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Cap 06

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LA GUERRA

SUBMARINA 1914-1918
José María TREVIÑO RUIZ

(RR)

Introducción

L 2 de agosto de 1914, los primeros submarinos


alemanes salieron a la mar desde el pequeño puer-
to de la isla de Heligoland escoltados por patrulle-
ros, pues el Alto Mando Naval no confiaba en esta
nueva Arma que juzgaba frágil y más peligrosa
para sus propias dotaciones que para el enemigo.
No había sido hasta 1904 en que el padre de la
moderna Marina Imperial o Kaiserliche Marine,
almirante Alfred von Tirpitz, había autorizado la
construcción del primer sumergible alemán, el
Unterseeboot-1 (U-1), en los astilleros de Germa-
niawerft, resultado de las ideas y la patente del
ingeniero español Raymondo Lorenzo D´Equivi-
lley Montjustin, que había añadido dos motores de
petróleo Körting al invento del submarino eléctrico
de Peral para poder cargar las baterías en la mar.
Gracias al empuje del contralmirante Zeye, defen-
sor a ultranza de la nueva Arma, y al hecho de que
tanto Francia como Rusia y Gran Bretaña habían
comenzado la construcción de este nuevo tipo de
buque, los astilleros alemanes iniciaron la cons-
trucción de 16 submarinos, que a partir de 1908 incorporarían un nuevo inven-
to esencial para la navegación en inmersión: la aguja giroscópica. El tonelaje
de estas primeras unidades iría en aumento progresivamente; así de las 238 t
del U-1 se pasaría a las 465 del U-18, tonelaje similar al de un torpedero. Toda-
vía habrían de incorporar mejoras antes de su entrada en combate: en 1910,
sustituirían los renqueantes, ruidosos y poco potentes motores Körting por
flamantes motores diésel a partir del U-19. El programa naval alemán preveía
la construcción de seis submarinos anuales desde 1912, hasta alcanzar la cifra
de 72 unidades. El U-19 ya desplazaba 650 toneladas y daba 15 nudos en

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PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL...

superficie. No obstante, al
estallar las hostilidades en
agosto de 1914, la Marina
alemana solo contaba con 28
submarinos operativos. Parale-
lamente la Marina francesa ya
contabilizaba 77 unidades y la
Royal Navy 55. Pero como
a historia demostraría, no se
trataba de tener una miríada de
pequeñas embarcaciones, sino
de construir un sumergible
robusto, perfeccionado y dota-
do de los últimos adelantos.
Aún así, el submarino era
considerado en las tres mari-
nas citadas como un arma de
segunda clase para la «peque-
ña guerra naval», a respetuosa
distancia de los poderosos
acorazados y orgullosos cruce-
ros de batalla, auténticos colo-
sos de acero destinados a
dominar los océanos. A
comienzos de 1914 fue creada
en Kiel la Inspección de
Submarinos, que debería
calcular cuántos serían necesa-
Alfred von Tirpitz. rios, en el caso de una hipoté-
tica guerra contra el Reino
Unido, para colapsar su tráfico mercante, dando como resultado 48 unidades,
cifra que se quedaría corta en 225 unidades, como las circunstancias venideras
demostrarían. Los submarinos podían clasificarse en cuatro tipos principales:
costeros o UB, desplazando menos de 500 t; minadores costeros o UC, que no
eran otra cosa que UB modificados para fondear minas de orinque; UE o
minadores oceánicos, y los submarinos oceánicos o U, con desplazamiento
entre 500 y 800 toneladas.
El 4 de agosto, Gran Bretaña, tras varios días de dudas, declaraba la guerra
a Alemania y al Imperio austro-húngaro. La suerte estaba echada: había esta-
llado la Gran Guerra, si bien a partir de 1939 se la denominaría Primera
Guerra Mundial, para llamar a la nueva conflagración Segunda Guerra
Mundial.

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PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL...

Año 1914. Inicio de la campaña submarina: nace una nueva arma

En la mañana del 8 de
agosto y, en las proximidades
de Fair Island, el U-15 descu-
brió tres buques de línea, los
HMS Ajax, Monarch y Orion,
por lo que realizó un ataque a
cota periscópica sobre el
Monarch, lanzándole un torpe-
do sin éxito. Era el primer
ataque de un submarino en la
Primera Guerra Mundial. Al
día siguiente una escuadrilla
de cruceros británicos descu-
brió al U-15 en superficie; el
más próximo, HMS B i r -
minghan , abrió fu ego so-
bre el submarino aumentando
al mismo tiempo su velocidad,
para pasarlo por ojo antes de
que el U-15 pudiera hacer
inmersión. El desdichado
submarino no pudo hacer
Winston Churchill.
inmersión a tiempo y, partido
en dos, se hundió con toda su
dotación. No terminaron aquí las desgracias de la primera incursión de los
submarinos alemanes: el U-13 se perdió igualmente al tocar su casco una
mina de orinque.
Afortunadamente para Alemania, en el mes de septiembre cambiarían
totalmente los negros resultados de agosto. Así, el teniente de navío Hersing,
uno de los comandantes más experimentados, establecido en patrulla con el
U-21 en el Firth of Forth, penetró audazmente en la ría escocesa, avistando el
día 5 al destructor HMS Pathfinder, guía de una línea de fila de varios
destructores. El torpedo, certeramente lanzado por el U-21, acertó al destruc-
tor a la altura de su chimenea de proa, partiéndolo literalmente en dos y,
envuelto en llamas, lo envió a las profundidades con los 259 hombres de su
dotación. Este ataque «a domicilio» creó un gran pánico en todo el Reino
Unido, los buques de guerra británicos ya no se sintieron seguros y la Grand
Fleet fue ubicada en el más seguro de sus fondeaderos: Scapa Flow, en las
septentrionales islas Orcadas.
No acabarían aquí las desdichas británicas, pues al alba del 22 de
septiembre tres cruceros acorazados de 12.000 t navegaban en línea de fila al

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PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL...

HMS Aboukir.

sur del Dogger Bank, confiados en que el mal tiempo reinante les protegería
de cualquier incursión submarina. Súbitamente una violenta explosión sacu-
diría mortalmente al primero de ellos, el HMS Aboukir, que se hundiría 25
minutos más tarde con gran parte de su dotación. El segundo de la línea de
fila, HMS Hogue, acudió en auxilio de los náufragos, pues su comandante
creía que la explosión era el resultado de una mina a la deriva. Dos nuevos
torpedos hundieron al crucero acorazado en tan solo 10 minutos, con prácti-
camente toda la dotación. El tercer buque de línea, HMS Cressy, que había
parado máquinas, atónito por la escena que presenciaba, fue igualmente
hundido en 15 minutos. En total 63 oficiales y 1.063 suboficiales y clase
desaparecieron entre las olas, pudiendo salvarse tan solo 837 tripulantes. El
autor de esta tremenda catástrofe causada a la poderosa Royal Navy en poco
más de una hora fue un minúsculo submarino de apenas 500 t y una treintena
de hombres de dotación: el U-9, mandado por un joven oficial, el teniente de
navío Otto Weddingen, excelente maniobrista, frío y audaz en sus ataques.
Con este exitoso golpe, había alcanzado la mayoría de edad el Arma Subma-
rina, hasta ahora menospreciada por los grandes buques de superficie, los
mismos que ahora solo tenían para oponerle sus rodas de acero. Churchill,

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PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL...

Hundimiento de los HMS Aboukir, Hogue y Cressy el 22 de septiembre.

responsable de la Marina británica, como primer lord del Mar, diría a sus
subordinados: «Ni Nelson en todas sus campañas sufrió las bajas que en
poco más de una hora nos ha causado un pequeño submarino que no llega a
las 500 toneladas». Los U-Boote alemanes constituirían a partir de ese
momento la principal preocupación del político inglés, que en sus memorias
como premier, durante la Segunda Guerra Mundial, confesaría que lo único
que le quitó el sueño durante la contienda fueron los ataques de los submari-
nos alemanes.
Muy distinta era la situación en Alemania. Cuando el U-9 entró en
Wilhelmshaven el día 24, se atracó al costado del yate imperial Hohenzollern-
para ser recibido por el mismísimo káiser Guillermo II, que le impuso la Cruz
de Hierro a su comandante a bordo del submarino. La Marina Imperial alema-
na tomó bruscamente conciencia de la importancia táctica de los U-Boote,
capaces de enviar al fondo del mar 36.000 toneladas de grandes buques de
guerra en cuestión de minutos. Weddingen revalidaría su título de héroe
nacional hundiendo el 15 de octubre al crucero británico HMS Hawke de
7.500 toneladas. Los restantes que le acompañaban huyeron enmascarados en
espesas cortinas de humo negro, pues habían aprendido la lección del 22 de
septiembre.

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PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL...

Paralelamente, el U-17 hundiría cerca de la costa noruega al primer


mercante británico, el SS Glitra. Otro submarino, el U-20, sembraría la
inquietud en el canal de la Mancha atacando a un convoy canadiense que
había sido desviado de Southampton a Plymouth. El U-20 volvería a su base
dando un gran rodeo, barajando la costa de Gran Bretaña por el norte de Esco-
cia, por lo que los británicos pudieron apreciar que los U-Boote cada vez se
aventuraban más lejos de sus bases, pudiendo llegar hasta las islas Orcadas y
Scapa Flow, rada que Weddingen intentó en vano forzar, algo que conseguiría
su compatriota Günther Prien 35 años más tarde al mando del U-47.
La ocupación de las costas de Flandes por el victorioso e imparable Ejér-
cito alemán hizo posible establecer bases de submarinos en ellas a partir del
9 de noviembre, siendo el U-5 el primer sumergible que se establecería en
Zeebrugge, seguido más tarde por los U-8, U-11 y U-21. El 26 de octubre, el
teniente de navío Schneider, comandante del U-24, comunicó el hundimiento
del primer buque de pasajeros aliado a la altura del cabo Gris Nez, el paque-
bote francés Amiral Ganteaume, que transportaba 2.500 refugiados belgas;
afortunadamente tan solo perecieron 40 pasajeros, pudiendo salvarse el resto
en los botes salvavidas. Este sería el primero de una serie de hundimientos
polémicos de buques de pasaje, sospechosos siempre de transportar tropas y
armamento. A finales de noviembre, el U-18, al mando del teniente de navío
Hennings, intentó emular a Weddingen forzando la entrada en Scapa Flow,
siguiendo aguas a un mercante, pero la rada estaba vacía, y cuando invertía el
rumbo fue descubierto por los buques que patrullaban la entrada. Al hacer
inmersión rápidamente, el casco del submarino tocó el rocoso fondo, sufrien-
do daños considerables, por lo que se vio obligado a hundir su barco en las
proximidades de Pentland Skerries, siendo hecho prisionero por los británicos.
El último día del año, el 31 de diciembre, se cerró con una nueva victoria
alemana: el U-20 lanzó un torpedo en las proximidades de la isla de Wight al
acorazado HMS Formidable de 15.000 t., que se hundió con la pérdida de 150
hombres de su dotación, que no fueron recogidos por los buques de línea que
lo seguían en cumplimiento a las tajantes e inflexibles órdenes del Almiran-
tazgo británico de no parar máquinas para recoger náufragos por miedo a ser
torpedeados.

Año 1915. La guerra al trágfico sin restricciones

Tras la batalla de Dogger Bank, librada el 24 de enero de 1915, se impuso


la idea de utilizar los U-Boote exclusivamente contra los buques mercantes
que aprovisionaban las Islas Británicas, si bien el almirante Hugo von Pohl,
jefe del Estado Mayor de la Kaiserliche Marine limitó los ataques a áreas
reducidas, como el estuario del Támesis, debido a las reticencias que venían
del canciller alemán Theobald von Bethmann-Hollweg, que aducía que el

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PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL...

ataque en inmersión de un
submarino iba en contra del
Derecho Marítimo Internacio-
nal, ya que no aplicaba el
derecho de visita, ni se incau-
taba de la presa, ni se hacía
cargo de la dotación. No
obstante, ante la indiscutible
superioridad naval del enemi-
go, la estrategia naval alemana
se centró en una guerra de
desgaste que ahogase al Reino
Unido.
Tras el hundimiento de la
escuadra de Graf von Spee en
las Malvinas, se vio claramente
que los únicos buques que
podían patrullar en solitario
atacando al tráfico mercante
con posibilidades de sobrevivir
eran los submarinos, por lo que
Estado Mayor General, con
permiso de Exteriores, declaró
el 4 de febrero zona de guerra
las aguas de Gran Bretaña,
Irlanda y el canal de la
Mancha, y a partir del 18 de ese Otto Weddingen.
mismo mes todo navío mercan-
te enemigo que navegase por
esas aguas podía ser hundido sin previo aviso, si bien la presión de Estados
Unidos hizo que Alemania excluyese a los buques neutrales de esta amenaza.
Como respuesta a esta declaración de intenciones, los gobiernos de Francia
y el Reino Unido decidieron no respetar las declaraciones del Congreso de
París de 1856 en lo que atañía a la inviolabilidad de las mercancías enemigas
bajo pabellón neutral, además de minar todas las aguas próximas a las Islas
Británicas y bloquear el tráfico mercante a los puertos alemanes. Los submari-
nos, que se convertirían en el arma más sofisticada y eficaz de la Gran Guerra,
eran apenas unas embarcaciones capaces de hacer inmersión con una cierta
garantía de volver a salir a la superficie, en unas condiciones más que penosas
de habitabilidad para sus sufridas dotaciones, confinadas en cámaras malo-
lientes, respirando una atmósfera cargada de gases procedentes de los motores
y de la carga de baterías, con una higiene muy limitada al no tener duchas y
durmiendo a cama caliente entre los tubos lanzatorpedos.

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PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL...

Submarino U-9.

El Mediterráneo estaba considerado como un escenario secundario de la


guerra naval hasta el 23 de mayo, fecha en que Italia entró en el conflicto al
lado Francia y Gran Bretaña, por lo que la Marina alemana decidió enviar
submarinos a este mar en apoyo de los submarinos austríacos, prácticamente
limitados al Adriático. Así, en el verano fueron llegando a la base naval aus-
tríaca de Cattaro los U-33, U-34, U-35, U-38 y U-39, conocidos como la
Flotilla de los 30.
El máximo punto de tensión por causa de la guerra submarina al tráfico se
alcanzó cuando el 7 de mayo de 1915 el U-20, del teniente de navío Schwie-
ger, hundió al SW de Irlanda al lujoso transatlántico de 30.000 t RMS Lusita-
nia, de la compañía británica Cunard Line, el mayor buque de pasajeros de la
época, que hacía el trayecto Nueva York-Liverpool, lo que desató una campa-
ña mundial en contra de Alemania y su guerra al tráfico sin restricciones,
exigiendo explicaciones Washington a Berlín por la muerte de 1.198 perso-
nas, de ellas 128 ciudadanos norteamericanos, por lo que a partir de septiem-
bre el Estado Mayor de la Marina alemana ordenó la guerra al tráfico con
restricciones.
Sin embargo en el Mediterráneo, al no haber prácticamente buques nortea-
mericanos, esas restricciones no se aplicaron, por lo que la Flotilla de los 30
hundió a la Entente 63.000 t en octubre, 152.000 en noviembre y 76.000 en

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PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL...

diciembre. Frente a estas pérdidas, los aliados solo podían oponer patrullas de
buques de superficie, especialmente torpederos, que trataban de sorprender a
los submarinos en superficie cuando cargaban sus baterías. A mediados de
1915, los aliados solo contaban en el Mediterráneo con 52 arrastreros y
12 torpederos, cuando las necesidades eran de 250 y 140 respectivamente, ya
que solamente Francia perdió en las costas argelinas 23 buques y otros 34
fueron torpedeados.

Año 1916. Los días felices

A comienzos de 1916, ante el temor de una intervención militar norteame-


ricana en Europa, los alemanes recondujeron la guerra submarina a una
campaña con limitaciones, dentro de las zonas de guerra establecidas, fuera de
las cuales los buques mercantes solo podrían ser hundidos si iban armados y
los de pasajeros no podían ser atacados. Von Tirpitz, partidario de la guerra
submarina sin limitaciones, dimitió el 17 de marzo, siendo sustituido por el
almirante Eduard von Capelle. Esta etapa de la guerra submarina con restric-
ciones acabó con el torpedeamiento del ferry francés Sussex por el UB-29, el
24 de marzo, en aguas del canal de la Mancha. El Gobierno alemán alegó para
justificar el ataque a este buque de pasajeros que el ferry transportaba tropas a
Francia. Desde octubre de 1915 a febrero de 1916, los U-Boote habían hundi-
do 209 buques, con un total de 506.000 t, de ellas un 75 por 100 se habían
perdido en el Mediterráneo. La llegada de más submarinos a este teatro estra-
tégico se tradujo en la pérdida de 192.000 t en el primer trimestre de 1916; de
abril a junio se echaron a pique otras 200.000 t, y de julio a septiembre
321.000 toneladas. En total, durante el año de 1916 los submarinos que opera-
ban en el Mediterráneo hundieron 800.000 t de barcos mercantes aliados, a los
que habría que añadir otras 80.000 como resultado de los minados ofensivos.
A la vista de estos excelentes resultados conseguidos por la Flotilla de los 30,
se enviaron otros cuatro submarinos a Cattaro en otoño. A esta altura de la
guerra submarina, las potencias aliadas basaban su táctica en la búsqueda y
destrucción de los U-Boote a la salida de sus bases o mediante su intercepta-
ción en las grandes rutas comerciales y la utilización de buques-trampa o
buques Q, si bien más tarde incrementaría el número de patrullas antisubmari-
nas, aunque no poseían detectores submarinos, tan solo sencillos hidrófonos,
ya que la invención del ASDIC (Allied Submarine Detection & Investigation
Committee) no tendría lugar hasta 1920.
En el otoño de 1916, la entrada en guerra de Rumanía con los aliados y la
mala situación del Ejército alemán tras la batallas de Verdún y el Somme,
decidieron al Alto Mando alemán a intensificar la guerra del desgaste contra el
Reino Unido, fijando la cifra de 600.000 t de barcos hundidos mensualmente
como la necesaria para hacerlo capitular antes de la más que probable inter-

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PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL...

Lusitania.

vención de los Estados Unidos. No obstante, el canciller alemán Bethmann-


Hollweg hizo un último intento para evitarlo, entregando a los representantes
de Estados Unidos, España y Suiza una carta que planteaba las condiciones
para iniciar una negociaciones de paz, cuyo fracaso significaba la reanudación
de la guerra submarina sin restricciones. El rechazo de los aliados a esta oferta
alemana llevó al jefe del EM Naval, Adolf von Trotha, a ordenar la guerra
submarina sin restricciones, anulando incluso las órdenes restrictivas promul-
gadas como consecuencia de los buques de pasajeros Lusitania, Arabic y
Sussex. El resultado fue que entre octubre de 1916 y enero de 1917 los
U-Boote enviaron al fondo del mar 1,4 millones de toneladas.

Año 1917. El canto del cisne

En la conferencia que tuvo lugar en el castillo de Pless, el 9 de enero de


1917, como respuesta a las declaraciones hostiles del presidente norteamerica-
no Wilson, que llevarían a la ruptura de relaciones con Alemania el 5 de febre-
ro y a la entrada en guerra de Estados Unidos el 6 de abril, el káiser decidió
que la guerra submarina a ultranza comenzaría el 1 de febrero. A partir de esa
fecha, todo el tráfico marítimo fue prohibido en las aguas circundantes a la

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PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL...

Gran Bretaña, Francia, Italia y


el Mediterráneo oriental. El
bloqueo alemán, que había
sido anunciado el 31 de enero,
eliminaba el canal de navega-
ción reservado para los
buques neutrales que lo
usaban para el tráfico de Fran-
cia con Gibraltar y las colo-
nias del norte de África. El 25
de febrero se amplió el área de
guerra a las Azores y se anuló
el canal reservado en el Medi-
terráneo, mar donde Alemania
había aplicado por primera
vez la guerra submarina a
ultranza. Las sucesivas
ampliaciones de la zona de
guerra perjudicaron los intere-
ses de España, ya que amena-
zaba la seguridad de la nave-
gación en el área de Canarias,
Sáhara Occidental y Guinea
Ecuatorial; de hecho la flota
mercante española sufriría 128
ataques durante el conflicto, Káiser Guillermo II.
con la pérdida del 20 por 100
de sus buques, unas 200.000
toneladas.
El 17 de marzo los U-Boote hundieron tres buques mercantes norteamerica-
nos, precipitando la entrada en guerra de los Estados Unidos en abril. Gracias
al perfeccionamiento de los submarinos y a las tácticas de sus comandantes,
en el último trimestre de 1916, la media de hundimientos mensuales fue de
350.000 toneladas. Pero el número de U-Boote todavía era insuficiente para
alcanzar las 600.000 t mensuales de facto, si bien en los puertos austríacos de
Cattaro y Pola había ya 30 submarinos en la mar y de forma permanente esa
cifra quedaba reducida a la mitad para controlar todo el Mediterráneo. Al
entrar en vigor la guerra submarina sin restricciones, la cifra de hundimientos
fue ascendiendo de 520.000 t en febrero, 564.000 en marzo y 860.000 en
abril, a costa de la pérdida de tan solo ocho submarinos, si bien la cifra bajó a
616.000 t en mayo y volvió a subir a 696.000 en junio, manteniéndose a ese
nivel durante los meses del verano. El principal esfuerzo se hacía en el Medi-
terráneo occidental, área preferida para establecerse en patrulla los U-Boote, a

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PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL...

sabiendas de la beneficiosa neutralidad de España. La proporción de hundi-


mientos de buques mercantes aumentó tanto que produjo una crisis en el
Almirantazgo británico, cuyas medidas no eran capaces de disminuir las
pérdidas mensuales de barcos aliados, pese a que desde enero de 1917 se
había puesto en vigor en el Atlántico el sistema de navegación en convoyes
escoltados por buques de guerra, y en mayo se adoptó el mismo gracias al
apoyo de destructores norteamericanos. Poco a poco fue dando resultados, y
de las 472.000 t hundidas en agosto se pasó a las 353.000 en septiembre, al
mismo tiempo que las bajas de submarinos subieron a 68 en 1916, y 67 al año
siguiente, superando por primera vez las pérdidas a las construcciones.

Año 1918. El final de la guerra submarina

La cantidad de buques hundidos disminuyó drásticamente en 1918 debido


al buen funcionamiento del sistema de convoyes en todos los mares. Así en
1917, el 70 por 100 de los buques habían sido hundidos por los U-Boote frente
al 50 por 100 en 1918. También tuvo una gran importancia en esa disminución
la intensificación de las patrullas antisubmarinas, debido al aumento de buques
de superficie dotados de cargas de profundidad e hidrófonos por la entrada de
los Estados Unidos en guerra a partir de abril de 1917 y el minado de extensas
zonas de aguas costeras en el Mediterráneo y el canal de la Mancha. Todo ello
hizo que las pérdidas de los U-Boote se doblasen: de los 20 submarinos perdi-
dos en el primer semestre de 1917 se pasó a 43 en el mismo período de tiempo
en 1918. La Flotilla de los 30, basada en Cattaro, perdió ocho U-Boote de
enero a mayo. En el angosto Mediterráneo, después de realizar un ataque, los
submarinos eran perseguidos durante horas gracias al seguimiento con
los primitivos hidrófonos, y acababan saliendo de noche a la superficie, una
vez exhaustas sus baterías, para proseguir el combate al cañón cuando se les
acababan los torpedos. Esa tensión, unida a los persistentes ataques con cargas
de profundidad, hizo cada vez más difícil reclutar voluntarios para los
U-Boote, al mismo tiempo que iban desapareciendo los comandantes y dota-
ciones más veteranas y experimentadas. En marzo de 1918, el número de
buques botados por los aliados superó al de los hundidos por los submarinos,
momento en que el premier británico Lloyd George afirmó que los submarinos
habían dejado de ser un peligro para la supervivencia del Reino Unido para
pasar solo a ser una amenaza. A partir de mayo los 24 que aún quedaban en el
Mare Nostrum cambiaron su táctica, pasando a realizar ataques de forma
conjunta, algo que se repetiría en la Segunda Guerra Mundial con la Rudeltak-
tik o táctica de traílla, conocida también como manada de lobos.
La pérdida de las bases navales de Cattaro y Pola por parte de los austro-
húngaros hizo imposible la actividad de los U-Boote en el Mediterráneo a
partir de octubre. Precisamente en ese mes se produjeron los amotinamientos

310 [Agosto-septiembre
PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL...

de la marinería en los grandes


buques de superficie amarra-
dos en Kiel, Wilhelmshaven,
Heligoland, Borkum y Cuxha-
ven, preludio de la revolución
que se extendería por toda
Alemania. El 21 de octubre el
almirante Von Scheer, jefe de
la Marina alemana, ordenó la
finalización de las patrullas de
los U-Boote en el Mediterrá-
neo. Quince submarinos retor-
naron a las bases en Alemania,
mientras que otros seis que se
encontraban averiados fueron
hundidos por sus dotaciones
en puerto. Los buques de
superficie aliados intentaron
obstaculizar el regreso de los
15 submarinos, estableciendo
dispositivos antisubmarinos en
Otranto, Mesina y Gibraltar,
pero tan solo el U-34, del
teniente de navío Johannes
Klassing, fue hundido frente a
Ceuta por un buque Q o barco Lothar von Arnauld de la Perière.
trampa, el Privet, el 8 de
noviembre. El UC-74 se refu-
gió en Barcelona al no tener
suficiente combustible para llegar a Alemania, y el UB-50, del teniente de
navío Heinrich Kukar, torpedeó el 9 de noviembre a la altura de cabo Trafal-
gar al acorazado Britannia de 16.000 t, teniendo el dudoso honor de ser el
mayor y el último buque de guerra británico hundido en la Primera Guerra
Mundial por un U-Boot, con la pérdida de 50 hombres. En España se interna-
ron —además del UC-74 en Barcelona, el UB-23 el 29 de julio de 1917 en La
Coruña y en 1918 el UC-48 en Ferrol el 23 de marzo—, el UC-39 en Cartage-
na el 18 de mayo y el UC-56 en Santander el 24 del mismo mes, todos ellos
gravemente averiados. El 11 de noviembre de 1918 Alemania firmó el armisti-
cio con los aliados. De los 375 submarinos que entraron en combate en la
Primera Guerra Mundial, se perdieron 202, es decir el 54 por 100 de los U-
Boote. Los submarinos supervivientes serían repartidos entre las potencias
aliadas, y la Marina alemana tendría que convivir durante dos décadas con la
prohibición de construir este tipo de buque.

2014] 311
PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL...

Conclusiones y datos

La Primera Guerra Mundial significó la mayoría de edad del submarino


como arma naval, y las cifras no dan lugar a dudas: 7.400 buques hundidos
con 11 millones de toneladas enviadas al fondo de los océanos. Además los
U-Boote torpedearon 146 buques de guerra aliados, hundiendo 104 de ellos,
con un desplazamiento total de 563.401 toneladas. Las mayores pérdidas de
vidas humanas se produjeron en el transporte de tropas italiano Príncipe
Umberto, con 1.926 desaparecidos, hundido por el U-5 en junio de 1916;
seguido por el británico Gallia con 1.338 muertos y el ya nombrado Lusitania
con 1.198 víctimas. Los mayores buques hundidos fueron los de pasajeros:
Britannic, gemelo del Titanic y con un desplazamiento de 48.158 t, habilitado
de buque hospital, que fue hundido por un torpedo del U-73 el 21 de noviem-
bre de 1916 en el mar Egeo; los Justicia y Lusitania, ya nombrados, con
más de 30.000 t siguen en la desdichada lista. Por contra, los comandantes
de U-Boote «más exitosos» fueron el teniente de navío Lothar von Arnauld de
la Perière, de origen francés, que hundió 195 buques, totalizando 455.869 t,
cifra que no pudo ser superada por los comandantes de U-Boote en la Segun-
da Guerra Mundial. Le siguieron los de su mismo empleo Walter Forstmann,
con 149 buques y 391.607 t, y Max Valentiner, con 114 y 299.607. Como los

U-35 en el Mediterráneo.

312 [Agosto-septiembre
PRIMER CENTENARIO DEL INICIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL...

U-Boote tenían «alma», habría que mencionar a los más exitosos, pertenecien-
tes todos ellos a la Flotilla de los 30, destacando el U-35, la mayor parte de su
tiempo bajo el mando de Arnold de la Perière, con 224 hundimientos y
538.498 t, una auténtica máquina de guerra naval, seguido del U-39, del
teniente de navío Fortsmann, con 157 buques y 404.478 t. Este submarino no
llegaría a su base, pues el 18 de mayo fue atacado con bombas de un avión
francés y al resultar averiado entró en Cartagena en la tarde de ese mismo día.
El tercero en el ranking fue el U-38, del teniente de navío Max Valentiner, con
138 buques y 299.985 toneladas.
De los submarinos aliados no hay mucho que decir, dado que al ser Alema-
nia una potencia continental y ser embargados prácticamente todos sus buques
mercantes en los primeros días de guerra, en los puertos aliados donde se
encontraban atracados no tuvieron muchas oportunidades los submarinos fran-
ceses, británicos o rusos de realizar campañas submarinas como los U-Boote.
Tan solo es digna de reseñarse la gesta de los británicos en los Dardanelos,
por su audacia al penetrar los estrechos turcos para atacar a los dos cruceros
alemanes Breslau y Goeben cedidos a los turcos. Los británicos no pudieron
alcanzar a los buques alemanes, pero el B-11 hundió al viejo acorazado turco
Messudieh.
El gran error de la Marina alemana fue no creer desde el primer momento
en el Arma Submarina y no empeñar todo su esfuerzo de guerra naval en la
construcción de centenares de este nuevo tipo de buque, que de haber conse-
guido desde el primer momento la cifra de 600.000 t de hundimientos
mensuales habría obligado a Gran Bretaña a firmar el armisticio. Lo curioso
del caso es que este error volvería a cometerse en la Segunda Guerra
Mundial, propiciándose inicialmente la construcción de enormes acorazados
que fueron hundidos inmisericordemente, retrasando la construcción de los
eficaces U-Boote.

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