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Memoria Las viejas campanas
Y resbaló el amor estremecido
Oigo viejas campanas que llegan del pasado, por las mudas orillas de tu ausencia. campanas de la tarde en los pueblos La noche se hizo cuerpo de tu esencia tranquilos… y el campo abierto se plegó vencido. (...) Un ayer de tus labios en mi oído, Venid conmigo, entrad a la sombra que llega. una huella sonora, una cadencia, Cantad, pues sois tan leves que no puede hizo flor de latidos tu presencia decirse en el último borde del olvido. si sois un sueño muerto o si es que estáis Viniste sobre un aire de amapolas. distantes, Como suspiros estallando rojos, porque la lejanía confunde espacio y tiempo. bajo el ardor de las estrellas plenas, Éste es el tiempo triste de nacer con los labios avanzaron como olas. recuerdos. Y sumiso en el sueño de tus ojos Cuando yo vine al mundo, habían muerto murió el dolor en las floridas venas. cosas De Sonetos a la piedra (1943), Dionisio que he crecido esperando. Y yo no lo sabía, Ridruejo las suponía cerca, tal vez tras de mi casa, tal vez tras de esos montes a donde van los pájaros. Tentación en el aire Y el rumor del poniente era su voz remota. Sabía que vendrías a hablarme No sé, yo no sé qué eran las cosas que y no te huía, esperaba. demonio, ángel mío, tentación en el aire. Sé que era algo sencillo. Eran dulzuras Sabía que tus ojos ahogarían mis ojos mínimas. cansados ya de largos horizontes de hastío y de copiar tranquilos paisajes de remanso. Quizá mañanas claras, quizá rumor de Antes de verte, lejos, te adiviné en mi alma, fuentes, como algún fauno joven que con flauta quizá campos amigos donde Dios paseaba, báquica o era el amor, a salvo del viento de la historia, avivara en mi carne o el conversar despacio de las cosas sabidas… un fuego leve, quieto, amenazado casi de apagarse algún día, De La espera (1949), J. M.ª Valverde rodeado de hielos, engaños de mí mismo (…) De Profundis De Rumor oculto (1946), P. García Baena El dedo de mi Dios me ha señalado: odre de putrefacción quiso que fuera este mi Liras cuerpo, y una ramera de solicitaciones mi alma, no una ramera fastuosa de las que hacen Lo delicado bala languidecer de amor al príncipe sobre el continuamente dulce sin sentido cabezo del valle, en el palacete de verano, con la expresión de ala describiendo una sino una loba del arrabal, acoceada por los suave trajinantes, que ya ha olvidado las palabras de línea de movimiento amor, y sólo puede pedir unas monedas de la oveja vieja maniata al viento (…) cobre en la cantonada. (…)
Ya se hace nube o ave Pero desde la mina de las maldades,
desde el pozo de la miseria, mi corazón se ha ya lía en el vacío su lamento levantado hasta mi Dios, y le ha dicho: Oh por los aires metido Señor, tú que has hecho también la bala lo delicado del olvido. podredumbre, mírame (…)
De Madrid (1945) C. Edmundo de Ory Hijos de la ira, 1944; Dámaso Alonso
Hombre Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte, minuto, al borde del abismo, estoy clamando para ser y en tanto somos dar un sí que a Dios. Y su silencio, retumbando, glorifica. ahoga mi voz en el vacío inerte. | Porque vivimos a golpes, porque apenas si Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte nos dejan despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo decir que somos quien somos, oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando nuestros cantares no pueden ser sin pecado un solo. Arañando sombras para verte. adorno. | Estamos tocando el fondo. Alzo la mano, y tú me la cercenas. Maldigo la poesía concebida como un lujo Abro los ojos: me los sajas vivos. cultural por los neutrales Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas. que, lavándose las manos, se desentienden y | evaden. Esto es ser hombre: horror a manos llenas. Maldigo la poesía de quien no toma partido Ser -y no ser- eternos, fugitivos. hasta mancharse. ¡Ángel con grandes alas de cadenas! Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos De Ancia (1958), Blas de Otero sufren y canto respirando. Canto, y canto, y cantando más allá de mis Pido la paz y la palabra penas personales, me ensancho. Escribo en defensa del reino Quisiera daros vida, provocar nuevos actos, del hombre y su justicia. Pido y calculo por eso con técnica qué puedo. la paz Me siento un ingeniero del verso y un obrero y la palabra. He dicho que trabaja con otros a España en sus aceros. «silencio», «sombra», Tal es mi poesía: poesía-herramienta «vacío» a la vez que latido de lo unánime y ciego. etcétera. Tal es, arma cargada de futuro expansivo Digo con que te apunto al pecho. «del hombre y su justicia», «océano pacífico», No es una poesía gota a gota pensada. lo que me dejan. No es un bello producto. No es un fruto Pido perfecto. la paz y la palabra. Es algo como el aire que todos respiramos De Pido la paz y la palabra (1955), Blas de y es el canto que espacia cuanto dentro Otero llevamos. Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.