Briz - El Análisis Del Discurso Oral y Su Enseñanza
Briz - El Análisis Del Discurso Oral y Su Enseñanza
Briz - El Análisis Del Discurso Oral y Su Enseñanza
2015
http://dx.doi.org/10.11606/issn.2176-9419.v17i1p17-56
Abstract: Speaking a language does not only mean mastering the rules
that govern its grammar, but also requires knowing how to communicate,
as well as being able to interact efficiently in this language, exchanging and
interpreting information in different registers and language varieties. It is
ISSN 1517-4530
18 Filol. Lingust. Port., So Paulo, v. 17, n. 1, p. 17-56, jan./jun. 2015
1 INTRODUCCIN
1) que existe una gramtica del uso oral, un conjunto de hechos verbales y no verba-
les que escapan a la descripcin gramatical;
2) que hablar es decir (transmitir informacin) y hacer (mostrar una intencin, lograr
una meta); y, ms an, que lo dicho (dado) y lo hecho (lo que se quiere decir) a veces
no coinciden, esto es, parte de lo que se comunica va ms all de las palabras que
usamos, incluso del contexto lingstico anterior;
3) que la interaccin es hacer con otro, el cual ha de entender y saber interpretar co-
rrectamente de acuerdo con la situacin en que se produce la comunicacin;
4) que la gramaticalidad de una expresin no asegura su adecuacin comunicativa;
esa adecuacin depende del contexto lingstico (del conjunto de informaciones
obtenidas de las expresiones verbales o no verbales que se intercambian en cualquier
interaccin) y del contexto situacional (o conjunto de informaciones relacionadas
con el conocimiento del mundo (ms o menos compartido) y sus caractersticas
sociales, culturales, etc., con el marco o espacio de la interaccin (ms o menos
cotidiano), con los usuarios que participan en la misma (rasgos socioculturales),
las relaciones entre stos (sus roles en la conversacin), con las percepciones que
van surgiendo conforme sta avanza, con la funcin prioritaria de la comunicacin
(interpersonal o transaccional);
5) que todo en la interaccin se negocia, con el fin de lograr las metas previstas y, en
ltimo extremo, obtener la aceptacin, la colaboracin y el acuerdo con el otro.
Para lo cual el emisor recurre a una serie de estrategias verbales y no verbales, que
constituyen la actividad argumentativa y conversacional;
6) que la eficacia pragmtica depende a veces de la eficacia social, de cmo se negocian
en la interaccin las actividades de imagen, especialmente, la del t;
7) y, en fin, que la conversacin, como prototipo del discurso oral, se organiza en una
serie de unidades; internamente, en actos, intervenciones, intercambios y secuen-
cias; social y externamente, en turnos de habla.
1 Las propuestas tericas concretas: Anscombre y Ducrot (1983), Austin (1962), Brown y Le-
vinson (1978), Grice (1975) y (1978), Goffman (1967), Sacks, Schegloff y Jefferson (1974), Rou-
let (1985) y (1991), Searle (1969), Sperber y Wilson (1986). Una presentacin de las mismas:
Escandell (1993), Gallardo (1996), Levinson (1983), Pons (2005) y Reyes (1990). Sobre cmo se
manifiestan estos hechos lingsticos y conductas en la conversacin cotidiana, Briz (1998), Briz
y grupo Val.Es.Co. (2000) y Ruiz Gurillo (2006). El diccionario de Charaudeau y Maingueneau
(2002) puede resolver algunas dudas conceptuales en este campo diverso y complejo, tanto desde el
punto de vista terico como metodolgico, del anlisis del discurso.
No hay anlisis del discurso sin pragmtica, ni pragmtica que no est basada en
el estudio del discurso. ste no es sino el objetivo de aqulla, que es la perspectiva
para su estudio. Puede tener un apellido, pragmtica social, pragmtica filosfica,
pragmtica lingstica, como un modo de acotar el campo y el tipo de aproxima-
cin al uso del lenguaje. Pues bien, la pragmtica (lingstica), entendida como
perspectiva (y no como mdulo integrado en la semntica, ni como otra discipli-
na junto a la sintaxis, semntica, etc.), nos invade y ha invadido, por supuesto, el
modo de hacer gramtica en los ltimos aos, incluso la manera de ensearla a
propios y extraos. La necesidad de incorporar y aplicar distintas teoras pragm-
ticas, de acuerdo con sus fines ms concretos (argumentacin, polifona, relevan-
cia, imagen, etc.) al estudio de los hechos del lenguaje y, en concreto, al uso oral,
as como al proceso de enseanza y aprendizaje de una lengua extranjera, es algo
que ya pocos dejan de aceptar. Un anlisis pragmalingstico en este sentido es
aquel que integra el esquema de la comunicacin (Gutirrez Ordez, 1997b) y,
por tanto, tiene en cuenta, junto a lo dicho o contenido comunicado, que existe
un hablante que comunica, que ste manifiesta una actitud ante lo comunicado,
a la vez que un oyente recibe e interpreta lo codificado y mostrado por aquel en
unas circunstancias comunicativas determinadas:
Adems son ya muchos los estudios que han insistido en el estudio y de-
sarrollo de esta destreza, tanto desde el punto de vista terico como aplicado2.
La adquisicin de la habilidad para comunicarse -y en concreto para con-
versar con alguien- es el objetivo fundamental de todo estudiante de E/LE. Para
lograr con xito esa meta ha de desarrollar una serie de habilidades cognitivas con
las que poder argumentar, describir, narrar o contribuir a que el interlocutor lo
haga, habilidades lingsticas, con las que codificar y descodificar lo que se dice
o escucha, (pronunciacin clara, bsqueda de palabras precisas, etc.), mostrar o
hacer ver las intenciones al tiempo que facilitar la interpretacin de los sentidos
de los enunciados, y habilidades sociales, pues el xito de la comunicacin est
frecuentemente relacionado con lo social.
Se trata, as pues, de adquirir lo que se ha venido llamando la competencia
comunicativa, cuyas facetas son:
No se trata de estudiar otra gramtica, sino de tener presentes toda una serie de
fenmenos verbales y no verbales propios de la comunicacin oral. Es sabido
que el modo de comunicacin oral, frente al escrito, se caracteriza por una serie
de rasgos como:
2 Como botn de muestra, vase el nmero 47, ao 2000, de la Revista Carabela, dedicado
ntegramente a esta cuestin y, especialmente, la seleccin de la bibliografa actual, recogida en las
pginas 177-180.
3 Sobre las carcteristicas distintivas del espaol hablado, ver Briz (1996) y (1998), Briz, Gomz
Molina, Martnez Alcalde y grupo Val.Es.Co. (eds.) (1997), Kotschi, W. Oesterreicher y Zimmer-
mann, (eds.) (1996), Narbona (1989), Vigara (1980) y (1992). Especial atencin merecen los cinco
nmeros publicados de la Revista Oralia, ntegramente dedicada al estudio del discurso oral, as
como el volumen dedicado a los estudios del discurso, editado por Bustos y otros (2001).. Sobre las
influencias de lo hablado en lo escrito, ver Oesterreicher (1996); en el caso de cartas familiares (Briz
2003) o de muestras de comunicacin electrnica (Almela Prez 2001; Blanco Rodrguez 2002;
Sanmartn 2007; Briz 2012a, Mancera Rueda y Pano 2013).
enunciado, tus amigos han llegado, el hablante hace referencia e informa al oyente
de la llegada de ciertas amistades, sin embargo, puede estar solicitando que ste
salga a saludarlos, incluso puede transmitir una queja (todava no ests prepa-
rado para recibirlos).
As pues, no basta slo con ensear a ejecutar las acciones (cmo dar
rdenes, preguntar afirmar, exhortar), sino tambin a mostrar e interpretar las
intenciones, ms an cuando no hay expresiones lingsticas que unvocamente
las representen. Es cierto que una forma interrogativa se asocia prototpicamente
a un acto ilocutivo de pregunta, pero no siempre presenta esa intencin. Dicho
de otro modo, una vez estudiados los actos directos, habr que dar cuenta de las
acciones indirectas de tales expresiones verbales. La interpretacin de la fuerza
ilocutiva de stas slo es posible desde el contexto.
La conversacin, ms an la coloquial, es una muestra evidente de que
la obtencin del sentido es algo dinmico, que se obtiene contexto a contexto.
Ms que en otras manifestaciones discursivas, en sta se manifiesta la distancia
que en ocasiones existe entre lo dado y lo interpretado. Las condiciones de co-
municacin, el saber compartidos entre los interlocutores, el tono informal, etc.,
hacen que se d rienda suelta a la interpretacin, luego tal manifestacin ha de
ser objetivo de cualquier programacin y base imprescindible en la elaboracin
de materiales didcticos.
Aunque aceptemos que el discurso oral, como seala J. Bustos (1997: 39)
es, por definicin, palabra dirigida a; esto es, la primera funcin de la oralidad
no es comunicar algo, sino ponerse en contacto con alguien y a partir de ah
construir un mundo en comn4, debe tenerse muy presente que, como afirma A.
Narbona (1997: 172), en la conversacin, el proceso argumentativo est constan-
temente enfocado y dirigido a la eficacia o eficiencia pragmtica, a la aceptacin
del otro, porque si no hay aceptacin, no existe intercomunicacin. As pues,
la bsqueda del acuerdo, se logre o no, es el fin ltimo de toda interaccin y la
forma lingstica, entendida ahora como estrategia para lograr una meta, es una
de las ideas bsicas que preside el anlisis pragmtico y, en concreto, del discurso
oral. No obstante, estas metas y estrategias se encuentran a veces condicionadas
por convenciones sociales, incluso la eficacia lingstica depende en parte de la
eficacia social. De otro modo, la situacin y el contexto, incluido el social (ver
Hymes, 1967, Brown y Levinson, 1978) determinan la seleccin lingstica ms
adecuada y efectiva en cada caso.
El hablante puede realizar una peticin de manera directa (Djame los
apuntes del clase del viernes) o puede realizarla de manera atenuada (Podras de-
jarme los apuntes del viernes, es que no pude ir a clase). Qu es lo que favorece la
eleccin de una u otra? La respuesta con otra pregunta: Cul sera ms eficaz
para conseguir la meta, para lograr el xito de la peticin? Sin duda, la segunda
(aunque un tono bajo y un descenso de la frecuencia fundamental del propio
hablante podra hacer tambin adecuada y eficaz la primera). Los grados de ate-
nuacin que pueden darse en una peticin dependen estratgicamente del dao,
presin o esfuerzo que pueda suponer dicha peticin para el interlocutor, pero
tambin de las relaciones sociales entre ambos. Tales procesos de negociacin
del significado son universales en el sentido que, por ejemplo, todas las lenguas
comparten las estrategias directas e indirectas de peticin, pero la manera de
concretarlas es diferente. As, pues, lo que el anlisis emprico de corpus orales ha
demostrado es que, junto al conocimiento pragmtico general compartido, exis-
te, no obstante, un conocimiento pragmtico especfico, las reglas o, quiz ms
exactamente, las convenciones sociales especficas de cada lengua y cultura (vase
6 sobre el principio de situacin). Su enseanza y aprendizaje consigue evitar los
errores pragmticos (pragmalingsticos o sociopragmticos) que con frecuencia
comete el hablante extranjero. De las varias opciones para pedir un caf en un
bar (Un caf/Quiero un caf/Por favor, seor, un caf), un espaol elegir una de las
dos primeras; no extraara que un extranjero optara por la tercera, una eleccin
que no provocara desajuste informativo, pero s pragmtico, en concreto relacio-
nado ahora con la situacin, con el contexto comunicativo y, exactamente, con el
modo de entender en Espaa la relacin interpersonal entre camarero y cliente.
Si alguien eligiera esta otra opcin para pedir el pan durante la cena en casa de
un amigo ntimo, seras tan amable, si no te molesta, de pasarme el pan, por favor?
provocara hilaridad, incluso, quiz, un cierto rechazo.
En la enseanza-aprendizaje de lo oral el objetivo fundamental es el de
desarrollar la competencia comunicativa, y ello slo puede lograrse si los estu-
diantes, al hablar, adems de su conocimiento del cdigo lingstico, ponen en
marcha sus conocimientos pragmticos, pues la mayor adecuacin y eficacia, el
mayor o menor xito conversacional (o el fracaso) dependen muchas veces de
stos. Muchos mtodos de enseanza de lengua (materna o extranjera) han in-
corporado o han quedado planteados a partir de este estudio tctico del lenguaje
(recurdese que este fue el camino que abri, por ejemplo, la reforma de los pla-
nes de estudio en la educacin secundaria)5.
5 Sobre corpus orales del espaol, puede consultarse Briz y Albelda, (2009), as como el nmero
8 de la Revista Oralia, ntegramente dedicado al tema; en concreto, materiales de conversaciones
coloquiales pueden encontrarse en Barros et al. (2012), Briz y Grupo Val.Es.Co. (2002); Cabedo,
Adrin/Pons, Salvador (eds.) (en lnea), Corpus Val.Es.Co 2.0, en lnea, http://www.valesco.es
6 En Corts (1996) puede consultarse una amplia bibliografa sobre los estudios de espaol hablado.
7 Para el estudio de las funciones bsicas de la entonacin, ver Quilis (1980-81), concretamente
en el espaol coloquial, Hidalgo (1997a), (1997b) y (2000); en especial para la funcin pragmti-
co-expresiva, Hidalgo (1998a). Sobre grupos fnicos y grupos de entonacin en espaol hablado,
ver Quilis y otros (1993). Sobre la pronunciacin y la entonacin, ver tambin los trabajos coordi-
nados por Alcoba (2000). Sobre los actos suspendidos, Herrero (1997).
8 Un estudio dialectolgico de los gestos simblicos nos permitira notar las semejanzas y diferen-
cias del modo gestual en las distintas culturas lingsticas. En Espaa, un movimiento hacia la boca
de la mano cerrada con el pulgar erguido significa que alguien ha bebido demasiado; en Rusia el
movimiento es el del dedo ndice (deslizndose por el pulgar) golpeando la garganta. Su anlisis puede
realizarse con una metodologa estructural, a partir de campos semnticos (N. Inhoffen, 1996: 91). De
gran utilidad en este sentido puede ser el diccionario de gestos de Coll, Gelabert, y Martinell (1990).
9 Para el estudio de los gestos en general, ver Poyatos, (1994a) y (1994b); una tipologa de los
mismos, en Payrat (1985) y Castell (1999); la comunicacin no verbal en la clase de E/LE,
Cestero (1999).
- Muchos analistas del discurso oral se han volcado en los ltimos aos en el estudio
de los conectores11, en tanto piezas que unen o conectan unidades ms all de la
oracin (actos, intervenciones, intercambios y secuencias) y que intervienen decisi-
10 Las categoras pragmalingsticas son formas asociadas a una actividad estratgica, que es su
funcin; de otro modo, afectan a lo dicho y al decir, al valor intencional, a la fuerza ilocutiva, al
tiempo que algunas son reguladoras a veces de la relacin interpersonal y social entre los partici-
pantes de la enunciacin. En general, tales estrategias se vinculan a las funciones generales del acto
del hablar (Tannen, 1984 y 1992; Beaugrande y Dressler, 1972: 69 y ss): la produccin (codificar
y mostrar), la recepcin (descodificar e interpretar), la conexin de lo que se produce con lo que se
recibe (organizar, cohesionar el discurso de modo que se reduzca el gasto de energa para procesar
e interpretar) y la interaccin, todo ello en un marco situacional determinado (situacionalidad). Y
quedan delimitadas inicialmente por el realce de alguno de los elementos que intervienen en dicho
proceso de comunicacin (hablante, oyente, mensaje, contexto). La relacin interlocutiva entre
emisor y receptor recubrira la categora de los intensificadores, cuando el miembro marcado es el
emisor, y la de los atenuantes, cuando el miembro marcado es el receptor. Por otro, el predominio de
la relacin entre enunciados, de la conexin, marcara la categora de los conectores, etc. Ahora bien,
una categora o hecho de habla ms concreto, aun con predominio de una u otra funcin, a veces
slo puede quedar explicado en su totalidad por referencia a todas estas funciones generales. As, un
conector como o sea se explica primordialmente a partir de la funcin conectiva, pero es evidente
que, si no atendemos a esas otras funciones generales, dejamos de dar cuenta en ocasiones de parte
de la informacin que dicho signo transmite. Este conector, en un enunciado como ests un poco
gordo o sea te sobra algn kilito, en relacin con la produccin, es un modalizador que minimiza lo
dicho, a la vez, que desde el punto de vista de la recepcin, atena el acto de habla, y desde el punto
de vista interactivo, regula la relacin interpersonal en cuanto que protege la imagen social de los
participantes y el desarrollo sin tensiones de la negociacin (eficacia comunicativa).
11 Para el estudio de los conectores, marcadores del discurso, ver los estudios de Briz (1993a
1993b; reed. en 1998: cap 7 y 8), Portols (1998a), Martn Zorraquino y Montolo (eds.) (1998),
Martn Zorraquino y Portols (1999: vol. III, cap 63), Casado (1993), Corts (1991), Fuentes
(1987), (1996a) y (1996b), Mederos (1988); en el mbito general, Schiffrin (1987), Anscombre y
Ducrot (1994), Ducrot (1986), estos dos ltimos para la Teora de la Argumentacin, y Blakemore
(1987) para la la Teora de la Relavancia, etc. Una aplicacin al espaol de la teora de la argumen-
tacin, Portols (1998b); de la teora de la relevancia, Montolo (1998). Una extensa bibliografa
sobre marcadores del discurso, en Corts (1994) y (1995).
12 En varios lugares hemos insistido en que la perspectiva para el estudio de esta categora pragm-
tica ha de ser de carcter onomasiolgico; es decir, intentar establecer una serie de funciones generales
de los conectores y reconocer que existe una serie de formas prototpicas que las realizan. Las razones
de esta eleccin son varias; por un lado, hay que tener en cuenta que una misma forma puede actuar
con valores diferentes, segn el contexto, el entorno sintagmtico, la posicin, el tono, etc., luego un
anlisis semasiolgico acabara por convertirse en una compleja casustica de valores asignados a una
misma forma; por otro, hay que pensar que las funciones pueden tener un carcter universal y no
as las formas: en espaol existe un funcin modalizadora, pero no existe una categora de partculas
modales, s reconocida, por ejemplo, en alemn. Y, en fin, como venimos sealando, en un anlisis
pragmalingstico hay que antender a estrategias, y slo a partir del reconocimiento de las funciones
del conector ello es posible. Una vez reconocidas dichas funciones generales, el paso siguiente debe-
ra ser el estudio de la forma o formas prototpicas que las desarrollan, en las de empleo mayor (es
evidente, si estudio el vuelo de las aves, empezar por describir el vuelo de un prototipo como es el
de pjaro, no creo que sea oportuno comenzar a describir el vuelo del guila).
13 Para el estudio de la argumentacin en la lengua, Anscombre y Ducrot (1983); de la actividad
- La modalidad o modalizacin ha sido otro de los focos de inters del anlisis del
discurso oral. Nos referimos, utilizando palabras de S. Pons (2000: 211), a la expre-
sin de un conjunto de aspectos no condicional-veritativos del significado (cortesa,
atencin, nfasis En otras palabras, los modalizadores son elementos que modifi-
can, en el mbito monolgico, en la intervencin de un hablante, la fuerza ilocutiva
de un enunciado o de parte de ste, ya restando fuerza, ya maximizando lo dicho
o hecho, bien imprimiendo mayor objetividad, bien suspendiendo el juicio, y en el
mbito dialgico, atenuando o intensificando el acuerdo o el desacuerdo. Segn lo
anterior, en la modalizacin intervienen dos tipos de actividades, la atenuadora y la
intensificadora. Algunos conectores adquieren tales valores modales; es el caso de
desde luego que, pues, (como refuerzos: pues/desde luego que s ), bueno (en su valor
concesivo atenuador: bueno, tienes razn, pero), claro que, pero (como indicador
de desacuerdo: pero si ya te lo he dicho!), etc.14.
14 Sobre partculas y modalidad, ver Martn Zorraquino (1992); sirva de botn de muestra para
el anlisis de estos modalizadores u operadores de modalidad, el trabajo sobre claro de Martn
Zorraquino (1991) o sobre por supuesto de Ruiz Gurillo (1999).
- El orden pragmtico de las palabras es otro de los aspectos que se ha venido des-
tacando tras el anlisis del discurso oral (Silva-Corvaln, 1995; Padilla, 1997 y
2000), ms an cuando dicho orden no siempre coincide con el orden sintctico
(sujeto, verbo y objeto); en concreto, se ha dado respuesta a una serie de cuestiones
bsicas referidas, sobre todo, a la informacin que se transmite con determinadas
ordenaciones, movimientos tpicos o de realce informativo a la izquierda, o de pre-
cisin, matizacin, reparacin o explicacin a la derecha (el curso, no quiero decir
que el curso no me guste, pero me aburro en sus clases, en algunas, a veces)16.
15 En Briz (2002: cap. 5: 71-76; cap.: 6: 81-82; cap. 7: 110-117) se plantean actividades para el
estudio de estos fenmenos en la clase de E/LE.
16 Para los conceptos de tema, rema y tpico, ver Gutirrez Ordez (1997a). Sobre orden, estruc-
tura informativa y entonacin, Fant (1984); un trabajo pionero en el estudio del orden de palabras
en espaol, Contreras, 1978; sobre la posicin del sujeto, Delbecque (1991).
afirmando que primero toca Juan y despus Mara. La inversin de los miembros
en el segundo estara ahora informando de lo contrario. Aunque gramaticalmen-
te tampoco hay diferencia entre Juan opt por la poltica y se enriqueci y Juan se
enriqueci y opt por la poltica, la inversin de los miembros coordinados modifi-
ca, desde un punto de vista semntico-pragmtico, no slo la sucesin temporal
de los hechos, sino las presuposiciones e inferencias que se ponen en marcha en
cada caso. Toda esta informacin sobre la intencin, la interpretacin, etc., se
obtiene del orden entendido ahora pragmticamente. Y, por supuesto, el cambio
de orden de los miembros en estructuras coordinadas heterogneas o asimtricas,
Juan estaba enfermo y fue al mdico, ni siquiera sera posible en el mismo contexto
semntico-pragmtico: *Juan fue al mdico y estaba enfermo.
- El estudio del discurso oral ha mostrado as mismo que muchas formas verbales,
antes que tiempo, expresan valores modales o modalizadores (esto es, que el aspecto
domina sobre el tiempo). El futuro deja en parte de ser una marca temporal para ex-
presar esencialmente un valor de suposicin en el presente (Estars pensando que soy
tonto), o de probabilidad de que sea as en este momento (Ahora estarn bailando).
socia. Del primero se obtiene la conclusin el paro est bajando y se infiere que
el gobierno del Partido Popular est trabajando bien, que Espaa va bien. Del
segundo cabe interpretar que la bajada del paro es ficticia y, por tanto, que los
datos son engaosos (o que el gobierno nos engaa) y, as pues, Espaa no va tan
bien. La subjetividad de tales titulares es evidente; uno, por lo que parece dejar
de decir; el otro, quiz, por querer decir demasiado.
En suma, una serie de objetivos se aade ahora a la programacin de la en-
seanza de esta gramtica de lo oral: el reconocimiento del lxico, de los recur-
sos morfosintcticos, fnicos, etc., con impronta oral, los grados de coloquialidad
y de formalidad en el empleo de las palabras y de los enunciados (ello relacionado
con la capacitacin del estudiante en el uso adecuado de las modalidades lings-
ticas del espaol), los perfiles del registro (es decir, los reflejos en ese modo de ha-
bla de las caractersticas del hablante: variedad dialectal y sociolectal), as como el
grado de adecuacin y eficiencia pragmtica en el empleo de una u otra expresin
verbal segn la situacin, los participantes de la interaccin y el propsito de la
misma (la relacin entre las formas lingsticas y sus funciones comunicativas, la
forma como tctica para conseguir ciertos fines)21.
El xito (la felicidad o infelicidad de la que hablaba Austin) al que se aspira siem-
pre en la comunicacin no depende slo de las acciones e intenciones aisladas
de uno, sino de una actividad conjunta de emisores y destinatarios. As pues, la
actividad lingstica, como se afirmaba ms arriba, es tambin actividad social.
La interaccin comunicativa significa intercambio de informacin, pero
en en cualquier interaccin hay que ir negociando dicha transmisin de infor-
macin, se ha de conseguir la colaboracin del destinatario, el hablante, como
seala Escandell (1993: 135), ha de actuar sobre el interlocutor o, de otro modo,
ha de lograr su atencin, que comparta su misma visin de mundo y que realice
determinadas acciones (J. Gille, 2001: 33).
21 Un estudio descriptivo de las constantes y frecuencias lingsticas del espaol coloquial, en Briz
(1996); su explicacin funcional, estratgica, en Briz (1998); en relacin con el espaol coloquial en
la clase de E/LE, ver Briz (2002) y Fernndez y Albelda, 2008; para el comentario de conversaciones
coloquiales, Briz y grupo Val.es.Co. (2000), Gallardo (1995: cap 2) y (1998). Para el comentario
de otros textos orales (tertulia, debate y entrevista), Corts y Ban (1997a) y (1997b), Gallardo
(1998) y Haverkate (1998). El comentario sociolingstico, en Gmez Molina (1997) y (2000).
- Principio de cooperacin. Se trata de las llamadas por Grice (1975 y 1978) reglas
de cooperacin, plasmadas en una serie de mximas conversacionales: mxima de la
cantidad (contribuya a la informacin sin pasarse por exceso o por defecto), mxima
de la cualidad (no diga algo que crea falso, ni de lo que no tenga pruebas), de la
relacin (diga cosas pertinentes, que tengan relacin con lo que se dice antes), de la
modalidad o manera (sea claro).
- Principio de cortesa. El principio de cortesa (ver Lakoff, 1973; Brown y Levinson,
1978, 1987; Leech, 1983; Haverkate, 1994; Bravo, 1999 y 2001) se concreta en seis
mximas: la del tacto, la de generosidad, la de aprobacin, la de modestia, la de una-
nimidad y la de simpata: no se imponga al receptor, d opciones y refuerce los la-
zos con l, minimice su contribucin, realce la imagen del t o la de sus allegados,
tenga tacto, sea amable, colaborativo, etc., en suma, sea corts o estratgicamente
corts22.
- A tales principios, considerados universales, se aadira, un tercer principio ms
propio de cada lengua y cultura, as pues, particular, aunque jerrquicamente su-
perior, al que podra denominarse principio de situacin (contexto lingstico y co-
municativo, social y cultural, visin de mundo, convenciones y rituales, etc.). A este
quedara sometida en ltima instancia la mayor o menor adecuacin, relevancia y
eficacia de los enunciados, a la vez que dara contenido concreto a los dos principios
anteriores (cfr. con el principio de relevancia de Sperber y Wilson, 1986)23.
22 La descripcin de estos principios puede verse, entre otros, en Payrat (1988), Escandell
(1993), Casamiglia y Tusn (1999), Briz (1998), Placencia y Bravo (2002). Un estado de la cues-
tin sobre los estudios de cortesa en el mundo hispnico, en Iglesias (2001). Una bibliografa sobre
cortesa en espaol, en Espejo (2001).
23 Con el principio de relevancia, Sperber y Wilson plantean justamente lo contrario, esto es, que
un determinado efecto contextual se logra gracias a que un enunciado es relevante. Parece cierto que
todo acto es ostensivo y se presume automticamante como relevante, pero no todos son igualmente
ostensivos ni relevantes y esas diferencias vienen marcadas por la situacin, su mayor o menor eficacia
depende de sta, as como de las relaciones sociales antes y durante el momento de la interaccin.
cooperacin, pues queda sometida a otro principio relacionado con las activida-
des de imagen y cortesa.
Con un acto de habla como dame algo de dinero, el hablante minimiza la
cantidad de dinero solicitada y, lo que es ms importante, resta fuerza a la accin
de peticin para obtener mayor beneficio, del mismo modo que, en ests como
muy despistadillo, el diminutivo pretende hacer borroso en cierto modo el conte-
nido negativo del lexema con el fin de minimizar la recriminacin al t; es, as
pues, estratgicamente corts.
En los intercambios siguientes, A: yo soy un caballero guapo/B: t lo que eres
es un caballo; A: estas papas estn buenas eh?/B: t/ psame las papas de una vez que
te las vas a acabar t solo, se atenta en apariencia contra las mximas de cortesa,
al menos contra eso que fuera de contexto puede entenderse como cortesa codifi-
cada (en el primer ejemplo, A maximiza su imagen y, en los dos casos, B parece
atentar contra la imagen de A). As lo entendera, probablemente, un extranjero.
El error se explica en este caso porque la cortesa codificada e interpretada no coin-
ciden. Las intervenciones de B en los dos ltimos ejemplos, fuera de contexto,
se entenderan siempre como descorteses, pero la situacin de cotidianidad, de
familiaridad entre interlocutores espaoles permite que tales enunciados no se
interpreten como tales. Cabe insistir en que los principios de cooperacin y de
cortesa son universales, pero el modo de entender tales principios vara de una
lengua o cultura a otra. En stas no se coopera o se es corts del mismo modo y
los recursos empleados son o pueden ser tambin diferentes. Incluso dentro de la
misma lengua, como ya se indicaba anteriormente, los conceptos de cooperativo
y corts varan, por ejemplo en la conversacin informal y formal, de acuerdo con
las caractersticas de la situacin, de los participantes, del papel que desempeen
en la interaccin, del tema de la misma, etc. Es en las interacciones de carcter
transaccional (por ejemplo. entre profesor y estudiante, en situaciones de compra
y venta, en la consulta mdica) y en tipos de discurso como la entrevista, donde
ms aplicacin real pueden tener las propuestas universalistas. En el resto, dicho
carcter universal slo puede ser un punto de partida, pero nunca de llegada.
El anlisis de la conversacin ha puesto de relieve la necesidad de incorpo-
rar en la enseanza y aprendizaje de la competencia pragmtica un nuevo objeti-
vo: el estudio en clase de las reglas o convenciones que rigen la interaccin como
hecho social. En este sentido, es de gran importancia, como ya sealbamos con
anterioridad, dar cuenta de la estrategia atenuadora, de los mecanismos que au-
mentan la intersubjetividad, la colaboracin, que acercan las visiones del mundo,
todo ello relacionado, como se ha indicado, con la cooperacin y la cortesa, con
la retrica de la conversacin.
8 A MODO DE CONCLUSIN
24 En Briz (2002, p. 67- 68; p. 89-91) pueden encontrarse algunas actividades para el estudio en
la clase de E/LE de la conducta interaccional: alternancia de turno, cumplimiento o transgresin de
principios en la conversacin coloquial.
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