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A Borboleta Azul Cuento

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTÍN

CURSO: PORTUGUES – BASICO I

CUENTO: A BORBOLETA AZUL - LA MARIPOSA AZUL

DOCENTE: PATRICIO ROBERTO HARVEY ELGUERA

PERTENECE A: TORRES QUISPE ALEJANDRO MARTINLEE

AREQUIPA - PERÚ
2016

PORTUGUES - ESPAÑOL

A BORBOLETA AZUL ---- LA MARIPOSA AZUL


(AUTORA: LENIRA ALMEIDA HECK)

(PORTUGUES)
Fifi era a lagarta que nasceu do ovo que alguma borboleta pôs sobre uma folha
qualquer. Ao nascer, comia sem parar, tanto que, quando atacava as plantas,
não sobrava nenhuma folha sequer.
Mas o tempo passou... Fifi, agora, se preparava para a grande transformação;
então saiu à procura de um lugar bem tranquilo.
Depois de caminhar muito, encontrou uma árvore que ficava próxima à toca do
Coelho Amarelo.
Lá chegando, subiu, ajeitou-se sobre o tronco e lá ficou, sem comer nem beber,
num jejum total.
Ao seu redor, teceu uma casca marrom e, dentro dela, adormeceu por vários
dias.
Certa manhã, quando o Coelho Amarelo saía da toca, percebeu que alguma coisa
muito estranha estava acontecendo lá em cima do galho. De repente, a casca
marrom se rompeu e dela surgiu uma linda Borboleta Azul.
O espanto foi tanto, que o Coelho Amarelo fugiu dali em saltos velozes.
A Borboleta Azul era bela como um anjo, mas muito desengonçada. Suas asas,
ainda molhadas, não a deixavam voar. Foi preciso algum tempo para iniciar as
primeiras tentativas.
No início começou voando baixo e bem devagar, com muito cuidado para não se
machucar. Outras vezes, era bem atrapalhada, pois, durante os vôos, esquecia
de bater as asas ou as enroscava uma na outra e, quando isso acontecia, ploft!
Caía estatelada. Mas, quando mais caía, tanto mais insistia.
Com o passar do tempo, a Borboleta Azul tornou-se muito esperta e estava
sempre disposta a conhecer novos lugares, tanto que, certo dia, decidiu voar
para bem distante, muito além das montanhas azuladas que ao longe avistava.
E, assim, embalada pela suave brisa, sobrevoou a imensa planície, rumo ao
desconhecido.
A Borboleta Azul sentia-se feliz, muito feliz. Tanto que fazia piruetas no ar como
se bailasse ao som do vento e do farfalhar das árvores. Enquanto bailava, assim
cantava:
Voando no céu azul,
Eu sou feliz, feliz!
Festejando a liberdade
De voar neste mundo sem fim...
Naquelas manhãs de primavera, por toda a parte, as flores se derramavam pelo
chão com o seu colorido e perfume. O céu azul era navegando por nuvens
brancas, aves e variedades de insetos; no solo, crianças brincavam, felizes.
Cansada de voar, a Borboleta Azul pousou sobre um poste e, do alto, ficou a
observar o vaivém dos homens.
No início, ficou assustada, mas logo foi se acostumando e passou a admirá-los.
A partir de então, todos os dias, pousava no mesmo lugar só para vê-los passar.
Após longos passeios, a Borboleta Azul procurava abrigo em algum galho
frondoso e lá ficava relembrando coisa que tinha visto durante o vôo. Um gesto
entre os homens lhe chamou a atenção: duas criaturas se encontraram e,
sorrindo, deram-se as mãos.
A Borboleta Azul, mesmo percebendo as diferenças existentes entre as
espécies, sentia uma grande simpatia pelos homens, tanto que, se pudesse,
entraria no casulo e de lá sairia transformada numa linda mulher, como aquelas
que vira passar.
Certo dia, a Borboleta Azul acordou indisposta. Não se preocupou, porque sabia
que estava nos dias de pôr os seus ovos. Tranqüila se deixou atrair pelo perfume
das flores de um belo jardim. Após saborear o doce néctar, escolheu uma folha e
nela pôs os ovos.
Mal tinha terminado, sentiu um terrível mal-estar. Suas asas, de repente, ficaram
pesadas e suas patas já não lhe obedeciam.
Cambaleando, tentou se firmar sobre uma flor. Nesse momento, sentiu alguma
coisa prendê-la.
Pela primeira vez, estava próxima do ser que tanto admirava. A sua presença a
encheu de alegria. E, sem nenhuma resistência, se deixou pegar, confiante da
bondade humana. A Borboleta Azul ainda tentou se mexer, mas não conseguiu e
ficou imóvel para sempre, porque o seu tempo havia terminado.
Após examiná-la, o colecionador ficou muito contente, por se tratar de uma
espécie rara. Em seguida, levou-a para fazer parte de sua coleção.
Entre as tantas que estavam em exposição a Borboleta Azul era a mais bela,
atraindo pessoas de todos os lugares.
Algum tempo depois... Longe dali, no belo jardim florido, algumas larvas saíam
dos ovos, e um novo ciclo começava. FIM

(ESPAÑOL)
Fifi era la oruga que nació del huevo que alguna mariposa puso en una hoja
cualquiera. Al nacer, comía sin parar, tanto que, cuando atacaba a las plantas, no
sobraba ninguna hoja siquiera.
Pero el tiempo pasó... Fifi, ahora, se prepara para la gran transformación;
entonces salió en busca de un lugar bien tranquilo.
Después de caminar mucho, se encontró con un árbol que estaba cerca de la
madriguera del conejo amarillo.
Una vez allí, subió, se enderezó en el tronco y se quedó allí, sin comida ni
bebida, un ayuno total.
A su alrededor, tejió una cáscara marrón y, dentro de ella, se quedó dormida
durante varios días.
Una mañana, cuando el Conejo amarillo salió de la madriguera, se dio cuenta de
que algo muy extraño estaba pasando encima de la rama. De repente, la cáscara
marrón se rompió y de ella surgió una linda mariposa azul.
La sorpresa fue tanta, que el conejo amarillo huyó de allí con saltos rápidos.
La mariposa azul era bella como un ángel, pero muy incómoda. Sus alas, todavía
húmedas, no la dejaban volar. Fue necesario algún tiempo para empezar a dar
los primeros intentos.
Al principio, comenzó a volar bajo y bien despacio, con mucho cuidado para no
golpearse. Otras veces, era bien torpe, pues, durante los vuelos, se olvidaba de
batir sus alas o las enrollaba una en la otra y cuando esto pasaba, ploft! Caía de
lo alto. Pero cuanto más caía, más insistia.
Con el pasar del tiempo, la mariposa azul se volvió muy inteligente y siempre
estaba dispuesta a conocer nuevos lugares, tanto que un día decidió volar muy
lejos, mucho más allá de las montañas azuladas que a la distancia se podía ver.
Y así mecida por la suave brisa, voló sobre la inmensa llanura, rumbo a lo
desconocido.
La mariposa azul era feliz, muy feliz. Tanto que hacia piruetas en el aire como si
bailase al sonido del viento y el susurro de los árboles. Mientras bailaba, así
cantaba:
Volando en el cielo azul,
Estoy feliz, feliz!
Festejando la libertad
De volar en este mundo sin fin ...

En aquella mañana de primavera, en todas partes, las flores se derramaron en el


suelo con su colorido y perfume. El cielo azul estaba navegando por nubes
blancas, aves y variedades de insectos; en el suelo, niños jugando, felices.
Cansada de volar, la mariposa azul se posó en un poste y, desde arriba, empezó
a observar las idas y venidas de los hombres.
Al inicio, estaba asustada, pero luego se fue acostumbrando y empezó a
admirarlos.
A partir de entonces, todos los días, se posaba en el mismo lugar sólo para
verlos pasar.
Después de largos paseos, la mariposa azul buscó refugio en una rama con
hojas y empezó a recordar algo que había visto durante el vuelo. Un gesto entre
los hombres le llamó la atención: dos criaturas se encontraron y, sonriendo, se
dieron las manos. La mariposa azul, sin darse cuenta de las diferencias entre las
especies, sentía una gran simpatía por los hombres, tanto que, si pudiera entrar
en un capullo y de allí salir transformada en una mujer hermosa, como las que
había visto pasar.
Un día, la mariposa azul despertó indispuesta. No le importaba porque sabía que
estaba en los días de poner sus huevos. Tranquila, se dejó atraer por el aroma de
las flores de un lindo jardín. Después de disfrutar el dulce néctar, ella eligió una
hoja donde puso sus huevos.
Apenas había terminado, sintió un terrible malestar. Sus alas de repente se
volvieron pesadas y sus patas ya no le obedecían.
Inestable, trató de establecerse en una flor. En ese momento, sintió que alguna
cosa la apreso.
Por primera vez, estaba cerca al ser que tanto admiraba. Su presencia la llenaba
de alegría. Y sin ninguna resistencia, se dejó recoger, confiada de la bondad
humana.
La mariposa azul todavía trató de moverse, pero no pudo y se quedó inmóvil
para siempre, porque su tiempo había terminado.
Después de examinarla, el coleccionista estaba muy contento, porque se trataba
de una especie rara. En seguida se la llevó a ser parte de su colección.
Entre tantas que estaban en exhibición, la mariposa azul era la más hermosa,
atrayendo personas de todas partes.
Algún tiempo después... lejos de allí, en el hermoso jardín de flores, algunas
larvas salían de los huevos, y así comenzó un nuevo ciclo. FIN

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