Arrancame La Vida Elio Palencia
Arrancame La Vida Elio Palencia
Arrancame La Vida Elio Palencia
de Elio Palencia
Personajes:
NUBIA LINARES
ANDRÉS
Voz de EMMA
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ARRÁNCAME LA VIDA
Michel Mafesoli
Revista Liberation. 27.10.1987
Luc Montagnier
Sobre virus y hombres.
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I.- Final interruptus de una imaginaria pesadilla futura.
NUBIA baila animada una alegre y popular canción caribeña de los años
sesenta. Lleva el que para la época del pegajoso Hit Parade, fuera su mejor
atuendo. Su talle actual lucha con las meticulosas precisiones de la costurera
de antaño.
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paseé calle arriba y calle abajo bamboleándole las pestañas como la Pata
Daisy a toda la población masculina disponible de Puerto Cambur! ¡Porque yo
todavía no pierdo las esperanzas! ¡No señor! (Ríe divertida. Muestra su
vestido) Mira: lo arreglé. Abrí y volví a coser. Con el collar casi ni se nota,
¿verdad? Parece un escote, más bien... ¿Qué tal? Qué manía con este trapo
¿verdad? ¡Y eso que tú no lo viste con el prendedor que nos robaron cuando
Puerto Cambur se entregó al progreso y llegó todo bicho de uña dizque a
trabajar! ...Costaría bastante ese prendedor ahora...¡Y la banda! ¡Bordada y
salpicadita de escarcha! No es por nada pero banda como esa ninguna
¡Ninguna! Digna de las fiestas... si nada más yo entrar a caballo a la manga
de coleo y recibirme el mismísimo Presidente que vino a inaugurar un chiquero
con cochinitos rubios traídos de Holanda; La Alonso en persona, finísima,
inspirando a unos barbudos con espejuelos de carey, entre los cuales estaba tu
padre, que creían que siempre sería así de bella, que jamás le saldrían arrugas
ni se tornaría decrépita y bufa. Claro: ante aquel vapor de traje y arte
revolucionario, ¿cómo iban a imaginar que también tenía gases e iba al retrete;
que tiraba de la palanquita y envolvía el papel entre sus dedos como cualquier
hijo de vecino; que cualquier amiba o tenia solitaria podía albergarse en su
delicado estómago e, injusta, provocarle una diarrea? (Recordando
súbitamente) ¡La diarrea!
¡Era otro Puerto Cambur, definitivamente! Las muchachas se quedaron con las
ganas de que viniese Jackeline Kennedy para ver cuál era más fiel a su
peinado: a última hora parece que tuvo ago mejor que hacer y... También al
compadre Salustio se le quedaron fríos los panfletos donde pedían que dejaran
quieto a un vietnamita que iban a matar... Salustio siempre pensando lejos sin
darse cuenta que no echaba la basura en la papelera ¡Fríos se le quedaron los
panfletos! Es que en ese momento salió el toro y la gente no miró más que
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para adentro no fuera a ser que le entrara tierra en los ojos (Ríe) ¡Los
panfletos, el polvero y el toro! Y tu padre metido allí, pescando chance con la
hija del alcalde más conservador que ha parido Puerto Cambur, mirando este
mismo modelito y recibiendo codazos de sus compañeros para que corriera.
Claro que él se estaba jugando un premio que preñaría meses más tarde para
terminar perseguido hasta el desangre en plena montaña (Ríe) ¡Ay, qué época!
(Suspira) Era otro Puerto Cambur. Definitivamente, era otro.
ANDRÉS.- Mamá.
NUBIA.- ¿Mi vida?
ANDRÉS.- Los tubos.
NUBIA.- ¿Qué?
ANDRÉS.- Quítamelos.
NUBIA.- Mi corazón...
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- ¿Sabes? Los higos ya están maduros.
ANDRÉS.- Quiero...
NUBIA.- ¿Sí?
ANDRÉS.- Quiero que la próxima vez no busques el oxígeno.
Oscuro.
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Voz ANDRÉS.- Has llamado al 576.37.40. Ahora no estoy, pero deja tu
mensaje después del pitico. (Señal)
Voz de EMMA.- Odio tu contestador, Andrés, pero a ti te adoro. Por lo visto, el
teléfono de tu mamá lo cambiaron, así que como mañana terminamos la cuña,
Zéus, el nené y yo vamos a coger carretera el viernes. No recuerdo mucho,
pero de que llegamos, llegamos. Aquí está tu ahijado...un beso para el padrino
Guturas de bebé.
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que vale en Puerto Cambur. La comadre Bermúdez me vio cruzar la esquina
pero se hizo la que no. Cambió de rumbo. El profesor Torres Villegas me hizo
una señal con la mano, amenazaba con acercarse pero en el camino
aprovechó la llegada del camión de cervezas al botiquín y se paró a saludar a
Dos Santos y preguntarle por el campeonato de dominó para fin de mes... Yo
me quedé como una estúpida creyendo que venía hacia mí. Pero después me
alegré porque seguramente me pediría que integrase alguna nueva fundación
pro-huérfanos, pro-deportes, pro-cultura, pro-prolíficas o pro-maltratadas.
Hubiese tenido que decirle que no, naturalmente. ¡Pero ya sabes todo lo que
me cuesta negarme a esas cosas! A Consuelo Crespo fue a la que no le quedó
más remedio que saludarme. Yo salía de la tipografía de Marcelino cuando
llegó ella a recoger unas invitaciones para la exposición anual de la escuela de
artes y oficios femeninos. Ella siempre tan prosopopéyica y desubicada: llevaba
la última moda para el otoño ¡Siempre le dije que en el trópico no hay otoño!
Pero a ella, con tal de ponerse los trapos, no le importa ir chorreando sudor por
todo el pueblo, metida en su sauna particular y luciendo cada una de las
prendas que su marido le regala. Imagínate, una por cada amante. La pobre
parece una ferretería ambulante. Oro, plata... un día de estos la atracan y el
excelso y voluminoso ganadero, ahora narcocandidato a la municipalidad,
tendrá mayores razones para caerle a palos y ella, por supuesto, para estrenar
al día siguiente sus lentes de sol importadas. Pues la Consuelo se turbó toda.
Me desviaba la mirada y al final, para tratar de justificar su descoloque, salió
corriendo hablando de su cita con el cirujano plástico porque tiene que estar
operada y radiante cuando su marido comience formalmente la campaña.
¡Total! ¿te puedes creer que en la carrera, ni siquiera tuvo la delicadeza de
entregarme una tarjeta para ir a la fulana exposición? ¡Cuando esa escuela se
fundó aquí por mí, cuando tú ni pensabas nacer y papaíto era alcalde de Puerto
Cambur! ¡Cuando, gracias a mí, ellas pudieron aprender migajón, repujado en
cuero, repostería y cocina y tanta manualidad hasta entonces ignorada en este
pueblo! ¡Si tuve que ir de casa en casa a llorarle a sus padres porque
pensaban que cualquier salidita del portal.
ANDRÉS.- Mamá.
NUBIA.- (Yendo hacia ANDRÉS) Sí, mi amor...ya va, papito. Ya te lo cambio,
corazón, ya...
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NUBIA extrae un recipiente de defecación y corre al baño.
ANDRÉS.- Mamá.
NUBIA.- ¿Sí, mi amor?
ANDRÉS.- Quítame los tubos.
NUBIA.- Los higos están pintones. Casi a punto.
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- ¿Por qué el correo será como es? No ha llegado la respuesta del
Japón...
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- ¿Sí?
ANDRÉS.- Imagínate a tus amigas de Puerto Cambur en mi velorio.
Imagínatelas.
NUBIA.- Cuando maduren te hago dulce.
ANDRÉS.- ¿No te las imaginas en el funeral? No quiero funeral, mamá.
NUBIA.- Andrés...
ANDRÉS.- ¡No quiero funeral, mamá! ¡No quiero velorio!
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III.- En vela - Antecedente del antecedente.
NUBIA.- No puedo dormir... Regué las matas...los higos están grandotes, pero
verdes. La conversación de ayer me... ¡Estás sudadito!
(Pausa) Me quieres convencer. ¡Necesito poder competir con tu capacidad de
persuasión! Me pregunto si no tendrás razón... si quizás... No. ¿Hipotecar la
casa? Aquí estamos los dos. Solitos. Acompañádonos. Me gustaría que
pintaras... Antes. Antes sólo huecos mis horas. Antes, sólo periódicos. Papele
y llamadas desde México, desde La Habana: felicitación de cumpleaños,
agradecimiento por haberte parido... Huecos mis horas. La comedia de las
nueve, el dulce de toronja, la reunión de productos... Mucha gente, sí, y las
llaves de la ciudad al joven artista oriundo de Puerto Cambur, recibidas por su
madre, Doña Nubia Linares cuyo nombre vuelve a estampar con brillo las
crónicas del progreso puertocamburense. Ramo de orquídeas, placa,
fotografías. Pero tú no estabas. Tú en Bogotá o en San José, en una Colectiva
por la Paz o en una instalación de catalanes... La Casa. Una propiedad pero...
¿Para qué? Y yo orgullosa pero sola. ¡No te reprocho, no! Sólo quiero que me
comprendas, que entiendas que no puedo, no quiero hacer lo que me pides...
¿Cómo podría hacerte algún reproche? siempre intenté respetarte.
En silencio, me enorgullecía de la valentía de mi muchacho: yendo con su
mochila a cuestas cuando todavía le quedaban pelos por salir ¡Al mundo!
Después, poco a poco, fui justificando tanta viudez decente, tanto grupo
escolar, tanto gallinero, tanta quincallería de épocas difíciles... Cuando aquel
acto que trasmitieron por televisión, estaban aquí todas mis amigas y, mientras
mi comadre mordía la envidia en la torta borracha, yo te veía y pensaba:
“¡Creció, chica, creció! Vino de ti pero no es tuyo...!” Era... como parirte otra vez
sin haberte tenido dentro... En una perplejidad que desborda el tiempo, volvía a
sentir el olor a leche en mis pezones, mi incredulidad de adolescente primeriza
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de que esos piecitos, esos bracitos, esa naricita, todo ese ser tan completico,
tan frágil y perfecto había salido de mí...¡El privilegio de asistir a un misterio
divino! Pero la sensación de haberlo tenido dentro se transforma. El vientre se
ensancha y no es apellido, ni casa, no es gentilicio ni partida de nacimiento...no
es día de las madres ni cumpleaños... pero es todo eso y más... Allí, frente a la
torta borracha y tu imagen en el noticiero, asistía a un nuevo misterio: era otro
parto. “Ya no es mío, ya no me pertenece”. Desde tu partida hasta ese
momento había sido un período para romper fuentes otra vez, con punzadas
progresivas. “Ya no volverás. Ahora sí no volverá. Es del mundo”
Entonces, comencé a colocar tus fotografías junto al tocador ¿Recuerdas
cuando viniste hace dos años? “Mamá, eso parece un altar de muerto. Lo único
que le falta es la vela”. Te molestaste. Me resentí. Sí. Voy a hipotecar la casa.
Dos años. Ahora comprendo. ¡Compréndeme tú a mí! ¡No puedo hacerlo!
¡Quitarte los tubos, no darte las medicinas! ¡Yo te quiero aquí, conmigo!
¡No te puedo desahuciar! ¡No me puedo desahuciar! ¡Yo quiero vivir mi
esperanza y ser capaz de metértela dentro! ¡Yo...!
Voz EMMA.- Hola, mi amor. Soy Emma. Zeus y yo acabamos de pasar por tu
casa pero no hay nadie. La conserje no sabe nada. ¡Cónchale, Andrés! Nos
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tienes preocupados. Si oyes esto, llámanos. Estoy en la oficina. Tu ahijado está
bello y te manda un beso. Te quiero, te queremos. Chao.
¿Cómo vino? ¿De dónde vino? ¿Qué importa cómo y de dónde vino? Si
estuviéramos en un país de heroína, jeringas y óxidos decadentes, de funerario
y consumidor ocio, yo te diría que de allí vino. Si la hemofilia fuera un secreto
de familia, hubiese denunciado públicamente al reverendísimo Ministerio de
Sanidad. Si se hubiese recibido de médico como lo deseaba su hipocondríaca
y sibarita abuela o si hubiese accedido a la enfermería o a la paramedicina
cuando lo tentaron aquellas becas para Ruanda y Nueva Zelanda, te diría que
la negligencia de los laboratorios fue la responsable. Pero, no. ¿Para qué
intentar neutralizar? ¿Por qué razón echar por tierra un credo por muy
nebuloso que fuera? ¿Para qué descafeinar ésta su historia que es la mía?
¿Para hacerlo digerible, instantáneo y light? ¿Para apelar al colectivo y atraer
la compasión y el chisme de un vecindario aburdelado en la tibieza?
Acaso hay algo que vender, para obligarme a sustraer la esencia? ¿Para que
en lugar de Puerto Cambur surja una universalidad deficitaria de carne? Una
carne que es multiplicación de búsquedas en la angustia, en el desesperado
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intento por transcender la carne misma desde un rincón con nombre y apellido,
un intento que no calman hamburguesas ni transistores ni realities shows ni el
absurdo trueque al que se nos somete al salir a la calle empedrada o
empichacada... la atención a algo que palpita con sangre de verdad, no de la
que baña los videos o el celuloide, no de la sangre de Supermán, dibujado con
vómitos de mercadotecnia. Yo no viví con la sangre de Supermán, quien sí
puede encontrar el origen de su misterioso y anunciado Vía Crucis. Y tampoco
busca culpas ni culpables. Yo viví con la sangre del rasguño que arde, con la
que recoge el algodón y se detiene con café molido por ausencia de Mertiolate.
No me arrepiento de nada. Doy gracias al cielo y al infierno. El arrepentimiento
no cabe. Implica culpa. Y no hay culpa cuando la sangre del rasguño que arde
es más que eso y te ayuda a quitarte los audífonos del walk man para oír al
campesino que habla del sonido del atardecer; a subir los lentes oscuros
cuando la humedad de los ojos de la anciana que vende lotería te hace
navegar en el interior de su océano o su desierto; a apagar el televisor, cuando
la sonrisa cariada de la muchacha que limpia te invita a saborear una recóndita
esperanza en su vida de folletín, a pesar de que un marido existe para violarla
cada madrugada... Vino de allí, hija, de esa sangre que arde.
De lo que quema en lo oscuro para dilucidar algo por dentro, donde se gesta el
amor. De allí vino: de lo oscuro queriéndose aclarar, del amor insomne que
aspira la aurora.
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¡Jesús, niña, estás pálida! Tampoco tú sabes lo de la raíz del pepino, Etelvina.
No. Tus ojos traslucen acusaciones de pastillaje, envidias de macramé y
repujado en cuero, tu piel me rehuye con razones quebradizas como recuerdos
de bautizos y primeras comuniones.
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Arranca el camión con sus carelos. NUBIA fuma. Se relaja en cada
calada. Lúcida humareda. Grillos. Chicharras de agosto.
Mutación.
ANDRÉS se coloca en primer plano con su maleta y sus Calvin Klein por
única indumentaria. Mira escéptico a la concurrencia. Ha llegado.
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Sonidos de línea cortada.
VI. - El Inicio.
Luz de día. Temprano. Al igual que en el primer cuadro, NUBIA baila una
alegre y popular canción caribeña de los años sesenta que ahora surge de un
radiocassette. Lleva el mismo vestido pero arrugado, sin ajustar todavía,
polvoriento, recién extraído del baúl. Sostiene una bolsa de supermercado y el
periódico. No hay lienzos ni tubos plásticos. No hay fantasía pero sí mucha
calidez provinciana. Viento, algún gallo, cualquier pájaro...
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NUBIA.- Cuando te quedaste dormido, se me ocurrió bajar el baúl del
escaparate y ponerme a ver prehistorias. Allí encontré el vestido. Estaban las
boletas tuyas, los diplomas, la medalla de sexto grado, las tarjetas del día de
la Madre hechas en cartulina y pintadas por ti ¡Ya se te veía la mano con el
dibujo! Lo que sí pasé por alto fue la cajita con el ombligo, el primer mechón y
la ropa de neonato. Eso me pone triste. Cuando vi el vestido, recordé que es el
de la foto que te gusta.
ANDRÉS.- (Sonriendo) Ah, verdad...
NUBIA.- El de la reina de las coleaderas. Me dije: “En cuanto despierte lo
sorprendo”. Está intacto, ¿verdad?
ANDRÉS.- Bello, sí.
NUBIA.- A tu padre también le...
ANDRÉS.- ¿Qué hora es?
NUBIA.- Las once. Te dejé dormir hasta que despertaras. ¡El día está hermoso!
La higuera está cargadita pero todos verdes y chiquiticos. Hace tiempo que no
comes dulce de higos. Salí tempranito. Te traje el periódico y los cigarros,
aunque no deberías fumar... también traje más manzanilla para...
ANDRÉS.- ¿Más manzanilla?
NUBIA.- ¡Sí! Y el lunes vamos al médico.
ANDRÉS.- Ya te dije que...
NUBIA.- ¡Va-mos! ¡Pareces un muchachito!
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- Ya hablé con Ochoa. Estaba sellando un cuadro de caballos frente a
la plaza. Me dijo: “Como no, maestra Nubia, tráigamelo el lunes a la consulta”.
Le comenté y piensa que debe ser una infección intestinal, gastritis o quizás
disentería. Aupó mi iniciativa con la manzanilla ¡Ochoa! Me conmueve: no
puede dejar de llamarme Maestra Nubia, no ves que le di clases en cuarto, en
quinto y en... no, fue en tercero, cuarto y...
ANDRÉS.- ¿Compraste el periódico?
NUBIA.- ¡Ni lo he ojeado! Hace tiempo que sólo lo compro cuando alguien ve tu
nombre por ahí: “¡Nubia salió algo de una exposición de Anadresito!” Ni
siquiera leo “El Aguijón de Puerto Cambur”. Corrupción, violencia, chisme y
propaganda. ¿Para qué repetir en blanco y negro lo que se ve a colores en
televisión?
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Bébete la manzanilla.
ANDRÉS.- No quiero. Dame café.
NUBIA.- ¡Andrés!
ANDRÉS.- ¡Mamá!
NUBIA.- No te hace bien. Deja los nervios. Mañana voy y te compro unos
lienzos para que...
ANDRÉS.- (Ojeando el periódico) No he traído los óleos.
NUBIA.- ¿Y eso? No importa, mañana le digo a Ramírez que me fie una caja
en la...
ANDRÉS.- No es necesario.
NUBIA.- Se la pago cuando llegue la pensión atrasada...
ANDRÉS.- (Repentinamente irritado) ¡No quiero, mamá! ¡No tengo ganas de
pintar! ¡Tampoco quiero hablar! Dame café, por favor...
NUBIA.- Igual te los voy a traer.
ANDRÉS.- (Con urgencia) ¡Mamá! ¡Mamá, rápido!
NUBIA.- El lunes vamos a donde Ochoa ¡Estás sudadito! (Toma un cuerpo del
periódico. Breve pausa en la que ambos leen) Colgué la ropa. Por cierto, hacía
mucho tiempo que no traías tanta ropa. Desde la época de la universidad.
Pensé que era para lavar, pero no. La colgué. ¿Te vas a quedar al menos una
semana, verdad?
ANDRÉS.- (Evasivo) No sé...
NUBIA.- ¡Claro! ¡Ochocientos millones de compromisos y diligencias! Por eso
estás así, porque no te cuidas: todo es una carrera, comiendo mal...
ANDRÉS.- Mamá, por favor.
NUBIA.- Cada vez estás más flaco y, claro...
ANDRÉS.- ¡Ya está bien, mamá!
NUBIA.- ¡Una semana conmigo y te pongo a valer!
(Lee. Pausa. Súbitamente preocupada) ¿No será que te echaron del trabajo,
hijo?
ANDRÉS.- No, mamá.
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NUBIA.- ¡Menos mal! (Se detiene en algo que observa en el periódico)
Andrés...
ANDRÉS.- (Fastidiado) ¿Qué, mamá?
NUBIA.- ¿Este no es Sebastián?
ANDRÉS.- ¿Qué?
NUBIA.- Sí, es Sebastián ¡Dios mío!
ANDRÉS.- (Iracundo) ¡El coño de su madre! ¡Desgraciados! ¡Hijos de puta!
NUBIA.- ¡Andrés!
ANDRÉS.- ¡Periodistas de mierda!
NUBIA.- ¡Ese muchacho!
ANDRÉS.- ¡Mierda!
NUBIA.- ¡Tan joven! Si ayer mismo estaba en la comedia de las nueve, gordito,
bello como es. ¡Dios mío! Te iba a preguntar por él, que hacía tiempo que no
venía y que si se le habían subido los humos por...¡Dios mío!
ANDRÉS.- (Se levanta y corre hacia el baño) ¡Me voy a...! ¡Me voy a...!
¡Mierda!
NUBIA.- Andrés, hijo...
Dolor-turbación. Turbación-incógnita.
Mutación.
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VII.- Sebastián.
NUBIA.- Habría muchas cosas que decir sobre ese muchacho. Cosas buenas.
Pero eso no es noticia. No vende. Lo bueno no vende.
Sus padres retratados ¿Cómo ir al sepelio con tantos kilómetros y Andresito
así? Infección intestinal, gastritis, quizás disentería. “¿Y ni tú ni Andrésito
sabían nada? ¿Era maricón?” Yo me quedé fría. Lo había visto el día anterior
en la comedia. Con esa cara de ángel haciendo de villano... Sí. Andresito vino
de vacaciones. Una infección intestinal, gastritis, quizás disentería. Lleva dos
días que no habla. No quiere. Una depresión a la que no llego. “Maestra Nubia,
vamos a tener que hacerle unas pruebas...” Habría muchas cosas que decir
sobre Sebastián. Cosas buenas. Pero...lo bueno no vende. La primera vez que
vino, Andrés estuvo la mañana entera forrando toda la habitación con
periódicos pintados: “Una escenografía, mamá”, me dice, “no ves que es
actor... sí, es fisioterapeuta pero lo que más le gusta es ser actor”. Una
alfombra con periódicos y arena y goma y pintura y... Yo estaba preparando un
pastel de carne y escuchaba cómo se reían. Yo feliz con la felicidad de mi hijo
en casa. Feliz también de ese payasito saltarín que había llegado “con su cara
de brincón que a todos hace reír”. ¿Y por qué no consigues trabajo como
fisioterapeuta si ganas tan poco en el teatro?
- ¿El delantal de ailovniuyor? ¡Me lo trajo Sebastián de recuerdo!
- ¿Y por qué no te metes en la televisión, si ganas más dinero, Sebastián?
- ¿Cuándo vuelves a Argentina, Sebas, para que me traigas otros alfajores?
- ¡Déjame servirte en estas tacitas que Sebastián me trajo de su gira a México!
- ¿Y si gasta cada uno en una habitación, ¿por qué no pagan un apartamento
entre los dos? ¡Esos muchachos, cuando vienen, se la pasan risa y risa todo el
día! Como niños. ¡Dan envidia!
- ¡A ver si consiguen una novia que los meta en cintura! (Ríe)
- Aquí están los dos topergüer con el dulce de higos: uno para cada uno, así no
se pelean.
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¡Iluminaban todo montados en sus bicicletas, haciendo fiesta de cualquier
minucia!
- ¡A ver si consiguen una novia que los meta en cintura!
(Imitando a Sebastián) “¿Que se lo metamos dónde?” (Ríe como una niña
avergonzada) ¡Y risa y risa!
- Ay, chico, digo que se formalicen, que se casen y...
-“Pero, Nubia, si ya nosotros estamos casados: yo con Andrés y él conmigo!”
(Ríe) Andrés no se reía pero a mí sí me causaba gracia.
- ¡Ah buena vaina. Hablo en serio!
-“¿Y si me caso contigo, Nubia? ¡A ti todavía se te puede jugar un quintico!”
Y me hacía cosquillas mientras sacaba algo del horno: “¡Payaso, muchacho!”
Un día los visité. Diligencias del Magisterio y la pensión. No es tan simple la
vida, no. Ni Andrés ni Sebastián se parecían a la única mariquita que había
conocido en Puerto Cambur, un pobre bedel del colegio a quien maltrataban a
veces detrás de la manga de coleo. La Peggy, lo llamaban... La puerta mal
cerrada. Escuché una discusión. No podía dormir y llovía. Se les estaba
metiendo el agua por la ventana. Me asomé. Las camas pegadas. Llevaban
calzoncillos “Wilson, lo primero que se pone un hombre”. Sebastián con los
ojos enrojecidos abrazaba a Andrés. Sonreían entre sueños. En mí, acceso de
ira y truenos que se van tornando llovizna inquieta: ¿Rechazar? ¿Perder al hijo
y amargarse la vida sin entender nada? ¿Aceptar? ¿Tener fe y seguir
queriendo aunque no se entienda del todo? ¡Aprender a respetar, aunque no es
entienda! ¿Se equivoca? ¿No se equivoca? ¿Qué sabe una? No es tan simple
la vida, no. Les cerré la ventana para que no se resfriaran. Dejó de tronar.
La llovizna inquieta devino silencio sereno. Una siempre agradece a Dios el
buen sueño de un hijo. Andrés con aquella mano cogida, estaba durmiendo en
paz. Yo también decidí dormir en paz. En paz estás, Sebastián, payasito
saltarín... Infección intestinal. Mi hijo tiene una infección intestinal, gastritis,
quizás disentería. Su sueño de hoy no es dulce. Y yo no puedo dormir.
Mutación.
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La cama gira sobre su eje con ANDRÉS. Remembranza de horas donde
Goya se impone. Fotogramas de una desesperación estroboscópica.
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Taxista, pupilas compasivas baja ventanilla por olor. Agradezco discreción.
Veo estampitas Corazón de Jesús, Anima de Taguapire, Dios te dé el doble,
Ailov Puerto Cambur... Pienso en mi madre vestida de Los Girasoles de Van
Gogh delante de un lienzo blanco. El ángel taxista me acuna con su suspiro
comprensivo y anciano: “Ay-hijo-esta-vida-es-muy-surrealista”
Oscuro
Voz EMMA.- Hola, Andrés, soy Emma. Coño, vale... no sé qué decirte. Me
enteré por la prensa esta mañana. Vengo del entierro. Ahora entiendo. Perdona
la descarga de ayer. Zeus y yo estamos preocupados por ti. Decirte que no te
deprimas es ingenuo, pero hay que echar para adelante. ¿Por qué no estabas
allí? ¿Dónde andas? Coño, compadre, aquí estamos para lo que sea. Se le
quiere, ¿sabe? Se le necesita también. Llámanos, vale...
IX.- El arrocito.
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NUBIA.- Cómete el arroz, hijo.
ANDRÉS.- No quería que...
NUBIA.- ¿Desde cuándo?
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- Come, ¿Desde cuándo?
ANDRÉS.- Hace más de dos años.
NUBIA.- ¿Y por qué no me...?
ANDRÉS.- Nunca te lo habría dicho ¡Maldita prensa!
NUBIA.- No maldigas, Andrés...come. ¿Y Sebastián?
ANDRÉS.- Igual. Los dos lo sabíamos.
NUBIA.- Cómete el arrocito, anda.
ANDRÉS.- Tengo miedo, mamá.
NUBIA.- Tienes una infección intestinal.
ANDRÉS.- ¡No!
NUBIA.- ¡Sí! Eso es lo que ha dicho el médico.
ANDRÉS.- Yo no quería que tú...
NUBIA.- No pienses en mí. Come.
ANDRÉS.- Quiero morir, mamá.
NUBIA.- Yo no quiero que te mueras. Come.
ANDRÉS.- No quiero pasar por todo eso. No quiero que tú, ni nadie...
NUBIA.- Vamos, papá, el arrocito.
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- Abre la boca. Abrela, a ver, el avión, el avión, el avioncito...
ANDRÉS.- ¡No hagas como si no sucediese nada, mamá!
NUBIA.- No te pasa nada. Tienes una infección...
ANDRÉS.- Me voy a morir, Nubia.
NUBIA.- Todos nos vamos a morir, nadie nació para semilla. Abre la boca.
ANDRÉS.- Vine a...
NUBIA.- Has venido a sanarte. Abre la boca.
ANDRÉS.- Mamá, por favor...
NUBIA.- Mira como yo sí me como el arroz, mira...
ANDRÉS.- ¡Por favor!
NUBIA.- Se va a enfriar el arrocito.
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ANDRÉS.- ¡No quiero arrocito, Nubia! ¡Quiero que me parta un rayo! ¿No lo
entiendes?
NUBIA.- ¡Está bien! ¡está bien! ¡No comas nada! Piensa solo en morirte.
¿Quieres que te prepare el traje y la corbata? ¿Para eso has venido? ¿Para
que te ayudara a morir? ¡Pues para eso no! Te has equivocado, Andrés Téllez
Linares: vete a tu apartamento y métete todas las pastillas que te dé la gana
pero aquí no. Te puedo ayudar a vivir, a lo otro no. Aquí tienes el plato de
arroz. Si te da la gana te lo comes.Te adoro pero la diarrea se te pasó hace dos
días, de modo que estás mejor... Allí tienes los lienzos y la caja con los óleos.
¡Intenta hacer algo con ellos y pensar en cualquier cosa que no sea la
autocompasión!
Mutación.
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NUBIA.- Café café café chocolate y té. Mi sentido pésame gracias/ Te
acompaño en el sentimiento gracias. Bate bate chocolate/ Mi sentido pésame
gracias/ Café café caféconleche café. Te acompaño en el sentimiento gracias/
Dioslodá diosloquita LosientoNubia. Café café cigarrillos galletasdesoda/
Chocolateconquesodebola. Ay-qué-dolor-ay-ay. Unabrazo uncigarrillo.
Unsaludo uncigarrillo/ Miscondolencias-snif-snif-ay. Quedóigualito-tanjovencito-
ay/ AyNubiaquédolor-sí-sí-quédolor-ay/ Mis condolencias-snif-ay.
ANDRÉS.- ¡Descansó!
NUBIA.- ¡Ay, gracias al todopoderoso!
ANDRÉS.- ¡Cuánta sufrición, chica!
NUBIA.- De ambos, claro.
ANDRÉS.- Más de ella.
NUBIA.- ¿Y ese mísero párvulo? ¡Cuántos dolores, chica!
ANDRÉS.- ¡Y ella está tan magra!
NUBIA.- Con cara de querer irse al sepulcro con él.
ANDRÉS.- Yo al entierro no vengo ¿Quién aguanta el ataque de esa mujer?
Ella siempre ha sido tan histriónica.
NUBIA.- ¡Usss! Desde que éramos Hijas de María.
ANDRÉS.- Estrafalaria y bullera.
NUBIA.- Peleona y disponedora.
ANDRÉS.- Frasquitera y pipicera.
NUBIA.- ¡Usss! Si algo ansí tenía que acontecerle más tarde o más temprano.
¡Tan orgullosa siempre! Restregándole su retoño ejemplar a todo Cristo.
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Haciéndola sentir a una mala madre por parir hijos brutos o putañeros,
borrachos o periqueros, chantajistas o bandoleros, conformistas o traicioneros.
ANDRÉS.- ¡Para que veas! Pero yo siempre lo manifesté: prefiero que mi hijo
sea ladrón, asesino, narcotraficante o corrupto pero ¡muy hombre!
NUBIA.- Y en eso la madre tiene mucho que ver...
ANDRÉS.- ¡La juventud de ahora no está conforme con nada, entre la droga y
el sexo quieren evadirlo todo!
NUBIA.- Dice ella que fue una disentería...
ANDRÉS.- ¡Permíteme disentir!
NUBIA.- ...que complicándosele fue...
ANDRÉS.- ¡Yo te aviso!
NUBIA.- Bueno, ya sabemos que ella para inventar...
ANDRÉS.- Yo por eso nunca me creí tanta maravilla del muchacho, tanto buen
hijo y buen pintor, tanta exposición y condecoración. ¡De algún pie debía de
cojear! Yo siempre me figuré que era medio...
NUBIA.- ¡Yo nunca lo hubiera imaginado: más plumas tiene mi hijo y lo llaman
“El semental de Puerto Cambur”!
ANDRÉS.- ¡Es el ocio, mijita! ¡Que no tienen nada que hacer y les da por
inventar!
NUBIA.- ¡Como la madre!
ANDRÉS.- ¡Llegan hasta a afirmar que entre dos hombres puede haber a-m-o-
r! ¡¡Lujuria!! ¡No es más que eso, ociosidad!
NUBIA.- Hay quien dice en lugares remotos que puede tratarse de algo
biológico, algo del “tálamo”...
ANDRÉS.- ¿Cómo? ¿Un mal congénito?
NUBIA.- Si, niña, algo ansí como si fueran negros: que nacen de ese color y no
les queda otro remedio.
ANDRÉS.- ¿Como los indios quieres decir?
NUBIA.- ¡O los judíos!
ANDRÉS.- ¿Como los impedidos?
NUBIA.- ¡O las mujeres o los niños, claro!
ANDRÉS.- En todo caso, ciudadanos de segunda.
NUBIA.- ¡O de tercera! (Suspira) Ay, de niña siempre quise haber nacido varón.
¡Después, me resigné!
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ANDRÉS.- En todo caso, de que ha habido sinvergüenzura, ha habido.
NUBIA.- A propósito de negros, el otro día leí que Africa estaba cundida de
SIDA.
ANDRÉS.- ¡No! ¡No la nombres! ¡No!
NUBIA.- Hombres, mujeres y niños.
ANDRÉS.- ¡Qué perversión! ¿Verdad?
NUBIA.- Ve tú a saber la promiscuidad que habrá en esos países del Tercer
Mundo. Pero yo insisto en que ella es responsable: “De tal palo, tal astilla” y
“Quien mal anda...”
ANDRÉS.- “¡...mal acaba!”
NUBIA.- ¿No recuerdas? Casóse encinta y obligada. Junto al finado Téllez se
oponía al Sagrado Vínculo dizque por ideologías, Por eso su padre de ella, un
santo varón, instola a usar una faja durante los primeros meses.
ANDRÉS.- Definitivamente ese niño estaba negado al mundo: ¡Apretujado
desde chiquito!
NUBIA.- Y ahora ahí. Amortajadito, con su corbata y su brillantina.
ANDRÉS.- ¡Dale, señor, el descanso eterno (si puedes)! ¿No crees que han
debido echarle una maquilladita? Parece una vela de sebo.
NUBIA.- ¡Niña!
ANDRÉS.- ¡Total! Ya en las sombras nada queda.
NUBIA.- Mírala cómo sufre.
ANDRÉS.- ¡Mísera de ella!
NUBIA.- Es contranatura, chica, ella debió partir previo.
ANDRÉS.- ¿Por qué? Ella es una pobre mártir.
NUBIA.- Pero él tenía la vida por delante.
ANDRÉS.- La tenía, fuéronsele los frenos y la atropelló.
NUBIA.- ¡Niña!
ANDRÉS.- Dios es oportuno. ¿De dónde iba a seguir sacando Nubia para tanta
lavativa? Si hasta esta casa ha hipotecado...
NUBIA.- Senil locura: todos los días dizque preguntaba en el correo por un
remedio del Japón. ¿Qué tendrán que ver los chinos con las pestañas?
ANDRÉS.- ¡Oportuno descanso, sabiduría divina!
NUBIA.- Ultimamente dizque se apersonaba por el municipio para que le
subvencionaran unos yerbajos...
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ANDRÉS.- ¿El dinero de los contribuyentes para pagar los desmanes de la
lujuria?
NUBIA.- ¡Y la mala crianza!
ANDRÉS.- ¿A cuenta de qué? ¡Y ahora la pobre Nubia se irá a un asilo porque
quedó literalmente desplumada!
NUBIA.- Algo inventará. ¡Ella siempre ha sido muy inventadora!
ANDRÉS.- (Tajante. Rompiendo con el juego) Mamá. No quiero llegar a ese
momento.
NUBIA.- ¿Y?
ANDRÉS.- ¿Cómo que “Y”?
NUBIA.- ¿Qué propones?
ANDRÉS.- ¿Qué crees?
NUBIA.- Sería frívolo decir que es cobardía pero...
ANDRÉS.- ¿Sabes los cojones que hay que tener para...?
NUBIA.- ¿Tú los tienes?
ANDRÉS.- Cuando pienso que tú no serías capaz de...
NUBIA.- ¿Me crees débil o egoísta?
ANDRÉS.- Te sé “Madre”.
NUBIA.- No quiero verte sufrir.
ANDRÉS.- Pero, ¿serías capaz?
NUBIA.- No lo sé, yo...
ANDRÉS.- Llegado el momento, el dolor extremo...
NUBIA.- Pero, ¿por qué...?
ANDRÉS.- ¿Me quitarías los tubos? ¿Me dejarías sin oxígeno? ¿Me permitirías
morir? ¿Me complacerías? ¿Tendrías los ovarios, los cojones, mamá?
NUBIA.- ¡Ya! ¡Ya! ¡No lo sé! ¡No lo sé! ¡No me abrumes con condicionales: “Si
yo” “Si tú” “Serías” “Tendrías”!
ANDRÉS.- Perdona, mamá... sé que eres una mujer valiente, sólo que prefiero
ahorrarme, ahorrarte todo eso.
NUBIA.- ¿Ahorrarte qué? Tu memoria futura es demasiado fatalista.
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ANDRÉS.- Y tu entusiasmo de madre excesivamente optimista. ¿Sabes lo que
es la neumonía, la pulmonía, la toxoplasmosis? ¿Las manchas del kaposi, el
edema cerebral?¿El envejecimiento prematuro, la descomposición gradual?
NUBIA.- ¡Cállate, Andrés! ¡Cállate! ¿Qué necesidad tienes de...?
ANDRÉS.- ¿Cagarme en la cama, vomitar tu delantal? ¡No quiero!
NUBIA.- ¿Y qué es lo que quieres?
ANDRÉS.- No entiendo...
NUBIA.- Ahora, aparte de la muerte. ¿Qué quieres?
ANDRÉS.- ¿Te parece que la muerte no es ya bastante querer?
NUBIA.- Si de verdad la quisieses no estarías aquí.
ANDRÉS.- (Sonríe irónico) Si fuesen así las cosas me habría ido a los quince,
a los dieciséis. No habría terminado de cruzar ese doloroso período que llaman
adolescencia.
NUBIA.- ¿Y qué me dices de todo lo que has vivido una vez superado ese
“doloroso período”? ¿No ha habido felicidad, logros? ¿No...?
ANDRÉS.- ¿A qué viene...?
NUBIA.- ¿No has sido feliz? ¿No has hecho felices a otros? A mí me has hecho
muy feliz. Estoy segura de que a Sebastián también, a los que admiran tus
cuadros y otras personas que...
ANDRÉS.- Precisamente, he sido feliz. Sí, lo he sido. Entonces, ¿por qué
esperar la infelicidad del sufrimiento, la decadencia de mi cuerpo?
NUBIA.- ¿Por qué te empecinas en ver un futuro que puede no ser? ¿Por qué
solo lo oscuro?
ANDRÉS.- Hay que mirar las cosas cara a cara, mamá, tal y como son.
NUBIA.- ¿Tal y como son? ¿Tal y como son, has dicho? ¡Muy bien! ¿Cómo
son? Dímelo ¿Cómo son? Tiempo presente, no condicional ¿Cómo son?
Ahora: Puerto Cambur a veintinueve de mayo. Dime. ¿Cómo son?
ANDRÉS.- (Evasivo) Mamá, por favor...
NUBIA.- ¡Aquí estás! ¡Ahora! Con tu hombría de setenta y cinco kilos y... los
papeles (Busca) ¿Dónde están los papeles? ¡Sí! (Lee) quinientos sesenta y
cuatro linfocitos té cuatro y un envidiable coheficiente de té ocho.
ANDRÉS.- ¡Qué docta!
NUBIA.- No, no, deja las burlas y escúchame: así estás, con una infección
intestinal que está pasando.
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ANDRÉS.- Mamá, por favor...
NUBIA.- ¡Ya no tienes diarrea! ¡No tienes! Diarrea bendita que te ha permitido
tomarte unos días y ponerte a mi cuidado, descansar de tanta carrera urbana y
hacer que se encendieran algunos bombillos en mi cabeza...
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- Ahora: hay un par de lienzos en blanco esperando a ser pintados...
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- Has dicho “tal y como son”.
ANDRÉS.- Tarde o temprano...
NUBIA.- ¿Qué es tarde? ¿Qué es temprano? ¡Juegas mal: te empeñas en los
condicionales!
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- ¿Quién dice que yo no puedo morir más tarde o más temprano? ¿Que
no es usual eso de que madre e hijo tengan igual de cercana a La Parca? Es
cierto pero, ¿justifica eso quitarse la vida viendo las cosas “tal y como son”?
ANDRÉS.- Es diferente desde mi punto de vista.
NUBIA.- Tu punto de vista es demasiado flagelante, hijo. Yo tengo ganas de
vivir. De aprender, de continuar aprendiendo...contigo. ¿El futuro? ¿Por qué
pensar en el cáncer del que murió mi madre o la gota que se llevó al viejo
Linares? ¿Por qué?
Durante estas noches, velándote el sueño, cuando no leía, pensaba... en tu
camino y en el mío. ¡Qué diferencia! ¡Qué maravillosa diferencia! Todo lo que
habrás visto, sentido, reído o llorado... “Me voy, mamá” y yo a hacer boletas y a
barrer el patio. “Me gradúo, mamá” y yo a barrer el patio y a hacer boletas “Una
exposición, mamá” “Un viaje, mamá” “Me mudo, mamá” “Un contrato, mamá”
“Otra invitación, mamá” “¡Un premio, mamá!” “¡Una alegría, mamá; una tristeza,
mamá!” y yo: a hacer boletas y a barrer el patio. Yo, sin más idea que el
asombro... Entre mis aciertos computo el haber seguido la intuición de dejarte
ser tú y no tenerte como el pollo bajo el ala. Y me felicito y te felicito.
ANDRÉS.- Por favor, mamá...
NUBIA.- Mientras dormías, trataba de entender la historia de un bichito que
está dentro y que no es, que sí es, que SIDA, que siglas, que HIV que CD4
que CD8 que AZT que DDI que patos y guacharacas. Me preguntaba, ¿y si se
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me muere mi muchacho? ¡Me muero, claro, me muero! ¿Qué me queda? ¡Me
muero!
ANDRÉS.- ¿Chantaje, Nubia?
NUBIA.- ¡No! ¡Nada de eso! ¡Porque no me muero! ¿Estás oyendo? No-me-
mue-ro, Andrés Téllez Linares. No me corto las venas. En estos días, tu diarrea
me ha limpiado los espejuelos y he visto que tantos años de magisterio no han
hecho mucho y que Puerto Cambur es un pueblo tan ignorante que yo no me
puedo morir sin hacer algo más. He visto que no tengo por qué ser una gris y
quejosa pensionista que espera sus saltitos de alegría en tus recortes de
prensa y breves visitas. ¿Quién me dice que no puedo enamorarme de nuevo?
¿Quién me dice que no puedo tener un nieto en adopción o ser la marchante
de arte de mi hijo? ¿Quién me dice que no puedo vender esta casa y conocer
el río Nilo que tanto nombré en Geografía Universal? ¿Quién te dice que no te
esperan mejores presentes, hijo? ¿Que el cuadro que pintes hoy no te dará
más satisfacciones que el de ayer? ¿Que un nuevo compañero de vida, otro
payasito saltarín, no te está aguardando para regalarte tu propia capacidad de
amar?
ANDRÉS.- (Incómodo. Confundido) Mamá...
NUBIA.- ¿Crees que el único condicional es ése que tienes metido en la
cabeza: un futuro de desangres y faltas de oxígeno? ¿De sufrimiento y muerte?
Silencio.
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- ¿Sí?
ANDRÉS.- Tenías razón. He debido quedarme en mi apartamento. Solo. Sin
salpicar a nadie. Disculpa...yo...voy a hacer la maleta, mamá. (Sale rápido)
Oscuro.
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tres horas y quince minutos que no te veo y no aguanto este desierto. Zeus
está celoso pero no sólo se aguanta sino que le cambió el fiat por el jeep al
hermano para irnos a Puerto Cambur. Llegaremos en la madrugada. Espero
que Nubia no se moleste. Pido a Dios que mi intuición no me engañe y estés
allí. Besos, Andrés. (Al niño) Saluda al Padrino, papaíto...
Guturas de bebé.
ANDRÉS.- Mamá...quiero...
NUBIA.- ¿Sí!
ANDRÉS.- Quiero que la próxima vez no busques el oxígeno.
ANDRÉS.- (Gritando con desesperación) ¡No quiero más oxígeno! ¡Días, días y
días, meses! ¡Ya no sé cuál es el tiempo! ¡No quiero esperar al anciano que
quiere instalarse en este cuerpo! (Tose)
¡Nadie nació para sufrir, mamá! ¡Estoy preparado para morir, no para un
calvario ¡No quiero! ¡No me des oxígeno! ¡Me niego a un calvario!
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haciendo lejana. NUBIA, nerviosa, se ajusta el cabello, se palpa la ropa, mira
hacia los lados. ANDRÉS desaparece ante la música de un Sebucán que,
aunque rayado por gallos infantiles, aparece luminoso.
NUBIA.- Honorable Junta Directiva del Grupo Escolar “El Progreso” de Puerto
Cambur; respetables padres y representantes; tesonero personal administrativo
y de mantenimiento; estimadas colegas siempre mal pagadas, jóvenes que
componen el alumnado, público en general: Mis hijos.
Buenas noches. Tenía preparadas unas palabras muy bonitas, muy bien
pensadas en mi casa. Agradecimientos. Aquí están. Bello el acto de quinto,
preciosa la poesía de la bonitica de segundo, las carteleras de los de cuarto...
Agradecer. Pero, no. No voy a agradecer, no. Y voy a hablar sin papel, más
que con el corazón, con la bilis en la mano.
Silencio.
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Me refiero a la pintada. ¿Graffiti, lo llaman? Al graffiti que amaneció esta
mañana en el muro que está frente a la casa de esta servidora. Pasando el
hecho de que tal graffiti haya sido anunciado a altas horas de la noche, entre
frenazos de jeep, música a todo volumen y huevos podridos lanzados en el
porche de los Téllez Linares, y pasando también el estremecimiento familiar
que tal acción ha causado a los integrantes de la mencionada familia, debo
preguntarles: Primero, ¿qué es “cogo”? Sí, “cogo”. ¿Qué es “cogo”? Han
colocado “cogo”, “cogo culo”. ¿Alguno podría explicar qué quiere decir “cogo
culo”? ¿Se trata de un nuevo código informático o del órgano de defecación de
alguien en particular? ¿O de un cogollo en especial, por ejemplo? Porque ¡Mis
hijos! si se trataba de revelar apetencias particulares de quienes subscribían,
me veo obligada a corregir: ¡Cogo es con jota, mis hijos queridos! Con jota de
joder. Por ejemplo. En segundo lugar: lo que dice debajo -muy bien hecho en
lindo diseño-, eso de “SIDA caca” con la calavera de peligro al lado, me ha
dejado en una duda: ¿Es SIDA, coma, caca o es SIDA caca, utilizando caca
como adjetivo calificativo de SIDA? ¿Qué creen ustedes? Claro que si bien se
podría adjetivar como caca a tal peste -es una injusta mierda- no
necesariamente hay que adjudicarle ese símbolo de muerte en todo momento.
Disculpen pero este botón por treinta años de servicio no significa que mi
vocación ha fenecido. Al contrario, hoy está más viva que nunca. Aunque mi
hijo esté justo ahora yéndose, despegando... Pero no tiene nada que ver
el...graffiti. Lo ha visto, ha dicho que estaba muy bien hecho, que tenían buena
mano para la pintura, que ojalá y los autores no se quedaran allí, sino que
siguieran adelante, que buscaran, estudiaran, se arriesgaran, no le tuvieran
miedo a su vocación y continuaran expresándose con belleza... ¿Qué pasa,
mis hijos? ¡Cuánto silencio! ¿Están incómodos, mis hijos? Estas paredes, en
sus limpios amarillos, me recuerdan... y me matan el recuerdo, mis hijos, de no
haber enseñado lo suficiente a muchos de ustedes que, al igual que estos
niños de hoy, alguna vez tuvieron las mismas caras y macilencias y bailaron las
mismas canciones con los mismos ojos inocentes y las mismas barrigas
lombriceras... Y me traen al presente, un presente en el que quiero seguir
aprendiendo. Y les pregunto, con toda humildad, generoso pueblo de Puerto
Cambur: ¿Qué debe hacer una madre cuando un hijo le pide que le quite la
vida para no sufrir más? ¿Qué haría usted, Chirinos Colmenares Tania
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Teresa? ¿O usted, Gil Arenales José Raúl? ¿No intentaría convencerlo de que
vale la pena vivir? Pero ¿Con qué argumentos? ¿Con qué colores? ¿Con el
amarillo pollito? ¿Con el amarillo candela? ¿Con qué razones, Amaya
Velázquez Inés Elena? ¿No buscaría esperanzas, aunque fuera en yerbajos y
promesas del Japón? ¿No querría un mundo inocente y bello para levantar a su
hijo? ¿Cómo haría usted para darle aire y brillo a sus ojos en cada respiración?
Es la consulta de una vieja maestra a sus viejos alumnos. ¿Tiene alguno la
respuesta? ¿Alguna amorosa respuesta? ¡Qué silencio! Aprender... Seguir
aprendiendo a mis cincuenta y ocho pasados que el aprender es como el amor,
infinito. No hay límite. Y ya termino, mis hijos, porque si no a Etelvina le va a
dar algo: ¡Mi amor, le vas a abrir un hueco a la sillita!... Ya termino, ya.
Aprender... que el otro puede no ser otro sino tú mismo... que se puede amar la
vida si uno no le da la espalda a la muerte... No es tan simple la vida, no. Y
fíjate tú que sí lo es: tan sencilla que con poquito de aire ¡zas! se va. Pero, con
otro poquito, vuelve. Mi hijo Andrés no quiso acompañarme hoy, se va sin
extrañar no haber sido visitado por la feligresía presente. Y yo he aprendido
que extrañarlo no tiene por qué ser resentimiento ni desesperanza. Se ha ido,
pero también se ha quedado. Está. En mí. Presente, vitalizante. Una última
cosa: sí tengo que agradecer. A Marcelino, el marquetero, y su ternura de
lienzos para mi hijo. Y a Benita, nuestra bedel. Sí, a ti Benita ¡No te dé
vergüenza, mujer, que todos comemos empanada, nos atragantamos y nos
embadurnamos de onoto! Agradecer a Benita “La punto y coma” como la
conocemos todos por los gritos del alumnado en el recreo para hacerla rabiar
en su cojera. “La punto y coma” ¿Te acuerdas, Benita mía?
- Que, que, que me dicen punto y coma, maestra.
- Que se bur, bur, burlan de mi enfermedad, maestra.
- Que son ma, ma, malos conmigo, maestra.
¡Cuánto muchacho no retuve en Dirección por el bendito “Punto y coma”!
¡Ahora te ríes pero, entonces, las venas del cuello parecía que se te iban a salir
de la calentura!
- No les hagas caso, Benita, es ignorancia. Son muchachos. No saben de
enfermedades, sino de recreo y risas. ¡Es ignorancia, no maldad, Benita!
¿Recuerdas, Benita? Pero, fíjate, has aprendido.
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Por eso yo le quiero pedir a todos que me permitan dar este botón a Benita, no
tanto por ese pasado de friegue entre pupitre y excusado, sino por ese gesto al
verme llegar, ese preguntarme, bajito y sinceramente, por el estado de mi hijo.
Por ese ofrecerte si necesitaba algo. Eso es aprendizaje, Benita, como tu risa
ante el punto y coma. ¡Pásate mañana por la casa y nos comemos un dulce de
higos que pensaba hacerle a Andrés! ¡Así conversamos! Gracias, Puerto
Cambur por el botón, por dejar que se lo dé a Benita y por callar, mis hijos, por
callar, porque el que calla, otorga. Buenas tardes.
ANDRÉS.- Mamá...
NUBIA.- ¿Qué?
ANDRÉS.- Quería...
NUBIA.- ¿Sí?
ANDRÉS.- Tengo ganas de quitarme los zapatos. ¿Crees que pueda?
NUBIA.- Creo que sí...
ANDRÉS.- Tenía tiempo que no me sentaba aquí, en el solar...
NUBIA.- Yo también, hace fresco.
Silencio.
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ANDRÉS.- Está floreadito el mango...
Silencio.
Silencio.
NUBIA.- Ya recogí los higos. Al fin maduraron. Esta noche te hago el dulce...
ANDRÉS.- Rico...
Silencio.
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NUBIA.- (Asintiendo) Ya se oyen las chicharras ¿Te das cuenta?
ANDRÉS.- ¿A qué hora me toca la pastilla?
NUBIA.- A las ocho. Yo te aviso.
ANDRÉS.- Sí. Va a llover, ya huele a tierra...
NUBIA.- Tengo que hacerme los pies en estos días...
ANDRÉS.- Deberías ir a la peluquería...
NUBIA.- Está seco ¿verdad?
ANDRÉS.- Que te le den forma y te pinten las raíces...
Silencio.
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