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La Vida de Socrates

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La vida de Sócrates

Sócrates nació en Atenas, en el año 470 o 469 a. C. Según sabemos por Platón, murió
ejecutado en 399 a. C. Sus padres fueron Sofronisco y Fenáreta del dêmos (del griego
δῆμος, significa “población” en sentido administrativo) de Alópece.
Se cree que su madre fue comadrona y su padre cantero o escultor. Por los diálogos
platónicos sabemos que Sócrates participó en al menos tres batallas de la guerra del
Peloponeso, en las que luchó junto a Laques y le salvó la vida a Alcibíades, como este
mismo menciona en El Banquete.
Los distintos testimonios que hay sobre su vida lo describen como un hombre casado,
padre de tres hijos y amigo de muchos jóvenes y pensadores de la época. Platón narra los
puntos de vista de Sócrates y preferencias respecto a distintas ideas filosóficas y valores
morales. Su pasión respecto a la utilidad de los ideales de belleza y bondad se suele
oponer a su propio aspecto físico poco agraciado y, a menudo, objeto de burla, incluso por
filósofos posteriores como Nietzsche.
Sócrates insistía en buscar definiciones para las distintas virtudes y aconsejaba a la gente a
cuidar su alma y su capacidad de razonar y conocer, antes de preocuparse por su aspecto
físico, lo cual a veces resulta contradictorio.
La idea de que la bondad y la belleza se definían por su grado de utilidad muestra cómo
era la forma de pensar del filósofo ateniense. En los diálogos de Platón o en las obras de
Jenofonte se lo retrata como alguien que podía confundir y luego dirigir el pensamiento
de los demás a nuevas posiciones, antes no consideradas. Para ello se valía solo de
preguntas, la mayoría casi de sentido común. Su intención era la importancia de medir las
cosas por su fin en sí mismo, y cómo algo funcional era más hermoso que algo
simplemente estético.
Durante sus años de madurez tuvo una participación política muy activa. Además de haber
servido en el ejército durante la guerra, formó parte de distintos debates y tomas de
decisiones que involucraban a la ciudad de Atenas. Aunque no ocupó ningún cargo político
oficial (algo de lo que se jactaba), su participación política fue lo que le costó la vida.
Sócrates no estaba de acuerdo con el sistema democrático, pero jamás fue en contra de
las leyes vigentes de la ciudad.
Al final de la guerra del Peloponeso, en 404 a. C., un grupo de hombres tomó el poder en
la ciudad de Atenas e instauró un régimen oligárquico, conocido como el grupo de los
Treinta. Muchos de ellos eran amigos o compañeros de Sócrates, aun cuando este no
aprobaba la violencia de su accionar. Después de haber tomado el poder, los Treinta
ordenaron a Sócrates arrestar a León de Salamina, un hombre rico y bien posicionado.
Sócrates, una vez más en desacuerdo con la violencia como recurso político, se opuso y se
fue a su casa. De este acto de rebeldía solo se salvó gracias a la contrarrevolución que
restauró la democracia. Sin embargo, los nuevos demócratas sabían que los miembros del
grupo de los Treinta (como Critias, Alcibíades y sus compañeros) eran muy cercanos a
Sócrates. Como no eran hombres de violencia, optaron por acusarlo por escrito y
someterlo a juicio. El principal acusador era Meleto, quien firmó la carta junto a Ánito, un
hombre poderoso para la época. El texto lo acusaba de haber ofendido a la religión del
Estado y haber corrompido la moral de la juventud.
En lugar de escapar de la ciudad o proponer un castigo distinto a la muerte, Sócrates se
defendió, reivindicando así el trabajo de su vida. Fue condenado a muerte y, contra el
consejo de la mayoría de sus amigos, decidió acatar la ley y murió asesinado al ser
obligado a beber la cicuta. Tanto su defensa como sus últimas conversaciones son
narradas en la Apología y en el Fedón, ambas obras dialógicas de Platón.
El legado de Sócrates
Sócrates - Platón
Todo el legado de Sócrates se ve reflejado en los diálogos de Platón.
Uno de los aportes más importantes de Sócrates es que, para él, la filosofía debe ser un
ejercicio de aporte práctico para la vida de los hombres. La filosofía debe enseñar saber
vivir. Esto implica comprender profundamente distintos elementos filosóficos, como el
bien y el mal, la virtud o la piedad, y descubrir su utilidad cotidiana. Solo así puede el
individuo acercarse al conocimiento.

Sócrates no escribió ninguna de sus enseñanzas. Creía que si lo hacía, sus ideas podrían
ser confundidas. Todo lo que se conoce en la actualidad se debe a las anotaciones de sus
discípulos, más específicamente, las de Platón. En la mayoría de los diálogos platónicos,
Sócrates es el personaje principal. Solo en dos de ellas, escritas durante la vejez de Platón,
Sócrates cumple una función secundaria. Lo mismo sucede con muchas de las obras de
Jenofonte y las de Aristófanes.
Sin embargo, no haber dejado una obra escrita vuelve al Sócrates histórico un personaje
mucho más interesante, confuso e ineludible para la historia de la filosofía. Su actitud
filosófica, tal como la muestran sus discípulos, marcó un precedente no solo para la
práctica diaria de la filosofía, el rol del maestro o la forma de acercarse a las preguntas,
sino incluso para el objetivo que la filosofía en general debe asumir.

El método socrático
Sócrates
El objetivo de la mayéutica es llegar a la verdad mediante el diálogo.
La mayéutica
Los escritos más populares por los que se conoce el pensamiento de Sócrates son los
diálogos platónicos. Estos consisten en una serie de preguntas y respuestas entre el
filósofo y sus alumnos. A este diálogo de preguntas y respuestas se le conoce como el
método socrático o mayéutico y se lo utiliza hasta la actualidad.
Cuando se lo nombra como “mayéutico”, se lo describe como un proceso similar al del
parto. La mayéutica es una forma de ayudar al interlocutor a dar con la verdad que ya
lleva consigo. Así, el método empleado busca llegar a la verdad mediante el diálogo,
preguntando una y otra vez sobre lo dicho.
Es el mismo Sócrates quien compara su forma de proceder con la de dar a luz. En El
banquete cuenta cómo la sacerdotisa Diotima afirma que el alma de cada hombre quiere
dar a luz y por eso la tarea del filósofo es la de un partero que asiste en el nacimiento del
conocimiento o logos.
Mayéutica, incluso, se traduce como “partera” u “obstetricia”, profesión ejercida por la
madre de Sócrates. Incluso en el Teeteto, Sócrates le recuerda a su interlocutor que su
madre era partera y que él cumple la misma función pero respecto al alma de los
hombres, ayudando a dar a luz a los conocimientos guardados en sus almas.

Estructura dialógica del método


Estructuralmente, la mayoría de los diálogos platónicos en los que aparece Sócrates
mantienen una misma forma argumentativa. Esta consiste en una típica serie de pasos
basados en preguntas y respuestas, clasificadas en dos grandes partes: la ironía socrática y
la mayéutica como procedimiento propiamente dicho.
El primero se puede resumir en dos actitudes discursivas que Sócrates asume: la ironía
socrática y la refutación. De hecho, muchas veces se suele llamar “ironía socrática” al
método en su totalidad. Más allá del nombre que lleve, las actitudes que Sócrates encarna
son las siguientes:
La ironía. Es la forma de fingir ignorancia respecto de un conocimiento o temática. Frente
a un interlocutor que se asume como el sabio en la materia a tratar, Sócrates actúa como
si no supiera en qué consiste el punto a discutir y pregunta sobre ello irónicamente. Esta
actitud se supone que es una forma de burlarse de sí mismo, ya que era considerado
como “el hombre más sabio de Atenas”.
La refutación. Es la demostración de la contradicción del pensamiento de la persona. Por
medio de la refutación, queda en evidencia la propia ignorancia de la persona.
Lo que sucede en muchas de las obras de Platón es que, en el mejor de los casos, los
interlocutores de Sócrates quedan en aporía: desecharon sus antiguas opiniones, pero se
encuentran en un callejón sin salida. Si en un primer momento del diálogo el interlocutor
cree saber, por ejemplo, en qué consiste la piedad, al final sabe que esta no era como la
pensaba y, sin embargo, sigue sin saber qué es.
A la ironía y la refutación sigue la mayéutica. Una vez que se despoja al interlocutor de sus
antiguas creencias, el diálogo continúa de manera tal que, con la ayuda de Sócrates (como
si fuera una partera), se dé a luz o se descubra el conocimiento ya acumulado en el alma
de quien es asistido, tal como se cuenta en El banquete y en el Teeteto.

"Sólo sé que no sé nada"


Sócrates
Se dice que Querefonte le preguntó al oráculo de Delfos si había alguien más sabio que
Sócrates.
Sócrates duda de todo, incluso de aquellos a quienes se les consideraba sabios en la
época. Según la historia, su amigo, el sabio Querefonte, fue hasta el oráculo de Delfos y
preguntó si había alguien más sabio que Sócrates. La pitonisa del oráculo le respondió que
“no existía alguien más sabio en todo Atenas”. No obstante, Sócrates dudó del oráculo.
La diferencia entre los sabios de la época y Sócrates es que los sabios se creían sabios
absolutos, con un conocimiento absoluto, mientras que Sócrates podía ver su sabiduría
pero también su ignorancia. De allí su famosa frase “solo sé que no sé nada”. Vale aclarar
que esta frase es una aproximación a lo que él alguna vez pudo haber dicho. Si nos
atenemos a los diálogos platónicos, nos encontramos con que es un parafraseo a algunas
de sus afirmaciones.
Por ejemplo, en la Apología de Sócrates (de Platón) en medio de una discusión, dice: “Este
hombre, por otra parte, cree que sabe algo, mientras que no sabe [nada]. Por otra parte,
yo, que igualmente no sé [nada], tampoco creo [saber algo]”. Estrictamente, Sócrates no
afirma no saber, sino que cree reconocerse como ignorante, punto en el que radica,
entonces, su verdadera sabiduría.

El concepto del bien y el mal


Para Sócrates, los vicios son expresiones de la ignorancia. Por otra parte, toda virtud es
signo de conocimiento. El conocimiento es fundamental ya que por él se accede a la
verdad y, para Sócrates, toda persona que tenga un conocimiento justo y medido actuará
bien. Por otro lado, aquellos que actúan mal lo hacen por ignorancia y no por maldad. El
ser humano es bueno por naturaleza, solo que actúa con maldad por desconocimiento de
la verdad. En eso consiste la verdadera ignorancia tal como Sócrates la piensa y presenta.

La palabra y la escritura
Sócrates
Sócrates enseñaba a través de la oratoria.
Sócrates realizaba todas sus exposiciones o clases en sitios públicos y lo hacía de forma
oral: para él la discusión tenía más fuerza en el terreno de la oralidad.

Por otra parte, es importante considerar que, en aquella época, casi la totalidad del
pueblo ateniense no sabía leer, por ende para él la oratoria se conforma como un medio
de comunicación fundamental para llegar al conocimiento de la verdad.

El conocimiento y la sabiduría
Sócrates
Para Sócrates el conocimiento debe cumplir y ayudar en funciones prácticas.
Para Sócrates, el conocimiento no se limita a la acumulación del saber sino que el
conocimiento es, en parte, aquello que el sujeto trae consigo y que sirve de base para ir
sumando nuevos conocimientos. Pero por otra parte, para Sócrates el conocimiento debe
cumplir y ayudar en funciones prácticas. Si no, es un conocimiento inerte

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