Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Temas 1-4 (Primera Evaluación 23.24)

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 10

TEMA 1. REALISMO Y NATURALISMO. CARACTERÍSTICAS GENERALES.

LA NARRATIVA
REALISTA: GALDÓS, CLARÍN Y PARDO BAZÁN

1. Breve contexto histórico y social


Tras la caída del Antiguo Régimen, en el contexto de una sociedad urbana e
industrial, el término “realismo” ya se empleaba en Francia en 1830 para hacer
referencia a corrientes pictóricas y literarias que buscaban reflejar la realidad con el
mayor grado de verosimilitud. Además, durante la segunda mitad del siglo XIX,
continúan produciéndose en Europa importantes transformaciones políticas y sociales
relacionadas con la organización del proletariado y con el crecimiento del poder
económico y político de la burguesía (que se hace más conservadora). Todo ello, en
gran medida como consecuencia del asentamiento de muchas de las novedades que la
“Edad contemporánea” ya había supuesto desde el siglo pasado y también de las
teorías científicas, políticas o filosóficas que van a cambiar la mentalidad y la
estructura de la sociedad (como la “Teoría de la evolución”, el Socialismo o el
Positivismo).
En España, el movimiento surgirá hacia 1870, tras la revolución de 1868 (La
Gloriosa) y llegará a su apogeo en la década de 1880, momento en el que se consolida
en el poder la burguesía, tras la proclamación de la Primera República y la
Restauración de la monarquía borbónica.

2. Características generales del realismo


a) Observación y descripción precisa de la realidad. Stendhal definía la
novela como “un espejo que se pasea a lo largo del camino”, capaz de reflejar
cuanto ocurre ante él, sin reparar en la clase social de los protagonistas o la
moralidad de sus acciones.
b) Ambientación contemporánea. Normalmente las historias, narradas respetando la
linealidad cronológica, se sitúan en el tiempo presente y en lugares reales (rurales o
urbanos).
c) Frecuente propósito de crítica social y política, que variará según
la ideología particular de cada escritor, aunque también existe una línea de realismo más
poético e “idealizante”, que se aprecia en las obras de Pereda o Valera.
d) Estilo sencillo y sobrio, que lleva a los autores a la búsqueda del ideal de claridad y
exactitud en las descripciones y las intervenciones del narrador. A su vez, el estilo se
convierte en un recurso fundamental para caracterizar ambientes y personajes.
e) Predilección por la novela, que se consideró el género más adecuado para
reflejar la realidad en su totalidad.
*El naturalismo es una tendencia literaria derivada del realismo, cuyos postulados
lleva al extremo. Arraigó especialmente en Francia (Émile Zola es su máximo
representante) y tiene como rasgos principales los siguientes:
- Visión materialista del ser humano. La conducta se explica por causas orgánicas o
fisiológicas.
- Determinismo. La herencia biológica, el ambiente o medio social y el momento
histórico en que se vive condicionan totalmente al ser humano.
- Utilización del método experimental en la creación de los personajes y ambientes:
documentación exhaustiva, comprobación de datos...
- Preferencia por los aspectos más degenerados y bajos del individuo y por los
ambientes sórdidos y desagradables.
- Crítica social. El naturalismo, en parte debido a las ideas socialistas de la época, se
constituye como una corriente claramente antiburguesa.
En España el naturalismo no tuvo tanta aceptación como en Francia, pero puede
apreciarse su influencia en autores como Emilia Pardo Bazán (quien dedicó al tema
un polémico ensayo en el que intentó conciliar las ideas de Zola con el cristianismo:
La cuestión palpitante), Pérez Galdós, Clarín y, fundamentalmente, Blasco Ibáñez (La
barraca, Cañas y barro).

3. La narrativa realista
En la consolidación de la narrativa realista española influyeron fundamentalmente
géneros heredados del Romanticismo (novela histórica, artículos de costumbres, folletín) y
los máximos representantes del realismo ruso, inglés y francés (Tolstoi, Dickens,
Flaubert…). Las novelas de la época intentaban reflejar la realidad (verosimilitud), por
eso, tendían a las descripciones minuciosas de personajes y de espacios exteriores e
interiores. Entre las técnicas narrativas destacan la omnisciencia autorial
(intervención constante del autor implícito, que comenta, opina, juzga...), el diálogo,
el uso del estilo indirecto libre y del monólogo interior para expresar la
interioridad de los personajes, la linealidad cronológica (sin alteraciones
temporales), la naturalidad y la sobriedad expresiva.
Fernán Caballero, seudónimo de Cecilia Böhl de Faber, y Pedro Antonio de
Alarcón inician una etapa de novela prerrealista, cercana aún a los cuadros de
costumbres románticos. Después, en la primera fase del realismo (años setenta),
predominan las novelas de tesis, en las que los personajes y la trama están al servicio de
la ideología del autor. Finalmente, en los años ochenta el realismo alcanza su máximo
esplendor.

4. Máximos representantes
Benito Pérez Galdós. Su producción narrativa permite recorrer la evolución del propio
movimiento realista. Suele clasificarse en cuatro etapas:
- Novelas de la primera época, conocidas como novelas de tesis porque el autor
expone en ellas a través de personajes sin complejidad psicológica su defensa del
espíritu moderno frente a la intolerancia y el fanatismo. Su tema central es el
enfrentamiento entre la mentalidad progresista y la tradicional. Comienza con La
fontana de oro (1870). Destacan: Doña Perfecta, La familia de León Roch y Marianela.
- Novelas contemporáneas. Etapa que se inicia con La desheredada (1881). Inventa un
mundo ficticio, reflejo de la realidad de la época, en el que Madrid adquiere el papel
protagonista. Los personajes son más complejos y se recurre en ocasiones a elementos
naturalistas para explicar su conducta. La obra maestra de este período es Fortunata y
Jacinta, en la que inmortalizó a dos personajes femeninos procedentes de clases
sociales opuestas que forman. Fortunata encarna la rebeldía frente a las reglas, la
naturaleza, la autenticidad…; Jacinta representa a la sociedad burguesa, el respeto a
las leyes, el convencionalismo, la fragilidad, la sumisión…). La acción se estructura
mediante el triángulo amoroso mujer/marido/amante (en el que también participa el
perverso y avaricioso Juanito Santa Cruz) esquema narrativo muy empleado en el
realismo para expresar el conflicto entre el amor y la sociedad.
- Novelas espiritualistas: en ellas se percibe una mayor preocupación por problemas
religiosos, éticos y morales. Los personajes son humildes, con sólidos valores y gran
sentido del deber. Destaca Misericordia, en la que se aborda el tema de la bondad, la
caridad y la pobreza.
- Últimas novelas: en las que mezcla el realismo con lo maravilloso y fantástico
(Casandra).
Desde 1873 hasta 1912, Galdós desarrolla la serie de los Episodios nacionales: 46
relatos (narraciones breves) distribuidos en cinco series de diez episodios cada una
(excepto la última) centrados en los acontecimientos históricos más importantes en la
España del XIX (desde la batalla de Trafalgar hasta la Restauración. Encuadrados
dentro del género de novela histórica, nen relación con grandes acontecimientos de la
Historia de España, se narran episodios de la vida cotidiana de una serie de personajes
ficticios, cuyas vidas conforman la trama.

Leopoldo Alas “Clarín”. En su obra narrativa confluyen diversas influencias: elementos


naturalistas (observación minuciosa y dependencia fisiológica y psicológica) y una
religiosidad que defiende un cristianismo tolerante. Es autor de varios cuentos (Pipá,
¡Adiós, Cordera!...) y dos novelas (La Regenta y Su único hijo).
La Regenta, de influencia naturalista, es una novela extensa y compleja, pero de
sencillo argumento: plantea un triángulo amoroso (Fermín de Pas-Ana Ozores-Álvaro
Mesía) que desarrolla el tema del adulterio en una ciudad de provincias, Vetusta
(trasunto de Oviedo). Vetusta simboliza una sociedad caracterizada por un ambiente
mediocre y corrompido. Es una obra que destaca por la caracterización y profundidad
psicológica de los personajes, y por las técnicas narrativas (combina varios puntos de
vista: el objetivismo de la descripción, el narrador omnisciente, la visión de los
personajes a través del estilo indirecto libre; recurre a los saltos temporales que sirven
al autor para reconstruir el pasado de los personajes).

Emilia Pardo Bazán: Su obra narrativa comprende 18 novelas y numerosos cuentos y


relatos breves. La influencia del naturalismo se aprecia en las descripciones
minuciosas, la influencia del medio, la violencia…). Además de su calidad como
escritora, debe destacarse su papel como pionera del feminismo, visible también en
su obra literaria, en la que aborda el tema de la violencia machista (como se aprecia en
la antología de cuentos El encaje roto) e incorpora la defensa de la emancipación de la
mujer, de su derecho a recibir una educación, a decidir por sí misma o a no estar
sometida a la tutela del hombre, por ejemplo. Así, La tribuna es una novela
ambientada en Marineda (trasunto de a Coruña) y protagonizada por Amparo, una
cigarrera republicana y socialista que defiende la actividad laboral de las mujeres
como base de su independencia y reivindica el activismo político en una época en la
que la Constitución no recoge el derecho al voto de la mujer.
Su obra cumbre es Los pazos de Ulloa (y su continuación La madre naturaleza). En ella
se describe la Galicia rural del siglo XIX: un mundo de ignorancia, violencia y crueldad
en el que habita la barbarie y los seres primarios encarnados en aristócratas
decadentes, caciques, criados codiciosos. En este ambiente se presenta el proceso de
marginalidad y destrucción de los personajes llegados del entorno urbano, civilizado,
que serán derrotados por su bondad e indefensión.
Para saber más:
Enlace a la página oficial de la casa-museo de Galdós, en la que encontraréis
información y actividades sobre la vida y obra del autor:
http://www.casamuseoperezgaldos.com/recursos-educativos
Adaptación a TV de La Regenta (miniserie): https://www.rtve.es/play/videos/la-
regenta/
Unidad didáctica dedicada a Emilia Pardo Bazán (en el apartado 10 encontraréis
múltiples recursos multimedia sobre su vida y
obra):https://www.edu.xunta.gal/portal/sites/web/files/content_type/
learningobject/2021/05/21/f07ef86ddb7ebdd72c7ebf994559e7c5.pdf

TEMA 2. EL MODERNISMO. CARACTERÍSTICAS GENERALES A TRAVÉS DE LA FIGURA


DE RUBÉN DARÍO y DELMIRA AGUSTINI
El concepto «modernismo» ha de entenderse en un sentido amplio para definir tanto
un movimiento estético (literatura, pintura, escultura...) como una nueva corriente de
pensamiento, resultado de un profundo desacuerdo con la civilización burguesa. Con
esta actitud anti burguesa, iconoclasta y rebelde, se abandona la senda del
racionalismo positivista y se adopta una línea de pensamiento anti racionalista, cuyo
origen hay que buscarlo en el Romanticismo.
El Modernismo literario hispánico (1888-1908) surge en Hispanoamérica, impulsado
por autores como el cubano José Martí, el mexicano Gutiérrez Nájera y el nicaragüense
Rubén Darío.
Sus raíces se encuentran en la tradición romántica y en las numerosas tendencias
artísticas de Fin de Siglo, de ahí que la variedad y la heterogeneidad sean dos rasgos
típicos del Modernismo.
A grandes rasgos, podemos diferenciar dos tendencias o direcciones dentro de este
movimiento:
1) Un Modernismo externo, ornamental y exótico. Con espacios irreales (la India
fantástica, la cultura griega, el mundo caballeresco...) y personajes extraordinarios
(hadas, ninfas, princesas, centauros...).
2) Un Modernismo intimista. Donde afloran las preocupaciones existenciales, la
melancolía, el pesimismo, el desencanto, la angustia o «el dolor de ser vivo».
*Características principales:
1. Del Romanticismo se toma el descontento ante la vida, el culto a la muerte, la
soledad, la melancolía y el gusto por lo misterioso y lo fantástico.
2. Este sentimiento de tedio y hastío (consecuencia de no encontrar el sentido de la
vida) llevará a los artistas al culto al placer y al erotismo para combatir el vacío
existencial, y a conceder una gran importancia a la presencia de elementos sensoriales.
3. El deseo de evasión, que se relaciona con la búsqueda de refugio en lugares
exóticos, paisajes lejanos e imaginarios, épocas remotas, etc. A este mismo afán de
evasión, heredado del Romanticismo, se deberían el cosmopolitismo y la recuperación
de los héroes, mitos y tradiciones de las culturas precolombinas.
4. De inspiración parnasiana es la búsqueda de la perfección formal: la belleza como
máximo ideal. La poesía no ha de responder a ninguna idea moral, religiosa o política.
Es el concepto de “el arte por el arte”.
5. Del simbolismo proceden los efectos musicales del lenguaje, el arte de sugerir y la
capacidad de expresar las significaciones profundas de la realidad a través de símbolos.
6. Este deseo de belleza se aprecia también en el estilo y el vocabulario:
a) El léxico: riqueza de vocabulario, términos exóticos, cultismos, arcaísmos,
neologismos, adjetivación colorista, palabras sonoras...
b) La constante experimentación con el lenguaje y el uso de numerosos recursos
literarios para conseguir efectos plásticos, sonoros, etc.: reiteraciones, aliteraciones,
sinestesias, hipérbatos, imágenes, símbolos…
c) En cuanto a la métrica: recuperación de versos antiguos como el dodecasílabo y el
alejandrino, variación e invención de estrofas, verso libre, rima interna, ritmos
marcados y gran musicalidad.

Así, la trayectoria literaria de Rubén Darío representa la de todo el movimiento:


Azul… (1888) incluye cuentos breves y algunos poemas en los que pone de manifiesto
los pilares de una nueva estética en la que se renuevan tanto la métrica como el
vocabulario poético. La obra está llena de imágenes sorprendentes, adjetivos
inesperados, ritmos insólitos y sensualidad (“Venus”).
Prosas profanas encarna la plenitud del Modernismo formal gracias a sus innovaciones
métricas y verbales en unos poemas donde continúa la línea de evasión aristocrática
de la realidad (“Sonatina”), pero incorpora ya la preocupación social. Aunque el tema
por excelencia es el placer erótico, también cuestiona qué es el arte, la vida, la muerte,
etc.
Cantos de vida y esperanza supone una manifestación de estilo más sobria, cuyos
temas básicos serán los problemas del mundo hispánico y la reflexión existencial, lo
que lo sitúa en la línea del Modernismo más intimista y meditativo. Frente a la
voluntad elitista de obras anteriores, opta ahora por salir de “su torre de marfil” y
mantener una línea de compromiso político-social además de expresar con pesimismo
su cansancio y amargura ante la vida transcurrida (“Lo fatal”).

Por su parte, cuando la poeta uruguaya Delmira Agustini comienza a escribir, ya había
triunfado la estética modernista y se habían configurado todos sus rasgos. De todos
ellos, el erotismo es el que se hace más patente en su obra, en la que además aporta
una nueva perspectiva: la del deseo femenino. Así, en 1907 publica El libro blanco (que
se refiere al despertar sexual en poemas como “Explosión”), en 1910 Los cantos de la
mañana y en 1913 Los cálices vacíos (donde el erotismo es fuente de dicha absoluta
pero también de sufrimiento). En el epílogo de esta obra promete un próximo libro
que finalmente será publicado póstumo dentro de Obras completas de Delmira
Agustini.
Además, el Modernismo se plasma en sus poemas en el afán de aristocracia y
refinamiento (terciopelos, rubíes), en la clara intención de huir de la vulgaridad, sobre
todo a través del ensueño, y en la preocupación estética: culto a la palabra (cultismos y
palabras eufónicas como “aurisolado”, “emperlar”), musicalidad, cromatismo
(“blancos de plata”, “de armiño”, “de lirio”, “de nieve”, “de marfil”…).

En España, son ejemplos representativos del modernismo externo las primeras obras
de Juan Ramón Jiménez (Arias tristes) y de Antonio Machado (Soledades), además de
poetas como Salvador Rueda y, sobre todo, Manuel Machado (Alma, Caprichos); en
prosa, sobresalen las cuatro Sonatas de Valle-Inclán; y en teatro, Eduardo Marquina y
Francisco Villaespesa.
Tradicionalmente, el modernismo español se ha venido estudiando frente a la llamada
“generación del 98” (Unamuno, Azorín, Baroja, Machado...); sin embargo son dos
conceptos que no han de entenderse en oposición. Azorín, que creó el término
“generación del 98”, lo que en realidad hizo fue llamar así a lo que en el mundo
hispánico se conocía como modernismo. La “generación del 98” sería, por tanto, el
nombre que recibió el modernismo en España. En cuanto a las supuestas diferencias,
lo único reseñable es que en España algunos escritores se vieron muy influidos (debido
quizás al "desastre del 98") por el movimiento ideológico del Regeneracionismo de
Joaquín Costa, lo que daría origen al tema de España (su crisis y su esencia), sus
paisajes (sobre todo el castellano) y sus gentes (la intrahistoria).
Por lo que se refiere a la forma, la supuesta sobriedad expresiva del 98 tampoco los
diferenciaría como grupo, pues ni se dio en todos los autores ni sería exclusiva de ellos:
el mismísimo Rubén Darío es un ejemplo de sencillez en sus últimos poemas.

Para saber más:


http://www.cervantesvirtual.com/portales/ruben_dario/
https://cvc.cervantes.es/literatura/escritores/agustini/default.htm
https://www.youtube.com/results?search_query=delmira+agustini

TEMA 3. LA NOVELA DE LA GENERACIÓN DEL 98: BAROJA, UNAMUNO Y AZORÍN


Fue Azorín quien creó el término de “generación del 98”, para denominar así lo que en
realidad en el mundo hispánico se conocía como Modernismo. La “generación del 98”
sería, por tanto, el nombre que, en referencia a la pérdida de las colonias de Cuba,
Puerto Rico y Filipinas en 1898, recibió el Modernismo en España y que hoy
conocemos como “Modernismo español”.
Entre sus integrantes destacan Unamuno, Baroja, Azorín, Antonio Machado, Valle-
Inclán y Maetzu.
En cuanto a las supuestas diferencias de contenido, generalmente se consideraba que
la “generación del 98” optaba por el ensayo y la novela (frente a la poesía modernista),
que prefería una “literatura de ideas” (frente al “arte por el arte”) y que se refugiaban
en los pueblos y paisajes españoles en lugar de huir hacia lo lejano o exótico. Pero en
realidad, el hecho es que en España algunos escritores se vieron muy influidos, debido
quizás al "Desastre del 98", por el movimiento ideológico del Regeneracionismo de
Joaquín Costa, lo que daría origen al tema de España (su crisis y su esencia), sus
paisajes (sobre todo el castellano) y sus gentes (lo que Unamuno denominó
intrahistoria).
Por lo tanto, podemos considerar que los temas principales de estos autores son “La
angustia existencial y el tema de Dios” como consecuencia del hastío finisecular (de
ahí las reflexiones sobre la inexistencia y el motivo del sacerdote que pierde la fe) y “el
problema de España” que los llevará a la reflexión sobre la identidad, el deseo de la
regeneración espiritual y la crítica social (especialmente contra el caciquismo y el
poder de la Iglesia).
En lo que se refiere a la forma, se suelen señalar como rasgos diferenciadores: el
primitivismo, el subjetivismo y el deseo de renovación formal. El estilo comunicativo
con palabras del léxico tradicional y la supuesta sobriedad expresiva del 98 contraria al
estilo preciosista tampoco los diferenciaría como grupo, pues ni se dio en todos los
autores ni sería exclusiva de ellos (el mismo Rubén Darío es un ejemplo de sencillez en
sus últimos poemas, víd.t1).
La novela de la generación del 98:
En los primeros años del siglo XX, siguió vigente la estética realista-naturalista del siglo
anterior; sin embargo, pronto comienza a hacerse patente una renovación. Para ello, el
año 1902 fue decisivo, pues en él se publicaron cuatro títulos emblemáticos: La
voluntad, de Azorín; Amor y pedagogía, de Unamuno; Camino de perfección, de Pío
Baroja y Sonata de otoño, de Valle-Inclán. Estas novelas, cada una a su modo,
supusieron una radical ruptura con la estética realista-naturalista y el inicio de una
nueva manera de novelar, cuyas características más destacadas serían las siguientes:
• El subjetivismo. No interesa tanto la reproducción de la realidad como su reflejo en
el individuo. En ocasiones, este rasgo se materializa en personajes masculinos abúlicos
y desorientados como Andrés Hurtado (El árbol de la ciencia) o Augusto Pérez (Niebla).
• Las descripciones minuciosas del realismo, que pretendían crear una ilusión de
verosimilitud, son sustituidas por breves pinceladas impresionistas.
• Se busca el contraste ideológico a través de diálogos, monólogos, discursos
indirectos...
• La elipsis y el fragmentarismo sustituyen a la estructura ordenada y lineal típica del
realismo.
* Se concede mayor atención al proceso de formación del protagonista que al retrato
de la sociedad en su conjunto (novelas de formación o bildungsroman).

Pío Baroja concibe la novela como un género multiforme, abierto; rechaza las
estructuras cerradas y prefiere la acumulación de episodios, anécdotas, digresiones de
todo tipo... Sus personajes suelen estar polarizados en función de su respuesta. Así,
identificamos hombres de acción (como Zalacaín) y hombres abúlicos (como Andrés
Hurtado). Su estilo es claro, antirretórico, a veces con cierto desaliño expresivo, pero
siempre preciso. Su filosofía de la vida gira en torno a dos grandes ideas: el pesimismo
existencial (influido por Schopenhauer) y la concepción de la vida como acción, como
perpetuo movimiento.
Algunas de sus más de sesenta novelas fueron agrupadas en trilogías entre las que
destacan obras como: La busca (1904), en “La lucha por la vida”; Zalacaín el aventurero
(1909), en “Tierra vasca” y El árbol de la ciencia (1911), en “La raza”, todas ellas de la
primera etapa. En la segunda etapa abundan las divagaciones ideológicas. Destaca la
serie Memorias de un hombre de acción en la que narra las aventuras de un
antepasado suyo durante la guerra de la independencia. Una mezcla de lo histórico y lo
novelesco que ofrece una interpretación liberal de la historia de España. En la tercera
etapa destacan sus memorias tituladas Desde la última vuelta del camino.

Unamuno escribió novelas tan innovadoras que él mismo propuso para ellas una
nueva denominación: nivolas. Se construyen en torno al protagonista, cuyos conflictos
íntimos se diseccionan a lo largo del relato. Más preocupado por las ideas que por los
asuntos, dedica más espacio a los diálogos (debates, monólogos) que a la
ambientación y al marco temporal, presentados siempre de forma esquemática
(reduce al mínimo las descripciones).
En 1914 publica su mejor novela: Niebla, en la que se recurre a la utilización del juego
vida-literatura. El protagonista, Augusto Pérez, es abandonado por su novia cuando
iban a casarse. Decide suicidarse pero antes quiere saber la opinión del propio autor
de la novela, Unamuno, quien decide matar a Augusto; este se rebela contra su autor
recordándole que él también morirá. Plantea el conflicto del hombre supeditado a las
decisiones divinas de la vida o la muerte.
Unamuno también se sintió atraído por el tema de la lucha entre hermanos, por la
historia bíblica de Caín y Abel; este motivo fratricida sirve de base a su novela Abel
Sánchez.
Tras La tía Tula, centrada en las ansias de maternidad de una mujer virgen, Unamuno
publica San Manuel Bueno, mártir, en la que se cuenta la historia de un cura de
pueblo que ha perdido la fe; pero que aparenta tenerla para que sus feligreses
mantengan intactas sus creencias religiosas. Aparecen muchos de sus temas
recurrentes: la lucha agónica del individuo en este mundo, el creer y el aparentar
creer, la soledad, la vida como sueño... Se aprecian rasgos innovadores como la
intertextualidad (un narrador que relaciona esta obra con otras del mismo autor) o la
invitación al lector a opinar o reflexionar sobre la propia novela, la llamada
metanovela.

Las novelas de José Martínez Ruiz, Azorín, representan un rechazo total del realismo.
Sus tramas argumentales son mínimas, su obsesión por el paso del tiempo y la muerte
(muy influido por Nietzsche y su “eterno retorno”) constituye una constante, y todo el
espacio lo ocupa la descripción, de corte impresionista, del ambiente y de las
impresiones subjetivas de los personajes.
La voluntad , Antonio Azorín y Confesiones de un pequeño filósofo conforman la
trilogía “Antonio Azorín”, en la que predominan los elementos autobiográficos y las
impresiones suscitadas por el paisaje). La voluntad es su obra más representativa. Se
denuncia en ella el tema de la abulia como una de las principales lacras de la sociedad
española del momento a través de su protagonista, Antonio Azorín, que, agobiado y
pesimista, se marcha al campo en busca de una vida contemplativa.
En otras novelas, Azorín abandona los elementos autobiográficos, si bien continúa
reflejando sus propias inquietudes a través de sus personajes. Así, Doña Inés cuenta la
historia de una mujer enamorada de un poeta y su posterior renuncia por la presión de
una sociedad provinciana) y Don Juan se basa en la conversión cristiana del mito.

Para saber más:


https://www.youtube.com/watch?v=l9TDXngTEJw
http://roble.pntic.mec.es/msanto1/lengua/2g98.htm
www.youtube.com/watch?v=mzPprJnVcGQ&list=PL-
N1ct2ALL2EYwCr4dc0gTfdNvzLv0KbJ&index=4

TEMA 4. LA TRAYECTORIA POÉTICA DE ANTONIO MACHADO Y DE JUAN RAMÓN


JIMÉNEZ
Las primeras obras de Machado y de Juan Ramón Jiménez se sitúan en la órbita del
Modernismo hispánico, bajo el magisterio de Rubén Darío, el influjo del Simbolismo
francés y la huella de Bécquer. Con el tiempo, su concepción de la poesía diferirá:
comunicación, para Machado; interiorización de la realidad externa, para Juan Ramón.
Ambos acabarán convirtiéndose en los estandartes de las dos grandes corrientes líricas
del siglo XX (tal y como se reconoció en 1956 con la concesión del Premio Nobel de
Literatura a este último autor): la ético-realista de la “generación del 98” (Machado) y
la estético-experimental propia del Novecentismo (Juan Ramón).

En la trayectoria poética de Antonio Machado se distinguen tres etapas o ciclos:


La primera etapa (“etapa del yo”) es de clara inspiración modernista. Su obra
Soledades (1903), reelaborada más tarde en Soledades, galerías y otros poemas (1907),
se caracteriza por los sentimientos de soledad y melancolía; el uso de versos
típicamente modernistas como el dodecasílabo y el alejandrino (aunque predomina la
silva-romance) y la aparición constante de símbolos que hacen referencia a la angustia
existencial ante la fugacidad del tiempo (TEMPUS IRREPARABILE FUGIT) como:
El agua (donde confluyen todas las gotas de agua que somos cada uno) de los ríos, de
la lluvia, de las fuentes, de la noria, etc. Si está quieta o estancada, simboliza la
muerte; si está en movimiento, hace referencia al fluir continuo de esta, que entronca
con el paso inexorable del tiempo y con la desilusión, la melancolía, la monotonía de la
existencia.
La tarde (el ocaso, el crepúsculo, el atardecer…) es el espacio temporal preferido,
símbolo del declive, del decaimiento, de la melancolía, el fin del día (de la vida, de la
juventud). Surge así la descripción de un entorno con una variedad cromática que se
relaciona con el interior del poeta: los tonos ocres, rojos o violetas forman parte del
sentimiento melancólico.
Los caminos (y los ríos) simbolizan la vida, el paso del tiempo.
Las galerías representan los caminos de introspección que conducen al interior).

La segunda etapa (“etapa del tú”) es la que se corresponde con Campos de Castilla. Se
trata de una obra heterogénea (de temática variada) que conecta con las inquietudes
de la llamada “generación del 98” y que se irá incrementando con nuevos poemas en
ediciones sucesivas.
La primera edición saldrá a la luz en 1912, poco antes de la muerte de su esposa,
Leonor Izquierdo; la segunda aparecerá con la primera edición de sus Poesías
Completas en 1917. A grandes rasgos, aunque no supone el abandono absoluto de la
línea intimista anterior, pasa a adentrarse fundamentalmente en el paisaje castellano
(Soria, el Duero) y sus gentes, y en una visión crítica de España (además de los poemas
a Leonor y los de contenido religioso y filosófico).
En cuanto al estilo, si bien se conservan rasgos de la primera etapa, destaca la
tendencia descriptiva que se manifiesta en: el uso de palabras escuetas y de frecuentes
enumeraciones, el predominio de lo sustantivo (porque lo que se pretende es
presentar, nombrar realidades existentes), las reiteraciones léxicas (que indican
obsesión, insistencia o emociones fuertes), los deícticos espaciales y temporales (como
los adverbios de lugar y de tiempo, y los demostrativos), las voces arcaicas (que
simbolizan la rudeza y el atraso de Castilla), etc.

En la tercera etapa (“etapa del nosotros”) destaca su libro Nuevas canciones (1924),
una obra breve y heterogénea que fluctúa entre la canción popular y la meditación
filosófica. De esta última etapa destacan dos series de poemas: «Canciones a
Guiomar» (su amor de madurez) y «Poemas de la guerra».
La trayectoria poética de Juan Ramón Jiménez, que parte del Modernismo, constituye
una incansable búsqueda de la belleza, la perfección y el conocimiento en poesía. Esta
suele dividirse en tres etapas: sensitiva, intelectual y verdadera (o última).
En su etapa sensitiva se aprecia la influencia de Rubén Darío, el parnasianismo y el
simbolismo. El asunto fundamental es la sensibilidad, los sentimientos tristeza,
melancolía o ensueños del yo lírico en torno a la naturaleza, el amor o la muerte con
un tono siempre melancólico e intimista. El lenguaje es sobrio, con adjetivación
matizada y tenue musicalidad. En cuanto a la métrica, predominan los octosílabos y las
asonancias. Los títulos más representativos de esta primera etapa son Arias tristes
(1903), Jardines lejanos (1904) y la Soledad sonora (1911).

La etapa intelectual (1916-1936) está marcada por el primer viaje de Juan Ramón a
América en barco durante su luna de miel y su descubrimiento del mar, que será el
motivo central de su obra Diario de un poeta recién casado (posteriormente, Diario de
poeta y mar).
Este libro revolucionó la lírica española de la época. Juan Ramón elimina lo anecdótico
del poema para dar paso a la concentración conceptual y emotiva, tal y como se
aprecia también en Eternidades.
Los poemas son breves, densos, en versos preferentemente libres, sin rima o con leves
asonancias. Se trata de la búsqueda de la poesía pura o desnuda en la que se postula
la existencia de dos planos de la realidad: la material, perecedera, y la invisible,
inmutable y eterna, que el poeta debe descubrir y nombrar para hacerla eterna.
Para expresar estas ideas, se sirve de dos símbolos básicos: los nombres (encarnación
de la esencia de las cosas) y el mar (representación de la pluralidad del mundo).

La tercera y última etapa (verdadera) comprendería todo lo escrito durante el exilio. Es


una poesía elitista cada vez más exigente y hermética (él no creyó nunca en un arte
para la mayoría).
En La estación total (1946), Animal de fondo (1948) y Dios deseado y deseante (1949)
se aprecia un anhelo metafísico y una identificación del poeta con un dios que no es
una divinidad externa, sino naturaleza, belleza, la conciencia creadora del propio
poeta.
También a esta última etapa pertenece el poema en prosa Espacio, en el que utiliza
como molde expresivo el monólogo interior y en el que se suceden recuerdos,
reflexiones metafísicas, citas, alusiones a poetas... que el autor va hilvanando con la
técnica de asociación libre, recuerdos e introspecciones de muy diverso tipo.

Para saber más:


Página dedicada a Juan Ramón Jiménez en la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes:
http://www.cervantesvirtual.com/portales/juan_ramon_jimenez/
Documental Los mundos sutiles sobre Antonio Machado:
https://www.youtube.com/watch? v=VzAxaamafiA

También podría gustarte