ES TR UC TU RA Y OR GA NI ZA CI ÓN
DE LA PR OD UC CI ÓN EN LOS
ARSENALES DE LA MA RI NA
ESPANOLA DE L SIG LO XV III
-
¡
Juan TORREJÓN CHAVES
Doctor en Historia .Moderna
s de
Los arsenales de la Marina fueron los establecimientos industriale
e se
mayor importancia y complejidad en la España del setecientos, y dond
y variaconcentró, de manera permanente, la fuerza de trabajo más numerosa
coste y
da. En ellos se fabricaban, mantenían y reparaban los bienes de mayor
los
más avanzada tecnología del momento: los navíos de línea, que eran
buena
en
elementos principales de las flotas militares. Sobre éstas descansaba
tráfico
medida el poder del Estado, por lo que significaban para garantizar el
omía
comercial con las colonias, de tan decisiva impo rtand a para la econ
tas,
española del momento. Y, junto a los navíos de línea, se construyeron fraga
etc.
corbetas, galeras, galeotas, ureas, jabeques, bergantines , paquebotes,
y
Como se indica en el título, trato en estas páginas acerca de la estructura
en la
organización de la producción en los arsenales españoles de La Carraca en
bahía de Cádiz, Ferrol, Cartagena y el astillero de Mahón, d~teniéom
Cuerpo
analizar la dirección de las actividades a cargo de los oficiales del
de las
General de Marina, y en particular de sus ingenieros; la organización
y
maestranzas, divididas en sus tres grandes ramos de la carpintería de ribera
intecalafatería, fábricas y obradores; los ajustes o arreglos de los operarios
e
grantes de las mismas, y su jornada laboral. A renglón seguido, y centrándom
que
en uno de los oficios, describo de manera concisa el papel tan sustancial de
el hierro representó para la Armada del momento, así como las actividades
imporlos herreros en sus talleres, finalizando con una reseña sobre un trabajo
santes
tante realizado por herreros vascos para uno de los proyectos más intere
de un
de innovación tecnológica en la España del momento: la instalación
efecto.
aserradero en La Carraca movido por una máquina de vapor de doble
ás de
Seis cuadros y una relación bibliográfica complementan el texto, adem
édie
unas láminas que representan la forja de las anclas, sacadas de L'Encyclop
de Diderot y D' Alembert.
La dirección de las actividades
e
En los arsenales todo el proceso de producción estaba minuciosament
llareglamentado a través de diversas disposiciones, de entre las cuales desco
éstas se
ron como elemento normativo fundamental las Ordenanzas. Cuando
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JUAN TORR EJÓN CHA VES
reformaron en 1776 (siendo secretario de Estado y del Despacho Univ
ersal de
Marina Pedro de Castejón), se puso fin a la bicefalia que existió en el
gobierno de los mismos (Cuerpo General, Cuerpo de Ministerio), y las activi
dades
productivas fueron dirigidas y controladas por los oficiales de guerra de
Marina, bajo la autoridad del inspector general y del ingeniero general (1).
Éstos
contaban en cada uno de los arsenales de la Península con tres jefes subal
ternos (oficiales generales de la Armada de alta graduación), que constituían
el
«ápice estratégico»: el comandante, el subinspector y el ingeniero en jefe,
los
cuales disponían de varios oficiales subordinados en calidad de ayuda
ntes
para el desempeño de sus encargos. Periódicamente, el inspector gener
al y el
ingeniero general pasaban revistas de inspección en los tres Departame
ntos y
elaboraban informes que remitían a su Secretaría de Estado.
El comandante del arsenal era en el mismo el sustituto del capitán gener
al
del Departamento en lo concerniente al mando militar, ejerciendo su potes
sobre todos los oficiales de mar, marinería, tropa, rondines, presidiarios tad
, etc.,
distribuyéndolos en sus respectivos destinos. Bajo su responsabilidad
también
estaba la custodia del arsenal de día y de noche, y su gobierno «polí
tico y
militar».
El subinspector, que era el máximo responsable del cumplimiento de
la
Ordenanza, tenía a su cargo las recorridas de aparejos de los buques,
el almacén general, los almacenes de depósito y los almacenes de excluido; y
cuidaba
particularmente de los obradores de velamen, instrumentos náuticos
y
armeros. Le correspondía, también, la facultad de inspeccionar todas las los
obras
que se realizaran en el arsenal, y la obligación de dar parte cada mes
de que
los navíos desarmados poseían los pertrechos precisos para su completo
armamento. Los bajeles que se encontraban en tales circunstancias, debían
tener un
comandante y un oficial subordinado, con la obligación de asistir a las
obras
de carenas y conservación del bajel, a la recorrida de su aparejo, a la
coloc
ción metódica de éste y de los demás pertrechos en su almacén de depós aito,
así como al cuidado de las armas, velamen y arboladura que se hallas
en fuera
del mismo (2).
Al ingeniero en jefe o ingeniero comandante del arsenal concernía todo
lo
relacionado con la construcción naval, las carenas y las recorridas de los
bajeles, las arboladuras, los diques de carenar en seco, las fábricas de jarcia
y lona
y los demás talleres del arsenal, así como los procesos constructivos
de todas
las obras y edificios terrestres e hidráulicos. Para ello se auxiliaba
de los
miembros del Cuerpo de Ingenieros de Marina, sus agregados y los ayuda
ntes
de construcción, que se const ituían en la «línea medi a» de la caden
a de
(1) Ordenanza de S.M. para el Gobierno militar y económico
de los reales arsenales de
Marina. Dividida en dos tratados. Imprenta de Pedro Marín, Madri
d, 1776, 409 páginas en
cuarto menor.
·
(2) En el Departamento de Cádiz estaba también al cargo del subins
pector el dique del
caño del Trocadero, que la Marina adquirió --con los terrenos e instala
ciones correspondientes- en abril de 1785 a los herederos de Jacinto José de Barrios por
150.000 pesos sencillos
pagaderos en tres plazos.
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ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN DE l.A PRODUCCIÓN EN LOS ARSENALES...
mando, encargada de vincular las disposiciones del ápice estratégico con el
«núcleo de operaciones». Por ejemplo, en 1790, bajo el mando del ingeniero
comandante del arsenal de La Carraca se hallaban nueve miembros del Cuerpo de Ingenieros (3), tres oficiales del Cuerpo General agregados para el
servicio de ingenieros, y dos ayudantes de construcción habilitados de ingenieros. Y los ramos en los que se ocupaban estos técnicos eran:
a) Comandancia del Cuerpo de ingenieros;
b) Ayudantía de la Comandancia;
e) Detall;
d) Ayudantía del Detall;
e) Los tres diques de carenar en seco y el astillero;
f) Carenas, recorridas a flote y aprestos para armar dentro de la dársena;
g) Reparaciones en la bahía de los bajeles del Rey armados;
h) Almacén General;
i) Fábricas de jarcia y lona;
j) Obradores y naves;
k) Recibo de las maderas, su conservación y distribución en el arsenal;
l) Cortes de madera en los montes de Segura e ·investigaciones de las
minas de carbón de Villanueva del Río, para proponer su fomento (4);
m) Cortes de madera en los montes de la jurisdicción de este Departamento (5);
n) Comandancia del dique del Trocadero;
o) Segunda Comandancia del mismo dique.
Las maestranzas (6)
Los trabajadores de los arsenales (el «núcleo de operaciones») conformaban las denominadas maestranzas, que tenían carácter permanente y, en caso
de necesidad, se ampliaban con miembros eventuales. En la maestranza de
cada arsenal se distinguían tres grandes grupos:
· (3) Este Cuerpo facultativo y militar fue establecido el 10 de octubre de 1770 por la Real
Ordenanza que refrendó Julián de Arriaga, a la sazón secretario de Estado y del Despacho
Universal de Marina e Indias. En el preámbulo de la misma se detallaron los cometidos propios
de la corporación: «Por quanto conviniendo a mi Real servicio crear un Cuerpo de Ingenieros
de Marina, agregado al Cuerpo General de Marina, a cuyo cargo se construyan, carenen, recorran, cuiden los vageles, se fabriquen los edificios y practiquen las demás operaciones correspondientes a este cuerpo facultativo y militar en mis puertos, arsenales, montes, a bordo de mis
navíos y escuadras de guerra, a que destinaré en qualquier parte de mis dominios. Y siendo
también de la mayor importancia se componga de sugetos ábiles en la theoría y práctica de esta
profesión, he resuelto su establecimiento...» Archivo General de Simancas, Marina, leg. 79.
(4) Esta labor la desarrollaba el ingeniero destinado en la sierra de Segura en la estación
en que no era precisa su permanencia en los montes.
(5) De los mismos se obtenían, además de pinos, robles, encinas, fresnos y álamos.
(6) El texto que sigue se fundamenta en los documentos del Archivo General de la Marina, Arsenales, legs. 1803, 2589, 3753, 3739, 3798, 3802, 3805.
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1) el ramo de la construcción naval, compuesto por los carpinteros de
ribera y los calafates, quienes significaban la parte fundamental de la
mano de obra;
_
2) los trabajadores de las fábricas de jarcia y lona;
3) los operarios integrados en los talleres u obradores.
El ingeniero comandante cuidaba de que en el Detall de los ingenieros de
cada arsenal existiesen listas matrices de toda la maestranza agrupada en sus
correspondientes oficios y divisiones, anotándose en las mismas las altas y
bajas producidas, y asentándose por cada individuo una historia, en la que se
incluía su filiación, clase, méritos o deméritos, ascensos, licencias, embarques, castigos aplicados y demás información que se creyera oportuna. El
ingeniero encargado del Detall estaba obligado a dar copia fidedigna y firmada de todo el asiento al trabajador cuando éste lo demandase, con el objeto de
que pudiese presentar las reclamaciones que considerase oportunas. Desde la
misma oficina se vigilaba para que los maestros mayores o capataces realizaran lo propio en las libretas de control que poseían, de manera que siempre
concordasen con las listas matrices de los ingenieros, sirviendo unas y otras
para las revistas diarias y el pagamento de los jornales. Por ausencia y enfermedad del capataz, el cabo debía gobernar la brigada haciéndose cargo de
la libreta; y por igual circunstancia acaecida en el cabo, se encargaba de la
misma el primer operario.
Al.final de cada libreta existía una instrucción que servía al maestro mayor
o capataz de norma en el gobierno de su grupo, en la cual se especificaba que
debía formar relación individualizada de los sujetos que estaban a su cargo,
con su nombre y apellido, y anotar no sólo lo relativo a su oficio, a su clase y
al ejercicio de la profesión, sino también todo lo correspondiente a su conducta particular. Se apuntaba también, en su caso, el escaso espíritu de trabajo, los
descuentos de algunos jornales que se efectuaban al operario cuando se manifestaban las primeras faltas, y si la actitud del trabajador no mejoraba a pesar
.de tales castigos pecuniarios. Todo esto se reflejaba para luego dar parte de
ello a la superioridad, quien podría imponer la pena de despido para siempre
del servicio en los arsenales, con pérdida de todos los derechos, incluidos los
de invalidez y los que pudiera gozar en su momento la viuda. Y, por el contrario, si el trabajador manifestaba capacidad, aplicación y buena conducta, se
anotaban estas cualidades en la libreta, dándose parte al Detall para que se le
tuviera presente en las promociones que acaecieran. En la libreta también se
reflejaban las faltas por enfermedad, obligándose a los capataces y cabos a
visitar de tiempo en tiempo, en los días festivos, a los subordinados enfermos,
para asegurarse de que lo estuviesen e informar posteriormente a sus superiores. En todos los partes que se daban relativos a los operarios, se hacía constar
la brigada u obrador correspondiente, el nombre del sujeto, destino y jornal.
Para simplificar la cuenta y razón y la práctica de los pagamentos, estaba
ordenado que los cambios de destino tendrían que efectuarse sólo en los días
primeros de cada mes, mientras que la alteración de los jornales y la admisión
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ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN EN LOS ARSENALES...
de operarios debían verificarse únicamente el día primero de los meses de
enero, abril, julio y octubre. El pago de los jornales se llevaba a efecto por el
orden de las listas matrices y de la libreta del capataz, quien debía estar
presente en el acto, responsabilizándose de cualquier abuso que se intentara
introducir, de conformidad con lo prevenido en los artículos 2.º y 3.º de las
Leyes Penales.
Se incentivaba la promoción interna de los miembros de las maestranzas
permanentes, con los componentes de inferior clase de una misma brigada u
obrador, los cuales tenían preferencia en caso de vacante de una plaza superior, siempre que se diesen en ellos las circunstancias de «intelixencia, acti vidad en los trabajos, y hombría de bien», sin atenderse a la antigüedad, que
sólo servía en igualdad de circunstancias. En su defecto, se podía escoger para
el ascenso a un trabajador de las otras brigadas.
Estaba ordenado que ningún operario se separase de su réspectiva brigada
o trozo, aplicándose todos unidos a los trabajos; y si bien las obras a flote no
solían exigir sino dos o tres operarios por cada bajel, se destinaba una brigada
o trozo a un número determinado de buques, llevando el capataz o el cabo
cuenta de los pormenores para entregarla al Detall. Mas cuando en una comisión a bordo o en tierra se tuviera que ocupar un número muy pequeño de
trabajadores, se recurría a los integrantes ·de la brigada inválida.
En los arsenales se recibían aprendices de maestranza, que percibían un
jornal diario. Para ingresar debían tener al menos entre los diez y los doce años
de edad; tenían que ser robustos y sin defecto corporal; e, indispensablemente,
ser hijos o parientes de los trabajadores permanentes. A cada aprendiz se le
señalaba un maestro en la brigada o taller de su destino, anotándose en los
asientos del maestro el compromiso (adquirido mediante carta de obligación) de
enseñarlo, mantenerlo, vestirlo y proveerlo de herramientas, según lo que prevenía el artículo 594 de la Ordenanza. Capataces y maestros mayores debían celar
para que los operarios bajo su mando que tuviesen aprendices ejercieran sus
enseñanzas con actividad y sin maltrato alguno de palabra o de obra.
A cambio de sus obligaciones, el maestro recibía el jornal asignado al
principiante, que en los inicios de la última década del siglo xvm eran de
cuatro, cinco y seis reales de vellón. Sólo en el caso de que los aprendices
fuesen hijos de operarios difuntos y que tuviesen a sus madres viudas, contribuían a sus maestros con sólo los dos tercios de su jornal, quedando el tercio
restante para ayudar a su madre, sin menoscabo de las obligaciones del maestro. La carta de obligación se exceptuaba en el caso de que los padres tuviesen
por aprendices a sus propios hijos.
Finalizado el período de aprendizaje, aquellos jóvenes que hubiesen
demostrado más capacidad e interés por el trabajo eran integrados en las
maestranzas al producirse vacantes en las clases inferiores; reservándose en
exclusiva tales resultas para los mismos. De tal modo se garantizaba en los
arsenales un flujo de mano de obra adiestrada y muy adaptada a su disciplina,
siendo ésta la fórmula preferida por los marinos para la recepción de los trabajadores, frente a las admisiones de sujetos formados fuera, que por lo común
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estaban menos cualificados y se acomodaban difícilmente al orden de estos
centros industriales regidos por militares.
Los individuos de las maestranzas podían obtener licencias temporales,
que les eran concedidas por el correspondiente ingeniero comandante, con una
duración de hasta dos meses cuando la residencia del operario durante el
permiso se hallase dentro del límite de la jurisdicción del Departamento. En
otra circunstancia, el mismo jefe podía otorgar una prórroga de hasta cuatro o
más meses, en razón de la distancia que tuviese que recorrer el que la gozaba.
Una vez finalizado el plazo, si el operario no se presentaba en el arsenal o no
avisaba con tiempo a su capataz o cabo acompañando una certificación de
enfermo, se le consideraba desertor de los trabajos, lo que le ocasionaba la.
pérdida de todos sus derechos pasivos y la imposibilidad de entrar de nuevo
en el servicio de los arsenales, de conformidad con el artículo 18 de las Leyes
Penales de Maestranza.
Carpintería de ribera y calafatería
Carpinteros de ribera y calafates se hallaban divididos en brigadas y
trozos de las mismas, verificándose en estos grupos las revistas diarias y los
pagamentos. Cada brigada estaba dirigida por un capataz, que era su jefe
inmediato y como tal acreedor de la obediencia y respeto de los demás
operarios, y al frente de cada trozo se encontraba un cabo. En ausencia del
capataz, el cabo gobernaba toda la brigada, haciéndose cargo de la libreta de
control y recibiendo de los demás trabajadores la misma subordinación; y al
no hallarse presentes capataz ni cabo, la responsabilidad recaía en el primer
operario de cada trozo (7). Por encima de los capataces se encontraban los
ayudantes de construcción (auxiliados por delineantes), los contramaestres
de construcción, los ayudantes de contramaestres y por último los maestros
mayores de calafates.
En el verano de 1790, se formaron en La Carraca con carácter permanente 20 brigadas de carpinteros de ribera y 16 brigadas de calafates cada una
compuesta por los operarios y clases siguientes:
- trozo primero: 1 capataz, 12 oficiales, 9 obreros y 4 aprendices (8);
- trozo segundo: 1 cabo, 12 oficiales, 9 obreros y 4 aprendices;
- un peón cocinero, con la obligación de ayudar al cuartelero (9).
(7) La supeditación de los operarios a sus capataces y cabos era cuidada escrupulosamente, celando el ingeniero comandante para que cada individuo respetara a sus jefes más cercanos
y los obedeciera con puntualidad.
(8) Entre los operarios, los «obreros» comprendían una clase específica, por debajo de la
de los oficiales.
(9) Los cuarteles de la maestranza servían de alojamiento a una parte de la misma dentro
de este arsenal, aunque la mayor parte de los trabajadores vivían con sus familias en las villas
de la Real Isla de León y Puerto Real, muy distantes de La Carraca. Esto originaba que,
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ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN EN LOS ARSENALES...
Y se previó que, cuando las urgencias extraordinarias obligasen a aumentar
el número de los carpinteros de ribera y de los calafates, se formarían brigadas eventuales cuyos primeros trozos estarían compuestos por un capataz y
21 oficiales; mientras que los trozos segundos tendrían a su frente un cabo e
igual número de oficiales que los trozos primeros. La pertenencia a esta maestranza eventual no conllevaba la aplicación del descuento de inválidos ni el
goce de derecho alguno para una futura colocación en la maestranza de carácter permanente en ninguna de sus clases.
En sueldos y jornales, el coste anual de cada brigada permanente se elevaba a 134.960 reales de vellón.
Fábricas de jarcia y lona
Los operarios que se empleaban en las fábricas de jarcia estaban dirigidos
segundo, y se hallaban divididos en una
por un maestro mayor y un m~estro
brigada de rastrilladores, una brigada de hiladores, una brigada de aprendices,
una cuadrilla de peones para corchar y alquitranar, y otra cuadrilla de trabajadores que se ocupaban de actividades complementarias (10). En 1792, en las
cordelerías de los tres arsenales se consumieron 40.343 quintales de cáñamo
en rama, para la manufactura de cabos de todas las menas.
Las fábricas de lona se encontraban, de igual modo, bajo el encargo de un
maestro mayor y de un maestro segundo, trabajando los operarios agrupados
igualmente en brigadas y cuadrillas: una brigada de rastrilladores, una brigada de hiladores, una brigada de aprendices; una brigada de viradores de
rueda, una brigada de canilleros urdidores, una brigada de tejedores, una
brigada de canilleros para trama, una cuadrilla de peones lavanderos y una
cuadrilla de trabajadores de otros oficios, para actividades complementarias. También en 1792, se gastaron en las fábricas de lona de los tres arsenales 9.402 quintales de cáñamo, con los que se produjeron 7 .590 piezas de
.
todas las clases y 52 quintales de hilo de vela.
Todos los cáñamos que consumía la Marina militar eran cultivados en
España. La Carraca se surtía de los que procedían de Granada, Murcia y
Valencia; Ferrol, de los provenientes de Aragón, Navarra y Granada; y Cartagena, de los originarios de Valencia, Murcia y Cataluña. Las otras fábricas de
lona españolas, existentes en Granada, Murcia y Estepa, se hallaban en manos
privadas y su producción se destinaba a la Marina mercante. '
en ocasiones, no acudiesen a tiempo a la lista, con el consiguiente perjuicio económico que
conllevaba no hallarse presentes en el momento de la revista; o que ocurriesen abandonos de
los puestos de trabajo y salidas furtivas del arsenal antes de haber finalizado la jornada laboral,
para evitar la noche en el camino de sus casas. Las largas distancias no permitían que, a mediodía, las familias pudiesen llevar la comida a los operarios de este arsenal.
(1 O) En la brigada de hiladores estaban incluidos los viradores de rueda. El corchado o
colchado consiste en la unión de las filásticas de un cordón o los cordones de un cabo, torciéndolos uno sobre otro.
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Las fábricas de jarcia y lona de La Carraca se construyeron entre 1774
y 1777 (después de que ardieran en 1773 las que se hallaban en el puente de
Zuazo), formando un alargado edificio de 520 varas de largo y 48 de ancho,
ubicado en paralelo con los diques de maderas. Los extremos estaban ocupados por pabellones, donde se encontraban los despachos del ingeniero y de los
contadores destinados en este ramo. Entre los pabellones, se hallaban los
almacenes de cáñamo en rama y rastrillado, de hilo para tejer y corchar y de
jarcia y lona fabricadas; las casillas de herramientas; los obradores de rastrillado e hilado; los telares, y las prolongadas naves de la cordelería-divididas
longitudinalmente por hileras de columnas de madera que formaban cinco
calles-, en las que se alquitranaba la filástica con una máquina semejante a la
existente en el arsenal de Cartagena y luego se torcía en cordones para luego
confeccionar la cabuyería de todas las menas y las maromas. De esta manera
se obtenían unas manufacturas de extraordinaria calidad.
La concurrencia de tantas materias inflamables y en cantidades tan elevadas, los descuidos y los sabotajes que en ocasiones realizaron los penados, e
incluso los operarios, provocaron que en varios momentos estas fábricas saliesen ardiendo, alcanzando a veces los siniestros magnitudes pavorosas. Así, en
la madrugada del 1 de mayo de 1801 un incendio prendió en el obrador de
lona y, ante la imposibilidad de sofocarlo, para impedir que las llamas se
extendiesen al resto del edificio, se batió a palanqueta con cañones del calibre 18 la parte que estaba expuesta a ser conductora del fuego, que desde los
primeros momentos se manifestó con grande ímpetu a pesar de no existir
viento alguno. Las naves inmediatas fueron derruidas y sus escombros cubiertos con fango, mientras las bombas de mano sofocaban las llamas, que no
fueron reducidas hasta ocho horas después. Se perdieron 1.200 quintales de
cáñamos, de los que 150 correspondían al rastrillado y repuesto de telas urdidas, así como 90 telares. Un año más tarde, un nuevo incendio de estas
mismas fábricas alcanzó mayores proporciones, y fue provocado por unos
individuos que entraron furtivamente por la noche para robar y al huir abandonaron una vela encendida.
Obradores permanentes
Los demás trabajadores de los arsenales estaban integrados en los obradores, que eran:
- acémilas y bueyes
- albañiles y canteros
-armeros
- aserradores
- bombas contra incendios
- carpinteros de lo blanco
- casa de bombas y achique de los diques
- cerrajeros
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ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN EN LOS ARSENALES...
- conservación y cuidado de las maderas
-cureñaje
- escultores
- estampación de escudos para banderas ( 11)
- estopa negra
-faroleros
- fundición (12)
-herreros
- instrumentos náuticos
-motoneros
- planchas de plomo
-pintores
- recorrida de aparejos
-remolares
- sala de gálibos
- sastres
- serrería
-talcos
-toneleros
-torneros
-velamen.
Al frente de los talleres se hallaban, por lo general, los maestros mayores, auxiliados por capataces y cabos. El obrador de albañilería y cantería
estaba dirigido por un aparejador, mientras que los de remos, tonelería, estopa negra y conservación de las maderas tenían como jefes inmediafos a sus
correspondientes cabos, y el de peones y acémilas era gobernado sólo por
capataces.
En la Armada del siglo XVIII existió una constante preocupación por la
innovación tecnológica, que en los arsenales estuvo íntimamente unida a
la necesidad imperiosa de reducir los ingentes costes, en particular los derivados de la mano de obra. Además del intento de introducción de la máquina de
vapor de doble efecto para aserrar maderas, del que someramente se trata en la
parte final del presente trabajo, en La Carraca se desarrolló un proyecto para
la implantación de una máquina para fabricar la motonería de los buques de
guerra según los diseños del capitán de milicias José de Betancourt y Castro
--el hermano mayor del afamado Agustín de Betancourt-, cuyos trabajos
dirigió él mismo en el arsenal de la bahía de Cádiz a partir de 1789. La máquina, con dos cuerpos, estaba movida por cuatro caballos para activar dos
sierras, barrenar las cajeras y tornear los ejes de madera. Por el procedimiento
seguido hasta el momento, con los 44 operarios de este obrador y el método
de trabajo tradicional se fabricaba cada año la motonería necesaria para dos
(11) Taller existente sólo en el arsenal de Cartagena.
(12) En este obrador se realizaban las piezas principales para la fabricación y reemplazo
de las máquinas de vapor de efecto simple, que desaguaban los diques de carenas.
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navíos del porte de 74 cañones y una fragata del de 34, con un coste en mano
de obra de 109.320 reales de vellón, correspondiendo 41.100 para los motones de cada navío y 27 .120 para los de la fragata. Adoptándose el nuevo método propuesto, por este mismo concepto saldría la motonería de un navío por
17.573 reales de vellón y la de una fragata por 11.714 reales de la misma
moneda. El mismo Betancourt solicitó que se aumentase en 30 individuos el
personal del taller, para poder producir cada año los motones necesarios para
nueve navíos y seis fragatas de los portes indicados.
Los arreglos de maestranza
Periódicamente se efectuaban ajustes del número de los trabajadores que integraban la maestranza de cada arsenal, por oficios y categorías con sus respectivas
remuneraciones. Así, para los años de 1788 y 1789 se calculó en La Carraca la
necesidad de 3.807 individuos, cuyo presupuesto anual en sueldos y jornales se
elevó a 8.928.354 reales de vellón. Después de la revista de inspección que pasó
en julio de 1790, el ingeniero general José Romero Landa planteó un arreglo de
la maestranza cuyo fin fundamental era el inmediato ahorro de costes sin que se
resintieran las actividades en curso, bajo las condiciones siguientes:
1)
2)
3)
4)
ser época de paz;
correspondía a la dotación de 80 bajels~
se computaban doscientos ochenta días laborables al año;
la nueva clasificación de los operarios de todos los ramos se llevaba a
término siguiendo criterios de productividad, aminorando el número de
los que integraban las clases menos cualificadas y productivas, y
aumentando el de los que componían los grupos superiores, donde la
rentabilidad coste-producción era más elevada (13).
La maestranza se disminuyó en 184 operarios, pasando a estar formada
por: 3.623, incluyendo los integrantes del Estado Mayor de Construcción y
Calafatería, cuyo devengo anual se calculó en 8.521.353 reales de vellón, con
un ahorro consiguiente de 407.001 (14). Capataces, cabos, oficiales, obreros,
aprendices, capataces de peones, peones, cuarteleros y cocineros se pagaban a
jornal prefijado por día laborable, mientras que los maestros mayores y segundos, aparejadores y todos los miembros del referido Estado Mayor percibían
un sueldo mensual fijo que oscilaba entre los 75 y los 40 escudos de vellón,
(13) Los obras de arboladuras, cabrestantes, ajustes de baos, crucetas, etc., por ser prolijas, requerían operarios hechos, que eran los de las clases de jornales mayores, ya que los arsenales no podían exponerse a la pérdida de una pieza costosa por falta de conocimiento en el que
la trabajaba.
( 14) En las dos últimas décadas del siglo xvnr los apuros económicos (derivados del
permanente déficit presupuestario) fueron constantes en el Departamento de Cádiz, y se agudizaron a finales de siglo conforme se ahondó la crisis de la Hacienda.
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ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN DE /.A PRODUCCIÓN EN LOS ARSENALES...
con independencia de los días trabajados (15). En el Cuadro 1 se pormenorizan sus integrantes, desglosados por ramos y divididos por clases, con especificación de los correspondientes costes salariales.
- Los capataces percibían entre 14 y 12 reales de vellón diarios;
- Los cabos, entre 13 y 11;
·_ Los oficiales, entre 12 y 10 (16);
- Los obreros y casilleros, entre 9 y 5;
- Los capataces de peones, 8;
- Los aprendices, entre 6 y 4;
- Los peones, entre 5 y 4.
A este arreglo de la maestranza de La Carraca se le otorgó un carácter
provisional, en espera de efectuar más tarde un arreglo general de las maes- ·
tranzas de los tres arsenales y del astillero de Mahón, con el mismo propósito
de controlar los costes laborales y reducirlos, a la vez que se aumentaba la
productividad. Simultáneamente, en un proceso de racionalización, se pretendió fijar un número constante de individuos por cada ramo y sus clases, con
las respectivas remuneraciones de sueldos y jornales, para así poder presupuestar de manera más precisa, sencilla y detallada. Al par, se modificó el
método que se había seguido hasta el momento de incorporación de los trabajadores a los correspondientes destinos, en el que se dejaba un gran margen de
libertad a los ingenieros para asignar a cada individuo a su clase, cuyos
componentes no estaban determinados, rii el estipendio respectivo.
El arreglo general de las maestranzas comenzó a .efectuarse en 1791,
partiéndose de la situación existente en ese mismo año, que en lo concerniente a la construcción naval, carenas y recorridas se refleja en el Cuadro II,
cuyo coste anual total se elevaba a 18.221.976 reales de vellón, en concepto
de salarios, repartidos porcentualmente entre los tres Departamentos y el astillero insular de este modo:
Cádiz .....................
Ferrol. .................. .
Cartagena............. .
Mahón.................. .
37,32 por 100
25,32 por 100
33,68 por 100
3,66 por 100
La previsión para los año~
siguientes a 1791 se realizó según se especifica
en el Cuadro 111, quedando reducidas de forma drástica las plantillas de estas
mismas clases en 3.137 trabajadores, lo que conllevaba un ahorro anual de
6.035.716 reales de vellón.
(15) El Estado Mayor de Construcción y Calafatería estaba integrado por ayudantes de
construcción, delineantes, contramaestres de construcción y ayudantes de contramaestre.
(16) Sólo algunos oficiales del obrador de fundición y bombas contra incendios, donde
también se efectuaban las piezas que necesitaban las máquinas de vapor que se utilizaban para
desaguar los diques de carenas, sobrepasaban los 12 reales de vellón máximos que recibían los
demás trabajadores de la misma clase en el ars~nl.
Año 2001
REVISTA DE HISTORIA NAVAL
65
JUAN TORREJÓN CHA VES
Como se precisa en el Cuadro IV, al iniciarse 1793 trabajaban en los tres
arsenales españoles y en el astillero de Mahón 10.829 operarios, a los que se
unían para determinadas labores 2.824 presidiarios y galeotes (17). En agosto
del mismo año los buques que conformaban la Armada Real eran 79 navíos,
55 fragatas,. 8 corbetas, 13 ureas, 10 jabeques, 8 balandras, 40 bergantines,
6 paquebotes, 1 lugre, 3 galeras, 4 galeotas, 8 goletas y 3 pataches. Los ajustes de la mano de obra se continuaron efectuando, con tendencia a disminuir
su número, conforme los problemas económicos se agudizaron en los Departamentos. A principios del siglo XIX, las reducciones de los operarios de las
maestranzas eran ya muy importantes, dándose la circunstancia de que ni tan
siquiera se cubrían las plazas fijadas en los arreglos, como se detalla en el
Cuadro V.
La jornada laboral
Los trabajos se iniciaban al amanecer y finalizaban al ocultarse el Sol. La
primera actividad era la de pasar revista a todos los miembros de la brigada,
fábrica u obrador, reunidos en sus correspondientes lugares, tarea que efectuaba el maestro mayor o el capataz al rayar el día, para lo cual los trabajadores
debían ingresar en el arsenal con una media hora de antelación. En el primer
día de trabajo de cada mes, después de concluida la lista de la mañana, se leía
la tablilla de las Leyes Penales.
Seguidamente, se efectuaba el reparto de las faenas y las herramientas, y
comenzaban las actividades, que se desarrollaban hasta que se tocara la
campana para el almuerzo, que duraba media hora. Un nuevo toque de campana señalaba la reanudación de las tareas, en las que se ocupaban dos horas y
media más, hasta que se repetía el toque para señalar el final de la jornada de
mañana, una vez que se guardasen las herramientas. A continuación, los
operarios que vivían fuera del arsenal podían salir del mismo.
En Ferrol, por ejemplo, era usual que los familiares llevasen a los trabajadores la comida a mediodía, mientras que en La Carraca, por la ya referida
lejanía de sus casas, los operarios se alimentaban con el llamado «costo», que
portaban desde sus hogares, o con lo que compraban dentro del arsenal a los
tenderos «montañeses» (oriundos de la Montaña, región de la antigua tierra de
Burgos, en la parte que hoy pertenece a Santander), en cuyas tabernas y tiendas de comestibles eran constantes las prácticas del abuso y la estafa.
A las dos de la tarde se volvía a pasar revista y ya se permanecía ininterrumpidamente en la actividad hasta la puesta de Sol, cuando se recogían las herramientas y se salía del arsenal. Pero no todos los operarios que vivían fuera
abandonaban el arsenal con la llegada de la noche, ya que con cierta frecuen( 17) Cuando los presidiarios se ocupaban en los oficios del arsenal y lo hacían con utilidad, recibían un tercio o un medio del jornal que hubieran merecido en el caso de ser libres.
Este gasto se costeaba del ahorro producido por razón de ausencias, enfermedades y descuentos
de los miembros de la maestranza.
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REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm.
74
ESTRUCTURA Y ORGAN IZACIÓ N DE LA PRODU CCIÓN EN LOS ARSENALES. ..
cía se efectuaban labores extraordinarias. Por lo común, las tareas se prolongaban dos horas y media, percibiendo los que se quedaban un sobresueldo por
la labor y un significativo plus en concepto de nocturnidad. Y, en ocasiones, se
llegaba a trabajar toda la noche, como podía ocurrir en los desagües de los
diques de carenar en seco. Estos gastos extraordinarios no estaban presupuestados y salían del reman ente resulta nte por ausenc ias, enferm edades y
descuentos disciplinarios de los individuos de la maestranza.
Existía un horario de trabajo de invierno y uno de verano , cuya variación
era pactada por el ingeniero director del arsenal con los ayudantes de construcción, contramaestres y maestros mayores, los cuales consultaban a los
operarios y recogían las opiniones en partes firmados que entregaban a dicho
jefe.
Con el horario de verano se pretendía que la maestranza se librase de estar
trabajando en las horas de mayor calor. El primer período de actividad era el
comprendido entre la salida del Sol y las siete de la mañana, cuando tocaba la
campa na para el almuerzo; el segundo período discurría entre las siete y
media y las diez, y el último período, el de la tarde, no se diferenciaba por lo
general del de invierno, iniciándose el trabajo a partir de las dos del mediodía,
finalizando las faenas con el ocaso (18).
El hierro y los talleres de herreros
La Marina militar fue el mayor consumidor de hierro en la España del
siglo XVIII, metal que se utilizó principalmente para fabricar piezas de artillería, proyectiles, anclas, clavazón, cabillería y pernería. En Cantabria, las reales
fábricas de Liérganes y La Cavada (que la Armada dirigió desde julio de 1781)
proporcionaron cañones y balas, mientras que ferrerías mayores en manos
privadas (instaladas dos en Cereceda, una en Ampuero y otra en las Bárcenas)
abastecieron de clavetería, cabillas y pernos, y la fábrica que se levantó en el
sitio del Povedal, en la jurisdicción de Marrón, surtió de anclas. Desde diversos lugares de Vizcaya y Guipúzcoa, donde la calidad del hierro de forja llegó
a adquirir un nivel de excelencia, se manufacturaron igualmente para la Marina armas blancas y de fuego, clavos, cabillas, pernos y otras piezas, sobresaliendo las anclas de Hemani y Pasajes. Además, en cada uno de los arsenales
existieron herrerías con sus correspondientes fraguas, así como talleres de
cerrajería y, hacia mediados de la década de los años setenta, se inició en estas
auténticas ciudades industriales el proceso de instalación de los hornos de
reverbero.
·
También, favorecidos por la demanda de los arsenales, aparecieron en sus
cercanías pequeños obradores de herreros que solían adquirir el hierro excluido por la Marina, para volver a forjar pequeñas piezas tales como clavos,
ganchos, chavetas, abrazaderas o argollas.
(18) Nuestro actual horario de verano se encuentra adelantado dos horas con respecto
a la
hora solar.
Año 2001
REVISTA DE HISTORIA NAVAL
67
JUAN TORREJÓN CHA VES
En relación con la construc ción naval y las carenas, he de destacar que
mientras que en lugares como Inglaterr a, Holanda , Flandes e incluso
Francia se acostumb raba usar madera para la sujeción de las piezas, en
España se utilizó comúnm ente hierro porque se habían constatad o que en
los puertos meridion ales las barras de palo aflojaban con el tiempo. Cuando llegaron a España, a mediado s de la centuria, los construc tores que
trajo Jorge Juan desde Inglaterr a (Rooth fue destinado a Ferrol, Howel a
Guarnizo , Bryant a Cartagen a y Mullan a La Carraca) , comenza ron a
reemplaz ar las cabillas de hierro por cabillería de madera (como hicieron,
por ejemplo, en los navíos Aquilón y Oriente); pero esta alternativ a fue
luego abandon ada y se volvió al método tradicion al de trabar. Sólo a
partir de los años ochenta, cuando se empezó a forrar con planchas de
cobre los buques españoles, la claveterí a de hierro se fue sustituyendo por
la de bronce, ya que los marinos comprob aron el efecto destructo r que
sobre los clavos y los pernos de hierro del plan del buque producía el
acetato cúprico.
Para cubrir sus enormes necesidades de hierro, la Marina se aprovisionó
con las producciones de sus propias instalaciones y de otros establecimientos
industriales nacionales de carácter público; con las manufacturas proporcionadas por fabricantes privados españoles, y con los bienes suministrados por los
mercados internacionales (19). Para los abastecimientos de los particulares se
realizaban previamente contratas, destacando entre los asentistas españoles
Manuel Santibáñez, quien en 1760 se comprometió a proveer de herrajes a los
tres Departam entos; Jerónimo Retortill o, que hizo lo mismo en 1767, y
Domingo Alzube, el cual se obligó, en 1771, a surtir de herraje y clavazón por
cinco años. Cuando se fundó el Banco de San Carlos, en 1782, se encargó
de determinados aprovisionamientos a la Armada, entre ellos los de herrajes.
A partir del 1 de enero de 1791, este cometido fue desempeñado por los cinco
gremios mayores.
Como se detalla en el Cuadro I, a mediados de 1790 el taller de herreros
de La Carraca se componía de 109 trabajadores, al frente de los cuales se
hallaba un maestro mayor auxiliado de un capataz. El maestro mayor era
remunerado, como encargado del obrador, con un sueldo de 50 escudos de
vellón al mes, mientras que los demás herreros tenían asignados sus jornales:
el capataz, 14 reales; los 2 cabos, 13; 6 oficiales, 12; 6 oficiales, 11; 6 oficiales, 10; 9 obreros, 9; 9 obreros, 8; 15 obreros, 7; 15 obreros, 6; 15 obreros, 5;
12 aprendices, 4, y 12 peones (que se dedicaban a conducir materiales, soplar
fuelles y limpiar el obrador), 5.
(19) Los abastecimientos provenientes del exterior alcanzaron, en ocasiones, muy altas
cotas. Por ejemplo, en julio de 1773, y dada la bonanza entonces existente en las relaciones con
los británicos, se efectuó un contrato con la reputada Compañía y Propietarios de las Fundiciones y Obras de la Ciudad de Carron en el Reino de Escocia, para que surtiese de cañones de
hierro a 72 reales de vellón por quintal. Llegaron a España 4.498 piezas, de las que se aceptaron
finalmente 3.132 después de que los marinos españoles efectuasen las reglamentarias pruebas
de recepción.
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REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm.
74
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JUAN TORREJÓN CHA VES
La proporción que representaba9 los herreros, respecto del total de la
maestranza, era entonces de un 3 por 100, y su coste anual en relación con lo
que se pagaba a la misma en concepto de sueldos y jornales, significaba el
2,50 por 100.
A mediados de 1790 existían en el arsenal de La Carraca 30 fraguas (cuando las necesidades eran de 40), que se hallaban repartidas en dos herrerías
muy pequeñas, con evidente riesgo de un incendio. La escasez de fraguas
obligaba a mantenerlas en actividad hasta las diez de la noche, abonándose a
los operarios que se quedaban tres cuartas partes del jornal por las dos horas y
media de trabajo extraordinario. La solución pasaba por construir un nuevo y
amplio obrador capaz de albergar todas las fraguas que se precisaban con la
seguridad requerida. Y para hacer más económica esta ampliación, se pensaba
en aplicar presidiarios capacitados en este oficio satisfaciéndoles el tercio del
jornal que recibirían si fuesen libres, como ya se practicaba en el taller de
motonería.
Otro problema que presentaban los herreros era que, al no tener muchos de
los operarios dónde vivir fuera del arsenal, lo efectuaban en las mismas herrerías, con los consiguientes peligros que se derivaban, tales como robos o
incendios, situación que también se daba entre los cerrajeros.
El trabajo de los herreros se calificaba como de «obra nueva» o de «obra
de composición, y los productos resultantes eran muy variados, sirviendo para
todas las atenciones del arsenal y no sólo para la construcción naval en sentido estricto:
- abrazaderas de codaste
- agujas de codaste
- aldabillas
- anclas
- anillas
- arandelas
- argollas
- barretones
- bisagras
-cadenas
- cáncamos
- capuchinos
- carros de botes
- casquillos para los frentes
- clavazón y estoperoles (20)
- cucharas de sacar fango
- cuchillas para hender madera
- chapas para cuadernales
-chavetas
(20) La clavazón se computaba en libras y cada pieza se especificaba en pulgadas y
medias pulgadas.
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REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 74
JUAN TORRE JÓN CHA VES
- escuadras de hierro y de acero
- espiochas
- estribos
- fogones con hornillas
-gan chos
- guardacavas
- hachas y azuelas
- hembras de codaste
- hembrillas
- herrajes para cuadernales
- herrajes para pastecas
- hornillos de balas rojas forrados de cobre y hornillos de balas forrados
de hierro
- horquillas
- machos de codaste y de timón
- palanquetas
- planchuelas
-pern etes
- pernos con tuercas
-reja s
-rezo nes
- soleras
-trav iesas
- verticales
-viro las
-zun chos.
Los ingenieros estaban obligados a poner el mayor cuidado en que las
piezas de hierro, en particular las destinadas a la fabricación del buque y las
carenas, fuesen de la mayor calidad, observando exactamente las instrucciones particulares que al respecto les entregaba el ingeniero general. Con relación a los trabajos elaborados fuera de los arsenales, la Ordenanza fijaba que
su recepción debía ser efectuada por dos ingenieros, los cuales declaraban la
calidad de los mismos y formalizaban la correspondiente entrega, o rechazo
en caso contrario.
Las pieza s de hierro vizcaínas para un aserra dero movido con vapor
Las ferrerías y fanderías vascas desempeñaron un papel fundamental para
cubrir la gran demanda de hierro de la Armada española en el siglo xvrn,
destacando la producción ancorera, clavetera, de armas blancas y de armas de
fuego. Lo que sigue es una muestra más de la confianza que despertaba en la
Marina Real el buen hacer de esta industria.
Fernando Casado de Torres, uno de los técnicos más destacados de la
España del momento, consiguió el 11 de noviembre de 17 88 que se aprobase
72
REVIST A DE HISTOR IA NAVAL
Núm. 74
ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN DE l.A PRODUCCIÓN EN LOS ARSENALES. ..
su importante proyecto de instalar en el arsenal de La Carraca una máquina de
aserrar maderas movida por una «bomba de fuego» de doble efecto. Posteriormente, se dispuso que el ingeniero pasase a La Cavada para comprobar la
posibilidad de fundir allí los cilindros y preparar todo lo concerniente para que
las piezas de hierro del mecanismo de las sierras se forjasen en Vizcaya o
Guipúzcoa. Cuando Casado de Torres comprobó que en las fábricas de artillería que la Armada tenía en Santander no podía llevarse a cabo tal fundición, se
decidió en la Secretaría de Estado de Marina que el ingeniero se trasladara a
Inglaterra para tratar sobre la adquisición de la máquina de vapor, cuya fabricación contrató con Matthew Boulton y James Watt, los cuales se comprometieron a realizarla con 90 caballos y un cilindro de 60 pulgadas inglesas, al
precio de 8.412 libras esterlinas, incluidas las piezas de repuesto. La máquina,
que fue la de mayor potencia que vendieron los fabricantes de Birmingham al
extranjero, llegó al arsenal de Cádiz a finales de 1791.
Para la fabricación de los herrajes del mecanismo de las sierras se efectuó un asiento, en seytiembre de 1789, con el maestro herrero Pedro de
Olave, de la villa de Eibar, a quien Casado de Torres pasó una instrucción y
los modelos de madera, con un presupuesto de 620.000 reales de vellón (a
razón de 32 cuartos la libra castellana), de los que se le anticiparon 160.000,
. cantidades que iban por cuenta de la consignación del Departamento Marítimo de Cádiz.
En la contrata se fijó un plazo de cinco meses para la entrega del trabajo
(que concluía el 8 de febrero de 1790), y se especificó que el herrero sería
penalizado con un descuento de la cuarta parte de su valor si no entregaba
todo en el tiempo convenido. Mas, cuando llegó el término de lo prefijado sin
la recepción de las piezas, en la Secretaría de Estado de Marina se decidió no
penalizar a Olave, y se le concedió una prórroga del tiempo convenido, ya que
se tenían noticias fidedignas del esfuerzo con que se había trabajado y de lo
delicado y amplio de la labor. En enero de 1790, el capitán de navío e ingenie- .
ro en jefe de Marina José Muller había reconocido en Éibar lo que el herrero
vasco ya tenía concluido y, al comparar con los modelos de madera, había
podido constatar que no se notaba en las piezas la más mínima diferencia, por
la perfección con que habían. sido trabajadas; que las soldaduras se habían
efectuado con solidez y arregladas a lo convenido, y que el hierro utilizado era
de la mejor calidad.
También, por encargo de Casado de Torres y con el mismo objeto, se
ajustó con el herrero José Boye -a 51 maravedíes la libra castellana- la
fabricación para el mismo proyecto de 800 barrotes de varias dimensiones, 1.000 pernos y 500 clavos de una pulgada de diámetro y un pie de
longitud.
En agosto de 1790 se embarcaron en el puerto de Deva, para La Carraca,
2.568 piezas trabajadas por Olave, con un peso de 169.754 libras guipuzcoa- ·
nas (180.363,5 libras castellanas), en el bergantín español San Juan Bautista
(su capitán, Juan Antonio Larragoyen), que se pormenorizan en el Cuadro VI.
Los herrajes iban embalados en 543 cajones numerados y sobre cada uno se
Año 2001 REVISTA DE HISTORIA NAVAL
73
JUAN TORREJÓN CHA VES
expresó las libras guipuzcoanas de lo que llevaba dentro. Se expidió, además,
otro cajón con los modelos de madera y dos atados también de modelos (21).
Cuando se admitieron las piezas en el arsenal, se efectuó la liquidación con
Olave y se le abonaron 683.367 reales y 18 maravedíes de vellón en efectivo,
y una letra de 80.000 reales de la misma moneda contra el Tesoro General,
mediante su recibo, cantidades que incluían el coste de los cajones y la
conducción a Deva.
En noviembre siguiente se firmó con Olave otro convenio para la fabricación de los herrajes que faltaban para la maquinaria de aserrar maderas --con
las mismas condiciones que la obra anteriormente efectuada y a los mismos
32 cuartos a que se había ajustado antes cada libra castellana-, cuyo monto
se calculó en 160.000 reales de vellón.
(21) El flete desde Deva hasta La Carraca fue soportado por la Armada y ajustado a
cuatro reales y dos maravedíes de vellón el quiptal de 100 libras castellanas, precio que era muy
moderado con respecto a los que generalmente pagaban los particulares y el Banco Nacional de
San Carlos por los hierros que remitían a Cádiz.
74
REVISTA DE HISTORIA NAVAL
Núm. 74
CUADRO 1
ARREGLO PROVISIONAL DE LA MAESTRANZA DEL REAL ARSENAL DE LA CARRACA. Julio de 1790
PEONES, CON SUS
CAPATACES
360
160
20
2.699.200
384
288
128
16
2.159.360
6
3
3
2
41.840
6
3
2
1
35.680
2
9
2
36
2
12
48
2
9
27
6
214.600
1
1
18
12
10
2
109.320
1
•
1
2
2
3
36
1
2
2
2
1
15.120
43.960
216.200
2
119.680
MAESTROS MAYORES/
CAPATACES
CABOS
ÜFICIALES
1.060
20
20
480
848
16
16
Pintura
16
1
l
Escultura
13
1
Albañilería y cantería
Carpintería de lo blanco
73
1
85
Motonería
44
Carpintería de ribera
Calafatería
COSTE ANUAL
(EN REALES DE VELLÓN)
APRENDICES
INOIVIDUOS
ÜBREROS
(l)
ÜTROS
2
135.920
Remolar
6
Tonelería
17
Serrería
Fundición y bombas
contra incendios
Herrería
77
1
1
9
36
46
1
1
21
6
3
12
109
2
2
18
12
12
217.680
30
10
1
1
9
63
12
3
4
74.040
3
3
2
1
26.440
18
1
10
42.320
Cerrajería
Farolería
Casa de bombas y achique de lo~ diques (2)
( 1)
(2)
1
1
6
Entre ellos están los casilleros, responsabilizados de la custodia de las herramientas y demás utensilios.
Comprendidos los individuos que cuidaban de las puertas de los diques.
Cuidado de Jas
maderas (3)
Planchas de plomo
127
1
9
104
13
267.900
5
1
Jarcias
256
5
5
134
16
90
6
10.960
495.980
Lonas
376
7
3
287
44
17
18
708.033
Acémilas y bueyes (4)
387
363
24
772.580
Estado Mayor de construcción y calafatería
20
TOTALES
FUENTE:
3.623
2
2
114.600
62
59
1.052
1.250
400
714
66
8.521.353
Archivo General de la Marina, Asuntos Varios, Arsenales, legajo 3805. Elaboración propia.
(3) Desempeñaban las siguientes faenas: recibo, medición y cubicación de las maderas que se acopiaban y apilaban ordenadas por clases, a cubierto y descubierto; extracción de las enfangadas en los caños; y apoyo facultativo al entierro y desentierro de las perchas depositadas en la playa de Sancti Petri, cuya operación
se practicaba por asiento. A este obrador pertenecían los carpinteros destinados en los montes de Jerez, Sanlúcar, Chiclana, Tarifa, Algeciras, Sevilla, Ayamonte,
Cáceres, Málaga, Motril, Almería, Cazorla y Segura de la Sierra, los cuales gozaban 20 reales de vellón diarios y permanecían durante unos tres años en tales destinos.
(4) Estaban adscritos los qtie se ocupaban de la barca de pasaje, los botes y botecitos de los ayudantes de construcción y el maestro mayor de calafates, y los
cuarteleros de los carpinteros de ribera, calafates y obradores de lo blanco.
ESTRUCTURA Y ORGAN IZACIÓ N DE !.A PRODU CCIÓN EN LOS ARSENA LES...
CUADRO II
MAESTRANZAS DE LOS REALES ARSENALES DE ESPAÑ A Y DEL
ASTILLERO DE MAHÓ N. AÑO DE 1791. RESUM EN Y COTEJ O GENER AL .
CÁDIZ
Carpinteros de
ribera
Calafates
Carpinteros de
lo blanco
Peones
TOTALES
FERROL CARTAG ENA MAHÓN
IMPOR TE AL MES
TOTAL DE
OPERARIOS (EN REALES DE VELLÓN)
1.076
1.188
188
3.427
590.866
1.168 (1)
512
678
66
2.424
566.200
79
242
109
34
464
87.645
379
1.045
1.301
118
2.843
273.787
2.601
2.875
3.276
406
9.158
1.518.498
975
FUENTE: Archivo General de la Marina, Asuntos Varios, legajo 3802. Elaboración propia.
CUADRO III
ARREGLO GENER AL DE LAS MAESTRANZAS DE LOS REALES
ARSENALES DE ESPAÑ A Y DEL ASTILLERO DE MAHÓN, A PARTI R
DE 1791. RESUM EN Y COTEJ O GENER AL
CÁDIZ
FERROL CARTAGENA MAHÓN
TOTAL DE IMPOR TE AL MES
OPERARIOS (EN REALES DE VELLÓN)
Carpinteros de
ribera
700
746
740
154
2.340
435.200
Calafates
700
400
500
56
1.656
321.900
68
162
82
27
339
69.125
358
498
726
104
1.686
189.350
1.826
1.806
2.048
341
6.021
1.015.575
Carpinteros de
lo blanco
Peones
TOTALES
FUENTE :
Archivo General de la Marina, Asuntos Varios, legajo 3802. Elabora ción
propia.
( 1) La notable diferenc ia del número de los calafate s en el Departa mento de Cádiz
abruobedecía a que en el ámbito de la construcción naval del mismo predominaban de manera
a la
frente
dos,
madora las labores de carenas, recorridas y conservación de los bajeles desarma
construcción de buques mayores, en especial navíos de línea.
Año 2001
REVISTA DE HISTORI A NAVAL
77
JUAN TORREJÓNC HA VES
CUADRO IV
MAESTRANZAS EN LOS ARSENALES ESPAÑOLES Y EN EL ASTILLERO DE
MAHÓN. INICIOS DE 1793
LA CARRACA
Carpinteros de ribera
y calafates (1)
Fábricas de jarcia
y lonas
FERROL
CARTAGENA
MAHÓN
TOTALES
211
4.168
1.416
1.301
1.240
561
900
1.035
2.496
Obradores
1.030
1.248 (2)
1.700
187
4.165
TOTALES
3.007
3.449
3.975
398
10.829
FUENTE: Estado General de la Real Armada. Año de 1793. Madrid, Imprenta Real.
Elaboración propia.
CUADRO V
ESTADO DEL NÚMERO DE CARPINTEROS, CALAFATES Y PEONES
ORDINARIOS EN EL ARSENAL DE LA CARRACA, SEGÚN EL ARREGLO
DEL MES DE MAYO DE 1802, Y SITUACIÓN EN FEBRERO DE 1803
F UENTE:
(1)
(2)
78
PREFUADOS
EXISTENTES
FALTAS
Carpinteros de ribera
624
376
248
Calafates
420
261
159
Peones
257
257
o
Archivo General de la Marina, Generalidad de arsenales, legajo 1803.
Elaboración propia.
Con inclusión de los contramaestres de construcción, ayudantes y capataces.
Comprendidos los 157 individuos dedicados a la limpia de la dársena.
REVISTA DE HISTORIA NAVAL
Núm. 74
ALES. ..
ESTRU CTURA Y ORGAN IZACIÓ N DE LA PRODU CCIÓN ENLO S ARSEN
CUADRO VI
MOVI HERRAJES REMITIDOS POR PEDR O DE OLA VE PARA LAS SIERRAS
DAS POR MÁQU INAS DE VAPO R EN EL REAL ARSE NAL
DE LA CARR ACA, AGOS TO DE 1790
CANTID ADES Y CARACTERÍSTICAS DE LAS PIEZAS
PEso EN LIBRAS GUIPUZCOANAS
500 del n.º 1
. 71.654
150 del n.0 2
900
40 del n.º 3
3.820
60 del n. 0 4
9.505
480 tomillos para las del n.º 4
1.382
. 14.779
150 del n.º 5
:
750 tomillos para las del n. º 5
5.510
15 del n.º. 6
4.963
50 del n.º 7
12.579
65 del n.º 8
9.349
50 del n.º 9
6.722
1 del n.º 10
59
2.119
12 del n.º 11
22.669
150 del n.º 12
253
1 del n.º 13
2.667
80 del n.º 14
2 ejes de linterna
688
12 Ha ves para las tuercas
136
TOTAL :
FUENT E:
2.568
TOTAL:
169.754
Archiv o Gener al de la Marin a, Asunt os Varios ; Arsena les, legajo 3798.
Elaboración propia.
Año 2001 REVISTA DE HISTORIA NAVAL
79
JUAN TORREJÓN CHA VES
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REVISTA DE HISTORIA NAVAL
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