Jerónimo dedicó su vida al estudio de la Biblia y fue reconocido como un eminente doctor en la interpretación de las Sagradas Escrituras. Tuvo un amor apasionado por las Escrituras que trató de suscitar en los fieles, y creía que la Biblia, instrumento con el que Dios habla a los creyentes diariamente, es el estímulo y manantial de la vida cristiana. Jerónimo también enfatizó la necesidad de acordar la vida con la Palabra divina y ayudar a los pobres como una forma de serv
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Jerónimo dedicó su vida al estudio de la Biblia y fue reconocido como un eminente doctor en la interpretación de las Sagradas Escrituras. Tuvo un amor apasionado por las Escrituras que trató de suscitar en los fieles, y creía que la Biblia, instrumento con el que Dios habla a los creyentes diariamente, es el estímulo y manantial de la vida cristiana. Jerónimo también enfatizó la necesidad de acordar la vida con la Palabra divina y ayudar a los pobres como una forma de serv
Jerónimo dedicó su vida al estudio de la Biblia y fue reconocido como un eminente doctor en la interpretación de las Sagradas Escrituras. Tuvo un amor apasionado por las Escrituras que trató de suscitar en los fieles, y creía que la Biblia, instrumento con el que Dios habla a los creyentes diariamente, es el estímulo y manantial de la vida cristiana. Jerónimo también enfatizó la necesidad de acordar la vida con la Palabra divina y ayudar a los pobres como una forma de serv
Jerónimo dedicó su vida al estudio de la Biblia y fue reconocido como un eminente doctor en la interpretación de las Sagradas Escrituras. Tuvo un amor apasionado por las Escrituras que trató de suscitar en los fieles, y creía que la Biblia, instrumento con el que Dios habla a los creyentes diariamente, es el estímulo y manantial de la vida cristiana. Jerónimo también enfatizó la necesidad de acordar la vida con la Palabra divina y ayudar a los pobres como una forma de serv
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Dedicó su vida al estudio de la Biblia,
hasta el punto de que fue
reconocido por, el Papa Benedicto XVI, como «eminente doctor en la interpretación de las Sagradas Escrituras». «Enamorado» verdaderamente de la Palabra de Dios, se preguntaba: «¿Cómo es posible vivir sin la ciencia de las Escrituras, a través de las cuales se aprende a conocer al mismo Cristo, que es la vida de los creyentes?» (Epístola 30, 7). La Biblia, instrumento «con el que cada día Dios habla a los fieles» (Epístola 133, 13), se convierte de este modo en estímulo y manantial de la vida cristiana para todas las situaciones y para toda persona. Un amor apasionado por las Escrituras caracterizó por tanto toda la vida de Jerónimo, un amor que siempre trató de suscitar en los fieles. Para Jerónimo, un criterio metodológico fundamental en la interpretación de las Escrituras era la sintonía con el magisterio de la Iglesia. «Por nosotros mismos nunca podemos leer la Escritura. Encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos en errores. La Biblia fue escrita por el Pueblo de Dios y para el Pueblo de Dios, bajo la inspiración del Espíritu Santo» Jerónimo no descuida el aspecto ético. Con frecuencia reafirma el deber de acordar la vida con la Palabra divina. Una coherencia indispensable para todo cristiano y particularmente para el predicador, a fin de que sus acciones no contradigan sus discursos. «El verdadero templo de Cristo es el alma del fiel: adorna este santuario, embellécelo, deposita en él tus ofrendas y recibe a Cristo. ¿Qué sentido tiene decorar las paredes con piedras preciosas si Cristo muere de hambre en la persona de un pobre?»(Epístola 58,7). Jerónimo concretiza: es necesario «vestir a Cristo en los pobres, visitarle en los que sufren, darle de comer en los hambrientos, cobijarle en los que no tienen un techo» (Epístola 130, 14). El amor por Cristo, alimentado con el estudio y la meditación, nos permite superar toda dificultad: «Si nosotros amamos a Jesucristo y buscamos siempre la unión con Él, nos parecerá fácil lo que es difícil» (Epístola 22,40). Jerónimo, definido por Próspero de Aquitania, «modelo de conducta y maestro del género humano» («Carmen de ingratis», 57), nos ha dejado también una enseñanza rica y variada sobre el ascetismo cristiano. Recuerda que un valiente compromiso por la perfección requiere una constante vigilancia, frecuentes mortificaciones, aunque con moderación y prudencia, un asiduo trabajo intelectual o manual para evitar el ocio (Cf, Epístolas 125, 11 y 130, 15), No hay que olvidar, por último, la contribución ofrecida por Jerónimo a la pedagogía cristiana (Cf. Epístolas 107 y 128). Se propone formar «un alma que tiene que convertirse en templo del Señor» (Epístola 107,4) Entre las principales intuiciones de Jerónimo como pedagogo hay que subrayar la importancia atribuida a una sana e integral educación desde la primera infancia, la peculiar responsabilidad atribuida a los padres, la urgencia de una formación moral religiosa, la exigencia del estudio para lograr una formación humana más completa. Además, hay un aspecto bastante descuidado en los tiempos antiguos, pero que era considerado vital por nuestro autor: la promoción de la mujer, a quien reconoce el derecho a una formación completa: humana, académica, religiosa, profesional. Y precisamente hoy vemos cómo la educación de la personalidad en su integridad, la educación en la responsabilidad ante Dios y ante los hombres, es la auténtica condición de todo progreso, de toda paz, de toda reconciliación y de toda exclusión de la violencia. Educación ante Dios y ante el hombre: la Sagrada Escritura nos ofrece la guía de la educación y, por tanto, del auténtico humanismo. No podemos concluir estas rápidas observaciones sobre este gran padre de la Iglesia sin mencionar la eficaz contribución que ofreció a la salvaguarda de elementos positivos y válidos de las antiguas culturas judía, griega y romana en la naciente civilización cristiana. Jerónimo reconoció y asimiló los valores artísticos, la riqueza de los sentimientos y la armonía de las imágenes presentes en los clásicos, que educan el corazón y la fantasía en los nobles sentimientos.