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INTRODUCCIÓN
Kant se pregunta ¿cómo son los juicios de la ciencia? Los juicios de la ciencia han de
ser juicios sintéticos en cuanto amplían nuestra información, y a priori, es decir,
independientes de la experiencia y, por tanto, universales y necesarios. Los juicios
apropiados para la ciencia han de ser, pues, juicios sintéticos a priori. Son ejemplos:
“7+5 = 12”, “la distancia menor entre dos puntos es la línea recta” o “todo lo que
comienza a existir tiene una causa”.
La respuesta a las preguntas: cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en la
ciencia y si son posibles en la metafísica da lugar a tres partes de la “Crítica de la razón
pura”:
➢ La estética trascendental: estudia las condiciones trascendentales de la
facultad de la sensibilidad, que son el espacio y el tiempo, y cómo hacen
posibles los juicios sintéticos a priori en la matemática: en la geometría y la
aritmética.
➢ La analítica trascendental: estudia las condiciones trascendentales de la
facultad del entendimiento, las categorías, y, como éstas, hacen posibles los
juicios sintéticos a priori en la física.
➢ La dialéctica trascendental: estudia la facultad de la razón y las ideas
trascendentales, y explica por qué su uso no permite la formación de juicios
sintéticos a priori en la metafísica.
1. La estética trascendental.
El espacio y el tiempo son las condiciones trascendentales que “pone” el sujeto y que
nos permiten percibir la realidad como fenómeno. No son cualidades de la realidad en
sí misma, sino de nuestro modo de verla. Nuestro conocimiento no nos permite saber
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cómo es la realidad en sí misma sin ordenarla con nuestras formas a priori de la
sensibilidad, que son el espacio y el tiempo.
El espacio es la forma que nos permite estructurar nuestras impresiones externas:
todos los objetos externos a nosotros tienen que ser representados como existentes
en el espacio.
El tiempo es la forma que nos permite estructurar nuestras impresiones internas:
todos nuestros estados psíquicos se perciben en el tiempo seguidos unos de otros.
El espacio es, por tanto, la condición de los juicios sintéticos a priori de la geometría.
Si analizamos el axioma “la recta es la distancia más corta entre dos puntos”
encontramos que tiene una evidencia inmediata, intuitiva, es algo que “se ve” sin
necesidad de comprobación ni experiencia previa. Es un juicio a priori y, sin embargo,
es sintético, puesto que el sujeto “la recta” no contiene las nociones de distancia y
cortedad que se añaden en el predicado.
Ahora tenemos la explicación del enigma de por qué la ciencia geométrica que Euclides
dejó establecida de manera puramente racional, tiene aplicación y validez perfecta
para los cuerpos y los objetos que percibimos por los sentidos. Porque las
determinaciones y leyes que la geometría ha establecido sobre ese espacio puro son
las mismas que las determinaciones y formas de cualquier objeto que yo perciba, ya
que la intuición pura del espacio es la forma de percibir objetos que tiene mi
sensibilidad.
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Exposición metafísica del tiempo :
2. La analítica trascendental.
En la analítica trascendental se pregunta Kant cómo son posibles los juicios sintéticos a
priori en la física a partir de las condiciones trascendentales de la facultad del
entendimiento. Para ello comienza desarrollando en qué consiste el conocimiento
inteligible.
El conocimiento inteligible:
La simple percepción no es todavía conocimiento. Necesitamos referir las
percepciones a conceptos para entender la realidad. El animal no necesita entender,
puesto que tiene conectadas sus impresiones sensoriales a comportamientos
instintivos o reflejos condicionados. Los humanos nos preguntamos qué son las cosas y
nos respondemos con conceptos. Veo algo desconocido que se mueve y me pregunto
si es un animal o una máquina. El concepto implica un juicio que está respondiendo a
la pregunta implícita por el qué de las cosas.
De igual manera que la sensibilidad hace síntesis de sensaciones en las intuiciones, el
entendimiento hace la síntesis de las percepciones con los conceptos. “Los
pensamientos sin contenidos son vacíos; las intuiciones sin conceptos son ciegas “.
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Conceptos empíricos y conceptos puros:
Kant parte de la afirmación de que nuestras intuiciones sensibles se nos dan de forma
separada, sin que exista, como decía Hume, ninguna impresión de algo que las una
para formar una unidad. La función del entendimiento es realizar una síntesis de esa
diversidad de intuiciones por medio de las categorías, cuyo resultado es el
conocimiento. Pero, a diferencia de Hume, Kant dice que para hacer posible el
conocimiento científico, esta síntesis del entendimiento no puede estar basada en la
costumbre, sino en condiciones a priori, que valgan objetivamente para cualquier ser
humano.
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GRUPOS JUICIOS CATEGORÍAS EJEMPLOS
CANTIDAD Universales Totalidad Todo hombre es mortal
Particulares Pluralidad Algunos hombres son
filósofos
Singulares Unidad Sócrates es mortal
CUALIDAD Afirmativos Realidad(afirmación) Los franceses son
europeos
Negativos Negación Los hombres no son
irracionales
Infinitos Limitación El espacio es no- finito
RELACIÓN Categóricos Sustancia y accidente La tierra es redonda
Hipotéticos Causalidad Los cuerpos se dilatan con
el calor
Disyuntivos Comunidad El mundo es eterno o
temporal
MODALIDAD Problemáticos Posibilidad- El alma es inmortal
imposibilidad
Asertóricos Existencia-no Sócrates es un hombre
existencia
Apodícticos Necesidad- Todos los cuerpos son
contingencia pesados
Kant examina la física de Newton, que establece leyes y principios que tienen
aplicación inexorable lo mismo al hecho de la caída de una piedra que al movimiento
de los planetas o a la órbita de un satélite artificial. Esas leyes y fórmulas matemáticas
son a priori, pues no habría podido obtenerse esa necesidad y universalidad
matemática por simple observación de los hechos naturales particulares y
contingentes. Newton sometió las experiencias caóticas de los sentidos a las leyes del
conocimiento matemático, que son las formas de toda nuestra experiencia posible.
Tomemos el ejemplo de un juicio de hecho que analizaba Hume : “Si llueve, se moja el
suelo”. Este juicio no afirma que llueva ni afirma que el suelo esté mojado. No afirma
ni A ni B, sino la conexión necesaria entre A y B; que si se da A se da necesariamente B,
es decir, que A es condición o causa de B. La forma condicional de entender los
fenómenos implica la categoría de causalidad.
Tenía, pues, razón Hume al afirmar que la causalidad no está dada en la experiencia
puesto que lo que percibimos es, exclusivamente, sucesiones regulares de fenómenos,
pero se equivocaba al afirmar que la atribución que hacemos de causas y efectos se
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fundase tan sólo en el hábito. En realidad a nuestro entendimiento le basta
frecuentemente una sola experiencia para “ver” cuál es la causa de los hechos.
El principio de causalidad no depende de la experiencia, sino que se deriva de la
categoría de causalidad, que es condición de la experiencia. La física formula leyes de
carácter universal mediante los principios puros del entendimiento que se verifican
en la experiencia.
3. La dialéctica trascendental
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Si el entendimiento es la facultad intelectual que elabora conceptos puros o
categorías, por medio de los cuales ligamos entre sí las impresiones sensibles, la razón
es la facultad intelectual fuente de las ideas. La razón opera, por tanto, sobre el
entendimiento, como el entendimiento lo hace sobre la sensibilidad.
Si en la analítica trascendental deduce las categorías a partir de los tipos de juicio,
ahora considera que se puede hallar los principios trascendentales del pensar a partir
de las diferentes formas de razonamiento.
El conocimiento intelectual no se limita a formular juicios, sino que también conecta
unos juicios con otros, formando razonamientos. El silogismo aristotélico es un modelo
de razonamiento como se ilustra en un ejemplo sencillo utilizado por el mismo Kant:
Este sencillo silogismo nos muestra cómo la conclusión, el juicio “todos los
investigadores son mortales”, tiene su fundamento en un juicio más general, la
premisa “todos los hombres son mortales”. Nuestro razonamiento puede ir, sin
embargo, más lejo : cabría preguntarse por el fundamento de la premisa mayor y así
cabría el siguiente silogismo :
La razón nos impulsa a buscar leyes, condiciones cada vez más generales y capaces de
explicar un número mayor de fenómenos. Mientras esta búsqueda se mantiene dentro
de los límites de la experiencia, tal tendencia es eficaz y amplía nuestro conocimiento.
Pero esta tendencia de la Razón lleva inevitablemente a traspasar las barreras de la
experiencia, en busca de lo incondicionado : todos los fenómenos físicos se pretenden
unificar y explicar por medio de teorías metafísicas acerca del mundo (la sustancia
material del racionalismo), lo que da lugar a antinomias ; todos los fenómenos
psíquicos se pretenden unificar y explicar por medio de teorías metafísicas acerca del
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alma (la sustancia pensante del racionalismo), lo que da lugar a paralogismos ; unos
fenómenos y otros se intentan explicar y unificar por medio de teorías metafísicas
acerca de una causa suprema de ambos tipos de fenómenos, Dios, (la sustancia infinita
del racionalismo). Más allá del ámbito de la experiencia el uso de las ideas
trascendentales es ilegítimo y da lugar a errores, es lo que Kant llama la ilusión
trascendental.
Dios, alma y mundo son, según Kant, tres ideas de la Razón que juegan un papel muy
peculiar dentro del sistema de nuestro conocimiento. Pues si bien no nos
proporcionan conocimiento objetivo alguno, sin embargo expresan el ideal de la Razón
de encontrar leyes y principios más generales cada vez: como el horizonte que nunca
se alcanza, pero que nos indica que hay que avanzar más y más.
De todo esto se deduce que la metafísica no puede ser una ciencia en cuanto que
pretende un conocimiento más allá de los fenómenos, aunque sí es ciencia en cuanto
establece los fundamentos del conocimiento, es decir, como metafísica crítica.
Kant insiste en que el error no está en las ideas mismas, sino en el modo de usarlas. Si
se pretende que representen un objeto, uso constitutivo, el resultado será negativo, el
error o la ilusión metafísica. Si se hace un uso regulativo de las ideas trascendentales,
suponiendo, no afirmando, la existencia de su objeto trascendente, se convierten en
una guía para la razón en su búsqueda permanente de la unidad del pensar.
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TEORÍA ÉTICA
INTRODUCCIÓN
La ética formal:
Es innegable que los seres humanos nos preguntamos qué está bien, qué debemos y
qué no debemos hacer. Tenemos conciencia moral. El problema de la filosofía práctica
será cómo deducir leyes de conducta universales que superen la subjetividad.
Kant introdujo por primera vez la distinción entre éticas materiales y éticas formales.
Kant señala que las éticas precedentes eran materiales, mientras que la suya es formal.
Las éticas materiales consideran que es tarea de la ética dar contenidos morales, dar
“materia” moral, mientras que las éticas formales atribuyen a la ética únicamente la
tarea de mostrar qué forma ha de tener una norma para que la reconozcamos como
tal.
Todas las éticas materiales tienen en común la aceptación de un bien supremo al que
tiene que supeditarse el comportamiento humano para actuar moralmente bien
siguiendo las normas establecidas. Las éticas materiales son empíricas y a posteriori,
puesto que su contenido proviene de la experiencia. Sus contenidos son heterónomos,
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es decir, vienen dados desde fuera por algo que es ajeno a la propia racionalidad: se
basan en el sentimiento de satisfacción que nos produce un objeto exterior a nuestra
voluntad hacia el cual nos sentimos inclinados. Nos sentimos atraídos por el placer
porque experimentamos satisfacción cuando lo alcanzamos. El principio que mueve a
la voluntad le viene dado desde fuera, desde lo empírico, por lo tanto, la voluntad no
es autónoma.
El ideal moral:
Kant considera que el ideal moral es otra cosa que la felicidad. La idea de felicidad
nace de la experiencia, es un anhelo en relación con la experiencia de lo que hay; el
ideal moral, en cambio, reside en la conciencia del deber, independiente y anterior a
toda experiencia.
El ideal moral es un deber, es una exigencia racional que tiene por objeto el deber ser
y que es independiente de la experiencia: “ La lealtad en las relaciones de amistad es
un deber aunque nunca haya existido en el mundo un amigo leal” ( “Fundamentación
metafísica de las costumbres”).
La buena voluntad:
Kant parte de la existencia de la conciencia moral para establecer un fundamento
universal a priori o principio supremo de la moralidad. Para ello deberá extraer este
fundamento de la moralidad separándolo de los deseos e inclinaciones que se dan en
la conciencia psicológica; “debe buscarse a priori en conceptos de la razón pura”.
Kant admite como evidente el carácter absoluto de la buena voluntad, que se
convierte en el valor absoluto de la moralidad.Sólo la voluntad no es medio para otra
cosa, por eso la buena voluntad, que depende de la intención, es portadora de bondad
intrínseca, absoluta; es imposible actuar de forma contraria al deber por una buena
intención.
El deber:
Kant distingue entre los actos según el motivo de los mismos:
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el ejemplo, sería no cobrar precios abusivos porque “no se debe”, sin mediar
intereses personales.
Un acto sólo es moralmente bueno cuando se realiza por deber. El ser humano
conoce normalmente lo que debe hacer. Sin embargo, al estar afectado por
inclinaciones puede tomar por éticamente correcto lo que no lo es. Por eso necesita
una guía racional para establecer el deber; esta guía es el imperativo categórico.
El imperativo categórico:
Los seres humanos como seres racionales actúan según principios prácticos que
orientan su conducta de un modo general. Estos principios pueden ser subjetivos o
máximas, cuando valen sólo para la voluntad, u objetivos o leyes, cuando son válidos
para la voluntad de todo ser racional.
Los imperativos categóricos son principios apodíctico-prácticos o leyes prácticas que
ordenan una determinada conducta con independencia de la materia de la acción y de
sus efectos. Mandan una acción como buena en sí misma, es decir, a priori.
Lo que caracteriza a la ley moral es, por tanto, su universalidad: “Lo que ordena,
permite o prohíbe lo ordena como válido para todos los casos particulares”.
El imperativo categórico ha de tener la forma de la universalidad y basta atender a esa
forma para conocer la moralidad de lo que manda: “Obra sólo según una máxima tal
que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal” (Fundamentación
metafísica de las costumbres).
Basta comprobar si la máxima de mi acción es universalizable, si puede valer como ley
universal para todo ser racional, para comprobar su carácter moral. Éste es el
auténtico sentido del formalismo kantiano: el modo de conocer el carácter moral de
nuestros principios prácticos.
En la Fundamentación metafísica de las costumbres presenta Kant otras dos
formulaciones del imperativo categórico:
“No hacer ninguna acción por otra máxima que ésta, a saber(...) que la voluntad, por
su máxima, pueda considerarse a sí misma al mismo tiempo como universalmente
legisladora”.
La dignidad del hombre es la de un ser que es un fin en sí mismo, frente a los otros
seres que no tienen dignidad, sino precio. Por tanto, el ser humano en todas sus
acciones debe tratarse a sí mismo y a los demás seres racionales como a aquello que
no puede ser sustituido por nada equivalente.
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condiciones que deben darse para la existencia de la ley moral. La respuesta a la
pregunta ¿qué debo hacer? conduce a la pregunta que completa el fin último de la
razón, ¿qué debo esperar?
Postulados:
1. La libertad: Deriva de modo inmediato del hecho moral: debo actuar conforme
a la ley moral, luego he de poder determinar mi voluntad libremente; un ser
que no fuese libre no tendría “deberes”.
2. La inmortalidad del alma: No deriva del hecho moral, sino de la consideración
del sumo bien de la voluntad: la realización perfecta del deber es incompatible
con la limitación de la naturaleza humana. La conformidad completa de nuestra
voluntad con la ley moral, con el deber, exige un proceso infinito en la vida
moral, una existencia en otra vida en la que la voluntad del hombre no esté
condicionada por algo externo a su propia razón, en la que no sea llevado por
sus sentidos.
3. La existencia de Dios: También deriva del sumo bien de la voluntad: la vida
virtuosa no tiene como resultado garantizado en este mundo la felicidad. Debe
existir un ser supremo, autor del mundo físico y del mundo moral, que
garantice la vinculación de virtud y felicidad, el sumo bien para el hombre.
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estarían todos los hombres de buena voluntad; y la Iglesia visible, fundada
sobre los libros sagrados con normas y culto propio.
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