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Informe Del Sistema Solar

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación


U.E.P Instituto Unitario Del Centro

Informe del sistema Solar

Integrantes:
Keysha Jaramillo.
Johanyeli Vale.

María Rivas.
Marianny Martínez.
Año y Sección: 5to B

Caracas, 22/10/24
Los planetas del sistema solar
El sistema solar o sistema planetario es el conjunto de objetos
astronómicos vinculados gravitacionalmente entre sí, del que forma
parte el planeta Tierra, junto con otros siete planetas conocidos:
Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.

A grandes rasgos, los planetas son grandes masas esféricas de materia


compacta que orbitan al Sol en períodos regulares, algunas de ellas
compuestas por elementos sólidos, otras por acumulaciones
gaseosas. La inmensa fuerza de gravedad del Sol es la que los mantiene
en sus órbitas respectivas, cuya ubicación permite clasificarlos en dos
subconjuntos: los planetas interiores y los planetas exteriores.

Los planetas interiores: Este primer grupo está compuesto por


Mercurio, Venus, la Tierra y Marte, distribuidos entre el Sol y el cinturón
de asteroides después de Marte. Son planetas de menor tamaño y
superficie sólida, que se mueven en órbitas más breves y veloces. De
ellos, únicamente Marte y la Tierra tienen satélites propios.
Los planetas exteriores: Este segundo grupo está compuesto por
Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, distribuidos entre el cinturón de
asteroides y el cinturón de Kuiper, en la porción más lejana del sistema
solar. Son planetas de mayor tamaño y constitución gaseosa (se les
conoce a menudo como “gigantes gaseosos”), de los que no se conoce
aún si tienen o no una superficie.

Así como los planetas orbitan alrededor del Sol, otros pequeños
cuerpos celestes, conocidos como satélites naturales, orbitan
alrededor de algunos planetas, atrapados en su campo gravitacional.
En algunos casos estos satélites son diminutos y muy numerosos,
como ocurre con Saturno, mientras que en otros casos tienen un mayor
tamaño y nombre propio, como las lunas de Marte: Deimos y Phobos.

Formación del sistema solar


Según las estimaciones científicas, el sistema solar se formó hace unos
4600 millones de años, a raíz del colapso gravitacional de una nube
molecular de gran tamaño. La mayor parte de la materia se acumuló en
el centro y dio origen al Sol, mientras que el resto de ella se aplanó hasta
formar un disco protoplanetario, o sea, un disco de materia alrededor
de una estrella joven, a partir del cual emergieron mucho después los
planetas y los asteroides.

Esta explicación responde a la teoría propuesta en el siglo XVIII por


Emmanuel Swedenborg (1688-1772), Immanuel Kant (1724-1804) y
Pierre-Simon Laplace (1749-1827), aunque en los siglos posteriores
(especialmente en el siglo XX, con el inicio de la exploración espacial)
se fue refinando y redefiniendo para incorporar los más recientes
descubrimientos y observaciones en materia espacial.

Desde sus instantes iniciales, el sistema solar ha evolucionado y se ha


transformado intensamente, a raíz de la expulsión de materiales
provenientes del Sol, y también de las numerosas colisiones que se
dieron entre objetos nacidos del protodisco planetario, o también
provenientes de fuera del sistema solar. Pero fue necesario el
enfriamiento paulatino (sobre todo del sistema solar interior) para que
surgieran uniones de moléculas muy volátiles y se pudieran constituir
los planetas rocosos, como el nuestro.
Características de los planetas del
sistema solar
Mercurio:
Por no tener atmósfera, Mercurio no conserva por la noche el calor que recibe del
Sol.

Representado astronómica y astrológicamente con el símbolo ☿, Mercurio es el


planeta más cercano al Sol y el más pequeño de todos los planetas interiores.
Desprovisto de satélites naturales, se trata de un planeta rocoso, formado en un
70 % por elementos metálicos (hierro, en particular) y el 30 % restante son
diversos silicatos, por lo que es el segundo planeta más denso de todo el sistema
solar, después de la Tierra.

Mercurio tiene una superficie seca y repleta de cráteres de impacto de meteoritos


y otros objetos astronómicos, muchos de los cuales tienen una antigüedad
cercana a los 4 mil millones de años, ya que el planeta prácticamente no tiene una
atmósfera que frene estos objetos. Al estar tan cerca del Sol, la superficie de
Mercurio es ardiente durante el día, oscilando alrededor de los 350 °C; pero a la
vez la ausencia de una atmósfera le otorga noches heladas de alrededor de -170°
C.

Las primeras observaciones de Mercurio datan de la antigüedad más temprana (el


milenio III a. C.), pero su nombre actual hace referencia al dios romano Mercurio,
variante del dios griego Hermes. Este último era el nombre que le daban los
griegos cuando lo observaban durante el anochecer, mientras que en el cielo de la
mañana lo llamaban Apolo. El primero en darse cuenta de que se trataba del
mismo astro fue el filósofo y matemático Pitágoras de Samos (c. 569 – c.475 a. C.).
Venus:
Venus tiene una presión atmosférica 90 veces mayor que la terrestre.

Representado con el signo ♀ en la astronomía y astrología, Venus es un planeta


interior que carece de satélites y es el segundo objeto más brillante de la noche
terrestre (después de la Luna). Su nombre rinde homenaje a la diosa romana del
amor apasionado, la misma que los griegos llamaban Afrodita.

Al igual que los demás planetas interiores, Venus es un planeta rocoso, pero está
envuelto en una densa atmósfera de dióxido de carbono (CO2), nitrógeno
molecular (N2) y ácido sulfhídrico (H2S), los cuales son conocidos gases de efecto
invernadero. Por esa razón, Venus es el planeta más caliente del sistema solar,
mucho más que Mercurio, a pesar de estar este último más cerca del Sol. Su
temperatura promedio es de 463,85 °C.

Dicha atmósfera, además, le confiere a Venus un color blanco amarillento, y una


presión atmosférica 90 veces mayor que la terrestre. Por otro lado, su movimiento
de rotación es particularmente lento (y contrario en sentido al de la mayoría de los
planetas), de modo que en Venus un día dura bastante más que un año. En
general, es un lugar incompatible con la vida, aunque existe evidencia de ciertos
compuestos orgánicos en su superficie que podría sugerir presencia bacteriana.

La Tierra
El 71 % de la superficie terrestre está cubierta por agua.

La Tierra, nuestro planeta, es bastante excepcional en comparación con el resto


del sistema solar. No solo porque estamos nosotros en él, los únicos seres vivos
autoconscientes de los que tenemos noticia, sino porque es el único planeta que
tiene agua en estado líquido y una biósfera floreciente desde hace varios miles de
millones de años. Existen muchas teorías y explicaciones para este fenómeno,
pero lo cierto es que el planeta se encuentra a la distancia ideal del Sol, lo que
hace que no resulte ni demasiado caliente, ni demasiado frío.

Es el planeta más denso de todo el sistema solar, y el quinto más grande en


proporciones. La Tierra tiene un núcleo de hierro y níquel cuyos movimientos
internos generan una potente magnetósfera, y a la vez una atmósfera no
demasiado densa, compuesta en un 78 % por nitrógeno, en un 21 % por oxígeno y
el resto son otras sustancias como el argón, el dióxido de carbono, el ozono y el
vapor de agua. Gracias a la retención calórica de la atmósfera, el planeta tiene un
clima benigno y estable, pues de otro modo sus temperaturas medias rondarían
los -18 °C.

El 71 % de la superficie terrestre está cubierta por agua, particularmente por el


agua salada de los océanos, y el ciclo hidrológico es lo que mantiene la atmósfera
fresca y estable, además del intercambio de elementos que propició el
surgimiento de la vida. La Tierra tiene un único satélite natural, la Luna, cuyo
origen se estima en un planeta enano o planetoide que compartía órbita con el
planeta y acabó estrellándose con él hace 4530 millones de años
aproximadamente.

Marte:
Marte y la Tierra tienen períodos de rotación y ciclos orbitales semejantes.

Marte es el último de los planetas interiores, bautizado así en honor al dios


romano de la guerra, equivalente al Ares de los griegos, y conocido también como
el “planeta rojo” por el abundante óxido de hierro que hay en su superficie. Tiene
dos satélites naturales, pequeños y de forma irregular, llamados Fobos (del griego
phobos, “miedo”) y Deimos (del griego deímos, “terror”), cuyo origen se
desconoce pero que podrían ser asteroides capturados por la gravedad del
planeta.

Es un planeta más pequeño que la Tierra, pero comparte con esta numerosas
características físicas, además de un período de rotación y ciclos orbitales
semejantes. Marte tiene una atmósfera liviana (100 veces menos densa que la
terrestre), compuesta mayormente por dióxido de carbono (CO2), y una superficie
árida y arenosa, repleta de dunas que mueven los vientos marcianos.

Sin embargo, este planeta desértico tiene densas acumulaciones de hielo en sus
casquetes polares, lo suficientemente grandes como para inundar el planeta
entero bajo 11 metros de agua, si es que estos hielos pudieran derretirse.

La humanidad ha observado a Marte desde tiempos remotos, dado que puede


verse a simple vista en una noche despejada.
Jupiter:
El volumen de Júpiter es 1321 veces mayor al de la Tierra pero su densidad es
mucho menor.

Júpiter es el primero de los planetas exteriores, es decir, de aquellos que están


más allá del cinturón de asteroides del sistema solar. Se trata de un gigantesco
planeta gaseoso, superado en volumen únicamente por el Sol, ya que en Júpiter
cabe dos veces y media la masa total del resto de los planetas combinada. Su
volumen, por ejemplo, es 1321 veces mayor al de la Tierra, pero al mismo tiempo
es muchísimo menos denso que ella.

A diferencia de los planetas interiores, Júpiter no tiene una superficie definida,


sino que es una bola compuesta de hidrógeno (87 %), helio (13 %) y otras
sustancias como argón, metano, amoníaco y sulfuro de hidrógeno en
pequeñísimas cantidades. Todos estos gases están alrededor de un núcleo rocoso
cubierto por una capa profunda de hidrógeno metálico en estado líquido. Esto
quiere decir que no existe una separación clara entre la atmósfera y el interior
líquido del planeta, sino que se pasa de una a la otra de manera gradual.

Júpiter tiene en la región tropical de su hemisferio sur un enorme anticiclón


conocido como la Gran Mancha Roja, observada por primera vez en 1664 por el
científico inglés Robert Hooke (1635-1703). Es un enorme remolino de al menos
tres siglos de antigüedad, en cuya periferia se han registrado vientos de hasta 400
kmph. En esta gigantesca tormenta cabría dos veces nuestro planeta entero.

Saturno :

Los anillos de Saturno están compuestos por millones de partículas.

Saturno es el sexto planeta del sistema solar y uno de los más grandes que se
conocen. Su tamaño y su masa son solo superadas por Júpiter, y su cinturón de
anillos visible desde la Tierra constituye un rasgo muy característico. Fue uno de
los planetas más lejanos observados en tiempos antiguos, y se pensaba que
marcaba el fin del universo conocido.
Al igual que Júpiter, Saturno es un gigante gaseoso, que tiene la forma de una
esfera achatada en los polos. Se trata de un planeta muy poco denso (es menos
denso que el agua) y con una baja gravedad relativa, compuesto principalmente
por hidrógeno (96 %) y helio (3 %), además de escasos rastros de metano, vapor
de agua y amoníaco. Se desconoce si tiene un núcleo líquido o rocoso de
hidrógeno metálico debajo de los 30.000 kilómetros exteriores de su atmósfera.

Saturno tiene múltiples satélites naturales, los mayores son Mimas, Encélado,
Tetis, Dione, Rea, Titán, Hiperión, Jápeto y Febe. Estas lunas se hallan más allá del
anillo de materiales que orbita alrededor del planeta, compuesto por millones de
partículas de menor tamaño que giran a una velocidad 15 veces superior a la de
una bala.

Urano :
El eje de rotación de Urano está drásticamente inclinado.

Urano es el cuarto planeta más masivo del sistema solar y, aunque es observable
a simple vista en el cielo nocturno terrestre, no fue descubierto hasta 1781,
convirtiéndose así en el primer planeta en ser descubierto mediante el uso de un
telescopio. Al igual que Neptuno, tiene una composición muy distinta de los otros
dos gigantes gaseosos, por lo que se suele llamar a estos dos últimos planetas los
“gigantes helados”.

Su atmósfera es la más fría del sistema solar, con una temperatura promedio de -
224 °C. Dicha atmósfera está compuesta por hidrógeno y helio, pero también por
vapor de agua, amoníaco, metano y trazas de hidrocarburos. Además, el interior
del planeta está compuesto por un manto de hielos de varias capas y un corazón
de roca congelada, pero incluso así se trata de un planeta muy poco denso y muy
poco masivo en comparación con los demás.

Un detalle peculiar de Urano tiene que ver con la disposición de sus polos: al estar
su eje de rotación tan inclinado, sus polos se hallan a la altura de lo que tendría
que ser el ecuador. Otro detalle apunta a su particular frialdad, tan acentuada que
incluso Neptuno, un planeta más distante del sol, irradia mayor temperatura.
Urano también tiene un sistema de anillos comparable al de Saturno, compuesto
por materiales de tamaño muy variable, desde micrómetros hasta casi un metro,
organizados en 13 anillos concéntricos de apenas unos pocos kilómetros de
grosor.

Neptuno :
Los tenues anillos de Neptuno están formados por hielo, silicatos y compuestos
orgánicos.

El último planeta del sistema solar es el distante Neptuno, un gigante helado cuyo
nombre proviene del dios romano del mar, equivalente al dios griego Poseidón.
Fue el primer planeta en ser descubierto gracias a los puros cálculos matemáticos
en 1846, y tiene una composición muy similar a la de Urano, planeta considerado
como su “gemelo”. En la astronomía y la astrología se lo representa con el símbolo
♆, similar al tridente con que se representaba al dios del mar.

Neptuno tiene un pequeño núcleo de roca recubierto por una costra congelada,
todo sumergido en una atmósfera gruesa y densa de nubes de hidrógeno, helio,
agua y metano. La atmósfera es tan densa que alcanza presiones casi 100.000
veces mayores que las experimentadas en la Tierra, y su temperatura promedio es
de -218 °C, al recibir muy poca radiación solar, lo cual apunta a una fuente de
calor interna que todavía se desconoce con exactitud.

Por lo demás, Neptuno es un planeta mucho más dinámico de lo que pareciera,


con una atmósfera repleta de tormentas y vientos de alrededor de 2200 kilómetros
por hora, separada en bandas de nubes y provista de una coloración azul derivada
del metano.

También tiene un sistema muy tenue de anillos, distinto a los de Urano y Saturno, y
conformado por partículas de hielo, silicatos y compuestos orgánicos de
coloración muy oscura. Hasta la fecha se conocen tres de estos anillos exteriores
y una lámina de materiales muy débil que se extiende hacia la superficie del
planeta. También se le conocen 14 satélites hasta el momento.
Características del sol
El Sol es la estrella más cercana al planeta Tierra, ubicada a 149,6 millones de
kilómetros de distancia. Todos los planetas del Sistema Solar orbitan a su
alrededor a distintas distancias, atraídos por su gigantesca gravedad, así como los
cometas y asteroides que conocemos. Comúnmente se conoce al Sol con el
nombre de Astro Rey.

Se trata de una estrella bastante común de nuestra galaxia, la Vía Láctea: no es ni


muy grande ni muy pequeña en comparación con sus millones de hermanas.
Científicamente, el Sol se clasifica como una estrella enana amarilla, del tipo G2.

Actualmente se halla en su secuencia principal de vida. Se encuentra en una


región exterior de la galaxia, en uno de sus brazos espirales, a 26.000 años luz del
centro galáctico.

Sin embargo, el tamaño del Sol es tal, que representa el 99% de toda la masa del
Sistema Solar, equivalente a unas 743 veces la masa total de todos y cada uno los
planetas combinados del mismo, y unas 330.000 veces la masa de nuestro
planeta.

Su diámetro es de 1,4 millones de kilómetros, por lo que constituye el objeto más


grande y más brillante del cielo terrestre. Por eso su presencia marca la diferencia
entre el día y la noche.

Por demás, el Sol es una enorme bola de plasma, casi redonda. Está compuesto
mayormente por hidrógeno (74,9%) y helio (23,8%), así como una pequeña
porción (2%) de elementos más pesados como oxígeno, carbono, neón y hierro.

El hidrógeno es el combustible principal del Sol. Sin embargo, debido a la


combustión se va convirtiendo en helio, dejando atrás una capa de “cenizas” de
helio conforme la estrella avanza en su ciclo principal de vida.
Partes del sol:
El núcleo. La región más interna del Sol, que ocupa una quinta parte del total de la
estrella: unos 139.000 kilómetros de su radio total. Es allí en donde tiene lugar la
gigantesca explosión atómica del hidrógeno fusionándose; pero es tal la gravedad
que hay en el núcleo solar, que a la energía producida de esta forma le toma
alrededor de un millón de años emerger hacia la superficie.

La zona radiante. Está compuesta de plasma, o sea, de gases como helio y/o
hidrógeno ionizados, y es la región que permite la más fácil radiación de la energía
hacia las capas de afuera, lo cual disminuye considerablemente la temperatura
que se registra en este lugar.

La zona convectiva. Se trata de una región donde los gases dejan de estar
ionizados, haciendo más difícil que la energía (en forma de fotones) escape hacia
afuera del Sol. Esto ocasiona que la energía pueda escapar solamente por
convección calórica, mucho más lentamente. Así, el fluido solar se calienta de
manera desigual, originando dilataciones, pérdidas de densidad y corrientes
ascendentes o descendentes, como una marea interior.

La fotósfera. La región del Sol donde se emite la luz visible, que se percibe como
gránulos brillantes sobre una superficie más oscura, aunque se trata de una capa
transparente de unos 100 a 200 km de profundidad. Es considerada la superficie
de la estrella, y es donde aparecen las manchas solares.

La cromósfera. Se llama así a la capa externa de la propia fotósfera, mucho más


translúcida todavía y difícil de apreciar, pues está opacada por el brillo de la capa
anterior. Posee un tamaño de alrededor de 10.000 km y vista durante un eclipse,
posee un tono rojizo exterior.

La corona solar. Se conoce así a las capas más tenues de la atmósfera externa del
Sol, en las que la temperatura aumenta considerablemente respecto a las capas
interiores. Esto es un misterio de la naturaleza solar. Sin embargo, en ella se dan
bajas densidades de materia junto a intensos campos magnéticos, atravesados
por energía y materia a elevadísimas velocidades, así como por numerosos rayos
X.

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