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No Es El Fin

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¡No es el fin!

Álvaro Uribe Vélez

Autor

Aileen Josefina Turizo López

Décimo grado

Institución Educativa: Almirante Padilla

Riohacha-La Guajira

23/10/2024
¡No es el fin!

A lo largo de nuestras vidas hemos afrontado situaciones que nos hacen cambiar, que
enseñan, nos hacen felices o infelices, nos hacen ganar o perder, nos permiten crecer o
logran que retrocedamos para tomar un nuevo impulso, reorientan nuestro propósito o
camino. Algunas de estas situaciones generan gozo o dolor, brindan una oportunidad o
cierran puertas, pueden hasta dejarnos sin la menor posibilidad o nos muestran diferentes
alternativas u opciones; pero todas y cada una de ellas, negativas o positivas, siempre dejan
una enseñanza, hacen que pensemos de forma diferente, nos movilizan y redireccionan
nuestra mirada, hacen que actuemos y tomemos decisiones de continuar o retroceder,
buscar otro camino o simplemente quedarnos donde estamos. Siempre tenemos una opción
o alternativa, una nueva forma de afrontar y sacar provecho, de hacer algo nuevo o
mejorarlo, de lograr cumplir sueños y metas, pero lo importante es tener claro con qué
contamos y qué podemos hacer. Siempre podemos empezar de cero, ¡no pasa nada! El
miedo al fracaso solo lo superamos fracasando, y dándonos cuenta que siempre
podemos empezar de nuevo.

¿Por qué tenemos miedo al cambio? Tenemos miedo al cambio porque la incertidumbre
sobre lo que pueda ocurrir nos produce tanto miedo que lleva a la persona a no actuar,
paralizarse en algunas ocasiones y en otras actuar impulsivamente. Además, esto nos
produce una emoción natural a lo que todos nos enfrentamos en algún momento de nuestras
vidas, ya sea por cambiar de trabajo, mudarse a un nuevo lugar o tomar decisiones
importantes. Sin embargo, no podemos vivir enfocados a ese temor debido a que nos puede
dificultar la capacidad para mantener relaciones saludables y satisfactorias, causando
resistencia a comprometernos o adaptarnos a las necesidades y deseos de los demás,
llegando incluso al aislamiento social. Cabe mencionar, que el problema no radica en sentir
temor porque no lo podemos tomar como excusa para no intentar aquello que vemos
inalcanzable. Debemos tener la firme convicción en que fallar no es sinónimo de fracaso.

En el mismo orden de ideas, lo que hoy llamamos fracasos no son otra cosa que
resultados y experiencias que no esperábamos, y que nos producen una sensación de
perdida profunda como consecuencia de las expectativas no cumplidas. Primero, debemos
entender que “fracaso” así como cualquier otra palabra, es eso… un concepto aceptado y
acordado por el imaginario social para describir sentimientos abstractos, situaciones, y
eventos, basados en definiciones que cambian constantemente en el contexto del tiempo,
cultura y sociedad. Entonces, podemos decir que el fracaso es relativo. Para algunos es
terrible, un error épico. Pero para otros es una forma de comenzar desde cero, algunos
toman el fracaso seriamente, mientras que otros llevan el fracaso con calma.

Aunque el análisis de Nietzsche sobre el fracaso va más allá de simplemente


experimentarlo. Él creía que la forma en que los individuos enfrentan y superan el fracaso
determina el cumplimiento de sus vidas. Inspirado en sus propias experiencias, Nietzsche
comparó el manejo de los fracasos con “cultivar un jardín”. En este sentido, podemos
comprender que el sufrimiento y el fracaso no son obstáculos para la felicidad, sino
componentes esenciales que preparan el camino para el crecimiento personal y la
realización. Los desafíos y las dificultades son inherentes a la vida y deben ser abrazados
como oportunidades para la autosuperación.

Bien es sabido, que algunas personas no concuerdan con el discurso exitoso sobre el
fracaso, el cual nos dice que hay que fracasar primero para poder conseguir después
nuestros objetivos. Hay que fracasar, pues es algo bueno y constituye una oportunidad, ya
que de ahí surgen lecciones de vida que no obtendríamos de otro modo. La clave del éxito
es el fracaso tocar fondo es un impulso para alcanzar el cielo. Pero Aristóteles decía, “el
fracaso se dice de muchas maneras. Pues no estoy de acuerdo con la afirmación de
Aristóteles, porque el fracaso nos enseña lecciones valiosas, nos ayuda a desarrollar
resiliencia y determinación, y nos brinda la oportunidad de desarrollar humildad y empatía,
abracemos el fracaso como parte del proceso de crecimiento, aprendamos de él.

Para terminar, estoy convencida que para superar el “fracaso” se debe fracasar. Si lo
consideramos de esta manera veremos claramente la oportunidad de empezar de nuevo. El
éxito no es definitivo y la derrota no es fatal: lo que realmente importa es el coraje que se
tiene para seguir adelante. El fracaso conduce al aprendizaje porque podemos identificar
donde nos desviamos del camino. A partir de ahí, podemos implementar nuevas ideas,
nuevos enfoques y nuevas estrategias. Todo esto da como resultado una mayor innovación
y creatividad. El fracaso, aunque temido y evitado por muchos, es una parte inevitable de la
vida. En algún momento, todos enfrentamos desafíos y tropiezos que nos hacen sentir como
si estuviéramos cayendo en un abismo. Sin embargo, lo que realmente importa no es el
fracaso en sí, sino cómo elegimos responder ante él.
Bibliografía

Reseña de: Beruete, Santiago. (2016). Jardinosofía. Historia filosófica de los jardines, 1ª
edición. Turner: Madrid. 533 pp.

Revista de Filosofía Open Insight, vol. IX, núm. 17, pp. 183-189, 2018 Centro de
Investigación Social Avanzada

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