellos cristianos inestables que rechazan la gracia de
Dios como lo hizo Saúl:

Porque él que ya no vive en la carne Rom.8:12 sino


que es guiado por el Espíritu de Dios Rom.8:14 es
llamado un hijo de Dios, …muy frecuentemente está
el Espíritu en el alma; ya que Él no permanece con los
que, a causa de la inestabilidad de su voluntad,
rechazan fácilmente la gracia que han recibido. Un
ejemplo de esto se ve en Saúl, 1Sam.16: 14.[246]

Estos escritores de los primeros siglos de la era


cristiana pusieron como ejemplo el caso de Salomón quien
abandonó la gracia de Dios al no hacer caso a la
advertencia de David su padre:

Y me ha dicho: Salomón tu hijo, él edificará mi casa y


mis atrios; porque a éste he escogido por hijo, y yo le
seré a él por padre. ... Y tú, Salomón, hijo mío,
reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón
perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová
escudriña los corazones de todos, y entiende todo
intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo
hallarás; más si lo dejares, él te desechará para
siempre (1 Cró.28:6,9).

Cipriano de Cartago fue uno de ellos quien afirmó:


“Salomón retuvo la gracia que él había recibido del Señor,
mientras él anduvo en los caminos del Señor. Sin embargo,
después de que el dejo los caminos del Señor, él también
perdió la gracia de Dios”.[247] Cipriano también reafirmó la
doctrina Bíblica de la gracia resistible como Dios se lo
advirtió al rey Asa, y a todo Judá y Benjamín:

Incluso una persona bautizada pierde la gracia que él


ha obtenido, a menos que se mantenga inocente. En
el Evangelio según San Juan: dice ‘He aquí, estás
sano; no peques más, no sea que alguna cosa peor te
suceda’. También en la primera epístola de Pablo a los
Corintios: ‘¿No sabéis que sois templo de Dios, y el
Espíritu de Dios permanece en vosotros? Si alguno
destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá’. De
este mismo tema es dicho en las Crónicas: ‘Dios está
con ustedes, mientras que ustedes estén con él: si le
dejareis, él también os dejará’ (2 Cró.15:2).[248]

Otro escritor cristiano que creía la doctrina de la gracia


resistible fue Atanasio de Alejandría, él enseñó que la gracia
que nos fue dada puede partir del cristiano, y esta gracia es
reemplazada por espíritus inmundos:

Ahora, amados míos, nuestra voluntad debe seguir el


ritmo de la gracia de Dios, y no caer de ella; no sea
que nuestra voluntad se mantenga ociosa, la gracia
que nos fue dada deba comenzar a partir, y el
enemigo al encontrarnos vacíos y desnudos, entra [en
nosotros], como fue el caso del hombre que se habla
en el evangelio, de quien el demonio salió y;
‘habiendo ido por lugares secos, tomó otros siete
espíritus peores que él; y al regresar y encontrar la
casa vacía, y habita allá, y el postrer estado de aquel
hombre era peor que el primero’. Porque al partir la
virtud, da lugar a la entrada del espíritu inmundo...
Porque cuando un hombre desprecia la gracia que le
fue dada; y [sigue] adelante con caídas, en los
cuidados del mundo, él se entrega a sí mismo a sus
concupiscencias; y por lo tanto en el momento de la
persecución que se ofende, y se convierte por
completo en un infructuoso.[249]

Aunque la persona misma es la que puede desechar la


gracia de Dios (Gal.2:21), no quiere decir que Dios ya lo ha
desechado para siempre, recordemos que la escritura
misma dice que “siete veces cae el justo, y vuelve a
levantarse” (Pr.24:16), por consiguiente, Dios no retira
instantáneamente su gracia después de que pecamos, Él es
paciente para con nosotros no queriendo que nos perdamos
(2Pe.3:9), sin embargo, su gracia tiene un límite conocido
solo por Él y cualquiera que lo pase entra en el terreno de
no retorno, lugar donde ya no podrá alcanzar más esta
gracia como fue en el caso de Esaú:

Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la


gracia de Dios; que, brotando alguna raíz de
amargura, os estorbe, y por ella muchos sean
contaminados; no sea que haya algún fornicario, o
profano, como Esaú, que por una sola comida vendió
su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después,
deseando heredar la bendición, fue desechado, y no
hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la
procuró con lágrimas (He.12:15-17).

Algún reformado podrá decir que este último pasaje no


se refiere a salvación sino a la bendición patriarcal, pero el
antecedente del texto dice; “Seguid la paz con todos, y la
santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (He.12:14), y el
contexto posterior concluye diciendo: “Mirad que no
desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que
desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho
menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde
los cielos” (He.12:25).

f) Gracia resistible en la reforma y post


reforma
Para esta época, los Anabaptistas promovieron la
enseñanza apostólica de la aplicación de la Salvación, ellos
creían que primero se oía el evangelio para luego creer en
Jesús y después venia el arrepentimiento para así nacer de
nuevo. Los Anabaptistas rechazaron la idea de los
reformadores y católicos romanos que solían afirmar que en
el bautismo infantil se otorgaba la verdadera regeneración
para el futuro arrepentimiento y fe en Jesús de los elegidos,
la confesión de fe Anabaptista de “Waterland” nos dice:

El Santo bautismo es una acción externa, visible y


evangélica, en el que, de acuerdo con el precepto de
Cristo y de la práctica de los apóstoles, para un fin
santo, son bautizados con agua en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, los que oyen,
creen y reciben libremente en un corazón penitente la
doctrina del santo evangelio. Cristo manda a estas
personas a que sean bautizados, pero de ninguna
manera a los infantes.[250]

También los Bautistas Generales rechazaron el bautismo


de niños como medio para nacer de nuevo, la segunda
confesión de fe de Londres dice; “Los que de hecho profesan
arrepentimiento para con Dios, la fe y la obediencia a
nuestro Señor Jesús, son los únicos sujetos adecuados para
esta ordenanza”.[251]

John Wesley continuó con la enseñanza propuesta por


Jacobo Arminio sobre la gracia preveniente, del latín
“praevenire”, que significa “preceder” o “ir antes”, esta
doctrina enseña que hay una gracia salvadora disponible
para todos, en su obra salvífica esta gracia preveniente
ilumina y permite que las personas respondan
positivamente a la obra de la salvación de Dios, John Wesley
escribió:

La salvación comienza con ... la gracia pre-viniente,


incluyendo el primer deseo de agradar a Dios, el
primer amanecer de la luz con respecto a su voluntad,
y la primera leve y transitoria convicción de haber
pecado contra él. Todo esto implica una cierta
tendencia hacia la vida; algún grado de salvación; el
comienzo de una liberación de un corazón ciego e
insensible, bastante impasible a Dios y las cosas de
Dios.[252]

Otro maestro de las escrituras que creía en la gracia


resistible fue Charles Finney, él se opuso al punto de vista
calvinista de la gracia irresistible, la cual dice que, en la
aplicación de la salvación, el pecador elegido primeramente
es regenerado para que así pueda recibir el don de la fe
para creer en Cristo y luego reciba el don del
arrepentimiento para poder arrepentirse. La razón que tuvo
Finney para oponerse a esta diferencia entre la
regeneración y la conversión fue la siguiente:

Esto lleva al pecador a esperar para ser regenerado,


antes de que él se arrepienta y se vuelve a Dios. Esto
es de la más fatal tendencia para representar al
pecador como bajo una necesidad de esperar para ser
pasivamente regenerado, antes de Él darse así mismo
a Dios.[253]

Al expandir este análisis de Finny sobre la gracia


irresistible calvinista, nos damos cuenta que en el sistema
calvinista los pecadores “elegidos” ante el mandato divino
de arrepentimiento el cual dice, “ahora manda a todos los
hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hch.17:30),
tendrían que esperar para ser regenerados, y así estos
suertudos estarían habilitados para recibir el don de la fe y
del arrepentimiento para ser salvos. No es una mala
representación del calvinismo, es una conclusión clara al
seguir su razonamiento teológico. Por supuesto esta
conclusión traería conflicto con las escrituras las cuales
enseñan que primero “Dios manda a todos los hombres que
se arrepientan” y luego Dios es quien espera a los
pecadores que se arrepientan, y no son los pecadores
quienes tienen que esperar esta supuesta “gracia
irresistible” de regeneración, fe y arrepentimiento para ser
salvos. Por lo contrario, Dios es quien espera a los
pecadores que se arrepientan, este fue el caso de, “en los
tiempos de Noé. Dios esperó con paciencia a que se
arrepintieran, mientras Noé construía la barca, pero no lo
hicieron” (1Pe.3:20 TLA). La Biblia nunca dice que Dios da
este supuesto don del arrepentimiento a un grupo de
elegidos, más bien la Biblia declara que Dios mientras
espera, él da tiempo para que estos se arrepientan, “Y le he
dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere
arrepentirse de su fornicación” (Ap.2:21).

g) Origen de la gracia irresistible


La gracia irresistible, de acuerdo al teólogo reformado
Wayne Grudem, “se refiere al hecho de que Dios llama
eficazmente a las personas y les da también la
regeneración, y ambas acciones garantizan que nosotros
responderemos en fe salvadora”.[254] Cuando el calvinismo
dice que Dios “llama eficazmente a las personas” se refiere
es a los supuestos elegidos quienes a través de una gracia
irresistible serán regenerados para poder responder a la fe
salvadora y al don del arrepentimiento. Esta doctrina de la
gracia especial dada sólo a un grupo de escogidos viene de
la antigüedad, Ireneo fue uno de los primeros escritores
cristianos que expuso sobre este punto. Él escribió contra
las herejías del Gnóstico Valentín y sus predecesores
quienes afirmaban que los cristianos seguidores de la
enseñanza apostólica tenían una gracia que se podía
apartar del creyente y que sólo ellos como grupo de
elegidos poseían una gracia divina irresistible e irrevocable
dada para la salvación, y por ello nunca la iban a perder:

Ellos [gnósticos] se exaltan a sí mismos hasta lo sumo,


y pretenden ser perfectos, y de la simiente de
elegidos. Porque ellos declaran que nosotros
simplemente recibimos la gracia para el uso, por lo
cual también esta gracia de nuevo será quitada de
nosotros; pero que ellos mismos tienen la gracia como
su propia posesión especial, la cual ha descendido
desde arriba por medio de una conjunción
indescriptible e inefable; y por este motivo más gracia
les será dada.[255]

Fueron los Gnósticos los que iniciaron la creencia de


una gracia irresistible dada sólo a los elegidos. Como es
bien sabido, Agustín de Hipona fue gnóstico por varios años
y en su forma de interpretar la Escritura no dependió de la
guía del Espíritu Santo, ni de las enseñanzas Apostólicas ni
de los escritos de sus predecesores, sino que apeló al
razonamiento filosófico ya controlado por su pasado
Maniqueista para dar respuestas a sus inquietudes bíblicas.
Debido a su formación intelectual gnóstica, Agustín
introdujo dentro del cristianismo ortodoxo la idea de dos
llamados, un “llamado general”, que se extiende a todos los
reprobados a través del mensaje del evangelio, y el otro
para los elegidos, el cual asegura su respuesta a la
salvación a través de una gracia irresistible:

Dios llama de hecho a muchos de sus hijos


predestinados, para que sean miembros de su único
Hijo predestinado, no con ese llamado con el que
fueron llamados los que no vendrían a las bodas...
hubieron algunos que no fueron llamados; sabiendo
que hay un cierto llamado que es seguro para aquellos
quienes son llamados conforme al propósito de Dios, a
quienes ha conocido de antemano y predestinado
desde antes para ser conformados a la imagen de su
Hijo ... con ese llamado con el que un hombre se hace
un creyente.[256]

Tanto el supuesto llamado individual como la gracia


irresistible imaginaria de Agustín, eran dados sólo a los
predestinados o elegidos de acuerdo a su nueva doctrina, él
afirmó: “esta gracia, sin embargo, por el cual la fuerza se
perfecciona en la debilidad, conduce a todos los que están
predestinados y llamados de acuerdo con el propósito divino
al estado de la más alta perfección y gloria”.[257] Según esta
nueva doctrina, los elegidos no podrán rechazar o resistir
esta gracia de la regeneración, ya que ese es el medio para
venir a Cristo, Agustín continuó afirmando:

Por lo tanto, esta gracia, que fuera de la generosidad


divina se concede en secreto en el corazón humano,
es rechazada por nadie, no importa qué tan duro de
corazón sea. Para ello se ha dado, para que la dureza
del corazón primero puede ser quitada. Por lo tanto,
cuando el Padre es oído adentro y Él enseña [al
elegido], para que uno puede venir al Hijo, le quita el
corazón de piedra y le otorga un corazón de carne,
como Él lo prometió por la palabra del profeta. Y de
esta manera es que Él los convierte en hijos de la
promesa y en los vasos de misericordia que él ha
preparado para gloria.[258]

Os daré corazón nuevo


Esta mezcla de versos Bíblicos aislados de su contexto
literario e histórico, licuados en la filosofía gnóstica produjo
esta falsa doctrina de la gracia irresistible de Agustín de
Hipona. La expresión “os daré un nuevo corazón” fue
tomada de la promesa de Dios a Israel:

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo


dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el
corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y
pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que
andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y
los pongáis por obra (Ez.36:26-27).

Esta es una promesa dada a Israel que tendrá su


cumplimiento al final de los tiempos, exactamente cuándo
se acabe el exilio, pues Dios les prometió “yo os tomaré de
las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a
vuestro país… Habitaréis en la tierra que di a vuestros
padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a
vosotros por Dios” (Ez. 36:24, 28). Este cambio de corazón
no implica que los Israelitas no tengan ninguna participación
alguna, puesto que la misma Escritura dice que Dios les
demandó cambiar su corazón. “Echad de vosotros todas
vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos
un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis,
casa de Israel?” (Ez.18:31). Además, la biblia si muestra la
forma como Dios y ellos mismos cambiarían el corazón de
piedra por uno de carne. Al final de los tiempos las naciones
se reunirán contra los Israelitas y los perseguirán
(Zac.12:2), y “Después saldrá Jehová y peleará con aquellas
naciones… Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el
monte de los Olivos” (Zac.14:3-4). Los Judíos sobrevivientes
de la batalla del Armagedón vendrán ante Él “Y le
preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él
responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos”
(Zac.13:6), luego ellos siendo convencidos por el Espíritu
Santo creerán en Él, y llorarán como evidencia de un
arrepentimiento genuino, así lo afirma el profeta:

y derramaré sobre la casa de David, y sobre los


moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de
oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y
llorarán como se llora por su hijo unigénito,
afligiéndose por él como quien se aflige por el
primogénito (Zac.12:10).

Por este motivo Pablo dijo que la aplicación de la


salvación a Israel estaba condicionada a su fe, “Y aun ellos,
si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues
poderoso es Dios para volverlos a injertar” (Rom.11:23).
Cristo vendrá para cambiarles el corazón de piedra, o su
endurecimiento, a través de la fe en ÉL, notemos que la
escritura primero dice; “y mirarán a mí, a quien
traspasaron”, luego dice que se arrepentirán, “y llorarán
como se llora por su hijo unigénito”. Pablo concluyó:

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este


misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a
vosotros mismos: que ha acontecido a Israel
endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la
plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo,
como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que
apartará de Jacob la impiedad (Rom.11:26).
En conclusión, el cambio de corazón o nuevo nacimiento
es dado a Israel cuando venga de Sion el mesías glorificado,
entonces ellos creerán y luego se arrepentirán. Este mismo
texto y principio puede ser aplicado a los gentiles en el
orden del contexto general de la promesa de salvación de
Israel; primero se cree, luego se arrepiente y finalmente
nace de nuevo.

h) ¿Es la fe un don de Dios dado solo a


los elegidos?
De acuerdo al sistema teológico inventado por Agustín,
la salvación pertenecía sólo a los predestinados, éstos
serían regenerados a través de un llamado especial,
exclusivo para ellos y no para los reprobados. Después de
ser supuestamente regenerados, los elegidos recibirían el
don de la fe y del arrepentimiento que también son
exclusivos para ellos. Agustín en los años (426-427 d.C.),
escribió de una forma reiterativa, que la fe era un don de
Dios:

La fe misma no puede existir sin la misericordia de


Dios, y que ésta, es el don de Dios. Esto nos enseña
muy explícitamente, cuando dice: ‘Porque por gracia
sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros,
pues es don de Dios.’... Por lo tanto, es de Él que
tenemos obras de justicia, de quien procede también
la fe misma.[259]

Según el obispo Católico Romano de Hipona, este don


de la fe es dado sólo a los elegidos para que éstos puedan
creer:
El llamado especial de los elegidos no es porque han
creído, sino para que puedan creer. Entendemos
entonces el llamado por el que se vuelven elegidos,
no aquellos que son elegidos porque han creído, sino
quienes son elegidos para que crean.[260]

De acuerdo a Agustín, este don de la fe es exclusivo


sólo para los elegidos y no para todos. Él escribió la razón
por la que los reprobados no reciben este don:

La fe, entonces, tanto en su inicio como en su


terminación, es el don de Dios; Y que nadie tiene
ninguna duda de lo que sea, a menos que desee
resistir los escritos sagrados más claros, que este don
sea dado a algunos, mientras que a otros no es dado...
¿por qué Él libera a uno [de condenación] en lugar de
otro?, ¡Cuán insondables son sus juicios, e
inescrutables sus caminos! Romanos 11:33. Porque es
mejor en este caso para nosotros escuchar o decir, oh
hombre, ¿quién eres tú para que alterques con Dios?
Romanos 9:20, que atreverse a hablar como si
pudiéramos saber lo que Él ha escogido para ser
mantenido en secreto.[261]

Por lo anterior es que los maestros calvinistas usan


Efesios 2:8 como el texto clave para “demostrar” que la fe
no está disponible para todos, sino que es un don de Dios
dado solo a los elegidos.

¿No es la fe un don de Dios?


¡Sí!, y todo lo concerniente a la salvación son dádivas
de Dios y es parte de la gracia o favor gratuito e
inmerecido, “porque la gracia de Dios se ha manifestado
para salvación a todos los hombres” (Tito 2:13). Aunque el
calvinismo dice que la gracia es sólo para los elegidos, la
Biblia dice “sea manifestado para salvación a todos”. No
somos salvos por la fe únicamente sino por gracia mediante
la fe. La gracia podría ser comparada al pan de vida y la fe
es como las manos que toman el alimento. Las manos no
quitan el hambre, es el alimento que es llevado a la boca a
través de las manos. Ahora miremos que una cosa es la
gracia de Dios la cual produce el creer a través de la
convicción del Espíritu Santo, y otra la decisión que el
oyente toma ante esa gracia. Pablo la llamó la fe del
individuo. Gracia es la iniciativa de Dios para salvar al
hombre, y la fe es la respuesta del hombre a esa gracia. Sin
la gracia de Dios o convicción del Espíritu Santo nadie
puede creerle a Dios, es imposible. Pero con la convicción
del Espíritu (Jn.16:8), el hombre puede mover sus manos
para recibir el alimento o ejercer su fe o creer. Dios nunca
va a creer por un ser humano, mucho menos arrepentirse.
Dios a través de la convicción de la Palabra y el Espíritu
Santo permite al oyente tomar una decisión, abrir las manos
para recibir el alimento lo cual es creer o cerrarlas para no
recibirlo lo cual es no creer. La Biblia muestra ejemplos de
personas que creyeron a causa de la convicción del Espíritu
Santo:

Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le


dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo:
¿Quién es, Señor, ¿para que crea en él? Le dijo Jesús:
Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. Y él
dijo: Creo, Señor; y le adoró” (Jn.9:35-38).

También hay ejemplos de gente que rehusó a creer


cuando estaban bajo la convicción del Espíritu Santo,
“¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees.
Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser
cristiano” (Hch.26:27-28).
Esta posibilidad y habilidad de creer es ofrecida a
todos, pues la fe viene por el oír el evangelio (Rom.10:17), y
este evangelio ha sido enviado a toda criatura (Mar.16:15).
Esta oportunidad de creer no es solo para los elegidos como
lo afirmó Agustín y lo dicen sus seguidores calvinistas. El
Espíritu primeramente convence al pecador para que crea
en Cristo, el cual es presentado a través del evangelio;
“cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de
justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí”
(Jn.16:8-9). El concepto de “mundo” en este verso no
pueden ser los escogidos sino la humanidad entera, de lo
contrario hay la posibilidad de que los supuestos escogidos
no crean en Cristo y por ello pequen eternamente y se
pierdan. Reitero, esta gracia de creer en Jesús está
disponible para todos, primeramente, para los judíos y luego
para los gentiles como los Filipenses; “porque a vosotros os
es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él,
sino también que padezcáis por él, (Fil.1:29). Dios les
concedió a todos “que creáis en él” a través del evangelio y
la convicción del Espíritu Santo. Pero por supuesto no todos
creen; “mas no todos obedecieron al evangelio”
(Rom.10:16), la razón es porque sencillamente no quisieron
(Mat.23:37). Sabiendo que Dios extiende su gracia de creer
a todos los seres humanos, pero muchos la rechazan, por
ese motivo Dios reprocha y condena la incredulidad
(Mar.16:14, Ap.21:8).

Análisis desde el griego, Efesios 2:8


No dudo que la fe sea un don de Dios disponible para
todos, lo que rechazo de Agustín y sus seguidores es el uso
de Efesios 2:8 para decir que Pablo usó este texto para
hablar de la fe como un don de Dios dado sólo a los
elegidos: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;
y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras,
para que nadie se gloríe” (Efe.2:8-9). Voy a analizar este
texto desde el griego para demostrar a través de su orden
estructural y gramatical cual es el don de este verso bíblico,
la salvación o la fe:

τ ῇ γ ὰ ρ χάριτί ἐ στε σεσ ῳ σμένοι δι ὰ πίστεως κα ὶ


το ῦ το ο ὐ κ ἐ ξ ὑ μ ῶ ν, Θεο ῦ τ ὸ δ ῶ ρον ο ὐ κ ἐ ξ
ἔ ργων, ἵ να μή τις καυχήσηται (Efe.2:8-9 Nestle GNT
1904).

En el análisis desde el griego de la estructura semántica


de estos dos versos encontramos:

Una oración independiente: “ ἐ στε σεσ ῳ σμένοι/ ustedes


están siendo salvados”, en la versión reina Valera dice “sois
salvos.” Esta oración habla por sí sola.

Tres oraciones dependientes:


1) “το ῦ το (έστιν) ο ὐ κ ἐ ξ ὑ μ ῶ ν/ esto no es de
vosotros”, esta oración depende de la oración
independiente para saber qué es lo que no es de nosotros.
2) “(το ῦ το) (έστιν) τ ὸ δ ῶ ρον Θεο ῦ / esto es don de
Dios”, esta oración depende de la oración independiente
para saber cuál es el don de Dios.
3) “(το ῦ το) (έστιν) ο ὐ κ ἐ ξ ἔ ργων/ esto no es por obras”,
esta oración depende de la oración independiente para
saber que no es por obras.

Dos frases prepositivas:


1) “γ ὰ ρ τ ῇ χάριτί/ por la gracia”,
2) “δι ὰ πίστεως/ por medio de la fe”.

Finalmente, una cláusula u oración de propósito; “ ἵ να μή


τις καυχήσηται/ para que nadie se gloríe.”
Queda claro que la única oración independiente acá en
este texto es “sois salvos…” es decir, las otras tres
oraciones dependen de esta independiente. Ahora
demostraremos que la frase independiente le da sentido a
las dependientes y a las prepositivas sin importar el orden.
• “[vosotros] sois salvos” “y esto no de vosotros”
• “[vosotros] sois salvos” “pues es don de Dios”
• “[vosotros] sois salvos” “no por obras”
• “[vosotros] sois salvos” “por gracia”
• “[vosotros] sois salvos” “por medio de la fe”

En resumen, el don de Dios es la salvación “[vosotros]


sois salvos”, pues el contexto general del Nuevo Testamento
dice que el don de Dios dado al mundo es la salvación en
Jesucristo (Jn.3:16, 4:10, 2 Cor.9:15, Rom.5:15-16, 6:23).
Más aún, en las oraciones dependientes el pronombre
neutro está en singular “y esto no de vosotros” y el verbo
para ese pronombre neutro también está en singular, “pues
es don de Dios”. Lo anterior determina que el don de Dios
es una sola cosa y no dos; “la fe y la salvación”. Si la fe y la
salvación fueran el don de Dios entonces la frese diría,
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y estos no
son de vosotros, pues son dones de Dios”; por el contrario,
la frase dice, “y esto no de vosotros, pues es don de Dios”.
En el original griego el pronombre demostrativo neutro
“esto” en este verso está en singular “τοῦ το”. Si el don
fuese la fe y la salvación, Pablo hubiese usado este
pronombre demostrativo, pero en plural el cual dice
“ταῦ τα” y no en singular “τοῦ το”. Pero como Pablo se
estaba refiriendo a una sola cosa, en este caso “porque por
gracia sois salvos”, Pablo uso “τοῦ το” para decir “y esto”
[sois salvos] “no es de vosotros, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe” Efe. 2:8-9.

El erudito bíblico Harold W. Hoehner nos explica la


razón por la que “το ῦ το” se refiere a la salvación y no a la
fe:

Lo mejor es llegar a la conclusión de que το ῦ το


remite a la sección anterior. Esto es común y hay
numerosos ejemplos de tales en Efesios. Por ejemplo,
en 1:15 το ῦ το remite al contenido anterior de 1:3-14,
en 3:1 se refiere de nuevo a 2:11-22, y en 3:14, se
refiere de nuevo a 3:1-13. Por lo tanto, en el presente
contexto, το ῦ το se refiere de nuevo a 2:4-8a y más
concretamente a 2: 8a, el concepto de la salvación por
gracia mediante la fe.[262]

En el análisis del léxico de “(το ῦ το) (έστιν) ο ὐ κ ἐ ξ


ἔ ργων/ esto no es por obras”, también encontramos con
claridad la idea principal de cuál es el don de Dios. Pablo
con frecuencia uso esta expresión “no por obras”, en
muchas partes de sus epístolas para referirse a la salvación.
Por ejemplo: la justificación es “no por obras” (Rom.3:20,27-
28. 4:2,6, Gal.2:16), la salvación es “no por obras”
(2Tim.1:9), “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros
hubiéramos hecho” (Tito 3:5). En suma, el don que Pablo
dice en Efesios 2:8 es la salvación y no la fe como lo afirma
el calvinismo, la fe es el medio por el cual se aplica la
salvación al individuo, y la salvación “… es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe” (Efe.2:8-9.).

La importancia práctica de aceptar que el don de Dios


en Efesios 2:8-9 es la salvación provista por Jesús para todo
el mundo, afecta la manera cómo los cristianos presentan el
Evangelio. Si creemos que el don de Dios es simplemente la
fe dada a los elegidos y no la salvación ofrecida a todos,
entonces se podría empezar a pensar que somos tan
especiales para Dios por ser parte de los supuestos
elegidos, que los que no creen pertenecerían a los
reprobados, ésta sería la única explicación por la que no
creen, porque para ellos no está disponible este supuesto
don de la fe. Esto es algo serio, tomado fuera de contexto y
de una interpretación errónea del pensamiento Paulino. Por
el contrario, al dar una interpretación correcta de este texto,
se mantiene la armonía del amor y la misericordia de Dios
extendida a todos (Rom.11:32) y la responsabilidad humana
de creer o aceptar el don que Dios ha dado al mundo para
salvación.

i) Gracia irresistible en la reforma y


post-reforma
Debido a que Martin Lutero fue educado en la
enseñanza agustina, él creía en la enseñanza de la total
depravación y la total inhabilidad, por eso afirmó que por
naturaleza la voluntad del hombre está atada por el pecado
y por eso no puede aceptar el evangelio. Según Lutero, la
única manera es que Dios lo atraiga con una gracia
irresistible. En referencia a Juan 6:44, Lutero escribió:

Lo que está hablando es el ‘poder mediante el cual el


hombre puede hacer un esfuerzo hacia Cristo’. En las
cosas que pertenecen a la salvación, afirma que el
poder es nulo... Pero el impío no ‘viene’, incluso
cuando oye la palabra, a menos que el Padre lo
atraiga y le enseñe interiormente; lo cual Él hace por
el derramamiento de su Espíritu en el exterior. Cuando
eso sucede, sigue una ‘atracción’ distinta de la que se
hace exteriormente; Cristo, entonces es manifestado
por la iluminación del Espíritu, y por ésta [iluminación]
el hombre es arrebatado a Cristo con el rapto más
dulce, que es pasivo, mientras que Dios habla, enseña
y atrae, en lugar de [que el hombre le] busca o corre a
Él.[263]
Según el calvinismo, en este llamado especial o gracia
irresistible, Dios da vida espiritual al pecador elegido
cuando lo regenera, ósea, un nuevo nacimiento sin
necesidad de creer, es decir, no es necesaria la fe en el
sacrificio de Cristo ni el arrepentimiento para ser
regenerado. En este sistema no es necesaria la sangre de
Cristo para nacer de nuevo, simplemente por el “designio
divino” el pecador recibe vida sin pedirla, sin anhelarla, sin
creer, ni arrepentirse. En el calvinismo, Cristo regenera o da
vida al pecador sin necesidad del evangelio, según ellos el
pecador no puede oír el evangelio porque el pecador está
muerto y este no puede oír nada, primero tiene que ser
resucitado para que luego pueda oír. El calvinismo es un
evangelio que no necesita el evangelio de Cristo para nacer
de nuevo, lo que se requiere para ser regenerado es ser
elegido. En el calvinismo Cristo regenera al pecador elegido
contra su voluntad ya que según esta doctrina los
pecadores no quieren ser salvos, Cristo regenera para que
el pecador ame a Dios contra su voluntad ya que la
voluntad del pecador aborrece a Dios. En el calvinismo el
Padre trae o “arrastra” a los pecadores elegidos a Cristo
contra su voluntad, según estas enseñanzas, los pecadores
no quieren venir a Cristo por eso los regenera primero para
luego traerlos a Cristo.

j) ¿Nadie puede venir a Cristo a menos


que sea un elegido?
El calvinismo tiene como fortaleza algunos versículos
los cuales son usados para fundamentar su doctrina de la
gracia irresistible, entre ellos el siguiente:

Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí


viene, no le echo fuera… Ninguno puede venir a mí, si
el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré
en el día postrero (Jn.6:37, 44).

Según esta teología cuando Cristo dice; “todo lo que el


Padre me da” indica que el Padre le dio al Hijo un grupo de
elegidos para que los salvara, y estos serán atraídos a
Cristo por una gracia irresistible, así interpretan la expresión
“vendrá a mí”. De acuerdo a la doctrina calvinista de la
total inhabilidad, ningún ser humano puede venir a Cristo y
por ese motivo ellos predican que el pecador muerto
espiritualmente debe ser resucitado y atraído al Hijo por una
gracia irresistible que el Padre da al elegido, ellos citan,
“ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le
trajere”. Pero si usted amado lector presta buena atención a
una lectura simple, se dará cuenta que en estos versos no
existe la palabra “gracia irresistible” ni la palabra
“elegidos”. Además, el Señor Jesús no les está diciendo que
ellos estaban inhabilitados y que no podían creer en él,
tampoco les está diciendo que ellos no eran elegidos para
recibir esa supuesta gracia irresistible y así poder venir a
Cristo. La razón por la que Cristo les está diciendo esta frase
a estos judíos, es porque ellos habían sido atraídos a Él por
su deseo carnal de más pan y más peces, y no por el medio
que Dios había establecido para que Israel pudiese venir al
mesías:

Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo


que me buscáis, no porque habéis visto las señales,
sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad,
no por la comida que perece, sino por la comida que a
vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os
dará; porque a éste señaló Dios el Padre (Jn.6:26-27).

Luego, el Señor les explica cuál era ese medio para


poder venir a él siendo atraídos por el Padre y no por su
carne, el contexto dice: “Escrito está en los profetas: Y
serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que
oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí” (Jn.6:45). El
Señor no está excluyendo a unos y escogiendo a otros, él
les está diciendo que la Salvación es ofrecida a todo Israel y
no a un grupo escogido, “Escrito está en los profetas: Y
serán TODOS enseñados por Dios” (Jn.6: 45ª). Acá el Señor
les cita una profecía concerniente a la futura restauración
de Israel bajo el reinado del Mesías en la tierra “Y TODOS
tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la
paz de tus hijos” (Is.54:13). Cristo usó una ley en
hermenéutica para la correcta interpretación de la profecía,
la cual enseña la doble referencia o cumplimiento múltiple.
El cumplimiento final de Isaías 54:13 tendrá ocasión en su
reinado milenial. El otro cumplimiento es para todas las
épocas, pues desde que Dios se reveló a Israel como su
pueblo, el Padre ha estado enseñando su ley a todos los
Israelitas (Deut.6:1-7). El Padre en la ley enseñó leyes
morales, leyes cívicas, leyes ceremoniales etc., pero todas
las leyes traían dos enseñanzas principales:

La primera enseñanza es que por medio de la ley todos


los judíos conocerían que eran pecadores, culpables delante
de Dios, “por medio de la ley es el conocimiento del
pecado” (Rom.3:20), “yo no conocí el pecado sino por la ley;
porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No
codiciarás” (Rom.7:7). Esta enseñanza declaraba la
sentencia de muerte eterna sobre los culpables.

La segunda enseñanza de la ley era que esta sentencia


de muerte eterna caería sobre Jesucristo para que se
cumpliera toda Justicia:

Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la


justicia de Dios, testificada por la ley y por los
profetas… siendo justificados gratuitamente por su
gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a
quien Dios puso como propiciación por medio de la fe
en su sangre, para manifestar su justicia…a fin de que
él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de
Jesús (Rom.3:21, 24-26).

Todos los judíos que oyeron y aprendieron del Padre que


eran pecadores o culpables del juicio eterno y aprendieron
que Dios había provisto la forma de expiar esos pecados
“vendrían” a Cristo el justificador, “Así que, todo aquel que
oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí” (Jn.6:45). Dios
uso la ley como un tutor, o maestro para enseñar a Israel su
voz, y todos los que aprendieron del Padre vienen a Cristo, o
son traídos a Cristo, “De manera que la ley ha sido nuestro
tutor, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos
justificados por la fe” (Gal.3:24 RVC). Por esta razón estos
judíos no creían en Jesús como el Hijo de Dios, porque no
habían aprendido del Padre que eran pecadores y que
estaban destituidos de la gloria de Dios, y que Jesucristo era
la Justicia de Dios para ellos, “más os he dicho, que aunque
me habéis visto, no creéis. Todo lo que el Padre me da
[δίδωμι/didómi], vendrá a mí; y al que a mí viene, no le
echo fuera” (Jn.6:36-37). Es claro que el Señor no está
hablando de elegidos o predestinados dados por el Padre al
Hijo. Si analizamos el verbo “dar” del griego “didómi”, en
esta frase está conjugado en tiempo presente, modo
indicativo, en voz activa. Esto demuestra que el verbo “dar”
no está en pasado como el calvinismo lo interpreta diciendo
que en la eternidad pasada Dios le dio al Hijo todos los
elegidos. El texto no dice “Todo lo que el Padre me dio,
vendrá a mí”, el texto dice que todos los judíos que “oyeron
y aprendieron de” el Padre, él los da a Cristo en el tiempo
presente durante todas las épocas, es decir ellos vendrán a
Cristo, “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí”. Repito,
cuando el Señor le dice a estos judíos, “Ninguno puede venir
a mí, si el Padre que me envió no le trajere [ἑ λκύω/elkuo]”,
no está hablando de ninguna gracia irresistible. Aunque el
verbo “traer” escrito acá en el griego es “elkuo”, algunas
veces es usado para una acción violenta como; sacar una
espada (Jn.18:10); arrastrar a personas de, o a un lugar
(Hch.16:19; Hch.21:30; Stg.2:6), otras veces es usado de
una forma cautivadora sin compulsión sino con persuasión
como esta usado en la Septuaginta, “Atráeme [elkuo]; en
pos de ti correremos” (Cant.1:4), “Con amor eterno te he
amado, por eso te he atraído [elkuo] con misericordia”
(Jer.31:3 BLA). Los judíos fueron atraídos al mesías a través
de la ley “Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo
aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí”
(Jn.6:45).

Por otra parte, los gentiles también son atraídos a


Cristo, pero esta vez a través del evangelio, “y yo, si fuere
levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Y decía
esto dando a entender de qué muerte iba a morir”
(Jn.12:31-32). Cuando dice “a todos atraeré” se refería a los
gentiles que querían verle (Jn.12:21-23). Esto ocurriría
cuando él fuese levantado en la cruz y después fuese
resucitado, entonces él enviaría el evangelio a toda criatura
(Mar.16:15) para atraer a todos a él mismo. Este llamado “a
todos atraeré a mí mismo” es un llamado hecho a través del
evangelio proclamado por medio del Espíritu Santo quien
convencerá a todos los oyentes o a todo el mundo de
pecado de justicia y juicio (Jn.16:8). De esta manera se
evidencia que la oportunidad de salvación es para todos
(Isa.45:22), pero su única condición es creer; “De cierto, de
cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna”
(Jn.6:47). Y los que no creen serán atraídos delante de él
para juicio eterno (Isa.45:23). En pocas palabras, “A todos
atraeré a mí mismo” es el estado final del rechazo y
aceptación, los que aceptan el evangelio son atraídos a
Cristo para salvación y los que lo rechazan serán atraídos a
Cristo, pero para condenación, en fin, todos tendrán que
venir a Cristo, unos vendrán para humillarse ante Él como
su Abogado y otros tendrán venir ante el para humillarse
ante El y enfrentarlo como Juez, amado lector, ¿Cómo
prefiere venir a Cristo?

k) ¿Regenerados resistiendo la gracia


irresistible?
Juan Calvino fue educado en la teología agustina, él
creía en la depravación total y la inhabilidad total. Y como lo
enseñó Lutero, también Calvino decía que el hombre no
puede creer en el evangelio, aun si éste lo oye, la única
manera para creer de acuerdo a su teoría, era que el
hombre tenía que nacer de nuevo por la gracia irresistible
dada sólo a los elegidos.

Como no podemos venir a Cristo a menos que seamos


atraídos por el Espíritu, por consiguiente, cuando
somos atraídos somos levantados en la mente y el
corazón por encima de nuestra comprensión... Por lo
tanto, [la Palabra] no puede penetrar en nuestra
mente a menos que el Espíritu, como el maestro en el
interior, a través de su iluminación hace entrada por
ésta.[264]

Según Calvino, la Palabra de Dios no puede penetrar a


la mente a menos que sea un elegido para que pueda ser
regenerado, de esta manera pueda recibir la palabra y así
pueda recibir las cosas del Espíritu, ellos citan, “Pero el
hombre natural no recibe [δέχομαι/decomai] las cosas del
Espíritu de Dios, porque le son necedad; y no las puede
comprender, porque se han de discernir espiritualmente”
(1Cor.2:14 KJV).

Es cierto que el hombre en su estado natural no puede


recibir las cosas del Espíritu, sin embargo, el autor no está
diciendo que el hombre natural no puede recibir el
evangelio para ser salvo, como lo hacen ver los calvinistas
con este texto. De acuerdo al contexto “las cosas del
Espíritu” se refiere a la sabiduría del Espíritu (1Cor.2:7),
específicamente el alimento solido (He.5:14) que Dios da a
los que han alcanzado madurez espiritual, “Sin embargo,
hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez…”
(1Cor.2:6). No obstante, el hombre natural si puede recibir
el evangelio cuando es predicado bajo la unción y
convicción del Espíritu Santo (Jn.16:8). Los únicos que no
pueden recibir la palabra de Dios son aquellos que han
pecado el pecado de muerte, este fue el caso de algunos
fariseos, a los cuales el Señor les dijo, “mi palabra no halla
cabida en vosotros” (Jn.8:37), obviamente, esta no es la
condición de todos los seres humanos sino de aquellos que
pecaron el pecado de muerte (Jn.8:48)[265]. Hay otros que,
aunque reciben el evangelio y creen por algún tiempo, pero
después se apartan, tienen la capacidad de recibir el
evangelio aunque al final no serán salvos, “los de sobre la
piedra son los que, habiendo oído, reciben
[δέχομαι/decomai] la palabra con gozo; pero éstos no tienen
raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba
se apartan” (Lc.8:13).

Es más, si aceptamos por un momento el pensamiento


calvinista, encontraremos algunas contradicciones. Por
ejemplo, de acuerdo a estos dos versos (1Cor.2:14; Lc.8:13),
hay un verbo en común “recibir” “decomai” en griego, y si
para recibir la palabra se necesita ser elegido para luego ser
regenerado y así pueda recibir “la palabra con gozo”
(Lc.8:13), y pueda recibir “las cosas del Espíritu de Dios”
(1Cor.2:14), entonces, los de junto al camino, de acuerdo a
la parábola del sembrador, son regenerados y puede resistir
la gracia de Dios y apartarse y perderse, pues estos
“reciben la palabra con gozo… creen por algún tiempo, y en
el tiempo de la prueba se apartan”(Lc.8:13). Con este verso
de la parábola se evidencia que la gracia de Dios puede ser
resistida, aun en aquellos que fueron un día regenerados,
esta es la enseñanza apostólica, muy contraria al
pensamiento agustino de Juan Calvino el cual enseñó en su
obra “Institución a la Religión Cristiana” que la gracia de
Dios no puede ser resistida:

Cuando (Dios) le agrada salvar, no hay libre albedrío


en el hombre para resistir. Por tanto, no se puede
dudar de que la voluntad de Dios… no puede ser
resistida por la voluntad humana o impedida de hacer
lo que le plazca, ya que con las mismas voluntades de
los hombres lo hace así.[266]

Juan Calvino estaba totalmente inhabilitado en su


entendimiento, no podía creer en las doctrinas apostólicas,
la razón no era porque no fuese un elegido, sino porque no
creía en la “Sola Escritura”, por eso estaba impedido e
inhabilitado en su razonamiento. Los escritos de su maestro,
el obispo Católico Romano Agustín de Hipona, habían
cautivado su entendimiento, estaba preso o esclavo del
pensamiento agustino. Por este motivo Calvino tampoco
creyó en los escritos de los Padres Apostólicos y de los
Padres Apologistas, por ejemplo, él no pudo creer en las
obras de Ireneo, discípulo de Policarpo, discípulo del Apóstol
Juan quien dijo que la voluntad de Dios si puede ser
resistida. Ireneo escribió contra los gnósticos:

Los hombres son poseedores del libre albedrío y


dotados de la facultad de tomar decisiones. No es
cierto, por lo tanto, que algunos, por naturaleza, son
buenos y otros malos. Esta expresión [de nuestro
Señor], ‘¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como
la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no
quisiste!’ Mat.23:37, establece la antigua ley de la
libertad humana, porque Dios hizo al hombre un
[agente] libre desde el principio, poseedor de su
propio poder, como lo es de su propia alma, para
obedecer los mandatos de Dios voluntariamente y no
por coacción de Dios.[267]

Era imposible que Juan Calvino creyese en las obras


apostólicas, de lo contrario hubiese contradicho las obras de
su maestro Agustín de Hipona. La enseñanza bíblica e
histórica dice que el hombre natural, y un siendo salvo,
puede resistir la gracia de Dios. Hay algunos casos
específicos donde la Biblia si enseña que la voluntad de Dios
no pudo ser resistida y no podrá ser resistida, por ejemplo;
la resurrección de muertos, “Porque, así como el Padre
levanta a los muertos y les da vida, asimismo el Hijo
también da vida a los que Él quiere” (Jn.5:21 BLA). En su
ministerio terrenal, Cristo en su propia voluntad decidió
resucitar a varios y nadie pudo impedir o resistir esa
voluntad de darle vida de nuevo a la hija de Jairo (Mar. 5:41-
42), al hijo de la viuda de Nain (Lc.7:14-15), y a su amigo
Lázaro (Jn.11). En su venida, Cristo en su propia voluntad
decidirá resucitar a todos los muertos en Cristo y llamar a
todos sus santos que estén preparados (1Tes.4:16-17) y
ninguno de ellos podrá resistir esta voluntad, ni ignorarla o
detenerla. Pero en cuanto a la salvación y la santificación, la
voluntad de Dios puede ser rechazada como la Escritura lo
demuestra, por ejemplo, Pablo habló de que algunos
rechazaron o desecharon la fe que habían recibido,
“guardando la fe y una buena conciencia, que algunos han
rechazado y naufragaron en lo que toca a la fe” (1Tim.1:19
NBLH). La Reina Valera versión 1995 dice; “manteniendo la
fe y buena conciencia. Por desecharla, algunos naufragaron
en cuanto a la fe”. En ambas versiones habla de resistir la
gracia de Dios puesto que “algunos han rechazado… la fe”
que debieron haber “guardado”, o “mantenido”.
De la misma forma la santificación, que es la voluntad
de Dios para su pueblo, puede ser rechazada, “Porque esta
es la voluntad de Dios, incluso vuestra santificación; que os
abstengáis de fornicación” (1Tes.4:3 KJV). Esta voluntad de
Dios es resistida muchas veces por algunos santos. Miremos
el caso de un santo de la iglesia de Corinto (1 Cor.1:2) que
resistió la voluntad de Dios, “De cierto se oye que hay entre
vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra
entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su
padre” (1Cor.5:1 RVR1960). Pablo reconoce que la persona
que cometió esa fornicación o resistió la voluntad de Dios
descrita en (1Tes.4:3) no era un “gentil” o incrédulo “tal
fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles”, sino
que era un creyente, uno llamado hermano.
Indudablemente, este creyente resistió la voluntad de Dios,
su santificación, por este motivo Pablo ordenó sacarlo de la
asamblea de los Santos, “os escribí que no os juntéis con
ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario… Porque
¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera?
¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? Porque a los
que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso
de entre vosotros” (1Cor.5:11-13). En el A.T. hay otros
ejemplos de justos que eran regenerados pero que
cometieron pecados sexuales, en este caso el adulterio,
como lo fue David y Salomón, estos resistieron la voluntad
de Dios, “Porque esta es la voluntad de Dios, incluso vuestra
santificación; que os abstengáis de fornicación”.

Las Escrituras del A.T. muestran otros ejemplos de hijos


de Dios que resistieron Su voluntad:

Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová:


Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra
mí… ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad,
generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a
Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se
volvieron atrás” (Isa.1:2,4).

Más adelante Dios se llama así mismo “su Salvador” y a


ellos los llama como “mi pueblo” “hijos que no mienten” y
que fueron redimidos, pero que resistieron su Santo Espíritu:

Porque dijo: Ciertamente mi pueblo es, hijos que no


mienten; y fue su Salvador. En toda angustia de ellos
él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su
amor y en su clemencia los redimió… Mas ellos fueron
rebeldes, e hicieron enojar su santo Espíritu; por lo
cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra
ellos (Isa.63:8-10).

En la Septuaginta, versión griega del A.T., el verbo en


griego “paroxuno ” , “hicieron enojar”, significa “irritar,
provocar”. Lucas usa este mismo verbo para describir la
reacción de Pablo ante la idolatría de los Atenienses, “su
espíritu se enardecía” (Hch.17:16). Al ser resistido el
Espíritu Santo, se “enojo”, “se irritó”, “e hicieron enojar su
Espíritu Santo” (JBS), “provocaron el enojo de su Santo
Espíritu” (RVC), queda totalmente demostrado, que la gracia
de Dios puede ser resistida por su mismo pueblo que se
aparta del Señor. La Biblia de las Américas dice,
“contristaron su santo Espíritu” (Isa.63:10), esto evidencia
que este pecado de resistir y contristar al Espíritu Santo
descrito por Pablo en el N.T., “Y no entristezcáis al Espíritu
Santo de Dios, por el cual fuisteis sellados para el día de la
redención” (Ef.4:30 BLA), describe una realidad y verdad
paralela ocurrida y enseñada en todas las épocas. Esta
realidad y verdad puede agravarse si el cristiano no se
arrepiente, el Espíritu se puede apartar (Sal.51:11, 1
Sam.16:14) como lo demostraré con la ayuda del Señor en
el capítulo siguiente.
En conclusión, si el santificado permanece pecando
voluntariamente y no se arrepiente, el Espíritu de gracia se
apartará ofendido o blasfemado por su conducta
pecaminosa, el texto dice; “¿Cuánto mayor castigo pensáis
que merecerá el que…ha ultrajado al Espíritu de gracia?”
(He.10:29 BLA) o “insulta al Espíritu de la gracia? (RVC).
¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo!

l) ¿Un llamado especial de salvación


solo para los elegidos?
Calvino resucitó las dos nociones agustinas que
describen la gracia de Dios dentro del sistema calvinista.
Calvino escribió sobre el llamado o gracia general y el otro
concepto ilusorio del llamado “interior” o la gracia
“especial” que supuestamente no puede ser resistida por
los elegidos, Calvino acentuó:

La gracia especial, que reciben sólo los elegidos


mediante la regeneración. Por lo cual, no me demoro
más con esos fanáticos que balbucean diciendo que la
gracia es distribuida por igual y de manera
indiscriminada.[268]

Este concepto, como ya lo mencioné antes, fue


originado en los gnósticos, Ireneo expuso la supuesta gracia
especial dada a los supuestos “elegidos” seguidores de
Valentino: “Ellos se exaltan a sí mismos hasta lo sumo, y
pretenden ser perfectos, y de la simiente de elegidos.
Porque ellos declaran que…tienen la gracia como su propia
posesión especial”.[269] Juan Calvino dijo que esta gracia la
recibe el elegido “en secreto” “para que la dureza del
corazón” del elegido sea quitada a través de esa supuesta
regeneración mágica y mística, Calvino continuo diciendo:
La gracia [Irresistible], la cual es otorgada en secreto
en los oyentes humanos, no es recibida por cualquier
corazón duro. Se es dada para este propósito: para
que la dureza del corazón primeramente sea quitada.
[270]

Los Gnósticos valentinianos también solían creer que


esa gracia era recibida por los elegidos de una forma
“secreta”, Ireneo desenmascaró la forma como esa falsa
gracia era otorgada a los gnósticos del siglo II, él escribió;
“[la gracia] la cual ha descendido desde arriba por medio de
una conjunción indescriptible e inefable; y por este motivo
más gracia les será dada”.[271] Juan Calvino también dio a
entender que la supuesta gracia irresistible era una gracia
discriminadora dada en arrepentimiento y fe sólo a los
elegidos, “todos son llamados al arrepentimiento y a la fe
mediante la predicación externa; sin embargo, el espíritu de
arrepentimiento y la fe no es dado a todos”.[272]

La gracia irresistible es anti bíblica


Creer en este evangelio calvinista es aceptar que Dios
es un tirano que demanda a la mayoría de la humanidad
algo que ellos no pueden hacer, al llamar a todos a la fe y al
arrepentimiento, pero sólo a un grupo les otorga estos
dones, y a los demás los castiga eternamente por no
obedecer al llamado, no es propio de un Dios justo sino
característico de un tirano. La Biblia demuestra que Dios no
prueba o demanda más de lo que no se pueda resistir
(1Cor.10:13). Esa era la actitud dictatorial y tirana de Faraón
cuando mando a los esclavos hebreos a hacer más ladrillos,
pero les quitó la materia prima y los amenazó con afligirlos
más si no obedecían:
Y los capataces de los hijos de Israel vinieron a Faraón
y se quejaron a él, diciendo: ¿Por qué lo haces así con
tus siervos? No se da paja a tus siervos, y con todo
nos dicen: Haced el ladrillo. Y he aquí tus siervos son
azotados, y el pueblo tuyo es el culpable. Y él
respondió: Estáis ociosos, sí, ociosos, y por eso decís:
Vamos y ofrezcamos sacrificios a Jehová. Id pues,
ahora, y trabajad. No se os dará paja, y habéis de
entregar la misma tarea de ladrillo (Éxodo 5:15-18).

Demandar algo que no se puede dar es algo vil y


despiadado. El “dios” del calvinismo es diferente al Dios de
la Biblia, pues el verdadero Dios no manda a todos a creer
(1Jn.3:23) y arrepentirse (Hch.17:30) sin darles la
oportunidad y la capacidad de hacerlo, el Dios que revela
las escrituras es justo, “No carga, pues, Él al hombre más de
lo justo, para que vaya con Dios a juicio” (Job 34:23).

De acuerdo a las escrituras la fe y el arrepentimiento es


parte de la gracia de Dios ofrecida a todos. El evangelio es
enviado a toda Criatura, por tanto, la fe (Rom.10:17) que
viene por el oír el evangelio está disponible para toda
criatura ya que el Espíritu está disponible para convencer de
pecado, a todos (Jn.16:8). Ante esto el calvinismo se
pregunta:

Entonces, ¿porque no todos creen? Porque la gracia es


resistible y muchos se resisten a creer (Jn.3:36) y otros
después de recibir esa fe la desechan (1 Tim.1:19). Aunque
Dios manda a todos los hombres que se arrepientan
(Hch.17:30), también ofrece el arrepentimiento a todos,
como lo expresó Pedro al testificar del Señor diciendo; “A
éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y
Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de
pecados” (Hch.5:31). Después de declarar lo sucedido en la
casa de Cornelio, los cristianos judíos admitieron, “¡De
manera que también a los gentiles ha dado Dios
arrepentimiento para vida!” (Hch.11:18).

¿Y por qué no todos se arrepienten? Porque no todos


aceptan o reciben esta gracia o bondad que es ofrecida a
todos, pues muchos la desprecian como lo dijo Pablo:

¿O menosprecias las riquezas de su benignidad,


paciencia y longanimidad, ignorando que su
benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu
dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para
ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del
justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno
conforme a sus obras (Rom.2:4-6).

En resumen, el evangelio es enviado a todos, y este


contiene la fe y el arrepentimiento que también es ofrecido
a todos, pero como el ser humano posee libre albedrio, la
decisión final para creer y arrepentirse es del individuo, Dios
no va a creer y arrepentirse por el hombre, es la
responsabilidad del hombre de creer al evangelio para su
propia salvación. Si este no cree ni se arrepiente ante la
exposición del evangelio es porque sencillamente resistió la
gracia de Dios, voluntariamente rechazó los beneficios de la
muerte de Cristo, prefirió permanecer en su condición
pecaminosa y de culpabilidad ante Dios.

m) ¿Solo los predestinados serán


regenerados para que puedan creer?
La teoría de “la gracia irresistible” de Juan Calvino iba
más allá de un llamado especial exclusivo para los
supuestos elegidos, su teoría alcanzó el territorio del dogma
Católico Romano, al estimar esta gracia con el mismo valor
del bautismo de infantes. Él creía y predicaba que en el
bautismo se otorgaba a los niños la regeneración para un
futuro arrepentimiento y fe en Jesús:

Aquellos niños que van a ser salvos, ya que algunos


son sin duda salvados desde esa edad, son
previamente regenerados por el Señor. Porque si ellos
llevan consigo una corrupción innata desde el vientre
de su madre, deben ser limpiados de esta antes de
que puedan ser admitidos en el reino de Dios, pues
nada corrompido o contaminado puede entrar allí…
Los bebés son bautizados dentro del futuro
arrepentimiento y fe. Y a pesar de que éstos [dones]
todavía no se han formado en ellos, la semilla de
ambos se encuentra escondido dentro de ellos por la
obra secreta del Espíritu.[273]

En el Sínodo de Dort (1619), los seguidores de las


enseñanzas de Juan Calvino organizaron sus doctrinas para
resolver el conflicto con los seguidores de Jacobo Arminio.
Estos Cánones recuperaron las doctrinas manufacturadas
por Agustín y revividas por Juan Calvino. Una de las
doctrinas que se estableció fue “la gracia irresistible” para
la regeneración de los elegidos. Aquí se estableció que hay
dos llamados, un llamado que es general, y un llamado
efectivo donde Dios deposita “misteriosamente” su gracia
especial sobre los elegidos. El sínodo de Dort estableció lo
siguiente:

Cuando Dios lleva a cabo su buena voluntad en los


elegidos, u obra en ellos la verdadera conversión, Él
no sólo causa que el evangelio sea predicado
externamente a ellos, sino que poderosamente
ilumina sus mentes por su Espíritu Santo, para que
puedan entender correctamente y discernir las cosas
del Espíritu de Dios... [Todos los electos], en cuyos
corazones Dios trabaja de esta manera
maravillosamente, son ciertamente regenerados
infaliblemente, y efectivamente y hace que realmente
crean. Inmediatamente después de que la voluntad es
así renovada no solo es actuada e influenciado por
Dios, sino como consecuencia de esta influencia, se
vuelve activa así misma. Por lo tanto, también, el
hombre es asimismo correctamente dicho que cree y
se arrepiente, por la virtud de esa gracia recibida.[274]

Es un hecho histórico que la doctrina de la gracia


irresistible del Sínodo de Dort era la misma doctrina que
Juan Calvino le aprendió a Agustín, y este la aprendió del
Gnosticismo. Esta doctrina no tiene antecedente apostólico
ni bíblico. Si la regeneración preside la fe como el
calvinismo así lo afirma, entonces el pecador elegido
después de ser regenerado o vivificado no necesita la fe ni
el arrepentimiento para tener vida eterna, puesto que
siendo nacido de nuevo ya es salvo, ya puede entrar al
reino de los cielos (Jn.3:5). En otras palabras; en el
calvinismo la fe en el sacrificio de Cristo no es necesaria
para ser regenerado, lo esencial para ser regenerado es ser
parte de los supuestos elegidos. Lo diré de otra forma;
enseñar que la regeneración es previa a la fe y al
arrepentimiento es decir que Dios vivifica al pecador sin que
este crea en Cristo y en su sangre para la limpieza de sus
pecados. El pecador elegido primero nace de nuevo y luego
puede entrar al reino de Dios, obvio, sin creer en Cristo y sin
arrepentimiento, sin ser lavado de sus pecados por la
sangre de Cristo. Al final de todo, el calvinismo centra su
evangelio no en la cruz de Cristo sino en su elección
incondicional como requisito indispensable para ser
regenerado, ¡Qué falsedad!

Debido a estas doctrinas que Calvino desenterró del


cementerio o biblioteca Católica Romana, escritas por
Agustín de Hipona, es que muchas confesiones de fe
reformadas creen en la supuesta gracia irresistible, por
ejemplo, la “confesión de fe de Westminster” dice:

A todos aquellos a quienes Dios ha predestinado para


vida, y a ellos solamente, le agrada en su tiempo
señalado y aceptado, llamar eficazmente por su
palabra y Espíritu, fuera del estado de pecado y
muerte en que están por naturaleza, a la gracia y
salvación por Jesucristo…Los otros no elegidos,
aunque sean llamados por el ministerio de la palabra y
tengan algunas de las operaciones comunes del
Espíritu, sin embargo nunca vienen verdaderamente a
Cristo, y por lo tanto no pueden ser salvos.[275]

En otras palabras, según este catecismo reformado, la


razón por la cual los reprobados nunca podrán ser salvos es
por el hecho de que no fueron elegidos, y por la misma
razón Cristo no murió por ellos. Los reprobados nunca serán
regenerados por la supuesta gracia irresistible, por eso
nunca recibirán el don de la fe y el don del arrepentimiento.
En conclusión, el calvinismo no predica la verdadera gracia
de Dios, sino que enseña la gracia de los elegidos y la
desgracia de los reprobados, estas no son las doctrinas de
la gracia sino las doctrinas de la desgracia.

n) Gracia común y gracia especial


El calvinista Jonathan Edwards (1703-1758) propuso dos
tipos de gracia; “la gracia común” que se da a todos como
la bondad de Dios extendida a todas sus criaturas sin
distinción, y “la gracia salvadora” la cual es dada sólo a los
elegidos, Jonathan dijo:

La frase gracia especial o gracia salvadora a veces se


usa para indicar que determinado tipo o grado de
operación [o influencia] del Espíritu de Dios, por el
cual las acciones salvadoras y consecuciones surgen
en el piadoso... que obra de gracia en el alma por el
cual una persona es sacada de un estado de total
corrupción y total depravación a un estado de gracia,
a un interés en Cristo, y para ser en realidad un hijo
de Dios, está [ocurre] en un momento.[276]

Según el calvinismo, “la gracia especial” es reservada


sólo para el elegido y ésta es irresistible, mientras que la
“gracia común” es dada a ambos, al supuesto elegido y al
supuesto reprobado y esta es resistible. Según el
calvinismo, en esta “gracia común” es que Dios envía el
agua, el sol, el sustento e inclusive el evangelio a toda
criatura. Es cierto que hay una bondad universal expresada
por Dios a su creación (Mat.5:45), pero no se puede poner al
mismo nivel o igualar, el valor del agua y el sol que Dios
envía sobre buenos y malos, con el evangelio eterno que es
su palabra redentora. Esto es una monstruosidad del
calvinismo para proteger su sistema teológico. El evangelio
no es cualquier cosa, es el depósito eterno que lleva las
riquezas eternas de la redención, el evangelio transporta
todos beneficios de la muerte de Cristo y los ofrece a toda
criatura. No puede ser igualado con las cosas creadas que
Dios ofrece para el sustento de la creación.

Según la doctrina reformada, el reprobado siempre


resistirá esta gracia común, por eso los maestros calvinistas
no se oponen al siguiente texto cuando es citado contra la
gracia irresistible, “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de
corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu
Santo; como vuestros padres, así también vosotros”
(Hch.7:51). El calvinismo dice que estos eran reprobados y
por ello estaban resistiendo al Espíritu Santo en la supuesta
“gracia común”. Pero esta aseveración no es bíblica, ellos
no eran reprobados o predestinados para el infierno, pues
Esteban mismo intercede por ellos, “Señor, no les tomes en
cuenta este pecado” (Hch.7:60). Más aun, Saulo de Tarso
era uno de ellos de los que resistían siempre al Espíritu
Santo pues los testigos de la muerte de Esteban, “pusieron
sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo”
(Hch.7:58), sin embargo, Saulo no era un reprobado o
predestinado para perdición.

Lucas también escribió que “los fariseos y los


intérpretes de la ley desecharon los designios de Dios
respecto de sí mismos, no siendo bautizados por Juan”
(Lc.7:30). Lucas usa en griego el verbo [ἀ θετέω/atheteō ]
“desechar o rechazar”, término usado varias veces en otros
pasajes en referencia al rechazo de la salvación, “El que me
rechaza [atheteō ], y no recibe mis palabras, tiene quien le
juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día
postrero” (Jn.12:48). Los Fariseos y Escribas rechazaron el
designio o plan de Dios y resistieron al Espíritu porque
“desecharon el consejo de Dios contra sí mismos” (RVA), en
otras palabras “no aceptaron el plan de Dios para ellos,
porque rechazaron el bautismo de Juan” (NTV).

o) ¿La resurrección espiritual es igual a


la resurrección física?
El apologista reformado, Dr. James White, enseña sobre
la regeneración espiritual al compararla con la resurrección
física de Lázaro, de esta manera demuestra la forma como
la gracia irresistible opera en el elegido:

La doctrina de la ‘gracia irresistible’ es. . .


simplemente la creencia de que cuando Dios elige
para moverse en la vida de sus elegidos y llevarlos de
la muerte espiritual a la vida espiritual, no hay poder
en el cielo o en la tierra que pueda detenerlo de
hacerlo así. . . La doctrina no tiene nada que ver con
el hecho de que los pecadores ‘resisten’ la gracia
común de Dios y al Espíritu Santo todos los días (que
lo hacen) . . . De la misma manera como Cristo tuvo el
poder y la autoridad para resucitar a Lázaro a la vida
sin obtener su ‘permiso’ para hacerlo así, Él es capaz
de levantar a sus elegidos a la vida espiritual con tan
cierto resultado.[277]

Por su puesto esto es una comparación anti bíblica,


muy sutil para engañar a los incautos. Es cierto lo que Pablo
nos dice: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais
muertos en vuestros delitos y pecados” (Efe.2:1), pero esta
muerte espiritual no quiere decir aniquilación total en el
campo físico como es el estado de alguien que está muerto
físicamente. Si este fuera el caso, entonces él que está
muerto espiritualmente no podría hacer nada, es decir no
podría ofender, provocar e insultar a Dios, no podría pecar,
no podría hacer nada porque está totalmente inhabilitado o
inactivo como el que está en la tumba. Pablo dice que,
aunque estábamos muertos, no estábamos inertes sino
activos:

En los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la


corriente de este mundo… entre los cuales también
todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos
de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y
de los pensamientos…” (Efe.2:2-3).

Alguien que está muerto físicamente no “anda” no


“sigue” no “vive en los deseos” ni está “haciendo la
voluntad” de alguien, sino que está totalmente inerte y
aniquilado. Por eso la muerte física es totalmente diferente
a la muerte espiritual, el muerto espiritual está activo y no
inhabilitado como lo enseña el calvinismo, la muerte
espiritual de la cual Pablo habla, se refiere es la separación
de la vida de Dios y no a aniquilación total. El contexto
habla de separación de la vida:

Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no


andéis como los otros gentiles, que andan en la
vanidad de su mente, teniendo el entendimiento
entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la
ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su
corazón; los cuales, después que perdieron toda
sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer
con avidez toda clase de impureza (Efe.4:17-19).

Un ejemplo de la separación de la vida, la encontramos


en la parábola del hijo prodigo quien se apartó de su padre.
Para su padre, el hijo que se fue de casa y gastó todos sus
bienes en rameras y sus amigos, él estaba muerto, “este mi
hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es
hallado. Y comenzaron a regocijarse” (Lc.15:24). Aunque
estaba muerto en la perdición de sus pecados, este hijo
descarriado podía desear la comida de los cerdos
(Lc.15:16), podía recapacitar acerca de su condición
(Lc.15:17-19), pudo levantarse y venir a su padre (Lc.15:20)
pudo confesarle su pecado (Lc.15:21), pudo oír la voz de su
padre (Lc.15:22-24). De una forma abreviada se puede
concluir, el muerto físico es totalmente diferente al muerto
espiritual. Además, la condición espiritual del pecador no es
solamente la muerte espiritual para hablar solo de
regeneración como el único estado de salvación. El hombre
en su estado pecador también está: en enemistad con Dios
(Rom.5:10), necesita la reconciliación. Está en estado de
culpabilidad necesita ser justificado (Rom.5:1). Está en
estado de esclavitud (Jn.8:34-36), necesita ser libertado.
Está en estado de inmundicia, necesita ser santificado
(1Cor.6:11). El calvinismo solo resalta el estado de muerte
espiritual para promover su doctrina de la gracia irresistible.
p) El muerto en pecados puede oír a
Dios
Según el calvinismo el muerto espiritual no puede
desear oír la voz de Dios, en el sentido de obedecerle,
porque está totalmente inhabilitado, pero la Biblia enseña
que un muerto espiritual puede desear oír la voz de Dios;
“el procónsul Sergio Paulo, varón prudente… deseaba oír la
palabra de Dios” (Hch.13:7), también puede oír la voz de
Dios como lo hizo Adán después de pecar, “Oí tu voz en el
huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me
escondí” (Gen.3:10). Otro caso de un muerto en delitos y
pecados que oyó la voz de Dios fue Abimelec rey de Gerar
[Filisteo] cuando éste tomó a Sara la esposa de Abraham:

Dios vino a Abimelec en sueños de noche, y le dijo: He


aquí, muerto eres, a causa de la mujer que has
tomado, la cual es casada con marido…Ahora, pues,
devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y
orará por ti, y vivirás. Y si no la devolvieres, sabe que
de cierto morirás tú, y todos los tuyos (Gen.20:3,7).

Abimelec oyó la voz de Dios y le obedeció (Gen.20:14),


aun sin ser regenerado. Esta muerte espiritual de Efesios
2:1, de acuerdo al contexto es simplemente un
adormecimiento o ceguera espiritual por andar en las
tinieblas, “Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y
levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo” (Efe.5:14).
Si el pecador, en su estado de muerto espiritual, no puede
ver el reino de Dios, no es porque está totalmente
inhabilitado, sino porque esta cegado por eso no ve el reino
de los cielos, no ve la luz del evangelio:

Si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los


que se pierden está encubierto; en los cuales el dios
de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos,
para que no les resplandezca la luz del evangelio de la
gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios
(2Cor.4:4).

Esta ceguera es comparada como la ceguera producida


por un velo puesto en los ojos, en este caso el velo está
puesto en el entendimiento, en el corazón. Hablando de la
ceguera de los judíos, Pablo dijo:

Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque


hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les
queda el mismo velo no descubierto… Y aun hasta el
día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está
puesto sobre el corazón de ellos (2Cor.3:14-15).

Este velo que produce esta ceguera en el


entendimiento y corazón del pecador es quitado cuando se
convierten al Señor, “el cual por Cristo es quitado… cuando
se conviertan al Señor, el velo se quitará” (2Cor.3:14,16).
Veamos cómo el Señor quita el velo en los muertos
espirituales y aplica la salvación a los pecadores.

q) Aplicación de la salvación al pecador


El beneficio de la salvación es enviado a todos, a “toda
criatura” (Mar.16:15) pero la aplicación de esta salvación es
sólo para los que creen (1Tim.4:10). Cuando el evangelio
llega al pecador, lo primero que hace el Espíritu Santo es
convencerlo de pecado (Jn.16:8-9), al abrirle los ojos del
entendimiento (Ef.1:17-18), luego derrama en el corazón del
oyente su amor por la verdad (Rom.5:5), para que después
de haber entendido el evangelio lo pueda recibir motivado
por ese amor de Dios dado al oyente. Como resultado de
ello, el pecador sentirá una profunda tristeza o dolor por
haber pecado (2Cor.7:9-10), en este caso por no haber
creído en Cristo (Jn.16:9). Por ultimo este pecador
convencido por el Espíritu Santo sentirá una fe que viene
por oír el evangelio (Rom.10:17) para creer o confiar en
Jesús como su salvador y señor de su vida. De esta forma el
pecador se tornará o convertirá a Cristo y los beneficios de
la cruz como la justificación, la santificación, la regeneración
y la adopción son aplicados al creyente el cual se volverá
santo, justo e hijo de Dios por los méritos de la vida, muerte
y resurrección de nuestro amado Salvador Jesucristo.

La iluminación del evangelio


Los pecadores están en enemistad con Dios, muertos
espiritualmente, esclavos del pecado, bajo la potestad de
Satanás, están en tinieblas, ciegos (2Cor.4:4), pero cuando
el evangelio es predicado por el Espíritu Santo a través de
los redimidos, hay una iluminación (He.10:32) en el pecador
que abre los ojos de su entendimiento, “porque Dios, que
mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que
resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”
(2Cor.4:6). A través de esta iluminación el Espíritu Santo,
por medio del predicador, le abre los ojos de su corazón
para entender el evangelio, Cristo le dijo a Pablo que en la
conversión había una operación del Espíritu en los ojos del
entendimiento del incrédulo:

[Gentiles] …a quienes ahora te envío, para que abras


sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la
luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que
reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y
herencia entre los santificados (Hch.26:18).
El acto de abrirle los ojos al pecador no significa
regeneración y conversión, es sencillamente una
iluminación en su entendimiento para que entienda el
evangelio:

Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de


púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios,
estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella
para que estuviese atenta [προσέχω/proseco] a lo que
Pablo decía (Hch.16:14).

Notemos que Lidia estaba oyendo primero y no que


Dios le abrió el corazón para que oyera. Fijémonos que Dios
le abrió el corazón a Lidia para que estuviese atenta a lo
que Pablo decía. La expresión “estuviese atenta” en griego
es “proseco” y esta significa “prestar más atención” como
se repite en este verso, “Por tanto, debemos prestar mucha
mayor atención [proseco] a lo que hemos oído, no sea que
nos desviemos” (He.2:1). Esto no quiere decir que Lidia no
podía atender lo que Pablo decía y que Dios tuvo que abrirle
su corazón para que atendiera, no, el texto dice que Lidia
estaba atenta oyendo, pero Dios le aumentó esa atención
para que prestara “mucha mayor atención”.

Dios abre los ojos del entendimiento del incrédulo al


iluminarle su razonamiento para que preste más atención,
para que entienda el mensaje, para convencerlos del error
en que han vivido y así reciban esa palabra con
mansedumbre (Stg.1:21). Lo contrario sucede cuando el
pecador piensa y evalúa el mensaje y se niega a rendir su
voluntad o aceptar su pecado y por ello cierra los ojos del
entendimiento para no aceptar la verdad del evangelio y no
creer en el Señor. Esta es la razón por la que los evangelios
dicen que el Señor le habló a los judíos incrédulos por
parábolas:
Porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni
entienden…Porque el corazón de este pueblo se ha
engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han
cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y
oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se
conviertan, Y yo los sane” (Mat.13:13-15).

En resumen, los que se rehúsan a creer son los que en


la iluminación le cierran los ojos a la verdad del evangelio y
por consiguiente no creen:

Y algunos asentían a lo que se decía, pero otros no


creían. Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al
retirarse, les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el
Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros
padres, diciendo: Ve a este pueblo, y diles: De oído
oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no
percibiréis; Porque el corazón de este pueblo se ha
engrosado, Y con los oídos oyeron pesadamente, Y sus
ojos han cerrado, Para que no vean con los ojos, Y
oigan con los oídos, Y entiendan de corazón, Y se
conviertan, Y yo los sane. (Hch.28:24-27).

Muy contrario a los que en esta iluminación no cierran


sus ojos y creen, estos son llamados de las tinieblas a su luz
admirable (1Pe.2:9) son librados de la potestad de las
tinieblas, y trasladados al reino de su amado Hijo (Col.1:13).

El amor por la verdad


En el momento que el pecador es iluminado por el
evangelio, el Espíritu le derrama su amor por la verdad,
para que este más atento al mensaje, para que desee más
de esa verdad, para que se deleite en la justicia y crea; “el
amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
el Espíritu Santo que nos fue dado” (Rom.5:5). Los que
rehúsan a creer se pierden, no porque la gracia y el amor de
Dios no eran para ellos, sino porque ellos mismos decidieron
voluntariamente no recibir este amor que Dios les da a
través del evangelio, Pablo dijo:

Se pierden, por no haber querido recibir el amor de la


verdad para ser salvados. Por eso Dios les envía un
poder engañoso, para que crean a la mentira, a fin de
que sean condenados todos los que, lejos de creer a la
verdad, se deleitaron en la injusticia (2Tes.2:10-12
RVC).

Por el contrario, los que reciben este amor por la


verdad se deleitan más en la justicia y la verdad y quieren
oír más la palabra, y al final creen al mensaje del evangelio.

La fe causada por el oír


Mientras el evangelio este iluminando el entendimiento
del oyente, y el amor por la verdad es derramado al
corazón, el Espíritu a través de la palabra producirá fe en el
corazón, “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”
(Rom.10:17). Es decir, el pecador sentirá confianza en el
mensaje, no se ofende, acepta la verdad que es pecador,
merecedor del infierno, cree que el inocente Jesús murió por
él; Cristo dijo que el Espíritu “convencerá al mundo de
pecado… de pecado, por cuanto no creen en mí” (Jn.16:8-9).
Y cuando esta palabra entra al corazón, entonces este
corazón convencido creerá para justicia:

Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón.


Esta es la palabra de fe que predicamos: que, si
confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y
creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los
muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree
para justicia, pero con la boca se confiesa para
salvación” (Rom.10:9-10).

Recordemos que la fórmula para aplicar la salvación al


pecador es esta, Oír + Creer = Salvación, por esta razón los
escritores del N.T. decían que primero se anunciaba el
evangelio, los pecadores oían, luego creían y al final se
convertían.

Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de


Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía,
hablaron también a los griegos, anunciando el
evangelio del Señor Jesús. Y la mano del Señor estaba
con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor.
(Hch.11:21 BLA).

La tristeza según Dios


Otro suceso que ocurre durante la conversión, es el
remordimiento causado por el Espíritu Santo. El Espíritu a
través de la conciencia convencida, produce dolor en el
corazón creyente, Pablo escribió; “la tristeza que proviene
de Dios produce arrepentimiento para salvación, y de ésta
no hay que arrepentirse” (2Cor.7:10 RVC). A causa de esta
tristeza los oyentes del evangelio siendo convencidos por el
Espíritu Santo, creen, se entristecen para arrepentimiento.
Lucas lo registró de esta manera:

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a


Pedro y a los otros Apóstoles: Varones hermanos, ¿qué
haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada
uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para
perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu
Santo (Hch.2:37-38).
Notemos que ellos estaban bajo la convicción del
Espíritu, por lo tanto, sus ojos fueron abiertos en la
iluminación para estar más atentos, estaban recibiendo el
amor para deleitarse más en la verdad del evangelio
predicado por el apóstol, de esta manera pudieron creer, y
luego recibieron la tristeza que proviene de Dios para
arrepentimiento.

Después de este proceso de convicción, es que el


Espíritu entra en el pecador arrepentido y lo sella como
propiedad de Dios. Recordemos la fórmula de conversión en
la iglesia primitiva, primero se oye el evangelio, luego se
cree para recibir el Espíritu de Adopción y luego es
regenerado (Gal.3:2,5, Rom.8:15), Pablo lo explicó de una
forma sencilla:

En Él también vosotros, después de escuchar el


mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra
salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados en Él
con el Espíritu Santo de la promesa,” (Efe.1:13 BLA).

De esta manera Cristo “quitó la muerte y sacó a luz la


vida y la inmortalidad por el evangelio” (1Tim.1:10), y “os
dio vida a vosotros, que estabais muertos en vuestros
delitos y pecados,” (Efe.2:1 BLA), Amén.

r) Conclusión
Está bien claro que la iglesia primitiva creía la doctrina
sinergista como lo demostramos en el capítulo dos, y debido
a ello los Padres de la Iglesia de los primeros siglos creían
que la aplicación de la salvación al pecador empezaba por
el oír el evangelio el cual brindaba fe para creer, esto lo
afirmó Clemente de Alejandría, “Usted ve cómo Él trae la fe
por el oír, y la predicación de los Apóstoles, y hasta la
palabra del Señor, y del Hijo de Dios…la fe se descubre, por
nosotros, como el primer movimiento hacia la salvación”.
Clemente también afirmó que después de oír el evangelio
tenemos la capacidad de elegir por la vida, “hemos elegido
la vida y creído en Dios por medio de su voz”. Teófilo de
Antioquia testificó que su conversión fue debido a que
primero oyó las Escrituras y luego creyó, “después de haber
tomado en consideración estas cosas [profecías], creo”.
Clemente de Alejandría manifestó que después de creer es
que se nace de nuevo, “siendo regenerado, es decir, de
acuerdo a la fe”.

Desde el inicio, la iglesia primitiva comenzó a enseñar


el método sinergista de la aplicación de la salvación al
pecador a través de la gracia de Dios, este primer
movimiento en la aplicación de la salvación es la iniciativa
divina, y la fe que produce esta iniciativa es la respuesta del
hombre a la oferta de salvación. La fe era el paso
fundamental para nacer de nuevo, Bernabé el compañero
de misiones de Pablo escribió; “hemos llegado a ser nuevas
criaturas, formadas de nuevo… ¿Cómo? A través de su
palabra de fe”. Cipriano de Cartago también enseñó que
para ser nacido de nuevo o hijo de Dios primero se debe
creer en Jesús, “El hombre, por lo tanto, que ha creído en su
nombre, y se ha convertido en el hijo de Dios”.
El Apóstol Juan le heredó a Policarpo esta doctrina y
Policarpo la transmitió a Ireneo. Este último escribió sobre
la gracia resistible, “el ser humano tiene su propia fe,
porque también tiene su libre albedrio… [y] tiene libertad
para creer”. También añadió diciendo; “los que no creen,
[Dios] justamente los encierra en la oscuridad que han
elegido para sí mismos”. La gracia resistible no sólo fue
doctrina del Apóstol Juan sino también del Apóstol Pablo y
sus colaboradores como Clemente de Roma quien dijo que
Dios “ha puesto la gracia del arrepentimiento delante de
todo el mundo”, y añadió, “la redención debe fluir a través
de la sangre del Señor a todos los que creen”.

La iglesia primitiva nunca enseñó el concepto de gracia


irresistible, por lo contrario, los escritores cristianos
escribieron a favor de la gracia resistible por los pecadores y
aun por los salvos. Comodiano el escritor latino del siglo
tercero dejó evidencias claras que la gracia de Dios puede
ser resistida por los nacidos de nuevo, él escribió; “los
deleites del mundo te removerán de la gracia de Cristo”.
Cipriano de Cartago dijo “cuando ellos [Salomón y Saúl]
abandonaron la disciplina del Señor, la gracia también los
abandonó”. Ireneo fue más claro en decir que esta gracia es
resistible “los que no le obedecen siendo desheredados por
Él, han dejado de ser sus hijos”.

El origen de la gracia irresistible predicada por el


calvinismo tiene sus raíces en el gnosticismo, esto lo
evidenciamos a través de los escritos de Ireneo quien
desenmascaró las herejías del Gnóstico Valentín y sus
predecesores, estos decían que; “ellos mismos tienen la
gracia como su propia posesión especial”. Agustín de
Hipona pulió estos conceptos al cristianizarlos para
introducirlos dentro de las doctrinas de la iglesia Católica
Romana, después dejó su literatura como la herencia dada a
sus fieles seguidores, los reformados o calvinistas. Por lo
anterior concluimos que este obispo se constituyó en el
autor de la doctrina de los dos llamados que expone el
calvinismo moderno. Agustín dijo; “Dios llama de hecho a
muchos de sus hijos predestinados, para que sean
miembros de su único Hijo predestinado, - no con ese
llamado con el que fueron llamados los que no vendrían a
las bodas”. Estas doctrinas falsas escritas por Agustín,
fueron refutadas por algunos escritores cristianos
contemporáneos a él, uno de ellos fue Juan Casiano quien
afirmó que los regenerados pueden rechazar la gracia de
Dios; “La voluntad siempre permanece libre en el hombre, y
puede descuidar o deleitarse en la gracia de Dios. Porque si
no, el Apóstol no habría mandado diciendo… también os
exhortamos a no recibir la gracia de Dios en vano 2Cor.6:1”.

En conclusión, la soteriología calvinista es muy distinta


a la apostólica, los primeros discípulos predicaron la
salvación por gracia mediante la fe, el calvinismo predica
salvación por elección mediante un llamado irresistible que
primero regenera al pecador electo para que así este pueda
recibir el don de la fe y del arrepentimiento. La iglesia
primitiva nunca predicó sobre la gracia irresistible dada sólo
a los elegidos como lo enseña el calvinismo; por el
contrario, ellos escribieron que ésta era resistible por todos,
e inclusive por los mismos nacidos de nuevo y por ello el
que una vez fue salvo podía perder la gracia de Dios o su
salvación, este punto lo analizamos en el siguiente capítulo.
5 SALVACIÓN CONDICIONAL
E INCONDICIONAL

a) Fuente del debate: la perseverancia


de los santos

L a última letra del acrónimo del calvinismo TULIP es la


“P,” en inglés es “Perseverance of the Saints” la cual
traduce, “La Perseverancia de los Santos”. El
calvinismo dice que la perseverancia es la evidencia de que
alguien verdaderamente nació de nuevo, y a quien el Padre
eligió o predestinó para vida eterna. Según el calvinismo, si
no perseveró entonces no era un elegido sino un reprobado.
Wayne Grudem al defender su posición teológica calvinista
define este punto:
La perseverancia de los santos quiere decir que todos
los que verdaderamente han nacido de nuevo serán
guardados por el poder de Dios y perseverarán como
creyentes hasta el fin de sus vidas, y que sólo los que
perseveran hasta el fin han nacido verdaderamente
de nuevo.[278]

Según el calvinismo la salvación es incondicional, este


sistema teológico afirma que un nacido de nuevo nunca
podrá perder la salvación; según ellos este término “Perder
la Salvación” es anti bíblico y supuestamente no se
encuentra en la historia del cristianismo. Pero si revisamos
en la teología histórica, hallamos que este término de
“Perder la Salvación” era común en la iglesia primitiva,
como lo escribió Cipriano de Cartago (250 d.C.):

Aquel que nace y muere ¿No tiene la necesidad en


algún momento de partir de su país, y sufrir la pérdida
de sus bienes? Pero no dejes que Cristo sea
abandonado, para que la pérdida de la salvación y del
hogar eterno no deba ser temida.[279]

Esta citación confirma que la doctrina de la salvación


en la iglesia primitiva era condicional, por eso se escribieron
otros términos similares. Juan Crisóstomo (349-407 d.C.)
escribió sobre el “abandono de la salvación”, un término
que hace alusión a no permanecer en Cristo: “Porque el
alma, cuando una vez ha abandonado su propia salvación,
ya no percibirá que se está hundiendo, al escoger hacer y
decir todo lo que es adverso a ella misma”.[280] Abandonar la
salvación es no permanecer en Cristo, “el que en mí no
permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará;
y los recogen, y los echan en el fuego, y arden” (Jn.15:6). La
salvación es eterna, es decir, los logros de la redención
como la justificación, reconciliación, regeneración,
liberación, santificación, permanecerán para siempre, estos
logros jamás se perderán, quien se pierde es quien rechazó
totalmente esta salvación; sea un incrédulo que resistió a
creer (Jn.3:36), o uno que una vez fue salvo, pero por
reincidir en el pecado “abandonó su propia salvación” y se
apartó “del Dios vivo” (He.3:12).

b) Origen gnóstico de la salvación


condicional
El libro de Ireneo (130-202 d.C.) titulado “Contra las
Herejías”, fue escrito para contrarrestar las herejías
gnósticas, desde Simón el Mago de Hechos 8 hasta las
herejías del Gnóstico Valentín. Estos gnósticos enseñaban a
los cristianos una nueva herejía que afirmaba que la
salvación pertenecía sólo a un grupo de elegidos y que
éstos nunca la perderían.

Ellos sostienen que serán totalmente e


indudablemente salvos, no por medio de la conducta,
sino porque son espirituales por naturaleza. Porque,
como es imposible que la sustancia material pueda
participar de la salvación (ya que, de hecho, ellos
sostienen que la materia es incapaz de recibir
salvación), de la misma manera también es imposible
que la sustancia espiritual (por la que se identifican a
sí mismos) nunca pueda venir a estar bajo el poder de
la corrupción, [sin importar] cualquier tipo de acciones
en las que ellos se han entregado. Porque, así como el
oro, cuando se sumerge en la inmundicia, no pierde su
belleza, sino que conserva sus propias cualidades
nativas, [porque] la suciedad no tiene poder para
dañar el oro, de la misma manera ellos afirman que no
pueden en ninguna medida sufrir daño, o perder su
sustancia espiritual, independientemente de las
acciones materiales en las que puedan estar
involucrados.[281]

Existen algunas similitudes entre las doctrinas de estos


gnósticos y lo que el calvinismo enseña. Mientras que el
Gnosticismo de Valentino predicó que ellos “serán
totalmente e indudablemente salvos, no por medio de la
conducta, sino porque son espirituales por naturaleza”, el
calvinismo enseña que los elegidos “serán totalmente e
indudablemente salvos, no por medio de la conducta, sino
porque son espirituales por naturaleza” que les da el nuevo
nacimiento. Si bien, los gnósticos ensenaron que, “es
imposible que la sustancia espiritual (por la que se
identifican a sí mismos) nunca pueda venir a estar bajo el
poder de la corrupción…”, el calvinismo asevera que “es
imposible que la sustancia espiritual” del nacido de nuevo,
“pueda venir a estar bajo el poder de la corrupción” o
perdición eterna. Los gnósticos afirmaron que ellos “no
pueden en ninguna medida sufrir daño, o perder su
sustancia espiritual, independientemente de las acciones
materiales en las que puedan estar involucrados”, el
calvinismo dice lo mismo, según ellos, los elegidos “no
pueden en ninguna medida sufrir daño, o perder su
sustancia espiritual” en este caso el nuevo nacimiento o su
salvación, “independientemente de las acciones materiales
en las que puedan estar involucrados”.

Ya para finales del siglo segundo y comienzos del


tercero, este pensamiento gnóstico de salvo siempre salvo,
fue introducido “encubiertamente” (Jd.1:4) dentro de la
iglesia por los seguidores de Valentino. Tertuliano en el (220
d.C.), registró este problema en la iglesia del norte del
África. Él dijo que algunos cristianos se alagaban a sí
mismos al afirmar que Dios estaba en la necesidad de
otorgarles el don de la salvación, inclusive si ellos caían en
pecado:
Algunos piensan como si Dios estuviera bajo una
necesidad de otorgar, aun al que es indigno, lo que ha
determinado dar [al digno]; Y estos tornan la
liberalidad de Dios en esclavitud... Pero, ¿quién
permite que un don sea permanentemente retenido
en una persona a la cual se le ha concedido en contra
de su voluntad? ¿Por qué muchos, no muy tarde, caen
de la gracia? ¿No es esta dádiva quitada de muchos?
... Que nadie, pues, se halague a sí mismo… como si
por eso [don] él tuviera una licencia, incluso ahora
para pecar.[282]

Estos gnósticos “cristianos” mezclaron su filosofía con


la doctrina paulina para crear su propio sistema, el cual
decía que la salvación sólo pertenecía a un grupo de
personas elegidas que eran de naturaleza espiritual dada
por la gnosis (conocimiento). Según ellos, estos escogidos
nunca perderían su salvación, sin embargo, la condenación
pertenecía a los de naturaleza terrenal, destinados a ser
endurecidos por Dios como Faraón. Para los años 220 y 230
d.C. la iglesia latina estaba ya afectada por esta falsa
doctrina, Orígenes también desenmascaró a estos creyentes
de “la salvación incondicional” y la “seguridad eterna” o la
enseñanza “una vez salvo, siempre salvo,” demostrando
que estas doctrinas provenían de los gnósticos y no de las
doctrinas apostólicas:

Comencemos, pues a examinar, con lo que se dice


sobre Faraón- que fue endurecido por Dios. …también
junto con la declaración del Apóstol, por lo tanto, tiene
él misericordia del quien Él tiene misericordia, y al que
quiere endurece. Ciertos hombres [herejes] que
sostienen ideas contrarias, mal interpretan estos
pasajes. Ellos destruyen el libre albedrio al introducir
[la idea] de una naturaleza arruinada incapaz de
[recibir] salvación; mientras sostienen que otros
pueden ser salvos, de tal forma que es imposible que
pierdan la salvación. Y [por eso] ellos dicen de faraón,
que, por ser de la naturaleza arruinada, es por lo tanto
endurecido por Dios, quien tiene misericordia sobre
los [de naturaleza] espiritual, pero que endurece [a los
de naturaleza] terrenal.[283]

El Ingles Joseph Priestley, destacado científico y teólogo


del siglo diecisiete, demostró que estas doctrinas de salvo
siempre salvo y la seguridad eterna provenían de los
gnósticos y los maniqueos. Él escribió:

Orígenes dijo que los discípulos de Basílides y


Valentín, sostienen que ‘hay una clase de almas que
siempre son salvas, y nunca se pierden, y otras
[almas] que siempre perecen, y nunca serán salvas’
In Rom. Opera, II. p. 596. Esta doctrina de la
diferencia original de las almas, es igualmente bien
conocida por haber formado parte del sistema
maniqueo; y por lo tanto un tema considerable del
argumento con Agustín.[284]

La doctrina de salvo siempre salvo tiene su línea de


tiempo, originada por los gnósticos, y culminada en Agustín
de Hipona, el autor de las doctrinas del calvinismo.

c) Agustín, el autor del don de la


perseverancia
Poco a poco estos gnósticos introdujeron
encubiertamente estas herejías dentro de la iglesia latina.
Algunos escritores Católicos Romanos las aceptaron, las
pulieron y las presentaron como doctrinas bíblicas. El
principal de ellos fue Agustín quien fue uno de los pilares de
la iglesia Católica Romana por sus escritos “apologéticos”.
Al principio de su vida cristiana, no tenía bien clara la
doctrina de “La Perseverancia de los Santos” pues en su
obra “La Corrección y la Gracia”, escrita en los años (426-
427 d.C.), admitía que un regenerado podía perder su
salvación, o perder la gracia de Dios, por causa de su libre
albedrio, Agustín escribió:

Sin embargo, si siendo ya regenerado y justificado,


recaiga de su propia voluntad en una vida maligna,
seguramente no puede decir, ‘yo no he recibido’,
porque de su libre elección al mal, este ha perdido la
gracia de Dios, que había recibido.[285]

Ya en los años (429-430 d.C.), en su libro “El don de la


perseverancia” concilió el cristianismo con la enseñanza
gnóstica de la existencia de dos tipos de seres humanos, los
gnósticos los llamaron los de naturaleza espiritual y los de
naturaleza terrenal, Agustín los llamó los elegidos o
predestinados para salvación, y al otro grupo los llamó los
predestinados a muerte eterna. A los elegidos,
supuestamente se les concede el don incondicional de la
salvación y la perseverancia, “una vez salvo, siempre
salvo”, mientras que a los predestinados a muerte eterna
nunca les será otorgado ese don de la perseverancia, por
tanto, nunca serán salvos, aquí es donde nace la doctrina
de “La Perseverancia de los Santos” del calvinismo, Agustín
afirmó:

Él [Dios] los ha ordenado (gente condenada en Adán)


para ser regenerada antes que ellos mueran
físicamente a quienes predestinó para vida eterna,
como el dador más misericordioso de gracia. A
aquellos a quienes Él ha predestinado a muerte
eterna, sin embargo, Él es también el más recto
adjudicador de castigo, no solo a causa de los pecados
que ellos añaden en la indulgencia de su propia
voluntad, sino también a causa de su pecado original.
[286]

Agustín, el “doctor” de la iglesia Católica Romana y


reformada, justificó la realidad Bíblica de aquellas personas
que se apartan de la fe, de la iglesia y de Cristo, como
personas que nunca fueron nacidas de nuevo o nunca
fueron salvas. Su argumento fue un muñeco de paja creado
para distraer la atención de los estudiantes de la biblia al
citar de manera descontextualizada la primera carta de
Juan, Agustín escribió:

De dos hombres piadosos, ¿por qué a uno le es dada


la perseverancia hasta el fin, y al otro este [don] no le
es dado? Los juicios de Dios son aún más insondables.
Sin embargo, para los creyentes debería ser más
cierto el hecho que el primero es el predestinado, y el
último no lo es. Porque si hubiesen sido de nosotros,
dice uno de los predestinados, quien había bebido
este secreto del pecho del Señor, sin duda habrían
permanecido con nosotros (1 Jn.2:19) ... Ellos [los que
no permanecieron] no eran de ellos, porque no habían
sido llamados de acuerdo con el propósito; ellos no
habían sido elegidos en Cristo desde antes de la
fundación del mundo... ellos no habían sido
predestinados conforme al propósito del que hace
todas las cosas. Porque si hubiesen sido de este
[grupo de predestinados], habrían sido de ellos, y sin
duda habrían permanecido con ellos.[287]

Cuando Juan escribe “Salieron de nosotros, pero no


eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros,
habrían permanecido con nosotros” (1Jn.2:19), se refiere es
al hecho histórico de la infiltración de los falsos maestros
docetistas dentro de la iglesia, estos promovían su
gnosticismo al negar la encarnación de Cristo; Juan escribió
contra ellos diciendo; “todo espíritu que no confiesa que
Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y éste es el
espíritu del anticristo” (1Jn.4:3). No sólo negaban la
encarnación de Dios en Jesús sino la relación divina y eterna
del Padre y del Hijo, Juan escribió diciendo; “Hijitos, ya es el
último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo
viene, así ahora han surgido muchos anticristos… ¿Quién es
el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este
es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo” (1Jn.2:18,22).
Por esta negación, Juan los acusó de ser anticristos. Estos
gnósticos se habían infiltrado dentro de la iglesia y
predicaban su herejía dualista, la cual decía que la materia
era mala por naturaleza mientras que el espíritu era puro y
bueno. Estos gnósticos dividían a los seres humanos en dos
grupos, los iluminados o escogidos de naturaleza espiritual
y los materialistas de naturaleza mala. Cuando fueron
expuestos por hombres fieles en las iglesias del Asia Menor
abandonaron las iglesias, por ello Juan escribió que estos
gnósticos; “salieron de nosotros, pero no eran de nosotros;
porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido
con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no
todos son de nosotros” (1Jn.2:19). En ningún momento Juan
está clasificando a los seres humanos en dos categorías, los
elegidos y los reprobados. Más bien fueron los seguidores
del gnóstico Valentino y Basilides y los Maniqueos los que
dividieron a los seres humanos entre elegidos y reprobados.
Por supuesto, el ex-maniqueo Agustín de Hipona también lo
hizo y dejo esta herencia doctrinal a los reformados.

d) Juan Calvino, promotor del don de la


perseverancia
En el tiempo de la reforma, Juan Calvino copió cerca de
cuatrocientas citas de las obras del obispo Católico Romano
Agustín de Hipona, y las pegó en su obra “Institución de la
Religión Cristiana” sin darle ningún crédito a su maestro.
Entre estas citaciones, copió las bases de la doctrina de “la
perseverancia de los santos” concediendo así a sus
discípulos en el sínodo de Dort, el quinto fundamento del
acrónimo del TULIP, la P, “perseverance of the saints”, la
perseverancia de los santos. Miremos como Calvino copio
de Agustín de Hipona sus doctrinas en su obra “Institución
de la Religión Cristiana”. Agustín “escribió:

¿Por qué es que a algunos que tienen buena fe le


adoraron a Él y Él no les ha dado [don] para
perseverar hasta el fin? ¿Por qué? Excepto porque él
no habla falsamente al decir: Salieron de nosotros,
pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de
nosotros, sin duda, habrían permanecido con nosotros.
1 Juan 2:19… ellos no habían sido elegidos en Cristo
desde antes de la fundación del mundo... ellos no
habían sido predestinados conforme al propósito del
que hace todas las cosas.[288]

Juan Calvino copió y pegó algunos párrafos,


maquillando los de Agustín al decir la misma idea con
algunas palabras de diferencia, Calvino reescribió:

Puede que alguno replique que es cosa ordinaria que


los que parecían ser de Cristo se aparten de Él y
perezcan… Esto es cierto; pero también es verdad que
esos tales nunca se llegaron a Cristo con una
confianza cual aquella en la cual yo afirmó que
nuestra elección nos es certificada. “Salieron de
nosotros.” dice san Juan, “pero no eran de nosotros;
porque si hubiesen sido de nosotros, habrían
permanecido con nosotros” (1Jn.2:19). No niego que
ellos tengan señales de llamamiento similares a esas
dadas a los elegidos; pero en ninguna manera admito
que ellos tengan esa confirmación segura de la
elección.[289]

Este plagio, o copia y pegue, que Calvino hizo de las


obras de Agustín de Hipona, sólo fomentó la enseñanza
gnóstica desenmascarada por Ireneo, Tertuliano y Orígenes,
la cual hablaba de la existencia de dos tipos de almas, o dos
tipos de seres humanos, los de naturaleza espiritual
destinados a la vida eterna y los de naturaleza terrenal
destinados a la perdición. Calvino sencillamente los llamó
los predestinados para vida y los predestinados para muerte
eterna:

Llamamos predestinación al eterno decreto de Dios,


por el que ha determinado lo que quiere hacer de
cada uno de los hombres. Porque Él no los crea a
todos con la misma condición, sino que predestina a
unos para la vida eterna, y a otros para condenación
perpetua. Por tanto, según el fin para el cual el
hombre es creado, decimos que está predestinado a
vida o a muerte.[290]

Los biógrafos de Agustín han demostrado


históricamente que su paso por el maniqueísmo afectó su
pensamiento Católico Romano escrito en sus últimas obras.
Sabemos que Agustín al principio escribió a favor del libre
albedrio, la predestinación por el conocimiento anticipado
de Dios de los que creerían, tal como lo predicaron los
padres de la iglesia de los primeros siglos. Pero como
dependió más de la razón que de la guianza del Espíritu,
mezcló sus antiguas creencias maniqueas con las doctrinas
Paulinas, dando como resultado las bases doctrinales de las
creencias de los reformados. Por ejemplo, su enseñanza
“una vez salvo, siempre salvo” provenía del gnosticismo. Y,
si tomamos las citas de Ireneo, Tertuliano y Orígenes en
serio, ese parece ser el caso como él mismo lo manifestó en
su obra la “El don de la perseverancia”, “Ese don de Dios,
entonces es concedido a ellos [los elegidos] para que no
puedan ser guiados a la tentación, [para que] ninguno de
los santos falle en mantener su perseverancia en la
santidad hasta el fin”.[291]

Juan Calvino también tomó esta creencia de Agustín, y la


escribió en su obra “Institución a la Religión”, y afirmó que
la causa por la cual, algunos perseveran hasta el fin, era
porque éstos recibieron el supuesto don “de la
perseverancia” dado sólo a los escogidos. Calvino escribió:

Y esta es la única razón por la cual algunos


perseveran hasta el fin, y los otros, después de
comenzar su curso, se apartan. La perseverancia es el
don de Dios, el cual no lo derrocha
desenfrenadamente en todos, sino que lo imparte a
quien le plazca. Si se pregunta ¿cómo estas
diferencias se manifiestan? ¿Por qué algunos
perseveran firmemente y otros demuestran
deficiencia en firmeza? No podremos dar ninguna otra
razón que el Señor por su palabra poderosa, fortalece
y sostiene al que persevera, para que no perezca,
mientras que Dios no proporciona la misma asistencia
a los que se apartan, sino que los deja ser
monumentos de inestabilidad.[292]

Con el fin de mantener dentro de su nuevo sistema


“cristiano”, el principio gnóstico de la “incorrupción de las
almas espirituales”, Agustín de Hipona continuó diciendo
que este don de la perseverancia es dado solo a los
predestinados para vida eterna, como la garantía
incondicional que nunca se van apartar, sino que serán
salvos siempre salvos:
Y así como Él obra para que vengamos a Él, así
también Él obra para que no nos apartemos... Este
[don de la perseverancia], por lo tanto, es la mano de
Dios, no la nuestra, para que no nos apartemos de
Dios. Por eso, digo, es Su mano quien dijo: pondré mi
temor en el corazón de ellos, para que no se aparten
de mí (Jer.32:40).[293]

Corazón nuevo
Debemos entender que Agustín de Hipona rechazó lo
bueno de los Padres de la Iglesia que le antecedieron, y
aceptó lo malo de algunos de ellos. En este caso, rechazó lo
bueno de las doctrinas de Orígenes y aceptó lo malo de él.
Por ejemplo, aceptó su nuevo método de interpretación
bíblica llamado el “alegorismo,” y rechazó el método literal
histórico y apostólico para interpretar la profecía. Es por
eso que Agustín era Amilenista, (según él, el milenio no es
literal), e interpretó alegóricamente las profecías literales
concernientes a Israel y las aplicó a la iglesia. Por esta
razón, citó esta promesa, “y pondré mi temor en el corazón
de ellos, para que no se aparten de mí”, aplicándola a la
iglesia, cuando ningún escritor del Nuevo Testamento lo
hizo. La única promesa dada a Israel por el profeta Jeremías
(Jer.31:33-34) que el escritor de Hebreos cita y aplica a la
iglesia está escrita acá (He.8:10,12; 10:16-7), pero en
ningún momento el escritor de Hebreos u otro escritor del
N.T. cita esta promesa “pondré mi temor en el corazón de
ellos, para que no se aparten de mí” (Jer.32:40). Esta
promesa es específica para el pueblo natural de Israel, para
su futura restauración, cuyo verdadero cumplimiento tendrá
cuando Cristo venga (Rom.11:25-26), cuando todo Israel
será salvado y nunca más se apartará del Señor, y él
cumpla a su pueblo todas las promesas hechas a Abraham,
Isaac e Israel (Jer.32:37-43). Predicar un texto sin el
contexto se presta para muchos pretextos. Todo lo contrario,
al pensamiento de Agustín, el nuevo testamento registra
que los “hermanos santos, participantes del llamamiento
celestial” (He.3:1), podían apartarse del Dios vivo como lo
dice el Espíritu Santo:

Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros


corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios
vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día,
entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de
vosotros se endurezca por el engaño del pecado
(He.3:12-13).

Después de sumergirse en los escritos de Agustín, Juan


Calvino comenzó a ver las escrituras con los lentes
filosóficos que el obispo de Hipona había encontrado en el
maniqueísmo, las mismas con las que reinterpretó las
doctrinas cristianas históricas para formular un sistema
nuevo en el siglo quinto. Fundamentado en esta visión
fatalista, Juan Calvino también desestimó las doctrinas
cristianas creídas en los primeros cuatro siglos por los
padres de la iglesia, y por esta razón asumió la misma
posición doctrinal que Agustín tuvo con respecto a los
supuestos elegidos o predestinados, doctrina tomada de los
gnósticos la cual afirmaba que estos nunca se apartarían o
perderían su salvación. Según Calvino los elegidos nunca se
apartarán:

Otra confirmación de que tiende a establecer nuestra


confianza es, que nuestra elección está relacionada
con nuestro llamado… Todos aquellos a quienes él
recibe por lo tanto les dice que están encomendados y
encargados a Cristo por el Padre, para que ellos
puedan ser mantenidos a la vida eterna... no puede
ponerse en duda, que desde que Cristo ora por todos
los elegidos, Él pide lo mismo para ellos como
intercedió por Pedro “para que su fe no falte”
(Luc.22:32), por lo tanto, concluimos que no hay
peligro de que ellos se aparten.[294]

La biblia si dice que los que reciben la palabra y creen


pueden apartarse del Señor, en la parábola del buen
sembrador dice que, “los de sobre la piedra son los que,
habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no
tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la
prueba se apartan” (Lc.8:13). Entonces, si hablamos con el
lenguaje reformado, de acuerdo a este verso, “los de sobre
la piedra” fueron regenerados porque “recibieron” la palabra
de Dios, y creyeron por algún tiempo, pero luego se
apartaron. Además, la Escritura afirma que se puede caer
de la gracia (Gal.5:4), se puede apartar del Dios vivo
(He.3:12), y advierte sobre la posibilidad de perder la vida
eterna (Jn.12:25), y presenta algunos ejemplos de
personajes bíblicos que perdieron su salvación.
Lamentablemente el calvinismo no tiene en cuenta estos
versos bíblicos, y si los menciona les da otra interpretación.

Después del inicio de la religión calvinista, en el Sínodo


de Dort (1619) Holanda, otros teólogos seguidores de las
enseñanzas de Juan Calvino, promulgaron en Gran Bretaña
(1646), “la Confesión de Fe de Westminster”, este
catecismo también promulgó la enseñanza agustina de la
perseverancia de los santos:

A quienes Dios ha aceptado en su Amado, y que han


sido llamados eficazmente y santificados por su
Espíritu, no pueden caer ni total ni definitivamente del
estado de gracia, sino que ciertamente han de
perseverar en él hasta el fin, y serán salvados
eternamente.[295]
Esta misma confesión de fe también declaró que la
perseverancia de los santos no dependía de la libre decisión
continua de creer, concedida por la gracia de Dios en el
sacrificio de Cristo, sino que dependía primeramente de la
supuesta elección incondicional y por consiguiente se
deduce así, que la condenación de los reprobados dependía
de la mala suerte de no haber sido un elegido:

Esta perseverancia de los santos depende no de su


propio libre albedrío, sino de la inmutabilidad del
decreto de elección, que fluye del amor gratuito e
inmutable de Dios el Padre; de la eficacia del mérito y
de la intercesión de Jesucristo.[296]

Al destacar este punto, el cual dice que la


perseverancia de los cristianos dependía primeramente de
la elección, por consecuencia, la condenación dependía
totalmente de la reprobación. En otras palabras, si tomamos
a la inversa la citación doctrinal del catecismo calvinista,
este podría decir que la causa de la perdición de los seres
humanos es “por el decreto de Dios de la reprobación que
fluía del odio gratuito e inmutable de Dios el Padre hacia
estos condenados”, y de la supuesta mala suerte de no ser
parte de los elegidos, ya que Cristo no murió por estos
reprobados, por lo tanto, no intercedió por ellos para darles
el supuesto don de la perseverancia reservado
exclusivamente para que los supuestos elegidos fuesen
salvos incondicionalmente.

De acuerdo al capítulo primero, apéndice XI de los


Cánones de Dort, estos supuestos elegidos jamás podrán
perder la salvación porque la perdición pertenece
exclusivamente a aquellos que no fueron supuestamente
elegidos, sino que fueron reprobados: “Y como Dios mismo
es sumamente sabio, inmutable, omnisciente y
todopoderoso, así la elección, hecha por Él, no puede ser
anulada, ni cambiada, ni revocada, ni destruida, ni los
elegidos pueden ser reprobados, ni disminuido su número”.
[297]
Después de la reforma, varias denominaciones
abrazaron esta doctrina agustina, las cuales conservan hoy
en dia en sus declaraciones de fe. Michael Horton, profesor
de Teología y Apologética en el seminario teológico
“Westminster” de California, dice que los luteranos están
divididos doctrinalmente en cuanto este quinto punto del
TULIP:

En cuanto a la perseverancia de los santos, creen ‘que


es posible que (1) los elegidos pueden perder su
salvación por un tiempo (por ejemplo, David, Pedro),
pero no eternamente; y (2) otros podrían
verdaderamente haber creído, [ser] regenerados y
justificados, pero luego pierden todos estos dones a
través de la apostasía. De acuerdo con algunos
luteranos, la salvación no puede perderse a través de
la incredulidad, mientras que según otros también
pueden perderse debido al pecado de muerte.[298]

Lo cierto es que el mismo Martin Lutero, después de ser


educado teológicamente en las doctrinas agustinas, escribió
en favor de la perseverancia de los santos. En una
oportunidad él afirmó que el elegido no perdería la salvación
así éste pecara miles de veces: “Ningún pecado puede
separarnos de Él, aun si fuésemos a asesinar o cometer
adulterio miles de veces al día”.[299]

e) ¿Ningún pecado nos separará del


amor de Cristo?
Los creyentes de la perseverancia de los santos y los de
la seguridad eterna fundamentan su doctrina con versos
bíblicos aislados de sus contextos, por ejemplo:
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación,
o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o
peligro, o espada? …Por lo cual estoy seguro de que
ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni
lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá
separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro (Rom.8:35,38-39).

Este texto es citado para afirmar que el que ha sido


regenerado tiene su salvación garantizada
incondicionalmente, y que no hay nada ni nadie, y como
afirmó Lutero, ni aun el pecado puede separarlo de su
salvación. Por supuesto, estos versos no son garantía de
una seguridad eterna de salvo siempre salvo, sino que es el
resultado final de cristianos espirituales expuestos en este
capítulo 8 de Romanos. Estos creyentes no son carnales
sino piadosos que cumplen las tres condiciones escritas aquí
por Pablo para no ser separados del amor de Dios.

Primera condición: “Si es que el Espíritu de Dios mora


en vosotros” (Rom.8:9). Recordemos que el Espíritu se
puede apartar de cristianos, quienes después de pecar no
se arrepienten como fue en el caso de Saúl (1Sam.16:14), y
el caso de Sedequías hijo de Quenaana quien engañado así
mismo y con enojo golpeo al profeta y le preguntó, “¿Por
dónde se fue de mí el Espíritu de Jehová para hablarte a ti?”
(1Reyes 22:24).

Segunda condición: “Si por el espíritu hacéis morir las


obras de la carne, viviréis” (Rom.8:13). Si el cristiano,
nacido del Espíritu, que comenzó su vida cristiana en el
Espíritu, pero dejó de vivir en el Espíritu y terminó andando
en la carne (Gal.3:3), entonces muere espiritualmente;
“porque si vivís conforme a la carne, moriréis” (Rom.8:13).
Tercera condición: “Si es que padecemos juntamente
con Él” (Rom.8:17). Muchos cristianos que empezaron en el
Espíritu, terminaron en la carne al rechazar el sufrimiento
permitido por el Señor como parte de su voluntad
(1Pe.3:17). Por esta razón, no serán transformados en el
estado de la glorificación para recibir la herencia eterna
(1Pe.1:4, Efe.1:14), el apóstol menciona esta promesa
condicional, “Y si hijos, también herederos; herederos de
Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos
juntamente con él, para que juntamente con él seamos
glorificados” (Rom.8:17). La condición es “si es que
padecemos con Él.

El resultado de vivir en el Espíritu es porque el Espíritu


permanece dentro de nosotros, y por el cual hacemos
“morir las obras de la carne” para poder padecer
“juntamente con Él”. Por estas tres razones condicionales es
que ninguno de los sufrimientos descritos en (Rom.8:35,38-
39), nos podrá separar del amor de Dios. Cabe resaltar que
Pablo habló de sufrimientos, no de pecado. Si usted estudia
esta lista de sufrimientos descritas en (Rom.8:35,38-39) no
encuentra que se haya incluido el pecado. El pecado si nos
puede separar de la salvación: “Pero vuestras iniquidades
han hecho separación entre vosotros y vuestro Dios, y
vuestros pecados le han hecho esconder su rostro de
vosotros para no escucharos” (Isa.59:2 BLA). El Dr. Michael
Brown certifica esta verdad bíblica: “No hay una sola
promesa en ningún lugar en la Biblia de que Dios nos
bendecirá con la vida eterna si en última instancia, le
rechazamos y escogemos el pecado”.[300] Por lo contrario,
Dios advierte que el pecado separa a Dios del hombre, sea
incrédulo o uno que una vez fue redimido pero se apartó:

Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra


mí… Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé
de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis
la oración, yo no oiré… Lavaos y limpiaos; quitad la
iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos;
dejad de hacer lo malo… Si quisiereis y oyereis,
comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis
rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca
de Jehová lo ha dicho” (Isa.1:2,15-16, 19-20).

f) Los Tres Estados de la Salvación


La salvación tiene tres estados: en el pasado; cuando
creímos “Él nos salvó” (Tito 3:5). En el presente: O actual
proceso de salvación “los que se salvan” (1Cor.1:18), otras
versiones dicen; “los que estamos siendo salvados” (PDT),
“nosotros, que vamos en camino a la salvación” (NTV), y
“estáis siendo salvos, si no creísteis en vano” (1Cor.15:2
JBS). Por ultimo tenemos el estado de la salvación que
ocurrirá en el futuro: cuando Cristo regrese glorificará la
iglesia con la salvación completa; “porque en esperanza
fuimos salvos” (Rom.8:24), pues Dios:

Según su grande misericordia nos hizo renacer para


una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo
de los muertos, para una herencia…reservada en los
cielos para vosotros, que sois guardados por el poder
de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que
está preparada para ser manifestada en el tiempo
postrero (1Pe.1:3-5).

Pregunto, ¿Qué vamos alcanzar? Respondo, “la


salvación que está preparada para ser manifestada”.
¿Cuándo será manifestada? “en el tiempo postrero” ¡ah!
Entonces la redención total será manifestada en el futuro.
Reitero, estos tres estados son: la justificación, la
santificación y la glorificación. En el pasado fuimos
justificados (Rom.5:1), ahora estamos siendo santificados
(2Cor.7:1) y en el futuro seremos glorificados (Rom.8:17). En
los estados de justificación y santificación la salvación es
condicional, mientras que en el estado de glorificación la
salvación será eterna y sin condiciones, porque seremos
semejantes al Hijo de Dios (1Jn.3:1-2), por tanto, no
pecaremos, ni moriremos (Lc.20:35-36), la muerte eterna no
tendrá poder sobre nosotros (Ap.20:6). Ahora, si no
cumplimos con las condiciones no seremos glorificados,
Dios es claro en su palabra al decirnos, “si es que
padecemos juntamente con él, para que juntamente con él
seamos glorificados” (Rom.8:17). La glorificación es el fin o
la meta de nuestra salvación lograda cuando Cristo venga.
Mientras tanto nuestra fe esta puesta a prueba:

Mucho más preciosa que el oro, el cual, aunque


perecedero se prueba con fuego, sea hallada en
alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado
Jesucristo… obteniendo el fin de vuestra fe, que es la
salvación de vuestras almas” (1Pe.1:7,9).

Cuando Cristo sea manifestado, o venga por su pueblo,


es que seremos transformados en plenitud (1Cor.15:51-53),
a la imagen del Hijo de Dios (Rom.8:29). En este estado es
que realmente seremos salvos siempre salvos, pero por
ahora decimos como Pablo:

Todo aquel que lucha, en todo ejercita el dominio


propio; ellos, en verdad, para recibir una corona
corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que,
yo de esta manera corro, no como a la ventura; de
esta manera golpeó, no como quien golpea al aire,
sino que trato severamente a mi cuerpo, y lo pongo
en servidumbre, no sea que, habiendo proclamado a
otros, yo mismo venga a ser reprobado (1Cor.9:25-27
RV1977).

Si hablo de una salvación futura, no niego la del pasado


ni la del presente, la Biblia revela dos verdades: “somos
salvos” (Hch.4:12, Rom.11:14) y “seremos salvos”, es decir
una salvación futura (1Tes.1:10; 5:9). Las escrituras
repetidamente hablan en tiempo futuro “será salvo”, porque
cuando creímos “en esperanza fuimos salvos” (Rom.8:24).

Pablo les dijo a los creyentes de la iglesia de Éfeso que


ellos estaban siendo salvados: “Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe” (Efe.2:8). En español la palabra
“salvos” parece un adjetivo que califica al pronombre
personal “ustedes”, pero en el original griego no es ningún
adjetivo sino un verbo [σώζω/sozo] “salvar”. Este verbo
“sozo” “salvar” está escrito en tiempo perfecto, “han
estado” [σεσ ῳ σμένοι/sesosmenoi], pero con voz media o
pasiva, lo cual indica que la acción de “salvar” sigue
operando y afectando al pronombre personal, en este caso
se traduce literalmente, “ustedes están siendo salvados”.
Los cristianos estamos siendo salvados, y si alguien muere
en Cristo partirá su alma con el Señor (Fil.1:21-23), pero
todavía no tendrá la redención completa, sino que muere
con la esperanza de la resurrección de los muertos
(Ap.20:6).

La salvación total la obtendremos cuando Cristo venga y


glorifique la iglesia, “ahora está más cerca de nosotros
nuestra salvación que cuando creímos” (Rom.13:11).
Cuando creímos fuimos justificados y empezamos el proceso
de liberación o salvación, pero en la medida que pasa el
tiempo la venida de Cristo “está más cerca” y con ella
“nuestra salvación” o glorificación. Cuando creímos o
pusimos nuestra fe en la verdad fuimos elegidos para esta
glorificación, o salvación futura (2Tes.2:13), por esta razón
Pablo escribió, “todo lo soporto por amor de los escogidos,
para que ellos también obtengan la salvación que es en
Cristo Jesús con gloria eterna” (2Tim.2:10). Salvación “con
gloria eterna” sugiere una salvación futura en la eternidad,
la plenitud de la salvación que tomará lugar en el estado de
la glorificación. Pablo no está diciendo acá que él soportaba
todos los sufrimientos por amor de los supuestos elegidos
que estaban perdidos esparcidos por el mundo a fin de que
ellos recibieran algún día la salvación, como lo interpretan
los calvinistas. El verso aparentemente dice eso, pero el
contexto dice que Pablo está hablando de la glorificación y
no de la salvación inicial, “Si somos muertos con él, también
viviremos con él; Si sufrimos, también reinaremos con Él”
(2Tim.2:11). En la glorificación “los muertos en Cristo
resucitarán primero” (1Tes.4:16) y “viviremos con Él” y
“reinaremos con Él” (Ap.20:6).

Los cristianos hemos sido llamados a esta glorificación,


“más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria
eterna en Jesucristo…” (1Pe.5:10) o como Pablo escribió, “la
salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna”
(2Tim.2:10). Esta glorificación ocurrirá cuando crucemos la
meta del supremo llamamiento (Fil.3:14,20-21), cuando
entraremos en “el siglo o era venidera” prometida por el
Señor, donde recompensará a su pueblo primeramente con
esta glorificación, o salvación con gloria eterna, reservada
para los que lo han dejado todo por el Señor:

de cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado


casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o
mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del
evangelio, que no reciba cien veces más ahora en
este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres,
hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo
venidero la vida eterna (Mr.10:29-30).
g) Salvo siempre salvo y la
perseverancia de los santos
Las enseñanzas del obispo Católico Romano Agustín de
Hipona y las de su discípulo Juan Calvino sobre la salvación
incondicional fundamentaron las dos importantes
enseñanzas predicadas en muchas iglesias reformadas y
pentecostales; “Salvo Siempre Salvo” y “La Perseverancia
de los Santos”. El Dr. Michael Brown en su libro “híper-
gracia”, explica estas dos doctrinas:

La enseñanza comúnmente conocida como ‘una vez


salvo, siempre salvo’ (SSS) establece que una vez
usted es verdaderamente salvo, sin importar cómo
usted vive o lo que haces, y aun negando a Jesús y
dándole la espalda a Él, usted no puede perder su
salvación. Aunque su pecado podría acortar su vida o
disminuir sus recompensas futuras, usted seguirá
siendo eternamente salvo. Ellos usan versos tales
como (Rom.8:28-39; Jn.10:26-29) ... La enseñanza
llamada ‘la perseverancia de los santos’ establece que
un verdadero creyente al final no le dará la espalda al
Señor, y, por lo tanto, si usted reclama ser nacido de
nuevo y muere en pecado, negando al Señor, nunca
fuiste verdaderamente salvo. Estos enfatizan esos
mismos versos, pero también (1Jn.2:19) el cual
establece que los que se fueron de la iglesia nunca
fueron realmente parte de ella.[301]

Juan Calvino contribuyó con algunos ingredientes


importantes para la creencia de salvo siempre salvo, cuando
afirmó que los pecados en los creyentes no producen
muerte espiritual porque según él, “un solo perdón” borró
todos nuestros pecados, pasados, presentes y futuros en el
momento en que fuimos salvos. Colin Dye pastor de la
Iglesia “Kensington Temple” de Notting Hill en Londres,
Inglaterra, promueve esta herejía. Ahora, comparare el
ingrediente inicial de Calvino con el resultado final del
pastor Colin, Juan Calvino escribió sobre “Salvo Siempre
Salvo”:

Los pecados de los creyentes son veniales [no


causando la muerte del alma], no porque no son
dignos de muerte, sino porque, a través de la
misericordia de Dios, ‘no hay ninguna condenación
para los que están en Cristo Jesús,’ a causa de que
estos pecados no son imputados a ellos, sino borrados
por un perdón.[302]

Por su parte, el pastor Colin Dye escribe sobre la


doctrina de “Salvo Siempre Salvo”:

Cuando Dios retiene su perdón parental, no nos pone


de nuevo bajo condenación. Nuestros pecados nunca
pueden ser contados en nuestra contra otra vez
porque Dios totalmente los ha perdonado y olvidado.
El canceló nuestra deuda y nos ha acreditado con la
justicia de Cristo. Nosotros recibimos este perdón
judicial una sola vez y por todos [los pecados] por la fe
en la sangre de Jesús. Dios, el juez justo, juzgó todos
nuestros pecados en la cruz y quitó la condenación de
nuestras vidas para siempre.[303]

Juan Calvino citó el texto bíblico donde habla solo de la


promesa, “no hay ninguna condenación para los que están
en Cristo Jesús”, omitiendo la responsabilidad humana que
tienen los que están en Cristo, “los que no andan conforme
a la carne, sino conforme al Espíritu” (Rom.8:1). Mientras
estemos en Cristo no hay condenación porque andamos en
el Espíritu, pero si no permanecemos en Él (Jn.15:6)
caeremos del Espíritu para andar o vivir en la carne
(Gal.3:3), y en este estado no podemos agradar a Dios
(Rom.8:8) y moriremos espiritualmente (Rom.8: 13ª) por
causa del pecado.

Por otro lado, Cristo en la cruz llevó nuestros pecados y


pago el precio de nuestro perdón por los del pasado,
presente y futuros. La aplicación de este perdón obtenido en
la cruz depende de nuestra confesión, en el pasado nos
perdonó porque confesamos nuestros pecados y nos
apartamos, en el presente y futuro los perdona si
confesamos nuestros pecados, “Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad” (1Jn.1:9). Por lo contrario, si no
los confesamos y no nos apartamos, no alcanzaremos
misericordia (Pr.28:13). la sangre de Cristo no nos los va a
limpiar (1Jn.1:7). El perdón inicial de los pecados pasados, y
del presente y del futuro fueron castigados en la cruz, pero
el beneficio del perdón de estos pecados es aplicado
condicionalmente a nuestra confesión o arrepentimiento.
Para recibir el perdón inicial tuvimos que confesarlos en
arrepentimiento, “Así que, arrepentíos y convertíos, para
que sean borrados vuestros pecados” (Hch.3:19). El perdón
de los pecados del presente es condicional a nuestra
confesión o arrepentimiento, “si no os arrepentís, todos
pereceréis igualmente” (Lc.13:3). El perdón de los pecados
futuros está condicionado también al arrepentimiento, si no
perdonamos tampoco Dios nos perdonará (Mar.11:26).

Cualquier pecado en el cristiano le producirá muerte


espiritual (Ap.3:1), Pablo dice:

¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la


ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera… ¿No
sabéis que, si os sometéis a alguien como esclavos
para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien
obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la
obediencia para justicia? …Porque la paga del pecado
es muerte” (Rom.6:15-16, 23).

Yo le pregunto a cualquier seguidor de las doctrinas de


la perseverancia de los santos y la seguridad eterna, de
acuerdo a estos versos; “Ciertamente no hay hombre justo
en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Ecl.7:20), y
“cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia
es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después
que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo
consumado, da a luz la muerte” (Stg.1:14-15). De acuerdo
al primer verso, los justos pecan, el segundo afirma que el
pecado produce muerte, la pregunta es ¿Que produce el
pecado en la vida espiritual del justo? ¿Vida o muerte?

h) Salvación condicional en la iglesia


primitiva
Aunque la iglesia primitiva sostenía la doctrina de la
salvación condicional, afirmando así que el cristiano podría
perderse si descuidaba su salvación, también los escritores
cristianos de los primeros siglos pregonaban la posibilidad
de restauración de aquellos que se apartaban. Juan
Crisóstomo sostuvo que después de caer de la gracia y
llegar a una perversión extrema, es posible que Cristo se
forme de nuevo en nosotros, si nos arrepentimos:

Ellos cometieron suficiente pecado como para alejarse


de Cristo, de lo cual el declara diciendo: … ‘los que
por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído’.
Gal.5: 4; sin embargo, incluso después de un lapso tan
grande Pablo les da la bienvenida diciendo ‘Hijitos
míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto,
hasta que Cristo sea formado en vosotros’ Gal.4: 19,
mostrándoles que después de la perversión extrema
es posible que Cristo sea formado de nuevo en
nosotros, porque Él no quiere la muerte del que
muere, sino que se convierta y viva.[304]

Crisóstomo también advirtió que esta nueva


oportunidad de arrepentimiento está vigente mientras
estemos vivos, porque después de muertos ya no hay
oportunidad de arrepentimiento ni de salvación:

Porque mientras estemos en este mundo, aun si


hayamos cometido pecados innumerables, es posible
lavarlos todos al manifestar arrepentimiento por
nuestras transgresiones: pero una vez que hayamos
partido al otro mundo, incluso si mostramos el más
sincero arrepentimiento será en vano, ni siquiera si
hacemos crujir los dientes, golpear nuestros pechos,
y pronunciemos innumerables llamadas de socorro,
nadie ni siquiera con la punta de su dedo nos aplicará
una gota de agua a nuestros cuerpos ardientes, sino
que sólo oiremos esas palabras ... una gran sima está
puesta entre nosotros y vosotros Lucas 16:26 ...
Porque únicamente cuando estamos en el Hades es
que debemos abandonar la esperanza derivada del
arrepentimiento.[305]

Este capítulo es un estudio bíblico e histórico de la


evidencia de la salvación en los individuos. Tiene como
objetivo evidenciar histórica y bíblicamente la doctrina
apostólica de la salvación condicional, y exponer el origen y
desarrollo de la doctrina de la salvación incondicional,
conocida dentro del calvinismo como la perseverancia de
los santos y su derivado de salvo siempre salvo o seguridad
eterna.

Advertencias sobre la pérdida de la salvación: los


Padres de la Iglesia primitiva explicaron varias razones del
porqué la salvación es condicional, de estas tomaré cuatro
importantes, y explicaré porque ellos advertían sobre los
peligros del apartarse de Cristo y finalmente perder la
salvación.
• Por la probabilidad de ser desechado eternamente por
Dios, por haber negado su fe ante la amenaza de; martirio,
persecución, tortura, pérdida de bienes y encarcelamiento.
• Porque si se enseñaba la salvación condicional, se
evitaba el orgullo el cual conduciría al pecado y la
apostasía. Si los cristianos se mantendrían en un estado de
temor y temblor, ellos estarían menos inclinados a
apartarse de la fe.
• Por la creencia de que después del bautismo los
pecados cometidos sin arrepentimiento no eran perdonados.
• Por la numerosa evidencia Bíblica de aquellos que
empezaron bien y terminaron mal al apartarse del Señor.

i) Si le negáremos, él también nos


negará
Un ejemplo bíblico sobre la primera advertencia de
perder la salvación era por la posibilidad de negar al Señor
ante la amenaza de martirio, “Si le negáremos, él también
nos negará” (2Tim.2:12). Este fue el caso del colaborador de
Pablo llamado Demás quien fue un predicador, misionero,
compañero y colaborador del apóstol. En el año (60 d.C.),
Pablo le testifica a Filemón la posición de liderazgo que
tenía este hermano en la fe, estaba al mismo nivel de
“Marcos, Aristarco, y Lucas”, pues “Demas” con ellos, dice
Pablo que eran sus “colaboradores” (Fil.1:24). Cinco o seis
años más tarde en el segundo encarcelamiento de Pablo,
Demas abandonó al Señor y su apóstol por el temor de ser
Mártir en Roma ante la persecución del Emperador Nerón,
Pablo escribió; “porque Demas me ha desamparado,
amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica” (2Tim.4:10).
Al respecto Crisóstomo comentó: “Es decir, habiendo amado
su propia vida, seguridad y facilidad del peligro [de ser
mártir], el prefirió escoger vivir lujosamente en casa que
sufrir penalidades conmigo y compartir mi peligro
presente”.[306]

En los primeros siglos se enseñaba en las iglesias que


cualquiera que abandonara la fe con el fin de evitar la
persecución, estaría abandonando su salvación, estaría
perdiendo los privilegios eternales. Debido a muchas
deserciones, Juan advirtió a los cristianos que no amaran el
mundo, de lo contrario el amor del Padre no estaría en ellos,
es decir, se perderían. “No améis al mundo, ni las cosas que
están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del
Padre no está en él” (1Jn.2:15). Demás desamparó, no sólo
al Apóstol Pablo sino al mismo Cristo el dador de la
verdadera vida, por amar más su vida física que la
espiritual, ignorando la advertencia del Maestro: “El que
ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este
mundo, para vida eterna la guardará” (Jn.12:25). Con esta
advertencia Cristo dejó bien claro que existe la posibilidad
de perder la vida eterna por amar esta vida física o
temporal. El mensaje era claro como quedó registrado en la
obra “La constitución de los Santos Apóstoles,” escrita entre
(375 al 380 d.C.):

Si somos llamados al martirio con constancia a


confesar su precioso nombre, y por esta causa seamos
castigados, regocijémonos como apresurándonos a la
inmortalidad… Al dar una buena confesión, no
solamente nos estamos salvando, sino que también
estamos confirmando a aquellos quienes son
nuevamente iluminados, y estamos fortaleciendo la fe
de los catecúmenos. Pero si omitimos alguna parte de
nuestra confesión y negamos la piedad por la
debilidad de nuestra convicción y por el temor a un
castigo muy corto, no sólo nos privamos de la gloria
eterna, sino que también nos volveremos en la causa
de la perdición de otros, y sufriremos doble castigo…
Porque si una persona al negar su propia esperanza el
cual es Jesús, el Hijo de Dios por ser liberado de una
muerte temporal, entonces al siguiente día deberá
caer enfermo peligrosamente en su cama… y
[después] tenga una catástrofe y parta de esta vida;
¿No estará privado de las cosas del presente y pierde
aquellas eternales? O más bien él está dentro de la
yarda del castigo eterno, y se va a las tinieblas
exteriores, donde está el llanto y el crujir de dientes
(Mat.8:12).[307]

Los primeros cristianos sufrieron persecuciones por


parte de los judíos y del imperio Romano, Nerón y
Domiciano entre otros. Estas autoridades romanas acusaban
frívolamente a los cristianos de muchos delitos atroces.
Tertuliano en el año (200 d.C.) en su obra “La Apología”
mencionó algunas de estas falsas acusaciones:

Que en la congregación nocturna sacrificamos y nos


comemos un niño. Que en la sangre del niño
degollado mojamos el pan y empapado en la sangre
comemos un pedazo cada uno. Que unos perros que
están atados a los candeleros los derriban forcejeando
para alcanzar el pan que les arrojamos bañado en
sangre del niño. Que en las tinieblas que ocasiona el
forcejeo de los perros, alcahuetes de la torpeza, nos
mezclamos impíamente con las hermanas o las
madres. De estos delitos nos pregona reos la voz
clamorosa popular, y aunque a tiempo que la fama los
imputa, hasta hoy no ha tratado el Senado de
averiguarlos.[308]
Por estos falsos motivos y más, los anticristianos
odiaban, perseguían y mataban a los creyentes.
Lamentablemente, muchos de estos creyentes preferían
negar la fe para evitar la tortura, el desalojo, destierro e
inclusive el martirio. Ireneo, el discípulo de Policarpo
(discípulo de Juan) afirmó que algunos cristianos preferían
perder la vida espiritual que la física, Ireneo uso el termino,
“volar lejos de Cristo”, equivalente a descarriarse, estos
creyentes preferían apartarse de la fe para no sufrir el
martirio:

Sin embargo, Si Él [creyente] mismo no [quería]


padecer, sino volar lejos de Jesús, ¿por qué Él exhorta
a Sus discípulos?... ‘Porque cualquiera que quisiere
salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda, la
hallará’ Juan 12:25, y [también dijo] que sus discípulos
debían sufrir por su causa ... Por este propósito les dio
esta exhortación: ‘No temáis a los que matan el
cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más
bien a quien es capaz de enviar el alma y el cuerpo en
el infierno’ Mateo 10: 28. [Así los exhortó] a retener
sus profesiones de fe las cuales ellos hicieron en
referencia a Él. Porque él prometió confesar delante
del Padre a quienes confesaran su nombre delante de
los hombres; pero declaró que El negaría a quienes lo
negaran a Él, y se avergonzaría de aquellos que se
avergüencen confesarlo.[309]

Los predicadores y escritores de la iglesia primitiva


reforzaban la fe de estos cristianos para que no negaran al
Señor ante el martirio. Ellos citaban las promesas eternas
condicionales, con el objetivo que no negaran la fe ante la
amenaza de muerte, “Si somos muertos con él, también
viviremos con él… Si sufrimos, también reinaremos con él;”
(2Tim.2:11). Sufrir y morir por causa de Cristo era
equivalente a acompañar al Señor en su sufrimiento y
muerte en el calvario, para luego resucitar y reinar con Él,
“Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos
con Él” (Rom.6:8.). Los primeros cristianos sabían que, si
negaban al Señor y no sufrían por Él, al morir no vivirían con
Él en la eternidad, ni tampoco reinarían. Estas advertencias
fueron escritas por Pablo un poco antes de su martirio (67
d.C.) las escribió basándose en las mismas palabras del
Señor:

A cualquiera, pues, que me confiese delante de los


hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre
que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue
delante de los hombres, yo también le negaré delante
de mi Padre que está en los cielos (Mat.10:32-33).

La refutación de los reformados, ante estas


advertencias, es citar la siguiente parte del párrafo, “Si
fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a
sí mismo” (Tim.2:13). Es un hecho de que, si fuéremos
infieles, el permanecerá fiel a sí mismo y a su palabra, pero
nunca el Señor permanecerá fiel con aquel que se obstino
en su infidelidad, a estos los pondrá en la perdición:

Más si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor


tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y
a las criadas, y a comer y beber y embriagarse,
vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no
espera, y a la hora que no sabe, y le castigará
duramente, y le pondrá con los infieles. Aquel siervo
que, conociendo la voluntad de su señor, no se
preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá
muchos azotes (Lc.12:45-47).

Los Padres de la Iglesia enseñaron que el siervo infiel,


es decir; el obispo, anciano o pastor que negaba al Señor,
seria castigado más que los demás cristianos porque él
conoció la voluntad de Dios, la causa era porque, aunque
hizo la voluntad de Dios por algún tiempo, pero luego dejó
de hacerla. Al respecto Juan Crisóstomo escribió:

La virtud del hombre hace que su falta también sea


mayor. Porque todas las cosas no son juzgados por
igual en todos los hombres… ‘El que sabía la voluntad
de su Señor, y no lo hace, será azotado mucho’ Lucas
12:47. Así que a más conocimiento es la base para
más castigo. Por esta misma razón, el obispo, si
comete el mismo pecado que el de los feligreses, no
tendrá el mismo castigo para sufrir sino cosas mucho
más graves.[310]

Muchos cristianos negaban al Señor, no sólo por causa


de la persecución, también por causa de la práctica
continua del pecado. Hermas el Pastor (Rom.16:14) aseguró
que los cristianos que empezaron bien o conocían a Dios,
pero permitieron el pecado y no se arrepintieron, serian
castigados más que los incrédulos:

¿Cómo, señor?, ‘le dije, ¿Se volvieron peor después de


haber conocido a Dios? Él respondió, ‘El que no
conoce a Dios, y practica el mal, recibe un cierto
castigo por su maldad; pero el que ha conocido a Dios,
ya no debe hacer el mal, sino el bien. En
consecuencia, si hace el mal cuando debería de hacer
el bien, ¿No le parece que hace un mal mayor que el
que no conoce a Dios? ...Pero los que han conocido a
Dios, y han visto sus milagros, y aún siguen en el mal,
serán castigados doblemente, y morirá para siempre.
Lucas 12: 47-48. De esta manera, entonces, se
purificará la Iglesia de Dios.[311]

Otra forma de negar al Señor era volviendo a sus


antiguas creencias religiosas, fuese por causa de la
persecución o el engaño. Justino Mártir (100-165 d.C.)
afirmó que si algún cristiano regresaba a la ley, negaría
Cristo y perdería su salvación:

Y además creo, que tal [persona] que ha confesado y


conocido este hombre quien es Cristo, pero que se ha
vuelto atrás por alguna causa a la dispensación legal
[ley], y ha negado que este hombre es Cristo, y no se
ha arrepentido antes de la muerte, de ninguna
manera será salvo.[312]

Pedro negó al Señor tres veces y estuvo expuesto a


perderse, pero él lloro amargamente su pecado (Mat.26:75),
y se arrepintió cuando Cristo lo buscó (Jn.21:15-17). La
diferencia con Judas es que él tuvo una última oportunidad
en la última cena, pero este la rechazó (Jn.13) y cometió el
pecado de muerte y para el ya no había más oportunidad de
salvación.

j) Ocupaos en vuestra salvación con


temor y temblor
La segunda razón por la que la iglesia primitiva enseñó
la salvación condicional era para evitar el orgullo espiritual
el cual conduciría al pecado y la apostasía. Si los cristianos
se mantenían en un estado de temor y temblor, ellos
estarían menos inclinados a apartarse de la fe y perder su
salvación. Pablo les escribió a los cristianos en Filipo: “Por
tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no
como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en
mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y
temblor” (Fil.2:12). Juan Crisóstomo enseñó que aun el
mismo Pablo como siervo de Dios temía fallarle, y por este
motivo el apóstol escribió que él no podía descuidar esta
salvación, no sea que al final después de haber predicado la
salvación a otros, él mismo no fuera aprobado por Dios:

Dime, ¿Qué tienes? no porque tiene cuidado de mí,


sino para se ocupen ‘en vuestra salvación con temor y
temblor’ porque es imposible para alguien que vive
falto de temor anunciarle algún mandato alto… y él
dijo que no sólo con ‘temor’ sino ‘con temblor’ el cual
es un grado excesivo de temor. Pablo tuvo tal temor, y
por lo tanto él dijo; temo, ‘no sea que, habiendo
predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado
(1Cor.9:27).[313]

Pablo no sólo tuvo temor en el cuidado de su propia


salvación sino también la de otros:

Porque os celo con celo de Dios; pues os he


desposado con un solo esposo, para presentaros como
una virgen pura a Cristo. Pero temo que como la
serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros
sentidos sean de alguna manera extraviados de la
sincera fidelidad a Cristo (2Cor.11:2-3).

Si la salvación fuera incondicional como lo propone el


calvinismo, Pablo no hubiese temido que el diablo extraviara
algunos de la fidelidad a Cristo, ya que este sistema afirma
que solo los elegidos perseverarán hasta el fin, solo ellos
serán fieles, y en ninguna manera Satanás podrá hacerlos
extraviar eternamente, no obstante, el temor que
manifiesta Pablo evidencia que la permanencia de la
salvación en los creyentes de Corinto estaba en peligro ante
la astucia y el engaño de Satanás.

La salvación condicional era la doctrina apostólica y post-


apostólica, los escritores de aquel entonces advirtieron en
las iglesias sobre este temor producido por el peligro que
representa el engaño de Satanás. Para ellos era mejor vivir
alertado por este temor de la posibilidad de la perdida de la
salvación que estar confiado de no perderla, así lo escribió
Tertuliano:

No debemos presumir. Porque el que presume, siente


menos temor. El que se siente menos temor, toma
menos precauciones. El que toma menos precaución,
corre más riesgo. El temor es la base [para
mantenerse en] la salvación. Presunción es el
impedimento al temor... Más útil, entonces, es
entender que podemos posiblemente fallar, que
presumir que no podemos. Porque el temor nos llevará
al temblor, el temblor a la precaución, y la precaución
a la salvación. Por otra parte, si presumimos [de la
salvación incondicional], no habrá ni temor ni
precaución que nos salve.[314]

La Biblia siempre aboga por el temor a Dios como una


manera para mantenerse apartado del pecado, “con el
temor de Jehová los hombres se apartan del mal” (Pr.16:6),
por lo contrario, el orgullo es condenado por Dios, “El temor
de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia,
el mal camino, Y la boca perversa, aborrezco” (Pr.8:13). La
salvación condicional está basada en el temor a Dios,
mientras que la incondicional está fundamentada en una
confianza engañosa proveniente de una promesa falsa de
vida eterna ofrecida por la serpiente antigua que desde el
principio le ha dicho al hombre, “No moriréis” (Gen.3:4).

¿Puede Satanás arrebatar las ovejas


del Señor?
Bernabé, compañero de Pablo (Hechos 13: 2) llamado
también apóstol (Hechos 14:14), enseñó a cuidar de esta
salvación de lo contrario Satanás podría engañar al cristiano
y después lo arrojaría lejos de la vida eterna, Bernabé
escribió:

Dado que los días son malos, y Satanás posee el


poder de este mundo, por lo tanto debemos prestar
atención a nosotros mismos, y diligentemente
examinar las ordenanzas del Señor ... porque Él
[Padre] nos habla, deseoso de que nosotros, no nos
descarriemos como ellos [los Judíos] ... Debemos,
entonces, hermanos, andar con toda diligencia en lo
que respecta a nuestra salvación, no sea que el
maligno, logrando infiltrarse por el engaño, nos arroje,
como la piedra de una honda, lejos de nuestra vida.
[315]

Si Bernabé estuviera viviendo en esta época, de seguro


no sería reformado, pues ningún de ellos puede afirmar que
“el maligno, logrando infiltrarse por el engaño, nos arroje,
como la piedra de una honda, lejos de nuestra vida”. El
calvinismo niega la posibilidad de que una oveja del Señor
puede ser arrojada lejos de Cristo, niega que pueda ser
arrebatada por el enemigo, por esta razón este sistema
teológico usa textos descontextualizados para afirmar que
“el elegido u oveja” que el Padre le dio al Señor Jesús, jamás
podrá perder su salvación, jamás podrá ser arrebatado de
sus manos. Para evidenciar su doctrina de la “salvación
incondicional” ellos citan:

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,


y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni
nadie las arrebatará [ ἁ ρπάσει/arpasei] de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie
las puede arrebatar de la mano de mi Padre”
(Jn.10:27-29).
Cualquiera podría decir que el Padre sólo le dio un
grupo de elegidos al Hijo, pero el contexto general del
mismo libro de Juan y los evangelios, aclara que el Padre le
entregó al Hijo todas las cosas (Jn.3:35; 13:3; Mat. 11:27)
incluyendo todas las almas (Ez.18:4). El Padre le dio al Hijo
todas las almas para que las salvara (Lc.9:56). Las almas de
los judíos que a través de la ley (Rom.3:20) aprendieron del
Padre que eran pecadores, y aprendieron que Jesucristo es
nuestra justicia (Rom.3:21, Gal.3:24), ellos vendrían a Cristo
(Jn.6:45). También los gentiles, que creerían en el evangelio
serian atraídos a Cristo (Jn.12:32). Es decir; cada alma de
los gentiles que cree al evangelio, cada alma de los judíos
que “oyó al Padre, y aprendió de él” viene a Cristo, esta es
el alma que el Padre le da al Hijo para redimir, “Todo lo que
el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo
fuera” (Jn.6:37). Estos judíos y gentiles que creyeron en la
palabra que eran pecadores y que Cristo es nuestra única
salvación, vendrían a Cristo, y por su puesto Él no los echa
fuera, por lo contrario, les da la salvación, “y yo les doy vida
eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi
mano” (Jn.10:28).

Al analizar la frase “y no perecerán jamás, ni nadie las


arrebatará de mi mano”, encontramos que el verbo
“perecer” del griego “apollumi” y el verbo “arrebatar” del
griego “arpazo”, están conjugados en tiempo aoristo, futuro.
Es importante aclarar que la salvación tiene tres estados, en
el pasado cuando creímos fuimos “justificados”, en el
presente estamos siendo “santificados”, y en el futuro
seremos “glorificados”. Estos dos verbos “perecer” y
“arrebatar” muestran acciones futuras que ocurrirán en el
estado eterno de la “glorificación”. En el presente las ovejas
que oyen la palabra del buen pastor, son conocidas o
aprobadas por él, y ellas le siguen, y el Señor les da vida
eterna, pero en el futuro o eternidad serán glorificadas y por
ello, “no perecerán” ni “nadie las arrebatará de mi mano”.
Por lo contrario, en el verso 12 el verbo “arrebatar” está en
presente, “Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien
no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y
huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa” (Jn.10:12),
indicando así, que en el estado de la “santificación” o
tiempo presente, las ovejas pueden ser arrebatadas por el
lobo, este animal no es otro que Satanás quien también
actúa como león y “anda alrededor buscando a quien
devorar” (1Pe.5:8).

Mientras las ovejas no hayan alcanzado el estado de


glorificación que es la primera resurrección, la condenación
eterna puede tener potestad sobre ellas, si el lobo las
arrebata, por lo contrario, si las ovejas tienen parte de la
glorificación, estas no serán arrebatadas de la mano del
Señor y no perecerán jamás, “Bienaventurado y santo el
que tiene parte en la primera resurrección; la segunda
muerte no tiene potestad sobre éstos…” (Ap.20:6). El Señor
Jesús dijo que en el estado de glorificación las ovejas, o hijos
de Dios, serán inmortales, vivirán eternamente, y nunca van
a perecer, “los que fueren tenidos por dignos de alcanzar
aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se
casan, ni se dan en casamiento. Porque no pueden ya más
morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al
ser hijos de la resurrección” (Lc.20:35-36). En el estado de
la glorificación los salvos si serán salvos siempre salvos,
pero en el estado presente las ovejas si pueden ser
arrebatadas por el lobo o satanás, como lo afirmó el mismo
Señor Jesucristo y los apóstoles en sus escritos del N.T. y los
padres apostólicos.

La seguridad de la salvación no está basada en una


promesa incondicional de salvo siempre salvo, sino en una
promesa condicional, y esta, está sujeta a la responsabilidad
del hombre de “oír Su palabra” y “seguirle a Él”, “Mis ovejas
oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (jn.10:26). Si
las ovejas hacen su parte de “oír” y “seguir” al buen pastor,
Él automáticamente les da “vida eterna; y no perecerán
jamás”, y por supuesto “nadie las arrebatará” de su mano
(Jn.10:28), ni de la mano del Padre, “y nadie las puede
arrebatar de la mano de mi Padre” (Jn.10:29). El verbo
“arrebatar” en el verso 29 está escrito en tiempo presente,
evidenciado así la seguridad de la salvación en el estado
presente. En el estado de la santificación, tiempo presente,
la salvación está sujeta a la responsabilidad humana de oír
y seguir al buen pastor. En otras palabras, la seguridad de la
salvación está condicionada a la obediencia del hombre, si
no hay obediencia, no hay salvación, “Y aunque era Hijo,
por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido
perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para
todos los que le obedecen” (He.5:8-9).

La salvación condicional era la doctrina creída en la era


apostólica, los líderes de las iglesias afirmaban que las
ovejas del Señor podrían ser arrebatadas por Satanás, ellos
temían que de alguna manera la serpiente engañara a
algunos cristianos para sacarlos del reino de Dios, así lo
expreso Bernabé:

Tomemos cuidado, no sea que, echándonos a


descansar como llamados, nos durmamos en nuestros
pecados, y el príncipe malo, tomando poder sobre
nosotros, nos empuje lejos del reino del Señor.
Además, hermanos míos, consideren este punto:
cuando estén viendo que, después de tantas señales y
prodigios sucedidos en medio de Israel y que, sin
embargo, han sido de este modo abandonados,
andemos alerta, no sea que, como está escrito, nos
encontremos [cumpliendo lo escrito] muchos son los
llamados y pocos escogidos.[316]
En el Nuevo Testamento hay abundante evidencia que
muestra como algunos cristianos fueron arrebatados por
Satanás, fueron “empujados lejos del reino”, por ejemplo;
Satanás arrebato algunas viudas jóvenes de la iglesia de
Éfeso donde pastoreaba Timoteo, estas viudas querían
casarse, pero como no esperaron en el Señor (1Cor.7:39) se
dejaron llevar por sus pasiones y pecaron y se apartaron del
Señor para irse en pos de Satanás:

Pero viudas más jóvenes no admitas; porque cuando,


impulsadas por sus deseos, se rebelan contra Cristo,
quieren casarse, incurriendo así en condenación, por
haber quebrantado su primera fe. … Porque ya
algunas se han apartado en pos de Satanás
(1Tim.5:11-12,15).

La objeción del maestro calvinista es decir que estas


viudas nunca fueron salvas, sin embargo, el contexto de
este verso dice que Pablo no quería que en la iglesia de
Éfeso pusiesen en la lista de ayuda a las viudas menores de
sesenta años (1Tim.5:9), la causa era porque estas “se
rebelan contra Cristo”. Rebelarse contra Cristo es dejar de
obedecerle, o sea, antes le obedecían, pero ahora
decidieron desobedecerle. Pablo también dice la causa de
esta rebelión, “impulsadas por sus deseos… quieren casarse
incurriendo así en condenación”. No que Pablo prohibiera el
matrimonio a las viudas, “Quiero, pues, que las viudas
jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den
al adversario ninguna ocasión de maledicencia” (1Tim.5:13).
El problema radicaba en que estas viudas jóvenes no
esperaban en Dios, “Mas la que en verdad es viuda y ha
quedado sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y
oraciones noche y día” (1Tim.5:5), sino que “impulsadas por
sus deseos” se entregaban al pecado sexual, por
consiguiente, morían espiritualmente, “Mas la que se
entrega a los placeres desenfrenados, aun viviendo, está
muerta” (1Tim.5:6 BLA), y para justificar su pecado
entonces decían al pastor y congregación, “me quiero
casar”, por eso Pablo dice, “quieren casarse, incurriendo así
en condenación, por haber quebrantado su primera fe”. De
esta manera se rebelaban contra Cristo. Ratifico, estas
viudas no pueden ser mujeres pecadoras como lo afirma el
calvinismo, ningún pecador puede rebelarse contra Cristo
porque él vive en un estado de rebelión, sin embargo, estas
viudas jóvenes se rebelaron contra Cristo, dejaron de
obedecerle y ahora le obedecen es a Satanás, “Porque ya
algunas se han apartado en pos de Satanás (1Tim.5:15).

Por otra parte, como existe la posibilidad que Satanás


saque a cristianos del reino, Pablo prefirió perdonar a un
hombre de la iglesia de Corinto para no darle lugar al
enemigo (Efe.4:27). Este hombre se había entregado al
pecado sexual viviendo con su madrasta (1Cor.5) pero fue
expulsado de la congregación por Pablo. Este castigo le
sirvió para que se arrepintiera, por esta razón Pablo
escribió:

Le basta a tal persona esta reprensión hecha por


muchos; así que, al contrario, vosotros más bien
debéis perdonarle y consolarle, para que no sea
consumido de demasiada tristeza. Por lo cual os ruego
que confirméis el amor para con él (2Cor.2:6-8).

En la teología de Pablo estaba la posibilidad de que


Satanás engañara a los ancianos de Corinto con algún
resentimiento contra este hombre y no le permitiesen volver
a la congregación, por esta razón Pablo les exhorta a
perdonarlo y a permitirle de nuevo su membresía ya que
este estaba arrepentido.

Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque


también yo lo que he perdonado, si algo he
perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de
Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre
nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones
(2Cor.2:10-11).

Satanás puede ganar ventaja en cristianos que se


resienten contra sus hermanos sembrando en sus mentes
más cizaña para que estos “dejen de alcanzar la gracia de
Dios” (He.12:15), y no perdonen a sus hermanos sus
ofensas. De esta manera Satanás “arrebata” del redil y
“devora” muchas ovejas, porque él sabe que si no
perdonamos a nuestros hermanos Dios tampoco nos
perdonará (Mar.11:26), y de esta manera podemos perder la
salvación.

k) Un salvo envanecido puede caer en


condenación
Los cristianos primitivos creían en la salvación
condicional porque ante el riesgo de caer de la gracia ellos
preferían vivir en temor y humildad. Juan Casiano dijo que
prefería ser cuidadoso al ocuparse en la salvación, que
presumir que no se puede perder, pues este descuido
produce tibieza espiritual la cual produce náuseas en el
Señor y por ello podríamos ser vomitados de su boca:

Aun debemos ser cuidadosos al luchar con todas


nuestras fuerzas para lograr una condición espiritual,
no sea que nos adulemos a nosotros mismos… y por
consiguiente nos volvamos descuidados e indiferentes
de purificarnos a nosotros mismos de las otras
contaminaciones… porque si pensamos que…
estamos libres de la corrupción y de las relaciones
carnales y por eso nos hallemos en esa condición tibia
la cual es considerada la peor de todas y descubrimos
que somos vomitados de la boca del Señor, de
acuerdo con sus palabras ‘Pero por cuanto eres tibio, y
no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.’ Apo.3:15-
16. Y no sin una buena razón el Señor si declara que
aquellos a quienes anteriormente había recibido en las
entrañas de su amor, y quienes se han vuelto
vergonzosamente tibios serán vomitados y
rechazados desde su seno. [317]

Es lógico deducir, que si alguien es vomitado por Cristo


era porque estaba dentro de su cuerpo, es decir, era salvo,
pero ahora perdió el derecho de estar dentro del cuerpo de
Cristo, ósea perdió su salvación.

Ireneo también condenó el orgullo de los cristianos y


ministros que desagradaban a Dios y confiaban en sí
mismos, estos creían que por el hecho de ser usados por
Dios no podían ser echados fuera del reino de Dios:

Cristo no volverá a morir por aquellos [cristianos] que


cometen pecado, pues la muerte no se enseñorea más
de él… a quien se haya dado mucho, mucho se le
demandará Lucas 12:48. Por eso no debemos
jactarnos, como al obispo se le demanda 1Tim.3:6…
Pero sí debemos nosotros mismos temer, no sea que
nos pudiera suceder que después de que [hemos
llegado a] el conocimiento de Cristo, si hacemos las
cosas que desagradan a Dios, no obtendremos más
perdón de pecados, sino que seamos excluidos de su
reino.[318]

La Escritura dice, “Si alguno aspira al cargo de obispo,


buena obra desea hacer. Un obispo debe ser… no un recién
convertido, no sea que se envanezca y caiga en la
condenación en que cayó el diablo” (1Tim.3:1-2, 6 BLA). La
palabra “recién convertido” en el griego original es
“neofutos”, término compuesto por el adjetivo “neos” en
español es “nuevo”, y el verbo “fuo” en español es “nacido o
brotado” (Lc.8:8), es decir un “recién nacido de nuevo”.
Pablo describe el perfil de un pastor, y una de esas
cualidades que se debe tener en cuenta es, su madurez
espiritual, no puede ser un recién convertido o una persona
que recientemente ha nacido de nuevo, el Espíritu Santo
dice que a esta persona no se le debe dar ningún liderazgo
por la sencilla razón que se puede enorgullecer y caer en el
mismo pecado que hizo caer a satanás en condenación.
Este verso bíblico evidencia que una persona después de
haber nacido de nuevo y sin tener la madurez suficiente
puede enorgullecerse y perder la salvación al caer en la
misma condenación en la que cayó satanás.

Esta teología de la salvación condicional estaba


diseminada por todo el mundo cristianizado en los primeros
siglos, tanto los padres orientales como los padres latinos
en unanimidad, enseñaron a huir del pecado para evitar
perder las recompensas celestiales:

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las


iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de
la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios…El
que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte
(Ap.2:7,11).

Hoy en día, los creyentes de la seguridad eterna y la


perseverancia de los santos afirman comúnmente, que un
nacido de nuevo no pierde la salvación, que solo los nacidos
de nuevo pueden vencer y por eso refutan los versos
anteriores citando otros versos bíblicos como este; “Porque
todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la
victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1Jn.5:4).
Lamentablemente ellos no tienen en cuenta los otros versos
bíblicos que también muestran a gente que fue salva, pero
fueron vencidos y perdieron su salvación, este fue el caso
de los falsos maestros que fueron redimidos por el Señor
(2Pe.2:1) pero que fueron vencidos por el mundo;
“Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las
contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor
y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son
vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero”
(2Pe.2:20). Tenemos otro caso, el de Demas quien se fue
amando este mundo, (2Tim.4:10). Además de los ejemplos
bíblicos, tenemos el recuento histórico de la era patrística
que testifica sobre la doctrina de la salvación condicional
predicada entre las iglesias.

Para terminar este punto, mencionaré otro ejemplo en


la historia de la iglesia tomado del escritor cristiano
llamado, Sulpicio Severo de Francia (363-425 D.C.),
conocido por su crónica de la sagrada historia. Él aseveró
que si no se huye del pecado se pierden las recompensas
preparadas en el reino:

Porque, como debemos huir del pecado a la justicia, a


fin de que, el que ha entrado en la práctica de la
justicia debe estar alerta no sea que el mismo quede
expuesto al pecado. Porque está escrito que ‘[cuando
el justo se apartare de su justicia] Ninguna de las
justicias que hizo le serán tenidas en cuenta; por su
rebelión con que prevaricó,’ Ezequiel 18:24 Por esto,
entonces, debemos tomar nuestra posición, por esto
debemos trabajar, para que nosotros quienes hemos
escapado de los pecados, no perdamos las
recompensas preparadas.19

El estado de glorificación, o la vida eterna futura, es


una de las recompensas que el cristiano puede perder.
Pedro en representación de los apóstoles pregunto, “He
aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido;
¿qué, pues, tendremos?” (Mat.19:27), a lo que el Señor les
respondió:

De cierto os digo que, en la regeneración, cuando el


Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria,
vosotros que me habéis seguido también os sentaréis
sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de
Israel (Mat.19:28).

Acá el Señor les prometió a los doce apóstoles,


incluyendo a Judas, doce tronos para juzgar las doce tribus
de Israel en Su reino milenial o “la regeneración”. Luego les
prometió más recompensas, “Y cualquiera que haya dejado
casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer,
o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y
heredará la vida eterna” (Mat.19:29). Es importante resaltar
que el Señor les prometió a sus doce apóstoles doce tronos,
incluyendo a Judas, y les prometió cien veces más de lo que
el había dejado y la herencia de la vida eterna, que es el
estado de glorificación, pero como todos sabemos Judas
perdió todas estas promesas incluyendo la vida eterna.

l) El pecado de muerte
La tercera razón por la cual los escritores, predicadores,
y apologistas de la iglesia primitiva, constantemente
advertían sobre el peligro de perder la salvación, era a
causa de la creencia común que aquel entonces, ellos
decían que después del bautismo los pecados cometidos sin
arrepentimiento no eran perdonados. Debo aclarar, que,
aunque todos los pecados son iguales en cuanto a la
transgresión, “Porque cualquiera que guardare toda la ley,
pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”
(Stgo.2:10). Pero en cuanto al castigo por parte de la justicia
de Dios, no todos los pecados son iguales (Mat.23:14;
11:22, 24). Hay diferentes grados de pecados y estos son
designados de acuerdo a la transgresión de los diferentes
grados de mandamientos. Hay mandamientos pequeños,
“de manera que cualquiera que quebrante uno de estos
mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres,
muy pequeño será llamado en el reino de los cielos”
(Mat.5:19). Ahora bien, entre más grande sea el
mandamiento, mayor es el pecado, mayor es la
abominación y mayor será el castigo:

Pero vuélvete aún, y verás abominaciones mayores…


Me dijo después: Vuélvete aún, verás abominaciones
mayores que hacen éstos… Luego me dijo: ¿No ves,
hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones
mayores que estas” (Ez.8:6-15).

Los grados de mandamientos determinan los grados de


transgresiones, y estos pueden llegar hasta el punto de la
degradación irreversible (Pr.29:1), llamado el pecado de
muerte el cual no tiene perdón de Dios. Este pecado puede
ser la blasfemia contra el Espíritu Santo (Mat.12:31), y el
total rechazo al Hijo de Dios (He.10:29), pecado cometido
por todos los que se condenan, uno de ellos es Judas, Cristo
hablo de él; “el que a ti me ha entregado, mayor pecado
tiene” (Jn.19:11).

Juan escribió sobre del pecado de muerte cometidos


por algunos que fueron hermanos, y por los cuales ya no se
debe orar:

Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no


sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es
para los que cometen pecado que no sea de muerte.
Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se
pida (1Jn.5:16).
Es importante aclarar que todo pecado en los cristianos
produce muerte espiritual (Stg.1:14-15), Juan dice “Si
alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de
muerte, pedirá, y Dios le dará vida”, dando a entender que
ese hermano en la fe o hijo de Dios que pecó, no el pecado
de muerte eterna, sino cualquier pecado, este pecado trajo
muerte espiritual, por eso Juan aconseja a que ore a Dios
para que ese hermano se arrepienta y Dios le conceda vida
espiritual de nuevo, “pedirá, y Dios le dará vida” y aclara
que se debe orar por los hermanos “que cometen pecado
que no sea de muerte”. Luego enfatiza, “hay pecado de
muerte, por el cual yo no digo que se pida”. No se puede
orar o interceder por aquellos que han cometido el pecado
de muerte, como fue el caso de la generación que fue
juzgada por Dios a través de los babilonios en el año 586
a.C. en la cautividad. Dios le dijo a Jeremías, “Tú, pues, no
ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración,
ni me ruegues; porque no te oiré” (Jer.7:16). Esta
generación había pecado el pecado de muerte, ya no había
remedio para ellos, por eso fueron juzgados por Dios. Esta
doctrina es apostólica, los padres de la iglesia escribieron
sobre este pecado de muerte eterna, Cipriano de Cartago
fue uno de ellos:

La remisión de pecados no puede en la Iglesia ser


concedida al que ha pecado contra Dios (es decir, el
Espíritu Santo). En el Evangelio según San Mateo:
‘Cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del
Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra
el Espíritu Santo, no le será perdonado él, ni en este
mundo ni en el mundo venidero.’ También de acuerdo
con Marcos: ‘todos los pecados serán perdonados, y
blasfemias, a los hijos de los hombres; pero el que
blasfeme contra el Espíritu Santo, no le será
perdonado, sino que será culpable de pecado eterno’.
Acerca de lo mismo, en el primer libro de los Reyes: ‘Si
un hombre peca por ofender a un hombre, la gente
orará al Señor por él; pero si un hombre peca contra
Dios, ¿quién orara por él?[319]

Si no hay perdón de Dios para el pecado de muerte,


mucho menos se puede interceder por aquellos que han
cometido ese pecado. Ananías y su esposa Safira
cometieron el pecado de muerte, ellos eran salvos porque
pertenecían a “la multitud de los que habían creído” pues
Dios les había quitado el corazón de piedra y les había dado
un corazón nuevo, y había puesto un espíritu nuevo dentro
de ellos y por eso todos eran “de un corazón y un alma”
(Hch.4:32). Ananías y Safira con toda esa multitud y los
apóstoles estaban bajo la gracia de Dios, pues el texto dice;
“y abundante gracia era sobre todos ellos” (Hch.4:33), la
frase “todos ellos” incluye a Ananías y su esposa. Y como
todos estaban bajo la gracia, de acuerdo a su capacidad,
prometían al Espíritu Santo sus propiedades para ayudar a
los más necesitados, “todos los que poseían heredades o
casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo
ponían a los pies de los Apóstoles” (Hch.4:34-35). Bernabé
tenía una propiedad la cual prometió al Espíritu, y por eso la
vendió y trajo todo el precio a los pies de los apóstoles
(Hch.4:36-37). Sólo los salvos pueden tener comunión con el
Espíritu Santo (2Cor.13:14) para hacerle promesas, por eso
Ananías y Safira eran salvos, porque ellos le prometieron al
Espíritu Santo vender y traer todo el precio de esa heredad,
pero cuando la vendieron y sustrajeron del precio trayendo
solo una parte (Hch.5:1-2), quebrantaron el compromiso
hecho al Espíritu Santo. Con el espíritu y corazón nuevo,
ellos le habían prometido toda la heredad al Espíritu Santo,
pero Satanás puso el deseo en Ananías de no traerla toda,
sino una parte. Su esposa Safira aceptó el reto que su
esposo le hizo de probar que no iba a pasar nada, por eso
Pedro le dice, “¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del
Señor?” (Hch.5:9). El hombre natural no puede tentar ni
mentir al Espíritu porque éste habita sólo en los redimidos
los cuales le conocen y tienen comunión con Él. Por esta
razón Pedro le recriminó a Ananías el pecado de muerte, el
de mentirle al Espíritu Santo, “¿por qué llenó Satanás tu
corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses
del precio de la heredad? No has mentido a los hombres,
sino a Dios” (Hch.5:3-4). Este pecado de “mentirle a Dios el
Espíritu Santo” solo puede ser cometido por un redimido
que tiene acceso a Dios y puede hacerle promesas al
“Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir”
(Jn.14:17). Este pecado de mentirle al Espíritu de Dios bajo
el contexto apostólico se convirtió en pecado de muerte y
por ello: “Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró”
(Hch.5:5), y con su esposa perdieron su salvación.

El límite del Perdón en Hebreos 6:4-6


En Hebreos se habla del pecado de muerte y por ello se
dice que estos que “fueron hechos partícipes del Espíritu
Santo y recayeron”, o cometieron el pecado de muerte, es
imposible que “sean otra vez renovados para
arrepentimiento”. El párrafo bíblico dice así:

Porque es imposible que los que una vez fueron


iluminados y gustaron del don celestial, y fueron
hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo
gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes
del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez
renovados para arrepentimiento, crucificando de
nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a
vituperio (He.6:4-6).

Debido a la doctrina del pecado de muerte sostenida


por los escritores cristianos de la era patrística como
Tertuliano, entendieron que Dios tenía un límite en su gracia
y en su perdón:

[Ningún bautizado haga] de la abundancia de la


clemencia celestial pretexto de entregarse
libidinosamente a la temeridad humana. Nadie ha de
hacerse malo porque Dios sea bueno, ni piense que
cuantas veces es perdonado, tantas [veces] pueda
pecar. Porque habrá un límite para el perdón, mientras
que no habrá un límite en el pecar.[320]

Si analizamos Hebreos 6:4-6 encontramos tres


evidencias que demuestran que el autor de Hebreos está
hablando de cristianos nacidos de nuevo que perdieron la
salvación. Las tres evidencias son los dos verbos en
participio “iluminados” y “gustaron”, y el adjetivo
“participes”. Estos términos son usados por el autor en otros
lugares de la misma epístola para calificar a personas como
verdaderos creyentes, demostrando así que estos creyentes
de hebreos 6 fueron salvos pero que perdieron su salvación.

Iluminados: “Porque es imposible que los que una vez


fueron iluminados” (He.6:4), el verbo en participio
“iluminados” [φωτίζω/fotizo]esta aplicado a personas salvas
en este otro verso, “Pero traed a la memoria los días
pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados
[fotizo] sostuvisteis gran combate de padecimientos”
(He.10:32). Esta iluminación se refiere al resultado de haber
recibido el “conocimiento de la verdad” (He.10:26) por parte
de aquellos que son salvos.

Gustaron: “Porque es imposible que los que una vez


fueron iluminados y gustaron del don celestial” (He.6:4), el
verbo en participio “gustaron” [γεύομαι/geuomai] está
repetido en la misma frase, “…y asimismo gustaron
[geuomai] de la buena palabra de Dios y los poderes del
siglo venidero,” (He.6:5). Este mismo verbo “gustar” está
usado para describir la pena sustitutiva que experimentó
Cristo por toda la humanidad, “Pero vemos…a Jesús,
coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de
la muerte, para que por la gracia de Dios gustase [geuomai]
la muerte por todos” (He.2:9). En el caso de Cristo, él gustó
la muerte por todos para que todos puedan gustar el don
celestial, el cual es vida eterna en su redención (Rom.6:23,
5:15-17). El Apóstol Pedro incluyó este verbo en participio
para describir a salvos, “…si es que habéis gustado
[geuomai] la benignidad del Señor” (1Pe.2:3). Sólo los
salvos han gustado del don celestial, la cual es vida eterna
en Cristo Jesús. Sólo los salvos han gustado de la buena
palabra de Dios, y los poderes del siglo venidero.

Participes: “Porque es imposible que los que una vez…


fueron hechos partícipes del Espíritu Santo” (He.6:4). El
adjetivo “participes” [μέτοχος/metocos] también es usado
en otros versos para cualificar a personas como salvas,
nacidas de nuevo: “Por tanto, hermanos santos,
participantes [metocos] del llamamiento celestial… Porque
somos hechos participantes [metocos] de Cristo”
(He.3:1,14). Al describir a los “hermanos santos” con el
adjetivo “participantes” del llamamiento celestial, y de
Cristo, y luego usar el mismo adjetivo “participantes” para
describir un grupo de personas que una vez fueron “hechos
partícipes del Espíritu Santo” (He.6:4), el autor claramente
está afirmando que estos también eran salvos.

Por lo anterior, concluimos claramente que este grupo


de personas una vez fueron salvos, pues “fueron
iluminados”, “gustaron del don celestial, de la buena
palabra de Dios y de los poderes del siglo venidero”, y
“fueron participes del Espíritu Santo”, pero “recayeron”
(He.6:1), es decir estaban en pie y cayeron muchas veces y
fueron levantados, por eso “recayeron”, se “deslizaron”
(He.2:1), o “descuidaron su salvación” (He.2:3) o
definitivamente “se apartaron del Dios vivo” (He.3:12). Es
imposible que estos que perdieron la salvación, “sean otra
vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo
para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”
(He.6:6). Si el texto dice “es imposible” que sean “otra vez
renovados” entonces el autor demuestra con esta expresión
“otra vez” que ya antes habían experimentado el
“arrepentimiento”. Esta expresión “otra vez” sugiere que
hubo otras veces en que fueron “renovados para
arrepentimiento”. Y la frase “crucificando de nuevo para sí
mismos al Hijo de Dios” revela que ellos ya habían sido
beneficiados del sacrificio de Cristo y que Cristo no iba a ser
crucificado “de nuevo” por ellos.

Finalmente, el autor hace una comparación entre


aquellos que se mantuvieron firmes y los que recayeron,
haciendo un contraste comparativo entre la tierra que
produce frutos con la que produce espinos, para mostrar el
final de ambas tierras, una recibe bendición de Dios,
mientras que la otra recibe maldición:

Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces


cae sobre ella, y produce hierba provechosa a
aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de
Dios; pero la que produce espinos y abrojos es
reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el
ser quemada (He.6:7-8).

El cristiano que no valora los beneficios de la muerte de


Cristo, y los descuida, y al final los menosprecia, pierde su
salvación. Este es aquel que después de haber sido
“iluminado” y de haber “gustado del don celestial” y haber
sido “participe del Espíritu Santo”, recae en algún pecado
que no quiso confesar ni apartarse, por ello produjo
“espinos y abrojos” o el “pecado de muerte”, y por eso va a
ser “maldecido” (Mat.25:41) en el juicio final, para luego
“ser quemado” por toda la eternidad (Mat.13:40-42).
Mientras que los que fueron “iluminados” y “gustaron del
don celestial” y “fueron participes del Espíritu Santo” pero
no recayeron, “reciben la bendición de Dios”, por eso el
autor se incluye en ese grupo y les dice: “Pero en cuanto a
vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas
mejores, y que pertenecen a la salvación” (He.6:9).

Por lo anterior, los autores cristianos de los primeros


siglos hablaron del límite del perdón, uno de ellos fue el
Pastor Hermas quien entendía que Dios había dado a los
escogidos que pecaban un tiempo límite para que se
arrepintieran. Él concluyó diciendo, que si no se arrepentían
no podrían ser salvos, aunque fueran elegidos:

Perdón será concedido a todos los santos que han


pecado, incluso hasta en nuestros días, si se
arrepienten de todo corazón, y sacan todas las dudas
de sus mentes. Porque el Señor ha jurado por su
gloria, en lo que respecta a sus escogidos, que si
alguno de ellos, peca después de un cierto día que se
ha fijado, él no podrá ser salvado. Porque el
arrepentimiento de los justos tiene límites.[321]

Para el tiempo del pastor Hermas había algunos siervos


de Dios y ovejas del Señor que habían cometido el pecado
de Muerte, pues estos definitivamente ya se habían
apartado de Dios por el engaño del enemigo. Hermas usó
Hebreos 6:4-6 para explicar esta tragedia:

Y él me dijo: ¿Ves esto pastor? Lo veo Señor, me dijo.


Esto, él respondió: es el ángel de los deleites y el
engaño: que se lleva las almas de los siervos de Dios,
y las pervierte de la verdad, engañándolos con malos
deseos, a través de los cuales van a perecer...
Escucha, me dijo; las ovejas que viste contentas y
juguetonas, son las que se han apartado de Dios por
completo, y se han entregado a sus propios deleites y
engaños de este mundo. En ellas, pues, no hay
regreso a la vida a través del arrepentimiento
[Heb.6:4-6], porque le han añadido a sus otros
pecados [pasados] y han blasfemado el nombre del
Señor. Por lo tanto, tales hombres están designados a
la muerte.[322]

Teognosto (210-270 D.C.), el sucesor de Dionisio el


Grande, quien fuese el director de la escuela de Alejandría,
afirmó que un pecador tiene más oportunidad de Salvación
que aquella persona que una vez fue salvo, pero recayó y
ha cometido el pecado de muerte eterna. Este autor citó
Hebreos 6:4 para hablar de la pérdida de la salvación:

La blasfemia contra el Espíritu es un pecado que


excluye la impunidad y el perdón… mientras que para
aquellos que han probado el don celestial, He. 6:4 y
han sido perfeccionados [pero han recaído], no queda
ninguna súplica u oración por el perdón.[323]

La cita es clara, un cristiano nacido de nuevo puede


perder toda oportunidad de salvación por causa del pecado.

m) Santificados que perdieron la


salvación, Hebreos 10:29
Otro texto bíblico que fue citado muchas veces por los
Padres de la Iglesia para demostrar que un salvo puede
perder la salvación es Hebreos 10:29. Para un mayor
entendimiento del verso a tratar voy a citar el contexto para
tener más claridad y darle una mejor interpretación:
Porque si continuamos pecando deliberadamente
después de haber recibido el conocimiento de la
verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados,
sino cierta horrenda expectación de juicio, y la furia de
un fuego que ha de consumir a los adversarios.
Cualquiera que viola la ley de Moisés muere sin
misericordia por el testimonio de dos o tres testigos.
¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que
ha hollado bajo sus pies al Hijo de Dios, y ha tenido
por inmunda la sangre del pacto por la cual fue
santificado, y ha ultrajado al Espíritu de gracia? Pues
conocemos al que dijo: mía es la venganza, yo pagaré.
Y otra vez: el señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda
cosa es caer en las manos del Dios vivo! (He.10:26-31
BLA).

Notemos que el autor se identifica con su audiencia


para advertirlos de la perdida de la salvación, “si
continuamos pecando deliberadamente”. Luego cita las
consecuencias de violar la ley mosaica, “muere sin
misericordia”, lo hace para demostrar que es justo un
castigo mayor a los miembros de la iglesia que “continúan
pecando deliberadamente”. Este castigo mayor es “cierta
horrenda expectación de juicio, y la furia de un fuego que
ha de consumir a los adversarios”. La causa de este juicio
mayor es por “continuar pecando deliberadamente”, y la
consecuencia para ellos es que estos individuos dejan de
pertenecer al pueblo de Dios y se convierten en
“adversarios” al hollar “bajo sus pies al Hijo de Dios” y al
tener “por inmunda la sangre del pacto por la cual fue
santificado”, y por haber “ultrajado al Espíritu de gracia”.
Por último, el autor cita las Escrituras en (Deut.32:35-36)
para darle fundamento a su argumento que está dirigido a
los salvos en riesgo de perder su salvación, “pues
conocemos al que dijo: mía es la venganza, yo pagaré. Y
otra vez: el señor juzgará a su pueblo”. Su pueblo, son los
redimidos (He.13:12; Tito 2:14; 1Pe.2:9-10). El Señor mismo
es quien juzgará a su pueblo, especialmente a aquellos que
“continúan pecando deliberadamente después de haber
recibido el conocimiento de la verdad”.

Los defensores de la perseverancia de los santos y la


seguridad eterna dicen que en este pasaje el autor no se
está refiriendo a gente salva sino a judíos creyentes que
querían volver al judaísmo, pero la Escritura es clara al
afirmar que el sujeto de la frase fue santificado por la
sangre del pacto, “¿Cuánto mayor castigo pensáis que
merecerá el que… ha tenido por inmunda la sangre del
pacto por la cual fue santificado?” (He.10:29). Acá surgen
dos preguntas, ¿Cuál sangre y cuál pacto? Y ¿Quién es el
santificado? Primero que todo, el autor se refiere es a la
sangre del nuevo pacto, la sangre de Jesucristo:

¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu


eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios,
purificará vuestra conciencia de obras muertas para
servir al Dios vivo? y por eso Él es el mediador de un
nuevo pacto (He.9:14-15).

Solo los santificados por la sangre de este pacto son


ovejas del Señor, “Y el Dios de paz que resucitó de los
muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las
ovejas, por la sangre del pacto eterno” (He.13:20). Pero
estos, que una vez fueron santificados por la sangre de
Cristo y fueron ovejas del Señor, después de pecar
“voluntariamente” (He.10:26), y “pisotear al Hijo de Dios” y
tuvieron “por inmunda la sangre del pacto en la cual” fueron
santificados, ya no les “queda más sacrificio por los
pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de
hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios”. Este
es el mayor castigo que será impuesto sobre aquel que una
vez fue santificado con la sangre de Cristo, pero pecó el
pecado de muerte al tener por inmunda la sangre del pacto
que esta rociada en el propiciatorio celestial, pues los que
han sido salvos han tenido acceso a la sangre del pacto, “…
os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios
vivo… a Dios el Juez de todos… a Jesús el Mediador del
nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la
de Abel (He.12:22-24).
El santificado en Hebreos 10:29 no es Jesucristo, como
lo afirman los calvinistas, es uno que fue una vez fue un
hermano, una oveja del Señor, una persona que fue nacida
de nuevo. El autor uso el mismo verbo en tiempo aoristo y
en modo indicativo “santificar”[ ἁ γιάζω/jagiazo] para
identificar en la misma carta a otros “santificados” por el
Señor Jesucristo quien es el “autor de la salvación de ellos.
Porque tanto el que santifica como los que son santificados
[jagiazo], son todos de un Padre; por lo cual Él no se
avergüenza de llamarlos hermanos” (He.2:10-11). Nótese,
los santificados son también llamados hermanos. El autor
también dice que esta santificación fue obtenida por Cristo,
por Su voluntad de ir a la cruz del calvario para ser la
ofrenda perfecta; “en esa voluntad somos santificados
[jagiazo] mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha
una vez para siempre” (He.10:10). Y para evidenciar que el
“santificado” es uno que una vez fue salvo, cito al mismo
autor usando el mismo término “jagiazo”, “Por lo cual
también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia
sangre, padeció fuera de la puerta” (He.13:12).
Hebreos 10:29 es un verso claro e irrefutable para
advertir que la salvación se puede perder, Basilio de
Cesárea lo citó para asegurar que cualquier cristiano
después de haber recibido el perdón de pecados y cae de
nuevo, y no se arrepiente, prepara para sí mismo una
sentencia de ira peor que la de los incrédulos:
El cristiano no debe envidiar la reputación de otro, ni
se regocija por los errores de cualquier hombre
(1Cor.13: 6). Él debe en el amor de Cristo dolerse y
estar afligido en las faltas de su hermano, y alegrarse
por las buenas acciones de su hermano (1Cor.12: 26)
... El que dice que se ha arrepentido de un pecado
debe no sólo ser pinchado con remordimiento por su
pecado, sino también debe dar frutos dignos de
arrepentimiento (Lc.3:8). El que ha sido corregido en
sus primeras faltas, y recibió el perdón, si peca de
nuevo prepara para sí mismo una sentencia de ira
peor que la que es para los pecadores (He.10: 26-27).
[324]

Juan Crisóstomo utilizando (He.10:29) demostró que un


cristiano que peca voluntariamente y toma la cena del
Señor es peor que un pecador endemoniado:

No es una cosa tan grave para los energúmenos


(poseídos por demonios) que están dentro, por
ejemplo, éstos, a quien Pablo afirma que ‘pisotean a
Cristo bajo el pie, y tienen por inmunda la sangre del
pacto en la cual fueron santificados, y hacen afrenta al
Espíritu de gracia’. Porque él [cristiano] que ha caído
en pecado y se acerca [a la cena del Señor], es peor
que un endemoniado… esos [cristianos en pecado],
cuando se acercan indignamente, se entregan más al
castigo eterno. Así que, no saquemos a estos
[endemoniados] solamente sino a todos sin excepción,
a cualquiera que veamos venir [a la cena]
indignamente.[325]

Crisóstomo también dijo que un cristiano después de


ser bautizado si volviese al pecado como la fornicación o el
adulterio, y permaneciese pecando voluntariamente sin
arrepentirse, no había ni un consuelo para este impenitente
sino un castigo mayor que la muerte física sentenciada en
la ley de Moisés:

¿Fue alguno culpable de fornicación después del


bautismo cristiano? en este caso, ni siquiera un
consuelo es dejado para este pecado. Y esto mismo
declaró Pablo cuando dijo: ‘El que viola la ley de
Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos
muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo
pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios,
y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual
fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?
(Hch.10:28-29). ¿ha sido alguno culpable de
fornicación, teniendo ahora el oficio de anciano
[pastor]? Este pecado está por encima de todos y es
la corona de las malas obras.[326]

Atanasio de Alejandría (296-373 d.C.) también utilizó


(He.10:29) para advertirle a muchos que, aunque hayan
sido santificados pueden ser contaminados por el pecado, y
por ello serán sacados del pueblo de Dios:

El que ha sido contado digno de la vocación celestial,


y por esta vocación ha sido santificado, si él crece
negligentemente en ésta, a pesar de haber sido
lavado se vuelve contaminado: ‘teniendo por inmunda
la sangre del pacto en la cual fue santificado, y
haciendo afrenta al Espíritu de gracia’ él oirá las
palabras: ‘Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin tener el
vestido de bodas? Porque el banquete de los santos es
impecable y puro; ‘Porque muchos son llamados, pero
pocos los escogidos’. Judas a saber, a pesar de que él
vino a la cena, y porque él la despreció, salió de la
presencia del Señor, y habiendo abandonado su vida,
se ahorcó.[327]
Tertuliano en el año 213 d.C. afirmó que un nacido de
nuevo después de haber ensuciado su vestido, o se ha
contaminado con su pecado no arrepentido, perderá la
justificación dada por Cristo:

Dios habiendo visto de antemano otras debilidades


que le ocurrirían a la condición del hombre tales
como; las estratagemas del enemigo, los aspectos
engañosos de las criaturas, las trampas del mundo;
pondrían en peligro la fe, aún después del bautismo.
Dios vio que la mayoría de personas después de haber
obtenido la salvación volverían a perderse de nuevo al
ensuciar el vestido de novia Ap.3:4 y al no
proporcionar aceite para sus antorchas (Mat.25:1-13).
[328]

Muerte espiritual
El pastor o ángel de la iglesia de Sardis era salvo pues
éste estaba en las manos del Señor (Ap.1:16, 20; 3: 1a),
pero cayó de la gracia al manchar sus vestiduras y por eso
estaba muerto espiritualmente, “Yo conozco tus obras, que
tienes nombre de que vives, pero estás muerto…Acuérdate,
pues, de lo que has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntete”
(Ap.3:1,3). El Señor reconoce que en esta iglesia de Sardis
habían salvos que no habían manchado sus vestiduras y por
ello estaban vivos espiritualmente (Ap.3:4). Finalmente, el
Señor invita a los otros miembros de esa iglesia que
estaban en la misma condición de su pastor a que vencieran
ese pecado para no ser borrados del libro de la vida
(Ap.3:5).

Es importante aclarar que la salvación no se pierde por


un solo pecado que cometamos, el Señor tiene provisión
para restaurarnos (1Jn.2:1-2). Lo cierto es que cada vez que
pecamos morimos espiritualmente (Rom.8:6; 13). Esta
muerte espiritual surge cuando caemos en tentación “cada
uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es
atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después
que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo
consumado, da a luz la muerte” (Stg.1:13-14). Por esta
razón Pablo dijo que algunas viudas jóvenes que se
entregaban al pecado sexual, aunque estaban vivas
físicamente, espiritualmente estaban muertas, “Pero la que
se entrega a los placeres, viviendo está muerta” (1Tim.5:6).
El hecho de estar muerto espiritualmente, no quiere decir
que ha perdido totalmente su salvación, o que ha sido
desechado por Dios, lo que perdió fue su vida espiritual y
está expuesto a la condenación eterna si no se arrepiente,
pero mientras estemos bajo el sol siempre habrá esperanza
(Ecl.9:4). El deber de la iglesia es orar por aquellos
hermanos que han pecado y están muertos espiritualmente,
el objetivo es que Dios les conceda que se arrepientan y
Dios les de vida espiritual de nuevo, “Si alguno viere a su
hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y
Dios le dará vida…” (1Jn.5:16). Si este individuo ante las
muchas oportunidades y la abundante misericordia de Dios,
no se arrepiente, puede cometer el pecado de muerte, total
rechazo a Cristo (He.10:29), y puede perder totalmente su
salvación, aquí si se pierde la salvación. Ratifico, la
salvación se pierde solo una vez, y cuando se pierde es por
siempre.

Era una convicción general del cristianismo primitivo,


que los salvos si pecaban y no se arrepentían perderían su
salvación como lo escribieron en la obra “La constitución de
los Apóstoles”, “El que peca después de su bautismo, a
menos que [no] se arrepienta y [no] abandone sus pecados,
será condenado al infierno del fuego”.[329] Los reformados y
simpatizantes de sus doctrinas no tienen excusa ante estas
evidencias históricas de la doctrina apostólica de la
salvación condicional. Los textos mencionados y su
interpretación histórica nos muestran claramente que un
individuo después de haber recibido el conocimiento de la
verdad, y después de haber sido santificado en la sangre de
Cristo, si peca voluntariamente, pisotea bajo sus pies al Hijo
de Dios, tiene por inmunda la sangre del pacto por la cual
fue santificado, y ultraja al Espíritu de gracia, por
consiguiente, ya no queda sacrificio alguno por sus pecados
sino cierta horrenda expectación de juicio, y la furia de un
fuego que ha de consumir a los adversarios, ¡Horrenda cosa
es caer en las manos del Dios vivo!

n) Los falsos maestros de 2 Pedro


perdieron su salvación
Juan Crisóstomo citó 2 Pedro 2:20-22 para decir que
algunos después de haber recibido el reino de Dios, que
vuelven al pecado serán castigados más severamente que
cualquier incrédulo:

Como si estuviésemos cenando con Cristo mismo y


participando de su mesa, no hagamos nada sin
pensar, sino que pasemos nuestro tiempo en ayunos y
oraciones y en mucha sobriedad de mente…porque
ellos después de haber recibido [el reino de Dios] y
habiéndose vueltos inmediatamente a sus antiguos
vómitos (2 Pe.2:20-22), se han vuelto más malos,
arrastrando para sí mismos un castigo más severo…
[Por] esos pecados cometidos después del bautismo él
sufrirá un castigo tan grande como si él fuera
castigado por los antiguos pecados que son traídos de
nuevo y muchos peores que estos. Porque la culpa ya
no será simplemente igual, sino duplicada y triplicada.
[330]
Los falsos maestros descritos en la segunda carta de
Pedro fueron salvos por un tiempo, pero perdieron su
salvación: “Pero hubo también falsos profetas entre el
pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que
introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun
negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí
mismos destrucción repentina” (2 Pe.2:1). ¿Quiénes son
ellos? Son los falsos maestros que se iban a levantar en
medio de la iglesia, a finales del siglo primero de la era
cristiana. Miremos algunos elementos gramaticales que
Pedro uso para comunicarnos la tragedia de estos hombres
que fueron una vez salvos, pero después perdieron su
salvación.

Fueron redimidos, pero negaron al


Señor
El verso bíblico a analizar dice:

Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo,


como habrá entre vosotros falsos maestros, que
introducirán encubiertamente herejías destructoras, y
aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre
sí mismos destrucción repentina (2Pe.2:1)

El texto dice que estos falsos maestros fueron


redimidos, pero negaron al Señor que los rescato. Otra
versión bíblica dice; “negando incluso al señor que los
compró” (BLA), el verbo comprar [ ἀ γοράζω/agorazo]
también significa redimir y está aplicado en otros versos a la
iglesia que fue redimida o comprada (1Cor.6:20) por la
sangre de Cristo, “y nos has redimido [agorazo ] para Dios
con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”
(Ap.5:9). El calvinismo objeta el texto diciendo; ellos no
fueron salvos, sino que “fueron redimidos o liberados
temporalmente”, “profesaron falsamente ser comprados por
Cristo”. El verso es claro, ellos fueron “redimidos” o
“comprados” por Cristo pero después de ser salvos negaron
al Señor, a tal punto que siguieron las doctrinas de los
gnósticos que negaban la deidad de Jesús, como también la
humanidad de Cristo; es decir, llegaron al colmo de predicar
que Jesús no era Dios, ni que el Cristo se hizo carne
(1Jn.2:22-23; 4:1-2, 15). Negar al Señor delante de los
hombres acarrea condenación (Mat.10:33), pero negar la fe
o volverse hereje o apostata trae peor condenación,
“atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina”.

Anduvieron el camino recto, pero se


extraviaron
Estos falsos maestros vivieron la vida cristiana, vivieron
en el camino de la rectitud, pero se extraviaron:

Han dejado el camino recto, y se han extraviado


siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual
amó el premio de la maldad, y fue reprendido por su
iniquidad; pues una muda bestia de carga, hablando
con voz de hombre, refrenó la locura del profeta
(2Pe.2:15-16).

El apóstol Pedro para hablar de la vida cristiana, por


donde estos falsos maestros anduvieron, usa una metáfora
de “el camino recto”, “el camino de la verdad” (2Pe.2:2) o
“el camino de la justicia” (2Pe.2:21). Esta metáfora del
“camino” es tomada de la famosa expresión de Cristo “Yo
soy el camino” (Jn.14:6), que, por supuesto es “recto,” el
único camino de “justicia” y de “verdad” que conduce al
Padre, o al mismo cielo. Estos hombres caminaron el camino
de la justicia o el camino recto, pero lo dejaron y se
descarriaron, “han dejado el camino recto, y se han
extraviado”. El verbo “extraviar” en griego es
[πλανάω/planao] este traduce “descarriarse”, Mateo usó
este verbo en el cuarto discurso de Cristo descrito en este
evangelio, “¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas,
y se descarría [planaō ] una de ellas, ¿no deja las noventa y
nueve y va por los montes a buscar la que se había
descarriado? (Mat.18:12). No se puede extraviar de donde
alguno no estaba en el principio. Santiago también usó este
mismo verbo [planao] “descarriarse” para aplicarlo algún
cristiano que se aparta de la verdad y queda expuesto a la
muerte eterna:

Hermanos míos, si alguno de entre vosotros se


extravía [planao] de la verdad y alguno le hace volver,
sepa que el que hace volver a un pecador del error de
su camino salvará su alma de muerte, y cubrirá
multitud de pecados (Stg.5:19-20 BLA).

Este verso es irrefutable, nadie puede negar que


Santiago esta mencionando la posibilidad de que algunos de
los hermanos puedan descarriarse y el riesgo de no volver
de su error y no salvarse de la muerte eterna, o la perdida
de la salvación. Existe el peligro de descarriarse o desviarse,
los falsos maestros que menciona Pedro fueron salvos, pero
dejaron “el camino recto, y se han extraviado, siguiendo el
camino de Balaam”. Del “camino recto” se descarriaron
para seguir “el camino de Balaam” o seguir el camino de
amor al dinero, “por avaricia harán mercadería de vosotros
con palabras fingidas” (2Pe.2:3). En Números 22:32
encontramos estas palabras dichas por el ángel de Jehová a
Balaam: “tu camino es perverso delante de mí”, en otras
palabras, “tu proceder movido por la avaricia es perverso”.
Es lamentable que hoy día muchos ministros por amor al
dinero han “dejado el camino recto, y se han extraviado
siguiendo el camino de Balaam” y por este motivo están
bajo el peligro de la condenación eterna, “porque raíz de
todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando
algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de
muchos dolores” (1Tim.6:10).

Se habían escapado, pero se enredaron


otra vez
Además de haber sido una vez “redimidos” y de andar
por “el camino recto y de justicia”, estos falsos maestros
estuvieron apartados del mundo:

Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las


contaminaciones del mundo, por el conocimiento del
Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en
ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor
que el primero (2Pe.2:20).

Ellos se habían “escapado de las contaminaciones del


mundo”, como los hermanos a quienes el autor les escribe
la carta. El verbo en participio “escapado”
[ἀ ποφεύγω/apofeugo] es el mismo verbo que Pedro usa
para describir la salvación de los hermanos receptores de
esta carta, “...habiendo escapado [apofeugo ] de la
corrupción que hay en el mundo por causa de la
concupiscencia” (2 Pe.1:4). Lo que causó que estos falsos
maestros hubiesen sido libres de las ataduras de las
contaminaciones del mundo, fue el conocimiento correcto
del redentor, “habiéndose ellos escapado de las
contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor
y Salvador Jesucristo”. El texto continúa evidenciando que
estos hombres experimentaron la salvación y la
santificación “por el conocimiento del Señor y Salvador
Jesucristo”, la palabra conocimiento en griego es
[ἐ πίγνωσις/epignosis], significa conocimiento correcto de la
verdad. Este conocimiento correcto es conocido solo por los
salvos, “pues su divino poder nos ha concedido todo cuanto
concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero
conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y
excelencia” (2 Pe.1:3). Estos hombres después de haberse
escapado de las contaminaciones del mundo por el
conocimiento del Señor Jesucristo se enredaron otra vez y
fueron vencidos por el mundo. Es importante recordar que
el hombre nace inocente, y cuando peca por primera vez es
“enredado” en el pecado, pero cuando escapa de esa red o
se desenreda por el conocimiento del Señor ya no está
enredado sino libre. Cuando esta persona, que una vez fue
libre, vuelve al pecado, entonces, se “enreda otra vez”
(2Pe.2:20). Pedro dice “su postrer estado viene a ser peor
que el primero”. Cuando no era salvo y estaba enredado en
el pecado estaba en el “estado primero” pero después de
haberse escapado de esa red por el conocimiento del Señor,
y vuelve a enredarse con las contaminaciones del mundo,
por lo tanto, termina en un estado peor que cuando era
pecador, un estado “peor que el primero”.

Pedro continúa diciendo:

Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el


camino de la justicia, que después de haberlo
conocido, volverse atrás del santo mandamiento que
les fue dado (2Pe.2:21).

Sólo los nacidos de nuevo conocen o experimentan “el


camino de la justicia”, mientras que los pecadores en
general no tienen el conocimiento correcto del Señor y de
esta vida cristiana o “el camino de justicia”. Cabe agregar,
que sólo los salvos siguen el mandamiento que Cristo les ha
dado. Sólo los salvos han conocido “el camino de la justicia”
o “los caminos rectos del Señor”, por eso afirmó
certeramente que estos falsos maestros fueron salvos por
un tiempo, pero después perdieron la salvación porque
después de “haber conocido el camino de la justicia” el
Apóstol Pedro dijo “han dejado el camino recto, y se han
extraviado, siguiendo el camino de Balaam, hijo de Beor, el
cual amó la paga de la maldad” (2Pe.2:15RVG).

En síntesis, estos falsos maestros fueron “redimidos o


comprados” por el Señor Jesucristo, pero después lo
negaron. Fueron salvos porque se “habían escapado de las
contaminaciones del mundo” como los demás salvos
recipientes de esta carta (2Pe.1:4). Se habían escapado por
el mismo “conocimiento del Señor Jesucristo” que habían
recibido los salvos de esta carta (2Pe.1:3). Fueron salvos por
un tiempo, porque “habían conocido el camino de la
justicia” o “el camino recto,” pero dejaron el “camino recto”
y se extraviaron, siguiendo el camino de Balaam. Al final se
enredaron otra vez en las contaminaciones del mundo y
fueron vencidos, por eso “su postrer estado vino a ser peor
que el primero”, “mejor les hubiera sido no haber conocido
el camino de la justicia, que después de haberlo conocido,
volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado.
Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro
vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el
cieno” (2 Pe. 2:20-22).

o) Dejan de ser hijos de Dios


Como ya ha sido evidenciado, los apóstoles les dejaron
a las futuras generaciones un legado doctrinal, entre estas
doctrinas tenemos la salvación condicional, por esta razón
Ireneo afirmó que los salvos si caen en pecado y
permanecen haciendo las cosas pecaminosas que Pablo
enlisto en 1 Cor.6:9-10, serían expulsados del reino de Dios:
El Apóstol dice: ¿No sabéis que los injustos no
heredarán el reino de Dios? No os engañéis: ni los
fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los que se echan con varones, ni los
ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de
Dios (1 Corintios 6: 9-10). Y esto lo dijo el Apóstol no
en referencia a los que están sin salvación sino a
nosotros, no sea que seamos echados del reino de
Dios por hacer tales cosas.[331]

La refutación de los maestros calvinistas siempre viene


envuelta en preguntas, ellos nos cuestionan diciendo; “si
Jesucristo pagó por todos mis pecados, ¿Por cuál pecado
pierdo la salvación, si él los pagó todos?”. Como ya lo
mencioné antes, todos los pecados producen muerte
espiritual (Stg.1:14-15; Ap.3:1), lo cual no significa que ya
está desechado por Dios, el buen pastor siempre buscara
esta oveja descarriada (Mat.18:12-14), Él es paciente con
nosotros no queriendo que ninguno perezca (2Pe.3:9), por
eso ordena a la iglesia a orar por aquel que pecó y está
muerto espiritualmente para que Dios le de vida de nuevo
(1Jn.5:16). Si este hermano no se arrepiente de este
pecado, sino que voluntariamente decide continuar
pecando, esta persona comete el pecado de muerte
(He.10:26). Cualquier pecado no arrepentido, puede
volverse pecado de muerte, por ejemplo; el pecado de no
perdonar (Leer Mat.18:21-35). Nuestro Señor Jesús afirmó
que la salvación es condicional, “Porque si vosotros no
perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os
perdonará vuestras ofensas” (Mr.11:26). Un nacido de
nuevo ha sido adoptado por el Padre, pero este nuevo
nacimiento y adopción es condicional, si éste no perdona a
su hermano que ha sido también adoptado por el Padre,
“quedará expuesto al infierno de fuego” (Mat.5:22). Y sólo
por este pecado cesó de ser hijo de Dios. Ireneo creía esta
doctrina Apostólica, por eso él escribió que, aunque no
todos son hijos de Dios, sólo los que creen en Él y hacen su
voluntad, pero estos hijos de Dios si más adelante no le
obedecen dejan de ser sus hijos:

Con respecto a la obediencia y la doctrina, no todos


somos hijos de Dios: Son solamente los que creen en
Él (Juan 1:12) y hacen su voluntad (Mat.12: 50). Y los
que no creen, y no obedecen a su voluntad, son hijos
y ángeles del diablo, porque hacen las obras del
diablo (Juan 8:41) ... Porque, así como, entre los
hombres, esos hijos que desobedecen a sus padres,
siendo desheredados, siguen siendo sus hijos en el
curso de la naturaleza, pero por la ley son
desheredados, para que no se conviertan en los
herederos de sus padres naturales; así que de la
misma manera es con Dios, los que no le obedecen,
siendo desheredados por Él, han dejado de ser sus
hijos. Por lo tanto, no pueden recibir su herencia...
todos [loa seres humanos han sido] creados por el
mismo Dios. Sin embargo, cuando creen y están
sujetos a Dios, y le siguen y guardan su doctrina, ellos
[se vuelven en] los hijos de Dios; pero cuando han
apostatado y han caído en transgresión, son
atribuidos a su jefe, el diablo, quien fue el primero en
convirtiese en la causa de la apostasía de sí mismo, y
después la de los demás.[332]

Insisto, cualquier pecado no arrepentido puede


convertirse en un pecado de muerte. Ya lo mencioné, el
pecado del no perdón y la desobediencia pueden ser una de
las muchas causas para perder el derecho legal de adopción
o la salvación.

p) No quites de mí tu Santo Espíritu


Recordemos que los maestros de la iglesia primitiva
advertían continuamente a los cristianos sobre la
probabilidad de la perdida de salvación, por cuatro causas:
por haber negado su fe ante la amenaza de muerte, por
causa del orgullo espiritual el cual conduciría al pecado y la
apostasía, por la creencia de que después del bautismo los
pecados cometidos sin arrepentimiento no eran perdonados,
y por la numerosa evidencia bíblica de aquellos que
empezaron bien y terminaron mal al apartarse del Señor.
Esta última razón era la evidencia del A.T. citada por los
escritores apostólicos para enseñar sobre la salvación
condicional, veamos varios ejemplos, entre ellos el caso de
los hijos de Aarón.

Nadab y Abiú
Ellos eran hijos de Aarón, eran salvos, pero perdieron su
salvación. Ellos fueron regenerados por el Espíritu Santo
(Jn.3:3) y por eso pudieron ver las cosas del reino de Dios,
las escrituras dicen:

Subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y Setenta de


los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel; y
había debajo de sus pies como un embaldosado de
zafiro, semejante al cielo cuando está sereno. Más no
extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de
Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron (Ex.24:9-
11).

Nadab y Abiú eran salvos porque fueron escogidos


directamente por mandato de Dios para que fuesen sus
sacerdotes (Ex.28:1). Eran salvos porque para ministrar
delante de Dios se requería que el sacerdote estuviese sin
pecado, de lo contrario morirían:
Los ungirás, y los consagrarás y santificarás, para que
sean mis sacerdotes. Y les harás calzoncillos de lino
para cubrir su desnudez; serán desde los lomos hasta
los muslos. Y estarán sobre Aarón y sobre sus hijos
cuando entren en el tabernáculo de reunión, o cuando
se acerquen al altar para servir en el santuario, para
que no lleven pecado y mueran (Ex.28:42-43).

Los hijos de Aaron eran salvos y estaban sin pecado,


por este motivo ellos pudieron ministrar muchas veces
delante del Señor sin que cayeran muertos (Lev.9:9, 12,18).
No obstante, un día decidieron no traer fuego del altar, sino
de otro lugar y cometieron el pecado de ofrecerle a Dios
fuego extraño, razón por el cual pecaron delante de Dios el
pecado gravísimo de naturaleza de muerte:

Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su


incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual
pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová
fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego
de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante
de Jehová (Lev.10:1-2).

Nadab y Abiú, hijos de Aarón, sacerdotes del Dios


altísimo, que vieron la gloria de Dios y ministraros delante
de Dios, perdieron su salvación cuando pecaron este pecado
de muerte.

Salomón
El hijo de David fue otro de estos personajes bíblicos
citados por los escritores cristianos de los primeros siglos
para hablar de la salvación condicional. Salomón fue un
hombre que fue salvo, él fue escogido por Dios para ser su
hijo; “Y me ha dicho: Salomón tu hijo, él edificará mi casa y
mis atrios; porque a éste he escogido por hijo, y yo le seré a
él por padre” (1Cró.28:6). Luego su padre David le advierte
que su salvación es condicional:

y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre,


y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario;
porque Jehová escudriña los corazones de todos, y
entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le
buscares, lo hallarás; más si lo dejares, él te
desechará para siempre (1Cró.28:9).

La teología del rey David era la de la salvación


condicional, observe la advertencia “si lo dejares, Él te
desechará para siempre”, indudablemente se refiere a la
perdida de la salvación. Cipriano de Cartago ( 200-258 d.C.)
afirmó que Salomón por dejar al Señor perdió la gracia de
Dios:

Salomón retuvo la gracia que él había recibido del


Señor, mientras él anduvo en los caminos del Señor.
Sin embargo, después de que él dejó los caminos del
Señor, él también perdió la gracia de Dios. Por esa
razón está escrito, ‘retén lo que tienes, para que
ninguno tome tu corona’. Ciertamente el Señor no
advertiría que la corona de justicia podría ser quitada
si esta corona no partiría cuando la justicia se aparta.
[333]

Es importante aclarar que Salomón al final de sus días


cuando estaba cerca de su muerte (931 a.C.) se reconcilió
con el Señor, pues en esos días escribió el libro de
Eclesiastés donde concluyó diciendo:

Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto


es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a
juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea
buena o sea mala” (Ecl.12:13-14).

Aunque se reconcilió con el Señor, nadie niega el hecho


de que al haberse apartado murió espiritualmente por un
tiempo, pero como el hijo pródigo regresó a su Padre, éste
volvió del error y salvó su alma de la muerte eterna
(Stg.5:20).

Cipriano entendía que la salvación era un proceso que


terminaba con la glorificación la cual se manifestaría con
recompensas celestiales, por esta razón él motivaba a
través de las escrituras a completar esta gracia celestial
para poder alcanzar la gloria eterna, de lo contrario podrían
volverse a perder regresando al diablo:

El Señor, amonestándonos de esto en su Evangelio, y


enseñándonos que no debemos volver de nuevo al
diablo y al mundo que habíamos renunciado, y de
dónde hemos escapado, dice: ‘Ninguno que poniendo
su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el
reino de Dios, (Luc.9:62)’. Y otra vez: ‘Y el que esté en
el campo no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de
Lot...’ Debemos completar la gracia celestial y
espiritual para que podamos alcanzar la palma y la
corona. En el libro de Crónicas dice: ‘Jehová estará con
vosotros, si vosotros estuviereis con él: y si le
buscareis, será hallado de vosotros; más si le dejareis,
él también os dejará (2 Cró.15:2)’. También en
Ezequiel: ‘La justicia del justo no lo librará el día que
se rebelare (Ez.33:12)’. Por otra parte, en el
Evangelio., el Señor habla y dice: ‘el que persevere
hasta el fin, éste será salvo’ (Mat.10:22).[334]

Basilio de Cesárea (330-379 d.C.), el obispo griego de


Cesarea en Capadocia, Asia Menor, enseñó que Judas fue
salvo al principio, cuando comenzó bien, pero se apartó de
su justicia y perdió su salvación al convertirse de lo mejor a
lo peor:

Vano es entonces el trabajo del hombre justo… si un


cambio le acontece, y [este] se torne de lo mejor a lo
peor... Así escuchamos la enseñanza de Ezequiel…
cuando dice, ‘si el justo se apartare de su justicia y
cometiere maldad… Ninguna de las justicias que hizo
le serán tenidas en cuenta; y por el pecado que
cometió, por ello morirá’ (Ez.18:24) ...Un ejemplo sin
duda que sería suficiente para mantener seguro a
alguien que está viviendo una vida santa, es la caída
de Judas que se tornó de lo mejor a lo peor, quien,
después de ser por tanto tiempo discípulo de Cristo,
vendió a su maestro por una ganancia canalla y halló
para sí mismo su propio lazo para ahorcase. Por lo
tanto, aprenda hermano que no es quien empieza bien
quien es perfecto sino es aquel quien termina bien el
que es aprobado delante de Dios.[335]

Cirilo de Jerusalén, (313-386 d.C.), dijo que, así como la


gracia era recibida también podría ser echada por parte de
aquellos que contristan el Espíritu Santo:

Si tú crees, no sólo recibirás la remisión de los


pecados, sino que también [El Espíritu Santo] hará
cosas que pasan el poder del hombre... Él te dará
dones de la gracia de todo tipo, si tú no lo contristas
por el pecado; porque está escrito, ‘Y no contristéis al
Espíritu Santo de Dios, por el cual fuisteis sellados
para el día de redención’. ¿Qué, pues, amados, es esta
[advertencia] para preservar la gracia? estad listos
para recibir la gracia, y cuando hayáis recibido, no la
eches de ti.[336]
La iglesia primitiva también solía creer que el Espíritu
Santo podía ser quitado de los cristianos que permanecían
en pecados como el de la duda y la ira, por ejemplo; el
Pastor Hermas (85-90 d.C.), afirmó que el Espíritu Santo
podía retirarse de los cristianos que permanecen en el
pecado de la ira:

Ambas acciones (duda e ira) contristan al Espíritu


Santo: duda, porque no logró su objetivo; y la ira
contrista el Espíritu, porque hizo lo que era malo. La
duda y la ira son gravosas al Espíritu Santo. Por lo
tanto, quite la aflicción de ustedes y no abrumen al
Espíritu Santo el cual habita en ustedes, para que no
ruegue a Dios en contra de ustedes y Él se retire de
ustedes.[337]

Adicionalmente, el Pastor Hermas aseguró que los


siervos de Dios que se dejan dominar por el pecado de la
ira, el Espíritu Santo se retira de ellos y espíritus inmundos
vienen a morar en ellos, refiriéndose específicamente a los
que en un tiempo fueron siervos de Dios:

‘Oíd ahora’ dijo, ‘¿Cuan malvada es la acción de la ira,


y de qué manera por su acción hace caer a los siervos
de Dios, y los hace voltear de la justicia ... Porque
cuando todos estos espíritus [vienen a] habitar en un
vaso en el que el Espíritu Santo también habita, el
vaso no puede contenerlos, sino que se rebosa.,
entonces el Espíritu que es sensible y que no está
acostumbrado a vivir con el espíritu malvado, ni con la
dureza, se retira de tal hombre, y busca habitar con el
manso y el pacifico. Entonces, cuando él se retira del
hombre en quien moraba, el hombre queda vacío del
Espíritu justo; y estando lleno de espíritus malignos
(Mat.12: 45), este hombre se adentra en un estado de
anarquía en cada acción, siendo arrastrado de aquí
para allá por los malos espíritus, y hay una oscuridad
completa en su mente en cuanto a todo lo bueno.
Esto, entonces, es lo que le pasa a todo airado.[338]

Mientras que la iglesia primitiva enseñó que el Espíritu


se podía apartar de los salvos, los defensores de las
doctrinas “la perseverancia de los santos” y “la seguridad
eterna” afirman que el Espíritu Santo jamás se aparta del
redimido, la razón, porque este es el sello que “nos es dado
como garantía de nuestra herencia, con miras a la
redención de la posesión adquirida de Dios” (Efe.1:13-14
BLA). En la siguiente parte analizaré este punto y algunas
evidencias en el N.T. que demuestran esta trágica realidad.

El Espíritu se puede apartar del


redimido
El calvinismo dice que el Espíritu jamás se apartara del
redimido porque este es el sello que “nos es dado como
garantía de nuestra herencia” (Efe.1:13-14). Es cierto que el
Espíritu Santo es el sello de garantía de nuestra herencia
eterna, pero en ningún momento el texto dice que la
herencia es incondicional, por el contrario, el contexto
general de la biblia dice que la herencia es condicional.
Pablo dice que es condicional al sufrimiento, si no sufrimos
por causa de Cristo no seremos herederos; “Y si hijos,
también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que
juntamente con él seamos glorificados” (Rom.8:17). El
Espíritu es la garantía de nuestra herencia, pero esta
herencia es condicional, “El que venciere heredará todas las
cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo” (Ap.21:7), la
condición es vencer, y recordemos que muchos no vencen,
sino que “son vencidos” (2 Pe. 2:20). Y si la herencia es
condicional entonces la permanencia del Espíritu en el
individuo, como sello de esa herencia, es también
condicional, por ello Pablo escribió “Y no contristéis al
Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención” (Efe.4:30). Estos mismos defensores de
la salvación incondicional dicen que si el Espíritu se
apartaba en el A.T. no tiene nada que ver con la promesa
del N.T. de permanecer hasta la redención final. Esta
afirmación sólo manifiesta la inconsistencia de este sistema
reformado, pues me pregunto ¿A través de cual Espíritu
fueron regenerados los santos del A.T.? ¿El Espíritu Santo
regeneró en el A.T. con un método distinto al N.T.? El mismo
Espíritu que regeneró en el A.T. es el mismo que regenera
en el N.T. por lo tanto, es el mismo sello, es la misma
garantía condicional que está en los regenerados. El mismo
Espíritu Santo que es contristado en el N.T. es él mismo
Espíritu que fue contristado y enojado en el A.T. y por ello se
apartó y se volvió enemigo de aquellos que un día fueron su
morada, “mas ellos se rebelaron y contristaron su santo
Espíritu; por lo cual Él se convirtió en su enemigo y peleó
contra ellos” (Isa.63:10 BLA).

En el N.T. hay varios ejemplos de salvos que fueron


abandonados por el Espíritu Santo. El libro de Hebreos dice
que algunos judíos creyentes fueron la morada o templo del
Espíritu Santo, y por ello el autor dice que ellos “fueron
hechos partícipes del Espíritu Santo” pero “recayeron”
(He.6:4-6), experimentaron esta tragedia de que el Espíritu
Santo se apartó de ellos. Este mismo grupo de judíos que
habían sido santificados por la sangre de Cristo, también
fueron la habitación del Espíritu, pero pecaron
voluntariamente (He.10:26) e insultaron el Espíritu Santo, el
cual se apartó de ellos (He.10:29). Si el Espíritu Santo nunca
se aparta del regenerado, entonces cuando éste comete el
pecado del adulterio como lo hizo David, ¿El Espíritu Santo
que mora en este templo no deja esa morada, sino que
participa de ese pecado?
Aunque El Espíritu Santo es la garantía de nuestra
futura herencia, su permanencia es condicional, si lo
contristamos y no nos arrepentimos el Espíritu Santo se
puede apagar (1Tes.5:19) y luego se aparta y se volverá
nuestro enemigo (Isa.63:10). Por esta razón los escritores de
la era patrística, entre ellos, Basilio de Cesárea afirmaron
que aquellos quienes contristan al Espíritu Santo y no se
arrepienten serán cortados y separados del Espíritu, y
finalmente la gracia será quitada de ellos:

Los que han contristado al Espíritu Santo por la


maldad de sus caminos, o no han hecho para Él lo
debido por el cual les fue dado [El Espíritu], serán
privados de lo que han recibido, la gracia será
transferida a otros; o, de acuerdo con uno de los
evangelistas, serán incluso totalmente cortados y
separados (Mat.24:51), cortados y separados significa
la separación completa del Espíritu.[339]

Basilio de Cesárea también creía que el Espíritu Santo


se apartaba de aquellos cristianos que por causa de su
inestabilidad llegaban a un punto de rechazar la gracia de
Dios, como lo hizo Saúl:

Porque el que, ya no vive en la carne (Rom.8:12) sino


que es guiado por el Espíritu de Dios (Rom.8:14) es
llamado un hijo de Dios, siendo conformado a la
imagen del Hijo de Dios (Rom.8:29) es descrito como
un espiritual… Por otra parte, como en nuestros
cuerpos esta la salud, el calor, o generalmente sus
condiciones variables, de este modo, muy
frecuentemente está el Espíritu en el alma; ya que Él
no permanece con los que, a causa de la inestabilidad
de su voluntad, rechazan fácilmente la gracia que han
recibido. Un ejemplo de esto se ve en Saúl,
(1Sam.16:14).[340]

Atanasio de Alejandría (296-373 d.C.), fue otro escritor


cristiano quien apoyó la creencia de la salvación condicional
al decir que el Espíritu Santo se podía apartar de los
cristianos que pecaban y no se arrepentían como fue en el
caso del rey Saúl:

Estaremos en el Hijo y en el Padre, y seremos


contados de habernos vuelto uno en el Hijo y en el
Padre, es por eso, que el Espíritu está en nosotros, el
cual está en el Verbo y está en el Padre. Entonces
cuando un hombre cae del Espíritu por cualquier
maldad, si se arrepiente tras su caída, la gracia
permanece irrevocablemente en él como en los tales
que están dispuestos; de lo contrario [si no se
arrepiente] el que ha caído ya no está más en Dios
porque el Espíritu Santo y Paracleto el cual está en
Dios lo ha abandonado, sin embargo [el espíritu malo
de] el pecador estará en él a quien el mismo se le ha
sujetado, como ocurrió en el ejemplo de Saúl; porque
el Espíritu de Dios se apartó de él y un espíritu
maligno lo estuvo afligiendo (1 Sam.16: 14).[341]

Varios escritores cristianos de los primeros siglos


escribieron sobre este hecho bíblico; Saúl el escogido de
Jehová fue salvo por un tiempo, pero descuidó su salvación
y se apartó del Dios vivo, y por sus maldades Dios mismo lo
mató y se perdió por toda la eternidad.

q) ¿Mató Dios a un escogido?


Saúl fue un escogido de Dios, reconocido así aun por los
Gabaonitas que no eran parte del pueblo de Dios, “Saúl, el
escogido de Jehová” (2Sam.21:6 RVG), también lo reconoció
el profeta Samuel, “Y Samuel dijo a todo el pueblo: ¿Habéis
visto al que ha elegido Jehová, que no hay semejante a él
en todo el pueblo?” (1Sam.10:24). Los calvinistas al refutar
estos textos dicen que Saúl fue escogido sólo para ser rey y
que éste nunca fue salvo. Es cierto, Dios lo escogió para ser
rey (Hch.13:21), pero antes de darlo a Israel para reinar, lo
salvó, pues el plan de Dios era que Saúl viviera y reinara
para siempre sobre Israel como Samuel mismo se lo dijo
cuándo Él pecó:

Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho;


no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios, que
Él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera
confirmado tu reino sobre Israel para siempre
(1Sam.13:13).

El plan de Dios para con “Saúl, el escogido de Jehová”,


era darle el reino de Israel para siempre, y para que él
reinara para siempre tendría que haberlo salvado y darle
vida eterna. Saúl fue salvado por Dios de esta manera:
“Saúl, el escogido de Jehová” antes de ser ungido como rey
fue regenerado por el Espíritu de Dios, “…el Espíritu de
Jehová vendrá sobre ti con gran poder… y serás cambiado
en otro hombre…Y sucedió que cuando él volvió la espalda
para dejar a Samuel, Dios le cambio el corazón…”
(1Sam.10:6,9 BLA). Algunos en su afán de defender su
doctrina de la perseverancia de los santos y la seguridad
eterna, o salvo siempre salvo, argumentan diciendo: “El
Espíritu no estaba dentro sino sobre Saúl, el Espíritu vino a
morar en los salvos fue a partir de pentecostés, en el A.T. el
Espíritu sólo venia por un momento y luego se iba”. Si estas
afirmaciones son ciertas, me pregunto, ¿Y cómo Dios puede
cambiar o regenerar un corazón sin que el Espíritu entrase
dentro del individuo? ¿A través de cual Espíritu creyó
Abraham a Dios (Rom.4:3) y su fe le fue contada por
justicia? Y si el Espíritu no estaba dentro de los santos del
Antiguo Testamento, ¿Cómo Dios los regeneró? ¿Salvos por
obras? La Escritura demuestra que El Espíritu Santo venia
sobre algunos para ungirlos para ciertas labores, pero
permanecía dentro de los que fueron salvos (1 Pe.1:10-11),
aun antes del pentecostés (Jn.14:17).

Por su puesto los santos o salvos del Antiguo


Testamento fueron regenerados por el Espíritu Santo, y éste,
permanecía en ellos como permaneció dentro de Saúl en los
dos primeros años de su reinado. La evidencia de su
regeneración espiritual fue manifestada a través de su
corazón cambiado por Dios, su corazón era humilde de tal
forma que cuando Samuel lo fue a presentar como rey, él se
escondió (1Sam.10:22). Sus primeros pasos fueron dados en
humildad y dependencia de Dios y de Samuel. A través de
esta regeneración o cambio de corazón, Saúl tenía el amor
de Dios para perdonar a sus ofensores, por ejemplo, el
perdonó aquellos que lo menospreciaron y rechazaron al
principio (1Sam.10:27). Después de que Dios le dio la
victoria a Israel a través de Saúl, el pueblo quería matar a
estos que despreciaron a Saúl, pero en el corazón nuevo del
escogido de Jehová no había odio sino amor de Dios y
perdón, “Saúl dijo: No morirá hoy ninguno,” la razón era
porque su corazón estaba regenerado y por eso reconoció
que la victoria la había dado Dios y era para Su gloria,
“porque Jehová ha dado hoy salvación en Israel”
(1Sam.11:13). Saúl pudo obedecer la ley de Dios la cual
ordenaba arrojar de la tierra a los encantadores y adivinos
(1Sam.28:3,9), gracias al Espíritu Santo y su corazón
regenerado. Sin embargo, después de que persistió en
pecar y no se arrepintió fue desechado por Dios: “Por cuanto
tú desechaste la palabra de Jehová, Él también te ha
desechado para que no seas rey” (1Sam.15:23 RVG). Al ser
desechado para que no fuese rey “sobre Israel para
siempre” (1Sam.13:13), también fue desechado de la gracia
de Dios para que no viviese para siempre, por ello el
Espíritu que le cambió su corazón y lo cambió en otro
hombre, se apartó de él: “Y el Espíritu de Jehová se apartó
de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de
Jehová” (1Sam.16:14 RVG). Al final, después de haber sido
elegido, regenerado, y ungido con el Espíritu Santo, Dios
tuvo que matar a “Saúl, el escogido de Jehová” por su
persistencia en el pecado:

Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó


contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no
guardó; y porque consultó a una pitonisa, y no
consultó a Jehová; por esta causa lo mató, y traspasó
el reino a David, hijo de Isaí (1Cro.10:13-14 RVG).

Dios mató a Saúl, “el escogido de Jehová”, después de


haber pecado voluntariamente, tras haber caído de la gracia
y de haberse apartado del Dios vivo, es decir lo mató
después de haber perdido su salvación.

r) Borrados del libro de la vida


Los escritores de la era patrística creían que los
cristianos nacidos de nuevo, que se apartaban y cometían el
pecado de muerte serian borrados del libro de la vida. Uno
de estos escritores era Juan Casiano (360-435 d.C.), éste
escribió afirmando que los que cometían el pecado de
muerte como los Israelitas en el desierto, los que adoraron
el becerro, y como Judas el que traicionó al Señor, serían
borrados del libro de la vida:

Finalmente, cuando El señor [miró] la caída rápida de


su pueblo, apartó su mirada misericordiosa de ellos
quienes había escogido de entre todas las naciones,
[entonces] el dador de la ley [Moisés] se interpuso en
favor de ellos y clama: ‘Te ruego, pues este pueblo ha
cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses
de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme
ahora de tu libro que has escrito. Y Jehová respondió a
Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi
libro’ (Ex.32:31-33). David también, en el Espíritu
profético al quejarse de Judas y los perseguidores del
Señor, dice: ‘Sean raídos del libro de los vivientes,’ y
porque ellos no merecían venir al arrepentimiento
salvador por causa dela culpabilidad de su gran
pecado, David añade: ‘Y no sean escritos entre los
justos’ (Sal.69:28).[342]

Juan Casiano fue uno de los que también afirmó que


Judas era salvo, porque su nombre estaba escrito en el libro
de la vida, pero después de cometer el pecado de muerte,
su nombre fue borrado y perdió totalmente su salvación:
Por último, en el caso de Judas mismo, el significado
de la maldición profética se cumplió con claridad,
porque cuando completó su pecado mortal, Judas se
suicidó por ahorcamiento, después de que su nombre
fuera borrado, para que él no pudiera convertirse y
arrepentirse y merecer estar una vez más escrito
entre los justos en el cielo. Por lo tanto, no hay que
dudar de que en el momento en que fue elegido por
Cristo y obtuvo un lugar en el apostolado, el nombre
de Judas fue escrito en el libro de la vida, y que él
escuchó, así como el resto [de los Apóstoles] las
palabras: ‘no os regocijéis de que los espíritus se os
sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres
están escritos en los cielos’ (Luc.10:20). Pero debido a
que él fue corrompido por la plaga de la codicia y [por
eso] su nombre había sido borrado de esa lista
celestial, el profeta dice adecuadamente de hombres
como él, ‘¡Oh Jehová…todos los que te dejan serán
avergonzados; y los que se apartan de mí serán
escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová,
¡manantial de aguas vivas!’ (Jer.17:13). Y en otro
lugar, ‘no estarán en la congregación de mi pueblo, ni
serán inscritos en el libro de la casa de Israel, ni a la
tierra de Israel volverán’ (Ez.13:9).[343]

El libro de la vida es el registro celestial de los seres


humanos, también llamado el “libro de los vivientes”
(Sal.69:28 RV1960), algunos teólogos dicen, “el libro de los
salvos” y otros dicen “libro de todos los seres humanos”.
Cualquiera que sea, nuestro enfoque será en “libro de los
salvos”. Aunque mencionaré algunos textos refiriéndose a
“vivientes” con oportunidad de salvación. Este libro fue
escrito “desde la fundación del mundo” (Ap.17:8),
específicamente el día en que Adán y Eva pecaron y tenían
que morir para cumplir la justicia de Dios (Gen.2:15), pero
ese día un animal fue sacrificado por Dios en reemplazo de
ellos (Gen.3:21). Este animal representó el cordero de Dios
que fue inmolado desde ese mismo día como nuestro
sustituto, como dice el Apóstol Juan con respecto a los
seguidores de la Bestia, “Y la adoraron todos los moradores
de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de
la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del
mundo” (Ap. 13:8).

Dios a través de su conocimiento anticipado, conoció el


nombre de todos los seres humanos (Jer.1:5) y por ello,
desde ese día de la caída y promesa de redención
(Gen.3:15), escribió el nombre de todos “los vivientes” de
todas las generaciones en el libro de la vida. Todos fueron
escritos a excepción de un grupo de personas que iban a
cometer el pecado de muerte. Este grupo de personas que
no fueron escritos, son los adoradores y seguidores del
Anticristo, “…y los moradores de la tierra, aquellos cuyos
nombres no están escritos desde la fundación del mundo en
el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y
no es, y será” (Ap.17:8). Esta expresión “no están escritos
desde la fundación del mundo en el libro de la vida” da a
entender claramente que el libro fue escrito desde el
principio del mundo como lo relaciona Juan con la muerte
del cordero de Dios en Apocalipsis 13:8. Estos “moradores
de la tierra” no fueron escritos, posiblemente porque Dios
conoció de antemano, desde ese principio que iban a
cometer el pecado de muerte al rechazar totalmente a
Cristo, El Señor dijo; “hay algunos de vosotros que no creen.
Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que
no creían” (Jn.6:64). Probablemente esta generación no fue
escrita desde el principio porque ellos iban a aceptar
conscientemente la marca, el nombre y el número de la
bestia con su respectiva condena eterna (Ap.14:9-11). Esta
generación fue condenada no porque Dios los haya
destinado a perdición con anterioridad, sino porque ellos
mismos voluntariamente iban a rechazar “el amor de la
verdad”, y en su lugar recibirían al Anticristo:

Cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran


poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo
engaño de iniquidad para los que se pierden, por
cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser
salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso,
para que crean la mentira, a fin de que sean
condenados todos los que no creyeron a la verdad,
sino que se complacieron en la injusticia (2Tes.2:9-12).

Este podría ser el motivo por el cual no fueron


registrados en el libro de la vida que fue escrito desde la
fundación del mundo. Pero todos los demás “vivientes”
fueron escritos como parte del registro celestial.

A partir de la fundación del mundo todos aquellos que


cometieron el pecado de muerte o perdieron su oportunidad
de ser salvos, fueron borrados del libro de la vida. Moisés
fue el primero en escribir acerca de este registro celestial
donde Dios ya había escrito el nombre de todos. Lo supo
porque cuando el pueblo de Israel se desenfrenó adorando
al becerro de oro, Dios mismo le habló de este libro:
“Déjame que los destruya, y borre su nombre de debajo del
cielo, y yo te pondré sobre una nación fuerte y mucho más
numerosa que ellos” (Deut.9:14). Moisés desciende y juzga
a los que no se arrepintieron y luego sube al monte para
interceder por el resto, sabiendo que ellos estaban escritos
en ese libro, le dijo al Señor: “Te ruego, pues este pueblo ha
cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro,
que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu
libro que has escrito” (Ex.32:31-32). Aquí hay algo
interesante, digno de un rápido análisis, Moisés no le dijo,
“ráeme ahora de tu libro que estas escribiendo”, sino “que
has escrito”. Es decir, el libro ya estaba escrito, aunque hay
un texto que dice Dios “inscribe”, el Salmo 87:5-6 dice:
“Pero de Sion se dirá: Este y aquél nacieron en ella; y el
Altísimo mismo la establecerá. El Señor contará al inscribir
los pueblos: Este nació allí” (BLA). Algunos usando el
método alegórico aplican este texto a todos los que son
nacidos de nuevo, para decir que estos son escritos en Sion
o el cielo, este punto es debatible y no es mi foco de
atención. Lo único cierto que existe en las Escrituras, es la
terrible advertencia de ser borrados del libro a causa de
haber pecado contra Dios, esto es el pecado de muerte por
el cual ya no hay más sacrificio (He.10:26), ni perdón
(Mat.12:32), ni se puede interceder (1 Jn.5:16), como el
Señor le respondió a Moisés, “Al que haya pecado contra mí,
lo borraré de mi libro” (Ex.32:33 BLA). Y el que es borrado,
perdió definitivamente la oportunidad de salvación, y
reiteró, esta pérdida de salvación y remoción del libro es
para siempre; “Reprendiste a las naciones, destruiste al
malo, borraste el nombre de ellos eternamente y para
siempre” (Sal.9:5).
Al comparar en otras versiones Bíblicas este último
verso el cual dice claramente: “Reprendiste gentes” (RVA);
“Reprendiste a los paganos” (NVI); “Reprendiste los
gentiles” (JBS); sugiere que Dios reprendió gentes o las
naciones paganas, en este caso los gentiles, y de ellos
“destruiste a los malvados; borraste sus nombres para
siempre” (NTV), esto quiere decir que los nombres de esos
malvados de entre las naciones o gentiles fueron borrados
para siempre, y si fueron borrados fue porque estaban
escritos. Entonces, probablemente el término “los vivientes”
escritos en el libro de la vida, es el nombre de todos los
seres humanos, incluyendo los salvos y los que tienen la
oportunidad de salvación, exceptuando los que fueron
borrados por el pecado de muerte, y los adoradores de la
bestia. Para el tiempo final cuando Dios juzgue las naciones,
el remanente de Israel que no adoró a la bestia, ni recibió su
nombre, ni su número, ni su marca será salvado por el
Mesías (Rom.11:26), al profeta se le reveló, “en aquel
tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen
escritos en el libro” (Dn.12:1, Isa.4:3).

Si tomamos la teoría del “libro de los vivientes”


aplicado a todos los seres humanos, entonces podríamos
decir que todas las almas nacen con vida espiritual y
registradas en el libro de la vida, “He aquí que todas las
almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo
es mía; el alma que pecare, ésa morirá” (Ez.18:4). Esto no
quiere decir que por cualquier pecado el individuo es
borrado del libro de la vida. Cualquier pecado trae muerte
espiritual (Stg.1:14), sin embargo, esta persona puede ser
revivida espiritualmente a través de la fe en Jesús
(Jn.11:25), la cual lo conduce al arrepentimiento (Stg.5:19-
20, 1Jn.5:15). El pastor de la iglesia de Sardis, juntamente
con algunos de esa iglesia, estaba muerto espiritualmente,
“tienes nombre de que vives, y estás muerto” (Ap.3:1), no
obstante, el Señor no lo había borrado del libro de la vida,
aunque estaba en ese peligro, por eso, el consejo del Señor
al pastor y a ellos fue el siguiente; “el que venciere será
vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del
libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre,
y delante de sus ángeles” (Ap.3:5). Aunque estaban
muertos espiritualmente, sus nombres no habían sido
borrados del libro de la vida. Ahora, si el que está muerto
espiritualmente no se arrepiente de su maldad, y, por lo
contrario, la incrementa, al punto de llegar al colmo
(Gen.15:16), entonces, comete el pecado de muerte; “El
alma que pecare, ésa morirá”. Esta sentencia de “morirá”
tiene doble significado: Primero; muerte espiritual con
oportunidad de arrepentimiento. Segundo, muerte eterna
causada por el pecado de muerte. Cuando se comete el
pecado de muerte ya no hay oportunidad de perdón, y será
totalmente borrado del libro de la vida y se perderá por toda
la eternidad: “El alma que pecare, esa morirá” (Ez.18:20),
“a éste raeré yo de mi libro” (Ex.32:33), “eternamente y
para siempre” (Sal.9:5), “Esta es la muerte segunda. Y el
que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al
lago de fuego” (Ap.20:14-15).

Reitero, cuando dice “raeré yo de mi libro”, quiere decir


que esa persona que cometió el pecado de muerte estaba
escrita. El salmista David escribió acerca de gente que no
era salva, pero estaba escrita en el libro de la vida, estos
eran los enemigos de Dios (Sal.69:4,18), quienes lo
perseguían a él y al futuro mesías: “Y por comida me dieron
hiel, y para mi sed me dieron a beber vinagre. … Sean
borrados del libro de la vida, y no sean inscritos con los
justos” (Sal.69:21,28 BLA). Cuando dice “que no queden
inscritos con los justos” (NVI), o “no dejes que sean
incluidos entre los justos” (NTV), o “no sean contados con
los justos” (RVA-2015), o “que no queden registrados entre
los justos” (RVC), quiere decir que estos enemigos de Cristo
no nacieron o vinieron a la existencia sin ser “escritos en el
libro de la vida”, sino que nacieron “registrados”,
“contados”, “incluidos” e “inscritos” en el libro de “los
vivientes” o “de la vida”. Pero cuando cometieron el pecado
de muerte, al rechazar totalmente y crucificar al mesías, el
Espíritu apela a la justicia divina para interceder contra ellos
diciéndole a Dios, que los borre de donde estaban escritos,
a fin de que al final en el juicio final cuando los libros sean
abiertos, incluyendo el libro de la vida (Ap.20:12), “no
queden inscritos”, ni “incluidos”, ni “contados”, ni
“registrados entre los justos” (Sal.69:28).

Permanecer en Cristo es el único lugar seguro para que


nuestro nombre no sea borrado del libro de la vida y este
permanezca escrito para siempre. Por esta razón los
cristianos nacidos de nuevo debemos gozarnos (Lc.10:20).
También debemos temer, porque si no vencemos podríamos
cometer el pecado de muerte y podríamos ser borrados de
este libro (Ap.3:5). Lastimosamente, los defensores de la
doctrina de “salvo siempre salvo” no aceptan esta verdad,
siempre la contradicen al citar torcidamente: “Porque todo
lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la
victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1Jn. 5:4).
Según ellos, el supuesto elegido siempre “vence al mundo”
y por eso su nombre nunca será borrado este libro. Pero si
analizamos (1Jn. 5:4) notamos que “la victoria que ha
vencido al mundo” es “nuestra fe”, y desde los tiempos
apostólicos muchos “se extraviaron de la fe” (1Tim.6:10),
“se desviaron de la fe” (1Tim.6:21) y en el futuro, “algunos
apostatarán de la fe” (1Tim.4:1). Mientras nos
mantengamos en la fe venceremos al mundo, pero si nos
desviamos o extraviamos seremos vencidos por el mundo.
Recordemos que los falsos maestros fueron redimidos por el
Señor (2 Pe. 2:1) pero como dice el Espíritu Santo: “han
dejado el camino recto, y se han extraviado” (2 Pe. 2:15), es
decir, no permanecieron “fundados y firmes en la fe”
(Col.1:23) la cual es “la victoria que ha vencido al mundo”
(1Jn.5:4), por eso estos maestros “enredándose otra vez en
ellas [las contaminaciones del mundo] son vencidos”
(2Pe.2:20). Y como no vencieron, sino que fueron vencidos,
entonces fueron borrados del libro de la vida y perdieron su
salvación (Ap.3:5). Esta salvación es condicional a nuestra
permanencia en la fe, sin extraviarnos, ni desviarnos de la
fe en Cristo quien nos:

ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de


la muerte, para presentaros santos y sin mancha e
irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis
fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la
esperanza del evangelio que habéis oído (Col.1:21-
23).

Si en verdad permanecemos fundados y firmes, sin


movernos, ni extraviarnos ni desviarnos de la fe,
venceremos al mundo y no seremos borrados del libro de la
vida. Todos los que permanecen firmes en la fe están
seguros y registrados en “la congregación de los
primogénitos que están inscritos en los cielos” (He.12:23),
están esperando ser glorificados para entrar y vivir
eternamente en la nueva Jerusalén (Ap.21:27). Por lo
contrario, si nos movemos, o no permanecemos fundados ni
firmes en la fe, sino que nos extraviamos o desviamos,
seremos vencidos por el mundo y seremos borrados del
libro de la vida (Ap.3:5).

Para terminar, analizaré el siguiente verso bíblico:

Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta


profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de
la santa ciudad y de las cosas que están escritas en
este libro (Ap.22:19).
La versión griega de este verso no dice “libro de la
vida”, sino “árbol de la vida”; “Y si alguno quita palabras de
este libro de profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la
vida y de la ciudad santa, descritos en este libro”. Aunque la
versión griega no dice libro de la vida, esta versión si
advierte del peligro de perder su salvación si “quita
palabras de este libro de profecía”. En la advertencia, “Dios
le quitará su parte”, el pronombre personal posesivo “su” y
el sustantivo “parte” declara que esa persona ya posee o
tiene derecho a algo, en este caso al “árbol de la vida” y “la
ciudad santa”. Es decir, acá se le está advirtiendo es a
salvos que tienen ya parte del árbol de la vida y de la
ciudad santa, porque a nadie se le quita algo que no tiene, y
a las personas a quienes se les advierte, tienen “su parte
del árbol de la vida y de la ciudad santa”. Ahora, si
tomamos la versión Reina Valera la cual dice que Dios
“quitara su parte del libro de la vida” a la persona que
quitare palabras de la profecía, también advierte sobre la
perdida de la salvación a alguien que ya tiene su nombre
escrito en el libro de la vida. Si Dios borra del libro que él
ha escrito (Ex.32:33) es porque estaba escrito y era salvo
(Fil.4:3). Y si los salvos que pecaron, y no se arrepintieron y
fueron borrados del libro de la vida, como lo explica la
biblia, entonces, perdieron la salvación, perdieron su parte
en el libro de la vida y no entraría al cielo, sino que irían a la
perdición eterna (Ap.21:27). En el caso de los cristianos
perderían su ciudadanía celestial (Fil.3:20), como lo afirma
el doctor y erudito del Nuevo Testamento, Robert Mounce,
en su comentario del libro de Apocalipsis, del capítulo 3
verso 5 dice: “El libro divino y el principal de todos…era un
registro de todos los ciudadanos en la comunidad del Reino.
Un nombre que hubiese sido borrado de este libro indicaría
la perdida de la ciudadanía”.[344] En resumen, si pierde la
ciudadanía celestial, perdió la salvación.
s) Conclusión
Como ya lo mencioné, el perdón de los pecados; del
pasado, presente y futuro está condicionado a nuestra
confesión y arrepentimiento. La salvación es condicional, y
el concepto “la pérdida de la salvación” es histórico como lo
dijo Cipriano de Cartago y también Juan Crisóstomo “el
abandono de su propia salvación”. Ésta y otras expresiones
transmitían la idea que la salvación era condicional y que
ésta se podía perder, por ello los escritores cristianos de los
primeros siglos escribieron advirtiendo a los cristianos
primitivos que se podía perder la salvación por varios
motivos ya expuestos anteriormente.

Fueron los gnósticos como Valentino, Basilides y los


Maniqueos, los que infiltraron dentro de la iglesia la creencia
de almas elegidas para ser salvas siempre salvas. Ellos
también introdujeron en la iglesia la idea de la existencia de
almas destinadas a la perdición. Al final de sus días, Agustín
de Hipona mezcló estas filosofías paganas con las doctrinas
cristianas, de esta manera formuló su nuevo sistema
soteriológico. Esta teología fue la base fundamental de las
doctrinas de muchos reformadores, entre ellos la de Juan
Calvino. Este último revivió las doctrinas agustinas y las
popularizó en su obra “Institución de la Religión Cristiana”
(1536). El sínodo de Dort (1619) en Holanda, fue el lugar del
nacimiento de este sistema teológico llamado calvinismo,
allí se formularon las principales doctrinas reformadas,
conocidas como “las doctrinas de la gracia” resumidas en el
famoso TULIP. La “P” corresponde a la perseverancia de los
santos, doctrina totalmente agustina, sus raíces provienen
de un tronco llamado gnosticismo. Todo lo contrario, al
cristianismo primitivo el cual creía que la salvación se podía
perder, específicamente por el pecado de muerte, por ello el
Espíritu se apartaba del individuo y su nombre era borrado
del libro de la vida una sola vez y para siempre.

El fundador del Movimiento Misionero Mundial, escritor,


pastor y maestro; el hermano Luis M. Ortiz, escribió un
comentario del libro de Apocalipsis donde afirmó la creencia
bíblica e histórica de la salvación condicional, también habló
del surgimiento histórico de la salvación incondicional:

“No borraré su nombre del libro de la vida”. Es muy


interesante que el Señor hable en el mensaje a la
iglesia en Sardis acerca de borrar el nombre del libro
de la vida. El Señor sabía que en este período
representado por la iglesia en Sardis, la Reforma,
surgiría con fuerza la enseñanza de la predestinación,
de que una vez salvo siempre salvo, todo lo cual el
Señor rechaza de antemano, cuando dice, “no borraré
su nombre del libro de la vida”. Si Dios predestinara a
uno para ser salvo, y si una vez que uno fuera salvo,
siempre lo fuera, el Señor no tendría que advertir a
nadie de borrar su nombre del libro de la vida. No
tendría sentido tal exhortación o advertencia. Es
posible tener el nombre escrito en el libro de la vida y
que él mismo sea borrado. La evidencia Bíblica en
contra de la idea de la predestinación es abrumadora,
e igualmente abrumadora es la evidencia Bíblica con
relación a la responsabilidad de decisión o elección del
individuo. Puesto que este no es un estudio sobre el
particular, solamente queremos mencionar otro caso
cuando Dios afirma categóricamente que Él borra de
su libro, Moisés dijo a Dios: “Que perdones ahora su
pecado (del pueblo), y si no, ráeme (quitar, eliminar)
ahora de tu libro que has escrito. Jehová respondió a
Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi
libro”. Ex. 32:32, 33. El Señor sabía de antemano que
en este período de la historia de la Iglesia surgiría un
Calvino que desenterraría la enseñanza de Agustín
con relación a la predestinación, y de antemano, dijo:
“No borraré su nombre del libro de la vida.” El período
en la historia de la Iglesia representado por Sardis es
desde el año 1517, cuando la Reforma encabezada
por Martín Lutero, hasta el año 1750. Una iglesia
formalista, muerta.[345]

Sin lugar a dudas, estas doctrinas calvinistas,


especialmente la de la “Perseverancia de los Santos” y
“Salvo siempre Salvo,” contrarían el texto Bíblico y las
enseñanzas apostólicas y patrísticas de los primeros siglos
de la era cristiana. Estas doctrinas predican sobre otro
“dios” y “otro evangelio” muy diferente al revelado en las
sagradas escrituras. Este punto lo expandiré en la última
parte de esta obra.
6 EL DIOS Y EL EVANGELIO DEL
CALVINISMO

S e ha demostrado históricamente y con una correcta


interpretación bíblica, que las doctrinas de la iglesia
primitiva no eran similares sino totalmente opuestas y
adversas a lo que hoy se les conoce como las doctrinas de
la gracia del calvinismo. Los Padres Apostólicos y
apologistas del oriente no creían en la doctrina del pecado
original, tampoco afirmaron que el pecado de Adán fue
imputado o heredado a todos sus descendientes con sus
derivados de la total depravación y total inhabilidad. Ellos
se opusieron a los gnósticos quienes afirmaban que la
maldad se heredaba en la materia y, por lo tanto, eran
culpables ante Dios por su naturaleza. Por el contrario, estos
escritores cristianos de los primeros siglos sostenían la
creencia de la responsabilidad individual por el pecado, el
libre albedrio y la capacidad natural dada por Dios a los
seres humanos para creer al evangelio presentado por la
cooperación humana y la convicción divina del Espíritu
Santo.

La predestinación bíblica e histórica, es aquella que


está fundamentada en la presciencia de Dios de aquellos
que Dios conoció de antemano que iban a creer, por esta
razón fueron elegidos en Cristo. La elección y predestinación
es de personas ya salvas, el objetivo es para que fuesen
“hechos conforme a la imagen de su Hijo”. Los primeros
escritores cristianos dejaron registros en sus obras que no
todo está predestinado, sino sólo ciertos eventos como; la
vida, muerte y resurrección del mesías. Lo demás, según
ellos eran el resultado de las intervenciones de Dios, el
hombre y hasta el mismo satanás, pero en cuanto a la
salvación, ellos sostenían la visión sinergista heredada de
los judíos.

A través de esta investigación se ha demostrado que


los beneficios del sacrificio de Cristo están disponibles para
todos los seres humanos, indicando así que la expiación es
ilimitada. La salvación lograda en la Cruz es para todos,
pero su aplicación es condicionada a la fe del individuo. En
cuanto a la aplicación de estos beneficios de la expiación
ilimitada es solo por la fe, y esta viene por el oír la palabra
de Dios. El primer movimiento hacia la salvación es la fe,
primero se cree y luego se nace de nuevo. Los padres de la
iglesia primitiva creían todo esto, y explicaron que la gracia
para salvación estaba disponible para todos los seres
humanos y ésta era resistible por todos; es decir, por
creyentes y por incrédulos. Los creyentes que desechaban o
resistían al Espíritu Santo, y persistían en pecar al punto de
cometer el pecado de muerte, perdían una vez y
definitivamente su salvación. Por ello el Espíritu Santo se
apartaba y su nombre era borrado del libro de la vida por
toda la eternidad. Estas eran las doctrinas creídas por los
cristianos de los primeros cuatro siglos.

Fue hasta a principios del siglo quinto, cuando Agustín


el obispo Católico Romano de Hipona, se retractó de sus
primeros escritos que estaban en armonía con la ortodoxia
cristiana, con el fin de establecer su propia antropología y
soteriología. De la misma manera contrarrestó las doctrinas
de los Padres de la Iglesia. Muchos eruditos concuerdan que
su nueva visión estaba ligada con su antigua creencia
Maniqueista y la filosofía neoplatónica. Un ejemplo de ello
ya demostrado en el primer capítulo, es que las bases sobre
las cuales construyó la doctrina del pecado original eran de
origen filosófico, específicamente la doctrina del
traducianismo de los estoicos quienes afirmaban que el
alma era un ente físico. Tertuliano apeló a los estoicos para
mezclar esta filosofía con la doctrina bíblica y así dar una
explicación del origen de las almas. Agustín concluyó
diciendo que todas las almas estaban en Adán cuando pecó
y de esta alma caída provienen todas las almas de la raza
humana. Agustín tomó estas doctrinas para inventar una
nueva, ésta decía que todos pecamos en Adán y heredamos
su naturaleza “pecaminosa” con su culpabilidad, por ello,
los niños nacían condenados y su único medio de salvación
era el bautismo infantil ofrecido por la iglesia Católica
Romana a sus feligreses. En cuanto a la predestinación, sólo
los paganos, filósofos griegos esenios, estoicos y gnósticos
creían en el fatalismo determinista del Monergismo. Agustín
fue maniqueo por casi una década, de allí aprendió que
todos los eventos de los asuntos humanos y celestiales
estaban ya determinados. Para él, sólo los elegidos estaban
destinados para la vida eterna. Agustín concluyó que, si sólo
los elegidos estaban predestinados para vida eterna, el
sacrificio de Cristo y la aplicación de la salvación era sólo
para ellos, quienes serían llamados eficaz e
irresistiblemente para ser primeramente regenerados y de
esta manera pudiesen recibir el don de la fe, el don del
arrepentimiento y el don de la perseverancia para nunca
perderse. Según su nueva doctrina, para los demás Dios
sólo les ofrecería su justicia en el infierno por toda la
eternidad. Todas estas doctrinas agustinas fueron escritas
en la reforma, fueron pulidas y presentadas en una nueva
versión por el joven Juan Calvino, este escribió (o copió) la
mayor parte de las obras de Agustín y las pegó en sus tres
libros de “Institución a la Religión Cristiana”. De esta obra
se fundamentaron los teólogos del Sínodo de Dort para
crear lo que hoy en día se conoce como el calvinismo.

a) El evangelio del calvinismo


Si un seguidor de estas doctrinas fuese honesto y en un
solo instante explicara directamente al pecador y a
cualquier creyente, todo lo que él cree y pretende
enseñarle, el pecador y el creyente de inmediato se
asombrarían al oír la clase de evangelio que se le está
presentando. Voy a hacer algunas citaciones de estas
doctrinas extraídas del catecismo calvinista, “la Confesión
de Fe de Westminster”.

Según este evangelio: “Dios desde la eternidad, por el


sabio y santo consejo de su voluntad, ordenó libre e
inalterablemente todo lo que sucede. Sin embargo, lo hizo
de tal manera, que Dios ni es autor del pecado”.[346] Según
el calvinismo, Dios ordenó que todos los seres humanos
estuviesen en Adán a quien predestinó para que pecara por
todos. Según su “voluntad” destinó que todos nacieran
condenados con una naturaleza física y espiritual
totalmente depravada, mala y pecaminosa e incapaz de
hacer lo bueno delante de Dios como creer o arrepentirse,
pues el calvinismo dice que: “Quiso Dios, conforme a su
sabio y santo propósito, permitir este pecado habiendo
propuesto ordenarlo para su propia gloria”.[347] También este
evangelio calvinista dice que: “Por el decreto de Dios, para
la manifestación de su propia gloria, algunos hombres y
ángeles son predestinados a vida eterna, y otros pre
ordenados a muerte eterna”.[348] Es decir, de esa masa que
él quiso crear y condenar en Adán, escogió un grupo para
salvación, y éstos “están designados particular e
inalterablemente, y su número es tan cierto y definido que
ni se puede aumentar ni disminuir”.[349] Y los demás
perdidos, según el calvinismo, quienes no fueron elegidos
para salvación, Dios deseó “para la gloria de su poder
soberano sobre todas las criaturas, pasarles por alto y
ordenarlos a deshonra y a ira a causa de sus pecados, para
alabanza de la justicia gloriosa de Dios”.,[350] por
consiguiente, la causa de que muchos se pierdan es porque
el “dios” que presenta el calvinismo los ordenó a deshonra y
a la ira eterna, desde antes de su creación.

De acuerdo a estas doctrinas reformadas, la salvación


no es para todos sino sólo para los elegidos por quien Cristo
murió, pues la redención, “la virtud, la eficacia y los
beneficios de ella, fueron comunicados a los elegidos en
todas las épocas transcurridas desde el principio del
mundo”.[351] Y como Cristo no murió por todos sino sólo por
los predestinados para vida, a los reprobados nunca se les
dará estos beneficios. Sólo los elegidos recibirán el don de
la fe, el arrepentimiento y la perseverancia: “A todos
aquellos a quienes Dios ha predestinado para vida, y a ellos
solamente”[352] los llama con un llamado especial no con el
mismo llamado con que llama a todos los reprobados, por lo
cual, solo a estos elegidos les da una gracia irresistible
donde les quita “el corazón de piedra y dándoles uno de
carne; renovando sus voluntades y por su potencia
todopoderoso, induciéndoles hacia aquello que es bueno, y
trayéndoles eficazmente a Jesucristo”.[353] Por lo está razón,
el calvinismo enseña que estos elegidos “no pueden caer ni
total ni definitivamente del estado de gracia, sino que
ciertamente han de perseverar en él hasta el fin, y serán
salvados eternamente”,[354] es decir, serán salvos siempre
salvos.

b) El mensaje del calvinismo


En su libro “Checks to Antinomianism” traduce
“Cheques al Antinomianismo”, John Fletcher cuenta la
historia de un viajero que va a un país, en la carretera ve un
carruaje lleno de oro y el que lo conducía decía: “la herencia
gratuita”. En el camino él le pregunta al conductor sobre el
carruaje, y éste le dice: “Oh, nuestro Señor regala una
herencia gratuita todos los días a una persona al azar. Él es
tan bueno, que la da libremente y sin condiciones a la
persona que él elige”. Unos minutos más tarde, otro coche
es conducido llevando a un hombre encadenado. El
conductor decía: “ejecución gratuita”. El viajero le pregunta
al mismo hombre sobre este carro y éste le dice: “oh,
nuestro Señor es tan justo, que cada día recoge a alguien
para ejecutarlo”. El viajero le pregunta: “¿Estos hombres
hacen algo para merecer esta ejecución?” El otro hombre le
dice, “Oh sí. Ellos en verdad merecen mucho. Vea usted,
cuando eran niños, el Señor hizo que los padres rompieran
las piernas de ellos y no les permitan que se curaran. Y
ahora que están ya adultos, el Señor les pide que corran
una carrera, y porque no han podido correr la carrera, el
Señor los ha ejecutado”.

La moraleja de este cuento es la representación clara


del mensaje del evangelio calvinista. Según este sistema, si
usted es un elegido tiene ya garantizado una herencia
gratuita, es decir; tiene ya garantizado la regeneración la
cual recibirá irresistiblemente a través de un llamado eficaz,
tiene ya asegurado el don para creer en Cristo, el don del
arrepentimiento para que se pueda arrepentir, y el don de la
perseverancia para ser salvo siempre salvo, no importa
cuánto peque, ya fue elegido incondicionalmente. Y puesto
que Cristo no murió por el mundo sino sólo por sus elegidos,
Cristo no ama al pecador, sino que lo odia, sólo ama a los
escogidos, por eso nadie puede anhelar o pensar en ser
salvo sino buscar su destino ya fijado por Dios, si fue
elegido, su destino será el cielo, y si fue reprobado su
destino será el infierno. Sabiendo que los beneficios de la
muerte de Cristo, y los medios para aplicar esta redención
como; la fe y el arrepentimiento no es por gracia mediante
la fe sino por causa de la elección, es decir todo depende de
quien tuvo la fortuna o suerte de haber sido elegido en
aquel día en la eternidad donde se fijó inalterablemente el
destino de todos.

Según este sistema, los no elegidos fueron llamados los


reprobados. Estos son desdichados por el destino divino,
porque no fueron afortunados en la elección para ser salvos
siempre salvos. Los reprobados son infortunados porque
Dios los odió desde antes de la creación y no fueron ni serán
nunca amados. Los reprobados son desventurados porque
fueron creados totalmente depravados y pre-ordenados
para que pecaran y odiaran a Dios quien les imputó el
pecado de Adán para condenarlos al infierno desde la
concepción, pues ésta fue la razón para lo cual fueron
creados, es decir vinieron a la existencia sólo para
manifestar o revelar la justicia e ira de Dios en la
condenación de ellos. Por lo anterior, podemos decir que los
reprobados son verdaderamente desfavorecidos porque
Dios los inhabilitó para que no creyeran en él ni se
arrepintieran. Y como Cristo no murió por ellos, los
reprobados son “des-graciados” o sin la gracia divina, pues
la gracia es solo para los elegidos, por tanto, el Espíritu
Santo nunca los convencerá de pecado para que crean en
Cristo. A ellos no se les concede el don de creer ni el don del
arrepentimiento, ni ninguna gracia para salvación, y lo peor
de todo es que van a ser condenados por incrédulos e
impenitentes. Por el contrario, según la interpretación
reformada de las Escrituras, Dios los endurece y los
enceguece para que no sean salvos. En conclusión, la
mayoría de la humanidad son los desdichados, llamados por
el calvinismo; los reprobados “porque muchos son llamados,
y pocos escogidos” (Mat.22:14).

c) El Dios del calvinismo


En el calvinismo el carácter de Dios está dividido en
dos; una personalidad para los elegidos y otra para los
reprobados. Dios trata a los supuestos elegidos de una
manera muy distinta a como trata a los reprobados. Esta
teología divide a Dios en dos seres, uno para los elegidos y
otro para los reprobados. El Dios de los elegidos les da
irresistiblemente su salvación, su gracia especial, su amor,
el sacrificio de Cristo, el evangelio y todos los demás
beneficios prometidos en las Escrituras, sólo por decisión
“soberana”. Mientras que para los reprobados, este Dios
“soberano”, los predestinó a la condenación en el infierno
eterno, como el método que soberanamente escogió para
revelar y derramar su “justicia”. El Dios de los reprobados
ordenó la creación de estos individuos para este fin, Calvino
afirmó: “Dios… ordena con su consejo que algunos desde el
seno materno sean destinados a una muerte eterna
ciertísima, y que con su perdición glorifiquen su nombre”.
[355]

Siendo condenados por predestinación, es decir, desde


antes de la creación fueron ordenados para que pecaran en
Adán y en sus propias maldades, y a su vez siendo
inhabilitados por ese mismo Dios para que no pudieran
creer ni arrepentirse, pues su destino eterno, es que sean
vasos de deshonra para derramar su ira, y de esta manera
manifestar su gloria, por este tipo de mensaje concluyo que
los reprobados en la teología reformada son sencillamente
victimas de su creador.

Esta conclusión de dividir a Dios en dos seres no es


nada nuevo, los gnósticos “cristianos” de los primeros siglos
también predicaban a un Dios manifestado en dos
personalidades o dos seres. Uno de ellos fue Marción (85-
160 d.C.), el enemigo doctrinal más peligroso que tuvo la
iglesia primitiva, él solía dividir a Dios en dos seres; uno
amoroso revelado en el Nuevo Testamento, y el otro severo,
lleno de justicia en el Antiguo Testamento. Ese era el “dios”
de los Gnósticos de aquel entonces como Ireneo los
desenmascaró en el año (180 d.C.) en su obra “Contra las
Herejías”:

Ellos [seguidores de Marción] han dicho que [el Dios


dividido en dos seres] uno juzga y otra salva; en su
ignorancia están privando la comprensión y la justicia.
Porque si el que juzga no es también bueno, que
pueda dar a los que se les debe recompensar, y
reprobar a quien se debe, éste que juzga no parecerá
ser un juez justo y sabio…Por lo cual Marción, quien
toma sobre sí mismo, dividir a Dios en dos seres, y
llama a uno bueno, y el otro apto para juzgar haciendo
que los dos seres anulen la divinidad. Porque el que
juzga, si Él no es también bueno no es Dios, porque no
es Dios en quien la bondad le hace falta; por otra
parte, si él es [demasiado] bueno [sin justicia] no está
apto para juzgar, entonces lo que seguirá de Él como
del otro [ser], es que Su divinidad ha sido quitada de
él.[356] 2
¿Algún parecido con el punto que venimos hablando? Si
tomamos parte de esta citación, notamos claramente que
Ireneo exhibió sus artimañas al decir: “Ellos [los seguidores
de Marción] han dicho que uno [de estos dos seres] juzga y
el otro [Ser] salva”. Es decir, un Dios para los elegidos a los
cuales “salva” y otro Dios para los reprobados a los cuales
“juzga” sin darle la oportunidad de salvación o algún
beneficio que si ofrece a los que salva. Por eso Ireneo los
expuso como herejes al presentar un Dios dividido en dos
seres”; “Por lo cual Marción, quien toma sobre sí mismo,
dividir a Dios en dos seres, y llama a uno bueno, y el otro
apto para juzgar…” No es cuestión de una mala
interpretación de las doctrinas reformadas, pues aun los
mismos académicos calvinistas aceptan que para los
supuestos reprobados, que son la mayoría, este “Dios”
destinó inalterablemente con anterioridad, nada bueno sino
sólo su justicia y su ira en el fuego del infierno eterno, pero
todo lo bueno de Dios fue reservado desde antes de la
creación para los que fueron supuestamente “elegidos,”
Wayne Grudem así lo afirma; “todas las bendiciones de la
salvación, incluyendo la fe, el arrepentimiento y todas las
obras del Espíritu Santo al aplicar la redención, fueron
también aseguradas específicamente para su pueblo por la
obra redentora de Cristo”.[357]

Alguien podría afirmar que estoy equivocado en este


punto. Entonces, si esta afirmación no es cierta y carece de
verdad, yo pregunto, ¿El “Dios” del calvinismo le da
irresistiblemente a los reprobados el mismo trato que le da
incondicionalmente a los supuestos “elegidos”? Permíteme
preguntar de otra manera, ¿El “Dios” del calvinismo le
ofrece a los reprobados su gracia, su salvación, su amor, el
don de la fe y el arrepentimiento y la regeneración de la
misma forma que se la da irresistiblemente a los supuestos
“escogidos”? Si no es así, entonces este sistema teológico
presenta a un “Dios” dividido en dos “seres”, un ser que
aplica su justicia para los reprobados y otro “ser” que es
demasiado bueno y amoroso incondicionalmente con los
escogidos, como Ireneo lo planteó en la herejía gnóstica de
Marción.

d) Conclusión
Después de haber hecho este análisis bíblico y de haber
estudiado la fe de los primeros santos, y de haber hallado
en la historia el origen y desarrollo de las doctrinas
reformadas, concluimos claramente, que: Las doctrinas del
calvinismo no están fundamentadas en el conocimiento de
las escrituras y la fe cristiana de los primeros siglos. Esta
teología está fundamentada en un sistema complejo de
versos bíblicos aislados de su contexto, y los mismos
dependen unos de otros para ser interpretados de acuerdo
al pensamiento de su autor, Agustín de Hipona. Este autor
aplicó sus ideas Maniqueistas, neoplatónicas y estoicas a las
doctrinas paulinas. Los versos que no se ajustan a este
sistema, son forzados y torcidos para que no contraríen este
andamiaje filosófico y humanista. Digo humanista, porque
una teología que justifica el pecado del hombre como parte
del decreto y plan de Dios, es una teología centrada en el
hombre, por supuesto, el hombre elegido. Esta teología
antropocéntrica presenta al hombre elegido como un ser
creado y predestinado para que primero disfrute los deleites
temporales del pecado, y después disfrute los beneficios del
calvario. El elegido “disfruta” el pecado en su muerte
espiritual y disfruta de cristo en su regeneración, el primer
deleite es debido al “sabio decreto de Dios”, y el último por
el sufrimiento del sacrificio de Cristo, y esto debido a la
elección incondicional.

En esta teología antropocéntrica y monergista, el


hombre elegido es el centro de toda la actividad redentora
de Dios. El hombre elegido en su estado pecador como no
tiene libre albedrio, no hace nada por su propia voluntad,
sino que todo pecado cometido fue destinado por el decreto
de Dios. En la aplicación de la salvación al elegido, este
mismo tampoco hace nada, Dios todo lo hace por él. En
palabras simples; Dios gira alrededor del pecador elegido
para direccionar sus pasos a cada pecado y luego para
regenerarlo, después para darle el don de la fe para que
crea, y para darle el don del arrepentimiento para que se
arrepienta, y por último para darle el don de la
perseverancia para que persevere hasta el fin y sea salvo.
El hombre elegido en esta teología humanista no peca por
voluntad propia, no cree, no se arrepiente, no persevera, es
Dios quien lo hace todo por él, en palabras más claras, este
hombre elegido es una marioneta del Dios “soberano”
presentado por los reformados.

Por el contrario, en la teología Cristo-céntrica y


sinergista, el hombre no es el centro en el cual Cristo gira
alrededor, sino que Cristo es el centro en el cual el hombre
gira alrededor de Cristo, primeramente al creerle a su
palabra, luego al arrepentirse y obedecerle. En la teología
Cristo-céntrica se requiere entrega absoluta y perfecta
obediencia, y todo gira alrededor de Cristo. La teología
egocéntrica y humanística convierte a Cristo en el siervo del
elegido, mientras que la biblia enseña que cuando tenemos
una vida alrededor o centrada en Cristo, somos esclavos de
Cristo.

Además, los términos del TULIP; Depravación Total,


Elección Incondicional, Expiación Limitada, Gracia
Irresistible y Perseverancia de los Santos, son términos que
no se encuentran en la biblia ni en la historia cristiana por
más de quince siglos de la era cristiana. Fue hasta los años
1619 y 1620 cuando fueron escritos y oficializados por
primera vez en los Canones de Dort, en el sínodo reformado
que tuvo lugar en Dordrecht, en Holanda, donde se dio
inicio al calvinismo.

Por otra parte, los seguidores de esta teología dicen


que sus doctrinas exaltan a Dios y humillan al ego del
hombre, por ejemplo; ellos afirman que la doctrina de la
depravación total humilla el humanismo, y la doctrina de la
soberanía de Dios glorifica la deidad, pero esto es una
falacia, ya que estas doctrinas distorsionan la doctrina
bíblica de Dios y del hombre, pues esta enseña algo que
Dios no ha dicho de sí mismo, y algo que Él no ha dicho del
hombre caído o pecador. Por ejemplo; la depravación total
iguala el pecador al mismo nivel de los demonios o lo rebaja
a un estado peor, como lo dice el maestro calvinista Paul
Washer; “todos los hombres son realmente malvados,
perversos como los orcos que salen de la tierra del mal de la
película, ‘El Señor de los Anillos’”[358]4 Lo lamentable de este
sistema teológico, es que muchos de sus seguidores,
después de obtener este conocimiento se envanecen sobre
otros cristianos, pastores, iglesias y concilios, llegando al
colmo de rechazarlos por el hecho de que se creen
superiores en “conocimiento” sobre aquellos que no
comparten sus ideas. Algunos de ellos son llamados los
hipercalvinistas, estos creen que los cristianos que se
oponen a sus enseñanzas son unos herejes y llegan al punto
de llamarlos hijos del diablo.

Las doctrinas de la elección incondicional y la expiación


limitada, la gracia irresistible y la perseverancia de los
santos y la seguridad eterna producen otra clase de orgullo
en el corazón de sus adeptos. Muchos cristianos débiles,
después de ser seducidos por el conocimiento de estas
nuevas doctrinas, creen que son los elegidos, los
predestinados, los especiales, creen que son una raza
diferente, superiores a sus contradictores a los cuales
llaman; pelagianos, semi-pelagianos, arminianos,
molinistas…etc. Todos los seguidores del calvinismo creen
que nunca perderán la salvación, y confían ciegamente en
estas falsas enseñanzas, al punto que descuidan su
salvación, descuidan la santificación y ya no se apartan del
pecado y del mundo, descuidan la oración y el ayuno,
descuidan la asistencia a una congregación y el
sometimiento a la autoridad establecida, descuidan el
servicio al Señor dentro y fuera de la iglesia, no predican el
evangelio a las almas perdidas, se dedican totalmente a
propagar sus enseñanzas a cristianos débiles y faltos de
conocimiento y se creen los únicos salvos.

Por estas razones bíblicas e históricas, expuestas en


estos capítulos de este libro, es recomendable aferrarnos
directamente a las sagradas escrituras y a las doctrinas
históricas de los primeros siglos para no caer en el engaño
del enemigo. Es más, debemos ser muy cautelosos al
escuchar predicadores, o al leer artículos y libros
supuestamente cristianos y de sana doctrina, sean impresos
o digitales, no sea que aprendamos y prediquemos algunos
de sus términos y doctrinas, y al final terminemos
defendiendo lo que antes rechazábamos. Más aun, debemos
ser cuidadosos al elegir las diferentes doctrinas que vamos
a creer y predicar, no se puede creer ni predicar sobre un
Dios diferente al que la escritura y los Padres apostólicos
presentaron desde los inicios del cristianismo. Recordemos
que Dios se enojó con Elifaz por haber faltado a la verdad
acerca del carácter del Señor en sus exhortaciones a Job:
“Jehová dijo a Elifaz temanita: Mi ira se encendió contra ti y
tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo
recto, como mi siervo Job” (Job 42:7). Tengamos en cuenta
que es maldición (Gal.1:8) presentar un evangelio diferente
al que fue presentado por Cristo y los Apóstoles en la iglesia
primitiva. Por lo tanto, como creyentes del Señor Jesucristo
y de las sagradas Escrituras y las doctrinas Apostólicas, es
nuestro deber contender “ardientemente por la fe que ha
sido una vez dada a los santos” (Judas.1:3). Es nuestro
deber, atender el consejo del Apóstol Pablo a los hermanos
de Roma, cuando les dijo que tuviésemos “cuidado con los
que causan divisiones y trastornan la fe de los creyentes al
enseñar cosas que van en contra de las que a ustedes se les
enseñaron. Manténganse lejos de ellos” (Rom.16:17 NTV).

Finalmente, como ministros del Señor Jesucristo, es


mandatorio que nos sometamos a los deberes pastorales,
los cuales dicen que el anciano o pastor debe ser retenedor
de “la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que
también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a
los que contradicen” (Tito 1:9), por esta razón y por la que
Pablo le escribió a Timoteo y por la que el Espíritu nos
advierte a todos, incluyéndolo a usted amado lector,
debemos atender a este consejo divino; “Ten cuidado de ti
mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto,
te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1Tim.4:16).
Amén.

ACERCA DEL AUTOR

Alexander Ortega Pereira es pastor ordenado del


Movimiento Misionero Mundial. Su servicio a Dios comenzó
desde el año 1994, un año después de haber terminado sus
estudios de secundaria. Laboró como conferencista juvenil
en colegios y universidades, y en diferentes iglesias desde
el año 1995 hasta el año 2004. En esos años, escribió varias
revistas y un libro de carácter juvenil. En febrero de 2008,
después de estudiar de manera formal el idioma inglés,
salió junto con su esposa Juliana Navarrete para la Isla de
Trinidad y Tobago donde sirvieron como misioneros por 8
años. Actualmente, junto con su esposa e hijas, pastorean
una congregación en la ciudad de Bucaramanga, Colombia.
Cursó una licenciatura académica en Teología con doble
énfasis: Biblia y Teología, y Estudios Pastorales, de la
escuela teológica “The West Indies School of Theology”, en
la República de Trinidad y Tobago.

[1]
Wayne Grudem, Teología Sistemática, p. 517
[2]
Ibídem, p. 519
[3]
John E. Toews “The Story of Original Sin” p. 15-37
[4]
La Biblia de Jerusalén, Eclesiástico. Cap.15:14-20
[5]
Justino Mártir, Primera Apologia, Cap. 43
[6]
Expository Dictionary of Bible Words, 2005, p. 416
[7]
Justino Mártir, Dialogo con Trifon, 88
[8]
Ireneo, Contra las Herejías, libro 4, Cap.37:1
[9]
Epístola de Bernabé, Cap.9
[10]
Justino Mártir, Dialogo con Trifon, 124
[11]
Ibídem, Primera Apología, 61
[12]
Ireneo, Contra las Herejías, libro 4, 39:4
[13]
Ibídem, Fragmentos de los escritos perdidos, 34, Padres Ante nicenos, vol. 1,
pg. 574
[14]
Hermas el pastor, libro 2, mandamiento 2
[15]
Ibídem, similitudes 29
[16]
Taciano de Asiria, Carta a los griegos, 7, 11
[17]
Clemente de Alejandría, Stromata, 4. 25
[18]
Gregorio Nacianceno, El Bautismo Santo, discurso 40:23
[19]
Willliams, Ideas of the Fall, 263
[20]
Gregorio de Nisa, Sobre la muerte temprana de los infantes
[21]
John E. Toews “The Story of Original Sin.” 62
[22]
Charles Hodge, Systematic Theology, 526
[23]
Justino Martir, Dialogo con Trifon, 5
[24]
Orígenes, Comentario Romanos 5, col. 1029. Traducido por Rondet, Original
Sin, 80.
[25]
Ibídem, Levíticos, Homilía 8,3 (6)
[26]
Berkhof - Systematic Theology, 196
[27]
Tertuliano, Tratado sobre el alma, 5
[28]
Ibídem, 15
[29]
Tertuliano, Sobre el bautismo, Cap.18
[30]
Cipriano, Carta 58. 5
[31]
Ambrosio, Los misterios, 31-32
[32]
Ibídem, Apología del profeta David, lxxi.
[33]
Ibídem, Exposición de Lucas vii. 234
[34]
Ibidem, La muerte de Satyrus II.6, vol. 10
[35]
Ambrosiaster, Ancient Christian Texts, Commentaries on Romans, 40
[36]
Augustine, First Question: Romans 7:7-25, To Simplician—On Various
Questions. Book I. 10, 11.
[37]
Bonner, “Augustine on Romans 5.12,” 242
[38]
Agustín, Sobre Naturaleza y Gracia, 48
[39]
Gerald Bonner, Augustine, 372
[40]
Gerald Bonner, “Augustine on Romans 5.12,” 247
[41]
Agustín, Fe, Esperanza y Caridad, 46, citando Deut.5:9
[42]
Ibídem, La Ciudad de Dios, libro XIII, Cap. 14
[43]
Jaroslav Pelikan, Christian Tradition, 317 – 318.
[44]
Agustín, Sobre matrimonio y concupiscencia, 1.22
[45]
Ibídem, Sobre la gracia de Cristo y el pecado original, libro II. Cap.36
[46]
Ibídem, Sobre el mérito y el perdón de los pecados, y el bautismo de los
infantes, Libro I, 21, 34.
[47]
Julian de Eclanum, citado por James Boyce en “Born Bad”, p. 21
[48]
Agustín, Una respuesta a los pelagianos, 10.11
[49]
Joanne McWilliams, Encyclopedia of Early Christianity, Second Edition
“Pelagius, Pelagianism” 887-890
[50]
Pelagio, Comentario de Romanos, 5:12
[51]
Cirilo de Alejandría, Romanos, interpretado por Early Christians
commentators, p.119-120.
[52]
Teodoreto de Ciro, Romanos, interpretado por Early Christians
commentators, p.119
[53]
Albert Henry Newman, A Manual of Church History: Ancient and medieval
church history (to A. D. 1517) 197
[54]
Adolf Harnack, History of Dogma, 7 Volumes, 212
[55]
Augustine through the ages, An Encyclopedia, Allan D. Fitzgerald, 45
[56]
Johannes Quasten, Patrology, vol. 3, p. 236-396
[57]
Ibidem, p. 419
[58]
Jaroslav Pelikan, The Christian Tradition, vol. 1, p. 285
[59]
Juan Casiano, Conferencia 13, Cap. 12
[60]
Synod of Arles, PL, 53:683; Mansi, 7:1010; Bcttcnson, p. 65-66
[61]
Pelikan and Hotchkins, Creeds and Confessions, Vol. 1, p. 37 - 181
[62]
El Concilio de Orange, Afirmaciones
[63]
Elaine Pagels, Adam and Eve, p. 117-145
[64]
The Cambridge History of Early Christian Literature, 2004, p. 414-456
[65]
James Boyce, BORN BAD, Original Sin and the Making of the Western World,
p. 31-32
[66]
Jaroslav Pelikan and Hotchkis, Creeds and Confessions
[67]
EL Catecismo de la Iglesia Católica, año 1994, 1250
[68]
George H. Williams, Spiritual and Anabaptist Writers, p. 127
[69]
John E. Toews, The Story of Original Sin, p. 100
[70]
Martin Luther, WLS, 3 p. 1295
[71]
La Confesión de Fe de Augsburgo (1530), Articulo II
[72]
Juan Calvino, Institución de la religión cristiana, 2.1.8,9
[73]
Ibídem, LCC, 1:294-96
[74]
Ibídem, 2:1:8
[75]
Ibídem
[76]
Ibídem, 3:9. 193
[77]
Allan D. Fitzgerald, Augustine through the ages, An Encyclopedia, 119
[78]
Charles Hodge, Systematic Theology, Volume 2, p. 223-224
[79]
Louis Berkhof, Systematic Theology, p. 241-242
[80]
Augustus Hopkins Strong, Systematic Theology, Volume 2, p. 615
[81]
Ibídem, p. 618
[82]
Wayne Grudem, Teología Sistemática, p. 702
[83]
Ibídem, p. 718
[84]
Josefo Antigüedades de los judíos. Libro 13, 5.9
[85]
Ibídem
[86]
Ibídem
[87]
Ibídem
[88]
Stephen Hodge, Los Manuscritos Del Mar Muerto, p. 226
[89]
Will Durant. The Life of Greece, the Story of Civilization: Part II. 1966, p. 653
[90]
Jay P. Green, Absolute Predestination, 2001, p. 122
[91]
Wayne Partain y Bill H. Reeves, Comentario al Nuevo Testamento, Hch. 17
[92]
Jay P. Green, Absolute Predestination, 2001, p. 121
[93]
Justino Mártir, Segunda Apología, Cap.7
[94]
Arquelao, Hechos de la disputa con Mani, 32
[95]
Justino Mártir, Primera Apología, Cap. 43
[96]
Ignacio de Antioquia, Epístola a Esmirna, 11
[97]
Clement of Alexandria, Who Is the Rich Man Who Will Be Saved? 21
[98]
Historical Theology: An Introduction to Christian Doctrine, p. 455
[99]
Ireneo, Contra las Herejías, libro 4, Cap. 37:7
[100]
Origen, Commentary on the Epistle to the Romans, Books 6-10, trans.
Thomas P. Scheck (Washington: Catholic University of America Press, 2002),
VII.viii.3, p. 85
[101]
Juan Crisóstomo, Homilía 15 sobre Romanos 8:29
[102]
Ibídem, Homilía 7 sobre 1 Timoteo 2:2-4
[103]
Ireneo, contra las herejías, Libro 3 Cap. 16
[104]
Ibídem, Cap.24
[105]
Metodio, El banquete de las 10 vírgenes, discurso 8, Cap. 16
[106]
Juan Crisóstomo, Homilía 6 sobre Hechos de los Apóstoles
[107]
Justino Mártir, Primera Apología cap. 28
[108]
Romans Commentary, Ancient Christian Commentary on Scripture. New
Testament, volume 6. Edited by Thomas Oden. P 235
[109]
Justino Mártir, Primera Apología, Cap. 24
[110]
Clemente de Roma, Carta a los Corintios, Cap. 2
[111]
Ibídem, Cap. 35 y 59
[112]
Ireneo, Contra las Herejías, Libro 4, Cap. 29.2
[113]
Hermas el Pastor, Libro 3, Similitud 8 Cap.6
[114]
Clemente de Alejandría, Stromata libro 7, Cap.17
[115]
Ibídem, Cap.2
[116]
Origenes, Comentario del libro de Romanos, [Books 6-10, (Washington:
Catholic University of America Press, 2002), VII.viii.3, p. 88-89]
[117]
Juan Crisóstomo, Homilía 16 sobre Romanos
[118]
Ibídem, Homilía de Efesios
[119]
Juan de Damasco, Una Exposición Exacta de la Fe Ortodoxa. Libro 2,
Capítulo 30.
[120]
Justino Mártir, Diálogo 141
[121]
Orígenes, Primeros Principios, 3.1.10
[122]
Robert A. Baker, Compendio De La Historia Cristiana, 33
[123]
Orígenes, Primeros Principios, libro 3, Cap.1
[124]
Ibídem, Commentary on the Epistle to the Romans, Books 6-10,
(Washington: Catholic University of America Press, 2002), VII.viii.3, p. 126
[125]
Robert Baker, Compendio de la historia cristiana, p. 57, 67,100
[126]
Ralph Woodrow, Babilonia Misterio Religioso, p. 248-249
[127]
Henry Chadwick’s The Early Church, 38
[128]
Allan D. Fitzgerald (General Editor.), Augustine through the ages, An
Encyclopedia, 39, 40
[129]
Hans Kung, La Iglesia Católica, 2002, p.37
[130]
Juan Calvino, Institución a la Religión, 3.22.1.
[131]
Ibídem.
[132]
Agustín, Sobre el Alma y su Origen, 16.
[133]
Juan Calvino, Institución a la Religión, 3.22.8.
[134]
Ireneo, Contra las Herejías, Libro IV, Cap.14:1
[135]
Agustín, La Corrección y la Gracia, 44.
[136]
Henry Chadwick’s The Early Church, 232-233.
[137]
Juan Casiano, Tercera conferencia del obispo de Chaeremon 7.
[138]
Robert A. Baker, Compendio De La Historia Cristiana, p. 75.
[139]
Concilio de Orange, Declaración final de Fe,
http://www.relormed.org/doLuments (accessed Augustin 6, 2009).
[140]
Martin Lutero, Esclavitud de la Voluntad, p.43-44.
[141]
Allan D. Fitzgerald, Augustine through the ages, An Encyclopedia, 118
[142]
Juan Calvino “Institución de la Religión Cristiana” Traducido por Henry
Beveridge (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Publishing Company, Electronic Edition,
reprinted 1993), iii, xxi, sec. 5, 1030–1031.
[143]
Juan Calvino, Institución a la religión cristiana, 3.23.1.
[144]
Ibídem, 3.22.8.
[145]
Juan Calvino adversus Astrolog. Judiciariam. August DeOrdine, lib. II cap.15.
[146]
Ibídem, institución de la religión cristiana, 1.17.5.
[147]
Ibídem, 1.16.9.
[148]
Confesión De Fe De Westminster, Capitulo 3:1. Del Decreto Eterno De Dios.
[149]
Juan Calvino, Institución a la religión cristiana, 3.24.14.
[150]
Theodore Beza, A Brief Declaration of the Chief Points of Christian Religion,
Set Forth in a Table, 2.
[151]
Ibídem, 5.
[152]
Confesiones “Waterland” (1577-1610), (1577: # 7, 1610: #7).
[153]
The Writings of James Arminius, 3 vols, trans. James Nichols (Grand Rapids:
Baker, 1956) 1:247.
[154]
Ibídem, 1:247-248.
[155]
Short Confession of Faith in XX Articles by John Smyth, 2 and 9.
http://churches-of-christ.ws/SM2.htm
[156]
A Declaration of Faith of English People Remaining at Amsterdam in
Holland, sec. 5,
[157]
Canons of the Synod of Dort, 1.7
[158]
Ibídem, 1.15.
[159]
John Wesley, Predestination Calmly Considered. 18.
[160]
Ibídem, 27-28.
[161]
Ibídem, 88.
[162]
Jack W. Cottrell “Elección Condicional” on Grace Unlimited, 62.
[163]
Wayne Grudem, Teología Sistemática, 684.
[164]
Ibidem, 676-679.
[165]
Origen, Commentary on the Epistle to the Romans, Books 1-5, (Washington:
Catholic University of America Press, 2002), book 2, chapter 13, 161.
[166]
John of Damascus (Syria), An Exposition of the Orthodox Faith, Book III, 27.
[167]
Wayne Grudem, Teología Sistemática, 626.
[168]
Irenaeus, Ante-Nicene Fathers vol.1 pg.495
[169]
Ibídem, Contra las herejías, 5.17.1.
[170]
Athanasius, Four Discourses Against the Arians, Discourse II, 69.
[171]
Cyril of Jerusalem, Catechetical Lectures, Lecture 13: 1, 2, 4.
[172]
Ibídem, Lecture 10:3.
[173]
Melito de Sardis, Catena on Genesis, 5.
[174]
James White, Debating Calvinism, 173.
[175]
John Chrysostom, Homily 2 on Galatians Ver. 20.
[176]
Ibídem, Homilies on First Corinthians, 20.
[177]
Roger E. Olson, Against Calvinism, 159.
[178]
John Chrysostom, Homily III. On Rom. I. 18.
[179]
Clement of Rome, Letter to the Corinthians, Chapter 7, 12.
[180]
Ibídem, 32.
[181]
Ignatius, The Epistle to the Magnesians, Chapter 1.
[182]
John Chrysostom, Homily 2 on Galatians Ver. 20.
[183]
Irenaeus, Against Heresies, Book 5, Chapter 20:1.
[184]
Ibídem, Book 4 Chapter 6:7.
[185]
Ignatius, The Epistle to the Philadelphians, Chapter III.
[186]
Theodoret, To Uranius, Governor of Cyprus. Ecclesiastical History LXXVI.
[187]
John Crysostom, Homily VII, on 1 Timothy 2:4.
[188]
Justin Martyr, Dialogue with Trypho, Chapter, 95.
[189]
Athanasius, On the Incarnation of the Word, 20.
[190]
Ibídem, Letter LX, To Adelphius: against the Arians. 6.
[191]
Irenaeus (A.D. 180) Ante-Nicene Fathers vol.1 pg.447-448.
[192]
Clement of Rome, Letter to the Corinthians, 49.
[193]
Origen, Commentary on the Gospel of John, Book 6, 37.
[194]
Irenaeus, Against Heresies, book 3, Chapter 9:3.
[195]
John Andrew Quenstedt, Theologia Didactico-Polemica sive Systema
Theologicum (Leipzig, 1715), 3.238.
[196]
Jerry Walls, and Joseph Dongell. Why I Am Not a Calvinist. Downers Grove,
Ill.: InterVarsity Press, 2004. 72.
[197]
Juan Calvino, Comentario Completo de Calvino sobre Juan 1:29.
[198]
Ibídem, Isaías 53:12.
[199]
Ibídem, Marcos 14:24.
[200]
Ibídem, Colosenses 1:14.
[201]
Ibídem, The Mysteries of Godliness (quoted from Chosen but Free, by
Norman Geisler, 157), 83.
[202]
Ibídem, 2 Pedro 3:9.
[203]
Ibídem, Gálatas 5:12.
[204]
Jerry Walls, and Joseph Dongell. Why I Am Not a Calvinist, InterVarsity Press,
2004, 70.
[205]
Jacob Arminius, Five Arminian Articles, art. 2.
[206]
Jerry Walls and Joseph Dongell. Why I Am Not a Calvinist. InterVarsity Press,
2004. 11.
[207]
Augustine, Selected lessons of the New Testament, Sermon 138:5.
[208]
Ibídem, Homily 1 on the First Epistle of John, 8.
[209]
Ibídem, Tractates on the Gospel of John, Tractate 87, 2.
[210]
Ibídem, On Rebuke and Grace, 44.
[211]
Dave Hunt, What Love Is This? Pg. 116.
[212]
Augustine, Homilies on First John, Homily 5:9.
[213]
Evangelical Quarterly 82:2 (2010): 122, 115.
[214]
Jerry Walls and Joseph Dongell. Why I Am Not a Calvinist. InterVarsity Press,
2004. P.71.
[215]
Thomas William Jenkyn, The Extent of the Atonement, 47.
[216]
Canons of the Synod of Dort, 2.8.
[217]
Dave Hunt, Debating Calvinism, Dave Hunt & James White, p. 214-215.
[218]
Confesión de fe de Westminster, Capítulo 8:5-6.
[219]
John Piper, For Whom Did Christ Die?
[220]
Ibidem, The Pleasures of God, 148
[221]
Clement of Alexandria, The Stromata; Book II, Chapter 6.
[222]
Ibídem, Book 7, Chapter 10.
[223]
Ibídem.
[224]
Theophilus of Antioch, Book I, Chapter 14.
[225]
Clement of Alexandria, The Stromata; Book II, Chapter 6.
[226]
Ibídem, Fragments from Cassiodorus, Comments on 1John 2:29.
[227]
The Epistle of Barnabas, Chapter 16.
[228]
Cyprian of Carthage, Treatise 4:9.
[229]
Ibídem, Epistle 1: 4.
[230]
Irenaeus, Against Heresises, Book 4 Chapter 37:1.
[231]
Ibídem, Chapter 37:5
[232]
Ibídem, Chapter 6:5.
[233]
Clement of Rome, Letter to the Corinthians, Chapter 7.
[234]
Ibídem, Chapter 12.
[235]
John Cassian, Conference 13, Chapter 12.
[236]
Ibídem.
[237]
Ibídem, Chapter 8.
[238]
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[239]
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[240]
Commodianus, (AD. 240), On Christian Discipline LVII.
[241]
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[242]
Irenaeus, Against Heresies, Book IV, Chapter 41:2-3.
[243]
Ibídem, Chapter 37:4.
[244]
Ibídem, Chapter 37:3.
[245]
Basil the Great Chapter XVI. 40.
[246]
Basil of Caesarea, De Spiritu Sancto, Chapter 26: 61.
[247]
Cyprian of Carthage, AD 250 Treatise 1: 20.
[248]
Ibídem, Treatise 12, Third Book, 27.
[249]
Athanasius (296-373), Letter 3: 3.
[250]
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[251]
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[252]
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[253]
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[254]
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[255]
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[256]
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[257]
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[258]
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[263]
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[264]
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[265]
Acusar a Jesús de estar poseído por demonios constituía la blasfemia contra
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eterna.
[266]
John Calvin, Institutes of the Christian Religion, 3.23.14.
[267]
Irenaeus, Against Heresies, Book 4, Chapter 37:1.
[268]
John Calvin, Institutes of the Christian Religion, 2.2.6.
[269]
Irenaeus, Against Heresies, Book I Chapter 6:4.
[270]
John Calvin, Institutes of the Christian Religion, 3.24.1.
[271]
Irenaeus, Against Heresies, Book I Chapter 6:4.
[272]
John Calvin, Institutes of the Christian Religion, 3.22.10.
[273]
Ibídem, 4.16: 17, 20.
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[289]
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[291]
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[293]
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Perseverance 14.
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[295]
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[306]
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John Chrysostom, Homilies on Matthew, Homily 82:6
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John Chrysostom, Homilies on the acts of the apostles, Homily I.
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Ibídem, Book 4, 41:2-3.
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Basil of Caesarea (330-379 A.D.), Letter 42: 2.
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[338]
Ibídem, Commandment fifth, Chapter 2.
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Basil the Great Chapter XVI. 40.
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[346]
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http://www.iglesiareformada.com/Confesion_Westminster.html, Cp. 3:1.
[347]
Ibídem, Cp.6:1
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Ibídem, Cp. 3:3.
[349]
Ibídem, Cp. 3:4.
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Ibídem, Cp. 3:7.
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Ibídem, Cp. 8:6.
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Ibídem, Cp.10:1.
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Ibídem, Cp.10:1
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Ibídem, Cp.17:1.
[355]
John Calvin, Institutes of the Christian Religion, 3.23.10-11.
[356]
Irenaeus, Against Heresies, Book III, Chapter 25:2-3.
[357]
Wayne Grudem, Teología Sistemática, 625-626.
[358]
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