Filosofia_de_la_danza_VF_pdf
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Bruno Velázquez
En diversos momentos a lo largo de su obra, Nietzsche nos dirá que la danza, una
de las formas privilegiadas del arte, es también la manifestación plena y nunca
desinteresada de la poiesis o creatividad humana, pues ella nos eleva de un el a te por el
arte a u la vida po la vida que, en la terminología de su ontología estética, bien puede
ser entendida como un el arte por la vida la vida po el a te .
Como se ve, en lo que sigue se comprenderá al baile de dos maneras. Por un lado, al acto
real y concreto, la danza efectiva; y por el otro, como metáfora de un particular modo de
habitar el mundo y de desplazarse por su trama espacio-temporal. El baile entonces como
interpretación poética de la existencia, y el bailarín lo mismo como la persona que de
hecho acontece en la danza, que como aquella que vive su vida cual si de un baile ritual y
simbólico se tratara.
Te to leído e el P i e Colo uio U ive sita io de Da za Filosofía . Fa ultad de Filosofía Let as,
1
UNAM, 15 al 17 de Mayo de 2016, México D.F. Parte de la tesis de investigación El Baile , UNAM. 2007.
1
ai es aila do…. El se hu a o o es a u a tista, se ha o ve tido e u a obra de
a te… .
Sabemos, con Nietzsche, que la capacidad creadora del ser humano es su más preciosa y
noble cualidad, que es a partir de ésta que somos capaces de reinventar el mundo,
redirigir la mirada, reconocernos y reconquistar el esquivo sentido de la vida. Que sólo en
ese acto de innovación constante la persona es capaz de dar continuidad a la insondable
empresa del conocerse a sí mismo y, desde ahí, de darse libremente al otro: única tarea
que verdaderamente nos engrandece y dignifica.
Cabe decir que estas afirmaciones son, en y para Nietzsche, también una revelación, pues
descubren y explican el devenir activo, la afirmación que entraña la superación de la
decadencia humana, del espíritu de pesadez y de su causa que no es otra sino el nihilismo.
La danza entonces se devela como el acto mediante el cual el ser humano logra
transmutarse, de esclavo y víctima de represiones autoinfligidas, en un poderoso y
orgulloso artista de sí.
La vida entendida como baile y el ser humano como bailarín abre nuevas posibilidades
para comprender ya la jovial alegría, la capacidad poética y el gozo existencial, como la
transvaloración exigida por Nietzsche para lograr superar el nihilismo que es la infausta
herencia de Platón y el cristianismo. Y si es así, lo es porque vista de esta manera la
persona alcanza un poderoso sentimiento de autonomía, de continuidad individual en la
plenitud, de pertenencia singular en la alteridad y de capacidad de hacerse su propia
felicidad al participar de la armonía cósmica que, desde nuestro mundo humano
demasiado humano, se nos escapa y escabulle perpetuamente, quizá porque hemos
perdido la capacidad de entender el ritmo junto con nuestra ligereza, o quizá porque por
momentos desaprendemos a bailar y olvidamos que el fondo de la vida es un fondo
musical. Y es que a veces nos pesa mucho el ego, nos tomamos demasiado en serio y cada
día surgen y creamos nuevas cadenas como el miedo, la envidia, el odio, la indiferencia, la
virtualidad digital, el egoísmo o la sinrazón que igualmente nos alienan que corrompen e
inmovilizan.
Pero a pesar de esto, y afortunadamente, Nietzsche nos dirá que todos llevamos en
potencia a ese danzarín que nos recuerda que a la vida hay que celebrarla. ¿Cómo?
respondiendo al sustrato musical y bailando el breve recorrido de nuestra vida hasta su
ocaso.
Hölderlin, el gran poeta romántico de la locura, intuía algo semejante al decirnos que:
Solamente cuando el pensamiento se ve en la imposibilidad de expresarse por otro
medio que no sea el ritmo, cuando el ritmo se convierte en el único y solo modo de
e p esió , sola e te e to es ha poesía…Pa a ue el espí itu deve ga poesía tie e
2
que llevar en sí mismo el misterio de un ritmo innato. Solamente en este ritmo puede
vivir y hacerse visible, pues el ritmo es el alma del espíritu.2
2
F. Hölderlin. Poemas de la locura. p. 39
3
F. Nietzsche. El nacimiento de la tragedia. p.p.142-143
4
F. Nietzsche. Así habló Zaratustra, Del leer y el escribir. I, p. 70.
5
G. Bachelard. El aire y los sueños. p. 159.
6
Ibid. p. 171.
3
En la voz zaratustreana hay que entender a lo aéreo y lo ligero como libertad de acción y
pensamiento. El danzarín de pies livianos es aquí el hombre de la ascensión, el solitario
ue Mu e a de las u es to a asiento (y) espera al p i e a o. 7 Como se esperaría
al arma blanca y etérea, de luz límpida y fuerza purificadora, que nos servirá como puente
de unión entre el cielo y la tierra, entre la idea y la acción transformadora.
)a atust a di e: Mi pie pide a la úsi a, a te todo, los a e atos que procuran una buena
a ha, u paso, u salto, u a pi ueta. 8 Le pide sus melodías para convertir su andar en
una danza que aligere incluso la marcha más ardua y la más extenuante ascensión. Y es en
este sentido que Nietzsche, el poeta del aire, es también un bailarín de espíritu fluido que
flota por encima de todo lo rígido, lo decadente y lo pesado.
Energía que se desborda y se desdobla, el danzarín se ha reconocido en su cuerpo y desde
su cuerpo, él es el primero en saber que no somos más que cuerpo y que, más allá de que
ignoramos de lo que nuestro propio cuerpo es capaz, ahora ya sabemos que es él el
humus y la fuente de donde brota el alma. Y es desde este centro, el cuerpo como fuerza y
manifestación concreta de la voluntad de poder,9 que el danzarín no podrá sino desear
herir de muerte al ideal ascético que se alimenta de la negación reactiva y se expresa en el
resentimiento, la culpa, la violencia introyectada que no siembra y sólo destruye; ideal
que abreva de ese nihilismo que niega el valor intrínseco de esta vida e ignora la soberanía
del hic et nunc, el aquí y ahora, que se da de forma intempestiva, como el instante, pero
que también produce la desgarradura por la que fluye la duración (esa desde la cual
somos y en la que siendo estamos), y propicia el resquebrajamiento del tiempo por donde
emana su verdadero rostro que es el de la eternidad.
Eso han de querer los pies ligeros, herir de muerte al nihilismo mediante la afirmación
bailarina o perecer, pero al menos, perecer danzando.
Nietzsche-Zaratustra dirá:
Y esta es mi doctrina: quien quiera aprender alguna vez a volar, tiene que aprender
primero a tenerse en pie y a caminar y a correr, a saltar y a trepar y a bailar: (pues) -
¡el volar no se coge al vuelo!10
… que todo lo que es pesado se vuelva ligero, que todo cuerpo se haga danzarín,
todo espíritu pájaro: en verdad, ¡éste es mi alfa y omega! 11
7
F. Nietzsche. Canciones del príncipe, Habla el árbol. p. 82.
8
G. Bachelard. El aire y los sueños. p. 165.
9
La voluntad de poder como voluntad de acrecentamiento del poder de la vida, de su extensión,
intensificación y dilatamiento. Cfr: A. Vásquez Rocca. Nietzs he: de la volu tad de pode a la volu tad de
ficción; aproximación estético epistemológica a la con ep ió iológi a de lo lite a io . E Errancia…
litorales. Mayo. 2013
10
F. Nietzsche. Así habló Zaratustra. Del espíritu de la pesadez. p. 272.
11
F. Nietzsche. Así habló Zaratustra. Los siete sellos. p. 317.
4
Segundo movimiento. El lenguaje de la no palabra.
Cua do Paul Valé es i e La filosofía de la da za o está da do u paso e
falso ni ejecutando un salto al vacío. Para él, la danza, más que un arte, es la
manifestación de la energía poética desencadenada, el juego del cuerpo que, siendo
espíritu de carne, tendones, nervios, sangre y huesos, pone en juego la propia vida al
tiempo que, simultáneamente, trasciende su propia finitud.
Valery interpreta a la danza como juego de fuerzas, cambio y devenir, que no es sino una
transformación líquida de la materia y la masa corporal. Poesía del cuerpo que, así, no es
sino el símbolo realizándose por medio de su más secreto decir: el lenguaje de la no
palabra.
La danza, lo sabemos, Valery también, es energía autogenerada que se da y recrea como
la dinámica interna de toda obra de arte. Por ello, nos la describe de tal forma que nos
permite comprenderla, más que como espectadores, desde el punto de vista del creador -
desde la fuerza que la engendra- y así echa luz sobre la idea de que todo baile es uno
siempre inacabado, siempre en continuo proceso de creación, siempre único e irrepetible.
Esto último, porque la danza, a diferencia de otras manifestaciones artísticas como las
plásticas, no puede ser separada de su creador-ejecutor. Tal y como sucede con la música,
cuestión que no es ninguna coincidencia. Decir que la danza no puede ser entendida sin el
bailarín es simplemente subrayar que esta manifestación artística es una acción: un acto
que se realiza en un espacio-tiempo determinado, un movimiento vivo y real, y por ello
efímero e intangible.
La danza, como toda obra de arte, es un acontecimiento en permanente creación, algo no
finalizado pues desde su polisemia nunca podrá ser considerada como acabada, pero su
diferencia específica radica en que en su juego interno, aunado al espectador y a la danza
como objeto de contemplación, tenemos al bailarín-artista que, en este caso, es el
epicentro de la obra y quien la realiza como interpretación original. Por ello, hablar de la
mentada muerte del autor desde la danza no sería sino decir una idiotez plenaria.
Como una explosión, Valery dirá que la danza se da sin más propósito que consumir la
energía que la ha engendrado. En ésta el movimiento no se desvanece sino hasta que el
danzante, por agotamiento, cesa el acto creador, el juego y la coreografía de su cuerpo
con el tiempo, las distintas fuerzas y el espacio.
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Para Valéry la danza es una esfera de vida lúcida, una ejecución simbólica y ritual; el acto
del bailarín es pura voluntad de vida, energía vital del cuerpo y el espíritu encontrando
juntos u edio so e a o de e p esió e i ve ió . 12
La danza no se limita a ser un mero ejercicio, un juego de sociedad o un espectáculo, es la
combinación de la sensibilidad y las fuerzas del organismo, el diálogo en tensión entre los
recursos y los límites del cuerpo mismo. Manifestación de la voluntad de poder …la
da za es u a te ue se dedu e de la vida is a. 13
Por su antigüedad inmemorial, por su universalidad, por su carácter ritual, por sus
poderes ocultos y sus enigmáticos alumbramientos la danza puede ser considerada como
la fuente más profunda del delirio y la embriaguez humana. Rito que complementa, en su
acontecer, al mito desde donde se entiende a la existencia como un baile cósmico de
fuerzas, la danza es la forma en que el ser humano se reconcilia con la naturaleza y se
transfiere al mundo habitándolo en el cuerpo y desde el cuerpo
... ese cuerpo que danza parece ignorar lo que le rodea. Parece que no tenga otra
preocupación que sí mismo y otro objeto, un objeto capital, del que se separa o se
li e a, al ue vuelve, pe o sola e te pa a e upe a o ué hui le de uevo… Es la
tierra, el suelo, el lugar sólido, el plano sobre el que… continúa la marcha, esa prosa
del movimiento humano.14
Valery dirá que la esfera de libertad se delinea precisamente en ese espacio-tiempo que
separa al bailarín de la tierra sólida, la libertad acaece allí, justo en el momento
instantáneo posterior al impulso enérgico y previo a la caída inevitable. Despegar,
despegarse de la tierra, iniciar el más corto de los vuelos para saborear, aguantando la
respiración, esa inasible eternidad; en eso consiste la libertad privilegiada de la danza, en
su poder de levantarse y flotar, una y otra vez, sabiendo y sintiendo, sin remordimientos
ni pena, que el suelo, su dureza, su quietud e indiferencia serán por siempre su último y
final destino.
Desde la danza reconocemos que la esencia de la vida, si una, no se encuentra en nada
exterior, sino que ésta, la esencia, es intrínseca a la existencia y viene con ella dada. La
danza se la za si p eve u fi al; se ade t a e u a i te oga te ili itada, e lo i fi ito
de la fo a i te ogativa, 15 sus límites no pueden venir de fuera, sólo la muerte puede
acabar con el movimiento de la vida que es más que vida pues quiere siempre más.
Aquí, cuerpo y espíritu son uno, el cuerpo no es mediador del deseo ni herramienta de
expresión, es la expresión misma del deseo como voluntad creadora. Valery nos dirá:
12
P. Valéry. Teoría poética y estética. La filosofía de la danza. p. 173
13
Ibid. p.174.
14
P. Valéry. p. Op cit. 181.
15
Ibid. p. 180.
6
La …pe so a ue da za se e ie a, de algú odo, e u a du a ió ue ella
engendra, en una duración eternamente hecha de energía actual, hecha de nada que
pueda durar. Es inestable, prodiga lo inestable, pasa por lo imposible, abusa de lo
improbable y a fuerza de negar con su esfuerzo el estado ordinario de las cosas, crea
en los espíritus la idea de otro estado, un estado excepcional -un estado que sería
sólo de acción, una permanencia que se haría y se consolidaría por medio de una
p odu ió i esa te de t a ajo…16
Desde esta noción Valery compara a la danza con el vuelo de un abejorro –semejante al
del colibrí-, que en su movimiento incesante, lleno de potencia motriz e intensidad tal que
pareciese inmóvil, cambiante y fijo como una flama en el vacío, se sustenta consumiendo
la energía vital hasta extenuarse y extinguirse, suavemente, como el suspiro tras el
embate amoroso.
Estado en el que todas las sensaciones del cuerpo se encadenan y configuran
azarosamente y por la voluntad imaginante, la danza es hija y madre de la sinestesia que
conjunta lo distinto y relaciona lo distante. A través de ella presenciamos orden en el caos,
armonía suave cual violenta y, así, la apreciamos como lo que es en cada estancia: un
la za ie to de dados… afirmación del azar y la necesidad simultáneamente. Afirmación
de la multiplicidad de posibilidades y transformaciones, expresión artística del devenir.
El danzante, al crearse a sí mismo como a una obra de arte, está siempre arriesgándolo
todo: en cada baile le va la vida. Su secreto delirio se alimenta del hecho de que ¡“ie p e
queremos revivir una obra de arte! ¡Hay que modelar la vida de tal forma que se tenga el
mismo deseo de sus distintas pa tes! ¡Éste es el pe sa ie to p i ipal! … 17
16
Idem.
17
F. Nietzsche. Estética y teoría de las artes. p. 64.
7
autoconciencia de la libertad del movimiento grácil y estético que nace junto al ritmo. La
danza entonces proporciona al ser humano su primer contacto con el poder y la capacidad
creadora de su propio cuerpo que, a partir de ahora, será el símbolo paradigmático del
hombre.
Nietzsche dirá que:
Ahora la esencia de la naturaleza debe expresarse simbólicamente; es necesario un
nuevo mundo de símbolos, por lo pronto el simbolismo corporal entero, no sólo el
simbolismo de la boca, el rostro de la palabra, sino el gesto pleno del baile, que
mueve rítmicamente todos los miembros.18
18
F. Nietzsche. El nacimiento de la tragedia. p. 52.
19
Idem.
8
En Valéry y Nietzsche hemos encontrado que la danza es …a uella vida i te io …he ha
e te a e te de e e gía se si ilidad e o sta te a io e íp o o eve si le. 20
También, que es:
…una poesía general de la acción de los seres vivos: (que) hace del cuerpo al que
posee un objeto cuyas transformaciones, sucesión de aspectos y búsqueda de los
límites de las fuerzas instantáneas del ser nos remiten a la función que el poeta da a
su e te… a las metamorfosis que de ella obtiene, a los desvíos que le solicita y que
lo alejan, a veces excesivamente, del suelo, de la razón, de la noción media y de la
lógica del sentido común.21
Esto es, la danza nos posibilita expresar la libertad individual, ser originales desde el
movimiento generado por un cuerpo del que nos hemos reapropiado y gracias al cual nos
hemos reconocido como devenir en carne y hueso. La danza llena de felicidad toda
e iste ia pues: La única felicidad está en la creación: ¡todos debéis crear juntos y en
ada a ió te e esa feli idad! 22 Gracias a la danza el individuo accede a un estado
anímico ligero y fluido y se sabe lleno de poder pues se halla, al fin, fundido con el devenir
del mundo: se ha reconciliado con el origen enigmático, con la Naturaleza y con el
misterio universal.
Baila í sí olo de la vida po ue us a …u ifi a se fu di se o sus pe sa ie tos,
… a a odia o pasió , … e p esa si óli a e te su dolo p i o dial … aho a él es
a la vez sujeto y objeto, a la vez poeta, a to espe tado .23
¡Que la danza nunca se detenga y nos lleve a la transmutación! Ese es el deseo eterno que
Zaratustra nos ha regalado en sus canciones. Démosle entonces, a cambio, el amor de
nuestro baile. Del sol he ap e dido esto, cuando se hunde él, el inmensamente rico:
derrama oro sobre el mar desde riquezas inagotables, - ¡de tal manera que hasta el más
pobre de los pescadores rema con remos de oro! Esto vi en otro tiempo y no me sacié de
llorar contemplándolo- Igual que el sol uie e ta ié )a atust a hu di se e su o aso. 24
Dirijámonos pues a nuestro ocaso inevitable como estrellas danzarinas y derramemos
nuevas fuentes áureas en el horizonte de quienes nos siguen. De aquellos que bailarán y
renovarán nuestras viejas canciones, honrando a la vida y a su ligereza, y rindiendo
pleitesía al poderoso misterio de nuestro cuerpo erotizado mediante el divino lenguaje de
la no palabra.
20
P. Valéry. Op cit. p.184
21
Ibid. p.p. 185-186
22
F. Nietzsche. Estética y teoría de las artes. p. 64.
23
Ibid. p.p. 66-69.
24
F. Nietzsche. Así habló Zaratustra. p. 276.
9
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Errancia. Litorales. Mayo. 2013
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