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Semana 3

Recorrido por la Misa: Una Explicación Paso a Paso


La Liturgia de la Eucaristía

Narrador, antes de comenzar la Misa dice lo siguiente:


Hoy concluimos la tercera parte de “Recorrido por la Misa: Una Explicación Paso a Paso”. La primera semana hablamos
sobre los Ritos Introductorios o lo que también llamamos reunión, así como los Ritos de Conclusión, o el envío. La
semana pasada dirigimos nuestra atención a la narración o la Liturgia de la Palabra; hoy, nos enfocaremos en la parte en
la que compartimos alimentos, o lo que llamamos Liturgia de la Eucaristía. Se irá dando más información conforme
vayamos celebrando la Liturgia de la Eucaristía.

Narrador, después de la Oración de los Fieles, dice lo siguiente:


Ahora ofreceremos una pequeña reflexión sobre la parte de compartir alimentos, llamada Liturgia de la Eucaristía:
Después de las lecturas, nos trasladamos al altar para la comida sagrada del sacrificio, el compartir y la acción de gracias.
Así como en cualquier comida en casa de un amigo, aquí también 1) ponemos la mesa, 2) damos gracias y 3)
compartimos los alimentos (comemos y bebemos). En Misa estos actos rituales son llamados 1) la Preparación del Altar
y Ofrendas, 2) La Plegaria Eucarística, 3) El Rito de la Comunión.

¿Qué es lo que ocurre durante la Preparación del Altar y las Ofrendas? Los primeros cristianos traían pan y vino de sus
casas a la iglesia para usarlos en la Misa y para darlos al clero y a los pobres. Hoy se hace una ofrenda similar para la
parroquia y los pobres con nuestras contribuciones monetarias.

El sacerdote recibe el pan y el vino por parte de algunos de los miembros de la congregación, manteniendo así la eficacia
espiritual y significado de las primeras ofrendas a la iglesia. El sacerdote mezcla agua con el vino y se lava sus manos.
(Mezclar agua con vino y lavarse las manos es algo que hacían todos los judíos en las comidas en el tiempo de Jesús).

Finalmente, nos invita a orar para que el sacrificio sea aceptable a Dios. Respondemos, “Que el Señor acepte de tus
manos este sacrificio… ” Después de su oración sobre las ofrendas respondemos “Amén”.

El sacerdote dice “Oremos…” y ofrece la Oración Sobre las Ofrendas.

Narrador, después de la Oración Sobre las Ofrendas, dice:


Dirijamos nuestra atención ahora a la Plegaria Eucarística. La oración que sigue va dirigida al Padre a través del Hijo y
con el Espíritu Santo, y nos trae al centro de la Misa y al corazón de nuestra fe. Mientras que las palabras de la oración
pueden variar de domingo a domingo, la oración siempre tiene esta estructura: 1) Invocamos a Dios para que recuerde
todas las maravillosas obras salvadoras de nuestra historia. 2) Recordamos el evento central en nuestra historia,
Jesucristo, en particular el memorial que nos dejó la noche antes de su muerte. Recordamos su Pasión, Muerte y
Resurrección. 3) Después de recordar con gratitud todos los maravillosos actos de salvación que Dios ha hecho por
nosotros en el pasado, le pedimos a Dios que continúe esas obras de Cristo en el presente: Oramos para que podamos
llegar a ser un solo cuerpo, un solo espíritu en Cristo.

La Plegaria Eucarística comienza con una invitación del sacerdote que celebra la Misa. La oración comienza con un
diálogo entre el líder y la congregación. Primero el sacerdote nos saluda con “El Señor esté con ustedes”. Después
pregunta si estamos listos y dispuestos a acercarnos a la mesa y renovar nuestro compromiso bautismal, ofreciéndonos
a Dios: “Levantemos el corazón”. Respondemos que estamos preparados diciendo: “Lo tenemos levantado hacia el
Señor”. Entonces se nos invita a dar gracias al Señor nuestro Dios. A lo que respondemos: “Es justo y necesario”.
Entonces la oración nos recuerda lo maravilloso que Dios ha sido con nosotros. Mientras se cuentan las grandezas de
Dios, la asamblea responde con acción de gracias y clama con alegría: “Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de Su gloria”.

El sacerdote comienza la Plegaria Eucarística con “El Señor esté con ustedes…” y continua,
concluyendo con “Santo, Santo, Santo”.

Narrador, después de “Santo, Santo …” dice lo siguiente:

Narrativa Institucional: Consagración. El sacerdote continúa la oración, alabando y agradeciendo, e invocando al


Espíritu Santo para que cambie nuestras ofrendas de pan y vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo. Recuerda los eventos
de la Última Cena – la institución de la Eucaristía. En este importante momento de oración proclamamos el misterio de
la fe. Varios textos son posibles, por ejemplo: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección, ven Señor Jesús”.
El sacerdote continúa recordando las maravillas de la salvación: la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

Continuamos con una oración por la unidad y la intercesión. El recuerdo de la salvación de Dios nos lleva a hacer una
atrevida petición, nuestra petición principal en cada Eucaristía: oramos por la unidad. “Con humildad oramos para que,
participando del Cuerpo y la Sangre de Cristo, podamos ser reunidos en uno por el Espíritu Santo”. A esta petición
añadimos las oraciones por el obispo de Roma y por el obispo de la Iglesia local; oramos por los vivos y los muertos, así
como por nosotros mismos, para que por intercesión de los santos lleguemos un día a la mesa del cielo.

Con estas oraciones el sacerdote levanta el Cuerpo y Sangre de Jesucristo nuestro Señor y ofrece una doxología, una
oración de gloria a Dios en el nombre de Cristo: “Con Él y en Él, a ti Dios Padre todopoderoso, en la unidad del Espíritu
Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”. Nuestro “Amén” a esta oración aclama nuestro asentimiento
y participación en toda la Plegaria Eucarística.

El sacerdote continúa la Plegaria Eucarística con “Santo, Santo…”

Narrador, tras el Gran Amén, dice lo siguiente:


Pasamos ahora al Rito de Comunión con el Padre Nuestro y la Señal de la Paz. Nos preparamos para comer y beber en
la mesa del Señor con las palabras que Cristo nos enseñó: “Danos hoy nuestro pan de cada día; y perdona nuestras
ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Profundamente conscientes de que la comunión (la
palabra significa “en unión”) es la señal y fuente de nuestra reconciliación y unión con Dios y entre nosotros mismos;
hacemos una muestra de unión y perdón con los que nos rodean y les ofrecemos la Señal de la Paz.
Entonces se nos invita a la comunión, donde el sacerdote nos muestra el Cuerpo de Cristo. Nos invita a acercarnos a la
mesa haciendo eco de las palabras de Juan el Bautista “He aquí el Cordero del Señor…” Respondemos, “Señor, yo no soy
digno…”, como hizo el Centurión cuando le pidió a Jesús que curara a su siervo (Mateo 8,8). Ninguno de nosotros, por si
solos, somos dignos de abrazar la plenitud de Cristo. Es solo a través del amor y la misericordia que Dios nos ha otorgado
que nos volvemos dignos de recibirlo. Los miembros de la congregación ahora se acercan al altar en procesión.

El sacerdote invita a la comunidad a decir el “Padre Nuestro”, Ofrece la Señal de la Paz, “He
aquí el Cordero…” y distribuye la Comunión…

2
Narrador, después de la Comunión, dice:
Hemos recibido la Comunión. Así como Dios alimentó a nuestros antepasados en su peregrinaje por el desierto, así Dios
nos da alimento para nuestro viaje. Nos acercamos al ministro quien nos dio el pan Eucarístico con las palabras “El
Cuerpo de Cristo”, y respondimos, “Amén”. Durante la procesión usualmente cantamos un himno que une nuestras
voces, mentes y pensamientos, mientras que el Cuerpo y la Sangre de Cristo une nuestros cuerpos. Posteriormente,
oramos en silencio en nuestros corazones, dando gracias y alabando a Dios y pidiendo por todo lo que este sacramento
promete. El sacerdote une nuestras oraciones en la Oración para Después de la Comunión, a lo que respondemos
“Amén”.

El sacerdote ofrece la Oración Después de la Comunión, la bendición final y despedida.

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