Índice
Prólogo a la segunda edición
Juan Eduardo Cirlot, 1969
Prólogo a la primera edición
Juan Eduardo Cirlot, 1958
Introducción
I
Presencia del símbolo
Delimitación de lo simbólico
Simbolismo e historicidad
II
Origen y continuidad del símbolo
El desenvolvimiento del símbolo
El simbolismo occidental
El simbolismo de los sueños
El simbolismo alquímico
III
Nociones sobre el símbolo
Consideraciones sobre el tema
El «ritmo común» de Schneider
El arquetipo de Jung
IV
La esencia del símbolo
Análisis del símbolo
La analogía simbólica
Símbolo y alegoría. Símbolo y expresión
V
Comprensión e interpretación
El problema de la interpretación
La interpretación psicológica
Los planos de la significación
Simbolizante y simbolizado
Sintaxis simbólica
Diccionario de símbolos
Bibliografía
Bibliografía esencial de esta obra
Bibliografía general
Epílogo: las ediciones del Diccionario de símbolos
Victoria Cirlot
Índice de referencias
Créditos
Al doctor Marius Schneider,
en testimonio de amistad y admiración
Theodor de Bry, Emblemata nobiliati et vulgo scitu digna, Francfort
1593.
Prólogo a la segunda edición
El mundo es un objeto simbólico.
Salustio
El deber más importante de mi vida es,
para mí, el de simbolizar mi interioridad.
Hebbel
Este libro, sin duda al que hemos dedicado más desvelos entre los que
hemos publicado, no ha dejado de causarnos hondas inquietudes. En
primer lugar, no es posible destruir el escepticismo, o la indiferencia, de
quienes, en países sin tradición de estudios simbólicos, siempre dudarán
de la veracidad, casi diría de la licitud, de la simbología. En segundo
lugar, el criterio -que aún hoy ratificamos- que nos hizo preferir un
sistema «comparado», mediante la investigación, compilación y crítica
de
las
más
religiones,
eficaz
distintas
fuentes:
esoterismo,
por
cuanto,
antropología,
emblemática,
en
una
mitología,
psicoanálisis,
mayoría
de
casos,
si
se
historia
de
bien
revela
se
comprueban
las
las
coincidencias de los significados, no deja de ofrecer peligros. Es más
fácil enjuiciar todo el material simbólico desde una plataforma única
determinada, sea la psicoanalista, sea la espiritualista esotérica, pues, de
este modo, las significaciones son situadas en un mismo nivel de sentido
y aun diría de práctica. Pero la fascinación del símbolo actúa, se halle la
imagen
donde
se
halle.
Creemos
con
Rene
Guénon
(Symboles
fondamentaux de la Science sacrée) que «el simbolismo es una ciencia
exacta y no una libre ensoñación en la que las fantasías individuales
puedan
tener
libre
curso».
Por
esto
nos
hemos
enfrentado
con
un
universo plural; por esto también hemos especificado tanto las fuentes
de
nuestros
estudios:
por
el
valor
de
exactitud
y
por
el
valor
de
autoridad y de tradición.
Esta edición se ha ampliado algo con respecto a la anterior y las láminas
y figuras se han incrementado para enriquecer el expresivismo visual de
los
símbolos,
no
para
«ilustrarlos».
Asimismo,
se
han
hecho
ligeras
correcciones y supresiones (reiterativas) de detalle. En conjunto, hemos
de admitir que las ampliaciones se han realizado en dirección hacia la
ciencia
tradicional
mejor
que
hacia
la
interpretación
psicoanalítica,
pues, para nosotros, lo esencial es la capta-don, la identificación cultural
del símbolo, su intelección en sí mismo, no su «interpretación» a la luz
de
una
situación
dada.
Es
importante
advertir
el
alcance
de
este
distingo, similar al existente entre un objeto y la situación o posición en
que aparezca: una lanza es siempre una lanza, esté guardada en una
vitrina, enterrada, clavada en el cuerpo de un hombre o en el de una
fiera, aunque su significación emocional cambiará de acuerdo con tales
situaciones. Así, el disco es, en sí, un símbolo dado, que podrá admitir
significaciones secundarias, o «concomitantes», según corresponda a un
rosetón de catedral gótica, a un clípeo antiguo, a un centro de mándala
o a la planta de un edificio. El dominio de la interpretación, más que
propiamente simbológico, es psicológico, y obvio es decir que puede
inducir
a
psicologismo,
espiritualistas
niegan
y,
a
con
cierta
ellas,
reducción
los
que
psicoanalistas
las
que
doctrinas
han
hecho
profesión de fe humanista, superando las limitaciones —necesarias, de
otro lado- de su profesión.
También
hemos
incluido
en
este
libro,
ahora,
voces
como
alegoría,
atributo, emblema, ideograma, signo convencional, etc., que, aun no
siendo
propiamente
símbolos,
o
siéndolo
sólo
secundaria
o
eventualmente, no dejan de mantener una viva relación iconográfica y
de
sentido
conveniente
con
el
mundo
estudiarlos
de
así
la
simbología
para
poder
tradicional.
delimitar
con
Incluso
era
claridad
los
campos diferentes, las afinidades y diferencias.
El autor se complace en agradecer aquí a Editorial Labor, S. A., su
interés por publicar esta nueva edición de su libro preferido.
Juan Eduardo Cirlot
Barcelona 1969
*
Tanto
en
las
palabras
como
en
la
transcripción
de
respetado, por lo general, la grafía de la edición de 1969.
títulos
se
ha
Prólogo a la primera edición
Nuestro interés por los símbolos tiene un múltiple origen; en primer
lugar, el enfrentamiento con la imagen poética, la intuición de que,
detrás de la metáfora, hay algo más que una sustitución ornamental de
la
realidad;
fecundo
después,
creador
nuestro
de
contacto
imágenes
con
visuales
en
el
las
arte
que
del
el
presente,
misterio
es
tan
un
componente casi continuo; por último, nuestros trabajos de historia
general
del
arte,
en
particular
en
lo
que
se
refiere
al
simbolismo
románico y oriental.
Pero no era posible seguir cultivando la imagen per se, que se traduce en
orgía de los sentimientos espirituales, si vale la expresión. Y como la
atracción
del
conceptos
y
mundo
el
de
simbólico
los
cuerpos
-reino
intermedio
físicos—
seguía
entre
frente
a
el
de
los
nosotros,
decidimos abordar una sistemática exploración de la materia simbólica,
hasta que ésta, rendida en lo factible, nos entregara algún oro de su
caverna, a riesgo de percibir en ocasiones lo mítico de la empresa. De
este modo nos pusimos al trabajo, consultando libros y libros, obras al
parecer
tan
alejadas
entre
sí
como
el
Mundus
Symbolicus
in
Emblematum... cuam Profanis Eruditionibus ac Sententiis illustratus...
del
reverendísimo
tratados
de
Domino
antropología
y
Philippo
Picinello;
psicología
y
profunda,
los
sin
más
recientes
descuidar
—
hypocrite lecteur, mon semblable, mon frère- obras ocultistas como las
de Piobb y Shoral, guiados en esto por la esclarecedora actitud de Cari
Gustav Jung, en sus análisis sobre alquimia, que atestiguan hasta la
saciedad su espíritu de humanista tan preclaro y abierto como riguroso
es su sentido científico; avanzamos hacia el laberinto luminoso de los
símbolos,
buscando
en
ellos
menos
su
interpretación
que
su
comprensión; menos su comprensión -casi-que su contemplación, su
vida a través de tiempos distintos y de enfoques culturales diversos, que
ejemplarizan aproximadamente los nombres de Marius Schneider, Rene
Guénon y Mircea Eliade, entre otros.
No ignorábamos el carácter de síntesis en que forzosamente tendría que
parar nuestro estudio, dada la amplitud inimaginable del, mejor que
tema, vastísimo grupo de temas. Sólo en una cultura y en una época —
en el románico- Davy señala que la diversidad de fuentes ya excede las
posibilidades
teología,
números,
humanas
de
investigación
filosofía,
mística,
liturgia,
poesía,
bestiarios,
que
habrían
hagiografía,
lapidarios,
de
sermones,
alquimia,
magia,
abarcar:
música,
astrología,
ciencia de los sueños, de los colores, drama litúrgico, literatura profana,
folklore,
tradiciones
escultura,
e
influjos
ornamentación
y
diversos,
arquitectura.
supersticiones,
Pero
tampoco
pintura,
queríamos
ceñirnos a una fórmula monográfica, sino abarcar el mayor número
posible
de
materias
y
de
círculos
culturales,
comparando
así
los
símbolos de la India, Extremo Oriente, Caldea, Egipto, Israel y Grecia
con
los
del
alegorías
y
Occidente
ulterior
personificaciones,
a
Roma.
Imágenes,
emblemas,
mitos
grabados,
esenciales,
habían
de
ser
consultados para lograr nuestra finalidad, que no consistía, obvio es
decirlo, en agotar ni relativamente ninguno de estos dominios, sino en
buscar si su orden de significaciones era el mismo, en lo fundamental,
que el de los campos próximos o lejanos. Nos bastaba, por ejemplo, que
en
una
mismo
condecoración
que
marroquí
en
el
inglesa
jeroglífico
coincidiera
con
la
el
lazo
o
anudamiento
egipcio,
o
que
del
talismán
la
significara
mano
siberiano,
o
del
la
del
lo
amuleto
signum
legionario de Roma. Si esto se producía en la mayor parte de casos
consultados,
había
una
«verdad
objetiva
y
universal
simbólica»,
un
substrato firme en el cual apoyarse; y el método comparado aparecía
como el idóneo por excelencia.
La
consecuencia
profunda
sería
inmediata
que
la
de
esta
universalidad,
determinación
más
de
esta
amplia
y
constancia
general
de
significaciones resultaría valedera en cualquier dominio de la vida del
espíritu. Se podrían «entender» las imágenes de la poesía hermética con
los
mismos
principios
acontecimientos,
paisajes
y
u
elementos
obras
de
arte.
útiles
para
los
Encontramos
en
sueños,
algunos
autores la ratificación de ese valor esencial y continuo. Erich Fromm
indica que, a pesar de las diferencias existentes, los mitos babilónicos,
hindúes, egipcios, hebreos, turcos, griegos o ashantis están «escritos» en
una misma lengua: la lengua simbólica. Esta obedece a categorías que no
son el espacio y el tiempo, sino la intensidad y la asociación. De otro
lado,
contra
utilitario
lo
los
que
técnico
suponen
material,
que
sólo
Gaston
lo
utilitario
Bachelard
vale,
afirma:
y
que
es
«Ninguna
utilidad puede legitimar el riesgo inmenso de partir sobre las ondas.
Para afrontar la navegación son precisos intereses poderosos. Pero los
verdaderos intereses poderosos son los intereses quiméricos». Nosotros
hemos obedecido la orden de la quimera, si ella es la hablante; y lo
hemos hecho no sólo por un deseo abstracto de conocimiento, como se
sobrentiende. Indiferentes a la erudición por ella misma, sentimos con
Goethe
animadversión
hacia
todo
aquello
que
sólo
proporciona
un
saber, sin influir inmediatamente en la vida. Esa influencia se traduce en
modificación
y
rememoración
de
lo
trascendente.
Desde
un
ángulo
impersonal, la presente obra es una compilación comparada de temas
simbólicos, apta para ser utilizada en la intelección de sueños, poemas,
obras de arte, etc., donde exista material procedente de mitos, símbolos,
leyendas, para mostrar de este modo todos los matices del motivo, por
enriquecimiento
de
éste
y
universalización.
Es
evidente
que
el
simbolismo, aun ofreciendo significaciones obtenidas -en su coherencia
y virtualidad— de tan diversas y auténticas fuentes, no podrá pasar los
torreados
contra
umbrales
todo
lo
del
fluido,
escepticismo.
dinámico,
Existen
rico
en
espíritus
las
acristalados
presentes
palabras
preliminares de este pasaje del Tao-te-king, de Lao-tsé:
Cuando un sabio de clase suprema oye hablar del Sentido,
entonces se muestra celoso y obra en consecuencia.
Cuando un sabio de clase intermedia oye hablar del Sentido,
entonces cree y en parte duda.
Cuando un sabio de clase inferior oye hablar del Sentido,
se ríe de él a carcajadas.
Y si no se ríe a carcajadas
es que todavía no era el verdadero Sentido.
Por igual razón transcribiremos las palabras de Walter Andrae, en Die
ionische Saule: Bauform oder Symbol?: «El que se asombre de que un
símbolo formal pueda no sólo permanecer vivo durante milenios, sino
también retornar a la vida después de una interrupción de miles de años,
debería recordar que el poder del mundo espiritual, del que forma parte
el símbolo, es eterno».
Buscando el sentido auténtico de los símbolos, como decimos, más en
su
comprensión
posibilidades
de
que
en
su
elaboración
interpretación,
personal
a
la
hemos
autoridad
sacrificado
de
las
obras
consultadas, las que se citan en el lugar correspondiente con cifras entre
paréntesis. La elección de dichas obras ha sido realizada después de
muchas lecturas y comprobaciones. Más que rectificar juicios de los
autores,
hemos
omitido
a
veces
lo
que
nos
parecía
arriesgado
o
especializado en demasía, pues, en simbolismo, especialización extrema
suele
acarrear
degradación
del
significado
a
nimiedad
alegórica
o
atributiva. Más que de citas de tales obras, se trata de alusiones a sus
ideas, en coincidencia con nuestra opinión. No hemos querido llevar a
su precisión última algunos aspectos de la doctrina simbólica, cual los
relativos al espacio, a las formas y a los esquemas gráficos, ni acogernos
a los estudios formalistas y académicos sobre el simbolismo. Deseamos
que esta compilación posea la utilidad que ha tenido para nosotros, al
corroborar
a
su
través
la
unidad
de
los
símbolos
que
aparecen
en
diversas manifestaciones de lo personal y colectivo, y al descifrar con
ella algunos pequeños o grandes misterios.
Juan Eduardo Cirlot
Barcelona 1958
Camafeo gnóstico, siglos II-III.
Introducción
I Presencia del símbolo
Delimitación de lo simbólico
Al
ahondar
en
los
dominios
del
simbolismo,
bien
en
su
forma
codificada gráfica o artística, o en su forma viviente y dinámica de los
sueños o visiones, uno de nuestros esenciales intereses ha sido delimitar
el campo de la acción simbólica, para no confundir fenómenos que
pueden
parecer
iguales
cuando
sólo
se
asemejan
o
tienen
relación
exterior. La tendencia a hipostasiar el tema que se analiza es difícilmente
evitable en el investigador. Forzoso es prevenirse contra el peligro, si
bien una entrega total al espíritu crítico no es factible y creemos con
Marius Schneider que no hay ideas o creencias, sino ideas y creencias, es
decir, que en las primeras hay siempre algo o mucho de las segundas,
aparte
de
que,
en
torno
al
simbolismo,
cristalizan
otros
fenómenos
espirituales.
Cuando un autor como Caro Baroja (10)* se pronuncia contra la
interpretación
simbolista
de
los
temas
mitológicos
debe
tener
sus
razones para ello, aunque también es posible que exista una incompleta
valoración de lo simbólico. Dice: «Cuando nos quieren convencer de
que Marte es el símbolo de la guerra y Hércules el de la fuerza, lo
podemos negar en redondo. Esto ha podido ser verdad para un retórico,
para un filósofo idealista o para un grupo de
graeculi
más o menos
pedantes. Pero para el que de verdad tenía fe en aquellas divinidades y
héroes
antiguos,
Marte
tenía
una
realidad
objetiva,
aunque
aquella
realidad fuera de otra índole que la que nosotros aspiramos a captar. El
simbolismo aparece cuando las religiones de la naturaleza sufren un
quebranto...». Precisamente, la mera asimilación de Marte a la guerra o
de
Hércules
simbólico,
constrictiva.
al
que
trabajo
huye
Esto
es
nunca
de
lo
realizado
ha
sido
característica
determinado
por
la
y
de
alegoría,
del
toda
como
espíritu
reducción
derivación
mecanizada y reductora del símbolo, pero éste es una realidad dinámica
y un plurisigno cargado de valores emocionales e ideales, esto es, de
verdadera vida. Es decir, el valor simbólico fundamenta e intensifica el
religioso.
Sin embargo, la advertencia del autor antes citado es sumamente útil
para ceñir lo simbólico a su limitación. Si en todo hay o puede haber
una
función
transitoria
simbólica,
del
ser
o
una
del
«tensión
objeto
por
comunicante»,
lo
simbólico
no
esa
lo
posesión
transforma
totalmente en símbolo. El error del artista y del literato simbolistas fue
precisamente querer convertir toda la esfera de la realidad en avenida de
impalpables
analogías,
correspondencias,
sin
comprender
en
que
obsesionante
lo
simbólico
conjunción
se
contrapone
de
a
lo
existencial; y que sus leyes sólo tienen validez en el ámbito peculiar que
le
concierne.
establecer
a
Se
trata
de
propósito
de
un
la
distingo
tesis
de
similar
al
Pitágoras
que
de
pudiéramos
que
«todo
está
arreglado según el número», o de la microbiología.
Ni la sentencia del filósofo griego, ni el pulular viviente de lo que
pertenece a una metrología invisible son falsos, pero toda la vida y toda
la
realidad
no
pueden
reducirse
a
sus
esferas
por
razón
de
su
certidumbre, que sólo es tal en ellas. De igual modo, lo simbólico es
verdadero y activo en un plano de lo real, pero resulta casi inconcebible
aplicado por sistema y constantemente en el ámbito de la existencia. La
repulsa contra ese nivel de la realidad, que es la magnética vida de los
símbolos y sus conexiones, explica las negativas a admitir los valores
simbólicos, pero esta represión generalizada carece de validez científica.
Cari
Gustav
Jung,
a
quien
tanto
debe
la
actual
simbología
psicoanalítica, señala en defensa de esta rama del pensamiento humano:
«Para
el
intelecto
moderno,
cosas
similares
[a
las
más
inesperadas
significaciones de los símbolos] no son más que absurdos explícitos.
Tales conexiones del pensamiento
papel
importante
durante
existen
muchos
y han tenido asimismo un
siglos.
La
psicología
tiene
la
obligación de comprender estos hechos...» (32). En otra obra, el mismo
autor indica que toda la energía e interés que el hombre occidental
invierte hoy en la ciencia y en la técnica, consagrábala el antiguo a su
mitología
(31).
No
sólo
la
energía
y
el
interés,
sino
la
capacidad
especulativa
y
teórica;
de
ahí
esos
insondables
monumentos
de
la
filosofía hindú, del esoterismo chino o islámico, de la propia Cábala; la
minuciosa prolijidad operativa de la alquimia y otras especulaciones
similares.
Que
los
primitivos
y
orientales
poseían
una
técnica
de
pensamiento con garantías de acierto, es ratificado por un arqueólogo e
historiador como Contenau, el cual afirma que nunca hubiesen podido
sostenerse los colegios de adivinos y magos de Mesopotamia sin un
porcentaje
positivo
de
éxitos,
y
por
Gastón
Bachelard
(1),
quien
pregunta: «¿Cómo podría mantenerse una leyenda y perpetuarse si cada
generación no tuviera "razones íntimas" para creer?». La significación
simbolista
razones
humano
de
un
fenómeno
misteriosas,
a
lo
tiende
porque
cósmico,
lo
liga
a
lo
casual
a
facilitar
la
explicación
instrumental
lo
causal,
lo
a
lo
de
esas
espiritual,
desordenado
lo
a
lo
ordenado; porque justifica un vocablo como «universo», que sin esa
integración superior carecería de sentido, desmembrado en pluralismo
caótico, y porque recuerda en todo lo trascendente.
Volviendo al tema de la delimitación de lo simbólico, para precisar más
la finalidad de esta obra, indicaremos con un ejemplo que en la fachada
de un monasterio puede verse: a) la belleza del conjunto; b) la técnica
constructiva
de
implicaciones
la
realización;
geográficas
e
c)
el
estilo
históricas;
d)
a
que
los
pertenece
valores
y
sus
culturales
y
religiosos implícitos o explícitos, etc., pero también: x) el significado
simbólico
de
simboliza
un
las
rigurosamente
formas.
arco
ojival
distinto
En
tal
bajo
frente
a
caso,
un
los
la
comprensión
rosetón
demás
de
constituirá
que
hemos
lo
un
que
saber
enumerado.
Posibilitar análisis de este carácter es nuestro objeto fundamental, sin
que, precisémoslo una vez más, confundamos el núcleo simbólico de un
objeto, o la transitoria función simbólica que lo exalte en un momento
dado, con la totalidad de este objeto como realidad en el mundo. El
hecho
de
que
el
claustro
románico
coincida
exactamente
con
el
temenos (espacio sagrado) y con la imagen del alma, con la
surtidor central, como sutratma (hilo de plata) que liga por
concepto de
fuente y el
el centro el fenómeno a su origen, no invalida ni siquiera modifica la
realidad arquitectónica y utilitaria de dicho claustro, pero enriquece su
significado por esa identificación con una «forma interior», es decir, con
un arquetipo espiritual.
Simbolismo e historicidad
Uno
de
los
errores
interpretaciones,
no
más
sólo
lamentables,
«espontáneas»
en
relación
sino
con
ocultistas
y
las
aun
dogmáticas de la teoría simbolista, consiste en contraponer lo simbólico
a lo histórico. De la idea de que hay símbolos —y muchos, ciertamente
—
sustentados
sólo
en
su
estructura
simbólica,
se
deduce,
con
equivocado criterio, que en todos o casi todos los hechos trascendentes
que
se
presentan
a
la
vez
como
históricos
y
simbólicos
—es
decir,
significativos de una vez para siempre, en todo lugar-puede tratarse de
una mera transformación de la materia simbólica en legendaria y de ahí
en histórica.
Contra este error se levantan en la actualidad las voces más autorizadas
de
los
historiadores
formados
posiciones
en
no
de
escuelas
son
religiones,
esotéricas.
más
que
de
los
Mircea
orientalistas
Eliade
aparentemente
afirma
y
aun
que
de
«las
inconciliables...,
los
dos
pues
no
debe creerse que la implicación simbólica anule el valor concreto y
específico de un objeto u operación. El simbolismo
añade
un nuevo
valor a un objeto o una acción, sin atentar por ello contra sus valores
propios e inmediatos o "históricos". Al aplicarse a un objeto o acción
los convierte en hechos "abiertos"». Y agrega: «Queda por saber si esas
"aberturas" son otros tantos medios de evasión o si, por el contrario,
constituyen la única posibilidad para acceder a la verdadera realidad del
mundo» (18). En la transcrita explicación vemos claramente establecida
la
distinción
entre
lo
histórico
y
lo
simbólico,
como
también
la
posibilidad siempre existente de que un puente una ambas formas de
realidad para dar una síntesis cósmica. El escepticismo que apunta leve
en el último párrafo del profesor rumano ha de deberse a su formación
preferentemente científica, en una época en que la ciencia, especializada
en lo analítico, logra admirables resultados en cada dominio de lo real,
pero no puede abarcar la totalidad en un conjunto orgánico, es decir,
como una «multiplicidad en la unidad», situación cuyo desamparo ha
sido máximamente caracterizado por Martin Buber al decir: «Imago
mundi nova imago nulla». Es decir, el mundo actual carece de su propia
imagen,
porque
universal
de
ésta
sólo
se
conocimientos,
puede
constituir
síntesis
cada
mediante
día
más
una
difícil
síntesis
desde
el
Renacimiento y el de omni re scibili de Pico della Mirandola. Rene
Guénon aborda el mismo problema de las relaciones entre lo histórico y
lo
simbólico
demasiada
sentido
y
a
frecuencia
simbólico
histórico;
su
tal
respecto
la
debe
opinión
dice:
tendencia
a
implicar
el
resulta
de
«Efectivamente,
pensar
que
rechazo
la
la
del
se
tiene
admisión
sentido
ignorancia
de
con
de
un
literal
la
ley
o
de
correspondencia, que es el fundamento de todo simbolismo y en virtud
de
la
cual
metafísico
cada
del
cosa,
que
procediendo
deriva
toda
su
esencialmente
realidad,
de
traduce
un
y
principio
expresa
ese
principio a su manera y según su orden de existencia, de tal modo que,
de un orden a otro, todas las cosas se encadenan y corresponden para
concurrir a la armonía total y universal» (25).
En todo lo expuesto se perfila ya la consideración de que lo simbólico
no es en absoluto excluyente de lo histórico, pudiendo ambas formas
considerarse —según el punto de vista ideológico del que se parte—
como
funciones
de
una
tercera:
el
principio
metafísico,
la
«idea»
platónica, o bien como mutuas expresiones en un diverso plano de la
significación. Dentro del núcleo de la cuestión, en lo religioso, que
preocupa con razón con la intensidad máxima, Jung coincide con Eliade
y Guénon al afirmar que «el hecho psíquico "Dios" es un arquetipo
colectivo, una existencia anímica que, como tal, no debe confundirse
con el concepto del Dios metafísico». La existencia del arquetipo (es
decir, del símbolo) «no afirma un dios ni lo niega» (31), lo cual, en rigor,
es cierto, aunque hemos de convenir -aun a título de hipótesis- que más
bien la universalidad de un arquetipo delata o expresa la existencia real
del principio en cuestión que la niega. En consecuencia, lo simbólico,
siendo independiente de lo histórico, no solamente no lo sustituye, sino
que tiende a arraigarlo en lo real, por la analogía y paralelismo entre la
esfera psíquica colectiva o individual y la cósmica. Avancemos ahora
algo
sobre
el
importante
término
de
«analogía».
Por
definición
filosófica, analogía es una «relación de dos hechos o proposiciones entre
los que hay similitud y, por lo menos, un elemento igual»; así, por
ejemplo, hay analogía entre desenterrar algo y desenvainar una espada,
entre la elevación de un pensamiento y la altura de una torre, etc. Lo
igual, en el primer ejemplo, es el sacar a la luz; en el segundo, la idea de
altura
(=
elevación).
Symboles
Pero
fondamentaux
Rene
de
la
Guénon,
Science
con
sacrée,
más
dice
exigencia,
que
la
en
analogía
simbólica verdadera es la que tiene lugar, según la norma antes expuesta,
pero entre el nivel de la realidad fenoménica y el nivel del espíritu,
equiparable -si se quiere— al mundo platónico de las Ideas.
En consecuencia, por la profundidad de esa raíz secreta de todos los
sistemas
de
significaciones
(se
base
en
el
origen
espiritual
o
en
el
inconsciente colectivo y desde el supuesto de que deban distinguirse),
nos inclinamos hacia la admisión de la hipótesis del fondo general y del
origen único de todas las tradiciones simbolistas, sean occidentales u
orientales. Si esta unidad se manifestó en el espacio y el tiempo como
foco primigenio, o proviene de brotes simultáneos es cuestión aparte.
Pero
deseamos
transcritos
o
hacer
constar
redactados
que
aludimos
a
cuando
la
en
los
«tradición»
diversos
o
a
la
textos
«doctrina
tradicional» no nos referimos con ello sino a la continuidad, consciente
o
inconsciente,
y
a
la
coherencia
del
sistema,
tanto
en
la
extensión
espacial como en el transcurso temporal. Algunos autores propenden a
la tesis del surgimiento espontáneo de las ideas en zonas sin relación
histórica entre sí, mientras otros creen sólo en la transmisión cultural.
Loeffler
dice,
por
ejemplo,
que
es
importante
comprobar
que
la
invención del mito de la tempestad no pertenece ni a una raza ni a una
tribu,
pues
aconteció
simultáneamente
en
Asia,
Europa,
Oceanía
y
América (38), idea que responde a la tesis de Rank: «El mito es el sueño
colectivo del pueblo», en la que coincidía plenamente Rudolf Steiner.
Bayley, fundándose en Max Müller, cree en la unidad original de la
especie humana, lo cual considera probado por la universal similitud de
costumbres del folklore, leyendas y supersticiones, pero especialmente
por
el
lenguaje
mitología,
la
(4).
El
orientalismo,
antropología,
la
la
historia
historia
de
la
de
las
religiones,
civilización,
el
arte,
la
el
esoterismo, el psicoanálisis, las investigaciones simbológicas nos han
facilitado
un
cuantioso
material
para
la
corroboración
de
lo
«psicológicamente verdadero» y la unidad esencial mencionada, que se
han explicado también, no sólo por el fondo común de lo psíquico, sino
por el de lo fisiológico, dada la importancia del cuerpo humano, de su
forma y actitud, de las posiciones factibles de sus miembros, con los
elementos más simples de la dialéctica simbolista.
II Origen y continuidad del símbolo
El desenvolvimiento del simbolismo
Con acierto afirma Diel que el símbolo es a la vez un vehículo universal
y
particular.
Universal,
pues
trasciende
la
historia;
particular,
por
corresponder a una época precisa. Sin pretender analizar cuestiones de
«origen», consignaremos que la mayoría de autores están conformes en
situar
el
historia,
principio
a
fines
(espolvorear
con
del
pensar
del
simbolista
paleolítico,
ocre
rojo
si
los
en
bien
una
hay
cadáveres)
época
anterior
indicios
muy
a
la
primarios
anteriores.
El
conocimiento actual sobre el pensamiento primitivo y las deducciones
que pueden establecerse válidamente sobre el arte y ajuar del hombre de
aquel
tiempo
justifican
la
hipótesis,
pero
especialmente
los
diversos
estudios realizados sobre grabados epigráficos. Las constelaciones, los
animales y las plantas, las piedras y los elementos del paisaje fueron los
maestros de la humanidad primitiva. Fue san Pablo quien formuló la
noción esencial sobre la consecuencia inmediata de ese contacto con lo
visible, al decir: Per visibilia ad invisibilia (Rom 1, 20). Ese proceso de
ordenar los seres del mundo natural según sus cualidades y penetrar por
analogía en el mundo de las acciones y de los hechos espirituales y
morales
es
el
mismo
que
luego
se
observará,
en
los
albores
de
la
historia, en la transición del pictograma al ideograma, y en los orígenes
del arte.
Pudiéramos aducir una inmensa cantidad de testimonios relativos a la fe
y al saber humanos de que el orden invisible o espiritual es análogo al
orden material. Recordemos el concepto de «analogía» y también la
sentencia de Platón, repetida por el seudo Dionisio Areopagita: «Lo
sensible
es
el
reflejo
de
lo
inteligible»,
que
resuena
en
la
Tabula
smaragdina: «Lo que está abajo es como lo que está arriba; lo que está
arriba es como lo que está abajo»; y en la frase de Goethe: «Lo que está
dentro está también fuera». Sea como fuere, el simbolismo se organiza
en
su
vasta
función
explicativa
y
creadora
como
un
sistema
de
relaciones muy complejas, pero en las cuales el factor dominante es
siempre
de
carácter
polar,
ligando
los
mundos
físico
y
metafisico.
Nuestro conocimiento del simbolismo comienza a ser importante en lo
que concierne al período neolítico. Schneider y Berthelot coinciden en
situar en esa etapa, que corresponde al cuarto milenio antes de nuestra
era, la gran mutación que llevó al hombre a las posibilidades de creación
y organización que lo distinguen frente al mundo de lo sólo natural.
Berthelot estudia el proceso en el Próximo Oriente y da a la cultura
religiosa e intelectual de aquel tiempo el nombre de «astrobiología». La
evolución de la humanidad hasta ese momento hubiera comportado las
etapas
siguientes:
animismo,
totemismo,
cultura
megalítica
lunar
y
solar. A partir de él: ritual cósmico, politeísmo, monoteísmo, filosofía
moral. Berthelot considera que la astrología, la astronomía, la aritmética
y la alquimia son de origen caldeo, lo cual es señalar como decisivo un
punto focal en el tiempo y en el espacio.
Define
el
valor
y
significado
de
la
astrobiología
en
los
siguientes
términos: «Entre la representación del mundo, por otro lado variable y
compleja, de los pueblos salvajes, y la de la conciencia moderna y el
occidente europeo, una concepción intermedia ha dominado, en efecto,
durante largo tiempo en Asia y el Mediterráneo oriental. Es lo que
puede
llamarse
"astrobiología",
penetración
recíproca
de
la
ley
astronómica (orden matemático) y de la vida vegetal y animal (orden
biológico).
Todo
domesticación
de
es,
a
la
animales
vez,
y
el
organismo
cuidado
y
de
orden
plantas
exacto.
La
(agricultura)
habíanse ya realizado antes del comienzo de la época histórica, tanto en
Caldea como en Egipto, con anterioridad al 3000 antes de Jesucristo. La
agricultura
netamente
obliga
a
la
determinadas,
reproducción
y
al
regular
conocimiento
de
de
especies
su
ritmo
vegetales
anual
de
crecimiento, floración, fructificación, siembra y cosecha, ritmo que está
en
relación
directa
y
constante
con
el
calendario,
es
decir,
con
la
posición de los astros. El tiempo y los fenómenos naturales fueron
medidos por la luna antes de serlo por el sol... La astrobiología oscila así
entre una biología de los astros y una astronomía de los seres vivos;
parte de la primera y tiende hacia la segunda» (7). En ese período se
establece
la
derivado
de
cardinales,
septenario
idea
geométrica
ella-,
las
la
del
relación
espacio,
entre
correspondencias
(dioses
planetarios,
el
valor
cielo
de
días
el
los
de
la
y
la
del
tierra,
diversos
semana)
número
y
los
7
puntos
elementos
del
—
del
cuaternario
(estaciones, colores, puntos cardinales, elementos). Berthelot cree en la
difusión de estos conceptos, más que en su surgimiento espontáneo e
independiente. Señala su probable transmisión por el norte del Pacífico
o por el sur de este océano, indicando la posibilidad de que antes de ser
colonia
espiritual
corriente
hubiese
de
Europa,
actuado
en
América
dirección
lo
fuera
de
contraria,
Asia
desde
(7);
el
otra
Próximo
Oriente hacia el interior de Europa.
La
discusión
acerca
de
la
prioridad
o
secundaridad
de
la
cultura
megalítica europea respecto a las grandes civilizaciones orientales dista
de
hallarse
resuelta.
En
ella
se
implican
cuestiones
relativas
al
simbolismo. Sabida es la importancia de la zona francocantábrica en el
paleolítico y cómo el arte de esas comarcas irradió hacia Siberia a través
de Europa y hacia el sur de África a través del norte de este continente.
Cabría una continuidad entre ese período de florecimiento inaugural y
los
grandes
referirse
a
monumentos
las
formas
megalíticos.
de
Sea
simbolismo
como
que
él
fuere,
Schneider,
estudia
(50),
al
dice
concretamente: «Intentaré en el sexto capítulo ofrecer una síntesis de
esta doctrina esotérica cuya primera sistematización parece haber sido
obra de las culturas megalíticas». Y su posición respecto a la zona de
origen no deja lugar a dudas, pues afirma que «el megalitismo pudo
propagarse
desde
Europa
hacia
la
India
por
medio
de
la
cultura
danubiana, comenzando un desarrollo diferente a partir de la época de
los metales». Señala el íntimo parentesco de ideas entre regiones tan
distantes como América, Nueva Guinea, Indonesia, Europa occidental,
Asia anterior y Extremo Oriente, esto es, entre comarcas situadas en
todas las partes del mundo.
Veremos la similitud entre los descubrimientos que Schneider atribuye
a la cultura megalítica europea y los que Berthelot adscribe al Próximo
Oriente. Según Schneider, la etapa final del neolítico se distingue de la
anterior
por
«la
predilección
que
otorga
a
las
formas
estáticas
y
geométricas,
fabulosos,
por
su
espíritu
instrumentos
sistematizador
musicales,
y
creador
proporciones
(animales
matemáticas,
números-ideas, astronomía y un sistema tonal con sonidos propiamente
musicales). La transposición de los elementos místicos totemísticos a
una
alta
civilización
de
pastores
explica
algunos
de
los
rasgos
fundamentales de la mística nueva... Todo el cosmos se concibe a base
del patrón humano. Como la esencia de todos los fenómenos es, en
último
término,
rítmica
vibratoria,
la
naturaleza
íntima
de
los
fenómenos, es directamente perceptible en la polirrítmica conciencia
humana.
Por
eso,
imitar
es
conocer.
El
eco
constituye
la
forma
de
imitación paradigmática. El lenguaje, los símbolos geométricos y los
números-ideas son una forma de imitación más tosca». Indica el autor
mencionado
que,
según
Speiser
y
Heine-Geldern,
«los
elementos
culturales sobresalientes de la cultura megalítica son: las construcciones
ciclópeas, las piedras conmemorativas, las piedras como residencia de
las
almas,
los
círculos
cultuales
de
piedras,
los
palafitos,
la
caza
de
cabezas, los sacrificios de bueyes, los ornamentos en forma de ojos, los
barcos
funerarios,
las
escaleras
de
los
antepasados,
los
tambores
de
señales, la estaca del sacrificio y los laberintos» (50).
Estos elementos son, precisamente, de los que se mantienen en forma de
símbolos con mayor constancia a través del tiempo. Tales creaciones
culturales,
¿expresaban
ya
en
la
época
megalítica
lo
esencial
de
lo
humano, brotando del inconsciente en forma de anhelo constructor y
configurador? O, por el contrario, ¿es la persistencia de esas formas
primarias de vida, sacrificio e intelección del mundo que presuponen, lo
que imprimió huellas indelebles en el alma del hombre? Con seguridad,
la respuesta es doblemente afirmativa y se trata de fenómenos paralelos,
análogos, de lo cultural y lo psicológico.
El simbolismo occidental
Egipto sistematizó en su religión y sus jeroglíficos el conocimiento de la
doble estructura material y espiritual, natural y cultural del mundo.
Con
independencia
desenvolvieron
sus
o
con
relación,
sistemas,
las
civilizaciones
variaciones
externas
mesopotámicas
del
único
patrón
interno universal. Respecto a la época en que algunos de los símbolos
más
importantes
definitivamente
y
complejos
organizados,
hay
fueron
creados,
discrepancias.
o
Existen
al
menos
autores
que
proponen siempre las cronologías más largas. Por el contrario, Krappe
(35) opina que sólo a partir del siglo VII antes de Jesucristo comenzó en
Babilonia el estudio científico de los planetas y su identificación con los
dioses del panteón babilónico, aunque existen quienes llevan dichos
principios a la época de Hammurabi (2000 antes de Jesucristo) o antes.
Así, el padre Heras, quien dice: «Los protoindios, como han revelado
las inscripciones, fueron los descubridores de los movimientos del Sol a
través
del
cielo,
zodíaco
tenía
suponía
que
lo
cual
solamente
era
una
fue
el
ocho
"forma
fundamento
del
constelaciones
de
Dios".
y
Todas
sistema
cada
esas
zodiacal.
Su
constelación
formas
de
se
Dios
finalmente vinieron a ser deidades que presidían cada constelación; así
sucedió en Roma, por ejemplo. Las ocho indias son: Edu (carnero), Yal
(arpa), Nand (cangrejo), Amma (madre), Tuk (balanza), Kani (saeta),
Kuda
(jarro),
Min
(pez)».
El
sistema
dodecanario
del
zodíaco
sólo
aparece en la forma en que actualmente lo conocemos a partir del siglo
VI antes de Jesucristo. La ciencia caldea y egipcia fue parcialmente
asimilada por los sirios, fenicios y griegos. Estos últimos, en especial a
través de sus sociedades de misterios. Herodoto señala, a propósito de
los pitagóricos, la obligación que tenían de vestirse de lino «conforme a
las ceremonias órficas, que son las mismas que las egipcias...».
Las
mitologías
de
los
pueblos
mediterráneos
alcanzaron
un
dramatismo, una plasticidad y un vigor que se expresaron en el arte
tanto como en los mitos, leyendas y poesía dramática. Bajo éstos se
escondían
los
principios
morales,
las
leyes
naturales,
los
grandes
contrastes y transformaciones que rigen el transcurso de la vida cósmica
y humana. Frazer señala que «bajo los nombres de Osiris, Tammuz,
Adonis y Attis, los pueblos de Egipto y del Asia Menor representaron
la
decadencia
vegetal»
(21).
y
el
Los
despertar
trabajos
anual
de
de
la
vida,
Hércules,
la
y
en
particular
leyenda
de
de
Jasón,
la
las
«historias» de la edad heroica helénica que inspiraron a los trágicos,
tienen tal poder arquetipal que constituyen eternas lecciones para la
humanidad.
literario,
Pero
una
junto
corriente
al
simbolismo
subterránea
y
alegorismo
avanzaba,
como
mitológico
resultado
y
del
influjo oriental. Principalmente en el Bajo Imperio romano, cuando las
fuerzas
cohesivas
fermentos
del
mundo
hebraicos,
maniqueísmo
importancia
clásico
caldeos,
dualista
y
egipcios
antes
amenazadora
comienzan
para
ya
el
el
e
a
indios
disolverse,
se
gnosticismo
naciente
reactivan.
alcanzan
cristianismo.
los
El
una
Entre
los
gnósticos se utiliza el emblema y el símbolo gráfico para la transmisión
de
verdades
iniciáticas.
innumerables
diversos
No
imágenes,
orígenes,
sino
eran
creación
recogidas
especialmente
con
semitas.
suya
muchas
espíritu
El
de
sincretista
simbolismo
se
las
de
escinde
hasta cierto punto de la doctrina unitaria de la realidad y aparece como
una
especulación
Apuleyo
otro
revelan
lado,
la
espacial.
Dio-doro
conocimientos
ciencia
Sículo,
Plinio,
simbolistas
aristotélica
de
contenía
Tácito,
filiación
Plutarco,
oriental.
también
un
De
intenso
componente simbolista. La cristiandad oriental había recibido una vasta
herencia simbológica, en Siria, Mesopotamia, Transcaucasia y Egipto.
Asimismo,
nórdicas,
las
en
colonias
romanas
Occidente,
que
conservaron
sobrevivieron
muchos
a
las
elementos
invasiones
de
la
Edad
Antigua, entre ellos los símbolos tradicionales.
Pero el origen conocido, en la Antigüedad grecorromana, del amplio y
complejo movimiento intelectual que da origen a los estudios sobre
correspondencias entre los diversos planos de la realidad, y que a la vez
se halla en los orígenes de la alquimia, tiene antecedentes más remotos.
P.
Festugière,
en
La
Révélation
d’Hermès
Trismégiste,
señala
como
primer hito -de nombre sabido- a Bolo el democriteano, autor del siglo
III-II
antes
de
Jesucristo,
en
cuya
línea
sitúa
a
diversos
autores,
helenísticos y romanos, entre ellos a Nigidio Fígulo (siglo I después de
Jesucristo).
Hay
cierta
conexión
entre
el
hermetismo
y
el
neopitagorismo, de un lado, y entre el hermetismo y el gnosticismo, de
otro. Estas tendencias culminan en el siglo VII, en la obra siria titulada
Libro de las cosas de la naturaleza, y continúan, por una parte, en
Bizancio, y por otra, en el islam. Respecto al simbolismo bizantino
hemos de citar una obra anónima, que se cree del siglo XI, El jardín
simbólico,
publicada
por
Margaret
H.
Thomson,
que
señala
las
analogías y parentesco entre esta obra y la abundancia de alegorías y
símbolos de los preámbulos de las Actas imperiales bizantinas. En lo
que concierne al islam, hemos de citar, aparte del gran movimiento
alquimista árabe, las obras del médico Rhazi ( † 923) y las de Ibn Zohr
de Sevilla (1090-1162), autor del Libro de las maravillas. No
puede
dejar de aludirse al movimiento cabalístico, que surgió en los centros
hebreos de Provenza (Bahir) y en Gerona, culminando en el Zóhar de
Moisés de León ( †
1305), y cuyos textos, verdadera gnosis hebrea,
abundan en simbolismo.
La
concepción
de
la
analogía
entre
el
mundo
visible
y
el
invisible
también es patrimonio común a las religiones paganas del Bajo Imperio,
la doctrina neoplatónica y el cristianismo, sólo que cada uno de estos
grupos utiliza esos conocimientos para su finalidad. Según Eliade, a los
que negaban la resurrección de los muertos, Teófilo de Antioquía indica
las señales que Dios pone al alcance de los hombres por medio de los
fenómenos naturales, comienzo y fin de las estaciones, de los días y de
las noches, llegando incluso a decir: «¿No hay acaso una resurrección
para las semillas y los frutos?» (18). En su Carta LV, san Agustín señala
que
la
enseñanza
facilitada
por
medio
de
los
símbolos
despierta
y
alimenta el fuego del amor para que el hombre pueda superarse a sí
mismo, y alude al valor de todas las realidades de la naturaleza, orgánica
e inorgánica, como portadoras de mensajes espirituales por su figura y
sus cualidades. De ahí se deduce la valoración que tuvieron todos los
lapidarios,
herbarios
y
bestiarios
medievales.
La
mayoría
de
Padres
latinos tratan de simbolismo, y como el prestigio de estos maestros de la
Iglesia es extraordinario durante el período románico, se comprende
que ésta sea una de las épocas en que el símbolo fue más vivido, amado
y comprendido, cual subraya Davy (14). Pinedo alude al inmenso valor
cultural, en toda la Edad Media particularmente, de la Clavis Melitoniae
-versión ortodoxa del antiguo simbolismo-. Según el cardenal Pitra,
transcrito por el autor mencionado, los conocimientos de esa clave se
hallan en la mayoría de autores medievales. No nos es posible dar aquí
un resumen de sus ideas, ni siquiera un estudio sintético de sus obras,
pero deseamos citar -como libros esenciales del simbolismo medievallas grandes creaciones de Alain de Lille, De Planctu Naturae; Herrade
de
Landsberg,
Domini,
Líber
Hortus
Deliciarum;
Divinorum
Hildegarde
Operum
Simplicis
de
Bingen,
Hominis;
Sci
Vias
Bernard
Silvestre, De Re Mundi Universitate; Hugues de St. Víctor, Didascalion,
Commentarium
in
Hierarchiam
Caelestem,
etc.
La
Clave
de
san
Melitón, obispo de Sardes, databa del siglo II después de Jesucristo.
Otras fuentes del simbolismo cristiano son: Rábano Mauro, Allegoriae
in Sacram Scripturae; Odón, obispo de Tusculum; Isidoro de Sevilla,
Etymologiamm; Juan Escoto Eríugena, John de Salisbury, Guillaume de
St. Thierry, etc. El mismo santo Tomás de Aquino habla de los filósofos
paganos
verdades
como
del
proveedores
cristianismo.
de
Con
pruebas
exteriores
respecto
a
la
y
probables
naturaleza
a
íntima
las
del
simbolismo medieval, Jung señala que, para el hombre de ese tiempo,
«la analogía no es tanto una figura lógica cuanto una identidad oculta»,
es decir, una persistencia del pensamiento animista y primitivo (32).
Citemos
como
ejemplo
curioso
del
simbolismo
bizantino
simbólico, de los siglos IX o X, editado por M. H. Thomson.
El
jardín
Tabla de Esmeralda de Hermes Trismegisto. Matthäus Merian, 1698.
Francesco Colonna, Hypnerotomachia Poliphili, Venecia 1499.
El
Renacimiento
se
interesa
también
por
el
simbolismo,
aunque
de
modo más individualista y culterano, más profano, literario y estético.
Ya
Dante
había
organizado
su
Commedia
sobre
fundamentos
simbólicos orientales. En el siglo XV se hace uso especial de dos autores
griegos de los siglos II o III después de Jesucristo. Son éstos Horapolo
Nilíaco,
autor
de
Hieroglyphica,
y
el
compilador
del
Physiologus.
Horapolo, sugestionado por el sistema jeroglífico egipcio, del que en su
tiempo
habíase
perdido
la
clave,
intentó
una
reconstrucción
de
su
sentido, fundándose en la figura y el simbolismo elemental de la misma.
Un
autor
italiano,
(publicada
en
Francesco
Venecia
en
Colonna,
1499)
que
escribe
en
alcanza
1467
éxito
una
obra
universal,
la
Hypnerotomachia Poliphili, en la cual el símbolo adquiere ya el sentido
de movilidad y particularidad que lo distinguen en la Edad Moderna.
En
1505
el
editor
de
Colonna
publica
el
Horapolo,
que
influye
paralelamente en dos autores importantes, Andrea Alciato, autor de los
Emblemata
(1531),
que
despertaron
en
toda
Europa
una
afición
desmedida al simbolismo profanizado (Henry Green señala en su obra
Andrea Alciati and his Books of Emblems, Londres 1872, más de tres
mil títulos de emblemática); y loan Pierio Valeriano, autor de la vasta
compilación
Hieroglyphica
(1556).
Todo
el
Quattrocento
italiano
atestigua en la pintura el interés por lo simbólico: Botticelli, Mantegna,
Pinturicchio,
Giovanni
Bellini,
Leonardo,
etc.,
que
derivará,
en
los
siglos XVI a XVIII, hacia lo alegórico. Puede decirse que, desde ese
período final de la Edad Media, Occidente pierde el sentido unitario del
símbolo y de la tradición simbolista. Aspectos muy diversos, síntomas
de su existencia, son delatados esporádicamente por la obra de poetas,
artistas y literatos, desde Juan de Udine a Antonio Gaudí, desde el
Bosco a Max Ernst, pasando por William Blake. En el romanticismo
alemán, el interés por la vida profunda, por los sueños y su significado,
por el inconsciente, anima la veta de la que surgirá el interés actual por
la simbología, que, parcialmente reprimida, se aloja de nuevo en los
hondos
pozos
del
espíritu,
como
antes
de
que
fuera
convertida
en
sistema y en orden cósmico. Así, Schubert, en su Symbolik des Traumes
(1837), dice: «Los originales de las imágenes y de las formas de que se
sirve
la
lengua
onírica,
poética
y
profética,
se
encuentran
en
la
naturaleza que nos rodea y que se nos presenta como un mundo del
sueño
materializado,
como
una
lengua
profética
cuyos
jeroglíficos
fueran seres y formas». Toda la obra de los autores de la primera mitad
del siglo XIX, especialmente los nórdicos, presupone un presentimiento
de lo simbólico, de lo significativo. Así, Ludwig Tieck, en Runenberg,
dice de su protagonista: «Insensible desde entonces al encanto de las
flores, en las cuales cree ver palpitar "la gran llaga de la naturaleza"
[tema del Filoctetes, del Amfortas del Parsifal], se siente atraído por el
mundo mineral».
Géneros
innúmeros
especializados
conservan
símbolos
en
forma
traducida a lo semiótico, petrificada, degradada a veces de lo universal a
lo particular. Ya hemos hablado de los emblemas literarios. Otro género
similar es el de las marcas de los fabricantes de papel medievales y del
Renacimiento. A su propósito, dice Bayley que, desde su aparición en
1282 hasta la segunda mitad del XVIII, poseen un significado esotérico.
Y que en ellas, como en fósiles, podemos ver la cristalización de los
ideales de numerosas sectas místicas de la Europa medieval (4). El arte
popular de todos los pueblos europeos es otra cantera inagotable de
símbolos. Basta hojear una obra como la de Helmuth T. Bossert para
ver
entre
las
imágenes
los
conocidos
temas
del
árbol
cósmico,
la
serpiente, el fénix, el barco funerario, el pájaro sobre la casa, el águila
bicéfala,
la
división
planetaria
en
dos
grupos
(tres
y
cuatro),
los
grutescos, rombos, rayos, zigzagues, etc. De otro lado, las leyendas y
cuentos folklóricos han conservado la estructura mítica y arquetipal,
cuando sus transcriptores han sido fieles, como en el caso de Perrault y
de los hermanos Grimm (38). Asimismo, en la poesía lírica, al margen
de las obras creadas dentro de los cánones de un simbolismo explícito,
hay
frecuentísimas
afloraciones
de
motivos
simbólicos
que
surgen
espontáneos del espíritu creador. Tal vez el más emocionante ejemplo
de obra literaria en que lo real, lo imaginario, el ensueño y la locura
incluso se funden sea la Aurelia de Gérard de Nerval (1854).
El simbolismo de los sueños
Lo
que
el
mito
representa
para
un
pueblo,
para
una
cultura
o
un
momento histórico, la imagen simbólica del sueño, la visión, la fantasía
o
la
expresión
distingo
no
premonitorio
concreta-
lírica,
lo
establece
general.
concierne
a
representan
escisión;
Pero
una
para
muchos
cuando
esfera
el
más
una
vida
sueños
símbolo
amplia
individual.
han
—o
que
tenido
la
lo
Este
valor
advertencia
particular
y
subjetivo, nos hallamos ya en los dominios del augurio o de la profecía;
leyes
simbólicas
pueden
explicarlos,
manifestarse la revelación sobrenatural.
pero
en
la
segunda
puede
Admitiendo,
como
un
supuesto
de
nuestro
tiempo,
el
concepto
psicoanalítico del «inconsciente», aceptamos la ubicación en él de todas
las
formas
dinámicas
consideración
espíritu
de
humano
«descubierto»
Jung,
y
en
que
dan
para
quien
de
sus
teoría
experimentalmente
por
origen
el
Carus,
Charcot,
los
símbolos,
inconsciente
invenciones»
por
a
(33).
es
El
Schopenhauer
Bernheim,
Janet,
«la
según
matriz
inconsciente
y
la
del
fue
Hartmann
Freud
y
y
otros
psicólogos. Este conocimiento no hizo sino internalizar un dominio
que
antes
se
suponía
exterior
al
hombre.
Por
ejemplo,
los
adivinos
griegos creían que los sueños venían de «afuera», es decir, del mundo de
los dioses. Ahora bien, la tradición esotérica, en correspondencia con la
doctrina
hindú
pensamiento
de
en
los
otros
tres
niveles,
tantos:
conocía
la
subconciencia
división
vertical
(pensamiento
de
del
los
instintos y de los sentimientos); conciencia (pensamiento de las ideas y
de
lo
reflexivo);
sobreconciencia
verdades superiores).
(pensamiento
intuitivo
y
de
las
Portada del libro de emblemas de J. Camerario, Nuremberg 1590.
El
interés
hacia
los
sueños
y
su
contenido
simbólico
viene
de
la
Antigüedad, donde, sin que se formule teóricamente, se implica que se
considera ese fenómeno como una suerte de mitología personal, aun
cuando el idioma que utilice en su manifestación sea tan objetivo como
el de los mitos colectivos. Los famosos sueños de la Biblia; el libro de
Artemidoro de Daldia; los diccionarios interpretativos de origen caldeo,
egipcio y árabe, son testimonios de la atención hacia los sueños como
portadores de verdades ocultas concernientes a la vida profunda de la
psique y, más raramente, a hechos exteriores y objetivos. El mecanismo
de la oniromancia, como el de otras técnicas adivinatorias, basadas en la
actividad
superior
del
inconsciente
ante
ciertos
estímulos
y
en
la
plasmación automática de su conocimiento no percibido en procesos
formales
que
luego
se
«leían»
según
principios
del
simbolismo
del
número, de la orientación, de la forma y del espacio, son fenómenos
universales. Ante ellos hemos de volver a destacar el modo como Jung
los enfrenta. Dice que una «opinión tan antigua y general demuestra
necesariamente que de algún modo tiene que ser verdadera, esto es,
psicológicamente verdadera». Explica la verdad psicológica como un
hecho,
no
un
juicio,
por
lo
cual
le
basta
la
mostración
y
la
corroboración, sin que sea precisa la demostración (31).
Existiendo
una
vasta
bibliografía
sobre
los
sueños,
no
nos
hemos
propuesto aquí sino recordar que constituyen otro de los ámbitos por
los
cuales
se
pone
el
ser
humano
en
contacto
con
sus
aspiraciones
profundas, con las leyes del orden geométrico o moral del universo, y
también con la sorda agitación de lo inferior. Teillard señala que en los
sueños
se
hondos.
revelan
Y
evolutivos
de
de
todos
igual
los
los
modo
animales,
estratos
que
así
el
de
la
psique,
embrión
llevamos
en
pasa
incluso
por
nuestro
los
los
más
estadios
interior
rastros
arcaicos que pueden ser desvelados (56). Carus creía más bien en una
asunción de lo cósmico por el alma, abierta en lo onírico a verdades
distintas de las que rigen la existencia en la vigilia, asimilando así los
sueños
a
los
rituales
mediante
los
cuales
el
hombre
entraba
en
los
grandes arcanos de la naturaleza. Respecto a la relación del pensamiento
del
hombre
actual
con
el
primitivo,
es
hipótesis
dominante
que
las
diferencias afectan sólo a la conciencia, pero que el inconsciente apenas
ha sido transformado desde los últimos tiempos paleolíticos.
Los símbolos oníricos no son, pues, en rigor, distintos de los míticos,
religiosos, líricos o primitivos. Sólo que, entre los grandes arquetipos,
se
mezclan
como
submundo
los
residuos
de
imágenes
de
carácter
existencial, que pueden carecer de significado simbólico, ser expresiones
de
lo
fisiológico,
simples
recuerdos,
o
poseer
también
simbolismo
relacionado con el de las formas matrices y primarias de que proceden.
Como en nuestra compilación nos hemos atenido sólo a los símbolos
tradicionales, es evidente que estos otros símbolos «recientes» se han de
derivar
de
los
anteriores
-como
el
automóvil
del
carro—
o
bien
relacionarse por medio del simbolismo de la forma, aunque se tratará
siempre de símbolos semejantes, pero no del mismo símbolo, ni en
consecuencia de un mismo orden de significados. Otro problema que
no podemos silenciar es el siguiente: no todos los seres humanos se
hallan al mismo nivel. Aun no aceptando la idea de diferencias radicales,
ni
el
concepto
matiz
de
orientalista
evolución
y
espiritual,
esotérico,
es
que
siempre
innegable
que
aparece
las
con
un
diferencias
de
intensidad (pasión, vida interior, generosidad, riqueza de sentimientos y
de
ideas)
y
determinan
de
cualidad
unos
niveles
(formación
de
intelectual
pensamiento
y
moral
esencialmente
auténtica)
distintos,
se
trate de pensamiento lógico o mágico, de especulación racional o de
elaboración
onírica.
Ya
Havelock
Ellis
indicó
que
los
sueños
extraordinarios corresponden sólo a las personalidades geniales y, según
Jung, los propios primitivos hacen el distingo, pues en la tribu de los
elgony, en las selvas del Elgón, le explicaron que conocían dos clases de
sueños:
el
sueño
ordinario,
del
hombre
sin
importancia,
y
la
«gran
visión», por lo general exclusivo privilegio de los hombres relevantes
(34). De ahí que teorías interpretativas de la materia simbólica hayan de
resultar por entero distintas si se forjan de la consulta de sueños de seres
más
o
menos
patológicos;
de
la
relativa
a
personas
normales;
de
la
concerniente a personas extraordinarias, o a mitos colectivos. El tono
de materialismo que presentan las acriminaciones simbólicas de muchos
psicoanalistas
contrario,
religiones
la
y
procede
de
simbología
poetas
las
que
muestra
fuentes
proviene
una
de
su
de
orientación
información.
filósofos,
Por
creadores
absolutamente
el
de
idealista,
una tendencia cósmica, con hipóstasis de todo objeto, con tensión hacia
lo infinito y alusión hacia los misterios del «centro» místico. Esto es
ratificado por Jung, quien indica que el relato de fantasías o sueños
contiene siempre, no sólo lo más perentorio del narrador, sino lo que en
el
momento
importancia
es
es
más
doloroso
justamente
la
(más
que
importante)
origina
el
nivel
para
al
él
que
(31).
el
Esa
sistema
interpretativo queda enclavado. La definición de Freud: «Todo sueño es
un deseo reprimido», no deja de apuntar a lo mismo, pues nuestros
anhelos son el índice de nuestras aspiraciones y posibilidades. De otro
lado,
como
es
sabido,
Sigmund
Freud
no
limitó
el
estudio
de
los
símbolos a los sueños, pues los buscó en los «actos fallidos» y en la
literatura entre otras fuentes, indicando y valorando positivamente las
«supersticiones»
de
la
Antigüedad
como
posibles
síntomas
(cita
el
ejemplo del romano que salía con el pie izquierdo de casa, se daba
cuenta de ello y esto le asustaba: síntoma de inseguridad proyectada a
un hecho). Es, entre lo freudiano dedicado a la simbología, esencial su
análisis de la Gradiva de Jensen, pues allí expone cómo puede una
historia latente deducirse de un «contenido manifiesto» en apariencia
bastante diverso. Mezcla de ensueño diurno, sueños y realidad objetiva
se producen de modo algo semejante -aunque sin su dramatismo y
trascendencia- a lo que sucede en la Aurelia de Gérard de Nerval.
El simbolismo alquímico
En su obra Energetik der Seele, Jung estableció: «Lo espiritual aparece
en la psique como un instinto, incluso como verdadera pasión. No es
un derivado de otro instinto, sino un principio sui generis». Aparte de
que
esta
declaración
ponía
fin
a
la
identificación
de
ciencia
con
materialismo, su importancia radica en que recoge la más pura esencia
de la doctrina platónica sobre el alma, que identificamos aquí con ese
principio espiritual -aun cuando en algunas especulaciones se trate de
cosas distintas—. En el Timeo de Platón, en las Enéadas de Plotino se
especifica la idea de que el alma es extranjera a la tierra, desciende del
universo inespacial e intemporal, o «cae» por la culpa en la materia, se
desarrolla y comienza un proceso de crecimiento y vitalización que
corresponde al período de la involución a la «salvación».
Esquemas y símbolos del libro alquímico alejandrino
Crisopoeia
de
Cleopatra.
En
un
momento
dado
se
produce
la
inversión
de
ese
movimiento
descendente y penetrante; el alma recuerda que su origen está fuera del
espacio y del tiempo, fuera de las criaturas y del mundo del objeto,
incluso más allá de las imágenes; entonces tiende a la destrucción de lo
corporal y a la ascensión en retorno. Esto lo expresa Jámblico diciendo:
«Hay un principio del alma, superior a toda la naturaleza, y por el cual
podemos elevarnos por encima del orden y de los sistemas del mundo.
Cuando
el
alma
se
separa,
entonces,
de
todas
las
naturalezas
subordinadas, cambia esta vida por otra, y abandona el orden de las
cosas para ligarse y mezclarse a otro». Esta idea de rotación es la clave y
meta de la mayor parte de símbolos trascendentes: de la Rota medieval,
de la Rueda de las transformaciones budistas, del ciclo zodiacal, del
mito de Géminis y del Opus de los alquimistas. La idea del mundo
como laberinto, de la vida como peregrinación, conducen a la idea del
«centro» como símbolo de la finalidad absoluta del hombre, «medio
invariable», «motor inmóvil», paraíso recobrado o Jerusalén celeste. A
veces, en las representaciones gráficas, ese punto se identifica con el
centro geométrico del círculo simbólico; otras veces se sitúa encima de
él; otras, como en el Shri-Yantra oriental, no se refleja, para que el
contemplador lo imagine. Pero siempre se trata de un tema que aparece
en ocasiones enmascarado bajo otro símbolo: el tesoro escondido, el
objeto perdido, la empresa imposible o muy difícil; o relacionado con
diversos valores: el conocimiento, el amor, la obtención de un objeto,
etc. La alquimia, desarrollada en dos etapas bastante caracterizadas, la
medieval y la renacentista, acabando ésta entre el XVII y el XVIII por
la
escisión
química,
de
es
los
una
dos
componentes
técnica
descubrimientos
de
simbólica
ciencias
que
que,
naturales,
la
originaron,
junto
al
buscaba
anhelo
la
en
mística
de
y
positivos
«realización»
de
verdades espirituales. En vez de buscar el «tesoro» enfrentándose con el
mítico dragón, como Cadmo, Jasón, Sigfrido, los alquimistas querían
producirlo mediante el trabajo y la virtud. Ni su obra era un simple
encubrimiento
de
verdades
esotéricas,
ni
la
finalidad
perseguida
era
material; ambas se compenetraban y la realización adquiría para ellos la
significación
materia
o
de
útil
lo
absoluto.
empleado
Cada
eran
operación,
fuente
de
cada
vivencias
pormenor,
cada
intelectuales
y
espirituales, símbolos vividos. Tras una etapa de olvido, la alquimia fue
revalorada
como
«origen
de
la
química
actual»,
pero
Bachelard,
Silberer, Jung y otros autores han acabado por ver en ella la totalidad de
su sentido, a un tiempo poético, religioso y científico, aparte de que, en
las obras de Fulcanelli, Canseliet, Alleau ya se advierte este significado.
Bachelard señala que la alquimia «posee un carácter psicológicamente
concreto»
(33)
objetivos,
es
y
que,
una
lejos
tentativa
de
de
ser
una
descripción
inscripción
del
amor
de
fenómenos
humano
en
el
corazón de las cosas (1). Jung insiste en que las operaciones alquímicas
sólo
tenían
por
función
—como
las
de
las
antiguas
técnicas
adivinatorias, si bien con más trascendencia y continuidad— animar la
vida
profunda
de
la
psique y
facilitar
proyecciones
anímicas
en
los
aspectos materiales, es decir, vivir éstos como simbólicos y construir
con ellos toda una teoría del universo y del destino del alma. Por eso
dice que «el laborante vivía ciertas experiencias psíquicas, que se le
aparecían como un comportamiento particular del proceso químico».
En otro momento, define esa actividad como «indagación química en la
cual,
por
vía
inconscíente»,
de
lo
proyección,
cual
completa
se
al
mezclaba
afirmar
que,
material
«al
psíquico
alquimista,
la
verdadera naturaleza de la materia le era ignorada. La conocía sólo por
alusiones. Tratando de indagarla, proyectaba el inconsciente sobre la
oscuridad de la materia para iluminarla. Para explicar el misterio de la
materia, proyectaba otro misterio» (32). La summa de este misterio, la
aspiración secreta más profunda, es la coincidentia oppositorum, «de la
cual resultaron los alquimistas, los experimentadores, mientras Nicolás
de Cusa es su filósofo» (33). Pero el alquimista no pretendía simular las
operaciones
que
ejecutaba,
sino
que
se
interesaba
profunda
y
patéticamente en la busca del oro, siendo ese interés y la dedicación de
su vida lo que -como en la búsqueda del santo Graal- garantizaba (por
el ejercicio de virtudes que esa actividad constante desarrollaba, creaba
o
presuponía)
philosophorum)
interpreta
el
éxito
constituía
final.
el
psicológicamente
Lograr
signo
el
de
la
proceso
el
oro
(pero
predilección
como
una
el
aurum
divina.
Jung
progresiva
eliminación de los factores impuros del espíritu y un acercamiento a los
inmutables valores eternos. Pero esta visión de su obra ya era clara en
los alquimistas; Michael Maier, en Symbola aureae mensae (1617), dice
que «la química incita al artífice a la meditación de los bienes celestes».
Dorneus, en Physica (1661), alude a la relación que debe existir entre el
operante y lo operado al sentenciar: «De lo otro no harás nunca Uno, si
antes no has devenido Uno tú mismo». La unificación se lograba por la
extirpación del anhelo de lo diferente y lo transitorio, por la fijación del
pensamiento
en
lo
superior
y
eterno.
Famosa
es
la
máxima
de
los
alquimistas: Aurum nostrum non est aurum vulgui. Esta afirmación de
que su oro no era el oro vulgar parece indicar que el simbolismo excluía
la realidad concreta y material del símbolo, en virtud de la potencia
espiritual
de
lo
simbolizado.
Pero
en
todo
caso
resulta
arriesgado
reducir a una actitud la labor de muchísimos autores de formaciones
distintas.
La
interpretada
exigencia
aquí
de
como
la
el
presencia
deseo
del
física
del
incrédulo
oro
santo
pudiera
Tomás.
A
ser
los
verdaderos privilegiados pudo bastarles el sueño del «Sol subterráneo»
apareciendo en la profundidad del atanor, como la luz de salvación en el
fondo del alma, sea esta salvación producto de una fe religiosa o del
hipotético o real «proceso de individuación» en el que Jung parece
haber concentrado su mejor saber y sentir sobre el hombre. Desde
luego, bajo ese concepto se esconden nada menos que los tres anhelos
supremos que parecen conducir a la felicidad: el rebis alquímico, o ser
andrógino
que
implica
la
conjunción
de
los
opuestos
y
el
cese
del
tormento de la separación de los sexos, desde que el hombre esférico de
Platón fue escindido en dos; la fijación del principio «volátil», esto es, la
aniquilación de todo cambio o transición, una vez lograda la posesión
de
lo
esencial;
finalmente,
la
asunción
en
un
punto
central,
que
simboliza el centro místico del universo, el origen irradiante (32) y la
inmortalidad, unida a la juventud eterna. Es fácil de comprender, a la
vista de estos «objetivos», que tanto algunos científicos que se esfuerzan
por «traducir» a su mundo el alquímico, como los prosecutores de la
alquimia ortodoxa no cesen en sus propósitos. También se comprende
que
la
alquimia
haya
servido
de
modelo,
de
«paradigma»
a
toda
actividad basada en el experimento, la actividad mental proyectada y la
constancia, como sucede con ciertos casos de arte o de poesía.
III Nociones sobre el símbolo
Consideraciones sobre el tema
Las
definiciones
y
análisis
sobre
la
naturaleza
del
símbolo
y
del
simbolismo abundan hasta lo excesivo. Pero deseamos estudiar algunas
notas sugerentes, moviéndonos siempre en el ámbito comparativo que
define
el
carácter
de
esta
Coomaraswamy,
el
perdido
hombre
por
el
obra.
simbolismo
Para
es
el
«el
civilizado
filósofo
arte
de
hindú
pensar
(especialmente
Ananda
en
en
K.
imágenes»,
los
últimos
trescientos años, tal vez a consecuencia, según frase de Schneider, de las
«catastróficas teorías de Descartes»). Coincide, pues, Coomaraswamy
con la idea de Fromm y la de Bayley, explícitas en los títulos de sus
obras
respectivas:
Le
langage
oublié
y
The
Lost
Language
of
Symbolism. Sin embargo, este olvido -como atestiguan la antropología y
el psicoanálisis- sólo concierne a la conciencia, no al inconsciente, que,
por
compensación,
se
encuentra
sobrecargado
de
materia
simbólica,
acaso. Desde el ángulo de un Guénon, naturalmente, la afloración del
material simbólico se debe a la «supraconciencia» en contacto con la
esfera del espíritu.
Portada de Le Voyage des princes fortunez de François Beroalde de
Verville, 1610.
Diel, al considerar el símbolo como «una condensación expresiva y
precisa», que corresponde por su esencia al mundo interior (intensivo y
cualitativo)
por
contraposición
al
exterior
(extensivo
y
cuantitativo)
(15), coincide con Goethe, quien afirmó: «En el símbolo, lo particular
representa lo general, no como un sueño ni como una sombra, sino
como viva y momentánea revelación de lo inescrutable». Comentando a
Diel,
indicaremos
interior
y
que
exterior
el
distingo
marca
que
condiciones
establece
entre
dominantes,
no
los
mundos
exclusivas
al
modo cartesiano; el mundo de la res cogitans conoce la extensión y
¿cómo no va a conocer lo cuantitativo, si los «grupos» de cantidades
son lo que origina lo cualitativo?
Marc Saunier, en su estilo literario y de un seudomisticismo, no deja de
señalar una condición importante de los símbolos al decir que son la
«expresión sintética de una ciencia maravillosa, de la cual los hombres
han perdido el recuerdo [pero que] enseñan todo lo que ha sido y será,
bajo una forma inmutable» (49). Se asigna aquí a los símbolos o, mejor,
se les reconoce su función didáctica, su carácter de objetos intemporales
per
se,
cuando
menos
en
su
más
íntima
estructura,
pues
las
sobredeterminaciones son variantes culturales o personales.
La conexión entre la cosa creada y el Creador también se advierte en el
símbolo. Jules Le Bêle recuerda que «cada objeto creado es como el
reflejo de las perfecciones divinas, como un signo natural y sensible de
una verdad sobrenatural», repitiendo así la proposición paulina. Per
visibilia ad invisibilia, en coincidencia con la aseveración de Salustio:
«El
mundo
simbolismo
es
es
un
la
objeto
ciencia
de
simbólico».
las
Landrit
relaciones
que
insiste
unen
a
en
que
Dios
con
«el
la
creación, el mundo material y el mundo sobrenatural; la ciencia de las
armonías
que
existen
entre
las
distintas
partes
del
universo
(correspondencias y analogías)», dentro del proceso de la involución, es
decir, de la materialidad de todo.
Hemos de intercalar aquí una distinción y una aclaración. Erich Fromm
(23),
siguiendo
simbólica,
las
vías
establece
del
conocimiento
diferencias
graduales
normativo
entre
de
tres
la
materia
especies
de
símbolos: a) el convencional, b) el accidental; c) el universal El primer
género
se
constituye
por
la
simple
aceptación
de
una
conexión
constante, desprovista de fundamento óptico o natural; por ejemplo,
muchos signos usados en la industria, en las matemáticas, o en otros
dominios. (En la actualidad, hay también un notable interés por esta
clase de signos.) El segundo tipo proviene de condiciones estrictamente
transitorias, se debe a asociaciones por contacto casual. El tercer género
es el que nosotros investigamos y se define, según el autor citado, por la
existencia de la relación intrínseca entre el símbolo y lo que representa.
Obvio es decir que esta relación no siempre posee la misma intensidad,
ni la misma vida; por ello es difícil clasificar los símbolos con exactitud,
como ya advertimos.
Este lenguaje de imágenes y de emociones, basado en una condensación
expresiva y precisa, que habla de las verdades trascendentes exteriores al
hombre
(orden
cósmico)
e
interiores
(pensamiento,
orden
moral,
evolución anímica, destino del alma), presenta una condición, según
Schneider, que extrema su dinamismo y le confiere indudable carácter
dramático.
Efectivamente,
la
esencia
del
símbolo
consiste
en
poder
exponer simultáneamente los varios aspectos (tesis y antítesis) de la idea
que expresa (51). Daremos de ello una explicación provisional: que el
inconsciente, o «lugar» donde viven los símbolos, ignora los distingos
de
contraposición.
aparición
O
justamente
también,
cuando
que
hay
la
una
«función
tensión
simbólica»
de
hace
contrarios
que
su
la
conciencia no puede resolver con sus solos medios.
Si para los psicólogos, el símbolo es una realidad casi exclusivamente
anímica, que se proyecta luego sobre la naturaleza, bien tomando sus
seres y formas como elementos idiomáticos, bien convirtiéndolos en
personajes
esotéricos,
del
drama,
quienes
inquebrantable:
no
es
así
para
fundamentan
macrocosmo
=
el
los
orientalistas
simbolismo
microcosmo.
Por
en
o
la
ello
para
los
ecuación
señala
Rene
Guénon: «El verdadero fundamento del simbolismo es, como ya hemos
dicho,
la
correspondencia
que
liga
entre
sí
todos
los
órdenes
de
la
realidad, ligándolos unos a otros y que se extiende, por consiguiente,
desde el orden natural tomado en su conjunto, al orden sobrenatural.
En virtud de esta correspondencia, la naturaleza entera no es más que
un símbolo, es decir, que no recibe su verdadera significación más que
cuando se la mira como soporte para elevarnos al conocimiento de
verdades
sobrenaturales
o
"metafísicas",
en
el
propio
y
verdadero
sentido de esta palabra, lo cual es precisamente la función esencial del
simbolismo... El símbolo debe ser inferior siempre a la cosa simbolizada,
lo cual destruye todos los conceptos naturalistas sobre el simbolismo»
(29).
Esta
última
idea
la
ratifica
Guénon
en
muchas
de
sus
obras,
repitiendo que «lo superior no puede nunca simbolizar lo inferior, sino
inversamente» (25) (a menos, agregamos, que se trate de un símbolo
específico de inversión). De otro lado, lo superior puede «recordar» lo
inferior.
Tienen mucho interés las consideraciones de Mircea Eliade sobre la
cuestión, atribuyendo al símbolo la misión de abolir los límites de ese
«fragmento» que es el hombre (o uno cualquiera de sus motivos o
cuidados), para integrarlo en unidades más amplias: sociedad, cultura,
universo. Si bien, en el límite, «un objeto convertido en símbolo —por
obra de su posesión por la función simbólica— tiende a coincidir con el
Todo...
esta
simbolismo
"unificación"
permite
integrando
todos
el
esos
no
equivale
a
una
paso,
la
circulación
niveles
y
planos
(de
confusión,
de
la
un
nivel
realidad),
pues
a
el
otro,
pero
sin
fusionarlos, es decir, sin destruirlos», antes ordenándolos en un sistema.
De otro lado, Eliade cree que si el Todo puede aparecer contenido en un
fragmento significativo, es porque cada fragmento repite el Todo. «Un
árbol se convierte en sagrado, sin dejar de ser árbol, en virtud del poder
que manifiesta; y si se convierte en árbol cósmico es porque lo
que
manifiesta repite punto por punto lo que manifiesta el orden total» (17).
Tenemos aquí explicada la «relación intrínseca» mencionada por Erich
Fromm. Consiste en el parentesco esencial, aunque traducido a otro
plano de la realidad, entre uno y otro proceso, entre uno y otro objeto,
conexión que internamente ha sido definida como ritmo analógico.
El «ritmo común» de Schneider
La
analogía
entre
dos
planos
de
la
realidad
se
fundamenta
en
la
existencia, en ambos, de un «ritmo común». «Ritmo» denominamos
aquí
no
al
«orden
sensible
en
el
tiempo»,
sino
al
factor
coherente,
determinado y dinámico, que posee un carácter y lo transmite al objeto
sobre el cual se implanta o del que surge como emanación. Ese ritmo,
originariamente, es un movimiento, el resultado de una tensión vital, de
un número dado. Aparece como gesto o petrificado en una forma. Así,
entre la serpiente viva que se mueve ondulante y la serpiente de un
relieve pétreo puede existir una analogía no sólo formal (de diseño,
disposición, forma concreta del animal) sino de ritmo, es decir, de tono,
de modalidad, de acento y de expresión. Martin Buber advierte que el
hombre, en su estudio de la poesía natural y primera -sea el hombre de
la cultura megalítica, el primitivo coetáneo o el hombre «romántico»
que
busca
una
espontaneidad
natural
en
su
enfrentamiento
con
el
cosmos-, no piensa en la luna que ve todas las noches, pues lo que
retiene no es la imagen de un disco luminoso ambulante, ni la de un ser
demoníaco asociado a él, sino de inmediato la imagen emotiva, el fluido
lunar que atraviesa los cuerpos (2). Esto es exactamente ratificado por
Schneider,
quien
señala
la
disposición
del
primitivo
para
el
pensar
simbólico y rítmico, pues identifica el movimiento de una ola con el de
los dorsos de un rebaño en marcha (51), como podría identificar el
gráfico de un estado febril y el contorno de la zona superior de una
cordillera.
Davy
recuerda
que
ya
Boecio
había
hablado
del
«ritmo
común» al decir que solamente aquellas cosas que tienen porobjeto una
misma
materia
-término
que
significa
aquí
«aspecto
vital»-
pueden
cambiarse y transformarse mutuamente entre sí (14). El ritmo puede
entenderse
como
grupo
de
distancias,
como
agrupación
de
valores
cuantitativos, pero también como diagrama formal determinado por
esos números, es decir, como similitud espacial, formal y situacional.
Pero hay un sentido más hondo, si no más amplio, del concepto de
ritmo,
que
es
justamente
el
que
desarrolla
Schneider
partiendo
de
conceptos primitivos que fundan la identificación en la existencia de esa
suerte de «célula viviente y dinámica» en dos o más aspectos de la
realidad. Por ello, indica el autor citado: «La determinación del ritmo
común varía mucho según las culturas. Los seres primitivos consideran
como un ritmo de parentesco, ante todo, el timbre de la voz, el ritmo
ambulatorio, la forma del movimiento, el color y el material. Las altas
culturas mantienen estos criterios, pero dan más importancia a la forma
y
el
material
(lo
visual)
que
a
los
criterios
de
voz
y
del
ritmo
ambulatorio. En vez de concebir estos ritmos de parentesco dinámica y
artísticamente como lo hacen los pueblos primitivos, las altas culturas
los consideran como valores abstractos y los ordenan siguiendo una
clasificación razonada de carácter estático y geométrico. Mientras el
primitivo
percibe
como
esencial
el
movimiento
en
las
formas
y
el
carácter fluctuante de los fenómenos, las altas civilizaciones ponen en el
primer
plano
el
aspecto
estático
de
las
formas
y
el
perfil
puro
y
estrictamente geométrico de la forma» (50).
Los ritmos o modos permiten, pues, establecer conexiones entre los
planos diversos de la realidad. Mientras la ciencia natural establece sólo
relaciones entre grupos «horizontales» de seres, siguiendo el sistema
clasificador
de
Linneo,
la
ciencia
mística
o
simbólica
lanza
puentes
«verticales» entre aquellos objetos que se hallan en un mismo ritmo
cósmico,
es
decir,
ocupada
por
otro
cuya
situación
objeto
está
«análogo»,
en
pero
«correspondencia»
perteneciente
a
con
un
la
plano
diferente de la realidad; por ejemplo, un animal, una planta, un color.
Según Schneider la noción de estas correspondencias proviene de la
creencia en la indisoluble unidad del universo. Por ello, en las culturas
megalíticas
y
astrobiológicas,
diferentes,
en
virtud
de
que
se
ligan
poseen
entre
un
sí
los
«ritmo
fenómenos
común»;
y
más
así
se
correlacionan elementos como: «instrumentos de música, de culto o de
trabajo; los animales, dioses y astros; estaciones, puntos cardinales y
símbolos materiales; ritos, colores y oficios; partes del cuerpo humano
o períodos de la vida humana» (51). El simbolismo es la fuerza que
pudiéramos
llamar
magnética,
y
liga
entre
sí
los
fenómenos
correspondientes al mismo ritmo, permitiendo incluso su sustitución
mutua. De estos principios, Schneider deriva consecuencias importantes
de
tipo
ontológico:
«La
multiplicidad
de
las
formas
exteriores
repartidas en los planos concéntricos sólo es una engañadora apariencia,
pues, en último lugar, todos los fenómenos del universo se reducen a
unas pocas formas rítmicas fundamentales, agrupadas y ordenadas por
la
evolución
del
tiempo»
(51);
y
gnoseológico:
«El
símbolo
es
la
manifestación ideológica del ritmo místico de la creación, y el grado de
veracidad
atribuido
al
símbolo
es
una
expresión
del
respeto
que
el
hombre es capaz de conceder a ese ritmo místico» (50). La conexión
rítmica entre los seres del mundo exterior a lo humano y la fisiología
del hombre es mostrada por el autor al afirmar que el hombre primitivo
y su animal-tótem -siendo seres diferentes- están ligados por un ritmo
común, cuyo elemento esencial es el grito-símbolo (51). Jung amplía a lo
psicológico la noción al establecer la profunda y constante relación que
existe entre ritmo y emoción (31).
Deseamos comentar una de las aseveraciones implicadas en la tesis de
Schneider, la que se refiere a la escasez de formas realmente distintas en
el universo, a pesar del aspecto aparentemente caótico y pluriversal de
las
apariciones
fenoménicas.
sistemáticamente
fundamentales;
las
en
En
formas,
lo
efecto,
descubre
biológico,
la
morfología,
que
sólo
unas
particularmente
el
al
analizar
cuantas
ovoide
son
del
que
derivan la esfera y el huso con las infinitas formas intermedias. Además,
precisamente los análisis simbológicos dan con frecuencia una sensación
de
enriquecimiento
extensión,
pues
las
en
profundidad,
escasas
pero
situaciones
se
de
empobrecimiento
enmascaran
bajo
en
aspectos
cambiantes pero secundarios. De igual modo, en la serie numérica, sólo
son «originales» las cifras de la primera década en la tradición griega, o
hasta el doce en la oriental. Las demás pertenecen al dominio de la
«multiplicidad», que sólo es reordenación de lo esencial, de la serie
básica. Además, el simbolismo se sitúa en lo arque-típico de cada ser, de
cada
forma,
de
concentración,
cada
todos
ritmo.
los
En
seres
su
de
dominio,
una
merced
misma
al
especie
principio
se
reducen
de
al
singular. E incluso el ritmo dominante transforma en beneficio de esa
unificación lo que pudiera aparecer distinto. De modo que, haciendo
uso de un ejemplo, no sólo todos los dragones son el dragón, sino que
la mancha que parece un dragón es un dragón. Y lo es, como veremos,
por obra del principio de «identificación suficiente».
El arquetipo de Jung
En la ecuación macrocosmo-microcosmo se implica la posibilidad de
explicar el primero por el segundo, o inversamente. El «ritmo común»
de Schneider pertenece más bien, acaso,
a la tendencia de explicar el hombre por el mundo; el «arquetipo» de
Jung
propende
acontezca
así,
objetivos,
sino
a
explicar
cuando
de
no
el
mundo
parte
imágenes
de
por
el
hombre.
formas,
contenidas
en
el
ni
de
alma
Lógico
figuras
es
o
humana,
que
seres
en
las
honduras hirvientes del inconsciente. El arquetipo es, en primer lugar,
una epifanía, es decir, la aparición de lo latente a través del arcano:
visión, sueño, fantasía, mito. Todas estas emanaciones del espíritu no
son, para Jung, sustitutivos de cosas vivas, modelos petrificados, sino
frutos de la vida interior en perpetuo fluir desde las profundidades, en
un proceso análogo al de la creación en su gradual desenvolvimiento. Si
la creación determina el surgimiento de seres y de objetos, la energía de
la psique se manifiesta por medio de la imagen, entidad limítrofe entre
lo informal y lo conceptual, entre lo tenebroso y lo luminoso. Jung
utiliza
la
palabra
universales
que
«arquetipo»
revelan
la
para
máxima
referirse
constancia
a
aquellos
y
eficacia,
símbolos
la
mayor
virtualidad respecto a la evolución anímica, que conduce de lo inferior a
lo
superior.
Así
lo
concreta
en
Energetik
der
Seele,
al
decir:
«La
máquina psicológica, que transforma la energía, es el símbolo». Pero
también parece determinar en otro sentido el término de «arquetipo»
escindiéndolo del símbolo en cuanto conexión óntica, y refiriéndolo
estrictamente a la estructura de la psique. Para aclarar esto con los
propios conceptos del autor, vamos a transcribir algunos párrafos de
varias
obras
elementos
en
las
que
estructurales
alude
a
ello
numinosos
diciendo:
de
la
«Los
psique
arquetipos
y
poseen
son
cierta
autonomía y energía específica, en virtud de la cual pueden atraerse los
contenidos de la conciencia que les convengan». Luego añade: «No se
trata de representaciones heredadas, sino de cierta predisposición innata
a
la
formación
"inconsciente
de
representaciones
colectivo".
Llamé
paralelas,
arquetipos
a
que
esas
denominé
estructuras
y
corresponden al concepto biológico de "pautas de comportamiento"»
(31).
Los
aunque,
arquetipos
desde
«no
luego,
representan
sólo
las
algo
formas
externo,
del
ajeno
mundo
al
alma
-
circundante
proporcionan las formas (figuras) en que se nos manifiestan-, sino que,
independientemente
de
sus
formas
exteriores,
trasuntan
más
bien
la
vida y la esencia de un alma no individual» (33). Es decir, hay un reino
intermedio
entre
la
unidad
del
alma
individual
y
su
soledad
y
la
multiplicidad del universo; hay un reino intermedio entre la res cogitans
y la res extensa de Descartes, y ese reino es la representación del mundo
en el alma y del alma en el mundo, es decir, el «lugar» de lo simbólico,
que
«funciona»
presencias
en
eternas,
percibe o no» (32).
las
vías
siendo
el
preparadas
problema
de
los
arquetipos,
dilucidar
si
la
que
«son
conciencia
las
Xilografía del Historiarum liber de Herodoto, París 1510.
En su Essai de psychologie analytique, Jung vuelve a definir la esencia de
los arquetipos diciendo que «son sistemas disponibles de imágenes y
emociones a la vez (es decir, ritmos). Son heredados con la estructura
cerebral, más aún, son de ella el aspecto psíquico. Constituyen, de una
parte, el más poderoso prejuicio instintivo y, de otra parte, son los
auxiliares
más
instintivas».
eficaces
Señala
Jung
que
que
pueda
la
imaginarse
noción
de
tales
de
las
adaptaciones
«imágenes-guía»
de
origen ancestral aparece ya en Freud, quien las denominó «fantasías
primitivas». Jolan Jacobi, en su obra sobre la psicología de Jung (30),
dice que éste tomó la expresión de san Agustín, quien la usa en un
sentido muy próximo a lo que Platón entendiera por «idea», es decir,
realidad primordial de la que surgen, como ecos y desdoblamientos, las
realidades
existenciales.
Proceden
los
arquetipos
como
parábolas
sintéticas y su significado sólo es parcialmente accesible, permaneciendo
secreta su identidad más profunda, porque, naturalmente, es anterior al
mismo hombre y se proyecta más allá de él. Jolan Jacobi identifica
prácticamente
los
símbolos
con
los
arquetipos,
aludiendo
como
pertenecientes al dominio de éstos el «viaje nocturno por el mar», la
«ballena dragón», las figuras del príncipe, del niño, del mago o de la
doncella desconocida. No nos es posible avanzar más en el análisis de
las concepciones de Jung sin entrar en el dominio de su psicología y de
su teoría antropológica, lo cual rebasa nuestra finalidad. De otro lado,
quien
desee
hacerlo
dispone
actualmente
de
una
obra
de
conjunto
debida a Jung y sus principales discípulos, El hombre y sus símbolos,
que se cita en la Bibliografía general.
Volviendo
entre
a
la
símbolo
relación,
y
que
arquetipo
puede
concebirse
pudiéramos
decir
como
que
identificación,
éste
es
el
aspecto
mítico y solamente humano de lo simbólico, mientras que el sistema
escueto
humana,
de
los
pues
símbolos
se
funda
pudiera
en
el
existir
orden
incluso
cósmico
sin
la
conciencia
determinado
por
las
conexiones verticales a que aludimos al comentar el «ritmo común» de
Schneider, integración que traduce a un idioma espiritual sistemas de
vibraciones
reflejando
un
«modelo»
fundamental
y
originario,
simbolizado preferentemente en la serie numérica.
IV La esencia del símbolo
Análisis del símbolo
Las ideas previas, los supuestos que permiten la concepción simbolista,
el nacimiento y dinamismo del símbolo, son los siguientes: a) Nada es
indiferente.
Todo
expresa
algo
y
todo
es
significativo.
b)
Ninguna
forma de realidad es independiente: todo se relaciona de algún modo. c)
Lo cuantitativo se transforma en cualitativo en ciertos puntos esenciales
que constituyen precisamente la significación de la cantidad, d) Todo es
serial, e) Existen correlaciones de situación entre las diversas series, y de
sentido entre dichas series y los elementos que integran. La serialidad,
fenómeno
fundamental,
abarca
lo
mismo
el
mundo
físico
(gama
de
colores, de sonidos, de texturas, de formas, de paisajes, etc.) que el
mundo espiritual (virtudes, vicios, estados de ánimo, sentimientos, etc.).
Los
hechos
que
dan
lugar
a
la
organización
serial
son:
limitación,
integración de lo discontinuo en la continuidad, ordenación, gradación
sucesiva,
numeración,
polaridad,
equilibrio
dinamismo
de
tensión
interno
simétrico
o
entre
sus
asimétrico
elementos,
y
noción
de
conjunto.
Si tomamos un «símbolo» cualquiera, por ejemplo, la espada o el color
rojo y analizamos sus estructuras, veremos que éstas se descomponen
analíticamente,
lo
mismo
en
el
origen
que
en
la
significación.
Encontramos primeramente el objeto en sí, abstraído de toda relación;
en segundo lugar el objeto ligado a su función utilitaria, a su realidad
concreta
en
el
mundo
tridimensional
(directamente:
la
espada);
indirectamente (el color rojo, tiñendo por ejemplo un manto). En tercer
lugar,
encontramos
estructura
que
lo
hemos
que
permite
denominado
considerarlo
«función
como
simbólica»
símbolo,
y
que
es
la
tendencia dinámica de la cualidad a relacionarse con las equivalentes
situadas en los puntos correspondientes de todas las series análogas,
pero tendiendo de modo principal a designar el sentido metafísico que
concierne
a
ese
aspecto
modal
de
la
manifestación.
En
esa
función
simbólica podemos aún distinguir entre lo ligado al símbolo y lo que
corresponde
a
su
significado
general,
muchas
veces
ambivalente
y
cargado de alusiones cuya multiplicidad nunca es caótica, porque se
dispone a lo largo de una coordenada de «ritmo común».
Así la espada, el hierro, el fuego, el color rojo, el dios Marte, la montaña
rocosa,
se
relacionan
entre
sí
por
encontrarse
en
una
de
esas
«direcciones simbólicas» de igual sentido. Todos esos elementos aluden
al
anhelo
de
significado
«decisión
profundo
psíquica
de
sus
y
exterminación
funciones
física»,
simbólicas,
y
que
que
es
el
puede
enriquecerse con significados secundarios dimanados de la «situación»
o nivel en que el símbolo aparezca. Pero además estos símbolos se unen
entre
sí
-se
llaman
mutuamente,
podríamos
decir-
por
razón
de
la
afinidad interna que liga todos estos fenómenos que son en realidad
concomitancias de una modalidad cósmica esencial.
Por consiguiente, aparte de esta red de relaciones que liga todos los
objetos
(físicos,
metafísicos,
reales,
ideales,
e
irreales
en
tanto
que
verdaderos psicológicamente), el orden simbólico se establece por la
correlación general de lo material y lo espiritual (visible e invisible) y
por el despliegue de las significaciones. Estos componentes que dan
lugar al «modo de ser» del objeto pueden ser sumativos o disidentes,
siendo
en
el
segundo
caso
cuando
se
produce
la
ambivalencia
del
símbolo. Schneider aduce el ejemplo de la flauta (50), que por su forma
es fálica y masculina, mientras que por su sonido es femenina. Halla una
curiosa correspondencia de doble inversión de este instrumento con el
tambor,
masculino
por
su
voz
grave
y
femenino
por
sus
formas
redondeadas. En la relación de significados de las formas abstractas
(geométricas o biomórficas, ideales o artísticas) y los objetos, existe una
mutua
influencia
que
siempre
se
deberá
tener
en
cuenta.
Vamos
a
exponer otro ejemplo de análisis de sentido simbólico. El del agua. Sus
cualidades
dominantes
son:
fertiliza,
purifica,
disuelve.
La
íntima
conexión de estas condiciones permite relacionarlas de diversos modos,
en los que siempre resultará un hecho: que la disolución de las formas,
la
carencia
de
formas
fijas
(fluidez)
va
ligada
a
las
funciones
de
fertilización o renovación del mundo vivo material, y de purificación o
renovación del mundo espiritual. De esta trabazón se deduce todo el
vasto simbolismo de las aguas, que aparecen como fuerza situada en
medio
de
los
estadios
cósmicos
solidificados
para
destruir
lo
corrompido, dar fin a un ciclo y posibilitar la vida nueva, significación
ésta que se trasvasa a los signos zodiacales de Acuario y de Piscis, en
corroboración de los versículos de los salmos: «Cual agua me disuelvo;
se han descoyuntado todos mis huesos».
Las ideas fundamentales que autorizan y arraigan el orden simbólico,
que
antes
mencionamos,
las
ordena
de
otro
modo
Jung
por
sus
resultados dentro de un sistema de lógica simbólica. Y en relación con
la libido o energía vital, dice que tenemos las siguientes posibilidades de
simbolización: 1) La comparación analógica (es decir, entre dos objetos
o fuerzas situados en una misma coordenada de «ritmo común»), como
el fuego y el sol. 2) La comparación causativa objetiva (que alude a un
término de la comparación y sustituye ésta por la identificación); por
ejemplo, el sol bienhechor. 3) La comparación causativa subjetiva (que
procede como en el caso anterior e identifica de modo inmediato la
fuerza con un símbolo u objeto en posesión de función simbólica apta
para esa expresión); falo o serpiente. 4) La comparación activa (que se
basa no ya en los objetos simbólicos, sino en su actividad, insertando
dinamismo y dramatismo a la imagen); la libido fecunda como el toro,
es peligrosa como el jabalí, etc. La conexión de esta última forma con el
mito es evidente y no necesita comentarios (31).
Llegada de Galahad a la Tabla Redonda, Le livre de messire Lancelot du
Lac (siglo
XIV).
Biblioteca Nacional de París.
La analogía simbólica
Según la Tabula smaragdina, el triple principio de la analogía entre el
mundo exterior y el interior consiste en: la unidad de la fuente o del
origen
mundo
de
ambos
físico;
y
mundos;
el
del
el
influjo
mundo
del
material
mundo
sobre
el
psíquico
espiritual.
sobre
el
Pero
la
analogía no sólo consiste en esa relación entre lo interior y lo exterior,
sino
también
entre
los
fenómenos
diversos
del
mundo
físico.
La
semejanza material, formal, es sólo uno de los casos de analogía. Ésta
puede existir también en lo que respecta a la acción, al proceso. A veces,
la elección denota el fundamento analógico, del origen interno de que se
parte o de la finalidad que se persigue. Vamos a citar algunos ejemplos
de analogía, para aclarar la cuestión. En la literatura religiosa se lee que
la Orden de san Bruno prefería para sus establecimientos los lugares
abruptos y recónditos; la de san Benito, los montes elevados; la del
Císter, los valles amenos; la de san Ignacio, las ciudades. Casi no es
preciso añadir nada; quienes conozcan el carácter de estas fundaciones
sabrán que su predilección establece un simbolismo del paisaje o que,
inversamente, los lugares elegidos hablan elocuentemente del espíritu
que animaba a cada una de esas comunidades.
Los pigmeos del África ecuatorial creen que Dios expresa por el arco
iris su deseo de entrar en relación con ellos. Por esto, en cuanto aparece
el arco iris, toman sus arcos y apuntan hacia él... (17). La incomparable
belleza de esta imagen plástica nos dice lo que es la analogía mejor que
cualquier análisis. Otros aspectos se dan en ciertas supersticiones, como
la creencia de muchos pueblos de que, abriendo todos los cerrojos,
cerraduras y pestillos de la casa mientras una criatura está naciendo se
facilitará
su
venida
al
mundo
(21).
Otra
analogía:
el
proceso
de
la
creación, que las teogonías orientales expresan como una multiplicación
progresiva que es, en realidad, una división, pues todo proviene de lo
Uno, tiene su manifestación analógica en el mito del descuartizamiento
de Osiris en Egipto, de Prajapati en la India, de Dioniso en Grecia (40).
Como
ejemplo
de
analogía
formal
o
semejanza
citaremos
cuatro
símbolos del centro: la Rueda de las Transformaciones hindú, con un
espacio central vacío o animado sólo con el símbolo o la imagen de la
deidad; el disco de jade chino, Pi, con un agujero en el centro; la idea del
cielo
agujereado
espaciotemporal
por
al
la
estrella
carente
de
Polar,
esas
como
camino
constricciones.
del
mundo
Finalmente,
en
Occidente, la Tabla Redonda con el santo Graal en medio. Vemos que
en tan diferentes objetos se repite, obsesivamente diríamos, la imagen
de una dualidad: centro contra entorno circundante como doble imagen
del origen inefable y del universo de la manifestación. Pero hay una
leyenda que nos expone las grandes posibilidades que tiene la analogía,
e incluye analogía formal (semejanza) y procesal. Es el mito del cazador
maldito, que deja la misa en el momento de alzarse la sagrada forma y
huye
tras
«repite»
la
la
caza.
Hay
creación
aquí
del
diseñado
mundo
físico.
un
El
movimiento
alma
espiral
abandona
el
que
centro
(forma circular de la hostia) y sale hacia la zona exterior de la rueda,
donde el movimiento es más veloz (simbolizado por su carrera sin fin
tras la inconseguible caza).
La
analogía
como
procedimiento
de
unificación
y
de
ordenación
aparece en el arte, en el mito, en la poesía continuamente. Su presencia
delata siempre una fuerza mística en acción, la necesidad de reunir lo
disperso.
Vamos
a
citar
dos
casos,
de
crítica
de
arte
uno,
literario
aunque incidente en lo mismo el otro, que no tienen otro fundamento
que la analogía. Dice Cohn-Wiener: «Los relieves nos permiten apreciar
que allí [Babilonia] el vestido no acentúa la forma del cuerpo, como en
Egipto, sino que la encubre, como la decoración mural oculta los rasgos
constructivos».
Glosó
Théophile
Gautier
la
catedral
de
Burgos
diciendo: «Gigantesca como una pirámide de piedra y delicada como un
bucle de mujer», y Verlaine afirmó de la Edad Media (que había creado
esa catedral): «Enorme y delicada».
Insistiremos todavía en el estudio de la analogía, que es tal vez la piedra
angular
de
paralelas,
todo
como
el
edificio
«El
sol
simbólico.
vence
a
las
Si
establecemos
tinieblas»,
«El
dos
acciones
héroe
mata
al
monstruo», hay una correspondencia entre las dos frases (y acciones).
Hemos de concebir cada una como una serie de tres elementos: sujeto,
verbo,
predicado.
Hay
analogía
de
proceso;
ambos
sujetos,
ambos
verbos, ambos predicados se corresponden entre sí. Como, además,
hemos elegido dos acciones de «ritmo común», se podrían sustituir
libremente e intercambiar los elementos de las series sin que el sistema
sufriera quebranto o confusión y decir: «El sol mata al monstruo» o «El
héroe vence a las tinieblas». Otro caso; en las expresiones paralelas: «El
sol brilla con fulgor dorado» y «El oro brilla con fulgor dorado», la
igualdad de predicado autoriza no sólo el intercambio de los sujetos de
la oración, sino su identificación. Tras la frase intermedia: «El sol brilla
como el oro» o «El oro brilla como el sol», se presenta ya irrebatible:
«El sol (en cuanto áureo brillo) es el oro». Esta asimilación relativa, no
por su valor, sino por el sentido de su situación, ya que sólo concierne a
la posición dinámica, es decir, simbólica de los objetos, la denominamos
«principio
de
identificación
suficiente»
y
la
consideramos
como
el
núcleo del fenómeno simbólico. Se comprende que sea «suficiente» esta
identificación (es decir, suficiente para lo simbólico) desde el momento
en
que
se
produce
justamente
en
el
seno
de
la
tensión
energética
simbólica. Al coincidir en sus funciones, que revelan pertenencias a una
esencia, ambos objetos, que en lo existencial son diferentes, tórnanse
uno en lo simbólico y son intercambiables, resultando —en lenguaje
escolástico— la coniunctio (conjunción integradora) de lo que antes era
distinctio. Por esta razón, la técnica simbólica consiste en sistematizar
las
identificaciones
progresivas,
dentro
de
los
ritmos
verdaderos
y
comunes. Y también por todas las causas aludidas, la imagen simbólica
no es un «ejemplo» (relación externa y posible entre dos objetos o
conexiones), sino una analogía interna (relación necesaria y constante).
Símbolo y alegoría. Símbolo y expresión
Por
lo
general,
los
tratadistas
establecen
un
distingo
esencial
entre
símbolo y alegoría. Bachelard (3) define a ésta como «imagen inerte,
concepto
ya
bien
racionalizado».
Para
Jung
(30),
la
alegoría
es
un
símbolo reducido constreñido al papel de signo, a la designación de una
sola de sus posibilidades seriales y dinámicas. De otro lado, la diferencia
se comprende partiendo del supuesto de Wirth, para quien la función
esencial de lo simbólico es penetrar en lo desconocido y establecer,
paradójicamente,
la
comunicación
con
lo
incomunicable.
El
descubrimiento parcial de esas verdades profundas se verifica por medio
de los símbolos (59). Diel explica la diferencia entre alegoría y símbolo
con un elocuente ejemplo: «Zeus lanza el rayo, lo cual, en el plano del
sentido meteorológico, es una simple alegoría. Esta se transmuta en
símbolo cuando la acción adquiere un sentido psicológico, Zeus deviene
símbolo del espíritu y el rayo lanzado simboliza la súbita aparición del
pensamiento
deidad»
(15).
convencional
mendigos,
y
iluminante
El
signo
para
las
una
(intuición)
es
una
cosa
ciencias
que
expresión
conocida.
actuales
se
supone
semiótica,
Ciertas
enviado
una
tribus
(topografía,
por
la
abreviatura
primitivas,
electricidad)
los
usan
verdaderos
alegoría
«lenguajes
resulta
dominante
animado
se
por
de
signos»,
mecanización
petrifica
el
y
ropaje
la
del
a
veces
símbolo,
convierte
simbólico
muy
en
por
lo
signo,
tradicional.
convencionales.
cual
aun
Las
su
La
cualidad
aparentemente
alegorías
se
han
forjado muchas veces a plena conciencia para finalidades escenográficas
o literarias. Grecia y Roma usaron y abusaron de ellas como se observa,
simplemente, en la numismática. La literatura antigua y medieval usó
también las alegorías. La
compilación
de
Iconología
personificaciones
de Cesare Ripa es una vastísima
y
alegorías.
Los
diccionarios
de
mitología aportan numerosos ejemplos, cuyo carácter descriptivo los
aparta de lo simbólico. Así, según Cochin, la Crueldad se representa
por medio de una mujer de aspecto espantoso que ahoga a un niño en
una
cuna
y
que
se
ríe
contemplando
un
incendio.
El
Crepúsculo
vespertino, por la imagen de un doncel de negras alas que huye por
debajo de un velo que alude a la noche. Sus atributos son una estrella
sobre
la
frente
y
un
murciélago.
Más
mecanizadas
resultan
aún
las
alegorías que representan ciencias, artes o industrias. La Cosmografía se
suele representar con los rasgos de una mujer anciana. Lleva un manto
azulado sembrado de estrellas y su traje es del color de la tierra. Con
una mano sostiene un astrolabio y un compás con la otra. A sus pies
están los globos celeste y terrestre. Estos ejemplos prueban que los
elementos de la alegoría son simbólicos y en nada se distinguen de los
verdaderos símbolos. Sólo su función está trastornada y modificada,
pues, en vez de aludir a los principios metafísicos y espirituales, en vez
de
poseer
una
emoción,
se
han
creado
artificialmente
para
designar
realidades concretas ciñéndose a este sentido único o muy dominante.
Pero los elementos de la alegoría pueden retornar a su estado simbólico
en determinadas circunstancias, es decir, si son captados como tales por
el
inconsciente,
representativa
con
que
olvido
poseen.
de
Por
la
finalidad
ello,
semiótica
podemos
y
hablar
meramente
de
un
reino
intermedio, de imágenes creadas conscientemente, aunque utilizando
experiencias ancestrales que pueden deberse a sueños o visiones. Un
ejemplo
lo
tenemos
en
las
láminas
del
Tarot,
cuyas
composiciones
parecen realizadas según un criterio similar al de muchas alegorías o
figuras míticas. Sólo que su misteriosidad las torna impalpables a la
razón y las posibilita para actuar como estímulos del inconsciente. Con
el arte sucede frecuentemente lo mismo; los símbolos fueron ordenados
en sistemas conscientes y tradicionales, canónicos, pero su vida interior
sigue latiendo bajo esa ordenación racionalizada, pudiendo así aparecer
en un momento. En la ornamentación actúa más el ritmo puro que el
significado
simbólico
de
éste.
La
fuerza
endopática
del
ritmo
se
comunica al espectador y lo mueve según su carácter, siendo muy raro
que aflore a la conciencia la sospecha de un significado psicológico o
cósmico, aunque se percibe la esencia energética. Esto se percibe, sobre
todo,
en
las
«abstracciones»
que
van
del
neolítico
al
arte
vikingo,
irlandés o islámico. Sucede lo mismo con el fenómeno de la expresión,
que
puede
confundirse
emparentarse
con
él.
La
con
el
expresión
de
es
la
una
simbolización,
relación
pero
continua,
sin
fluente,
causal y directa entre el origen y la manifestación; termina en ésta,
donde encuentra su cauce y a la vez su límite. La simbolización es
discontinua, estática, indirecta, trascendente a la obra en que aparece
plasmada. En música o en pintura, pudieran deslindarse perfectamente
los factores de expresión y los de simbolización. Pero por no sernos
posible profundizar en una cuestión tan particular, nos limitaremos a
buscar
su
respectivo
fondo
en
las
tendencias
estéticas
a
que
ambos
impulsos, hipostasiados, dan lugar. La fórmula del expresionismo, al
enfrentarse con el mundo material, con los objetos, tiende a destruirlos
y a sumirlos en una corriente caótica de carácter psíquico, que disuelve
las figuras y las incorpora en estado de ritmos libres a su fuerza. El
simbolismo aísla, por el contrario, cada forma y cada figura, pero liga
entre sí por magnéticos puentes cuanto posee «ritmo común», es decir,
concomitancia
simbólicos
al
natural.
Así
significado
hace
transparentes
profundo
que
las
motivó
series
su
de
objetos
aparición
en
lo
fenoménico. En lo que concierne a la relación de la forma de arte con su
autor, volvemos al concepto de endopatía, ya presentido por Dante, el
cual dijo en su Canzoniere: «Quien ha de pintar una figura, si no puede
convertirse
en
ella
no
puede
dibujarla».
Su
afirmación
vuelve
a
fundamentarse en el «ritmo común», como la más lejana de Plotino, al
afirmar que el ojo no podría ver el sol si no fuera un sol en cierto modo
(e inversamente). En la doctrina simbolista nunca hay mera relación de
causa
a
efecto
sino
«mutua
causalidad».
En
simbolismo
todo
posee
significado, todo es manifiesta o secretamente intencional, todo deja
una
huella
o
«signatura»
que
puede
ser
objeto
de
comprensión
e
interpretación.
Quizás una concepción más honda que cualquiera salida de la ciencia, la
ofrezca el misticismo sufí. Henry Corbin, en L’Imagination creatrice
dans le soufisme d'Ibn 'Arabî (París 1958), refiriéndose a la idea del
ta'wil profesada por el sufismo, afirma que se trata básicamente de un
método
de
comprensión
simbólica
del
mundo,
basado
en
la
transmutación de todas las cosas visibles en símbolos. Añade que ello es
factible a través de la «intuición de una esencia o persona en una Imagen
que no participa ni de la lógica universal ni de la percepción sensorial, y
que es el único medio para significar lo que se debe significar». El
sufismo reconoce un reino intermedio (el llamado «intermundo») entre
la realidad fenoménica y la realidad lógica o ideal. Dicho intermundo es
la verdad pura de todas las cosas, pero elevada a una posición mágicomística y angélica. En otras palabras, según esta doctrina la Unicidad,
antes
de
abarcar
realidades,
que
contemplación
las
realidades
tienen
(estas
materiales,
forzosamente
otras
que
realidades
se
ser
multiplica
objetos
son
de
en
otras
maravillosa
realidades
materiales
transformadas y que aparecen cumpliendo su propiedad principal, su
«oficio» espiritual). Asín Palacios, en su Escatología musulmana en la
Divina Commedia, demuestra la conexión entre el idealismo dantesco y
la concepción islámica de la vida contemplativa.
V Comprensión e interpretación
El problema de la interpretación
Durante
el
siglo
XIX,
la
mitología
y
el
simbolismo
eran
dominios
discutidos especialmente en lo relativo a su interpretación. Max Müller
derivaba
la
mayor
parte
de
mitos
de
los
fenómenos
solares,
particularmente de la aurora como victoria sobre las tinieblas, mientras
Schwartz y su escuela daban preferencia a la tempestad (35). Pronto se
agregó otra modalidad interpretativa que consideraba como secundarias
todas las proyecciones a lo celeste y meteorológico y como esencial la
simbolización de lo psíquico y espiritual. Así Karl O. Müller, en Kleine
deutsche Schriften, consideró que el mito de Orión no tenía en esencia
nada de astral y sólo posteriormente fue identificado en el cielo. Este
proceso de proyección a la esfera celeste, particularmente a la astral, se
denomina cataterismo. La aparición de la tesis psicologista no invalidó
la de los partidarios del origen celeste, cual Dupuis en L’Origine de tous
les cuites, lo que ratifica para el símbolo su tantas veces repetido carácter
de plurisigno (término original de Philip Wheelwright). En el fondo,
todos
estos
ángulo
de
problemas
la
de
tradición
«origen»
son
simbolista
no
muy
hay
secundarios.
acaso
Desde
prioridad
el
sino
simultaneidad: todos los fenómenos son paralelos y correspondientes.
Las interpretaciones expresan el punto de partida del que las establece,
más
que
la
relación
de
causalidad
ni
de
anterioridad
en
los
hechos
sistematizados.
Este carácter condicional de la interpretación es claramente subrayado
por Gastón Bachelard en su prólogo a la obra de Diel (15), al decir, no
sin ironía: «¿Es usted historiador racionalista? Encontrará en el mito el
relato
de
las
dinastías
célebres.
¿Es
usted
lingüista?
Las
palabras
lo
dicen todo, las leyendas se forman en torno a una locución. Una palabra
deformada, he ahí un dios más. El Olimpo es una gramática que regula
las funciones de los dioses. ¿Es usted sociólogo? Entonces, en el mito
aparece el medio social, medio primitivo en el que el jefe se transforma
en dios. La posición interpretativa que parece más amplia y conforme
con
el
sentido
original
de
mitos
y
símbolos
es
la
que
remonta
su
significado a las fuentes metafísicas, a la dialéctica de la creación. Louis
Renou
material
alaba
en
Zimmer
consultado-
al
esa
innata
sentimiento
tendencia
metafísico
-fidelidad
del
mito»,
mejor
en
el
al
que
refunden lo filosófico y lo religioso (60). Pero las discusiones en torno a
las posibilidades de interpretación no datan de nuestro tiempo, ni del
que inmediatamente lo antecede, sino que provienen de la Antigüedad.
Seznec recuerda que los antiguos ya elaboraron teorías sobre el origen
de los dioses, basadas en tesis interpretativas que pueden sintetizarse en
tres actitudes esenciales: a) Los mitos son narraciones más o menos
alteradas de hechos históricos, de personajes elevados a la categoría de
dioses, como aconteciera en período histórico con Alejandro el Grande,
b)
Los
mitos
expresan
conflictos
elementales
que
constituyen
la
naturaleza, por lo que los dioses son símbolos cósmicos, c) Son más
bien
expresión
diríamos
que
arquetípicos
fabulada
los
son
de
mitos
las
y
tres
ideas
con
cosas
filosóficas
ellos
a
la
gran
vez.
o
morales.
parte
Mejor
de
Nosotros
los
dicho,
símbolos
realidades
históricas concretas; realidades cósmicas y naturales; realidades morales
y psicológicas no son sino la reverberación en tres planos (historia,
mundo físico, mundo psíquico) de las mismas ideas-fuerzas en acción.
El evemerismo, que da la preferencia a la interpretación histórica, por
otra parte no afecta en nada la naturaleza del símbolo o la del mito,
pues,
como
dijimos
anteriormente,
la
simultaneidad
de
lo
paradigmático abstracto y general y de su concreción en un momento
espacio-temporal no sólo no implica contradicción, sino que es una
ratificación de la verdad en ambos planos.
Portada de Arcana arcanissima de Michael Maier, 1614.
En el mundo de los símbolos la interpretación totemística no hace sino
establecer
conexiones,
sin
dilucidar
significados;
establece
líneas
de
relación entre seres dotados de «ritmo común», pero no alude al sentido
de esos seres. Decir que Atenas era el búho nocturno; la Magna Mater
una leona; Artemisa una osa, no agrega nada al significado de los dioses
ni de sus animales-símbolos. Es el análisis del sentido lo único que
puede permitir reconstituir la estructura interna de cada símbolo. El
realismo que ve en lo fabuloso una copia alterada o una confabulación
de elementos diversos, tampoco hace sino suministrar una explicación
secundaria sobre el problemático «origen», sin penetrar en la razón de
ser del ente. Decir que la imagen del murciélago determinó la idea del
hipogrifo, la quimera y el dragón, es dar un componente mínimo sobre
el valor expresivo y simbólico de tales animales fabulosos, pero sólo el
análisis de las condiciones en que aparecen, de su conducta y de su
finalidad nos sitúa frente al mito del símbolo y toda su capacidad de
transfiguración energética. El realismo llega a Krappe, cuando dice que
la asociación tan frecuente y conocida del árbol y la serpiente se debe
«simplemente a la observación, fácil de hacer en todos los países en que
hay serpientes, de que estos reptiles tienen por lo común sus antros al
pie de los árboles» (35). Aunque este origen fuera cierto, ¿qué nos
explicaría sobre la vida intensa y la capacidad mítica de este símbolo
para expresar la tentación bíblica? Lo simbólico, evidentemente, es otra
cosa.
Es
la
(conexión),
imantación
toma
en
que
orden
lo
a
real,
una
sea
simple
tensión
(objeto)
espiritual
y
o
complejo
dentro
de
un
sistema cósmico u obedeciendo a la «presión» espiritual. La serpiente y
el
árbol
se
relacionan
analógicamente
por
su
carácter
lineal,
por
la
semejanza del reptil con las raíces, por el parentesco de ambos seres
erguidos con las columnas Jakin y Bohaz, imagen del sistema binario,
de la contradicción esencial, del bien y del mal. Mientras el árbol eleva
las ramas al sol, como en éxtasis de adoración, la serpiente espera poder
clavar el aguijón. Esto es lo esencial del símbolo y no que las serpientes
aniden junto a los árboles. Más aún, aplicando las leyes tradicionales, en
las
cuales
los
hechos
nunca
explican
nada
sino
que
son
meras
consecuencias de los principios, diríamos que si la serpiente anida junto
a los árboles es porque hay la relación interna antes mencionada.
La interpretación psicológica
Dado que todo símbolo «resuena» en todos los planos de la realidad y
que el ámbito espiritual de la persona es uno de los planos esenciales
por
la
relación
microcosmo,
que
reconocida
la
filosofía
tradicionalmente
ratifica
entre
considerando
al
macrocosmo
hombre
y
como
«mensajero del ser» (Heidegger), se deriva que todo símbolo puede ser
interpretado psicológicamente. Así, por ejemplo, la habitación secreta
de
Barba
Azul,
donde
no
permite
penetrar
a
su
mujer,
es
su
pensamiento. Las mujeres muertas que ella encuentra al incumplir la
prohibición son las mujeres amadas en el pasado, es decir, muertas ya en
el amor. Jung insiste en el doble valor de la interpretación psicológica,
no sólo por los datos que facilita sobre el material nuevo y directo, de
sueños, ensueños diurnos y fantasías, relatos, obras de arte o literatura,
sino por la comprobación que éstos arrojan sobre los mitos y leyendas
de carácter colectivo (31). Señala también que la interpretación de los
productos
del
representa
en
inconsciente
sí
tiene
(interpretación
dos
aspectos:
objetiva)
y
lo
lo
que
que
el
símbolo
significa
como
proyección, como «caso» particularizado (interpretación subjetiva). Por
nuestra
parte,
la
«comprensión»,
interpretación
simplemente.
objetiva
La
es
la
subjetiva
que
denominamos
es
la
verdadera
interpretación, que consiste en la traducción del sentido más general y
profundo del símbolo a un momento concreto particular, a unos casos
determinados.
La
interpretación
objetiva
símbolo.
del
psicológica
símbolo
También
y
la
es
el
término
exigencia
interviene
en
medio
situacional
variable
escala
entre
de
la
la
quien
verdad
vive
ese
tendencia
del
intérprete, a quien será ciertamente difícil sustraerse de su orientación
peculiar.
Es
en
este
momento
en
el
que
los
símbolos,
aparte
de
su
carácter universal, pasan a sobredeterminarse con sentidos secundarios,
accidentales y transitorios, en dependencia con la «situación» en que
aparezcan,
cual
ya
se
dijo.
La
espada,
que
tomábamos
antes
como
ejemplo, sin dejar de poseer el sentido objetivo que ya consignamos,
poseerá un significado secundario -que podrá, incluso, por su tensión,
aparecer como principal en un instante dado- según que ese símbolo
aparezca
en
el
sistema
mental
de
un
militar,
un
sacerdote,
un
coleccionista, un poeta, y nos referimos sólo a este condicionamiento,
que es indefinido o cuando menos muy amplio, interviniendo también
la caracterología. El símbolo, así, asciende o desciende según el nivel al
que es convocado. La dificultad de interpretación, en consecuencia, es
enorme, mientras, por el contrario, la de comprensión del símbolo es
casi
elemental.
Muchos
de
los
escepticismos
que
surgen
respecto
al
simbolismo —sobre todo en psicólogos- derivan de la confusión entre
estos dos aspectos distintos de la función simbólica: manifestación del
sentido
del
objeto
simbólico,
deformación
que
una
acuerdo
una
situación
con
mente
pero
también
particular
externa
manifestación
comunica
determinada.
a
La
ese
de
la
sentido
de
dificultad
de
la
interpretación psicológica consiste no tanto en la polivalencia serial del
símbolo (ritmo común), cuanto en la multiplicidad de cosmovisiones en
que su explicación puede ser amparada, ya inconscientemente por quien
se halla bajo su imperio, o conscientemente por la Weltanschauung del
intérprete.
Un caso límite de predeterminación de significados por parte del que se
enfrenta con el material simbólico lo tenemos en la escuela freudiana,
que
supuso
formas
por
desvelar
su
la
sexualidad
factible
universal
integración
en
uno
de
todos
de
los
los
objetos
amplios
o
grupos
opuestos: masculino, femenino. Pero ya los chinos, con su símbolo
Yang-Yin, los hindúes y los hebreos habían establecido la polaridad
esencial del mundo de los fenómenos, según los principios que dan
lugar a los géneros y, dentro de ellos, a los sexos. Sólo que la filiación de
un objeto en uno u otro grupo no agota la posibilidad significante del
objeto, constituyendo una de sus expresiones simbólicas, y no desde
luego
la
de
mayor
importancia.
El
Talmud
había
hecho
también
el
interesante descubrimiento, citado por Fromm (23), por el que, en su
sistema interpretativo, lo sexual no siempre aparece como significado,
sino
muy
frecuentemente
relaciones
sexuales
sabiduría.
Que
con
los
la
como
madre
adivinos
significante.
es
alcanzar
romanos
tenían
Soñar,
el
más
por
alto
ejemplo,
grado
conocimientos
de
de
este
carácter lo prueba la interpretación dada a un sueño similar de Julio
César, a quien se le auguró la posesión de la tierra. Tampoco, por ello,
se pueden negar las interpretaciones psicológicas que apuntan a una
finalidad sexual. Cuando un hombre, según el Talmud, «riega un olivo
con aceite de oliva» expone bajo el velo simbólico un anhelo incestuoso.
La
deformación
de
los
símbolos,
en
este
tipo
de
interpretación
psicológica, cuando se someten a estados anormales derivados de la
mente de quien los vive, se advierte en las correlaciones de sentido
fijadas por Volmat, en L’Art Psychopatologique. Según este autor, el
símbolo «cristaliza en torno a un sistema dinámico, una estructura en el
tiempo
y
en
deformaciones
límites
más
espiritual
las
de
la
exiguos,
que
la
dimensiones
de
significación,
ésta
una
integra
frecuente
y
con
el
la
personalidad».
sufre
una
alterado,
estas
constricción
identificación
yo
En
con
el
a
sus
mecanismo
compensando
con
la
intensidad esa reducción. Todo se subjetiviza al máximo: el árbol no es
ya
el
árbol
cósmico,
sino
una
proyección
de
la
persona;
lo
mismo
acontece con la montaña. El agua y el fuego exponen sólo el aspecto
negativo y destructor, no el positivo de purificación y renovación. Por
las asociaciones, sólo se penetra asimismo en lo trágico y fúnebre; las
flores y los animales se integran en tal sentido. De igual modo, esa
significación
necesaria
revierte
para
que
sobre
sea
el
objeto
y
especialmente
lo
transforma
apto
al
tipo
en
la
medida
paroxístico
de
simbolización. Las casas pierden puertas y ventanas (aberturas, salidas
al exterior, posibilidades de salvación); los árboles pierden las hojas y
nunca muestran frutos. Las catástrofes que en el simbolismo tradicional
tienen
el
sentido
fecundación
desolador.
y
Se
ambivalente
de
renovación,
aquí
comprende
que
se
destrucción,
pero
circunscriben
una
simbología
a
también
lo
negativo
fraguada
de
y
desde
interpretaciones tomadas a ese nivel no puede tener pretensiones de
objetividad, no ya metafísica, sino psicológica. De otro lado, ceñir la
interpretación al análisis del sentido, a la enumeración de las cualidades
de la cosa y su traducción a lo espiritual es insuficiente. No porque,
intrínsecamente, el método resulte incapaz, sino porque, en la práctica,
nadie
ve
necesaria
clara
la
y
totalmente
confrontación
lo
que
con
la
es
un
objeto
tradición
dado.
simbolista,
Por
la
ello
cual
es
ha
establecido seculares conexiones e interpretaciones de gran validez y
universalidad; por ello es preciso aplicar el método comparativo con la
máxima amplitud.
Los planos de la significación
A la multiplicidad de objetos simbólicos situados en la línea de un
«ritmo
común»
corresponde
la
polivalencia
del
sentido,
ordenando
significados análogos, cada uno en un plano de la realidad. Esta virtud
del símbolo, que no posee potestad significativa para un solo nivel sino
que la tiene para todos los niveles, es atestiguada por todos los autores
que tratan de simbología, sea la que fuere la disciplina científica de la
que partan. Mircea Eliade insiste en esta condición esencial del símbolo
y asevera que uno de sus rasgos característicos es la simultaneidad de
los distintos sentidos que revela (17), si bien, más que de «diversos
sentidos», se debe hablar de diversos valores y aspectos concretos que
toma
el
sentido
en
sí.
Schneider
da
un
ejemplo
clarísimo
de
esta
ordenación progresiva del significado, configurándose en cada plano de
lo
real.
Si
establecemos
tres
planos
fundamentales:
vida
vegetal
y
meteorológica; vida natural humana; evolución espiritual, tenemos que
los conceptos de muerte y vida nueva, que pueden estar simbolizados
por la luna, en sus fases oculta y creciente, significan, respecto a cada
uno de los niveles aludidos: sequedad y lluvia; enfermedad y curación;
petrificación y fluencia (51). Llega inclusive el autor citado a considerar
al
símbolo
como
la
conexión
interna
entre
todo
lo
análogo
y
correspondiente, mejor que la tensión dinámica de cada objeto. Dice así
que
«todo
símbolo
es
un
conjunto
rítmico
que
incluye
los
ritmos
comunes y esenciales de una serie de fenómenos, los cuales quedan
esparcidos en planos diferentes merced a sus ritmos secundarios. Se
propagan
desde
un
centro
espiritual
y
disminuye
su
claridad
e
intensidad en la medida que se acercan a la periferia. La realidad del
símbolo se basa en la idea de que la última realidad de un objeto reside
en su ritmo ideal -del que es encarnación- y no en su aspecto material
(50)
o
en
su
función
instrumental.
Diel
participa
de
la
misma
concepción, que aplica al mito y, en relación con el de Deméter y su hija
Perséfone,
fundamento
sentidos:
agrario,
del
culto
psicológico,
eleusino,
señala
metafisico,
que
siendo
contiene
el
tres
misterio,
precisamente, la integración de estos tres niveles de la realidad, que
corresponden
a
otras
tantas
formas
de
la
manifestación
y
del
conocimiento. Por ello, la interpretación es la elección de un nivel como
dominante,
aparte
de
los
fenómenos
de
interacción,
degradación
simbólica y constricción a un caso particular que pueda darse. Es válido
ver en Medusa la nube, en la espada de oro Crisaor el relámpago, y en el
galope de Pegaso la resonancia del trueno. Pero reducir la dinámica
ascensional del símbolo a esta determinación meteorológica es limitar a
lo alegórico la indefinida potencia del símbolo. A partir de la escuela
freudiana, el nivel en que se detienen gran número de interpretaciones
es el de la vida sexual. El cisne, por ejemplo, significa hermafroditismo
en este plano de la realidad, pero en el plano místico alude al dios
andrógino de muchas religiones primitivas y astrobiológicas, al rebis de
los alquimistas y al hombre bisexuado de Platón. Esa constricción del
símbolo a lo alegórico, o a un nivel inferior en la ordenación universal,
se
conoce
en
simbología
con
la
denominación
de
«degradación
simbólica». No sólo puede producirse ésta en la significación, sino que
puede aparecer también infundida en el mismo símbolo. A veces, la
degradación se produce por la trivialización del tema: de Mercurio y
Perseo atravesando el espacio merced a sus sandalias aladas proceden
los más modestos desplazamientos debidos a las botas de siete leguas
(38);
del
mito
de
las
«Islas
Bienaventuradas»,
relacionadas
con
el
«centro» místico, deriva la tendencia a los «paraísos oceánicos», que
aun Gauguin intentó convertir en realidad vital; de la mítica lucha de
Osiris y Seth, Ormuz y Ahrimán derivan las luchas de los «buenos» y
«malos» de la literatura (17). Lévy Bruhl, en L'Expérience mystique et
les
symboles
chez
les
un
primitifs,
infantilización
de
interpretación
demasiado
aduce
símbolo.
Otras
algunos
formas
especificada,
que
ejemplos
de
da
similares
degradación
lugar
a
las
de
son:
la
prolijas
y
arbitrarias descripciones de «el lenguaje de las flores» y temas similares.
Las
interpretaciones
alegóricas
forzadas
y
conceptuales
son
otro
aspecto de lo mismo; por ejemplo, declarar que «la unión de Leda y el
cisne
significa
la
pareja
del
Poder
y
la
Injusticia»;
y
también
las
«identificaciones» por supuesta analogía. Esta peligrosa tendencia es la
que
determinó
la
decadencia
del
movimiento
simbolista
del
Renacimiento, ya iniciada en el período gótico con Le Roman de la
Rose, aunque hay quien ve en sus alegorías un trasfondo iniciático. En
todas las formas degradadas que hemos citado se produce la misma
tergiversación esencial; se constriñe la dinámica creadora del símbolo,
su tendencia hacia el origen, y se le obliga a soportar rótulos demasiado
concretos,
materializados,
inferiores.
Se
corta
de
raíz
el
impulso
metafísico de la función simbólica y se toma un plano de la realidad
como totalidad de la posible significación del símbolo. En cuanto se
conoce un símbolo en un estado semejante, queda justificada la aversión
a
concebir
valores
simbólicos
y
a
explicar
por
ellos
lo
mítico,
cual
señalamos antes a propósito de Caro Baroja. La circulación a través de
todos los niveles de lo real ha de hallarse abierta a la fuerza del símbolo;
sólo entonces aparece en toda su grandeza y fecundidad espiritual.
Portada de Le Tableau des riches inventions de François Beroalde de
Verville, 1600.
Simbolizante y simbolizado
Siguiendo la norma de fundar los resultados de esta obra más en la
comparación
que
en
la
deducción,
rehuyendo
las
sistematizaciones
excesivas, no hemos establecido una rigurosa demarcación -al tratar de
cada
símbolo
en
particular-
entre
los
significados
que
toma
en
los
diversos niveles de lo real. No lo hemos hecho porque las procedencias
de nuestros datos -muchos de ellos originariamente vividos o incluso
presentidos-
eran
profundamente
en
muy
ellos,
diversas
sino
sólo
y
no
queríamos
reflejarlos
con
los
intervenir
comentarios
mínimos. Otra de las razones que nos han impulsado a eludir esas
determinaciones progresivas es que no nos resulta posible aceptar en
todos los casos las tesis de algunos autores, estimables, sin embargo, en
cuanto
compiladores
y
aun
intérpretes
de
símbolos.
Por
ejemplo,
Loeffler dice que, en las mitologías orientales y nórdicas, se encuentran
—para cada símbolo, mito o leyenda- «cuatro enseñanzas superpuestas:
1)
Un
mensaje
de
orden
histórico,
es
decir,
un
relato
de
epopeya,
concerniente a hechos y personajes reales, sirviendo así de "soporte
material" para la enseñanza simbólica. 2) Una enseñanza psicológica,
mostrando la lucha del espíritu y la materia al nivel humano. 3) Una
enseñanza
relativa
a
la
vida
de
nuestro
planeta.
4)
Una
enseñanza
relacionada con la constitución de la materia y el orden cósmico» (38).
Aun
sin
aceptar
este
modelo,
la
diversificación
de
los
significados
relativos a cada nivel hubiese sido obvia, pues, como ya dijimos, el
sentido no cambia, sino sólo su adaptación al plano correspondiente.
Por último, no hemos propendido a esa clasificación por cuanto en los
símbolos, a pesar de su polivalencia serial, parece haber una tendencia
ingénita a fijarse de modo preferente en un nivel determinado; cuando
menos, tradicionalmente sucede así.
De este modo, hay símbolos que conciernen predominantemente a lo
psicológico; otros a lo cosmológico y natural. También los hay, justo es
decirlo, que fundan su razón de ser en la unificación que procuran a los
niveles de la realidad, sobre todo al psíquico y al espacial... El mejor
ejemplo
lo
tenemos
en
los
mándalas
y
en
todos
los
símbolos
de
conjunción o en los de relación de los tres mundos. Así, la escalera
simboliza
la
conexión
entre
la
conciencia
y
el
inconsciente
porque
significa lo mismo en cuanto a los mundos superior, terreno e inferior,
pero también simboliza -como todo lo axial- la unión de la tierra y el
cielo. La idea de orden es una de las esenciales en simbolismo y se
expresa por la organización del espacio, las formas geométricas, los
números
lugares
y
la
distribución
establecidos
por
de
la
los
ley
seres
de
simbólicos
las
vivientes
correspondencias.
en
Otra
los
idea
esencial en la doctrina simbolista es la de ciclo, bien como serie de
posibilidades -que se expresa muy particularmente por el septenario y
todas las formas simbólicas asociadas o derivadas- o como proceso que
cierra unas posibilidades una vez recorrido el transcurso. El simbolismo
zodiacal
es
la
manifestación
perfecta
de
esta
estructura
cósmica.
La
relación del destino con el proceso mencionado es abordada por las
figuras
del
legendario
Tarot,
del
cual,
si
pueden
discutirse
sus
aplicaciones, no cabe desdeñar la suma de conocimientos simbólicos
que presidió el origen de todas y cada una de sus láminas, con imágenes
que precisan los casos, estadios, peligros y aberturas al infinito que el
hombre halla en su existencia.
Los grandes temas de la muerte y la resurrección, relacionados con la
idea de ciclo, de involución (progresiva materialización) y evolución
(espiritualización, retorno al origen), inspiraron mitos y símbolos. El
esfuerzo por conquistar la verdad y el centro espiritual aparecen en
forma
de
potencias
abajo.
luchas
trabajos,
instintivas
Según
intuición
y
son
Diel,
el
sol
que
«los
y
mientras
encadenan
símbolos
el
cielo
los
al
más
monstruos
hombre
típicos
iluminado;
y
lo
para
para
la
simbolizan
empujan
el
las
hacia
espíritu
y
la
imaginación
y
el
aspecto inferior del inconsciente, la luna y la noche. Sin embargo, existe
una
"noche
del
alma",
es decir,
unas
"tinieblas
superiores".
El
mar
simboliza la inmensidad misteriosa de la que todo surge y a la que todo
torna» (15). Todos los objetos naturales y culturales pueden aparecer
investidos de la función simbólica que exalta sus cualidades esenciales
para que tiendan a traducirse a lo espiritual. Los astros, rocas, montañas
y accidentes del paisaje, los árboles y vegetales, las flores y frutos, los
animales, igual que las obras arquitectónicas o los útiles, los miembros
del cuerpo humano, o los elementos abstractos. Pero recordemos que
esa multiplicidad se reduce considerablemente, frente a determinadas
tensiones simbólicas, cuando se ensartan, por así decirlo, tales objetos
en líneas de igual significación. Por ejemplo, en el simbolismo del nivel
y de la relación de la tierra y el cielo, la montaña, el árbol, el templo, la
escalera, pueden identificarse, por su carácter axial (eje del mundo). En
ocasiones,
estas
conexiones
de
símbolos
aparecen
creadas
o
cuando
menos señaladas por la impronta de un símbolo principal. Por ello, dice
Mircea Eliade que «el haber intuido a la luna como algo que rige los
ritmos y es fuente de energía, de vida y de regeneración (de lo material),
ha tejido una verdadera red entre todos los planos cósmicos, creando
simetrías,
analogías
y
participaciones
entre
fenómenos
de
infinita
variedad... Encontramos, por ejemplo, la serie: luna, lluvia, fertilidad,
mujer,
serpiente,
presentan
sólo
muerte,
regeneración
conjuntos
parciales:
periódica,
serpiente,
pero
a
mujer,
veces
se
fecundidad;
serpiente, lluvia, fecundidad; mujer, serpiente, erotismo, etc. En torno a
esos grupos parciales y secundarios se crea toda una mitología» (17) que
tiende hacia el símbolo principal.
Lo simbolizado aparece como cualidad o forma superior, también como
esencia que justifica la existencia de lo simbolizante y que la explica.
Los
análisis
enumeración
simbológicos
del
sentido
mas
simples,
cualitativo
que
del
se
basan
objeto,
en
el
en
la
simple
estudio
de
su
«modo de ser» encuentran a veces en la asociación una abertura súbita
que ilumina el sentido. Esa asociación no puede entenderse nunca como
mero llamamiento externo -producido en la mente de quien analiza—,
sino
que
revela
la
conexión
interna,
el
«ritmo
común»
de
las
dos
realidades puestas en comunicación para que se beneficien ambas de sus
cualidades interpenetradas. Por ello, cuando en el libro de Picinello se
lee:
«Zafiro-
Comparte
su
Incita
a
color.
la
piedad.
Alegra
el
Es
de
corazón.
color
similar
Símbolo
del
al
del
premio
cielo.
celeste.
Contemplativo», se ha de convenir que, dentro de la limitación de su
análisis
implícito,
el
autor
se
mueve
en
la
verdad,
aunque
las
expresiones: anticipativa (incita a la piedad) y de consecuencia moral
(alegra el corazón) no sean en rigor explicaciones del símbolo sino de
un efecto derivado de su contemplación.
Sintaxis simbólica
Los símbolos, en cualquiera de sus apariciones, no suelen presentarse
aislados,
sino
simbólicas,
que
bien
se
unen
entre
desarrolladas
en
sí
el
dando
tiempo
lugar
a
composiciones
(relatos),
en
el
espacio
(obras de arte, emblemas, símbolos gráficos) o en el espacio y el tiempo
(sueños, formas dramáticas). Es preciso recordar que, en simbolismo,
cada detalle tiene invariablemente algún significado (4) y que conviene
estudiar la orientación del símbolo; por ejemplo, el fuego, orientado
hacia abajo, representa la vida erótica; orientado hacia el cielo expresa la
purificación. Schneider alude también a la colocación del objeto; una
cesta es ya otra cosa colocada sobre la cabeza, pues «un objeto dado
cambia de significación según el ritmo de finalidad que lo invade» (50).
La asociación de elementos combina sus significados. Así la serpiente
coronada significa el coronamiento de las fuerzas instintivas o telúricas.
Los emblemas, con gran frecuencia, se basan en la unión en un campo
dado
de
varios
símbolos
simples.
A
veces
se
trata
de
símbolos
sumativos, pero en otras ocasiones de símbolos disidentes. Un ejemplo
del primer caso lo tenemos en el emblema frecuente en la Edad Media
del corazón encerrado en un círculo rodeado de llamas irradiantes. La
triplicidad de elementos alude a la Trinidad; el corazón, al amor y al
centro místico; el círculo, a la eternidad; las llamas, a la irradiación y la
purificación. En otras ocasiones el símbolo es figurativamente simple
pero
su
estructura
integra
doble
o
múltiple
procedencia;
así
está
constituido el árbol en forma de cruz, o la cruz como árbol sin hojas,
que
también
surge
en
la
emblemática
medieval.
A
este
tipo
confabulador pertenece un ejemplo aludido por Bachelard (2). Señala
que, en un sueño de Jean-Paul, aparecen «cisnes blancos con las alas
abiertas cual brazos». En las alegorías y atributos se da con la mayor
frecuencia esa sintaxis simbólica. El globo, símbolo del mundo, expresa
la consagración del poder si tiene un águila encima (8). La colocación de
una cabeza de Medusa —con su carácter negativo y destructor— en el
centro de un espacio simbólico implica la noción de la destructividad de
ese ámbito (15). Muy importante es la situación del símbolo, en cuanto
al
nivel
vertical.
La
elevación
a
lo
largo
de
un
eje
siempre
indica
superación -por analogía entre la «altura» física y metafísica-. Por ello,
el
ureus
de los soberanos egipcios expresaba la espiritualización de la
fuerza inferior (serpiente), por su colocación sobre la frente, en un
punto cuya importancia conoce el yoga tántrico.
La sintaxis simbólica puede proceder, en lo que respecta a la conexión
de sus elementos individuales, de cuatro maneras diferentes: a) modo
sucesivo (colocación de un símbolo al lado de otro; sus significados no
se combinan, ni siquiera se relacionan entre sí); b) modo progresivo (los
significados
de
los
símbolos
no
se
alteran
mutuamente,
pero
representan las distintas etapas de un proceso); c) modo compositivo
(los símbolos se modifican por su vecindad y dan lugar a significados
complejos,
es
decir,
se
produce
combinación
y
no
mezcla
de
sus
sentidos); d) modo dramático (interacción de los grupos; se integran
todas las posibilidades de los grupos anteriores). El sistema jeroglífico
egipcio,
del
cual
hemos
tomado
algunas
significaciones
siguiendo
a
Enel, que parece haber resuelto el problema que preocupara a Horapolo
y
a
Athanasius
Kircher,
ejemplariza
el
último
modo
mencionado.
Nociones complementarias sobre la «lectura» de símbolos complejos
han de derivarse de cuanto indicamos en el lugar correspondiente sobre
simbolismo
espacial
y
gráfico.
Hemos
de
añadir
aún
que
el
enriquecimiento del sentido de un símbolo dado puede provocarse por
la aplicación de la ley de las correspondencias y sus implicaciones. Es
decir,
los
objetos
que
poseen
«ritmo
común»
se
ceden
cualidades
mutuamente. Pero también hemos de recordar que la Escila y Caribdis
del simbolismo son: la simplificación alegórica petrificante y la pérdida
en la ambigüedad que resulta del crecimiento inmoderado del sentido o
de su profundización absoluta, pues, al infinito, todas las diversidades
confluyen en lo Uno. Debe tenerse en cuenta también la posibilidad, en
el
simbolismo,
de
«introducir»
o
«extraer»
el
tiempo,
según
pueda
resultar conveniente. Aludamos al respecto a lo que Antonio Romeo,
en
su
introducción
al
Apocalipsis
de
una
Biblia
editada
en
fecha
reciente, denomina «método recapitulativo». Lo define diciendo (tras
aceptar que en el mencionado libro neotestamentario hay abundancia
de símbolos y escenificaciones alegóricas) que el autor da, a veces, como
sucesivos
hechos
simultáneos,
y
como
narrativos
acontecimientos
esenciales, es decir, intemporales por su esencia (permanentes).
Respecto
a
las
analíticos
fundados
direcciones
aplicaciones
en
lineales,
el
que
puedan
simbolismo
las
formas
de
tener
las
los
procedimientos
zonas
determinadas
del
o
espacio,
las
indeterminadas,
regulares o irregulares, la gama de texturas y la de colores, fácil es
advertir que son muchas ciertamente y una de ellas la comprensión de
ciertas
obras
de
arte
que
se
basan
en
la
proyección
automática
de
fuerzas y expresiones, no ya en un mundo de figuras, sino en el de la
sola materia. Puede objetarse que la pintura abstracta —geométrica,
biomórfica
o
surrealismo
no
texturalistaprecisan
o
las
visiones
discriminación,
ya
por
que
confabulación
la
voluntad
de
del
sus
creadores —como señalaba Richard Wagner respecto a su música- es la
de
dejar
en
la
sombra
ese
mecanismo
psicológico
y
actuar
sólo
de
inconsciente a inconsciente. Verdad es, como también es cierto que los
resultados de la simbología resultan a veces perturbadores e incluso
siniestros. Por ello, además de por otras razones a las que aludimos
anteriormente, no hemos dado ejemplos descriptivos de obras de arte,
sueños o textos literarios. Las cuestiones de aplicación sólo nos cumple
aludirlas,
dejando
en
libertad
a
quien
se
interese
por
estas
misticas
conexiones para que las utilice o no según su deseo. Queremos agregar
solamente que consideramos nuestra obra más como un libro de lectura
que de consulta. Y que sólo observando la totalidad de los símbolos
compilados puede saberse algo sobre cualquiera de ellos, porque las
significaciones
indudable
simbólicas
relación
entre
son
los
con
frecuencia
gladiadores
inesperadas,
reciario
y
como
mirmidón
y
la
los
signos zodiacales de Acuario (fuerzas acuáticas de disolución; atributos:
red y tridente) y Cáncer (fuerza solar; fuego, caparazón del cangrejo,
espada), que explica y justifica su lucha continuamente recomenzada en
los anfiteatros dorados de Roma. Además, el dinamismo desempeña
papel esencial. El sol, por ejemplo, puede estar dominado por la luna o
regirla. En el primer caso, tendremos la ley del devenir; en el segundo,
la del ser, cual justamente discrimina Evola. Una última observación: en
ocasiones
hemos
añadido
al
sentido
simbólico
alegóricos que nos han parecido de cierto interés.
los
significados
Grabado de Amphitheatrum sapientiae aeternae de Heinrich Khunrath,
1602.
Diccionario de símbolos
A
Abandono
El simbolismo del abandono corresponde al mismo aspecto que el del
«objeto perdido»; ambos son paralelos al de la muerte y la resurrección
(31). Sentirse abandonado es, esencialmente, sentirse abandonado del
«dios en nosotros», del componente eterno del espíritu, proyectándose
en una situación existencial ese sentimiento de extravío, que también
posee relación con el tema del laberinto.
Abanico
Su
simbolismo
depende
de
su
forma
y
tamaño.
El
gran
abanico
flabeliforme se relaciona con el aire y con el viento, constituyendo el
emblema del primero de los Ocho Inmortales chinos, Chung-li Chuan,
de quien se dice lo usaba para avivar el espíritu de los muertos (5). Los
abanicos
de
este
tipo
suelen
tener
perfil
de
corazón,
a
veces
están
adornados con plumas, que refuerzan su integración en el simbolismo
general aéreo y celeste, y son atributos de rango en diversos pueblos de
Asia y África. Todavía los usa con este sentido cósmico el romano
pontífice (41). El abanico occidental, plegable, por este último carácter
ha de asimilarse a las fases de la luna, respondiendo en consecuencia su
simbolismo a las esferas de la imaginación, el cambio y lo femenino. La
transmutación
fenoménica,
expresada
por
el
ritmo
lunar
(no
ser,
aparecer, crecer, ser plenamente, disminuir), se traduce en el alegorismo
erótico del abanico. También, el concepto heracliteano del «todo fluye»;
con este sentido aparece el abanico en una figura fantasmagórica de un
cuadro de Max Ernst.
Abeja. Cobre-emblema de W. H. Barón de Hohberg, 1675.
Abeja
En el lenguaje jeroglífico egipcio, el signo de la abeja entraba como
determinativo
monarquía
de
de
los
nombres
reales,
estos,
insectos,
pero
a
causa
de
la
especialmente
analogía
por
las
con
ideas
la
de
laboriosidad, creación y riqueza que derivan de la producción de la miel
(19). En la Biblia 0ue 14, 12-18), aparece la abeja con igual sentido en la
adivinanza que propone Sansón. En Grecia, constituyó el emblema del
trabajo y de la obediencia. Una tradición deifica atribuía a las abejas la
construcción del segundo templo erigido en el lugar. Según los órficos,
las almas eran simbolizadas por las abejas, no sólo a causa de la miel,
sino por su individuación producida al salir en forma de enjambre: igual
salen las almas de la unidad divina, según dicha tradición (40). En el
simbolismo
cristiano,
simbolizaron
puramente
la
particularmente
diligencia
espiritual
que
y
las
la
durante
elocuencia
hemos
hallado
el
período
(20).
Con
entre
los
románico,
el
sentido
órficos
se
encuentran en la tradición indoaria y en la musulmana (50). También es
símbolo de matriarcado.
Abismo
Toda
forma
abisal
posee
en
sí
misma
una
dualidad
fascinadora
de
sentido. De un lado, es símbolo de la profundidad en general; de otro,
de lo inferior. Precisamente, la atracción del abismo es el resultado de la
confusión
inextricable
de
esos
dos
poderes.
Como
abismo
han
entendido la mayoría de pueblos antiguos o primitivos diversas zonas
de profundidad marina o terrestre. Entre los celtas y otros pueblos, el
abismo se situaba en el interior de las montañas; en Irlanda, Japón,
Oceanía,
en
el
fondo
del
mar
y
de
los
lagos;
entre
los
pueblos
mediterráneos, en las lejanías situadas más allá del horizonte; para los
australianos, la Vía Láctea es el abismo por excelencia. Las regiones
abisales
suelen
identificarse
con
el
«país
de
los
muertos»
y,
por
consiguiente, con los cultos de la Gran Madre y lo ctónico, aun cuando
esta asimilación no puede generalizarse (35). La asimilación del país de
los muertos y el fondo del mar o de los lagos explica muchos aspectos
de las leyendas en las cuales surgen palacios o seres del abismo de las
aguas.
En
la
muerte
del
rey
Arturo,
cuando
la
espada
del
mítico
monarca es arrojada al lago, siguiendo su mandato, surge un brazo que
la coge al aire y la blande, antes de llevársela al fondo.
Ablución
En palabras de Oswald Wirth, «en alquimia, al sujeto, después de que
ha experimentado nigredo (negrura), seguida de muerte y putrefacción,
se le somete a ablución, operación que se vale del lento goteo de la
condensación de los vapores que se desprenden del esqueleto al serle
aplicada externamente una llama cuya intensidad aumenta y disminuye
alternativamente. Con este goteo continuo se va consiguiendo el lavado
de la materia, que de negro pasa a gris y luego, gradualmente, a blanco.
La blancura señala el éxito de la primera parte de la Magnum Opus. El
adepto
sólo
normalmente
puede
la
lograr
turba»
esto
(59).
purificando
El
lavado,
su
pues,
alma
de
todo
simboliza
lo
que
menos
la
purificación del demonio objetivo y externo que la de los demonios
subjetivos e internos, a los que podemos denominar «privados». Apenas
hace falta añadir que el segundo tipo de purificación es mucho más
difícil y penoso que el primero, dado que lo que pretende destruir es
algo vinculado a la existencia misma, con todas sus necesidades vitales.
El
principio
máxima
que
contiene
«Niégate
a
ti
este
procedimiento
mismo...»,
siendo
alquímico
además
es
un
el
de
la
precepto
indispensable para el auténtico progreso moral.
Abracadabra
Muchas frases y palabras de rituales, talismanes y pantáculos tienen
sentido simbólico, bien por sus modalidades de empleo o en sí, bien por
sentido fonético y, con mayor frecuencia, gráfico. Esta palabra fue muy
utilizada durante la Edad Media con fines mágicos, y proviene de la
frase
hebrea
muerte».
abreq
Solía
ad
habra,
escribirse
que
dentro
significa
de
«envía
un
tu
triángulo
rayo
hasta
invertido,
la
o
constituyéndolo ella misma, a base de suprimir una letra cada vez: la
primera de la línea superior, hasta terminar por la A (39). También se ha
relacionado esta palabra mágica con el Abraxas de los gnósticos, en
realidad uno de los nombres del dios solar Mitra (4).
Abraxas
Nombre
que
aparece
con
frecuencia
en
talismanes,
por
herencia
gnóstica y mitraica. Según Leisegang, La Gnose, Abraxas se identifica
con Mitra y por lo tanto es el mediador entre la humanidad y el dios
único, el Sol invencible, que la Antigüedad tardía veneró cuando llegó a
cierto monoteísmo, en los siglos III-IV. Abraxas-Mitra es, asimismo, en
la concepción persa, el mediador entre Ahuramazda y Ahrimán, entre el
Bien y el Mal.
Acacia
Este
arbusto
que
da
flores
blancas
o
encarnadas,
probablemente
en
parte a causa de esta dualidad y de la gran importancia mística del eje
blanco-rojo, fue considerado por los egipcios como sagrado (8). En la
doctrina hermética, simboliza el testamento de Hiram, que enseña que
«hay que saber morir para revivir en la inmortalidad», según noticia de
Gérard
de
Nerval
en
su
Voyage
en
Orient
(9).
Con
el
significado
concreto de esta simbolización, del alma y la inmortalidad, se encuentra
en el arte cristiano, particularmente en el románico (20).
Acanto
La
hoja
de
acanto,
tema
ornamental
muy
frecuente,
fue
investida
durante la Edad Media de un preciso simbolismo derivado de sus dos
condiciones esenciales: su desarrollo (crecimiento, vida) y sus espinas.
Estas son símbolo de la solicitud por las cosas inferiores. Según Melitón
de
Sardes,
significan
la
conciencia
y
el
dolor
del
pecado.
Podemos
recordar que, según el Diario íntimo de Weininger, no hay diferencia
entre culpa y castigo. Un simbolismo más generalizado, que concierne
acaso a la vida natural en sí, con su tendencia a la regresión, o cuando
menos, al estancamiento, es el que aparece en los Evangelios, en la
parábola del sembrador (Le 8, 7), donde se dice que algunas semillas (de
los
principios
espirituales
y
de
salvación)
cayeron
entre
las
espinas
siendo sofocadas por ellas. Ya en el Antiguo Testamento (Gen 3, 18),
dice el Señor al hombre que la tierra sólo le daría espinas y zarzas (46).
Acción
En sentido místico, no hay más acción que la espiritual dirigida a la
evolución y salvación, pues toda otra forma de dinamismo no es sino
agitación y no acción verdadera. En este punto Occidente se halla en
plena conformidad con Oriente, pues, según la doctrina yoga, el estado
superior (Sativa), caracterizado por la aparente calma, es el de mayor
actividad
(la
dominación
activa
de
las
pulsiones
inferiores
y
su
transformación). Por esta causa, no debe extrañar que Cesare Ripa, en
su Iconología,
representara
a
la
«acción
virtuosa»
en
una
suerte
de
asimilación a las altas imágenes de san Miguel arcángel y san Jorge,
como guerrero armado con coraza dorada, que sostiene en una mano
un libro y en la otra una lanza, en ademán de clavarla en la cabeza de la
enorme serpiente de la que acaba de triunfar. La cabeza del Vicio, que
tiene bajo el pie izquierdo, completa la alegoría. En consecuencia, toda
lucha o victoria en el plano material tiene su correspondencia en el
dominio
del
espíritu,
como,
según
la
tradición
islámica,
la
«guerra
santa» (lucha contra los infieles con las armas en la mano) es mera
imagen de la «gran guerra santa» (lucha que sostiene el fiel contra los
poderes del mal) (8).
Acero
Dureza trascendente del principio espiritual dominador, según Evola,
La tradizione ermetica.
Acróbata. Vaso griego (siglo
IV
a. de C).
Acróbata
Por sus piruetas y volatines, que con frecuencia consisten en invertir la
posición normal del cuerpo humano, sosteniéndose con las manos y
con los pies al aire, el acróbata es un símbolo viviente de la inversión, es
decir,
de
aquella
necesidad
que
se
presenta
en
todas
las
crisis
(personales, morales, colectivas, históricas), de trastornar el orden dado
y volverlo al revés, haciendo materialista lo idealista, agresivo lo beato,
trágico
lo
bonancible,
desordenado
lo
ordenado
o
viceversa.
Los
acróbatas se relacionan con otros elementos circenses y especialmente
con
el
arcano
significación.
del
Tarot
del
Ahorcado,
que
expone
la
misma
Signo de Acuario.
Acuario
Undécimo arquetipo zodiacal. La representación alegórica lo muestra
bajo la figura de un hombre que deja verterse el agua de un ánfora. En
el
zodiaco
egipcio
de
Denderáh,
el
hombre
del
Acuario
lleva
dos
ánforas, cambio que simplemente afecta al simbolismo numérico, pero
que explica mejor la transmisión doble de las fuerzas, en sus aspectos
activo
y
pasivo,
sustantiva
en
orientales
y
el
evolutivo
gran
e
involutivo,
símbolo
occidentales
de
duplicidad
Géminis.
relacionan
este
Todas
arquetipo
que
las
aparece
tradiciones
con
el
diluvio
simbólico que significa, no sólo la terminación de un universo formal
sino el acabamiento de cualquier ciclo, por destrucción de la fuerza de
cohesión que mantenía ligados a sus componentes, con lo cual retornan
al Akasha, disolvente universal, al que corresponde el signo de Piscis.
En estos dos grados zodiacales se produce, pues, el pralaya cósmico o
noche
de
Brahma,
según
la
tradición
hindú,
que
tiene
por
función
verificar la resorción en la unidad de los factores antes individualizados
y dotados de existencia escindida. Así, en cada final hay el germen de un
nuevo principio (Ouroboros). Los egipcios identificaban, por razones
de carácter peculiar, Acuario con su dios Hapi, personificación del río
Nilo,
a
cuyas
económica
y
inundaciones
espiritual.
debían
el
origen
Consecuentemente,
de
su
Acuario
vida
agrícola,
simboliza
el
principio de la disolución y descomposición de unas formas dadas, en
cualquier
proceso,
proximidad
ciclo
inmediata
o
de
período;
la
meramente fenoménico (40, 52).
la
relajación
liberación
por
la
de
los
vínculos;
destrucción
de
la
lo
Adán. La tentación de Adán y Eva. Xilografía francesa, ca. 1500.
Adán
Hombre primordial. El nombre proviene del hebreo adama (= tierra).
G. Scholem, en La Kabbale et sa symbolique (París 1966) dice que Adán
es concebido inicialmente como una «representación extensiva de la
fuerza del universo» que en él halla su resumen. De ahí la ecuación
macrocosmo-microcosmo. Eva aparece, tanto en la Biblia como en la
doctrina platónica del andrógino, como una escisión del ser primero
que integraba el dualismo sexual. ¿Árbol y serpiente reproducen, en
otro plano simbólico, el mismo dualismo? ¿O expresan un dualismo
diferente al que se enlaza el de la primera pareja humana, símbolo de la
escisión interior y exterior del ser como existente? En Eva, como inductora, aparece un elemento mediador entre la serpiente (principio del
mal, que William Blake asimilaba a la energía) y el hombre, que habría
sido libre e indiferente, y que no hubiera cedido sin presión.
Aerolito
Símbolo de la vida espiritual descendida sobre la tierra. Símbolo de la
revelación, del más allá accesible y del fuego del cielo, en su aspecto
creador, como semilla. Las tradiciones dicen que, así como hay «aguas
superiores»,
hay
inalcanzable;
fuego
los
superior.
aerolitos
y
Las
estrellas
meteoritos,
sus
son
su
manifestación
mensajeros,
y
por
ello
asimilados a veces con los ángeles y otras jerarquías celestes (37). No
debe olvidarse que el primer hierro utilizado por los hombres fue el
hierro meteórico, probable origen de la igualdad de raíz en sidéreo y
siderurgia.
La
simbiosis
de
elementos
entre
lo
celeste
y
lo
terrestre
constituyó el hecho esencial del «matrimonio cósmico» por el cual el
pensamiento astrobiológico primitivo comprendió la gran analogía y
comunicación, en lo marginal, de los mundos opuestos del cielo y la
tierra.
Agricultor
Entre las profesiones elementales, la del agricultor reviste un especial
significado,
no
solamente
por
verificarse
su
trabajo
en
las
zonas
sagradas de las semillas, los brotes, las flores y los frutos, sino por
corresponder
al
orden
cósmico
manifestado
en
el
calendario,
en
la
continuación cíclica de acontecimientos terrestres que se ajustan a un
movimiento
celeste,
correlación
esencial
en
el
pensamiento
astrobiológico. El agricultor es, en consecuencia, el conservador de los
ritos agrarios unidos a la expulsión del «año viejo» y a la llegada del
«año
nuevo».
espiritual,
Trasponiendo
aparece
como
esta
figura
activador
de
al
las
plano
fuerzas
de
la
significación
de
regeneración
y
salvación, que ligan todo principio y todo fin, encadenan el tiempo, el
sucederse
de
las
estaciones
y
la
resurrección
de
la
vegetación.
La
agricultura fue esencial, no ya para el desenvolvimiento de la economía
primitiva, sino para la formación del sentimiento cósmico en el hombre.
Dice Mircea Eliade con palabras insuperables por su exactitud: «Lo que
el hombre vio en los cereales, lo que
aprendió
en el trato con ellos, lo
que le enseñó el ejemplo de las semillas que pierden su forma bajo
tierra, ésa fue la gran lección decisiva... En la mística agraria prehistórica
está anclada una de las raíces principales del optimismo soteriológico:
que el muerto, igual que la semilla sepultada en la tierra, puede esperar
la vuelta a la vida bajo una nueva forma» (17).
Agricultura
Como alegoría, se representa de igual manera que la diosa Ceres, con la
que se puede identificar, con un arado y un arbusto que comienza a dar
flores. Alguna vez, lleva un cuerno de la abundancia lleno de frutos y
flores, o sus dos manos se apoyan sobre una pala o azada. Se incluye en
el zodíaco para significar la intervención del año, el transcurso de los
trabajos y de las estaciones (8).
Aguardiente
El
aguardiente
oppositorum
y
los
(agua
y
demás
licores
fuego)
y
alcohólicos
por
ello
son
están
una coincidentia
relacionados
con
lo
numinoso y con el andrógino. El alcoholismo podría considerarse así
como una tentativa de coniunctio.
Aguas. Grabado del libro Sideralis Abysus, 1511.
Aguas
El
signo
de
la
superficie,
en
forma
de
línea
ondulada
de
pequeñas
crestas agudas, es en el lenguaje jeroglífico egipcio la representación de
las aguas. La triplicación del signo simboliza las aguas en volumen, es
decir,
el
océano
primordial
y
la
protomateria.
Según
la
tradición
hermética, el dios Nou fue la sustancia de la que surgieron todos los
dioses de la primera enéada (19). Los chinos han hecho de las aguas la
residencia específica del dragón, a causa de que todo lo viviente procede
de las aguas (13). En los Vedas, las aguas reciben el apelativo de mâtrita-
mâh (las más maternas), pues, al principio, todo era como un mar sin
luz.
En
general,
en
la
India
se
considera
a
este
elemento
como
el
mantenedor de la vida que circula a través de toda la naturaleza en
forma de lluvia, savia, leche, sangre. Ilimitadas e inmortales, las aguas
son el principio y fin de todas las cosas de la tierra (60). Dentro de su
aparente carencia de forma, se distinguen, ya en las culturas antiguas, las
«aguas superiores» de las «inferiores». Las primeras corresponden a las
posibilidades
aún
virtuales
de
la
creación,
mientras
las
segundas
conciernen a lo ya determinado (26). Naturalmente, en este aspecto
generalizado, por aguas se entiende la totalidad de materias en estado
líquido. Más aún, en las aguas primordiales, imagen de la protomateria,
se hallaban también los cuerpos sólidos aún carentes de forma y rigidez.
Por esta causa, los alquimistas denominaban «agua» al mercurio en el
primer estadio de la transformación y, por analogía, al «cuerpo fluídico»
del hombre (57), lo cual interpreta la psicología actual como símbolo
del
inconsciente,
es
decir,
de
la
parte
informal,
dinámica,
causante,
femenina, del espíritu. De las aguas y del inconsciente universal surge
todo lo viviente como de la madre. Una ampliación secundaria de este
simbolismo se halla en la asimilación del agua y la sabiduría (intuitiva).
En la cosmogonía de los pueblos mesopotámicos, el abismo de las aguas
fue considerado como símbolo de la insondable sabiduría impersonal.
Una
antigua
«profundidad
«abismo»
deidad
irlandesa
marina».
parece
haber
En
se
los
sido
llamó
tiempos
usada
Domnu,
que
prehistóricos,
exclusivamente
para
significa
la
palabra
denotar
lo
insondable y misterioso (4). En suma, las aguas simbolizan la unión
universal de virtualidades, fons et origo, que se hallan en la precedencia
de toda forma o creación. La inmersión en las aguas significa el retorno
a
lo
preformal,
también
de
multiplica
el
con
su
doble
renacimiento
potencial
de
y
sentido
nueva
la
vida.
de
muerte
circulación,
El
y
disolución,
pues
simbolismo
pero
la
inmersión
del
bautismo,
estrechamente relacionado con el de las aguas, fue expuesto por san
Juan Crisóstomo (Homil. in Joh., XXV, 2): «Representa la muerte y la
sepultura, la vida y la resurrección... Cuando hundimos nuestra cabeza
en el agua, como en un sepulcro, el hombre viejo resulta inmerso y
enterrado
aparece
enteramente.
súbitamente»
Cuando
(18).
La
salimos
del
ambivalencia
agua,
de
el
este
hombre
texto
nuevo
es
sólo
p
aparente: la muerte afecta sólo al hombre natural, mientras que el nuevo
nacimiento
es
del
hombre
espiritual,
en
esta
particularización
del
simbolismo general de las aguas. En el plano cósmico, a la inmersión
corresponde el diluvio, la gran entrega de las formas a la fluencia que las
deshace para dejar en libertad los elementos con que producir nuevos
estados
cósmicos.
La
cualidad
de
transparencia
y
profundidad,
que
tantas veces poseen las aguas, explica buena parte de la veneración de
los
antiguos
hacia
este
elemento
femenino
como
la
tierra.
Los
babilonios la denominaron «casa de la sabiduría». Oannes, el personaje
mítico que revela a los humanos la cultura, es representado como mitad
hombre y mitad pez (17). Como otra consecuencia, el nacimiento se
encuentra
normalmente
expresado
en
los
sueños
mediante
la
intervención de las aguas (Freud, Introduction à la psychanalyse). La
expresión
mítica
«surgido
de
las
ondas»
o
«salvado
de
las
aguas»
simboliza la fecundidad y es una imagen metafórica del parto. Por otro
lado, el agua es el elemento que mejor aparece como transitorio, entre el
fuego y el aire de un lado -etéreos- y la solidez de la tierra. Por analogía,
mediador entre la vida y la muerte, en la doble corriente positiva y
negativa, de creación y destrucción. Los mitos de Caronte y de Ofelia
simbolizan el último viaje. ¿No fue la muerte el primer navegante? La
«profundidad
transparente»,
al
margen
de
otros
significados,
tiene
precisamente el de comunicación entre lo superficial y lo abisal, por lo
que puede decirse que el agua cruza las imágenes (2). Gastón Bachelard
distingue
muy
distintas
calidades
de
aguas,
derivando
de
éstas
simbolizaciones secundarias que enriquecen la esencial que llevamos
expuesta, constituyendo, más que simbolismo estricto, una suerte de
idioma expresivo utilizado por el elemento en los avatares de su fluir.
Discierne entre aguas claras, aguas primaverales, aguas corrientes, aguas
estancadas,
aguas
muertas,
aguas
dulces
y
saladas,
aguas
reflejantes,
aguas de purificación, aguas profundas, aguas tempestuosas. Tanto si
tomamos
las
aguas
como
símbolo
del
inconsciente
colectivo
o
personalizado, como si las vemos en su función mediadora y disolvente,
es evidente que su estado expresa el grado de tensión, el carácter y
aspecto con que la agonía acuática se reviste para decir, con mayor
claridad
a
la
conciencia,
lo
exacto
de
su
mensaje.
Por
otro
lado,
simbolismos secundarios se deducen de los objetos asociados a las aguas
j
g
como continentes, cuando éstas se dan en singular —como agua- y bajo
la
modalidad
de
abluciones,
baño,
agua
bendita,
etc.
También,
el
importantísimo simbolismo espacial se asocia con motivo del «nivel» de
las aguas, con la correspondencia entre altura material y moral absoluta.
Por esta causa, en su sermón de Assapuram, Buda pudo considerar el
lago de la montaña, cuyas aguas transparentes permiten observar la
arena, las conchas, los caracoles y los peces, como la vereda que lleva a
la
redención.
superiores»,
Es
en
evidente
uno
de
sus
que
este
lago
aspectos
corresponde
esenciales,
otro
a
las
son
«aguas
las
nubes.
También en Le Transformationi, de Ludovico Dolce, vemos un místico
personaje inclinándose hacia el espejo tranquilo de un estanque, como
figura opuesta a la del cazador maldito, siempre en busca de su presa
(símbolos de la actividad contemplativa, estado sativa del yoga; y la
ciega actividad exteriorizada del estado rajas). Finalmente,
las
aguas
superiores e inferiores se hallan en comunicación, mediante el proceso
de la lluvia (involución) y de la evaporación (evolución). Interviene aquí
el elemento fuego como modificador de las aguas y por esto el sol
(espíritu) hace que el agua del mar se evapore (sublima la vida). El agua
se condensa en nubes y retorna a la tierra en forma de lluvia fecundante
cuya doble virtud deriva de su carácter acuático y celeste (15). Lao-tsé
prestó gran atención a este fenómeno rotatorio de una meteorología a la
vez física y espiritual y dijo: «El agua no se para ni de día ni de noche. Si
circula por la altura, origina la lluvia y el rocío. Si circula por lo bajo,
forma los torrentes y los ríos. El agua sobresale en hacer el bien. Si se le
opone un dique, se detiene. Si se le abre camino, discurre por él. He
aquí por qué se dice que no lucha. Y sin embargo, nada le iguala en
romper
lo
fuerte
y
grandes
cataclismos,
lo
no
duro»
(13).
cambia
el
En
el
aspecto
simbolismo
de
destructor
las
aguas,
de
sólo
los
se
subordina al simbolismo dominante de la tempestad. Igualmente sucede
en el aspecto en que predomina el carácter transcurrente del agua, como
en los pensamientos de Heráclito. No son las aguas del río en el cual
«nadie
puede
bañarse
dos
veces»
siendo
el
mismo,
el
verdadero
símbolo, sino la idea de circulación, de cauce y de elemento en camino
irreversible. Según Evola, en La tradizione ermetica: «Sin el agua divina
nada existe, dijo Zósimo. De otra parte, entre los símbolos del principio
femenino figuran los que aparecen como origen de las aguas (madre,
g
q
p
g
g
vida), así: Tierra madre, Madre de las aguas, Piedra, Caverna, Casa de la
Madre, Noche, Casa de la profundidad, Casa de la fuerza, Casa de la
sabiduría, Selva, etc. La palabra
divina
no debe inducir a error. El agua
simboliza la vida terrestre, la vida natural, nunca la vida metafísica».
Aguas. Bautismo. Xilografía del siglo
XV.
Águila
Símbolo de la altura, del espíritu identificado con el sol, y del principio
espiritual. La letra A del sistema jeroglífico egipcio se representa por la
figura del águila, significando el calor vital, el origen, el día. El águila es
ave cuya vida transcurre a pleno sol, por lo que se considera como
esencialmente luminosa y participa de los elementos aire y fuego. Su
opuesto es la lechuza, ave de las tinieblas y de la muerte. Como se
identifica con el sol y la idea de la actividad masculina, fecundante de la
naturaleza materna, el águila simboliza también el padre (19). El águila
se caracteriza además por su vuelo intrépido, su rapidez y familiaridad
con el trueno y el fuego. Posee, pues, el ritmo de la nobleza heroica.
Desde el Extremo Oriente hasta el norte de Europa, el águila es el
animal asociado a los dioses del poder y de la guerra. En los aires es el
equivalente del león en la tierra, por lo cual lleva a veces el águila la
cabeza
de
ese
mamífero
(excavaciones
de
Telo).
Según
la
tradición
védica, tiene también un destacado papel como mensajero, siendo el ave
que lleva el soma a Indra. Según el arte sármata, el águila es emblema
del rayo y de la actividad guerrera. En todo el arte oriental, aparece con
gran frecuencia luchando: es el pájaro Imdugud que liga las colas de los
ciervos
terrestre
y
celestial,
o
Garuda,
que
se
precipita
contra
la
serpiente. En la América precolombina surge el águila con el mismo
sentido,
de
principio
espiritual
y
celeste
en
lucha
contra
el
mundo
ctónico inferior. En el arte románico, el águila mantiene ese significado.
En
la
Siria
antigua,
el
águila
con
brazos
humanos
simbolizaba
la
adoración al sol, en el rito de identificación. También conducía las almas
a la inmortalidad. En el cristianismo, ratifica también el águila su papel
de mensajero celestial. Theodoreto la comparó al espíritu de profecía;
en general se ha identificado también (pero, en realidad, más su vuelo —
por la rapidez- que el ave en sí) al ascenso de las oraciones hacia el
Señor y el descenso de la gracia sobre los mortales. Según san Jerónimo
el águila es emblema de la Ascensión y de la oración (50). Entre los
griegos recibió un significado particular, más alegórico que propiamente
simbólico, derivado del rapto de Ganimedes. Con mayor amplitud, se
consideró como el ave que vuela más alto y, en consecuencia, la que
mejor expresaba la idea de la majestad divina. La conexión del águila
con el rayo, a la que ya nos hemos referido, se ratifica en las monedas
macedónicas y en los
signa
romanos. El poder de volar y fulminar, de
elevarse para dominar y destruir lo inferior es con seguridad la idea
esencial de todo el simbolismo del águila, que, como ave de Júpiter, es la
tempestad
procedente
teriomórfica,
de
el
Mesopotamia
antiquísimo
a
través
del
«pájaro
Asia
de
la
Menor
tormenta»,
(35).
En
las
monedas romanas aparece más bien como signo emblemático de las
legiones y del poder del Imperio. En la alquimia no cambia el sentido
esencial expuesto, sólo se reviste de los aspectos terminológicos de esa
mística: es el símbolo de la volatilización. Un águila devorando a un
león es el signo de la volatilización del fijo por el volátil (es decir, según
las ecuaciones: alas, espíritu; vuelo, imaginación, victoria de la actividad
p
g
de espiritualización y sublimación sobre las tendencias materializantes e
involutivas.
Géminis,
Como
se
otros
duplica
animales,
parcial
o
en
cuanto
totalmente;
habita
surge
la
región
entonces
el
de
águila
bicéfala -que ha de relacionarse con el símbolo de Jano- y que suele
aparecer
representada
en
dos
colores,
rojo
y
blanco,
de
gran
trascendencia simbólica. En muchos emblemas, símbolos y alegorías
aparece el águila en vuelo llevando una víctima; siempre se alude a la
situación de sacrificio, por parte de lo inferior (seres, fuerzas, instintos),
y de la victoria por parte de lo superior (principio paternal, logos) (50).
Dante se llega a referir al águila como pájaro de Dios (4). Jung abstrae el
sentido polivalente de su simbolismo y lo define simplemente como
«altura», con todas las consecuencias del significado de una situación
espacial determinada. Por otro lado, la constelación del águila se halla
situada encima del hombre con la vasija de Acuario y éste la sigue en su
marcha de tal manera que parece ligado a ella. De esto se ha deducido
una identificación de Acuario con Ganimedes y «con el hecho de que
los mismos dioses necesiten el agua de las fuerzas uránicas de la vida»
(40).
El
águila
bicéfala,
antes
aludida,
simboliza
como
todos
los
elementos dobles (Jano, Géminis, hacha doble, Jakin y Bohaz, Cautes y
Cautopates
de
la
iconografía
mitríaca)
el
dualismo
de
creación-
destrucción, ascensión-descenso, ir-volver, dar vida-matar.
Águila y serpiente
El águila y la serpiente aparecen juntas en lucha casi siempre, en la
iconografía universal, principalmente antigua y medieval. Volguine, en
Le Symbolisme de L’Aigle, atribuye esta unión frecuente a que son
animales,
mejor
que
opuestos,
complementarios
(principio
celeste
y
principio ctónico), pero su enfrentamiento se produce más bajo el signo
de la lucha que bajo el de la hierogamia, lo que podría contradecir esta
tesis, matizada, no obstante, por su autor al agregar que la función del
águila es «corregir» las fuerzas oscuras simbolizadas por la serpiente y
comunicarles
un
impulso
hacia
la
«realización
superior».
¿Podría
el
simbolismo del nivel bastar para explicar esta ascensión de la serpiente?
Entonces el ureus de los faraones egipcios (serpiente de su diadema),
por su sola posición ya definiría el logro de su elevación. También
pueden
unirse
águila
y
serpiente
de
otro
modo,
cual
vemos
en
la
mitología del antiguo México, con la serpiente con plumas, suerte de
serpiente-ave que es un ofidio sublimado.
Águila y serpiente. Ulisse Aldrovandi, Ornithologia, 1599.
Agujero
Símbolo
de
gran
importancia
que
concierne,
esencialmente,
a
dos
planos principales: en el de la vida biológica, tiene poder de fecundación
y se relaciona con los ritos de fertilidad; en el de la vida espiritual o
transmundana,
expresa
la
«abertura»
de
este
mundo
con
respecto
a
otro. Las «piedras horadadas» que reciben formas cultuales diversas son
numerosísimas en todo el mundo. Eliade señala que, en el cantón de
Amanee, hay una de estas piedras ante la cual se arrodillan las mujeres
para
pedir
la
salud
de
sus
hijos.
Aun
en
la
actualidad,
las
mujeres
estériles de Pafos pasan a través del orificio de una piedra. Los pueblos
primitivos de la India consideraron principalmente la primera forma de
simbolismo
a
que
nos
referimos,
identificando
agujero
con
sexo
femenino, pero también se intuyó que los orificios podían asimilarse a
la «puerta del mundo», por la cual ha de pasar el alma para liberarse del
ciclo
khármico
(17).
En
la
Brihadaranyaka
Upanishad
se
dice
que
«cuando un ser humano deja este mundo, se encamina hacia el aire, y el
aire se le abre con la amplitud de la rueda de un carro» (50). Tenemos la
materialización
artística
de
este
símbolo
en
el
Pi
de
los
chinos,
o
representación del cielo. Se trata de un disco de jade con un agujero
central;
sus
dimensiones
varían
según
los
casos,
pero,
según
el
diccionario chino Erh Ya, existe una relación constante entre el anillo
circular
y
el
agujero
central.
Dicho
agujero
es
la
«puerta»
de
los
hindúes: el «invariable medio» o «motor inmóvil» de Aristóteles. El Pi
tiene lejanísimos orígenes; existen algunos cincelados y decorados (39).
Como símbolo del cielo, el agujero significa también concretamente el
paso de la vida del espacio a la inespacial, de la vida del tiempo a la
intemporal,
y
corresponde
al
cénit
(52).
Algunos
tratadistas
han
interpretado como agujeros de dicha significación cultual las extrañas
aberturas que presentan algunas piedras de edificios neolíticos, puertas
abiertas penosamente, y que se podían haber evitado con la sencilla y
conocida construcción de pilares y dintel. Un ejemplo sobresaliente de
estas puertas es la de Hagiar Kim (Malta). Es interesante mencionar el
hecho
de
que,
entre
los
indios
pomo
del
norte
de
California,
los
candidatos a la iniciación reciben un zarpazo del oso grizzly, que les
hace un agujero supuesto en la espalda, del cual «mueren» para transir a
la nueva etapa de su vida. Probablemente, la visión de heridas, desde los
tiempos más remotos, pudo contribuir a fortalecer la identificación de
las
ideas
de
agujeros
y
travesía
entre
los
mundos
mundano
y
ultramundano. Indicaremos como corroboración de todo lo precedente
que en muchas pinturas del simbolismo, concretamente en el Orfeo de
Gustave Moreau, aparecen en los paisajes de fondo rocas horadadas,
con evidente sentido trascendente. También aludiremos a la obsesión de
Salvador
Dalí
por
la
práctica
de
agujeros
(regulares,
en
forma
de
ventanas) en algunas espaldas de sus personajes.
Ahorcado, El
Profundo y complejo simbolismo tiene esta figura, que concretamente
corresponde al Tarot como arcano duodécimo. Pero el fundamento de
su
sentido
hombre
implica
primitivo
una
generalización
procura
mantener
mayor.
la
vida
Dice
de
Frazer
sus
que
el
divinidades
conservándolas aisladas entre el cielo y la tierra, como lugar que no
puede ser afectado por las influencias ordinarias (21), en especial por las
terrestres.
Toda
suspensión
en
el
espacio
participa,
pues,
de
este
aislamiento místico, sin duda relacionado con la idea de levitación y la
de vuelo onírico. Por otra parte, la posición invertida simboliza de por
sí
la
purificación
(por
subvertir
analógicamente
el
orden
terreno
o
natural) (50). Dentro de este sistema simbólico encontramos la leyenda
del ahorcado como posesor de poderes mágicos y también el mito de
Havamal
Odín. Se decía que éste se había sacrificado a sí mismo por colgamiento.
En los versos del
puede leerse: «Sé que he estado colgado en
el borrascoso árbol durante nueve noches seguidas, herido por la lanza,
dedicado a Odín: yo mismo a mí mismo». Sacrificios similares entran en
las prácticas cultuales de muchos pueblos de la tierra (21). La imagen
antes aludida del Tarot representa un personaje parecido al Juglar, pero
suspendido por un pie de una cuerda, anudada a un travesaño entre dos
árboles deshojados. Se interpreta la situación del ahorcado diciendo que
no
vive
la
vida
de
esta
tierra,
pero
vive
en
un
sueño
de
idealismo
místico, sostenido por una extraña horca que se representa de color
amarillo para indicar que su materia es de luz condensada, es decir, el
pensamiento fijado. Con esta expresión se dice que el ahorcado pende
de su propia doctrina a la que se liga al extremo de colgar de ella toda su
persona.
El ahorcado. Arcano del Tarot de Marsella.
Los dos árboles entre los cuales se balancea su cuerpo, como todo lo
que
corresponde,
diferenciado,
al
simbolismo
numérico
del
dos,
conciernen a las columnas Jakin y Bohaz de la Cábala. Se representan
de
tonalidad
verde
modificada
hacia
el
azul
(naturaleza
terrestre
o
natural que tiende hacia el cielo). El rojo y el blanco componen, como
en el águila bicéfala de los alquimistas, el dualismo cromático del traje
del ahorcado. Los brazos atados de éste sostienen sacos entreabiertos de
los que se derraman monedas de oro, alegoría de los tesoros espirituales
reunidos en el ser que de este modo se sacrifica. Según Wirth, el héroe
mitológico
más
personificación
cercano
del
a
este
pensamiento
personaje
en
acción,
simbólico
que
vuela,
es
Perseo,
vence
a
las
fuerzas
del
mal
para
liberar
a
Andrómeda,
el
alma
encadenada,
aprisionada en la roca sorda de la materia, que surge entre las olas del
océano
Tarot
primordial.
expresa
En
sentido
misticismo,
afirmativo,
sacrificio,
el
arcano
abnegación,
duodécimo
continencia.
del
En
sentido negativo, ensoñatividad utópica (59).
Aire
De los cuatro elementos, el aire y el fuego se consideran activos y
masculinos; el agua y la tierra, pasivos y femeninos. En las cosmogonías
elementales, se da a veces la prioridad al fuego, como origen de todas las
cosas,
pero
está
más
generalizada
la
creencia
en
el
aire
como
fundamento. La concentración de éste produce la ignición, de la que
derivan todas las formas de la vida. El aire se asocia esencialmente con
tres factores: al hálito vital creador y, en consecuencia, la palabra; al
viento
de
creación;
la
tempestad,
finalmente,
al
ligado
en
espacio
muchas
como
mitologías
ámbito
de
a
la
idea
movimiento
y
de
de
producción de procesos vitales. La luz, el vuelo, la ligereza, así como
también
el
perfume
y
el
olor,
son
elementos
en
conexión
con
el
simbolismo general del aire (3). Dice Gastón Bachelard que, para uno
de sus más preclaros adoradores, Nietzsche, el aire es una especie de
materia
superada,
adelgazada,
como
la
materia
misma
de
nuestra
libertad. Y agrega que la marca verdadera de lo aéreo se funda en la
dinámica de la desmaterialización. Se combinan también estrechamente
con el sentimiento de lo aéreo las sensaciones, recuerdos o ideas del frío
y del calor, de lo seco y de lo húmedo, los factores ambientales y
climáticos en suma. Para Nietzsche, el aire debía ser frío y agresivo, aire
de las cumbres. Asimila el autor citado perfume a reminiscencia y cita
como ejemplo de una poética del recuerdo y de la estela perfumada la
del romántico Percy B. Shelley.
Álamo
Aparte del simbolismo general del árbol, de la madera y de la vida
vegetal, el álamo posee una significación alegórica determinada por la
dual tonalidad de sus hojas. Es así el árbol de la vida, verde del lado del
agua
(luna)
y
ennegrecido
del
lado
del
fuego
(sol)
(50)
(positivo-
negativo).
Alas
En cuanto al simbolismo más generalizado, las alas son espiritualidad,
imaginación, pensamiento. Los griegos representaban con alas al amor,
a la victoria e incluso a divinidades que más tarde se figuraron sin ellas,
como Minerva, Diana y Venus. Según Platón, las alas son símbolo de la
inteligencia.
Por
esa
expresando
entonces
causa,
la
aparecen
sublimación
en
algunos
del
animales
simbolismo
fabulosos,
específico
del
animal. Los caballos de Pélope, Pegaso, las serpientes de Ceres, poseen
ese atributo, que también se encuentra en objetos, como ciertos cascos
de héroes, el caduceo, el rayo en representaciones asociadas al culto de
Júpiter (8). La forma y condición de las alas expone, consecuentemente,
la calidad de las fuerzas espirituales simbolizadas. De este modo las alas
de los animales nocturnos corresponden a la imaginación perversa, las
alas de cera de Ícaro equivalen a la radical insuficiencia de una función
(15). En el simbolismo cristiano, dícese que las alas no son sino la luz
del sol de justicia, que ilumina siempre las inteligencias de los justos.
Dada
la
interpretación
de
las
alas
en
sentido
de
potestad
de
movimiento, de la unión de este sentido con el anterior se deduce que
estos atributos corresponden sintéticamente a la posibilidad de «avance
en la luz» o evolución espiritual (46). En alquimia, las alas corresponden
siempre
al
elemento
superior,
activo
y
masculino;
los
animales
no
alados conciernen al principio pasivo y femenino. Agregaremos aún
que, habiéndose conceptuado el pie como símbolo del alma (15), las alas
que aparecen en el talón de algunas deidades pero particularmente de
Mercurio,
corresponden
precisamente
al
poder
de
elevación
consustancial a la evolución cósmica. Jules Duhem, en su tesis sobre la
historia del vuelo, señala que en el Tíbet «los santos budistas viajan por
los aires con ciertos calzados llamados pies ligeros» (3).
Alcohol
El alcohol o agua de vida es agua de fuego, símbolo en consecuencia de
la coincidentia oppositorum o conjunción de los contrarios, de la suma
de
dos
elementos,
activo
uno
y
pasivo
otro,
fluidos
y
cambiantes,
creadores y destructores. En especial cuando está encendido, el alcohol
simboliza
uno
de
los
grandes
arcanos
de
la
naturaleza;
por
eso
ha
podido decir justamente Bachelard que en su ignición «parece que el
agua femenina haya perdido todo pudor, entregándose delirante a su
dueño el fuego» (1, 2).
Alegoría. El poeta conoce a Ociosa, reina del Jardín, en El Libro de la
Rosa de Guillaume de Lorris y Jean de Meun. Ms. 387, Universidad de
Valencia.
Alegorías
Representaciones
gráficas
o
artísticas,
imágenes
poéticas
y
literarias,
simbolización generalmente consciente de ideas hechas, basada en la
personificación. Se comprende, pues, dado el intenso antropomorfismo
de la civilización griega, que en ella tuvieran las alegorías una amplia
función, que luego pasó a Roma y, por los poetas latinocristianos y los
bizantinos, a la Edad Media. Las alegorías fueron muy usadas durante
todos esos tiempos y también, o más aún, en el Renacimiento y el
Barroco, llegando, puede decirse, a nuestros tiempos. Aunque no son
símbolos, se basan en cierto material simbólico, o lo incluyen, y pueden
tener
repentinas
«resurrecciones»
desde
su
pétrea
situación
de
semiverdades. Se ha dicho que el símbolo da la imagen (y la emoción)
de una forma superior de realidad, mientras la alegoría, por el contrario,
materializa -aunque sea estéticamente- ideas abstractas, virtudes, etc., de
modo más bien convencional. La alegoría se hallaría, en el extremo
opuesto, en situación parecida a la del signo convencional, con respecto
al símbolo. Desde el lado histórico y humanista, con todo, posee un
valor mucho más considerable. Siendo las figuras humanas impotentes
para representar tantas abstracciones como se deseara alegorizar, hubo
que recurrir al atributo (objeto característico, ser, incluso ambiente, que
se asocia a la personificación de modo constante). No podemos hacer
aquí una historia de la alegoría, sólo citaremos que, entre los griegos, la
mitología cita como «divinidades alegóricas» a la Fortuna, la Venganza,
la Libertad, la Ocasión, la Fama, la Paz, el Trabajo, la Noche, la Muerte.
Con
frecuencia
aparecen
alegorías
en
las
monedas
griegas,
pero
de
modo más sistemático, alternando con divinidades o con efigies del
emperador, en los reversos de las monedas imperiales romanas. Las
alegorías más frecuentes son: la Abundancia, la Equidad, la Eternidad,
la Riqueza, la Buena Suerte, la Clemencia, la Concordia, la Felicidad, la
Fe,
la
Fortuna,
Liberalidad,
la
la
Alegría,
Libertad,
la
el
Honor,
Paciencia,
la
la
Indulgencia,
Paz,
el
la
Pudor,
Justicia,
la
Salud,
la
la
Seguridad, la Esperanza, la Fecundidad, la Victoria, la Virtud. Cuernos
de la abundancia, alas, armas, palmas, la balanza, etc., seguramente no
bastarían para que las alegorías así tratadas fueran identificables, pero el
epígrafe
las
explica.
En
la
Edad
Media
podemos
hallarlas
en
la
decoración escultórica de iglesias; en la catedral de Amiens aparecen: la
Caridad,
la
expresados
Esperanza,
más
por
la
Desesperación,
acciones
que
por
etc.
(vicios
atributos.
En
y
virtudes),
literatura
las
hallaríamos desde las mismas épocas y aun antes. Ciñéndonos a tiempos
más
recientes,
hay
que
citar
su
empleo
abundante
por
el
poeta
romanocristiano Prudencio, su frecuencia en Petrarca, su culminación
en Le Román de la Rose de Guillaume de Lorris, con personificaciones
curiosas como Dama Ociosa, Franqueza, Juventud junto a otras más
usadas. La Rosa alegoriza el amor. En el ocaso de la Edad Media y hasta
el romanticismo, las alegorías, con los emblemas, formaron parte de la
decoración
pictórica
y
también
de
la
ornamentación
ocasional
con
p
y
objeto de «entradas» de príncipes en ciudades u otros hechos solemnes.
Cuando Alfonso V el Magnánimo entró en Nápoles, figuraron en su
cortejo carrozas alegóricas. Techos del siglo XVIII se hallan saturados
de mitología y de alegorías. En el siglo XIX, las personificaciones de la
Industria
(con
su
rueda
dentada)
y
del
Comercio
(con
un
caduceo
arrancado a su función simbólica) fueron usuales. Mucho de todo esto
carece
de
valor
simbólico
porque
fue
creado
sin
sentimiento
o
con
sentimiento sólo estético. Pero hay alegorías famosas en la historia del
arte que tienen trasfondo simbólico evidente; así la Venus dominadora
del
mundo,
Durero;
de
La
G.
Bellini;
Melancolía,
El
del
Caballero,
mismo
la
Muerte
pintor;
Los
y
el
Diablo, de
Jeroglíficos
de
las
Postrimerías, de Valdés Leal; El Coloso, de Goya, etc. Pero el símbolo
está en la vida que puede ponerse en movimiento por el contacto del
espíritu
con
esas
obras,
mejor
que
en
ellas
mismas,
pues
son
iconografía, en realidad.
Alfa y omega
Estas dos letras griegas, inicial y terminal del alfabeto, significan por
ello el principio y fin de todas las cosas, sentido con el que aparecen con
gran
frecuencia
en
el
arte
románico.
Por
su
forma,
la
letra
alfa
se
relaciona con el compás, atributo del dios creador; mientras la omega se
asemeja a la lámpara, al fuego de la destrucción apocalíptica. Por otro
lado, se han asociado animales a su simbolismo. En la portada de un
manuscrito de Pablo Orosio (Bibl. Laon, 137), del siglo XII, aparecen,
respectivamente, como pájaro y pez, es decir, como abismo superior e
inferior.
Alfa. Beato de Liébana, Comentario al Apocalipsis. Biblioteca Nacional
de Madrid.
Alma del mundo
Esta idea, relacionada con la Magna Mater, de la que es una expresión
ideal, y con la esfera de la luna, como fuente de los cambios y de las
transformaciones,
tiene
ciertas
características
negativas;
por
ejemplo,
tendencia a la divisibilidad y multiplicidad, condición imprescindible de
toda
materialización,
creación
y
reproducción
(31).
El
«alma
del
mundo» sólo literalmente es un todo, confundiéndose con «la nada
mística» de los hindúes y hebreos.
Almendro
Este árbol simboliza tradicionalmente la dulzura y la ligereza; es de los
primeros árboles en florecer y por esta causa los fríos tardíos ocasionan
a
veces
la
muerte
de
sus
flores.
La
observación
minuciosa
de
la
naturaleza, constante del hombre primitivo, es la base de esta analogía
simbólica, como de tantas otras que parecen meras alegorías artificiales
(8).
Alquimia. Grabado de la obra Alchymia de Andreas Libavius,
Francfort 1606.
Alquimia
La
alquimia
tuvo
sus
verdaderos
comienzos
en
los
siglos
III
y
IV
después de Jesucristo, con obras como la Chrysopoeia, o «Libro de
Cleopatra», siendo cultivada por griegos alejandrinos y luego por los
árabes. Más tarde se incluyeron elementos de diversas tradiciones, entre
ellas de la mística cristiana. Sustancialmente, era un proceso simbólico,
en
el
que
se
iluminación
y
buscaba
de
la
la
producción
salvación.
Las
de
fases
oro,
como
esenciales
se
símbolo
de
la
señalaban por
cuatro colores, tomados por la «materia prima» (símbolo del alma en su
estado
original):
(magisterio
negro
menor,
(culpa,
primera
origen,
fuerzas
transformación,
latentes);
mercurio);
rojo
blanco
(azufre,
pasión); a las que sucedía la aparición del oro. Piobb analiza el sentido
simbólico de las diferentes operaciones. La primera o calcinación era
equivalente
a
la
«muerte
del
profano»,
es
decir,
de
interés
por
la
manifestación y por la vida; la segunda, putrefacción, consecuencia de la
anterior, es la separación de los restos destruidos; la solución expresaba
la
purificación
purificada,
es
operaciones
de
la
materia;
decir,
de
los
anteriores;
la
la
destilación,
factores
de
la
lluvia
salvación
conjunción
de
la
separados
simboliza
la
materia
por
las
coincidentia
oppositorum (identificada por Jung con la íntima unión interna, en el
hombre, del principio masculino de la conciencia y del femenino del
inconsciente); la sublimación simboliza el sufrimiento derivado de la
escisión
mística
del
mundo
y
por
la
entrega
a
la
empresa.
En
los
emblemas gráficos este estado se simboliza por el rapto de un ser sin
alas por otro alado, o por el mito de Prometeo. Finalmente se opera la
coagulación
volátil
filosófica,
(masculino,
o
reunión
femenino,
inseparable
invariante
y
del
principio
variante
fijo
y
del
«salvado»).
La
evolución alquímica se resume, pues, en la fórmula Solve et Coagula
(analiza todo lo que eres, disuelve todo lo inferior que hay en ti, aunque
te rompas al hacerlo; coagúlate luego con la fuerza adquirida en la
operación
anterior)
(48).
Aparte
de
su
simbolismo
específico,
la
alquimia se nos aparece como paradigma de todo trabajo. Muestra que
en toda labor, aun en la más humilde, las virtudes se ejercitan, el ánimo
se
templa,
el
ser
evoluciona.
Evola,
en
La
tradizione
ermetica,
transcribe: «Nuestra Obra es la conversión y el cambio de un ser en
otro ser, de una cosa en otra cosa, de la debilidad en fuerza, de la
corporeidad
en
espiritualidad».
En
relación
con
el
motivo
del
andrógino, en su Introducción a la vida angélica, D'Ors dice: «Lo que
no logró el "ser dos en una sola carne" (amor), lo alcanzará el "ser dos
en
un
solo
historia,
ni
espíritu"
(individuación)».
esquemática,
de
la
alquimia.
No
podemos
Baste
citar
dar
los
aquí
una
nombres
de
Ramón Llull (1235-1315), a quien se atribuyen, discutidamente, obras
alquímicas;
las
realizaciones
de
Nicolás
Flamel
(siglo
XIV),
Basilio
Valentino
(siglo
XV),
Johan
Rudolf
Glauber
(siglo
XVII),
y,
en
lo
reciente, los libros de Fulcanelli, de análisis de la simbólica alquímica.
Amada
La mujer amada, en relación con la idea gnóstica de una mediadora
personificada
en
Sofía
(véase)
y
en
la
valoración
catara
del
amor
humano como forma de misticismo, deja de ser el vaso elegido para la
perpetuación de la especie para convertirse en un ente profundamente
espiritual y espiritualizador, cual aparece en Dante, en la pintura del
prerrafaelista Rossetti, en los más altos románticos (Novalis, Hölderlin,
Wagner) y en el André Bretón de L’Amour fou. Parece ser que esta
concepción
de
la
amada
tuvo
en
Persia
su
primera
y
más
pura
expresión. Denis de Rougemont, en su artículo «La persona, el ángel y
el absoluto» (Eco, IV-i, 1960), con referencia a esa mística, dice: «En el
amanecer del tercer día que sigue a la muerte terrestre, se produce el
encuentro del alma (del hombre) con su yo celeste a la entrada del
puente Chinvat... en un decorado de montañas llameantes en la aurora y
de aguas celestiales. En la entrada se yergue su Daena, su yo celeste,
mujer joven de refulgente belleza que le dice: "Yo soy tú mismo"».
Amor
Los símbolos tradicionales del amor son siempre símbolos de un estado
todavía escindido, pero en mutua compenetración de sus dos elementos
antagonistas, cual el lingam de la India, el símbolo Yang-Yin de China,
la misma cruz formada por el poste vertical del eje del mundo y el
travesaño
horizontal
conjunción,
o
destrucción
del
combinación
bien
de
la
expresan
dualismo,
que,
per
se,
de
manifestación,
la
meta
la
separación,
origina
el
final
es
decir,
símbolos
de
del
amor
verdadero:
la
la
convergencia
«centro»
místico,
el
en
una
«medio
invariable» de los filósofos del Extremo Oriente. La rosa, la flor de loto,
el corazón, el punto irradiante son los símbolos más universales de ese
centro escindido, que no es lugar, aunque se imagine como tal, sino un
estado, precisamente producido, como decíamos, por la aniquilación de
la
separación.
El
mismo
acto
de
amor,
en
lo
biológico,
expresa
ese
anhelo de morir en lo anhelado, de disolverse en lo disuelto. Según el
Libro de Baruk, «El deseo amoroso y su satisfacción, tal es la clave del
origen del mundo. Las desilusiones del amor y la venganza que las
sigue, tal es el secreto de todo mal y del egoísmo que existe en la tierra.
La historia entera es obra del amor. Los seres se buscan, se encuentran,
se separan, se atormentan; finalmente, ante un dolor más agudo, se
renuncia». Maya y Lilith, ilusión y serpiente.
Anciano
En la Cábala, símbolo del principio oculto, como también el palacio
sagrado o de plata. En la actual simbología se considera al anciano como
personificación
del
saber
ancestral
de
la
humanidad
o
inconsciente
colectivo. Los ancianos del Apocalipsis son los doce profetas y los doce
apóstoles.
El
Anciano
de
los
Días
es
un
símbolo
similar,
a
veces
identificado con el principio creador, al Ain-Soph cabalista y al Atoum
de la religión egipcia (19). Según Jung, el anciano, especialmente cuando
surge
revestido
de
poderes
especiales,
resplandor
o
prestigio,
es
el
símbolo de la personalidad mana, o componente espiritual que tiene
lugar
cuando
la
conciencia
experimenta
una
carga
excesiva
de
contenidos del inconsciente, aclarados, comprendidos y asimilados (30).
Áncora. Marca del impresor Aldo Manucio, Venecia 1514.
Áncora
En
los
emblemas,
signos
y
grafismos
del
primitivo
cristianismo,
el
áncora aparece siempre como símbolo de salvación y de esperanza. Con
gran frecuencia aparece en posición invertida, con una estrella, cruz o
creciente lunar alusivos a su condición mística. Dijo san Pablo: «En la
esperanza tenemos como un áncora del alma» (4).
Andrógino
En muchos monumentos egipcios, como en el pedestal de uno de los
colosos de Memnón, aparecen divinidades hermafroditas relacionadas
con el mito del nacimiento (19). El andrógino es así el resultado de
aplicar
al
produce
ser
una
humano
el
dualización
simbolismo
integrada.
del
En
la
número
2,
con
India,
este
ser
lo
que
doble
se
-ya
escindido en sexos, pero aún ligados en una sola personalidad- era la
fuerza, la luz de la que emana la vida (49), es decir, el
antiguos
mexicanos
conocieron
también
el
mito
lingam
del
(60). Los
andrógino.
Quetzal-cóatl es dicha concepción que reúne en sí los valores separados
de los principios y de los sexos que existencialmente se contraponen. Se
trata de una deidad ante todo generadora (41), íntimamente ligada (e
identificada, en el fondo) con el arquetipo de Géminis. Platón, en su
Banquete, dice que los dioses formaron primeramente al hombre en
figura
esférica,
integrando
los
dos
cuerpos
y
los
dos
sexos.
Esta
declaración nos prueba hasta qué punto el autor de los Diálogos sometía
los aspectos reales a los simbólicos e ideativos y cómo -en concepto
muy helénico— permitía que los mortales participaran de cualidades,
como
la
androginia,
Psicológicamente,
representa
una
no
reservadas
se
debe
fórmula
(por
a
los
dioses
descuidar
que
más
la
aproximación,
primitivos
idea
como
de
(8).
androginia
casi
todas
las
fórmulas míticas) de la «totalidad», de la «integración de los contrarios»
(17). Es decir, traduce a términos sexuales y por tanto muy evidentes la
idea esencial de integración de todos los pares de opuestos en la unidad.
En consecuencia, según Eliade, la androginia es sólo una forma arcaica
de biunidad divina; el pensamiento magicorreligioso, antes de expresar
el
concepto
en
términos
metafísicos
(esse
non
esse)
o
teológicos
(manifestado, no manifestado), lo expresó en términos biológicos. Los
chinos
también
conocieron
la
deidad
andrógina
y
asimismo
otros
muchos pueblos, como Irán, Israel, Australia, etc. (17). Ahora bien, en
el mito del andrógino no debe verse solamente lo causal, sino también la
tensión
energética
explicado
por
espiritual
Ely
Star,
determinante.
cuando
dice
que
Ello
queda
ninguna
muy
felicidad
bien
puede
satisfacer mientras no se halla completada por el matrimonio (imagen
imperfecta de la androginia), a menos que se trate de una excepción de
las
aludidas
por
san
Pablo,
puesto
que
el
espíritu
se
manifiesta
existencial-mente en forma escindida, origen de sufrimiento e inquietud
(54). De este modo, el andrógino queda proyectado en el futuro tanto
como anclado en el remoto pasado platónico. Sin embargo, se trata
también
de
problema
un
de
consideraban
símbolo
los
a
su
muy
claro
sexos.
Blavatsky
primer
dios
del
como
pensamiento,
dice
que
andrógino
todas
a
en
sí
las
causa
ajeno
al
naciones
de
que
la
humanidad primitiva se sabía nacida de «lo mental» (Minerva surgiendo
de la cabeza de Júpiter), como lo prueban los símbolos y tradiciones (9).
En la alquimia, el andrógino desempeña un importante papel, como
Mercurio; se representa como personaje con dos cabezas y lleva con
frecuencia la palabra
rebis (cosa doble).
Andrógino. Grabado alquímico del siglo
XVI.
Anfisbena
Animal
fabuloso,
guardián
del
«gran
arcano»,
según
un
manuscrito
italiano del siglo XVI que pertenecía al conde Pierre V. Piobb, es un
símbolo
que
aparece
con
alguna
frecuencia
en
marcas,
signos
y
representaciones heráldicas. Era conocido por los griegos y su nombre
procede de la creencia de que se trataba de una serpiente dotada del
poder de anclar hacia delante y hacia atrás. A veces se ha figurado con
garras
de
pájaro
y
alas
puntiagudas
de
murciélago
(48).
Probable
expresión de la ambivalencia en su aspecto angustioso y terrorífico,
siguiendo
la
fabulosos,
interpretación
es
recomponer
una
y
de
expresión
yuxtaponer,
Diel
de
(15).
la
según
Como
facultad
leyes
todos
universal
supralógicas,
los
animales
humana
en
de
beneficio
exclusivo de contenidos psíquicos determinantes.
Ángel
Símbolo de lo invisible, de las fuerzas que ascienden y descienden entre
el origen y la manifestación (50). En este caso, como en otros cual el de
la cruz, el hecho simbólico no modifica el hecho real. En alquimia, el
ángel
simboliza
(espiritual),
la
como
sublimación,
en
las
ascensión
figuras
del
de
un
principio
Viatorium
volátil
spagyricum.
El
paralelismo entre los órdenes angélicos y los mundos astrales ha sido
expuesto por Rudolf Steiner con precisión inaudita en Les Hiérarchies
spirituelles, siguiendo al seudo Dionisio Areopagita en su Tratado de las
jerarquías celestes. Los ángeles aparecen en la iconografía artística desde
el
origen
de
la
cultura,
en
el
cuarto
milenio
antes
de
Jesucristo,
confundiéndose con las deidades aladas. El arte gótico ha expresado en
numerosísimas imágenes prodigiosas el aspecto protector y sublime del
ángel, mientras el románico acentuaba mejor el carácter supraterrenal.
Anillo
Como
todas
las
figuras
redondas
y
cerradas,
es
un
símbolo
de
la
continuidad y de la totalidad, por lo cual ha servido lo mismo como
emblema del matrimonio (como la pulsera y por igual razón) o del
tiempo en eterno retorno. A veces, el anillo se presenta teriomórfico,
como serpiente o anguila que se muerde la cola (Ouroboros); otras en
forma lisamente geométrica (8). Es interesante reseñar que el anillo, en
diversas leyendas, constituye un residuo de cadena. Por ello se supone
que cuando Júpiter permitió que Hércules liberase a Prometeo fue con
la condición de que éste llevara una sortija de hierro donde se engastara
un fragmento de roca del Cáucaso, a fin de que se cumplimentara en
cierta
manera
el
castigo
impuesto
(símbolo
de
reducción)
(8).
Otra
modalidad de anillo es el círculo de llamas que rodea a Shiva como
danzarín cósmico, que puede asimilarse a la rueda del zodíaco; como
ésta y el Ouroboros de los gnósticos, tiene una mitad activa y otra
pasiva (evolución, involución); indica el proceso vital del universo y de
cada una de sus criaturas, la danza y rueda de la naturaleza que se crea y
destruye de continuo. Al tiempo, la luz que irradia el anillo de llamas
simboliza
la
energía
de
la
eterna
sabiduría
y
la
iluminación
trascendental (60).
Animales. Hiena y dragón. Bestiario de Oxford. Biblioteca Bodleian de
Oxford, siglo
XII.
Animales
Desempeñan un papel de suma importancia en el simbolismo, tanto por
sus cualidades, actividad, forma y color, como por su relación con el
hombre.
Los
orígenes
del
simbolismo
animalístico
se
relacionan
estrechamente con el totemismo y con la zoolatría. La posición del
animal en el espacio, o en el campo simbólico, la situación y actitud en
que
aparece
son
esenciales
para
la
discriminación
de
los
matices
simbólicos. Así, por ejemplo, el «animal domado» es muy característico
y su significación puede corresponder a la inversión de la que tendría
apareciendo
en
estado
salvaje.
En
la
lucha,
tema
frecuentísimo
del
simbolismo universal, entre caballero y animal salvaje o fabuloso, la
victoria del primero puede terminar con la muerte o la domesticación y
sumisión
del
animal.
En
la
novela
El
caballero
del
león,
del
autor
medieval Chrétien de Troyes, el protagonista es ayudado por un león.
En la leyenda de san Jorge, el dragón vencido sirve a su dominador. En
Occidente,
el
simbolismo
animalístico
arranca
de
Aristóteles
y
de
Plinio, pero más concretamente del libro Physiologus, compuesto en
Alejandría
en
el
siglo
II
después
de
Jesucristo.
Otra
aportación
importante fue la de Horapolo, una o dos centurias más tarde con sus
dos libros de Hiroglyphica, aplicación del simbolismo egipcio. De todo
ello nace la corriente medieval que florece en los Bestiarios de Filipo de
Thaün (1121), Pedro de Picardía, Guillermo de Normandía (siglo XIII);
en De animalibus, atribuido a Alberto Magno; el Llibre de les Besties,
de
Ramón
Llull;
y
el
Bestiaire
d'Amour,
de
Fournival
(siglo
XIV).
Todas estas obras coinciden con el punto de vista de los primitivos
sobre los animales, expuesto por Schneider (50); mientras el hombre es
un ser equívoco (enmascarado), el animal es unívoco, posee cualidades
positivas o negativas constantes, que permiten adjudicarlo a un modo
esencial
de
generalizada,
manifestación
los
animales,
cósmica.
en
su
Como
grado
de
determinación
complejidad
y
más
evolución
biológica, desde el insecto y el reptil al mamífero, expresan la jerarquía
de los instintos. En relieves asirios o persas, la victoria de un animal
superior
sobre
otro
inferior
corresponde
siempre
a
un
simbolismo
análogo. Igualmente, en la América precolombina, la lucha del águila
contra la serpiente. La victoria del león sobre el toro suele significar la
del día sobre la noche y, por analogía, la de la luz sobre las tinieblas y la
del
bien
sobre
el
mal.
La
clasificación
simbólica
de
los
animales
corresponde con frecuencia a la de los cuatro elementos; seres como el
pato, la rana, el pez, a pesar de su diferencia, se hallan en relación con
las «aguas primordiales» y pueden ser, por lo tanto, símbolos del origen
y de las fuerzas de resurrección (37, 9). Algunos animales, como los
dragones y las serpientes, tan pronto se adscriben al agua como a la
tierra o incluso al fuego (17), pero la atribución más general y correcta
establece que los seres acuáticos y anfibios corresponden al agua; los
reptiles, a la tierra; las aves, al aire, y los mamíferos, por su sangre
caliente,
al
fuego.
Desde
un
punto
de
vista
del
arte
simbólico,
los
animales se dividen en naturales (con frecuencia diferenciados en pares
de contrarios: el sapo es la antítesis de la rana; la lechuza, del águila) y
p
g
y
fabulosos; éstos ocupan en el cosmos un orden intermedio entre los
seres definidos y el mundo de lo informe (50). Probablemente pudieron
ser sugeridos por hallazgos de esqueletos de animales antediluvianos;
por
el
aspecto
carnívoras,
de
erizos
seres
de
equívocos,
mar,
pez
aun
volador,
siendo
naturales
murciélago),
los
(plantas
cuales
son
símbolos de perduración caótica, de transformismo, pero también de
voluntad de superación de formas dadas; y constituir a la vez poderosos
sistemas de proyección psíquica. Los más importantes de los animales
fabulosos son los que siguen: quimera, esfinge, lamia, minotauro, sirena,
tritón, hidra, unicornio, grifo, arpía, pegaso, hipogrifo, dragón, etc. En
algunos de estos seres la transformación es simple y posee carácter
claramente afirmativo, como las alas de Pegaso (espiritualización de una
fuerza
inferior),
perversión
pero
las
imaginativa
más
de
las
veces
configurada.
Sin
el
símbolo
embargo,
expone
una
una
arraigada
creencia humana en los altos poderes de estos seres, como también en
todo lo anormal y deforme, les confiere una extremada ambivalencia.
Hay animales, también, cuyo aspecto poco o nada tiene de ideal, pero a
los que se atribuyen cualidades no existentes, por proyección simbólica,
o sobrenaturales (pelícano, fénix, salamandra). Calímaco nos ha legado
un
fragmento
alusivo
a
la
edad
de
Saturno,
cuando
los
animales
hablaban (símbolo de la edad de oro, anterior al intelecto -hombre-, en
que las fuerzas ciegas de la naturaleza, sin estar sometidas al logos,
poseían condiciones extraordinarias y sublimes). Las tradiciones hebrea
e islámica también se refieren a estos «animales parlantes» (35). Existen
otras clasificaciones interesantes, como la de «animales lunares», dada a
los
que
muestran
cierta
alternancia
en
su
vida,
con
apariciones
y
desapariciones periódicas (18), en cuyo caso el animal, aparte de su
simbolismo
específico,
integra
el
de
la
esfera
lunar.
Schneider
cita
asimismo una curiosísima atribución primitiva, por la cual los animales
que
pueden
simbolizar
el
cielo
tienen
la
voz
aguda
si
son
de
gran
tamaño (elefantes) y grave si son pequeños (abeja). Los terrestres se
comportan de manera inversa. Algunos animales, por sus cualidades
sobresalientes, en especial por su neta agresividad y su belleza, como el
águila y el león, han desempeñado una función preponderante en el
alegorismo mundial. Los animales emblemáticos de los signa romanos
eran: águila, lobo, toro, caballo y jabalí. En simbolismo, cuando los
g
y j
animales
(u
otros
cualesquiera
elementos)
se
relacionan,
el
orden
siempre tiene importancia e implica, o una gradación jerárquica, o una
distribución espacial. Así, en alquimia, la jerarquía se establece de arriba
abajo
por
medio
de
los
animales:
fénix
(culminación
del
opus),
unicornio, león (cualidades necesarias) y dragón (materia prima) (32).
Las
agrupaciones
correspondencias
de
y
animales
ordenación
suelen
numérica:
basarse
en
un
central
caso
sistemas
es
de
el
del
famoso tetramorfos bíblico y occidental; otro, el de los cuatro animales
benévolos
chinos:
unicornio,
fénix,
tortuga,
dragón.
En
el
arte
románico aparecen con particular frecuencia: pavo real, buey, águila,
liebre, león, gallo, grulla, langosta, perdiz (50). Su sentido simbólico
suele derivar de las Sagradas Escrituras o de los escritos patrísticos, pero
a veces se dan simbolizaciones obvias como la relación entre el leopardo
y la crueldad (20). Conocido es el simbolismo mayor del palomo, el
cordero
y
el
simbólicos
pez,
en
plasmados
el
cristianismo.
en
una
La
actitud
representación
de
puede
los
animales
explicarse
casi
literalmente: la contraposición de dos iguales o diferentes, tan común en
heráldica,
corresponde
al
símbolo
del
equilibrio
(justicia,
orden,
tal
como lo simbolizan las dos serpientes del caduceo). En alquimia, la
contraposición de dos animales de la misma especie, pero de distinto
sexo,
como
león
y
leona,
perro
y
perra,
significa
la
contraposición
esencial de azufre y mercurio, de fijo y volátil. Un animal alado y otro
sin
alas
animal,
exponen
como
idéntica
portador
situación.
de
Este
expresiones
antiquísimo
cósmicas,
interés
como
por
el
modalidad
natural de la creación investida de un sentido significante (al margen de
la mera existencia dada), pasa desde la aurora neolítica hasta obras como
Jubile
van
den
Heyligen
Macarius
(1767),
donde
se
describen
procesiones en las que cada carroza simbólica lleva un animal (pavo,
fénix,
pelícano,
unicornio,
león,
águila,
ciervo,
avestruz,
dragón,
cocodrilo, jabalí, cabra, cisne, pegaso, rinoceronte, tigre, elefante). Los
mismos y otros muchos (ánade, asno, buey, búho, caballo, camello,
carnero, cerdo, ciervo, cigüeña, gato, grifo, ibis, leopardo, lobo, mosca,
oso,
pájaro,
núcleo
paloma,
principal
de
pantera,
las
pez,
marcas
serpiente
de
papel,
y
zorra)
cuyo
constituyen
origen
místico
el
y
simbólico está fuera de duda, y que se expanden en Occidente desde
fines del siglo XIII. Ahora bien, buscando sentidos buscando sentidos
g
generales a cuanto llevamos expuesto, los animales se relacionan con las
ideas de montura (vehículo, medio), sacrificio y vida inferior (4). Su
aparición
en
sueños
o
visiones,
como
el
célebre
cuadro
de
Füssli,
expresa una energía indiferenciada, aún no racionalizada ni sometida al
imperio
de
la
voluntad,
entendiendo
ésta
como
dirigida
contra
los
instintos (31). Según Jung, «el animal representa la psique no humana,
lo infrahumano instintivo, así como el lado psíquico inconsciente». La
primitividad
del
animal
indica
la
profundidad
del
estrato.
La
multiplicidad, como en todos los casos, empeora y primitiviza aún más
el símbolo (56). La identificación con animales significa una integración
del inconsciente y, a veces, como la inmersión en las aguas primordiales,
un baño de renovación en las fuentes de la vida (32). Es evidente que,
para el hombre anterior al cristianismo y las religiones no morales, el
animal representa más bien una magnificación que una oposición. Éste
es el sentido de los signa romanos, de las águilas y lobos triunfantes,
colocados
simbólicamente
totalidad),
para
expresar
sobre
la
idea
los
de
cubos
un
(tierra)
y
instinto-fuerza
esferas
(cielo,
dominante
y
triunfante. Una ampliación de la fauna fabulosa universal la encontrará
el que se interese por ello en la obra de Jorge Luis Borges y Margarita
Guerrero,
artículo
Manual
de
de
Vicente
zoología
Risco,
fantástica.
«Fieras
Asimismo,
de
romance»
en
el
valioso
(Revista
de
Dialectología y Tradiciones Populares, tomo XIV, 1958, cuadernos 1.° y
2.°), editado en Madrid.
Anjana
Hechicera del folklore hispánico, cuyo nombre deriva acaso de Jana o
Diana. Se aparecen en forma de vieja para probar la caridad de las
personas. En su aspecto verdadero son bellas jóvenes rubias de ojos
azules, visten túnicas de flores y estrellas de plata. Llevan báculo dorado
y medias verdes. Protegen a los animales y poseen palacios subterráneos
llenos de tesoros y joyas. Con su báculo pueden transformar en tesoros
todo lo que tocan (10). Bajo estos rasgos simbólicos se ocultan, en un
estrato, reminiscencias de las antiguas druidesas; y en un plano más
profundo, figuraciones del ánima refundida con la personalidad mana.
Como
símbolo
sigmoideo,
el
báculo
es
emblema
de
la
ligazón
y
comunicación
entre
lo
aparentemente
disperso.
Las
medias
verdes
aluden a las fuerzas primigenias de la naturaleza virgen. Los tesoros y
riquezas son los poderes espirituales que yacen en el inconsciente.
Anormales
Los seres anormales y mutilados, como también los dementes, eran
considerados
en
las
culturas
antiguas
como
dotados
de
poderes
extraordinarios, tal como los chamanes de los pueblos primitivos. Toda
mutilación se juzga resultado de una compensación y no inversamente.
Es decir, para el criterio psicológico, la cualidad excedente sería una
sublimación
de
magicorreligioso
una
deficiencia
sucede
al
revés:
original;
la
para
mutilación,
la
el
pensamiento
anormalidad,
el
destino trágico, constituyen el pago —y el signo— de la excelencia en
ciertas dotes, especialmente de la facultad profética. Esta creencia tiene
carácter
universal
(9).
En
algunas
mitologías,
los
seres
mutilados
se
relacionan con la luna (fases, rupturas) y se cree en seres míticos lunares
con una sola mano o pie, por cuya magia se puede hacer llover, curar
enfermedades, etc. (17). Esta consideración de la anormalidad dista de
constreñirse a los seres animados y afecta también a los objetos. Según
Cola Alberich, los objetos anormales han sido conceptuados por todos
los
pueblos
como
particularmente
aptos
para
desviar
las
influencias
malignas. Entre tales objetos se citan: piedras con fósiles, amuletos en
forma de mano de seis dedos o con cuatro; almendras dobles; granos de
cereales
de
aspecto
extraño,
etc.
(12).
Es
interesante
anotar
la
coincidencia del interés hacia los objetos extraños, anómalos, producto
del encuentro (ready made), o de la fabricación (poema-objeto), objeto
de funcionamiento simbólico de los surrealistas. Como decimos, esta
creencia
se
relaciona
con
el
simbolismo
víctima sacrificial) y con el de la luna.
del
bufón
(rey
invertido,
Anormales. Ilustraciones del Monstrorum Historia (1642), Liber
Chronicorum (1493) y Historie of four-footed beasts (1607).
Antiguo
Todo lo antiguo adquiere un significado suplementario al objeto, que
acaba por imponérsele como superior a él, sentido que refunde estos
componentes:
1)
Lo
antiguo
es
lo
auténtico,
lo
no
falsificado,
lo
verdadero, lo ligado al mundo del que parece brotar; lo antiguo es lo
que no miente, luego es la misma verdad. 2) Lo antiguo es lo primitivo,
lo originario, lo próximo al «tiempo primigenio» en que se sitúa la
«edad de oro», en la vida de la humanidad. 3) Por analogía, lo antiguo es
lo primitivo en la existencia del hombre, es decir, lo que se relaciona con
su infancia y con la época libre de cuidados, perdida en el ensueño
paradisíaco.
Antorcha
Se identifica con el sol (14) y constituye el símbolo de la purificación
por la iluminación. Es el arma de Hércules en su combate con la hidra
de Lerna; su fuego cauteriza las heridas. Es emblema de la verdad y
figura con tal sentido en múltiples alegorías (15).
Año
El año más que símbolo es prototipo de proceso cíclico, en relación
analógica con otros procesos: día, vida humana, vida de una cultura,
período de la existencia cósmica, etc. Todos estos procesos se distinguen
por
tener
evolutiva;
una
tal
tetrapartita,
fase
ascendente
dualismo
siendo
a
ésta
veces
la
y
otra
cede
más
el
descendente,
lugar
frecuente
a
una
involutiva
división
(estaciones,
tri
edades).
y
o
La
división general, con todo, puede ser simétrica o asimétrica. Así, en un
período dividido en 12 elementos, como el año (y la rueda del zodíaco),
las fases ascendente y descendente pueden tomarse como 6 y 6 (división
simétrica)
carácter
o
como
más
representaciones
8
y
4
(división
geométrico,
gráficas
del
y
asimétrica).
biomórfico
año,
éste
suele
la
La
primera
segunda.
tomar
la
tiene
un
En
las
figura
de
un
anciano y se sitúa en el centro de un círculo, cuyo anillo exterior está
ocupado en dos o tres zonas por: denominaciones de los meses, trabajos
típicos de cada uno de ellos, signos del zodíaco. Las personificaciones
de las estaciones, situadas a modo de tetramorfos en los ángulos de un
cuadrado donde se inscribe el círculo, completan la representación del
género. Una famosa es la del tapiz de la Creación, de la catedral de
Gerona. Es interesante anotar dos hechos, en relación con el proceso
anual: la división china del período en dos partes iguales, en las que
predominan oscuridad y muerte, o vida y luz; y la idea primitiva de que
el hombre pasa en cada año de su vida un proceso de regeneración que
tiene
lugar
entre
diciembre
y
junio,
temporada
que
simboliza
una
muerte y una resurrección (51).
Apocalipsis. Beato de Liébana, Comentario al Apocalipsis.
Apocalipsis
Los
exegetas
simbólico
bíblicos
admiten
acontecimientos
que
que
el
señalan
Apocalipsis
el
fin
de
relata
este
en
mundo
estilo
y
el
advenimiento del otro (Jerusalén celeste). El cordero simboliza a Jesús,
como víctima del sacrificio; el libro simboliza la ley; la espada, la fuerza
de la palabra divina y del espíritu; los «animales», las cuatro formas del
tetramorfos
habituales
de
que
la
rodean
al
iconografía.
Pantocrátor
Las
cifras
en
citadas
las
representaciones
suelen
tener
carácter
arquetípico.
Respecto a la «Bestia», se han insinuado varias interpretaciones (el mal,
Roma, la tierra dominada por las potencias demoníacas, etc.). Obvio es
agregar que diversos sectores del esoterismo han propuesto peculiares
interpretaciones heterodoxas.
Apolo
En mitología y alquimia, la misma significación que el sol, desde el
punto de vista espiritual y simbólico (15). Cabellos dorados esparcidos
en torno a la cabeza tienen igual significado que arco y flecha (rayo
solar) (8). El nombre griego de Apolo es sin duda alguna Apolion, que
significa «del fondo del león», y expresa la profunda relación del sol con
el signo zodiacal de Leo (48).
Arabesco
Tipo de ornamentación que parece implicar, al margen del contexto
cultural
de
su
propio
nombre
(Arabia,
arte
islámico),
la
noción
de
repetición, de retorno sobre sí mismo, de entrelazamiento, que en parte
lo emparenta con el ornamentalismo celticogermánico, el arte irlandés y
el vikingo, pero hay diferencias profundas. El arabesco, de otro lado, ha
sido
asociado
por
literatos
al
grutesco,
por
su
manera
laberíntica,
sinuosa de «proceder». En la lacería nórdica hay más libertad que en el
arabesco oriental, que a veces afecta forma circular constituyendo una
suerte de mándala. De otro lado los arabescos, como la lacería y ciertos
ideogramas, son precedentes de la abstracción simbólica. Novalis dijo:
«Los arabescos, los ornamentos, he ahí la música realmente visible».
Arado
Símbolo de fecundación. En la leyenda aria de Rama, este héroe contrae
matrimonio con Sita (el surco del campo). Siendo la tierra un elemento
femenino,
su
labor
simboliza
la
unión
mencionada.
A
este
sentido
simbólico corresponde también la costumbre china de que el emperador
are al dar inicio a su reinado (33).
Araña
En
la
araña
coinciden
tres
sentidos
simbólicos
distintos,
que
se
superponen, confunden o disciernen según los casos, dominando uno
de ellos. Son el de la capacidad creadora de la araña, al tejer su tela; el de
su agresividad; y el de la propia tela, como red espiral dotada de un
centro. La araña en su tela es un símbolo del centro del mundo y en ese
sentido es considerada en la India como Maya, la eterna tejedora del
velo de las ilusiones (32); la destructividad del insecto no hace sino
ratificar ese simbolismo de lo fenoménico. Por esta causa puede decir
Schneider
simbolizan
equilibrio
penetra
la
la
las
arañas,
inversión
vida
del
continuo»,
durante
su
destruyendo
continua
cosmos;
profundamente
«sacrificio
cesar
que
en
la
mediante
existencia;
e
a
así,
través
pues,
vida
el
y
construyendo
de
el
la
incluso
el
la
se
para
hombre
misma
de
la
significar
se
cesar,
mantiene
simbolismo
humana
cual
que
sin
araña
aquel
transforma
muerte
se
en
sin
limita
a
devanar una vida antigua para hilar otra nueva (51). Se considera la
araña como animal lunar, a causa de que la luna (por su carácter pasivo,
de
luz
reflejada;
y
por
sus
fases,
afirmativa
y
negativa,
creciente
y
decreciente) corresponde a la esfera de la manifestación fenoménica (y
en lo psíquico a la imaginación). Así, la luna, por el hecho de regir todas
las
formas
(en
cuanto
apariciones
y
desapariciones),
teje
todos
los
destinos, por lo cual aparece en muchos mitos como una inmensa araña
(17).
Araña. Dibujo de Odilon Redon, 1887.
Árbol
Es uno de los símbolos esenciales de la tradición. Con frecuencia no se
precisa,
pero
algunos
pueblos
eligen
un
árbol
determinado
como
si
concentrase las cualidades genéricas de modo insuperable. Entre los
celtas, la encina era el árbol sagrado; el fresno, para los escandinavos; el
tilo, en Germania; la higuera, en la India. Asociaciones entre árboles y
dioses son muy frecuentes en las mitologías; Attis y el abeto; Osiris y el
cedro; Júpiter y la encina; Apolo y el laurel, significando una suerte de
«correspondencias electivas» (17, 25). El árbol representa, en el sentido
más amplio, la vida del cosmos, su densidad, crecimiento, proliferación,
generación
y
regeneración.
Como
vida
inagotable
equivale
a
inmortalidad. Según Eliade, como ese concepto de «vida sin muerte» se
traduce ontológicamente por «realidad absoluta», el árbol deviene dicha
realidad
(centro
del
mundo).
El
simbolismo
derivado
de
su
forma
vertical transforma acto seguido ese centro en eje (17). Tratándose de
una
imagen
verticalizante,
pues
el
árbol
recto
conduce
una
vida
subterránea hasta el cielo (3), se comprende su asimilación a la escalera
o montaña, como símbolos de la relación más generalizada entre los
«tres mundos» (inferior, ctónico o infernal; central, terrestre o de la
manifestación; superior, celeste). El cristianismo y en particular el arte
románico
le
reconocen
esta
significación
esencial
de
eje
entre
los
mundos (14), aunque, según Rábano Mauro, en Allegoriae in Sacram
Scripturam (46), también simboliza la naturaleza humana (lo que, de
otra
parte,
es
obvio
por
la
ecuación:
macrocosmo-microcosmo).
Coincide el árbol con la cruz de la Redención; y en la iconografía
cristiana la cruz está representada muchas veces como árbol de la vida
(17). La línea vertical de la cruz es la que se identifica con el árbol,
ambos
como
«eje
del
mundo»
(motivo
conocido
antes
del
período
neolítico), lo cual implica, o presupone, otro agregado simbólico: el del
lugar central. En efecto, para que el árbol o la cruz puedan realmente
comunicar en espíritu los tres mundos se ha de cumplir la condición de
que
se
hallen
reconocer
en
emplazados
la
estructura
en
un
centro
del
árbol
la
cósmico.
Es
diferenciación
interesante
morfológica
correlativa a la triplicidad de niveles que su simbolismo expresa: raíces,
tronco, copa. Ahora bien, las mitologías y folklores distinguen, dentro
del significado general del árbol como eje del mundo y expresión de la
vida inagotable en crecimiento y propagación, tres o cuatro matices; son
éstos, a veces, reducibles a un común denominador, pero en alguna
ocasión la denominación implica sutil diferenciación que redunda en
enriquecimiento del símbolo. En el estrato más primitivo, más que un
árbol cósmico y otro del conocimiento, o «del bien y del mal», hay un
«árbol
de
especifican,
vida»
y
siendo
otro
el
«árbol
segundo
de
muerte»
mera
(35),
inversión
los
del
cuales
no
sentimiento
se
del
primero. El arbor vitae es un símbolo que surge con gran frecuencia y
diversidad en el arte de los pueblos orientales. El motivo, en apariencia
decorativo,
del
hom,
o
árbol
central,
colocado
entre
dos
animales
afrontados o dos seres fabulosos, es un tema mesopotámico que pasó
hacia Extremo Oriente y a Occidente por medio de persas, árabes y
bizantinos
(6).
En
la
ornamentación
románica,
el
árbol
de
la
vida
aparece más bien como frondas, entrelazados y laberintos (dotados, sin
embargo, de igual sentido simbólico, más el tema del envolvimiento)
(46). En el concepto simbólico del «árbol cósmico» hay un componente
de gran interés, y es que, con mucha frecuencia, la imagen del árbol se
presenta invertida, es decir, con las raíces desarraigándose del cielo y la
copa en la tierra.
Árbol. Beato de Liébana, Comentario al Apocalipsis.
Árbol. Grabado del árbol del Sephirot cabalístico, en Philosophia sacra
de Robert Fludd, 1626.
Aquí,
el
simbolismo
natural
de
la
analogía
morfológica
ha
sido
desterrado por un significado diferente que ha tomado prevalecimiento:
la idea de la involución, ligada a la doctrina emanatista, y para la cual
todo crecimiento verificado en lo material es una opus inversa. Por ello
dice Blavatsky: «En el principio, las raíces del árbol nacían en el cielo y
emanaban de la raíz sin raíz del Ser integral. Su tronco creció y se
desarrolló atravesando las capas del Pleroma, proyectó en todos los
sentidos
sus
ramas
frondosas
sobre
el
plano
de
la
materia
apenas
diferenciada; y después, de arriba abajo para que tocaran el plano de la
tierra. Por esto, el árbol de la vida y del ser es representado en esta
forma» (9). Esta idea se encuentra ya en las
Upanishads,
donde se dice
que las ramas del árbol son el éter, el aire, el fuego, el agua, la tierra. En
el
Zóhar
hebreo se lee también que «el árbol de la vida se extiende desde
lo alto hacia abajo y el sol lo ilumina enteramente». El mismo Dante se
representa el conjunto de las esferas celestes como la copa de un árbol
cuyas raíces (origen) miran hacia arriba (urano). Sin embargo, en otras
tradiciones
no
se
produce
esta
inversión
y
se
prefiere
perder
este
sentido simbólico para conservar el inherente a la verticalidad. En la
mitología
nórdica,
el
árbol
cósmico,
llamado
Yggdrasil,
raíces en el corazón de la tierra, donde se halla el infierno
Grimnismâl,
hunde
sus
(Völuspâ,
19;
31) (17). Volvamos a considerar la duplicación del árbol,
pero ahora según Gn 2, 9: en el paraíso había el árbol de la vida, y
también el del bien y del mal, o del conocimiento, y ambos estaban en
el centro del paraíso. Schneider dice al respecto (50): «¿Por qué no
menciona Dios el árbol de la vida? ¿Porque era un doble árbol de la
ciencia, o porque, como algunos han creído, estaba oculto y no podía
ser identificado ni era por lo tanto accesible hasta el instante en que
Adán se apropiara del conocimiento del bien y del mal, es decir, de la
sabiduría? Nos inclinamos por esa hipótesis. El árbol de la vida puede
conferir
la
inmortalidad,
pero
no
es
cosa
fácil
llegar
hasta
él.
Está
"oculto", como la hierba de inmortalidad que Gilgamés busca en el
fondo del océano, por ejemplo, o custodiado por monstruos, como lo
están las manzanas de oro del jardín de las Hespérides. La existencia de
dos árboles no es tan rara como pudiera parecer. A la entrada este del
cielo babilónico había dos árboles: el de la verdad y el de la vida». En
este
debate
del
árbol
único
o
dual
no
se
altera
el
simbolismo
característico del árbol, sino que se agrega otro significado simbólico
por la presencia de Géminis. Aquí, la transmutación del árbol, al ser
afectado por el simbolismo del número dos, se refiere al paralelismo de
ser y conocer (árbol de vida y árbol de ciencia). Ahora bien, del sentido
general expuesto, se han deducido —como en muchísimos casos de
otros símbolos- especializaciones diversas. Vamos a citar algunas. En
primer lugar, la triplicación del árbol. Según Schneider, el árbol de la
vida,
cuya
copa
va
solamente
hasta
la
montaña
de
Marte
(manifestación), está considerado como una cariátide del cielo. Consta
de tres raíces y de tres troncos, es decir, de uno central, con dos gruesas
y
g
ramas que corresponden a las dos cimas de la montaña de Marte (dos
rostros de Jano). Aquí, el eje central expresa la síntesis unificante del
dualismo crudamente expuesto por el árbol doble. El aspecto lunar del
árbol de la vida ratifica a la luna como mundo fenoménico; el aspecto
solar se refiere a la sabiduría y a la muerte (con frecuencia asociadas en
distintos símbolos). En la iconografía, el árbol de vida (o el lado lunar
del árbol doble o triple) se representa florido; el de muerte (o de la
ciencia, o su aspecto), seco y con señales de fuego (50). La psicología ha
reducido a expresión sexual este simbolismo de la dualidad. Jung afirma
que el árbol posee cierto carácter bisexual simbólico, lo que se expresa
en latín por el hecho de que los nombres de árbol sean de género
femenino, aun con desinencia masculina (31). Esta coniunctio ratifica el
valor totalizador del árbol cósmico. A éste se asocian muchas veces
otros
símbolos,
bien
por
influjo
de
situaciones
reales,
bien
por
yuxtaposición de imágenes y de proyecciones psíquicas, para dar lugar
así
a
símbolos
más
determinados,
ricos
o
complejos,
pero,
por
lo
mismo, menos generales y espontáneos. El árbol suele relacionarse con
la roca, con la montaña, sobre las que aparece. Por otro lado, cuando se
vuelve a encontrar el árbol de la vida en la Jerusalén celeste, lleva doce
frutos o formas solares (¿signos del zodíaco?). En muchas imágenes, el
sol, la luna y las estrellas están asociados al árbol, para especificar su
carácter cósmico y astral. En la India se halla el árbol triple con tres
soles, imagen de la Trimurti; en China, el árbol con los doce soles
zodiacales (25). En la alquimia, el árbol con lunas significa la opus lunar
(pequeño magisterio) y con soles la opus solar (grande obra). Si tiene los
signos
de
los
siete
planetas
(o
metales)
representa
la
materia
única
(protohylé) de donde nacen todas las diferenciaciones. En alquimia, el
árbol de la ciencia recibe el nombre de arbor philosophica (símbolo del
proceso evolutivo, de todo crecimiento de una idea, vocación o fuerza).
«Plantar
el
imaginación
árbol
de
creadora
los
filósofos»
(32).
Es
equivale
asimismo
a
poner
interesante
en
el
marcha
símbolo
la
del
«árbol marino» o coral, relacionado con el personaje mítico del rey
marino. Al árbol se asocia frecuentemente la fuente y también el dragón
o
la
serpiente.
El
símbolo
LVII
de
la
Ars
Symbolica
del
Boschius,
muestra el dragón junto al árbol de las Hespérides. En lo que concierne
al simbolismo del nivel, podemos establecer analogías en cuanto a la
p
verticalidad.
A
las
g
raíces
del
árbol
corresponden
los
dragones
y
serpientes (fuerzas originarias, primordiales); al tronco, animales como
el león, el unicornio y el ciervo, que expresan la idea de elevación,
agresión y penetración. A la copa, aves y pájaros o cuerpos celestes. Las
correspondencias de color son: raíces, negro; tronco, blanco; copa, rojo.
La serpiente arrollada al árbol implica otro símbolo: el helicoidal o
espiral. El árbol como eje del mundo es rodeado por el conjunto de
ciclos de la manifestación universal. Este sentido puede atribuirse a la
serpiente que aparece junto al árbol donde está suspendido el vellocino
de oro, en la leyenda de Jasón (25). Podríamos citar indefinidamente
ejemplos de estas asociaciones de símbolos, con sentido psicológico a
resaltar. Otra sinestesia simbólica es la célebre del «árbol que canta»,
que
aparece
continuamente
en
cuentos
folklóricos.
En
la
Passio
S.
Perpetuae XI (Cambridge 1891) se lee que san Saturio, el compañero de
martirio
de
santa
Perpetua,
soñó,
la
víspera
de
su
martirio,
«que,
despojado de su carne mortal, era transportado por cuatro ángeles a la
región de Oriente. Siguiendo una dulce pendiente llegaron a un sitio
admirablemente iluminado: era el paraíso que se hizo ante nosotros»,
añade, «un espacio que era como un jardín, con árboles que tenían rosas
y todo género de flores; su altura era como la de los cipreses y cantaban
sin cesar» (46). La estaca de sacrificio, el arpa-lira, el barco funerario y
el tambor son símbolos derivados del árbol, como camino del mundo
ultraterrestre (50). Gershom G. Scholem, en Les origines de la Kabbale
(París
1966),
habla
del
simbolismo
del
árbol
en
conexión
con
estructuras jerarquizadas verticales (como el mismo «árbol sefirótico»
de la Cábala, tema que no podemos desarrollar aquí) y se pregunta si el
«árbol
de
Porfirio»,
símbolo
difundido
en
la
Edad
Media,
era
del
mismo género. En todo caso, recuerda el Arbor elementalis de Ramón
Llull
(1295),
creación,
o
cuyo
hylé,
tronco
y
cuyas
simboliza
ramas
y
la
sustancia
hojas
primordial
representan
sus
de
la
nueve
accidentes. La cifra de diez es la misma que en el caso de los Sefirot, o
«suma de todo lo real que puede determinarse por números».
Árboles y flores
En
China
simbolizan
en
común
longevidad
y
fertilidad.
Gozan
de
especial predicamento el bambú, el ciruelo y el pino, llamados «los tres
amigos»
porque
se
conservan
verdes
durante
el
invierno.
Frecuentemente se les pinta juntos (2).
Arca
Simboliza, tanto en la naturaleza material como en la espiritual, ese
poder que hace que nada se pierda y todo pueda renacer (40). En un
sentido biológico puede considerarse como símbolo de la matriz (9) o
del
corazón
(14),
pues
la
relación
entre
ambos
centros
es
obvia.
Respecto al arca de Noé, su simbolismo fue insistentemente abordado
desde san Ambrosio, De Noe et arca, por Hugues de Saint-Victor, en
De arca Noe morali y De arca mystica. La idea sustancial de dicho
significado simbólico consiste en creer que las esencias de la vida física
y espiritual pueden retirarse a un germen mínimo y permanecer allí
encerradas
posibilitan
hasta
la
que
las
existencia
condiciones
exteriorizada
de
(14).
un
nuevo
Guénon
ha
nacimiento
descubierto
sutiles analogías de gran interés en el simbolismo del arca, al señalar la
relación
existente
entre
la
misma
y
el
arco
iris.
El
arca,
durante
el
pralaya cósmico, vacila sobre las aguas del océano inferior; el arco iris,
en
las
«aguas
preservado
superiores»,
abajo
por
es
el
signo
arca;
del
restablecimiento
ambas
figuras
son
del
orden
inversas
y
complementarias, juntas dan lugar a la forma circular de la totalidad.
Sus
dos
mitades
corresponden
así
al
viejo
símbolo
del
«huevo
del
mundo» (28). Desde el punto de vista de su simbolización del corazón
(o del cerebro y el pensamiento), el arca es un tema análogo al del vaso,
tan frecuente en la mística medieval.
Arco
El arco de Shiva es el vehículo de su energía, no menos que el lingam
(60). Este simbolismo implica profundamente la idea de tensión, como
lo vio claramente Heráclito, y concierne a la fuerza vital o espiritual.
Benoist
señala
simbolizan
la
que,
como
energía
atributo
solar,
sus
de
rayos
Apolo,
y
su
el
arco
potencia
y
las
flechas
fecundante
y
purificadora (6). Igual sentido tiene la ballesta, aún más completo por
incluir, al margen de las flechas, la
coniunctio
Signo de
del travesaño y el arco.
Aries
.
Aries
Símbolo del ardor creacional, del espíritu en su mismo principio (4). Es
el arquetipo inicial de la rueda del zodíaco; en el simbolismo hindú
representa Parabrahman, es decir, el todo no diferenciado. Por ser el
zodíaco símbolo del ciclo de la manifestación, Aries significa el rayo o
causa
inicial,
que
surge
del
Akasha
de
Piscis
o
reino
de
las
«aguas
primordiales». Se relaciona también Aries (el carnero) con la aurora y la
primavera,
así
proceso
creación,
o
como
también
ya
que
con
el
comienzo
corresponde
al
de
sentido
cualquier
de
ciclo,
lanzamiento
original por el que lo virtual se actualiza. En Egipto, el carnero era el
símbolo de Ammón Ra, que se representaba con los cuernos de dicho
animal. En el cuerpo humano, Aries gobierna la cabeza y el cerebro,
esto es, el centro de dirección de las energías físicas y espirituales, como
Parabrahman es el centro de las energías cósmicas (40).
Ariete
Penetración y fuerza ambitendente (fecundidad y destrucción), según el
padre Heras.
Armadura. Portada del Libro del muy esforzado caballero Palmerín de
Inglaterra, 1547.
Armadura
Protección física del cuerpo, simboliza su defensa espiritual, como ya
señala san Pablo. El caballero armado se «aísla» del mundo circundante
y cada pieza de su arnés, según la parte del cuerpo que protege, recibe
un simbolismo adicional dimanado del anatómico. La armadura, a la
vez
que
una
«metalización»
defensa,
ligada
es
al
una
transfiguración
simbolismo
de
los
del
cuerpo,
metales
una
(esplendor,
duración, brillo, etc.).
Armas
En el complejo simbólico del héroe y de su lucha, las armas son en
cierto
modo
el
oponente
a
los
monstruos;
la
diversidad
de
unas
corresponde a la diversidad de los otros. Por ello, el arma empleada en
los combates míticos posee una significación profunda y determinada:
caracteriza tanto al héroe que la utiliza como al enemigo que éste debe
destruir.
No
siendo
el
enemigo
—en
interpretación
psicológica
del
símbolo- sino el peligro interior del héroe, el arma se convierte en
genuina representación del estado de conflicto (alas de I caro, escudo de
Perseo,
maza
de
Hércules,
bastón
de
Edipo,
tridente
de
Neptuno,
Hades y Satán) (15). En la epístola de san Pablo a los efesios (6, 10-17),
cuando el Apóstol da consejos sobre el modo como el cristiano deberá
enfrentarse
con
el
adversario,
dice:
«Por
lo
demás,
hermanos
míos,
confortaos en el Señor, y en su virtud todopoderosa. Revestíos de la
armadura de Dios para poder contrarrestar las asechanzas del diablo,
porque no es nuestra pelea solamente con hombres de carne y sangre,
sino
contra
los
príncipes
y
potestades,
contra
los
adalides
de
estas
tinieblas del mundo, contra los espíritus malignos esparcidos en el aire.
Por lo tanto, tomad las armas todas de Dios, o a todo su arnés para
poder resistir el día aciago, y sosteneos apercibidos en todo. Estad,
pues, a pie firme, ceñidos vuestros lomos con el cíngulo de la verdad, y
armados de la coraza de la justicia, y calzados los pies, prontos a seguir
y predicar el Evangelio de la paz; embrazando en todos los encuentros
el broquel de la fe, con que podáis apagar todos los dardos ardientes del
enemigo; tomad también el yelmo de la salud y empuñad la espada del
espíritu (que es la palabra de Dios)» (46).
Según
san
Efrén,
el
simbolismo
implícito
en
el
párrafo
anterior
se
precisa alegóricamente del siguiente modo: yelmo, esperanza; cíngulo,
caridad; calzado, humildad; escudo, cruz; arco, oración; espada, palabra
de
Dios
(46).
simbólica
de
divinidad»
El
mismo
Diel,
(en
al
sentido
señalar
efecto,
en
moral
que,
con
mitos,
aparece
las
en
«armas
leyendas
la
interpretación
prestadas
medievales
y
por
la
cuentos
folklóricos, las armas suelen aparecer en circunstancias milagrosas), el
hombre
debe
combatir
monstruo
seductor,
especie
del
fuerzas
y
de
la
exaltación
sirviendo
espíritu.
Las
así
a
armas
espiritualización
y
de
las
sus
deseos
finalidades
simbolizan,
sublimación,
superiores
pues,
al
irracionales,
las
modo
el
de
la
funciones
como
y
los
monstruos representan la exaltación de lo inferior (15). Como decimos,
en mitos y leyendas se exalta el poder, para así decirlo autónomo, de las
armas, objetos y atributos de los grandes héroes, santos o semidioses,
como el olifante de Rolando, el martillo de Thor, la vara de Moisés (4).
Aparte
de
la
determinación
del
sentido
generalizado
de
las
armas,
volviendo a su clasificación particularizada, diremos que el simbolismo
de algunas se enriquece por el elemento del que dependen: la boleadora
y la honda están asociadas con el aire; la lanza, con la tierra; la espada,
con el fuego; el tridente, con las profundidades (41). Otra connotación
proviene de la pertenencia común de las armas; el cetro, la maza, el
bastón y el látigo, son atributos reales; la lanza, la daga y la espada
pertenecen
al
caballero;
el
cuchillo
y
el
puñal
son
armas
ocultas,
innobles hasta cierto punto; el rayo y la red son armas de los dioses
uránicos, etc. Estableciendo un paralelismo entre la jerarquía de las
armas y los arquetipos junguianos, componentes de la vida anímica
personal,
podríamos
establecer
las
asimilaciones
siguientes:
Sombra
(cuchillo, puñal), Anima (lanza), Mana (maza, red, látigo),
Sí mismo (espada). Por estas identificaciones puede Schneider afirmar
(50) que la lucha de la lanza contra la espada es la de la tierra contra el
cielo. Por otro lado, hay una determinación específica de la espada
como «arma de salvación» asociada a los ritos medicinales (51) y a las
ceremonias
de
más
alta
trascendencia.
Las
armas
de
aplastamiento,
como la maza, implican la idea de destrucción mejor que la de victoria
(15). Símbolos de poder desde la prehistoria, continúan siendo en los
tiempos cristianos sagradas y se cuelgan de la puerta o se colocan en el
dintel para alejar el peligro, tanto de los hombres como de los animales
(Kühn, El arte rupestre en Europa).
Arpa
Se identifica con el caballo blanco (4) y con la escalera mística. Es un
instrumento que tiende un puente entre el mundo terrestre y el celestial,
por lo cual los héroes del Edda querían que se depositara un arpa en su
tumba
(para
facilitar
su
acceso
al
otro
mundo).
Hay
también
una
estrecha relación entre el arpa y el cisne (50). Pudiera ser asimismo el
arpa
un
símbolo
de
la
tensión
de
sobrenaturalidad
y
de
amor
que
crucifica al hombre dolorosamente en espera durante todos los instantes
de su existencia terrena. Con este sentido se explicaría la imagen del
Bosco, en la que una figura humana aparece supliciada entre las cuerdas
de un arpa. Siendo la música un símbolo o manifestación pura de la
Voluntad (Schopenhauer), el arpa no haría sino determinar más intensa
y característicamente este sentido general del sonido, como portador de
tensión y sufrimiento, de formas y de fuerzas.
Arpías
Seres fabulosos, hijas de Neptuno y el mar, que se han considerado
comúnmente como alegorías o personificaciones de los vicios en su
doble tensión (culpa y castigo) (8). Se han definido más profundamente
como
representación
de
las
«armonías
maléficas
de
las
energías
cósmicas» (48). Sin embargo, a veces su acento se carga exclusivamente
en el aspecto energético de tales fuerzas en acción; entonces aparecen en
la conocida actitud de «movimiento veloz», similar a la esvástica, y lo
mismo sucede con erinias y gorgonas (41). En la Edad Media, aparecen
a veces en el arte decorativo como simples emblemas del signo de Virgo,
musicalmente
comprendido.
La
arpía
heráldica
no
incluye
ideas
siniestras (48).
Arpías. Arpías y lamias en el acto de agredir a un hombre (siglo
XVI).
Arpista
Dado el simbolismo del arpa, se deduce el del arpista, con muchos y
notables
ejemplos
literarios,
entre
ellos
en
el
Wilhelm
Meister
de
Goethe. En un poema alemán -Die Crone- Ginebra excita los celos de
su esposo, al hablarle de un caballero que cabalga todas las noches
cantando. Los relatos célticos hablan del rapto de Iseo por un arpista.
El cuento El flautista de Hamelín explica cómo éste se lleva a los niños
tras
de
su
melodía.
Todas
estas
figuras
son
personificaciones
de
la
muerte en su aspecto seductor, es decir, del instinto tanático aludido por
Freud. También en Grecia, el dios psicopompo Mercurio, es el inventor
de la lira y de la flauta (35).
Arquitectura
El
simbolismo
complejo.
sistemas
Se
de
arquitectónico
fundamenta,
ordenación,
en
es,
naturalmente,
principio,
resultado
de
en
la
llevar
muy
amplio
correspondencia
a
la
abstracción
y
de
y
coincidencia fenómenos diversos en conexión con las formas que puede
tomar la construcción arquitectónica y la organización de los espacios.
Simbolismos secundarios al aludido del «orden», derivan de la forma,
de
las
estructuras,
color,
material,
función,
distribución
en
altura,
jerarquización de elementos, etc. El simbolismo más amplio, profundo
y esencial es el de los «templos montaña» (zigurat babilónico, pirámide
egipcia, pirámide escalonada americana o teocalli, stupa hindú). Trátase
entonces
de
pirámide
y
un
la
simbolismo
escalera
geométrico
(gradación),
complejo,
como
que
también
el
engloba
la
elemento
paisajístico montaña. Parte de este sentido pasa al templo occidental,
particularmente a la catedral gótica. También en estos templos aparece a
veces la esencia del simbolismo mandálico (cuadratura del círculo, es
decir, contraposición del cuadrado y el círculo, por lo general unidos
por su intermediario el octógono) y del simbolismo numérico (cifra del
conjunto de factores esenciales: el 7 en las pirámides escalonadas es muy
frecuente; el 3 en los pisos del templo del Cielo en Pekín, multiplicado
por sí mismo a causa de las 3 plataformas y los 3 techos) (6). El número
8, como hemos visto, tiene gran importancia por ser el que sirve de
enlace entre el 4 o cuadrado y el círculo. La torre de los vientos en
Atenas era de planta octogonal. El mencionado templo del Cielo chino
también presenta el esquema octogonal en el número de sus columnas
(6). Ahora bien, ahondando en el sentido de la asimilación templo y
montaña, hemos de completar la ecuación por la inclusión de la caverna
en el interior del monte. Los templos de la India excavados en las rocas
no
son
sino
caverna
la
ejecución
corresponde
el
literal
de
significado
esa
equivalencia
de
centro
simbólica.
espiritual,
A
la
corazón
o
fragua, tal como la gruta de ítaca o el antro de las ninfas de Porfirio.
Esta idea corresponde a un desplazamiento del centro, como cúspide de
la montaña del mundo al interior (del monte, del mundo y del hombre).
A la noción primaria del valor de la forma puramente exterior (menhir,
onfalo, pilar, betilo) sucede el interés por el espacio central, que se
identifica
con
el
antiquísimo
símbolo
del
«huevo
del
mundo».
Una
forma que simboliza más concretamente tal idea es la de la cúpula,
imagen asimismo de la bóveda celeste, por lo cual las primitivas cúpulas
del
Irán
estaban
entramos
en
un
siempre
pintadas
sentido
que
de
azul
conviene
o
de
aclarar.
negro.
En
el
Con
esto
simbolismo
geométrico, en relación con el plano cósmico, todo lo circular concierne
al cielo, lo cuadrado a la tierra, lo triangular (con el vértice arriba) al
fuego y al impulso de ascensión inherente a la naturaleza humana y, en
consecuencia,
a
la
función
de
comunicación
entre
la
tierra
(mundo
material) y el cielo (mundo espiritual). El cuadrado corresponde a la
cruz de los puntos cardinales (6). Al significado esencial especificado, se
agregan
sentidos
secundarios
o
identificaciones
que
pueden
llegar
a
dominar en el conjunto ideológico del símbolo. Por esto, cuando el
cristianismo da prioridad a la idea del hombre sobre la del cosmos, el
templo
se
dirige
simbolicoformal
mejor
humana
a
la
que
a
expresión
la
mera
de
la
trascendencia
contraposición
de
dos
principios como el terrestre y el celeste, aunque éstos no se descarten.
Ya
los
griegos,
contraposición,
etruscos
o
que
y
al
romanos
dan
simbolismo
más
de
la
interés
que
elevación
a
esa
gradual
(simbolizada por los zigurats), a la división del cielo en partes y a la
construcción de un modelo de esa partición en la tierra, sostenida sobre
soportes
(pilares,
columnas)
que
asimilan,
por
su
procedencia
del
palafito, la superficie terrestre al océano de las «aguas primordiales». La
iglesia
románica
integra
el
simbolismo
de
la
cúpula,
el
de
la
contraposición de lo cuadrado y redondo, pero añade la importantísima
tripartición
de
naves
(triunidad
simbólica
de
la
Trinidad)
y
la
ordenación en cruz, según el esquema corporal del hombre echado con
los
brazos
en
cruz,
considerando
como
su
centro
no
el
ombligo
(partición
simétrica),
sino
el
corazón
(intersección
del
crucero),
y
correspondiendo el ábside principal a la cabeza. Todos los elementos y
estructuras, como decíamos, colaboran al significado simbólico general
con la aportación de sus significaciones peculiares; en la arquitectura
gótica el símbolo de la Trinidad se repite hasta la obsesión en forma de
triplicación de portales, arcos trilobulados, festoneados y apuntados. La
misma ojiva es un triángulo curvo, con el sentido preciso que dimos a
esa
forma
geométrica
(14,
46).
El
arco
flamígero,
como
su
nombre
indica, es un símbolo del fuego y sería dable ver en la evolución formal
del
gótico
cuatrocentista
apocalíptico
extremo
que
(46).
el
un
retroceso
románico
Jambas,
venera
pilastras
y
no
temático
hacia
el
iconográficamente
columnas
sentido
al
flanqueantes
mayor
pueden
interpretarse como «guardianes» de las puertas. Las portadas son la
exteriorización del retablo, que, a su vez, es el programa enclavado en el
«corazón»
sentido,
del
templo.
cósmico
y
Los
claustros
espiritual.
En
el
tienen
primer
también
aspecto
un
y
profundo
considerados
como espacio equivalente a un transcurso, son significantes del curso
del año y, por analogía, de la vida humana. El lado norte-este representa
los meses octubre-diciembre; el lado norte-oeste los meses de eneromarzo;
el
lado
este-sur,
abril-mayo;
y
el
lado
oeste-sur,
julio-
septiembre. Según Schneider, y conceptuando el ciclo de la vida (o del
año)
como
un
rito
de
curación
(o
salvación),
el
primer
grupo
corresponde a la zona de muerte, peligro y sufrimiento; el segundo, al
fuego
purificador;
el
tercero,
a
la
curación,
y
el
cuarto,
a
la
convalecencia (51). Según Pinedo, el lado sur es el de los vientos cálidos,
es el lado del Espíritu Santo que, con su inspiración, provoca el fuego
del alma en caridad y amor divino; el lado norte es el de los vientos
fríos, el lado del demonio, cuyas sugestiones hielan el alma (46). Con
respecto a una de las formas adoptadas con mayor frecuencia por la
catedral
gótica,
Schneider
señala
que
las
dos
torres
frontales
corresponden a las dos cimas de la montaña de Marte (simbolismo de
Géminis, Jano, del número 2), mientras que el cimborrio que se alza
sobre
la
intersección
de
naves
y
crucero
corresponde
al
monte
de
Júpiter (unidad). Sobre la plataforma se encuentra el paraíso, y por
debajo
se
pilastras,
halla
el
estribos
infierno,
o
grupos
recordado
de
por
columnas
las
que
gárgolas.
dividen
la
Las
cuatro
fachada
y
determinan el emplazamiento de las tres puertas son los cuatro ríos del
paraíso; las tres puertas significan fe, esperanza y caridad. El rosetón
central es el lago de la vida donde se reúnen el cielo y la tierra (o
también el cielo, al que apunta el triángulo de la ojiva) (50). Con más
carácter
de
alegoría,
por
la
especialización
extrema
del
sentido
simbólico, pueden especificarse —y así lo han sido— los significados
probables
catedral.
o
presuntos
Según
de
diversos
Lampérez,
los
elementos
muros
de
la
arquitectónicos
iglesia
de
la
representan
la
humanidad redimida; los contrafuertes y arbotantes, la fuerza moral
que sostiene; la cubierta, la caridad que cobija; los pilares, los dogmas
de la fe; los nervios de las bóvedas, los caminos de salvación; las flechas
de las torres, el dedo de Dios que muestra la patria definitiva. Fácil es
ver que la especialización simbólica procede por concretización de un
sentido
indudable,
mencionaremos
dos
pero
más
hechos:
la
abstracto
y
interpretación
general.
Finalmente,
«degradada»
de
todo
edificio como cuerpo humano (puertas y ventanas, aberturas; columnas,
fuerzas)
o
espíritu
(sótanos,
inconsciente;
buhardillas,
cabeza,
imaginación), aportada por el psicoanálisis por vía experimental; y la
posibilidad
complejidad
de
elaborar
cada
vez
con
mayor.
principios
Kubler,
en
simbólicos
su
sistemas
Arquitectura
de
barroca,
estudia el caso de fray Juan Ricci, quien, en el siglo XVII, y siguiendo el
ejemplo de sus predecesores manieristas en Italia, Giacomo Soldati y
Vincenzo Scamozzi, se interesó por la creación de un nuevo orden
«armónico» o ideal, asimilando los existentes (toscano, dórico, jónico,
etc.) a diversos modos que identificaba con modalidades de santidad o
temperamento.
Arquitectura. Alberto Durero, Etliche Underricht (1527), ciudad ideal:
distribución de las viviendas y de las actividades.
Arturo, Rey
Héroe, rey o penteyrn de los siluros de Caerleón en Gales. En torno
suyo se estructuran las leyendas de la Tabla Redonda, cuyas fuentes
primeras conocidas son el Brut (ca. 1155), del normando Wace, y la
Historia Regum Britanniae (1137), de Geoffrey de Monmouth, y los
Mabinogion (Infancias) galeses. Arturo sería hijo del caudillo bretón
Uther
Pendragón,
míticas.
Según
sucediéndole
Rhys,
Arturo
en
es
516.
un
Se
avatar
le
atribuyen
del
dios
conquistas
galo
Mercurio
Arterio, rey del fabuloso país de Oberón. Arturo es el arquetipo del
«rey mítico» que concentra las esperanzas de una raza y es un reflejo
del «hombre primordial». Las tradiciones niegan su muerte y afirman
que volverá a aparecer cuando la nación bretona le necesite para triunfar
sobre sus enemigos. Símbolos como los de espadas y escudos mágicos o
milagrosos, de la «guerra santa» o combate del bien contra el mal y de
los «doce caballeros», asimilables a los signos del zodíaco e implicando
una idea de totalidad están íntimamente asociados al rey Arturo. Jean
Marx, en sus Nouvelles recherches sur la littérature arthurienne (París
1965), reúne las investigaciones recientes sobre Arturo y el ciclo de
leyendas, de trasfondo simbólico, a él asociadas.
Rey Arturo. La Queste del Saint Graal, siglo
XII.
Biblioteca Nacional
de París.
Ascensión
El
simbolismo
esenciales:
el
de
la
ascensión
objetivo,
que
se
y
de
refiere
la
subida
a
valores
tiene
de
dos
nivel,
aspectos
en
cuya
coincidencia concierne al simbolismo espacial y de la verticalidad; o el
más interno, que se relaciona con el «impulso de ascensión» mejor que
con el propio resultado de subir. Desde este punto de vista se concibe la
siguiente aseveración de Mircea Eliade: «Cualquiera que sea el conjunto
religioso en que se encuentren, y cualquiera que sea el valor que se les
haya dado -rito chamánico, de iniciación, éxtasis místico, visión onírica,
leyenda heroica— las ascensiones, la subida de montañas o escaleras, el
subir
volando
por
la
atmósfera,
significan
siempre
trascender
la
condición humana y penetrar en niveles cósmicos superiores. El mero
hecho
de
la
"levitación"
equivale
a
una
consagración...»
(17).
Pero,
según un concepto más simplemente energético, la acción de subir (cual
en la música, del grave al agudo: analogía desde el piano al forte) expresa
la
tensión
creciente
de
los
impulsos
(38),
trátese
de
las
ideas
de
dominación, o de otro instinto cualquiera. Todos los símbolos del eje
del mundo: montaña, escalera, árbol, cruz, liana, cuerda, hilo de araña,
lanza, se relacionan con el significado de la ascensión (18).
Asno
Animal simbólico que pertenece, como atributo, al «segundo sol», a
Saturno.
Es
crucifijo
burlesco
sentido
el
animal
con
relacionado
a
siempre
cabeza
la
en
de
celo,
asno
identificación
detestado
por
del
Palatino
de
Yahvé
Isis
debe
con
(31).
El
poseer
un
Saturno
(31),
aunque también es posible que se trate de un simbolismo análogo al del
bufón. En esta última versión, la cabeza de asno, que es frecuente en
emblemas, marcas y signos medievales, suele aparecer como emblema
de la humildad, paciencia y coraje. A veces entre sus largas orejas se ve
una rueda o símbolo solar, lo cual sucede también en las cabezas de
buey, e identifica ambos animales como víctimas sacrificiales (4). La
complejidad simbólica del asno no acaba en esto. Jung lo define como
daemon trinus, trinidad ctónica que en la alquimia latina se representa
como monstruo de tres cabezas (32), que pueden identificarse como
Mercurio, Sal y Azufre, o los tres principios materiales. En Caldea, la
diosa de la muerte se representaba de rodillas sobre un asno, trasladado
en barca por el río infernal. En sueños, el asno, sobre todo cuando surge
investido de un aspecto solemne y ritual, suele ser mensajero de muerte
o aparecer en relación con una defunción, como destructor del tiempo
de una vida.
Atributos
Objetos de uso, simbólicos o no, o incluso seres vivos, que acompañan
a las personificaciones para constituir alegorías. No puede decirse, igual
que con éstas acontece, que carezcan enteramente de valor simbólico,
pero en todo caso es el mismo que se halla en los propios objetos de por
sí, pues no por figurar en la alegoría este significado varía, ni siquiera se
intensifica.
lechuza,
Citaremos
compañera
algunos
de
atributos
Minerva;
el
mitológicos
tridente,
arma
y
alegóricos:
la
de
Neptuno;
la
balanza, que aparece siempre en manos de la Justicia; la palma y el
laurel, o las alas, asociadas a la Victoria; la copa y la serpiente unidas,
que forman el emblema de la Medicina; el compás y la escuadra, que
alegorizan
la
Arquitectura,
etc.
En
la
iconografía
cristiana,
para
facilidad de identificación, el atributo no se dejó de poner junto a cada
santo. Así, a las representaciones renacentistas de san Sebastián, que
aparece en el acto de haber sido asaeteado, preceden las medievales, en
que se representa al santo como caballero llevando sus atributos: el arco
y
las
flechas.
Junto
a
santa
Catalina
aparece
la
rueda
de
cuchillos,
etcétera.
Aureola
Aura que circunda los cuerpos gloriosos, que se representa en forma
circular o almendrada. Según un texto del siglo XII, que se atribuye a
Saint-Victor,
almendra,
esa
forma
identificada
almendrada
con
Cristo,
deriva
pero
del
ello
no
simbolismo
altera
el
de
la
significado
general de la aureola (6), que se interpreta como resto del culto al sol,
símbolo ígneo que expresa la energía sobrenatural irradiante, o como
visibilización
de
la
luminosidad
espiritual
emanada,
que
desempeña
importante papel en la doctrina hindú (26). La aureola almendrada, que
suele
rodear
todo
el
cuerpo,
acostumbra
dividirse
en
tres
zonas,
manifestando la acción trinitaria (6).
Aurora
El significado simbólico de la aurora concierne analógicamente a todo
principio, despertar o iluminación; por esto, la alegoría la muestra como
doncella
desnuda
que
aparta
de
su
cuerpo
velos
en
movimiento
ondulante.
aparecen
En
emblemas,
con
frecuencia
marcas
en
el
y
signos,
período
imágenes
de
inmediatamente
la
aurora
anterior
al
Renacimiento. Trátase de un simbolismo no disimilar al de los niños.
Uno
y
otros
constituyen
representación
del
Doncel
divino
o
de
la
Doncella divina, símbolos del alma en su función naciente (4).
Aventura
Símbolo de la búsqueda del «sentido de la vida» (peligro, combate,
amor,
abandono,
Bezzola
afirma
expresión
cosas»;
encuentro,
que,
simbólica
esto
en
de
bastaría
ayuda,
Chrétien
«lo
para
que
de
el
pérdida,
Troyes,
poeta
justificar
el
la
juzga
interés
conquista,
aventura
como
por
muerte).
es
siempre
esencia
las
de
las
novelas
de
caballerías o de aventuras, aunque el «nivel» distinto de ellas eleva o
rebaja el mito hasta el símbolo o la mera dinámica de la peripecia por sí
misma. La lucha contra el mal es el aspecto ético de la aventura, como la
búsqueda de la amada es el aspecto erótico-espiritual.
Aves
Desde el antiguo Egipto, las aves simbolizan con gran frecuencia las
Mirach
almas humanas; a veces tienen cabeza de persona; incluso en iconografía
helénica. En el
encuentra
en
una
puede leerse que, al ascender Mahoma al cielo, se
gran
plaza
el
Árbol
de
la
Vida,
cuyos
frutos
rejuvenecen a quien los come. A sus lados hay avenidas de árboles
frondosos, en cuyas ramas se posan aves de brillantes colores y canto
melodioso: son las almas de los fieles, mientras las de los perversos
encarnan en aves de rapiña (46). En general, aves y pájaros, como los
ángeles,
son
símbolos
del
pensamiento,
de
la
imaginación
y
de
la
rapidez de las relaciones con el espíritu. Conciernen al elemento aire y,
como
se
dijo
de
las
águilas,
«son
altura»
y,
en
consecuencia,
espiritualidad. Una particularización de las que son frecuentes en el
simbolismo
tradicional
ha
llevado
la
caracterización
del
sentido
simbólico a extremos. Así, Odón de Túsculo dice, en su sermón XCII,
que, así como son varias las propiedades de las aves, también son muy
diversas
las
costumbres
de
los
hombres
espirituales.
Las
aves
son,
prosigue: unas, sencillas, como la paloma; otras astutas, como la perdiz.
Unas se llegan a la mano, como el halcón; otras huyen de ella, cual la
gallina.
Unas
aman
convivir
con
los
hombres,
como
la
golondrina.
Otras, la soledad y el desierto, como las tórtolas... Las aves de vuelo
bajo simbolizan la actitud terrena; las de alto vuelo, la pasión espiritual
(46).
Aves. El Bosco, detalle de El jardín de las delicias. Museo del Prado,
Madrid.
Axiales
Los símbolos axiales son los que representan el «eje del mundo» o
tienen
relación
analógica
con
él.
No
siempre
han
de
ser
formas
estrictamente lineales en su verticalidad y por ello se consideran dentro
de este grupo: montaña, pirámide, hacha de dos filos, tridente, escalera.
Más directamente expresivos son: obelisco, columna exenta, menhir,
lanza, espada, poste de tortura, mástil totémico, mástil de navío, mástil
de
juegos
y
enfrentamiento
diversiones
de
los
populares,
contrarios,
etc.
por
El
eje
ello
es
su
el
más
lugar
de
completa
representación simbólica es el caduceo, que integra, además de la línea
vertical,
axial,
las
dos
serpientes
entrelazadas,
significan las dos fuerzas en oposición y equilibrio.
equivalentes,
que
Azotes
Para la mentalidad arcaica, los golpes, azotes y flagelación no aparecen
como castigo (en el sentido de venganza, o en el de escarmiento), sino
como purificación y estímulo. La costumbre arcádica de azotar la efigie
del dios Pan cuando los cazadores regresaban de sus empresas con las
manos vacías equivalía a una purificación de las influencias paralizantes
(21).
En
multitud
de
ritos
universales,
los
azotes
figuran
como
necesarios para liberar de posesiones, encantamientos y todas aquellas
actitudes que corresponden a una impotencia física o espiritual (51).
Azotes. Figura alquímica de Quinta essentia de Leonnart Thurneisser
(siglo
XVII).
Azucena
Emblema
de
la
pureza,
utilizado
en
la
iconografía
cristiana,
especialmente en la medieval, como símbolo y atributo de la Virgen
María
(46).
Con
frecuencia
aparece
erguida
en
un
vaso
o
jarrón,
símbolo a su vez del principio femenino.
Azufre
Voluntad
de
acción
positiva.
Calor
vital
(57).
En
el
complejo
simbolismo alquímico, el azufre es un estadio de la evolución de la
materia (y de la psique). Según René Alleau, dichos estadios, desde el
inferior
al
superior,
pueden
(posibilidades
innatas
(organización
elemental
inconsciente,
a
sentimientos,
(purificación
los
en
el
de
cosmos,
esas
instintos),
imaginación,
profunda,
establecerse
el
mercurio
e
elementos
hombre),
posibilidades,
principio
razón
en
así:
femenino
intuición,
materia
equivaliendo
(ordenación
previos
ya
acaso
al
depurada,
dominante),
principio
prima
azufre
masculino)
grande obra (trascendencia).
Azufre. Grabado del libro Symbola aureae mensae de Michael Maier,
Francfort 1617.
y
B
Babilonia. Estela de Ur Nammu (2100 a. de C.).
Babilonia
Es éste un símbolo cultural, pero que, aun no siendo espontáneo o
analógico, posee un gran interés. Como Cartago, Babilonia es imagen
de la existencia caída y corrompida; el reverso de la Jerusalén celeste y el
paraíso (37). En sentido esotérico, simboliza el mundo denso o material,
a través del cual se producen los movimientos involutivo y evolutivo
del espíritu (su entrada en la vida de la materia y su salida de ella) (37).
Véase Escalera.
Babosa
El signo de la babosa, que también se ha interpretado a veces como
pequeña serpiente, simboliza el germen masculino, el origen de la vida,
el movimiento silencioso de la oscuridad hacia la luz; este concepto se
halla bien expresado en el capítulo XVII del Libro de los Muertos (19).
Báculo
El bastón con el extremo curvo, atributo del pastor en la Iglesia y
símbolo de la fe (4), por el significado de lo sigmoideo representa el
poder divino, la comunicación y la conexión (50). Por su forma espiral
es símbolo de fuerza creadora.
Baile
La inmensa variedad de bailes imposibilita darles otro sentido general
que el de «rito rítmico», intento de modificar por el movimiento y la
sacudida una situación estática. Los bailes en ronda o círculo exponen
un simbolismo colectivo, probablemente solar.
Balanza
Este útil, de origen caldeo (7), es el símbolo místico de la justicia, es
decir, de la equivalencia y ecuación entre el castigo y la culpa. En los
emblemas, marcas y alegorías, aparece con frecuencia en el interior de
un círculo rematado por una flor de lis, estrella, cruz o paloma (4). En
su forma más común, con dos platillos colgantes e iguales, dispuestos en
simetría bilateral, tiene un significado asimilable hasta cierto punto —y
secundario
respecto
distribución,
cual
el
al
arriba
hacha
expuesto—
doble,
el
al
árbol
de
de
los
la
esquemas
vida,
los
de
esa
árboles
sefiróticos, etc. En su aspecto más profundo, la balanza constituye el
arquetipo
zodiacal
denominado
Libra,
relativo
a
la
«justicia
inmanente», es decir, a la idea de que toda culpabilidad desencadena
automáticamente las fuerzas de autodestrucción y de castigo (40).
Balanza. Libro de J. Boschius, 1702.
Balder
Dios nórdico muerto por el muérdago, al cual personifica, hallándose
íntimamente relacionado con diferentes símbolos cual el fuego, el sol y
el roble (21). Tiene relación con Odín y con el profundo simbolismo
del ahorcado.
Ballena
Mundo, cuerpo, sepulcro (20). También considerada como símbolo de
lo continente (y ocultante) por esencia. Rabano Mauro (Operum, III,
Allegoriae in Sacram Scripturam) acentúa especialmente este sentido
(46). Sin embargo, actualmente el significado simbólico de la ballena
parece cobrar una autonomía, como equivalente de la mandorla mística,
zona
que
comprende
los
contrarios
de
la
existencia
cósmica,
por
encontrarse en la intersección de los círculos del cielo y de la tierra (51).
Bandera
Deriva
históricamente
de
la
insignia
totémica,
cual
aparece
en
los
distritos egipcios y entre la mayoría de pueblos. Los persas llevaban
águilas doradas con las alas desplegadas al extremo de largas astas; los
medos, tres coronas; los partos, una hoja de espada; los escitas, un rayo;
los griegos y romanos tuvieron enseñas
(signa),
estandartes y banderas.
Lo que constituye la esencia de todos estos símbolos es menos la figura
adoptada que el hecho de que ésta se coloque en lo alto de una pértiga o
asta.
Dicha
elevación
es
correlativa
de
la
exaltación
imperiosa,
significando la voluntad de situar la proyección anímica expresada por
el animal o figura alegóricos, por encima del nivel normal. De este
hecho
deriva
el
simbolismo
general
de
la
bandera,
como
signo
de
victoria y autoafirmación (22).
Baño
La inmersión en el agua toma su simbolismo de ésta y significa no sólo
purificación (simbolismo secundario derivado de la cualidad general
atribuida al agua de ser clara), sino principalmente regeneración, a causa
del contacto con las fuerzas de transición (cambio, destrucción y nueva
creación) de las «aguas primordiales» (elemento fluido). En alquimia,
este sentido no se modifica, sino que sufre simplemente una aplicación
especializada; por eso dijeron los alquimistas que el baño simboliza la
disolución del oro y de la plata y la purificación de esos dos metales.
Barca
Tiene un sentido general de «vehículo». Según Bachelard, innumerables
referencias literarias podrían probar que la barca es la cuna recobrada (y
el claustro materno) (2). También hay una asimilación entre barca y
cuerpo.
Barco. Leonardo da Vinci, alegoría de la navegación fluvial, ca. 1515.
Barco
Objeto
de
culto
principalmente.
en
Mesopotamia,
Asociado
al
viaje
Egipto,
del
sol
Creta
por
el
y
Escandinavia
cielo
y
al
«viaje
nocturno por el mar» y también a otras deidades y a los espíritus de los
muertos. La palabra Carnaval (carrus navalis) se refiere a una procesión
de navíos. En la Antigüedad existió la costumbre de pasear a los barcos.
En la Gesta Abbatum Trudonensium se dice que en 1133 un labrador de
Indem mandó construir en un bosque cercano un barco que andaba con
ruedas y al cual hizo recorrer parte del país. Por los sitios por donde
pasaba había fiestas y júbilo (objeto desplazado como la locomotora en
el bosque de Breton). Como el carro o la casa, símbolo del cuerpo o
«vehículo» de la existencia. Barco antiguo, alusión a la vejez o al estrato
arcaico. Barco roto, alusión a la enfermedad, deterioro, daño o carácter
incompleto
de
algo.
Barco
enterrado,
alusión
a
una
«segunda
vida»
enterrada, reprimida, olvidada.
Barreras
Como
los
muros,
cercas,
verjas,
simbolizan
la
dificultad
suma
o
la
imposibilidad de un acceso, sea existencial, sea espiritual. En este caso,
la
reiteración
de
su
imagen
puede
simbolizar
la
incapacidad
para
avanzar por la vía emprendida. Todo conjunto encerrado por cercas,
barreras o muros (jardín, ciudad amurallada) puede simbolizar -según
contextos- la realidad terrena, o bien la realidad superior a que se quiere
acceder.
Barro
Significa la unión del principio meramente receptivo de la tierra con el
poder de transición y transformación de las aguas. El légamo es el lugar
característico de las hylogenias (17). De ahí que una de sus condiciones
esenciales sea la plasticidad, que, por analogía, se ha relacionado con lo
biológico y naciente.
Basilisco
Animal fabuloso en forma de serpiente, con cabeza puntiaguda y tres
apéndices prominentes. En las descripciones medievales se creía que
había nacido de un huevo sin yema puesto por un gallo y empollado
por un sapo sobre el estiércol; se le describía como animal con cola
trífida en la punta, ojos centelleantes y corona en la cabeza. Se creía que
mataba sólo con mirar, por lo cual solamente se le podría dar muerte
viéndolo reflejado en un espejo, creencia relacionada con el mito de
Medusa
Gorgona.
En
Oriente
se
le
atribuía
forma
mixta
de
gallo,
serpiente y sapo. Según Diel, esta creación de la humana psique muestra
un carácter netamente infernal, ratificado en su triplicidad (inversión de
las cualidades trinitarias) y en el predominio de componentes malignos
como
el
sapo
y
la
serpiente.
Se
trata
de
uno
de
«guardianes del tesoro» de que hablan las leyendas.
los
innumerables
Basilisco. Según W. H. Barón de Hohberg, 1697.
Bastón
De doble simbolismo, como apoyo y como instrumento de castigo. En
el
primer
aspecto,
Frazer
menciona
que,
después
del
equinoccio
de
otoño, los antiguos egipcios tenían una fiesta a la que daban el nombre
de «la natividad del bastón del sol», pues, como el día y el calor iban en
disminución,
suponían
que
el
astro
necesitaba
un
bastón
en
que
apoyarse (21). Es notable la revivificación del mito por Dalí con las
muletas que tan frecuentemente emplea en su temática. Uno y otro caso
ponen en práctica el principio elemental del simbolismo: considerar
como
correlativas
e
intercambiables
las
posibilidades
materiales
y
espirituales de una forma-situación dada. Como arma (con un bastón
mata Edipo a su padre Layo sin reconocerle) se identifica con la maza,
arma real (15).
Beber
El acto de beber, de ofrecer bebida, con frecuencia forma parte de ritos,
y puede asociarse también a la idea de filtros, con carácter positivo o
negativo,
bueno
o
malo.
Pero
la
representación
visual
de
animales
bebiendo -por lo común dos dispuestos simétricamente- en una vasija o
fuente,
es
imagen
que
pertenece
a
la
iconografía
cristiana
y
que
simboliza
la
asimilación
de
la
doctrina
y
de
la
gracia,
con
su
consecuencia la inmortalidad. Es frecuente que los animales que beben
sean pavos reales o palomas.
Bella durmiente
De un lado, puede considerarse como símbolo del ánima, en el sentido
junguiano. De otro, simboliza, más que el inconsciente propiamente
dicho,
las
imágenes
ancestrales
que
en
él
yacen,
en
espera
de
ser
desveladas y puestas en acción. Como señala Loeffler, en los cuentos y
leyendas las princesas sueñan en el fondo de sus palacios, como los
recuerdos y las intuiciones en el fondo de nuestro inconsciente. Las
bellas no todas están dormidas, pero, de un modo u otro, se hallan
siempre al margen de la acción. Cada bella inmovilizada representa una
posibilidad en estado pasivo (38).
Bestia apocalíptica
La materia en involución, como serpiente o dragón, como adversaria
del espíritu y perversión de las cualidades superiores (9). A veces se ha
identificado
con
el
principio
femenino,
en
cuanto
éste
es
fuente
de
tentación y de corrupción, pero, principalmente, de estancamiento en el
proceso
evolutivo.
Los
mitos
de
Calipso,
las
sirenas
y
otros
se
relacionan con este tema.
Binario
Todos
los
procesos
naturales
en
cuanto
poseen
dos
fases
contrarias
fundamentan un estado dualista. La integración de esa contradicción en
un complejo superior origina un sistema binario, fundado en la tensión
de una polaridad. A veces, las dos fases son simétricas, es decir, de
fuerza y extensión equivalentes; pero, en otras ocasiones, la diferencia
es dada por relaciones irregulares. Los fenómenos cósmicos: día, noche;
invierno,
verano;
crecimiento,
decrecimiento;
vida,
muerte;
sístole,
diástole; inspiración, espiración; juventud, vejez; de carácter sucesivo
valen
para
el
caso
como
los
pares
de
contrarios
que
pueden
ser
sucesivos o simultáneos, cual: húmedo, seco; frío, cálido; masculino,
femenino; positivo, negativo; sol, luna; oro, plata; redondo, cuadrado;
fuego, agua; volátil, fijo; espiritual, corpóreo; hermano, hermana, etc., y
se hallan en el caso. La mano derecha y la izquierda, que corresponden
a las columnas de la tradición hebrea Jakin y Bohaz y a las dos puertas
celeste
e
infernal
que
los
latinos
relacionaban
con
Jano,
pueden
simbolizar el binario, como el Rey y Reina de la alquimia (28). El hecho
de que se trate de oscilaciones temporales o de tensiones simultáneas no
altera la naturaleza del sistema, expresado, en última instancia, por el
mito de Géminis y apareciendo en la doctrina maniquea y gnóstica
como dualismo moral en el cual el mal se equipara potencialmente al
bien. El mal y la materia, según la doctrina neopitagórica, originan la
dyas
(dualidad),
de
naturaleza
femenina,
representada
en
la
gnosis
Justina como ser dual, con la mitad superior de mujer y la inferior de
serpiente. Diel señala que, ansiosa de venganza, ella combate al Pneuma,
siendo el arquetipo de figuras legendarias como Medea, Ariadna, Iseo
(15). El misterio de todo dualismo, origen de toda acción, aparece en
cualquier contraposición de fuerzas, porque todas poseen un sentido,
sean espaciales, físicas o espirituales.
La
pareja
primordial
cielo-tierra
aparece
en
la
mayor
parte
de
tradiciones del mundo como imagen de la contraposición primordial
del par binario de la vida natural (17). Dado el dualismo permanente de
la
naturaleza
-señala
justamente
Schneider—,
ningún
fenómeno
determinado puede constituir una realidad entera, sino sólo la mitad de
una realidad. A cada forma ha de corresponder la análoga y contraria; al
hombre,
la
mujer;
al
movimiento,
el
reposo;
a
la
evolución,
la
involución; a la derecha, la izquierda; con la cual forma una totalidad.
Sólo la conexión de tesis y antítesis da la síntesis. Sólo la síntesis posee
verdadera realidad (50). Esto explica que la tendencia psicológica de
muchos sea la penetración en la ambivalencia, la destrucción de los
aspectos unitarios de las cosas, aunque ello origine el más alto dolor.
Antes de Freud, Eliphas Lévi había dicho: «El equilibrio humano se
compone de dos atracciones, una hacia la muerte, otra hacia la vida». El
instinto tanático es, pues, tan natural y espiritual como el vital o erótico.
La
integración
de
estos
símbolos
en
sistemas
complejos
de
correspondencias se da con la mayor claridad y perfección en Oriente,
donde cósmicas alegorías como la Rueda de las transformaciones, el
disco
Yang-Yin,
increíble
intensidad
estableciendo
positivo
oscuro,
el
como
(masculino,
pasivo),
inconsciente;
Shri-Yantra,
estas
y
ideas
principales
claro,
que,
etc.,
de
expresan
la
contradicción
elementos
activo)
y
a
de
cada
principio
psicológicamente,
destinalmente
gráficamente
e
la
polo:
negativo
corresponden
evolución
y
a
con
síntesis,
principio
(femenino,
consciente
involución
(25).
e
Tales
figuras simbólicas exponen, pues, no tanto el dualismo de las fuerzas
cuanto su carácter «complementario» en el sistema binario. Los hindúes
dicen: Brahma es sat y no sat, lo que es y lo que no es; satyam y
asatyam (realidad más irrealidad). En las Upanishads se traduce esta
síntesis
a
lo
movimiento
dinámico,
y
está
diciendo
quieto,
sin
que
consiste
embargo».
en
«lo
Schneider
que
está
explica
en
estas
afirmaciones diciendo que, en los sistemas místicos, la antítesis es el
complemento de la tesis, pero no su negación (50). Por ello resulta
comprensible
la
afirmación,
trasladada
al
microcosmo
de
Lao-tsé:
«Quien conoce su masculinidad y conserva su feminidad, es el abismo
del mundo» (58). La aspiración a la síntesis de los contrarios permanece
con todo llena de agitación y sufrimiento, en tanto no se resuelve de
modo sobrenatural. Por eso, el paso de la tesis a la ambivalencia es
doloroso,
símbolo
y
el
del
de
la
«centro»,
ambivalencia
de
la
rosa
al
éxtasis,
azul,
la
difícil
flor
de
de
oro,
alcanzar.
la
salida
El
del
laberinto, pueden aludir a este encuentro de la conjunción de conciencia
e inconsciente, como de amado y amada. Metáforas como «el lobo
habitará con el cordero; la pantera descansará con el cabrito; el ternero,
el león y el buey vivirán juntos, y un niño les conducirá» (Is 11, 6), son
alusiones al reino final de la Jerusalén celeste (25), donde la síntesis del
binario
no
es
ya
desgarramiento
dualista,
diferencia
ni
separación,
menos aún equivalencia de poderes, sino asunción de lo inferior por lo
superior,
de
lo
tenebroso
por
lo
luminoso.
Pues
el
simbolismo
ascensional no sólo expresa la posibilidad de un ser privilegiado, sea
iniciado
o
santo,
héroe
o
intelectual,
sino
la
primaria
y
radical
disposición del cosmos, desde el barro a la lágrima, desde el plomo al
oro.
Los ritmos son varios, pero la dirección es sólo una. La doctrina hindú,
junto a la esperanza del nirvana, pone también la enseñanza de la maya
o ilusión. En ella —mundo fenoménico— los contrarios se neutralizan,
equivalentes
a
fuerza
de
juegos
y
transmutaciones,
de
creaciones
y
supresiones de cosas (60). Precisamente, la altura moral de una religión
se puede medir por su capacidad para probar con imágenes y dogmas la
superación del dualismo en equivalencia, cual lo ofrece, por ejemplo, la
figura
de
la
diosa
Kali,
de
sangriento
culto.
Uno
de
los
mitos
que
expresan con más fuerza y poesía el anhelo de unidad cósmica es el que
habla de «unificar» el sol y la luna, obligándolos a juntarse en un solo
ser (17).
Blanco
El color blanco, como suma de los tres colores primarios, simboliza la
totalidad y la síntesis de lo distinto, de lo serial. En cierto modo es más
que
un
color.
Por
esto,
Guénon,
en
Symboles
fondamentaux
de
la
Science sacrée, dice que la gama real del arco iris es de seis colores (rojo,
anaranjado, amarillo, verde, azul, violado) y los pone en las puntas de
una
«estrella
centro
(en
de
Salomón».
analogía
con
El
el
blanco,
«centro»
séptimo
del
color,
espacio,
lo
sitúa
que
en
tiene
el
seis
direcciones = dos por dimensión). Así, tradicionalmente, el blanco es
asimilado al andrógino, al oro, a la deidad. En el Apocalipsis, el blanco
es el color del vestido de los que «han salido de la gran tribulación, han
lavado su ropa y la han blanqueado con la sangre del Cordero». Jesús
como Juez es presentado con cabellos «blancos como la blanca lana» y
los del Anciano de los Días son blancos «como la nieve»: la blancura
simboliza
el
estado
celeste.
Lo
blanco
expresa
una
«voluntad»
de
acercamiento a ese estado; por ejemplo, la nieve es una suerte de «tierra
transfigurada» cuando ya recubre la tierra. No en otro sentido sitúa
Balzac
la
acción
de
su
novela
mística
Séraphita
en
el
norte
de
Escandinavia, en países en que sólo domina el eje cromático blancoazul:
tierra
sublimada-cielo,
acorde
que
expone
ya
los
anhelos
del
andrógino Séraphita-Séraphitus de alcanzar el cielo y a Dios. Según
Guénon en H Re del Mondo, el color blanco corresponde al centro
espiritual, Tula (Thule) es la llamada «isla blanca», que en la India se
identifica con la «tierra de los vivientes» o paraíso. Esta montaña es la
misma llamada Meru. El autor citado cree que la etimología de los
muchos nombres geográficos que integran albo (Alba Longa, la ciudad
madre de Roma; Albión, Albano, Albany, Albania, etc.) derivan de ese
significado.
En
griego,
Argos
tiene
igual
sentido;
del
que
procede
argentum, argénteo. Con todo, el color blanco, simbólicamente, no es
asimilado a la plata, sino al oro.
Boca
Una dimensión elemental del simbolismo anatómico es la identificación
del órgano con su función. Por esta causa es obvio el sentido de la boca,
como signo jeroglífico egipcio, con significado de la palabra, el verbo
creador.
De
este
modo,
el
signo
expresa
la
emanación
primera.
En
estrecha relación con éste, vemos otro signo, el cual representa el disco
solar dentro de la boca, que sólo hasta cierto punto se identifica con el
ojo (en las representaciones en color el ojo se figura enteramente en
azul, mientras que el signo a que aludimos presenta un circulito rojo en
el interior de la boca azul) (19). El significado expuesto es ratificado por
Guénon (29). Este autor menciona que, en la Mândûkya Upanishad, se
dice que la boca es la conciencia integral, a propósito del estado de
sueño profundo (26). En el lenguaje del Antiguo Testamento es muy
frecuente la asociación de boca y fuego. Los adjetivos frecuentes de este
último, cual «devorador» o «consumidor», aluden a la función de la
boca. De ahí los animales legendarios que escupen fuego. Jung explica
por la sinestesia tales asociaciones, indicando que ellas nos remiten al
dios solar Apolo, a quien se representa con la lira. La convergencia de
los
significados
de
sonar,
hablar,
brillar
y
arder,
se
expresan
fisiológicamente en el fenómeno de la audición coloreada. Por otro
lado,
no
es
distinguen
coincidencia
al
hombre
casual
sean
el
que
los
lenguaje
dos
y
hechos
principales
el
del
uso
fuego.
que
En
consecuencia, el simbolismo de la boca aparece ambivalente, como el
fuego, creador (verbo) y destructor (devoración); como punto de unión
de dos mundos, exterior e interior. Por esa causa se explica el abundante
simbolismo de la «boca del monstruo», cuyos dientes constituyen el
engranaje de dos universos, cielo y tierra o, mejor, infierno y tierra (50).
La iconografía medieval muestra con frecuencia esas bocas de dragón o
enorme pez por las cuales se penetra en el mundo interior o inferior.
Boca. La boca del Infierno. Jardín de la Villa Bomarzo, Italia.
Bosque
Dentro del simbolismo general del paisaje, el bosque ocupa un lugar
muy caracterizado, apareciendo con gran frecuencia en mitos, leyendas
y
cuentos
folklóricos.
Su
complejidad,
como
la
de
otros
símbolos,
redunda en los diversos planos de significado, que parecen todos ellos
corresponder
florece
al
principio
abundante
la
vida
materno
vegetal,
y
femenino.
Como
no
dominada
ni
lugar
cultivada,
donde
y
que
oculta la luz del sol, resulta potencia contrapuesta a la de éste y símbolo
de la tierra. La selva fue dada como esposa al sol por los druidas (49).
Dada la asimilación del principio femenino y el inconsciente, obvio es
que el bosque tiene un sentido correlativo. Por ello, puede afirmar Jung
que los terrores del bosque, tan frecuentes en los cuentos infantiles,
simbolizan el aspecto peligroso del inconsciente, es decir, su naturaleza
devoradora
y
ocultante
(de
la
razón)
(31).
Zimmer
señala
que,
por
contraste a las zonas seguras de la ciudad, la casa y el campo de cultivo,
el bosque contiene toda suerte de peligros y demonios, de enemigos y
enfermedades
(60),
lo
cual
explica
que
los
bosques
fueran
de
los
primeros lugares consagrados al culto de los dioses, suspendiéndose en
los árboles las ofrendas (estaca de sacrificio) (8).
Botella
Según Bayley, es uno de los símbolos de salvación (4), probablemente a
causa de su analogía, más que de forma, de servicio, con el arca o el
barco.
Bóveda
Según Leo Frobenius, toda bóveda constituye una representación de la
unión del dios del cielo y la diosa de la tierra, según figuraciones pre y
protohistóricas. La separación de ambos creó el vacío (22).
Brazo. Jeroglífico egipcio.
Brazo
En jeroglífico egipcio, este signo representa la acción en general. Signos
derivados
del
principal
expresan
acciones
especiales,
como
trabajo,
ofrenda, protección, donación, etc. Los dos brazos alzados son, en el
mismo sistema, símbolo de invocación y también de autoprotección
(19). La universalidad de este significado es conocida. El brazo armado,
surgiendo
del
interior
de
una
nube
o
del
marco
que
cierra
la
composición, es motivo frecuente en heráldica y emblemática. Es el
brazo
vengador
del
Dios
de
los
ejércitos,
o
un
llamamiento
a
la
venganza celeste (39).
Brillo
Es interesante destacar la asociación de Bachelard (3) entre el brillo, la
mirada y la luz de las estrellas. En sí, el brillo tiene siempre algo de
sobrenatural,
es
como
un
mensaje
destacado
nítidamente
sobre
un
fondo negativo o neutro. El brillo se relaciona naturalmente con el
fuego y la luz en su aspecto benéfico o destructor.
Bucentauro
Centauro con cuerpo de buey o de toro. En algunos monumentos se
representa a Hércules combatiendo con un bucentauro o ahogándolo
entre sus brazos. Tal como el centauro, se trata de un símbolo mítico
que expone la dualidad esencial del hombre, dando aquí predominio a
la parte inferior. La lucha de Hércules es la empresa combativa por
excelencia: la de Teseo contra el minotauro, Sigfrido contra el dragón,
etc. (8).
Bucráneo
Motivo decorativo que proviene de la figura residual de la cabeza del
buey o toro en los antiguos sacrificios verificados mediante el fuego
(41).
Buey. Miniatura de El libro de las utilidades de los animales, Ibn alDurayhim al-Mawsili, siglo
XIV.
Biblioteca de El Escorial, Madrid.
Buey
En un sentido general e indiferenciado, símbolo de las fuerzas cósmicas
(40). En Egipto y la India se precisó más profundamente el significado
simbólico de este animal, contraponiéndolo, de un lado al león; de otro,
al toro. Por razones obvias deviene símbolo de sacrificio, sufrimiento,
paciencia y trabajo. En Grecia y Roma se consideró como atributo de la
agricultura y de la fundación (como también el yugo, por derivación).
Los
triunfadores
romanos
inmolaron
bueyes
blancos
a
Júpiter
capitolino (8). En el Hortus Deliciarum, de Herrade de Landsberg, el
carro
de
la
luna
es
tirado
por
bueyes,
lo
que
precisa
el
carácter
feminizado del animal (14). En la emblemática medieval aparece con el
citado significado de paciencia y sumisión o espíritu de sacrificio (20).
Muchas
veces
su
imagen
se
reduce
a
la
cabeza
y
entre
los
cuerpos
aparecen los siguientes signos: corona, serpiente enlazada en un bastón,
cáliz,
círculo,
Regeneratio
cruz,
(4).
Es
flor
de
además
lis,
creciente
símbolo
de
lunar,
la
o
la
oscuridad
«R»
y
de
gótica
la
de
noche
(relación con la luna), en oposición al carácter solar del león (50).
Bufón
El bufón es la inversión del rey, por ello este personaje se relaciona con
la
víctima
sacrificial
protohistoria
y
la
de
ciertos
historia.
Según
ritos,
en
Schneider,
la
es
transición
el
ser
entre
terrestre
la
que
corresponde a Géminis; no es un personaje cómico, sino dual como
aquel al que representa. Dice en tono duro las cosas agradables y en
tono jocoso las terribles (50). Ciertos seres deformes y anormales, como
los enanos, se hallan en estrecha relación con los bufones, cuando no
llegan a identificarse con ellos. Cuenta Frazer que, en la Antigüedad,
cuando una ciudad sufría de peste, elegían a una persona deforme o
repugnante para que pagase con su persona los males de la colectividad.
Llevaban a ese desgraciado ser a un lugar apartado y le daban de comer.
Después le pegaban siete veces en los órganos genitales con ramas de
árboles y luego lo quemaban en una hoguera, arrojando sus restos al
mar (21). Se advierte aquí el papel de víctima a que aludíamos antes y
cómo, por el terrible camino del sacrificio, el inferior era sublimado y
elevado hasta lo superior.
Buitre
En jeroglífico egipcio este signo representa la idea de la madre, igual
que el signo que expresa la superficie ondulada de las aguas (19). Según
Jung, a la necrofagia debe con toda probabilidad el buitre egipcio su
significado simbólico de «madre» (31). Se creía que, por nutrirse de
cadáveres, el buitre tiene relación con la madre naturaleza (y la muerte).
Los parsis exponían a sus muertos en altas torres para que los buitres
los devorasen, a fin de facilitar su renacimiento (56). Una sublimación
de este sentido, más mítico que propiamente simbólico, la encontramos
en
la
India,
donde
el
buitre
aparece
como
símbolo
de
las
fuerzas
espirituales protectoras que sustituyen a los padres, siendo emblema de
abnegación y consejo espiritual (38).
Buitre. Jeroglífico egipcio.
C
Cabalgadura
Símbolo de la esfera animal en el ser humano, de las fuerzas de los
instintos. Como el vehículo, es también un símbolo del cuerpo. Por esta
razón la mayor parte de figuras mitológicas, aparte de sus atributos
instrumentales,
sobre
Sleipnir,
poseen
una
cabalgadura
Ahuramazda
sobre
determinada
Ahrimanyu,
(Wotan
Mitra
sobre
monta
el
toro,
Men sobre el caballo con pies humanos, Freir sobre el jabalí de cerdas
de oro). La situación del símbolo es la misma que en el centauro, pero la
relación
de
jerarquía
está
invertida,
pues
mientras
éste
simboliza
el
predominio de los instintos hasta la videncia (que algunos primitivos
atribuyen a los animales, sobre todo a los caballos), en la cabalgadura
como tal se expresa lo dominado inferior. En la India, la cabalgadura se
interpreta como
vahana
(materialización). El pedestal desempeña un
papel análogo y su forma siempre es simbólica. Así la diosa Padmâ está
asociada
al
loto
(60).
En
un
relieve
de
coraza,
representada
en
una
estatua de mármol romana, Minerva es representada de pie sobre una
loba.
Caballero
Ratifica
el
cabalgadura.
simbolismo
El
que
caballero
es
hemos
el
planteado
dominador,
el
a
propósito
logos,
el
de
espíritu
la
que
prevalece sobre la cabalgadura (la materia). Pero esto no es posible sino
a través de una larga técnica de aprendizaje. Podemos ver ésta, en su
aspecto histórico, como un real esfuerzo por crear un tipo humano -el
caballero- superior a todos los demás. En consecuencia, la ecuación del
caballero
tendía
a
fortificar
su
cuerpo,
pero
a
la
vez,
paralela
y
dominantemente, a educar su alma y su espíritu, su sentimiento (moral)
y su intelecto (razón) para permitirle un dominio y dirección adecuados
del
mundo
real
y
una
participación
perfecta
en
las
jerarquías
del
universo (feudal, organizado según el modelo de las jerarquías celestes,
desde el barón al rey). Hasta el punto de que los monjes, sacerdotes o
seglares, que conservan su cabalgadura y la dominan, pertenecen a la
caballería espiritual (simbólica) de la que estamos hablando en buscadas
interferencias con la caballería del estamento historicosocial. Por esta
causa, en el claustro de Silos hay, en los bajorrelieves de los capiteles,
jinetes sobre cabras. Dado el simbolismo de estos animales (favorable
por habitar en los sitios elevados), Rábano Mauro señala que los jinetes
montados
sobre
las
mismas
deben
identificarse
con
los
santos
(46).
Naturalmente, la coincidencia del santo y el caballero no hace sino
magnificar el espécimen humano y su simbolismo, como en el caso de
san Ignacio de Loyola. Otra convergencia más profunda la tenemos
entre el rey y el caballero (rey Arturo) y entre el rey, el caballero y el
santo (san Fernando III de España o san Luis IX de Francia). Este
simbolismo del caballero, en general, se halla en todas las tradiciones.
Ananda Coomaraswamy dice que «el caballo es el símbolo del vehículo
corporal y el caballero es el espíritu; cuando alguien llega al término de
su
evolución,
la
silla
queda
desocupada
y
la
montura
muere
necesariamente» (60). Por nuestra parte, considerando que la alquimia
es
una
técnica
medieval
de
espiritualización,
en
cierto
modo
y
aun
cuando en otro orden de cosas comparable a la caballería, y atendiendo
a ciertos rasgos basados en el simbolismo del color, hemos establecido
un parangón que creemos muy interesante para dilucidar unos extremos
del
simbolismo
concreto
del
caballero.
Con
frecuencia,
los
relatos
medievales y leyendas hablan del caballero verde, blanco o rojo; con
mucha mayor frecuencia todavía, del caballero negro. ¿Se trata de meras
estimaciones estéticas del matiz, con literal y decorativo sentido? ¿La
determinación
del
color
proviene
de
un
fondo
forzoso
y
altamente
significante? Nos inclinamos por esto último. Dado que la escala de
colores
ascendentes
(progresivos,
evolutivos)
en
alquimia
es:
negro,
blanco, rojo (materia prima, mercurio, azufre) con una etapa final, sólo
aludida (dorado, oro), podemos establecer una escala descendente con
los otros colores, desde cielo a tierra (azul a verde). Estos dos matices
son
los
símbolos
del
asociaciones siguientes:
factor
negro
celeste
y
terrestre
natural.
Dadas
las
(culpa, penitencia, ocultación, oscuridad,
regeneración en la profundidad, tristeza),
blanco
(inocencia -natural o
recobrada por la penitencia-, iluminación, mostración, alegría) y
rojo
p
(pasión
p
—moral
sublimación
y
g
o
material,
éxtasis),
se
simboliza
al
precaballero,
caballería;
el
Caballero
amor
puede
al
y
determinar
escudero,
negro,
dolor—,
al
que
al
que
sangre,
el
y
o
trabaja,
j
heridas,
Caballero
aprendiz
sufre
y
verde
vocado
todavía
a
la
en
la
oscuridad y en la culpa, en el castigo de la penitencia para transformarse
y aparecer en la gloria (de la fama mundana o del cielo trascendente); el
Caballero blanco (sir Galahad) es el triunfador natural, el «escogido» de
los
Evangelios,
Caballero
o
rojo
ensangrentado
el
es
iluminado
el
por
después
caballero
todos
de
sublimado
los
la
etapa
por
sacrificios,
de
todas
nigredo;
las
el
pruebas,
supremamente
viril
y
dominador de lo inferior, quien, lograda la gran obra de su vida, es
acreedor al oro de la última metamorfosis: su glorificación. La caballería
se
nos
aparece
como
transformación
del
espiritual,
ella
modelos,
y
en
como
una
hombre
tenía
pedagogía
natural
parte
caballeros
tendiendo
(descabalgado)
muy
famosos,
superior
importante
míticos
la
cual
en
a
hombre
proposición
los
de
la
la
de
corte
arturiana, o santos patrones como san Jorge, Santiago o el arcángel san
Miguel. Para el logro práctico de la finalidad se verificaban los ejercicios
corporales, que no se detenían en materialidad por el uso de todas las
armas
(posibilidades
espirituales);
finalmente,
venía
la
inversión
del
mundo del deseo, por la ascética negación del placer físico (esencia de la
caballería) y el culto casi místico a la dama. La imperfección relativa en
el cumplimiento es la causa del color negro, que se ha analizado. Sin
embargo, otras asimilaciones a éste han sido dadas, como «guardián del
tesoro», en sustitución del monstruo vencido (serpiente, dragón). Es
evidente
que
este
simbolismo
no
niega
el
anterior,
antes
lo
ratifica
exponiendo la misión esencial del caballero en servicio. Otro aspecto
interesante,
aunque
hasta
cierto
punto
negativo,
del
simbolismo
del
caballero lo dan los calificativos de «andante» y «errante» aplicados en
relatos
medievales
y
leyendas
o
cuentos
folklóricos.
A
veces,
el
apelativo se precisa con intención. Otras veces, el adjetivo tiene mayor
imprecisión. En todos los casos, andar o errar expone una situación
intermedia entre la del caballero salvado y la del cazador maldito, si
bien la intencionalidad es inversa. No se trata, en efecto, de una carrera
en pos del deseo, sino de un trabajo para dominarlo (lo cual presupone,
de
otro
lado,
y
a
esto
nos
referíamos
al
decir
«hasta
cierto
punto
y
p
negativo»). Fácil es advertir que este simbolismo del errar y penar por
bosques
y
veredas
ratifica
lo
dicho
antes
sobre
el
Caballero
negro
(como estado de ocultación, penitencia y sacrificio). W Langland, en
Piers the Plowman (1377), habla ya de Robin Hood, el Caballero verde,
como
del
régimen
símbolo
opresivo
de
la
«verdad
(artificial,
de
cultural)
la
naturaleza»
del
estamento
en
oposición
social
al
humano.
Hood se ha relacionado con wood (bosque), término del que pudiera
ser corrupción. Tenemos así cierta inversión de sentidos y el Caballero
verde que se aparecía como el estado inferior (alquímicamente) sobre el
que
se
elevan
el
negro,
el
blanco
y
el
rojo,
sería
expresión
de
necesidad de un «retorno» al origen.
Caballero. Manuscrito dirigido en el siglo
XIV
a Roberto de Anjou.
la
Caballo. Hans Baldung, grabado en madera, 1534.
Caballo
Su
simbolismo
es
muy
complejo
y,
hasta
cierto
punto,
no
bien
determinado. Para Eliade es un animal ctónico-funerario (17), mientras
que
Mertens
Stienon
lo
considera
antiguo
símbolo
del
movimiento
cíclico de la vida manifestada, por lo cual los caballos que Neptuno hace
surgir de las ondas marinas labrándolas con su tridente, simbolizan las
energías
cósmicas
primigenio
(39).
biopsicológico
se
que
Una
surgen
en
el
traducción
debe
a
Diel,
Akasha,
de
para
este
el
fuerzas
último
cual
el
ciegas
concepto
caballo
del
al
caos
plano
simboliza
los
deseos exaltados, los instintos, de acuerdo con el simbolismo general de
la cabalgadura y del vehículo (15). En multitud de ritos antiguos el
caballo
tiene
un
papel
asignado.
Los
antiguos
rodios
sacrificaban
anualmente al sol una cuadriga con cuatro caballos, que precipitaban en
el mar (21). Por otro lado, estaba consagrado a Marte y la vista de un
caballo se consideraba presagio de guerra (8). Soñar con un caballo
blanco en Alemania o Inglaterra se consideraba presagio de muerte (35).
Es muy interesante anotar el hecho de que el gran mito y símbolo de
Géminis, manifestado en los gemelos, en los animales bicéfalos, en las
figuras
antropomorfas
de
cuatro
ojos
y
cuatro
brazos,
etc.,
aparece
también en los caballos, en forma de pareja con un caballo blanco y
otro negro (vida y muerte). Los mismos Ashvins de la India, probable
origen de Castor y Pólux, se representaron como caballeros. En las
representaciones
zodiacales
del
Medievo
a
veces
se
ve
el
signo
de
Géminis de igual modo, como en el zodíaco de Nuestra Señora de París
(39). Por otro lado, considerando al caballo como perteneciente a la
zona
natural,
ciertos
inconsciente,
poderes
de
instintiva,
adivinación,
no
es
extraña
frecuente
en
muchos
la
creencia
pueblos
de
en
la
Antigüedad (8). En fábulas y leyendas, es muy común que los caballos
tengan la función de prevenir a los caballeros y son clarividentes, como
en la fábula de Grimm. Jung llega a preguntarse si simbolizará el caballo
la madre, y no duda de que expresa el lado mágico del hombre, la
«madre
en
nosotros»,
la
intuición
del
inconsciente.
De
otro
lado,
reconoce que el caballo pertenece a las fuerzas inferiores, así como
también
al
agua,
por
lo
cual
se
explica
su
relación
con
Plutón
y
Neptuno (56). De este carácter mágico del caballo se deriva la creencia
de que la herradura trae buena suerte. A causa de su velocidad, los
caballos pueden significar el viento y las espumas marinas, así como
también el fuego y la luz. El caballo llega a adquirir un sentido cósmico
en la Brhadaranyaka Upanishad (I, 1) (31).
Caballo-dragón
Animal
fabuloso
que
participa
de
los
dos
citados,
y
que,
según
la
leyenda china, fue visto por el emperador Fu-Hsi, varios milenios antes
de Jesucristo, llevando el octógono con los trigramas y el signo YangYin.
El
caballo-dragón,
como
el
hombre
draconífero
y
el
propio
dragón, son símbolos de la energía cósmica en su forma primigenia.
Cabellos
En un sentido general, los cabellos son una manifestación energética. Su
simbolismo se relaciona con el del nivel; es decir, la gran cabellera, por
hallarse en la cabeza, simboliza fuerzas superiores, mientras el vello
abundante significa un crecimiento de lo inferior. Alguna vez se han
interferido
estos
dos
significados;
así,
en
un
capitel
románico
de
Estíbaliz, se figura a Adán imberbe antes de pecar y, tras su pecado, con
abundosa cabellera y barba poblada (46). Tienen los cabellos un sentido
de fertilidad. Orígenes decía: «Los nazarenos no se cortan los cabellos
porque todo lo que hacen los justos prospera y no caen sus hojas» (46).
En el simbolismo hindú, como los hilos de un tejido, simbolizan las
«líneas
de
fuerza»
del
universo
(25).
La
cabellera
opulenta
es
una
representación de la fuerza vital y de la alegría de vivir, ligadas a la
voluntad de triunfo (42). Los cabellos corresponden al elemento fuego;
simbolizan el principio de la fuerza primitiva (50). Una importantísima
asociación secundaria deriva de su color. Castaños o negros ratifican ese
sentido de energía oscura, terrestre; dorados se identifican con los rayos
del sol (38) y con todo el vasto simbolismo solar; los cabellos cobrizos
tienen carácter venusino y demoníaco (32). Por espiritualización del
mero concepto de energía, se transforman los cabellos en esa superior
potestad. Phaldor, en su Libro d'oro del sogno, dice que «representan
los bienes espirituales del hombre. Bellos cabellos abundantes significan
para el hombre y para la mujer evolución espiritual. Perder los cabellos
significa
fracaso
contrario
de
la
y
pobreza»
pérdida
(56).
Ahora
motivada
bien,
«desde
en
fuera»
cierto
es
el
modo,
lo
sacrificio
voluntario. Por ello recuerda Zimmer que todo el que renuncie a las
fuerzas
generadoras
o
se
subleve
contra
el
principio
procreador
y
proliferador de la vida, para entrar en la vía de la ascesis absoluta, debe
en principio cortarse el cabello. Ha de simular la esterilidad del anciano,
que
ya
no
tiene
generaciones.
prescribían
la
cabellos
Algunas
y
se
halla
religiones,
depilación
total
al
como
(60).
margen
la
Pelo,
de
de
los
peluca
la
cadena
antiguos
y
barba,
de
las
egipcios,
entre
sumerios, para defenderse de los malos espíritus (como el humo).
los
Cabeza. Robert Fludd, Utriusque cosmi historia
II, I,
Oppenheim 1619.
Cabeza
En el Zóhar, la «cabeza mágica» simboliza la luz astral (9); en el arte
medieval simboliza la mente (46) y la vida espiritual, por cuya razón
aparece con gran frecuencia como tema decorativo. Por otro lado, en su
Timeo,
Leblant
Platón
dice:
ratificó
«La
esta
cabeza
idea
humana
señalando
es
que
la
el
imagen
cráneo,
del
mundo».
como
cima
semiesférica del cuerpo humano, significa el cielo. Es evidente que se
trata de una asimilación de la cabeza y la esfera, cuyo simbolismo de la
totalidad es conocido. En el lenguaje jeroglífico egipcio tiene el mismo
sentido
(19).
La
cabeza
de
águila
ha
servido
como
símbolo
solar
y
emblema del centro de la emanación (llama cósmica y fuego espiritual
del
universo)
(4).
La
multiplicación
de
una
cualidad
dada,
o
la
yuxtaposición de dos, tres o cuatro sustancias o elementos, se simboliza
tradicionalmente por igual número de cabezas. Así, Géminis (símbolo
de la naturaleza dual o de la ligazón integrada, pero no unificada, de los
dos principios) se representa por seres dotados de dos cabezas o dos
rostros, como el Jano romano. Tres cabezas aparecen en la figura de
Hécate, por ello denominada triforme, simbolismo que puede aludir a
los
«tres
niveles»
yuxtaposición
Brahma,
el
de
Gran
(cielo,
cuatro
tierra,
infierno)
cabezas
Señor,
o
y
rostros,
concierne
al
a
las
tres
como
mismo
es
pulsiones.
La
la
de
imagen
simbolismo
que
el
tetramorfos (60). Un dato muy importante sobre el simbolismo de la
cabeza, en relación con el significado místico que en un momento dado
le
descubrió
el
hombre
prehistórico,
lo
facilita
Herbert
Kühn,
en
L'Ascensión de L’Humanité (París 1958), al señalar que la decapitación
de
cadáveres
marca
independencia
del
el
instante
principio
en
espiritual
que
el
hombre
respecto
a
la
advierte
totalidad
la
vital
representada por el cuerpo, y sólo entierra la sede del espíritu.
Cabeza de monstruo
Como el ogro, la cabeza de monstruo (Kâlamukha en la India; T'ao
T'ie en China) simboliza la devoración, el demonio de las tinieblas, el
tiempo destructor, y simboliza también el Principio en tanto que tal o
«transformador» de las cosas creadas, es decir, el aspecto negativo y
«disolvente» de la deidad.
Cabiros
Son símbolos ctónicos, personificados como enanos, cuya invisibilidad
se
representa
por
medio
de
la
capucha
que
cubre
su
cabeza.
Se
consideraban deidades protectoras de los náufragos. Es probable que
simbolicen
los
«poderes»
que
constituyen
la
reserva
del
espíritu
humano (32).
Cacería
Podría tener un significado general de búsqueda muy apasionada, pero
más bien se relaciona con la idea de hacer presa e incluso víctima. En
Ramacaritamanas,
de Tulsidas, autor de la India del siglo XVI, hay una
cacería de un ciervo de oro, que parece resonancia del de la leyenda del
Erec)
rey Arturo (la caza del ciervo blanco en
pero que puede ser un
paralelismo nacido de idéntico simbolismo.
Cadena
El signo jeroglífico egipcio en forma de cadena vertical, que consiste en
un entrelazado de tres vueltas con ambos cabos en la parte inferior,
tiene
un
doble
simbolismo;
de
un
lado
se
asimila
al
caduceo
de
Mercurio y representa la doble corriente —involución, evolución— del
universo (19); de otro lado integra el sentido general de la cadena, que
es
ligazón,
comunicación.
En
el
plano
cósmico,
es
el
símbolo
del
matrimonio entre el cielo y la tierra, como el grito de dolor, el zumbido
de
la
piedra
lanzada
por
la
honda
y
la
flecha
(50).
En
el
plano
existencial, es el símbolo del matrimonio; cada eslabón corresponde o
puede
corresponder
a
una
existencia
ligada:
padre,
madre,
hijos,
hermanos (51). En su sentido más amplio, que la relaciona con los lazos
y cuerdas, bandas y cordones, es un símbolo de unión social o psíquica,
con el carácter secundario pero muy importante de la dureza de su
materia. Entre los galos había camaradas de armas que entraban en
combate unidos por medio de cadenas y si uno moría el otro no debía
sobrevivir. Luis XI recompensó el valor de Raoul de Lannci dándole
una cadena de oro y diciéndole: «Par la Pâque-Dieu, mon ami, vous êtes
trop furieux dans un combat, il faut vous enchaîner; car je ne veux vous
perdre, désirant me servir de vous plus d'une fois».
Caduceo
Vara entrelazada con dos serpientes, que en la parte superior tiene dos
pequeñas
alas
históricamente
o
un
por
yelmo
la
alado.
supuesta
Su
origen
intervención
se
de
explica
racional
Mercurio
ante
e
dos
serpientes que reñían, las cuales se enroscaron a su vara. Los romanos
utilizaron el caduceo como símbolo del equilibrio moral y de la buena
conducta; el bastón expresa el poder; las dos serpientes, la sabiduría; las
alas,
la
diligencia
pensamientos.
El
(8);
caduceo
el
es
yelmo
en
la
es
emblemático
actualidad
la
de
insignia
elevados
del
obispo
católico ucraniano. Desde el punto de vista de los elementos, el caduceo
representa su integración, correspondiendo la vara a la tierra, las alas al
aire, las serpientes al agua y al fuego (movimiento ondulante de la onda
y de la llama) (56). La antigüedad del símbolo es muy grande y se
encuentra
en
la
nâgakals,
una
India
especie
grabado
de
en
exvotos
las
tablas
que
de
piedra
aparecen
a
la
denominadas
entrada
de
los
templos. Heinrich Zimmer deriva el caduceo de Mesopotamia, donde lo
ve en el diseño de la copa sacrificial del rey Gudea de Lagash (2600 a. de
C). A pesar de la lejana fecha, el autor citado dice que el símbolo es
probablemente
serpientes
anterior,
entrelazadas
considerando
como
los
símbolos
mesopotámicos
del
dios
a
que
las
dos
cura
las
enfermedades, sentido que pasó a Grecia y a los emblemas de nuestros
días
(60).
Desde
corresponde
al
el
eje
punto
del
de
mundo
vista
y
esotérico,
sus
la
serpientes
vara
del
aluden
a
caduceo
la
fuerza
Kundalini, que, según las enseñanzas tántricas, permanece dormida y
enroscada sobre sí misma en la base de la columna vertebral (símbolo de
la facultad evolutiva de la energía pura) (40). Según Schneider, las dos S
formadas por las serpientes corresponden a enfermedad y convalecencia
(51). En realidad, lo que define la esencia del caduceo es menos la
naturaleza
y
el
sentido
de
sus
elementos
que
su
composición.
La
organización por exacta simetría bilateral, cual en la balanza de Libra, o
en
la
triunidad
de
la
heráldica
(escudo
entre
dos
tenantes)
expresa
siempre la misma idea de equilibrio activo, de fuerzas adversarias que se
contrarrestan
para
dar
lugar
a
una
forma
estática
y
superior.
En
el
caduceo, esta binariedad equilibrada es doble: las serpientes y las alas,
por lo que ratifica ese estado supremo de fuerza y autodominio (y en
consecuencia, de salud) en el plano inferior (serpientes, instintos) y en el
superior (alas, espíritu). La Antigüedad, incluso griega, atribuyó poder
mágico al caduceo. Hay leyendas que se refieren a la transformación en
oro de lo tocado por el caduceo de Mercurio (obsérvese la anticipación
que la asociación de los dos nombres determina, respecto a la alquimia)
y a su potestad de atraer las almas de los muertos. Incluso las tinieblas
podían ser convertidas en luz por virtud de ese símbolo de la fuerza
suprema cedida a su mensajero por el padre de los dioses.
Caduceo
. Marca del impresor Froben, 1515.
Caída
O encarnación del espíritu. «El hombre», dice Jakob Böhme en De
Signatura,
«murió
según
la
esencia
celeste
divina
porque
el
deseo
interno, surgido del centro ígneo... tendía hacia el nacimiento temporal
exterior».
Así,
en
el
hombre,
la
esencia
divina
(que
persiste)
o
corporeidad interior, deviene la «muerte» (física), transcribe Evola.
Caja
Como todos los objetos que sirven fundamentalmente para guardar o
contener algo, símbolo femenino, que puede referirse al inconsciente
(15) o al mismo cuerpo materno (31). Nos referimos a los objetos de
forma
no
esférica,
que
son
simbólicos
de
totalidad
y
principio
espiritual. El mito de la «caja de Pandora» parece aludir al significado
del
inconsciente,
inesperadas,
«exaltación
aunque
excesivas,
particularizado
destructoras.
imaginativa»
(15).
De
Diel
otro
en
sus
asimila
lado,
el
posibilidades
símbolo
quisiéramos
a
la
señalar
la
analogía, el parentesco, entre la caja mencionada y el «tercer cofre» que
aparece en muchas leyendas. El primero y el segundo contienen bienes
y riquezas; el tercero, tempestad, devastación, muerte. Este es un claro
simbolismo de la vida humana, del ciclo del año (dos tercios favorables,
un tercio adverso).
Calabaza doble
Emblema chino de Li T'ieh-kuai, el segundo de los Ocho Inmortales.
Es como el reloj de arena, el tambor doble, la cruz de san Andrés o la
letra
X,
inferior)
un
y
símbolo
de
la
de
la
inversión
relación
que
de
regula
los
los
dos
mundos
cambios
(superior
ordenados
en
e
la
existencia cósmica (noche y día, muerte y vida, vileza y sublimidad,
tristeza y alegría). En efecto, Li T'ieh-kuai es un personaje mítico cuya
característica esencial era la facultad de abandonar el cuerpo y visitar el
cielo. También se simbolizaba por la columna de humo (5). Pero este
símbolo de la calabaza doble dista de estar circunscrito al Extremo
Oriente, siendo frecuente en Occidente. Entre otras representaciones, el
frontispicio del segundo libro alquimista Symbola aureae... de Maier
(1617) nos muestra la calabaza doble como formada por dos ánforas,
hallándose
imagen
invertida
integra
la
también
superior.
el
Lo
símbolo
más
arriba
sorprendente
citado
de
la
es
que
esta
columna
de
humo, que surge entre las dos ánforas uniendo la cavidad inferior con la
superior; aquí dicha columna es doble y forma un anillo en medio, de
modo que circula de arriba abajo e inversamente (32).
Calavera. Escudo con calavera. Grabado de Alberto Durero, 1503.
Calavera
En un sentido general, es el emblema de la caducidad de la existencia,
cual aparece en los ejemplos literarios del Hamlet y del Fausto. Sin
embargo, como la concha del caracol, es en realidad «lo que resta» del
ser vivo una vez destruido su cuerpo. Adquiere así un sentido de vaso
de la vida y del pensamiento; con este sentido simbólico aparece la
calavera en los libros de alquimia en relación con la nigredo. Multitud
de actos supersticiosos, rituales o derivados de la antropofagia, a fin de
cuentas, provienen de este sentimiento.
Caldera
Como
la
calavera,
símbolo
del
receptáculo
de
las
fuerzas
de
transformación y germinación. Pero mientras el cráneo, por su forma
de
bóveda,
significa
los
aspectos
superiores,
ya
sublimados
y
espirituales del proceso, la caldera, abierta por encima, tiene el sentido
inverso,
refiriéndose
en
consecuencia
a
las
fuerzas
inferiores
de
la
naturaleza. La mayor parte de calderas míticas de las tradiciones célticas
han
aparecido
concreción
en
de
el
un
fondo
mismo
del
mar
o
de
simbolismo).
los
lagos
(por
Relacionando
analogía
los
y
símbolos
citados con el general de las aguas, como vehículo de la vida y elemento
mediato por excelencia, vemos que la calavera es el receptáculo del
«océano superior» o de su reflejo en el hombre, mientras la caldera —su
inversión— es el recipiente del «océano inferior». También por esta
causa, las calderas y pucheros aparecen con tanta frecuencia en leyendas
de
magia
y
cuentos
sacralización
de
la
folklóricos
caldera,
(17).
como
El
cáliz
también
es
del
una
vaso,
sublimación
puro
signo
y
de
continente.
Cáliz
El
cáliz
de
la
Relacionado
liturgia
con
el
cristiana
Graal,
es
su
la
forma
forma
trascendente
es,
con
del
vaso.
frecuencia,
la
descomposición e inversión de una esfera. Con ello, la parte inferior de
ésta
se
convierte
mientras
la
en
receptáculo,
superior
simbólicamente.
No
se
deja
abierto
cierra
de
sobre
mantener
a
las
la
fuerzas
tierra,
relación
con
espirituales,
que
el
duplica
simbolismo
céltico del caldero.
Calor
Imagen de la libido en relación con el sol. Su representación o mención
tiene siempre un sentido simbólico relacionado con la maduración de
un
proceso
cualquiera,
sea
biológico
o
espiritual.
La
representación
gráfica del calor, en los emblemas solares, se verifica por medio de rayos
ondulantes, que alternan con los rectos correspondientes a la expresión
de
la
luz.
Analógicamente
conviene
tener
en
cuenta
las
correspondencias del calor, en timbres, sonidos, colores, estaciones, etc.
Calzado
Signo de libertad entre los antiguos, por ir los esclavos con los pies
desnudos (46). Su sentido simbólico se halla ligado al de los pies; sobre
él determinan una estructura dimanada de sus características. Dado el
triple simbolismo del pie (fálico según la escuela freudiana; del alma, en
opinión de Diel; de la relación y soporte entre el cuerpo y la tierra,
según nosotros), el calzado refleja tales posibilidades, ligadas también al
simbolismo del nivel.
Campana. Marcas de agua, catálogo de Mons, Briquet.
Camello
Tradicionalmente se le asigna una curiosa relación con el dragón y las
serpientes aladas, ya que el
especie
de
«camello
Zóhar
volador».
dice que la serpiente del Edén era una
En
el
Avesta
persa
hay
similares
afirmaciones (9).
Campana
Su sonido es símbolo del poder creador (4). Por su posición suspendida
participa del sentido místico de todos los objetos colgados entre el cielo
y la tierra; por su forma tiene relación con la bóveda y, en consecuencia,
con el cielo.
Campos
En el sentido más amplio, significan espacios, posibilidades abiertas. En
esta
acepción
surgen
los
dioses
uránicos
como
Mitra,
al
que
se
denomina «Señor de los Grandes Campos». Como dueño del cielo,
asume la función de guía de las almas en su viaje de retorno (11), en lo
que coincide con otros dioses psicopompos, como Mercurio.
Signo de
Cáncer
.
Cáncer
Cuarto signo zodiacal. Los órficos lo conceptuaban como el umbral por
el que las almas entran en la encarnación. Está gobernado por la luna, de
conformidad con su simbolismo de regulación entre los mundos formal
e informal (40).
Candelabro
Símbolo de la luz espiritual y de la salvación. El número de sus brazos
alude
siempre
a
un
sentido
cósmico
o
místico.
Por
ejemplo,
el
candelabro hebreo de los siete brazos corresponde a los siete cielos y
siete
planetas
(4).
Es
interesante
retener
ciertos
datos
sobre
el
candelabro del Templo de Jerusalén. Llevado a Roma por Tito en 70
después
de
Jesucristo,
estuvo
en
esa
capital
hasta
534,
año
en
que
Belisario, general de Justiniano, se lo llevó a éste. Luego se pierden sus
huellas.
Caos
La doctrina de la realidad considera el caos como un estadio inicial
ciegamente
impulsado
hacia
un
nuevo
orden
de
fenómenos
y
de
significaciones (22). Blavatsky se pregunta: «¿Qué es el caos primordial
sino el éter conteniendo en sí mismo todas las formas y todos los seres,
todos los gérmenes de la creación universal?». Platón y los pitagóricos
consideraban que esa «sustancia primordial» era el alma del mundo,
denominada
protohylé
por
los
alquimistas.
Se
conceptúa
al
caos
integrando todas las oposiciones en estado de disolución indiferenciada.
En el caos primordial se encuentran también Amrita o la inmortalidad y
Visha, el mal y la muerte, según la tradición hindú (9). En alquimia, el
caos se identifica con la primera materia y se considera como una «masa
confusa» de la que ha de surgir el lapis, que está en relación con el color
negro. Se ha identificado también con el inconsciente, pero se trata
mejor de un estadio anterior a su misma condición.
Caos. El caos cósmico liberado por los procedimientos iniciales de la
alquimia. Michel de Marolles, París 1655.
Capricornio
Décimo signo zodiacal. Su naturaleza doble, expresada alegóricamente
en forma de cabra cuyo cuerpo termina en cola de pez, alude a la doble
tendencia de la vida hacia el abismo (agua) y las alturas (montañas);
estas
direcciones
significan
asimismo,
en
la
doctrina
hindú,
las
posibilidades involutiva y evolutiva, el retorno o la salida de la «rueda
de los renacimientos» (zodíaco).
Capricornio
Signo de
.
Capucha
La
capucha
iconografía
frigio
y
o
tocado
antigua
otros
y
cónico
aparece
medieval,
similares
que
con
debiéndose
se
ven
en
gran
frecuencia
relacionar
con
representaciones
en
el
la
gorro
griegas
y
romanas. Un relieve del siglo XIV presenta a Parsifal armado con dos
lanzas
y
tocado
con
un
gorro
cónico
de
cabiro.
Parece
ser
que
la
capucha integra y refunde el doble significado de la capa y el sombrero;
su
forma
y
color
implican
sobredeterminaciones
correlativas.
Según
Jung, la capucha, al envolver casi enteramente la cabeza y adoptar una
forma casi esférica, deviene simbólica de la esfera superior, esto es, del
mundo celeste (que tiene su representación en la campana, bóveda, en la
parte superior del reloj de arena, de la calabaza doble, como también en
la calavera) (32). Ahora bien, además, el cubrirse la cabeza significa
invisibilidad,
es
decir,
muerte.
Por
ello,
en
algunas
escenas
de
los
antiguos misterios aparecen los iniciados con la cabeza envuelta en la
capa.
Completa
Jung
la
aportación
de
datos
al
respecto
con
otros
relativos a los iniciados de tribus negras. Atribuye similar sentido al
velo de las monjas (31). Diel ratifica esta significación al considerar la
capucha como símbolo de la represión que «invisibiliza» un contenido
psíquico (15).
Carro. El carro de Helios, siglo
XVII.
Caracol
Asociado, en el sistema jeroglífico egipcio, a la espiral microcósmica en
su acción sobre la materia (19). La actual ciencia morfológica tiende a
ratificar esta intuición, en este caso y en todos aquellos que muestran el
esquema espiral en la naturaleza.
Carbón
Como
la
madera
significado
ocasiones
del
como
quemada,
fuego.
un
su
Tiene
poder
simbolismo
cierta
ígneo
deriva
ambivalencia,
concentrado,
o
íntimamente
del
apareciendo
en
como
el
aspecto
negativo (negro, reprimido, oculto) de la energía. La relación cromática
del negro y el rojo, del carbón y la llama, se encuentra en mitos y
leyendas
relatados
por
Krappe.
Según
los
australianos,
el
pájaro
portador del fuego (demiurgo) tiene la espalda negra con una mancha
roja. Creencias similares entre los celtas, en América y Asia (35).
Carnaval
Aparte de la etimología carrus navalis, asociado a las ideas de orgía,
travestismo,
retorno
temporal
al
Caos
primigenio,
para
resistir
la
tensión ordinaria que impone el sistema. Las saturnales romanas, con
trastrueque de amos y esclavos, con su «inversión del mundo», son el
precedente más claro y directo del Carnaval.
Carro
Una de las principales analogías simbólicas de la tradición universal es
la del carro en relación con el ser humano. El conductor representa el sí
mismo
de
la
psicología
junguiana;
el
carro,
el
cuerpo
y
también
el
pensamiento en su parte transitoria y relativa a las cosas terrestres; los
caballos son las fuerzas vitales; las riendas, la inteligencia y la voluntad.
Esta significación aparece también entre los cabalistas, bajo el nombre,
dado al carro, de Mercabah (40, 55). El «carro del sol» es el Gran
Vehículo del budismo esotérico (4); el «carro de fuego» es un posible
símbolo, según Rene Guénon, del estado sutil en su aspecto dinámico y
arrebatador (26). Sea como fuere, los desplazamientos de dioses o de
hadas en carros terrestres, marinos o que cruzan los cielos son de gran
frecuencia y evidente sentido simbólico. La determinación de algunas
de las condiciones que concurren en el vehículo completa el simbolismo
(materia,
forma,
formulación
animales
literaria
del
que
cuento
lo
arrastran).
folklórico
La
Así,
Perrault,
Biche
au
en
bois,
su
dice:
«Cada una de las hadas tenía su carro de diferente materia: uno era de
ébano tirado por pichones blancos; otros eran de marfil arrastrados por
cuervos; y otros eran de cedro... Cuando las hadas estaban enfadadas,
no salían sino dragones voladores, culebras que arrojaban fuego por la
garganta y los ojos». El carro del sol o de fuego, según Loeffler, es un
arquetipo
tan
poderoso
que
entra
en
la
mayoría
de
mitologías
del
mundo. Cuando lleva a un héroe, es el emblema del cuerpo de ese héroe
consumiéndose
en
el
servicio
del
alma.
El
tiro
expone,
por
su
apariencia, especie y color de los animales, la cualidad buena o mala de
los móviles determinantes del movimiento del carro y de su misión. De
este modo, los caballos de Arjuna, en la epopeya védica, son blancos, lo
cual significa la pureza del conductor. Un cuento regional polaco dice
que el carro del sol es arrastrado por tres caballos: uno de plata, el
segundo de oro y el tercero de diamantes (38). La triplicidad tiene el
valor conocido derivado del sentido del tres, tal como en las mandorlas
triples y otros símbolos y emblemas parecidos.
Carro, El
Séptimo
arcano
del
Tarot.
Figura
un
joven
revestido
de
coraza
y
armado de cetro, montado en el simbólico carro. Encarna los principios
superiores de la personalidad humana. En el carro se ve el emblema del
globo alado egipcio, que representa la sublimación de la materia y su
movimiento (evolución). El carro tiene también las ruedas rojas, en
relación con los torbellinos de fuego de la visión de Ezequiel. Dichas
ruedas surgen en contraposición con el baldaquino o palio azul que
cubre el carro, significando la separación entre lo absoluto y lo relativo.
El alegorismo de esta imagen llega a detalles prolijos. Así, la coraza del
conductor del carro representa su defensa contra las fuerzas inferiores,
mostrando
cinco
clavos
de
oro,
alusivos
a
los
elementos
y
la
quintaesencia. Sobre sus hombros se ven dos crecientes lunares que
significan el mundo de las formas. El carro es arrastrado por lo que
parecen dos esfinges, pero en realidad es un anfisbena de dos cabezas,
símbolo de los poderes antagónicos que hay que sojuzgar para poder
avanzar (como en el caduceo se equilibran las dos serpientes contrarias).
Basile Valentín, en su libro L’Azoth des Philosophes (París 1660), figura
ese principio doble bajo la forma de una serpiente que rodea al sol y la
luna y cuyas extremidades son un león y un águila. Este arcano se halla
asociado a las ideas de autodominio, progreso y victoria (59).
Casa
Los místicos han considerado tradicionalmente el elemento femenino
del universo como arca, casa o muro; también como jardín cerrado.
Otro sentido simbólico es el que asimila estas formas al continente de la
sabiduría,
es
decir,
a
la
propia
tradición
(4).
El
simbolismo
arquitectónico, por otra parte, tiene en la casa uno de sus ejemplos
particulares,
tanto
estructura
elemento.
o
en
lo
Sin
general
como
embargo,
en
en
la
el
casa,
significado
por
su
de
cada
carácter
de
vivienda, se produce espontáneamente una fuerte identificación entre
casa y cuerpo y pensamientos humanos (o vida humana), como han
reconocido empíricamente los psicoanalistas. Ania Teillard explica este
sentido diciendo cómo, en los sueños, nos servimos de la imagen de la
casa para representar los estratos de la psique. La fachada significa el
lado manifiesto del hombre, la personalidad, la máscara. Los distintos
pisos conciernen al simbolismo de la verticalidad y del espacio. El techo
y
el
piso
superior
corresponden,
en
la
analogía,
a
la
cabeza
y
el
pensamiento, y a las funciones conscientes y directivas. Por el contrario,
el
sótano
corresponde
al
inconsciente
y
los
instintos
(como
en
la
ciudad, las alcantarillas). La cocina, como lugar donde se transforman
los
alimentos,
puede
significar
el
lugar
o
el
momento
de
una
transformación psíquica en cierto sentido alquímico. Los cuartos de
relación exponen su propia función. La escalera es el medio de unión de
los diversos planos psíquicos. Su significado fundamental depende de
que se vea en sentido ascendente o descendente. Por otro lado, como
decíamos, también hay una correspondencia de la casa con el cuerpo
humano, especialmente en lo que concierne a las aberturas, como ya
sabía Artemidoro de Daldi (56).
Casco
griego. Colección Arqueológica Municipal de Jerez de la
Frontera (Cádiz).
Casco
En
simbolismo
heráldico,
emblema
de
pensamientos
elevados
(y
ocultos, si muestra la visera calada). En este aspecto, coincide con un
sentido general de invisibilidad, que también se le ha asignado, como a
la capucha y el sombrero (38), aunque acaso con manifiesta exageración
de una de sus posibilidades significativas. La relación del casco con la
cabeza tiene una gran importancia y determina la íntima conexión de
sentido; así, un casco con extraña cimera puede significar exaltación
imaginativa o perturbada. El sombrero, la capucha o la mantilla tienen
la misma asimilación; su color suele expresar el matiz del pensamiento
dominante.
Castillo
Se trata de un símbolo complejo, derivado a la vez de la casa y del
recinto o ciudad murada. En este último aspecto, ciudades amuralladas
aparecen en el arte medieval como símbolo del alma en su trascendencia
y de la Jerusalén celeste. Por lo general, el castillo se halla emplazado en
la cima de un monte o colina, lo que agrega un importante componente
relativo al simbolismo del nivel. Su forma, aspecto y color, su sentido
sombrío y luminoso tiene gran valor para definir la expresión simbólica
del
castillo,
que
en
el
sentido
más
general
es
una
fuerza
espiritual
armada y erigida en vigilancia. El Castillo negro se ha interpretado
como mansión del alquimista y también como nubes que encierran la
lluvia por encima de la montaña (50). Parece ser que su significación
como mansión del más allá, o como puerta de acceso al otro mundo, es
evidente.
En
Caballero
muchas
negro
es
leyendas,
la
el
morada
castillo
y
sombrío
símbolo
de
habitado
Plutón;
por
así
un
puede
comprobarse en el mito de la expedición infernal de Teseo. Caronte
tiene su vivienda en un castillo similar, inaccesible para los vivos (el
«castillo de irás y no volverás» de los cuentos folklóricos). En el ciclo
legendario céltico se conserva el mismo significado. Melwas, el raptor
de Ginebra, habita en un castillo rodeado por un profundo foso que
sólo es accesible por dos puentes de difícil tránsito. Según Krappe, es
muy posible que el substrato simbólico de todos los cuentos y leyendas
medievales,
en
que
se
alude
a
un
castillo
propiedad
de
un
«mal
caballero» que tiene en cautividad a cuantos se acercan a su dominio,
sea éste del castillo siniestro del señor de los infiernos (35). En cambio,
el Castillo luminoso es el aspecto redimido de esa misma visión. Piobb
explica que la aparición súbita de un castillo en el paraje recorrido por
el caminante es como la comprensión súbita de un conjunto espiritual
que
se
hace
evidente.
«Delante
de
esa
visión
fascinadora
la
fatiga
desaparece. Se tiene la clara intuición de que en él reside un tesoro. El
templo
de
los
esplendores
es
la
realización
de
lo
inconcebible,
la
materialización de lo inesperado» (48). En el castillo, junto con el tesoro
(riquezas
espirituales
en
su
aspecto
eterno),
la
dama
(ánima,
en
el
sentido junguiano) y el caballero purificado constituyen la síntesis de la
voluntad de salvación.
Castillo. Grabado de Carlos Amorós, 1528. Biblioteca Nacional de
Madrid.
Catástrofe
Símbolo general de un cambio por mutación en un proceso, frecuente
signo del inicio de una transformación psíquica (56). El carácter de la
catástrofe, el elemento dominante en la misma (huracán, aire; incendio,
fuego;
diluvio
o
inundación,
agua;
terremoto,
tierra)
matiza
secundariamente el símbolo. La modificación que la catástrofe produce
en el agente que la padece tiene, naturalmente, una importancia esencial
para discernir el carácter positivo o negativo del cambio.
Caverna
En general, su significado probablemente no traspasa los linderos del
sentido adscrito al término de lo continente, cerrado, oculto. Sirve de
substrato
para
ciertas
identificaciones,
como
la
medieval,
en
que
la
caverna aludía al corazón humano como «centro» espiritual (14). Con
cierta frecuencia, aparece en la iconografía emblemática y mitológica
como
lugar
de
reunión
de
imágenes
de
divinidades,
Transformationi,
de
Ludovico
Dolci,
antepasados
o
arquetipos.
Cazador
En Le
puede
verse
la
imagen
siguiente: En el claro de un bosque hay un pequeño estanque y, ante él,
un
hombre
arrodillado
mirando
las
aguas
(símbolo
de
la
contemplación). Por el fondo, un cazador a caballo, acompañado por
una jauría de perros, persigue a su presa (símbolo de la acción por sí
misma,
de
la
repetición,
de
la
persecución
de
lo
transitorio,
de
la
voluntad de permanecer -para usar una expresión hindú- en la «rueda
de las reencarnaciones»). La carrera y la caza enloquecen el corazón del
hombre,
enemigo
había
es
dictaminado
interior:
el
Lao-tsé
propio
(58),
deseo.
significando
Por
otro
así
lado,
que
el
Zagreo,
sobrenombre de Dioniso, significa «el gran cazador», y simboliza la
insaciable incontinencia ante los deseos (15) en la interpretación moral
de Diel. Para los que buscan un correlato cósmico, el mito de la caza
infernal alude al viento aullador, en el que color y formas se agregan y
mezclan sin seguir orden ni ley (3). A un tiempo, los árabes identifican
ese
viento,
el
cazador
y
la
muerte
(35).
En
muchas
mitologías,
tradiciones, leyendas y cuentos folklóricos aparece la figura del cazador
maldito. Tomamos de Julio Caro Baroja diversos motivos concernientes
al mito, como ampliación de lo expuesto: «La tradición vasca Abade
chacurra
(los
perros
del
abad)
dice
que
un
abad
o
sacerdote,
grandemente aficionado a la caza, se hallaba celebrando misa a la sazón
que una liebre acierta a pasar inmediata a aquellos sitios. Los perros del
abad, al sentirla, salen tras ella dando grandes ladridos, y éste, dejando
el Santo y Altísimo Sacrificio, abandona el templo y se apresura a seguir
a sus perros y la caza. Desde entonces, y en castigo, quedó condenado a
una incesante carrera en pos de sus perros, que atraviesan las selvas
como torbellino, dando grandes ladridos, sin alcanzar jamás la caza que
persigue inútilmente». Éste es, con toda claridad, el símbolo de una
«situación límite», el abandono del centro —o de la tendencia hacia él—
y la consiguiente caída en la rueda inacabable de lo fenoménico, que
persiste a causa de que la ilusión estimula perpetuamente la fuerza del
movimiento estéril de persecución. En otras versiones la liebre es el
diablo
disfrazado.
Con
el
nombre
de
«El
cazador
negro»,
«El
mal
cazador» o «El perro del rey» se encuentra este tema de la caza maldita.
Procede del mito de Odín, dios de las almas. En los pueblos que se
denominan
célticos,
Odín
ha
sido
sustituido
por
el
rey
Arturo
o
Arthus, como lo prueban las chasses du roi Arthus de Normandía. Otras
tradiciones
similares
son
la
chasse
Annequin
(Normandía),
Manihennequin (Vosgos), chasse Saint Hubert o de le Grand Veneur
(10).
Según
Dontenville,
un
precedente
mítico
importante
es
el
de
Meleagro (16).
Cenit
Se identifica con el agujero central del símbolo del cielo chino llamado
Pi, y también con la cima del templo montaña, de la pirámide, o de la
estaca de sacrificios o del pilar del mundo (18). Es el lugar por donde el
pensamiento mítico supone que se pasa del espacio a lo no espacial, del
tiempo a lo intemporal. De ahí la gran importancia de este símbolo que,
desde el punto de vista formal, se identifica con el agujero.
Ceniza
Se identifica con la nigredo alquímica, con la muerte y la disolución de
los cuerpos. Simboliza así el «instinto de muerte» o cualquier situación
en la que el retorno a lo inorgánico surge como amenaza. Relacionada
con el polvo, de un lado, con el fuego y lo quemado, de otro.
Centauro
Ser fabuloso que, constituido por seres medio hombres medio caballos,
se suponía nacido de Centauro y de las yeguas de Magnesia. Desde el
punto de vista simbólico constituye la inversión del caballero, es decir,
la situación en que el elemento inferior (fuerza cósmica no dominada
por el espíritu, instintos, inconsciente) domina plenamente.
Centella
Imagen del principio espiritual que da origen a una vida individual, en
relación con la idea cabalística (emanatista) de la dispersión del centro
en el mundo en forma de centellas (almas).
Centro. Shri-Yantra, Rajasthan, ca. 1700.
Centro
El paso de la circunferencia a su centro equivale al paso de lo exterior a
lo interior, de la forma a la contemplación, de la multiplicidad a la
unidad, del espacio a lo inespacial, del tiempo a lo intemporal. Con
todos
los
símbolos
del
centro
místico
se
intenta
dar
al
hombre
el
sentido del «estado paradisíaco» primordial y enseñarle a identificarse
con
el
principio
supremo
(29).
Este
centro
es
lo
que
Aristóteles
denominara «motor inmóvil» y Dante «L’Amor che muove il sole e
l’altre stelle» (27). Por eso, la doctrina hindú dice que Dios se halla en el
centro, allí donde los radios de una rueda se juntan con el eje (51). En
las representaciones cósmicas, el espacio central siempre se reserva para
el
Creador,
que
aparece
en
la
aureola
circular
o
almendrada
(intersección del círculo del cielo y el de la tierra), en torno a la cual hay
círculos concéntricos, la rueda del zodíaco y de los trabajos de los
meses del año, y una división en cuaternidad que corresponde a las
estaciones y también al tetramorfos. Entre los chinos, el ser infinito se
simboliza con frecuencia por un punto de luz en torno al cual se abren
círculos concéntricos. En los emblemas occidentales surge a veces la
cabeza del águila con el mismo sentido (4). En algún mándala hindú,
como el Shri-Yantra, el centro no se representa y ha de ser adivinado y
situado mentalmente por el contemplador de la «forma en expansión»
(símbolo
de
la
creación)
figurada
por
la
combinación
de
nueve
triángulos que se interpenetran, situados en el interior de una flor de
loto
y
de
un
cuadrado.
Muchas
ceremonias
rituales
no
tienen
otra
intención que determinar la existencia de un «centro» espiritual en una
determinada localidad, la cual o cuyo templo devienen «imagen del
mundo». También hay muchas leyendas que aluden a peregrinaciones a
sitios que, por sus especiales características, tienen notas comunes con
el
paraíso.
transcribe
Así,
una
el
orientalista
narración
china
Wilhelm,
al
efecto:
en
su
«El
obra
rey
sobre
Huangti
Lao-tsé,
tuvo
un
sueño. Trasladóse al reino de los Hua Hsu. El reino de los Hua Hsu
está al oeste del extremo oeste y al norte del extremo norte. No se sabe
cuántos cientos de miles de leguas está apartado del Estado Ts'i. No
puede llegarse allí ni por la fuerza de buques o de carruajes, ni andando.
Sólo se llega por el vuelo del espíritu. Este país no tiene soberano: todo
se hace por sí solo; el pueblo no tiene gobernantes: todo se hace por sí
solo. No se conoce la alegría de la vida ni el horror de la muerte; por
eso no hay muerte prematura. No se conoce ni la adhesión a sí propio,
ni el alejamiento de los demás; por esto no hay amor ni odio. No se
conoce ni la evitación de lo repulsivo, ni la busca de lo grato; por eso no
hay utilidad ni perjuicio. Nadie tiene una preferencia, nadie tiene una
aversión. Entran en el agua y no se ahogan, pasan por el fuego y no se
queman... Suben por el aire como se anda por la tierra; descansan en el
q
p
p
espacio vacío como se duerme en un lecho; nubes y nieblas no velan su
mirada. El rodar de los truenos no ensordece su oído. Ni la belleza ni la
fealdad deslumbran su corazón. Ni los montes ni los valles les impiden
su
marcha.
Caminan
sólo
en
el
espíritu»
(58).
Esta
idea
del
centro
coincide, naturalmente, con la del «país de los muertos», en la cual el
tema de la coincidentia oppositorum de la tradición mística conduce más
bien
a
una
suerte
de
neutralización
de
timbre
característicamente
oriental. El centro se sitúa en la intersección de los dos brazos de la cruz
superficial, o de los tres de la tridimensional. Expresa la dimensión de
«profundización infinita» que posee el espacio en ese lugar, considerado
como germen del eterno fluir y refluir de las formas y de los seres, e
incluso
de
las
propias
dimensiones
espaciales.
En
algunas
cruces
litúrgicas, como la de Cong (Irlanda), el centro se señala por una piedra
preciosa.
Centro espiritual
En
Il
Re
del
establecido
Mondo,
en
el
René
mundo
Guénon
terrestre
habla
para
del
«centro
conservar
espiritual»
íntegramente
el
depósito de una ciencia «no humana». No otra es la idea de «tradición»
de que derivan todas las tradiciones y explicaciones religiosas, míticas y
filosóficas del mundo según el autor citado. Señala Guénon que, en una
obra
postuma,
denomina
Saint-Yves
Agarttha
al
d'Alveydre
centro.
El
(La
autor
Mission
relaciona
de
L’Inde, 1910)
con
esa
ciudad-
símbolo la «ciudadela solar» de los rosa-cruces y la Ciudad del sol de
Campanella.
Cerbero
Perro de tres cabezas cuya garganta estaba erizada de serpientes. Era el
guardián del palacio de Plutón a orillas de la laguna Estigia. La doctrina
neoplatónica lo consideraba símbolo del genio del mal. Más tarde se
interpretó como emblema de la descomposición que se opera en el
sepulcro, pues si Hércules lo venció fue a causa de que sus trabajos le
encaminaban
al
logro
de
la
inmortalidad
(8).
La
triplicidad
de
sus
cabezas es, como en el tridente, la réplica infernal de la triunidad divina.
Se relaciona con las tres Gorgonas (40). En su sistema de interpretación
moral de los símbolos, Diel ve en toda triplicidad inferior la perversión
de
las
tres
pulsiones
esenciales
(conservación,
reproducción,
espiritualización), dando lugar a la muerte del alma, razón por la cual
Cerbero aparece como guardián de las almas muertas, en el Tártaro,
encargado de impedirles la salida y el retroceso hacia el mundo en el
que todavía cabe la rectificación y la salvación (15).
Cerdo
Símbolo de los deseos impuros, de la transformación de lo superior en
inferior y del abisma-miento amoral en lo perverso (15).
Cerrojo. Jeroglífico egipcio.
Cerrojo
En el lenguaje jeroglífico egipcio, este signo representa el nexo que une
los dos batientes de una puerta, simbolizando por analogía la voluntad
de fijar un estado de cosas determinado sin posibilidad de rectificación
(19).
Cesta
Representa el cuerpo materno (31). En las monedas griegas, una cesta
cubierta y rodeada de hiedra alude a los misterios de las bacanales. Se
dice que, estando Sémele encinta de Baco, fue puesta en una cesta y
arrojada
al
río.
El
simbolismo
de
las
aguas
concierne
a
la
idea
de
nacimiento (8).
Cetro
Está emparentado con la vara mágica, la maza, el rayo y el falo, así
como también con el martillo de Thor. Su simbolismo corresponde al
grupo de signos y emblemas de fertilidad (31), pero también pudiera
relacionarse con el «eje del mundo». En las alegorías en que aparece el
cetro, un enriquecimiento y desarrollo de su simbolismo deriva de la
forma, color, materia del útil. Una de las formas más frecuentes lo
remata en flor de lis, símbolo de la luz y la purificación. Los cetros
romanos, y los bastones cortos de mando, precedentes del bastón de
mariscal, remataban comúnmente en águilas. En los puños de espada
era más frecuente el uso sólo de una cabeza de águila en el pomo.
Cibeles
Esta deidad, esposa de Saturno, personifica la energía que anima la
tierra.
Los
leones
de
su
carro
representan
las
energías
domadas
necesarias para la evolución; el carro en que aparece sentada tiene forma
cúbica, por corresponder este simbolismo geométrico al de la tierra. La
corona
en
forma
de
muro
torreado
ratifica
el
sentido
constructivo
también presente en el cubo. A dicha alegoría se asocia, a veces, una
estrella de siete rayos (símbolo de transcurso cíclico) y un creciente
lunar (símbolo de la realidad fenoménica, del nacer y desaparecer de las
formas sobre la tierra, en lo sublunar) (59).
Cicatrices
Ciertos elementos de la realidad, sin ser símbolos en sí, o sin haber sido
aún analizados en su significado simbólico, es evidente que lo poseen.
El sentido se desprende a veces de la puesta en contacto de hechos
diversos. El autor soñó en una ocasión con una doncella desconocida
(anima)
cuyo
rostro
bellísimo
estaba
surcado
de
cicatrices
y
quemaduras, que no lo afeaban. Milton dice que el rostro de Satán «está
surcado por las cicatrices del rayo». Lacroix, en Rostros de la Fe, indica
que «ciertamente, los estigmas de la maldición original se leen a veces en
los bellos rostros de estos objetos codiciados». Imperfecciones morales,
sufrimientos (¿son lo mismo?) son, pues, simbolizados por heridas y
por cicatrices de hierro y fuego.
Ciclo
El carácter cíclico de los fenómenos, con el encorvamiento de la etapa
final de los procesos, tendiendo a reunirse con la etapa inicial, permite
su simbolización por medio de figuras como el círculo, la espiral y la
elipse.
En
su
condición
de
ciclo,
todos
los
procesos
coinciden
(integrando
movimiento
modificaciones
de
forma
en
o
el
espacio,
condición),
transcurrir
se
trate
del
en
año,
el
el
tiempo,
mes,
la
semana, el día, o de una vida humana, la vida de una cultura o de una
raza. El simbolismo zodiacal y la división por doce (cuatro veces tres, o
inversamente) son las correlaciones esenciales en el sentido simbólico
del ciclo (40, 51). Gráficamente, el ciclo cumplido se expresa por dos
signos o imágenes en dirección contraria, que simbolizan los actos de ir
y retornar. Por ejemplo, en estelas romanas, con huellas de los pies,
contrapuestas.
Cíclope
Gigante mitológico, generalmente dotado de un solo ojo frontal, que no
corresponde al sentido simbólico de éste cuando es «tercero», y que
parece simbolizar las fuerzas primarias de la naturaleza.
Cídipe
Hombre con una sola pierna y un solo pie, que aparece en la decoración
románica. Es la figura contraria a la sirena de doble cola; si ésta, por
simbolismo del número -dos-, ratifica su carácter femenino, el cídipe
afirma el masculino por el impar. Puede también tener relación con las
figuras de Hermes y cierto sentido falico.
Cielo. Roben Fludd, Utriusque cosmi historia,
II, I,
Oppenheim 1620.
Cielo
Luc Benoist transcribe el siguiente pasaje, concerniente al cielo, de la
Chândogya Upanishad: «En el origen, todo el universo no era más que
no
ser.
Devino
ser.
permaneció
cerrado
mitades
la
de
Se
desarrolló
durante
cascara,
la
un
una
y
año.
era
de
se
formó
Entonces
plata
y
un
se
la
huevo,
abrió.
otra
de
De
el
las
oro».
cual
dos
Ésta
constituyó el cielo, mientras la primera dio origen a la tierra. Estas dos
mitades se encuentran, en la arquitectura hindú, figuradas por el altar y
la
stupa
(6).
Claramente
se
advierte
en
lo
descrito
la
convergencia
profundísima de las analogías formales, para dar lugar al mito. El cielo,
excepto en Egipto, se ha considerado siempre asimilado al principio
masculino, activo, al espíritu y al número tres, mientras la tierra se
relaciona
con
el
principio
femenino,
pasivo,
material
y
el
número
cuatro. Mircea Eliade desarrolla motivos del simbolismo del cielo en un
aspecto menos abstracto y cosmogónico. El azul del cielo es el velo con
el cual se cubre el rostro la divinidad. Las nubes son sus vestiduras. La
luz es el óleo con que unge su cuerpo inmenso. Las estrellas son sus
ojos (17). También, en los pueblos orientales, aparte de la conexión
cielo-bóveda, se relaciona la cúpula celeste con la tienda del nómada,
como si se presintiera que el espacio tridimensional es sólo una especie
de tapadera que impide la penetración en
otro mundo. El espacio celeste
deja, pues, de ser un continente para convertirse en un contenido del
hiper-espacio o, mejor, del transespacio. Un aspecto terrible del cielo se
halla en relación con el mito de la catástrofe cósmica, al que parece
aludir
William
Blake
cuando
habla
de
«la
colérica
región
de
las
estrellas» (3). También hemos de recordar la división del cielo en cielos,
desde la Antigüedad, hecho debido a una característica de la lógica
primitiva,
que
necesita
asignar
un
espacio
separado,
celular,
a
cada
cuerpo celeste o grupo determinado de cuerpos, presintiendo las leyes
de la gravitación, del campo gravitatorio y de la teoría de los conjuntos,
que
expone
la
esencial
relación
de
lo
cualitativo
(discontinuo)
y
lo
cuantitativo (continuo).
Ciervo
Su sentido simbólico se halla ligado al del Árbol de la Vida, por la
semejanza
de
su
cornamenta
con
las
ramas
arbóreas.
También
es
símbolo de la renovación y crecimiento cíclicos, cual observa HenriCharles
Puech.
En
diversas
culturas
asiáticas
y
de
la
América
precolombina, el ciervo es símbolo de la renovación, a causa de los
brotes de sus cuernos. Como el águila y el león, es enemigo secular de la
serpiente, lo que indica su carácter favorable. El ciervo está en relación
con el cielo y con la luz, mientras la serpiente depende de la noche y de
la vida subterránea (18). Por ello, a los dos lados del puente de la muerte
y
de
la
resurrección
(Vía
Láctea),
aparecen
las
águilas,
ciervos
y
caballos, como mediadores entre el cielo y la tierra (50). En el período
medieval,
en
Occidente,
la
vía
de
la
soledad
y
de
la
pureza
fue
simbolizada con frecuencia por el ciervo, que en algunos emblemas
aparece con la cruz entre la cornamenta (completando así la relación
árbol-cruz
y
árbol-cornamenta)
(4).
También
fue
considerado
como
animal simbólico de la elevación (20). Entre los griegos y romanos, ya
se reconocían ciertas cualidades «místicas» al ciervo, exagerándose por
proyección psíquica. Entre estas condiciones figura la atribución de una
sabiduría instintiva para el reconocimiento de las plantas medicinales,
por
lo
que
conoce
el
la
mayor
díctamo».
parte
de
Parte
antiguos
de
su
bestiarios
prestigio
lo
dicen:
debe
el
«El
ciervo
ciervo
a
sus
características físicas: su belleza, su gracia, su agilidad (46). Por su papel
de
mensajero
de
los
dioses,
el
ciervo
puede
considerarse
como
la
antítesis del macho cabrío.
Cigüeña
Esta ave había sido consagrada a Juno por los romanos, simbolizando la
piedad
filial.
alegoría
de
Figura
la
asimismo
«Gran
como
Sabiduría»,
emblema
dos
del
cigüeñas
viajero
(8).
afrontadas
En
la
aparecen
volando en un espacio circular cerrado por la figura de una serpiente
(4).
Cimera
Por
su
colocación
sobre
el
yelmo
(cabeza),
alude
claramente
pensamiento y llega a simbolizar la idea dominante, el
caballero,
exhibida
-como
prenda
de
la
dama
leitmotiv
(ánima)-
para
dar
al
del
un
contenido existencia! a la aventura y al combate. El pájaro enjaulado de
Walther von der Vogelweide (siglo XIII) es el probable emblema de un
alma anhelante de vuelo.
Cintas
Las cintas circulares, anudadas, que llevaban los romanos a modo de
diadema,
como
inmortalidad
también
por
su
las
forma
coronas
de
de
círculo.
flores,
Tienen
son
símbolos
también
un
de
la
sentido
heroico, como todas las coronas, ya que el mismo acto de coronar una
empresa
se
llama
así
por
la
relación
simbólica
entre
la
forma
mencionada y la idea del absoluto cumplimiento.
Cinturón
El cinturón o cinto es un símbolo de la protección del propio cuerpo,
que implica las virtudes «defensivas» (morales) de la persona, siendo
alegoría de la virginidad. Es notable que, con las espuelas de oro, el
cinturón fuera atributo del caballero medieval, manteniendo sin duda su
significado. De otro lado, cuando el cinturón aparece asociado a Venus
adquiere un contexto fetichista erótico.
Ciprés
Árbol
consagrado
por
los
griegos
a
su
deidad
infernal.
Los
latinos
ratificaron en su culto a Plutón este emblematismo, dando al árbol el
sobrenombre de «fúnebre», sentido que conserva en la actualidad (8).
Círculo. Variantes ornamentales en cerámica popular.
Círculo
A
veces
se
confunde
con
la
circunferencia,
como
ésta
con
el
movimiento circular. Pero aunque el sentido más general engloba los
tres aspectos, hay determinaciones particulares que importa destacar. El
círculo o disco es, con frecuencia, emblema solar (indiscutiblemente
cuando está rodeado de rayos). También tiene correspondencia con el
número 10 (retorno a la unidad tras la multiplicidad) (49), por lo que
simboliza en muchas ocasiones el cielo y la perfección (4) o también la
eternidad
(20).
significado
del
Hay
una
círculo
implicación
como
psicológica
perfección.
Por
ello,
profunda
dice
en
Jung
este
que
el
cuadrado, como número plural mínimo, representa el estado pluralista
del
hombre
que
no
ha
alcanzado
la
unidad
interior
(perfección),
mientras el círculo correspondería a dicha etapa final. El octógono es el
estadio intermedio entre el cuadrado y el círculo. La relación del círculo
y el cuadrado es frecuentísima en el mundo de la morfología espiritual
universal, pero especialmente en los mandalas de la India y el Tíbet o en
los
emblemas
chinos.
Efectivamente,
actividad, el principio masculino
según
(Yang),
Chochod,
en
China,
se representa por un círculo
blanco (cielo), mientras la pasividad, el principio femenino
figurado
como
cuadrado
negro
la
(tierra).
Los
círculos
(Yin),
es
blancos
corresponden a la energía e influjos celestes; los cuadrados negros, a los
impulsos telúricos. El dualismo, en su interacción, es representado por
el
famoso
sigmoidea
símbolo
que
cruza
iguales; la blanca
(Yin)
del
a
(Yang)
Yang-Yin,
manera
de
círculo
dividido
diámetro
y
por
determina
una
dos
línea
zonas
tiene un punto negro en su interior. La negra
tiene un punto blanco. Estos dos puntitos significan que en lo
masculino
hay
siempre
algo
de
femenino,
e
inversamente.
La
línea
sigmoidea simboliza el movimiento de comunicación y establece, como
la esvástica, el sentido de una rotación ideal que convierte en dinámicas
y complementarias las cualidades del símbolo bipartido. Esta ley de la
polaridad ha sido muy desarrollada por los filósofos chinos, quienes
han derivado del símbolo descrito una serie de principios de indudable
valor, por lo que los transcribimos: a) La cantidad de energía distribuida
en el universo es invariable, b) Consiste en la suma de dos cantidades
iguales de energía de signos contrarios: una de signo positivo y activa;
otra de signo negativo y receptiva, c) Los fenómenos cósmicos se hallan
caracterizados en su naturaleza por las proporciones en que intervienen
los dos modos energéticos que las producen. En los doce meses del año
-por ejemplo- hay una cantidad total de energía constituida por seis
partes de Yang y seis de Yin, en proporción variable (13). Hemos de
señalar también la relación entre el círculo y la esfera, símbolo de la
totalidad.
Circunferencia
Símbolo
de
la
limitación
adecuada,
del
mundo
manifestado,
de
lo
preciso y regular (25), también de la unidad interna de la materia y de la
armonía
universal,
según
los
alquimistas.
El
acto
de
incluir
seres,
objetos o figuras en el interior de una circunferencia tiene un doble
sentido: desde dentro, implica una limitación y determinación; desde
fuera, constituye la defensa de tales contenidos físicos o psíquicos, que
de tal modo se protegen contra los perils of the soul que amenazan
desde lo exterior, asimilado hasta cierto punto a caos; peligros, sobre
todo, de ¿limitación y disgregación (32).
El movimiento circunferencial, que los gnósticos convirtieron en uno
de sus emblemas esenciales mediante la figura del dragón, la serpiente o
el pescado que se muerde la cola, es una representación del tiempo. El
Ouroboros (dragón mordiéndose la cola, en forma circular) aparece en
el Codex Marcianus (siglo II d. de C.) con la leyenda griega Hen to Pan
(El Uno, el Todo), lo cual explica su significación, concerniente a todo
sistema cíclico (unidad, multiplicidad, retorno a la unidad; evolución,
involución; nacimiento, crecimiento; decrecimiento, muerte; etc.). Los
alquimistas
recogieron
el
símbolo
gnóstico
aludido
aplicándolo
al
proceso de su opus. Ahora bien, en virtud de su movimiento, tanto
como de su forma, el giro circular tiene además la significación de algo
que pone en juego, activa y vivifica todas las fuerzas establecidas a lo
largo del proceso en cuestión, para incorporarlas a su marcha y, en
consecuencia, de los contrarios de la clase que fueran. Hemos visto en el
símbolo Círculo que este sentido es el principal en el emblema chino del
Yang-Yin
(30).
Casi
todas
las
representaciones
del
tiempo
adoptan
forma circular, como las medievales del Año. Pero la circunferencia en
que no hay marcado ningún punto es la imagen de aquello en lo cual el
principio coincide con el fin, es decir, del eterno retorno.
Cisne
Símbolo de gran complejidad. El cisne estaba consagrado a Apolo como
dios de la música, por la mítica creencia de que, poco antes de morir,
cantaba dulcemente (8). El cisne rojo es un símbolo solar (2). La casi
totalidad
de
sentidos
simbólicos
conciernen
al
cisne
blanco,
ave
de
Venus, por lo cual dice Bachelard que, en poesía y literatura, es una
imagen
de
la
mujer
desnuda:
la
desnudez
permitida,
la
blancura
inmaculada y permitida. Sin embargo, el mismo autor, profundizando
más en el mito del cisne, reconoce en él su hermafroditismo, pues es
masculino en cuanto a la acción y por su largo cuello de carácter fálico
sin duda, y femenino por el cuerpo redondeado y sedoso. Por todo ello,
la imagen del cisne se refiere siempre a la realización suprema de un
deseo, a lo cual alude su supuesto canto (símbolo del placer que muere
en sí mismo) (2). Este mismo sentido ambivalente del cisne había sido
conocido
por
«Mercurio
los
alquimistas,
filosófico»
(57),
por
el
lo
centro
cual
lo
místico
identificaban
y
la
unión
con
de
el
los
contrarios, significado que corresponde en absoluto a su valor como
arquetipo (56). Ahora bien, según Schneider, por su relación con el arpa
y con la serpiente sacrificada, el cisne aparece como montura mortuoria,
ya que los símbolos esenciales del viaje místico al ultramundo (aparte
del barco funerario) son el cisne y el arpa. Esto constituiría también una
explicación
del
misterioso
«canto
del
cisne»
moribundo.
Presenta
además el cisne cierto parentesco con el pavo real, aunque en situación
inversa.
El
cisne-arpa,
correspondiente
al
eje
agua-fuego,
expresa
la
melancolía y la pasión, el autosacrificio, la vía del arte trágico y del
martirio. En cambio, el pavo real-laúd, situado entre tierra y aire, acaso
representa el pensamiento lógico (50). Así como el caballo es el animal
solar diurno, el cisne era el que tiraba de la barca del dios Sol a través de
las olas durante la noche, señala Jaime de Morgan en La humanidad
prehistórica.
Es
evidente
que
la
leyenda
de
Lohengrin
se
halla
en
relación con este mito.
Cítara
Símbolo cósmico; sus cuerdas corresponden a los planos del universo.
Su forma redondeada por un lado y plana por el otro (como en la
tortuga) significa la integración del cielo y de la tierra (14, 50).
Ciudad
La imagen de una ciudad corresponde hasta cierto punto al simbolismo
general
del
paisaje,
representativo-,
importante
del
que
interviniendo
simbolismo
del
es
un
elemento
entonces
nivel
y
en
espacial,
-en
su
es
el
aspecto
significación
decir,
la
altura
el
y
orientación en que aparece. En la génesis de la historia, según René
Guénon, existía una verdadera «geografía sacra» y la posición, forma,
puertas y ordenación de una ciudad con sus templos y acrópolis no era
nunca arbitraria ni se dejaba al azar o al sentido utilitario. De otro lado,
el
hecho
de
fundar
una
ciudad
estaba
en
estrecha
conexión
con
la
constitución de una doctrina y por ello la ciudad era un símbolo de la
misma y de la sociedad dispuesta a defenderla (28). Los muros de la
ciudad tenían carácter mágico (símbolos de la limitación dogmática), lo
que
explica
Media,
y
la
con
ornamentales
justicia
carácter
de
del
más
capiteles,
fratricidio
de
emblemático
dinteles
y
Rómulo.
que
Durante
simbólico,
tímpanos
los
muestran
la
Edad
relieves
con
gran
frecuencia el esquema de una silueta de ciudad murada. Constituye una
prefiguración de la Jerusalén celeste. A veces, se ve a la puerta de la
muralla un ángel armado con espada (46). En toda la Antigüedad se
personificó a las ciudades en matronas.
Ciudad. Ideograma de Roma como Jerusalén. Matteo Selvaggio, 1542.
Clima
La
analogía
interacción
del
de
estado
espacio,
de
ánimo
situación,
con
un
clima
elementos
determinado,
dominantes
(aire,
como
agua,
tierra, fuego) y temperatura, aparte del simbolismo del nivel, es una de
las
más
frecuentes
Nietzsche
se
dio
en
una
el
dominio
búsqueda
de
la
literatura.
apasionada
del
En
clima
el
caso
real,
de
de
la
localización geográfica, que correspondía al clima interior del pensador
(3). La universalidad de valores como los pares de contrarios: alto-bajo,
frío-cálido, húmedo-seco, claro-oscuro se prueba en su continuo uso
tanto
en
lo
físico
y
material
como
en
lo
psicológico,
intelectual
y
espiritual.
Clípeo
Escudo, disco o círculo. Incluir una imagen en una figura geométrica
circular
equivale
a
heroizarla,
según
el
criterio
simbólico
de
la
Antigüedad. Los romanos llevaban las efigies de los emperadores en
discos. Las primeras efigies clipeadas de que hay noticia histórica son
las
de
los
Emilios,
que
se
hallaban
en
la
basílica
Emilia
del
Foro
romano, durante la República. Es evidente la relación que existe entre el
clípeo y el nimbo de las efigies cristianas.
Cocodrilo
En el significado de este animal se confunden dos aspectos principales y
diferentes, que expresan la interacción de dos impresiones elementales
sobre el mismo: por su agresividad y poder destructor, el cocodrilo
significó, en el sistema jeroglífico egipcio, furia y maldad (19); por su
pertenencia
al
reino
intermedio
de
la
tierra
y
el
agua,
al
limo
y
la
vegetación, es emblemático de la fecundidad y la fuerza (50). Según
Mertens Stienon tiene un tercer aspecto, derivado de su conexión con el
dragón y la serpiente, por el cual constituye un símbolo de la sabiduría.
En Egipto se representaba a los difuntos transformándose en cocodrilos
de
sabiduría.
Esta
idea
está
relacionada
con
el
signo
zodiacal
de
Capricornio. Blavatsky identifica los cocodrilos con los Koumara de la
India (40). Prevalece la noción de su agresividad.
Cofre
Como todos los objetos cuyo carácter esencial es el de contener algo,
puede
adquirir
el
carácter
simbólico
de
corazón,
cerebro,
vientre
maternal. El primero de los aludidos significados es el que presenta en
el simbolismo del período románico (14). En un sentido más amplio,
desde la Antigüedad representan los recipientes cerrados todo aquello
que puede contener secretos, como el arca de la alianza de los hebreos o
la caja de Pandora (48).
Color
El
simbolismo
del
conscientemente
literatura.
es
de
utilizados,
en
Desde
color
la
somera
los
más
liturgia,
división
universalmente
heráldica,
establecida
conocidos
alquimia,
por
la
arte
óptica
y
y
y
la
psicología experimental, en dos grupos: colores cálidos y avanzantes,
que
corresponden
a
procesos
de
asimilación,
actividad
e
intensidad
(rojo, anaranjado, amarillo y, por extensión, blanco), y colores fríos y
retrocedentes,
que
corresponden
a
procesos
de
desasimilación,
pasividad y debilitación (azul, añil, violado y, por extensión, negro),
situándose en medio el verde como matiz de transición y comunicación
de los dos grupos; hasta las sutilezas del empleo emblemático de los
colores se extiende una enorme serie de fenómenos concernientes al
sentido
de
los
matices,
que
sólo
podemos
sintetizar
aquí.
Es
fundamental la ordenación serial de la gama cromática, que se presenta
(aunque sea por abstracción relativa) como un conjunto limitado de
colores definidos, distintos y ordenados. La afinidad formal de esta
serie de seis o siete matices (a veces no se discierne el azul del añil, el
celeste del marino), con la serie de las vocales (siete entre los griegos) y
de las notas musicales, permite suponer fundamentalmente la existencia
de una analogía esencial entre todos esos planos, como también entre
ellos y la división del cielo en siete partes (a veces en nueve) verificada
por el antiguo pensamiento astrobiológico. El simbolismo del color
suele proceder de uno de estos fundamentos: la expresión inherente a
cada
matiz,
que
se
percibe
intuitivamente
como
un
hecho
dado;
la
relación entre un color y el símbolo planetario a que la tradición lo
adscribe; finalmente, el parentesco que, en lógica elemental y primitiva,
se advierte entre un color y el elemento de la naturaleza, reino, cuerpo o
sustancia, que acostumbra presentarlo, o que lo presenta siempre en
asociación
siempre
indestructible
el
y
pensamiento
capaz
por
humano.
lo
La
tanto
de
sugestionar
moderna
psicología
para
y
el
psicoanálisis parecen dar a esta última fórmula más importancia incluso
que a la primera (la segunda es un puente de enlace entre las otras dos).
Así
la
doctora
literalmente:
(psíquicas)
humanos,
Jolan
«La
Jacobi,
estudiar
coordinación
respectivas
e
al
incluso
cambia
entre
los
de
con
los
las
la
psicología
colores
diferentes
diversos
con
de
Jung,
las
culturas
individuos.
Pero,
dice
funciones
y
grupos
por
regla
general..., el color azul -color del espacio y del cielo claro- es el color
del pensamiento; el color amarillo —el color del sol que de tan lejos
llega,
surge
de
las
tinieblas
como
mensajero
de
la
luz
y
vuelve
a
desaparecer en la tenebrosidad- es el color de la intuición, es decir, de
aquella
función
que,
por
decirlo
así,
ilumina
instantáneamente
los
orígenes y tendencias de los acontecimientos; el rojo -el color de la
sangre
palpitante
ardientes;
en
y
del
cambio,
fuego-
el
verde
es
el
-el
color
color
de
de
los
las
sentidos
plantas
vivos
y
terrestres
perceptibles
directamente-
Asociaciones
derivadas
representa
de
las
la
esenciales
función
perceptiva»
transcritas,
que
(30).
poseen
una
importancia decisiva, son las que siguen: rojo (sangre, herida, agonía,
sublimación);
anaranjado
iluminación,
dispersión,
(fuego,
llamas);
amarillo
generalización
(luz
comprensiva);
solar,
verde
(vegetación, pero también color de la muerte, lividez extrema; por eso el
verde es transmisión y puente entre el negro -ser mineral- y el rojo sangre, vida animal-, pero también entre vida animal y descomposición
y muerte); azul claro (cielo y día, mar sereno); azul oscuro (cielo y
noche,
mar
tempestuoso);
marrón,
ocre
(tierra);
negro
(tierra
estercolada). El oro corresponde al aspecto místico del sol; la plata, al de
la luna. La diferencia de concepto entre psicología y tradición esotérica
al plantear los hechos innegables descritos es que, para la primera, el
sentido simbólico se forma en la mente humana por impregnación de
una relación que puede ser fortuita, mientras para el esoterismo, los tres
planos (gama de matices, gama de elementos y aspectos naturales, gama
de sentimientos y reacciones en la mente) son el resultado de una misma
y simultánea acción de la realidad profunda. Por esta causa, Ely Star,
entre
otros
autores,
insiste
en
que
cada
uno
de
los
siete
colores
es
análogo a cada una de las siete facultades del alma, a las siete virtudes
(desde su punto de vista positivo) y a los siete vicios (desde el negativo),
a las formas geométricas, a los días de la semana y a los planetas (55). En
realidad,
este
concepto
pertenece
más
bien
a
la
«teoría
de
las
correspondencias» que al simbolismo del color propiamente dicho. En
muchos pueblos primitivos se siente esta conexión íntima de todos los
aspectos
del
mundo;
por
ejemplo,
los
indios
zouní
de
la
América
occidental ofrendan a sus sacerdotes un tributo anual de «trigos de siete
colores»,
cada
uno
concerniente
a
un
dios
planetario.
Entre
las
correspondencias conviene retener, sin embargo, las más esenciales; el
fuego es representado por los colores rojo y anaranjado; el aire, por el
amarillo; y desde el verde al violado corresponden al agua; la tierra se
representa por el negro o el ocre. El tiempo suele simbolizarse por el
matiz tornasolado y cambiante. Sobre la gama de los azules, desde el
que se confunde con el negro hasta el transparente de zafiro, se ha
especulado mucho. Lo más importante que conocemos sobre el tema es
lo siguiente: «El azul, por su relación esencial (y espacial, simbolismo
del nivel) con el cielo y el mar, significa altura y profundidad, océano
superior
y
océano
inferior»
(32).
«El
color
simboliza
una
fuerza
ascensional en el juego de sombra (tinieblas, mal) y luz (iluminación,
gloria, bien). Así, el azul oscuro se asimila al negro; y el azul celeste,
como también el amarillo puro, al blanco» (14). «El azul es la oscuridad
devenida visible. El azul, entre el blanco y el negro (día y noche) indica
un
equilibrio
"variable
según
el
tono"»
(3).
La
tendencia
a
la
formulación polar de los fenómenos y a la consideración extrema de
que
los
colores,
en
uno
de
sus
aspectos
fundamentales,
pueden
reducirse a aspectos de valor positivo (luz) o negativo (sombra), se
refleja
fundar
incluso
el
en
teorías
sistema
estéticas
cromático
sobre
contemporáneas,
los
tres
colores
que,
en
vez
primarios
de
(rojo,
amarillo, azul), lo hacen sobre una oposición entre amarillo (blanco) y
azul (negro), considerando que el rojo es el resultado de la transición
indirecta entre estos dos (mediante los pasajes: amarillo, anaranjado,
rojo, violeta, azul), mientras el verde es la transición (sumativa) directa
(Kandinsky, Herbin). Vamos a refundir ahora las interpretaciones del
simbolismo
cromático
que
consideramos
más
interesantes
y
fundamentales: azul, atributo de Júpiter y Juno, como dioses del cielo
(56), sentimientos religiosos, devoción, inocencia (59); verde, color de
Venus
y
de
adaptabilidad
la
naturaleza,
(59);
fertilidad
violado,
de
nostalgia,
los
campos
recuerdo,
es
(56),
simpatía,
decir,
devoción
(azul), más pasión (rojo) (59); amarillo (atributo de Apolo, dios solar,
generosidad,
intuición,
ambición)
(56,
59);
principio
vivificador)
intelecto)
rojo
(atributo
(56,
59);
(56,
59);
de
Marte,
gris
anaranjado
pasión,
(orgullo,
sentimiento,
(neutralización,
egoísmo,
abatimiento, inercia, indiferencia; es el color de las cenizas) (56, 59);
púrpura (color del
paludamentum
imperial romano y del cardenalicio,
síntesis similar aunque inversa a la del violeta, poder, espiritualidad,
sublimación) (56, 59); rosa (color de la carne y de la sensualidad, o los
afectos) (56, 59). Estas interpretaciones pueden prolongarse hasta lo
indefinido por una mayor precisión de matices y de grados paralelos de
significación, pero esto constituye una de las peligrosas tentaciones del
simbolismo,
que
conduce
a
un
sistema
petrificado
de
alegorías.
Es
importante, sin embargo, retener la analogía entre el tono (intensidad de
un
matiz,
luminosidad)
y
el
simbolismo
de
nivel
correspondiente,
situándolo entre los polos de luz y oscuridad. También hay que tener en
cuenta que la pureza de un color corresponderá siempre a la pureza de
un sentido simbólico; del mismo modo, los matices primarios equivalen
a fenómenos emotivos primarios y elementales, mientras los colores
secundarios y terciarios se refieren a paralelos grados de complejidad.
Los
niños
rechazan
instintivamente
todos
los
colores
mezclados
e
impuros, porque para ellos nada representan. En cambio, el arte de los
períodos
muy
evolucionados
y
refinados
se
nutre
de
tonos
malvas
amarillentos, rosas violáceos, ocres verdosos, etc. Vamos a citar ahora
algunos
casos
de
aplicación
del
simbolismo
cromático,
para
mayor
aclaración de lo expuesto. Según Beaumont, en el simbolismo chino los
colores
tienen
un
significado
y
propósito
muy
especiales,
por
ser
emblemáticos de rango y autoridad, siendo el amarillo -por su calidad
solar- considerado como sagrado y reservado a la casa real (5). Para los
egipcios, el azul era el color de la verdad (4). El verde domina en el arte
cristiano por su valor de alianza entre los dos grupos de colores (37). La
diosa madre de la India se representa de color rojo (en contradicción
aparente con el blanco, que suele ser el matiz femenino), por asimilarse
al principio creador, ya que el rojo es el color de la actividad per se (60)
y de la sangre. Por esta última causa, en el período protohistórico se
teñían de rojo los objetos que se querían vivificar, y los chinos usan
como talismán banderolas rojas (39). También por esta razón, el general
romano que era recibido con los honores del triunfo aparecía en un
carro tirado por cuatro caballos blancos, revestido de armadura dorada
(símbolos solares) y con el rostro pintado de rojo. Para Schneider, en
estrecha relación con la alquimia, el color rojo se refiere más bien al
fuego
y
la
purificación
(51).
Una
corroboración
muy
especial
e
interesante del carácter más bien nefasto y trágico del color anaranjado,
que
para
Oswald
Wirth
expresa
nada
menos
que
llama,
ferocidad,
crueldad y egoísmo, la tenemos en el siguiente párrafo del orientalista
Heinrich
cabellos
Zimmer:
y
«Después
cambiado
sus
que
el
futuro
vestiduras
reales
Buda
por
hubo
la
cortado
ropa
sus
amarillo-
anaranjada del mendigo asceta, pues los que se hallan más allá de los
cuadros de la sociedad adoptan voluntariamente la ropa de ese color
que, en el origen, era el vestido de los criminales conducidos al lugar de
ejecución...»
(60).
Para
terminar
estas
consideraciones
sobre
el
significado
psíquico
de
los
colores,
señalaremos
algo
sobre
las
correspondencias alquímicas. Las tres fases principales de la «grande
obra» (símbolo de la evolución espiritual) eran materia prima (color
negro), mercurio (blanco) y azufre (rojo), coronados por la obtención
de la «piedra» (oro). El negro concierne al estado de fermentación,
putrefacción,
ocultación
y
penitencia;
el
blanco,
al
de
iluminación,
ascensión, mostración y perdón; el rojo, al de sufrimiento, sublimación
y amor. El oro es el estado de gloria. Esta serie: negro, blanco, rojo, oro
expone, pues, la vía de la ascensión espiritual. La inversa la tenemos en
la serie, de arriba abajo: amarillo (oro en su aspecto negativo, es decir,
no como punto de llegada, sino de partida o emanación), azul (cielo),
verde
(naturaleza,
neoplatónicos)
vida
directa
En
algunas
(33).
y
natural),
tradiciones
negro
el
verde
(caída
y
el
de
negro
los
se
asimilan como abono-vegetación. Por esto, la serie ascendente: verde,
blanco, rojo constituía el símbolo predilecto de los egipcios y de los
druidas
célticos
(54,
21).
También,
hace
notar
René
Guénon,
la
coincidencia de que Beatriz aparece vestida, según Dante —que tenía un
absoluto conocimiento de la tradición simbólica—, de verde, blanco y
rojo,
como
expresión
correspondientes
mezclados
tienen
a
los
un
de
tres
la
esperanza,
planos
sentido
la
fe
mencionados
general
complejo
y
y
(27).
la
caridad,
Los
derivan
colores
su
valor
simbólico de los que refunden; así, los pardos, ocres, se relacionan con
la tierra y la vegetación. Nos es imposible aquí dar una idea de las
derivaciones que pueden establecerse sobre un sentido primordial. Así,
los gnósticos, desarrollando la idea de que el rosa es el color de la
carnación, lo consideraron símbolo de la resurrección. Volviendo sobre
el color naranja, el libro alquimista Abraham Juif lo denomina «color
de la desesperación» en una bella explicación de unas figuras alegóricas,
que dice: «El hombre y la mujer de color naranja sobre campo azul
celeste, significan que el hombre y la mujer no deben fijar su esperanza
en este mundo, pues el anaranjado señala desesperación, y el fondo azul
celeste,
la
esperanza
del
cielo».
Volviendo
al
verde,
es
el
color
ambitendente, color de la vegetación (vida) y de los cadáveres (muerte);
por eso los egipcios pintaban a Osiris (dios de la vegetación y de los
muertos) de color verde. De igual modo, en la gama natural, el verde
ocupa el lugar central. Según Guénon, Symboles fondamentaux..., la
gama de seis colores es: rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul, violeta.
El séptimo es el blanco, no el índigo, y ocupa el centro, cuando los seis
colores se sitúan en las puntas de dos triángulos en «sello de Salomón».
Color (positivo-negativo)
Con frecuencia aparece en símbolos la contraposición del blanco y el
negro, como positivo y negativo, bien como polaridad simultánea o
como mutación sucesiva y alterna. Consideramos de una importancia
extrema este símbolo, que, como toda fórmula dual, tiene relación con
el significado del número dos y con el gran mito de Géminis. Pero,
además, presenta particularizaciones de sumo interés, por lo que vamos
a considerarlo, comenzando por la exposición de ejemplos: en las dos
esfinges del arcano séptimo del Tarot, una es blanca y la otra negra (59).
En una leyenda catalana se asegura que en las cercanías de una cascada
mágica se crían unos pájaros negros con todo el pecho blanco, al modo
como van vestidas las hermanas de la caridad (10). En muchos ritos
primitivos,
como
danzas
medicinales,
los
bailarines
van
vestidos
de
blanco y con las caras pintadas de negro (51). La oposición de los dos
mundos
(tema
del
simbolismo
de
los
Gemelos)
se
expresa,
en
la
mitología indoaria, por un caballo blanco y otro negro (50). Las «mozas
del agua» del folklore hispánico, en los dedos de la mano diestra llevan
anillos blancos y en la muñeca izquierda una argolla de oro con bandas
negras (10). Cuando en el Tíbet se verifican ciertos ritos en que un
hombre es señalado como víctima, le pintan la mitad de la cara de color
blanco y la otra mitad de color negro (21). Jung cuenta un sueño en el
cual el protagonista se vio a si mismo como discípulo de un mago
blanco vestido de negro, quien le instruyó hasta cierto límite a partir del
cual -le dijo- le sería preciso aprender del mago negro vestido de blanco
(34). Luchas entre caballeros negros y blancos surgen con frecuencia en
leyendas y cuentos folklóricos. En un canto persa el caballero negro
defiende
un
castillo
y
el
blanco
lucha
denodado
para
vencer
y
apoderarse del tesoro. En la Baja Sajonia, según Grimm (transcrito por
Jung, 31), hay una leyenda mítica que expone ese avatar del combate
cósmico
entre
el
principio
positivo
y
negativo.
«Un
día
nacerá
un
fresno, del cual todavía no se ha visto nada, pues no es más que un
pequeño retoño que asoma del suelo sin ser notado. Todas las noches de
Año Nuevo viene un jinete blanco montado en un caballo blanco a
arrancar el joven retoño. Al mismo tiempo, llega un jinete negro que lo
defiende. Tras larga lucha, el blanco logra eliminar al negro y arranca el
retoño.
Pero
un
día,
el
blanco
ya
no
podrá
vencer
a
su
contrario,
entonces crecerá el fresno y cuando sea lo bastante grande para que bajo
él pueda atarse un caballo, aparecerá un rey poderoso que librará una
gran
batalla
(destrucción
del
tiempo
y
del
mundo).»
El
negro,
en
términos casi absolutamente generalizados, parece ser la etapa —como
en alquimia- inicial y germinal.
Por esto Blavatsky recuerda que Noé puso en libertad un cuervo negro,
desde el arca, antes de la paloma blanca. En muchas leyendas aparecen
cuervos negros, palomas negras, llamas negras. Todos esos símbolos
están
en
relación
con
la
sabiduría
primordial
(negra
u
oculta,
inconsciente), que fluye de la fuente escondida (9). Jung menciona al
respecto
la
«noche
oscura»
de
san
«germinación en la oscuridad» de la
también
el
sentido
maternal
de
Juan
de
nigredo
las
la
Cruz
y
también
la
alquímica. Recordaremos
tinieblas,
en
Víctor
Hugo
y
en
Richard Wagner, en las que la aparición de la luz es una suerte de
cristalización (33). El mismo autor, y dentro de este círculo de cosas,
recuerda que el carbono (material químico preponderante en nuestro
organismo) es negro (carbón, grafito), pero que el diamante (cristal de
carbono), es «agua clarísima» (32), por lo cual subraya que el sentido
más
profundo
del
color
negro
es
ocultación
y
germinación
en
la
oscuridad (32), en lo que coincide Guénon, para quien el negro expresa
toda fase preliminar, correspondiendo al «descenso a los infiernos», que
constituye
una
recapitulación
(penitencia)
de
todos
los
estadios
precedentes (29). Así, la oscura madre de la tierra, la Diana de Éfeso,
figuró representada con rostro y manos negras, en relación con cavernas
y grutas (56). Entre los pueblos primitivos, el negro es el color de las
zonas
interiores
simbolizando
el
y
subterráneas
tiempo
(60),
(9,
en
21).
También
oposición
el
al
negro
blanco
aparece
de
la
intemporalidad y el éxtasis. El blanco tiene una función derivada de la
solar, de la iluminación mística, de Oriente; como amarillo purificado
(en la misma relación que el negro con el azul, profundidad marina) es
el
color
de
la
intuición
y
del
más
allá,
en
su
aspecto
afirmativo
y
espiritual. Por esto los caballos sagrados de los griegos, romanos, celtas
y germanos eran blancos. Aún en el presente, en Ditmarsia, al sur de
Jutlandia, se conserva el recuerdo del Schimmelreiter, caballero sobre
caballo blanco que aparecía cuando los diques de la costa se rompían
amenazando una catástrofe. Casi todas las voces en que entra la raíz
albo, como Alberico, rey de los albos o elfos, el río Elba, los montes
Alpes, aluden a ese resplandor de lo sobrenatural (16). Por otro lado, el
blanco en su aspecto negativo, como lividez (igual que el verde y el
amarillo verdoso) es color de muerto (50) y de origen lunar, de lo que
derivan algunos ritos y costumbres. Eliade cita las danzas a la luz de la
luna, por mujeres con los rostros pintados de blanco (17). En muchas
alegorías y símbolos el dualismo de contraposición aparece. La noche,
como madre de todas las cosas, fue figurada con un velo de estrellas,
llevando en brazos a dos niños, uno blanco y el otro negro (4). Los
eslavos conocían a Bielbog y Czernibog, el dios blanco y el dios negro
(35),
tema
en
relación
con
los
Gemelos.
El
Ouroboros
del
Codex
Marcianus (siglo II d. de C.) tiene la mitad superior de su cuerpo negra
y la otra blanca, inversión que dinamiza el movimiento cíclico en la
figura que se supone giratoria por el hecho de perseguirse y morderse la
cola. Fácil es establecer la conexión con el símbolo binario del Yang-Yin
chino. Y también con todos los sistemas de simbolismo gráfico que
definen dos corrientes inversas. Se trata, pues, de un símbolo de la
inversión, uno de los fundamentales puntos del simbolismo tradicional,
por el que se explican los alternos y eternos cambios (vida, muerte; luz,
oscuridad;
aparición,
desaparición)
que
posibilitan
la
continuidad
fenoménica del mundo. En el Rigveda (III, 7, 3) hay un bello símbolo
doble
cruzado
que
expone
esta
situación
de
dualismo
dinámico
y
mutacional. El fuego, a pesar de ser claro y luminoso en el cielo (aire),
deja huellas negras en la tierra (objeto quemado). La lluvia, a pesar de
ser negra en el cielo (nubes de tempestad), se vuelve clara en la tierra
(50).
Este
tejer
y
destejer
de
todos
los
pares
de
contrarios
es
lo
simbolizado por las formas comentadas de positivo-negativo o blanconegro. Géminis, que es el símbolo de la naturaleza en su necesidad de
transformación binaria y contradictoria, es representado blanco y negro
(51). Pero la humanidad ha intuido una salida de ese terrible círculo
dividido por una línea sigmoidea (Yang-Yin), lo cual expresa por el eje
blanco-rojo o por rojo-oro. Al referirnos al simbolismo del color, en
general,
ya
citamos
la
ordenación
ascendente:
negro,
blanco,
rojo.
Loeffler, a propósito de los pájaros míticos de las leyendas, identifica
los de color negro con la inspiración intelectual, los blancos con la
erótica y los rojos con la sobrenaturalidad. Insistimos también en el
simbolismo
del
arte
cristiano
medieval:
negro
(penitencia),
blanco
(pureza), rojo (caridad, amor). Por el amor, pues, se verifica la apertura
del círculo dual, cerrado. Pinedo cuenta que la madre de san Bernardo,
cuando se hallaba encinta, soñó con un perro blanco con el dorso rojo.
Otro
caso
similar
es
el
de
la
beata
Juana
de
Aza,
madre
de
santo
Domingo de Guzmán, que fue en peregrinación a la tumba de santo
Domingo de Silos, pidiéndole la gracia de un hijo. Se le apareció el
santo, prometiéndoselo. A sus pies estaba un perro blanco con una tea
encendida en la boca (46). En alquimia, blanco-rojo es la conjunción de
los
contrarios,
la
coniunctio
solis
et
lunae.
Águilas
bicéfalas,
representaciones del rebis (ser humano con dos cabezas), suelen ser de
color blanco y rojo, contraposición que constituye la sublimación del
eje negro-blanco. En alquimia aparece también la extraña rosa blanca y
roja,
simbolizando
la
unión
del
agua
y
el
fuego.
En
el
simbolismo
místico, el lirio y la rosa («Mi amado es blanco y purpúreo», Cantar de
los
Cantares,
Cuando
se
5,
10)
exponen
contraponen
dos
una
imagen
colores
en
un
simbólica
campo
esencial
(46).
simbólico
dado
(heráldica, emblema u obra de arte) el inferior tiene siempre carácter
femenino y el superior masculino. Llamamos superior al más elevado en
la jerarquía determinada por el «círculo de colores» de la alquimia.
Siendo la serie ascendente: negro, blanco, rojo, oro, en la contraposición
negro-blanco el primero es inferior y femenino y el segundo superior y
masculino; lo mismo acontece con la contraposición blanco-rojo o con
la rojo-oro. Igual vale en la serie descendente: amarillo, azul, verde,
negro.
Columna. Imagen de Jakin y Bohaz. Juan Caramuel, Architectura civil
recta y obliqua.
Columna
La columna sola es un símbolo perteneciente al grupo cósmico del «eje
del mundo» (árbol, escala, estaca de sacrificio, mástil, cruz), pero puede
tener
también
un
sentido
meramente
endopático,
derivado
de
su
verticalidad, que marca un impulso ascendente y de autoafirmación.
Naturalmente, hay una conexión fálica; por ello, ya en la Antigüedad,
Ceres tenía como atributos una columna y un delfín, emblemas del
amor y del mar, respectivamente (8). De columna exenta se trata, forma
tan relacionada con el árbol como con la erección ritual de la piedra o
menhir. En las alegorías y símbolos gráficos, casi nunca aparece una
columna sola, sino que son dos. Cuando están colocadas a los dos lados
de un escudo, equivalen a los tenantes (fuerzas contrarias en equilibrio
tenso). Lo mismo si sostienen un dintel. Los dos pilares o columnas
simbolizan, cósmicamente, la eterna estabilidad; su hueco, la entrada a
la
eternidad.
Aluden
también
al
Templo
de
Salomón
(imagen
de
la
construcción absoluta y esencial) (4). Elaboraciones diversas de este
símbolo o, mejor, de su significación, se encuentran en el esoterismo;
casi todas ellas proceden de la aplicación del simbolismo numérico a las
dos
columnas
aludidas.
En
cuanto
símbolos,
las
dos
unidades
que
integran el número dos son siempre de cualidad diferente, diferencial.
El uno corresponde al principio masculino, afirmativo y evolutivo; el
dos al femenino, negativo o pasivo e involutivo. Por eso señala Saunier
que las dos columnas que se alzan a la entrada de los templos expresan
particularmente las ideas de evolución y de involución, el bien y el mal
(como el Árbol de la Vida y el Árbol de la Muerte —o de la ciencia—
del paraíso). En ocasiones, esta dualidad se marcaba físicamente con la
distinta naturaleza del material; según las leyendas, en el templo de
Hércules en Tiro una de las columnas era de oro y la otra de una piedra
semipreciosa
(49).
En
la
tradición
hebrea,
las
dos
columnas
se
denominan de la Misericordia y del Rigor (9). Volviendo a la columna
única,
no
podemos
por
menos
que
ver
en
ella
una
proyección
(o
correspondencia analógica) con la columna vertebral (igual situación de
relación existe entre todas las formas de simetría bilateral artística o
gráfica
y
la
que
organizan
determinados
órganos
en
el
cuerpo
del
hombre, como los riñones o los pulmones). Esta columna vertebral se
puede asimilar también al eje del mundo, como el cráneo a la imagen del
cielo, en la relación macrocosmo-microcosmo.
Columna de fuego
Símbolo del eje del mundo cargado de fuerte contenido teofánico.
Collar
En el sentido más general, el collar compuesto de múltiples cuentas
ensartadas
expresa
la
unificación
de
lo
diverso,
es
decir,
un
estadio
intermedio entre la desmembración aludida por toda multiplicidad siempre negativa- y la verdadera unidad de lo continuo. Como cordón
que es también, el collar es un símbolo de relación y ligazón, cósmico y
social. Por su colocación en el cuello o sobre el pecho adquiere relación
con estas partes del cuerpo y los signos zodiacales que les conciernen.
Como el cuello tiene relación astrológica con el sexo, el collar simboliza
también un vínculo erótico.
Combate
El combate singular es el aspecto individual de la guerra, podríamos
decir
(en
ciertos
casos)
de
la
Yihad
o
«guerra
santa».
Parece
psicologismo la tesis de que la necesidad de combate es tanto mayor
cuanto más se proyectan las propias imperfecciones en otros. Pero tiene
este sentido en Erec y Enid de Chrétien de Troyes y en muchas otras
novelas artúricas. A veces, los sueños de combate con un desconocido
simbolizan la lucha con una parte del yo, con la sombra. De otro lado,
la
agresividad
disminución
dimana
de
las
de
la
pérdida
satisfacciones
del
de
eros
sublimaciones
infantil,
según
y
de
la
algunas
escuelas psicoanalíticas. La represión de la agresividad hacia el exterior
aumenta
la
agresividad
contra
uno
mismo,
autodestrucción.
Compás. Marca de librero.
Compás
el
impulso
de
Representación emblemática del acto de la creación (37), que aparece en
las alegorías de la geometría, la arquitectura y la equidad (8). Por su
forma, se relaciona con la letra A, signo del principio de todas las cosas
(4). Simboliza también el poder de medir, el límite.
Concordia
Expresa
la
conformidad,
adecuación
y
armonía
entre
lo
diverso,
el
estado de paz entre los seres o entre los impulsos del ser; se simboliza
mediante la unión de las manos, el abrazo o el entrelazamiento. Es un
concepto
esencial
en
la
Psycomachia
(combate
del
alma)
del
poeta
español latino Aurelio Prudencio Clemente (348-410), autor asimismo
del Peristephanon o Libro de las Coronas.
Concha
Uno
de
los
ocho
emblemas
de
la
buena
suerte
del
budismo
chino,
utilizado en las alegorías de la realeza y como signo de viaje próspero
(5). Este sentido favorable procede de hallarse la concha asociada a las
aguas,
como
fuente
de
fertilidad.
Las
conchas,
según
Eliade,
tienen
relación con la luna y con la mujer. El simbolismo de la perla está
íntimamente emparentado con el de la concha. El mito del nacimiento
de
Afrodita
de
una
concha
tiene
una
evidente
conexión
(18).
Para
Schneider, la concha es el símbolo místico de la prosperidad de una
generación a base de la muerte de la generación precedente (50). Con
toda
probabilidad,
su
sentido
favorable
relacionado
con
el
agua
es,
como en el caso del pozo y de la botella, por una consecuencia obvia de
la necesidad que el caminante y el peregrino sienten del agua, lo que
explica su significado en las alegorías medievales.
Condecoraciones
Representación invertida de las heridas, sublimación y glorificación,
relación alquímica rojo-oro.
Conjunción
Muchos
símbolos
unificación,
que
conciernen
representa
la
al
gran
mito
coincidentia
de
la
coniunctio
oppositorum,
pero
o
muy
especialmente la reintegración de ambos sexos a su unión perpetua,
según la leyenda de Platón. En la psicología junguiana, esta conjunción
tiene
un
sentido
integración
aspiración
puramente
realizada
mística
por
se
halla
psicológico
el
amor
en
la
e
entre
interior,
dos
profunda
que
seres
sustituye
diferentes.
aspiración
de
todo
la
La
lo
particularizado y escindido a la suprema unidad. Se halla en la unión
mencionada la única posibilidad de paz y de descanso en la felicidad. La
unión del cielo y la tierra, de las religiones primitivas y astrobiologías es
un
símbolo
de
la
conjunción,
como
asimismo
el
matrimonio
de
la
princesa y el príncipe liberador de los cuentos y leyendas (33, 38).
Cono
El significado simbólico del cono es muy complejo y puede derivar de
la unión del círculo y el triángulo. En Biblos simbolizaba a Astarté,
pero
en
diversas
localidades
de
Siria
eran
símbolos
solares,
según
Frazer, por lo que no puede precisarse más sobre su sentido. También
puede considerarse como una derivación de la pirámide (21). Totalidad
psíquica.
Consonancia-disonancia
La música, en sus aspectos melódico y armónico (o polifónico), penetra
tanto en el dominio de la expresión como en el de la simbolización por
analogía (grave = bajo; agudo = alto, etc.). Sus cambios continuos, su
movimiento, expresan o se fundamentan en una dinámica constante,
que por eso Schopenhauer identificó con la vida «interior» del universo,
con su voluntad de devenir. Puntos de vista esotéricos sobre la música,
muy interesantes y acertados, pueden leerse en el libro de Cyril Scott,
La
Musique, donde
considera
la
hiperdisonancia
(Schoenberg,
Berg,
Webern, Stravinsky) como medio para combatir la «disonancia moral».
Aclara
que
esta
música
ha
sido
necesaria,
no
sólo
para
la
finalidad
aludida, sino para combatir el rutinarismo convencional y filisteo de la
a
sociedad. La «falsa relación», o melodía disonante (saltos de 9.
a
a 7. ,
etc., sucesiones a diversa tesitura de una misma nota alterada y no en
acordes) dice que sirve para «romper» por analogía el espacio natural,
simbolizando por tanto la salida del orden cósmico natural. Scriabin en
Prometeo
usa
abundantemente
de
la
falsa
relación.
Igualmente
Schoenberg en casi todas sus obras atonales. Es interesante anotar la
«inversión» (según la idea de Schneider) que se produce en
Wozzeck
de
Alban Berg, donde la hiperdisonancia, siendo el estado normal de la
armonía,
llega
casi
a
ser
sentida
como
tal
y
el
acorde
consonante
«suena» como tremenda alteración del orden. De otro lado, es evidente
la
relación
de
analogía
entre
los
pares:
consonancia-disonancia
y
concordia-discordia. Por lo tanto, la disonancia exalta cualquier aspecto
de expresividad bélica en música, cual en
Copa.
Horas
Arcana
de Caillaut y Martineau, siglo
XV.
de Várese.
Según L. Charbonneau-
Lassay.
Constelación
En el simbolismo chino constituye el tercer elemento. El primero es la
fuerza activa y luminosa
(Yin).
(Yang)
y el segundo la fuerza pasiva y oscura
Significa la conexión de lo superior y lo inferior, el lazo que liga
lo diferente. Es uno de los emblemas imperiales (5).
Contaminación
O también sustitución, a veces, podría denominarse un proceso en el
que un objeto experimenta lo que corresponde a otro, o más bien a una
persona o a un espíritu. Por ejemplo, en el poema medieval atribuido a
Cynewulf, «El sueño de la cruz» -composición grabada en la cruz de
Ruthwell
recubierta
(Escocia)-,
de
oro
y
el
poeta
joyas»,
ve
la
luego
cruz
la
ve
«adornada
con
«manchada
de
vestidos,
sangre».
Finalmente, la cruz cuenta que ha sufrido también ella la Pasión.
Copa
Especialmente cuando tiene tapa, en forma de cáliz, se ha identificado
con
el
corazón,
durante
el
período
románico
(14).
En
sentido
más
generalizado, como el cofre y el arca, es un símbolo del continente por
excelencia. En cierto modo es una materialización de la envoltura del
centro. Un importante significado secundario se agrega al mencionado
de continente, a causa del carácter líquido (lo informal, mundo de las
posibilidades)
del
contenido
de
las
copas,
vasos
o
cálices
(4).
Este
último sentido es el que explica la hidromancia, practicada en copas de
cristal o vidrio investidas del valor de talismán (57).
Coral. Michael Maier, Atalanta fugiens, Oppenheim 1618.
Coral
El coral es el árbol marino. Participa por ello de dos simbolismos que
refunde: el del árbol (eje del mundo) y el del océano (inferior) o abismo.
Por ello puede identificarse con las raíces del árbol terrestre. De otro
lado, su color rojo lo relaciona con la sangre; de ahí su sentido visceral y
abisal, muy bien captado en el simbolismo alquímico (8). Según las
leyendas
griegas,
el
coral
había
surgido
de
la
sangre
de
Medusa
Gorgona.
Corazón
En
el
esquema
principales:
el
vertical
cerebro,
el
del
cuerpo
corazón
y
humano
tres
el
Pero
sexo.
son
el
los
puntos
central
es
el
segundo y por esa misma situación adquiere el privilegio de concentrar
en cierto modo la idea de los otros dos. El corazón era la única víscera
que
los
egipcios
dejaban
en
el
interior
de
la
momia,
como
centro
necesario al cuerpo para la eternidad (todo centro es símbolo de la
eternidad, dado que el tiempo es el movimiento externo de la rueda de
las cosas y, en medio, se halla el «motor inmóvil» según Aristóteles). En
la
doctrina
tradicional,
el
corazón
es
el
verdadero
asiento
de
la
inteligencia, siendo el cerebro sólo un instrumento de realización (25);
por ello, al cerebro corresponde la luna y al corazón el sol, en el sistema
analógico antiguo que demuestra la profundidad de los conceptos y su
persistencia. Todas las imágenes de «centro» se han relacionado con el
corazón, bien como correspondencias o como sustituciones, tal como la
copa,
el
cofre
y
la
caverna.
Según
los
alquimistas,
el
corazón
es
la
imagen del sol en el hombre, como el oro es la imagen del sol en la
tierra (32). La importancia del amor en la mística doctrina de la unidad
explica
que
aquél
se
funda
también
con
el
sentido
simbólico
del
corazón, ya que amar sólo es sentir una fuerza que impulsa en un
sentido determinado hacia un centro dado. En los emblemas, pues, el
corazón significa el amor como centro de iluminación y felicidad, por
lo cual aparece rematado por llamas, una cruz, la flor de lis, o una
corona (4).
Cordero
Un origen del simbolismo del cordero se halla en el Libro de Enoch
(32).
Significa
sacrificio).
En
la
las
pureza,
inocencia,
alegorías
aparece
mansedumbre
bajo
uno
de
(e
estos
inmerecido
aspectos:
los
pensamientos puros de la mente, el hombre justo, el Cordero de Dios
(4). Pinedo, sin embargo, señala la interesante relación del cordero con
el
león,
por
inversión
simbólica.
Esto
aparece
expresado
con
gran
frecuencia en símbolos cristianos, en especial del período románico, por
ejemplo en un tímpano de la iglesia de Armentia. El Agnus Dei aparece
en
el
interior
de
un
círculo
(totalidad,
perfección),
donde
hay
un
epígrafe que dice: Mors, ego sum mortis. Vocor Agnus sum Leo fortis
(Yo soy la muerte de la muerte. Me llaman cordero, soy un león fuerte)
(46).
Por
etimología
se
le
dan
otros
significados
simbólicos:
por
la
relación de agnus y del griego agnos (ignorado) es un símbolo de lo
ignoto, según Alleau en De la Nature des Symboles (París 1958). Por la
relación
de
agnus
con
agni
(fuego)
renovación periódica del mundo.
Cordón
es
un
símbolo
sacrificial,
de
la
Todo
cordón
corresponde
o
cuerda
es
concretamente
una
a
forma
ésta.
Por
de
ligadura.
ello,
el
Su
cordón
significado
sagrado
es
llevado por todos los hindúes de alta casta. Como explica la Jâbâla
Upanishad, el cordón sagrado es el símbolo exterior del Sûtrâtman, hilo
espiritual que liga todas las existencias, como las perlas en un collar
(60).
Esta
idea
es
tan
clara
que
aparece
con
carácter
universal.
Los
trenzados de cordoncillo de los militares y funcionarios, las bandas y
lazos, galones y cintas no son sino emblemas de una fuerza de cohesión
y ligazón, aunque en forma particularizada que alude a un determinado
estamento social. A nuestro juicio, contra la tendencia freudiana de
darle carácter fálico, ése y no otro es el sentido de la corbata.
Corona. Símbolo de Normandía de la serie «Italia y sus provincias»,
Cesare Ripa, Iconología, Milán 1602.
Corona
Su sentido esencial deriva del de la cabeza, a la que corresponde no con
finalidad
más
bien
utilitaria
cual
el
sombrero,
sino
estrictamente
emblemática. Por el simbolismo del nivel, la corona no sólo se halla en
lo más alto del cuerpo (y del ser humano), sino que lo supera; por esto
simboliza,
en
el
sentido
más
amplio
y
profundo,
la
propia
idea
de
superación. Por esto se dice de todo cumplimiento perfecto y definitivo
«coronar una empresa». Así, la corona es el signo visible de un logro, de
un coronamiento, que pasa del acto al sujeto creador de la acción. Al
principio, las coronas se hacían de ramas de diversos árboles, por lo que
integran, como símbolo secundario, el de la especie correspondiente.
Eran atributo de los dioses y también tenían sentido funeral (8). La
corona de metal, la diadema y la corona de rayos son también símbolos
de la luz y de la iluminación recibida (4). En algunos libros de alquimia,
se ve a los espíritus de los planetas recibir de su rey (sol) su corona, es
decir, su luz. Esta luz no es uniforme, sino gradual y jerarquizada. Por
ello, sus formas muestran la nobleza a que corresponden, desde el rey al
barón (32).
El sentido afirmativo y sublimador de la corona aparece asimismo en
los
libros
de
alquimia.
En
Margarita
pretiosa,
los
seis
metales
son
primeramente representados como esclavos, con la cabeza descubierta a
los pies del oro (rey), pero después de su transmutación llevan corona
en
la
cabeza.
espiritual,
Esta
cuyo
«transmutación»
hecho
decisivo
es
es
la
un
símbolo
victoria
del
de
la
evolución
principio
superior
sobre los instintos. Por lo cual dice Jung que la corona radiante es el
símbolo
por
excelencia
del
cumplimiento
de
la
más
alta
finalidad
evolutiva: quienes triunfan sobre sí mismos logran la corona de la vida
eterna
(31).
Significaciones
secundarias
o
particulares
derivan
de
las
materias y formas de las coronas, algunas de las cuales pueden apartarse
considerablemente de la forma esencial expuesta. La antigua corona de
los faraones egipcios es un caso típico de estas coronas distintas. Por
ello señala Marquès-Rivière el origen emblemático y casi figurativo de
los
dos
componentes:
corona
blanca
y
corona
roja.
La
primera
se
asemeja a los bonetes en forma de mitra que aparecen en Oriente en
todos
los
tiempos.
La
segunda,
según
De
Rochemonteix,
sería
un
conjunto de jeroglíficos deformados por el diseño. La cofia sería un
vaso,
el
tallo
curvado
representaría
la
vegetación,
y
el
recto,
el
ideograma de la tierra... M. E. Soldi interpreta el tallo curvado como
«proyección del disco solar, llama en espiral que fecunda los gérmenes»
(39).
Correspondencia
La teoría de las correspondencias es uno de los fundamentos de la
tradición simbolista. Sus derivaciones son insondables y toda verdadera
profundización en los significados últimos de los aspectos del universo
habrá de avanzar tomándolas en cuenta. Pero no podemos aquí dar sino
una
sucinta
idea
de
lo
que
significan
tales
correspondencias,
ilustrándola con ejemplos. Se fundamenta la teoría en que todos los
fenómenos
cósmicos
son
limitados
y
seriales,
aparecen
en
planos
particulares, donde constituyen gamas, pero esta situación no es caótica
ni indiferente, sino que existen conexiones entre los elementos de una y
otra gama, fundadas en nexos internos de esencia y de sentido. Las
correspondencias pueden organizarse forzando a los elementos de las
gamas a adaptarse a un patrón común numérico (por ejemplo, no es
difícil modificar la gama de los colores, elevándola de siete matices a
ocho —si se quiere adaptar a la gama de temperamentos establecida por
la actual caracterología—, o reducirla a seis, por causa similar). Pero
resulta
preferible
verificar
adecuaciones
parciales,
con
modelos
diferentes, sin forzarlos por dilatación o constricción. Ya los atributos
de las antiguas deidades no eran sino inconfesadas correspondencias:
Venus (rosa, concha, paloma, manzana, ceñidor, mirto). Hay también
un fundamento psicológico, relacionado con la sinestesia. Louis-Claude
de St. Martin, en L'Homme du Désir, escribió: «No es como en nuestra
tenebrosa morada, donde los sonidos no pueden compararse más que
con
los
sonidos,
los
colores
con
los
colores,
una
sustancia
con
su
análoga; allí todo era sustituible, homogéneo. La luz daba sonidos, la
melodía hacía nacer la luz, los colores poseían movimiento porque eran
vivientes; los objetos eran a la vez sonoros, diáfanos y bastante móviles
para interpretarse y recorrer de un trazo toda la extensión» (3). Para
Schneider, el elemento clave de todas las correspondencias es el musical.
Señala
que,
en
la
India,
un
tratado
de
Sârngadeva,
en
el
Samgîta
Ratnâkara (I, III, 48), del siglo XIII, expone la relación mística de la
música y los animales. Indica que no existe nada similar en Occidente,
aunque él cree que los capiteles de San Cugat del Valles y de Gerona
(siglo
XII)
representan
una
serie
de
animales
que,
por
su
selección
(constitución en gama), sugieren relación con los aludidos sistemas de la
India. También alude a Jakob Böhme y al padre Athanasius Kircher,
que intentaron reconstruir esas ideas en su sistema de correspondencias
místicas
(Musurgia
universalis)
(50).
Ely
Star
expone
la
teoría
crudamente diciendo: «Cada uno de los colores del prisma es análogo a
una de las siete facultades del alma humana; a las siete virtudes y a los
siete vicios; a las formas geométricas, a los planetas...» (55). Es evidente
que existen correspondencias de sentido y de situación en el mismo
mundo físico. Por ejemplo, el sonido es tanto más agudo (elevado)
cuanto
rápido
el
movimiento,
e
inversamente;
luego
la
rapidez
corresponde a la elevación y la lentitud a la caída, en un sistema binario.
Si los colores fríos son retrocedentes, frialdad corresponde a lejanía;
calor
a
cercanía.
Ya
tenemos
otra
correspondencia
científicamente
comprobable. En el sistema septenario, Star da unas correspondencias
de notas y colores que juzgamos bastante justas: violeta (sensible); rojo
(tónica);
anaranjado
(supertónica);
amarillo
(mediante);
verde
(subdominante); azul (dominante), índigo (superdominante) (54). Los
griegos, cabalistas y gnósticos fundaron muchas de sus especulaciones
en las correspondencias. Porfirio señala las siguientes, de las vocales
griegas y los planetas: alfa (Luna); épsilon (Mercurio); eta (Venus); iota
(Sol);
ómicron
(Marte);
ípsilon
(Júpiter),
y
omega
(Saturno).
En
el
sistema del novenario destaca la teoría hindú de los «modos»: erótico,
heroico,
odioso,
furioso,
terrible,
patético,
maravilloso,
apacible,
humorístico. El simbolismo de las plantas, perfumes, animales se funda
con frecuencia en la teoría de las correspondencias y en las atribuciones
que resultan. Citaremos algunas a modo de ejemplo: encina (Sol); nogal
(Luna); olivo (Mercurio); pino (Saturno). O dimanan de las cualidades
sobresalientes del símbolo, desde algunas obvias como encina (fuerza),
palmera
(victoria)
importantes
signos
se
Hércules,
a
otras
menos
correspondencias
asimilan
los
los
colores
evidentes
figuran
meses,
elevados
las
a
las
del
tribus
de
una
gama
(47).
Entre
zodíaco,
Israel,
de
a
los
doce.
las
más
cuyos
doce
trabajos
Una
de
de
las
esenciales, entre estas correspondencias, es la de las partes del cuerpo:
Aries (cabeza), Tauro (cuello, garganta), Géminis (hombros y brazos),
Cáncer (pecho y estómago), Leo (corazón, pulmones, hígado), Virgo
(vientre,
intestinos),
Libra
(columna
vertebral,
médula),
Escorpión
(riñones, genitales), Sagitario (muslos), Capricornio (rodillas), Acuario
g
(piernas),
g
Piscis
(involutivos)
se
(pies)
p
(54).
corresponde,
La
serie
en
los
de
los
colores
seis
primeros
—dentro
del
signos
proceso
alquímico— al «descenso» desde el amarillo al negro, a través del azul y
del verde. La serie evolutiva corresponde a la metamorfosis ascensional,
desde el negro al oro, a través del blanco y el rojo. Correspondencias
muy valiosas estudia Schneider. Una de ellas, tomada de Albiruni (The
book
of
instructions
establece
estas
elementos
Géminis
in
the
elements
identificaciones
esenciales
(montaña
del
de
paisaje:
doble),
of
los
Aries
Cáncer
the
Art
signos
of
zodiacales
(desierto),
(parques,
Astrology, 1934),
Tauro
ríos,
con
los
(praderas),
árboles),
Leo
(montaña con castillos y palacios), Virgo (casa), Escorpión (cárceles y
cavernas), Sagitario (arenales y centros de magia), Capricornio (plazas
de fuego y castillos), Acuario (cavernas y cloacas), Piscis (tumbas) (50).
También se han establecido (Piobb) correspondencias entre estos signos
y las operaciones alquímicas (48). La teoría de las correspondencias
implica el anhelo de llevarlas a su extremo límite, en lo concreto, con el
peligro de transformar los símbolos en signos o convenciones. Con
todo,
queremos
dar
una
relación
de
correspondencias,
basada
en
el
número doce, y que presenta la curiosa característica de haber sido
aprobada por un órgano oficial inglés, en 1937:
Mes
Signo zodiacal
Color
Joya
Enero
Capricornio
Rojo oscuro
Granate
Febrero
Acuario
Púrpura
Amatista
Marzo
Piscis
Azul pálido
Aguamarina,
hematites
Abril
Aries
Blanco
Diamante, cristal
Mayo
Tauro
Verde vivo
Esmeralda,
crisopado
Junio
Géminis
Crema
Perla, piedra
lunar
Julio
Cáncer
Rojo claro
Rubí, cornalina
Agosto
Leo
Verde pálido
Sardónice,
peridoto
Septiembre
Virgo
Azul oscuro
Zafiro, lapislázuli
Octubre
Libra
Jaspeado
Ópalo
Noviembre
Escorpión
Amarillo
Topacio
Diciembre
Sagitario
Azul verdoso
Turquesa
correspondencias
que
creemos
más
interesantes
desde
el
ángulo
alegórico que desde el propiamente simbólico.
Cortina
Símbolo de separación, como el «velo del templo» de Jerusalén. Según
Gershom G. Scholem, «cortinas dispuestas ante los dominios celestes
del mundo de los eones», desempeñan un gran papel, aparentemente
por influencia judía, en la Pistis Sofía gnóstica. La sucesión de cortinas
emparenta con la de mantos o velos, o incluso de elementos de vestido
y adorno, cual aparecen en el poema mesopotámico del Descenso de
Ishtar a los infiernos. Apartar cortinas, desgarrar velos o vestiduras,
despojarse
de
diademas,
mantas
o
pulseras
es
avanzar
hacia
una
interioridad o profundizar en un arcano. Scholem, en Les origines de la
Kabbale, dice que cortinas similares, entre las emanaciones, aparecen
personificadas en las fuentes de Isaac Cohen.
Cosmogonía
La base de la mayor parte de cosmogonías consiste en el «sacrificio
cósmico», expresando la idea de que la creación de formas y de materia
sólo puede tener lugar por medio de una modificación de la energía
primordial.
Esta
modificación,
primitivos
y
protohistóricos,
claramente
dolorosa,
como
para
como
la
mayor
decimos,
mutilación,
lucha
parte
aparece
o
de
pueblos
en
sacrificio.
forma
En
la
cosmogonía babilónica, es la matanza de la madre originaria Tiamat
(dragón) cuyo cuerpo sirve para crear el cielo y la tierra. Las tradiciones
hindúes
relacionan
la
lucha
de
los
dioses
con
los
asuras,
tribu
de
demonios, o con monstruos de toda suerte. Según el Rigveda, los dioses
sacrifican un ser primordial, el gigante Purusha. En Persia, es el toro
sacrificado por Ahrimán o Mitra. En Escandinavia se trata del gigante
Ymir, el cual, despedazado por los Ases, provee la materia con la que se
crea el mundo (35). Evidentemente, estas cosmogonías tienen un valor
psicológico, ya que exponen la idea central de que no hay creación sin
sacrificio, no hay vida sin muerte (tema de la inversión y de Géminis),
origen éste de todos los sacrificios cruentos de las religiones del mundo.
Una cosmogonía más evolucionada, que, aun cuando comprende ciertas
ideas
en
conexión
con
lo
expuesto,
toma
su
valor
principal
de
la
descripción del cosmos como orden nuevo impuesto al primigenio caos,
se debe al autor chino Huai-nan-tsé, que transcribimos por su interés,
tomándola de Wilhelm (58): «El hundimiento del cielo todavía no había
adquirido forma alguna. Estaba flotando y nadando y se llamaba la gran
luz. Cuando comenzó el Sentido en el caos vacío de nubes, el caos de
nubes engendró el espacio y el tiempo. Espacio y tiempo engendraron
la fuerza. La fuerza tenía límites fijos. Lo puro y lo claro ascendió
flotando y formó el cielo. Lo pesado y lo turbio cuajóse abajo y formó
la tierra... La semilla unida del cielo y la tierra es lo claro y lo oscuro.
Las
semillas
concentradas
de
lo
oscuro
y
lo
claro
son
los
cuatro
tiempos. La semilla dispersa de los cuatro tiempos es la cantidad de las
cosas. La fuerza caliente de lo claro reunido engendra el fuego. La
semilla de la fuerza ígnea es el sol. La fuerza fría de lo sombrío reunido
es
el
agua.
La
semilla
del
agua
es
la
luna...
El
camino
del
cielo
es
redondo. El camino de la tierra es cuadrado. La esencia de lo redondo
es
lo
claro».
Todos
los
procesos
escatológicos
son
regeneraciones
parciales del universo, que participan del carácter cosmogónico y por lo
tanto sacrificial. Del mismo modo, no es posible transformar nada en el
alma humana, si no es mediante el sacrificio.
Creación. La creación del Primum Mobile. Robert Fludd, Philosophia
sacra et vere christiana seu meteorologia cosmica, Francfort 1626.
Creación
En
el
sistema
expresa
jeroglífico
mediante
cuatro
egipcio
signos:
todo
la
el
proceso
espiral,
de
símbolo
la
de
creación
la
se
energía
cósmica, la espiral cuadrada, símbolo de la acción de dicha energía en el
seno de la materia; la masa informe, de sentido literal; y el cuadrado,
que simboliza la materia organizada (19). Este paso doble, de la fuerza
abstracta a la fuerza conformante, y de la materia pura a la materia
regida por un orden, tiene un extraordinario valor conceptual, puesto
que explica el proceso de toda creación desde sus dos lados esenciales: el
del contenido energético y el de la forma material.
Creciente lunar
Este símbolo presenta una significación dual. Como perteneciente a la
luna, concierne al mundo de las formas cambiantes, a lo fenoménico, al
principio pasivo y femenino, a lo acuático. Sin embargo, aunque con
frecuencia
en
tal
caso
aparece
asociado
a
una
estrella,
surge
en
los
emblemas occidentales de la Edad Media como figuración simbólica del
paraíso (4).
Cremación
La muerte en la hoguera, la consunción del sacrificio por el fuego y,
desde
el
punto
de
vista
místico,
cualquier
clase
de
cremación,
son
símbolos de sublimación, es decir, de destrucción de lo inferior para que
advenga lo superior, la salvación del y por el espíritu. El autosacrificio
de Hércules tiene este significado. Los alquimistas utilizaron con gran
frecuencia este símbolo. Así, el emblema XXIV de la obra de Michael
Maier Scrutinium Chymicum (1687), representa al lobo, como símbolo
de la primera materia, ardiendo en la hoguera (32).
Crepúsculo
Tanto en el matutino como en el vespertino, corresponde a la escisión, a
la grieta que une y separa a un tiempo los contrarios. Frazer cuenta una
curiosa
estratagema
mítica:
Indra
jura
que
no
matará
al
demonio
Namuci ni de día ni de noche; le mata de madrugada, entre dos luces
(21).
El
crepúsculo
se
distingue,
pues,
por
esa
indeterminación
y
ambivalencia, que lo emparenta con la situación espacial del ahorcado y
de
lo
suspendido,
entre
el
cielo
y
la
tierra.
Respecto
al
crepúsculo
vespertino, se identifica con Occidente (el lugar de la muerte). Por ello
dice Dontenville que no es por azar que Perseo va hacia el oeste para
apoderarse de la cabeza de la Gorgona; y Hércules para llegar al jardín
de las Hespérides, pues, el lugar (y la hora) del ocaso, por ser el extremo
terminal de un proceso (asimilable al signo zodiacal Piscis) es también el
origen de un ciclo nuevo. Según la leyenda, Merlín enterró al sol en
Mont
Tombe;
en
Occidente
cayó
herido
el
rey
Arturo,
donde
fue
curado por el hada Morgana (de Morgen, mañana) (16).
Crisálida
Dice Wang Chung: «La crisálida precede a la cigarra, sólo cambia de
aspecto y se transforma en cigarra. Cuando el alma abandona el cuerpo,
se asemeja a una cigarra que sale de la crisálida para transformarse en
insecto». Según Schneider, el papel místico de la transformación implica
otras cualidades: el equilibrio, la regeneración y el valor guerrero (51).
Probablemente, la máscara ritual y teatral está íntimamente ligada a la
idea de crisálida y de metamorfosis. Tras la máscara debe ocultarse la
transformación de la personalidad en el rito y en su forma profana o del
teatro.
Crisis
El hombre acude a la consulta del destino especialmente en sus períodos
de crisis; cuando la corriente vital en que se halla inmerso, sea interior
(sentimientos,
pasiones,
anormalidades,
insuficiencias)
o
exterior
(obstáculos, faltas de correspondencia diversas) se le opone o le lleva
más allá de lo que él desearía. El anhelo primordial, entonces, es el que
da lugar a la «inversión», es decir, a la técnica para la cual todo lo que
era de un modo se transmuta en lo contrario. Esta inversión (de la
enfermedad a la salud, del odio al amor, de la soledad a la compañía, de
la ignorancia a la sabiduría, del desasimiento a la solidaridad, del rencor
al perdón, de la tristeza a la alegría, de la victoria de los enemigos a su
derrota, de la sequedad a la fertilidad, etc.) aparece en primer lugar
como encrucijada, es decir, como posibilidad. Acontecen entonces los
símbolos sacrificiales que expresan la idea latente —y verdadera— de
que en toda situación negativa se esconde un sentido de culpabilidad
directa
o
indirecta.
Tras
ellos,
pueden
aparecer
los
símbolos
de
inversión y de renacimiento.
Crismón
Es el emblema signográfico de Cristo, basado en la unión de las dos
primeras letras del nombre Xrestos, X (ji) y P (ro). Se ha subrayado la
similitud de este signo, que figuró en el lábaro (estandarte) romano
desde Constantino, con la cruz ansata egipcia.
Cristal
Como las piedras preciosas, es un símbolo del espíritu y del intelecto a
él
asociado
hacia
el
(56).
cristal
transparencia»
Es
por
se
interesante
los
define
la
místicos
como
coincidente
y
una
los
de
veneración
surrealistas.
las
más
El
mostrada
«estado
efectivas
y
de
bellas
conjunciones de contrarios: la materia «existe», pero es como si no
existiera,
pues
se
puede
ver
a
su
través.
No
hay
dureza
a
la
contemplación, no hay resistencia ni dolor.
Crómlech
Llamado por el pueblo «círculo del gigante». Diodoro de Sicilia ya se
refería al gran crómlech de Stonehenge, al decir que, frente a la Galia, en
una isla «tan grande como Sicilia», se encontraba el «templo circular de
Apolo» donde los hiperbóreos entonaban las alabanzas al dios Sol. Se
desprende
el
participa
significado
del
solar
simbolismo
del
del
monumento
círculo
(16).
(proceso
El
crómlech
cíclico,
totalidad,
perfección); del disco, representación del sol; y de la piedra, teofanía
para
la
mayoría
fertilidad.
En
de
pueblos
medio
del
primitivos,
círculo
de
asociada
monolitos
a
los
suele
cultos
elevarse
de
la
hyrmensul o piedra del sol.
Crono
Más que al simbolismo general de Saturno, nos referimos aquí a las
imágenes del tiempo, derivadas de las orientales, tan frecuentes en el
Bajo Imperio romano. En algunas representaciones aparece con cuatro
alas,
dos
extendidas
permaneciera
como
quieto,
si
fuese
aludiendo
a
al
volar
y
dos
dualismo
plegadas
del
como
tiempo
si
como
transcurso y como éxtasis. También se le atribuían cuatro ojos, dos
delante y dos detrás, símbolo de simultaneidad y del presente entre el
pasado y el futuro, sentido que poseen también los dos rostros de Jano
(8). Más característico es el «Crono mitraico», deificación del tiempo
infinito
que
humana
cabeza
y
deriva
rígida,
humana,
la
del
a
Zerván
veces
testa
Akarana
bisómata
de
león
de
los
persas.
(cabeza
de
león).
aparece
situada
Su
figura
Cuando
sobre
el
es
tiene
pecho.
El
cuerpo de la efigie aparece envuelto en las cinco vueltas de una enorme
serpiente
(de
nuevo
el
sentimiento
dual
del
tiempo:
el
transcurso
enroscado a la eternidad), que, según Macrobio, representa el curso del
dios en la eclíptica. El león, por lo general asociado a los cultos solares,
es
emblema
del
tiempo
en
cuanto
representa
su
destructividad
y
la
devoración. Con este sentimiento aparece en muchas representaciones
funerarias romanas, e incluso medievales.
Cruce
El cruce de dos líneas, objetos o caminos, es un signo de conjunción y
de comunicación, pero también de inversión simbólica, es decir, aquella
zona en la cual se produce un cambio trascendental de dirección, o se
desea provocar ese cambio. Por ello, la superstición utiliza el cruce de
dedos, o de objetos. En las danzas medicinales se cruzan espadas y
barrotes, para provocar el cambio (curación), es decir, para modificar el
curso del proceso sin que éste llegue a su final ordinario (51).
Crucifixión
El sentido simbólico de la crucifixión, que no atenta contra el hecho
histórico
ni
lo
modifica,
sino
que
lo
explica
adicionalmente,
parece
referirse al sufrimiento clave de la contradicción y de la ambivalencia.
Especialmente por la tendencia iconográfica medieval, de ratificar pares
dualistas en torno a la imagen de Jesús en la cruz. Estos pares son
traídos a escena, o seleccionados entre los testigos del acto. Así, se sitúa
la cruz entre el sol y la luna, la Virgen y san Juan, el buen y el mal
ladrón, la lanza y la copa (a veces sustituida por el palo con la esponja
empapada en vinagre) y, naturalmente, la tierra y el cielo. En ocasiones
se añade el símbolo del Espíritu Santo contrapuesto al cráneo de Adán.
Estos
pares
de
contrarios
no
hacen
sino
ratificar
el
sistema
binario
esencial que es, en sí, la propia cruz. El madero horizontal corresponde
al
principio
principio
pasivo,
activo,
espiritual.
El
sol
al
mundo
al
mundo
y
la
luna
de
de
la
son
la
manifestación.
trascendencia
los
y
representantes
El
de
la
vertical,
al
evolución
cósmicos
de
ese
dualismo, que se repite en la contraposición de sexos entre el discípulo
amado
y
la
santa
Madre,
que,
además,
exponen
el
consecuente
y
antecedente de la vida y obra de Jesús y, por ello, el pasado y el futuro.
Los
dos
moral,
es
ladrones
decir,
constituyen
las
dos
el
actitudes
binario
de
posibles
salvación, prevaricación y condenación.
la
del
contraposición
hombre:
en
penitencia
lo
y
Cruz
En el complejo simbolismo de la cruz, que no niega ni sustituye, sino
ratifica su sentido histórico en la realidad del cristianismo, entran dos
factores esenciales: el de la cruz propiamente dicha y el de la crucifixión
o «estar sobre la cruz». En primer lugar, la cruz se ofrece como una
derivación
dramática,
como
una
inversión
del
árbol
de
la
vida
paradisíaco. Por ello, en la iconografía medieval, la cruz es representada
muchas veces como árbol con nudos y hasta con ramas, a veces en
forma de Y, y otras en forma espinosa. Cual acontece con el Árbol de la
Vida, la cruz es un «eje del mundo». Situada en el centro místico del
cosmos, es el puente o la escalera por los que las almas suben hacia
Dios.
En
algunas
variantes,
la
cruz
tiene
siete
escalones,
como
los
árboles cósmicos que figuran los siete cielos (17). Consecuentemente, la
cruz establece la relación primaria entre los dos mundos (terrestre y
celeste) (14), pero también, a causa del neto travesaño que corta la línea
vertical
que
corresponde
a
los
citados
significados
(eje
del
mundo,
símbolo del nivel), es una conjunción de contrarios, en la que casan el
principio espiritual y vertical con el orden de la manifestación y de la
tierra;
de
ahí
su
transformación
en
sentido
agónico
de
lucha
y
de
instrumento de martirio (14). A veces la cruz aparece en forma de T,
para resaltar más la oposición casi igualada de dos principios contrarios.
Jung dice que, en algunas tradiciones en que aparece la cruz como
símbolo del fuego y del sufrimiento existencial, puede deberse a que sus
dos
maderos
producir
la
se
relacionan,
llama,
a
los
que
en
su
se
origen,
considera
con
por
los
los
empleados
primitivos
para
como
masculino y femenino. Pero el sentido de conjunción prevalece. En el
Timeo de Platón, el demiurgo vuelve a unir las partes del alma del
mundo, mediante dos suturas que tienen la forma de una cruz de san
Andrés (31). Bayley insiste en el sentido ígneo de la cruz y, en su
sistema
etimológico,
explica
que
las
voces
cross,
crux,
cruz,
crowz,
croaz, krois, krouz, resuelven todas en ak ur os: «luz del Gran Fuego»
(4). La cruz como emblema gráfico ha sido universalmente utilizada; en
gran
parte
por
el
influjo
cristiano.
En
gran
parte
también
por
la
elementalidad del signo, y sabido es que las nociones elementales, sean
ideas o signos, han aparecido sobre la tierra sin necesidad de influjo
cultural determinado. Cientos de formas de cruces se han reseñado en
libros
de
simbolismo
gráfico,
como,
por
ejemplo,
el
de
Lehner,
Symbols, Signs and Signets (36), siendo posible, por simbolismo del
grafismo, descubrir el sentido particular de cada modalidad; muchas se
encuentran en insignias de Ordenes militares, condecoraciones, etc. Por
su universalidad destaca la cruz gamada, a la que nos referimos bajo el
nombre de «esvástica». Por su antigüedad y particular interés, destaca la
cruz egipcia o ansada. Esta, en el sistema jeroglífico, significa vida y
vivir (Nem Ankh) y entra en la composición de palabras como «salud»,
«felicidad» y similares. Su brazo superior es una curva cerrada, a veces
casi circular. Enel describe su significado en los términos que siguen:
«La fonética del signo reúne los signos de la actividad, la pasividad y su
mezcla, la cual concuerda con el simbolismo general de la cruz, como
integración del principio activo y el pasivo. La misma formación gráfica
del signo de la cruz ansada expresa una idea profunda: el círculo vital
irradiado por el principio descendiendo sobre la superficie (sobre la
pasividad a la que anima) y penetrando (por la vertical) hacia el infinito.
Puede considerarse también como nudo mágico que enlaza juntamente
una combinación particular de elementos que originan un individuo, lo
que
ratifica
su
carácter
de
signo
vital.
Puede
también
significar
el
destino. Juzgado desde el punto de vista macro-cósmico (analogía con
el mundo), el Ankh puede representar el sol, el cielo y la tierra (círculo,
trazo vertical y horizontal). Como signo microcósmico (analogía con el
hombre), el círculo representaría la cabeza del hombre (la razón, el sol
que le vivifica), los brazos (representados por la barra horizontal) y su
cuerpo (la vertical)» (19). La determinación más general de la cruz, en
resumen, es la de conjunción de contrarios: lo positivo (vertical) y lo
negativo (horizontal); lo superior y lo inferior, la vida y la muerte. En
sentido
ideal
y
simbólico,
estar
crucificado
es
vivir
la
esencia
del
antagonismo base que constituye la existencia, su dolor agónico, su
cruce
de
posibilidades
destrucción.
Según
y
Evola,
de
la
imposibilidades,
cruz
simboliza
de
la
construcción
integración
de
y
la
septuplicidad del espacio y del tiempo, como forma que retiene y a la
vez destruye el libre movimiento; por esto, la cruz es la antítesis de la
serpiente o dragón Ouroboros, que expresa el dinamismo primordial
anárquico
anterior
al
cosmos
(orden).
Por
esto
hay
una
relación
q
y
estrecha entre la cruz y la espada, puesto que ambas se esgrimen contra
el monstruo primordial.
Cruz del Temple: disposición de las fuerzas en una circunferencia.
Cruz teutónica: cuatro triángulos en dirección centrípeta.
Cruz
Cruz
ovalada: representa el movimiento de las fuerzas.
botonada: contiene los cuatro puntos cardinales de todo espacio.
Cruz
lunada: con cuatro circunferencias tangentes y las fases de la luna.
Cruz
Cruz
simple y primordial: expresa la orientación de una superficie.
de san Andrés: unión de los dos mundos, superior e inferior.
Cruz flechada: dirección centrífuga de las fuerzas.
Cruz gamada: indica el sentido en que se ejercen las fuerzas periféricas.
Cruz doblada, o de las fuerzas paralelas.
Cruz
de Malta: dirección centrípeta de las fuerzas.
Cuadrado
El cuadrado es la expresión geométrica de la cuaternidad, es decir, de la
combinación
y
ordenación
regular
de
cuatro
elementos.
Por
ello
mismo, corresponde al simbolismo del número cuatro y a todas las
divisiones tetrapartitas de procesos cualesquiera. Su carácter estático y
severo,
desde
utilización
el
tan
ángulo
de
frecuente
la
psicología
en
cuanto
de
la
forma,
signifique
explica
su
organización
y
construcción. Según Jung, el orden cuaternario de los cursos y formas
tiene más valor que el ternario. Sea esto cierto o no, lo que sí es verdad
es
que,
frente
geométricas)
(cuatro,
seis,
al
dinamismo
impares
ocho,
(tres,
general
cinco,
cuadrado,
de
los
números
triángulo,
hexágono,
(y
pentágono),
octógono)
las
formas
los
pares
aparecen
como
estáticos, firmes y definidos. De ahí que el modelo ternario sirva más
para la explicación de la actividad y el dinamismo (o de lo espiritual
puro), mientras el modelo cuaternario alude con mayor firmeza a lo
material (o intelectual racionalista). Los cuatro elementos, las cuatro
estaciones, las cuatro edades de la vida, pero sobre todo los cuatro
puntos cardinales suministran orden y fijeza al mundo. Esto no impide
el carácter femenino que suele atribuirse (tradiciones china, hindú, etc.)
al
cuadrado,
como
símbolo
preferente
de
la
tierra,
en
oposición
al
carácter masculino que se advierte en el círculo (y el triángulo) (32). En
el
sistema
espiral
jeroglífico
cuadrada,
egipcio,
energía
el
cuadrado
constructiva
y
significa
realización,
materializada
(19).
y
la
Sin
embargo, el cuadrado colocado sobre uno de sus ángulos adquiere un
sentido dinámico por entero distinto, que implica un cambio de su
significado simbólico. En el período románico se utilizaba ese cuadrado
como símbolo solar, asimilándolo al círculo (51).
Cuadratura del círculo
Los antiguos mesopotámicos, para conocer el área de un círculo, lo
situaban
entre
dos
cuadrados.
La
idea
de
identificar
el
círculo
y
el
cuadrado se verificó también por la rotación del cuadrado. Pero no se
trata, en el aspecto a que nos referimos, de un problema matemático,
sino de un problema simbólico. La «cuadratura del círculo», como el
lapis
o
el
aurum
philosophicum,
constituyó
la
preocupación
de
los
alquimistas, pero mientras estos últimos símbolos se referían más bien a
la
finalidad
evolutiva
identificación
de
los
del
dos
espíritu,
grandes
el
primero
símbolos
concernía
cósmicos:
el
a
del
la
cielo
(círculo) y el de la tierra (cuadrado). Es, pues, una coincidencia de los
dos contrarios, pero no entendida como yuxtaposición o coniunctio
(cual
el
trazo
vertical
y
horizontal
forman
la
cruz),
sino
como
identificación y anulación de los dos componentes en síntesis superior.
Correspondiendo el cuadrado a los cuatro elementos, en el significado
de la «cuadratura del círculo» que, en realidad, no debiera denominarse
así, sino «circulación del cuadrado», se trataba de obtener la unidad de
lo material (y de la vida espiritual) por encima de las diferencias y
oposiciones
(orientaciones)
del
cuatro
y
del
cuadrado.
Otro
procedimiento para obtener un ersatz de «cuadratura» fue refundir los
dos cuadrados en cuyo interior se inscribía el círculo, lo que da por
resultado
un
octógono.
El
octógono
puede
considerarse,
en
efecto,
geométrica y simbólicamente como el estado intermedio de una forma
entre el cuadrado y el círculo. Por esto no simbolizó nunca el opus (es
decir, el logro místico de la identificación de contrarios), pero sí la vía
de purificación del cuatro y el cuadrado (tierra, elemento femenino,
materia, razón) para alcanzar el círculo (perfección, eternidad, espíritu).
Por esta causa, muchos baptisterios y cimborrios de la Edad Media son
de planta octogonal.
Cuadriga
Variante
del
significado
caballos
de
cuadrado
inherente
su
tiro.
cuyo
al
Por
simbolismo
cuaternario,
esta
causa,
se
considera.
representado
se
ha
por
establecido
Aporta
los
la
el
cuatro
analogía
siguiente, por Dión Crisóstomo: cochero, Pantocrátor; coche, aureola
(planos de la manifestación, interacción de los círculos del cielo y de la
tierra);
cuatro
caballos,
cuatro
elementos,
tetramorfos.
De
la
identificación simbólica de los caballos y los elementos se deduce la
inteligibilidad del siguiente pasaje: «El primer caballo avanza con suma
rapidez. Tiene un pelaje reluciente y lleva los signos de los planetas y
constelaciones. El segundo caballo es más lento y sólo está iluminado
de un lado. El tercero va más despacio aún y el cuarto gira sobre sí
mismo. Pero llega un momento en que el aliento ardiente del primero
enciende las crines del segundo, y el tercero inunda al cuarto con su
sudor (fuego, aire, agua, tierra; desde el elemento más energético al más
material o
lento)».
La cuadriga deviene así símbolo del universo.
Cuaternario. Talismán de Laos, con la típica caracterización del
cuaternario (= tetramorfos).
Cuaternario
El cuaternario es en la ordenación lo que el tetramorfos expone en el
plano místico; si no cabe identificación, sí correspondencia y analogía.
Se fundamenta en el cuatro. Platón dijo: «El ternario es el número de la
idea; el cuaternario es el número de la realización de la idea». Por esta
causa, el ternario -en la séptuple organización de las direcciones del
espacio-
se
halla
situado
en
la
vertical
(tres
mundos,
tres
niveles),
mientras el cuaternario se halla dispuesto en la superficie, en el plano
que pasa por el nivel central, es decir, por el mundo de lo manifestado.
Por
ello
el
cuaternario
corresponde
a
la
tierra,
a
la
organización
material, mientras el tres expone el dinamismo moral y espiritual. La
misma anatomía humana hubo de coadyuvar a fortalecer la idea del
cuatro. El simbolismo espacial -plano- del cuatro es expuesto por el
escritor del Renacimiento, Cartario, quien, en Les Images des Dieux des
Anciens, dice: «Las figuras cuadradas de Mercurio, que sólo tenían la
cabeza
y
el
falo,
significaban
que
el
sol
es
el
jefe
del
mundo,
el
sembrador de todas las cosas; incluso los cuatro costados de la figura
cuadrada designan lo que significa el sistro de cuatro cuerdas, dado a
Mercurio, es decir, las cuatro partes del mundo o, de otro modo, las
cuatro
estaciones
del
año...»
(32).
En
evidente
conexión
con
dichos
«hermes» están las figuras de Brahma de cuatro rostros, de la India (60),
correspondientes a los cuatro Kumaras, que entre los persas son cuatro
ángeles, en relación con las cuatro estrellas denominadas «reales» del
firmamento: Aldebarán, Antares, Régulus y Fomalhaut, dispuestas en
los cuatro signos fijos del zodíaco: Tauro, Escorpio, Leo, Acuario (en
relación, de nuevo, con el tetramorfos). El símbolo de los cuatro ríos
del paraíso, que nacen al pie del Árbol de la Vida (eje del mundo), está
en
evidente
conexión
con
todas
las
ideas
expuestas
(40).
Estas
direcciones del plano son los puntos cardinales, que, según el Zóhar,
corresponden
revisten
el
mediodía,
«modelo»
del
cuatro
luna
de
elementos
la
luna
llena);
norte
pueden
basado
(9)
cuaternidad.
cuaternario
amanecer,
menguante);
analogías
los
aspecto
interesantes
infancia,
a
son
las
creciente);
a
Las
todas
este
(verano,
fuego,
(invierno,
tierra,
vejez,
extenderse,
como
sucede
en
(semana,
esferas
planetarias)
7
que
madurez,
noche,
la
más
(primavera,
agua,
el
formas
correspondencias
siguientes:
sur
las
(otoño,
en
oeste
y
aire,
juventud,
atardecer,
luna
luna
nueva).
aplicación
o
en
Las
de
un
el
12
(zodíaco,
año),
a
cualquier
proceso
vital
(55).
Queremos
mencionar
asimismo la relación de los elementos con los denominados elementales,
cuyas correspondencias son las que siguen: aire (silfos o gigantes); fuego
(salamandras);
agua
(ondinas
o
sirenas);
tierra
(gnomos
o
enanos).
Gastón Bachelard cree en la relación de los temperamentos con los
elementos
(1),
que
acaso
pudiera
establecerse
así:
aire (sanguíneos);
fuego (nerviosos); agua (linfáticos); tierra (biliosos) (55). En sus obras
sobre psicoanálisis de los elementos, Bachelard estudia las imágenes de
los poetas, en su aspecto plástico y dinámico (significativo) en relación
con su elemento dominante, como el fuego en Hoffmann, el agua en
Edgar Poe, el aire en Nietzsche. Volviendo a los puntos cardinales, no
hay acuerdo absoluto entre cuál de los dos es más negativo (oeste o
norte), pero sí hay unanimidad en la identificación del este con la fuente
luminosa del espíritu (14, 31, 48). En China, el emperador efectuaba un
curioso ritual, por el que se identificaba con el sol en el transcurso
anual,
integrando
también
los
puntos
cardinales.
En
cada
estación
habitaba la parte de su palacio cuadrado que estaba orientada hacia el
punto
correspondiente,
en
el
orden
citado
arriba
(7).
Los
animales
místicos de ese orden son: este (dragón azul); sur (pájaro rojo); oeste
(tigre blanco); norte (tortuga negra) (6). En Occidente, según Schneider,
los animales son: este o mañana (león); sur o mediodía (águila); oeste o
tarde (pavo real); norte o noche (buey) (50). La importancia del cuatro
tiene además un fundamento estadístico; el cuadrado es la forma más
utilizada
por
concepción
el
hombre
hindú,
la
o,
idea
en
de
su
defecto,
totalidad
el
está
rectángulo.
ligada
Según
la
íntimamente
al
número cuatro, en coincidencia con Platón. Lo completo posee cuatro
ángulos, se apoya en cuatro pies (60). Ya William Blake, en sus Cuatro
Zoas, habló de los «cuatro Sentidos eternos del hombre», y Georges
Bataille, en La Littérature et le Mal (París 1957), los considera como
potencias, mejor que como sentidos propiamente dichos. Jung se ha
interesado profundamente por el simbolismo de la cuaternidad y a su
imagen ha constituido la organización de la psique humana, dotándola
de cuatro funciones: percibir, intuir, sentir y reflexionar. Sitúa éstas en
los cuatro extremos de una cruz y supone que las tres colocadas a
izquierda, derecha y arriba son conscientes, mientras que la cuarta es
inconsciente (reprimida). Varían las situaciones de las funciones y con
p
y
ello el tipo del individuo (34). Estas cuatro funciones aparecen en torno
al elemento esencial (volición o juicio) como el tetramorfos en torno al
Pantocrátor. En similar disposición y organización cuaternaria aparecen
los componentes principales, arquetipos, del ser humano, según dicho
autor: ánima, sombra, yo, personalidad, en derredor del
Selbst
o «Dios
en nosotros» (32). Podemos situar las fases de la operación alquímica en
un orden cuaternario; de lo inferior a lo superior: negro, blanco, rojo,
oro. Las pulsiones de Diel pueden también ordenarse por el mismo
esquema;
pues
si
sólo
menciona
tres:
conservación,
reproducción,
espiritualización (evolución), es porque la función oculta, en ese caso, es
la tanática.
Cubo
Equivale al cuadrado, entre los sólidos. Por esta razón simboliza la
tierra
(el
cosmos
físico,
de
cuatro
elementos).
Dionisio
el
cartujo
señalaba que los cuerpos cúbicos no están destinados a la rotación como
los esféricos, por lo cual ofrecen la imagen de lo estable (14). Por esta
causa, el cubo aparece en muchas alegorías que expresan las Virtudes en
relación con la idea de solidez y permanencia (8). Algunos tronos y
carros
tienen
forma
cúbica,
en
emblemáticas, por la misma razón.
las
representaciones
simbólicas
y
Cubo. Hexaedro plano sólido. Luca Pacioli, De divina proportione,
Venecia 1509.
Cuchillo
Símbolo que constituye la inversión de la espada, asociado a las ideas de
venganza
y
dimensión
muerte
de
la
pero
hoja
también
del
a
cuchillo
las
de
sacrificio
representa
(8).
La
corta
analógicamente
la
primariedad del instinto que lo maneja, como la altura de la espada —
inversamente- expone la altura espiritual de su poseedor.
Cuerda
Símbolo general de ligazón y conexión, como la cadena. La cuerda
anudada,
en
el
sistema
jeroglífico
egipcio,
significa
nombre.
Varios
signos en forma de nudo, lazo, cinturón, corona, etc., tienen relación
con el nombre por ser el nudo símbolo de la existencia individual. El
sello tiene el mismo significado (19). La cuerda de plata que aparece en
el simbolismo hindú, en la enseñanza védica, concierne a un sentido
más hondo de la ligazón, pues se refiere al camino interior y sagrado
que une la conciencia exterior (intelectual) del hombre a su esencia
espiritual (al centro o palacio de plata) (38). La cuerda, bajo el aspecto
de cordón, reviste un significado principalmente social, lo mismo que
los collares.
Cuerno de la abundancia
Era el de la cabra Amaltea, la cual, según la mitología, amamantó a
Júpiter. Dado el simbolismo general de los cuernos, que corresponde a
fuerza, y el sentido materno del animal citado, a lo que se agrega el más
complejo
significado
interiormente
hueca)
derivado
del
de
cuerno
(lo
la
forma
que
le
(exteriormente
convierte
en
fálica
lingam,
o
símbolo de la generación) se comprende el uso alegórico del cuerno
como foco de la abundancia. Piobb señala además que el cuerno de la
abundancia es la expresión de la prosperidad derivada del influjo del
signo zodiacal de Capricornio (48).
Cuerno de la abundancia. Símbolo de la prodigalidad. Cesare Ripa,
Iconología, Milán 1602.
Cuernos
Algunas interpretaciones desfavorables demasiado al uso del sentido de
los cuernos derivan más bien del viejo símbolo del buey (castración,
sacrificio, trabajo paciente), aunque puede tratarse también de un caso
de
«inversión
simbólica».
Pues,
en
efecto,
en
todas
las
tradiciones
primitivas los cuernos implican ideas de fuerza y poder. Con ellos se
adornaron los tocados de pieles prehistóricos y los yelmos de guerra,
hasta
la
Edad
decorativa
y
Media.
Los
ornamental
de
cuernos
los
entraron
templos
en
asiáticos
la
y,
composición
junto
con
el
bucráneo (por ser restos sacrificiales), se consideraban de valor sacro. El
sentido concreto del símbolo empieza a aclararse a partir de tan lejanos
antecedentes como los de Egipto. En el sistema jeroglífico, este signo
determinativo, que representa «lo que está por encima de la cabeza»,
simboliza por extensión «abrirse camino» (como la testuz del carnero,
Aries, ariete). Se resalta el hecho de que los signos zodiacales que abren
el ciclo (Aries, Tauro) están representados mediante animales dotados
de
cuernos
(19).
También
el
signo
egipcio
citado
entra
en
la
composición de las palabras que significan elevación, prestigio, gloria,
etc. (19). El cuerno único aparece esencialmente (aparte del emblema
del cuerno de la abundancia o del cuerno como instrumento músico),
en
el
animal
fabuloso
llamado
unicornio
y
en
el
rinoceronte.
Los
cuernos de este animal, tallados en forma de copas, constituyen uno de
los «emblemas corrientes» chinos y significan prosperidad (fuerza) (5).
Entre los gnósticos se encuentra la misma creencia, especificada al decir
que dicho elemento simboliza el «principio que otorga la madurez y
perfección a todas las cosas». Como instrumento músico, el cuerno
aparece en los emblemas simbolizando la llamada del espíritu para la
guerra santa, sentido que se ratifica por las cruces, tréboles, círculos y
flores de lis asociadas al cuerno (4). Son los cuernos atributo del dios
cilicio
de
fertilidad.
la
agricultura.
Tienen
Lleva
en
etimológicamente
las
las
manos
racimos
mismas
letras
de
espigas:
(KRN)
que
corona, en griego (en latín: cornu, corona). La corona primitiva era una
diadema con puntas, en la que éstas simbolizan la misma fuerza que los
cuernos, según Guénon, Symboles fondamentaux...
Cuerpo
Según
Gichtel,
«sede
de
un
apetito
insaciable,
de
enfermedad
y
de
muerte». Según el mitraísmo, el alma para liberarse tiene que atravesar
siete esferas, transcribe Evola.
Cuervo
Por su color negro, asociado a las ideas de principio (noche materna,
tinieblas primigenias, tierra fecundante). Por su carácter aéreo, asociado
al cielo, al poder creador y demiúrgico, a las fuerzas espirituales. Por su
vuelo,
mensajero.
Por
todo
ello,
en
muchos
pueblos
primitivos,
el
cuervo aparece investido de extraordinaria significación cósmica: para
los pieles rojas norteamericanos, es el gran civilizador y creador del
mundo
visible.
Entre
los
celtas
y
germanos,
así
como
también
en
Siberia, surge con un sentido similar (35). En las culturas clásicas, pierde
esta
gigantesca
valoración,
pero
conserva
ciertos
poderes
místicos,
atribuyéndosele un instinto especial para predecir el futuro, por lo cual
su graznido se usaba especialmente en los ritos de adivinación (8). En el
simbolismo cristiano, es alegoría de la soledad. En la alquimia, recobra
algunos de los aspectos de su significación primitiva, simbolizando la
nigredo
o
o estado inicial, como cualidad inherente a la «primera materia»
provocada
por
la
división
de
los
elementos
(putrefactio).
Una
derivación interesante del simbolismo del cuervo es aquella en la que
aparece dotado de tres patas, dentro de un disco solar. De este modo
constituye el primero de los emblemas imperiales chinos y significa el
Yang
o actividad de la vida del emperador. Las tres patas corresponden
al trípode (símbolo solar: aurora y sol naciente, cenit o sol al mediodía,
y ocaso o sol poniente). Según Beaumont, el cuervo en sí debe significar
el aislamiento del que vive en un plano superior al de los demás (5),
como todas las aves solitarias.
Cueva
La cueva, gruta o caverna
(véase
esta voz) tiene un significado místico
desde los primeros tiempos. Se considere como «centro» o se acepte la
asimilación a un significado femenino, como lo haría el psicoanálisis
desde Freud, la caverna o cueva, como abismo interior de la montaña, es
el lugar en que lo numinoso se produce o puede recibir acogida. Por
ello, desde la prehistoria, y no sólo por la causa utilitaria de esconder y
preservar las imágenes, se situaron en grutas profundas las pinturas
simbólicas de los correspondientes cultos y ritos. La cueva, dotada en sí
de
simbolismo
femenino,
parece
recibir
un
símbolo
masculino
compensatorio, de ser cierto el equilibrio de pares de principios (activopasivo) indicado por la señora Lamming Emperaire en su Signification
de
L’Art
realidad,
Parietal.
las
bisonte,
De
obras
hecho,
pictóricas
representaciones
cuadrados,
así
rombos,
sucede
integran
y
frecuencia,
símbolos
esquemáticas
etc.)
con
de
masculinos
pero,
femeninos
cabañas,
(caballo,
(mujer,
heridas,
fieras,
en
redes,
arpones,
azagayas, etc.). De este modo, la cueva pintada es un santuario que
acoge
símbolos
que
explican
y
refuerzan
su
propio
simbolismo.
Prescindiendo ya de la prehistoria, en las religiones de la Antigüedad
son
frecuentes
similares.
El
los
mitos
nacimiento
relacionados
de
ciertos
con
héroes,
la
cuevas
o
estructuras
ocultación
de
armas,
símbolos de poder, etc., se verifica en cuevas. Como el simbolismo no
contradice
en
nada
la
realidad
natural
y
utilitaria,
sino
que
sólo
la
transfigura dándole un sentido espiritual, es obvio que el origen de
estos significados pudo hallarse en la realidad histórica de un acontecer,
aunque
nada
más
contrario
a
la
teoría
que
priva
actualmente
en
mitología que invertir los términos de este modo. Se postula que el
origen
de
lo
utilitario
es
mítico,
y
no
al
revés.
Prescindiendo
de
cuestiones de «origen» siempre comprometidas y nebulosas, cuando no
falsas, diremos que hay un paralelismo de nivel y de sentido entre los
empleos
correlato
cueva,
menos
o
de
la
cueva
biológico
caverna,
simbólico
y
ya
tiene
que
sus
significados
explicado.
en
Platón
alegórico,
Para
un
simbólicos,
terminar,
sentido
como
al
margen
indicaremos
diferente,
representación
en
del
del
que
el
la
fondo
mundo
fenoménico, mientras su exterior, realidad luminosa y abierta, expresa el
mundo de las ideas. Probablemente, en esta transformación de sentido
vería Frobenius (que habló de dos sentimientos del mundo: de libertad
y de caverna) un paso del orden que da la prioridad a la naturaleza, a la
mujer, a la materia, al que da la preeminencia al espíritu y al padre.
Cueva. Grabado de la obra Amphitheatrum sapientiae aeternae de
Heinrich Khunrath, 1602.
D
Daena
En
la
antigua
religión
irania,
la
Daena
simbolizaba
el
principio
femenino (ánima) del espíritu humano, que a su vez se identificaba con
la suma de los actos —buenos y malos- que el hombre realiza a lo largo
de su vida. Al tercer día de su muerte, el hombre justo es recibido en el
puente de Chinvat por una joven de belleza esplendorosa, la Daena, que
se une a aquél por toda la eternidad, reconstruyendo así al andrógino
primordial.
La
Cábala,
en
una
esfera
superior,
necesitaba
otorgar
realidad al principio del eterno femenino y dio el nombre de Shekhina a
la «apariencia femenina de Dios». Shekhina es una entidad compleja, tal
vez uno de los ángeles de Jehová o el mismo Jehová; en cualquier caso,
es la Amada a la que se alude en el Cantar de los Cantares. A. E. Waite,
en Secret Doctrine in Israel (1913), señala que este principio espiritual
no guarda ninguna relación con el representado por la Virgen María de
la cristiandad, sino que más bien está asociado al Espíritu Celestial de la
Trinidad. Waite observa que Shekhina es el ángel que acude en ayuda de
los hombres justos que están sufriendo, sobre todo si sufren por amor,
y que su acción sobre el alma es análoga a la del alma sobre el cuerpo. Se
ha
dicho
jerarquía
que
y
la
que
Daena
no
sería
más
alcanza
una
posición
apropiado
tan
identificarla
elevada
con
el
en
la
ánima
junguiana.
Damero
Toda superficie con recuadros, losanges o rectángulos alternantes, en
positivo y negativo (blanco, negro) o colores distintos tiene relación
simbólica
con
la
dualidad
de
elementos
que
presenta
una
extensión
(tiempo) y por ello con el destino. Así, los romanos marcaban con
piedra
blanca
o
negra
los
días
faustos
e
infaustos.
Los
dameros
de
colores diferentes modifican su sentido según el simbolismo del color.
La
significación
del
damero
concierne
a
las
ideas
de
combinación,
demostración, azar y posibilidad (48) y al esfuerzo por dominar lo
irracional
sojuzgándolo
en
una
estructura
dada.
Cualquier
forma
octogonal es siempre un símbolo de la razón y del intelecto, pero no del
espíritu, a causa de que éste es el contenido por excelencia, mientras lo
racional no pasa de ser un sistema de aprehensión de las cosas, es decir,
un
modo
de
intelección
y
organización,
o
sea,
un
continente.
El
losangeado de la heráldica es una modalidad del damero, que, por su
forma, presenta una reactivación del dinamismo de interpretación de los
dos elementos repetidos y contrapuestos que constituyen la trama dual
de todo damero. Es de notar que el traje de los arlequines (deidades
crónicas) consiste precisamente en dameros o losanges, lo que afirma
sin lugar a dudas su relación con las divinidades del destino.
Damero. Grabado de Volgarizamento del libro de costumi e degli offizii
de’nobili Antonio Miscomini, Florencia 1493.
Danza
Imagen corporeizada de un proceso, devenir o transcurso. Así aparece,
con este significado, en la doctrina hindú la danza de Shiva en su papel
de Natarâjâ (rey de la Danza cósmica, unión del espacio y el tiempo en
la evolución) (6). Creencia universal de que, en cuanto arte rítmico, es
símbolo del acto de la creación (56). Por ello, la danza es una de las
antiguas
formas
de
la
magia.
Toda
danza
es
una
pantomima
de
metamorfosis (por ello requiere la máscara para facilitar y ocultar la
transformación), que tiende a convertir al bailarín en dios, demonio o
una
forma
existencial
anhelada.
Tiene,
en
consecuencia,
función
cosmogónica. La danza encarna la energía eterna: el círculo de llamas
que
circunda
al
«Shiva
danzante»
de
la
iconografía
hindú
(60).
Las
danzas de personas enlazadas simbolizan el matrimonio cósmico, la
unión del cielo y de la tierra (la cadena) y por ello facilitan las uniones
entre las hembras y los varones (51).
Decapitación
La
decapitación
descubrimiento
espiritual.
La
ritual
está
prehistórico
conservación
profundamente
de
de
la
cabeza
cabezas
relacionada
como
tiene
la
sede
misma
de
con
la
causa
el
fuerza
que
la
inhumación exclusiva de esa parte del cuerpo durante la prehistoria. De
todo ello deriva el empleo frecuente de la cabeza esculpida como tema
simbólico-ornamental, cual en la portada de la catedral de Clonfert
(Irlanda).
Dedos. Juan de Borja, Empresas morales, Bruselas 1680.
Dedos
En el aspecto mítico, los dáctilos o dedos son parientes de los cabiros,
deidades protectoras. Todos ellos corresponden a la esfera crónica y
cumplen la función de relacionar el mundo inferior con el terrestre (31).
Pueden
interpretarse
desatendidos
de
la
simbólicamente
psique,
que
tanto
como
poderes
ayudan
como
ordinariamente
enredan
en
las
empresas conscientes de la razón.
Delfín
En muchas alegorías y emblemas aparece la figura del delfín, a veces
duplicada.
Cuando
los
dos
delfines,
o
bien
figuras
de
peces
indeterminados, se hallan en la misma dirección, la duplicidad puede
tener un valor dictado por la ley de simetría bilateral, por necesidad
ornamental
o
simbolizando,
simplemente,
el
equilibrio
de
fuerzas
iguales. La disposición en forma invertida, es decir, con un delfín hacia
arriba y otro hacia abajo, significa siempre la doble corriente cósmica de
la involución y la evolución, a la que se refería Saavedra Fajardo con su
«O subir o bajar». En sí, el delfín es el animal alegórico de la salvación,
en virtud de antiguas leyendas que lo consideraban como amigo del
hombre. Su figura se asocia a la del áncora, otro símbolo de salvación, a
las deidades eróticas paganas y a otros símbolos (20). Tenían también
los antiguos la idea de que el delfín era el más veloz de los animales
marinos y por ello, en los emblemas de Francesco Colonna, cuando
aparece enroscado a un áncora, significa detención de la velocidad, es
decir, prudencia.
Delfín. Marca del impresor Johann Oporin, Basilea 1544.
Demonios ctónicos
Bajo este apelativo se incluyen diversos entes que citan las mitologías,
como las arpías y erinias griegas, los rakasas hindúes, los jinn árabes, los
elfos
y
valquirias
germánicos,
etc.
Son
símbolos
de
los
poderes
tanáticos, del instinto de muerte bajo aspectos diversos, sea el sutil del
encanto
del
sueño,
o
el
vibrar
heroico
y
la
llamada
a
la
vocación
guerrera (35). La solicitud de la muerte -los extremos se tocan (por la
curvatura de la línea conceptual)— aparece en las situaciones límite, no
sólo en la negativa sino y principalmente en la cima de la afirmativa. Es
decir, el optimismo vital y la plena felicidad implican la aparición de la
tendencia a morir.
Derecha e izquierda
Según el doctor H. L. C. Jaffé, en Les Labyrinthes, «The Situationist
Times»,
4
(1963),
Mediterráneo
la
izquierda,
anteriores
a
nuestra
para
era,
todas
las
significaba
civilizaciones
la
dirección
del
de
la
muerte. Esto no es incompatible con otros sentidos que se mencionan
en el término Espacio.
Derramamiento de sangre
El derramamiento de sangre sobre la tierra ha sido siempre considerado
por las culturas arcaicas como un acto de fecundación, tanto por el
valor
del
sacrificio
como
por
la
analogía
sangre-semilla.
Así,
según
Fromm, en El corazón del hombre, la «sed de sangre arcaica» puede no
ser necrofilia, destructividad pura, sino aparecer unida a los instintos de
vida.
Desaparición
En
muchos
cuentos
folklóricos,
leyendas
medievales
y
mitos
se
producen repentinas «desapariciones», a veces por traslado a un lugar
lejanísimo de lo desaparecido, a veces por anulación y destrucción pura
y simple. Psicológicamente es un símbolo de represión, en particular si
lo desaparecido es maléfico o entrañaba peligro. En realidad, es una
forma de encantamiento.
Descanso semanal
Como
otros
muchos
aspectos
existenciales,
sean
costumbres
o
instrumentos, aparte de su sentido religioso, el concepto del «descanso»
semanal
no
nace
de
una
necesidad
material
o
empírica.
Entre
los
hebreos, la observancia del Sabbat, según Erich Fromm, no designa el
mero
reposo,
higiene.
En
sino
efecto,
modificación,
de
algo
a
mucho
causa
guerra
de
entre
más
que
el
profundo
el
trabajo
hombre
y
que
una
implica
el
medida
de
estado
de
un
mundo,
el
descanso
designa la paz entre el hombre y la naturaleza. Un día por semana
(correspondiendo, en la analogía entre el tiempo y el espacio cósmico, a
la idea de centro implicada por el sol entre los cielos planetarios, o por
la tierra, en el sistema geocéntrico), se debe verificar la entera armonía
espontánea
entre
el
hombre
y
la
naturaleza.
No
trabajando,
el
ser
humano se arranca del orden de mutaciones que origina la historia y,
consecuentemente, se libera del tiempo y del espacio, retrocediendo al
estado paradisíaco (23). Este simbolismo explica, por el contrario, lo
que
Bell
instintivo
denominara
a
toda
«la
forma
ardiente
de
actividad
descanso
en
el
del
rebelde»,
espíritu
el
odio
guerreador
y
enemistado con la naturaleza y el mundo de lo dado.
Descenso a los infiernos
Dos aspectos del «viaje nocturno por el mar» del sol, de la mitología
egipcia.
Mítico:
Religioso,
el
de
los
descensos
Cristo
al
de
limbo,
(Eneida),
Eneas
a
salvar
las
de
almas
Orfeo,
etc.
de
que
los
descendieron a él antes de su llegada, esto es, de los justos que no
podían aún salvarse.
Desfiladero
Dentro del simbolismo general del paisaje, el desfiladero corresponde a
las
zonas
inferiores
y
por
lo
tanto
se
asimila
a
lo
maternal,
al
inconsciente y, eventualmente, a las fuerzas del mal. Si la caverna o el
hueco cerrado del interior de un monte expresan mejor el auténtico
inconsciente, desconocido, enigmático, experimentable indirectamente,
el desfiladero, y la grieta, simbolizan esas fisuras de la vida consciente
por las que se puede ver el engranaje interior de la psique individual o
del alma del mundo (32). Por razones estratégicas o asociación de ideas
derivada, el desfiladero integra la noción de peligro. Por simbolismo de
la forma, la inferioridad ante fuerzas aplastantes (las montañas o masas
de
tierra
o
roca
que
lo
constituyen).
El
significado
materno
del
desfiladero se ratifica, por el contrario, pudiéndose anular hasta cierto
punto las implicaciones negativas, cuando por su cauce discurre el agua,
siempre relacionada con el nacimiento, la regeneración y la purificación.
Desierto
Su significado simbólico es profundo y claro. Dice Berthelot que los
profetas bíblicos, combatiendo las religiones agrarias de la fecundidad
vital (relacionada, según Eliade, con la orgía), no cesaban de presentar
su religión como la más pura de Israel «cuando vivía en el desierto».
Esto confirma el valor específico del desierto como lugar propicio a la
revelación divina, por lo cual se ha escrito que «el monoteísmo es la
religión del desierto» (7). Ello es a causa de que, en cuanto paisaje en
cierto modo negativo, el desierto es el «dominio de la abstracción», que
se
halla
fuera
del
campo
vital
y
existencial
(37),
abierto
sólo
a
la
trascendencia. Además, el desierto es el reino del sol, no en su aspecto
de creador de energías sobre la tierra, sino como puro fulgor celeste,
cegador en su manifestación. Además, si el agua está ligada a las ideas de
nacimiento
y
fertilidad
física,
se
opone
en
cambio
a
la
perennidad
espiritual, y la humedad se ha considerado siempre como símbolo de
corrupción
moral.
En
cambio,
la
sequedad
ardiente
es
el
clima
por
excelencia de la espiritualidad pura y ascética, de la consunción del
cuerpo para la salvación del alma. Tiene el desierto otra ratificación de
su simbolismo por la vía de la tradición. Para los hebreos, la cautividad
de Egipto era la vida en el oprobio. Ir al desierto fue «salir de Egipto»
(48). Finalmente, citaremos la relación emblemática del desierto con el
león, símbolo solar que ratifica lo antedicho.
Desnudez
Ya el simbolismo cristiano distinguía en la Edad Media entre nuditas
virtualis (pureza e inocencia) y nuditas criminalis (lujuria o vanidosa
exhibición). Por eso todo desnudo tiene y tendrá siempre un sentido
ambivalente, una emoción equívoca; si de un lado eleva hacia las puras
cimas
de
la
mera
belleza
física
y,
por
platónica
analogía,
hacia
la
comprensión e identificación de la belleza moral y espiritual, de otro
lado no puede casi perder su lastre demasiado humano de atracción
irracional
arraigada
en
los
fondos
insensibles
a
lo
intelectual.
Evidentemente, la expresión de la forma, sea natural o artística, induce
en una u otra dirección al contemplador.
Despedazamiento
Bajo este aspecto o bajo los de desgarramiento y desmembramiento, se
oculta un importante símbolo. Citaremos primero varios ejemplos de la
aparición
del
despedazado
símbolo.
por
Set,
El
quien
más
conocido
dispersó
los
es
el
mito
fragmentos,
que
de
Osiris,
luego
Isis
buscó cuidadosa y unió con excepción de uno. Multitud de leyendas y
cuentos folklóricos exponen la misma situación, cuerpos de gigantes
caen a trozos y luego se unen mágicamente. La espada de Sigmundo, en
la saga de los nibelungos, está rota en varios pedazos y el herrero no es
capaz de recomponerla; sólo Sigfrido, hijo del héroe, puede hacerlo.
Según
Heinrich
Zimmer,
el
desmembramiento
del
informe
dragón
Vritra, en la mitología de la India, revela el proceso por el cual de la
unidad primigenia surgió la multiplicidad. Según la misma tradición,
este
hecho
fue
el
pecado
de
Indra,
cuya
expiación
implica
la
reintegración de todo en la unidad. Según Coomaraswamy, el sentido
del
sacrificio
no
es
otro
que
ese
movimiento
creador
y
destructor,
sístole y diástole de la realidad, en lo que coinciden actuales teorías
cosmológicas (60). Desde el punto de vista de la persona y de la vida
anímica,
el
filósofo
grecorruso
Gurdjief
fundó
su
enseñanza
en
el
«Instituto para la educación armónica del hombre», según Ouspensky,
en Fragments d'un enseignement inconnu, en la necesidad de destruir
toda
dispersión
espiritual.
Los
(desmembramiento)
alquimistas
ya
de
habían
la
atención
y
simbolizado
de
el
la
unidad
estado
de
separación interior de los elementos anímicos en las fases del opus, que
denominaron:
solutio,
calcinado,
incinerado,
figurándolas
a
veces
emblemáticamente por medio de sacrificios personales y mutilaciones
corporales, como el hecho de cortar las manos a la madre, las zarpas a
un león, etc. (33). Para Orígenes, la meta del cristianismo no era otra
sino convertir al hombre en un ser interiormente unitario. En cambio,
la
posesión
por
el
inconsciente
(caprichos,
manías,
obsesiones)
es
justamente un desgarramiento en la multiplicidad caótica, según Jung.
Este mismo señala que el tema del despedazamiento o disiunctio es la
contrapartida de la formación del hijo en el seno materno (y de la
coniunctio mística). De este modo, todos los símbolos que expresan un
proceso involutivo, degenerante, destructor, se basan en la conversión
de lo uno en múltiple (por ejemplo, ruptura de una roca en muchas
piedras). Las mutilaciones corporales, la separación de lo unido, son
símbolos de análogas situaciones en lo espiritual.
Desnudez. Relieve ático del siglo
VI
Atenas.
a. de C. Museo Nacional de
Despedazamiento. Alegoría alquímica. Anónimo del siglo
XV.
Biblioteca Apostólica Vaticana.
Destrucción
Los
símbolos
de
destrucción
son
siempre,
en
doctrina
tradicional,
ambivalentes, se trate del arcano XIII del Tarot, del signo duodécimo
del zodíaco (Piscis), del simbolismo del agua, del fuego o de otra forma
sacrificial. Todo fin es un principio, como todo principio contiene un
fin. Es la idea esencial de los símbolos de la «inversión» mística tan
estudiados por Schneider. Por ello, cuando leemos un texto como el que
transcribimos a continuación, de Rudolf Steiner (La Philosophie de la
Liberté), hemos de tener presente todo lo dicho: «Transformar al ser en
un no ser infinitamente superior, tal es el fin de la creación del mundo.
El proceso universal es un perpetuo combate... que sólo acabará con el
aniquilamiento de toda existencia. La vida moral del hombre consiste,
pues,
en
como
la
tomar
parte
operación
en
la
destrucción
alquímica,
sólo
se
universal».
dirige
Esa
contra
lo
destrucción,
fenoménico,
contra lo separado en el espacio (escindido, alejado) y lo separado en el
tiempo (transitorio). Por ello ha podido titularse a un libro de poemas
La destrucción o el amor.
Devoración. Xilografía del libro de Belial (1473).
Devoración
Este símbolo, que tiene su expresión literal en el acto o el miedo a ser
devorado, aparece mitigado en el tema del envolvimiento y, según Diel,
también
en
el
hundimiento
en
el
barro
o
el
pantano.
Jung
cita
al
respecto el pasaje bíblico de Jonás en el interior de la ballena, pero éste
concierne mejor al «viaje nocturno por el mar». Para dicho autor (31) el
miedo al incesto se transforma en miedo a ser devorado por la madre,
que luego se disfrazaría en diversas formas imaginativas, como la bruja
que come niños, el lobo, el ogro, el dragón, etc. En un plano cósmico, el
símbolo concierne sin duda a la devoración final que la tierra hace de
cada cuerpo humano, después de la muerte, a su disolución, de manera
que bien puede asimilarse a una digestión. En consecuencia, los cuentos
que «terminan bien» y en los que los niños devorados aún viven en el
interior
del
animal
devorador,
de
donde
son
extraídos
por
alguien,
aluden sin duda alguna a la esperanza de la resurrección de la carne,
dogma del cristianismo. Así, la ballena no es exclusivamente un símbolo
negativo.
Diablo, El
Arcano
decimoquinto
del
Tarot.
Aparece
como
Baphomet
de
los
templarios, macho cabrío en la cabeza y las patas, mujer en los senos y
brazos.
Como
la
esfinge
griega,
piernas
negras
corresponden
a
integra
la
los
tierra
y
cuatro
a
los
elementos:
espíritus
de
sus
las
profundidades; las escamas verdes de sus flancos aluden al agua, a las
ondinas, a la disolución; sus alas azules aluden a los silfos, pero también
a los murciélagos por su forma membranosa; la cabeza roja se relaciona
con el fuego y las salamandras. El diablo persigue como finalidad la
regresión
o
el
estancamiento
en
lo
fragmentado
inferior,
diverso
y
discontinuo. Se relaciona este arcano con la instintividad, el deseo en
todas
sus
formas
pasionales,
las
artes
mágicas,
el
desorden
y
la
perversión (59).
Diadema
Deriva
de
diadocos
la
simple
cinta
(descendientes
de
que
rodeaba
Alejandro).
la
frente
Se
de
relaciona,
los
soberanos
pues,
con
la
corona, y también con el nimbo o aureola. Su esplendor expresa el
resplandor interior que la mente primitiva atribuye al ser dotado de
poder. Poder que se atribuye a la gracia de la deidad.
Diamante
Etimológicamente, deriva su nombre del sánscrito
dyu
(ser brillante).
Símbolo de la luz y del resplandor. Adamantino se relaciona con el
griego
adamas
(inconquistable) (4). Aparece en los emblemas con el
sentido frecuente de «centro» místico irradiante (56). Como todas las
piedras preciosas, participa del sentido general de los tesoros y riquezas,
símbolo de los conocimientos morales e intelectuales. Se asimila a la
«piedra
angular»,
o
mejor
a
la
«clave
de
bóveda»,
símbolo
del
coronamiento de un proceso constructivo.
Diana
Deidad de los bosques, relacionada con la naturaleza en general y con la
fertilidad y los animales salvajes (21). Lleva el sobrenombre griego de
Hécate
(la que alcanza desde lejos), por lo cual se identifica con el
cazador maldito (Wotan). Acompañada de perros se convierte en una
persecutora nocturna, en relación con los demonios ctónicos (31). Se ha
señalado también su carácter variable relacionado con la luna y con el
tiempo
(Diana-Jana,
Jano).
Por
eso,
en
algunas
representaciones
mitológicas y emblemáticas aparece como Hécate triforme, dotada de
tres cabezas, famoso símbolo que, como el tridente o la triple cabeza de
Cerbero,
es
superior.
Según
perversión
la
de
inversión
Diel,
las
infernal
esas
tres
formas
de
la
forma
triples
pulsiones
de
trinitaria
lo
inferior
esenciales
del
del
mundo
aluden
ser
a
la
humano
(conservación, reproducción y espiritualización-evolución). En tal caso,
Diana ratifica el aspecto terrible de lo femenino. Sin embargo, por su
virginidad, tiene un carácter moral favorable opuesto al de Venus, como
se advierte en el
Hipólito
de Eurípides.
Dientes
Según Allendy, son las armas de ataque más primigenias y expresión de
la actividad. Perder los dientes significa, pues, miedo a la castración o a
la derrota en la vida, inhibición (56). Es la actitud inversa del adorno
personal con los dientes y las garras de la fiera vencida, común a todos
los
primitivos,
según
la
antropología.
Hay
interpretaciones
que
recargan el significado en la parte sexual de la energía. Más importante
es la idea gnóstica sobre los dientes, que debemos a Leisegang
Gnose),
(La
según la cual constituyen las almenas, el muro y defensa del
hombre interior, en el aspecto energético material, como la mirada y los
ojos en el sentido espiritual. De ahí el simbolismo negativo de la caída
de los dientes o su fractura.
Dientes. José Guadalupe Posada, Grabados populares mexicanos, ca.
1900.
Digestión
Simboliza la devoración, dominación, asimilación y disolución. Lo «no
digerido»
es
lo
que
no
se
puede
disolver
(vencer
o
asimilar).
Los
alquimistas lo identificaron con el dragón, con el color verde (elemento
irreductible
natural,
por
oposición
a
las
sustancias
sublimadas,
transformadas en espíritu, es decir, digeridas). La iconografía románica
muestra
una
extraordinaria
abundancia
de
monstruos
que
tragan
o
vomitan, o tienen en su interior otros animales, reales o fabulosos, aún
enteros,
no
digeridos.
Debe
tratarse
de
este
sentido
simbólico,
correlativo y contrario a la creencia del antropófago de que, devorando
y
digiriendo
los
órganos
vitales
de
su
enemigo,
acaba
de
vencerlo,
asimilarlo e incorporar sus elementos potenciales.
Diluvio
La tradición del diluvio, o de varios diluvios, está repartida por toda la
tierra,
excepto
África
(35).
La
ciencia
parece
confirmar
su
realidad
histórica. En la relación existente entre el agua y la luna, según Eliade, el
diluvio corresponde a los tres días de «muerte de la luna». Es una
catástrofe que nunca es definitiva, por tener lugar bajo el signo del
proceso cíclico lunar y del carácter regenerativo de las aguas. El diluvio
destruye
las
formas,
pero
no
las
fuerzas,
posibilitando
así
nuevos
surgimientos de vida (17). En consecuencia, aparte de su realidad, el
diluvio
simboliza
el
final
de
un
período,
coincidente
con
el
signo
zodiacal Piscis (9). En la lluvia corriente se conserva siempre algo del
gran
sentido
simbólico
del
diluvio;
toda
lluvia
equivale
a
una
purificación y regeneración, lo que implica en el fondo la idea de castigo
y de finalización.
Dioniso
Deidad
infernal.
deseos,
de
Nietzsche
la
Símbolo
liberación
llamó
la
del
de
atención
desencadenamiento
cualquier
sobre
la
inhibición
polaridad
ilimitado
o
de
lo
de
represión
apolíneo
los
(15).
y
lo
dionisíaco, como extremos del arte y de la vida, atrayendo hacia el
orden y hacia el caos y también, en consonancia con el instinto tanático
de
Freud,
hacia
la
existencia
y
la
eternidad,
o
hacia
el
autoaniquilamiento. Lo insaciable del dios griego, que se supone venido
de
Asia
Menor
o
de
Escitia,
se
muestra
en
los
atributos
que
se
le
adjudican comúnmente: el tirso rematado en el símbolo fálico de la
pina; la serpiente, el caballo, el toro, la pantera, el macho cabrío y el
cerdo.
Según
Jung,
el
mito
de
Dioniso
significa
el
abismo
de
la
«disolución apasionada» de cada individualidad humana, a través de la
emoción llevada al paroxismo y en relación con el sentido pretemporal
de la «orgía». Es un llamamiento del inconsciente (32).
Dioniso. Crátera del pintor de Asteas (350 a. de C). Museo
Arqueológico Nacional, Madrid.
Dioses planetarios
Simbolizan las cualidades idealizadas y personificadas del hombre, los
«modos» de ser de la existencia, la gama de posibilidades esenciales de la
conducta y del conocimiento. Siendo fuerzas dotadas de un poder y de
un campo atractivo, simbolizan el triunfo de su principio respectivo,
por lo cual aparecen en la mitología tan frecuentemente ligados a la idea
de justicia y a la legalidad sustancial de la vida (15). Por un proceso de
catasterismo, los dioses de la gama fundamental se proyectaron al cielo
y se identificaron con los cuerpos celestes más importantes y cercanos,
el sol, la luna y los cinco planetas. Ello se verificó en la aurora del
pensamiento astrobiológico (7), en Mesopotamia. Para los caldeos, los
astros eran seres vivos animados y divinos, idea de la cual quedan restos
evidentes en Aristóteles y a lo largo de la Edad Media en Occidente,
como lo prueba el libro de Seznec (53). Las identificaciones caldeas,
Shamash (el Sol, Helio, Apolo),
Marduk (Zeus, Júpiter), Ishtar
Mercurio), Nergal (Ares, Marte),
griegas y romanas son las siguientes:
Sin
(la
Luna,
Artemisa,
(Afrodita, Venus),
Ninib
(Crono,
Nabu
Diana),
(Hermes,
Saturno).
Por
la
teoría
de
las
correspondencias,
las
identificaciones se extienden hasta la totalidad o casi totalidad del tejido
universal.
Dioses planetarios. Clípeo de Júpiter Ammón. Museo Arqueológico de
Tarragona.
Disco
Emblema
solar,
también
del
cielo.
En
China,
el
«disco
sagrado»
es
símbolo de la perfección celestial (5) y el que concierne concretamente
al cielo (disco de jade llamado
Pi),
tiene un agujero en el centro. El
«disco alado», uno de los más difundidos símbolos de la Antigüedad,
que
en
sentido
signos
más
y
emblemas
profundo
transfiguración.
Las
la
dos
llega
hasta
materia
pequeñas
en
el
presente,
estado
serpientes
de
que
representa
sublimación
aparecen
en
el
y
de
junto
al
disco son las del caduceo y aluden al equilibrio activo de las fuerzas en
antagonismo (59). Pero en un sentido más exotérico, el disco alado
significa el disco en movimiento, en vuelo, por lo cual es correcta la
utilización
emblemática
que
le
dominio del aire y del espacio.
ha
dado
la
humanidad
en
la
era
del
Disfraz
El
disfraz
o,
mejor,
travestismo,
tiene
su
forma
fundamental
en
el
cambio de trajes correspondientes a diversos sexos. Según Eliade ese
cambio
es
un
ritual
análogo
a
la
orgía,
siendo
frecuente
su
uso
en
relación con la misma. Todo ello tiende a la reactivación de la supuesta
androginia primordial, aludida en el Diálogo de Platón (17). Zimmer
confirma con cierta variante el sentido simbólico citado y señala que, en
la India, en el ritual que se ejecuta cada año a la caída de las lluvias, el
elefante es llevado en procesión y su escolta se compone de hombres
vestidos de mujer, que así rinden homenaje a la naturaleza materna (60).
De otro lado, el disfraz puede ser concebido como reflejo del «aspecto
distinto»
que
las
cosas
y
seres
expresan
en
el
mundo,
con
su
individualidad, teniendo sus raíces en la Unidad primordial y originaria.
Así, cada parcela del Ser se disfraza para constituir un aparente ente
autónomo.
Disyunción
El símbolo más simple es la letra Y, como la X lo es de la inversión.
Corresponde a la idea de encrucijada, de dualidad o multiplicidad de
caminos divergentes. En antiguas representaciones (siglos XIV-XVIII) a
veces la cruz de ciertos crucifijos es en forma de Y.
Doble imagen
Toda duplicación concierne al binario, a la dualidad, a la contraposición
y el equilibrio activo de fuerzas. Las imágenes dobles, o la duplicación
simétrica
de
formas
o
figuras
-como
los
tenantes
en
heráldica-
simbolizan esa exacta situación. Pero la duplicación realizada sobre un
eje
horizontal,
en
la
que
una
figura
superior
repite
invertida
una
inferior, tiene un sentido más intenso que deriva del simbolismo del
nivel. En los emblemas cabalísticos suele aparecer un ser dual cuyas dos
partes
se
denominan
Metatron
la
superior
y
Samael
la
inferior,
de
quienes se dice que son dos compañeros inseparables por toda la vida
(57).
Cabe
que
bajo
esta
alegoría
se
oculte
el
símbolo
de
una
ambivalencia esencial de todas las cosas, o que se refiera más bien al
gran mito de Géminis.
Dodecanario
En realidad, el grupo de doce elementos es el más amplio, pues las
fórmulas del Tarot duplican dos grupos de once y cuatro de catorce,
pero los componentes de éstos no tienen condición arquetípica. Siendo
los dos modelos cuantitativos esenciales el tres y el cuatro (dinamismo e
interioridad; estatismo y exterioridad, respectivamente), su suma y su
multiplicación
dan
lugar
a
los
dos
números
que
les
siguen
en
importancia: el siete y el doce. Este último, o dodecanario, corresponde
entre las figuras geométricas al dodecágono, pero puede identificarse
con el círculo, pues su valor, prácticamente, le corresponde. Por ello
todas las ordenaciones circulares o cíclicas tienden al doce como límite.
Cuando
habíanse
edificado
bajo
menos
amplia
división,
tienden
a
superarla y a llegar a esa cifra (como en la música, se ha pasado de la
escala modal y tonal de siete notas a la dodecafónica de doce sonidos,
según la escuela de Arnold Schoenberg). La división del mediodía en
doce horas, la del año en doce meses, el establecimiento de doce dioses
mayores
en
muchas
mitologías,
como
ampliación
del
septenario
planetario; la distribución de la rosa de los vientos según tal modelo
numérico
(Eurus,
Zephirus,
Stannus,
Scolans,
Ireieus,
Notus,
Bóreas,
Auster,
Aquilo,
Africus,
Euroauster,
Volturnus),
prueban
la
existencia de un orden fundado en la partición por doce, que resulta analíticamente—
una
tripartición
interna
del
cuaternario
exterior
y
situacional, o bien una cuadripartición externa del ternario interior y
actual. Para los indios védicos, los doce días del centro del invierno, de
Navidad a Epifanía, eran una imagen y réplica del año entero; lo mismo
en la tradición china (17). Tras estas formaciones creemos que se halla,
como substrato, el simbolismo del zodíaco, es decir, la idea de que los
cuatro elementos pueden aparecer en tres modos (niveles o grados), de
lo
que
resultan
doce
factores.
Por
todas
estas
razones,
sociológicamente, dice Saint-Yves que, en los grupos humanos que se
hallan
situados
en
la
vía
de
la
tradición
simbólica,
«el
círculo
más
elevado y próximo al centro misterioso se compone de doce miembros
que
representan
conocimientos)
y
la
que
iniciación
suprema»
corresponden,
entre
(potestades,
otras
cosas,
virtudes,
a
la
zona
zodiacal. Guénon, que cita esta aseveración, agrega que esta fórmula
dodecanaria se halla en el «consejo circular del Dalai Lama; en los hijos
de Jacob, jefes de las doce tribus de Israel (Rubén, Simeón, Leví, Judá,
Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José y Benjamín) y en los
apóstoles
Tadeo,
(Pedro,
Santiago,
Iscariote).
caballeros
Francia.
Esta
de
la
Andrés,
Juan,
Felipe,
Tomás,
constitución
Tabla
Asimismo,
el
Bartolomé,
Mateo,
Simón
dodecanaria
Redonda
Estado
y
en
se
los
etrusco
Santiago
el
Cananeo
halla
hallaba
Doce
dividido
Judas
y
también
históricos
se
Alfeo,
Judas
en
los
Pares
en
de
doce
estados; Rómulo instituyó doce lictores» (28).
Dolmen
Corresponde su simbolismo al general de las litofanías, relacionado con
los cultos de fertilidad. Menciona Eliade que, en las creencias populares
europeas aún hoy, quedan restos de la fe en los poderes de las grandes
piedras. El espacio entre las rocas y piedras o los agujeros que en ellas
aparezcan se utilizan para ritos de fertilidad o de salud. El dolmen se
considera como símbolo de la Gran Madre, mientras el menhir es de
evidente filiación masculina (17).
Dosel
Uno
de
los
ocho
emblemas
de
la
buena
suerte
del
budismo
chino.
Alegoría de la dignidad real. Expresa protección (5). Si es cuadrado
alude a la tierra; si es circular, al cielo o al sol, identificándose entonces
con el parasol ritual de tantos pueblos primitivos y de la Antigüedad.
Dragón
Animal
mayoría
fabuloso,
de
figura
pueblos
del
simbólica
mundo,
universal,
tanto
en
que
las
se
encuentra
culturas
en
la
primitivas
y
orientales como en las clásicas. Un examen morfológico de los dragones
legendarios nos autoriza a ver en ellos una suerte de confabulación de
elementos
peligrosos,
distintos
tomados
serpientes,
de
animales
cocodrilos,
especialmente
leones
y
agresivos
también
y
animales
prehistóricos (38). Krappe cree que en la génesis de la idea mítica del
dragón pudo intervenir el asombro al descubrir restos de monstruos
antediluvianos.
El
dragón
es,
en
consecuencia,
«lo
animal»
por
excelencia
mostrando
simbólico,
en
ya
relación
por
ello
con
la
un
aspecto
idea
inicial
sumeria
de
del
su
sentido
animal
como
«adversario», en el mismo concepto que luego se atribuyó al diablo. Sin
embargo,
el
dragón
(como
cualquier
instinto,
en
las
religiones
no
morales de la Antigüedad) puede aparecer entronizado y casi deificado;
así aparece en los estandartes chino de la dinastía manchú, fenicio y
sajón (4). En multitud de leyendas, el dragón, aparte de su sentido
simbólico más profundo y recubriéndolo, aparece con ese significado
de enemigo primordial, el combate con el cual constituye la prueba por
excelencia. Apolo, Cadmo, Perseo y Sigfrido vencen al dragón. En la
hagiografía,
Miguel
los
santos
arcángel,
patronos
aparecen
en
de
el
los
acto
caballeros,
preciso
san
de
Jorge
y
san
combatirlo
en
innumerables obras de arte prodigiosas; bastará que recordemos el san
Jorge de Carpaccio, o el de Rafael; y el san Miguel de Tous de Bermejo.
Para Dontenville (16), que gusta de una interpretación historicista y
sociológica
del
aspecto
simbólico
de
algunas
leyendas,
los
dragones
significan plagas que perturban el país (o a la persona, si el símbolo
deviene psicológico). El gusano, la serpiente, el cocodrilo se asocian
íntimamente a la idea del dragón, con sus significados particulares. En
Francia
se
Gargantúa
relacionan
y
los
también
gigantes
en
los
dragones
general.
Para
con
los
Schneider,
ogros
el
y
con
dragón
es
símbolo de enfermedad (51). Pero, antes de referirnos a la significación
del
animal,
autores
citaremos
clásicos
y
la
algunos
Biblia
datos
lo
más
sobre
mencionan
con
su
constancia.
mucha
Los
frecuencia,
describiéndolo y dando datos precisos sobre su carácter y costumbres.
Surge de ahí una variedad de dragones que Pinedo destaca: «Unos le
dan un cuerpo de serpiente con das, vive en los aires y en las aguas, sus
fauces son enormes, devora a los hombres y animales, a quienes mata
primero con su enorme cola. Otros, en cambio, lo hacen terrestre, sus
fauces son muy pequeñas, su enorme y fuerte cola es un elemento de
destrucción, vuela también y se alimenta de la sangre de los animales
que mata; no faltan autores que lo creen anfibio; su cabeza es de mujer
hermosa, de luenga cabellera, y es aún más terrible que los anteriores».
Daniel (14, 22-27), Miqueas (1, 8), Jeremías (14, 6), Rábano Mauro
(Operum, III), el Apocalipsis (12, 7), Isaías (34, 13; 43, 20), aluden a los
dragones. También Plinio (VIII, 12), Galiano, Pascal (De Coronis, IX),
tratan del fabuloso animal. Dichos autores atribuyen a los dragones las
propiedades simbólicas siguientes: son fuertes y vigilantes, su vista es
agudísima y parece ser que su nombre procede de la palabra griega
dercein (viendo). Por esta razón, en plena ambivalencia, aparte de su
sentido terrorífico, los hicieron —como a los grifos— guardianes de
templos y tesoros y también alegoría del vaticinio y la sabiduría. Del
lado bíblico, se exagera el carácter negativo del símbolo y es curioso el
anagrama de Herodes, que, en lengua siria, se descompone en ierud y
es, que significan «dragón ardiendo» (46). A veces, el dragón multiplica
sus
cabezas,
empeorando
con
ello
su
significación
dado
el
sentido
regresivo e involutivo de toda aumentación numérica. «Un gran dragón
rojo,
con
siete
cabezas,
diez
cuernos
y,
sobre
las
cabezas,
siete
diademas», dice el Apocalipsis. En otras ocasiones, el dragón se utiliza
para formar un emblema, en el que predomina entonces el esquema
sobre
el
animal;
Ouroboros
de
por
los
ejemplo,
gnósticos,
el
dragón
símbolo
de
que
se
todo
muerde
proceso
la
cola,
cíclico
y
u
en
especial del tiempo. Los alquimistas utilizaron la figura del dragón con
cierta frecuencia; varios dragones combatiéndose expresaban el estado
de putrefactio (escisión de los elementos, disgregación psíquica); dragón
alado,
el
elemento
volátil;
dragón
sin
alas,
el
elemento
fijo
(Albert
Poison). China es posiblemente el lugar donde el dragón ha alcanzado
una mayor difusión y transfiguración incluso. Es el emblema del poder
imperial. Mientras el emperador usa el dragón de cinco garras en sus
ornamentos, los oficiales de su corte sólo pueden usar el de cuatro
garras (5). Según Diel, el dragón genérico chino simboliza la perversión
sublimada y superada (15), pues, implícitamente, se trata de un «dragón
domado»,
como
el
que
obedece
a
san
Jorge
después
de
haber
sido
derrotado por el santo. Cuenta Frazer que, cuando los chinos desean la
lluvia, fabrican un enorme dragón de madera y papel y lo llevan en
procesión, pero si no llueve el dragón es destrozado (21). Esto se debe,
según Tchoang Tseu, a que el dragón y la serpiente, investidos de la más
profunda y total significación cósmica, simbolizan la «vida rítmica». La
asociación
dragón-rayo-lluvia-fecundidad
es
frecuente
en
los
textos
chinos arcaicos (17), por lo cual el animal fabuloso es el elemento de
relación entre las aguas superiores y la tierra. Sin embargo, no se puede
generalizar en la mitología china, ya que hay dragones subterráneos,
aéreos y acuáticos. «La tierra se une al dragón», significa que llueve.
Desempeña,
pues,
un
importante
papel
de
intermediario
en
las
potencias cósmicas, entre las fuerzas distribuidas según los tres estadios
esenciales
(alto,
espíritu;
medio,
vida
y
manifestación;
bajo,
fuerzas
inferiores y telúricas) del simbolismo del nivel. Asociado a su sentido
hay un poderoso componente de fuerza y velocidad. Las más antiguas
imágenes chinas del dragón se asemejan a las formas del caballo (13).
Esotéricamente, hay dragones chinos asimilados a los colores: el dragón
rojo es el guardián de la alta ciencia; el dragón blanco es un dragón
lunar; los matices se relacionan con los planetas y signos zodiacales. En
la Edad Media, y en Occidente, los dragones tienen el busto y las patas
de águila, el cuerpo de enorme serpiente, alas de murciélago y la cola
terminada en dardo y vuelta sobre sí misma. Estas partes, según Piobb,
significan la fusión y confusión de todos los elementos y posibilidades:
águila (cualidad celeste), serpiente (cualidad secreta y subterránea), alas
(posibilidad intelectual de elevación) y cola en forma del signo zodiacal
de Leo (sumisión a la razón) (48). Pero, en términos generales, la actual
psicología
define
el
símbolo
del
dragón
como
«algo
terrible
que
vencer», pues sólo el que vence al dragón deviene héroe (56). Desde el
punto de vista de la tradición esotérica hebrea, el más hondo sentido del
misterio del dragón debe quedar inviolado (rabino Simeón ben Lochait,
citado por Blavatsky) (9). El dragón universal (Katolikos ophis), según
los gnósticos, es el «camino a través de todas las cosas». Se relaciona con
el principio del caos (nuestro Caos o Espíritu es un dragón ígneo que
todo lo vence. Filalete, «Introitus») y con el principio de la disolución...
El dragón es la disolución de los cuerpos (textos del seudo Demócrito).
Entre los símbolos de esa disolución, el heretismo usa las expresiones
siguientes: Veneno, Víbora, Disolvente universal, Vinagre filosofal =
potencia de lo indiferenciado (Solve), según Evola. El mismo recuerda
que los dragones y toros son los animales contra los cuales combaten
los
héroes
solares
(Mitra,
Sigfrido,
Hércules,
Jasón,
Horus,
Apolo)
(Mujer = dragón, mercurio y agua) (= Verde y «no digerido») y dice:
«Si el dragón aparece de nuevo en el centro de la "Ciudadela de los
filósofos" de Khunrath, se trata todavía de un dragón que debe ser
vencido y muerto: es aquello que se devora eternamente a sí mismo, el
Mercurio como sed ardiente, como hambre e impulso de ciego goce
(naturaleza fascinada y vencida por la naturaleza, secreto del mundo
lunar de los cambios y del devenir, contrapuesto al uránico, o del ser
inmutable)». En De signatura rerum, Böhme habla de una voluntad que
apetece sin tener nada, excepto a sí propia, que es «la propiedad del
hambre para nutrirse a sí misma».
Dragón. Portal oeste de Notre-Dame de París, siglo
XIII.
Dragón. Dibujo extremoriental (siglo
XIX).
Dualidad
Si como «dualismo» entendemos la oposición de contrarios (blanconegro, frío-calor, etc.), como dualidad más bien concebimos el dos en su
noción
de
conflicto,
como
duplicación
innecesaria
o
como
escisión
interna. En este sentido dijo Nerval: «El hombre es doble», pues él veía
la identidad propia como dualidad, lo cual le llevó a perder la razón.
Incluso en otros planos del ser, la identidad era, para él, una dualidad,
un
desdoblamiento,
apto
a
veces
para
indefinidas
resonancias
y
disfraces, según J. P. Richard en Poésie et profondeur.
Dualismo
Todo sistema que implica un sistema binario, pero en el cual se señala
más
que
el
complementarismo
resolverse
en
síntesis,
Dualismo
moral
la
fueron
de
enemistad
las
tesis
de
religiones
los
y
antítesis,
dos
tendiendo
principios
maniquea
y
en
a
lucha.
gnóstica.
Las
divisiones
de
ciertas
formas
cósmicas
en
dos
fases,
como
la
consideración china del año en dos partes, una en que predominan las
fuerzas activas y benignas (Yang) y otra en que prevalecen las pasivas y
malignas
(Yin),
más
que
dualismos
son
sistemas
binarios,
pues
se
incluye la dualidad en un orden más amplio y sintético que engloba su
contradicción.
R.
Bertrand,
en
La
Tradition
secrete
(París
1943),
hablando precisamente del símbolo chino citado, dice: «El dualismo en
religión (o en filosofía mística o cósmica) es teorético y aparente; en
realidad,
hay
algo
siempre,
un
tercer
término
que
se
opone
a
la
anulación de los dos términos antagonistas y que obliga a estas dos
fuerzas-principios a plegarse, a actuar alternativa y no simultáneamente.
Así, el negro y el blanco del Yin-Yang que, limitados al círculo de la
estabilidad, Tai Kih, forman en efecto un sistema ternario, el Tao». Sin
embargo,
esta
problema
lo
solución
mantiene
del
«tercer
término»,
indefinidamente
más
planteado,
que
resolver
el
pues
justifica
la
continuación del dualismo por el equilibrio interno que le presta. Es
como
si,
en
simbolismo
alquímico,
la
doble
corriente
ascendente
y
descendente de la solución y la coagulación hubiera de mantenerse en
perpetua rotación. Y no es así, las fuerzas positivas acaban por vencer y
transmutan la materia (principio pasivo, negativo o inferior), salvándola
y llevándola consigo hacia arriba. Abundan en extremo los símbolos
duales,
por
ejemplo,
el
látigo
y
el
cayado
de
los
faraones
egipcios;
emblemas de la ganadería y de la agricultura, símbolos de las vías recta
y oblicua (espada recta y espada curva); o las columnas cabalísticas
Jakin y Bohaz: Misericordia y Rigor.
Duplicación
Como la inversión, tema frecuente en simbolismo/ Aparece como doble
imagen en cuanto a color (positivo-negativo), como dualismo simétrico
o como sistema binario sobre un eje horizontal, en cuyo caso el sentido
simbólico alude a la ambivalencia de una forma o existencia dada, por
expresar el símbolo su situación sobre o debajo del nivel medio. La
duplicación es también, como imagen en el espejo, un símbolo de la
conciencia, un eco de la realidad. Numéricamente corresponde al dos y,
por tanto, al conflicto.
Ecuación
. Orfeo en la tumba de Eurídice (ca. 1891) de Gustave
Moreau.
E
Ecuación
Admitiendo
la
denominación
del
álgebra
(igualdad
que
contiene
incógnitas), la ecuación sería un símbolo tan importante como el de la
inversión. Es el enfrentamiento de lo equivalente y pudiera decirse que
sólo lo igual se encuentra verdaderamente. Según los místicos islámicos,
la primera pareja estaba formada por dos seres tan parecidos entre sí
que
era
imposible
(Corbin,
Terre
ecuación
es
distinguir
celeste
et
simbolizada
en
Corps
por
la
ellos
de
lo
femenino
Résurrection).
mirada.
También
y
lo
En
masculino
Tristán,
esa
poseer
ese
parece
sentido el cuadro de Gustave Moreau Orfeo y el grabado de H. Linton,
Pandora, en que la joven mira a una esfinge negra que remata la caja de
donde saldrán todos los males (la caja, que es ella misma o equivalente a
ella).
Edades
En la morfología de los símbolos, edad corresponde exactamente a fase.
El
«modelo»
lunar
de
las
cuatro
fases:
crecimiento,
plenitud,
decrecimiento, ocultación, ha experimentado a veces la contracción a
dos o tres fases, o la ampliación a cinco. Las edades de la vida humana
experimentan esas mismas modificaciones, pero en general se reducen a
cuatro y entonces la muerte o no aparece o se refunde con la vejez. La
división cuaternaria, aparte del valor de su adaptación al modelo lunar,
presenta la coincidencia con el proceso solar y anual de las estaciones y
con la condición espacial de los cuatro puntos cardinales del plano
ideal. Las edades cósmicas se han aplicado a una era de la existencia de
la humanidad o a la vida de una raza o de un imperio. En la tradición
hindú,
el
Manvantara,
llamado
también
Mahâ-Yuga
(Gran
Ciclo),
comprende cuatro yuga o períodos secundarios, que se identificaron
respectivamente con las cuatro edades de la Antigüedad grecorromana.
En la India, dichas edades reciben su denominación de cuatro suertes
del juego de dados: krita, tretâ, dvâpara y kali. En la cultura clásica, su
nombre revélase asociado al simbolismo de los metales, por lo cual se
denominan: «edad de oro», «edad de plata», «edad de bronce» y «edad
de hierro». Esta misma integración simbólica, que en sí equivale ya a
una interpretación, aparece en el famoso sueño de Nabucodonosor de la
Biblia
(Dn
2)
y
también
en
la
figura
del
«anciano
de
Creta»
de
la
Commedia dantiana («Infierno», XV, 94-120) (60, 27). El avance del
metal más puro al más atacable, del oro al hierro, indica una involución.
Por ello dice Rene Guénon que, en la sucesión de los períodos, se
produce una materialización progresiva, resultante del «alejamiento del
Principio» (28). Por lo mismo dijo William Blake: «El progreso es el
castigo de Dios». Así, el avance en la vida, en una existencia personal, es
también una progresiva pérdida de los áureos valores de la infancia, un
envejecimiento que sólo puede continuar hasta cierto límite, señalado
por la muerte. Los mitos de la «edad de oro» derivan, según Jung, de la
analogía con la infancia, época en la cual la naturaleza colma al niño de
regalos, sin que tenga que esforzarse por conquistar nada, pues todo se
le da. Pero además y más profundamente, la edad de oro simboliza la
vida
en
la
inconsciencia,
en
la
ignorancia
de
la
muerte
y
de
todo
problematismo, en el «centro» anterior al tiempo, o en lo que, dentro de
la esfera existencial, resulta más similar al paraíso. La ignorancia del
mundo crea una niebla dorada, pero con la penetración progresiva en la
idea del deber, en el principio paterno, en lo racional, surge el mundo
(31). La tentativa del surrealismo no es otra sino la de reintegrar, hasta
el
punto
factible,
ese
primigenio y auroral.
estado
de
irracionalidad
afectiva
propia
de
lo
Las
edades
y la muerte. Obra de Hans Baldung. Museo del Prado,
Madrid.
Efigie
Toda efigie como imagen de un ser expresa el aspecto psíquico de ese
ser. Por ello, dada la asimilación de Jung de lo mágico y lo psíquico
como equivalentes, en cierto modo, se comprende el valor de las efigies
en la magia. El acto de quemar a un personaje en efigie, antiquísima
práctica
que
no
ha
sido
desterrada,
no
revela,
pues,
la
venganza
impotente del que no tiene posibilidad de atacar a la persona real —
aunque también exista este componente, de manera secundaria—, sino
que es un acto dirigido contra la imagen del ser, es decir, contra la
impresión que él ha producido en los otros, contra su recuerdo y su
presencia espiritual. Inversamente, de ahí la justificación de los retratos
y los «recuerdos», menos ligados con la persona a que pertenecieron y
por cuyo amor se guardan, que a la
persona
en
nuestro
interior.
La
imago o actividad proyectada de esa
efigie,
en
consecuencia,
es
más
un
símbolo de la imagen que del ser.
Egipto
Símbolo tradicional de la naturaleza animal del hombre (57). Por ello
«dejar Egipto» es abandonar el estado de postración en lo sensual y
material para avanzar hacia la Tierra Prometida, a través del mar Rojo y
del desierto; es trascender a un estado superior (46). Se trata de un
símbolo gnóstico.
Efigie. Cabeza de Koré, siglo
VI
a. de C. Museo de la Acrópolis, Atenas.
Eldorado
Símbolo de la vivificación «solar» del hombre, o, más exactamente, del
rey como descendiente de la deidad que resplandece en el cielo. El mito
de Eldorado o El Dorado, que se ha identificado a veces erróneamente
con una comarca, desde la época de la conquista española de América,
deriva de la costumbre, entre las tribus de Colombia-Ecuador, por la
cual el monarca, hijo del Sol, se recubría de polvo de oro antes de
bañarse en el lago sagrado de Guatavita.
Elección
Los símbolos de la elección suelen aparecer en forma de encrucijada o
como
contraposición
de
dos
principios
opuestos.
La
alegoría
más
conocida de la elección muestra su figura personificada en una mujer
con vestido de color violado (indecisión, según Otto Weininger: tan
azul como rojo), situada entre dos caminos, en uno de los cuales se
arrastra una serpiente, mientras en el otro se eleva un árbol verde que la
figura señala con la mano (8).
Elefante
El
simbolismo
determinaciones
de
este
secundarias
animal
de
tiene
carácter
cierta
mítico.
En
complejidad
el
sentido
y
más
amplio y universal, es un símbolo de la fuerza y de la potencia de la
libido (42). En la tradición de la India, los elefantes son las cariátides del
universo. En las procesiones, son la montura de los reyes. Es muy
interesante que, por su forma redondeada y su color gris blanquecino,
se consideren símbolo de las nubes. Por los cauces del pensamiento
mágico, de esto se sigue la creencia en que el elefante puede producir
nubes y de ahí la mítica suposición de la existencia de elefantes alados.
La línea elefante-cima de monte-nube, establece un eje del universo
(60).
Probable
derivación
de
estos
conceptos
de
clara
impronta
primitiva, el uso del elefante en la Edad Media como emblema de la
sabiduría (49), de la templanza, de la eternidad e incluso de la piedad
(8).
Elefante. Moneda púnica de plata acuñada en España. Museo
Arqueológico Nacional, Madrid.
Elementos
La
ordenación
cuaternaria
de
los
elementos,
que
en
realidad
corresponden a los tres estados de la materia más el agente que facilita la
modificación a través de los mismos, corresponde al concepto, tantas
veces
expresado
derivadas
de
(temperatura
él.
en
simbolismo,
Tierra
que
(sólido),
motiva
las
de
la
agua
solidez
(líquido),
transformaciones
del
aire
de
cuatro
(gas)
la
y
y
leyes
fuego
materia),
se
conceptúan, en Occidente desde los filósofos presocráticos, como los
«puntos cardinales» de la existencia material a la vez que cual modelos
de las condiciones de la vida espiritual, en analogía paralela. Por ello,
puede Gaston Bachelard (3) decir: «La alegría terrestre es riqueza y
pesadez; la acuática es blandura y reposo; la ígnea es deseo y amor; la
aérea es libertad y movimiento». Jung ratifica las notas tradicionales:
«de los elementos, dos son activos: fuego y aire; dos pasivos: tierra y
agua». De ahí el carácter masculino y creador de los primeros y el
carácter femenino y receptivo de los segundos (33). La ordenación de
los elementos según una jerarquía de importancia o de prioridad ha
variado según autores y épocas, influyendo en ello también la inclusión
o no inclusión del «quinto elemento», a veces llamado éter, a veces
designado abiertamente como espíritu y quintaesencia, en el sentido de
alma
de
las
verificarse
cosas.
desde
involución,
o
Se
lo
comprende
más
que
espiritual
materialización).
a
la
ordenación
lo
más
Situando
el
gradual
material
quinto
ha
de
(creación
es
elemento
en
el
origen, identificado con el poder demiúrgico, viene luego el viento o el
fuego, después el agua y luego la tierra; es decir, del estado ígneo o
aéreo
deriva
el
líquido
y
de
éste
el
sólido.
La
conexión
del
quinto
elemento, considerado como mero principio vital, con el aire y el fuego
es obvia. Schneider dice: «Puede establecerse la ecuación: sonido igual a
aliento, viento, principio de vida, lenguaje y calor (fuego)», y recuerda
que, según la tradición hindú, el proceso se produjo como antes dijimos
(50). Ahora bien, el mismo autor y ya con un criterio primeramente
psicológico
dice
que
hay
que
tener
en
cuenta
la
orientación
de
los
elementos, pues, por ejemplo, el fuego orientado hacia la tierra (o hacia
el
agua)
es
un
elemento
erótico,
pero
orientado
hacia
el
aire
es
purificación. Cita los cuatro seres místicos de la mitología china, que
expresan la fusión de dos elementos: fénix (fuego y aire), dragón verde
(aire y tierra), tortuga (tierra y agua) y tigre blanco (agua y fuego) (50).
Según Bachelard, en la vida psíquica, en la inspiración, en la creación
literaria, ninguna imagen puede recibir los cuatro elementos, porque
semejante
acumulación
(y
neutralización)
sería
una
contraindicación
insoportable. Las verdaderas imágenes, según dicho autor, son unitarias
o binarias; pueden soñar con la monotonía de una sustancia y con la
conjunción
elementos
de
se
dos
(2).
pueden
Por
la
identificar
teoría
con
de
las
las
correspondencias
cuatro
edades
y
los
los
puntos
cardinales en el plano.
Emblemas
Composiciones alegóricas basadas en la unión de elementos naturales o
artificiales,
adquirieron
Emblemata
que
su
pueden
forma
poseer
sentido
característica
en
simbólico.
la
obra
de
Los
emblemas
Andrea
Alciato
(1531) y se han inventariado más de tres mil títulos de este
género de libros. Estos ideogramas figurativos suelen acompañarse de
una divisa que explica su sentido o duplica el enigma, y de una glosa en
prosa. El interés por el emblema como modo de imagen llevó a ilustrar
libros
de
autores
clásicos
con
emblemas
expresamente
dibujados
y
grabados para alegorizar determinadas abstracciones, ideas o hechos
que destacan a lo largo del texto. Las marcas de los siglos XVI y XVII,
los
frontis
de
los
libros,
las
viñetas,
con
frecuencia
tienen
carácter
emblemático, e indirectamente simbólico. Durante la época de auge de
la
emblemática
verdaderas
(siglos
variaciones
XVI
sobre
a
XVIII),
un
fue
emblema,
a
veces
por
lo
costumbre
común
crear
religioso,
basándose en la sintaxis simbólica.
Emblemas. Portadilla de Los Emblemas de Andrea Alciato, Lyón 1549.
Emperador, El
Cuarto arcano del Tarot. Aparece en esta alegoría sentado en un trono
que es un cubo de oro, sobre el que destaca un águila negra. Tiene en
sus manos el globo del mundo y un cetro rematado por una flor de lis.
La
cimera
de
su
casco
tiene
cuatro
triángulos,
emblemas
de
los
elementos. El rojo que predomina en su vestimenta significa el fuego
estimulador, la actividad intensa. Este arcano se relaciona estrechamente
con la imagen de Hércules, portador de maza y llevando las manzanas
de oro del jardín de las Hespérides. El cubo de oro del trono representa
la sublimación del principio constructivo y material. La flor de lis del
cetro,
la
iluminación.
magnificencia,
energía,
Por
ello,
poder,
en
síntesis,
derecho
y
rigor.
el
arcano
significa
En
sentido
negativo,
dominación (59).
Emperatriz, La
Tercer arcano del Tarot. Aparece de frente, con rigidez hierática. Una
sonrisa brilla en su rostro, enmarcado por cabellos rubios. Sus atributos
son el cetro, la flor de lis y un escudo con águila de plata sobre fondo de
púrpura, emblema del alma sublimada en el seno de la espiritualidad. En
sentido
afirmativo,
este
arcano
señala
la
idealidad,
la
dulzura,
la
dominación por la persuasión y el afecto. En sentido negativo, vanidad
y seducción (59).
Enamorado, El
Sexto arcano del Tarot. Esta imagen está relacionada con la leyenda de
Hércules,
según
personificaban
la
la
cual
Virtud
se
le
dio
(actividad
a
elegir
entre
determinada,
dos
mujeres
vocación,
que
finalidad,
lucha) y el Vicio (pasividad, entrega a los impulsos interiores y a las
determinaciones externas). Al ser solicitado como Hércules, por dos
modos opuestos de conducta, el Enamorado duda. Su traje es de dos
coló res, en división vertical; la mitad es rojo (actividad) y la mitad
verde (neutro, indecisión). En-sentido afirmativo, el arcano presupone
la elección acertada y equivale a belleza moral, a integridad; en sentido
negativo, alude a incertidumbre y tentación (59).
El emperador. Arcano del Tarot de Visconti.
La emperatriz. Arcano del Tarot de Visconti.
Enano
Símbolo
ambivalente.
personificación
de
los
Como
los
poderes
que
dáctilos,
quedan
duendes,
virtualmente
gnomos,
fuera
del
campo consciente. En el folklore y la mitología, aparecen como seres de
inocente carácter maléfico, con ciertos rasgos infantiles de conformidad
con
su
pequeño
tamaño,
pero
también
como
entes
protectores
o
cabiros, siendo éste el caso de los «enanos del bosque» de la Bella
durmiente. Según Jung, en el plano psicológico pueden considerarse
como
guardianes
pequeñez
puede
del
ser
umbral
también
del
inconsciente
signo
de
(32).
deformidad,
Ahora
bien,
anormalidad
la
e
inferioridad y por ello, en las imágenes de Shiva danzante, la deidad es
representada bailando sobre el cuerpo postrado de un demonio enano,
el cual simboliza la «ceguera de la vida», la ignorancia del hombre (su
pequeñez). La victoria sobre ese demonio significa obtener la verdadera
sabiduría (60). Es probable que un concepto similar animara al escultor
renacentista
León
Leoni,
cuando
esculpió
la
efigie
de
Carlos
I
dominando al Furor.
Encantamiento
El
«encantamiento»
es
una
reducción
a
un
estadio
inferior.
Es
una
metamorfosis descendente, que en mitos, leyendas e historias aparece
como
castigo
o
como
obra
de
un
poder
maléfico.
Puede
ser
la
conversión de una persona en animal (como en el caso narrado en la
Odisea a propósito de Circe), en planta o piedra, como en numerosos
cuentos
folklóricos.
El
encantamiento
de
la
tierra
es
su
pérdida
de
fertilidad; cual en The Waste Latid, de Eliot, que reproduce la situación
creada por el pecado y herida de Amfortas en la historia de Parsifal. El
encantamiento
puede
adoptar
también
la
forma
de
desaparición,
traslado a lugar lejano o de enfermedad (generalmente: parálisis, mudez,
ceguera)
y
expresa
superior
cual
una
antes
autopunición
decíamos.
En
o
los
un
castigo
relatos
emanado
de
lo
si
el
«tradicionales»
encantamiento es obra de un poder maléfico (nigromante, mago negro,
brujo, dragón, etc.) nunca deja de ser levantado por la acción de un
héroe que interviene providencialmente con su poder de salvación y
liberación. Desde Caldea se produjeron objetos de «encantamiento».
Encina
Árbol consagrado a Júpiter y a Cibeles. Símbolo de la fuerza y de la
duración. La clava de Hércules, según la leyenda, era de encina (8). La
atribución a Júpiter puede derivar de la creencia antigua de que este
árbol
atrae
Germania,
más
que
Grecia,
otros
el
rayo.
Escandinavia,
la
En
todo
encina
el
ámbito
tenía
esa
ario:
Rusia,
significación
simbólica y alegórica (17).
Encrucijada
Se relaciona con la cruz. Entre los antiguos las encrucijadas tenían un
carácter
teofánico
aunque
ambivalente,
ya
que
la
reunión
de
tres
elementos siempre presupone la existencia de los tres principios: activo
(o benéfico), neutro (resultante o conducente) y pasivo (o maléfico).
Por eso estaban consagradas a Hécate triforme.
Enfrentamiento perfecto
Equivale
a
consecución,
logro,
corona,
triunfo,
equilibrio
supremo
(caduceo, relieves de Nakshi-rustam, escudos heráldicos).
Enigma
Relación entre el macrocosmo y el microcosmo, según la alquimia (57).
Esto
significa
que,
para
el
simbolismo
tradicional,
todo
aspecto
enigmático de las cosas expresa su trascendencia. Eliade ha ratificado el
concepto al decir que lo sorprendente es el origen de las kratofanías y
teofanías, en muchos pueblos primitivos, por no decir en la totalidad
(17). Pero, además, el enigma, como sinónimo, hasta cierto punto, de
todo símbolo confirma el carácter metafísico de éste.
Enigmas
Forma literaria propia de las literaturas nórdicas en especial. El libro de
Exeter incluye 95 en verso. Se basan en el sentido alegórico-simbólico
de
cada
imagen;
la
totalidad
personaje, ser u objeto.
de
la
descripción
ha
de
revelar
un
Entrelazados
. El nudo de Leonardo. Escuela de Leonardo da Vinci, ca.
1510.
Entrelazados
Con este nombre, o el de lacerías, se entiende todo un amplio sector del
ornamentalismo, principalmente adscrito al arte copto, irlandés, vikingo
e
islámico,
que
aparece
aún
en
el
románico
e
incluso
llega
al
Renacimiento, en orlas de libros. El entrelazado puede aparecer como
una estructura que se basta a sí misma (trenza lineal o constituyendo
superficies), como un conjunto de animales muy estilizados, por lo
común
serpientes,
enlazados
íntimamente,
o
como
una
red
que
envuelve un animal u otra cosa. En todos los casos expresa el mismo
sentido de ligazón indestructible de todo lo real, de imposibilidad de
«salir de ello», ligado al parecer al sentimiento búdico del mundo de las
apariencias como conexión indefinida de fenómenos en relación fatal.
En un aspecto más positivo, el entrelazado, por la vitalidad de la línea,
expresa
el
movimiento
de
la
existencia
en
busca
de
espacios
donde
desarrollarse, formando laberintos y bosques inextricables aunque, en el
arte, con frecuencia muy ordenados y geométricos.
Envolvimiento
Este tema simbólico está relacionado con los de la red y los lazos.
Desde la época prehistórica, un motivo ornamental muy frecuente es
este del envolvimiento y de la lacería. O bien las formas vegetales y
animales surgen —como en los grutescos— de un conjunto de nervios
abstractos que semejan tallos vegetales o cuerdas animadas, en volutas,
arrollamientos,
nudos
o
entrecruzamientos,
o
-motivo
más
evolucionado- los seres, ya distintos y bien configurados, aparecen en el
interior de las jaulas formadas por tales mallas. En las leyendas, cuentos
folklóricos y mitos surge también el envolvimiento, paralelamente al
arte bárbaro y románico. Aparece un gigante cubierto de árboles, o el
castillo de la Bella durmiente se halla enterrado en una inextricable
vegetación. Jung ha estudiado el tema del envolvimiento con atención.
Recuerda
que
Osiris
yace
entre
las
ramas
del
árbol,
que,
en
su
crecimiento, le envuelven. También una leyenda narrada por Grimm, de
una doncella encerrada entre la madera y la corteza de un árbol. O,
durante
su
nocturna
travesía,
la
nave
de
Ra
es
aprisionada
por
la
serpiente de la noche, motivo éste que se encuentra luego en la Alta
Edad
Media,
en
miniaturas
y
relatos.
Dicho
autor
dice
que
el
envolvimiento encuentrase a menudo relacionado con el mito del sol y
su
renacimiento
diario.
El
ocultamiento,
la
desaparición,
el
envolvimiento, simbolizan la muerte, ocasión de renacer. Es una mera
variante
del
tema
del
«devoramiento»
a
que
se
refiere
Frobenius
tratar de los héroes solares. Ya en la clave de los sueños del
al
Yagaddeva
hindú se lee: «Quien en sueños rodea su cuerpo con lianas, plantas
enredaderas, cuerdas o pieles de serpiente, hilos o tejidos, muere», es
decir, retorna al seno materno (31). Según Loeffler, en el plano psíquico,
lo envuelto es lo inconsciente, lo reprimido, lo olvidado, lo anterior. En
el plano de la evolución cósmica, es el sueño colectivo que separa dos
ciclos (38).
Equívoco
Schneider (50) recoge un profundísimo tema simbólico, al decir que
«hacer
poesías
equívocas
y
saltar
es
matar
la
distancia
entre
dos
elementos lógicos o espaciales y poner bajo yugo común dos elementos
alejados naturalmente», lo cual explica el sentido místico de la poesía
del presente, en su rama derivada de Rimbaud y Reverdy, quien dijo:
«La imagen es una creación pura del espíritu. No puede nacer de una
comparación, sino de la aproximación de dos realidades más o menos
alejadas.
Cuanto
más
lejanas
y
justas
sean
las
relaciones
de
las
dos
realidades acercadas, más fuerte será la imagen, y poseerá más potencia
emotiva
y
realidad
poética».
Realidad
simbólica,
en
verdad.
En
consecuencia lo equívoco tiende a la orgía, a la alteración saturnal del
«orden dado» y a posibilitar el «nuevo orden». De ahí que «el arte de
períodos equívocos» exprese siempre, culturalmente, la necesidad de
invertir
un
estilo
para
transir
al
contrario
(como
entre
gótico
y
Renacimiento, entre realismo decimonónico y estilo técnico del siglo
XX, etcétera).
Eremita. Alberto Durero, San Jerónimo (1512).
Eremita, El
Noveno arcano del Tarot. Se representa esta alegoría como un anciano
en cuya mano derecha lleva una linterna parcialmente velada por un
pliegue de su amplio manto, el cual es exterior-mente de color oscuro
(ocultación,
austeridad),
pero
su
forro
es
azul
(naturaleza
aérea).
Si
encuentra en su camino la serpiente del instinto, no la destruye, sólo la
encanta
haciendo
que
se
enrosque
en
su
cayado,
como
Esculapio.
Maestro secreto, trabaja en lo invisible. En sentido afirmativo, significa
tradición,
estudio,
reserva,
trabajo
paciente
y
profundo.
En
sentido
negativo, todo lo taciturno, pesado y meticuloso (59).
Erinias
En los autores trágicos aparecen a veces como perros o serpientes, lo
que
revela
su
Personificación
carácter
de
infernal,
de
remordimientos,
los
demonios
cuales
crónicos
simbolizan
transformada en destructividad dirigida contra el culpable (15).
la
(31).
culpa
Erizo. Roemer Visscher, Sinnepoppen, libro
II,
1614.
Erizo de mar
Llamado «huevo de serpiente» en la tradición céltica, es uno de los
símbolos de la fuerza vital (26) y del germen primordial.
Escalera
Aparece este símbolo con mucha frecuencia en la iconografía universal.
Las
ideas
esenciales
que
engloba
son:
ascensión,
gradación,
comunicación entre los diversos niveles de la verticalidad. En el sistema
jeroglífico egipcio, la escalera se halla como signo determinativo para el
acto de subir y entra en la composición de uno de los epítetos de Osiris,
a quien se invoca como «el que está en lo alto de la escalera». Subir,
pues, se bifurca en un sentido material y en otro espiritual y evolutivo.
De
ordinario,
el
número
de
escalones
concierne
al
que
priva
en
el
simbolismo numérico imperante en el lugar y hora históricos. Entre los
egipcios, los escalones suelen ser nueve: el triple ternario, símbolo de
los dioses de la enéada que, con Osiris, forman el diez del ciclo cerrado
o
retorno
a
la
unidad
(19).
En
muchas
tumbas
egipcias
se
han
encontrado amuletos en forma de escaleras de mano. El Libro de los
Muertos dice: «Está ya colocada mi escalera para [que pueda] ver a los
dioses». Eliade señala el paralelismo de esta idea con otras. El mito de la
ascensión en muchos pueblos primitivos se verifica por medio de una
cuerda, de una estaca, de un árbol o de una montaña (eje del mundo).
En un mito de Oceanía, el héroe llega al cielo mediante una cadena de
flechas, fantástica hipérbole. En la tradición islámica, Mahoma vio una
escalera por la que los justos subían hasta Dios (17). Con respecto a los
primitivos, Schneider señala que para «alcanzar» la montaña de Marte y
obtener
sus
(derivación
bienes
hay
biológica
e
que
subir
histórica
la
del
escalera
símbolo
de
los
místico).
antepasados
Por
ello,
la
escalera es también uno de los símbolos más notables del culto a los
antepasados (50). Formas emparentadas con la escalera de un modo
concreto
escalones,
son
las
como
montañas
la
o
pirámide
construcciones
egipcia
de
arquitectónicas
Sakkarah,
los
con
zigurats
mesopotámicos o los teocallis de la América precolombina; se refunden
entonces dos símbolos, el del «templo-montaña» y el de la escalera,
significando
que
todo
el
cosmos
es
la
vía
de
la
ascensión
hacia
el
espíritu. En los misterios de Mitra, la escalera ceremonial tenía siete
escalones,
siendo
cada
uno
de
un
metal
diferente
(como
lo
eran,
figuradamente, los planos del zigurat). Según Celso, el primer escalón
era de plomo (Saturno). La correspondencia con los cielos planetarios
es obvia. Ahora bien, este aspecto de la gradación fue especialmente
recogido
por
la
alquimia,
desde
fines
de
la
Edad
Antigua,
identificándose a veces dichos grados con las etapas del proceso de
transformación.
En
la
obra
de
Stephan
Michelspacher,
Die
Cabala,
Spiegel der Kunst und Natur (1654), los grados aparecen en el orden
siguiente: Calcination, Sublimation, Solution, Putréfaction, Distillation,
Coagulation, Tinctur, conduciendo a una suerte de templete alojado en
el interior de un monte. Según el Zóhar, la escala que viera Jacob en
sueños
tenía
mansiones
setenta
del
cielo
y
dos
(39).
escalones
En
general,
y
su
cima
durante
se
toda
perdía
la
Edad
en
las
Media
predomina casi enteramente el sentido afirmativo (ascendente) de la
escalera, que se manifiesta por los signos y símbolos agregados a la
q
escalera,
en
p
alegorías
y
g
emblemas.
y
Bayley
g
cita
que,
en
g
las
marcas,
muchas escaleras están rematadas por una cruz, la figura de un ángel,
una
estrella
o
una
flor
de
lis
(4).
En
el
arte
románico
y
en
el
pensamiento del período, la escalera es el símbolo de la «relación entre
los mundos» (14, 20), pero no se debe olvidar que, en el simbolismo
espacial del nivel, los puntos que señalan los mundos no son dos (medio
o terrestre y superior o celeste), sino tres (por la agregación del tercer
punto
inferior
e
infernal).
Por
esto
Eliade,
con
sentido
a
la
vez
psicológico, dice que la escalera figura plásticamente la ruptura de nivel
que hace posible el paso de un mundo a otro y la comunicación entre
cielo, tierra e infierno (o entre virtud, pasividad y pecado). Por ello, ver
una
escalera
situada
por
debajo
del
nivel
del
suelo,
es
siempre
un
símbolo de apertura hacia lo infernal. En la obra de Bettini, Libro del
monte santo di Dio (Florencia 1477), la escalera aparece sobrepuesta a
una montaña; para afirmar el paralelismo e identificación simbólicos, el
monte forma a modo de terrazas, que equivalen a los peldaños de la
escalera. En éstos figuran nombres de virtudes (Humildad, Prudencia,
Temperancia,
Fortaleza,
Justicia,
Temor,
Piedad,
Ciencia,
Fortaleza,
Consejo, Intelecto, Sabiduría). La escalera aparece aferrada al monte
por medio de cadenas. En la cima del monte, mandorla formada por
ángeles y Cristo en el centro.
Escalera. Xilografía del siglo
XVI.
Escamas
De un lado, significan protección, defensa. De otro lado, simbolizan el
agua, el mundo inferior. También, por extensión, la persistencia de lo
anterior en lo ulterior, de lo inferior en lo superior. En los Hechos de
los Apóstoles (Hch 9, 18) se dice que a san Pablo (Saulo) se le cayeron
las
escamas
de
los
ojos
cuando
le
llamó
la
voz
de
Dios
(50).
La
figuración de escamas en la parte inferior de algunos seres, como las
sirenas, tritones y el Baphomet de los templarios, ratifica el simbolismo
del nivel, expresando visualmente la inferioridad cósmica (moral) de lo
que, en la altura vertical, aparece abajo.
Escollos
Los escollos y arrecifes eran en la Antigüedad objeto de terror religioso
y se personificaban como gigantes y monstruos marinos (8). Igualmente
los bancos de arena e incluso las islas. Vemos aquí el grandioso mito de
la regresión o la petrificación (estancamiento en el curso de la evolución
espiritual)
que
el
alma
antigua
ya
concebía
como
el
peor
de
los
crímenes. De ahí que, en la Odisea, los escollos, las islas con su mágica
dama (Calipso o Circe), los bajos arenosos sean símbolos de todos los
motivos de encantamiento y detención del destino.
Signo de
Escorpión
.
Escorpión
Octavo signo zodiacal. Corresponde al período de la existencia humana
amenazado por el peligro de la «caída» o de la muerte. También está
relacionado
con
la
función
sexual
(40).
Durante
la
Edad
Media,
el
escorpión aparece en el arte cristiano como emblema de la traición y
como símbolo de los judíos (20). En el simbolismo megalítico, antítesis
de la abeja cuya miel socorre al hombre. Equivalente del verdugo (51).
Escudo
Como la armadura, de que forma parte en cierto modo, y como el
manto:
protección.
Aísla
y
defiende
al
que
lo
usa.
Es
también
un
símbolo (como el muro) de la frontera entre la persona y el mundo
circundante. En realidad, entre la persona y el adversario, ya que no se
concibe fuera del contexto combativo. Es interesante anotar que, en
relación con la idea de Paracelso (relación inconsciente y apriorística)
de que «lo semejante se cura con lo semejante», los escudos de san
Miguel suelen tener forma membranosa, similar
a
la
de
las
alas
del
demonio. A la vez que escuda y tapa, el escudo exhibe; por esto ya
desde la Antigüedad fue el lugar donde el guerrero disponía el emblema
que juzgaba serle característico y que, entre los siglos XI y XIII, se
convirtió en blasón heráldico, hereditario.
Esfera
Símbolo de la totalidad, como el rotundus alquímico. Corresponde, en
el espacio de tres dimensiones, a la circunferencia en el de la línea. Ya
para los presocráticos, esfera equivalía a infinito (lo único uno), e igual a
sí
mismo,
con
Emblemáticamente,
los
la
atributos
esfera
se
de
homogeneidad
identifica
con
el
y
globo,
unicidad.
que,
por
similitud con los cuerpos celestes, se considera alegoría del mundo.
Pero existe aún otro significado de la esfera, más profundo si cabe,
Sphairos, equivalente a infinito, y en el Banquete, Platón, al referirse al
hombre en estado paradisíaco, anterior a la caída, lo juzga andrógino y
esférico, por ser la esfera imagen de la totalidad y de la perfección. Es
posible que tengan este sentido las esferas transparentes que alojan a las
parejas de amantes en El jardín de las delicias del Bosco (Prado).
Esfera. Detalle de La melancolía
I
(1514), Alberto Durero.
Esfera terrestre
El
hemisferio
norte
se
considera
de
la
luz,
asimilado
al
principio
positivo Yang y el sur, de las tinieblas o Yin. Por ello los movimientos
culturales se producen de norte a sur (40), entre los hemisferios.
Esfinge
Ser fabuloso compuesto con partes de ser humano y de cuatro animales.
La de Tebas tenía cabeza y pechos de mujer, cuerpo de toro o de perro,
garras de león, cola de dragón y alas de ave (8). Enigma por excelencia,
la esfinge contiene en su significado un último reducto inexpugnable.
Jung ve en ella, unificándola, un símbolo de la «madre terrible», de la
cual se hallan otros rastros en la mitología (31). Pero bajo esa máscara,
que concierne a la imago de la madre y también a la naturaleza, se
esconde el mito de la multiplicidad y de la fragmentación enigmática del
cosmos. En la tradición esotérica, la esfinge de Gizeh sintetiza toda la
ciencia del pasado. Contempla el sol naciente y parece referirse al cielo
y a la tierra. Desde luego, es un símbolo que unifica, aun dentro de la
heterogeneidad, los cuatro elementos (tetramorfos) y la quintaesencia o
espíritu, aludido por la parte humana del ente (49).
Esfinge. Fra Pasquale, Esfinge, 1286. Museo Municipal de Viterbo.
Espacio
En cierto modo, el espacio es una región intermedia entre el cosmos y el
caos. Como ámbito de todas las posibilidades es caótico, como lugar de
las formas y de las construcciones es cósmico. La relación temprana
entre el espacio y el tiempo constituyó uno de los medios para dominar
la
rebelde
naturaleza
organización
por
del
espacio.
medio
Otro,
de
el
más
divisiones
importante,
fundadas
fue
en
su
su
tridimensionalidad. Cada dimensión, en sus dos sentidos posibles -en la
recta- facilitó dos polos de orientación. A estos seis puntos situacionales
se agregó el séptimo: el centro. El espacio quedó convertido así en una
construcción
lógica.
El
simbolismo
del
nivel
y
de
la
orientación
completó su ordenación significativa. La tridimensionalidad del espacio
se expresa por una cruz de tres dimensiones, cuyas ramas se orientan en
las seis direcciones espaciales: las cuatro de los puntos cardinales, más
las dos del cénit y el nadir. Según Rene Guénon, este simbolismo (por
su carácter constructivo) es el mismo que el del Palacio Santo de la
Cábala (o palacio interior) situado en el centro de las seis direcciones,
como origen de las mismas. En la cruz tridimensional, el cénit y el nadir
corresponden a lo alto y lo bajo; los puntos extremos de delante y
detrás, al este y al oeste; los de la derecha e izquierda, al sur y al norte.
El eje vertical es el eje polar; el eje norte-sur es el solsticial; el esteoeste,
el equinoccial. El significado de la verticalidad o del nivel concierne a la
analogía existente entre lo alto y lo bueno, lo bajo y lo inferior. La
doctrina hindú de las tres gunas: sattwa (elevación, superioridad), rajas
(zona
intermedia
(inferioridad,
o
de
la
tinieblas)
manifestación,
explica
ambivalencia)
suficientemente
el
y
tamas
sentido
del
simbolismo del nivel a lo largo del eje vertical. El plano central en el que
se halla la cruz de cuatro direcciones (puntos cardinales) determinando
el
cuadrado,
es
manifestación.
En
en
el
consecuencia
eje
este-oeste,
el
el
ámbito
simbólico
simbolismo
de
la
de
la
orientación
identifica tradicionalmente el primero de dichos puntos, por ser el del
sol naciente, con la iluminación espiritual; el segundo, o del poniente,
con la idea de la muerte y de la oscuridad. En el eje norte-sur prevalece
la valoración del norte como «centro» u origen. El cénit se identifica en
algunas culturas orientales con el «agujero» por el que se verifica la
transición
y
la
trascendencia,
es
decir,
el
paso
del
mundo
de
la
manifestación (espacial y temporal) al de la eternidad. Aunque también
se
ha
situado
este
«lugar»
en
el
centro
de
la
cruz
tridimensional,
considerado como el corazón del espacio. Reduciendo la cruz a dos
dimensiones,
en
contraste
de
verticalidad
y
horizontalidad,
la
cruz
representa la armonía entre los sentidos de la amplitud (ancho) y de la
exaltación (alto). El sentido horizontal concierne a las posibilidades de
un grado o momento de la existencia. El vertical a su elevación moral
(25). Guillaume de Saint-Thierry, al describir los siete grados del alma,
dice que ella realiza su ascensión para alcanzar la vida celeste (14). Si
buscamos una identificación que autorice la reducción de los cuatro
puntos del plano horizontal a dos (izquierda y derecha) tenemos una
base para ello en la afirmación de Jung, para quien detrás equivale a
inconsciente
izquierdo
y
se
delante
identifica
a
manifestado
también
con
o
consciente.
inconsciente
y
Como
el
el
derecho
lado
con
conciencia, detrás resulta equiparable a izquierda, y delante a derecha
(32).
Otras
reprimido,
diestro,
asimilaciones
involución
abierto,
son:
anormal,
evolución,
lado
izquierdo
ilegítimo);
normal,
legítimo)
(pasado,
lado
(42).
siniestro,
derecho
(futuro,
Hay
todo
en
lo
expuesto una contradicción con el simbolismo de los números; dice
Paneth que, en la mayor parte de las culturas, los números impares son
q
y
p
p
considerados como masculinos y los pares como femeninos. Siendo el
lado
izquierdo
la
zona
de
origen
y
el
derecho
la
de
resultado,
al
asignarles una numeración parece que habría de ser la del uno (impar,
masculino) para el lado izquierdo (anterior) y el dos (par, femenino)
para el lado derecho (ulterior o consecuencia). La solución está en que
el uno (la unidad) no corresponde nunca al plano de la manifestación ni
a la realidad espacial; el uno es símbolo del centro, pero no de una
situación en el espacio que ya presupone un despliegue. Por eso, el dos
es el número que corresponde al lado izquierdo, mientras al derecho le
concierne
el
tres.
Guénon
establece
la
ordenación
cósmica
ya
de
conformidad con todo lo indicado, dando una clarísima explicación de
los conceptos hindúes sobre la materia al decir: «La zona de la derecha
es la solar; la de la izquierda es la lunar. En el aspecto del simbolismo
que
se
refiere
a
la
condición
temporal,
el
sol
y
el
ojo
derecho
corresponden al futuro; la luna y el ojo izquierdo, al pasado; el ojo
frontal
de
Shiva,
al
presente,
que
desde
el
punto
de
vista
de
lo
manifestado, no es más que un instante inapresable, comparable a lo
que, en lo geométrico, es el punto sin dimensiones. Por esto [se dice
que] una mirada del tercer ojo destruye toda manifestación (lo que se
expresa simbólicamente diciendo que lo reduce todo a cenizas), y por
ello no se halla representado por ningún órgano corporal. Pero, si nos
elevamos
por
encima
del
punto
de
vista
contingente,
el
presente
contiene toda la realidad (lo mismo que el punto encierra todas las
posibilidades
espaciales)
simultaneidad,
todas
modo
la
que
y,
las
cuando
cosas
(26).
sucesión
permanecen
destrucción
"transformación"»
la
en
aparente
Ahora
bien,
las
es
transmutada
"eterno
presente",
en
de
es
verdaderamente
la
siete
determinaciones
del
espacio se han considerado como origen de todos los septenarios, en
especial de los siete planetas y colores, como también de las siete formas
de
paisaje
(50).
Por
ello
Luc
Benoist
puede
afirmar
que
la
Iglesia
cristiana, creando sobre la tierra una enorme cruz de piedra de tres
dimensiones, establece para el mundo entero las coordenadas de una
geometría
sobrenatural.
mencionado-
dijo
que
Ya
Clemente
las
seis
de
Alejandría
direcciones
del
—cita
espacio
el
autor
simbolizan
(equivalen a) la presencia simultánea y eterna de los seis días de la
Creación. Y que el séptimo día (de descanso) significa el retorno al
q
p
g
centro y al principio (6). Establecido el sentido cósmico del simbolismo
espacial fácil es deducir sus aplicaciones psicológicas. Determinados los
valores
estáticos,
también
resulta
fácil
advertir
las
consecuencias
dinámicas, teniendo siempre en cuenta el simbolismo de la orientación.
Dentro de éste, hemos de señalar el hecho de que la esvástica (símbolo
solar y polar) diseña el movimiento de derecha a izquierda (como el
aparente
del
sol)
y
que
la
parca
Cloto
hace
girar
el
«huso
de
la
necesidad» en la misma dirección (es decir, llevando la contraria a la
existencia,
destruyéndola).
La
dextrosidad
es
normal
en
todas
las
manifestaciones naturales (28); por ello, en el sistema jeroglífico egipcio,
entrar es ir hacia el lado derecho y salir ir hacia la izquierda (19), lo cual
en orientación y teniendo enfrente el norte, corresponde a la apariencia
de
nacimiento
y
muerte
del
sol.
Por
esto
también,
el
lado
derecho
adquiere una sobredeterminación vital y el izquierdo otra de carácter
funerario (17). Otra consecuencia de ello, manifestada en alegorías y
emblemas, es que al lado derecho corresponden las virtudes superiores,
si así puede hablarse, como la misericordia, y al izquierdo la justicia.
Todo lo que llevamos dicho sobre el simbolismo espacial, aparte de
proceder del estudio de la tradición oriental y de tener un evidente
carácter
lógico,
ratificado
por
la
psicología
experimental,
ha
sido
comprobado también por antropólogos y sociólogos, al estudiar las
manifestaciones
después
de
de
aducir
estas
leyes
multitud
de
en
diversos
datos,
dice
pueblos.
que
J.
J.
Ania
Teillard,
Bachofen,
en
Muterrecht und Urreligion und Grabersymbolyk der Alten, afirma la
importancia
y
frecuencia
de
la
ecuación:
diestra,
masculinidad,
consignando que la potencia mágica reside en la mano izquierda y la
racional en la derecha; y también que en las sociedades matriarcales se
encuentra siempre la idea de superioridad atribuida al lado izquierdo e
inversamente. Volverse hacia la izquierda es contemplar el pasado, lo
inconsciente, introversión; volverse hacia la derecha es mirar hacia lo
externo y la acción, extraversión. Por otro lado los etnólogos están de
acuerdo al asegurar que al principio de un período de culto solar, el lado
derecho
se
convierte
en
lugar
preeminente,
mientras
en
los
cultos
lunares es el izquierdo el que prevalece (56). En pinturas, relieves u
otras
obras
proyección
creadas
más
por
fuerte
el
hombre,
el
(identificación)
lado
y
el
izquierdo
derecho
recibe
expone
la
lo
p
y
y
p
contrapuesto. El proceso temporal: no-manifestación, manifestación, se
expresa
como:
en
el
oculto,
espacio,
mediante
inconsciente,
asimilaciones
detrás,
izquierda,
que
dan
abajo;
y
equivalencias
manifestado,
consciente, delante, derecha, arriba. Hay que tener en cuenta que este
simbolismo de las zonas espaciales informa o sobredetermina todo otro
símbolo material, sea natural, artístico o gráfico, puesto que se halla en
el espacio.
Espacio. Esquema de la identificación relativa entre abajo, izquierda y
detrás, y viceversa.
Espada
del rey Fernando el Católico. Capilla Real de Granada.
Espada
Compuesta
esencialmente
de
hoja
y
guarda,
es
un
símbolo
de
conjunción, especialmente cuando adopta -en la Edad Media- la forma
de la cruz. La espada, entre muchos pueblos primitivos, recibía una
veneración especial. Los escitas sacrificaban anualmente varios caballos
a una hoja de espada, a la que conceptuaban representación del dios de
la
guerra.
relación
De
con
otro
lado,
Marte,
los
romanos
ahuyentaba
a
creían
los
que
espíritus
el
hierro,
malignos
por
(8).
su
Esta
creencia se mantiene en Escocia (21). En los antiguos relatos chinos
(Che-King),
símbolo
los
fundadores
religioso,
forma
de
aún
ciudades
parte
del
llevan
traje
espadas
de
(7).
ceremonial
Como
de
los
obispos orientales. En sentido primario, es un símbolo simultáneo de la
herida y del poder de herir y por ello un signo de libertad y de fuerza.
En
la
cultura
megalítica,
analizada
por
Schneider,
la
espada
es
la
contrapartida del huso, símbolo femenino de la continuidad de la vida.
La espada y el huso simbolizan, respectivamente, muerte y fecundidad,
los
dos
contrarios
que
constituyen
la
ley
de
la
montaña
(sus
equivalentes entre los animales son el pez fálico y la rana, según el autor
citado) (50). Sin embargo, por virtud del sentido cósmico del sacrificio
(inversión de realidades entre orden terrestre y orden celeste), la espada
es símbolo de exterminación física y de decisión psíquica (60). Por ello
se
comprende
preferente
nombre
que,
del
espíritu
como
Escalibur,
durante
si
del
se
o
de
tratara
rey
la
Edad
la
de
Arturo;
Media,
palabra
un
ser
de
se
Dios
vivo
Durandal,
considerara
(4),
recibiendo
(Balmunga,
de
símbolo
Rolando;
de
un
Sigfrido;
Joyosa,
de
Carlomagno, etc.). Bayley señala el interesante hecho de que, en inglés,
espada es sword y palabra es word. No hay duda de que un componente
sociológico entra en la constitución de este símbolo, por ser la espada
instrumento reservado al caballero, defensor de las fuerzas de la luz
contra las tinieblas. Pero es el caso que, en las fronteras de la época
prehistórica y el folklore, la espada tiene un similar sentido espiritual y
una misión mágica al combatir las fuerzas oscuras personificadas en los
«muertos
malévolos»,
por
lo
que
figura
siempre
en
las
danzas
apotropaicas. Asociada al fuego y a la llama, por su forma y por su
resplandor,
Schneider,
su
se
empleo
verifica
constituye
siempre
por
una
el
purificación.
fuego
o
la
Esta,
espada,
ratifica
mientras
el
castigo está simbolizado por el látigo o la maza (51). En la alquimia, la
espada simboliza el fuego purificador. La espada de oro, la Crysaor de
la mitología griega, es el símbolo de la suprema espiritualización (15).
La espada occidental, de hoja recta, es por simbolismo de la forma solar
y masculina. La oriental y curva, lunar y femenina. Hay que recordar el
significado general de las armas, antítesis de los monstruos. La espada
debe ser, por su carácter relativo a la «exterminación física», un símbolo
de la evolución espiritual, como el árbol lo es de la involución, es decir,
de la expansión de la vida en la materia y en la actividad. Este dualismo
entre
el
espíritu
y
la
vida,
que
Ludwig
Klages
resolvió
a
su
modo
tomando partido por la última, pero que Novalis expuso al decir: «La
vida
es
una
contraposición
enfermedad
de
la
del
madera
espíritu»,
podría
(femenina)
y
el
expresarse
metal.
El
por
la
árbol
correspondería al proceso de proliferación; la espada, al inverso. Al
menos, en una ilustración del siglo XV, en el libro de Conrad Dinckmut
Seden Wurzgarten (Ulm 1483), como en muchas obras de arte de la
época, hay una imagen de Cristo y junto a su rostro, al lado izquierdo,
hay una rama o un árbol, mientras al lado contrario, simétricamente,
aparece una espada. Esta idea era de gran antigüedad, pues, en un relieve
germánico prehistórico, hemos visto dos figuras: una femenina con una
rama de árbol; otra masculina con una espada. Puede aducirse a estas
imágenes
un
sentido
alegórico
de
la
guerra
y
la
paz;
en
especial
la
medieval pudiera aludir a la rama de olivo, pero no así la otra.
Evola insiste en la relación de la espada con Marte, con la verticalidad y
la horizontalidad, es decir, con la vida y la muerte. Relacionada también
con el acero como dureza trascendente del espíritu dominador. «En las
razas germánicas, y según señaló Tito Livio, el uso de la espada no fue
en ningún tiempo general; por el contrario, esta arma constituyó un
símbolo propio del elevado mando y alta jerarquía; ha de pensarse en la
dignidad
y
prestigio
con
que
se
revistió
la
institución
del
Comes
Spatharium que creara el emperador Gordiano el Joven hacia el año
247...
La
espada
dignidades.
es
Según
el
arma
tradición
propia
y
casi
árabe,
fueron
exclusiva
los
de
hebreos
las
altas
quienes
inventaron la espada. Esta misma tradición indica, como signo trágico
con que la idea llegó al mundo, el lugar en que primeramente fue hecha
por los israelitas: el monte Casium, en las proximidades de Damasco,
que había de ser célebre por sus aceros en todo el islam, y donde, según
creencia antigua, Caín mató a su hermano. Allí, y obedeciendo a fatal
designio,
se
establecieron
los
primeros
artífices
de
la
nueva
arma
ideada» (Emilio Sobejano, «Espadas de España», en Arte Español, XXI,
1956). La espada de fuego ratifica la relación intrínseca de los elementos
espada, acero (o hierro), Marte, fuego, que poseen ritmo común. Pero
de otro lado establece un dualismo entre el calor de la llama y el frío del
metal,
asumiendo
el
símbolo
un
significado
de
síntesis
ambivalente
como el volcán (gelat et ardet). Por esta causa, la espada de fuego es el
arma de escisión entre el paraíso, como reino del fuego del amor, y la
tierra, como mundo del castigo.
Espada desnuda
En ciertas leyendas nórdicas, también en libros de caballerías e incluso
en los poemas de Tennyson, el héroe interpone su espada desnuda entre
él y la mujer a la que ama, estando acostado con ella en el mismo lecho.
Borges, en su libro sobre Antiguas literaturas germánicas, dice que la
espada
simboliza,
renunciamiento
en
esa
posible
situación,
por
su
fuerza
el
honor
espiritual
del
héroe,
(expresada
por
su
la
espada).
Espada rota
Siendo la espada símbolo de la agresividad espiritual, del ánimo del
héroe,
la
espada
rota
es
un
símbolo
que
representa
un
estado
de
destrucción de dicho factor. Con todo, como la «espada enterrada», más
bien suele aparecer en las leyendas medievales como herencia que ha de
ser reconquistada por el propio valor. Así, Sigfrido encuentra, en su
adolescencia, los trozos de la espada Balmunga, que Odín diera a su
padre Sigmund. Mime, el herrero, no podía soldarla y Sigfrido lo logra.
En una de las Continuaciones a El cuento del Graal de Chrétien de
Troyes (Jean Marx, Nouvelles recherches sur la Littérature arthurienne,
París,
1965)
a
Gauvain
le
entregan
una
espada
rota
que
no
logra
recomponer enteramente, símbolo de que no conseguirá penetrar en el
«centro» de la empresa que persigue.
Espejo
El mismo carácter del espejo, la variabilidad temporal y existencial de
su función, explican su sentido esencial y a la vez la diversidad de
conexiones significativas del objeto. Se ha dicho que es un símbolo de la
imaginación -o de la conciencia- como capacitada para reproducir los
reflejos del mundo visible en su realidad formal. Se ha relacionado el
espejo
con
el
pensamiento,
en
cuanto
éste
—según
Scheler
y
otros
filósofos— es el órgano de autocontemplación y reflejo del universo.
Este sentido conecta el simbolismo del espejo con el del agua reflejante
y el mito de Narciso, apareciendo el cosmos como un inmenso Narciso
que se ve a sí mismo reflejado en la humana conciencia. Ahora bien, el
mundo, como discontinuidad afectada por la ley del cambio y de la
sustitución,
es
el
que
proyecta
ese
sentido
negativo
en
parte,
calidoscópico, de aparecer y desaparecer, que refleja el espejo. Por esto,
desde la Antigüedad el espejo es visto con un sentimiento ambivalente.
Es
una
lámina
que
reproduce
las
imágenes
y
en
cierta
manera
las
contiene y las absorbe. Aparece con frecuencia en leyendas y cuentos
folklóricos dotado de carácter mágico, mera hipertrofia de su cualidad
fundamental. Sirve entonces para suscitar apariciones, devolviendo las
imágenes que aceptara en el pasado o para anular distancias reflejando
lo que un día estuvo frente a él y ahora se halla en la lejanía. Esta
variabilidad del espejo «ausente» al espejo «poblado» le da una suerte
de fases y por ello, como el abanico, está relacionado con la luna, siendo
atributo
femenino.
Además
es
lunar
el
espejo
por
su
condición
reflejante y pasiva, pues recibe las imágenes como la luna la luz del sol
(8). Entre los primitivos, es también -y en esto muestra con claridad su
pertenencia a la esfera lunar- símbolo de la multiplicidad del alma, de su
movilidad y adaptación a los objetos que la visitan y retienen su interés.
Aparece a veces, en los mitos, como puerta por la cual el alma puede
disociarse y «pasar» al otro lado, tema éste retenido por Lewis Carroll
en Alicia. Esto solo puede explicar la costumbre de cubrir los espejos o
ponerlos
vueltos
de
cara
a
la
pared
en
determinadas
ocasiones,
en
especial cuando alguien muere en la casa (21). Todo lo dicho no agota el
complejo
simbolismo
del
espejo.
Como
el
eco,
es
símbolo
de
los
gemelos (tesis y antítesis) y es símbolo específico del mar de llamas
(vida
como
enfermedad)
(50,
51).
Para
Loeffler,
los
espejos
son
símbolos mágicos de la memoria inconsciente (como los palacios de
cristal) (38). Un sentido particularizado poseen los espejos de mano,
emblemas de la verdad (4) y, en China, dotados de cualidad alegórica a
la felicidad conyugal y de poder contra las influencias diabólicas (5).
Leyendas chinas hablan de los «animales de los espejos».
Espiga
Emblemática de la fecundidad y atributo solar (8). Simboliza también la
idea
de
germinación
y
crecimiento,
de
desarrollo
de
cualquier
posibilidad virtual. El haz de espigas ratifica este simbolismo, como la
nota suplementaria de la integración y dominación impuestas por la
conexión
haces,
forzosa
manojos
y
dada
a
ramos
dirigidos a finalidad.
la
multiplicidad.
simbolizan
Generalmente,
poderes
psíquicos
todos
los
integrados
y
Espina
En particular, la espina de la acacia espinosa fue considerada en Egipto
como emblema de la diosa madre Neith. También se halla en relación
con el eje del universo, por lo tanto con la cruz (4). La espina de la rosa
acentúa la contraposición, que también hallamos en el simbolismo de la
cruz, de la conjunción de la tesis y antítesis, de las ideas de existencia y
no existencia, éxtasis y angustia, placer y dolor. La corona de espinas da
a
la
espina
el
carácter
malévolo
de
toda
multiplicidad
y
la
eleva
a
símbolo cósmico por su forma circular.
Espiral
Forma esquemática de la evolución del universo. Forma clásica con la
que
se
simboliza
relacionada
con
la
el
órbita
de
número
la
de
luna
oro
(50).
(32),
Forma
debida,
de
según
crecimiento,
Housay,
al
movimiento de rotación de la Tierra. En el sistema jeroglífico egipcio,
vau hebreo,
este signo, que corresponde al
en
movimiento;
la
relación
entre
la
designa las formas cósmicas
unidad
y
la
multiplicidad.
Se
relacionan particularmente con la espiral los lazos y serpientes. Este
signo es esencialmente macrocósmico (19). En forma mítica, estas ideas
se han expresado con las palabras siguientes: «Del seno del abismo
insondable surgió un círculo formado por espirales... Enroscada en su
interior,
siguiendo
la
forma
de
las
espirales,
yace
una
serpiente,
emblema de la sabiduría y de la eternidad» (9). Ahora bien, podemos
encontrar la espiral en tres formas principales: creciente (como en la
nebulosa), decreciente (remolino) o petrificada (concha del caracol). En
el
primer
aspecto
es
símbolo
activo
y
solar;
en
los
dos
segundos,
negativo y lunar (17). Sin embargo, la mayoría de tratadistas, y con ellos
Eliade,
convienen
en
que
el
simbolismo
de
la
espiral
es
bastante
complejo y de origen incierto. Provisionalmente, se admite su relación
con los animales lunares y con las aguas (18). Ya las antiguas tradiciones
distinguían entre la espiral creadora (que se representaba dextrógira,
atributo
de
Palas
Atenea)
y
la
destructora
o
torbellino
(hacia
la
izquierda, atributo de Poseidón) (51). Como hemos visto, la espiral
puede ser también un símbolo del centro potencial (serpiente y fuerza
Kundalini del tantrismo), cual en la tela de araña. Sea como fuere, la
espiral es uno de los temas esenciales del arte simbólico (ornamental)
universal, bien en forma simple de curva en crecimiento en torno a un
punto, o en forma de arrollamientos, sigmas, etcétera. Dice Parkin en
Prehistoric Art que «ningún motivo ornamental parece haber tenido
más atractivo que la espiral». Ortiz (41) la considera semánticamente
como
emblema
de
los
fenómenos
atmosféricos,
del
huracán
particularmente, pero es que, a su vez, el huracán simboliza el desatarse
de las funciones creadoras (y destructoras) del universo, la suspensión
del orden provisional y pacífico. También señala este autor la conexión
del viento con el hálito vital y el soplo creador. La voluta, forma espiral,
simbolizó en las culturas antiguas, según él, el aliento y el espíritu. Y
por eso el dios egipcio Toth aparece representado con una gran espiral
sobre la cabeza. También por su sentido de creación, movimiento y
desarrollo progresivo, la espiral es atributo de poder, que se halla en el
cetro del faraón egipcio, en el lituus de los augures romanos y en el
báculo actual. La espiral está asociada a la idea de danza, siendo muchos
los bailes primitivos de carácter mágico que evolucionan siguiendo una
línea
espiral.
Tanto
esta
forma
danzada,
como
la
que
con
tantísima
frecuencia aparece en el arte desde el período neolítico, sobre todo en el
ornamentalismo celta de Francia, Irlanda e Inglaterra, se consideran
figuras destinadas a provocar el éxtasis y a facilitar una evasión del
mundo terrestre para penetrar en el más allá. Juzgada desde este ángulo,
la espiral es el intento por conciliar la «rueda de las transformaciones»
con el centro místico y el «motor inmóvil», o al menos constituye una
invitación a esta penetración hacia el interior del universo, hacia su
intimidad.
Espiral. Bola de piedra, tercer milenio a. C., Glas Towie, Escocia.
Espiral doble
Completa
la
forma
de
la
línea
sigmoidea,
cuyo
carácter
de
comunicación entre dos principios opuestos se especifica claramente en
el símbolo chino del
Yang-Yin.
Dos espirales dobles cruzadas forman la
esvástica de ramas curvas, motivo que aparece con cierta frecuencia,
aunque no tanta como la ordenación en ritmo continuo de series de
espirales dobles. Se ha dicho que este motivo fue creado por la cultura
danubiana, de donde irradió hacia el norte y sur de Europa y hacia el
Extremo Oriente a través de Asia. Mientras el meandro de líneas y
ángulos
rectos
estrechamente
transición,
es
un
símbolo
asociada
a
transformación
las
y
de
la
aguas.
tierra,
Siendo
regeneración,
la
espiral
éstas
la
el
doble
parece
elemento
espiral
doble
de
las
representa en toda su efectividad simbólica. Por eso aparece con tanta
frecuencia en la cultura cretense y en otras de evidente carácter marino.
Desde el punto de vista cósmico, la doble espiral puede ser considerada
como la proyección plana de las dos mitades del huevo del mundo, del
andrógino primordial separado en dos partes, aguas superiores y aguas
inferiores (8). Por esto constituye también, junto con la cruz de san
Andrés, el tambor en forma de reloj de arena, y éste, un símbolo de la
inversión y de la relación entre los contrarios (6, 50).
Espuela. Museo Balaguer, Vilanova i la Geltrú (Barcelona).
Espuela
La espuela es un símbolo de la fuerza activa. Va sujeta al talón como las
alas de Mercurio; protege el punto débil según la leyenda de Aquiles. La
espuela de oro es un símbolo del caballero medieval e implica el aludido
simbolismo,
con
el
cinturón,
que
significa
las
virtudes
«defensivas»
(morales) del caballero.
Esqueleto
En
la
mayoría
de
alegorías
y
emblemas,
es
la
personificación
de
la
muerte. En la alquimia simboliza el color negro y la putrefacción o
disiunctio
de los elementos.
Estaciones
Constituyen
las
cuatro
«fases»
del
curso
solar
y
por
lo
tanto
se
corresponden con las de la luna y con las edades de la vida humana. Los
griegos las representaban bajo la figura de cuatro mujeres, la primavera
con corona de flores y junto a un arbusto que está echando brotes; el
verano, con corona de espigas, llevando un haz de ellas en una mano y
en la otra una hoz; el otoño lleva racimos de uvas y un cesto de frutas;
el invierno, con la cabeza descubierta y al lado de árboles desprovistos
de
hojas.
También
se
han
representado
con
figuras
de
animales:
la
primavera, un carnero; el verano, un dragón; el otoño, una liebre, y el
invierno,
una
salamandra
(8).
La
ordenación
cuaternaria
de
las
estaciones permite relacionarlas también con los puntos cardinales y
con el tetramorfos.
Estado de ánimo
La
idea
simbolista
de
que
los
mundos
son
estados
del
ser
(que
cristalizan en materias y formas determinadas con aspectos expresivos
correlativos) y que pueden organizarse, en su diversidad, en una gama o
serie, a la manera de las figuras regulares geométricas, de los colores o
de los sonidos, puede interpretarse al revés. Entonces, los estados del
ser
que,
psicológicamente,
se
traducen
en
aspectos
distintos
de
la
emotividad y por formas diversas del «estado de ánimo» (como las
expresiones
peculiares
a
cada
uno
de
los
modos
musicales:
severo,
extático, doloroso, entusiástico, activo, erótico, melancólico), han de
concebirse como rigurosos paisajes, en los que el juego de niveles, las
contraposiciones
de
elementos,
la
luz,
el
color,
tienen
significados
precisos.
Estado de conservación
Simboliza
textual
y
analógicamente,
por
mera
transposición
a
lo
espiritual y psicológico de las cualidades físicas de la cosa, lo que tal
estado
expone
y
fragmentación,
invalidez,
muestra
directamente.
disgregación,
vejez
de
un
Es
mutilación;
sentimiento
o
lo
de
decir,
lo
roto
desgastado,
una
idea;
expresa
cansancio,
lo
corroído,
destrucción, enfermedad, sufrimiento. Es la vieja idea del paralelismo de
los mundos físico y psíquico, merced a la cual pudieron los alquimistas
imaginar que una serie de operaciones aplicadas a la materia tenían su
repercusión (y efectivamente así era, por el nexo de la
espiritual.
Sin
embargo,
hay
que
guardarse
simbólica
que
damos
arriba,
que
sólo
es
la
de
intención)
tomar
más
la
general,
en lo
explicación
por
única
verdadera, ya que otros significados, a veces más importantes, derivan
de la clase de materia u objeto que aparece en alteración y del agente
que ha provocado la misma. Por ejemplo, la acción de los elementos
incluye
siempre
un
fuerte
componente
simbólico
debido
a
ellos.
El
fuego, el agua, la tierra, si queman, mojan o pudren un objeto, además
de afectar su integridad física y de modificar su estado, integran en él
parte de su actividad.
Estelas
Monumentos
conmemorativos,
con
frecuencia
funerarios,
existentes
desde la Antigüedad (ya en Egipto). Las estelas con motivos abstractos
simbólicos
(ruedas
esquematizadas,
Rusia.
También
etc.)
solares,
aparecen
muestran
esvásticas
desde
otros
Asia
motivos
a
curvilíneas,
España,
rosetas
penetrando
ornamentales,
en
simbólicos,
aparte de los citados, principalmente triángulos, círculos concéntricos,
series
de
estrígiles
(elementos
sigmoideos),
etc.,
y,
a
veces,
representaciones figurativas. En el norte de Europa ofrecen especial
interés
las
estelas
escandinavas,
generalmente
grabadas
con
runas,
ornamentadas con lacerías, naves, jinetes (Odín), enfrentamientos de
animales reales o fabulosos, etc. La cruz de las comarcas anglosajonas y
célticas (Irlanda) parece relacionada, en espíritu, con tales estelas, siendo
con frecuencia anteriores. Las lacerías son el motivo dominante.
Estigia
Fuente y laguna subterránea de la mitología griega que corresponde al
mar subterráneo de la doctrina egipcia, el cual es atravesado cada noche
por el sol. El sentido analógico de estas aguas inferiores concierne a la
muerte, como cada resurgir del sol a la resurrección (8).
Estrella
Como fulgor en la oscuridad, símbolo del espíritu. Sin embargo, señala
Bayley, la estrella tiene muy pocas veces sentido singular y aparece casi
siempre bajo el aspecto de multiplicidad. Simboliza entonces el ejército
espiritual luchando contra las tinieblas. Con este sentido ha pasado a la
emblemática
universal
(4).
Por
esta
causa,
la
«identificación
con
la
estrella» representa una posibilidad sólo reservada al elegido. Recuerda
Jung que, en los ritos de Mitra, se dice: «Soy una estrella que camina
con
vosotros
y
brilla
desde
lo
hondo»
(31).
Ahora
bien,
en
el
simbolismo
sentido
gráfico
depende
surgen
con
con
frecuencia
frecuencia
de
su
estrellas
forma,
individuales.
número
de
Su
puntas,
disposición y color, si lo hay. La «estrella llameante» es un símbolo del
centro, de la fuerza del universo en expansión (4). La estrella de cinco
puntas es la más usual. Ya en el sistema jeroglífico egipcio significa
«elevación hacia el principio» y entra en la composición de palabras
como educar, instruir, maestro, etc. (19). La estrella de cinco puntas
invertida es un símbolo infernal utilizado en la magia negra (37).
Estrella
de cinco puntas de Belén.
Estrella de David.
Estrella mística de siete puntas.
Estrellas
Por su nocturnidad, ligadas a la idea de noche; por su número, a la de
multiplicidad (ruptura), por su disposición a la idea de orden y destino
(Horapolo Nilíaco).
Estrellas, Las
Arcano decimoséptimo del Tarot, cuya imagen alegórica muestra una
doncella
desnuda,
arrodillada
junto
a
un
estanque,
que
vierte
en
el
mismo el contenido de una jarra de oro, de la que sale un líquido
vivificador del agua estancada. En la mano izquierda tiene otra vasija de
plata con la que vierte agua fresca sobre la tierra árida, haciendo que
crezca la vegetación, que se representa especialmente por medio de una
rama
de
acacia
y
una
rosa
abierta
(emblema
de
inmortalidad
y
del
amor). Sobre esta figura hay una gran estrella y ocho estrellas más. El
último
sentido
comunicación
simbólico
entre
los
de
esta
imagen
la
vivificación
mundos,
parece
por
expresar
las
la
luminarias
celestes de los líquidos contenidos en los recipientes y la transmisión de
estas cualidades a la tierra y el agua puramente materiales. Por eso dice
Oswald Wirth que este arcano representa el alma ligando el espíritu a la
materia (59).
Esvástica
Este símbolo gráfico, en el que resaltan la concreción y el dinamismo,
aparece en casi todas las culturas primitivas y antiguas del mundo, en las
catacumbas cristianas, en Bretaña, Irlanda, Micenas, Vasconia; entre los
etruscos, hindúes, celtas, germanos; tanto en Asia central como en la
América precolombina. Su poder sugestivo es grande porque integra
dos símbolos muy efectivos: la cruz de brazos iguales (griega) y los
cuatro ejes en una misma dirección rotatoria. La
de
cuatro
ramas
gammadion
en
ángulo
recto
se
llama
tetraskelion
también
cruz
o esvástica
gamada
o
porque puede constituirse juntando cuatro letras gamma.
Según Ludwig Müller, en la edad del hierro la esvástica representaba al
dios
supremo
(39).
Según
Mackenzie,
este
símbolo
aparece
con
la
agricultura y la noción de los cuatro puntos cardinales. Colley March
interpreta la esvástica como signo específico de la rotación axial. Hay
que distinguir entre la esvástica dextroversa
(Swavastica)
solar
con
(Swastica)
y la sinistroversa
(41). Su significación formal se ha identificado como rueda
rayos
interpretación
y
más
pies
esquematizados
generalizada,
ya
en
en
la
sus
extremos
Edad
Media,
(56).
es
La
que
corresponde al movimiento y a la fuerza solar (14), aunque por otra
parte se ratifica que es un símbolo evidente de la cuaternidad, como
«figuración de un movimiento descompuesto precisamente en cuatro
tiempos», hallándose en relación con el polo y las cuatro direcciones
(16). Este último significado es el que mantiene Rene Guénon, para
quien la esvástica es el «signo del polo». Como la identificación del polo
y el cenit como el centro es conocida, la esvástica significaría la acción
del Principio sobre el universo (25). Un sentido muy distinto recoge
Schneider, para quien este signo es el símbolo de la sucesión de las
generalidades;
sus
ganchos
son
los
barcos
de
la
vida,
o
sea,
sus
diferentes etapas (51). Por citar algún ejemplo concreto de esvásticas
citaremos las que aparecen como elemento ornamental en Troya, las de
las urnas cinerarias itálicas anteriores a Roma, las de la hoja de espada
de Vers-La-Gravelle (Berlín Mus. für Vor-u.Frühgeschichte) y la que
aparece
en
el
fondo
de
una
Graincourt-les-Havrincourt
vasija
(Louvre).
galorromana
También
del
figura
en
tesoro
de
mosaicos
hispanorromanos. En Il Re del Mondo, Rene Guénon indica que el
sello de Gengis Jan (conservado en Urga) lleva la esvástica. La esvástica
más
antigua
que
hemos
visto
representada,
y
que
reproducimos,
corresponde a un sello encontrado en Harappa (India), de hacia 2000
antes de Jesucristo. Aparece más tarde en estandartes hititas.
Esvástica. Diversos ejemplos de esvásticas halladas en monumentos de
distintas épocas y lugares, según Marquès-Rivière.
Eternidad
En
las
monedas
de
varios
emperadores
romanos
la
alegoría
de
la
eternidad consiste en la figura de una doncella que tiene en las manos el
sol y la luna. En la alquimia, pues, las figuraciones similares relativas al
opus
como
conjunción
o
«matrimonio
de
los
opuestos»
aluden
al
principio esencial de que el orden eterno sólo puede lograrse por la
abolición
de
las
contraposiciones,
de
lo
distinto
y
cambiable.
La
eternidad se ha representado también como tiempo infinito, así en los
«Cronos
mitraicos»
y
en
el
Ouroboros,
serpiente
o
dragón
que
se
muerde la cola. El ave fénix también simboliza la eternidad (8).
Etíope
Símbolo alquimístico que representa la nigredo o estado inicial de la
obra. Así puede verse en una de las imágenes del Splendor solis de
Salomón Trismosin (1582). El significado dado por Jung a las figuras e
imágenes de negros, indios, salvajes, etc., que considera como símbolos
de
la
sombra,
o
doble
inferior
de
la
personalidad,
no
contradice
el
anterior, pues, en la interpretación moral de la alquimia, la nigredo
expone precisamente el estado primitivo del alma antes de comenzar su
evolución y perfeccionamiento (32).
Éufrates
En
el
simbolismo
concretos,
el
atravesando
involutivo
y
río
el
tradicional,
Éufrates
mundo
evolutivo
es
que
el
material
(57).
En
engloba
equivalente
(Babilonia),
general,
el
lugares
del
en
río,
geográficos
cosmos
los
todo
dos
el
fluídico
sentidos,
río
-según
Heráclito y sin penetrar en los conceptos esotéricos- es símbolo del
tiempo, de la irreversibilidad de los procesos avanzantes.
Eva
Símbolo de la vida, de la Natura naturans o madre de todas las cosas,
pero en su aspecto formal y material (57). Desde el punto de vista del
espíritu, es la inversión de la Virgen María, madre de las almas. A veces,
inversiones similares han tenido una correlación ya en el nombre, como
la contraposición de Eros (el amor) y Ares (la guerra, la destrucción, el
odio). Antonio de Sousa de Macedo disertó sobre esta contraposición
de Eva y Nuestra Señora en su obra Eva y Ave o María triunfante.
Excrementos
Según De Gubernatis, en el folklore, según Freud en su experiencia
psicológica, con frecuencia se asocia lo más desprovisto de valor a lo
más valioso. Por eso, en leyendas y cuentos aparece la sorprendente
relación de las heces y el oro, relación que también surge en la alquimia,
pues la nigredo y la obtención del aurum philosophicum son los dos
extremos de la obra de transmutación. Todo este simbolismo se halla en
la frase de Nietzsche: «Desde lo más bajo ha de alcanzar su ápice lo más
alto». Norman O. Brown, en Eros et Thanatos (1960), los define como
«vida muerta del cuerpo y símbolo de la felicidad de la vida corporal».
En alquimia, más bien se trataba de partir de la zona más baja de lo real
para llegar a la más alta.
Extranjero
En mitos, leyendas, cuentos folklóricos e incluso en la literatura en
general, el «extranjero» aparece con gran frecuencia como el «destinado
a
sustituir»
símbolo
de
al
que
las
rige,
domina
posibilidades
o
de
gobierna
cambio
un
país
o
imprevisto,
lugar.
del
Es
un
futuro
presentizado, de la mutación en suma. Frazer nos cuenta que Litierses,
hijo del rey Midas, solía desafiar a la gente a segar con él, y cuando los
vencía, los trillaba. Un día encontró un extranjero que le ganó en la
siega y le mató (21).
F
Falo.
Lingam
de cristal de roca, siglo
XVIII.
Faisán
Relacionado con el gallo y de simbolismo similar. En China, animal
alegórico de la luz y del día (17).
Falo
Símbolo de la perpetuación de la vida, del poder activo y de la fuerza en
su propagación cósmica (57).
Fecundidad
En las alegorías suele simbolizarse por la planta adormidera, a causa de
su
prodigioso
número
de
semillas;
también
el
grano
de
cebada
la
simboliza. Entre los animales, el toro, la liebre y el conejo (8).
Fénix
Ave mítica del tamaño del águila, adornada con ciertos rasgos del faisán.
La leyenda dice que cuando veía cercano su fin, formaba un nido de
maderas y resinas aromáticas, que exponía a los rayos del sol para que
ardieran y en cuyas llamas se consumía. De la médula de sus huesos
nacía otra ave fénix (8). En la tradición turca se le da el nombre de
Kerkés. Los relatos persas le dan el nombre de Simorgh. Igual que en
otros aspectos, simboliza la periódica destrucción y recreación (38).
Wirth da un sentido psicológico a este ser fabuloso al decir que todos
poseemos
en
nosotros
un
fénix
que
nos
permite
sobrevivir
a
cada
instante y vencer a cada una de las muertes parciales que llamamos
sueño (59) o cambio. En China, el Fénix es el emperador de las aves y
simboliza al sol (5). En el Occidente cristiano, significa el triunfo de la
vida eterna sobre la muerte (20). En alquimia, corresponde al color rojo,
a la regeneración de la vida universal (57) y a la finalización de la obra.
Fecundidad. Marca del impresor C. Chevallon, París 1529.
Fertilidad
El agua, las semillas, los signos fálicos, son símbolos de fertilidad. Según
Granet, en China se emplazaba el lecho conyugal en el rincón más
oscuro de la vivienda, en el lugar donde se guardaban las simientes y
encima
de
donde
se
enterraba
a
los
muertos.
La
relación
entre
los
antepasados, las cosechas y la vida erótica, según Eliade, es tan estrecha
que los ritos correspondientes se interfieren hasta confundirse. En el
ritual indio, los granos de arroz representan el germen de la fertilidad
(1.7).
Fíbula
La fíbula o hebilla es una forma mínima de escudo, y, como el cinturón,
es
símbolo
de
la
virginidad.
leyendas, especialmente en el
Con
este
Kalevala
sentido
(38).
aparece
en
muchas
Fiesta
De un lado, en relación con el ritual. De otro, con la orgía. En sí es un
ritual extraordinario que se celebra cada largo período de tiempo, cada
año
por
ejemplo.
Entre
los
celtas,
el
1
de
noviembre
era
la
fiesta
principal: en ella, el mundo de los poderes ocultos alzaba su barrera y lo
inaccesible se mezclaba al mundo de los humanos, según Loyer en su
estudio Les Chrétientés celtiques.
Figuras
En el aspecto representativo, las figuras se identifican, en cuanto a su
significación, con el objeto o ser aludido. Simbólicamente es lo mismo
un gallo que su figura pintada, grabada o esculpida. Cuando la figura
corresponde
dominante,
color,
de
a
un
ser
pudiendo
la
forma,
viviente,
existir
etc.
éste
es
el
simbolismos
Cuando
las
que
detenta
secundarios
figuras
son
el
sentido
derivados
geométricas
del
o
representan volúmenes arquitectónicos, también es el simbolismo de la
forma
de
marcas,
éstos
signos,
el
que
entra
tatuajes,
en
acción.
grabados,
Las
figuras
insculturas
esquemáticas
—
prehistóricas
o
primitivas, alfabetos mágicos, etc.- conciernen al simbolismo gráfico,
sustancialmente
fundamentado
en
el
espacio,
el
número
y
la
forma
geométrica. Dada la analogía, la posible semejanza, la conexión interna,
entre la obra del hombre y la del Creador, las figuras inventadas —
símbolos
culturales
o
instrumentos-
se
relacionan
siempre
con
las
figuras naturales que se les asemejan. Las ideas simbólicas o míticas que
muestran influjo, parentesco o reflejo de una forma o figura natural,
reciben un poderoso contexto simbólico de tal relación; por ejemplo, la
cabeza de Medusa y el pulpo; la esvástica y la estrella de mar; el hacha
doble y el halcón en vuelo.
Fénix. Ave fénix del Bestiario de Oxford. Biblioteca Bodleian de
Oxford, siglo
XII.
Filtro
Generalmente
filtro
de
amor,
se
menciona
con
frecuencia
en
la
Antigüedad romana, diciéndose, por ejemplo, que la locura del poeta
Lucrecio
se
debió
a
un
filtro.
Aparece
con
más
frecuencia
aún
en
leyendas medievales y se relaciona con el geis céltico según Jean Marx,
Nouvelles
recherches
sur
la
Littérature
arthurienne.
Simboliza
la
fatalidad del amor. Quien bebe el filtro no puede ya mantener las reglas
feudales ni los deberes de su situación, e incluso puede ser por esa
fatalidad empujado a la muerte, cual en el caso de Tristán.
Flauta
Dolor erótico y funerario que corresponde al sentido profundo de este
instrumento. Su complejidad deriva de que, si por su forma parece
poseer un significado fálico, su timbre se relaciona en cambio con la
expresión femenina interna (ánima) (50). La flauta se relaciona también
con la caña y con el agua.
Flecha
Arma de Apolo y de Diana, significando la luz del supremo poder (4).
Simboliza
el
rayo
precolombina
(39).
solar,
tanto
Pero,
en
por
Grecia
su
(8)
forma,
como
tiene
en
un
la
América
sentido
fálico
innegable, en especial cuando aparece en emblemas contrapuesta a un
símbolo del «centro» y de carácter femenino como el corazón. La flecha
clavada en éste es un símbolo de conjunción.
Flor
Distintas
flores
suelen
poseer
significados
diferentes,
pero,
en
el
simbolismo general de la flor, como en muchos otros casos, hallamos ya
dos estructuras esencialmente diversas: la flor en su esencia; la flor en su
forma. Por su naturaleza, es símbolo de la fugacidad de las cosas, de la
primavera y de la belleza. El sexto de los Ocho Inmortales chinos, Lan
Ts'ai-ho, aparece en las imágenes generalmente con traje de color azul y
llevando una canastilla de flores. Dícese que se dedicó a cantar versos
alusivos a la brevedad de la existencia y a lo efímero de los placeres (5).
Los griegos y romanos, en todas sus fiestas, se coronaban de flores.
Cubrían con ellas a los muertos que llevaban a la pira funeraria y las
esparcían sobre los sepulcros (menos como ofrenda que como analogía)
(8). Se trata, pues, de un símbolo contrario, pero coincidente con el
esqueleto que los egipcios ponían en sus banquetes para recordar la
realidad de la muerte y estimular al goce de la vida. Ahora bien, por su
forma,
la
imagen
flor
es
una
arquetípica
meteoritos
y
del
estrellas
disciplina,
es
un
modifican
en
sentido
carácter
imagen
solar
se
del
alma
(56).
fugaces
símbolo
de
en
la
en
Flores
la
obra
determinado
refuerza
«centro»
las
su
y,
por
consiguiente,
celestes
se
llama
flor,
alquimia
(57).
La
(del
(32).
Según
sol)
significación
flores
y
anaranjadas
la
y
una
a
los
en
esa
su
color,
matizan.
El
amarillas;
el
parentesco con la vida animal, la sangre y la pasión en las flores rojas.
La «flor azul» es el símbolo legendario del imposible, probable alusión
a un centro cual el Graal y otros símbolos similares. La «flor de oro» es
un
equivalente
famoso
en
la
mística
china.
En
la
alquimia
se
habla
también de esa flor inexistente y en la Epístola ad Hermannum Arch.
Coloniensem (Theatrum Chemicum, 1622) se la llama «flor de zafiro del
hermafrodita» (32).
Fíbula merovingia de Kärlich (siglo
VII).
Flor. El jardín de la rosa, ornamento de imprenta (siglo
Fonético
XV).
Transcribimos la definición del simbolismo fonético dada en el Rituale
mitriaco, con ideas que proceden de la tradición egipcia y a las que se
alude
en
el
Libro
de
los
Muertos:
«Y
la
palabra,
que
es
fundamentalmente un fenómeno acústico, tiene más valor como sonido
que como expresión de una idea, ya que el sonido contenido en ella y
que de ella emana en determinadas vibraciones es la modulación del
hálito
cósmico;
pronunciar
en
el
«justo
modo»
una
palabra
sintonizándola, por así decirlo, con los diversos ritmos del cosmos,
significa restituirle su elemental poder» (11). En la tradición hindú se
alude con frecuencia al sentido concreto de letras (como sonidos) y
sílabas
o
palabras.
Al
examinar
el
sentido
de
las
voces
Makara
y
Kumara, defínese la significación concreta de cada sonido (la R es la
onomatopeya
del
trueno,
simboliza
el
poder
creador;
por
eso
la
mayoría de los verbos incluyen esta letra en casi todos los idiomas. Ma,
alude a la materia, etc.) (40). En la sílaba Om (Aum) los hindúes y
tibetanos ven concentrada toda la esencia universal (A, principio; U,
transición; M, final, sueño profundo). Esta creencia mística en el poder
fonético per se llevó a los gnósticos y creyentes de Mitra a la inclusión
de
pasajes
carentes
de
sentido
literal
en
sus
fragmentos
rituales
y
recitados, suerte de música simbólica actuante sólo por el poder del
sentido de lo fonético. Véase Simbolismo fonético.
Formas. Wentzel Jamnitzer, Perspectiva corporum regularium,
Nuremberg 1568.
Formas
Determinadas ciencias como la psicología de la forma, el isomorfismo,
la
morfología,
simbolística
confluyen
tradicional.
en
La
muchas
de
determinación
sus
conclusiones
más
amplia,
con
la
general
y
valedera, del significado de las formas es la que expuso la legendaria
Tabla de Esmeralda al decir: «Lo que está arriba es como lo que está
abajo», ratificada y mejorada por Goethe al añadir: «Lo que está dentro
(idea) está también afuera (forma)». Por ello, Paul Guillaume puede
afirmar
que
«los
términos
de
forma,
estructura,
organización
pertenecen tanto al lenguaje biológico (formas) como al psicológico
(pensamientos, ideas...) y que el isomorfismo, mediante el cual la teoría
de la forma renueva la vieja tradición de paralelismo (analogía mágica),
se niega a establecer un corte entre el espíritu y el tiempo». Esto se
completa aún más al indicar que «las formas corresponden en nuestra
percepción
y
en
nuestro
pensamiento
a
formas
parecidas
de
los
procesos nerviosos»; así lo circular es igual al círculo y a lo cíclico; el
cuadrado se identifica con el cuaternario y el cuatro (50), y la forma
aparece como «intermediaria entre el espíritu y la materia» (57). En el
aspecto
más
formas
amplio,
regulares
pues,
podemos
corresponde
a
afirmar
que
sentimientos
la
preferencia
regulares,
por
mientras
las
formas irregulares conciernen a los sentimientos irregulares. Las formas
ovoides se relacionan con lo biomórfico; las cúbicas con lo artificial y
constructivo;
complicado.
las
Lo
composiciones.
simples
mismo
Hay
con
sucede
otros
lo
sencillo;
con
los
principios
las
ritmos,
complejas
las
generales
con
estructuras
como
el
que
lo
y
las
asimila
simetría a equilibrio y a estatismo; asimetría a dinamismo; regularidad
absoluta e irregularidad absoluta con expresiones caóticas, por cuanto
indiferenciadas; la diferenciación se produce por el rito, es decir, por la
organización
de
la
irregularidad
regularizada.
Ejemplos
tomados
de
análisis morfológicos pueden traducirse a lo simbólico; por ejemplo, en
el
crecimiento,
fuerza
de
forma
difusión,
resistencia
formas
la
existencia
uniforme.
que,
dentro
circular,
En
de
lo
un
de
irradiada,
un
centro
espiritual
mismo
significa:
como
valen
sistema
origen,
exactas
o
regularidad
grupo,
esas
medio
leyes.
son
de
de
Las
diferentes,
pueden ordenarse en serie o gama (y son aptas para su inclusión en
órdenes
de
analogías
y
correspondencias).
Así
trapecio,
rectángulo,
cuadrado, círculo, señalan un avance progresivo de la irregularidad a la
regularidad, que podría simbolizar exactamente una evolución moral.
Jung alude a estas cosas cuando dice que, el cuadrado, como número
plural
mínimo
(simbolizante
de
lo
situacional),
representa
el
estado
pluralista (interno) del hombre que no ha alcanzado aún su unidad
interior. Sin embargo, es superior al trapecio, como éste al trapezoide.
El
octógono
es
la
«figura
de
intercalación»
(intermedia)
entre
el
cuadrado y el círculo. No es preciso insistir en que los símbolos tienen
significados en diversos planos, principalmente en el psicológico y el
cósmico. Así, psicológicamente, el triángulo es también, en su posición
natural con el vértice arriba y colocado entre el cuadrado y el círculo,
un elemento de comunicación. Pero, objetivamente, esas tres figuras
simbolizan
la
relación
(triángulo)
de
la
tierra
(cuadrado)
y
el
cielo
(círculo, rueda, rosetón); por ello constituyen el símbolo esencial de
p
y
muchas portadas cistercienses y góticas. Otra ley que se debe tener en
cuenta
es:
las
formas
explican
los
objetos;
los
objetos
explican
las
formas. Es decir, el simbolismo de un ser o figura suele ser ratificado o
ampliado por el sentido de su forma, e inversamente. Las agujas góticas
tienen relación con la pirámide, luego la pirámide se relaciona con las
agujas góticas. Precisamente en la India, las formas geométricas tienen
los sentidos cósmicos siguientes: esfera (éter o cielo); creciente (aire);
pirámide
(fuego);
cubo
(tierra)
(4).
El
simbolismo
de
las
figuras
geométricas ha sido desarrollado por algunos autores, Piobb entre ellos,
hasta límites de precisión excesiva. Según Star, tales formas tienen los
significados
que
abstracción);
psíquica);
siguen:
cono
cilindro
esfera
(resume
(vida
todas
(pensamientos
las
intelectual,
formas,
materiales,
pensamiento
simboliza
intelecto
la
puro,
totalidad
maquinizado)
(55). En general, las formas planas tienen carácter más espiritual que las
de
volumen
y
éstas
mayor
correspondencia
con
los
elementos
del
macrocosmo. Innecesario es advertir que, en el simbolismo de la forma,
aun tridimensional, como en el esquema, tiene valor esencial la figura de
la sección o planta. Así, en la catedral, la figura de la cruz, de la planta,
prevalece
sobre
el
simbolismo
del
templo-montaña
derivado
de
la
forma ascendente y piramidal irregular, sin destruir el efecto de ésta. El
factor numérico tiene también su valor significativo; por ejemplo, dos
torres significan, además de lo que simbolizan las torres y de lo que
simbolizan
los
prismas
o
los
cilindros,
un
sentido
que
dimana
del
sistema binario que componen. Por ello, la mayor parte de edificios
religiosos rehúye el dos (conflicto) y se funda en el tres (resolución,
aparte de ser imagen de la Trinidad) y los dos campanarios de la fachada
se completan con el cimborrio sobre el crucero. Círculo y cuadrado
simbolizan ilimitación y limitación. Un valioso análisis de las formas
esenciales
(círculo,
cruz,
cuadrado,
triángulo)
y
su
significación
logicomística se encuentra en la obra de W Kingsland, The Esoteric
Basis of the Christianity (Londres 1893).
Fósil
Su significado simbólico corresponde en general al de la piedra, pero
integra,
por
su
carácter,
ideas
ambivalentes
sobre
el
tiempo
y
la
eternidad, sobre la vida y la muerte, sobre la evolución de las especies y
su petrificación.
Frío
Según Bachelard y a través de análisis literarios, el frío corresponde a la
situación o al anhelo de soledad o de elevación. En Humano, demasiado
humano, Nietzsche hace un llamamiento a «la fría y salvaje naturaleza
alpestre apenas calentada por un sol de otoño y sin amor». «Gracias al
frío, el aire gana en virtudes ofensivas, se espiritualiza y des-humaniza.
En el aire helado de las alturas se encuentra otro valor nietzscheano: el
silencio» (1).
Fruto
Equivalente al huevo, en el simbolismo tradicional. En su centro se
encuentra también el germen que representa el origen (29). Simboliza
los deseos terrestres.
Fuego. Emblema atribuido a Hans Sebald Beham, Francfort 1546.
Fuego
Los chinos utilizan una tableta de jade rojo, llamada Chang, que se
emplea
en
los
ritos
solares
y
simboliza
el
elemento
fuego
(39).
En
relación con este sentido solar de la llama, aparece el fuego, en los
jeroglíficos egipcios, como asociado a la idea de vida y salud (calor en el
cuerpo). También, y esto ya indica una transposición del símbolo a una
energética
alquimistas
espiritual,
a
conservan
la
en
idea
de
especial
superioridad
el
sentido
y
dado
mando
por
(19).
Los
Heráclito
al
fuego, como «agente de transformación», pues todas las cosas nacen del
fuego
y
a
él
vuelven.
Es
el
germen
que
se
reproduce
en
las
vidas
sucesivas (asociación a la libido y a la fecundidad) (57). En este sentido
de
mediador
entre
formas en
desaparición
y
formas
en
creación,
el
fuego se asimila al agua, y también es un símbolo de transformación y
regeneración. Para la mayor parte de pueblos primitivos, el fuego es un
demiurgo y procede del sol, es su representación sobre la tierra; por
esto se relaciona, de un lado con el rayo y el relámpago (35); de otro,
con
el
oro.
Frazer
recoge
muchos
ritos
en
los
que
las
antorchas,
hogueras, ascuas y aun cenizas se consideran con virtud para provocar
el crecimiento de las mieses y el bienestar de hombres y animales. Sin
embargo, las investigaciones antropológicas han dado dos explicaciones
de los festivales ígnicos (perpetuados en las hogueras de san Juan, en los
fuegos artificiales, en el árbol iluminado de Navidad): magia imitativa
destinada a asegurar la provisión de luz y calor en el sol (Wilhelm
Mannhardt) o finalidad purificatoria, y destrucción de las fuerzas del
mal
(Eugenio
Mogk,
hipótesis
no
son
vitalidad
del
sol
victoria
contra
el
Eduardo
contrarias
(por
sino
analogía,
poder
del
Westermack)
(21),
complementarias.
espíritu
mal
(las
del
pero
El
principio
tinieblas);
la
estas
triunfo
dos
y
la
luminoso)
es
purificación
es
el
medio sacrificial necesario para que ese triunfo se posibilite y asegure.
De otro lado, Marius Schneider ya distingue entre dos formas de fuego,
por su dirección (intencionalidad); el fuego del eje fuego-tierra (erótico,
calor solar, energía física) y el del eje fuego-aire (místico, purificador,
sublimador, energía espiritual), que se corresponde exactamente con el
simbolismo de la espada (destrucción risica, decisión psíquica) (50). El
fuego, de consiguiente, imagen energética, puede hallarse al nivel de la
pasión animal o al de la fuerza espiritual (56). La idea de Heráclito, del
fuego como agente de destrucción y renovación, se halla en los Puranas
de
la
India
y
en
el
Apocalipsis
(27).
Gastón
Bachelard
recuerda
el
concepto de los alquimistas para quienes «el fuego es un elemento que
actúa en el centro de toda cosa», factor de unificación y de fijación.
Paracelso establecía la igualdad del fuego y de la vida; ambos, para
alimentarse, necesitan consumir vidas ajenas. Tomar el fuego o darse a
él (Prometeo y Empédocles) es el dualismo situacional del hombre ante
las cosas. El medio está en el sentido burgués de usar simplemente de
los beneficios del fuego. Pero el fuego es el ultraviviente. Realiza el bien
(calor
vital)
y
el
mal
(destrucción,
incendio).
Sugiere
el
anhelo
de
destruir el tiempo y llevarlo todo a su final. El fuego es la imagen
arquetipo de lo fenoménico en sí (1). Atravesar el fuego es símbolo de
trascender
la
condición
humana,
misterios (Buenos Aires 1961).
según
Eliade
en
Mitos,
sueños
y
Fuente
En la imagen del paraíso terrenal, cuatro ríos parten del centro, es decir,
del mismo pie del Árbol de la Vida, y se separan según las cuatro
direcciones
marcadas
por
los
puntos
cardinales.
En
consecuencia,
surgen de una misma fuente, que deviene simbólica del «centro» y del
origen en actividad. Según la tradición, esta fuente es la fons iuventutis
cuyas aguas pueden asimilarse a la «bebida de inmortalidad» (Amrita de
los hindúes) (25). Por ello se considera que su significación (agua en
surgimiento)
sustancias
simboliza
(57).
Por
la
ello,
fuerza
la
vital
del
iconografía
hombre
artística
y
de
presenta
todas
con
las
gran
frecuencia el motivo de la fuente mística; se encuentra también en el
mitraísmo; una inscripción votiva canónica dice: fonti perenni (31). No
hay duda de que su sentido como centro se refuerza y ratifica cuando,
en un plan arquitectónico: claustro, jardín o patio, la fuente ocupa el
lugar central. Esta es la disposición más frecuente en la mayoría de
obras realizadas en culturas o períodos de conocimiento simbolista,
como en las construcciones románicas y góticas. Además, los cuatro
ríos
paradisíacos
se
señalan
por
cuatro
caminos
que
van
desde
los
ámbitos claustrales al claro en forma circular u octogonal donde se halla
la taza de la fuente, que suele tener esas mismas formas, a veces las dos,
en doble taza. Jung ha estudiado el simbolismo de la fuente con gran
atención, especialmente en la alquimia y, considerado cuanto antecede,
se inclina por asimilarla a una imagen del ánima como origen de la vida
interior y de la energía espiritual. La relaciona también con el «país de
la infancia», en el cual se reciben los preceptos del inconsciente y señala
que la necesidad de la fuente surge principalmente cuando la vida está
inhibida
cuando
y
se
simboliza
agostada
(32).
trata
la
el
de
Selbst
o
Particularmente
fuente
centrada
individualidad).
es
en
el
justo
este
jardín
Recuerda,
simbolismo
(cuyo
como
recinto
ejemplos,
la
«fuente de juventud» del Códice de Sphaera, de Florencia, y El jardín
de las delicias, pintado por Hyeronimus van Aken, el Bosco. Indica que,
en Ars Symbolica, de Boschius (1702), la fuente en el jardín cercado
significa constancia en la adversidad y también que ese recinto puede
considerarse como un témenos (recinto sagrado) (32).
Fuente. Francesco Colonna, Hypnerotomachia Poliphili, Venecia 1499.
Fuerza, La
Arcano undécimo del Tarot. Aparece bajo la imagen de una reina que,
sin
aparente
esfuerzo,
doma
un
furioso
león
y
cuyas
mandíbulas
mantiene separadas. Esta imagen tiene una clara alusión zodiacal (Leo
vencido por Virgo), tema que tiene su correlato mitológico en Hércules
dominado por Onfale. Wirth señala como detalle del mayor interés en
la alegoría el hecho de que la reina no mata al león, sino que lo aprieta
contra su pecho después de aturdirlo con la maza, lo cual significa que
no se debe menospreciar lo inferior, sino dominarlo y utilizarlo. Suena
aquí el tema alquimista de que lo vil no se debe (ni se puede, en rigor)
destruir, sino transmutar en lo superior. En sentido afirmativo, este
arcano simboliza el triunfo de la inteligencia sobre la brutalidad; en
sentido negativo, insensibilidad y furor (59).
Fulgor
Símbolo de la fuerza de lo indiferenciado, de la disolución, según Evola.
Funerario. Anubis y una momia, papiro.
Funerario
El simbolismo funerario, paradójicamente, y a la vez con justo motivo,
se orienta por lo común, aunque no siempre, hacia la vida, la vida eterna
o la salvación del alma. No podemos hacer la historia de este complejo
simbolismo, ni citar siquiera nada de lo relativo al Próximo Oriente,
pues la sola abundancia de símbolos y representaciones (mágicas) de
Egipto es tema para una amplia monografía. Sí es interesante corroborar
que,
desde
escinden
en
la
Antigüedad
dos
tipos
grecorromana,
esenciales:
el
que
las
imágenes
hemos
de
funerarias
considerar
se
como
realista y sentimental (las estelas con efigies del difunto, griegas; las
parejas de esposos sobre las tapas de los sarcófagos, o urnas, de Etruria;
los retratos romanos), y el propiamente simbólico o alegórico, que suele
ofrecer
como
imagen
esencial
el
vuelo
del
alma
a
las
regiones
superiores, sea trasladada por un genio alado, por un cisne o un pavo
real, o aludido por la imagen del águila o de una de las aves ya citadas.
El altar, con su alusión a la columna de fuego-humo, la luna -como
residencia de las almas- son temas habituales en el simbolismo funerario
romano, estudiado por Franz Cumont y revelado por las monedas de
consecratio
de los emperadores y emperatrices. En el cristianismo, el
monumento
integra
funerario
imágenes
más
realistas
y
rico
y
completo,
simbólicas:
la
en
escena
el
período
del
gótico,
funeral
en
las
paredes del sarcófago, la estatua yacente sobre la tapa y, en el fondo del
arcosolio,
ángeles,
la
ascensión
pirámides,
funeraria.
del
flores,
alma
son
ayudada
elementos
por
dos
asociados
ángeles.
a
la
Cruces,
iconografía
G
Gacela
Animal emblemático del alma o de la sensibilidad humana. Desde la
época más primitiva aparece con frecuencia hasta el período románico,
en el acto de huir o de ser agredida por un león u otra fiera. De este
modo simboliza la persecución de las pasiones y del aspecto agresivo,
autodestructor, del inconsciente.
Gallo
Símbolo solar, ave de la mañana (4), emblema de la vigilancia y de la
actividad. Se inmolaba a Príapo y a Esculapio para obtener la curación
de los enfermos (8). Durante la Edad Media, símbolo cristiano de gran
importancia, apareciendo casi siempre en la veleta más elevada, sobre las
torres
y
cimborrios
vigilancia
y
de
las
resurrección.
catedrales.
Davy
Se
señala
consideraba
que
la
alegórico
primera
de
de
tales
condiciones debe tomarse en sentido de «tendencia a la eternidad y
cuidado en dar primacía al espíritu, de estar despierto y saludar al sol
(Cristo), aun antes de su salida por Oriente (iluminación)» (14).
Gárgola
Los animales fabulosos y los monstruos aparecen en el arte religioso de
la Edad Media como símbolos de fuerzas o como imágenes del submundo demoníaco y draconífero, pero entonces como vencidos, como
prisioneros sometidos al poder de una espiritualidad superior. Esto se
indica en la situación jerárquica en que aparecen, siempre subordinada a
las imágenes angélicas y celestes (16). Nunca ocupan un centro.
Garza
Símbolo
de
la
mañana
y
de
la
generación
vital,
entre
los
egipcios,
considerándose, con el ibis y la cigüeña, como ave favorable (4).
Gatos. Miniatura de El libro de las utilidades de los animales, Ibn alDurayhim al-Mawsili, siglo
XIV.
Biblioteca de El Escorial, Madrid.
Gato
Asociado a la luna en Egipto. Consagrado a las diosas Isis y Bast,
protectora esta última del matrimonio (7). Un simbolismo secundario
procede del color del animal. El gato negro se asocia a las tinieblas y a la
muerte.
Gavilán
Entre los egipcios, griegos y romanos, como el águila, esta ave estaba
consagrada al sol, atribuyéndosele todos los poderes derivados de esta
situación simbólica (8).
Gavilla
En el sistema jeroglífico egipcio, signo determinativo del concepto de
limitación (19).
Gemelos
En
las
representaciones
del
sacrificium
mithriacum,
con
mucha
frecuencia aparecen los dos dadóforos, Cantes y Cautopates, uno con la
antorcha
hacia
arriba
y
otro
que
la
lleva
hacia
abajo
(encendida
y
apagada). Cumont considera que simbolizan la vida y la muerte. Los
dadóforos
llevan
respectivamente,
a
una
veces
cabeza
-y
de
esto
toro
el
ratifica
uno,
un
dicho
escorpión
sentido-,
el
otro.
Significan también los dos aspectos esenciales del sol (manifestado y
oculto, en el día y en la noche) (31). Un examen detenido ha permitido
comprobar
en
la
mayoría
de
tradiciones
primitivas
y
de
mitologías
relativas a las altas culturas, la presencia del símbolo de los hermanos
gemelos, tales como los Ashwins védicos, Mitra-Varuna, Liber-Libera,
Rómulo-Remo,
Isis-Osiris,
Apolo-Artemisa,
Cástor-Pólux,
Anfión-
Zeto, Arión-Orión. En algunas ocasiones, un tercer hermano permite
otras asociaciones, como Castor-Helena u Osiris-Set. Todos ellos son
seres míticos que nacieron de padre inmortal y madre mortal. Estos
caracteres, expresados en el paisaje por el dualismo montaña (cielo) y
valle
o
agua
permanecen
pastor
(tierra),
no
escindidos.
apacible
bienhechoras
(50).
(17).
se
Un
En
Con
funden
hermano
conjunto,
cierta
en
la
descendencia,
suele
estos
ser
cazador
seres
frecuencia
suelen
aparecen,
sino
feroz;
ser
por
que
otro,
deidades
derivación
totémica o por simbolismo animalístico, transformados en animales,
como
pájaros
(35)
—lo
que
se
manifiesta
también
en
el
mito
del
nacimiento humano ovíparo- como leones (león salvaje y león domado,
día y noche) (4) o como caballos, uno blanco o rojizo y negro el otro.
Los dos Ashwins de la India aparecen en esta última forma, uno dentro
de la luz y otro en las tinieblas, como si el carro que conducen corriera
por perpetua margen de crepúsculo. El sentido simbólico más general
de
los
gemelos
es
que
uno
significa
la
porción
eterna
del
hombre,
herencia del padre celeste (reflejo de la hierogamia), es decir, el alma; y
el otro la porción mortal (40). Pero también simbolizan los principios
contrapuestos del bien y del mal, por lo que los gemelos aparecen como
enemigos mortales. Este es el origen del mito egipcio de Osiris y Set,
del mito persa de Ahuramazda y Ahrimanyu, y asimismo del mito
iroqués
de
Hawneyn
y
Hanegoasegeh
y
del
eslavo
de
Bielbog
y
Czernibog, el «dios blanco» y el «dios negro» (35). Como el principio
vital
suele
asimilarse
al
mal,
el
del
bien
tiene
que
recaer
sobre
la
espiritualidad ascética; de ahí que, para conseguir la inmortalidad, sea
preciso el «niégate a ti mismo». En la India, esta dualidad se especifica
bajo los nombres de
mundo)
que,
hasta
Atman
cierto
Brahmán
(alma individual) y
punto,
exponen
un
sentido
(alma del
panteísta.
Friedrich Nietzsche interpretó con exactitud el mensaje místico de esta
negación
parcial,
necesaria
para
la
salvación
de
la
esencia
espiritual
humana cuando dice al hombre: «Arroja en el abismo lo que tienes de
j
q
más pesado. Hombre, olvida... Divino es el arte de olvidar. Si quieres
elevarte. Si quieres ser tú en las alturas, arroja al mar lo que tienes de
más pesado», pero aquí, como occidental, no se llega a desprender del
yo.
Géminis
Como
tercer
signo
zodiacal,
asume
la
significación
general
de
los
gemelos (divino y mortal, blanco y negro), pero también el de una fase
característica del proceso cósmico en la rueda de las transformaciones,
aquel momento preciso en el cual la pura fuerza creadora (Aries y
Tauro) se escinde en un dualismo que será, de un lado, superado, pero
de otro irá avanzando hacia la multiplicidad fenoménica. Los pilares de
Hermes, las columnas de Hércules, o las llamadas Jakin y Bohaz en la
Cábala, son símbolos derivados del gran mito de Géminis. Dentro del
simbolismo zodiacal, el tercer signo es el del intelecto objetivado y
reflejado (40). Marius Schneider ha estudiado profundamente el mito de
Géminis en la cultura megalítica. Señala que, de las dos naturalezas de
Géminis,
una
expresándose
es
blanca
ambas
y
por
otra
los
es
dos
negra,
brazos
una
de
crea
y
Géminis,
otra
que,
mata,
en
el
simbolismo del paisaje, se identifican con el río de la juventud y el río
de
la
muerte,
respectivamente.
Géminis
es
la
naturaleza
creadora
(Natura naturans) y la naturaleza creada (Natura naturata) y su doble
naturaleza se presenta a veces en los cuentos como ser con la cara
tapada o por un ser proteico que se transforma en gigante, hombre o
animal.
En
el
aspecto
de
los
ritos
medicinales,
Géminis,
por
su
constante naturaleza doble, es el médico pero también el enfermo por
excelencia (y a esto aludió sin saberlo Jean Arthur Rimbaud cuando
dice que el poeta es el gran enfermo y el vidente), como se señala en
leyendas y mitos, cual la historia de Parsifal (51). A veces se distinguen
dos
momentos
diversos
de
Géminis
(exactamente
como
en
el
mito
paralelo del andrógino primordial). El «Géminis celeste» presenta los
contrarios fusionados, integrados en unidad (el ser esférico o perfecto).
El «Géminis terrestre» muestra ya la grieta, la escisión (Jano de cabeza
doble, Hécate triforme, etc.), es decir, los contrarios en conflicto o al
menos
en
disidencia.
El
tercer
paso
es
el
de
la
individualización
y
escisión
del
«ser
doble»,
pero
esta
etapa
ya
no
concierne
al
orden
mítico, sino al orden existencial. Por el carácter dinámico de todas las
contradicciones
(lo
blanco
tiende
hacia
lo
negro,
la
noche
quiere
transformarse en día, el malo aspira a la bondad, la vida va hacia la
muerte),
el
mundo
fenoménico
está
constituido
por
un
sistema
de
perpetuas inversiones, figurado por el reloj de arena que gira sobre sí
mismo para poder mantener su movimiento interior gracias al paso de
la arena por el agujerito central o «foco» de la inversión. Géminis, como
símbolo esencial de lo contrario es, en su aspecto dinámico, pues, un
símbolo de la inversión. Según la concepción megalítica -seguimos a
Schneider—, la montaña de Marte (Jano) que se levanta en la mandorla
(otro signo de la inversión y el entrecruzamiento, pues se forma por la
intersección del círculo de la tierra y el círculo del cielo) de Géminis es
el lugar de la inversión, el monte de la muerte y de la resurrección. Esa
montaña
presenta
dos
cumbres
y
todos
los
símbolos
y
signos
que
aluden a esa «situación de inversión» se distinguen por su duplicidad o
por tener cabeza doble. Las águilas y gallos bicéfalos corresponden a
esta zona, que simboliza también lo alternante contradictorio (positivonegativo,
grave-agudo).
Son
todos
éstos
símbolos
de
la
convivencia
ambitendente de «tesis y antítesis, paraíso e infierno, amor y odio, paz y
guerra, nacimiento y muerte, alabanzas e insultos, claridad y oscuridad,
rocas ardientes de sol y pantanos, que rodean las fuentes y el agua de
salvación. Aquí se habla en tono serio de las cosas alegres y se gastan
bromas sobre los más trágicos asuntos» (50). Psicológicamente, de la
aplicación
de
este
simbolismo
cósmico,
resultaría
que
la
«zona
de
contracción» es el umbral del misticismo unificante y unificado. Esto
explicaría la abundancia de adjetivaciones contradictorias en la lírica
más
sublime,
y
la
frecuente
abundancia
de
paradojas
en
los
más
profundos pensadores, como Laotsé. También corresponde al misterio
de Géminis el hecho morfológico de que todo objeto individual posea
siempre
dos
elementos
formales:
uno
variante
y
otro
invariante.
Es
decir, uno de sus «rostros» da a su individualidad, pero el otro lo liga
con su especie.
Signo de Géminis.
Geografía visionaria
Con
referencia
al
simbolismo
del
paisaje,
pero
también
a
una
experiencia mística de auténtica penetración en un universo tangente
con
el
nuestro,
habla
Henry
Corbin,
en
Terre
Celeste
et
Corps
de
Résurrection (París 1960), de una «geografía visionaria» mencionada por
los místicos persas. Llaman a ese lugar «mundo de Hûgalayá», tierra de
las visiones, intermundo o barzakh, queriendo significar con esta última
denominación que no se trata propiamente de un «lugar», sino de la
transformación
de
cualquier
lugar
por
su
contemplación
a
la
luz
visionaria. Aunque hablan de «la imaginación activa como órgano de las
metamorfosis»
insistiendo
así
en
el
sentido
psíquico
y
vivencial,
describen «países de oro, plata, blancos, etc.», y aluden al espejo como
«lugar epifánico de las revelaciones», en coincidencia con el simbolismo
que la magia atribuye al espejo.
Geométrico
El simbolismo del espacio, de las formas y de los grafismos le afectan en
parte, o lo integran. Cabría analizar el sentido de todo el simbolismo
del esquema geométrico partiendo del segmentó lineal (o mejor, del
vector, cuya orientación es importante). En esta zona, el simbolismo
confluye con la estética de la endopatía y con la psicología de la forma o
Gestalttheorie. Por ejemplo, un ángulo puede «verse» como la abertura
que produce el encuentro de dos líneas o como una alineación con
cambio
brusco,
simbolismo
«fragmento»
será
distinto
en
en
este
uno
caso
y
de
otro
línea
caso
quebrada.
aunque
el
Su
efecto
endopático sea el mismo: en el encuentro hay la idea de conflicto, en el
cambio de dirección se implica la de una suerte de «voluntad» interna
de la línea. Prescindiendo de ello, la «forma» de un ángulo en conjunto
posee
expresión
dinámico,
el
simbólica.
agudo.
Racional,
Desplazado,
el
como
ángulo
recto;
aplastado
o
«agresivo»
«anómalo»,
o
el
obtuso. Las integraciones de esquemas angulares en series continuas (las
grecas, líneas quebradas de diversos cánones y «figuras») poseen, aparte
de
su
valor
expresivo,
un
significado
tradicional
(formas
cuadradas
asociadas a la tierra, triangulares al fuego, onduladas al agua y al aire,
según
esquemas
interpretarse
esvástica,
teniendo
que
cuenta
de
símbolo
convencionales).
simbolismo
el
ángulo
el
el
funciones
total,
esvástica,
el
parte
significa
en
cardinales,
cambio
por
dado
orientación,
en
de
recto
cuádruple
sentido
de
psíquicas,
imposición
también
de
«gesto»
expresa
cambio
la
etc.),
de
su
Muchos
el
«nuevo
cambio
simultaneo
movimiento
por
la
de
de
puntos
voluntad
«giro»
la
dirección;
manifestado
el
Así,
racional
(totalidad,
comprende
orden»
pueden
geométrico.
cuaternidad
se
signos
por
de
la
potencial
aludido por sus cuatro gammas. Hay que tener presente siempre las
leyes
del
simbolismo
espacial
(izquierda,
derecha;
antes,
después)
cuando se trata de interpretar esquemas gráficos, incluso tan simples
como una letra.
Modelo
geométrico
del Universo. Johannes Kepler, Mysterium
cosmographicum, 1596.
Gigante
En el aspecto más profundo y ancestral, el mito del gigante alude a la
existencia de un ser inmenso, primordial, de cuyo sacrificio surgió la
creación. Este mito cosmogónico, tan frecuente entre los primitivos y
antiguas
renovar
culturas,
el
explica
sacrificio
los
inicial
y
sacrificios
humanos
revivificar
las
como
fuerzas
rito
cósmicas
para
o
su
aspecto favorable (17). Ahora bien, en sí, el gigante no es ni benévolo ni
malévolo, es una mera magnificación cuantitativa de lo ordinario; por
eso,
según
los
casos,
hay
gigantes
legendarios
protectores
y
otros
peligrosos. Ese sentido del gigante, como «lo que sobrepasa» la estatura
(simbólica
indefinición
aquí
del
de
poder
significado
y
del
de
fuerza),
gigante.
determina
Puede
ser
una
también
imagen
la
del
«padre terrible», por reminiscencia infantil (los niños ven a sus padres
como gigantes), una imagen del inconsciente, de la «sombra» en su
peligrosidad erigida frente al
Selbst
(21), etc. Es curioso anotar que, en
el folklore, el gigante suele ser protector del pueblo contra los señores,
mantiene
las
significación
hombre
libertades
(no
(16).
fueros,
generalizada)
colectivo
comunidad
y
de
«la
Pero
del
unión
el
mito
su
carácter
gigante
hace
del
la
es
como
tutelar.
dista
una
personificación
fuerza»,
gigante
Cabe
de
de
la
vida
del
de
una
a
esta
reducirse
especialidad. En todas las tradiciones surge más bien como irrupción de
lo maravilloso y de lo terrible, aun cuando siempre con cierto aspecto
de inferioridad y subordinación. En la Biblia se cita a Goliat (1 Sm 17,
4), a Og, rey de Basan (Dt 3, 1-11) (46). En cierto aspecto, Sansón
presenta
los
rasgos
de
un
gigante.
En
Occidente,
Bodo,
Rübezahl,
Gerión, Gargantúa, Hércules son los personajes más caracterizados en
la gigantomaquia, que presenta también, en el ámbito griego, a titanes y
cíclopes. La tradición cristiana ha identificado con frecuencia el gigante
con
Satán
(50).
El
héroe
trágico
se
relaciona
estrechamente
con
el
gigante, pero a veces en relación inversa, como adversario (60). Frazer
expone
los
numerosos
casos
de
creación
de
gigantes
artificiales,
de
madera o cestería (fallas valencianas), a los que se prendía fuego en las
fiestas solsticiales. En la Antigüedad se rellenaban de animales y aun de
hombres
vivos,
que
ardían
con
el
simulacro.
Se
consideran
como
sustituciones del espíritu de la vegetación, del dios inmolado para la
creación del mundo, lo que nos torna a la cosmogonía. Puede ser el
gigante
un
símbolo
insatisfacción
que
de
la
crecen
«rebelión
en
el
permanente»,
hombre
y
de
las
determinan
fuerzas
de
todas
las
mutaciones de su historia y de su destino, puede ser un símbolo del
Hombre
universal
junguiana
su
(Adam
esencia
o,
Kadmon)
mejor,
su
(21).
Ahora
aparición
bien,
parece
en
psicología
corresponder
al
símbolo del padre, como representante del espíritu que pone obstáculo
a lo instintivo, como guardián del tesoro (la madre, el inconsciente), en
cuyo caso se identifica con el dragón. Un ejemplo citado por Jung que
reúne esas características es el de Humbaba, protector del jardín de
Ishtar en la epopeya de Gilgamés (31).
Gladiadores
El
reciario
simboliza
al
dios
uránico
y
oceánico
(red
y
tridente),
asociado zodiacalmente al signo de Acuario; el mirmidón corresponde
al dios solar (armadura-caparazón y espada corta), asociado a Cáncer.
Globo. Marca tipográfica (siglo
XV).
Globo
La esfera es una totalidad y por ello constituye el substrato simbólico
de las imágenes que coinciden en ese sentido dominante, desde la idea
de centro (56) a la del mundo y la eternidad (8) o, más concretamente,
del alma del mundo (4). En la filosofía neoplatónica, el alma aparece en
explícita
relación
con
la
forma
esférica
y
la
sustancia
del
alma
se
deposita, como quintaesencia, en torno a las esferas concéntricas de los
cuatro
elementos.
Lo
mismo
acontece
en
el
hombre
primordial
platónico del Timeo (32). En la alquimia aparece como símbolo de la
primera materia cuando es un globo de color negro, o bien alado (para
significar el movimiento espiritual, la evolución); así aparece el globo en
la obra de Milius, Philosophia Reformata (1622) (32). Otra asociación
importante a la idea de esfericidad es la de perfección y felicidad. La
carencia
de
esquinas
(aristas)
equivale
analógicamente
a
la
falta
de
inconvenientes, estorbos, contrariedades.
Glorieta
Como la torre, el pozo y la puerta, emblema corriente de la Virgen
María. Un pintor intenso de la femineidad, cual Juan de Flandes (siglos
XV-XVI), hace surgir con frecuencia estos temas en sus obras.
Gog y Magog
Significan respectivamente: rey y pueblo, citados por Ezequiel (38, 216; 39, 6). La Biblia se refiere concretamente a los pueblos al nordeste
de
Asia
Menor
como
enemigos
de
Dios.
Los
musulmanes
han
conservado este sentido (46).
Golondrina
Ave consagrada a Isis y a Venus (8), alegoría de la primavera. Bécquer
integró en el símbolo todo el patético sentido irreversible del tiempo,
estableciendo analogías con otros símbolos.
Globo. El Bosco, detalle de El jardín de las delicias. Museo del Prado,
Madrid.
Goma
La denominación Gummi arabicum fue empleada por los alquimistas
para señalar la sustancia de transmutación, por creerla, en lo espiritual,
dotada de análogas virtudes adhesivas. Símbolo de la sustancia seminal
(32).
Gorgona
Según Frobenius, es un símbolo de la fusión de los contrarios: león y
águila, pájaro y serpiente, movilidad e inmovilidad (esvástica), belleza y
horror
(22).
Por
ello
excede
las
condiciones
soportables
por
la
conciencia y mata al que la contempla. Como otros entes fabulosos,
simboliza
también
naturaleza.
mosaicos
Su
las
rostro
romanos,
posibilidades
dramático
en
el
indefinidas
aparece
centro.
Es
con
decir,
de
creación
relativa
como
de
frecuencia
equivalencia
la
en
del
mascarón (dios primordial, Pan) y con simbolismo evidente de madre
terrible, o Dea inversa, lado destructor de la naturaleza. En el siglo
pasado, los pintores simbolistas gustaron de representarla; hay efigies
de Medusa de Böcklin y Stuck, entre otros; el primero la representa
muerta; el segundo viva, con expresión de pasmo, como de asombro
ante
su
propia
malignidad.
sobredeterminación
Las
negativa
serpientes
en
(multiplicidad
=
la
cabeza,
por
su
disgregación),
no
simbolizan elevación de la fuerza inferior (serpiente en la cabeza), sino,
a
la
inversa,
invasión
de
la
zona
superior
(cabeza)
por
las
fuerzas
inferiores (serpientes) asimiladas más profundamente aún por el hecho
de que los cabellos simbolicen justamente las fuerzas.
Gorro frigio
Símbolo
fálico,
pero
en
cierto
aspecto.
El
hecho
de
que
sea
un
sombrero, es decir, corresponda a la cabeza, significa que se trata de
erotismo en su forma superior, más alta, sublimada (aunque puede ser
obsesionante).
venusino,
Por
cuyo
ello,
el
destino
troyano
en
suerte
Paris
y
-tipo
puro
desgracia
es
del
hombre
enteramente
determinado por el eros- se representa con gorro frigio. El color rojo
puede
tener
también
un
sentido
sacrificial,
propio
(como
el
de
los
sacerdotes de Cibeles) o ajeno (como el de los revolucionarios franceses
de
1789).
Todo
bonete
rojo
tiene
similar
sentido,
en
principio.
El
casquete (il corno) del dux es una estilización del casquete de pescador
—lo semejante a lo semejante— puntiagudo (análogo al gorro frigio).
Graal
Es uno de los símbolos legendarios más bellos y complejos. En realidad
engloba
dos
símbolos
diferentes,
principales,
en
torno
a
los
cuales
aparecen otros. Son éstos: el propio Graal, y su búsqueda. En la leyenda
occidental del rey pescador y de Perceval (Chrétien de Troyes), una
misteriosa enfermedad simbólica (la misma de Filoctetes) paralizaba al
anciano monarca, mantenedor del secreto del Graal. Y a su ritmo y
nivel, cuanto le rodeaba sufría la misma impotencia (tema de La caída
de la casa Usher, de Poe; de la Tierra baldía, de Eliot). Los animales
degeneraban, los árboles no daban frutos, las fuentes se extinguían. Día
y noche, médicos y caballeros se interesaban por la salud del monarca.
Parzival interroga directamente al rey: «¿Cuál es tu tormento?». Al
instante, el monarca se levanta y la naturaleza se regenera (18). Wolfram
de Eschenbach fue el autor del Parzival cuya acción se sitúa en la Galia,
en los confines de España, donde un héroe llamado Titurel funda un
templo para conservar el vaso de la última Cena (27). La copa posee, de
por sí, su propio simbolismo, pero una leyenda dice que el Graal fue
tallado por los ángeles de una esmeralda caída de la frente de Luzbel, en
el momento de ser precipitado en el abismo. Así, de igual modo que la
Virgen María redime del pecado de Eva, la sangre del Redentor, a través
del
Graal,
redime
del
pecado
luciferiano.
Esta
esmeralda,
señala
Guénon, recuerda la urna, perla frontal que, en el simbolismo hindú,
tiene el puesto del tercer ojo de Shiva y que representa el «sentido de la
eternidad». La pérdida del Graal es la pérdida de la conexión interna,
trátese
de
la
religación
religiosa
o,
en
las
formas
degradadas
(psicológicas) del misterio, de cualquier «fuente de felicidad». Por ello,
ese abandono del recuerdo trae consigo la pérdida del estado primordial
o paradisíaco, la muerte y agostamiento de la naturaleza (de la vida
espiritual propia). El Graal significa simultáneamente un vaso (grasale)
y un libro (grádale). En cuanto a su búsqueda, concierne, en términos
generales, a la «busca del tesoro perdido», empresa que es exactamente
la inversión de la inacabable persecución del «cazador maldito», ya que
éste persigue las formas fenoménicas en juego incesante de ser y no ser,
mientras que el Graal es, sobre todo, un símbolo del centro («motor
inmóvil»
de
Aristóteles;
«medio
invariable»
de
la
tradición
extremoriental) (28). La aparición del Graal en el centro de la mesa de la
Tabla
Redonda,
reproduce
con
en
torno
exacto
a
sentido
la
cual
(según
toman
el
asiento
simbolismo
los
de
la
caballeros,
forma)
el
símbolo del cielo de los chinos: el círculo con un agujero (la copa) en
medio. El Ms. fr. 112 de la Biblioteca Nacional de París, Lancelot du
Lac, presenta el momento en que el Graal es depositado por dos ángeles
en
el
centro
de
la
mística
mesa
redonda.
El
origen
histórico
de
la
leyenda del Graal relaciona, en el Occidente cristiano, el vaso sagrado
con la copa o plato en que José de Arimatea recogió sangre del Salva
dor clavado en la cruz. El gran desarrollo de la leyenda del Graal se
produce en los siglos XII y XIII, con tres obras fundamentales debidas
a Chrétien de Troyes, Wolfram de Eschenbach y a Robert de Boron.
Pierre Ponsoye, en su libro L’Islam et le Graal (París 1958), estudia la
trayectoria arábiga del símbolo. Estudio de conjunto sobre el Graal y
los símbolos que hay en torno suyo eS el libro de A. E. Waite, The Holy
Grail
(Londres
1933).
La
idea
del
Graal
como
«objeto»
dotado
de
poderes misteriosos se relaciona con la del arca de la alianza hebraica,
que aparece investida de similar poder protector y de comunicación con
el Altísimo.
Graal. Perceval, Galahad y Bors ante el Graal. Gaultier Moap, Messire
Lancelot du Lac, siglo
XV.
Biblioteca Nacional de París.
Gráfico
Un
inmenso
repertorio
de
signos
gràficos
pudiera
inventariarse
y
catalogarse. En ellos, mås acaso que en otro dominio alguno, por la
expresa voluntad de acunar significación que presidio su origen, hay
sentido simbòlico. Un solo autor coetàneo, Ernst Lehner, nos dice que
su
colección
llegó
a
integrar
60.000
simbolos,
signos
y
marcas
diferentes, de diversas procedencias, origenes, culturas y tiempos. En el
simbolo
grafico
(grabado,
incidido,
dibujado,
creado
en
forma
de
diagrama, emblema o esquema por cualquier otro procedimiento, corno
el de las filigranas de los impresores) aparece en piena manifestación la
doctrina mistica de la forma, que fue especialmente desenvuelta por las
civilizaciones
orientales.
Con
arrebato
lirico
dijo
Shukråshårya:
«El
caracter de la imagen se determina por la relación establecida entre el
adorante y el adorado», coincidiendo sin saberlo con la definición del
biologo, para quien la forma es «el diagrama entre la pulsión interna de
un cuerpo y la resistencia del medio». Para la doctrina hindu la belleza
no resulta de unas cualidades exteriores, sino de la emanación de un
estado del alma; lo mismo se dice respecto de otras notas de la forma,
corno dirección, ordenación, orientación o numero de elementos. Los
mìsticos alemanes también se han referido -corno recuerda Lue Benoist
(6)— a la forma (plena o diagramatica) corno manifestación del espiritu.
Ana Catalina Emmerich dijo: «Nada es pura forma. Todo es sustancia y
acción por medio del signo». El simbolo fìjado por procedimientos
artisticos posee una condensación extrema, que deriva de la economia
formai integrada y de la potencia alusiva que pueda poseef. Està es la
base psicologica (la màgica se fundamenta en una interpretación literal
de la teoria de las correspondencias) de que la mayoria de amuletos,
talismanes,
pantàculos
y
signos
adivinatorios
-desde
los
tiempos
prehistóricos hasta el presente, sin solución de continuidad— se hayan
apoyado con fuerza en el simbolismo gràfico. Por elio también, ciertas
formas,
emblemas,
condecoraciones
convencional
banderas,
ejercen
corno
se
una
ha
escudos
atracción
dicho,
sino
tan
de
armas,
intensa
basada
en
y
marcas
y
justificada,
no
nexos
internos
de
ritmos simbólicos (30). Aparte de su valor de integración y resumen, los
simbolos gràficos poseen un singular poder nemotécnico. Asi lo senala
Schneider, indicando que tales dibujos esquemàticos (espirai, esvàstica,
circulo con punto central, creciente lunar, doble sigma, etc.) permitian
recordar los mas variados conocimientos filosóficos, alquimisticos o
astronómicos, segun la interpretación (por reducción a un plano de
significación) que se les aplicara. La misma figura (con multivalencia, no
con sentido indiferente o equivoco) cambia de aspecto y de sentido
segun el ritmo-simbolo (idea corno dirección intencional) que la invada.
Agrega que esto constituye un rasgo dominante del arte antiguo, al
«que
con
frecuencia
ornamental»,
en
se
denomina
conexión
con
por
Tanew
desgracia
(Das
arte
decorativo
Ornament
die
u
Elbetiza,
Ipek 1942) (51). Enumerando sumariamente algunos de los géneros que
comprende el simbolismo grafico, tenemos los siguientes: atributos y
figuras mitológicas, signos de astronomìa y astrologia, alquimia, magia
y mistica primitiva, religiones, heråldica, figuras fabulosas y monstruos,
ornamentos, signos de oficios diversos, signos numismåticos, marcas de
porcelana, de papel, etc. (36). Basta imaginar la prodigiosa variedad de
uno solo de estos epigrafes, el de la ornamentaria aplicada, para advertir
que un estudio siquiera aproximado, inventariai, del simbolismo gràfico
exigiria una extensión material considerable. Al grupo citado podemos
agregar
también
alfabetos,
la
ideografias,
reducción
incluyendo
por
ej
a
lo
empio
pictografias,
gràfico
la
de
pintura
las
metagrafias,
mandalas;
composiciones
abstracta,
que,
y
artisticas,
corno
el
arte
ornamentai celta, anglosajón y nòrdico, es un enorme repertorio de
formas significativas, producidas con intención de expresar o sin ella,
pero sin poderse evadir de esa comunicación sutil, inmediata, totalitaria,
que el ser humano impone a cuanto realiza. Para ampliar màs aun el
panorama de posibilidades que estamos exponiendo nos referiremos a
los
signos
lapidarios
que
se
hallan
en
los
sillares
de
muchas
obras
arquitectónicas. Se han catalogado muchisimas variedades de marcas
que,
aparte
iniciales,
de
su
sentido
anagramas,
esotèrico,
signos
pueden
astrológicos,
corresponder
numéricos,
a:
letras
màgicos,
misticocristianos, trabajos propios de la construcción, nacionalidad o
raza, donantes, etc.
Unidad, origen.
Principio pasivo.
Principio activo.
Cuaternario material pasivo.
Cuaternario material activo.
Generación material por acción de dos antagónicos.
Ternario neutro; modo sucesivo.
Ternario evolutivo, por ser mayor el eje vertical.
Ternario involutivo, por inversión.
Cuaternario espiritual neutro.
El ternario superior actúa en el cuaternario espiritual.
Inversión del anterior.
Doble cuaternario en la circunferencia.
El cuaternario accionado por el ternario en el universo. Modo
constructivo en la totalidad.
Quinario. Símbolo del hombre.
Ternario y cuaternario separados; su unión constituye el septenario.
Triángulo parcialmente inscrito en círculo. Penetración en la totalidad.
Con el cuaternario inferior (desligado) expresa los tres «estados»:
material, ascensional y espiritual.
Los mismos elementos unidos. Obsérvese que asi se componían las
portadas cistercienses (con el triángulo curvilíneo u ojival).
Signo de inversión.
Octógono activo.
División del cuaternario en dos ternarios.
Los dos ternarios en interpenetración.
Infinito o universo como totalidad.
Centro del infinito; emanación o causa primera.
Horizonte, división de los dos mundos.
Cuaternario espiritual en el universo.
Ternario en el universo. Modo espiritual en la totalidad.
Cuaternario en el universo. Modo material en la to talidad.
Los
ornamentos
(grecas,
lineas
onduladas,
series
de
espirales,
arrollamientos de ritmos varios, sigmas, aspas, rombos, circulos, óvalos,
dardos,
triångulos,
denominación
zigzagues,
simbolica
triskeles,
general
de
esvåsticas)
«fondos
reciben
cósmicos»,
la
porque
simbolizan efectivamente la actividad de las fuerzas naturales y de los
elementos (41). Segun la època y las predilecciones culturales del autor,
los prehistoriadores e historiadores del arte que en la mayoria de los
casos no se han interesado por la doctrina autonoma del simbolismo,
los consideran globalmente a casi todos corno signos solares, o corno
simbolos
del
huracån
y
del
cielo.
J.
Déchelette,
en
su
Manuel
d’Archeologie préhistorique dice que todos los signos de doble simetria
bilateral
o
de
centro
irradiante
«han
sido
empleados
corno
representaciones del sol desde la edad del bronce». No podemos dej ar
de mencionar un hecho importante, y es la conexión del simbolismo de
la forma con la adivinación. Los Pa Kua chinos, cuyo sistema se explica
en el I Ching (Libro de las mutaciones), los puntos de la geomancia, y
las
innumerables
mancias
que
lego
la
Antigüedad,
relacionadas
en
multitud de obras sobre el tema, se fundan en la mayoria de los casos en
el simbolismo de la forma; bien, corno en el caso de las manchas (y del
test de Rorschach), por identificar una «forma matriz» determinada con
la figura de tal o cual ser, cuyo sentido simbolico seria el determinante
del augurio, bien por descomponer la forma en elementos numéricos y
de
dirección
espacial,
buscando
su
sentido
por
la
aplicación
del
significado de las zonas del espacio y de los numeros. Por ejempio,
Frazer nos explica la creencia china de que la existencia y destino de una
ciudad estaban tan influidos por su forma, que habrian de variar segun
el caràcter de la cosa mås similar a tal figura. Y cuenta que, en tiempos
lejanos, la ciudad de Tsuen-cheu-fu, cuya configuración se asemejaba a
una
carpa,
con
frecuencia
servia
de
presa
a
las
depredaciones
de
la
vecina ciudad de Yungchun, cuya forma se asemejaba a la red de un
pescador (21).
Los dos cuaternarios, espiritual y material, en la totalidad.
Triple recinto con entrecruzamientos dinámicos (mandálicos).
Mundo inferior situado bajo el superior.
Mundo inferior situado dentro del superior.
Cuaternario abierto, dinámico.
Doble cuaternario, material (abierto) y central, espiritual.
Doble creciente (mundos superior e inferior) unido por un principio
activo.
Doble tridente. Acción simétrica ternaria a lo superior y lo inferior.
Emanación activa.
Cuaternario discontinuo.
Dualidad.
Causa primera sobre el horizonte (principio pasivo).
Principio activo sobre el pasivo. (Con el primero de ellos y los dos de
arriba se forma la cruz ansada egipcia.)
Cruz ansada. Totalidad (circunferencia) sobre
tau, formada por
horizonte sobre principio activo.
Jung se ha interesado profondamente por los problemas del simbolismo
grafico, de los esquemas geométricos y los numeros determinados por
el
factor
cuantitativo
de
los
elementos,
pero
sin
sistematizar
sus
interesantes hallazgos y conceptos, que son exactos. Asi dice que las
relaciones
entre
los
numeros
y
las
formas
no
sólo
dependen
de
la
cantidad de elementos, sino de la forma y dirección de los mismos, pues
la dirección modifica la calidad cuantitativa corno la ruptura. Coincide
con el simbolismo esoterico, para el cual los cuadrilateros no cuadrados
indican una modificación del equilibrio del simbolismo del cuatro, en el
sentido del eje mayor. El prevalecimiento de la horizontal revela un
predominio
vertical,
del
el
del
intelecto
meramente
irracionalismo
racionalista,
espiritual.
El
mientras
signo
de
la
el
de
unión
la
del
cuaternario (cruz o cuadrado) con la unidad se expresa por la unión del
cuatro y el uno, es decir, del cuadrado (o la cruz) y el circulo. La
relación de los dos diàmetros cruzados con la circunferencia se ratifica a
veces
haciendo
circulito,
que
constituida
perceptible
deviene
tiene
un
el
centro,
simbolico
gran
del
valor
por
su
transformación
«centro»
simbolico
mistico.
por
La
expresar
en
un
figura
asi
la
unidad
originai (centro), la «salida a la manifestación» (cuatro radios, que se
identifican con los cuatro rios que brotan en el paraiso, de la fons vitae
o
junto
al
årbol
exterior),
por
cuadrado
(diferencias
fenomeno)
.
el
cosmico)
y
el
movimiento
Por
la
de
lo
retorno
circular
multiple
agregación
de
a
que
y
la
unidad
«alisa»
las
transitorio
una
cruz
en
(circunferencia
del
aspa
esquinas
del
mundo
del
a
la
figura
mencionada, se obtiene la rueda, que es el simbolo mas universal del
centro y del ciclo de las transformaciones. La importancia de la relación
del circulo y el cuadrado es extraordinaria; formas que integran de las
mås
variadas
maneras
ambas
figuras,
abundan
en
el
arte
no
sólo
religioso y simbolico, sino en el profano. Pero cinéndonos al primero,
mencionaremos dos casos que, sin la menor conexión, dan el mismo
resultado: el denominado «pantaculo de Laos», figura cuadrada, con un
cuadrado
en
el
centro
y
cuatro
circulos
en
los
àngulos,
con
cuadripartición interna, y el retablo de la Cartuja de Miraflores, de
parecida
organización,
tetramorfos.
poderoso,
Pues
que
el
que
es
la
substrato
cuando
se
de
los
conjuntos
logicosimbólico
quiere
acudir
a
una
de
de
Pantocràtor
la
imagen
figura
es
abstracta
y
tan
de
ordenación còsmica de relación ìntima e intensa de los «dos mundos»,
se ha de volver a està coniunctio del simbolo de la tierra (cuadrado) y
del
cielo
(circulo).
El
hecho
de
que
las
figuras
de
centro
irradiante
simbolicen, cosmicamente, el destino final del espiritu motiva que, en lo
psicològico, simbolicen la imagen de ese destino, su presentimiento y el
p
g
g
p
y
camino de su posibilitación, es decir, la idea mistica por excelencia (32).
Por elio senalan los psicoanalistas que la unión del cuadrado con el
circulo, la estrella, la rosa, el loto, los cìrculos concéntricos, el circulo
con punto central, etc., simbolizan el final del proceso de individuación
o de «salvación» en las doctrinas mìsticas, es decir, aquella etapa de la
vida
espiritual
en
que
se
han
eliminado
las
imperfecciones
(figuras
irreguläres) y también los intereses vitales (sìmbolos biológicos, en el
aspecto
peor:
monstruos,
animales
salvajes)
para
concentrarse
en
la
unidad y en la imagen que Dante situa al final de su «Paraìso» (56).
Otras
afirmaciones
opuestos
se
de
Jung
simbolizan
sobre
por
una
psicologìa
cruz
de
(corno
la
forma
impulsos)
son:
los
por
un
y
cuadrado (corno horizonte). Su superación, por el circulo (33). Cuando
los dos sìmbolos aparecen orientados en direcciones contrarias expresan
el anhelo de totalidad (tanto de conquista de todo el espacio, corno de
penetración en las dos esferas: ir hacia la izquierda es dirigirse hacia el
inconsciente y el pasado; hacia la derecha es ir hacia lo consciente y el
futuro).
Como
ejempio,
menciona
Jung
que,
en
el
Viatorium,
de
Michael Maier (Ruàn 1651) se ven dos àguilas volando en direcciones
opuestas (32).
Respecto a las composiciones, corno tales, y a su significado simbòlico,
no hemos de ocultar que existe una teorìa de su origen ornamentai
sostenida,
entre
otros
autores,
por
Baltrusaitis
-que
establece
corno
elemento aprioristico la idea de un campo a llenar y de unos efectos
estéticos a conseguir, dimanando de las ideas de orden, simetrìa, logica,
claridad—.
Pero
posteriores
a
su
los
impulsos
necesidad
de
estéticos
expresar
de
la
humanidad
significaciones
son
muy
cósmicas
y
el
concepto actual del arte corno signo y corno testimonio del espìritu,
mejor
que
expulsarìa
carecen
corno
automàticamente
de
prioridad
creación
cualidades
de
tradicional,
un
las
de
de
amables
sentido
formas
belleza
su
o
o
de
deleite
dominio
muchas
positivas),
parece
primario
simétricas
simbolico.
artìsticas
estètico
obras
que
inclinarse
Segun
-por
(lo
ej
la
que
en
sì
por
la
doctrina
empio,
las
distribuciones de figuras en un tìmpano romànico o gòtico; o la de los
tenantes, escudo y yelmo en un blasón— brotan de la misma fuente
(Géminis) que la simetrìa bilateral de la figura humana que se traduce
en duplicación de algunos órganos. Si no se quiere aceptar està idea,
puede
entonces
proyección
concebirse
anatòmica,
la
dando
preferencia
por
por
sentado
lo
que
simétrico
la
corno
sensàción
de
adecuación primordial sólo podrìa aparecer cuando lo artificial fuese
paralelo, anàlogo, correspondiente a lo naturai. Un ser con dos brazos
situados a los lados de un cuerpo rematado por una cabeza ha de tender,
primariamente, a formular corno orden una disposición en que una
forma principal se halle en el centro y dos secundarias a ambos lados.
Estas
nociones
elementales
fueron
sentidas
probablemente
no
en
la
epoca paleolìtica, en que poco sabemos del hombre, que vivìa bajo la
presión
de
la
necesidad
y
obligado
a
esfuerzos
constantes
en
lo
utilitario, pero sì en la etapa auroral, desde fmes del neolìtico a la edad
de bronce, entre los anos 5000 y 3000 antes de Jesucristo, epoca en que
surgieron
o
se
desarrollaron
decisivamente
los
elementos
culturales.
Ortiz indica con juicio que no es inverosìmil que, antes de llegar a la
figuración generica de la vida, los hombres concibieran los ideogramas
de las realidades tangibles de la vida, especialmente en lo concerniente a
los entes que no tienen figura concreta corno el viento. El fuego se vio
corno Ilama; el agua, corno sucesión de ondas; la lluvia se asoció a las
làgrimas; el relàmpago, al zigzag, etcétera (41).
No es que todas las representaciones pictográficas o ideográficas ni
menos los signos, de las culturas primitivas y astrobiológicas, se deban a
igual motivo ni representen similar morfología, en su proceso. Hemos
de distinguir entre: imágenes realistas imitativas (propiamente dibujos o
pinturas); imágenes esquemáticas imitativas (que buscan ya el sentido
rítmico de la figura tanto como su forma exterior); imágenes rítmicas
puras (como los signos de animales derivados de las huellas que dejan al
andar). Schneider menciona que, en las culturas medias, los animales
símbolos no se representan por la imitación de su aspecto físico, sino
por las líneas rítmicas determinadas por sus movimientos. Agrega que,
en Malaca, se transfiere el simbolismo de un animal al de un elemento; y
el símbolo del agua deriva del ritmo de las piernas de las ranas —similar,
de otro lado, al movimiento de las ondas—. Las hormigas se figuran por
el ritmo de su andar; un ciempiés, lo mismo (50). Esta idea del ritmo
abre enormes horizontes en cuanto se concibe a la luz del espíritu. Cada
hombre
posee
su
propio
ritmo;
cada
cultura,
también.
El
estilo,
la
manera personal, no son, en última instancia, sino expresiones rítmicas.
Germain
Bazin,
en
su
Histoire
de
l’Art
(París
1953),
dice
del
arte
abstracto que es el intento de exponer al exterior los ritmos esenciales
del alma humana, individual y colectiva (en relación con las ideas sobre
la endopatía, de Aristóteles, Vischer, Kant, Lipps, etc.).
En consecuencia, en toda figura gráfica, y para establecer su significado,
hemos de tener en cuenta los siguientes elementos: a) similitud con
figuras de seres cósmicos; b) forma abierta o cerrada, regular o irregular,
geométrica
o
biomórfica;
c)
número
de
elementos
de
esa
forma
y
significado de tal número; d) ritmos dominantes, sentido elemental de
su tensión y movimiento; e) ordenación espacial, determinación de las
zonas; f) proporciones; g) colores, si los hay. El factor similitud es tan
amplio
y
obvio
que
no
es
preciso
comentarlo;
la
forma
tiene
el
significado análogo a su condición y respecto a las geométricas, ya se ha
indicado su simbolismo; el número de elementos traduce al simbolismo
numérico un componente secundario —a veces muy importante— de la
forma; la estrella de siete puntas, por ejemplo, corresponde tanto al
significado del septenario como al de la figura estelar; sobre los ritmos
ya hemos indicado su relación con los elementos y con los animales. La
greca y la línea quebrada de esquema trapecial se suelen considerar
correspondientes al simbolismo de la tierra; la línea ondulada, al del
aire; la sucesión de espirales incompletas o de ondas, la línea quebrada,
al del agua; pero esta última también se asocia al fuego por su forma
triangular en cada diente. En cuanto a la ordenación espacial, en lo
vertical domina el simbolismo del nivel —de carácter moral y a la vez
energético-; en lo horizontal, ya indicamos que la zona izquierda es
previa
(zona
de
origen,
asimilada
al
inconsciente
y
las
tinieblas),
mientras la derecha es resultante. Por ello, el eje que parte del lado
izquierdo, abajo, para dirigirse hacia el lado derecho, arriba, no indica
caída sino elevación; e inversamente. Por eso la cruz de san Andrés, que
cruza
dos
ejes
contrarios
(caída
y
elevación)
es
símbolo
del
entrecruzamiento de dos mundos, como la mandorla mística. En las
figuras con centro y doble simetría bilateral, los ritmos hacia dentro
señalan concentración, pero también ataque (el clásico símbolo de los
cuatro vientos soplando hacia el interior); ritmos surgiendo del centro
hacia los cuatro puntos cardinales indican defensa de la totalidad (así
está realizada la Laureada de San Fernando) y tienen cierta relación con
el tetramorfos y los «cuatro arqueros» de la cultura megalítica. Las
figuras
radiantes
indican
dispersión,
crecimiento,
involución.
Debe
tenerse en cuenta que, al margen de su valor morfológico, las líneas son
siempre factores de comunicación y de enlace; de ahí que su sentido
dependa íntimamente de las zonas que ponen en contacto. Algunos
tratadistas de simbolismo llevan el análisis de los grafismos a extremos
de prolijidad y precisión extremas. Por ejemplo, Ely Star analiza las
formas diversas a que puede dar lugar la conexión de una raya vertical y
otra
horizontal,
simplemente
primera
corresponde
pasivo.
Señala
al
que
por
aplicación
principio
las
activo
líneas
rectas
y
del
la
concepto
segunda
siempre
de
al
son
que
la
principio
actividad,
comparativamente a las curvas que expresan receptividad (54). Respecto
a la conexión de los primeros signos ideográficos con las constelaciones,
es muy importante la tendencia actual de considerar a éstas como el
origen del alfabeto. Gattefossé, Fenn y otros autores así lo declaran
explícitamente. En la obra de Zollinger se advierte cómo de la Osa
Mayor
deriva
el
signo
representativo
de
lazo,
nexo,
conocimiento;
indica que el 8 y la H son signos derivados de Géminis; que la esvástica
expresa el ciclo de las eternas leyes, bien representado por el curso solar
o por la rotación del polo; la división de lo increado en formas distintas,
por
el
signo
chino
del
Yang-Yin;
la
manifestación,
por
la
línea
horizontal; el centro, por una cruz; la unión de los tres principios, por
la conexión de los signos del sol, la luna y la cruz, dando lugar al
símbolo gráfico llamado emblema de Hermes. Indica el parentesco de
las
formas
de
simetría
bilateral,
como
el
signo
Yang-Yin,
el
labrys
(hacha doble), el lábaro, y la cruz (61), esto es, símbolos axiales con dos
elementos
laterales
marcas
papel,
de
complementarios.
encuentra
multitud
Bayley,
de
en
signos
su
repertorio
gráficos
dotados
de
de
sentido preciso: tres círculos, trébol y derivados, lo trinitario; laberinto
en forma de cruz, la divina inescrutabilidad y ligazón; ruedas, el sol
como motor de los cambios y sucesiones (4). Respecto al simbolismo de
las cruces, de las que existen numerosos tipos, sólo indicaremos que
depende de la forma de sus brazos y del sentido rítmico de dirección
que esa forma les depare (cruces centrífugas y centrípetas, indiferentes,
rotatorias) (47). Los símbolos de los planetas y otras muchas marcas
que no se pueden reducir a una figura geométrica dada, ni a la unión de
elementos simples, sino que muestran cierta complejidad, pueden leerse
con ayuda del simbolismo por los principios expuestos. Vamos a dar un
solo ejemplo. El signo alquimístico del «antimonio», que representa el
alma intelectual, animada de todas sus virtudes y potencias, se figura
por una cruz colocada sobre un círculo; el del «verde», que concierne al
alma vegetativa, es decir, el mundo de lo fisiológico, consiste en un
círculo
inscribiendo
acción
instintiva,
la
cruz;
impulsos
el
signo
de
inferiores,
Venus,
muestra
correspondiendo
la
cruz
debajo
a
del
círculo. En simbolismo gráfico nada es arbitrario (59), todo sigue un
sistema
que
complejas,
parte
en
las
del
que
punto
figura,
y
se
expande
ritmo,
hacia
cantidad,
las
formas
situación,
más
orden
y
dirección explican y definen el diagrama. Recuérdese lo dicho al final
del artículo que trata del espacio. En todo símbolo gráfico el significado
de
las
zonas
sentido
del
espaciales
sobredetermina
grafismo
según
las
y
condiciona
equivalencias:
no
-u
origina-
el
manifestado,
inconsciente, detrás, izquierda, abajo; manifestado, consciente, delante,
derecha
y
arriba.
Positivo
es
todo
movimiento
que
va
del
grupo
primero hacia el segundo y negativo el que se orienta inversamente.
Gran Madre. Jeroglífico de Alexandre Lenoir, 1809.
Gran Madre
Al arquetipo de la Gran Madre, que corresponde a algunas deidades
femeninas, como Ishtar en Babilonia, Isis en Egipto, Astarté en Fenicia,
Kali-Durga
en
la
India,
Gea
y
Deméter
en
Grecia
(56)
suele
considerársele como un símbolo de la tierra fecundada (51), aunque
también el mar aparece en antiguas cosmogonías con ese sentido (4). La
Magna
Mater
representa
la
objetiva
verdad
de
la
naturaleza,
enmascarándose o encarnando en las figuras de una mujer maternal,
sibila,
diosa,
comarca,
etc.
sacerdotisa,
Jung
da
o
a
bajo
esta
el
aspecto
imagen
de
una
arquetípica
iglesia,
el
ciudad,
nombre
de
personalidad mana, correspondiendo al Anciano de los Días, también
aparecido como mago, hechicero, sabio, etc. (30).
Gran Monarca
Esta
denominación,
que
aparece
en
algunos
escritos
herméticos,
procede, según Piobb, de una incorrecta interpretación de la lengua
griega tomando «el que se gobierna solo» por «el que gobierna solo»
(48). Sin embargo, ya el simbolismo del rey se refiere al triunfador de sí
mismo, es decir, al héroe en su aspecto definitivo y victorioso (48).
Gran Sacerdote
Quinto arcano del Tarot. Aparece sentado en un trono entre las dos
columnas Jakin y Bohaz, que simbolizan la intuición y la razón. Lleva
guantes
blancos
termina
en
para
triple
simbolizar
cruz,
cuyos
la
pureza
extremos
de
sus
manos.
redondeados
El
dan
cetro
lugar
al
septenario, que alude a las virtudes necesarias para vencer a los siete
pecados
capitales:
orgullo
(Sol),
pereza
(Luna),
envidia
(Mercurio),
cólera (Marte), lujuria (Venus), gula (Júpiter) y avaricia (Saturno). En la
imagen aparecen también dos fieles arrodillados, uno vestido de rojo
(actividad) y otro de negro (receptividad). En sentido afirmativo, este
arcano significa la ley moral, el deber y la conciencia (59).
Gran Sacerdotisa
Arcano segundo del Tarot. Representa a Isis, como deidad de la noche.
Aparece sentada, teniendo en la mano derecha un libro entreabierto y
en la izquierda dos llaves, una de oro (sol, verbo, razón) y otra de plata
(luna,
imaginación).
Su
trono
se
halla
alegóricamente
entre
dos
columnas (pues el dos corresponde al principio femenino), las llamadas
en el Templo de Salomón Jakin y Bohaz, unidas por el velo que cierra la
entrada del santuario. La primera (solar) es roja y corresponde al fuego,
a la actividad; la segunda (lunar) es azul. La tiara que corona la cabeza
de la Gran Sacerdotisa tiene un creciente lunar (símbolo de las fases, del
mundo fenoménico), lo que muestra el predominio del principio pasivo,
reflejante
y
femenino.
interrogaciones
Se
cósmicas,
y
apoya
el
sobre
suelo,
de
la
esfinge
baldosas
de
las
alternas
grandes
blancas
y
negras, dice que todo en la realidad está sometido a la ley del azar y de
los contrastes. En el Tarot de Besançon, el arcano segundo se figura
como Juno. En sentido afirmativo, significa meditación e intuición. En
sentido negativo, intolerancia (59).
Granada
Los griegos creían que las granadas habían brotado de la sangre de
Dioniso. Creencias similares relacionan las anémonas con Adonis y las
violetas con Attis (21). Pero el significado prevaleciente de la granada,
debido a su forma y estructura interna, dominando sobre la impresión
del color, es el del adecuado ajuste de lo múltiple y diverso en el seno de
la unidad aparente. Por eso, ya en la Biblia aparece como símbolo de la
unidad del universo (37). También simboliza la fecundidad.
Grifo
Animal fabuloso, cuya parte delantera es de águila, mientras por detrás
semeja un león, con larga cola parecida a una serpiente. La mezcla de los
dos animales superiores y solares expresa el carácter más bien benéfico
de este ser, consagrado por los griegos a Apolo y Némesis (8). El grifo,
como ciertas formas de dragón, se halla siempre como vigilante de los
caminos
Desde
de
el
salvación,
punto
de
junto
vista
al
Árbol
psicológico,
de
la
Vida
simboliza
o
la
símbolo
relación
similar.
entre
la
energía psíquica y la fuerza cósmica (4). En el arte cristiano medieval,
desde las miniaturas mozárabes, aparece el grifo con frecuencia y con
signos más bien ambivalentes, como Salvador o Anticristo (20).
Grulla
Desde China hasta las culturas mediterráneas, alegoría de la justicia, la
longevidad y el alma buena y solícita (51).
Grutescos. Grabado de Peter Flötner, Zúrich 1559.
Grutescos
Género ornamental y decorativo, usado por los romanos y que aparece
con
gran
frecuencia
plateresco.
Algunos
provienen
del
simbólica
en
desde
de
sus
gnosticismo,
grado
el
sumo
siglo
XV,
elementos
que,
para
como
la
muy
especialmente
—como
es
en
sabido,
difusión
de
su
la
en
el
emblemática-
empleó
la
imagen
doctrina.
Bayley
reproduce gran cantidad de grutescos y temas decorativos similares, en
los cuales aparecen principalmente las figuras siguientes: fénix, cisne,
cordero, caballos alados, serpientes, dragones, jardines, flores diversas,
plantas,
haces,
guirnaldas,
tallos
enroscados,
rosas
en
jarros,
frutas,
cestas de flores y frutas, vides, granadas, árboles sobre todo de hoja
perenne,
cruces,
lacerías,
nudos,
lises,
caduceos,
escudos,
clavos,
cartelas,
máscaras,
espacias,
escaleras,
lanzas,
trofeos,
copas,
niños
desnudos, gemelos, sembradores, diosas de la fecundidad de múltiples
senos, cariátides, doncellas. Todo ello corresponde al mundo simbólico,
como los elementos de las alegorías, emblemas, capiteles románicos y
góticos, etc. Pero el grutesco en sí, como forma y sistema, destaca el
enlace
de
la
continuidad
y
discontinuidad,
es
decir,
la
ambivalencia
(Géminis), por lo cual se convierte en un símbolo general del mundo
fenoménico y de la existencia en su despliegue enlazado (4).
Guadaña
Atributo de Saturno y de las alegorías de la muerte. Aparece también
asociada a Attis y a los sacerdotes de Cibeles, aludiendo a la automutilación (8). En algunas imágenes de las citadas deidades no se trata
de la gran hoz del agricultor, sino de un pequeño puñal de forma curva,
llamado
harpé.
Todas
las
armas
curvas,
en
general,
son
lunares
y
femeninas, mientras las rectas son masculinas y solares. Lo recto es
penetración e impulso; lo curvo es camino y pasividad. Por eso se ha
asociado la harpé con la «vía indirecta», con el camino secreto hacia el
ultramundo. Según Diel, la guadaña es también símbolo de la cosecha,
de la nueva esperanza de renacimiento. Por ello aparece en el símbolo,
como en el zodiacal de Piscis, la dualidad del principio como fin, e
inversamente (15). Estos significados, el de la mutilación y el de la
esperanza, pese a su carácter contradictorio, coinciden en la idea del
sacrificio, asociada a la imagen de toda arma.
Guante
Los
guantes,
simbolismo
costumbre
constituyendo
de
éstas.
el
Especial
ceremonial
de
no
vestido
interés
llevarlo
de
tiene
las
el
puesto
manos,
guante
al
derivan
derecho,
aproximarse
a
su
y
la
una
persona de rango superior, al señor, a un altar. Tiene la norma doble raíz
simbólica;
en
cuanto
guante
de
mallas,
significa
desarmarse
ante
el
superior; de otro lado, correspondiendo la mano derecha a la voz y al
lado
de
lo
racional,
es
hablar
sin
velos
y
destocarse
mostrando
la
conciencia con claridad.
Guardián
Por analogía, tal como los poderes de la tierra han de defenderse, toda
riqueza
o
potestad
mítica,
religiosa
o
espiritual
ha
de
ser
protegida
contra los poderes contrarios o frente a la posible intromisión de lo que
no es digno de penetrar en su dominio. Así las leyendas hablan del
«guardián del tesoro», casi siempre un grifo o dragón, o un guerrero
dotado
de
potestades
extraordinarias.
En
los
templos,
ya
la
organización del espacio implica la idea de defensa, que los muros,
puertas y torres ratifican. En Extremo Oriente los guardianes suelen ser
figuras
de
monstruos
fabulosos.
En
Occidente,
las
imágenes
de
los
portales pueden tener similar función. Psicológicamente, los guardianes
simbolizan las fuerzas que se concentran en los umbrales de transición
entre distintos estadios de evolución y progreso, o regresión espiritual.
El «guardián del umbral» ha de ser vencido para penetrar como dueño
en un recinto superior.
Guerra
En sentido cósmico, toda guerra concierne a la lucha de la luz contra las
tinieblas, del bien contra el mal En las mitologías abundan ejemplos de
esa guerra librada entre las potencias luminosas y las oscuras, como la
lucha de Júpiter contra los titanes, la de Thor contra los gigantes, la de
Gilgamés y otros héroes contra los monstruos (4). El campo de batalla
simboliza el dominio de la realidad en que acontece la acción. En la
tradición islámica, la guerra material es sólo la «pequeña guerra santa»,
mientras que la «gran guerra santa» es la que libra el hombre contra sus
enemigos interiores. La imagen es tanto más fiel cuanto más justa es la
guerra. Guénon especifica que la razón única que puede justificar una
guerra es reducir la multiplicidad a la unidad, el desorden al orden. De
este
modo,
la
reintegración
guerra
del
orden
aparece
como
el
original,
como
un
medio
para
«sacrificio»
obtener
que
la
repite
el
cosmogónico. En el plano psíquico sucede exactamente: el hombre debe
tender
a
realizar
pensamientos;
y
su
unidad
entre
unas
interior;
y
otros.
entre
La
sus
unidad
acciones;
en
la
entre
intención
sus
se
simboliza por la orientación ritual, siendo los centros terrestres (estrella
Polar, Oriente) como imágenes visuales del único centro (25).
Guerreros
Antepasados. Fuerzas latentes de la personalidad que se disponen a
prestar
ayuda
adversarias
a
la
pero
conciencia.
incluidas
Si
son
dentro
de
guerreros
la
enemigos,
personalidad.
potencias
Es
éste
un
simbolismo similar al de los cuatro arqueros que defienden los puntos
cardinales.
fuerzas
Los
que
«espacios»
pueden
independizados
alzarse,
del
«centro»
analógicamente,
contra
exponen
la
las
síntesis
individual. Defensores y atacantes son poderes en pro y en contra en tal
caso.
Guerrero. Grabado alemán del siglo
XVI.
Guirnalda
Todo se encadena en el universo como en una guirnalda, ha sido dicho
(37),
exponiendo
así
indirectamente
el
significado
simbólico
de
la
guirnalda, relacionado con el grutesco, la lacería, el cordón y todos los
elementos
de
conexión.
El
uso
dado
a
la
guirnalda
define
más
su
simbolismo. Los antiguos las colgaban a las puertas de los templos
cuando se celebraba una fiesta (símbolo de religación); y coronaban con
ellas las cabezas de las víctimas (8). En este caso, como en el de las
coronas usadas por los comensales de los banquetes egipcios, griegos y
romanos, es el simbolismo de la flor (belleza efímera, dualismo vidamuerte) el que prevalece.
Gusano
Jung lo define como figura libidinal que mata en lugar de vivificar (31).
Débese
a
su
frecuente
carácter
subterráneo,
a
su
inferioridad,
a
su
relación con la muerte y con los estadios de disolución o primariedad
biológica. Así es muerte relativa (para lo superior, organizado) lo que
simboliza, pues, en el fondo -como la serpiente- es un exponente de la
energía reptante y anudada.
H
Habitación. Xilografía del siglo
XV.
Habitación
Símbolo de la individualidad, del pensamiento personal. Las ventanas
simbolizan la posibilidad de entender, de transir a lo exterior y lejano.
También la comunicación, de cualquier especie. Por ello, la habitación
cerrada,
carente
de
ventanas,
puede
simbolizar
la
virginidad,
según
Frazer, o también la incomunicación de otro carácter. Muchos ritos de
encierro acompañan la pubertad en múltiples lugares de la tierra. La
leyenda de Dánae, que fue encerrada por su padre en una torre de
bronce, pertenece a este simbolismo. En una leyenda de Siberia aparece
una «casa de hierro oscura» con el mismo sentido (21). Podemos aludir
aquí al «jarrón con tapa», uno de los ocho emblemas de la buena suerte
del budismo chino, símbolo de la totalidad, de la idea «sin salida», o sea,
del estado de inteligencia suprema triunfando sobre el nacimiento y la
muerte (puertas y ventanas, en la habitación) (5). De ahí que puedan
acaso identificarse la estancia hermética y el jarrón tapado.
Hacha
Símbolo del poder de la luz. El hacha de guerra tiene un significado
equivalente al de la espada, martillo y cruz. Mucho más importante y
complejo es el significado del hacha doble, relacionada con el signo
tau
(4). El hacha doble aparece en multitud de obras artísticas desde la India
hasta Inglaterra, especialmente en la cuenca mediterránea, en África y
Creta. Con gran frecuencia se halla situada sobre la cabeza de un buey,
entre
sus
cuernos;
en
este
caso,
simboliza,
de
un
lado
la
mandorla
(también simbolizada por los cuernos por su forma); de otro lado, es el
símbolo de la relación de sacrificio en el eje valle-montaña (tierra y
cielo) (50). Según Luc Benoist, el hacha doble equivale al
vajra
hindú y
al rayo de Júpiter, constituyendo un símbolo de la iluminación celeste.
Se relaciona en la actualidad el hacha doble
(labrys)
con el laberinto
(ambos símbolos esenciales del culto cretense). El laberinto expresa el
mundo existencial, el peregrinaje en busca del centro. El hacha, como
hemos dicho, alude a la revelación de dicho centro (6). En algunas
pinturas de Creta, como en la de un sarcófago de Hagia Triada, vemos
un símbolo formado por un cono, un hacha doble y un pájaro. El
primero alude a la deidad; el segundo símbolo, es decir, el hacha, como
todo lo doble es un aspecto de Géminis, o sea, del foco de la inversión
simbólica. El pájaro es la conocida imagen del alma humana, ya desde
Egipto (Waldemar Fenn). El hacha simboliza también la muerte enviada
por la divinidad.
Hacha doble. Capitel ibérico procedente del Cortijo del Ahorcado,
Baeza. Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
Hacha doble
Según
Charbonneau-Lassay,
en
L'Ésotérisme
de
quelques
symboles
géométriques chrétiens, y fundándose en una tradición inmemorial, la
doble
hacha
es
manifestación
símbolo
(creador,
del
poder,
uno
destructor).
en
Similar
esencia
y
sentido,
doble
para
en
el
su
citado
autor, tienen otros símbolos axiales.
Hadas
Las
hadas
alma
simbolizan
humana,
contradicción
tienen
cuando
en
facultades
Pueden
hacer
Dispensan
facultades,
asimilar
el
su
no
menos
destino.
en
aparecer
ya
latentes
«hada
de
la
un
de
olvidada»
de
dones
la
las
a
mágico,
leyendas
los
recién
Son
sino
Por
al
Hay
humillantes,
objetos
sabiduría).
iluminadas.
supranormales
esotérica.
menesteres
palacios,
aspecto
pronto
poderes
versión
Hacen
personajes,
(símbolo
en
los
Ejercen
extraordinarias.
riquezas
posibilidades
probablemente
«acto
una
pero
nacidos.
maravillosos.
las
hadas
como
eso
del
se
ha
las
simples
podido
fallido»
de
la
psicología freudiana (38). En un sentido más tradicional, objetivamente,
las
hadas
son
hilanderas
como
las
parcas;
también
son
lavanderas.
Reciben diversos nombres: damas blancas, damas verdes, clamas negras
(equivalentes a las denominaciones de los caballeros medievales y por
idéntica causa). Son entonces la personificación de estadios de la vida
espiritual
como:
o
del
dama
alma
de
(Damgalnunna).
de
la
los
paisajes.
llanura,
Son
dama
Así
de
susceptibles
de
aparecen
la
fuente,
grandes
en
Mesopotamia
dama
del
agua
transformaciones
inesperadas y tienen cierta relación con otros seres míticos como las
sirenas y lamias (sus aspectos maléficos) (16).
Hadas. Dibujo de Grandville.
Halcón
Emblema del alma en el antiguo Egipto, con sentido de transfiguración
solar
(57).
Sin
embargo,
en
la
Edad
Media
cristiana,
según
Pinedo,
pudieron ser alegoría de la mala conciencia del pecador. En el claustro
de
Silos
se
ven
halcones
desgarrando
liebres,
al
parecer
con
dicho
significado (46), si bien, por el sentido simbólico negativo de la liebre
(fecundidad, pero también lascivia), el halcón pudiera mejor significar la
victoria
sobre
los
instintos
concupiscentes
con
el
consiguiente
desgarramiento. Esa lucha, de todos modos, se expresa mejor por el
motivo
mítico
y
legendario,
también
frecuente
en
los
cuentos
folklóricos, del grifo cuyas partes luchan entre sí, apareciendo el ser
como simultáneamente verdugo y víctima.
Hamlet
Aunque
en
principio
querido
hacer
una
esta
obra
excepción
no
en
trata
el
de
caso
mitos
de
literarios,
Hamlet,
hemos
Príncipe
de
Dinamarca. La célebre tragedia shakespeariana tiene su origen en una
leyenda nórdica. Además de la explicación dramática renacentista sobre
su «contenido manifiesto», se presta a otras explicaciones de contenidos
latentes, o mejor dicho, a revelaciones en otros planos. Una de estas
interpretaciones, la psicoanalítica, se inclinaría por la opinión de que
Hamlet
efectivamente
enloquece
y
que
el
asesinato
de
su
padre
cometido por su tío es una simple fantasía, una creación de su mente, de
la que pretende servirse para aceptar más fácilmente el complejo de
Edipo, tan agudo en él. Su satisfacción cuando mata a Polonio, que
prefigura
la
muerte
de
su
padrastro,
parece
respaldar
esta
interpretación. Lo mismo que su repudio de Ofelia (que puede también
interpretarse en otro sentido) y el perdón absoluto que concede a su
madre, que en Electra (tragedia griega con la que guarda similitud) es
implacablemente asesinada por sus vengadores hijos. A una segunda
explicación de Hamlet, más profunda y simbólica, se llega a través de
los postulados de la doctrina gnóstica. Hamlet odia el mundo y lo
considera obra del dios malo, del demiurgo (el marido de su madre, que
es la materia, mereciendo ella su perdón porque juzga que no es sino un
agente pasivo del Demonio). Sueña con el dios bueno, con el Padre, que
más
bien
parece
su
propia
proyección,
su
autodivinización
en
una
condición trascendente. El rechazo del mundo tiene una explicación
«necrofílica» en la escena del cementerio con la calavera de Yorick, y
una expresión terminante en su repudio de Ofelia (mujer = culpable).
En Hamlet hay algo angélico que nos invita a considerarlo como un
símbolo
y
atado
mundo,
al
un
arquetipo
porque
del
es
hombre
una
edípico,
entidad
que
material
sufre
y
porque
porque
está
debe
su
existencia a un ser al que daría muerte y el cual podría perfectamente
matarlo
(cfr.
primitivo,
el
homicidio
según
Freud).
del
primer
Como
caso
vástago
de
que
angustia
comete
y
de
el
padre
represiones
causantes de una serie de crímenes cuya resolución pasa necesariamente
por
su
rebela
auto-destrucción,
contra
la
Hamlet
condición
es
un
«filial»,
símbolo
un
del
símbolo
hombre
que
humanizado
se
(¿y
cristianizado?), heredero de «Prometeo» de Esquilo y predecesor del
«Satán» de Milton. Debo estas ideas a la versión cinematográfica de
Hamlet
dirigida
e
interpretada
por
sir
Laurence
Olivier,
cuya
intensidad me ha sugerido cuanto ofrezco aquí en forma de hipótesis.
Harapos
Simbolizan las heridas y cicatrices del alma; una determinación más
concreta
se
deriva
de
la
prenda
vestimentaria
donde
aparecen
los
harapos.
Haz
fascis (haz), fascia (banda, venda,
con fascinum (encanto, maleficio), dentro
Eliade señala que las palabras latinas
vendaje), están emparentadas
del vasto grupo simbólico de ligaduras, nudos, lacerías, entrelazados,
cuerdas y cordones, todos ellos alusivos a la situación existencial «estar
ligado» (18). Pero esto sólo explica el aspecto negativo del símbolo, que,
como la mayoría, es ambitendente. Afirmativamente, el haz es símbolo
de unificación, de integración y de fuerza.
Hebilla
Tiene un sentido de autodefensa y protección, como la fíbula de un lado
(reducción del escudo a su mínima forma) y el cinturón de otro (4).
Desatarse
el
cinturón
es
un
sinónimo
simbólico
de
«soltarse
la
cabellera».
Hécate
Símbolo
de
la
madre
terrible,
que
aparece
como
deidad
tutelar
de
Medea o como lamia devoradora de hombres. Es una personificación de
la luna o del principio femenino en su aspecto maléfico, enviando la
locura, las obsesiones, el lunatismo. Sus atributos son la llave, el látigo,
el puñal y la antorcha (31).
Hechicero
Como el gigante y el brujo, personificación del padre terrible, del «mal
demiurgo» de los gnósticos, prefigurado en el mito de Saturno (31).
Helio
Significa el sol en su aspecto astronómico, como Apolo lo simboliza en
su
aspecto
espiritual.
Helio
preside
las
estaciones,
la
vegetación,
la
fecundidad y la productividad de la tierra en los cultos antiguos (15).
Hemisferio
En
el
sistema
jeroglífico
egipcio,
el
signo
de
media
circunferencia
cerrada por el diámetro como base representa el curso del sol y a la vez
el hemisferio. Simboliza el equilibrio entre el origen y el fin, entre el
nacimiento y la muerte. Gramaticalmente expresa el principio femenino
que da equilibrio al masculino (19).
Heráldicos, Símbolos
Los
elementos
exteriores
del
blasón
(coronas,
yelmos,
mantos,
lambrequines, tenantes, soportes, collares) como los interiores o armas
(colores, metales, forros, particiones, piezas honorables, figuras), aparte
de
su
sentido
literal,
o
incluso
de
la
anécdota
de
su
origen,
tienen
significado simbólico, según la tesis de Cadet de Gassicourt y del Barón
de Roure de Paulin, en L'Hermétisme
dans
l’Art
Héraldique (París
1907), confirmada por P. V. Piobb en su crítica del libro en L’Année
Occultiste et Psychique (1907). Metales y colores pueden «leerse» por el
simbolismo de estos elementos; las particiones y piezas honorables por
simbolismo espacial y gráfico, así como por las implicaciones de las
correspondencias. El arte heráldico distingue cinco colores o esmaltes:
gules
(Marte),
sinople
sable
(Saturno),
y
dos
(Venus),
metales:
azul
oro
(Júpiter),
(Sol),
púrpura
plata
(Mercurio)
(Luna).
Todos
y
los
significados de colores, metales y piezas se consideran como actividad
ejercida por el principio activo (o espiritual) que rige el blasón, sobre el
cuaternario material pasivo, simbolizado por la superficie del escudo.
Los blasones de las ciudades se explican por el mismo método, según
Gérard de Sede, que, en Les Templiers sont parmi nous (París 1962),
explica el escudo de la ciudad de París, que es una nave, por el mito de
los argonautas, la búsqueda del vellocino de oro y la empresa alquímica.
Heráldicos. Cerradura gótica en hierro forjado, Cau Ferrat, Sitges
(Barcelona).
Heraldos de armas
Como los escribas egipcios y caldeos, eran «guardianes de secretos»,
según Alleau, De la Nature des Symboles (París 1958). Los heraldos de
armas tienen cierta relación con los tenantes de los escudos y con los
portainsignias de los antiguos ejércitos.
Hércules. Vasija ática de estilo dórico, siglo v a. de C. Museo Etrusco
Gregoriano, Vaticano.
Hércules
Héroe que devino símbolo de la liberación individual, de la búsqueda
de la inmortalidad, a través de la expiación del error y del mal por
medio del sufrimiento y del «esfuerzo heroico». Pudo así como mero
ejecutor
y
al
servicio
de
su
hermano
(mito
de
Géminis)
vencer,
exterminar o dominar a los monstruos (plagas, vicios, fuerzas del mal)
dentro de un proceso ordenado de progresiva lucha en evolución (15).
Sus atributos son la maza (símbolo de aplastamiento, de aniquilación,
no sólo de victoria) y la piel del león de Nemea (símbolo solar) (8).
Hércules no pudo emprender un trabajo sino después de cumplido el
anterior; por esta causa durante la Baja Antigüedad y la Edad Media, los
alquimistas interpretaron el mito heroico de Hércules como figuración
del combate espiritual que lleva a la «conquista de las manzanas de oro
del jardín de las Hespérides» (la inmortalidad). Piobb ha identificado
los doce trabajos de Hércules con los signos del zodíaco, ratificando el
carácter de Hércules como héroe solar, señalado por los mitólogos, del
modo siguiente: Aries (victoria sobre los gigantes, como Gerión, Caco,
etc.), Tauro (toro de Creta), Géminis (columnas de Hércules), Cáncer
(hidra de Lerna, pájaro del lago Estínfalo), Leo (león de Nemea), Virgo
(amazonas), Libra (murallas de Troya, cuadras de Augias), Escorpión
(jabalí
de
Erimanto),
Sagitario
(centauros,
caballos
de
Diomedes),
Capricornio (cierva de cuernos de oro), Acuario (águila y Prometeo) y
Piscis (monstruo de Hesíone) (48).
Héroe
El culto del héroe ha sido necesario no sólo por la existencia de las
guerras, sino a causa de las virtudes que el heroísmo comporta y que,
siendo advertidas seguramente desde los tiempos prehistóricos, hubo
necesidad
de
exaltar,
resaltar
y
recordar.
La
magia,
el
aparato,
el
esplendor del mismo vestuario guerrero de los antiguos así lo proclama,
como la coronación de los vencedores equiparados a reyes. La relación
entre
la
«pequeña
guerra
santa»,
es
decir,
entre
la
lucha
contra
los
enemigos exteriores y materiales, y el combate contra los enemigos
interiores y espirituales, determinó automáticamente la misma relación
entre el héroe de una y de otra guerra. Todas las cualidades heroicas
corresponden analógicamente a las virtudes precisas para triunfar del
caos y de la atracción de las tinieblas. De ahí que el sol se asimilara en
muchos mitos al héroe por excelencia. Por esta causa, en las monedas
aparece Alejandro el Grande con los cuernos de Júpiter Ammón, es
decir, identificado con el sol pujante de la primavera, bajo el signo de
Aries. Por ello dice Jung que el más egregio de los símbolos de la libido
(y pudo decir del espíritu) es la figura humana como héroe, objeto de
mitos, leyendas y relatos tradicionales. Y también que en el destino del
héroe coinciden lo histórico y lo simbólico. El héroe tiene como fin
primordial vencerse a sí mismo; por eso en las leyendas germánicas los
héroes suelen tener ojos de serpiente. En el mito de Cécrope, el héroe es
mitad hombre y mitad serpiente (31). La cristianización del héroe lo
convierte en caballero, bajo la advocación de los santos guerreros, como
san Jorge y san Miguel arcángel.
Hércules. Detalle de un ánfora del siglo v a. de C.
Herrero
En algunos niveles culturales el oficio de herrero es privilegio del rey y
se
considera
como
sagrado
(21).
Hay
una
estrecha
unión
entre
metalurgia y alquimia: el herrero está asimilado al poeta maldito y al
profeta despreciado, según Alleau. En el Rigveda, el creador del mundo
es
un
herrero
(31).
Esta
conexión
puede
deberse
al
simbolismo
del
fuego, pero también al del hierro ligado al mundo astral (el primer
hierro conocido por el hombre fue el meteórico), y al planeta Marte.
Herrero. Dibujo de una talla vikinga con Mime y Sigfrido.
Hespérides
Hijas
de
Atlas
y
de
Hesperis.
Se
encontraban
en
un
jardín
con
manzanas de oro, guardado por un dragón. Hércules se adueñó de esas
manzanas, tras su victoria sobre el guardián. Vosio explicaba el mito por
analogía astronómica. Las Hespérides serían las horas de la tarde; el
jardín, el firmamento; las manzanas de oro, las estrellas; el dragón, el
zodíaco, y Hércules, el sol (8). Pero esta interpretación no invalida la
psicológica relacionada con todos los símbolos presentes en el mito, en
particular con el del héroe y el del tesoro difícil de conquistar.
Hielo
Siendo el agua el símbolo de la conexión de lo formal y lo informal, el
elemento de transición entre los ciclos, moldeable por naturaleza, ligado
también a las ideas de fecundidad material y terrena y a la de «muerte
del alma» (Heráclito), el hielo representa principalmente dos cosas: la
modificación
del
agua
por
el
frío,
es
decir,
la
«congelación»
de
su
significado simbólico; y la petrificación de sus posibilidades. Por ello se
ha
definido
como
el
estrato
rígido
que
separa
la
conciencia
del
inconsciente o cualquier plano de la determinación de su dinamismo
(56). Prevaleciendo un sentido negativo, no deja de poseer un valor
afirmativo
en
cuanto
la
petrificación
es
dureza
y
el
frío
resistencia
contra lo inferior. En el sentido nietzscheano de las cumbres, del aire
gélido y «ofensivo».
Hierbas
A veces tienen el significado simbólico de seres humanos. La etimología
de la voz griega neophytos (hierba nueva) así lo indica (17). También
están ligadas a la idea de los poderes naturales, en bien y en mal. Las
hierbas,
por
frecuencia
su
en
poder
leyendas
sistematización
de
medicinal
y
o
cuentos
cualidades
su
veneno,
folklóricos
asignadas
a
aparecen
y
cada
en
la
con
gran
magia.
hierba
o
La
planta
constituye un caso evidente de especialización del simbolismo.
Hilar
Hilar, como también cantar, resulta una acción equivalente a crear y
mantener la vida. Por ello señala Schneider que desgraciada la hilandera
que se deja robar sus madejas (es decir, sus hijos) bañadas y tendidas a la
orilla
del
río
para
secarlas
al
sol
(51).
Las
parcas
y
las
hadas
son
hilanderas. Innumerables figuras legendarias y folklóricas también.
Hilo
Según el Zóhar, es uno de los símbolos más antiguos, como el cabello.
El
hilo
simboliza
la
conexión
esencial,
espiritual, biológico, social, etc. (38).
Hiperbóreas, Regiones
en
cualquiera
de
los
planos,
Relacionadas con el polo, como centro. La doctrina de la «tradición
primordial» sitúa en las regiones hiperbóreas su propio origen. De ahí
que ciertas sociedades, grupos y razas hayan adscrito a esas comarcas su
nacimiento. Por simbolismo del espacio, lo hiperbóreo corresponde a lo
máximamente elevado en el «nivel» terreno.
Hipogrifo. Dibujo anónimo.
Hipogrifo
Animal fabuloso compuesto de caballo y de grifo que Ariosto y otros
autores de libros de caballerías hacen cabalgadura de los protagonistas
de sus obras. El hipogrifo es una suerte de Pegaso intensificado. Integra
por tanto solamente cualidades favorables: la condición de guardián del
grifo y el valor de «montura espiritual» del caballo alado (8).
Hipolectrion
Animal fabuloso mezcla de caballo y de gallo, probable símbolo solar.
Hipopótamo
En el sistema jeroglífico egipcio representa fuerza, vigor. También está
asociado
a
la
idea
de
fertilidad
y
a
las
aguas;
por
consiguiente,
al
principio materno (19).
Hogar
Forma de «sol familiar», símbolo de la casa, de la conjunción de los
principios masculino (fuego) y femenino (recinto) y, en consecuencia,
del amor (49).
Hoja
Uno
de
alegoría
los
de
ocho
la
«emblemas
felicidad.
corrientes»
Cuando
del
aparece
en
simbolismo
grupo
en
chino,
un
es
motivo
representa personas, lo cual coincide con el significado de las hierbas
como símbolos de seres humanos (5).
Hombre
El hombre se convierte en símbolo para sí mismo, en cuanto tiene
conciencia
presenta
de
su
bellas
ser.
El
cabezas
arte
de
de
Hallstatt
animales
con
de
los
países
caucásicos
representaciones
humanas
encima. En la India, en Nueva Guinea, en Occidente, la cabeza de toro
o
de
buey
con
la
figura
humana
entre
los
cuernos
es
motivo
muy
frecuente. Siendo el toro símbolo del padre cielo, el hombre aparece
como su hijo (22) y de la tierra; o también del sol y la luna, como tercer
término (49). La frase de Orígenes: «Comprende —hombre— que eres
otro mundo en pequeño y que en ti se hallan el sol, la luna y también las
estrellas»
es
común
a
todas
las
tradiciones.
Según
el
esoterismo
musulmán, el hombre es el símbolo de la existencia universal (29), idea
que llega a la filosofía contemporánea en que el hombre es definido
como «mensajero del ser», si bien, para el simbolismo, no sólo hay una
relación
de
función
(detentar
la
conciencia
del
cosmos),
sino
de
analogía,
por
lo
cual
el
hombre
es
una
imagen
del
universo.
Esta
conexión analógica es a veces precisada; pasajes de las Upanishads de
mayor antigüedad, cual la Brihad Aranyaka y Chandogya establecen la
correspondencia,
parte
a
parte,
del
organismo
humano
con
el
macrocosmo, por correlaciones de los órganos y de los sentidos (7). Por
ejemplo, los elementos del sistema nervioso proceden de las sustancias
ígneas; la sangre se relaciona con las acuosas (26). Estas ideas orientales
aparecen
en
Occidente
durante
el
período
románico.
Honorio
de
Autun, en su Elucidarium (siglo XII), dice que la carne del hombre (y
los huesos) procede de la tierra; la sangre, del agua; el aliento, del aire, y
el calor vital, del fuego. Cada parte del cuerpo corresponde a otra del
universo: al cielo, la cabeza; al aire, el pecho; al mar, el vientre; a la
tierra,
las
extremidades
inferiores.
De
igual
modo,
los
sentidos
responden a las analogías, según ideología que pudo penetrar en Europa
a través de griegos y hebreos (14). El hombre, según Hildegarde de
Bingen, de la misma época, está regido por el número cinco; posee cinco
partes
iguales
extremidades,
pentagrama
en
altura
que
es
el
la
y
cinco
mano
signo
del
en
repite
anchura;
en
los
microscosmo.
cinco
cinco
Esta
sentidos;
dedos.
idea
Por
la
cinco
ello
el
representó
gráficamente Agrippa de Nettesheim, siguiendo también a Valeriano,
quien figuró la analogía de la estrella de cinco puntas con las cinco
heridas de Cristo. Existe relación entre el canon del hombre y el templo
cisterciense (14). Otro de los números relacionado con el ser humano,
según Fabre d'Olivet, que sigue a la Cábala, es el 9, esto es, el triple
ternario.
Divide
las
posibilidades
humanas
en
tres
planos,
de
abajo
arriba: cuerpo, alma o vida, espíritu. Cada uno de estos planos presenta
tres
momentos:
activo,
pasivo,
neutro
(43).
También
en
Extremo
Oriente se establecieron tempranas especulaciones sobre el hombre. La
misma organización ternaria en triplicidad se encuentra en las antiguas
escuelas taoístas (1.3) y también tiene interés la relación establecida
entre el ser humano y los animales esenciales o arquetípicos (tortuga,
fénix, dragón, unicornio), que parecen representar respecto al hombre
—central- el papel de tetramorfos con respecto al Pantocrátor. Ahora
bien, entre el hombre individual y concreto y el universo existe un
término medio, un mesocosmo. Es éste el «Hombre universal», el rey
(Wang) de la tradición extremoriental, el Adam Kadmon de la Cábala, y
g
y
simboliza
el
conjunto
de
estados
de
la
manifestación,
es
decir,
de
practicabilidades de lo inherente al hombre. Corresponde, en cierto
modo, al «inconsciente colectivo» de Jung. Leibniz —según Guénon-,
acaso
por
influencia
de
Ramón
Llull,
admitió
que
toda
«sustancia
individual» ha de contener en sí una presentación integral del universo,
como el germen contiene la totalidad del ser que se desarrollará, aunque
en
imagen
(25).
En
el
simbolismo
de
la
India,
Vaishwânara,
o
el
«Hombre universal», se divide en siete partes principales: 1) el conjunto
de las esferas luminosas superiores o estados supremos del ser; 2) el sol
y la luna, expresados en los ojos derecho e izquierdo, respectivamente,
o,
mejor
dicho,
los
principios
a
los
que
ellos
corresponden;
3)
el
principio ígneo, o la boca; 4) las direcciones del espacio, o los oídos; 5)
la atmósfera, o los pulmones; 6) la región intermedia que se extiende
entre la tierra y el cielo, o el estómago; 7) la tierra, el cumplimiento de
las funciones corporales, o parte inferior del cuerpo. Del corazón no se
habla, porque, como «centro» o morada de Brahma, se considera al
margen de la rueda de las cosas (26). Ahora bien, este hombre universal
implica, aunque no se hable de ello, la androginia. Pues el ser humano
concreto y existencial, como hombre y mujer, expresa la escisión de la
totalidad
no
sólo
física,
sino
anímica
de
«lo
humano».
En
las
Upanishads se lee: «Era, en realidad, tan grande como un hombre y una
mujer abrazados. Él dividió este atman en dos partes; de éstas nacieron
marido
y
mujer».
En
la
iconografía
occidental
aparecen
a
veces
imágenes que parecen reflejar esta idea (32). La pareja humana, por el
hecho de serlo, simboliza siempre la tensión hacia la unión de lo que
está separado de hecho. Cuando en las figuras se ve el abrazo, la unión
de las manos, la conversión parcial en raíces que se unen, etc., se trata de
un símbolo de conjunción y coincidentia oppositorum. En una imagen
hindú la «unión de lo inunible» (matrimonio del agua y del fuego) se
representa por el entrelazamiento de hombre y mujer, que por ello
puede simbolizar toda unión de contrarios: bueno, malo; alto, bajo;
frío,
cálido;
húmedo,
seco;
etc.
(32).
En
alquimia,
hombre
y
mujer
simbolizan azufre y mercurio (metal). En el simbolismo psicológico,
pueden aplicarse los conceptos de nivel a los diferentes miembros del
cuerpo
humano.
El
lado
derecho
corresponde
a
lo
consciente,
y
el
izquierdo a lo inconsciente. Las formas, según su carácter positivo o
q
g
negativo
(prominencias
o
huecos),
p
conciernen
a
tales
principios
respectivos y a los géneros y sexos correlativos. La cabeza se considera
casi unánimemente como símbolo de virilidad (56). Las posiciones del
cuerpo tienen gran importancia simbólica, porque realizan y a la vez
figuran
los
expresión
mismos
esencial
sentidos
humana
de
simbólicos.
tendencia
La
actitud
ascendente
y
erecta
es
evolutiva.
la
La
posición con los brazos abiertos concierne al simbolismo de la cruz,
como la que da al cuerpo la forma de un aspa se refiere a la unión de los
dos
mundos,
como
el
reloj
de
arena,
la
X
y
todas
estas
figuras
cruzamiento, etc. (50).
Hombre. Alberto Durero, dibujo-estudio de proporciones.
de
Hombre. Agrippa de Nettesheim, representación simbólica del hombre
como microcosmos.
Horas
En la Ilíada, constituyen personificaciones de la humedad del cielo,
abren y cierran las puertas del Olimpo, condensan y disipan las nubes,
dirigen
las
estaciones
y
la
vida
humana.
En
el
desempeño
de
estas
funciones, se las consideraba hijas de Zeus y Temis, con los nombres de
Eunomia, Dice e Irene, es decir, Buena Ley, Justicia y Paz. Las 12 horas
forman el séquito de Eos y están en torno al trono del sol, ocupadas en
enganchar los caballos de su carro. Hay que observar, pues: a) que
expresan
fuerzas
cósmicas;
b)
que
constituyen
momentos
de
dichas
fuerzas y por lo mismo engendran las ocasiones de la acción humana. Su
colocación en torno al sol es análoga a la disposición de los ángeles
(rojos y azules, positivos y negativos) en torno a la mandorla de Dios
en la iconografía cristiana.
Hormigas
Atributo de Ceres; se usaban para la adivinación (8). En algún mito de
la India aparecen como símbolos de la pequeñez de lo viviente, de su
deleznabilidad y de su impotencia, pero también son aspecto de la vida
que vence a la humana (60). Por su multiplicidad, su significado es
desfavorable.
Horno
Símbolo de la madre. El crisol de los alquimistas simboliza el cuerpo y
el alambique el vas Hermetis (31). Pero también tiene un sentido de
pura
gestación
encendido
en
espiritual.
las
obras
Con
de
este
muchos
simbolismo
alquimistas,
aparece
por
el
horno
ejemplo
en
el
Museum Hermeticum de Michael Maier (1678) (32).
Hueso
Símbolo de la vida reducida al estado de germen. La palabra hebrea luz
significa mandorla, refiriéndose lo mismo al árbol que a su núcleo,
como pulpa interior, escondida e inviolable. Pero se refiere también,
según
la
tradición
representada
por
israelita,
un
trozo
a
una
de
partícula
hueso
corpórea
durísimo,
indestructible,
parangonable
a
la
crisálida de la que surge la mariposa, por su relación con la creencia en
la resurrección (28).
Huevo. Michael Maier, Atalanta fugiens, Oppenheim 1618.
Huevo
En gran número de sepulcros prehistóricos de Rusia y Suecia, se han
hallado
huevos
de
inmortalidad
(17).
determinante
del
generación,
el
arcilla,
En
huevo
misterio
el
depositados
lenguaje
simboliza
de
la
como
jeroglífico
lo
vida
potencial,
(19).
La
emblemas
egipcio,
el
el
germen
alquimia
de
la
signo
de
la
prosigue
manteniendo ese sentido, precisando que se trata del continente de la
materia y del pensamiento (57). Del huevo se pasa así al Huevo del
Mundo,
símbolo
tradiciones,
desde
cósmico
la
India
que
a
se
los
encuentra
druidas
(26).
en
La
la
mayoría
esfera
del
de
las
espacio
recibía esa denominación; el huevo estaba constituido por siete capas
envolventes (los siete cielos o esferas de los griegos) (40). Los chinos
creían que el primer hombre había nacido de un huevo, que Tieu dejó
caer del cielo y flotó sobre las aguas primordiales. El huevo de Pascua
es un emblema de la inmortalidad que sintetiza el espíritu de estas
creencias. El huevo de oro del seno del cual surge Brahma equivale al
círculo con el punto -o agujero- central, de Pitágoras. Pero es en Egipto
donde
este
símbolo
aparece
con
mayor
frecuencia.
El
naturalismo
egipcio
y
el
interés
hacia
los
fenómenos
de
la
vida
habían
de
ser
estimulados por el secreto crecimiento del animal en el interior de la
cerrada
cascara,
de
lo
que,
por
analogía,
deriva
la
idea
de
que
lo
escondido (oculto, que parece inexistente) puede existir y en actividad.
En
el
Ritual
egipcio
se
da
al
universo
la
denominación
de
«huevo
concebido en la hora del Gran Uno de la fuerza doble». El dios Ra es
plasmado resplandeciendo en su huevo. El grabado de un papiro, el
Oedipus aegyptiacus de Kircher (III, 124), muestra la imagen de un
huevo flotando encima de una momia, para significar la esperanza de la
vida en el más allá. El globo alado y el escarabajo empujando su bola
tienen significación similar (9). Respecto a la costumbre, por Pascua, de
poner un huevo en un surtidor, el «huevo que baila», débese, según
Krappe (él se refiere sólo a los países eslavos), a la creencia de que, en tal
período del año, el sol danza en los cielos. Los letones cantan: «El sol
baila sobre una montaña de plata; lleva botas de plata en los pies» (35).
Humedad
Si, en el plano de la vida natural, puede tener un valor positivo, en el de
la vida espiritual lo tiene enteramente negativo. La sequedad, el calor
corresponden al predominio del fuego, elemento activo; la humedad, al
del agua, elemento pasivo y de disolución.
Humo
Es
la
antítesis
del
barro
(agua
y
tierra),
por
corresponder
a
los
elementos fuego y aire. En algunos folklores se atribuye poder benéfico
al humo, al que suponen poseedor de una cualidad mágica para remover
y ahuyentar las desgracias de hombres, animales y plantas (21). De otro
lado, la columna de humo es un símbolo del eje valle-montaña, es decir,
de la relación entre la tierra y el cielo. En este sentido, la columna de
humo simboliza el camino de la hoguera hacia su sublimación (17).
Según el alquimista Geber, el humo es el alma separada del cuerpo.
Huracán
En antropología es frecuente, sobre todo en lo que se refiere a América,
atribuir muchos símbolos gráficos al huracán. Así la sigma, la doble
sigma, la esvástica. Pero a la vez, el propio huracán tiene un sentido
simbólico. Dice Ortiz que es típico del huracán tener dos movimientos:
de rotación y traslación, como un cuerpo celeste. En el eje de la línea
traslaticia
del
ciclón,
hay
un
intermedio
en
absoluta
calma,
en
el
llamado «ojo del huracán». Para el aborigen americano, el huracán es la
sinergia cósmica, por contener tres elementos (fuego o rayo, aire o
viento, agua o lluvia) y conmover al cuarto, tierra. Se le adoró como
deidad de los vientos y de las aguas, y también del cielo (41). Esta
última asimilación nos lleva al famoso y constante símbolo celeste del
«agujero», en el disco de jade chino, o en el concepto del cénit como
vacío
por
el
que
se
pasa
del
mundo
del
espacio
y
del
tiempo
al
inespacial e intemporal.
Huso
El huso y la rueca, como la acción de hilar, son símbolos de la vida y de
la duración, por lo cual están relacionados con la esfera de la luna, es
decir, de lo transitorio, de lo que tiene fases. Por ello, las deidades que
han
integrado
las
cualidades
de
la
luna,
la
tierra
y
la
vegetación,
acostumbran tener como atributo el huso o la rueca. Es el caso de Ishtar
(véase),
Atargatis,
etc.
(17).
Schneider
ratifica
este
significado,
definiendo el huso como símbolo de la Magna Mater, que hila con él en
la montaña de piedra o en la copa del árbol del mundo. Por su forma, el
huso es una mandorla y tiene el significado de la interpretación de los
dos círculos (cielo y tierra), es decir, del sacrificio que renueva la fuerza
generadora del universo. Todos los símbolos fusiformes significan la
idea general del sacrificio mutuo y la fuerza de la inversión (50).
Hylé
Protomateria,
símbolo
del
principio
pasivo,
femenino,
primordial.
Según Nicómaco de Ge-rasa, el caos primitivo de la hylé fue fecundado
por
el
número.
Hildegarde
de
Bingen
(1098-1179),
abadesa
de
Rupertsberg, describe en su obra Savias visiones cosmogónicas en que
el Nous compenetra y armoniza al monstruo caótico (14).
Hylé. Hildegarde de Bingen, Scivias, 1150.
I
Ibis
Estaba relacionado con el dios egipcio de la sabiduría, Thot. Según el
autor romano Claudio Eliano, en De la naturaleza de los animales, la
elección de esta ave se debió a que cuando el ibis duerme pone la cabeza
debajo del ala y adopta la forma de un corazón, y a que el paso del ibis
marca exactamente un cubito, medida usada en la construcción de los
templos. También por destruir insectos dañinos (19). Había dos ibis, el
blanco, relacionado con la luna, y el negro. Se creía que Thot velaba
sobre el pueblo egipcio en forma de ibis religiosa y les enseñaba las artes
y ciencias ocultas (9).
Identificaciones
Muchos símbolos, como los dioses de las antiguas mitologías, pueden
identificarse (relativamente) entre sí. Por ejemplo, la nave de los locos y
la cacería perpetua; el centro de la cruz y el santo Graal; el centauro y
los hermanos de Géminis; la caja de Pandora y el fulgor, etc. En el
empleo justo de las identificaciones reside en gran parte la ciencia del
simbolismo.
Ideogramas
Representaciones gráficas —incididas, pintadas, dibujadas, etc.- de ideas
o
cosas
mediante
una
reducción
a
los
elementos
esenciales
que
las
pueden sugerir. El ideograma, que hasta cierto punto coincide con el
jeroglífico de las antiguas culturas, expresa la transición entre la imagen
estrictamente representativa y el signo convencional, de un lado, y el
alfabético, de otro. Gran parte de las pinturas «abstractas» del final del
período
recibido
paleolítico
y
del
interpretaciones
neolítico
distintas,
muestran
desde
ideogramas
la
de
que
han
representación
esquemática de rastros, cabañas, etc., a la de un simbolismo sexual. En
la cultura egipcia, en la de la India primitiva, como en la cretense y
etrusca, el ideograma se halla no ya en esa fase de imagen autónoma,
sino como componente de sistemas concebidos por el hombre para la
conservación y transmisión de conocimientos, es decir, como sistemas
de escrituras. En China, también los ideogramas muestran un principio
con relativa fidelidad a los elementos representados, tipo del que la
evolución los aparta por simplificación. La evolución de jeroglíficos
egipcios
y
demótica),
ya
así
las
tres
como
la
clases
de
inserción
escritura
de
(jeroglífica,
signos
fonéticos,
hierática
y
muestra
la
evolución desde la fórmula representativa. Obvio es decir que estos
signos tienen valor simbólico con frecuencia, especialmente en la fase
del ideograma propiamente dicho, ya que, a la vez que poseían un
carácter sacro, evocaban el objeto mejor que mencionarlo, e incluso se
tenía en cuenta el poder mágico de los nombres y de las fórmulas así
escritas.
Los
ideogramas
con
frecuencia
responden
a
la
lógica
del
simbolismo gráfico, según se explica en la voz correspondiente. Véase
Gráfico.
Ideogramas. Muestra de caligrafía china perfeccionada por Wang Haichih (316-420 d. de C.).
Idioma de los pájaros
La idea de tradición universal supone la de una lengua común primitiva,
que ha sido llamada «idioma de los pájaros», designación simbólica
relacionada con ciertas leyendas, como la de Sigfrido, que empieza a
entender el idioma de los pájaros (mensajeros celestes) al llevarse a la
boca la sangre del dragón vencido.
Imagen
Conjunto de formas y figuras dotado de unidad y significación. Como
señala la teoría de la forma, y cual en el caso de la melodía musical, el
todo es más que la suma de las partes, por ser en cierto modo origen y
justificación de ellas. Mientras para Sartre «la imagen es una conciencia
degradada del saber», para otros psicólogos la imagen es precisamente la
manera
superior
en
que
puede
presentarse
un
saber,
ya
que
todo
conocimiento tiende, por síntesis, a ir hacia lo visual. Conviene tener
presente también la teoría expuesta por sir Herbert Read en Imagen e
idea, donde señala que toda creación de artes visuales (y en realidad
toda configuración) es una forma de pensamiento y, por lo tanto, tiene
una equivalencia ideológica inteligible. Esto nos conduce a la intuición
del mundo como vasto repertorio de signos que esperan ser «leídos».
Podemos
recordar
que
algunas
obras
de
Trithemius
y
Athanasius
Kircher se orientaron en este sentido. René Huyghe llega a decir que
toda imagen es un signo, por no decir que es un símbolo.
Imagen ignota
La evolución de la poesía y de las artes plásticas, aproximadamente
desde mediados del siglo pasado, con antecedentes a lo largo de todos
los tiempos, siendo particularmente importante en torno a 1800 la obra
de William Blake, ha conducido los dominios de la lírica y de las artes
visuales
hacia
una
modalidad
que,
en
conjunto,
puede
en
justicia
considerarse hermética. Se busca la oscuridad como finalidad esencial y
se presentan «conjuntos armoniosos» que seducen por su interés y por
su
lejanía.
Es
muy
clara
al
respecto
la
definición
del
poeta
alemán
Gottfried Benn: «Escribir poesía es elevar las cosas al lenguaje de lo
incomprensible». Esta configuración insólita constituye una «imagen
ignota», es decir, una conexión de palabras, formas o colores que no
corresponden a nada de lo habitual, en nuestro mundo de la realidad
exterior o de los sentimientos normales. Pero estas imágenes crean su
modo de realidad y expresan la necesidad de ciertos espíritus de vivir en
ella. Simbolizan la síntesis de lo desconocido, lo anterior y ulterior al
hombre, lo que le circunda sin que sus sentidos o su inteligencia puedan
advertirlo y hacerlo suyo. La amplitud de lo desconocido es inmensa,
pues comprende desde el misterio sumo, desde el arcano de los arcanos
(secreto del cosmos y de la creación, identidad del ser) a lo psicológico
o incluso existencial que «aún no creemos». Lo desconocido es lo no
formado. También se relaciona con la muerte, con el hilo que une a ésta
con la vida.
Imagen del mundo
El cúmulo de posibilidades que abre la palabra
mundo
ya alude a la
multiplicidad de imágenes simbólicas que podrán existir, referentes a los
aspectos
símbolos
que
son
dicho
mundo
imágenes
refleje.
del
En
mundo:
realidad,
en
su
todos
aspecto
de
los
grandes
ordenación
planetaria, los septenarios, como el candelabro de los siete brazos; en su
aspecto de equilibrio de fuerzas antagónicas, los de simetría bilateral,
como el caduceo de Mercurio; en su aspecto de ciclo o sucesión de
transformaciones, todos los que adoptan la forma de una rueda, como el
zodíaco, los mándalas o el Tarot. Pero la esencia del mundo, como
conflicto entre tiempo y eternidad, materia y espíritu, conjunción de
contrarios que sin embargo se distinguen, en lo existencial (continuidad
y
discontinuidad),
se
suele
manifestar
en
imágenes
que
conjugan
el
cuadrado y el círculo, a veces simplemente, como en el tema alquímico
de la «cuadratura del círculo»; otras, multiplicando por cuatro uno de
los dos elementos cual en el pantáculo oriental de Laos. La disposición
del tetramorfos como cuaternario espiritual, reservando el centro como
imagen del origen (y del cielo), que se contrapone a la manifestación,
corresponde a la ciudad con cuatro torres y cuatro puertas, en cuyo
centro hay siempre una torre principal. Frobenius hace la historia de un
grupo de interesantes símbolos de esta especie, concernientes a las copas
rituales de Etiopía, que derivan de las piezas cerámicas de Susa, en el
cuarto milenio antes de nuestra era. En medio se encuentra una cruz o
un símbolo del género de la esvástica, o un símbolo del tipo del damero,
acaso imagen de la tierra, en los bordes hay un motivo en esquema que
puede representar el agua. Una copa africana, de Benin, mostraba la
serpiente
oceánica
en
dicho
lugar,
símbolo
que
puede
asimilarse
al
dragón mordiéndose la cola del Ouroboros gnóstico. En un disco de
madera del país Morka, se ve la imagen del sol en el centro, luego una
doble cadena alusiva al océano y una corona exterior dividida en cuatro,
según los puntos cardinales —que corresponden a las estaciones del año
y a los elementos-. Pero habla también Frobenius de representaciones
tridimensionales de la imagen del mundo. Dice que, en 1910, hallándose
en el país de los yoruba, y dirigiéndose a la ciudad sagrada de Ifé, en un
lugar consagrado al dios Edschar, encontró un objeto consistente en
una suerte de plataforma con cuatro conos en los ángulos y otro mayor
en el centro rematado en una copa. El central es el monte del mundo (la
mandorla
mística);
los
otros
cuatro
corresponden
a
los
puntos
cardinales. Señala el parentesco de esta imagen con ciertos tronos de
cinco soportes (22). Según una descripción de Pinedo el cristianismo aparte de las imágenes pictóricas de Pantocrátor y tetramorfos, de igual
significación— ha conocido el mismo esquema, en lo tridimensional. La
pila bautismal de Estíbaliz tiene la configuración siguiente: la base es
una
gruesa
columna,
a
la
que
se
adosan
cuatro
menores
(centro
y
puntos cardinales); encima abre su corola una flor de loto (símbolo de la
manifestación, de lo naciente). Sobre esta corola, una columnata con
arcos,
en
espacios,
los
que
diversos
se
inscriben
seres
otros
simbólicos
menores
(plano
de
la
trilobulados.
vida
En
cósmica,
de
los
la
existencia). Encima de los arcos aparece el esquema almenado de la
Jerusalén celestial, es decir, del paraíso recobrado (46). Constituye así el
símbolo artístico más exacto y completo de que tenemos noticia de la
imagen del mundo en la totalidad de sus aspectos fundamentales.
Imagen del mundo. El universo ptolemaico. Robert Fludd, Utriusque
cosmi historia
I, I,
Oppenheim 1617.
Imagen pictórica
Toda
creación
pictórica
conlleva
una
imagen,
ya
sea
imitativa
o
inventada, figurativa o no figurativa. Los temas o las figuras de una
imagen pictórica poseen, además del significado simbólico que puedan
tener,
una
base
simbólica:
ámbitos
espaciales,
colores,
formas
geométricas o no geométricas, ejes predominantes, ritmos, composición
y
textura.
En
la
«informalismo»,
corriente
la
artística
expresión
y
la
más
reciente,
simbolización
la
se
conocida
como
consiguen
sobre
todo por medio de la textura y el ritmo lineal, desempeñando el color
un papel secundario. Para descubrir el «significado» de una obra dada,
lo importante es distribuir sus elementos por orden de importancia,
valorando cada uno de ellos dentro del sistema pictórico. Exactamente
lo mismo se produce en arquitectura y escultura.
Imposibles
En
muchas
leyendas
y
cuentos
folklóricos
aparecen
con
mucha
frecuencia las narraciones de «imposibles» como, por ejemplo, la vida
del no nacido, la atribución a un árbol de los frutos de otro, etc. En
algunos cantares se reflejan estas ideas, como en la conocida canción
hispánica: «Por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas».
Puede
tratarse
pertenecen
a
de
la
símbolos
subversión.
de
la
Hay
inversión,
una
pero
posible
más
relación
claramente
entre
los
imposibles, los errores y comedias de equivocaciones -de igual origen
folklórico- y la creencia en seres, duendes y trasgos, empeñados en
crear desorden. En el libro del padre La Peña, El Ente dilucidado, se
habla de si se puede vivir sin comer, si los hombres pueden volar, etc.
En conjunto, todas estas manifestaciones pueden interpretarse como
«llamada al caos», símbolos del anhelo regresivo orgiástico (10), como
algunos aspectos del surrealismo.
Incesto
Mientras las uniones de materias parecidas son símbolos del incesto,
por ejemplo, en música, la idea de un concierto para arpa y piano, el
propio incesto, a su vez, según Jung, simboliza el anhelo de unión con
la esencia de uno mismo, es decir, la individuación. Por este motivo
suelen los dioses de las mitologías engendrar con gran frecuencia por
medio del incesto (33).
Inferior
Todos los símbolos tienen una dinámica que les permite expresar la
tensión entre el aspecto superior y el inferior de un modo de la realidad.
Más que de símbolos de lo inferior debe hablarse de aspectos negativos
del símbolo. Negativo no significa aquí aniquilante o neutralizador,
sino
antisuperior,
es
decir,
inferior.
Robert
Ambelain,
en
Le
cristal
magique, sitúa bajo el epígrafe de «iconografía demoníaca» lo que no es
sino
una
relación
de
aspectos
negativos
de
diversos
símbolos
tradicionales. Resumimos algunos de sus ejemplos: el águila, símbolo
ascensional y celeste, puede significar el «demonio raptor de almas» (el
orgullo
que
afirmativo
«ligereza
es
ciega);
el
obvio
en
irrefrenada
ciervo,
la
cuyo
carácter
iconografía
hasta
el
error
y
general,
el
predominantemente
puede
crimen»;
el
simbolizar
cisne,
la
asociado
tradicionalmente al arpa, al canto, a la huida del alma hacia lo superior,
según el autor citado puede simbolizar la falsedad en lo místico. A
propósito de esta ave puede recordarse que ciertas cofradías del siglo
XV celebraban un «ágape del cisne» (en los que participó Hieronymus
Bosch),
símbolos
rito
cuyo
concretos
murciélago,
sentido
de
atribuidas
lo
a
se
ignora.
inferior,
Satán;
Ambelain
como
obsérvese
las
alas
que
incluye
también
membranosas
muestra
un
(de
«ritmo»
similar el escudo de san Miguel, su oponente victorioso). Esas alas son
símbolo de la «perversión intelectual, de la preferencia de las tinieblas a
la luz». Obvio es agregar que toda deformación inferiorizante de un
símbolo imanta éste hacia la significación exclusiva o muy preferente de
lo negativo (una corona invertida, una espada con la punta rota, un
simple cubo geométrico deformado de manera que se «oriente» y deje
de ser regular, etc.).
Infierno. Miniatura inglesa sobre el Infierno, siglo
XII.
Los colores poseen también, y este sentido ha descendido con frecuencia
a los diccionarios populares de «interpretación de sueños», etc., una
significación
negativa
(que
ha
de
hallarse
por
el
contexto
en
que
aparecen): blanco, inocencia pero también ignorancia; rojo, pasión, pero
también crueldad, etcétera.
Infierno
Al margen de la existencia «real» del infierno o de «un» infierno, esta
idea posee un valor mítico y constante, activo en la cultura humana.
Primeramente concebido como una forma de «subvida» (vida larvada
de los muertos en el seno de la tierra), situado luego como lugar de
tormentos -en un período en que la tortura era una necesidad del pathos
humano— aún en el interior del planeta, es evidente que, por analogía,
puede ser asimilado a todo el lado inferior y negativo de la existencia,
tanto
cósmica
como
psíquica.
Las
representaciones
del
infierno
aparecen en todas las religiones de la tierra, o poco menos, desde Egipto
al cristianismo, que especialmente ha representado la «caída» de los
reprobos tras el peso de sus faltas durante el Juicio. En el simbolismo
del nivel, o en el de los «tres mundos» es la zona baja, siendo la tierra la
zona media y el cielo la zona superior. No puede aquí dejarse de lado la
heterodoxa concepción de William Blake, ya expresada en el título de
una
de
sus
más
famosas
obras:
Las
bodas
del
cielo
y
del
infierno,
concepción que tiene dos puntos principales: que el infierno es el crisol
de las energías cósmicas (mientras el cielo simboliza la serenidad, la paz
de los «resultados» últimos), y, consecuentemente, la posibilidad de una
síntesis.
Las
imágenes
irracionalmente
emergencia
de
en
el
las
arte,
del
infierno,
aluden
energías
apareciendo
siempre
«infernales»
a
una
del
irruptiva
similar
y
e
abrupta
inconsciente
en
el
pensamiento. Ligado está también el infierno, por el Non serviam de
Luzbel
que
determinó
su
precipitación
en
el
báratro,
a
la
idea
de
libertad absoluta del individuo para el bien y para el mal. No puede
olvidarse la demente «corrección» que un Sade dio a la idea de libertad
como libertad suprema del instinto (uniendo los instintos sexual y de
muerte). Fuego, instrumentos de tortura, demonios y monstruos son las
expresiones iconográficas del infierno.
Injerto
Símbolo de la intervención artificial en el reino de lo natural (4). Tiene
también un significado sexual.
Instrumentos
Simbólicamente,
deseos.
Cada
son
uno
de
objetivación
ellos,
por
de
las
tanto,
posibilidades,
posee
el
acciones
significado
y
literal
correspondiente, pero también el derivado de su transposición al plano
psicológico y espiritual.
Intermundo
Según el misticismo sufí, hay una zona entre lo Uno y el mundo: es el
intermundo, donde el espíritu (privilegiado) ve las realidades bajo la luz
del mundo superior. Henry Corbin, en L’Imagination créatrice dans le
soufisme
d’lbn
'Arabî,
indica
que
esta
«iluminación»
es
la
transformación de todo lo visible en símbolos; las cosas, los elementos,
se tornan transparentes y se convierten en «modos» de manifestación de
lo Uno, con la individualidad suficiente, sin embargo, para que aún sean
algo manifestado, fenoménico.
Intersección
La
intersección
de
dos
líneas,
objetos
o
caminos
es
un
signo
de
«conjunción» y comunicación, pero también de inversión simbólica,
vale decir, de ese punto o ese ámbito en el que se provoca o busca un
cambio trascendental de dirección. Es lo que subyace en la superstición
del
cruce
espadas
y
de
dedos
barras
de
o
de
objetos.
hierro
para
En
bailes
estimular
un
medicinales,
cambio
(es
se
cruzan
decir,
una
curación) o, por decirlo de otra manera, para alterar el curso de un
procedimiento de manera que no desemboque en su resultado usual o
previsible (51).
Intestinos
Signo determinativo egipcio que significa la idea de circulación (19). En
un sentido más amplio, simbolizan lo mismo que el alambique. Por su
carácter de entrañas, relacionados con todo lo visceral y ctónico (por
analogía); por su forma, relacionados con el laberinto y con la muerte.
Inversión
Según
Schneider,
la
continuidad
de
la
vida
está
asegurada
por
el
sacrificio mutuo que se establece en la cima de la montaña mística; las
muertes permiten los nacimientos. Todos los contrarios se fusionan por
un instante y luego se invierten. Lo constructivo llega a ser destructivo.
El
amor
se
transforma
en odio.
El
mal,
en
bien.
La
infelicidad,
en
felicidad. El martirio, en éxtasis. A esa inversión interna del proceso
corresponde una inversión externa del símbolo que le concierne. De
esto
se
deriva
una
organización
cruzada
de
la
estructura
simbólica.
Cuando el símbolo tiene dos aspectos, la inversión del uno determina la
del otro. Por ejemplo, si lo que se halla abajo es negro y quiere pasar
arriba, puede lograrlo tornándose blanco. O al revés, si lo que es negro
y está abajo quiere volverse blanco, que pase arriba y lo será. Esta
«lógica
simbólica»
de
la
inversión
está,
como
es
fácil
advertir,
íntimamente ligada con el mito del sacrificio. A situación más terrible, a
más
urgencia
de
la
necesidad
de
que
se
transforme
y
se
invierta
(calamidad pública, guerra desfavorable), mayor sacrificio; esto explica
a
los
cartagineses
y
a
los
mexicanos
precolombinos.
Tiene
un
fundamento psicológico, pues en la esfera mental, por el proceso de
sublimación,
sí
se
producen
estas
inversiones
y
metamorfosis.
La
ambivalencia, el contraste, la paradoja, la coincidentia oppositorum que
pueden,
en
su
horizonte
trascendente,
aludir
al
otro
mundo,
prácticamente exponen la proximidad al foco de la inversión. Por ello
señala Jung que los alquimistas describían lo incognoscible por medio
de contrastes (33); por esto dice Schneider que, siendo el universo una
diada, cada fenómeno o tesis se determina por su contrario. Cuanto más
se acercan los fenómenos al foco de la inversión, más chocan entre sí. La
expresión numérica de la inversión parece ser 2 y 11. Símbolos de la
inversión: la espiral doble, el reloj de arena, el tambor de igual forma, la
cruz de san Andrés, la letra X, el haz de flechas y, en general, todo
cuanto tenga forma cruzada. Por eso, el gesto supersticioso de cruzar
los
dedos
equivale
a
una
concitación.
De
ahí
que
en
muchos
ritos
desesperados aparezca el crimen y que incluso, entre los primitivos, se
insulte a los muertos, puesto que al pasar por el foco los insultos se
invierten (como los rayos luminosos) y se convierten en alabanzas (50).
También simbolizan la inversión todos los seres u objetos que aparecen
colocados
al
revés,
en
lo
vertical;
como
la
figura
del
Ahorcado
del
Tarot, el murciélago o vampiro suspendido de la roca o de la rama, el
acróbata en el trapecio. Vamos a citar otros aspectos de la inversión,
que,
a
veces,
se
revela
Charbonneau-Lassay,
en
como
Le
antítesis;
Bestiaire
du
por
Christ
ejemplo,
según
L.
(Brujas
1940),
los
animales
malévolos:
sapo,
escorpión,
rinoceronte,
basilisco,
son
los
antagonistas naturales y respectivos de los benéficos: rana, escarabajo,
unicornio, gallo. También la avispa es la antítesis de la abeja, y el macho
cabrío
del
ciervo.
Hay
inversiones
de
símbolos
que
se
deben
a
un
complejo racial o nacional, o a un cambio de casta dominante; por
ejemplo, en el islam la cortesía exige al varón mantenerse cubierto, y en
la
cristiandad,
lo
contrario.
Como
inversión
histórica
positiva
y
de
sublimación acaso podamos hallar la siguiente: la transformación de una
situación
horcas
humillante
caudinas-
en
-que
otra
se
impuso
a
glorificadora
los
—la
romanos:
obsesión
pasar
por
el
bajo
arco
las
de
triunfo, característica de este pueblo—. La costumbre de ciertas capas
populares, de poner el santo cabeza abajo o de cara a la pared, menos
que un supuesto «castigo» a la imagen, se fundamenta en el simbolismo
de la inversión: invirtiendo la posición física de la efigie se pretende
invertir su actitud hacia el fiel y, por el cambio de esa actitud, el destino
del mismo.
Invisibilidad
Hacerse o ser invisible corresponde psicológicamente a la represión, a
lo
reprimido.
De
otro
lado,
tornarse
invisible
es
una
imagen
de
disolución en el inconsciente. Con este símbolo se relacionan el viaje
nocturno por el mar, la devoración, el sol niger de los alquimistas (32).
Iopode
Hombre con pies de caballo, que aparece en la decoración románica.
Tiene indudable relación con el simbolismo del centauro, del que parece
ser una reducción.
Ishtar
En muchas imágenes occidentales, en libros de magia y esoterismo, se
representa a Ishtar llevando un anillo en la mano izquierda y una copa
en la derecha, o bien armada como Minerva. Estos atributos se refieren
a la continuidad de la vida, al líquido vivificante (agua, leche, sangre,
soma), el mismo que Iseo da a beber a Tristán, y al carácter duro de la
vida. Las armas dicen claramente que Ishtar quiere al héroe y desprecia
al cobarde (59).
Isla
Símbolo
complejo
que
Jung,
isla
refugio
la
es
el
encierra
varios
contra
el
distintos
significados.
amenazador
asalto
del
Según
mar
del
inconsciente, es decir, la síntesis de conciencia y voluntad (33). Sigue en
esto a la doctrina hindú, pues, según Zimmer, la isla es concebida como
el punto de fuerza metafísico en el cual se condensan las fuerzas de la
«inmensa ilógica» del océano (60). De otro lado, la isla es un símbolo de
aislamiento, de soledad y de muerte. La mayor parte de deidades de las
islas tienen carácter funerario, como Calipso. Pudiera acaso establecerse
la ecuación (en contraposición e identidad) de la isla y la mujer, como la
del monstruo y el héroe.
Isla maldita
En el Lai de José de Arimatea, de período románico, junto a una isla
bienaventurada se supone la existencia de una isla maldita, en la que se
producen apariciones infernales, encantamientos, tormentas y peligros.
Corresponde al castillo negro de otras leyendas y expresa, en ambos
casos, la ley de polaridad que contrapone el mundo inferior al superior,
a ambos lados del terreno, o encima y debajo de él.
Islas bienaventuradas
La doctrina hindú habla de una «isla esencial», dorada y redonda, cuyas
orillas están hechas de joyas pulverizadas, por lo cual se le da el nombre
de «isla de las joyas». Árboles perfumados crecen en su interior y en su
centro se eleva un palacio, equivalente oriental del lapis philosophorum.
En el interior de su recinto, en un pabellón enjoyado, sentada en un
trono
se
halla
la
Magna
Mater
(60).
Según
Krappe,
la
«isla
de
los
bienaventurados», mito griego, era el país de los muertos (35), es decir,
el mismo símbolo del centro, pero visto bajo su aspecto negativo. El
mismo autor nos habla de la perennidad del símbolo y de cómo el noble
español
don
descubriendo
Juan
la
Ponce
Florida.
de
En
León
los
emprendió
más
diversos
la
busca
lugares
se
de
Bimini,
suponía
la
existencia
de
la
isla
o
islas
bienaventuradas.
Blavatsky
dice:
«La
tradición relata y los anales del libro de Dayan explican que, donde
ahora no se encuentran más que lagos salados y desiertos desnudos y
desolados, existía un vasto mar interior que se extendía sobre el Asia
central,
en
el
cual
se
hallaba
una
isla
de
incomparable
belleza»,
transunto de la que, en el océano superior o de los cielos, se halla en
medio
de
la
rueda
zodiacal.
Los
mismos
signos
del
zodíaco
son
concebidos como doce islas (9). Finalmente, la isla bienaventurada, en la
mayor
parte
de
autores
clásicos,
parece
ser
un
símbolo
del
paraíso
terrenal. Schneider habla de la isla de una leyenda medieval, visitada por
san Brandan, en la cual, cerca de una fuente, había un árbol inmenso, en
cuya copa habitaban muchos pájaros. Dos ríos la atravesaban: el río de
la juventud y el de la muerte (51). Son estas descripciones la más clara
alusión
al
esenciales
paisaje
del
cósmico
simbolismo
sustancial,
tradicional.
integrado
Las
islas
por
los
elementos
bienaventuradas
o
«tierra de los vivientes» eran el lugar que constituía el punto de llegada
de
las
peregrinationes
marítimas
medievales,
a
imagen
de
la
de
Gilgamés. El viaje del celta Maëlduin es seguido del de san Brandan. Sin
embargo, la peregrinación, terrestre o marítima, es, en sí, distinta de la
búsqueda
del
lugar
paradisíaco
penitencia y autocastigo.
y
puede
tener
sentido
de
exilio,
Islas bienaventuradas. Mapa de Nueva Francia en Terranova,
principios del siglo
XVI.
J
Jabalí
Su
sentido
simbólico,
como
el
de
la
mayoría
de
animales,
es
ambivalente. De un lado, figura como símbolo de la intrepidez y del
arrojo irracional hasta el suicidio (8). De otro, es símbolo de desenfreno
(15). Fue una de las encarnaciones de Vishnú y se conceptuaba como
animal sagrado en Babilonia y otras culturas semitas. En las leyendas
célticas
y
galas,
figura
siempre
con
distinción
y
notas
positivas
(4).
Como enemigo, el jabalí se halla en jerarquía superior a la del dragón o
monstruo primordial, pero inferior a la del león. Respecto a lo dicho
sobre el jabalí entre los celtas, según Oliver Loyer, en Les Chrétientés
celtiques,
este
animal
se
relacionaba
con
el
poder
de
los
druidas,
mientras el oso tenía relación con el poder civil. En Inglaterra se han
encontrado
signos
legionarios
romanos
con
la
figura
del
jabalí.
En
cuanto a la relación entre el símbolo y la superstición, a propósito de un
animal de significado tan difícil de esclarecer, en el fondo, como el que
tratamos, no puede dejar de recordarse que una sacerdotisa druida de la
Galia predijo a Diocleciano que alcanzaría el poder cuando matara un
jabalí (aper en latín). Tiempo después, Diocleciano mató a Apro, jefe de
ejército
del
que
se
sospechaba
que
había
dado
fin
al
emperador
Numeriano (284 d. de C.) y fue aclamado por las tropas y elevado al
trono.
Jade
El simbolismo chino del jade y de sus formas caracterizadas es una
derivación
tradición
del
china
más
amplio
considera
al
sentido
jade
universal
como
de
poseedor
las
de
litofanías.
una
esencia
La
de
inmortalidad que le pertenece por derecho. Por ello, lo utilizó en ritos y
conjuros desde el tercer milenio antes de nuestra era, por ejemplo, en
las
figuras
de
dragones
y
tigres
que
señalan
los
períodos
de
decrecimiento y crecimiento de las fuerzas naturales. El Chou Li es el
libro que trata de ese simbolismo, data del siglo XII antes de Jesucristo.
Se enumeran en él seis instrumentos rituales hechos de jade: Pi, Ts'ung,
Hu, Huang, Kuei, Chang. El símbolo Pi es el disco agujereado que
significa el cielo, con el centro como zona del vacío perfecto. El Hu es
el tigre de jade. El Huang tiene la forma de un Pi de jade negro roto en
dos
o
tres
trozos;
se
usa
en
magia
china
unido
a
las
prácticas
de
necromancia. El Ts'ung es el símbolo de la tierra; redondo en el interior
y cuadrado en el exterior, suele ser de jade amarillo (39). En términos
generales,
el
jade
corresponde
al
Yang,
principio
masculino,
y
al
elemento seco.
Jano
Deidad romana representada con dos rostros unidos por la línea de la
oreja
y
la
mandíbula,
mirando
en
direcciones
contrapuestas.
Como
todo lo orientado a la vez a la derecha y la izquierda, es un símbolo de
totalización, de anhelo de dominación general. Por su dualidad, puede
significar todos los pares de opuestos, es decir, coincide con el mito de
Géminis. Parece ser que los romanos asociaban a Jano esencialmente al
destino, al tiempo y la guerra. Sus rostros se dirigían hacia el pasado y el
futuro
(conciencia
histórica)
y
determinaban
el
conocimiento
de
lo
destinal (igual es el águila bicéfala). Pero, como acertadamente señala
Guénon,
se
trata
de
dos
rostros
que
impiden
advertir
el
verdadero
(central), el del «eterno presente» (25). Por esto muchos pueblos, como
los
del
norte
de
Europa,
crearon
símbolos
similares,
pero
con
tres
rostros, dispuestos a veces en forma de triángulo giratorio, o colocados
como los de Jano con otro mirando hacia el frente. Así aparece Hécate
triforme
(59).
También
simboliza
Jano
la
unión
de
los
poderes
sacerdotal y real (28). Según comunicación verbal de Marius Schneider,
se identifica con la montaña de dos cimas de Marte, y, por consiguiente,
con todos los símbolos de inversión y de sacrificio mutuo. Se le ha
representado con dos llaves, las de las dos puertas solsticiales: Ianua
Caeli y Ianua Inferni, una de oro y otra de plata. Jano es así el «maestro
de las dos vías», según Guénon, y también el «señor del conocimiento»,
lo
que
nos
lleva
a
la
idea
de
la
iniciación
en
los
misterios.
Otras
identificaciones de las dos puertas citadas, Cáncer y Capricornio, se
refieren a las puertas de «los hombres» (entrada en la manifestación
individual, en la vida) y de «los dioses» (salida del estado humano con
ascenso
diremos
a
los
estados
superiores).
identificaciones
El
simbólicas,
mismo
pero
sí
autor
señala
otras,
correspondencias:
en
no
el
cristianismo, las dos puertas de Jano, en los solsticios, se consagran a los
dos santos Juanes (Bautista y Evangelista).
Jardín. Jan Vredeman de Vries, Labyrinthes, 1583.
Jardín
El jardín es el ámbito en que la naturaleza aparece sometida, ordenada,
seleccionada, cercada. Por esto constituye un símbolo de la conciencia
frente a la selva (inconsciente), como la isla ante el océano. Es a la vez
un atributo femenino en los emblemas de los siglos XVI y XVII. En los
jardines tienen lugar muchas veces acciones de conjunción, o se guardan
tesoros,
lo
cual
está
en
plena
conformidad
con
los
significados
asignados. Un sentido matizado del símbolo deriva de las características
del jardín, en especial de forma y ordenación, niveles y orientación, lo
cual
corresponde
ya
a
los
principios
generales
que
determinan
el
simbolismo del paisaje. No debemos dejar de citar el texto bizantino,
que se cree del siglo XI, publicado por Margaret H. Thomson, El jardín
simbólico,
en
el
que
se
expresa
el
simbolismo
de
diversas
plantas,
además del de la tierra, el agua, la cerca, el jardinero, etcétera.
Jarrón
Símbolo de continente y, como todos ellos, correspondiente al mundo
de lo femenino. El jarrón de oro o de plata con una azucena es el
emblema
de
la
Virgen
que
aparece
con
mayor
frecuencia
en
la
iconografía religiosa. El jarrón con tapa es uno de los ocho emblemas de
la buena suerte del budismo chino; significa la totalidad, el estado de
suprema inteligencia triunfando sobre el nacimiento y la muerte (5).
Jeroglíficos
Con este nombre se conocen los ideogramas representativos, es decir,
formados por imágenes esquemáticas de objetos, a las que pueden ir
unidas otras más simples o abstractas. La noción de jeroglífico, en sí, es
igual a la de enigma. Los jeroglíficos por antonomasia son los de la
civilización egipcia (que conoció tres escrituras, jeroglífica, hierática y
demótica). La complejidad del sistema jeroglífico, que llegó a contar
unos 900 signos (representativos de ideas, sílabas, palabras, letras, o
complementarios
=
determinativos),
hizo
que
su
conocimiento
perteneciera sólo a la casta sacerdotal y que se olvidara su interpretación
ya en época romana. Horapolo Nilíaco intentó restablecerla en el siglo
II-III
de
nuestra
era,
basándose
en
el
simbolismo.
La
cuestión
fue
relegada al olvido durante siglos hasta que el padre Athanasius Kircher
la resucitó en el siglo XVII. Quien se interese por esta cuestión debe
consultar la obra de Madeleine V David, Le Débat sur les Ecritures et
l’Hiéroglyphe
aux
e
XVII
et
e
XVIII
siècles
(París
1965).
Una
interpretación moderna, simbológica, profunda y fundada la da Enel en
La langue sacrée (19).
Jerusalén celeste
«Y tenía un muro grande y alto, con doce puertas, y en las puertas doce
ángeles con sus nombres escritos, que son los de las doce tribus de
Israel. Tres puertas al oriente, y tres puertas al aquilón, y al austro tres
puertas y al ocaso tres puertas. Y el muro de la ciudad tenía doce
fundamentos; en los mismos doce, los nombres de los doce apóstoles y
del Cordero» (Ap 21, 12-14). «Y me mostró el río de agua de vida,
resplandeciente
como
un
cristal,
que
salía
del
trono
de
Dios
y
del
Cordero. En medio de su plaza, y en ambas partes del río, el árbol de la
vida, que da doce frutos, en cada mes su fruto, y las hojas de este árbol
que son para la salud de las gentes» (Ap 22, 1-2). La Jerusalén celeste es
principalmente descrita como ciudad en la que prevalece el elemento
mineral,
mientras
el
paraíso
perdido
se
describe
como
jardín
y
preferentemente vegetal. Guénon expone el hecho y se pregunta: «¿Es
que la vegetación representa la elaboración de los gérmenes en la esfera
de
la
asimilación
vital,
mientras
que
los
minerales
representan
los
resultados definitivamente fijados, "cristalizados", por así decirlo, al
término de un desenvolvimiento cíclico?» (27). El mismo autor asimila
las doce puertas a los signos del zodíaco y deduce que se trata de una
conversión
rotación
espacial
del
de
mundo
un
ciclo
(28).
De
temporal,
este
consecutiva
modo,
la
visión
al
cese
de
san
de
la
Juan
Evangelista, aparte de su valor profético, se expresa en la lógica de los
símbolos, para determinar el carácter totalizador, unificador, «salvador»
del paraíso futuro, como «ciudad nueva».
Joven y viejo
Personificaciones del sol como naciente y poniente. Otra idea similar es
la de considerar cada sol como hijo de su predecesor, lo cual explicaría
los numerosos dioses solares, hijos de otros dioses del sol (35). Aparte
de este sistema de «conexión continua» o circular, el viejo es siempre el
padre
(dominador,
tradición,
reflexión,
soberano
celeste,
justicia),
mientras el joven es el hijo (dominado, subversión, intuición, héroe,
audacia).
La
contraposición
joven-viejo
cambia
de
signo
cuando
el
joven es ya hombre maduro y el viejo es un anciano decrépito, por la
infantilización y asexuación de éste.
Joyas
En
la
mayor
parte
de
tradiciones,
las
joyas
significan
verdades
espirituales (4); las piedras preciosas que aparecen en las vestiduras de
las princesas, los collares, pulseras, como todas las joyas encerradas en
estancias escondidas son símbolos del saber superior (38). En el caso
citado, de pertenencia a doncellas o princesas, manifiesta el símbolo
clara conexión con el del ánima junguiana. En los tesoros custodiados
por dragones, se alude a las dificultades de la lucha por alcanzar un
saber, que no debe concebirse como ciencia en el sentido de la erudición
impersonal, sino como suma de experiencias y conocimientos ligados
indisolublemente a lo vivencial y evolutivo. La situación de las joyas en
cavernas alude a la sabiduría alojada en el seno del inconsciente. Otra
conexión simbólica interesante, que a veces se ha manifestado de forma
mítica, conservándose en formas supersticiosas, es la que liga la joya,
como saber concreto, con la serpiente, como energía en movimiento,
hacia una finalidad. La leyenda de la «piedra de la serpiente» es el mejor
ejemplo de ello. En muchos folklores se encuentra la creencia de que las
piedras preciosas habían caído de la cabeza de las serpientes o de los
dragones. De ahí la idea de que el diamante es venenoso y ha estado en
las fauces de las serpientes (creencia hindú, helenística y árabe), o de
que las piedras preciosas provienen de la cristalización de la baba de las
serpientes
(creencia
generalizada
en
las
culturas
primitivas,
desde
Extremo Oriente a Inglaterra). Estos mitos establecen al grado máximo
la proximidad de lo que puede ser pariente o adversario, es decir, el
tesoro
guardado
y
el
monstruo
guardador.
Son
una
síntesis
de
los
opuestos, que llega casi a identificarlos en una zona psicológica ambigua
que establece una corriente de significación homogénea entre valores de
situación
contrapuesta.
Eliade
señala
que
los
emblemas
metafisicos,
guardados y defendidos por serpientes o dragones, se transforman en
objetos concretos que están en la frente, los ojos o la boca de los ofidios
(17). De otro lado, las piedras preciosas integran —sublimado por su
perfección y belleza— el simbolismo general de las litofanías. Por ello,
dice Gougenot des Mousseaux, en Dieu et les Dieux, las piedras han
desempeñado
siempre
un
papel
importante.
El
aerolito,
particularmente, por su conexión con la esfera celeste, representa la casa
y la vestidura de un dios que desciende a la tierra. Estrellas fugaces se
relacionan con los ángeles. Otra tradición da cierto matiz infernal a las
piedras
preciosas,
en
consonancia
con
el
carácter
«oscuro»
de
los
saberes que las joyas pudieran presentar. Es evidente que, en este caso,
prevalece el sentimiento de aversión a la riqueza material de la piedra
preciosa,
sobre
transparencia.
o
En
junto
este
a
la
orden
admiración
de
cosas,
el
por
su
dureza,
barón
color
Guiraud,
en
y
La
Philosophie de l’histoire, dice que, en el momento de la caída de Lucifer,
la luz angélica fue corporeizada bajo la forma luminosa de los astros y
de las joyas. También éstas han sido relacionadas con los metales, como
«astronomía
subterránea»
y,
en
consecuencia,
por
la
teoría
de
las
correspondencias, con todos los órdenes existentes. Gotas luminosas de
distintos colores, también éstos pueden definir el sentido simbólico de
cada
piedra
preciosa,
aunque
secundariamente
y
por
asociación
al
simbolismo esencial de la piedra. Los hebreos conocieron el sentido
simbólico de las joyas y lo aplicaron a su liturgia. Lévi, en Les Mysteres
du
Rational
compuesto
d'Aaron,
de
doce
nos
piedras
recuerda
lo
preciosas
siguiente:
(meses
del
«El
año,
Racional,
signos
del
zodíaco), estaba dispuesto en cuatro líneas de tres piedras cada una,
cuya naturaleza y color, de izquierda a derecha y de arriba abajo, eran:
sardónice
(rojo),
anaranjado),
jaspe
esmeralda
(verde
(verde),
profundo),
topacio
zafiro
(amarillo),
(azul
rubí
profundo),
(rojo
jacinto
(lila), amatista (violeta), ágata (lechoso), crisólito (azul dorado), berilo
(azul sombrío) y ónice (rosado). Cada una de estas piedras tenía su
aptitud mágica determinada. La ordenación se basaba en el color y la
luminosidad, la cual disminuía de arriba abajo, como en la llama, y
desde los lados exteriores a la hilera central (59).
Judío errante. Grabado de Gustave Doré.
Judío errante
La leyenda del judío errante, Ahasvero, se cree de origen occidental. Su
substrato simbólico es la idea del hombre que no puede morir, o que,
tras su falsa muerte (rey don Rodrigo, don Sebastián, rey Arturo, etc.),
ha de retornar. Se puede relacionar esta tradición con la del «eterno
joven», el oriental Jádir. Según Jung, se trata de un mismo símbolo que
alude a la parte imperecedera del hombre, como el mito de los dioseuros y el de Géminis (31).
Juglar, El
Primer arcano del Tarot. Símbolo de la actividad originaria y del poder
creador existente en el hombre. En la imagen, aparece el Juglar tocado
con un sombrero en forma de 8 horizontal (signo del infinito); en una
mano
sostiene
la
varita
mágica
y
sobre
la
mesa
que
tiene
enfrente
aparecen los otros tres símbolos de la baraja: el oro, la espada y la copa,
que
con
la
varita
corresponden
a
los
cuatro
elementos
(y
puntos
cardinales). Estos atributos simbolizan el dominio sobre la situación. El
traje del Juglar es multicolor, pero domina el rojo como matiz de la
actividad.
Está
relacionado
este
arcano
con
Mercurio
en
cuanto
a
ulteriores conexiones simbólicas (59).
Juguetes
Símbolos de las tentaciones. Según Diel, con este significado aparecen
en la mitología griega, cuando los titanes muestran juguetes a Dioniso
niño (15). Una prueba similar es la que se planteó a Aquiles, al darle a
elegir joyas y preseas entre las cuales había una espada, elegida sin
vacilar por el héroe.
Juicio, El
Arcano vigésimo del Tarot. La imagen representa la resurrección de los
muertos
en
el
valle
de
Josafat,
donde
el
ángel
del
Apocalipsis
hace
resonar su trompeta. Dicho ángel presenta en la frente el signo solar y
su
cabellera
muerte
dorada
equivale
trascendente
del
a
ratifica
la
el
muerte
hombre.
La
significado.
del
alma,
tumba
es
En
al
el
sentido
olvido
cuerpo
simbólico,
de
y
la
las
la
finalidad
apetencias
corporales. El ángel «despierta» con su luz y el sonido de su trompeta
(también solar) el latente anhelo de resurrección del hombre caído en la
inautenticidad. La constelación que presenta mayor afinidad con este
arcano es el Cisne de Leda, nuncio de la conjunción final. Este arcano
significa,
en
sentido
afirmativo,
iluminación,
renovación,
curación,
resurrección. En sentido negativo, exaltación y éxtasis dionisíaco (59).
El Juicio. Fragmento de la pintura egipcia El libro de los muertos.
Museo Británico, Londres
Júpiter
Entre los dioses grecorromanos, corresponde a las virtudes supremas
del juicio y la voluntad. Dueño del cielo, su réplica infernal es Plutón,
en
lo
ctónico;
Neptuno,
como
rey
del
océano
(inconsciente).
Los
atributos de Júpiter son el rayo, la corona, el águila y el trono (8).
Justicia, La
Arcano octavo del Tarot. Esta alegoría presenta la idea personificada, en
imagen similar a la de la Emperatriz, en actitud frontal y simétrica
(símbolo del exacto equilibrio bilateral), con túnica roja y manto azul.
Sostiene en una mano la balanza (peso del bien y del mal, equilibrio) y
la espada (decisión psíquica, palabra de Dios). Su trono es estable y
macizo como el del Emperador. Una corona con florones en forma de
hierro de lanza remata el sombrero con que se toca la figura alegórica.
Este arcano se relaciona con el signo zodiacal de Libra y representa,
como éste, menos que la justicia exterior o la legalidad social, la función
interior
psíquico
justiciera
(o
que
pone
psicosomático)
en
para
movimiento
determinar
el
todo
un
castigo
mecanismo
del
culpable,
partiendo ya de la idea de Weininger de que la culpa no es, en sí,
diferente
del
castigo.
Astronómicamente,
la
Justicia
es
Astrea.
En
sentido afirmativo, este arcano es armonía, regla de conducta, firmeza;
en sentido negativo, restricción, minucia, sutileza (59).
L
Laberinto. Dibujo del pavimento de la antigua abadía de San Berrín, en
St. Omer, según el dibujo de E. Wallet, 1834.
Laberinto
Construcción
arquitectónica,
sin
aparente
finalidad,
de
complicada
estructura y de la cual, una vez en su interior, es imposible o muy difícil
encontrar la salida. Jardín dispuesto en igual forma. Los textos antiguos
citan cinco grandes laberintos: el de Egipto, que Plinio sitúa en el lago
Moeris; los dos cretenses, de Cnosos y Gortyna; el griego de la isla de
Lemnos; y el etrusco de Clusium. Es probable que ciertos templos
iniciáticos
se
construyeran
de
este
modo
por
razones
doctrinarias.
Plantas de laberintos, diseños y emblemas de los mismos aparecen con
relativa
frecuencia
en
un
área
muy
amplia,
en
Asia
y
Europa,
principalmente. Algunos, se cree, habíanse dibujado para engañar a los
demonios y hacer que entraran en ellos, quedando presos en su interior.
Supónese, pues, ya en los pueblos primitivos, que el laberinto posee una
cualidad atrayente, como el abismo, el remolino de las aguas y todo lo
similar
(8).
Sin
representaciones
prehistóricos,
embargo,
de
cual
según
laberintos
los
de
Waldemar
circulares
Peña
de
o
Mogor
Fenn,
elípticos,
de
ciertas
grabados
(Pontevedra),
han
sido
interpretados como diagramas del cielo, es decir, como imágenes del
movimiento
anterior,
aparente
es
de
los
independiente
de
astros.
ella
Esta
y
noción
hasta
no
cierto
contradice
punto
puede
la
ser
complementaria, pues el laberinto de la tierra, como construcción o
diseño, puede reproducir el laberinto celeste, aludiendo los dos a la
misma idea (la pérdida del espíritu en la creación, la «caída» de los
neoplatónicos, y la consiguiente necesidad de buscar el «centro» para
retornar a él). Una imagen de la obra De Groene Leeuw, de Goose van
Wreeswyk (Amsterdam 1672), muestra el santuario del lapis alquímico
circulando por las órbitas de los planetas, figuradas a modo de muros
que dan lugar a un laberinto cósmico (32). El emblema del laberinto fue
usado con frecuencia por los arquitectos medievales. El acto de recorrer
el laberinto figurado en el suelo, en un mosaico, se consideraba como
sustitución
simbólica
de
la
peregrinación
a
Tierra
Santa
(28).
Unos
laberintos en forma de cruz, que se conocen en Italia con el nombre de
«nudo de Salomón», apareciendo muchas veces en la decoración céltica,
germánica y románica, integran el doble simbolismo de la cruz y del
laberinto, por lo que se suelen entender como el «emblema de la divina
inescrutabilidad». En el centro del diseño así constituido no es difícil
advertir
la
movimiento
esvástica,
que
enriquece
rotatorio,
generador
y
el
símbolo
unificador
(4).
por
alusión
Según
Diel,
al
el
laberinto simboliza el inconsciente, el error y el alejamiento de la fuente
de la vida (15). Eliade señala que la misión esencial del laberinto era
defender
el
inmortalidad
centro,
y
la
es
decir,
realidad
el
acceso
absoluta,
iniciático
siendo
un
a
la
sacralidad,
equivalente
de
la
otras
pruebas, como la lucha contra el dragón. De otro lado, cabe interpretar
el conocimiento del laberinto como un aprendizaje del neófito respecto
a la manera de entrar en los territorios de la muerte (17). El laberinto se
puede
experimentar
en
la
realidad
de
los
dédalos
de
una
ciudad
desconocida, en especial de las ciudades antiguas u orientales. Nerval
p
tuvo
la
obsesión
experimentado
g
del
de
este
laberinto
modo,
y
como
en
sus
pérdida
obras
en
prueba
un
haberlo
mundo
que
es
equivalente al caos.
Lacerías
Motivo
ornamental,
envolvimiento,
que
que
corresponde
aparece
en
posiblemente
numerosos
países
al
y
símbolo
épocas,
del
pero
especialmente en el Egipto copto, en el mundo céltico —sobre todo en
Irlanda, donde alcanza el máximo florecimiento en orfebrería, cruces de
piedra y miniaturas de códices como los libros de Lindisfarne, Durrow
y Kells—, así como en el mundo germánico y escandinavo. La lacería,
en las puertas de los países nórdicos, llega a constituir inextricables
abstracciones
(aunque
animadas
incidentemente
por
cabezas
de
animales). Según algunos autores, este motivo procede del arte escita, de
donde se propagaría hacia el oeste y el norte y hacia el oriente. En el
islam,
la
lacería
tiene
un
carácter
muy
distinto;
pierde
el
factor
animalístico, la irregularidad viva del norte de Europa y se adapta a
redes geométricas.
Lacería. Miniatura del Lindisfarne para el Evangelio de San Marcos.
Lago
En
el
sistema
jeroglífico
egipcio,
la
figura
esquemática
de
un
lago
expresa lo escondido y misterioso, probablemente por alusión al lago
subterráneo que ha de recorrer el sol en su «travesía nocturna» (pero
también
por
simple
simbolismo
de
nivel,
ya
que
las
aguas
aluden
siempre a la «conexión de lo superficial con lo profundo»; masa de
transparencia en movilidad). En el templo del dios Ammón, en Karnak,
había un lago artificial, que simbolizaba la hylé, las «aguas inferiores de
la protomateria». En ciertos días señalados, una procesión de sacerdotes
atravesaba el lago en varias barcas, para significar el paso mencionado
del sol (19). Este simbolismo es el mismo que el del abismo marino, en
general.
La
creencia
de
irlandeses
y
bretones
de
que
el
país
de
los
muertos se halla en el fondo del océano o de los lagos puede derivar de
su visión del ocaso solar en las aguas. La muerte de los humanos, como
análoga a la del sol, constituía el acto de penetración en el universo
inferior. Pero la construcción simbólica puede también, como decimos,
nacer directamente del simbolismo del nivel intensamente arraigado en
el alma del hombre, por el cual todo lo inferior espacial se asimila a lo
inferior
espiritual,
a
lo
negativo,
destructivo
y,
por
consiguiente,
mortuorio. La agregación del agua al símbolo del abismo no hace, por
el papel del elemento líquido, como factor de transición entre la vida y
la muerte, entre lo sólido y lo gaseoso, entre lo formal y lo informal,
sino ratificar el significado funerario. De otro lado el lago, o, mejor, la
mera superficie de sus aguas, tiene el significado de espejo, de imagen y
autocontemplación, de conciencia y revelación.
Lamia
Personaje
mítico.
La
reina
Lamia,
célebre
por
su
belleza,
fue
transformada en fiera por su crueldad. Se cita en textos antiguos en
plural; las lamias son entonces seres semejantes a las sirenas, que viven
con frecuencia en compañía de los dragones, en cuevas y desiertos. En
1577, Jean de Wier publicó un tratado entero dedicado a estos seres,
Lamiis Liber. Según Caro Baroja, en Vasconia existe también la creencia
popular en las lamias. Su atributo es el peine de oro (¿esqueleto de pez?)
con que se peinan (10). En las leyendas se juzga a las lamias devoradoras
de niños (8). Jung señala que el hecho de que también se liame lamia un
enorme pez muy voraz (de lomos, abismo) establece conexión de las
lamias devoradoras con el dragón-ballena estudiado por Frobenius, en
Zeitalter des Sonnengottes (31).
Lamia. Grabado inglés de 1658.
Lámpara
Símbolo de la inteligencia y del espíritu (56). Así aparece en el mito
griego de Psique, en la leyenda de Diógenes y en el arcano del Eremita
del
Tarot
(40).
consonancia
con
Las
su
lámparas
servicio
de
los
antiguos
(profano,
religioso,
tenían
formas
fúnebre)
y
con
en
la
deidad a la que estaban dedicadas. Hubo lámparas con doce mechas,
simbolizando la rueda zodiacal. También lámparas de llama perpetua,
como la mantenida por las vestales, o la del templo de Venus citada por
san Agustín (8).
Langostas
En
el
simbolismo
cristiano,
fuerzas
de
destrucción
(20).
Sigue
la
tradición hebrea, desde las «plagas del faraón». En el Apocalipsis (9, 110) se lee: «El quinto ángel tocó la trompeta; y vi una estrella caída en la
tierra y diósele la llave del pozo del abismo. Y abrió el pozo del abismo,
y subió del pozo un humo semejante al de un grande horno; y con el
humo de este pozo quedaron oscurecidos el sol y el aire; y del humo del
pozo salieron langostas sobre la tierra, y dióseles poder, semejante al
que tienen los escorpiones de la tierra; y se les mandó que no hiciesen
daño a la hierba de la tierra ni a cosa verde, ni a ningún árbol, sino
solamente a los hombres, que no tienen la señal de Dios en sus frentes;
y se les encargó que no los matasen, sino que los atormentasen por
cinco
meses;
y
el
tormento
que
causan
es
como
el
que
causa
el
escorpión cuando hiere o ha herido a un hombre. Durante aquel tiempo
los hombres buscarán la muerte, y no la hallarán; y desearán morir, y la
muerte irá huyendo de ellos. Y las figuras de las langostas se parecían a
caballos
aparejados
para
la
batalla;
y
sobre
su
cabeza
tenían
como
coronas al parecer de oro; y sus caras así como caras de hombres, y
tenían cabellos como cabellos de mujeres; y sus dientes, como dientes
de leones; vestían también lorigas de hierro; y el ruido de sus alas como
el estruendo de los carros tirados de muchos caballos que van corriendo
al combate; tenían asimismo colas parecidas a las de los escorpiones y
en las colas aguijones...».
Lanza
Símbolo
de
la
guerra
y
también
sexual
(8).
Arma
de
la
tierra,
en
contraposición al carácter celeste de la espada. La lanza se halla en
relación con la copa. En general, el simbolismo de esta arma se relaciona
con la rama, el árbol, la cruz y los símbolos del eje valle-montaña. En el
Libro del orden de caballería, Ramón Llull considera que la lanza que
se da al caballero es símbolo de rectitud. La «lanza que sangra», que
aparece en la leyenda del Graal, a veces ha sido interpretada como lanza
de Longino, relacionándola con la Pasión; hay autores que rechazan
esta
interpretación
y
le
otorgan
un
sentido
simbólico
general
de
sacrificio.
Lapislázuli
En Mesopotamia es símbolo del cielo nocturno. Igual en la América
precolombina. Según Eliade, en algunas tumbas antiguas de una isla del
Ecuador se han encontrado fragmentos de lapislázuli labrados en forma
de cilindro y con la mencionada significación (18).
Látigo
El simbolismo del látigo refunde el del lazo y el del cetro, signos ambos
de
dominación
garrote
y
la
y
superioridad.
maza
-en
Expresa
la
contraposición
idea
a
la
de
castigo,
espada,
como
símbolo
el
de
purificación-, y también la potestad de envolver y dominar (51). En
Egipto, el látigo era el atributo de Min, dios del viento y, en general, de
ciertas deidades supremas (41) de la tempestad, por su identificación
morfológica con el rayo. Los dioscuros llevaban látigos; instrumentos
de bronce de este género se utilizaban en el culto de Zeus en Dodona
(35). Los faraones egipcios lo usaban como emblema de poder. Los
romanos los colgaban en sus carros de triunfo (8). Lógicamente, el
látigo se relaciona también con los ritos de flagelación (fecundidad) (8)
y aparece también como atributo de la «madre terrible» (31).
Laurel
Árbol
consagrado
a
Apolo
y
a
la
victoria.
De
sus
hojas
hacíanse
guirnaldas y coronas para los festivales. La coronación del poeta, artista
o vencedor con laurel no representa la consagración exterior y visible de
una actividad, sino el reconocimiento de que esa actividad, por su sola
existencia,
ya
presupone
una
serie
de
victorias
interiores
sobre
las
fuerzas negativas y disolventes de lo inferior. No hay obra sin lucha, sin
triunfo.
Por
luchador
con
ello
los
el
laurel
motivos
expresa
y
la
identificación
finalidades
de
su
progresiva
victoria,
del
asociando
también el sentido genérico de fecundidad que tiene toda la vegetación.
Lavado
Según Oswald Wirth, «en alquimia, el sujeto ennegrecido, luego muerto
y podrido, es sometido a la ablución, operación que utiliza las lluvias
progresivas
procedentes
de
la
condensación
de
los
vapores
que
se
desprenden del cadáver por la acción de un fuego exterior moderado,
alternativamente activado y rebajado. De estas lluvias reiteradas, resulta
el
lavado
progresivo
de
la
materia,
que
pasa
del
negro
al
gris
y
progresivamente al blanco. La blancura señala el éxito de la primera
parte de la Gran Obra. El adepto no la alcanza sino purificando su alma
de todo lo que la turba comúnmente» (59). El lavado, pues, simboliza
menos la purificación del mal objetivo y exterior que la de los males
subjetivos que pudiéramos llamar «particulares». Resulta obvio agregar
que esta purificación es mucho más difícil y dolorosa, puesto que lo que
se trata de destruir forma nudo con la propia existencia, sus razones
vitales e impulsos espontáneos. Este es el «niégate a ti mismo» necesario
para el verdadero progreso moral, alegóricamente explicado en la fase
descrita del proceso alquímico.
Lazos
El tema de los lazos tiene innúmeras variantes, en la mitología y la
iconografía,
como
ornamental,
bajo
cordones,
imagen
la
de
figura
ligamentos,
enlazamiento
de
redes
o
entrelazados,
y
látigos.
En
como
forma
lacerías,
el
de
nudos,
sentido
más
arte
cintas,
general,
representan la idea de ligar. Parece ser que, así como el contemporáneo en
la
versión
existencialista-
se
siente
«arrojado»
en
el
mundo,
el
primitivo y el hombre de las culturas orientales y astrobiologías se
sentía «ligado» al mundo, al creador, al orden y a la sociedad a que
pertenecía. En la ornamentación románica, Jurgis Baltrusaitis, en Eludes
sur l’Art medieval en Géorgie et en Arménie, distingue los siguientes
tipos
de
lacerías:
encadenamiento.
entrecruzamiento,
El
autor
indica
entrelazamiento,
que
los
enlazamiento
entrelazados
pertenecen
y
al
repertorio de formas más antiguas creadas por el hombre, no pudiendo
considerarse ni como aportación del arte bárbaro, ni como elemento
específicamente asiático. Dentro de los lazos, redes y cordajes, aparecen
con frecuencia monstruos, animales y figuras humanas. Ya en el sistema
jeroglífico egipcio existía el lazo, como signo correspondiente a la letra
T
y
como
equivalente
gramatical
del
posesivo
(enlazar,
dominar
y
poseer) (19). Es un símbolo similar al del envolvimiento. Pero dentro de
él encontramos particularizaciones especialmente favorables, como el
«hilo de oro», idéntico a la «cuerda de plata» de la tradición hindú y al
«hilo de Ariadna», símbolo de la vía y ligazón interna de la criatura con
el creador. El sentido místico viene dado por la inversión del símbolo
que,
en
vez
de
presentarse
como
ligadura
exterior,
aparece
como
conexión interior. A ésta pertenecen todos los cordones que surgen en
heráldica, que a veces forman nudos, lacerías con figura de S o de 8 (4) y
representan
la
ligazón,
la
dependencia
en
el
sistema
feudal
de
las
jerarquías, ratificada por el juramento de honor, lo que constituye la
sublimación del hallarse «ligado» por el superior (36). En cambio, la red
exterior que envuelve e inmoviliza, ha de relacionarse con la expresión
bíblica aducida por Pinedo: «Llueven sobre los pecadores lazos» (Sal
10, 7) (46). Mircea Eliade aporta en sus obras un detenido estudio del
simbolismo del nudo y de la ligadura, concerniente a la cuestión del hilo
laberíntico que hay que desatar o el problema esencial al que hay que
dar solución. Los dioses del cielo tienen como arma característica el
lazo, así Varuna y Urano, lo que significa el supremo privilegio del
dominio.
Señala
Eliade
que
existe
relación
simbólica
entre
lazos
y
ligaduras e hilos y laberintos. El laberinto puede ser concebido como el
nudo que debe ser desatado, empresas míticas respectivamente llevadas
a cabo por Teseo y Alejandro. El fin último del ser humano es liberarse
de las ligaduras. También en la filosofía griega aparece el motivo: en la
caverna de Platón, los hombres se hallan retenidos por cadenas que les
impiden moverse
(República
Vil). Según Plotino, el alma, «después de
su caída, se halla aprisionada, está encadenada... pero, volviéndose hacia
[el reino de] los pensamientos, se libera de sus ligaduras»
8).
El
autor
citado
analiza
también,
en
conexión
(Enéadas
con
este
IV,
motivo
simbólico, la morfología de las ligaduras y de los nudos en la magia y
distingue dos grandes grupos: a) nudos y ligamentos benéficos, medios
de defensa contra animales salvajes, enfermedades y sortilegios, contra
los demonios y la muerte; b) ligaduras empleadas como ataque contra
los
enemigos
humanos,
con
la
operación
inversa
del
corte
de
las
ligaduras (18); esta última práctica llega al encadenamiento del cadáver
para
evitar
ligadura
sus
se
frondosas
acciones
presenta
que
presuntas
en
envuelven,
forma
(17,
vegetal,
inextricables,
18).
A
bajo
los
veces,
el
el
aspecto
cuerpos
tema
de
sumidos
de
la
ramas
en
su
interior. Este tema tiene relación con el símbolo de la «devoración» y
con los grutescos.
Lechuza
En
el
sistema
jeroglífico
egipcio,
la
lechuza
simboliza
la
muerte,
la
noche, el frío y la pasividad. También concierne al reino del sol muerto,
es decir, del sol bajo el horizonte, cuando atraviesa el lago o el mar de
las tinieblas (19).
Lémures
Daban este nombre los romanos a los espíritus desencarnados. Según
Ovidio, la fiesta de los lémures correspondía a una conmemoración de
los muertos. Es probable que también la umbra, fantasma o aparición,
se
relacionara
íntimamente
con
el
lémur
y
que
ambos
simbolizaran
ciertos estados de disociación psíquica (47).
Signo de
Leo
.
Leo
Quinto signo zodiacal. Corresponde a la fuerza solar, a la voluntad, al
fuego y a la luz clara y penetrante que surge por el umbral de Gé-minis
al dominio de Cáncer. Está ligado a los sentimientos y emociones (40).
León
Sus correspondencias principales son el oro o «sol subterráneo» y el sol,
por lo cual aparece como símbolo de los dioses solares, cual Mitra. En
Egipto se creía que el león presidía las inundaciones anuales del Nilo a
causa de la correlación de este fenómeno con la entrada del sol en el
signo zodiacal de Leo, en la canícula. La piel del león es un atributo
solar (8). La identificación del sol y del león, verificada por las culturas
primitivas y astrobiológicas, también fue admitida en la Edad Media y
el simbolismo cristiano la retiene (14), aunque el significado del león se
enriquece
con
diferentes
simbolismos
secundarios.
En
alquimia,
corresponde al elemento «fijo», al azufre. Contrapuesto a otros tres
animales,
representa
a
la
tierra,
aunque
en
otros
textos
se
le
llama
«fuego filosófico» (57), mientras al oro se le da el nombre de «león de
los metales». El león rojo es el que más propiamente responde a este
último
significado
conciernen
simbolismo,
más
el
a
(56).
la
león
Pero
teoría
de
al
margen
las
constituye,
de
estos
problemas,
correspondencias
como
«rey
de
que
los
al
que
estricto
animales»,
el
oponente terrestre del águila en el cielo y, por lo mismo, el símbolo del
«señor natural» o posesor de la fuerza y del principio masculino. Como
recuerda Frobenius, el motivo en el que el león solar degüella al toro
lunar se repite incansablemente en la decoración asiática y africana (22).
Según Schneider, el león pertenece al elemento tierra y el león alado al
elemento fuego. Ambos simbolizan la lucha continua, la luz solar, la
mañana,
la
dignidad
real
y
la
victoria.
Como
símbolo
de
los
evangelistas, pasó por varias atribuciones hasta concretarse en la de san
Marcos. Naturalmente, de la posición o situación del león se pueden
derivar otros significados. El león joven corresponde al sol naciente; el
león viejo o enfermo, al sol en el ocaso. El león victorioso representa la
virilidad exaltada, el león domado corresponde a la paralela expresión
existencial (50). Como animal salvaje, en general, según Jung, es indicio
de las pasiones latentes y puede aparecer como signo del peligro de ser
devorado por el inconsciente (32). Esta última significación, con todo,
concierne más al simbolismo de la devoración, en general, que a la del
león en particular. La devoración también es simbólica del tiempo. La
leona salvaje es un símbolo de la Magna Mater (35).
León. Marca del impresor Pierre Landry, Lyón ca. 1583.
Leopardo
Atributo
de
Dioniso.
Asimilado
a
Argos,
vigilante
de
mil
ojos
(4).
Símbolo de la bravura y de la ferocidad marcial (5). El leopardo, como
el tigre y la pantera, expresan los aspectos agresivos y potentes del león,
sin corresponder en cambio a su sentido solar.
Letras
En todas las tradiciones las letras poseen un sentido simbólico, que a
veces
se
desdobla
Probablemente,
en
esta
dos,
según
creencia
su
deriva,
figura
aparte
y
según
del
su
sistema
sonido.
de
las
correspondencias cósmicas por el cual cada componente de cualquier
serie ha de corresponder a otros componentes de otras series, de los
primitivos pictogramas e ideogramas. Respecto al alfabeto egipcio, es
decir, la selección de jeroglíficos de sentido fonético, extraídos del vasto
repertorio
que
incluye
signos
silábicos
e
ideográficos,
Enel
en
La
langue sacrée realiza un profundo y detenido análisis. El citado autor
recuerda que Horapolo Nilíaco, en la Antigüedad, y el padre Kircher y
Valeriano
en
el
Renacimiento,
intentaron
inútilmente
penetrar
en
el
sentido exacto de dichos símbolos, siendo su comprensión posible a
partir de los descubrimientos de Champollion, Maspero, Mariette, etc.
La comprensión del significado de muchos signos se aclara por medio
del sentido de los llamados «determinantes», que ratifican grupos de
signos fonéticos. No podemos dar aquí una idea del complejo sistema
egipcio,
que
mezclaba
signos
ideográficos
con
fonéticos,
alusiones
abstractas y pictogramas concretos, plasmados en esquema visual, como
el signo de combatir (dos brazos con hacha y escudo) o figuras alusivas
a un lugar geográfico, como el Bajo Egipto (plantas del Delta). Nos
ceñimos,
pues,
correlación,
al
en
llamado
su
alfabeto
desarrollo,
de
egipcio,
en
la
misma
idea
el
cual
ve
de
Enel
la
una
creación.
Transcribimos su explicación: «Así el principio divino, la esencia de la
vida, la razón de la creación está representada por el águila, pero, para el
microcosmo, ese mismo signo expresa la razón que aproxima el hombre
a
la
deidad,
elevándole
por
encima
de
todos
los
seres
creados.
La
manifestación creadora del principio de razón es la acción, figurada por
el brazo, signo que simboliza también toda especie de actividad y se
opone a la pasividad, representada por una línea quebrada, imagen del
elemento
primario.
Las
formas
de
la
acción
y
el
movimiento
vital
desarrollan el verbo divino, figurado por una imagen esquemática de la
boca,
primera
creación...
La
manifestación
acción
que
creadora
desencadenó
irradiada
por
el
el
comienzo
verbo
se
de
prosigue
la
y
desenvuelve para producir tocias las variadas manifestaciones de la vida;
es el signo de la espiral circular, formatriz del universo, que figura las
fuerzas
cósmicas
en
acción.
Para
el
microcosmo,
para
expresar
el
trabajo del hombre, el signo que corresponde aquí a la espiral cósmica
es la espiral cuadrada, signo de la construcción. Aplicando su esfuerzo y
utilizando las fuerzas de la naturaleza susceptibles de ser sometidas a su
voluntad, el hombre transforma la materia bruta, expresada por una
suerte de rectángulo irregular y casi informe, en materia organizada,
rectángulo, piedra con la que construye la casa o templo del dios (signo
correlativo esquemático a un templo). Pero el desarrollo de las fuerzas
creadoras
macrocósmicas,
así
como
el
del
trabajo
humano,
se
halla
sometido a la ley del equilibrio, expresada por el semicírculo cerrado
por un diámetro, que posee dos significaciones: la aguja de la balanza a
180°
y
el
transcurso
diario
del
sol
por
el
cielo,
desde
el
levante
al
poniente, y el alfa y el omega de san Juan, representados por las aves del
día
(águila)
y
de
la
noche
(lechuza),
correspondiendo
también,
respectivamente, a la vida y la muerte, la aurora y el ocaso... La ligazón
entre los dos polos donde se produce el intercambio constante está
p
p
simbolizada por la división de «las aguas de arriba y las aguas de abajo»,
representada por el jeroglífico equivalente al mem hebreo. Por medio de
esta ligazón, el día se transforma en noche y de la muerte nace la vida.
Este
cambio
continuo
forma
el
ciclo
de
la
vida
simbolizada
por
la
serpiente que rampa y ondula constantemente. El ligamento que une la
vida y la muerte, para el hombre, es el pañal (vendas del cadáver)... La
fuerza que anima toda manifestación vital es la doble corriente de lo
evolutivo-involutivo,
el
descenso
y
el
ascenso,
representados
por
el
signo de la pierna, movimiento vertical en potencia. Para el hombre, ese
jeroglífico tiene la misma significación, puesto que por medio de sus
piernas puede ir a donde quiere: al fracaso como al éxito. Esta doble
corriente de relación está simbolizada por la cuerda trenzada...». Otros
signos
continúan
elementos;
el
por
el
mismo
cerrojo,
la
fijación
orden:
de
la
el
lazo,
mezcla;
la
la
ligazón
hoja
de
de
los
caña,
el
pensamiento humano, etc. (19). Dentro de un sistema similar, poseen
significaciones simbólicas y semánticas las letras del alfabeto hebreo,
con dos grupos de sentidos, el usual y el cabalístico, y correspondencia
con las láminas del Tarot. Por ejemplo: letra aleph, voluntad, el hombre,
el mago; beth, la ciencia, la boca, la puerta del templo; ghimel, acción, la
mano que coge, etc. (48). En alquimia también las letras poseen un
sentido: A, el principio de todas las cosas; B, la relación de los cuatro
elementos;
C,
la
calcinación;
G,
la
putrefacción;
M,
la
condición
andrógina del agua en su origen, como Gran Abismo; etc. (57). Pero se
trata
de
una
puramente
fusión
de
verdadero
convencionales.
El
simbolismo
significado
de
la
con
letra
atribuciones
M
sí
que
es
verdaderamente simbólico. Blavatsky dice que la letra más sagrada es la
M, a la vez masculina y femenina, pues simboliza el agua en su origen o
gran abismo (9). También es interesante la relación (por simbolismo de
la forma) de la letra S con la luna (está constituida por un creciente y un
menguante
contrapuestos).
importante
entre
los
Las
gnósticos
letras
y
desempeñaron
misterios
de
un
Mitra,
papel
teniendo
muy
una
equivalencia numeral, y correspondencias con los signos del zodíaco,
las horas del día, etc. Hipólito, uno de los primeros Padres de la Iglesia,
cita
la
atribución
de
Marcus
el
pitagórico,
quien
decía:
«Los
siete
cielos... pronunciaron cada uno su vocal y todas éstas, combinadas en
conjunto,
formaron
una
doxología
única,
cuyo
sonido
transmitido
j
g
y
abajo convirtióse en el creador...» (9). De igual modo, cada vocal se
relacionaba con un color (11). Las siete letras correspondían también a
las siete direcciones del espacio (los seis extremos de la cruz de tres
dimensiones
más
el
centro)
(39).
Entre
los
árabes,
las
letras
tenían
también un valor numérico, siendo veintiocho las letras, como los días
del mes lunar. Por la importancia atribuida tradicionalmente al verbo, al
elemento
aire,
se
comprende
que
en
todos
los
sistemas
se
buscara
establecer la sacralidad de las letras haciéndolas depender de órdenes
místicos y cósmicos. Saint-Yves d'Alveydre, en L'Archéomètre (1911),
estudia
ampliamente
el
simbolismo
de
las
letras,
llegando,
empero,
según creemos, a conclusiones algo personales, al buscar la relación de
la letra con el color, el sonido, el planeta, el signo zodiacal, la virtud, el
elemento natural, etc. Como muestra de su interpretación damos la de
la letra M, de la cual dice: «Corresponde al origen natural, de donde las
existencias surgen temporalmente. Su número es el 40. Su color, verde
marino; su signo, Escorpión; su planeta, Marte; su nota, re». Mayor
autenticidad simbólica tiene la versión sintética dada por Bayley, quien
refunde
datos
de
distintas
procedencias
para
facilitar
el
significado
intrínseco de las letras, ya en nuestro alfabeto occidental, siendo obvio
que hay símbolos más evidentes que otros, los cuales relacionamos a
continuación: A (cono, montaña, pirámide, causa primera). B (canal
[?]). C (luna creciente, mar, Magna Mater). D (brillante, diamante, día).
E (letra solar). F (fuego vital). G (el Creador). H (Géminis, el umbral). I
(uno, el eje del universo). L (poder). M (ondas del mar, ondulaciones de
la serpiente). N (igual significación). O (disco solar, la perfección). P
(cayado
de
(martillo,
pastor,
hacha
convergencia,
báculo).
doble,
radios
R
(igual
cruz).
U
gemelos).
X
significación).
(cadena
(cruz
de
de
S
(serpiente).
Júpiter).
luz,
unión
V
de
T
(vasija,
los
dos
mundos, superior e inferior). Y (tres en uno, encrucijada). Z (zigzag del
relámpago)
(4).
Como
detalle
interesante,
reproducimos,
del
mismo
autor, las correlaciones de sentido, aquí meramente convencional, de las
iniciales
sueltas
que
aparecen
con
más
frecuencia
en
los
emblemas
medievales y del siglo XVI, que son las siguientes: A (con la V significa
Ave).
M
(inicial
Millenium,
es
de
decir,
la
del
Virgen
María);
fin
este
de
(también
mundo).
como
R
signo
del
(Regenerado
o
Redemptio). Z (Zion) S (Spiritus). SS (Sanctus Spiritus). T (Theos), etc.
p
p
p
El estudio del simbolismo de las letras se relaciona estrechamente con el
de las palabras. LoefBer recuerda que, tanto entre los arios como entre
los semitas, la M ha comenzado siempre las palabras relacionadas con el
agua
y
con
el
nacimiento
de
los
seres
y
de
los
mundos
(Mantras,
Manou, Maya, Madhava, Mahat, etc.) (38). Respecto a la conexión entre
la M y la N, creemos que ésta es la antítesis de la primera, es decir, si la
M corresponde al aspecto regenerador de las aguas, la N pertenece a su
aspecto destructor, a la disolución de las formas. Las letras, por sus
asociaciones, fueron una de las técnicas más usadas por los cabalistas.
No podemos aquí sino aludir al estudio sobre los «tifinars» o signos
prehistóricos simbólicos, que R. M. Gattefossé estudia en Les Sages
écritures (Lyón 1945). Muy interesante también es la filosofía de las
letras —y de la gramática- en conexión simbólica, de M. Court de
Gebelin, quien, en Du Génie Allégorique et Symbolique de l'Antiquité
(París 1777), establece las condiciones ideales y deducidas de una lengua
primitiva, estudiando además el simbolismo de: nombres propios, raíces
lingüísticas, fábulas sacras, cosmogonías, pinturas simbólicas, blasones,
jeroglíficos, etc., el valor de las letras, por ejemplo, de la A como: grito,
verbo,
preposición,
artículo,
inicial
de
una
palabra,
valor
entre
los
orientales, carácter, etc. En fecha reciente se ha publicado el importante
libro de Kallir, Sign and Design (Londres 1961), especialmente dedicado
al tema de las letras como símbolos. El signo Y, en la tradición de los
hiperbóreos y nórdica, representa al hombre cósmico con los brazos en
alto y simboliza la resurrección (Evola).
Letras. Tabla combinatoria. Athanasius Kircher, Turris Babel,
Amsterdam 1679.
Leviatán
Pez enorme, fabuloso, que lleva sobre sí la mole de las aguas y que los
rabinos dicen estar destinado a la comida del Mesías (8). En la mitología
escandinava, los mares son obra de una gran serpiente o dragón que
traga el agua para luego devolverla, ser que recibe el Midgardorm (35).
Arquetipo de lo inferior en sí, del monstruo primordial del sacrificio
cosmogónico, cual el Tiamat mesopotámico. A veces se identifica por
entero con el mundo o, mejor, con la fuerza que conserva y agita el
mundo.
Liberación de la doncella
De origen mítico (Sigfrido despertando a Brunilda, cuento de la Bella
durmiente),
aparece
en
leyendas
paganas,
cristianas
y
en
libros
de
caballerías. Perseo liberando a Andrómeda es tal vez el arquetipo, sin
olvidar a san Jorge y la princesa. En la materia de Bretaña son varios los
casos de liberación de doncellas por parte de los caballeros, pudiendo
casi afirmarse que es ésa su misión esencial. Símbolo de la búsqueda del
ánima y de su liberación de la prisión a que la tienen sometida las
fuerzas maléficas e inferiores, parece tener un origen mistérico.
Libra
Séptimo signo zodiacal y que, como la cruz y la espada, se relaciona con
el simbolismo del 7. Libra es el signo del equilibrio, trátese del plano
cósmico o del psíquico, de la legalidad y la justicia social como de la
interior. Por ello se dice que la balanza marca el equilibrio entre el
mundo solar y la manifestación planetaria, entre el ego espiritual del
hombre
(el
selbst
de
la
psicología
junguiana)
y
el
yo
exterior
o
personalidad. También señala el equilibrio entre el bien y el mal; como
el
hombre,
tiene
dos
inclinaciones,
simbolizadas
por
los
platillos
simétricamente dispuestos: uno inclinado hacia el Escorpión (el mundo
de
los
deseos)
hombre,
a
y
otro
imagen
de
hacia
la
el
signo
balanza,
de
Virgo
debe
(la
sublimación).
armonizar
sus
El
tendencias
internas. Según la astrología tradicional, el signo de la balanza rige los
riñones. El séptimo signo es el de las relaciones humanas y el de la
unión
del
mental.
espíritu
En
sentimiento
propio
su
consigo
determinación
regulador
culpable
comunicación
mismo,
(40).
entre
el
íntimo
lado
decir,
alegórica
que
Como
es
de
de
la
desencadena
símbolo
izquierdo
de
la
salud
justicia,
el
espiritual
se
refiere
autocastigo
armonía
(inconsciente,
interior
materia)
derecho (conciencia, espíritu), es un símbolo de conjunción.
en
y
y
y
al
el
de
el
Signo de
Libra
.
Libro
Uno de los ocho emblemas corrientes chinos, símbolo del poder para
alejar a los espíritus malignos (5). El «libro escrito por dentro y por
fuera» es una alegoría del sentido esotérico y exotérico, como también
la espada de dos filos que sale de la boca (37). En general, el libro está
relacionado con el simbolismo del tejido, según Guénon. Un resumen
de la doctrina de Mohyiddin ibn Arabi, al respecto, dice: «El universo
es
un
inmenso
libro;
los
caracteres
de
este
libro
están
escritos,
en
principio, con la misma tinta y transcritos en la tabla eterna por la
pluma divina... por eso los fenómenos esenciales divinos escondidos en
el
"secreto
de
los
secretos"
tomaron
el
nombre
de
"letras
trascendentes". Y esas mismas letras trascendentes, es decir, todas las
criaturas>
después
de
haber
sido
virtualmente
condensadas
en
la
omnisciencia divina, fueron, por el soplo divino, descendidas a las líneas
inferiores, donde dieron lugar al universo manifestado» (25). Simboliza
el mundo, Liber Mundi de los rosacruces y Liber Vitae del Apocalipsis.
Licántropo
Según la leyenda, hombre al cual el diablo cubre con piel de lobo y
obliga
a
ir
errante
por
los
campos
dando
aullidos
(8).
Simboliza
la
irracionalidad latente en la parte inferior del hombre, la posibilidad de
su despertar. Por ello, sentido similar al de todos los monstruos y seres
fabulosos malignos.
Liebre
En el sistema jeroglífico egipcio, signo determinativo del concepto Ser,
simbolizando, en consecuencia, la existencia elemental (19). Entre los
algonquinos, la Gran Liebre es el animal demiurgo. Egipto conoció
también este mito. Hécate, diosa lunar, estaba en Grecia relacionada con
las liebres. El correlato germánico de la citada Hécate, la diosa Harek,
iba acompañada por liebres (35). En general, la liebre es un símbolo del
procrear, ambivalente por el dualismo del sentido, natural amoral, o
moral,
con
que
se
considere.
Los
hebreos
la
consideraban
«animal
inmundo» (Dt 14, 7). Según Rábano Mauro, simbolizaba la lujuria y la
fecundidad. Sin embargo, también había sido convertida su figura en
alegoría de la ligereza y de la diligencia en los servicios, pues aparece en
muchos
sepulcros
secundario
góticos
respecto
al
con
ese
sentido
anteriormente
emblemático,
expuesto
(46).
Un
que
es
carácter
femenino es inseparable de la simbolización fundamental aludida; por
ello, la liebre es también el segundo emblema de los doce del emperador
de China, simbolizando la fuerza
Yin
en la vida del monarca (5). En ese
país se conceptúa a la liebre como animal de presagios y se supone que
vive en la luna.
Ligereza
La
trilogía
de
lo
sonoro,
transparente
y
móvil,
se
relaciona
con
la
impresión interna de ligereza (3). El elemento aire es el que corresponde
en primer lugar a esta sensación. El anhelo de ligereza se manifiesta,
onírica
y
literariamente,
Nietzsche,
voluntad
que
de
por
el
más
del
superación,
por
el
símbolo
vuelo.
Si
éste
de
los
de
sí
y
de
expresa
demás,
la
danza,
como
esencialmente
aquél
en
una
concierne
al
impulso de evasión.
Lilith
Primera mujer de Adán, según la leyenda hebrea. Espectro nocturno,
enemigo de los partos y de los recién nacidos. Satélite invisible de la
tierra, mítico (8). En la tradición israelita corresponde a la Lamia de
griegos y romanos. Su figura puede coincidir con Brunilda, en la saga de
los
nibelungos,
en
contraposición
a
Crimilda
(Eva).
Símbolo
de
la
«madre terrible». Todos estos rasgos aproximan este ser a la imagen
griega de Hécate, exigente de sacrificios humanos. Lilith personifica la
imago materna en cuanto reaparición vengadora, que actúa contra el
hijo
y
contra
su
esposa
(tema
transferido
en
otros
aspectos
a
la
«madrastra» y a la madre política). No se debe identificar literalmente
con
la
madre,
durante
anterior
la
sino
infancia.
«olvidada»,
con
la
Lilith
cual
idea
de
puede
en
el
ésta
venerada
surgir
como
aludido
caso
(amada
amante
de
y
temida)
desdeñada
Brunilda
o
o
como
tentadora que, en nombre de la imago materna, pretende y procura
destruir
al
hijo
y
a
su
esposa.
Posee
cierto
aspecto
viriloide
como
Hécate, «cazadora maldita». La superación de este peligro se simboliza
en los trabajos de Hércules mediante el triunfo sobre las amazonas.
Lilith
. Grabado alemán de 1470.
Lingam
No
es
el
simple
simbolizando
el
signo
poder
del
falo,
generador
sino
del
de
ambos
universo
sexos
(8).
integrados,
Aparece
muy
frecuentemente en los templos hindúes. Los símbolos de conjunción
aluden a la hierogamia, sin la cual no resultaría concebible la obra de
creación continua y conservación del universo y por ello entra en los
ritos de fecundidad y fertilidad. En China, el lingam se denomina kuei,
es
un
rectángulo
oblongo
de
jade,
que
termina
en
un
triángulo.
Se
encuentran con frecuencia las siete estrellas de la Osa Mayor grabadas
en
el
kuei
(39),
probable
símbolo
del
espacio
y
del
tiempo
(siete
direcciones, siete días de la semana).
Linterna
Como toda «luz» independizada de la luz, es decir, escindida, simboliza
la vida particular frente a la existencia cósmica, el hecho transitorio
frente al eterno, la «distracción» frente a la esencia. De ahí el empleo
mágico de las linternas. Por su interés psicológico, transcribimos un
pasaje literario chino, de la época de los reyes Tang: «El día de la fiesta
del Medio del Otoño, el diablo se transformaba en hombre, obtenía la
confianza de las mujeres y los niños, y los conducía a lugares secretos
de
donde
no
podían
salir
(símbolo
de
la
muerte).
Viendo
que
ese
demonio perseguía mucho al pueblo, el jurisconsulto Bao-Cong dio
cuenta de ello al rey y obtuvo de él la promulgación de una orden que
prescribía la fabricación de linternas de papel en forma de peces y el
colgarlas a la puerta de las casas. De este modo, la carpa-demonio,
engañada por estos simulacros, dejaría en paz a las Cien familias» (13).
Lira
Símbolo de la unión armoniosa de las fuerzas cósmicas, representada
por
el
rebaño
de
ganado
en
su
forma
caótica
(40).
La
lira
de
siete
cuerdas correspondía a los siete planetas. Timoteo de Mileto elevó a
doce el número de las cuerdas (signos del zodíaco). Una transformación
similar -en lo serial- ha sido la ejecutada por Arnold Schoenberg en
nuestro tiempo al dar el mismo valor a las notas cromáticas que a las
diatónicas, estableciendo, en vez de la antigua escala de siete sonidos,
una
de
doce.
hoguera,
al
Schneider
recordar
establece
que,
según
el
un
paralelismo
Éxodo
(38,
2),
entre
en
el
la
lira
y
Templo
la
de
Jerusalén se hallaban a ambos lados del altar unos cuernos revestidos de
metal, entre los cuales se elevaba el humo del sacrificio. La lira, de igual
modo, lanza sus sonidos por entre los cuernos laterales de su estructura,
que representan la relación entre la tierra y el cielo (50).
Lis
Flor heráldica que no existe en la naturaleza. Símbolo real desde la Alta
Antigüedad
(46).
El
emblema
tiene
por
base
un
triángulo,
que
representa el agua. Encima se halla una cruz (conjunción y realización
espiritual), ampliada con dos hojas simétricas que se enrollan sobre la
rama horizontal. La central se eleva recta hacia el cielo, simbolizando su
propia expresión (59). En la Edad Media se consideró como emblema
de la iluminación y atributo del Señor (4).
Lobo. Loba capitolina, Roma.
Lobo
Símbolo del valor entre los egipcios y romanos. Aparece también como
guardián en gran número de monumentos (8). En la mitología nórdica
hace su aparición un lobo monstruoso, Fenris, que destruía las cadenas
de hierro y las prisiones, siendo por fin recluido en el interior de la
tierra.
Este
monstruo
deberá
romper
también
esta
cárcel
en
el
crepúsculo de los dioses, es decir, al fin del mundo, y devorar al sol. El
lobo aparece aquí como un símbolo del principio del mal, en un orden
de ideas que no deja de tener relación con la cosmogonía gnóstica.
Supone el mito nórdico que el orden cósmico es posible sólo por el
aherrojamiento
temporal
de
la
posibilidad
caótica
y
destructiva
del
universo, la cual (símbolo de la inversión) habrá de triunfar al final.
También tiene conexión el mito con todas las ideas de aniquilamiento
final de este mundo, sea por el agua o por el fuego.
Loco. Xilografía de Alberto Durero, para La nave de los locos de
Sebastian Brant, Basilea.
Loco, El
Último arcano del Tarot, que se distingue por carecer de cifra (los otros
van marcados del I al XXI), lo cual quiere significar que el Loco se halla
al margen de todo orden o sistema, como el «centro» en la rueda de las
transformaciones
se
halla
fuera
de
la
movilidad,
del
devenir
y
del
cambio. Este hecho ya, en primer término, nos habla del simbolismo
místico
del
Loco,
abordado
en
el
Parsifal
y
otras
leyendas.
En
la
alegoría del Tarot, aparece con traje de colores abigarrados, para indicar
las influencias múltiples e incoherentes a que se halla sometido. El color
rojo es anaranjado, para indicar —aquí inequívocamente- el color del
fuego esencial en la figura. Lleva una alforja sostenida por un bastón
(símbolo de la mente y de su carga). Su pierna izquierda (inconsciente)
es mordida por un lince blanco, que significa el residuo de lucidez
(remordimiento). Pero esa mordedura no le detiene, antes le empuja
hacia
delante,
hacia
el
fondo,
donde
aparece
un
obelisco
derribado
(símbolo solar, logos) y un cocodrilo dispuesto a devorar lo que debe
retornar al caos. No se precisa la imposibilidad del Loco para salvarse;
contrariamente, la situación que se ha expuesto se halla equilibrada por
la tulipa de color púrpura (espiritualidad activa) y por el cinto de oro
con
doce
placas
alusivas
al
zodíaco.
Corresponde
este
arcano
a
lo
irracional en sí, al instinto activo y capaz de sublimación, pero también
a la ciega impulsividad y a la inconsciencia (59). Según Schneider, el
Loco, como personaje mítico y legendario, se relaciona estrechamente
con el bufón. En las ceremonias y ritos medicinales, médico y enfermo
hacen
de
«loco»,
reaccionan
por
el
delirio,
el
baile
y
las
«extravagancias» para invertir el orden maligno reinante. Clara es la
lógica del proceso. Cuando lo normativo y consciente aparece como
enfermo o perverso, para obtener lo benévolo y salutífero, habrá que
utilizar lo peligroso, inconsciente y anormal (51). Además, el loco y el
bufón
tienen,
como
señala
Frazer,
el
carácter
de
«víctima
de
sustitución» en los sacrificios humanos rituales.
Logos
El Logos es la vida y la luz, a la vez espirituales, que combaten a la
noche
(7).
Es
lo
contrario
del
desorden
y
del
caos,
del
mal
y
las
tinieblas. También se identifica con la palabra y con el pensamiento.
Lorelei
Sirena que aparece en la mitología germánica, en la roca de su nombre,
en el Rin, y cuyo canto pierde a los marineros, pues al escucharla no se
dan cuenta de los escollos y naufragan. Tiene relación también con la
leyenda del tesoro de los nibelungos.
Losange
Uno
de
victoria.
los
ocho
«emblemas
Gráficamente,
el
corrientes»
losange
no
es
chinos,
sino
la
que
simboliza
multiplicación
la
del
rombo en un orden vertical (5). El rombo es un signo dinámico, como
la cruz de san Andrés, y alude a la comunicación de lo inferior y lo
superior. Esquema ornamental y heráldico formado por la unión de dos
triángulos (agua y fuego), constituyendo un rombo. Se considera como
figura ambigua y se relaciona con el andrógino. Aparece en el traje del
arlequín. En su libro Magic, Maurice Bouisson reproduce el diseño de
una alfombra tunecina, con losanges y también con grupos de más de
diez triángulos (fuego), entre los que por «error» se intercala otro con la
significación opuesta (agua). Pero el autor agrega que esta equivocación
voluntaria, dotada de sentido mágico y simbólico, aparece en realidad
entre 720 triángulos en la totalidad de la alfombra. La finalidad del
«defecto» es llamar la atención con algo imperfecto, pues la perfección
sólo puede ser obra de Allah.
Loto
Tiene cierta equivalencia a lo que la rosa representa en Occidente. En
Egipto, el loto simboliza la vida naciente, la aparición (19). Saunier lo
considera como símbolo natural de toda evolución (49). En la Edad
Media se identifica al centro místico y, en consecuencia, al corazón (56,
14). El loto, como creación artística, se relaciona con el mándala; su
significación se modifica según el número de pétalos; el de ocho se
considera en la India como el centro donde mora Brahma (ocho es igual
a la mandorla del arte románico, pues significa la intersección de la
tierra:
cuatro,
cuadrado;
y
del
cielo,
círculo)
y
como
manifestación
visible de su acción oculta (26). El «loto de mil pétalos» simboliza la
revelación final; en su centro suele haber la figura de un triángulo, en
cuyo interior se halla el «gran vacío» que simboliza lo informal. Rene
Guénon
explica
y
desenvuelve
largamente
el
simbolismo
del
loto,
diciendo: «La realización de las posibilidades del ser se efectúa por
medio de una actividad que siempre es interna (el "crecimiento", del
padre Gratry), puesto que se ejerce a partir del centro de cada plano y
además,
metafísicamente,
no
podría
existir
acción
exterior
ejercida
sobre el ser total, pues esta acción sólo es posible en un plano relativo y
especializado...
Dicha
realización
se
halla
figurada
en
los
diferentes
simbolismos por el despliegue, en la superficie de las "aguas", de una
flor, generalmente el loto en las tradiciones orientales, y la rosa o el lis
en
las
occidentales.
Hay
también
relación
entre
estas
flores
con
la
circunferencia como símbolo del mundo manifestado y con la Rueda
cósmica.
Las
variaciones
de
expresión
posibles
en
este
símbolo
se
relacionan siempre con el simbolismo de los números (pétalos)» (25).
Desde la remota Antigüedad, el loto fue unánimemente elegido por
chinos,
japoneses,
representada
universo
como
que
hindúes,
egipcios
saliendo
del
evoluciona
fuera
y
arios.
ombligo
del
sol
de
La
flor
Vishnú,
central,
el
del
loto,
simboliza
punto,
el
el
«motor
inmóvil». Figura como atributo de muchas deidades (9). La idea de
emanación
y
realización
prevalece
en
el
loto
sobre
la
de
centro
escondido, que es atribución occidental.
Lucha
Toda lucha es la exposición de un conflicto. Numerosas luchas, danzas
y
simulacros
son
ritos
o
residuos
rituales
que
exponen
situaciones
conflictuales. Según Eliade en Suecia se celebran luchas de jinetes que
personifican, en dos bandos, el invierno y el verano. Usener daba igual
significación al combate de Janto y Melanto, el rubio y el negro. De
otro
lado,
la
lucha
puede
corresponder
al
sacrificio
cosmogónico
primordial, como el de Tiamat por Marduk. Luchas entre dioses de la
vegetación y la sequía, como Osiris y Set, y el bien y el mal, cual
Ahuramazda y Ahrimanyu, modifican el plano del conflicto. Por lo
general, la lucha es de generación o de elementos antitéticos (17). Por
nuestra
parte,
creemos
que
las
luchas
romanas
de
gladiadores
respondían a un fondo simbólico y mítico ancestral, correspondiendo el
reciario a Neptuno y a Piscis (el océano celeste, dios ligador armado del
triple poder —tridente— y de la red) y el mirmidón a Cáncer, el sol, el
hijo armado de espada. La lucha, el combate, son elevados al rango de
felicidad sobrenatural en el Valholl escandinavo: los héroes muertos
resucitan, se arman, matan y mueren, vuelven a resucitar, y este proceso
se repite eternamente.
Luchas de animales
Simbolizando los animales diversos estadios de la fuerza instintiva, y
pudiendo por tanto situarse a lo largo de un eje vertical ideal (por
ejemplo, de abajo arriba: oso, león, águila), las luchas de animales —
león
contra
significan
la
grifo,
lucha
serpiente
entre
contra
águila,
disposiciones
águila
contra
instintivas
de
león,
etc.-
profundidad
diferente. La victoria de un animal alado sobre otro sin alas siempre es
un símbolo positivo, asimilable a la sublimación. La lucha entre un
águila y un león implica un vector de menor intensidad que la lucha
entre el águila y la serpiente, por ser mayor la distancia que separa a
estos dos animales. La lucha de animales reales con fabulosos puede
significar
el
combate
de
instintos
o
tendencias
realistas
con
las
imaginativas o anormales, pero también -y esto ha de decidirse por
contextos-
una
reducción
de
la
fuerza
imaginativa,
es
decir,
de
la
fantasía creadora, en beneficio de la actividad material, directa y realista.
Luna. Grabado de E. Sadeler, Symbola divina et humana, 1601-1603.
Luna
El simbolismo de la luna es muy amplio y complejo. El poder del
satélite era citado por Cicerón al decir: «Cada mes la luna ejecuta la
misma carrera que el sol en un año... Contribuye en gran medida por su
influjo a la madurez de las plantas y al crecimiento de los animales».
Esto contribuye a explicar el importante papel de las diosas lunares:
Ishtar
(véase),
Hathor,
Anaitis,
Artemisa.
El
hombre
percibió,
de
antiguo, la relación existente entre la luna y las mareas; la conexión más
extraña aún entre el ciclo lunar y el ciclo fisiológico de la mujer. Krappe
-de quien tomamos estos datos- cree que esta relación se debe, como ya
creía Darwin, a que la vida animal se originó en el seno de las aguas,
determinando
deviene
así
un
ritmo
«Señora
de
vital
las
que
duró
mujeres».
millones
Otro
de
años.
hecho
La
esencial
luna
de
la
«psicología de la luna» es la modificación aparente de su superficie a
través de las fases periódicamente repetidas. Supone el autor citado que
dichas
fases
(especialmente
como
efecto
negativo,
de
progresiva
desaparición parcial) pudieron inspirar el mito del desmembramiento
(Zagreo, Penteo, Orfeo, Acteón, Osiris). La misma relación puede verse
en los mitos y leyendas de «hilanderas» (35). Cuando se sobrepuso el
sentido patriarcal al matriarcal, se dio carácter femenino a la luna y
masculino
al
sol.
La
hierogamia,
generalmente
extendida
como
matrimonio del cielo y la tierra, puede aparecer también como bodas
del sol y de la luna. Se admite hoy generalmente que los ritmos lunares
se utilizaron antes que los solares para dar la medida del tiempo. Es
posible
asimismo
(primavera
después
de
tras
las
la
el
coincidencia
invierno,
tinieblas
de
en
florecer
la
noche,
el
misterio
tras
la
pero
de
la
helada,
también
resurrección
renacer
«luna
del
sol
nueva»
y
creciente). Eliade señala la conexión de esta evidencia cósmica con el
mito de la creación y recreación periódica del universo (17). El papel
regulador de la luna aparece también en la distribución del agua y de las
lluvias, por lo que aparece tempranamente como mediadora entre la
tierra y el cielo. La luna no sólo mide y determina los períodos, sino
que
también
los
unifica
a
través
de
su
acción
(luna,
aguas,
lluvias,
fecundidad de la mujer, de los animales y de la vegetación). Pero, por
encima de todo, es el ser que no permanece siempre idéntico a sí mismo,
sino que experimenta modificaciones «dolorosas» en forma de círculo
clara y continuamente observable. Estas fases, por analogía, se parecen a
las estaciones anuales, a las edades del hombre, y determinan una mayor
proximidad de la luna a lo biológico, sometido también a la ley del
cambio,
al
crecimiento
(juventud,
madurez)
y
al
decrecimiento
(madurez, ancianidad). De ahí la creencia mítica de que la etapa de
invisibilidad de la luna corresponde a la de la muerte en el hombre; y
como consecuencia de ella, la idea de que los muertos van a la luna (y de
ella proceden, en las tradiciones que admiten la reencarnación). «La
p
q
muerte -señala Eliade- no es así una extinción, sino una modificación
temporal del plan vital. Durante tres noches, la luna desaparece del
cielo, pero al cuarto día renace. La idea del viaje a la luna después de la
muerte se ha conservado en culturas avanzadas (Grecia, India, Irán). El
pitagorismo dio un nuevo impulso a la teología astral; las "islas de los
bienaventurados"
y
toda
la
geografía
mítica
se
proyectaron
sobre
planos celestes: sol, luna, Vía Láctea. En estas fórmulas tardías no es
difícil
descubrir
los
temas
tradicionales:
la
luna
como
país
de
los
muertos, la luna receptáculo regenerador de las almas. Pero el espacio
lunar no era más que una etapa de la ascensión; había otras: sol, Vía
Láctea, "círculo supremo". Esta es la razón por la que la luna preside la
formación de los organismos, pero también su descomposición (como
el color verde). Su destino consiste en reabsorber las formas y volver a
crearlas. Sólo lo que está más allá de la luna o encima de ella trasciende
el devenir. Por esto, para Plutarco, las almas de los justos se purifican en
la luna, mientras su cuerpo vuelve a la tierra y su espíritu al sol.» Así, la
condición lunar equivale a la condición humana. Nuestra Señora se
representa sobre la luna, para expresar la eternidad sobre lo mudable y
transitorio (17). René Guénon confirma que en «la esfera de la luna» se
disuelven
las
formas,
determinando
la
escisión
entre
los
estados
superiores y los inferiores; de ahí el doble papel de la luna como Diana
y Hécate, celestial e infernal. Diana o Jana es la forma femenina de Jano
(26, 17). En la ordenación cósmica, la luna es considerada en cierto
modo como una duplicación del sol, minimizada, pues si éste vitaliza a
todo el sistema planetario, la luna sólo interviene en nuestro planeta.
Por su carácter pasivo, al recibir la luz solar, es asimilada al principio del
dos y de la pasividad o lo femenino. La luna se relaciona también con el
huevo del mundo, la matriz y el arca (9). El metal correspondiente a la
luna es la plata (57). Se considera al satélite como guía del lado oculto de
la
naturaleza,
en
contraposición
al
sol,
que
es
el
factor
de
la
vida
manifestada y de la actividad ardiente. En alquimia, la luna representa el
principio volátil (mudable) y femenino. También la multiplicidad, por la
fragmentación de sus fases. Estas dos ideas confundidas han dado lugar
a
interpretaciones
literales
que
caen
en
la
superstición.
Los
groenlandeses, por ejemplo, creen que todos los cuerpos celestes fueron
en un tiempo seres humanos, pero acusan particularmente a la luna de
p
p
p
incitar a las mujeres a la orgía, por cuyo motivo prohíben contemplarla
durante
mucho
culturas
tiempo
semitas,
el
(8).
culto
En
la
lunar
Arabia
preislámica,
prevalece
sobre
el
cual
solar.
en
otras
Mahoma
reprobó, para los amuletos, todo metal que no fuese la plata (39). Otro
componente significativo de la luna es el de su estrecha asociación a la
noche (maternal, ocúltame, inconsciente, ambivalente por lo protectora
y peligrosa) y el que dimana del tono lívido de su luz y del modo como
muestra,
semivelándolos,
los
objetos.
Por
eso
la
luna
se
asocia
a
la
imaginación y a la fantasía, como reino intermedio entre la negación de
la vida espiritual y el sol fulgurante de la intuición. Schneider precisa un
hecho
de
alto
interés
morfológico,
al
decir
que
la
evolución
de
los
contornos de la luna -desde el disco hasta el hilo de luz- parece haber
determinado
un
canon
místico
de
formas,
con
sujeción
al
cual
se
construyeron también los instrumentos de música (51). De otro lado,
Stuchen, Hommel, Dornseif han mostrado la conexión de las formas de
las fases lunares con los caracteres de las letras hebreas y árabes, así
como también la profunda acción de dichos factores formales en la
morfología instrumental. Eliade cita a Hentze, quien afirma que todos
los dualismos tienen en las fases lunares, si no su causa histórica, al
menos
una
mundo
de
ejemplificación
las
tinieblas,
mítica
está
y
simbólica.
representado
«El
por
la
mundo
luna
inferior,
agonizante
(cuernos = cuartos de la luna; signo de doble voluta = dos cuartos de
luna
en
dirección
cambio lunar,
opuesta;
anciano
superpuestos
decrépito
y
y
ligados
huesudo).
El
el
uno
mundo
al
otro
=
superior,
el
mundo de la vida y del sol naciente, está representado por un tigre
(monstruo de la oscuridad y de la luna nueva) de cuyas fauces sale el ser
humano representado por un niño» (17). Se consideran animales lunares
los
que
alternan
apariciones
y
desapariciones,
como
los
anfibios;
el
caracol, que sale de su concha o se mete en ella; el oso, que desaparece
en
invierno
y
reaparece
en
primavera,
etc.
Objetos
lunares
pueden
considerarse los que tienen carácter pasivo y reflejante, cual el espejo; o
los que pueden modificar su superficie, como el abanico. Nótese el
carácter, la relación con lo femenino de ambos. Las diosas que derivan
de la forma primitiva de Astarté, como Venus y Diana, llevan una media
luna en la cabellera.
Luz. Robert Fludd, Utriusque cosmi historia
I, I,
Oppenheim 1617.
Luna, La
Arcano decimoctavo del Tarot. Presenta la imagen del astro nocturno
iluminando los objetos a medias con su luz indecisa. Debajo de la luna,
aparece un enorme cangrejo sobre el barro, de color rojizo. La alegoría
presenta también dos perros que guardan la ruta del sol y ladran a la
luna. Tras ellos, a derecha e izquierda, hay dos castillos en forma de
torre
cuadrada,
de
color
carne
y
ribeteados
de
oro.
La
luna
está
representada
por
un
disco
plateado
sobre
el
que
aparece
un
perfil
femenino. De ese disco arrancan largos rayos amarillos entre los cuales
hay otros rojos, más cortos. Gotas invertidas flotan en el aire, como
atraídas por la luna. Esta escena expone la fuerza y los peligros del
mundo de las apariencias y de lo imaginativo. El visionario ve las cosas
a una luz lunar. El cangrejo, como el escarabajo egipcio, tiene la función
de
devorar
lo
contribuyendo
transitorio
a
la
(el
elemento
regeneración
moral
y
volátil
física.
de
Los
la
alquimia),
perros
son
los
guardianes que impiden el paso de la luna al dominio solar (logos) y las
torres, por el contrario, se elevan para advertir que el dominio de la luna
está
guardado
por
peligros
indudables
(los
perils
of
the
soul
del
primitivo). Wirth dice que tras esas torres hay una estepa y detrás un
bosque
(la
selva
de
las
leyendas
y
cuentos
folklóricos),
llena
de
fantasmas. Después hay una montaña (¿la montaña doble, aludida por
Schneider?)
y
purificadora.
un
Esta
precipicio
ruta
que
parece
termina
en
corrresponder
a
un
curso
de
la
descrita
agua
por
los
chamanes en sus viajes extáticos. Un Tarot antiguo presenta la imagen
de un arpista, que, al claro de luna, canta a una joven que desata sus
cabellos al borde de la ventana. Esta imagen alude al carácter mortuorio
de la luna, pues el arpista es un conocido símbolo indudable del ánima.
Este arcano, en suma, pretende instruir sobre la «vía lunar» (intuición,
imaginación,
objetividad)
aspecto
magia),
y
distinta
cargada
negativo,
de
asimismo
alude
a
de
la
vía
solar
sentido
los
(razón,
negativo
errores,
y
reflexión,
fúnebre.
fantasía
En
arbitraria,
impresionabilidad imaginativa, etcétera. (59).
Luz
Identificada tradicionalmente con el espíritu (9). La superioridad de
éste, afirma Ely Star, se reconoce inmediatamente por su intensidad
luminosa.
La
intelectualidad
luz
y
de
es
las
la
manifestación
siete
virtudes
de
(54).
la
Su
moralidad,
color
blanco
de
la
alude
precisamente a esa síntesis de totalidad. La luz de un color determinado
corresponde al simbolismo de éste, más el sentido de emanación. Pues
la luz es también fuerza creadora, energía cósmica, irradiación (57). La
iluminación
corresponde,
en
lo
situacional,
a
Oriente.
Psicológicamente, recibir la iluminación es adquirir la conciencia de un
centro de luz, y, en consecuencia, de fuerza espiritual (32).
Luz
La palabra hebrea luz tiene varios significados (ciudad-centro, como
Agarttha, mandorla o lugar de la aparición), y también, según Guénon
(II Re del Mondo), significa
«una
partícula»
humana
indestructible,
simbolizada por un hueso durísimo, a la que una parte del alma se
mantiene unida desde la muerte a la resurrección. Enel coincide, en Le
Mystère de la Vie et de la Mort d'après l’enseignement des temples de
l’ancienne Égypte.
LL
Llama. Detalle del diagrama
IIa
en Teoría de los colores de J. W. Goethe.
Llama
La
llama
y
la
luz
tienen
ciertos
contactos
significativos.
Según
Bachelard, la llama simboliza la trascendencia en sí (1), y la luz, su
efecto sobre lo circundante. Y agrega: «más bien el alquimista atribuyó
valor
al
oro
quintaesencia
por
del
ser
un
oro
es
receptáculo
toda
del
fuego.
fuego
Los
elemental
griegos
(el
sol);
la
representaron
el
espíritu como un soplo de aire incandescente» (1).
Llave
Como atributo, corresponde a diversos personajes míticos, entre ellos a
Hécate (31). Simboliza un arcano, una obra a realizar, pero también el
medio para su ejecución. Puede referirse al umbral entre la conciencia y
el inconsciente (32). La llave del conocimiento corresponde en el ciclo
anual al mes de junio (curación). La conjunción de los símbolos del
palomo y la llave significa que el espíritu abre las puertas del cielo (4).
El emblema formado por dos llaves, que a veces aparece colocado sobre
un
corazón,
se
relaciona
con
Jano
(4).
En
las
leyendas
y
cuentos
folklóricos aparecen con frecuencia tres llaves correspondientes a otras
tantas cámaras secretas, las cuales están llenas de objetos preciosos. Son
representaciones
simbólicas
de
la
iniciación
y
del
saber.
La
primera
llave, de plata, concierne a las revelaciones de la enseñanza psicológica.
La segunda, de oro, a las del saber filosófico. La tercera y última, de
diamante, confiere el poder (38). El encuentro de una llave expone,
pues, la fase previa a la del hallazgo del tesoro difícil de encontrar. Es
evidente el parentesco morfológico de la llave en el signo del
Ankh
cruz
Nem
(Vida Eterna), o cruz ansada, de los egipcios. Deidades llevan esa
cogida
por
la
parte
superior
del
asa
como
si
fuera
una
llave,
especialmente en las ceremonias relativas a los muertos. Esto expresa,
en realidad, una conexión inversa: las llaves derivan acaso de la cruz
ansada, que sería el arquetipo de la llave (Vida Eterna) abriendo las
puertas de la muerte para la inmortalidad.
Lluvia
La lluvia tiene un primer y evidente sentido de fertilización, relacionado
con la vida (26) y con el simbolismo general de las aguas. Aparte, y por
la misma conexión, presenta un significado de purificación, no sólo por
el valor del agua como «sustancia universal», agente mediador entre lo
informal
(gaseoso)
y
lo
formal
(sólido),
admitido
por
todas
las
tradiciones (29), sino por el hecho de que el agua de la lluvia proviene
del cielo (7). Por esa causa, tiene parentesco con la luz. Esto explica que,
en
muchas
mitologías,
la
lluvia
sea
considerada
como
símbolo
del
descenso de las «influencias espirituales» celestes sobre la tierra (28). En
alquimia, la lluvia simboliza la condensación o albificación, ratificando
el íntimo parentesco de su agua con la luz.
Lluvia. Altus, Mutus liber, La Rochelle 1677.
M
Macrocosmo-microcosmo.
Les très riches heures du Duc de Berry,
siglo
XV.
Macrocosmo-microcosmo
Relación entre el universo y el hombre, considerado como «medida de
todas
las
cosas».
El
simbolismo
del
hombre,
particularmente
como
«hombre universal», y las correspondencias zodiacales, planetarias y de
los elementos, constituyen las bases de dicha relación, a la cual han
aludido
pensadores
Orígenes,
por
y
ejemplo,
místicos
dijo:
de
todas
las
«Comprende
doctrinas
que
eres
y
otro
tiempos.
mundo
en
pequeño y que en ti se hallan el sol, la luna y también las estrellas» (33).
Macho cabrío
Símbolo de la proyección de la propia culpa sobre otro, con represión
de su conciencia, de ahí el sentido de «emisario» dado tradicionalmente
a este animal asociado al diablo (15). También, como el toro, es un
símbolo del padre (50). En los aquelarres y sabbats aparece como centro
de
la
dramática
grabados
y
ceremonia.
también
en
Así
ha
cuadros
sido
de
representado
Goya.
Tiene
en
numerosos
también
el
sentido
secundario de «portador del mal», que lo enlaza con los bufones y seres
anómalos.
Madera
Símbolo de la madre (31). La madera quemada simboliza la sabiduría y
la
muerte
(50).
Los
valores
mágicos
y
fertilizantes
de
la
madera
empleada en los sacrificios se transmiten a las cenizas y carbones. Se
supone que la cremación significa un retorno al estado de «simiente»;
de ahí muchos ritos y costumbres folklóricas en relación, por otra parte,
con el simbolismo del fuego (17). Los persas consideraban las vetas de
la madera como portadoras del fuego y la vitalidad.
Madre
Los símbolos de la madre presentan una ambivalencia notable; la madre
aparece
como
imagen
de
la
naturaleza
e
inversamente;
la
«madre
terrible», como sentido y figura de la muerte (31). Por esta causa, según
la enseñanza hermética, «regresar a la madre» significaba «morir». Para
los egipcios, el buitre era el símbolo de la madre, probablemente a causa
de que devoraba cadáveres (19), simbolizando también el medio por el
cual se escinden las partes de Hammamit (alma universal) para formar
las
almas
individuales
considerado
(19).
íntimamente
También
ligado
al
por
la
significado
citada
de
lo
causa
se
materno
ha
el
sentimiento de nostalgia del espíritu por la materia (18) o la sumisión
del mismo a una ley informulada pero implacable (el destino). Jung
menciona el hecho de que en el Traité de la Cabale, de Jean Thenaud
(siglo
XVI),
divinidad
se
del
representa
destino
(32).
precisamente
El
mismo
la
figura
autor
materna
indica
que
bajo
la
una
«madre
terrible» es la réplica complementaria de la Pietà, es decir, no sólo la
muerte, sino el aspecto cruel de la naturaleza, su indiferencia con el
dolor humano (31). También indica Jung que la madre es símbolo del
inconsciente colectivo, del lado izquierdo y nocturno de la existencia, la
fuente del agua de la vida. La madre es la primera portadora de la
imagen del ánima, que el hombre ha de proyectar sobre un ser del sexo
contrario, pasando luego a la hermana y de ésta a la mujer amada (32).
El
régimen
social
del
predominio
de
la
madre,
o
matriarcado,
se
distingue, según Bachofen, por la importancia de los lazos de la sangre,
las
relaciones
telúricas
y
la
aceptación
pasiva
de
los
fenómenos
naturales. El patriarcado, por el contrario, por el respeto a la ley del
hombre, la instauración de lo artificial y la obediencia jerárquica (23).
Aun
cuando,
sociológicamente,
el
matriarcado
ya
no
exista
en
Occidente, psicológicamente el hombre atraviesa una fase en la cual se
siente
esencialmente
dominado
por
el
principio
femenino.
El
vencimiento de esta etapa y la entronización del principio masculino
como rector de la vida, con las notas citadas por Bachofen, se simbolizó
por el paso de la «obra lunar» a la solar, por el paso del mercurio al
azufre. «Símbolos de la tierra madre: agua, madre de las aguas, piedra,
caverna, casa de la madre, noche, casa de la profundidad, casa de la
fuerza o de la sabiduría», según Evola.
Maíz
Uno de los ocho emblemas corrientes chinos. Simboliza la prosperidad
y es muy utilizado en el arte ornamental (5). Casi todos los granos
tienen el mismo sentido y son representaciones espermáticas. Volviendo
al maíz, los peruanos visualizan la idea de fertilidad por medio de una
figura que ejecutan con tallos de esa planta, en forma de mujer, y a la
cual denominan la «madre del maíz» (17).
Makara
Monstruo mítico de la India, partes de cuyo cuerpo proceden del pez y
del cocodrilo. Aparece también en el arte ornamental de los pueblos de
Indonesia.
Manchas
El simbolismo de las manchas, como el de los desconchados de los
muros, que impresionaron a Piero di Cosimo y Leonardo da Vinci,
integra el simbolismo de la forma de tales manchas y el de la textura o
materia. Tiene relación con el de las nubes, en cuanto ambas generan
figuras
ilusorias
que
pueden
ser
identificadas
por
procesos
de
interpretación análogos. Prueba de ello la hay en el test de Rorschach.
Con frecuencia, las manchas están asociadas al paso del tiempo, aluden
así a las ideas del transcurso y de la muerte. De otro lado las manchas,
decoloraciones e imperfecciones de todo género pueden adscribirse al
simbolismo
de
«enfermedades»
«primera
lo
de
materia»,
anormal
los
la
objetos
base
pues,
o
para
según
materias
la
los
alquimistas,
constituyen
preparación
del
la
oro
esas
auténtica
filosófico
(evolución espiritual). El Rosarium Philosophorum dice: «Nuestro oro
no
es
el
oro
común.
Tú,
sin
embargo,
has
demandado
al
verde,
suponiendo que el mineral sea un cuerpo leproso a consecuencia del
verde que muestra en sí. Por esta razón te digo que lo de perfecto en el
mineral
es
solamente
ese
verde,
porque
bien
pronto
se
verá
transformado mediante nuestro magisterio en el oro más verdadero».
Este simbolismo se relaciona con la frase de Nietzsche, en Así habló
Zaratustra, «Desde lo más bajo ha de alcanzar su ápice lo más alto»
(32).
Mándala
Este
término
(instrumento,
hindú
significa
medio,
círculo.
emblema),
Son
una
diagramas
forma
de
geométricos
yantra
rituales,
algunos de los cuales se hallan en concreta correspondencia con un
atributo divino determinado o una forma de encantamiento (mantra) de
la
que
vienen
a
ser
la
cristalización
visual
(6).
Según
S.
Cammann,
fueron introducidos en el Tíbet desde la India por el gran guru Padma
Sambhava (siglo VIII). Se encuentran en todo Oriente, siempre con la
finalidad
de
servir
como
instrumentos
de
contemplación
y
concentración (como ayuda para precipitar ciertos estados mentales y
para ayudar al espíritu a dar ciertos avances en su evolución, desde lo
biológico a lo geométrico, desde el reino de las formas corpóreas a lo
espiritual). Según Heinrich Zimmer, no sólo se pintan o dibujan, sino
que también se construyen tridimensionalmente en ciertas festividades.
Lingdam Gomchen, del convento lamaísta de Bhutia Busty, explicó a
Cari Gustav Jung el mandala como «una imagen mental que puede ser
constituida,
mediante
la
imaginación,
sólo
por
un
lama
instruido».
Afirmó que «ningún mandala es igual a otro»; todos son diferentes,
pues
exponen
modificación
-proyectadaaportada
la
por
situación
tal
psíquica
contenido
a
la
de
su
idea
autor
o
tradicional
la
del
mándala. Es decir, integra estructura tradicional e interpretación libre.
Sus
elementos
concéntricas.
básicos
Por
ello
son
se
figuras
dice
que
geométricas
«el
contrapuestas
mandala
es
siempre
y
una
cuadratura del círculo». Hay textos, como el Shri-Chakra-SambharaTantra, que dan reglas para la mejor creación de esa imagen mental.
Coinciden con el mándala, en su esencia, el esquema de la «Rueda del
Universo», la «Gran Piedra del Calendario» mexicano, la flor de loto, la
flor de oro mítica, la rosa, etc. En un sentido meramente psicológico,
cabe
asimilar
encerrados
en
a
mandala
un
todas
cuadrado
o
las
un
figuras
círculo,
que
tienen
como
el
elementos
horóscopo,
el
laberinto, el círculo zodiacal, la representación del «Año» e incluso el
reloj. Las plantas de edificios circulares, cuadradas u octogonales son
mándalas. En el aspecto tridimensional, algunos templos obedecen a
este esquema de contraposiciones esenciales, simbolizadas por la forma
geométrica y el número, siendo la stupa de la India la más característica
de tales construcciones. Según el ya citado Cammann, algunos escudos
y espejos chinos (en su reverso) son mándalas. El mándala, en resumen,
es ante todo una imagen sintética del dualismo entre diferenciación y
unificación, variedad y unidad, exterioridad e interioridad, diversidad y
concentración
(32).
Excluye,
por
considerarla
superada,
la
idea
del
desorden y su simbolización. Es, pues, la exposición plástica, visual, de
la lucha suprema entre el orden, aun de lo vario, y el anhelo final de
unidad
y
retorno
a
la
condensación
original
de
lo
inespacial
e
intemporal (al «centro» puro de todas las tradiciones). Pero, como la
preocupación ornamental (es decir, simbólica inconsciente) es también
la
de
ordenar
un
espacio
(caos)
dado,
cabe
el
conflicto
entre
dos
posibilidades: la de que algunos presuntos mándalas surjan de la simple
voluntad (estética o utilitaria) de orden; o de que, en verdad, procedan
del anhelo místico de integración suprema. Para Jung, los mandalas e
imágenes concomitantes (precedentes, paralelas o consecuentes) arriba
citadas han de provenir de sueños y visiones correspondientes a los más
primarios símbolos religiosos de la humanidad, que se hallan ya en el
paleolítico (rocas grabadas de Rhodesia). Muchas creaciones culturales
y artísticas o alegóricas, muchas imágenes de la misma numismática,
han de tener relación con este interés primordial de la organización
psíquica o interior (correlato de la ordenación exterior, de la que tantas
pruebas
tenemos
en
los
ritos
de
fundación
de
ciudades,
templos,
división del cielo, orientación, relación del espacio con el tiempo, etc.).
La
contraposición
del
círculo,
el
triángulo
y
el
cuadrado
(numéricamente, del 1 y el 10, el 3, el 4 y el 7) desempeñan el papel
fundamental de los mejores y más «clásicos» mándalas orientales. Aun
cuando el mándala alude siempre a la idea de centro (y no lo representa
visible, sino que lo sugiere por la concentricidad de las figuras), presenta
también los obstáculos para su logro y asimilación. El mándala cumple
de este modo la función de ayudar al ser humano y aglutinar lo disperso
en torno a un eje (el Selbst, de la terminología junguiana). Nótese que es
el mismo problema de la alquimia, sólo que en modalidad muy distinta
de
ser
enfrentado.
Jung
dice
que
el
mándala
representa
un
hecho
psíquico autónomo, «una especie de átomo nuclear de cuya estructura
más íntima y último significado nada sabemos» (directamente) (32).
Mircea Eliade, desde su posición de historiador de las religiones y no de
psicólogo,
busca
principalmente
en
el
mandala
su
objetividad
y
lo
conceptúa como una imago mundi antes que como proyección de la
mente, sin descontar, empero, el hecho. La construcción de los templos
-como
el
de
Borobudur-
en
forma
de
mándala
tiene
por
objeto
monumentalizar la vivencia y «deformar» el mundo hasta hacerlo apto
para expresar la idea de orden supremo en la cual pueda el hombre, el
neófito o iniciado, penetrar como entraría en su propio espíritu. En los
mándalas
colores
o
de
gran
polvo
tamaño,
coloreado,
dibujados
se
trata
en
de
el
lo
suelo
mediante
mismo.
Menos
hilos
que
a
de
la
contemplación,
gradualmente,
sirven
a
la
función
identificándose
con
ritual
sus
de
penetrar
etapas
y
en
zonas.
su
interior
Este
rito
es
análogo al de la penetración en el laberinto (la búsqueda del «centro»)
(18)
y
su
carácter
mándalas,
en
vez
psicológico
de
y
espiritual
contraponer
figuras
es
evidente.
cerradas,
A
veces,
los
contraponen
los
números en su expresión geométrica discontinua (cuatro puntos, cinco,
tres), que son asimilados entonces a las direcciones cardinales, a los
elementos,
los
colores,
etc.,
enriqueciéndose
prodigiosamente
por
el
simbolismo adicional. Algunos espejos chinos presentan, en torno al
centro, la contraposición del 4 y del 8, en cinco zonas correspondientes
a
los
cinco
elementos
quintaesencia).
frecuencia
En
figuras
contraponen
el
(los
cuatro
Occidente,
de
la
innegable
círculo,
el
materiales
alquimia
carácter
triángulo
y
y
presenta
mandálico,
el
el
cuadrado.
espíritu
con
en
relativa
las
Según
o
que
se
Heinrich
Khunrath, del triángulo en el cuadrado nace el círculo. Hay, a veces,
mándalas
«perturbados»
citadas
con
y
números
—señala
relativos
Jungal
6,
8
con
y
formas
12
distintas
infrecuentes.
de
En
las
todo
mándala en que domine el elemento numérico, el simbolismo de los
números es el que mejor puede explorar su sentido.
Mandala. Mandala de la Gran Compasión, Tíbet.
Se
deben
centro.
leer
Así,
considerando
el
evolucionada
círculo
que
superior
dentro
inversamente.
del
Lo
(principal)
cuadrado
mismo
lo
es
más
próximo
composición
sucede
con
al
más
respecto
al
triángulo. La lucha del 3 y el 4 parece ser la de los elementos centrales
(tres)
del
espíritu
contra
los
periféricos
(cuatro,
puntos
cardinales,
imagen de la exterioridad ordenada). El círculo exterior, sin embargo,
tiene
siempre
función
unificadora
por
resumir
con
la
idea
de
movimiento las contradicciones y diversidades de los ángulos y lados.
Luc
Benoist
explica
las
características
del
Shri-Yantra,
uno
de
los
instrumentos mandálicos superiores. Está constituido en torno a un
punto central, punto metafísico e irradiante de la energía primordial no
manifestada y que, por esta causa, no figura en el dibujo. Ese centro
virtual está rodeado por una combinación de nueve triángulos, imagen
de los mundos trascendentes. Cuatro figuran con el vértice hacia arriba
y
cinco
en
posición
inversa.
El
mundo
intermediario,
o
sutil,
está
figurado en una triple aureola que rodea los triángulos. Luego, un loto
de ocho pétalos (regeneración), otros de dieciséis y un círculo triple,
completan la representación del mundo espiritual. Su inclusión en el
material
está
figurada
por
un
triple
cuadrado
con
redientes
que
expresan la orientación en el espacio (6).
Mandorla
Aun cuando el símbolo geométrico de la tierra es el cuadrado (y el
cubo) y el del cielo el círculo, a veces se utilizan dos círculos para
simbolizar el mundo superior y el inferior, es decir, el cielo y la tierra.
Su unión, la zona de intersección e interpenetración (aparición) es la
mandorla,
figura
almendrada
obtenida
por
los
dos
círculos
que
se
cortan. Para disponer vertical-mente esta mandorla, por necesidades
iconográficas, los dos círculos pasan a ser el de la izquierda materia y el
de la derecha espíritu. Esta región, como la montaña doble de Marte,
comprende los antípodas de todo dualismo (51). Por ello simboliza
también el sacrificio perpetuo que renueva la fuerza creadora por la
doble
corriente
de
ascenso
y
descenso
(aparición,
vida
y
muerte,
evolución e involución). Se identifica morfológicamente con el huso de
la Magna Mater y de las hilanderas mágicas (50).
Signo de la
Mandrágora
mandorla
.
Planta a la cual se atribuían virtudes mágicas por tener las raíces una
figura parecida a la humana. Con este nombre se conocía también el
fantasma de un diablo, como hombrecillo negro, sin barba y con los
cabellos despeinados y esparcidos (8). Es una imagen del alma, en su
aspecto negativo y minimizado, en la mentalidad primitiva.
Manicora
Ser
fabuloso
que
aparece
en
la
decoración
románica
en
forma
de
cuadrúpedo recubierto de escamas y con cabeza de mujer tocada con
una suerte de gorro frigio. Su significado puede ser similar al de la
sirena; las escamas siempre aluden al océano, a las aguas primordiales e
inferiores.
Maniquí
Como el homúnculo y la mandrágora, es una imagen del alma en la
mentalidad
primitiva.
Lo
mismo
sucede
con
el
espantapájaros,
los
muñecos y todas las figuras parecidas a la humana; de ahí la creencia en
su actividad mágica (21).
Mano
En el idioma egipcio el término que designaba la mano se relacionó con
«pilar» (soporte, fuerza) y con «palma» (4). Las posiciones de la mano
sobre el cuerpo y las disposiciones de los dedos corresponden, según el
esoterismo, a nociones precisas (48). En el sistema jeroglífico egipcio, la
mano significa el principio manifestado, la acción, la donación, la labor.
La
asociación
del
ojo
y
la
mano,
como
en
algunos
seres
míticos
orientales, simboliza «acción clarividente» (19). Schneider concede a la
mano un papel extraordinario «por ser la manifestación corporal del
estado interior del ser humano [pues] ella indica la actitud del espíritu
cuando éste no se manifiesta por la vía acústica (gesto)». De ello se
deduce que la mano elevada es el símbolo de la voz y del canto. Igual
que en China, en Egipto el símbolo gráfico de cantar es un brazo. La
mano colocada sobre el pecho indica la actitud del sabio, en el cuello
señala la posición del sacrificio. Las dos manos unidas, matrimonio
místico (individuación junguiana). La mano sobre los ojos, clarividencia
en el instante de morir (50). Es muy importante el hecho de que la
mano tenga cinco dedos; de un lado por su analogía general con la
figura humana (de cuatro extremidades más la cabeza); de otro lado por
su asimilación al sentido simbólico del 5 (amor, salud, humanidad) (40).
La
mano
abierta,
en
jeroglífico
egipcio,
significa
cualquier
tarea
específicamente humana y también fuerza magnética (19). Esta creencia
se encuentra también en la América precolombina (41). Y sentido muy
parecido determina su abundantísimo empleo como amuleto en el área
de la cultura islámica. Para el pensamiento beréber, la mano significa
protección, autoridad, poder y fuerza. Lo mismo entre los romanos. La
manus simbolizaba la autoridad del pater familias y la del emperador;
por ello aparece rematando algunos signa de las legiones en vez del
águila. En los amuletos precitados, la mano sufre modificaciones o se
asocia, como en los emblemas del occidente cristiano, a otros símbolos
(estrella, paloma, pájaro, abanico, zigzag, círculo, etc.) (12). El repetido
emblema de las «manos enlazadas» expresa la unión ante el peligro, la
fraternidad viril (49). En opinión de Jung, la mano posee significación
generadora (31). La distinción entre la mano derecha y la izquierda es
infrecuente, pero, de aparecer, sólo enriquece el símbolo con el sentido
adicional derivado del simbolismo espacial; el lado derecho corresponde
a lo racional, consciente, lógico y viril. El izquierdo, a lo contrario (33).
En algunas imágenes de la alquimia se ve al rey y la reina unidos por el
enlace de sus dos manos siniestras. Según Jung, esto puede referirse al
carácter inconsciente de la ligazón, pero también ser indicación de lo
afectivo o de lo sospechoso (33).
Mano. Mano jeroglífica de Tournai, según L. Pignoria, 1623.
Mánticas
Formas
y
métodos
simbolismo,
pero
de
más
adivinación
bien
se
diversos.
cree
que
Pueden
estimulan
basarse
la
en
acción
el
del
inconsciente, el don visionario, la aptitud interpretativa asociada a ese
don.
Jámblico,
en
De
Mysteriis
Aegyptiorum,
dice
que
los
signos
merecen crédito, que son superiores a la naturaleza humana (si no en
sus elementos, sí en su coordinación y su dinámica), por lo que pueden
ser objeto de interpretación. El psicoanálisis juzga como proyección
psicológica
todo
proceso
«adivinatorio»,
pero
Rhine
y
otros
investigadores científicos actuales de la parapsicología parecen creer en
formas de energía o del espíritu aún no bien conocidas que podrían
manifestarse de estas y otras maneras.
Manto
Dentro del simbolismo vestimentario, el manto es de un lado señal de
dignidad superior; de otro, establecimiento de un velo de separación
entre la persona y el mundo (48). El manto de Apolonio expresa la
posesión completa de sí mismo, que aísla al sabio de las corrientes
instintivas
de
la
generalidad
(37).
La
posición
del
manto
tiene
gran
importancia para el sentido simbólico secundario. Por ejemplo, en la
efigie de Mitra sacrificando al toro, del relieve de Heddernheim, el
manto afecta la forma de unas alas desplegadas al viento, lo cual asimila
al héroe y a la víctima a la conocida pareja de la alquimia del volátil y el
fijo
(31).
La
tela,
adornos,
color
y
forma
del
manto
matizan
el
significado de éste. El dualismo de color entre la tela externa del manto
y el de su forro corresponde siempre a un simbolismo dual dimanado
directamente de la significación de los colores.
Manzana
Como forma casi esférica, significa una totalidad. Es símbolo de los
deseos terrestres, de su desencadenamiento. La prohibición de comer la
manzana venía por eso de la voz suprema, que se opone a la exaltación
de los deseos materiales (15). El intelecto, la sed de conocimiento es —
como sabía Nietzsche— una zona sólo intermedia entre la de los deseos
terrestres y la de la pura y verdadera espiritualidad.
Máquinas
El simbolismo de las máquinas se basa en la forma de sus elementos y
en el ritmo y dirección de su movimiento. La fácil analogía con lo
fisiológico
determina
el
sentido
más
general
de
relacionado con ingestión, digestión y reproducción.
dicho
simbolismo,
Mar
Su sentido simbólico corresponde al del «océano inferior», al de las
aguas en movimiento, agente transitivo y mediador entre lo no formal
(aire, gases) y lo formal (tierra, sólido) y, analógicamente, entre la vida y
la muerte. El mar, los océanos, se consideran así como la fuente de la
vida y el final de la misma. «Volver al mar» es como «retornar a la
madre», morir.
Mar Rojo
Según el simbolismo alquímico, «atravesar el mar Rojo» simboliza la
parte peligrosa de la operación, o de una época de la vida. Dejar Egipto
para dirigirse a la Tierra Prometida implica atravesar ese mar del color
de la sangre y del sacrificio; por ello, este paso es un símbolo de la
evolución espiritual (57), pero también de la muerte, como umbral entre
el mundo de la materia y el del espíritu. Quien se sacrifica, muere en
cierto modo.
Marca. Marca del editor Nicolaus Episcopius, Basilea.
Marca
La
marca,
como
máximamente
si
sello,
es
signo
corporal,
o
señal,
en
tiene
forma
de
relación
pintura
o
con
de
el
tatuaje,
ornamento
(insignia). Tales marcas pueden tener un significado ocasional, derivado
de una circunstancia (luto, rito de iniciación, etc.). Pero su sentido más
profundo las emparenta con las cicatrices, como huella «de los dientes
del
espíritu».
dominante
Lo
del
marcado
simbolismo
se
de
distingue,
la
marca,
ésta
de
es
la
toda
idea
originaria
marca.
Se
y
quiere
pertenecer a algo, de lo cual se adopta el distintivo, o se expresa la
propia
originalidad
mediante
signos
determinativos
e
inéditos.
La
creación artística o espiritual de cualquier especie, el desarrollo de la
personalidad, la máscara, las peculiaridades del vestir y del actuar son
derivaciones de este símbolo esencial de lo marcado.
Marcas
Signos distintivos, adoptados por una persona, cofradía, entidad, etc.
Las
marcas,
desde
la
insondable
y,
junto
anagramas,
integran
Antigüedad
a
meras
al
presente,
presentaciones
emblemas,
símbolos,
son
de
de
una
letras,
alegorías,
variedad
nombres
etc.,
y
y
también
ideogramas o formas intermedias entre éstos y el mero signo gráfico.
Armeros, alfareros, canteros, albañiles, fabricantes de papel, etc., nos
muestran
en
sus
marcas
un
repertorio
iconográfico
variadísimo:
coronas, flores de lis, escaleras, tridentes, espadas, rosas, esferas del
mundo
rematadas
por
la
cruz,
corazones,
copas,
pelícanos,
águilas,
panteras, etc., aparecen entre tales símbolos de las marcas. De otro lado,
éstas muestran relación con los
ideográfico-
empleados
por
signos
-que van de lo convencional a lo
determinadas
clases
sociales,
grupos,
técnicas o ciencias.
Mariposa
Entre los antiguos, emblema del alma y de la atracción inconsciente
hacia lo luminoso (8). La purificación del alma por el fuego, que en el
arte románico se expresa por el carbón encendido que el ángel pone en
la boca del profeta, se ve representada en una pequeña urna de Matti
por la imagen del Amor, que tiene en su mano una mariposa a la que
acerca una llama (8). El ángel de la muerte era representado por los
gnósticos como pie alado pisando una mariposa, de lo cual se deduce
que asimilaban ésta a la vida, más que al alma en sentido de espíritu y
ente trascendente (36). Esto explica que el psicoanálisis conceptúe la
mariposa como símbolo del renacer (56). En China, aparece con el
sentido secundario de alegría y felicidad conyugal (5).
Marte
En la concepción primitiva y de las culturas astrobiológicas, la creación
sólo puede tener lugar por el «sacrificio primordial»; similarmente, la
conservación sólo se puede asegurar por el sacrificio y por la guerra. La
imagen de Jano, de dos rostros; la montaña de Marte, de dos cimas, son
símbolos de la inversión, es decir, de la comunicación entre el mundo
superior (y de lo no formado, esto es, de las posibilidades de futuro) y
el inferior (materializado). Schneider insiste en este hecho característico
del orden primordial y dice que «su ley férrea exige una muerte para
cada
vida,
sublima
el
instinto
criminal
para
fines
buenos
y
humanitarios, y fusiona el amor y el odio con el fin de renovar la vida.
Para mantener el orden, los dioses lucharon contra los gigantes y los
monstruos que desde el principio de la creación intentaban devorar al
sol» (logos) (50). Marte perenniza y personifica esta necesidad de lo
cruento, que se da en todos los órdenes cósmicos. Por ello, incluía en su
origen los cultos de la vegetación, siendo a Marte a quien el labrador
romano impetraba la prosperidad de sus cosechas (21). Sus atributos
son las armas, especialmente la espada.
Martillo
Instrumento
propio
creación
(51).
símbolo
ambivalente
sacrificial.
El
del
herrero
martillo
de
de
la
y
dos
dotado
cabezas
montaña
de
de
es,
un
místico
como
Marte
y
el
de
poder
hacha
la
de
doble,
inversión
Máscara. Isla de Tami, Nueva Guinea. Museo Etnográfico de Budapest.
Máscara
Todas las transformaciones tienen algo de profundamente misterioso y
de vergonzoso a la vez, puesto que lo equívoco y ambiguo se produce
en el momento en que algo se modifica lo bastante para ser ya «otra
cosa», pero aún sigue siendo lo que era. Por ello, las metamorfosis
tienen
que
ocultarse;
de
ahí
la
máscara.
La
ocultación
tiende
a
la
transfiguración, a facilitar el traspaso de lo que se es a lo que se quiere
ser; éste es su carácter mágico, tan presente en la máscara teatral griega
como en la máscara religiosa africana u oceánica. La máscara equivale a
la crisálida. Unas máscaras muy especiales son las que se usan en las
ceremonias de iniciación de algunos pueblos de Oceanía, según Frazer.
Los jóvenes mantienen los ojos cerrados y el rostro cubierto con una
máscara de pasta o greda. Aparentan no entender las órdenes dadas por
un anciano. Gradualmente se recuperan. Al día siguiente se lavan y se
limpian la costra de greda blanca que les tapaba los rostros e incluso los
cuerpos. Con ello finaliza su iniciación (21). Aparte de este significado,
el más esencial, la máscara constituye una imagen. Y tiene otro sentido
simbólico que deriva directamente del de lo figurado de tal suerte. Llega
la máscara, en su reducción a un rostro, a expresar lo solar y energético
del proceso vital. Según Zimmer, Shiva creó un monstruo leontocéfalo
de cuerpo delgado, expresión de insaciable apetito. Cuando su criatura
le pide una víctima que devorar, el dios le dice que coma de su mismo
cuerpo,
cosa
que
el
monstruo
realiza
reduciéndose
a
su
aspecto
de
máscara (60). Hay un símbolo chino, llamado T'ao T'ieh, la «máscara
del ogro», que pudiera tener un origen parecido (5).
Mascarón
Tema
ornamental
que
aparece
en
el
arte
de
la
Antigüedad
grecorromana, en la Edad Media, en los grutescos del Renacimiento, en
el Barroco, etc. Es una cabeza, o, mejor, un rostro de personaje en cuyas
barbas y cabellos se insertan hojas con cierta metamorfosis mutua. Sus
ojos
miran
fijamente.
Suele
estar
heroizado,
es
decir,
inserto
en
un
clípeo o disco. Originariamente es un símbolo del dios primordial, del
dios de la naturaleza pánica. En Egipto, Bes panteo. Podríamos dar
decenas
de
ejemplos
de
esta
imagen,
desde
un
medallón
de
plata
romano hallado en Mildenhall, Suffolk, a las tallas de muebles en que se
ha reproducido, degradado a mera decoración, en abundancia increíble.
Este tema simbólico aparece ligado con frecuencia a los grutescos, de
cuyo mundo viene a ser el centro: centro de metamorfosis y creaciones
sentidas como una «orgía de la naturaleza», como cosmos que, en cierto
modo, no deja de ser un caos, o de participar profundamente en el
carácter del caos.
Mascarón. Barroco italiano.
Materia
Equivalente a la luna y al dragón, mientras el sol es forma, según Evola.
Maternidad
Tema iconográfico tradicional mejor que símbolo, no deja de poseer un
sentido simbólico por la relación madre-naturaleza, tanto en su forma
profana como en la sagrada, aunque en ésta la madre se identifica con la
raíz de todas las cosas, con lo que los cabalistas llaman el «aspecto
femenino de Dios» o Shekhina.
Matrimonio
En
alquimia
es
un
símbolo
de
la
conjunción,
representada
simbólicamente también por la unión del azufre y del mercurio, del rey
y la reina. Jung establece la correlación entre este significado y el de la
íntima
unión
y
conciliación
interna
-verificadas
en
el
proceso
de
individuación- de la parte inconsciente y femenina del hombre con su
espíritu.
Matrona
Forma de personificación que aparece con gran frecuencia en todas las
figuraciones
simbólicas
o
alegóricas
que
conciernen
al
principio
femenino, no como ánima, sino como madre protectora, así la Noche, la
Tierra, la Iglesia o la Sinagoga. Las ciudades también son comúnmente
personificadas por matronas con corona mural. Los atributos y rasgos
de su aspecto acaban de definir el contenido simbólico de la imagen
(32).
Psicológicamente,
la
matrona
parece
expresar
el
aspecto
dominante de la madre.
Maya
«La lección puede entenderse psicológicamente en tanto se refiere a
nosotros. La proyección, la exteriorización constante de nuestra Shakti
(energía
vital
específica)
es
nuestro
"pequeño
universo",
nuestro
dominio restringido y ambiente inmediato, lo que nos concierne y nos
afecta. Poblamos y coloreamos la pantalla objetiva indiferente, neutra,
con las imágenes y los dramas del filme que constituye el sueño interior
de
nuestra
alma
y,
en
consecuencia,
caemos
víctimas
de
esos
acontecimientos trágicos, de esas alegrías y dolores. El mundo, no tal
cual es, sino como lo percibimos, es el producto de nuestra
maya
o
ilusión. Puede entenderse esta última como nuestra propia energía vital,
más o menos ciega, que produce y proyecta las formas y apariencias
demoníacas o bienhechoras. Somos así los prisioneros de nuestra propia
Maya Shakti y del filme que ella suscita sin tregua. Es la magia del no
saber, del hecho de "no conocer mejor". El Ser Supremo es el dueño de
la maya. Todos los otros son las víctimas de su propia maya personal.
Liberar al hombre de una tal magia es el objeto principal de todas las
filosofías hindúes» (60).
Maza
Signo determinativo del sistema jeroglífico egipcio, relacionado con las
ideas de verbo creador y de realización (19). Se relaciona con el remo, el
cetro,
el
bastón
y
la
clava,
instrumentos
y
símbolos
de
una
misma
familia morfológica. El remo, en Egipto, también estaba ligado a la idea
de crear. Como arma, la maza expresa el aplastamiento, la destrucción
completa y no sólo la victoria sobre el adversario; por esto es la insignia
de
la
aniquilación
de
la
tendencia
subjetiva
dominante
y
de
los
monstruos que la representan, y por ello es el atributo de Hércules (15).
Mefistófeles
Aspecto negativo, infernal, de la función psíquica que se ha liberado de
la totalidad hasta adquirir independencia y carácter propio (32). Mircea
Eliade
ha
escrito
sobre
el
tema
la
monografía
Méphistophélès
et
l’Androgyne.
Melusina
Hada de la que hablan las leyendas, a veces con forma de sirena. Trató
en especial de este ser fabuloso Jean d'Arras en La noble hystoire de
Luzignen (ca. 1393). Cuando había de suceder un gran desastre, lanzaba
un agudo grito por tres veces. «Melusina era la autora de construcciones
misteriosas,
edificadas
en
una
noche
por
ejércitos
de
obreros
que
desaparecen sin dejar huella al acabarse la obra. Casada, sus hijos tienen
alguna anormalidad física; de igual modo, sus construcciones mágicas
tienen todas algún defecto, así como esos puentes del diablo a los que
siempre
intuición
falta
una
genial,
piedra»
en
lo
(16).
que
Parece
ésta
tiene
Melusina
de
el
arquetipo
advertidor,
maravilloso, pero también enfermizo y maligno.
de
la
constructivo,
Melusina. Xilografía del libro de Jean d’Arras, edición de 1525.
Menhir
Como toda piedra, participa de la idea de litofanía. Específicamente por
su verticalidad, es un símbolo del principio masculino y de la vigilancia.
Relacionado también con la estaca de sacrificio y, en consecuencia, con
el eje del mundo (y todos sus símbolos: árbol cósmico, escalera, cruz,
etc.)
(50).
Tiene
también
un
componente
fálico
y
un
sentido
de
protección, según señala Eliade (17).
Mercurio
Dios planetario y metal del mismo nombre. En astronomía es hijo del
cielo y de la luz; en mitología, de Júpiter y Maya. Esencialmente, es el
mensajero
del
cielo.
Su
nombre
de
Hermes
significa
«intérprete»,
mediador. Por ello también recibe la misión de conducir las almas de los
muertos. Como Hécate, es a menudo representado con tres cabezas
(triforme). Representa el poder de la palabra, el emblema del verbo,
para los gnósticos el logos spermatikos esparcido en todo el universo,
sentido éste que recoge la alquimia, que identifica a Mercurio con la
misma idea de la fluencia y la transformación (9). Tiene asimismo la
condición de un dios de los caminos (posibilidades) (4). La astrología lo
define como «energía intelectual»; el sistema nervioso es gobernado por
él,
pues
los
nervios
son
los
mensajeros
en
el
plano
biológico
(40).
Probablemente fue la alquimia la que, con sus altas especulaciones, llevó
más
lejos
el
análisis
del
arquetipo
de
Mercurio.
En
muchos
casos,
identifica su sustancia de transmutación con la «planta viva», es decir,
con ese dios cuyo metal es blanco y decididamente lunar. Sin embargo,
como el planeta Mercurio es el más cercano al sol (oro), el arquetipo
resultante
posee
una
doble
naturaleza
(dios
crónico
y
celeste,
hermafrodita) (32). El mercurio (metal) simboliza el inconsciente por su
carácter
fluido
y
dinámico,
esencialmente
dúplex,
de
un
lado
ser
inferior, diablo o monstruo; de otro, «hijo de los filósofos» (33). Por
ello, la ilimitada capacidad de transformación que se le asigna (como a
todo líquido) deviene simbólica del anhelo esencial del alquimista, de
transmutar
la
materia
(y
el
espíritu),
llevándolo
de
lo
inferior
a
lo
superior, de lo transitorio a lo estable. También se atribuyó a Mercurio
una
ilimitada
capacidad
de
penetración.
Sus
nombres
Monstrum
hermaphroditus, rebis (cosa doble) definen su conexión profunda con el
mito de Géminis (Atma y Bouddhi); su contemplación como figura
femenina y Anima mundi (32) es más frecuente e importante que su
absorción
por
el
solo
principio
masculino.
Por
esto,
René
Alleau
recuerda como etapas esenciales del proceso alquímico: materia prima,
Mercurio,
Azufre,
Lapis.
La
primera
corresponde
a
la
fase
indiferenciada; la segunda, al principio femenino y lunar; la tercera, al
masculino y solar; la cuarta, a la síntesis absoluta (identificada por Jung
con el proceso de individuación). Los atributos de Mercurio son el
sombrero y sandalias alados, el caduceo, la clava, la tortuga y la lira, que
inventó y donó a Apolo (8).
Mercurio. Hermes como divinus amator. Achille Bocchi, Symbolicae
quaestiones, 1574.
Metal fundido
Según J. P. Richard en Poésie et profondeur, las
metales
fundidos,
que
forman
como
ríos,
ensoñaciones
sugieren
la
«sangre
sobre
de
la
tierra», como valores y poderes ctónicos.
Metales
Son
denominados
«subterráneos»,
esta
causa,
en
por
dicha
por
la
constituir
disciplina
astrología
«planetas
correspondencias
no
se
terrestres»
analógicas
consideran
sino
(57).
siete
o
Por
metales
afectos a otras tantas esferas, lo cual no significa que la humanidad de la
época astrobiológica no conociera otros. Como algunos ingenieros han
hecho notar, los siete metales planetarios constituyen una serie aplicable
en el sistema de los doce polígonos, según Piobb (48). Pero aparte de la
teoría de las correspondencias, los metales simbolizan solidificaciones
de energía cósmica y, en consecuencia, de la libido. Por esta causa ha
podido afirmar Jung que «los metales bajos son los deseos y pasiones
corporales. Extraer la quintaesencia de esos metales o transformarlos en
los superiores equivale a liberar la energía creadora respecto de los lazos
del mundo sensible» (33), proceso idéntico al que la tradición esotérica
y
la
astrología
consideran
como
liberación
de
las
«influencias
planetarias». Los metales constituyen una «serie» gradual, en la que
cada
uno
presenta
una
superioridad
jerárquica
sobre
el
inferior,
hallándose el oro en el punto terminal. Por esta causa, en ciertos ritos se
exigía al neófito que se despojara de sus «metales» (monedas, llaves,
joyas), símbolos de sus hábitos, prejuicios, costumbres, etc. (9). Sin
embargo,
por
nuestra
parte,
nos
inclinamos
a
ver
en
los
metales
y
astros, en cada par asociado y concreto como, por ejemplo, Marte hierro-, un núcleo ambitendente, cualidad hacia un lado, defecto hacia
otro.
El
metal
coniunctio
derretido
oppositorum
es
un
(fuego
y
símbolo
agua),
alquímico
relacionada
que
expresa
asimismo
con
la
el
mercurio, Mercurio y el andrógino primordial de Platón. De otro lado,
resalta el simbolismo liberador de las cualidades «cerradas» (sólidas) de
la materia, de donde su conexión con Hermes Psicopompo aludida (32).
Las correspondencias planetarias de los metales son las que siguen, de
inferior a superior: plomo (Saturno), estaño (Júpiter), hierro (Marte),
cobre (Venus), mercurio (Mercurio), plata (Luna), oro (Sol).
Metamorfosis
Las transformaciones de unos seres en otros, de unas especies en otras,
corresponden en términos generales al gran simbolismo de la inversión,
pero
también
al
sentimiento
esencial
de
la
diferencia
entre
lo
uno
indistinto primigenio y el mundo de la manifestación. Todo se puede
transformar en todo porque nada es realmente nada. La transmutación
es
otra
cosa.
Esa
metamorfosis
en
sentido
ascendente
aparta
las
apariencias del movimiento de la Rueda de las Transformaciones y las
dirige, por el camino del radio, hacia el «motor inmóvil» del centro
inespacial e intemporal.
Metamorfosis. Josse de Momper, El invierno. Kunsthistorisches
Museum de Viena.
Miel
Para los órficos, símbolo de la sabiduría. El oscuro axioma «las abejas
nacen de los bueyes» tiene su explicación astrológica por la relación
entre
Tauro
y
Cáncer
(40)
y
simbólica
por
ser
el
buey
signo
de
sacrificio, expresando así la idea de que no hay conocimiento superior
sin sufrimiento. También poseyó la miel otros significados. Simbolizó el
renacimiento o el cambio de personalidad que sigue a la iniciación.
También, en la India, el yo superior (como el fuego). Por ser la miel el
resultado de un misterioso proceso de elaboración, se comprende que
corresponda
mismo (56).
Minarete
analógicamente
al
trabajo
espiritual
ejercido
sobre
sí
Significa lámpara e iluminación espiritual, por integrar los símbolos de
la torre (elevación) y el mirador (conciencia). Por esto aparece como
figura emblemática de la ciudad del sol o Camelot, reino de Arturo. El
mismo
sentido
se
representa
a
veces
como
horizonte
de
torres
y
pináculos (4).
Minotauro
Monstruo fabuloso medio hombre (en la parte inferior) y medio toro.
Para encerrarlo se construyó el Laberinto de Creta. Siendo carnívoro, y
por haber sido vencidos los atenienses, veíanse obligados a mandar,
cada siete años, siete jóvenes y siete doncellas para que le sirvieran de
alimento. Tres veces fue pagado este tributo; a la cuarta, Teseo mató al
minotauro, ayudado por Ariadna y su hilo mágico (8). Todos los mitos
y
leyendas
exponen
a
que
la
aluden
vez
una
a
tributos,
situación
monstruos
cósmica
(la
y
héroes
idea
victoriosos
gnóstica
del
mal
demiurgo y de la redención), social (el Estado dominado por un tirano,
una plaga, un estamento enemigo) y psicológica colectiva o individual
(predominio de la parte monstruosa del hombre, tributo y sacrificio de
lo mejor: ideas, sentimientos, emociones). El minotauro expresa casi el
escalón final en la gama de relaciones entre la parte espiritual y la animal
humana.
El
dominio
neto
de
la
primera
sobre
la
segunda
está
simbolizado por el caballero; el prevalecimiento de la segunda, por el
centauro con cuerpo de caballo o de toro. La inversión que da a la
cabeza la forma de animal y al cuerpo la de persona lleva a las últimas
consecuencias ese predominio de lo inferior. De otro lado, el número 7
(dragones de siete cabezas, siete años, siete jóvenes) concierne siempre a
la relación de la serie esencial (días de la semana, dioses planetarios,
planetas; vicios o pecados capitales y virtudes contrapuestas). Vencer a
un monstruo de siete cabezas es dominar las influencias malignas de los
planetas (identificación con los instintos y fuerzas inferiores).
Minotauro. Detalle de vaso ático, ca. 510. Museo Británico, Londres.
Mirabilia
Con este nombre se conocieron en la Antigüedad y Edad Media los
hechos
y
ocultas
objetos
de
raros
animales,
y
maravillosos
plantas
(zoología
minerales,
fantástica,
«milagros»,
virtudes
simpatías
o
antipatías que unen o separan tales seres o hechos, correspondencias,
etc.). Esta corriente intelectual, unida al simbolismo, a la gnosis, a la
alquimia, parte —por ser el nombre de autor conocido más antiguo—
de
Bolo
el
democriteano
(siglos
III-II
a.
de
C),
según
el
padre
Festugière en La Révélation d'Hermès Trismégiste. Pero en la literatura
de los mirabilia se da más valor a lo maravilloso, en sí, que a su sentido
e interpretación. De otro lado, los «objetos maravillosos» —símbolos
de una realidad transfigurada, o transfigurante— pertenecen de lleno al
mundo céltico e invaden la materia de Bretaña, como recuerda Jean
Marx en sus Nouvelles recherches sur la littérature arihurienne (París
1965). Armas mágicas, talismanes, reliquias, objetos o seres encantados
aparecen de continuo en esa literatura del «intermundo», para emplear
un término de la mística sufi, pues, como señala J. Marx, los celtas
tienen la concepción propia «de una vida extraterrestre, que no es la de
los
muertos
ni
la
de
los
vivientes»,
sino
el
«lugar
simbólico»
excelencia de todo género de mágicas y maravillosas metamorfosis.
por
Mirada
Mirar, o simplemente ver, se identifica tradicionalmente con conocer
(saber, pero también poseer) (26). De otro lado, la mirada es, como los
dientes, la barrera defensiva del individuo contra el mundo circundante;
las torres y la muralla, respectivamente, de la «ciudad interior». En
Wagner, principalmente en Tristán, la mirada de amor es un acto de
reconocimiento, de ecuación (véase este término) y de comunicación
absoluta.
Mono
Los
simios
tienen
un
sentido
general
de
fuerza
inferior,
sombra,
actividad inconsciente, pero ello presenta -como en el caso de los seres
fabulosos de las leyendas- una doble faz. Si de un lado esa actividad
puede ser peligrosa, si su fuerza rebasa la del que la tiene, de otro -como
toda potencia inconsciente— puede resultar una ayuda con la que no se
contaba. Por esta causa, en China, al mono se concede el poder de
otorgar la salud, el éxito y la protección, relacionándolo con duendes,
brujas y hadas (5).
Monolito
En el sistema jeroglífico egipcio, el monolito es un determinante que se
asocia al nombre del dios Osiris y que significa «durar». Según el mito,
Osiris fue muerto y desmembrado por Set (Tifón) y reconstituido por
Isis. La ceremonia que se practicaba en memoria de este acontecímiento
incluía la erección de un monolito (símbolo de la unidad litofanica),
como signo de la resurrección y de la vida eterna (19), de la unidad
contrapuesta
(símbolo,
de
multiplicidad
a
la
multiplicidad,
otro
de
lo
lado,
del
diverso
fragmentación
mundo
(espacio)
o
fenoménico),
y
desmembración
«caído»
transitorio
en
(tiempo).
la
El
monolito, por su forma y posición, tiene otros significados secundarios,
alusivos -como en el caso del menhir- al principio masculino, solar y
procreador.
Monstruos. Matthias Grünewald, La tentación de San Antonio, detalle
del retablo de Isenheim, 1512-1516.
Monstruos
Símbolos de la fuerza cósmica en estado inmediato al caótico, al de las
«potencias no formales». En el plano psicológico aluden a las potencias
inferiores que constituyen los estratos más profundos de la geología
espiritual,
desde
donde
pueden
reactivarse
—como
el
volcán
en
erupción- y surgir por la imagen o la acción monstruosa. Simbolizan
también, según Diel, una función psíquica en cuanto trastornada: la
exaltación
afectiva
de
los
deseos,
la
exaltación
imaginativa
en
su
paroxismo, las intenciones impuras (15). Son por ello el oponente, el
adversario
positivas
por
excelencia
concedidas
al
del
«héroe»
hombre
por
la
y
de
las
«armas»
divinidad;
de
ahí
(potencias
el
origen
misterioso, milagroso o mágico de la mayor parte de armas usadas por
los héroes en los mitos y leyendas). Las armas son, pues, lo contrario de
los monstruos. Señala Diel que, por paradoja, el enemigo quimérico -la
perversión,
la
llamada
de
la
locura
o
de
la
maldad
per
se—
es
el
fundamental en la vida del hombre. En el aspecto o plano social, el
motivo del monstruo que devasta un país simboliza el reinado nefasto
de un monarca pervertido, tiránico o débil (15). La lucha contra el
monstruo significa el combate por liberar a la conciencia apresada por el
inconsciente. La salvación del héroe es la salida del sol, el triunfo de la
luz sobre las tinieblas, de la conciencia o del espíritu sobre el magma
patético (31). En un sentido menos negativo, se identifica monstruo con
libido
(56).
Los
monstruos
se
relacionan
íntimamente
con
los
seres
fabulosos, gama de más amplitud que comprende algunos enteramente
favorables
y
positivos
como
el
Pegaso,
el
fénix,
etc.
Entre
los
principales monstruos conocidos por la tradición y perpetuados por el
arte
tenemos
los
siguientes:
esfinge,
grifo,
sirena-pez,
sirena-pájaro,
lamia, pájaro con cabeza de cuadrúpedo, pájaro-serpiente, toro alado,
dragón,
pez
gigante,
serpiente
gigante
del
mar,
quimera,
gorgona,
minotauro, tritón, hidra, salamandra, hombre marino, arpía, hipogrifo,
demonio marino, furia, etc. (36). Es interesante señalar la relación, o,
mejor,
el
sentido
simbólico,
que
hay
entre
el
predominio
de
los
monstruos o animales feroces, en un período dado de la historia, del
arte, o de la vida psíquica, o, inversamente, de los héroes, las armas o los
signos de triunfo. Walter Abell, en The Collective Dream of Art, señala
que, desde el neolítico a las culturas históricas, se advierte una casi
omnipotencia de los monstruos, los cuales retornan en la llamada «edad
de las tinieblas», disminuyendo progresivamente durante el románico
para ser vencidos en el gótico, en que, por el contrario, prevalecen las
imágenes heroicas o religiosas de salvación. René Huyghe, de su lado,
establece tres fases en la «ascensión» del hombre hacia sus posibilidades
superiores:
1)
victoria
de
los
monstruos;
2)
combate
con
el
dragón
(Apolo, Sigfrido, san Jorge), y 3) combate con el ángel.
Montaña
La diferencia de significaciones atribuidas al simbolismo de la montaña
deriva,
más
componentes
que
de
multiplicidad
esenciales
de
la
idea
de
de
sentido,
montaña:
del
valor
altura,
de
los
verticalidad,
masa, forma. Del primero derivan interpretaciones como la de Teillard,
que asimila montaña a elevación interna (56), o transposición espiritual
de la idea de ascender. En la alquimia, de otro lado, se refieren casi
siempre a la montaña hueca, cuya caverna es el «horno de los filósofos».
La verticalidad del eje principal de la montaña, de la cima a la base, la
identifica con el eje del mundo y, en lo anatómico, con la columna
vertebral. Por sus proporciones generalmente grandiosas, la montaña
simboliza, en China, la grandeza y generosidad del emperador, siendo el
cuarto de los doce emblemas imperiales (5). Pero el simbolismo más
profundo
de
la
montaña
es
el
que
le
otorga
un
carácter
sagrado,
refundiendo la idea de masa, como expresión del ser, y la verticalidad.
Como en el caso de la cruz o del árbol cósmico, el emplazamiento de
esa
montaña
símbolo
es
un
«centro»
del
mundo.
Casi
todas
las
tradiciones tienen ese profundo símbolo; basta recordar el monte Meru
de los hindúes, el Haraberezaiti de los iranios, Tabor de los israelitas,
Himingbjör de los germánicos, etc. También los templos-montaña, cual
el
Borobudur,
precolombinos,
corresponde
los
se
por
zigurats
edifican
su
a
forma,
mesopotámicos
imagen
que,
de
vista
ese
o
los
símbolo.
desde
arriba,
teocallis
La
montaña
se
ensancha
progresivamente, al árbol invertido cuyas raíces están en el cielo y cuya
copa, en la parte inferior, expresa la multiplicidad, la expansión del
universo, la involución y materialización. Por ello, puede decir Eliade
que «la cima de la montaña cósmica no sólo es el punto más alto de la
tierra,
es
el
ombligo
de
la
tierra,
el
punto
donde
dio
comienzo
la
creación (la raíz)» (18). El sentido místico de la cima proviene también
de que es el punto de unión del cielo y la tierra, centro por el cual pasa
el eje del mundo, ligando los tres niveles (y constituyendo el foco de la
inversión, el punto de intersección de la gigantesca cruz de san Andrés
que expresa la relación de los mundos). Otros montes sagrados son el
Sumeru, de los pueblos uraloaltaicos (17), y el Caf, de la mitología
musulmana,
inmensa
montaña
cuyos
cimientos
son
de
una
piedra
llamada Sakhrat, de una sola esmeralda (8). El monte Meru se considera
de oro y se supone emplazado en el polo septentrional (8), para reforzar
la
idea
de
«agujero»
centro
por
características.
el
y
especialmente
cual
Esa
el
mundo
montaña
polar
para
ligarlo
espacial
aparece
y
con
la
estrella
temporal
en
otras
pierde
polar,
estas
tradiciones
y
siempre simboliza el eje del mundo (25), siendo probable que su mítica
determinación fuera dada por la fijeza de la estrella polar. También se la
llama
«montaña
montaña,
con
blanca»
todas
las
y
su
simbolismo
implicaciones
refunde
reseñadas,
y
entonces
el
de
el
de
blancura
(inteligencia, pureza). Este era el carácter dominante del Olimpo (49).
Esta
montaña
suprema,
celeste,
es
considerada
por
Schneider
como
correspondiente a Júpiter y asimilada al principio o número 1. Existe
también la montaña relativa al número 2, concerniente a Marte, como
Jano, es decir, como Géminis; en el fondo se trata de un aspecto distinto
de la misma montaña, sólo que integra en el símbolo la idea de los «dos
mundos»
(Atma
y
Bouddhi),
de los dos aspectos rítmicos esenciales de
la creación manifestada (luz y tinieblas, vida y muerte, inmortalidad y
mortalidad).
Esta
montaña
tiene
dos
cimas,
para
representar
visualmente su sentido ambivalente y dual. Aparece en la tradición de la
cultura megalítica con insistencia, como concreción en forma de paisaje
del
mismo
mito
de
Géminis
que
aparece,
proteico,
en
tantas
otras
formas del pensamiento y el arte primitivos. La montaña forma una
mandorla (intersección del círculo del cielo y del de la tierra), la cual
constituye el crisol de la vida, encerrando sus dos antípodas (bien y mal,
amor y odio, fidelidad y traición, afirmación y negación, números 2 y
11-1 más 1, construcción y destrucción-). Los animales que representan
la totalidad de la mandorla son la ballena y el tiburón (51). En esa
montaña se alza, en las leyendas hindúes, el castillo de Indra; el de
Marte en las romanas, y es la morada del rayo, del águila bicéfala y de
Géminis. Se le da el nombre de «montaña de piedra» y es a la vez
morada de los vivos (exterior) y de los muertos (interior, cavernas) (50).
Esto es ratificado por Krappe, al decir: «Con frecuencia se ha localizado
el país de los muertos en el interior de una montaña; éste es el origen de
las colinas de las hadas de los celtas y de Irlanda, y explica la leyenda,
extendida por Asia y Europa, en relación con un demiurgo o héroe
dormido en el interior de una montaña, de donde saldrá un día para
renovar las cosas sublunares» (35). Es evidente la conexión de este mito
con el del envolvimiento, el castillo sumido en el bosque inextricable y
la «bella durmiente». Todos exponen el misterio de lo desaparecido
entre dos fases de aparición. Según Schneider, a la montaña de Marte
están asociadas las profesiones siguientes: reyes, médicos, guerreros y
mineros, así como también los mártires (51). En la tradición occidental,
el símbolo del monte sagrado se encuentra en la leyenda del Graal,
como Montsalvat (monte de la salvación o de la salud) y que, según
Guénon,
siempre
es
tan
lugar
laberinto)
pronto
«montaña
inaccesible
(28).
En
o
general,
polar»
como
dificilísimo
la
montaña,
de
la
«isla
sagrada»,
pero
encontrar
(centro
colina,
cima,
la
del
están
asociadas a la idea de meditación, elevación espiritual, comunión de los
santos. En los emblemas medievales, el monte de la salud se representa,
para mejor definirlo, con una figura simbólica complementaria encima:
flor
de
lis,
estrella,
creciente
lunar,
cruz,
escalera,
corona,
círculo,
triángulo, número 3, etc. La letra Z, que aparece en ocasiones, es la
inicial de Zion; la R, de Regenerado (4). En la elaboración poética de
algunos de estos símbolos se ha llegado a una síntesis significante que
resulta necesario explicar. Desde el momento en que una montaña deja
casi, por así decirlo, su carácter terrestre y material, para convertirse en
imagen de una idea, cuantos más elementos pertenecientes a esa idea
asuma más claridad y fuerza tendrá. Por ello, el monte Meru de la India
se considera en forma de pura pirámide de siete caras (las siete esferas
planetarias, las siete virtudes esenciales, las siete direcciones del espacio)
y cada cara tiene uno de los colores del arco iris. En su aspecto total, la
montaña fulgura blanquísima, lo que la identifica como montaña polar e
imagen sintética de la totalidad (pirámide) tendiendo a la unidad (cima)
según los conceptos de Nicolás de Cusa.
Montón de tierra
Signo
perteneciente
al
sistema
jeroglífico
egipcio,
en
forma
de
rectángulo por dos de sus lados. Simboliza los estados intermedios de la
materia, en relación con las aguas primordiales y con el limo (19).
Montsalvat
En la leyenda del Graal es el mons salvationis, el pico situado «en las
lejanas
orillas
a
que
ningún
mortal
puede
acercarse»,
similar
a
la
montaña Meru hindú, a la Caf árabe, y a la montaña polar. Símbolo de
la realización espiritual suprema.
Montserrat
Hay
pinturas
prehistóricas
esquemáticamente,
parecido
que
a
muestran
un
al
monte
hombre
serrado.
en
Es
cuclillas,
una
mera
coincidencia, pero el significado de Montserrat es precisamente el del
hombre como ser marginal, punto de intersección del cielo y de la tierra
(cruz)
por
medio
del
sacrificio.
De
otro
lado,
hay
representaciones
medievales de la sirena con epígrafe Serra.
Mordedura
Como la inmensa mayoría de símbolos, presenta un doble significado,
que
alude
mordedura
a
los
o,
planos
mejor,
místico
la
huella
y
de
psicológico.
los
dientes
En
el
equivale
primero,
al
sello,
la
la
impronta del espíritu sobre la carne (ya que los dientes son la muralla
del
«hombre
interior»
o
espiritual).
En
el
segundo,
especialmente
cuando se trata de mordedura de animales, es un símbolo de la acción
repentina y peligrosa de los instintos sobre la psique (32).
Mozas del agua
Seres míticos del folklore hispánico. Seres diminutos con una estrella en
la frente, que son de color pajizo tornasolado, con trenzas doradas. En
los dedos de la mano derecha llevan anillos blancos y en la muñeca
izquierda una argolla de oro con bandas negras. Sus pisadas producen
—según la leyenda- flores amarillas que dan la felicidad al que las halla
(10). El mecanismo simbólico funciona en estos graciosos personajes
con exactitud. Blanco-negro, tema de la inversión. Oro, emblema del
poder. Luego están facultadas para trastocar las cosas e invertir el orden,
dando la felicidad (al desgraciado, es decir, a todo el mundo).
Muchedumbre
La muchedumbre supera ya el concepto de multiplicidad y da lugar a la
nueva
entidad
de
lo
numeroso
como
totalidad,
como
unidad
fraccionada y descompuesta. Por ello es atinada la interpretación de
Jung
de
la
muchedumbre
que,
especialmente,
si
se
mueve
y
agita,
traduce un movimiento análogo de lo inconsciente (31). Conocida es la
imagen de Homero, asimilando la multitud de guerreros en el ágora o el
combate a las ondas oceánicas (símbolo también del inconsciente).
Mudez
Símbolo de los primeros estadios de la creación; regresión a ellos. Por
eso aluden con frecuencia las leyendas a la mudez como castigo por
graves males cometidos (que determinan por sí mismos la regresión) (9).
Muérdago
Planta parásita que enlaza con el roble. En diciembre era cogido por los
druidas
celtas
para
utilizarlo
en
ritos
de
fertilidad
(8).
Simboliza
la
regeneración, la restauración de la familia y del hogar (49). Frazer lo
identificó con la «rama dorada» de que habla Virgilio en los términos
siguientes: «El árbol maravilloso en la verde fronda, del cual brillan
chispeantes reflejos dorados. Así como en el frío invierno muestra el
muérdago su perpetuo verdor y lozanía, huésped del árbol que no lo
produjo, y entinta de amarillo con sus bayas el umbroso tronco, así
aparecían sobre el follaje de la encina las hojas áureas y así susurraban
las doradas hojas a la brisa apacible» (Eneida, VI). El color amarillo de
la rama seca de muérdago (por magia simpática) se creía apto para
descubrir tesoros enterrados (21).
Muerte. Alegoría del siglo
XVII.
Museo Carnavalet.
Muerte
Fin de un período, pero especialmente cuando surge como sacrificio o
deseo propio de destrucción, por efecto de la tensión excesiva (Romeo
y Julieta, Tristán e Iseo). El héroe muere joven por la misma razón.
Sigfrido, Aquiles, Balder. La necesidad pública de un sacrificio de esta
índole motivaba el «asesinato ritual del rey», en el que a veces se le
dejaba la posibilidad de sobrevivir, si salía vencedor en un combate.
Uno de los ejemplos de este rito es descrito por Frazer. Indica que el
festival en el cual el rey de Calicut arriesgaba su corona y su vida, se
conocía como «El Gran Sacrificio». Ocurría cada doce años, cuando el
planeta Júpiter se hallaba en retrogradación en Cáncer, por suponerse
una relación entre el planeta y el destino del rey (21).
Muerte heroica
De origen no bien definido, pero perfectamente presente en Roma y
particularmente en el islam, es la idea de que el héroe se asimila al
iniciado. La mors triumphalis es una vía directa de sublimación (Evola).
Novalis
parece
haber
Ofterdingen
habla
ejército
combate
en
de
intuido
esto
cuando
en
la
poesía
grandiosa
que
y
«hace
sospechar
la
su
flota
Enrique
en
torno
presencia
de
de
a
un
fuerzas
espirituales en la arremetida sangrienta». Ratifica esto con un carácter
más general diciendo que «la lucha marca el despertar de las fuerzas
creadoras de la evolución que se habían adormecido en los períodos de
estabilidad». En consecuencia, el valor de la muerte heroica no sólo
dimana
del
sacrificio
aceptado,
sino
del
servicio
Esta
imagen
a
las
«fuerzas
la
conocida
espirituales» aludidas por Novalis.
Muerte, La
Arcano
decimotercero
del
Tarot.
presenta
alegoría del esqueleto, pero aquí, contra lo acostumbrado, maneja la
guadaña hacia el lado izquierdo. Los huesos no son grises, sino rosados.
El suelo está sembrado de restos humanos, pero éstos, como en las
leyendas y cuentos folklóricos, presentan los caracteres de lo vivo. Las
cabezas incluso conservan su expresión. Las manos que emergen de la
tierra
parecen
ambivalencia,
Heráclito,
prestas
para
los
a
la
remarcar
medievales
acción.
que
y
Todo
si
la
en
vida,
confirma
la
el
en
arcano
sí,
ciencia
tiende
como
a
la
supieron
moderna,
está
íntimamente ligada a la muerte, también la muerte es el manantial de la
vida, no sólo de la espiritual, sino de la resurrección de la materia. Es
preciso resignarse a morir en una prisión oscura para renacer en la luz y
la claridad. Igual que Saturno poda el árbol para que se rejuvenezca,
Shiva
transforma
los
seres,
destruyendo
su
forma
sin
aniquilar
su
fundamento. La muerte es, de otro lado, la suprema liberación. En
sentido afirmativo este arcano simboliza la transformación de todas las
cosas,
la
marcha
de
la
evolución,
la
desmaterialización.
En
sentido
negativo, melancolía, descomposición, final de algo determinado y por
ello integrado en una duración (59). Todas las alegorías e imágenes de la
muerte tienen el mismo sentido. La mitología griega la hacía hija de la
noche y hermana del sueño. Horacio la representa con alas negras y una
red con la que cazaba las víctimas (8), red idéntica a la de los dioses
uránicos y a la del gladiador romano. La muerte se relaciona con el
elemento tierra y con la gama de colores que va del negro al verde
pasando
por
los
matices
terrosos.
El
estiércol
está
asociado
a
su
simbolismo.
Muestras
Representaciones realistas o estilizadas, o elementos pertenecientes a un
oficio o trabajo. Pueden ser emblemáticas y si presentan símbolos es
más bien por azar o degradados a una función de marca. Así, un sol
suspendido sobre la entrada de un edificio puede deber su existencia al
mero
hecho
de
que
la
empresa
que
señala
se
denomine
«Sun
Life
Assurance» (ejempío dado por Sutton, en Signs in action). La herradura
era la muestra común de los herreros hace decenios. Todo lo dicho no
obsta para que la sensibilidad pueda captar estas imágenes en su interior
sentido simbólico a pesar de la mera razón utilitaria de su existencia,
razón que, por lo demás, existe en muchos objetos que valoramos aquí
como simbólicos, cual, por ejemplo, la copa, la espada, el carro, etc.
Mujer
Corresponde,
en
la
esfera
antropológica,
al
principio
pasivo
de
la
naturaleza. Aparece esencialmente en tres aspectos: como sirena, lamia
o ser monstruoso que encanta, divierte y aleja de la evolución; como
madre,
o
Magna
Mater
(patria,
ciudad,
naturaleza),
relacionándose
también con el aspecto informe de las aguas y del inconsciente; y como
doncella desconocida, amada o ánima, en la psicología junguiana. Según
el autor de Transformaciones y símbolos de la libido, ya los antiguos
conocían la diferenciación de la mujer en: Eva, Elena, Sofía y María
(relación impulsiva, afectiva, intelectual y moral) (33). Uno de los más
puros y universales arquetipos de la mujer como ánima es la Beatriz de
la Commedia de Alighieri (32). La figura femenina conserva todas las
implicaciones mencionadas, es decir, las correspondientes a cada una de
sus
formas
esenciales,
en
todas
las
alegorías
basadas
en
la
personificación. Son muy interesantes ciertos símbolos en los cuales
surge la mujer asociada a una figura de animal. Así la mujer-cisne de la
mitología céltica y germánica, relacionada con las mujeres de pie de
cabra del folklore hispánico. En ambos casos se alude a la desaparición
de
la
mujer
una
vez
cumplida
su
misión
maternal
y
también
a
la
«muerte» de la virgen como tal para dar paso a la matrona (31). La
unión de elementos tomados de la figura femenina con la del león es
frecuente en la iconografía. La diosa egipcia Sekmet, caracterizada por
su destructividad, tenía cuerpo de mujer y cabeza (ideas) de león. Por el
contrario,
el
cuerpo
de
león
con
cabeza
femenina
aparece
en
los
Hieroglyphica de I. P. Valeriano como emblema de la hetaira (39). La
participación
de
elementos
morfológicos
femeninos
en
símbolos
tradicionales, como la esfinge, alude siempre al fondo de la naturaleza
sobre
el
que
cósmicas.
compleja
En
y
se
proyecta
un
consecuencia,
puede
ser
concepto
como
o
una
imagen
sobredeterminada
suma
de
arquetípica,
de
modo
intuiciones
la
mujer
decisivo;
en
es
sus
aspectos superiores, como Sofía y María, como personificación de la
ciencia o de la suprema virtud; como imagen del ánima es superior al
hombre mismo por ser el reflejo de la parte superior y más pura de éste.
En sus aspectos inferiores, como Eva y Elena, instintiva y sentimental,
la mujer no está al nivel del hombre, sino por debajo de él. Es acaso
cuando
se
realiza
a
sí
misma,
como
Ewig
Weibliche, tentadora
que
arrastra hacia abajo, coincidente con el símbolo alquímico del principio
volátil,
esto
es,
de
todo
lo
transitorio,
inconsistente,
infiel
y
enmascarado. Véanse Amada y Sofía.
Mujer muerta
La imagen, visión o sueño de una mujer joven muerta, en su sepulcro,
es un símbolo directo de la muerte del ánima. Habla de ello la leyenda
francesa de la reina Blanche, citada por Gérard de Sede en Les templiers
sont parmi nous. Este autor, al mismo propósito, relaciona los nombres
de Isis, una legendaria Yse de los templarios, e Yseult o Iseo. Georg
Gichtel, discípulo de Jakob Böhme, se refiere al mismo símbolo de la
doncella
o
durmiente,
reina
como
muerta
en
el
(en
realidad
conocido
cuento
o
aparentemente,
de
hadas)
y
dice
es
decir,
que
esta
imagen corresponde «a la corrupción del cuerpo luminoso paradisíaco»
(cit. Evola, La tradizione ermetica, Bari 1931).
Muleta
Su
significación
es
literal,
simboliza
el
soporte
invisible,
moral
o
económico de cualquier otra existencia «apoyada» en ella. Con este
sentido la muleta apareció frecuentemente en las pinturas de Salvador
Dalí. Es uno de los emblemas chinos y con el mismo significado (5).
Con frecuencia esa muleta corresponde a un apoyo inmoral, oculto o
vergonzante
[a
causa
de
ser
el
pie
símbolo
del
alma
(15)
y
su
enfermedad o mutilación correlativa del defecto incurable espiritual].
Por eso, en leyendas e historias literarias muchos personajes siniestros,
piratas, ladrones e hipócritas inmorales aparecen usando muletas y con
la
simbólica
cojera.
La
venganza
contra
el
motivo
de
la
mutilación
expresa la acción de un espíritu que conserva restos de su poder moral y
que sufre hasta obtener la vindicación. Éste es el substrato simbólico de
la célebre novela Moby Dyck, en la cual le es arrebatada la pierna al
protagonista por el monstruo abisal, pero él lo persigue sin tregua hasta
destruirlo.
Multiplicidad. Xilografía del siglo
XV.
Multiplicidad
Dado el carácter místico y emanatista de la filosofía del simbolismo, en
la que -cual en el neoplatonismo- el Uno se identifica con el Creador, la
multiplicidad expresa el grado de máximo alejamiento de la fuente de
todas las cosas. Expresando por la imagen del círculo la relación entre la
unidad
y
la
multiplicidad,
el
centro
corresponde
a
la
primera
y
la
circunstancia más exterior a la segunda (Rueda de las Transformaciones
del budismo) (25). Jung, desde el punto de vista psicológico, ratifica este
principio y señala que la multiplicidad tiene siempre carácter regresivo,
recordando
que,
en
la
Hypnerotomachia
Poliphili,
cuando
el
protagonista aparece rodeado de muchas figuras femeninas, es indicio
de la naturaleza del inconsciente pero en estado de fragmentación. Por
esto, las ménades, erinias, bacantes, arpías y sirenas griegas expresan la
situación de «desgarramiento» interior de la unidad (32). Este tema
preocupó profundamente a los alquimistas, parte de cuyas operaciones
se dirigían a resolver lo volátil (transitorio, múltiple) en fijo (estable,
único). Otro modo de concitar la multiplicidad es la jerarquización. En
relación con todo lo expuesto debemos observar que la multiplicidad y
su consecuencia la diversidad pueden ser lo mismo producto de una
multiplicación que de una división. Para el simbolismo, lo esencial de lo
múltiple es lo dividido. Para expresar con un ejemplo esta idea diremos
que, frente a una fruta unitaria, cual la manzana, la idea de multiplicidad
se concreta perfectamente en la granada internamente subdividida en
multitud de granos. De ahí el carácter negativo de la multiplicidad y
que, para la doctrina simbólica, lo uno personal carezca de valor en
cuanto no haya realizado la labor de transmutación, destruyendo en sí
la apetencia de la dispersión en el espacio (multiplicidad) y en el tiempo
(transitoriedad)
para
poder
convertirse
en
imagen
de
lo
Uno
y
ser
asumida así por el principio eterno. Esta tendencia mística no deja de
manifestarse en el plano existencial, muy notablemente en la moral del
amor.
Leyendas
como
la
de
«El
holandés
errante»
exponen
con
exactitud la peregrinación del espíritu en busca del alma única, a través
de
las
formas
imperfectas que
surgen
al
paso.
Las
«tentaciones»
de
Parsifal corresponden a idéntico simbolismo. Incluso las joyas, cuando
pierden el sentido sintético de «tesoro» para caer en la multiplicidad,
asumen un significado negativo y perturbador.
Multiplicidad de lo mismo
Con
cierta
frecuencia,
en
lo
excepcional,
se
sueña
que
una
muchedumbre -de objetos o personas— presenta los mismos rasgos, es
decir, que se constituye por la multiplicación de un solo fenómeno en
vez de por la reunión de muchos distintos. Este símbolo alude a la
secreta y en el fondo terrible unidad de todo. Pues la angustia que
acompaña casi siempre a este símbolo proviene de la psicología de la
«repetición», explorada por Kierkegaard, y del hecho de que, en este
mundo,
parece
ser
ley
la
diversificación.
Dicho
de
otro
modo,
la
diversidad justifica la multiplicidad. La multiplicidad monstruosa per se
es
la
de
lo
mismo,
imagen
de
ruptura,
disociación,
dispersión,
separación. Por esta causa, es símbolo característico patológico.
Mundo
Dominio en el que se desenvuelve un estado de la existencia (25). El
mundo se constituye por la coherencia de sus componentes. Cuando se
utiliza el término en plural, pertenecen en cierto modo al simbolismo
espacial, pero no son, realmente, sino modos diferentes del espíritu (26).
La
explicación
del
sentido
cósmico
y
moral
de
los
tres
mundos
(infernal, terrestre y celestial) corresponde al simbolismo del nivel. No
debe
confundirse
culturas
siempre
megalíticas,
lo
inferior
con
subterráneo
subterráneo,
suele
ya
localizarse
que,
en
en
alto,
las
en
el
interior de las montañas (morada de los muertos). Guénon señala que
las tradiciones alusivas al «mundo subterráneo» se encuentran en gran
número de pueblos, asociando el «culto de la caverna» y del «lugar
central».
cavidad
Hay
del
que
tener
corazón,
presente
considerado
la
asimilación
como
centro
de
del
la
ser
caverna
o
a
huevo
la
del
mundo (28). ¿Por qué ve el hombre el mundo en su totalidad como un
símbolo? Ferenczi considera que el mundo es, primariamente, hostil al
sujeto y que la tendencia del hombre a encontrar lo que ama en objetos,
formas
o
aspectos
del
mundo
es
la
fuente
primera,
el
origen
del
simbolismo. Es decir, el hombre descubre como un «intermundo» o un
común denominador, a veces sólo, o ante todo, por la vía emocional,
entre
su
espada,
interior
su
y
pasión
lo
en
exterior.
un
color
Ve
su
rojo,
agresividad
su
anhelo
de
contenida
en
una
elevación
en
una
montaña o en un alto edificio; esto le reconcilia con el mundo y a la vez
le hace entender esas formas de realidad como correspondientes a lo
que
hay
en
su
interior.
Cassirer,
más
generalmente
aún,
define
al
hombre como animal symbolicum, que, habiendo perdido su universo y
su vida (idea que alude sin duda a la «caída» de la doctrina de Platón y
de los gnósticos, y a la del «pecado original» cristiano), conserva en
sistemas de símbolos un mapa de la realidad perdida, mapa movedizo y
fluctuante pero verdadero. Estos conceptos, de Ferenczi y Cassirer, son
citados por Norman O. Brown en su Eros et Thanatos. Brown agrega
que la sublimación es una compensación aloplástica por la pérdida del
yo.
Mundo. Arcano del Tarot de Visconti.
Mundo, El
Arcano vigésimo primero del Tarot. La constitución de la serie por
ternarios
y
septenarios
ratifica
el
valor
del
21
como
síntesis.
Corresponde por ello al conjunto de lo manifestado, es decir, al mundo
espacial, reflejo de una actividad creadora permanente. En la imagen
alegórica de este arcano, dicha idea se manifiesta por la figura de una
doncella
corriendo
con
dos
varitas
en
el
interior
de
una
guirnalda
rodeada por el cuaternario cósmico o tetramorfos. Las varillas son los
símbolos de la polarización, la cual estimula el movimiento circulatorio
en todo el cosmos. Según Wirth, esta doncella representa también la
Fortuna mayor, mientras la menor corresponde al arcano décimo. El
cuaternario concierne a los elementos; la guirnalda, al proceso cósmico
(59).
Mundo físico
En relación con los gnósticos, Guénon, en Symboles fondamentaux de
la Science sacrée, y cargando el acento en el carácter físico (material) del
mundo, dice que éste es, en cierto modo, un sepulcro, por considerar
que la resurrección es un nacimiento extracósmico. Pero este sepulcro
no deja de contener las imágenes del mundo espiritual que en él se
condensan en momentos del tiempo.
Muñeca
La muñeca como símbolo tiene más presencia en psicopatología que en
las corrientes fundamentales del simbolismo tradicional. Es bien sabido
que en varias enfermedades mentales el paciente crea una muñeca, que
procura
mantener
individuo
enfermo
oculta.
se
Según
proyecta
J.-J.
en
el
Rousseau,
juguete.
la
En
personalidad
otros
casos
se
del
ha
interpretado como una forma de erotomanía o desviación del instinto
maternal:
dicho
de
otro
modo,
una
vuelta
o
regresión
a
un
estado
infantil. Recientemente, en el llamado «Pop-art», las muñecas han sido
incluidas
en
imágenes
«pictóricas»
informales.
En
España,
Modesto
Cuixart ha creado la obra más impactante y profunda de este tipo, cuyo
simbolismo manifiesto se asocia a los putti del arte renacentista, aunque,
por una inversión del significado, las muñecas de Cuixart se muestran
mutiladas y sucias, como si fuesen cadáveres de niños exterminados por
bombas u otras fuerzas destructivas.
Murciélago
Por su carácter ambiguo presenta significaciones contradictorias. En
China, por ejemplo, es animal emblemático de felicidad y larga vida (5).
En la alquimia occidental tiene un sentido no desemejante al del dragón
y al del ser hermafrodítico.
Muro
Presenta diversos significados, que derivan de sus distintas cualidades
tomadas
alternativamente
como
fundamento
de
su
sentido.
En
el
sistema jeroglífico egipcio, es un signo determinante que expresa la idea
de «elevar sobre el nivel común» (19); claramente se advierte que el
valor dominante en este caso es el de su altura. Como pared, que cierra
el espacio, es el «muro de las lamentaciones», símbolo del sentimiento
«de
caverna»
transir
al
del
exterior
mundo,
(de
la
del
inmanentismo,
metafísica).
Expresa
de
la
la
imposibilidad
idea
de
de
impotencia,
detención, resistencia, situación límite. Ahora bien, el muro en forma de
cerca y considerado desde dentro tiene un carácter asociado, que puede
tomarse como principal -depende de la función y del sentimiento-, de
protección. El psicoanálisis lo considera con frecuencia bajo este último
aspecto y por ello lo tiene por símbolo materno, como la ciudad o la
casa (56). Bayley resume los dos momentos esenciales del simbolismo
del muro al decir: «Como la casa, es un símbolo místico que representa
el elemento femenino de la humanidad. Ello permite entender la de otro
modo absurda aserción de Sulamita en el Cantar de los Cantares: "Yo
soy un muro" (8, 10). Por otro lado, esta asimilación tiene otro término
de relación: la materia, en oposición al espíritu» (4). Nótese que el
simbolismo no cambia, puesto que la materia corresponde al principio
pasivo o femenino y el espíritu al activo o masculino.
Música. Marius Schneider, El origen musical de los animales-símbolos,
Barcelona 1946.
Música
El simbolismo de la música es de suma complejidad y sólo podemos dar
aquí unas ideas generales. Penetra todos los elementos de la creación
sonora: los instrumentos, ritmos, sonoridades o timbres, tonos de la
escala
natural,
melodías,
organizaciones
armonías
y
seriales,
formas.
El
procedimientos
término
de
expresivos,
simbolismo
puede
entenderse en dos sentidos principales: dentro del orden cósmico de las
antiguas
culturas
megalítica
y
astrobiológica,
o
como
fenómeno
de
correspondencia ligado al de la expresión y comunicación. Otro de los
fundamentos del simbolismo musical es su relación con el metro y con
el número, desde la especulación pitagórica (27). El significado cósmico
de los instrumentos musicales, su pertenencia dominante a uno u otro
elemento, fue estudiado primeramente por Curt Sachs, en Geist und
Werden
der
instrumental
Musikinstrumente
debe
distinguirse
(Berlín
forma
1929).
y
En
timbre,
ese
simbolismo
existiendo
con
frecuencia «contradicciones» que expresarían acaso el papel mediador
del instrumento y de la música en general (forma de relación, elemento
sustancialmente dinámico, como la voz y la palabra). Por ejemplo, la
flauta es fálica y masculina por la forma y femenina por el timbre agudo
y ligero, plateado (lunar), mientras el tambor es femenino por su forma
de
recipiente
simbolismo,
y
en
masculino
su
por
conexión
el
tono
con
la
grave
de
su
expresión
voz
(y
aun
(50).
El
con
la
representación gráfica) de la música, lo tenemos en evidencia en el arte
primitivo de los sonidos, con frecuencia imitativo hasta lo literal de
ritmos y movimientos, de gestos e incluso formas de animales. Narra
Schneider
cigüeña»,
que,
al
empezó
oír
a
cantar
«ver
al
a
unos
senegaleses
escuchar»,
pues
el
la
«canción
ritmo
de
la
correspondía
exactamente a los movimientos del ave. Al pedir explicaciones sobre el
canto,
la
analógico,
respuesta
confirmó
sus
podemos
encontrar
la
observaciones.
transición
de
Por
lo
el
sistema
expresivo
a
lo
simbólico; es decir, un movimiento conjunto, en una melodía, expresa
sentimientos
coherentes
y,
simbólicamente,
corresponde
a
formas
coherentes. Por el contrario, la alternativa de lo grave y agudo expresa
salto,
angustia,
necesidad
de
inversión,
lo
cual
es
analizado
por
Schneider como resultado de la idea de vencer al espacio que media
entre el valle y la montaña (tierra y cielo). Dice el autor citado que en
Europa, hasta el Renacimiento, perdura la designación de «música alta»
(aguda) y «música baja» (grave) con significado místico equivalente. La
asimilación de ciertas notas a colores o a planetas dista de presentar la
seguridad
de
otras
correspondencias
simbólicas.
Sin
embargo,
no
dejaremos de indicar la profunda relación serial de los fenómenos; por
ejemplo, con la escala pentatónica suelen darse ordenaciones en grupos
de a cinco; con la diatónica y modal, de siete notas, se corresponden la
mayor parte de sistemas astrobiológicos, e indudablemente es la más
importante de las ordenaciones; con el paso a la serie de doce tonos, la
asimilación
pudiera
referirse
a
los
signos
zodiacales.
Pero,
hasta
el
momento de redactar estas líneas, no encontramos base suficiente para
esta
faceta
del
simbolismo
musical.
A
pesar
de
ello,
damos
a
continuación las correspondencias establecidas por el ocultista francés
Fabre
d'Olivet:
(Saturno),
mi
(Sol),
fa
(Mercurio),
do (Júpiter), re (Marte)
sol
(Venus),
la
(Luna),
si
(26). Una correlación más verdadera,
cuando menos en el aspecto expresivo, es la que relaciona los modos
p
p
q
griegos con planetas y con aspectos particulares del ethos, en la línea
siguiente: modo de mi (dórico), Marte (severo, patético); re (frigio),
Júpiter (extático); do (lidio), Saturno (doloroso, triste); si (hipodórico),
Sol
(entusiástico);
la
(hipofrigio),
Mercurio
(activo);
sol
(hipolidio),
Venus (erótico); fa (mixolidio), Luna (melancólico) (50). Schneider ha
estudiado aspectos profundos del simbolismo musical, que nos parecen
fundamentados. Así considera como tetracordo mediador entre la tierra
y el cielo al constituido por las notas do, re, mi, fa, con el león (valentía,
fuerza), el buey (sacrificio, deber), el hombre (fe, encarnación) y el
águila (elevación, oración). Por el contrario, el tetracordo sol, la, si, do
podría representar una suerte de doble divino. De otro lado, fa, do, sol,
re son considerados por el citado autor como elementos masculinos,
correspondientes a los elementos fuego y aire y a los instrumentos de
piedra y de metal. Componentes femeninos son la, mi, si, relativos a los
elementos agua y tierra. El intervalo si-fa, denominado tritono en teoría
musical,
expresa
con
su
disonancia
el
contacto
«doloroso»
de
los
elementos fuego y agua, es decir, la zona de la muerte (50). Nos hemos
limitado a dar algunos aspectos de la teoría del simbolismo musical de
Schneider,
de
inmensa
amplitud,
al
extremo
de
que,
según
comunicación verbal, el autor de El origen musical de los animalessímbolos..., cree también que toda significación simbólica es de raíz
musical
o
cuando
comprensible
si
menos
recordamos
sonora.
que
el
Esta
canto,
afirmación
como
resulta
realización
más
de
la
armonía de los elementos sucesivos y melódicos, es una imagen de la
conexión natural de todas las cosas, a la vez que comunicación, delación
y exaltación de esa relación interna de todo. Por ello, según Platón, no
puede modificarse el sentido de la música de un pueblo sin que se
transformen las costumbres y las instituciones del Estado (26).
Música. Jacob Cats, Silenus Alcibiadis, Middelburg 1618.
Músico
Con
frecuencia
simboliza
la
atracción
de
la
muerte.
Esta
se
personificaba con un adolescente en Grecia. El flautista de Hamelín, del
conocido cuento, el tipo del arpista o citarista, de leyendas y cuentos
folklóricos,
intermedia
aluden
entre
al
lo
mismo
símbolo.
diferenciado
La
(material)
música
y
lo
es
una
zona
indiferenciado
(la
«voluntad pura» de Schopenhauer). Por esto, se utiliza en los ritos y
liturgias (como el fuego y el humo).
Muslos
Expresan la fuerza, en el sistema jeroglífico egipcio (19), lo cual está en
exacta correspondencia con su función de soporte dinámico del cuerpo.
En
el
cabalismo
se
mantiene
cualidades: firmeza y esplendor.
esta
simbolización,
precisando
las
N
Nada
Las Upanishads establecen diversos estados de conciencia del ser, desde
la vigilia -poblada de formas objetivas-, la del ensueño, ya ordenada
según impulsos subjetivos y profundos, a la conciencia profunda, sin
imágenes,
del
más
intenso
sueño.
Esta
última
se
asimila
a
la
nada
mística. Es muy importante para el conocimiento de la idea del nirvana,
y
para
comprender
el
éxtasis
de
anonadamiento,
conocer
que
esa
«nada» oriental no es la negación absoluta, la muerte de todo, sino la
indiferenciación, es decir, la carencia de oposiciones y contrastes y, por
consiguiente, la ausencia de color y de dinamismo. Guénon transcribe
la
doctrina
hindú
y
dice:
«En
ese
estado
de
indiferenciación,
los
distintos objetos de la manifestación, incluso los de la manifestación
individual, no son por lo demás destruidos, sino que subsisten de un
modo principal, unificados por la misma razón que no son concebidos
bajo el aspecto secundario y contingente de la distinción; se encuentran
necesariamente
entre
las
posibilidades
del
Sí
y
éste
permanece
consciente por sí mismo de todas sus posibilidades consideradas "no
distintivamente" en el conocimiento integral» (26). Esta idea de la nada
como «realidad inobjetiva» y por lo tanto inefable pasa, probablemente,
por Oriente Medio y Persia, a los místicos hebreos. Según el rabino
Joseph ben Shalom de Barcelona, que vivió en el siglo XIII, entre las
descripciones
simbólicas
de
Dios
en
su
revelación,
se
debe
dar
una
atención especial a lo que concierne a la nada mística. En el abismo
deviene visible en cada brecha de la existencia. Según el rabino citado,
en
cada
transformación
de
la
realidad,
en
cada
crisis,
sufrimiento,
metamorfosis, en cada cambio de forma, o en cada vez que el estado de
una cosa es alterado, el abismo de la nada es atravesado y se hace visible
durante un instante místico, pues nada puede cambiar sin producirse el
contacto con esa región del ser absoluto que los místicos orientales
llaman la Nada (citado por G. Scholem, Les Grands courants de la
Mystique Juive). Un anagrama cabalístico ratifica esa identificación al
comprobar
que
«nada»,
en
hebreo Ain,
tiene
las
mismas
letras
que
«yo», Ani,
Naipes
El
juego
completo
de
los
naipes
es
de
origen
simbólico
y
se
halla
integrado por los veintidós arcanos mayores (Tarot), cuyas imágenes
son alegorías sintéticas y dotadas, cada una de ellas, hasta cierto punto,
de un sentido total y cerrado; y de los cincuenta y seis arcanos menores.
Estos se componen de catorce figuras por cada una de las cuatro series:
oros (círculos, discos, ruedas), bastos (mazas, cetros), espadas y copas.
El oro simboliza las fuerzas materiales. El basto o bastón, el poder de
mando. La copa tiene cierta variedad de sentidos que conciernen, en
general, al continente como tal: cáliz o cofre. La espada es emblema
aquí, especialmente, del discernimiento entre el error y la justicia. La
cifra de cada naipe tiene el correspondiente simbolismo numérico. Las
combinaciones suponen otras combinaciones en el orden analógico de
que se trate (59). Véase Tarot.
Narciso. Antoine Caron, Narciso, 1657.
Narciso
Joachim
Gasquet
concibe
el
mito
de
Narciso
no
como
una
manifestación primordial del plano sexual, sino del plano cósmico, y
dice que «el mundo es un inmenso Narciso en el acto de pensarse a sí
mismo»,
por
lo
que
Narciso
es
símbolo
de
esa
actitud
autocontemplativa, introvertida y absoluta (2).
Naturaleza
La alegoría de la naturaleza fue expuesta por el escritor del siglo XII
Alain de Lille, en su obra De planctu naturae, diciendo que lleva una
diadema, cuyas pedrerías están constituidas por las estrellas: doce joyas
simbolizan los signos del zodíaco; siete piedras simbolizan el Sol, la
Luna
y
los
cinco
planetas
(14).
Es
éste
un
concepto
netamente
astrobiológico, cuya característica esencial es la de llevar el rigor de lo
numérico a lo vital y la vivacidad de las plantas y animales a lo astral,
mineral y abstracto.
Nave
En las monedas, una nave surcando los mares es emblema de felicidad y
de alegría (8). Pero el sentido más profundo de la navegación nos es
dado por Pompeyo el Grande al decir: «Vivir no es necesario; navegar,
sí».
Con
ello
quiso
descomponer
la
existencia
en
dos
estructuras
fundamentales: por vivir entendía vivir para sí o en sí; por navegar, vivir
para
trascender,
lo
que,
desde
su
Odisea
ángulo
Nietzsche: «vivir para desaparecer». La
pesimista,
denominó
no es, en el fondo, sino
simplemente la epopeya mítica de la navegación, como victoria sobre
los dos peligros esenciales de todo navegar, la destrucción (triunfo del
océano, inconsciente) o el retroceso (regresión, estancamiento). Pero
Homero
sitúa
el
final
del
periplo
odiseico
en
un
sublime
pero
sentimental «retorno» a la esposa, al hogar, a la patria. Esta idea mítica
corresponde analógicamente al misterio de la «caída» del alma en el
plano material (existencia) y a la necesidad de su regreso al punto de
partida
(involución,
platónico
y,
evolución),
particularmente,
misterio
por
expuesto
Plotino.
Este
por
el
orden
idealismo
retornante
corresponde a un concepto de universo «cerrado» como el del eterno
retorno o el que concibe todos los fenómenos organizados en ciclo. La
navegación,
incluso
la
en
una
llegada
a
filosofía
la
del
patria
y
infinito
lo
haría
absoluto,
negaría
navegador
eterno
al
héroe
en
mares
siempre nuevos, en horizontes inacabables. De otro lado, volviendo al
simbolismo, toda nave corresponde a la constelación de este nombre
(48). Se ha reíacionado la nave, como símbolo, con la isla sagrada, en
cuanto ambas se diferencian del mar amorfo y asaltante. Si las aguas
oceánicas
simbolizan
el
inconsciente,
también
aluden
a
la
sorda
agitación del mundo exterior. La idea de que se precisa haber surcado el
mar de las pasiones para alcanzar el Monte de la Salud, es la misma que
hemos comentado ya al referirnos a los peligros de todo navegar. Por
ello, dice Guénon, «la conquista de la gran paz es figurada bajo la forma
de
una
navegación»
-y
por
ello
la
nave
en
el
simbolismo
cristiano
representa la Iglesia-(28). Aparte del simbolismo indeterminado que
asimila el barco, como la barca y el carruaje, al cuerpo humano y a todo
cuerpo físico o vehículo, existe la determinación cósmica derivada de la
antiquísima asimilación del sol y de la luna a dos barcos flotando en el
océano
celeste.
Los
monumentos
religiosos
egipcios
presentan
con
frecuencia el barco solar. En el arte asirio se representan también barcos
en forma de copa, de evidente función solar. Esta forma estrecha más el
sentido de la significación (35). Un sentido adherido al anterior, o a
veces independiente, es el que procede, mejor que de la idea concreta
del barco, del hecho de la «navegación». De ella proviene el simbolismo
del barco funerario y por ello, en muchos países primitivos, se disponen
barcos
sobre
un
palo
o
techo.
En
ocasiones
es
el
propio
techo
del
templo o casa que adopta la forma de una nave. Siempre que significa el
anhelo de transir, de viajar por el espacio hacia los otros mundos. Todas
esas
formas
representan,
en
consecuencia,
el
eje
valle-montaña,
la
verticalidad y el mito de la elevación. Obvia es la asociación de este
simbolismo con todos los del «eje del mundo»; el mástil colocado en el
centro
del
navío
da
realidad
al
árbol
cósmico
integrado
en
la
nave
funeraria o «barco de la trascendencia» (50).
Nave de los locos. La nave de los locos, Sebastian Brant, París 1500,
edición ampliada.
Nave de los locos
Este símbolo, que aparece con frecuencia en la iconografía medieval,
expone la idea de navegación como finalidad en sí, es decir, contraria al
concepto de tránsito y de evolución. Por eso, la stultifera navis suele
representarse
con
una
mujer
desnuda,
una
copa
de
vino
y
otras
alegorías de los placeres terrenos. Es un símbolo similar al del cazador.
Negro
La imagen del hombre negro alude siempre a la parte inferior humana,
al
magma
pasional.
Este
hecho
psicológico,
comprobado
en
su
empirismo por los analistas, tiene un paralelo —u origen- en la doctrina
simbólica
tradicional,
para
lo
cual
las
razas
negras
son
hijas
de
las
tinieblas, mientras que el hombre blanco es hijo del sol o de la montaña
blanca polar (49). Naturalmente, también puede tratarse de una mujer
negra, cual la que aparece en la novela galesa de Peredur (Parsifal), la
que posee el mismo sentido de inferioridad que en el caso del hombre
negro o del «etíope».
Neptuno. Obra de Licinio Prisco. Museo del Prado, Madrid.
Neptuno
Primitivamente, deidad del cielo en su aspecto de «aguas superiores», es
decir, nubes y lluvia. Luego, dios de las aguas dulces y fertilizantes.
Finalmente, dios del mar. En esta progresiva asimilación vemos mejor
que una trayectoria cronológica e histórica una proyección espiritual
que
repite
el
mito
de
la
«caída»,
integrándolo
en
la
personalidad
neptuniana. El tridente, considerado así en posición descendente, puede
asimilarse al rayo. Charles Ploix, en cambio, en La Nature et les dieux,
asimila el tridente a la varilla mágica que permite descubrir las fuentes
(2). En alquimia, Neptuno es simplemente el símbolo del agua. Además
del tridente, su atributo son los caballos marinos (8), asimilados a las
fuerzas
cósmicas
y
al
ritmo
ondulante
de
las
espumosas
olas.
El
psicoanálisis, al considerar al océano como símbolo del inconsciente,
establece una relación indudable entre esta región del alma personal y
universal y Neptuno. Por ello, Diel indica que Neptuno, como Plutón,
simboliza el espíritu en su forma negativa. Es rey de los abismos del
subconsciente y de los mares desordenados de la vida; desencadena las
tempestades, correlato de las pasiones del alma, especialmente en su
aspecto exagerado y destructor. El autor citado considera el tridente
como un emblema de la triple culpa, deformación de las tres pulsiones
esenciales
del
espíritu
(conservación,
reproducción,
evolución)
y
recuerda que el tridente es también atributo de Satán (15).
Nibelungos
Los Niflungar de los Eddas se cree que expresan o simbolizan a los
muertos,
pero
es
posible
que
más
bien
signifiquen
ciertos
muertos
esclavizados de raza inferior. Su destino post mortem no es el de los
héroes.
Niebla
La niebla simboliza lo indeterminado, la fusión de los elementos aire y
agua, el oscurecimiento necesario entre cada aspecto delimitado y cada
fase concreta de la evolución. La «niebla de fuego» es la etapa de la vida
cósmica que aparece después del estado caótico (9), corresponde a la
acción de los tres elementos anteriores al sólido.
Nieve
Aparte de su relación con lo caído del cielo (lluvia, rocío, rayo) de
carácter numinoso, ligado al simbolismo de la altura y de la luz, la
nieve, ya caída y cubriendo la tierra, podría simbolizar una sublimación
de la propia tierra. Así, contrapuesta al cielo forma un eje blanco-azul o
azul-blanco (en su descenso) que tiene un evidente carácter místico,
hierogámico.
Nimbo
Círculo
luminoso
a
modo
de
corona
que
los
antiguos
daban
a
sus
deidades y que el cristianismo concede a los personajes sacros (8). El
nimbo es una expresión visualizada de la sobre-naturalidad irradiante o,
más simplemente, de la energía intelectual en su aspecto místico; para
comprobarlo basta recordar la asimilación de casi todos los pueblos
antiguos de la inteligencia y la luz. Existen otros nimbos esféricos. Por
ejemplo, los musulmanes representaron con frecuencia las perlas para
aludir al paraíso y creen que los bienaventurados viven en perlas, en
unión cada uno de su hurí. El nimbo se identifica con la jaula o, mejor,
con
la
esfera
propia
(46).
Jurgis
Baltrusaitis,
en
Le
Mojen
Agejantastique, muestra multitud de dibujos y pinturas medievales de
seres encerrados en el interior de esferas transparentes, como de cristal.
Hay
muchas
obras
de
Jerónimo
van
Aken,
el
Bosco,
con
representaciones de este tipo. El nimbo aparece entonces como simple
visualización de un cierto determinismo, el que encierra a cada hombre
en
su
modo
de
ser
y
en
su
destino,
sea
favorable
y
paradisíaco,
o
adverso e infernal.
Ninfas
La
palabra
«muñeca».
griega
Las
nymphe
ninfas
que
significa
«recién
acompañan
a
casada»
algunas
y
también
deidades
míticas
representan las ideas accesorias de ese dios (48). Según Mircea Eliade,
las ninfas corresponden esencialmente a las aguas corrientes, fuentes,
manantiales, torrentes y cascadas. Las más conocidas son las hermanas
de Tetis, las nereidas que aparecen en la expedición de los argonautas.
Por esa relación con el elemento acuático, son ambivalentes, y lo mismo
pueden presidir los nacimientos y la fertilidad, que la disolución y la
muerte
(17).
En
individuación,
el
Jung
plano
psicológico
considera
a
las
y
dentro
ninfas
de
su
aspectos
teoría
del
de
la
carácter
femenino del inconsciente, aspectos independizados y fragmentados.
Por
ello
dice
corresponde
individuación,
a
que
un
la
llamada
estadio
relacionado
regio
nymphidica
relativamente
con
las
bajo
nociones
transitoriedad, multiplicidad, disolución (32).
por
del
de
Paracelso
proceso
de
tentación,
Niño
Símbolo del futuro, en contraposición al anciano que significa el pasado
(49), pero también símbolo de la etapa en que el anciano se transforma
y adquiere una nueva simplicidad, como predicara Nietzsche en Así
habló Zaratustra, al tratar de las «tres transformaciones». De ahí su
concepción
como
despierta»
(56).
frecuencia
como
«centro
En
la
místico»
iconografía
ángeles;
en
el
y
como
cristiana,
plano
«fuerza
surgen
estético,
juvenil
los
como
niños
putti
que
con
de
los
grutescos y ornamentos barrocos; en lo tradicional, son los enanos o
cabiros. En todos los casos, según Jung y Kerenyi, simbolizan fuerzas
formativas del inconsciente de carácter benéfico. Psicológicamente, el
niño
es
el
hijo
del
alma,
el
producto
de
la
coniunctio
entre
el
inconsciente y el consciente; se sueña con ese niño cuando una gran
metamorfosis espiritual va a producirse bajo signo favorable (33). El
niño místico que resuelve enigmas y enseña la sabiduría es una figura
arquetípica que lleva esa misma significación al plano de lo mítico, es
decir, de lo general colectivo. Es un aspecto del niño heroico que libra al
mundo de monstruos (60). En alquimia, el niño coronado o revestido
de hábito real es el símbolo de la piedra filosofal, es decir, del logro
supremo de la identificación mística con el «dios en nosotros» y lo
eterno.
No
puede
hablarse
del
simbolismo
del
niño
sin
aludir
a
la
famosa y misteriosa IV Égloga de Virgilio, que dice: «Comienza ahora
de nuevo la poderosa carrera del año / Vuelve Virgo, Saturno domina
otra vez / Y una nueva generación desciende del Cielo a la Tierra /
Bendice el nacimiento del Niño, oh casta Lucina / que despide a la edad
de hierro y es el alba de la de oro», égloga que se ha considerado
profética.
Nivel
El
término
se
refiere
a
un
aspecto
del
simbolismo
espacial:
el
que
estructura simplemente la identificación moral de la altura a partir de la
noción
de
su
fundamentales
(elevación,
centro.
en
que
La
doctrina
puede
hindú
hallarse
el
asimila
espíritu
espiritualidad), rajas (manifestación,
los
tres
humano:
lucha,
estados
sattwa
dinamismo)
y
tamas (oscuridad, instintividad bruta) a tres zonas de un nivel vertical.
Trátase en realidad de cinco zonas: la inferior absoluta y la superior
absoluta,
más
la
central
partida
en
tres,
en
las
cuales
se
relativizan
gradualmente las dos extremas por interpenetración. Cuando no se trata
de
inferioridad
intelectual
sino
moral
-que
es
infinitamente
más
compleja y misteriosa, en su esencia, que la otra- las determinaciones en
el simbolismo de nivel son mucho menos estables. Existe siempre la
posibilidad de la inversión, y las dos direcciones contrapuestas tienen
algo de común; ambas participan de la idea de profundidad. Por eso fue
dicho: «el abismo llama al abismo». Las tentaciones concernientes a los
elegidos tienen su contrapartida en los abismos de salvación que pueden
abrirse para el abandonado. Dostoievski ha hablado mucho sobre este
punto. «Bajo la dinastía china de los Tcheu (siglo XII a. de C), los
muertos
de
príncipes,
las
en
clases
las
inferiores
colinas
poco
eran
sepultados
elevadas;
y
los
en
las
llanuras;
emperadores,
los
sobre
túmulos edificados en la cumbre de una montaña. La cabeza del muerto
estaba vuelta hacia el norte» (M. Paléologue, L'art chinois, 1888). En
numerosas obras de arte de todos los tiempos se observa la ordenación
simbólica que establece el nivel dentro de la verticalidad como valor con
equivalencia espiritual. Así en las estelas o kudurru de Mesopotamia las
representaciones se escalonan en diversos niveles o franjas, situándose
en las más bajas los seres más primitivos y en las más altas los cuerpos
celestes y los símbolos de los dioses. En el arte decorativo románico se
observan las mismas leyes.
Noche
Relacionada
con
el
principio
pasivo,
lo
femenino
y
el
inconsciente.
Hesíodo le dio el nombre de madre de los dioses por ser opinión de los
griegos que la noche y las tinieblas han precedido la formación de todas
las cosas (8). Por ello, como las aguas, tiene un significado de fertilidad,
virtualidad, simiente (17). Como estado previo, no es aún el día, pero lo
promete y prepara. Tiene el mismo sentido que el color negro y la
muerte, en la doctrina tradicional.
Nombre
El
esoterismo
conceptúa
el
nombre
como
síntesis
expresiva
del
horóscopo (49). Muchas especulaciones se han establecido sobre los
elementos simbólicos que entran en el nombre: letras en aspecto gráfico
y fonético, similitudes, analogías, etc. Por ejemplo, Piobb dice que el
nombre
de
Napoleón
es
el
de
Apolo
en
su
pronunciación
corsa
O'N'Apolio (48). El problema de por qué un determinado nombre
realiza un sentido destinal en un caso y en otro no, rebasa los límites de
la presente obra. Nos reduciremos a dar el fundamento racional del
simbolismo del nombre relacionado con la idea egipcia del «poder de
las palabras», de que Edgar Allan Poe habló en uno de sus poemas.
Dado el sistema simbólico del lenguaje egipcio, se comprende que el
nombre
nunca
podía
proceder
del
azar,
sino
de
un
estudio
de
las
cualidades de la cosa nombrada, se tratara de nombre común o propio.
El nombre RN (boca sobre la superficie de las aguas) presentaba la
acción del verbo sobre la pasividad. En cuanto a la persona, creían los
egipcios que el nombre representa el reflejo del alma humana. De esta
creencia deriva la idea mágica de que se puede actuar por medio del
nombre sobre otra persona. La consecuencia de la identificación de
nombre y carácter (y destino) lleva a los nombres descriptivos, como el
de
Osiris,
«el
evolutivos),
o
que
el
está
de
en
lo
Arabia,
alto
de
«el
que
la
escalera»
marcha
(de
en
los
grados
silencio».
La
onomatopeya, de otro lado, significó una aportación importantísima a
la génesis del lenguaje y de su representación ideográfica, fundiendo el
ser con uno de sus aspectos esenciales, por ejemplo el león con su
rugido; en egipcio RW (19). Los libros de vulgarización ocultista dan a
veces relaciones de significados de nombres propios; como en otros
casos
de
interpretación
simbolismo
en
desviación,
por
auténticamente
estas
similar,
expresiones
especialización
simbólicas.
La
puede
haber
pero
también
extrema,
evolución
raíces
del
de
se
las
idioma
de
trata
auténtico
de
una
posibilidades
ha
sido
tan
compleja en los últimos siglos que la determinación etimológica, en
simbolismo aplicado, se presta a innúmeros errores.
Nubes
Presentan
dos
aspectos
principales;
de
un
lado
se
relacionan
con
la
niebla con el mundo intermedio entre lo formal y lo informal. De otro,
constituyen el océano de las «aguas superiores», el reino del antiguo
Neptuno. En el primer aspecto, la nube simboliza las formas como
fenómenos y apariencias, siempre en metamorfosis, que esconden la
identidad perenne de la verdad superior (37). En el segundo caso, las
nubes
son
progenituras
de
fertilidad
y
pueden
relacionarse
analógicamente con todo aquello cuyo destino sea dar fecundidad. Por
ello, según las claves del antiguo simbolismo cristiano, las nubes son
asimiladas
a
los
profetas,
pues
las
profecías
son
un
agua
oculta
de
fertilización y de origen celeste (46). Por lo mismo señala Bachelard que
la nube es tomada también (simbólicamente) como mensajero (3).
Nudo
Símbolo complejo que integra varios sentidos importantes, relacionados
todos ellos con la idea central de conexión cerrada. En el nudo está ya el
dominio de las espirales y de las líneas sigmoideas (41). El signo del
infinito
u
8
horizontal,
como
también
esta
cifra,
constituyen
un
entrelazado pero también un nudo, lo que muestra la relación de este
símbolo
con
la
idea
de
infinitud
o,
mejor,
de
manifestación
de
esa
infinitud. Como la red, el lazo, el entrelazado, el nudo expresa la idea de
ligadura y apresamiento; generalmente éste es un concepto que expresa
una situación psíquica constante, aunque percibida en mayor o menor
grado: la del hombre no liberado y «atado» por el dios uránico. Por esta
razón, el Flamen Dialis de los antiguos romanos no podía llevar nudos
en su vestidura, lo que acontece también a los peregrinos musulmanes a
La Meca (21). Este sentido mágico de atadura que posee el nudo, al
aplicarse literalmente, prácticamente, da lugar a acciones mágicas como
la de los marineros de Shetland, los cuales aún creen dominar a los
vientos mediante nudos (21). La cuerda anudada constituye un anillo
cerrado,
circuito,
una
circunferencia.
protección,
determinativo
egipcio
Como
recinto.
que
El
entra
tal,
tiene
«nudo
en
el
sentido
corredizo»
palabras
como
general
es
un
de
signo
«calumnia»,
«maldición», «viaje», etc. Debe originarse el significado en la idea de
atar a alguien alejado y tiene indudable conexión con el arcano del
Ahorcado
del
emblemas
de
Tarot
la
(19).
buena
El
suerte
«nudo
del
sin
fin»
budismo
es
uno
chino
y
de
los
ocho
representa
la
longevidad (5); aquí lo que el pensamiento simbólico utiliza del objeto
es la idea de conexión pura aplicándola a lo biológico y fenoménico.
Por último, el célebre «nudo gordiano» que cortó con su decisión y su
espada Alejandro el Grande, es un viejo símbolo del laberinto por la
disposición caótica de las cuerdas y de los inextricables lazos que lo
constituyen. Deshacer el nudo equivalía al hallazgo del «centro» de que
hablan todas las doctrinas místicas. Cortar el nudo, traducir a un plano
guerrero y existencial la pura idea de logro y de victoria.
Nudos. Emblema de J. Boschius, 1702.
Números
En el sistema simbolista los números no son expresiones meramente
cuantitativas, son ideas-fuerza con una caracterización específica para
cada uno de ellos. Las cifras son a modo de su vestido. Todos proceden
del
número
Cuanto
más
Uno
se
(que
aleje
se
un
identifica
número
de
con
la
el
punto
unidad,
no
más
se
manifestado).
hunde
en
la
materia, en la involución, en el «mundo». Los diez primeros números,
en la tradición griega (doce, en la oriental), pertenecen al espíritu: son
entidades,
arquetipos
y
símbolos.
Los
demás
resultan
de
las
combinaciones de esos números primordiales (44). Los autores griegos
especularon
según
el
armonía
sobre
el
número.
Pitágoras
número».
Platón
consideró
y
como
fundamento
a
ésta
al
dijo:
«Todo
número
del
está
como
cosmos
y
arreglado
esencia
del
de
la
hombre,
sentenciando: «Pues la armonía, cuyos movimientos son de la misma
especie
filosofía
que
las
de
los
revoluciones
regulares
números
también
fue
de
nuestra
desarrollada
alma...»
(24).
por
hebreos,
los
La
gnósticos y cabalistas, llegando hasta la alquimia nociones universales
que se encuentran en Lao-tsé: «El uno se convierte en dos; el dos se
convierte en tres; y del ternario procede el uno (la nueva unidad u
orden) como cuatro» (María profetisa) (32). La actual Lógica simbólica
y la Teoría de los Grupos retornan a la idea de lo cuantitativo como
cualidad. Según Pierce, las leyes de la naturaleza y las del espíritu se
basan en los mismos principios, sistematizables según tales vías (24).
Aparte
de
significado
los
valores
general
los
esenciales
pares
de
unidad
(negativos,
y
multiplicidad,
pasivos)
y
los
tienen
impares
(afirmativos, activos). La sucesión numérica, de otro lado, tiene un gran
dinamismo que es preciso considerar. La idea de que el uno engendra el
dos y el dos el tres, se fundamenta precisamente en la noción de que
toda entidad tiende a rebasarse a sí misma, a situarse en contraposición
con otra. Donde hay dos elementos, lo tercero aparece en forma de
unión de esos dos y luego como tres, dando lugar a lo cuarto como
conexión de los tres, y así sucesivamente (32). Después de la unidad y
del binario (conflicto, eco, desdoblamiento primordial), el ternario y el
cuaternario son los grupos principales; de su suma surge el septenario;
de su multiplicación, el dodecanario. Del tres deriva más directamente
el siete (por ser también impar); del cuatro, el doce (ambos pares). En
simbología
suelen
cuaternario
(orden
representar:
terrestre),
ternario
septenario
(orden
(orden
mental
o
planetario
espiritual),
y
moral),
dodecanario (orden universal). Vamos a considerar seguidamente los
significados más generalmente reconocidos por la tradición simbolista a
cada número, para atender luego sumariamente a la teoría psicológica
de Paneth.
Cero: El no ser, misteriosamente ligado a la unidad, como su contrario
y
su
reflejo;
símbolo
de
lo
latente
y
de
lo
potencial;
es
el
«huevo
órfico». En la existencia simboliza la muerte como estado en el que las
fuerzas de lo vivo se transforman (40, 55). Como círculo, es decir, por
su figura, simboliza la eternidad.
Números. Talismán numérico extremoriental.
Uno: Símbolo del ser (40), de la aparición de lo esencial. Principio
activo
que
identifica
se
con
fragmenta
el
centro
para
(7),
originar
con
el
la
punto
multiplicidad
irradiante
y
(43)
la
y
se
potencia
suprema (44). También simboliza la unidad espiritual, base de la fusión
de los seres (55). Guénon distingue entre la unidad y el uno, siguiendo
las especulaciones de los místicos del islam. Difiere del uno la unidad en
que es un reino absoluto, cerrado en sí mismo, que no admite el dos ni
el
dualismo.
Es
por
ello
esa
unidad
símbolo
de
la
divinidad
(26).
También se identifica el uno con la luz (49).
Dos:
Eco,
momentánea
reflejo,
cuando
conflicto,
las
fuerzas
contraposición:
son
iguales
(43);
la
inmovilidad
corresponde
al
transcurso, a la línea detrás-delante (7); geométricamente se expresa por
dos puntos, dos líneas o un ángulo (44). Simboliza el primero de los
núcleos
materiales,
la
naturaleza
por
oposición
al
creador,
la
luna
comparada con el sol (55). Todo el esoterismo considera nefasto el dos
(9);
significa
dualismo
asimismo
(Géminis),
la
sombra
que
debe
(49)
y
la
sexuación
interpretarse
como
de
todo
ligazón
o
de
el
lo
inmortal a lo mortal, de lo invariante a lo variante (49). La región del
dos, en el paisaje místico de la cultura megalítica, es la mandorla de la
montaña, el foco de la inversión que forma el crisol de la vida y encierra
a los dos antípodas (bien y mal) (vida y muerte) (51). Por esto el dos es
el número de la Magna Mater (51).
Tres: Síntesis espiritual. Fórmula de cada uno de los mundos creados.
Resolución del conflicto planteado por el dualismo (43). Hemiciclo:
nacimiento, cenit, ocaso (7). Corresponde geométricamente a los tres
puntos
y
al
triángulo
(44).
Resultante
armónica
de
la
acción
de
la
unidad sobre el dos (55). Concierne al número de principios (41) y
expresa lo suficiente, el desenvolvimiento de la unidad en su propio
interior (9). Número-idea del cielo (51) y de la Trinidad.
Cuatro:
Símbolo
de
la
tierra,
de
la
espacialidad
terrestre,
de
lo
situacional, de los límites externos naturales, de la totalidad «mínima» y
de la organización racional. Cuatro es el cuadrado y el cubo; la cruz de
las
estaciones
y
de
los
puntos
cardinales.
Según
el
modelo
del
cuaternario se organizan muchas formas materiales y espirituales (43).
Es el número de las realizaciones tangibles (55) y de los elementos (41).
Místicamente, tetramorfos.
Cinco: Símbolo del hombre, de la salud y del amor; la quintaesencia
actuando sobre la materia. Los cuatro miembros regidos por la cabeza
como los cuatro dedos por el pulgar (43); los cuatro puntos cardinales
más el centro (7). Número de la hierogamia, unión del principio del
cielo (tres) y de la Magna Mater (dos). Pentagrama, estrella de cinco
puntas
(44).
Corresponde
a
la
simetría
pentagonal,
frecuente
en
la
naturaleza orgánica, relacionándose asimismo con la Sección de oro
como
fue
notado
por
los
pitagóricos
(24);
los
cinco
sentidos
(55)
correspondientes a las «formas» de la materia.
Seis: Ambivalencia y equilibrio. Unión de los dos triángulos (fuego y
agua)
y
por
ello
símbolo
del
alma
humana.
Para
los
griegos,
hermafrodita (33). Corresponde a las seis direcciones del espacio (dos
por cada dimensión) (7) y a la terminación del movimiento (seis días de
la
Creación).
Por
ello,
número
de
la
prueba
y
del
esfuerzo
(37).
También se ha establecido relación del seis con la virginidad (50) y con
la balanza.
Siete: Orden completo, período, ciclo. Está compuesto por la unión del
ternario y el cuaternario, por lo que se le atribuye excepcional valor
(43). Corresponde a las siete direcciones del espacio (las seis existentes
más
el
centro)
(7).
Corresponde
a
la
estrella
de
siete
puntas,
a
la
conexión del cuadrado y el triángulo, por superposición de éste (cielo
sobre la tierra) o por inscripción en su interior. Gama esencial de los
sonidos, de los colores y de las esferas planetarias (55). Número de los
planetas y sus deidades, de los pecados capitales y de sus oponentes
(41). Corresponde a la cruz tridimensional (38). Símbolo del dolor (50).
Ocho: Octonario, dos cuadrados u octógono (44). Forma central entre
el cuadrado (orden terrestre) y el círculo (orden de la eternidad); por
ello símbolo de la regeneración. Por su figura tiene relación con las dos
serpientes
potencia
enlazadas
espiritual
del
caduceo
equivalente
(equilibrio
a
potencia
de
fuerzas
natural)
antagónicas;
(55).
También
simboliza, por dicha causa formal, el eterno movimiento de la espiral de
los cielos (doble línea sigmoidea, signo del infinito) (9). Por su sentido
de regeneración fue en la Edad Media número emblemático de las aguas
bautismales. Además, corresponde, en la mística cosmogónica medieval,
al cielo de las estrellas fijas, que simboliza la superación de los influjos
planetarios.
Nueve: Triángulo del ternario. Triplicidad de lo triple. Imagen completa
de los tres mundos. Límite de la serie antes de su retorno a la unidad
(43). Para los hebreos, el nueve era el símbolo de la verdad, teniendo la
característica de que multiplicado se reproduce a sí mismo (según la
adición mística) (4). Número por excelencia de los ritos medicinales,
por representar la triple síntesis, es decir, la ordenación de cada plano
(corporal, intelectual, espiritual) (51).
Diez: Retorno a la unidad según los sistemas decimales. Relacionado
con el cuatro en la Tetractys, cuyo triángulo de puntos: cuatro, tres, dos,
uno,
suma
diez.
Símbolo
de
la
realización
espiritual,
pero
también
puede expresar la unidad actuando como número par (ambivalencia) o
al comienzo de una nueva serie total (44). En algunas doctrinas, la
década simboliza la totalidad del universo, así metafísico como material,
pues eleva a la unidad todas las cosas (9). El diez fue llamado número de
la perfección desde el antiguo Oriente, a través de la escuela pitagórica,
hasta san Jerónimo (50).
Once: Transición, exceso, peligro. Número del conflicto y del martirio
(37). Según Schneider, tiene carácter infernal por exponer desmesura
(exceso
sobre
corresponde
el
número
como
el
dos
de
a
la
la
perfección,
mandorla
de
diez)
la
(50)
y
montaña,
a
al
la
vez
foco
de
inversión y de la antítesis, por ser uno más uno (como el dos, en cierto
modo) (51).
Doce:
Orden
cósmico,
salvación.
Número
de
los
signos
zodiacales,
modelo de las ordenaciones en dodecanario. Ligado a la idea de espacio
y tiempo, a la de rueda o círculo.
Trece: Muerte y nacimiento, cambio y reanudación tras el final (37). Por
esto marcado característicamente con un valor adverso.
Otros
números:
organización
(37),
El
catorce
también
es
de
la
el
número
justicia
y
de
de
la
la
fusión
y
templanza
de
(59);
la
el
quince tiene un notable valor erótico y se relaciona también con el
diablo (59). En los otros que pudiéramos citar, hasta el veintidós, hay
relación con el correspondiente significado del arcano del Tarot de la
misma
cifra,
o
el
sentido
deriva
de
la
fusión
de
los
componentes
simples. Dos son las modalidades como pueden fundirse los números;
por adición mística; por ejemplo, 374 = 3 + 7 + 4 = 14 (= 1 + 4 = 5), y
por sucesión, estableciendo que el número de la derecha expresa el
resultado
de
la
acción
del
anterior;
así
21
expresa
reducción
de
un
conflicto (dos) a la solución (unidad). También poseen significados por
causas ajenas al intrínseco simbolismo del número, derivadas de causas
tradicionales;
Sankya;
el
por
50
ejemplo,
aparece
con
el
24
gran
es
la
cifra
frecuencia
sagrada
en
la
de
la
filosofía
mitología
griega
(expresando a lo que creemos la potenciación de lo erótico y humano,
que caracteriza el mito helénico), pues cincuenta son las danaides, los
argonautas, los hijos de Príamo, los de Egipto, etc. La repetición de un
número consolida su poder en lo cuantitativo, pero le resta dignidad en
lo espiritual. En el Apocalipsis, 666 era el número de la Bestia, por la
inferioridad del seis respecto al siete (37). Cuando en un número se
conjugan diversas cualidades de sentido, su simbolismo se acentúa y
consolida. Así el 144 se consideraba muy favorable por sumar 9 (1 + 4 +
4) y componerse de múltiplos de 10 y de 4 y del propio cuaternario
(37). En la Divina Comedia, Dante observó el simbolismo numérico
(27). La obra de Ludwig Paneth trata menos del sentido simbólico de
los números que de la interpretación normal que el psicólogo debe
darles cuando aparecen en obsesiones o sueños de personas situadas en
el nivel común. Indicamos estas interpretaciones: Uno, aparece muy
raramente,
dualismo.
alude
Dos,
al
estado
equilibrio
paradisíaco
en
tensión,
anterior
al
experiencia
bien
de
y
lo
el
mal
o
escindido:
problema, necesidad de análisis, partimiento, descomposición interior o
lucha
contra
alguien.
Tres,
síntesis
biológica,
nacimiento
del
hijo,
solución de un conflicto. Cuatro, la doble partición (dos y dos) ya no
significa separar (dos) sino ordenar lo separado, por ello este número
simboliza
el
orden
en
el
espacio
y,
por
analogía,
cualquier
otra
organización estable. El griego Simónides ya había dicho: «Es difícil
llegar
a
ser
un
hombre
superior,
tetragonal
de
mano,
de
pie
y
de
espíritu, formando un todo perfecto». Cinco, número que aparece con
frecuencia en la naturaleza animada, por lo cual su eclosión triunfal
corresponde a la primavera. El cinco caracteriza la plenitud orgánica de
la vida frente a la muerte rígida. Tiene sentido erótico. Seis, número
especialmente ambiguo, por lo general, como el dos, expresa dualismo
(2 x 3 o bien 3 x 2). Tiene, sin embargo, un sentido normativo como el
cuatro, frente al sentido de liberación del cinco y el carácter místico (o
conflictivo)
del
siete.
Siete,
como
todos
los
números
primos,
dato
irreductible, expresión de un conflicto, de una unidad compleja (cuanto
más elevado el número primo más grave es el complejo); puede tener
relación con la luna (7 x 4 = 28 días del mes lunar). Diez, en su aspecto
gráfico
(como
10)
puede
expresar
el
matrimonio.
Cero,
como
multiplicador decimal eleva la potencia cuantitativa (en lo negativo) de
un símbolo numérico. El exceso de ceros indica manía de grandezas.
Características
generales
de
los
números:
Distingue
Paneth
entre
número aritmético y número simbólico diciendo que el primero no
agrega condición ninguna al objeto que define sólo por la cantidad,
mientras el segundo tiene un nexo interior con la cosa a la que se refiere,
por una relación mística entre lo contado y el número. En aritmética, si
se adicionan 1, 1 y 1 se tendrá el 3, pero no la triunidad. En simbolismo,
el segundo y el tercer uno son intrínsecamente diferentes del primero,
ya que siempre funcionan dentro de órdenes ternarios que establecen el
primer término como elemento activo, el segundo como pasivo y el
tercero como neutro o resultante. Ya Aristóteles habló de la «estructura
cualitativa»
del
número
en
contraposición
al
carácter
amorfo
de
la
unidad aritmética. Respecto a los números elevados dice Paneth: «La
multiplicación de un número acrecienta su poder; así el 25 y el 15 son
símbolos de erotismo. Los números formados por dos cifras expresan
una relación entre ellos, de izquierda a derecha. Por ejemplo, 23 = 2
(conflicto) 3 (resuelto)». Los números de más de dos cifras pueden
descomponerse y analizarse simbólicamente de diferentes maneras. Así,
por ejemplo, el 338 puede ser igual a 300 más 2 x 19 o bien 3, 3 y 8. El
tres
es
un
número
sobre
el
que
nunca
se
insistirá
bastante,
por
su
extraordinario dinamismo y riqueza simbólica. El valor resolutivo del
tercer elemento, queremos indicar, puede tener un aspecto favorable,
pero
también
adverso.
Por
ello
aparecen
en
mitos
y
leyendas,
constantemente, tres hermanos, tres pretendientes, tres pruebas, tres
deseos (42). El elemento uno y el dos corresponden en cierto modo a lo
que se tiene; el tercer elemento es la resolución mágica, milagrosa, que
se desea, se pide y se espera. Pero este tercer elemento, como decíamos,
puede ser negativo. Así como hay leyendas en que, donde fracasan el
primero y el segundo (pasa a veces con seis, y vence el séptimo), triunfa
el tercero, la inversión del símbolo produce el resultado contrario, es
decir, que a dos datos favorables (que suelen ser crecientes) sucede un
tercero destructor, o negativo. Por ejemplo, en los dones de los Reyes
Magos
al
Niño
Jesús,
le
ofrecen
oro,
incienso
(positivos)
y
mirra
(negativo). Casi todos los mitos o cuentos en que se citan tres cálices,
tres
cofres
o
tres
habitaciones,
el
tercer
elemento
corresponde
a
la
muerte, por la división asimétrica del ciclo vital; dos terceras partes son
ascendentes (infancia-adolescencia, juventud-madurez), pero la última
es
descendente
verdadera
(vejez-muerte).
felicidad»
expresa
con
Un
cuento
exactitud
hebreo
este
llamado
símbolo
del
«La
«tercer
elemento». Lo transcribimos de Loeffler por su valor ejemplar: «Un
campesino y su esposa, descontentos de su suerte, envidiaban a los
habitantes de un palacio, de los cuales se representaban la existencia
como continuación no interrumpida de delicias. Trabajando el campo,
el hombre encontró tres cofres de hierro. En el primero, una inscripción
decía: "Quien me abra se volverá rico". En el segundo se leía: "Si el oro
te hace dichoso, ábreme". En el tercer cofre: "Quien me abre, pierde
todo lo que posee". El primer cofre fue pronto abierto y con la plata
que contenía, la pareja celebró enormes festines, compró espléndidos
vestidos
y
esclavos.
El
contenido
del
segundo
cofre
permitió
a
los
protagonistas descubrir el lujo de los refinamientos estéticos. Pero a la
apertura del tercero, una terrible tempestad destruyó la totalidad de sus
bienes»
(38).
Este
simbolismo
tiene
relación
con
el
del
ciclo
anual
asimétrico (primavera-verano-otoño contra invierno) y con todos los
símbolos de «lo superior», siempre peligroso. Finalmente, en lo que
respecta al simbolismo de los números, existen también interpretaciones
visuales, que se derivan de la figura de las cifras, pero constituyen una
especialización no siempre fundamentada.
Numismáticos. Triple recinto, cruces, castillo y corona en monedas
medievales.
Numismáticos
Las monedas, desde la Antigüedad, pero perdiéndose progresivamente
con el paso del tiempo, en especial desde el final de la Edad Media,
tuvieron cierto sentido talismánico, como expresión que eran del poder
de una ciudad, de un rey, de un magistrado. Símbolos, signos, alegorías
y personificaciones aparecen en ellas, claramente determinados por el
espíritu de la cultura a que pertenecen las acuñaciones de que se trate.
En
las
monedas
tridentes,
griegas
laberintos,
son
carros,
frecuentes
caballos
cruces
alados,
esvásticas,
rosas,
trípodes,
tortugas,
águilas,
grifos, escudos, coronas, toros, cuernos de la abundancia, etc. En las
romanas,
trofeos
militares,
signos
de
las
legiones,
proas
de
navíos,
cabezas de deidades en especial la bifronte de Jano, águilas, coronas
votivas,
(Apulia),
carros,
de
los
templos,
siglos
etc.
V-II
Nótese
antes
de
que,
en
monedas
Jesucristo,
de
aparecen
Luceria
símbolos
geométricos como óvalos, triángulos, series de botones, junto a rayos
de Júpiter, pero también la cruz potenzada que más tarde figuraría en el
escudo
cristiano
dichas
aparecen
de
Jerusalén.
con
la
Las
cultura
monedas
medievales
carolingia
y
propiamente
presentan:
cruces,
anagramas, triples recintos, templos muy esquemáticos. Las monedas
bizantinas
muestran
sobre
todo
rostros
de
emperadores,
figuras
del
Señor, la Virgen y santos, pero también cruces y escaleras esquemáticas.
La moneda medieval occidental tiene un amplio registro de motivos:
cruces de muchas formas, triples recintos, rosas, lises, coronas, ángeles,
caballeros armados, espadas, manos bendicientes, castillos y templos,
leones, águilas, etc. Algunos reversos son verdaderos mandalas por su
confrontación
de
recintos
lobulados,
círculos
y
cruces.
Desde
el
Renacimiento, la moneda, ya profanizada, ofrece el tipo usual, derivado
del imperial romano, con rostros de monarcas en el anverso y escudos
heráldicos en el reverso, aunque aún se mantiene la fantasía en muchos
tipos,
con
símbolos
frecuente
solares,
tras-fondo
temas
simbólico,
religiosos,
apareciendo
alquímicos,
etc.
«salvajes»,
Las
monedas
islámicas suelen basarse en la caligrafía, pero a veces muestran estrellas,
figuras y conjunciones del cuadrado y el círculo. Un tema numismático
más alegórico que propiamente simbólico, pero de gran belleza es el de
las piezas de oro medievales, con el rey en pie, espada en mano, en una
nave.
No
se
ha
escrito,
que
sepamos,
una
historia
numismática a través de la geografía y la cronología.
de
la
motívica
O
Musaeum
Obelisco. Obelisco Constantinopolitano. Athanasius Kircher,
, Amsterdam 1678.
Obelisco
Símbolo del rayo solar, por su forma. Por su materia se integra en el
simbolismo general de la piedra. Se halla relacionado con los mitos de la
ascensión
solar
y
la
luz
como
«espíritu
penetrante»,
posición erecta y de la punta piramidal en que remata.
a
causa
de
su
Objeto
El simbolismo del objeto depende de su naturaleza. Pero, en términos
generales, todo objeto constituye una construcción material en la que
aparecen
hecho
constelizados
de
que
estos
específicos
contenidos
contenidos
olvidados
o
inconscientes
reprimidos
(31).
El
aparezcan
traspasados a un nuevo medio -el objeto- permite al espíritu recibirlos
en
una
forma
distinta
de
la
original.
Los
utensilios,
especialmente,
encierran una fuerza mística que amplifica el ritmo y la intensidad de la
volición humana. Por ello, según Schneider, tales instrumentos cumplen
un papel triple: son instrumentos cultuales, útiles de trabajo, y reflejos
del alma musical del universo. El vaso para beber, por ejemplo, es vaso
para el sacrificio y tambor. El soplete es flauta y pito mágico, etc. (50).
Estas ideas que se refieren al sentimiento primitivo del objeto, han sido
reactivadas por algunos movimientos estéticos del presente, en especial
por el dadaísmo y el surrealismo. Al exponer objetos de uso vulgar,
como si fueran obras de arte, Marcel Duchamp los desplazaba de su
mera
función
utilitaria
(la
única
que
poseen
para
el
razonamiento
occidental) y los mostraba a la luz de su esencia, sólo delatada en la
inutilidad (liberación del servicio). Era posible ver, por ejemplo, en un
portabotellas
góticas
en
la
misma
forma
de
estructura
jaula,
o
la
mística
de
las
que
determinan
lámparas
las
islámicas
agujas
de
las
mezquitas, con sus múltiples aros decrecientes, relacionado todo ello
con la pirámide hueca primitiva, símbolo de conjunción de la tierra (y la
madre)
y
el
fuego
(y
el
espíritu),
montaña
artificial
y
templo
geométrico. La forma desempeña un papel esencial determinando el
simbolismo del objeto; así todos los que presentan una estructura de
doble campana, la superior invertida, como el tambor doble o el reloj de
arena, se emparentan con el símbolo gráfico correlativo, la letra X o la
cruz
de
superior
san
e
Andrés,
inferior.
signo
Los
de
la
objetos
comunicación
de
forma
y
de
los
función
dos
mundos:
simple
suelen
corresponder al grupo activo o al pasivo, tener figura de contenido o de
continente; por ejemplo, la lanza, hecha para penetrar; y la copa, cuya
misión sólo puede ser la de recibir. La asimilación de estos grupos de
objetos a las determinaciones sexuales de lo masculino y lo femenino es
obvia, pero significa una gravísima mutilación del significado limitar a
tal paralelismo el sentido simbólico de un objeto dado. La conjunción
de ambos principios en un objeto complejo, y más si está dotado de
movimiento, como las máquinas, permite llevar la correlación sexual
antedicha
al
grado
de
un
lingam
profanizado.
Los
«objetos
de
funcionamiento simbólico» de los surrealistas no eran sino la puesta en
práctica
de
esta
realidad
de
alusión,
incrementada
por
el
carácter
fetichista de los objetos utilizados en las composiciones. Lautréamont
fue
quien,
en
Les
Chants
de
Maldoror,
percibió
agudamente
este
desplazamiento simbólico de los objetos hacia su clasificación genérica,
al
decir:
«bello
como
el
encuentro
fortuito
de
un
paraguas
y
una
máquina de coser sobre una mesa de disección». Como siempre, el
simbolismo de una integración así puede traducirse a un plano cósmico
o al plano existencial y sexual. En este último, el paraguas sería la mera
representación del falo; la máquina, del cteis; la mesa de disección, una
figuración del lecho. En el plano cósmico, el paraguas es la serpiente
cósmica; la máquina de coser es el jaguar; la mesa es el universo. De
otro lado los objetos poseen un sentido por su procedencia; los objetos
caídos del cielo, como aerolitos, meteoritos, participan de la sacralidad
uránica y constituyen un símbolo del poder de los dioses celestes (17).
Los
objetos
submarinos,
en
cambio,
tienen
una
calidad
viscosa
y
abismática que los irracionaliza y torna aptos para expresar todo lo
inferior
e
inconsciente.
asociaciones,
como
Los
atributos
objetos
o
sacros
emblemas,
o
lo
por
son
en
razones
virtud
de
de
origen.
Volviendo a un sentido de máxima generalización, al margen de su
simbolismo específico, derivado de su forma, función, carácter, origen,
color, etc., los objetos, en sí, son siempre símbolos del mundo, es decir,
expresiones
particulares
de
un
orden
material,
que
expone
tanto
la
irracionalidad ciega de lo continuo, como la organización estructural
que los define como objetos contrapuestos al sujeto. El carácter parcial
de los simbolismos así expresados fue intuido desde la Antigüedad y,
por
esta
razón,
en
determinados
objetos
destinados
a
concentrar
grandes poderes simbólicos se procuró combinar y yuxtaponer diversas
materias, por lo general nobles, pero en algunas ocasiones extrañas y
aun innobles, tal como acontecía en la alquimia con la preparación de la
«primera materia». Se buscaba dotar al objeto de todos los poderes
inherentes a los distintos planos de la realidad cósmica. Un ejemplo de
p
j
p
objeto complejo de este tipo lo tenemos en la espada que se cita en la
Quête du St. Graal Su pomo era de una piedra preciosa multicolor, cada
uno
de
estaba
cuyos
hecha
matices
con
poseía
huesos
de
una
virtud
animales
particular.
extraños.
La
empuñadura
Hemos
de
indicar,
finalmente, que una teoría elaborada de las correspondencias podría
establecer
organizaciones
seriales
de
los
objetos
y
encontrar
una
adaptación de su «carácter» a los principios que rigen los dos modelos
esenciales de serialidad universal: el del 7, o modelo planetario; y el del
12, o modelo zodiacal.
Objetos maravillosos
Objetos
maravillosos
mágicas
o
cuentos
folklóricos
milagrosas
y
por
su
rareza,
aparecen
libros
con
de
belleza,
frecuencia
caballería.
esplendor,
en
Son
cualidades
mitos,
armas
leyendas,
invencibles,
talismanes, pero también meras obras de arte que hacen dichoso a su
poseedor. Con todo, los «objetos maravillosos» por excelencia son las
reliquias
o
los
símbolos
ancestrales
que
han
podido,
a
veces,
identificarse con alguna de ellas: el Graal, la lanza que sangra, el caldero
céltico,
etc.
«prueba»
En
ocasiones,
simbólica,
como
el
objeto
la
de
la
maravilloso
espada
rota
es
motivo
cuya
de
una
soldadura
se
propone en las leyendas de la Tabla Redonda.
Oca
Como el pato, ganso o cisne, es un animal benéfico asociado a la Gran
Madre y al «descenso a los infiernos». Aparece con gran frecuencia en
los cuentos folklóricos («Ma mère l'oie», cuentos de Grimm, etc.). Se
relaciona con el destino, como lo probaría el «juego de la oca», que es
una derivación profana, espacial y temporal, del símbolo, representando
los
peligros
y
fortunas
de
la
existencia,
antes
del
retorno
al
seno
materno.
Occidente
Para los egipcios y los griegos, el oeste -donde se pone el sol- es donde
debe hallarse el reino de los espíritus. San Jerónimo sitúa en el oeste al
diablo. El este simboliza el reino de Cristo y el oeste el reino del diablo
(la
muerte
del
sol).
En
la
Alta
Edad
Media,
los
pueblos
nórdicos
situaban el emponzoñado mar de destrucción y el abismo en el oeste.
Océano
Según Piobb, si en las concepciones griega y romana el océano rodeaba
la tierra, era para representar gráficamente la corriente energética que
induce el globo terrestre (48). En el océano, la movilidad perpetua y el
carácter informe de las aguas son los dos aspectos esenciales, aparte de
la grandiosidad. Por esto, el océano simboliza fuerzas en dinamismo,
modalidades transicionales entre lo estable (sólido) y lo no formado
(aéreo o gaseoso). En su totalidad, frente a la gota, el océano es un
símbolo de la vida universal frente a la particular (38). Se le considera
tradicionalmente
como
origen
de
toda
generación
(57);
la
ciencia
confirma que la vida comenzó en el mar (3). Zimmer señala que el
océano es «la ilógica inmensa», una vasta expansión que se sueña a sí
misma y que duerme en su propia realidad, pero que, sin embargo,
contiene
los
gérmenes
de
los
contrarios.
La
isla
es
el
oponente
del
océano, el punto de fuerza metafísico (60). Conforme al simbolismo
general de las aguas, dulces o saladas, el océano simboliza el conjunto
de
todas
aspecto
las
se
posibilidades
puede
deducir
contenidas
el
carácter
en
un
plano
positivo
existencial.
(germinal)
o
Del
negativo
(destructor) de tales posibilidades (26). Por ello, el océano expresa una
situación
ambivalente;
como
creador
de
monstruos
es
la
perfecta
morada abisal, la fuente caótica de donde aún emerge lo inferior, lo no
capacitado
razón,
para
los
la
vida
monstruos
en
sus
formas
marinos
aéreas
exponen
y
una
superiores.
situación
Por
esta
cósmica
o
psicológica de estrato más bajo que la de los monstruos terrestres; por
esta causa las sirenas y tritones aluden a una infraanimalidad. El carácter
destructor del agua salada para las formas superiores de vida terrestre, la
convierte también en símbolo de esterilidad. Esto ratifica el carácter
ambivalente
aparece
el
del
océano,
océano
su
dinamismo
simbolizando
la
contradictorio
mujer,
la
madre
(32).
—en
También
su
fase
benévola o terrible- (56). Al respecto, Frobenius, en Das Zeitalter des
Sonnengottes, dice: «Si se interpreta la sangrienta salida del sol como el
nacimiento de este astro, surgen dos cuestiones: ¿Quién es el padre?
¿Cómo quedó embarazada la mujer? Y como ella y el pez simbolizan el
mar -puesto que partimos de la suposición de que el sol se hunde en el
mar y asimismo nace de él-, la contestación es que el mar devoró antes
el viejo sol y si aparece ahora un "sol nuevo" es porque fue fecundado.
Coincide esto con el símbolo de Isis, cuyo doble cuerno lunar envuelve
al sol». Este surgir y desaparecer solar en el seno oceánico confirma la
significación de las «aguas inferiores» como abismo del que las formas
nacen y desenvuelven sus posibilidades existenciales. Así, el océano es
asimilado también al inconsciente colectivo, del cual surge el sol del
espíritu (32). Como imagen poética, o como sueño, el mar tempestuoso
es un signo de análoga situación en el magma patético inconsciente. La
transparencia,
en
cambio,
expone
una
situación
de
serenidad
contemplativa.
Octógono
Los
ornamentos,
construcciones
arquitectónicas,
composiciones
diversas basadas en el octógono (en forma o en planta si se trata de
edificio
o
de
estructura
cual
baptisterio,
fuente,
etc.)
simbolizan
la
regeneración espiritual por ir el 8 unido a esta idea como intermediario
entre el cuadrado y el círculo. Así no es de extrañar que la mayoría de
baptisterios tengan precisamente forma octogonal. Con todo, el doce es
usado
a
veces
en
pilas
bautismales
(número
poliedro) por ser un símbolo de totalidad.
de
facetas
del
medio
Octógono. Pietro Accolti, Lo inganno degl’occhi, Florencia 1625.
Odre
Atributo de los sátiros y de Sileno. Los griegos empleaban la frase
«desatar el pie del odre», para referirse al goce de los placeres venusinos
(8). La expresión ya diseña la figura de un lingam, por la conjunción de
un elemento fálico (pie) y de un recipiente. El cristianismo mantuvo
este significado, pero asociándolo a la idea de pecado, con lo cual el
odre
pasó
más
bien
a
simbolizar
la
mente
perversa,
la
conciencia
lastrada. Pinedo señala que el odre llevado por algún personaje de las
representaciones románicas, cual en la Puerta Speciosa del santuario de
Estíbaliz,
tiene
ese
sentido
concreto
y
al
propósito
cita:
«Él
tiene
recogidas las aguas del mar como en un odre y puestos en depósito los
abismos»
(Sal
33
[32],
7)
(46).
Análogo
sentido
simbólico
tienen
la
mochila, el zurrón e incluso la cornamusa y la ampolla de los bufones
—aun cuando en éstos, por el carácter sacrificial del personaje, se refiere
a las culpas de los demás.
Ogro
El origen de este personaje, que aparece con frecuencia en leyendas y
cuentos folklóricos, se remonta a Saturno, que devoraba a sus hijos a
medida que Cibeles los traía al mundo (38). Si lo central, en el mito
saturniano, es que la destrucción es la consecuencia inevitable de la
creación, por producirse ésta en el seno del tiempo, el ogro parece
mejor una personificación del «padre terrible» que del tiempo. Henri
Dontenville hace derivar el nombre de este ser de la definición del poeta
latino Ennio: Pluto latine est Dis Pater alii Orcum Vocant. Orco, dios
de
la
mansión
presentan
el
subterránea,
rasgo
como
saturniano
de
su
madre
devorar
Orca.
niños
Ambos
seres
pequeños
(16).
Indudablemente, estas leyendas están entroncadas también con antiguos
mitos basados en los aspectos más salvajes de la prehumanidad y, como
otras, desempeñan la función catártica de advertencia.
Ojancanu
Nombre
dado
al
cíclope
en
el
folklore
hispánico
del
norte
de
la
península. Según Caro Baro-ja, se considera a este personaje como un
gigante de pelo rojo (satánico), alto y grueso, dotado de un solo ojo
brillante y maligno. Si dos ojos expresan la normalidad y tres (como en
Shiva) la sobrehumanidad, el único ojo alude claramente a lo inferior. El
mito del cíclope, con variantes, aparece en los pueblos de Europa y del
Asia Menor, pero no se conoce hacia Oriente (10). Es un símbolo de las
fuerzas malignas y destructoras del hombre en su aspecto primario o
regresivo.
Ojo
La expresión de Plotino: que el ojo no podría ver el sol si no fuese en
cierto modo un sol, expone el fondo y la esencia de la cuestión. Siendo
el sol foco de la luz y ésta símbolo de la inteligencia y del espíritu, el
acto
de
ver
expresa
una
correspondencia
a
la
acción
espiritual
y
simboliza, en consecuencia, el comprender. Por ello el «ojo divino»,
llamado
simboliza
entre
«al
los
que
egipcios,
alimenta
el
como
fuego
signo
determinativo,
sagrado
o
la
Ouadza,
inteligencia
en
el
hombre» (28), es decir, a Osiris. Es muy curiosa la concepción analítica
egipcia del ojo o, mejor, del círculo del iris centrado por la pupila, como
«sol en la boca» (verbo creador) (8). El pintor surrealista belga René
Magritte pintó esa analogía del sol y del ojo en uno de sus cuadros más
alucinantes. La posesión de dos ojos expresa la normalidad física y su
equivalente
espiritual;
por
ello
el
tercer
ojo
es
símbolo
de
sobrehumanidad o divinidad. En el caso del ojo único, su significado es
ambivalente;
por
ser
menos
que
dos
(normalidad)
expresa
infrahumanidad, pero por su posición en la frente, encima del lugar
dispuesto por la naturaleza, parece aludir a poderes extrahumanos, que
realmente -mitológicamente— concurren en el cíclope. De otro lado, el
ojo frontal va unido a la idea de destrucción, por razones obvias si es
único, pero también cuando aparece como tercer ojo, cual es el caso de
Shiva. Esto concierne a una de las facetas del simbolismo del 3 que si
puede expresar: activo, pasivo, neutro, también concierne a: creación,
conservación, destrucción. Los ojos heterotópicos, es decir, desplazados
de su lugar anatómico y trasladados a diversas partes del cuerpo en
figuraciones fantásticas, angélicas o deidades: manos, alas, torso, brazos,
distintos lugares de la cabeza, etc., aluden al correlato espiritual de la
visión, es decir, a la clarividencia. Puestos en la mano, por ejemplo,
asócianse al simbolismo de ésta y expresan, en consecuencia, acción
clarividente. La extrema multiplicidad de ojos tiene dos aspectos que
conviene no olvidar. Alude a la noche, con sus miríadas de estrellas y
entenebrece, pues, paradójicamente al poseedor de tantos ojos. Además,
ratificando este hecho, se debe recordar que, en la doctrina simbolista,
multiplicidad es siempre signo de inferioridad. Son estas ambivalencias
muy frecuentes en el mundo del inconsciente y de sus emanaciones
imagísticas. El caso del pastor Argos, que con sus múltiples ojos no
puede
evitar
la
muerte,
es
aleccionador
al
respecto.
El
Adversario
(Satán, en hebreo) ha sido representado de muy diferentes maneras,
alguna en relación con el tema de que tratamos aquí. Un Tarot del
Gabinete de Estampas de París (Kh. 34 d.) lo figura como un Argos con
multitud
de
simbólica
ojos
repartidos
coincide
con
otra
por
todo
frecuente
el
en
cuerpo.
las
Esta
expresión
representaciones
de
demonios, que consiste en transformar en rostros las partes del cuerpo
que
poseen
cierta
autonomía
de
carácter,
pudiéramos
decir,
o
que
corresponden a funciones muy precisas. La multiplicidad de rostros y
de ojos alude a la descomposición, a la disolución psíquica que es, en su
raíz,
la
idea
de
lo
demoníaco
(desgarramiento)
voluntad mística de integración en lo Uno (59).
contrapuesta
a
la
Ojo divino. Horapollo, Hieroglyphica, 1551.
Ojo frontal. Rajasthan, siglo
Ojo frontal
XVIII.
El
«tercer
ojo»
u
ojo
frontal
es,
en
realidad,
el
representado
en
el
interior del triángulo en ciertos emblemas de la deidad. Simboliza la
penetración en todo, la omnipresencia, la imposibilidad de estar fuera
de su campo de acción y de visión.
Olas
En China se las considera morada de los dragones y símbolo de la
pureza (5). Esta diversidad, en apariencia contradictoria, se debe a que
se
toman
significados
oceánica:
por
dragones;
por
el
la
de
ritmo
dos
aspectos
ondulante,
espuma
blanca,
distintos
las
olas
con
la
se
de
la
misma
relacionan
pureza.
No
forma
con
hay
los
aquí
ambitendencia, sino yuxtaposición.
Olivo
Símbolo de la paz, consagrado a Júpiter y Minerva por los romanos.
Mantiene el mismo significado en muchos otros pueblos de Oriente y
Europa (8).
Ondinas
Son un símbolo equivalente e inverso al de las sirenas; en éstas, la parte
marina de su cuerpo alude a la relación de las aguas (y de la luna) con la
mujer; en las ondinas se simboliza lo femenino de las aguas, su peligro.
Señala Krappe que las ondinas suelen tener carácter maléfico porque
representan el lado traidor de ríos, lagos y torrentes.
Onfalo
omphalós
Pausanias (X, 16, 2) dice: «Lo que los habitantes de D elfos llaman
es de piedra blanca y se considera que está en el centro de la
tierra, y Píndaro, en una de sus odas, confirma esta opinión». Es, pues,
uno
de
los
numerosos
símbolos
del
«centro»
cósmico,
donde
se
produce la comunicación entre el mundo de los hombres, el de los
Omphalós
muertos y el de los dioses (17). W. H. Roscher en una obra titulada
(1913),
según
indica
René
Guénon,
reunió
una
cantidad
considerable de documentos que prueban la existencia de este símbolo
en los más diversos pueblos. Su colocación en un determinado lugar
sacralizaba
éste
y
lo
transformaba
en
un
entorno
del
«centro
del
mundo». La imagen material del omphalós (ombligo) consistía en la
piedra llamada betilo, que solía tener la forma de una pilastra. Se apunta
que los menhires pudieran tener igual significado. También podía ser
representada por una piedra ovoide. En algunas imágenes griegas, ésta
aparece rodeada por una serpiente. Vemos en estas posibilidades los
tanteos de sexualizar el principio cósmico: por asimilación al factor
masculino
lingam
y
activo
(huevo
(pilastra),
rodeado
por
al
una
femenino
(huevo
serpiente).
Ideas
del
mundo)
más
o
al
abstractas
y
espiritualmente superiores, para la representación del «centro» (a la vez
cósmico,
temporal
y
espacial,
físico
y
metafísico),
las
hallamos
en
China, como el agujero del disco de jade Pi, que identifica el centro con
el no ser de la nada mística, y como la pirámide cuadrangular que se
alzaba en el centro de cada dominio feudal, correspondiendo cada cara a
un
punto
cardinal
y
el
vértice
al
centro.
También
en
Irlanda
conocieron estas pirámides, según J. Loth en Breton Laws (28).
Onfalo. Símbolo del lingam.
Oquedad
se
Es
el
aspecto
abstracto
de
la
caverna,
la
inversión
de
la
montaña.
Muchos significados simbólicos se superponen en la oquedad, como
morada de los muertos, del recuerdo, del pasado, aludiendo también a
la madre y al inconsciente (15) por la conexión que liga todos estos
elementos.
Orgía
La
celebración
desenfreno
de
orgías,
sexual,
con
excesos
de
sus
notas
todo
características:
género
y
ocasional
embriaguez,
travestismo,
corresponde siempre a un «llamamiento al caos», producido por un
cansancio de la voluntad a la sumisión ordinaria frente a lo normativo.
Por ello, la orgía es un equivalente cosmogónico -señala Eliade- del
Caos o de la plenitud final, y también del instante eterno, de la no
duración.
Las
fiestas
Carnaval,
son
expresiones
fiestas
exasperadas
inversión
del
se
orden
saturnales
de
tiende
a
romanas,
la
necesidad
la
social,
de
la
origen
prehistórico,
orgiástica.
«confusión
de
las
coincidencia
de
Durante
formas»
el
esas
por
contrarios,
la
el
desencadenamiento de las pasiones incluso en su aspecto destructor.
Todos estos medios lo son menos de obtener placer que de facilitar la
disolución del mundo, la ruptura temporal —que durante ese período
se
supone
definitiva-
del
principio
de
realidad
y
la
restauración
correlativa del illud tempus primigenio (17).
Orientación
En el islam, la orientación es la materialización de la intención. Siendo
Oriente el lugar de salida del sol, simboliza la iluminación y la fuente de
la vida; volverse hacia el este es dirigirse espiritualmente hacia ese foco
de luz espiritual. La orientación forma parte de muchísimos ritos y
ceremonias universales, especialmente de los de fundación de templos y
ciudades. La orientación de los antiguos templos grecolatinos y de las
iglesias medievales débese a la misma idea (28). Sin embargo, no todas
las
orientaciones
referencia.
En
la
místicas
toman
geografía
del
el
este
cielo
como
hay
otro
punto
principal
de
lugar,
símbolo
del
«agujero» del espacio y del tiempo y del «motor inmóvil», que es la
estrella polar. Los etruscos situaban en el norte la morada de los dioses;
por
ello,
los
adoptaban
adivinos,
la
para
situación
hablar,
ideal
del
se
dios
volvían
(7).
hacia
Situarse
el
sur,
hacia
el
es
decir,
norte
es
interrogar. Situarse hacia el oeste, prepararse para morir, porque en
Occidente termina la carrera del sol entre las aguas. La orientación
interviene poderosamente, con la noción del espacio como conjunto
tridimensional, para la organización del espacio y de su simbolismo. Ya
la
misma
anatomía
rectangular,
delante
y
humana,
simétrico
atrás,
sitúa
con
bilateral,
dos
su
pero
focos
esquema
no
ideales
en
indiferente,
enfrente
y
en
cierto
al
modo
marcar
lo
un
correlativo
posterior. La posición natural de los dos hombros y brazos completa el
esquema
cuadrangular
que,
en
una
interpretación
cerradamente
antropológica y empírica del saber simbólico, nos daría acaso la clave de
la
idea
original
septenaria
en
de
lo
la
orientación
tridimensional
cuaternaria
(norte,
sur,
en
este,
la
superficie,
oeste,
cénit,
pero
nadir,
centro). En estrecha relación, asimismo, con el significado de los puntos
cardinales
y
de
la
orientación,
están
los
gestos
y
movimientos
del
cuerpo, como expresiones de la voluntad dirigida a un término u otro.
Todas
las
actitudes
de
concentración
señalan
la
internalización
del
centro en el corazón.
Orina
Según Evola, su nombre proviene de ur (fuego en caldeo). La frase Ur
Inferioris Naturae alude, pues, al fuego de la «naturaleza inferior», es
decir,
no
sólo
alquimistas.
en
fuerza
sino
en
virtud.
De
ahí
su
empleo
por
los
Símbolos
ornamentales
de los elementos: agua, aire, fuego y tierra.
Ornamentación
Símbolo de la actividad cósmica, del despliegue espacial y de la «salida
del caos», expresado éste por la materia ciega (13). En sus grados, en su
progresiva sumisión al orden, significa las etapas progresivas de esta
evolución
espiral,
universal.
sigma,
cruz,
Los
principales
olas,
zigzag,
elementos
de
ornamentación:
estudian
en
su
se
simbolismo
separadamente; algunos de sus principios corresponden al simbolismo
gráfico y espacial. Desde el punto de vista negativo, el arte ornamental
es
el
antifigurativo,
sobre
todo
en
su
versión
geométrica
o
en
la
estilización de vegetales. «Guardaos de representar sea al Señor, sea al
hombre, y no pintéis mas que árboles, flores y objetos inanimados»
(Mahoma, Hadith, tradiciones orales). Por ello, para el musulmán, el
arte es un soporte para la meditación, una suerte de mandala indefinido
e inacabable, abierto hacia el infinito; una forma de lenguaje, un sistema
de signos espirituales, una escritura, pero nunca un reflejo del mundo
existencial.
podemos
El
material
considerar
esencial
como
del
uno
ornamentalismo
de
los
más
islámico
—que
prototípicos—
lo
constituyen: entrelazados, follajes, polígonos, arabescos, epígrafes, las
veintiocho letras del alfabeto, cinco o seis flores estilizadas (jacinto,
tulipa,
flor
de
oro,
flor
de
melocotonero,
etc.),
algunos
animales
fabulosos y los siete esmaltes del blasón. Los esquemas se combinan en
una vasta red simbólica, similar a la polifonía musical y a la tendencia a
una melodía infinita (6). En el ornamentalismo figurativo, como por
ejemplo el del románico, cada ser representado posee su sentido propio
y su organización constituye una verdadera sintaxis simbólica.
Ornamentación. Origen antropomórfico de la cornisa toscana. Diego
de Sagredo, Medidas del romano, Toledo 1526.
Oro
Según la doctrina hindú, el oro es la «luz mineral». Según Guénon, la
palabra latina aurum (oro) es igual a la hebrea aôr (luz)
transcribe
la
bella
explicación
del
alquimista
Michael
(26).
Maier,
Jung
en
De
Circulo Physico cuadrato, para el cual, a consecuencia de los millones de
rotaciones en torno a la tierra (o inversamente), el sol ha hilado el oro
en ella. El oro es la imagen de la luz solar y por consiguiente de la
inteligencia divina. El corazón es la imagen del sol en el hombre, como
el oro lo es en la tierra (32). Consecuentemente, el oro simboliza todo
lo
superior,
(culpa,
la
glorificación
penitencia),
blanco
o
«cuarto
(perdón,
«estado»,
inocencia),
después
rojo
del
negro
(sublimación,
pasión). Todo lo que es de oro o se hace de oro pretende transmitir a su
utilidad o función esa cualidad superior. Crisaor, la mágica espada de
oro, simboliza la perfecta decisión espiritual. El oro constituye también
el elemento esencial del simbolismo del tesoro escondido o difícil de
encontrar,
imagen
de
los
bienes
espirituales
y
de
la
iluminación
suprema.
Orquesta
Símbolo de un conjunto en actividad. En semejante sentido puede decir
Schneider que, cuando la orquesta alta y la orquesta baja (el cielo y la
tierra) tocan el contrapunto cósmico, las dos voces antitéticas discantan.
Cuando,
por
el
contrario,
una
impone
su
ritmo
a
la
otra,
esa
voz
«encanta» a su oponente (50).
Oscuridad
Identificada con la materia, con lo maternal y germinal; es anterior a la
diferenciación de lo concreto (9). El dualismo luz-tinieblas no aparece
como
formulación
de
un
simbolismo
moral
hasta
que
la
oscuridad
primordial se ha dividido en luminosidad y sombras. Así, el concepto
puro
de
dicha
tenebroso;
oscuridad
contrariamente,
no
sí
se
identifica
corresponde
tradicionalmente
al
caos
con
primigenio.
lo
Tiene
también relación con la nada mística; por ello, el lenguaje hermético es
un obscurium per obscurius, vía de adentramiento hacia los orígenes.
Según
Guénon,
la
luz
es
el
principio
de
la
diferenciación
y
de
la
ordenación jerárquica. Las tinieblas —anteriores al fiat lux— expresan
siempre, en el simbolismo tradicional, el estado de las potencias no
desenvueltas
que
dan
lugar
al
caos
(29).
Por
ello,
la
oscuridad
proyectada en el mundo ulterior a la aparición de la luz es regresiva; por
ello se identifica tradicionalmente con el principio del mal y con las
fuerzas inferiores no sublimadas.
Oso
En alquimia corresponde a la nigredo de la primera materia: por ello
concierne
a
todas
las
etapas
iniciales,
a
lo
instintivo.
Así,
se
ha
considerado como símbolo del aspecto peligroso del inconsciente (32) o
como atributo del hombre cruel y primitivo.
Ouroboros
Este símbolo, que aparece principalmente entre los gnósticos, es un
dragón o serpiente que se muerde la cola. En el sentido más general,
simboliza
el
tiempo
y
la
continuidad
de
la
vida
(57).
En
sus
representaciones lleva por complemento una inscripción que dice: Hen
to pan (el Uno, el Todo). Así aparece en el Codex Marcianus del siglo II
después de Jesucristo. Ha sido interpretado también como la unión del
principio
ctónico
de
la
serpiente
y
el
principio
celeste
del
pájaro
(síntesis que puede aplicarse al dragón). Según Ruland, ello lo define
como
variante
simbólica
representaciones,
la
de
mitad
Mercurio,
del
cuerpo
el
del
dios
dúplex.
animal
es
En
clara
algunas
y
la
otra
oscura, aludiendo a la contraposición sucesiva de principios, cual en el
símbolo chino del Yang-Yin (32). Según Evola, es la disolución de los
cuerpos:
la
serpiente
universal
que,
según
los
gnósticos,
«camina
a
través de todas las cosas». Veneno, víbora, disolvente universal, son
símbolos de lo in-diferenciado, del «principio invariante» o común que
pasa entre las cosas y las liga. El dragón, como el toro, luchan contra el
héroe solar. Según E. Neuman, en sus estudios sobre el simbolismo
matriarcal,
el
símbolo
primordial
de
la
creación
del
mundo
es
la
serpiente que se muerde la cola, acto que significa la autofecundación.
En un manuscrito veneciano de alquimia vemos la serpiente Ouroboros
con la mitad de color negro (símbolo de la tierra) y la otra mitad blanca
y moteada de puntos que representan estrellas (cielo), lo cual ratifica ese
carácter
de
artículo
coniunctio
«El
mito
y
de
hierogamia.
la
serpiente
Señala
el
doctor
Ouroboros
y
Sarro,
el
en
su
simbolismo
letamendiano del organismo», que este mito se refiere a la idea de una
naturaleza
capaz
de
renovarse
a
sí
misma
cíclica
y
constantemente,
según Nietzsche en El eterno retorno.
Ovíparos
En
la
India,
apelativo
sentido
de
los
pájaros,
«dos
simbólico:
veces
la
reptiles
nacido»,
puesta
del
y
todos
los
deduciéndose
huevo
ovíparos
de
equivale
al
ahí
recibían
el
siguiente
nacimiento
hombre; su ruptura, al segundo nacimiento o iniciación (18).
el
del
Ouroboros. Synosius. Biblioteca Nacional de París.
P
Paisaje. Francesco Colonna, Hypnerotomachia Poliphili, Venecia 1499.
Padre
La imagen del padre, asociada íntimamente a la del principio masculino,
corresponde a lo consciente, por contraposición al sentido maternal del
inconsciente. Es representado simbólicamente por los elementos aire y
fuego. También por el cielo, la luz, los rayos y las armas (56). Así como
el heroísmo es la actitud espiritual propia del hijo, el dominio es la
potestad
del
padre
mandamientos
y
(17).
Por
ello,
prohibiciones
éste
representa
morales,
que
el
pone
mundo
de
obstáculos
los
a
la
instintividad (31) y a la subversión, por expresar también el origen.
Paisaje
Partiendo de un punto de vista deductivo, el paisaje, todo paisaje, puede
ser
concebido
como
la
mundificación
de
un
complejo
dinámico
originariamente inespacial. Fuerzas internas liberadas se despliegan en
formas que revelan por sí mismas el orden cualitativo y cuantitativo de
las tensiones. Una cresta montañosa es un gráfico. Podemos considerar
como ejemplo de lo expuesto los paisajes que aparecen en los sueños.
Aparte del fenómeno de recuerdo, reminiscencia o asociación compleja
de percepciones distintas, los paisajes y lugares que se ven en los sueños
no son ni arbitrarios e indeterminados, ni objetivos: son simbólicos, es
decir, surgen para explicar momentos en que determinadas influencias
distintas se superponen en grado variable de mezcla y combinación. El
paisaje así constituido tiene una existencia fantasma sostenida solamente
por la verdad, duración e intensidad del sentimiento causante. La forma,
exactamente
igual
de
lo
que
acontece
en
morfología
física,
es
el
diagrama de la fuerza. Ahora bien, lo dicho para el paisaje soñado vale
para
el
paisaje
visto
cuando
es
elegido,
es
decir,
cuando
una
interpretación automática e inconsciente nos revela una afinidad que
nos
hace
detenernos
entonces,
no
determina
la
de
en
una
él,
buscarlo,
creación
adopción
del
volver
mental,
paisaje
pero
por
el
repetidamente.
sí
de
una
espíritu,
en
Se
trata
analogía
virtud
de
que
las
cualidades que posee por sí mismo y que son las mismas del sujeto. El
subjetivismo concierne sólo a la elección. La intelección del significado
de
un
paisaje
es
ya
plenamente
objetiva,
como
lo
son
los
valores
simbólicos de los colores o de los números. Ya los chinos presintieron
esto con extraordinaria claridad. Luc Benoist nos dice que el arte chino
ha
dado
siempre
más
importancia
al
paisaje
que
al
hombre
(como
figura) y al macrocosmo que al microcosmo. «Si el hombre superior
ama
el
paisaje
-dice
Kouo-hi-,
¿cuál
es
la
razón?
Las
colinas
y
los
jardines son lugares que siempre frecuentará el que busca cultivar su
naturaleza original; las fuentes y rocas dan una alegría constante al que
se
pasea
silbando...»
diferentes
mundos
(6).
(o
Ya
la
doctrina
lugares)
no
tradicional
son
en
precisó
realidad
que
sino
los
estados
diferentes. De ahí que los «lugares elegidos» sean la imagen-coyuntura
que en ellos se desenvuelve. El «lugar de cita», cuando es auténtico y no
arbitrario ni ocasional, es una transposición al espacio y la topografía de
lo que allí se reúne o realiza (26). Por revolucionarias que parezcan
afirmaciones semejantes, se hallan confirmadas por la Psicología de la
Forma y el isomorfismo, que no distinguen entre procesos formales
psíquicos y físicos sino externamente. En convergencia también con lo
expuesto, Mircea Eliade dice: «De hecho, el hombre no elige nunca el
lugar;
se
limita
a
"descubrirlo"...
Uno
de
los
procedimientos
para
descubrir los emplazamientos es la orientación» (17). Ahora bien, para
la comprensión del sentido simbólico de un paisaje hay que leer en él: lo
dominante
y
lo
accesorio,
el
carácter
general,
el
carácter
de
sus
elementos. Cuando una expresión cósmica domina, lo unifica todo y es
el elemento el que habla más que el paisaje; por ejemplo: el mar, los
desiertos, las llanuras heladas, la cumbre de una montaña, las nubes y el
cielo.
Cuando
hay
equilibrio
y
variedad
de
factores
es
cuando
la
necesidad de interpretación es mayor. Debe buscarse entonces: el orden
espacial
del
paisaje
dentro
de
una
demarcación
que
lo
limite
y
particularice, estructurándolo a manera de una construcción u obra de
arte.
Por
simbolismo
espacial
entendemos:
simbolismo
del
nivel,
es
decir, distribución de las zonas en nivel normal, inferior y superior; y
simbolismo de la orientación; o sea, posición de los accidentes respecto
a los dos ejes norte-sur y este-oeste. En segundo lugar hay que tener en
cuenta la forma, el sentido de la configuración, sinuosa o quebrada,
abrupta o llana, blanda o dura. Después, los valores de posición de la
zona elegida respecto a la general o circundante; si es inferior o más alta,
abierta o cerrada. Finalmente, los elementos naturales y artificiales que
concurran y su ordenación: árboles, arbustos, plantas, lagos, fuentes,
pozos, rocas, arenas, casas, escaleras, bancos, cavernas, jardines, vallas,
puertas. También el color dominante o los colores en contraste tienen
importancia. Y el sentimiento general de fecundidad o infecundidad, de
claridad
o
tenebrosidad,
de
orden
o
desorden.
Los
caminos
y
las
encrucijadas tienen interés predominante; lo mismo las corrientes de
agua. Respecto al sentido objetivo de todos los factores enumerados
hay mucho que decir, si bien lo correspondiente a los elementos más
importantes
constituye
materia
que
se
trata
por
separado,
así
el
simbolismo del nivel. Lo abrupto indica primitividad y regresión; lo
liso, final apocalíptico, anhelo de dominio y muerte. La tradición persa
señala
que,
al
fin
del
mundo,
cuando
Ahrimán
sea
vencido
para
siempre, las montañas se aplanarán y toda la tierra será una gran llanura.
En
Israel
y
Francia
aparecen
ideas
similares
(35).
No
sería
difícil
descubrir en la historia de la arquitectura y el urbanismo la aplicación
empírica
e
inconsciente
de
dichos
principios.
Hay,
por
lo
demás,
factores de paisaje que tienen un brillo simbólico, aunque su intelección
resulte
muy
hondísimo
difícil.
misterio
Por
en
nuestra
la
parte,
siguiente
siempre
descripción
creímos
de
la
advertir
Commedia
un
de
Dante: «Alrededor de esa pequeña isla, en su parte inferior, y donde
más
azota
el
agua,
se
crían
juncos
sobre
su
reblandecido
limo»
(«Purgatorio», I). Puede existir un significado analógico sexual, con
independencia del sentido cósmico del paisaje. También es preciso tener
en cuenta que, en la realidad, más que de símbolos se trata de funciones
simbólicas,
complejas.
Por
ejemplo,
en
lo
inferior
topográfico
se
producen las siguientes interferencias: a) hondo de inferior, asimilable a
perverso
e
infernal;
b)
hondo
de
profundo,
con
esta
misma
significación; c) hondo en la tierra material, símbolo ctónico y materno.
Sólo los contextos pueden ayudar a discernir lo esencial de lo accesorio,
en tales como en la inmensa mayoría de casos que se presentan en
simbolismo. En relación con el paisaje, hay que recordar también la idea
primitiva del «paisaje ideal» o arquetípico. Schneider señala que la muy
frecuente identidad de nombres de ríos y montañas en regiones muy
distantes geográficamente induce a creer que quienes profesaban los
principios de la filosofía megalítica tenían la costumbre de designar los
accidentes de cada región ateniéndose a un modelo ideal. Este puede ser
considerado como resultado del influjo de una larga permanencia en un
sitio dotado de la suficiente unidad y variedad como para impresionar
durablemente
la
mentalidad
primitiva,
pero
también
como
la
proyección de un orden psíquico basado en leyes similares a las de la
distribución cuaternaria, el mándala, etc. Tras la contraposición cielotierra,
expresada
dinámicamente
por
la
lucha
entre
los
dioses
y
los
titanes, los ángeles y los demonios, y representada topográficamente
por el eje montaña-valle, los hombres ordenaron la superficie terrestre
según los principios de la orientación, situando en los cuatro puntos
cardinales, adaptados de la carrera aparente del sol, pero también de la
anatomía
humana,
fuerzas
ambivalentes,
poderes
enemigos
de
lo
externo y fuerzas defensivas limítrofes de lo externo. Sigue Schneider:
«Para mantener el orden, los dioses lucharon contra los gigantes y los
monstruos que desde el principio de la creación intentaban devorar el
sol. Dejaron al león heroico en la montaña celeste. Cuatro arqueros (el
tetramorfos) siguen vigilando de día y de noche para que nadie venga a
trastornar el orden del cosmos» (50). El vallado, el muro o el cerco de
piedras se cuenta —dice Eliade- entre las estructuras de templo más
antiguas que se conocen. Aparecen ya en las civilizaciones protoindias,
como en Mohenjo-Daro y en Creta (17). Deben su origen a la misma
idea, la primordial del simbolismo del paisaje: que exponen un orden
cósmico. El monte de un solo pico (Uno, finalidad trascendente), la
montaña de Marte de dos cimas (Géminis, la manifestación, el dualismo
de todo lo viviente), se complementan en el paisaje arquetípico -que es
también una imagen del año-, en el río de la vida (fase positiva) y el del
olvido (fase negativa), pasando por el mar de llamas (enfermedad) y
partiendo de la fuente (nacimiento, origen). Según este diagrama, en
todo paisaje hay una dirección fausta y otra infausta, de acuerdo, en lo
temporal,
«volver»,
con
las
que
distintas
significaciones
analógicamente
sabidas
corresponden
a
las
del
dos
«ir»
y
mitades
del
de
la
existencia. Aparte de todo lo apuntado, la interpretación simbólica de
un paisaje puede hacerse por aplicación de leyes de correspondencias
distintas, a la vez que por integración de los significados particulares de
sus
accidentes.
Agregaremos,
como
ejemplo
de
las
posibilidades
de
«lectura» de un paisaje, algunas observaciones sobre la parte baja de
Vallcarca,
zona
muy
característicamente
demarcada.
Sus
jardines
aparecen en nivel inferior al de la ciudad general, ocultos de ésta por la
vegetación, con aspectos arcaicos y orientales. La gran vía que conduce
hacia el norte lleva a una llanura abierta, en disgregación. En cambio, las
calles
que
penetran
hacia
la
montaña
siguen
el
eje
favorable.
La
interpretación es obvia en este caso como en todos los que permitan
una
relativa
arquetípico.
identificación
de
los
puntos
esenciales
del
paisaje
Pájaro
Todo ser alado es un símbolo de espiritualización, ya para los egipcios.
La
tradición
hindú
dice
que
los
pájaros
representan
los
estados
superiores del ser. En un texto de las Upanishads se lee: «Dos pájaros,
compañeros inseparablemente unidos, residen en un mismo árbol; el
primero come de su fruto, el segundo mira sin comer. El primero de
estos pájaros es jivâtmâ. El segundo es Atmâ, puro conocimiento, libre
e in-condicionado y, si se hallan inseparablemente unidos, es que éste
no se distingue del otro sino de modo ilusorio» (26). Esta significación
del pájaro como alma es muy frecuente en todos los folklores. En un
cuento indostánico, transcrito por Frazer, un ogro explica dónde tiene
su alma: «A veinticinco leguas de aquí hay un árbol. Rondan ese árbol
tigres
y
osos,
escorpiones
y
serpientes.
En
la
copa
del
árbol
está
enroscada una serpiente muy grande; sobre su cabeza hay una jaulita y
en la jaulita un pájaro; mi alma está dentro del pájaro» (21). En el
antiguo simbolismo egipcio se precisó este sentido dotando al pájaro de
cabeza
humana.
Este,
en
el
sistema
jeroglífico,
corresponde
al
determinativo Ba (alma) y expresa la idea de que el alma vuela del
cuerpo
también
después
en
de
el
la
arte
muerte
griego
(19).
y
en
Este
el
pájaro
androcéfalo
románico,
siempre
aparece
con
igual
significación (50). Ahora bien, la idea del alma como pájaro —reverso
del símbolo- no implica la bondad de esa alma. Por ello se lee en el
Apocalipsis un pasaje en el cual Babilonia es representada como «la
prisión de los espíritus impuros, la jaula de los pájaros inmundos y
odiosos». Según Loeffler, el pájaro, como el pez, era en su origen un
símbolo
fálico,
pero
espiritualización).
En
dotado
los
de
poder
cuentos
de
ascendente
hadas
se
(sublimación
encuentran
y
muchos
pájaros que hablan y cantan, simbolizando los anhelos amorosos, igual
que
las
flechas
y
los
vientecillos.
También
pueden
ser
los
pájaros
amantes metamorfoseados. Añade el autor citado que el reconocimiento
de
los
pájaros
universalmente
pájaros
como
como
extendido
derivados
primitivos,
portadores
inferior,
cual
lo
colaboradores
explica
en
de
de
el
los
mito
y
en
grandes
poderes
también
inteligentes
el
el
del
cuento,
hombre
surgiendo
pájaros-demiurgos
celestes
y
significado
creadores
de
los
del
de
está
los
los
mundo
pájaros
como
mensajeros (38). El color del pájaro determina un sentido secundario de
su simbolismo. El pájaro azul es considerado por Bachelard (3) como
«producción del movimiento aéreo», es decir, como pura asociación de
ideas, pero a nuestro juicio, aunque su origen fuera éste, su finalidad es
otra: constituir un símbolo del imposible, como la misma rosa azul. En
alquimia, los pájaros son las fuerzas en actividad. Su posición determina
su
sentido.
Elevándose
hacia
el
cielo
expresan
la
volatilización,
la
sublimación; descendiendo, la precipitación y condensación. Los dos
símbolos
unidos
en
la
misma
figura,
destilación.
Seres
alados
contrapuestos a otros sin alas: el aire o el principio volátil contra el
principio
bandada
fijo.
-pues
Sin
lo
embargo,
múltiple
señala
es
Diel,
siempre
los
de
pájaros,
signo
sobre
negativo-,
todo
en
pueden
revestir significado maligno, como los enjambres de insectos: fuerzas en
disolución,
pululantes,
inquietas,
indeterminadas,
rotas.
Así
son
los
pájaros del lago Estinfalo en la leyenda de Hércules. Los pájaros que se
elevan del lago (alma) (en estancación y parálisis espiritual) son una
figuración de los deseos perversos y múltiples (15). El «pájaro gigante»
es siempre el símbolo de una deidad creadora. Los hindúes de la época
védica se figuraban el sol bajo la forma de un inmenso pájaro, águila o
cisne. Los germanos también tenían un pájaro solar (35). También es un
símbolo
de
la
tempestad.
En
la
mitología
escandinava
se
cita
el
Hraesvelg, pájaro gigantesco creador del viento con el batir de sus alas
(35). En América del Norte el Ser supremo se funde con frecuencia con
la personificación mítica del rayo y del trueno, que es un gran pájaro
(17). El pájaro tiene una antagonista formidable en la serpiente. Según
Zimmer, esta enemistad sólo aparece con carácter moral en Occidente.
En la India, se trata de contraponer sólo los elementos naturales, la
fuerza solar contra la energía líquida de las aguas terrestres. El nombre
de ese pájaro solar es Garuda, el «matador de las nâgas o serpientes»
(60).
Pájaro. Pintura mural babilónica, detalle de La investidura del rey de
Mari, siglo
XVIII
a. de C.
Palacio
En el simbolismo cabalístico, el palacio santo, o «palacio interior», se
encuentra en medio de las seis direcciones del espacio, que forman con
él el septenario. Es, por consiguiente, un símbolo del centro recóndito,
del «motor inmóvil» (28). También se le llama el «palacio de plata», y el
«hilo de plata» es el ligamento oculto que une al hombre con su origen
y su finalidad (28). La idea de centro refunde el corazón y la mente, por
esto el palacio del anciano rey de las leyendas y cuentos folklóricos
tiene
cámaras
secretas
(inconsciente)
que
guardan
tesoros
(verdades
espirituales). En especial, según Loeffler, los palacios de cristal o de
espejos,
como
también
los
palacios
que
brotan
por
ensalmo
son
símbolos de la memoria ancestral de la humanidad, del saber primitivo
de la edad de oro (38).
Palafito
Es
el
origen
de
la
arquitectura
de
pilar
y
dintel.
Paul
Sarrasin
ha
demostrado que el templo griego clásico deriva directamente de las
construcciones
lacustres
(22).
No
sólo
una
necesidad
topográfica
determinó la existencia del palafito, sino motivaciones de orden místico:
alzar la habitación sobre el nivel general. Ahora bien, la construcción
lacustre
tiene
mayor
interés
simbólico
por
su
pertenencia
a
tres
elementos: tierra, por la idea de casa, siempre asociada a la de caverna y
montaña; aire, por la elevación; agua, por la penetración de sus pilotes
de suspensión en dicho elemento. Es así símbolo del mundo, árbol de la
vida y barco místico, porque sus palos tocan el agua y sus techos, en
forma de hoz, representan la mandorla (50).
Palma
Emblema clásico de la fecundidad y de la victoria (8). Para Jung es
también símbolo del ánima (32).
Palmera. Beato de Liébana, Comentario al Apocalipsis. Museo
Arqueológico Nacional, Madrid.
Palmera
Según los persas, la palmera simboliza la tierra celeste. Aparece en las
monedas de Cartago. También en la iconografía mozárabe y románica
alusiva a temas bíblicos.
Palo
Símbolo material del eje valle-montaña, como la escalera, la cruz, la
estaca de sacrificio. El poste, particularmente por su posición erecta,
realiza ese significado. El palo quemado es símbolo de muerte y de
sabiduría (50).
Paloma
Los eslavos consideran que el alma toma forma de paloma, después de
la muerte (4). Participa del simbolismo general de todo animal alado
(espiritualidad y poder de sublimación). Símbolo de las almas, motivo
frecuente en el arte visigodo y románico (46). La religión cristiana,
ateniéndose a las Sagradas Escrituras, representa a la tercera persona de
la Trinidad, el Espíritu Santo, en forma de paloma, aunque también
como lengua de fuego sobre los apóstoles en la fiesta de Pentecostés
(Hch 2, 1-4) (4).
Pan
Símbolo
de
la
naturaleza,
que
suele
representarse
con
cuernos
para
expresar los rayos del sol y la fuerza agresiva de Aries; y con patas
llenas de vello para expresar la vitalidad de lo inferior, la tierra, las
plantas y los instintos (8). Según la astrología Pan es un aspecto de
Saturno,
identificándose
también
con
Satán
y
la
vida
en
su
aspecto
involutivo, dirigido especialmente hacia la inferior (39).
Pandora
Según Diel, símbolo de la tentación perversa a la que son expuestos los
humanos, criaturas de Prometeo, rebelde contra el orden divino (15).
Puede
ser
también
un
símbolo
de
la
imaginación
en
su
aspecto
irracional y desencadenante.
Panes
Con las semillas de trigo, los panes son símbolos de fecundidad y de
perpetuación, siendo ésta la causa por la que a veces presentan formas
relacionadas con lo sexual.
Pantano
Las
tierras
pantanosas
«descomposición
del
son
espíritu»,
símbolo,
es
decir,
según
Schneider,
son
lugar
el
en
de
que
la
ella
acontece, por la falta de los dos principios activos (aire y fuego) y la
fusión de los dos pasivos (agua y tierra). Por ello, en leyendas, libros de
caballerías, etc., los pantanos aparecen con ese significado. En la historia
de Gauvain, caballero de la Tabla Redonda, el protagonista se halla en
un
pantano
y
esto
implica
que
no
pueda
llevar
su
empresa
a
buen
término, tanto como que no acabe de soldar la «espada rota». En The
Lovers, de Leslie Stevens, el protagonista se ve obligado a defender
tierras
pantanosas
desde
una
torre
que
ha
sido
profanada,
signos
premonitorios de su fracaso y de su muerte.
Papiro enrollado
En el sistema jeroglífico egipcio, signo determinante que expresa la idea
de
saber.
El
constituir
un
rollo
expone
el
sentido
progresivo,
de
desenvolvimiento, que posee todo conocimiento. El despliegue de la
vida, en sí misma, es también simbolizado por un papiro enrollado,
pero
más
frecuentemente
por
un
tapiz
o
una
alfombra.
Así,
exactamente, dijo un día Temístocles a Artajerjes: «La vida humana es
como un tapiz enrollado que se despliega lentamente», idea expuesta
también por Stefan George en uno de sus poemas. El simbolismo, en
todos los casos citados, corresponde, más que a la materia o al objeto, al
proceso de su mostración (19).
Paraguas
Este símbolo no deja de tener relación con el parasol, emblema solar de
los monarcas de algunos pueblos. Pero su mecanismo lo ha asimilado
más bien a un sentido fálico. El paraguas es un símbolo paternal, por
incluir la citada nota de sexualismo viril y la idea de protección, como
también de luto (42).
Paraíso
Hay paraísos semejantes al cuerpo humano, según Swedenborg.
Paraíso perdido
Símbolo del «centro» místico o, mejor, de su manifestación espacial.
Los chinos se refieren, a su propósito, a un lugar enclavado en el Asia
central, jardín habitado por los «dragones de sabiduría». Describen el
lugar y muestran los cuatro ríos esenciales del mundo: Oxus, Indo,
Ganges, Nilo, brotando de una fuente común, el «lago de los dragones»
(9). Infinidad de leyendas occidentales y orientales hablan del paraíso
perdido,
dejando
También
se
al
halla
margen
-y
éste
los
es
el
principios
origen-
dogmáticos
en
todas
las
cristianos.
tradiciones.
Considerándolo como símbolo de un estado espiritual, corresponde a
aquel en el que no caben interrogaciones ni distingos. La caída del
hombre
desde
simbolizados
el
de
estado
muy
paradisíaco
distintos
y
modos,
su
en
retorno
especial
a
él,
por
el
aparecen
laberinto.
Saunier dice al respecto: «Cuando el hombre se plantea esta misteriosa
cuestión, desconoce ya el reposo, pues su pensamiento entregado a una
serie de obstáculos infranqueables se rompe y llena su corazón, su alma
y su cuerpo de rabia y desesperanza... El hombre, sugestionado por el
deseo...
condujo
su
espíritu
a
un
análisis
riguroso
de
las
menores
partículas del cosmos, encarnó su inteligencia en la materia y se esforzó,
por un laborioso y constante trabajo, en reencontrarse en el dédalo de
las
ciencias.
Sólo
después
de
haber
conocido
los
mundos
de
lo
infinitamente pequeño y lo infinitamente grande podría de nuevo el
hombre
vibrar
en
concomitancia
con
las
armonías
cósmicas
y
confundirse en inefable comunión con todos los seres y cosas de la
tierra y los cielos» (49). El «descanso semanal» es una imagen temporal
del paraíso, como, en lo geográfico, las «islas bienaventuradas», los «eldorados», etc. La cualidad de «perdido» que determina la particular
psicología
del
paraíso
se
relaciona
con
el
sentimiento
general
de
abandono y de caída que el existencialismo reconoce como estructura
esencial en el humano.
Parasol
Símbolo solar, emblema de autoridad y de dignidad. Una de las ocho
alegorías de la buena suerte del budismo chino (5). Integra las ideas de
irradiación y protección.
Pasta
Según Bachelard, la misma noción de materia esta íntimamente ligada a
la de pasta. El agua aparece como elemento dominador y de cohesión.
Por ello se ha dicho que «la materia es el inconsciente de la forma». El
limo es el polvo del agua, como la ceniza es el polvo del fuego. Según el
autor
citado,
limo,
polvo,
humo
dan
imágenes
que
cambian
indefinidamente su materia, son los residuos de los cuatro elementos
(2). Corresponden a un estadio casi acuático y por ello entran en el
simbolismo de la disolución y de la renovación. Las cenizas y el polvo
expresan un final, pero todo fin es un principio.
Pastor
Título dado al dios lunar Tammuz, como pastor de los rebaños de
estrellas. Según Krappe, esta idea está íntimamente ligada a la de su
pasión, por la relación entre las fases de la luna y el desmembramiento
(35). El pastor es también el guía de las almas o psicopompo. Asimismo
simboliza el poder supremo. Pues el rebaño es expresión de las fuerzas
cósmicas.
Pato
Véase Oca.
Pavo real. Relieve italiano del siglo
IX.
Museo Estatal de Berlín.
Pavo real
En
las
como
monedas
el
romanas,
águila
particularmente
la
en
de
el
designa
los
la
cesares
emblema
consagración
(8).
La
LXXXIV
de
de
cola
la
las
del
Ars
princesas,
pavo
real,
Symbolica
de
Boschius, aparece como símbolo de la unión de todos los colores y de la
totalidad (32). Se explica, por ello, que en el arte cristiano aparezca
simbolizando
la
inmortalidad
(20)
y
el
alma
incorruptible
(6).
El
frecuente motivo de los dos pavos simétricamente situados junto al
árbol cósmico u hom -tema que pasó de Persia al islam, de ahí a España
y
Occidente-
expresa
la
dualidad
psíquica
humana
(Géminis)
recibiendo la vida del principio de la unidad (6). En el horario místico,
corresponde al crepúsculo (50). En la mitología hindú, las alas del pavo
real, sembradas de formas que parecen ojos, representan el firmamento
estrellado (50).
Payaso
Como el bufón, el payaso es un personaje místico: la inversión del rey,
del poseedor de los poderes supremos, y por ello la víctima elegida en
su sustitución, según las conocidas ideas astrobiológicas y primitivas del
asesinato ritual del rey en ciertas conjunciones. El payaso es el último,
mientras el rey es el primero, pero en el orden esencial, el último es el
segundo.
En
apoyo
de
este
concepto,
cita
Frazer
una
costumbre
folklórica según la cual, en las fiestas de primavera, era costumbre que
los aldeanos jóvenes corrieran a caballo hasta el palo mayor (eje del
mundo). El que llegaba en primer lugar era elegido rey de Pascua; el
último era convertido en payaso, recibiendo castigos (21).
Pegaso
Caballo
con
alas
nacido
de
la
sangre
de
Medusa
Gorgona
en
el
momento en que Perseo le cortó la cabeza, con ayuda de las armas
mágicas que le entregaron los dioses. Belerofonte lo montó cuando
combatió a la quimera. Con el nombre de Hipogrifo, un ser similar
surge en las leyendas medievales. Simboliza el poder ascensional de las
fuerzas naturales, la capacidad innata de espiritualización y la inversión
del mal en bien.
Peine
Según Schneider, es tan grande el parentesco lineal entre el peine y el
barco
(de
remos)
que
ambos
símbolos
parecen
confundirse
para
representar la penetración mutua de los elementos agua y fuego (19).
Siendo
el
peine
atributo
de
algunos
seres
fabulosos
de
naturaleza
femenina, como lamias y sirenas, cabe la relación del peine con la cola
descarnada
del
pez
y
el
consecuente
significado
mortuorio
(restos
sacrificiales cual el bucráneo; devoración).
Pelícano. Refectorio de la Catedral de Pamplona.
Pelícano
Ave acuática de la cual se suponía legendariamente que amaba tanto a
sus crías que las alimentaba con su sangre, para lo cual se abría el
nombre de Hipogrifo, un ser similar surge en pecho a picotazos (8). Es
una de las más conocidas alegorías de Cristo. Así aparece en el emblema
LXX de la Ars Symbolica de Boschius (32).
Pensamiento
Esta
flor
recibe
el
nombre
de
«pensamiento»
precisamente
por
simbolizarlo a causa de la claridad de su esquema pentagonal, como el
hombre mismo adscrito al simbolismo del cinco (48).
Pérdida
De un lado, el sentimiento de pérdida va ligado al de culpa y también al
presentimiento de purificación, a la idea de peregrinación y de viaje. De
otro lado, el tema de perderse y volver a encontrarse o el del «objeto
perdido»
que
angustia
al
extremo,
es
paralelo
al
de
la
muerte
y
la
resurrección (31). Sentirse perdido, o abandonado, es sentirse muerto, a
causa de que, aunque se proyecte la culpa o causa de ese extravío en lo
circunstancial, siempre reside en un olvido del origen y de la ligazón
con ese origen (hilo de Ariadna). En la estructura doble del espíritu
(Géminis),
corresponde
a
una
identificación
de
la
conciencia
con
el
mero aspecto existencial humano, olvidando el componente eterno del
espíritu, lo cual produce esa sensación de abandono o se traduce en el
símbolo del objeto perdido o de la cosa sin finalidad.
Perdiz
Este animal aparece con suma frecuencia en la decoración románica; por
ejemplo, en la galería del lado sur, en el claustro de Silos. Según anota
Pinedo,
Aristóteles,
Teofrasto,
Plinio
y
otros
autores
antiguos
y
medievales narran la costumbre de la perdiz que determina su carácter
simbólico. San Jerónimo la explica sucintamente: «Así como la perdiz,
que junta los huevos e incuba los pollos que no han de seguirla, así el
varón impío posee riquezas contra derecho, teniendo que dejarlas en el
mejor de sus días». Otra función simbólica se deriva de la capacidad de
la perdiz para el engaño. San Ambrosio dice a tal respecto: «La perdiz
que, tomando su nombre de la voz
core
perdendo
y que se llama en hebreo
-de llamar y vocear-, es Satanás, que atrae a muchos con su voz»
(46).
Peregrinación
Es
un
(medio
viaje
a
un
invariable,
centro
místico,
motor
como
inmóvil).
imagen
La
del
centro
peregrinación
absoluto
céltica,
de
características especiales, era un errar sin finalidad -según narra Oliver
Loyer en Les Chrétientés celtiques- que no deja de mostrar interesante
analogía con el avance a ciegas, en busca de la «aventura» del caballero
andante (chevalier errant). El mar reemplazó al desierto de Egipto y los
monjes irlandeses se lanzaron por las costas y fueron a Escocia y al
continente
imrama.
en
Su
sus
peregrinaciones.
paradigma
es
la
Estos
Navigatio
viajes
marinos
Brandani.
En
se
llamaban
cierto
modo
reiteran la «busca» de la inmortalidad por Gilgamés, anterior en tres mil
años.
Peregrino
La idea del hombre como peregrino y de la vida como peregrinación es
común a muchos pueblos y tradiciones (4), concordando ya con el gran
mito del origen celeste del hombre, su «caída» y su aspiración a retornar
a
la
patria
celestial,
todo
lo
cual
da
al
ser
humano
un
carácter
de
extranjería en la morada terrestre a la vez que una transitoriedad a todos
sus pasos por la misma. El hombre parte y regresa (exitus, reditus) a su
lugar de origen. Precisamente porque la existencia es una peregrinación,
ésta
tiene
peregrino
valor
entran
como
acto
también
religioso
todos
los
(14).
En
atributos
de
el
simbolismo
éste:
la
del
concha,
el
cayado o báculo, el pozo con el agua de salvación que encuentra a su
paso, el camino, el manto, etc. Tiene este símbolo relación con el del
laberinto. Peregrinar es comprender el laberinto como tal y tender a
superarlo para llegar al «centro».
Perfume
Según anota con justeza Gaston Bachelard (3), el perfume, asociado al
simbolismo general de lo aéreo, equivale a la penetración en este ámbito
de
formas
concretas
que
se
traducen
en
estelas,
símbolo
de
reminiscencias, de recuerdos. Mientras el aire frío y puro de las cumbres
expresa el pensamiento heroico y solitario, tanto en san Juan de la Cruz
como en Nietzsche, el aire cargado de perfumes expone la situación del
pensamiento
saturado
de
sentimientos
y
de
nostalgias.
Aplicaciones
excesivas de la ley de las correspondencias han conducido a algunas
determinaciones del simbolismo concreto de cada perfume. Cabe, sin
embargo, una elección de los principales y característicos y, a través de
su ordenación serial, constituir una gama asimilable a la de los colores,
texturas, formas o cuanto presenta las condiciones de continuidad y
discontinuidad, variación gradual de lo unitario.
Periquito
En realidad, todos los pájaros capaces de articular palabras son aludidos
aquí.
Maurice
Bouisson,
en Le
secret
de
Scheherazade (París
1961),
comenta el Tuti nameh, traducción persa del «Libro del periquito» de
Nakchabi.
Viene
a
considerarlo
como
símbolo
mensajero,
y
como
símbolo del alma (Ba egipcia) al igual que otros pájaros, pero con un
sentido reforzado por la cualidad arriba aludida. La cotorra busca el
agua de la inmortalidad en El lenguaje de los pájaros del poeta persa
Faridaddin Attar del siglo XIII.
Perla
Uno de los ocho «emblemas corrientes» chinos. Simboliza el genio de la
oscuridad
(5),
siguiendo
sin
duda
a
Lao-tsé
cuando,
más
indeterminadamente, dice: «Por eso va el elegido con vestidura peluda,
pero en el pecho oculta una joya», pues la situación es analógica: la
perla, escondida en el interior de la ostra. Por todo ello, el psicoanálisis
reconoce su función de simbolizar el centro místico y la sublimación
(por ser la transfiguración, aquí, de una enfermedad, de algo anormal)
(56). Los musulmanes aluden con frecuencia a la perla para referirse al
cielo, pues creen que los bienaventurados se hallan encerrados en perlas,
cada uno con su hurí correspondiente (46), lo que se halla en relación
evidente con el «hombre esférico» primordial y final -andrógino- de
Platón. También consideran, y esto ratifica lo anterior, que la perla es el
producto de la conjunción del fuego y el agua. La perla ha sido también
asimilada al alma humana (18). En multiplicidad, las perlas adquieren
un carácter distinto y, aunque riquísimas, pasan a ser cuentas; unidas
corresponden
al
simbolismo
del
collar;
dispersas,
al
desmembración, como todo cuanto se halle así situado.
Perro
esquema
de
la
Emblema de la fidelidad, con cuyo sentido aparece muy frecuentemente
bajo
los
pies
de
las
figuras
de
damas
esculpidas
en
los
sepulcros
medievales, mientras el león, atributo del hombre, simboliza la valentía
(20).
También
tiene,
en
el
simbolismo
cristiano,
otra
atribución
—
derivada del servicio del perro de pastor- y es la de guardián y guía del
rebaño,
por
lo
que
a
veces
es
alegoría
del
sacerdote
(46).
Más
profundamente, y en relación no obstante con lo anterior, como el
buitre, el perro es acompañante del muerto en su «viaje nocturno por el
mar», asociado a los símbolos materno y de resurrección. Aparece en la
escena del sacrificio mitraico del toro con un sentido similar (31). En
alquimia,
aparece
devorado
por
más
un
lobo
como
signo
simboliza
que
la
como
símbolo.
purificación
del
El
oro
perro
por
el
antimonio.
Perséfone
Personificación de la tierra y de la primavera. Según el mito, estaba la
diosa
recogiendo
flores
cuando
se
abrió
la
tierra
y
Plutón,
dios
subterráneo, la raptó para que reinara con él en los infiernos. Su madre
Deméter
obtuvo
(primavera
folklore
a
de
que
otoño)
muchos
Perséfone
y
sólo
pueblos
pasara
dos
tercio
con
un
europeos
tercios
el
del
raptor
conserva
los
año
con
ella
(invierno).
El
arquetipos
de
Perséfone y Deméter bajo las figuras de la «Doncella de la cosecha» y
de la «Madre del grano» (21).
Personificación
Atribución a un objeto de las cualidades propias del ser humano o
corporeización
pertenece
período
al
de
de
una
idea.
pensamiento
elaboración
y
El
impulso
mítico,
tuvo
fijación
de
de
una
las
personificación,
especial
ideas
función
abstractas,
que
en
desde
el
los
últimos tiempos de la prehistoria hasta el cristianismo. Constituye una
síntesis de animismo y visión antropomórfica del mundo. Los antiguos
personificaron los grandes temas del destino (vida, muerte, bien, mal);
los aspectos cósmicos y elementos (cielo, tierra, océano, ríos, fuentes);
los impulsos y sentimientos humanos (miedo, risa, amor, deseo); las
virtudes
(fortuna,
libertad,
constancia,
victoria,
fecundidad);
las
entidades
colectivas
(pueblo,
ciudad);
y
los
dominios
culturales
(historia, astronomía), constituyendo alegorías mediante la adición de
elementos simbólicos y de atributos que daban expresión formal a las
realidades inherentes de cada una de dichas ideas, o que reducían la
irracionalidad de la naturaleza a modos más inteligibles con los que el
diálogo -forma originaria del pensamiento analítico- resultaba posible.
Obvio
es
decir
que
las
deidades
mitológicas
pueden,
en
parte,
ser
explicadas por el proceso de personificación aparte de corresponder al
trasfondo, a la «serie», del sentido diversificado del universo.
Pesca. Papiro mágico copto, Egipto. Museo Staatliche, Berlín.
Pesca
«El camino del Graal quedó señalado por numerosos milagros; uno de
los hermanos se llamaba Bron y también "el rico pescador", porque
había logrado pescar un pez con el que había saciado el hambre de toda
la
asamblea.
Pero
es
llamado
"pescador
de
hombres"
y
el
pez
se
convierte en símbolo de Cristo.» Este fragmento de leyenda, tomado de
Waldemar Fenn, expone claramente el sentido místico de la pesca y del
pescador, que es ratificado por todos los investigadores de mitología y
antropología, entre ellos por Schneider. El acto de pescar equivale a la
extracción
del
inconsciente
de
los
contenidos
profundos,
de
los
«tesoros dificiles de obtener» de que hablan las leyendas, es decir, de la
sabiduría.
Pescar
almas
es
una
consecuencia,
simplemente,
de
saber
pescar en las almas. El pez es un animal místico y psíquico que vive en
las
aguas
pescador
(disolución,
es
el
pero
hombre
también
capaz,
como
renovación
el
médico,
y
regeneración).
de
actuar
sobre
El
las
mismas fuentes de la vida, por el conocimiento que posee de las mismas.
Por esta razón, Parsifal encuentra al rey del Graal como pescador.
Petrificación
El
mito
de
Deucalión
transformando
piedras
en
hombres,
y
las
litofanías, tienen su inversión en las leyendas sobre «petrificación». Se
trata,
como
particulares
es
de
fácil
los
comprender,
movimientos
de
los
inversos
aspectos
de
la
contrarios
evolución
y
y
la
involución. Petrificar es detener, encerrar. De Medusa Gorgona se decía
que con su mirada transformaba a los hombres en piedras. Muchos
cuentos
folklóricos
y
leyendas
medievales
narran
similares
petrificaciones o encantamientos. Las hadas, a veces, en vez de dormir a
los personajes (es el mismo símbolo) los petrifican dejándolos como si
fueran estatuas. En La Belle et la Bête, las dos hermanas malvadas de la
protagonista se transmutan en estatuas. Las palabras que el autor pone
en labios del hada ilustran sobre el sentido del símbolo: «Devenid dos
estatuas,
pero
Permaneceréis
conservad
a
la
la
puerta
razón
del
bajo
palacio
la
de
piedra
vuestra
que
os
hermana
envuelva.
y
no
os
impongo otra pena que ser testigos de su felicidad. No podréis volver a
vuestro estadio primitivo más que en el momento en que reconozcáis
vuestras faltas» (38). La petrificación es, así, la detención del progreso
moral, en la evolución y, en el caso de que no se precipite en el abismo,
cuanto menos petrifica y detiene. Es el caso de la mujer de Lot (Gn 19,
26), es el peligro que vence Ulises de continuo en su peregrinación de
retorno a Ítaca, símbolo de la patria celeste, de la existencia asumida por
la eternidad.
Pez. Lambsprinck, De lapide philosophico, Francfort 1625.
Pez
En
términos
penetrante»
generales,
dotado
de
el
pez
poder
es
un
ser
ascensional
psíquico,
en
lo
un
«movimiento
inferior,
es
decir,
lo
inconsciente. Por la asimilación del mar y la Magna Mater algunos
consideraron sagrado el pez. En los ritos asiáticos se adoraba a los peces
y
a
los
sacerdotes
les
estaba
prohibido
comer
pescado.
Al
hijo
de
Atargatis, idéntica a Astarté, se daba el nombre de Ictis, según recuerda
Jung (31). Schneider señala que el pez es el barco místico de la vida, ya
ballena o ave, pez volador o normal, «pero siempre huso que hila el
ciclo
de
la
vida
siguiendo
el
zodíaco
lunar»
(50).
Es
decir,
engloba
diversos significados, relativos a otros tantos aspectos fundamentales.
El mismo autor señala que, para algunos, el pez tiene sentido falico,
mientras otros le atribuyen estricto simbolismo espiritual. En esencia, el
pez posee una naturaleza doble; por su forma de huso es una suerte de
«pájaro de las zonas inferiores» y símbolo del sacrificio y de la relación
entre el cielo y la tierra. Por la extraordinaria abundancia de sus huevos,
es símbolo de fecundidad, que luego adquiere un sentido espiritual (50).
Este
último
significado
se
encuentra
entre
los
babilonios,
fenicios,
asirios (4) y chinos (5). Otras significaciones corresponden a las formas
fabulosas del símbolo. Los caldeos representaban un pez con cabeza de
golondrina, anuncio de la renovación cíclica directamente enlazada con
el simbolismo de Piscis, último signo zodiacal (40).
Pez cósmico
Como la ballena y el monstruo primordial, simboliza la totalidad del
universo
formal
y
físico.
El
ejemplo
plástico
más
importante
de
realización de este símbolo lo tenemos en el estupendo pez escita, de
oro, procedente del tesoro de Vettersfelde, actualmente en el Museo de
Berlín.
Este
pez
complementarias:
ofrece
una,
dos
más
expresiones
frecuente,
es
simbólicas,
distintas
y
simplemente
narrativa
y
espacial. Así, en la parte alta de su cuerpo sobre una línea horizontal
fuertemente marcada, se hallan los seres de la «etapa superior», los
mamíferos (al parecer, ciervo, caballo, jabalí y leopardo). Bajo dicha
línea están los seres de la «etapa inferior» o del abismo marino, peces y
sirenas.
La
segunda
confabulación
forma
morfológica,
simbólica
es
fundándose
en
la
que
se
paraidolias:
produce
así,
las
por
dos
ramas de la cola, semejantes a cuellos, constituyen sendas cabezas de
carnero, mientras en el centro de la zona caudal, un águila despliega las
alas, en analogía formal. El ojo es asimilado al pulpo, tanto por su
forma
como
por
la
similitud
entre
el
acto
de
aprehender,
de
los
tentáculos, y la posibilidad de «poseer» los objetos que tiene la mirada.
Este pez áureo es así un símbolo de la marcha del mundo a través del
mar
de
las
realidades
«no
formadas»
(mundos
disueltos
ya
o
por
formarse: océano primordial).
Pie
Con toda probabilidad, es un símbolo ambivalente. Ania Teillard dice
que, como la mano, es parte esencial del cuerpo, siendo el soporte de la
persona. Recuerda que, en la mitología de muchos pueblos, los rayos
solares son parangonados a los pies, de ello es prueba la esvástica (56).
Pero Diel, revolucionariamente, afirma que el pie es el símbolo del
alma, acaso por ser el soporte del cuerpo, lo que aguanta al hombre en
su posición erecta. Aduce ejemplos por los cuales se advierte que, en las
leyendas griegas, la cojera suele simbolizar una deformación anímica,
una falla esencial del espíritu. Jung confirma este hecho y dice que
Hefesto,
Wieland
el
Herrero
y
Mani
tienen
pies
deformes
(31).
¿Aparecerían ciertas facultades como producidas por una compensación
del defecto original? Schneider señala el talón como «zona de peligro y
de ataque» en el pie. Con esa parte se hiere a la serpiente o se recibe su
herida (Aquiles, Sigurd, Krishna) (50). Según Aigremont, citado por
Steckel, «el zapato, lo mismo que el pie y la huella del pie, tiene además
un significado funerario. En cierto sentido, el moribundo "se marcha".
De su partida no quedan más testimonios que sus últimas huellas. Este
sombrío simbolismo se halla tal vez en los monumentos de la época del
Imperio romano y con toda seguridad en el arte cristiano primitivo»... y
en el gótico.
Piedra
La
piedra
es
un
símbolo
del
ser,
de
la
cohesión
y
la
conformidad
consigo mismo. Su dureza y duración impresionaron a los hombres
desde siempre, quienes vieron en la piedra lo contrario de lo biológico,
sometido a las leyes del cambio, la decrepitud y la muerte, pero también
lo
contrario
al
polvo,
la
arena
y
las
piedrecillas,
aspectos
de
la
disgregación. La piedra entera simbolizó la unidad y la fuerza; la piedra
rota
en
muchos
fragmentos,
el
desmembramiento,
la
disgregación
psíquica, la enfermedad, la muerte y la derrota. Las piedras caídas del
cielo
explicaron
el
origen
de
la
vida.
En
los
volcanes,
el
aire
se
transformaba en fuego, éste en agua y el agua en piedra. Por eso, la
piedra constituye la primera solidificación del ritmo creador (51), la
escultura del movimiento esencial. La piedra es la música petrificada de
la creación (50). Del sentido simbólico expresado al mítico y religioso
no hay sino un paso, que fue dado por la inmensa mayoría de pueblos
en la etapa animista. Los meteoritos, sobre todo, fueron adorados. El de
la Caaba en La Meca y la Piedra Negra de Pessinonte, imagen anicónica
de la Gran Madre frigia, que fue llevada a Roma durante la última
guerra púnica, son los más famosos (17). Marqués-Riviére explica cómo
es la piedra de los mahometanos: «En el interior de la Caaba, que sólo
es una sala sombría, hay tres columnas que sostienen el techo, en el cual
hay suspendidas numerosas lámparas de plata y de oro. El suelo está
embaldosado con mármol. En el ángulo oriental, a metro y medio del
suelo, no lejos de la puerta, está sellada la famosa piedra negra, al hadjar
alaswad, la cual está constituida por tres gruesos trozos... Su color es
negro rojizo con manchas rojas y amarillas; el aspecto recuerda la lava o
el basalto» (39). Entre las piedras que la Antigüedad veneró hemos de
recordar los onfalos griegos, que Guénon dice no ser sino betilos, del
hebreo Beith-El (la Casa de Dios), de conformidad con el Génesis: «Y
esta piedra que he alzado como un pilar será la casa de Dios» (28, 1619),
aun
cuando
leyendas
hablan
con
de
sentido
mágico
numerosas
y
piedras,
no
arquitectónico
como
la
(28).
llamada
Las
Abadir,
devorada por Saturno en vez de Júpiter; las de Deucalión y Pirra, las del
mito
de
Medusa
Gorgona
(6);
la
que
contenía
a
Mitra
hasta
su
nacimiento (11). Otras piedras que surgen en los folklores aparecen
investidas de más modestos poderes, tal la denominada Lapis lineus por
los romanos, que se suponía capaz de profetizar cambiando de color, o
la piedra irlandesa Lia-Fail, ligada a la coronación de los reyes (8). En
cuanto a la piedra filosofal de la alquimia, representa la unidad de los
contrarios, la integración del yo consciente con su parte femenina o
inconsciente (fijar lo volátil) y, en consecuencia, es símbolo de totalidad
(33). Justamente señala Jung que los alquimistas procedían al revés, no
buscando la divinidad en la materia, sino «produciéndola» a través de
un largo proceso de purificación y transmutación (32). También, según
Evola, símbolo del cuerpo, por ser un «fijo», contra el carácter errante
del
pensamiento
y
de
los
espíritus
o
deseos.
Pero
sólo
el
cuerpo
resucitado, en el que «dos serán uno», corresponde a la piedra filosofal.
El mismo autor señala que, para los alquimistas, «entre el nacimiento
eterno, la reintegración y el descubrimiento de la piedra filosofal no hay
diferencia ninguna».
Piedra. Michael Maier, Atalanta fugiens, Oppenheim 1618.
Piedra angular
Asimilada a la piedra central o clave de bóveda, al coronamiento de la
construcción.
afirmativa.
Símbolo,
Guénon
da
por
en
tanto,
del
Symboles
acabamiento
de
una
fondamentaux... una
empresa
ilustración
tomada del Speculum Humanae Salvationis en que se ve la colocación
de la clave en un edificio que parece corresponder a la segunda mitad
del siglo XII o al XIII.
Piedra negra
Relacionada con Cibeles, con todas las formas derivadas de la Diosa
Madre o relacionadas con ella. Pero lo más importante a retener es su
relación
con luz (Guénon, Symboles
fondamentaux,..)
o
«núcleo
de
inmortalidad» que queda de todo resto humano. ¿Tendrá relación este
símbolo con la idea cabalista, expuesta por Enel en su Le Mystère de la
Vie et de la Mort..., de que una parte del alma se mantiene unida a los
restos mortales del hombre?
Piel
Asociada a ideas de nacimiento y renacimiento. En el sistema jeroglífico
egipcio hay un signo determinante constituido por tres pieles formando
un nudo, que significa nacer. Dicho signo entra en la composición de
palabras como: «engendran), «criar», «niño», «formar», etc. Igual al
signo
era
un
amuleto
que
se
daba
al
niño
recién
nacido
y
que
representaba tres pieles de animal atadas a un globo solar. El número 3
alude
aquí
a
la
triplicidad
esencial
del
ser
humano
(cuerpo,
alma
y
espíritu); el globo a su integración en la totalidad. El simbolismo de la
piel se puede ratificar por el rito denominado «pasaje por la piel» que
celebraban los faraones y sacerdotes para rejuvenecerse, rito que más
tarde se sustituyó por un simulacro, reduciéndose ulteriormente a la
cola de pantera anudada a la cintura que llevaba el rey. La idea de
participar
de
las
cualidades
del
animal,
con
su
fondo
totémico,
interviene también como sobredeterminación (19). El rito practicado
por los sacerdotes del México precolombino, de revestirse de la piel de
las víctimas humanas sacrificadas, tiene análogo fondo simbólico, así
como las pieles que llevaban los portadores del signum en las legiones
romanas.
Pierna
En el sistema jeroglífico egipcio, la figura de una pierna tiene el sentido
simbólico de erigir, levantar, asentar (19). Este significado se relaciona
con el del pie y ambos diferencian profundamente la forma humana de
la meramente biológica, por comparación con el animal, gracias a la
posición erecta del hombre. La pierna es equivalente también al pedestal
y
cabalísticamente
le
corresponden
las
cualidades
de
firmeza
y
esplendor.
Pilar
El pilar exento y único se relaciona con el eje del mundo, como el poste,
el mástil y el árbol. Hay un signo jeroglífico egipcio, el llamado zed,
que se interpreta como pilar y también como columna vertebral, en lo
que no existe la menor contradicción simbólica (39). Según Frobenius,
en África se interpretan los pilares como cariátides desposeídas de su
figura humana, es decir, como imágenes del hombre (21). Cuando se
trata
de
dos
pilares,
su
simbolismo
corresponde
al
de
las
columnas
cabalísticas llamadas en la Biblia Jakin y Bohaz (1 Re 7, 21).
Pino
Como otros árboles de hoja perenne, es símbolo de la inmortalidad. Las
coníferas cuya forma es piramidal participan además del significado
asociado de esta forma geométrica. Los frigios eligieron el pino como
árbol sagrado y lo asociaron al culto de Attis. Las pinas se consideraron
como símbolos de fertilidad (4, 21).
Pino. Alciato, Los Emblemas, Lyón 1549.
Pirámide
Hay una contradicción aparente en el simbolismo de la pirámide. De un
lado, en la cultura megalítica y en el folklore europeo que la conserva en
reminiscencias,
es
símbolo
de
la
tierra
en
su
aspecto
materno.
Las
pirámides con lámparas y adornos de Navidad expresan la doble idea de
la muerte y la inmortalidad, ambas asociadas a la Gran Madre. Pero esto
concierne a la pirámide en tanto que montaña hueca, morada de los
antepasados y monumento de tierra. La pirámide pétrea y de regulares
formas geométricas corresponde al fuego, cuando menos en Extremo
Oriente (4). Ahora bien, un conocimiento más preciso nos es dado por
Marc Saunier en este tema. Concibe la pirámide como una integración
de formas diferentes, cada una con su sentido. La base es cuadrada y
representa a la tierra. El vértice es el punto de partida y de llegada de
todo,
el
«centro»
místico
(Nicolás
de
Cusa
coincide
en
sus
disquisiciones sobre el punto con esta significación). Lo que une el
punto con la base es la cara en forma de triángulo, símbolo del fuego, de
la
manifestación
divina
y
del
ternario
creador.
En
consecuencia,
la
pirámide expresa la totalidad de la obra creadora, polarizada en tres
aspectos esenciales (49). En el simbolismo religioso egipcio, según Enel
en Le Mystère de la Vie et de la Mort d'après l’enseignement des temples
de
l’ancienne
Égypte,
la
pirámide
-la
Gran
Pirámide-
se
imaginaba
saliendo de las aguas primordiales y era la imagen del universo de la
manifestación brotando de lo manifestado. El mismo autor señala que
sus corredores servían para ritos de iniciación.
Pisadas
Las pisadas simbolizan el camino hecho por dioses, santos, espíritus
demoníacos, etc. Hay pisadas de Buda y Vishnú en toda la India. Kühn,
en The Rock Pictures of Europe, cuenta que las pisadas de la Virgen
María pueden verse en una capilla de Würzburg; y las pisadas de Cristo
en una ermita de Rosenstein, Suabia.
Signo de
Piscis.
Piscis
Ultimo
aguas
y
signo
a
la
zodiacal,
profundamente
«disolución
de
las
ligado
formaciones»
al
simbolismo
que
tiene
lugar
de
en
las
el
Akasha. Neptuno labrando las ondas con su tridente y haciendo brotar
en
ellas
caballos
y
energías
cósmicas
marcaba
el
toros,
del
comienzo
expresa
seno
del
del
simbólicamente
océano
proceso
de
el
primordial.
disolución,
resurgir
Si
de
las
Capricornio
Piscis
expone
el
momento final que, por ello mismo, contiene ya el principio del nuevo
ciclo. Se relaciona con Piscis el avatar del Pez, de Vishnú, en la India, y
el mito caldeo de Oannes, el hombre-pez. Este duodécimo domicilio,
en
su
transcripción
analógica
al
plano
existencial
y
psíquico,
corresponde a la derrota y el fracaso, el exilio o la reclusión; también al
misticismo, la negación del yo personal y sus pasiones (40). El doble
aspecto de este símbolo queda bien expresado en el signo zodiacal, en
realidad
formado
por
dos
peces
dispuestos
paralelamente,
pero
en
posición mutuamente inversa: el pez de la izquierda indica la dirección
involutiva, el comienzo del nuevo ciclo en la manifestación; el de la
derecha indica la dirección evolutiva, la salida del ciclo (52).
Planetas
Los planetas constituyen un orden particular en el cosmos. La ciencia
astronómica
los
estudia
desde
un
punto
de
vista
de
naturalista
y
matemático, basado en el esquema dado en 1543 por Copérnico, en su
obra De
centro
Revolutionibus
y,
de
próximo
Orbium
a
lejano:
Coelestium,
Mercurio,
situando
Venus,
la
el
Sol
Tierra,
en
el
Marte,
asteroides, Júpiter, Saturno, Neptuno (Plutón). Pero la astrología y el
simbolismo
tradicional
no
parten
de
esta
ordenación,
sino
de
la
conocida en la Antigüedad. Como el establecimiento de significados
simbólicos aquí depende exclusivamente de un proceso de catasterismo,
es decir, de proyección al cielo de un orden mental, de una «serie» capaz
de explicar fenómenos del mundo psicológico y espiritual, no hemos de
abordar las complejas cuestiones de correspondencias entre el sistema
tolemaico
(en
copernicano.
corresponde
parte
De
a
la
justificado
otro
de
lado,
siete
por
la
la
teoría
de
determinación
cielos
planetarios
y
la
relatividad)
de
ésta
y
el
siete
planetas
a
de
la
siete
direcciones o lugares del espacio (que, proyectándose en el tiempo,
origina la semana). La asimilación de los planetas a los puntos espaciales
es
la
siguiente:
Sol
(cenit),
Luna
(nadir),
Mercurio
(centro),
Venus
(oeste), Marte (sur), Júpiter (este) y Saturno (norte) (54). El orden por el
cual la astrología sitúa los planetas —entre los cuales clasifica el Sol y la
Luna- es, tomando la Tierra como centro y de próximo a lejano: Luna,
Mercurio,
(aunque
Venus,
estos
dos
Sol,
no
Marte,
se
Júpiter,
toman
Saturno,
generalmente
en
Urano
y
Neptuno
consideración).
La
sexualización de estos entes es conocida en lo que respecta a Venus,
Marte, Júpiter y Saturno. Mercurio aparece como masculino y como
andrógino. El Sol y la Luna intercambian, según las culturas y períodos,
su género. La base mística del mito planetario aparece en Varrón, para
quien los planetas son cuerpos celestes al mismo tiempo que potencias
vitales generatrices (7). Cada una de esas potencias tiene una esfera de
acción característica, su «cielo», y el influjo de éste se expande por el
espacio
de
interpenetraciones.
El
simbolismo
planetario
llega
a
su
máxima complejidad por su conexión con el del zodíaco, pero mientras
éste
expresa
los
grados
y
fases
de
un
ciclo
de
creación,
la
«serie»
planetaria expone mejor la ordenación del mundo moral. La teoría de
las correspondencias elabora un sistema complejo, relacionando cada
planeta,
como
«modo»
dotado
de
un
carácter
específico,
con
un
sentido, un metal, un perfume, una planta, etc. Más importante es la
asignación
de
una
virtud
o
de
una
tendencia
a
cada
planeta:
Sol
(voluntad, actividad), Luna (imaginación, mundo de las formas), Marte
(acción
(juicio
y
y
destrucción),
dirección),
reserva).
Las
embargo,
Mercurio
Venus
inclinaciones
tienen
un
signo
(intuición
(amor
y
movimiento)
relación),
fundamentales
negativo
y
o
Saturno
de
estas
positivo
según
Júpiter
(duración
potencias,
ellas.
Ely
y
sin
Star
establece las identificaciones siguientes, designando cualidades en orden
al principio de evolución y espiritualización: Sol (bien potencial), Luna
(mal potencial), Mercurio (dualidad y, en consecuencia, libre albedrío),
Venus (bien objetivo), Marte (mal objetivo), Júpiter (bien subjetivo),
Saturno
(mal
subjetivo).
Quedan
así
divididos
los
planetas
en
dos
zonas, una luminosa y otra sombría, ambas necesarias para el ciclo
existencial, y que corresponden a las partes clara y oscura del símbolo
chino de la totalidad en movimiento
estudia
las
potencias
planetarias
en
Yang-Yin
su
aspecto
(54). Mertens Stienon
teogónico,
de
afuera
adentro. Es decir, el más lejano es el más antiguo y «primitivo» de los
dioses. Urano engendra a Saturno (el espacio celeste crea el tiempo), y
al reinado de éste sucede el del orden constructivo (Júpiter). Detrás de
éste aparecen sus tres hijos: Marte (principio activo), Venus (principio
pasivo) y Mercurio (principio neutro) (40). Desde el punto de vista
simbólico interesa este orden evolutivo hacia el interior del sistema y
que
se
concentra
en
el
espíritu
humano,
microcosmo
que
refleja
el
universo macrocósmico. La importancia de los arquetipos planetarios se
manifiesta en la persistente acción de la mitología grecorromana, la que
logró explicarlos con mayor claridad y fuerza expresiva, a través de la
cultura cristiana de la Edad Media y el Renacimiento, sin que la Iglesia
se opusiera a ello por advertir el sentido simbólico y psicológico de
dichas
deidades,
como
lo
prueba
Jean
Seznec
(53).
Waldemar
Fenn
insiste en que ciertos grabados prehistóricos que presentan grupos de
cuatro y tres elementos corresponden a figuraciones planetarias. El arte
popular de los pueblos nórdicos, desde luego, conserva esa división
(esencial
desde
el
punto
de
vista
psicológico)
de
las
esferas
en
dos
grupos: uno interno de tres factores, otro externo de cuatro. Dada la
asimilación de los planetas a las siete direcciones del espacio, que antes
se relaciona, el grupo interno se halla constituido por la serie situada en
la vertical: Sol, Mercurio, Luna, mientras la externa está formada por:
Venus, Marte, Júpiter, Saturno. Esto indica que, como componentes del
espíritu
humano,
elementos
tienen
centrales
que
más
los
importancia
exteriores,
y
mayor
pues
influjo
éstos
los
tres
conciernen
al
cuadrado y al simbolismo de la situación y la limitación (tetramorfos),
mientras los tres interiores constituyen el mismo dinamismo psíquico
del ternario: activo, pasivo, neutro.
Plantas
Imagen de la vida, expresan la manifestación del cosmos y la aparición
primera de formas. Especialmente simbolizan el carácter «naciente» de
la vida las plantas acuáticas. Las imágenes cósmicas se representan en la
India emergiendo de una flor de loto (17). De otro, lado, el hombre, que
se sabía próximo biológicamente a los animales, no pudo ocultarse que,
en cambio, su posición erecta tenía más similitud a la del árbol, el
arbusto y la misma hierba, que con la posición a ras de tierra del animal,
con excepción de las celestes aves. Así, mientras el totemismo estableció
relaciones
entre
los
hombres
y
un
determinado
animal,
la
época
astrobiológica presenta numerosas asimilaciones o conexiones de seres
míticos
violento
y
plantas.
se
Particularmente,
suponen
metamorfosis.
Osiris,
continuadas
Attis,
las
vidas
bajo
Adonis,
que
formas
entre
tantas
han
de
tenido
un
fin
vegetación,
en
otras
deidades
se
relacionan íntimamente con las plantas. Otro aspecto esencial de éstas
es su ciclo anual, que patentiza el misterio de la muerte y la resurrección
pudiéndose simbolizar por ellas (17). La fertilidad de los campos se
ofrece como la imagen más poderosa de la fecundidad cósmica, material
y espiritual.
Pléyades
En el cielo, la constelación de las Pléyades constituye el grupo central
del simbolismo sideral. Tanto la tradición hebrea como la hindú ven en
ellas el septenario, es decir, la imagen del espacio, del sonido y de la
acción (40).
Plomo
Metal asociado a Saturno. Con la imagen de que, en el interior del
plomo, se halla la paloma blanca, expresaban los alquimistas su idea
central de la materia como receptáculo del espíritu (32). El simbolismo
específico del plomo consiste en la transmisión al orden espiritual de la
idea de densidad y de peso.
Plomo. Xilografía con Saturno, 1513.
Pluma
Sola o formando grupos, simboliza el viento y los dioses creadores del
panteón egipcio: Ptah, Hathor, Osiris, Ammón (41). Corresponden las
plumas al elemento aire, al mundo de los pájaros, por lo cual tienen un
sentido simbólico relacionado con el de las aves (48). También por esta
relación, las culturas en que dominan los mitos aéreos, como las de los
aborígenes americanos, utilizan las plumas como elemento esencial en
su adorno vestimentario. El gran tocado de plumas del jefe indio asimila
a éste al pájaro demiúrgico o le pone en relación con él. La pluma, como
signo
determinativo
composición
vuelo
(19).
de
en
el
palabras
Según
san
sistema
como:
jeroglífico
vacío,
Gregorio,
las
egipcio,
sequedad,
plumas
entra
ligereza,
simbolizan
en
la
elevación,
la
fe
y
la
contemplación. La pluma para escribir, el verbo (50). El signo egipcio
que representa la pluma para escribir significa «trazador de todo» (19).
Sin
embargo,
ese
signo
pudiera
representar
una
hoja
de
caña;
el
significado depende de la acción más que de la materia.
Poder
Los símbolos de poder han sido estudiados extensamente por Percy
Ernst Schramm, en Herrschaftszeichen una Staatssymbolik (Stuttgart
1954).
El
poder
es
una
fuerza
irradiante,
pero
este
concepto
sólo
aparece en fecha tardía. En el período totémico y primitivo, en general,
el poder expresa más una asimilación de las fuerzas de la naturaleza
sobre todo el mundo animal, que un dominio abstracto o sobre los
demás hombres de la tierra. Por esto las principales manifestaciones de
una
potestad
superior
son
simples
magnificaciones
de
emblemas
totémicos o de adornos que derivan de ellos como collares de dientes y
garras,
pieles,
tocados
de
plumas,
cuernos,
estandartes
con
esos
elementos. Probablemente, al inicio de los cultos solares se adoptó la
diadema, origen de la corona. En su inmediato efecto sobre el cuerpo y
la actitud, la idea de poder comienza por imponerse al mismo que la
tiene y determina la impasibilidad, la indiferencia real o afectada, la
serenidad tanto como el erguirse. De ahí la atracción de lo hierático y su
empleo en lo solemne. Las actitudes dinámicas, como el extender los
brazos o mover la cabeza, se hacen también con un ritmo de hierática
fuerza y calma. El arte arcaico expresa un parecido sentimiento del
mundo. La elevación sobre el nivel normal del suelo, la colocación
central dentro de un orden simétrico cual en el Potne Otheron griego,
son similares manifestaciones de poder, en virtud del simbolismo del
nivel y del centro. La diferenciación de poderes hace nacer al rey, al
sacerdote y al jefe militar, que se distinguen por atributos distintos. Su
integración se manifiesta en símbolos ternarios, como la triple corona.
Otros
signos
considerados
que
en
encierran
general
triplicidad,
como
cual
correspondientes
el
a
la
tridente,
esfera
son
infernal,
aunque ello se ha producido más por causas de iconografía tradicional,
mitología,
que
por
verdadera
lógica
simbólica.
El
poder
mágico,
corrupción del poder religioso, se simboliza por la varita y a veces por
la
espada.
Otros
verdaderos
objetos
símbolos.
Es
son
atributos
muy
o
interesante
instrumentos
considerar
el
más
que
complejo
sistema simbólico de los emblemas del faraón egipcio. La corona doble
expresa el Alto y Bajo Egipto, pero también los principios masculino y
femenino, la tierra y el cielo. Los cetros recto (látigo) y curvo (cayado)
son probables atributos de la ganadería y de la agricultura, pero al
mismo tiempo simbolizan la vía recta (solar, diurna, lógica) y la vía
curva (lunar, nocturna, intuitiva). El
ureus
con seguridad simboliza la
serpiente sublimada, es decir, elevada de nivel (la Kundalini), o sea un
símbolo de la fuerza convertida en espíritu y factor de poder. El poder,
en sí, corresponde a las ideas siguientes: máxima identificación personal,
defensa
y
concentración
resplandor.
Por
ello,
de
fuerza,
respectivamente,
posesión
los
de
lo
símbolos
circundante,
de
poder
son:
nombres, sellos, marcas, estandartes, signos, máscaras, yelmos, tocados,
espadas,
escudos,
cetros,
coronas,
palios,
palacios.
El
resplandor
se
expresa por el oro y las piedras preciosas. La dominación se simboliza
también por expresiones de la cuaternidad, como cetros con cuatro
cabezas, hermes, tronos, etc., que aluden a los puntos cardinales. La
corona, en su forma evolucionada, integra la diadema o círculo y la
media esfera o imagen de la bóveda celeste. A veces, también, señala los
cuatro puntos del horizonte o los marca por medio de cuatro tiras que
se
elevan
desde
la
diadema
para
confluir
en
medio,
arriba,
con
un
remate simbólico asimismo. Determinados animales se hallan adscritos
al simbolismo de la realeza, que se relaciona naturalmente con el solar,
así
el
águila
consagración
y
el
del
león.
A
veces
cristianismo
también
como
el
religión
dragón.
A
oficial
del
partir
de
Imperio
la
de
Roma, símbolos cristianos y de sublimación se incorporan a los de
poder, siendo los principales la cruz y la flor de lis. Esta última se halla
en Bizancio, de donde pasa a Centroeuropa, Alemania, Francia y los
Estados de Occidente restantes, ya antes de cumplirse el primer milenio
después de Jesucristo.
Polo
El centro místico o «invariable medio» es el punto fijo que todas las
tradiciones están concordes en designar simbólicamente como el polo,
pues en torno a él se verifica la rotación del mundo (28). De otro lado,
el polo se identifica con el cénit. En la antigua China se expresaba por el
agujero central del disco de jade llamado Pi (7). El invariable medio es
causa, sin embargo, de todas las variaciones. El Libro de las mutaciones
chino señala que las continuas metamorfosis son originadas por el gran
polo, unidad situada más allá de toda dualidad, de todo suceder, que se
identifica con el «motor inmóvil» de Aristóteles (58).
Polvo
Disolución del mineral, es decir, estado de máxima destrucción, aún
perceptible, de la forma más baja de la realidad a la metrología humana.
Por tanto, el polvo, como la ceniza (aunque ésta concierne al fuego y el
polvo a la tierra), tiene un sentido negativo relacionado con la muerte.
Potne Otheron
Los griegos dieron este nombre a la composición formada por la figura
de
un
hombre
entre
dos
animales,
muy
extendida
en
todo
el
arte
antiguo y medieval (arpa de Ur, en Mesopotamia; capitel de Estany;
sellos capadocios; marfiles súmenos). A veces, este tema corresponde a
figuras
legendarias
Daniel
entre
los
o
históricas.
leones
(Dn
6,
Gilgamés
17-25)
para
para
los
la
mesopotámicos;
tradición
bíblica
y
cristiana. Para los griegos, esa composición simbolizó la unión entre el
hombre
unión.
y
la
Ahora
naturaleza;
bien,
el
según
equilibrio
el
teórico
de
de
fuerzas
arte
preciso
ruso
para
dicha
Schekotov,
«la
distribución simétrica de las figuras con referencia a un centro único
encarna, así en el orden artístico como en las ceremonias religiosas o
profanas, la idea del triunfo».
Pozo. Grabado de De re metallica (1546) de Agrícola (Georg Bauer).
Pozo
En el simbolismo cristiano, significa la salvación, en el grupo de ideas
asociadas al concepto de la vida como peregrinación (4). El pozo de
agua refrescante y purificadera es símbolo de la aspiración sublime, de
la «cuerda de plata» que liga al palacio del centro. El hallazgo simbólico
de
pozos
es,
en
consecuencia,
signo
anunciador
de
sublimación.
Deméter y otras deidades se representaron junto a un pozo (15). No
sólo en las culturas superiores de la Antigüedad se halla este símbolo,
sino entre los primitivos. Schneider señala que, en los ritos medicinales
de los pueblos de nivel animista, en el centro del proceso se halla un
lago o un pozo, con cuya agua los enfermos se mojan las manos, el
pecho y la cabeza. Al borde del agua se encuentran las conchas y crecen
las cañas, signos del agua de salvación (51). En especial, el acto de sacar
agua de un pozo -como el de pescar- es un extraer desde lo hondo: lo
que asciende es un contenido numinoso (31). Mirar el agua de un lago o
de un pozo equivale a la actitud mística contemplativa. También el pozo
es símbolo del ánima y atributo femenino, ya en alegorías y emblemas
medievales.
Pradera
Bachelard señala que la pradera, creada por el agua del río, es de por sí
un tema triste y que, en la verdadera pradera de las almas, no crecen
sino asfódelos. Los vientos no encuentran en ella árboles canoros, sino
sólo las ondas silenciosas de la hierba uniforme. Dice el autor citado
que ya Empédocles habló de la «pradera de la desgracia» (2).
Preste Juan
El reino del fabuloso Preste Juan, como ciertos «lugares» míticos, no
son sino símbolos del centro espiritual supremo (28).
Primera materia
Estadio
original
del
que
partía
la
labor
alquímica
para
llegar
a
la
transmutación áurea, es decir, a la sublimación perfecta y definitiva, a la
consolidación del espíritu en sí mismo. Los alquimistas dieron a esa
ignorada
plomo,
espíritu,
primera
sal,
materia
azufre,
cielo,
agua,
rocío,
multitud
aire,
sombra,
de
nombres
fuego,
tierra,
madre,
diversos:
sangre,
mar,
luna,
plata
lapis,
viva,
veneno,
dragón,
caos,
microcosmo, etc. El Rosarium la llama «raíz de sí mismo» y en otros
textos se la denomina «tierra del paraíso». Esto explica la idea de que
dicha
materia
procedía
del
monte
en
el
que
todavía
no
existen
distinciones, siendo el reino de la cosa una y no de las discernidas o
discernibles (32). Se considera asimilable al inconsciente.
Preste Juan. Xilografía alemana del siglo
XV.
Príncipe
El príncipe o hijo del rey es una forma rejuvenecida del rey padre,
como el sol naciente lo es del sol muriente. El príncipe aparece en las
leyendas con frecuencia como héroe; su virtud es la intuición y no es
raro que posea poderes demiúrgicos (32).
Procesión
Esta
palabra,
que
se
refiere
a
la
idea
de
una
marcha,
se
encuentra
verdaderamente representada en la procesión litúrgica. Davy indica que
toma el significado de una peregrinación y muestra la necesidad de un
constante avance, sin ligarse a las cosas terrestres, aunque utilizándolas
progresivamente. La procesión recuerda asimismo los grandes éxodos
de Israel y la travesía del desierto (14). Schneider señala, en relación con
las procesiones celebradas en el interior de los claustros, el simbolismo
de carácter espaciotemporal implicado por el movimiento. Los himnos
que se cantan durante la procesión han de durar el tiempo que ésta. La
vuelta
al
claustro
equivale
al
transcurso
de
un
año,
por
la
correspondencia de los cuatro lados con los puntos cardinales y con las
estaciones. Pero, en sentido más amplio, toda procesión es un rito que
da
corporeidad
retorno
al
a
punto
la
idea
de
de
ciclo
partida.
y
transcurso,
Muestra
diversas
como
figuras
lo
prueba
simbólicas
su
y
alegóricas, como los dragones chinos o las águilas romanas, pues el
desfile militar es una forma procesional. El cristianismo ha incorporado
algunos elementos anteriores a sus formas culturales. Por ejemplo, en
un libro sobre san Macario, aparecen carrozas alegóricas que muestran
los principales animales simbólicos, desde el oso y el rinoceronte, hasta
el unicornio y el ave fénix. Las mismas fiestas que integran factores
folklóricos asimilan por lo mismo sus consecuencias simbólicas. Desde
la
prehistoria,
víboras,
han
leones,
figurado
bueyes,
en
gigantes,
cabezudos,
procesiones.
En
la
enanos,
célebre
dragones,
«tarasca»
de
Tarascón ha sido vista la Gran Meretriz babilónica. El águila puede
corresponder a san Juan. La víbora y el dragón aluden a la leyenda de
san Jorge. Según la doctrina esotérica, gigantes, enanos, salamandras y
ninfas son los elementales, espíritus respectivos del aire, tierra, fuego y
agua. Sacarlos en procesión es exhibir el dominio humano sobre ellos,
pues, aunque se les expone triunfalmente, van en realidad como los
vencidos que los romanos incorporaban a sus grandiosos desfiles a la
terminación de las campañas.
Procesos físicos
Las alteraciones o transformaciones de las materias pueden ofrecer un
sentido simbólico, como las manchas utilizadas por Rorschach en su
test. Toda la alquimia se basa precisamente en el simbolismo de unos
procesos de elaboración de la «materia prima» para, a través de las
etapas de asimilación al mercurio y al azufre, llegar a producir, no el
aurum vulgi, sino el oro de los filósofos, lo cual alude claramente a su
naturaleza espiritual, es decir, correlativa a lo simbólico. René Alleau
dice
al
respecto
aprendizaje,
una
que
«las
técnicas
preparación
del
materiales
neófito
a
la
eran
solamente
comprensión
de
un
las
verdades». Si en la creación de obras de arte suprimiéramos el resultado
material, veríamos la génesis de las producidas por el artista como un
largo proceso de autoeducación y de aproximación a los ideales de
verdad o belleza.
Profesiones
Señala Schneider el carácter sobrio y artesano del pensar místico, según
el cual la profesión o el oficio determinan de raíz la posición mítica y
cósmica de un ser humano. Esto no niega el pensar práctico, pero lo
fundamenta,
paisaje
ideal
rebasa
con
y
el
enraíza
valle,
en
la
la
trascendencia.
montaña
y
su
Estableciendo
caverna
y
el
un
mar,
encontraríamos que el último es la morada de marineros y pescadores;
el valle corresponde a los labradores, jardineros; la falda de la montaña,
a
los
pastores;
la
caverna,
a
los
herreros
y
acaso
a
los
alfareros;
la
cúspide, a los ascetas y a los sabios superiores. Según Schneider, por
analogía, la montaña es también la morada de los guerreros, mineros,
médicos y mártires (50, 51). Basta aplicar el simbolismo del nivel para
conocer
el
grado
a
que
corresponde
cada
profesión.
Siendo
el
significado simbólico de éstas la elevación a lo espiritual o psicológico
de lo práctico, la profesión de marinero simboliza el enfrentamiento
con el inconsciente y la pasión, la lucha al nivel de las fuerzas caóticas;
el pescador extrae de los fondos muestras simbólicas; el labrador se
halla en contacto con la fecundidad y contribuye a la fertilidad del suelo
con su trabajo; el jardinero realiza lo mismo en un plano de mayor
espiritualidad e intelectualidad; siendo el jardín un símbolo del alma, lo
trabaja para mejorarlo. Herreros y alfareros son creadores de formas,
dominadores de la materia; los mineros se ocupan en labor análoga a la
del pescador, pues extraen de un elemento lo valioso que posee; ascetas
y sabios dirigen casi sin actuar la ordenación de la vida. Los médicos
purifican la existencia y combaten el mal; los mártires lo padecen y
vencen con su sacrificio. Otra profesión demiúrgica es la de tejedor.
Igual, las hilanderas que hilan la existencia y cortan sus hilos. Ciertas
profesiones marcaron en un momento dado, hacia el cuarto milenio
antes
de
nuestra
era,
la
transformación
más
profunda
del
hombre.
Indica Berthelot que la constitución del calendario, el progreso de la
metalurgia y la realización de las primeras aleaciones (bronce) parecen
haber motivado el cambio del primitivo al civilizado (en Mesopotamia
y
Egipto
primeramente).
Establece
este
autor
una
interesante
correlación entre los cultos progresivos y las profesiones que los fueron
determinando
y
exigiendo,
en
creciente
nivel
de
civilización.
Los
cazadores, pescadores y tejedores del paleolítico podían circunscribir
sus cultos a la vida animal, de la que tomaban su subsistencia; el pastor
y el navegante del neolítico y período protohistórico ya hubieron de
fijarse
en
la
luna
y
las
estrellas,
que
les
servían
de
orientación;
los
herreros, metalúrgicos y protoquímicos que inauguraron la historia,
elevaron
el
culto
al
fuego,
que
intervenía
de
modo
decisivo
en
sus
técnicas. Finalmente, los agricultores, o el prevalecimiento de su sentido
del mundo, pudo determinar el predominio del culto solar, ya que el sol
es el creador del orden anual y del ciclo de las estaciones. Estos datos
establecen
una
relación
de
mayor
a
menor
primitividad
en
las
profesiones y su simbolismo (7). El establecimiento de castas puede
relacionarse con esto.
Prometeo
El mito de Prometeo, según Piobb, expone la sublimación a causa del
parentesco
del
buitre
con
el
águila,
lo
que
establece
la
relación
alquímica entre el principio volátil y el fijo. De otro lado, el sufrimiento
corresponde a la sublimación por su coincidencia con el color rojo,
tercer color de la Grande Obra, tras el negro y el blanco. La liberación
de
Prometeo
por
Hércules
expresa
la
efectividad
del
proceso
Luca
Paccioli,
sublimador y su resultado (48).
Proporciones
Tema
predilecto
del
Renacimiento,
Giorgio
Martini,
Jacopo de Barbari, Durero, le dedicaron atención preferente. Tanto en
el aspecto de
canon
(sistema de relaciones de dimensión dentro de una
forma o ser dado), como en el de correlación o superposición analógica,
cual en el caso de las plantas cruciformes de edificios basadas en el
cuerpo
humano.
proporciones
Desde
indujo
la
Antigüedad,
también
a
buscar
la
preocupación
relaciones
por
entre
las
formas
biológicas y geométricas, de lo que el Álbum de Villard d'Honnecourt
(siglo XIII) da bellos ejemplos, con precedentes bizantinos. El tema ha
sido
reactualizado
por
Matila
Ghyka
y
por
Le
Corbusier
en
su
«Modulor».
Proporciones. Alberto Durero, Vier Bücher, Nuremberg 1528.
Pueblo
Guénon
le
atribuye
un
carácter
«lunar»,
frente a la función del héroe, el jefe, el guía.
Puente
es
decir,
pasivo,
receptivo,
Según Guénon, literalmente, el Pontifex romano era un «constructor
del
puente»,
separados.
es
San
decir,
de
Bernardo
aquello
dice
que
que
el
media
pontífice,
entre
dos
como
lo
mundos
indica
la
etimología de su nombre, es una especie de puente entre Dios y el
hombre (Tractatus de Moribus et Officio episcoporum, III, 9). Por esta
razón, el arco iris es un símbolo natural del pontificado. En Israel era la
señal de alianza entre el Creador y sus pueblos. En China, el signo de
unión del cielo y de la tierra. En Grecia, es Iris, la mensajera de las
deidades. En multitud de pueblos es el puente que liga lo sensible y lo
suprasensible
siempre
el
(28).
Sin
traspaso
este
de
un
significado
estado
a
místico,
otro,
el
el
puente
cambio
o
el
simboliza
anhelo
de
cambio. Como decimos, el paso del puente es la transición de un estado
a otro, en diversos niveles (épocas de la vida, estados del ser), pero la
«otra orilla», por definición, es la muerte.
Puerta
Psicoanalíticamente símbolo femenino que, de otro lado, implica todo
el
significado
del
agujero,
de
lo
que
permite
el
paso
y
es,
consecuentemente, contrario al muro. Entre la puerta del templo y el
altar hay la misma relación que entre la circunferencia y el centro; aun
siendo los dos elementos más alejados, son en cierta manera los más
próximos,
ya
que
se
determinan
mutuamente
y
se
reflejan.
Esto
se
advierte en la decoración arquitectónica de las catedrales, en las que con
la mayor frecuencia la portada es tratada como retablo del altar.
Puertas
Umbral, tránsito, pero también parecen ligadas a la idea de casa, patria,
mundo. En la antigua Escandinavia los exiliados se llevaban las puertas
de su casa; en algún caso las lanzaban al mar y abordaban en el lugar
donde las puertas encallaban; así se fundó Reykjavik en 874.
Pulpo
Igual
significado
que
el
dragón-ballena
mítico
(31).
Como
motivo
decorativo aparece con la mayor frecuencia en el arte cretense. Se halla
relacionado con la araña y con la espiral (símbolos del centro y de la
creación
por
desenvolvimiento).
También
se
le
atribuye
una
mera
significación vital (41).
Puntas
Tocias las cosas terminadas en punta tienen un parentesco simbólico
con el morfológico (fuerza, agresión; pero también dirección y salida).
Los cuernos, las coronas con puntas, las armas, las plantas espinosas, se
hallan asociados en este significado.
Punto
Unidad,
origen,
centro.
Principio
de
la
manifestación
y
de
la
emanación, por esto en algunos mandalas el centro no es representado,
debiendo pensarlo el adepto. Puede hablarse de la existencia de dos
géneros de punto, el que carece de extensión (símbolo de la virtud
creadora) y el que, como Ramón Llull quería en su Nova Geometría,
posee
la
mínima
extensión
pensable
o
representable
(símbolo
del
principio manifestado). Moisés de León definió la condición del punto
original diciendo que «ese grado es la suma total de todos los espejos
ulteriores, es decir, exteriores en relación con ese mismo grado. Estos
proceden de él por el misterio del punto, que es en sí un grado oculto
que emana del misterio del éter puro y misterioso. El primer grado,
absolutamente
oculto,
es
decir,
no
manifestado,
no
puede
ser
alcanzado» (25). Por esta razón, el centro -identificable con este punto
místico— suele representarse como agujero.
Puñal
Término
ambiguo;
existe
el
puñal-daga,
del
caballero;
y
el
puñal-
cuchillo. Simbólicamente éste es el verdadero puñal, ya que la daga
puede asimilarse a la espada en su significación. Por la posibilidad de ser
escondido,
el
puñal
simboliza
el
anhelo
de
agresión,
la
amenaza
informulada, inconsciente. Servidor del instinto en la misma medida
que la espada del espíritu, el puñal denota, con su tamaño, lo «corto»
del poder agresor, la carencia de altura de miras y de potestad superior.
Puñal junto al rostro de Bronwyn (Rosemary Forsyth).
Putrefacción
El
simbolismo
alquímico
de
la
putrefactio,
que
se
representa
gráficamente por medio de cuervos negros, esqueletos, calaveras y otros
signos fúnebres, integra -como el signo zodiacal de Piscis- el principio
de la nueva vida. Por ello se dice que es el «renacimiento de una materia
después
de
la
muerte
y
la
disgregación
de
su
escoria»
(57).
Psicológicamente, es la destrucción de los restos mentales que estorban
para
el
avance
evolutivo
espiritual.
Existen
ritos
y
costumbres
folklóricas que al parecer se derivan del concepto alquímico; por lo
menos, presentan un simbolismo similar. Así, en Corella (Navarra), la
procesión del Viernes Santo la encabeza un esqueleto que, en época
remota, llevaba racimos de uvas colgados de la espalda. Transmite, pues,
la idea de la nueva vida que surge de la putrefactio, y que en realidad ya
estaba presente en los misterios órficos y en todas las creencias que
veían el sacrificio como generador de fuerzas nuevas.
Putrefacción. Johann Daniel Mylius, Philosophia reformata, Francfort
1622.
Q
Querubines
Los Cherub o Kirubi que se levantan a la puerta de los templos y
palacios
asirios,
no
eran
-según
Marquès-Rivière-
sino
gigantescos
pantáculos que los sacerdotes ponían como «guardianes del umbral»,
función desempeñada en China por grifos y dragones (39). El Cherub
egipcio era una figura con muchas alas y recubierta de ojos, emblema
del cielo nocturno, de la religión y de la vigilancia (8).
Quimera
Monstruo nacido de Tifón y Equidna. Se le representa con cabeza de
león, cuerpo de cabra y cola de dragón. De su boca surgen llamas.
Como
otros
seres
teratológicos,
es
un
símbolo
de
la
perversión
compleja (8).
Quinario
Es
el
grupo
de
cinco
elementos.
Formalmente,
se
presenta
por
el
pentágono y la estrella de cinco puntas, pero también por el cuadrado,
con
la
agregación
del
punto
central.
Tradicionalmente,
el
número
5
simboliza al hombre después de la caída, pero, ya en este orden de lo
terrestre, la salud y el amor (44). Por esto —y no inversamente, según la
doctrina esotérica- el hombre tiene cinco extremidades y el número 5
inscrito en cada mano y en cada pie (54). Esta relación de la figura
humana con el 5 es conocida universalmente, desde Extremo Oriente
hasta
Inglaterra,
en
el
período
románico.
Agrippa
de
Nettesheim
representó gráficamente la imagen del hombre con brazos y piernas
abiertos, identificado con el pentagrama. Muchos amuletos y talismanes
se fundamentan en el 5, no sólo por las ideas de figura humana, salud
(integridad física) y amor, sino porque el quinario es el símbolo de la
totalidad
material
(cuaternario)
más
el
centro
o
quintaesencia.
En
Marruecos, por ejemplo, la protección contra el mal de ojo se expresa
por la frase hamsa fi ainek (cinco en tu ojo). El islam ordenó por el
quinario ritos y conceptos; hay cinco deberes religiosos, cinco llaves del
conocimiento secreto, cinco plegarias diarias y un juramento solemne se
repite cinco veces (12). En China el número 5 es el más importante. El
quinario representa el ritmo natural de la vida, el orden cósmico. Según
ese «modelo» se distinguen: cinco planetas (Mercurio, Venus, Marte,
Júpiter, Saturno); cinco formas elementales (metal, vegetal, agua, fuego,
tierra);
cinco
colores
(blanco,
negro,
azul,
rojo,
amarillo);
cinco
sonoridades musicales (del bronce, la piedra, la seda, la madera y el
barro);
cinco
paisajes
esenciales
(montañas
y
bosques,
ríos
y
lagos,
colinas, llanuras fértiles, fuentes y marismas), etc. (13). En el Próximo
Oriente y en Occidente el 5 se ha utilizado sólo para expresión de la
figura humana íntegra y de lo erótico. Los modelos dominantes han
sido
el
4
y
el
7,
mediante
los
cuales
se
han
ordenado
los
factores
cósmicos del universo y del hombre.
Quimera. Bronce etrusco del siglo v. Museo Arqueológico de
Florencia.
Quinario. Las divisiones áureas contenidas en el pentagrama
determinan las proporciones de esta máscara antigua de Hermes.
Robert Lawlor, Sacred geometry, Londres 1982.
R
Racimo
En el arte cristiano es siempre símbolo de Cristo y del sacrificio. En el
libro de los Números (23, 24) se lee: «Cortaron el sarmiento con su
uva» (46).
Rahab
Caos primordial domado por Dios al principio de los tiempos, como el
Tiamat vencido por Marduk de la tradición caldea (7). Idea esencial de
las cosmogonías.
Rama
Con flores o frutos tiene el mismo significado que la guirnalda. En el
sistema jeroglífico egipcio significa ceder, flexionar (19).
Rana
Representa
la
transición
entre
los
elementos
tierra
y
agua,
e
inversamente. Debe a su carácter anfibio esta relación con la fecundidad
natural (50). Por esta causa, es también animal lunar; muchas leyendas
cuentan que se ve una rana en la luna y también figura en muchos ritos
para desencadenar la lluvia (17). En Egipto, la rana fue atributo de la
diosa Herit, la que asistió a Isis en su ritual de la resurrección de Osiris.
Las pequeñas ranas que aparecían unos días antes de la crecida del Nilo
fueron por ello consideradas como heraldos de fertilidad (39). Según
Blavatsky, la rana fue uno de los principales seres asociados a la idea de
creación y resurrección, no sólo por ser anfibia, sino por sus períodos
alternos de aparición y desaparición (que, de otro lado, caracterizan a
todos los animales lunares). Dioses ranas se pusieron sobre las momias
y los primeros cristianos las incluyeron en su simbolismo (9). El sapo es
la antítesis de la rana, como la avispa de la abeja. Completa Jung todo lo
citado,
diciendo:
«Por
su
anatomía,
la
rana
representa,
entre
los
animales de sangre fría, una anticipación del hombre». Y Ania Teillard
recuerda que, en el cuadro del Bosco La tentación de san Antonio,
vemos en el centro una rana con rostro humano de luenga edad, puesta
sobre una copa presentada por una negra. Representa aquí el grado
superior de la evolución; por eso, en las leyendas y cuentos folklóricos,
aparece tantas veces la «transformación del príncipe en una rana» (6).
Ratas
Se hallan en relación con la enfermedad y la muerte. La rata fue una
deidad
maléfica
de
la
peste
en
Egipto
y
China
(35).
El
ratón,
en
simbolismo medieval, es asimilado al demonio (20). Se le superpone
significado fálico, pero en su aspecto peligroso y repugnante.
Rayo
Es
el
fuego
celeste
en
su
forma
activa,
de
terrible
dinamismo
y
efectividad. El rayo de Parabrahman, el fuego-éter de los griegos, es el
símbolo de la suprema potencia creadora. Júpiter posee ese atributo que
ratifica su condición de demiurgo. De otro lado, la luz del relámpago se
relaciona con la aurora y la iluminación. Por tales coincidencias, se halla
en relación con el primer signo zodiacal, principio primaveral y símbolo
de
todos
los
inicios
cíclicos
(40).
El
rayo
se
considera
emblema
de
soberanía. El rayo alado expresa las ideas de poder y celeridad (8). Los
tres rayos de Júpiter simbolizan el azar, el destino y la providencia, es
decir, las tres fuerzas que intervienen en un devenir (8). En la mayoría
de religiones encontramos la divinidad oculta y luego el rayo como
súbita
e
instantánea
mostración
de
su
poderosa
actividad.
En
todas
partes se encuentra esa imagen del Logos hiriendo las tinieblas (9). El
vajra, símbolo tibe-tano que significa «rayo» y «diamante», se halla
también en relación con el eje del mundo (22), pero si la cruz, la escalera
y el mástil de sacrificio expresan el anhelo del hombre para alcanzar el
mundo superior, el rayo expone la situación inversa: la acción de lo
superior sobre lo inferior. Se relaciona también el rayo con la mirada del
tercer ojo de Shiva, el destructor de las formas materiales.
Rayo. Grabado de Leonard Gaultier.
Rebaño
Símbolo tradicional de las fuerzas cósmicas, que expresa un estadio no
caótico
pero
tampoco
enteramente
disciplinado,
siendo
éste
simbolizado por el haz. El rebaño tiene una correspondencia analógica
con las constelaciones y grupos estelares, siendo la luna el pastor; así
aparecen en algunas mitologías. De otro lado, el rebaño, como situación
de multiplicidad, posee signo negativo (40) e indica desmembramiento
de una fuerza o intención.
Recinto
Tocias las imágenes que presentan un recinto, espacio cercado, jardín
vallado,
témenos,
ciudad,
espacio
plaza,
castillo,
sagrado
y
patio,
limitado,
corresponden
guardado
y
a
la
idea
defendido
del
por
constituir una unidad espiritual. Pueden simbolizar la vida individual,
especialmente
la
vida
interior
del
pensamiento
(32).
Así
como
la
formación en círculo o cuadrado es espontánea en un ejército cercado o
en condiciones de gran inferioridad, todo recinto expresa la necesidad
de protección y autolimitación. Las danzas circulares, como la ronda
del árbol de mayo en Baviera o la sardana de Cataluña, los círculos
cultuales de piedras o crómlechs; los emblemas de cercados o personajes
que forman círculo, constituyen mándalas y simbolizan todos ellos la
misma realidad, que Adama van Scheltema relaciona también con la
idea de la madre, en «Le centre féminin sacre» (Documents 7, París
1930) (véase Triple recinto). La ciudad murada es también una imagen
del «centro espiritual». Así parece haberla representado Domenico di
Michelino en su imagen sobre Dante, y así aparece como la «Jerusalén
celeste» con frecuencia en la Edad Media.
Rectángulo
Es la más racional, segura y regular de todas las formas geométricas;
esto se explica empíricamente por el hecho de que, en todos los tiempos
y lugares, es la forma preferida por el hombre y la que él da a todos los
espacios y objetos preparados para la vida. La casa, habitación, mesa,
lecho pueblan de rectángulos el ambiente humano. El cuadrado implica
una dominación tensa e inspirada por un anhelo abstracto de poder,
mientras el círculo escapa al sentido terreno por su simbolismo celeste.
Las formas menos regulares que el rectángulo, como el trapecio o el
trapezoide,
son
formas
anormales,
dolorosas,
y
simbolizan
el
sufrimiento y la irregularidad interior (42).
Red
La red es la forma extrema de la lacería y del ligamento, por ello está
íntimamente asociada a los símbolos del envolvimiento y la devoración.
Es el arma de los dioses uránicos, como Varuna (18), y de los que
pescan en el océano del inconsciente. Ea, divinidad de las aguas y de la
sabiduría, no lucha frente a frente con los monstruos primordiales, sino
que los ata. El arma de Marduk en su combate con Tiamat es también la
red, símbolo de soberanía mágica (17). La conexión cielo-red puede
quedar explicada por el siguiente pasaje del Tao-te-king: «La red del
cielo (estrellas, constelaciones) es de malla amplia pero no pierde nada»
(58). Este simbolismo expresa en su máxima agudeza la idea de que no
es posible salir por propia voluntad (ni, naturalmente, por el suicidio)
del universo.
Relieve
El grosor de un relieve, en general equivalente a la claridad de destaque
de las formas que realiza, más que a intensidad, corresponde a las ideas
de
verdad
y
materialidad.
Un
relieve
desgastado
simboliza
un
sentimiento perdido, falseado, equívoco, carente ya de poder persuasivo
y de «valores» atractivos. Un relieve denso, por el contrario, expone la
turgencia de una emoción o de una idea en todo su poder naciente.
Relieve. Busto de Cristo. Ermita de Santa María de las Viñas,
Quintanilla de Lara (Burgos).
Reloj
Como
toda
forma
circular
con
elementos
internos,
puede
ser
interpretado como forma mandálica. Si lo esencial en él son las horas
señaladas,
domina
numérico.
Como
en
la
imagen
máquina,
está
un
caso
ligado
a
particular
las
ideas
de
de
simbolismo
«movimiento
perpetuo»,
autómatas,
mecanismo,
creación
mágica
de
seres
con
autonomía existencial, etc.
Reloj de arena
Símbolo de la inversión de relaciones entre el mundo superior y el
inferior, y que Shiva, dios de la creación y de la destrucción, invierte
periódicamente. Está relacionado con el tambor en forma similar y con
la cruz de san Andrés, que poseen igual significado (51).
Remo
En los ritos de fundación de los antiguos templos, el rey recorría el
perímetro de la fundación con un remo en la mano. Virgilio habla de
esta ceremonia, a propósito de la erección de la nueva Troya. Simboliza
el pensamiento creador y el verbo, origen de la acción (19).
Respiración
Asimilación
del
poder
espiritual.
Los
ejercicios
de
yoga
dan
a
la
respiración un papel esencial, pues por ella el hombre absorbe no sólo el
aire sino la luz solar. Respecto a ésta, la alquimia habló en los siguientes
términos:
«Es
una
sustancia
ígnea
y
una
continua
emanación
de
corpúsculos solares, que, por el movimiento del sol y de los astros,
hallándose en perpetuo fluir y refluir, llena todo el universo... Nosotros
respiramos
continuamente
positivo
negativo
y
circulación
de
la
de
sangre
la
y
ese
oro
astral».
respiración,
a
las
se
grandes
Los
dos
asimilan
vías
de
la
al
movimientos,
ritmo
de
involución
y
la
la
evolución (3). La dificultad para respirar puede simbolizar así la de
asimilar los principios espirituales y cósmicos. El «ritmo justo» de la
respiración
yóguica
se
identifica
con
la
«voz
justa»
que
exigían
los
rituales egipcios para la lectura de los textos sacros. Uno y otra se basan
en la aproximación a los ritmos del universo.
Retirada
Toda retirada, retroceso, ocultación, simboliza —como la luna nueva y
el sueño— el período en que la vida existe sin manifestación, antes y
después de su involución en el seno de la materia.
Retorno
El retorno al domicilio propio o al materno, la vuelta a la patria, a la
ciudad o el lugar natal, son símbolos de la muerte, considerada no como
destrucción total, sino como reintegración del espíritu en el espíritu.
Según el filósofo chino Lao-tsé, «cuando el alma abandona la forma
vuelven
ambas
cosas
a
su
verdadera
esencia,
por
esto
se
llaman
"regresados a casa"» (58).
Reunión
O
reintegración.
El
acto
de
reunir
lo
disperso,
de
reconstituir
lo
despedazado, máximamente ejemplarizado en el mito egipcio de Isis
recomponiendo el cuerpo despedazado de Osiris, es el símbolo por
excelencia
del
retorno
a
la
Unidad
primigenia.
Puede
aparecer
en
formas menos puras, como la de Sigfrido recomponiendo la espada rota
que
el
herrero
no
podía
soldar
y
que
él
deshace
y
rehace.
Lo
«esparcido», en realidad, es el conjunto de todo lo que en el mundo
(espacio
y
tiempo)
se
presenta
como
unidad
real
o
aparente,
discontinua. Se relaciona este esparcimiento con el «sacrificio» que da
origen al mundo. El final ha de ser la inversión de este movimiento. El
retorno a la unidad, la reunión de todo lo disperso.
Revolcamiento
El acto de revolcarse en el suelo, especialmente sobre el barro o agua
pantanosa,
forma
parte
de
la
terapéutica
primitiva
universal.
Esta
costumbre aparece asimismo en algunos ritos encaminados a producir la
lluvia y la fertilidad. También en prácticas mágicas, en las cuales el
hombre necesita revolcarse en tierra para levantarse transformado en
lobo (51). El mito de Anteo se halla relacionado con lo descrito. En
todos los casos se supone que el contacto de la tierra favorece unas
posibilidades latentes, sea en el cosmos, en el hombre o en su espíritu.
El deseo de curación, de metamorfosis o de lluvia responden al anhelo
general de «inversión» (trastornar un orden dado y sustituirlo por su
opuesto).
considera
Revolcarse
pueden
es,
pues,
provocar
o
uno
de
facilitar
circunstancias y de corriente vital.
los
la
actos
sacrificiales
inversión,
el
que
cambio
se
de
Rey
El rey simboliza, en lo más abstracto y general, el hombre universal y
arquetípico. Como tal, posee poderes mágicos y sobrenaturales, según
la
creencia
animista
y
astrobiológica,
desde
la
India
a
Irlanda
(21).
Expresa también el principio reinante o rector, la suprema conciencia, la
virtud de juicio y del autodominio (56). De otro lado, la coronación
equivale a la realización, a la victoria y a la culminación. De ahí que
todo hombre puede ser llamado rey en los instantes culminantes de su
orden
personal
existencial.
Derivaciones
del
simbolismo
del
rey
se
hallan por su correspondencia con el oro, el sol y Júpiter, con los que
puede identificarse. Estos términos implican, esencialmente, la idea de
que el rey es el hombre asumido por lo solar, llevado a las condiciones
ideales
de
lo
áureo,
es
decir,
«salvado»
y
eternizado.
La
idea
de
inmortalidad pasó de los dioses a los monarcas; sólo más tarde se hizo
accesible a los héroes y luego a los humanos, en cuanto éstos lograran la
«corona»
vinculados
por
a
la
el
vencimiento
ley
moral.
El
de
rey,
ciertos
aparte
obstáculos
de
todo
lo
normalmente
citado,
puede
simbolizar la realeza por así decirlo del hombre. En este caso, puede
atravesar por circunstancias desfavorables o penosas, que se simbolizan
por el «rey enfermo» (Amfortas de
(aspecto negativo de lo humano) (32).
Parsifal)
o por el «rey marino»
Rey. Sello de Alfonso IV de Aragón.
El amor tiene también una parte importantísima en el simbolismo de la
realeza, ya que se conceptúa como una de las formas más evidentes de
culminación en la vida humana. Por ello, en el matrimonio de rito
griego,
metales
los
novios
se
preciosos.
El
ponen
rey
y
durante
la
reina
la
ceremonia
juntos
unas
constituyen
coronas
la
de
imagen
perfecta de la hierogamia, de la unión del cielo y la tierra, del sol y la
luna, del oro y la plata, y del azufre y el mercurio. También, según la
doctrina de Jung, de la conjunción espiritual que se produce, al final del
proceso de individuación, por la unión armoniosa de la conciencia y el
inconsciente. El título de rey se concede a lo mejor de cada especie o
tipo; así el león es el rey de los animales, como el águila de las aves y el
oro de los metales (57). Volviendo al simbolismo del «rey enfermo»,
éste, como el héroe afectado por el mismo mal (Filoctetes), significan
tanto el castigo que sigue a la culpa como la sombra al cuerpo -dada la
existencia de la luz de la conciencia- como la esterilidad espiritual. Un
caso
especialmente
agudo
de
simbolización
está
implicado
en
la
proyección de ese estado a la naturaleza circundante, como acontece
precisamente en Parsifal con el rey Amfortas, en la Tierra baldía de
Eliot y hasta cierto punto con La caída de la casa Usher de Poe. En lo
que
respecta
al
«rey
marino»,
es
un
símbolo
del
océano,
versión
asimismo de Neptuno, como personificación del inconsciente abismal
en
forma
regresiva
y
perversa,
opuesta
al
sentido
de
las
aguas
del
«océano superior» (nubes, lluvia, aguas dulces), que son las fecundantes
(32).
El
«rey
anciano»,
como
Dhritarashtra,
el
viejo
monarca
de
la
epopeya védica, el rey Lear y todos los ancianos reyes de las leyendas y
cuentos folklóricos simbolizan la memoria del mundo, el inconsciente
colectivo
en
concentran
su
forma
muchas
más
veces
amplia
los
y
rasgos
generosa
del
padre
(38).
y
En
del
el
rey
héroe,
se
con
caracteres mesiánicos; por una inversión del orden temporal, lo que
pasó deviene «lo que sucederá» y el rey muerto es investido por sus
súbditos de una extraña vida fantasmal de la que habrá de retornar
cuando grandes peligros amenacen a la patria. En los casos de monarcas
históricos fallecidos en circunstancias extrañas o muy adversas, suele
formarse esa leyenda, cual en los casos del portugués don Sebastián o de
don Rodrigo, el último rey godo. Máximo exponente del tipo es el
mítico rey Arturo, a quien denominó sir Thomas Malory Arthurus, rex
quondam, rexque futurus (16).
Rey pescador. Ms. Le Roman du Saint Graal, Francia, siglo
XIV.
Biblioteca Británica, Londres.
Rey pescador
Pertenece a la leyenda del Graal. Según Marx, en Nouvelles recherches
sur
la
littérature
arthurienne,
esta
función
del
mítico
monarca
lo
relaciona con los apóstoles o pescadores del mar de Galilea. En el libro
de
Robert
de
Boron
sobre
el
tema
precitado,
el
Rey
pescador
se
transforma en Rico pescador, lo que Marx considera ratificación de la
tesis. Pescar, simbólicamente, no sólo es «pescar hombres», sino lanzar
el anzuelo a las profundidades de la propia interioridad para alcanzar la
gnosis.
Riendas
Forman parte del simbolismo del carro y los caballos. Siendo el primero
símbolo del cuerpo y los segundos de las fuerzas vitales, las riendas
simbolizan la relación entre el alma y el cuerpo, los nervios y la acción
de la voluntad. El acto de cortar las riendas es un equivalente simbólico
de la muerte (38).
Río
Es un símbolo ambivalente por corresponder a la fuerza creadora de la
naturaleza
y
del
tiempo.
De
un
lado
simboliza
la
fertilidad
y
el
progresivo riego de la tierra; de otro, el transcurso irreversible y, en
consecuencia, el abandono y el olvido (8, 60).
Rito
En su esencia, todo rito simboliza y reproduce la creación (17). Por ello
los
ritos
se
relacionan
con
los
ornamentos
(38).
La
lentitud
de
los
movimientos rituales en las ceremonias tiene íntimo parentesco con el
ritmo de los movimientos astrales (3). De otro lado, todo rito es una
cita, es decir, una confluencia de fuerzas y de ordenaciones; su sentido
surge
de
la
acumulación
y
de
la
combinación
de
esos
poderes
concertados.
Rizo
En el sistema jeroglífico egipcio, signo determinativo que indica ligar y
desligar,
según
la
posición
de
los
cabos
(19).
Corresponde
al
simbolismo general de los ligamentos y de los nudos. El rizo de cabeza
toma su significado del que concierne a la cabellera.
Roble
Árbol
asociado
al
culto
de
Júpiter,
adorado
por
los
germanos
y
dedicado al dios del trueno Donar (21). Al referirnos al rayo indicamos
que éste es el aspecto inverso y correspondiente al del árbol, ambos
relacionados con el eje del mundo y la unión del cielo y la tierra.
Roca
Puede considerarse de validez el simbolismo atribuido por los chinos a
la roca que, según ellos, significa permanencia, solidez y solidaridad
consigo misma (5). Como la piedra, en muchas tradiciones se considera
a la roca como morada de un dios. Una tradición del Cáucaso dice: «Al
comienzo,
el
mundo
estaba
cubierto
de
agua.
El
gran
dios
creador
permanecía entonces en el interior de una roca» (35). Parece, pues, que
la intuición humana considera las piedras (mito de Deucalión) y rocas
origen de la vida humana, mientras la tierra (inferior por su mayor
disgregación)
es
madre
de
la
vida
vegetal
y
animal.
Se
atribuye
al
mineral un significado místico, en relación con el sonido que da al ser
percutido
y
con
la
unidad
que
presenta
en
virtud
de
su
solidez
y
cohesión.
Rocío
Todo lo que desciende del cielo (rayo, aerolito, meteorito, lluvia, rocío)
tiene carácter sagrado. Pero el rocío tiene un doble significado que
alude a la iluminación espiritual, por ser digno precursor de la aurora y
el día que se acerca (33). Esta agua sutil y pura del rocío se asocia
íntimamente
a
la
idea
de
la
luz,
en
algunas
tradiciones.
Los
extremorientales citan a veces el «árbol del dulce rocío», situado sobre
el monte Kouen-Lun, equivalente del Meru hindú y de otras montañas
sagradas, símbolos del eje del mundo. La iluminación se expande en
torno a ese árbol (25); por sinestesia, es el «árbol que canta» de las
leyendas y cuentos folklóricos.
Rombo
Según Hentze, es el emblema del órgano sexual femenino (cit. Eliade,
17).
Esto
confirmaría
la
definición
del
rombo
como
instrumento
mágico de los griegos, cuyo movimiento se creía que podía inspirar o
acelerar las pasiones de los hombres (8), idea analógica y asociada de
tipo fetichista.
Ronda
Para Nerval, es mejor una «ligazón física de afinidades» que un «círculo
espiritual de intercesiones». Imagina que una cadena no interrumpida
de
inteligencias
rodea
el
universo,
según
J.-P.
Richard
en
Poésie
et
profondeur. No otra cosa es la esfera noética de Teilhard de Chardin.
Rosa
La
rosa
única
absoluto
y
es,
de
identificaciones,
esencialmente,
perfección.
que
coinciden
un
símbolo
Por
esto
con
dicho
de
puede
finalidad,
tener
significado,
de
logro
todas
como
las
centro-
místico, corazón (14), jardín de Eros, paraíso de Dante (4), mujer amada
(31) y emblema de Venus (8), etc. Simbolismos más precisos derivan de
su color y del número de sus hojas. La rosa blanca y la roja están en la
relación que la alquimia determina entre ambos colores. La rosa azul es
un
símbolo
realización
del
imposible.
absoluta.
La
Cuando
la
rosa
rosa
de
oro
es
se
presenta
un
en
símbolo
forma
de
la
circular
corresponde al sentido de los mandalas. La de siete pétalos alude al
orden septenario (siete direcciones del espacio, siete días de la semana,
siete planetas, siete grados de perfección). Así aparece en el emblema
DCCXXIII de Boschius Ars Symbolica y en el Summum Bonum de
Robert Fludd (32). La rosa de ocho pétalos simboliza la regeneración
(46).
Rosa. Marca francesa de 1545-1574.
Rostro humano
Su simbolismo se relaciona con el de la cabeza, pero se enriquece con
todas
las
posibilidades
inherentes
a
la
expresión.
En
sí,
el
rostro
simboliza la «aparición» de lo anímico en el cuerpo, la manifestación de
la vida espiritual. Las infinitas fluctuaciones de los «estados de ánimo»
que, por analogía, pueden relacionarse con variados órdenes de lo real,
se
reflejan
en
él,
particularmente
en
la
mirada.
Podríamos
aducir,
explicativamente, aspectos diversos y ejemplarizarlos mediante el arte,
que,
en
todos
los
tiempos,
ha
tenido
en
el
rostro
humano,
y
no
precisamente en los retratos, una fuente de inspiración. Pero citaremos
sólo,
para
indicar
hacia
dónde
pueden
conducir
este
tipo
de
investigaciones, algunos ejemplos tomados de pintores simbolistas del
pasado siglo. Arnold Böcklin, en su Medusa, relaciona el rostro con la
muerte
y
a
la
vez
con
el
tema
primigenio
de
la
máscara;
labró,
efectivamente, máscaras para la Kunsthalle de Basilea. Con frecuencia,
en
sus
pinturas,
representó
paradójicamente
acuáticos
de
hacia
expresión
seres
cierta
míticos
forma
abisal
y
de
cuyo
rostro
animalidad:
turbadora.
Rossetti,
se
sublima
sirenas,
que
seres
dibujó
un
rostro objetivamente en la claridad de su belleza, al efigiar a la mujer de
William Morris como Reina Ginebra buscó luego en gran parte de su
obra convertir el rostro en un espejo del «eterno femenino», dotándolo
de una magia fascinante; así, por ejemplo, en su Venus Verticordia. El
belga
Fernand
espiritualidad
y
Khnopff
locura
en
refunde
Los
expresión
labios
rojos,
de
mientras
profundidad,
contrapone
un
rostro vivo a una cabeza de piedra o a una máscara en otras pinturas.
Símbolo
de
la
irradiación
de
la
vida
espiritual
en
el
ser
humano,
expresión de sus matices, el rostro humano puede ser, seguramente, la
más perfecta manifestación del mundo visible.
Rotación
El
movimiento
de
rotación
(establecimiento
dinámico
de
circunferencias, en ritos o en arte), según Roux en Les Druides (París
1961), es generador de potencia mágica, en especial de fuerza defensiva,
por
determinar
un
recinto
sacro
—el
círculo—
que
implica
la
proyección del yo. Según Blavatsky, la danza de David en torno al arca,
como la de los sabeos adoradores de los astros, era una danza circular,
en todo caso una danza en curva cerrada.
Rotura
Como, en general, cualquier estado de las materias y de las formas, tiene
una simbolización literal, pura traslación al mundo ideal, espiritual o
psíquico del fenómeno físico correspondiente. Aquí se manifiesta la
analogía paralela de los dos reinos (visible e invisible), con la mayor
claridad y fuerza. Desde luego, el sentido del símbolo se amplía por el
objeto afectado. Así una columna rota toma el significado de rotura
sobre el de columna; un árbol desgarrado, exactamente. Las maderas
carbonizadas,
resultan
atraen
a
por
los
ello
otros
hierros
oxidados,
repelentes
de
índole
a
ciertos
romántica,
las
rocas
cubiertas
de
liquen
temperamentos,
mientras
justamente
simbolizar
por
que
la
conjunción de contrarios, el juego de fuerzas positivas y negativas que
se combinan en las materias que se hallan en tales estados. La rotura
puede llegar a ser destrucción absoluta, simbolizando entonces la ruina
espiritual o la muerte, como en el caso de La caída de la casa Usher, de
Poe. En el misterioso cuadro La tempestad, de
Giorgione,
hay
dos
columnnas rotas sobre un pedestal, lo que freudianamente interpretado
significaría un conflicto grave sexual. Más bien creemos que se trata de
la ruptura de una unión —expresada por el 2—, lo que se ratifica al
parecer por la separación espacial del hombre, que se halla a la izquierda
en
primer
término,
en
actitud
de
errar;
y
la
mujer,
a
la
derecha,
encontrándose entre ambos un arroyo bajo un rayo y las dos columnas
precitadas.
Así
toda
fragmentación
física
es
símbolo
de
ruptura
y
disgregación espiritual. Sin embargo, hay casos en que la rotura puede
tener carácter positivo, por simbolizar una posibilidad de liberación. El
Flamen Dialis romano no podía tener nudo en parte alguna de sus
vestidos ni llevar ningún brazalete que no estuviera roto (21). Nudos y
brazaletes, cintos o collares simbolizarían en este caso servidumbres
diversas, de las que el sacerdote había de hallarse liberado.
Rueca
Como los husos y lanzaderas, simbolizan el tiempo, el comienzo y la
conservación
de
la
creación.
Tienen
asimismo
sentido
sexual.
Son
atributo de las parcas, que hilan la trama de la vida y cortan el hilo (56,
38).
Rueda
Es
un
símbolo
muy
extendido,
con
gran
aplicación
en
el
arte
ornamental y en la arquitectura, complejo y de varios estratos en cuanto
al
significado.
Algunas
disidencias
de
sentido
pueden
deberse
a
la
confusión entre disco (inmóvil) y rueda (giratoria). Sin embargo, no hay
inconveniente en refundir ambos símbolos y llegar a una integración del
disco en la rueda. Una de las formas elementales del simbolismo de la
rueda consiste en la interpretación del sol como rueda, y de las ruedas
ornamentales como emblemas solares (14). A este propósito, Krappe
señala que uno de los conceptos más extendidos en la Antigüedad es la
idea del sol como rueda. De ésta a convertirlo en carro con dos ruedas
no hay sino un paso. Aparecen estas nociones lo mismo entre los arios
que
entre
los
semitas
(35).
La
«rueda
de
fuego»
que
se
hace
rodar
montaña abajo en las fiestas populares de los solsticios, como las ruedas
de los fuegos artificiales... las procesiones de la Edad Media, en que se
llevaban ruedas montadas sobre barcas o carros, el propio suplicio de la
rueda, y otras costumbres como la «rueda de la fortuna», la «rueda del
año», etc., señalan un simbolismo hondamente arraigado de carácter
solar
y
zodiacal.
Las
funciones
de
las
ruedas
de
llamas
eran,
esencialmente, las de «animar» al sol en su proceso y alejar el invierno y
la
muerte
(17).
La
rueda
de
fuego
simboliza
en
síntesis,
por
consiguiente, las fuerzas cósmicas en movimiento y el tiempo como
proceso (57). Ahora bien, no hemos de ocultar una discrepancia entre
los que interpretan la rueda particularmente como símbolo solar y los
que la adscriben al simbolismo del polo (en el fondo, ambos temas
aluden
al
esvástica,
misterio
que
es
de
un
la
rotación
signo
de
todo
intermedio
lo
entre
la
cíclico).
cruz
y
También
la
la
rueda,
es
considerada por unos como signo solar y por otros como signo del
polo. Guénon se inclina por esta última hipótesis (28). Pero, sea como
fuere, a lo que en última instancia se alude es a la descomposición del
orden
del
mundo
en
dos
estructuras
esenciales
y
distintas:
el
movimiento rotatorio y la inmovilidad; la circunferencia de la rueda y
su
centro,
imagen
del
«motor
inmóvil»
aristotélico.
Este
tema
es
obsesionante para la mentalidad mítica, y aparece en la alquimia bajo la
contraposición de lo volátil (en movimiento y por lo tanto transitorio)
y lo fijo. La doble estructura se señala en la rueda por característicos
diseños
que
figurativa,
a
suelen
la
llevar
periferia
la
del
ornamentación
símbolo,
geométrica,
mientras
en
medio
estilizada
se
deja
o
un
espacio circular vacío o se aloja en él un solo símbolo: triángulo, figura
sagrada,
etc.
Señala
Guénon
que
el
símbolo
céltico
de
la
rueda
se
conservó durante la Edad Media, y que son ejemplos de él los óculos
ornamentados de las iglesias románicas y los rosetones góticos. Indica
también que existe una innegable relación entre la rueda y las flores
emblemáticas, como la rosa en Occidente y el loto en Oriente (28), es
decir, con las figuras mandálicas. En su parte exterior la rueda muestra
en sus sectores las fases de un transcurso. En alquimia hay numerosos
ejemplos simbólicos de la rueda, como proceso circulatorio; a un lado el
período ascendente, al otro el descendente. Estas etapas se representan
también como pájaros volando hacia el cielo o descendiendo hacia la
tierra
(sublimación
y
condensación),
y
corresponden
a
evolución
e
involución, progreso espiritual y regresión (32). La «Rueda de la Ley, la
Verdad y la Vida» es uno de los ocho emblemas de la buena suerte del
budismo chino. Expone la vía para huir del mundo (de la rotación) y de
las
ilusiones
y
para
acceder
al
«centro»
(5).
La
rueda
dividida
en
sectores por radios que tocan un círculo interior, símbolo gráfico que
aparece a veces en las marcas de papel medievales sobre un tallo entre
los cuernos de una cabeza de buey (símbolo del sacrificio), expresa,
según Bayley, la «comunión de los santos», es decir, la reunión de los
fieles en el centro místico (4). En relación con la doctrina taoísta, Rene
Guénon dice que el elegido, el sabio perfecto, colocado en el centro de
la rueda la mueve invisiblemente, sin participar en el movimiento y sin
tener que preocuparse por ejercer una acción cualquiera. Cita textos
taoístas como: «El sabio perfecto es el que ha alcanzado el punto central
de
la
Rueda
indisoluble
y
permanece
con
el
unido
principio,
al
"Medio
participando
Invariable",
de
su
en
unión
inmutabilidad
e
imitando su "actividad no actuante"». «El que ha llegado al máximo de
vacío, será fijado sólidamente en el reposo. Volver a la raíz es entrar en
el estado de reposo», es decir, el desligamiento de las cosas transitorias y
contingentes (25).
Rueda. Templo del sol en Konarak, India.
Rueda de la Fortuna, La
Décimo
arcano
del
Tarot.
Esta
alegoría
reposa
sobre
el
simbolismo
general de la rueda. Se basa en el 2 y expresa el equilibrio de las fuerzas
contrarias de compresión y de expansión, el principio de polaridad.
Una manivela da movimiento a esa rueda fatídica por irreversible, que
flota sobre la figuración del océano del caos, sostenida por los mástiles
de dos barcas unidas, en cada una de las cuales hay una serpiente, que
simbolizan los dos principios activo y pasivo. En la parte ascendente, la
lámina del Tarot muestra la efigie de Hermanubis con su caduceo y en
la descendente un monstruo tifónico con su tridente, símbolos de las
fuerzas constructivas y destructivas de la existencia. El primero de los
aludidos
personajes
se
relaciona
con
la
constelación
canicular;
el
segundo con Capricornio, principio de la disolución acabada en Piscis,
en el simbolismo zodiacal. Encima de la rueda, la alegoría muestra una
esfinge
inmóvil,
alusión
al
misterio
de
todas
las
cosas
y
a
la
interpretación de lo diferente (59).
La Rueda de la Fortuna. Grabado de un libro de Jean Joffre, 1528.
Biblioteca Nacional, Madrid.
Ruinas
Su sentido simbólico es obvio y literal; significan destrucciones, vida
muerta. Son sentimientos, ideas, lazos vividos que ya no poseen calor
vital, pero que todavía existen, desprovistos de utilidad y función, en
orden a la existencia y el pensamiento, pero saturados de pasado y de
realidad destruida por el paso del tiempo. Las ruinas son un símbolo
equivalente al de las mutilaciones en lo biológico.
Ruinas. Templo de Júpiter. Grabado de Giovanni Battista Piranesi.
S
Signo de
Sagitario.
Sacrificio
La idea central de las cosmogonías es la del «sacrificio primordial».
Invirtiendo el concepto, tenemos que no hay creación sin sacrificio.
Sacrificar lo que se estima es sacrificarse. La energía espiritual que se
obtiene con ello es proporcional a la importancia de lo perdido. Todas
las formas de sufrimiento pueden ser sacrificiales, si se buscan o se
aceptan
plena
mutilación,
y
definitivamente.
castigo,
humillación,
Los
signos
grandes
físicos
penalidades
negativos:
o
trabajos,
simbolizan así las posibilidades contrarias en el orden espiritual. Por
esto la mayoría de leyendas y cuentos folklóricos, los relatos de héroes,
santos,
seres
excepcionales,
abundan
no
sólo
en
dolor,
sino
en
esas
extrañas situaciones de inferioridad, tan bien expuestas en el cuento de
la Cenicienta.
Sagitario
Según
Subba
Rao,
se
trata
de
un
símbolo
cósmico,
que
expresa
al
hombre completo: animal, espiritual y digno de lo divino. El hombre
constituye así un nexo entre el cielo y la tierra, una tensión simbolizada
por
el
arco.
Sagitario,
Centauro
o
el
Arquero
significa
la
triple
naturaleza; el caballo simboliza la estructura instintiva; la parte humana,
los tres principios superiores que envuelven la mónada expresada por la
flecha. En el poema babilónico de Gilgamés, Sagitario es sustituido por
los «hombres-escorpión», de los cuales «sólo dos tercios son divinos»
(40).
Salamandra
Espíritu del fuego, figurado en forma de lagarto mítico que se creía
puede
vivir
salamandra
en
ese
elemento
significa
el
(57,
fuego;
8).
lo
En
el
mismo
simbolismo
en
la
gráfico,
alquimia.
la
Por
consiguiente, su significado recae en el del fuego.
Salvación
En
numerosas
leyendas
e
historias,
en
muchos
mitos
aparecen
situaciones en las que ha de producirse y con frecuencia se produce una
«salvación».
Evidentemente,
esta
aventura
es
una
profanización
del
avatar del alma en su camino de retorno tras la «caída» de su estado
paradisíaco. La salvación por excelencia es la aportada por la Pasión del
Señor.
Muchas
salvación.
religiones,
con
todo,
asocian
las
ideas
de
sacrificio-
Salvaje. Hombre y mujer salvajes. Xilografía de Hans Schäuffelein,
Nuremberg, finales del siglo
XVI.
Salvaje
La
imagen
de
un
hombre
salvaje,
cubierto
con
una
carga,
una
vestimenta de hojas o de pieles, es frecuente en casi todos los folklores y
se relaciona con los seres míticos como el «hombre de las nieves», el
ogro, los gigantes, etcétera, sin llegar a identificarse con ellos. Aparece
en la heráldica como tenante de los blasones, con análoga significación a
la
de
los
animales
que
ordinariamente
desempeñan
el
mismo
papel
(fuerzas inferiores en equilibrio, expresado por la simetría bilateral, que
sostienen
elementos
—los
símbolos
heráldicos-
espirituales
y
de
sublimación). Hay a veces mujeres salvajes de igual presentación y con
el
mismo
significado.
Frazer
expone
costumbres
folklóricas
que
guardan indudable conexión con ese personaje fabuloso. Por la Pascua
de Pentecostés, en algunas regiones alemanas hay una fiesta llamada
«expulsión del Hombre Salvaje». Envuelven con hojas y musgos a un
muchacho, al que designan como «hombre salvaje», el cual se esconde
en el bosque. Entonces emprenden su persecución, que acaba con su
muerte figurada. Al día siguiente disponen unas parihuelas y ponen en
ellas
un
muñeco
de
paja
parecido
al
hombre
salvaje.
Lo
llevan
en
procesión a una laguna y el verdugo lo arroja al agua (21). En Bohemia,
el rey se presenta vestido de hierbas y flores. El «salvaje» parece ser la
«víctima sustitutiva» del sacrificio ritual del rey. Según Jung, este mito
simboliza
la
inconsciente
parte
en
su
primitiva,
aspecto
el
lado
peligroso
y
inferior
de
regresivo,
la
que
persona,
él
el
denomina
«Sombra» (56). Tiene relación también este ser con países fabulosos
como la isla de San Brandan, o las tierras del Preste Juan. Pero el salvaje
no
sólo
es
el
hombre
primitivo,
sino
el
caballero
decaído
de
su
condición o el que ha enloquecido, como el Orlando «furioso» de la
célebre
obra
de
Ariosto.
En
El
caballero
del
león,
de
Chrétien
de
Troyes, Yvain, al perder el amor de su dama (al perder su ánima) «vive
como un animal salvaje en el bosque». Pero se trata de un estado con
posible
redención,
de
un
estado
reversible,
y
que
incluso
puede
conducir a la santidad.
Sandalias aladas
Atributo de Mercurio. Símbolo de la elevación del alma, con el mismo
significado que Pegaso, en la mitología griega. Perseo las utilizó para
dar muerte a la Medusa Gorgona (15).
Sangre
Desde
los
ángulos
del
orden
cromático
y
biológico,
la
sangre,
correspondiente al color rojo, expone el final de una serie que tiene en
su origen la luz solar y el color amarillo y en medio el verde y la vida
vegetal. El paso del amarillo al verde y al rojo aparece en relación con
un aumento progresivo de hierro. En conexiones tan estrechas como la
de la sangre y el color rojo, es evidente que ambos elementos exprésanse
mutuamente; las cualidades pasionales del rojo infunden su significado
simbólico a la sangre; el carácter vital de ésta se trasvasa al matiz. En la
sangre derramada vemos un símbolo perfecto del sacrificio. Todas las
materias
líquidas
que
los
antiguos
sacrificaban
a
los
muertos,
a
los
espíritus y a los dioses (leche, miel, vino) eran imágenes o antecedentes
de la sangre, el más precioso don, facilitado en las culturas clásicas por
el sacrificio del cordero, el cerdo y el toro, y en las asiáticas, africanas y
americanas
por
sacrificios
humanos
(como
también
en
la
Europa
prehistórica). El refrán de los árabes «la sangre ha corrido, el peligro ha
pasado», expresa sucintamente la idea central de todo sacrificio: el don
aplaca
a
las
potencias
y
aparta
los
castigos
mayores
que
podrían
sobrevenir. Es el símbolo de Libra (la legalidad divina, la conciencia
interna
del
hombre
autocastigos
sacrificial
con
terribles)
que
la
el
sangre
su
que
potestad
de
pone
movimiento
simboliza
en
desencadenamiento
máximamente.
el
Las
de
mecanismo
heridas,
por
asociación y por igual origen, tienen similar significado. E incluso el
color
rojo,
cuando
se
presenta
irracionalmente,
es
decir,
como
una
invasión misteriosa del objeto. Así, en la alquimia, cuando la materia
pasa del estado blanco
(albedo)
al rojo
(rubedo),
y en el legendario
«caballero rojo», que expresa el estado pasional perenne del vencedor
de
la
cabalgadura
y
de
los
monstruos.
El
Perceval,
de
Chrétien
de
Troyes, es un caballero rojo. En otro texto, un conjunto de imágenes
escarlatas
le
rodea;
que
transcribimos
por
su
belleza
y
redundancia
altamente expresiva: «Un bloque de mármol rojo flota sobre el agua y
una espada está clavada en él. El caballero que pueda sacarla será el
descendiente del rey David. Está vestido de una cota de seda roja y el
anciano que le acompaña le pasa un manto de seda escarlata forrada de
armiño blanco... Parsifal encuentra a un caballero cuya armadura roja
vuelve rojos los ojos que la miran. Su hacha es roja, su escudo y su lanza
son más rojos que el fuego. Tiene en la mano una copa de oro rojo, su
piel es blanca y sus cabellos son rojos». En relación con el mismo
símbolo es muy aguda la interpretación de Lévi, quien traduce la frase
siguiente: «Se hallaba revestido de un traje manchado de sangre porque
había
pasado
a
través
de
la
guerra
y
el
sacrificio»
(37).
Es
muy
interesante la cita de Pinedo, relativa al mismo símbolo, enriquecido
además con el sentido adicional etimológico. Se trata de un comentario
a Isaías (63, 1), quien se pregunta: «¿Quién es éste que viene de Edom y
Bosra con las vestiduras manchadas de sangre?». «Por Edom y Bosra,
que era su capital, se entienden todas las naciones de los gentiles. La
palabra Edom quiere decir rojo y Bosra tiene la misma significación que
vendimia, por lo que los Santos Padres nos dicen que éste que viene
"rojo" de la "vendimia" no es otro que nuestro Señor Jesucristo, pues,
según su sentir, ésta es la pregunta que le hicieron los ángeles en el día
de su triunfal ascensión» (46).
Sangre. Giovanni Bellini La sangre del Redentor, siglo
XV.
Sapo
Es el aspecto inverso e infernal de la rana. Le corresponde, pues, el
mismo significado simbólico, pero en aspecto negativo. Las doctrinas
esotéricas expresan esto con su terminología usual diciendo: «Existen
también animales cuya misión no es otra que romper la luz astral por
una absorción que les es peculiar. Tienen en la mirada algo que fascina:
el sapo y el basilisco».
Sarcófago
Simboliza el principio femenino y a la vez la tierra, como principio y fin
de la vida material. Coincide en este significado con la vasija, el ánfora y
la barca (9). Por ello, la alquimia lo denomina «huevo filosófico» (lugar
de las transmutaciones). En sarcófagos egipcios se representaba, en el
fondo, una figura femenina.
Saturnalia
La idea, fuertemente ligada al sentimiento de que la vida es duración y
sustitución y de que el sacrificio es la única fuente de la nueva creación,
de que todo reinado ha de ser sucedido por otro, aun en el ámbito de lo
divino, marca las antiguas mitologías. Los sucesivos gobiernos cósmicos
de
Urano,
Saturno
y
Júpiter
facilitaron
el
modelo
de
los
reinados
terrestres, el «asesinato ritual del rey» en ciertas conjunciones astrales o
a la terminación de determinados períodos de tiempo, y más tarde la
sustitución
Saturnalia
de
es
esa
el
ceremonia
aspecto
más
sangrienta
por
sobresaliente
sus
de
simulacros.
tales
sacrificios
La
y
simulaciones, en Roma. Por ello dice Frazer que fue de práctica general,
en la antigua Italia, elegir un hombre que hacía de Saturno y gozaba de
todas las prerrogativas del dios durante un tiempo y luego moría, por su
misma mano o sacrificado. El personaje principal del Carnaval es la
figura burlesca que sucede históricamente al rey de la Saturnalia. El
«rey de la habichuela», el medieval «obispo de los locos», el «abad de la
sinrazón» y el «señor del desorden» son personificaciones del mismo
tipo y pueden deberse al origen citado. Todos ellos simbolizan las ideas
de
duración,
sacrificio,
inversión
o
cambio
entre
la
brevedad
e
intensidad de la vida y su dilatación en lo neutralizado vulgar (21). El
mismo Carnaval, con su brevedad, es un símbolo de ese anhelo de
acumular
en
un
tiempo
dado
todas
las
posibilidades
existencia-Íes,
aparte de que, por su sentido orgiástico, es un llamamiento al caos
primordial y una desesperada invocación a la «salida del tiempo».
Saturnalia. Pintura de un vaso griego.
Saturno
Simboliza el tiempo, el hambre devoradora de la vida, que consume
todas sus creaciones, sean seres, cosas, ideas o sentimientos. Simboliza
también la insuficiencia mística de cualquier existencia incluida en lo
temporal, la necesidad de que el «reinado de Crono» sea sucedido por
otra modalidad cósmica en la que el tiempo no tenga poder. Con el
tiempo
surge
la
inquietud,
el
sentimiento
de
una
duración
entre
el
estímulo y la satisfacción; por ello Saturno es símbolo de actividad, de
dinamismo lento e implacable, de realización y comunicación (15); por
ello se dijo que «devoraba a sus hijos» (32) y se le relaciona con el
Ouroboros o serpiente que se muerde la cola. Otros atributos suyos
son el remo (navegación, avance en la temporalidad), el reloj de arena y
la guadaña (8). Vemos en ésta un doble sentido; de un lado su función
de segar, paralela ratificación de la devoración; de otro, su forma curva,
que corresponde invariablemente al principio femenino. Esta es la causa
de que los alquimistas, maestros de la ciencia espiritual del simbolismo,
llamaran a Saturno «Mercurius senex»; siendo Mercurio una deidad
andrógina, Saturno queda envuelto en la misma ambigüedad de género
y de sexo, con lo cual puede relacionarse con la tierra, el sarcófago y la
putrefacción, así como también con el color negro. Mertens Stienon
dice que Saturno es, en todos los casos, la limitación que impone forma
a la vida, la localización en el tiempo y el espacio de la expresión de la
vida universal (40).
Secreto
Todo
secreto
simboliza
el
poder
sobrenatural;
de
ahí
su
efecto
perturbador sobre la generalidad de seres humanos. Jung insiste en este
punto y señala que, por tal razón, es muy conveniente para el afectado
desprenderse de sus secretos (31). En cambio, la dominación de esta
tensión
cuando
se
es
superior
a
ella
confiere
una
sensación
de
superioridad constante, la cual es frecuente en personas que viven fuera
de la ley, en espías, altos consejeros de reyes y magnates. También en
esta razón se fundamenta parte del atractivo de lo esotérico y de todas
las formas de hermetismo en literatura y arte.
Secreto. El dios Harpócrates. Athanasius Kircher, Oedipus aegyptiacus,
Roma 1653.
Sed
Dragón. Impulso de ciego goce, según Evola. «Sed de vivir», «sed de
gozar» son expresiones vulgares de este significado.
Sefirot
Conjunto de las diez sefira, o emanaciones de Dios, según la Cábala. En
sí ésta constituye una explicación mística y simbólica de la creación. Las
sefiras
son:
Corona,
Sabiduría,
Inteligencia,
Gracia,
Juicio,
Belleza,
Fundamento, Gloria, Victoria y Reino de Shekina. Se han intentado
identificaciones
de
esos
aspectos
del
poder
divino
con
las
deidades
mitológicas, que, ya en tiempos del Imperio romano, eran símbolos
para
los
estoicos,
importantes
de
neopitagóricos
investigación
y
neoplatónicos.
histórica
sobre
la
Las
Cábala,
obras
más
cuya
obra
principal, el Zóhar, fue escrita en España en el siglo XIII por Moisés de
León, son las de Gershom G. Scholem, profesor de la universidad de
Jerusalén. En otro sentido, valen las síntesis de Grad.
Sefirot. Grabado de un libro de Ricius, 1516.
Sello
Como las marcas, signo, señal de propiedad y de individualidad, de
diferenciación. También, en el aspecto de sello de cera o de lacre, que
cierra, símbolo de virginidad, de cerrazón y de represión.
Sello de Salomón
Constituido por dos triángulos entrelazados de modo que dan lugar a
una
estrella
de
seis
puntas.
Wirth
la
denomina
«estrella
del
microcosmo», signo de la potencia anímica del individuo que posee una
abnegación sin reservas. Simboliza en realidad el alma humana como
conjunción de la conciencia y el inconsciente, significados por el fuego
(triángulo)
Ambos
y
el
agua
principios
(triángulo
se
hallan
invertido)
sometidos,
en
interpenetración
según
los
(59).
alquimistas,
al
principio inmaterial que los filósofos llamaron Azoth que se representa
en el «sello de Salomón» por un punto central no figurado y que debe
ser visto sólo con la imaginación, cual en algunos mándalas de la India y
el Tíbet.
Semana
El orden de la semana se relaciona con el de las siete direcciones del
espacio, dos para cada una de las tres dimensiones más el centro, que,
como «medio invariable» e imagen del «motor inmóvil» de Aristóteles,
corresponde al día de descanso. El hecho de que este prototipo espaciotemporal, basado en el número 7, conformara las esferas planetarias y
las
deidades
principales
de
cada
panteón,
se
manifestó
en
la
consecuencia de adscribir cada día de la semana a uno de los planetas,
incluyendo
el
sol
y
la
luna
en
esta
denominación.
Por
el
aspecto
negativo del influjo de las deidades planetarias (asimilables a los siete
pecados capitales), el monstruo de siete cabezas, frecuente en mitos,
leyendas
y
cuentos
folklóricos,
aparición gradual en siete días.
Señalización
se
refiere
también
al
peligro
como
Todo
sistema
de
imágenes
(generalmente
convencionales
y
no
simbólicas) empleado como medio de comunicación. En las diversas
formas
del
tráfico
se
convierte
en
códigos
estatuidos,
con
imágenes
claras, internacionales, para ser reconocidas a velocidad. Estas imágenes
suelen ser representaciones esquemáticas o signos. En el caso de que
representen objetos, formalmente se ha producido una evolución hacia
la mayor simplicidad, como demuestra Munari en Arte come mestiere
en
el
caso
de
la
flecha.
Signs
in
action,
de
Sutton,
nos
ofrece
un
repertorio de diversas señales (integrando las viejas muestras, en vía de
desaparición), que, por lo común, carecen de sentido simbólico, aunque
pueden presentar símbolos degradados a un mero servicio utilitario.
Septenario
Es el orden formado por siete elementos. El fundamento último del
septenario se halla en las siete direcciones del espacio: dos contrarias
por cada dimensión, más el centro. La proyección de este orden espacial
de
seis
como
elementos
modelo
del
dinámicos
septenario
y
uno
en
el
estático
coincide
transcurso
con
temporal.
la
semana
En
muchas
culturas, el 3 es el número del cielo (orden vertical en la cruz de tres
dimensiones
espacial)
y
el
4
es
el
de
la
tierra
(cuatro
direcciones
-
asimilables a los puntos cardinales- de las dos dimensiones del plano).
Por ello, el 7 es el número sumativo del cielo y de la tierra (como el 12
expresa su posibilidad multiplicativa) (22). En la religión, el septenario
tiene expresiones y correspondencias, como el ternario de las virtudes
teologales, más el cuaternario de las cardinales; el septenario de los
pecados capitales (59), que precisamente son entendidos, por la doctrina
tradicional simbolista, como resultado del influjo —o de la correlacióncon los principios espirituales de los siete planetas, o antiguas deidades
mitológicas. En el cielo, el 7 está particularmente representado por la
constelación de las Pléyades, las hijas de Atlas, de las que seis están
presentes y una oculta (9). Con carácter de síntesis, el 7 se considera
como símbolo de la transformación y de la integración de la gama de
jerarquías en su totalidad (32); por ello hay siete sonidos en la escala
habitual, siete colores en el arco iris, siete esferas planetarias y siete
planetas
que
les
corresponden.
El
número
7
se
considera
a
veces
escindido, o como unión de 2 y 5 (Sol y Luna - Mercurio, Venus,
Marte, Júpiter, Saturno) o de 3 y 4 (Sol, Luna, Mercurio — Venus,
Marte, Júpiter, Saturno). El 7 se representa gráficamente por la unión
del triángulo y el cuadrado, bien sobreponiendo el primero al segundo,
o inscribiéndolo en su interior. Esta disposición septenaria se da con
gran frecuencia en las plantas de grandes conjuntos arquitectónicos,
pues tiene un valor mandálico, similar al de la «cuadratura del círculo».
Sería
imposible
innumerables
enumerar,
aplicaciones
ni
aun
del
en
resumen
septenario,
las
y
sintéticamente,
apariciones
de
las
este
«modelo» cósmico en mitos, leyendas, cuentos folklóricos, sueños, o en
hechos históricos, obras de arte, etc. A veces, la ordenación por siete
aparece
como
símbolo
del
complejo:
dioses
planetarios
en
aspecto
malévolo -días de la semana como peligros espirituales (dragón de siete
cabezas)-. A veces, como cristalización de un orden celeste (candelabro
de los siete brazos del Templo de Salomón). Schneider nos informa que,
en
la
danza
escocesa
de
las
espadas,
san
Jorge
vence
al
dragón
acompañado de siete santos (inversión -para facilitar la victoria- del
tema de las siete cabezas) (51). Como el 7 es símbolo de totalidad de
gama (lira de Orfeo), de ahí que se adoptara ese número con frecuencia:
siete eran las Hespérides, los jefes que atacaron Tebas (y los que la
defendieron); los hijos y las hijas de Níobe (38); Platón concibió una
sirena celeste cantando sobre cada esfera y esas «Siete Sirenas de las
Esferas» deben asimilarse a las siete vírgenes de Cinderella (Cenicienta)
(4), o a las siete hadas de las leyendas y cuentos folklóricos (una por
cada dirección del espacio y del tiempo). Según Loeffler, estas hadas se
corresponden con los siete Lipiki del esoterismo hindú (espíritus que
corresponden a cada plano humano: sensación, emotividad, inteligencia
reflexiva, intuición, espiritualidad, voluntad, presciencia de lo divino)
(38). De ahí se deduce que en la teoría esotérica el ser humano está
compuesto de siete esferas análogas a las de los cielos. La Cábala hebrea
identifica las deidades mitológicas, en su aspecto creador y benéfico, a
siete jerarquías celestes: Sol, ángel de la luz (Miguel); Luna, ángel de las
aspiraciones
y
de
los
sueños
(Gabriel);
Mercurio,
ángel
civilizador
(Rafael); Venus, ángel del amor (Anael); Marte, ángel ex-terminador
(Samael);
Júpiter,
ángel
dominador
(Zacariel);
Saturno,
ángel
de
la
solicitud (Ori-fiel). Lévi establece numerosas analogías fundadas en el
septenario, que dan lugar a rigurosas correspondencias con elementos
de
todos
los
planos
cósmicos.
Citaremos
sólo
los
emblemas
que
atribuye a cada deidad: Sol (serpiente con cabeza de león); Luna (globo
cortado por dos medias lunas); Mercurio (caduceo hermético); Venus
(lingam);
Marte (dragón mordiendo la guarda de una espada); Júpiter
(pentagrama flameante en las garras de un águila); Saturno (anciano y
guadaña) (37). Fácil es comprender las determinaciones numerales que
se pueden establecer tomando como base el septenario. La inmensa
mayoría de símbolos de siete elementos en el mundo entero derivan del
modelo celeste de las siete esferas. Transcribimos unos cuantos ejemplos
de la obra de Cola Alberich, que los cita en relación con la aparición del
siete
en
tatuajes
y
amuletos;
dicho
autor
menciona
la
frase
de
Hipócrates: «El número 7, por sus virtudes ocultas, tiende a realizar
todas las cosas; es el dispensador de la vida y la fuente de todos los
cambios,
pues
incluso
la
luna
cambia
de
fase
cada
siete
días.
Este
número influye en todos los seres sublimes»; y agrega: «Los peines de
siete púas eran símbolos mágicos en Susa; entre los chinos el "zorro de
siete
colas"
es
el
genio
maligno;
los
santos
y
sabios
tienen
"siete
agujeros" en el corazón; los espíritus animales son siete; existen siete
hadas de siete colores; en el día siete del séptimo mes, se celebran en
toda China grandes fiestas populares y uno de los amuletos predilectos
es el loto de siete hojas. En el Tíbet son siete los emblemas de Buda...
En las pirámides sagradas de Mocha, en la costa peruana, la huaca del
sol tiene siete escalones. En el islam, el número 7 goza de gran prestigio:
hay siete cielos, siete tierras, siete mares; se dan siete vueltas en torno al
templo de La Meca; hay siete días nefastos; el hombre está formado de
siete sustancias; son siete los alimentos recogidos...» (12).
Septenario. Detalle de la pintura mural de San Clemente de Tahull
(siglo
XII).
Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona.
Sequedad
Es
el
principio
contrario
a
la
vida
orgánica.
Esta
corresponde
a
la
fertilidad terrena: plantas, vida animal. La sequedad, en cambio, es la
expresión del clima anímico. Es signo de virilidad, de apasionamiento,
de predominio del elemento fuego (2). El símbolo del «rey marino»,
como espíritu abismado en el inconsciente y en lo inferior, es muy claro
al respecto. Clama ese personaje: «Quien me libere de las aguas y me
conduzca el estado seco será recompensado con riquezas sempiternas».
Las aguas simbolizan la existencia degradada, sometida al tiempo, a lo
transitorio, realizando lo «húmedo» (femenino). El «estado seco» es
una figuración de la inmortalidad (32); de ahí que los espíritus ansiosos
de cobrar o recobrar su fuerza vayan al desierto como paisaje perfecto
de sequedad; de ahí que el hombre de carácter «seco» sea, en contra de
lo que parece y de él se cree, el intenso apasionado. Eliade dice que la
aspiración
a
la
sequedad
simboliza
el
anhelo
de
la
vida
espiritual
desencadenada. Y cita a Heráclito, quien sentenció: «Muerte es para las
almas convertirse en agua». Un fragmento órfico insiste: «Para el alma,
el agua es la muerte» (Clemente de Alejandría, Stromata VI, 2, 17, 1, ed.
de
Kern,
frag.
226)
y
Porfirio
(De
antro
nymph,
10-11)
explica
la
tendencia de las almas de los muertos a la humedad por el deseo de
reencarnación (17).
Serialidad
La serialidad es el producto de la existencia de un número limitado de
elementos
órdenes
discontinuos,
o
constituye,
metros
que
que
pues,
por
se
la
muestran
les
diferencias
pueden
menores
contraponer.
diferenciación
de
lo
Lo
frente
a
serial
se
por
la
mismo,
diversificación de lo unitario, o por la unificación de lo relativamente
diverso. Así, en la serie hemos de distinguir: a) límites o polos de la
serie;
b)
elementos
en
número
limitado
que
la
forman
y
que
se
distinguen por su capacidad para ser insertados entre los polos aludidos;
c) gradación interna, que se produce entre dos o más de tales elementos.
Esa gradación o escalonamiento expone la conexión de lo cualitativo y
lo
cuantitativo
(su
mutua
metamorfosis),
como
se
advierte
en
los
fenómenos vibratorios (gama de sonidos, de colores). La ordenación en
el tiempo de una serie equivale a la determinación o constitución de un
proceso,
evolutivo
si
es
ascendente,
regresivo
si
es
descendente
o
recurrente.
Serpiente
Si
en
realidad
todos
los
símbolos
son
funciones
y
signos
de
lo
energético, la serpiente es simbólica por antonomasia de la energía, de la
fuerza
pura
y
sola;
de
ahí
sus
ambivalencias
y
multivalencias.
Otra
razón de la diversidad de sus aspectos simbólicos se deriva de que éstos
provienen o de la totalidad de la serpiente o de uno de sus rasgos
dominantes: avance reptante, asociación frecuente al árbol y analogía
con sus raíces y ramas, muda de la piel, lengua amenazante, esquema
onduloso, silbido, forma de ligamento y agresividad por enlazamiento
de sus víctimas, etc. Otra razón de su multivocidad simbólica depende
de la localización de su vida; hay serpientes que viven en el bosque,
serpientes del desierto, serpientes marinas, serpientes de los lagos y los
estanques, de los pozos y de las fuentes. El culto de las serpientes y de
los genios de las serpientes, en la India, está vinculado a las aguas. Las
serpientes son poderes protectores de las fuentes de la vida y de la
inmortalidad, así como de los bienes superiores simbolizados por los
tesoros ocultos (17). En Occidente, Bayley interpreta que la serpiente,
por su esquema onduloso, similar a la forma de las ondas marinas,
puede
simbolizar
la
sabiduría
abisal
(4)
y
los
grandes
arcanos.
En
cambio, en multiplicidad y en el desierto, las serpientes son las fuerzas
de la destrucción, que atormentan a todos los que han logrado atravesar
el
mar
Rojo
y
dejar
Egipto
(57),
siendo
entonces
asimilables
a
las
«tentaciones» de quienes han vencido la constricción de la materia y
han
penetrado
ya
en
los
dominios
de
la
sequedad
espiritual.
Esto
explica que Blavatsky diga que, físicamente, la serpiente simboliza la
seducción de la fuerza por la materia (Jasón por Medea, Hércules por
Onfale, Adán por Eva), constituyendo la manifestación concreta de los
resultados de la involución, la persistencia de lo inferior en lo superior,
de lo anterior en lo ulterior (9), lo cual es ratificado por Diel, para quien
la serpiente es el símbolo, no de la culpa personal, sino del principio del
mal inherente a todo lo terreno. El mito nórdico de la serpiente Mitgard
expresa lo mismo (15). Hay una evidente conexión de la serpiente con el
principio femenino. Según Eliade, Gresmann («Mytische Reste in der
Paradieserzâhlung», en Archiv. f. Rel. X, 345) ha visto en Eva una diosa
fenicia arcaica del mundo subterráneo, personificada por la serpiente
(aunque mejor ésta debería ser la alegoría de Lilith, enemiga y tentadora
de
Eva).
Al
propósito,
relaciona
el
autor
aludido
las
numerosas
deidades mediterráneas que se representan llevando una serpiente en
una
o
ambas
sacerdotisas
manos
cretenses,
(Artemisa
bellamente
arcadia,
figuradas
Hécate,
en
oro
Perséfone),
y
marfil;
o
las
con
cabellos de serpientes (Gorgona, erinias). En conexión con este mito
asociativo, menciónase que en Europa central existe la creencia de que,
si se entierran pelos arrancados a una mujer bajo el influjo lunar, se
transforman
en
serpientes
(17).
Ya
en
Egipto
aparece
con
gran
frecuencia la serpiente; el signo que fonéticamente corresponde a la letra
Z representa una serpiente en movimiento. Igual que el signo de la
babosa o serpiente cornuda (fonéticamente F) se refiere a lo primigenio
y a las fuerzas cósmicas. En general, los nombres de las diosas presentan
como signo determinativo el de la serpiente, lo que viene a decir que es
por la mujer por lo que el espíritu se desliza en la materia y en el mal.
También se emplea, como los otros reptiles, para aludir a lo primordial,
a los estratos más primitivos de la vida. En el Libro de los Muertos
(XVII), los reptiles son los primeros en aclamar a Ra cuando aparece
sobre la superficie del Nou. La asimilación demonística es dada a través
de Tuat, cuyos genios maléficos se representan como serpientes, pero
éstas —cual el dragón domado— pueden aparecer en forma benéfica (es
decir, como fuerzas dominadas, dirigidas, sublimadas y utilizadas para
los fines superiores de la psique y de la evolución humana) y en esta
expresión corresponden a las diosas Nekhbet y Bouto. También dentro
de este simbolismo —y el de la Kundalini— se convierten en ureus y
constituyen
cualidades
el
más
centrales
preciado
de
la
adorno
serpiente,
de
la
como
diadema
dijimos,
real
(19).
Las
determinan
sus
significaciones. Teillard dice a su propósito: Animal dotado de fuerza
magnética. Por su muda de piel, símbolo de la resurrección. Por su
carácter reptante (y sus anillos estranguladores) significa la fuerza. Por
su peligrosidad, el aspecto maligno de la naturaleza (56). La muda de la
piel
impresionó
poderosamente
a
los
autores
antiguos:
Filón
de
Alejandría cree que la serpiente, al desprenderse de su piel, se desprende
también de la vejez; que puede matar y curar, siendo por ello símbolo y
atributo de los poderes adversarios, positivo y negativo, que rigen el
mundo (idea gnóstica y maniquea de origen persa). Llega a considerarla
como «el más espiritual de los animales». Jung señala que los gnósticos
la asimilaban al tronco cerebral y la médula, constituyendo un excelente
símbolo
de
inesperada,
lo
su
inconsciente
interposición
que
expresa
brusca
y
su
presencia
temible
(31).
repentina,
Añade
que,
psicológicamente, es un síntoma de la angustia y expresa una anormal
animación del inconsciente, es decir, una reactivación de su facultad
destructiva.
Esto
se
halla
en
relación
directa
con
el
sentido
de
la
serpiente Mitgard, en la mitología nórdica. En el Völuspa se anuncia que
el diluvio dará comienzo al despertarse la serpiente para la destrucción
universal
(31).
Según
Zimmer,
la
serpiente
es
la
fuerza
vital
que
determina nacimientos y renacimientos, por lo cual se identifica con la
Rueda de la Vida. La leyenda de Buda dice que la serpiente circundó
siete veces su cuerpo (como en las efigies de los cronos mitraicos), pero,
no pudiendo vencerle, se transformó en un joven que se inclinó ante el
Gautama (60). La identificación de la serpiente con la rueda aparece
gráficamente expresada en los símbolos gnósticos del Ouroboros, o
serpiente que se muerde la cola; la mitad de ese ser es clara y la otra
oscura,
como
en
el
símbolo
chino
del
Yang-Yin,
lo
cual
expone
la
ambivalencia esencial de la serpiente y su pertenencia a los dos aspectos
(activo y pasivo, afirmativo y negativo, constructivo y destructivo) del
ciclo. Wirth dice que la «antigua serpiente es el soporte del mundo, al
que provee a la vez de los materiales y de la energía, desdoblándose en
razón
e
serpiente
imaginación,
desempeñó
pero
un
también
papel
muy
en
fuerza
tenebrosa»
importante
entre
los
(59).
La
gnósticos,
especialmente en la secta de los nasenios (de naos, serpiente). Hipólito,
autor
de
dicha
doctrina,
decía
que
la
serpiente
«vive
en
todos
los
objetos y en todos los seres». Esto nos lleva al concepto yoga de la
Kundalini o serpiente como imagen de la fuerza interior. Kundalini está
representada simbólicamente como serpiente enrollada sobre sí misma,
en forma de anillo (kundala) (29), en una región del organismo sutil que
corresponde a la extremidad inferior de la columna vertebral; cuando
menos
así
sucede
en
el
hombre
ordinario.
Pero,
por
efecto
de
las
prácticas encaminadas a su espiritualización -como del Hatha Yoga-, la
serpiente se despliega y se alza a través de las ruedas (chakras) que se
corresponden
con
correspondiente
al
los
diversos
tercer
ojo
plexos,
(frontal,
hasta
de
llegar
Shiva).
En
a
este
la
región
momento
recupera el hombre -según la doctrina hindú- el sentido de la eternidad
(28). Hay aquí, probablemente, un símbolo de la ascensión de la fuerza,
desde la región dominada por el sexo, hasta la del pensamiento -idea
que
cabe
explicar
por
simple
aplicación
del
simbolismo
del
nivel,
tomando el corazón como centro-. Es decir, expone este simbolismo la
«sublimación de la personalidad» (Avalon, The Serpent Power). Jung
señala que las representaciones de transformación y renovación por
intermedio
muchos
de
serpientes
documentos.
constituyen
Dice
también
un
arquetipo
que
el
ureus
del
que
egipcio
existen
es
la
representación visible de la Kundalini elevada al plano superior (32).
Por otro lado, ritos diversos concuerdan con esta elevación progresiva.
El avance a través de los seis chakras (existe un séptimo innominado e
irrepresentado,
como
el
punto
central
de
algunos
diagramas
mandálicos) se puede considerar análogo a la subida por las terrazas del
zigurat o por los escalones de siete metales del ritual de Mitra (11).
Aparte de su posición cósmica circular, que adquiere valor de totalidad,
la serpiente aparece con frecuencia asociada a otros elementos. El más
frecuente
es
el
árbol,
correspondiente
al
que,
como
principio
unitario,
masculino,
puede
ser
simbolizando
considerado
entonces
el
ofidio el femenino. El árbol y la serpiente prefiguran míticamente a
Adán
y
Eva.
También,
y
por
analogía,
hay
en
esa
situación
de
envolvimiento del árbol por la serpiente (o del bastón de Esculapio) una
imagen
simbólica
del
dualismo
moral.
Diel,
inclinado
a
las
interpretaciones de este tipo, dice que la serpiente enrollada en torno a
la maza del dios de la medicina recuerda el símbolo fundamental bíblico
del
árbol
de
la
vida
enlazado
por
la
serpiente-principio
del
mal,
conexión que significa el origen de todos los males por la estrecha
relación entre vida y perversión. Añade que esta subversión contra el
espíritu origina la muerte del alma. Y esto es lo que la medicina debe
combatir en primer lugar (15). De otro lado, la situación opuesta a la de
la serpiente envolvente (triunfante) es la de la serpiente crucificada, que
aparece en las figuras de Abraham le Juif (París, Bibl. Nat. Ms. 14.765,
siglo XVI) (32). La serpiente vencida y clavada en cruz, el principio
ctónico
y
femenino
dominado
por
el
espíritu,
es
también
figurado
míticamente por la victoria del águila sobre la serpiente. En la Riada,
recuerda Heinrich Zimmer, un águila se aparece a los griegos y llevando
entre las garras una serpiente herida. El adivino Calcante interpretó el
signo
como
masculino
y
presagio
del
patriarcal
triunfo
ario,
helénico
sobre
el
(perteneciente
principio
de
al
orden
prevalecimiento
femenino y matriarcal de Asia) (60). Teniendo en cuenta que la lucha es
una forma de conjunción y de amor, no puede extrañar que el hombre
haya creado la síntesis de los poderes contrarios (cielo y tierra) en la
imagen de la «serpiente emplumada», símbolo el más importante de
América precolombina. La serpiente lleva plumas en la cabeza, en la
cola
y
a
veces
también
en
el
cuerpo.
Quetzalcóatl
es
otro
símbolo
andrógino como el citado (41). La contraposición de dos serpientes,
cual
en
el
caduceo
de
Mercurio,
indica
el
equilibrio
de
fuerzas,
la
contraposición de la serpiente domada (fuerza sublimada) a la serpiente
salvaje (bien y mal, salud y enfermedad). También incluye esta imagen
repetida, como muy agudamente señala Jung, el presentimiento de la
homeopatía,
la
curación
por
lo
que
causó
el
daño.
La
serpiente
es
entonces fuente de salud del daño causado por la serpiente. Por eso
puede ser símbolo de san Juan evangelista (32) y aparecer junto a un
cáliz.
Respecto
a
precisiones.
La
fuertemente
el
las
modalidades
serpiente
marina
simbolismo
del
de
serpiente,
parece
tan
inconsciente
y
no
hay
sólo
de
demasiadas
integrar
lo
abisal
más
(9).
La
multiplicación del número de cabezas sólo agrega al sentido simbólico
del animal y de su situación el correspondiente al referido número. Son
frecuentes
en
leyendas,
mitos
y
cuentos
folklóricos
los
dragones
y
serpientes de siete cabezas simplemente porque el siete multiplica el
uno y lo concreta en los órdenes esenciales del cosmos. La serpiente de
siete cabezas invade las siete direcciones del espacio, los siete días de la
semana, los siete dioses planetarios, y se relaciona con los siete vicios
(9). La serpiente de tres cabezas se refiere a los tres principios (activo,
pasivo, neutro). En alquimia, la serpiente alada es el principio volátil; la
carente de alas, el principio fijo. La serpiente crucificada, fijación del
volátil
y
sublimación
(como
en
el
mito
de
Prometeo).
También
la
alquimia descubrió la serpiente como «lo femenino en el hombre» o su
«esencia húmeda», identificándola con Mercurio (57), el dios andrógino
y probablemente, como Shiva, dotado de capacidad para el bien y el mal
(las dos serpientes de los gnósticos: Agathodaemon y Kakodaemon) (9).
Hay
también
dotadas
de
serpientes
cabeza
de
de
aspecto
carnero
que
se
inusitado:
ven
en
tales
relieves
las
serpientes
de
sepulturas
galorromanas. Dado el sentido favorable del carnero (Aries, primavera,
inicio, fuego), la modificación implica una cierta espiritualización del
ofidio
(16).
Finalmente,
según
Schneider,
la
serpiente
sacrificada
equivale al cuello del cisne y al propio cisne, en el cual los héroes se
dirigen al cielo tocando el arpa (50). Es decir, el sacrificio de la serpiente
(como
muerte
fuerza
y
el
vital)
vuelo
posibilita
hacia
la
la
aceptación
región
superior.
placentera
Según
el
(cisne)
padre
de
la
Heras,
símbolo de la fertilidad y destrucción; aparece en el menhir de Kernuz
(Finisterre). Surge en contraposición a la flecha, en la efigie del dios
cornudo de Cerdeña, que lleva encima otra cabeza (Géminis).
Serpiente. Escultura romana de Zervan. Museo Nacional de Arte
Romano, Mérida.
Sexos
En el Timeo de Platón se habla de los sexos como «vivientes» que en
cierto modo son independientes de los seres a que pertenecen. Esto se
halla visualmente simbolizado por los rostros ventrales de algún ente
fabuloso medieval y por las cabezas con patas de las gryces, derivadas de
viejas imágenes cartaginesas y gnósticas. De otro lado, si la ortodoxia
freudiana
reduce
dominante
de
la
inmensa
contenido
o
mayoría
continente,
de
en
objetos,
alusión
según
su
simbólica
carácter
al
sexo
masculino
y
al
femenino,
esta
constricción
simbólica
no
representa
ninguna novedad, cuando el sistema Yang-Yin chino ya buscaba una
clasificación de todas las cosas dentro del sistema de la polaridad de
géneros,
a
la
que
corresponde
la
dualidad
de
los
sexos.
Debemos
también recordar que éstos pueden simbolizar principios espirituales:
conciencia e inconsciente, cielo y tierra, fuego y agua. La coniunctio
sexual es la imagen más gráfica e impresionante de la idea de unión; por
ello
en
la
alquimia
se
usó
para
representar
verdades
iniciáticas
que
superan y trascienden por entero la esfera de lo biológico, como Jung
ha probado especialmente en La psicología de la transferencia.
Shekina
No
es
un
símbolo,
femenino
del
como
ánima
el
Ser
sino
una
supremo;
suya,
de
sefira
es,
la
kabbalistica. Significa
para
cual
usar
todas
la
las
terminología
ánimas
el
aspecto
junguiana,
-mujer
joven,
desconocida, amada- serían imágenes. La busca incansable del ideal a
través de la multiplicidad femenina sería la busca de la Shekina a través
de las imágenes del ánima o simplemente de la seducción carnal que
ellas encierran y que, según el Libro de Enoch, atrajo a algunos de los
mismos ángeles. El rechazo de la mujer -como Hamlet a Ofelia- podría,
en tal contexto, significar el anhelo de recuperar la condición angélica,
de evadirse de lo humano por una vía opuesta a la de la coniunctio. Dice
Gershom G. Scholem, en su obra La Kabbale et sa symbolique (París
1966),
que
la
Shekina
puede
tener
aspectos
negativos,
ocultos,
destructores, lo cual, por otra vía, es llegar a la trinidad hindú en la que
Shiva simboliza el lado destructor de la deidad. No debe olvidarse que,
aquí, destrucción sólo concierne al lado fenoménico de los seres, y, en
realidad, es transformación, renovación y renacimiento.
Sibila
Personaje de la Antigüedad, que reaparece en la literatura e iconografía
medievales y que simboliza la intuición de las verdades superiores, los
poderes proféticos.
Sigma
La figura de la S, vertical u horizontal, y todas las derivadas, que se
designan en conjunto en arte ornamental con el nombre técnico de
«arrollamientos» simbolizan la relación y el movimiento, el ritmo en
continuidad aparente. Señala Ortiz que, igual que la espiral, los signos
sigmoideos
han
sido
usados
como
símbolos
del
viento,
pero
corresponden más bien a la forma del torbellino, sea en el aire o en el
agua. La doble espiral simétrica (como las volutas del orden jónico)
puede ser una estilización de los cuernos del toro, según idea de Breuil.
La esvástica curvilínea es una duplicación de la sigma en cruz (41). Un
sentido diferente, más amplio y profundo (aunque en conexión estrecha
con
el
torbellino
y
el
huracán
como
síntesis
de
los
elementos
y
«momento» cósmico por excelencia) es dado por Schneider, para quien
la
sigma,
particularmente
en
su
posición
vertical,
imita
las
formas
serpentinas de los ríos al descender por las laderas de las montañas,
constituyendo así un símbolo característico del eje valle-montaña (tierra
y cielo, hierogamia). Añade que dicha S parece estar formada por una
luna menguante y otra creciente, esto es, por los símbolos de las dos
fases del proceso de evolución e involución, alternancia que rige las
relaciones sacrificiales del cielo y la tierra. Cree que por tales causas
aparece con tanta frecuencia la sigma en la ornamentación primitiva
(50).
Signo
Según Ramón Llull, «la significación es la revelación de los secretos que
son mostrados con el signo», tesis que acentúa el valor del signo, como
hecho y como realidad. En cambio, para Stanislas de Guaita (Essais de
Sciences Maudites, II, París 1915) el signo es el «punto de apoyo que
requiere la voluntad (o la conciencia) para proyectarse hacia un objetivo
prefijado». El signo es, pues, la concreción, el síntoma de una realidad
invisible e interior y, a la vez, el medio de recordar al pensamiento esa
realidad
en
un
aspecto
determinado.
Determinación
y
sentido
son
inmanentes en el signo. La teoría ocultista de las «signaturas» concibe
todo cuanto existe como signo y cree factible su «lectura» (la forma de
un árbol, la situación de tres o más rocas en una llanura, el color de
unos ojos, las marcas hechas por las fuerzas naturales en una zona de
terreno natural o artificial, la estructura de un paisaje, el esquema de
una constelación, etc.). Auguste Rodin, realista que confinó siempre
con el simbolismo, en sus Conversaciones reunidas por Paul Gsell situó
todo el arte bajo ese mismo dominio de la significación diciendo: «Las
líneas y los matices no son para nosotros otra cosa que los signos de
una realidad oculta. Más allá de las superficies, nuestras miradas se
sumergen hasta el espíritu...». El pintor Gustave Moreau se expresó
parecidamente al referirse a «La evocación del pensamiento por la línea,
el arabesco y los medios plásticos». En el siglo actual, Max Ernst y
Dubuffet, entre otros artistas, han explicado sus investigaciones gráficas
y
pictóricas
como
una
inmersión
en
lo
psíquico
proyectado
en
la
materia. De otro lado, C. G. Jung explica de igual modo la empresa
alquímica.
Signos convencionales
Como
las
marcas
y
los
ideogramas,
aunque
en
menor
medida
seguramente, pueden a veces poseer sentido simbólico (tanto por su
origen como por el modo de «resonancia» que determinen en quien los
contemple o utilice) los llamados signos convencionales, es decir, signos
que tienen relación con algo, pero relación establecida con mayor o
menor arbitrariedad y, en la mayoría de casos, sin esa conexión de
profundidad,
analógica,
que
constituye
el
auténtico
símbolo.
En
hidráulica, topografía, imprenta, meteorología, matemática, etc., se usan
propios sistemas de signos convencionales, como asimismo los tiene la
señalización del tráfico, las industrias diversas y la misma música. El
estudio
de
los
signos,
o
semiótica
(al
margen
de
los
símbolos)
ha
avanzado desde el libro de C. W. Morris, Foundation of the theory of
Signs (1938) al de Max Bense, Semiotik (1967).
Signum. Insignias militares romanas de bronce. Museo Arqueológico
de Barcelona.
Signum
Enseña de los ejércitos romanos, a la vez utilitaria (señal de reunión y
congregación
de
centurias,
cohortes
y
legiones),
simbólica
(por
sus
elementos) y, en el caso principal, el del signo legionario, religiosa. El
signum de la centuria era una mano colocada en la parte superior de un
asta. La legión tenía el águila, de plata o de oro, como emblema y a la
vez como deidad, cual señala C. Renel en Cuites militaires de Rome,
Enseignes (Lyón-París 1903). En diversas épocas, y con finalidad no
exactamente
conocida
frente
a
los
dos
tipos
descritos,
los
romanos
llevaron en sus enseñas militares otros animales reales o fabulosos: lobo,
minotauro,
coronas
caballo,
de
dragón.
diversas
clases
El
de
signum
hojas
era
enriquecido
con
(condecoraciones
palmas,
colectivas,
seguramente), y, en el Imperio, con discos en cuyo interior figuraba la
efigie
del
emperador.
Símbolo
axial
y
ascensional
a
la
vez,
su
complejidad de sentido dimana de su estructura, ordenación y número
de elementos a lo largo de un vector vertical.
Silbar
Como chascar, según cita Jung, es un residuo arcaico, un modo de
llamar y atraer a la deidad teriomórfica, al animal totémico o deificado
(31). Ello explica la represión social sobre el silbido.
Sillar
En
el
sistema
jeroglífico
egipcio,
este
signo
simboliza
la
materia
trabajada, resultado de la acción creadora. Por analogía, se refiere al
trabajo de evolución espiritual que debe cumplir el hombre (19) hasta
adquirir las condiciones esenciales de regularidad, orden, coherencia,
continuidad. Es la misma idea que aparece en la dialéctica al-química
del volátil y el fijo. La relación del sillar con el espíritu humano tiene el
nexo del simbolismo general de la piedra, ligado asimismo a la noción
de
la
humanidad
como
una
construcción
perfecta
en
la
que
cada
hombre salvado es íntegro y resistente como la piedra.
Simbolismo fonético*
En la actualidad, los estudios de lingüística están de moda. Dicho de
otro modo, abundan extraordinariamente los libros sobre el lenguaje. A
diferencia de las tendencias de hace medio siglo (lingüística histórica,
clasificación
de
las
lenguas
en
grupos,
búsqueda
de
un
«lenguaje
originario»), la lingüística actual tiende al análisis de estructuras. Con
todo, se dibuja ya una reacción y muchos lingüistas preconizan que
pronto se volverá a nuevos intentos de clasificación de las lenguas y al
estudio
histórico
de
las
mismas.
Una
cuestión
delicada,
la
del
simbolismo fonético (significado intrínseco de los sonidos, según lo que
entendería
por
«significado
intrínseco»
la
Gestalttheorie),
suele
ser
silenciada; aunque hay libros en los que se dice que «hay mucho de
verdad en el sentido simbólico de los fonemas, pero ésta es una cuestión
en que es prematuro pronunciarse y hay que dejarla para el futuro».
Herder fue el gran defensor del origen psicológico de los fonemas, pero
más tarde él mismo desistió de su tesis, destinada a ser admitida y
rechazada
alternativamente.
Vendryes,
en
El
Lenguaje,
dice
concretamente: «Hoy nadie cree -con De Brosses o Court de Gébelinque
las
palabras
hayan
sido
formadas,
primitivamente,
de
sonidos
adecuados a las ideas». Pero la corriente mítica y mística no se deja
derrotar
por
la
falta
de
racionalización
de
esta
teoría
de
correspondencias. Ernst Cassirer, en Mito y Lenguaje, afirma que «la
idea de que el nombre y la esencia se corresponden en una relación
íntimamente necesaria, que el nombre no sólo designa y señala, sino que
también
es
ese
mismo
ser...,
son
algunas
de
las
suposiciones
de
la
conciencia elaboradora de mitos». Cari Gustav Jung, en Símbolos de
transformación,
sin
darnos
cuenta
de
las
fuentes
de
sus
tajantes
aseveraciones, afirma: «El lenguaje es, originariamente, un sistema de
signos emocionales e imitativos que expresan espanto, temor, ira, amor,
etc., o bien imitan los ruidos de los elementos: el correr y el murmullo
del agua...». Define por tanto el lenguaje como el resultado de una
íntima compenetración e interrelación de onomatopeyas (tr de trueno)
y de lo que pudieran llamarse «onomatopeyas espirituales». No hay
duda de que cuando el poeta escribe «céfiro blando», sea cierto o no el
simbolismo
fonético,
expresa
algo
muy
distinto
a
cuando
emplea
sonidos duros, abruptos, máxime si están reiterados por aliteración.
Un lingüista del estructuralismo, Swadesh, discípulo de Sapir, busca una
solución
sentido
de
compromiso
simbólico
psicológico
de
y
los
la
entre
que
fonemas
ambas
lo
posiciones
niega)
(reside)
diciendo
en
que
el
(la
que
que
acepta
«el
fonema
el
aspecto
es
factor
diferenciador de significantes, pero no de significados». Es decir, su
sentido es estético y relativo, no absoluto y fatal. Los sonidos pueden
agruparse,
como
los
colores,
en
fríos
y
cálidos,
duros
y
suaves,
constructivos y disolventes. La relación entre sonidos y formas ya la
estableció válidamente Kandinsky en Punto y línea sobre el plano. Si
buscamos confirmación de la teoría simbolista en autores esotéricos,
ciertamente la encontraremos. Hitschler, en Pouvoirs secrets des mots et
des symboles, indica que «parece existir un nexo esencial entre cada cosa
y
su
nombre...
correspondientes
Al
hombre
con
la
toca
mayor
comprender
exactitud
y
elegir
posible».
los
fonemas
Esta
última
afirmación nos permite entrever la importancia que tiene este asunto
para
el
creador
literario,
inconscientemente,
ha
para
seguido
el
poeta
siempre
cierta
en
especial,
tendencia
que,
simbolista,
como es fácil de comprobar en cualquier idioma y literatura.
Naturalmente,
los
místicos
de
ciertas
«ciencias»
(a
las
que
tal
vez
pudieran quitarse las comillas) se pronuncian, no ya por un simbolismo
estético de «significantes», sino por una unificación cósmica en la cual
parece incluso imposible que la palabra no haya de corresponder a lo
que designa. Así Carlos Suarès, en Le Sepher Yetsira, refiriéndose a la
concepción mística hebrea dice que, «según el Zóhar, todas las formas
del mundo emanan de cuarenta y dos letras (que son, a la vez, formas
gráficas y sonidos) que constituyen la corona del Nombre sagrado. El
mundo ha tenido por molde las letras del nombre sagrado: su papel en
el nombre es inverso al que tienen en el mundo». Señala el sentido de
determinadas
consonantes
como
N (noun),
igual
a
indeterminación,
apertura hacia todas las posibilidades de lo que aún no existe; R (reisch),
soporte
físico
de
todo
lo
existente;
B
(beith),
que
significa
todo
continente (casa, concha, cuerpo), etcétera.
Es
evidente
que
la
solución
de
este
problema,
a
la
que
existe
una
interesante contribución parcial, un estudio de Chastaign sobre «Le
symbolisme
des
voyelles»,
publicado
en
el
Journal
de
Psychologie
normale et pathologique, n.° 55 (1958) de las Presses Universitaires de
France,
podrá
irse
elaborando
lentamente,
partiendo
de
estudios
comparados de lenguajes y sobre todo en el habla de los poetas. Pues el
lenguaje
vulgar
(no
seleccionado)
parece
una
«caída»
del
idioma
originario, real o hipotético, a las servidumbres de lo utilitario, de igual
modo que todo código de signos gráficos (la señalización del tráfico, los
signos
de
los
profanización
planos
del
topográficos,
significado
etc.)
simbólico
son
de
los
una
degradación
grafismos
(desde
o
el
punto, el círculo, el triángulo, el trazo vertical y el horizontal a la más
compleja «geometría subyacente» en una composición de Rubens o de
Picasso). El análisis de lo que pueda ser significado con un nombre
parecerá a muchos una tarea inútil y abstrusa, a otros una empresa
cabalística
y
conveniente
quimérica,
e
incluso
pero
habrá
necesaría
en
también
una
quienes
fase
la
juzgarán
determinada
del
conocimiento de lo que un idioma sea, y de lo que dicho idioma pueda
deber -y efectivamente deba- a los principios generadores, invisibles
pero ciertos, que rigieron su nacimiento, su desarrollo y su posible
decadencia.
Aunque
el
simbolismo
fonético
(la
correspondencia
entre
la
cosa
nombrada y el nombre) sea una hipótesis y esté por construir como
sistema,
no
hay
duda
de
que,
ahondando
en
lingüística,
filosofía,
estética y esoterismo se encontrarían más y más elementos de juicio,
atisbos
e
Diálogos
incluso
formulaciones
parciales.
Platón
dedicó
uno
de sus
al tema. No exactamente al simbolismo fonético, sino a la
etimología. Pero tratando de los nombres simples (sílabas, fonemas) en
último término, se vio forzado a pasar de la etimología a los confines
Cratilo,
del simbolismo fonético. En el
diálogo en cuestión, hace una
serie de afirmaciones conducentes a probar su creencia en la realidad de
la
concordancia
de
nombres
y
significaciones.
Considera
el
nombre
como una «imitación de la cosa» y por el estudio de las raíces comunes
a una serie de nombres comprueba la comunidad de sentido entre los
objetos
o
sentido
de
hechos
designados
ciertas
letras
y
por
dice
esos
que
nombres.
la
R
le
Llega
hace
el
a
precisar
efecto
de
el
un
instrumento propio para aludir a todas las especies de movimiento, de
impulso
(ron
= corriente;
rein
= deslizar). Insinúa que lo importante
son las letras dominantes en un nombre y que ellas sostienen la función
simbólica
mientras
proporcionado
por
las
el
demás
hacer
son
vulgar
una
suerte
de
que
también
relleno
interviene
fónico
en
la
formación de un idioma, de cualquier idioma.
Con todo, Platón va por la senda de la onomatopeya más que por la del
auténtico
simbolismo.
De
otro
lado,
cae
en
interpretaciones
fisiologistas. Así, señala que el sentido de la D y T derivan del modo de
su producción (comprimir la lengua apoyándose en ella), por lo que son
sonidos útiles al «creador de nombres» (que equipara al artista y al
pensador)
stasis).
para
imitar
el
encadenamiento,
las
detenciones
(desmos
y
Resultan más simbolistas sus indicaciones sobre algunas vocales
(la A es definida por él como letra larga, afirmativa; la O como redonda,
transponiendo así su forma a la imagen sonora). Pero lo principal del
Cratilo
es,
como
decíamos,
la
etimología.
Las
explicaciones
de
los
nombres de dioses son inteligentes y a veces profundas, cual la relación
entre Hades y conocer (Aides y Eidenai), que le permite afirmar que los
muertos han llegado al conocimiento absoluto.
Guy
Delfel,
en
«L'Esthétique
de
Stéphane
Mallarmé»,
señala
los
contactos —que pudieron ser coincidencias y no derivaciones- entre
aspectos del Cratilo y los inicios de simbolismo fonético que Mallarmé
sentó en su obra en prosa Les mots anglais (1877). Agrupa las palabras
que empiezan con una misma letra y define el sentido que para él tiene
dicha letra según el de la mayoría de palabras que son iniciadas por ella.
Sus
observaciones
coinciden
con
algunas
de
las
señaladas
por
el
simbolismo tradicional. Así, por ejemplo, la B es asociada por Mallarmé
a ideas de producción, fecundidad, amplitud, bondad; la W a las de
agua, humedad, disolución; la P a las de estancamiento, acumulación de
riqueza, objetividad; la F a las de presión fuerte y fija, mientras que
unida a la L alude a fluidez; la S es una letra que indicaría separación (o
unión de dos mundos separados); la T (como en el Cratilo) corresponde
a detención; la H a ocultación y dominación; la R a plenitud, impulso,
rapto; y la M al poder de hacer, la maternidad, la formación de las cosas
y de los seres. Más líricamente, asocia la I al brillo estelar.
Mallarmé insiste en la noción de explicar por la consonante dominante
la
significación
de
más
de
un
vocablo
y
agrega
esta
importante
consideración: «Unir términos similares pertenece al genio nórdico. Es
la aliteración. Esfuerzo magistral de la imaginación deseosa, no sólo de
satisfacerse
con
el
símbolo
resplandeciente
de
los
espectáculos
del
mundo, sino de establecer un nexo entre éstos y la palabra encargada de
expresarlos;
lenguaje,
es
que
éste
será
uno
de
prudente
los
misterios
analizar
sagrados
sólo
el
día
o
en
peligrosos
que
la
del
ciencia,
conociendo el vasto repertorio de todos los idiomas que se han hablado
en la tierra, escriba la historia de las letras del alfabeto a través de todas
las edades y cuál era así su significado absoluto, tan pronto adivinado
como ignorado por los hombres, creadores de palabras...». Idea que
coincide con la de Swadesh.
Por tanto, Mallarmé entreveía la realidad del simbolismo fonético, pero,
como los lingüistas actuales, remitía al futuro la tarea de dilucidar sus
leyes.
De
expresivos
momento,
que
se
consideraba
podían
manejar
que
por
las
letras
similitud
poseían
y
valores
contraste,
para
conseguir
efectos
fónicos
que
reforzaran
y
acompañaran
los
del
contenido. Delfel indica que la conclusión de Mallarmé es análoga a la
de Platón en el Cratilo. El lenguaje puede, en ciertos casos, alcanzar la
«justa denominación» de las cosas, pero graves fuentes de impureza se
mezclan en ello, quedando reservado al poeta el intento de llevar el
lenguaje al estado de Verbo, es decir, de lenguaje originario y puro.
En
sus
estudios
sobre
el
lenguaje,
Vendryes
dice
algo
semejante
al
afirmar que lo principal no son los sonidos en sí, sino las oposiciones
fónicas. Esto es, transfiriendo al dominio de los colores su afirmación,
sería
menos
importante
lo
que
el
rojo
signifique
que
el
empleo
adecuado de armonías de matices distintos para expresar determinados
sentimientos, no ya por el tema de la obra (contenido verbal, en la
analogía), sino por la gama cromática (sonoridades verbales). Es una
teoría análoga de aquella con que Van Gogh fundó el expresionismo.
Pero, ciertamente, no ayuda a adelantar hacia el simbolismo fonético.
Este queda planteado, según la frase mallarmeana, en toda su ambiciosa
decisión, como «historia de las letras del alfabeto (con) su significado
absoluto».
Cuando, hacia 1870, Rimbaud escribió su famoso soneto de las vocales,
asimilando cada una a un color, cedió sin duda a un presentimiento
mejor que a una verdadera intuición y formuló una posibilidad mejor
que una certidumbre: A (negro), E (blanco), I (rojo), U (verde), O
(azul).
esencial
La
idea
para
de
poner
penetrar
identificaciones
en
propuestas
en
el
correspondencia
simbolismo
por
Rimbaud
de
no
vocales
los
nos
y
colores
fonemas
parecen
pero
es
las
correctas.
Además, como la crítica ha señalado, define, por ejemplo, la U con un
verso en que predomina la I. Pero hay otro acierto en el soneto en
cuestión y es el atrevimiento de alterar el que parece orden sacro de las
vocales: A, E, I, O, U.
Todo el que haya penetrado en el mundo del simbolismo sabrá que la
teoría de las «correspondencias» es uno de sus fundamentos. Esta teoría
postula que un solo fenómeno tiene lugar y que sus apariciones son
resonancias
del
mismo
en
diversos
planos
de
la
realidad
(sonidos,
colores, letras, planetas del sistema solar, dioses de la mitología, metales
principales, etc.). Marius Schneider que en sus libros, particularmente
en El
origen
musical
de
los
animales-símbolos
en
la
mitología
y
la
escultura antiguas, como el propio título indica, basó en los sonidos
todo su sistema simbólico, propone asimilaciones (correspondencias)
que
parecerán
extrañas,
arbitrarias
y
fantásticas,
a
quien
no
haya
ahondado en los análisis de este prestigioso etnólogo, catedrático de la
Universidad de Colonia y estudioso in situ del pensamiento simbólico
africano.
Schneider
llega
a
asimilar
intervalos
musicales
a
tipos
de
paisaje (mi-si = fuente, estanque, pantano; etc.). Insinúa un simbolismo
de las vocales que parece acertado. Grosso modo, las clasifica en dos
grupos:
A,
O
(vocales
afirmativas)
y
U,
I
(vocales
negativas,
disolutivas). La E ocuparía un lugar intermedio. Teniendo en cuenta
que las gamas de muchos sistemas tienen siete elementos (direcciones
del espacio, días de la semana, dioses planetarios, colores, notas de la
escala diatónica, etc.), debe formarse un grupo de siete vocales (que, de
hecho, existen en muchos idiomas) para establecer correspondencias
exactas.
Pero
antes
de
indicar
cuáles
pudieran
ser
estas
relaciones,
transcribimos la definición del sentido del término «correspondencia
simbólica» en la obra de Schneider. Para él, «dichas correspondencias se
basan en la idea de la indisoluble unidad del universo en el cual cada
fenómeno tiene su posición cósmica y recibe su sentido místico por el
plano
que
ocupa
en
el
mundo
y
por
la
relación
de
analogía
que
mantiene con un determinado elemento "correspondiente", que puede
ser un astro, un color, un material, un elemento de la Naturaleza, un
animal, una parte del cuerpo humano, una época de la vida humana,
etc.». Según Schneider esta filosofía simbolista prosperó en la época
mega-lítica
y
entonces
se
difundió
por
la
mayor
parte
del
mundo,
incluso hasta Indonesia. En muchos idiomas que no pertenecen a la
misma «familia» habrían quedado fonemas (sílabas) con igual o muy
semejante
significado,
como
derivación
del
idioma-concepción
universal de ese período y del inmediato anterior. Gustav Zollinger, en
Tau oder Tau-T-an, explica esta materia y logra interesantes conexiones.
Desde el lado opuesto, el del simbolismo de las letras como signos,
Alfred
Kallir,
conclusiones...
en
Sign
and
Design,
también
llega
a
similares
Ordenando
simbolismo,
una
serie
de
tendríamos
siete
la
vocales
gama:
A,
de
O,
acuerdo
CE,
E,
con
I,
Ü
la
y
lógica
U,
que
del
se
corresponde perfectamente con la serie de colores: rojo, anaranjado,
amarillo, verde, azul, añil y violeta; y con la escala diatónica de do
menor: do, re, mi bemol, fa, sol, la bemol, si. La causa de que esta escala
haya de ser menor y no mayor radica en que las distancias entre los
intervalos se corresponden mejor con las «distancias» que separan los
colores
y
los
sonidos.
La
significación
de
cada
vocal
es
fácil
de
encontrar de acuerdo con el sentido de los colores y sonidos musicales
correspondientes. De entrada, vemos ya la perfecta correspondencia de
los
colores
cálidos
(rojo,
anaranjado
y
amarillo)
con
los
sonidos
afirmativos (A, O y CE, o AE), mientras que la correspondencia de la
E, como sonido intermedio entre el grupo afirmativo y el disolutivo,
con
el
verde,
tono
de
transición
entre
colores
cálidos
y
fríos,
es
indiscutible.
La organización de las consonantes dentro de un parecido sistema es
difícil. Aparte de las lucubraciones de la Cábala, y de las definiciones
del simbolismo de las letras que allí se dan, apenas se encuentran otras
fuentes para fundamentar este sistema. Pero hay pocos aunque seguros
hechos probados; por ejemplo, Schneider y otros tratadistas simbólicos
señalan la oposición entre la M y la N (aguas fecundantes, maternas, y
aguas
disolventes
de
la
Nada);
la
contraposición
de
la
F
y
la
T
(afirmación y sacrificio), y de la B y la Z (cuerpo o casa y rayo). Esta
última contraposición aparece en la lámina XVI del Tarot (La torre
herida por el rayo). Consecuentemente, se ve que, eliminando de las
consonantes todas las que repiten sonidos, y seriándolas en dos gamas
(cada una de ellas es la mitad de la serie entera, invertida) se encuentran
frente a frente esas correspondencias de contrarios. Así la primera mitad
es: B, D, F, G, K, L, M, y la segunda mitad: N, P, R, S, T, X, Z,
constando cada gama de siete consonantes, que dan las oposiciones
simbólicas
siguientes:
B-Z,
D-X,
F-T,
G-S,
K-R,
L-P
y
M-N.
Provisionalmente, como ya se ha estudiado el simbolismo de la letra en
tanto que signo (Kallir y otros autores), cabe aplicar este conocimiento
y entonces, sabido el simbolismo de una consonante se sabe el de su
contraria en el par de oposición (su antítesis). Luego, sólo hay que
corroborar por la impresión sonora este simbolismo para atribuirlo a la
letra como fonema. Establecidos así el simbolismo de las vocales y el de
las consonantes pueden ponerse en relación para analizar el significado
de
diversas
sílabas
o
palabras.
Las
consonantes
omitidas
son
las
siguientes: W (= U), Y (= I), J (= G), Q (= K) y H.
Todo esto puede parecer somero, artificioso, o, peor todavía, inútil.
Pero
nada
en
importante
en
la
investigación
un
terreno
es
que
inútil
nadie
e
ha
incluso
lo
más
explorado
bien
somero
aún.
es
Sólo
desearíamos que este tipo de análisis lingüísticos y letrísticos tuvieran la
resonancia necesaria para que algún día se halle sentada una base del
auténtico simbolismo fonético, en que muchos lingüistas creen, pero sin
pronunciarse en la materia.
Bronwyn-Bhowani
Quienes conozcan el interés que he dedicado, en poesía y en artículos,
al personaje Bronwyn, doncella céltica del siglo XI, en un determinado
relato, inspirado en parte posiblemente por la Branwen, hija de Llyr (el
Océano) de los Mabinogion galeses, no podrán extrañarse de que me
causara profundo efecto enterarme, en el libro de Arkon Daraul, Les
Sociétés Secretes (París 1970), de que uno de los nombres con que sus
fieles
invocan
a
Kali
es
Bhowani
y
de
que,
precisamente,
Kali
es
destructora, como Bhowani, y enemiga del mal, como Durga. Shakti de
Shiva, manifestación del dios de la aniquilación y la renovación de todo,
él actúa a través de Bhowani. En todos los nombres de los antiguos
idiomas el simbolismo fonético desempeña un papel esencial. Por tanto,
tenía
que
inquietarme
el
significado
de
la
palabra
«Bhowani»
y
su
relación con «Bronwyn» o «Bronwin», que, como vamos a ver, significa
aproximadamente lo mismo. El hecho de que un hombre sea indoario y
el otro céltico no puede sino reforzar el parentesco de sentido, y basta
el conocimiento de un manual tan sucinto como el de Vittore Pisani, Le
lingue indoeuropee (Milán 1964), para tener la confirmación científica
de ello.
Los nombres Bhowani y Bronwin tienen cinco letras en común y sólo
dos diferentes. En realidad son seis las que pueden agruparse y sólo una
la que difiere. B, O, W, I, N son exactamente iguales. La R es, hasta
cierto punto, equivalente a la H, en simbolismo fonético, cual veremos.
La diferencia está en que la A de Bhowani se convierte en la segunda N
de Bronwin.
En los anteriores artículos sobre simbolismo fonético, ya explicamos,
sin poder aducir pruebas y basándonos en el principio de autoridad
(tradición
del
semíticas,
en
simbolismo
especial
en
las
simbología
lenguas
de
las
indogermánicas
letras
según
la
y
en
Cábala),
las
el
sentido de las letras del nombre Bronwin, al que ahora tenemos que
agregar el de la H y el de la A, que aparecen en Bhowani, y no en
Bronwin. Vamos a dar tales significados: B (cuerpo), A (acción), N
(aguas primordiales como negación y disolución en lo informal), W =
U, como la I, correspondientes al grupo de vocales «negativas», que se
contraponen
intermedio
y,
a
las
por
afirmativas
tanto,
A
y
O.
La
simbólicamente,
E
la
tiene
serie
de
un
significado
las
vocales
se
debiera ordenar: A, O, E, I, U. De otro lado, la A es el símbolo de la
afirmación y del inicio, ya que el alfabeto es una estructura análoga a la
del propio universo. En cuanto al significado de la H es «poder oculto»
o, lo que es igual, «acción que se produce en un plano inmaterial y que
puede tener consecuencias materiales». De ahí, la proximidad de sentido
de la R y de la H, siendo esta segunda como la expresión interior y
secreta de la primera.
La estructura del nombre —con número impar de letras- Bronwin es
muy
clara:
afirmativa)
BRO/N/WIN
que,
mediante
=
grupo
una
afirmativo
transición
(cuerpo,
disolutiva
acción
(N),
pasa
vocal
a
la
negación (WIN o UIN). Incluso en la modalidad gráfica Branwen, por
la
pronunciación,
fonéticamente
tenemos
Bronwin.
Por
tanto,
el
sentido de este nombre es claro y, en la misma medida, ingenuamente
puro, no engaña, no hay crueldad en él, explica que lo que se constituye
como real (afirmativo y corpóreo) por medio de la negación (la nada
como «constituyente del ser», de Heidegger) -N- pasa a la disolución y
a la renovación.
Con Bhowani tenemos algo diferente. También es un grupo impar de
letras el que constituye este nombre sacro en la India: BHO/W/ANI.
Como en BRO/N/WIN, el primer grupo es afirmativo, pero a la acción
descubierta (R) se opone la oculta (H). El factor de mediación también
es casi el mismo, ya que la letra N de Bronwin (consonante negativa) es
sustituida por W = U (vocal negativa). La auténtica diferencia consiste
en que el segundo grupo, que en el nombre BRONwIN se deslizaba
lógica y suavemente en la disolución NWIN, en el de BHOWANI se
altera por la repentina intercalación de una letra afirmativa, de la vocal
más afirmativa de todas -la que comienza la palabra litúrgica oriental
AUM-. Una confirmación del simbolismo de la A y de la U la da Le
Renard en L’Orient et sa tradition (París 1952), donde a propósito de
esa sílaba dice que la A corresponde a Vishnú (conservación), la U a
Shiva (destrucción) y la M a Brahma (creación). ¿Qué sucede con esa A
que conduce a NI, es decir, qué sucede con esa afirmación que lleva a la
disolución, proclamada por la unión de una consonante (N) y una vocal
(I) disolutivas? Nos inclinamos a ver aquí la treta de la deidad, la cruel
broma del mundo «fenoménico». La A se produce en este punto para
que la afirmación inicial BHO se ratifique y la W (= U) que la sigue, sea
«olvidada» por el fiel. En esa A se halla la fuerza de seducción de la
diosa, su belleza y también (sería injusto no decirlo) la promesa del
retorno a la vida, pues así como de ésta se pasa a la muerte, de la muerte
se pasa a la existencia. Por esto dice Daraul, en su libro antes citado, que
los creyentes de la Shakti de Shiva la invocan diciendo: «Bhowani es la
Vida, Bhowani es la Muerte, Bhowani lo es Todo». En el fondo, como
se ha podido comprobar, Bronwyn no significa otra cosa, a pesar de los
matices diferenciales que hemos podido señalar y analizar.
Tal vez la «distancia» mayor que hay entre BRONWYN y BHOWANI
sea
la
que
hay
entre
el
mundo
céltico
y
el
hindú.
En
la
negación
NWYN o NWIN hay una promesa de renovación que pasa por el viaje
a las Islas Afortunadas, también llamadas País de la Eterna Juventud. En
cambio,
en
el
ANI con
que
termina
el
nombre
destructor
de
Kali,
vemos acuñada la contraposición, la ambivalencia masoquista y a la vez
sádica del creyente oriental, que busca satisfacer con sangre -ajena o
propia- a la diosa.
Simetría
Es
un
equivalente
de
consecución,
coronación
de
un
triunfo
y
equilibrio supremo (como en el caduceo, en los relieves de Naksh-i-
rustam y en los escudos heráldicos).
Simiente
Símbolo de las fuerzas latentes, no manifestadas; de las posibilidades
misteriosas cuya presencia no se sospecha a veces y que justifican la
esperanza. También simboliza el centro místico, el punto no aparecido
del que irradian todas las creaciones y crecimientos del vasto árbol del
mundo (26).
Sirena. El Bosco, detalle de El jardín de las delicias. Museo del Prado,
Madrid.
Sirena
Figura
simbólica
que
aparece
bajo
dos
aspectos
principales,
como
mujer-pájaro o como mujer-pez. Las sirenas de la mitología griega se
suponían
hijas
del
río
Aqueloo
y
de
la
ninfa
Calíope.
Ceres
las
transformó en aves. Habitaban en lugares escarpados. La leyenda les
atribuía un canto dulcísimo con el cual atraían a los caminantes para
devorarlos.
habitantes
Ulteriormente
de
las
islas
aparecieron
rocosas
y
de
las
los
sirenas
de
arrecifes,
cola
las
de
pez,
cuales
se
comportaban tal cual sus hermanas del elemento aire. El mito de las
sirenas es uno de los más persistentes y a través del folklore de muchos
pueblos
marineros
se
conservan
creencias
relativas
actualidad (8). Aristóteles, Plinio, Ovidio, Higinio, el
a
ellas
hasta
la
Physiologus (siglo
II d. de C.) y los bestiarios medievales relatan las cosas concernientes a
las sirenas. Antes del siglo X ya aparecen sirenas de doble cola, en el
tímpano de la capilla de San Miguel, en Aiguilhe de Puy; y sirenaspájaro en Saint-Benoit-sur-Loire. Tanto éstas como las hadas-víbora
francesas, especialmente personificadas por Melusina, son expresiones
complejas cuya explicación más literal nos deja insatisfechos. Pueden
representar lo inferior en la mujer y a la mujer como lo inferior, cual en
el caso de las lamias; son también símbolos de la imaginación pervertida
y atraída por las finalidades inferiores, por los estratos primitivos de la
vida. Son también símbolos del deseo, en su aspecto más doloroso que
lleva a la autodestrucción, pues su cuerpo anormal no puede satisfacer
los anhelos que su canto y su belleza de rostro y busto despiertan.
Parecen especialmente símbolos de las «tentaciones» dispuestas a lo
largo del camino de la vida (navegación) para impedir la evolución del
espíritu y «encantarlo», deteniéndolo en la isla mágica o en la muerte
prematura. La «sirena de doble cola», de la cual puede verse un bello
ejemplar en el ábside del monasterio de San Cugat, en un capitel, puede
ser explicada por un origen psicológico, de mera confabulación (dos
piernas femeninas actuando sobre la única cola de pez producen doble
cola)
o
por
una
razón
simbólica
de
gran
profundidad:
alusión
a
Géminis. Nos parece que la cola doble es una réplica infernal de la
actitud clásica de adoración, con los dos brazos en alto, que muestran,
por ejemplo, las figurillas de sacerdotisas cretenses. Siendo el mar el
abismo
inferior
perteneciente
e
imagen
expresa
la
del
inconsciente,
dualidad
(conflicto)
la
doble
en
su
cola
seno.
a
él
Wirth
considera a la sirena simplemente como un símbolo de la mujer y a ésta
como encarnación verdadera del espíritu de la tierra, en oposición al
hombre, hijo del cielo. En su concepto de transmigración, dice: «La
vida seduce a las almas de los que están privados de ella. ¿Por qué no
retiene el otro mundo definitivamente a las entidades espirituales que
experimentan
cautivan
por
la
necesidad
su
belleza
de
a
encarnarse?
los
hijos
Las
del
hijas
cielo,
de
que
los
hombres
descienden,
irresistiblemente atraídos. La magia ejercida se atribuye a la sirena, cuyo
canto aturde a quien lo oye para provocar su caída en el océano (de las
aguas inferiores y de las formas nacientes) de la vida pululante de las
multitudes. Esta seductora debe su imperio a las formas cambiantes que
se
renuevan
con
la
luna,
cuyo
creciente
brilla
sobre
la
frente
de
la
deidad» (59).
Sirena. Melusina, tronco de un linaje. J. Bamler, Augsburgo 1480.
Sofía
La mujer como ánima (alma del hombre) y como guía espiritual. Según
el gnóstico Tolomeo en su Carta a Flora, Sofía es la intermediaria entre
el
alma
del
mundo
(demiurgo)
y
las
ideas
(pleroma)
o
plenitud,
conjunto de eones opuestos al mundo fenoménico. Según los místicos
Jakob Böhme y Georg Gichtel (siglo XVII), Sofía, la virgen divina, se
hallaba
originariamente
Méphistophélès
et
en
l’Androgyne,
el
«hombre
París
1962).
primordial»
Ella
le
(Eliade,
abandonó
y
no
puede existir salvación sin volver a encontrarla. Esta idea se relaciona
con
la
de
la
amada
(Daena)
persa;
fue
recogida
por
los
cátaros,
e
informa el pensamiento romántico (Novalis, Hölderlin, Poe, Wagner).
Una alegoría brutalmente figurativa de esta idea la facilita la mitología
griega con Atenea saliendo de la testa de Zeus (virgen = pensamiento).
De otro lado, Sofía, en el gnosticismo, corresponde a la Shekina de los
cabalistas;
es
el
«alma
en
el
exilio»,
hipótesis
divina,
cual
señala
Gershom G. Scholem, en Les origines de la Kabbale (París 1966).
Sol
Teogónicamente expresa el momento de máxima actividad heroica en la
transmisión
y
sucesión
de
poderes
que
se
verifica
a
través
de
las
generaciones de deidades. Así, tras Urano, Saturno y Júpiter, aparece
Helio Apolo. En alguna ocasión, surge el Sol como sucesor directo e
hijo del dios del cielo. Señala Krappe que hereda uno de los atributos
más importantes y morales de ese dios: lo ve todo y, en consecuencia, lo
sabe todo. En la India, Sûrya es el ojo de Varuna; en Persia, el de
Ahuramazda; en Grecia, Helio es el ojo de Zeus (como Urano). En
Egipto es el ojo de Ra. En el islam es el ojo de Allah (35). Con su
carácter «juvenil» y filial dominante, el Sol queda asimilado al héroe,
por oposición al padre, que es el cielo, aunque a veces se identifique con
él. Por ello, el arma del cielo es la red (estelar), el poder de ligar; y el
arma del héroe es la espada (asimilada al fuego). También por esta causa
los héroes son exaltados al rango solar e incluso identificados con el Sol.
En un período determinado de la historia, y en un nivel cultural dado,
el culto solar es el dominante si no el exclusivo. Eliade, sin embargo,
señala que Frazer ha hecho notar la inconsistencia de los elementos
solares
en
la
sacralidad
de
África,
Australia,
Oceanía
en
general,
América del Norte y del Sur. El culto solar sólo alcanzó desarrollo, en
el Nuevo Continente, en México y Perú, que precisamente fueron los
dos centros más avanzados. Deduce de ello el autor citado que, siendo
éstos los únicos países de la América precolombina que lograron una
auténtica organización política, pudiera establecerse una concordancia
entre la supremacía de los cultos solares y las formas «históricas» del
existir
humano.
político
de
la
No
podemos
Antigüedad
y
olvidar
la
que
creadora
Roma,
del
el
sentido
máximo
de
la
poder
historia,
entronizó la hierofanía solar, que en el Imperio dominó netamente a
veces en íntima relación con Mitra (17). Una fuerza heroica y generosa,
creadora y dirigente, éste es el núcleo del simbolismo solar, que puede
llegar a constituir una religión completa por sí misma, como lo prueba
la «herejía» de Ikhunatón, en la XVIII dinastía egipcia, cuyos himnos al
Sol
son,
aparte
de
su
valor
lírico
profundo,
teorías
de
la
actividad
benefactora del astro rey. El Sol en el horizonte era ya definido por los
egipcios
del
Imperio
Antiguo
como
«brillo,
esplendor».
También
relacionaron, con hondísimo sentido de la analogía, la ocultación diaria
del Sol con el solsticio de invierno (19). De otro lado, era forzoso que la
imaginación primitiva y astrobiológica estableciera una relación entre el
Sol y la Luna, similar a la existente entre el cielo y la tierra. Sabido es
que,
para
la
inmensa
mayoría
de
pueblos,
el
cielo
es
símbolo
del
principio activo (asimilado al sexo masculino y al espíritu), mientras la
tierra simboliza el principio pasivo (femenino y materia); sin embargo,
en
alguna
ocasión
aparece
invertida
la
identificación.
Lo
mismo
acontece con el Sol y la Luna. El apasionamiento, por así decirlo, solar,
su
carácter
heroico
correspondencia
con
y
el
llameante
principio
habían
activo;
de
situarlo
mientras
que
en
la
clara
pálida
y
delicada condición de la luz lunar y su relación con las aguas (y el ritmo
de la mujer) habían de designarla en el grupo femenino. Tampoco estas
correspondencias
son
constantes,
pero
el
hecho
de
que
existan
excepciones no invalida la esencial disposición acertada. Físicamente
incluso, la Luna no hace sino desempeñar el papel pasivo de reflejar la
luz
que
el
Sol
en
su
actividad
le
envía.
Muchas
tribus
primitivas
consideran que los ojos del cielo son el Sol y la Luna, situados a ambos
lados del «eje del mundo» y hay dibujos prehistóricos y grabados que
pueden ser interpretados de este modo. Eliade dice que, para pigmeos y
bosquimanos, el sol es el ojo del dios supremo. Los samoyedos ven en
el Sol y la Luna los ojos del cielo; el primero es el ojo bueno, el segundo
es
el
ojo
malo
(se
advierte
aquí
ya,
inequívoca,
la
ampliación
del
dualismo por integración de la polaridad moral). Refuerza el carácter
invicto
del
ocultación
Sol
una
mensual
creencia.
de
tres
Mientras
días,
precisa
la
Luna,
sufrir
un
para
llegar
a
su
despedazamiento
(menguante), el Sol no necesita morir para bajar a los infiernos; puede
llegar
al
océano
o
al
lago
de
las
aguas
inferiores
y
atravesarlos
sin
disolverse. Por esto, la muerte del Sol implica necesariamente la idea de
su
resurrección
y
llega
incluso
a
no
ser
concebida
como
muerte
verdadera. Por esto también, el culto a los antepasados se liga al solar,
para
asegurarles
una
protección
y
un
símbolo
salvador.
Los
monumentos megalíticos dependen de la asociación de ambos cultos
(17). Así, la determinación más amplia y valedera dictamina que el Sol
es el reducto cósmico de la fuerza masculina, y la Luna de la femenina
(49).
Esto
implica
que
las
facultades
activas
(reflexión,
juicio
y
voluntad) son solares, mientras las pasivas (imaginación, sentimiento,
percepción)
son
femeninas,
quedando
acaso
la
intuición
en
cierta
androginia (26). Las principales correspondencias del Sol son el oro
entre los metales y el amarillo en los colores. La alquimia lo considera
«oro preparado para la obra» o «azufre filosófico», en contraposición a
la luna y al mercurio, que es lunar (57). Otro concepto alquímico, el del
Sol in homine (jugo invisible procedente del Sol celeste que favorece el
fuego nativo del hombre) (57), ya señala la dirección en que el astro será
comprendido
por
el
psicoanálisis,
en
sentido
reductor:
fuente
de
energía, calor como equivalencia a fuego vital y libido. Por ello, Jung
indica que el Sol es, en realidad, un símbolo de la fuente de la vida y de
la definitiva totalidad del hombre (32), aunque aquí hay una desviación
probablemente.
Pues
la
totalidad
sólo
está
representada
por
la
coniunctio del Sol y la Luna, como rey y reina, hermano y hermana
(32). En algunos folklores, cuando se quiere aludir al supremo bien,
imposible por definición, se habla de «unir el Sol y la Luna». Ahora
bien,
habiendo
dejado
establecidos
los
principales
sentidos
del
simbolismo solar, como imagen heroica (Sol invictus, Sol salutis, Sol
iustitiae) (14), ojo divino, principio activo, fuente de energía y de vida,
volvemos al dualismo del Sol en su etapa escondida, de «viaje nocturno
por el mar», símbolo de inmanencia como el color negro, y también de
culpa, ocultación y expiación. En el Rigveda, recuerda Eliade, el Sol es
ambivalente;
de
un
lado
es
«resplandeciente»
y
de
otro
«negro»
o
invisible, siendo entonces asociado a animales ctónico-funerarios como
el caballo y la serpiente (17). La alquimia recogió esta imagen del Sol
niger para simbolizar la «primera materia», el inconsciente en su estado
inferior y no elaborado. Es decir, el Sol se halla entonces en el nadir, en
la profundidad de la que debe, con esfuerzo y sufrimiento, ascender
hasta el cénit. Este ascenso definitivo, pues no se trata del curso diario,
sino
que
éste
se
toma
como
imagen,
es
simbolizado
por
la
transmutación en oro de la primera materia, que pasa por los estadios
blanco y rojo, como el Sol en su curso. Por su indudable interés y
sentido
adicional,
que
delata
la
intensidad
del
sentimiento
solar,
recordaremos que Tácito y Estrabón hablaban del «ruido» hecho por el
Sol al nacer en Oriente y al hundirse en las aguas de Occidente. La
desaparición brusca del Sol tras el horizonte se relaciona con la muerte
violenta de los héroes, como Sansón, Heracles, Sigfrido, etc. (35).
Sol. Robert Fludd, Utriusque cosmi historia
I, I,
Oppenheim 1617.
Sol. Bronce visigodo (siglos
VI-VII).
Museo Arqueológico Nacional,
Madrid.
Sol. Grabado con símbolos solares.
Sol, El
Es el arcano decimonono del Tarot. La imagen alegórica muestra el
disco
del
astro
rey
rodeado
por
rayos
alternativamente
rectos
o
llameantes, dorados y rojos, que simbolizan la doble acción calórica y
luminosa del Sol. Bajo éste, del que caen gotas doradas, hay una pareja
juvenil,
sobre
un
verde
prado
y
al
fondo
una
muralla.
Esta
pareja
simboliza a Géminis bajo la acción benefactora de la luz espiritual. El
Sol es el astro de fijeza inmutable, por eso revela la realidad de las cosas,
no
sus
aspectos
cambiantes
como
la
Luna.
Se
relaciona
con
las
purificaciones y pruebas a causa de que éstas no tienen otra finalidad
sino tornar transparentes las opacas cortezas de los sentidos, para la
comprensión
iluminar
y
de
dar
las
calor
verdades
es
el
superiores.
distribuidor
Pero
de
las
el
Sol,
además
supremas
de
riquezas,
simbolizadas en la alegoría por las gotas de oro que caen, como en el
mito de Dánae, sobre la pareja humana. En sentido afirmativo, este
arcano
simboliza
gloria,
espiritualidad,
iluminación.
En
sentido
negativo, vanidad o idealismo incompatible con la realidad (59).
Sol de medianoche
Símbolo que corresponde a la significación positiva y superior de las
tinieblas. Por verse en el polo, se relaciona con el simbolismo polar y
con las regiones hiperbóreas en que se sitúa el origen de la tradición
primordial (Guénon, Symboles fondamentaux de la Science sacrée).
Sombra
Como el Sol es la luz espiritual, la sombra es el «doble» negativo del
cuerpo,
la
imagen
de
su
parte
maligna
e
inferior
Entre
los
pueblos
primitivos está generalmente arraigada la noción de que la sombra es un
alter ego, un alma, idea que se refleja en el folklore y en la literatura de
las culturas avanzadas (35). Frazer ya indicó que es frecuente que el
primitivo considere su sombra, o su imagen en el agua o en un espejo,
como
su
sombra
alma
a
la
o
una
parte
vital
personificación
de
de
la
sí
mismo
parte
(21).
primitiva
Jung
e
denomina
instintiva
del
individuo.
Sombrero
El sombrero, por cubrir la cabeza, tiene en general el significado de lo
que ocupa la cabeza (el pensamiento). En el idioma alemán existe la
frase «poner todos los conceptos bajo un solo sombrero» y en la novela
de
Meyrink,
Golem,
el
protagonista
experimenta
ideas
e
incluso
acontecimientos correspondientes a la existencia de otra persona por
haberse puesto por equivocación su sombrero (32). De otro lado, Jung
indica
que
el
sombrero,
a
diferencia
de
la
corona,
recubre
a
toda
persona, dándole así un aspecto general, una expresión que corresponde
a un sentido determinado. Por su forma, el sombrero puede poseer un
significado específico, cual el del Juglar en el Tarot (56). Cambiarse de
sombrero equivale a cambiar las ideas o los pensamientos. Tomar un
sombrero
correspondiente
a
una
jerarquía
expresa
el
anhelo
de
participar de ella o de la posesión de cualidades que le son inherentes.
Algunos sombreros tienen especial significado fálico, como el gorro
frigio, o poseen la propiedad de hacer invisible, símbolo de la represión.
Sonido
En la India, el sonido de la flauta de Krishna es lo que hace nacer el
mundo mágicamente. Con el mismo significado llevan liras las diosas
maternas
prehelénicas
(56).
Hay
otras
doctrinas
tradicionales
que
consideran el sonido como la primera cosa creada que dio origen a
todas las cosas, comenzando por la luz o por el aire y el fuego. De ello
es
un
ejemplo
el
lamento
que
se
cita
en
el
Poimandrès de
Hermes
Trismegisto.
Soplar
Para los primitivos soplar es un acto creador, que infunde o despierta la
vida, aumenta la fuerza de algo o cambia su rumbo. Los chamanes
incluyen el acto de soplar en sus ritos.
Subterráneos
Símbolos del interior del cuerpo, o viscerales. El «viaje al centro de la
tierra»
de
Verne,
por
cavernas,
pasadizos
y
pozos
es
un
retorno
al
Desde
la
cuerpo materno de la tierra.
Sueños
Una
de
las
fuentes
principales
del
material
simbólico.
Antigüedad se les prestó gran atención, distinguiéndose entre sueños
ordinarios y extraordinarios (por la persona soñante, el valor de las
imágenes oníricas y por las circunstancias del sueño). Se creyó en la
existencia de sueños premonitorios, en una verdadera adivinación por
medio
del
sueño,
sea
de
hechos
generales
y
lejanos,
o
de
hechos
concretos e inmediatos. Los mejores ejemplos están en la Biblia: son los
sueños de José (Gn 37, 5-11). El interés por los sueños ha llevado a
codificar repertorios de significados, en «diccionarios de los sueños» de
escaso o nulo valor místico y científico, aunque pueden contener datos
verdaderos por tradición o información. Desde Freud, la interpretación
simbólica
de
sueños
ha
constituido
una
de
las
vías
mayores
del
psicoanálisis (de series de sueños mejor que de sueños aislados aun
importantes). Por su concreto simbolismo, relacionado con un tema
esencial en la tradición, como el de la escalera, vamos a transcribir el
sueño que tuvo una mártir poco antes de ser puesta ante la prueba
suprema,
tuvieran
siendo
sueños
frecuente
netamente
que
los
cristianos
simbólicos
o
presos
por
premonitorios:
su
religión
«Rogué,
en
efecto, y he aquí lo que me fue mostrado: una escalera de oro, de gran
altura, subía hasta el cielo, escalera estrecha que se podía subir sólo uno
a
uno;
a
espadas,
cada
lado
lanzas,
de
garfios,
ella
había
todo
cuchillos...
género
Bajo
la
de
objetos
escalera
estaba
de
acero:
un
gran
dragón dispuesto a acometer a quienes quisieran subir...» (Diario de
santa Perpetua, documento del año 203).
Sueños. Xilografía del siglo
XVI.
Suicidio. Xilografía del siglo
XVI.
Suicidio
El
suicidio,
desde
el
ángulo
tradicional,
es
el
máximo
crimen
por
destruir el «soporte de la evolución» que es la propia vida. Desde la
concepción hinduista y, generalizando más, en todo pampsiquismo, es
un acto enteramente inútil pues suprime sólo el aspecto exterior, un
ente (que no es el ser, sino una manifestación de él). Paradójicamente,
desde el ángulo existencial es un símbolo de la destrucción del mundo,
puesto que la doctrina que carga todo el valor de la realidad en el
ámbito de una existencia identifica con ella la «totalidad» (al menos la
suma
de
juicios
que
constituyen
su
representación).
Como
rito,
en
ciertas culturas -la japonesa feudal y su consecuencia-, cumplido no por
deseo de autodestrucción sino por razones éticas, se juzga como acción
meritoria.
En
las
civilizaciones
antiguas
prevaleció
una
idea
similar,
especialmente entre los romanos. El sueño del propio suicidio es raro,
puede
simbolizar
la
necesidad
de
suprimir
una
zona
de
la
propia
personalidad. Inversamente, el acto de destruir un objeto con el que
alguien se haya identificado profundamente, puede ser símbolo de un
anhelo latente de suicidio.
Superior, Lo
Ciertos rituales babilónicos figuraban la hierogamia con una sacerdotisa
de Ishtar y un esclavo que después de la consumación erótica recibía la
muerte.
Este
sacrificio
ulterior
no
era
un
acto
de
crueldad,
sino
la
necesaria ejecución que había de seguir, como la sombra al cuerpo, al
hecho realizado. Pues, de dejarlo con vida, ese hombre habría sido ya
un muerto vivo durante el resto de su existencia, tras haber conocido el
contacto con lo superior. Es lo mismo que se dice de Lázaro. Es lo que
expresa el mito de Sémele, incendiada por los rayos de la belleza de
Júpiter,
cuando
superior
quiso
destruye,
sostenida
de
verlo
quema
algo
en
lo
su
aspecto
inferior.
extraordinario
es
auténtico
Pero
por
expresión
eso
de
y
esencial.
toda
una
Lo
concesión
superioridad
paralela en quien recibe el don. Por esto es signo de especial favor y
símbolo de trascendencia absoluta aquello que excede por su valor los
límites ordinarios y comunes. El que se atreve a desear lo superior,
implícitamente
se
parangona
a
ello;
si
logra
entrar
en
el
campo
de
dominio de esa superioridad y la resiste, queda investido de ella, pero si
no la merecía, es destruido de modo inevitable. Todas las situacioneslímite, las pruebas extremas, como meter la mano en agua hirviendo, y
otras,
expresan
el
mismo
significado.
Los
caballeros
vencidos
y
devorados por el dragón no eran equivalentes a él. Sólo el vencedor del
dragón
era
«princesa»
digno
expone
de
enfrentársele.
idéntica
La
aspiración
grandes encierran peligro», dijo en su
aspiración
ambiciosa.
República
a
la
mano
«Todas
Platón.
las
de
la
cosas
T
Tabla Redonda
La mesa, como círculo, se identifica con el disco de jade que representa
el cielo en China. La aparición del Graal en su punto central completa
el símbolo, ya que la concavidad de la sagrada copa corresponde al
agujero central del Pi chino. Los doce caballeros tienen relación -no
identificación-
con
los
signos
zodiacales,
expresando
más
bien
la
potencialidad paralela que lucha por su vencimiento y la instauración
del «paraíso recobrado», es decir, del «medio invariable». El plan activo
de los caballeros (sir Calogrenant, sir Galahad, sir Gareth, sir Gauvain,
sir Kai, sir Iwayn, sir Lancelot, sir Bohort, sir Perceval, sir Pelleas, sir
Tor, sir Tristán), perfección del círculo del sol, protección de la mujer,
castigo de opresores, liberación de los encantados, encadenamiento de
los gigantes, destrucción de los malhechores y de los animales dañinos
(4), es el acto previo a la instauración mítica del reinado del «centro».
Instituciones similares son la del «consejo circular» del Dalai Lama,
constituido por los doce grandes Namshans, y la de los Doce Pares de
Francia. La división en doce es el modelo mayor (después de la división
ternaria,
cuaternaria
y
septenaria)
identificado
con
el
círculo
y,
en
consecuencia, con la idea de totalidad (que, a veces, se expresa también
por el 10). Por ello el Estado etrusco estaba dividido en doce estados y
Rómulo instituyó doce lictores (28). El mal que apareció en la Tabla
Redonda,
por
el
amor
de
la
reina
Ginebra
a
Lanzarote
y
por
las
debilidades de otros caballeros, justifica que la comunidad caballeresca
no lograra su mística finalidad, a la que sólo sir Galahad, el del corazón
puro, pudo aproximarse, en posesión del escudo y la espada que le
fueron dados por la divinidad.
Talismán
islámico.
Talismanes
Los talismanes y amuletos existen desde la más remota Antigüedad,
apareciendo en Mesopotamia y Egipto ya en el III milenio. Obvio es
decir
que
hay
elementos
prehistóricos
que
pueden
o
deben
ser
interpretados en este sentido. No podemos dar aquí una noticia ni aun
resumida del contenido o formas de amuletos y talismanes, que, con
frecuencia, se basan en el simbolismo aplicado con intenciones mágicas;
pero sí remitir al lector a dos obras importantes: Jean Marquès-Rivière,
Amulettes, talismans et pantacles (París 1950) y Amulett und Talisman
de
L.
Hansmann
y
Lenz
Kriss-Rettenbeck
(Múnich
1965).
Es
interesante recordar la iconografía talismánica y magicorreligiosa de los
camafeos y gemas gnósticos, estudiados a fondo ya en el pasado siglo
por
Ch.
W.
mediaeval,
influyeron
King
Londres
en
la
(The
Gnostics
1864).
Las
numismática
and
their
piedras
romana
remains,
grabadas
oriental,
ancient
and
gnósticas,
que
muestran
las
más
extrañas figuras que sería aventurado confundir con el mundo de los
grutescos, aunque a veces el trasfondo caótico (orgiástico) parezca el
mismo: personajes con cabeza de gallo, serpiente que se muerde la cola,
joven con un toro, personajes con cabeza de asno y llevando espada y
escudo,
cabeza
de
la
que
brotan
serpientes,
serpiente
leontocéfala,
saltamontes en el lomo de una cabra, búho entre un rayo de tres puntas
y una serpiente, cangrejo que apresa la luna con sus pinzas, pollo con
cabeza de cordero, hombre rodeado por serpiente, hombre sentado en
una barca entre luna creciente y estrella-sol, ánfora de la que salen
espigas, hombre armado con dos cabezas, barca con dos genios alados,
uno al timón y otro pescando, hombre con látigo y corona radiante, etc.
En algunas imágenes hay alusiones iniciáticas (barca de los dos genios)
al culto de Mitra (joven con el toro, o con el cuerpo rodeado por
serpiente), reminiscencias de la religión egipcia (seres heteróclitos), pero
también hay composiciones originales, como la del cangrejo, que en el
siglo XVI siguieron usándose como marcas de impresor o editor. El
sentido simbólico, aquí como en todo talismán o amuleto, depende de
los elementos y debe «leerse» por ellos.
Tambor
Símbolo del sonido primordial, vehículo de la palabra, de la tradición y
de la magia (60). Con ayuda de los tambores los chamanes se procuran
el
éxtasis.
No
simbolismo
del
sólo
el
tambor
ritmo
y
el
primitivo,
timbre
sino
tienen
que,
importancia
como
está
hecho
en
el
de
la
madera del «árbol del mundo», asocia el sentido místico de éste a su
propia
naturaleza
músicos,
los
(18).
tambores
Según
son
los
Schneider,
más
de
todos
recargados
de
los
instrumentos
ideas
místicas.
Se
establece relación con el corazón, en África. Tanto en las culturas más
primitivas como en las evolucionadas, se asimila al altar sacrificial y por
ello
tiene
el
Corresponden,
carácter
sin
de
embargo,
mediador
más
entre
el
particularmente
cielo
al
y
la
tierra.
simbolismo
del
elemento tierra, por el vaso y la piel. Un sentido secundario depende de
la forma del instrumento, debiendo anotarse que es el que presenta más
variedades distintas. Las tres formas esenciales son: el tambor en forma
de reloj de arena, símbolo de la inversión y de la «relación entre los dos
mundos, superior e inferior»; el tambor circular, imagen del mundo; y
el de forma de barril, relacionado con el trueno y el relámpago (50).
Tamiz
En el sistema jeroglífico egipcio, el signo que representa una criba o
tamiz
simboliza
convenientes
el
para
medio
obtener
para
una
producir
la
determinada
selección
síntesis.
El
de
fuerzas
sentido
más
hondo del símbolo alude, como las operaciones alquímicas, a la labor a
realizar consigo mismo. Estas ideas se hallan en el ámbito del «conócete
a
ti
mismo»
de
los
griegos,
pero
con
un
criterio
más
activista
que
especulativo (19). Tamizar es depurar y perfeccionar. Integrar lo elegido
y despreciar lo inútil.
Tarot
La psicología actual reconoce que las cartas del Tarot son, como lo han
probado Eliphas Lévi, Marc Haven y Oswald Wirth, una imagen del
camino de la iniciación y similares a los sueños (56). De otro lado, Jung
coincide con las seculares intuiciones del Tarot al reconocer dos batallas
diversas, pero complementarias en la vida del hombre: a) contra los
demás (vía solar) por la situación y la profesión; b) contra sí mismo (vía
lunar), en el proceso de individuación. Estas dos vías corresponden a la
reflexión y a la intuición, a la razón práctica y a la razón pura. El
temperamento lunar crea primero, luego estudia y comprueba lo que ya
sabía; el solar estudia primero y luego produce. Corresponden estas vías
también, hasta cierto punto, a los conceptos de introversión (lunar) y
extraversión (solar); a contemplación y acción (34). El juego completo
de los naipes, que se designa con el nombre de Tarocco, se compone de
22
arcanos
sentido
mayores
completo
cuyas
hasta
imágenes
cierto
punto,
son
y
sintéticas
de
los
56
y
dotadas
arcanos
de
un
menores,
integrando 14 figuras de cuatro series: oros (círculos, discos, ruedas);
bastos (mazas, cetros); espadas, y copas. El oro simboliza las fuerzas
materiales. El basto, el poder de mando. La copa simboliza el sacrificio.
La espacia, el discernimiento y aplicación de la justicia. Las 22 láminas
mayores corresponden a las letras del alfabeto hebreo. En cada color de
los arcanos menores se encuentran el Rey, la Dama (Reina), el Caballero
(Caballo) y el Valet (Sota) (48). Se han asimilado las series a los poderes
que
dominan
en
la
tierra
y,
consecuentemente,
a
las
profesiones
dirigentes o superiores: gobierno (basto); ejército (espada); sacerdocio
(copa); intelecto (oro), pues los tesoros en todas sus formas simbolizan
siempre los bienes espirituales e intelectuales (54). Según Saunier, las
imágenes de los arcanos mayores provienen de las pinturas simbólicas
del libro egipcio de Thot Hermes, símbolo de la ciencia del universo
(49).
Sin
embargo,
Oswald
Wirth,
a
quien
seguimos
principalmente
para desarrollar el simbolismo del Tarot, reconoce que la arqueología
no ha descubierto la menor traza de lo que pudiera ser un Tarot egipcio,
árabe
o
incluso
alquímico
grecoárabe.
Sin
embargo,
señala
que
la
Cábala hubo de ser familiar a los autores del Tarot por la fijación de 22
arcanos mayores, es decir, en número igual a las letras del alfabeto
hebreo,
cargadas
de
simbolismo,
y
a
los
théraphim,
jeroglíficos
utilizados por los hebreos para la adivinación. Cree Wirth que Italia es
la patria de estas imágenes alegóricas, a causa de que no se le puede
negar
la
prioridad
en
los
naipes.
La
primera
representación
de
los
arcanos mayores data de 1392. Según Eliphas Lévi, «el Tarot es una
obra monumental y singular, sencilla y fuerte como la arquitectura de
las pirámides, en consecuencia durable como ellas; libro que resume
todas las ciencias y cuyas combinaciones infinitas pueden resolver todos
los problemas; libro que habla haciendo pensar; acaso la obra maestra
del pensamiento humano y con certeza una de las cosas más bellas
legadas por la Antigüedad». Los 22 arcanos son los siguientes: I, El
Juglar. II, La Gran Sacerdotisa. III, La Emperatriz. IV, El Emperador. V,
El Gran Sacerdote. VI, El Enamorado. VII, El Carro. VIII, La Justicia.
IX, El Ermitaño. X, La Rueda de la Fortuna. XI, La Fuerza. XII, El
Ahorcado. XIII, La Muerte. XIV, La Templanza. XV, El Diablo. XVI,
La Torre herida por el rayo. XVII, Las Estrellas. XVIII, La Luna. XIX,
El Sol. XX, El Juicio. XXI, El Mundo. XXII o 0, El Loco. Las láminas I
al IX constituyen la vía solar, activa, consciente, reflexiva y autónoma.
Las láminas XII a XXII, la vía lunar, pasiva, inconsciente, intuitiva y
«posesa».
No
establecerse,
podemos
los
órdenes
explicar
y
aquí
las
significaciones
relaciones
que
se
que
derivan
pueden
de
esos
enlaces, sin traspasar los límites del estricto simbolismo. Cada una de
las imágenes alegóricas se analiza en su sentido particular en el lugar
que
le
corresponde.
Sin
embargo,
queremos
transcribir
aquí
los
significados más generales que Eliphas Lévi advierte en los 22 arcanos: I
(El ser, el espíritu, la creación). II (El santuario, la ley, el conocimiento,
la mujer, la madre, la iglesia). III (El verbo, la fecundidad, la generación
en los tres mundos). IV (La puerta, la iniciación, el poder, la piedra
cúbica o su base). V (Indicación, demostración, filosofía y religión). VI
(Encadenamiento, unión, antagonismo, equilibrio, combinación). VII
(Arma, espada, triunfo, realeza). VIII (Balanza, atracción y repulsión,
vía, promesa y amenaza). IX (El bien, la moralidad, la sabiduría). X
(Manifestación, fecundidad, cetro paternal). XI (La mano en el acto de
tomar y mantener). XII (Ejemplo, enseñanza, lección pública). XIII
(Dominación
y
fuerza,
renacimiento,
creación
y
destrucción).
XIV
(Estaciones, cambios de la vida siempre diferente e igual). XV (Magia,
elocuencia,
comercio,
misterio).
XVI
(Alteraciones,
subversiones,
debilidades). XVII (Efusiones del pensamiento, influencia moral de la
idea sobre las formas, inmortalidad). XVIII (Los elementos, el mundo
visible, la luz reflejada, las formas materiales, el simbolismo). XIX (La
cabeza, la cima, el príncipe del cielo). XX (Lo vegetativo, la virtud
generatriz de la tierra). XXI (Lo sensitivo, el carro, el cuerpo, la vida
transitoria). XXII (El microcosmo, el resumen de todo en todo). En
estas imágenes se mezclan ideas relativas al mundo exterior y al mundo
interior, a las formas y a las jerarquías del pensamiento. Con ellas se
intenta
crear
un
orden,
más
amplio
aún
que
el
de
doce
elementos
constituidos por el zodíaco, formando una rueda que contiene todas las
posibilidades arquetípicas de la existencia y de la evolución humanas.
Nuestra finalidad no ha sido otra que dar una idea sobre el conjunto del
Tarot
como
instrumento
simbólico;
el
conocimiento
de
sus
posibilidades exige no sólo el estudio de las obras esenciales que le han
sido dedicadas, sino el trabajo vivo con sus láminas, la observación de
las combinaciones y de los significados que de ellas se desprenden,
dando lugar a un simbolismo especializado tan vasto como el de los
sueños.
Arcanos del
Tarot
de Marsella.
Tatuajes
Un
simbolismo
genérico
puede
englobar
tatuaje
y
ornamentación,
ambos expresan la actividad cósmica. Pero la realización del primero
sobre el cuerpo agrega otros sentidos importantes: sacrificial, místico y
mágico. El primero es mencionado por E. Gobert, en Notes sur les
tatouages
des
indigènes
tunisiens,
quien
relaciona
el
tatuaje
con
el
proverbio árabe «La sangre ha corrido, la desgracia ha pasado». Todo
sacrificio tiende a invertir una situación por la acumulación de fuerzas
de canje. El motivo místico lo hallamos en el fundamento mismo de la
idea de marca, como definición de propiedad. El que se marca a sí
mismo desea señalar su dependencia ante aquello a lo que el signo
alude. Las señales grabadas en las cortezas de los árboles, las iniciales y
corazones incididos a punta de alfiler en la piel por los enamorados son
claro indicio de este significado. Ulteriormente, se subvierte la actitud y
se pide a la señal que «agradezca» el valor sacrificial y de entrega; éste es
el
poder
mágico,
el
concepto
del
tatuaje
como
talismán
defensivo.
Aparte de estas tres causas, los etnólogos han encontrado otras dos: el
tatuaje como signo que distingue sexo, tribu y rango social (Robert
Lowie,
Antropología
cultural),
profanización
simple
del
sentido
místico; y como medio para aumentar la belleza. Esta última finalidad
nos
parece
bastante
Especialmente,
iniciación,
en
personalidad.
prehistoria
el
los
tatuaje
se
cambios
Cola
ya
equivoca,
señala
indican
la
pero
no
practica
aquí
«rito
en
transformaciones
edad
y
que
los
más
las
antiguos
de
de
impugnarla.
como
de
existencia
podemos
pasaje»
monumentos
tatuajes,
o
de
de
la
de
la
encontrándose
en
Egipto, donde la sacerdotisa de Hathor mostraba tres filas rayadas en el
bajovientre.
sutura,
Enumera
cicatriz
ejecutadas
en
por
rostro
las
corte
y
principales
o
técnicas
quemadura,
cuerpo
con
y
iguales
de
tatuaje:
seudotatuajes
motivos,
punción,
o
pero
pinturas
de
modo
transitorio. En los pueblos primitivos, las principales formas que adopta
el
tatuaje
son
las
siguientes:
rayas,
puntos,
asociaciones
de
ambos
elementos, números expresados por ellos, cadenas, nudos y lacerías,
cruces, estrellas, triángulos, rombos, círculos, combinaciones de dos o
más de los citados grupos, figuras antropomórficas totales o parciales
(miembros) muy estilizadas, etc. Indica el autor citado que el tatuaje
también
se
ha
utilizado
en
magia
imitativa.
Un
escorpión
tatuado
«puede» evitar la picadura de este insecto; la imagen de un toro asegura
numerosos rebaños, etc. (12).
Signo de
Tauro
.
Tauro
El segundo signo zodiacal expresa la fuerza evolucionada de Aries. Es
decir, simboliza la fuerza agresiva primaveral del carnero en un grado
de mayor intensidad. También integra las funciones de fecundación y
creación, lo mismo en su aspecto victorioso que en el de su inmolación
(sacrificio primordial), cual en el mito de Mitra, «pues de su cuerpo
nacen todas las plantas y hierbas que adornan la tierra con su verdor, y
de su simiente todas las especies animales» (Cumont, Les Mystères de
Mithra). Esta idea del toro animando con su fuerza las formas de todas
las esferas está arraigada en multitud de mitos. De otro lado, el hecho de
que este signo corresponda al número 2, lo relaciona con la polarización
del principio en dualidad de lo masculino (Viraj, Yang) y femenino
(Vach,
Yin).
Hay
también
relación
morfológica
del
toro
(cabeza
y
cuernos) y la luna en sus aspectos creciente y decreciente, lo cual ratifica
la función de animar la vida, cuando menos en la esfera sublunar. El
signo de Tauro rige la garganta y la voz, estando gobernado por Venus
(40).
Teatro. El teatro del mundo. Robert Fludd, Utriusque cosmi historia
I,
II,
Oppenheim 1620.
Teatro
Imagen
del
mundo
fenoménico,
ya
que
uno
y
otro
son
una
«representación». Señala Guénon que el teatro no se ve constreñido a
representar
reflejaba
el
los
mundo
terrestre
universos
solamente,
superior
e
pues
inferior.
El
en
la
autor
Edad
Media
simboliza
el
demiurgo; los actores se hallan, con respecto a su papel, como el Selbst
junguiano respecto a la personalidad (29).
Tejer
La acción de tejer representa fundamentalmente la creación y la vida,
sobre todo ésta en sus aspectos de conservación y multiplicación o
crecimiento. Este sentido era conocido y aplicado con fines mágicos y
religiosos en Egipto y en las culturas precolombinas del Perú (40).
Tejido
La
expresión
«trama
simbolismo
del
incrementar
por
de
tejido.
la
No
medio
de
vida»
sólo
la
habla
se
con
trata
mezcla
de
elocuencia
de
las
dos
ideas
sobre
de
elementos
el
ligar
e
(trama
y
urdimbre, pasivo y activo), ni de que el acto de tejer sea equivalente a
crear, sino de que, para cierta intuición mística de lo fenoménico, el
mundo
dado
aparece
como
un
telón
que
oculta
la
visión
de
lo
verdadero y lo profundo. Porfirio dijo: «Los cielos eran llamados por
los antiguos "el velo" porque forman de alguna suerte el vestido de los
dioses».
Platón
había
dicho:
«El
Demiurgo
único
encarga
a
los
demiurgos secundarios [dioses de la mitología] ligar por medio de un
tejido
simbólico
lo
inmortal
a
lo
que
es
mortal».
Aquí
se
integra,
además del simbolismo del tejido, el de Géminis (composición dual de
todo lo existente, con una parte inmortal y otra mortal). En relación
con el significado del tejido, Plutarco indica que Isis inventó el oficio de
tejer, con la ayuda de su hermana Nephtys (40). La leyenda de Penélope
y de su velo se halla en relación con este simbolismo. Guénon interpreta
trama y urdimbre como equivalentes de las líneas horizontal y vertical
de la cruz cósmica. La segunda de estas líneas expresa los diversos
estados del ser, y la primera el grado de desarrollo de esos estados.
Alude
también
a
la
identificación
de
ambos
elementos
con
los
principios masculino y femenino. Y dice que por ello en las Upanishads,
el Supremo Brahma es designado como «Aquel sobre quien los mundos
están tejidos, como urdimbre y trama». Por otro lado, para los taoístas,
la alternancia de vida y muerte, condensación y disolución, predominio
de Yang o de Yin, son como el vaivén de los dos elementos del tejido
(25). Además de este sentido esencial de todo tejido, una tela tiene los
significados simbólicos que derivan de su color, forma y finalidad, si es
que ha sido dotada de ésta. Incluso se señala que, en ciertos tipos de
tejido, la ornamentación pudo tener un fin esotérico; Piobb, en relación
con los tejidos escoceses (48). Los dibujos ornamentales expresan lo
mismo tanto si se hallan en un tejido como si aparecen labrados en la
piedra o pintados en una miniatura; se estudian en simbolismo gráfico.
El velo, como forma elemental de tejido y de vestidura, simboliza la
envoltura de algo, es decir, la materia. Los siete velos de la danza de
Salomé o del mito de Ishtar corresponden a los siete cielos planetarios y
a los influjos correspondientes.
Telaraña
Aparte de su relación con la araña, su simbolismo es el mismo que el del
tejido
en
general.
Por
su
forma
espiral
presenta
también
la
idea
de
creación y desenvolvimiento, de rueda y de centro. Pero en éste espera
la
destrucción
y
la
agresión.
La
telaraña
con
la
araña
en
medio
simboliza, pues, lo mismo que la Medusa Gorgona representada en el
centro de algunos mosaicos: es el torbellino devorador. Probablemente,
un símbolo de la intuición negativa del universo, que ve el mal no sólo
en la periferia de la rueda de las transformaciones, sino en su propio
centro, es decir, en su origen. Noción gnóstica.
Telaraña. Dibujo anónimo (siglo
XVII-XVIII).
Tempestad
El
mito
de
la
tempestad
creadora
(comunicación
activa
de
los
elementos) se halla en todo el mundo; en los países nórdicos bajo la
advocación de Thor; en la mitología asiriobabilónica con el nombre de
Bel; en la alemana, con el de Donner; en la griega, con el de Zeus; entre
los eslavos, con el de Peroun, etc. (38). La tempestad, como todo lo que
sucede o desciende del cielo, tiene carácter sacro.
Templanza, La
Arcano decimocuarto del Tarot. Muestra la imagen de un ser alado, con
túnica roja y manto azul, verde por dentro, el cual vierte el agua de una
vasija de plata en otra de oro. De por sí, ya el personaje hermafrodítico
o ginandro es favorable, puesto que expresa la coniunctio oppositorum.
Su acción expresa la transformación que experimenta el agua (aquí se
refiere al agua del «océano superior» o fluido vital), al pasar del orden
lunar (plata) al solar (oro), es decir, del mundo de las formas cambiantes
y del sentimiento, al de las formas fijas y de la razón. La virtud de la
templanza se expresa, pues, como el resultado de una constante labor de
metamorfosis espiritual, por la cual el excedente pasional es sublimado
en potencial psíquico y creador. El genio que personifica la virtud es
alado
para
ratificar
el
sentido
de
su
acción
y,
astrológicamente,
corresponde a Acuario, el cual puede relacionarse con Indra, señor de la
purificación en la doctrina hindú. El genio de la templanza lleva en la
frente el emblema del Sol, es decir, un círculo con un punto central.
Esta alegoría significa discernimiento. En sentido positivo, el arcano se
asocia a las ideas de vida universal, movimiento incesante de circulación
a través de las formaciones, regeneración, purificación (59).
Templo
Este
término
deriva
de
la
raíz
tem
(dividir).
Los
adivinos
etruscos
repartían el cielo mediante dos líneas rectas que se cortaban en ángulo
sobre
su
cabeza,
intersección,
y
de
proyección
las
dos
de
la
idea
direcciones
del
de
centro
plano
las
el
punto
líneas,
de
llamadas
cardo, la que va de norte a sur, y decumanus la de este a oeste. Los
fenómenos
que
ocurrían
en
el
espacio
eran
interpretados
según
su
situación en ese orden. Luego, el templo terrestre es una imagen del
templo celeste y las primeras ideas que dominan en su construcción son
las de orden y orientación (7). Las estructuras arquitectónicas poseen
significados
simbólicos
generales;
las
del
templo
los
concretan
y
sobredeterminan. En general, prevalece el sentido de centro místico,
identificado a la cima de la montaña (foco del cruce de los dos mundos:
cielo y tierra) representada por el altar. El Templo de Salomón, según
Filón
y
Flavio
dispuesto
con
Josefo,
arreglo
figuraba
a
esa
el
cosmos
significación:
y
el
su
interior
altar
de
se
los
hallaba
perfumes
significaba la acción de gracias; el candelabro de los siete brazos, los
siete cielos planetarios; la mesa, el orden terrestre. Sobre ésta, los doce
panes correspondían a los doce meses del año. El arca de la alianza
simboliza
los
renacentistas
Entre
1596
inteligibles
trataron
y
1604,
a
su
por
(14).
Arquitectos
modo
de
ejemplo,
repetir
se
románicos,
ese
góticos
arquetipo
publicaron
en
y
superior.
Roma
varios
volúmenes con una hipotética reconstrucción del templo de Salomón,
basada
en
los
textos
sagrados;
las
imágenes
de
esa
obra
influyeron
hondamente
en
los
arquitectos
de
la
época.
Otro
de
los
sentidos
dominantes en el templo es su refundición de los diversos símbolos del
eje del mundo, como la montaña hueca, la escalera y la ya mencionada
cumbre de los sacrificios. En ciertas culturas astrobiológicas el templo o
el altar se erigen realmente sobre una montaña artificial, así como los
teocallis de México. Un avance ideológico sobre este aspecto puede
verse
en
la
elementos
transposición
esenciales
a
de
la
la
estructura
arquitectónica
configuración
interna
de
del
algunos
universo,
especialmente ligada a los números 3, 7, 10 y 12. El 7 es fundamental en
las figuraciones planetarias y en el simbolismo derivado. Por ello los
templos-montaña mesopotámicos o zigurats se construían a modo de
pirámide escalonada de siete terrazas. Cada uno de esos pisos estaba
consagrado a un planeta. El zigurat de Babilonia, llamado Etemenanki,
es decir, la «Casa de las siete direcciones del cielo y de la tierra», era de
ladrillos
crudos,
revestido
de
otros
cocidos.
Según
una
tablilla
conservada en el Louvre, su planta medía unos 2.200 pies de largo por
1.200 de ancho. El primer nivel era de color negro, dedicado a Saturno;
el segundo, anaranjado, a Júpiter; el tercero, rojo, a Marte; el cuarto,
dorado, al Sol; el quinto, amarillo, a Venus; el sexto, azul, a Mercurio; y
el
séptimo,
de
plata,
a
la
Luna
(39).
No
siempre
aparece
esta
ordenación, pues, a veces, la Luna se encuentra en el sexto cielo y el Sol
en el séptimo (17). De otro lado, refiriéndose al zigurat, dice Berthelot
que no sólo engloba los aspectos místicos de montaña y centro, por su
masa y situación, y el de escalera por su forma, sino que, al tener, según
parece, plantaciones en las terrazas, constituía una imagen del paraíso
(7). El origen de esta forma constructiva, que se encuentra en Egipto,
India,
China
y
América
precolombina,
corresponde
a
Sumeria
(7).
Eliade confirma todo lo dicho y añade que la ascensión a la cumbre del
templo-montaña, sea mesopotámico o hindú, era el equivalente de un
viaje extático al «centro» del mundo; al alcanzar la terraza superior, el
peregrino realiza una ruptura de nivel, trasciende el espacio profano y
penetra en una región pura (18). Obvio es añadir que la ascensión a las
cumbres de montañas tiene, primitivamente, el mismo sentido místico,
siendo
el
lugar
por
excelencia
del
eremita.
El
propio
significado
simbólico favorable de la cabra no deriva sino de su tendencia a los
picos
escarpados.
Otro
de
los
especímenes
principales
del
templo-
montaña es el de la cultura hindú y su zona de expansión en Indochina
y Java, el templo de Borobudur, en el centro de esta isla, donde se
construyó en el siglo VIII de nuestra era. Su base se halla constituida
por cuatro pisos cuadrados de galerías, que encima tienen otros cuatro
de plataformas circulares coronadas por un mirador cerrado. Su forma
es, en consecuencia, similar a la del zigurat egipcio, un phnom que en
idioma jmer significa templo-montaña, que debe ser asimilado al Meru.
Cuatro escaleras, en el centro de las cuatro caras de la pirámide, suben
directamente
profundo
significa
de
de
la
este
«lugar
base
a
templo
de
la
la
es
cima.
de
aparición
Según
carácter
secreta».
parece,
el
sentido
sobrenatural.
Todas
las
Su
más
nombre
construcciones
graduales, como las escaleras, conciernen al simbolismo de la evolución
espiritual discontinua, es decir, a los diferentes y progresivos grados de
la
evolución
dibuja
un
(6).
Por
otro
verdadero
lado,
yantra,
el
plano
cuyos
del
pisos
templo
de
cuadrados
Borobudur
y
circulares
constituyen una figura mandálica relacionada con el simbolismo de la
«cuadratura del círculo» (6). El templo griego funda su estructura y su
simbolismo
en
los
del
palafito:
comunicación
de
los
tres
mundos:
inferior (aguas, pilotes; tierra, parte subterránea), terrestre (basamento y
columnas) y superior (aludido por el frontón). Las catedrales cristianas
más
que
con
el
macrocosmo
se
relacionan
con
el
microcosmo,
realizando la imagen del ser humano con el ábside como cabeza; la cruz
como brazos, en el crucero; la nave o naves principal y laterales, como
cuerpo,
y
el
altar,
como
corazón.
En
el
templo
gótico,
el
impulso
ascendente y la importancia concedida a los ejes verticales, resumen como la totalidad de la construcción— la idea del templo-montaña, por
lo
que
resulta
integrador
de
macrocosmo
y
microcosmo.
Según
Schneider, las dos torres que suelen aparecer en la fachada de occidente
corresponden
a
la
montaña
doble
de
Marte,
de
los
primitivos
megalíticos (Géminis), mientras el cimborrio sobre el crucero expresa la
síntesis superior y la imagen del cielo. Llegando a la síntesis y al fondo
de la cuestión, Gershom G. Scholem, en Les origines de la Kabbale,
recordando que Dios vive en su razón, o que Dios es la Razón absoluta
y logos del mundo, y que el templo «es la casa» o residencia de Dios,
identifica templo y razón.
Templo. Interior del Templo. François Vatable, 1566
Tenante
En las composiciones heráldicas y decorativas, personaje real, fabuloso,
o animal, que sostiene el blasón o apoya la figura o elemento central.
Los tenantes, casi siempre dos, uno a cada lado, simbolizan las fuerzas
inferiores
que
pasan,
de
adversarios
y
atacantes,
a
servidores
y
defensores del elemento central, símbolo del poder victorioso.
Teogonia
Según Diel, la sucesión de reinados de Urano, Saturno y Júpiter expresa
el proceso creador en las etapas progresivas de lo mental, pudiéndose
asimilar
como
a
inconsciente,
antiguo
dios
consciente,
uránico
(aguas
sobreconsciente
superiores),
(15).
también
Neptuno,
simboliza
el
inconsciente, como todos los viejos reyes y como el rey marino, es
decir,
tanto
en
el
aspecto
histórico
(memoria
ancestral
de
la
humanidad), como en el cósmico (posibilidades latentes de pensamiento
en germen), hasta el reinado de Saturno (el tiempo, la conciencia del
tiempo
y,
consecuentemente,
el
hombre
como
ser
existencial).
Por
sobreconsciente
se
entiende
la
intuición
de
lo
sobrenatural
y
el
reconocimiento de la esfera superior.
Tenantes. Marca tipográfica del siglo
XVI.
Ternario
El
sistema
ternario
se
constituye
por
la
manifestación
del
tercer
elemento (latente), que viene a modificar la situación del binario y a
darle equilibrio dinámico. Jung comenta las ideas sobre el particular de
Plotino, quien, en su lenguaje de precisión filosófica y de vaguedad
poética, habló de estas cuestiones. Plotino, en efecto, compara lo Uno
(el principio creador) con la luz; el intelecto con el sol y el alma del
mundo
con
la
luna.
La
unidad
se
fragmenta
interiormente
en
tres
«momentos»: la actividad, la pasividad, la unión o el resultado de los
otros dos (31). Es indudable que en la idea humana, viva, del tres y del
ternario,
entra
la
experiencia
multisecular
de
lo
biológico.
A
la
existencia de los dos (padre y madre), sigue casi inevitablemente la del
tres (hijo) (42). Por ello dice Lao-tsé: «El uno engendra el dos; el dos
engendra el tres; el tres engendra todas las cosas» (58). Por ello el tres
tiene poder resolutivo del conflicto expresado por el dualismo; y es
también la resultante armónica de la acción de la unidad sobre el dos.
Simboliza la influencia del espíritu sobre la materia, de lo activo sobre
lo pasivo (55). Numerosos símbolos, aparte del triángulo, conciernen al
ternario.
Ello
unidad».
Por
se
debe
eso,
a
que
muchos
es,
seres
en
cierto
modo,
infernales,
el
réplicas
«interior
de
la
inferiores
de
lo
ternario, tienen tres cabezas, como el can Cerbero o Hécate triforme, o
usan armas de tres puntas cual el tridente. La idea de «los tres soles»
está emparentada con cuanto acabamos de mencionar (levante, cénit,
poniente); según Dontenville, origina la forma del trípode. De otro
lado, si el cuatro se ha mostrado como «modelo» el más adecuado para
simbolizar
lo
cuantitativo
situacional
o
exterior,
el
tres
parece
el
número del orden interior o vertical. Determinado en el simbolismo del
nivel
por
los
puntos
esenciales:
alto,
centro,
bajo,
concierne
al
significado de los «tres mundos», celeste, terrestre e infernal, que se
relacionan íntimamente con la división ternaria del hombre, en espíritu
(irreales, pensamientos), alma (sentimientos) y cuerpo (instintos) y con
las posibilidades morales del bien, lo neutro y el mal. Algunos autores
establecen la división ternaria del hombre en: intuición (luz moral);
pensamiento (luz intelectual) e instinto (luz animal) (54). A esta división
y a los efectos del predominio de una fuerza u otra, corresponden las
tres
conocidas
iluminativa,
colores:
etapas
vía
rojo,
rajas
la
purgativa,
blanco,
doctrina hindú:
de
sattwa
perfección
simbolizadas
negro.
Los
tres
mística:
vía
unitiva,
alquímicamente
niveles
se
vía
para
denominan
los
en
la
(estado superior o de predominio espiritual),
(estado intermedio, dinámico y transformador) y
tamas
(estado
instintivo o inferior). La imagen de los tres niveles, como tres divisiones
cósmicas labradas por la moral y emanadas por el pensamiento humano,
según Elia-de, es muy arcaica, pues ya se halla entre los pigmeos de la
tribu semang (Malaca), y en otras razas del más bajo estadio cultural
(18). Los irlandeses simbolizan esta realidad por una torre de tres pisos
(4).
Para
Diel,
conservación,
las
funciones
reproducción,
esenciales
del
espiritualización.
hombre
Su
son
tres:
deformación
o
perversión se traducen en los tres tradicionales «enemigos» del alma: el
mundo, la carne, el demonio; inversión de las tres virtudes teologales.
Nos parece interesante transcribir los correspondientes ternarios que
establece
Guénon
tratando
sobre
los
«tres
mundos»
descritos
por
p
Dante
en
su
Commedia:
sattwa,
rajas,
tamas:
cielo,
atmósfera
y
superficie de la tierra, interior de la tierra; futuro, presente, pasado;
supraconsciente, conciencia, inconsciente (27).
Ternario. 1) Esquema de relieve egipcio (época de Amarna) y 2)
Inscultura de monolito bretón (Edad del Bronce).
Terremoto
En cuanto a la interpretación causal del fenómeno, la mayor parte de
culturas primitivas y astrobiológicas le atribuyen un origen demoníaco
teriomórfico.
En
Japón,
un
inmenso
pez
sostiene
la
tierra;
en
la
literatura sánscrita, una tortuga; en América del Norte, una serpiente.
El terremoto participa del sentido general de toda catástrofe: mutación
brusca
en
un
proceso,
que
puede
ser
maléfica
pero
también
bene-
factora. En ocasiones se considera al terremoto creador de fertilidad. Es
en el fondo una aplicación del simbolismo universal del sacrificio y la
inversión cósmica (35).
Tesoro
En este símbolo se sublima el sentido del oro-color, atributo solar, en
contraposición al oro-moneda, que simboliza la exaltación de los deseos
terrestres y su perversión (15). Con frecuencia, en mitos, leyendas y
cuentos folklóricos, el tesoro se encuentra en una caverna. Este doble
símbolo significa que la cueva (imagen materna o inconsciente) contiene
el «tesoro difícil de alcanzar». Con tal expresión se alude a uno de los
secretos fundamentales de la vida (31). Este secreto no es otro que el del
«centro» místico, que en el propio espíritu del hombre define Jung
como Selbst en oposición al mero «yo». Las penalidades y trabajos
sufridos en busca del tesoro pueden ser equiparados, hasta cierto punto,
con
las
operaciones
de
los
alquimistas
en
su
búsqueda
de
la
transmutación (32). El tesoro que el héroe conquista con su dolor y su
esfuerzo es él mismo renacido en la caverna en que lo habían sumido la
introversión o la regresión, afirma Jung. El héroe como perteneciente a
la madre es el dragón. Como renacido de la madre es el vencedor del
dragón (31). En realidad, todo trabajo, todo sufrimiento, son caminos
de
progreso
moral.
Y
cabe
equiparar
ambas
actividades,
pues
consideramos cierta la aseveración de Eliphas Lévi «Sufrir es trabajar»,
corroborada
de
otro
lado
por
Rorschach,
al
descubrir
que
dolor
y
movimiento, como expresiones de sentimiento y actividad, expresan
magnitudes análogas y contrarias, como los dos platillos de la balanza
psíquica.
Pero
conscientes
conciencia,
sólo
ayudan
de
la
el
al
trabajo
y
profundo
virtud
y
de
la
el
sufrimiento
progreso
intencionales
en
la
adquisición
superioridad.
El
dragón
de
y
la
representa
también la séptuple enemistad del aspecto negativo de los siete planetas
(como vicios), mientras las armas son las potestades otorgadas por la
deidad para posibilitar la victoria. El oro moneda y cualquier expresión
derivada del mismo -como, por ejemplo, un billetero lleno- simbolizan
en
cambio
el
«tesoro
fácil
de
alcanzar»
(los
deseos
terrestres,
los
placeres, el amor considerado como victoria del egoísmo) y que por ello
es igualmente «fácil de perder».
Tetracordo
Según Schneider, el tetracordo do, re, mi, fa puede considerarse, en su
aspecto
místico,
como
mediador
entre
la
tierra
y
el
cielo.
Por
el
contrario, el tetracordo sol, la, si, do podría representar el orden divino.
El elemento de conexión do lo identifica con el águila (del tetramorfos)
(50).
Tetramorfos
Es una manifestación del principio de cuaternidad, ligado a la idea de
situación (como el ternario a la de actividad) y a la intuición del espacio
como
orden.
cuatro
En
símbolos
el
de
tetramorfos
los
cristiano,
evangelistas,
como
hemos
de
integración
ver
la
más
de
los
pura,
la
verdadera expresión de esta antiquísima idea universal. En la cultura
megalítica, reflejando posiblemente tradiciones que se pierden en la más
remota
Antigüedad,
se
conoció
la
lucha
de
los
dioses
contra
los
monstruos que, desde el principio de la creación, intentaban devorar al
sol. Las deidades, para conservar el orden creado, al transformar en
cosmos el caos, dejaron al león en la montaña celeste y pusieron cuatro
arqueros (en los puntos cardinales) vigilantes día y noche para que
nadie
pueda
trastornar
el
orden
cósmico
(50).
Esto
nos
revela
lo
siguiente: que los cuatro puntos cardinales, además de ser los extremos
de unas direcciones del espacio en su aspecto superficial y más tangible
(por corresponder a la tierra, zona de la manifestación, mientras nadir y
cénit
conciernen
al
cielo),
pueden
sentirse
como
zonas
espaciales
autónomas, es decir, como mundos. Esta idea se expresa en simbolismo
gráfico por todas aquellas cruces cuyos cuatro extremos se redondean
dando lugar a círculos. O bien aparecen como martillos. Estas zonas
autónomas personificadas pueden tener aspecto malévolo o benévolo.
Para
defenderse
citados.
El
del
primero
tetramorfos
surgen
expresa
los
en
escena
aspectos
los
arqueros
benévolos
del
arriba
«orden»
espacial, a igual distancia del «centro». Schneider relaciona los animales
del tetramorfos con las notas del tetracordo. La división de un país en
cuatro
provincias,
relativamente
frecuente,
expresa
la
misma
idea.
Irlanda fue llamada la «isla de los Cuatro Señores», correspondientes a
cuatro
regiones,
dominaba
el
símbolos.
Esta
pero
jefe
existiendo
supremo,
analogía,
como
de
en
el
el
centro
una
Pantocrátor
momento,
expresa
quinta
entre
sólo
donde
los
la
cuatro
fuerza
e
integridad de un sentimiento de ordenación espacial que deriva, según
Jung, de principios espirituales y psicológicos, que eligen el modelo del
tres
o
del
cuatro
según
se
muestren
adecuados
a
las
nociones
de
actividad e interior o de pasividad y situación. La forma completa de
esta
ordenación
expresado
como
da
el
cinco:
círculo
o
cuatro
mandorla
con
el
punto
almendrada;
o
central,
el
siete:
a
veces
cuatro
exterior y tres interior. En muchos monumentos aparece esta planta,
con un espacio cuadrado murado y tres torres en el centro (El Escorial,
por ejemplo). Antes de volver al tetramorfos cristiano, transcribimos de
Schneider
China.
algunas
Dice
así:
nociones
«En
el
concernientes
Ta-tai-li,
el
al
orden
filósofo
cuaternario
Tsên-tse
en
distinguió,
conforme a la costumbre china, cuatro animales destinados al servicio
del santo: dos de estos animales, con cabello y plumas, proceden del
elemento Yin (femenino, pasivo) y llevan piel, coraza o escamas. En esta
disposición, reflejan claramente los cuatro elementos (correspondiendo
el centro a la quintaesencia, o al espíritu): aire, fuego, agua, tierra. Otro
grupo cuadriforme de animales se manifiesta en el arte sumerio. Se
compone de león, águila y pavo real sobre el dorso de un buey. El Libro
de los Muertos menciona en cambio un grupo de tres seres con cabezas
de
animales
aparecen
en
enumera
el
y
otro
con
pinturas
león,
el
cabeza
humana
románicas).
águila,
el
orejuda
Asimismo,
buey
y
el
la
(como
algunas
visión
de
hombre.
En
la
que
Ezequiel
iconografía
innumerable sobre la visión de Ezequiel hubo de influir la tradición
oriental, en particular las representaciones egipcias. Los cuatro seres
místicos de la tradición cristiana suelen ser el león, el águila, el buey y el
hombre (alado). Un mosaico del ábside de Santa Prudencia en Roma
(siglo IV) los agrupa por parejas al lado de la cruz. Las ilustraciones
bíblicas no guardan siempre el orden prescrito en los textos sagrados.
San
Jerónimo
león,
cristalizó
resurrección;
pasión.
la
fórmula
águila,
Confrontando
el
(de
ascensión;
antiguo
equivalencias
hombre,
grupo
significativas):
encarnación;
cuadriforme
buey,
mesopotámico,
arriba citado (león, águila, buey, pavo real), con el grupo de Ezequiel
(león,
águila,
buey,
hombre),
llegamos
a
la
ecuación:
pavo
real
=
hombre» (50). Según Chochod, los animales chinos aparecen en las
siguientes
correspondencias:
dragón,
león,
unicornio,
toro,
tortuga,
hombre; fénix, águila (13). La ordenación espacial dada por Ezequiel (1,
10) es la siguiente: el león, abajo, a la derecha; el hombre, arriba, al
mismo lado; el buey, abajo, a la izquierda; el águila, arriba, al mismo
lado (50). Aplicando los principios del simbolismo espacial, en que lo
superior
aparece
psicológicamenteconsciente,
siempre
y
mientras
lo
lo
que
de
como
se
la
sublimación
halla
a
la
izquierda
de
derecha
concierne
lo
inferior
como
al
—
expresión
inconsciente,
veríamos al hombre alado como sublimación del león, al águila respecto
al
buey.
Según
simbológicas,
inteligencia,
trabajo,
los
la
doctrina
cuatro
acción);
resistencia,
esotérica,
seres
león
significan
(fuego,
sacrificio).
en
El
fuerza,
lo
sus
interpretaciones
siguiente:
águila
movimiento);
hombre
alado,
buey
interpretado
(aire,
(tierra,
como
ángel, simboliza la intuición de la verdad. Según Lévi, unos «discípulos
de Sócrates» sustituirían el águila por el gallo, el león por el caballo; el
buey por el carnero. Esta última sustitución se explica por la vecindad
de los signos zodiacales Aries, Tauro. La primera por el carácter aéreo
de ambos animales (37, 59). Las correspondencias, recordémoslo, no
son identidades, sino analogías, es decir, relaciones íntimas o preferentes
asociativas derivadas de la colocación y afinidad natural dentro de las
«series».
Por
ello,
todas
las
significaciones
atribuidas
al
tetramorfos
sirven como explicación de sus posibilidades alusivas, a la vez que del
complejo mecanismo de la ordenación de cualidades. En el simbolismo
cristiano,
las
atribuciones
de
los
seres
simbólicos
a
los
cuatro
evangelistas (como arqueros que defienden la verdad y el orden de
Cristo -centro-) son: san Mateo, hombre alado; san Marcos, león; san
Lucas, buey; san Juan, águila (49).
Tetramorfos. Ángeles girando la Rueda del Universo. Miniatura
francesa del Siglo
XIV.
Texturas
El simbolismo de las texturas no ha sido apenas explorado, ni siquiera
planteado
como
problema.
Pero
ciertas
modalidades
del
arte
actual
indican que la calidad material, la relación entre la superficie aparente
(espacio) y la real (integración de puntos en el espacio) es hoy valorada
como antaño lo fue la ornamentación y aun la figuración. En la textura
podemos encontrar dos elementos esenciales: el que actúa como factor
de conformación lateral y el que, por así decirlo, presiona de abajo
arriba.
El
primero
origina
calidades
que
son
preformales,
a
veces,
formas nacientes de simbolismo discernible tras un cuidadoso análisis;
con
este
tipo
informales»
de
formaciones
obtenidas
se
por
relacionan
presión
las
paradójicas
(manchas,
«formas
klecsografías,
calcomanías, etc.), el denominado «simbolismo soterrado» de algunas
obras
de
arte
en
las
que
se
ha
creído
ver
una
infrafiguración
determinada por los juegos de sombras y luces, por los movimientos de
las pinceladas o por los diseños del fondo; y también el simbolismo de
la composición, en cuanto se base en una sensación de relieve. Pero la
verdadera textura es la determinada por la calidad y grosor de la pasta,
de la materia, y por la organización estructural de ésta, según se estudia
en
mineralogía,
originando
texturas,
por
ejemplo,
concrecionadas,
fibrilares, perlíticas, porosas, cavernosas, etc. Grosso modo, las texturas
pueden
agruparse
sensación
de
en
lisura
duras
(lisas)
(continuidad)
y
blandas
crece
en
la
(porosas).
medida
del
Como
la
distancia-
miento, toda textura lisa puede considerarse simbólica de lo lejano y,
por
analogía,
simbolizan
la
de
los
colores
proximidad
y
fríos.
los
En
colores
cambio
las
cálidos;
texturas
expresan
porosas
un
mayor
dinamismo interno de la materia y el sensualismo correspondiente. Un
análisis detenido de texturas pudiera estructurarse en simbolismo más
concreto que las generalidades apuntadas.
Thule
Este
reino
mítico
deriva,
en
su
nombre,
de
Tula
—nombre
de
la
comarca suprema— que Guénon cree más antiguo que Paradesha. Se
encuentra en muchos idiomas, desde Rusia a la América central. En
sánscrito
la
palabra
zodiacal
de
Libra.
Tula
Pero
significa
una
balanza,
tradición
en
china
relación
señala
con
que
la
el
signo
antigua
balanza era la Osa Mayor. Esto llevaría a una identificación de Thule
con el país polar, el «centro» por excelencia. También es llamada esta
comarca «isla blanca», coincidiendo con la «montaña blanca» o símbolo
del
mundo
y
con
las
«islas
afortunadas»
de
la
tradición
occidental.
Guénon indica que la blancura, aplicada a los elementos topográficos,
indica
siempre
hombre
y
al
una
que
alusión
se
a
este
refiere
de
lugar
paradisíaco,
continuo
en
perdido
leyendas
y
por
el
cuentos
folklóricos. Cita los nombres de Albania, Albión, Alba Longa y se
refiere asimismo al hecho de que el latín albus (blanco) corresponde al
hebreo
Lebanah,
montaña
es
que
explicada
designa
por
el
la
luna.
autor
La
identificación
citado
indicando
de
que
isla
y
ambas
coinciden en las ideas de estabilidad, superioridad, refugio frente al
medio. La isla permanece incólume en medio de la agitación oceánica,
imagen del mundo exterior o «mar de las pasiones», e igualmente la
montaña
es
el
«monte
de
la
salud»
que
se
halla
por
encima
de
las
modificaciones de la «corriente de las formas» en lo biológico (28). Las
ideologías de lo «hiperbóreo» se relacionan con el mito de Thule.
Tiempo. Diagrama de las medidas del tiempo. Rajasthan, siglo
XVIII.
Tiempo
Señala Berthelot que la ordenación del tiempo suele proceder de la del
espacio, en especial la de la semana (7). Efectivamente, el conocimiento
de
las
siete
direcciones
del
espacio
(dos
por
cada
una
de
las
tres
dimensiones más el centro) origina la proyección de ese orden en el
tiempo. El domingo -o el día de descanso- corresponde al centro y, por
la relación que une entre sí a todos los centros, ligándolos al centro
primordial o místico, al divino origen, ese día tiene carácter sagrado. El
descanso
expresa
la
inmovilidad
del
centro,
mientras
las
otras
seis
direcciones son dinámicas. De otro lado, el centro en espacio y en
tiempo no sólo se halla en estos dominios sino que puede encontrarse
como aspecto espiritual. Por ello dice Elkin: «No debe pensarse que la
época
mítica
es
simplemente
un
tiempo
pasado,
sino
también
un
presente y un futuro; tanto un estado como un período». A esa zona
circular del centro corresponde en rigor lo inespacial e intemporal, lo
no formado, es decir, la «nada mística» oriental, el agujero del símbolo
del cielo chino, el Pi de jade. Eliade señala que, in illo tempore, todo era
posible. Las especies y las formas no estaban fijadas, eran «fluidas».
Indica
este
autor
que
el
retorno
de
ese
estado
señala
el
fin
de
la
temporalidad (17). La idea de que el tiempo (la semana) proviene de la
organización del espacio debe, en realidad, ser sustituida por la noción
de que son el resultado de un mismo principio. De acuerdo con ello, el
espacio
espacio
puede
se
ser
considerado
producen,
a
la
conjuntamente
vez
que
en
el
con
el
tiempo.
tiempo,
las
En
fases:
el
no
manifestación-manifestación-no manifestación, que constituyen el ciclo
de la vida. Los egipcios simbolizaron o, mejor, vieron este proceso en el
transcurso del sol y su «viaje nocturno por el mar».
Tienda
En el sistema jeroglífico egipcio, signo determinante que corresponde a
una de las partes del alma, que ellos denominaban «cuerpo de gloria», la
cual rodea el espíritu como una tienda (19). De esto se desprende un
sentido simbólico general y efectivo que considera la tienda como «lo
que envuelve». Esta idea aparece en estrecha relación con el simbolismo
del tejido y del vestido. Para los griegos, el mundo físico, el mismo
espacio, eran «los vestidos de los dioses», es decir, como la tienda,
aquello que los envuelve y los esconde a la mirada. Rasgar el velo del
templo, rasgarse las vestiduras, es intentar, en un esfuerzo desesperado
de analogía, rasgar el misterio del otro universo. Berthelot nos indica
otras
conexiones
habitación
del
desierto (7).
significativas
nómada;
de
de
otro,
la
tienda;
relacionada
al
decir,
con
el
de
un
lado,
misticismo
del
Tierra prometida
O Tierra Santa. Según los alquimistas, por su concepción de los mundos
como «estados» y de los paisajes como expresiones, es «estado perfecto
de una operación». Allá donde hay paz y perfección, se realiza en el
tiempo lo que en el espacio adopta la forma de una tierra prometida, sea
Israel para los hebreos caminantes del desierto, sea Ítaca para Ulises en
el océano (57). Los israelitas identificaron su centro espiritual con la
colina de Sión, a la que denominaron «corazón del mundo». Dante
presenta a Jerusalén como «polo espiritual» (28).
Tierra Santa
La
tierra
santa
«por
excelencia»,
según
Guénon
en
Symboles
fondamentaux de la Science sacrée, es la «comarca suprema», según la
palabra sánscrita Paradesha, que los caldeos convirtieron en Pardes y
los occidentales en paradis y «paraíso». Otras «tierras santas» son su
reflejo: las de elección de razas a su vez «elegidas» o las citadas en
leyendas
con
ellas
relacionadas,
o
con
símbolos
del
«centro»
como
Thule, Luz, Salem, Surgas, etc. Para los cristianos, la Tierra Santa es
Palestina.
Un
Glastonbury,
lugar
que,
considerado
como
legendariamente,
es
«centro»
el
lugar
al
es,
en
que
Inglaterra,
llevó
José
de
Arimatea el Graal. Geográficamente, el norte, el polo, por ser el lugar
más
elevado
también
ha
sido
investido
de
similar
significación
simbólica.
Tigre
Simbológicamente, son en absoluto equivalentes estas dos definiciones
de
significado:
«Asociado
a
Dioniso.
Símbolo
de
la
cólera
y
de
la
crueldad» (8). «En China, símbolo de la oscuridad y de la luna nueva»
(17).
Pues
la
corresponde
oscuridad,
al
estado
asimilada
que
los
siempre
hindúes
a
las
tinieblas
denominan
del
tamas,
alma,
en
el
simbolismo del nivel, y al desenfreno de todas las potencias inferiores
de la instintividad. Ahora bien, en China, el tigre parece desempeñar un
papel
similar
al
del
león
en
las
culturas
africanas
y
occidentales.
Aparece, pues, como éste, en dos estados diferentes (y como el dragón):
como fiera salvaje y como fiera domada. En este aspecto, se emplea
como figura alegórica de la fuerza y el valor militar puestos al servicio
del
derecho.
significación
espacial
y
Cinco
que
en
defensa
tigres
el
de
míticos
son
cristianismo
ese
orden
investidos
—sólo
contra
en
el
el
caos-
de
aspecto
la
de
misma
orden
desempeña
el
tetramorfos. El Tigre rojo reina en el sur, su estación es el estío y su
elemento el fuego; el Tigre negro reina en el norte, en el agua y en el
invierno;
el
Tigre
azul
reina
en
el
este,
en
la
primavera
y
en
los
vegetales; el Tigre blanco domina en el oeste, en el otoño y en los
metales. Finalmente, el Tigre amarillo (color solar) ocupa la tierra y
manda a los otros tigres. Se halla en el centro, como el emperador en el
centro de la China y la China en medio del mundo (13). Esta división
por cuaternidad, más el quinto elemento central, es arquetípica de lo
situacional, como ha estudiado Jung. Cuando aparece junto a otros
animales, su significado se modifica según la relación jerárquica; así, en
lucha con un reptil, expresa el principio superior, pero inversamente si
combate con un león o un ser alado.
Tijeras
Símbolo de conjunción, como la cruz (51), pero también atributo de las
místicas hilanderas que cortan el hilo de la vida de los mortales. Por
ello,
símbolo
ambivalente
que
puede
destrucción, el nacimiento y la muerte.
expresar
la
creación
y
la
Timón. Emblema del siglo
XVII.
Timón
El timón de las antiguas naves aparece con frecuencia en las alegorías,
en relación con las ideas de seguridad y rumbo definido. Asimismo y
con igual significación figura en emblemas medievales y renacentistas.
Tinieblas
Símbolo dual y a la vez ambivalente. Se ha hablado, generalmente, de
tinieblas por oposición a la luz, dando a ésta, como en la mitología
fenicia, el valor de «inteligencia cósmica» o emanación divina. Pero el
Zóhar (siglo XIII) habla de un fuego negro que es «la luz primordial».
Tal
vez
por
ello
primeramente
manifestado»
verdadero
han
surgido
expresada
e
y
inefable.
conocimiento
dos
la
San
de
concepciones
que
podría
Gregorio
Dios
de
consiste
de
las
asimilarse
Nisa
en
tinieblas,
a
enseñó
lo
«no
que
comprender
la
que
«el
es
incomprensible, estando envuelto por todas partes, como por tinieblas,
por
su
incomprensibilidad».
Con
fervor
aparece
el
concepto
de
«tinieblas» en la literatura mística. Rudolph Otto en Lo Santo así lo
testimonia y cita ejemplos de san Juan de la Cruz, que, en la Noche
oscura
del
alma, habla
divino
absorbe
el
alma
de
en
la
«oscura
«una
contemplación»
profunda
tiniebla»,
y
dice
y
de
que
lo
Gerhard
Tersteegen,
el
cual
dijo
que
la
altísima
Majestad
reside
en
«oscuro
santuario». Lo tenebroso tal vez aparece aquí, como emanación del que
contempla, como proyección del que aún pertenece al mundo de la
«mezcla» gnóstica (luz y tinieblas), pero la insistencia en el concepto
parece aludir también a una especial tenebrosidad de lo infinito, tal vez
por
asimilación
con
concepciones
místicas
de
lo
Uno
como
nada
(Eckart, Nicolás de Cusa, etc.). En la alquimia, lo tenebroso coincide
con la nigredo, que, como fase anterior a la albedo y a la rubedo (negro,
blanco,
rojo),
señala
una
etapa
en
el
ascenso
hacia
el
aurum
philosophorum, al margen de los ejes de color «naturales» (marrón =
tierra; verde = vegetación; azul = cielo atmosférico), que corresponden
al mundo como tal. Wagner en Tristán adapta a su concepción casi
mística (de religión de «salvación») del amor la oposición Noche-Día
(negro-blanco o, mejor, negro-azul) y para él la oscuridad es el dominio
del acceso a la finalidad interior, mientras que la luz es el reino de la
dispersión en la multiplicidad mundana.
Tirso
Símbolo de fecundidad, paradójica antorcha de vegetación. Ya Salomón
Reinach, en su Historia de las religiones, estudió el origen del tirso: vara
enramada, cubierta con hojas de parra y de hiedra. Se supone un origen
tracio a este símbolo, atributo de Dioniso, de donde pasó a todo el
ámbito
helenístico,
siendo
muy
probable
que
tuviera
origen
muy
anterior y que lo conocieran egipcios y asiáticos. El tirso se relaciona
más con la vara mágica que con los símbolos axiales verticales.
Titanes
Fuerzas
salvajes
e
indomables
de
la
naturaleza
naciente
(15).
La
concepción astrobiológica y mítica no podía aceptar, y se hallaba en lo
cierto,
que
vencedor
del
de
caos
las
a
la
ordenación
tinieblas,
poseedor
cósmica
de
creada
principios
por
el
hombre
espirituales
y
de
cultura, no exista un estadio intermedio. Los monstruos antediluvianos,
la
humanidad
como
anterior
animales
combatieron
al
hombre
fabulosos,
primero
con
de
titanes,
los
Cro-Magnon,
gigantes,
dioses;
fueron
cíclopes.
luego
los
intuidos
Estas
héroes,
fuerzas
como
representantes del «verdadero hombre», no del hombre masa, sino del
que significa en cada momento la avanzada de la evolución biológica de
la especie y del espíritu, acabaron con ellas. Pervive en la psicología
individual
este
aspecto
en
la
figura
de
monstruos
o
en
la
de
seres
inferiores, que aluden a la «sombra», o parte inferior. El comienzo de
La
vida
es
sueño
de
Calderón
es
simbólico.
La
caverna
expresa
el
inconsciente; el hombre aherrojado que lamenta su pérdida de libertad,
es la sombra del dramaturgo, la parte inferior de su ser, dominada y
reducida a la impotencia por el juicio y la voluntad del hombre educado
en las disciplinas intelectuales y morales.
Titán. Obra de Giambologna (Juan de Bolonia). Jardín de la Villa
Médici, Italia.
Tocado y trono
En las antiguas culturas orientales, especialmente en Mesopotamia y en
la India, hay una relación formal y significativa entre todos los objetos
y construcciones que conciernen a un culto. Según Eliade, en Babilonia
hay una analogía interna y externa entre el tocado, el trono y el palacio.
Son tres símbolos del centro (17). Luc Benoist dice, con referencia a lo
hindú: el altar, el templo, el trono, el palacio, la ciudad, el reino, el
mundo, implican sus imágenes en el mismo centro que es su modelo, el
monte
Meru.
El
carro
procesional
es
el
templo
móvil
(6).
De
esto
pueden deducirse correspondencias y concomitancias simbólicas.
Tonel sin fondo
Célebre símbolo griego, que en la leyenda de las danaides simboliza el
trabajo
inútil
y,
a
cierto
nivel,
la
inutilidad
general
aparente
de
la
existencia (8).
Torbellino
Esta
forma,
constituida
por
el
movimiento
espiral
y
el
helicoide,
expresa también el dinamismo de la cruz tridimensional, es decir, del
espacio. Por ello es símbolo de la evolución universal (25).
Torcidas, Formas
Entran en el grupo de las anormalidades, si su sentido es manifiesta y
expresivamente contrario a la regularidad (recta, curva, o de la manera
que sea).
Toro
Relacionado con el segundo signo zodiacal, de Tauro. Es un símbolo
muy complejo, tanto en el aspecto histórico como en el psicológico. La
tradición esotérica lo considera animal emblemático (totémico) de los
boreanos contra el dragón de los negros, asimilando al dios Thor, hijo
del cielo y de la selva (49). En principio, esto significa la superioridad
analógica del mamífero sobre el reptil, cual la del ario sobre el negro. La
disyuntura mayor es la que aparece entre las concepciones del toro
como símbolo de la tierra, de la madre y del principio húmedo (11) y las
que consideran al toro un símbolo del cielo y del padre. El ritual de
Mitra parece ser que se fundaba en la primera de dichas posiciones. El
sacrificio del toro expresaba la penetración del principio femenino por
el masculino y del húmedo por el ígneo de los rayos solares, origen y
causa de la fecundidad. Krappe expone estas contradicciones. Señala al
toro
como
Oriente
principal
y,
en
animal
implícita
doméstico
derivación,
de
habla
los
del
pueblos
gran
del
número
Próximo
de
toros
solares y lunares, es decir, afectos a los principios contrarios precitados.
Sin, dios lunar de los meso-potámicos, tenía con frecuencia forma de
toro. El toro Apis egipcio se cree representación de Osiris, dios lunar.
En cambio, el Sûrya védico es un toro solar. Según los asirios, el toro es
hijo del Sol. Krappe explica por sucesión de cultos las diferencias, no
como
interna
contradicción.
El
toro
lunar
se
transforma
en
solar
cuando éste vence al más antiguo culto lunar (35). Pero también puede
suceder
que
el
toro
siga
como
símbolo
de
la
Luna,
con
la
que
se
identifica morfológicamente por los cuernos y el creciente, y pase a un
rango
secundario
bajo
el
león
simbólico
del
Sol.
Así
lo
considera
también Eliade, para quien el toro no expresa ninguno de los astros,
sino el cielo fecundador. Dice también que el toro y el rayo fueron
desde
el
2400
antes
de
Jesucristo
símbolos
concertados
de
las
divinidades atmosféricas, asimilándose el mugido del toro al ruido del
trueno.
En
expresada
todas
por
las
el
culturas
toro.
En
paleorientales,
acadio,
«romper
la
idea
el
de
poder
cuerno»
era
significa
«quebrantar el poder» (17). Según Frobenius, el toro negro es asimilado
al
cielo
inferior,
es
decir,
a
la
muerte.
Incluso
en
los
países
lejanos
adonde llegó el influjo de la India, que participa de dicha creencia,
como Java y Bali, se acostumbró poner los cuerpos de los príncipes en
ataúdes
en
forma
de
toro
para
quemarlos.
Alguna
pintura
egipcia
representa al toro negro llevando encima el cadáver de Osiris (22). Esto
coincide con una afirmación de Schneider, para quien, en cuanto el toro
ocupa la zona de comunicación entre los elementos del agua y el fuego,
parece simbolizar el paso entre el cielo y la tierra, correspondiendo este
significado al toro de las tumbas reales de Ur con cabeza de oro (fuego)
y
barba
de
abnegación
lapislázuli
y
la
(agua).
castidad,
El
buey
apareciendo
simboliza
en
relación
el
sacrificio,
con
los
la
cultos
agrícolas (50), es decir, en posición contraria al poder fecundador del
toro. Si confirmamos la asimilación de éste a lo uránico, sí se resuelve la
contradicción
masculino,
y
pero
puede
adscribirse
en
aspecto
su
el
toro
superado,
al
es
principio
decir,
activo
y
maternalizado,
vencido por el hijo (Sol, león).
Torre
En
el
sistema
jeroglífico
egipcio,
signo
determinante
que
expresa
la
elevación de algo, o a la acción de elevarse por encima de la norma vital
o social (19). La torre, pues, corresponde al simbolismo ascensional
primordialmente. En la Edad Media, torres y campanarios podían servir
como atalayas, pero tenían un significado de escala entre la tierra y el
cielo, por simple aplicación del simbolismo del nivel para el cual altura
material equivale a elevación espiritual. El símbolo de la torre, por su
aspecto cerrado, murado, es emblemático de la Virgen, como muestran
numerosas pinturas y grabados alegóricos y recuerdan las letanías (14).
Como
la
idea
transformación
de
y
elevación,
evolución,
de
antes
ahí
mencionada,
que
el
atanor
u
implica
la
de
horno
de
los
alquimistas tuviera la simbólica forma de una torre, para expresar inversamente— que la metamorfosis de la materia implicaba un sentido
ascensional. También se menciona a este propósito la torre de bronce en
que
fue
encerrada
Dánae,
la
madre
de
Perseo
(48).
Finalmente,
queremos indicar una analogía: torre, hombre. Así como el árbol se
acerca a la figura humana más que los animales, que avanzan con el
cuerpo horizontal, así la torre es la única forma de construcción que
toma la vertical como definición. Las ventanas del último piso, casi
siempre grandes, corresponden a los ojos y al pensamiento. Por esta
causa se refuerza el simbolismo de la torre de Babel como empresa
quimérica, que conduce al fracaso y al extravío mental (31). Asimismo,
por esta razón, el arcano decimosexto del Tarot expresa la catástrofe en
forma de torre herida por el rayo. Sin embargo, en el simbolismo de la
torre
cabe
hallar
una
ambitendencia.
Su
impulso
ascensional
iría
acompañado de un ahondamiento; a mayor altura, más profundidad de
cimientos. Nietzsche habló de que se desciende en la medida en que se
asciende. Nerval, en
Aurelia
concretamente, se refiere al simbolismo de
la torre y dice: «Me hallaba en una torre, tan honda en sus cimientos,
hundidos en la tierra, y tan alta en su vértice, aguja del cielo, que ya
toda mi existencia parecía obligada a consumirse en subir y bajar».
Torre. Pieter Bruegel el Viejo, La torre de Babel, siglo
XVI.
Torre. Alzado de una torre. Simón García, Compendio de Architectura,
1681.
Torre herida por el rayo, La
Arcano decimosexto del Tarot. La imagen alegórica presenta una torre
semiderruida
por
un
rayo
que
cae
sobre
ella
en
la
parte
superior
(cabeza). Esta torre debe identificarse con la primera de las columnas
Jakin
y
Bohaz,
es
decir,
la
que
corresponde
al
poder
y
a
la
vida
individuales. Los ladrillos de la torre son de color de carne para ratificar
que se trata de una construcción viviente, imagen del ser humano. Dos
personajes
caen
heridos
por
los
materiales
que
se
desprenden
de
la
torre; el primero es un rey; el segundo es el arquitecto de la torre. El
sentido maléfico de este arcano se relaciona con Escorpión. Expresa el
peligro
a
que
conduce
consecuencia,
el
todo
orgullo,
exceso
en
de
seguridad
relación
con
en
la
sí
mismo
torre
de
y
su
Babel.
Megalomanía, persecución de quimeras y estrecho dogmatismo son los
contextos del símbolo indicado (59).
Tórtola
Símbolo
de
la
fidelidad
y
del
afecto
entre
los
seres
humanos
(8).
Aparece en muchas alegorías y se confunde a veces con las palomas.
Tortuga
Integra diversos sentidos simbólicos. En el Extremo Oriente tiene un
significado cósmico. En relación con ello, dice Chochod: «La tortuga
primordial tiene la concha redonda por encima para representar el cielo
y cuadrada por debajo para representar la tierra» (13). Para los negros
de
Nigeria,
atribuye
es
similar
sentido
al
sexo
emblemático
femenino
de
(12)
lujuria.
En
y
efectivamente
alquimia
se
le
simboliza
la
«masa confusa» (32). Estas divergencias tienen, sin embargo, algo de
común. En todos los casos, la tortuga es un símbolo de la realidad
existencial, no un aspecto trascendente, pues aun como conjugación de
círculo y cuadrado concierne a las «formas del mundo manifestado», no
a las fuerzas formantes ni a los orígenes, menos al centro irradiante. Por
su lentitud, pudiera simbolizar la evolución natural, contrapuesta a la
evolución espiritual, rápida o discontinua en mayor grado. También es
emblemática
de
longevidad.
El
grabado
de
la
página
79
de
la
Hypnerotomachia Poliphili representa a una mujer que sostiene en una
mano
dos
alas
abiertas
y
en
la
otra
una
tortuga.
Según
esta
contraposición, la tortuga sería la inversión de las alas, es decir, el fijo de
la alquimia, pero en su carácter negativo (puesto que las alas simbolizan
vuelo como espiritualidad y elevación). Es decir, pesantez, involución,
oscuridad,
lentitud,
estancamiento,
materialismo
extremadamente
concentrado, etc. Ello explicaría tal vez la presencia de tortugas en el
cuadro de Moreau, Orfeo, donde surgen como negación inquietante.
Probablemente, la tortuga simboliza en fin de cuentas la corporeidad
(soma
=
sema),
las servidumbres que ella acarrea y que a las doctrinas
dualistas (gnósticos, maniqueos, cátaros) les parecen inaceptables para
un ser esencialmente dotado de inteligencia y espíritu.
Tortuga. Tortuga y Fama. Jardín de la Villa Bomarzo, Italia.
Trabajo
Todo
trabajo
ejecutado
con
buena
fe,
constancia
y
conciencia
de
colaboración en la obra general puede revestirse de un sentido místico y
simbólico. Una leyenda cuenta que un zapatero oriental llegó al estado
de
santidad
porque,
al
coser
las
dos
capas
de
suela
de
los
zapatos,
constantemente, «unía lo inferior a lo superior». En cierto modo, el
trabajo es asimilado aquí a la labor lenta y paciente del alquimista que
espera la transmutación menos de sus operaciones que de su actitud
espiritual respecto a ellas y de su don de sí mismo a la empresa que
realiza.
Trapecio
Esta forma geométrica une las de la cabeza del buey y el hacha primitiva
de piedra. Simboliza el sacrificio (50). También la irregularidad o la
anormalidad, pues las figuras geométricas, por analogía, expresan ideas
de máxima a mínima perfección según su regularidad mayor o menor,
pudiendo
establecerse
una
escala:
círculo,
cuadrado,
trapecio,
trapezoide.
Travesía
La
travesía,
el
paso,
la
peregrinación,
la
navegación,
la
«salida
de
Egipto», son formas diversas de expresar lo mismo: el avance desde un
estado natural a un estado de conciencia por medio de una etapa en que
travesía
la
simboliza
justamente
el
esfuerzo
de
superación
y
la
conciencia que lo acompaña. Esa travesía, como por lo demás toda
peregrinación,
implica,
o
sustituye,
el
avance
por
el
laberinto
hasta
descubrir su centro —que es una imagen del «centro», no su identidad
—.
El
místico
árabe
Hallaj
fue
martirizado
por
predicar
que
la
peregrinación a La Meca podía sustituirse por una búsqueda interior.
En el mismo sentido se ha dicho que estudiar y viajar pueden ser actos
equivalentes, mutuamente sustitutivos, o también complementarios.
Trébol
Emblema de la Trinidad. En los emblemas, situado sobre un monte
significa
conocimiento
de
la
naturaleza
divina
como
resultado
del
esfuerzo en el sacrificio o en el estudio (ascensión) (4). Las formas
treboladas, como el arco de tres lóbulos gótico, mantienen el mismo
significado y en general todas las formas tripartitas. En la Edad Media,
el compás de tres tiempos se consideraba bajo este aspecto y Scriabin lo
empleó en
Prometeo por esta razón.
Trenza
Como
las
lacerías,
ligamentos
y
nudos,
simboliza
relación
íntima,
corrientes enlazadas, dependencia mutua (19).
Triángulo
Imagen
geométrica
del
ternario,
equivale
en
el
simbolismo
de
los
números al 3. Su más alta significación aparece como emblema de la
Trinidad. En su posición normal, con el vértice hacia arriba también
simboliza el fuego y el impulso ascendente de todo hacia la unidad
superior, desde lo extenso (base) a lo inextenso (vértice), imagen del
origen o punto irradiante. Nicolás de Cusa habló sobre todo ello. Con
el vértice truncado, símbolo alquímico del aire; con el vértice hacia
abajo, símbolo del agua; en igual posición y con el vértice truncado,
símbolo de la tierra. La interpenetración de dos triángulos completos en
posiciones distintas (agua y fuego) da lugar a la estrella de seis puntas,
llamada sello de Salomón, que simboliza el alma humana. El triángulo
rematado por cuernos era el símbolo cartaginés de Tanit (12).
Triángulo invertido
Es un símbolo complejo y ambiguo por diferentes conexiones. Signo
del agua, expresa la involución por la dirección hacia abajo de su punta
(= fuerza). Con todo, se considera equivalente al corazón por su forma
y puede sustituirlo simbólicamente, sobre todo según su situación (si
está en un centro).
Monedas griegas con
tridentes
.
Tridente
Sobre el tridente o lanza de tres puntas se han establecido diversas
interpretaciones, desde la de Eliade, quien supone que, originariamente,
corresponde
marinos
a
(17),
la
a
la
representación
explicación
de
de
los
Diel,
dientes
que
de
los
veremos.
monstruos
Atributo
de
Neptuno y de Satán. Según Bayley, forma derivada y deformada de la
cruz (4), es decir, cruz alterada para darle agresividad. Más exactamente
se da noticia de que todo instrumento, objeto o ser con tres miembros o
partes donde normalmente pudiera bastar uno, simboliza la fuerza o
posibilidad
triplicidad
triple
en
el
(8).
Esto
ataque».
lo
La
confirma
tercera
Zimmer
punta
al
decir:
pudiera
«tridente,
corresponder
al
tercer ojo de Shiva, ya que también es atributo de éste, el Destructor. Es
muy significativo que fuera el tridente el arma del reciario romano,
cuya
red
lo
identifica
a
la
divinidad
uránica,
en
contraposición
al
mirmidón armado de espada. Parece así un atributo de poder arcaico y
paterno, frente a la posibilidad única, heroica, del hijo solar. Diel lleva al
máximo la explicación negativa del tridente y, en su interpretación de
carácter
moralista,
dice
que
el
arma
en
cuestión
simboliza
la
triple
culpa, correspondiente a la perversión de los tres impulsos principales:
nutrición
(posesión,
propiedad,
dominación),
reproducción
(sexualidad) y espiritualización (que, en su aspecto negativo, se traduce
en vanidad). Por ello es atributo del dios del inconsciente y de la culpa,
Neptuno, cuyo reino está poblado de monstruos y de formas de lo
inferior. Su triplicidad es una «réplica infernal de la Trinidad» como las
tres cabezas de Cerbero, o las de Hécate triforme (15). Sin embargo,
alguna significación favorable se le ha dado al tridente. Charles Ploix, en
La
Nature
descubrir
et
las
les
dieux,
fuentes
fundamentada.
lo
(2),
Atributo
si
de
asimila
bien
dios
a
esta
en
la
varita
mágica
interpretación
el
período
no
que
permite
parece
protoindio,
muy
según
el
padre Heras. También se considera «eje del mundo» con dos corrientes
laterales inversas.
Triforme
Sobrenombre de Hécate, la cual, según Servio -dotada de tres rostros-,
presidía el nacimiento, la vida y la muerte (el pasado, el presente y el
futuro). Es una aplicación teratológica del principio de la triplicidad o
triunidad
(8).
Similar
es
el
sentido
de
la
Trimurti
(creación,
conservación, destrucción), formada por Brahma, Vishnú y Shiva (60).
Corresponde este simbolismo a todas las formas del ternario, que en el
aspecto
del
poder
se
manifiesta
como
santidad,
ciencia
y
fuerza
guerrera, en clara correlación con: espíritu, intelecto, vitalidad (28).
Trigramas
Series
de
tres
líneas,
enteras
o
rotas
en
dos
segmentos,
dispuestas
paralelamente, que constituyen ocho «formas» de la energía cósmica y
tienen correspondencias con los factores de una gama de posibilidades
destinales. Por ello, los trigramas se usaron desde la remota Antigüedad,
en China, como instrumento de adivinación. A continuación damos la
serie de trigramas que componen el llamado Libro de las mutaciones:
Trigramas.
Triple recinto
Construcción esquemática de diversas formas (tres cuadrados o tres
círculos concéntricos, combinaciones de ambos tipos) que, según Louis
Charbonneau-Lassay,
géométriques
chrétiens
en
L'Ésotérisme
(París
1960),
de
simboliza
quelques
el
symboles
ternario,
o
la
constitución triple del hombre: cuerpo, alma, espíritu; o del mundo:
universo físico, universo inteligible o intelectual y universo espiritual o
trascendente. Este símbolo (en forma de cuadrados) se ha encontrado
grabado
Francia),
en
de
galorromano.
algunas
época
estelas,
incierta,
Otros
como
que
símbolos
se
la
piedra
remonta
similares
se
de
al
han
Suévres
período
hallado,
(Orleáns,
druídico
grabados
o
en
hueso, atribuyéndose al período merovingio, o en los graffiti templarios
del castillo de Chinon (año 1308). Los reversos de las monedas inglesas
de los siglos XIV y XV, y los anversos de las castellanas «de anagrama»
son triples recintos estructuralmente y acaso también por el sentido.
Tres imágenes de triple recinto.
Trípode
Dontenville lo considera símbolo solar, no ya por el disco superior, sino
por los tres soportes, cada uno de los cuales correspondería a estos
momentos: levante, cénit, poniente (16). El símbolo de la triskeles, o
tres piernas unidas en forma de cierto parecido a la esvástica, expresa lo
mismo
según
el
autor
citado
(16),
pero
según
Ortiz,
expresa
el
«movimiento veloz» (41).
Triunfo, Símbolos de
Edificios escalonados, alturas, arcos, columnas; coronas, palmas, armas
de parada, máscaras rituales como algunas de yelmos romanos. Objetos
situados en lo alto de varas o astas (banderas, estandartes, insignias,
tirsos, báculos, cetros) incluidos o no en su estructura; colores: rojo,
blanco; metales: oro y plata. Determinados animales: águila, fénix, león,
también el toro, dragón, lobo y minotauro. Las ideas de victoria y de
poder están íntimamente asociadas a todo símbolo de triunfo.
Trompeta
Como instrumento de metal corresponde a los elementos fuego y aire,
y a la montaña doble de Marte. Los instrumentos de metal son propios
de los nobles y guerreros, mientras que los de madera, que pertenecen
al valle, son propios del pueblo y de los pastores (50). Simboliza el
anhelo de fama y gloria (8). En cambio, la trompa, por su forma, tiene
conexión con el cuerno de origen animal (50).
Trono
En el simbolismo asiático, es el término intermedio entre el monte y el
palacio de un lado, y el tocado de otro, siendo todos ellos variantes
rítmicos de una misma familia morfológica. Simbolizan o, mejor, aluden
al centro. Son signos de síntesis y de unidad estabilizada (37). En el
sistema jeroglífico egipcio, el trono integra como signo determinante
los conceptos de soporte, enaltecimiento, equilibrio, seguridad (19).
Tumba
Cuerpo
material
(57),
lugar
de
las
transformaciones
y
símbolo
del
inconsciente (56). También puede ser símbolo maternal y femenino en
términos generales.
Túnica
Mientras el manto simboliza el límite último de la personalidad, y la
«máscara» que envuelve al Selbst, la túnica puede simbolizar el yo o el
alma, es decir, la zona en contacto más directo con el espíritu. Verse
vestido con túnica naranja es verse incendiado, por ser el naranja el
color simbólico del fuego y de la pasión. La «túnica de Neso» que
quemó
a
Hércules
era
de
ese
matiz.
Los
agujeros
en
la
túnica,
los
harapos (en el traje), equivalen a cicatrices; unos y otras simbolizan las
heridas del alma. Respecto a la túnica naranja, Zimmer informa (60) que
en la India se vestía con una de ese color a los condenados a la última
pena por crímenes terribles.
U
Umbral
Símbolo
de
transición,
arquitectónico,
el
multiplicación
y
umbral
de
trascendencia.
recibe
siempre
enriquecimiento
de
En
el
simbolismo
tratamiento
sus
especial,
estructuras:
por
portadas,
escalinatas, pórticos, arcos de triunfo, protecciones almenadas, etc., o
por la ornamentación simbólica, que alcanza en Occidente su máxima
virtualidad en la catedral cristiana, mediante la decoración con escultura
de parteluz, jambas, arquivoltas, dintel y tímpano. Adquiere aquí el
umbral claramente su carácter simbólico de unión y separación de los
dos mundos: profano y sagrado. En Oriente, son los «guardianes del
umbral» los que representan esas funciones de protección y advertencia,
significadas por dragones y efigies de deidades o genios. El dios Jano de
los
romanos
expresaba
asimismo
ese
dualismo
que,
analógicamente,
puede ser relacionado con todas las formas de dualidad (6). Por ello
puede hablarse de un umbral entre la vigilia y el ensueño.
Unicornio
Simboliza la castidad y aparece también como emblemático de la espada
o la palabra de Dios (20, 4). La tradición más común lo figura como
caballo blanco con un solo cuerno que le brota de la frente, pero la
esotérica le otorga cuerpo blanco, cabeza roja y ojos azules. Quiere la
leyenda que sea infatigable ante los cazadores y que en cambio caiga
rendido
parece
y
aprisionado
indicio
de
un
cuando
una
significado
virgen
se
le
simbólico:
aproxima
el
de
la
(59).
Ello
sexualidad
sublimada. En China, el animal llamado Ch'i-lin se identifica según
algunos autores con el unicornio, mientras para otros no es así por
poseer dos cuernos. Es atributo de los oficiales militares de primer
rango y es emblemático de rectitud e ilustre nacimiento. Su piel es de
cinco
colores:
rojo,
amarillo,
azul,
blanco
y
negro;
su
voz
tiene
el
sonido de las campanas. Las leyendas dicen que llega a vivir mil años y
lo reputan como el más noble de los animales (5). Jung, en su obra
sobre las relaciones de psicología y alquimia, estudia muchos aspectos
de
este
general,
dándose
animal
no
fabuloso
tiene
perfil
unicornio
y
simbólico.
fijo,
donde
sino
hay
Dice
que
animal
que,
ofrece
de
un
en
su
aspecto
muchas
solo
más
variaciones,
cuerno,
real
o
fabuloso. Por ejemplo, el pez espada, o ciertos dragones míticos. Señala
que, a veces, el unicornio se transmuta en paloma blanca. Lo explica
diciendo
que,
de
un
lado,
tiene
relación
con
los
monstruos
primordiales, pero, de otro, es la representación de la fuerza viril, pura
y penetrante del Spiritus mercurialis. Transcribe el juicio de Honorio de
Autun, en su Speculum de Mysteriis Ecclesiae, donde se lee: «Unicornio
es
llamado
el
animal
salvajísimo
que
tiene
un
solo
cuerno.
Para
capturarlo, se expone en el campo una virgen y el animal se le aproxima;
como llega a apoyarse en su regazo queda capturado. Por medio de este
animal es representado Cristo y por medio de su único cuerno su fuerza
insuperable. El que se posó sobre el seno de la virgen fue capturado por
los cazadores; esto significa que El fue encontrado en forma humana
por quienes le aman». Pero, en la Antigüedad, el unicornio presenta en
ocasiones rasgos malévolos. "El Physiologus Graecus dice de él que «es
un animal de veloz carrera, de un solo cuerno y que alimenta malos
propósitos
aspecto
hacia
negativo
ambivalencia
los
del
para
hombres».
unicornio.
utilizarlo
La
En
Iglesia,
apunta
cambio,
como
la
Jung,
alquimia
símbolo
del
ignora
usa
este
de
su
Monstrum
Hermaphroditum. Es extraña la universalidad de este ser naturalmente
inexistente, que se menciona en los Vedas. En cuanto a su iconografía,
tienen especial importancia los tapices del siglo XV del Museo Cluny de
París, que integran la serie de La Dame a la Licorne (32).
Unicornio. Konrad Gesner, Historia animalium, Zúrich 1551.
Uno
Equivale al centro, al punto no manifestado, al poder creador o «motor
inmóvil».
Plotino
multiplicidad
al
lo
identifica
mal,
en
lo
con
cual
el
está
fin
moral,
en
plena
mientras
asimila
conformidad
con
la
la
doctrina simbolista.
Urna
Símbolo de contención que, como todos los de este tipo, corresponde al
mundo de objetos femenino. La urna de oro o plata, asociada a un lirio
blanco, es el emblema favorito de la Virgen en la iconografía religiosa.
Una urna con tapa es uno de los ocho emblemas de la buena suerte en el
budismo
chino,
y
significa
Unicidad,
o
ese
estado
inteligencia que triunfa sobre el nacimiento y la muerte (5).
de
suprema
Uno. Piedra ritual de medicación, Rajasthan.
Utensilios
En
general,
su
significado
simbólico
es
una
simple
transposición
al
plano espiritual de su carácter práctico en lo material, del empleo a que
están destinados (56). Significados secundarios pueden dimanar de su
forma, materia y color.
Uvas
Frecuentemente en forma de racimos, simbolizan a la vez la fertilidad
(por su carácter frutal) y el sacrificio (por el vino, en especial si es de
color de sangre). En las alegorías barrocas del Cordero divino, muchas
veces aparece entre espigas y racimos de uvas.
V
Vaca. Detalle de un papiro con vaca celestial. Tebas, ca. 1300 a. de C.
Museo Británico, Londres.
Vaca
Asociada a la tierra y a la luna. Numerosas diosas lunares llevan cuernos
de vaca. Como símbolo de la madre corresponde a la diosa primigenia
Neith,
primera
sustancia
húmeda
y
dotada
de
ciertas
características
andróginas (31) o, mejor, ginandras. En Egipto, asociada a la idea de
calor vital (39). Vach, o el aspecto femenino de Brahma, es llamada la
«Vaca melodiosa» y la «Vaca de la abundancia». El primer epíteto deriva
de la idea de la creación del mundo por el sonido; el segundo, obvio es
decirlo, se relaciona con su función de sustentar al mundo, ya que su
leche es el polvillo de las galaxias. Vemos en esto la misma idea del cielo
como toro fecundados pero invertida de sexo; ambos son los «aspectos»
activo y pasivo de las tuerzas generadoras del universo, en la doctrina
hindú (40).
Vacío
Es una idea abstracta, en contraposición a la «nada mística» que es la
realidad inobjetiva, informal, pero en la que se encuentra todo germen.
En el sistema jeroglífico egipcio, el vacío se representa como «lugar que
se produce por la pérdida de la sustancia necesaria para formar el cielo»,
asimilándose así al espacio. En el sarcófago de Seti I hay una imagen del
vacío, que consiste en el vaso del Nou lleno hasta la mitad, formando
semicírculo invertido, que se completa con el otro semicírculo, el cual
aparece desplazado a un lado del anterior (19).
Vado
Es un aspecto del umbral. Símbolo de la divisoria entre dos estados o
dos formas de realidad, como la conciencia y el inconsciente, o la vigilia
y el sueño. Señala Jung que es muy interesante y significativo el hecho
de que, en las victorias de Hiawatha, lo que él mata está la mayoría de
las veces en el agua o junto al agua. Todo animal surgido en un vado es
una figuración de las fuerzas del inconsciente, ser demoníaco o mago
metamorfoseado (31).
Valle
En el simbolismo del paisaje, por su nivel, que se supone el del mar, es
zona neutra, perfecta para el desenvolvimiento de la manifestación, es
decir, de toda creación y progreso material. Por su carácter fértil, en
oposición al desierto (lugar de purificación) y al océano (origen de la
vida, pero estéril para la existencia del hombre), así como a la alta
montaña,
zona
de
las
nieves
y
de
la
ascesis
contemplativa,
o
de
la
iluminación intelectual, el valle es el símbolo de la misma vida, el lugar
místico de los pastores y de los sacerdotes (51).
Vara
En
realidad
toda
vara
es
un
vector
(segmento
dotado
de
dirección,
longitud y sentido) siendo estos elementos que lo constituyen, o los
símbolos adicionales, si los hay, en su terminación, los que refuerzan o
determinan el sentido simbólico. La vara, en sí, como el bastón y el
cetro, es símbolo de poder. La lanza, el asta pura (lanza sin hierro que se
daba como premio en el ejército romano), el signum, el caduceo, el
tirso, el tridente, e incluso la antorcha son formas derivadas de la vara o
relacionadas con ella.
Varilla mágica
Al margen de la idea técnica que implica, del simbolismo de su materia
o color, su sentido simbólico procede de la fuerza que se le supone y
ésta de que toda vara representa una línea recta que evoca las nociones
de
dirección
y
de
intensidad.
De
ahí
las
formas
derivadas
o
emparentadas: cetro real, bastón de mariscal, maza de guerra, vara de
alcalde, batuta del director de orquesta (48).
Vasija
En el sistema jeroglífico egipcio, signo determinante que corresponde a
la idea de recipiente en general. El símbolo expresa inmediatamente el
ámbito en que se produce la mezcla de las fuerzas que dan lugar al
mundo material y también, por consiguiente, la matriz de la hembra
(19).
Vasija. Copa micénica de Calimnos, siglo
III
a. de C. Museo Británico,
Londres.
Vaso
En el sistema jeroglífico egipcio, signo determinante que corresponde al
Nou (reposo, in-materia, recepción) (19). El «vaso lleno», relacionado
con la planta de la vida, es un emblema de fertilidad (17). El vaso o
jarrón de oro con azucenas es el emblema más usual de la Virgen María.
Vegetación
La vegetación, en todas sus formas, ofrece dos aspectos principales: el
de su ciclo anual por el que simboliza la muerte y la resurrección, como
el mismo invierno y la primavera; y el de su abundancia, del que deriva
un
significado
de
fertilidad
y
fecundidad.
Los
ceremoniales
de
la
vegetación se celebran, en distintas regiones y épocas, entre el Carnaval
y
San
Juan
(17).
En
todos
los
casos
se
trata
de
avivar
las
fuerzas
cósmicas para que siga produciéndose la regeneración anual de la vida.
Los símbolos de resurrección, en la vegetación, son principalmente: el
muérdago entre los celtas; la palma en la tradición del Próximo Oriente
y en la cristiana; la acacia en otras tradiciones.
Vehículos
Los diversos vehículos antiguos o actuales son una degradación del
símbolo
esencial
conciernen
colectividad
a
la
del
carro.
propia
Los
existencia;
(56).
En
sueños,
modo
del
movimiento
describe
el
carácter
regular
o
irregular;
que
los
según
la
poseen
colectivos,
Jung,
vital,
mayor
carácter
su
o
la
a
la
especie
celeridad
menor
individual
vida
del
o
de
la
vehículo
lentitud,
primitividad
de
su
la
vivencia o de la mente; si los conceptos son propios o prestados, etc.
(32).
Todo
vehículo
expresa
el
cuerpo,
incluyendo
el
cerebro
y
el
pensamiento —es decir, el espíritu en su aspecto existencial—. De este
modo,
simbólicamente,
ver
imaginariamente
o
soñar
un
coche
incendiado es igual a la figura de un hombre con túnica naranja (ya que
éste es el color del fuego).
Vela encendida. Juan de Borja, Empresas morales, Bruselas 1680.
Vela encendida
Como la lámpara, luz individualizada; en consecuencia, símbolo de una
vida particular, en contraposición a la vida cósmica y universal.
Velamen
Signo determinativo egipcio que simboliza el viento, el hálito creador, el
impulso hacia la acción (19). Corresponde al elemento aire; en algunos
emblemas medievales es una alegoría del Espíritu Santo (4).
Velo
Aparte del sentido simbólico que dimana del general de tejido, el velo
significa la ocultación de ciertos aspectos de la verdad o de la deidad.
Guénon recuerda el doble significado de la palabra «revelar», que puede
querer decir: correr el velo, pero también volver a cubrir con el velo. La
Biblia dice que cuando Moisés bajó del monte Sinaí, una luz intensa se
desprendía de él, de modo que tuvo que cubrirse el rostro con un velo
para hablar al pueblo, que no podía soportar su esplendor (Ex 34, 2935) (28).
Vello
Mientras la cabellera, por su situación en la cabeza, parte superior del
cuerpo humano, simboliza las fuerzas espirituales, correlativas a lo que
en el simbolismo de las aguas se denomina «océano superior», el vello
equivale al «océano inferior», es decir, a la proliferación de la potencia
irracional
del
cosmos
y
de
la
vida
instintiva.
Por
esta
causa,
los
sacerdotes de muchas religiones se depilaban enteramente, entre ellos
los
egipcios.
También
por
esta
razón
se
representó
al
dios
Pan
—
prefiguración del diablo- con las patas velludas. Pese a lo antedicho, en
algunas tradiciones todo cabello tiene carácter maligno (8).
Vellocino de oro
Siendo el cordero símbolo de la inocencia y el oro el de la máxima
espiritualidad y de la glorificación, el toisón o vellocino de oro significa
que aquello que buscaban los argonautas era la fuerza suprema del
espíritu por la pureza del alma, la cualidad del medieval sir Galahad, el
caballero del santo Graal. Es por consiguiente una de las modalidades
más evolucionadas del simbolismo general del tesoro (15).
Vendas
Las vendas, bandas o pañales, diseñan en el sistema jeroglífico egipcio
un símbolo de doble sentido, que se refiere tanto al primer envoltorio
del recién nacido, como al último con que el muerto es depositado en su
tumba.
Corresponde
este
signo
determinativo
a
la
letra
S,
que
ulteriormente ha sido concebida a veces como serpiente (19).
Ventana
Por constituir un agujero expresa la idea de penetración, de posibilidad
y de lontananza: por su forma cuadrangular, su sentido se hace terrestre
y racional. Es también un símbolo de la conciencia (56), especialmente
cuando aparece en la parte alta de una torre, por analogía de ésta con la
figura humana. Las ventanas divididas tienen un significado secundario,
que puede sobreponerse, dimanado del número de sus aberturas y de
las conexiones que de las ideas propias de dicho número y del sentido
general de la ventana pueden derivarse.
Venus
Planeta
asimilado
Astrológicamente
principalmente.
a
se
En
la
deidad
halla
su
en
del
amor
relación
significación
y
con
al
la
cobre,
Luna
espiritual
se
en
y
alquimia.
con
desdobla
Marte,
en
los
aspectos del amor espiritual y de la pura atracción sexual, llegando
algunos
autores
a
considerar
que
su
verdadero
simbolismo
era
de
carácter físico y mecánico.
Verbos
Todos los verbos, indicación de acciones, pasiones, operaciones, tienen
un sentido simbólico inmediato que deriva de la simple transposición al
plano espiritual de su significación material o directa. Así alimentarse
simbolizará
suprimir
recibir
un
mentalmente
alimento
a
un
en
el
espíritu
determinado
ser;
o
el
viajar,
intelecto;
alejarse
imaginación y la atención de un mundo para dirigirse a otro, etc.
matar,
con
la
Verdor vegetal
Fuerza creadora de la tierra, juventud primera o recobrada. También
involución a un estado ingenuo natural o primitivo. El eje cromático
verde-azul (vegetación-cielo) es perfectamente naturalista y expone un
sentimiento
emana
de
concorde
la
con
el
contemplación
sentido
de
la
de
estos
colores
naturaleza.
En
y
con
este
el
que
sentido
es
contrario al eje negro-blanco, o al blanco-rojo, de carácter alquímico,
simbólicos de procesos espirituales que «alejan» de la naturaleza.
Verticalidad
Siendo en su esencia dinámico todo lo simbólico, la verticalidad queda
asimilada al impulso y al movimiento vertical, que corresponde, por el
significado
analógico
de
lo
espacial
y
lo
moral,
al
impulso
de
espiritualización que se trata al describir el simbolismo del nivel. El
pensamiento simbólico da tanta importancia al grado que una figura
dada ocupa en cuanto a su altura sobre el nivel medio, que llega a
identificar el significado de tales formas o seres en atención al solo
hecho de su situación en la vertical. Esto es confirmado por Bachelard,
quien
llega
a
decir:
«No
es
posible
prescindir
del
eje
vertical
para
expresar valores morales» (3).
Vestimenta
El simbolismo vestimentario ha sido objeto de interés reciente y puede
consagrársele una monografía entera, pues acompaña toda la historia
del traje, incluyendo la del armamento defensivo, los tocados y adornos
de
toda
suerte.
En
general,
los
factores
simbólicos
vestimentarios
dimanan: a) del lugar en que se hallan, siendo distinto el significado de
lo que se lleve en la cabeza, sobre el pecho, en torno a una muñeca o a la
cintura,
etc.;
b)
de
la
materia
empleada:
un
cinturón
de
ramas
de
muérdago era, sin duda, símbolo muy distinto del de un cinto de placas
defensivas; c) de los valores estéticos y sus derivaciones que conciernen
a muchos elementos del simbolismo general: colores, metales, piedras
preciosas, etc. Parece evidente que en las armaduras antiguas se buscó
tanto
la
protección
física
como
la
heroización
(el
mito
de
la
invulnerabilidad) del cuerpo; así se han descubierto yelmos romanos de
parada con máscara para el rostro, que nunca se usaron en guerra. Las
clases
sociales,
sus
ideas
implícitas
de
jerarquía,
distribuidas
en
determinadas zonas de las ciudades, en la Antigüedad tradicional, en
relación con el simbolismo del espacio, son ideas que nos limitamos a
apuntar en conexión con el tema. El empleo de pieles, en los aquilíferos
romanos, parece de origen totémico. Sin establecer ninguna teoría entre
el concepto de las pieles de un Sacher-Masoch y su uso habitual por la
mujer no puede olvidarse esa relación. La piel de animal abigarrada
(pantera) o el traje abigarrado o tornasolado son símbolos del Todo
(dios
Pan)
Aurelia,
y
se
plagada
relacionan
de
con
símbolos,
la
deificación
Nerval
dice:
de
«y
la
la
naturaleza.
divinidad
de
En
mis
sueños se me apareció sonriente con un traje casi indio... Empezó a
andar entre nosotros y los prados reverdecían y las flores y plantas
brotaban sobre la tierra bajo la huella de sus pies». En otro fragmento
hace que se confundan los festones y dibujos del traje de su amada con
las plantas y flores de un jardín hasta identificarse.
Viaje
Desde el punto de vista espiritual, el viaje no es nunca la mera traslación
en el espacio, sino la tensión de búsqueda y de cambio que determina el
movimiento y la experiencia que se deriva del mismo. En consecuencia
estudiar, investigar, buscar, vivir intensamente lo nuevo y profundo son
modalidades
simbólicos
de
del
viajar
viaje.
o,
Los
si
se
quiere,
héroes
son
equivalentes
siempre
espirituales
viajeros,
es
y
decir,
inquietos. El viajar es una imagen de la aspiración —dice Jung-, del
anhelo nunca saciado, que en parte alguna encuentra su objeto (31).
Señala luego dicho autor que ese objeto es el hallazgo de la madre
perdida.
Pero
ésta
es
una
interpretación
discutible.
Inversamente,
pudiéramos decir que el viaje es una huida de la madre. Volar, nadar,
correr
son
también
actividades
—como
el
soñar,
el
ensoñar
y
el
imaginar-equivalentes a viajar. La travesía del vado significa el punto
decisivo del pasaje de un estado a otro (56). Hay una relación entre el
simbolismo del viaje, en sentido cósmico, y el del paisaje esencial de la
cultura megalítica (o descrito en sus visiones por los chamanes). Viajar
puede asimilarse a recorrer el ciclo anual, o a pretender evadirse de él
según determinantes secundarios del viaje. Pero el verdadero viaje no es
nunca
una
huida
ni
un
sometimiento,
es
evolución.
Por
ello
dice
Guénon que las pruebas iniciáticas toman con frecuencia la forma de
«viajes simbólicos», representando una búsqueda que va de las tinieblas
del mundo profano (o del inconsciente, madre) a la luz. Las pruebas -y
las etapas del viaje- son ritos de purificación (29). El arquetipo del viaje
es la peregrinación al «centro» o tierra santa; la salida del laberinto. El
«viaje
nocturno
por
el
mar»,
equivalente
al
«viaje
a
los
infiernos»,
describe aspectos esenciales de este simbolismo que dista de hallarse
dilucidado. En el sentido más primario, viajar es buscar. La secta turca
de los Kalenderi impone a sus miembros que viajen continuamente. Ya
hemos hablado arriba de las formas superiores y sublimadas que puede
revestir el «viaje».
Viaje a los infiernos
La bajada de Dante a los infiernos fue precedida por la de Eneas en la
Eneida virgiliana
y
por
el
descenso
de
Orfeo.
Asín
Palacios,
en
su
Escatalogía musulmana de la Divina Comedia (Madrid 1919), citada
por Guénon, demuestra que el poeta florentino siguió en su trayectoria
y
en
la
arquitectura
nocturno
y
anteriores
de
Revelaciones
en
más
de
los
de
tres
La
ochenta
mundos
Meca,
años
(27).
las
de
obras
Libro
Mohyddin
Desde
el
del
ibn
punto
viaje
Arabi,
de
vista
simbólico y poniendo al margen la realidad ultramundana de los dos
universos complementarios del «nivel central de la manifestación» o
terrestre, el «viaje a los infiernos» simboliza el descenso al inconsciente,
la toma de conciencia de todas las posibilidades del ser, en lo cósmico y
en lo psicológico, necesaria para poder llegar a las cimas paradisíacas,
excepto en aquellos seres elegidos por la divinidad, que logran por la vía
de la inocencia esa penetración. El infierno refunde las ideas de «crimen
y castigo», como el purgatorio las de penitencia y perdón.
Viaje al interior de la Tierra
Retorno al seno de la madre. Puede ser también un símbolo sexual.
Nerval, en Aurelia, analizada en este sentido por Bachelard, dice: «Creí
caer
en
un
abismo
que
atravesaba
el
globo».
Y
el
mismo
Nerval
considera que esos fondos a que desciende tienen una calidad biológica
y que son de una materia «medio espiritualizada». De otro lado, cita el
símbolo
del
metal
fundido,
que
aparece
en
otros
autores
-William
Blake- y simboliza la sangre ctónica. En relación con el tema no pueden
dejar
de
recordarse
obras
como
Mundus
subterraneus
del
padre
Athanasius Kircher, el Enrique de Ofterdingen de Novalis y el mismo
Viaje al centro de la tierra de Verne, sin olvidar los «descensos» a los
antros infernales de Virgilio (Eneida), Dante (Divina Comedia), etc.
Como la situación, o imaginación de un fuego central, coincide con la
idea
arcaica
Adoniram,
del
en
infierno
su
Viaje
-lo
a
que
expresa
Oriente-,
el
Nerval
símbolo
en
su
adquiere
leyenda
un
de
nuevo
significado dramático.
Viaje del alma
Según la doctrina hindú, el individuo, en su proceso de liberación de las
cadenas de la vida, sigue una trayectoria inversa a la que siguió en el
proceso de su entrada en la manifestación. Por las concepciones de esa
doctrina, se admiten dos caminos: el de los liberados (dêva-yâna) o «vía
de los dioses» y el de los que han de volver a pasar por estados de
individuación (pitriyâna) o «vía de los antepasados». La Bhagavad-Gitâ
dice sobre ello: «En aquellos momentos, los que tienden a la unión, sin
haberla efectivamente realizado, dejan la existencia manifestada, sea sin
retorno, sea para regresar... Fuego, luz, día, luna creciente, semestre
ascendente del sol hacia el norte, éstos son los signos luminosos que
conducen
a
Brahma
a
los hombres
que
conocen
a
Brahma.
Humo,
noche, luna decreciente, semestre descendente del sol hacia el sur, tales
son los signos que llevan a la luz lunar para retornar en seguida a los
estados de manifestación» (26).
Viaje nocturno por el mar. Miniatura del Speculum humanae
salvationis. Catedral de Toledo.
Viaje nocturno por el mar
Esta expresión, que se halla con frecuencia en obras sobre simbología,
procede de la antigua noción de que el sol, durante la noche, atravesaba
los abismos inferiores experimentando una muerte (a veces concebida
como real, seguida de resurrección; a veces concebida como figurada).
Ese abismo era asimilado a las aguas del tercer nivel (infernal), bien
como océano inferior, o como lago subterráneo. Según Leo Frobenius,
en Das
Zeitalter
des
Sonnengottes,
todos
los
dioses
navegantes
son
símbolos solares. Durante su viaje están encerrados en un cofre, cesto,
arca (seno materno) y se ven amenazados por diversos peligros. Este
viaje
se
produce
aparente
del
siempre
sol.
en
Frobenius
dirección
relata
los
opuesta
a
la
marcha
avatares
arquetípicos
diurna
de
esa
aventura esencial: «Un héroe es devorado por un monstruo marino en
Occidente. El animal viaja con él en su interior hacia Levante. Durante
ese viaje, el héroe enciende fuego en el vientre del monstruo y, como
siente hambre, corta un pedazo de su corazón. Poco después observa
que el pez toca tierra; comienza entonces a cortar la carne del animal y
luego se desliza al exterior. En el vientre del pez hacía tanto calor que se
le cayeron los cabellos. A menudo el héroe liberta a todos los que antes
habían
sido
transforma
rasgos
devorados,
en
que
multitud
esenciales
de
de
huyen
leyendas
devoración,
con
y
él»
(31).
cuentos
encierro,
Esta
situación
folklóricos,
encantamiento,
se
pero
los
liberación
aparecen siempre. Según Jung, este símbolo es una suerte de descenso a
los infiernos, similar a los narrados por Virgilio y Dante, y un viaje al
país de los espíritus, es decir, una inmersión en el inconsciente (33).
Pero el mismo autor añade que la oscuridad y la profundidad marina
son, además de un símbolo del inconsciente, el de la muerte, no como
negación total, sino como reverso de la vida (estado latente) y como
misterio
desde
el
que
ejerce
abismo.
una
La
fascinación
salida
del
sobre
viaje
la
conciencia,
expresa
la
atrayéndola
resurrección
y
la
superación de la muerte (también, la salida del sueño; la salida de la
enfermedad). Símbolos similares son el de José en el pozo donde le
sumieron sus hermanos
(Gn
37, 19-24), el de Jonás en el vientre de la
ballena (Jon 2, 1-11) (32).
Victoria
La corona como realización, y la palma, como elevación y exaltación,
son los atributos exteriores de la victoria. Cuando se presenta alada, se
alude a su valor espiritual. La victoria sobre el adversario, sea sobre el
toro, como en los misterios de Mitra; sea sobre el dragón o monstruos
similares,
como
en
los
casos
de
Hércules,
Perseo,
Belerofonte,
san
Jorge, vencer significa inutilizar al enemigo como tal y someterlo al
propio imperio. También, aparte del sentido objetivo y cósmico de la
victoria,
hay
un
significado
psicológico,
por
el
cual
sólo
cabe
enfrentamiento
con
lo
similar,
y
así
lo
vencido
es
lo
inferior
del
vencedor.
Vid
Así
como
la
uva
tiene
un
doble
significado
de
sacrificio
y
de
fecundidad, el vino aparece con frecuencia simbolizando la juventud y
la vida eterna. El ideograma superior de la vida fue, en los orígenes, una
hoja de parra. Según Eliade, a la Diosa Madre se le dio primitivamente
el nombre de «Diosa cepa de vid», representando la fuente inagotable
de creación natural (17).
Vida
Todo lo que fluye y crece ha sido utilizado por las antiguas religiones
como
símbolo
de
la
vida:
el
fuego
por
su
intensidad
necesitada
de
alimento, el agua por su poder fertilizante de la tierra, las plantas por su
verdecer en primavera. Ahora bien, todos o la inmensa mayoría de los
símbolos de la vida lo son también de la muerte. Media vita in morte
sumus, decía el monje medieval, y la ciencia moderna le responde: La
vie c'est la mort (Claude Bernard). Así el fuego es el destructor y las
formas diversas del agua expresan la disolución, como ya se dijo en los
salmos. El origen de la vida —o de la renovación de sus fuerzas—
aparece en las leyendas y cuentos folklóricos bajo la forma de cuevas y
cavernas donde nacen torrentes y fuentes maravillosas (38). Con todo,
queremos
resumir
tres
importantes
sentidos
de
la
vida
según
el
simbolismo del Apocalipsis, inducibles de los títulos que se dan a los
correspondientes objetos o formas de realidad: se habla de árbol de la
vida, de aguas de la vida y de libro de la vida. Corresponden a las fases
de: creación, disolución y conservación. El árbol es la afirmación, las
aguas
son
la
fecundación
pero
también
la
disolución,
el
libro
es
la
conservación sublimada, espiritualizada, trascendida, de los nombres y
de los seres. En la doctrina griega, de Alcmeón a Platón, la vida presenta
cuatro fases: inicial (estado paradisíaco, edad de oro), descendente (la
caída), ascendente (transmigraciones o pruebas en las doctrinas que no
admiten la metempsícosis) y terminal (vida inmortal).
Viento
Es el aspecto activo, violento, del aire. Considerado como el primer
elemento, por su asimilación al hálito o soplo creador. Jung recuerda
que, de modo parecido al hebreo, también en árabe la palabra ruth
significa
a
la
vez
aliento
y
espíritu
(31).
En
su
aspecto
de
máxima
actividad, el viento origina el huracán —síntesis y conjunción de los
cuatro elementos—, al que se atribuye poder fecundador y renovador
de la vida. Los alquimistas mantuvieron esta significación del viento,
como
puede
(Francfort
verse
1625)
en
la
(31).
obra
Los
de
Jamstahler
vientos
se
Viatorium
ordenaron
Spagyricum
en
números
correspondientes a los puntos cardinales y a los signos del zodíaco
significando
así
su
importancia
cósmica.
En
Egipto
y
en
Grecia,
el
viento parece poseído de cierto aspecto malévolo; en la última de las
citadas culturas, cambió radicalmente este sentido dado a Tifón a partir
de la destrucción de la escuadra de Jerjes por la tormenta (41).
Vientre
En todos los casos el interior del vientre es asimilado a un laboratorio
alquímico
-pero
en
su
mecánica-
o
lugar
donde
se
producen
las
transformaciones. Como se trata de metamorfosis sólo naturales, es, en
cierto modo, el aspecto inverso del cerebro (57).
Vino
Símbolo ambivalente como el dios Dioniso. De un lado, especialmente
el vino rojo, significa la sangre y el sacrificio. De otro, simboliza la
juventud y la vida eterna, así como la embriaguez sagrada -cantada por
los
poetas
griegos
y
persas-
que
permite
al
hombre
fugazmente del modo de ser atribuido a los dioses (17).
participar
Signo de
Virgo
.
Virgo
Sexto signo zodiacal. Para los egipcios se identificaba con Isis. Está
gobernado por Mercurio y por corresponder al número 6, es decir, por
ambas
causas,
simboliza
el
hermafroditismo,
estadio
en
el
que
las
fuerzas son duales, positivas y negativas. Por ello se representa a veces
con el símbolo del alma o el sello de Salomón, los dos triángulos del
fuego y del agua mutuamente interpenetrados para dar lugar a la estrella
de seis puntas (40). En las mitologías y religiones, este símbolo está
siempre ligado al nacimiento de un dios o semidiós, que es la expresión
suprema de la energía-conciencia (52).
Volcán
En mitología aparece investido de potestades contrarias. De un lado, se
menciona
la
extraordinaria
fertilidad
de
las
tierras
volcánicas,
como
Nápoles, California o Japón. De otro, el fuego destructor se asocia a la
idea del mal. De ahí que pueden deducirse numerosas consecuencias.
Para los persas, el volcán era sólo el gran adversario, Ahrimán, bajo la
forma de un inmenso dragón o serpiente que, encadenado al monte
Demâvand (como Prometeo,, mito similar), volcán del Elburz, espera el
día del juicio final (35). No sólo es símbolo de la fuerza primaria de la
naturaleza y del fuego vital (creador y destructor) (4), sino «lugar»
simbólico del «descenso» (involución) de los elementos, que en su pozo
se relacionan y transforman (aire, fuego, agua, tierra) (50). De ahí que
sea posible una asimilación con Shiva, el dios de la creación y de la
destrucción.
Psicológicamente
es
un
símbolo
de
las
pasiones
—que,
según Beaudoin, son la única fuente de nuestra energía espiritual, si
podemos transformarlas y domarlas—. Por el símbolo XXX de la Ars
Symbolica de Boschius, al relacionarlo con la leyenda Gelat et ardet, se
conoce su aspecto profundo de coincidentia oppositorum. Un sentido
importante dimana también de la especial característica del volcán, en el
cual, a una larga fase de trabajo latente, contenido y oculto, sucede una
brusca y terrible erupción. Debe citarse el hecho de que, para Nerval, la
nueva erupción del Vesubio -Quimeras— aparece como una «nueva
resurrección de los dioses»: René Alleau coincide con esta idea cuando
en su artículo Gradiva rediviva dice que la erupción del volcán que
destruyó Pompeya y Herculano se produjo un 24 de agosto, fecha que,
en
el
calendario
romano,
era
de
fiesta
solemne
porque
en
ella
los
«manes» retornaban a la luz. Se definía ese día diciendo que en él «el
mundo está abierto».
Vuelo. Pegaso.
Vuelo
Tiene el simbolismo del vuelo varios componentes: el más elemental es
el que deriva de la sensación placentera de movimiento, en un medio
más sutil que el agua, y con la libertad de la fuerza de gravitación; de
otro lado, volar es elevarse, y por ello guarda estrecha relación con el
simbolismo del nivel, tanto en el aspecto de analogía moral como en el
de otros valores de superioridad de poder o de fuerza. Señala Diel que
la
importancia
de
la
imagen
«elevación-caída»,
especialmente
simbolizada en el mito de Ícaro, ha sido corroborada frecuentemente
por diversos autores (15). Bachelard indica que «de todas las metáforas,
las
de
la
altura,
elevación,
profundidad,
descenso
y
caída,
son
las
metáforas axiomáticas. Nada las explica, pero ellas lo explican todo». El
vuelo
ha
sido
concebido
también
como
«trascendencia
del
crecimiento». Según Toussenel, en Le Monde des Oiseaux: «Envidiamos
la suerte del pájaro y prestamos alas a lo que amamos, porque sabemos
por instinto que, en la esfera de la felicidad, nuestros cuerpos gozarán
de la facultad de atravesar el espacio como el pájaro el aire» (3). El vuelo
está relacionado con el espacio y con la luz; psicológicamente es un
símbolo del pensamiento y de la imaginación.
Vulcano
Tiene relación simbólica con el herrero que forja en la caverna de la
montaña y por lo mismo con el demiurgo. Precisamente para explicar el
origen de los volcanes, los antiguos hablaban de forjas subterráneas y de
un
herrero
sobrenatural.
El
culto
de
Hefesto
se
relacionó
con
la
actividad volcánica de las islas del Egeo (35). Pero este demiurgo carga
con el aspecto negativo que le asignaría el gnosticismo o la doctrina de
Mani. Su cojera es símbolo de la debilidad o deformidad de su alma.
Según Diel, Vulcano se halla emparentado con el diablo cristiano. Su
enfermedad
fue
consecuencia
de
su
oposición
a
Júpiter,
el
espíritu,
quien en castigo lo precipitó desde el Olimpo. El autor citado considera
a Vulcano, Ícaro, Prometeo como símbolos del intelecto, casi en su
aspecto técnico y «sólo humano», en rebelión abierta contra el espíritu
(15).
Y
Yang-Yin.
Con los trigramas.
Yang-Yin
Símbolo de la distribución dualista de las fuerzas, en China, compuesto
del principio activo o masculino
(Yang)
y del pasivo o femenino
(Yin).
Aparece en forma de círculo dividido por una línea sigmoidea; los dos
campos resultantes se hallan así dotados de un sentido dinámico del
cual carecerían si la división se hiciera por medio de un diámetro. La
mitad clara representa la fuerza
Yang
y la oscura la fuerza
Yin,
pero
cada una de ellas tiene un circulito en medio del tono contrario, para
simbolizar
opuesta.
sección
que
toda
Guénon
del
modalidad
considera
torbellino
este
universal
encierra
siempre
símbolo
como
que
pone
un
germen
elemento
en
de
la
helicoidal,
comunicación
los
contrarios para engendrar un movimiento constante, una metamorfosis
y una continuidad a través de posiciones y situaciones antípodas. La
entrada y la salida en ese movimiento se hallan fuera del mismo, de
igual manera que el nacimiento y la muerte no pertenecen a la vida, en
tanto que consciente y autodeterminada, de la persona. El eje vertical
del centro de
«centro
Yang-Yin
místico»
en
constituye el «medio invariable», es decir, el
que
no
hay
rotación
ni
inquietud,
impulso
o
padecimiento alguno. Corresponde a lo que, en el simbolismo hindú, es
la zona central de la Rueda de las transformaciones y, en el simbolismo
egipcio y occidental, el centro o la salida del laberinto. El símbolo
expresa
también
los
dos
aspectos
contrapuestos
de
la
evolución
e
involución (25).
Yedra
Consagrada
por
los
frigios
a
su
dios
Attis.
Los
sacerdotes
eunucos
imitaban las hojas de yedra en sus tatuajes (21). Es un símbolo femenino
de fuerza que necesita protección.
Yoni
Como la mandorla, es la puerta o zona de interpenetración de dos
movimientos circulares. En la India, para obtener la regeneración, se
hace una imagen del Yoni en oro y se pasa a través de ella (21).
Yugo
Como el haz, símbolo de unión y de disciplina. Por su conexión con el
buey, símbolo de sacrificio (50).
Yunque. Hans Holhein el Joven, Basilea 1528.
Yunque
Símbolo de la tierra y de la materia; corresponde al principio pasivo y
femenino, por contraposición al martillo, de carácter fecundador.
Z
Zigurat. Templo caldeo, reconstrucción de Charles Chipiez, siglo
Zapatos
XIX.
Según Swedenborg, simbolizan las «bajas cosas naturales», tanto en el
sentido de humildes, como en el de ruines (4). Es también un símbolo
del sexo femenino y con este sentido puede aparecer en la Cenicienta.
Signo de libertad entre los antiguos.
Zarza
Pureza virginal que arde y se consume (20). La zarza encendida bíblica,
de otro lado, tiene relación con el mito de Sémele, desde el punto de
vista del simbolismo.
Zigurat
Templo-montaña de las culturas mesopotámicas. En realidad es una
pirámide escalonada, como la egipcia de Saqarah (III dinastía), pero
esencialmente dedicada a constituir la base de un templo en el que se
efectúa la hierogamia, o boda del cielo y la tierra. Generalmente, el
zigurat tiene siete escalones, correspondientes a los «planetas», y su
simbolismo, netamente ascendente, refunde el de la pirámide y el de la
escalera. Cada plano o terraza tiene un simbolismo peculiar dimanado
de su «color» o planeta. Es posible que el zigurat tuviera un sentido
mandálico,
y
en
él
la
circunrotación
acompañara
ritualmente
a
la
ascensión. Como todo orden septenario el zigurat corresponde a las
divisiones del espacio y del tiempo. El zigurat de Babilonia se llamaba
Etemananki, que significa «Casa de las siete direcciones del Cielo y de
la Tierra». El de Borsippa, según reconstitución de V. Ancessi en Atlas
de la Bible (París 1901), tenía sus siete terrazas progresivas, de abajo
arriba,
dedicadas
(anaranjado),
a
los
Marte
dioses
(rojo),
siguientes:
Sol
(oro),
Saturno
Venus
(negro),
(amarillo,
o
Júpiter
verde),
Mercurio (azul) y Luna (plata).
Zodíaco
Es uno de los símbolos más universalmente extendidos, a pesar de su
complejidad. En casi todos los países y tiempos es igual, con su forma
circular,
las
relación
con
doce
los
subdivisiones,
siete
planetas.
los
Las
signos
culturas
correspondientes
mesopotámicas,
y
la
Egipto,
Judá, Persia, India, Tíbet, China, América, islam, Grecia, los países del
norte de Europa han conocido el simbolismo zodiacal. El nombre de
esta
«forma»
circular
proviene
de
zoe
(vida)
diakos
y
(rueda).
El
principio elemental de esta «rueda de la vida» se halla en el Ouroboros,
Aion
o serpiente que se muerde la cola, símbolo del
(duración).
La
expresión general del zodíaco es concerniente al proceso en el cual «la
energía
primordial,
al
ser
fecundada,
pasa
de
la
potencialidad
a
la
virtualidad, de la unidad a la multiplicidad, del espíritu a la materia, del
mundo informal al mundo de las formas», para luego retroceder en vía
inversa (52). Esto coincide con todas las enseñanzas de la ontología
oriental, que explica la vida del universo en dos períodos contrarios y
complementarios:
involución
(materialización)
y
evolución
(espiritualización). En el zodíaco, los seis primeros signos (de Aries a
Virgo) expresan la primera; los seis siguientes (de Libra a Piscis), la
segunda. Este esquema no sólo se refiere a la evolución general del
cosmos, sino a ciertos períodos de su proceso, y también a todo período
de
manifestación
como
tal
(época
histórica,
vida
de
una
raza,
vida
individual humana, época de la existencia, obra a realizar, etc.) (52).
Respecto
a
la
gran
antigüedad
del
símbolo,
indicaremos
que
signos
zodiacales han sido vistos en la pintura rupestre de la cueva de Arce
(laguna de la Janda, Cádiz), mapas celestes en los grabados pétreos de
Eira d'os Mouros (Galicia) y en la inscultura del dolmen de Alvão
(Portugal), aparte de otros muchos lugares, pero no se tienen pruebas
de
que
hubiera
un
verdadero
conocí-miento
sistematizado
con
anterioridad al rey Sargón de Agadé (2750 a. de C.), quien se hallaba ya
en
posesión
de
una
obra
de
astrología
que
comprendía
previsiones
relacionadas con eclipses de sol. Especialmente desde Hammurabi (2000
a. de C.) la atención hacia el cielo alcanzó cierto aspecto científico. Pero
el zodíaco actual, con sus características figuras, no se ve hasta la tableta
de Cambises (siglo VI a. de C), en opinión de Berthelot, lo cual no
invalida
la
idea
de
que
los
elementos
que
confluyeron
en
la
organización simbólica del zodíaco fuesen muchísimo más antiguos; así,
la
división
carnero
mística
asociado
al
del
mundo
mítico
se
Ram
y
desglosa
al
en
primitivo
doce;
culto
el
símbolo
solar;
o
el
del
de
Géminis. Respecto a la división en doce elementos, dice Marc Saunier:
«Emanando en nuestro mundo solar desde un desconocido inconocible,
por las doce puertas luminosas del zodíaco se concentra en forma de sol
y desde éste irradia a las siete zonas planetarias, que refractan su unidad
en la gama de los sonidos, ritmos y colores» (49). Jung recuerda que, en
el sistema maniqueo, el demiurgo construye una rueda cósmica, la cual
se relaciona con la rota y el opus circulatorium de la alquimia, que tiene
igual significado, es decir, el de la sublimación (31). Obvio es señalar
que este movimiento circulatorio vertical, de descenso y ascenso, refleja
las teorías platónicas sobre la «caída» del alma en la existencia material
y la necesidad de ser salvada recorriendo un camino inverso. Las dos
adaptaciones del ciclo zodiacal más importantes y fijas (las demás se
producen
por
analogía)
son
la
que
identifica
sus
doce
signos
con
períodos mensuales y el proceso con el año -pero iniciado en marzo,
con la primavera-; y la que coincide con el gran ciclo de 25.920 años de
la
precesión
equinoccio
de
los
retrocede
equinoccios,
un
signo
por
el
(treinta
cual
cada
2.160
Las
figuras
grados).
años
de
el
que
consta el sistema, en su mayoría de animales, permiten suponer —según
Schneider— que esa extraña denominación de las constelaciones se debe
a la preexistencia de una religión de origen totémico, cuyos elementos
se aplicaron al cielo con posterioridad, por un proceso de catasterismo
(50).
Piobb
entenderse
señala
como
que,
un
además
circuito
y
de
como
que
su
proceso,
división
el
en
zodíaco
puede
diversas
partes
procede de que lo cuantitativo se traduce en cualitativo (vibraciones,
sonidos, colores), por lo que la eclíptica es una zona de energía de
potencial distinto desde la entrada (Aries) hasta la salida (Piscis). Este
mismo autor señala que, si se quieren comprender las concepciones
antiguas, hay que considerar el zodíaco como un conjunto de doce
ideografismos que caracterizan el dodecágono (48). Obvio es señalar
que toda partición en doce alude a la organización zodiacal. Los signos,
cuya significación individual se considera en cada uno de sus nombres,
son:
Aries,
Sagitario,
Tauro,
Géminis,
Capricornio,
Cáncer,
Acuario,
Pisas
Leo,
(40).
Virgo,
Los
Libra,
doce
Escorpión,
signos,
según
Senard, provienen de la combinación de los cuatro elementos y los tres
modos o gunas (niveles), es decir: sattwa, rajas y tamas (situación de
superioridad o esencial; de comunicación intermedia o transformadora;
y
de
inferioridad
o
materializante).
Pero
no
nos
es
posible
aquí
desarrollar la teoría de Senard sobre los signos. Indicaremos sólo los
significados
sintéticos
que
atribuye
a
cada
signo:
Aries
(impulso
de
creación
y
Géminis
transformación),
Tauro
(fusión-concepción,
(magnetismo
imaginación),
indiferenciado),
Cáncer
(gestación,
nacimiento), Leo (individuación, voluntad), Virgo (inteligencia), Libra
(equilibrio), Escorpión (destrucción), Sagitario (coordinación, síntesis),
Capricornio
(ascesis),
Acuario
(iluminación),
Piscis
(fusión
mística)
(52). Mertens Stienon basa su estudio del zodíaco en un artículo del
hindú
T.
Subba
Rao,
publicado
en
octubre
de
1881
y
traducido
al
francés por Le Lotus Bien en 1937. También utiliza los conocimientos
de Blavatsky y de Dupuis, el cual se pronunció por una interpretación
casi exclusivamente astronómica de los mitos. Mertens Stienon divide
los signos en tres cuaternarios, aunque nos parece mejor la división
inversa, de cuatro ternarios, que establece una triunidad para cada una
de las estaciones del año (y de los puntos cardinales). Ratifica que el
zodíaco sirve para la simbolización y análisis de las fases de un ciclo
cualquiera,
zodíaco
con
las
etapas
astronómico
evolutivas
que
(constelaciones)
integra.
y
el
Distingue
zodíaco
entre
el
intelectual
(símbolos) y afirma que son las primeras las que recibieron su nombre
de los segundos. Por ejemplo, si en tiempo de los egipcios se dio tanta
importancia
simbólica
astronómicamente,
esos
al
toro
signos
y
al
marcaban
carnero,
los
es
equinoccios
porque,
vernales,
comenzando en Piscis el de nuestra era. Indica que el curso aparente del
Sol a través de las doce divisiones marca otras tantas diferenciaciones o
etapas de la manifestación del principio activo en el principio pasivo.
Tales etapas están expresadas en las mitologías por los avatares del dios
creador,
por
sus
metamorfosis
y
enfrentamientos.
El
simbolismo
preciso de cada signo deriva de: a) el número que ocupa en la serie de
los doce signos; b) la situación en el conjunto serial; c) la situación en
cada uno de los cuatro ternarios; d) la figura simbólica del signo; e) las
relaciones de esa figura; y f) el simbolismo planetario anexo. Hay en el
simbolismo del zodíaco la ambición de constituir, como acontece en el
Tarot, una totalidad de lo arquetípico, una suerte de modelo figurativo
que sirva para la determinación comprensiva de todas y cada una de las
posibilidades existenciales, en el macrocosmo y el microcosmo. Como
en otras formas simbólicas, es el resultado de la intelección serial del
universo,
por
la
cual
se
creen
limitadas
y
típicas
las
posiciones
y
situaciones que algo puede tener en el espacio-tiempo. Implica también,
no el determinismo, pero sí la creencia en el «sistema de los destinos»,
por
el
cual
ciertos
antecedentes
tienen
que
producir
ciertas
consecuencias, mientras toda situación implica conexiones que no son
sustituibles ni arbitrarias. En el aspecto concreto de su relación con el
ciclo
de
símbolos
la
existencia
de
los
humana,
ritos
presenta
medicinales,
evidentes
cual
ha
afinidades
estudiado
con
los
Schneider.
Debemos a Jorge Quintana, en «El gobierno teocrático de MohenjoDaro»
(Ampurias,
IV),
el
informe
sobre
un
zodíaco
octonario,
correspondiente a los protoindios y que data del tercer milenio antes de
nuestra era. Este zodíaco estaba compuesto por los siguientes signos:
edu (carnero), yal (arpa), nand (cangrejo), amma (madre), tuk (balanza),
kani (saeta), kuda (jarro) y min (pez). Las correspondencias de la mayor
parte de estos signos con los del zodíaco ulterior, dodecanario, son
obvias. El dios supremo de los protoindios se identificaba con el Sol y,
en su recorrido a través de las constelaciones, pasaba por los grados
zodiacales relativos, por lo cual se le denominaba «dios de las ocho
formas».
Zodíaco
Zona
del año 1489.
Toda
zona
o
demarcación
espacial
tiene
un
significado
simbólico
derivado del nivel a que se halla en la vertical, de la situación en cuanto
a
los
puntos
cardinales.
En
el
sentido
más
amplio,
zona
se
puede
siempre, por analogía, equiparar a grado y a modo. Los colores no son
sino zonas del espectro y por lo mismo toda ordenación de zonas puede
ser susceptible de entenderse como un conjunto serial.
Zorro
En la Edad Media, símbolo frecuente del diablo. Expresa las aptitudes
inferiores, las tretas del adversario (20).
Zumo
Líquido que contiene la vida. Es un símbolo sacrificial relacionado con
la sangre y también con la luz como destilación de los cuerpos ígneos,
soles, estrellas.
Zumo. Emblema de Stefan Michelspacher.
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Epílogo: las ediciones del Diccionario de
símbolos
En el mes de marzo de 1958 apareció en Barcelona el Diccionario de
símbolos tradicionales de Juan Eduardo Cirlot publicado por la editorial
Luis Miracle. El Prólogo está fechado entre los años 1954 y 1957. La
simbología había hecho su entrada definitiva en la vida del poeta y del
crítico de arte. El primer testimonio de la orientación simbólica de
Cirlot
data
de
1952.
El
13
de
febrero
de
ese
año
pronunció
una
conferencia en la Universidad de Barcelona titulada «Hacia una ciencia
de los símbolos» en la que comentó tres símbolos: el disco de jade
chino, el muro de las lamentaciones de Jerusalén y el globo de fayenza
con un ojo de la religión caodaísta de Indochina, concluyendo así: «Para
el hindú, el cosmos es un dios, o arroja lo divino como precipitado en la
consulta angustiada del alma ante la interrogación del ser; para el chino,
la
existencia
(la
esencia
igualmente)
es
una
posibilidad,
una
simple
abertura hacia lo desconocido (¿evolucionismo eterno, idealismo?); para
el judío, existir es estar enterrado consigo mismo, en perpetua gritería
intrascendente,
implacablemente
celada
por
la
piedra».
Los
tres
símbolos eran abordados como encarnaciones sintéticas de una idea a la
que se accedía a través de su contemplación. El impulso hacia lo que
Cirlot denominó «ciencia de los símbolos» procedía de la necesidad de
alcanzar
«un
monismo
intuitivo
cósmico»
frente
al
«pluralismo
1
descorazonador» . Dos años después, Cirlot publicaba una monografía
2
sobre el simbolismo del ojo , y debió de ser entonces cuando concibió
la
idea
de
trabajar
en
el
mundo
de
los
símbolos
bajo
la
forma
de
diccionario, lo que, si hacemos caso a Walter Benjamin, constituye una
3
disposición mental muy semejante a la del coleccionismo . La búsqueda
de
la
totalidad
que
caracteriza
tanto
al
diccionario
como
al
coleccionismo (por lo demás, totalidad imposible pues el diccionario
como el coleccionismo siempre está abierto a nuevas voces/piezas) la
expresó el mismo Cirlot en una carta a André Bretón donde definía la
obra que estaba escribiendo como una summa:
«Al mismo tiempo, claro está, estoy preparando una suma simbólica, en
la que se confrontan los conocimientos que los ocultistas, psicólogos,
antropólogos, orientalistas, historiadores de las religiones y autores de
tratados
tienen
del
superconoci-miento
simbolismo.
de
una
Creo
serie
de
que
cosas
es
necesario
(cualidades
de
llegar
al
materias,
paisajes, sueños, seres que nos llenan de perturbación, que nos asedian o
nos maldicen) para los cuales "no existe aún ciencia alguna" y creo que
únicamente
el
simbolismo
puede
proporcionar
(con
la
ayuda
del
psicoanálisis o mejor de una psicología de la forma en evolución) los
4
fundamentos de semejantes tareas» .
El símbolo se abría como un espacio de comprobación «objetiva» para
el sentimiento subjetivo ante el misterio, que en esta misma carta a
Bretón es introducido del modo siguiente:
«Tuve un día entre las manos un cuerpo de mujer del que apenas me
acuerdo
a
pesar
obsesionándome
de
y
la
que
la
palidez
lunar
semitransparencia
de
de
la
la
pierna
media
de
continúa
seda
que
permitía ver la calidad de la carne y la sombra muy ligera de un vello
muy fino como el agua deja ver el fondo del mar, las algas y los erizos.
Comprendí que esta transparencia gris, velo o cristal empañado, era el
principio del verdadero misterio, que no está en el ver ni en el ignorar,
sino en el entrever. Un terrible torbellino me ha proyectado frente a las
"cualidades"
materiales,
las
erosiones,
la
tierra
agitada,
la
piedra
podrida, el árbol hueco e hinchado: he visto aguas estancadas y las capas
inferiores del cielo donde las ortigas terrestres y las frías acumulaciones
atmosféricas intercambian signos de identidad.»
A Bretón lo había conocido en el año 1949 en París y a pesar de que
nunca
quisiera
mantuvo
los
entrar
a
formar
5
contactos .
En
parte
en
realidad,
el
grupo
en
su
surrealista
vida
Cirlot
coexistieron
surrealismo y simbolismo, pues junto a un espíritu revolucionario y
6
subversivo latía un poderoso espíritu religioso . Justamente desde su
espíritu
religioso
criticaba
al
surrealismo:
«...un
movimiento
que
únicamente ha tenido el error en nuestra época de pretender disociarse
de
lo
religioso,
abandonando
la
cuerda
de
este
desgarrado
7
encendimiento a las mentalidades menos apasionadas» . Y dentro de ese
mismo espíritu religioso escribía el Cordero del Abismo, poema surgido
de la lectura del Apocalipsis y del maestro Eckhart, escrito al dictado de
una voz que no era la propia y que según Cirlot debía figurar entre los
grandes místicos castellanos, aun cuando la audacia de las imágenes
8
contenidas le hiciera comprender que difícilmente sería así clasificado .
En la misma carta a Bretón del año 1956 ya citada, le decía:
«El "más allá", sea sobrenatural o natural, trascendente o inmanente,
me apasiona, me llama, me preocupa más que el amor y más que el
dinero, más que la gloria y el trabajo intelectual».
Esa atracción por el «más allá» es lo que le condujo a una ferviente
adhesión por el arte de vanguardia, un arte en el que se negaba toda
reproducción
interioridad
creación
del
(el
de
«aquí»,
surrealismo
nuevos
(informalismo
ya
fuera
ma-gicista
mundos
tapiano).
La
por
desde
simbología
la
vuelta
de
la
un
de
Dau
al
inmersión
del
siglo
XX
la
mirada
Set)
en
la
se
o
a
la
por
la
materia
configuraba
como una resistencia al nihilismo, que junto al surrealismo y el mismo
simbolismo
constituye
la
tercera
corriente
que
vibra
en
la
obra,
el
pensamiento y vida de Cirlot. En un poema de 1950, «Carta sobre mis
cosas», definía así la situación:
Metafísica leo,
sabiendo que los puentes están rotos
y que un campo difunto
se extiende estéril, puro, sin posible
9
redención. En silencio .
Una tensión permanente tenía que originarse de esa constante búsqueda
de nuevos mundos, la negación de éste y la llamada sobrenatural y
metafísica. Pero es en esa tensión donde hay que situar la creación del
Diccionario de símbolos. Aunque todavía hay que añadir otro factor, el
factor exterior, en las circunstancias que acompañaron esta creación. A
principios de los años cincuenta Cirlot conoció a Marius Schneider, que
se
encontraba
en
Barcelona
invitado
por
el
Consejo
Superior
de
Investigaciones Científicas. El Diccionario de símbolos tradicionales está
dedicado
«Al
Dr.
Marius
Schneider,
en
testimonio
de
amistad
y
admiración». El autor de El origen musical de los animales-símbolos era
«un gran maestro», según le llamó en un artículo-homenaje publicado
10
años más tarde
. En el testimonio de Elémire Zoila, que definió la obra
de Schneider como «la única completamente iniciática de los tiempos
modernos»,
el
rasgo
más
sobresaliente
de
Schneider
consistía
en
el
carácter excepcional de su enseñanza oral de la que la obra escrita era
sólo
un
pálido
Bonanova
reflejo.
junto
a
Los
paseos
Schneider
al
anochecer
debieron
por
constituir
el
barrio
para
de
Cirlot
la
una
auténtica iniciación en la simbología, la confirmación de que su mirada
penetraba efectivamente en la auténtica realidad al entrever el misterio.
Zoila describe así los paseos con Schneider: «Podía suceder que sin
decir nada se detuviera ante una mancha sobre un muro, una madera
putrefacta...
y
de
estos
encuentros
podían
brillar,
si
es
que
debían
11
hacerlo, nuevas luces en la mente del discípulo...»
. El descubrimiento
de la presencia real en el mundo: la mancha en el muro, la madera
putrefacta, la transparencia gris, velo, o cristal empañado, indica ese
vuelco en la mirada que, de pronto, mira el mundo y lo ve como «un
objeto simbólico», cita que encabeza el Diccionario de símbolos. Los
profundos
conocimientos
Schneider,
que
había
antropológicos
pasado
tiempo
con
y
etnológicos
los
de
hechiceros
de
Marius
África,
tuvieron que impresionar a Cirlot, pero pienso que el gran impacto
procedió
de
la
faceta
de
Schneider
como
musicólogo.
Una
de
las
dificultades mayores de comprensión de la obra de Schneider deriva de
iniciar las correspondencias místicas en sonidos que ya en las culturas
megalíticas se habrían organizado en sistema, heredado por las grandes
culturas tradicionales como la india o la europea medieval. La expresión
simbólica
del
cosmos
es,
según
Schneider,
el
sonido.
Juan
Eduardo
Cirlot había estudiado música en su juventud y había compuesto varias
obras, y aunque abandonara la música en 1950, es muy posible que ésta
constituyera a lo largo de toda su vida su peculiar modo de intelección
de la obra de arte, y de creación en su obra poética, tal y como han
12
propuesto Enrique Granell y Emmanuel Guigon
Junto
a
los
contribuyó
a
paseos
su
con
Marius
formación
en
Schneider
simbología.
.
la
Leo
devoración
Frobenius,
libresca
Mircea
Eliade,
Rene
autores
Guénon,
Cari
fundamentales
en
Gustav
los
que
jung,
se
Heinrich
basa
la
Zimmer
primera
son
los
edición
del
Diccionario de símbolos tradicionales, autores cuyo conocimiento en
España era prácticamente inexistente, a excepción de casos raros como
Eugenio d'Ors por ejemplo, lo que tuvo que influir en que esta primera
edición
pasara
desapercibida
entre
el
público
de
13
este
país
.
A
esta
bibliografía fundamental se añadía otra adicional bastante extensa que
contenía títulos raros. Tanto libros fundamentales como raros fueron
consultados por Cirlot en la biblioteca de José Gifreda, tal y como
14
contó en una entrevista
. Los libreros de viejo y anticuarios también
debieron suministrarle bastantes libros raros. En la carta a Bretón del
año 1956 Cirlot pasó del misterio a los libros:
«Comprendí que este misterio había sido rozado, antes que estudiado
en los viejos libros de magia y de alquimia, en el gran movimiento de la
Emblemática del siglo XVI al XVIII y, por un instante, soñé con volver
a coleccionar libros como Hieroglyphica de Piero Valeriani, Imprese
Ulustri
licarum
de
Camili,
Hypnerotomachia
Quaestionum
de
Poliphilii
Universo
de
Genere
Colonna,
de
Symbo-
Bocchius,
las
Transformationi de Dolce, la Morosophie de La Perriére, y tantos otros
que tuve entre las manos y vendí para comprar espadas del siglo XVI,
prefiriendo la contemplación al estudio, lo instantáneo a lo sucesivo.»
Junto
a
la
cita
de
Salustio,
«El
mundo
es
un
objeto
simbólico»,
la
segunda, la de Hebbel, «El deber más importante de mi vida es, para mí,
el de simbolizar mi interioridad» incidía en la íntima convicción de
Cirlot, la que le inducía a adherirse al surrealismo («La obra plástica...
se referirá pues a un modelo puramente interior, o no será», André
Bretón, Le surréalisme et la peinture, París 1928, constantemente citado
por
Cirlot)
y
a
orientar
su
idea
de
símbolo
por
las
sendas
de
la
psicología junguiana. Si desde la acción creadora Cirlot siempre estuvo
obsesionado
por
la
cohesión
y
la
estructura,
su
sentimiento
y
pensamiento ante el mundo necesitaba de la unificación. Un ardiente
deseo de unidad le condujo a reflexionar sobre el mundo del objeto y a
sostener
en
cirlotiano:
un
estilo
«Una
que
herida
es
sólo
se
siempre
puede
una
concebir
herida,
se
como
puramente
produzca
15
madera, en la carne de un ser humano, o en la vida afectiva»
en
una
. Ese salto
del plano de una realidad a otra es posible gracias a los puentes que
lanza el símbolo, que naturalmente alcanza su más honda dimensión en
los puentes que unen cielo y tierra, pero que en el interior del propio
mundo unifica sujeto y objeto, mundo físico y mundo psíquico. La
penetración
psíquico,
en
el
mundo
descubriría
físico,
leyes
como
semejantes,
la
perpetrada
signos
en
idénticos,
el
mundo
las
mismas
«leyes estructurales y recónditos arcanos de la realidad», comentaba
Cirlot el pasaje inicial de Los discípulos de Sais de Novalis. Me permito
transcribir literalmente este pasaje que viene a agregarse a la mancha del
muro, la madera putrefacta, la transparencia gris:
«Los
hombres
marchan
por
distintos
caminos;
quien
los
siga
y
compare, verá surgir extrañas figuras; figuras que parecen pertenecer a
aquella escritura difícil y caprichosa que se encuentra en todas partes:
sobre las alas, sobre la cáscara de los huevos, en las nubes, en la nieve,
en los cristales, en la configuración de las rocas, sobre el agua congelada,
dentro y fuera de las montañas, de las plantas, de los animales, de los
hombres, en los resplandores del cielo, sobre los discos de vidrio y de
resina cuando se frotan y palpan; en las limaduras que se adhieren al
16
imán y en las extrañas conjeturas del azar...»
Y así desde el conocimiento adquirido en la simbología se enfrentaba a
las materias tapianas proclamando en su Ideología del informalismo que
«lo que interesa al artista de ahora, como al de otros tiempos, es el
misterio que alienta en el fondo de cualquier realidad». La feroz defensa
del
informalismo,
entre
1954-1960
en
especial,
Cirlot
la
basó
en
la
simbología y, frente al sentido de destrucción que conlleva con respecto
a la figura, él destacaba el sentido de creación y construcción, ya fuera
«por
elección
de
un
orden
que
parece
expresar
el
mundo
de
los
arquetipos o ideas platónicas, bien por proyección de unas vivencias,
estáticas o dinámicas, contemplativas o exaltadas, complejas o simples,
afirmativas o negativas del artista». A la zona de indeterminación o
inexistencia
figurativa,
en
lugar
de
contraponerla
a
la
del
mundo
fenoménico, la consideraba situada «por encima o por debajo de éste
correspondiendo a lo que en simbolismo tradicional se designa como
17
«aguas primigenias» y «océano inferior y superior»
.
No deja de ser curioso que fuera sir Herbert Read, un gran estudioso
del arte actual y de la pintura de Tapies, quien escribiera unas pocas
páginas
como
prólogo
a
la
traducción
inglesa
del
Diccionario
de
símbolos tradicionales, que fue publicado con el título A Dictionary of
Symbols, en Londres en 1962 por la editorial Roudedge and Kegan
Paul, es decir, por la editorial de la obra completa de Cari Gustav Jung.
De la rápida y breve correspondencia conservada entre Read y Cirlot
recuerdo ante todo el empeño de Read por dirigirse a mi padre como
Professor
Cirlot
y
cómo
finalmente
mi
padre
le
rogaba
que
no
le
llamara profesor, porque no lo era ni lo había sido nunca ni lo sería, lo
que supuso que en el prólogo inglés apareciera un extraño Señor Cirlot.
La única diferencia entre la edición castellana de 1958 y la inglesa de
1962
se
encuentra
en
el
título
en
el
que
destaca
la
supresión
de
tradicionales. Eso fue lo primero que me preguntó Giovanni Allegra
mientras hojeaba en el despacho de mi padre La tradizione ermetica de
Evola: ¿por qué se había cambiado el título inicial del Diccionario?
Entonces
porque
no
le
supe
contestar
y
ahora
no
he
encontrado
ninguna
documento
del
archivo
mi
considerara
mejor
de
título
tampoco
referencia
padre.
Diccionario
Es
de
lo
a
sé
con
certeza,
en
ningún
ello
posible
símbolos,
que
Roudedge
aunque
en
la
correspondencia no hay constancia. También pudo haber sucedido que
el mismo Cirlot pensara que el Diccionario no sólo contenía símbolos
18
tradicionales sino también subjetivos
. Lo cierto es que el Diccionario
de símbolos tradicionales se convirtió ya para siempre en el Diccionario
de símbolos.
En el primer prólogo del Diccionario Cirlot especificaba el origen de su
interés por los símbolos: «Nuestro interés por los símbolos tiene un
múltiple
origen;
en
primer
lugar,
el
enfrentamiento
con
la
imagen
poética, la intuición de que, detrás de la metáfora, hay algo más que una
sustitución ornamental de la realidad; después, nuestro contacto con el
arte del presente, tan fecundo creador de imágenes visuales en las que el
misterio es un componente casi continuo; por último, nuestros trabajos
de
historia
general
del
arte,
en
particular
en
lo
que
se
refiere
al
simbolismo románico y oriental». Esto fue ampliado en un artículo de
1968
del
modo
siguiente:
«Mi
conocimiento
de
la
simbología
sólo
secundariamente
proviene
de
libros,
y
del
contacto
personal
con
el
doctor Marius Schneider. Con frecuencia, mis sueños, poemas e incluso
actos
de
mi
existencia
poseen
un
carácter
"otro"
que
me
obliga
a
buscarles un sentido: ese significado suele ser simbólico y me revela
verdades "objetivas", que luego corroboro en obras de simbólogos, o
que
permanecen
en
estado,
bien
sea
de
problema
resuelto
provisionalmente por mi intuición, o de problema no resuelto, abierto a
la
claridad
19
vacío»
.
de
Es
un
la
amanecer
vida
misma
sin
día,
como
lo
que
está
cuerda
detrás
que
del
pende
en
Diccionario
el
de
símbolos. Por ello el Diccionario es un libro in progress: un libro de la
vida en cambio continuo, lo que se concretó en la constante adición de
nuevas
citas
bibliográficas,
nuevas
ilustraciones,
nuevos
textos
para
añadir a las voces ya existentes y también nuevas voces. Las expectativas
de una reedición ampliada y revisada sólo las ofrecía la versión inglesa.
Y así desde 1963 a 1967 Cirlot envió a la editorial de Londres el nuevo
material en el que se encontraban las nuevas voces siguientes: abraxas,
aguardiente,
alegorías,
atributos,
amada,
Arturo,
aventura,
axiales,
barco, barreras, beber, blanco, cabeza de un monstruo, cacería, caduceo,
carnaval, ceniza, cicatrices, cinturón, clípeo, columna de Juego, combate,
consonancia-disonancia,
izquierda,
espada
disfraz,
desnuda,
contaminación,
dualidad,
espuela,
geografía
visionaria,
heraldos,
hiperbóreas
ecuación,
esvástica,
guardián,
(regiones),
decapitación,
emblemas,
fiesta,
hacha
formas,
doble,
ideogramas,
derecha
e
enigmas,
esfera,
funerario,
gacela,
heráldicos
idioma
de
(símbolos),
los
pájaros,
imagen, imagen ignota, intermundo, manticas, marcas, mascarón, metal
fundido,
mirabilia,
nibelungos,
nieve,
muerte
heroica,
numismáticos
mundo
físico,
(símbolos),
oca,
nave
ojo
de
los
frontal,
locos,
orina,
palmera, paraíso, pato, peregrinación, personificación, periquito, piedra
angular, piedra negra, poder, polvo, pueblo, puertas, puntas, reunión,
ronda, rotación, rostro humano, Sibila, signos convencionales, signum,
Sofía, sol de medianoche, soplar, sueños, Tierra Santa, tinieblas, tirso,
travesía, triángulo invertido, triple recinto, triunfo (símbolos del), vara,
verdor vegetal, vestimenta, viaje al interior de la Tierra. Junto a estas
nuevas voces, envió también textos para añadir a las voces ya existentes.
Estos
textos
añadidos
fueron
los
siguientes:
animales,
armas,
asno,
cabalgaduras,
caballero,
correspondencias,
fuego,
gráfico,
jardín,
laberinto,
monstruos,
candelabro,
cuaternario,
Graal,
intestinos,
letras,
mujer,
cuernos,
libro,
mundo,
islas
espacio,
compás,
espiral,
luna,
niño,
lucha,
objeto,
cordero,
excrementos,
bienaventuradas,
losange,
nivel,
cisne,
jabalí,
Jano,
madera,
mirada,
Ouroboros,
puente,
reánto, salvaje, tiempo, tortuga, vegetación, vida, volcán.
En
1969
apareció
en
España
la
segunda
edición
del
Diccionario
de
símbolos publicada por la editorial Labor. «Este libro, sin duda al que
hemos
dedicado
más
desvelos
entre
los
que
hemos
publicado...»,
comienza el prólogo a la segunda edición, para seguidamente aludirse a
las ampliaciones, revisiones y correcciones con respecto a la primera
edición. Sólo en una ocasión a lo largo de todo el Diccionario expone
Cirlot abiertamente su propia vivencia simbólica. Es en la voz cicatrices
(inexistente
en
la
primera
edición)
donde
puede
leerse:
«Ciertos
elementos de la realidad, sin ser símbolos en sí, o sin haber aún sido
analizados en su significado simbólico, es evidente que lo poseen. El
sentido
se
desprende
a
veces
de
la
puesta
en
contacto
de
hechos
diversos. El autor soñó en una ocasión con una doncella desconocida
(ánima) cuyo rostro bellísimo estaba surcado de cicatrices y quemaduras,
que no la afeaban». En una carta a André Bretón, fechada el 31 de
octubre de 1959, contaba el sueño:
«Hace unas semanas soñé que vagaba errante por las calles de la ciudad,
en la noche. Atraído por una luz, penetraba en una casa cuya puerta
estaba abierta. Subía por las escaleras y me encontraba ante un muro
negro marcado con signos como de alfabetos antiquísimos.
Después de uno de esos claros que hay en los sueños, en los que apenas
sabemos
si
estamos
dormidos
o
despiertos
y
en
los
que
a
veces
se
insinúa el recuerdo de la muerte, como una inminencia muy posible, me
veía en el interior de una pequeña habitación, pintada de color marrón.
Junto a una estrecha cama desarreglada, una muchacha joven, con jersey
y falda de color crema y marrón claro rae miraba y me sonreía. Era de
una belleza sobrenatural, a pesar de que tenía el rostro cruzado de
cicatrices,
manchas
y
tiznones,
como
si
hubiera
sufrido
infinitas
heridas. Sentí que era ella, que "volvía". Nos amábamos como ahora
sólo
en
sueños
soy
capaz
de
amar,
con
una
pureza
e
integridad
absolutas, sintiéndome "salvado" por ese amor de toda otra forma de
20
realidad.»
El Diccionario era, no obstante, el espacio de la objetividad, allí donde
era
posible
verificar
los
significados
experimentados
en
la
vivencia
simbólica subjetiva. Así, aun cuando estén borradas las huellas de lo
acontecido en el interior, muchas voces muestran por su intensidad
expresiva y comunicativa que el símbolo ha sido hondamente vivido.
Las vivencias subjetivas y su interpretación simbólica aparecieron en
algunas ocasiones en artículos como «Tres símbolos», ya citado, en que
se alude al viaje a Car-cassonne en el año 1960. Las voces recinto, triple
recinto,
blanco,
respecto
a
la
peregrinación
primera
(ampliadas
edición)
o
nuevas
contienen
todas
la
ellas
con
resonancia
del
21
acontecimiento simbólico, real y concreto
, como también la contiene
la voz paisaje con su alusión al barrio barcelonés de Vallcarca, vivido
por Cirlot como paisaje me-galítico según expresa su poema «La dama
de Vallcarca» de 1957.
Además de las voces nuevas elaboradas entre 1963 y 1967, las enviadas a
Londres
más
arriba
enumeradas,
Cirlot
introdujo
otras
nuevas,
elaboradas entre 1967 y la fecha de aparición de la segunda edición de
Labor (1969). Destaca la voz pantano, donde se cita la obra The Lovers
de Leslie Stevens, la que sirvió de base para el guión de El señor de la
guerra de Franklin Schafmer, que Cirlot vio en el verano de 1966 y que
constituyó
el
acontecimiento
simbólico
fundamental
en
este
último
período de su vida (1966-1973). El impacto de la visión de esta película
desencadenó una intensa actividad poética y permitió la creación del
Ciclo Bronwyn, centrado en el personaje de Bronwyn, la protagonista
del film encarnada por la actriz Rosemary Forsyth, así como también
22
un renovado impulso en el estudio de la simbología
aparición
de
la
segunda
edición
del
Diccionario
de
. Después de la
símbolos,
Cirlot
publicó un artículo titulado «Bronwyn. Simbolismo de un argumento
cinematográfico» (en el n.° 247 de los Cuadernos Hispanoamericanos,
de julio de 1970), del que me permito la cita íntegra de sus conclusiones
por contener una precisa descripción de la posición de Cirlot ante el
símbolo: «La comprobación analítica de que determinadas intuiciones
experimentadas al contacto con la obra son verdaderas no va más allá de
esto. El simbolismo sólo facilita conocimientos "relaciónales", es decir,
traducciones de unos órdenes fenoménicos a otros, porque si se refiere
a principios trascendentes éstos requieren, para ser utilizados y vividos,
la creencia en su realidad. El simbolismo alude, como hemos visto, a
concepciones del universo, a místicas y religiones, a mitos, pero no se
pronuncia en cuanto a la concreta apertura de estos mundos al que los
intuye o estudia. Un ensayo como el precedente no da certidumbre
sobre nada, salvo indicar que un argumento cinematográfico, como un
cuento folklórico, puede desdoblarse en un estrato simbólico y aludir
así a mitos y aquetipos que conciernen a la vida espiritual. Esto es poco,
en el fondo. Porque no decide si esa vida espiritual es un ensueño de
sociedades pasadas y perdidas, reverberando en la brillante superficie de
un relato actual, o una verdad eterna, que se deja ver por los intersticios
de la opacidad profana. Después de asimilar Bronwyn a Daena hay que
decidir
si
Daena
es
una
suposición
arbitraria,
la
intuición
de
una
posibilidad posmundana, o una realidad absoluta. Si durante muchos
siglos los seres humanos han preferido el mito a la interpretación, el
ensueño a la formulación racional de sus elementos, la creencia a un
conocimiento
tanto
que
tal,
que,
seguramente,
es
miedo
por
a
por
la
esencia
propia
decepción
que
es
imposible
tales
en
conclusiones
aportan. La virtud del relato, de la poesía, del mito es "mover el alma a
creer", mientras que la explicación simbólica no puede sino dar a la
razón
comprobaciones
"relaciónales",
como
antes
las
calificábamos.
Saber que el bosque es el templo para el celta acaso sea menos efectivo
que sentir la belleza mágica del bosque, la misteriosidad de sus verdes
claroscuros. La comunicación no intelectual de las imágenes: Bronwyn
en las aguas cenagosas, Bronwyn con la corona de flores blancas en su
boda, Bronwyn a la luz del amanecer tras la noche de entrega al Señor
de
la
guerra,
poderosa
que
Bronwyn
la
por
el
corroboración
campo
del
recogiendo
sentido
de
estos
hierbas,
actos
es
o
más
que
la
misma dilucidación —que no descarta una variable relatividad- de su
naturaleza humana-sobrehumana. Por ello, tal vez la mejor respuesta a
un
mensaje
de
naturaleza
emocional
sea
también
la
de
carácter
emocional, como la música o la poesía. Explicar el símbolo de algo no
es probar la verdad en sí de las realidades aludidas por ese simbolismo.
Con
todo,
hay
que
declarar
que
ésa
tampoco
es
la
finalidad
de
la
simbología, sector del conocimiento que se limita —que se tiene que
limitar-
a
valorar
acontecido
en
lo
illo
inferior
por
tem-pore,
lo
superior,
como
diría
lo
contingente
Eliade.
A
partir
por
de
lo
esta
iluminación de una "historia" terrena con los fuegos del espíritu, sólo
éste puede atreverse a decidir qué es, en verdad, lo que sucede.
»Se
abre,
pues,
aquí
la
disyuntiva
absoluta.
O
los
símbolos
nos
aleccionan simplemente sobre unas estructuras mentales, arcaicas y de
otro
lado
relativamente
permanentes,
por
el
movimiento
de
sus
arquetipos, o son revelación —o la confirmación- de una creencia. O
admitimos, sea con la ortodoxia, sea con cualquier heterodoxia creyente
(como la esotérica) que el trabajo del alma en una vida no se pierde y
que es posible hallar en el más allá a la celeste Sofía de Gichtel, a la
Daena de los sufís, a Bronwyn. O una vez agitado el multicolor espacio
de los ensueños miramos el futuro del alma con el tenso desesperar no
confesado del nihilista.»
Esta edición del Diccionario de símbolos no es idéntica a la de Labor de
1969 reimpresa en edición de bolsillo en numerosas ocasiones. Se han
incluido las nuevas voces que fueron añadidas en la segunda edición de
1971
de
Rout-ledge
(finalmente
en
1967
se
decidió
no
introducir
ninguna ampliación ni revisión, y se cita como segunda impresión) y de
la Philosophical Library de Nueva York de 1971. Estas voces son las
siguientes: ablución,
Daena,
Ham-let,
imagen
pictórica,
intersección,
muñeca, Occidente, pisadas, simetría, urna, junto a un texto añadido a
putrefacción. También en esta edición inglesa de 1971 Cirlot introdujo
la voz simbolismo
Vanguardia con
fonético, que
ese
mismo
recogía
título
el
el
17
artículo
de
publicado
febrero
de
en La
1970.
Me
he
permitido introducir bajo la voz simbolismo fonético no sólo ése, sino el
que le antecedió (14 de febrero) y los que le siguieron (17 de marzo), así
como el que llevaba por título «Bronwyn-Bhowani», publicado el 16 de
abril
de
abierto
1971.
en
necesidad
el
de
El
simbolismo
estudio
de
la
comprender
fonético
constituyó
simbología.
sus
el
Procedía,
propias
último
en
espacio
parte,
innovaciones
de
la
poéticas
(permutaciones, combinaciones) que como repetía en los prólogos a los
poemas nada tenían que ver con el letrismo, y sobre todo, de la urgente
exigencia de crear un lenguaje con el que «poder comunicarse» con
Bronwyn, la Daena, la Shekinah. En la Introducción he insertado un
párrafo que se encuentra en la edición inglesa del 71 y que se refiere a la
Daena, reflejando el interés que le suscitó la obra de Henry Corbin,
pues aunque en la edición de Labor ya citara la Tierra celeste y el Ibn
Arabi, en 1970 contaba prácticamente con toda su obra. Fue la lectura
de la obra de Henry Corbin y la del Zóhar (en la versión francesa de
seis tomos editada por Maisonneuve et Larose de París en 1970) lo que
le
acompañó
en
los
últimos
meses
de
su
vida.
En
una
entrevista
aparecida en un diario de Palma de Mallorca el 5 de noviembre del año
1967,
le
preguntaban
acerca
de
qué
libros
sentiría
la
necesidad
de
«salvar», y Cirlot respondía: «De salvar los consabidos libros que deben
ser
salvados,
elegiría
un
tratado
de
matemáticas
muy
completo,
los
Evangelios, el Zóhar, los poemas de Edgar Poe y mi Diccionario de
símbolos».
La publicación del Diccionario de símbolos en la editorial Siruela me
llena de alegría. El único libro que mi padre consideraba digno por sus
cualidades formales de encontrarse en la librería de su despacho era el
Dictionary of Symbols de Roudedge. Repetía que aquél era el único de
los libros escritos por él que se «parecía» realmente a un libro. La
editorial Siruela siempre ha publicado auténticos libros y a mí siempre
me
han
parecido
muy
bellos.
Quiero
agradecer
a
mi
amigo
Jacobo
Stuart, así como a todos sus colaboradores, en especial Gloria Gauger,
Felisa Ramos y Fernando Gaona, la atención y el cuidado puestos en la
que puede considerarse la tercera edición del Diccionario,
Victoria Cirlot
Barcelona, enero de 1997
1 Fue publicado un extracto de esta conferencia en Sumario de estudios
y actividades. Antiguos alumnos del colegio del Sagrado Corazón de
Jesús, año VIII, n.° 22 (1952).
2 El ojo en la mitología. Su simbolismo. Masnou 1954. Reedición en Ed.
Libertarias, Madrid 1992.
3
Walter
Benjamin,
Parigi,
capitule
del
x/X
secólo.
I
«Passages»
di
Parigi, edición de R. Tiedemann, Giuüo Einaudi, Turín 1986. Cirlot ya
había
publicado
otro
diccionario:
Diccionario
de
los
Ismos,
Argos,
Barcelona 1949, y a lo largo de toda su vida nunca le abandonó la idea
de que el estudio de cualquier disciplina debía hacerse bajo la forma de
diccionario. Por otro lado, desde su infancia sintió la necesidad del
coleccionismo (monedas antiguas), pero fue justamente en 1953 cuando
inició la gran colección, la de espadas, primero de lazo, que con el
tiempo fueron sustituidas por las de cruz medievales. En una entrevista
publicada en la revista Hoy, literatura de Palma de Mallorca (5-XI1967), Cirlot comentaba así la forma del diccionario: «En prosa, es
importante
(me
figuro)
con
el
Diccionario
de
Símbolos
haber
dado
nueva vida a un género, los tratados, alfabetizados por lo común, de
simbolismo,
emblemática,
etc.,
que
cuenta
con
más
de
3.000
títulos
entre 1500 y 1750, y que luego se perdió, hasta que yo lo reencontré
presionado por la necesidad de explicarme hechos como el que antes
cito de Carcassonne, o sueños (muy corrientes en mi, extraordinarios) o
imágenes poéticas o pictóricas».
4 Esta carta fue publicada con el título de «Lettre de Barcelone» en Le
surréalisme, mime, n.° 1 (octubre de 1956); también puede leerse en
Mundo de Juan Eduardo Cirlot, IVAM, Valencia 1996, págs. 116 y ss.
(catalogo
de
la
exposición de]
mismo
título
con
Enrique
Granell
y
Emmanuel Guigon como comisarios).
5 En esta primera visita a Bretón, Cirlot guardó ya las distancias: «Le
mostré
las
medallas
que
llevo
sobre
mi
pecho
(con
el
asombro
consiguiente de los que asistían a la reunión) y le pregunté si creía
posible que, a la vez y con igual intensidad, se pudiera creer y no creer»
(carta de J. E. C. a H. Charras del 15 de febrero de 1959, cit. en Mundo
de Juan Eduardo Cirlot, pág. 75.
6 Frente, en cambio, a la idea de tránsito del surrealismo al simbolismo
expuesta por Giovanni Allegra, «Juan Eduardo Cirlot da! surrealismo
alia
svolta
simbólica»,
págs.
269-298
en
Trent'anni
di
avanguardia
spagnola. Da Ramón Gómez de la Sema a Juan Eduardo Cirlot, edición
de G. Morelli, Edi-zioni Universitarie Jaca, Milán 1987.
7 En Crítica del surrealismo, «Maricel 16-17», Sitges 1946. También en
Mundo de Juan Eduardo Cirlot, op. cit., pág. 65.
8 En una carta a su amigo el poeta Carlos Edmundo de Ory del mismo
año 1946 comentaba así el poema que en esos momentos se encontraba
en la imprenta: «Dios y el Demonio me han ayudado a escribir esos
cantos en los que el "y°" se transfigura y se metamorfosea hasta tal
punto que a veces no se sabe "quién habla" y qué autoridad tiene para
hacerlo así. Esta obra, en el siglo xvi, me hubiera llevado a ia hoguera
directamente. Y no obstante, nada más lejos de mi intención que el
hacer algo heterodoxo ni que atente en lo más mínimo, no ya contra el
sentimiento
cristiano
de
la
existencia,
sino
concretamente
contra
el
dogma de nuestra Santa Iglesia Católica y Romana. Yo querría que
fuese aprobado por las autoridades eclesiásticas y que se incorporase a
la obra de los místicos hispanos (a pesar de que es muy distinto, ya lo
verás), pero temo que la violencia del lenguaje, el uso de metáforas
sedicentes surrealistas y en especial la aureola de autodivinación que de
él se desprende, me harán ser considerado como un hereje».
9 Publicado en índice de artes y letras, n.° 30 (junio de 1950); también
en Mundo, op. eit., pág. 85. Como se sabe, la simbología condena el arte
de
vanguardia
(por
ejemplo,
Ananda
K.
Coomaraswamy
y
Rene
Guénon), aunque también hay excepciones, como Mircea Eliade {El
vuelo mágico, edición de V. Cirlot y A. Vega, Siruela, Madrid 1994, en
especial el texto sobre Brancusi, en la idea de Eliade según la cual la
experiencia religiosa está «camuflada» en la experiencia estética y en el
arte en el siglo xx).
10
El
artículo
se
titulaba
«La
simbología
de
Marius
Schneider:
Homenaje a un gran maestro», La Vanguardia (14 de marzo de 1969).
Sobre la relación Schneider-Cixlot, véase V. Cirlot, «Notas sobre M.
Schneider y J. E. Cirlot» en Rosa cúbica (primavera de 1993), págs. 93102.
11 Elémire Zoila, Vscite dal mondo, Adelphi, Milán 1992, págs. 371 y ss.
12 "Mundo de Juan Eduardo Cirlot, op. át., págs. 233 y ss.
13 Eugenio d' Ors escribió una recensión de El mito del eterno retomo,
publicado
por
Alianza
en
1952;
ya
en
1954
estaban
publicados
el
Tratado de historia de las religiones así como Imágenes y símbolos;
algunas
obras
de
Jung
también
se
conocían
en
traducciones
sudamericanas, pero el resto de los autores eran conocidos por Cirlot
en sus lenguas originales.
14 Entrevista en la Revista Europa n.° 549 (20-U-1967): «Leí también
incansablemente, a veces libros inencontrables gracias a la bondad de
José Gifreda». El mago Gifreda, según le llamaba Cirlot, vivía en el
Putxet y poseía una gran biblioteca especializada en temas esotéricos,
ocultistas y simbología.
15 «Ideología del informalismo», Correo de las Artes (diciembre de
1960). También en Mundo de Juan Eduardo, op. át., págs. 152 y ss.
16«El
pensamiento
de
Novalis
y
la
pintura
abstracta»,
Miscelánea
Fontseré, G. Gili, Barcelona 1961. También en Mundo de Juan Eduardo,
op. cit., págs. 160 y ss.
17 Significación de la pintura de Tapies, Seix Barral, Barcelona 1962,
págs. 9 y 59.
18 «Se impone distinguir entre le symbolismc qui sait y le symbolisme
qui cherche. el primero es el lenguaje universal de la tradición, mientras
que el segundo pertenece a los poetas que se expresan a sí mismos...»,
cf. Ananda K. Coomaraswamy, «II simbolismo letterario» en II grande
brividoy Adelphi, Milán 1987, pág. 276.
19 «Tres símbolos», La Vanguardia (13 de diciembre de 1968).
20
En
1967
Cirlot
publica
un
poema
titulado
«La
doncella
de
las
cicatrices», en edición como siempre «a cuenta del autor».
21 V. Cirlot, «Juan Eduardo Cirlot a Carcassona», Nexus, n.° 14 (julio
de 1995), págs. 50-59, donde publiqué esquemas simbólicos de Cirlot.
22
Publicó
numerosos
simbología?»
artículos
(23-XI-1968),
en
«Tres
La
Vanguardia:
símbolos»
«¿Qué
(13-XI-1968),
es
la
«La
simbología de Marius Schneider» (14-IH-1969), «Símbolo y signo» (28ni-l969), «Simbología tradicional y científica» (12-IV-1969), «Realismo
y
simbolismo»
(25-V1-1969),
«Símbolos
y
monarcas»
(7-VM-1969),
«Mitos y símbolos» (17-IX-1969), «De la monarquía: los símbolos del
poder real» (30-XI-1969). La película, ambientada en el siglo xi, renovó
el «medievalismo» de Cirlot y le indujo a interesarse intensamente por
el celtismo y el ciclo de literatura artúrica.
Índice de referencias
Abadir, Águila, Piedra
abanico, Luna
Abell, Walter, Monstruos
abismo, Viaje nocturno por el mar
Abraxas, Abracadabra
acacia, Espina
acróbata, Inversión
Acteón, Luna
actividad y pasividad, Círculo
Acuario, Águila, Correspondencia, Hércules
Ver también zodíaco
Adam Kadmon, Gigante
Adán, Árbol, Cabellos, Lilith, Serpiente
adivinación, Gráfico
Adonis, Plantas
aerolito, Joyas, Objeto
Afrodita, Dioses planetarios
Agathodaemon, Serpiente
Agrippa de Nettesheim, Hombre, Quinario
agua, Fuente, Huracán, la Templanza
inferior y superior, Aguas, Dragón, Letras, Neptuno, Nubes
inmersión en, Baño
primordial, Arquitectura
Ver también océano superior e inferior
águila, Animales, Bandera, Letras, Luchas de animales, Procesión, Rey
bicéfala, Águila, Géminis, Montaña
cabeza del, Cabeza, Centro
y león, Águila, León
y Prometeo, Hércules, Prometeo
y serpiente, Animales
Ver también
tetramorfos
agujero, Huracán, Puerta
Ver también
Pi
Agustín, san, Lámpara
Ahasvero, Judío errante
Ahorcado, El, Acróbata, Balder, Crepúsculo, Inversión, Nudo
Ahrimanyu, Gemelos, Lucha
Ver también
Ahrimán
Ahrimán, Cosmogonía
Ver también
Ahrimanyu
Ahuramazda, Cabalgadura, Gemelos, Lucha, Sol
Aigremont, seudo, Pie
Aiguilhe de Puy, Sirena
Ain-Soph, Anciano
aire, Padre
Ver también
viento
Akasha, Acuario
Alain de Lille, Naturaleza
alambique, Horno
Alberico, rey, Color positivo-negativo
Alberto Magno, Animales
Albiruni, Correspondencia
Aldebarán, Cuaternario
Alejandro el Grande, Héroe, Lazos, Nudo
alfa y omega, Letras
alfabeto, Gráfico
egipcio, Letras
hebreo, Letras
luna y, Luna
algonquinos, Liebre
Allendy, René, Dientes
alma, Globo, Paloma
como pájaro, Pájaro
peligros del, la Luna
Ver también mundo, alma del
almendrada, forma, Aureola
alquimia, Ablución, Águila, Alas, Andrógino, Ángel, Animales, Árbol,
Asno, Caballero, Caos, Color, Corazón, Cruz, Despedazamiento,
Digestión, Dragón, Escalera, Fénix, Flor, Fuego, Globo, Gráfico,
Letras, Luna, Mandala, Mercurio, Multiplicidad, Niño, Pájaro,
Piedra, Primera materia, Procesos fisicos, Rueda, Serpiente, Signo,
Sol, Ternario
Alväo, Zodíaco
Amaltea, Cuerno de la abundancia
Amance, Agujero
amarillo, ver colores
amazonas, Hércules, Lilith
ambivalencia, Binario, Grutescos
Ambrosio, san, Arca, Perdiz
Arnfortas, Encantamiento, Rey
Ammón, Lago, Pluma
Ammón Ra, Aries
amor:
y corazón, Corazón
y realeza, Rey
Amrita, Caos, Fuente
amuletos, Escalera, Quinario, Piel
mano y, Mano
plata y, Luna
Anael, Septenario
Anaitis, Luna
anciano, Niño
Ver también Anciano de los Días
Anciano de los Días, Anciano, Gran Madre
áncora, Delfin
andrógino/androginia, Adán, Alquimia, Daena, Hombre
Andrómeda, Liberación de la doncella
anémonas, Granada
Anfión-Zeto, Gemelos
anfisbena, el Carro
ángeles, Ciudad, el Juicio
siete, Septenario
Ver también números
ánima, Castillo, Cimera, Daena, Flauta, Joyas, Madre, Mujer, Shekina,
Sirena
animales:
animales-símbolos, Gráfico
en alquimia, Animales
hombre entre dos, Potne Otheron
lunares, Animales, Luna
mujer y, Mujer
natural y fabuloso, Animales
ovíparos, Ovíparos
procesiones de, Animales
y puntos cardinales, Cuaternario
Ver también nombre de cada animal en particular
Ankh, Cruz
anormal, Animales
Ver también bufón
Antares, Cuaternario
Anteo, Revolcamiento
antimonio, Gráfico
Apis, Toro
Apolo, Árbol, Arco, Boca, Cisne, Color, Crómlech, Dioses planetarios,
Dragón, Flecha, Grifo, Helio, Laurel, Mercurio, Monstruos,
Nombre, Sol
y Artenvisa, Gemelos
Ver también
Helio
Apolonio, Manto
Aqueloo, Sirena
Aquiles, Espuela, Juguetes, Muerte, Pie
Arabia, Arabesco, Luna
araña, Pulpo, Telaraña
árbol, Bosque
cósmico, Montaña
de ciencia, Árbol, Columna
de muerte, Árbol
de vida, Árbol
del mundo, Tambor
espada y, Espada
que canta, Árbol, Rocío
y serpiente, Serpiente
Árbol de la Muerte, Columna
Árbol de la Vida, Aves, Ciervo, Columna, Cruz, Cuaternario, Grifo,
Serpiente
árbol de Navidad iluminado, Fuego
arca de la alianza, Cofre, Objeto, Templo
arcilla, ver
limo
arco:
de tres lóbulos, Trébol
flamígero, Arquitectura
triunfal, Inversión
arco iris, Arca, Puente
Ares, Dioses planetarios
Ver también Marte
Argonautas, símbolos Heráldicos, Números, Vellocino de oro
Ver también vellocino de oro
Argos, Leopardo, Ojo
Ariadna, Binario, Lazos, Minotauro, Pérdida
Aries, Correspondencia, Cuernos, Géminis, Hércules, Héroe, Pan,
Tauro
Ver también zodíaco
ariete, Cuernos
Arión, Gemelos
Ariosto, Ludovico, Hipogrifo
Aristóteles, Agujero, Animales, Centro, Corazón, Dioses planetarios,
Graal, Gráfico, Números, Perdiz, Polo, Semana, Sirena
Arjuna, Carro
arlequines, Damero
armadura, Escudo
armas, Monstruos
curvas y rectas, Guadaña
Ver también espada
Armentia, Cordero
armonía, Números
arpa, Cisne
arpía, Monstruos, Multiplicidad
arpista, la Luna
arqueros, cuatro, Gráfico, Guerreros, Tetramorfos
arquetipos, Cuaternario
arquitectura, ver templo
arroz, Fertilidad
arte:
abstracto, Gráfico
gótico, Ángel, Arquitectura, Liebre, Objeto, Rueda
románico, Acacia, Águila, Alas, Ángel, Animales, Árbol, Cordero,
Escalera, Loto, Mariposa, Manicora, Nivel, Ornamentación,
Perdiz, Rueda
Artemidoro de Daldi, Casa
Artenvisa, Dioses planetarios, Gemelos, Luna, Serpiente
Ver también
Diana
Arturo, rey, Abismo, Caballero, Cazador, Judío errante, Minarete, Rey
Ascensión, Águila, Escalera
ascensional, simbolismo, Binario
ascesis, Cabellos
Ases, Cosmogonía
asfódelos, Pradera
Ashvins, Caballo
Asín Palacios, Miguel, Viaje a los infiernos
asno, Animales
Astarté, Cono, Gran Madre, Pez
Astrea, la Justicia
asuras, Cosmogonía
atanor, Torre
Atargatis, Huso, Pez
Atenas, Arquitectura
Atenea, Espiral
Atlas, Hespérides
Atman
, Gemelos
Atoum, Anciano
Attis, Árbol, Granada, Guadaña, Pino, Plantas, Yedra
Augias, cuadras de, Hércules
aureola, Mano
Avalon, Arthur, Serpiente
azotes, ver flagelación
Azoth, Sello de Salomón
azufre, Hombre, León, Matrimonio
azul, ver colores
Ba, Pájaro, Periquito
Babel, torre de, Torre
Babilonia, Éufrates, Pájaro
bacanales, Cesta
Bachelard, Gaston, Aguas, Aire, Alcohol, Barca, Brillo, Cisne,
Cuaternario, Elementos, Frío, Fuego, Llama, Nubes, Pájaro, Pasta,
Perfume, Pradera, Verticalidad, Viaje al interior de la Tierra, Vuelo
Bachofen, J. J., Espacio, Madre
balanza, ver Libra
Balder, Muerte
ballena, Devoración, Montaña
Ballesta, Arco
Balmunga, Espada rota
Baltrukitis, Jurgis, Gráfico, Lazos, Nimbo
bambú, Árboles y flores
Baphomet, Escamas
barco, Peine
de la vida, Pez
barro, Humo
Bast, Gato
Bataille, Georges, Cuaternario
bautismo, Aguas, Números
Bayley, Harold, Botella, Cruz, Escalera, Espada, Estrella, Gráfico,
Grutescos, Letras, Muro, Rueda, Serpiente, Tridente
Bazin, Germain, Gráfico
Beatriz, Color, Mujer
Beaumont, A., Color, Cuervo
Bécquer, Gustavo Adolfo, Golondrina
Beigbeder, Tejer
Bel, Tempestad
Belerofonte, Pegaso
Bell, Eric Temple, Descanso semanal
Bella durmiente, Enano, Envolvimiento, Liberación de la doncella,
Montaña
Benin, Imagen del mundo
Benn, Gottfried, Imagen ignota
Benoist, Luc, Arco, Cielo, Espacio, Gráfico, Hacha, Mandorla, Paisaje,
Tocado y trono
Bermejo, Bartolomé, Dragón
Bernard, Claude, Vida
Bernardo, san, Color positivo-negativo
Berthelot, R., Desierto, Profesiones, Templo, Tiempo, Tienda, Zodíaco
Bertrand, R., Dualismo
Bestia, Números
betilo, Onfalo
Bettini, Escalera
Bhagavad-Gitd, Viaje del alma
Bhowani, Simbolismo fonético
Bhutia Busty, Mandala
Biblos, Cono
Bielbog y Czernibog, Color positivo-negativo, Gemelos
Bimini, Islas bienaventuradas
binario, ver dos; dualismo
Blake, William, Adán, Cielo, Cuaternario, Edades, Imagen ignota,
Infierno, Viaje al interior de la Tierra
Blanche, reina, Mujer muerta
blanco, Thule
y negro, Color positivo-negativo
Ver también colores; rojo
Blavatsky, H. P., Andrógino, Árbol, Caos, Cocodrilo, Color positivonegativo, Dragón, Islas bienaventuradas, Letras, Rana, Rotación,
Serpiente, Zodíaco
boca, Letras
del monstruo, Boca
Bodo, Gigante
Bohaz, ver Jakin
Böhme, Jakob, Caída, Correspondencia, Dragón, Mujer muerta, Sofia
Bolo, el democriteano, Mirabilia
Borges, J. L. y M. Guerrero, Animales
Borobudur, Mandala, Montaña, Templo
Boron, Robert de, Rey pescador
Bosco, el, Arpa, Esfera, Fuente, Nimbo, Rana
Bosra, Sangre
Bouisson, Maurice, Periquito
Bouto, Serpiente
Brahma, Acuario, Binario, Cabeza, Cuaternario, Hombre, Huevo,
Loto, Simbolismo fonético, Tejido, Triforme, Vaca, Viaje del alma
Brahman, Gemelos
Brandán, san, Islas bienaventuradas
Branwen, Simbolismo fonético
brazo, Letras
Breton, André, Amada
Breuil, Abbé, Sigma
brillo, Sol
Bronwyn, Simbolismo fonético
Brunilda, Liberación de la doncella, Lilith
bucráneo, Cuernos
Buda, Aguas, Color, Septenario, Serpiente
buey, Animales, Cuernos, Miel, Toro
Ver también tetramo'fos
bufón, Anormales, Asno, Odre
buitre, Madre, Prometeo
búsqueda, Graal
Caaba, Piedra
Cábala, el Ahorcado, Anciano, Árbol, Daena, Espacio, Géminis,
Hombre, Sefirot, Septenario, Simbolismo fonético, Tarot
caballero, rey Arturo, Castillo, Minotauro, Tabla Redonda
blanco y negro, Caballero, Color positivo-negativo
errante, Caballero
rojo, Caballero, Sangre
y colores, Caballero
y lucha con animales, Animales
Ver también Tabla Redonda
caballo, Animales, Cabalgadura, Dioniso, Gemelos
alado, Animales
blanco, Caballo, Colores positivo-negativo
cabezas, conservación de, Decapitación
Cabiros, Capucha, Dedos
cabra/macho cabrío, Caballero, Cuerno de la abundancia, Dioniso,
Inversión, Templo
Ver también Capricornio
cacería perpetua, Identificaciones
Ver también cazador maldito
Cadmo, Dragón
caduceo, Alas, Alegorías, Animales, Axiales, Cadena, el Carro, Disco,
Enfrentamiento perfecto, Grutescos, Imagen del mundo, Mercurio,
Números, la Rueda de la Fortuna, Septenario, Serpiente, Simetría,
Vaca
Caf, Montaña
caída, Laberinto, Nave, Neptuno, Paraíso perdido, Zodíaco
Caín, Espada
calavera, Hamlet
Calcante, Serpiente
calcinación, Alquimia
caldeos, Dioses planetarios
Calderón de la Barca, Pedro, Titanes
Calendario, Gran Piedra del, Mandala
Calicut, rey de, Muerte
Calímaco, Animales
Caliope, Sirena
Calipso, Bestia apocalíptica, Escollos, Isla
cáliz, Caldera, Copa
Ver también
Graal
Cambises, Zodíaco
Camelot, Minarete
Cammann, S., Mandala
campana, Objeto
Campanella, Tommaso, Centro espiritual
Cáncer, Correspondencia, Hércules, Lucha, Miel, Muerte
Ver también
zodíaco
candelabro de los siete brazos, hnagen del mundo, Septenario
cangrejo, la Luna
caos, Dragón
Capricornio, Cocodrilo, Correspondencia, Cuerno de la abundancia,
Hércules, Piscis, la Rueda de la Fortuna
Ver también
zodíaco
capucha, Casco
carbón, Color positivo-negativo
cardo, Templo
Carlos I, Enano
Carnaval, Orgía, Saturnalia, Vegetación
carnero, Aries, Cuernos, Zodíaco
Ver también
Aries
Caro Baroja, Julio, Cazador, Lamia, Ojancanu
Caronte, Aguas, Castillo
Carpaccio, Vittore, Dragón
carro, Riendas, Vehículo
del sol, Rueda
procesional, Tocado y trono
Ver también
cuadriga
Carroll, Lewis, Espejo
Cartago, Babilonia
Cartari, Vincenzo, Cuaternario
Cassirer, Ernst, Simbolismo fonético
castas, Profesiones
Cástor y Pólux, Caballo, Gemelos
Ver también
dioscuros
cátaros, Sofia
valoración del amor, Amada
catasterismo, Dioses planetarios, Zodíaco
catástrofe cósmica, Cielo
catorce, Números
Ver también
números
Cautes y Cautopates, Gemelos
caverna, Arquitectura, Desfiladero, Tesoro
culto de la, Mundo
cayado, Peregrino, Poder
cazador maldito, Aguas, Cazador, Diana, Graal, Identificaciones, Nave
de los locos
cebada, Fecundidad
Cécrope, Héroe
cedro, Árbol
Celso, Escalera
Cenicienta, Sacrificio, Septenario, Zapatos
cenit, Huracán, Polo
ceniza, Pasta
centauro, Bucentauro, Cabalgadura, Hércules, Identificaciones,
Minotauro
centro, Arquitectura, Corazón, Diamante, Flor, Graal, Gráfico,
Identificaciones, Laberinto, Loto, Mandala, Nudo, Onfalo, Palacio,
Simiente, Templo, Tiempo, Yang-Yin
Cerbero, Diana, Ternario, Tridente
Cerdeña, Serpiente
cerebro, Corazón
Ceres, Agricultura, Alas, Columna, Hormigas, Sirena
cetro, Armas, Espiral, Poder
Ch'i-lin, Unicornio
chakras, Serpiente
chamanes, Soplar, Tambor
Champollion, Jean-Francois, Letras
Chang, Fuego
Charbonneau-Lassay, L., Inversión, Triple recinto
Chastaing, Simbolismo fonético
Chochod, Louis, Círculo, Tetramorfos, Tortuga
Chou-Li, Jade
Chrétien de Troyes, Animales, Sangre
Chung-li Chuan, Abanico
Cibeles, Gorro frigio, Guadaña, Ogro
cicatrices, Marca
Cicerón, Luna
ciclo, Año
anual, Plantas
Gran, Edades
Cíclope, Gigante, Ojancanu, Ojo
cielo:
siete, Huevo
templo del, Arquitectura
cigarra, Crisálida
cilindro, Formas
cinco, Hombre, Mano, Números, Pensamiento
Ver también
números
cinturón, Hebilla
Circe, Encantamiento, Escollos
círculo, Arquitectura, Ciclo, Dodecanario, Formas
cuadratura del, Arquitectura, Imagen del mundo
de piedra, Crómlech
Ver también
cuadrado
circunferencia, Centro, Circulo
cisne, Arpa, Serpiente
canto del, Arpa
de Leda, el Juicio
mujer-, Mujer
y arpa, Cisne
ciudad, Gráfico, Imagen del mundo, Matrona
claustro, Arquitectura
clava, Maza, Mercurio
Ver también
maza
Clemente de Alejandría, Espacio
Clonfert, catedral de, Decapitación
Cloto, Espacio
Clusium, Laberinto
Cnosos, Laberinto
Codex Marcianus, Circunferencia, Color positivo-negativo, Ouroboros
cofre, tercer, Caja
coincidentia oppositorum, Alquimia, Centro, Conjunción, Hombre,
Inversión, Volcán
Cola Alberich, J., Anormales, Tatuajes
collar, Cuerda
Colonna, Francesco, Delfín
colores:
de las flores, Flor
de los cabellos, Cabellos
en alquimia, Alquimia, Caballero
y dragones, Dragón
y la música, Correspondencia
columna:
rota, Rotura
vertebral, Columna
compás, Alfa y omega
de tres tiempos, Trébol
conejo, Fecundidad
Cong, Centro
congelación, Hielo
coniunctio, Despedazamiento, Sexos
oppositorum, Metales
Ver también conjunción
conjunción, Matrimonio, Objeto, Piedra, Sello de Salomón, Sol
de contrarios, Cruz
símbolo de, Flecha
cono, Hacha, Formas
Constantino, Crismón
constelación canicular, la Rueda de la Fortuna
contrarios, pares de, Binario, Clima, Color positivo-negativo
Ver también coincidentia oppositorum; conjunción
Coomaraswamy, Ananda K., Caballero, Despedazamiento
copa, Objeto
y rituales de Etiopía, Imagen del mundo
Copérnico, Nicolás, Planetas
corazón, Amor, Cofre
corno, Gorro frigio
corona, Cintas, Guirnalda, Poder, Victoria
de espinas, Espina
de laurel, Laurel
doble, Poder
en el matrimonio griego, Rey
mural, Matrona
triple, Poder
correspondencias, Color, Objeto, Planetas
corroído, Estado de conservación
Cosecha, Doncella de la, Perséfone
cosmogonía, ver creación
Court de Gebelin, Letras
cráneo, Cabeza
creación, seis días de la, Espacio
cremación, Madera
Creta, Hacha, Paisaje
Anciano de, Edades
Crimilda, Lilith
crisálida, Hueso, Máscara
Crisaor, Espada, Oro
crisol, Horno
crómlech, Recinto
Crono, Dioses planetarios
Cronos mitraicos, Eternidad, Serpiente
Ver también Saturno
crucifijo burlesco, Asno
crucifixión, Cruz
cruz, Amor, Árbol, Crucifixión, Gráfico
ansada, Cruz, Llave
de san Andrés, Cruz, Gráfico, Losange, Montaña, Objeto, Reloj de
arena
de san Fernando, Gráfico
entre la cornamenta del ciervo, Ciervo
gamada, Esvástica
tridimensional, Espacio
y flor de lis, Poder
y serpiente, Serpiente
Ver también centro
cuadrado, Arquitectura, Círculo, Creación, Cuaternario, Formas,
Rectángulo
y círculo, Gráfico
cuadriga, Caballo
cuaternario, Gráfico
Ver también cuadrado; cuatro
cuaternidad, Cuadrado
cuatro, Cuadrado, Cuaternario, Elementos, Gráfico, Números
Ver también cuadrado; cuaternario; números
cubo, Formas
cuchillo, Armas
cuerda, Nudo
trenzada, Letras
cuerno, Cuerno de la abundancia, Trompeta
de la abundancia, Agricultura
cuerpo:
extremidades del, Quinario
fluídico, Aguas
orientación del, Orientación
simbolismo de los miembros y posiciones del, Hombre
Cueva de Arce, Zodíaco
Cuixart, Modesto, Muñeca
Cumont, Franz, Gemelos, Tauro
Czernibog, ver Bielbog y Czernibog
dadaísmo, Objeto
dadóforo, Gemelos
daemon trinus, Asno
Daena, Amada, Sofia
daga, Armas
Dalai Lama, Dodecanario, Tabla Redonda
Dalí, Salvador, Agujero, Bastón, Muleta
Damasco, Espada
Damgalnunna, Hadas
Dánae, Habitación, Sol, Torre
danaides, Tonel sin fondo
Daniel, Potne Otheron
Dante Alighieri, Águila, Alquimia, Árbol, Centro, Color, Gráfico,
Números, Paisaje, Recinto, Rosa, Ternario, Tierra prometida, Viaje a
los infiernos, Viaje al interior de la Tierra, Viaje nocturno por el mar
danza:
circular, Recinto
de carácter mágico, Espiral
de las espadas, Septenario
medicinal, Color positivo-negativo, Intersección
símbolo de la, Ligereza
Darwin, Charles, Luna
Davy, M., Gallo, Procesión
De Gubernatis, Excrementos
decapitación, Cabeza
Déchelette, J., Gráfico
dedos, Dedos, Mano
cruzar los, Inversión
deformidad, ver
anormal
delfin, Columna
Delfos, Abeja, Onfalo
Demávand, monte, Volcán
Deméter, Gran Madre, Perséfone, Pozo
Demócrito, seudo, Dragón
Denderáh, zodíaco de, Acuario
derecha e izquierda, Binario, Espacio, Gráfico, Guante, Mano
desmembramiento, Luna
desorden, señor del, Saturnalia
destilación, Alquimia
determinantes, Letras
Deucalión, Petrificación, Piedra, Roca
Dhritarashtra, Rey
día de descanso, Descanso semanal, Espacio, Paraíso perdido, Semana,
Tiempo
diadema, Poder
diamante, Joyas, Rayo
Diana, Alas, Color positivo-negativo, Dioses planetarios, Flecha, Luna
Ver también
Artemisa
Diel, Paul, Anfisbena, Armas, Basilisco, Binario, Caballo, Caja,
Calzado, Capucha, Cazador, Cerbero, Cuaternario, Devoración,
Diana, Dragón, Guadaña, Juguetes, Laberintos, Monstruos,
Neptuno, Pájaro, Pandora, Pie, Serpiente, Teogonía, Ternario,
Tridente, Vuelo, Vulcano
dientes, Mirada
huella de los, Mordedura
diez, Círculo, Números
Ver también números
digestión, Devoración
dígitos, ver números
diluvio, Acuario, Catástrofe
dimensiones espaciales, ver espacio
Dinckmut, Conrad, Espada
Diodoro de Sicilia, Crómlech
Diógenes, Lámpara
Diomedes, caballos de, Hércules
Dión Crisóstomo, Cuadriga
Dionisio Areopagita, seudo, Ángel
Dionisio el cartujo, Cubo
Dioniso, Cazador, Granada, Juguetes, Leopardo, Tigre, Vino
Ver también Zagreo
dioscuros, Judío errante, Látigo
Ver también Cástor y Pólux
dioses, crepúsculo de los, Lobo
direcciones, ver espacio
disco, Círculo, Rueda
alado, Disco
Ver también círculo
disiunctio, Despedazamiento
disolución, Dragón
Ditmarsia, Color positivo-negativo
doce, Ciclo, Dodecanario, Números, Objeto, Tabla
Redonda
Ver también números; zodíaco
dodecágono, Dodecanario, Zodíaco
Dodona, Látigo
Dolci, Ludovico, Cazador
Domingo de Guzmán, santo, Color positivo-negativo
Domingo de Silos, santo, Color positivo-negativo
Domnu, Aguas
Donner, Tempestad
Dontenville, H., Cazador, Crepúsculo, Dragón, Ogro, Ternario,
Trípode
D'Ors, Eugenio, Alquimia
dos, Columna, Formas, Números
Ver también dualidad; números
dos veces nacido, Ovíparos
Dostoievski, Fiódor, Nivel
dragón, Animales, Elementos, Hombre, Monstruos, Olas, Procesión,
Tetramorfos
y tesoros, Joyas, Tesoro
Ver también Ouroboros
dualidad, Doble imagen
Ver también hermafrodita/hermafroditismo
dualismo, Círculo
y la luna, Luna
Dubuffet, Jean, Signo
Duchamp, Marcel, Objeto
duplicación, Doble imagen
Ea, Red
Eddas, Arpa, Nibelungos
Edipo, Armas, Nave
Edom, Sangre
Efrén, san, Armas
Egipto:
huevo en, Huevo
Ver también
alfabeto
Eira d'os Mouros, Zodíaco
eje del mundo, Árbol, Ascensión, Columna, Cruz, Menhir, Montaña,
Nave, Pilar, Rocío, Templo
Elburz, Volcán
elefante, Animales, Disfraz
elementos:
cinco, Elementos
cuatro, Cuadriga, Cuaternario, Estado de conservación
símbolos de los, Ornamentación
Ver también cada uno de los elementos en particular
elfos, Demonios ctónicos
Eliade, Mircea, Agricultor, Agujero, Andrógino, Árbol, Ascensión,
Caballo, Cielo, Color positivo-negativo, Concha, Desierto, Diluvio,
Disfraz, Dolmen, Enigma, Escalera, Espiral, Fertilidad, Fuego, Haz,
Joyas, Laberinto, Lapislázuli, Lazos, Lucha, Luna, Mandala,
Mefistófeles, Menhir, Montaña, Ninfas, Orgía, Paisaje, Rombo,
Sequedad, Serpiente, Sofia, Sol, Templo, Ternario, Tiempo, Tocado y
trono, Toro, Tridente, Vid
Eliano, Claudio, Ibis
Eliot, T. S., Encantamiento, Graal, Rey
elipse, Ciclo
Emmerich, Ana Catalina, Gráfico
Empédocles, Fuego, Pradera
enanos, Cabiros
encina, Árbol, Correspondencia
Eneas, Viaje a los infiernos
Enel, Letras, Luz
energía, Círculo
Ennius, Ogro
envolvimiento, Devoración, Lazos, Serpiente
Eos, Horas
Equidna, Quimera
equinoccio, precesión del, Zodiaco
Eremita, Lámpara
erinias, Arpías, Multiplicidad, Serpiente
Ernst, Max, Abanico, Signo
escala de doce sonidos, Dodecanario, Lira, Música
escarabajo, Inversión, la Luna
Escorpión, Correspondencia, Hércules, Inversión,
Libra, Tatuajes
Ver también
zodíaco
escudo mágico, rey Arturo
Esculapio, el Eremita, Gallo, Serpiente
esfera, Círculo, Formas, Globo
esfinge, Animales, Color positivo-negativo, el Diablo, Mujer
esmeralda, Graal, Montaña
espacio, Orientación
siete direcciones del, Números, Planetas, Semana, Tiempo
espada, Armas, rey Arturo, Fuego, Objeto, Rey, Sangre, Sol, Unicornio
espejo, Luna, Mandala
esperanza, Áncora
espinas, corona de, Espina
espiral, Caracol, Ciclo, Creación, Letras, Pulpo
doble, Sigma
Espíritu Santo, Paloma, Velamen
esqueleto, Flor, la Muerte
Esquilo, Hamlet
estados del ser, Estado de ánimo
este, Orientación
Estíbaliz, santuario de, Cabellos, Imagen del mundo, Odre
Estrabón, Sol
estrella:
de cinco puntas, Hombre, Quinario
de seis puntas, Sello de Salomón
de siete puntas, Cibeles, Gráfico, Números
polar, Orientación
real, Cuaternario
esvástica, Arpías, Círculo, Espacio, Figuras, Rueda
curvilínea, Sigma
Etemenanki, Templo
éter, Elementos
eterno retorno, Nave, Ouroboros
Euripides, Diana
Eva, Adán, Graal, Lilith, Mujer, Serpiente
evangelistas, Tetramorfos
Ver también
tetramorfos
Evola, J., Acero, Aguas, Alquimia, Caída, Cruz, Cuerpo, Dragón,
Espada, Fulgor, Letras, Madre, Materia, Muerte heroica, Mujer
muerta, Orina, Ouroboros, Piedra, Sed
evolución, ver
involución
Éxodo, Procesión
Ezequiel, visión dexs, el Carro, Tetramorfos
Fabre d'Olivet, Hombre, Música
fallas, Fuego, Gigante
fantasma, Lémures
faraón, Espiral, Látigo, Poder
Faridaddin Attar, Periquito
fases, cuatro, Edades, Luna
fénix, Animales, Elementos, Eternidad, Hombre, Monstruos
Fenn, Waldemar, Pesca
Fenris, Lobo
Fernando III, san, Caballero
Festugiére, padre, Mirabilia
fibula, Hebilla
Filalete, Dragón
Filipo de Thaün, Animales
Filoctetes, Graal, Rey
Filón de Alejandría, Serpiente, Templo
fisura, Desfiladero
flagelación, Azotes, Látigo
Flamen Dialis, Nudo, Rotura
flauta de Krishna, Sonido
flor de lis, Balanza, Poder
Florida, Islas bienaventuradas
Fludd, Robert, Rosa
Fomalhaut, Cuaternario
forma, simbolismo de la, Figuras
fortuna, el Mundo
Fournival, Richard, Animales
fragmentación, Estado de conservación
Frazer, sir James, el Ahorcado, Bastón, Bufón, Cono, Crepúsculo,
Dragón, Extranjero, Fuego, Gigante, Gráfico, Habitación, el Loco,
Máscara, Muérdago, Muerte, Pájaro, Payaso, Salvaje, Saturnalia, Sol,
Sombra
Freir, Cabalgadura
fresno, Árbol
Freud, Sigmund, Aguas, Arpista, Binario, Cueva, Dioniso,
Excrementos, Hamlet, Rotura, Sueños
Frobenius, Leo, Bóveda, Cueva, Envolvimiento, Gorgona, Imagen del
mundo, Lamia, León, Océano, Pilar, Toro, Viaje nocturno por el mar
Fromm, Erich, Descanso semanal
fuego:
boca y, Boca
carro de, Carro
espada de, Espada
lengua de, Paloma
niebla de, Niebla
rueda de, Rueda
superior, Aerolito
funciones, cuatro, Cuaternario
furia, Monstruos
Ver también erinias
Füssli, Johann Heinrich, Animales
Gabriel, Septenario
Galahad, Caballero, Graal, Tabla Redonda, Vellocino de oro
Galiano, Dragón
gallinas, Aves
gallo, Animales, Inversión
bicéfalo, Géminis
gammadion, Esvástica
Ganimedes, Águila
Gargantúa, Gigante
Garuda, Pájaro
Gasquet, Joachim, Narciso
Gattefossé, R. M., Gráfico, Letras
Gauvain, Espada rota, Objetos maravillosos, Pantano
Gea, Gran Madre
Geber, Humo
gemelos, Caballo
Ver también Géminis
Géminis, Acuario, Árbol, Arquitectura, Binario, Bufón, Caballo,
Cabeza, Color positivo-negativo, Correspondencia, Doble imagen,
Gráfico, Grutescos, Hacha, Hércules, Identificaciones, Jano,
Mercurio, Montaña, Números, Paisaje, Pavo real, Pérdida, el Sol,
Tejido, Templo
Ver también
zodíaco
Geoffrey de Monmouth, rey Arturo
George, Stefan, Papiro enrollado
Gérard de Sede, Mujer muerta, símbolos Heráldicos
Gerión, Gigante
Gerona, Año, Correspondencia
Gichtel, Georg, Cuerpo, Mujer muerta, Sofia
gigante, Hércules, Paisaje
círculo del, Crómlech
Gilgamés, Árbol, Gigante, Guerra, Potne Otheron
Ginebra, reina, Arpista, Castillo, Tabla Redonda
Giorgione, Rotura
gladiadores, Lucha, Tridente
globo, Esfera
alado, Huevo
Ver también
esfera
gnosticismo/gnósticos, Abracadabra, Amada, Binario, Circunferencia,
Color, Cuernos, Dragón, Dualismo, Fonético, Grutescos, Hamlet,
Letras, Mercurio, Minotauro, Serpiente, Sexos, Telaraña, Vulcano
Gobert, E., Tatuajes
Goethe, J. W., Arpista, Formas
Goliat, Gigante
golondrina, Aves, Pez
Gomchen, Lingdam, Mandala
Goose van Wreeswyk, Laberinto
Gordiano el Joven, emperador, Espada
Gorgona, Arpías, Basilisco, Cerbero, Coral, Crepúsculo, Monstruos,
Pegaso, Petrificación, Piedra, Sandalias aladas, Serpiente, Telaraña
Ver también Medusa
gorro frigio, Capucha, Sombrero
Gortyna, Laberinto
Gougenot des Mousseaux, Joyas
Graal, santo, Cáliz, Espada rota, Flor, Identificaciones, Lanza,
Montaña, Montsalvat, Objeto, Objetos maravillosos, Pesca, Rey
pescador, Tabla Redonda, Tierra Santa, Vellocino de oro
granada, Multiplicidad
Granet, Marcel, Fertilidad
Gratry, padre, Loto
Gregorio, san, Pluma
Gresmann, Serpiente
grifo, Animales, Halcón, Luchas de animales, Monstruos
Grimm, hermanos, Caballo, Color positivo-negativo, Envolvimiento,
Oca
gris, ver colores
Groenlandia, Luna
grulla, Animales
gryces, Sexos
Gsell, Paul, Signo
Guaita, Stanislas de, Signo
Gudea, rey de, Caduceo
Guénon, René, Arca, Blanco, Boca, Carro, Centro espiritual, Ciudad,
Color, Color positivo-negativo, Cuernos, Dodecanario, Edades,
Espacio, Esvástica, Graal, Guerra, Hombre, Jano, Jerusalén celeste,
Libro, Loto, Luna, Luz, Montaña, Mundo, Mundo físico, Nada,
Nave, Números, Onfalo, Oro, Oscuridad, Piedra, Piedra angular,
Piedra negra, Pueblo, Puente, Rueda, Sol de medianoche, Teatro,
Tejido, Ternario, Thule, Tierra Santa, Velo, Viaje, Viaje a los
infiernos, Yang-Yin
guerra santa, Acción, rey Arturo, Héroe, Guerra, Rey
Guillaume, Paul, Formas
Guillermo de Normandía, Animales
Guiraud, barón, Joyas
gunas, Acción, Aguas, Espacio, Nivel, Ternario, Tigre, Zodíaco
Gurdjief, G., Despedazamiento
habichuela, rey de la, Saturnalia
hadas, siete, Septenario
Hades, Armas
Hagia Triada, Hacha
Hagiar Kim, puerta de, Agujero
halcón, Aves
Hallstatt, Hombre
Hamelin, flautista de, Arpista, Músico
Hamlet, Shekina
Hammamit, Madre
Hammurabi, Zodíaco
Hapi, Acuario
Haraberezaiti, Montaña
Harek, Liebre
harpé, Guadaña
Hathor, Luna, Pluma, Tatuajes
Haven, Marc, Tarot
Hawneyn y Hanegoasegeh, Gemelos
haz, Espiga
hebilla, Fíbula
Hécate, Cabeza, Diana, Encrucijada, Géminis, Jano, Liebre, Lilith,
Luna, Llama, Mercurio, Serpiente, Ternario, Tridente, Triforme
Heddernheim, relieve de, Manto
Hefesto, Pie, Vulcano
Helena/Elena, Gemelos, Mujer
Helio, Dioses planetarios, Sol
Hentze, Carl, Luna
Heráclito, Éufrates
Heras, padre, Ariete, Serpiente, Tridente
Herbin, Color
Hércules, Anillo, Antorcha, Armas, Bucentauro, Cerbero,
Correspondencia, Cremación, Crepúsculo, Dragón, el Emperador, el
Enamorado, Encina, la Fuerza, Géminis, Gigante, Hespérides, Lilith,
Maza, Pájaro, Prometeo, Serpiente, Túnica, Victoria
templo de, Columna
heridas, Agujero, Sangre
Herit, Rana
hermafrodita/hermafroditismo, Cisne
Ver también andrógino /androginia
Hermanubis, la Rueda de la Fortuna
Hermes, Cídipe, Dioses planetarios, Géminis, Metales
emblema de, Gráfico
Ver también Mercurio
Hermes Trismegisto, Sonido
Herodes, Dragón
héroe, Sol, Tesoro, Titanes
y dragón, Dragón
Ver también viaje nocturno por el mar
Herrade de Landsberg, Buey
Hesíodo, Noche
Hesíone, Hércules
Hespérides, Árbol, Crepúsculo, el Emperador, Hércules, Septenario
hidra, Animales, Antorcha, Hércules, Monstruos
hierogamia, Gemelos, Lingam, Luna, Números, Rey, Sigma, lo
Superior
hierro, Espada, Herrero
meteórico, Aerolito, Herrero
Higinio, Sirena
higuera, Árbol
Hildegarde de Bingen, Hombre, Hylé
Himingbjör, Montaña
hiperbóreos, Crómlech
Hipócrates, Septenario
hipogrifo, Animales, Monstruos, Pegaso
Hipólito, Letras, Serpiente
Hiram, testamento de, Acacia
Hitschler, Simbolismo fonético
Hoffmann, E. T. A., Cuaternario
Holandés errante, Multiplicidad
Hölderlin, Friedrich, Sofia
hom, Árbol, Pavo real
hombre:
esférico, Perla
primordial, Adán, rey Arturo, Rey
salvaje, Salvaje
universal, Hombre
Ver también cuerpo; tetramorfos
Homero, Nave
honda, Armas
hondo, Paisaje
Honorio de Autun, Hombre, Unicornio
Horacio, la Muerte
Horapolo Nilíaco, Animales, Estrellas, Jeroglíficos, Letras
Horus, Dragón
Housay, Espiral
Hraesvelg, Pájaro
Hu, Jade
Hua Hsü, reino de los, Centro
Huai-nantsé, Cosmogonía
Huang, Jade
huellas, Ciclo
huevo, Ovíparos, Mundo
de la serpiente, Erizo de mar
de Pascua, Huevo
del mundo, Arquitectura, Cielo, Huevo, Luna, Onfalo
filosófico, Sarcófago
órfico, Números
que baila, Huevo
Hugo, Victor, Color positivo-negativo
Hugues de Saint-Victor, Arca
Humbaba, Gigante
huracán, Catástrofe, Espiral, Viento
huso, Mandorla
hylé, Lago
Hypnerotomachia Poliphili, Multiplicidad, Tortuga
hyrmensul, Crómlech
I Ching o Libro de las mutaciones, Gráfico, Polo
Ícaro, Alas, Armas, Vuelo, Vulcano
Ictis, Pez
Ifé, Imagen del mundo
Ignacio de Loyola, san, Caballero
Ikhunatón, Sol
Ilíada, Horas, Serpiente
imagen:
desconocida, Imagen del mundo, Imagen ignota
esquemática imitativa, Gráfico
realista imitativa, Gráfico
rítmica pura, Gráfico
Imdugud, Águila
incesto, Devoración, Dragón
inconsciente, Bosque, Mercurio, Monstruos, Noche
colectivo, Hombre, Madre, Océano, Rey
individuación, Gráfico, Incesto, Matrimonio, Mercurio, Ninfas, Rey,
Tarot
Indra, Águila, Crepúsculo, Despedazamiento
castillo de, Montaña
inescrutabilidad, divina, Laberinto
infinito, Nudo
inmersión, Aguas, Baño
Inmortales chinos, Ocho, Abanico, Calabaza doble, Flor
inmortalidad, Rey
bebida de, Fuente
inversión, Acróbata, Crisis, Cuernos, Destrucción, Géminis, Marte,
Martillo, Montaña, Nivel, Revolcamiento, Terremoto
invierno, Estaciones
invisibilidad/invisible, Capucha, Casco, Sombrero
involución y evolución, Año, Binario, Cadena, Delfin, Nave, Piscis,
Respiración, Zodiaco
Iris, Puente
Irlanda, Abismo, Onfalo, Rey
Iseo, Arpista, Binario, Mujer muerta
Ver también Tristán e Iseo
Ishtar, Dioses planetarios, Gigante, Gran Madre, Huso, Luna, lo
Superior, Tejido
Isis, Asno, Despedazamiento, Gato, Gemelos, Golondrina, Gran
Madre, Gran Sacerdotisa, Monolito, Mujer muerta, Océano, Rana,
Reunión, Tejido, Virgo
isla, Nave, Océano, Thule
blanca, Thule
islas de los bienaventurados, Luna, Paraíso perdido
isomorfismo, Formas
Ítaca, Arquitectura, Petrificación, Tierra prometida
izquierda, ver derecha e izquierda
jabalí, Animales
de cerdas de oro, Cabalgadura
de Enmanto, Hércules
Jacobi, Jolan, Color
Jakin y Bohaz, Binario, Dualismo, Géminis, Gran Sacerdotisa, Pilar, la
Torre herida por el rayo
Jamstahler, Viento
Jana, Diana, Luna
Jano, Äguila, Árbol, Arquitectura, Binario, Cabeza, Crono, Diana,
Géminis, Luna, Llave, Marte, Montaña, Numismáticos, Umbral
Janto y Melanto, Lucha
Japón, Abismo
Jean d'Arras, Melusina
Jerjes, Viento
Jerónimo, san, Águila, Números, Occidente, Perdiz, Tetramorfos
Jerusalén:
celeste, Árbol, Binario, Ciudad, Imagen del mundo, Recinto, Tierra
prometida
templo de, Lira
Ver también Salomón, templo de
jinn, Demonios ctónicos
Jonás, Devoración, Viaje nocturno por el mar
Jorge, san, Acción, Animales, Caballero, Dragón, Héroe, Liberación de
la doncella, Monstruos, Procesión, Septenario, Victoria
José, el Patriarca, Viaje nocturno por el mar
José de Arimatea, Graal
Josefo, Flavio, Templo
Joseph ben Shalom, Nada
Juan, evangelista, Jerusalén celeste, Letras, Procesión, Serpiente
Juan Bautista, san, Vegetación
Juan Crisóstomo, san, Aguas
Juan de la Cruz, san, Color positivo-negativo, Perfume
Juana de Aza, beata, Color positivo-negativo
Jubile van den Heyligen Macarius, Animales
Juglar, Sombrero
Jung, C. G., Águila, Alquimia, Anciano, Animales, Árbol, Armas,
Asno, Bella durmiente, Boca, Bosque, Buitre, Caballo, Capucha,
Castillo, Carro, Círculo, Color, Color positivo-negativo,
Conjunción, Corona, Cruz, Cuadrado, Cuaternario, Daena,
Despedazamiento, Devoración, Dioniso, Edades, Efigie, Elementos,
Enano, Envolvimiento, Esfinge, Espacio, Estrella, Etíope, Formas,
Fuente, Gigante, Gráfico, Gran Madre, Gusano, Héroe, Hombre,
Incesto, Inversión, Isla, Joyas, Judío errante, Lamia, León, Libra,
Madre, Mandala, Mano, Matrimonio, Mercurio, Metales,
Muchedumbre, Mujer, Multiplicidad, Ninfas, Niño, Oro, Palma, Pez,
Pie, Piedra, Rana, Rey, Salvaje, Secreto, Serpeinte, Sexos, Shekina,
Signo, Silbar, Simbolismo fonético, Sol, Sombra, Sombrero, Tarot,
Teatro, Ternario, Tesoro, Tetramorfos, Tigre, Unicornio, Vado,
Vehículos, Viaje, Viaje nocturno por el mar, Viento, Zodiaco
Juno, Cigüeña, Gran Sacerdotisa
Júpiter, Águila, Alas, Andrógino, Anillo, Árbol, Arquitectura, Buey,
Color, Correspondencia, Cuerno de la abundancia, Dioses
planetarios, Encina, Gran Sacerdote, Guerra, Hacha, símbolos
Heráldicos, Héroe, Letras, Mercurio, Metales, Montaña, Muerte,
Música, Numismáticos, Olivo, Piedra, Planetas, Quinario, Rayo,
Rey, Roble, Saturnalia, Septenario, Sol, lo Superior, Templo,
Teogonía, Vulcano, Zigurat
Ammón, Héroe
Montaña de, Arquitectura
Ver también Zeus
juventud:
eterna, Judío errante
río de la, Islas bienaventuradas
Kakodaemon, Serpiente
Kalenderi, Viaje
Kali, Binario
Kali-Durga, Gran Madre
Kallir, Alfred, Simbolismo fonético
Kandinsky, Vasili, Color
Kant, Immanuel, Gráfico
Karnak, Lago
Kernuz, Serpiente
Khunrath, Heinrich, Dragón, Mandala
Kierkegaard, Seren, Multiplicidad de lo mismo
Kircher, Athanasius, Correspondencia, Huevo, Imagen, Jeroglíficos,
Letras
Klages, Ludwig, Espada
Kouen-Lun, Rocío
Krappe, A. M., Carbón, Castillo, Dragón, Huevo, Islas
bienaventuradas, Luna, Montaña, Ondinas, Pastor, Rueda, Sol, Toro
Krishna, Pie, Sonido
Kubler, George, Arquitectura
Kuei, Jade, Lingam
Kühn, Herbert, Armas, Cabeza, Pisadas
Koumara, Cocodrilo, Cuaternario
Kundalini, Caduceo, Espiral, Poder, Serpiente
Kuo-hi, Paisaje
La Belle et la Bête, Petrificación
La Peña, padre, Imposibles
laberinto/laberíntico, Abandono, Arabesco, Gráfico, Hacha, Lazos,
Mandala, Minotauro, Paraíso perdido, Peregrino, Yang-Yin
labrys, Gráfico, Hacha
Lacroix, Cicatrices
lacustre, construcción, Palafito
laguna de la Janda, Zodíaco
Lampérez, Arquitectura
Lan Ts'ai-ho, Flor
Lancelot du Lac, Graal
langosta, Animales
lanza, Objeto
Laos, pantáculo de, Gráfico, Imagen del mundo
Lao-tsé, Binario, Retorno
Lapis lineus, Piedra
laúd, Cisne
laurel, Árbol
Lautréamont, conde de, Objeto
Lázaro, lo Superior
Lear, rey, Rey
Leblant, Cabeza
lechuza, Águila, Letras
Leda y el cisne, el Juicio
Lehner, Ernst, Cruz, Gráfico
Leibniz, Gottfried W., Hombre
Leisegang, H., Dientes
Lemnos, Laberinto
Leo, Apolo, Correspondencia, Dragón, la Fuerza, Hércules
Ver también zodíaco
león, Águila, Animales, Cibeles, Crono, Desierto, Gemelos, Luchas de
animales, Rey
de Nemea, Hércules
piel de, Hércules, León
y cordero, Cordero
y mujer, Mujer
y sol, León
y toro, Animales, León
y unicornio, Animales
Ver también águila; tetramorfos
León Leoni, Enano
Leonardo da Vinci, Manchas
leopardo, Animales
letras, ver alfabeto
Lévi, Eliphas, Binario, Joyas, Sangre, Septenario, Tarot, Tesoro,
Tetramorfos
Li T'ieh-kuai, Calabaza doble
Lia-Fail, Piedra
Liber-Libera, Gemelos
libido, Metales, Monstruos
Libra, Balanza, Caduceo, Correspondencia, Hércules, Justicia, Sangre,
Thule
Ver también zodíaco
Libro de Baruk, Amor
Libro de Enoch, Cordero
lictores, Tabla Redonda
liebre, Animales, Cazador, Fecundidad, Halcón
Lilith, Amor, Serpiente
limo, Pasta
linea:
quebrada, Letras
recta y curva, Gráfico
lingam, Amor, Andrógino, Arco, Cuerno de la abundancia, Odre,
Onfalo
Lipiki, Septenario
Lipps, Theodor, Gráfico
lira, Boca, Mercurio, Sonido
lirio, Color positivo-negativo
Litierses, Extranjero
lituus, Espiral
Livio, Tito, Espada
llama, ver fuego
Llull, Ramon, Alquimia, Animales, Árbol, Hombre, Lanza, Punto,
Signo
lluvia, Aguas, Diluvio
lobo, Animales, Devoración
locos:
nave de los, Identificaciones
obispo de los, Satumalia
Loeffler, M., Bella durmiente, Carro, Color positivo-negativo,
Envolvimiento, Espejo, Letras, Números, Pájaro, Palacio, Septenario
Logos, Marte
spermatikos, Mercurio
Lohengrin, Cisne
Longino, Lanza
losanges, Damero
Lot, mujer de, Petrificación
Loth, J., Onfalo
Lowie, Robert, Tatuajes
Lucifer, Graal, Joyas
Luis IX, san, Caballero
Luis XI, Cadena
luna, Planetas, Septenario, Sol
fases de la, Abanico, Araña, Edades, Luna
muerte de la, Diluvio
y diluvio, Diluvio
y mujer, Luna
y toro, Toro
luz, Tinieblas
castillo de, Castillo
solar, Oro, Respiración
Macario, san, Procesión
Mackenzie, Esvástica
Macrobio, Crono
macrocosmo y microcosmo, Enigma, Paisaje, Planetas
Madre, Gran/Magna Mater, Abismo, Bosque, Huso, Islas
bienaventuradas, León, Mandorla, Mujer, Números, Oca, Pez,
Pirámide
del grano, Perséfone
madre terrible, Látigo, Lilith, Madre
Magna Mater, ver Madre, Gran
Magritte, René, Ojo
Mahä-Yuga, Edades
Mahoma, Aves, Escalera, Luna, Ornamentación
Maier, Michael, Calabaza doble, Cremación, Gráfico, Horno, Lanza,
Oro
Malaca, Gráfico, Ternario
Mallarmé, Stéphane, Simbolismo fonético
Malory, sir Thomas, Rey
mana, Boca
personalidad, Anjana, Gran Madre
mandala, Arquitectura, Círculo, Loto, Recinto
mandorla, Ballena, Géminis, Gráfico, Hacha, Loto, Luz, Montaña
Mani, Pie, Vulcano
maniqueísmo, Binario, Dualismo, Zodíaco
Mannhardt, Wilhelm, Fuego
mantra, Mandala
Manvantara, Edades
manzanas doradas, ver Hespérides
mar Rojo, Egipto
marca, Tatuaje
March, Colley, Esvástica
Marcos, san, León, Tetramorfos
Marcus el pitagórico, Letras
Marduk, Dioses planetarios, Lucha, Rahab, Red
María, Virgen, Azucena, Daena, Eva, Graal, Luna, Mujer, Torre, Urna,
Vaso
María profetisa, Números
Mariette, Letras
Marqués-Riviére, J., Corona, Piedra, Querubines
marrón, ver colores
Marte, Caballo, Dioses planetarios, Herrero, Montaña, Septenario
castillo de, Montaña
Montaña de, Árbol, Arquitectura, Escalera, Géminis, Jano,
Mandorla, Martillo, Montaña, Paisaje, Templo, Trompeta
martillo, Yunque
Marx, Jean, Filtro, Rey pescador
máscara, Crisálida, Danza
Maspero, G., Letras
materia prima, Azufre, Objeto, Procesos físicos, Sol
Ver también hylé
matriarcado, Madre, Serpiente
Maya, Amor, Araña, Binario
maza, Armas, Bastón, Hércules
Ver también clava
meandro, Espiral doble
Meca, La, Nudo, Piedra
Medea, Binario, Serpiente
Medusa, Coral, Figuras, Pegaso, Petrificación, Piedra, Sandalias aladas,
Serpiente, Telaraña
Ver también Gorgona
megalitica, cultura, Géminis
Melitón de Sardes, Acanto
Melusina, Sirena
Melwas, Castillo
Men, Cabalgadura
ménades, Multiplicidad
menhir, Arquitectura, Columna, Crómlech
Mercabah, Carro
Mercurio, Andrógino, Cadena, Caduceo, Campos, Cisne, Cuaternario,
Dioses planetarios, Dragón, Espuela, Metales, Ouroboros,
Septenario, Serpiente
y Saturno, Saturno
Ver también Hermes
mercurio, Dragón, Metales
duplex, Mercurio
Mercurio Arterio, rey Arturo
Merlín, Crepúsculo
Mertens Stienon, M., Cocodrilo, Caballo, Planetas, Saturno, Zodíaco
Meru, monte, Montaña, Montsalvat, Rocío, Templo, Tocado y trono
metales y edades, Edades
Metatron, Doble imagen
meteoritos, Aerolito, Flor, Objeto, Piedra
Meyrink, Gustav, Sombrero
Michelspacher, Stefan, Escalera
Midas, Extranjero
Midgardorm, Leviatán, Serpiente
Miguel, arcángel san, Acción, Caballero, Dragón, Héroe, Septenario
Milius, Globo
Milton, John, Cicatrices, Hamlet
Mime, Espada rota
Min, Látigo
Minerva, Alas, Andrógino, Olivo
minotauro, Animales, Bucentauro, Monstruos
Miraflores, Cartuja de, Gráfico
mirmidón, ver gladiadores
mitraísmo y Mitra, Abracadabra, Cabalgadura, Campos, Cosmogonía,
Dragón, Escalera, Estrella, Fonético, Fuente, Letras, Manto, Piedra,
Sol, Tauro, Toro
Moby Dick, Muleta
Mocha, Septenario
mochila, Odre
modos, teoría hindú de los, Correspondencia
Moeris, lago, Laberinto
Mogk, Eugenio, Fuego
Mohenjo-Daro, Paisaje
Mohyiddin ibn Arabi, Libro, Viaje a los infiernos
Moisés, Armas, Velo
Moisés de León, Punto, Sefirot
monstruos, Hércules, Océano
montaña, Paisaje, Profesiones
artificial, Objeto
blanca, Montaña
polar, Montaña
Ver también Marte, montaña de; zigurat
Montsalvat, Montaña
Moreau, Gustave, Agujero, Signo, Tortuga
Morgan, Jaime de, Cisne
Morgana, Crepúsculo
Morka, Imagen del mundo
muérdago, Balder
muerte:
ángel de la, Mariposa
río de la, Islas bienaventuradas
y la luna, Luna
y territorio, Laberinto
Muerte, La, Tarot
muertos, país de los, Centro, Islas bienaventuradas, Laberinto
mujer, Sirena
salvaje, Salvaje
muletas, Bastón
Müller, Ludwig, Esvástica
mundo:
alma del, Centro, Gigante
huevo del, ver huevo
imagen del, Centro, Thule
inferior y superior, Luna
murciélago, Inversión
muro, ver ciudad
música, Correspondencia
alta y baja, Música
Nabu, Dioses planetarios
Nabucodonosor, Edades
nada, Vacío
nadir, Espacio
nägakals, Caduceo
naipes, ver Tarot
Nakchabi, Periquito
Namshans, doce grandes, Tabla Redonda
Namuci, Crepúsculo
Napoleón, Nombres
naranja, Túnica, Vehículo
Ver también colores
Narciso, Espejo
nasenios, secta de los, Serpiente
Natarâjâ, Danza
Naturaleza, Eva, Géminis, Ouroboros
nazarenos, Cabellos
Neith, Espina, Vaca
Nekhbet, Serpiente
Nem Ankh, Llave
Némesis, Grifo
neopitagórica, doctrina, Binario
neopitagóricos, Sefirot
neoplatonismo, Multiplicidad, Sefirot
Nephtys, Tejido
Neptuno, Armas, Arpías, Atributos, Caballo, Júpiter, Lucha, Nubes,
Piscis, Planetas, Rey, Teogonía, Tridente
Nergal, Dioses planetarios
Nerval, Gérard de, Acacia, Dualidad, Laberinto, Ronda, Torre,
Vestimenta, Viaje al interior de la Tierra, Volcán
Neso, túnica de, Túnica
nibelungos, Despedazamiento, Lilith, Lorelei
Nicolás de Cusa, Montaña, Pirámide, Triángulo
Nicómaco de Gerasa, Hylé
niebla, Nubes
Nietzsche, Friedrich, Aire, Clima, Cuaternario, Dioniso, Excrementos,
Frío, Gemelos, Hielo, Ligereza, Manchas, Manzana, Nave, Niño,
Ouroboros, Perfume, Torre
nigredo, Ablución, Color positivo-negativo, Cuervo, Etíope, Oso
Nilo, Acuario, León, Rana
ninfas, antro de las, Arquitectura
Ninib, Dioses planetarios
Níobe, Septenario
nirvana, Binario, Nada
nivel, simbolismo del, Cabeza, Escalera, Lago, Mundo, Paisaje,
Profesiones, Ternario, Verticalidad, Vuelo
noche de Brahma, Acuario
nombres, identidad de los, Paisaje
notas musicales, Color, Correspondencia, Música
Nou, Aguas, Serpiente, Vaso
Novalis, Espada, Sofia
nubes, Agua, Elefante, Manchas
nudo, Envolvimiento, Lazos, Rotura
corredizo, Nudo
de Salomón, Laberinto
gordiano, Nudo
nueve, Hombre, Números
Ver también números
números, Arquitectura
análisis de los, Números
aritméticos y simbólicos, Números
par e impar, Cuadrado, Números, Espacio
y mandalas, Mandala
Ver también cada número en particular
Oannes, Aguas, Piscis
Oberón, rey Arturo
océano superior e inferior, Caldera, Islas
bienaventuradas, Rey, Vello
Ver también agua
ocho, Arquitectura, Loto, Nudo, Números
Ver también números
ocre, ver colores
octogonal, planta, Arquitectura, Cuadratura del circulo
octógono, Círculo, Formas, Números
octonario, Números
Ver también ocho
Odín, Balder, Cazador, Espada rota
Ver también Wotan
Odisea, Escollos, Nave
Odón de Túsculo, Aves
Ofelia, Hamlet, Shekina
Og, Gigante
ogro, Dragón
ojiva, Arquitectura
ojo, Ojancanu
heterotópico, Ojo
mal de, Quinario
y mano, Mano
Ver también Cíclope
Olimpo, Vulcano
Olivier, sir Laurence, Hamlet
olivo, Correspondencia
Om, Fonético
omega, ver alfa
once, Números
Ver también números
Onfale, la Fuerza, Serpiente
onfalo, Arquitectura, Piedra
onomatopeya, Nombres
Orca, Ogro
Orco, Ogro
orden arquitectónico, Arquitectura
Orfeo, Descenso a los infiernos, Luna, Septenario
orientación, Guerra, Paisaje
Ver también
espacio
Orifiel, Septenario
Orígenes, Cabellos, Despedazamiento, Hombre
Orión, Gemelos
oro, Rey, Tesoro
edad de, Animales, Antiguo, Edades
número de, Espiral
Sección de, Números
y excrementos, Excrementos
Ver también
colores
Orosio, Pablo, Alfa y omega
Ortiz, Fernando, Espiral, Huracán, Sigma, Trípode
Osa Mayor, Gráfico, Lingam, Thule
Osiris, Árbol, Color, Despedazamiento, Envolvimiento, Escalera,
Gemelos, Lucha, Luna, Monolito, Nombre, Ojo, Plantas, Pluma,
Rana, Reunión, Toro
oso, Luchas de animales, Luna
otoño, Estaciones
Ouroboros, Acuario, Anillo, Circunferencia, Color positivo-negativo,
Cruz, Dragón, Eternidad, Imagen del mundo, Saturno, Serpiente,
Zodíaco
Ouspensky, P. D., Despedazamiento
Pa Kua, Gráfico
Pablo, san, Andrógino, Armas, Escamas
Padmâ, Cabalgadura
Padma Sambhava, Mandala
padre terrible, Gigante, Ogro
Pafos, Agujero
paisaje, Islas bienaventuradas
pájaro, Hacha
blanco y negro, Color positivo-negativo
del lago Estínfalo, Hércules
mítico, Color positivo-negativo
negro con pecho blanco, Color positivo-negativo
palabra, Fonético, Mercurio
y espada, Espada
palacio, Espacio
de plata, Anciano, Cuerda
Paléologue, M., Nivel
palma, Victoria
paloma, Animales, Aves, Llave, Tórtola
Pan, Azotes, Vello, Vestimenta
Pandora, caja de, Caja, Identificaciones
Paneth, Ludwig, Espacio, Números
pantera, Animales, Dioniso
cola de la, Piel
Pantocrátor, Cuaternario, Gráfico, Imagen del mundo, Tetramorfos
Parabrahman, Aries, Rayo
Paracelso, Fuego, Ninfas
paraíso, Centro
cuatro ríos del, ver
ríos
perdido, Jerusalén celeste
recobrado, Imagen del mundo, Tabla Redonda
terrenal, Fuente, Islas bienaventuradas
parasol, Dosel, Paraguas
parcas, Hadas, Hilar, Rueca
Pares, Doce, Dodecanario, Tabla Redonda
Paris, Gorro frigio
Parkin, Espiral
Parsifal/Parzival, Capucha, Encantamiento, Géminis, Graal, Pesca
parsis, Buitre
patriarcado, Madre
Pausanias, Onfalo
pavo real, Animales, Tetramorfos
y laúd, Cisne
pedestal, Cabalgadura
Pedro, san, Pesca
Pedro de Picardía, Animales
Pegaso, Alas, Animales, Hipogrifo, Monstruos, Sandalias
aladas
peine:
de oro, Lamia
de siete púas, Septenario
Pekín, Arquitectura
Pélope, Alas
Penélope, Tejido
pensamiento, Espejo
pentágono, Pensamiento, Quinario
pentagrama, Hombre
Penteo, Luna
Peña de Mogor, Laberinto
Perceval, Graal, Sangre
perdiz, Animales, Aves
perla, Concha, Nimbo
Perrault, Charles, Carro
perro:
blanco con el dorso rojo, Color positivo-negativo
del abad, Cazador
que guarda la ruta del sol, la Luna
Perséfone, Serpiente
Perseo, el Ahorcado, Armas, Crepúsculo, Dragón, Liberación de la
doncella, Pegaso, Sandalias aladas, Torre, Victoria
Pessinonte, Piedra Negra de, Piedra
pez, Animales
gigante, Monstruos
inmenso, Terremoto
Ver también Piscis
Phaldor, Cabellos
phnom, Templo
Physiologus, Animales, Sirena, Unicornio
Pi, Agujero, Cenit, Disco, Graal, Huracán, Jade, Onfalo, Polo, Tabla
Redonda, Tiempo
pie, Muleta, Pierna
piedra:
de la serpiente, Joyas
filosofal, Piedra
horadada, Agujero
negra, Piedra
ovoide, Onfalo
Pierce, Números
pierna, Letras
Piero di Cosimo, Manchas
pigmeos, Sol, Ternario
pilar, Arquitectura, Columna, Géminis
Píndaro, Onfalo
Pinedo, Ramiro, Arquitectura, Color positivo-negativo, Cordero,
Dragón, Halcón, Imagen del mundo, Lazos, Odre, Perdiz, Sangre
pino, Árbol, Correspondencia
piña, Dioniso, Pino
Piobb, P. V., Alquimia, Anfisbena, Castillo, Correspondencia, Cuerno
de la abundancia, Dragón, Formas, Gran Monarca, símbolos
Heráldicos, Hércules, Metales, Nombre, Océano, Prometeo, Tejido,
Zodíaco
pirámide, Arquitectura, Escalera, Formas, Onfalo
Pirra, Piedra
Piscis, Acuario, Aries, Correspondencia, Crepúsculo, Destrucción,
Diluvio, Guadaña, Hércules, Lucha, Pez, Putrefacción, la Rueda de la
Fortuna
Ver también
zodíaco
Pitágoras, Números
escuela pitagórica, Números
y los pitagóricos, Caos
plagas del faraón, Langostas
planetas:
y metales, Metales
y vocales griegas, Correspondencia
plata, Luna
Platón, Alas, Andrógino, Cabeza, Caos, Conjunción, Cruz,
Cuaternario, Cueva, Disfraz, Esfera, Lazos, Metales, Mundo, Música,
Números, Perla, Septenario, Sexos, Simbolismo fonético, lo Superior,
Tejido, Vida
y hombre primordial platónico, Globo
Pléyades, Septenario
Plinio, Animales, Dragón, Laberinto, Perdiz, Sirena
Ploix, Charles, Neptuno, Tridente
Plotino, Lazos, Nave, Ojo, Ternario, Uno
pluma, Abanico
Plutarco, Luna, Tejido
Plutón, Caballo, Castillo, Ciprés, Júpiter, Perséfone
Poe, Edgar A., Cuaternario, Graal, Nombre, Rey, Rotura, Sofia
Poison, Albert, Dragón
Polonio, Hamlet
pomo, Agujero
Pompeyo el Grande, Nave
Ponce de León, Juan, Islas bienaventuradas
Pontifex, Puente
Porfirio, Árbol, Arquitectura, Correspondencia, Sequedad, Tejido
Poseidón, Espiral
Ver también Neptuno
pralaya, Acuario, Arca
Preste Juan, Salvaje
Priapo, Gallo
primavera, Estaciones
princesa, Bella durmiente, Conjunción
profeta, Nubes
progreso, Edades
Prometeo, Alquimia, Anillo, Fuego, Hércules, Serpiente, Vulcano
protohylé, Caos
Psique, Lámpara
Ptah, Pluma
Puech, H. C., Ciervo
pulsiones, Cuaternario
puntos cardinales, Arquitectura, Cuaternario, Espacio, Fuente,
Guerreros, Imagen del mundo, Orientación, Paisaje, Poder,
Tetramorfos
púrpura, ver colores
Purusha, Cosmogonía
putrefactio, Cuervo, Dragón
putrefacción, Alquimia
Quetzalcóatl, Andrógino, Serpiente
quimera, Animales, Monstruos, Pegaso
quinario, ver cinco
quince, Números
Ver también números
quintaesencia, Elementos, Metales
Quintana, Jorge, Zodíaco
Ra, Envolvimiento, Huevo, Serpiente, Sol
Ver también Ammón Ra
Rabano Mauro, Árbol, Ballena, Caballero, Dragón, Liebre
Racional, el, Joyas
Rafael, arcángel san, Septenario
rajas, ver gunas
rakasas, Demonios ctónicos
Rama, Arado
Rama Dorada, Muérdago
Ver también Frazer, sir James
rana, Inversión
Rao, T. Subba, Zodíaco
rayo, Águila, Encina, Hacha, Neptuno, Toro, Torre herida por el rayo
Read, sir Herbert, Imagen
rebis, Andrógino, Color positivo-negativo, Mercurio
reciario, ver gladiadores
rectángulo, Letras
red, Armas, Lazos, la Muerte, Sol
Régulus, Cuaternario
reina, ver Rey y la reina en alquimia
relámpago, Rayo
reloj de arena, Géminis, Objeto, Saturno
resurrección, Devoración, Viaje nocturno por el mar
retroceso, Retirada
Reverdy, Pierre, Equívoco
Rey, Color positivo-negativo, Hombre
anciano, Rey
asesinato ritual del, Gran Monarca, Muerte, Payaso, Salvaje,
Saturnalia
de Pascua, Payaso
enfermo, Rey
marino, Rey, Sequedad
pescador, Graal, Pesca
tres, Números
y la reina en alquimia, Binario
Rhodesia, rocas grabadas de, Mandala
Rhys, rey Arturo
Ricci, fray Juan, Arquitectura
Rigveda, Color positivo-negativo, Cosmogonía, Herrero, Sol
Rimbaud, Arthur, Equívoco, Géminis, Simbolismo fonético
rinoceronte, Cuernos, Inversión
ríos, cuatro, Arquitectura, Cuaternario, Fuente, Gráfico, Paraíso
perdido
Ripa, Cesare, Acción
ritmo, Gráfico
roble, Muérdago
Rochemonteix, Corona
Rodin, Auguste, Signo
rodios, Caballo
Rodrigo, don, Judío errante, Rey
rojo, Prometeo, Sangre
y blanco, Acacia, Águila
Ver también colores
Rolando, Armas
rombo, Losange
Romeo y Julieta, Muerte
Rómulo, Ciudad, Dodecanario, Tabla Redonda
y Remo, Gemelos
ronda del árbol de mayo, Recinto
Ver también danza
Rorschach, test de, Gráfico, Manchas, Procesos fisicos, Tesoro
rosa, Color positivo-negativo, Loto, Rueda
espina de la, Espina
Ver también colores
rosacruces, Centro espiritual
Rosarium Philosophorum, Manchas, Primera materia
Roscher, W. H., Onfalo
Rossetti, Dante Gabriel, Amada
Roure de Paulin, barón de, símbolos Heráldicos
Rousseau, J. J., Muñeca
Roux, Rotación
Rübezahl, Gigante
rueca, Huso
rueda, Gráfico
de las reencarnaciones, Cazador
de las transformaciones, Binario, Géminis, Gráfico, Multiplicidad,
Telaraña, Yang-Yin
y cabeza de animal, Asno
y serpiente, Serpiente
Ruland, Martin, Ouroboros
Saavedra Fajardo, Diego de, Delfín
Sabbat, Descanso semanal
Ver también día de descanso
Sacher-Masoch, Leopold von, Vestimenta
Sachs, Curt, Música
sacrificio, Despedazamiento, Guerra, Hacha, Inversión, Sangre
cósmico, Cosmogonía, Géminis, Mandorla, Marte
del cabello, Cabellos
Gran, Muerte
Sagitario, Correspondencia, Hércules
Ver también zodíaco
Saint-Benoit-sur-Loire, Sirena
Saint-Yves d'Alveydre, Centro espiritual, Dodecanario, Letras
Sakhrat, Montaña
Sakkarah, Escalera
salamandra, Animales, Monstruos
Salomé, Tejido
Salomón:
nudo de, Laberinto
sello de, Triángulo, Virgo
templo de, Columna, Gran Sacerdotisa, Templo
salvación, montaña de, Montaña, Nave, Thule
salvaje, ver hombre y mujer salvaje
Samael, Doble imagen, Septenario
samoyedos, Sol
San Cugat del Vallés, Correspondencia, Sirena
San Miguel de Aiguilhe de Puy, Sirena
sandalias aladas, Mercurio
Sansón, Gigante, Sol
Santa Prudencia, Tetramorfos
Santiago de Compostela, Caballero
santos y caballeros, Caballero
sardana, Recinto
Sargón de Agadé, Zodíaco
Sárngadeva, Correspondencia
Sarrasin, Paul, Palafito
Sartre, Jean-Paul, Imagen
Satán, Armas, Gigante, Neptuno, Ojo
sattva, ver gunas
Saturnalia, Orgía
Saturno, Animales, Asno, Cibeles, Correspondencia, Crono, Dioses
planetarios, Escalera, Gran Sacerdote, Guadaña, Hechicero, símbolos
Heráldicos, Metales, la Muerte, Música, Niño, Ogro, Pan, Piedra,
Planetas, Plomo, Quinario, Saturnalia, Septenario, Sol, Templo,
Teogonía, Zigurat
Saunier, Marc, Columna, Loto, Paraíso perdido, Pirámide, Tarot,
Zodíaco
Scamozzi, Vincenzo, Arquitectura
Schekotov, Potne Otheron
Scheler, Espejo
Schimmelreiter, Color positivo-negativo
Schneider, Marius, Animales, Araña, Árbol, Armas, Arquitectura,
Binario, Bufón, Caduceo, Cisne, Color, Concha, Consonanciadisonancia, Correspondencia, Crisálida, Cuaternario, Destrucción,
Dragón, Elementos, Equívoco, Escalera, Espada, Esvástica, Fuego,
Géminis, Gráfico, Hilar, Huso, Inversión, Islas bienaventuradas,
Jano, León, Lira, el Loco, Luna, la Luna, Mano, Marte, Montaña,
Música, Números, Objeto, Orquesta, Paisaje, Pantano, Peine, Pesca,
Pez, Pie, Pozo, Procesión, Profesiones, Septenario, Serpiente, Sigma,
Simbolismo fonético, Tambor, Templo, Tetracordo, Tetramorfos,
Toro, Zodíaco
Schoenberg, Arnold, Dodecanario, Lira
Schopenhauer, Arthur, Arpa, Músico
Schramm, Percy Ernst, Poder
Scriabin, Trébol
Sebastián, don, Judío errante, Rey
seis, Números
Ver también números
Sekmet, Mujer
sello, Cuerda, Marca
Ver también Salomón
semang, Ternario
Sémele, Cesta, lo Superior, Zarza
Senard, Zodíaco
septenario, Imagen del mundo, Números, Rosa
Ver también siete
serpiente, Adán, Caduceo, Ciervo, Disco, Letras, Luchas de animales,
Terremoto
alada, Serpiente
de tres cabezas, Serpiente
sacrificio de la, Serpiente
y águila, Animales
y árbol, Árbol, Serpiente
y gemas, Joyas
y rueda, Serpiente
Ver también dragón; Ouroboros
Serra, Montserrat
Servio, Triforme
Set, Despedazamiento, Gemelos, Lucha, Monolito
Seti I, Vacío
Seznec, Jean, Dioses planetarios, Planetas
Shakespeare, William, Hamlet
Shekina, Daena, Sefirot, Sofia
Shelley, Percy B., Aire
Shetland, islas, Nudo
Shiva, Anillo, Arco, Danza, Enano, Espacio, Graal, Máscara, la Muerte,
Ojancanu, Ojo, Rayo, Reloj de arena, Serpiente, Shekina,
Simbolismo fonético, Tridente, Triforme, Volcán
Shri-Chakra-Sambhara-Tantra, Mandala
Shri-Yantra, Binario, Centro, Mandala
Shukrâshârya, Gráfico
siete, Arquitectura, Espacio, Minotauro, Números, Objeto, Planetas,
Templo
Ver también números; septenario
Sigfrido, Bucentauro, Despedazamiento, Dragón, Espada rota, Muerte
Sigmundo, Despedazamiento, Espada rota
signa, Águila, Animales, Bandera, Mano, Piel
Sigurd, Pie
Sileno, Odre
Simeón ben Lochait, Dragón
Simorgh, Fénix
Sin, Dioses planetarios
sinrazón, abad de la, Saturnalia
Sión, colina de, Tierra prometida
sirena, Animales, Bestia apocalíptica, Cídipe, Monstruos, Montserrat
de las esferas, Septenario
-pájaro, Monstruos
-pez, Monstruos
Sita, Arado
Sleipnir, Cabalgadura
Sobejano, Emilio, Espada
Sofia, Amada, Mujer
sol, Dioses planetarios, Helio, Joven y viejo, Metales, Septenario
carro del, Carro
ciudad del, Minarete
como rueda, Rueda
viaje del, Viaje nocturno por el mar
y héroe, Héroe
y león, León
Ver también Helio
solares, héroes, Envolvimiento
Soldati, Giacomo, Arquitectura
Soldi, M. E., Corona
solución, Alquimia
sombra, Salvaje
sombrero, Capucha, Casco
alado, Mercurio
soplete, Objeto
St. Martin, Louis Claude, Correspondencia
Star, Ely, Andrógino, Color, Correspondencia, Formas, Gráfico, Luz,
Planetas
Steckel, Wilhelm, Pie
Steiner, Rudolf, Ángel, Destrucción
Stevens, Leslie, Pantano
Stonehenge, Crómlech
stupa, Arquitectura, Cielo, Mandala
Suarés, Carlos, Simbolismo fonético
sublimación, Alquimia, Cremación, Inversión, Prometeo
sueños, paisajes en los, Paisajes
Sumeru, Montaña
surrealismo, Imposibles, Objeto
Sûrya, Toro
Sûtrâtman, Cordón
Swadesh, Simbolismo fonético
Swedenborg, Emmanuel, Zapatos
Tabla Redonda, rey Arturo, Dodecanario, Graal, Objetos maravillosos,
Pantano
Tabor, Montaña
Tabula Smaragdina o Tabla de Esmeralda, Formas
Tácito, Sol
Tai Kih, Dualismo
talón, Pie
tamas, ver gunas
tambor, Música, Reloj de arena
doble, Objeto
Tanew, Gráfico
Tanit, Triángulo
taoísmo, Hombre, Rueda, Tejido
Tao-te-king, Red
T'ao T'ieh, Máscara
Tarot, Acróbata, el Ahorcado, el Carro, Color positivo-negativo,
Destrucción, el Diablo, Dodecanario, el Emperador, la Emperatriz, el
Enamorado, el Eremita, las Estrellas, la Fuerza, Gran Sacerdote,
Gran Sacerdotisa, Imagen del mundo, Inversión, el Juglar, el Juicio, la
Justicia, Lámpara, Letras, el Loco, la Luna, la Muerte, el Mundo,
Naipes, Nudo, Números, Ojo, la Rueda de la Fortuna, Simbolismo
fonético, el Sol, Sombrero, la Templanza, Torre, la Torre herida por el
rayo, Zodíaco
Tártaro, Cerbero
tatuaje, Marca
tau, Hacha
Tauro, Correspondencia, Cuernos, Géminis, Hércules, Miel, Toro
Ver también zodíaco
Tchoang Tseu, Dragón
Tebas, siete contra, Septenario
esfinge de, Esfinge
Teillard, Ania, Casa, Espacio, Montaña, Pie, Rana, Serpiente
telaraña, ver araña
temenos, Fuente, Recinto
Temístocles, Papiro enrollado
temperamentos:
cuatro, Cuaternario
lunar y solar, Tarot
templo, Arquitectura
-montaña, Arquitectura, Escalera, Montaña, Templo
y mandala, Mandala
Ver también Salomón
teocalli, Arquitectura, Montaña, Templo
Teofrasto, Perdiz
ternario, Cuaternario
Ver también tres
terremoto, Catástrofe
Teseo, Bucentauro, Castillo, Lazo, Minotauro
tesoro, Graal, Héroe, Joyas
guardián del, Basilisco, Caballero, Gigante, Guardián
Tetis, Ninfas
tetracordo, Música, Tetramorfos
Tetractys, Números
tetramorfos, Animales, Cabeza, Cuaternario, Gráfico, Hombre,
Imagen del mundo, Paisaje, Planetas
tetraskelion, Esvástica
Thenaud, Jean, Madre
Theodoreto, Águila
théraphim, Tarot
Thor, Armas, Guerra, Tempestad, Toro
Thot, Espiral, Ibis
Tiamat, Cosmogonía, Leviatán, Lucha, Red
tiempo, Circunferencia, Crono, Saturno
infinito, Éufrates
tierra de la muerte, ver muerte y territorio
Tierra Prometida, Egipto
Tifón, Monolito, Quimera, la Rueda de la Fortuna, Viento
tigre:
blanco, Elementos
cinco, Tigre
tilo, Árbol
Timoteo de Mileto, Lira
tinieblas, Rayo
Tiro, Columna
titanes, Gigante, Guerra, Paisaje, Titanes
Tolomeo, Sofia
toro, Animales, Bucentauro, Bucráneo, Buey, Cabalgadura,
Cosmogonía, Dioniso, Dragón, Esfinge, Fecundidad, Gemelos,
Hércules, Hombre, León, Macho cabrio, Manto, Minotauro,
Monstruos, Numismáticos, Ouroboros, Perro, Piscis, Sangre,
Talismanes, Tatuajes, Tauro, Tetramorfos, Sigma, símbolos de
Triunfo, Vaca, Victoria, Zodíaco
alado, Monstruos
de Creta, Hércules
torre, Arquitectura, Formas, Minarete
tortuga, Hombre, Mercurio, Terremoto, Tetramorfos
totemismo, Gemelos, Zodíaco
Toussenel, Vuelo
transformación, Mäscara, Metamorfosis
Ver rueda de las transformaciones
transmutación, Corona, Metamorfosis
transparencia, Cristal
travestismo, Disfraz, Orgía
trece, Números
Ver también números
tres, Arquitectura, Carro, Diana, Formas, Números, Ojo
Ver también números; ternario
triángulo, Arquitectura, Formas, Números
tridente, Armas, Diana, Neptuno, Poder, Ternario
Trimurti, Triforme
Trinidad, Arquitectura, Asno, Basilisco, Daena, Trébol
triskeles, Trípode
Trismosin, Salomon, Etíope
Tristán e Iseo, Filtro, Ishtar, Muerte
Trithemius, Imagen
Troya, Hércules, Objeto, Remo
trueno, Águila
Ts'ung, Jade
Tsên-tse, Tetramorfos
Tuat, Serpiente
Ulises, Petrificación, Tierra prometida
umbra, Lémures
umbral, Vado
guardián del, Guardián, Querubines, Umbral
unicornio, Animales, Cuernos, Hombre, Pez, Tetramorfos
uno, Números
Ver también números
Upanishads, Agujero, Árbol, Binario, Boca, Caballo, Cielo, Cordón,
Hombre, Nada, Pájaro, Tejido
Ur, Potne Otheron, Toro
Urano, Árbol, Lazos, Piscis, Planetas, Saturnalia, Sol, Teogonía
ureus, Poder, Serpiente
urna, Graal
Usener, Lucha
Uther Pendragón, rey Arturo
Vach, Vaca, Tauro
vado, travesía del, Viaje
vahana, Cabalgadura
Vaishwânara, Hombre
vajra, Hacha, Rayo
Valentin, Basile, el Carro, Gráfico
Valeriano, Giampietro, Hombre, Letras
Vallcarca, Paisaje
valquirias, Demonios ctónicos
van Scheltema, Adama, Recinto
Varrón, Planetas
Varuna, Lazos, Red, Sol
vas Hermetis, Horno
vellocino de oro, Árbol, símbolos Heráldicos
Velo, Tejido
Vendryes, Simbolismo fonético
ventana, Habitación
Venus, Alas, Alegorías, Cinturón, Cisne, Color, Correspondencia,
Diana, Dioses planetarios, Golondrina, Gorro frigio, Gráfico, Gran
Sacerdote, símbolos Heráldicos, Lámpara, Luna, Metales, Música,
Planetas, Quinario, Rosa, Rostro humano, Septenario, Tauro,
Templo, Zigurat
verano, Estaciones
verde, signo del, Gráfico
Ver también colores
verdugo, Escorpión
Verne, Julio, Subterráneos
Vettersfelde, tesoro de, Pez cósmico
Vía Láctea, Abismo, Ciervo, Luna
viaje nocturno por el mar, Devoración, Invisibilidad, Perro, Sol, Viaje
víbora, Procesión
vicios y virtudes, Acción, el Enamorado, Escalera, Minotauro,
Septenario, Ternario
viento, Cazador, Dodecanario
torre del, Arquitectura
vino, Vid
violeta, Granada
Ver también colores
Viraj, Tauro
vírgenes:
vestales, Lámpara
y unicornios, Unicornio
Virgilio, Muérdago, Remo, Viaje a los infiernos, Viaje nocturno por el
mar
Virgo, Arpías, Correspondencia, la Fuerza, Hércules, Libra
Ver también zodíaco
Vischer, Gráfico
Visha, Caos
vocales, Correspondencia, Letras
y colores, Color
y planetas, Correspondencia
Völuspa, Árbol, Serpiente
Vritra, Despedazamiento
Wace, rey Arturo
Wagner, Richard, Color positivo-negativo, Sofia
Waite, A. E., Daena, Graal
Walther von der Vogelweide, Cimera
Wang, Hombre
Weininger, Otto, Acanto, Elección, la Justicia
Westermarck, Edward, Fuego
Wieland, el herrero, Pie
Wier, Johann, Lamia
Wilhelm, Richard, Cosmogonía
Wirth, Oswald, Ablución, el Ahorcado, Color, las Estrellas, Fénix, la
Fuerza, Lavado, la Luna, el Mundo, Sello de Salomón, Serpiente,
Sirena, Tarot
Wolfram von Eschenbach, Graal
Wotan, Cabalgadura, Diana
Yagaddeva, Envolvimiento
Yahvé, Asno
Yang-Yin, Amor, Binario, Caballo-dragón, Círculo, Circunferencia,
Color positivo-negativo, Espiral doble, Gráfico, Ouroboros,
Planetas, Serpiente, Sexos
yantra, Mandala
Yggdrasil, Árbol
Ymir, Cosmogonía
yoga, Acción, Respiración, Serpiente
yoruba, Imagen del mundo
Yse, Mujer muerta
Zachariel, Septenario
Zagreo, Cazador, Luna
Zend-Avesta, Camello
Zervan Akarana, Crono
Zeus, Sofia, Sol
Ver también Júpiter
zigurat, Arquitectura, Escalera, Montaña, Serpiente, Templo
Zimmer, Heinrich, Bosque, Cabellos, Caduceo, Color,
Despedazamiento, Disfraz, Isla, Mandala, Máscara, Océano, Pájaro,
Serpiente, Tridente, Túnica
zodíaco, Agricultura, Anillo, Árbol, rey Arturo, Centro, Ciclo,
Hércules, la Justicia, Lámpara, Naturaleza, Planetas
y cuerpo humano, Correspondencia
y paisaje, Correspondencia
Ver también nombre de cada signo en particular
Zóhar, Árbol, Cabeza, Camello, Cuaternario, Escalera, Hilo, Sefirot,
Simbolismo fonético, Tinieblas
Zollinger, Gustav, Gráfico, Simbolismo fonético
zorro de siete colas, Septenario
Zósimo, Aguas
zouni, Color
zurrón, Odre
* El número entre paréntesis indica la obra a la que se hace referencia en
la Bibliografía (págs. 477-478).
* Esta voz fue introducida en la segunda edición inglesa (1971), que
reproducía un artículo publicado en La Vanguardia (17-11-1970). Aquí
hemos introducido los tres artículos que se publicaron en el citado
periódico con el título «Simbolismo fonético» (14-11-1970, 17-11-1970
y 12-III-1970) y, por ofrecer la misma temática, hemos añadido un
cuarto: «Bronwyn-Bhowani» {La Vanguardia 16-IV-1971).
Diccionario de símbolos tradicionales, Luis Miracle, Barcelona 1958;
Diccionario de símbolos, Labor, Barcelona 1969;
A Dictionary of Symbols, Routledge & Kegan Paul, Londres 1971, 2.ª
ed.
Edición en formato digital: marzo de 2018
© Victoria Cirlot Valenzuela y Lourdes Cirlot Valenzuela, 1969
© Ediciones Siruela, S. A., 2018
c/ Almagro 25, ppal. dcha.
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