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1.2 Urbanismo y Arquitectura

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URBANISMO Y ARQUITECTURA.

Las transformaciones que se producen en las ciudades a lo largo del siglo


XIX, son una consecuencia directa del entramado histórico. Desde un punto
de vista político, se mantiene y acrecienta la importancia de los edificios
representativos. La revolución industrial provoca un crecimiento hasta
entonces desconocido de las ciudades en un tiempo breve, se hace
necesario superar los estrechos limites del núcleo antiguo, establecer vías
rápidas de comunicación y resolver el enfrentamiento entre habitabilidad y
progreso económico.
URBANISMO Y ARQUITECTURA.

Las primeras soluciones sugeridas tienen pocos éxitos concretos, por lo


que los pensadores reciben el nombre de urbanistas utópicos. Estos proyectos
presentan en común dos rasgos esenciales: por una parte, son núcleos de
nueva planta que proponen una nueva relación social, con uso de
dependencias comunes donde cada individuo y cada actividad forman parte de
un engranaje sin tensiones de producción y consumo, por otra parte
recogen estructuras antiguas para usos nuevos.
URBANISMO Y ARQUITECTURA.

El crecimiento urbano de las ciudades europeas y americanas se rige por


dos principios opuestos: el respeto de la propiedad privada y la urgencia de
un control dietetico. En cuanto a numero de habitantes, Londres es la ciudad
más importante de Europa y quizá el modelo mas típico de liberalismo donde
como junto a barrios miserables, se encuentran exquisitos inmuebles
rodeados de espacios verdes. París, al contrario es el resultado de una
política autoritaria dirigida por Haussmann que pretende tener la capital mas
bella de europa.
URBANISMO Y ARQUITECTURA.

El urbanismo y la arquitectura componen un tejido que integra historia,


memoria e imaginación. La trama urbana con sus edificios constituyen la
expresión construida de tradiciones y prácticas sociales, que
simultáneamente producen identidades y cultura.

Cuando el hombre interviene en el paisaje natural, define su horizonte,


construyendo espacios y objetos donde desempeñar las actividades de la
vida cotidiana.

La ciudad y su arquitectura constituyen un tejido integrando historia,


imaginación y memoria. La arquitectura se perfila como un objeto central
para el hombre, unido a su entorno por una serie de relaciones de
correspondencia. El conjunto urbanístico depende de las características de
cada una de sus partes. De este modo, cualquier construcción generada al
interior de una ciudad modifica su entorno y la percepción del mismo.
URBANISMO Y ARQUITECTURA.

Muchas veces se han logrado resultados sorprendentes por contraste,


mediante la diversidad de estilos. Pero en cambio, la repetición y la
incorporación de una tendencia generalizada, llevan a la monotonía del
paisaje urbano.

El problema que podemos apreciar en la mayoría de las grandes ciudades,


radica en la falta de conciencia que se tiene de la diversidad, de la existencia
del otro. Es entonces que el urbanismo y arquitectura, se ven imposibilitados
de establecer un diálogo. Por tanto, los objetos se desarrollan separados del
espacio. Los nuevos edificios se construyen como elementos aislados,
encerrados en sí mismos, evitando una relación con las construcciones
circundantes. Este fenómeno se da en todos los casos, incluso en aquellos
edificios de gran calidad.
URBANISMO Y ARQUITECTURA.

La arquitectura puede diseñar habitaciones o rascacielos, pero las ciudades


son planificadas por los urbanistas, quienes establecen también la
disposición de los edificios. Entonces es la estructura urbana la que asume
el papel más importante en estos intentos de clasificación, pues allí
permanece el sello y mentalidad de la época que la produjo, y el paradigma
en el cual la ciudad surgió. El diseño indica si algo es moderno o antiguo.
Hablar de procesos de modernización nos puede dar algunas respuestas al
respecto, pues, en muchas ciudades, coexisten sectores tradicionales y
modernizados.
URBANISMO Y ARQUITECTURA.

Esa ausencia de renovación en algunos centros urbanos se explica en el


apego a la tradición, el respeto a los espacios históricos, la falta de recursos
económicos para invertir en construcciones que reemplacen las estructuras
anacrónicas, y sobre todo, el hecho de que estas ciudades existentes
representan inversiones enormes e ideas que nos cuestan mucho
abandonar.

La categoría ciudad futura o futurista resulta excesiva, pues parece referirse


a lo inexistente, a lo ficcional, cuando el estilo que ésta preconiza ha pasado
a formar parte de nuestra realidad.

Por cuántas décadas o siglos, por ejemplo, debemos seguir diciendo que
Brasilia es una ciudad futurista, y seguir viendo el futuro como algo estático,
lejano, mientras la sociedad y la tecnología avanzan a un ritmo frenético.
URBANISMO Y ARQUITECTURA.
URBANISMO Y ARQUITECTURA.

De ahí, las ciudades pequeñas poseen el control provincial y las ciudades


grandes el control nacional. Es natural encontrar en el interior del país,
minúsculos poblados cuyo centro está dominado por una iglesia y un campo
de fútbol. En las ciudades, los trazos urbanos, casi siempre han sido
realizados en torno a una plaza principal y un templo o un centro de control
político-administrativo. Las ciudades satélites, que de alguna manera
dependen de la ciudad principal, rodean a ésta, para ser circundadas
después por los cinturones de miseria que caracterizan a las principales
urbes del tercer mundo.
URBANISMO Y ARQUITECTURA.

Tras la llegada de los españoles a América, los modelos que se instituyeron


en las ciudades del nuevo mundo fueron transportados desde Europa. Y el
diseño urbano vigente durante la Colonia se ajustó a ideas propias del
renacimiento, que a su vez eran una reelaboración mejorada de ideales
griegos y romanos.
URBANISMO Y ARQUITECTURA.

La revolución industrial y el avance tecnológico ocasionaron cambios en la


constitución de las ciudades preindustriales. La aparición de tranvías y
vehículos motorizados forzó la transformación de las calles, hasta el
momento planificadas sólo para la circulación de peatones y vehículos
halados por caballos. El crecimiento demográfico y la irrupción de las
industrias y grandes masas de obreros imponían retos que arquitectos
estancados en el pasado no podían resolver. Entonces fueron los ingenieros,
conocedores del hierro, del vidrio y del concreto armado, quienes –
acercando la técnica al arte– abrieron nuevos caminos para la arquitectura.
URBANISMO Y ARQUITECTURA.

Una muestra fue el Palacio de cristal, construida por el constructor de


hibernaderos Joseph Paxton en 1851 y la celebérrima torre edificada por el
ingeniero Gustave Eiffel de 1887 a 1889. Entonces, la escolástica división
entre arquitectos e ingenieros, y los debates en torno al asunto fueron
saldados por la denominación “constructores” que los albergó a ambos. Con
todo esto, la arquitectura funcional, y su tendencia al serialismo y la
estandarización, entró en boga.
URBANISMO Y ARQUITECTURA.

Es necesario observar los problemas de la ciudad, y las demandas de sus


habitantes para, de ese modo, proponer soluciones que eleven la calidad de
vida de las comunidades”

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