TSF.FE.2.Boff
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Leonardo BOFF*
Al hablar de la dimensión liberadora y praxística vo, esto es, que llamaba siempre hacia adelante y
de la fe y de la teología1 no queremos desentrañar hacia una permanente apertura acogedora de su
las consecuencias liberadoras que acaso poseen la parusía. La fe entonces exige una desinstalación y
fe y la teología. Al contrario, queremos poner de re- una vivencia de situación-de-éxodo. El quiere levan-
lieve el hecho de que toda fe y toda teología, por la tar su tienda en el mañana y en el futuro de nues-
mera razón de ser lo que son, poseen en sí mismas tra vida. Fe cristiana en este sentido es mucho más
una dimensión liberadora u opresora. Esta dimen- un modo de vivir y de comportarse frente a la totali-
sión pudo haber quedado antiguamente en el sub- dad de las manifestaciones del mundo que adhesión
consciente, sin haber sido articulada de manera ex- a un contenido fijo y determinado de verdades pro-
plícita. Pero estaba y está siempre presente y ac- nunciadas dentro de unas coordenadas lingüísticas
tuando en la praxis. En la actualidad nos hemos que están y estarán siempre vinculadas a una vi-
dado cuenta de esta realidad expuesta y descubier- sión determinada del mundo.
ta ahora. Percibimos que cierto modo de compren-
der la fe es ideológico y sacramentalizador de una No basta con establecer las verdades: Dios exis-
situación opresiva, o es liberador del hombre de su te, Jesucristo resucitó de entre los muertos, Dios es
propia situación y de su vinculación con la configu- Padre, Hijo y Espíritu Santo, el hombre es inmortal,
ración global de la vida2. etcétera. Estas verdades no están dentro de las
mismas coordenadas como cuando digo: existe una
piedra, ha muerto un perro, etcétera. Dios no existe
1. VERDADERA FE: FE QUE SE HACE VERDAD de la misma manera que existe una piedra. Cuando
digo en la fe que Dios existe, afirmo existencialmente
La verdadera fe cristiana no se reduce solamente que en el mundo hay un último Sentido que me
a una adhesión intelectual a ciertas verdades sobre acoge y me acepta radicalmente, incluso en mi pe-
el destino fundamental del hombre y del mundo3. queñez, en el que convergen todos los opuestos y n
Es adhesión al misterio de Dios, que se comunica quien encuentro el descanso de mi corazón fatigado
permanentemente en la historia y se ha autocomu- de preguntar. Por tanto, decir que Dios existe no es
nicado de forma definitiva y victoriosa en Jesucristo como decir que existe una piedra, sin que nada
muerto y resucitado. En la captación concreta del acontezca en mi vida. Aquí todo cambia. El mundo
momento histórico en su sentido radical como pro- se vuelve diáfano ante esta inefable Realidad.
vocación al hombre para una decisión totalizante de Cuando afirmo en la fe que Jesucristo resucitó de en-
su vida es donde se define cuál es el Sentido fun- tre los muertos, no me sitúo en el mismo horizonte
damental. Este Sentido puede ser expresado en un que cuando me anuncian: hoy ha nacido Raquel.
lenguaje de verdades que guarden siempre referen- Sino que me sumerjo en el océano de la esperanza
cia al núcleo experiencial de donde brotaron. No es humana que sabe que la muerte ha sido vencida. El
precisamente el que conoce las verdades quien se anhelo de realización y de liberación del hombre se
salva. Sino el que practica la verdad. Practicar la ha transformado en acontecimiento de felicidad
verdad en sentido bíblico (cf. Jn 3,21; 1Jn 3,19) humana y divina: hay un final maravilloso para el
consiste en transformar de tal forma la vida que és- hombre y para el cosmos, un final de todos los me-
ta se deje empapar de la realidad de Dios sentida y canismos de la opresión. Entonces toda la existen-
sufrida dentro de la propia existencia. cia, la lucha secular de los oprimidos y de los opre-
sores (manifestaciones de la muerte dentro de la vi-
Fe cristiana significa que Dios mismo se hizo da) y el sentido del futuro de la historia reciben una
historia y se llamó Jesucristo. Jesucristo no enseñó esplendorosa iluminación. Cuando profeso en la fe
únicamente verdades. Caminó por un sendero en el que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, no pronun-
que asumió la totalidad de la vida en sus positivi- cio una verdad científica como cuando digo que el
dades y en sus negatividades como una vida vivida, agua es un compuesto de H20, sin que se modifique
soportada y asumida delante de Dios y siempre a nada en el sentido radical de mi existencia. Pero al
partir de Dios. Dios no se encontraba solamente en balbucir en el pudor del Espíritu que Dios es Padre,
el templo, ni moraba exclusivamente en los cielos, Hijo y Espíritu Santo, testifico que el misterio que
sino que se daba a sí mismo y se hacía presente en se oculta y se revela en la historia es comunión, al-
cada hombre, anunciaba su palabra en cada situa- teridad, identidad y diferencia, autocomunicación
ción concreta y se revelaba como el Dios provocati- de sí (Padre) a alguien diferente de sí (Hijo), no des-
2 DIMENSION LIBERADORA Y PRAXISTICA DE LA FE
truyéndose sino recogiéndose en la mutua acepta- primeros mártires laicos de la primitiva Iglesia, san
ción amorosa (Espíritu Santo) para formar una úni- Máximo mártir5. Esta fe contesta todos los absolu-
ca mismidad (la única naturaleza divina). Pues bien, tos intramundanos, quiebra las piernas de todos los
¿no refleja esta misma dialéctica toda la realidad, ídolos de barro ideológico y desenmascara el orgullo
especialmente el hombre? La santísima Trinidad es del poder que pretende con el aumento de la pro-
la última iluminación del misterio del hombre y del ducción y del consumo hacer que calle el hambre de
Hombre Jesucristo. libertad del espíritu hecho para el Absoluto.
No hay dos historias, una profana y otra sagra- Este tiempo no posee solamente una dimensión so-
da, dentro o en las profundidades de aquélla. Sólo ciológica y política. Es la forma con que la liberación
hay una historia, que puede ser leída desde los más y la gracia, la opresión y la des-gracia, acceden a
diversos puntos de vista: económico, político, psico- nuestra conciencia histórica y desafían el compro-
lógico, ideológico y también teológico. En la óptica miso de nuestra fe. Una Iglesia y un teología que
de la fe toda la historia humana en todas sus mani- por temor a la política o por miedo a la contestación
festaciones, desde sus orígenes hasta su consuma- y a la represión se negasen a ver en el fenómeno del
ción (protología-escatología) puede ser vista como la marginamiento su dimensión de fe y de teología,
historia de la liberación, en cuanto que el hombre traicionarían al Espíritu y blasfemarían del Hijo del
acoge el misterio de Dios, y como historia de la hombre, que escogió como forma eminente de su
opresión, en cuanto que lo rechaza. Realmente, la parusía en el mundo al marginado, al hambriento,
acogida y la repulsa se entremezclan y constituyen al encarcelado y a los últimos de la tierra (cf Mt 25,
el drama humano delante de Dios. En esta visión 35ss; 18,5).
también la política y la economía y la lucha ideoló-
gica están penetradas de gracia y de desgracia, de La comprensión de la revelación como proceso
alientos de liberación y de golpes de represión. No histórico realza y subraya el carácter concreto del
existe únicamente una situación decadente y opre- acontecimiento revelador que hoy se nos presenta
sora (pecado original) que se transmita a través de dentro de este horizonte de liberación-opresión.
los siglos encarnada en las personas, en las institu- Aceptar el desafío de esta época de la revelación su-
ciones y en las culturas humanas; también está pone no solamente escuchar la voz del tiempo y los
presente la gracia original que resplandece en los clamores de los humillados y ofendidos, sino la voz
ejemplos dejados por el hombre recto, que alimenta suplicante del mismo Dios y de Jesucristo que su-
con las enseñanzas que el misterio de Dios ha arti- fre, es torturado, crucificado y está en agonía hasta
culado en los sabios de todos los tiempos y que se el final de los tiempos.
comunica por las instituciones humanitarias de to-
dos los pueblos. Afirmar que la economía es a-ética y La teología y la Iglesia no necesitan para liberar
que la política es indiferente, equivale a perder la afiliarse a una ideología revolucionaria o socializan-
perspectiva de la fe. No hay nada indiferente delante te, que es la tentación de muchos cristianos com-
de Dios: o contribuye a la liberación o a la perdición prometidos de la actualidad. Lo que necesitan la
del hombre. Ese pretendido apoliticismo de la teolo- teología y la Iglesia es accionar el tesoro de su pro-
gía o de la Iglesia no deja de ser una posición políti- pia riqueza liberadora y tematizar lo que está ya
ca, ya que legitima el statu quo en vez de cuestio- implícito dentro de su propio horizonte. Sólo enton-
narlo, no para rechazarlo, sino para que se manten- ces prestarán una colaboración específica al proce-
ga siempre abierto a la humanidad y a la justicia, so de liberación que se ramifica en todas las mani-
valores que no se agotan en un código de leyes ni se festaciones de la vida. Eso es precisamente lo que
limitan al establecimiento o la consecución de unas los hombres esperan de la Iglesia: que ella haga su
cuantas metas más o menos fundamentales. lectura, a la luz de la óptica de la fe, del fenómeno
político-económico, del marginamiento, de la opre-
Hoy se vive en América Latina el tiempo denso y sión y de la liberación. Y resulta urgente una praxis
urgente (Assmann) de la historia de la salvación ba- liberadora como unidad vital entre lectura y acción,
jo el signo de la liberación de las esclavitudes socia- entre ortodoxia y ortopraxia.
les que destruyen al hombre, que marginan a millo-
nes de seres y que aplastan la dignidad humana.
4
D. Bonhöffer, Widerstand und Ergebung, Munich-
Hamburgo 1966, 189 (trad. cast.: Resistencia y sumisión,
Ariel, Barcelona 1960).
5
Acta Sancti Maximi martyris, 2 (Lateinische Märtyre-
rakten ausgewählt und erläutert von Andreas Schwerd),
Munich 1960, 40-41; 85-87.
6
Cf. G. Gutiérrez, Teología de la liberación, Salamanca,
1972, 193-241; J. L. Segundo, Salvación y construcción del
mundo, Nova Terra, Barcelona 1968, especialmente 47-91;
A. Darlap, El concepto de historia de la salvación, en Mys-
terium salutis I/1, Cristiandad, Madrid 1969, 62-132.