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1. INTRODUCCIÓN2
Es interminable la lista de tareas que con dichos aparatos se pueden realizar, ya que
actualmente su uso no se limita a concretar comunicaciones mediante llamados y
mensajes de texto, sino que su utilidad se ha ampliado a una multiplicidad de ámbitos
(Márquez y Perzan, 2021). Se pueden utilizar para actividades laborales o académicas,
para buscar y acceder a todo tipo de información a través de motores de búsqueda, para
transacciones bancarias y comerciales, para actividades recreativas o de
entretenimiento, entre tantas otras opciones.
Ahora bien, como correlato, cada una de las actividades que se llevan a cabo con un
smartphone deja una suerte de rastro digital que se traduce en un perfecto registro de
la vida del usuario (Salt, 2017). Por ejemplo, si se solicita un servicio de transporte, el
dispositivo necesariamente requerirá información sobre la ubicación del punto de
partida, así como registrará el recorrido y el destino final del viaje, lo cual generará un
registro de los lugares por los que el usuario ha transitado. De la misma forma, quedan
registrados los gustos personales del usuario al solicitar comida, o al escuchar música o
1
Cítese como Orué, N. 2023. Debloqueo coactivo del teléfono del imputado mediante obtención de datos
biométricos. Algunas consideraciones en torno a su validez constitucional, Estudios sobre jurisprudencia,
241-277.
2
Este trabajo surgió como propuesta de trabajo final, en el marco del curso “Taller de escritura académica.
Estrategias para el diseño y producción de estudios sobre jurisprudencia”, organizado por la Secretaría
General de Capacitación y Jurisprudencia del Ministerio Público de la Defensa, y dictado por la Dra. Natalia
Saralegui, durante el mes de marzo de 2023.
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Ministerio Público de la Defensa
seleccionar una película. Igualmente ocurre con la información que se registra cuando se
utilizan los populares motores de búsqueda de internet.
Los datos biométricos son aquellos datos personales sensibles obtenidos a través de un
método automatizado y técnico específico, que pueden surgir por el análisis de
características biológicas o de comportamiento. Las primeras consisten principalmente
en las huellas dactilares, el ojo (iris y retina) y el reconocimiento facial, mientras que las
segundas consisten, por ejemplo, en el reconocimiento de la voz (Gómez Jolis, 2021).
Ahora bien, así como resulta razonable que toda persona pueda tener un especial interés
en resguardar la información contenida en su smartphone, también es de esperar que las
autoridades estatales intenten acceder a ella en el marco de cualquier investigación
penal, pues como señalé anteriormente, dichos dispositivos registran una inmensa
cantidad de datos que reflejan casi a la perfección las actividades realizadas por el
usuario. A partir del análisis de su contenido se pueden verificar, por ejemplo, los lugares
donde estuvo situado el usuario, sus contactos, las llamadas y conversaciones, fotos y
videos, y todo otro dato que pueda ser de especial relevancia para determinar la verdad
sobre un hecho delictivo.
Ante la negativa, no quedarían muchas salidas, salvo exigir al imputado la clave o patrón
de desbloqueo, o bien obligarlo a aportar sus datos biométricos para poder desbloquear
el teléfono y acceder a la información que contiene. En este estudio, se expondrán una
serie de decisiones que han tomado distintos tribunales de nuestro país y luego las
analizaré en forma crítica, formulando algunas consideraciones en relación a distintas
garantías constitucionales que podrían verse comprometidas.
Se realizará una breve descripción de los hechos de cada caso, la decisión y los
argumentos brindados por los tribunales, para luego formular algunas consideraciones
críticas en torno a las garantías constitucionales que se encuentran en juego,
apoyándome para ello en la normativa vigente, opiniones doctrinarias y precedentes
jurisprudenciales que citaré al efecto.
Con esta aproximación, se busca reflexionar y ofrecer una postura crítica desde la
perspectiva del derecho de defensa y las garantías constitucionales, lo que responde al
propósito de contribuir con la labor llevada adelante por la Secretaría de Capacitación y
Jurisprudencia, en la construcción de una cultura legal orientada al respeto de los
derechos fundamentales, acorde al rol institucional que corresponde a los integrantes
del Ministerio Público de la Defensa.
243
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Ministerio Público de la Defensa
Todos los supuestos mencionados plantean una multiplicidad de cuestiones que escapan
al abordaje que aquí se propone. En este estudio, se tratará un supuesto específico: la
orden impartida por la autoridad judicial mediante la cual se intima al imputado a aportar
la clave o patrón de seguridad de su teléfono, y para el caso de que se niegue a hacerlo,
la disposición que autoriza a las fuerzas de seguridad a proceder al desbloqueo mediante
la obtención compulsiva de datos biométricos. A este supuesto se hará referencia a lo
largo del trabajo, indistintamente, como desbloqueo coactivo, desbloqueo forzoso, u
obtención compulsiva de datos biométricos.
2.1. Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca, Sala II. “M.G., G.S”. Causa
N°5150/2021. 7/4/2022.
Dentro de las consideraciones del juez Larriera para arribar a esa conclusión, puede
destacarse lo siguiente:
Siguiendo los lineamientos fijados en la materia por la CSJN, el Juez formuló una distinción
entre aquella prueba que surge de declaraciones y dichos del imputado, supuestos
alcanzados por la protección de la garantía contra la autoincriminación, de aquellos
supuestos en los que el imputado actúa como objeto de prueba o portador material de
los elementos probatorios, en los cuales recae sobre él un deber de tolerancia, donde
sólo se le exige un comportamiento pasivo frente a la medida probatoria ordenada. A
partir de ello, sostuvo que:
En base a ello, concluyó que obligar al imputado a ingresar sus datos biométricos para
permitir el desbloqueo del teléfono celular no afecta la garantía de autoincriminación, en
tanto esta acción no requiere por parte del imputado “la exteriorización de proceso
mental alguno ni manifestación del pensamiento”.
En su voto en minoría, el juez Picado sostuvo que si bien es cierto que la CSJN se ha
expedido a favor de la constitucionalidad del requerimiento judicial que obliga al
imputado a participar de la rueda de reconocimiento y de la extracción compulsiva de
sangre, estas medidas no resultan análogas al desbloqueo forzoso del celular del
imputado.
Destacó que la concepción del imputado como objeto de prueba “no implica que el ser
humano sea tratado procesalmente como una cosa, sino que tiene como eje aquellas
situaciones en que se admiten determinadas injerencias en su cuerpo con prescindencia
de su voluntad y consentimiento, ya que no se necesita más que su presencia y tolerancia,
sin que se exija manifestación de voluntad o acción positiva”.
Aplicando dicha concepción al caso concreto, sostuvo que el desbloqueo coactivo que se
pretendía realizar:
El Juez señaló que la garantía más comprometida en el caso era la que establece la
prohibición de obligar al imputado a declarar contra sí mismo (art. 18 CN, 8.2 de la CADH
y 14.3 PIDCyP), y adoptó una concepción amplia para definirla como un derecho que
implica “que la persona sometida a un proceso penal no se encuentra obligada a realizar
ninguna manifestación ni aportar elementos con el fin de colaborar con la investigación
realizada por los órganos estatales”, pues sobre éstos pesa la carga de aportar la prueba
de cargo para destruir el estado jurídico de inocencia del cual goza el imputado.
Concluyó el voto recordando la obligación del Estado de procurar los medios para cumplir
con la carga de la prueba, en base a lo cual eran las autoridades estatales quienes debían
arbitrar los medios tecnológicos necesarios para desbloquear el teléfono. En esa
dirección, sostuvo que “Obligar a la persona señalada como responsable de un ilícito a
que facilite prueba que resulte incriminatoria para su parte es una clara violación a la
garantía que veda la obligación de auto incriminarse y la de declarar contra sí mismo…”.
2.2. Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca. Sala I. “M., B.A”. Causa
N°3139/2022. 27/05/2022.
La causa “M., B.A.” se inició con motivo de un procedimiento en la vivienda de una mujer,
el cual culminó con su detención, y el secuestro aproximadamente 500 kilogramos de
marihuana, 5 kilogramos de cocaína, dinero y un teléfono marca IPhone modelo 11 pro
max. El Juez de primera instancia decretó su procesamiento por el delito de
almacenamiento de estupefacientes (art. 5 inc. “c” de la ley 23.737). Con posterioridad
al auto de mérito, el a quo efectuó requerimiento a la imputada a fin de que brindara la
clave de desbloqueo del teléfono celular que le fuera secuestrado y, para el caso de no
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Ministerio Público de la Defensa
Ante ello, la defensa de la imputada interpuso reposición con apelación en subsidio, así
como también planteó la nulidad de la medida. En líneas generales, se planteó que la
medida resultaba irrazonable, inidónea, desproporcionada e innecesaria, considerando
que la misma atentaba contra el derecho a la intimidad, el derecho de defensa, y sobre
todo, la garantía que prohíbe la autoincriminación. Así también, se sostuvo que la
imposibilidad de acceder al móvil se debe a la desactualización de sistema UFED, ante lo
cual debieron procurarse los medios para actualizarlo antes que una medida coercitiva
contra la imputada.
Realizando una suerte de ponderación entre los fines del proceso y los derechos de la
imputada, sostuvieron que la medida en cuestión resultaba razonable en función de la
necesidad procesal para el avance de la investigación, y proporcionada en función de la
mínima injerencia en la persona de la imputada.
Al igual que en el caso anteriormente descripto, el Tribunal invocó lo resuelto por la CSJN
en el precedente “Rau”, para determinar que la extensión de la garantía contra la
autoincriminación. Así, sostuvo que la cláusula del art. 18 CN “veda el uso de cualquier
forma de coacción o artificio tendiente a obtener declaraciones acerca de los hechos que
la persona no tiene el deber de exteriorizar, mas no abarca los supuestos en que la
evidencia es de índole material y producto de la libre voluntad del garantido...”.
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Por otra parte, se hizo especial mención a los avances tecnológicos y su impacto en el
proceso penal. Al respecto, se observó que en la actualidad las evidencias de mayor
importancia para el proceso penal suelen hallarse almacenadas en dispositivos
electrónicos de información. Como consecuencia de ello, el Tribunal propuso un nuevo
abordaje de las herramientas procesales, señalando que:
De forma similar a lo argumentado en el caso anterior por la Sala II, los jueces sostuvieron
que, la obtención compulsiva de datos biométricos era asimilable a las medidas de
prueba que requieren de la presencia física del imputado, al aporte de su huella dactilar
o incluso a la extracción compulsiva de sangre, y por tanto no resultaba amparada por la
garantía que prohíbe la autoincriminación forzada.
Como conclusión, el Tribunal sostuvo que todo imputado puede ser obligado
compulsivamente a la utilización de su cuerpo para la extracción de datos de interés para
la causa, siempre que sea razonable y pertinente, y en tanto ello no implique una
injerencia tal en el cuerpo que redunde en un trato degradante o humillante, sean
dañosas para la salud o produzcan sufrimientos innecesarios.
Lo resuelto en el caso “M., E. A.” se dio en el marco de una investigación penal contra un
hombre, a quien -en principio- se imputaba por el delito de promoción y facilitación de la
prostitución de menores de edad. En dicho contexto, el Ministerio Público Fiscal, con la
pretensión de determinar si el delito podría encuadrar en el tipo de trata de personas,
solicitó al juez de la causa que convoque al imputado para que aporte la clave de
desbloqueo de su teléfono celular, bajo apercibimiento de proceder al desbloqueo de
manera coercitiva, ya sea a través de la huella dactilar o bien mediante el reconocimiento
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Ministerio Público de la Defensa
El celular en cuestión, un IPhone 13, no pudo ser desbloqueado por los técnicos a quienes
se había encargado la pericia, por cuanto la misma sólo podía ser efectuada en
laboratorios forenses del extranjero que contaban con los recursos técnicos para
desbloquear aparatos de dicha calidad.
El juez de primera instancia, tomando los fundamentos del acusador público, hizo lugar
a la medida, entendiendo como razonable la medida en función de los objetivos del
proceso, que de la misma podrían surgir pruebas importantes, sobre todo a partir del
testimonio de una víctima que declaró que el imputado le tomó fotos con el teléfono y
que en el dispositivo también guardaba fotos de otras mujeres. Asimismo, sostuvo que la
medida se incluía entre las situaciones en las cuales el imputado se ubicaba como objeto
de prueba, lo cual no resultaba violatorio de las garantías constitucionales.
250
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Por otro lado, los jueces señalaron que, en el marco del proceso penal, todo imputado
puede ser obligado compulsivamente a la utilización de su cuerpo para la extracción de
datos de interés para la causa, en tanto aquella no impliquen de ninguna manera, una
injerencia tal en el cuerpo que redunde en un trato degradante o humillante.
Así también, el Tribunal invocó los precedentes de la CSJN que señalan que el art. 18 de
la CN no prohíbe las medidas probatorias que requieren la presencia física del imputado
como prueba de su identidad o que requieran que éste aporte su huella dactilar, tolere
que se le realice una radiografía, o hasta incluso se someta a la extracción compulsiva de
sangre. En tal sentido, se sostuvo que:
En resumen, puede advertirse que los fallos descriptos precedentemente han ordenado
el desbloqueo compulsivo bajo similares argumentos. Por un lado, afirmando que apoyar
el dedo en el lector de huellas digitales, o acercar el rostro o el iris para su
reconocimiento, son acciones que no tienen contenido declarativo, por lo que no
resultan protegidas por la garantía que prohíbe la autoincriminación forzada. Por otro
lado, que la medida de prueba no resulta invasiva, degradante ni humillante para la
persona del imputado. Incluso, se planteó que la disposición analizada podría equipararse
a otras medidas de prueba autorizadas por la normativa procesal, como ser la
participación del imputado en un reconocimiento en rueda de personas, el aporte de sus
huellas dactilares, o la extracción de material genético, en las cuales el imputado no es
concebido como sujeto sino como objeto de prueba. Asimismo, que el juzgador debe
readecuar la interpretación de las herramientas procesales vigentes a los avances de la
ciencia, lo cual implica que ante la falta de previsión legislativa de una medida no debería
optarse por su invalidez, sino por una adaptación de la normativa a las circunstancias
actuales.
3
“Art. 193.- La instrucción tendrá por objeto: 1°) Comprobar si existe un hecho delictuoso mediante las
diligencias conducentes al descubrimiento de la verdad […]”.
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2023
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proceso penal exige la reducción al mínimo de requisitos para llegar a ella en toda la
amplitud del objeto a probar” (Clariá Olmedo, 2008, 460)
Aquí es donde se pretende poner el foco: en los necesarios límites que el poder punitivo
estatal debe reconocer en las garantías constitucionales. El desbloqueo coactivo del
celular de un imputado, a partir de la obtención compulsiva de sus datos biométricos, tal
y como fue ordenada en los fallos comentados, puede interpretarse como una decisión
que colisiona con los límites que imponen la Constitución Nacional y los tratados
internacionales en materia de derechos humanos.
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Ministerio Público de la Defensa
Sin perjuicio de ello, ante la falta de regulación, ha prevalecido la solución de aplicar las
normas tradicionales, diseñadas para la producción e incorporación de las pruebas físicas,
a los nuevos elementos y medios de prueba digitales (Salt, 2017; Sergi, 2018). Ello se
apoya fundamentalmente en el ya mencionado principio de libertad probatoria, cuya
consecuencia práctica implica recurrir a la aplicación analógica de las normas que regulan
los medios de prueba previstos y que mayor similitud guardan con el medio no reglado.
Esta postura también ha sido propugnada desde algún sector de la doctrina, en base a la
tesis según la cual el procedimiento se asemeja, en lo esencial, al caso previsto en el art.
218 bis del CPPN “donde se regula la extracción compulsiva de elementos corporales que
serán analizados para luego ser utilizados como prueba, es decir, la prueba se obtiene a
través de un cuerpo que no realiza un comportamiento activo” (Portillo y Matteo, 2019,
188).
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2023
Estudios sobre Jurisprudencia
lado, se ha señalado que la naturaleza disímil que tiene la evidencia digital respecto a los
medios probatorios tradicionales conlleva déficits en la eficiencia estatal en la
investigación de los delitos, pues, al tratarse de fenómenos ontológicamente diferentes,
merecen un tratamiento ciertamente distinto. Así, se destaca que la evidencia digital es
más frágil y volátil que la física, lo que hace que su contenido pueda alterarse o destruirse
con mayor facilidad, resultando imprescindible que su manipulación quede en manos de
especialistas, para evitar problemas relacionados a su legítima incorporación,
autenticidad y adecuada cadena de custodia. Por otro lado, se ha evidenciado un
problema relacionado a la adecuada tutela de las garantías del imputado, que pueden
verse afectadas por la actuación del Estado cuando obtiene evidencia digital en un
proceso penal (Salt, 2017; Sergi, 2018).
Sobre la aplicación del principio de legalidad (art. 18 CN), no surgen dudas respecto de
su plena vigencia en el ámbito del derecho penal sustantivo, en virtud del cual la
aplicación analógica de la ley penal se encuentra admitida siempre que sea en in bonam
partem y totalmente prohibida en caso contrario. Ahora bien, en materia procesal penal,
la regla parece tener un alcance restringido sólo a aquellos casos en que esté en juego la
libertad ambulatoria del imputado o cuando se trate de una norma que restrinja alguna
de sus facultades o poderes (Pérez Barberá, 2009), interpretación a la que se arriba a
partir de la lectura del art. 2 del CPPN 4 (Navarro y Daray, 2019), por lo que cabe
preguntarse entonces si la regla del mencionado artículo se aplica en materia probatoria.
En relación a ello, si bien la adopción del principio de libertad probatoria pareciera indicar
que el legislador autoriza plenamente la aplicación analógica de las normas que regulan
la materia, lo cierto es que, dado que no todas las medidas de prueba tienen igual
naturaleza, ni se valen de los mismos métodos, ni implican igual nivel de injerencia,
resulta preciso hacer una distinción entre las diligencias que persiguen una finalidad
4
“Interpretación restrictiva y analógica
Art. 2° - Toda disposición legal que coarte la libertad personal, que limite el ejercicio de un derecho
atribuido por este Código, o que establezca sanciones procesales, deberá ser interpretada
restrictivamente. Las leyes penales no podrán aplicarse por analogía”.
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Ministerio Público de la Defensa
De esa manera, Bruzzone sostiene que la regla de la libertad probatoria encuentra una
fuerte limitación, que surge como corolario del principio constitucional de legalidad
(nullum crimen), que en derecho procesal penal se define como la regla nulla coactio sine
lege. Ésta se traduce en que toda medida que implique una injerencia, restricción o
limitación en los derechos fundamentales, debe encontrarse expresamente prevista en
la ley procesal para poder ser empleada válidamente. De lo contrario, sostiene el autor,
si se emplea una medida de coerción que no está expresamente prevista en la ley o no lo
está para una determinada clase de casos, entonces se estaría violando el mandato del
art. 18 CN, de la misma manera que se conculcaría el principio en caso de aplicar
conceptos analógicamente.
En concordancia con dicha postura, también se ubica Díaz Cantón (2019), para quien la
existencia de una ley se constituye como requisito ineludible para la realización válida de
medidas de prueba que conlleven una injerencia en derechos fundamentales, y que ni
siquiera una orden judicial fundada puede suplir la ausencia de regulación normativa.
Por otra parte, existen opiniones que derivan la prohibición de analogía in malam partem
en materia probatoria, del principio de reserva legal, previsto en el artículo 30 de la CADH,
y que dispone lo siguiente:
Con específica referencia al problema de la evidencia digital, Salt (2017, 45) postula una
opinión en similar sentido. Así, sostiene que la regla de la libertad probatoria colisiona
con el principio nulla coactio sine lege, a partir del cual todos los medios de prueba que
impliquen algún grado de injerencia en los derechos fundamentales, o que se valgan de
coerción, deberán necesariamente estar previstos en las leyes, y compadecerse con el
estándar constitucional en materia de reglamentación de derechos.
En cuanto al fundamento que subyace a este principio, puede decirse que con su
consagración se pretende establecer límites al ejercicio de la actividad estatal, para evitar
que las injerencias que en tal contexto se hagan sobre los derechos fundamentales de las
personas, no se traduzcan en abusivas o arbitrarias. Es que, si bien los derechos
fundamentales pueden ser pasibles de limitaciones o restricciones, éstas deberán
siempre estar supeditadas a la concurrencia de determinados requisitos establecidos en
el art. 30 de la CADH, y que operan como límites al poder del Estado. En relación a la
interpretación de esta disposición, la Corte IDH ha señalado que:
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Ministerio Público de la Defensa
esencial para que los derechos del hombre puedan estar jurídicamente
protegidos y existir plenamente en la realidad5.
Ciertamente, uno de los ámbitos donde se pueden observar mayores injerencias a los
derechos de las personas es el proceso penal, en cuyo marco el imputado padece fuertes
restricciones y limitaciones a derechos fundamentales como la libertad o la intimidad. Es
así que, por ejemplo, para evitar que un imputado se fugue o entorpezca la investigación,
se encuentra prevista la posibilidad de restringir su libertad ambulatoria, ordenando su
detención preventiva. Así también, la autoridad judicial puede ordenar el allanamiento
del domicilio de una persona, cuando tenga motivos válidos para creer que allí encontrará
evidencias relacionadas a un delito. Ahora bien, dichas medidas se encuentran
específicamente previstas y reguladas en la normativa procesal, delimitando el campo de
acción de las autoridades, para evitar que con su implementación se produzcan
arbitrarias o abusivas injerencias sobre ámbitos y derechos que se consideran
merecedores de especial protección.
Así, frente a las medidas de prueba que implican injerencias en lo derechos del individuo,
el principio nulla coactio sine lege -ya sea que su fuente se ubique en el principio de
legalidad o en el principio de reserva de ley- se erige como un límite para evitar abusos
por parte de la autoridad estatal, exigiendo que sea una ley en sentido formal la que
5
Corte IDH, Opinión Consultiva N° 6/86, párr. 22.
6
Corte IDH, Resolución del 27/01/2009, párr. 77.
258
2023
Estudios sobre Jurisprudencia
establezca, de manera previa, cierta y precisa, las condiciones en las cuales se producirán
tales injerencias.
Sin embargo, se trata de un análisis acotado, al que cabe formular dos objeciones. En
primer lugar, la ausencia de regulación legal hace que sea imposible determinar el
mecanismo (ni su intensidad) a emplearse para vencer la resistencia del imputado, lo cual
implica otorgar un amplio grado de discrecionalidad al agente público que llevará
adelante la medida. Para adecuar la práctica al estándar constitucional, una ley debería
determinar bajo qué supuestos podría ordenarse, a cargo de qué funcionario quedaría la
diligencia, con qué recaudos deberá realizarse y hasta dónde podrá llegar la autorización
para obrar coercitivamente. En segundo lugar, los fallos han hecho alusión sólo a la
posible afectación que la medida podría implicar para la integridad física o libertad
corporal del imputado, soslayado otros derechos que pueden verse afectados -en igual o
incluso mayor medida- al desbloquear un dispositivo de telefonía móvil y acceder a su
contenido, como es el caso del derecho a la intimidad.
Es que, como bien señala la doctrina, nuestra Constitución Nacional, a través de las
fórmulas establecidas en los artículos 18 y 19, “ha consagrado ámbitos de privacidad que,
con distintos matices, quedan protegidos de una indiscriminada invasión estatal” (Carrió,
2022, 541). Dentro de dicho ámbito de protección se encuentra sin dudas la información
contenida en los teléfonos celulares, pues como señalé inicialmente, dada su enorme
capacidad para almacenar información personal del usuario y el uso masivo que le da el
ser humano en la actualidad, cada smartphone contiene un caudal inmenso de
información sobre la vida de su dueño, en base a lo cual “no cabe duda alguna de que la
fuente de información más abundante sobre una persona determinada es hoy el análisis
de su teléfono celular” (López Borghello, 2021, 7)
Como consecuencia, no resulta trabajoso inferir que cualquier medida de prueba que
implique el registro y extracción de evidencia digital de un teléfono celular tiene la
potencialidad para afectar diferentes ámbitos de la intimidad, y de una manera mucho
más intensa que con otras medidas de prueba. Es en base a ello que las injerencias sobre
el mismo merecen una específica regulación, que determine la autoridad competente
para ordenar su desarrollo, bajo qué casos y con qué justificativos (Díaz Cantón, 2017,
80-81).
Al respecto, cabe aquí recordar que la CSJN, en distintas oportunidades, ha reiterado que
la Constitución Nacional veda las intromisiones arbitrarias en la privacidad, por lo que la
validez de las injerencias en dicho ámbito se encuentra sujeta a la concurrencia de ciertos
requisitos ineludibles. Así, las circunstancias y razones que validan la irrupción en el
ámbito privado de los individuos deben estar previstas en la ley, perseguir un fin legítimo
y cumplir con los requisitos de idoneidad, necesidad y proporcionalidad, es decir, deben
ser necesarias en una sociedad democrática7.
Las decisiones judiciales que han ordenado obligar al imputado a aportar sus datos
biométricos para el desbloqueo de su teléfono han soslayado que la ausencia de
regulación constituye un importante obstáculo para su validez constitucional, problema
que no parece ser fácil de superar a partir de la aplicación analógica de las normas
correspondientes al reconocimiento en rueda de personas o la extracción de ADN. En
rigor, cuando se trata de medidas probatorias que implican fuertes injerencias en los
derechos del imputado, la ausencia de regulación normativa no puede ser suplida por la
aplicación analógica de otros medios de prueba tradicionales, ya que “ello dejaría en
cabeza de cada juez el análisis concreto de vulneración o no de garantías sin un sustento
legal sobre el que deba basar su decisión, lo que conduce directo a la arbitrariedad”
(López Borghello, 2021, 11).
La solución a este problema vendría dada -en principio- por la armonización o adaptación
de la legislación procesal a las vicisitudes que propone la recolección de evidencia digital
(Sergi, 2018). En tal sentido, la tensión entre el resguardo de derechos personalísimos y
el interés social en la prevención y la investigación de los delitos requiere que el legislador
7
CSJN. “Halabi”, Fallos: 332:111, considerando 25; Acordada 17/2019, punto V.-; entre otros.
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adecúe la normativa procesal a los avances de la tecnología, y enuncie con precisión los
supuestos en los cuales serán posibles las limitaciones y restricciones de los derechos
constitucionales y la forma en que ello se hará (Tobías, 2021).
Sin embargo, allí no se acaban los inconvenientes, pues la previsión y regulación legal es
condición necesaria, pero no suficiente para la validez constitucional de la medida de
prueba bajo estudio. En rigor, el cumplimiento constitucional del requisito de “ley previa”
no es suficiente -por sí solo- para justificar la restricción estatal a los derechos, pues tal
como se resolvió en el precedente “Daray”, “no basta con la existencia de una ley previa
que autorice la coacción estatal con fines procesales, sino que esta autorización legal
debe ser respetuosa de las libertades individuales aseguradas por la Constitución”
(Gullco, 2019, 122).
Es que, cuando la Constitución Nacional establece el requisito del juicio previo para la
imposición de una pena (art. 18), si bien exige un proceso reglado por ley, no se trata de
cualquier procedimiento establecido legislativamente, sino uno acorde con las
seguridades individuales y formas que postula la misma ley suprema (Maier, 1996). Esto
lleva directamente al segundo problema en relación al objeto de estudio: determinar si
el desbloqueo coactivo del celular del imputado, a través de la obtención compulsiva de
sus datos biométricos, resulta ser una medida respetuosa de la garantía constitucional
que prohíbe la autoincriminación forzada.
Para abordar este problema, en primer lugar, corresponde señalar que el art. 18 de la CN
dispone que nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo, garantía que ha sido
receptada en forma similar por los tratados internacionales de derechos humanos, como
la CADH, en su art. 8 inciso 2.g, y el PIDCyP, en su art. 14 inc. 3.g. Así también, los códigos
procesales contienen disposiciones tendientes a reglamentar esta garantía8.
8
Así, el art. 296 del CPPN dispone: “El imputado podrá abstenerse de declarar. En ningún caso se le
requerirá juramento o promesa de decir verdad ni se ejercerá contra él coacción o amenaza ni medio
alguno para obligarlo, inducirlo o determinarlo a declarar contra su voluntad ni se le harán cargos o
reconvenciones tendientes a obtener su confesión”. Por su parte, el art. 4 del CPPF establece que “Nadie
puede ser obligado a declarar contra sí mismo. El ejercicio de este derecho no puede ser valorado como
una admisión de los hechos o indicio de culpabilidad”.
261
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Ministerio Público de la Defensa
Ahora bien, tanto la doctrina como la jurisprudencia de nuestro país han efectuado
ciertas distinciones respecto al alcance de la garantía, diferenciando aquellos casos en
que el imputado es un sujeto activo de prueba (y como tal, se busca obligarlo a que
declare o a que haga un cuerpo de escritura), de aquéllos en que a aquél se le reclama
un comportamiento “pasivo”, ya sea para extraerle sangre, huellas dactilares, entre otros
(Carrió, 2022).
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En “Rau11”, en 2016, la CSJN revocó una sentencia absolutoria emitida por la Cámara
Federal de Casación Penal que había entendido que se había vulnerado la garantía de
mención al utilizarse como prueba las firmas estampadas por el imputado en las
actuaciones, comparándolas con la asentada en el dorso de un cheque adulterado que
había sido presentado para su cobro. Llegado el caso a examen de la Corte, el Procurador
Sin embargo, este razonamiento merece algunas objeciones. Por un lado, porque se
interpreta de una manera que podría ser valorada como incorrecta la naturaleza
ontológica del desbloqueo de un teléfono mediante datos biométricos, y a partir de ello
se lo equipara erróneamente a otras medidas que son disímiles en tal sentido. Por otro
lado, porque se asigna a la garantía contra la autoincriminación forzada un alcance
limitado a lo meramente declarativo, conclusión a la que se llegó mediante una
interpretación literal del texto constitucional, método que no resulta adecuado al
verdadero alcance que merece la garantía como límite al poder punitivo estatal. En tal
sentido, a continuación, expondré algunas posturas que permiten arribar a una
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Resulta ilustrativo el ejemplo brindado por Miller (2019), quien señala que el objetivo de
someter a un sospechoso a la toma de huellas digitales es cotejar sus registros con la
evidencia física encontrada previamente en la escena del crimen. La impresión digital
obtenida de la persona no comunica nada por sí sola. Por el contrario, recién luego de
efectuada su comparación con otro elemento físico se podrá llegar a la conclusión de
que, por ejemplo, el imputado ha estado en determinado lugar o ha apoyado su mano
en determinado sitio. Dicho de otra forma, la huella no tiene contenido testimonial, lo
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que le da contenido en tal sentido es la posterior comparación que se haga con aquella
encontrada en la escena del crimen.
El debate aquí presentado ya ha sido abordado por la jurisprudencia de los EEUU13. Desde
esa perspectiva, existe un consenso en que las autoridades estatales no pueden obligar
al sospechoso a aportar las claves de acceso a su dispositivo, pues ello conculcaría el
derecho a la no autoincriminación, contenido en la Quinta Enmienda14 de la carta magna
estadounidense. No obstante, existen discrepancias en la jurisprudencia en cuanto a la
posibilidad de someterlo a utilizar los datos biométricos en sus sensores. Por un lado, una
12
Sin perjuicio de entender que el desbloqueo mediante datos biométricos tiene contenido testimonial
implícito, el autor sostiene que, bajo determinadas circunstancias, la medida resultaría admisible
constitucionalmente (véase, pág. 96).
13
La mención de estos fallos no agota el análisis de la jurisprudencia estadounidense, ni busca recoger una
muestra representativa, sino que responde al solo efecto de enriquecer el debate local que se plantea en
este apartado.
14
“No person […] shall be compeled in any criminal case to be a witness against himself [...]” que puede
traducirse como “A ninguna persona se le obligará, en ningún caso penal, a testificar contra sí misma”.
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Con una postura opuesta a la volcada en el caso “Baust”, una serie de fallos entendieron
que la acción de desbloquear el teléfono mediante datos biométricos era equiparable a
una manifestación de voluntad del individuo y, por lo tanto, se encontraba amparado por
la quinta enmienda antes mencionada (Aboso, 2023). Entre dichos precedentes, se
destaca el caso resuelto por un tribunal del Estado de California en 201916, en el cual la
fiscalía solicitó una orden de allanamiento en el domicilio de individuos sospechados de
haber extorsionado a una persona con la divulgación de material íntimo. La solicitud
contenía, además del allanamiento, un pedido para secuestrar dispositivos electrónicos
relacionados al delito, solicitando autorización para obligar a sus dueños a aportar sus
datos biométricos para el desbloqueo. Si bien el tribunal autorizó el allanamiento, en este
caso rechazó el pedido respecto al desbloqueo compulsivo de los celulares, en el
entendimiento de que ello podría violentar la garantía contra la autoincriminación. En tal
sentido, sostuvo que el testimonio no podía limitarse sólo a la comunicación verbal o
escrita, sino que también debía incluirse en la protección aquellos actos que implicaran
afirmaciones de hecho como el desbloqueo mediante datos biométricos (Miller, 2019).
15
“Commonwealth of Virginia v. David Baust”, caso n° CR-14-1439, Segundo Distrito Judicial del Estado de
Virginia, 28/10/2014.
16
Tribunal de Distrito Norte de California, Estados Unidos. Caso N° 4-19-70053, 10/1/2019.
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En similar sentido, Aboso, al comentar uno de los fallos bajo estudio -el caso “M., B.A.”-
expone una visión crítica respecto a la distinción entre objeto/sujeto de prueba,
subrayando la naturaleza que reviste el uso de los datos biométricos como mecanismo
de seguridad para bloquear el celular, haciendo hincapié en la “exteriorización de la
personalidad” que implica el uso de los datos biométricos por parte del titular del
teléfono, más allá de que ello no constituya una declaración verbal. En tal sentido,
sostiene que “el acto de desbloquear cualquier aparato electrónico importa
necesariamente una exteriorización de voluntad que expresa la pertenencia y el dominio
de los datos almacenados y su utilización en contra de sus intereses” (2023, 299-300)
Como bien señala Sagüés, la suerte de las normas jurídicas depende, en un porcentaje
decisivo, de cómo se las interprete (2017, 149). Es que, en ciertas ocasiones, el alcance
de un precepto es difícil de determinar por cuanto los términos utilizados en su redacción
pueden ser oscuros, vagos o ambiguos, mientras que, en otras, la dificultad puede surgir
por el contexto histórico en que se ha dictado, pues el paso del tiempo -y la falta de
actualización por parte del legislador- hace que la norma pueda quedar obsoleta e
inaplicable frente a la ocurrencia de circunstancias fácticas que eran impensadas
originariamente.
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Al respecto, los tribunales cuyos fallos se analizaron a lo largo del artículo determinaron
que la garantía contra la autoincriminación forzada no ampara a quien es forzado a
aportar sus datos biométricos, arribando a tal decisión a partir de una interpretación
literal del texto del art. 18 de la Constitución. Así, entendieron que dicha medida no
entraba en conflicto con la garantía mencionada, pues desbloquear el teléfono mediante
los datos biométricos no implica “declarar” contra uno mismo en el sentido gramatical
utilizado por el constituyente al dictar la norma. Como puede apreciarse, este método de
interpretación atiende principalmente al texto del precepto constitucional cuyo sentido
se pretende desentrañar, observando las palabras utilizadas por el constituyente según
el significado que usualmente se les asigna.
Sin embargo, si bien se considera que este es el primer método al que debe acudir el
intérprete, utilizando los demás sólo ante la insuficiencia de éste, ello merece ser
matizado. Por un lado, se trata de un método que, “si es aplicado a rajatabla, conduce a
la negación de la interpretación del derecho por parte de los jueces” (Manili, 2014, 68),
aplicación mecánica y automática que soslaya que “las normas jurídicas, en cuanto
autorizan, prohíben o hacen obligatorias ciertas acciones humanas, y en cuanto
suministran a los súbditos y a las autoridades pautas de comportamiento, están
compuestas por palabras que tienen las características propias de los lenguajes
naturales” (Carrió, 1986, 49), y que como consecuencia de ello, también presentan los
problemas propios del lenguaje natural (ambigüedad, vaguedad y textura abierta). Por
otro lado, también se presenta otro inconveniente con la interpretación literal y es que,
“si la constitución es antigua, el significado de las palabras puede haberse alterado con
el transcurso del tiempo, tanto en sentido ideológico o técnico” (Sagüés, 2017, 161), lo
que ocasionaría que la carta magna se torne obsoleta frente a la continua evolución de
la sociedad que está destinada a organizar.
17
CSJN, “Rizzo”, Fallos, 336:760, 2013.
18
CSJN, Fallos, 323:212, consid. 11.
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Sin embargo, cabe destacar que el método histórico, también denominado estático, ha
sido dejado de lado -o al menos matizado- por la Corte en diferentes oportunidades, lo
que resulta lógico si se tiene presente la vocación de permanencia que reviste toda
Constitución, herramienta destinada a regir no sólo el presente, sino también el futuro y,
por lo tanto, su contenido debe adaptarse a las nuevas realidades, tarea que corresponde
al intérprete, ganando terreno así el método dinámico, que propone interpretar las
cláusulas constitucionales conforme el significado actual y no histórico de las palabras,
pregonando una permanente adaptación del texto a las realidades presentes (Sagüés,
2017, 169).
Desde antaño puede observarse como el máximo tribunal del país ha implementado en
forma combinada distintos métodos de interpretación para determinar el alcance de las
normas constitucionales, distanciándose tanto del método literal como del método
histórico, que no siempre resultan del todo adecuados. Un buen ejemplo de ello es el
caso “Kot”19, en el cual la CSJN, dejando de lado los métodos literal e histórico, acudió a
una interpretación teleológica, sistemática, y dinámica, para ampliar la procedencia de la
acción de amparo, reconociéndola como vía de protección tanto frente a actos de la
autoridad pública, como de particulares.
Por un lado, la CSJN intentó desentrañar la intención de los constituyentes de 1853 más
allá del sentido literal del texto, señalando que si bien el objetivo inmediato fue la
protección de los derechos fundamentales del individuo contra los excesos de la
autoridad estatal, el espíritu liberal de la ley suprema indica que el fin último es proteger
y garantizar la libertad, sin distinguir que el ataque provenga del Estado o de particulares.
Así, se sostuvo que:
20
CSJN, Q. 124. XLI. “Quaranta, José Carlos s/ inf. ley 23.737”, Causa n° 763, 21/08/2010, consid. 17.
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esa dirección, es posible considerar que una interpretación dinámica indicaría que el
avance de la tecnología ha provocado profundas modificaciones en la vida del ser
humano, generando ventajas en muchos sentidos, pero también nuevos desafíos para la
adecuada tutela de los derechos fundamentales. Puede advertirse que la garantía que
prohíbe la autoincriminación forzada, originalmente prevista para evitar que el imputado
sea objeto de torturas tendientes a arrancarle una confesión, actualmente ha quedado
inocua frente a la innovación tecnológica, que permite obtener mayor cantidad de
información del teléfono del imputado, antes que de cualquier declaración verbal. Al
respecto, se ha señalado que:
Es claro que “la declaración oral o escrita como forma de confesión en el proceso penal
y candidata natural a la aplicación del manto de tutela constitucional resulta claramente
inocua frente al progreso en el campo de la tecnología” (Aboso, 2023, 299). Por ello,
resulta necesario adaptar la interpretación de la garantía, dotándola de un mayor alcance
y eficacia para la tutela frente a nuevas formas de amenaza para los derechos
fundamentales del ciudadano. Una interpretación que no atienda los profundos cambios
que la tecnología ha provocado en la forma en que el ser humano resguarda su
privacidad, implicaría desconocer la realidad y también despojar de eficacia a la
Constitución Nacional como herramienta de protección a los derechos y límite al poder
punitivo estatal.
Por otra parte, cabe atender a los fines perseguidos por el constituyente al establecer la
garantía, esto es, consagrar al imputado como un sujeto de derechos incoercible,
condición derivada del respeto a su dignidad y presunción de inocencia, y a partir de lo
cual se encuentra exento de toda carga u obligación de contribuir con la prueba de su
acusación. Respecto a ello, la interpretación literal lleva a resultados contradictorios,
pues por un lado, protege al ciudadano evitando que se vea forzado a autoinculparse
mediante declaraciones verbales, mientras que por otro, se le permite al Estado utilizar
la fuerza física para obligarlo a desbloquear su teléfono celular mediante sus datos
biométricos, con el fin de obtener pruebas en su contra.
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6. REFLEXIONES FINALES
Sin embargo, este panorama no autoriza a las autoridades a adoptar cualquier solución,
sino que la misma debe adecuarse a los principios y garantías constitucionales, en virtud
del alto grado de afectación que algunas medidas de prueba -como la aquí analizada-
implican para los derechos fundamentales. El imputado no tiene el deber de colaborar
aportando prueba que colabore con su incriminación, pues dicha carga corresponde a las
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