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TP N° 6 Gnoseo

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Desarrollo

1. Con respecto al escepticismo, la primera distinción se da entre argumentos


escépticos locales y globales. El escepticismo local mantiene que hay razones
especiales por las que el conocimiento no es posible en un área determinada,
aunque pueda ser posible en otra cualquiera. Su áreas predilectas son la ética, la
religión y el futuro. Ahora bien, para Dancy, resulta difícil que el escéptico local
sostenga su posición local. El escepticismo ético local tiende a expandirse
rápidamente y se convierte en escepticismo general sobre lo que no puede
observarse, o sobre la posibilidad del conocimiento científico. El problema aquí
radica en encontrar un argumento convincente para que el escepticismo local no
tenga consecuencias expansionistas. Sin embargo, y en paralelo, esto no deja de
resultar ventajoso, según Dancy, porque los argumentos escépticos globales tienden
a ser más convincentes y efectivos que sus contrapartes locales.

La segunda distinción expone que algunos argumentos escépticos atacan


directamente la noción de conocimiento, pero no tocan algunas otras nociones
relacionadas con ésta, como la noción crucial de creencia justificada. Se puede tener
la impresión de que el argumento, aunque expresa ciertas particularidades del
concepto de conocimiento, permite acoplarse en función de los propósitos filosóficos
y de los prácticos, con la noción de justificación, a la que el argumento no ataca. Por
el contrario, una forma más fuerte de argumento constituye una amenaza para
ambas nociones al mismo tiempo y pretende que cualquier deficiencia en la noción
de conocimiento está presente de igual modo en la creencia justificada.

La tercera distinción sostiene que podemos separar los argumentos escépticos


que, aunque pretendan privarnos del conocimiento (o incluso de la creencia
justificada), nos conceden que comprendemos las proposiciones cuya verdad se
supone que no conocemos de aquellos otros que afirman que la razón por la que no
podemos conocer su verdad radica en que no las comprendemos. Ahora bien, la
distinción sólo tiene sentido si se supone la posibilidad de comprender una
proposición que nunca se pudiese creer justificadamente o cuya verdad verdad no
se pudiese conocer nunca. La distinción se viene abajo si se adopta una teoría de la
comprensión que una lo que podemos comprender con lo que podemos reconocer
como verdadero.

2. Dancy considera que, a primera vista, un argumento para tratar de mostrar que no
comprendemos las proposiciones que pretendemos saber debe ser local más bien
que general. La razón es que un argumento global pretende que no comprendemos
nada; lo cual, para el autor, resulta ridículo por dos motivos: en primer lugar porque
resulta obvio que sí comprendemos algunas cosas y, en segundo lugar, porque es
esencial que comprendamos el mismo argumento escéptico. Ahora bien, la
conclusión escéptica sostiene que el conocimiento es imposible: nadie sabe nada de
hecho, porque nadie puede saber nada. En este sentido, las formas interesantes de
escepticismo dependen siempre de un argumento; cuanto mejor es el argumento,
más fuerte es la forma de escepticismo que genera. Y dado que depende de un
argumento, debe poder expresarse en forma de conclusión.
Sobre lo expuesto acerca de las distinciones sobre el escepticismo, vemos que
son más interesantes los argumentos generales y “fuertes” que sus contrapartidas
más débiles. El escepticismo global es más convincente que el local; el escepticismo
que ataca a la noción de creencia justificada es más interesante que el que sólo
menciona algunas cuestiones respecto de la cuestión del conocimiento; y el
escepticismo que sostiene la incomprensibilidad de las proposiciones cuya verdad
se supone que no conocemos es más fuerte que aquel que se limita sólo a
considerar la verdad o falsedad de dichas proposiciones.

3. Los argumentos escépticos que menciona Dancy son los que buscan sostener una
imposibilidad de arribar al conocimiento. Estos se separan en fuertes y débiles, A su
vez, se dividen también en locales y globales.

4. Diferencias entre los argumentos.

Los argumentos escépticos fuertes se diferencian de los débiles porque tienen


un mejor sustento epistemológico. Cuanto más fuertes sean, más fuerte será el
escepticismo que manifiesten. En cuanto a los argumentos locales, se diferencian de
los globales porque refieren a un área específica del conocimiento y no a su
totalidad. Sin embargo, suelen ser menos efectivos y convincentes que los globales,
que comprenden todas las áreas. Ahora bien, los argumentos locales, como ya se
mencionó antes, suelen expandirse hasta convertirse en argumentos globales.

El argumento por incomprensión suele ser local porque refiere a proposiciones


puntuales, pero es fuerte porque no ataca sólo la noción de conocimiento sino su
comprensión.

5. Desarrollo de los tres argumentos.

● Cerebro en cubetas: Este argumento tiene su origen en una suerte de


experimento mental. Se parte de una suposición en la cual no sabemos si en
realidad somos cerebros flotando en cubetas de laboratorio, conectados a
una computadora que nos provee de todas nuestras experiencias, controlada
por científicos o una inteligencia artificial. Si en principio no se sabe esto,
tampoco se podría saber más de la realidad. Ahora bien, este argumento no
es plenamente global, ya que no niega la posibilidad de conocimiento, sino el
conocer de si somos o no cerebros en cubetas. Sin embargo, es un
argumento fuerte en cierta medida porque ataca a la creencia justificada; la
creencia de que somos cerebros en cubetas no puede justificarse porque no
hay pruebas en nuestra experiencia que la sustenten.

● El argumento del error: Postula que si un juicio es errado, probablemente a


posteriori los demás juicios también lo serán. Si reconozco que alguna vez
me he equivocado al afirmar que p, ya no puedo saber que p nunca, a no ser
que muestre alguna diferencia relevante entre las dos situaciones. A partir
del error se sostiene el escepticismo respecto al conocimiento.
● Argumento de la justificación a partir de la experiencia: En principio se puede
decir que no hay conocimiento sin experiencia, pero ésta puede ser errada o
no necesariamente puede proporcionar conocimientos verdaderos. No se
puede suponer tampoco que la misma experiencia da razones para creer que
lo no-observado se parecerá a lo observado.

6. Para Dancy, los tres argumentos anteriores no son de lo más fuertes porque no
atacan la noción de comprensión. En el caso del primer argumento, nada impide que
aún se comprendan las proposiciones respecto a la realidad, a pesar de que nunca
podamos conocerlas (porque no sabemos si efectivamente somos o no cerebros en
cubetas) o que no estemos justificados en creerlas. Algo similar sucede con el
argumento del error, que ataca la noción de creencia justificada en que si sabemos
algo pero hay errores, probablemente no haya conocimiento posible. Ocurre algo
parecido también en el tercer argumento, que si bien cuestiona el conocimiento
como las creencias justificadas, no problematiza la comprensión.

7. Las defensas contra los escépticos entienden que éstos aceptan implícitamente su
conclusión o pretenden que sus premisas la justifiquen, ya sea su conclusión la
imposibilidad del conocimiento o de las creencias justificadas. Pero tal defensa se
fija únicamente en las conclusiones, y no en los razonamientos que la constituyen.

8. El escéptico no debe preocuparse por los argumentos que plantean, en base a la


suposición de que la conclusión escéptica se da en términos de la imposibilidad del
conocimiento, fuera verdadera. Incluso siendo así, el conocimiento de estos sería
incomprensible. Se requeriría tener el mínimo conocimiento para su comprensión.
Por lo tanto, el escéptico debe concentrarse en que si sus premisas son verdaderas
puede haber una inferencia a una conclusión también verdadera; pero si sabe algo,
-y el conocimiento es imposible- entonces no sabe nada. Su prueba ha de ser una
reducción al absurdo o una paradoja.

9. Otra réplica se despreocupa de los dos primeros argumentos argumentos, el de


cerebros en cubetas, y el el error. No interesa realmente si somos o no cerebros en
cubetas, así queda descartado el primer argumento porque no hay evidencia factible
que pueda diferenciar el hecho de tal situación hipotética.

10. El antirrealismo niega que haya verdades más allá de toda evidencia; no concibe
posibilidad alguna de un escepticismo global, ni para la comprensión ni para las
creencias justificadas. Plantea que si las diferencias no pueden reconocerse (entre
ambas “realidades”) por lo tanto no existen. Esta estrategia se denomina “fuerte” a
diferencia de la “débil” que acepta la postura de los escépticos, basada en que
existen verdades que trascienden toda evidencia en tanto que la realidad no es lo
que conocemos, y por ende no hay conocimiento posible.

El antirrealismo entiende que el lenguaje se justifica a sí mismo, porque en


cuanto se es capaz de comprender un juicio habrá situaciones expresadas que
justifican la creencia de que la oración en cierto punto ha de ser verdadera.
11. Considero personalmente que el escepticismo es importante en el ámbito de estudio
de la Gnoseología, ya que vendría siendo la antítesis, la negación, la imposibilidad
de una construcción sólida de una teoría del conocimiento, ya sea desde el
conocimiento mismo, la comprensión o las creencias justificadas, y ya sea a nivel
local o global. La tarea del escéptico resulta, sin embargo, paradójica, porque
sostiene la imposibilidad del conocimiento, pero al mismo tiempo, apela y recurre a
estructuras o herramientas que se emplean en la construcción del mismo, aunque
obviamente lo niegan.

Bibliografía:

● “Escepticismo” en Dancy, J. (1993) Introducción a la epistemología


contemporánea. Madrid: Tecnos (21-38).

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