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Tema 9 El Misterio de La Encarnación

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TEMA 9

EL MISTERIO DE LA
ENCARNACIÓN:
JESÚS, MODELO DE
HUMANIDAD

Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer,
nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley. Gal 4, 4
ENLACE

• Hemos visto en el tema anterior que no hay una


auto-salvación, sino que la salvación viene de
Otro, de Jesucristo. Ahora veremos que para
acercarnos esa salvación el Hijo de Dios necesitó
encarnarse, hacerse como nosotros.
OBJETIVOS

• Descubrir que Jesús es el modelo que la humanidad


debe imitar, y eso se hace posible, gracias a la
encarnación del Hijo de Dios. El Hijo de Dios se
hace hombre, para que el hombre se haga hijo de
Dios, según la expresión de los Santos Padres.
LA PALABRA

• “De igual manera, también nosotros cuando éramos menores de edad, vivíamos como esclavos
bajo los elementos del mundo. Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo,
nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que
recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestro
corazones el Espíritu de su Hijo que clama; !Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino
hijo; y si hijo, también heredero por voluntad por voluntad de Dios.” Gal 4, 3-7
1. EL HIJO DE DIOS SE HACE HOMBRE

• La Encarnación es la plenitud de las bendiciones de Dios, porque Él nos ha dado todas sus
bendiciones en Cristo. Llegada la hora por Él establecida, el Padre envía a su Hijo al mundo. El
Verbo de Dios se hace carne; el que es eterno se hace temporal, el que inmortal se hace mortal.
2. LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS

• Hemos de destacar la radical significación de la Encarnación


para toda la creación y su tiempo, y confesar otra vez, con
toda la fuerza de nuestra fe, la realidad de este misterio que
divide en dos la historia y constituye su culminación.
• La Iglesia ha confesado con claridad y gozo todos los días a
lo largo de los siglos la verdadera humanidad de Jesús, como
lo hizo con su divinidad. Jesucristo es verdadero y perfecto
hombre.
• Los padres de la Iglesia decían que no se había redimido lo
que había sido asumido, de suerte que se falseaba la redención
cuando se negaba la integridad de la humanidad del Señor.
3. VERDADERO DIOS Y
VERDADERO HOMBRE
• El Concilio de Calcedonia (año 451), formula el misterio de Cristo
de manera admirable “Siguiendo, pues, a los Santos Padres,
enseñamos unánimemente que hay que confesar un solo y mismo
Hijo y Señor nuestro Jesucristo: perfecto en la divinidad y perfecto
en la humanidad, verdaderamente Dios y verdaderamente hombre.
• Jesús, hombre perfecto, es modelo de nuestra humanidad de hijos
adoptivos, en definitiva, porque al llamarnos y capacitarnos a
imitarlo, nos incorpora al misterio de la Trinidad, para que como
hijos adoptivos en el Hijo Eterno, movidos por el Espíritu Santo
respondamos siempre y totalmente al amor primero del Padre, aquí
ya en la historia, en marcha hacia la gloria.
4. PARA QUE EL HOMBRE SE HAGA HIJO DE
DIOS
• El Hijo de Dios se hizo hombre para que el hombre, todo hombre, se haga hijo de Dios, Dios
Padre nos ha elegido en Cristo y nos ha predestinado a ser hijos adoptivos suyos por Él.
• Al realismo de la Encarnación corresponde el de la gracia, el de la vida nueva de hijos de Dios.
Si en realidad el Hijo de Dios se hizo hombre, en realidad también el hombre se hace hijo de
Dios, participa de la vida de Jesucristo.
• La Iglesia católica proclama con firme certeza la realidad de la Encarnación, de la Eucaristía y de
la gracia, como verdades fundamentales que sostienen su esperanza.
5. IMITAR Y PARTICIPAR DE JESÚS
• Jesús nos invita a participar realmente en su vida y su obrar. El hombre que se hace hijo adoptivo
de Dios en su ser, en su obrar y en su hablar. Es imitación de sus gestos y de sus palabras como
identificación progresiva del hijo adoptivo con el Hijo Primogénito.
• La imitación será siempre introducirse en el corazón de Cristo para glorificar con Él al Padre con
la fuerza del Espíritu, en orden a salvar al mundo. Él es quien recapitula toda la creación y,
como Señor del cosmos, establece el nuevo orden cósmico.
• El hombre va transformándose por su vida de libertad y de amor, para hacerse cada vez más
cercano a la gloria de Cristo.
6. PASAR DE LA MUERTE A LA VIDA
• Porque Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre, en todo
hombre se debe verificar el misterio de ser hombre en el misterio
de Cristo, pasando de la vida herida de muerte por el pecado de
Adán, a la vida de resurrección en Cristo Redentor.
• El hombre, pues, es en verdad un misterio que sólo se esclarece y
se realiza en el misterio de Cristo, el Hombre Nuevo, de Cristo
pascual, por quien es capaz de anticipar la gloria de la comunión
con Dios Padre y con los hombres sus hermanos, a través de las
opciones y de las acciones de su libertad.
7. COMUNIÓN FRATERNA

• Jesucristo nos reúne en su Cuerpo Místico, y nos hace Pueblo en su Iglesia. No hemos sido
creados para la soledad sino para la comunión. Esta comunión es también un misterio divino-
humano. Si no es concebible la vida puramente individual desde el punto de vista natural,
mucho menos lo es desde el misterio de Cristo. Él ha sido enviado para recapitular todas las
cosas, las del cielo y las de la tierra, y para ser Cabeza de su Cuerpo, la Iglesia. Jesucristo es
modelo de humanidad no sólo porque nos enseña cómo comunicarnos con los demás, cómo
servirlos con sincero afecto, sino porque nos quiere fieles en el amor fraterno, dentro de la
familia de los hijos de Dios, que es la Iglesia, su Cuerpo Místico.
8. LA LIBERTAD DE LOS HIJOS DE DIOS

• La libertad es la capacidad que tiene la persona humana de disponer de si mismo en orden a su


fin, a su destino. Por la libertad el hombre debe elegir aquello que Dios le señala como su bien.
En realidad elegir es elegirse, porque es aceptar el destino, el fin que Dios le regala al hombre
como plenitud de su creación. Si la libertad es un don, el mandato de Dios es también un regalo.
Por los mandamientos Dios nos indica el camino de nuestra libertad para que nos realicemos.
Indicarnos el camino de nuestro bien es un don divino.
9. LA ACCIÓN HUMANA Y LA CRUZ DE
CRISTO
• En su Encarnación redentora el Verbo de Dios asumió toda la condición humana, el ser y el obrar
del hombre, en su condición histórica de pecado y hasta su última consecuencia, la muerte. Por
ello la acción humanitaria ha sido redimida, y elevada a la dignidad cristiana, es decir, a acción
que prolonga el misterio de la acción de Cristo.
• Debemos sostener, pues, que también la acción humana ha sido asumida, sanada y elevada por
Cristo, por la gran acción humano-divina de Cristo que es su amor.
10. CRISTO PRESENTE EN LA HISTORIA

• El Verbo se hizo hombre asumiendo la condición propia de nuestra raza pecadora desde Adán.
Asumió, redimió y elevó la condición humana en si mismo, para que nosotros por comunión con
Él, participáramos de su gloria. La resurrección no es un acontecimiento que quedó en el
pasado como los hechos meramente humanos. Cristo resucitado, que permanece junto al Padre
en la eternidad del cielo, se hace presente en la historia que ha conquistado con su sangre.
ACTIVIDAD INDIVIDUAL

•En forma personal responder


¿Quién es Jesucristo para mi?

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