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Rubiolo - EL SUDESTE ASIÁTICO Y LA ASEAN EN EL ESCENARIO ECONÓMICO Y POLÍTICO INTERNACIONAL CONTEMPORÁNEO - 2017

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EL SUDESTE ASIÁTICO Y LA ASEAN EN EL

ESCENARIO ECONÓMICO Y POLÍTICO


INTERNACIONAL CONTEMPORÁNEO

Dra. María Florencia Rubiolo

Cuaderno de Cátedra
Relaciones Internacionales

Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales


UNR

2017
EL SUDESTE ASIÁTICO Y LA ASEAN EN EL ESCENARIO ECONÓMICO Y
POLÍTICO INTERNACIONAL CONTEMPORÁNEO
M. Florencia Rubiolo1

Resumen2:
El Sudeste de Asia (SEA), configurado como tal durante la Segunda Guerra
Mundial, es una región heterogénea y dinámica. Ubicada estratégicamente en la
segunda zona marítima con mayor flujo comercial del mundo, se ha convertido en la
actualidad en un pujante polo económico y financiero mundial. Estas condiciones se
combinan con escenarios internos de inestabilidad política y conflictos religiosos,
culturales y territoriales, y externos con una incesante intervención de las grandes
potencias, particularmente de Estados Unidos y China. La Asociación de Naciones del
Sudeste de Asia (ASEAN), frente a estos numerosos desafíos intra y extra regionales, se
ha consolidado como el pilar de la integración, amalgamando las diferencias de sus
países miembros.
Este trabajo aborda de manera introductoria las condiciones presentes y las
proyecciones económicas y políticas para el SEA, a fin de posicionarlo en el sistema
internacional contemporáneo. Con este objetivo, también se analizan las relaciones
intrarregionales en el marco de la ASEAN y los vínculos de la región con la República
Popular China (RPC) y Estados Unidos, como los poderes extrarregionales con mayor
influencia desde fines de la Guerra Fría.

1. INTRODUCCIÓN
El Sudeste de Asia (SEA) se erige en el extremo Oriente como un centro de
acelerado crecimiento y dinámico desarrollo económico. En los últimos 30 años se
consolidó como una región exportadora de manufacturas, centro de recepción de
inversiones extranjeras, y al mismo tiempo un ejemplo de integración política
perdurable con escasos conflictos armados interestatales entre los países del área 3.

1
Doctora en Relaciones Internacionales, UNR. Investigadora en el Consejo Nacionales de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Directora de proyecto de investigación en la
Universidad Siglo 21. Profesora titular de Historia de las Relaciones Internacionales, Universidad
Católica de Córdoba.
2
Este trabajo se realizó con la colaboración de los licenciados Leonardo A. Pizarro (GEIC y US21) y
Federico Olagaray (UCC).
3
Existen conflictos territoriales entre los países de la región pero que no han llevado a un conflicto
armado de larga duración. Algunos de ellos son: 1) Pedra Blanca Island entre Malasia y Singapur, 2)
Sipadan y Litagan Islands entre Indonesia y Malasia, 3) la delimitación fronteriza entre Tailandia y
La región se compone de once Estados4 con características políticas y
económicas disímiles. En consecuencia, la diversidad es uno de sus rasgos distintivos.
Conviven en el área diferentes tipos de gobierno y modelos de desarrollo económico,
además de religiones, idiomas y etnias. Más allá de la proximidad geográfica y un
pasado colonial común5 – aunque bajo el dominio de distintas potencias, principalmente
Inglaterra y Francia – son escasos los elementos que permiten configurar del Sudeste
una única región. La misma comenzó a tomar forma como un todo durante la Segunda
Guerra Mundial, cuando los británicos decidieron crear un comando unificado, el
Comando del Sudeste Asiático, para enfrentar a los japoneses y recuperar estos
territorios (Piovani; Baglioni, 2004: 24). Con la creación de la Asociación de Naciones
del Sudeste Asiático (ASEAN), los países fortalecieron la noción del SEA como una
región en sí misma y comenzaron a ligar los límites de la región con los de la asociación
(Leifer, 1995: 1).
El Sudeste de Asia fue uno de los escenarios de enfrentamiento durante la
Guerra Fría. La región quedó dividida entre la esfera de influencia soviética y la
norteamericana, una división que se complejizó con el cisma sino-soviético durante la
década del sesenta. La influencia del conflicto internacional dio forma a las relaciones
interregionales dado que los países favorecían la presencia de diferentes actores
extrarregionales. Filipinas, Tailandia y Malasia mantuvieron vínculos estrechos con
Occidente durante todo el conflicto bipolar, los dos primeros con Estados Unidos y el
último con Gran Bretaña, continuando los lazos establecidos durante el período
colonial. Camboya y Laos mantuvieron una postura neutral hasta los setentas, cuando
las presiones norteamericanas por la guerra de Vietnam comenzaron a inclinar a ambos
Estados hacia la esfera Occidental. Con la retirada de Estados Unidos a mediados de la
década y el recrudecimiento del cisma sino-soviético Camboya fortaleció sus vínculos
con Beijing y Laos pasó de la neutralidad al alineamiento con el bloque comunista.
Vietnam fue el único país que desde la independencia6 estableció un gobierno
comunista e incluso durante el cisma sino-soviético se mantuvo cercano a la esfera de la

Malasia, 4) el conflicto por Sabah entre Filipinas y Malasia, 5) La disputa por el Mar de China
Meridional que incluye a China, Vietnam, Filipinas, Brunei, Malasia y Taiwán. (Acharya, 2001; Rubiolo,
2016).
4
Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia, Timor Oriental y
Vietnam.
5
Tailandia fue el único Estado de la región que no fue colonizado, aunque sufrió la intervención de
Francia e Inglaterra. Las posesiones británicas la rodeaban al oeste y al sur y las francesas al norte y al
este (Piovani; Baglioni, 2004:29).
6
En un principio sólo Vietnam del Norte.
URSS. Indonesia mantuvo una postura neutral hasta 1965 (McCloud, 1995: 231). A
partir de allí se adoptó una postura pro Occidental que se intensificó con la llegada de
Suharto al poder, el año siguiente.
La finalización del enfrentamiento bipolar alteró las relaciones entre los países
de la región. El fin de la expansión naval soviética en el Pacífico, el descongelamiento
de la rivalidad URSS-China, y la retirada de las bases estadounidenses de Filipinas
contribuyeron a redefinir el escenario estratégico (Acharya, 2001: 167). Para el SEA, la
retirada soviética fue vista como una pérdida de contrapeso al poder chino y planteó la
necesidad de una redefinición de las estrategias de seguridad, concentrando su atención
en el surgimiento de China como actor de peso en la esfera regional. Al mismo tiempo,
las bases militares en la región perdieron importancia para Estados Unidos, junto a la
escasa atención que el país le prestó al área desde el fin de la guerra de Vietnam (Koh,
2008: 37). Se conformó así un vacío de poder que Beijing comenzó a percibir como una
oportunidad para aumentar su presencia, especialmente en el espacio marítimo. Desde
entonces, los países del SEA han concentrado su atención en fortalecer la organización
regional –que actualmente reúne a diez de los países del área-, evitar el total alejamiento
de Estados Unidos, comprometer a China en el mantenimiento de la estabilidad regional
y promover el desarrollo de las economías nacionales.
En la actualidad la región se posiciona como un polo de crecimiento económico
mundial. La entrada en vigor del Acuerdo de Libre Comercio China-ASEAN (CAFTA)
en 2010, acuerdo sin precedente en la política exterior China, posiciona a la ASEAN en
un lugar de privilegio como socio comercial del gigante asiático. El interés
norteamericano por el SEA, sin embargo, no ha cambiado significativamente. Sus lazos
continúan manteniéndose sobre bases bilaterales, a pesar de la preferencia de la ASEAN
por las aproximaciones multilaterales. Los temas que concentran la relación son los
referidos a seguridad, con especial énfasis – desde el 11-S - en la lucha contra el
terrorismo.
En este contexto, este trabajo aborda de manera introductoria las condiciones
presentes y las proyecciones económicas y políticas para el SEA, a fin de posicionarlo
en el sistema internacional contemporáneo. Con este objetivo, también se analizan las
relaciones intrarregionales en el marco de ASEAN y los vínculos de la región con la
República Popular China (RPC) y Estados Unidos, como los poderes extrarregionales
con mayor influencia desde fines de la Guerra Fría.
2. CONDICIONES ECONÓMICAS Y POLÍTICAS
INTRARREGIONALES

2.1. De la heterogeneidad a la emulación de modelos económicos


Es un lugar común considerar a las economías del Sudeste de Asia un modelo de
industrialización desde finales del siglo XX y aplicar esta observación a la región en su
totalidad. Ciertamente las cifras de crecimiento de las mayores economías muestran un
patrón de aumento sostenido que alimenta esa impresión. Sin embargo, el proceso no ha
sido homogéneo ni simultáneo en todos los países.
La industrialización en el SEA comenzó hace más de cuatro décadas como
consecuencia de la extensión hacia el Asia Pacífico del modelo de industrialización de
Japón y, posteriormente, de la entrada de inversiones provenientes de este país. A través
del modelo conocido como el “vuelo de los gansos” el proceso fue extendiéndose en
etapas por toda la región. En la primera etapa se incluyeron a los “Cuatro dragones” –
Taiwán, Hong Kong, Corea del Sur y Singapur – luego a lo “Tigres” – Indonesia,
Malasia, Tailandia y Filipinas – y por último a los países de la península de Indochina
(Moneta, 2004: 187).
A pesar de las diferencias intrarregionales, algunos elementos comunes permiten
explicar el éxito de estos procesos, tales como los altos niveles de ahorro e inversión
interna, el liderazgo por parte del Estado - que articuló su acción con los sectores
empresarial, financiero y laboral (Moneta, 2004: 189) - y la existencia de una etapa
previa de sustitución de importaciones, protección y promoción de las industrias locales
nacientes. El modelo orientado a la exportación, que tomó forma entre los sesentas y
setentas, adquirió consistencia a partir de los ochenta.
Como resultado de la industrialización en la región, las tasas de crecimiento de
los países del SEA, principalmente las de las economías de alto rendimiento –
Indonesia, Malasia, Singapur y Tailandia– superaron a las del resto de los países en
desarrollo desde principios de los setentas hasta la crisis asiática de 1997. El promedio
de crecimiento del PBI de Indonesia entre 1980 y 1997 fue de 6.8 por ciento, el de
Malasia de 7.2 por ciento, el de Singapur de 7.7 por ciento y el de Tailandia de 7.5 por
ciento (Banco Mundial, 2010). Estos rendimientos dieron origen a algunas
denominaciones para la región que daban cuenta del “milagro económico” del área.
Para los organismos financieros internacionales –el Banco Mundial y FMI
especialmente– los países del SEA se convirtieron en ejemplos de éxito económico para
el resto de los países del mundo en vías en desarrollo (Rigg, 1997: 3).
Para las economías menos desarrolladas del Sudeste de Asia la etapa de reforma
económica comenzó a mediados de los ochenta. Vietnam, Laos, Camboya y, en menor
medida, Myanmar abandonan la economía controlada por el Estado por una economía
de mercado (Rigg, 1997: 13). El promedio de crecimiento del PBI de Vietnam entre
1990 y 1997 fue de 7.9 por ciento y el de Laos de 6.4 por ciento (Banco Mundial,
2010).
Esta síntesis sobre el proceso de industrialización y la performance económica
de los Estados del Sudeste muestra que los países han tendido a emular los modelos de
desarrollo de sus vecinos. Desde una perspectiva realista, este fenómeno se interpreta
como una forma de imitar a quienes han tenido éxito, un mecanismo que ha guiado la
conducta de los Estados por siglos (Waltz, 1999:695). Vemos en este sentido que tanto
Vietnam como Camboya, ante el fracaso del sistema de economía centralizada,
adoptaron un sistema de mercado semejante al de las mayores economías del SEA. Sin
embargo, este proceso de imitación no se observa en el plano político respecto de la
democratización y las estructuras de gobierno. En consecuencia la heterogeneidad es
más visible que en el plano económico.

2.2. Crisis asiática, recuperación y crisis global


En julio de 1997 comenzó la crisis en Tailandia con la caída del baht y puso un
inesperado fin a esta etapa de crecimiento. Pronto se extendió por todo el Este y Sudeste
de Asia. Indonesia, Malasia y Tailandia fueron los tres países más afectados de la
región7, seguidos por Laos y Vietnam. La crisis dejó en evidencia a los ojos de la
comunidad internacional y, principalmente, a los de los países del área afectada, que la
región en su conjunto continuaba siendo sumamente vulnerable a influencias externas y
que no era capaz de lidiar de manera conjunta con un problema de tal magnitud.
También contribuyó al cambio de percepciones que la región tenía de sí misma y del
grado de dependencia que mantenía con el mercado internacional.
La crisis tuvo numerosos efectos en la región. Como consecuencia, se adoptaron
medidas orientadas a disminuir la dependencia de mercados financieros externos y
prevenir futuras crisis. El Banco Asiático de Desarrollo afirma que, como resultado de
las medidas rectificadoras que se implementaron a partir de 1997, las economías

7
En 1998 la economía de Indonesia, medida por el PBI, retrocedió 13.1 por ciento, la de Malasia 7.4 por
ciento y la de Tailandia 10.5 por ciento (Banco Mundial, 2010).
emergentes de dichos países estuvieron mejor preparados para resistir la crisis global de
2008 y mantener un crecimiento estable. Entre las características que presentan
actualmente estos países se encuentran un tipo de cambio más flexible, una menor
deuda externa y una administración fiscal más prudente. Al mismo tiempo, las
economías afectadas por la crisis asiática lograron construir reservas en moneda
extranjera que les permitan suavizar los efectos de una crisis de balanza de pagos
(Lohani, 2009).
La crisis de 2008 enfrentó a las economías del SEA con su mayor desafío desde
1997. A pesar de que los sistemas financieros de la región sufrieron consecuencias
menores – especialmente en comparación con la crisis asiática – la región sintió los
efectos de la caída de la demanda mundial de productos y de la reducción del turismo.
La alta dependencia de las economías de la región en las exportaciones, principalmente
hacia Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y China, la hacen vulnerable a la caída
de la demanda externa.
Este fenómeno se vio agravado por la débil demanda de los mercados internos y
la disminución de las inversiones. Frente a este escenario la mayoría de los gobiernos y
los bancos centrales implementaron medidas de estímulo a través de la expansión fiscal
y monetaria. Se incrementó el consumo interno a través de la reducción de impuestos y
el aumento de salarios, y se estimuló la inversión a través de la reducción de tasas de
interés (Lee, Montesano, 2010: 65-66).
Si bien los países de la región estaban mejor preparados para resistir la crisis
financiera de 2008, la caída del comercio y la inversión afectaron el crecimiento
económico. Athukorala y Chongvilaivan (2010) plantean que en 2009 se auguraba que
las economías emergentes del Sudeste de Asia sortearían los efectos de la crisis con
menos dificultades que otras regiones en desarrollo debido a la expansión de los
mercados internos y a una menor exposición a los shocks de instituciones financieras de
los países centrales -particularmente de Estados Unidos y Europa-. Sin embargo, a pesar
de la menor dependencia directa de centros financieros globales y de la aplicación de
medidas económicas de austeridad -fuerte regulación financiera, mantenimiento de
superávits en cuenta corriente, bajos niveles de déficit y tipos de cambio flexibles-, la
región no pudo escapar a los impactos de la crisis. Como consecuencia principalmente
de la caída de la demanda global de bienes aunada con la reversión de los flujos de
capital que se habían dirigido a las economías asiáticas previa a 2008, las mayores
economías del SEA experimentaron una drástica reducción de sus exportaciones en
2009 y un aumento del desempleo, que luego se combinó con una reducción de las
remesas, generando un agravamiento de los niveles de pobreza, y un retroceso del
desarrollo rural.

2.3. La economía del Sudeste de Asia en la actualidad


ASEAN es una de las asociaciones regionales más perdurables entre los países
en desarrollo, pero la crisis global demostró que la organización no es capaz de tener un
rol protagónico en áreas sensibles de las economías de los socios. A pesar de ello, por
las razones mencionadas anteriormente, la crisis no tuvo un impacto tan profundo en la
región por lo que no hubo un riesgo serio de quiebra masiva de grandes bancos como
ocurría en occidente (Hill y López, 2009).
El camino tomado por la ASEAN para hacer frente a la crisis fue una
profundización de la integración. La persecución de una integración más profunda es
parte también de una tendencia global de utilizar las plataformas regionales para ganar
economías de escala y ensanchar los mercados nacionales, la gran interdependencia
entre los países de la región la vuelven más susceptible de buscar soluciones comunes a
los problemas (Ramos, 2013). Por lo que, una forma de superar la crisis fue acentuar la
tendencia a la integración en la que ya se venía trabajando a través de la creación de la
ASEAN Economic Community (AEC). Previo a comprender este nuevo avance en la
integración es necesario detallar la mencionada interdependencia a partir de una
comprensión del tamaño de la economía regional.
Actualmente, la ASEAN es una de las regiones de mayor dinamismo con un
crecimiento promedio del PBI superior al 5% en la última década. En conjunto sus
economías superan los 2.400 trillones de dólares, siendo la séptima economía del
mundo. Es un mercado de 628 millones de habitantes, un PBI per cápita de 3.867
dólares y un territorio que supera los 4,5 millones de km2 (ASEAN Secretariat, 2016a).
Para el año 2015, los intercambios totales de la ASEAN fueron de 2.3 trillones
de dólares, lo que representa el 7.6% del total de comercio del mundo, y ubica a la
ASEAN en el cuarto lugar después de China (13.8%), Estados Unidos (13.6%) y
Alemania (8%). El ratio entre exportaciones como porcentaje del PBI es del 93%, lo
que evidencia economías con un alto grado de internacionalización (ASEAN
Secretariat, 2016a).
Gráfico 1: Balanza comercial de ASEAN por principales socios, 2015
en millones de dólares americanos

Exportaciones Importaciones Saldo de la Balanza Comercial

Fuente: ASEAN Trade Statistics, 2017.

Además, en la última década el comercio intra-regional se incrementó en un


55%, pasando de 352 mil millones de dólares en 2006 a 543 mil millones en 2015
(Gráfico 2). En el año 2014 esta cifra había superado los 600 millones de dólares. Se
evidencia también que entre los intercambios intra-regionales y los siguientes 11 socios
comerciales se encuentra el 82% del total de comercio. En porcentajes, se destacan
China (un 15%), Japón (un 10,5%), la Unión Europea (10,2%) y Estados Unidos (9,4%)
(ASEAN Secretariat, 2016a).

Gráfico 2: Total Intercambiado de ASEAN con los principales socios,


2015 en milones de dólares.

Emiratos Árabes Unidos


Australia
India
Hong Kong
Corea del Sur
Estados Unidos
Unión Europea
Japón
China
ASEAN

0 200.000 400.000 600.000

Fuente: ASEAN trade statistics, 2017.


Por otro lado, la región es uno de los principales destinos de inversión extranjera
directa debido al interés de las empresas multinacionales de capitalizar el dinámico
crecimiento de la clase media, y los mencionados intentos por facilitar el flujo de
inversiones entre los miembros y con los países de Asia-Pacífico, tomando como
ventaja su ubicación estratégica entre China, Japón y la India. Se suman a estas
condiciones, el acceso a mano de obra numerosa y a bajo costo (Mahbubani y
Thompson, 2014). En este sentido, apuntando a la necesidad de facilitar la creación de
un mercado regional y de tener una política común con respecto a las inversiones extra-
regionales, en 2012 se creó el ASEAN Comprehensive Investment Agreement (ASEAN
Secretariat, 2015).
En 2015, los flujos de inversión extranjera directa hacia la región alcanzaron los
120 mil millones dólares, un 8% menos que el año anterior. A pesar de que esta
disminución se dio principalmente en las inversiones dirigidas al sector servicios, siguió
siendo el sector privilegiado para las inversiones. Con respecto al año anterior, la IED
se incrementó en el sector manufacturero y en la expansión de empresas
multinacionales ya presentes en el Sudeste Asiático (ASEAN Secretariat, 2016b).
Cabe destacar que los mayores flujos de IED son intra-ASEAN, 22.149 millones
de dólares, un 18,5% de todos los flujos son realizados por empresas de la región, lo que
sugiere un incremento de la conectividad en los procesos productivos que la atraviesan
(ASEAN Secretariat, 2016b). En los siguientes lugares, se encuentran Japón (17 mil
millones), Estados Unidos (12 mil millones) y China (9 mil millones). Esta
interdependencia en los flujos comerciales y de inversiones en la región, fue uno de los
fundamentos para que en 2015 se ponga en funcionamiento la AEC, un avance
fundamental de la organización para generar reglas en común con respecto a su
inserción en la economía global (ASEAN Secretariat, 2014).
Como comentan Mahbubani y Thompson (2014), el plan de la AEC apunta a
profundizar la integración mediante la eliminación de las barreras al movimiento de
servicios, bienes, personas y capital a través de la región. Porque, si bien el Sudeste
Asiático es una de las regiones más dinámicas del mundo, todavía existen sectores de la
economía con una elevada protección, en los cuales las diferencias entre los países
miembros son muy grandes (Díez, 2015).
Entonces, lo que comenzó como una iniciativa para reducir los aranceles, se
convirtió en un proyecto de creación de un mercado más integrado. En este sentido, los
principales desafíos que se han planteado a superar son las barreras técnicas al
comercio, sobre todo en los socios de menos desarrollo relativo (Laos, Myanmar y
Camboya). Se espera eliminar todas las barreras al intercambio de servicios, y al
movimiento de bienes y personas (ASEAN Secretariat, 2014).
La profundización de la integración acompaña el fortalecimiento del comercio
intra-regional, las inversiones y la fuerza laboral calificada para los países de la región.
Estratégicamente, la AEC está diseñada para alcanzar una cohesión económica de las 10
economías y hacer oír su voz tanto en grandes negociaciones comerciales (como la
Regional Comprenhensive Economic Partnership liderada por China), o en instituciones
multilaterales como la OMC (Sanchita, 2015).
En resumen, actualmente las economías del Sudeste Asiático se encuentran en
un proceso de robustecimiento de su integración que les permita superar con éxito los
desafíos que le plantea su inserción en la economía global, teniendo en cuenta su rol
estratégico entre China, Japón e India. En este sentido, la ASEAN Economic Community
es un importante paso adelante para enfrentar los desafíos que su posición en un mundo
globalizado le propone.

2.4. Sistemas políticos diversos e inestabilidad interna


Los sistemas políticos del SEA son múltiples: Brunei es gobernada por una
monarquía absoluta, Tailandia, Malasia y Camboya por monarquías constitucionales,
Indonesia, Filipinas, Singapur y Timor Oriental son repúblicas, Laos y Vietnam son
Estados socialistas y Myanmar es gobernada por una junta militar. En cuanto a la
estructura gubernamental, Indonesia y Filipinas son presidencialismos, Camboya,
Timor Oriental, Malasia, Singapur y Tailandia son parlamentarias, Laos y Vietnam son
Estados dirigidos por elites marxistas-leninistas y Myanmar es una dictadura militar
(Weatherbee, 2005: 13).
Ante este escenario parece casi imposible - especialmente si lo observamos
desde una región comparativamente más homogénea como lo es América Latina - evitar
estallidos políticos intrarregionales y más aún alcanzar el consenso en el tratamiento de
temas que amenazan a la región en su conjunto. Algunos de los problemas políticos que
actualmente concentran la atención de los países del SEA – además de la de algunos
actores extrarregionales – son la disputa por las islas del Mar de China Meridional, las
denominadas nuevas amenazas a la seguridad como la piratería, los problemas
medioambientales, el tráfico de personas, el crimen organizado y el terrorismo y los
conflictos internos.
2.5. Conflicto en el Mar de China Meridional
El conflicto por la soberanía sobre las islas del Mar de China Meridional
comenzó luego de la Segunda Guerra Mundial, pues el acuerdo de paz de San Francisco
de 1951 no definió claramente a quién correspondía el archipiélago. Esta omisión sentó
las bases para el desarrollo de sucesivos enfrentamientos por la posesión de las islas y
del espacio marítimo adyacente (Odgaard, 2001: 2). En la actualidad son seis los países
involucrados en la disputa: China, Filipinas, Malasia, Vietnam, Brunei y Taiwán. De
estos seis países, sólo China, Vietnam y Taiwán reclaman la totalidad del archipiélago
(Acharya, 2001: 158).
En este caso “se cruzan numerosas consideraciones estratégicas, energéticas y
económicas (…) Tanto su valor en recursos como su centralidad como vía de
comunicación juegan un rol fundamental al momento de comprender los ejes de este
conflicto” (Rubiolo, 2016: 54). Por un lado, el territorio disputado es rico en recursos
naturales que todos los países involucrados necesitan para su desarrollo. De acuerdo a
estimaciones oficiales chinas, las reservas de petróleo son de entre 23 y 30 billones de
toneladas, lo que representa un tercio del total de las reservas chinas (Zhang, 2008: 4).
Los recursos pesqueros también son motivo de disputa. Por año se capturan más de
cinco millones de toneladas de pescado, lo que representa un diez por ciento del total
mundial (Weatherbee, 2005: 134). Por último, la zona es atravesada por líneas
marítimas que unen el Este de Asia con Medio Oriente y por allí pasan la mayor parte
de los cargamentos de petróleo dirigidos a Japón, Corea del Sur y Taiwán. El reclamo
de la República Popular de China se sustenta en razones históricas, en tanto otros
Estados se sustentan en cuestiones contenidas en la Convención del Mar y demás
documentos y Tratados Internacionales.
Las acciones del gobierno de Pekín para consolidar su presencia en el territorio
disputado en el Mar de China Meridional se han intensificado desde 2010. La política
china hacia el territorio ha demostrado su escasa voluntad de diálogo con las partes en
disputa, ya sea en ámbitos bilaterales o multilaterales como ASEAN.
Los dos Estados que mayores disputas han tenido y cuyos conflictos han sido
más intensos con China por el territorio marítimo son Vietnam y Filipinas. En el caso de
Vietnam, en el 2014 la compañía estatal china CNOOC (China National Offshore Oil
Corporation) colocó una plataforma petrolera –Haiyang Shiyou 981– en una zona
aledaña a las islas Paracel bajo soberanía vietnamita. Luego, en enero de 2016, el
gobierno de Vietnam presentó fuertes reclamos contra China por la movilización de la
plataforma petrolera Haiyang Shiyou 981 dentro de territorio marítimo que se encuentra
en disputa, dado que se superponen las plataformas continentales de ambos países.
Las tensiones entre Filipinas y China por territorios en la zona en disputa
comenzaron a acrecentarse a principios de 2012 cuando las fuerzas armadas de Filipinas
detectaron buques pesqueros chinos en las proximidades de Scarborough Shoal, una isla
que reclaman tanto Manila como Pekín –además de Taiwán–. El enfrentamiento por
Scarborough Shoal se solucionó parcialmente pocos meses después, con la retirada de
los barcos filipinos y chinos de la zona aledaña al islote, debido a las condiciones
climáticas. No obstante, permanecieron en el área los barcos de la guardia costera china,
cuya función fue la de impedir el ingreso de barcos de bandera filipina a la zona
pesquera en las proximidades de la isla. Los reclamos del gobierno de Aquino fueron
inmediatos y derivaron en la presentación del caso ante el Tribunal Arbitral de la
Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar en 2013. Desde el gobierno
chino se rechazó el arbitraje internacional y se manifestó la oposición a la declaración
de Filipinas ante el organismo internacional.
Además de la denuncia respecto de las actividades chinas en Scarborough Shoal,
lo que ha desatado la escalada de tensiones bilaterales fue el hecho de que Filipinas
solicitó al Tribunal Internacional sobre Derecho del Mar que rechace la reivindicación
china sobre todo el territorio y el control de las aguas comprendidos dentro de la “línea
de nueve puntos”. El rechazo de Pekín a presentarse ante el tribunal fue inmediato. Las
autoridades chinas condenaron la acción filipina por considerar que no cuenta con bases
legales para las mismas y que el tribunal internacional no tiene jurisdicción para dirimir
sobre este conflicto. A pesar de la oposición sostenida de Pekín, el 12 de julio de 2016
se dio a conocer el fallo del tribunal, que es favorable a Filipinas. El mismo establece
que no se ha encontrado base jurídica que respalde el reclamo de China por derechos
históricos a los recursos dentro de la zona marítima contenida dentro de la “línea de
nueve puntos” (Rubiolo, 2016).
La victoria de Filipinas en esta disputa beneficia también a otros Estados
contendientes, como Vietnam y Malasia, cuyas reivindicaciones también se superponen
con la “línea de nueve puntos”. Ahora bien, el rol de la ASEAN, como principal
organismo regional del sudeste de Asia, se encuentra en una encrucijada. Varios de los
Estados miembros del organismo son contendientes en el conflicto, pero al mismo
tiempo todos los Estados de la región tienen como principal socio político y comercial a
China. La intención de Vietnam y Filipinas fue la de emitir un comunicado conjunto
entre los diez Estados miembros de ASEAN que mencionara el respaldo al fallo
internacional. Sin embargo, la negativa de Camboya –el socio más cercano a Pekín– y
la escasa voluntad de los demás países miembros de confrontar al gigante vecino,
favorecieron la publicación de una declaración sobre el conflicto que no menciona en
ninguna de sus partes el fallo internacional.
Por su parte, Estados Unidos, aliado político y militar de Filipinas, con quien
mantiene vigente un tratado de defensa desde 1951, ha manifestado su preocupación
sobre el conflicto territorial a través de diferentes acciones hacia la región. Desde 2009
en adelante, Estados Unidos ha tenido una presencia más activa en el Sudeste de Asia,
incluido el conflicto marítimo, como parte de la redefinición de las relaciones con Asia
impulsada por la Administración Obama. Los elementos más importantes a resaltar en
la política exterior norteamericana en relación al conflicto son: 1) el no uso de la fuerza
por parte de ninguno de los contendientes, 2) el mantenimiento de la libre navegación
de las aguas; 3) la posesión marítima de cualquiera de las aguas del Mar de China
Meridional debe estar respaldada en el derecho internacional y derivar de la posesión de
tierra (islas); 4) Estados Unidos no toma posición a favor de ninguna de las partes; 5)
China y las demás partes en el conflicto debe interrumpir el avance en las
construcciones sobre los territorios en disputa; 6) el apoyo a la resolución del conflicto a
través de organismos internacionales como UNCLOS (McDevitt, 2017).
El temor de los países de la región por las posibles implicancias de los avances
de Beijing en el territorio marítimo, así como el nivel de dependencia económico que
tienen con su gigante vecino, ha llevado a la ASEAN a buscar una mayor presencia de
Estados Unidos en la región como reaseguro frente a China. La firma de un acuerdo
para establecer una nueva asociación estratégica en la cumbre de ASEAN en Kuala
Lumpur en 2015, es muestra de esta búsqueda de seguridad por parte de los países de la
región (Scheer and Lee, 2015).

2.6. Inestabilidades internas, un obstáculo para la consolidación del desarrollo en


la región
Desde el plano interno, la inestabilidad de algunos de los países se presenta
también como un desafío para toda la región. A continuación, corresponde destacar los
principales conflictos intraestatales, entre los que se destacan la crisis de las
instituciones políticas en Tailandia y la segregación de grupos étnicos minoritarios en
diversos Estados de la región.

2.6.1. Insurgencia y crisis política en Tailandia


Para comprender el proceso de crisis política en Tailandia, que en la actualidad
no ha sido resuelto, es necesario remontarse a 2001, año en el que Thaksin Shinawatra
es elegido como Primer Ministro del país. De la mano de un partido de coalición, Thai
Rak Thai (TRT), llega democráticamente al poder ejecutivo representando las voces de
las zonas rurales, especialmente del norte y noreste del país (Connors and Hewison,
2008). Asumió el control del ejecutivo en el período post crisis 1997, con los desafíos
de estabilizar económica y financieramente el país, recuperar la confianza externa,
mejorar las condiciones socioeconómicas de las franjas más empobrecidas, entre otros.
El mensaje de tinte nacionalista que arremetía contra las políticas impulsadas por el
FMI durante los noventa y en el período post crisis, despertó numerosos apoyos entre
las franjas más afectadas de la población, incluido el empresariado local. Frente a este
masivo apoyo y a la necesidad de encontrar una salida inmediata a la debacle
económica y evitar un estallido social, las elites de Bangkok -tradicionalmente ligadas a
la monarquía y a los estratos militares- aceptaron respaldar la toma del poder de
Thaksin (Hewison, 2007).
Durante los primeros años en el poder, Thaksin implementó diversas medidas
políticas orientadas a la concentración del poder en su figura y en su partido. Las
críticas a sus decisiones, provenientes principalmente de sindicatos, ONGs y de los
intelectuales -entre los cuales se encontraban aquellos que lo habían apoyado en la
campaña de 2001- fueron contestadas con un recrudecimiento de las medidas de control
sobre las comunicaciones, la neutralización de agencias independientes y la cooptación
de pequeños partidos opositores. Como resultado, Tailandia se encontró bajo el control
de un fuerte Primer Ministro que era la cabeza del partido dominante y de un poder
ejecutivo fuerte e independiente del poder monárquico (Hewinson, 2007).
Paulatinamente, se fue gestando un movimiento opositor, que tuvo como
primera manifestación una movilización encabezada por los sindicatos empresarios que
se oponían a las privatizaciones y a los acuerdos de libre comercio, pero que fue
intensificándose con dos medidas tomadas por el gobierno: el asesinato extra-judicial de
2000 personas en el marco de la lucha anti-drogas y las represiones del movimiento
insurgente-separatista de las provincias de mayoría musulmana del sur del país 8. Este
conflicto9 ha sido uno de los más sangrientos de las últimas dos décadas en la región,
habiendo dejado más de cuatro mil víctimas fatales (Montesano, 2009). La negativa de
Bangkok a otorgar algún grado de autonomía a las regiones del sur del país –que podría
ser un inicio de solución al conflicto10- dificultó la resolución del problema en un corto
plazo.
En 2005, a pesar de las crecientes críticas opositoras, el mantenimiento de
políticas sociales le dio al TRT una victoria aplastante en las elecciones nacionales. Sin
embargo, las voces contra las políticas nepotistas del gobierno de Thaksin y la
intimidación a las posturas críticas, fueron creciendo durante 2005 llevando a la
formación del PAD (Alianza del Pueblo por la Democracia, por sus siglas en inglés) a
inicios 2006. El nuevo partido, contó con el respaldo de la monarquía -representado en
el color amarillo que lo distingue- y fue organizador de demostraciones multitudinarias
en las calles contra el régimen de Thaksin y a favor de la intervención monárquica para
destituir al TRT del ejecutivo. Poco tiempo después, el centro de la oposición pasó al
General Prem Tinsulanonda, ex Primer Ministro y miembro del Consejo Monárquico
(Privy Council). Cercano al rey, Prem se constituyó en la voz y defensa de los intereses
monárquicos frente al TRT, que era acusado de no respetar la figura del rey y su
centralidad en la vida política de Tailandia. De fondo, emergía el enfrentamiento entre
dos visiones políticas diametralmente opuestas, entre un gobierno de base popular, que
desafía el poder enraizado en las elites de Bangkok, que veían su poder de gobernar
como un derecho adquirido antes que un reconocimiento democrático (Weatherbee,
2005).
El rey es considerado como una figura que está por encima de las contiendas
políticas. Sin embargo, durante el período de gobierno de Thaksin, se evidenció hasta
qué punto la monarquía sigue de cerca los desarrollos políticos del país e interviene ante
la potencial amenaza de sus intereses del poder monárquico. En este sentido, Hewison
(2007) sostiene que durante su período de gobierno Thaksin favoreció los negocios de
8
Las provincias son: Pattani, Yala y Narathiwat y cinco distritos de la provincial de Songkhla —Chana,
Thepa, Na Thawi, Saba Yoi y Sadao-.
9
Se vincula con las diferencias raciales, linguisticas y religiosas que existen entre la minoría de los
musulmanes malayos que habitan estas provincias, y la mayoría budista de Tailandia; lo que ha llevado a
un sentimiento de alienación. Este grupo minoritario también ha sufrido numerosas violaciones a los
derechos humanos, y vive en una deteriorada situación socio económica que alimenta el resentimiento y
la búsqueda de independencia del gobierno central.(Bajoria, Zissis, 2008)
10
Para posturas al respecto ver: DOSCH, Jörn (2010). “Southeast Asia’s Security and political outlook”,
en Regional Outlook Southeast Asia 2010-2011, ISEAS, Singapur: 3-8; McCARGO, Duncan (2010).
“Autonomy for Southern Thailand: thinking the unthinkable?”, en PacificAffairs, Vol.83, No.2: 261-283.
sus colaboradores cercanos y seguidores del partido, desafiando el imperio empresarial
de la familia. Asimismo, la competencia por el control de las fuerzas de seguridad -
policial y militar- y por el apoyo de las masas rurales fueron elementos que alejaron a la
Corona del ejecutivo.
En septiembre de 2006 se produjo el golpe de Estado que puso fin al gobierno
de Thaksin Shinawatra e instituyó en el poder ejecutivo a una junta militar, apoyada por
la monarquía, hasta diciembre de 2007. Se convocaron nuevas elecciones bajo las
normas de la nueva constitución, elaborada por la junta militar con el objetivo de evitar
el surgimiento de un líder popular como Thaksin. No obstante ello, las elecciones de
2007 dieron como vencedor al PPP (People’s Power Party), sucesor del TRT que fue
desmantelado por la junta militar en el período posterior al golpe de Estado. A las
elecciones de 2007 le siguió un período de violencia política, caracterizado por
enfrentamientos violentos en las calles entre los denominados camisas amarillas -que
apoyan a las elites tradicionales de Bangkok, respaldadas por la monarquía y los
militares- y los camisas rojas -a favor del ex mandatario Thaksin Shinawatra-. Entre
2006 y 2011 la violencia que antes había caracterizado los procesos eleccionarios, se
trasladó a las calles. Esto fue consecuencia de la debilidad del poder parlamentario y de
la democracia electoral resultado de la intervención constante del poder militar. De
acuerdo a Pranjak (2016:472) “el estallido de la violencia en las calles fue un producto
de la interferencia de la alianza monárquica-militar en la política electoral”.
En las elecciones de 2011, el partido Pheu Theu, encabezado por Yingluck
Shinawatra -hermana menor de Thaksin- ganó las elecciones frente al conservador
Partido Democrático. A finales de 2013 la violencia vuelve a estallar en las calles, de la
mano de la disolución de la Cámara Baja del parlamento y de las acusaciones de abuso
de poder por las cuales Yingluck fue obligada a retirarse del cargo a principios de 2014.
En mayo de ese año y tras continuos enfrentamientos intrasectoriales, se llevó a cabo un
nuevo golpe de Estado, por medio del cual el ejército se hizo con el poder de mando,
con el fin de contrarrestar la división generada en la sociedad (Camroux, 2014).
Mientras el ritmo de vida tailandés continuó de igual manera, cientos de ciudadanos
involucrados en acciones políticas directas se exiliaron en Europa, Estados Unidos, o
dentro de la región, en Laos, o Camboya, ante el miedo de arrestos y de represión por
parte del gobierno de facto (Sopranzetti, 2014). El golpe militar se efectuó con el fin de
“proteger” la democracia y la figura del rey, Bhumibol Adulyadej, fallecido en octubre
del 2016, quien había permanecido en el trono durante 70 años (Sopranzetti, 2014).
A la fecha de hoy, las fuerzas armadas aún se encuentran a cargo del gobierno,
luego de haber suspendido la Constitución del 2007 y aplazado en sucesivas
oportunidades el llamado a elecciones. Desde la toma del poder, la junta se propuso
encarar una serie de reformas en las instituciones sociales y políticas, continuando así lo
que fuera pensado en primer término por los idearios del golpe del 2006. Estas reformas
han culminado el año anterior con la sanción de una nueva Constitución, que reemplaza
a la provisoria sancionada inmediatamente tras el golpe (Sopranzetti, 2014).

2.6.2. Desplazados internos y apátridas: el caso de la comunidad Rohingya


Los conflictos internos respecto de los grupos minoritarios dentro de los países
del SEA se han convertido, paulatinamente, en una preocupación central de los
gobiernos de la región. Entre ellos pueden mencionarse los casos de Filipinas con
Mindanao, de Indonesia con Papua Occidental y el de Tailandia con la región sur,
específicamente las provincias de Narathiwat, Yala, Pattani y el sur de Songkhla.
Respecto a estas disputas, cabe mencionar lo que sucede en el norte de Myanmar
con la comunidad Rohingya. Los rohingyas son una pequeña etnia musulmana que se
compone de 1,3 millones de personas y que constituye la mayoría poblacional de la
región de Rakhine. Pese a esto, en 1982, por medio de la Ley de ciudadanía de aquel
Estado, se excluyó el reconocimiento oficial a esta minoría, pasando a ser considerados
a partir de aquel momento como inmigrantes ilegales dentro de su propio territorio
(Muñoz de la Peña, 2014).
Frente a esta situación, que no es la única de desplazados al interior de la ex
Birmania, miles de miembros de la comunidad se vieron obligados a desplazarse hacia
los países de la región en busca de establecer un freno a la persecución en la que se
hallaban. Así, se trasladaron en un principio principalmente a Arabia Saudita (hasta que
esta reforzó sus controles migratorios), y posteriormente fundamentalmente a
Bangladesh y Tailandia, tanto por similitudes religiosas con algunos sectores como por
la cercanía geográfica con los mismos.
En los últimos años, el gobierno de Bangladesh ha cerrado sus fronteras a los
asilados provenientes de Myanmar y han intentado devolver a quienes ya habían
ingresado. Además, aquellos apátridas no registrados en campos de refugiados, son
perseguidos por las autoridades en tanto que quienes sí lo están, se ven forzados a
permanecer allí sin ninguna perspectiva de futuro por delante. Es que el gobierno
bangladesí no cree que una economía con un elevado grado de precariedad como la
suya, pueda sobrevivir a la llegada de estos grupos. En Tailandia, el gobierno se ha
negado desde un comienzo a acoger a los apátridas Rohingya, combatiendo a quienes
ingresan de manera ilegal hasta llevarlos en algunos casos a la muerte (Muñoz de la
Peña, 2014).
La situación de esta pequeña comunidad musulmana ha llamado la atención de
la sociedad internacional en los últimos años. Por un lado, por el trato violento e
inhumano brindado por las autoridades gubernamentales de los Estados que los
interceptan, y por otro, porque dada su situación se trata de un sector sumamente
vulnerable a ser interceptado por redes de tráfico de personas u otros grupos del crimen
organizado. A pesar de esto, pocas veces una situación tan grave ha suscitado tan pocas
reacciones y repercusiones en la Comunidad Internacional. La ASEAN ha sido muy
criticada en este aspecto, dado que ha evadido en gran medida pedir responsabilidades
al gobierno amparada en el principio de no injerencia en los asuntos estatales internos
(Shukla, 2008).
Estas problemáticas internas y el aislamiento llevaron a la ex Birmania, que supo
ser uno de los países más prósperos a comienzos del siglo pasado, a convertirse en uno
de los que posee un mayor porcentaje de pobreza y peor índice de desarrollo humano
(United Nations Development Programme, 2015).

3. INSERCIÓN EN EL SISTEMA REGIONAL E INTERNACIONAL

3.1. La ASEAN como marco de las relaciones interregionales


El Sudeste de Asia ha sido tradicionalmente un espacio de intervención de
diversas potencias asiáticas y extra-regionales. Dentro de este contexto, Estados Unidos
y Japón han tenido roles centrales, el primero como garante de la seguridad estratégica y
el segundo como centro económico y financiero para el despegue económico e
industrial de los países del área. En la actualidad, el escenario es más complejo. La
consolidación de China como potencia regional en términos económicos y su creciente
presencia en temas estratégicos, así como su asertividad en reclamos territoriales, están
generando nuevas problemáticas y nuevos espacios de conflictividad en el SEA. A ello,
debe sumarse la aproximación de India desde la frontera occidental. Lazos históricos
unen a esta potencia regional con los países del SEA: desde lo cultural y religioso a
través del budismo y el hinduismo y la diáspora india en la región. De la mano de la Act
East Policy de Narendra Modi -sucesora de la Look East Policy, promulgada por el
Primer Ministro Narasimha Rao en 1992-, la India ha logrado fortalecer sus vínculos
económicos y políticos con el Sudeste de Asia, que hasta principios de los noventa
habían sido relegados. Esta aproximación ha generado nuevos espacios de competencia
en la región, principalmente entre China e India, disputándose la influencia económica y
estratégica. Dentro de esta compleja red de intervenciones externas, los países del SEA
comenzaron a desarrollar un proceso de integración regional que en la actualidad es la
piedra angular de las instituciones de integración y cooperación en la región: la
Asociación de Naciones del Sudeste de Asia (ASEAN).
Sin dudas, ASEAN ha sido la iniciativa más importante de los Estados de la
región para enfrentar desafíos compartidos y perseguir intereses similares, y
posteriormente, insertarse en un mundo cada vez más interdependiente y competitivo.
La organización, creada en 1967, tuvo dos antecedentes infructuosos de integración. El
primero fue la Asociación del Sudeste Asiático (ASA) compuesta por Malasia, Filipinas
y Tailandia en 1961. Fue exitosa en desarrollar una infraestructura para la cooperación
regional, pero solo contaba con tres miembros, entre los cuales no figuraba Indonesia.
Esta debilidad estructural llevó al fracaso a la organización al estallar el conflicto entre
Filipinas y Malasia por el territorio de Sabah11. El segundo fue MAPHILINDO -por los
nombres en inglés de Malasia, Filipinas e Indonesia - en 1962. Al buscar objetivos
políticos individuales y muchas veces contrapuestos, no logró aunar voluntades en un
objetivo común y por ello fue de muy breve duración. Por ejemplo Malasia buscaba
mitigar sus conflictos con Filipinas e Indonesia, mientras Filipinas quería afirmar su
identidad asiática acercándose a Indonesia y Malasia. Paralelamente, Filipinas buscaba
contener la presión diplomática de Malasia por el Norte de Borneo. Indonesia, por
último, creía que incorporándose a MAPHILINDO estaría fortaleciendo la política
preventiva de Filipinas, a la vez que buscaba protección en caso de subversión interna.
Hacia fines de los sesenta el impulso decisivo a la ASEAN se lo otorga el
profundo compromiso del Ministro de Relaciones Exteriores de Tailandia, Thanat

11
El conflicto por Sabah, en el norte de la isla de Borneo, comienza en 1963 una vez declarada la
formación de la Federación de Malasia, que incluiría también a Sabah, además de Sarawak y a Singapur.
Sukarno, Presidente de Indonesia en ese momento, condena la anexión de Sabah y Sarawak, y una vez
que la propaganda contra la formación de la Federación bajo la acusación de neo-colonialismo, y los
esfuerzos diplomáticos, resultaron vanos, envía a parte de sus fuerzas armadas a Sabah. Este
emprendimiento militar impulsado por Sukarno es conocido como “Confrontación”. Filipinas se suma a
la condena de la formación de la Federación de Malasia porque reclamaba la región de Sabah como parte
de su territorio, que le había sido cedido al Sultán de Sulu en el siglo VIII por el Sultán de Brunei.
Culmina la “Confrontación” una vez que Suharto toma la Presidencia de Indonesia. Tailandia, oficia
como mediador entre Malasia e Indonesia en el compromiso que finalizaría las hostilidades (Thompson,
1994: 88-94).
Khoman, hacia el desarrollo y la cooperación regional12, con cinco miembros originales:
Tailandia, Malasia, Indonesia, Singapur y Filipinas13. ASEAN retomó de sus
predecesoras la crítica a las bases extranjeras en el área y la necesidad de que la región
en su conjunto sea responsable por la seguridad y estabilidad regional (McCloud, 1995:
298-299). Con la llegada de Suharto al poder en Indonesia logró ponerse fin a más de
una década de confrontación con Malasia y a través de ASEAN se intentó dar un marco
institucional a este proceso de reconciliación regional, objetivo inicial de la
organización (Leifer, 1995: 50). Aunque en la Declaración de Bangkok de 1967 –
documento fundacional de la asociación– se estableció que el propósito de ASEAN era
promover la cooperación económica y social, sus principales logros a la fecha han sido
políticos.
Entre ellos, el más remarcable fue la intervención en la crisis de Indochina que
se había agravado con la invasión de Vietnam a Camboya en 1978. A pesar de las
divergencias iniciales entre los países de la organización, hacia principios de la década
del ochenta los cinco Estados alcanzaron un consenso respecto de qué medidas tomar.
Considerando que Tailandia era el país que sentía la mayor amenaza a su seguridad por
la proximidad geográfica a la región en conflicto, la organización adoptó la postura de
Bangkok y presentó resoluciones en la Asamblea General de las Naciones Unidas
haciendo un llamamiento a una solución durable y abarcativa del conflicto en Camboya,
propuesta que recibió un fuerte apoyo a nivel internacional. ASEAN consiguió aislar a
Vietnam en las Naciones Unidas impidiendo el reconocimiento del gobierno títere que
había establecido en Camboya. Posteriormente auspició la coalición de los grupos de
oposición camboyanos y las reuniones informales de Yakarta para discutir el proceso de
reconciliación nacional. El conflicto finalizó recién en 1991 en la Conferencia de París
sobre Camboya donde se sentaron las bases para el establecimiento del Consejo
Nacional de Camboya con los cuatro grupos locales y para la realización de elecciones.
Actualmente ASEAN cuenta con numerosos organismos en diferentes áreas
temáticas que integran tanto a países de la región como extrarregionales. Centraremos
aquí nuestra atención en tres iniciativas de la organización: el Foro Regional de la
ASEAN (ARF), el ASEAN Plus Three (APT) y el Acuerdo de Libre Comercio China-

12
Para Tailandia, la cooperación regional era una forma de asegurar la independencia de su política
exterior, y de alejarse de China a través del acercamiento a países que se opusieran a la misma
(McCloud, 1995:201-202).
13
Brunei se suma a la organización en 1984, Vietnam en 1995, Laos y Myanmar en 1997 y Camboya en
1999. El único país del SEA que no es miembro de la organización es el recientemente independizado
Timor Oriental.
ASEAN (CAFTA).
El Foro regional tuvo sus inicios en 1993 en la reunión anual de los ministros de
relaciones exteriores de los países de ASEAN en Singapur. Este organismo multilateral,
tiene como objetivos fundacionales promover el diálogo constructivo y las consultas en
temas políticos y estratégicos de interés común a los miembros y la construcción de
confianza y la diplomacia preventiva en la región de Asia Pacífico (ASEAN Regional
Forum, 2017). Los actuales socios de ASEAN en ARF son Australia, Bangladesh,
Canadá, China, Estados Unidos, India, Japón, Mongolia, Nueva Zelanda, Pakistán,
Papua Nueva Guinea, la República Democrática de Corea, la República de Corea,
Rusia, Sri Lanka, Timor Oriental y la Unión Europea.
Cuatro años más tarde, en 1997, surge ASEAN Plus Three (APT). En un intento
de generar soluciones desde la región a la crisis asiática, los países de ASEAN
convocaron por primera vez una reunión informal con los países del noreste de Asia –
China, Japón y Corea del Sur -. Esta reunión se constituyó en el puntapié inicial del
proceso de cooperación económica regional conocido como ASEAN + 3. En sus inicios
APT tuvo dos objetivos principales: 1) limitar los efectos que la crisis financiera había
generado en las economías del Este Asiático y poder prevenir próximas, por medio del
diálogo y la cooperación regional y 2) evitar la marginalización económica de la región
del Sudeste de Asia a través de la integración con el noreste (Wong, 2007: 397). Uno de
los logros más importantes es la Iniciativa Chiang Mai establecida en 2000 en la Cuarta
Cumbre de APT, la cual fue anunciada durante una reunión del Banco Asiático de
Desarrollo y fue diseñada para asistir a los países de la región, principalmente de
ASEAN, en la superación de dificultades relacionadas con la balanza de pagos (Haacke,
2002: 18). Desde su establecimiento hasta abril de 2009 esta iniciativa ha estimulado la
realización de numerosos swaps, entre Japón, Corea del Sur y China y los países de
ASEAN, por un monto actual de 80 mil millones de dólares 14. Con el comienzo del
siglo XXI la cooperación dentro de APT comenzó a abarcar más áreas y a desarrollarse
en múltiples niveles. El rol de China como impulsor de ASEAN + 3, y su creciente
interés de darle un mayor alcance temático a la integración en el este de Asia tuvo una
influencia decisiva en los avances del proceso15.

14
Información extraída de: Joint Ministerial Statement of the 10th ASEAN + 3 Finance Minister Meeting,
5 May 2007, Kyoto, Japón. Disponible en: http://www.mof.go.jp/english/if/as3_070505.htm Consultado:
10 de diciembre de 2009.
15
Aunque no es el interés del presente trabajo profundizar sobre el rol de China en APT, puede ampliarse
la información con: KUIK, Cheng Chwee (2005). “Multilateralism in China's ASEAN policy: its
Por último, el Acuerdo de Libre Comercio China-ASEAN es una iniciativa sin
precedente, tanto por el tamaño del mercado resultante como por ser el primer acuerdo
de esta naturaleza impulsado por Beijing. La propuesta fue presentada por primera vez
por China en 1999, en la tercera Cumbre de APT en Manila. Los estados de la ASEAN
estaban recuperándose de las consecuencias de la crisis económica, en la cual el papel
de Beijing le valió una reputación de líder responsable y lo convirtió en un modelo de
estabilidad económica (Zhang, 2006: 133). La intención inicial fue establecer una
relación comprehensiva y cercana entre ASEAN y China incluyendo un área de libre
comercio y cooperación financiera, desarrollo regional, asistencia tecnológica,
cooperación macroeconómica, entre otros (Cai, 2003: 397). Los motivos detrás de la
conformación del CAFTA son múltiples. En términos generales, esta iniciativa es una
respuesta de ambas partes a la intensificación del regionalismo económico a nivel
mundial y al impacto de la crisis financiera asiática. Desde el punto de vista de
Beijing, el CAFTA permitiría disipar los temores de ASEAN respecto de su
crecimiento. Desde el punto de vista de ASEAN el acuerdo podría convertirse en una
forma de asegurar que la gigante economía china no se desarrollaría a expensas del
bienestar económico de la región.
El acuerdo entró en vigor en enero de 2010, siendo la tercera área de libre
comercio más grande del mundo por detrás del NAFTA y la Unión Europea,
comprendiendo 1700 millones de consumidores, con un PBI combinado de 5.9 trillones
de dólares y un total de comercio de 1.3 trillones (Asia Times Online, 12 de mayo de
2010). Los beneficios que se estima generará el acuerdo, son principalmente a largo
plazo. A través del mismo se simplificarán los procedimientos administrativos,
principalmente aduanas y la obtención de licencias para la inversión (Straits Times, 17
de febrero de 2010), los productos agrícolas de ASEAN-4 (Vietnam, Camboya, Laos y
Myanmar) tendrán un mayor acceso al mercado chino (Wattanapruttipaisan, 2003: 31) y
las exportaciones de componentes se verán favorecidas consecuencia del rol de China
como planta de ensamblaje global (Ravenhill, 2006: 674).
Sin embargo, el Acuerdo trae consigo beneficios y desafíos para los países del
Sudeste Asiático16. Los mayores temores de los gobiernos del SEA giran en torno a las

evolution, characteristics, and aspiration”. Contemporary Southeast Asia. Vol. 27, No. 1: 102-122;
HAACKE, Jürgen (2002), “Seeking influence: China’s diplomacy towards ASEAN after the Asian
crisis”. Asian perspective 26, No. 4: 13-52.
16
Uno de los aspectos que en este sentido se destacan como desafíos es la continuidad de la aplicación de
aranceles sobre los bienes que para cada Estado resultan sensibles (Dicken, 2015). De esta manera, se
consecuencias que la entrada masiva de productos chinos de menor costo puede tener en
la industria local especialmente en los productos manufacturados de mano de obra y
tecnología intensiva.
Un paso más allá en la integración económica asiática lo representa la más
reciente iniciativa de acuerdo mega regional: el Regional Comprehensive Economic
Partnership (RCEP). Después de varios años de discusión, los países del Este de Asia
liderados por la ASEAN decidieron establecer este acuerdo de libre comercio de
alcance regional, que comenzó a negociarse en 2013. El mismo incluye a los diez
miembros de ASEAN, junto a Australia, Nueva Zelanda, Japón, China, Corea del Sur e
India.

3.2. El rol contemporáneo de los actores extrarregionales


Las relaciones internacionales del SEA han estado fuertemente influidas por
poderes extrarregionales17. Su grado de intervención en la región ha variado
dependiendo del momento histórico y del país. Pueden distinguirse al menos tres
momentos que se caracterizaron por cambios en los poderes intervinientes.
El primero es el período colonial, con una fuerte presencia de las metrópolis
europeas: Portugal, España, Holanda, Francia e Inglaterra. En 1898, luego de la derrota
en la Guerra Hispanoamericana, España cede su territorio colonial -actual Filipinas- a
los Estados Unidos, convirtiéndose este país en una potencia colonial en Asia. El
período colonial culmina una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, durante la cual
la región sufrió también la invasión y ocupación japonesa. Se da inicio entonces a un
segundo momento de intervencionismo externo: La Guerra Fría. El territorio del SEA se
convirtió en uno de los principales escenarios de injerencia y de conflicto entre las
superpotencias, a las que se sumaban la influencia de Japón desde la dimensión
económica y la de China, como soporte a grupos internos y como alternativa comunista
a la URSS. Finalmente, se da inicio a un tercer momento hacia principios de la década
del noventa, con la finalización de la contienda bipolar. En este contexto, los Estados
Unidos profundizan su alejamiento de la región -que había comenzado con el fracaso en
Vietnam en 1973-, China emerge como el principal socio económico, comercial y
político -así como la principal amenaza- e India comienza un proceso de aproximación

reduce el grado de apertura comercial de las economías a nivel regional.


17
Consideraremos aquí a la región del Sudeste como una región distinta de la del Noreste de Asia en la
que se incluyen, entre otros, a China, Japón y la República de Corea.
orientado a reconstituir los lazos con el Sudeste de Asia como alternativas de inserción
internacional. En este apartado nos concentraremos en estos tres socios como
principales -aunque no únicas- potencias extra-regionales con injerencia en la región.
Para la RPC, sus vecinos del SEA forman parte de los “países periféricos” de
Asia. A pesar de la centralidad que tiene la región para la política china, y su
permanente interés en mantener un clima de estabilidad regional, numerosos factores
actuaron en detrimento de una aproximación integral y estratégica de Beijing al SEA.
Entre ellos, analistas como Zhao (2004) y Leong (2004), subrayan los siguientes: 1) la
inestabilidad doméstica en China que actuó como limitante del mantenimiento de una
política exterior estable y coherente hacia la región; 2) la ambigua posición de China en
el Este de Asia, que no llega a un poder global, pero es mayor a un poder regional; 3) su
posicionamiento durante la Guerra Fría -entre ambas superpotencias- que forzó a
Beijing a entender su seguridad en términos globales antes que regionales.
El rol de China en la Guerra Fría -como apoyo a los movimientos insurgentes al
interior de los países del SEA y luego como contra balance a la presencia soviética,
acercándose a Washington- alimentó una imagen ambigua frente a los países del área.
La llegada de Deng Xiaoping al poder en 1978 y los cambios estructurales que
implementó, la apertura internacional y las reformas económicas orientadas al mercado,
embarcaron al país en la senda del pragmatismo en política exterior. Dentro de este
nuevo modelo, la atención de los gobernantes chinos se centró en el desarrollo
económico interno, para lo cual la estabilidad regional era una condición de primer
orden. En los ochenta Beijing abandonó completamente la política de exportar la
revolución comunista a los países del sudeste de Asia, sentándose las bases para el
mejoramiento de las relaciones con la región.
El fin de la Guerra Fría fue, indudablemente, el principal cambio estructural que
permitió modificar esencialmente las relaciones en la región. A los ojos de ASEAN se
neutralizó la amenaza comunista y con la retirada parcial de Estados Unidos y la caída
de la URSS se crearon espacios vacíos que China aprovechó para acercarse a la región.
En agosto de 1990 Beijing normalizó las relaciones con Indonesia y poco más de un año
después, en noviembre de 1991, lo hizo con Vietnam. Con Singapur, país con el cual no
se habían mantenido lazos diplomáticos formales aún, los estableció en octubre de 1990.
El fin del enfrentamiento bipolar tuvo también profundas implicancias a nivel
regional. La caída del bloque soviético y la desaparición de la superpotencia facilitaron
la resolución del conflicto en Camboya, con la firma, en octubre de 1991 de los
Acuerdos de Paz de París (Acharya, 2001: 95). Este final resultó un éxito diplomático
de la ASEAN y no hubiera sido posible sin la intervención de China18, contribuyendo a
“reforzar la confianza mutua” (Cheng, 2001: 423). Los avances realizados en el campo
diplomático en la relación de China con ASEAN durante los años que duró la
Conferencia de Paz de París (1989-1991) fueron continuados en años posteriores. Por
entonces China comenzó a percibir que su mejor estrategia para obtener la confianza de
los países de la región y disipar temores sería acercarse a estas naciones a través de su
participación en ASEAN. Paralelamente y frente al escenario de la pos Guerra Fría, los
países miembros de la organización, apuntaban a comprometer a la RPCh en
organismos multilaterales como forma de mantener el equilibrio regional (Cheng, 2001:
423). Los líderes chinos intentaron, a través de su acercamiento, demostrar a los países
de ASEAN su apoyo a la política de equilibrio de poder entre potencias que ponían en
práctica (Cheng, 1999: 180).
La crisis económica de 1997 fue un punto de inflexión en la relación entre el
SEA y China. La actuación de esta última entre 1997 y 1998 contribuyó a crear una
imagen de líder responsable y alternativa de apoyo económico regional frente a la falta
de respuesta de sus tradicionales socios económicos. Esto puede observarse pues, entre
otras medidas, China realizó una contribución monetaria a los préstamos para los
programas de apoyo al SEA del FMI, ofreció mil millones de dólares para ayudar a
Tailandia a salir de la crisis y mantuvo su promesa de no devaluar su moneda, el RMB,
removiendo una variable externa que podría haber ocasionado una nueva oleada de
devaluaciones en el SEA (Cheng, 1999: 190). La crisis fue la oportunidad de Beijing de
demostrar a estos vecinos que su crecimiento económico, lejos de representar una
amenaza podía ser beneficioso para todos.
Los esfuerzos de la RPC por acercarse a la ASEAN y construir una relación de
beneficio mutuo continuaron en 2009 después de la crisis global con una aporte de 38
mil millones de dólares a un fondo de emergencia para aumentar la liquidez y ayudar a
la región a superar la caída (Dosch, 2010: 7). Hoy en día la relación puede describirse
como cooperativa y amistosa (Ho, 2004: 297), con una confianza mutua creciente
debido a los numerosos procesos en los que participan. Según Ho, la mayor amenaza a

18
Cheng afirma que China presionó al Khmer Rouge a aceptar el plan de paz de las Naciones Unidas en
1989-1990, momento en que sus líderes se inclinaban por resistir las presiones diplomáticas de Occidente.
En agosto de 1990, el Premier Li Peng declaró que China no apoyaría la obtención de un rol dominante
del Khmer Rouge en Camboya y que no lo llevaría al poder. También en esa época China suspendió su
apoyo militar al Khmer Rouge. Cheng, Joseph Y.S., “Sino-ASEAN relations in the early twenty-first
century”, Contemporary Southeast Asia, 23 (3), Diciembre 2001: p. 423.
la estabilidad de la relación la representa la disputa por las islas del Mar de China
Meridional (2004:300).
Para Estados Unidos, contrariamente a lo ocurrido con China, el SEA perdió
relevancia en su agenda externa una vez finalizada la Guerra Fría. Según Alice Ba, en
el último cuarto del siglo pasado la política de Estados Unidos hacia la región ha sido
caracterizada como descuidada, rutinaria, incoherente, intermitente y sujeta a cambios
drásticos (2009: 371). La administración Bush le prestó escasa a atención al SEA, la
mayor parte de ella se concentró en los primeros años de la Guerra contra el terrorismo.
La región fue establecida como “segundo frente” en la lucha antiterrorista y esto trajo
como consecuencia un aumento de la asistencia militar estadounidense, tanto en
recursos materiales como humanos. Los ataques terroristas a Bali en 2002 y Jakarta en
2003 dieron mayor impulso a la cooperación militar que se mantuvo en canales
netamente bilaterales.
Las relaciones con Filipinas y Tailandia fueron las que vieron mayores cambios.
La administración Bush otorgó a ambos países el status de Major Non-NATO allies
(MNNA) en 2003. Filipinas recibió el mayor apoyo económico en el marco de la alianza
militar. Con Singapur la cooperación militar también se vio fortalecida desde 2001 y
aún más con la visita de Bush en 2003. La relación Indonesia-Estados Unidos tuvo
varios obstáculos por las críticas de Washington a las violaciones de derechos humanos
en Timor Oriental y a las diferentes percepciones respecto de la Guerra contra el
terrorismo, teniendo en cuenta que Indonesia es el mayor país musulmán del mundo. En
términos generales, según Limaye, la relación militar entre el SEA y Estados Unidos era
más cercana al final del período de Bush que al principio (Limaye, 2004).
Los países del Sudeste, ansiosos por recibir mayor atención de la superpotencia,
vieron en el establecimiento del “segundo frente” una posibilidad de volver a acercar y
comprometer a Estados Unidos en la seguridad regional. Sin embargo, con el correr del
tiempo las críticas contra la intervención norteamericana comenzaron a sumarse. Las
mismas giraban en torno a la radicalización de las comunidades musulmanas de la
región19 – por la forma en que Estados Unidos dirigía la lucha antiterrorista –, a la
menor atención dirigida a los países del área una vez comenzada la guerra en Irak

19
Dos de los países de la región - Malasia e Indonesia - son de mayoría musulmana, y además Filipinas,
Tailandia y Singapur tienen fuertes minorías musulmanas. El hecho de que dos de los gobiernos de la
región – Tailandia y Filipinas- estuvieran lidiando con movimientos islámicos de oposición en su
territorio complicaban sus decisiones respecto de las medidas antiterroristas por miedo a alienar estos
grupos o crear nuevos adherentes (Limaye, 2004).
(Sutter, 2009: 208; Ba, 2009: 378) y a que las exageraciones de Washington ponían en
riesgo la estabilidad de las ya frágiles economías dado que desincentivaban el turismo y
atentaban contra la confianza empresarial (Limaye, 2004).
Un segundo rasgo característico de la política hacia el Sudeste de Asia de la
administración Bush fue la concentración en estrategias bilaterales y la indiferencia por
las multilaterales, tal como lo demuestran la decisión de Condoleezza Rice de no asistir
a las reuniones de ARF en 2005 y en 2007 (New York Times, 2005) y la cancelación
por parte de Bush de la cumbre US-ASEAN en 2007 (Cronin, 2007). Hacia fines de la
segunda presidencia comenzó a notarse un cambio en este sentido. La creciente
presencia de China en los organismos multilaterales de ASEAN y especialmente los
avances en el CAFTA despertaron una respuesta de los estadistas norteamericanos con
propuestas en el área de comercio e inversiones – Enterprise for ASEAN Initiative
(EAI), Trade and Tariff Investment Agreement (TIFA) – y de cooperación estratégica y
política – ASEAN-US Enhanced Partnership (Sutter, 2009:211).
La presidencia de Obama marcó un giro en la política exterior norteamericana
hacia el Este de Asia, con un énfasis en los vínculos con los países de la ASEAN. Lo
que actualmente se conoce como la “política de rebalancear a Asia” -en la agenda
externa de Estados Unidos- es el marco que incorpora un renacido interés de
Washington por redirigir el foco de atención y las prioridades externas. Entre las
principales iniciativas que son indicadores de este redireccionamiento, podemos
mencionar: las numerosas visitas oficiales de la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, a
los países de la región; la firma del acuerdo para entrar al Tratado de Amistad y
Cooperación de ASEAN – de 1976 – en un intento de promover el multilateralismo en
temas de seguridad regional (Dosch, 2010:4); la participación y luego el ingreso como
miembro a la East Asia Summit en 2010 y 2011; y la participación en reuniones con
miembros del ASEAN Regional Forum. La estrategia de rebalancear a Asia tiene un
carácter multidimensional. Aunque su naturaleza estratégica militar es central en la
definición de la política exterior, no es exclusiva. Asimismo, tampoco puede analizarse
como una estrategia de contención de la República Popular China, porque “en una
economía globalizada donde los potenciales rivales son también económicamente
interdependientes y en el cual las ideologías políticas no se cristalizan en una
competencia de bloques, incluso si Washington quisiera contener a China, no podría
hacerlo” (Meijer, 2015: 6).
A modo de síntesis, la relación de Estados Unidos con los países del Sudeste de
Asia ha atravesado en la última década momentos alternados de profundización y
desinterés por parte de Washington. La región ha intentado recuperar la atención de la
superpotencia como una forma de balancear el poder de China en la región y de
garantizar la seguridad regional. Para Washington, aunque la guerra con el terrorismo
haya sido el motor del acercamiento, es también la progresiva participación del gigante
asiático la que motiva su mayor interés en la región. Por ello, es probable que en los
años por venir se profundicen las relaciones bilaterales combinadas con una mayor
participación en los organismos multilaterales, tanto económicos como políticos.
Varias son las causas que han impedido el avance de Japón en el Sudeste
Asiático en los primeros años del siglo XXI. Entre ellas cabe mencionar en primer
lugar, las secuelas de la crisis asiática de 1997, que derivaron en la imagen de un Japón
debilitado por su frustrada propuesta de crear un fondo monetario asiático en respuesta a
la crisis20; en segundo lugar, el auge económico de China y su emergencia como un
actor comprometido y responsable con la región del Sudeste Asiático 21; en tercer lugar,
la crisis económica que afecta a Japón desde los años 90’, agudizada luego en 2008 y,
finalmente, los desastres provocados por el terremoto del 2011 en el país.
Sin embargo, los primeros pasos para entablar un acuerdo de asociación
económica entre Japón y la ASEAN se dieron cuando las negociaciones sobre el TLC
China-ASEAN, en marcha desde el 2002, hicieron eco en la nación nipona con la gira
del Primer Ministro Junichiro Konizumi a los estados miembros de la organización. Lo
anterior, teniendo en cuenta que más de un tercio de las exportaciones de Japón en el
2003 se habían visto excluidas como consecuencia del mencionado TLC, lo que la
obligaba a la búsqueda de nuevas formas de asociación económica con la Asociación.
Para la ASEAN esta estrategia de efecto dominó iniciada por China era vista como una
oportunidad para acrecentar la magnitud de las inversiones japonesas, mientras que para
el país del sol naciente, los miembros del bloque significan un mercado y destino de sus
inversiones (González Sáez y González Vaguéz, 2015).
En 2008 se firmó el Acuerdo Integral de Asociación Económica y de Comercio
Exterior ASEAN-Japón (AJCEP), de amplio alcance, pues incluía el comercio exterior

20
Luego de la contundente oposición de Estados Unidos y China.
21
Importa mencionar que China se comprometió a no devaluar su moneda para evitar profundizar las
consecuencias de la crisis de 1997 mientras que Japón terminó devaluando el yen. Dicha situación
sumado al plan de rescate financiero que China proveyó a Tailandia e Indonesia proyectaron en las
naciones del Sudeste Asiático una imagen de China como un país con fortaleza económica y
comprometido con la región, frente a un Japón preocupado por sortear los efectos de la crisis a costas de
ganar competitividad vía devaluación monetaria (Kim, 2012).
de productos, servicios, la IED y la cooperación económica. A pesar del aumento
registrado a consecuencia de ese acuerdo, hubo una reducción del 25% debido a la crisis
económica y financiera mundial en ese mismo año. Las causas fundamentales de la
pérdida de espacio en la esfera económica comercial se debe al aumento del comercio
intrarregional de los propios miembros de la ASEAN y el dinamismo económico de
China. Esos elementos constituyen una amenaza a los intereses de Japón de ocupar
mayor espacio en el marco del mecanismo de integración más importante en Asia. Sin
embargo, ello no implica que, con algunos de sus miembros en particular, Japón no
haya ganado espacio (González Sáez y González Vaguéz, 2015).
Durante el período post-independentista, India mantuvo un discurso basado en
la construcción de la solidaridad asiática que no pudo llevar a la práctica debido al
impacto de la lógica Este-Oeste en la región. El acercamiento y posterior alianza entre
India y la URSS aumentaron los recelos en los miembros de la ASEAN, afectando
negativamente las relaciones. La implosión de la URSS y el consecuente fin de la
Guerra Fría redefinieron la política exterior de India para su entorno regional. El inicio
de un proceso de aplicación de reformas económicas neoliberales en el país condujo a
que las elites políticas indias intentaran reconstruir los lazos con los países del SEA,
ahora considerados socios clave en su objetivo de aumentar el crecimiento económico.
En este contexto surgió la Look East Policy (LEP) en 1992, la cual estuvo
principalmente orientada a la ASEAN. Se han identificado tres factores que llevaron al
diseño de la LEP. En primer lugar, el colapso de la Unión Soviética que creó un vacío
económico y de poder para India, ya que era su principal socio comercial y estratégico.
En segundo lugar, la apertura de China durante la década de 1980, provocó en India la
necesidad de acercarse al SEA para evitar caer en un rol subordinado a nivel político y
económico en la región. En tercer lugar, el deseo de India de desarrollar y estabilizar sus
estados del Noreste22, especialmente los que limitan con Myanmar, los cuales estaban
en medio de un período de insurgencia (Rajendram, 2014). Por otra parte, la guerra del
Golfo de 1991 marcó la necesidad de diversificar las fuentes de energía y los socios
económico-comerciales (Gupta, 2007). Así, el objetivo de lograr un crecimiento
económico sostenido y de abastecer dicho crecimiento con los recursos necesarios hizo
del SEA una prioridad.

22
La región del Nordeste está compuesta por siete Estados: Mizoram, Meghalaya, Arunachal Pradesh,
Nagalandia Assam, Manipur y Tripura. Los últimos cuatro estados son los principalmente afectados por
la insurgencia, aunque toda la región en su conjunto ha sufrido desde la independencia episodios de
violencia armada.
La ASEAN respondió favorablemente a la nueva política de India. La
importancia de los acuerdos negociados y las constantes interacciones generadas
durante los últimos años entre la ASEAN e India han llevado a que en 2012 esta
asociación haya alcanzado la cualidad de ‘estratégica’. En este marco, se han suscripto
el TLC de bienes en 2009 y el TLC de servicios e inversiones en 2012, los cuales
demuestran los avances alcanzados en términos de compromiso económico entre ambas
partes.
Para los países de la ASEAN, India se presenta como una opción para balancear
la gran dependencia económica de China y también contribuye a proveer y mantener el
equilibrio y la estabilidad en la región. Debido a ello, la LEP se ha ido moviendo de los
temas económicos-comerciales hacia una agenda más amplia, que incluye cooperación
en materia de seguridad.
Importa dar a conocer que la primera fase (1994-2003) y la segunda fase (2004-
2013) de la LEP estuvieron centradas en la ASEAN y enmarcadas en las vinculaciones
comerciales y de inversiones. La llegada al gobierno de Narendra Modi en 2014 generó
un nuevo impulso, denominándose ahora Act East Policy (AEP) -política de acción
hacia el Este-, pretendiendo dar un salto cualitativo en sus vínculos con los países del
Este, a modo de diferenciarse del gobierno anterior. Por lo tanto, esta tercera fase (2014-
…) presenta una definición más amplia del ‘Este’, extendiéndose desde Australia y el
Pacífico-Sur hasta el Este de Asia, con la ASEAN como centro. Esta etapa también se
ha caracterizado por un cambio hacia otros temas, incluyendo esfuerzos conjuntos para
lograr mayor y mejor conectividad física con el SEA, proteger las líneas marítimas y
coordinar actividades contra el terrorismo (Baroni y Dussort, 2017 mimeo).

4. NOTAS FINALES
Comenzada la segunda década del siglo XXI el Sudeste de Asia continúa siendo
altamente vulnerable a los cambios en el sistema internacional y a la consecuente
intervención de los poderes extrarregionales. La guerra contra el terrorismo y
principalmente el crecimiento exponencial de China y su expansión hacia el Sudeste
han vuelto a convertir a la región en un espacio de competencia. Frente a este escenario,
ASEAN es un vehículo por el cual los países de la región buscan unir voluntades para
lidiar con amenazas externas – como en el momento de su fundación - y multiplicar sus
voces en el escenario internacional para evitar ser marginalizados.
En respuesta a estas necesidades la asociación ha adoptado un rol de
balanceador entre los poderes extrarregionales, en pos de salvaguardar los intereses de
sus miembros. A pesar de las diferencias nacionales los países encuentran incentivos
para volver a contar con Estados Unidos en el horizonte regional. Uno de ellos es que
la presencia naval norteamericana puede contribuir a asegurar las líneas marítimas, la
mayor prioridad de ASEAN en la actualidad. Además, dada la conexión entre seguridad
y economía política internacional, el acceso a los mercados norteamericanos a través de
acuerdos de libre comercio, está atada a la voluntad de los países del SEA a
comprometerse en la cooperación militar (Dosch, 2010:6). Sin embargo, aceptar que la
presencia de Estados Unidos es importante para la región no actúa en desmedro de
comprometer a China en el desarrollo y estabilidad del área a través de acuerdos
bilaterales y multilaterales. El principal incentivo en este caso es evitar que las disputas
territoriales – principalmente la de las islas Spratly - amenacen la paz en la región, una
condición para poder concentrarse en el desarrollo económico y mantener el nivel de
comercio internacional.
Observamos entonces que, desde el plano externo, el principal desafío es
mantener la presencia de ambos poderes sin resignar autonomía. Mientras, desde el
plano político interno, los mayores desafíos para los países individuales y para la
ASEAN son el conflicto político en Tailandia y, más recientemente, en Filipinas, donde
en ambos casos se suman elementos de separatismos musulmanes; y la integración de
Myanmar a las dinámicas regionales. Ambos representan en un reto para el futuro
cercano de la ASEAN porque ponen a prueba el respeto por el principio de no
intervención que enarbola la organización y que representa la integración sobre la
diversidad que persigue la región.

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