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FABREGAT, NOVATOR
DE LA CIENCIA DE LA
CULTURA EN ESPAÑA
Luis Calvo-Calvo
Institución Milá y Fontanals
Consejo Superior de Investigaciones Científicas
lcalvo@imf.csic.es
A modo de introducción
Cada una de las revoluciones científicas que se han producido a lo largo
de la historia ha propiciado nuevos avances; así, los planteamientos de
Francis Bacon (1561-1626) hicieron que tanto el método inductivo como
la organización y la especialización se convirtiesen en claves de bóveda
de la investigación científica. Por su importancia, estas aportaciones le
merecieron la consideración de novator.
Desde mi punto de vista, la obra antropológica —conceptual y formal-
mente— de Claudio Esteva Fabregat puede ser definida como la propia de
un novator: desde su regreso a España, aunque de manera concreta, desde
su asentamiento en Barcelona a partir de 1968, su objetivo fue dotar a la
antropología cultural de un estatus y de una fortaleza que le permitiese
significarse como disciplina propia y diferenciada. Tal como él mismo de-
claró en una ocasión, otros estudiosos, como Julio Caro Baroja, realizaron
aportaciones más que significativas al conocimiento antropológico, pero
3 Vid. las páginas 63-64 del Anuario de la Universidad de Barcelona 1967-1968. Barcelona: Universidad de
Barcelona.
4 Al respecto, vid. la página 43 del Anuario de la Universidad de Barcelona de 1961-1962, donde se observa
que Panyella, como profesor encargado de curso, impartía Etnología en la Sección de Historia.
5 Hasta que Esteva consiguió la agregaduría en 1968, Panyella era profesor adjunto (provisional) y
profesor encargado de curso. Vid. las páginas 37 y 39 del Anuario de la Universidad de Barcelona 1968-
1969. Barcelona: Universidad de Barcelona. En el año académico de 1968-1969, Panyella impartía Et-
nología en el primer curso de la licenciatura de Historia Antigua durante 3 horas a la semana (ibidem,
página 68). Cabe señalar que en este mismo año, entre las materias de libre elección, aparecía una
Antropología impartida por el doctor Sitges en la Sección de Biológicas (ibidem).
6 Vid. el fondo documental del MEB: Expedición a Etiopía (1974).
7 Ibidem.
aconseja interrogar en primer término a los ancianos que son los buzones
de alcance del pasado» (Casas, 1947: 265; la cursiva es mía).
Por otra parte, otro polo universitario donde se impartía Antropología
era en la licenciatura de Ciencias, Sección de Biológicas, que en su quinto
curso ofrecía esta materia, impartida por el catedrático Santiago Alcobé,
quien la enseñaba desde la década de 19408.
En última instancia, no cabe dejar de lado el propio contexto univer-
sitario en el que, por poner algún ejemplo, se convalidaban los estudios
eclesiásticos9 o había ayudas para los «españoles repatriados de Rusia»10.
Por lo tanto, la primera tarea de Esteva cuando llegó a la UB fue ges-
tionar el cambio de paradigma con respecto a la etnología. En primera
instancia, se propuso que se asimilase a la antropología cultural como
una parte del proceso de estudio, análisis e interpretación de la ciencia
antropológica, es decir, debía concebirse como una parte de esta (etno-
grafía, etnología, antropología). En este sentido, Esteva consideró que
la etnología histórica, es decir, la asociada a arcaísmos y primitivismos
culturales —por asociación con las investigaciones de los ámbitos de la
prehistoria y la arqueología—, no había llegado a producir ni investiga-
ciones suficientemente sólidas ni teorías propias sobre lo primitivo y,
por ello, la etnografía que se había practicado hasta aquel momento so-
lamente había tenido como finalidad aportar datos que complementasen
las investigaciones en los ámbitos mencionados. Por todo ello, la etnolo-
gía había devenido en una disciplina meramente auxiliar (véase Esteva,
2008: 41-53). El propio Esteva ya indicó en un texto de 1969 las deficiencias
que para la antropología como ciencia conllevaba esta visión: métodos
descriptivos, autodidactismo y baja profesionalización, ausencia de fi-
nanciación y falta de planes de estudio (Esteva, 1969; citado en Prat, 1992:
21). De esta forma, al poco de llegar a la UB, Esteva ya pudo introducir
8 Vid. la páginas 89 del Anuario de la Universidad de Barcelona 1967-1968. Barcelona: Universidad de Bar-
celona. Al igual que en la Sección de Historia, en 1966 se creó en la Sección de Biológicas el Departa-
mento de Antropología, dirigido por el mismo Alcobé, que incluía las siguientes dos materias: Antro-
pología e Historia de las Ciencias Naturales y Afines (ibidem, página 92). También existían cursos de
Antropología en los estudios de Filosofía, impartidos por F. Gomá, pero estos, como los orientados a
la biología, se obvian en este trabajo.
9 Ibidem, páginas 156-159.
10 Ibidem, páginas 169-170.
11 Véanse las páginas 69-70 del Anuario de la Universidad de Barcelona 1969-1970. Barcelona: Universidad
de Barcelona.
12 Vid. las páginas 196, 209 y 235 del Anuario de la Universidad de Barcelona 1971-1972. Barcelona: Univer-
sidad de Barcelona.
13 Así, en el curso 1975-1976 ya eran profesores agregados o encargados de curso los doctores M. J.
Buxó, J. Contreras y Joan Prat. La extensión de la UB en otras ciudades, como Tarragona, comportó
que allí también se iniciasen las enseñanzas antropológicas con profesores como J. J. Pujadas. Vid. las
páginas 15, 17 y 28 del apéndice del Anuario de la Universidad de Barcelona 1975-1976. Barcelona: Univer-
sidad de Barcelona. Lo mismo ocurrió en Lleida (vid. las páginas 106-107 del Anuario de la Universidad
de Barcelona 1977-1978. Barcelona: Universidad de Barcelona.
sobre los pueblos ágrafos que los alejaba del primitivismo cultural e in-
tentaba presentar otras visiones de sus vidas y modos de organización;
todo ello desde perspectivas claramente holísticas. De esta forma, Esteva
se propuso romper con los discursos y las argumentaciones de carácter
diacrónico para introducir la sincronía en el análisis de los mal llama-
dos pueblos primitivos. Así, a la hora de hablar de estos o de las culturas
prehispánicas americanas, pretendió que lo fundamental fuese presentar
«[…] la función y [el] proceso simultáneos de la vida social, en organiza-
ciones de tiempo y espacios horizontales» (Esteva, 2008: 49; vg. econo-
mía, organización social, arte, religión, personalidad).
En resumen, Esteva pretendía que la etnología se concibiera como una
teoría de la etnografía comparada y, por ende, que la antropología cultu-
ral respondiera a una teoría de la etnología comparada (Esteva, 2008).
17 Tal como se ha mencionado más arriba, a finales de la década de 1970 se añadió «e Hispanoame-
ricana» con el objetivo de ampliar la base investigadora del centro. Por ello, el acrónimo aquí usado
es el de CEPH.
23 A modo de ejemplo, véase el artículo de Esteva en que reflexionaba sobre la idoneidad de usar unos
u otros términos para tratar aspectos de aculturación (Esteva, 1973a).
24 Carta de Claudio Esteva Fabregat al presidente del patronato Saavedra Fajardo (4 de octubre de
1974). Fondo documental IMF-CSIC.
las grandes zonas agrarias deprimidas para que pudiesen ser autosufi-
cientes y productoras [, y, en segundo término] para agilizar las ciuda-
des, liberándolas de la masificación y la despersonalización de sus rela-
ciones»25.
Esta iniciativa sintetizaba, en buena medida, algunas de las aspira-
ciones, formales y conceptuales, de Esteva con relación a dos hechos: en
primer lugar, la necesidad de focalizar nuevos objetos de estudio, como
las migraciones o el mundo urbano; en segundo término, quería insis-
tir en la dimensión aplicada del trabajo antropológico porque «[…] el an-
tropólogo es quien, en todo el mundo, desde el sector más desarrollado
como en programas norteamericanos o europeos, hasta los países del
Tercer Mundo, se encarga de los estudios previos a la aplicación de medi-
das económicas. Esto ocurre, porque el antropólogo es el especialista en
el estudio de pueblos, de agrupamientos y sociedades, de instituciones
y costumbres. De evolución, y de cambio ante un fenómeno llegado del
exterior. De actitudes y sistema de valores […] el antropólogo no trabaja
desde su despacho, sino que estudia las sociedades dentro de ellas. Su
conocimiento es cualitativo en gran parte y está en lo posible desligado de
los prejuicios que en ocasiones provoca el trabajo superficial, cuantitativo
y de despacho. Su información, por tanto, es más de fiar que la de otro
especialista»26.
Asimismo, y a pesar de las dificultades para dar forma a sus ideas,
Esteva no cejó en proponer nuevas perspectivas como, por ejemplo, todo
lo referido al estudio del mundo urbano; de esta manera, planteó la nece-
sidad de considerar la ciudad de Barcelona como laboratorio de estudio,
ya que estimaba que la metodología etnográfica podía aportar al estudio
del mundo urbano «[…] una perspectiva casi inédita en las tradiciones
de nuestras disciplinas [que] puede proporcionarnos claves importantes
para el entendimiento de los fenómenos de la cultura moderna»27. Su in-
terés por este nuevo campo de estudio residía en que consideraba que
25 Extraído del programa de investigación propuesto por el Centro de Etnología Peninsular para el IV
Plan de Desarrollo. Fondo documental IMF-CSIC.
26 Ibidem.
27 «Memoria de las actividades del Centro de Etnología Peninsular (1970-1972), de Barcelona». Ethni-
ca 5 (Barcelona, 1973), p. 218.
las dinámicas de las ciudades «[…] afectan no sólo al hombre urbano sino
que también su influencia llega a los centros rurales de una manera que
convierte a éstos en una función de las ciudades […] hoy no podemos de-
terminar claramente si un campesino es absolutamente campesino, pues
lo que realmente ocurre con su dependencia del mercado urbano es que,
en realidad, es ya una variable del mundo de las ciudades»28. Cabe desta-
car que cuando Esteva se refería a esa «perspectiva casi inédita», estaba
constatando la necesidad de que la antropología se implicase hasta sus
últimas consecuencias en la contemporaneidad, por lo que planteaba un
cambio de paradigma y, para ello, proponía concebir «[…] la etnografía
rural desde el punto de vista de las fuerzas dinámicas que la condicionan
[…] porque el mundo, en su proceso de urbanización creciente, es ya una
función de las ideologías urbanas»29.
Aunque estas iniciativas no se pudieron llevar a cabo —recuérdese que
es el momento histórico del tardofranquismo, así como por las propias
circunstancias del CEPH—, las labores coordinadas del Departamento
de Antropología Cultural de la UB y del centro del CSIC dieron sus fru-
tos, sobre todo en lo referido a la formación de la primera generación de
antropólogos en la UB30 y a la edición, desde 1971 hasta 1984, de Ethni-
ca. Revista de Antropología —aunque las dificultades hicieron, a modo de
ejemplo, que la publicación solo contara con un volumen anual a partir
de 1977, con excepción del volumen 18, de 1982, del que se publicaron dos
fascículos— (véase Calvo, 1996; recogido también en Prat / Martínez, 1996:
42-49; una versión ampliada de este texto se puede consultar en Calvo,
2002a).
El esfuerzo por darle continuidad a Ethnica fue notable y rápidamen-
te la publicación se hizo hueco en el panorama antropológico nacional e
28 Ibid., pp. 218-219.
29 Ibid., p. 219. Uno de los resultados más destacados de esta investigación se recogió en un texto de
Esteva Fabregat dedicado a la aculturación (Esteva, 1973a).
30 Así, se redactaron las primeras tesis de licenciatura en antropología; entre otras, Josefina Roma,
Los A-ni’to y su función en la sociedad Igorrote de Filipinas; Joan Frigolé, Estudio histórico-socioló-
gico de la vila de Bañolas en el año 1900; Jesús Contreras, Empirismo y superstición en la medicina
popular y en la medicina académica del siglo xviii; Dolores Soriano, Aspecto socioeconómico de un
pueblo del Pirineo: Campellas; María Jesús Buxó, Etnografía del habla: modelos de relación diádica
en Catalunya; Montserrat Camps, Tópicos y estructura social; Joan Prat, Estudio de los cuentos in-
fantiles; Manuel Moreno, Essai sur le Don.
internacional (vid. Calvo, 2002b; Jiménez / Checa, 2012; y Prat, 1999). Ello
quedó acreditado tanto por los autores, consagrados (Bosch i Gimpera,
Mead, Zamora, Alcina Franch, Valls, Esteva) o noveles (Buxó, Contreras,
Frigolé, Moreno, Pujadas, Roma, Terrades…) como por los intercambios
y las suscripciones, de manera especial las de carácter internacional, ya
fuesen privadas o institucionales31. De esta manera, Ethnica se convirtió
en el mejor ejemplo del cambio que estaba viviendo la antropología es-
pañola.
En otras ocasiones ya se ha comentado que el proceso de consolida-
ción institucional de la antropología en España no estuvo exento de difi-
cultades y, como ha ocurrido en otros ámbitos y disciplinas en transcur-
sos similares, la perspectiva del tiempo permite aquilatar mucho mejor
algunas actuaciones y decisiones. Así, el propio Esteva era consciente,
desde la asunción en 1968 de la dirección del debilitado CEPH del CSIC,
al que incorporó el antiguo Archivo de Etnografía y Folklore de Cataluña,
que también languidecía en el CSIC, de que los recursos humanos y eco-
nómicos eran esenciales para alcanzar las tareas fundamentales ya men-
cionadas (formación, constitución de un fondo bibliográfico, difusión).
En este sentido, hay que destacar que Esteva lideraba el proyecto, pero
otras personas que trabajaron junto a él fueron fundamentales para que
el CEPH y Ethnica adquiriesen el prestigio del que llegaron a gozar. Así,
en una primera época, Josefina Roma asumió todo lo referido a la secre-
taría del centro y de la revista y, años más tarde, María Jesús Buxó; en los
últimos años de Esteva en el CSIC hicieron lo propio Berta Alcañiz y un
joven estudiante que hoy tiene la oportunidad de firmar el presente texto.
Tal como se ha apuntado líneas atrás, Esteva luchó por conseguir
fondos económicos del CSIC para el centro; de esta manera, consiguió
un presupuesto de 350 000 pesetas anuales para aquel y 200 000 pese-
31 A modo de ejemplo, en el trienio 1983-1985, algunas de las entidades que estaban suscritas o que
mantenían intercambios con Ethnica fueron las siguientes: Institut für Völkerkunde der Universität
zu Köln (Alemania), Göteborg Etnografiska Museum (Suecia), Associazione Italiana Studi Ameri-
canistici (Italia), Universidade dos Açores (Portugal), Royal Anthropological Institute, Peabody Mu-
seum, Bodleian Library-Oxford (Reino Unido), Instituto de Investigaciones Antropológicas (México),
Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (Guatemala), Fundación Ameghino (Argenti-
na), Fondo de Promoción de la Cultura Popular (Colombia), Universidad Católica de Tachira (Vene-
zuela), The Library of Congress, Indiana University, Boston University, Harvard University, Arizona
State University (EE. UU.), University of Alberta (Canadá), Kinokuniya Company (Japón).
tas para la edición de Ethnica, así como otros fondos adicionales para,
por ejemplo, realizar los trabajos de campo durante la Misión Científica
Española en Perú (50 000 pesetas) o los realizados en el Pirineo catalán y
aragonés, así como para el acondicionamiento material del centro. Si en
el ámbito científico pronto empezaron a obtenerse resultados fehacien-
tes —como la realización de tesis doctorales—, en el caso de la revista
Ethnica, su éxito fue inmediato: no solo publicaba trabajos propios, sino
también de antropólogos ya consolidados en la escena internacional, tal
como se ha mencionado más arriba.
El hecho de que, a partir de un determinado momento, hacia 1978, el
CEPH viviese diferentes fracturas internas propició que en 1984 el cen-
tro desapareciese y, con él, Ethnica dejara de publicarse. Con relación a
su desaparición, Esteva indicó que el final de la publicación se debió a la
falta de apoyo del CSIC. Posiblemente, fueran dos las razones últimas del
final de la publicación: la reestructuración que el CSIC llevó a cabo con
el fin de constituirse en un organismo autónomo de investigación, sin la
tutela de los catedráticos de universidad; y el hecho de que el CEPH ha-
bía perdido buena parte de su potencial investigador y científico debido
a las mencionadas fracturas internas. Así las cosas, desde finales de la
década de 1970 hasta 1985 aproximadamente, las actuaciones del CEPH
decayeron significativamente, aunque cierta actividad formativa externa
continuó hasta el curso académico 1985-198632.
Con la perspectiva que ofrece el paso de los años, se puede decir que
el cierre del centro y el final de Ethnica fueron pérdidas significativas en
el contexto de una joven disciplina que estaba abriéndose camino en el
ámbito académico, nacional y foráneo: Ethnica fue, posiblemente, el me-
jor embajador de la antropología española y, solamente con el tiempo y a
raíz de cambios sucesivos, publicaciones como la Revista de Dialectología y
Tradiciones Populares, la Revista d’Etnologia de Catalunya, el Arxiu d’Etnografia
de Catalunya o la Gazeta de Antropología han seguido la estela de aquella.
32 Como ejemplo, destacan algunos de los cursos externos que se impartieron en los últimos años
del CEPH en 1983: Antropología, Biología y Cultura, Antropología de los Grupos Marginales de la
Península Ibérica, Antropología de las Culturas Mediterráneas, España y los Indios del Suroeste
de Estados Unidos, Antropología del Mito; y en 1985, el de Algonquinos e Iroqueses de los Bosques
de Norteamérica.
33 Tan solo a modo de muestra, vid. Bortolini et alii, 2017; «What knowledge societies can learn from
foraging societies?»; y Johansson, 2003.
34 Seminario organizado por la EASA en colaboración con el Instituto de Etnología de la Academia
Checa de Ciencias y la Asociación Checa de Antropología Social (Praga, 14 y 15 de octubre de 2015, vid.
<https://easaonline.org/agm.shtml>).
Bibliografía citada
«Memoria de las actividades del Centro de Etnología Peninsular (1970-
1972), de Barcelona». Ethnica 5 (Barcelona, 1973), p. 218.
«What knowledge societies can learn from foraging societies?». Recupe-
rado de: <https://phys.org/news/2016-06-knowledge-societies-fora-
ging.html>
Atlan, H. et alii 2018. «Halte aux ‘fake news’ génétiques», Le Monde. Publi-
cado el 25/04/2018.
Bortolini, E.; Pagani, L.; Crema, E. R.; Sarno, S.; Barbieri, C.; Boattini, A.;
Sazzini, M.; Graça da Silva, S.; Martini, G.; Metspalu, M.; Pettener, D.;
Luiselli, D.; Tehrani, J. J. 2017. «Inferring patterns of folktale diffusion
using genomic data». Proceedings of the National Academy of Sci-
ences of United States of America –PNAS– 114(34): 9140-9145. Recu-
perado de: <http://www.pnas.org/content/114/34/9140>, doi: 10.1073 /
pnas.1614395114
Calvo, L. 1996. «Claudio Esteva Fabregat, Éthnica y la Antropología», En-
sayos de antropología cultural. Homenaje a Claudio Esteva-Fabregat. Barce-
lona: Ariel, 42-49.
Calvo, L. 1997. Historia de la antropología en Cataluña. Madrid: CSIC
Calvo, L. 2002a. «Éthnica. Revista de Antropología y su significación his-
tórica para la antropología en España», Revista de Dialectología y Tradi-
ciones Populares LVII(1): 71-82. Madrid: CISC.
Calvo, L. 2002b. Memoria del presente: la antropología española en sus publica-
ciones periódicas, número especial de la Revista de Dialectología y Tradicio-
nes Populares LVII(1). Madrid: CSIC.
Calvo, L. 2017. «Del ayer, del hoy y del mañana de la antropología en Ca-
taluña: en homenaje a Claudio Esteva Fabregat», Arxiu d’Etnografia de
Catalunya 17:179-202. Tarragona: Publicacions URV.
Capel, H. 2009. «La antropología española y el magisterio de Claudio Es-
teva Fabregat. Estrategias institucionales y desarrollo intelectual en
las disciplinas científicas», Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía
y Ciencias Sociales XII (287). Barcelona: Universidad de Barcelona. Re-
cuperado de <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-287.htm>.