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Las Vocales Del Español

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Master Patologías del lenguaje y del habla.

Módulo: ORL aplicado a los trastornos del lenguaje y del habla.


Unidad didáctica M05. 06: Las características fonéticas de los sonidos de una
lengua, el español

Las vocales del español

El español es una lengua románica, derivada del latín, que como las demás posee
sonidos vocálicos y consonánticos. Se presentan en el discurso en
diferentes combinaciones que veremos a lo largo de esta unidad cómo se resuelven.
Te has dado cuenta de que nuestra lengua no posee todos los tipos
de articulaciones descritas hasta ahora; por ejemplo, no tiene retroflejas, ni
glotales, ni tampoco utiliza todas las vocales cardinales. Seguro que ya has ido
fijándote en las características generales que efectivamente se producen en
español y en aquéllas que se dan en otras lenguas, pero no en esta.
En la unidad didáctica que nos ocupa vamos a hacer explícitas tus observaciones
al respecto. Abordaremos las características articulatorias y acústicas concretas
del español, tanto de sus elementos segmentales como suprasegmentales, y
plantearemos su cuadro de sonidos a partir del cuadro general del AFI. Para
hacerlo nos centraremos principalmente en la descripción de la variedad
castellana estándar y obviaremos la realización de una descripción exhaustiva de
las distintas variedades geográficas, sociales y estilísticas que, evidentemente, el
español posee.

El español posee cinco vocales que corresponden a algunas de las vocales


cardinales primarias: [i, e, a, o, u], aunque realmente suelen articularse algo más
abiertas y centralizadas todas ellas que las teóricas cardinales.

(Link interactivo)

Vocales aisladas

Bajo la designación de «vocales aisladas» queremos indicar que se producen


realmente aisladas o junto a consonantes, pero no en grupos de vocales. Veamos
sus características articulatorias y acústicas fundamentales en la siguiente tabla
(los electropalatogramas que contiene están extraídos de Fernández Planas,
2000; los esquemas articulatorios, de Martínez Celdrán y otros, 1991 ):
.
En la tabla anterior cada vocal posee información en dos filas: la superior contiene
información articulatoria (electropalatograma, esquema articulatorio y
posición labial, de izquierda a derecha) y la inferior corresponde a la
información acústica (valores medios de los dos primeros formantes, espectro y
sonograma de una realización concreta, en sentido de izquierda a derecha).
Podemos aprovechar los valores medios para realizar una carta de formantes de
las vocales del español. Corresponde al gráfico situado a la izquierda de estas
líneas.
La unión de los puntos que corresponden a los valores vocálicos da como
resultado en español una forma triangular.
Sin embargo, indica Navarro Tomás (1918) que, en algunos contextos, estas vocales
experimentan algunos cambios: [i, e, o, u] se hacen algo más abiertas y [a] un poco
más posterior. Indica que sucede fundamentalmente en los siguientes casos:
[i] y [u] se articulan más abiertas (como [ iT uT]) ante [x] o [x], en contacto con [r] y
en toda sílaba trabada. Por ejemplo: «hijo, pujar, risa, Rusia, isla, urbano».
Las vocales medias [e], [o] se realizan un poco más abiertas (como [e], [::]) ante [x]
o [x], cuando forman parte de los diptongos crecientes [ei], [::i], en contacto con [r]
y en toda sílaba trabada, excepto en el caso de la vocal anterior cuando la
consonante que cierra sílaba es alguna de estas: [d oT 8 m n s]. Serían ejemplos de
vocales medias abiertas las siguientes: «esqueje, hoja, meiga, hoy, perro, del, sol».
La vocal central [a] se realiza más posterior ([a]) ante las vocales velares, la
semivocal [u ], ante [x] o [x], y cuando aparece trabada por la lateral alveolar. Por
ejemplo: «aunque, ajo, alga».
En una transcripción estrecha puede ser bueno tener en cuenta los distintos
grados de abertura; pero no es necesario distinguirlos en un tipo de transcripción
ancho.

Las vocales, igual que los diptongos, sufren nasalización en algunos casos,
especialmente cuando aparecen entre dos consonantes nasales. Por ejemplo, en
la palabra «mañana» [m’ n].

Grupos de vocales

Cuando se encuentran dos vocales el español tiende a pronunciarlas en una


misma sílaba. Si el grupo resultante incluye una de las dos vocales altas se le
conoce como diptongo.

Los diptongos son crecientes si la vocal alta aparece como primer elemento del
grupo; en realidad no se trata de una vocal pura sino de una semiconsonante [j, w]
como, por ejemplo: «quieres, suave», [je, wa], respectivamente.

Si aparece después, el diptongo se llama decreciente puesto que el conjunto


vocálico decrece en abertura. En este caso hablamos de semivocales y las
transcribimos así: [i u ]. Por ejemplo: «aire, Laura», [ai au ], respectivamente.

Aunque la última versión del AFI aconseja transcribir


tanto semivocales como semiconsonantes con el diacrítico [] puesto que ambas
son no silábicas, te proponemos distinguir en la transcripción entre ambos
grupos, tal y como ha quedado expuesto en la explicación anterior.

Si la reunión vocálica se produce entre dos vocales altas suele resolverse en una
mayoría de dominio del español como un diptongo creciente, por ejemplo «muy»
[wi].

Pueden darse casos de sílabas con semiconsonante y semivocal. Se trata


de triptongos. Por ejemplo: «buey» [wei ].
Si la reunión de dos vocales en una misma sílaba no incluye una vocal alta
hablamos de sinalefa o sinéresis, según si el grupo se produce entre palabras
diferentes o en el interior de una palabra. Por ejemplo «la envidia», «teatro» [ae ],
[ea ], respectivamente.

Observa los siguientes gráficos:


El primero de estos gráficos corresponde a la secuencia «mi avión» [mja’\Tj::n].
Contiene dos diptongos crecientes con la semiconsonante anterior. El segundo, a
la palabra «aire» que incluye un diptongo decreciente [‘ai re].

Observa el paso gradual de un sonido a otro especialmente en el interior del


diptongo. Presenta una gran dificultad distinguir dónde acaba
la semiconsonante o la semivocal y empieza la vocal silábica. En realidad, no se
trata de dos elementos diferenciados sino de una vocal que gradualmente va
cambiando su timbre. Por esa razón no se suele segmentar en medio de
los diptongos.
.
El tercer gráfico presenta un hiato (vocales juntas en diferente sílaba): [mi], «mía».

Observa que tanto la semiconsonante como la semivocal de los


dos gráficos superiores tienen una duración menor que una vocal plena como la [i]
del hiato que aparece en el último gráfico.

Finalmente hay que indicar que cuando se reúnen dos vocales del mismo timbre
suelen pronunciarse como una sola. Por ejemplo: «mi idea» [mi’oTea].
Las consonantes del español

El español presenta consonantes articuladas desde los labios hasta la úvula en


diferentes modos de articulación. Veámos a continuación cuales son:

(La siguiente información proviene de un link interactivo).

El español posee tres puntos de articulación para


las oclusivas: bilabial, dentoalveolar y velar. En cada uno de ellos, dos
articulaciones según la acción de las cuerdas vocales: sordas y sonoras. Todas ellas
tienen en común el hecho de obstruir el paso del aire en un punto del tracto vocal.
Las sordas aparecen siempre como ataque silábico, por ejemplo «paso, taso, caso»
[p, t, k], respectivamente.
Las sonoras [b, d, g] aparecen tras nasal, tras pausa (es decir, en principio
absoluto) y cerrando sílaba (posición implosiva) en un estilo de habla cuidado.
La dentoalveolar sonora, además, aparece también tras la lateral [l]. Por ejemplo:
«vaso, un vaso, absorto, dato, un dato, el dato, cadmio, gato, un gato, acto».

Las articulaciones [t, d] tradicionalmente se han clasificado en español como


dentales; sin embargo, estudios electropalatográficos recientes (Fernández
Planas y Martínez Celdrán, 1997) han demostrado que realmente se trata de
dentoalveolares puesto que la lengua activa tanto la fila de electrodos dental
como las filas alveolares desde el principio hasta el final del desarrollo temporal
de la articulación. Fíjate en el electropalatograma de la izquierda que
corresponde al punto de máximo contacto de la dentoalveolar en la secuencia
[‘ata] (adaptado de Fernández Planas, 2000). Tras [8] la sorda [t] adelanta un poco
su articulación, por ejemplo «pez tirolés» [8 t.].

Las oclusivas sordas velares adelantan su punto de articulación junto a vocales


anteriores y lo atrasan junto a vocales posteriores, por esa razón las
transcribimos con los diacríticos correspondientes: [k. k_], respectivamente.
Observa a la izquierda de estas líneas la diferencia de contacto entre [iki] y [aka]
(gráficos adaptados de Fernández Planas, 1994).
La diferencia entre las sordas y las sonoras, por ejemplo en [ba][pa], aparece
claramente en estos oscilogramas y en los laringogramas. Observa cómo se ve la
pequeña oscilación acústica de la sonoridad en el oscilograma de la sonora y su
correspondencia con el registro de la vibración de las cuerdas vocales frente a su
ausencia durante el desarrollo de la sorda:

La zona de silencio en las oclusivas suele ser de unos 90 ms. para las sordas y unas
60 ms. para las sonoras. A continuación del silencio, como sabes aparece la barra
de explosión que coincide con el momento de relajación articulatoria de
los órganos que obstruían el paso del aire. Seguidamente aparece el VOT que es
positivo en las sordas y negativo en las sonoras puesto que, como has visto en
unidades anteriores, se mide a partir de la barra de explosión. El valor de VOT en
las sordas aumenta a medida que se atrasa el punto de articulación, es decir, sigue
la siguiente progresión: [p]<[t]<[k], lo cual significa que veremos la barra de
explosión más separada de la vocal siguiente a medida que el punto de articulación
va retrocediendo.

La barra de explosión de la velar [k] frecuentemente aparece doble en


los sonogramas.

La diferencia entre las sordas y las sonoras está en el valor de VOT, es decir, en la
aparición de barra de sonoridad en las segundas frente a las primeras que carecen
de ella, como hemos dicho.

A continuación, presentamos un sonograma de las seis oclusivas del español que


corresponden a [pa], [ba], [ta], [da], [ka], [ga], de izquierda a derecha y de arriba a
abajo:
El punto de articulación de la oclusiva en cuestión viene determinado además del
valor de VOT por la máxima intensidad de la barra de explosión (situada en
frecuencias bajas para las bilabiales, en frecuencias altas para las dentoalveolares
y en frecuencias medias para las velares) y por las transiciones vocálicas:
descendentes en el F2 de las vocales junto a bilabiales, ascendentes en las demás,
pero más acusadamente junto a velares.

En el siguiente esquema adaptado de Martínez Celdrán (1998) , se aprecia


perfectamente de forma esquemática la dirección que toman las transiciones de
los primeros formantes en función del punto de articulación de la oclusiva. Se ve
también la altura frecuencial habitual de la máxima intensidad de las barras de
explosión. Por último, Martínez Celdrán incluye unos puntos que corresponden al
llamado locus, concepto controvertido que designa el punto teórico al que se
dirigen las transiciones vocálicas. Los valores de cada locus son los siguientes: 700
Hz para las bilabiales, 1800 Hz para las dentoalveolares, 3000 Hz para las velares
junto a vocales anteriores y 800 Hz para las velares junto a vocales posteriores.

Locus
Punto teórico hacia el que se dirigen las transiciones
vocálicas, sobre todo del segundo formante. Los loci se
establecieron en estudios mediante síntesis de voz.

En las oclusivas puede calcularse, finalmente, la pendiente de las transiciones a


partir de la siguiente fórmula:
En este cálculo, los valores requeridos de F2 (centro e inicio o del primer pulso
glotal) se refieren a la vocal y el tiempo es el que media entre los dos valores
tomados de F2. El resultado de la aplicación de la fórmula se expresa en Hz/ms.

Las aproximantes articulatoriamente no obstruyen el paso del aire y el canal que


dejan para su salida no es lo suficientemente estrecho como para producir
turbulencia a su paso. Acústicamente son sonidos armónicos, con presencia de
estrías regulares, y con una intensidad global considerablemente menor que
las vocales adyacentes. Su duración es muy breve y sus formantes constituyen
transiciones suaves entre los sonidos vecinos.

Para distinguir su punto de articulación bilabial [\T], interdental [oT], palatal [j_] o
velar [yT] conviene fijarnos en la frecuencia de su F2 y en las transiciones
vocálicas. Siguiendo al pie de la letra las indicaciones del AFI debemos colocar
debajo de los símbolos correspondientes el diacrítico [ T]; sin embargo, puesto
que en español su omisión no indica que se trate de sonidos fricativos podríamos
prescindir de él en una transcripción ancha.
Observa su apariencia acústica en estos sonogramas (de izquierda a derecha y de
arriba a abajo: [‘ \T ‘ oT ‘ yT ‘ j ]):
Los valores de F2 que las caracterizan, como siempre de referencia, son los
siguientes:
Las aproximantes aparecen en posición intervocálica, por ejemplo: «haba, hada,
aya, haga». Las aproximantes bilabial, interdental y velar además aparecen en
todas las posiciones en las que no pueden aparecer las oclusivas sonoras [b, d, g],
por ejemplo: «árbol, cuadro, iglesia»; y es posible encontrarlas, por último, en
posición implosiva en un registro poco cuidado o informal como en los casos de
«ábside, Madrid, cadmio, acto». De todas formas, esta posición implosiva es muy
inestable y puede presentar diversas soluciones incluyendo la elisión.
La aproximante palatal en algunas zonas del sur de América se realiza fricativa y
no aproximante.

El español posee cuatro fricativas sordas: la labiodental [f], la interdental [8], la


alveolar [s] y la velar [x].
Dos de ellas, [s, 8], sufren sonorización ante consonante sonora, por ejemplo:
«isla, pez dorado», y lo indicamos con el diacrítico correspondiente: [sv 8v]. En una
transcripción ancha podríamos sustituir el símbolo de la alveolar con el diacrítico
de sonorización por el símbolo que el AFI señala para la fricativa alveolar sonora
[z]; pero no podríamos hacer lo mismo en el caso de la interdental puesto que el
símbolo que aparece en el AFI como su correlato sonoro es el que empleamos
como aproximante interdental. Ante dentoalveolar, la fricativa alveolar sufre
dentalización: [sn], [snv]. Por ejemplo: «estado, es decir».
La fricativa velar [x] ante vocal velar o ante la semiconsonante velar atrasa su
punto hasta hacerlo uvular y lo marcamos así: [x]. Es el caso de «ajo, a jugar,
juego».

Articulatoriamente, las fricativas no bloquean totalmente el paso del aire, sino


que dejan un canal muy estrecho para que pase y a su paso produzca la
turbulencia característica. El electropalatograma de la izquierda corresponde a la
alveolar apical [s] que en Canarias, Andalucía y Latinoamérica es predorsal y llega
a ser aspirada en algunos puntos de esas zonas, por ejemplo «asco» se realiza
[‘a1k_o].
Esa turbulencia se manifiesta acústicamente a través de ruido inarmónico lo cual
hace que en un sonograma o en un oscilograma se detecte su presencia
rápidamente. Observa el siguiente sonograma en el que aparecen las cuatro
fricativas del español:

Como ves, comparten la inarmonicidad frente a los demás sonidos, pero no todas
son iguales. Se distinguen entre sí por la frecuencia en la que se produce la
máxima intensidad, la intensidad global del sonido y la frecuencia de inicio de la
fricación.
La intensidad global del sonido sigue la siguiente progresión: [s]>[x]>[8]>[f].

Los valores de la alveolar corresponden a la variedad apical, la predorsal es menos


intensa y empieza a frecuencias más altas.
Cuando [s] y [8] son sonoras, presentan una apariencia como la del sonograma
superior más la barra de sonoridad en bajas frecuencias.

Dos son las africadas del español, una sorda y una sonora, ambas
tradicionalmente llamadas palatales, en realidad alveolopalatales, como puedes
ver en el electropalatograma situado a la izquierda de estas líneas
correspondiente al punto de máximo contacto del momento oclusivo de [t J] y
adaptado de Fernández Planas (2000). Como ves, presenta amplia activación de
electrodos tanto en las filas palatales como en las filas alveolares.
Las dos africadas son la [t J] de «coche» y de la [J jT] de «un yate».
En el gráfico de la izquierda aparece la secuencia «hacha». Se observan
claramente los dos momentos articulatorios de la africada tensa sorda: el primero
oclusivo y el segundo fricativo (marcados con una flecha en el sonograma).
Aproximadamente los dos momentos poseen la misma duración.
En el gráfico de la izquierda aparece un ejemplo de africada sonora, laxa, «un
yate». Las flechas señalan las dos partes del sonido: una primera parte oclusiva y
una segunda aproximante. Este sonido aparece en principio absoluto y tras nasal
o lateral alveolar, por ejemplo: «yo, un yate, el yate».
La africada sonora incluye barra de sonoridad y es considerablemente más breve
que la africada sorda.

En español encontramos nueve sonidos nasales: la bilabial [m], la labiodental [11],


la interdentalizada [n.], la dentalizada [nn], la alveolar [n], la palatalizada [n_] o [nj],
la alveolopalatal [], la velar [JJ] y la uvular [N]. Como ves, se trata de un tipo de
sonidos que muy fácilmente se asimila al punto de articulación del sonido
siguiente puesto que su característica articulatoria principal está en permitir que
el aire salga por la nariz y no tanto en la constricción en la cavidad bucal.
Como inicio de sílaba solamente pueden aparecer [m, n,], por ejemplo:«más, nariz,
ñandú». Observa sus características articulatorias y acústicas en
estos sonogramas que corresponden (de arriba abajo) a las secuencias «ama, ana,
aña»:
Como final absoluto únicamente puede aparecer [n], por ejemplo: «con, sin».
En posición implosiva la nasal que aparecerá será la que comparta punto de
articulación con la consonante siguiente, por ejemplo: «con pan» [m], «sin fin» [11],
«encima» [n.], «antes» [nn], «en Londres» [n], «en Chinchón» [n]_ o [nj], «un gato»
[JJ], «un juicio» [N].

Acústicamente, las nasales se pueden segmentar con facilidad de sus sonidos


adyacentes puesto que constituyen una especie de bloque perfectamente
delimitado y de mucha menos intensidad global que los sonidos vecinos. Esa
apariencia compacta y su duración las distingue de las aproximantes.
El punto de articulación viene determinado, como vas viendo habitualmente, por
su F2 y por las transiciones.

Laterales

El español posee en principio dos laterales: una alveolar y otra tradicionalmente


llamada palatal, aunque es realmente alveolopalatal, como puedes ver en el
electropalatograma correspondiente.

En la tabla que sigue encontrarás información articulatoria y acústica de ellas.


Las laterales se denominan así porque la lengua se adhiere más a un lado que al
otro por el cual sale el aire durante su articulación.
Cuando la lateral alveolar aparece ante consonante dentoalveolar adelanta un
poco su punto de articulación y marcamos la dentalización con el diacrítico
correspondiente: [ lnn]. Por ejemplo, «alto». Y lo adelanta un poco más todavía
ante la fricativa interdental, como en el caso de «alzar», en este caso lo
marcaremos así: [ l.].

Si la lateral alveolar, por el contrario, se produce ante


consonante palatal o alveolopalatal atrasa un poquito su punto de articulación
alveolar característico. En este caso lo marcaremos así: [l _] o así [lj], por ejemplo,
en «colcha».
Como ves en la información acústica contenida en la tabla se trata de sonidos
armónicos, parecidos a las vocales y a las nasales, pero les diferencia de estos
sonidos la intensidad que sigue la siguiente
progresión: vocales>laterales>nasales.

Para distinguir entre los dos puntos de articulación debemos fijarnos en el valor
de F2: 1500 para la alveolar y 2200 para la alveolopalatal (como siempre, valores
de referencia, no absolutos).

Finalmente, en este apartado cabe comentar que la lateral alveolopalatal [Á] de


«llave», por ejemplo, está desapareciendo en favor de la aproximante palatal o
incluso, en algunas zonas, de una fricativa prepalatal.

Vibrantes

Finalmente, son dos las vibrantes que posee el español: una vibrante simple [r]
que a menudo se realiza aproximante puesto que su brevedad hace que no se
lleguen a cerrar los órganos para impedir el paso del aire, como es el caso del
sonograma que aparece en la siguiente tabla que realmente habría que transcribir
[1T]; y una vibrante múltiple [r]. Ambas son alveolares.
Acústicamente poseen pequeñas oclusiones, una en el caso de la simple (aunque a
veces no llega a ser tal oclusión) y dos o tres en la múltiple pronunciada sin énfasis.

Articulatoriamente la vibrante múltiple exige unos requisitos de articulación


más estrictos que la simple y ello hace que sea más resistente a los efectos
coarticulatorios de las vocales adyacentes que la simple. Se produce por el
llamado efecto Bernoulli. Esta vibrante solamente puede encontrarse en inicio de
palabra o entre vocales, posición en la que contrasta con la vibrante simple, por
ejemplo, en el par «pero-perro».
Los siguientes cuadros adaptados de Fernández Planas y Carrera Sabaté (2001)
resumen tanto en transcripción ancha (cuadro superior) como en transcripción
estrecha (cuadro inferior) los sonidos que se encuentran en español:
Finalmente, te presentamos a modo de ejemplo una transcripción de un
fragmento de texto (adaptado de Fernández Planas y Carrera Sabaté, 2001):
.
La prosodia del español
.

En las unidades dos y cuatro has aprendido aspectos suprasegmentales desde el


punto de vista articulatorio y acústico. En este apartado vamos a aprovechar esos
conocimientos y a ampliar un poco el aspecto acústico aplicado al español.
Como ya sabes, el acento en español comporta un aumento de intensidad, de tono
fundamental y de duración en las sílabas tónicas frente a las átonas. Sin embargo,
este aumento puede quedar mitigado al incluirse la palabra en cuestión en una
frase completa.

En la entonación de la frase se distinguen dos partes, el pretonema o cuerpo de la


frase y el tonema o núcleo. En español es, básicamente, este último el que
distingue la modalidad de la oración; a grandes rasgos, descendente se interpreta
como enunciativa y ascendente como interrogativa.
La teoría métrica autosegmental (AM), la corriente más en boga en los últimos
años para el análisis y estudio de la entonación, iniciada por Pierrehumbert
(1980) indica que un pico significativo en la curva de F0 se señala como H (del
inglés high) mientras que un valle se marca como L (del inglés /ow). Por otra parte,
postula que la sílaba acentuada se destaca con un asterisco tras la inicial. De este
modo la melodía de la frase se ve como una sucesión de H y L.
Por tanto, si las enunciativas acaban con un descenso de la melodía,
necesariamente deben acabar en L. Por el contrario, una interrogativa acabará en
H, con asterisco o no en ambos casos. El tono final de la frase, de juntura, se señala
con el símbolo del porcentaje, %.

Martínez Celdrán y Fernández Planas (2002) proponen un método riguroso y


objetivo para localizar automáticamente la estructura de cada acento tonal (con
combinaciones de H y L) de las frases a partir del umbral psicoacústico de 1'5
semitonos, de acuerdo con otros trabajos como los de Rietveld y Gussenhoven
(1995) y Fernández Planas y otros (2001) para el español.

Según esta propuesta la situación de H o L no responde a criterios visuales o


auditivos sino a mediciones acústicas en semitonos (un modo de normalizar los
datos entre diferentes hablantes puesto que existe una relación entre los Hz y los
semitonos). Cuando la diferencia entre dos tonos sucesivos supera el 1'5
semitonos se entienden que la diferencia es perceptible por el oído humano y por
tanto esa diferencia debe ser reflejada en el análisis entonativo mediante
diferentes iniciales. Si, en cambio, la diferencia no supera este umbral, no
corresponde incluir una nueva inicial.

Observa dos ejemplos de análisis de entonación en español con el sistema AM. En


el primer caso se trata de una frase enunciativa; en el segundo, de una frase
interrogativa. Ambos están adaptados de Martínez Celdrán, Fernández Planas y
Fullana Rivera (2003).
Algunos autores como Sosa (1995, 1999) , han indicado que en español la
estructura tonal siempre es L*+H, es decir, una estructura tonal en la que el pico
de F0 tiene lugar en la sílaba postónica. Sin embargo, estudios posteriores han
demostrado que la afirmación no puede ser tan tajante, depende del tipo de
palabra (aguda, llana o esdrújula), de la posición de la palabra en la frase y de la
modalidad de la misma.
Otro autor que trabaja en entonación del español es Guillermo Toledo quien
actualmente desarrolla su actividad en Canadá.

Ideas claves
El español es una lengua que posee cinco vocales [i, e, a, o, u] que en algunos
contextos presentan diferencias de abertura (las vocales altas y medias) o de
posterioridad (la vocal baja. Sus valores situados en una carta de formantes
dibujan un triángulo.

En cuanto a las consonantes, posee sonidos articulados desde los labios hasta la
úvula en diferentes modos: oclusivos (con tres puntos bilabial, dentoalveolar y
velar), fricativos (labiodental, interdental, alveolar, velar y
uvular), aproximantes (bilabial, interdental, palatal y
velar), africados (alveolopalatales), nasales (en todos los
puntos), laterales (dentalizados, alveolares, palatalizados, alveolopalatales)
y vibrantes (simple y múltiple).

Respecto a la prosodia, las sílabas tónicas en español poseen más intensidad y


más duración que las átonas y conllevan un ligero aumento de F0 que se
manifiesta normalmente bien en la propia sílaba tónica, H*, bien en la
sílaba postónica L*+H. En las oraciones, es el tonema el principal responsable de
la indicación de la modalidad de la frase.

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