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Paul Signac: Père Lachaise

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Georges-Pierre Seurat fue el fundador del llamado neo-

impresionismo (o puntillismo), que lleva la ciencia a la pintura mediante el estudio


del color. El artista teorizó sobre la aplicación científica del color, que como cualquier otra ley
natural, podría llevarse a la pintura. Podría ser el ojo quien mezclara los colores, y no el artista.
Es el propio espectador quien hace la función de paleta.

Con 15 años Seurat ingresa en su escuela municipal de dibujo, y después ingresa en la Escuela
de Bellas Artes de París. Sin embargo todavía no destaca por su talento artístico, por lo que
decide hacer algo nuevo, basado en el impresionismo. Es así como nace el puntillismo, que
como su nombre indica, es la ubicación armónica de puntos de colores para que el ojo humano
ordene la escena en la retina.

Otros artistas contemporáneos como Signac tomarán de Seurat esta técnica, que a la larga
desencadenaría movimientos de vanguardia como el fauvismo, también interesada en el
estudio del color e incluso podemos aventurarnos y afirmar que los píxeles en los que ustedes
están leyendo esto fueron invento suyo (aunque ahí están los mosaicos romanos también…)

Sin embargo, el los 80 su obra todavía no es entendida por el público, y lo que era
más frustrante, por los críticos, que con continuas burlas evitaron que su obra fuese comprada
por coleccionistas. Esto provocó que la situación económica de Seurat nunca fuese del todo
floreciente, cosa que por otra parte, y como bien sabemos, no tiene por que ser negativa desde
un punto de vista creativo.

En esos años de búsqueda de sustento, el artista no perdió el tiempo en lo que se refiere


a relaciones personales: más de 15 hijos no reconocidos sin que su esposa se enterara e
interminables noches de juerga que debilitarían su salud. Con 31 años el artista fallecería de
difteria y fue incinerado en el cementerio de Père Lachaise, dejando parte de su obra inacabada
(caso de «El Circo»).

Temáticamente se mostró siempre interesado por la vida moderna parisina, con


sus monumentos (la Torre Eiffel), sus paisajes (la isla de la Grande Jatte) y sus gentes.

Paul Signac
(París, 1863-id., 1935) Pintor francés. Inicialmente se alineó con los impresionistas, pero después de
conocer a Georges Seurat en 1884 se adscribió, como artista y teórico, al neoimpresionismo o
puntillismo. En sus obras plasmó sobre todo escenas marineras (puertos, veleros, faros), primero
con un puntillismo estricto y después con un toque más amplio, proporcional a las dimensiones del
cuadro. Son sus obras de estilo más libre, menos riguroso, las que revisten mayor interés y las que
cautivaron de forman singular a Henri Matisse. Dos cuadros, El palacio de los Papas y La entrada al
puerto de La Rochelle, evidenciaron su creciente interés por la luz y los colores.
Procedente de una familia acomodada, Paul Signac pudo dedicarse casi enteramente a la pintura.
Se formó en la École des Arts-Décoratifs de París (1882) y en un taller libre. En 1884 colaboró
activamente en la creación de la Société des Artistes Indépendants (de la que en 1903 ejercería la
vicepresidencia y en 1909 la presidencia) y en la fundación del Salon des Indépendants. Dos años
más tarde participó en la IX Exposición Impresionista junto a Edgar Degas, Jean-Louis Forain, Camille
Pissarro, Paul Gauguin y Georges Seurat.
Bajo el impulso de Seurat, Signac profundizó en la técnica puntillista, tomando como motivos las
orillas del Sena y las costas mediterráneas. Formuló sus ideas estéticas en De Eugène Delacroix al
Neoimpresionismo (1899). La obra es una defensa de los procedimientos técnicos adoptados por los
pintores neoimpresionistas, escuela nacida oficialmente en 1886 de la que formaron parte, además
de Signac, Georges Seurat (el fundador), Henry-Edmond Cross, Camille Pissarro, Maximilien Luce y
Théo van Rysselberghe, pintores animados por la común aspiración de dar a sus telas el máximo de
la luminosidad. Esta finalidad se busca por el uso de los colores puros no mezclados en la paleta,
aunque yuxtapuestos en la tela de modo que vistos a distancia, fundiéndose en la retina ("mélange
optique"), conserven el esplendor originario en el color derivado.

Henri-Edmond Cross ingresó en 1878 en las Écoles Académiques de Dessin et


d'Architecture de Lille, donde asistió al estudio del pintor Alphonse Colas.[1] Se trasladó
a París en 1881 y continuó su formación en el estudio de Émile Dupont-Zipcy. Aquel año
concurrió por primera vez al Salon y decidió cambiar su nombre por el de «Henri Cross»,
versión inglesa y reducida del original, para no ser confundido con el famoso pintor
romántico, Eugène Delacroix; más tarde, en 1886, adoptaría finalmente el nombre de «Henri-
Edmond Cross», para distinguirse del escultor francés Henri Cross.
En 1884 Cross colaboró en la fundación de la Société des Artistes Indépendants, donde conoció
a los pintores neoimpresionistas Seurat, Dubois-Pillet y Angrand. No obstante, todavía durante
los años ochenta su pintura habría de evidenciar el influjo de Bastien-Lepage, Manet y de los
pintores impresionistas.
El año de 1891, el de la muerte de Seurat, fue decisivo en su trayectoria artística. En él pintó su
primera obra neoimpresionista, Retrato de la señora Cross, y debido a problemas de
reumatismo, se trasladó a vivir al sur de Francia, primero a Cabasson y finalmente a Saint-Clair,
donde permanecería el resto de su vida, salvo dos estancias en Italia en 1903 y 1908 y visitas
anuales a París para exponer en el Salon des Indépendants.
Un año después de la llegada de Cross a Saint-Clair, Paul Signac fijó su residencia en Saint-
Tropez, a pocos kilómetros de distancia. En compañía de Signac, Cross afianzó su técnica,
llevando a cabo marinas y escenas de la vida campesina de ideología filo-anarquista. Además de
Signac, Cross mantuvo estrecha amistad con Angrand, Luce, Van Rysselberghe y Félix Fénéon, y
concurrió a diversos salones de La Libre Esthétique, en Bruselas.
Desde mediados de los años noventa Signac y Cross abandonaron los diminutos puntos de color
por pinceladas más amplias y ordenadas, semejantes a teselas de mosaico. El así llamado
«neoimpresionismo de segunda generación» tendría una importancia decisiva en la gestación
del Fauvismo, fruto del paso de muchos de los futuros artistas fauves, como Matisse, Derain,
Puy, Manguin, Camoin, Marquet y Valtat, por Saint-Clair y Saint-Tropez a comienzos del siglo XX.
En 1905 se celebró la primera exposición individual de Cross en la Galería Druet. Dos años más
tarde, Félix Fénéon organizó una retrospectiva de su obra en la Galería Bernheim-Jeune. Cross
murió de cáncer el 16 de mayo de 1910 en Saint-Clair.[2]
Nueve de sus obras se encuentran en el Museo de Orsay en París.de su pintura famosa
Pablo Picasso
(Pablo Ruiz Picasso; Málaga, 1881 - Moulins, Francia, 1973) Pintor español. La trascendencia de
Picasso no se agota en la fundación del cubismo, revolucionaria tendencia que rompió
definitivamente con la representación tradicional al liquidar la perspectiva y el punto de vista único.
A lo largo de su dilatada trayectoria, Pablo Picasso exploró incesantemente nuevos caminos e
influyó en todas la facetas del arte del siglo XX, encarnando como ningún otro la inquietud y
receptividad del artista contemporáneo. Su total entrega a la labor creadora y su personalidad
vitalista, por otra parte, nunca lo alejarían de los problemas de su tiempo; una de sus obras
maestras, el Guernica (1937), es la mejor ilustración de su condición de artista comprometido.
Georges Braque
(Argenteuil, Francia, 1882 - París, 1963) Pintor francés. Hijo de un pintor de brocha gorda, oficio que
siguió en un principio, Georges Braque estudió a partir de 1900 en la Escuela de Bellas Artes de
París y hacia 1906 se adhirió al fauvismo, bajo la influencia de su amigo Othon Friezs, con obras
como El embarcadero del puerto de l'Estaque.
En 1907, una exposición de Cézanne y el encuentro con Picasso pusieron a Braque en la senda del
cubismo, tendencia de la que es cofundador. Desde entonces hasta su movilización en la Primera
Guerra Mundial, trabajó en estrecha colaboración con Picasso, dando vida a la fase llamada
cubismo analítico (Naturaleza muerta con instrumentos musicales), y más tarde a la denominada
cubismo sintético (Vaso y violín).

A diferencia de Picasso, que plasmó con frecuencia la figura humana, Braque prefirió, a lo largo de
toda su trayectoria artística, la naturaleza muerta, en la que introdujo novedades significativas,
como el empleo del collage o la incorporación de letras y números. En sus bodegones cubistas juega
con el espectador, invitándole a reconstruir los objetos a partir de las diversas perspectivas que de
ellos introduce en sus obras.

Salvador Dalí
(Figueres, Gerona, 1904 - 1989) Pintor español. Si bien parte del inmenso prestigio y popularidad de
que gozó ya en vida se debió a sus estrafalarias e impostadas excentricidades, Salvador Dalí acertó a
insuflar nueva vida al surrealismo europeo hasta convertirse en su más conocido representante; sus
confusas ideas estéticas (el llamado método paranoico-crítico) fueron mucho menos decisivas que
sus impactantes composiciones, a las que trasladó con magistral precisión técnica un personalísimo
universo onírico y simbólico, tan nítido y luminoso como profundamente inquietante y perturbador.

Odilon Redon
(Burdeos, 1840 - París, 1916) Pintor, grabador y dibujante francés. Durante su etapa de formación
se interesó por la obra de Camille Corot, Eugène Delacroix y Jean-François Millet, y en 1860
comenzó a exponer en el Salón de los Amigos de las Artes de Burdeos. Vivió en su ciudad natal
hasta 1870, año en que se trasladó a París; en la capital francesa se relacionó con destacadas
personalidades del simbolismo artístico y literario (Gustave Moreau, Charles Baudelaire, Stéphane
Mallarmé o Joris-Karl Huysmans, entre otros).
En 1884 se convirtió en un personaje público a raíz de la aparición de una novela en la que el
protagonista coleccionaba dibujos suyos. Hasta entonces se había dedicado en exclusiva a la
ilustración al carboncillo, plasmando imágenes del todo alejadas de lo común, pobladas de seres
fantásticos. Los dibujos que realizó durante esa etapa, como Orfeo sobre las aguas (Kröller-Müller
Museum, Otterlo) o La araña (Museo del Louvre, París) se caracterizan por sus contrastes de luces y
sombras. En la serie Los negros (dibujos al carbón sobre papel teñido y litografías) exploró el juego
misterioso de las sombras y el ritmo de las líneas mentalmente concebidas.

Gustav Klimt
(Viena, 1862 - id., 1918) Pintor austriaco. Fue la figura más representativa del modernismo pictórico
(Jugendstil) en el mundo de habla alemana. Se formó en la escuela de artes aplicadas de su ciudad
natal y triunfó como autor de grandes pinturas decorativas en un estilo de corte academicista, del
que constituyen un buen exponente las pinturas de la escalera del Museo de Historia del Arte de
Viena.

En 1897, su interés por el arte de vanguardia lo llevó a abandonar la Asociación de Artistas Vieneses
y a fundar, con algunos amigos, la famosa Secesión Vienesa, de la que fue el primer presidente y
máximo exponente. Las pinturas murales alegóricas para la Universidad de Viena, en las que se
advierte ya un evidente cambio de estilo, suscitaron duras críticas, por lo que el artista abandonó el
encargo antes de finalizarlo (las que había concluido las destruyó un incendio en 1945).

Como consecuencia de este episodio, ya no volvió a recibir encargos oficiales, pese a lo cual realizó
gran cantidad de telas, en primer lugar paisajes plasmados con una concepción muy peculiar de la
perspectiva y en los que predominan las tonalidades verdes, y después, sobre todo, figuras
femeninas, que constituyen lo más conocido y valorado de su producción.

Gustave Moreau
(París, 1826 - id., 1898) Pintor francés. En 1857 realizó un viaje a Italia que le permitió conocer la
obra de clásicos como Miguel Ángel Buonarroti o Andrea Mantegna, y obtuvo el reconocimiento de
la crítica en el Salón de 1864, con Edipo y la Esfinge. Su período de madurez se inició a partir de
1870. Su obra muestra una clara preferencia por los temas históricos, bíblicos y mitológicos,
siempre desarrollados de forma inquietante y evocadora, a través de la recreación de atmósferas
exóticas, a menudo orientales, y del dramatismo de las escenas. Destaca también su particular
sentido del color, especialmente llamativo por sus brillos dorados. De entre sus pinturas cabe
destacar, entre otras, La aparición (1876), Quimera (1884) y Júpiter y Semele (1896). Perteneciente
a la corriente simbolista, Moreau inspiró a los futuros artistas surrealistas, sobre todo a André
Breton, Max Ernst y Salvador Dalí. Su obra se exhibe en su mansión parisina, que en 1902 pasó a ser
el Museo Gustave Moreau.

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