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Creencia Inquebrantable
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E-book228 páginas3 horas

Creencia Inquebrantable

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Sobre este e-book

La palabra "resiliente" se ha expandido mucho en últimos años en la lengua portuguesa, especialmente en el mundo empresarial. Es sin duda una de las piedras de toque de cualquier emprendedor. Pero parece ser insuficiente para describir este libro.

En Creencia Inquebrantable, Sandro Rodrigues nos comparte su trayectoria, dedicada exclusivamente a la empresa Hinode. Fundada por sus padres, la costurera Doña Adelaida y el tornero mecánico Don Francisco, Hinode comenzó como un emprendimiento de ventas directas cuando Sandro aún era un adolescente. Con mucho trabajo, rigurosa definición de valores y una rara fuerza moral, la empresa familiar logró un buen crecimiento. Hasta el momento en que encontró el desierto en su camino. Sandro tuvo que enfrentar este gran desierto.

Sin embargo, con la fe y la confianza adquiridas del ejemplo dado por JESÚS, con disciplina y motivación inusual, Sandro logró finalmente transformar Hinode en una empresa de marketing multinivel, con base en tres cimientos: pasión, creencia y actitud. Y así transformó, a través de la promoción de una actitud emprendedora, la vida de miles de personas que actualmente son consultores de la marca, con ingresos mensuales que jamás imaginaron.

La historia de Sandro e Hinode también podrá ser leída como un libro
de aventuras que incluye hasta una travesía a nado para salvar el inventario de la empresa después de una inundación. Creencia Inquebrantable es una lección de tenacidad, liderazgo y fe, además de una demostración incuestionable de que cualquier persona puede triunfar en el mundo de los emprendedores, independientemente de su origen social.
IdiomaPortuguês
Data de lançamento24 de jan. de 2019
ISBN9788593156892
Creencia Inquebrantable

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    Creencia Inquebrantable - Sandro Rodrigues

    Caparostoabertura

    Tabla de contenido

    Sobre la fragancia

    Agradecimientos

    Prefacio

    Parte 1

    Los tres pilares del marketing multinivel

    Parte 2

    Pasión

    Puntos clave para no olvidar. Dedícate con pasión

    Creencia

    Puntos clave para no olvidar. Fortalece tus creencias

    Actitud

    Puntos clave para no olvidar. Sumérgete con actitud

    Sobre el autor

    Copyright

    SOBRE LA FRAGANCIA

    Hinode es una empresa apasionada por productos. Y los productos son uno de los pilares estratégicos de nuestro negocio.

    Gracias a los mismos llevamos belleza, prosperidad y alegría al hogar del consumidor. ¡Este es nuestro propósito!

    Uno de los productos más emblemáticos de nuestra historia es la fragancia Empire.

    Creada en 2015, en asociación con la renombrada Casa de Fragancia Robertet, Empire celebra las conquistas del hombre contemporáneo.

    Empire exalta la personalidad determinada, dinámica y elegante del hombre que sabe que es protagonista de su historia.

    La fragancia, que combina la frescura de notas aromáticas y cítricas con el poder del musk y de las notas ámbar, conquistó el Premio de Mejor Creación Perfumista de Abihpec en 2015.

    Este reconocimiento, que es motivo de gran orgullo para la familia Hinode, contribuyó no sólo a fortalecer la marca Empire, que desde entonces viene ampliando e innovando su cartera, como también ayudó a posicionar a Hinode en el liderazgo del mercado brasileño de perfumería.

    Al abrir el libro usted sintió el poder de Empire.

    A quienes son motivo de mi existencia: mi esposa Leila, mis hijos Kauê, Ana Vitória y João Gabriel (un hijo del corazón). Por ellos nada se hace difícil, por ellos siempre daré lo mejor.

    La misión Hinode de Ofrecer una oportunidad para que la gente cambie de vida.

    ¡A todo aquel que cree que es posible lograr lo mejor en su vida!

    AGRADECIMIENTOS

    A mis padres, Francisco y Adelaida Rodrigues, los primeros a soñar y creer que podríamos vencer.

    A mis hermanos, Alessandro, Crisciane y Leandro. Con ellos aprendí a amar incondicionalmente.

    A todos los consumidores, franquiciados, consultores y líderes del Grupo Hinode. Todavía tengo muchos sueños a ser alcanzados, pero si no tuviera ninguno, seguiría trabajando por gratitud a todos ustedes. Ustedes me cambiaron la vida.

    A los empleados del Grupo Hinode. Con sus manos, sus mentes y sus corazones se fabrican los mejores productos del mundo.

    A los directores de Hinode. Ustedes son mucho más que un EQUIPO, son de verdad mi familia.

    A Cinthia Dalpino, por haberme ayudado a transformar mi vida y mis creencias en palabras.

    PREFACIO

    Siempre supe que Sandro era un hombre especial, incluso cuando lo conocí y aún era un niño. Sabía que aquel niño sería un gran hombre por sus pequeñas actitudes, sus grandes sueños y su inmensa voluntad de crecer, luchar y cambiar el mundo. Creía que realmente sería lo que tanto soñaba por un motivo: el tamaño de su corazón, su infinita bondad y su gratitud a Dios.

    A lo largo de los años viví de cerca la construcción del Sandro de hoy, un hombre de ojos apasionados dignos de un visionario, con una creencia inquebrantable y una actitud incansable presentes todos los días en su corazón. Ningún obstáculo fue capaz de hacer que se rindiera; al contrario, cada vez que se caía se levantaba más fuerte.

    Tuve el honor de estar a al lado de este gran hombre que con orgullo llamo de mi gran amor, en los peores y en los mejores momentos de su vida. Créeme, Sandro enfrentó desiertos enormes y noches muy oscuras durante su viaje. Yo creía tanto en este hombre, en sus valores y principios, tan fuertemente, que nunca dudé de su victoria, sabía que era una cuestión de tiempo. Confieso que muchas veces también sentí miedo, pero, por increíble que parezca, los dolores de la jornada hacían que mi amor y mi admiración se hicieran aún más sólidos. Permanecí a su lado, cómplice de las lágrimas que corrieron por su rostro cuando el miedo quiso ser más fuerte que la fe, y muchas veces lloramos juntos.

    Es más, es así que he testimoniado la vida de Sandro, un verdadero gladiador, un hombre que lucha, principalmente consigo mismo, para ser alguien mejor todos los días, por él y por los que lo rodean.

    Sandro escribió este libro con el corazón, sin miedo describió su mundo, sus días de lucha, se desnudó con el propósito de contar lo que aprendió en su jornada.

    El Sandro que conozco, y tendrás el placer de conocer más profundamente leyendo este libro, es un hombre extraordinario, te lo aseguro, porque, como él suele decir, no es un hombre inclinado a mentiras. La honestidad es una de sus virtudes y es la espina dorsal de este libro.

    Por supuesto, uno de sus mayores deseos al escribir este libro fue compartir una historia real, la de un hombre de carne y hueso, con debilidades y miedos, pero sobre todo con una creencia inquebrantable de que es posible vencer. Creo que Sandro quiere que nunca dejes morir la esperanza, que nunca abandones tus sueños y que puedas aprender la grandiosidad del poder de la fe en Dios.

    Su historia puede hacer que te identifiques y, a través de sus ojos, de su perspectiva, reconozcas tus propios desiertos, tus dolores y tus desafíos. Estoy segura de que conocer a Sandro Rodrigues a través de las páginas de este libro te dará la oportunidad de tener un excelente modelo en las manos para seguir adelante.

    En fin, en cada página leída pude recordar los momentos de dolor, de miedo y las innumerables decepciones por las que Sandro pasó. Rever todo esto a través de sus palabras hizo que me enamorara aún más del hombre que Sandro es (¿será que eso es posible?), y que sintiera mis lágrimas una vez más corriéndome por las mejillas, pero esta vez de pura alegría.

    Deseo profundamente, así como Sandro lo desea, que este libro sirva para incentivar a miles de personas a nunca dejar sus sueños de lado – puedo asegurar que esta fue la principal motivación para que dejara de trabajar durante horas y se dedicara a escribir esta historia. Te entrega con este libro toda la sabiduría que la vida le brindó, como un padre a su hijo.

    Podrás usar este libro como libro de cabecera en tus momentos de desánimo, en tus momentos de duda y en tus momentos de alegría y gloria.

    Este hombre todavía lleva el brillo en la mirada de un niño. Yo lo conocí joven y sé que no midió esfuerzos por ti, lector, porque confía que, al reconocerte a través de su historia, puedas también cambiar el mundo.

    Si estás preparado para no rendirte y quieres dejar tu legado en este mundo, lee, saborea y aprende con este libro. Encuentra en estas páginas, y dentro de ti, lo mejor de ti.

    Estoy seguro de que, al terminar este libro, estarás transformado.

    Así como Sandro, te deseo que, aunque estés en algunos de los desiertos que te puede presentar la vida, consigas atravesarlo sin rendirte, haciéndote cada día más fuerte. Y que podamos vencer, siempre pensando en plural.

    LEILA RODRIGUES

    pag15

    COMO EN EL DÍA DE LA PRUEBA EN EL DESIERTO

    HEBREOS 3:8

    El desierto es un lugar caliente, árido y solitario. Quien camina por el desierto tiene sed y no encuentra agua, tiene hambre y no encuentra comida, tiene calor y no encuentra sombra. En el desierto aparecen espejismos que hacen que uno crea que va a saciar la sed y el hambre. Pero estos espejismos no son más que meras ilusiones.

    Atravesar un desierto es peligroso. Habrá vientos fuertes que te intentan derribar, habrá muchos riesgos a pesar de que está completamente deshabitado. Y por la noche, cuando la temperatura cae por debajo de cero, el sufrimiento parece interminable. No hay descanso, ni paz, pues los peligros se multiplican con la repentina aparición de seres que se esconden durante el día.

    Tal vez ya hayas encontrado a tu desierto, y creo que todos nos encontramos varios desiertos a lo largo de nuestras vidas. Este encuentro es recurrente e inesperado, nos deja vulnerables y nos hace cuestionar por qué estamos en esa situación.

    Las dificultades parecen no tener fin, percibimos que no somos autosuficientes y necesitamos a Dios y a nuestros hermanos. Es en el desierto que sentimos el dolor a flor de piel y donde probamos nuestra fe. Probablemente también es en el momento en que lo atravesamos que pasamos a tener más compasión y sentimos como es doloroso enfrentar ciertos obstáculos.

    Pasar por el desierto es agotador, difícil, una batalla que que se lleva a cabo dentro de nosotros mismos. Esta batalla exige que tengamos confianza, que desenmascaremos los espejismos para que podamos contemplar los milagros y el instante de la victoria.

    Muchas veces es en el desierto que el corazón se seca y muere. El Libro Sagrado dice que 600 mil hombres salieron de Egipto, pero sólo dos llegaron a la Tierra Prometida. En el desierto, donde el 99% de estos hombres fracasó, Jesús venció.

    Pero, cuando se nos prueba, cuando la fe escapa de nuestras manos y es difícil caminar, no podemos ver ninguna señal de bendición.

    Era así que me sentía aquella noche. Sabía que había soñado con algo nuevo y profundo y, como Moisés, quería llevar mi rebaño al otro lado del desierto. No estaba contento con la vida que llevaba y sabía que podía hacer algo más. Deseaba algo mejor.

    Sabía que no tendría éxito sin pagar un precio. Pero estar dispuesto a atravesar el desierto era ponerme en riesgo, porque yo no sabía qué había del otro lado. Sólo sabría cuando llegara, y si vacilara o el coraje me abandonara, no cumpliría mi misión.

    La responsabilidad había golpeado a mi puerta, no podía simplemente dejar el rebaño y abandonar todo. Dios había puesto un deseo en mi corazón para mostrarme que había algo más en la vida, pero yo no podía verlo.

    No aquella noche.

    En 2008 inicié la travesía que me reclamaba mi desierto. Completamente vulnerable, no sabía cómo conducir mi rebaño. Había reunido a mis 40 líderes de ventas de Hinode y les había dicho que comenzaríamos un nuevo modelo de ventas que cambiaría la historia de la empresa. Haríamos que Hinode estuviera donde merecía estar.

    Estaba todo listo. Habíamos creado un mecanismo que, bajo mi punto de vista, posibilitaría que nuestros sueños se realizaran. Fue entonces que, el primer mes, tuvimos una caída del 90% de la facturación.

    Era el año de la crisis internacional y nuestra empresa era sólida, con 20 años de existencia, era próspera, por lo menos hasta ese día. De a poco, perdimos todo lo que habíamos conquistado a lo largo de los años. Mi madre vendió su casa, vendimos el terreno, el edificio, todo lo que teníamos.

    La gente que ganaba tres mil reales de comisión por ventas ya no ganaba casi nada. En aquel momento, lejos del oasis que ya habíamos habitado, nuestra fuente comenzó a secarse y sentimos que el suelo no era más fértil, se hacía difícil seguir caminando.

    Yo sentía que había destruido todo lo que mis padres habían conquistado con sangre y sudor. Oí decir que había quebrado el negocio de la familia. En mi corazón sentía que había enterrado todo lo que teníamos.

    Cuando puse los pies en aquel desierto, dispuesto a atravesarlo, entendí que había llegado el momento de mi gran prueba. Durante el día transpiraba y sufría, caminaba por ahí, completamente perdido. Durante las noches oscuras me sentía desprotegido y discutía con Dios.

    ¿Por qué?

    Bueno, no sabía si quería probarme, pero me preguntaba por qué me había puesto deseos en el corazón, por que me había hecho creer que la vida era más si yo no podía atravesar este desierto. No sabía cuánto tiempo tendría que caminar, cuántos peligros tendría que enfrentar y quién estaría a mi lado durante el viaje. Antes de eso pensaba que ya estaba listo para volar sin turbulencias y navegar sin tormentas. La vida ya me había probado de diferentes maneras.

    ¿Sería el miedo de no poder atravesar ese desierto? En la duda, mis lágrimas abonaban el suelo de mi corazón y le imploraban a Dios que me diera fuerzas.

    La empresa estaba cada vez peor. Fui al banco, le pedí dinero a mi gerente y me lo negó. Nada funcionaba y con cada puerta que se me cerraba cuestionaba más a Dios. ¿Cómo me podía pasar esto?

    Pero yo, en el fondo, seguía creyendo, incluso sin poder ver ninguna posibilidad de superar aquel escenario. Conversaba con los gerentes y les decía cuánto los necesitaba. Vamos a construir una gran empresa, era lo que repetía sin cesar.

    Sin embargo, el desafío propuesto era aún mayor. Cuando pedí que se redujera el salario de los gerentes a la mitad para que pudiéramos atravesar este período de escasez, de los siete gerentes, seis me dijeron y yo estuve dieciocho meses sin cobrar un solo centavo.

    Pasé noches sin dormir. Cuando llegamos a 2011, reunidos en el apartamento de mi madre contabilizábamos una deuda 6 veces mayor que la facturación y recibimos el siguiente diagnóstico del director de la empresa: La empresa consigue llegar a marzo de 2012 después iremos a la quiebra. No hay nada que podamos hacer.

    Cada día que pasaba sentía que las cosas empeoraban. El hambre y la sed parecían ganar nuevas proporciones. Dentro de mí, algo decía que habría una salida, pero aún no podía verla. ¿Cómo confiar en algo que no podía ver ni tocar?

    Al mismo tiempo, no podía darme cuenta de que algo increíble estaba ocurriendo: negociaba con el banco y con los proveedores y el día de pagarle el sueldo a los 40 empleados milagrosamente el dinero aparecía en la cuenta. Exactamente la cantidad necesaria. Ni un centavo más, ni un centavo menos.

    Pero no habíamos atravesado todo aquello para morir tirados en la arena, sin fe ni esperanza. Estábamos seguros de que podíamos cambiar las cosas y ver que el sol puede nacer de otra manera. La empresa con que soñamos tenía que volverse realidad.

    Tal vez tú ya hayas enfrentado un gran dolor y también hayas vivido el milagro de superarlo. Si no te sucedió, te cuento algo: antes de bendecirte Dios siempre te pondrá a prueba y es en este momento en el que pensamos rendirnos.

    Durante este período turbulento, cuando llegaba el fin de semana, lloraba, los más cercanos dudaban y yo le decía a Dios: Señor, no tengo más fuerzas. Pero sabía que tener fe no significa no tener miedo. La fe es tener una actitud clara, incluso con miedo.

    Cuando pasé por el peor fin de año de mi vida, viendo como todo lo que había sido construido por mi familia se escapaba de mis manos, tuve una idea. Llamé a todos los líderes y les conté una idea. Genisson, un chico que había sido camarero y formaba parte del equipo me dijo: Sandro, no veo lo que ves, pero puedes pedirme lo que quieras que lo haré. Voy a confiar en lo que tú has visto.

    Aquel día llegué a casa, miré hacia atrás y vi todo el camino que había recorrido. Lo vi y aunque hubiera tropezado entendí cómo era bueno poder sentir nostalgia por haber tomado la decisión de seguirlo. Vi que era necesario haber recorrido ese camino.

    Mirando hacia arriba, agradeciendo por aún tener fe, a pesar de no ver dónde podía llegar, recordé cada paso de mi viaje y escribí una meta en un papel.

    Aquella meta no parecía ser un espejismo.

    POR VUESTRA POCA FE; PORQUE EN VERDAD OS DIGO QUE SI TENÉIS FE COMO UN GRANO DE MOSTAZA, DIRÉIS A ESTE MONTE: PÁSATE DE AQUÍ A ALLÁ, Y SE PASARÁ; Y NADA OS SERÁ IMPOSIBLE.

    MATEO 17 :20

    Soy el primer hijo de Francisco y Adelaida. Y mi historia empezó mucho antes de nacer, cuando mi padre vino del campo donde cosechaba café y mi madre del Cerrado bahiano, donde el sol agrieta la tierra. Ella ya sabía qué era la sequía antes de que yo atravesara mi desierto y huyó con un grupo de emigrantes para intentar una nueva vida en São Paulo.

    Mi madre, Adelaida, tenía sólo 18 años cuando le dijo a su jefe en José Paulino, donde trabajaba, que quería que le pagaran por cada prenda que producía. Una costurera de las mejores que no quería vivir de un sueldo. Tenía sueños ambiciosos que la hicieron triplicar su salario antes incluso de conocer a mi padre.

    Mi padre, Francisco, también quería crecer, pero la forma que eligió era diferente. Su primer trabajo como ayudante de

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