Hablar de familia despierta en ocasiones ciertas heridas, desilusiones y pequeños rencores. De hecho, podríamos decir sin equivocarnos que una de las figuras más complejas y que se dan con mayor frecuencia es la del “padre ausente”. Es muy posible que esta situación te sea conocida. Que la hayas vivido en piel propia o que la hayas observado en tu círculo social más cercano. Consecuencias del padre ausente en la infancia El cerebro de un niño es un ávido procesador de estímulos, y en su día a día, necesita ante todo refuerzos positivos para poder crecer de forma madura y segura. Un padre ausente genera incongruencias, vacíos y dificultad de trato. El niño espera afectos, comunicación, y una interacción diaria con la cual, abrirse al mundo también a través de su padre. Sin embargo, solo encuentra muros. Un trato vacío y esquivo genera ansiedad en los niños, no saben “a qué atenerse”, desarrollan expectativas que no se cumplen, y tienden además, a comparar “padres ajenos” a los que ellos tienen en casa. Saben que los padres de sus amigos actúan de modo diferente a lo suyos. Dicho esto, es de esperarse que los niños que crecen sin un padre muestren algunas de las siguientes señales: Dificultad para adaptarse al mundo y a la realidad. Miedo constante a ser abandonados. Presentan problemas académicos (bajo rendimiento, abandono escolar, dificultad para el aprendizaje, etc.) Relaciones sociales desinhibidas. Poca o nula inteligencia emocional. Comportamiento agresivo hacia sus pares. Desarrollan un apego reactivo, lo que significa que rara vez buscan consuelo cuando sienten malestar. Consecuencias del padre ausente en la adultez
Por su parte, la figura de un padre ausente puede generar en la
etapa adulta un desapego afectivo que nos hace ser más inseguros a la hora de establecer determinadas relaciones. Podemos llegar a ser algo desconfiados; pues, la idea de proyectar una alta carga afectiva en alguien, nos produce miedo, tememos ser traicionados, o no reconocidos. O peor aún, ignorados. No obstante, estos miedos e inseguridades también pueden producir una excesiva dependencia hacia los demás, en donde el temor a ser abandonados y la necesidad excesiva de complacer al otro conducen la mayoría de nuestras acciones. Dejando a un lado los propios intereses y preferencias en pro de ser reconocido y querido. Ahora bien, también es posible que, a medida que nos hacemos mayores, nos demos cuenta de muchas más cosas. Reconocemos el esfuerzo que hizo nuestra madre por suplir las carencias de nuestro padre, y de cómo, más de una vez, lo disculpó con frases como… “Ya sabes cómo es tu padre”, “No hagas esas cosas que ya sabes que a tu padre no le van”, “Es que tú no lo entiendes…” De hecho, en muchos casos, las heridas que deja un padre ausente pueden ser tan profundas que generan algunas de las siguiente consecuencias: 1. Dificultad para adaptarse a nuevas situaciones Los adultos que se criaron sin un padre pueden presentar dificultades para adaptarse a los cambios vitales, como por ejemplo: cambios de trabajo, mudanzas, rupturas de pareja, etc. Por tanto, ante los mismos, experimentan mucho malestar y elevados montos de ansiedad. 2. Tendencia a la adicción Por su parte, pueden ser adultos con una alta vulnerabilidad a la adicción, bien sea a sustancias tóxicas, objetos, o personas. Por ejemplo, pueden ser adictos al sexo, a la pornografía, a las drogas, al alcohol, etc. Sea cual sea el caso, la adicción en estos casos será una forma de llenar ese vacío que les dejó haber crecido sin un padre. 3. Poca inteligencia emocional Asimismo, pueden ser adultos que se frustran 5. Actitud pasiva en las con facilidad, carecen de asertividad y relaciones empatía, cuentan con un vocabulario Al ser individuos con un profundo emocional pobre, y tienen dificultades para temor al abandono, tienden a canalizar adecuadamente sus emociones. mostrarse muy complacientes o 4. Apego a objetos materiales condescendientes con todos los Así como sucede con las adicciones, el apego a que les rodean; incluso, con los objetos materiales es una forma de lidiar personas desconocidas. Su objetivo con esa herida emocional que dejó el padre es no incomodar a los demás, pues ausente. En este caso, la persona proyecta sus creen que si lo hacen, nadie los propias emociones de abandono en el objeto, querrá y terminarán solos. por lo que experimenta malestar si tiene que deshacerse de él. 6. Malestar emocional La falta de inteligencia emocional, la dificultad para adaptarse a los cambios, el excesivo apego a personas y objetos, entre otros, propicia un profundo malestar que no hace más que empeorar el dolor de las heridas emocionales producidas en la infancia. 7. Padecimiento de algún trastorno psicológico Por último, el trauma de haber crecido sin un padre puede propiciar el padecimiento de algún trastorno psicológico en la adultez, como por ejemplo: depresión o ansiedad. Cómo superar las heridas del padre ausente
Sin embargo, el vacío del padre ausente
Has crecido, mantienes tu vida, llevas con sigue ahí, y no importa si en el presente orgullo tu armadura inexpugnable, y tienes sigues manteniendo trato con él, o si ya lo muy claro qué debes hacer a día de hoy para perdiste, o si callas en las reuniones no cometer los mismos errores que tus padres familiares y finges como si el pasado nunca cometieron contigo. hubiera existido. Sea cual sea el caso, lo primero que deberíamos hacer es “entender”. Comprende que el padre ausente es un hombre que no supo ejercer su rol de padre, porque nunca entendió muy bien su papel como persona. Es muy posible que un padre ausente no dispusiera de adecuadas habilidades personales, de una buena autoestima, de un equilibrio interno que le permitiera ver sus errores, sus miedos y sus propias carencias. 1. Sé consciente de tus emociones Tómate un tiempo a solas para escucharte a ti mismo y ser consciente de las emociones que te genera haber crecido con un padre ausente. Por ejemplo, si tienes recuerdos de abandono pregúntate cómo te hace sentir eso: ¿sientes ira, miedo, tristeza, decepción? Es importante que atiendas a todas estas emociones y te permitas canalizarlas. Si sientes ganas de llorar, gritar, maldecir, etc., pues hazlo. Lo ideal es que les des un espacio a esas emociones para que dejen de producirte malestar. Asimismo, si tienes recuerdos positivos con tu padre, no intentes reprimir las emociones agradables que estos te puedan producir. Por más contradictorios que sean, date la oportunidad traer a tu consciencia todo el complejo emocional que la situación amerita. 2. Acepta y valida cómo te sientes Después de que seas consciente de todas las 3. Empatiza con tu padre emociones que despierta la situación con tu Las demás personas también padre, es momento de comprenderlas y experimentan emociones y tienen sus validarlas. No te culpes por sentir lo que propias perspectivas de la vida, las cuales sientes y acepta que eres un humano que no tienen por qué ser compatibles con las siente y padece. nuestras. Por tanto, sea cual sea el caso, Intenta ser compasivo contigo y date la intenta ponerte en los zapatos de tu oportunidad de consolarte. Recuerda que padre y trata de comprender sus todas tus emociones son válidas, por más acciones. desagradables que sean. Lo ideal es darle espacio a todas. 4. No intentes olvidar Dejar de lado las experiencias traumáticas de la infancia no harán que estas se superen por arte de magia. Así que no trates de olvidar los recuerdos negativos como una forma de superar el sufrimiento, ya que no harás más que empeorarlos. Dale un espacio a los recuerdos y a las emociones que éstos generan. Pues, en la medida que los vayas elaborando, el malestar que producen irá aliviando. 5. Aprende a perdonar Perdonar a alguien que nos hizo mucho daño no es tarea fácil. Sin embargo, el resentimiento es un veneno que solo destruye al que lo posee, así que de nada sirve seguir guardando rencor por tu padre. En la medida que empieces a comprender el por qué de sus acciones será más fácil perdonar. Para concluir, queremos recalcar que si no tuviste a tu padre, lo más probable es que tu figura de apego más saludable y significativa fueran otros: tu madre, tus abuelos o incluso tus amigos o parejas a medida que crecías. Ellos quienes se alzaron como tus pilares en el día a día. Así que valóralos como merecen. Por ejemplo, si te abandonó, es muy probable que haya sentido mucho miedo de asumir el rol de padre; y si te maltrató, es probable que sus padres hayan sido igual de violentos con él, por lo que no aprendió otra manera de relacionarse. No se trata de justificar sus acciones, sino de comprender qué hay detrás de ellas y ser conscientes de que sus acciones tienen una razón de ser y, lo más importante, que tú no tienes la culpa de ninguna de ellas.
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