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BERGER, P. y LUCKMANN, T. "La pérdida de lo dado por supuesto".
En Modernidad, pluralismo y crisis de sentido. La orientación del hombre moderno. Editorial Paidós, Barcelona, 1997, pp. 79-93.
MODERNIZACIÓN Y PLURALISMO: La pérdida de lo “dado por supuesto” y la “obligación de elegir” HIPOTESIS: Si las comunidades de vida y de sentido realmente se solapan en el grado exigido por las expectativas sociales, entonces la vida social y la existencia (Dasein) del individuo suelen seguir su curso casi dadas por supuesto. Lo anterior no significa necesariamente que los individuos no tengan problemas de vida o que estén conformes con su destino. Con todo, al menos «saben» algo acerca del mundo, cómo comportarse en él, qué es lo que razonablemente puede esperarse, y por último, pero no por eso menos importante, saben quiénes son (…). El pluralismo moderno socava el “conocimiento dado por supuesto”. El mundo, la sociedad, la vida y la identidad personal son cada vez más problematizados. Pueden ser objeto de múltiples interpretaciones y cada interpretación define sus propias perspectivas de acción posible. Ninguna interpretación, ninguna gama de posibles acciones puede ya ser aceptada como única, verdadera y adecuada. Por tanto, a los individuos les asalta a menudo la duda de si acaso no deberían haber vivido su vida de una manera absolutamente distinta a como lo han hecho hasta ahora. Este fenómeno se experimenta, por un lado, como una gran liberación, como la apertura de nuevos horizontes y posibilidades de vida que nos conduce a traspasar los límites del modo de existencia antiguo, incuestionado. Por otro lado, el mismo proceso suele ser experimentado (generalmente por las mismas personas) como algo opresivo: como una presión sobre los individuos para que una y otra vez busquen un sentido a los aspectos nuevos y desconocidos de sus realidades. Hay quienes soportan esta presión; hay otros que incluso parecen disfrutarla. Son los que podríamos llamar virtuosos del pluralismo. Pero la mayoría de la gente se siente insegura y perdida en un mundo confuso, lleno de posibilidades de interpretación, algunas de las cuales están vinculadas con modos de vida alternativa. ¿Cómo se produce esto? Hay que “mirar” las instituciones
INSTITUCIONES: crean «programas institucionales»
para el manejo de la interacción social. Suponen MODELOS DE ORIENTACIÓN DE LA CONDUCTA: que orientan las EXPECTATIVAS asociadas a ciertos ROLES, esquemas de acción institucionalizados (esposo, padre, empleado, contribuyente, estudiante). los individuos cumplen roles asignados por la sociedad y actúan de acuerdo con expectativas institucionalizadas, que tienen una aceptación generalizada e incondicional. Las instituciones funcionan son sustitutos de los instintos: permiten la acción sin que haya necesidad de considerar todas las alternativas. Las estructuras de la sociedad se transforman en estructuras de la conciencia
Las conciencias individuales «internalizan» los
«programas» institucionales: las acciones esperadas se vuelven sentidos propios del individuo (no impuestos, deseos). Los «programas» se internalizan durante la «socialización primaria», en la cual se sientan las bases para la formación de la identidad personal; y la «socialización secundaria», que dirige al individuo hacia los roles de la realidad social y del mundo laboral. La conciencia del individuo se presenta como conjunto de niveles estratificados, unos encima de otros. En las «profundidades» se encuentran las interpretaciones del «mundo que se da por supuesto»; o las «afirmaciones que se dan por ciertas». El otro polo, el nivel superior de la conciencia (cercanía a la «superficie»), es la esfera de la inseguridad, de lo que no se da por supuesto, de las opiniones que en principio estoy dispuesto a reconsiderar e incluso retirar.
Los supuestos dados e incuestionados se extendía a la mayor
parte de la existencia humana. Lo dado por supuesto corresponde al ámbito del conocimiento seguro y no cuestionado.
El mundo subjetivo del individuo no coincide totalmente con la
realidad socialmente objetivada. ¿Que ocurre cuando en el proceso El control de las ovejas descarriadas
Los alejamientos de los programas institucionales se
evitan con la «censura», que opera en el nivel más bajo de objetivación y comunicación de pensamientos «peligrosos». Si la «censura» no contiene los desvíos en la vida interior del individuo, se aplican programas institucionales especiales para tratar al descarriado, en los que se advierte un aspecto externo y otro interno del CONTROL SOCIAL (el loquero, la terapia, la canalización etc.). Es preciso que la conducta se vuelva inofensiva para el programa. La integridad y el poder de una institución peligra desde el momento en que las personas dejan de dar por sentado (relativizan) los roles institucionales, esquemas de El pluralismo dificulta la incorporación del programa institucional y del control social
La perdida de eficacia del programa plantea una
dialéctica sociopsicológica: de la liberación a la libertad opresiva. PLURALISMO sugiere alternativas que obligan a la gente a pensar y a elegir, y el acto de pensar socava los cimientos del supuesto de su incuestionada existencia. Nos vemos forzados a vivir nuestra propia vida sin que seamos capaces de «aferramos» a patrones de interpretación y normas de conducta incuestionados. PLURALISMO Y MODERNIZACION 1.La modernización implica la transformación radical de todas las condiciones externas de la existencia humana gracias a la transformación es la tecnología de los últimos siglos basada en la ciencia. Pluralidad aparentemente interminable de sistemas tecnológicos en constante perfeccionamiento. Individuos y organizaciones afrontan la necesidad de escoger una u otra opción de entre esa multiplicidad.
2.El aumento de la gama de opciones también se extiende a
la esfera social e intelectual: el cambio de una existencia determinada por el destino a una que consta de una larga serie de posibles alternativas. Antes el individuo pasaba de una fase a otra según patrones predeterminados: niñez, ritos de transición, empleo, matrimonio, crianza de los hijos, envejecimiento, enfermedad y muerte. La vida interna del individuo estaba determinada: sentimientos, interpretaciones del mundo, valores e identidad personal. Ahora estamos obligados a tomar decisiones: ¿qué empleo debo aceptar?, ¿con quién debo casarme?, ¿cómo debo criar a mis hijos? ¿Trabajar, estudiar, viajar? ¿Qué carrera seguir? Incluso los dioses pueden ser escogidos dentro de un abanico de posibilidades. La pérdida de lo dado por supuesto perturba el ámbito del conocimiento seguro: sé cada vez menos. La gama de supuestos que se dan por sentados se reduce a un núcleo pequeño que es difícil definir. Las arraigadas interpretaciones de la realidad se transforman en hipótesis. Las convicciones se tornan en una cuestión de gusto. Los preceptos se vuelven sugerencias.
En este modelo de estratos aparece la modernización de la
conciencia como una pérdida de profundidad. La pérdida de lo que se da por supuesto, con todas sus consecuencias sociales y psicológicas, es más marcada -como cabría esperar- en la esfera de la religión. El pluralismo moderno ha socavado el monopolio del que disfrutaban las instituciones religiosas. Ya sea que les guste o no, ellas son proveedoras en un mercado de opciones religiosa. Dos instituciones centrales de la sociedad moderna impulsan esta transición desde la posibilidad de elección hasta la obligación de escoger: la economía de mercado y la democracia. Ambas se fundan en la agregación de decisiones individuales y ellas mismas fomentan un proceso continuo de elección y selección. El ethos de la democracia transforma la elección en un derecho humano fundamental.
