Consumo Responsable
Consumo Responsable
Consumo Responsable
El consumo es una de esas esferas, una pieza fundamental en la que debemos incidir política y económicamente.
Si conseguimos dotarnos de la información de la que actualmente carecemos, el consumo se puede convertir en
una herramienta de cambio.
CONSUMO RESPONSABLE.
Un consumo consciente y responsable, orientado al fomento de actividades satisfactorias para las personas y
compatibles con la conservación de la naturaleza, es una gran contribución social y ecológica, y un decisivo
instrumento de presión frente al mercado.
El concepto de Consumo Responsable es muy amplio, como lo es la propia actividad de consumir, podemos,
sin embargo, sintetizarlo en cuatro bloques:
i) Consumo Crítico. Un consumo crítico es aquel que se pregunta por las condiciones sociales y ecológicas en
las que ha sido elaborado un producto o producido un servicio. Es una actitud diaria que consiste en elegir de
manera meticulosa lo que compramos sobre la base de dos criterios: la historia del producto y la conducta de
la empresa productora señalándole al sistema los métodos productivos que aprobamos y los que condenamos.
ii) Consumo Ético. Un consumo ético es el que se ejerce cuando se valoran las opciones como más justas,
solidarias o ecológicas y se consume de acuerdo con esos valores y no solo en función del beneficio personal.
Desde el consumo ético hacemos especial énfasis en la austeridad como valor, como una forma consciente de
vivir, teniendo la capacidad de distinguir entre necesidades reales e impuestas y dándole más importancia a
otras actividades que al hecho de consumir, organizándonos, además, a nivel colectivo, y garantizando así a
todas las personas la satisfacción de sus necesidades fundamentales con el menor despilfarro.
La incorporación de estos valores en nuestro consumo no tiene que disminuir el bienestar y la calidad de vida,
más bien todo lo contrario. Es signo de bienestar comer carne, pero deja de serlo cuando constatamos en muchos
de nosotros nuestros altos niveles de colesterol, o comemos con tanta abundancia que son frecuentes los
problemas de obesidad. Parece “ventajoso” para nosotros trasladar las industrias contaminantes al Sur pero, ¿no
estamos todos bajo la misma capa de ozono?, ¿no sube por igual en todo el planeta el nivel de los mares?, ¿acaso
se puede establecer una frontera a la onda expansiva de un accidente nuclear?
Todo esto implica a todas las esferas de nuestra vida, a nuestras opciones más personales y supone, por tanto,
un esfuerzo; pero no es algo imposible. Un primer paso sería esa toma de conciencia en el ámbito personal, y
un segundo, compartir nuestras reflexiones para construir una conciencia colectiva.
i) En primer lugar la búsqueda de información y la formación de un pensamiento crítico con la realidad que nos
rodea, con los medios de comunicación y la publicidad, cuestionándonos qué hay detrás de cada cosa que
consumimos y cuáles son sus consecuencias.
ii) En segundo lugar, la reducción de nuestros niveles de consumo como una opción ética.
Si nuestro modelo de desarrollo no es universalizable ni ecológicamente, ni por las estructuras injustas que
genera, no es posible que mantengamos esta situación. Se trata de cambiar nuestro hábito de consumismo,
optando por un modelo de bienestar y felicidad no basado en la posesión de bienes materiales.
No es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita. Es, en definitiva, un cambio en nuestra escala de
valores y en nuestras prioridades.
Esto nos permitiría, por ejemplo, dedicar una mayor parte de nuestro presupuesto a comer de forma sana,
disfrutar nuestro ocio de una manera más constructiva, reducir nuestro tiempo de trabajo, invertir en solidaridad,
etc.
LECTURAS ECONOMICAS 2
Lic. LUIS G. GUAMAN FERNANDEZ
De nuestra responsabilidad y nuestro poder como consumidores se derivan unas obligaciones que podrían
resumirse en:
a) Ser críticos con nuestro consumo y nuestra forma de vida, aplicando valores éticos.
b) Exigir información e informarnos acerca de las condiciones sociales y medioambientales en las que un
producto o un servicio ha sido elaborado, cómo ha llegado hasta nosotros y cuáles son sus consecuencias.
c) Reducir nuestro consumo, como opción ética y ecológica, optando por un modelo de bienestar y felicidad no
basado en la posesión de bienes materiales, lo cual repercute tanto medioambiental como socialmente.
d) Practicar un consumo respetuoso con la naturaleza, reduciendo, reutilizando y, por último, reciclando y
consumiendo productos ecológicos y artesanos.
e) Practicar un consumo solidario y socialmente justo, respetuoso también con las personas y las culturas, en el
que por supuesto no existan la discriminación ni la explotación.
En la actualidad el comercio está siendo cada vez más subordinado y uniformizado a las reglas del capitalismo
en los países del Sur. La producción destinada única y exclusivamente hacia la exportación, está causando
graves consecuencias para los pueblos. Entre otras, la pérdida de autosuficiencia alimentaria, el saqueo
permanente de los recursos naturales y la imposición de hábitos de consumo irracionales ajenos a su tradición
cultural.
En este sentido las multinacionales y el capital no dividen al mundo en Norte y Sur o entre las diferentes
culturas; la auténtica división que plantean es entre quienes pueden comprar, que constituyen el mercado, y
quienes no pueden hacerlo, que representan algo inútil que pesa al mundo.
Los intereses de las multinacionales que controlan gran parte de la producción y del comercio internacional, no
es generalizar el consumo y el bienestar a toda la humanidad, sino reforzar los niveles de consumo entre los que
tienen un nivel económico suficiente para gastar.
En este contexto, nace el movimiento de comercio justo. Un movimiento que aglutina productores,
organizaciones sociales, importadores y consumidores, teniendo como objetivos prioritarios:
Las características del comercio justo son la igualdad y el respeto existentes entre los productores del Sur y las
importadoras, tiendas de comercio justo y consumidores del Norte. El comercio justo humaniza el comercio al
reducir al máximo posible la cadena producción/consumo, para que los consumidores tomen conciencia de la
cultura, identidad y condiciones de vida de los productores y para que el beneficio vaya a ellos y no a los
intermediarios.
iv) Consumo Ecológico. Si echamos una mirada atrás en el tiempo para ver cómo ha cambiado nuestra forma
de producir y de consumir, veremos que las culturas tradicionales que identificaban a las personas con su
entorno social y ecológico han ido desapareciendo.
LECTURAS ECONOMICAS 3
Lic. LUIS G. GUAMAN FERNANDEZ
Gran parte de los Residuos se generan en las grandes concentraciones urbanas. En España, el crecimiento de la
generación de basuras –debido, sobre todo, a los residuos de envases y embalajes ya supera el kilogramo por
habitante y día.
Se trata ahora de poner en práctica en nuestra vida cotidiana una serie de hábitos sencillos y eficaces que todos
podemos llevar a cabo con poco esfuerzo y con algunos cambios en nuestro estilo de vida.
COMERCIO JUSTO:
Se trata de tomar conciencia de que cada un@ de nosotr@s es corresponsable de los efectos sociales y
ecológicos de la producción. Como consumidores debemos ser conscientes de las consecuencias que generan
nuestras demandas y exigir condiciones de vida dignas para los productores de los artículos que consumimos.
El Comercio Justo consiste en el establecimiento de relaciones comerciales directas con los productores
eliminando así intermediarios.
Los precios se fijan en consenso con ellos y con el propósito de asegurar su calidad de vida, así como la
autofinanciación de proyectos sociales para la zona. Los procesos de producción deben respetar el entorno
cultural y el medio ambiente.
Adquiriendo productos de comercio justo estamos colaborando a superar el concepto de ayuda, mediante
relaciones comerciales equitativas.