Restrepo E. 2016. Evolucionismo
Restrepo E. 2016. Evolucionismo
Restrepo E. 2016. Evolucionismo
Clásicos
Campo profesional
Profesor:
Eduardo Restrepo
eduardoa.restrepo@gmail.com
www.ram‐wan.net/restrepo/clasicos
Programa de Antropología
Fundación Universitaria Claretiana
Quibdó, agosto‐septiembre
2009
I. Escuelas de finales del siglo XIX y
primera mitad del siglo XX
Evolucionismo
2 A finales del siglo XIX aparecen en diferentes países europeos y en los Estados Unidos una
serie de sociedades de investigación científica que apelan a las nociones de etnología o
antropología. Así, por ejemplo, entre las primeras sociedades de este tipo encontramos: la
Société d’ethnologie de Paris (1839), sucedida luego por la Société d’anthropologie (1859) y la
Société d’ethnologie (1859). Para 1942 surge la American Ethnological Society fundada en
Nueva York y, un año más tarde, en Inglaterra se fundó la Ethnological Society. En 1863,
también en Inglaterra, se creó la Anthropological Society, la cual se fucionó con la Ethnological
Society, originándose el Royal Anthropological Institute of Great Britain and Ireland. En
Alemania se funda en 1869 la Gesellshaft für Anthropologie, Ethnologie und Urgeschichte y,
unos años más tarde, aparece en Italia en 1871 la Societá italiana di antropologia e etnología
(Tokarev 1989: 19‐20).
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concepto de evolución circulaba, al menos, desde principios del siglo XIX en diferentes
campos de la filosofía y la reflexión social, mucho antes de que Darwin le diera su
sentido del evolucionismo biológico (Harris). Influjo de la filosofía positivista de
Herbert Spencer.
Hacia las últimas décadas del siglo XIX, confluyen una serie de pensadores que son
referidos como los primeros antropólogos asociados a una corriente que ha sido
denominada evolucionismo. Dentro de los autores más destacados del pensamiento
evolucionista encontramos: Helbert Spencer, Edward Tylor y James Frazer en
Inglaterra y a Lewis Henry Morgan en los Estados Unidos.
Lewis Morgan publicó en 1877 Ancient society. En este libro se encuentran los
planteamientos del pensamiento antropológico evolucionista. Distingue tres grandes
fases en la historia de la humanidad: salvajismo, barbarie, civilización. En cada una de
estas fases, Morgan identifica tres periodos: antiguo, medio y tardío. En el salvajismo
inferior se subsistía mediante la recolección. En el salvajismo medio se daba el
descubrimiento del fuego y se recurría a la pesca. En el salvajismo superior se descubría
el arco y la flecha orientándose la subsistencia hacia la cacería. En la barbarie inferior se
empieza a utilizar la cerámica, mientras que en la barbarie media se domestican los
animales y se descubre la agricultura. El manejo de los metales, en particular del hierro,
es un indicador del estadio superior de la barbarie. Finalmente, la civilización empieza
con la invención de la escritura.
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En cuanto a la evolución de las relaciones sociales y de familia, las fases serían las
siguientes: la consanguínea, la punalúa (caracterizada por la prohibición de casamiento
entre hermanos), la sindiásmica (que consistiría en un estado de transición hacia la
monogamia), la patriarcal y la monógama. Por tanto, Morgan traza una línea de
evolución que se inicia desde la filiación matrilineal y el incesto para arribar a la
filiación patrilineal y la prohibición del incesto.
Postulados teóricos
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compartimos estas características, la pregunta es entonces ¿cómo explicar las
diferencias observables entre los grupos humanos en la actualidad y en el pasado?,
¿por qué unos son cazadores‐recolectores mientras que otros son sociedades
industriales? Como lo indica Stocking (1987), el dilema teórico más profundo para los
antropólogos evolucionistas era la pregunta por ¿cómo explicar la evidente variedad
social y cultural de los grupos humanos si se parte de la unidad biológica y psicológica
de la especie humana?
Superior Hierro
Barbarie Medio Agricultura
Inferior Cerámica
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Un tercer postulado de estos pensadores evolucionistas del siglo XIX consiste en
plantear que todas los grupos humanos, sin excepción, transitan el mismo camino y
aunque algunos lo hayan hecho más rápido que los otros, pero todos llegarían a la
misma fase de evolución tarde que temprano. Por tanto, ningún grupo podría por sí
mismo saltarse una etapa ni recorrer una trayectoria diferente. Este postulado se
puede identificar como el postulado de la trayectoria unilineal de la evolución. Por
tanto, la evolución social de la especie humana se ha efectuado en una sola dirección.
Así, los diferentes grupos humanos han recorrido cambios paralelos, aunque unos lo
han hecho más lenta e incompletamente que otros: unos van a medio camino (los
barbaros) y otros se han quedado prácticamente en el comienzo del camino (los
salvajes), mientras que unos cuantos han logrado estar en el punto cúspide del
proceso evolutivo (los civilizados).
Un cuarto postulado es el de que todos los grupos humanos inventan o descubren por
sí mismos, en el momento adecuado, las técnicas, prácticas, relaciones, costumbres e
ideas. Eso de que cada uno recorre por sí mismo un único camino evolutivo, implica
que todos entonces pueden inventar independientemente los artefactos materiales e
ideacionales que les permite establecer este recorrido. La agricultura o la cacería, por
ejemplo, son inventadas de forma independiente por cada uno de los grupos humanos
en un momento determinado de su proceso evolutivo. Esto significa, que los
evolucionistas consideraban a los diferentes grupos humanos o sociedades como
entidades discretas, cada una de las cuales recorre el mismo proceso evolucionista, en
relativa independencia de los otros.
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Cuestiones de método
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Dado que los evolucionistas pensaban que la diferencia entre los grupos humanos se
debía a que estaban en diferentes fases o estadios de la evolución, esto significaba que
mediante el método comparativo se podía entender aquellas las fases o etapas por las
que ya habían pasado los civilizados europeos pero en las que se encontraban aún
viviendo los diferentes pueblos “barbaros” y “salvajes” del mundo. Estos pueblos
“barbaros” y “salvajes” eran considerados como si fuesen fósiles vivientes, eran
supervivencias del pasado de la humanidad. Las formaciones sociales y culturales
diferentes de las europeas representan supervivencias de fases anteriores de la
evolución humana.
En el siglo XIX el modelo de ciencia natural constituía el paradigma del análisis social
en general y del naciente pensamiento antropológico en particular. Las categorías de
‘causalidad’ y ‘ley natural’ tienen un lugar destacado en estos pensadores. Tylor y
Morgan también le dieron gran importancia a las observaciones y datos sobre los
diferentes grupos humanos rechazando el énfasis filosófico a las especulaciones. No
obstante, sus elaboraciones se basan fundamentalmente en información proveniente
de misioneros, viajeros y agentes coloniales. Morgan los cita frecuentemente, pero
también el mismo colecto datos entre los indígenas en los Estados Unidos. Tylor
([1871] 1970: 9‐10) se pregunta sobre la validez metodológica de esa información
recolectada por misioneros, viajeros y agentes coloniales
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Para ellos la ciencia debe ser objetiva o, más precisamente, la objetividad es una
condición necesaria para la ciencia. Contrastan las creencias basadas en prejuicios y la
labor científica que es producto de la investigación objetiva basada en los hechos. La
relevancia de los datos se encuentra en inversamente proporcional a los prejuicios
que tiene la persona que observa los hechos.
Críticas
A los evolucionistas del siglo XIX se los ha acusado de que eran antropólogos de
escritorio, es decir, que estaban sentados en sus oficinas armando sus teorías y
escribiendo sus libros sin ser investigadores de campo. Esta es una crítica que se hace
décadas después desde otras corrientes antropológicas posteriores. La permanencia
en el terreno adquiere su significancia para la antropología en las primeras décadas
del siglo XX.
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