Monografía Antropología Sexual
Monografía Antropología Sexual
Monografía Antropología Sexual
Monografa
Antropologa Sexual
Alumno: Sergio Ferreiro (Mat. 35142) Profesor: Lic. Mara Anglica Familume
Septiembre de 2011
En trminos antropolgicos no existen conductas sexuales buenas o malas, sino simplemente conductas sexuales (Seg) Sexualidad, instinto, cultura La sexualidad se conforma a la par que la personalidad; es uno de sus elementos fundantes. Tambin podramos decirlo de otro modo: el individuo desarrolla sus conductas a travs de la interaccin con su medio y con sus seres significativos, y la sexualidad se expresa a travs de conductas, por lo cual no escapa a esos determinantes. Esto es lo que nos permite afirmar que est presente desde el principio y est sujeta a las mismas reglas de desarrollo que la personalidad. Desde las concepciones de Freud, que considera que lo sexual incluye procesos que abarcan diversos fenmenos excitatorios y placenteros no restringidos a lo genital, hay quienes afirman que todos nuestros actos estn determinados en mayor o menor grado por algn inters sexual, o mejor dicho, por alguna clase de energa que tiene carga sexual. Y previniendo los desacuerdos que esta afirmacin produjo y sigue produciendo, es aqu donde habr que referirse a la cuestin del instinto. ste es la primera fuerza que nos contacta con el mundo, ese primer mundo que est predeterminado por la biologa, escrito en el ADN, objeto de la disposicin innata. Todos tenemos el mismo instinto, como nuestros hermanos, los animales; es lo que en primera instancia nos hace sobrevivir. Pero en el ser humano aparece la instancia del psiquismo: al decir de Cassirer, el hombre es un animal simblico: entre el estmulo y la respuesta existe esa instancia simblica que para algunos es la libertad, para otros el albedro, la voluntad. Y por eso, ese contacto con el mundo al cual nos lleva el instinto, paradjicamente acaba por alejarnos de ste. A partir de all todo es aprendido: la educacin y la propia cultura, y no la gentica, son quienes determinan nuestras conductas, incluidas las sexuales. De all que en el ser humano la sexualidad ya no es instinto, si por ello entendemos a la fuerza biolgica que nos impulsa al coito con fines de perpetuacin de la especie. La sexualidad se construye concomitantemente con la historia del sujeto, en tanto se va construyendo su ser, a la manera de la acumulacin de estratos, como en las rocas sedimentarias. As que aceptado esto, no nos queda sino afirmar por ahora que las conductas sexuales son expresiones de la cultura. Freud tambin dijo que la cultura debe su
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existencia a la represin del instinto. Y adems es muy llamativo que no exista una verdadera Arqueologa Sexual, aunque parece obvio que si estamos hoy aqu es porque desde hace muchos millones de aos, por alguna razn algo se dividi en dos y desde entonces busca reunirse; y tanto es esto as, que ya lo reseaba Platn cuando en El Banquete pona en boca de Aristfanes el relato mtico sobre los seres andrginos. Los estudios de Antropologa han soslayado el estudio de esta cuestin hasta bien entrado el siglo XX. Particularmente, los antroplogos decan que ya que la sexualidad era biolgica, no era asunto de ellos, sino a lo sumo de la medicina. Teman que si hacan trabajos de campo sobre sexualidad seran malinterpretados por sus pares acadmicos, an influidos por la universalmente esparcida moral victoriana. Adems no se haba perfeccionado una metodologa para ello, las fuentes eran escasas y exista el temor de transgredir aquellas normas morales todava vigentes, con el consiguiente desprestigio, todo lo cual desalentaba la investigacin. Por todo ello, a pesar de la inmensidad del tema haba pocos trabajos sobre l. La antropologa estudia a los seres humanos en tanto forman parte de una cultura, y en comparacin con las dems culturas. Para que ello sea posible, sin pretender la objetividad total pero con pretensiones de ello, la comparacin debera hacerse desde un criterio de comprensin, hacindose cargo del marco referencial cultural de los individuos que pertenecen a sociedades distintas a la del observador, y acercndose al estudio de sus conductas con el respeto que todo ser humano merece por el solo hecho de serlo. A la vez, el inters debe incluir la ausencia de juicios de valor en referencia a las propias y ajenas costumbres o creencias, y esto no solamente estar presente en nuestro discurso, sino en todas y cada una de nuestras actitudes. As que, Por qu no proponer una antropologa basada en las tres premisas de Rogers, o sea: empata, aceptacin incondicional, congruencia? Por ahora lo dejo planteado... En un sentido similar, Wilhelm Reich menciona los experimentos de Vera Schmidt en la Unin Sovitica en el ao 1921, postulando que para formar estructuras no autoritarias en los individuos, la tarea esencial es la educacin favorable a la sexualidad en los nios, demostrndose que los sujetos se adaptan espontneamente a la realidad si aprenden a amarla, en un contexto no autoritario, para lo cual el educador deba trabajarse constantemente a s mismo. O sea, una vez ms: Respeto, autoconocimiento para la aceptacin, congruencia. As que al menos estaremos de acuerdo en que en trminos antropolgicos no es posible referirse a conductas sexuales buenas o malas. Los sujetos son quienes a veces las clasifican de ese modo, y ello tiene que ver con lo que sus respectivas culturas han enseado; desde la censura total, pasando por una cierta o velada permisividad o tolerancia, hasta la valorizacin de la libre y total expresin. Prefiero no adherirme a la
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obsesin clasificatoria, por ello no voy a referirme al tema en trminos de sociedades sexoflicas o sexofbicas, ya que ello lleva una vez ms! a dividir el mundo en dos, y al posibilitar una larga discusin sobre los lmites de cada una hace muy difcil considerar los matices intermedios, que al fin de cuentas son casi todos. Con lo que s coincido es en las expresiones de Bronislav Malinowski (1884-1942) acerca de la importancia de la atraccin sexual y los episodios que genera, en relacin con la felicidad y el sentido de la vida. Y esto vale en todas las culturas: las constantes de la conducta humana no constituyen en s mismas cultura; sin embargo, tienen lugar porque los hombres poseen cultura, y esto implica tener patrones comunes acerca de lo bueno y lo malo, creencias comunes y actitudes similares. Todo esto es un ideario aprendido y compartido dentro de los lmites de cada grupo social. De modo que no es extrao que dentro de alguno de esos grupos se atribuyan conductas habituales de sus integrantes a una supuesta naturaleza humana, como por ejemplo, acumular riquezas, ser famoso, casarse por amor, siendo que en otros grupos las conductas consideradas valiosas son distintas. Lo que aprendemos se debe principalmente a la influencia que ejerce sobre nosotros el grupo en el cual vivimos, influencia que es ejercida de muy diversos modos. Slo quedan fuera de la cultura los reflejos incondicionados y la idiosincrasia personal, que sin embargo pueden ser influenciados por ella. Todos tenemos cultura, por eso es un grave error considerar primitivos a los pueblos que no tienen nuestras costumbres o creencias. Reiteradamente se ha podido demostrar que hay similitudes sustanciales en las pautas culturales de los diferentes grupos humanos. Y que dichas pautas culturales se dan en nmero casi infinito. Se han podido reunir largas listas de rasgos que aparecen en todas las culturas conocidas: gradaciones de edad, deportes atlticos, adornos corporales, calendario, hbitos de limpieza, organizacin de la comunidad, cocina, trabajo cooperativo, cosmologa, cortejo, danza, arte decorativo, adivinacin, divisin del trabajo, interpretacin de los sueos, educacin, tica, etiqueta, cura por la fe, celebraciones familiares, folklore, tabes alimentarios, ritos funerarios, juegos, gestos, regalos, gobierno, peinados, hospitalidad, alojamiento, higiene, tabes sexuales, reglas de la herencia, bromas, etc. etc., (Chinoy) y cada uno de estos rasgos toma muy diversas formas; lo que es para nosotros trivial puede ser de capital importancia en otro grupo. Sin embargo, el hecho de que ciertos rasgos aparezcan en todas las culturas, hace que podamos pensar en alguna razn biolgica para ello, en alguna especie de foco alrededor del cual se desarrollan aquellas pautas que encontramos siempre, aunque diferentes. Me inclino a opinar que el hecho de que el ser humano sea el ms desvalido de los animales al nacer, y el tiempo prolongado de dependencia al que se ve sometido para sobrevivir puede ser lo que explique esta circunstancia. En todo caso, est claro que en aquellos pueblos que errneamente
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llamamos primitivos, la cultura es tambin extraordinariamente compleja y muchas veces incomprensible para nuestra evolucionada mentalidad. Moral sexual y Educacin sexual No hay fenmenos morales; no hay ms que interpretaciones morales de los fenmenos Friedrich Nietszche La moral (de mores: costumbre) adopta diversas formas segn haya sido la historia del grupo social, y ms an segn lo que ese grupo social cree acerca de su historia. No hay una nica moral entonces, sino que cada cultura tiene la suya. Y por consiguiente, no existe la total inmoralidad, que sera la ausencia total de reglas de conducta; siempre hay sanciones de algn tipo para las transgresiones de la conducta sexual aceptable. Las conductas estn definidas en trminos de prohibido y permitido; en algunos pueblos la definicin de ambos trminos es muy clara y la sancin de las faltas es sumamente severa, inclusive desde el derecho positivo. En otros, la sancin es solo moral o social, quedando el individuo aislado del grupo en la medida en que se conoce su trasgresin. Suele confundirse permitido con natural y por otra parte, prohibido con antinatural, y esto hasta en el discurso de muchos de los que se autoproclaman modernos y liberales. Como si fuera posible hoy en da considerar natural al sujeto humano: esta teora es la prolongacin en el campo cientfico, de una fantasa de carcter religioso, que supone al hombre engendrado en forma pura por las manos de Dios, para luego sufrir una decadencia o cada en el pecado y la culpa. (Bleger) Esta teora forma parte de una visin cosmolgica ms amplia que incluye la invariabilidad del mundo, de la justicia, de la moral, etc. O sea, no es sino una IDEOLOGA, es decir, una de tantas maneras de explicar las cosas, pero no la nica, y mucho menos la ltima. En cuanto a la educacin sexual, todo el tiempo estamos hacindola, aunque no nos percatemos de ello. Educamos a nuestros hijos por medio de nuestras conductas para con ellos y entre nosotros: las caricias que les damos, lo que mostramos y ocultamos, lo que opinamos y lo que callamos. La educacin sexual de los nios est en relacin con las pautas que caracterizan a cada cultura. Una vez ms me resisto a las clasificaciones inconducentes: para comprender tengo que incluir, no separar. El Discurso del Mtodo cartesiano fue til en su momento, cuando ciencia y creencia eran sinnimas y era menester separarlas; pero no es justo que sigamos pagando las consecuencias de su influencia en la construccin del paradigma clsico positivista, que para entender necesita SIEMPRE dividir, separar, clasificar. Hoy el enfoque necesita ser
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holstico: hemos comenzado a aprender y por consiguiente a aceptar que el hombre es algo ms que un conjunto de huesos, msculos y rganos: con alma o sin ella, es un TODO mayor que la suma de sus partes. Cada cultura acta en el aspecto educativo sexual tal como ha aprendido a hacerlo segn su historia, construida en base a la posibilidad de satisfaccin de sus necesidades tal como son percibidas, por lo tanto la permisividad o no de algunas conductas podr estar en relacin con los intereses de la comunidad tal como son (o como fueron alguna vez) entendidos por sus integrantes. Los peculiares rasgos culturales, tales como creencias religiosas, normas de higiene, rituales iniciticos, cortejo, divisin del trabajo, propiedad de los medios de produccin, y los tabes, surgidos en el decurso de la historia de los pueblos, son lo que determinan lo bueno y lo malo, lo permitido y lo prohibido, lo deseable o indeseable. Me parece inoperante hacer aqu un inventario de las costumbres de diversos pueblos: ya ha sido hecho muchas veces por otros, para qu transcribirlo. El caso es que los kazak, aloreses, pukapukanos, tobrianeses, hotentotes, namas, shenyang, lesu, tikopia, chewa, lepcha, apinayes, kwonas, murngin, cunas, kurtachi, ila, chagga, yucaghir o maores, tanto como los estadounidenses, europeos, asiticos o argentinos hacen lo que pueden con lo que les fue dado. La moral es un a priori que nos es dado, las condiciones de cuyo origen se pueden discutir; ello dara lugar a definir la moral como sntoma, como consecuencia, como mscara, como malentendido, como narctico; en fin, como causa, estmulo o freno. En el actual estado de las cosas podemos pensar que todo lo que construimos puede ser cambiado. Entre las cosas que podramos hacer con lo que nos fue dado est el cambiarlo para nuestro beneficio. Pero para ello es necesario advertir ambas cosas: nuestro poder y ese beneficio. Con la necesidad con que un rbol da sus frutos, as brotan de nosotros nuestros pensamientos, nuestros valores, nuestros ses y nuestros noes, nuestras preguntas y nuestras dudas; todos ellos emparentados entre s, testimonios de una nica voluntad, de una nica salud, de un nico reino terrenal, de un nico sol. (Nietszche) Iniciativa de la relacin sexual Cierto es que cuanto ms frecuentemente los esposos se abstengan uno del otro, mejor ser San Agustn Discrepo en parte con el Dr. Seg en cuanto considera que en nuestra sociedad la iniciativa para realizar la relacin sexual debe proceder del varn Hoy en da ya no es siempre as, al menos en trminos de deber ser. En otras sociedades ya es as desde
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siempre. Adems est la cuestin del deseo y su gratificacin, que en nuestra especie no depende de un ciclo biolgico como en otros animales, ni siquiera los ms cercanos a nosotros. La gran abundancia de copulacin en nuestra especie se debe evidentemente, no a la produccin de retoos, sino al reforzamiento del lazo entre la pareja, gracias a los mutuos goces de los compaeros sexuales. (Morris) El caso es que el hombre puede tomar la iniciativa o no, la mujer puede consentir o no. Y viceversa. Observaciones en otras culturas parecen confirmar que la iniciativa no es siempre masculina. Una vez ms lo que est bien y lo que no lo est parecen depender del contexto cultural, y la moral es una cristalizacin de la costumbre aceptada en el grupo social. Uniones maritales Me refiero a las que se basan en la duracin y estabilidad, pero tambin en la cooperacin econmica. Son siempre objeto de rituales, ya sea legal o religioso. Lo ms difundido es la monogamia, aunque subsisten otros tipos de organizaciones maritales y pre-maritales en muchas culturas, la mayora de ellas con pocos integrantes, aunque esto no sea una cuestin de mayoras. La misma legislacin vigente en nuestro pas (y en otros) suele llamar a la unin marital, sociedad conyugal: El capital de la sociedad conyugal se compone de los bienes propios que constituyen la dote de la mujer, y de los bienes que el marido introduce al matrimonio, o que en adelante adquiera por donacin, herencia o legado. (Artculo 1263 CC.) Y esto tiene que ver con aquella caracterstica de cooperacin o finalidad comn que mencionaba. El desarrollo de una u otra modalidad confirma como la moral se ha ido construyendo en base a las necesidades del grupo dominante en cada contexto social; como en el ejemplo de los tanalas de Madagascar, cuando la primera esposa alienta al hombre a buscar una segunda para colaborar en las tareas del campo y la crianza de los hijos; en las sociedades que aceptan la poligamia pero reconociendo una jerarqua superior a la primera esposa, priman los intereses que limitan la divisin de bienes por herencia: as solo los hijos de la primera esposa heredarn forzosamente los bienes de su padre, y los dems tendrn que conformarse con lo que aqul decida darles. En algunas sociedades diezmadas por las guerras la escasez de hombres puede haber llevado a aceptar la poliginia (unin de un hombre con varias mujeres); en otros casos el oficio de guerra de sus hombres oblig a las mujeres a hacerse cargo de todo, la administracin de los bienes, el trabajo, la crianza. Tenemos muy cercano el caso de Paraguay, que en 1870, despus de la guerra de la Triple Alianza qued con una poblacin de cincuenta mujeres por cada hombre en las zonas rurales, lo cual vino a solucionarse favoreciendo desde el
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gobierno el amor libre, que en la prctica equivala a la poliginia. La revalorizacin de la mujer, que se hizo cargo de todo, produjo el efecto de que an hoy, la organizacin social de ese pas tenga grandes rasgos matriarcales. En la Biblia, se puede ver claramente que muchos de los patriarcas eran polgamos, lo cual justifica San Agustn diciendo que eso responda a ciertas necesidades reproductivas de ese momento, y slo por eso. En Estados Unidos, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los ltimos Das, con sede en Salt Lake City, Utah, practic la poliginia durante casi 50 aos, hasta 1890 en que el Estado la declar ilegal. Sin embargo, basndose en algunos artificios legales, se sigue practicando encubiertamente. Tambin la poliandria fraternal puede tener como finalidad el mantenimiento de la propiedad de la tierra dentro de la familia; consiste en que los hermanos varones pueden compartir una esposa. An cuando no sea fraternal, como en las islas Marquesas, la mujer puede tener relaciones sexuales con cualquier otro hombre, siempre que le paguen por ello; para nosotros sera prostitucin, ellos consideran el pago como manifestacin de respeto. Entre los musulmanes est permitido tener hasta siete esposas y todas las concubinas que el hombre pueda mantener con dignidad. En la prctica solo pueden hacerlo los ricos, y en algunos pases donde el Islam es la religin mayoritaria, la poligamia est prohibida por ley. Esta es una breve resea; un detalle exhaustivo excedera el propsito y la razonable extensin de este trabajo. Uniones incestuosas Das atrs se supo que en Mendoza un hombre viol a su hija durante los ltimos 27 aos, y que ella pari a siete nios fruto de los abusos. Adems, trascendi que l haba abusado de otras hijas suyas y que en 14 aos hubo 10 denuncias en su contra, que no prosperaron. Diario Pgina/12, 20/5/2009 El tab del incesto aparece en casi todas las culturas. Freud describe varias de ellas en su obra Ttem y Tab , si bien en un lenguaje que hoy sera poco aceptable: Los aborgenes de Australia son considerados como una raza aparte ... No podemos esperar, ciertamente, que estos miserables canbales desnudos observen una moral sexual prxima a la nuestra o impongan a sus instintos sexuales restricciones muy severas. Mas, sin embargo, averiguamos que se imponen la ms rigurosa interdiccin de las relaciones sexuales incestuosas. Parece que incluso toda su organizacin social se halla subordinada a esta intencin o relacionada con la realizacin de la misma.... tales
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salvajes parecen obsesionados por un extraordinario horror al incesto, horror enlazado a circunstancias particulares que no llegamos a comprender por completo... (Freud) Ya he dicho que el instinto ha sido modificado por la cultura. En muchas especies animales, es habitual que se d la unin sexual entre padres e hijos y entre hermanos; entre los seres humanos, si bien en nuestro medio es ilegal, ocurre tambin con alguna frecuencia. El tab sexual protege al ncleo familiar de la desintegracin potencial que sobrevendra al trastocarse la jerarqua del grupo. Por ello y tambin con el objeto de prevenir consecuencias indeseables desde el punto de vista gentico, las uniones consanguneas suelen estar prohibidas por las religiones y por la mayora de las legislaciones (aunque no siempre). Sin embargo, desde la antigedad se ha practicado algn nivel de endogamia entre familias reales, a fin de mantener los privilegios de ciertos grupos o consolidar alianzas. En muchas culturas se permiti tradicionalmente el casamiento entre hermanos, a veces para mantener el estatus social, a veces para no agregar un miembro ms a la familia, lo cual hara peligrar la subsistencia al tener que compartir los recursos con un integrante ms. As que el principal motivo parece ser la utilidad social: tal vez este sea el motivo de todas las costumbres sexuales, y esta es una hiptesis que por el momento dejo planteada. Relaciones extramatrimoniales Asegurarse de que las propiedades vayan a parar a manos de los hijos legtimos, y no a cualquier otro... la propiedad de la esposa es parte de la propiedad total; La monogamia y la fidelidad fueron establecidas como norma social en forma firme y explcita cuando se desarroll la propiedad privada (Engels) En las Marquesas es habitual el maridaje de grupo, donde cada familia consta de varias madres y varios padres, y los hijos que resultan son de todos. Tambin la hospitalidad sexual, la poliandria no fraternal, y las relaciones extramaritales. Casualmente se dan todos estos fenmenos en una cultura que hasta fines del siglo XVIII todava viva en un sistema de comunismo primitivo. A partir de entonces algunas de esas costumbres comenzaron a cambiar, con el arribo y la instalacin de los europeos, y paralelamente la poblacin descendi drsticamente, en gran parte tambin por la vulnerabilidad de los habitantes a las nuevas enfermedades. En casi todas las culturas actuales, las relaciones extramaritales son sancionadas como adulterio; en muy pocos casos se permite a la mujer la libertad de relacionarse con otros hombres, en cambio al hombre se le tolera mucho ms. Pero esto es solo una generalizacin imprescindible en el contexto de este trabajo.
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Algo similar ocurre con las relaciones sexuales premaritales. Hoy en da es casi un anacronismo referirse a la convivencia sin papeles como premarital, y ello debido a la gran difusin de este tipo de uniones. Sin embargo, la iglesia Catlica las mantiene como prohibidas, aunque de hecho las tolera y perdona. ... si precisamente no se puede hacer otra cosa, las mujerzuelas de la calle... un hombre... para un hombre, comprendo, no es fcil permanecer casto... pero existe esa escapatoria aqu Y el Seor lo aprueba? Bien, en estos casos cierra un ojo (Dilogo en el confesionario) Conducta homosexual La homosexualidad y la heterosexualidad no se oponen como el negro y el blanco: estn siempre presentes en todo ser sexual humano. Havelock Ellis En algunas sociedades su prctica es severamente penalizada; en otras es tolerada y hasta se la santifica, como entre los tanalas de Madagascar; en la mayor parte de los casos es tolerado cierto nivel de contacto fsico entre los nios del mismo sexo, an cuando no se lo admite entre adultos. Desconociendo que se trata de un fenmeno universal y basndose en observaciones propias y en otras que tom prestadas, el psiclogo ingls Henry Havelock Ellis hizo una larga enumeracin de pueblos en los cuales se practica (o practic) la homosexualidad. En algunos de ellos es vista como virtud social, en la mayora (de los citados por l) resulta indiferente, y en algunos otros es considerada un crimen horrendo. No obstante ser este autor perfectamente contemporneo de Freud, sus ideas parecen mucho ms conservadoras, su discurso est teido por juicios de valor propios, y tambin ajenos que no se molesta en sealar. Una enumeracin de los casos sera desbordar largamente los lmites propuestos para este trabajo; no obstante cito un prrafo como muestra: Es preciso recordar que tratndose de un pas septentrional como Inglaterra, los fenmenos homosexuales no se presentan en la misma forma que en la Italia Meridional presente o en la Grecia clsica antigua... Se descubre el curioso hecho de presentarse la proclividad homosexual ms especialmente en ciertas razas y en determinadas regiones... Todas nuestras tradiciones e ideas ticas, y asimismo las leyes, se oponen enrgicamente a toda manifestacin de la pasin homosexual. Solo un mpetu poderoso puede ir contra la compacta fuerza social que constrie al individuo por todos lados en el camino del amor heterosexual. En una persona bien educada, que hace la vida normal de sus conciudadanos y que posee el grado ordinario de respeto por los sentimientos sociales dominantes, ese impulso puede originarse solamente por una perversin fundamental
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del instinto sexual probablemente innata- a la que corresponde una anormalidad orgnica. Ms o menos en la misma poca, Freud escriba: Varios hechos nos demuestran que los invertidos no pueden considerarse como degenerados: 1 Porque se halla la inversin en personas que no muestran otras graves anormalidades. 2 Porque aparece asimismo en personas cuya capacidad funcional no se halla perturbada, y hasta en algunas que se distinguen por un gran desarrollo intelectual y elevada cultura tica. 3 Porque cuando se prescinde ante estos pacientes de la propia experiencia mdica y se tiende a abarcar un horizonte ms amplio se tropieza, con hechos que impiden considerar la inversin como signo degenerativo. Discurso antiguo tambin el de Freud, pero mucho ms imparcial y tolerante. Recordando una vez ms a Reich: en la Unin Sovitica la Revolucin sexual en los aos 20 y luego el Vicio Burgus del estalinismo. En fin; mares de tinta se han gastado en escribir acerca de esta cuestin, que atraviesa a toda la sociedad horizontal y verticalmente: desde el efebo griego hasta las drag queens de hoy; desde la hoguera de hinojos verdes hasta el matrimonio igualitario se ha recorrido tambin un largusimo camino, aunque ese camino no pueda recorrer aun todos los pueblos, y lo que me parece peor- , tampoco todas las mentes. Relaciones Inter-especies Si bien no ha sido tipificada como tal, hoy es vista como una parafilia. Siempre ha sido condenada, desde la antigedad y con muy pocas excepciones. Sin embargo suele practicarse mucho, sobre todo en ambientes rurales, lo cual fue corroborado hace ya mucho tiempo por el Informe Kinsey (1947-1953). Este informe adolece de varios defectos, entre los cuales est la obsesin cuantitativa. Pero en su momento fue revolucionario. La cuestin est siempre vinculada con el paradigma de lo que es o no natural. Recientes investigaciones han indicado que la hibridacin est dispersa en la naturaleza abarcando muchas ms especies de las que tenamos idea. El acto de cruzarse con otras especies no es entonces tan peculiar como parece. Entre los animales suele darse que dos especies se combinen para producir una tercera. Este proceso evolutivo se conoce como especiacin hbrida y se saba muy comn en las plantas; hoy se observa mucho tambin en insectos y peces. Pero esto parece ser solo la punta del Iceberg; las investigaciones continan. En los mamferos superiores la hibridacin es posible (hasta hoy) solamente entre un contado nmero de especies, y aun en estos casos, el producto del sexo nter-especies suele ser estril. De lo placentero, nada se dice. El tab del sexo inter-especies parecera ser el ms fuerte hoy en da, o el menos visibilizado; y esto es solo una modesta opinin; sin embargo es llamativo que sea tan
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dificultoso hallar material sobre el tema; es profundidad de ello... Conclusin: Cuando all por los aos de 1960, en los escasos interregnos libres de censura, empezbamos a descubrir alguna de la literatura que nos permita tomar conciencia de que en el resto del mundo la gente tena sexo y a veces de otra manera, ni nos imaginbamos que aquella revolucin sexual que nos liberaba de muchos tabes y otras tantas represiones, y nos daba permiso para encontrarnos con la sexualidad autntica tal como la queramos entender, era simplemente otra construccin cultural ms. Creo que es hora de ver si no hay algo ms all del horizonte. Hoy es posible comunicarse con todo el mundo en forma instantnea y con enorme calidad; la cuestin es para qu: qu queremos saber, que tenemos para decir. Y en materia de sexualidad ya casi el paradigma del influjo cultural podra dar paso a otro, de construccin social. O sea, que sera bueno comenzar a hablar de singularidades en lugar de empearnos en generalizaciones, que no son sino una expresin del viejo idealismo: construimos una teora y despus nos pasamos un siglo intentando meter a empujones la realidad dentro de ella. Es difcil: estamos viviendo a caballo de dos pocas. Quisiramos entrar en el siglo XXI, pero no podemos despojarnos todava de algunas concepciones del siglo XIX. Yo deseara que el discurso no fuera ya natural, ni siquiera solamente cultural, sino que se diera importancia a lo subjetivo, dejando de sujetar a los sujetos, o sea, a nosotros. A cada cual lo suyo, SERA JUSTICIA. como si nadie quisiera ocuparse en
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Bibliografa Bleger, Jos: Psicologa de la conducta Eudeba, Buenos Aires, 1963 Cassirer, Ernst: Antropologa Filosfica Trad. de Eugenio Imaz- Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1975 Chinoy, Eli: Introduccin a la Sociologa Trad. de Daro Cantn- Paids, Buenos Aires, 1979 Freud, Sigmund Tres ensayos sobre una Teora Sexual Trad. de Luis Lpez Ballesteros Ed. Losada, Buenos Aires, 1997 Havelock Ellis, Henry: La inversin sexual Editorial Partenn. Buenos Aires 1947 Morris, Desmond: El mono desnudo. Emec Editores, Buenos Aires, 1971 National Geographic - http://news.nationalgeographic.com/news/2007/03/070314-
hybrids_2.html
Nietszche, Friedrich: La genealoga de la moral Ediciones Libertador. Buenos Aires, 2004 Reich, Wilhelm: La revolucin sexual Trad. de Sergio Moratiel. Planeta-Agostini, Barcelona, 1985 Seg, Hctor: Sexologa Bsica Buenos Aires, Planeta, 1992 Valentini, Norberto y DiMeglio, Clara: El sexo en el Confesionario Trad. de Carmen Corona- Grijalbo, Buenos Aires, 1975
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