Viejos de Corpus
Viejos de Corpus
Viejos de Corpus
— Tata fiscal, venimos aquí de antemano a pedirle permiso para que descansemos un
poco, ya que venimos de muy lejos, más allá de Tarandacoao, Maravatío; sólo hemos
comido biznagas, garambullos y algunos animales, y mis hijos no han comido más que
puros animales: lagartijas, conejos, tlacuaches, tejón, zorrillo, armadillo. Ya mañana
continuará el camino.
El fiscal que se encuentra sentado a un costado del altar y contesta.
— Si ustedes desean descansar un poco, yo aquí les doy permiso, pero de comer es poco lo
que tenemos, porque no ha llovido.
El Mero Xita conversa lo mismo con los demás fiscales, esto también lo hace la Vieja con
voz tipluda y lloriqueos. Ella representa la tierra, la fertilidad.
El fiscal, con mucha seriedad, se dirige a todos los Xitas y les dice:
— Nosotros queremos que los viejitos rueguen mucho a Dios que nos socorra la lluvia para
dar vida a nuestra siembra, ya que aquí carecemos mucho de agua, pero con ayuda de los
viejitos, y con el permiso de Dios que nos venga la lluvia... y le den vida a nuestros campos
y montañas.
Los Viejos siguen danzando dentro del templo y después salen al atrio donde
continúan con sus invocaciones, gritos y torean el pequeño toro de madera
forrado de cuero que carga un hombre, quien con gran habilidad lo mueve para
embestir, y todos los Viejos pasan a torearlo queriéndolo lazar; lo mismo hace
el más pequeño de los Xitas y sigue la Vieja. El más viejo es embestido por los
cuernos del toro y muere, esto conmueve a todos y en medio de lloriqueos lo
llevan a sepultar; doblan campanas y en el momento de darle sepultura, el
viejo recobra la vida y continúan los jarabes, la música, hay alegría en todos.
Los Xitas siguen danzando, las sombras de las montañas anuncian la llegada
de la noche; las campanas tocan la despedida de los Xitas, realizan una
ceremonia en el atrio o dentro de la iglesia, o como la del puente en la
ermita ubicada en las márgenes del río Ndareje.