Curiosidades Del Planeta Tierra - Leonardo Moledo
Curiosidades Del Planeta Tierra - Leonardo Moledo
Curiosidades Del Planeta Tierra - Leonardo Moledo
QUE
el ferrocarril unific la forma de medir el tiempo sobre la Tierra?
la corteza terrestre es ms fina, en comparacin, que la cscara de una manzana
y que en el centro de la Tierra hay una enorme esfera de hierro del tamao del
planeta Marte?
todos los seres vivos descendemos de una sola clula?
el hombre est muy lejos de ser la especie dominante?
los continentes se mueven, se juntan y se vuelven a separar y que el Oceno
Atlntico se ensancha dos centmetros por ao?
hace doscientos millones de aos no exista el Atlntico y que alguna vez los
gelogos creyeron que un ocano haba cubierto todo el planeta?
los misterios de la isla de Pascua se descifraron casi totalmente?
alguien determin cientficamente la ubicacin del paraso terrenal?
la reencarnacin es aritmticamente imposible?
la Tierra naci hace cuatro mil quinientos millones de aos y que, dentro de
otros tantos, ser devorada por el Sol?
En este libro encontrar respuestas a stas y muchas otras cuestiones que,
durante siglos, desvelaron a los cientficos y a todos los que se interrogaron
sobre aspectos de nuestro planeta y sus misterios. Son curiosidades
historias, leyendas, ancdotas que muestran tanto los errores garrafales
como la grandeza, el humor y los disparates que han signado la historia de
esa increble aventura que llamamos ciencia. Seamos curiosos, pues, como
Alicia en el Pas de las Maravillas.
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Leonardo Moledo
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Agradecimientos
Los agradecimientos oscilan siempre un poco entre lo formal y lo ntimo; sea; hay
gente presente en este libro que no he de dejar de nombrar: Mximo Rudelli, de cuya
biblioteca y conocimientos abus sin moderacin; Paula Viale, con quien fue
planeado, discutido y revisado; Heber Cardoso, que ley y coment el manuscrito;
Susana Berestovoy, que con sus sutiles, precisas y felizmente siempre locuaces
observaciones, me permiti encontrar la idea que cerrara el texto, en charlas
combinadas con el teorema de Gdel y el anlisis no estndar.
Para Carlos Carabelli, que busc datos, sugiri temas, aport ideas y frases, y
corrigi todo, no hay palabras suficientes: a l le pertenece una buena parte de lo que
aqu hay, y pero, como dira Susana Berestovoy: si no hay palabras, para qu
ponerlas?
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Prlogo
Luca:
Esto que empieza ahora es mi regalo para tu cumple de quince aos. Escribo libros y
entonces te doy lo que creo mejor s hacer y ms me gusta: un libro; un libro
que se va a publicar con el ttulo de Curiosidades del planeta Tierra. Trata de cosas
que a veces no sabemos y a veces s sabemos sobre la Tierra, nuestro planeta,
nuestro lugar en el universo.
La Tierra, ese mundo que nos parece tan cercano y tan lejano a la vez, tan
conocido, y tan extrao: por ms que viajemos por l, slo vemos un trozo
pequesimo, insignificante, de todo el planeta. Por ms gente que conozcamos, slo
conocemos a una parte insignificante de la humanidad.
Imaginate, entonces, lo que pensaran del mundo nuestros antepasados lejanos,
cuando salan de caza, o emprendan la recoleccin, abandonando sus guaridas.
Seguramente muy poco. Seguramente, dominaban perfectamente el terreno en el que
se movan, pero ignoraban lo que haba ms all, aunque hicieron primitivos mapas,
o marcas, para guiarse en sus excursiones. Las primeras poblaciones humanas eran
nmades, y un grupo nmade recorre un territorio de no ms de cuatrocientos
kilmetros cuadrados a lo sumo.
Algunos emprendieron migraciones, pero cun lejos puede llegar un hombre,
una mujer, un pueblo, en el transcurso de una sola generacin?
Durante sus viajes veran cosas nuevas: ros, praderas, bosques, estepas, selvas,
desiertos, mares. Y sin embargo, veran tambin siempre lo mismo: un pedazo plano
de tierra hasta el horizonte, o hasta las montaas que cortaban el horizonte. Y los
pueblos del mar, agua que se extenda, tambin hasta una lnea donde se juntaba con
el cielo. Arriba una cpula celeste que se ajustaba perfectamente a ella: un mundo
cerrado, en cuyo centro estaban, y que se trasladaba con ellos. En cierto sentido, lo
mismo que vemos ahora a simple vista.
Qu ser eso?, se preguntaran. Dnde termina eso?, se diran, de noche,
sentados junto al fogn de sus cavernas. Qu dioses, qu espritus poderosos
habrn fabricado eso? Y se esforzaran por inventar y entender.
Es lo que trataremos de hacer juntos: dar una mirada inicial, miles de aos
despus, con la misma ingenuidad, con el mismo asombro, con el mismo amor por la
aventura de comprender que espero que te acompae siempre.
Feliz cumpleaos
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I
Un mundo flota en la nada
La Tierra es un disco plano que flota en el Ocano inmenso y primordial: su dimetro es el que pueden
alcanzar los brazos de los ms grandes entre los Atlantes, y un hombre podra, a buen paso, atravesarla en
un perodo de nueve a doce semanas.
Falsa Geographica, de Apeles de Siracusa, siglo IX
La Tierra est sostenida por columnas de capiteles exquisitos, que parecen cincelados por dioses; las
columnas se apoyan en el caparazn de una tortuga, es sta de jade y gigante, y nadie puede pronunciar su
Nombre; la Tortuga nada sobre el mar de la Tranquilidad, que a ningn mortal le ser dado ver ni tocar.
El libro de los Quinientos
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Para los sacerdotes egipcios, la Tierra era el piso y el cielo una tapa metlica abovedada. En una galera alta,
alrededor de las paredes, corra un ro que era surcado por las barcas del Sol y la Luna. Las estrellas, fijas para
siempre, estaban suspendidas de las paredes y el techo. Los planetas navegaban en sus propias barcas, a travs de
la Va Lctea, que era el gemelo celeste del Nilo.
Albert Hoyerdal, Cosmogonas, Basilea, 1956.
Sobre nosotros no tenamos ms que el cielo, vaco y terriblemente profundo, y debajo el ocano con sus olas.
Rodeando el lugar, donde el agua se juntaba con el cielo, haba un arco, un arco monstruoso, en cuyo exacto
centro estbamos nosotros. El globo corra como las llamas de un bosque incendiado, pero por ms velocidad que
llevara, era intil, no conseguamos salir de ese centro. Durante mucho tiempo estuve observando y pude
comprobar que no nos habamos acercado a la circunferencia ni un centmetro. Un fenmeno tan imposible de
explicar me dio escalofros y me llen de terror.
Mark Twain, Tom Sawyer en el extranjero.
los mares y ros; por lo menos, as describa a la Tierra quinientos aos a. C.,
Hecateo, un viajero y filsofo griego, que adems pensaba que el Mar Mediterrneo,
el Mar Negro y el Mar Caspio dividan el mundo en dos: por el norte, Europa, y por
el sur, Asia y frica.
Hasta cierto punto es lgico que pensaran as: al fin y al cabo, vemos que la
Tierra es plana. Hay un prrafo muy divertido de Mark Twain que habla del asunto en
Tom Sawyer en el extranjero. Tom, Huckleberry Finn y Jim van viajando en globo y
Huck reflexiona:
Poco a poco, la Tierra se convirti en una bola, de un color apagado, con
hilos brillosos que la surcaban en todas direcciones y que no eran ms que
los ros.
La viuda Douglas me haba dicho muchas veces que el mundo era
redondo, pero yo nunca hice mucho caso de las supersticiones de la buena
mujer, sobre todo cuando deca eso, y yo estaba viendo que el mundo era
llano como un plato.
Ms de una vez me haba subido a lo alto de la colina observando bien
desde arriba para ver con mis propios ojos, porque me pareca que la mejor
manera de estar seguro de una cosa, era sa, ver con sus propios ojos antes
de creer todo lo que a uno le cuentan, pero siempre haba visto que la Tierra
era chata y bien chata.
Pero ahora (viajando en globo) vea que la viuda tena razn; es decir,
tena razn en lo que se refiere al resto del mundo, pero no en lo que respecta
a mi pueblo; esa parte es chata! Lo puedo jurar por todo lo que quieran!
Pero ocurre que las cosas no son como parecen: se, quiz, sea el descubrimiento ms
grande que hizo la humanidad en toda su historia, su breve historia de tres millones
de aos.
Las cosas no son como parecen.
Un disco plano, flotando en la nada del universo.
Un disco plano, flotando en la Nada.
Flotando en la Nada.
Flotando en lo desconocido.
Un mundo flotando en la Nada.
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2. La forma de la tierra
Suponer que la Tierra es una esfera significa descalificarla; asignarle la Idea de la esfera, la Idea del plano, o
cualquier otra, es atentar contra la filosofa.
Critn el Cnico
La Tierra tiene la forma de un cubo al este, de un tringulo al oeste, de un crculo hacia el norte. Hacia el sur,
no tiene forma alguna.
Falsa Geographica, siglo IX
Mientras los filsofos se dedican a la vagancia y a las dudosas artes de la conversacin, los objetos cumplen
pacientemente sus obligaciones metafsicas: los barcos, desapareciendo en el horizonte por su base, como si
bajaran una escalera, nos indican claramente el camino geomtrico a seguir.
Protgoras de Mileto
No hacen falta satlites artificiales ni viajes espaciales para probar la esfericidad de la Tierra, alcanza con un
poco de jarabe pitagrico y con mirar alrededor con los ojos abiertos.
Critn de Atenas (discpulo de Aristteles)
Las cosas no son como parecen. ste es el descubrimiento ms grande que hicieron los hombres a lo largo de
toda su historia.
Aber Gordner
La Tierra plana, la Tierra como un disco, con los cielos ajustados sobre ella; sa era la
idea general, la que compartieron los primeros pueblos que reflexionaron sobre el
tema: hace apenas tres mil aos, haba una abrumadora mayora a favor de la Tierra
plana. Si en ese momento la forma de nuestro planeta se hubiera decidido por
votacin, habra permanecido plano para siempre.
Pero no fue as. Cuando un grupo de filsofos griegos empez a pensar como
Aber Gordner, las cosas no son como parecen, todo cambi; y es lo que ocurre
apenas uno abandona el sentido comn y se deja llevar por la curiosidad. Estos
primeros filsofos, que tanto entusiasman, Luca, a tu hermano Fernando, fueron los
racionalistas griegos: apenas apoyaron sus ojos poderosos sobre el mundo, aceptando
que las cosas no son como parecen, surgi una idea nueva, completamente nueva: la
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La existencia del Ecuador (una divisin en partes iguales de la Tierra) fue anterior
a la opinin general de la Tierra esfrica. Herdoto (siglo V a. C.), historiador y
viajero, crea que el Nilo y el Danubio estaban ubicados simtricamente respecto de
una lnea central que separaba al mundo conocido por la mitad.
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3. El tamao de la tierra
Una cosa es tener una idea real o ficticia sobre la forma de la Tierra y otra muy distinta es adivinar o
calcular su verdadero tamao.
Adso de Reims, Viajes, c. 1285
Es muy probable que los primeros pueblos que reflexionaron sobre el asunto se
preguntaran como lo hicieron los Beatles: la Tierra es grande o chica en
relacin a nuestra casa, a nuestra aldea, al territorio que conocemos? Son preguntas
parecidas a las que hoy nos hacemos sobre el universo, cmo es de grande?
Hay mapas babilonios, muy antiguos, que representan a la Tierra como un
crculo, con Babilonia en el centro y rodeado por el ro Ocano, ms all del cual
comienza lo desconocido: con un poco de audacia, se puede estimar que la distancia a
ese mundo desconocido no sobrepasaba un puado de miles de kilmetros. Era un
mundo pequeo, por lo menos segn los estndares modernos.
Pero hacia el ao 230 a. C., se hizo la primera medicin cientfica del tamao de
la Tierra: fue una hazaa intelectual muy singular, un prodigio del pensamiento
racional que creo debe asombrarnos an, quitarnos el aliento. Porque no se hizo
con complicados instrumentos, grandes telescopios ni inmensos viajes. Nada de eso:
se us una varilla de mimbre, un grupo de camellos y regla de tres simple. Fue as.
Eratstenes de Cirene (276-196 a. C.) era matemtico, astrnomo, historiador,
gegrafo, buen literato escribi un tratado sobre la comedia griega y encargado
de la Biblioteca de Alejandra, la ms grande concentracin de libros y saber del
mundo antiguo.
Y bien: Eratstenes oy decir que en Siena (en el sur de Egipto, hoy Asun),
durante el solsticio de verano (21 de julio en el hemisferio norte), una varilla clavada
verticalmente no proyectaba sombra alguna sobre el suelo, mientras que en
Alejandra s proyectaba una sombra que formaba un ngulo de alrededor de siete
grados y dedujo que esta diferencia se deba a la curvatura de la Tierra: los rayos del
Sol, que caan verticalmente sobre Siena, caan sobre Alejandra con una inclinacin
de siete grados. Entonces, midi la distancia entre las dos ciudades, usando un grupo
de camellos y viendo cunto tardaban en llegar de una a otra. Calcul unos
ochocientos kilmetros y luego resolvi el problema: si ochocientos kilmetros
correspondan a siete grados de inclinacin, a trescientos sesenta grados, es decir la
circunferencia total, deban corresponder unos cuarenta mil kilmetros, cifra
cercansima, aunque un poco mayor que la real. Lo que hizo Eratstenes fue
impresionante, no te parece, Luca?: medir el tamao de la Tierra sin moverse de su
lugar, con una varilla y por regla de tres simple, a fuerza de pura inteligencia. En
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Basado en los mapas ofrecidos por Ptolomeo, Coln intent mejorarlos hasta
obtener una estimacin de la distancia martima (es decir, por el oeste) entre Europa y
Asia de 4780 km, que convena a sus fines: sostener que el viaje a las Indias por el
oeste era posible. Luego, con datos tomados de un cientfico musulmn del siglo IX
llamado Alfrageno, calcul que Japn estaba a 4300 km al oeste de las Canarias
(donde est Cuba, aproximadamente). Coln nunca lleg a Japn (las Indias
Orientales) dado que choc con Amrica. De no ser as, seguramente se habra
perdido en el mar sin alcanzar ningn destino, ya que su clculo era ridculamente
inexacto.
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4. La edad de la tierra
Hoy en da sabemos que la Tierra es muy antigua, pero hasta hace poco, muy poco, se
consideraba que haba empezado prcticamente ayer. Durante la Edad Media y buena
parte de la Edad Moderna, la edad de nuestro planeta (y del universo) se estimaba
segn la interpretacin literal de la Biblia. El clculo se haca siguiendo paso a paso
las palabras del Gnesis, donde se detallan todas las generaciones, desde Adn a
Jess, y oscilaba, segn el telogo o el cientfico de que se tratara, entre los cuatro
mil y los seis mil aos. En 1650, el arzobispo James Ussher, del Trinity College de
Dubln, concluy que la Tierra (y el universo) haba empezado a las seis de la tarde
del sbado 22 de octubre del ao 4004 a. C., y su contemporneo John Lightfoot, de
la Universidad de Cambridge, discrep sutilmente, proponiendo el ao 3928 a. C. El
mismsimo Newton dedic buena parte de su tiempo a calcular el momento exacto de
la Creacin, que situaba alrededor de aquellas fechas.
Este tipo de especulaciones no resisti al empuje de la Ilustracin, el gran
movimiento intelectual que en el siglo XVIII trat de explicar el mundo mediante
mecanismos naturales: por ese entonces, cobr fuerza la idea de que la Tierra se haba
formado a partir de una nebulosa primaria, o de un pedazo desprendido del Sol, como
una bola incandescente de rocas fundidas y que se fue enfriando de a poco.
El primero que se atrevi a arriesgar una cifra fue el naturalista francs Buffon
(1707-1788). Buffon decidi estimar el tiempo que habra tardado una esfera del
tamao de la Tierra en enfriarse hasta alcanzar su temperatura actual, y as lleg a la
conclusin de que la Tierra tena setenta mil aos de edad; para ser exactos, 74 832
aos. La cifra produjo una conmocin: era difcil creer que la Tierra fuera tan
espantosamente vieja.
Sin embargo, muy poco despus, en su monumental Geologa, de 1830, Charles
Lyell sostena que los procesos de sedimentacin, erosin y cambio geolgico eran
extremadamente lentos y que as haban sido a lo largo de toda la historia del planeta:
los setenta y cinco mil aos de Buffon resultaban una miseria; inspirado por Lyell, el
gelogo John Philips, basndose en el estudio de los estratos rocosos, estim la edad
de la corteza terrestre en nada menos que noventa y seis millones de aos.
Era un verdadero ocano de tiempo, pero ya se dibujaba en el horizonte la teora
de la evolucin, y era obvio que los procesos de transformacin de las especies
requeran esos grandes perodos. En 1863 el gran fsico escocs William Thompson,
conocido como Lord Kelvin, retomando la idea de Buffon la Tierra como una bola
incandescente que se enfriaba de a poco, y afinando los clculos, confirm la cifra
de Philips: noventa y ocho millones de aos. Con reservas: Kelvin admita que el
clculo era slo aproximado. Y estableca como edad mnima para la Tierra veinte
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millones de aos. Y como edad mxima, nada menos que doscientos millones!
Era mucho? Era poco? Cmo poda saberse? Hacia fines de siglo, el ingls
John Joly trat de evaluar la edad de los ocanos mediante su contenido en sal y
tambin la estim entre noventa y noventa y nueve millones de aos, digamos cien,
que se convirtieron casi en un artculo de fe, y los cientficos se aferraron con uas y
dientes a esa cifra. Cien millones de aos!
Pero todava era poco: hacia principios de este siglo, el gelogo ingls Arthur
Holmes, utilizando los mtodos radiactivos que acababan de descubrirse, hizo una
estimacin de mil seiscientos millones aos de edad.
Pareca una barbaridad, y sin embargo, todava era poco. El mismo Holmes, ms
tarde, mejor las tcnicas de datacin, y elev la edad de la Tierra a cuatro mil
quinientos millones de aos, la cifra que manejamos hoy.
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En 1870, un tal John Hampden apost una buena suma de dinero diciendo que nadie era capaz de demostrarle
que la Tierra es esfrica. Alfred Rusell Wallace, el gran bilogo ingls que, junto con Darwin, descubri que el
motor de la evolucin de las especies es la seleccin natural, recogi el guante. Hizo un experimento en el Canal
de Old Bedford, mostr que la superficie del agua no era un plano sino una curva convexa y as gan la apuesta.
Pero Hampden repiti el experimento, logr otros; resultados, e inici una campaa publicitaria contra El
fraude del Canal de Bedford.
George Malincox, Historias del planeta Tierra, 1903
El mundo, Luca, es curioso y la gente a veces cree cosas extraas: aunque parezca
mentira, existe una Sociedad de la Tierra Plana, que, an hoy, sostiene precisamente
eso, que la Tierra es plana, y que se jacta de contar entre sus filas a ms de doscientos
cientficos. Aunque hace ms de dos mil aos que se midi la circunferencia de la
Tierra, aunque se dio una vuelta completa a ella por agua, aire Preparado por y desde
el espacio, los miembros de la Sociedad de la Tierra Plana no se dan por vencidos.
En realidad, despus del colapso de la compleja civilizacin romana en los siglos
IV y V, los rastros de la maravillosa astronoma griega se olvidaron tambin, y
muchos escritores volvieron a ideas abandonadas varios siglos antes. A Lactancio,
por ejemplo, que vivi en los siglos III y IV de nuestra era, la Tierra esfrica le pareca
un disparate: Existe alguien suficientemente extravagante para estar convencido de
que existen hombres que tienen los pies para arriba y la cabeza para abajo, de que las
hierbas y los rboles crecen descendiendo y la lluvia y el granizo caen subiendo?,
escribe en sus Instituciones divinas. Ocurra que tanto Lactancio como el filsofo
cristiano San Agustn (354-430) sostenan que, segn la Biblia, la Tierra era plana;
tomaron esta idea al pie de la letra y volvieron a pensar que nuestro planeta era un
disco chato. De hecho, una buena parte de los mapas medievales mostraban a la
Tierra como un compact-disc, con Jerusaln en el centro y un gran ocano que
rodeaba todo.
Creer que hay un libro o una persona que dice toda la verdad sobre todo, o que
tiene todas la explicaciones sobre todo, Luca, es una idea peligrosa, porque no
admite la discusin, el intercambio, ni la creatividad: si ya est todo all!
Bueno, pero eso pas, y apenas el conocimiento astronmico y geogrfico griego
volvi a Occidente, transmitido por el gran imperio rabe, se recuper la idea de la
Tierra esfrica, se hicieron mapas ms precisos, y se empez a explorar el globo.
Nadie volvi a pensar en la Tierra plana (con la posible excepcin de Huckleberry
Finn) hasta que alrededor de 1890, un seor llamado John Alexander Dowie fund la
Comunidad de la Tierra Plana en Illinois, Estados Unidos, dedicada a hacer
propaganda para una fantstica teora segn la cual la Tierra es un disco chato, con el
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Polo Norte en el centro, rodeado de una muralla de hielo, el Sol es pequeo (50
kilmetros de dimetro un poco ms grande que la ciudad de Buenos Aires) y est
a slo cinco mil kilmetros de distancia. Por supuesto, los miembros de la Sociedad
no podan explicar cmo las expediciones a la Antrtida eran incapaces de encontrar
ese paredn helado, pero ese pequeo detalle nunca les preocup demasiado.
La Sociedad de la Tierra Plana todava existe y hasta publica una revista: Noticias
de la Tierra Plana, donde su honorable presidente, Charles Johnson, escribi que los
cientficos son mentirosos y viciosos enloquecidos, que los viajes espaciales eran
una patraa, y cuando le mostraron las fotografas de la Tierra tomadas desde el
espacio, donde se la ve como una esfera, contest que eran simples trucos
fotogrficos. Tambin exigi que el gobierno norteamericano proclamara
oficialmente que la Tierra es plana, pero, por lo visto, no le hicieron caso.
En fin: hay una multitud de ideas extravagantes. Hay quienes siguen pensando
que la Tierra es un rectngulo, hay quienes creen que la Tierra es hueca, con agujeros
de acceso por los polos, y que adentro hay otro Sol que alumbra a las razas
interiores (en 1918, un oficial retirado del ejrcito norteamericano, John Cleaves
Symmes, intent organizar una expedicin al Polo para probar que la Tierra estaba
formada por una serie de esferas concntricas, todas huecas) y no faltan quienes dicen
que la Tierra es cncava: hay ideas y formas de la Tierra para todos los gustos.
Pero estas ideas exticas, Luca, se parecen en nada a los antiguos y hermosos
mitos que forjaron los hombres cuando ensayaron las primeras explicaciones con los
elementos que tenan a mano e inventaron sistemas y cosmogonas muy bellas y
complejas. Son simplemente ocurrencias ni siquiera muy originales que niegan
el conocimiento humano, siglos de pacientes esfuerzos y difciles estudios, y no
aceptan la inteligencia del hombre y su maravillosa capacidad de conocer.
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II
Pases imaginarios
Jorge Luis Borges invent una regin inexistente, Uqbar, y luego un planeta: Tlnn. Ursula K. Le Guin
cre el Ducado de Orsinia, ubicado en el centro de Europa y trazado, en lneas generales, sobre el Imperio
Austrohngaro: algo alemn, algo eslavo, algo balcnico y algo italiano. En una de sus ciudades,
Fontenoy, transcurre uno de los ms bellos cuentos que se puedan imaginar: An die Musik. Lewis Carroll
invent el Pas de las Maravillas, que tanto te gusta, Luca, y el Pas detrs del Espejo; John R. R. Tolkien
dibuj, para su Seor de los Anillos, una geografa completa; James Matthew Barre, el autor de Peter Pan,
nos dio el Pas de Nunca Jams.
Y quin no so alguna vez con un pas inexistente, con un pas imaginario?
Los amantes de la literalidad y los fanticos de la televisin se empean en buscar la exacta ubicacin de
pases inexistentes y reducirlos a meros lugares geogrficos, al alcance de autopistas, shoppings y
documentales de la National Geographic. Qu quedara del Pas de las Maravillas si la Reina de
Corazones decidiera entrar a un McDonalds y convidar a Alicia con una hamburguesa? Lo mejor que
tienen los pases imaginarios es esa exquisita y difcil capacidad de no existir.
JEAN BURNOIT, 1979
El Reino del Preste Juan es un problema estrictamente personal dijo el viajero; se haba filtrado
fugazmente entre bambalinas; se encaminaba, ostensiblemente, hacia el claro de un bosque.
Quin es este viajero que se encamina a un claro del bosque?
Pronto sabremos.
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Yo he estado en el grande Reino del Santsimo Preste, y toqu el Collar y me vi reflejado en el Espejo que
refleja todos los Espejos, y vi ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningn
hombre ha mirado: el inconcebible universo.
Adso de Reims, Viajes, circa 1285
El dimetro del Aleph sera de dos o tres centmetros, pero el espacio csmico estaba ah, sin disminucin de
tamao. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de Amrica, vi el reino del Preste Juan, vi
una plateada telaraa en el centro de una negra pirmide
Arvalo Fuentes, Borges apcrifo, s/f
Sospecho que si uno se pone riguroso, cualquier pas es en cierto modo inexistente,
pero lo cierto es que en la Edad Media, los lugares imaginarios gozaban de un
prestigio inmenso, algo parecido a lo que pasa hoy con los parques nacionales y las
reservas ecolgicas.
En realidad, los lugares que no existen son una vieja prctica humana. Suelen
nacer, como casi todos los lugares, de una referencia, de un relato, una reliquia, una
alusin que corre de boca en boca y luego adquiere espesor geogrfico en manos de
cartgrafos propensos a la fantasa y que confunden sutilmente la teologa y los
mapas.
El Reino del Preste Juan, uno de los lugares imaginarios ms buscados de la Edad
Media, naci de una carta: alrededor de 1165, apareci en Europa el texto de un
mensaje enviado por un tal Preste (presbtero) Juan a Emanuel I, emperador
bizantino, y al Rey de Francia, en la que les hablaba de su reino y les prometa ayuda
para conquistar el Santo Sepulcro.
Naturalmente, la carta del Preste Juan era una mera falsificacin, que mezclaba
los milagros de Santo Toms, los viajes de Simbad el Marino y romances sobre
Alejandro Magno; pero tuvo un xito rotundo: en un mundo sin diarios, sin radio ni
TV, y ni siquiera Internet, se realizaron montones de traducciones, y se crey a pie
juntillas en todo lo que deca, hasta darle al remitente la cualidad etrea de lo
deseado.
Dnde estaba el Reino del Preste Juan, quien dicho sea de paso descenda
nada menos que de los tres Reyes Magos? Nadie lo saba muy bien, en una poca en
que casi nada se saba muy bien, pero andaba, decan, por el extremo Oriente, ms
all de Persia y Armenia.
Escuchemos la descripcin de Adso de Reims:
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2. La Atlntida
No existas nunca.
Te prefiero as.
Alan Lerner (The Knillings)
Haba una isla delante de ese lugar que llamis vosotros las columnas de Hrcules, y que en siglos por venir
ser nombrado como estrecho de Gibraltar. Esta isla era mayor que la Libia y el Asia unidas. En esta isla
Atlntida, unos reyes haban formado un imperio grande y maravilloso, que era seor de la isla entera y tambin
de muchas otras islas y partes del continente, posea la Libia hasta el Egipto y la Europa hasta la Tirrenia. Ahora
bien, esa potencia, concentrando una vez todas sus fuerzas, atac nuestra patria, Atenas, que venci a los
invasores y se alz con la victoria.
Pero en el tiempo subsiguiente hubo terribles temblores de Tierra y cataclismos. Durante una noche horrible,
la isla Atlntida se abism en el mar y desapareci. He ah por qu todava hoy ese mar de all es difcil e
inexplorable, debido a sus fondos limosos y muy bajos que la isla, al hundirse, ha dejado.
Platn, Critias
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Muchos estudiosos del nuevo continente pensaron que Amrica era la Atlntida
y que su poblacin y grandes civilizaciones descendan directamente de all. Hasta el
siglo XVII se dibujaron mapas que la ubicaban en el Ocano Atlntico y en algunos
casos se la segua confundiendo con Amrica. Despus eso pas, aunque en los
tiempos modernos hubo varios empedernidos buscadores del continente hundido.
Un caso notable de fanatismo fue el de Ignatius Donnelly, gobernador del estado
norteamericano de Minnesota, que en 1882 public El mundo antediluviano, donde
recopilaba toda informacin posible sobre la leyenda, aun los datos ms absurdos, y
sostena que la Atlntida haba sido la cuna de las civilizaciones americanas, europeas
y de Egipto. Otro atlantista fantico, Lewis Spencer fue ms lejos y afirm que el
hombre del Cro-Magnon, antecesor del hombre moderno, era un atlante emigrado.
Hubo un intento ms o menos serio de darle contenido histrico al mito: en 1969,
Galanopoulos y Bacon trataron de mostrar que Platn se bas en hechos histricos y
que, en realidad, su relato corresponda a una erupcin que destruy la isla de Thera
que tambin se llama Santorini, en el Mediterrneo, perteneciente a la
civilizacin minoica.
Un poquito antes de eso, en los 60, un grupo de buzos descubri unos bloques de
piedra caliza cerca de la isla Bimini, en las Bahamas, y proclamaron que haban dado
con partes de un muro y un camino de la Atlntida.
Los arquelogos y gelogos destruyeron el fraude: result que la piedra caliza
haba sido transformada por la erosin y la sedimentacin en planchas lisas y rectas y
los muros constaban de hormign endurecido, posterior al ao 1800, supuestamente
debido a la cada de barriles con cemento que fragu sumergido.
Los mitos, Adso dijo el viajero, son los mitos: cuando uno quiere
transformarlos en literalidad (en vez de literatura), pierden su encanto y muchas
veces terminan sin gloria.
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Esa noche visitamos la Biblioteca Nacional. En vano fatigamos atlas, catlogos, anuarios de sociedades
geogrficas, memorias de viajeros e historiadores: nadie nunca haba estado en el Continente del Sur.
Arvalo Fuentes, Borges Apcrifo, s/f
Nada,
nada,
nada.
Albert Camus, Calgula
Quin recuerda ahora el Continente del Sur? Yo lo he entrevisto en el fondo del espejo que duplicaba
innecesariamente un corredor de la quinta de Adrogu. La imagen era confusa, pero ha sobrevivido al tiempo y la
ceguera. Recuerdo, entre otras cosas, su color fuertemente amarillo.
Arvalo Fuentes, Borges apcrifo, Buenos Aires, s/f
La obsesin por la simetra, que nos ha deparado beneficios tan dispares como el
calidoscopio y la impecable armona de las construcciones clsicas, en cierta ocasin
nos ofreci un continente entero. No es poco, y hay que valorarlo en su justa medida:
y aunque el Continente del Sur no persista ni siquiera en la nostalgia (si bien hay
quienes aseguran haberlo visto en sueos o en el fondo de habitaciones poco
iluminadas), tiene sentido rescatarlo para restablecer el equilibrio de la memoria. sta
es, pues, la historia de un continente que nunca existi.
Naci de un razonamiento en cierto sentido impecable: si al norte del ecuador
haba una gran masa de tierra, por qu no haba de haberla en el sur para equilibrar
las cosas de este mundo y darnos tranquilidad? En el ao 43, el gegrafo Pomponio
Mela imagin (y represent) un continente austral. Ptolomeo tom la idea, y as como
nos leg esferas de cristal en los cielos, girando en torno a una Tierra inmvil, nos
depar en sus mapas una gran Tierra austral que se extenda desde el sur de frica
hasta Nueva Guinea y Java, unindose a Asia por el este: una terra incognita que fue
parte del credo geogrfico durante siglos.
Pero cuando, en febrero de 1488, el portugus Bartolom Dias dobl el cabo de
Buena Esperanza, mostr que, obviamente, frica no continuaba hacia el Sur.
Magallanes tampoco tropez con ningn continente austral durante su viaje de
circunnavegacin. Dnde estaba entonces el continente perdido? Empezaba a ser
evidente que, aunque nadie se atreviera a asegurar que el Continente del Sur no
exista, por lo menos exista poco. Sin embargo, en el primer Atlas moderno, de
Ortelio, la regin polar sur corresponde a la Terra Australis, con el pudoroso
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agregado de nondum cognita (todava sin descubrir) y durante todo el siglo XVII los
europeos continuaron incluyndolo en los mapas.
Y buscndolo, pero en vano: se dobl el cabo de Hornos, se examinaron
cuidadosamente Australia y Nueva Zelanda, pero nada; el elusivo continente no
apareca.
Entonces vino el capitn Cook. Sucedi que en 1769 deba ocurrir un trnsito de
Venus (cuando Venus cruza el disco solar), un fenmeno que permitira medir la
distancia entre la Tierra y el Sol; la Royal Society de Inglaterra plane entonces una
expedicin a Tahit, para observar el pasaje, y el gobierno ingls pens que se trataba
de un excelente pretexto para explorar la fabulosa Tierra del Sur. El capitn Cook, al
frente de la goleta carbonera Endeavour (Esfuerzo), lleg a Tahit el 10 de abril de
1769, y despus de liquidar satisfactoriamente las observaciones astronmicas,
explor con meticulosidad Nueva Zelanda, pero comprob que all no haba nada, o
por lo menos no haba ningn continente, aunque s encontr la barrera de dos mil
kilmetros de arrecifes en la costa nordeste de Australia, la mayor estructura
construida por seres vivos no humanos. En 1771, estaba de regreso en Inglaterra con
las manos vacas.
Pero las cosas, Luca y en especial los continentes, no desaparecen por un
simple viaje; del mismo modo que el unicornio, la Atlntida, o la Tierra Plana, el
Continente del Sur no slo era un mito sino que era como corresponde a semejante
volumen de tierra un mito masivo, tena una enorme inercia y se resista a morir.
As fue que Cook recibi la misin de organizar un segundo viaje para buscarlo: tena
que circunnavegar la Tierra en la latitud ms austral posible. Planteadas as las cosas,
el Continente del Sur esta vez no se poda escapar.
Cook parti nuevamente en 1772, lleg ms all del Crculo Polar Antrtico, tan
al sur como se lo permitieron los hielos, explor las islas del Pacfico Sur, Nueva
Caledonia, las Islas Sndwich y Georgias del Sur. Como siempre, nada. En 1775,
regres a Inglaterra. La bsqueda haba sido meticulosa e intil. Y ahora s: el
Continente del Sur haba dejado de existir.
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4. La Isla de Pascua
Luca: ni la Atlntida ni el Reino del Preste Juan existieron nunca, pero la Isla de
Pascua s que existi y existe y durante mucho tiempo fue un misterio tan
grande, que dio lugar a toda clase de historias fantasiosas.
Si lo pensamos bien, no es para menos: se trata de un pequeo trozo de tierra de
poco menos de cuatrocientos kilmetros cuadrados, aislado, solo en el medio del
Ocano Pacfico, casi deshabitado y desprovisto de vegetacin, a dos mil kilmetros
del territorio poblado ms prximo otra isla, y a ms de tres mil kilmetros de la
costa oeste de Amrica del Sur: un punto en la inmensidad del mar. Y en ese lugar
que parece desconectado de cualquier otro, los mohais, inmensos colosos de piedra,
de ms de seis metros de altura, mirando hacia el horizonte. De dnde salieron?
Quin los construy?
Durante aos fue un enigma que pareca no tener solucin: el almirante holands
Roggeven primer europeo que visit la isla el domingo de Pascua de 1722
encontr una sociedad de tres mil personas en estado primitivo viviendo en cuevas y
chozas de junco, sumidas en guerra permanente y debiendo recurrir al canibalismo
para sobrevivir, en un medio hostil donde no creca un solo rbol. Ms tarde, la isla
fue ocupada por Espaa con desgano: salvo los mohais, all no haba nada interesante.
Despus los habitantes fueron deportados con la excepcin de algunos ancianos y
nios y finalmente la isla fue anexada por Chile, que la transform en territorio de
pasturas para las ovejas de una empresa britnica.
Y el misterio creci en la imaginacin: nadie poda entender cmo un pueblo tan
primitivo haba conseguido erigir esas estatuas inmensas, ni de qu manera las haban
transportado hasta el lugar donde estaban. Se tejieron las hiptesis ms inverosmiles
que, como es de suponer, incluyeron a los siempre invisibles extraterrestres.
Y entonces entraron en accin la antropologa comparada y la arqueologa con su
artillera supermoderna y consiguieron esbozar un relato aceptable de lo que pudo
ocurrir.
La historia, segn se cree, fue ms o menos la siguiente: el primer pueblo que
habit la isla lleg en el siglo V de nuestra era; eran polinesios no ms de veinte o
treinta personas y viajaban en canoas dobles unidas por una pequea superficie
donde transportaban algunos pertrechos, batatas y pollos. Encontraron volcanes ya
inactivos, pocas especies de plantas y animales insectos, lagartijas y ningn
mamfero, en medio de un panorama completamente cubierto de bosques.
Seguramente, clarearon algunos terrenos donde se dedicaron al cultivo de batata y a
la crianza de pollos, mientras desarrollaban una estructura social compleja que ira
creciendo desde pequeas familias hasta complicados linajes agrupados en clanes,
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III
El mundo subterrneo
Yo saba bien que, segn las teoras ms aceptadas, la corteza mineral del globo jams est en un estado de
reposo absoluto; las modificaciones aportadas por la descomposicin de las materias internas, la agitacin
procedente de las grandes corrientes lquidas, la accin del magnetismo, tienden a sacudirla
incesantemente, aunque los seres diseminados en su superficie no sospechen siquiera su agitacin.
JULIO VERNE, Viaje al centro de la tierra
Grandes son los misterios del mundo subterrneo dijo Adso de Reims, brotan de la tierra vapores
hmedos y calientes, y se arrastra all el basilisco, que puebla de terror mis noches, dibujando el mensaje
de Satn.
Y sin embargo contest el viajero, nada de lo que imaginas es comparable a lo que sucede all
abajo, y ni el basilisco ni el ms brutal de los demonios tienen siquiera una parte mnima de las fuerzas
que bajo nuestros pies trabajan y se mueven.
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El mundo subterrneo, Luca, fue siempre una fuente de misterio y horror, el lugar de
las serpientes, los gusanos y los muertos: todas la tradiciones inventaron alguna
descripcin del paisaje subterrneo y la balada Earth and You (La Tierra y t), del
grupo rockero ingls The Knillings entronca con esas antiguas leyendas. Al fin y al
cabo, muchos de los fenmenos que afectan de manera directa a la vida humana,
como los terremotos, las erupciones volcnicas o las fuentes de minerales, tienen su
origen en ese enigmtico mundo inferior.
Durante siglos, se pens que en el centro de la Tierra arda un fuego permanente;
all abajo estaba situado el Hades de los griegos y para la cosmogona cristiana, el
Infierno; era el hbitat predilecto nada menos que de Lucifer. Pocos humanos se
aventuraron en el mundo subterrneo: el descenso al interior de la Tierra fue,
tradicionalmente, tarea de mineros, semidioses como Orfeo, espelelogos
(exploradores de cavernas, en cierto modo lo contrario de los alpinistas), poetas como
Dante, nias soadoras como Alicia, que cae por un profundo hoyo hacia el Pas de
las Maravillas, o novelistas como Julio Verne, que se ocup del asunto en su Viaje al
centro de la Tierra.
Pero ninguno de ellos fue ms all (o mejor dicho ms abajo) de la corteza.
Escuchemos, Luca, Earth and You, de The Knillings, que nos habla del mundo
subterrneo.
Dijo el hombre correcto al otro,
que vena de abajo.
Dnde has estado,
que sales de las profundidades?
Qu hay all?
Yo veo mucha confusin.
Y el otro tena una vestidura extraordinaria
y cabalgaba sobre seres que no son de este mundo.
Corteza, manto y ncleo;
sa es nuestra verdad.
Qu has visto
en el fondo de la Tierra?,
pregunt el hombre correcto.
Es verdad
que arde all el fuego eterno?.
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teora de tectnica de placas, se pudo averiguar mucho de lo que ocurre bajo nuestros
pies, los puntos oscuros siguen siendo numerosos, y los sutiles movimientos de las
profundidades (que por supuesto no se pueden ver) deben ser adivinados mediante
mtodos indirectos y muchas veces hay opiniones encontradas.
Es bueno no olvidar los grandes mitos del Mundo Inferior y, a la vez, seguir la
tradicin de Brower, Verne y The Knillings, que aportaron su granito de silicio:
corteza, manto y ncleo, sa es nuestra verdad, Luca, sas son las grandes divisiones
del mundo subterrneo. Y de ellas, la corteza es la ms insignificante. No es nada, en
realidad: si la Tierra fuera una naranja, la corteza sera ms fina que la cscara. Y sin
embargo, sobre esa delgada corteza, Luca, estn los ocanos y los continentes, la
msica y los libros. Parece ser que nuestro destino es vivir en aquellas regiones que
no tienen importancia.
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En uno de los cantos rituales de los aqueos, cuya multiforme confusin dio feliz lugar
a la tersura de La Ilada, se compara a la aurora con una diosa de rosados dedos, y a
los continentes con dioses migratorios y errantes. Homero tom la primera metfora,
pero no la segunda, que sin embargo fue recogida por el poeta romano Enio Claudio,
que la transmiti al Islam. As lleg hasta Las mil y una noches, donde se califica a
los continentes como efrits (genios) vagabundos que se deslizan alrededor de La
Meca. Borges deca que la humanidad dispone de un nmero limitado de metforas,
que las diversas culturas utilizan como pueden y se transmiten unas a otras. Sin
necesidad de avalar la teora, sta fue la suerte de la primitiva imagen aquea sobre los
continentes: despus de las Cruzadas, la idea retorn a Occidente, donde se la
encuentra con frecuencia en los escritos del siglo XVI y XVII, y luego, espaciadamente,
a travs de la literatura romntica, y ms tarde en un poema prerrafaelista de Arnold
Townsend (fines del siglo XIX). En 1912, el meteorlogo y gelogo alemn Wegener
le dio forma cientfica, al establecer la teora de la deriva continental, segn la cual
todos los continentes son los restos de un supercontinente que haba existido en
alguna poca y se haba partido, y cuyos fragmentos emigraron hasta darle al planeta
su aspecto actual.
Wegener, lo mismo que muchos otros, haba sido impresionado, tanto por el
poema de Townsend, como por la sorprendente similaridad de las zonas costeras de
frica y Sudamrica, que muchas veces parecen encajar como las piezas de un
rompecabezas. La teora original de Wegener sobre la deriva continental, que
conceba una corteza terrestre movediza y coqueta, no tuvo mayor aceptacin en su
momento, y durmi el sueo de los justos hasta hace poco ms de dos dcadas,
cuando se vio renovada, remozada y reformulada por la moderna concepcin de la
tectnica de placas, que, aunque con diferencias, le dio la razn a Wegener:
efectivamente los continentes se desplazan, efectivamente son los retazos de un
super-continente inicial, el que Wegener llam Pangea, y que empez a fracturarse
hace trescientos millones de aos y de esa rotura provienen los continentes actuales.
Hace doscientos millones de aos se abri el Ocano Atlntico y Europa se separ de
Amrica del Norte, y frica de Amrica del Sur. Australia y la Antrtida se alejaron
hace cincuenta millones de aos; hace slo treinta y cinco la India choc con Asia y
se incorpor a ella; hace diez, empez a abrirse el Mar Rojo. Amrica del Norte y
Sudamrica se unieron, para bien o para mal, hace solamente dos millones de aos.
Comparados con la historia de la Tierra, todos estos movimientos son casi
recientes: el mismo Ocano Atlntico, con sus dos centenas de millones de aos
parece un recin llegado. La tectnica de placas es una herramienta formidable que
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4. Placas movedizas
una interaccin permanente con el manto, del cual proviene y al cual regresa. El viejo
dicho manto eres y al manto sers tornado encuentra en la tectnica de placas su
ms cristalina realizacin.
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Y en el horizonte vi un volcn que arrojaba fuego como si de l pudiera escapar todo el infierno, y se oa un
tronar que erizaba la piel, y el cielo se oscureci, y pens que haba llegado el fin del mundo, o que algn ser
sobrenatural nos quera enviar un mensaje desde el mundo inferior.
Adso de Reims, Viajes, c. 1285
Mire, me propusieron construir un edificio de cuarenta pisos cerca del crter del volcn Krakatoa, pero
aunque la idea me entusiasmaba, me dio no s qu en cualquier momento el volcn poda entrar en erupcin y
paralizar la obra por meses y meses, aos quizs. As que me desentend con una excusa cualquiera.
Ricardo Gomes Melo, en una entrevista publicada en Arquitetura Hoje, Brasil, 1992
Tanto el consejo de Albert Hayes como la decisin de Ricardo Gomes Melo parecen
bastante sensatos: los volcanes, como los terremotos, son uno de los psimos puntos
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de contacto del hombre con el interior de su planeta. Los fenmenos geolgicos son
normalmente lentos; la formacin de un ocano o de una cordillera se toma sus
buenos millones de aos, pero los volcanes (como los terremotos) son sbitos y
temibles, causan enormes prdidas de vidas, destruyen todo a su alrededor y son
portentosos despliegues de energa: la erupcin del volcn Santa Elena, el 18 de
mayo de 1980, por ejemplo, dur pocas horas, pero la energa liberada fue
equivalente a mil trescientas bombas como la que arras Hiroshima.
Aunque el vulcanismo es un fenmeno con muchas variantes, y hay muchos tipos
de erupciones, un volcn, en el fondo, es un cao directamente conectado con las
profundidades, que nos trae un mensaje terrible del mundo inferior; en ltima
instancia es un lugar por donde el interior de la Tierra irrumpe en la superficie de
manera poco pacfica.
Por el crter de un volcn sale una mezcla pastosa de rocas, total o parcialmente
fundidas y gases en disolucin (el magma), producida a cien o ciento cincuenta
kilmetros de profundidad y que asciende a travs de un conducto volcnico: el crter
del volcn es slo el estadio final del largo viaje del magma y el orificio de expulsin
de las presiones acumuladas. Cuando el magma entra en contacto con la atmsfera,
empieza el desastre: los gases se liberan y las rocas fundidas (lava) salpican y arrasan
todo lo que est a su alcance de manera muy poco agradable.
Los volcanes no estn distribuidos al azar: la enorme mayora est ubicada en el
borde de las placas (es decir, en las zonas de mayor actividad geolgica y donde la
comunicacin corteza-manto es, para decirlo de alguna manera, ms fluida), aunque
tambin pueden encontrarse volcanes aislados en el interior de las placas. Los
volcanes de los bordes divergentes (all donde las placas se separan) suelen ser de
baja explosividad (los volcanes solitarios del interior de las placas comparten este
estilo). En cambio, en los bordes convergentes (donde las placas chocan, se empujan
y se hunden unas debajo de otras) el panorama es muy distinto: los magmas
contienen gases disueltos a altsima presin, que se liberan con genuinas pretensiones
de catstrofe, con explosiones violentas y chorros que pueden alcanzar kilmetros de
altura y recorrer enormes distancias horizontales. Estos volcanes (como los de la
Costa de Fuego, en el Pacfico) no tienen nada de lindo. Incluso puede ocurrir que
despus de una erupcin, al solidificarse la lava, los conductos queden taponados. En
la erupcin que sigue, entre el magma que quiere salir y la lava solidificada que no lo
deja, los gases adquieren presiones pavorosas, que cuando alcanzan el punto de
ruptura producen un verdadero cataclismo. En cuanto a los volcanes aislados en el
medio de las placas, se cree que estn situados cerca de puntos calientes, que son
lugares donde hay corrientes fijas de ascenso del manto. No son peligrosos, en
general.
Pero hay volcanes que son verdaderamente asesinos, y las consecuencias de sus
erupciones han quedado (y quedarn) probablemente en la memoria del hombre. Una
de estas erupciones histricas fue la del Vesubio, en el ao 79, que destruy por
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Y he aqu que el velo del templo se rasg en dos, de arriba abajo; y la tierra tembl; y las rocas se partieron y
se abrieron los sepulcros. El centurin, y los que estaban con l guardando a Jess, visto el terremoto, y las cosas
que haban sido hechas, temieron en gran manera.
San Mateo, 27
La terra trema.
Luchino Visconti.
Durante mis viajes, en ocasiones tem al Lobo Feroz, pero jams a ese o esa tal Virginia Woolf.
Adso de Reims, Viajes, c. 1285
Quizs ya nadie le tema a Virginia Woolf, pero el miedo a los terremotos sigue hoy
tan vigente como en las pocas ms remotas. No hay nada de extrao en esto: los
terremotos no slo son portadores del desastre; en ellos se conmueve aquello que en
el trasfondo de la cultura humana representa lo firme por excelencia: la Tierra.
Todas las religiones antiguas incluan un tem especial referido a los terremotos:
para la mitologa griega, el responsable era Poseidn, titular de las aguas, que en las
frecuentes rencillas interdioses (que cada tanto convertan al Olimpo en un
conventillo) sola conmover la tierra firme y agitar las montaas como muestra de
furor. En la versin japonesa, la oficina de terremotos estaba a cargo de Na-no-Kami,
que tambin se ocupaba de la fertilidad y de los minicomponentes, y americanamente
hablando, en el centro de Colombia existi alguna vez un tal Chibchacum, que
llevaba la Tierra sobre sus hombros. Cada vez que Chibchacum se cansaba de su
postura y pasaba la Tierra de un hombro a otro, los colombianos tenan terremoto en
puerta.
Aunque la moderna explicacin sobre el origen de los terremotos es diferente,
estos siguen siendo la zona ms violenta de relacin entre el hombre y la geologa.
Los terremotos asuelan ciudades y dejan vastas regiones en ruinas, causan miles de
vctimas y privan de vivienda y habitacin a otros tantos miles: el panorama de
ciudades destruidas, con la gente acampando en calles y plazas cubiertas de
escombros, con los socorros que no alcanzan, es, desgraciadamente, mucho ms
frecuente de lo que debera ser si se aplicaran los novedosos recursos de la
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arquitectura.
Pero lo cierto es que permanentemente se producen temblores de tierra en
muchsimos puntos de la corteza terrestre, de distinta intensidad y que no salen en los
diarios. Muchos de ellos son levsimos, y slo delicados aparatos son capaces de
registrarlos. En realidad, la tierra firme, geolgicamente hablando, es muy poco
firme, tiene poco de estable, y su caracterstica no es precisamente la quietud.
Obviamente, los terremotos tienen que ver como todo con las placas
tectnicas y las zonas de gran actividad ssmica son aquellas donde las placas estn
en contacto. Efectivamente, las placas pueden chocar de frente o deslizarse de
costado: estos movimientos generan enormes tensiones de la corteza, que en
determinado momento superan la capacidad elstica de las rocas. Entonces, stas se
quiebran, o en los lugares donde hay ya enormes fisuras que separan bloques rocosos
(fallas), estos se deslizan. El terrible terremoto que en 1971 azot a Yungay, Per, y
caus cincuenta mil vctimas, fue el producto de la friccin entre la placa del Pacfico
Este y la de Nazca. Tambin fue un deslizamiento lateral de dos placas, a lo largo del
sistema de fallas de San Andrs lo que origin el terremoto de 1906, que devast
completamente la ciudad de San Francisco, en EE. UU. Y el mayor terremoto
conocido, que tuvo lugar en Lisboa el primero de noviembre de 1755, se debi a la
acumulacin de tensiones que produjo el choque de la placa africana con la que
soporta al continente europeo.
La friccin, rozamiento y colisin entre placas no es, sin embargo, la nica causa
de los temblores de tierra; tambin en el interior de las placas pueden producirse
tensiones que lleven a la rotura de las rocas y por ende a un terremoto: los
movimientos ascendentes de material del manto debajo de los volcanes y la explosin
de gases volcnicos pueden proveer la materia prima para desencadenarlo.
Difcilmente previsibles, los terremotos son parte de la actividad geolgica de la
Tierra: en el fondo, son tan naturales como las montaas.
Sin embargo, ya no estamos inermes ante ellos: la moderna construccin
antissmica ha probado resistir movimientos de tierra totalmente desoladores. En
1985, apenas una semana despus del terremoto que pulveriz la ciudad de Mxico
D. F.; uno similar se abati sobre Japn: no pas nada, ni hubo una vctima. Enojados
o cansados, ni Poseidn, ni Na-no-Kami, ni Chibchacum pueden nada contra un
arquitecto bien preparado.
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Sin el campo magntico terrestre, no podra existir la brjula. Sin la brjula, no se habra descubierto
Amrica. Sin Amrica, no habra existido Marilyn Monroe. Por lo tanto Marilyn Monroe es una de las
consecuencias directas del campo magntico terrestre.
Proverbio norteamericano
El campo magntico, que mueve la brjula y abre los caminos del mar, como
celebran Gunn Serlkirk y Li-Shao Shi, rara vez es noticia, pero el hecho concreto es
que nuestro planeta se comporta como un imn. Y el hecho, tambin muy concreto,
es que no se sabe exactamente por qu.
Un imn enorme, pero muy original. Por empezar, es relativamente dbil:
cualquier imn de los que se compran corrientemente en las jugueteras es cientos de
veces ms fuerte. En segundo lugar, muy viejo: los estudios paleomagnticos (estudio
de rocas que conservan congelado el magnetismo a travs de las eras geolgicas)
indican que ha existido por lo menos durante dos mil setecientos millones de aos, lo
cual es una apreciable fraccin de la historia de la Tierra. Movedizo, adems: la
direccin de la brjula vara espordicamente de un lugar a otro, lo cual obliga a la
sospecha de que el campo est formado por remolinos irregulares, que segn los
minuciosos mapas magnticos de la Tierra que se vienen trazando desde el siglo XVII,
se trasladan lentamente hacia el oeste. Pero esto no es todo: en estos momentos, el
campo magntico de la Tierra experimenta un lento descenso; se debilita, a un ritmo
que, si continuara, lo llevara a desvanecerse en unos tres mil aos.
Sin embargo, el rasgo ms curioso y original de nuestro campo magntico es que
a lo largo de su historia muchas veces se invirti: el polo norte magntico pas a ser
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polo sur y viceversa. Estos cambios de polaridad ocurrieron, en promedio, una vez
cada milln de aos. La ltima inversin tuvo lugar hace setecientos treinta mil aos.
De dnde sale este campo magntico y por qu se comporta as? No est claro,
aunque tiene que ser un fenmeno bastante general ya que el Sol y los dems planetas
tienen cada uno el suyo.
Parece que la respuesta hay que buscarla a tres mil kilmetros de profundidad, en
el esqueleto de hierro que sostiene al planeta: una parte del ncleo (la externa) es
fluida, y la idea generalmente aceptada es que el lento movimiento de ese fluido
metlico (que se arrastra, segn se cree, a razn de unos 90 metros por da, lo cual no
es poco) genera corrientes elctricas que a su vez inducen el campo magntico
terrestre, como si el ncleo fuera una bobina o una dinamo. Es posible.
Sin embargo, cualquier teora o modelo que pretenda explicar el origen del campo
magntico terrestre, debe explicar tambin la deriva hacia el oeste de los remolinos
magnticos y, sobre todo, el aspecto ms original de su conducta: las inversiones de
polaridad. Los estudios paleomagnticos indican que, antes de una inversin, el
campo magntico decae durante unos diez mil aos, se invierte bruscamente, y luego
comienza a aumentar. Y hasta ahora nadie es capaz de explicar ese fenmeno.
Enterradas en el ncleo terrestre, las razones de los caprichos magnticos de nuestro
amable planeta, permanecen todava en la oscuridad. No te gustara descifrar ese
misterio, Luca?
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los tomos del uranio 235 para obtener calor, y lo destruyen (en realidad lo
transforman). Por eso, concluyeron los cientficos, el U235 faltaba.
Y haba razones para pensarlo: la veta de uranio con baja proporcin de U235
contena, adems, rastros de los productos de desecho que aparecen en los reactores
nucleares: los mismos y con la misma composicin.
As se lleg a la conclusin de que en Oklo haba funcionado un gran reactor
nuclear, pero natural, en el que los distintos elementos presentes haban cumplido las
diferentes funciones que son necesarias en los reactores nucleares modernos: por
ejemplo, el agua que queda atrapada en los procesos de cristalizacin actu como
moderador, reduciendo la velocidad de los neutrones para que el uranio se pudiera
fisionar. Salvo los tcnicos, los ingenieros y los operadores, estaba todo.
Esto ocurri en Gabn, frica, cuando Gabn todava no era Gabn, y cuando
frica no era frica, antes de que aparecieran los primeros mamferos, antes de que
el mar se poblara de peces. Hace aproximadamente mil ochocientos millones de aos,
en el perodo precmbrico, funcion un reactor nuclear de una potencia de pocas
decenas de kilowatt (si la potencia hubiera sido mayor, el agua que actuaba como
moderador se habra evaporado), y debe de haber funcionado durante el nada
despreciable lapso de varios cientos de miles de aos.
De paso, el reactor de Oklo sirvi a quienes estudian la manera de disponer de los
desechos nucleares, porque mostr que, en principio, esos residuos no migran y se
quedan donde estn a travs de las eras geolgicas, dato, por cierto, nada trivial.
Es una de las tantas curiosidades que encierra nuestro planeta: frica fue no
solamente la cuna de la humanidad, sino la sede de la primera reaccin nuclear en
cadena que hubo sobre la Tierra. No habra otra hasta mil ochocientos millones de
aos ms tarde, el 2 de diciembre de 1942, en Chicago, Estados Unidos, bajo la
direccin de Enrico Fermi.
Viajar a Oklo, apenas haya estado en el Reino del Preste Juan dijo Adso,
porque el Reino podr abundar en maravillas, pero cosa prodigiosa parece ser
tambin lo que me cuentas.
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Hace girar el agua las turbinas, cayendo desde la alta catarata, pero tambin el vapor
es capaz de hacerlo, y la mayor parte de la electricidad del mundo se produce en
turbinas que acciona el vapor. Mueve el agua las turbinas, cayendo desde la alta
catarata, mueve el joven vapor las turbinas, brotando entusiasta de las calderas. Y
ms all del vapor arde el combustible que le dio calor para ser lo que es; bajo la
caldera brilla el primitivo fuego, arde el carbn o el petrleo, que llevan adentro la
energa de nuestro planeta. Porque uno y otro crecieron en el fondo de la corteza
terrestre.
Los mineros medievales crean que los metales se formaban en el interior de la
Tierra debido a la influencia y a veces a la accin directa de los astros, cuyos
rayos llegaban hasta las profundidades: el Sol generaba el oro, la Luna produca la
plata, Marte fabricaba el hierro y Jpiter el azufre.
Nada de esto es verdad, naturalmente, pero lo que s es cierto es que el
combustible que quemamos en los motores de nuestros autos, y en las usinas trmicas
que generan electricidad, se form lentamente en las profundidades hace cincuenta,
cien o doscientos millones de aos y a partir de la materia orgnica, rica en carbono.
El carbn, el gas, el petrleo, vienen de tiempos remotos, cuando ni la sombra de
nuestra especie se proyectaba en la senda de la evolucin.
Escuchemos, Luca, la historia del carbn:
En las costas pantanosas, all donde un alto espejo de agua mantiene las
condiciones necesarias para evitar la descomposicin total, se acumularon grandes
depsitos de restos de plantas. Diligentes bacterias con visin de futuro quebraron los
componentes celulsicos emitiendo dixido de carbono, agua y metano (el gas de los
pantanos) y aumentando la proporcin de carbono en los residuos. Donde las
condiciones geolgicas fueron favorables, el material, ya transformado en turba,
qued enterrado debajo de capas cada vez ms gruesas de arena, cieno y barro.
Y el tiempo transcurri: lentamente, pasaron las eras geolgicas, lentamente,
como suelen pasar, y elevadas temperaturas y presiones actuaban sobre la turba
enterrada arrancndole oxgeno e hidrgeno y aumentando, lentamente, ms y ms la
proporcin de carbono, que se concentraba hasta convertirse en carbn de piedra, o
grafito, que es carbono casi puro. Si el proceso se daba a grandes profundidades y por
lo tanto con presiones muy altas, el resultado eran diamantes.
Cuando empezaron a crearse los actuales depsitos de carbn, y aunque hay
carbones ms recientes, faltaban ms de doscientos millones de aos para tu
cumpleaos, Luca.
Y sta es la historia del carbn.
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Si el carbn viene de la tierra, el petrleo viene del mar. El carbn se fabric con la
vegetacin terrestre; el petrleo se hizo con el plancton, es decir la fauna marina
microscpica, que tiende a ser ms abundante en las aguas bajas y llenas de nutrientes
de las mrgenes continentales. Hundindose despus de su muerte hasta el fondo
marino, los restos orgnicos fueron preservados de la descomposicin en barros
negros. Un largo perodo de entierro a presiones y temperaturas elevadas transform
los restos en complejas molculas orgnicas que luego se rompieron en hidrocarburos
simples. Y luego, estos hidrocarburos se concentraron y fueron petrleo.
Como la energa no se pierde ni se crea, la que liberan el carbn y el petrleo
tiene que venir de algn lado. Primero, del Sol. Cuando el carbn y el petrleo
estaban vivos, usaron la energa solar para fabricar molculas (armar una molcula,
Luca, es acumular energa en forma qumica). Luego, las presiones y las
temperaturas que las capas de la Tierra ejercieron sobre ellos concentraron ese
carbono (el proceso de concentracin del carbono tambin implica acumular energa
qumica). Y es esa energa tomada primero del Sol y luego de la Tierra la que se
libera durante la combustin, cuando el carbn o el petrleo se queman en las
turbinas; la llama que sale del carbn o el petrleo nos devuelve la energa que la
corteza terrestre emple para fabricarlos, y alimenta los generadores de electricidad
que mueven nuestra civilizacin.
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IV
El Paraso perdido
En el claro de un bosque, me encontr con un viajero vestido con ropas que nunca haba visto yo antes, y
me ley las pginas de un libro que hablaba de los volcanes y los terremotos, del continente del Sur, de los
reactores nucleares, y de cosas del pasado y del futuro como si estuvieran delante nuestro.
ADSO DE REIMS, Viajes, C. 1285
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Aquel da fueron rotas todas las fuentes del grande abismo y las cataratas de los cielos fueron abiertas sobre la
Tierra y hubo lluvia sobre la Tierra cuarenta das y cuarenta noches.
Gnesis, 7, 11
Y las aguas prevalecieron mucho en extremo sobre la Tierra y todos los montes altos que haba debajo de la
Tierra fueron cubiertos.
Gnesis, 7, 19
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Del multiforme diluvio y de los pjaros puedo hablarte, oh libertad!, del arcaico mar de la infancia cubriendo
las flores voraces, entre la hoja roja devorando mis ms bellos insectos verdes. Vegetales, fervores, oh
claridades!, oh favores!, oh libertad!, arcaico mar.
Saint-John Perse
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A lo largo de mis viajes, he aprendido que la Tierra es un gran mecanismo, sin atisbos de comienzo ni final. O
quizs no, quizs sea al revs. Los viajes me han hecho cauteloso.
Adso de Reims, c. 1285
La teora del ocano en retirada fue calma y gentil y un poco triste; haba tenido la
serena belleza del clasicismo; la nueva teora, acorde con la esttica romntica, era
densa y nerviosa; irrumpi como un Sturm und Drang de la geologa y reemplaz al
agua amable por los fuegos infernales y la accin de los volcanes: Neptuno fue
destronado por Plutn, el dios del mundo subterrneo y rey de los infiernos; al fin y al
cabo, los volcanes siempre haban estado ligados al infierno en el imaginario
colectivo.
Amantes del fuego, los plutonistas negaban que el ocano se retirara; es ms,
negaban que hubiera existido jams un gran ocano universal, y negaban que el agua
fuera o hubiera sido fuente de cambio alguno. Aceptaban la idea, muy en boga, y que
ya haba sido utilizada por Buffon, de que la Tierra era el resultado de una enorme
masa ardiente desprendida probablemente del Sol que se enfriaba
paulatinamente; el centro de la Tierra continuaba siendo para ellos una inmensa
fuente de calor y de all vena el impulso geolgico: la tierra firme no era otra cosa
que roca fundida que se haba abierto paso desde el mundo subterrneo y luego se
haba enfriado. Los plutonistas transformaron a los volcanes en la fuerza principal
que mantena las cosas en marcha.
Naturalmente, esto descartaba cualquier conexin con el Diluvio Universal y
desafiaba toda la historia bblica. Lo cual despert no pocas resistencias y escndalo.
Cuando Transactions de la Royal Society de Edimburgo en 1788 public la nueva
teora, su autor, James Hutton (1726-1797), fue acusado de ateo, de negar la
evidencia de la Creacin presente en las rocas y de ignorar la historia del diluvio
catastrfico.
En realidad, no era as: Hutton, que era un caballero del Iluminismo, escocs,
contemporneo y amigo de James Watt (el inventor de la mquina de vapor) y Adam
Smith (el primer gran terico de la economa capitalista), se daba cuenta de que la
teora del ocano en retirada implicaba que la erosin terminara arrastrando toda la
tierra firme al fondo del mar y no poda aceptar que el Creador fuera a convertir la
superficie terrestre en un lugar inhabitable. Por eso, crea que deba haber
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5. El tiempo profundo
tenan que ver con ellos y al lado de las cuales sus propias maneras de percibir el
tiempo no significaban nada.
Y se preocuparon y se angustiaron: no te parece, Luca, que era como para
angustiarse? El tiempo profundo, el tiempo verdadero de la Tierra, pareca reducirnos
a la nada; especialmente, si el pasado haba sido eterno, si, como proclamaban los
uniformistas cuyo triunfo, al publicarse la Geologa de Lyell en 1830, fue completo,
la Tierra era una mquina sin principio ni final.
La resistencia fue tanta que en 1890 nada menos, cuando el historiador Csar
Cant escribi su monumental Historia del mundo, no lo poda aceptar: Desde que
el saber se rebel contra Dios, apel a la ciencia ms antigua y a la ms moderna para
desmentir el relato de Moiss, pero, interrogadas la astronoma y la geologa, con leal
conciencia y ms vastos conocimientos, dispusieron en su favor, y hoy los seis das
son, pues, seis edades de la Tierra, cuya duracin no es dado al hombre calcular, pero
que dejaron de s huellas en el globo. Queda pues confirmada con los progresos de la
ciencia la narracin de Moiss, que no da al hombre ms de siete a ocho mil aos de
antigedad, y es una maravilla para quien lee el Gnesis, su concordancia con los ms
recientes adelantos de la ciencia..
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La Era Secundaria, que negaron los msticos y que intrigaba a los Beatles, que
empez hace doscientos veinticinco millones de aos y termin hace sesenta y cinco
millones, fue la Edad de los Reptiles. Los dinosaurios eran los amos y seores del
mundo: se extendan prcticamente por toda la superficie del globo, caminaban,
nadaban y volaban, coman hierbas y animales, alcanzaban tamaos de pesadilla,
como el Tyrannosaurius Rex, alto como una casa. Parecan eternos e imbatibles. Y sin
embargo, un buen da, hace 65 millones de aos, cuando el ltimo perodo de la Era
Secundaria (el Cretcico) daba paso a la Era Terciaria, se extinguieron y cedieron el
planeta a un nuevo tipo de animales ms pequeos, de sangre caliente y que en vez de
poner huevos, gestaban a sus cras dentro de s mismos: los mamferos.
La desaparicin de los dinosaurios en el perodo K-T (la transicin entre el
Cretcico ltimo perodo de la Era Secundaria y la Era Terciaria) no quit el
sueo a los paleontlogos. Al fin y al cabo, millones de especies se extinguieron a lo
largo de la historia evolutiva de la Tierra, y el caso de los dinosaurios no pareca tener
nada especial. No faltaban razones para aducir que haban llegado a ser demasiado
poco funcionales el tamao gigantesco en relacin a los puntos de apoyo y el
cerebro, o bien que no podan afrontar la competencia de los mamferos, ms giles
e inteligentes, que coman los huevos de las nidadas, y que, por ser de sangre caliente,
podan trabajar de noche. Haba decenas de explicaciones posibles.
Ahora bien, cualquiera fuera la causa, debera haber operado durante un perodo
muy largo. El registro fsil, sin embargo, revelaba un corte abrupto (en trminos
geolgicos) en el perodo K-T.
Lo cual abri paso a las hiptesis de tipo catastrofista; segn ellas los dinosaurios
no se extinguieron debido a la competencia y la seleccin natural, sino que algo los
extingui: algn cataclismo de proporciones (terremoto, volcanes, choques csmicos
y otras variantes) los borr del mapa.
Frente a estos planteos, los gradualistas respondan con calma que los
dinosaurios estaban distribuidos por todo el planeta, y que es muy difcil que una
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catstrofe localizada causara efectos tan generales: era un buen argumento, que
pareca apoyar la hiptesis de que los dinosaurios eran muy capaces de extinguirse
por sus propios medios.
Sin embargo, algunos hechos conspiraban en contra: el primero, es que no slo
los dinosaurios desaparecieron en el perodo K-T, sino una multitud de especies
(segn algunas estimaciones, nada menos que entre el 50 y el 90 por ciento de las
especies del planeta), y por lo tanto, todos los argumentos especficamente
dinosuricos (como el del excesivo tamao) no sirven.
Y ac viene una cosa curiosa, que es la mezcla de la paleontologa con la guerra
nuclear. En los aos 70, a medida que las superpotencias acumulaban megatones y
megatones de armas nucleares cada vez ms escalofriantes, se desarrollaron los
estudios y modelos matemticos que se ocupaban de predecir los efectos a gran
escala de una guerra nuclear. Es decir, lo que verdaderamente pasara en el caso de
que tal guerra estallase.
Las predicciones, para decirlo de algn modo, eran muy poco estimulantes: una
atmsfera llena de desechos radiactivos y polvo levantado por las bombas, que
absorbera los rayos solares, provocando un brusco descenso de la temperatura, y
sumiendo a casi todo el planeta en lo que se dio en llamar el invierno nuclear.
Naturalmente, montones de especies se extinguiran (sin excluir la posibilidad de que
la nuestra tambin). El modelo del invierno nuclear contribuy no poco a la dtente
armamentista (y al fin de la guerra fra).
Tambin a reforzar las especulaciones catastrofistas sobre la extincin de los
dinosaurios. Al fin y al cabo, una guerra nuclear es un fenmeno, si se quiere, local, y
los estudios mostraban que efectivamente un cataclismo local poda provocar un
desastre en todo el planeta. As se barajaron varias posibilidades, como la del choque
de un asteroide contra la Tierra, o la de un perodo de inusual actividad volcnica. En
ambos casos, el polvo levantado o los gases emanados opacaron la atmsfera e
impidieron a los enormes bichos recibir la energa solar que los reptiles utilizan en
una forma directa, emparentndolos en cierta medida con bateras solares, clulas
fotovoltaicas y otros productos de alta tecnologa. Los horribles monstruos que
mantuvieron a raya a todas las otras especies durante doscientos millones de aos,
nada pudieron contra la oscuridad, y se hundieron en el olvido biolgico.
Desde hace una dcada y media, la hiptesis catastrofista sobre la extincin de los
dinosaurios se asienta cada vez ms: slo falta averiguar cul fue exactamente la
catstrofe en cuestin. Hoy por hoy, el choque con un asteroide se disputa los favores
del pblico con el surgimiento de una cadena de montaas y una especial intensidad
de la actividad volcnica.
Lo cierto es que encontrar razones para la extincin de los dinosaurios es uno de
los deportes de moda y que cualquiera haya sido el motivo de la extincin, en el vaco
ecolgico que dejaron tras de s, proliferaron los mamferos. Bajo el reinado de los
reptiles competan con fuertes desventajas, o directamente no podan competir, pero
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7. El nacimiento de la tierra
Los plutonistas y los uniformistas que enfrentaron la teora del gran ocano en
retirada, en muchos casos pensaron que la Tierra era una mquina eterna, en perpetuo
movimiento, sin atisbos de principio ni de final, como sostena Hutton.
Hoy sabemos que no fue as, y que la Tierra empez alguna vez: como todos los
planetas del Sistema Solar, se condens a partir de una nube de polvo csmico
restos de antiguas estrellas que explotaron, que giraba en torno del Sol. En esta
nube original, el polvo empez a aglutinarse en pequeos cuerpos slidos, que
captaron ms material y aumentaron su dimetro, desde unos pocos metros hasta
algunos cientos de kilmetros, chocaron entre s, a veces se partieron y a veces se
fundieron en cuerpos ms grandes. Hace cuatro mil quinientos millones de aos, se
combinaron en los planetas que hoy conocemos: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte,
Jpiter, Saturno, Urano, Neptuno y quizs Plutn (porque Plutn puede haber sido un
cuerpo errante, de vaya uno a saber dnde, capturado por la gravitacin del Sol),
dejando el espacio razonablemente vaco. Todos los planetas del Sistema Solar
nacieron ms o menos al mismo tiempo.
La Tierra empez alguna vez: podemos imaginar a nuestro planeta recin nacido
como una gran esfera de hierro y nquel rodeada de lo que hoy llamamos manto, una
envoltura de piedra fundida, bombardeada continuamente por meteoritos, restos de la
nebulosa originaria. El manto, muy caliente, se mova mucho ms que ahora, y
lanzaba grandes burbujas ardientes que estallaban como volcanes; la superficie de la
Tierra estaba cubierta por un ocano de magma, como si fuera la parte superior de un
caldero hirviente. No haba nadie para verlo, pero han quedado los rastros en las
rocas ms antiguas.
La Tierra empez alguna vez, como una bola hirviente bombardeada por
meteoritos: la lluvia de meteoritos dur quinientos millones de aos, y luego ces.
Pero ya el manto hirviente haba empezado a segregar corteza, la primera corteza
continental y ocenica, y ya se haba empezado a depositar agua en las depresiones.
Cuando termin el bombardeo de meteoritos, la Tierra ya tena un ocano verdadero
ms o menos con la misma cantidad de agua que ahora, esbozos de continentes y una
atmsfera parecida a la actual: el nitrgeno fue emitido por el manto, que tambin
exhal azufre e hidrgeno a travs de los volcanes. Y vapor de agua. Y mucho ms
dixido de carbono del que existe hoy. Eso s: no haba oxgeno, y no lo habra hasta
que apareciera la vida.
Los primeros continentes eran pequeos, finos y quebradizos, pero el magma
trabaj rpido y en quinientos millones de aos ms fabric continentes de granito
ms o menos respetables. Mil millones de aos despus, ya haba continentes
verdaderamente grandes, suficientemente pesados como para, en poco tiempo, partir
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la corteza en pedazos y lograr que esos pedazos se hundieran unos debajo de otros,
volviendo al magma y resurgiendo luego: nacan las placas tectnicas y se iniciaba el
ciclo geolgico; de todos estos asuntos antiqusimos tambin han quedado signos en
las rocas.
La Tierra empez alguna vez, y alguna vez terminar, dentro de muchsimo
tiempo, Luca. Qu ser para entonces de nosotros? Habremos emigrado a otros
sistemas solares? Nos habremos instalado en otro sitio? Son preocupaciones
extraas, miradas hacia el futuro remoto, que producen una rara inquietud.
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V
Un claro en el bosque: el tiempo y el espacio
Atencin, Luca: hay un claro en el bosque, que no figura en los prolijos mapas de hoy, pero s en mapas
dibujados en otros tiempos y lugares, o en los sueos que a veces nos acosan y en la Falsa Geographica de
Apeles de Siracusa; un claro en el bosque al que nos hemos ido aproximando sin saberlo; paso a paso;
golpe a golpe; verso a verso. Encontraremos all a dos personajes que ya intervinieron subrepticiamente en
este libro y, quizs, a otros que intervendrn ms tarde.
Hay algo raro en este lugar.
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Al confn de las tierras frtiles querra ir, para ver al ro Ocano, padre de dioses y de todas las cosas.
La Ilada, canto XIV
El hombre, sentado en el mnimo claro del bosque, donde se abran siete caminos, se
agarr la cabeza con las manos y se puso a llorar suavemente, mientras las lgrimas
mojaban su hbito de peregrino, y as se estuvo varias horas hasta que acert a pasar
por all otro hombre de extraas vestiduras que le pregunt por qu lloraba.
Porque no s cmo seguir dijo el primero. Me llamo Adso.
Adso de Melk? Increble! el viajero pareca verdaderamente muy
sorprendido.
Adso de Reims corrigi Adso. Y busco el Reino del Preste Juan
Adso de Reims dijo el viajero. Adso de Reims. Mmmm Ese nombre
parece puesto a propsito. Evoca cosas.
Quizs es as contest Adso. Y despus de un instante retom el hilo de lo
que vena diciendo. Busco el Reino del Preste Juan y hete aqu que me he perdido,
y llevo ya semanas en este claro, alimentndome de los peces que puedo atrapar y
jugando con las pepitas de oro que crecen junto a los hongos venenosos. En
ocasiones, no puedo dormir, temiendo al basilisco.
Peces en el claro del bosque? pregunt el otro. Pepitas de oro que
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detallado, donde figuran todos los caminos, todas las ciudades Esta hoja de ruta
desciende directamente de los mapas de Ptolomeo. Algn da nadie ser capaz de
salir de excursin sin llevar algo como esto en la guantera de su automvil
Automvil?
Automvil, s dijo el extranjero pero qu es ese ruido? un lobo pas
corriendo, luego se oyeron voces de una nia que hablaba, y enseguida el lobo y
aqu se interrumpe, por un momento, esta historia.
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menos como el mapa de Adso y, como apunt el viajero, bastante poco prcticos:
eran mapas rueda o mapas T-O. Y as: la Tierra se dibujaba como un plato
circular (una O) dividido por una corriente de agua formada por los ros Nilo y
Danubio (se los crea unidos) y el Mediterrneo (la base de la T). El Este est arriba
(de ah eso de orientar los mapas) y ocupado por Asia. A la derecha, abajo, est
frica, y enfrente, Europa.
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Cuntos colores crees que son necesarios para pintar un mapa? pregunt el
extranjero, hojeando su libro. De eso, precisamente, trata este captulo. O
subcaptulo, la verdad es que no s cmo llamarlos.
Qu importa cmo se los llame?
-La palabra subcaptulo no me gusta dijo el viajero. Bueno, llamar a
todos captulo y ya est. En este captulo, pues, se cuenta la historia de esa
pregunta
A ver
Y ley
Luca, ste es otro fragmento de Tom Sawyer en el extranjero, el libro de Mark
Twain, que apareci en torno al asunto de la forma de la Tierra. Es otro dilogo en el
globo en el que viajan Tom, Huckleberry Finn y Jim, esta vez sobre los colores y los
mapas.
Entonces es exactamente como yo haba pensado afirm (Huckleberry Finn)
, el profesor (que dirige este globo) es un mentiroso.
Por qu?
Porque si hemos marchado a esas velocidades, ya deberamos estar fuera de
Illinois, no es cierto?
Naturalmente!
-Bueno, pues estamos todava sobre Illinois.
Y cmo lo sabes?
Por el color. T mismo puedes observar que ni a lo lejos se ve an Indiana.
Te sientes bien, Huck? T puedes ver por el color?
Claro que s!
Explcame eso, si no ests loco como el profesor Qu tiene que ver el color
en este asunto?
Todo tiene que ver siempre con todo, Tom. Illinois es verde, Indiana es rosa. Y
t puedes mostrarme algo rosa desde aqu? No, todo es verde!
Indiana es rosa! Vaya una fantasa!
No es ninguna fantasa, yo lo he visto con mis propios ojos en el mapa; Illinois
es verde e Indiana es rosa
La geografa y las matemticas colaboraron desde chiquitas: al fin y al cabo la
construccin de mapas es una cuestin de geometra. Pero el episodio de los cuatro
colores es una de las historias ms curiosas que compartieron: cuntos colores hacen
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falta para pintar un mapa de tal modo que dos pases que compartan una frontera
comn no tengan el mismo color?
Es evidente que dos colores no alcanzan: la frontera nordeste de la Argentina,
donde confluyen tambin Paraguay y Brasil muestra que hacen falta por lo menos
tres. Pero basta con mirar la frontera que Suiza comparte con Francia, Austria y
Alemania para comprobar que con tres colores tampoco alcanza: en ese caso
particular hacen falta cuatro.
Y cuatro colores? Alcanzarn? La sencilla intuicin dice que s y si el lector
tiene un poco de paciencia podr verificar que en un atlas comn, .cuatro colores
alcanzan para que siempre dos pases con una frontera compartida tengan un color
distinto.
Pero en un atlas comn: no podra existir un mapa intrincadsimo que requiriera
cinco colores aunque a nadie se le haya ocurrido?
En 1852 el problema le fue planteado al matemtico Augustus De Morgan:
podra De Morgan tomarse el trabajo de demostrar matemticamente el sencillo
hecho de que cuatro colores son suficientes para pintar cualquier mapa, por intrincado
que sea, o en su defecto, exhibir un mapa que necesitara cinco?
De Morgan puso manos a la obra, pero se encontr con que resolver el problema
de los cuatro colores era, inesperada y terriblemente difcil: de pronto, el asunto se
convirti en uno de esos escollos contra el cual los matemticos chocan una y otra
vez. Cmo puede ser que no se pueda demostrar algo en apariencia tan simple? El
problema de los cuatro colores se convirti en un dolor de cabeza durante ms de
ciento veinte aos.
Recin en 1913 se avanz un poco, al probarse que cualquier mapa de 22 pases o
menos, se puede pintar con cuatro colores, y en 1950 (cuando el problema llevaba ya
cien aos y se haba convertido en una verdadera especialidad matemtica) se logr
mejorar la performance: cualquier mapa con 36 pases o menos se poda pintar con
cuatro colores. No era mucho adelanto.
Pero veintisis aos ms tarde, finalmente, el problema se rindi: dos
matemticos norteamericanos Kenneth Appel y Wolfgang Haken, de la Universidad
de Illinois, en Estados Unidos que es verde, segn Huck, consiguieron una
demostracin.
Pero lo interesante es que la demostracin de Appel-Haken no es un teorema en el
sentido tradicional del trmino, sino que recurri a las habilidades de las
computadoras: lograron reducir todas las configuraciones posibles (de alguna manera,
todos los mapas posibles) a slo mil quinientas, las examinaron con una computadora
y comprobaron que eran pintables con cuatro colores. En total, usaron unas 1200
horas de computacin para un trabajo imposible de hacer a mano, por lo menos en un
tiempo razonable. Haban pasado ciento veinticuatro aos desde el planteo del
problema.
Esta demostracin experimental es la primera de su tipo: el teorema de los
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Los mapas organizan el espacio dijo Adso. Pero y el tiempo? Dnde est?
Aqu dijo el viajero, dando vuelta una pgina: Consideraciones sobre el reloj, mira. Empieza con una
cita de Plauto y otra de Cortzar.
S de Plauto dijo Adso, he odo hablar de l. Pero Cortzar?
Escucha dijo el viajero.
Que los dioses maldigan al primer hombre que descubri cmo sealar las horas! Y que maldigan tambin a
aquel que invent el reloj de sol para cortar y despedazar de manera tan infame mis das en pequeos trozos.
Plauto
Cuando te regalan un reloj, te regalan un pequeo infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire.
No te dan solamente el reloj, te regalan lo terrible es que no lo saben un nuevo pedazo frgil y precario de ti
mismo. Te regalan la obsesin de atender a la hora exacta en el anuncio por la radio, en el servicio telefnico. No
te regalan un reloj, t eres el regalado.
Julio Cortzar, Historias de cronopios y de famas
Cualquiera que en un cine escuche, cada hora, el desafinado coro de los relojes de
cuarzo, les dar la razn a Plauto y a Cortzar; seguramente. Puede servir de consuelo
saber que el reloj parlante, que da las horas y nos las recuerda aunque no lo miremos
ni queramos, desciende directamente del reloj cuc (hoy felizmente escaso, en
verdad) que irrumpa en las habitaciones con prepotencia ornitolgica. Y que la
preocupacin por la interferencia de los relojes en la vida cotidiana tiene tambin sus
races, por cierto. Mucho despus de Plauto, pero antes de Cortzar, haba quienes
protestaban.
Quienes traen consigo un reloj en el que ven las horas, las medias horas y los
cuartos de horas, pueden servirse de ellos en ocasiones para medir y guardar
compostura en su visita. No obstante, se hace notar demasiado el hombre de negocios
cuando ve el reloj en presencia de otros. Adems, esto es una descortesa hacia las
personas con quienes est usted, tanto ms cuando parece tener compromiso en otra
parte y que se le hace tarde para llegar all. En cuanto a los relojes que suenan,
diremos que son muy incmodos porque interrumpen la conversacin. Por ello es
necesario usar ciertos relojes nuevos que tienen las marcas de las horas y de las
medias tan de relieve que, tantendolas con el dedo, pueden reconocerse sin que haya
necesidad de sacarlos de la bolsa para mirarlos. Estas actualsimas recomendaciones
figuran en un cdigo del buen gusto publicado en Francia en mil seiscientos cuarenta
y cuatro.
Naturalmente, y como ocurre siempre, nadie hace ni hizo jams ningn caso de
los cdigos de buen gusto, y los relojes se introdujeron por todos los intersticios de la
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vida cotidiana: en cualquier comercio uno puede comprar un reloj sumergible hasta
los dos mil metros de profundidad. (Parece obvio que quien decida hacer una
excursin por los fondos martimos necesita sin falta saber la hora para regresar a
casa a tiempo. En el fondo, aunque no del mar, la precaucin es innecesaria: el horno
de microondas, la grabacin del programa de TV, y casi cualquiera de las actividades
que pueden obligar al regreso a tierra firme pueden programarse antes de emprender
la excursin martima).
En realidad, esos relojes que indignaban a los detentadores del buen gusto en
1644 eran los primeros que provean una manera confiable de medir el tiempo.
Los relojes de sol, que irritaban a Plauto, los de agua o arena, eran absolutamente
imprecisos. Hacia fines de la Edad Media, aparecieron relojes mecnicos, que
sustituyeron el agua por la cada lenta de pesas. Estos relojes necesitaban menos
cuidados, y se hicieron ms adaptables a las torres de las iglesias. Sin embargo, no
eran ms exactos que los relojes de agua.
En 1581, Galileo, poco atento a sus oraciones y observando el balanceo de un
candelabro de la Catedral de Pisa, tuvo una sbita inspiracin: un pndulo se tomaba
alegremente siempre el mismo tiempo para cada una de sus oscilaciones,
independientemente de que fueran estas largas o cortas. Haba dado con una manera
de medir intervalos de tiempo pequeos de manera sistemtica.
Pero Galileo en sus experimentos usaba su propio pulso para medir el tiempo y no
lleg a construir un reloj. Quien s lo hizo poco despus y usando el principio de
Galileo, fue Christian Huygens (1629-1695): coloc un pndulo acoplado a un
mecanismo y le agreg una pesa que, al caer, provea a la mquina de la energa
necesaria para evitar que el pndulo se detuviera por friccin o por resistencia del
aire.
Y adis. De ah en adelante, los relojes se hicieron cada vez ms precisos y ms
chicos: se metieron en los bolsillos y en las muecas, en las pantallas de televisin y
en los visores de las videocaseteras de aquellos que optan por no ir al cine para hacer
sonar sus relojes de cuarzo. Hoy en da se mide un millonsimo de segundo, no
digamos con la misma facilidad con que se va al cine, pero s con la que se escala el
Everest, se pone en rbita un satlite artificial o se envan cientos de miles de bits por
segundo a travs de una fibra ptica.
Marc Bloch cuenta la siguiente ancdota medieval: en Mons, durante el siglo XII,
deba tener lugar un duelo judicial. Un solo contendiente se presenta al alba; una vez
llegada la hora novena, que marca el trmino de la espera prescrita por la costumbre,
pide que se atestige la ausencia del adversario. Sobre el punto del Derecho no exista
duda. Pero era en verdad la hora prescrita? Los jueces del condado deliberan, miran
al Sol, interrogan a los clrigos, a quienes la prctica de la liturgia ha dado un mayor
conocimiento del ritmo horario y cuyas campanas lo dividen, de manera aproximada,
en provecho de la generalidad de los hombres. Al fin, el tribunal se pronuncia en el
sentido de que la hora nona haba pasado.
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5. El tiempo cotidiano
Es imposible medir el tiempo que lleva buscar el Reino del Preste Juan. El tiempo escapar para siempre a
nuestra comprensin.
Adso de Reims, Viajes
Aunque las cosas se muevan o estn en reposo, aunque las cosas duerman o estn despiertas, el tiempo sigue
el curso inalterable de su camino.
Isaac Barrow, 1670
El tiempo absoluto, verdadero y matemtico, fluye de modo constante de s mismo y por su propia naturaleza,
sin relacin con nada externo.
Isaac Newton
Una vez que el reloj funciona, se abre otro plazo, los rboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el
tiempo, como un abanico, se va llenando de s mismo y de l brotan el aire, las brisas de la Tierra, la sombra de
una mujer, el perfume del pan.
Julio Cortzar, Historias de cronopios y de famas, 1962
catedral de Notre Dame de Pars intent componer los primeros cantos litrgicos para
tres y cuatro voces simultneas. Pero para escribir esas melodas, haca falta indicar
de alguna manera la duracin de cada nota, para que quienes cantaban las diversas
voces coincidieran. Y eso fue lo que descubrieron los msicos de Notre Dame:
inventaron un estndar de duracin de las notas (la breve, la longa perfecta, que
duraba exactamente el doble que la breve, y la longa imperfecta, un poco ms larga y
de duracin imprecisa), y tambin describieron la duracin de los silencios, que son
los intervalos entre las notas. Ciento cincuenta aos ms tarde ya se introduca una
notacin parecida a la actual, en la que cada nota duraba el doble de la anterior.
Medir pequeos trozos de tiempo; era una nueva idea, que incluso tuvo sus
resistencias: el papa Juan XXII conden a aquellos que se preocupaban demasiado
por la medicin del tiempo. Haba empezado una verdadera revolucin, la misma
que, con el perfeccionamiento de los relojes, nos permite decir hoy que ciertas
partculas atmicas viven, antes de desintegrarse, un millonsimo de millonsimo de
segundo, y que nos permite cronometrar el tiempo que tarda alguien en correr los cien
metros llanos. Y todo surgi de la msica.
No s si es estrictamente verdad, pero es una bella teora: la msica inventando el
tiempo que marca el ritmo de nuestras vidas.
Pero me han contado que distintos tiempos hay sobre la Tierra dijo Adso.
Y se unificaron dijo el viajero. Si queremos
Entra Lavandera 1ra.
LAVANDERA 1ra:
LAVANDERA 1ra.:
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LAVANDERA 2da.:
LAVANDERA 1ra.:
LAVANDERA 3ra.:
(Salen, aunque por un momento se escuchan sus voces, que van desvanecindose
de a poco).
Abedul, arrayn,
miguita de pan.
Arrayn, abedul,
de tu camisa azul.
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El misterio del Tiempo, que alguien defini como la imagen mvil de la eternidad, slo podr resolverse
con un par de lneas frreas que crucen todas las Tierras Conocidas. Siguiendo al gran Parmnides, la ontologa
del tiempo y la ontologa del ferrocarril son la misma cosa.
Fragmento atribuido a Anaxgoras de Clmene, s. III a. C.
coordinada y todas las horas locales mantienen una relacin precisa con la Hora
Universal, que es la del meridiano de Greenwich, controlada por la Oficina
Internacional de la Hora, en Francia; all se miden cuidadosamente los segundos con
un reloj atmico y se establece el Tiempo Atmico Internacional.
Pero hasta hace muy poco tiempo y hablamos del siglo pasado, todo el
asunto de las horas locales y las diferencias horarias era un problema. A pesar de que
se construan relojes cada vez ms precisos, que daban las horas con errores de pocos
minutos, a pesar de que haba relojes de bolsillo solamente al alcance de los ricos,
dicho sea de paso, cada lugar se rega por su propia hora solar, medida mediante
combinaciones de relojes de sol y mecnicos: poda haber diferencias de cinco, diez
minutos, media hora, entre ciudades muy prximas. Apenas se aceleraron las
comunicaciones este sistema empez a hacerse muy molesto.
Cuando en 1784 se estableci un sistema regular de transporte pblico en
Inglaterra, que pretenda ser puntual, el tema de las horas locales empez a interferir
hasta tal punto que cada carruaje llevaba un reloj que permita al conductor perder o
ganar tiempo para llegar puntualmente a los lugares segn el tiempo local. Las cosas
se complicaron an ms cuando en 1829 la locomotora de Stephenson mostr que por
primera vez se haba creado un aparato capaz de correr ms rpido que los caballos:
casi enseguida, una red de lneas frreas se extendi por Inglaterra y luego por
otros pases de Europa, permitiendo el viaje masivo.
Los primeros ferrocarriles simularon respetar la anarqua horaria en Pars, por
ejemplo, los relojes que estaban afuera de las estaciones, que marcaban la hora local,
estaban adelantados cinco minutos con respecto a los de adentro, que daban la hora
de Rouen, cabecera de la red ferroviaria. Dentro de los trenes, el control del tiempo
era responsabilidad exclusiva del maquinista. Los ferrocarriles se desentendieron del
asunto y al principio no hicieron nada: estaban esperando su oportunidad.
Porque los ferrocarriles, que redisean el espacio y se asientan firmes sobre sus
bases de hierro, son proclives a la filosofa y muy sensibles al tiempo mucho ms
que las, diligencias, o los navos; hay cambios de va y controles que hacer en
determinado momento: necesitan desembarazarse del embrollo de las horas locales.
Aunque nadie lo advirti, los trenes transportaban el tiempo de un sitio a otro,
mezclndolo; a mediados del siglo pasado, ya haban conseguido que en Inglaterra se
unificara el horario ferroviario, tomando como base la hora medida en el meridiano
de Greenwich (el GMT, Greenwich Mean Time). Pocos aos ms tarde, los
ferrocarriles dieron un paso ms audaz y consiguieron que casi todos los relojes
pblicos de Inglaterra marcaran la hora de Greenwich. Eran los tiempos en que el
telgrafo conectaba instantneamente todos los lugares de Europa primero, y luego
Europa y los Estados Unidos, cuando en 1858 se instal el primer cable
transatlntico.
Pero los ferrocarriles no haban terminado su tarea: en 1880, lograron establecer
la hora de Greenwich como hora legal en toda Inglaterra. Y cuatro aos despus,
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7. Termina el dilogo
Raro es lo que he sentido mientras leamos sobre el espacio y el tiempo dijo Adso
. No acierto a comprenderlo y mi imaginacin no lo abarca.
Es que este mismo captulo es una fractura en el espacio y el tiempo. Muchas
cosas se cruzaron aqu: personajes, captulos, nosotros mismos.
Hubo unos instantes de silencio.
Seguiremos leyendo? pregunt Adso.
-S contest el viajero. Empezamos con Un soplo de vida.
Un soplo de vida dijo Adso. Siempre me ha intrigado el misterio de lo vivo,
tan por encima de la materia inerte. Qu me dirs ahora? Debo confesarte que
nunca pens que yo, Adso de Reims, en el curso de mi viaje en busca del Preste Juan,
escuchara estos relatos sorprendentes sobre ferrocarriles, telgrafos y volcanes.
-De alguna manera dijo el viajero, estaba anunciado, captulo tras captulo,
con citas y conversaciones, que terminaramos encontrndonos en este claro del
bosque. Yo lo saba.
Lo sabas? pregunt Adso con extraeza. Cmo podas saberlo? y
luego de un momento. Pero quin eres y cmo te llamas?
Yo tambin soy un viajero dijo el viajero, casi redundantemente.
Como tal apareciste contest Adso. Y hacia dnde vas?
No lo s dijo el viajero. Verdaderamente, yo no lo s.
Y Adso murmur en latn:
Cuando emprendas tu viaje hacia Reims
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
Que sean muchas las maanas de verano
en que llegues con qu placer y alegra!
a un claro del bosque nunca visto.
Ten siempre a Reims en tu pensamiento.
Tu llegada all es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos aos
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VI
Un soplo de vida
Un soplo de vida dijo Adso. Siempre me ha intrigado el misterio de lo vivo, tan por encima de la
materia inerte. Qu me dirs ahora?
Curiosidades del planeta Tierra dijo el viajero, rocas y montaas, placas tectnicas y ferrocarriles
que unifican el tiempo. Y ahora, un soplo de vida, la vida, probablemente lo ms curioso que ocurre en
este mundo.
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Puesto que la Tierra empez alguna vez, la vida tambin tiene que haber empezado
en algn momento, y en ese momento originario, algo que no era todava vivo dio
paso a algo que s lo era. Alguna vez, el foso que separa lo vivo de lo inorgnico tuvo
que ser cruzado por la naturaleza. Cmo se dio este paso sigue siendo un misterio;
bilogos y qumicos lo acechan, lo rodean y se acercan, aunque no pueden descifrar
ese paso final (o inicial). Retroceden hacia el pasado, lejansimo, cuando la Tierra era
joven, los continentes recin se haban formado y en la atmsfera no haba oxgeno;
entonces, en algn momento (gracias a la falta de oxgeno, que se hubiera combinado
con ellos, y a la energa solar), se armaron los primeros bloques qumicos necesarios
para la vida, que ms tarde se ensamblaran en molculas ms complejas: el ADN
(cido desoxirribonucleico) y el ARN (cido ribonucleico), que tienen la increble
habilidad de fabricar rplicas de s mismas a partir del medio circundante. Es posible
que las primeras cadenas de ADN y ARN fueran prototipos que se replicaban con
mltiples fallas, pero aquellas molculas que lo hacan mejor eran ms estables y
permanecan, perfeccionando una y otra vez sus facultades replicantes, y
preparndose para el paso siguiente: armar las primeras clulas, que segn se cree
ocurri en depsitos de agua poco profundos y remotos.
De alguna manera, que por cierto dista de ser clara, un da, cuatro mil millones de
aos atrs, las primeras clulas flotaban en la sopa primordial de una Tierra, cuyos
contornos conservaban an la impronta de los orgenes, y competan por los
alimentos, es decir, por los compuestos que utilizaban para sobrevivir y reproducirse.
De all en adelante, empezaron a funcionar los mecanismos de la evolucin, que en
pocos captulos descubrir Darwin. Cuando aparecieron las plantas y se desarroll la
fotosntesis, el oxgeno libre empez a poblar la atmsfera y a lento, pero firme paso,
la vida continu su marcha, se diversific y dio paso a la multiplicidad de las
especies.
Pero hay un dato interesante que surge de las nuevas investigaciones que se
acercan cautelosamente al origen: todos los organismos vivos que existen ahora en el
planeta, sin excepcin, descienden de una sola clula.
De una sola clula, Luca: todos los seres vivos, desde los elefantes hasta las ms
simples bacterias.
Hay una razn para pensarlo: el cdigo gentico, que est inscripto en el ADN y
transmite los rasgos hereditarios, es el mismo en todos los seres vivos. Pero ese
cdigo gentico es arbitrario: no era forzoso que fuera precisamente ste, ni que las
primeras clulas que se formaron lo compartieran necesariamente, o que lo tuvieran
que adoptar por necesidades qumicas o vitales. No hay ninguna posibilidad o la
posibilidad es tan remota que no se puede tomar en cuenta de que, por casualidad,
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el mismo cdigo haya surgido en distintos lugares, del mismo modo que es imposible
que dos personas, independientemente, combinando a su gusto puntos y rayas, se
fabriquen dos cdigos Morse idnticos.
Si el cdigo gentico es el mismo en todos los organismos vivos, la nica
explicacin posible es que todo descienda de una sola clula, que por alguna razn,
probablemente casual, se impuso a las dems, pudo multiplicarse ms rpidamente,
diversificarse con ms eficacia y transmitir el cdigo a sus descendientes.
Una sola clula dio origen a todos los seres vivos del planeta, Luca, una sola
clula originaria.
seal anuncia que empieza el mensaje gentico: adenina, adenina, adenina, timina,
guanina, citosina, guanina, adenina (o ms abreviadamente AAATGCGA) y as
durante varios cientos (o miles) de nucletidos, hasta que una nueva serial anuncia el
fin del mensaje, y una ltima y cuarta seal informa a quien corresponda que all
termina el gen, y que a continuacin viene un gen distinto.
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2. Eva o Adn?
Una vieja creencia sostena que el huevo de la gallina, an sin fecundar, encerraba
una gallina en miniatura, que a raz de la incubacin y el aporte inmaterial del gallo,
desarrollaba sus posibilidades hasta convertirse en un ejemplar adulto. Esta teora
preformacionista se enfrentaba con la epignesis, segn la cual los seres vivos se
desarrollan a partir de tejidos indiferenciados. La polmica era algo terica, pero la
invencin del microscopio cambi todo en la biologa, y durante el siglo XVII,
generaciones de microscopistas se inclinaron sobre las lentes para describir y dibujar
los nuevos mundos hasta entonces desconocidos: se vieron los microorganismos que
pululaban en una sencilla gota de agua, el ojo compuesto de los insectos, y las
invisibles y delicadas formaciones de una tela de araa. Y la fina composicin del
cabello humano y la semilla de la naranja; se vieron los glbulos rojos y las bacterias
y se vieron los vasos capilares, y se vieron (y no se comprendi) la universalidad de
las clulas, la compleja estructura del gusano de seda (al que se crea desprovisto de
rganos) y el multiforme diseo de la pluma de un ave y de la escama de un pez.
Fue Marcello Malpighi (1628-1694), uno de estos grandes microscopistas, quien
la emprendi con el embrin de pollo fecundado. Ya sus precursores renacentistas
haban observado las etapas evolutivas del embrin desde la aparicin de la primera
estructura hasta su transformacin en ave: sin embargo, fue Malpighi el primero que
hizo una observacin sistemtica y a fondo. Pero basado en una utilizacin incorrecta
de muestras, lleg a una conclusin que reforzaba la hiptesis de la preformacin, y
crey que el embrin exista en el huevo antes de que la gallina lo incubara, la
gallina est presente en el huevo. Esto es, el germen femenino contiene todo el ser
futuro en reduccin microscpica, y su transformacin en ejemplar adulto no es ms
que un desarrollo de lo ya existente. Jan Swammerdam (1637-1680), otro gran
microscopista que rechaz la teora de la generacin espontnea, explor a fondo la
anatoma de los insectos y muri loco, adhiri fervorosamente a esa idea: crey
que los huevos de mariposa encierran, en tamao microscpico, mariposas
completamente formadas, que a su vez, y justamente por estar completamente
formadas, encierran en sus huevos nuevas mariposas ultramicroscpicas, y as
siguiendo. Imprudentemente, Swammerdam generaliz el argumento a todas las
formas de vida, incluyendo el hombre: toda la humanidad, pasada y futura, haba
estado encerrada, en tamaos cada vez ms reducidos, en los vulos de Eva; los
partidarios de esta teora se llamaron ovistas.
Pero hete aqu que en 1675, un estudiante de medicina holands, Johann Ham,
tuvo la idea pionera de poner lquido seminal humano bajo la lente de un
microscopio, y llam la atencin de su maestro Van Leeuwenhoek sobre la multitud
de seres que all vea. En 1677, Van Leeuwenhoek comunicaba a la Royal Society de
Londres que en el semen he visto una multitud de animalculos, ms de mil,
movindose en un pequeo volumen. El descubrimiento de los espermatozoides
caus sensacin: grandes reyes como Luis XIV y Carlos II de Inglaterra se inclinaron
sobre el microscopio para verlos.
Pero aquellos animalculos (como se los llam en la poca) que gozosamente
nadaban en el lquido seminal destruyeron la arraigada idea de que la contribucin
masculina a la procreacin no pasaba de algo inmaterial y simblico, que el hombre
slo infunda un aura que ayudaba a desarrollar las potencialidades del vulo;
ahora era evidente que el hombre, modestamente, tambin haca su aporte, a travs de
un lquido que distaba de ser estril. Los ovistas se vieron ante un sorpresivo e
impensado obstculo. Dada la existencia concreta de los espermatozoides, qu papel
jugaban estos si todas las generaciones, unas dentro de otras, estaban completamente
preformadas dentro de cada vulo? Los animalculos cuajaban difcilmente con la
preformacin.
Y sin embargo, la historia de la ciencia tiene sus vueltas. En lugar de abandonar la
preformacin por la epignesis y aceptar que los seres se desarrollan a partir de
tejidos indiferenciados, se produjo una curiosa inversin: en vez de considerar que
todos los seres humanos estaban perfectamente encajados unos dentro de otros en los
vulos femeninos, se pens que estaban encajados unos dentro de otros en los
espermatozoides masculinos. Algunos microscopistas de imaginacin aseguraron
haber visto, a travs del microscopio, homnculos, hombrecitos completos dentro de
los animalculos. Naturalmente, esos homnculos tenan sus propios
espermatozoides en miniatura, dentro de los cuales otros homnculos esperaban su
turno, y as hasta el fin de los tiempos: la humanidad ya no haba estado contenida en
los vulos de Eva sino en el semen de Adn. La polmica entre ovistas y
animaliculistas fue spera y larga y termin recin hacia fines del siglo XVIII,
cuando el perfeccionamiento del microscopio y el desarrollo general de la biologa
decidieron el triunfo de la epignesis y relegaron la preformacin a la coleccin de
creencias olvidadas.
3. Lamarck
Nada me ha asombrado tanto durante mis viajes como la infinita variedad de las especies.
Adso de Reims, Viajes, c. 1285
La absoluta fijeza de las especies ha sido verificada y confirmada una y otra vez por los ms lcidos naturalistas;
nada importan las divagaciones de aquellos que extraviada su razn sostienen que los antlopes pueden
convertirse en jirafas, o que las especies pueden transformarse por mtodos manifiestamente turbios.
Encyclopedia of Spurious Science, Tomo XI, 1840, 1850, 1899
En el cruel Bestiario imaginado por Roman Weizacker a fines del siglo XVIII,
expuesto en su Sistema general del mundo, que conoci el deleite de doce ediciones,
el favor de oscuras sectas y la no menos importante elegancia del olvido, los animales
del planeta se dividan en cuatro clases: salvajes, semisalvajes, aves y peces.
Obnubilado por influencias milenaristas, este seudofilsofo consider sus cuatro
categoras como eternas e inamovibles, despreci las plantas (que incluy en un
Recuento del mundo mineral) y sobrestim al hombre, a quien concedi un tomo
completo (de los veintitrs que componan el Sistema), bajo el muy dudoso rtulo De
las cosas divinas. La verdad es que el Sistema de Weizacker no tena la ms mnima
chance: no slo pretenda retrotraer la biologa a una etapa previa a Aristteles, sino
que tropezaba con la creciente conciencia de que algo deba haber cambiado en el
reino de lo viviente a lo largo de la historia del mundo, y que la doctrina de la fijeza
de las especies necesitaba una urgente revisin.
Por un lado, la acumulacin de fsiles requera una explicacin: los progresos de
la anatoma comparada permitan reconstruir la torva figura de animales que, puesto
que no existan, tenan que haberse extinguido alguna vez. La eternidad de las
especies, por lo menos, era puesta en tela de juicio. Por otro lado, la incipiente
geologa haca de las suyas: liberaba a nuestro planeta de las ataduras que fijaban el
comienzo de su existencia alrededor del ao 4000-5000 antes de Cristo y sealaba
como habra de cristalizar en la Geologa de Lyell en 1830 que los procesos
terrestres eran lentos, lentsimos, y que la historia de la Tierra no se meda en miles
sino en millones de aos. En una historia tan larga, procesos de cambio y emergencia
de especies podan, al fin de cuentas, haber ocurrido.
Pero la doctrina de la fijeza de las especies, que sostena la imposibilidad de
cambio y que las especies haban sido fijadas por algn ser superior de una vez y para
siempre y que por lo tanto no tenan ninguna posibilidad de evolucionar, o de
transformarse en especies distintas, no se rindi fcilmente: al fin y al cabo era
toda una visin del mundo. El intento ms serio por salvarla y dar cuenta al mismo
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tiempo de la existencia de los fsiles fue hecho por Cuvier (1769-1832): sucesivas
catstrofes (inundaciones) a lo largo de la historia del planeta haban borrado casi
toda la vida existente sobre l, dejando slo rastros (los fsiles, precisamente), tras lo
cual nuevas especies creadas, o preservadas del desastre por alguna razn, se haban
extendido por todo el planeta. De alguna manera, era un compromiso: significaba
bajar las banderas, pero no admitir la derrota.
Ms tarde, en las solitarias tardes de Inglaterra, ley a Malthus, que sugera, como
ya lo haban hecho el falso Balduino y Anastasio Arepago, que los hombres eran
ms numerosos que los alimentos, y competan tenazmente por ellos. Este enunciado
banal le entreg el concepto clave de la evolucin: la seleccin natural.
De la multiplicidad de animales de una especie que nacen, slo una parte
sobrevive a la lucha por la existencia y llega a poder reproducirse. Ahora, cada
camada presenta variaciones puramente estadsticas, habr ejemplares ms y menos
fuertes, con un color ms y menos propicio al mimetismo, ms y menos giles, con
mayor o menor capacidad alimenticia, etc
Aquellos con un carcter ms adaptativo, tendrn mejores posibilidades de
sobrevivir y reproducirse, y como el carcter no es adquirido sino natural, lo
transmitirn a sus descendientes. En sucesivas generaciones, la seleccin actuar
nuevamente en favor de ese rasgo, que tender a hacerse predominante. Estos rasgos
diferenciados, cuando se acumulan, a travs de las eras, terminan por dar lugar a una
nueva especie. No es que el antlope de Lamarck estirara su cuello hasta convertirse
en jirafa, es que para continuar con el ejemplo aquellos antlopes, que por
razones estadsticas tenan el cuello un poco ms largo, podan alimentarse mejor,
tenan en consecuencia ms chances de procrear una descendencia que, como se
trataba de un rasgo natural y no adquirido por estiramiento, nacera con cuellos
ms largos. Esta operacin, repetida al comps de las generaciones, ira lentamente
alargando los cuellos hasta dar, eventualmente, una jirafa. La publicacin en 1859 de
El origen de las especies (que, dicho sea de paso, se agot en un solo da), donde se
expuso por primera vez el mecanismo de la seleccin natural, capaz de explicar la
larga lnea que va desde el primer balbuceo de vida hasta las formas ms
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5. Divagaciones darwinianas
6. Milonga darwiniana
Milonguita darwiniana
de los pies a la cabeza
se sabe cundo termina
pero nunca cundo empieza.
En el barrio de Pompeya
muy cerca de donde estn
las vas, hubo un malevo
apellidado Galvn.
Como un rey en la milonga
y una luz con el facn
a Galvn lo fascinaba
la ley de la evolucin.
Qu grande fue Charles Darwin!,
reflexionaba el malevo,
se puede decir que l solo
fabric el mundo de nuevo.
Y en medio de la milonga
mandaba parar la cosa
para mandarse un discurso
medio en verso y medio en prosa.
Le deca al malevaje:
Escuchen esta teora
que es el punto culminante
de toda la biologa.
Si por i se retobaba
la audiencia desconcertada
los mantena en un puo
clavandols la mirada
Deca: nunca sabemos
si algo est bien o est mal
eso el tiempo lo decide
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en el barrio de Pompeya
cuando la noche est oscura.
7. Neodarwinismo
rasgo que se apareaban entre s, perpetundolo, pero la solucin era ms bien oscura
(por ejemplo: de dnde salan poblaciones enteras con un rasgo nuevo?). La falta de
una teora sobre la herencia constitua sin duda el flanco dbil de la concepcin
darwiniana. Sin embargo, y aunque nadie lo supiera, exista una respuesta. Georg
Mendel, un monje austraco, haba descubierto las leyes de la herencia. Pero las
public slo diez aos despus de El origen de las especies en una oscura revista
donde permanecieron olvidadas durante cincuenta aos.
El redescubrimiento de los trabajos de Mendel y la fundacin de la gentica
echaron una nueva luz sobre el darwinismo: si los caracteres pasan de generacin en
generacin inmodificados, mediante unidades de herencia que se llamaron genes
(aun sin saber qu eran exactamente), el punto oscuro de la teora de Darwin quedaba
aclarado. Los genes sufren cada tanto leves cambios al azar (mutaciones), que
implican pequeas modificaciones de los rasgos que transportan. Cuando se produce
la mezcla de portadores de caracteres buenos y malos, estos no se promedian en
la descendencia, sino que permanecen en el nuevo individuo, de manera manifiesta o
no. La seleccin natural desecha a los portadores de genes con modificaciones
malas y conserva a los que tienen genes buenos, expandindolos en el acervo
gentico de la especie. As, con la gua aportada por la gentica y no sin duro
trabajo, entre 1930 y 1940 se elabor la Teora Sinttica (o sntesis neodarwiniana),
que nuevamente dio una explicacin acabada de la evolucin natural mediante los
mecanismos mendelianos de la herencia, y que uno de sus notorios constructores,
Theodosius Dobzhansky, resumi as: Evolucin es un cambio en la composicin
gentica de las poblaciones. Con la nueva sntesis, otra vez pareci que el problema
de la evolucin estaba terminado, y que los problemas restantes seran solucionados
por la nueva gentica de poblaciones. Pero era slo un respiro: en muy poco tiempo
hubo que empezar otra vez, ante la avalancha de la biologa molecular.
8. El equilibrio puntuado
Todos descendemos de una sola clula balbuce el hombre. Tena las ropas
destrozadas y la mirada perdida, despus de atravesar aquel pramo de arena caliente.
Los beduinos, que lo haban recogido cuando ya desfalleca, llevronlo a la tienda de
su jefe, Abderramn Tarij al-Shekerit, donde le dieron a beber leche de coco, lo
obsequiaron con dtiles y miel, le preguntaron quin era, y qu haca en aquel lugar
remoto. El hombre cont que un azar quizs digno de otro nombre lo haba
arrastrado a predicar su verdad en el desierto: Todos descendemos de una sola clula
y nos fuimos diferenciando por seleccin natural.
El jefe no pareci sorprenderse, pero a su hijo un nio, quizs le brillaron los
ojos y ese resplandor lo anim a continuar. Les habl de Darwin y la evolucin de las
especies: Alguna vez fuimos pequeos primates, que habitaban los bosques, y antes
aun fuimos reptiles, o anfibios, o animales que poblaban el mar nadie se
conmovi ante palabras como bosques o mar. Les habl de Mendel y la
gentica, y desarroll detenidamente la sntesis neodarwiniana. Afuera, el desierto se
entregaba disciplinadamente a la noche. Alguna fiera aullaba y se escuchaba,
tambin, el traqueteo de un camello. Y sta es, oh jeque! dijo, la Teora
Sinttica.
S dijo Abderramn Tarij al-Shekerit. La Teora Sinttica es rica en
grandes logros, pero debes saber que mi tribu defiende el puntualismo.
El puntualismo? pregunt el hombre.
Por supuesto contest el jeque. Seguimos de cerca los trabajos de Niles
Eldredge del American Museum of Natural History y de Stephen Jay Gould de la
Universidad de Harvard. Como sin duda sabrs
Pero el hombre no saba, y el jeque explic: el registro fsil ofrece numerosos
baches. Muchas veces no aparecen los lentos eslabones de especie en especie que
requiere la Teora Sinttica. Los neodarwinistas explican esto, ya lo s, pero la
hiptesis de Gould y Eldredge sostiene que si esos baches existen es porque la
evolucin no trabaja de la manera gradual y continua que postula el neodarwinismo,
sino que tiene perodos de actividad muy intensa, seguidos por largas pocas de
estancamiento. El registro fsil es irregular. Nosotros sostenemos que eso ocurre
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La gran sntesis neodarwiniana, que en la primera mitad de este siglo logr conciliar
la gentica con la teora de la evolucin, giraba, hasta cierto punto en el vaco. Si bien
haba quedado establecido que los genes eran las unidades y los portadores de la
herencia, y se los haba logrado ubicar en los cromosomas presentes en el ncleo de
cada clula, nadie saba exactamente de qu estaba hecho un gen. En 1954 Watson y
Crick encontraron, finalmente, la estructura de los genes: grandes y largas molculas
de ADN (cido desoxirribonucleico) enrolladas en forma de doble hlice. Este
descubrimiento es el hecho central de la biologa en el siglo XX, y naturalmente abri
un nuevo captulo que con justicia se llam biologa molecular, y entre muchsimas
otras cosas oblig a replantear en niveles ms profundos la teora sinttica de la
evolucin.
Porque si la Teora Sinttica postulaba modificaciones (mutaciones) que daban
lugar a la aparicin de un nuevo gen, que luego, seleccin mediante, se extenda por
el patrimonio gentico de la especie, la lupa provista por la biologa molecular exiga
ahora una explicacin y una explicacin molecular de por qu y cmo
evolucionan y se modifican los propios genes. La palabra mutacin mostr su
enorme complejidad: al lado de las mutaciones puramente al azar, aparecieron otros
mecanismos portadores del cambio y la evolucin gentica. Por ejemplo, la
duplicacin en tndem de partes de un gen, o la fusin de diversos genes para formar
un gen nico (y nuevo). O la extraa aparicin de informacin gentica cruzada:
genes de una especie que aparecen en otra independiente y no conectada mediante
una cadena evolutiva. (Aunque se sospecha que los agentes de esta transmisin
informativa son pequeos trozos de ADN circular conocidos como plsmidos,
capaces de acarrear material gentico de una especie a otra, este fenmeno todava
permanece en la oscuridad).
Toda la avalancha de nuevos datos moleculares multiplic las discusiones y
tendencias entre los evolucionistas. Algunos investigadores sostienen que, a nivel
molecular, los cambios no se producen mediante el puro azar que postula la Teora
Sinttica, sino que habra alguna especie de determinismo en algn remoto sentido
lamarckiano capaz de guiar la evolucin del ADN. En el otro extremo, la teora
neutralista del japons Motoo Kimura sostiene que es el puro azar el que gobierna la
propagacin de un gen nuevo o modificado en una poblacin, y que la seleccin
natural no juega ningn papel central, lo cual implica un serio cuestionamiento a la
Teora Sinttica. A su vez, entre quienes aceptan el lugar central del mecanismo de
seleccin natural, las aguas se dividen apenas aparece la pregunta: seleccin natural
entre quines? Para el darwinismo tradicional y el neodarwinismo, entre individuos.
Stephen Jay Gould, Niles Eldredge y otros partidarios del equilibrio puntuado se
inclinan por la seleccin natural entre especies. En el otro extremo, Richard Dawking
sostiene que la lucha por la existencia y la supervivencia del ms apto se da de
manera exclusiva entre genes, y que toda envoltura, como las clulas o las
complicadas estructuras biolgicas de nuestros cuerpos no son sino artimaas de los
genes para asegurar su permanencia: La gallina no es sino el medio que tiene un
huevo para garantizar otro huevo, deca en el siglo pasado Samuel Butler.
As, la teora de la evolucin est en un fecundo momento de expansin,
crecimiento, confrontaciones y discusiones, sugerencias, experimentos y rplicas.
Esta posicin sostiene que todas las objeciones pueden ser subsumidas en una Teora
Sinttica levemente modificada; aqulla, que los cambios deben ser radicales; la de
ms all, que hay que revisar de manera completa todos los resultados de la gentica
de poblaciones. De una manera o de otra, las corrientes del evolucionismo actual se
encaminan, a marcha forzada, hacia una nueva sntesis. Fiel a su nombre, la teora de
la evolucin parece un objeto vivo, que cambia y se transforma. De la pionera
prehistoria lamarckiana a la genial concepcin de Darwin, de Darwin a la Teora
Sinttica, de la Teora Sinttica a las diversas posturas que gener la biologa
molecular, ha demostrado una gil versatilidad, una profunda capacidad de
adaptacin y una serena belleza. El vigoroso mecanismo que transform las primeras
y tmidas molculas capaces de duplicarse en el multiforme, panorama de las
especies, que incluyen seres que piensan viajar a las estrellas, no se conoce todava
perfectamente. Pero nos acercamos cada vez ms, y sentimos el estremecimiento que
produce contemplar la vida reproducindose, perpetundose y cambiando a travs de
los eones.
VII
El futuro de la Tierra
El futuro de la Tierra dijo Adso. Qu puede pasar? El Sol saldr por oriente y se pondr en el
oeste como siempre, el rico habitar su castillo, el monje su monasterio y el campesino arar la tierra de
sol a sol. Qu puede pasar que no haya pasado ya?
Leyendo te enterars contest el viajero.
1. Veo multitudes
Estoy seguro, o casi seguro, de que la cita que encabeza este captulo (o mejor dicho,
este subcaptulo, pero no me gusta esa palabra) es falsa: ocurre que hasta hace poco
pensaba que era una frase que se deca en algn lugar del cuento de Edgar Allan Poe
sobre el seor Valdemar, pero releyendo el cuento, no la puedo encontrar. No
importa, igual dejo la frase como epgrafe, y en todo caso, Luca, te encomiendo la
tarea de buscarla: descubrirs a Poe; aunque tambin pude haberla sacado de algn
cuento de Lovecraft. La dejo all donde est porque me parece que va bien y porque
la literatura puede y merece ser reinventada.
Vemos, pues, multitudes, y omos hablar de multitudes, o mejor dicho, hablar de
superpoblacin: somos alrededor de cinco mil quinientos millones de humanos, y
parecera que los recursos no alcanzarn para dar a todos un digno nivel de vida.
Bueno, pero cmo llegamos a ser tantos? Especialmente si pensamos que todos
descendemos de una nica poblacin africana, que entre treinta y sesenta mil aos
atrs empez a esparcirse por el mundo, barriendo con los grupos que haban
emigrado antes. Por lo menos, as lo creemos ahora. No es interesante saber cunta
gente haba hace un milln de aos, hace diez mil aos?
Probablemente nunca hubo ms de 125 000 australopitecus el pueblo de Lucy
en ninguna poca, y la tasa de crecimiento, dicen los demgrafos, que se ocupan
del problema de la poblacin, durante mucho tiempo debe de haber sido exactamente
cero, lo cual significa que el nmero de nacimientos y de muertes estaba
equilibrado: nuestros antepasados vivan poco y tenan, seguramente, altsimas tasas
de mortalidad infantil.
Tambin se supone que aquellos grupos y algunos bastante posteriores de homo
habilis, erectus y homo sapiens sapiens mantenan un estricto control de la
poblacin, por diversos mtodos, que incluan el infanticidio, es decir, matar a los
nios que pusieran en peligro el equilibrio entre la poblacin y los recursos que haba
para alimentarse (esta prctica exista en algunos lugares, como ciertas aldeas de
Oriente, hasta fines del siglo pasado: aunque es una costumbre que nos horroriza, era
tomada de manera natural en esos sitios). Incluso, se supone que hubo pocas de
decrecimiento: durante buena parte de la historia, la tasa de mortalidad debe de haber
sido ms elevada que la de natalidad, a raz de accidentes, predadores y
enfermedades. Por otro lado, los nios deban de ser muy vulnerables, las personas
adultas no sobrevivan hasta una edad avanzada y es posible que muchos grupos no
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2. Demografa de la reencarnacin
Qu se cuenta?
Que el hombre destruye
el mundo que lo alimenta.
LAVANDERA 3ra.:
LAVANDERA 1ra.:
As se habla.
LAVANDERA 2da.:
LAVANDERA 3ra.:
LAS TRES:
Este mundo no es nuestro. En el pasado
los hombres que una vez nos precedieron
habitaron en l, y nos lo dieron
para usarlo por un tiempo limitado
y despus entregarlo en buen estado
a aquellos que vendrn, y an no nacieron.
El aire, el rbol, el mar intermitente,
las ciudades erizadas de cemento,
el bosque mudo, el desage, y an el viento,
no resisten porque s, ni eternamente
el secreto no es nada ms que esto:
hay un solo planeta. Y no hay repuesto.
Qu se cuenta?
Que desaparecen los bosques
y nadie los encuentra.
LAVANDERA 3ra.:
LAVANDERA 2da.:
LAVANDERA 3ra.:
LAVANDERA 1ra.:
LAVANDERA 3ra.:
Abedul, arrayn,
miguita de pan.
Arrayn, abedul,
de tu camisa azul.
Foresta tropical
tendida hacia el sol
foresta que se va
con el humo marrn.
LAVANDERA 1ra.:
LAVANDERA 2da.:
LAVANDERA 1ra.:
Abedul, arrayn,
miguita de pan.
Arrayn, abedul,
de tu camisa azul.
Foresta tropical
tendida hacia el sol
foresta que se va
con el humo marrn.
Durante mis viajes, he visto quemar bosques para transformarlos en tierras de cultivo. De los bosques en
llamas huan las hadas, los gnomos, los animales fantsticos que all vivan, y las brujas con el equipo necesario
para seguir realizando sus hechizos.
Adso de Reims, Viajes, c. 1285
LAVANDERA 3ra.: Pero variaciones de ese tipo pueden desatar fenmenos globales,
como el derretimiento de los casquetes polares y el aumento del nivel del mar y del
volumen de los ocanos.
(pausa)
LAVANDERA 1ra.: Qu se cuenta?
LAVANDERA 2da.: El agua baja sucia y revuelta.
LAVANDERA 3ra.: Agua que no lava.
LAVANDERA 1ra.: Agua sedienta.
LAVANDERA 1ra.: El agua tambin recibe toda clase de residuos.
LAVANDERA 2da.: Ocanos y ros se usan como un gigantesco basurero. Plomo,
cobre, hierro, cinc, arsnico y DDT, uranio, fsforo, se arrojan a la mar.
LAVANDERA 3ra.: Y el cadmio? Qu me dices del cadmio?
LAVANDERA 1ra.: El cadmio tambin. Todos ellos.
LAVANDERA 3ra.: Y alteran la vida marina. Dile.
LAVANDERA 2da.: Ya. En algunos casos, los desechos son degradados por la mar y
el ocano, pero en otros los materiales permanecen durante dcadas arruinando el
agua y llegan hasta lugares muy lejanos.
LAVANDERA 3ra.: Se han encontrado pinginos antrticos que contenan DDT en
sus tejidos grasos y se han hallado plsticos en las profundas fosas ocenicas.
LAVANDERA 1ra.:
LAVANDERA 2da.:
Falta el agua
para beber
agua que no calma
la sed.
LAVANDERA 3ra.:
En los ltimos doscientos cincuenta aos, setenta millones de focas murieron golpeadas con palos por los
buscadores de pieles.
Henry Gadkon, Hacia el fin de las especies, 1989
prcticas de tiro: en 1870 se mataban de esta forma 250 mil. El resultado fue que a
mediados del siglo pasado la poblacin se haba reducido a la quinta parte. Y todava
no haba empezado la depredacin masiva, que apareci cuando se instaur una red
de cazadores organizados con trampas, que llevaban la carne de estas palomas a las
nuevas ciudades de la costa este de Estados Unidos: en 1855 se mandaban
anualmente de la zona de los grandes lagos trescientas mil a Nueva York en tren. Y el
comercio se incrementaba: el 23 de julio de 1860 se enviaron 235 200. Durante el ao
1874, el estado de Michigan despach ms de un milln de pjaros y dos aos
despus estaban enviando cuatrocientos mil por semana; en 1869 otro condado de
Michigan mand siete millones y medio de pjaros. A este ritmo, la especie no poda
resistir y su nmero ya se haba reducido severamente. Pero de todos modos
prosegua el exterminio y en 1880 se pudieron comercializar 527 mil palomas.
Y as fue. A finales de los 80, la especie se haba vuelto un objeto extrao de
investigacin y leyenda. En 1900, en Ohio murieron los ltimos ejemplares en
libertad. En 1914 el nico sobreviviente de una especie que alguna vez haba contado
con cinco mil millones de ejemplares, que cubran el cielo, muri en cautiverio en un
zoolgico de los Estados Unidos.
Qu se cuenta?
Qu dice la gente?
Que no sabe qu hace
el nuevo intendente.
LAVANDERA 1ra.:
La ciudad sucia
La ciudad pestilente
No le sirve a la gente.
LAVANDERA 2da.:
Bosque, ro y ciudad
se es nuestro lugar!
LAVANDERA 1ra.:
LAVANDERA 2da.:
Una cierta dosis de ecologa, Luca, no est mal. Nada mal, en realidad, pero
conviene cuidarse precisamente con la dosis. El movimiento ecologista mantiene un
ideal noble, y se anot triunfos importantes como la reunin que en 1992, en Ro de
Janeiro, reuni a jefes de Estado de casi todos los pases del planeta y, de alguna
manera, instal la preocupacin por el medio ambiente como uno de los grandes
problemas actuales, que lo es.
Pero la ecologa, que muestra y revela problemas muy graves, tambin puede,
usada en grandes dosis, servir para ocultar otras situaciones ms de fondo, como la
pobreza y la injusticia, o que los rincones pobres del planeta siguen transfiriendo
buena parte de la poca riqueza que tienen a los pases ms ricos.
No hay un apocalipsis ecolgico que amenace al planeta, Luca: la Tierra es muy
grande y muy resistente, y tiene una historia que demostr su solidez. Un planeta
difcilmente puede ser puesto en peligro por lo que haga una especie que vive sobre la
fina cscara que lo cubre.
Tampoco hay un apocalipsis ecolgico que amenace con destruir por completo
nuestro hbitat (salvo, quizs en el caso de una guerra nuclear) y ni siquiera nuestra
especie. Todos los problemas ecolgicos se pueden resolver; tenemos la inteligencia
y la tecnologa para hacerlo: incluso ya se empiezan a alcanzar algunos acuerdos para
hacerlo (como la limitacin de las emisiones de los aerosoles, o de dixido de
carbono) y eso siempre es bueno.
Pero nada cambiar completamente hasta que las cosas sean un poco ms justas,
hasta que, repitiendo las palabras de Adso, todo deje de girar como una rueda sin
sentido. Somos una sola especie, Luca: por qu deberamos resignarnos a la
desigualdad?
basura por ao: bastaran diez meses para cubrirla con un manto de desperdicios de
un centmetro de espesor, y sobrara an para alguno que otro partido del conurbano.
Noticia: la injusticia
Un quinto de la poblacin mundial concentra el ochenta por ciento de los
recursos, mientras que mil millones de personas son pobres absolutos y quinientos
millones estn subalimentados. Dos mil millones de personas tienen la lea como
nico recurso energtico, y pasan la mayor parte de su jornada de trabajo tratando de
conseguirla.
9. La especie dominante
Infundirs temor y miedo a todos los animales de la Tierra, y a todas las aves del cielo, y a todo lo que repta
por el suelo, y a todos los peces del mar; quedan a tu disposicin. Dominars tanto a los vertebrados como a los
invertebrados, sers seor de insectos y bacterias, y hasta el mnimo virus y su ADN te obedecer.
Gnesis, 2, Versin del exgeta Ben Gellman, Jerusaln, 1974.
Hace tres millones de aos, nuestra especie alumbr en el este de frica y empez a
recorrer los pasos evolutivos que lo llevaron a convertirse en el homo sapiens
sapiens, que hace treinta mil aos emigr y comenz la colonizacin del planeta
Tierra, desplazando a otras variantes de homo o tal vez mezclndose con ellas y
hoy, prcticamente todos los lugares de la Tierra estn ocupados por asentamientos
humanos.
Durante la mayor parte de nuestra historia, cremos que ramos el centro de la
Creacin, que el planeta todo y la naturaleza y hasta los cielos estaban hechos
para nuestro servicio. La teora de la evolucin nos volvi a incluir en el torrente de
la biologa, como una rama ms del rbol de la vida. Pero seguimos pensando, en
muchos casos, que somos la cspide de esa biologa, que somos la rama principal del
rbol, como si toda la evolucin hubiera estado dirigida a producirnos a nosotros.
Todava, y en gran medida, nos vemos como los reyes de la Creacin, como la
especie dominante.
Es verdad que tenemos una capacidad de accin y de destruccin gigantesca,
totalmente desproporcionada en relacin con nuestro nmero: somos capaces de
modificar ecosistemas enteros, depredar los ocanos y destruir otras especies. Si
pusiramos en juego la capacidad nuclear acumulada, podramos producir una
catstrofe planetaria de caractersticas similares a la que provoc suponemos la
extincin de los dinosaurios. Nos hemos adaptado, adems, a un montn de
ambientes distintos. Pero somos realmente la especie dominante?
Yo creo que no. Por empezar, aunque somos muchos, la poblacin humana no
puede compararse a la de, por ejemplo, los insectos que son mucho ms numerosos
que nosotros: por cada ser humano, hay ms de cien millones de insectos. Adems,
son mucho ms antiguos: se las arreglaron para aparecer antes que nosotros y vivir en
el planeta mucho tiempo, tan bien o mejor que nosotros, para sobrevivir y adaptarse a
los cambios del medio ambiente.
De casi todas las especies que conocemos hasta ahora, ms de la mitad son
especies de insectos.
Y qu decir de formas an ms elementales de vida? Al fin y al cabo, los
insectos existen desde hace cientos de millones de aos, pero las bacterias, por
ejemplo, casi casi los seres ms sencillos que se puedan imaginar una sola clula,
sin ncleo, tienen miles de millones de aos de antigedad y se reproducen de la
forma ms simple: dividindose. Y hay tantas, que una sola palada de tierra contiene
tantas bacterias como seres humanos sobre la Tierra: en cierto sentido, las bacterias
son tan verstiles, que algunos bilogos especularon con la idea de que el conjunto de
las bacterias forma un verdadero superorganismo a escala planetaria. Las bacterias ni
siquiera necesitaron evolucionar y convertirse en complejos organismos para
adaptarse al medio ambiente. No sern las bacterias la verdadera especie dominante
en el planeta?
Y qu decir de los virus? Son todava menos que las bacterias, casi casi se podra
decir que estn en la frontera entre lo que est vivo y lo que no est vivo. Ni siquiera
son clulas. Y encontraron una manera de multiplicarse sin hacer el ms mnimo
esfuerzo: se introducen en una clula y hacen que la clula trabaje para ellos y
consiga los materiales como para fabricar rplicas. La eficacia de los virus es
asombrosa.
Podemos seguir considerndonos la especie dominante, Luca, o es que las
revoluciones copernicana y darwiniana, que nos sacaron del centro del cosmos, no
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La Tierra, que naci alguna vez, terminar algn da. Parece que nada en el universo
ni el universo mismo es eterno, o quiz la idea de eternidad nos asusta tanto, o
nos resulta tan ajena que no la podemos admitir; pero lo cierto es que la Tierra, que
hace cuatro mil quinientos millones de aos se form a partir de materia estelar
resto de antiguas estrellas que se consumieron y explotaron; la Tierra, nuestro
lugar, que se condens, junto con el Sol y el resto del Sistema Solar a partir de una
nube primaria de partculas de polvo csmico, terminar alguna vez: alguna vez,
habr un ltimo da de sol sobre la Tierra, deca el gran Carl Sagan. Alguna vez habr
un ltimo amanecer, un ltimo aliento, una ltima oscilacin temblorosa de la
brjula.
Un da, dentro de cinco mil millones de aos, el hidrgeno, que es el combustible
que alimenta al Sol, se agotar, y el Sol entrar en los momentos finales de su
existencia. Los astrnomos conocen y han estudiado bien esos procesos estelares: al
terminarse el hidrgeno que al fundirse produce la energa solar, nuestra estrella
empezar a quemar el helio y otros elementos ms pesados; al mismo tiempo
aumentar de tamao, hasta convertirse en una estrella gigante de color rojo, como
algunas que vemos brillar en el cielo, y que son estrellas moribundas: llegar ms all
de la rbita de Mercurio y Venus, que se derretirn y evaporarn, y probablemente
devore tambin a la Tierra, que, ese da, dejar de existir.
Luego, el Sol se contraer lentamente y seguir brillando dbilmente como una
pequea estrella de las que llamamos enanas blancas por algunos miles de millones
de aos ms, hasta apagarse del todo. Puede ser que los grandes planetas exteriores se
salven y sigan girando incansablemente en torno del Sol moribundo, pero la Tierra
no; se convertir en ceniza estelar.
Es difcil ponerse triste por algo que ocurrir recin dentro de cinco mil millones
de aos, una cifra tan vasta, tan enorme. Qu ser de nuestra especie, la humanidad,
para ese entonces? Existir todava? Habremos ya colonizado las estrellas? El
universo est lleno de lugares adonde podemos ir e instalarnos.
La verdad es que si nuestra especie sobrevive a esos ocanos de tiempo, en algn
momento deberemos partir, alejarnos de este planeta que nos vio nacer hace apenas
un instante en el fro y helado transcurrir del tiempo y buscar nuevos horizontes.
(Probablemente, deberemos dejar la Tierra mucho antes del fin del Sistema Solar:
la vida en nuestro planeta se basa en la existencia de oxgeno libre en la atmsfera,
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que se produce y se renueva a partir de un complicado ciclo, pero ese ciclo, segn
parece, no durar para siempre: dentro de mil millones de aos segn los mejores
clculos hechos hasta hoy, cesar y ya no habr suficiente oxgeno libre para
sostener la vida, a menos que seamos capaces de producirlo e inyectarlo en la
atmsfera de alguna manera y por nuestros propios medios).
Lo cierto es que alguna vez deberemos abandonar una geografa y continentes
que sern muy distintos de los actuales como lo fueron en el pasado, cadenas de
montaas diferentes, mares con nombres que no podemos soar an, en idiomas que
todava no empezaron a formarse; deberemos buscar otro lugar en nuestra galaxia
la Va Lctea o en otras galaxias quin sabe?; para ese entonces estoy
seguro, Luca habremos entrado en contacto con otros seres inteligentes, con otras
especies inteligentes, con otras formas de vida inteligente que deben existir en el
universo.
Lo que puede ocurrir entonces, est ya fuera del alcance de nuestra imaginacin;
es mejor llamarse a silencio, soar y escuchar, que tratar de visualizar el momento en
que alguien, que quiz parta en una nave estelar rumbo a las estrellas y un nuevo
sitio, eche la ltima mirada humana sobre el planeta Tierra, que fue el hogar de la
humanidad durante millones de aos.
Eplogo
Y bueno. Ya estoy escribiendo las ltimas lneas de este libro que es mi regalo de
cumpleaos, y lo hago con alegra y tristeza. Alegra porque pude terminarlo a
tiempo, Luca, para que lo tengas el ocho de octubre y tristeza porque termina este
dilogo personal. Hay hitos y ritos en la vida, como los hay en la historia de la
humanidad, en general relacionados con ciertos nmeros: cumplir quince aos es uno
de ellos.
Si es verdad que viajamos en el tiempo, como en un tren, hay estaciones
importantes, que se esperan con especial cario y que se abandonan con especial
tristeza. ste es el caso.
Ahora son las cuatro de la maana y estoy escribiendo esto en un caf, en
Billinghurst y Corrientes, que est abierto durante toda la noche; alrededor hay gente
que conversa retazos de vidas que se cruzan una vez y quiz no volvern a
cruzarse, como no volvern a cruzarse el viajero y Adso de Reims, gente del
planeta Tierra, del cual hablamos a lo largo de estas pginas; de su historia y de su
nacimiento, de sus profundidades, donde brilla la roca fundida y late el metal
caliente, de las ideas, mitos, teoras que se tejieron sobre l; de cuando se pensaba
que era un disco plano, o de cuando se pensaba que alguna vez haba estado cubierto
por un inmenso ocano que se retiraba lentamente, o de cmo se descubri el
mecanismo que permiti a la vida surgir, dar sus primeros pasos y emprender la
aventura de la evolucin.
Se acerca la palabra fin: es una despedida y es tambin un encuentro. Ojal que
este libro te sirva y le sirva a otra gente para acercarse a la belleza y el placer del
arte y el conocimiento, para comprender lo hermoso que es comprender, la emocin
que se siente al descubrir, adivinar, descifrar algn misterioso y secreto mecanismo
de la naturaleza, y el orgullo de que nosotros, mujeres y hombres del planeta Tierra,
que venimos de las estrellas y miramos hacia ellas, hayamos podido construir todo lo
que construimos: pienso en las fugas de Bach, los cuartetos de Mozart, las sonatas
para piano de Beethoven, las canciones de los Beatles; pienso en Eratstenes
inclinndose sobre su varilla en la ciudad de Alejandra y comprendiendo, de pronto,
el tamao de la Tierra. Pienso en los que descubrieron el tiempo profundo y en los
pacientes msicos y mecnicos que inventaron el tiempo cotidiano; en los peregrinos
que buscaron lugares imaginarios; en los cartgrafos que fueron construyendo una
imagen creble de las Tierras Conocidas, y los que vieron a las placas tectnicas
moverse arrastrando continentes y mares.
Somos un instante en el flujo del tiempo, Luca, un instante en la historia del
planeta, incluso en la de nuestra especie, que es una especie joven y reciente.
Cualquiera dira que no somos nada, que no contamos, pero tenemos un arma que nos
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