VALERIANO OROBÓN FERNÁNDEZ
ANARCOSINDICALISMO
Y REVOLUCIÓN
EN EUROPA
JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ MOLINA
Traducción textos en alemán:
FELIPE OROBÓN MARTÍNEZ
Edita:
Imprime: Textos i Imatges, S. A. - Tel.: 96 313 40 95
I.S.B.N.:
D. L.:
ÍNDICE
Págs.
Introducción.............................................................................................
7
I. La vida de un anarquista ....................................................................
1. La infancia y la primera militancia en Valladolid (1901-1923) .....
2. El exilio en Francia (1924-1925)....................................................
3. Valeriano Orobón Fernández en Berlín: La AIT (1925-1931) .......
4. De nuevo en España: De Valeriano “el pacificador” a la Alianza
Obrera Revolucionaria....................................................................
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II. Pensamiento y obra............................................................................ 69
1. Una naturaleza privilegiada ............................................................ 69
2. Un traductor comprometido............................................................ 74
3. Un activo militante: la propuesta anarcosindicalista...................... 82
4. El comunismo de estado no es revolución ..................................... 93
5. La crítica a la Segunda República .................................................. 101
6. Una tercera vía anarcosindicalista .................................................. 109
7. ¡Alianza Revolucionaria, sí! ........................................................... 115
III. Inventario de la obra de Valeriano Orobón Fernández................ 127
IV. Álbum Fotográfico ............................................................................ 135
V. Las obras .............................................................................................
1. Tormenta sobre España (traducción Felipe Orobón Martínez)
(1931)..............................................................................................
2. La CNT y la Revolución, Madrid, Ediciones El Libertario, 1932.
3. Perspectivas Nacionales e Internacionales (1932-1933) ................
I. Quince años de bolchevismo ......................................................
II. La sombra de Bismarck .............................................................
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192
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Págs.
III. Hoover y Roosevelt-Wall Street...............................................
IV. Trampas de guerra ....................................................................
V. El congreso de Ottakring ...........................................................
VI. Manchukuo...............................................................................
VII. Hitler ante portas ....................................................................
VIII. Stalin, discípulo de Taylor.....................................................
IX. Gobierno socialista en Suecia ..................................................
X. España y la política de alianzas ................................................
XI. La avaricia rompe el saco ........................................................
XII. Schleicher, el reptante.............................................................
XIII. Los triunfos diplomáticos de la República............................
XIV. La pequeña Entente, gran peligro de guerra..........................
XV. El empréstito a Méjico o el sacrificio de Guzmán .................
XVI. Balance y perspectivas ..........................................................
XVII. Otra vez en la brecha ...........................................................
4. La CNT y los comunistas españoles (1932-1933) ........................
5. Anarcosindicalismo y revolución: La alianza obrera (1925-1934)...
I. Economía libertaria de la revolución. La reorganización
de la producción..........................................................................
II. Consideraciones sobre la revolución española y la misión
de la CNT ..................................................................................
III. Aspectos internacionales de la cuestión agraria.......................
IV. La AIT, el problema agrario y los campesinos.........................
V. Consideraciones sobre la unidad. ¡Alianza revolucionaria, sí!
¡Oportunismo de banderías, no! ................................................
VI. Consideraciones sobre la unidad. La plataforma de Alianza...
6. Retazos biográficos de militantes obreros (1926-1933).................
I. E. Armand ...................................................................................
II. Max nettlau ................................................................................
III. Rodolfo Rocker ........................................................................
IV. Eduardo Bernstein ....................................................................
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Bibliografía............................................................................................... 287
Índice onomástico .................................................................................... 295
6
INTRODUCCIÓN
No es posible entender la historia de España, al menos la del primer tercio del
siglo XX, sin tener presente al anarquismo. Sus organizaciones tuvieron una
especial importancia, en algunos casos decisiva, en el desarrollo de las principales cuestiones que afectaron a la vida social y económica de la nación. Así ocurre, por ejemplo, en lo referente al problema de la tierra, y la ejecución de una
reforma agraria; a la organización del movimiento obrero al compás de la industrialización o, en 1936, a las prácticas revolucionarias puestas en marcha tras la
derrota de la sublevación militar.
Fueron muchos los miles de hombres y mujeres que lucharon por la conquista de un mundo nuevo inspirado en los principios libertarios. Hoy, salvo contadas excepciones, la inmensa mayoría de ellos están olvidados. Queda un escaso rastro de la tupida red que, en unas regiones más que en otras, formaba la
trama en la que se sustentaba el anarquismo ibérico. Casi no existía comarca en
la que no funcionara una, pequeña o grande, sociedad obrera guiada por los principios tácticos y finalistas anarquistas; viviera un corresponsal, encargado de proporcionar información y venderla, de la prensa ácrata o se creara un grupo específico, de cuatro, cinco o seis miembros, que se reunieran para discutir cual era
la forma mejor de difundir los principios libertarios.
Uno de estos miles de militantes fue Valeriano Orobón Fernández. Castellano de nacimiento, su corta vida es un compendio de lo que era el movimiento
libertario español de esas décadas. Aunque Valladolid no era una de las plazas
fuertes del anarquismo, existía en ella, desde los tiempos de la Primera Internacional, un activo núcleo libertario que mantuvo, unas veces más boyantes, otras
menos, una sociedad de oficios varios y, sobre todo, una escuela inspirada en los
principios racionalistas. Aunque el socialismo, y el sindicalismo confesional
católico, dominaban el panorama obrero, del pequeño foco ácrata surgieron
varios destacados militantes del anarquismo y anarcosindicalismo español. Fueron los casos, durante el siglo XX, de Evelio Boal -secretario nacional de la
7
CNT-, Pedro Herrera -miembro del comité peninsular de la FAI- o el propio Orobón Fernández, que perteneció al secretariado de la AIT, la internacional sindicalista revolucionaria creada en Berlín en 1922.
En demasiadas ocasiones se nos presenta al anarquismo español como un
cuerpo monolítico, casi sectario, que no se corresponde con la realidad de un
movimiento que agrupaba a cientos de miles de trabajadores y entrelazaba sus
raíces con otras tendencias sociales y culturales presentes en la sociedad. Como
el republicanismo o los primeros grupos introductores del naturismo o el vegetarianismo. Prejuicio que, a poco que lo estudiemos, se desmorona para ser sustituido por la imagen de un organismo multiforme, activo y en evolución. Si no
hubiera sido así, difícilmente sus planteamientos habrían estado presentes de la
transformación del viejo societarismo obrero de resistencia, en el moderno anarcosindicalismo; habría inspirado un vasto movimiento de periódicos, centros de
enseñanza o ruptura de moldes tradicionales o, en fin, hubiera llegado a ser una
auténtica alternativa social en el verano de 1936. Sin exagerar, el último momento en que la civilización occidental ha sido capaz de ofrecer una posibilidad de
creación de una sociedad más justa, igualitaria, fraterna y libre.
Valeriano Orobón Fernández es un ejemplo de esa vitalidad. Preocupado,
desde sus primeros años de militancia, por la renovación teórica del anarquismo,
su obra y actividad refleja en todo momento un encomiable afán por el estudio,
la búsqueda de nuevas alternativas y, sobre todo, el mejor análisis de las circunstancias concretas. Así ocurrió, cuando apenas tenía veinte años, en el debate que produjo el impacto de la revolución rusa en el obrerismo español; unos
años después, durante la dictadura de Primo de Rivera, cuando estaba en el exilio, durante la polémica sobre la colaboración de los anarquistas con otras fuerzas -principalmente republicanas- opositoras a la monarquía; o, finalmente, con
su propuesta, a comienzos de 1934, de Alianza Revolucionaria que revolucionó
el panorama del movimiento obrero español y supuso el inicio de una rectificación táctica del anarcosindicalismo que terminaría concretándose después, en la
propuesta de unidad revolucionaria acordada en el congreso de la CNT celebrado en mayo de 1936 en Zaragoza.
Además, Orobón Fernández es paradigma del anarquista preocupado por su
formación. No corresponde a la figura más conocida del trabajador autodidacta
que adquiere una más que regular cultura por su esfuerzo tras una extenuante jornada de trabajo. Nacido en una familia de cierto nivel económico, acudió desde
pequeño a la escuela y fue su relación con dos conocidos maestros libertarios,
Eusebio Carbó y Luis García Muñoz, Zoais, la que decidió su militancia. Dotado de una excepcional naturaleza, a pesar de su debilidad física que terminaría
por llevarle a una temprana muerte, tras su exilio se convirtió no sólo en un renovador de los presupuestos ácratas, sino también en un excelente traductor. Gracias a esta actividad pudo sobrevivir en Alemania, completándola en un primer
momento con la de profesor de idiomas, y proporcionarnos un inestimable material en español de los congresos, debates y manifiestos de la AIT. Tradujo casi
8
una docena de libros y, a su regreso a España, para la empresa cinematográfica
Filmófono, fue el autor de la versión española de conocidas películas norteamericanas, francesas y soviéticas, como El acorazado Potemkin o Carbón.
De todas formas, su figura merecería pasar a las páginas de la historia de los
movimientos sociales por su intervención en la formulación teórica de lo que
llamamos la alianza obrera. No se puede olvidar que fue, precisamente, la unión
de socialistas y anarquistas en las jornadas de julio de 1936 la que determinaron no sólo la derrota de los sublevados, sino también que comenzara el proceso revolucionario. A pesar, incluso, de las propias autoridades gubernamentales
que parecieron temer más a la inicial respuesta unitaria obrera que a la propia
rebelión.
La unidad de las distintas corrientes del obrerismo español no era, en los
años treinta, una cuestión nueva. Venía del siglo XIX, tras la primera escisión de
los marxistas de la Internacional española y reverdecida, en el XX, en coyunturas como la huelga nacional revolucionaria de 1917. Preocupación que se pone
de manifiesto por la continua presencia del tema en los órdenes del día de los
congresos obreros anarcosindicalistas. Sin embargo, en los años treinta el asunto se presentaba como decisivo. En un contexto del ascenso del nazismo alemán
y los regímenes autoritarios en toda Europa, con el desmantelamiento, persecución y aniquilamiento de los grupos obreros, la importancia del movimiento
libertario en España aparecía como una garantía de que, al menos, el ascenso
fascista no iba a ser tan sencillo como en Alemania o Italia. Además de poder
pensar en la posibilidad de tomar la iniciativa y transformar una posición defensiva ante la reacción en otra cuya finalidad sería la construcción de una sociedad
revolucionaria.
El fracaso de las dos insurrecciones anarcosindicalistas, de enero y diciembre, de 1933, dio paso a la reflexión en importantes sectores de la CNT y la FAI.
Durante los primeros meses de 1934 se abrió un debate sobre la capacidad del
anarquismo español para hacer, con sus únicas fuerzas, la revolución en España
o atajar el peligroso rumbo pro-fascista que había adoptado la política nacional
tras el ascenso electoral de la CEDA. La importancia del papel que tuvo Orobón
estuvo en que el artículo que publicó, a fines de enero de 1934 en el periódico
madrileño La Tierra, proporcionó argumentos a los defensores de llegar a acuerdos con los socialistas y sirvió de catalizador por el prestigio con el que contaba
el vallisoletano. No fue el único que dedujo de los fracasos de 1933 la necesidad
de llegar a acuerdos con los otros sectores proletarios, pero sí fue de los primeros que interpretó que era una aspiración de un importante número de afiliados
tanto de la CNT como de la UGT.
Fue su propuesta aliancista la que lo llevó a la cárcel en marzo de 1934. Un
año de prisión terminó por quebrantar su débil estado de salud. La tuberculosis
puso fin a su vida unas semanas antes de que pudiera ver, cómo sus planteamientos se hacían realidad en las jornadas de julio de 1936. Su figura fue tomada como modelo y ha perdurado en la imaginería colectiva del anarquismo his9
pano hasta la actualidad. En estas fechas en las que se cumple el centenario de
su nacimiento, no es un hecho baladí recuperar su figura. Con un mejor conocimiento de ella, con la reedición de parte de su obra, podremos tener una visión
más completa de la España del primer tercio del siglo XX. Las décadas que finalizaron con la derrota de quienes pensaban que era posible romper el tiempo que
les había tocado vivir. Lo lograron durante un corto periodo, después fueron vencidos y todos, demócratas comunistas y fascistas, se apresuraron a borrar cualquier rastro de su existencia. Con su desvanecimiento, lo hizo también una pieza
clave para componer el rompecabezas de nuestro pasado más reciente.
No sería justo terminar esta introducción sin hacer expresa mención de quienes me han proporcionado la ayuda necesaria para que este trabajo llegara a buen
fin. Antonia Fontanillas sin cuyo ánimo, perseverancia, constantes envíos de
materiales, no hubiera terminado por decidirme a afrontar la vida y obra de Valeriano Orobón. Este libro debe tanto o más a ella que a mí mismo. Ester Martínez
y Felipe Orobón. La primera, cuñada de Valeriano, me proporcionó valiosos
datos, pero sobre todo su gran ánimo a pesar de las dolorosas circunstancias por
las que pasaba. Su hijo Felipe ha seguido los pasos de su tío. Por esas casualidades, que no lo son tanto, ha seguido sus pasos, es traductor y vive en Alemania.
Gracias a él este libro contiene un folleto no traducido al español de Orobón. Se
ha encargado de traducirlo con el cariño y cuidado de quien se sabe depositario
de un importante legado. Como Vicente García que facilitó interesantísimas
informaciones sobre Hilde y nos puso en la pista de Ester. Kees Rodenburg, del
Instituto Internacional de Historia Social de Amsterdam, no sólo me ha atendido
eficazmente a cuantas peticiones le realicé, sino que me proporcionó la correspondencia de Valeriano con Max Nettlau y Rudolf Rocker que ha sido una fuente insustituible.
No sería tampoco agradecido si olvidara las ayudas que me han proporcionado Carlos Orobón Álvarez, Ignacio Soriano y Manuel Carlos de la Fundación
Anselmo Lorenzo, Eric Jarry, Rolf, Josetxo Fernández de los Arcos, Luis Fernández Colorado, Miguel Íñiguez y Helenio Molina. Todas sus aportaciones,
sugerencias, materiales me han servido de mucha ayuda. Igualmente el personal
de los distintos archivos que he consultado siempre me ha tratado con amabilidad y esforzado por proporcionarme toda la ayuda que le ha sido posible. En
especial las atenciones que me dispensaron, durante el asalto perpetrado en pleno
mes de agosto y con las prisas que suelen acompañar a los investigadores, la
señora Ana Feijoó, directora del Archivo Municipal de Valladolid, el personal de
la empresa ARCAL S.A., que custodia sus fondos y el de la hemeroteca del diario El Norte de Castilla.
Finalmente, agradezco de corazón el interés que han mostrado los editores,
en especial a Jesús Sáinz el primero en preocuparse por recuperar la figura de
Valeriano Orobón, para la publicación de este trabajo.
José Luis Gutiérrez Molina
10
I. LA VIDA DE UN ANARQUISTA
1. La infancia y primera militancia en Valladolid (1901-1923)
Valeriano Orobón Fernández nació en La Cistérniga. Una localidad situada a unos seis kilómetros de Valladolid, en la carretera que la une con Soria.
Sita en una importante vía natural de comunicaciones, estuvo habitada desde
el Paleolítico. Se han encontrado vestigios celtíberos y romanos. Durante la
edad media fue un bastión fronterizo encargado de defender las comunicaciones del Duero. Pascual Madoz la describía, a mediados del siglo XIX, como
una “aldea situada entre dos collados, que se alzan 300 pies (Cerro San
Cristóbal), con buena ventilación y clima sano: sus casas son generalmente de
dos pisos, buena fábrica y bien distribuidas; hay una iglesia parroquial (Santa
Águeda), cuya festividad se celebra el 5 de febrero y concurre una gran romería de la capital y otros puntos...”1. Su industria principal, además de la agrícola, era la fabricación de baldosas, ladrillos, tejas y cal. Fechas en las que
tenía una población de 526 habitantes.
En 1851 dejó de pertenecer al ayuntamiento de Valladolid y la reina
Isabel II le concedió el título de Villa2. Su historia está reflejada en su escudo heráldico al que surca una banda de plata, flanqueada por dos chimeneas de fábrica y un puente coronado por un torreón acotado con pinos. La
cinta de plata en el cantón rememora la calzada romana, las calzadas del
medievo y las carreteras actuales de Soria y Segovia que vienen cruzando
1 Pascual Madoz, Diccionario Geográfico- Estadístico- Histórico de españa y sus posesiones de
Ultramar. Edición facsímil de Valladolid (1852) [edición a cargo de Domingo Sánchez Zurro],
Valladolid, Ámbito, 1984.
2 La segregación, del que se conocía como Arrabal de Valladolid La Cistérniga, se firmó el 15
de marzo de 1851. Una copia del manuscrito me la ha proporcionado amablemente don Carlos Orobón Álvarez a quien agradezco profundamente las informaciones que me ha proporcionado.
11
el Municipio y comunicando los Valles del Duero y Pisuerga. Las chimeneas evocan los múltiples alfares, hornos y cerámicas que han constituido
la base económica de La Cistérniga y contribuido al incremento del casco
urbano de Valladolid. También recuerdan al pasado la réplica de su puente
romano, el torreón que defendía su acceso y los dos pinos que significan
que La Cistérniga forma parte de la comarca de Riberas y Pinares3.
Desde el primer tercio del siglo XVIII se encuentran referencias al
apellido Orobón en La Cistérniga. El abuelo del padre de Valeriano,
Agapito, poseía tierras y viñas. Algunas de ellas lindantes con las de
Lázaro Martín, el padre de María Martín Pérez. Quizás, esta pudo ser una
de las causas por las que Víctor Orobón Gómez se casó con María Martín
Pérez. Hijo suyo fue Mariano Orobón Martín de cuyo matrimonio, el 14
de marzo de 1898, con Luisa Fernández Barrios, nacieron Valeriano y sus
cinco hermanos4.
La familia Orobón Fernández parece que gozaba de una desahogada
posición económica. Mariano, aunque no es seguro, trabajaba en los talleres de la Compañía Ferroviaria del Norte y cultivaba las tierras y viñas que
había heredado de sus abuelos. La madre se dedicaba a “sus labores” y
ambos, que sabían leer y escribir, procuraron dar a sus hijos la mejor educación posible. Hasta su traslado a Valladolid, Valeriano acudió al colegio
de La Cistiérnaga y, después, a una escuela laica, denominada Institución
Libre de Enseñanza, en la que trabajaron los conocidos maestros anarquis3 El escudo de La Cistérniga tiene forma cuadrangular, acorazonado en su base, medio partido y
cortado. Sus Armas son un campo de gules (rojo y azul), un castillo de metal oro (amarillo),
mazonado de sable (negro) y con sus vanos aclarados de azur (azul). Campo de color sinople
(verde), surcado de una fina banda de plata (blanco) flaqueada por dos chimeneas de fábrica y
del mismo metal. En campo de oro, un puente, sobre ondas azurplateadas, coronado por un
torreón acotado de pinos. Finalmente, el escudo está coronado con la de los Reyes de España.
El escudo, elaborado por Lucio Zumel Menocal, fue aprobado por la Junta de Castilla y León
en 1991. Un estudio del escudo en la página www.orobon.es.
4 La vecindad de sus tierras en el documento de segregación citado en la nota anterior. Mariano
Orobón Martín, nació el 10 de julio de 1872 en La Cistérniga. Sus padres fueron Víctor Orobón Gómez, nacido el 12 de abril de 1844 y María Martín Pérez. Los padres de María fueron
Cándida Pérez y Lázaro Martín, natural de Renedo de Esgueva. Mariano se casó con Luisa Fernández Barrios, hija de José Fernández y Ángela Barrios, nacida el 10 de noviembre de 1873,
en el vallisoletano barrio de San Juan, y fallecida el 9 de junio de 1955. Tuvieron seis hijos:
Pedro, el primogénito, que murió en Madrid el 17 de febrero de 1937 durante un bombardeo;
Valeriano, nacido el 14 de abril de 1901 y muerto el 28 de junio de1936; Angelita, nacida el 8
de noviembre de1905 y muerta el 12 de marzo de1997; Victor; Luis, nacido el 6 de febrero de
1913 y fallecido el 30 de Abril de 1987 y María, muerta el 30 de marzo de1949. Agradezco a
Carlos Orobón su amabilidad en proporcionarme los datos del archivo arzobispal de Valladolid sobre el matrimonio. Al parecer, Ángeles Fernández tenía un cierto grado de parentesco con
la familia de Azaña. La relación de Luisa Fernández Barrios con Azaña en Entrevista a Ester
Martínez, compañera de Luis Orobón Fernández, Madrid, 15 de noviembre de 1998 [en adelante, Ester Martínez, 1998].
12
tas Eusebio Carbó5 y Luis García Muñoz, Zoais. La fecha del traslado de
Valeriano a Valladolid no está clara. Las informaciones familiares difieren
sobre si sucedió cuando tenía cinco o seis años, o hacia 1917, cuando había
cumplido los dieciséis6.
Fuera como fuera, en lo que están de acuerdo todos los testimonios, corroborados por su trayectoria posterior y los recuerdos de sus amigos, es que
Valeriano fue un niño muy despierto y destacó pronto. Entre las anécdotas que
se conocen de esos años se pueden citar tres. Durante algún tiempo, fue monaguillo. Trabajo por el que cobraba cinco céntimos. Un día observó, como el
sacerdote cogía dinero de las propinas que tenían guardado en una hucha. Fue
el final de su carrera en la iglesia. Más adelante, en el colegio, recibió como
premio un silbato de madera. Sin embargo lo rompió, pues a los hijos del
médico les dieron otros mejores que él pensó no merecían. Finalmente, en la
escuela de comercio a la que acudió ya joven, obtuvo la totalidad de los premios. El profesor, a modo de chanza, le comentó que no estaba bien que se
hubiera llevado todos. Valeriano le respondió que podía repartir los premios
entre sus compañeros, pero que el saber era suyo y nadie se lo podía quitar7.
Era, pues, un chico inteligente, despierto y que desarrolló sus aptitudes
gracias a la educación que recibió. De su relación con la escuela animada por
el republicanismo y anarquismo local, nació su pensamiento libertario.
Aunque en Valladolid, el anarquismo siempre fue minoritario respecto al
socialismo, desde la creación en España de la Asociación Internacional de
Trabajadores (AIT) existieron núcleos ácratas que animaron diversas sociedades obreras y, sobre todo, numerosas iniciativas pedagógicas, bien en forma
de periódicos o de creación de escuelas.
5 Eusebio Carbó Carbó (1883-1958 fue un auténtico trotamundos que sufrió numerosos encarcelamientos. Vivió muchos años en Valencia y viajó por Europa y América. En 1915, cuando
ya era un conocido anarquista, asistió al congreso por la Paz de El Ferrol. Tuvo una destacada
intervención en el que celebró la CNT en el teatro madrileño de la Comedia. Hasta 1923 fue
uno de los representantes de la tendencia más ácrata de la CNT que condenó pronto la dictadura del proletariado rusa. Exiliado durante la dictadura de Primo de Rivera, regresó a España
en 1930 e ingresó en la redacción de Solidaridad Obrera. En 1933, miembro del secretariado
de la AIT, se opuso a la línea insurreccional y fue muy criticado por no dar una eficaz respuesta
a las críticas comunistas sobre la actuación anarquista durante la insurrección asturiana de octubre de 1934. Durante la revolución y la guerra de 1936-1939, ocupó diversos puestos en la
Generalidad catalana y en el Ministerio de Educación. Tras la derrota marchó a Francia y de
allí a Santo Domingo y, finalmente, a México hasta su muerte. En Miguel Íñiguez, Esbozo de
una Enciclopedia histórica del anarquismo español, Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo,
2001. A menos que se indique lo contrario, las referencias biográficas contenidas en las notas,
corresponden a esta obra.
6 Angela Orobón le confió a Ester Martínez que Valeriano llegó a Valladolid hacia 1917. Sin
embargo, ésta lo sitúa, sin dar más datos, hacia 1905. En Ester Martínez, 1998.
7 Todas en Notas de Angela Orobón a Ester Martínez [en adelante Angela Orobón, s.f.]. Sobre
la estancia de Valeriano en la Escuela de Comercio en su archivo de expedientes académicos
no existe ninguna referencia.
13
En Valladolid, la AIT se fundó en 1869 por iniciativa, entre otros, de
Francisco Cea Bermúdez, tipógrafo y tío materno de Ricardo Mella, y José
Rodríguez Herreros. En el congreso obrero de Barcelona de 1870, Cea asistió representando a las secciones de tejedores, sastres, zapateros, sombrereros y tipógrafos existentes en la ciudad. Agrupación que existió durante
los años siguientes y acudió a los congresos de Zaragoza y Córdoba en
1872. En este último se decidió que la capital castellana fuera la sede del
siguiente congreso de la FRE. Para Max Nettlau, tal elección, se debió a
que era la única localidad, fuera de Cataluña o Andalucía, que contaba con
una organización unida8. Aunque, finalmente, declarada la Internacional
ilegal, el comicio se celebró clandestinamente en Madrid, con asistencia de
la sección de Valladolid. Incluso, durante el periodo de decadencia la sección, aunque menguada en número, acudió a las conferencias de 1876 y
1877 de la AIT española9.
Durante la expansión de la Federación de Trabajadores de la Región
Española (FTRE), nueva sección de la AIT en España, en los primeros años
de la década de los ochenta, en Valladolid existió una sección de la Unión
Manufacturera, que agrupó a los trabajadores de los centros fabriles relacionados con el mundo textil. Entidad que acudió al congreso que celebró esta
federación en 1883. Ese mismo año, en el congreso de la FTRE celebrado en
Valencia, se decidió que el Comité Federal de la organización residiera en la
ciudad castellana. Aunque los internacionalistas vallisoletanos ya habían estado presentes en la conferencia de Gracia, de febrero de 1881, donde se decidió la reconstrucción de la sección española de la Internacional. También acudió al congreso que la federación celebró en Barcelona en 188510. Hasta la
creación de la CNT en 1910, el movimiento obrero de la ciudad estuvo presente en los diversos intentos de organizar una central obrera de tendencia
libertaria. Acudió al Congreso amplio de Madrid de 1891, y a la fundación, en
8 La sección de la AIT de Valladolid acudió al congreso de Córdoba con más de 500 afiliados y
trece secciones. Max Nettlau, La Premiere Internationale en Espagne, s.l., s.e., s.f., pág. 168.
9 En Zaragoza, el delegado vallisoletano fue el herrero Santiago Gómez. En Córdoba, en diciembre de ese mismo año, el delegado fue el cerrajero Marcelino Yarza. Para las secciones de la
AIT en la ciudad y, muchas informaciones sobre sus conflictos, se pueden consultar Carlos
Seco Serrano [transcripción y estudio preliminar], AIT. Actas de los Consejos y Comisión Federal de la Región Española (1870-1874), Barcelona, Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Barcelona, Departamento de Historia Contemporánea, 1970, 2 vols.; Carlos Seco
Serrano y María Teresa Martínez de Sas [transcripción y estudio preliminar] Cartas, comunicaciones y circulares de la Comisión Federal de la Región Española (1873-1874), Barcelona,
Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Barcelona, Departamento de Historia Contemporánea, 1979-1987, 7 vols. y Max Nettlau, La Premiere Internationale en Espagne (18681888), s.e., s.l., s.f.
10 Todos estos datos proceden de diversas entradas de Miguel Íñiguez, Esbozo de una enciclopedia histórica del anarquismo español, Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo, 2001.
14
octubre de 1901, también en esa ciudad, de la Federación de Sociedades
Obreras de Resistencia de la Región Española (FSORE). En 1904 los ácratas
se concentraban en la sociedad de albañiles llamada La Progresiva11.
Si el asociacionismo obrero libertario tuvo continuidad durante estos años,
la prensa la gozó también. Durante los primeros años de la década de los
setenta del siglo XIX existió en la ciudad una cabecera llamada La voz del trabajador. En la de los ochenta, se editaron La crónica de los trabajadores
(1883) y El Cosmopolita (1884-1885), de tendencia colectivista, cuyos redactores acudieron al congreso de Reus de 1885, Del primero fueron directores
Indalecio Cuadrado, que a fines de la década emigró a la Argentina donde
murió en los años veinte12, y Miguel Lozano, miembros del Consejo Federal
de la FTRE residente en la ciudad durante estos años. El segundo reapareció,
brevemente, en 1901 con una redacción formada por Tapia, Palacios y
Gutiérrez y publicó textos de Fermín Salvochea con quien, los militantes
obreros de la ciudad habían contactado durante la estancia del gaditano en la
cárcel de la ciudad entre 1893 y 189813. A comienzos del siglo XX se editó en
la ciudad el periódico Tierra Libre. Vivió cinco años y en él escribieron
Miguel Ruiz, su administrador en la etapa final, Florencio Tapia, E. Pérez, F.
Cámara o F. Martín. Tras su desaparición en 1905, fue relevado por El Nivel,
que desapareció en 1906.
Durante la primera década del siglo XX, comenzaron a publicarse en
Valladolid periódicos de contenido pedagógico libertario. Entre 1910 y 1911,
se editaron Escuela Libre y La Enseñanza Moderna, del que se publicaron tres
números, y La Escuela Moderna. Todos ellos estuvieron dirigidos por
Federico Forcada, un maestro procedente de Irún, donde ya había creado una
escuela moderna, que se estableció en Valladolid hacia 1910. Gozaron, entre
otras, de colaboraciones de profesores formados en la escuela creada por
Francisco Ferrer en Barcelona. Fueron los casos de José Casasola, Calderón
o el propio Forcada. En 1916, apareció La Idea y, antes, Institución Libre.
Unas publicaciones que se correspondían a la existencia de diversas escuelas laicas, modernas, o racionalistas. Unas de tendencia republicana, como la
11 Tenía su sede en la calle Mantería 49 y 51 y convocó el llamado congreso de Federaciones de
Trabajadores de la Comarca Castellana en mayo de 1904. En Jesús María Palomares Ibáñez,
El socialismo en Castilla. Partido y sindicato en Valladolid durante el primer tercio del siglo
XX, Salamanca, Universidad de Valladolid-Caja de Ahorros y M. de P. de Salamanca, 1988,
pág. 49.
12 Cuadrado, tipógrafo, alcanzó cierta posición social en el país sudamericano. Llegó a ser dueño
de una cadena de imprentas. En José Álvarez Junco, El emperador del Paralelo. Lerroux y la
demagogia populista, Madrid, Alianza, 1990, pág. 371
13 Salvochea ingresó en la prisión de Valladolid en octubre de 1893 y permaneció en ella hasta
agosto de 1898. A los pocos días intentó suicidarse cortándose en una ingle y el cuello En Fernando Puelles, Fermín Salvochea. República y anarquismo, Sevilla, edición del Autor, 1984,
págs. 184-186 y Diario de Cádiz, Cádiz, 1, 9, 11 y 17.10.1893.
15
que habían creado los republicanos en 1893 con el nombre de “La Luz de
Castilla”; socialista, como la fundada, en 1921, con el nombre de
“Universidad Popular Pablo Iglesias” o, como la que, en 1913, creó el libertario Miguel Campuzano García, un joven maestro, de apenas veinte años,
nacido en la ciudad. Su existencia fue corta, apenas un año, pues no pudo
superar la oposición de las autoridades religiosas. Dos años más tarde, en
1915, llegó a la ciudad Luis García Muñoz, Zoais quien tuvo una intensa actividad como maestro en la escuela local y editor de la revista Ideal, que, finalmente, no llegó a salir14.
Esta actividad fue la causa de que en la ciudad castellana nacieran algunas
de las más destacadas figuras del anarquismo español. Entre ellos se pueden
citar a Ernesto Álvarez, quien, a fines del siglo XIX, editó en Valladolid el
periódico La Protesta, antes de instalarse en la comarca gaditana del Campo
de Gibraltar; Adolfo Bueso, uno de los fundadores de la CNT en 1910, cuya
familia emigró a Barcelona cuando contaba con tres años y regresó, brevemente, a Valladolid en 1917; Evelio Boal, que se inició en el anarquismo en
su ciudad natal, colaborando en el periódico Tierra y Libertad, hacia 1911,
antes de ser asesinado en Barcelona por las bandas para policiales de Martínez
Anido, o Pedro Herrera, más joven que Orobón y secretario del Comité
Peninsular de la FAI durante la revolución15. Además, fueron numerosos los
contactos con el mundo republicano local. Aunque difíciles, estas relaciones
originaron intervenciones de destacados representantes suyos en la creación
de escuelas laicas o la celebración de actos culturales. Como los del médico
libertario Emiliano Pedrero Mardones, asesinado en julio de 1936, o Emiliano
Pineda de la Universidad Popular de Valladolid y corresponsal de la publicación de la familia Montseny, La Revista Blanca. Precisamente, fue en la facultad de Medicina de Valladolid donde estudió Isaac Puente.
El anarcosindicalismo local, aunque minoritario en la ciudad frente a la
UGT, mantuvo una gran actividad. En 1914 editaba un periódico con el significativo nombre de Sindicalismo y, al año siguiente, el destacado ácrata
local Mariano Manzano Díez acudió a El Ferrol para asistir al Congreso
Internacional contra la Guerra, que, además, sirvió para relanzar a la CNT
en la clandestinidad desde su creación cuatro años antes. En el congreso
14 Para estas cuestiones se puede consultar Guillermo Pérez Sánchez, Ser trabajador: vida y respuesta obrera. Valladolid (1875-1931), Salamanca, Universidad de Valladolid, 1995.
15 Evelio Boal, se trasladó a Barcelona hacia 1911. De profesión tipógrafo, perteneció al Sindicato de Artes Gráficas. Miembro del comité nacional de la CNT tras la huelga ferroviaria de
agosto de 1917, fue elegido secretario general en el congreso de la Comedia de Madrid en
1919. Fue asesinado en febrero de 1921, en compañia de Antonio Feliú. Un breve esbozo biográfico en Manuel Buenacasa, El movimiento obrero español. Historia y crítica, Madrid, Ediciones Júcar, 1977, 195-199.
16
cenetista de 1919, Evaristo Sirvente Cristóbal representó al sindicato local.
Como, en 1931, lo hizo Miguel Hernández. Además de los sindicatos, agrupados en una federación local, se creó un Ateneo Obrero Sindicalista que,
como en otros muchos lugares del país, sirvió de nexo, y presencia continua, de las ideas libertarias en la ciudad. En 1920, fecha de la constitución
de la Regional Norte de la CNT, Manuel Buenacasa viajó a Logroño para
representar, en el primer congreso de la regional, al sindicato de Valladolid
y sus 120 afiliados.
La escuela a la que acudió Valeriano Orobón era sucesora directa de la que
había regentado Federico Forcada y que tuvo que cerrar a mediados de 1911 por
problemas económicos16. Fue el Ateneo Obrero Sindicalista quien tomó la iniciativa de reactivarla a fines de año. Durante 1912 se creó un grupo de apoyo para la
apertura de una Institución Libre de Enseñanza. Finalmente, en el local del
Ateneo de la calle Mantería, 49-51, las clases se reanudaron durante
191317. Dos años después, en junio de 1915, se incorporaron Zoais y, temporalmente, Eusebio Carbó18. La actividad del primero fue intensa. No sólo
dio clases o impartió ciclos de conferencias para los afiliados al pequeño
sindicato cenetista, sino que además se convirtió en el animador de la
Federación de Grupos Anarquistas de las Dos Castillas y León 19.
16 El periódico anarquista Tierra y Libertad publicó una nota del propio Forcada en la que acusaba a los republicanos vallisoletanos de ser los responsables del cierre del centro por no aportar el dinero que habían prometido para pagar a los profesores. En esa tesitura abandonó
Valladolid y se estableció en Santander. Unos meses después Mariano Manzano, hizo insertar otra nota en la que se pedía un profesor. En Tierra y Libertad, 3.9. y 9.12.1911
17 Llamamientos en apoyo de la escuela en Tierra y Libertad, Barcelona, 9.12.1911 y 6.3. y
10.4.1912. Su reapertura ya citada en líneas anteriores. Entre los impulsores estuvieron Mariano Manzano, Pedro Salgado y Ángel Arranz.
18 El Congreso Internacional de la Paz convocado en El Ferrol pretendía convocar a los opositores al conflicto bélico que asolaba Europa y reconstruir el internacionalismo sindical revolucionario desaparecido desde la extinción de la AIT. Prohibido por las autoridades, celebró
algunas sesiones clandestinas con la asistencia de medio centenar de delegados españoles,
portugueses y algunos sudamericanos. Contó con la adhesión de numerosas sociedades obreras, grupos anarquistas y centros culturales ácratas de España, países americanos y europeos.
Entre ellos el vallisoletano Mariano Manzano y Eusebio Carbó, delegado por Solidaridad
Obrera de Barcelona. Este último fue detenido y procesado como consecuencia de su intervención en el mitin previo celebrado en el teatro Jofré. Fue puesto en libertad unas semanas
más tarde. Seguramente, en los meses siguientes residió en Valladolid, puesto que un año después la prensa libertaria publicó una nota pidiendo ayuda económica para que pudiera trasladarse a La Coruña donde se le iba a juzgar. En Tierra y Libertad, Barcelona, 26.5.1915 y
7.6.1916. Las referencias al congreso en la entrada correspondiente de Miguel Íñiguez, Esbozo de una enciclopedia histórica del anarquismo español, Madrid, Fundación Anselmo
Lorenzo, 2001 y Antonio Bar, La CNT en los años rojos. Del sindicalismo revolucionario al
anarcosindicalismo (1910-1926), Madrid, Akal, 1981, págs. 314-315.
19 La llegada de Zoais a Valladolid quedó recogida en la prensa libertaria al insertar el periódico Tierra y Libertad (7.7.1915) una nota en la que informaba que, quienes mantuvieran
correspondencia con él, podían escribirle a “Institución Libre de Enseñanza, calle Mantería
17
El joven Valeriano acudía a la calle Mantería a la salida de su trabajo como
dependiente en un comercio de venta de tejidos situado en la plaza de
España20. Se llamaba La Casa Verde y en él también estaba su hermano Pedro.
Aunque éste pronto lo abandonó por un puesto de fundidor. Hasta su marcha
a Asturias, hacia 1922-1923, trabajó en otros establecimientos21. Fueron años
de rápida iniciación y madurez. Los testimonios que conocemos nos lo presentan como de “juicio maduro en su tierna juventud”. Son palabras con las
que le definió el catedrático de derecho penal de la universidad pucelana,
Vicente Mendoza22. Por estos años ya deslumbraba por ser un orador excelente, de amplio léxico y exposición clara y directa. Además, comenzó a militar en el sindicato de la CNT. La primera referencia que poseemos de su experiencia sindical, lo sitúan como miembro de un piquete que, durante una huelga de camareros, entró en el café Royalty y esparció un líquido maloliente que
vació el local de clientela. A consecuencia de ello sufrió la que, quizás, fue su
primera detención23.
El hecho, posiblemente, se produjo durante la huelga general que paralizó
la ciudad el 17 de mayo de 192024. Desde la primavera, la crisis de las subsistencias que sacudía el país y la resistencia de los patronos a que los trabajadores conservaran las mejoras alcanzadas durante los años anteriores de
bonanza económica, diversos conflictos se habían sucedido. En marzo fueron
los de los peluqueros y ferroviarios, el sector obrero más importante en la ciudad. En abril se pusieron en huelga marmolistas, canteros, carpinteros, cama-
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18
49-51”. Luis García Muñoz había trabajado hasta entonces en una escuela en la localidad de
Azuaga, en Badajoz. Inmediatamente se convirtió en el secretario de la recién creada Federación de Grupos Anarquistas y envió una circular en tal sentido al periódico barcelonés que la
publicó en su edición de 14.7.1915. La correspondencia debía ser dirigida a la calle Ruiz
Zorrilla, 16, principal. Su actividad pedagógica y cultural en Tierra y Libertad, Barcelona,
6.10.1915.
La Institución Libre, además de las clases en horario habitual, tenía un curso de clases nocturnas gratuitas, de nueve a diez de la noche, todos los días laborables. Tierra y Libertad, Barcelona, 6.10.1915.
Parece que tras La Casa Verde, lo hizo en las de “Don Guillermo”, o en la de artículos de
regalo, de la calle Santiago 25, llamada Almacenes Guillen. En Angela, s.f.
La referencia en Manuel Buenacasa, El movimiento obrero español. Historia y crítica,
Madrid, Ediciones Júcar, 1977, pág. 217. Recogida también por Salvador Cano Carrillo,
“Valeriano Orobón Fernández”, Ruta, Caracas, nº 26, 1 de febrero de 1976, pág. 7.
En Angela, s.f.
Aunque me inclino a pensar que la detención se produjo durante la huelga general de mayo
de 1920, por la notoriedad que alcanzó el asalto al café Royalty, un año antes, en abril de 1919
Valladolid tuvo otra huelga general originada también por la escasez y alza de precios de los
productos de primera necesidad; el cumplimiento de la recién implantada jornada de ocho
horas y aumentos salariales. En su transcurso, igualmente, hubo cierre de comercios, enfrentamientos con las fuerzas del orden público y detenciones. En Telegramas del Gobernador
Civil de Valladolid al Ministerio de la Gobernación, 8-10 de abril de 1919. Archivo Histórico Nacional, Fondos Contemporáneos, Ministerio del Interior,Serie A (en adelante AHNFCMIA), legajo 57, expediente 228.
reros y panaderos. Finalmente, en mayo, la pretensión de subir diez céntimos
el precio del kilogramo de pan, desencadenó un movimiento de rechazo que
cristalizó en la convocatoria de huelga general para el día 17. Ese día numerosos grupos, sobre todo formados por mujeres y jóvenes, se manifestaron por
la ciudad obligando a cerrar el comercio. El Círculo del Recreo fue asaltado.
Por la tarde, unas seis mil personas se reunieron en la plaza Mayor para oír al
diputado provincial socialista Óscar Pérez Solís25 con quien Orobón tuvo más
adelante una fuerte polémica. En el transcurso del mitin un antiguo alcalde de
la ciudad, seguidor de Maura, Antonio Infante, fue agredido. Como también
fue golpeado el concejal liberal Pantaleón Muñoz. Fue por la mañana cuando
un numeroso grupo entró en el café Royalty26.
Entre el medio centenar de detenidos estuvo Valeriano Orobón. Como la
práctica totalidad fue puesto en libertad durante las horas siguientes aunque la
agitación no cesó. El día 18, aunque con menor intensidad, la huelga y los
incidentes continuaron. La guardia civil cargó en diversas ocasiones en la
plaza Mayor y las calles Santiago y Angustias. Los industriales se negaban a
acatar las órdenes de las autoridades y, además, continuaban en huelga los trabajadores de las panaderías reivindicando mejoras salariales y laborales.
Hasta mediados de agosto no finalizó una vez que se llegó a un acuerdo tras
numerosos actos de sabotajes y agresiones a esquiroles. La fuerte presencia de
los sindicatos católicos y socialistas, lejos de atemperar los conflictos, parece
que los radicalizó. Una característica que llama la atención es que las huelgas,
aunque menos numerosas que en otros lugares, tuvieron una duración inusitada. De abril a agosto esta de panaderos en 1920; desde principios de junio
hasta mediados de julio otra de albañiles en 1922, o la de mayo a junio de
1923 de pintores27
Orobón comenzó, por estos años, a ser un destacado militante del pequeño núcleo anarcosindicalista de la ciudad. Valladolid tenía por estos años unos
cien mil habitantes, de los que la inmensa mayoría de sus trabajadores lo hacían en los sectores ferroviario, metalúrgico y de la construcción. Por su situación geográfica se había convertido en el centro de control del tráfico de la
Compañía de Ferrocarriles del Norte y sede de sus talleres de reparaciones28.
25 Sobre Pérez Solís y su relación con Orobón Fernández se le dedica un amplio espacio en el
apartado cuarto del capítulo 2.
26 Los conflictos de la primavera de 1920 y la huelga general del 17 de mayo en Diario Regional, Valladolid, 18 y 19.5.1920 y El Norte de Castilla, Valladolid, 20 y 25.3, 15, 23 y 25.4 y
7, 18, 19 y 20.5.1920.
27 Para estos conflictos se pueden consultar las ediciones de esas fechas de Diario Regional y
El Norte de Castilla.
28 Del ferrocarril había nacido el impulso industrializador de la ciudad. Una quinta parte de sus
trabajadores, unos cinco mil, estaban ligados al mundo ferroviario, o a su industria auxiliar,
como los Talleres de Miguel Prado y de Gabilondo. Valladolid era, además, sede de una universidad, de la capitanía general, academia de caballería y obispado. En Ángel de Prado
19
La mayoría de ellos pertenecientes a la UGT, así como a un sindicato confesional católico 29. El poco más del centenar de cenetistas pertenecían a oficios
ferroviarios, del transporte y, sobre todo, metalúrgico. Además del ramillete
de diversas profesiones que formaba la sección de Oficios Varios. Su posición
minoritaria y el boicot de la prensa vallisoletana, reducida al conservador El
Norte de Castilla y el integrista Diario Regional, hacen difícil seguir las vicisitudes del sindicato confederal. Los telegramas de los gobernadores civiles
de la provincia a sus superiores del ministerio de la Gobernación, que se conservan en el Archivo Histórico Nacional en Madrid, nos proporcionan la imagen de un activo pequeño grupo que, en diversos momentos, inquieta a las
autoridades por su posible expansión a pesar de la continua identificación que
los periódicos locales hacían entre sindicalismo y terrorismo30.
Un ejemplo de las dificultades de funcionamiento del anarcosindicalismo
vallisoletano lo tenemos en las trabas que el gobernador puso a la legalización
de sus estatutos a comienzos de 1920. Pidió instrucciones al ministerio para
su autorización alegando que uno de sus artículos, referido a la finalidad revolucionaria de la CNT, era ilegal. Pero sobre todo le preocupaba que la actividad que desarrollaba era muy intensa, celebraban “demasiadas” reuniones y
“podían llegar a ser peligrosos” en una ciudad en la que predominaban los
socialistas31. No llegó a ser el caso. Ni ahora, cuando alcanzó el centenar de
afiliados en su mejor momento, ni durante la Segunda República. Tras el
golpe de estado de Primo de Rivera, las autoridades no tuvieron que suspender al sindicato cenetista. Durante el otoño de 1923 y 1924 bastó la presión
fiscalizadora del gobernador para que fuera menguando en sus efectivos hasta
los apenas 45 de octubre32
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20
Moura, El movimiento obrero en Valladolid durante la II República, Salamanca, Junta de Castilla y León-Consejería de Educación y Cultura, 1985. Más en Jesús María Palomares, Concepción Marcos, María del Carmen Rodríguez, Elena Maza y Pedro Carasa, La Comisión de
Reformas Sociales y la condición obrera en Valladolid (1883-1903), Valladolid, Universidad
de Valladolid-Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca, 1985 y Guillermo Pérez
Sánchez, Ser trabajador: vida y respuesta obrera. Valladolid, (1875-1931), Salamanca, Universidad de Valladolid, 1995
Desde 1913 los socialistas tenían su sede en la calle del Salvador, 6 y editaban el periódico
Adelante, que, en 1919, fue sustituido por otro llamado Tiempos Nuevos. Para el socialismo
vallisoletano se pueden consultar, J.García Fernández, Crecimiento y estructura urbana en
Valladolid, Barcelona, 1974, págs. 147-177 y Jesús María Palomares Ibáñez, El socialismo en
Castilla. Partido y sindicato en Valladolid durante el primer tercio del siglo XX, Salamanca,
Universidad de Valladolid-Caja de Ahorros y M. de P. de Salamanca, 1988.
Informes sobre las actividades cenetistas en Valladolid se encuentran en AHN-FCMIN legajos 16 A, 40 A, 51A, 57A y 58 A.
Gobernador Civil de Valladolid a Ministro de la Gobernación, 7.1.1920, AHN-FCMI, legajo
58 A, expediente 10.
La presión de las autoridades de la Dictadura sobre el Sindicato Único de Trabajadores de
Valladolid comenzó en diciembre de 1923 cuando un inspector se presentó en su domicilio
exigiendo los libros de actas, listas de socios y estados de cuentas. Documentación que no fue
De su cada vez más destacada presencia en el mundo cenetista de
Valladolid puede darnos idea la anécdota que cuenta Manuel Buenacasa. El
que había sido secretario de la CNT antes del congreso de la Comedia, acudió a Valladolid, a principios de 1920, para impartir una conferencia explicativa de los acuerdos que los sindicatos habían tomado en ese comicio33. Allí,
le oyó hablar sobre las ideas y finalidades de la CNT y de la atención con la
que fue seguido su discurso. Precisamente, la afirmación de Buenacasa de que
Valeriano Orobón estuvo presente en el congreso madrileño, donde lo conoció, y que tuvo importantes intervenciones, es una cuestión que se discute34.
Las actas del congreso35 no hacen ninguna referencia a su presencia. En el listado de organizaciones presentes y nombres de sus delegados, aparece únicamente Evaristo Sirvent36. Tampoco durante el desarrollo de las sesiones37. Ni
rastro del papel que se le atribuye en los debates, ni por supuesto, en la redacción del dictamen sobre las Federaciones Nacionales de Industria.
33
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37
presentada. Inspecciones que se repitieron en marzo, abril, mayo, junio, agosto y octubre de
1924. Por ellas sabemos que el sindicato no tenía ninguna actividad y que su número de
socios fue disminuyendo de los 60 de abril a los 45 de octubre. En AHN-FCMIN, legajo 58
A, expedientes 17 y 22.
En Manuel Buenacasa, El movimiento obrero español. Historia y crítica, Madrid, Ediciones
Júcar, 1977, págs. 218-219. Sobre la celebración de estos actos no queda ninguna constancia
en la prensa de la ciudad. Documentalmente sólo he encontrado el telegrama que, en noviembre de 1919, el gobernador civil envió a sus superiores en Madrid informándole que la CNT
local, por medio de Florencio Conde, le había pedido permiso para celebrar un mitin en el que
iban a intervenir el militante local González Rueda, Mauro Bajatierra, Manuel Buenacasa y
Salvador Seguí. Acto que finalmente no fue autorizado. En AHN-FCMIN, legajo 57 A, expediente 28.
La afirmación se ha repetido, con posteridad, por la práctica totalidad de los autores que se
han acercado a la figura de Valeriano Orobón.
Las actas fueron publicadas, en 1932, por el Comité Nacional de la CNT, a partir del texto
taquigráfico de sus sesiones. Ha sido, con posterioridad, reproducido, y es la edición que utilizo, por Antonio Elorza, “El Congreso Confederal de la Comedia”, Revista de Trabajo,
Madrid, nºs. 49-50, 2ºtrimestre 1975, págs. 206-506.
Evaristo Sirvent, o Sirvente, abandonó durante los años veinte la militancia confederal. En
Manuel Buenacasa, El movimiento obrero español. Historia y crítica, Madrid, Ediciones
Júcar, 1977, pág.216. Su presencia en Madrid, como delegado del Sindicato Único del Arte
del Hierro, en Antonio Elorza, “El Congreso Confederal de la Comedia”, Revista de Trabajo,
Madrid, nºs. 49-50, 2ºtrimestre 1975, pág. 253.
Las intervenciones del delegado de Valladolid, recogidas en las actas, se circunscribieron a
oponerse a la fusión CNT-UGT; suscribir la proposición que el delegado del Sindicato de la
Construcción de Barcelona, Enrique Valero, hizo para que se declarara amarilla a la UGT si,
en el plazo de tres meses, no ingresaba en la CNT; participar en la redacción del texto de la
ponencia sobre los puntos 19 a 23 y 69 del orden del día relativos a los procedimientos de
acción, múltiple, directa o mixta; proponer que se creara un Comité Pro-Presos nacional
encargado de atender a los ya condenados; discusión sobre la creación o no de las Federaciones Nacionales de Industria, que se verá ampliamente más adelante, o el apoyo a las escuelas
racionalistas. En Antonio Elorza, “El Congreso Confederal de la Comedia”, Revista de Trabajo, Madrid, nºs. 49-50, 2ºtrimestre 1975, págs. 306, 344, 348, 361, 349, 427-428 y 460, respectivamente.
21
En realidad Buenacasa, de donde procede la primera información, sólo
dice que lo conoció en Madrid durante la celebración del congreso. Nada
más. Hecho que no debe extrañar, pues a los congresos cenetistas, acudían
muchos militantes que, aunque no llevaran la representación de su sindicato,
sí asistían a sus sesiones y, más que posiblemente, a las numerosas reuniones
paralelas que tenían lugar en su transcurso. En este sentido, el congreso
madrileño de 1919 fue especial. Tuvo carácter de abierto, prácticamente asistió todo el que quiso. Las listas de delegados indican que unos eran de entidades federadas y otros de las que no lo estaban. Son las referencias de segunda mano las que transforman su presencia, en intervenciones en las sesiones
y redacciones de dictámenes. Aunque entre los delegados al congreso tampoco figuran ni Eleuterio Quintanilla ni Hilario Arlandis dos de los nombres que
más aparecen en las intervenciones38. De todas formas, lo importante es que
por esas fechas, con apenas 18 años, Valeriano Orobón era ya conocido en su
ciudad natal y por algunos de los más destacados anarcosindicalistas y ácratas españoles.
Su actividad continuó realizándola en Valladolid hasta, al menos, el año
1922. En esta fecha debió entrar en el ejército. Sin embargo, como Pedro unos
años antes, se declaró prófugo39. Quizás fuera esta la razón directa de su marcha a Oviedo. En la ciudad asturiana entró a trabajar en un comercio llamado
“Casa Tapiolas” y, seguramente, continuó con su actividad sindicalista. Hasta
que buscado por las autoridades militares tuvo que exiliarse. Posiblemente a
finales de 1923, tras el golpe de estado del general Miguel Primo de Rivera y
el comienzo de su dictadura, o comienzos de 1924. Desconozco los avatares
de su salida a Francia. Aunque parece seguro que se dirigió a Lyon, donde
vivía su hermano Pedro.
2. El exilio en Francia (1924-1925)
El año escaso que pasó Valeriano Orobón en Francia tiene dos etapas claramente diferenciadas. La primera, desde su llegada a Lyon hasta su traslado
38 Es el caso de B.Mas [Polémica, Barcelona, nº 9, 1983, págs. 22-23] quien asegura que fue
delegado por el “Sindicato Único de Valladolid”. O como Miguel Íñiguez [entrada de Valeriano Orobón en Esbozo de una enciclopedia histórica del anarquismo español, Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo, 2001] o Diego Abad de Santillán [Contribución a la historia del
movimiento obrero español, Puebla, Editorial Cajica, 1971, pág. 57] quienes aseguran sus
intervenciones en el comicio Pero sobre todo el de Salvador Cano que pone en boca de Juan
Peiró, no sólo sus intervenciones en el congreso, sino su participación en la redacción del dictamen. Salvador Cano Carrillo, “Valeriano Orobón Fernández”, Ruta, Caracas, nº 26, 1 de
febrero de 1976, pág.12.
39 De los tres hermanos varones Orobón Fernández, sólo el más pequeño Víctor, “sirvió al rey”.
Ester Martínez, 1998.
22
definitivo a París en el otoño de 1924. La segunda, es la de los meses que pasó
en la capital francesa hasta su expulsión del país en junio de 1925. Son unos
años que se conocen relativamente bien gracias a la documentación policial
conservada en los Archivos Nacionales de Francia40 y a diversos trabajos que
nos proporcionan fuentes y datos suficientes para reconstruir estos meses.
Unos son de historiadores, como Antonio Elorza41, y otros, de refugiados anarquistas españoles que convivieron con Orobón Fernández. Entre ellos destaca
el que Salvador Cano Carrillo publicó en la revista ácrata venezolana, animada por los exiliados confederales, Ruta42.
Cano asegura que Valeriano Orobón Fernández llegó a Lyon durante el
mes de julio de 1924 procedente de Asturias. Escapaba a la persecución del
capitán general de la región, Ricardo Burguete43 que pretendía terminar con las
actividades anarcosindicalistas en la región. Aunque, además, posiblemente,
Orobón también escapara por su condición de prófugo y, posiblemente, como
veremos más adelante, por su participación en un movimiento insurreccional
que se preparaba contra Primo de Rivera. Lo seguro es que se dirigió a Lyon
40 La documentación de los Archivos Nacionales de Francia se compone, fundamentalmente, del expediente de expulsión de Valeriano Orobón y de los informes policiales sobre el
movimiento anarquista español en el país galo conservados en los depósitos de París y
Fontainebleau.
41 Antonio Elorza, “El anarcosindicalismo español bajo la dictadura (1923-1930). La génesis de
la FAI”, Revista de Trabajo, nº 39-40, 1972, págs. 123-477,
42 Salvador Cano Carrillo, Valeriano Orobón Fernández, Ruta, Caracas, nº 26, 1.2.1976 Cano
(1900-1991), que conoció de cerca a Valeriano Orobón en Francia, trabajó como profesor
racionalista y periodista. Durante la Dictadura de Primo de Rivera vivió, algún tiempo, en
Melilla y Orán. En la Segunda República fue corresponsal de los diarios CNT y Solidaridad
Obrera de Barcelona. Redactor de Fragua Social, en 1936, y director de Nosotros. Fue
miembro de FAI y uno de los que con más ahínco difundió la nueva estructura acordada en
el pleno valenciano de 1937 que convertía a la FAI casi en un partido político. Además de sus
numerosos escritos en la prensa y el trabajo sobre Orobón para Ruta, es autor de dos novelas
publicadas en la colección La Novela Ideal: Amor sin trabas y La cosecha, sus encantos y sus
dolores. Ruta fue fruto del empeño de Germinal Gracia, cuando abandonó su vida nómada
anterior que le valió el sobrenombre de “El Marco Polo del Anarquismo”. Se publicó entre
1962 y 1971, con algunos años de ausencia.
43 El general Ricardo Burguete Lana (1871-1937) se había destacado en la represión de la huelga ferrroviaria de agosto de 1917 utilizando tropas para sembrar el miedo en las cuencas
mineras. El resultado fue de ochenta muertos, 150 heridos y varios miles de detenidos,
muchos de los cuales fueron torturados. Después, en 1922, sustituyó al Berenguer como Alto
Comisario del Protectorado español en Marruecos. Su misión era la de pacificar el territorio,
tras la derrota hispana de Annual, a base de concesiones y sobornos. Durante la Segunda
República intentó afiliarse al Partido Socialista, que le rechazó recordando su actuación en
1917. Al parecer, durante la revolución y la guerra de 1936-1939, entró a formar parte del Partido Comunista y, ya en la reserva, ocupó un alto cargo en la Cruz Roja. En Paul Preston,
Franco, “Caudillo de España”, Barcelona, Mondadori, 1998, págs. 43-44, 59 y 60 y la entrada correspondiente en Manuel Rubio Cabeza, Diccionario de la guerra civil española, Barcelona, Planeta, 1987, 2 vols
23
porque allí vivía su hermano Pedro, con quien siempre tuvo una especial relación. Manuel Pérez la califica de “verdadero delirio”44. Conocedor de la débil
salud de su hermano, procuró siempre ayudarle económicamente para que
pudiera dedicarse a las tareas intelectuales para las que le consideraba especialmente preparado45.
Algunos de estos datos lo confirman la documentación policial conservada. En efecto, Valeriano llegó a Lyon en julio de 1924 puesto que la prefectura del Rhône le expidió una cédula de identidad el día treinta de ese mes46. Sin
embargo, no aclara su situación militar. A la policía gala declaró que no había
cumplido el servicio de armas por haber sido declarado inútil. Aunque también dijo que era estudiante, que no tenía antecedentes y que vivía del dinero
44 Manuel Pérez, 30 años de lucha. Mi actuación como militante de la CNT y anarquista español, mecanografiado, Río de Janeiro, 1951. Manuel Pérez Fernández es uno de los más
importantes anarquistas españoles. Al parecer nació en Osuna (Sevilla) en 1887. A principios
del siglo XX estaba en Brasil. Carpintero de oficio, participó en las luchas sociales de la
época y se hizo anarquista. En 1918 era secretario de Aliança dos Trabalhadores y redactor
de la revista Espartacus. Fue expulsado de Brasil en 1919. A su llegada a España fue encarcelado hasta que quedó en libertad en enero de 1920. Hasta la dictadura de Primo de Rivera
actuó en Sevilla, en la redacción de Solidaridad Obrera y como contador del comité nacional de la CNT trasladado a la capital andaluza en el verano de 1923. Desterrado, en 1924 y
1925 vivió en Portugal, y después, hasta1928, en Francia. Durante estos años fue miembro
del Comité de Relaciones Internacional Anarquista y redactor y director de Tiempos Nuevos.
En 1928 retornó a España y, de nuevo en Sevilla, trabajó en las obras de la Exposición IberoAmericana. Definitivamente en España desde 1931, se dedicó a la reorganización de los sindicatos cenetistas en diversos lugares: San Sebastián, Canarias, Zaragoza, Cádiz y Barcelona. Logró salir de Mallorca, tras la sublevación de julio de 1936. Hasta la derrota perteneció
a diversos organismos confederales y dirigió el periódico Ruta. Preso en el campo de concentración de Albatera, fue liberado en 1941 por las presiones del consulado brasileño. Volvió al Brasil y se asentó en Río de Janeiro donde continuó con la defensa de sus ideales.
Murió en 1966.
45 Pedro Orobón, al igual que Valeriano, fue políglota y tradujo las colaboraciones internacionales aparecidas en Tiempos Nuevos de París durante el periodo que estuvo dirigido por
Manuel Pérez. Tras regresar a España en los años treinta se instaló en Valladolid desde
donde colaboró en el periódico CNT. En 1936 se encontraba en Madrid. Fue miembro de
su Comité de Defensa, capitán del ejército y jefe del negociado de Servicios Especiales del
Ministerio de la Guerra. Murió en febrero de 1937 durante un bombardeo de la aviación
franquista. Referencias en Manuel Pérez, 30 años de lucha. Mi actuación como militante de
la CNT y anarquista español, mecanografiado, Río de Janeiro, 1951; Archivo Histórico
Nacional, sección Guerra Civil, Salamanca, Sección Político-Social, Madrid, Legajo 398 y
Sección Militar, Madrid, Legajo 49. Agradezco a Ignacio Soriano de la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, su amabilidad en facilitarme estas referencias del archivo salmantino. Arturo Barea, hace un elogioso retrato de él cuando se refiere a la ayuda que
le prestó evitando que fuera encarcelado por ser sospechoso de estar relacionándose con un
espía. En Arturo Barea, La forja de un rebelde 3. La llama, Madrid, Turner, 1977, págs.
273-277. Su muerte en la plaza de la Cibeles también en el capítulo séptimo de la obra de
Barea.
46 La cédula tenía el número 89.321. En Archivos Nacionales de Francia, depósito de Fontainebleau.
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que le enviaba su familia. Aunque, desde su llegada a la ciudad del Ródano,
acudió al local sindical existente en el barrio de Villeurbanne. Este era uno de
los centros más frecuentados por los refugiados españoles que habían convertido a Lyon en un importante núcleo de actividad anarquista. Cano relata que,
recién llegado, el mismo día en que lo conoció, intervino en un debate sobre
el fascismo italiano47. Esta primera aparición pública le granjeó una gran simpatía y, sobre todo, una magnífica consideración de su capacidad intelectual.
No extraña, por tanto, que en los meses siguientes, hasta su marcha a París,
no sólo impartiera, en el Centro de Estudios Sociales, situado en la cour La
Fayette, numerosas conferencias sobre diversos temas sino que, también, dirigiera un curso de lengua y literatura española que, celebrándose los domingos
por la mañana en Oullins, una pequeña localidad del extrarradio lionés, contó
con una numerosa concurrencia48.
Aunque, Valeriano Orobón lo negara en 192849 parece que durante estos
meses su salud se resintió. Cano50 recuerda que numerosas tardes iba a recogerlo a donde vivía y daban largos paseos, conversando sobre las más diversas cuestiones, por el jardín botánico llamado “Tête d’Or”. Continuaba una
actividad que había comenzado hacia las seis de la mañana. La misma hora en
que se levantaba su hermano Pedro para acudir a la fundición donde trabajaba y desoyendo sus consejos de que lo hiciera más tarde y se cuidara. Pero
hasta la crisis londinense de unos años más tarde, su trabajo fue constante.
Durante estos meses, se integró en los grupos anarquistas en Francia51 y, en
47 Salvador Cano Carrillo, Valeriano Orobón Fernández, Ruta, Caracas, nº 26, 1.2.1976, págs. 10-11.
48 Las conferencias en Lyon versaron sobre cuestiones específicamente anarquistas y otras de
temas de filosóficos, sociológicos, artísticos y literarios. El curso en Oullins, en el Centro de
Estudios Sociales de la localidad, organizado por el grupo “Cultura y Acción”, tenía un horario de 9 a11 de la mañana del domingo. La concurrencia se extendió más allá de los círculos
ácratas españoles una atrajo a franceses entre los que, algunos, le pidieron que les diera clases particulares. En Salvador Cano Carrillo, Valeriano Orobón Fernández, Ruta, Caracas, nº
26, 1.2.1976, págs. 10-11.
49 Tras su abandono de Londres, a fines de 1928, escribió a Max Nettlau contándole que “La
“pequeña” Londres, como dice Nettlau, ha abatido a un “gran mozo” como él. Fuera por el
clima, por la alimentación o por el cansancio, nunca se sintió tan “cerca del fin” Y eso que era
la primera vez, en diez años, que caía enfermo”. En Correspondencia Valeriano Orobón Fernández con Max Nettlau, Berlín, 20.12.1928. Instituto Internacional de Historia Social de
Amsterdam, Fondo Max Netllau [En adelante IIHS-FMN].
50 Salvador Cano Carrillo, Valeriano Orobón Fernández, Ruta, Caracas, nº 26, 1.2.1976, pág.11.
51 La fecha de creación de la Federación no se conoce con exactitud. Elorza dice que ya a fines de
1923 existían los primeros gérmenes de una organización de los anarquistas españoles exiliados
a cuyo frente estaba Emilio Mira. A comienzos de 1924 se creó un comité de relaciones con sede
en Lyon encargado de estructurar la federación. En abril de 1925, parece que se celebró una reunión de grupos españoles y de residentes en Francia que decidió que el comité de relaciones se
trasladara a París. A mediados de mayo, en Lyon, representantes de unos cuarenta grupos, de los
aproximadamente ochenta organizados en Francia, decidieron la creación formal de la Federación
de Grupos Anarquistas de Lengua Española en Francia. En mayo de 1926 celebró un nuevo congreso en Marsella. Después, su actividad se fue diluyendo en medio de un intenso debate sobre
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octubre marchó a París con su hermano Pedro. Ambos se instalaron en una
habitación del 125 del faubourg du Temple52, en una de las zonas donde habitaban un mayor número de exiliados españoles.
Su actividad fue intensa. Se integró en el Grupo Internacional de
Ediciones Anarquistas y, después, en enero de 1925, se hizo cargo de la publicación del nuevo periódico anarquista español en Francia, Tiempos Nuevos.
Además de intervenir en numerosos actos53, fueron estos meses durante los
que, al parecer, estuvo ligado a la preparación del movimiento revolucionario
que desencadenó los sucesos de las Atarazanas de Barcelona y Vera de
Bidasoa en Guipúzcoa. Asuntos todos que tienen dos puntos de unión: en primer lugar, las discrepancias entre los anarquistas sobre cómo valorar la acción
violenta de los años previos a la Dictadura en España. En segundo lugar, la
discusión sobre si colaborar con otras fuerzas opositoras a la monarquía y
Primo de Rivera para derrocar a ambos. Veámoslos de forma cronológica.
Durante el verano de 1924 se formó un comité anarcosindicalista encargado de preparar una insurrección contra Primo. Entre sus miembros estaban
Buenaventura Durruti y Francisco Ascaso. Además, Eusebio Carbó, delegado
del comité nacional de la CNT, se instaló en París donde buscó que las autoridades permitieran la propaganda anti-Dictadura anarquista. Mientras que
Mauro Bajatierra, regresó de Bruselas para gestionar la obtención de los
medios económicos necesarios. También se trató de aprovechar la enemistad
cómo debía funcionar y estructurarse, aunque participó en la creación de la Federación Anarquista
Ibérica en julio de 1927 en Valencia, a medida que los exiliados fueron volviendo a España, sobre
todo a partir de 1930. Para esta cuestión se puede consultar Antonio Elorza, “El anarcosindicalismo español bajo la dictadura (1923-1930). La génesis de la FAI”, Revista de Trabajo, nº 3940, 1972, págs. 123-477, págs. 138, 148 y 195-199 y los números correspondientes de diciembre
de 1926 a marzo de 1927 de la revista Tiempos Nuevos de París.
52 La policía situó la fecha exacta de la llegada de los hermanos Orobón el 19 de octubre. Por
el alquiler del cuarto pagaban 35 francos semanales. Pedro entró enseguida a trabajar en la
fábrica de la Renault en Billancourt. Archivos Nacionales de Francia, depósito Fontainebleau.
53 Según los informes policiales intervino en el 16 de noviembre de 1924 en el mitin internacional anarquista celebrado en el local sindical del número 33 de la calle Grange-aux-Belles. En
su intervención criticó la dictadura de Primo y la censura que imponía a la prensa, inclusive a
la extranjera. Después, ya en 1925, el 20 de enero, participó en una velada que el grupo anarquista español “Amor y Libertad” realizó en el centro vegetariano de la calle Mathis. Leyó un
trabajo titulado “Vida y muerte en el ser humano”. Al día siguiente lo hizo en un mitin de la
“Liga de Rebeldes a todas las guerras”. Allí no sólo atacó a todos los ejércitos sino que pidió
a los asistentes que desertaran. Durante las semanas siguientes colaboró con las funciones que
celebraba el “Grupo Artístico Español”, un ente cultural de tendencia ácrata, para recaudar fondos para sostener la propaganda anarquista y ayudar a los presos. El cinco de abril presidió el
acto que la AIT celebró en París, en el local que la sociedad “La Igualitaria” tenía en la calle
Sambre et Meuse. En Archivos Nacionales de Francia, depósito de Fontainebleau. Un ejemplo
de programa del “Grupo Artístico” es este publicado en Tiempos Nuevos (26.2.1925): Comedia, en dos actos, Quisquillas de Carlos Arniches; diálogo antimilitarista de Torres y Brotons,
Sin patria y el juguete cómico en un acto de A. Casero, El miserable puchero.
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de los grupos catalanistas que Primo de Rivera se había granjeado tras suspender la Mancomunidad catalana y perseguir las actividades regionalistas54.
La operación contó, además, con un comité revolucionario en el interior de
España en el que participaron los grupos anarquistas barceloneses y algunos
elementos del Estat Catalá55.
Antes de septiembre, Ángel Pestaña, recién nombrado secretario nacional
de la CNT, viajó a París. El comité le habló de que existían unos veinte mil
hombres armados dispuestos a entrar en España. Aunque el leonés no quedó
muy convencido, los preparativos continuaron adelante. El grado de participación de Valeriano Orobón Fernández no está claro. El historiador Antonio
Elorza le atribuye la redacción del folleto España. Un año de dictadura, firmado por el Grupo Internacional de Relaciones Anarquistas56. Los argumentos utilizados contra la dictadura y, sobre todo, la idea de que bastaba un detonante para desencadenar la explosión en España contra el régimen de Primo,
inspiraron los manifiestos que aparecieron antes de la invasión por Vera de
Bidasoa.
Que, de alguna manera, intervino parece seguro. Que acudió a la despedida en París de los que marchaban hacia la frontera, también57. Más dudosas y
contradictoras resultan las informaciones sobre su viaje al Pirineo catalán o su
presencia en la localidad guipuzcoana de Vera. Abel Paz, en su biografía sobre
Durruti, reproduce párrafos de un folleto sobre Durruti, Ascaso y Jover, escrito por Valentín Roi. Pseudónimo que atribuye a Valeriano Orobón58. De ser
así, por su contenido, se puede deducir que, durante los meses anteriores a su
salida de España, Orobón estuvo en Barcelona y que su marcha a Francia
54 Para las tensas relaciones entre el catalanismo, fuera moderado, como el de la Lliga de
Cambó, o radical, como el Estat Catalá de Maciá, se pueden consultar, Shlomo Ben-Ami, La
dictadura de Primo de Rivera, 1923-1930, Barcelona, Planeta, 1983, págs. 133-137 y, del
mismo autor, Los orígenes de la Segunda República española: Anatomía de una transición,
Madrid, Alianza, 1990, págs. 137-138.
55 Un relato de uno de los participantes en los acontecimientos en Barcelona, Felipe Tiñena, “La
CNT y la dictadura de Primo de Rivera”, CNT, Toulouse, 27.9.1959. Un análisis de estos
sucesos en Antonio Elorza, “El anarcosindicalismo español bajo la dictadura (1923-1930). La
génesis de la FAI”, Revista de Trabajo, nº 39-40, 1972, págs. 123-477, págs. s. 147-155. También AHN-FCMIN, legajo 42 A.
56 Antonio Elorza, “El anarcosindicalismo español bajo la dictadura (1923-1930). La génesis de
la FAI”, Revista de Trabajo, nº 39-40, 1972, pág. 148.
57 La policía francesa intentó conocer quienes participaron en la intentona. La prefectura de
Gard, envió diversos informes al ministerio del Interior, a la Sûreté Générale, sobre los integrantes de las diversas partidas que habían salido hacia la frontera. Uno de ellos, de fecha 13
de febrero de 1925, contiene 14 nombres y hace referencia a otros anteriores. En ANF,
F/7/13443.
58 Según informaciones del propio Abel Paz, que Valentín Roi es Valeriano Orobón Fernández
se lo confirmó Federica Montseny, cuando el autor escribía a fines de los años sesenta la biografía de Buenaventura Durruti. El folleto, titulado Durruti, Ascaso, Jover, fue editado en
Buenos Aires por ediciones Antorcha en 1927.
27
pudo estar relacionada con la intentona revolucionaria que se preparaba59. De
esta forma se explicarían mejor las relaciones que le unieron a destacados
militantes catalanes como Juan Peiró60 y su inmediata integración en el Grupo
Internacional de Ediciones Anarquistas creado, con los fondos proporcionados por Ascaso y Durruti, para desarrollar campañas internacionales de propaganda anarquista61. Es esta una cuestión tan oscura como su posible fugaz
regreso a España, en abril de 1925, para asistir a un congreso anarquista ibérico en Barcelona. La policía francesa puso en duda su celebración, a pesar de
contar con una supuestas actas de lo tratado en la reunión, aunque señaló al
vallisoletano como el delegado de los grupos anarquistas españoles en Francia
que defendieron continuar la relación con los grupos republicanos y crear una
organización específicamente ácrata cuyo comité residiera en Francia mientras continuara la excepcional situación política en España62.
59 Editado en la Argentina, a donde había regresado Diego Abad de Santillán tras su estancia
en Alemania y, por lo tanto, es posible que Orobón, ya en Alemania también, le remitiera
el manuscrito para apoyar, la campaña por la liberación de los tres anarquistas españoles
amenazados de extradición a España y la Argentina. Para estas cuestiones, Abel Paz,
Durruti en la Revolución española, Sevilla, Fundación de Estudios Libertarios Anselmo
Lorenzo, 1996.
60 Salvador Cano relata que, a fines de 1924, viajó a Barcelona. En este viaje, coincidente con los sucesos revolucionarios de Barcelona y Vera, se entrevistó con Juan Peiró a quien entregó una carta que
le enviaba Valeriano Orobón. Peiró, según Cano, le contó entonces las intervenciones del joven
vallisoletano en el congreso de 1919 y que, en 1923, había sido propuesto para dirigir Solidaridad
Obrera. Puesto que se negó aceptar alegando falta de capacidad y experiencia. En Salvador Cano
Carrillo, Valeriano Orobón Fernández, Ruta, Caracas, nº 26, 1.2.1976, págs. 12 y 13. Juan Peiro
Belis (1887-1942) es uno de los más destacados anarcosindicalistas españoles. También se pudieron conocer cuando Peiró, a mediados de 1924, viajó a París para reunirse con Maciá con vistas a
una acción revolucionaria conjunta. En CNT-AIT, “Memoria del Congreso extraordinario celebrado en Madrid del 11 al 16 de junio de 1931”, ciclostilado, s.f., s.l. Trabajador del vidrio, comenzó a
militar en el obrerismo a principios del siglo XX. Hacia 1915 creó en Badalona una federación local
de sociedades obreras. Secretario de la Federación Nacional del Vidrio evolucionó hacia el anarcosindicalismo. En 1918 asistió al Congreso de Sans y al año siguiente defendió las federaciones
nacionales de industria en el Congreso confederal de Madrid. Durante los primeros años veinte tuvo
una intensa militancia, secretario del comité nacional de la CNT, y sufrió varios atentados y encarcelamientos. Durante la dictadura de Primo de Rivera participó en las diversas conspiraciones y se
mostró partidario de legalizar los sindicatos y llegar a acuerdos con los republicanos. Durante la
Segunda república firmó el manifiesto llamado de los Treinta que se oponía a la presión revolucionaria inmediata contra el nuevo régimen. Expulsado, se reintegró a las filas confederales en 1936.
Durante la Revolución y la guerra fue delegado de la CNT en el Consejo de Economía de la Generalidad y, después, en noviembre de 1936, Ministro de Industria en el Gobierno Central. Exiliado en
Francia, tras su ocupación por Alemania, las autoridades lo entregaron a las autoridades franquistas.
Al negarse a integrarse en los sindicatos verticales, fue fusilado.
61 Un resumen de sus actividades, desde su creación a mediados de 1924 hasta finales de 1925
en Acción, París, nº 7, enero 1926, págs. 11-13.
62 Antonio Elorza, “El anarcosindicalismo español bajo la dictadura (1923-1930). La génesis de
la FAI”, Revista de Trabajo, nº 39-40, 1972, págs. 123-477, págs. 195-196. Los informes
sobre el Congreso Nacional Anarquista de Barcelona y la participación de Orobón en ANF,
F/7/13443.
28
De ser cierta la personalidad de Orobón, bajo el pseudónimo de Roi, y el
relato del folleto, como su presencia en la ciudad condal, resultaría que
Valeriano no sólo estuvo en la despedida parisina de los revolucionarios, sino
que después se dirigió a la frontera catalana, en compañía de Ascaso. Al llegar conocieron el fracaso de la incursión guipuzcoana y que las autoridades,
alertadas, habían enviado varios regimientos a la frontera. Entonces desistieron del ataque. El texto citado por Abel Paz describe la impotencia de los conjurados y esboza una justificación de la actuación de los implicados en una
tentativa “ingenua, torpe”63. Que las autoridades estaban prevenidas lo confirma el telegrama que el ministro de la Gobernación envió a los gobernadores civiles el mismo día cuatro de noviembre notificándoles que, para ese día,
se esperaba un intento revolucionario anarquista al que denominaban “Abajo
la guerra”64.
Aún así, el movimiento comenzó con la salida del tren que llevó hacia la
frontera a los grupos que se iban a infiltrar por Cataluña y el País Vasco. Cerca
de un centenar de anarquistas llegaron a San Juan de Luz, en donde se le
sumaron otro número indeterminado de activistas. Desde el cinco al siete de
noviembre, en las cercanías de Vera de Bidasoa se produjo un tiroteo, en él
murieron dos guardias civiles, la huida de la mayoría de los guerrilleros, hacia
Francia, ante la llegada de refuerzos de tropas y la detención de algunos anarcosindicalistas. Tres de ellos, Enrique Gil Galán, Julián Santillán Rodríguez y
Pablo Martín Sánchez fueron condenados a muerte, aunque el último se suicidó antes de ser ejecutado. Parecida suerte corrieron los implicados en la
entrada por Cataluña. Como se ha visto, alertadas las autoridades de lo ocurrido en Vera tomaron las medidas oportunas para impedirla. En Barcelona,
intentaron el asalto del cuartel de las Atarazanas un menor número de los que,
en principio, estaban comprometidos. Consecuencia del nuevo fracaso fueron
las ejecuciones de José Llácer y Juan Montejo.
Pío Baroja, unos años más tarde, escribió una novela en la que hacía una
amplia referencia a estos sucesos. Se llama La familia de Errotacho, la primera de la trilogía La selva oscura. En ella, entre la realidad y la ficción, hace un
detallado recorrido por los sucesos, desde la llegada de los insurrectos hasta las
63 Las citas del texto del folleto en Abel Paz, Durruti en la Revolución española, Sevilla, Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, 1996, págs. 84 y 126-129.
64 El telegrama en AHN-FCMIN, legajo 42 A, expediente 9. En este mismo legajo se conserva
el informe que el embajador español en Francia envió a principios de octubre sobre un acto
anti-dictadura celebrado en el local sindical situado en la calle Grange aux Belles al que acudieron unas seiscientas personas. En él habló Rodrigo Soriano y el diplomático adjuntó un
recorte del periódico comunista francés L’Humanité criticando la participación conjunta de
anarquistas y burgueses en un acto. Otro telegrama del gobernador civil de San Sebastián, de
fecha 13 de noviembre, citaba entre los organizadores, además de Durruti, a Juan Riesgo
Sanz.
29
ejecuciones de Pamplona65. En diversas ocasiones se refiere a la participación
de Valeriano Orobón Fernández en los acontecimientos. Todos los nombres de
las personas que aparecen son correctos, aunque sus biografías acumulan acontecimientos, anteriores y posteriores a los hechos que relata. Es el caso de
Orobón al que le atribuye66, para el otoño de 1924, la dirección de Tiempos
Nuevos, que no apareció hasta comienzos del año siguiente, y su pertenencia
al secretariado de la AIT, hecho que no ocurrirá al menos hasta la segunda
mitad de 1925. Sin duda, Baroja mezcla lo que conoce del asunto con la biografía de sus protagonistas hasta 1931, año durante el que escribió la novela.
El escritor sitúa los orígenes de la conspiración en los contactos entre anarcosindicalistas barceloneses y catalanistas exilados en el Mediodía francés67.
Una vez de acuerdo, fue en Lyon, en el local de la cour La Fayette, donde se
examinó y dio vía libre al proyecto, la entrada de dos grupos por Port-Bou y
Vera de Bidasoa, la organización se trasladó a París. Valeriano Orobón
Fernández aparece68 como uno de los organizadores del movimiento, perteneciente a un llamado “Comité de los Treinta” o “Comité de Relaciones
Internacionales”69 que se reunía en los locales sindicales de la avenida Mathurin
65 Pío Baroja, La familia de Errotacho, en Obras Completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1980,
tomo VI, págs. 255-366. En el “Prólogo” (pág. 257) a la obra, Baroja dice que, como las otras
de la trilogía, no pretende ser histórica. De un lado porque los personajes no son las “grandes
personalidades” que llenan las páginas de los libros de historia, sino “individuos subalternos,
del montón, moldeados por el ambiente, y muchas veces sacrificados por las circunstancias”.
De otro, porque “la novela anda entremezclada con la crónica y la crónica con la novela”.
66 Pío Baroja, La familia de Errotacho, en Obras Completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1980,
tomo VI, pág. 322.
67 Baroja dice que los auténticos iniciadores de la intentona fue un grupo anarquista de Barcelona que, durante los años anteriores a la dictadura de Primo de Rivera, había sido infiltrado
por la policía. Aunque el principal confidente, Armengol, El Roig, fue muerto por sus compañeros, el grupo siguió actuando y había sido el inicador de la conspiración, a pesar de la
oposición inicial de los comités de la CNT. En Pío Baroja, La familia de Errotacho, en Obras
Completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1980, tomo VI, pág. 320. Todo ello es cierto. El confidente se llamó Bernardo Armengol, secretario del sindicato de la Madera de Barcelona y que
entró a formar parte de la banda para-policial de Bravo Portillo y el barón Köening. Descubierto que era un confidente fue ejecutado en mayo de 1923. El relato, en líneas generales se
ajusta a lo que, desde el punto de vista histórico, relata Elorza en el trabajo ya repetidamente
citado.
68 Las referencias directas a Valeriano Orobón Fernández en Pío Baroja, La familia de Errotacho, en Obras Completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1980, tomo VI, pág. 322.
69 Este comité del que habla Baroja posiblemente sea el Grupo Internacional de ediciones Anarquistas. Comité al que perteneció, según Juan García Oliver, Pedro Orobón Fernández. En
Juan García Oliver, El eco de los pasos. El anarcosindicalismo en la calle, en el Comité de
Milicias, en el gobierno, en el exilio, Barcelona, Ruedo Ibérico, 1978 pág. 90. Quienes lo formaban, según el escritor, además de Valeriano Orobón, eran Buenaventura Durruti, Gregorio
Jover, Miguel García Vivancos, Francisco Ascaso, Claramunt, Vidal, Agustín Gibanel y Bonifacio Manzanedo, detenido durante los sucesos en Vera. Además de otros, cuya personalidad
me resultan desconocidas, como Casals, Recaséns, Gil, Naveira, Lamoy, Arranz, Sampere,
Marzo y Campona.
30
Moreau, de la calle Chateau-d’Eau o, en un salón situado en las cercanías de la
calle Grange-aux-Belles. La recluta de los participantes se había realizado en
los barrios y talleres en los que existían un mayor número de exilados españoles. Como los barrios de Saint-Denis o Ménilmontant o a la factoría de automóviles de la Renault. También sirvieron de improvisados puntos de alistamiento los cafés de la avenida Gambetta o la calle Bretagne, el café Floreal, en
la calle Permantier, y el Point de Jour, en las proximidades de la estación de
metro Belleville. Además de otros locales como los ya citados sindicales o el
centro vegetariano de la calle Mathis, en las proximidades del metro Crimea70.
Una vez que llegó el telegrama dando vía libre al inicio de la operación, en
una tumultuosa reunión celebrada en la el local de la Bolsa de Trabajo de la
calle Chateau-d’Eau, Orobón, al igual que otros, propusieron que se enviara un
delegado a España para confirmar la efectiva preparación y descartar cualquier
provocación policial71. No se les escuchó y la expedición se puso en marcha.
De todas formas, lo que nos interesa es que la participación de Valeriano nos
pone de manifiesto su plena integración, a fines de 1924, en las estructuras del
anarquismo español en Francia. De la consideración que se tenía de él fue
buena muestra su nombramiento como nuevo director del periódico que el exilio ácrata hispano comenzó a publicar en París en enero de 1925.
Los anarquistas españoles en Francia habían comenzado a editar a
comienzos de 1924 una revista denominada Liberión que pronto cambió el
nombre de su cabecera por el de Iberión. Parece que estas publicaciones fueron uno de los frutos de la llegada a París de Francisco Ascaso y Buenaventura
Durruti con parte del dinero obtenido del banco de España en Gijón72. A fines
70 Pío Baroja, La familia de Errotacho, en Obras Completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1980,
tomo VI, págs. 319-323.
71 Pío Baroja, La familia de Errotacho, en Obras Completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1980,
tomo VI, pág. 324.
72 Tanto Liberión, como Iberión fueron dirigidos por Liberto Callejas otro de los anarquistas
españoles más destacados del momento. Aunque el segundo en otoño tenía como director a
José Martín. Ambos tuvieron su sede en el número 9 de la calle Louis Blanc y llevaron un
subtítulo que los identificaba como “periódicos de ideas”. La llegada de Ascaso y Durruti a
París, para escapar de la persecución de Martínez Anido, nombrado ministro de la Gobernación por Primo de Rivera, se produjo a finales de 1923 o comienzos de 1924. Para el asalto
al banco de España en Gijón y las vicisitudes de Durruti y sus compañeros se puede consultar, Abel Paz, Durruti en la Revolución española, Sevilla, Fundación de Estudios Libertarios
Anselmo Lorenzo, 1996, págs. 109-129. Liberto Callejas, cuyo nombre, al parecer, era Juan
Perelló Sintes, ha sido una de las más destacadas plumas del obrerismo español. De probable
origen mallorquín, en 1919 se encontraba en Barcelona. Trabajó de ebanista y, con el golpe
de estado de Primo de Rivera, se exiló a Francia. Relacionado con Durruti, figuró en la Editorial Anarquista Internacional y el Comité Anarquista Internacional. Retornó a España con la
proclamación de la Segunda República y dirigió el periódico CNT de Madrid y Solidaridad
Obrera de Barcelona. Durante la Revolución española fué redactor del periódico Ideas de
Hospitalet y miembro de la productora de cine creada por la CNT. Se exilió, primero en Centroamérica y, después, en Méjico. Allí fue unos de los redactores del periódico Tierra y Libertad hasta su muerte en 1970.
31
de 1924, en el contexto de las conspiraciones, el periódico desapareció. De un
lado estaban los problemas económicos, de otro, y de mayor importancia,
estuvieron las diferencias entre los anarquistas sobre si colaborar, o no, con
otros grupos de exilados. Discrepancias que ocasionaron una viva polémica.
Valeriano Orobón y Diego Abad de Santillán fueron, respectivamente, destacados representantes de las dos tendencias. Cuestión que ocultaba, pienso,
otras divergencias sobre los procedimientos revolucionarios y la propia concepción de la sociedad futura73.
En enero de 1925, el Grupo Internacional de Ediciones Anarquistas decidió que apareciera una nueva revista, en español, dirigida a los exiliados y que
llevara una activa campaña contra la Dictadura. La nueva publicación se
llamó Tiempos Nuevos, “semanario de educación y lucha”74. Se decidió que la
gestión económica la llevara el Grupo Internacional y la orientación y dirección los grupos anarquistas. Estos nombraron a Valeriano Orobón Fernández
que simultaneó su puesto con las colaboraciones en la Revista Internacional
Anarquista, en su edición española llamada Acción75. Su elección, posiblemente, correspondió al estado de opinión existente entre los anarquistas españoles tras el fracaso de noviembre de 1924. Se tuvo que abrir una discusión
sobre el uso de la violencia, la necesidad de colaborar con las demás fuerzas
opositoras a Primo y la elaboración teórica del anarquismo. Debate en el que
el nuevo periódico dirigido por Orobón adoptó una posición claramente partidaria a circunscribir la utilización de la violencia a momentos muy puntua73 Sobre esta cuestión se puede consultar el apartado 3 del capítulo 2.
74 El primer número apareció a finales de enero de 1925. Su domicilio estuvo en el 14 de la calle
Petit, el mismo local de la Librería Internacional. A fines de octubre de 1925 ambas se trasladaron al 72 de la calle de Prairies. Para cumplir con la legislación de prensa francesa tuvo
como gerentes a Ferandel, hasta el número 28 de agosto de 1925; Louis Favier, hasta el otoño
de ese mismo año; Maurice Vilatte lo fue desde principios de noviembre de 1925 hasta julio
de 1927, fecha en la que fue sustituido por Jean Girardin hasta su desaparición a comienzos
del otoño de 1927. Se imprimió en diversas imprentas: primero en la “Imprimerie spéciale de
“Tiempos Nuevos”; después, al menos desde el número 40, de primeros de noviembre de
1925, en la imprenta J. Solsona situada en el número 9 de la calle Hallé. A finales de ese
mismo mes se hizo cargo de la edición la imprenta Aurora, sita en el 63 de la calle Ramey.
Finalmente, en febrero de 1927, se encargó la imprenta Internacional, situada en el número 74
de la rue des Prairies. De los cuatro gerentes franceses, el Dictionaire biographique du mouvement ouvrier français (Paris, Editions de l’ Atelier, CD) de J. Maitron contiene entradas de
Severin Férandel (1896-1978) y Jean Girardin (1902-1952). Ambos fueron administradores
del periódico anarquista francés Libertaire y estrechos colaboradores en las organizaciones
ácratas del país vecino.
75 La Revue Internationale Anarchista fue otra de las publicaciones animadas por el Grupo Internacional de Ediciones. Se publicó entre noviembre de 1924 y junio de 1925, con una periodicidad mensual. En realidad era tres revistas, en italiano, francés y español, en una. La sección española se llamaba Acción. Orobón, como se verá con detalle en el capítulo segundo
colaboró con críticas bibliográficas y algunos artículos. Acción, según una nota aparecida en
Tiempos Nuevos (nº 71, 25.11.1926) en diciembre de 1926 estaba previsto que reapareciera,
editada por el Grupo Internacional de Ediciones Anarquistas.
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les y quitarle la áurea de “solución mágica” que algunos sectores le atribuían;
a incluir en sus columnas colaboraciones de políticos republicanos como
Rodrigo Soriano y a exigir un debate teórico que evitara una excesiva intervención del azar en el proceso revolucionario y la construcción de la sociedad
futura.
Según relata Salvador Cano76 Valeriano puso dos condiciones para hacerse cargo de la edición del periódico: que cambiara de nombre y contar con
total libertad para elegir a sus colaboradores y publicar lo que considerara
oportuno. Ambas le fueron aceptadas77 y se convirtió en un periódico anarquista en el que no sólo escribían anarquistas. En sus páginas aparecieron
colaboraciones de exiliados de otras tendencias, en especial de intelectuales y
republicanos como Rodrigo Soriano, Eduardo Ortega y Gasset, Unamuno o
Blasco Ibáñez78. Del primero apareció una serie de artículos titulados “El
Vivillo”79, sobre la figura de Alfonso XIII.
76 Salvador Cano Carrillo, Valeriano Orobón Fernández, Ruta, Caracas, nº 26, 1.2.1976, pág. 14.
77 Resulta, al menos curioso, que el nombre elegido, Tiempos Nuevos, fuera el mismo que el del
periódico que los socialistas vallisoletanos publicaban en la ciudad natal de Valeriano. Esta
cabecera no contaba, al contrario que otras, con una gran tradición en el mundo anarquista
español. Con anterioridad a este, sólo dos periódicos la habían utilizado: uno en Sevilla, entre
1900 y 1903, y otro en Gijón, en 1905. Con posterioridad, sí será un título que se repita hasta
la actualidad: en Puertollano, 1932; Toulouse-París, 1945-1946 y Barcelona, entre 1934 y
1938 y 1979-1994. Aunque también es posible la inspiración, como en otras ocasiones, de
cabeceras francesas. En este caso, concretamente, Les Temps Nouveaux de Jean Grave.
78 Rodrigo Soriano Barroeta-Aldemar (1864-1944) fue un periodista y político guipuzcoano,
perteneciente a los sectores más radicales del republicanismo. Diputado y editor del periódico España Nueva, abrió en muchas ocasiones sus páginas a la CNT. Por ejemplo fue el único
periódico madrileño que siguió las sesiones del congreso del teatro de la Comedia en 1919.
Desterrado por Primo de Rivera, se exiló en Francia de donde regresó en 1931. Fue diputado
por Málaga en 1931 y, después, embajador en Chile hasta 1939. En este país murió. Eduardo
Ortega y Gasset (1882-1955), hermano del filósofo, fue también un activo político republicano que, exiliado durante la Dictadura, editó las llamadas Hojas Libres que tanta influencia
tuvieron en la denuncia de las corrupciones del régimen de Primo de Rivera. Durante la
Segunda República, fue gobernador civil de Madrid y diputado a Cortes. Perteneciente al sector descontento con la moderación social del nuevo régimen fue de los pocos políticos que
prestó atención a las demandas de la CNT. Abogado, defendió en ocasiones a cenetistas y,
durante la guerra fue fiscal general de la República hasta fines de 1937. Se exilió a Francia y,
después, a Cuba y Venezuela, donde falleció. El escritor y filósofo Miguel Unamuno Jugo
(1864-1936) mantuvo duros enfrentamientos con Miguel Primo de Rivera que le valieron, primero ser desposeído de su cátedra en Salamanca y, después, confinado en Fuerteventura. De
la isla Canarias se fugó y se exilió en París. Finalmente, el también conocido escritor Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), conocido internacionalmente, se exiló también tras la llegada
al poder de Primo de Rivera. Vivió en su casa de Menton, en la Costa Azul, y escribió unos
folletos antimonárquicos Alfonso XIII desenmascarado y Por España y contra el rey, que
llegó a lanzar en avión sobre territorio español.
79 Rodrigo Soriano, “El Vivillo”, I-IV, Tiempos Nuevos, París, 20 y 27. 8 y 3 y 10.9.1925. El primero que publicó fue “Al pasar. Un nuevo redactor”, Tiempos Nuevos, 30.4.1925.
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La orientación del periódico originó la oposición de los partidarios de continuar el camino de la acción y el rechazo a colaborar con republicanos o catalanistas. Quien la encabezó fue Abad de Santillán desde el periódico argentino La Protesta80. Ya en junio, en el transcurso del congreso de los anarquistas
españoles en Francia, se enfrentaron las dos tendencias. La reunión fue tumultuosa porque todavía coleaba el fracaso de la aventura de Vera de Bidasoa. El
informe que presentó Orobón sobre su actuación en el periódico fue impugnado81. Se le acusó de haber abierto las páginas del periódico a políticos,
negando la colaboración de anarquistas. Se defendió demostrando que ninguno de los artículos publicados iba en contradicción con los principios ácratas.
Su gestión fue aprobada aunque se le pidió que pusiera fin a las colaboraciones con los políticos, como Rodrigo Soriano, que no aportaran ni fuerzas ni
medios económicos a la lucha contra la dictadura82.
Sin embargo, la cuestión no terminó aquí. Tras las reuniones de Lyon83
tuvieron lugar otras dos en el local de la Bolsa de Trabajo de la calle Chateau
d’ Eau. Orobón Fernández había presentado su dimisión y escrito un artículo
llamado “Reflejos de un congreso” en el que defendió su posición. Además,
denunció que el delegado de los grupos parisinos en Lyon, llamado Casals, no
había informado correctamente sobre la decisión de no admitir más colaboraciones de Rodrigo Soriano en Tiempos Nuevos. Por los informes policiales
que se conservan84 sabemos que el vallisoletano contó con el apoyo de
Sebastián Faure y Ferandel. Ambos, criticaron también lo ocurrido en Lyon.
No era posible dejarse arrugar por los enfrentamientos. Aunque desaprobaron
80 Para esta cuestión se puede consultar el apartado 3 del capítulo 2.
81 Quienes intervinieron en contra, según Salvador Cano, fueron Francisco Equisuain, un anarquista que fue expulsado de la Argentina a España. Se instaló en Asturias trabajando como
panadero. Fue delegado en el congreso de la CNT de Madrid de 1919. Diego Parra era un ebanista levantino. También estuvo presente en el congreso madrileño. Objeto de en largo encarcelamiento y de la aplicación de la ley de fugas, logró escapar en 1923 a Francia de donde
regresó con la proclamación de la Segunda República. Rafael Vidiella, pertenecía a la CNT
casi desde su fundación. Como los anteriores asistió al congreso de 1919. Vidiella representó, de forma informal, al anarcosindicalismo en las reuniones de San Sebastián de agosto de
1930 que significaron la creación de un amplio frente contra la monarquía. Vidiella, tras más
de veinte años de militancia confederal, durante la Segunda República se afilió al Partido
Socialista y a la UGT y, en 1936, fue uno de los fundadores del PSUC.
82 Salvador Cano Carrillo, Valeriano Orobón Fernández, Ruta, Caracas, nº 26, 1.2.1976, págs.
15-17 y Antonio Elorza, “El anarcosindicalismo español bajo la dictadura (1923-1930). La
génesis de la FAI”, Revista de Trabajo, nº 39-40, 1972, págs. 123-477, pág. 198.
83 No se elaboraron actas por el encrespado clima reinante y los enfrentamientos que se produjeron entre los aproximadamente doscientos asistentes. Las sesiones tuvieron lugar los días 14
y 15 de junio de 1925. Extensos informes policiales sobre las discusiones, documentación y
temario se encuentran en ANF, F/7/13443. Un artículo sobre el congreso en Hugo Trene,
“Riflessioni sul congresso degli anarchici spagnoli rifugiati in Francia”, La Tempra, París,
20.7.1925.
84 De fechas segunda quincena de junio y primera de julio de 1925. En ANF, F/7/ 13443.
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que las divergencias se hicieran públicas porque sólo darían satisfacciones a
sus enemigos. Era preciso discutir a fondo hasta llegar a una verdadera entente entre todos los anarquistas. La situación era tan insostenible como la que
padecía el periódico. Durante la primera mitad de 1925 el periódico sufrió el
boicot de sus adversarios que sólo cesó cuando, en septiembre, la redacción
fue sustituida con la intención de limar las diferencias 85. Para entonces,
Orobón estaba en Berlín, desde donde mantenía una agria polémica con Abad
de Santillán86.
Las razones precisas por las que el ministro del Interior Schramek ordenó
su expulsión no están del todo claras. Salvador Cano y Manuel Pérez afirman
que se debió a su intervención en un acto organizado por el exilio español
contra el régimen de Primo de Rivera y su actuación en la guerra de
Marruecos. Durante 1925 los gobiernos español y francés decidieron tener
una actuación conjunta contra Abd-el-Krim que, finalmente, se llevó a cabo
en septiembre, cuando tropas de ambos países protagonizaron un desembarco
en la bahía de Alhucemas87. En este contexto, a pesar de las diferencias de
fondo entre las autoridades galas e hispanas la actividad de los opositores al
dictador español se mostraba como molesta. Los autores citados aseguran que
en el acto también intervinieron Blasco Ibáñez y Unamuno88. Afirman que el
85 Referencias al boicot a la revista en “Mesa revuelta”, Tiempos Nuevos, París, 3.9.1925. La
nueva redacción, en El Comité de Relaciones Anarquistas de Francia, “Dos palabras a todos”,
Tiempos Nuevos, 20.9.1925. En esta nota se recordaba a los anarquistas que el momento era
“aciago” y que no era hora de discrepancias, que “se extendían de uno a otro continente consumiendo energías”, sino de recuperar la “inteligencia y confianza”. La nueva redacción, de
la que no se daba ningún nombre de sus componentes, se eligió en una asamblea de los grupos e individualidades de París. Las dificultades ya se advirtieron en febrero de 1925, cuando sólo se habían publicado cinco números. Un editorial, “Tiempos Nuevos a todos los grupos y camaradas”, aparecido en el número correspondiente al 26 de febrero, se quejaba del
“abandono” al que estaba sometido el periódico por los anarquistas españoles en Francia.
86 La polémica alcanzó su punto álgido a raíz del artículo de Valeriano Orobón Fernández, bajo
el pseudónimo de Juan de Iberia, que utilizaba habitualmente en los artículos de fondo que
publicaba en la revista, titulado “Teoría y Acción. Por nuestra capacidad revolucionaria”
(Tiempos Nuevos, París, 20.8.1925). Lo escribió en Berlín, en agosto, recién llegado. En La
Protesta de Buenos Aires apareció en contestación un virulento escrito en el que se le tildaba
de “jovenzuelo sin antecedentes y sin calificación moral” y se acusaba a Orobón de haber permitido la publicación de una reseña del congreso de la AIT celebrado en Amsterdam, escrita
por los opositores a la línea de la FORA en Argentina. Orobón respondió con otro nuevo artículo, “Para La Protesta de Buenos Aires. Contumaces en la calumnia”“ (Tiempos Nuevos,
París, 10.9.1925), en el que aclaraba lo ocurrido y mantenía sus posiciones. Para más detalles
sobre esta cuestión se puede consultar el apartado 3 del capítulo 2.
87 Todas estas cuestiones de la guerra en Marruecos y la intervención final francesa en el cese
de las hostilidades en Susana Sueiro Seoane, España en el Mediterráneo. Primo de Rivera y
la “Cuestión Marroquí”, 1923-1930, Madrid, UNED, 1992, págs. 278-323.
88 Las referencias a la intervención de Orobón en el mitin proceden de Salvador Cano Carrillo,
Valeriano Orobón Fernández, Ruta, Caracas, nº 26, 1.2.1976, pág. 17 y Manuel Pérez, Mi actuación como militante de la C.N.T. y anarquista español, mecanografiado, Río de Janeiro, 1951.
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discurso que pronunció Orobón fue brillante y fogoso. La gota que colmó el
vaso. Sus implicaciones en el asunto de Vera, su actividad editorial en
Tiempos Nuevos, sus relaciones con los republicanos y su destacada militancia anarquista, le convertían en demasiado peligroso89. Por ello, a las veinticuatro horas de celebrado el acto, recibió una orden de expulsión del territorio francés.
Sin embargo, los documentos de la policía francesa que conozco no hacen
ninguna referencia a este acto. De ellos se desprende que la causa directa de
su expulsión fueron sus intervenciones antimilitaristas. El informe que la prefectura de París realizó en mayo de 1925 hace hincapié en esta faceta de sus
discursos. Sobre todo en el que el 21 de enero pronunció en el mitin organizado por la Liga de Adversarios de todas las guerras. Argumento que parece
lógico puesto que durante abril y mayo Francia y España comenzaron a pensar la conveniencia de llevar una política común en Marruecos. A las autoridades galas les preocupaba que Primo de Rivera y Abd-el-Krim pudieran llegar a un entendimiento que dejara a los rifeños libres para atacar al protectorado francés. Era preferible una acción conjunta con el gobierno español.
Preferiblemente pacífica, pero si no quedaba más remedio, también, militar.
Esta última opción contaba con el rechazo tanto de una parte de las fuerzas
parlamentarias, como de la opinión pública90.
Las encendidas proclamas en favor de la deserción de Orobón le pusieron
en el punto de mira de las autoridades. A la vez que el diputado izquierdista
Malvy viajaba a Madrid para plantearle a Primo la convocatoria de una conferencia en la que se definiría la colaboración franco-hispana para terminar de
una vez con la sangría rifeña, el ministro Schramek ordenaba efectuar algunos gestos amistosos hacia el gobierno español. La expulsión de Orobón, un
anarquista que, además, removía la opinión interna con sus llamamientos antimilitaristas, fue uno de ellos. Por los mismos días que en Madrid se abrían las
sesiones del encuentro, la policía parisina detenía a Valeriano, le fichaba y
entregaba la orden de expulsión que el ministerio del Interior había decidido
unos días antes.
89 Referencias a la presión, contra las actividades anarquistas en Francia, de las autoridades se
conservan en los archivos nacionales españoles y franceses. A título de ejemplo se puede citar
el informe que la policía de Toulouse remitió, a fines de marzo de 1925, al director de la Sûreté Générale, comunicándole el contenido de una reunión que había celebrado el “Grupo de
Estudios Sociales”, formado por ácratas españoles refugiados. En ella se analizó la situación
de la organización anarquista española en Francia, muy débil por la presión policial. Según el
informe policial, por estas fechas, sólo tenía cierta entidad en París, Lyon, Burdeos, Béziers,
Toulouse, Narbona, Montpellier, Leziñan, Perpiñan y Tarbes. Además de individualidades aisladas en Limoges, Clermont-Ferrand, Libourne, Aviñon, Cette, Nimes y Marsella. En ANF,
F/7/13443. Las referencias españolas en AHN-FCMI, Legajo 42 A.
90 Para estas cuestiones Susana Sueiro Seoane, España en el Mediterráneo. Primo de Rivera y
la “Cuestión Marroquí”, 1923-1930, Madrid, UNED, 1992, págs. 205-212.
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La secuencia de la expulsión se puede seguir perfectamente por los documentos policiales. Las actividades de Orobón no habían pasado desapercibidas para la policía. La petición de deportación que hizo el prefecto de policía
de París al 2º Bureau de la Sûreté iba acompañada de un informe fechado en
mayo. En él, además de hacer un exhaustivo seguimiento de la estancia del
vallisoletano en Francia, parece deducirse que ya había registrado, en alguna
ocasión, el cuarto que los hermanos ocupaban91. La razón para ordenar su salida era que “no mantenía la actitud discreta que se supone deben mantener los
extranjeros admitidos en Francia”. Por ello proponía que se le aplicaran los
artículos 7º y 8º de la ley de 3 de diciembre de 1849. Por ellos se concedía al
ministro del Interior la potestad de expulsar del país a todo extranjero, residente o de paso, que considerara oportuno y, en caso de que la orden fuera
burlada o incumplida por el afectado, los tribunales podrían condenarle a una
pena de entre uno y seis meses de prisión. El día doce ya estaba decidida la
expulsión por “criticar tanto la guerra en Marruecos”. Orden que le fue comunicada al prefecto de París el día 19 con la indicación de que se le podía llevar a cualquiera de las fronteras salvo la suiza. Orobón la recibió, posiblemente en la comisaría en la que le fue abierta una ficha y fotografiado de frente y perfil. Esto ocurrió el día 26, después el vallisoletano desapareció. La
posibilidad de que fuera trasladado a la frontera española no era muy tranquilizadora.
Desconozco las circunstancias concretas de su salida de Francia. En una
reunión del Comité de Relaciones Anarquistas de París, que tuvo lugar el tres
de julio, se comentó que continuaba en Francia y que tenía prevista su salida
la noche del día seis hacia Suiza92. En agosto, la policía informó que había
abandonado el país el día cuatro en dirección desconocida. Seguramente lo
hizo por la frontera belga. Era la costumbre habitual, incluso de la policía. Así
les ocurriría en julio de 1927 a Durruti y Ascaso y, unos meses después, a Juan
Manuel Molina, quien se había hecho cargo de la administración de Tiempos
Nuevos93. Por una nota de la policía holandesa sabemos que en julio,
91 Informe de la policía sobre Valeriano Orobón Fernández, mayo 1925, ANF, depósito de Fontainebleau. Las informaciones que siguen provienen del expediente de expulsión conservado
en este archivo. La orden de expulsión también quedó registrada en el Boletín del Ministerio
del Interior, Nueva Serie, nº 616, agosto de 1925. En ANF F/7/14655.
92 En Informe policial de fecha 7 de julio en ANF F/7/13443.
93 La expulsión de Juan Manuel Molina en Le Libertaire, París, 7.10.1927. Juan Manuel Molina
Mateo, más conocido por Juanel, es otro de los más destacados anarquistas españoles. Nacido
en un pueblo de Murcia tuvo una temprana militancia obrera que le llevó al comité nacional de
la CNT en los meses previos a la dictadura de Primo de Rivera. Exilado en Francia fue expulsado a Belgica, en donde estuvo con Durruti y Ascaso hasta su regreso a España en 1930 para
ocupar la secretaría de la FAI. Más informaciones biográficas en la carta que Juanel envió a
Juan Ferrer en el contexto de las diferencias de la CNT en el exilio. Agradezco a Helenio Molina su amabilidad en proporcionarme una copia. Tras la expulsión de Valeriano Orobón Fernández, se hizo cargo del periódico Agustín Gibanel y, después, Manuel Pérez. Tiempos Nue-
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Valeriano estaba en Amsterdam en donde, también, se le prohibió la residencia94. Fue entonces cuando tuvo que dirigirse hacia Alemania. Como también
acabaron haciendo otros expulsados españoles.
3. Valeriano Orobón Fernández en Berlín: la Asociación Internacional
de Trabajadores (1925-1931)
Desde su llegada entró en contacto con el anarquismo germano y los españoles que, como Diego Abad de Santillán, vivían en el país95. Hasta que se
instaló de forma definitiva en Berlín, en el otoño de 1929, Valeriano Orobón
Fernández, residió durante algún tiempo en la propia capital alemana, en
Hamburgo, Viena y Leipzig. Su situación económica fue siempre muy precaria. Trabajó de profesor de español dando clases en diversas escuelas de la
Academia Berlitz y como profesor particular. Aunque durante los primeros
meses contó con la inestimable ayuda de su hermano Pedro96. La llegada de
Valeriano a Alemania se produjo en el contexto de una terrible recesión económica97. Conocedor de las penurias que pasaba su hermano y dando muestras, una vez más, del “delirio” que sentía por él, Pedro se despidió de los
talleres de la Citroen en los que trabajaba y viajó a Alemania98. Le entregó a
Valeriano los ahorros que tenía y le acompañó hasta comienzos de 1927,
cuando la situación comenzó a normalizarse. De regreso a Francia, con la
documentación en regla, volvió a trabajar de mecánico, ahora en la fábrica
Reinaud. De su sueldo, una parte, siempre, fue a parar a su hermano99.
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vos desapareció definitivamente en el otoño de 1927, tras la expulsión de Juanel. Su lugar lo
ocupó La Voz Libertaria, aparecido en Bruselas, dirigido por Liberto Callejas. La orden del
gobierno francés prohibiendo su publicación , de fecha 15 de septiembre, apareció en el único
número de Le Libertaire (El Libertario) aparecido en Paris el 7 de octubre de 1927.
Agradezco a los amigos Eric Jarry y Rolf el proporcionarme esta información fruto de sus trabajos en los Archivos Nacionales Franceses.
Abad de Santillán, recuerda la llegada a Berlín de Orobón Fernández en Memorias, 18971936, Barcelona, Planeta, 1978, pág. 93.
Para el viaje de Pedro a Berlín, Manuel Pérez, Mi actuación como militante de la C.N.T. y
anarquista español, mecanografiado, Río de Janeiro, 1951.
De entre la abundante bibliografía sobre los años de la llamada República de Weimar alemana se puede consultar, para una visión general, Runhard Kuhnl, La República de Weimar,
Valencia, Edicions Alfons El Magnànim, 1991.
Además, Manuel Pérez nos dice que, en la decisión de salir de Francia tuvo también parte el
gobierno francés. Como a Valeriano también decidió expulsar a Pedro. Fue la gota que colmó
el vaso de sus dudas sobre si acudir, o no, junto a su hermano.
Apagado, quizás, por su hermano la figura de Pedro Orobón Fernández se nos presenta indisolublemente unida a la de Valeriano. Por su relación, física y económica, en sus exilios francés y alemán, pero también por las similitudes en sus habilidades, manuales las de Pedro -al
parecer fue un excelente mecánico- e intelectuales -el estudio- de Valeriano. De todas formas,
ambos fueron políglotas y, algunos de los que los conocieron, como Manuel Pérez no duda en
decir que “ puedo afirmar, sin cometer una injusticia, que Pedrito le superaba en inteligencia”.
En 1927 Valeriano Orobón se trasladó a Viena. Iba acompañado ya de
Hildegart Taege, la compañera que estaría a su lado hasta su muerte en 1936.
Cómo la conoció nos resulta desconocido. Hildegart Frieda Tugendreich
Taege, había nacido en diciembre de 1895 en la localidad germano-polaca de
Stettin, al parecer, en una familia de ascendencia rusa. Vivía en Berlín durante los años veinte, trabajando en el mundo textil, para el que diseñaba modelos de ropas de mujer. Estaba relacionada con los medios ácratas alemanes,
parece que militaba en las juventudes libertarias alemanas, y tenía amistad
con Rudolf Rocker y su compañera Milly Witcok100. En un reciente artículo
biográfico101 se dice, confundiendo evidentemente las fechas, que Hilde regresó a Alemania tras la muerte de Orobón en 1936. Que allí protegió de los nazis
a “compañeros perseguidos, entre ellos a Durruti, al que tuvo escondido”.
Posiblemente, su autor, se refiera a lo ocurrido en 1927 cuando la llegada de
Durruti en el mes de julio. Quizás fuera estos los meses en los que Hilde y
Valiuska, como le llamaba familiarmente, se conocieron102.
De sus capacidades, el militante andaluz nos cuenta que de la estancia en Berlín, apenas seis
meses, Pedro le contó a su regreso a Francia, que “he pasado mucha hambre, pero he visto
cosas muy interesantes y ... he aprendido un nuevo idioma”. Había añadido el alemán, al
francés e italiano que ya dominaba..
100 La referencia a su amistad en Rudolf Rocker, Revolución y regresión (1918-1951), Buenos
Aires, Editorial Tupac, 1952, pág.177. Rocker (1873-1958) es una de las figuras más importantes del anarquismo del siglo XX. Huérfano, comenzó a trabajar de encuadernador. Su
primera militancia fue socialdemócrata, partido del que fue expulsado en 1890. Se hizo anarquista y en 1892 fue expulsado de Alemania. Vivió hasta 1895 en París y, después, se instaló en Londres. Fue uno de los impulsores del “movimiento judío de carácter anarquista” para
el que editó diversos periódicos entre 1898 y 1900. Participó en la creación, en 1906, del círculo anarquista de la calle Jubilee, foco de irradiación ácrata hasta su cierre por las autoridades en 1914 por su oposición a la guerra. Permaneció internado en un campo de concentración durante el conflicto. Participó en la conferencia anarquista de Amsterdam de 1907.
En 1918 fue expulsado de Inglaterra y las autoridades alemanas no le permitieron la entrada en el país. Se instaló en Amsterdam hasta que finalmente se le permitió regresar a su tierra natal. Durante los años siguientes intervino en la creación del sindicato anarcosindicalista
alemán FAUD y en la reconstrucción de la AIT. Perseguido por las autoridades nazis, tras el
asalto de su casa, pudo escapar en 1933. Se instaló en los Estados Unidos donde permaneció, como la figura más destacada del anarquismo, hasta su muerte. Autor prolífico destacan
entre sus obras, Nacionalismo y cultura, una biografía de Max Nettlau y sus memorias citadas en el texto. Su compañera fue Milly Witcok (1877-1953) otra anarquista de origen judío
de gran actividad militante.
101 Benjamín, “La impagable colaboración de la mujer en la lucha. Hildegart Taege de Orobón”,
Polémica, Barcelona, nº 21, marzo-mayo 1996, pág. 20.
102 Hildegart acompañó a Valeriano Orobón en todas sus vicisitudes hasta su muerte en junio
de 1936. Después, permaneció en España durante la Revolución y la guerra, hasta la derrota en 1939. Logró escapar a la ratonera del puerto de Alicante y se dirigió, en barco, hacia
Argel. Se instaló en Argelia, en la ciudad de Blida, bajo el nombre de María Ituri, nacida en
Bilbao. Trabajó de taquillera hasta que, cuando la independencia argelina, tuvo que abandonar el país. Regresó a Francia, a París, donde vivió hasta su muerte. Se negó a regresar a
España, a pesar de la insistencia de Luis Orobón y su compañera Ester Martínez, tras la desaparición de Franco porque no quería vivir en una monarquía. Entre los compañeros y
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Apenas cubriendo los gastos básicos con su trabajo de profesor, durante
los años de Valeriano en Alemania tuvo dos actividades fundamentales: de un
lado su trabajo como traductor de Max Nettlau, de otra su participación en el
secretariado de la AIT residente esos años en la capital germana. A las pocas
semanas de llegar a la capital germana, Tiempos Nuevos comenzó a publicar
una sección, llamada “Crónica internacional”, que quizás se deba a la pluma
de Orobón103. Después, viajó a Viena en 1927. Posiblemente desde febrero o
marzo hasta septiembre104. A su llegada, en sus bolsillos, llevaba una carta de
presentación de Rocker para Max Nettlau105. El destacado historiador anarquista, a pesar de su fama de retraído, lo recibió y, pronto, entablaron una
fructífera relación y una entrañable amistad. Poco después de conocerlo, el
austríaco escribió diciéndole que consideraba al “bravo español que me ha
enviado, un individuo capaz y excelente”106. La admiración fue recíproca.
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amigos de Valeriano, Hilde fue conocida como Gilda por su belleza. No fue hasta 1977
cuando recuperó, para el estado, su personalidad al hacerse expedir un pasaporte de la
República Federal Alemana con su auténtico nombre. Hilde falleció el 14 de diciembre de
1985 en una residencia de la localidad de Vincennes. Además del artículo citado en la nota
anterior he utilizado documentación proporcionada por Ester Martínez, Vicente García
Pérez y Antonia Fontanillas.
El primero en el número 40 correspondiente al 29 de octubre de 1925.
Desconocemos cualquier referencia de la fecha exacta del viaje de Orobón a Viena. Sin
embargo, en mayo de 1927 apareció en La Revista Blanca un comentario suyo al último
libro publicado por Nettlau. Durante el verano continuaba en la capital austríaca, pues en la
revista de los Montseny apareció, en agosto, un suelto en el que se anunciaba la publicación
de un artículo sobre los sucesos que se habían desarrollado los días 15 y 16 de julio. En, respectivamente, Valeriano Orobón Fernández, “Un nuevo libro de Max Nettlau”, La Revista
Blanca, nº 96, 15.5.1927, págs. 744-746; “Los sucesos de Viena”, Suplemento de La Revista Blanca, nº101, 1.8.1927, pág. 111 y Valeriano Orobón Fernández, “En torno a los sucesos de Viena. El dolor de una tragedia inútil”, Suplemento de La Revista Blanca, nº 102,
15.8.1927, págs. XI-XIV. Los incidentes de los días 15 y 16 de julio, que ocasionaron unos
ochenta muertos y más de mil heridos, fueron el resultado de los enfrentamientos entre las
milicias armadas de los partidos católico y socialdemócrata. El origen estuvo en la absolución de los derechistas que habían asesinado en enero, en un pueblo fronterizo con Hungría,
a un niño y a un joven socialista. Tal como se conoció la sentencia comenzaron los disturbios: Viena se paralizó por una huelga general y la policía y el ejército cargó sangrientamente contra las manifestaciones que intentaban llegar hasta el parlamento. El palacio de
Justicia y la redacción del diario del partido católico fueron incendiados.
Max Nettlau (1865-1944) nació en Austria y es considerado el más importante de los investigadores e historiadores sobre el anarquismo. Filólogo de formación vivió entre Londres y
Viena. Viajó por toda Europa en busca de documentación para sus estudios. Escribió una
biografía, en tres volúmenes, de Miguel Bakunin, aún inédita, y numerosos trabajos sobre el
movimiento obrero español. Tras la anexión alemana de Austria se exilió a Holanda. En
Amsterdam murió. Su obra y vida está a la espera de un trabajo en profundidad inexistente
hasta hoy a pesar de la interesante obra existente de Rudolf Rocker, Max Nettlau. El Herodoto de la Anarquía.
Cita textual de una carta de Max Nettlau a Rudolf Rocker citada en la obra de este último,
Revolución y regresión (1918-1951), Buenos Aires, Editorial Tupac, 1952, pág.177.
Valeriano e Hilde no sólo quedaron impresionados por la personalidad y capacidad de trabajo de Nettlau, sino que mantuvieron un grato recuerdo de los
días vieneses. Unos meses más tarde, cuando ya vivían en Leipzig, Hilde le
escribió recordando los paseos que dieron por los alrededores de la capital
austríaca107.
Aunque el hecho más importante fue que, de su mutua confianza en sus
capacidades, surgió una importante colaboración que tantos frutos dio para la
historia del movimiento obrero. El más destacado, la traducción que
Valeriano realizó de la monumental obra de Nettlau sobre Eliseo Reclus108. El
primero de sus dos volúmenes se puso a la venta a mediados de 1929 con el
título de Eliseo Reclus. La vida de un sabio justo y rebelde109. Aunque no era
su primera traducción110, sí fue el de mayor importancia que realizó durante
aquellos años.
107 En carta de Valeriano Orobón Fernández, dictada y firmada a Hilde, a Max Nettlau, Leipzig,
20,8.1928. En Instituto Internacional de Historia Social de Amsterdam, Fondo Max Nettlau,
Correspondencia [En adelante IIHS-FMN]. Tengo que agradecer a Kees Rodenburg, del Instituto, la amabilidad que ha tenido proporcionándome informaciones y materiales, como
estas cartas, fundamentales para el trabajo.
108 Orobón comenzó la traducción en 1928. Antes de partir hacia Londres, en septiembre, tenía
traducida prácticamente toda la obra y corregida y revisada sus primeras doscientas páginas.
Durante el otoño llegaron a España los primeros capítulos totalmente terminados, listos para
ser compuestos y a falta de revisar las pruebas antes de su publicación. Antes de finalizar el
año la traducción completa estaba en manos de Federico Urales. El primer tomo fue compuesto durante diciembre de 1928 y se realizaron dos pruebas, durante los días finales de
1928 y primeras semanas de 1929. Una primera que corrigió Orobón y otra segunda que
pasó por las manos de Nettlau. El segundo tomo fue compuesto y corregido durante 1929.
No conocemos con exactitud cuánto cobró Valeriano por Ia traducción. Pero sí que mantuvo un áspero cruce de cartas con Federico Urales por esta cuestión. Le pidió 750 pesetas que,
al editor, le parecieron “más de lo que nosotros creíamos”. Algo que irritó profundamente a
Valeriano no sólo porque sabía que una empresa burguesa pagaría incluso el doble, sino porque creía que, vendiéndose la mitad de la tirada prevista, diez mil ejemplares, el beneficio
editorial sería substancioso. No estaba dispuesto a dejarse explotar “en nombre de la causa”.
Urales le escribió una larga carta en la que le habla de la edición. En Cartas de Valeriano
Orobón Fernández a Max Nettlau de 20.7.1928 (Leipzig), 26.81928 (Leipzig, 19.9.1928
(Berlín), 15.10.1928 (Londres), 17.11.1928 (Londres), 1.12.1928 (Londres), 2 3.1.1929
(Berlín), 11.4.1929 (Berlín) En IIHS-FMN.
109 El título fue idea del propio Federico Urales que se lo propuso a Orobón Fernández y contó
con la aprobación de Max Nettlau. En carta de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau,
Londres, 1.12.1928. La aparición en el mercado en Suplemento de La Revista Blanca, nº
146, Barcelona, 15.6.1929. Los dos volúmenes fueron impresos en Impresos Costa de la
calle conde de Asalto, 45 de Barcelona. En el primero figuró un prólogo de Max Nettlau
fechado en agosto de 1928. Como editores figuraron Publicaciones de “La Revista Blanca”,
en el primer tomo, y Editorial La Protesta de Buenos Aires, en el segundo. Max Nettlau, Eliseo Reclus. La Vida de un sabio justo y rebelde, Barcelona, Publicaciones de La Revista
Blanca- Editorial La Protesta, Barcelona, 1929.
110 La primera traducción de un libro debida a Orobón que conozcamos fue la del trabajo de E.
Armand, Reflexiones de un anarquista individualista. Realismo e idealismo mezclados,
París, Librería Internacional, 1926. Para más detalles ver el apartado segundo del capítulo 2.
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Durante el otoño de 1927, o comienzos de 1928, Orobón dejó Viena y a su
ya siempre admirado, Max Nettlau. Se trasladó a Leipzig y comenzó a trabajar en la escuela que la Berlitz tenía allí111. Desde el año anterior había comenzado a colaborar en La Revista Blanca, quizás por influencia de Nettlau sobre
Federico Urales. Las veinticinco pesetas por artículo que cobraba112 le ayudaban a completar su poco boyante economía que se vio afectada por la débil
salud del vallisoletano. Las dificultades económicas se concretaban en una
deficiente alimentación, que no compensaba las largas horas de estudio, para
aprender el alemán, y trabajo, en sus artículos. Ya en Leipzig, tuvo que estar
enfermo pues el propio Nettlau le escribió preocupado por las noticias que
recibía113. Valeriano se las desmintió y le aseguró que continuaba trabajando
normalmente. Hasta el punto que utilizaba la máquina de escribir que le habían regalado para pasar a limpio la traducción manuscrita de la biografía de
Eliseo Reclus.
Fue en agosto cuando recibió una oferta de la academia de trasladarse a
Inglaterra, al centro que tenía en Londres. En un principio Orobón se entusiasmó por la idea. Le permitiría aprender inglés y satisfacer un deseo soñado
desde hace tiempo: conocer la situación social del país cuna de la revolución
industrial. Las dificultades, separarse de Hilde y la situación económica en la
que quedarían, al tener que mantener dos casas en vez de una, no le arredraban. Su “niña valiente” encontraría trabajo en Berlín y terminaría por marchar
a Londres cuando, tras el semestre de prueba, estuviera definitivamente instalado114. Su salida estaba prevista para los últimos días de septiembre, ya que
el uno de octubre comenzaría a trabajar en la capital británica.
Los proyectos terminaron concretándose. A mediados de septiembre, tras
dejar la casa y el trabajo en Leipzig, Valeriano e Hilde se encontraban en
Berlín. Hasta su marcha a Londres se instalaron en la casa de Agustín
Souchy115. No había podido terminar, como le hubiera gustado, la traducción
111 Posiblemente, antes, estuviera en Hamburgo, trabajando en la misma cadena de academias.
Son los únicos meses, hasta su regreso, a España en los que pudo estar si nos atenemos a las
informaciones que nos aseguran su estancia en la ciudad hanseática. En Angela Orobón (s.f.),
Ester Martínez, 1998 y Salvador Cano Carrillo, Valeriano Orobón Fernández, Ruta, Caracas,
nº 26, 1.2.1976, pág. 18.
112 Carta de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Berlín, 20.12.1928 en IIHS-FMN.
113 Carta de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Leipzig, 12.7.1928 en IIHS-FMN. Su
domicilio durante estos meses fue L/Stork Leipzig C.1. Bayerschestrasse 40, I.
114 Carta de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau [Dictada y firmada por Hilde], Leipzig, 20.8.1928. El apelativo cariñoso a Hilde en carta de Valeriano Orobón Fernández a Max
Nettlau, Londres, 15.10.1928. Ambas en IIHS-FMN.
115 El domicilio berlinés de Agustín Souchy era Auguststrasse 22, Berlín-Wilmensdorf. Souchy
(1892-1984) militó desde muy joven en el anarquismo. En 1915, por negarse ir a la guerra,
huyó a Suecia, de donde también fue expulsado por su militancia antimilitarista. Regresó a
Alemania en 1919 y participó en la fundación de la FAUD, de cuyo periódico Der Syndicalist fue director. Fue miembro del secretariado de la AIT hasta que, en 1933, tuvo que huir
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del Eliseo Reclus y seguía con atención el enfrentamiento que tenía lugar en
España entre Federico Urales y el comité nacional de la CNT, por la cuestión
del reparto de los fondos de los comités pro-presos. Aunque Orobón
Fernández atribuía el incidente, fundamentalmente, a que “cuando las fuerzas
disminuyen, las disputas se multiplican”116.
Llegó a Londres unos días antes del uno de octubre, fecha en la que comenzó a trabajar. La escuela estaba en Oxford Street, en el centro de la ciudad, mientras que él vivía en Hammersmith, al oeste de la ciudad117. Desde los primeros
días, el bullicio londinense le desagradó. Además se sintió aislado en una “colmena que come, trabaja, bulle y lee periódicos estúpidos, y que parece haber
olvidado la facultad de pensar”. Sólo los sábados y domingos se encontraba “en
libertad”, cuando no iba a la academia y podía trabajar en la traducción de
Reclus. Además, los problemas económicos de Hilde en Berlín le preocupaban.
Sin trabajo y sin que le pudiera enviar apenas dinero porque debía cancelar deudas y, consideraba que la vida en la ciudad era muy cara, su encuentro se presentaba difícil 118. De todas formas Valeriano todavía tiene fuerzas para escribir
de noche, al regreso del trabajo, y, sobre todo, mantener la esperanza que le recomienda Nettlau. Aunque recuerda Viena, ciudad que le gusta más que Londres.
Fuerzas y esperanzas que unas semanas más tarde habían disminuido considerablemente119. El duro otoño británico, sus brumas, frío y lluvias, le afectaban de tal forma que, ni siquiera sus frecuentes visitas a la biblioteca
Británica lograban compensar120. Le gustaba pasear, por recomendación de
116
117
118
119
120
de la persecución nazi. Se instaló en Francia donde vivió, con numerosos viajes a España,
sobre todo durante el periodo revolucionario, hasta que en 1942, tras la ocupación, se exilió
de nuevo a México. Regresó a su país natal en 1961 trabajando para la Confederación Internacional de Organizaciones del Trabajo (ILO) como maestro. Tras su jubilación colaboró,
como free lance, en diversos periódicos.
Consideraba, además, que la cuestión debía resolverse con la dimisión del comité nacional
de la CNT y que Federico Urales reconociera que no debía proclamarse ser el “más hábil,
inteligente y sagaz”. En carta de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Berlín,
19.9.1928, IIHS-FMN. El incidente se recoge en toda su extensión, incluyendo la bofetada
que Federica propinó a Pedro Foix, en Federica Montseny en Mis primeros cuarenta años,
Barcelona, Plaza y Janés, 1987, págs. 34-37. Los problemas de Federico Urales y la CNT no
terminaron aquí. Su expulsión del sindicato barcelonés al que pertenecía fue discutido en el
Pleno Nacional de Regionales celebrado en Madrid a fines de agosto de 1932. En Boletín de
la C.N. del Trabajo de España, Barcelona, nº 10, septiembre de 1932.
Su domicilio estaba en el número 266 de King Street, prolongación de las calles Kensington
y Hammersmith, en el barrio de este último nombre. La casa estaba junto Ravenscourt Park,
en las cercanías de la parada de metro de ese nombre. En Carta de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Londres, 17.11.1928. IIHS-FMN.
Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Londres, 15.10.1928. En IIHS-FMN. Su sueldo era de 15 libras que consideraba justas para vivir.
Carta de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Londres, 17.11.1928. IIHS-FMN.
Se admiró de los fondos y organización de la biblioteca. Por ejemplo, en ellos encontró las
obras de Reclus. Si lo hubiera sabido no habría traducido del alemán, las citas de sus obras
en francés. En carta citada en la nota anterior.
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Nettlau, por Hyde Park y, más aún por Kew Gardens, el inmenso jardín botánico. Continuó con la traducción de la obra de Max Nettlau y no perdió el
horizonte de las noticias de España y de las actividades de la AIT berlinesa. A
mediados de noviembre cayó enfermo. Su estómago, sus nervios, toda su
naturaleza, dejó de funcionar. El tratamiento médico tardó en hacerle efecto.
Durante quince días ni trabajó, ni apenas comió. Pero además, le surgió la
duda de si continuar en Londres. No se sentía a gusto en la ciudad y no podía
trabajar. Adiós planes de estudios y, sobre todo, “después... ¿qué hacer?”121.
Por un momento pensó regresar a España. Había mantenido correspondencia con sus padres y éstos le insistieron en que, gravemente enfermo,
podía intentar volver a Valladolid. Quizás las autoridades no le detendrían.
Valeriano no pensaba así. Estaba seguro de que si volvía sería encarcelado en
la misma frontera. Además, ¿se separaría de Hilde?. Finalmente decidió volver inmediatamente a Berlín. Perdía el trabajo, pero creía que, con un par de
meses de descanso, en un medio más favorable para él, podía recuperarse
totalmente. Pensaba que no le resultaría difícil volver a encontrar trabajo en
otra academia. A comienzos de diciembre se puso en marcha. Dejó Londres y,
unos días después, hacia el día cinco, llegó de nuevo en la capital alemana.
Valeriano e Hilde alquilaron una casa en el barrio de Südende122. Allí, poco
a poco fue recuperándose. Los intensos dolores de cabeza que padecía fueron
remitiendo y aumentó el tiempo que podía trabajar en las traducciones para
los Montseny, su principal fuente de ingresos de esos meses. A fines de enero
de 1929 continuaba convaleciente, con la “dulce pereza” que le acompaña.
Además, una buena noticia le auguró un mejor futuro económico. Terminada
la traducción de la obra de Nettlau, y acordado el precio con Federico Urales,
este le encargó otra de la obra de George Brandes, Las grandes corrientes de
la literatura en el siglo XIX123. También, aunque fuera de forma provisional,
121 Carta de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Londres, 1.12.1928. En IIHS-FMN.
122 Su dirección era Stephanstrasse 28 IV b/Elster Südende-Berlín. Alquilaron una habitación en el
cuarto piso del edificio, “muy cerca de las estrellas ..., muy bonita y tranquila”. En carta de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Berlín, 20.12.1928, IIHS-FMN. Südende es un barrio
berlinés situado en el distrito de Steglitz que perteneció al antiguo sector oriental. Tanto la calle,
que corre paralela al canal de Teltow, como la casa en la que vivió Orobón existen todavía.
123 Georg Morris Cohen Brandes (1842-1927) fue un critico literario e historiador de origen
danés. Seguidor de las teorías de Comte y Nietzche, tuvo un pensamiento radical en el que
destaca sus críticas al cristianismo. Entre 1877 y 1883 vivió en Berlín. Desde 1917 simpatizó con la revolución rusa. La obra que tradujo Orobón comprende el periodo entre 1872 y
1890. La traducción, efectuada a partir de la edición alemana de 1924, comenzó a aparecer
en forma de folletón en La Revista Blanca, desde mayo 1929 y fue publicada, posteriormente, en dos volúmenes en Barcelona, Publicaciones de La Revista Blanca, s.a. Una nota
del proyecto en “Las grandes corrientes de la literatura en el siglo XIX”, La Revista Blanca, nº 137, Barcelona, 1.2.1929. El primer capítulo del folletón en Suplemento de La Revista Blanca, nº 143, Barcelona, 1.5.1929. Una edición completa de la obra la editó la Editorial Americale, en Buenos Aires, a partir de 146. Son seis volúmenes, en dos tomos: 1.
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Hilde había encontrado un trabajo. No importaba que hiciera mucho frío y
helara, el cielo estaba azul y el sol, aunque calentara poco, brillaba. A medida
que el tiempo mejoró con la llegada de la primavera, durante los fines de
semana realizaron, en compañía de amigos, excursiones a lagos cercanos
como Wannsee o Linnewitzsee.
Las excursiones al Wannsee, más cercano a Berlín, podían ser durante la
semana. Más alejado, Linnewitzsee se reservaba para el domingo “el día de la
libertad”. Ambos lagos eran, y todavía hoy lo son, concurridos lugares de
esparcimiento a donde las clases populares acudían a tomar el sol, remar e,
incluso, pescar. El Wannsee, que sigue siendo el más típico, está lleno de barcos de recreo, playas y veraniegas terrazas. Linnewitzsee es un pequeño lago
escondido en los alrededores de Potsdam al que se llega tras un viaje por
ferrocarril y una pequeña caminata. Un bucólico paraje, estaba dotado de una
pequeña cabaña para pescadores. Todavía hoy sigue siendo un tranquilo y
romántico lugar sin apenas construcciones. En una ocasión fueron con
Nettlau, que los visitó de paso hacia España124. Salidas a las que solían acudir
también otros amigos como Gerhard Wartenberg, químico y redactor de Der
Syndikalist, que murió en un campo de concentración nazi; Mollie Steimer,
una conocida anarquista expulsada de Rusia y los Estados Unidos, y su compañero Senya Flechine, un ruso emigrado a los Estados Unidos de donde
regresó tras la revolución de 1917; Kate Sietznech, Lleta Kraus-Fessel, Kate
Prelgrich o Guntar Seiphe125.
Literatura de emigrantes; 2. La escuela romántica en Alemania; 3. La reacción en Francia;
4. El naturalismo en Inglaterra; 5. La escuela romántica en Francia; 6. La joven Alemania.
124 Nettlau pasó por Berlín a finales de agosto de 1929. Aunque no se alojó en casa de Valeriano Orobón, situada en las afueras de la ciudad, sí se vieron con frecuencia durante esos días.
Pasaron una tarde en el Wannsee, donde Nettlau, tomó demasiado sol que le produjeron quemaduras, para las que Valeriano le recomendó utilizar crema Nivea. Pasó un fin de semana
en su casa, momento en el que visitó también el lago Linnewitzsee, En Cartas de Valeriano
Orobón Fernández e Hilde a Max Nettlau, Berlín, 5 y 13.9. 10 y 28.10.29, IIHS-FMN.
125 Senya Flechine militó en el anarquismo ucraniano y fue detenido por las autoridades soviéticas en diversas ocasiones. En 1922, junto a su compañera, fueron liberados por la intervención de los delegados asistentes al congreso de la Internacional Sindical Roja y se instalaron, primero en París y, después, en Berlín donde empezó a trabajar como fotógrafo. Tarea
que continuó a partir de 1933 en la capital francesa a donde regresaron ambos tras la llegada al poder de los nazis. En 1940, huyeron del campo de concentración francés donde habían sido internados a México. Vivieron en la localidad de Cuernavaca hasta su muerte dedicados a la fotografía. Actividad en la que alcanzaron un reconocimiento internacional. En
Valeriano Orobón Fernández, Hilde y otro ilegible a Max Nettlau Sellin, 26.9.1929; Postal
de Valeriano Orobón Fernández, Hilde, Gertud Wartenberg y Kate Prelgrich a Max Nettlau,
Ferch-Lienewitz 7.05.1928; Valeriano Orobón Fernández, Hilde, Mollie Steimer, Lleta
Kraus-Fessel, Guntar Seiphe, Kate Prelgrich y S. Flechine a Max Nettlau, Lienewitz,
23.?.29. Agradezco a Felipe Orobón y a los profesores de la Universidad de Cádiz Manuel
Rivas y Francisco Zayas la ayuda que me han prestado para situar los barrios y lagos berlineses.
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El calor y los baños que necesitaba la salud de Valeriano le devolvieron el
espíritu. En septiembre, ambos hicieron un corto viaje a Rügen, una isla del
norte alemán, próxima a la frontera polaca, cercana a Rostock. Querían aprovechar los últimos días veraniegos. Para entonces, Valeriano estaba de nuevo
en plena actividad. Además de su trabajo como profesor y las traducciones
para los Urales, desde abril, hasta agosto, se hizo cargo de la secretaría del
comité de la AIT, por la marcha de Agustín Souchy a la Argentina, y estaba al
día de la situación en España que, tras cinco años de dictadura, comenzaba a
agitarse126. Aunque, a corto plazo, Valeriano se mostraba pesimista. El exilio
del dictador y su sustitución por Berenguer lo interpretaba como un intento de
la monarquía por evitar cambios más profundos. No compartía el optimismo
de los republicanos. Era cierto que la conciencia popular había sufrido un
revulsivo, pero no hasta el punto de enfrentarse al ejército que era el máximo
sostén real. Una républica sería el resultado, no de una convulsión revolucionaria, sino, en todo caso, de unas elecciones. Poca cosa pero que habría que
aprovechar para trabajar desde la legalidad en favor de las ideas anarquistas.
Las persepectivas eran buenas. La CNT se reorganizaba rápidamente en
Cataluña, Levante y Andalucía; la campaña pro-amnistía devolvería a las
calles y a España a presos y exiliados de los años anteriores127.
Entre ellos él mismo. Desde la primavera está preparando su vuelta a
España. Ha establecido relaciones profesionales, como traductor, con la editorial madrileña Zeus que le podría facilitar la seguridad económica del
regreso. Le pagan bien, “de forma diferente al pobre Urales”, y ahorra para
el deseado periplo128. De momento, el viaje sería para acudir a las sesiones
del congreso de la AIT previsto, para octubre, en Barcelona. Tras la enfermedad, su mejoría y las buenas perspectivas que se abrían le levantaron el
ánimo. Continuó con sus salidas por los alrededores de Berlín, que tan bien
le sentaban a su salud. Como miembro del secretariado de la AIT acudió al
congreso de la FAUD; se encargó de la preparación del comicio barcelonés
y de la redacción de la ponencia sobre la cuestión agraria. Texto que conlle-
126 La creciente actividad anarcosindicalista preocupaba al gobierno que, en abril de 1929, en
el transcurso de una reunión clandestina detuvo a casi un centenar de ellos, entre los que
se encontraba parte del comité nacional y Federico Urales que había acudido a explicar su
posición en el tema que le enfrentaba, por el dinero de los comités pro-presos. Además
Orobón se preocupó de que apareciera regularmente la edición del boletín “PresseDieurt”. En Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Berlín 11 y 22.4.1929, IIHSFMN.
127 Carta de Valeriano Orobón Fernández a Max Netlau, Berlín, 16.4.1930, IIHS-FMN. Sobre
el convulso año 1930 español, ha hecho una colorista descripción y acertado análisis Eduardo de Guzmán, 1930, historia política de un año decisivo, Madrid, Tebas, 1973.
128 Sobre la editorial Zeus y las obras que tradujo se puede consultar el apartado 2 del capítulo
dedicado a la obra de Valeriano.
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vaba la dificultad de estudiar y aunar en un programa las diferentes realidades de los países129.
El congreso de la Internacional, a pesar de contar con la autorización del
gobierno español, fue finalmente suspendido. Sin embargo, el viaje a España
continuó adelante. A mediados de septiembre, Hilde y Valeriano salieron de
Berlín. Primero fueron a Ginebra. ¿Por qué? Lo desconozco. El Diccionario
biográfico del movimiento obrero francés, dice que participó en una conferencia internacional anarquista celebrada en París130. Según la documentación
que se conserva del ministerio de la Gobernación español, se celebró una reunión de anarquistas españoles en Vigneux, en las cercanías de VilleneuveSaint George131. Pero tuvo lugar a finales de julio. Por lo demás, hasta su llegada a España, sólo tengo la referencia de una postal que, fechada en Ginebra,
enviaron a Nettlau el día veinte132. Nada más entrar en el país tuvieron la primera contrariedad. Valeriano fue detenido y encarcelado en el penal de
Figueras. Según unos testimonios, corroborados por el propio Valeriano, la
detención se produjo en la frontera133. Pero también, se ha dicho que lo fue,
tras participar en una conferencia de grupos de la FAI, celebrada para aconsejar a todos los anarquistas que ingresaran en los sindicatos de la CNT si no
lo habían hecho ya134.
129 Para su redacción pidió ayuda a Nettlau. La AIT creada en 1922 no le había dedicado especial atención a esta cuestión. Conocía el acuerdo colectivista del IV congreso de la primera
AIT en Basilea, en 1869. En carta de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Berlín,
22.7.1930, IIHS-FMN. El análisis de la ponencia agraria de Orobón en el apartado 1 del
capítulo 2.
130 La entrada Orobón-Fernández, Valeriano del Dictionnaire biographique du mouvement
ouvrier français, Paris, Éditions de l’Atelier, 1997, CD.
131 La policía francesa interrumpió la reunión que suponía era de la Federación de Grupos Anarquistas de Lengua Española en Francia. Según el informe que envió a su homónima española
detuvo a una veintena de los sesenta asistentes en el momento en el que se estaba eligiendo
a un nuevo secretario de la organización. El elegido había sido Manuel Gimeno. En AHNFCMIN, legajo 59 A, expediente 16.
132 En ella le decía que iban camino de España y que les perdonara por no haberle escrito antes
de su salida para confirmarle que había recibido el artículo que le había enviado. Que los
siguientes, se los enviara al domicilio de Federico Urales. En Valeriano Orobón Fernández
e Hilde a Max Nettlau, Ginebra, 20.9.1930, IIHS-FMN.
133 El de su hermana Angela Orobón Fernández, s.f. y el de la necrológica que en 1936 publicó
Manuel Zambruno Barrera, Nobruzan en Solidaridad Obrera, Barcelona, 1.7.1936.
134 Diego Abad de Santillán, Contribución a la historia del Movimiento Obrero Español, Puebla, Editorial Cajica, 1971 Tomo III (1931-1936), pág. 59. No he encontrado referencia a la
celebración de este comicio de la FAI. Sin embargo, por esas fechas, la Federación de Grupos Anarquistas de Andalucía publicó un manifiesto en ese sentido en vísperas de la celebración de la Conferencia de Sindicatos de la CNT andaluza. También los grupos anarquistas andaluces, durante el verano de 1930, convocaron un congreso del que desconozco si se
celebró finalmente. En Acción Social Obrera, 30.8.1930. Orobón le confirmó su detención
en la frontera a Nettlau en una carta que le escribió desde Valladolid el 14.10.1930. Aunque,
evidentemente, si hubiera sido detenido en el transcurso de una reunión no se hubiera referido a ella por correo.
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Fuera como fuere, permaneció encarcelado durante unos días. Después,
siguió con el itinerario previsto. Primero a Barcelona y, después, a Valladolid
de donde faltaba hacía seis años. Desde su ciudad natal tenía previsto visitar
Madrid, Toledo y, posiblemente, Sevilla. A la ciudad andaluza no llegó. Tras
ser puesto en libertad, las autoridades españolas lo mantuvieron bajo vigilancia continuamente y en una especie de “libertad vigilada” con prohibición de
abandonar el país. La causa, posiblemente, estuviera en la evasión de sus
deberes militares. Nada seguro sabemos, sólo que hasta la segunda mitad de
enero de 1931 no pudo regresar a Alemania135. Hasta entonces permaneció en
Valladolid, donde pasó las navidades y el fin de año, y viajó, al menos una
vez, a Toledo, de visita turística, y a Madrid.
Eran días tormentosos. Desde los primeros días de octubre, se esperaba un
levantamiento militar de tendencia republicana. La CNT estaba perfectamente informada de las actividades del comité militar encabezado por Queipo de
Llano, Díaz Sandino, Ramón Franco y Alejandro Sancho, entre otros136. De
hecho, se llegó a decir que la fecha prevista era la del día diecinueve. Tan en
serio se lo tomaron las autoridades que el día once fueron detenidos algunos
de los miembros del comité, catalanistas e integrantes del comité nacional de
la CNT. Por esos días, Valeriano Orobón se paseaba por las calles de Madrid.
¿Era un viaje de recreo? Ni él ni las autoridades lo consideraban así. Lo volvieron a retener brevemente y él mismo, escribió “el viaje de recreo apenas
traerá recreo alguno”137.
De hecho, la tardanza de su salida de España quizás no pueda ser sólo atribuible a los impedimentos del gobierno. La tormenta que agitaba el ambiente, sólo se calmaría temporalmente tras el fracaso de la sublevación de Jaca y
el fusilamiento de los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández. Un
sosiego que antecedió al vendaval que arrojó al exilio a la monarquía. Pocos
días después de los sucesos de la localidad pirenaica, Hilde y Valeriano viajaron a Toledo y, a su regreso, fue detenido en Valladolid y, después, liberado
bajo vigilancia138. Sólo la confianza de las autoridades monárquicas en que
controlaban la situación, sobre todo tras el fracaso insurreccional, parece estar
135 Cartas de Valeriano Orobón Fernandez a Max Nettlau, Valladolid, 14.10 y 29.12.1930;
Madrid, 20.10.30 y Berlín, 2.2.1931.
136 Sobre las actuaciones de este comité y las conspiraciones del otoño de 193O, Eduardo de
Guzmán, 1930, historia política de un año decisivo, Madrid, Tebas, 1973 y Melchor Fernández Almagro, Historia del reinado de Alfonso XIII, Madrid, 1934. Como bien es sabido
tanto Queipo de Llano (1875-1951) como Ramón Franco (1938) terminaron adhiriéndose a
la sublevación de julio de 1936. El capitán Sancho fue un capitán de infantería que tuvo fuertes simpatías con el anarcosindicalismo y estuvo implicado en los movimientos conspirativos de los últimos años de Primo de Rivera. Murió en 1930.
137 Postal de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Madrid, 20.10.30, IIHS-FMN.
138 Postal de Toledo de Valeriano Orobón Fernandez e Hilde a Max Nettlau Valladolid,
29.12.1930, IIHS-FMN.
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detrás de la autorización que recibió para abandonar España. A principios de
febrero ya estaban de nuevo en Berlín. Alojados provisionalmente en el domicilio de su amiga, la señorita Kreus-Fessel139.
El viaje lo habían hecho a través de la frontera vasca. Orobón tenía cierta
prevención de que al pesar sobre él una orden de expulsión del país galo, la
policía pudiera detenerle140. Sobre todo si se tiene en cuenta que las autoridades españolas le continuaron vigilando hasta que logró despistar a sus seguidores. Tras detenerse durante algunas horas en París y Bruselas, llegaron a
Berlín cansados y resfriados. Pero sobre todo venían seguros de que, más
pronto que tarde, la monarquía caería. Un consuelo en el panorama fascista
que veía avanzar por todas partes141. Además, desde los ataques de Souchy y
su viaje a España, se había alejado de la actividad diaria del secretariado de la
AIT. Aunque continuó redactando la ponencia sobre la cuestión agraria prevista para el aplazado congreso. Ahora se pensaba realizarlo en España, coincidiendo con el congreso previsto por la CNT, en mayo o en junio, o en
Suiza142.
Gran parte del tiempo de estos meses en Alemania, hasta su definitivo
regreso a España a fines de 1931, lo dedicó a traducir para la editorial Zeus.
En sus propias palabras “cada cuarenta días un libro”. Todos novelas de carácter social escritas por autores como Plivier, Steinberg, Vera Figner o Ludwig
139 La señorita Kreus-Fessel vivía en Paretzerstrasse 4, en el barrio berlinés de Wilmersdorf.
Valeriano e Hilde se instalaron en su casa mientras que su propietaria pasaba una temporada en Viena. En carta de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Berlín, 2.2.1931,
IIHS-FMN.
140 Legalmente Orobón no volvió a entrar en Francia. Según informes policiales, antes, fue
detectada su presencia en 1927 en Bayona pero no dicen nada más. Más amplia es la documentación existente sobre la solicitud que efectuó en agosto de 1933 para que le fuera levantada la orden de expulsión. El motivo era que iba a pasar algún tiempo en París por necesidades de su trabajo en Filmófono. Sin embargo las autoridades policiales no le habían
olvidado. La petición, cursada por la embajada española, al ministerio de Asuntos Exteriores galo fue denegada en base a que, según la prefectura, el trabajo sólo era una excusa que
encubría la auténtica causa del viaje: reactivar la propaganda anarquista española en Francia. En ANF, depósito Fontainebleau.
141 Antes de que Orobón saliera de Alemania había caído, en marzo, el gobierno del socialdemócrata Hermann Muller que gobernaba desde las elecciones de 1928 en la que los partidos
socialdemócrata y comunista consiguieron el 42 por ciento de los escaños. Convocadas nuevas elecciones en septiembre, el partido nazi se convirtió en la segunda fuerza parlamentaria del Reichstag. En apenas dos años el nazismo llegó a ser la principal fuerza política del
país y su jefe, Adolfo Hitler, en enero de 1933, canciller.
142 Valeriano pensaba que celebrar el congreso en España tendría una mayor resonancia. Pero
no creía que el gobierno Aznar les diera el permiso correspondiente. Además, para él, acudir a Barcelona, tras la experiencia del viaje anterior, sería “demasiado largo y arriesgado”.
En carta de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Wilmersdorf, 4.4.1931, IIHSFMN.
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Renn143. Necesitaba el dinero no sólo para vivir, sino para preparar su regreso
a España. Opción cada vez más clara, sobre todo después de la proclamación
de la República. La situación política y social alemana eran cada vez más
insostenible por el ascenso imparable de los nazis y, además, desde los enfrentamientos con Souchy se encontraba aislado de los compañeros anarquistas.
En sus palabras no había “encontrado en nuestro movimiento ningún círculo
donde pudiera yo trabajar con entusiasmo”144. No tenía ningún interés en continuar en un ambiente viciado por las incompatibilidades y los ataques. Tras
abandonar la actividad diaria, se fue retirando a un segundo plano. El que
mantuvo en junio en Barcelona.
A fines de mayo de 1931, Valeriano Orobón Fernández regresó a España.
Nuevamente de forma temporal. Acudía a los congresos que la AIT y la CNT
iban a celebrar el mes de junio en Madrid145. Salió de Berlín a fines de mayo
en un grupo formado por Agustín Souchy, Rudolf Rocker y el delegado de la
SAC sueca, Albert Jensen. Se dirigieron a París en donde se le agregaron los
holandeses Albert de Jong, delegado de la Oficina Internacional
Antimilitarista, y Wolthuis Rosseau y Jan Woaci, delegados de la
Nederlandsch Syndikalistich146. De la capital gala, en tren, hacia Barcelona.
Llegaron el viernes cinco por la mañana. Se trasladaron a la redacción de
Solidaridad Obrera, donde se entrevistaron con su director, Juan Peiró y, después, a la pensión, cercana a Las Ramblas que les habían asignado. Hasta su
salida para Madrid, el martes nueve, visitaron diversos lugares de la ciudad,
como el castillo de Montjuich, se perdieron por sus calles y visitaron a viejos
conocidos de Berlín, como Durruti o Ascaso.
Para el domingo siete, la CNT organizó un mitin en el que intervinieron
algunos de los delegados al congreso de la AIT que se encontraban en la ciudad147. El numeroso público que asistió, entre quince y veinte mil personas,
143 Todas estas traducciones fueron publicadas por la editorial Zeus entre 1930 y 1931. Para más
detalles sobre las traducciones, las obras y sus autores se puede consultar el apartado 2, “Un
traductor comprometido”, del capítulo segundo.
144 En carta de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Wilmersdorf, 4.4.1931, IIHSFMN.
145 El congreso de la CNT tuvo lugar en el teatro del Conservatorio entre los días 11 al 16 de
junio de 1931. El de la AIT se celebró en el teatro Barbieri los días 16 a 20 de junio.
146 Un relato pormenorizado del viaje en Rudolf Rocker, Revolución y regresión (1918-1951),
Buenos Aires, Ediciones Tupac, 1952, págs. 261-278.
147 El mitin, que comenzó a las diez de la mañana, se celebró en el Palacio de Comunicaciones
del Parque de la Exposición de 1929. Intervinieron Sebastián Clará por la redacción de Solidaridad Obrera, Juan Peiró por la CNT, Lazarevitch, por los perseguidos en Rusia, Orobón
Fernández por la AIT, Albert de Jong por Holanda, Jensen por la SAC sueca, Huart por el
anarcosindicalismo francés y Rudol Rocker por la FAUD alemana. Presidió Antoñeda, un
viejo militante confederal. Los discursos fueron emitidos por radio Barcelona, aunque a
mitad de la emisión fue interrumpida por orden de las autoridades y contó con las traducciones de Durruti, la del orador francés, Orobón, del sueco y de Rocker. De Jong habló en
español. En Solidaridad Obrera, Barcelona, 6 y 9.6.1931.
50
impresionó a los delegados extranjeros. La intervención de Orobón Fernández
tuvo uno de sus ejes en responder los ataques que el anarquismo recibía de la
Unión Soviética148. Era la continuación de la serie de artículos con los que
había comenzado a colaborar en la Soli desde la primavera. En ellos denunció
la persecución del anarcosindicalismo en Rusia y promovió cuestaciones para
el fondo de ayuda creado por la AIT149. Aunque, quizás, su contribución más
importante de estos meses en la prensa confederal fueron los dos artículos que
publicó, en el diario barcelonés, con el título de “Consideraciones sobre la
revolución española y la misión de la Confederación Nacional del Trabajo”150.
En ellos establecía la posición de los anarquistas frente al régimen republicano y señalaba a los nuevos gobernantes las prioridades, como el problema de
la tierra o el paro, que debían afrontar.
El martes nueve de junio Valeriano y sus compañeros de la AIT viajaron,
en el tren fletado por la CNT catalana para trasladar a sus delegados, a Madrid.
En la capital del estado fueron recibidos por el secretario nacional, Ángel
Pestaña con quien Orobón y Rocker compartieron la noche intercambiando
opiniones sobre la situación política y social española y la interna de la
Confederación. Valeriano se alojó en casa de su hermana, mientras que Rocker
lo hizo en la pensión en la que ya estaba alojado el delegado de la FAUD, Karl
Windhof. Hasta la inauguración del congreso cenetista, el jueves once, los tres
se dedicaron a visitar el museo del Prado, los diversos barrios y participar en
el acto que, como en Barcelona, los sindicatos madrileños habían organizado
para presentar los congresos que se iban a realizar. Una vez finalizadas sus
sesiones, el grupo con el que había viajado regresó a Alemania. Antes visitaron Toledo y volvieron a pasar unos días en Barcelona. No había terminado el
mes cuando había recuperado la rutina cotidiana de Berlín.
El regreso a España se aproximaba y había que prepararlo. Acelerando las
traducciones para contar con dinero suficiente, pues no contaba con un trabajo seguro, salvo los encargos de la editorial Zeus que comenzaba a dar signos
de tener problemas económicos. De todas formas, aún tuvo tiempo para, en
agosto, viajar a Estocolmo para asistir al congreso de la SAC. Organización
de la que se mostró muy interesado por su buena organización y trabajos. En
Suecia permaneció hasta finales de mes y, antes de comenzar septiembre,
regresó a Berlín151. Eran los días previstos para volver a España. Sin embargo
148 La intervención en Solidaridad Obrera, Barcelona, 9.6.1931. Las denuncias de Orobón de
la actuación soviética y las manipulaciones de los partidos comunistas, uno de los ejes de su
actuación, se puede ver más ampliamente en el apartado cuarto del capítulo segundo.
149 Dos de estos artículos fueron “Un grito de solidaridad. Por los anarquistas y anarcosindicalistas presos en Rusia” y “Cómo informa la prensa rusa sobre España”. En Solidaridad Obrera, Barcelona, 20.5 y 2.6.1931, respectivamente.
150 “Valeriano Orobón Fernández, “Consideraciones sobre la revolución española y la misión de
la Confederación Nacional del Trabajo”, Solidaridad Obrera, Barcelona, 29 y 31.5.1931.
151 En postal de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Estocolmo, 14.8.1931, IIHS-FMN.
51
los planes se retrasaron. A mediados de octubre Hilde y Valeriano continuaban en Berlín. Había dejado en manos de Felipe Aláiz152 las traducciones que
realizaba de los artículos de Max Nettlau para La Revista Blanca y le daba
vueltas a la forma de exponer su posición ante la situación del anarcosindicalismo español en cuyo seno se enfrentaban, cada vez con mayor virulencia, las
diversas corrientes. Orobón tenía su “propia vía”, que compartía su ya íntimo
amigo Nettlau, que esperaba evitara la “autodestrucción mutua, de la que ya
existen algunos síntomas”153.
Finalmente, la semana del 21 al 27 de septiembre abandonaron Berlín.
Atrás quedaban cinco años de intensa militancia durante los que había encontrado a su compañera y terminado de madurar su pensamiento. Valeriano
Orobón Fernández acababa de cumplir treinta años y regresaba a España
como uno de los referentes más preclaros del pensamiento anarquista europeo. No iba a defraudar a quienes esperaban las más altas empresas de él. Le
quedaban apenas, otros cinco años de vida y no los iba a desaprovechar
4. De nuevo en España. De Valeriano “El pacificador”
a la Alianza Obrera Revolucionaria.
Hasta su muerte, en junio de 1936, Valeriano Orobón Fernández desarrolló una actividad espectacular. Tanto en el terreno de la traducción como,
sobre todo, en el de sus escritos y en el sindical. Fueron los años de sus traducciones de los diálogos de películas para la empresa Filmófono de Madrid;
de las conferencias de despedida de Berlín y del Ateneo madrileño; de los
mítines de controversia con socialistas y comunistas; de su reincorporación al
152 Felipe Alaiz de Pablo (1887-1959) es una de las más destacadas plumas del anarcosindicalismo español. Destacado periodista, dirigió, o formó parte de la redacción, de los más
importantes periódicos españoles. Tras la derrota de la revolución se exiló en Francia. Tradujo a autores como Sinclair o Berneri y fue autor de numerosos folletos. Un estudio biográfico y de su obra es el de Francisco Carrasquer, Felipe Alaiz. Estudio y antología,
Madrid, Júcar, 1931.
153 En carta de Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Berlín, 12.10.1931, IIHS-FMN.
Para la lucha de tendencias en el seno de la CNT, que terminaría con la escisión de algunos
sindicatos catalanes, valencianos y andaluces en 1932, se pueden consultar José Peirats, La
CNT en la revolución española, Cali, Madre Tierra, 1988, vol. 1, Diego Abad de Santillán,
Contribución a la historia del movimiento obrero español, Puebla, Cájica, vols 2 y 3 y De
Alfonso XIII a Franco, Barcelona, Planeta, 1987 y Bernardo Pou y Jaime R. Migrañá, Un
año de conspiración, Barcelona, Ediciones Rojo y Negro, 1932 . El llamado “Manifiesto de
los Treinta” fue publicado en el periódico madrileño La Tierra el 1 de septiembre de 1931.
Sobre esta cuestión específica se puede consultar Manuel Buenacasa, La CNT, los Treinta y
la FAI, Barcelona, 1933. También Graham Kelsey, Anarcosindicalismo y estado en Aragón
1930-1938. ¿Orden público o paz pública?, Madrid, Gobierno de Aragón-Fundación Salvador Seguí- Institución Fernando el Católico, 1994 y John Brademas, Anarcosindicalismo y
revolución en España, 1930-1937, Barcelona, Ariel, 1973.
52
secretariado de la AIT; de su destacado papel en la vida de la CNT madrileña
y, en especial, de su propuesta de unidad de acción con la UGT. Todo ello en
apenas dos años: desde octubre de 1931 hasta abril de 1934, fecha en la que
fue detenido y encarcelado. Cuando fue puesto en libertad, a mediados de
1935, estaba mortalmente enfermo y tuvo que recluirse en casa de unos amigos hasta su fallecimiento el 28 de junio de 1936154.
Antes de regresar a España Valeriano e Hilde no tenían claro donde iban
a fijar su residencia. Posiblemente su cercanía a Valladolid, y que era donde
residía la editorial para la que trabajaba, le inclinaba hacia Madrid. Pero, su
militancia anarcosindicalista le conducía a Barcelona, centro neurálgico del
sindicalismo revolucionario español. De hecho, fue en la ciudad condal
donde se instaló primero. Le llevaba una cuestión que se iba a convertir en
trascendental para la vida del régimen republicano: conocer directamente, las
fuerzas y problemas internos de la CNT. El espectáculo le resultó preocupante. Las pasiones personales y las diferencias teóricas y prácticas sobre
qué hacer estaban exacerbadas. El resultado era que los sindicatos se desanimaban y resultaban vulnerables a los ataques gubernamentales y de socialistas y comunistas155.
En Madrid la situación estaba más calmada y, quizás, pudiera ser el lugar
adecuado para llevar a la práctica el proyecto de editar una revista teórica para
formar a los militantes cenetistas, cuyas carencias consideraba alarmantes.
Además de servir de punto de atracción de los intelectuales que, comprometidos con la causa revolucionaria, se iban a inclinando hacia el comunismo156.
La otra línea de su intento “pacificador” entre las tendencias era que la AIT
interviniera, dirigiendo, sobre la base de una serie de propuestas, la conferencia de sindicatos, y congreso, que tenía previstos celebrar la CNT en la primavera y segunda quincena de septiembre de 1932157. De momento, durante
154 Todas estas cuestiones se tratan ampliamente en el capítulo 2, especialmente en los apartados 4 y 7.
155 En carta de Valeriano Orobón Fernández a Rudolf Rocker, 31.12.1931, IIHS-FMN. Para un
desarrollo más amplio de estas cuestiones el apartado segundo del capítulo segundo.
156 La revista se iba a llamar La revolución social, nombre que pretendía ser una declaración de
principios.No tengo constancia de que llegara a salir. En 1934, se publicó un periódico de ese
nombre que se presentaba como portavoz de los sindicatos madrileños de la CNT. Conocemos un número que se conserva en el IIHS de Amsterdam. Lo llamativo es que en su cabecera figura que se trata de su segunda época. ¿Fue la primera el proyecto de Orobón? No lo
sabemos, aunque su influencia en la federación local podría haber hecho que se adoptara el
nombre del intento fallido de Valeriano. En carta de Valeriano Orobón Fernández a Rudolf
Rocker, 31.12.1931, IIHS-FMN. Para la cabecera, Marta Bizcarrondo, “Periódicos españoles
en el Instituto Internacional de Historia Social de Amsterdam”, Revista de Trabajo, Madrid,
noviembre 1977, págs. 289-355.
157 La propuesta de intervención de la AIT en la carta a Rudolf Rocker citada en las nota precedentes. Sobre el contenido de la propuesta “pacificadora” ver el apartado tercero del capítulo segundo. La conferencia de sindicatos, así como el congreso, previsto para el otoño de
1932, fueron finalmente suspendidos por la situación de anormalidad orgánica de los sindi-
53
su estancia en Barcelona, Orobón se entrevistó con “treintistas” y “faístas”,
para convencerles de la necesidad de, al menos, llegar a un “armisticio” que
impidiera la autodestrucción de la organización. Orobón se reunió con
Alfarache, Gibanel, Fornells, entre otros por los primeros. De los segundos
con Durruti, Ascaso y García Oliver158.
Las navidades de 1931 las pasaron Valeriano e Hilde en Valladolid.
Reencontrándose con la familia e interviniendo en un acto del pequeño sindicato cenetista local, al que provisionalmente se había incorporado su hermano Pedro. Su reaparición pública en la ciudad de su juventud tuvo lugar la
mañana del domingo veinte de diciembre en el cine Capitol. Según la prensa
su intervención fue muy vehemente159. A comienzos de 1932 pensaban trasladarse a Madrid. Ya habían alquilado una vivienda , a pesar de las dificultades
por las que pasaba Zeus y sin ninguna otra perspectiva laboral inmediata160.
Los primeros meses de estancia en Madrid fueron de una actividad frenética. Tanto de su militancia sindical como profesional. Posiblemente tradujo
una última obra para la editorial Zeus: las memorias de la anarquista rusa Vera
catos resultante del enfrentamiento con el gobierno republicano-socialista. Por las mismas
fechas en que Orobón comunicaba sus impresiones a Rocker, se encontraba en España Agustín Souchy que había acudido al Pleno Nacional de Regionales, máximo órganismo de la
CNT entre congresos, celebrado en Madrid a mediados de diciembre e 1931. En circulares
nºs 12 y 13 del CN de la CNT y actas de los Plenos Nacional de Regionales celebrados en
Madrid del 13 al 17 de diciembre de 1931 y 13 al 16 de abril de 1932, Boletín de la CNT
de España, Barcelona, nºs 4, 6 y 8, enero y julio de 1932.
158 Progreso Alfarache, Agustín Gibanel y Ricardo Fornells eran tres de los firmantes del
“Manifiesto de los Treinta” de septiembre de 1931. A los dos primeros los conocía del exilio en Francia. Alfarache había sido secretario del comité nacional en los momentos previos
a la caída de la monarquía. Las entrevistas con Durruti y sus compañeros tuvieron que celebrarse en la cárcel. Ascaso estaba detenido, desde mediados de octubre, por la reactivación
del sumario de la muerte del cardenal Soldevilla; Durruti por estar procesado por “ultrajes a
la autoridad”por su intervención en un mitin para pedir, precisamente, la libertad de Ascaso.
En Abel Paz, Durruti en la Revolución española, Sevilla, Fundación de Estudios Libertarios
Anselmo Lorenzo, 1996, pág. 307.
159 El mitin lo organizó la CNT vallisoletana para explicar la posición del sindicato ante el
problema del paro. Junto a Valeriano intervinieron Manuel Pérez, Aurelio Álvarez y José
Villaverde que regresaban a sus respectivas localidades de residencia tras asistir al Pleno
Nacional de Regionales que se había celebrado en Madrid los días anteriores. Un anuncio
y breve reseña en El Norte de Castilla, 20 y 22.12.1931. También en Manuel Pérez, 30
años de lucha. Mi actuación como militante de la CNT y anarquista español, manuscrito,
pág. 68. Pedro Orobón militó en el sindicato de la CNT de Valladolid durante los años
treinta. Desde ellas mandó colaboraciones al periódico CNT sobre temas locales. Como,
“Por tierras de Castilla” o “Todo esto es la República”. En CNT, Madrid, 29.11.1932 y
14.3.1933, respectivamente. Durante la primavera de este año se trasladó también a
Madrid ya que figuró como miembro del secretariado español de la AIT. En CNT, Madrid,
20.7 y 28.9.1933
160 Orobón no comunicó su domicilio particular, al menos por carta, ni a su íntimo amigo
Rudolf Rocker. Le pidió que le escribiera a la dirección de la editorial, en la calle de Alcalá
106. En carta de Valeriano Orobón Fernández a Rudolf Rocker, 31.12.1931, IIHS-FMN.
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Figner161. Después, en una fecha que no puedo situar exactamente, entró a trabajar en Filmófono, la empresa cinematográfica que había creado en 1929,
para la sincronización sonora de películas mudas, Ricardo María Urgoiti, hijo
de Nicolás María, el fundador del periódico El Sol162. Esta empresa, transformada ya en productora, distribuidora y exhibidora cinematográfica en 1931163,
fue la introductora en España de muchas de las películas del cine soviético; la
impulsora del cine club Proa-Filmófono, dirigido por Luis Buñuel que fue,
también, el director de una serie de películas producidas por Urgoiti que buscaban dignificar el cine popular español164.
Valeriano entró a trabajar como traductor y redactor de los inter-títulos de
las películas para el cine-club. Al parecer, quien recomendó su contratación
fue Juan Piqueras, al que seguramente había conocido en París. Valeriano, el
propio Piqueras y Armand Guerra se encargaron de traducir las numerosas
películas soviéticas que se proyectaron en las sesiones del cine-club. También
parece que realizó algunas de las traducciones de las producciones francesas
que aquellos años importó Urgoiti165. Según testimonios familiares y datos
161 Para esta autora ver el apartado correspondiente a las traducciones en la parte segunda.
162 Sobre la figura del padre de Nicolás Urgoiti existe el trabajo de Mercedes Cabrera, La industria, la prensa y la política. Nicolás María de Urgoiti (1869-1951), Madrid, Alianza, 1994.
163 Sobre Filmófono, que tuvo un importante papel en el cine español de los años treinta se pueden consultarRomán Gubern, Historia del cine español, Madrid, Cátedra, 1995, pág. 135;
Julia Cela, “La empresa cinematográfica española Filmófono (1929-1936), Documentación
de las Ciencias de la Información, nº 18, Madrid, 1995, págs. 59-85; José Luis Borau, Diccionario del cine español, Madrid, Academia de las Artes y Ciencias CinematográficasAlianza, 1998, Sobre Filmófono Josetxo Fernández de los Arcos y Luis Fernández Colorado, presentaron una comunicación a un congreso sobre Buñuel titulada “Travesías de la
inquietud: Buñuel, Urgoiti y Filmófono”, todavía inédita. Estos autores, preparan también
una biografía de Ricardo María Urogiti que será publicada proximamente.
164 El cine club Proa-Filmófono, realizó sus actividades en el Palacio de la Prensa, bajo la iniciativa de Fernando Remacha y Luis Buñuel. En él se proyectaron obras del propio Buñuel,
como La edad de oro, de Pabst, Einsenstein o René Clair a partir de las películas que, en
París, seleccionaba Juan Piqueras, En el consejo de administración de Filmófono figuraban,
además de Urgoiti, Valentín Ruiz, José Vivar y Manuel Ballesteros. Las películas populares,
cuatro, fueron realizadas por un equipo formado por José María Beltrán (operador), Eduardo Ugarte y Enrique Herreros (guionistas) y Luis Buñuel (productor ejecutivo y supervisor).
La primera de ellas Don Quintín el amargao (1935), dirigida nominalmente por Luis Marquina, fue un gran éxito económico y de público que posibilitó la realización de La hija de
Juan Simón (1935), de José Luis Sáenz de Heredia y Nemesio M. Sobrevila; ¿Quien me
quiere a mí? (1936), también de Sáenz de Heredia y ¡Centinela, alerta! (1936), del francés
Jean Grémillon. La actividad de Filmófono cesó con la guerra civil y se reanudó en la Argentina durante 1939-1942. A su regreso a España en 1943 continuó distribuyendo películas
hasta mediados los años cincuenta. Más datos en los títulos citados en la nota anterior. Para
Piqueras, Juan Manuel Llopis, Juan Piqueras, el “Delluc” español, Valencia, Filmoteca,
1988, 2 vols.
165 Estos datos me ha sido facilitados por Josetxo Cerdán, de la Universidad Autónoma de barcelona, y Luis Fernández Colorado, de la Autónoma de Madrid quienes, en la actualidad,
están trabajando sobre la figura de Ricardo María Urgoiti.
55
procedentes del archivo de Filmófono, entre las películas en cuya adaptación
participó están Carbón de Pabst, las obras de Einsenstein, La línea general,
Octubre y Acorazado Potemkim, La madre de Pudovkin, Tierra de nadie o
Vivir la vida166. Todas ellas utilizadas en reiteradas veces en los actos culturales anarquistas, o de izquierda en general, de aquellos años167. En noviembre
de 1932, el periódico madrileño CNT, anunció la cuarta sesión de “esta entidad de avanzada cinematografía” . En ella, junto a una película de King Vidor,
se proyectó otra alemana llamada Las maletas de O.F.168.
Además, Valeriano Orobón Fernández y Ricardo Urgoiti entablaron una
profunda amistad personal. Tenemos diversas referencias del grado que llegó
166 Las referencias en Salvador Cano Carrillo, “Valeriano Orobón Fernández”, Ruta, Caracas, nº
26, 1 de febrero de 1976, pág. 21, Solidaridad Obrera, Barcelona, 18.4.1935, Angelita Orobón, s.f. y Ester Martínez, 1998. Además de las informaciones que me han facilitado del
archivo Filmófono los profesores Cerdán y Colorado. Según éstas, sin poder atribuir claramente la autoría Orobón, junto a Piqueras y Guerra, participó en las traducciones de, al
menos, los films: Arsenal humano de A.Room; Artemio, cargador del Volga de
Petroff-Bitoff; El camarero de Protazanov; El express azul de Ilia Trauberg; El hombre que
perdió la memoria de Friedrich; Incendio en Kazan de Jiri Taritsch; Acorazado Potemkim,
Octubre y La línea general de S. M. Eisenstein; La madre y El fin de San Petersburgo de
Pudovkin; La cartilla amarilla deF. Ozep; Tres cuentos de Chejov de Kousneroff; El pueblo
del pecado de Olga Prebojeanskiai y La mujer del guardia blanco de Strichak y Ponsnanski. Como al parecer lo hizo también en la mayoría de los títulos importados por Urgoiti de
Francia. Armand Guerra era el pseudónimo de José María Estívalis Cabo (1886-1939) un
inquieto anarquista español, tipógrafo y crítico, que tras viajar por casi toda Europa, Asia
Menor y Norte de África, recaló en París. Participó en la fundación de Le Cinema du Peuple, entre 1913 y 1914. De estos años es la recientemente recuperada película suya sobre la
Comuna parisina de 1871. Perfeccionó sus conocimientos técnicos cinematográficos en los
estudios berlineses de la UFA. Tras unos intentos infructuosos en 1917-18 y 1926, regresó
a España definitivamente en 1931. En 1936, como director, guionista y actor, renació para
el cine con la película Carne de fieras cuyo rodaje finalizó en plena guerra. Durante la revolución realizó tres documentales, hoy desaparecidos, cuyas peripecias de rodaje relató en su
libro A través de la metralla (Valencia, 1938. Reedición Editions du CERS-Université Paul
Valery). Sobre su peculiar figura se puede consultar el artículo “Armand Guerra”, en El Noi,
nº 3, Fundación Salvador Seguí, Valencia,1995 y la película de Ezequiel Fernández,
Réquiem por un cineasta español que, apoyándose en documentos, entrevistas y fragmentos
de las películas de Guerra, retrata la vida de este sugestivo personaje.
167 Así, el domingo 7 de octubre de 1934 se iba a celebrar, a las diez de la mañana, una velada
en el Monumental Cinema, otro de los cines de la cadena de Urgoiti, en la que junto a la
actuación del guitarrista Niño Sabicas y la cantaora Niña de la Puebla, se iba a proyectar la
versión española, “obra de Valeriano Orobón Fernández”, de Carbón. El acto organizado por
el Cuadro Artístico Cultura Popular, fue suspendido por los sucesos revolucionarios de aquellos días. En CNT, Madrid, 4.10.1934. Igual sucedió en Barcelona en donde, nuevamente
Carbón, inició unas sesiones cinematográficas divulgadoras organizadas por el cenetista
“Grupo de Operadores Cinematográficos”. En ellas también se proyectó La línea general,
En Solidaridad Obrera, Barcelona, 15.8.1934 y 23.3.1935.
168 La nota en CNT, Madrid 17.11.1932. La película de Vidor era Y el mundo marcha, calificado como el “más humano” de su director. De la alemana, producida en 1931 y dirigida por
Alexis Granowsky, se decía que era una “sátira sobre las grandes y pequeñas vanidades de
este mundo y de estos tiempos”.
56
a alcanzar. En una ocasión, hacia 1933 o 1934, cuando se encontraban en la
azotea del edificio de Unión Radio, en la Gran Vía madrileña, le salvó la vida
evitándole caer al vacío al dar el propietario de Filmófono, un traspié169. Gesto
que éste agradeció profundamente durante el encarcelamiento y tramo final de
la enfermedad de Orobón. Durante el año en el que permaneció en la cárcel
Modelo de Madrid, a la vez que le envió trabajo, le siguió pagando el sueldo170. Honorarios que alcanzaban la suma de mil pesetas. Una cantidad nada
desdeñable para la época. Esa suma era la que ganaban los diputados171.
Una vez en libertad, y en los meses previos a su muerte, Urgoiti hizo todo
lo posible para salvar a su amigo. Incluso se desplazó a Suiza para conseguirle las llamadas “inyecciones de oro” que se suponían era el remedio más eficaz para la tuberculosis . De nada sirvieron los esfuerzos, pero la memoria de
Valeriano no desapareció del empresario. Mantuvo las relaciones con la familia Orobón y, en 1963, el día en que mataron a Kennedy, en una conversación
entre Ángela Orobón y Ricardo Urgoiti éste todavía utilizaba la coletilla
“como decía Vale”.
Con el sustento económico resuelto, conectado con los grupos de intelectuales más destacados del momento, Valeriano ejerció una intensa militancia
en la CNT y la AIT. Pocas semanas después de instalarse en Madrid participó
en dos actos de gran impacto: un mitin de controversia con los dirigentes
comunistas Manuel Adame y José Bullejos, entonces secretario general del
PCE, y la conferencia que impartió en el Ateneo. Hasta el punto que los textos taquigráficos de ambos actos sirvieron para la edición de los folletos que
se reproduce en este trabajo172. Pero si estos son los actos de mayor repercu169 En Ester Martínez, 1998. Ricardo María Urgoiti Somavilla había nacido en 1900. Estudió en
los Estados Unidos de donde volvió con la idea de crear una gran emisora de radio. En 1925
creó Unión Radio cuyo centro emisor quedó instalado en el edificio de los Almacenes
Madrid-París. Para Unión radio Lorenzo Díaz, La radio en España, 1923-1993, Madrid,
Alianza, 1992, págs. 97-119 y las correspondientes a la entrada Urgoiti, Ricardo del índice
onomástico.
170 Carta de Valeriano Orobón Fernández a su madre, Madrid, 22 de marzo de 1934 (desde la
cárcel Modelo, 1ª Galería, celda 45)
171 Por dar una referencia comparativa, un dependiente de primera cobraba por aquellos años
unas 400 pesetas. En Angela Orobón, s.f. y Ester Martínez, 1998. De la intensidad de la relación puede dar idea que, ya muerto Valeriano, durante las turbulencias de la revolución,
Pedro Orobón avisó, y firmó la documentación necesaria, para que Urgoiti saliera de España por Alicante al conocer que su vida corría peligro.
172 El mitin se celebró en el madrileño teatro Fuencarral, el domingo 25 de febrero. La intervención de Valeriano Orobón Fernández fue reproducida en un folleto aparecido tras su
muerte, sin fechar ni localizar, en base a la crónica del acto aparecida en Solidaridad Obrera, Barcelona, el día 2 de marzo de 1932. También recoge la intervención del vallisoletano
en la plaza de toros Monumental de Barcelona en el mitin, celebrado el 5 de noviembre, que
cerró la campaña abstencionista de la CNT en las elecciones a diputados de ese mes. Además intervinieron Buenaventura Durruti, Francisco Isgleas y Benito Pabón. El texto es el de
la crónica aparecida, también en Solidaridad Obrera, el 7.11.1933. La conferencia en el Ateneo tuvo lugar el día 6 de abril de 1932, en los locales de la calle del Prado de la institución
57
sión pública no son sino la punta del iceberg de una intensa participación en
los más diversos actos organizados por sindicatos y ateneos madrileños173.
Además realizó diversos viajes por el país. Algunos de ellos para participar de
controversia, como en el que participó, a mediados de julio de 1932, en la
localidad de Puertollano, en Ciudad Real. Otros, estuvieron inscritos en una
gira de propaganda, como la que le llevó por Cantabria y Asturias a finales de
agosto de 1933, dentro de la campaña amnistía organizada por la CNT174.
Pero, no sólo fue su participación en la tribuna pública, donde destacó
Valeriano. Perfectamente informado de las vicisitudes internas del anarcosinmadrileña. El folleto, con prólogo de Ramón J. Sender, lo editó, en 1932, el servicio de librería del periódico El Libertario que editaban los anarquistas madrileños, dirigido por Benigno Mancebo Hernández, miembro del grupo Los Intransigentes al que pertenecían, además,
entre otros, Serafín y Miguel González Inestal, Máximo Palomir, Casiano Zabala y Miguel
Hernández. Sobre el contenido de la conferencia ver el apartado quinto del capítulo segundo. Los miembros del grupo en Archivo Comité Peninsular de la FAI, Instituto Internacional de Historia Social de Amsterdam [En adelante APCFAI-IIHS], micro 149.
173 El 1 de mayo de 1932 en el cine Victoria de la calle O’Donell, en un acto organizado por la
sección de Albañiles del sindicato de la Construcción; el 21 de julio, en el salón La Parrilla,
situado en la calle Nicolás Sánchez de la la colonia de Usera, intervino, junto a David Antona y Francisco Tortosa, en una charla sobre “Las religiones a través de la historia”; hasta fin
de año en el ciclo semanal que la Federación Nacional de la Industria Ferroviaria daba en sus
locales. Durante 1933 participó activamente en las campañas pro-amnistía y abstencionista.
Participó en actos celebrados en el Frontón Central, el 26 de marzo, junto a Acracio Bartolomé, Miguel González, Avelino González Mallada y Cipriano Mera; en la subsección de la
empresa ferroviaria MZA, el 5 de abril, con el tema “La lucha social en el plano internacional”; en el local de la calle Concordia del Ateneo Libertario de Puente de Vallecas, en donde
habló, el 4 de mayo, sobre “Consideraciones sobre el fascismo”; en el teatro Maravillas de
Madrid, junto a Mauro Bajatierra, Ángel Rodríguez y Teodoro Mora, el 2 de julio; el 16 del
mismo mes en el central de la campaña con Ramón Andrés, José Domenech, Miguel González, Claro Sendón, Vicente Ballester y Melchor Rodríguez en el Monumental Cinema de
Antón Martín; el 13 de octubre en un acto en recuerdo de Francisco Ferrer, celebrado en la
sede de la Federación Local de Sindicatos en la calle Flor Alta, 10; el 23 de noviembre en
el mitin del cine Europa en el que la CNT fijó su posición tras los resultados electorales.
También intervinieron Pedro Falomir, Francisco Ascaso, Buenaventura Durruti, Avelino
González Mallada, Juan García Oliver y María Silva Cruz, “La Libertaria”. En La Tierra,
Madrid, 29.4, 20.7 y 12.10.1932 y CNT, Madrid, 22 y 25.3., 4.4., 3.5.1933
174 El acto en Puertollano a partir de la crónica, realizada por Jacinto Toryho, de otro mitin en
el que participó Orobón en la ciudad manchega. En La Tierra, Madrid, 27.7.1932. La gira
por el norte de la península le llevó a Santander, el 28 de agosto en el cine Frontón con Horacio Martínez Prieto, el 30 en La Felguera, en el salón París, con Acracio Bartolomé y José
María Martínez. En CNT, Madrid, 2 y 4.9.1933. También participó en La Coruña en el mitin
que se celebró en el teatro Rosalía de Castro en octubre en apoyo del sindicato de la Construcción de la ciudad gallega que mantenía una huelga, desde hacía más de dos meses, en
apoyo de la amnistía para los presos y la jornada de seis horas. En CNT, Madrid, 24.10.1933.
Agradezco a Eliseo Fernández la información que, sobre este acto, me ha facilitado. Antes,
en mayo, participó en un mitin en Logroño, con motivo del 1º de mayo, junto a Avelino González Mallada, director del periódico CNT y el militante local Faustino Villamor. En Carlos
Gil Andrés, Echarse a la calle. Amotinados, huelguistas y revolucionarios (1890-1936),
Zaragoza, Prensas Universitarias, 2000.
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dicalismo, protagonizó algunas de ellas. Fue el caso de su intervención en el
periódico CNT. La publicación de un periódico nacional se decidió en el congreso madrileño de junio de 1931. Aunque se dio un plazo de seis meses para
que saliera, su alto costo -se calculó necesario un millón setecientas mil pesetas mas un fondo de reserva- y las dificultades para encontrar una imprenta,
retrasaron su aparición hasta mediados de noviembre de 1932. Desde su primer número sufrió no solo las dificultades de la censura gubernamental, sino
también de la oposición interna de grupos que se mostraban en desacuerdo
con su orientación175. En cierta manera recuerdan los avatares de la aparición
de Tiempos Nuevos en París siete años antes. Frente a un periódico de contenido estrictamente anarquista, de combate frontal con el Estado -con la secuela de recogidas de ediciones, suspensiones y multas- se alzaban quienes pensaban que el periódico debía moderar sus expresiones y realizar la labor de
difusión de ideas y relación entre los sindicatos de la CNT176.
175 Para el periódico CNT-AIT, Memoria del Congreso Extraordinario celebrado en Madrid del
11 al 16 de junio de 1931, s.f., s.l., págs. 107-109 y “Actas del Pleno de Regionales celebrado en Madrid los días 13 al 16 de abril de 1932”, Boletín de la CNT de España, Barcelona, mayo 1932. Para las vicisitudes internas de esta primera etapa “La vida interna de
“CNT” (I y II) y “Deshaciendo equívocos” (I y II), CNT, Madrid, 1, 2, 3, y 4.8.1933.
176 La elección del director del CNT, se realizó por acuerdo de las regionales en el Pleno Nacional celebrado en Madrid a fines de agosto. La situación del periódico se discutió durante la
sexta sesión que terminó con la votación a favor de González Mallada, de seis regionales
frente a la propuesta andaluza de que fuera Orobón. En “Actas del Pleno de Regionales celebrado en Madrid los día 28 al 30 de agosto de 1932”, Boletín de la CNT de España, Barcelona, septiembre de 1932. Salvador Cano asegura que la mayoría de los militantes consultados preferían a Orobón y que la elección del asturiano se debió a que Valeriano no era
“hombre de grupos” minusvalorando su preparación perodística. En Salvador Cano Carrillo,
“Valeriano Orobón Fernández”, Ruta, Caracas, nº 26, 1 de febrero de 1976, págs. 28-29.
González Mallada era uno de los más conocidos militantes de la CNT asturiana. Muy relacionado con José María Martínez, fue director de la mayoría de la prensa libertaria de los
años veinte, a la vez que trabajaba como maestro. La primera redacción estuvo formada además de por Mallada, por Feliciano Benito, como administrador, y, como redactores, Juan
Oses Hidalgo, Gil Bel Mesonada, David Antona, Acracio Bartolomé y Miguel González
Inestal. En “Extracto del Pleno Nacional de Regionales celebrado en Madrid del 12 al 15 de
junio de 1933”, en Archivo Comité Nacional de la CNT. Instituto Internacional de Historia
Social de Amsterdam [En adelante ACNCNT-IIHS], microfilm 262. Tras ser rechazada la
dimisión del director, a fines de enero de 1933, la redacción fue reorganizada en agosto. La
secretaría de la redacción la ocupó Lucía Sánchez Saornil y como redactores quedaron José
Claro Sendón, Miguel Pérez Cordón, Liberto Callejas, Juan Oses Hidalgo, Carlos Rivero y
el propio González Mallada que ocuparía la dirección provisionalmente, una vez que la
rechazó Eusebio Carbó, hasta que los sindicatos nombraran a uno mediante un referendum.
La nueva redacción en CNT, Madrid, 19.8.1933. Después de un año de publicación, con una
suspensión gubernativa de prácticamente todo el mes de mayo, el periódico dejó de hacerlo
el 9 de diciembre de 1933, tras el segundo intento insurrecional anarcosindicalista. Reapareció el 21 de agosto de 1934 con una redacción nombrada por las regionales cenetistas y el
director, nombrado, en referendum, por los sindicatos. Fueron, Liberto Callejas, director,
Lucía Sánchez Saornil, secretaría, Juan García Oliver, Vicente Ballester, Herminio Jiménez,
Acracio Bartolomé y Antonio Vidal. En CNT, Madrid, 24.8.1934 y “Actas del Pleno Nacio-
59
El nombre de Valeriano sonó, desde un primer momento, como director de
la nueva publicación. Sin embargo, finalmente fue elegido Avelino González
Mallada quien, tachado de “treintista”, tuvo frecuentes encontronazos con
otros miembros de la redacción, en especial con Gil Bel, que determinaron
una grave crisis interna, que había que añadir a la persecución gubernamental
y precaria situación económica. A principios de mayo, el día nueve, en que
comenzaba la huelga nacional de protesta, convocada legalmente y por cuarenta y ocho horas, por la represión y legislación republicana, el periódico fue
suspendido. Ya en los días previos varios de sus redactores fueron detenidos.
Para evitar que el periódico fuera recogido por la policía antes de su distribución, se acordó adelantar, los días 7 y 8, la hora de cierre y enviar los paquetes a provincias por duplicado. Muy menguada la redacción, se solicitó la
ayuda de Orobón Fernández que, sin dudarlo, se puso incondicionalmente a
disposición del periódico177.
No era la primera vez. Desde su aparición había colaborado asiduamente
con el diario confederal. Primero con una sección diaria, llamada
“Perspectivas internacionales”, que duró hasta enero de 1933. Colaboración
que tuvo una continuación, posiblemente también salida de su pluma, en la
sección “Información extranjera. Servicio especial de CNT” y “Temas
Internacionales” que, de periodicidad más irregular, apareció hasta marzoabril de 1933. Además de otros artículos referidos a temas nacionales y confederales de actualidad178. Intensa actividad que simultaneaba, además de su
trabajo en Filmófono y como orador de actos de la CNT, con la secretaría de
la AIT en España.
nal de Regionales celebrado en Madrid los días 23 a 25 de junio de 1934” en ACNCNTIIHS, microfilm 262. Este segundo periodo de publicación terminó, el 4 de octubre de 1934,
con motivo del movimiento revolucionario de ese mes.
177 Valeriano explicó su intervención durante esos días, respondiendo a un artículo de Santiago
Tronchoni aparecido en la revista Sindicalismo, portavoz de la Federación Sindicalista
Libertaria inspirada por Juan López y Juan Peiró, en un artículo titulado “Por la verdad”,
CNT, Madrid, 17.6.1933. También “Extracto del Pleno Nacional de Regionales celebrado en
Madrid del 12 al 15 de junio de 1933”, en ACNCNT-IIHS, microfilm 262, pág. 17. Para la
huelga nacional de mayo de 1933, José Luis Gutiérrez Molina, Crisis burguesa y unidad
obrera. El sindicalismo en Cádiz durante la Segunda República, Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo, 1994, págs.257-261.
178 La sección “Perspectivas Internacionales”, firmada por Orobón, apareció desde el primer
número de 14.11.1932 con un artículo titulado “Quince años de bolchevismo”. Después,
prácticamente diario hasta el 26.12.1933. A finales de enero de 1933 comenzó la publicación
de “Información extranjera”, sin firma, aunque por su temática y estilo parece ser de Valeriano. Más irregular, fue sustituida en marzo por “Temas Internacionales”, sin firma, pero
con idéntica características que la anterior. De otro lado, las páginas del CNT acogieron otros
artículos firmados por él, sobre diversas cuestiones. Como “España y la política de alianzas”
(28.11.1932), “Bola de sebo” (2.12.1932), “Rudolf Rocker” (25.3.1933), “Cristo en Casas
Viejas” (15.4.1933) o “Reflexiones sobre la pasada huelga general. Otra vez en la brecha” (
29.5.1933). La relación completa en el apéndice de la obra de Orobón.
60
Como ya se ha visto, Orobón había decidido mantenerse en un segundo
plano desde 1930, tras sus diferencias con Souchy. Durante 1931 intervino
en el cuarto congreso de la Internacional celebrado en Madrid, como redactor del texto sobre la cuestión agraria que fue presentado y aprobado. En
1932 la CNT le designó su representante en el secretariado internacional179.
Finalmente, en 1933, en Amsterdam, se decidió que el secretariado residiera en España, donde tenía la organización adherida más fuerte. Hasta su
traslado, tras los sucesos revolucionarios de octubre de 1934, a Paris,
Valeriano Orobón perteneció a él180. Durante ese tiempo, representó a la
AIT en diversos congresos, como el de la Federación de la Industria
Ferroviaria en julio de 1933 y, en octubre, acudió al Pleno de Regionales de
la CNT181. Después, en 1934, fue detenido y, a su salida de la cárcel, no
pudo retomar la mayoría de sus trabajos por haber entrado ya en la fase final
de su enfermedad.
Periodista, conferenciante, propagandista, activista internacional, trabajador, la actividad de Orobón era incansable. Hasta tuvo tiempo para adaptar la
letra de la vieja canción revolucionaria rusa, “La Varsoviana” que se convirtió en “Marcha Triunfal”. La melodía que terminaría siendo el himno del anarcosindicalismo español182. Sin embargo, todavía se puede añadir que lo
encontramos relacionado con el núcleo militante del que nacería el Sindicato
179 Su nombramiento se efectuó en el Pleno de Regionales celebrado en Madrid a mediados de
abril de 1932. Lo fue a propuesta de las delegaciones de Asturias y Andalucía. En “Actas del
Pleno de Regionales celebrado en Madrid los días 13 a 15 de abril de 1932”, Boletín de la
CNT de España, nº 6, mayo de 1932.
180 En “IV Congreso Mundial, celebrado en Madrid (España) en los días 16.20 de junio de
1931” Servicio de Prensa de la Asociación Internacional de los Trabajadores, Barcelona, nº
1. s.f. y Pedro Herrera y J.Pérez Burgos, La AIT, Argel, Elan, 1946, pág. 53. Con Orobón
estuvieron en el secretariado Eusebio Carbó, Müller y Rocker.
181 El IV congreso nombró secretario en funciones de AIT a Agustín Souchy, con un secretariado Ibérico, cuyo secretario debía ser nombrado por la CNT, de acuerdo con el bureau de
la AIT. Fue nombrado Ángel Pestaña. En abril de 1932 se reunió en Madrid un pleno de la
Internacional que nombró a los otros cuatro miembros del secretariado: Carbó, A. Müller, R.
Rocker y Souchy. En una reunión de este secretariado en julio de 1932, en Berlín se decidió
que Schapiro y Carbó organizaran el secretariado Ibérico en Barcelona. En 1933 fue trasladado a Madrid, momento en el que entró Valeriano Orobón Fernández. En junio de 1934
volvió a trasladarse a Barcelona. En “Actas del Congreso de la AIT celebrado en París del
24 al 31 de agosto de 1935”, Archivo de la AIT, Fundación Anselmo Lorenzo. También asistió al congreso de la Federación Nacional de Transportes Marítimos celebrado en Gijón del
15 al 18 de julio de 1933.
182 La canción llegó a España durante los años treinta, al parecer, por unos anarcosindicalistas
alemanes que huían de Hitler. Pronto se hizo popular y Ángel Miret y Valeriano Orobón Fernández le hicieron los arreglos musicales y la adaptación de la letra, respectivamente, que
aparecieron publicadas en el Suplemento de Tierra y Libertad, correspondiente al mes de
noviembre de 1933. El título de “Marcha triunfal” no cuajó y fue sustituido por el más popular de “A las barricadas”, comienzo del estribillo. Sustituyó al tradicional himno anarquista
español, “Hijos del pueblo” compuesto a finales del siglo XIX.
61
de la Construcción de la CNT de Madrid que, en junio de 1936, logró terminar con la hegemonía sindical de la UGT en el sector. La prolongada sombra
de Valeriano se proyecta en la defensa que los sindicatos del ramo de la CNT
hicieron del acuerdo que la AIT, desde los años veinte, tenía de luchar por la
implantación de las seis horas183. Así, en octubre de 1933, durante el conflicto de los trabajadores de la empresa Hormaeche, que terminó con la primera
convocatoria de huelga general de la construcción por la CNT en Madrid, participó en la campaña de mítines que, durante las seis semanas que duró, se
convocaron para apoyar a los trabajadores184. Días después, se encargó de
cerrar la asamblea que decidió la vuelta al trabajo con la mayoría de las reivindicaciones conseguidas185.
Estos lazos con Cipriano Mera, Teodoro Mora o Manuel Vergara, se prolongaron de tal forma que, al morir, Feliciano Benito, otro de los más destacados militantes del sindicato de la construcción, con el que había colaborado en un periódico de breve existencia, ¡Rebeldía!, escribió una sentida
necrológica186. Contactos que nos permiten aclarar algunos de los acontecimientos que acompañaron a la propuesta que Valeriano Orobón Fernández
realizó a comienzos de 1934 de llegar a una alianza revolucionaria con la
UGT.
183 Sobre esta cuestión y la lucha por las seis horas, conseguida por el sindicato de Sevilla en
mayo de 1936, se puede consultar José Luis Gutiérrez Molina, “El ramo de la construcción
de Sevilla y la jornada de 6 horas (1870-1936)”, en Antonio Miguel Bernal, Manuel Ramón
Alarcón y José Luis Gutiérrez Molina, La jornada de sies horas. Movimiento obrero y reducción de la jornada de trabajo en el ramo de la construcción de Sevilla, Sevilla, Centro Andaluz del Libro & Libre Pensamiento, 2001, págs. 33-106.
184 Intervino el jueves 12 en el celebrado en el cine Estambul de Ventas. Lo presidió Serafín
González Matesanz, Antonio Serrano y Teodoro Mora. En CNT, Madrid, 14.10.1933.
185 El acto se celebró, con la asistencia de unos treinta y cinco mil trabajadores, en el estadio
Metropolitano. Un amplio reportaje en CNT, Madrid, 13.11.1933.
186 Feliciano Benito, “Rasgos de la vida de un luchador: Cómo conocí a V.Orobón Fernández”,
Construcción. Órgano del Sindicato Único del Ramo, Madrid, 11.7.1936. Este mismo periódico, en su número de 4 de julio, publicó el artículo que Orobón escribió en ¡Rebeldía!.
Sobre este periódico poco conocemos. Su primer número iba a aparecer el sábado 24 de
febrero de 1934, aunque finalmente no lo hizo. Se puso a la venta el 14 de abril de ese
mismo año. Sin embargo, no llegó a los quioscos. Todavía en imprenta, las autoridades lo
denunciaron y fue secuestrado por la policía. En su redacción colaboraban, además de Orobón Fernández, Jacinto Toryho, Benigno Mancebo Hernández, Feliciano Benito Anaya,
Miguel González Inestal, José García Pradas, Mauro Bajatierra Morán, Avelino González
Mallada, Ángel Rodriguez, David Antona Domínguez García y Melchor Rodríguez. En La
Tierra, Madrid, 24.2 y 14 y 16.4.1934. Todos ellos destacados anarcosindicalistas madrileños del momento. No volvió a salir ningún otro número. Su publicación formó parte de la
difusión de la estrategia de alianzas con la UGT, al parecer, causa de su cierre, como lo fue
del encarcelamiento de Valeriano.
62
Resulta conocido que fueron los artículos de Orobón, publicados en el
periódico madrileño La Tierra187, a los que se le atribuye el origen de la polémica primero, y rectificación táctica después, del anarcosindicalismo durante
los años siguientes y que cristalizarían con el acuerdo del congreso de
Zaragoza de 1936 sobre la Alianza Revolucionaria. Sin embargo, es mucho
menos conocido que desde los últimos meses de 1933, se venía discutiendo la
cuestión no sólo en el seno de los sindicatos de la CNT, sino en el de los propios grupos de la FAI madrileña. El fracaso de la insurrección de diciembre
de 1933 aceleró los acontecimientos. Si los artículos de Orobón aparecieron
finalizando el primer mes de 1934, unas semanas antes, el grupo Los
Intransigentes, de la federación de grupos anarquistas de Madrid, presentó al
comité regional de la FAI un llamado “Proyecto de dictamen sobre la conveniencia de ir a una inteligencia con elementos socialistas a fin de garantizar el
triunfo de la futura revolución”188. En otro lugar, se analiza detenidamente
esta cuestión, ahora me quiero centrar en algunos de los componentes del
grupo189.
Al menos tres de ellos, de entre sus miembros más conocidos, estaban
íntimamente relacionados con Valeriano. Benigno Mancebo, tipógrafo, editor
del periódico El Libertario, en cuyas publicaciones, recordemos, fue editada
la conferencia en el Ateneo, y administrador del periódico CNT; Miguel
González Inestal, secretario durante un periodo del Sindicato de la
Construcción de Madrid, por el que fue delegado al congreso de la CNT de
1931, y miembro de la redacción del CNT y, finalmente, Miguel Hernández,
tesorero del comité pro-amnistía con el que Orobón había colaborado durante la campaña de la primavera y verano de 1933. A los que hay que añadir
otros destacados militantes de la construcción madrileña, como Teodoro Mora
o Cipriano Mera que se mostraron, antes o después, partidarios de la alianza
obrera190. Como se analiza en otro lado, el texto de Los Intransigentes, originó una auténtica escisión en la federación de grupos anarquistas madrileños y
el comienzo de una amplia polémica en el seno de la CNT que iniciada por el
187 Valeriano Orobón Fernández, “Consideraciones sobre la unidad. ¡Alianza Revolucionaria,
sí! ¡Oportunismo de bandería, no!” y “Consideraciones sobre la unidad. La Plataforma de la
Alianza”, La Tierra, Madrid, 29.1. y 31.1.1934. El primero volvió a ser incluido en la edición del día 30 de enero por haber sido recogida por las autoridades la del día anterior. Para
esta cuestión en extenso se puede consultar el apartado 7 del capítulo 2.
188 Grupo Los Intransigentes, 25 de diciembre de 1933. En ACPFAI-IIHS, Microfilm 149.
189 A finales de 1933 el grupo Los Intransigentes tenía dieciocho miembros. Conocemos, por un
informe al Comité Regional de la FAI de Centro los nombres de doce de ellos: Angel, Antonio, Eustaquio e Higinio Rodríguez, Serafín y Miguel González Inestal, Máximo Palomir,
José Díaz, Casiano Zabala, Miguel Hernández, Benigno Mancebo y Arsenio Martínez. En
ACPFAI-IIHS, microfilm 149.
190 Su posición en “Acta del Pleno Local de Grupos Anarquistas de Madrid afectos a la FAI”,
11,1,1936, ACPFAI-IIHS microfilm 149. También entre los miembros de la construcción
existían adversarios de las propuestas aliancistas. Como Manuel Vergara o David Antona.
63
texto de los faístas madrileños, continuó por la propuesta complementaria del
comité regional de la CNT de Centro, controlado por el grupo Los
Intransigentes y el artículo de Orobón en La Tierra y, finalmente, estalló en
las discusiones del Pleno Nacional de Regionales, celebrado en Barcelona en
febrero de 1934.
Acertó, meses más tarde, Benito, en el artículo ya citado, de calificar la
propuesta aliancista de los artículos de La Tierra como el “testamento” de
Valeriano Orobón Fernández. Desde los años veinte padecía tuberculosis. La
intensa vida de trabajo y las penalidades padecidas por las estrecheces económicas sufridas, no ayudaron precisamente a su curación. De forma directa o
indirecta tenemos referencias a crisis durante su estancia en Lyon, durante los
meses que vivió en Leipzig, en las semanas pasadas en Londres y, finalmente, en los meses previos a su encarcelamiento191. ¿Qué motivó al ministro de
la Gobernación del gobierno de Alejandro Lerroux, Rafael Salazar Alonso192
a ordenar la prisión de Orobón? Según propias confesiones193 por el papel que
estaba jugando el vallisoletano como defensor de la unidad de acción con la
UGT. Resulta significativo que fuera detenido, por primera vez, el ocho de
marzo en el momento en que se estaba gestionando el acuerdo entre la CNT
y UGT asturianas y cuando, en las restantes regionales cenetistas, la propuesta estaba ganando adeptos y cuando, causa directa del encarcelamiento, una
huelga general de la construcción convocada por CNT y UGT paralizaba el
sector en Madrid194.
Valeriano Orobón Fernández fue detenido la madrugada del nueve de
marzo en su domicilio. El motivo esgrimido fue el impago de una multa de
191 Las primeras crisis en Feliciano Benito, “Rasgos de la vida de un luchador: Cómo conocí a
V.Orobón Fernández”, Construcción. Órgano del Sindicato Único del Ramo, Madrid,
11.7.1936. Las de Lyon, Leipzig y Londres en Salvador Cano Carrillo, Valeriano Orobón
Fernández, Ruta, Caracas, nº 26, 1.2.1976, pág.11 y cartas de Valeriano Orobón Fernández
a Max Nettlau, Leipzig, 12.7.1928, y Londres, 1.12.1928. En IIHS-FMN. Finalmente, Cano
relata, también, el desvanecimiento que sufrió Orobón durante la conferencia que en 1932
dió en los locales de la Federación Nacional de la Industria Ferroviaria. En el texto citado
página 21.
192 Rafael Salazar Alonso (1895-1936) era abogado y miembro del Partido Radical. Perteneció
a la Junta Central Republicana durante 1930 y al comité nacional ejecutivo del partido desde
1932. Fue nombrado ministro de la Gobernación en el gabinete formado el 3 de marzo de
1934. Continuó en el puesto en la remodelación, de Ricardo Samper, en abril. Tras la sustitución del ayuntamiento socialista por una Junta Gestora, fue nombrado alcalde de Madrid.
Se caracterizó por su dureza en la represión de los conflictos sociales. Fue detenido tras el
fracaso de la sublevación de julio de 1936 en Madrid, juzgado y ejecutado. En Antonio
Marsá Bragado y Bernardo Izcaray Calzada, Libro de oro del Partido Republicano Radical,
Madrid, [1935].
193 La referencia en Nobruzan [Pseudónimo de Manuel Zambruno Barrera], “Ha muerto Orobón
Fernández”, Solidaridad Obrera, Barcelona, 1.7.1936.
194 Para estas cuestiones se puede ver el apartado séptimo del capítulo segundo.
64
veinte mil pesetas. Fue puesto en libertad el treinta y uno de marzo. En la
cárcel Modelo de Madrid ocupó la celda nº 45 de la 1ª galería y continuó
trabajando en las traducciones de Filmófono, cuyo propietario, como ya se
ha dicho, se interesó por su libertad. Diariamente recibió las visitas de sus
hermanos Pedro y Victor que le llevaban un cesto de comida para completar el deficiente rancho de la prisión. Dos semanas después de su detención,
conservaba el buen humor, restaba preocupación por su salud a sus familiares, diciéndoles que podía tomar el sol en el patio, como si estuviera de preveraneo antes de ir a Santander, y pensaba que su encierro no iba a durar
mucho195. Así parece que fue, volvió a ser detenido la víspera de su cumpleaños, el 13 de abril en su domicilio, como afirma Nobruzan en su necrológica.
La cuestión que se plantea es el tiempo que permaneció en la cárcel
Orobón. Si fue puesto en libertad a fines de marzo de 1934 y ya, enfermo, se
trasladó a El Plantío a casa de Mercedes Comaposada, a la que había conocido en 1933196, donde residió hasta su muerte, o, por el contario, fue de nuevo
detenido, en la fecha señalada, y sólo salió libre el 28 de marzo de 1935. No
lo he podido delimitar con exactitud. Existen datos que permiten aventurar
cualquiera de las dos posibilidades. Los datos de Nobruzán, el único que
habla de la detención en abril de 1934, son muy concretos. Afirma que fue
detenido y trasladado a la Dirección General de Seguridad, donde fue encerrado en una celda aislado por insolentarse con un policía. Después fue trasladado a la cárcel con una multa de diez mil pesetas. Urgoiti quiso pagarla y
Salazar Alonso la elevó entonces a cincuenta mil porque lo quería tener preso
por ser un “subversivo que pretendía llevar a cabo la unidad revolucionaria”197. Es la misma versión que se ha transmitido a la familia198. Pero por otro
lado, sus compañeros del secretariado de la AIT no hablan para nada de que
195 Carta 22 de marzo de 1934 de VOF a su madre. Facilitada por Ester Martínez. La detención
y puesta en libertad en La Tierra, Madrid, 9.3 1 1.4.1934
196 Mercedes Comaposada Guillén (1900-1994), fue una montadora, afiliada al sindicato de
Espectáculos de la CNT, que junto a Lucía Sánchez Saornil y Amparo Poch, creó Mujeres
Libres. Amiga de Orobón Fernández, fue compañera de Baltasar Lobo (1910-1993), escultor y miembro del comité peninsular de la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias. Para
la organización femenina libertaria y la actuación de la propia Comaposada, se pueden consultar Martha A.Ackelsberg, Mujeres libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación
de las mujeres, Barcelona, Virus, 1999 y Conchita Liaño Gil y otras, Mujeres Libres. Luchadoras Libertarias, Madrid, Anselmo Lorenzo, 1999. Comaposada y Orobón coincidieron en
reuniones para preparar clases para los trabajadores, según contó a Martha A. Ackelsberg
(pág.155). Fue Valeriano quien presentó Lucía Sánchez Saornil a Mercedes Comaposada en
el transcurso de un mitin. Información facilitada por Antonia Fontanillas.
197 Nobruzan, “Ha muerto Orobón Fernández”, Solidaridad Obrera, Barcelona, 1.7.1936. La
frase de este artículo se repite textualmente en el folleto La CNT y los comunistas españoles, s.f., s.l., pág. 14.
198 Así lo asegura su sobrino Felipe Orobón haberlo oído repetidamente en casa.
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permaneciera detenido hasta 1935 cuando presentaron su informe al congreso que se celebró en París. Como tampoco aparece en la relación de encarcelados en Madrid que publico a fines de enero de 1935 Solidaridad Obrera199.
De todas formas, más allá de estas exactitudes, lo que parece cierto es que
Valeriano Orobón Fernández salió gravemente enfermo de prisión. En eso
coinciden todas las fuentes. Sobre todo el ya repetidamente citado informe del
secretariado de la AIT que deja taxativamente claro que cuando fue liberado,
ya enfermo, “no pudo participar más en los trabajos del secretariado”. Como
también parece claro que fue en el verano de 1935 cuando Valeriano llegó a
la casa de Comaposada200 en la pequeña localidad de los alrededores de
Madrid, El Plantío. Allí pasó los últimos meses de su vida. Rodeado de sus
familiares, como Pedro que no quería reconocer la situación, y amigos, como
Urgoiti buscando inútilmente el remedio milagroso. Tomaba una rigurosa
medicación y pasaba los días tumbado en el porche al sol. Mantuvo su peculiar sentido del humor hasta el último momento. Bromeaba con su enfermedad comparándose con un sifón que se iba vaciando y que lo que quedaba era
lo que le restaba a él201.
Falleció un soleado día de fines de junio de 1936: el domingo 28. La noche
del sábado anterior, transcurrió normalmente. A medianoche charló con sus
acompañantes y se durmió. Hacia las seis de la mañana comenzó a agonizar
en medio de un terrible ataque de tos. Pocos minutos después, murió202. Le
rodeaban su madre, Luisa, su compañera Hilde, y sus hermanos Victor y
Pedro. Hacía apenas dos meses que había cumplido los treinta y cinco años.
Fue enterrado el día 29 en el cementerio de Aravaca.
Su fallecimiento levantó una oleada de muestras de condolencia y lamentos por la personalidad que el movimiento anarquista perdía. En las semanas
siguientes numerosas necrológicas aparecieron en la prensa obrera203. Salvo el
199 “Informe del Secretariado al V congreso de la AIT”, Actas del Congreso de la AIT celebrado en París del 24 al 31 de agosto de 1935”, Archivo de la AIT, Fundación Anselmo Lorenzo y Solidaridad Obrera, Barcelona, 29.1.1935.
200 Conversación con Visitación Lobo, 1998. Era hermana del escultor Baltasar y tenían frecuentes contactos. Su compañero Gregorio Gallego, escritor, fue uno de los creadores de la
Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL) en 1932, a cuyo comité peninsular pertenecía en 1936. La relación con Orobón Fernández de algunos de los más destacados miembros de la primera FIJL como Eustaquio Rodríguez, miembro del grupo Los Intransigentes,
o Gallego y Lobo, ha llevado a pensar que Valeriano tuviera una cierta intervención en su
creación, a la que es seguro que se adhirió. Sobre la creación de la FIJL existen los artículos de Antonio Morales Guzmán en Nueva Senda de Colimbo y la entrevista de Antonio
Fontanillas a Ricardo Mestres Ventura realizada el 15 de agosto de 1993.
201 Para los últimos meses de Orobón entrevistas con Ester Martínez y Visitación Lobo, 1998 y
Apuntes de Angela Orobón, s.f.
202 En Angela Orobón, s.f. y carta de Max Nettlau a Rudolf Rocker de 9.7.1936, citada en
Rudolf Rocker, Revolución y regresión (1918,1952), Buenos Aires, Tupac, 1952, pág. 178.
203 Sin ánimo de ser exhaustivo, se pueden citar las de Emilio Mistral, “Una figura de relieve
que desaparece, Valeriano Orobón Fernández”, Liberación, nº 11, Barcelona, julio 1936,
66
periódico madrileño Heraldo de Madrid204, la prensa burguesa no se hizo eco
de la noticia. Sin embargo, para el anarcosindicalismo español su personalidad iba a perdurar en el tiempo. Sobre todo cuando se vio engrandecida por
los acontecimientos que apenas dos semanas más tarde sacudieron la piel del
toro ibérico: una sublevación, encabezada por el ejército, fue derrotada por el
pueblo unido en armas. Había comenzado la revolución por la que tanto había
luchado Valeriano. Sus propuestas aliancistas, si ya había tomado carácter
orgánico en la CNT con el dictamen del congreso de Zaragoza, en mayo,
ahora se veían revalidadas por los hechos.
No extraña por tanto que en recuerdo de su alta figura, elegantemente vestido la mayoría de las veces, con gafas redondas de pasta, que aumentaban su
aire intelectual, se produjeran numerosas iniciativas durante la guerra civil y
los largos años de exilio y dictadura. Así, un batallón de una de las columnas
formadas por los revolucionarios, la del Rosal, recibió su nombre205. Hasta
1939 hubo varios intentos de publicar una biografía suya. La Revista Blanca
la anunció en julio de 1936 y después, en el verano de 1938, el comité peninsular de la FAI quiso publicar un volumen con su obra. Por lo que conozco no
llegó a fructificar debido a que el archivo de Valeriano, que había quedado en
El Plantío, cayó en manos de los sublevados al ocupar éstos la población en
el otoño de 1936206. Después, una vez consumada la derrota, son numerosas
págs. 330-331 y “Figuras del proletariado que desaparecen. V. Orobón Fernández”, Heraldo
de Madrid, 3.7.1936; Nobruzan, “Una víctima más y un compañero menos ¡Ha muerto Orobón Fernández!”, Solidaridad Obrera, Barcelona, 1.7.1936 y “Nuestros muertos”, La Revista Blanca, Barcelona, nº 387, 15.7.1936, págs. 79-80. También las de Tierra y Libertad, Barcelona, y Le Libertaire, París, 17 de julio de 1936.
204 Heraldo de Madrid, Madrid, 30.6.1936.
205 La Columna del Rosal, por el nombre del teniente coronel que la mandaba, fue creada por
militantes anarquistas de Madrid. El delegado de la CNT en ella fue Cipriano Mera. Estaba
formada por tres batallones llamados “Orobón Fernández”, “Mora”, por el militante del sindicato de la construcción muerto en los primeros días de lucha, y “Ferrer”. Actuó por el frente de Madrid y la zona de Tarancón, en Cuenca, y Albarracín. Tras la militarización se convirtió en la 10ª Brigada que se integró en la 14 División que combatió en el Jarama.
206 La pérdida del archivo de Valeriano y la destrucción del cementerio de Aravaca, donde fue
enterrado, se produjo en el transcurso de las operaciones de asedio de Madrid, iniciadas a
comienzos de noviembre de 1936. Pozuelo y Aravaca fueron ocupados por los sublevados
en enero de 1937, mientras que El Plantío quedó en plena línea de frente. La iniciativa se
debió a Pedro Herrera, miembro del comité faista y también vallisoletano. Se conserva una
carta que le envió Victor Orobón, en respuesta a la que le pedía ayuda para la publicación,
en la que le comunicaba la pérdida del archivo y la propuesta de Hilde de que se le encargara a Max Nettlau. También le decía que no se le encargara la redacción a Abad de Santillán, por su “desconocimiento absoluto de la vida de Vale”. En Victor Orobón Fernández a
Pedro Herrera, Madrid, 24 de agosto de 1938, AHNS-PS Barceloba, legajo 1420. Tengo que
agradecer a Ignacio Soriano, de la Fundación Anselmo Lorenzo, que me proporcionara este
documento así como otras informaciones del citado archivo que tan bien conoce.
67
las referencias en las publicaciones, memorias y prensa anarcosindicalista del
exilio207. En 1968 existía un grupo anarquista llamado “Orobón Fernández”.
Pero la mejor muestra de su personalidad es la atracción que ha despertado su obra hasta hoy día. Incluso para autores, tan poco sospechosos de excesivas simpatías por el anarquismo español, como Julián Casanova, John
Brademas o Javier Paniagua.
Para el primero de ellos208, Valeriano Orobón Fernández tuvo el mérito de
ser, durante la Segunda República, el primer anarquista “con autoridad” que
tendió un puente hacia los socialistas. Para el historiador y político norteamericano209, intentó una “tercera vía” por la que la CNT, a la vez rechazaba el
reformismo treintista, mantenía la base activa que la FAI pretendía trasladar a
los grupos de afinidad. Finalmente, para Javier Paniagua210, Orobón tuvo la
visión de estudiar una alternativa a la construcción revolucionaria desde una
perspectiva anarcosindicalista. El historiador valenciano piensa que la cuestión que Valeriano plantea es la de que de los grandes teóricos del anarquismo no podía extraerse ninguna propuesta concreta aplicable a la estructura
económica. Por lo que, para salir de la situación de crisis que provocaba, hacía
falta formular una teoría económica de la revolución libertaria. Sobre estas, y
otras cuestiones de la obra y pensamiento de Valeriano Orobón Fernández,
trata el siguiente capítulo.
207 Entre ellas las utilizadas para redactar el presente trabajo como Rudolf Rocker, Revolución
y regresión (1918-1951), Buenos Aires, Tupac, 1952, págs. 172-180; Diego Abad de Santillán, Contribución a la historia del movimiento obrero español, Puebla, Cajica, 1971,
págs.56-59 y Memorias, 1897-1936, Barcelona, Planeta, 1981, pág. 93; Manuel Pérez, 30
años de lucha. Mi actuación como militante de la CNT y anarquista español, manuscrito;
José Peirats, Figuras del movimiento libertario español, Barcelona, Picazo ediciones, 1977,
págs. 216-225 y “Siluetas. V.Orobón Fernández”, Nueva Senda, Boletín interior de la F.I.J.L.
en el exilio, nº 89, febrero 1962; Ramón Álvarez, “Orobón Fernández y la Alianza Obrera”,
Polémica, nº 9, Barcelona, noviembre de 1983, págs. 17-21; Salvador Cano Carrillo, “Valeriano Orobón Fernández”, Ruta, Caracas, nº 26, 1 de febrero de 1976; B.Mas, “Orobón, un
hombre singular”, Polémica, Barcelona, nº 9, noviembre 1983, págs. 22-23; Entrada OROBON-FERNANDEZ Valeriano del Dictionaire biographique du mouvement ouvrier français, Paris, Ëditions de l’Atelier, 1997.
208 Julián Casanova, De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España 1931-1939, Barcelona, Crítica, 1997, págs. 132-133.
209 John Brademas, Anarcosindicalismo y revolución en España, 1930-1937, Barcelona, Ariel,
1973, págs. 108, nota 18.
210 Javier Paniagua, La sociedad libertaria. Agrarismo e industrialización en el anarquismo
español 1930-1939, Barcelona, Crítica, 1982, págs. 177-182.
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II. PENSAMIENTO Y OBRA
1. Una naturaleza privilegiada
Por lo que conocemos, parece fuera de toda duda que Valeriano Orobón
Fernández tuvo una fuerte personalidad, que no dejaba indiferente, y se le
reconocía una notable capacidad intelectual. Lo primero, podemos apreciarlo
en los escasos testimonios gráficos que nos han llegado. Confirman los testimonios orales de su elegancia en el vestir, mirada abierta y profunda y convicción de su discurso. Conjunto que le dotaba de un cierto aire provocador211.
Lo segundo, en el prestigio que llegó a tener, la calidad de su trabajo y claridad de su proyecto ideológico. A pesar de la temprana edad de su muerte y del
relativamente breve tiempo de actividad -menos de diez años- en todas las
facetas de su obra, Valeriano nos ha dejado excelentes resultados. Basten
recordar su traducción de la monumental obra de Max Nettlau sobre Eliseo
Reclus; la propuesta de alianza obrera de 1934, que supuso un giro en la estrategia anarcosindicalista, o la influencia que ejerció en el núcleo que aglutinó
del Sindicato Único de la Construcción de Madrid (en adelante SUC), el más
importante de la CNT en una ciudad, hasta entonces, feudo el socialismo.
Sin embargo, poco conocemos de la formación que le permitió crear tales
obras. Sabemos que asistió a una escuela “racionalista” o “moderna” de
Valladolid en la que tuvo por profesores a Zoais y Carbó212. Buenacasa nos
informó de la protección y amistad que le proporcionó el catedrático de la
universidad Vicente Mendoza, poseedor de una biblioteca comparable a la de
Arús en Barcelona213. Ambos coincidieron, a principios de los años veinte,
211 En Angela, s.f.
212 Para esta cuestión ver págs. 8-10.
213 Manuel Buenacasa, El movimiento obrero español 1886-1926. Historia y crítica, Madrid,
Júcar, 1977, págs. 216-219.
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que para su juventud tenía un juicio tan maduro que podía presentarlo en
público con una lógica formidable. Madurez en la que insistió, ya en
Alemania, Max Nettlau que apreció, desde que lo conoció, su capacidad para
comprender que los procesos revolucionarios son más complejos que la mera
ruptura violenta214. Con el historiador austríaco, y algunos de los más destacados militantes de la AIT, como Rudolf Rocker, entabló rápida amistad y
habló ampliamente sobre las más variadas cuestiones en una demostración de
su “codicia por saber”215.
Su afán de conocimientos es algo en lo que están de acuerdo cuantos le
conocieron. De ahí que la desaparición de su biblioteca y la falta de testimonios más concretos sobre los libros que leyó, o con quienes entabló relaciones, nos impiden tener un conocimiento más detallado de cuales fueron las
fuentes en las que, además de los contactos ya citados, bebió el joven
Valeriano en Valladolid, continuó febrilmente en Francia y Alemania, y está
detrás de su sugerente producción propia y traductora. Elevada capacidad
intelectual y facilidad para los idiomas, fueron dos de las características que
explican la obra y pensamiento del vallisoletano. Factores a los que hay que
añadir otro, sin el que no es comprensible: su militancia anarcosindicalista.
Para Valeriano Orobón, el sindicalismo era el medio revolucionario idóneo.
Su análisis de la estrategia cenetista e intervención activa, como propagandista y activista, en los sindicatos determinaron tanto la forma como el fondo
de su obra.
Toda ella está en los periódicos y revistas en los que colaboró. Incluso los
dos folletos que aparecieron con su firma, uno póstumo, no hacen sino recoger intervenciones suyas en mítines o conferencias. Las traducciones sí fueron más extensas. Al servirle de sustento, hasta 1932 al menos, en seis años
tradujo once libros. Además de los numerosos artículos, sobre todo de Max
Nettlau, que realizó para La Revista Blanca. Entre los primeros estuvieron los
extensos trabajos de Max Nettlau sobre Reclus y la historia de la literatura
decimonónica de Georges Brandes. De otro lado, sus colaboraciones en la
prensa fueron muy tempranas. Las primeras, todavía en Valladolid, durante el
año 1920 en Solidaridad Obrera de Bilbao. Éstas, y las que conocemos de su
estancia en París y, después, en Berlín, tienen la profundidad y enjundia que,
según sus coetáneos tenía en el acto público. Más conferenciante que mitinero, era la hilazón de sus argumentos, que terminaban por aparecer irrebatibles,
lo que despertaba la admiración de sus oyentes.
Quizás dos fueron los temas constantes en su obra: de un lado, la importancia de los sindicatos como organización natural de los trabajadores y el
214 En Rudolf Rocker, Revolución y regresión (1918-1951), Buenos Aires, Tupac, 1952, pág.
177.
215 La expresión en la obra de Rocker citada en la nota anterior, página 176.
70
papel que les estaba reservado en la estructuración económica de la sociedad
futura. De otro, las cuestiones internacionales. En especial el fascismo y la
denuncia del comunismo de estado. Coyunturales, pero de gran importancia,
fueron los escasos, pero decisivos, artículos que escribió sobre la necesidad
de la unidad revolucionaria CNT-UGT. Quizás, como dice Julián Casanova216,
fuera el primero con autoridad en los medios anarcosindicalistas que defendió
públicamente la necesidad de tender un puente hacia los socialistas. A pesar
de sus acerbas críticas al papel que el socialismo estaba realizando, Orobón
puso de manifiesto la virtud que Nettlau había advertido unos años antes: su
capacidad para captar los procesos largos. En este caso la radicalización derechista de la burguesía española, tras los primeros tiempos de “fiesta republicana”, alarmada por la perspectiva revolucionaria. Además, del abandono de
parte de la socialdemocracia de su colaboracionismo con los republicanos.
Fue también un eficaz editor de publicaciones. Como se ha visto217, en el
exilio parisino se encargó del periódico que los anarquistas españoles publicaban. En Tiempos Nuevos, y otros como La Revista Internacional Anarquista
o su suplemento Acción, no sólo dirigió su confección sino que les dotó de
una orientación que les convirtió en receptores de las inquietudes de la oposición española a la dictadura de Primo de Rivera. En sus páginas encontramos
su firma, bien bajo su propio nombre, bien bajo pseudónimo como el de Juan
de Iberia, con el que aparecieron artículos sobre la actualidad política y social
española. Como también comentarios de libros. Uno de ellos, escrito por Paul
Gille, fue el origen de una corta polémica con el autor, sobre la violencia. Una
cuestión de especial actualidad en los medios ácratas españoles, tras el fracaso pocas semanas antes de la incursión de Vera de Bidasoa218.
216 Julián Casanova, De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España 1931-1939, Barcelona, Crítica, 1997, págs. 132-133.
217 Para esta cuestión, en extenso, capítulo 1, apartado 2.
218 Orobón comentó en las página de La Revista Internacional Anarquista libros de Han Ryner,
Georges Vidal, Julio Barcas o Federica Montseny. Sobre el libro de Paul Gille, Esquema de
una filosofía de la dignidad humana, comentó que sus planteamientos le parecían demasiado abstractos, ignorando que el “obrero vende su trabajo por imperativo de la realidad burguesa” a la que hay que combatir. “La violencia revolucionaria no es sino un acto de reacción y defensa”. La reseña provocó una carta de rectificación Gille. En el mismo número en
que se insertó apareció una crónica, también de la pluma de Valeriano, sobre la controversia
que habían mantenido Ryner y André Colomer, sobre la cuestión de la violencia. Recordemos que pocas semanas antes de que aparecieran se desarrollaron en la frontera vasca los
sucesos de Vera en cuya preparación se le atribuyó una importante participación. Para esta
cuestión ver capítulo 1, apartado 2. Las reseñas de Orobón, en la sección “A través de los
libros” en La Revista Internacional Anarquista, París, 15.1, 15.3. y 15.4.1925. Esta cabecera, con contenidos en francés, italiano y español, editó ocho números mensuales, entre finales de 1924 y junio de 1925 y llegó a vender unos dos mil ejemplares. Durante su segunda
época, 1925-1927, con un nombre propio para cada idioma, el español se denominó Acción,
fue también mensual.
71
Su experiencia en la redacción y edición de estos periódicos parisinos continuó en Alemania. Aunque no he podido consultar su colección, Rudolf
Rocker nos dice que Valeriano colaboró en el periódico Die Internationale
que el sindicato anarcosindicalista alemán FAUD publicó desde 1927219. Pero
sobre todo destacó su participación en el secretariado de la reconstituida AIT.
A su pluma se deben la mayoría de las informaciones que, traducidas al español, aparecieron en La Revista Blanca de Barcelona o en el Boletín de Prensa
de la AIT que, fugazmente, se editó durante 1931.
No extraña, por tanto, que cuando el anarcosindicalismo español se dotó
de un órgano de prensa nacional, el periódico CNT de Madrid, su nombre
sonara como su director y que, en la práctica, participara activamente en él,
durante su primera época entre 1932 y 1933, con su sección “Perspectivas
Internacionales” o ayudando en las tareas de redacción. Hasta el punto de que,
como ya se ha relatado, se le atribuyó el papel de “director en la sombra”.
Como otros muchos anarquistas, el resultado ha sido que su obra escrita se
encuentra fundamentalmente en la prensa citada, donde también se publicaron un gran número de traducciones. La otra gran faceta de la obra de Orobón
Fernández. Un ejemplo: la cuestión agraria.
En dos ocasiones se acercó a este problema220. Primero como redactor de
la ponencia sobre el tema que se discutió, y aprobó, en el congreso que la AIT
celebró en junio de 1931 en Madrid. Que fuera el encargado de exponer este
tema quizás fuera debido a su origen español. España era considerado uno de
los países en donde predominaba una estructura agraria prácticamente semifeudal y primitiva, aunque dependiente del capitalismo financiero en lo que
respecta al mercado y el crédito. El segundo apareció en 1932 en la revista
valenciana Orto que dirigía Marín Civera221.
Ambos escritos se complementan. Mientras que el presentado en el congreso de la Internacional propone alternativas revolucionarias, en el de la revista lo que hace es un diagnóstico de la agricultura española en el contexto internacional. Orobón partía de la importancia que el campesinado tenía para la
revolución. A pesar de las influencias marxistas que pueden advertirse en su
pensamiento, tales como la importancia de la economía o la estricta perspectiva de clase, la consideración que tenía del campesinado le alejaba por com-
219 Rudolf Rocker, Revolución y regresión (1918-1951), Buenos Aires, Tupac, 1952, pág. 123.
220 El texto y acuerdo de la AIT en Boletín de Prensa de la AIT, Barcelona, nº 1. Su segundo trabajo apareció en el título de “Aspectos internacionales de la cuestión agraria” en Orto,
Valencia, nº 1, marzo, 1932.
221 Orto publicó una veintena de números mensuales entre 1932 y 1934. De orientación sindicalista, en sus páginas escribieron algunas de las más importantes plumas del anarcosindicalismo español, como Isaac Puente, Pestaña o el propio Orobón, e internacional, como Bernard, Cornelissen Souchy o Dauphin-Meunier, de quien el vallisoletano, como sabemos,
tradujo un folleto por estos años. Contó con José Renau como redactor gráfico.
72
pleto del marxismo. No reconocía que ningún sector proletario tuviera el
monopolio de la capacidad revolucionaria, ni mucho menos el del poder político del estado. Aspiraba a su abolición y a la implantación de una sociedad
libre de productores, obreros y campesinos, organizados. La experiencia había
puesto de manifiesto su importancia en la Rusia de 1917, Alemania y Austria
en 1918 y Hungría en 1919. Su desorganización y desorientación habían constituido un obstáculo para el triunfo de las posiciones revolucionarias.
La revolución social necesitaba de que los principios y las tácticas anarcosindicalistas se introdujeran en el mundo rural. Era imperioso que el movimiento obrero revolucionario rompiera el abandono en que tenía sometida a
la cuestión agraria y la organización campesina. Socialistas y comunistas
habían intentado llenar el vacío con propaganda demagógica y oportunista. El
problema era más complejo. A diferencia del mundo obrero, en donde el capitalismo prácticamente había eliminado al artesanado y quienes participaban
en la producción estaban divididos entre obreros y técnicos, asalariados y propietarios, en el mundo rural la diferenciación clasista era menos clara. Las
condiciones semi-feudales de la propiedad y sus métodos de producción habían provocado que continuaran existiendo colonos y pequeños labradores.
Además, las sucesivas reformas agrarias ocurridas en Europa, hasta catorce,
habían creado unos pequeños propietarios que, aunque no habían salido de su
precaria situación, dificultaban la diferenciación de clases con su instinto
“propietarista” y feroz individualismo. Desvanecer las diferencias entre
pequeños labradores, arrendatarios y jornaleros debía ser una de las tareas
fundamentales que tenía que afrontar el anarcosindicalismo.
La captación del campesinado, pensaba Orobón, debía llevarse a cabo
mediante propuestas muy estudiadas. Por ello analizó los diferentes estados
de la cuestión agraria en el mundo. De un lado estaban aquellos países industriales cuyo capitalismo intervenía en la agricultura obligándole a adoptar los
métodos de racionalización y la mecanización. De otro, en el polo opuesto,
estaban aquellas naciones cuya estructura agraria era primitiva en la producción pero que dependían del capital financiero en sus relaciones de mercado
y crédito. Finalmente, consideró un grupo de estados coloniales cuya población rural estaba bajo la doble explotación que le imponían sus condiciones
semi-feudales y el dominio del imperialismo. España, junto a Escandinavia,
Polonia, Austria, Hungría, Italia, Portugal, Japón, Argentina y México, formaba parte del primer grupo. Lo que unía a todos los grupos era la creciente
intervención del capital. De ella esperaba que fuera simplificando las condiciones socio-económicas. Iba a ser un proceso lento, y con diferentes formas,
basado en la intensificación de la explotación del campesino, la desaparición
de las viejas formas de producción y el aumento del asalariado. Su finalidad
era acompasarlo al desarrollo y ambiciones burguesas.
Los anarcosindicalistas deberían llevar a cabo una intensa campaña de
creación de sindicatos campesinos, en los que se admitirían a jornaleros,
73
pequeños labradores y arrendatarios, que se federarían local, regional, nacional e internacionalmente. Entidades que tendrían un programa de reivindicaciones inmediatas, adaptadas a las circunstancias locales. Aunque, con carácter general, incluirían los aumentos salariales; la reducción de jornada; la abolición de impuestos, rentas en especie o dinero, hipotecas, deudas de aquellos
terrenos, de menos de cinco hectáreas, que fueran cultivados directamente por
sus propietarios y la expropiación, sin indemnización, de los latifundios y
cotos de caza que serían entregados a los campesinos sin tierra. Conquistas
que serían una especie de “guerra de guerrillas” que prepararía la batalla decisiva, en unión de los obreros industriales, contra el capitalismo.
Al lado de estas reivindicaciones, los sindicatos anarcosindicalistas no
debían olvidar que la preparación revolucionaria de los campesinos y las propuestas constructivas de la sociedad revolucionaria, eran sus misiones más
importantes. Sin un espíritu rebelde y el convencimiento de que la explotación
sólo desaparecería con la destrucción del estado, no habría revolución social.
Las meras conquistas laborales y las reformas agrarias habían mostrado que
sólo pretendían castrar al campesino. La sociedad revolucionaria se organizaría sobre la base de la socialización de los medios de producción, de la tierra,
y de los instrumentos de trabajo. Ambos pasarían a manos de los sindicatos ya
que el reparto individual no hace sino conducir al capitalismo.
2. Un traductor comprometido
Hasta su incorporación a Filmófono en 1932, sufrió una precaria situación
económica. Durante su estancia en Francia y, después, en Alemania, sobrevivió gracias a la ayuda que continuamente le prestaba su hermano Pedro, a su
trabajo como profesor de español y, desde aproximadamente 1927, por las traducciones que realizaba. Valeriano, como otros miembros de su familia, entre
ellos Pedro, estaba especialmente dotado para los idiomas. Tras los años de
exilio, cuando regresó a España, hablaba el francés, inglés y alemán. Además,
al parecer, tenía nociones de italiano y ruso. No resulta por tanto extraño que
encontrara en la traducción un modo de vida.
Del conjunto de trabajos que se enumeran en el apéndice cabe destacar
una característica común: se tratan de obras, en el caso de las novelas, directamente relacionadas con el pensamiento revolucionario del momento.
Carácter que se acentúa en las traducciones que realizó para Federico Urales
y su Revista Blanca. La mayoría de ellas son de artículos de Max Nettlau
sobre la historia del movimiento obrero o temas de actualidad. Además de
otras, de más difícil atribución por ser compartidas con José Elizalde y Felipe
Aláiz. Por su correspondencia sabemos que Orobón dejó de enviar traducciones para el periódico de Urales durante el verano de 1931. Cuando marchó a
Estocolmo para asistir al congreso de la SAC. Le sustituyó Aláiz quien “lo
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está haciendo tan bien que será él quien continúe el trabajo”. El regreso a
España estaba próximo222.
Posiblemente, el primer artículo del historiador austríaco que tradujo fue
“Última palabra de Kropotkine añadida a “Palabras de un rebelde” en 1919”,
aparecido en junio de 1927223. Hasta mayo de 1931, le seguirían, con una
práctica frecuencia mensual, hasta una treintena de colaboraciones. Unas referidas a reflexionar sobre la evolución del movimiento obrero internacional y,
otras, estrictamente históricas sobre el obrerismo español. Entre ellos una
serie de interesantes documentos de los primeros años de existencia de la
Internacional en España, así como otros referentes a la década de los ochenta. Sobre la aparición de la Federación Regional de Trabajadores de España y
las diversas tendencias existentes en su seno. Además, a partir de 1928,
Orobón, desde su puesto en el secretariado de la AIT, se encargó de traducir
al español los documentos que elaboraba y dio referencias de los comicios
que las diversas secciones realizaron. Fueron los casos de los congresos de la
NSV holandesa en febrero de 1928 o de la SAC de julio de 1929. Además del
que la propia AIT celebró en Lieja en mayo de 1928. De las discusiones,
acuerdos y llamamientos que realizó la internacional anarcosindicalista destacan, por el impacto que tuvieron posteriormente en España, y su propia vida
y obra, los que tradujo sobre la “racionalización” o la reducción de la jornada
laboral a seis horas.
Sin embargo, la traducción de mayor envergadura de la obra de Nettlau
que efectuó fue la de su biografía de Eliseo Reclus. La realizó entre 1928 y
1929. De su importancia da idea que la propia Revista Blanca anunció la aparición de su primer volumen a toda página224. Pero sobre todo, pienso, que
contribuyó a que Valeriano fuera considerado con capacidad para tareas traductoras de envergadura. No extraña, por tanto, que Juan Montseny le encargara inmediatamente otra traducción: la historia de la literatura del siglo XIX
de Georges Brandés. Se trataban de seis volúmenes que, finalmente se publicaron en dos tomos, y comenzaron a editarse, en forma de folletón, en las
páginas de la revista durante la primavera de 1929225. Estos dos trabajos fueron la carta de presentación para que, durante 1930 y hasta su incorporación
a Filmófono, tradujera hasta un total de seis obras literarias para la editorial
madrileña Zeus.
Hasta entonces, Orobón había traducido obras de autores anarquistas o
muy ligado a su mundo, como el caso de Brandés. El primero, durante 1926,
222 Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Estocolmo, 14.8.1931 y Berlín, 12.10.1931,
IIHS, FMN.
223 Para la localización exacta de los artículos que se citarán, véase el catálogo de obras.
224 La Revista Blanca, Barcelona, Suplemento al número 146, 15.6.1929.
225 Los dos tomos fueron editados en Impresos Costa, la habitual utilizaba por La Revista Blanca.
No constan, en ninguno de los dos volúmenes, el año de edición, que sería entre 1929 y 1931.
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del francés: Reflexiones de un anarquista individualista. Realismo e idealismo mezclados, obra del ácrata francés E. Armand226. Lo editó la Librería
Internacional abierta por el Grupo Internacional de Ediciones Anarquistas
para la venta de publicaciones anarquistas y su divulgación internacional227.
Entre ellos estuvo un folleto, en francés e italiano, sobre el caso Matteoti228;
otro, en español, sobre la dictadura de Primo de Rivera229; varias traducciones
al francés de obras de Malatesta, Archinof, Mariani y Vidal; dos trabajos de
Borghi y Fabbri en italiano; además, finalmente, de varios folletos en polaco230.
Orobón Fernández prologó la edición de la recopilación de escritos de
Armand. Son unas páginas redactadas, al gusto del momento, con referencias
mitológicas. Armand es comparado a un argonauta que busca la verdad “algo
más preciado que todos los vellocinos de la Cólquide”231. Está estructurado en
226 Lucien Juin Ernest (1872-1962), más conocido por E. Armand, hijo de un miembro de la
Comuna de 1871, tuvo una educación autodidacta y fue un auténtico políglota. En su juventud
perteneció a organizaciones cristinas hasta que, relacionado con la familia Reclus, se hizo anarquista. En 1901, comenzó a editar L’ Ere Nouvelle y, al año siguiente, se incorporó a las Causeries Populaires. A lo largo de casi setenta años de militancia ácrata fue detenido en numerosas ocasiones. Fue uno de los más destacados representantes de la corriente individualista
francesa. Autor de numerosas obras y creador de diversos periódicos. Más en J. Maitron, Dictionaire biographique du mouvement ouvrier français, Paris, Editions de l’ Atelier, CD
227 La Librería Internacional estaba situada en el número 72 de la rue des Prairies, en el distrito XX de París. Supuso una inversión de setenta mil francos que durante 1925 fueron amortizados por las ventas, a pesar de las incautaciones que las autoridades francesas realizaron
en las aduanas. En sus locales tuvieron su sede numerosas publicaciones ácratas de esos
años, entre ellas Acción y Tiempos Nuevos, y fue lugar de reuniones.
228 Giàcomo Matteoti era el líder del Partido Socialista Italiano que denunció la farsa de las
elecciones de abril de 1924 que llevaron a los fascistas al poder. El diez de junio fue secuestrado y su cadáver apareció un mes después en los alrededores de Roma. Se acusó a Mussolini de de estar involucrado en el crimen, levantándose una gran polémica que desequilibró la situación política del país. Finalmente la balanza se inclinó del lado de Mussolini tras
su intervención ante el parlamento el tres de enero de 1925. A partir de entonces el estado
italiano se transformó en un régimen autoritario.
229 Se llamaba Un año de dictadura y apareció en octubre de 1924. Se editaron unos cien mil
ejemplares que se repartieron gratuitamente entre los exiliados y sirvió de banderín de
enganche para la expedición de Vera de Bidasoa. En “Nuestra obra”, Acción, París, nº 7,
enero 1926, págs. 11-12.
230 Las obras publicadas, cuyos títulos conozco, entre 1924 y 1926, fueron Au café de Enrique
Malatesta; Histoire du mouvement makhnoviste de Pedro Archinov; Han-Ryner de Georges
Vidal, al que Orobón hizo una crítica en La Revista Internacional Anarquista; Les Anarchistes de Sebastián Faure; Un pauvre Christ de M.Mariani; La Italia tra due Crispi de
Borghi y Cos’ e l’Anarchia de Luis Fabbri. En español, además de los ya citados, se editaron dos ediciones de Los anarquistas de Faure y un “estudio social” llamado Los sombríos
obra de Higinio Noja Ruiz. Antes de la publicación de la traducción de Orobón, en 1926 apareció La nouvelle création de la societé par le comunisme anarchiste de Pedro Ramus. En
“Nuestra obra”, Acción, París, nº 7, enero 1926, pág. 11.
231 Valeriano Orobón Fernández, “Prólogo”, a E. Armand, Realismo e idealismos mezclados,
París, Librería Internacional, París, 1926.
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forma de “montaje paralelo” de la evolución de la vida y obra del autor. Resalta
su constante heterodoxia que le impedía uncirse a un “dogmatismo nocivo” y,
por el contrario, mantenía una capacidad analítica que le llevaba a considerar
a las ideas como hipótesis. Tal cual en las ciencias naturales, necesitadas de una
comprobación experimental. Como tantos anarquistas, Orobón se debía al
desarrollo y confianza en los avances científicos a los que, sin embargo, no
adjudicaba una finalidad inmutable. La verdad geométrica de Euclides, vivió
durante más de veinte siglos. Pero llegó Einstein y ha aportado otra. Así ocurre también en todos los órdenes de la vida. Como anarquista, que no sólo predica, sino que también practica, Armand es un “idealista experimental”.
De todas las traducciones que realizó ésta y la que, ya en los años treinta,
realizó sobre una obra de otro anarquista francés, Dauphin-Meunier, fueron
las únicas que prologó. En todas las que realizó para la editorial Zeus se limitó a labores de traducción. Salvo en una: Cuentos soviéticos. Para ella realizó
la selección de los autores incluidos y anotó los relatos escogidos. Aunque hay
que señalar que los trabajos de Orobón, incluso para esta editorial, siempre
versaron sobre obras o autores comprometidos socialmente. La misma existencia de la editora Zeus no puede entenderse fuera del contexto social y político del último período de la dictadura y la monarquía españolas.
La editorial Zeus fue una de las que se crearon entre 1928 y 1929, algunas
de muy corta vida, con un claro signo izquierdista. Difundieron obras del pensamiento avanzado europeo y tuvieron una concepción popular de la cultura.
De tipo antimilitaristas, al estilo de Sin novedad en el frente de Enrique María
Remarque, o de procedencia soviética232. Géneros ambos que trató Orobón.
La que estaba traduciendo durante la primera mitad de 1930 era del primero
de ellos. Se llamaba Los koolies del Kaiser y su autor era Teodoro Plivier.
Escritor de gran éxito editorial en Alemania y del que, al año siguiente, tradujo otra novela: Doce hombres y un capitán. Plivier reunía todas las características que podían interesar tanto a Orobón como a la editorial: era un autor
de éxito, de fuertes simpatías anarquistas, traductor de Kropotkin, con lo que
podía ser considerado un “escritor del pueblo” y su obra tenía un fuerte contenido antimilitarista233. De estos géneros Orobón tradujo para Zeus otros dos
232 Para la aparición de unas nuevas editoriales a fines de la dictadura de Primo que tradujeron
de tendencia izquierdista y que publicaron numerosos autores soviéticos se pueden consultar José Esteban, “Editoriales y libros de los años treinta”, Cuadernos para el diálogo, extra,
nº XXXII, 1972 y José Esteban y Gonzalo Santonja, Los novelistas sociales españoles
(1928-1936), Madrid, Hiperión, 1977. También Fulgencio Castañar, El compromiso en la
novela de la II República, Madrid, Siglo XXI, 1992.
233 Teodoro Pliever nació en Berlín el 12 de febrero de1892 y murió en Avegno el 12 de marzo
de1955. Su obra antimilitarista tuvo una amplia repercusión durante lo años veinte y cuarenta. De fines de la primera decada es Los koolies del kaiser, de la segunda Stalingrado y
Moscú. Noticias de los meses de la traducción en Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, Berlín 2.7.1930, IIHS-FMN.
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libros: Postguerra de Ludwig Renn, una novela social sobre las consecuencias de la Primera guerra mundial y la convulsa situación política y social de
la Alemania de la república de Weimar234; y las memorias de dos protagonistas de la revolución rusa, Isaac Steinberg235, Cuando fuí comisario del pueblo.
Episodios de la revolución de Octubre, y Memorias de una nihilista, de la
anciana socialista revolucionaria Vera Figner236.
234 Ludwig Renn (1889-1979) era el pseudónimo literario de Arnold Friedrich Vieth von
Golsseneau, antiguo oficial del ejército alemán que abandonó tras presenciar las matanzas de la Primera Guerra Mundial. Estudió arte y se introdujo en los círculos anarquistas. En 1929, año en que publicó la novela traducida, ingresó en el Partido Comunista
Alemán. Fue detenido en 1932, tras el incendio del Reichstag, y condenado a dos años
de prisión. En 1936 huyó a Suiza. De allí, tras comenzar la revolución española, se
incorporó a las Brigadas Internacionales. Fue comandante del batallón Thaelmann y
escribió un nuevo libro en alemán no traducido al español que conozca. En 1939 fue
internado en un campo de concentración francés. Finalmente logró embarcarse hacia
Méjico. Después se trasladó a la Unión Soviética, donde, como a otros muchos brigadistas de España, fue represaliado. Con la ayuda de antiguos compañeros anarquistas logró
huir y regresar a Alemania.
235 Isaac Nachman Steinberg (1888-1957) fue un antiguo socialista revolucionario de izquierdas ruso que fue nombrado primer comisario de justicia del gobierno soviético, entre
diciembre de 1917 y marzo de 1918. Durante los años veinte, abandonó Rusia y se trasladó a Londres. Durante los años treinta fue secretario del comité local de la Liga por la Tierra Judía, una organización que buscó asentar a miles de judíos en Australia a donde viajó
en 1938. Tras la Segunda Guerra Mundial vivió en los Estados Unidos. La Guilda del
Libro, impulsada en Alemania por los anarcosindicalistas, publicó en 1931 su obra Poder
y terror en la Revolución.
236 Fue una conocida revolucionaria rusa que pasó más de veinte años en las cárceles zaristas.
Nacida en Nikiforovo, en el seno de una próspera familia de comerciantes, en 1870 vivía en
Kazán donde comenzó a estudiar medicina. Dos años más tarde se trasladó a Suiza, a
Zurich, para continuar sus estudios. Allí se introdujo en los círculos estudiantiles rusos radicales donde conoció las ideas de Bakunin. Hacia 1875 regresó a Rusia y se incorporó al
movimiento “Tierra y Libertad”. Durante seis años trabajó como enfermera en distritos rurales y se incorporó al grupo “Voluntad del Pueblo”. Comenzó entonces una intensa labor
conspirativa: contactó con militares en Odessa e intervino en el diseño de varios atentados
contra el zar. En 1883 fue detenida. Juzgada al año siguiente, fue condenada a muerte. Pena
que le fue conmutada por la de cadena perpetúa. Fue encerrada primero en la fortaleza de
San Pedro y San Pablo de San Petersburgo y, después, en la siniestra fortaleza de Schlusselburgo. Allí, en unas terribles condiciones permaneció durante veinte años. Hasta 1904 en
que fue liberada y desterrada a Arcángel, en Siberia. Amnistiada en 1905, en 1906 se instaló en Suiza. Allí vivió hasta que regresó en 1914 como miembro del Partido Socialista Revolucionario. Tras el triunfo de la revolución presidió el comité de Amnistía y utilizó su prestigio para ayudar a los cada vez más numerosos presos políticos del régimen soviético. No
fue molestada pero su figura se fue desvaneciendo hasta su muerte. La obra que tradujo Orobón había sido publicada en 1927. Por esas mismas fechas se tradujo al español otra obra
de Figner, Los reclusos de Schlusselburgo, publicada también en 1931 por la editorial Cenit.
Otra casa de tendencias izquierdistas fundada por Graco Marsá y Juan Andrade Rodríguez.
Otras obras de Vera Figner, Rusia en las tinieblas (Memorias de un nihilista), Madrid, Zeus,
s.f. (Dos ediciones) y Madrid, Fénix, 1934.
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Las selecciones de cuentos rusos ofrecen una amplia panorámica de algunos de los autores más importantes de la literatura soviética del momento237.
Algunos de ellos de una fuerte influencia en los medios más intelectuales del
anarcosindicalismo español. Es el caso de Fiodor Gladkov, cuya obra El
cemento gozó de gran popularidad238 o de Ilia Ehrenburg, el también periodista, que pocos años después escribió otra obra de fuerte repercusión, sobre
la situación política y social española, España, república de trabajadores. No
faltan en la selección los grandes nombres del mundo artístico y literario ruso
de esos momentos. Son los casos de Babel, Kollontai, Maiakovski o
Sholojov239. Edición que, de gran éxito, se completó, poco después con una
237 Selección, con notas, de Cuentos soviéticos, Madrid, Zeus, 1930. Incluyó obras de Babel,
Isaac (“Después de la lucha”), Ehrenburg, Ilia (“La cervecería “El descanso rojo”),Fedin,
Constantino (“El alma del perro”), Gladkov, Fiodor (“El pulpo”), Ivanov, Wsievolod (“El
niño”), Kollontai, Alejandra (“Hermanas”), Maiakoski, Vladimir (“New York”), Malyschkin,
Alejandro (“El ciclón), Newerov, Alexander (“Hambre”), Pliniak, Boris (“Tierra en las
manos”), Reissner, Larissa (“Vanderlip en la RSFSR”), Romanov, Panteleimon (“Tinieblas”), Savitsch, Ovadi (“Los cuatreros”), Ogniev, Nicolai (“Los favoritos”), Schaginiam,
Marietta (“La enfermera Zedrik”), Scholochov, Mijail (“El Padre), Semionov, Sergio (“El
nacimiento del esclavo”) y Sosulia, Jefim (“AK y la humanidad”). Ese mismo año de 1930,
Zeus publicó otra selección de obras cortas de novelistas soviéticos, la mayoría de ellas ya
incluidas en la anterior, bajo el título de Veinte cuentistas de la nueva Rusia. Las obras eran
de Semionov, Sergio (“El nacimiento del esclavo”) ), Babel, Isaac (“Después de la lucha”),
Ehrenburg, Ilia (“La cervecería el Descanso Rojo”), Fedin, Constantino (“El alma del
perro”), Gladkov, Fiodor (“El polipo”), *Inber, Vera (“Los intereses de Lala”) ,Ivanov,
Wsievolod (“El niño”), Kollontai, Alejandra (“Hermanas”), Maiakoski, Vladimir (“New
York”), Malyschkin, Alejandro (“El ciclón), Newerov, Alexander (“Hambre”), Ogniev, Nicolai (“Los favoritos”), Pliniak, Boris (“Tierra en las manos”), Reissner, Larissa (“Vanderlip en
la RSFSR”), Romanov, Panteleimon (“Tinieblas”), Savitsch, Ovadi (“Los cuatreros”),
Schaginiam, Marietta (“La enfermera Zedrik”), Scholochov, Mijail (“El Padre), *Seifullina,
Lidia (“El instructor de la juvetud roja”), Sosulia, Jefim (“AK y la humanidad”).
238 Fiodor Gladkov (1883-1958), tras tener una dura infancia, ingresó en los círculos revolucionarios en 1905 y, posteriormente, en el Partido Social-Demócrata. Tuvo una destacada
intervención en los acontecimientos revolucionarios de octubre de 1917. Apoyado por Máximo Gorki, tras leer un cuento suyo, fue un novelista cuya obra se centró, fundamentalmente, en ensalzar los planes quinquenales y los progresos de la economía rusa. Sobre El cemento, la obra de Gladkov más conocida entre los anarquistas españoles, se puede consultar José
Luis Gutiérrez Molina, Federica Montseny en Andalucía. Verano de 1932, Sevilla, Las Siete
entidades, 1992 [también, Huelva, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 2001].
239 Isaac Babel (1894-1941), novelista y autor teatral, tiene una obra muy conocida que es
Caballería roja, donde narra sus vivencias en ese cuerpo durante las operaciones bélicas
post-revolucionarias. Protegido de Gorki terminó siendo ejecutado durante las purgas stalinistas, No mejor suerte, aunque en este caso se suicidó, fue la de Vladimir Maiakovski
(1894-1930), bolchevique desde 1908 y uno de los fundadores del movimiento futurista
ruso. Tras la revolución exaltó al nuevo régimen a través de una intensa actividad cartelística y poética. En algunas de sus obras teatrales, como La chinche (1920) o El baño (1929)
criticó a la burocracia soviética. Alejandra Kollontai (1872-1952) nacida en una familia
aristocrática, se incorporó al sector menchevique y tuvo que exiliarse. Regresó tras la revolución y entró en el comité central del partido bolchevique. Comisaria de Seguridad Social,
dimitió por mostrarse disconforme con la firma de la paz con Alemania. Desde el grupo
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nueva selección que se denominó Veinte cuentistas de la nueva Rusia. En ella
se volvieron a editar la mayoría de autores y obras recogidas en la primera,
con la incorporación de otros nuevos como Vera Inber o Lidia Seifullina.
La última obra que tradujo Valeriano fue el folleto de Achille DauphinMeunier, Bases de una economía anarco-comunista240. La otra, como ya se ha
dicho, que prologó de sus traducciones. No fue casualidad. Conocía a Pierre
Ganivet, su pseudónimo, desde los años de estancia en París. En las páginas
introductorias que escribió retomó un tema que ya había tratado, extensamente, durante los años del exilio francés: la necesidad de adecuar los principios y prácticas anarquistas a los tiempos, sin anquilosarse en una sumisión
servil a los formulados por los clásicos que terminan por convertirse en la
Biblia. Para Orobón, “las teorías sociales no son productos cerebrales en conserva, sino cuerpos vivos, que se arrugan y palidecen en los museos y necesitan del aire ozonizado de la calle para su desarrollo y enriquecimiento” y concluía que “el anarquismo tiene que ser un movimiento siempre juvenil, ágil,
actual y oportuno (no oportunista) en sus manifestaciones”. Además, la obra
trataba otra cuestión que siempre estuvo entre sus principales preocupaciones:
la organización de la sociedad revolucionaria.
Como se verá más adelante, durante 1925-1926 mantuvo una fuerte polémica, con Diego Abad de Santillán, sobre la necesidad de preparar la organización económica de la sociedad libertaria. La obra de Dauphin-Meunier
recalcaba la necesidad de la preparación técnica y administrativa de quienes,
como los anarquistas, aspiraban a transformar radicalmente la sociedad.
Necesidad tanto más urgente cuanto, recalcaba Orobón, “vivimos un momento histórico esencialmente positivo”. Es decir, existía la posibilidad de que el
Oposición Obrera intentó detener la creciente hegemonía de los bolcheviques. Fue apartada de Rusia al ser enviada como embajadora a Noruega, México y Suecia desde 1923 hasta
1945. Mijail Sholojov (1905-1984) también perteneció al bolchevismo desde joven. Sus
obras son un fresco épico de distintos momentos de la revolución rusa: los hechos revolucionarios, la colectivización y la Segunda Guerra Mundial. Autor de El don apacible, en
1965 recibió el premio Nobel de literatura. Finalmente, el periodista y escritor Iliá Ehrenburg (1891-1967) escribió en numerosas ocasiones sobre España, durante la República y la
revolución. Su obra }lang2058 España, república de trabajadores, la escribió en 1932. Vera
Inber (1890-1972) fue una conocida poetisa de gran belleza lírica.
240 Achille Dauphin-Meunier, Bases de una economía anarco-comunista, Valencia, Biblioteca
Social-Revolucionaria, s.a. Las citas que siguen son de esta edición, págs. 3 y 4 y 5, respectivamente. Dauphin-Meunier fue un abogado que llegó al anarquismo por las lecturas y relaciones personales con Jean Grave y Christian Cornelissen, a quien consideró siempre su
maestro intelectual. Colaboró en Le Libertaire de París, durante los años veinte, y en la prensa anarcosindicalista española durante la Segunda República. Militó en la Union Anarchiste Française hasta 1930, fecha en la que por sus diferencias con Sebastian Faure la abandonó. Militó en la CGT S-R hasta 1934. Desde entonces perteneció al sindicato de Cuadros de
la Banca de la CGT. En él llegó a ser presidente. Desde 1938 dio clases en la facultad de
Derecho de Toulouse. Mas tarde, tras la segunda guerra, en una facultad perteneciente a la
iglesia católica que desapareció en 1968.
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momento revolucionario estuviera cercano. Las propuestas del francés sobre
la importancia que en la sociedad post-revolucionaria podían tener las cooperativas, sindicatos, federaciones de industria y consejos de fábricas, casaban
muy bien con los planteamientos suyos.
Una intensa labor traductora, concentrada en un lustro, y sobre todo en
apenas veinticuatro meses, que él mismo definió como agotadora241. Porque,
además de los trabajos relacionados, desde 1928 hasta 1930, tradujo al español numerosos documentos, textos y manifiestos del secretariado de la AIT al
que perteneció. Gracias a ellas llegaron rápidamente al conocimiento de los
trabajadores españoles las resoluciones de la internacional anarco-sindicalista, los congresos de sus secciones y los manifiestos que editaba, fijando su
posición, ante los problemas puntuales que se presentaban en el panorama
político y social internacional. Los publicó La Revista Blanca en una sección
titulada “Servicio de la AIT” que apareció, prácticamente, en todos los números de esos años. En ella aparecieron las deliberaciones de los congresos de la
SAC sueca y la NAW holandesa, los manifiestos de la AIT ante la crisis mundial de 1929 o el paro y las actividades del comité de solidaridad con los anarquistas rusos perseguidos en Rusia. Además de numerosas noticias sobre la
vida cotidiana de la AIT y el paulatino ascenso del nazismo en Alemania.
Las traducciones de Orobón no pueden, por tanto, separarse de su actividad militante242. Tradujo la documentación de la AIT, artículos del historiador
anarquista más importante del momento como Max Nettlau y a autores ácratas y literatos comprometidos socialmente. Una tarea que, no por breve en el
tiempo, apenas una década, no dejó de tener una gran importancia. Gracias a
ella hoy tenemos en español las monumentales obras de Nettlau, sobre
Reclus, y de Brandes sobre la historia de la literatura243 y unas abundantes
fuentes para el estudio del internacionalismo obrero revolucionario de fines
de la década de los veinte. Pero si importante fue su actividad traductora, aún
más lo fue como autor de numerosos artículos en la prensa anarcosindicalista
en los que trató tanto cuestiones internas e inmediatas del movimiento libertario español, como internacionales.
241 Valeriano Orobón Fernández a Max Nettlau, 4.4.1931, IIHS-FMN.
242 Valeriano ejerció de traductor tanto en el mitin celebrado por la AIT en Barcelona, como en
el congreso de la Internacional en Madrid. Recientemente, Eric Jarry ha encontrado una película, al parecer realizada por algunos asistentes alemanes, en la que aparece Orobón en el
momento en que traduce los discursos que habían pronunciado Rudolf Rocker y Agustin
Souchy. Agradezco al compañero Eric la autorización para reproducir una fotografía tomada a partir de los fotogramas de la película.
243 De la obra de Georges Brande, Orobón Fernández tradujo los dos primeros tomos de los seis
de los que consta. La iniciativa de Federico Urales de editar la obra completa no la pudo llevar a cabo. La continuó Diego Abad de Santillán en Buenos Aires que, a partir de 1946 editó,
en la editorial Americale, tanto los dos primeros, obra de traducción de Orobón, como los
cuatro restantes cuyas traducciones son del doctor S.M.Neuschlosz y las doctoras Ángela
Romera y Marta E. Samatán.
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3. Un activo militante: la propuesta anarcosindicalista
Valeriano Orobón Fernández fue uno de los más conocidos y respetados
militantes del anarcosindicalismo español de esos años. Su intensa actuación
Francia, su pertenencia al secretariado de la AIT, sus planteamientos, le dotaron de un gran prestigio que le permitió que sus propuestas fueran escuchadas
por los distintos sectores libertarios. Es lo que explica que a su regreso de
Alemania pudiera realizar diversas gestiones para intentar conciliar las diversas posturas que se enfrentaban en España tras la proclamación de la república. Antes de trasladarse a Madrid, estuvo en Barcelona entrevistándose con
los más destacados representantes de las dos grandes tendencias que se disputaban el control de la CNT en el otoño de 1931: los firmantes del manifiesto
que se conoce como de los “Treinta” y los partidarios de una acción más radical ante los titubeos reformistas republicanos. Disputas internas que, en opinión de Orobón, estaban causando grandes prejuicios a la consolidación del
movimiento revolucionario español.
A finales de 1931 escribió una carta a Rudolf Rocker una extensa carta en
la que le relató el resultado de sus gestiones244. Comenzaba diciéndole que a
su llegada a Barcelona vio unos síntomas alarmantes. Las pasiones, personales y entre tendencias que resultaban difíciles de separar, estaban muy excitadas. La consecuencia era que los sindicatos veían como disminuía su capacidad defensiva y ofensiva. Además, el gobierno y los comunistas conocedores
de la situación la aprovechaban de todas las formas posibles. Situación que le
reafirmó en la necesidad de detener esa “estúpida autodestrucción” mediante
la firma de un “armisticio” entre las tendencias que se combatían mutuamente. Para calibrar las posibilidades que tenía se entrevistó con “treintistas”
como Progreso Alfarache, Agustín Gibanel y Ricardo Fornells245 y con sus
opositores Durruti, Ascaso y García Oliver.
244 Valeriano Orobón Fernández a Rudolf Rocker, Valladolid, 31.12.1931, IIHS-FMN.
245 Progreso Alfareche Arrabal (¿-1964) era andaluz y militó en la CNT desde muy joven.
Asistió al congreso de la Comedia y fue secretario de la regional andaluza antes de la dictadura de Primo de Rivera. Durante los años veinte estuvo en Francia y regresó a finales
de la década. Fue secretario del comité nacional de la CNT. Fue uno de los que redactó
el manifiesto de los treinta. Durante la revolución perteneció al Consejo de Economía de
la Generalidad catalana. En 1939 se exiló en Méjico. Regresó a España en 1947 para
colaborar en la reorganización del sindicato. Fue detenido y encarcelado durante algunos
años. Después regresó al país azteca hasta su muerte. Agustín Gibanel (1892-1933 o 37)
había sustituido a Orobón en la dirección de Tiempos Nuevos, como representante de los
sectores menos partidarios de la colaboración con los republicanos. Durante la Segunda
República fue otro de los redactores del manifiesto treintista y dirigió la revista Cultura
Libertaria, que se convirtió en su portavoz. Finalmente Ricardo Fornells Francesch (¿1942) fue un destacado militante cenetista, desde la década de los diez, que cometió la
flaqueza de pactar con los fascistas al término de la guerra. Desde 1932 militó en los Sindicatos de Oposición de Sabadell y, posteriormente en el Partido Sindicalista de Ángel
Pestaña. En 1936 ingresó en la UGT. Tras salir de España en 1939, regresó con la idea
82
Los primeros le explicaron que pensaban que la CNT no era capaz en ese
momento de efectuar una acción revolucionaria radical. Así que creían que su
objetivo, a medio plazo, debía ser el de prepararse y organizarse. Orobón le
dijo al alemán que creía que entre los “treintistas” se encontraban compañeros honestos y capaces que no comprendían correctamente el momento, político e histórico, en el que se encontraba España. Como tampoco las necesidades tácticas de la CNT. Le puso como ejemplo lo que consideraba una apreciación ingenua: que era posible la estabilización política y económica de la
Segunda República porque el país disponía de materias primas susceptibles de
explotarse. Juicio que olvidaba las dificultades del mercado mundial y la crisis internacional del capitalismo, que ejercían una mayor influencia sobre la
economía española de lo que pensaban.
Durante sus conversaciones Valeriano intentó refutarles estos planteamientos. La República estaba demostrando que era incapaz de resolver la
cuestión agraria y el paro, “dos espadas de Damocles” para el régimen. Si la
reforma agraria quedaba postergada y el paro y la miseria continuaba, la
CNT, como movimiento revolucionario, estaba obligada, moral y materialmente, a responder con acciones responsables y revolucionarias. En ningún
momento podía apoyar, siquiera indirectamente a “la República de la
Guardia Civil”. Al contrario, tenía que convertirse en un movimiento de oposición enérgico y bien orientado. La entrevista con Durruti, Ascaso y García
Oliver, como sabemos, tuvo lugar en la cárcel. Los tres dijeron a Orobón que,
detrás de las divergencias, existía un intento, patrocinado en especial por
Pestaña y Clará246, para crear una especie de UGT catalana al servicio de los
catalanistas.
Orobón se mostró satisfecho de sus entrevistas. Incluso pensó que había
logrado convencer a los disidentes de sus puntos de vista y que Durruti y sus
compañeros no boicotearían la “conferencia unitaria” que proponía para llegar a un acuerdo. Aunque se mostraron inflexibles en que era necesaria la
depuración de algunos militantes. La clave de sus intentos “pacificadores”
era la celebración de esa conferencia de militantes, previa al congreso de sindicatos previsto para mayo de 1932. Sería la AIT quien encabezaría la mediación y dirigiera los debates en torno a un orden del día que incluiría la discusión de un programa de acción, tácticas y objetivos, inmediato que sirviera de
de colaborar con los sindicatos fascistas. Rechazado por su familia, abandonado por sus
antiguos compañeros, fue detenido, pasó seis meses en la cárcel, y terminó muriendo en
la miseria.
246 Sebastián Clará (1894-1986) fue un joven y activo militante del anarquismo y la CNT que
tuvo una discutida actuación tras la derrota de 1939. Durante los años anteriores a la dictadura de Primo de Rivera fue secretario de los grupos anarquistas en Francia y de la CNT
catalana. Redactor y director de Solidaridad Obrera, se alineó con las posiciones treintistas
y, después, fue partidario de un sindicalismo que permitiera la actuación política.
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plataforma de unificación y orientación de la organización. Programa que
debería posicionarse respecto a la política gubernamental y la oposición de la
CNT y que elaboraría un programa radical que convirtiera al régimen en una
auténtica “república de trabajadores”. Propuesta que redactaría un Consejo
Económico General tras estudiar el funcionamiento de la economía española
y de sus fuentes, así como de nuestras zonas de influencia sindical y de las
posibilidades constructivas.
Finalmente, le decía a Rocker que lo que había visto le confirmaba su
impresión de que la CNT estaba falta de militantes formados y documentados.
Como creía que eran tan necesarios “como el pan”, había decidido publicar
una revista teórica, de título La revolución social. Lo haría en Madrid, donde
las pasiones estaban menos exacerbadas y los venenos personales no podían
quemar tanto a un recién llegado como él. Además, editándola en la capital
del estado, podría atraer a algunos intelectuales simpatizantes, incluso afiliados a los sindicatos, que coqueteaban con los comunistas por simple desinformación.
Orobón podía intentar tales gestiones y elaborar una propuesta semejante
porque quien regresaba a España no era el joven que había comenzado a colaborar en la prensa sindicalista a comienzos de la década de los años veinte.
Los primeros que conozco los publicó en el periódico Solidaridad Obrera de
Bilbao a principios de 1920. Cronológicamente, el primero se llamaba “Por
tierras de Castilla. Notas de Propaganda”247 y describía el acto que anarquistas vallisoletanos intentaron celebrar en Tudela del Duero, una pequeña población en la que existía una fábrica de harinas. Escrito a modo de relato de viaje,
recogía las impresiones del joven Valeriano, que apenas contaba con diecinueve años, del viaje en ferrocarril hasta la localidad, los infructuosos intentos para que el alcalde autorizara la conferencia que había suspendido y la
pobre impresión que le causaron unos rudos campesinos que, no sólo estaban
explotados laboral y económicamente, sino que estaban imbuidos de una
completa ignorancia. “No se estudia... y se nos saluda con fanático y exagerado respeto”, exclamó.
Sin embargo, los esfuerzos propagandísticos debieron tener algún resultado. Dos meses después, en el mismo periódico vizcaíno, otro artículo de
Orobón Fernández comentó la huelga de los trabajadores tudelanos248.
Cansados de la explotación a la que estaban sometidos reclamaban la aplicación del decreto de las ocho horas y un aumento salarial. No fue una huelga
unánimemente secundada. Algunos de los trabajadores continuaron trabajando. Sus nombres los publicó Orobón en el artículo que instaba a los huelguis-
247 Solidaridad Obrera, Bilbao, 7 de febrero de 1920.
248 Valeriano Orobón Fernández, “Por tierras de Castilla. Huelga de Tudela de Duero”, Solidaridad Obrera, Bilbao, 6 de marzo de 1920.
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tas a no cejar en su lucha y a que, antes que capitular, debían, incluso, emigrar a otros lugares. De mayor interés para conocer el pensamiento de
Valeriano es otro artículo que envió al periódico bilbaíno, publicado a
comienzos de diciembre de ese mismo año. Tenía el significativo título de
“¿Soviets o sindicatos?”249.
Los sucesos revolucionarios rusos de 1917 tuvieron una amplia repercusión en España. El triunfo de la insurrección despertó las esperanzas del proletariado español que vio en él la señal de que por lo que luchaban era ya realidad. Del impacto que tuvo da idea que la CNT, en su congreso de diciembre
de 1919, acordara su adhesión provisional a la Internacional Sindical Roja que
se había creado desde los nuevos órganos de poder soviéticos250. Las páginas
de los periódicos anarquistas y sindicalistas se llenaron de artículos y polémicas sobre el contenido de la revolución rusa. Una de ellas fue la cuestión de
la dictadura del proletariado y la estructuración de la sociedad revolucionaria.
Ésta última y la denuncia del estado soviético y la incapacidad revolucionaria
del comunismo, serían dos de los temas fundamentales en la obra de Orobón
Fernández. Preocupación que, con este artículo, nació antes de su exilio francés o alemán y la visión directa de las consecuencias desmovilizadoras de las
políticas parlamentarias tanto de la socialdemocracia como de los partidos
comunistas. Además de las informaciones de primera mano que tuvo de las
persecuciones de los ácratas rusos por los bolcheviques.
Ya en 1920, Orobón tenía claro que las instituciones nacidas del hecho
revolucionario no podían ser dirigidas por ningún partido político y, mucho
menos, basarse en una dictadura. Denunciaba que, sugestionados por el fuego
revolucionario, muchos colaboradores de la prensa anarquista española estaban olvidando sus principios y adoptaban el hecho ruso a una posible
República socialista española o Estado proletario del Soviet español. Esa
cuestión no era ni discutible, sin embargo pensaba que sí lo era la aceptación
transitoria, con el fin de asegurar las conquistas revolucionarias, de una dictadura de clase, de una “dictadura realmente ejercida por el proletariado”. Por
los argumentos que utilizó sabemos que Valeriano estaba al corriente, no sólo
249 Valeriano Orobón Fernández, “En torno a la dictadura. ¿Soviets o sindicatos?”, Solidaridad
Obrera, Bilbao, 6 de diciembre de 1920.
250 Para los debates en el congreso celebrado en Madrid se puede consultar Antonio Elorza, “El
Congreso Confederal de la Comedia”, Revista de Trabajo, Madrid, nºs. 49-50, 2ºtrimestre
1975, págs. 206-506. La adhesión fue revocada en la conferencia nacional de sindicatos de
la CNT celebrada en Zaragoza del once al catorce de junio de 1922 tras oír el informe de
Ángel Pestaña que había viajado al congreso de la ISR celebrado en Moscú. En su lugar se
decidió ingresar en la nueva AIT creada en Berlín. A su congreso fundacional fueron enviados como delegados Avelino González Mallada y Galo Díez. Para la influencia de la revolución rusa en España, en especial en el movimiento obrero, se puede consultar Juan Avilés
Farré, La fe que vino de Rusia. La revolución bolchevique y los españoles (1917-1931),
Madrid, Uned, 1999.
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de la prensa libertaria publicada en España, sino también de la que se publicaba en Francia. Para desarrollar su tesis criticó un artículo publicado en Le
Libertaire, por su director Conten, en el que se había mostrado completamente contrario a cualquier tipo de dictadura y proponía una intensa tarea educativa, anterior al hecho revolucionario, que hiciera innecesaria cualquier tentación tiránica.
A ello respondió Valeriano asegurando la necesidad biológica de la dictadura, algo circunstancial, cuya duración -necesidad profiláctica del nuevo
organismo revolucionario contra los ataques de los reaccionarios- dependería de la intensa labor educativa que se realizara para capacitar al individuo
para vivir la vida en la Anarquía. La educación racional no podía efectuarse
en la sociedad capitalista. Primero porque el propio sistema lo impedía y,
después, porque, aunque fuera posible, hacer depender al hecho revolucionario de la completa educación del pueblo convertiría a los anarquistas en
evolucionistas, como los socialistas, ya que lo aplazaría indefinidamente.
Pero no era el partido bolchevique el más capacitado para ejercerla. Como
todos los grupos políticos, era innecesario para la organización de la vida
colectiva. Además de que su actuación política era no ya superflua, sino también perniciosa. Pero donde menos capacitados estaban lo era en España.
Como en otros países, al calor de las noticias de la revolución, habían aparecido grupos, más o menos numerosos, que adoptaban, como un evangelio,
los elementos, las características rusas. Para Orobón, el único organismo
capacitado para ejercer la dictadura en la sociedad revolucionaria eran los
sindicatos.
Las razones para que así fueran residían, principalmente, en que eran “la
verdadera y genuina representación del proletariado”, los que garantizarían
que la dictadura, de forma efectiva, fuera ejercida por los propios trabajadores. Además, al contrario que los partidos, los sindicatos eran elementos indispensables en la vida de las comunidades. Sus actividades eran positivas, concretas. Al contrario que las de los partidos políticos cuyos valores eran siempre abstractos. Aunque, posteriormente, Valeriano matizaría esta defensa de la
dictadura, sí hay en este artículo un elemento que perduró en toda su obra: la
importancia del sindicato tanto para el hecho revolucionario, como para la
estructuración de la sociedad libertaria.
De los años siguientes no conozco otros textos hasta los que comenzó a
publicar en Francia. En La Revista Internacional Anarquista, Tiempos Nuevos
y Acción. Con anterioridad se ha citado su posible autoría del folleto que se
publicó en el otoño de 1924 con el título de España. Un año de dictadura. En
todas estas publicaciones su actividad fue intensa. Escribió artículos en los
que comentó novedades literarias, tanto de obras de teóricos, como de Paul
Gille, como estrictamente literarias, como la reseña que hizo de la novela de
Federica Montseny La Victoria, a la que calificó de novela social que no padecía los defectos más comunes del género “retórica, ampulosidad y plagadas de
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lugares comunes”251. Además de los estrictamente informativos sobre la
actualidad española o anarquista en Francia, a veces firmados con el pseudónimos Juan de Iberia, que aparecieron en Tiempos Nuevos252, nos interesan
aquellos en los que defendió tanto la necesidad de la alianza con otras fuerzas políticas exiliadas para derrocar a la dictadura, como los estrictamente
teóricos.
Entre los más interesantes están los que escribió en 1925 en las dos polémicas que le enfrentó con los animadores del periódico ácrata de Buenos
Aires, La Protesta, en especial con Diego Abad de Santillán. La primera en el
verano, en el contexto de las diferencias entre los partidarios de la acción y el
uso de la violencia y los que, como Orobón, querían revisar las actuaciones
de los años anteriores a Primo de Rivera y proceder a una renovación teórica.
La segunda, a fines de año, trató exclusivamente sobre la estructuración de la
sociedad futura.
Como sabemos, desde la aparición de Tiempos Nuevos, Orobón le imprimió una línea favorable a la colaboración de los anarquistas con las demás
fuerzas políticas opositoras a la Dictadura. De ahí que no sólo abriera sus
páginas a colaboraciones de republicanos, sino que también emprendiera una
campaña de revisión crítica y análisis teórico de los planteamientos ácratas.
Discusiones que terminaron convirtiéndose en un hervidero de rivalidades y
enfrentamientos que amenazaron con romper la unidad anarquista y la propia
vida del periódico. Debates que tuvieron lugar mientras sindicalistas y comunistas criticaban la influencia anarquista en la CNT. Fueron Abad de Santillán
y Arango, desde Argentina, quienes proporcionaron los recursos para contrarrestar las críticas y la fórmula para mantener la relación anarquismo-sindicalismo y evitar que la CNT se convirtiera en un “sindicato neutro” o cayera en
manos de los comunistas.
Las propuestas de Valeriano Orobón Fernández buscaban también evitar
la desviación estrictamente sindicalista o la influencia comunista de la CNT.
251 Valeriano Orobón Fernández, “A través de los libros. La Victoria de F.Montseny”, La Revista Internacional Anarquista, París, nº 6, 15 de abril de 1925.
252 De los artículos de actualidad que publicó con el pseudónimo de Juan de Iberia sólo conozco el que apareció en el número 29, de fecha 20 de agosto de 1925. De los números anteriores no he podido consultar más que algunos que no contienen ninguno. En concreto he
consultado las colecciones que de Tiempos Nuevos se conservan en el Instituto Internacional de Historia Social de Amsterdam y en el Centro Internacional de Investigaciones Anarquistas de Lausana en Suiza. En el primero de estos centros conservan los números 10, 28,
29, 31, 32, 34, 37 y 39-41 correspondientes a 1925. De ellos sólo nº 10, de 2 de abril, corresponde a los meses de estancia de Orobón en París. Los demás ejemplares existentes son los
correspondientes a los números 71-75, aparecidos en 1926; 77-80, 82, 83, 87, 88, 90, 91, 93
y 94 de 1927. En el centro suizo la colección es aún más escasa. De la época de Orobón sólo
se conservan los número 5 y 14, correspondientes al 26 de febrero y 30 de abril de 1925. Los
demás ejemplares, no repetidos con los de Amsterdam, son los números 49, 51, 58, 61 y 74
correspondientes a 1926 y el 85 a 1927.
87
Pero no hacía ascos a la discusión teórica, incluso utilizando conceptos y
planteamientos comunistas o, tras la fallida experiencia de noviembre, colaborar con los republicanos. Las diferencias acabaron, como también sabemos,
con el cambio de la redacción del vocero parisino, aprovechando la expulsión
del vallisoletano y la rectificación, al menos en teoría, de las alianzas con
otras fuerzas opositoras al régimen dictatorial español. Orobón explicitó sus
planteamientos en el artículo “Teoría y acción. Por nuestra capacidad revolucionaria” que escribió desde Berlín y publicó Tiempos Nuevos en su número
29, de fecha 20 de agosto. Texto que levantó una fuerte polémica y una dura
respuesta de La Protesta.
El artículo de Orobón comenzaba afirmando que el anarcosindicalismo
era la fuerza revolucionaria más importante en España, a pesar de sus recientes quebrantos. A continuación revisaba su actuación durante los años posteriores a la finalización de la Primera Guerra Mundial. Por la gran persecución
que sufrió tuvo que actuar a la defensiva mediante el uso de la violencia. Una
actitud necesaria para sobrevivir pero que también, pensaba, había tenido consecuencias negativas. Ahora, años más tarde, no se podía persistir en los errores. No rechazaba la violencia. A los regímenes dictatoriales, como el español
o el fascismo italiano, sólo se le podía combatir con ella. Pero era necesario
evaluar correctamente las fuerzas con las que se contaba. Los revolucionarios
no se podían separar de las masas. Parecía evidente que, en ese momento, la
“chispa mágica”, tan popular entre los anarquistas, no era lo que esperaba un
pueblo cerrado o resignado, como lo estaba el español. Insistir en esa vía sólo
originaría fracasos. Para cambiar esa situación era preciso crear un “espíritu
de rebeldía” consciente y canalizarlo hacia la revolución. Sólo entonces sería
eficaz la “chispa”.
Tras este análisis general proponía una reflexión teórica. Se lamentaba de
que los anarquistas españoles eran poco dados a la “labor teórica”. Actividad
necesaria porque, creía, que en España podían darse las condiciones para un
movimiento revolucionario. Los “entusiastas de la acción” estaban preparados, como también lo estaban los otros núcleos políticos y sociales opuestos
a la Dictadura. Todos tienen sus aspiraciones, pero ¿cuáles eran las de los
anarquistas?. Era necesario evitar ser “juguetes del azar”. Hacía falta madurez teórica que convirtiera al empuje de la acción en el germen de las normas
de la nueva convivencia social.
Durante las semanas siguientes la polémica se extendió en los círculos
ácratas. Hasta el punto que la redacción del periódico tuvo que publicar una
nota en la que manifestó su apoyo a las tesis de Orobón253. Éste insistió en sus
planteamientos con motivo de los ataques que La Protesta le había estado
dirigiendo por la reseña que Tiempos Nuevos había publicado sobre el con253 Tiempos Nuevos, París, 3.9.1925.
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greso de la AIT celebrado en Amsterdam en marzo de 1925254. Su autor había
sido Luis Di Filippo, miembro de la Alianza Libertaria Argentina, la facción
opuesta a la línea de la FORA argentina y el periódico de Abad de Santillán.
Había estado en la capital holandesa invitado por la AIT para asistir a los
debates sobre “el pleito argentino” que figuraba en el orden del día. Enfermo
Carbó, delegado de la CNT, fue el americano quien redactó la nota255.
Los delegados de la FORA, Julio Díaz y Abad de Santillán, afirmaron que
era inexacto y tendencioso su contenido. Orobón le respondió entonces
diciéndole que aportara pruebas, que si era cierto no tenía ningún problema en
rectificar. Pero que no estaba dispuesto a soportar la colección antológica de
insultos y desplantes de los que se llamaban “anarquistas” contra los “anarquistas” que tenían criterios distintos. Nuevamente los “argentinos” respondieron atacando al vallisoletano, al que calificaron de “jovenzuelo sin antecedentes y sin calificación moral” y pidieron que fuera Rudolf Rocker quien certificara la realidad de lo ocurrido. Valeriano les contestó, tras las semanas de
incomunicación por los avatares de su expulsión de Francia, desde Berlín.
En su respuesta se aprecia la estrecha relación que ya había establecido
con el núcleo fundamental de la AIT. La petición de los redactores de La
Protesta fue satisfecha por el propio anarcosindicalista alemán. Orobón pudo
incluir en su artículo una traducción de la carta que Rocker le envió confirmando que la versión de Di Filippo era cierta256. Además se lamentaba de que
los conflictos argentinos se trasladaran a los anarquistas españoles y pedía que
llegaran a un acuerdo y cesaran los ataques. Aprovechando tan importante
apoyo, el vallisoletano apoyaba tal petición asegurando que siempre había
respondido a los ataques e injurias de forma comedida y que lamentaba desperdiciar fuerzas en tales asuntos. El asunto que les ocupaba era la mejor
muestra. La Protesta le había acusado sin pruebas y con exabruptos, tildando
de parciales los testimonios de Schapiro, Carbó o Silva Campos, el delegado
portugués.
254 “El congreso de la AIT en Amsterdam”, Tiempos Nuevos, París, 2.4.1925.
255 La secuencia de la polémica en Valeriano Orobón Fernández, “Para La Protesta de Buenos
Aires. Contumaces en la calumnia”, Berlín, agosto de 11925, Tiempos Nuevos, París,
10.9.1925.
256 La carta de Rocker, en el artículo citado en la nota anterior, decía que en Amsterdam, a
propuesta de los delegados de la FORA, se había nombrado una comisión en la que se
discutiera los conflictos entre los anarquistas argentinos. Que sólo tuvo una reunión, a la
que asistió invitado Di Filippo, que presidió él mismo. El delegado de la ALA intervino
para pedir explicaciones sobre por qué su organización había sido considerada por el
secretariado de la AIT al servicio de la policía. Rocker le respondió diciéndole que tales
calificativos no correspondían con la posición oficial de la Internacional. Habían aparecido en una nota del “Servicio de Prensa de la AIT” que no lo era. Después intervinieron
Abad de Santillán y Díaz para afirmar que ellos se hacían responsables de las acusaciones que había publicado primero en La Protesta. Con tales explicaciones Di Filippo se
mostró satisfecho.
89
No le preocupaban las descalificaciones personales. Incluso, que le llamaran “jovenzuelo sin antecedentes” no llegaba a desagradarle del todo. Su condición anónima, aunque de conducta siempre íntegra, era su mejor defensa.
Sobre fu falta de “calificación moral” se remitía a la máxima de Kropotkin: el
amor a la verdad era la mitad de cualquier doctrina. Ahora, con la carta de
Rocker, se sabía quien la decía. Abad de Santillán y Díaz no sólo habían mentido sobre el tema de la nota publicada en Tiempos Nuevos, sino que además
habían tergiversado el contenido de una conversación personal que había
mantenido con Díaz. Para empezar, sus palabras no las había dicho en una
reunión sino en privado. Fue más tarde cuando sus opiniones sobre el movimiento social en Francia y la labor del Grupo Internacional se convirtieron en
un informe para los delegados de la AIT.
Orobón finalizaba su artículo dando por cerrada la polémica. Le molestaba perder el tiempo y ocupar espacio y papel del periódico con “miserias tan
deleznables”. La CNT y el anarquismo español, en una crítica situación, necesitaban ayudas fraternales no diatribas. Las opiniones de La Protesta no representaban a toda la FORA argentina. Si seguía por el camino que había
emprendido, terminaría destruyéndola. Él no quería contribuir poniendo obstáculos, sino por el contrario ayudando con ponderación y buen sentido.
Es fácil entender que, como por otra parte ocurría en demasiadas ocasiones, además de simpatías o antipatías personales, en el enfrentamiento subyacían las diferencias sobre las tácticas y estrategias que debían seguir el anarquismo y anarcosindicalismo. Hecho que se puso de manifiesto de nuevo a
fines de 1925 y primeros de 1926. Nuevamente desde Berlín, en diciembre de
1925, Valeriano publicó en Acción un artículo titulado “Economía libertaria
de la revolución. La reorganización de la producción”. Quizás el texto más
importante de los que escribió durante estos años. No sólo porque pone de
manifiesto sus preocupaciones teóricas, sino también porque en él están las
principales propuestas de Orobón para la configuración de la sociedad futura.
Como sabemos, la renovación teórica del anarquismo fue una de sus principales preocupaciones. Aquí, no sólo afronta esta cuestión sino que además
deja de manifiesto su clara adscripción al anarcosindicalismo, atribuyéndole
un papel al sindicato que, otros sectores anarquistas, le negaban, y anticipándose en casi una década a los planteamientos que durante los años treinta
Isaac Puente o, el propio, Abad de Santillán defenderían. Con éste último volvió a mantener una viva polémica a raíz de la aparición del artículo de Acción.
De nuevo, desde las páginas del periódico bonaerense La Protesta, Santillán
respondió las propuestas de Valeriano con otro artículo titulado “El hilo de
Ariadna” 257.
257 Diego Abad de Santillán, “El hilo de Ariadna”, La Protesta, Buenos Aires, 22 de febrero de
1926.
90
Ya se ha dicho que el periódico argentino se había convertido en uno de
los puntos en los que, a falta de prensa en España, se realizaron las polémicas
de esos años. Desde sus páginas, Abad de Santillán y López Arango, defendieron la esencia anarquista de la CNT frente a los intentos “revisionistas” de
quienes, como Peiró o Pestaña, defendían la legalización de los sindicatos y
la revisión de los principios y estructura de la Confederación, o de otros que,
como el propio Orobón o Carbó, preconizaban, tras el fracaso insurreccional
de noviembre de 1924, la colaboración con los sectores republicanos opositores a Primo de Rivera. Los argentinos proponían, frente a la tentación del “sindicalismo neutro” de convertir a la CNT en un “híbrido acomodaticio”, la creación de una organización específica ácrata que, a la vez que combatía a los
sindicalistas, lo hiciera también contra la influencia comunista. La fórmula
ofrecida era la que conocemos como de la “trabazón”. Es decir, la coordinación de las organizaciones sindicales y anarquistas en todos sus niveles.
Fue este el contexto en el que Abad de Santillán respondió a los planteamientos que hizo Valeriano en su artículo de Acción. Plantearse la necesidad
de teorizar sobre los problemas de la sociedad post-revolucionaria le parecía
que era dar alas a los comunistas, ya que en las propuestas del vallisoletano
advertía una fuerte influencia marxista. Los anarquistas no podían dar prioridad al análisis económico y, mucho menos, programar la anarquía. Vista la
polémica setenta y cinco años después, se advierte, como hizo ya en 1972
Antonio Elorza, que las posiciones que en 1925 defendía Orobón, son muy
parecidas a las que el propio Santillán defenderá dos lustros más tarde258. El
eje de la sociedad futura serían los sindicatos. Postura que mantuvo Orobón
en los años siguientes, sobre todo, durante la Segunda República, insistiendo
en que la CNT era el único organismo representativo de los trabajadores revolucionarios españoles.
Las propuestas de Orobón Fernández de este artículo han sido analizadas
por diversos autores259. El historiador valenciano Paniagua ha resaltado que
fue una de las primeras ocasiones en la que un cenetista planteó una propuesta de construcción revolucionaria desde una perspectiva anarcosindicalista.
Para Orobón era necesario discutir el funcionamiento de la sociedad revolucionaria y abandonar el activismo sin teoría en el que estaba inmerso el anarquismo español que se fiaba de la vieja fórmula “hagamos primero la revolución y después todo se arreglará”. De Proudhon, Bakunin e incluso Kropotkin
pocas enseñanzas concretas podían extraerse que fueran aplicables a la estructura económica. La doctrina libertaria estaba bien pertrechada para la crítica,
pero no tenía idéntica consistencia para la obra constructiva post-revolucio258 La polémica Orobón-Santillán ha sido analizada por Antonio Elorza, “El anarcosindicalismo
bajo la Dictadura (1923-1930). La génesis de la FAI”, Revista de Trabajo, nº 39-40, 1972,
pág. 177 y Xavier Paniagua, La sociedad libertaria, Barcelona, Crítica, 1985, págs.177-182.
259 Por los autores citados en la nota anterior.
91
naria. Era necesario que se continuara el “espíritu creador” de los viejos teóricos completando y poniendo al día sus teorías para que respondieran a las
nuevas exigencias y circunstancias sociales y económicas. Esta última cuestión era de acuciante estudio. Los anarquistas no habían formulado, de forma
precisa y adecuada, su propuesta de economía libertaria. Había que dejar de
hacer “literatura” y estudiar “economía política” para salir de la situación de
crisis en la que se encontraba el anarquismo.
Orobón consideraba la estructura sindical como la base del funcionamiento económico en una sociedad descentralizada, económica y políticamente.
Era el sindicato, creado para combatir al capitalismo, el que debía transformarse en una cooperativa de productores que se incautaría de la propiedad de
la tierra y de los medios de producción. En las ciudades de mayor población
y complejidad se formarían cooperativas industriales que se relacionarían con
las agrícolas mediante un contrato elaborado de forma colectiva. Las cooperativas industriales formarían Federaciones de Industria y los organismos económicos se encuadrarían en una Confederación General intercooperativa. Ni
las Federaciones de Industria, ni la Confederación General tendrían carácter
ejecutivo. Sus tareas serían las de estudiar las condiciones de trabajo y elaborar las estadísticas de producción, distribución y transportes.
Paniagua discrepa de Elorza en considerar que la propuesta de Orobón
sea un antecedente de las de Gastón Leval de 1931. La cooperativa, es sinónimo de colectivización sindical, no de la conversión de las tradicionales en
organismos revolucionarios. La estructura sindicalista de la economía española era resultado de la concentración de la propiedad de la tierra en unas
pocas manos y en la concentración parcial de la gran industria que eliminaba al pequeño industrial; en la tradición colectivista y el gran desarrollo del
“espíritu sindical”. En definitiva, se trataba de un funcionamiento económico de la sociedad basándose en criterios acordes con el grado de desarrollo
de las fuerzas marxistas. Era reconocer las tesis económicas marxistas aunque no en su práctica política. Si el capitalismo necesitaba la plusvalía para
desarrollar su economía, los condiciones del mercado internacional, agotado
el imperialismo comercial, impedían el desarrollo de la industria española
que quedaba condenada al crecimiento del mercado interno. El desmoronamiento del capitalismo traería también el de los sistemas políticos que lo sustentaban.
Son estas propuestas las que encontraremos, más adelante, en el folleto de
Dauphin-Meunier que prologó Valeriano. Además, signo de su permanencia,
fue la reedición que el artículo tuvo en 1936260. Terminaba el texto con una
llamada a la necesidad de hacer propuestas de ese género para hacer frente a
260 En ¡Liberación!, Barcelona, julio de 1936.
92
las “divisas autoritarias” que disputaban al anarquismo la hegemonía entre las
masas. Aparece así otro de los elementos definitorios del pensamiento y la
obra de Orobón Fernández: su oposición a las prácticas comunistas impulsadas desde la Unión Soviética.
4. El comunismo de estado no es revolución
La preocupación de Orobón por la influencia comunista fue temprana.
Recordemos sus colaboraciones en la prensa anarquista de comienzos de la
década de los veinte. Los años de las expectativas por lo que estaba ocurriendo en Rusia, de la formación de los partidos comunistas e, incluso, del ascenso de quienes terminarían siendo destacados comunistas a puestos en los
comités de la CNT. Hasta que en 1922 la conferencia de Zaragoza decidiera
la revocación del acuerdo de adhesión provisional a la Internacional Roja, el
deslinde de los campos comunista y anarquista se libró en las páginas de la
prensa y en los mítines de controversia. Con uno de los más destacados representantes del comunismo español, mantuvo Valeriano, quizás la que fue la primera controversia de las varias que mantuvo con socialistas y marxistas. Se
trataba del ex-capitán de artillería Óscar Pérez Solís, vallisoletano también y
miembro del partido socialista que, desde 1921, fue uno de los más importantes dirigentes del Partido Comunista de España261.
Miembro del comité central del PCE durante los años de la dictadura de
Primo, sus colaboraciones en el periódico madrileño La Antorcha, intentaron
reconducir a la CNT hacia posiciones cercanas al marxismo ruso. Criticó
tanto las propuestas sindicalistas de Peiró -publicó una recopilación de sus
artículos, respuesta a la obra del catalán, titulado A propósito de un folleto:
Trayectoria de la CNT- como las anarquistas. Parece que Pérez Solís y
Orobón Fernández mantuvieron una sonada controversia. Incluso, la tradición
familiar asegura que su imagen estuvo permanente presente en las actuaciones de Valeriano262. Polémica que, también la familia, sitúa en Valladolid
antes de que el joven Orobón abandonara la ciudad. Sin embargo, tras consultar las fuentes disponibles, hemerográficas locales y documentales del
Archivo Histórico Nacional, no parece que tuviera lugar en ese momento,
261 En la primavera de 1920, una parte de las Juventudes Socialistas, encabezada por su comité ejecutivo, abandonó el socialismo y creó el Partido Comunista Español. En abril de 1921,
los sectores del PSOE partidarios de la III Internacional, los llamados “terceristas”, se escindieron tras el tercer congreso extraordinario del partido y crearon el llamado Partido Comunista Obrero Español. Ambos grupos, tras la intervención de Rusia, se fusionaron en 1921.
262 Para su vida se pueden consultar las memorias que publicó bajo el título de Memorias de mi
amigo Óscar Perea en 1929. La presencia de Pérez Solís en las preocupaciones de Valeriano Orobón en Ester Martínez, 1998.
93
sino unos años más tarde: hacia 1924-1925, cuando ambos coincidieron unos
meses en París.
Óscar Pérez Solís había nacido en 1882 en Asturias y pasó su infancia en
El Ferrol, antes de que su familia se trasladara a Valladolid. Ingresó en la academia de Artillería de Segovia y en 1902 se graduó de teniente. Unos años
después fue destinado a Las Palmas, en donde permaneció durante un año y
medio. Allí, un soldado andaluz de la batería en la que estaba destinado, le
introdujo en las ideas ácratas. Incluso llegó a colaborar con un grupo anarquista llamado Luz y Progreso. Según su propia confesión hasta el atentado
de Mateo Morral contra la comitiva real en la madrileña calle Mayor. Cuando
llegó en 1908 a Valladolid, las lecturas de los autores libertarios le habían despertado inquietudes sociales que en la ciudad del Pisuerga canalizó hacia el
socialismo. En la agrupación local ingresó en abril de 1910, bajo el pseudónimo de Juan Salvador en homenaje al libertario sevillano que le había abierto los ojos en Canarias.
Su militancia socialista no fue bien vista ni por su familia ni por los círculos castrenses en los que no se entendía como un miembro del aristocrático
y elitista cuerpo de Artillería pudiera, siquiera, coquetear con los perturbadores del orden establecido, aunque fueran moderados. Tras participar en algunas de las giras organizadas en el verano de 1910, para obtener socorros con
la huelga minera vizcaína, en 1911 fue ascendido a capitán y se le recomendó que abandonara la ciudad y pidiera traslado a Cartagena. Fue entonces
cuando pidió abandonar el servicio activo y pasar a la situación “de reemplazo” y, así, continuar en la capital castellana.
Fue el primer paso antes de que pidiera la separación definitiva del ejército en junio de 1913. Decisión que, al parecer, estuvo precipitada por su participación en unos incidentes ocurridos en el ayuntamiento cuando el concejal
Remigio Cabello, el dirigente socialista local, abofeteó a otro compañero de
corporación. A Pérez Solís le fue abierto un expediente que no siguió adelante tras su abandono de la carrera militar. A partir de entonces su militancia se
intensificó. Participó en un acto público en la población vizcaína de
Valmaseda y, poco después, se hizo cargo de la dirección de ¡Adelante!, el
periódico que editaban el PSOE y la UGT de Valladolid. Además, desde 1914,
hasta 1917, fue edil y diputado provincial. Cargos que abandonó en 1917 por
discrepancias con la dirección socialista nacional con motivo de la huelga
general que pretendió declarar. Procesado por estos hechos, fue condenado a
la pena de destierro. Entonces se refugió en Lisboa, en donde permaneció
unos meses, antes de regresar a Valladolid.
Perteneciente al ala izquierdista del socialismo coqueteó con el regionalismo que, impulsado por los catalanistas, comenzaba a despertar en diversas
regiones españolas. Así asistió a la reunión “castellanista” que se celebró en
Salamanca con la asistencia, entre otros, de Unamuno y viajó a Cataluña para
entrevistarse con Cambó. En 1920, a consecuencia de su participación en el
94
mitin que intentó reconducir las protestas contra el alza del precio del pan,
durante las que fue detenido, como se ha dicho, Orobón, fue procesado y condenado de nuevo a destierro. Esta vez por diez años. Entonces, Pérez Solís se
instaló en Bilbao. Allí, en diciembre, fue candidato a diputado nacional por
Valmaseda. Fue una reñida votación durante la que se produjeron diversos
incidentes. Por ellos fue detenido y encarcelado en la prisión bilbaína de
Larrinaga hasta marzo de 1921.
En Bilbao había establecido contactos con los incipientes grupos comunistas a los que se había acercado. En abril, como delegado de la agrupación
bilbaína, acudió al congreso que el PSOE celebró en Madrid. En él, ya en el
congreso de 1919 había propuesto la fusión de la segunda y tercera
Internacional, protagonizó unas vibrantes intervenciones en defensa de la
integración del partido en la internacional comunista. Al ser rechazada la propuesta, junto a otros dirigentes socialistas, encabezaron una posterior escisión
de la que nació el PCOE, partido que terminó fusionándose con el otro partido comunista existente ese mismo año. Óscar Pérez Solís se convirtió en uno
de sus más importantes dirigentes. Fue nombrado redactor del periódico La
Bandera Roja y miembro del comité central del nuevo PCE.
Durante los años siguientes, hasta su viaje a Rusia en la primavera de
1924, fue detenido en diversas ocasiones, acusado de participar en atentados
ocurridos en Bilbao, y fue uno de los más importantes propagandistas comunistas interviniendo en diversas giras de mítines y dando conferencias en instituciones culturales como el Ateneo de Madrid. Partió para el exilio tras el
golpe de Primo de Rivera. Encarcelado en Bilbao durante el segundo semestre de 1923, regresó a Valladolid en enero de 1924. Allí le esperaba un nuevo
juicio por sus artículos contra la sentencia a un militante comunista vizcaíno.
Para evitar regresar a la prisión huyó a Francia, a París, en donde estuvo hasta
su salida hacia Moscú para asistir al congreso de la Komitern. Después regresó a la capital gala hasta que, a fines de 1924 regresó a España acogiéndose a
una amnistía.
Hasta aquí nos interesa en detalle el discurrir biográfico de Pérez Solís
porque a partir de su regreso a España se bifurcan completamente263. ¿Cuándo
263 La trayectoria posterior de Pérez Solís fue tan agitada como lo había sido hasta entonces.
Recién regresado de Francia, fue de nuevo detenido y encarcelado, en Barcelona. hasta el
verano de 1927. Unos meses después anunció públicamente que abandonaba el PCE y retomaba su fe católica. Era el resultado del trabajo que habían realizado los sacerdotes Chalbaud,
jesuita, y Gafo, dominico. El primero, por indicación de una hermana de Pérez Solís le había
visitado durante el tiempo que pasó en 1923 en la cárcel de Bilbao. El segundo, lo hizo en
Barcelona. Tras el abandono del comunismo regresó a Valladolid, se hizo seguidor de los sindicatos católicos que animaba el cura Gafo y comenzó a trabajar en la delegación de la
CAMPSA. Durante la Segunda República se fue acercando hasta la extrema derecha. Finalmente ingresó en Falange Española y participó en la sublevación de julio de 1936 en Oviedo.
Sobre ello publicó un libro prologado por el general Antonio Aranda. en 1942 en Valladolid.
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pudieron debatir públicamente Pérez Solís y Orobón Fernández?. Parece que
por lo menos hasta la segunda mitad de 1921 no fue posible. Entre otras consideraciones porque el ex-militar perteneció hasta ese momento al PSOE.
Después, aunque estuviera la mayor parte del tiempo en Bilbao, desterrado,
pudo intervenir en Valladolid en algún acto clandestino. Carácter que explicaría que en la prensa local de esos años, ni en El Norte de Castilla, ni en el
Diario Regional, aparezca la menor referencia a que tuviera lugar. Cabría
pensar que no es nada significativo, dada la escasa atención que le dedicaban
estos periódicos a los grupos obreros de la ciudad, incluyendo a los mayoritarios socialistas. Sin embargo, no eran tan indiferentes a una figura como la
de Pérez Solís. Concejal y diputado provincial, su salida del ejercito, y militancia social, había sido ampliamente comentada en los círculos más selectos
de la ciudad.
Es por lo que me inclino a pensar que la controversia se celebrara en París,
en el otoño de 1924, meses en los que ambos coincidieron y cuando se encontraba en pleno apogeo la lucha por el control de la CNT que, aunque prácticamente desarticulada, continuaba siendo un valor simbólico del movimiento
obrero y, como ocurriría en 1930, con perspectivas de resurgir. De momento
el debate era teórico ante la imposibilidad de la acción sindical bajo la dictadura de Primo de Rivera que había apostado decididamente por cortejar a los
socialistas permitiendo la actuación legal de la UGT. En los acalorados debates, previos a los sucesos de Vera de Bidasoa, no es extraño que pudiera celebrarse esta polémica que, parece, se convirtió en un tema recurrente en el pensamiento de Orobón, quizás por su identificación con su lugar de nacimiento.
Oposición al comunismo de estado implantado en Rusia que se acentuó en
Francia, en el contexto de la lucha de tendencias cenetistas de esos años, y,
sobre todo, en Alemania, en donde asistió, desde primera fila, la actuación del
poderoso partido comunista alemán incapaz de frenar el ascenso de Hitler. A
partir de 1927, no hay artículo, conferencia o intervención en acto público en
la que no denuncie tanto la incapacidad revolucionaria de los grandes partidos socialdemócrata y comunista de Alemania o Austria, como su dependencia de los intereses del estado soviético dirigido por Stalin. Sean textos referidos a cuestiones sindicales o de política internacional, o específicamente
literarios. Es el caso de la crítica que hizo al estreno, en un teatro berlinés, de
una obra basada en El Quijote debida a Lunarschasky264. En ella ponía de
manifiesto la infiltración bolchevique entre los intelectuales que había origi264 Valeriano Orobón Fernández, “El Quijote de Lunatschasky”, La Revista Blanca, Barcelona,
15.8.1927. La obra teatral se llamaba El emancipado don Quijote, se estrenó en el Volksteather. Su autor, Anatoli Luncharski (1875-1933) había sido miembro del Partido Social
Demócrata Ruso antes de incorporarse al bolchevique. Estuvo exiliado entre 1909 y 1917
cuando regresó tras la revolución. Entre 1917 y 1929 fue Comisario de Instrucción Pública.
Autor teatral y de algunos trabajos sobre historia del arte, fue nombrado embajador en España en 1933. Falleció en el transcurso del viaje.
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nado que su propaganda fuera la mayor que nunca hubiera hecho un partido
político. Propaganda no revolucionaria porque los comunistas, como la
socialdemocracia, utilizaban procedimientos que iban en contra de la esencia
moral y liberadora del socialismo: el parlamentarismo y la dictadura. De ahí
que el autor ruso utilizara al personaje de Cervantes para hacer una apología
de la dictadura.
Dictadura que había ahogado la revolución social en Rusia y creado un
estado inquisitorial y liberticida. Los anarquistas, entre otros, eran sus víctimas. Por ello la AIT había creado, en 1925, una organización destinada a ayudarles económicamente y facilitarles medios de huida265. Sobre ella, y la descripción de algunos casos de perseguidos, dedicó algunos artículos. Aunque su
intención iba mucho más allá de la mera denuncia puntual. Orobón Fernández
había observado que España era el único lugar en el que los anarquistas continuaban siendo hegemónicos como fuerza revolucionaria. En sus textos queda
clara su intención de preservar esa situación de los ataques comunistas dirigidos tanto por los partidos nacionales, la propaganda de la Komintern como por
el propio Estado. Fue lo que ocurrió en 1931, cuando denunció que la prensa
soviética, los periódicos Isveztia y Trudd, en sus crónicas del primero de mayo
de España, aseguraba que los anarquistas se habían puesto de lado de la policía en los enfrentamientos que habían sucedido a la manifestación madrileña266. Le preocupaba que se convirtiera en realidad la frase que asegura que una
mentira repetida muchas veces se convierte en verdad.
El anarquismo era la esperanza revolucionaria que tenían los trabajadores.
España, el único sitio donde tenía una auténtica acción de masas y la posibilidad de aprovechar el momento crítico por el que atravesaba el capitalismo,
ejemplificado en el ascenso del fascismo, el nazismo y los diversos regímenes dictatoriales presentes en Europa por esos años. Evitar su aislamiento
internacional y, sobre todo, la expansión del minúsculo, y falto de influencia
social, PC español eran sus objetivos. Por ello le dedicó algunos de los artículos que publicó en la sección “Perspectivas Internacionales” del periódico
CNT, conferencias e intervino en la controversia que, en 1932, tuvieron en
Madrid Manuel Adame y José Bullejos, miembros del comité central del
PCE267 y Miguel González Inestal y Valeriano Orobón Fernández.
265 El Fondo de Socorro de la AIT para los anarquistas rusos se fundó en 1925 y su primer
secretario fue el anarquista norteamericano Alejandro Berkman que fue sustituido, tras su
expulsión a Francia, por Rudolf Rocker.
266 Valeriano Orobón Fernández, “Cómo informa la prensa rusa sobre España”, Solidaridad
Obrera, Barcelona, 2.6.1931. Otros artículos sobre la situación de los anarquistas rusos en
El Luchador, Barcelona, 8.5.1931 y Solidaridad Obrera, Barcelona, 20.5.1931.
267 José Bullejos, abogado y dirigente de la UGT en Vizcaya en 1917, fue uno de los socialistas
que se incorporó al PCE en 1921. Secretario general de su comité central entre 1928 y 1932.
Volvió al PSOE en 1936 y, en 1939, se exiló en México. Manuel Adame Misa (1901-?) ingresó en el PCE procedente de la CNT en 1927. Tuvo un importante papel en el sindicalismo
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Fueron quince artículos firmados los que componen la sección
“Perspectivas Internacionales” aparecida en las páginas del portavoz cenetista madrileño CNT, durante los meses de noviembre y diciembre de 1932. De
ellos, tres los dedicó a denunciar la traición, la primacía de los intereses de
estado sobre los revolucionarios y la utilización de los métodos capitalistas
por los bolcheviques268. En el titulado “Quince años de bolchevismo” puso al
descubierto la “tramoya, como las que organizaba Potenkim para los zares”,
que había preparado Stalin para conmemorar el quince aniversario de la revolución de 1917. Cómo se intentaba mostrar un artificial optimismo sobre la
situación económica y política rusa, mientras se impedía que los invitados
obreros pudieran conocer la auténtica realidad. El fracaso de la “línea general”269, los planes quinquenales y la colectivización forzada había originado
una grave crisis en la dirección de la Unión Soviética que intentaba solucionarse regresando a la “Nueva Política Económica” de Lenin270. En definitiva,
tres lustros después del hecho revolucionario, Rusia seguía esperando al
socialismo.
La lejanía de la sociedad revolucionaria era el tema del artículo “Stalin,
discípulo de Taylor”. Para Orobón, el Estado se había convertido en el fin de
los comunistas rusos. La mejor prueba eran los decretos que, para paliar el fracaso de los planes económicos, habían puesto en vigor. Responsabilizaban a
la “pereza” de los obreros y dictaban su esclavitud ligándolos a la fábrica, prohibiendo su libertad de desplazamiento y castigando el no llegar a la produc-
sevillano y en el intento comunista de controlar a la Confederación con la creación en 19301931 del llamado Comité de Reconstrucción de la CNT. Tanto Adame como Bullejos fueron
expulsados del partido en el otoño de 1932. El nuevo secretario del PCE fue otro sevillano
José Díaz Ramos. Para la vida del comunismo ortodoxo español durante la Segunda República se puede consultar Rafael Cruz, El Partido Comunista de España en la II República,
Madrid, Alianza, 1987.
268 Fueron “Quince años de bolchevismo”, “Manchukuo” y “Stalin, discípulo de Taylor” aparecidos, respectivamente, en CNT, Madrid, 14, 21 y 23.11.1932.
269 La “línea general” hace referencia al lema socialismo es igual a colectivización más electrificación. Línea general hace referencia al elemento de alimentación del sistema eléctrico. El
director de cine Sergio Eisenstein rodó en 1929 una película que, originariamente, llevaba
este título, aunque posteriormente fue modificado por el de Lo viejo y lo nuevo.
270 En 1921, tras dos años de llamado “comunismo de guerra” los nuevos dirigentes de la Rusia
Soviética, ante la deteriorada situación económica y la creciente oposición del campesinado,
decidieron modificar su política. Comenzó la llamada “Nueva política económica” (NEP)
que revocó los dos principios de la anterior política: la concentración de la autoridad y el
poder económico y el abandono de las formas comerciales y monetarias de distribución.
Dirigida fundamentalmente al medio rural, restauró la libertad de comercio. Para algunos
autores anunció el abandono del internacionalismo revolucionario y la puesta en práctica del
“socialismo en un solo país”. Sobre estas cuestiones, E.H. Carr, La revolución bolchevique
(1917-1932) 2, Madrid, Alianza, 1972.
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tividad prevista. Stalin iba más allá que Taylor271, el racionalizador de la producción fabril capitalista, quien, al menos, respetaba la individualidad del trabajador fuera de la fábrica. Intereses estatales sobre los obreros que eran los
que dictaminaban que, obviando su política imperialista en el norte de China,
en busca de materias primas, Rusia hubiera firmado acuerdos con el Japón, tal
como los estados capitalistas, en busca de sacar “tajada”. Este era el contenido del tercer artículo titulado “Manchukuo”.
Era pues lógico que, servidores de los intereses estatales soviéticos, los
partidos comunistas hubieran abandonado cualquier intención revolucionaria.
Posición especialmente grave en unos instantes históricos en los que la profunda crisis del capitalismo aumentaba la esclavitud de los trabajadores a
pasos agigantados y, en lo político, significaba el comienzo de una época de
“absolutismo estatal”. Así lo indicaba la tendencia autoritaria de la democracia alemana, el ascenso del nazismo y la misma dictadura bolchevique rusa.
La única esperanza de que se produjeran cambios radicales era España ya que
estaba en un proceso de cambios políticos radicales y, sobre todo, existía un
poderoso movimiento revolucionario anarcosindicalista. Los comunistas no
podían jugar ese papel en ningún caso. En noviembre de 1932, cuando en las
elecciones alemanas se decidía el ascenso de Hitler al poder, los comunistas,
como los socialdemócratas, no se lanzaron a la insurrección, no pusieron en
cuestión la farsa democrática, sino que emplearon todas sus fuerzas en las
elecciones, olvidando que su fuerza estaba en la calle272.
Los argumentos de Orobón Fernández para negarle al comunismo su capacidad revolucionaria los desarrolló, ampliamente, en la controversia que, el
domingo 27 de febrero de 1932, mantuvo, en el teatro Fuencarral de Madrid,
con los dirigentes del PCE Adame y Bullejos273. En primer lugar el marxismo
había dividido siempre al movimiento obrero. Rompió la AIT en 1872, al querer imponer la vía de la conquista del poder político como medio de realización del socialismo. Quienes hablaban de aplicar un método científico, el
materialismo dialéctico, no hacían sino reeditar los viejos métodos blanquistas de la conquista del Estado sin haber aprendido, de esas experiencias, que
el Estado nunca era un instrumento de liberación, sino que siempre estaba al
271 Frederick Winslow Taylor (1856-1915), ingeniero industrial estadounidense, fue uno de los
que primero desarrolló la llamada “idea de la administración científica”. Sus planteamientos,
basados en el culto al rendimiento, aunque no tuvieron una aplicación a gran escala, si influyeron en temas como el método de la producción y, sobre todo, en el de la administración
de empresas. Sobre estas cuestiones se puede consultar Carlo M. Cipolla (editor), Historia
económica de Europa (5). El siglo XX, 1, Barcelona, Ariel, 1981.
272 Valeriano Orobón Fernández, “La sombra de Bismarck”, CNT, Madrid, 15.11.1932.
273 La CNT y los comunistas españoles. Intervención de V. Orobón Fernández en el mitin de
controversia celebrado en el teatro Fuencarral de Madrid el domingo 27 de febrero de 1932,
s.l., s.e., s.f.
99
servicio de la camarilla que lo detentaba. Era lo que había ocurrido en Rusia,
donde la riqueza y el gobierno estaban en manos de veinte mil funcionarios
del PCUS.
En segundo lugar, el marxismo era el padre de la socialdemocracia y el
comunismo su “hijo legítimo”. Orobón consideraba que la primera había
abandonado, hacía mucho, la lucha de clases y se había convertido en una
máquina exclusivamente electoral que, además de conseguir enchufes y carteras ministeriales y votar créditos de guerra y reprimir manifestaciones obreras, cifraba sus esperanzas en obtener una mayoría, de más del cincuenta por
ciento, electoral. Entonces, creían, podrían implantar el socialismo. Eran unos
ingenuos que no habían aprendido tampoco que el capital no se iba a dejar
arrancar sus derechos. Alemania era un buen ejemplo. La socialdemocracia
había reprimido las revoluciones de 1919, participado en los gobiernos de los
años veinte para gestionar las crisis capitalistas y ahora, se veían incapaces de
detener el ascenso de Hitler que los aplastaba sin que de nada les hubiera servido su actuación “como médico del capitalismo en su crisis mortal”.
De esta socialdemocracia era hijo legítimo el comunismo. Practicaba sus
mismos métodos electoralistas que convertían a las masas en borregos destinados al matadero. En 1923, con una situación propicia, dudó en actuar porque ya sólo estaba acostumbrado a actuar en las urnas. Después, en 1929,
cuando un ministro socialdemócrata fue el responsable del asesinato de treinta trabajadores por ejercer su derecho a manifestarse, ni siquiera fueron capaces de declarar una huelga general. Finalmente, en 1932, en pleno ascenso
nazi, aceptaba sin rechistar la disolución de sus milicias. Todo era consecuencia de la traición de la revolución de 1917. Producto de la unidad de acción
de social revolucionarios, anarquistas y bolcheviques, fueron los que ahora
son partidarios del “frente único” los que, mediante métodos terroristas, la
usurparon. Después crearon la III Internacional que no era sino un órgano de
agitación al servicio del Estado soviético. Una especie de Compañía de Jesús,
que como ella exigía obediencia incondicional so pena de sufrir el cieno de
sus campañas de prensa.
Finalmente, como ya se ha dicho, los partidos comunistas no eran sino instrumentos de las políticas que le interesaban al estado soviético. En unos sitios
con más capacidad de influencia, por haber logrado encuadrar a grandes
masas, y en otros sin apenas presencia real. Era el caso de España. El PCE era
más conocido fuera que en el propio país. La prensa bolchevique la daba una
importancia fantástica que no podía engañar a los españoles, buenos conocedores de su vida de penuria y pequeñez. La mejor prueba era la trayectoria de
algunos de sus principales dirigentes: unos integrados en las filas de la Unión
Patriótica de Primo de Rivera o de sus Sindicatos Libres y otros, como Pérez
Solís, convertidos al catolicismo por el padre Gafo y enchufados en la CAMPSA. Como ya se ha avanzado, estas duras críticas tenían la finalidad de impedir la expansión del comunismo español.
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En definitiva, el comunismo, como la socialdemocracia, había demostrado
reiteradamente su incapacidad para construir el socialismo. Era el proletariado
el que debía tomar su destino en sus propias manos. No lo iban a emancipar ni
los funcionarios bolcheviques, ni sus comisarios. Como tampoco las revoluciones burguesas al estilo de la del 14 de abril de 1931. La interpretación del
cambio de régimen de abril de 1931 ocupó un papel central en la obra de
Orobón.
5. La crítica a la Segunda República
Orobón Fernández no tuvo ninguna duda en interpretar el cambio de régimen como el recambio que necesitaba el capitalismo español para hacer frente a la crisis que le afectaba. Análisis que, ligado a la actuación revolucionaria, de la CNT, realizó fundamentalmente en las dos entregas que publicó en
el periódico Solidaridad Obrera en mayo de 1931 y los dos folletos que recogieron las conferencias que impartió en octubre de 1931 en Berlín y en abril
de 1932, en el Ateneo madrileño274. Sus planteamientos corresponden a los
que imperaron mayoritariamente en el seno del anarcosindicalismo español.
Sin embargo, al contrario que en otras personalidades, en Valeriano contamos
con elaboraciones que nos presentan unos planteamientos muy alejados del
milenarismo primitivo, utópico y agrario con el que, en demasiadas ocasiones,
se quiere presentar a los libertarios españoles.
Por orden cronológico, Orobón, en los artículos de la Soli, escritos prácticamente en los días siguientes a la proclamación de la república, no analizaba sólo la coyuntura que había posibilitado el cambio de régimen sino las
perspectivas que se abrían. Hasta abril de 1931, tanto los sectores burgueses
como proletarios que se oponían a la monarquía habían actuado juntos porque
les unía, con motivaciones diferentes, el objetivo de derrocarla. Para la burguesía republicana, el fin de la monarquía iba unido al término de las incertidumbres económicas y financieras que originaba la inestabilidad política. Era
mucho más conveniente para sus intereses una república conservadora, de
orden y protectora de la propiedad privada. Para los políticos, fueran republicanos radicales o socialistas, el nuevo régimen sólo significaba la consecución
del poder y su reparto. Ese interés era el que había permitido la formación de
la conjunción electoral republicano-socialista.
274 Se tratan respectivamente de “Consideraciones sobre la revolución española y la misión de
la CNT”, Solidaridad Obrera, Barcelona, 29 y 31.5.1931; Tormenta sobre España, Berlín,
Der Syndicalist, octubre de 1931 y La CNT y la revolución, Madrid, Ediciones El Libertario, abril de 1932.
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De otro lado estaban los intelectuales, los jóvenes y el profesorado universitario y el proletariado revolucionario, representado por la CNT. Los primeros, que habían luchado desinteresadamente, imaginaban a la república
como la encarnación de las más puras esencias democráticas. Vivían en el
pasado de 1789 y 1848 por lo que sus aspiraciones eran confusas y terminarían siendo neutralizados con unas gotas de jacobismo. Los trabajadores no se
habían quedado el margen porque habían visto que, al menos, obtendrían un
aumento, siquiera pasajero, de las libertades de organización y propaganda.
Inaccesible, de momento, la revolución social, pensaba que era conveniente
despejar el campo de los nebulosos problemas políticos.
El 14 de abril no había sido consecuencia de un triunfo electoral, sino
del abandono de la monarquía por el ejército y de la presencia del pueblo en
las calles. Una situación llena de claroscuros. Mientras se asaltaban las cárceles para liberar los presos, sin esperar amnistías oficiales, había comenzado la lucha por los apetitos burocráticos y se hacían concesiones a los verdugos de ayer. Mal comienzo para el gobierno republicano-socialista que
tenía que resolver numerosos problemas. Entre ellos destacaban tres: el
paro, la reforma agraria y la cuestión financiera. Hasta ese momento, recordemos, mediados de mayo de 1931, el gobierno provisional republicano que definía como una “abigarrada mezcolanza de republicanos de todas las
tendencias, monárquicos reconvertidos y socialistas- sólo había rozado la
dura piel del capitalismo con sus decretos derogando la ley de jurisdicciones y el código penal, concediendo indultos y ordenando algunas destituciones. Pero no se enfrentaba a ninguno de los problemas fundamentales.
Por ejemplo, el agrario que afectaba a más de cuatro millones de campesinos explotados por unos doscientos mil propietarios que poseían prácticamente el noventa por ciento de la tierra cultivable. Al contrario, declaraba
que la propiedad privada era inviolable. De esta manera sancionaba los
derechos monopolistas de los terratenientes obtenidos por la rapiña a los que
las “expropiaciones” no harían sino capitalizar sus latifundios, porque al
recibir una indemnización nada perderían, mientras que los campesinos que
recibieran lotes de tierras verían hipotecados trabajo y tierra al tener que
amortizarlos.
De igual importancia para el obrero era la cuestión financiera que, por el
aumento de la deuda nacional y la devaluación de la moneda, originaba una
creciente carestía. Mientras que el proletariado veía como se recortaba su
poder adquisitivo, el gobierno provisional subía los sueldos a militares,
policía y eclesiásticos y el ministro de Hacienda, el socialista Indalecio
Prieto, sangraban al proletariado con impuestos indirectos. Los republicanos ni siquiera ponían en marcha medidas factibles en una democracia burguesa. Como reducir los presupuestos de guerra y gobernación o crear un
impuesto directo sobre la renta. Los socialistas no hacían sino seguir los
pasos de sus compañeros alemanes: tranquilizar a los capitalistas garanti102
zándole que la república les ofrecería más seguridad que la monarquía. Ya
lo había hecho Hilferding275 en Alemania quien, tras denunciar la hiperexplotación capitalista, durante su ministerio sangró a los trabajadores con
impuestos.
El análisis de la última cuestión, el paro, nos permite enlazar con el de las
perspectivas que se abrían. Pensaba que el desempleo necesitaba de una solución radical. Su origen estaba en los procesos de racionalización técnica y
mecánica, el exceso de producción y la reducción de mercados. El desempleo
era un elemento inherente al régimen capitalista que, por tanto, debían paliar
los propios empresarios renunciando a una parte de sus beneficios para permitir la disminución de la jornada de trabajo, aumentar los salarios y ajustar
producción y consumo. Pero no podía esperarse que los capitalistas lo hicieran voluntariamente. Mucho menos que el gobierno les obligara. Se buscaría
un método que soslayara el problema. Los nuevos gobernantes españoles se
habían fijado en uno que ya había demostrado su ineficacia en otros países: el
seguro de paro. Un socorro que, además de pagar los propios trabajadores con
parte de su salario, sólo aliviaría su miseria durante unos meses.
Además, y es el elemento que nos permite enlazar con el futuro republicano, Orobón creía que el paro era un elemento desmovilizador de la combatividad obrera. Movilización que era necesaria porque, con la proclamación
de la Segunda República, había terminado la etapa de confusión de frentes.
Había pasado la etapa de las coincidencias accidentales que habían originado,
aunque no se hubieran firmado pactos, una unidad de acción con los republicanos. La conformación burguesa del nuevo régimen llevaría al desmoronamiento de las ilusiones obreras en la democracia, deslindaría el campo de la
lucha de clases. La república sólo era un pequeño paso, “una sacudida no profunda”, muy distante de una revolución que los trabajadores pudieran considerar auténticamente suya. Quien podía transformar un régimen moderado y
pacato en sus objetivos sociales era la CNT, la única organización que, por
tener las manos libres, por ser revolucionaria, sería capaz de edificar un sistema de libertad social y anti-capitalista. Las perspectivas eran prometedoras
pero, también, iban a aparecer problemas que habría que superar.
La CNT, que había luchado contra la dictadura de Primo de Rivera, había
reaparecido como organización de masas durante el gobierno del general
Berenguer. Con sus actividades y actitudes había favorecido el triunfo republicano. Pero ahora tenía el deber, tanto de defender las conquistas obtenidas,
275 Rudolf Hilferding (1877-1941) era un economista de origen austríaco, dirigente de la socialdemocracia alemana que fue ministro de Finanzas de la república en 1923 y 1928-1929.
Intentó conjugar el pensamiento marxista con algunos elementos del capitalismo. Defendió
que el socialismo llegaría cuando las naciones capitalistas no pudieran colocar sus excedentes por sus elevados índices de producción. Exiliado en Francia, fue asesinado por la Gestapo tras la ocupación.
103
como de ejercer su crítica y lucha contra las insuficiencias. No se debía olvidar que la represión de una organización revolucionaria no era una cuestión
exclusivamente de los reaccionarios sino también de los numerosos “fanáticos del orden” existentes entre las nuevas autoridades. Además, el anarcosindicalismo era la única organización representativa de la clase obrera española. La colaboración del PSOE y la UGT con los republicanos los había divorciado de las aspiraciones revolucionarias. Por ello, el papel de la CNT, escribe Orobón en la primavera de 1931, no era el de iniciar aventuras revolucionarias, sino, de un lado, organizarse y, de otro, divorciar a las masas del nuevo
régimen.
Para Valeriano, la magnitud numérica de una organización no era condición suficiente si no iba acompañada de capacidad revolucionaria, tanto destructiva como constructiva. La atmósfera era favorable para el crecimiento,
pero, también había que darles a los miles de afiliados que acudían a los sindicatos una visión clara de los acontecimientos, del periodo histórico en el que
se encontraba, y educación social y combativa. La CNT, eliminando sus
actuales deficiencias, debía convertirse en una organización eficaz, disciplinada y con mayor capacidad de lucha y visión constructiva. Hacía falta desarrollar las Federaciones Nacionales de Industria, los comités de fábrica y
definir sus objetivos inmediatos y a largo plazo en un congreso. En definitiva, era preciso prepararla para ser capaz de hacerse cargo de la sociedad nacida de una revolución triunfante.
De otro lado, el anarcosindicalismo tenía que minar el prestigio del régimen, denunciar la precariedad de sus reformas y, sobre todo, captar a los campesinos, desenmascarando la tibieza de la reforma agraria que se preparaba, y
a los parados, pidiendo la reducción de la jornada para reincorporarles al proceso productivo. Tenía que situarse frente a las Cortes Constituyentes, una
institución burguesa, y tener mucho cuidado en evitar el camino del posibilismo, tanto como el del “grito y la aventura”. Orobón no creía que España se
encontrara en una situación política y social parecida a la Rusia de Kerensky.
Existían muchas diferencias entre ambas. Entre otras, el pueblo ruso llevaba
tres años de guerra, estaba inmerso en una absoluta miseria y existían miles
de soldados convertidos en bestias por sus vidas en las trincheras. Tampoco,
las nuevas autoridades españolas habían cometido todavía los errores de
aquel: continuar la guerra y aplazar la reforma agraria. Contaban con un crédito del que el gobierno ruso de los primeros meses de 1917 carecía y, sobre
todo, no tenía problemas de similar envergadura.
La situación de España en mayo de 1931, era la de un periodo de régimen
parlamentario democrático. En este punto criticaba el análisis comunista,
tanto de la versión ortodoxa rusa, como de la heterodoxa de Trosky276. Para el
276 Leon Trosky, expulsado ya de Rusia, y residente en Turquía, había escrito un folleto, La
revolución española, en el que analizaba los acontecimientos españoles.
104
antiguo jefe del ejército rojo, en España era necesario pasar por una etapa de
gobierno democrático burgués, dada la falta de un partido comunista fuerte.
Como paliativo sugería la formación de un frente PCE-CNT. Argumentación
que Orobón decía que era “absurda” porque de ser condición indispensable
para la revolución la existencia de un partido comunista fuerte, en Alemania
haría mucho tiempo que el PC de ese país habría derrocado la república burguesa alemana. El problema era que el comunismo, como ya se ha dicho, no
era una fuerza revolucionaria. La única existente en España y, en Europa, era
la CNT. De ahí la importancia de que se convirtiera en un ejemplo para el
movimiento obrero internacional.
Los principales argumentos de este primer análisis de Orobón los repitió
en la conferencia que a primeros de octubre, antes de regresar definitivamente a España, dio en la sede de la FAUD berlinesa. Allí, dado el auditorio
menos conocedor de los detalles de los problemas españoles, se extendió en
resaltar las características más importantes de la economía española y su
carácter, primordialmente, agrario. Explicó las causas por las que el anarcosindicalismo era mayoritario entre los trabajadores españoles y las diferencias
con la acción de los socialistas. Insistió en el carácter burgués del régimen
republicano y, ya con unos meses de actuación, en que sus promesas reformistas no iban a dejar de ser desahogos verbales necesarios para intentar contar con la confianza de la mayoría del proletariado. Verbalismo radical desmentido por los hechos. Así había ocurrido en la represión de unas huelgas en
Sevilla, donde un conjunto de conflictos -ninguno de carácter o intencionalidad revolucionaria- había significado la reaparición del pistolerismo patronal,
la aplicación de la ley de fugas y la intervención del propio ejército bombardeando una taberna277. También, la huelga de los trabajadores de la Compañía
Telefónica había demostrado los límites de republicanos y socialistas que
habían preferido ponerse de lado de una multinacional norteamericana y
acompañarla en su intento de derrotar a la CNT278. Hizo referencias concretas
277 Para un relato de estos acontecimientos, desde una visión muy particular, se puede consultar José Manuel Macarro, La Utopía Revolucionaria. La Segunda República en Sevilla,
Sevilla, Caja de Ahorros y Monte de Piedad, 1985.
278 La huelga de la Telefónica fue el primero de los grandes conflictos que enfrentaron a la
CNT con los nuevos gobernantes republicanos. La concesión del servicio lo tenía la multinacional norteamericana ITT que sometía a sus trabajadores a un duro régimen laboral que
impedía su sindicación. Tal situación había sido denunciada por republicanos y socialistas
antes de abril de 1931 y prometido que iba a cesar, expropiando incluso a la empresa. Consideraciones de relaciones internacionales llevaron al olvido tales promesas y cuando la
recién creada sección de la CNT en la Telefónica pidió su reconocimiento y una serie de
mejoras laborales, la empresa ni siquiera respondió. El conflicto empezó el seis de julio y
se radicalizó rápidamente. Tras varios meses de huelga los anarcosindicalistas perdieron la
huelga y con ella, dieron alas a los sectores partidarios del enfrentamiento total con el régimen republicano que enarbolaron la parcialidad del gobierno hacia la empresa estadounidense. Dos versiones, desde diferentes posiciones, de este conflicto en Graham Kelsey,
105
al congreso de la CNT celebrado en junio en Madrid, al que asistió, y a la
insignificancia de los comunistas españoles.
Orobón buscaba romper el aislamiento internacional del anarcosindicalismo español. Quería poner de manifiesto que era el único movimiento revolucionario de entidad existente. A pesar de los enfrentamientos internos de la
CNT, a los que no hizo ninguna referencia, creía no sólo en la rectitud del
camino emprendido -denunciando las insuficiencias republicanas- sino también en la capacidad revolucionaria de la CNT. A esta cuestión fue a la que
dedicó su conferencia en el Ateneo de Madrid el 6 de abril de 1932. Para ser
más exacto a la vertiente constructiva de la revolución. Tema, como sabemos,
muy querido para el vallisoletano.
Se llevaba ya un año de república cuando Orobón Fernández subió a la tribuna de la docta institución madrileña. Para entonces el fuego cruzado entre
anarcosindicalistas y republicanos y socialistas, le obligó a dedicar algún
tiempo a clarificar tanto la posición de la CNT durante la república como sus
incumplimientos reformistas. Sola, o en compañía de republicanos, había participado en cuanto intento para derrocar a Primo de Rivera, había existido.
Miles de presos cenetistas se habían podrido en sus cárceles, mientras que los
socialistas ocupaban cargos en instituciones corporativas como el Consejo de
Estado y el Instituto de Reforma Social y Martínez Anido visitaba la Casa del
Pueblo madrileña. La CNT, que no firmó un pacto formal con ningún grupo,
estuvo en todas las conspiraciones porque sabía que la democracia despertaba anhelos y esperanzas y le proporcionaría, momentáneamente, mayores
posibilidades de propaganda y acción. A los comunistas les dijo que los anarcosindicalistas no habían hecho otra cosa que no hubieran efectuado los
comunistas en China, en donde habían apoyado a los nacionalistas del
Kuomintang279
Tras un año de vida, la República, una vez que pasó la “borrachera de
entusiasmo”, en la que habían “confraternizado lobos y corderos”, había
comenzado a ejercer como el poder capitalista que era. La represión no se
había hecho esperar. Continuaron las deportaciones a las colonias africanas,
como durante la monarquía, y si se promulgó una constitución que recogía las
libertades ciudadanas, también se había aprobado una Ley de Defensa de la
Anarcosindicalismo y estado en Aragón 1930-1938. ¿Orden público o paz pública?,
Madrid, Gobierno de Aragón-Fundación Salvador Seguí- Institución Fernando el Católico,
1994, págs. 95-99 y Santos Juliá Díaz, Madrid 1931-1934. De la fiesta popular a la lucha
de clases, Madrid, Siglo XXI, 1984, págs. 198-207.
279 El Kuomitang, Partido Nacional del Pueblo, era una formación burguesa que se opuso al
régimen imperial chino. En 1923 formó un gobierno en la región de Cantón con el apoyo de
Rusia y el Partido Comunista Chino. Aunque la alianza se rompió en 1927, cuando el Kuomitang buscó el apoyo de las democracias occidentales y reprimió a los comunistas, en 1937
la alianza se restableció para hacer frente a la invasión japonesa. Acuerdos que finalmente
se rompieron en 1945, cuando comenzó la guerra civil que duraría hasta 1949 y terminaría
con el triunfo comunista.
106
República que ni siquiera administra la justicia, sino “el humor del ministro
de la Gobernación de turno”. Mientras, sí tenían que esperar dos de los grandes problemas que tenía que solucionar: el paro y la reforma agraria. Lo poco
que se había hecho contra el desempleo, como la creación de una Caja de
Previsión, sólo beneficiaba a los afiliados de la UGT. Mientras que la reforma agraria finalmente aprobada era tan mezquina que hasta el ABC la apoyaba. Además, Marcelino Domingo, el ministro de Agricultura debía ser un
“homeópata consumado” porque de otra forma no se entendía el presupuesto
con el que se había dotado al Instituto de Reforma Agraria: cincuenta millones de pesetas, que permitirían el asentamiento de cinco mil de los tres millones de campesinos sin tierras existentes.
Pero Orobón dio un paso más para enfocar el futuro. Retomó sus argumentos sobre las crisis del capitalismo y la imposibilidad de solucionarlas por
ser consustanciales a él. Es lo que le iba a ocurrir a la República española. Sus
planes, copiados de los de Walter Rathenau, que ya habían fracasado en
Alemania,280 no iban a resolverlos Continuaría el paro y la escasa capacidad
de compra de los trabajadores españoles. La quiebra económica del capitalismo iba acompañada de la de sus sistemas políticos. La Segunda República iba
a seguir el mismo camino que la de Weimar. Tras Hindenburg281, representante del viejo imperio, vendría Hitler. Por eso la situación era de elección entre
fascismo y revolución social. Esta fue la gran novedad en los planteamientos
de Orobón. Ya no se trataba de organizarse, prepararse, para aprovechar las
libertades democráticas. Había que adelantarse a la “modernidad fascista” con
la revolución social.
Durante el año de República la reacción no había cejado en su campaña de
propaganda. Estaba integrando en sus filas a los partidos Conservador y
Radical de Miguel Maura y Alejandro Lerroux. Aunque, el gobierno de
Azaña, con el apoyo de los socialistas, se dedicaba a atacar a la CNT para destruirla. Deportaba y encarcelaba a sus militantes más destacados. Se les calificaba de “bárbaros y anti-europeos”, de “impulsivos, perturbadores y catastróficos”. No se les quería reconocer que podían no considerar a la república
como una “estación de término”. De un lado, no creían que los problemas
280 Walther Rathenau (1867-1922) era un político alemán que había sido ministro de la Reconstrucción en 1921 y negociador del pago de las reparaciones de guerra. En enero de 1922 fue
nombrado ministro de Asuntos Exteriores y firmó el tratado de Rapallo. Fue asesinado por
un ultra-nacionalista.
281 Paul Von Beneckendorff und von Hindenburg (1847-1934) era un mariscal y político,
comandante jefe del frente oriental durante la Primera Guerra Mundial. Tras su retirada del
ejército en 1919, encabezó, en 1925, el llamado “Bloque del Imperio” que reunió a las más
importantes fuerzas conservadoras. Fue nombrado jefe del estado alemán en mayo. Entre
1930 y 1933 favoreció la formación de gobiernos conservadores y no puso demasiadas resistencias al ascenso de Hitler.
107
sociales y económicos podían ser resueltos dentro del marco capitalista. De
otro, ante el avance del fascismo tenían derecho a la revolución.
Finalmente, Orobón Fernández insistió en sus tesis de que la única organización revolucionaria existente en España era la CNT. Estaba enraizada en
el cogollo mismo de la producción y, por lo tanto, podía encabezar y orientar
la revolución. El anarcosindicalismo tenía una alternativa “constructiva” a la
economía capitalista. Ésta era “caótica, individualista, caprichosa e irregular”,
mientras que la que preconizaba la Confederación estaba basada en la regulación y la satisfacción de las necesidades colectivas. Sus pilares serían los sindicatos, las federaciones de industria, los comités de fábricas y el Consejo
Nacional de Economía y Estadística. A los reparos que se les hacía de que no
disponían de técnicos, respondía reconociendo que muchos obreros no tenían
las nociones necesarias, pero que tampoco las tenían los accionistas de las
empresas y, como éstos, la revolución podía “comprar” los servicios de esos
técnicos.
Finalmente, la revolución libertaria rechazaba la dictadura. Se basaría en
la democracia anti-capitalista basada en el principio de mayorías y minorías.
No sería el comunismo libertario, pero para evitar lo ocurrido en Rusia, los
sindicatos tomarían la iniciativa. Lo utópico no eran sus propuestas, sino el
agarrarse, como a un clavo ardiente, a una realidad que se desmoronaba.
Como afirmó Ramón J. Sender, en el prólogo que acompañó la edición de la
conferencia282, las propuestas de Orobón en el Ateneo madrileño no fueron
exclusivamente “negativas”, sino un análisis de la economía capitalista y,
sobre todo, la exposición de los planteamientos económicos de la revolución
que preconizaba el anarcosindicalismo.
Orobón Fernández continuaba preocupándose, como en los años anteriores, por la faceta constructiva de la revolución. Pero no olvidaba que su realización dependía de la fortaleza organizativa que tuviera el anarcosindicalismo. Por ello no fue casualidad que estuviera íntimamente ligado al proceso de
expansión de la CNT madrileña que, poco a poco, fue arrancando espacios a
la, hasta entonces, mayoritaria UGT. Un sector clave fue el de la construcción.
Como ya se ha dicho, Valeriano estuvo íntimamente relacionado con los más
destacados militantes cenetistas del SUC de la capital de la nación. Es a través de sus intervenciones en actos del SUC y de los artículos que publicó
sobre cuestiones puntuales e intervenciones en actos públicos de la CNT
como podemos hoy seguir la evolución de su pensamiento hasta la propuesta,
a comienzos de 1934, de alianza revolucionaria.
282 Ramón J. Sender, “Observaciones preliminares”, en Valeriano Orobón Fernández, La CNT
y la revolución, Madrid, Ediciones El Libertario, 1932, págs. 1-5.
108
6. Una tercera vía anarcosindicalista
Entre la primavera de 1932 y los meses finales de 1933, Orobón
Fernández insistió en su idea de reforzar la CNT mediante la denuncia de la
colaboración socialista con los republicanos y la dependencia del comunismo
de Rusia. Como en febrero, en Madrid, con dirigentes del PCE, en julio acudió a la localidad manchega de Puertollano para mantener una controversia
con dos destacado militantes socialistas283. En ella insistió en la equivocación
de la postura del PSOE de considerar a la república como un paréntesis. Con
esa actitud no hacían sino contentar los intereses burgueses, apuntalar la propiedad privada y justificar la represión. Era necesario que los trabajadores
ingresaran en la CNT. A esta idea dedicó gran parte de su exposición y, en ella,
insistió unas semanas más tarde, en Madrid, en el transcurso del mitin que la
Federación Local cenetista celebró para protestar por la ley de asociaciones
promulgada en abril de 1932 que, no sólo cercenaba derechos obtenidos por
los trabajadores tras sesenta años de lucha, sino que también tenía como finalidad favorecer a la UGT, sin darse cuenta de que, con la intervención estatal
en el seno de los sindicatos se daban bazas a la actuación de los fascistas cuando cambiara el gobierno284. Recordó que Largo Caballero, que ahora era el
ministro de Trabajo, se había opuesto, en 1923, a lo mismo que legislaba alegando que las listas de afiliados terminaría en manos de la policía.
Críticas a la actuación gubernamental que continuó durante los meses
siguientes. Tras la aparición del periódico CNT, además de los artículos sobre
cuestiones internacionales, publicó otros en los que censuró la orientación
presupuestaria de la República. En uno de ellos, titulado “Bola de sebo”, atacó
duramente a Indalecio Prieto, ministro de Obras Públicas, calificándolo “estadista de peso” del capitalismo, por su defensa de las compañías ferroviarias a
las que autorizaba subidas de las tarifas y concedía subvenciones, mientras
que desoía las reivindicaciones laborales de sus trabajadores, a los que llama-
283 El acto tuvo lugar en la plaza de toros de Puertollano el 9 de julio de 1932. Intervinieron por
la CNT, Orobón y Miguel González Inestal, y por el PSOE y la UGT Carlos Hernández,
secretario de la Federación Nacional de Transportes de la UGT, y Antonio Cabrera, diputado por la circunscripción de Ciudad Real. Referencias al acto en Solidaridad Obrera, Barcelona, 19.7.1932. Sobre estas cuestiones, en especial sobre la de los técnicos, volvió a referirse, poco después, en el artículo titulado “Tecnicismo y revolución” que publicó en el
semanario madrileño El Libertario, 21.5.1932.
284 El mitin se celebró el 13 de agosto de 1932 en el Monumental Cinema de la madrileña plaza
de Antón Martín. Intervinieron también Eusebio Carbó, Miguel González Inestal, José María
Martínez y Juan García Oliver. Una reseña en Solidaridad Obrera, Barcelona, 21.8.1932. La
ley de asociaciones de 8 de abril de 1932 entre otros preceptos obligaba a aceptar a los sindicatos la intervención de los organismos estatales en la resolución de los conflictos. De esta
forma, las prácticas de acción directa del anarcosindicalismo quedaban anuladas. Además, se
les exigía a enviar al gobierno las listas de sus afiliados y de sus cuentas.
109
ba “bien pagaos”285. En otro286, fue Marcelino Domingo, que había sido ministro de Instrucción Pública, Agricultura, Industria y Comercio, “criada para
todo” lo calificaba, el objetivo de su pluma por los presupuestos que había
presentado faltos de cualquier contenido social. Por el contrario, pretendían
ayudar al capital en crisis olvidando la máxima liberal del “dejar hacer”, pedía
la intervención estatal para encauzar la economía hacia sus intereses.
No consta hasta que punto intervino Orobón Fernández en los preparativos insurreccionales de enero de 1933. No parece ni que interviniera activamente ni que se mostrara disconforme. Al menos en sus escritos públicos no
lo hizo. En un artículo aparecido en el numero extraordinario que CNT, publicó con motivo del 1º de mayo, insistió en que el momento era revolucionario287. Que, o los obreros hacían la suya, o el fascismo los aplastaría. La democracia estaba finiquitada. La república había adoptado los mismos componentes antisociales, represivos y capitalistas que la monarquía. Catalogada de
izquierdista, mientras que estaba enfrascada en destruir al movimiento revolucionario, no se había preocupado de los avances del fascismo.
El olvido de los acontecimientos europeos no era una cuestión exclusiva
de los gobernantes republicanos. También ocurría en los medios obreros. Ese
fue el tema de la conferencia que dio en el local de los ferroviarios madrileños de la MZA, en abril de 1933288. Orobón Fernández recordó a los anarcosindicalistas madrileños que, a pesar de llamarse internacionalistas, tenían su
visión restringida a los problemas nacionales. Que debían mirar al continente
y ver como las dictaduras estaban presentes en todos sus rincones. El último
en llegar había sido Hitler, hecho que demostraba que el capitalismo había
apostado decididamente por las soluciones fascistas para salir de la crisis en
la que se encontraba. En España también, por lo que la CNT debía aprestarse
a defenderse. Pero, a diferencia del resto de Europa, además, era factible la
revolución que, espejo donde se mirarían los trabajadores del mundo, se
levantaría como un dique contra el fascismo.
285 Publicado en CNT, Madrid, 2.12.1932. El artículo apareció en el contexto de las deliberaciones del congreso de la Federación Nacional de la Industria Ferroviaria (FNIF) para declarar
una huelga general del sector que los círculos radicales cenetistas pensaban aprovechar para efecuar un intento insurreccional. Para esta cuestión se puede consultar José Luis Gutiérrez Molina,
Crisis burguesa y unidad obrera. El sindicalismo en Cádiz durante la Segunda República,
Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo, 1994, págs. 246-249.
286 “Economía dirigida”, CNT, Madrid, 7.12.1933.
287 Valeriano Orobón Fernández, “Balance y perspectivas”, CNT, Madrid, 29.4.1933. Sobre los
sucesos de enero, salvo algunas referencias a la represión gubernamental, el único texto que
conozca en el que hace referencia a ellos es el que dedicó a Casas Viejas durante la semana
santa de 1933, comparando a los campesinos asesinados con el Cristo, cuya muerte conmemoraban los cristianos. “Cristo en Casas Viejas”, CNT, Madrid, 15.4.1933.
288 La conferencia se celebró el 12 de abril de 1933 en el local de la subsección MZA de la
FNIF situado en la calle Ventura de la Vega, 14. La tituló “La lucha social en el plano internacional”. En CNT, Madrid, 13.4.1933.
110
Orobón había sacado enseñanzas de los sucesos de enero de 1933. De un
lado, se reafirmaba tanto en la capacidad revolucionaria de la CNT como en
la necesidad de perfeccionar la organización. Pero también comenzó, desde
marzo, a considerar la integración de los trabajadores de la UGT en la
Confederación o buscar el medio para “captar a las masas socialistas para
actuar conjuntamente”. A ello se refirió en la conferencia de abril a los ferroviarios y, antes, en el mitin que la Federación Local de sindicatos cenetistas
de Madrid celebró el domingo 26 de marzo289. Allí, tras insistir en la traición
de los socialistas apoyando a la república, no les negó su capacidad revolucionaria y les instó a que aprendieran de lo ocurrido en Alemania. Finalizó su
intervención repitiendo su ya conocida tesis de que el momento sólo tenía una
salida: el fascismo o la revolución. Para que la segunda fuera posible era
necesario captar a los trabajadores socialistas en un “frente único” encabezado por la CNT.
Los tres temas apuntados fueron recurrentes durante la primavera de 1933
en las intervenciones públicas de Orobón Fernández. En España, la existencia
de la CNT garantizaba la posibilidad revolucionaria, inexistente en los otros
países. Por eso había que reforzar su organización, estudiar la estructuración
de la sociedad post-revolucionaria y atraerse a los afiliados de la UGT. A quienes no les dio cuartel fue a los comunistas. En julio de 1933, en el transcurso
de uno de los numerosos mítines pro-amnistía organizados en Madrid, se
organizó un pequeño tumulto cuando atacó duramente la actitud de los comunistas alemanes durante el ascenso de Hitler. La protesta de miembros del
PCE presentes la acalló invitándoles a mantener una controversia al finalizar
el acto y respondiendo a sus gritos diciéndoles que la CNT lucharía contra el
fascismo en la calle, no de palabra en mítines o votando. Quince días después,
en el acto central de la campaña, volvió a hacer un llamamiento para atraerse
a los ugetistas y formar un “frente único” auténticamente revolucionario290.
289 El mitin se celebró en el Frontón Central para explicar los problemas de la revolución y la
posición de la CNT. Intervinieron además de Valeriano, Acracio Bartolomé, Miguel González Inestal, Avelino González Mallada y Cipriano Mera, que presidió. En CNT, Madrid,
27.3.1933. También en La Tierra, Madrid, 27.3.1933 y Solidaridad Obrera, Barcelona,
29.3.1933.
290 El mitin se celebró en el teatro Maravillas, en la calle Malasaña, junto a la glorieta de Bilbao, el domingo 2 de julio. Lo organizó el Comité Pro-Presos de Centro e intervinieron también Ángel Rodríguez, Teodoro Mora, Mauro Bajatierra y Francisco Tortosa, que presidió.
La controversia comenzó tras terminar los oradores y ante la duración del parlamento del
militante comunista el público comenzó a protestar y, a pesar de los llamamientos de Orobón a la calma, las interrupciones le hicieron desistir. En CNT, Madrid, 3.7.1933 y La Tierra, Madrid, 3.7.1933. Unos días después, el domingo 16 de julio, también en Madrid, se
celebró el acto central de la campaña con la intervención, en el teatro Monumental, de Orobón Fernández, Ramón Andrés, José Domenech, José María Martínez, Miguel González
Inestal, Vicente Ballester, Juan Rueda, Claro Sendón y Melchor Rodríguez, que sustituyó al
presidente previsto el director del CNT, Avelino González Mallada, detenido en Granada.
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Durante el verano y primeros días de octubre, Orobón participó en varias
giras de mítines por el norte del país. Estuvo en Santander, en La Felguera y
en La Coruña. Allí insistió en el peligro fascista y en la ceguera de los socialistas de continuar en manos de los republicanos por sus ansias de poder.
Cabría reseñar, por la conexión con la dinámica sindical en la que se encontraba inmerso, que su intervención en la capital gallega se debió a la campaña pro-amnistía cenetista, pero también en apoyo de los huelguistas de la
construcción que mantenían un conflicto desde hacía más de dos meses por la
jornada de seis horas. Una de las reivindicaciones recomendadas por la AIT
desde los años veinte y asumida por la CNT en el congreso de junio de
1931291.
Fueron las semanas durante las que la CNT reorganizó su Comité
Nacional de Defensa con vistas a una posible insurrección. Pero sobre todo,
el interés de Orobón, y el de muchos sindicatos, estuvo pendiente del conflicto de la construcción de Madrid. Un sector que, a comienzos de la república,
era completamente socialista y que, ahora, dos años más tarde comenzaba a
inclinarse hacia las tácticas y planteamientos anarcosindicalistas. No extraña,
por tanto, que quedaran en un muy apagado segundo plano, hasta su intervención en el mitin de cierre de campaña celebrado en Barcelona, cuestiones
como la expulsión de los socialistas del gobierno, la formación de gabinetes
exclusivamente republicanos, bajo la dirección del Partido Radical de
Lerroux, o la propia convocatoria de elecciones.
El SUC de la CNT de Madrid, surgió a partir de una pequeña sociedad de
Albañiles separada de la federada en la UGT a fines de 1931. Poco a poco, a
través de una intensa acción en los tajos pertenecientes a las grandes empresas que tenían contratadas las mayores obras de la ciudad, como la construcción de la ciudad universitaria o el complejo de edificios administrativos
conocido como los Nuevos Ministerios, fue creciendo e incorporando secciones de otros oficios del sector. En octubre de 1933, el SUC afrontó su primera gran prueba de fuego. La empresa Hormaeche despidió a dos trabajadores
de la contrata que efectuaba unos trabajos en las obras de los enlaces ferroviarios del paseo de la Castellana. Sus compañeros se pusieron en huelga de
solidaridad y fueron despedidos también. A la vez, en otro tajo de la empresa
Fierro, esta en la Ciudad Universitaria, también fue despedido más de un centenar de trabajadores. La mayoría de ellos pertenecían a la UGT. Sin embargo, quienes tomaron la iniciativa fueron los afiliados cenetistas. El SUC hizo
291 La reseña del mitin en La Coruña, en el que también intervinieron Mauro Bajatierra y José
Villaverde. En CNT, Madrid, 24.10.1933. Para la reivindicación de las seis horas José Luis
Gutiérrez Molina, “El ramo de la construcción de Sevilla y la jornada de 6 horas (18701936)”, en Antonio Miguel Bernal, Manuel Ramón Alarcón y José Luis Gutiérrez Molina,
La jornada de sies horas. Movimiento obrero y reducción de la jornada de trabajo en el
ramo de la construcción de Sevilla, Sevilla, Centro Andaluz del Libro & Libre Pensamiento, 2001, págs. 33-106.
112
suyos los conflictos y los mantuvo durante siete semanas. En su transcurso,
muchos ugetistas rompieron sus carnets ante lo que consideraban un abandono. Tras tomar la iniciativa, los anarcosindicalistas no dejaron que se cerrara
la brecha que habían abierto.
Durante la segunda quincena de octubre de 1933 el SUC mantuvo una
intensa campaña de mítines y actos por la mayoría de las barriadas obreras de
Madrid para preparar el ambiente para declarar primero, una huelga general
de la construcción y, después, en la ciudad. El primero comenzó el último día
del mes, en medio de enfrentamientos con la policía y jóvenes milicianos
socialistas que habían acudido a las obras para proteger a los afiliados de la
UGT que quisieran trabajar. Sin embargo, al día siguiente la huelga era total
y, en una tumultuosa asamblea celebrada en la Casa del Pueblo, la FLE se
adhirió a la huelga. Unos días después, controlando totalmente el comité de
huelga, el SUC pidió a los restantes sindicatos cenetistas que le apoyaran
declarando el paro general en Madrid. El comité local lo convocó para el 11
de noviembre. Al día siguiente, presionadas por las autoridades que veían que
el conflicto escapaba a todo control y reforzaba a la CNT madrileña, las
empresas de la construcción llegaron a un acuerdo292.
El triunfo del SUC fue completo. No sólo fueron readmitidos los despedidos, sino que, además, por primera vez, sus delegados eran reconocidos en las
obras y, sobre todo, había roto la confianza de los afiliados de la UGT que, o
bien comenzaron a abandonar sus filas, o presionaron a sus dirigentes para
que llegaran a acuerdos de acción con los cenetistas. Los llamamientos de
Orobón tenían su correspondencia en la realidad. No extraña, por tanto, la
activa intervención que tuvo a lo largo del conflicto. Intervino en la campaña
de agitación previa a la declaración de huelga general y en la asamblea que,
en el estadio Metropolitano de los Cuatro Caminos madrileño, puso fin al conflicto el sábado 11 de diciembre.
El jueves 12 de octubre, Orobón participó en un mitin de los huelguistas
en el barrio de Ventas. Les advirtió que el conflicto iba a ser largo y tenía que
radicalizarse si querían triunfar. Quiso transmitirles que sus problemas no
eran algo excepcional, sino que formaban parte de los generales que afectaban a todo el país. Atacó a los socialistas y vaticinó que su política llevaría a
España al fascismo. Como había ocurrido en Alemania. Repetición de uno de
sus acostumbrados discursos que ahora tenían una finalidad muy concreta:
292 El acuerdo contemplaba la readmisión de los despedidos por Hormaeche, Agromán y Fierro;
el pago de los jornales perdidos, el reconocimiento de los delegados del SUC y la reducción
de la jornada a 40 horas, de las 44 que se trabajaba, sin reducción salarial. El conflicto en La
Tierra, Madrid, 23.10 a 13.11.1934. Un análisis detallado en el contexto de la lucha sindical
en Madrid, entre CNT y UGT, durante los años treinta en Santos Juliá Díaz, Madrid 19311934. De la fiesta popular a la lucha de clases, Madrid, Siglo XXI, 1984, págs. 192-220,
229-265 y 350-365.
113
llevar al ánimo de los huelguistas de la construcción pertenecientes a la UGT
que los socialistas ni defendían sus intereses laborales, como lo estaba demostrando el conflicto, ni iban a impedir la vuelta de la reacción. Un mes más
tarde, Orobón apareció junto al comité de huelga que informaba del acuerdo
alcanzado y lo sometía a la aprobación de los miles de trabajadores que llenaban el recinto. Habló el último, cuando ya se había decidido la vuelta al trabajo. Dijo que el pueblo de Madrid había demostrado que tenía ganas de dejar
de ser un borrego en manos de los políticos. Que los trabajadores habían creado el auténtico frente único. La asamblea reunida lo demostrada. Insistió en
que había que continuar por ese camino porque los momentos eran graves: el
fascismo avanzaba y las autoridades prefería apoyarlo para que destruyera a
las organizaciones revolucionarias. La única forma de combatirlo era la unidad obrera dentro de la CNT.293
La intervención no puede desligarse de los acontecimientos electorales
que estaban sucediendo. La CNT estaba desarrollando una extensa campaña
abstencionista atacando por igual a republicanos y socialistas, responsables de
los sucesos de Casas Viejas, como a las derechas, autoras de Annual. Unos y
otros no harán sino abrir paso al fascismo. Las urnas no detendrían su marcha,
la solución era la abstención, expresión de un compromiso revolucionario.
Estas fueron las ideas que transmitió Orobón en sus intervenciones en dos de
los más importantes actos de la campaña anarcosindicalista: el celebrado en
Barcelona el domingo cinco de noviembre, en vísperas de las elecciones, y el
que tuvo lugar el 26 de noviembre en Madrid.
En el primero294, Orobón Fernández comenzó asegurando que la masiva
asistencia, con trabajadores incluso fuera del recinto, ya presuponía cual iba a
ser el resultado electoral. El momento era crucial, al fascismo había que oponer la revolución y la CNT, con su propuesta abstencionista, se había comprometido a encabezarla. Veinte días más tarde, en Madrid295, cuando ya se
conocía el desenlace de la primera vuelta, Orobón se congratuló de la respuesta del pueblo. Atacó a los comunistas, que habían presentado candidatos,
293 La intervención de Orobón en la campaña de mítines del SUC tuvo lugar en el cine Stambul. Intervinieron también Antonio Serrano, Teodoro Mora y Serafín González Matesanz. En
CNT, Madrid, 14.10.1933. La asamblea del estadio Metropolitano estuvo presidida por Teodoro Mora y Marcelo Hernández. La reseña en CNT, Madrid, 13.11.1933.
294 El mitin celebrado en la plaza de toros Monumental de Barcelona, comenzó a las diez de la
mañana y, en él, intervinieron también Buenaventura Durruti, Francisco Isgleas, Antonio
Corbellá y Benito Pabón. En CNT, Madrid, 6 y 7.11.1933 y Solidaridad Obrera, Barcelona,
7.11.1933.
295 El mitin se celebró en el cine Europa, lugar habitual de actos políticos, a las diez de la mañana con las intervenciones, además de la de Orobón, de Teodoro Mora, Pedro Falomir, Antonio Moreno y Claro J. Sendón. También, la nieta de Seisdedos, María Silva, La Libertaria,
leyó unas cuartillas. En CNT, Madrid, 27.11.1933. Las elecciones a diputados se celebraron
los días 19 de noviembre y 3 de diciembre, la segunda vuelta.
114
cuando el momento era de lucha. No había que dar gritos, ni hacer alardes,
sino huir de urnas y leyes que mataban al movimiento obrero y abrían el camino del fascismo. Así había ocurrido en Alemania en donde los trabajadores
eran ahora esclavos de Hitler. Vaticinó que primero formaría gobierno
Lerroux y, después, Gil Robles y con él llegaría el fascismo a España. Los
obreros tenían que hacerles frente “como hombres, no como políticos”.
Finalizó haciendo un llamamiento a la Unidad Revolucionaria. Nadie podía
quedar al margen porque, de todas formas, lo que ocurriera le iba a afectar. No
era necesario que las fuerzas obreras tuvieran que firmar un pacto, sino que,
aunque fueran separados, pegaran juntos.
Orobón debía estar informado de las gestiones que en Asturias se estaban
realizando para conseguir que la UGT se incorporara al intento insurreccional
que iba a estallar unos días después296. Además, como había empezado a considerar tras el fracaso de enero, pensaba que era necesario el concurso de los
socialistas para que la revolución pudiera triunfar. El nuevo fracaso de
diciembre, iba a confirmarle sus planteamientos. A finales de enero, dio un
nuevo paso. Ya no iba a proponer la unidad obrera en las filas de la CNT, sino
que iba a promover un pacto de mínimos con los socialistas. Lo hizo en el artículo que publicó en el periódico madrileño La Tierra.
7. ¡Alianza revolucionaria, sí!
La propuesta de Orobón no fue un hecho aislado. Formaba parte de una
actitud, minoritaria, en el anarcosindicalismo español que, durante los años
siguientes, fue abriéndose paso hasta que se concretó en el acuerdo sobre la
Alianza Obrera Revolucionaria, del congreso de la CNT de mayo de 1936. Su
análisis reflejaba un estado de opinión que, de una manera u otra, estaba presente en diversas regionales cenetistas, como Galicia, Asturias o Andalucía, y
en algunos sectores de la FAI, como la madrileña. En los meses finales de
1933, en el contexto de la nueva insurrección, además de los intentos asturianos por llegar a un acuerdo con la UGT regional, fracasados por la oposición
del comité nacional ugetista, en Galicia se celebró una consulta sobre la necesidad de “llegar a un frente único para derrotar al fascismo y derrocar el régimen burgués” que arrojó un resultado favorable a formar organismos unitarios CNT-UGT297. Aunque los movimientos internos que más nos interesan,
por su relación con Orobón, son los que se produjeron en Madrid.
296 En “Acta que el Comité Regional de Asturias hace circular para justificar su adhesión al
Frente Único. Reseña de las tareas del Pleno Nacional de Regionales celebrado en Barcelona los días 10, 11 y 12 de febrero de 1934”, Gijón, 24 de febrero de 1934, en ACNCNTIIHS, micro 262.
297 Boletín de la Confederación Regional de Galicia, s.n., abril 1934. En ACNCNT-IIHS,
micro 174.
115
Dos fueron los llamamientos a la formación de una plataforma con los
socialistas: de un lado, el grupo anarquista, integrado en la FAI, Los
Intransigentes, elaboró un escrito en el que expresaba las bases para llegar a
una “inteligencia con los socialistas”; de otro, el comité regional de la CNT
del Centro, remitió una nota a la prensa en la que proponía abrir un debate en
los sindicatos sobre la conveniencia de llegar a un entendimiento con la UGT.
Ambos llamamientos tuvieron abundantes consecuencias. En el primer caso
fue el origen de una escisión que dividió a los grupos anarquistas madrileños
durante prácticamente toda la Segunda República. El segundo fue el motivo
para que, por primera vez, se tratara la cuestión en un Pleno Nacional de
Regionales cenetista.
Como sabemos, al grupo Los Intransigentes pertenecían algunos de los
más destacados militantes del anarcosindicalismo madrileño, todos ellos muy
cercanos a Orobón Fernández. Son los casos, por ejemplo, de Miguel
González Inestal o Benigno Mancebo298. Un total de dieciocho miembros del
centenar que formaban los entre diez y diez y siete grupos, dependiendo del
momento, adheridos a la FAI madrileña299. En diciembre sus componentes
redactaron un texto al que denominaron “Proyecto de dictamen sobre la con-
298 Además de los datos de la nota 159, Benigno Mancebo Hernández (1906-1940) era un abulense que se trasladó junto con su familia a la Argentina donde se incorporó al círculo de
Abad de Santillán y López Arango. Aficionado al teatro fue detenido por los militares en
1930 y deportado a una isla. Después fue expulsado del país y enviado a España. A su llegada fue detenido y obligado a hacer el servicio militar. Durante los años republicanos colaboró intensamente en la prensa libertaria, además de fundar El Libertario. Durante la revolución ocupó un puesto en el Comité de Salud Pública de Madrid y perteneció a la comisión
encargada de la conservación del patrimonio nacional. Detenido en Alicante en 1939 fue
fusilado. Miguel González Inestal (1904-199?) Fue uno de los muchos miembros de una
familia de origen salmantino que militaron en el anarquismo. Exilado en Francia durante la
dictadura de Primo de Rivera, a su regreso a España se convirtió en uno de los más importantes miembros del sindicato de la Construcción de la CNT de Madrid. Dedicado en exclusiva a la militancia sindical durante los años treinta fue redactor del periódico CNT, ejerció
labores sindicales en San Sebastián y Canarias y fue un asiduo orador en las giras de mítines. Durante la revolución ocupó importantes puestos en el ejército y se mostró decididamente partidario de la colaboración política. En 1939 se exiló en Francia y, después, en
diversos países americanos. Regresó a España a mediados de los años setenta, participó en
la reorganización de la CNT y, cuando la ruptura de 1979, se alineó con los impugnadores
del congreso.
299 Por la documentación que se conserva en el IIHS de Amsterdam del Comité Peninsular de
la FAI (microfilm 149) conocemos la mayoría de sus nombres y componentes, además de
”Los Intransigentes”, con 18 miembros, estaban “Los Libertos” (Feliciano Benito y Melchor
Rodríguez), con 11; “Jóvenes Rebeldes” (Jaime Escalera y Nicanor González), con 5; “Adelante” (David Antona y Manuel Moreno) con 7; “Los de siempre” (Emilio Arnero), con 8;
“Productor” (Pedro Falomir y Ángel Morón), con 6; “Acción y Silencio” (Antonio García
Maroto y Julián Rodríguez, con 8; “Irredentos”, con 4; “Los Hermanos”, con 5; “Los Rebeldes”, con 7; “Acción y Cultura”, con 7; “Los desconocidos”, con 10; “Los Impacientes”, con
3 y “Actividad”, con 7.
116
veniencia de ir a una inteligencia con los elementos socialista a fin de garantizar el triunfo de la futura revolución”. Dividido en cinco partes, comenzaba
con unas “consideraciones generales”, continuaba analizando “nuestro error
fundamental” y “la enseñanza del pasado movimiento revolucionario” y finalizaba exponiendo las bases por las que consideraban necesario una “colaboración con los socialistas” y “las condiciones mínimas” para alcanzarla300.
La introducción consideraba lógico que la unión de quienes tenían la
misma finalidad era lógica. Así se podían enfrentar con más posibilidades de
éxito contra “un estado de cosas asentado de muchos años, con instituciones
y fuerzas coercitivas armadas”. Desde antiguo habían existido problemas que
habían impedido la unidad. Entre ellos el colaboracionismo político del socialismo y el autoritarismo comunista. En España, la colaboración con los socialistas había sido imposible por su estrecha colaboración con las distintas
modalidades -monarquía, dictadura y, ahora, república- del estado capitalista.
Pero, tras dos años de régimen republicano, las últimas ilusiones del PSOE y
la UGT en esa vía se habían desvanecido. Esto les había obligado a cambiar
el rumbo y escorarse hacia la izquierda para no quedar anulados. La CNT, y
el anarquismo, se habían beneficiado de la situación. Pero no tanto como
podía haber sucedido.
Así había ocurrido en el caso de los campesinos, cuando los afiliados a las
secciones de la tierra de la UGT se habían radicalizado. En ese momento los
anarquistas debieron haber supeditado todas sus actividades a las de transmitirles el concepto y las prácticas revolucionarias ácratas. No sólo para atraerse a los millares de afiliados ugetistas sino también porque los grupos reaccionarios habían emprendido el camino fascista. Sin embargo, se siguió realizando propaganda “de relleno” olvidando que la CNT sólo era fuerte en las
regiones donde predominaba el jornalero, mientras que en las otras catorce
provincias de la meseta apenas tenían incidencia. Al volcarse en el proletariado industrial se había olvidado que faltaban importantes fuerzas para encarar
con éxito un intento revolucionario. Ese error había sido el causante del fracaso del último movimiento de diciembre y, en su opinión, traído a un primer
plano una pregunta fundamental: ¿pueden la CNT y el anarquismo militante
hacer ellos solos la revolución?.
Su respuesta era que no. Sin controlar la meseta el estado siempre tenía la
posibilidad de utilizar las fuerzas de orden público. La única forma de evitarlo era llegar a un acuerdo con los socialistas que sí estaban implantados en esa
región. Ahora bien, llegar a un pacto no significa entregarse incondicionalmente. Por el contrario, opinaban que les resultaría beneficioso al ser los anarquistas indispensables para cualquier movimiento revolucionario. El momen-
300 Una copia del manuscrito, fechado el 25 de diciembre de 1933, se encuentra en el ACPFAIIHS, microfilm 149.
117
to era oportuno porque los socialistas estaban desengañados de alcanzar el
poder mediante medios democráticos y estaban también interesados en cerrar
paso al fascismo. Tenían la experiencia en Alemania. En conclusión socialistas y anarquistas se necesitaban mutuamente por lo que se podría discutir el
contenido de la alianza y fijar las condiciones que garantizaran la influencia
ácrata en los acontecimientos que, con toda seguridad, se derivarían de la cooperación entre los dos sectores obreros que aglutinaban a la práctica totalidad
del obrerismo español. ¿Cuáles eran los requisitos que consideraban Los
Intransigentes mínimos?
En primer lugar, encontrar las fórmulas para evitar que la revolución degenerara en un golpe de estado autoritario, fuera socialdemócrata o bolchevique.
Su propuesta era la de acordar una plataforma previa a cualquier colaboración. En ella se recogería que las actividades conjuntas deberían tener, inexcusablemente, una finalidad revolucionaria; que en ellas no podrían participar
más que las fuerzas proletarias; que todas las actuaciones estarían controladas
directamente por la UGT y la CNT a través de un comité revolucionario formado proporcionalmente al número de afiliados; que tras el hecho revolucionario se disolverían inmediatamente las instituciones burguesas; que se
emprendiera inmediatamente el acopio de armas por parte de ambos sindicatos; que tras el hecho revolucionario se expropiarían las industrias que se
entregarían a los sindicatos para la reorganización económica y, finalmente,
se confiscarían las tierras que pasarían a los municipios.
Este dictamen lo hizo suyo a los pocos días el comité regional de la
Federación Anarquista de Centro301 y fue el origen de que los grupos madrileños se dividieran en dos facciones, prácticamente irreconciliables, pro y anti
aliancistas. Fragmentación que terminó con su paralización y práctica disolución302. Hasta mediados de enero de 1936 existieron dos comités regionales y
sólo se pudo convocar un pleno de los grupos madrileños, con asistencia de los
dos sectores, tras la intervención del comité peninsular que envió a un delegado para solventar los problemas. Porque si bien es cierto que fue la cuestión de
la unidad con los socialistas la que desencadenó el conflicto, la realidad era que
301 La práctica totalidad de los grupos de la Federación Anarquista de Centro estaban en
Madrid. Un informe que el comité regional presentó al pleno peninsular celebrado en 1932,
aseguraba que casi la mitad de la treintena de grupos que la formaban eran madrileños. En
ACPFAI-IIHS, microfilm 149. Sobre la FAI se puede consultar Juan Gómez Casas, Historia de la FAI, Madrid, Zyx, 1977.
302 Los grupos partidarios de llegar a acuerdos con los socialistas fueron “Los Intransigentes”,
“Los Libertos”, “Productor”, “Acción y Silencio”, “Los Irredentos” y “Jóvenes Rebeldes”.La trayectoria y vicisitudes del anarquismo organizado madrileño desde 1934 hasta
1936 se pueden seguir en detalle a través de la correspondencia de los dos comités regionales con el peninsular, los informes y otra documentación que se conserva en el IIHS-APFAI,
microfilm 149.
118
existían otros asuntos que también envenenaban la situación: cuestiones personales, por actuaciones como las gestiones de Melchor Rodríguez y
Celedonio Pérez ante el ministro de la Gobernación para solicitar que pusiera
en libertad a los presos gubernativos, que habían desencadenado toda una serie
de ataque e insultos o, finalmente, el tema de los atracos303.
De otro lado, el comité regional de la CNT, cuyo secretario era Feliciano
Benito, miembro del grupo “Los Libertos”304, redactó una circular, que publicó el periódico madrileño La Tierra, pidiendo la opinión de los sindicatos
sobre un posible pacto con otras fuerzas obreras. Las respuestas fueron llegando durante las semanas siguientes, antes de que se celebrara el Pleno
Nacional de Regionales convocado para mediados de febrero. Así la delegación de Centro que acudió a él llevó el mandato de que la CNT publicara un
comunicado llamando a la UGT a ir conjuntamente a la revolución305.
Casi simultáneamente, aunque unos días antes de que Orobón publicara su
conocido artículo, una comisión del comité nacional de la CNT, en la que participaba su secretario nacional el sevillano Manuel Rivas306, se desplazó a
Madrid para entrevistarse con Lerroux, presidente del gobierno. El motivo era
conocer sus intenciones sobre la situación de los presos confederales, cuando
había empezado a hablarse de una posible amnistía para los derechistas implicados en la sublevación del general Sanjurjo de agosto de 1932. El jefe del
Partido Radical les dijo que estaría condicionada a la posición que los anarcosindicalistas adoptaran ante la ley de asociaciones y la cuestión del frente
único. Les vino a decir que si aceptaban la primera y renunciaban al segundo
303 Esta cuestión, como tantas otras referentes al anarquismo español, está por estudiar. Profundizar en ella nos proporcionaría un panorama mucho más claro del que actualmente tenemos
sobre el desarrollo del anarcosindicalismo en Madrid y su expansión que terminó por quebrar la tradicional hegemonía socialista en la ciudad. Sobre las gestiones ante las autoridades se puede consultar José Luis Gutiérrez Molina, Crisis burguesa y unidad obrera. El sindicalismo en Cádiz durante la Segunda República, Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo,
1994, págs. 339.
304 Como en el caso del grupo “Los Intransigentes” en “Los Libertos” militaban algunos de los
más conocidos militantes anarcosindicalistas de Madrid. Entre ellos, además de Benito, Avelino González Mallada, Melchor Rodríguez, Santiago Canales, Francisco Trigo, Francisco
Tortosa, Manuel López y Celedonio Pérez.
305 Sobre la circular de la regional cenetista de Centro, la respuestas de las federaciones locales
y el comunicado propuesto en el pleno se puede consultar José Luis Gutiérrez Molina, Crisis burguesa y unidad obrera. El sindicalismo en Cádiz durante la Segunda República,
Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo, 1994, págs.36-39.
306 Manuel Rivas fue un conocido militante de la FAI y de la CNT que, nacido en Sevilla, militó especialmente en Barcelona. Desde junio de 1930 perteneció al comité nacional de CNT.
En 1932 fue nombrado secretario nacional en sustitución de Ángel Pestaña. Tuvo una confusa actuación en la insurrección de enero de 1933 dada su triple condición de miembro del
comité peninsular de la FAI y secretario del comité nacional de Defensa y de la CNT.
Durante la revolución estuvo muy cercano a las posiciones de García Oliver y ocupó diversos puestos en el Comité de Milicias y la Generalitad catalana. Emigró a México y abandonó el anarcosindicalismo. Tras un fugaz paso por el republicanismo terminó en el PCE.
119
buscaría las fórmulas para liberar al máximo número de encarcelados307. No
hay que descartar que las confusas explicaciones que se dieron sobre el
encuentro, espolearan a los partidarios de la unidad de acción con la UGT, y
el artículo de Orobón vino a darles alas. Lo que sí es seguro, como se ha visto
ya, y se ampliará más adelante, es que su decida actitud aliancista, sus relaciones con el SUC madrileño y la resonancia del artículo de La Tierra, determinaron la detención de Orobón Fernández en marzo.
Como es conocido, el artículo se publicó en dos entregas308. En la primera, planteaba los principios en los que fundamentaba la propuesta concreta
que desarrollaba en la segunda. Partía de la necesidad de una acción conjunta obrera ante el peligro fascista. Las fracasadas insurrecciones cenetistas de
los meses anteriores sólo habían tenido un carácter defensivo, en un momento en el que las salidas eran o la revolución o el fascismo. Reflexión que,
como se ha visto, llevaba ya unos meses exponiéndola. Era algo que los trabajadores, instintivamente, sentían y, por ello, pedían una alianza de clase
que, en la práctica, era ya un hecho que necesitaba ser completado con una
“pronta y eficaz estructuración orgánica” y, lo que era mucho más importante, una plataforma de acción.
A continuación retomaba el análisis del desplazamiento de la burguesía
española hacia el fascismo. Sólo las insurrecciones de los meses anteriores, y
la fuerte abstención de noviembre, habían logrado que los planes de la toma
“legal” del poder por los fascistas se hubieran aplazado momentáneamente.
Pero, además, enero y diciembre de 1933, habían conseguido dar la voz de
alarma y poner en el candelero, de forma seria, la necesidad de la unidad revolucionaria. La represión contra la CNT era sólo el anticipo de la que recaería
sobre toda la clase obrera una vez que la burguesía olvidara por completo sus
divisiones políticas y actuara como clase. A la unión burguesa había que responder con la unidad obrera y quien pusiera impedimentos tendría la responsabilidad de la segura derrota. En todo caso, afirmaba, mejor que ésta era una
victoria, aunque fuera parcial, basada en un programa conjunto que recogiera
307 El comité nacional de la CNT informó de la visita en el Pleno Nacional de Regionales celebrado en febrero de 1934. El viaje de la comisión, formada por Vicente Pérez Combina, Juan
García Oliver, Francisco Ascaso Abadía y Manuel Rivas, estuvo envuelto en diversas vicisitudes. Todos ellos se encontraban en libertad provisional y pidieron garantías de que no
serían detenidos. Lerroux se las ofreció y cumplió. Ascaso fue detenido a su llegada a la
capital y puesto en libertad a las pocas horas. En “Informe del comité nacional de la CNT
sobre la gestión realizada por él el día 20 de enero de 1934”, ACNCT-IIHS, microfilm 261.
308 Valeriano Orobón Fernández, “Alianza Revolucionaria, ¡Sí! Oportunismo de banderías,
¡No!” y “La plataforma de la alianza”, en La Tierra, Madrid, 29 y 31.1.1934. La primera
entrega fue reproducida de nuevo el día 30 porque la edición del anterior la recogió la policía y apenas se distribuyó. La influencia del artículo en la revolución asturiana de octubre en
David Ruiz, Insurrección defensiva y revolución obrera. El octubre español de 1934, Barcelona, Labor, 1988.
120
las aspiraciones mínimas de las distintas fuerzas obreras. Pensaban que eran
dos los puntos sobre los que se podría llegar, sin dificultad, a un acuerdo: la
destrucción del capitalismo y la socialización de los medios de producción.
La espontánea unión de los trabajadores, recordemos lo ocurrido en
Madrid durante la huelga de la construcción de octubre-noviembre de 1933,
había originado el desconcierto en algunos sectores de la CNT. Era lógico,
como también lo eran sus recelos. Pero tenían que darse cuenta de que, en el
último trimestre, se había producido un cambio profundo en la situación
social y política española. Tres eran los elementos que podían definirlo. En
primer lugar, la invalidación de la revolución política de abril de 1931. La
democracia había sido abandonada por sus defensores. En segundo lugar, la
burguesía se había radicalizado hacia el fascismo. En tercer lugar, finalmente, los socialistas se habían desplazado, tanto en la teoría como en la práctica,
hacia posiciones auténticamente de clase. Ahora, a comienzos de 1934, el
campo de la lucha de clases había quedado despejado. La socialdemocracia o
seguía el camino de Alemania e Italia, o recuperaba sus posiciones obreras.
Parecía que así era porque en las filas de la UGT había empezado a hablarse
de coincidencias y necesidades tácticas. La respuesta que proponía a esos llamamientos era la “unidad revolucionaria para realizaciones revolucionarias”.
Orobón llevaba los suficientes años en la lucha social y sindical para saber
que un radicalismo verbal no tenía porqué corresponderse con una acción
decididamente revolucionaria. Además, estaban las cuestiones pendientes del
paso de los socialistas por el gobierno y sus enfrentamientos por ocupar el
espacio sindical. Estaban muy recientes el apoyo del PSOE a las leyes represivas promulgadas y su actitud ante sucesos como los de Casas Viejas. Para
convencer a los más reacios les decía que la situación era tan grave que necesitaban hacerse tripas corazón y poner por encima de cualquier otra consideración aquello que sirviera para beneficiar a la revolución. La primera de
todas era la honradez, en procedimientos e intenciones, de los participantes en
la alianza. Todavía el PCE continuaba atacando a la CNT, calificaba de pustch
el movimiento de diciembre a la vez que se adjudicaba su protagonismo. Los
socialistas no debían secundarles. UGT y CNT debían restablecer su franqueza, cordialidad y respeto mutuo. Los ataques de unos y otros tenían que cesar
y, sobre todo, el PSOE no debería dejarse llevar por los cantos de sirena de
una supuesta recomposición democrática. Sería como la mejoría del moribundo antes de dar el último suspiro. La clase obrera no podía estar perdiendo el tiempo en la cabecera del lecho mortuorio de la democracia. Tenía que
trabajar para acabar con el tinglado capitalista mediante su unidad revolucionaria en torno a una “plataforma de alianza”. A explicitarla dedicó su segunda entrega.
Comenzaba afirmando que ni las bases doctrinales del socialismo, ni del
anarcosindicalismo, servían para conformar la plataforma. Las circunstancias
concretas exigían que todos sacrificaran “particularismos” teóricos. Era pre121
ciso encontrar un terreno neutral, suficientemente firme para resistir los conflictos que pudieran surgir. La táctica no debía ser problema. El escollo, en
todo caso, estaría en la orientación a seguir tras la revolución: los socialistas
pretendían la “conquista íntegra del estado”, los comunistas “la dictadura del
proletariado” y los anarcosindicalistas el “comunismo libertario”. Para empezar, proponía, había que rechazar cualquier “conquista del poder” o dictadura. Los obreros desconfiaban, con razón, de los meros trueques de poder y
exigían transformaciones tangibles, positivas y profundas. Porque en el objetivo final, el establecimiento de un régimen sin clases ni estado, todos estaban
de acuerdo. Así que, únicamente, deberían formarse los “órganos coercitivos
indispensables para encauzar la labor revolucionaria”. Al capitalismo no se le
aplastaba con una “dictadura crónica”, sino utilizando adecuadamente la violencia revolucionaria, tal como preconizaba Bakunin.
La voluntad del proletariado se expresaría mediante lo que denominaba
“democracia obrera revolucionaria”. La inspiración la encontraba en los consejos obreros bávaros de 1919. En ellos participaron desde socialistas de
izquierdas a anarquistas. Serían órganos de gestión social directa del proletariado que frenarían cualquier veleidad dictatorial y garantizarían la revolución. El instrumento político revolucionario no tenía tanta importancia,
mucho más lo era la economía. Resultaba paradójico que quienes debían dar
más importancia a las cuestiones económicas, por sus teorías, no lo hicieran.
Orobón aseguraba que el afianzamiento de la revolución dependía de la rapidez de la articulación “racional” de la economía. Lo esencial era la socialización de los medios de producción y levantar la economía. Actuaciones que no
serían tarea de ningún poder político, sino de sindicatos y comunas. Aunque
pensaba que no se podían adelantar todos los problemas que surgirían en el
trascurso de la revolución, sí creía posible establecer unas directrices generales de la plataforma de alianza.
En primer lugar, un acuerdo táctico revolucionario formado exclusivamente por las organizaciones obreras. Quedarían excluidas cualquiera de las
organizaciones burguesas, incluyendo las de extrema izquierda. Su finalidad
sería derribar al capitalismo, mediante la huelga general y la insurrección
armada. En segundo lugar, todas las fuerzas firmantes de la alianza aceptarían la democracia obrera revolucionaria como factor determinante del nuevo
régimen. En tercer lugar, los firmantes se comprometían a la socialización
inmediata de todos los elementos de producción, transportes, vivienda y
finanzas. Los parados serían reintegrados a la producción que se intensificaría y sería distribuida de forma equitativa. En cuarto lugar, serían los ayuntamientos y sindicatos, textualmente las “organizaciones municipales” e “industriales”, estos últimos federados por sector y confederadas nacionalmente,
quienes mantendrían la unidad y estructuración de la economía. Finalmente,
en quinto lugar, cualquier órgano ejecutivo que fuera necesario crear estaría
controlado, sería elegido y revocado por el pueblo en cualquier instante.
122
De todas formas Orobón no consideraba sus planteamientos inalterables.
Podían modificarse o plantearse otros diferentes. Pero lo que sí era irrenunciable era la firma de un pacto previo que garantizara el cumplimiento de las
bases firmadas. Dejaba así todas las puertas abiertas tanto para las otras fuerzas obreras como para las críticas que, con toda seguridad, iba a recibir desde
el interior de la CNT. Pero, decía, que no le iba a importar que se le tachara
de hereje, que lo que estaba en juego era la misma revolución, no una discusión sobre principios que no son mandamientos de ninguna ley, sino fórmulas
ágiles para captar y moldear la realidad. Su propuesta, evidentemente, no
garantizaba el comunismo libertario, pero sí la derrota del fascismo y una
democracia proletaria que sería la puerta de acceso a la revolución proletaria.
En todo caso, y con ello concluía el artículo, siempre sería mejor “más positivo que la metafísica pura y las teorías del monopolio y el milagrerismo revolucionario. “La franqueza no es delito”.
La propuesta no significaba ningún giro brusco del pensamiento de
Valeriano. Todos los elementos estaban ya presentes con anterioridad. Su
impacto lo produjo que se trató de la primera manifestación realizada, de
forma concreta, por un cenetista cuya consideración saltaba más allá de las
fronteras de la Confederación. Era una figura prestigiosa en el mundo intelectual y sus conocimientos no los ponían en duda ni sus enemigos. Por ello
sobresalió por encima de las otras manifestaciones de aliancismo ya vistas y
originó una viva polémica que comenzó en el periódico madrileño y continuó,
durante todo el año 1934, en las páginas del CNT, cuando reapareció en verano309. Además, facilitó argumentos para los defensores del aliancismo en el
Pleno Nacional de Regionales que la CNT celebró en Barcelona a mediados
de febrero.
En esa reunión, el máximo órgano relacionador de la CNT entre congresos, se analizaron los sucesos de diciembre de 1933 y los problemas de organización que habían existido. Quien tomó la iniciativa en criticarlos fue el
representante de la AIT presente. Por esas fechas, Orobón se había reincorporado al secretariado, para sustituir a Carbó encarcelado. Los otros eran el
holandés Müller y Schapiro. Las actas del pleno que se conservan no indican
el nombre de los intervinientes. Seguramente no fue Orobón, pero sus intervenciones podrían, igualmente, haber sido hechas por él. Dijo que se había
cometido un error de interpretación. El triunfo electoral derechista no significaba la llegada inmediata del fascismo. Lerroux representaría el papel de
Brüning en Alemania. La insurrección había sido precipitada. Ni existían las
condiciones psicológicas en las masas, ni la CNT tenía la fuerza suficiente.
309 Para estas polémicas se puede consultar José Luis Gutiérrez Molina, Crisis burguesa y unidad obrera. El sindicalismo en Cádiz durante la Segunda República, Madrid, Fundación
Anselmo Lorenzo, 1994, págs. 293-294.
123
Por eso, viendo el giro que estaba realizando la UGT, proponía que se le efectuara un llamamiento en el que, sin hacer referencia a la conducta pasada de
los socialistas, se le explicara la necesidad de defenderse contra el fascismo,
el engaño que era para los trabajadores la república y se le propusiera una
acción revolucionaria conjunta. Propuestas casi coincidentes con las que el
vallisoletano había efectuado unos días antes.
Después, fueron los delegados gallegos los que retomaron los argumentos
aliancistas. Informaron que entre sus afiliados se extendía la necesidad de formar un frente único obrero. Hasta tal punto que, si la organización regional no
apoyaba su creación, se corría el riesgo de perder el control de los militantes
y, sobre todo, reducir la influencia de las ideas libertarias. Como Orobón, no
estaban de acuerdo con la idea de que la “unidad obrera se haría en la calle”,
era preciso preparar la revolución definiendo los objetivos inmediatos y firmando un pacto previo con las demás fuerzas obreras. A éstos le siguió el
delegado de la regional Centro que insistió en que se hiciera un llamamiento
unitario a la UGT.
La oposición de las regionales más importantes, como Aragón, Cataluña o
Andalucía, hizo fracasar la propuesta, a la que se sumó Asturias. Aunque en
el dictamen aprobado se emplazó a la UGT a que manifestara cuales eran sus
intenciones revolucionarias. Era un primer paso que ya no tendría marcha
atrás. Los acontecimientos de octubre de 1934, la represión derechista y la
evidencia de los avances fascistas terminaron por convencer a los más reticentes. En el Pleno Nacional de junio de 1934, a pesar de los ataques a la
regional de Asturias, por el pacto que había firmado con la UGT en marzo, no
se tomó ningún acuerdo contra ella. El temor a una nueva escisión y la constatación de que la corriente aliancista había aumentado provocó que se decidiera convocar una conferencia nacional de sindicatos sobre la cuestión310.
Unas semanas después del pleno de febrero, el SUC madrileño entró de
nuevo en conflicto por el incumplimiento por la patronal de los acuerdos de
noviembre de 1933. Como en la ocasión anterior, aunque ahora desde el principio, los sindicatos ugetista y cenetista fueron unidos. El sábado cuatro de
marzo en las obras no se pagaron las cuarenta y ocho horas, aunque se hubieran trabajado cuarenta y cuatro. El lunes seis comenzó una huelga general del
sector que fue respondida con un lock-out patronal. Durante los días siguien-
310 Las discusiones del pleno, celebrado en Madrid, en “Actas del Pleno Nacional de Regionales celebrado los días 23 a 26 de junio de 1934 en Madrid”, ACNCNT-IIHS, microfilm 262.
Para un desarrollo de las posiciones cenetistas ante la cuestión de la alianza obrera hasta el
acuerdo de Zaragoza de 1936, se puede consultar José Luis Gutiérrez Molina, Crisis burguesa y unidad obrera. El sindicalismo en Cádiz durante la Segunda República, Madrid,
Fundación Anselmo Lorenzo, 1994, págs. 31-60. Sobre los planteamientos de las otras organizaciones obreras y la bibliografía existente, el mismo trabajo páginas 60-70 y el apartado
de Fuentes y bibliografía, páginas 455-461.
124
tes, el comité de huelga se entrevistó con el ministro de la Gobernación
Salazar Alonso sin que éste pudiera, siquiera, convencer a los patronos de sentarse a negociar311. La unidad de acción CNT-UGT se rompió a las dos semanas. La UGT terminó aceptando el laudo ministerial emitido y los patronos
permanecieron remisos en abonar la diferencia de salario. Además, con la lección aprendida de la ocasión anterior, las autoridades no permitieron la campaña de agitación del SUC. El local del sindicato, en la calle Fuencarral, fue
clausurado y se efectuaron numerosas detenciones con el pretexto de los
petardos que estallaron a las puertas de diversas obras. Uno de los encarcelados fue Orobón Fernández.
Ya se han comentado las circunstancias de su prisión y las manifestaciones de Salazar Alonso sobre el peligro que suponía la acción de Orobón y sus
propuestas unitarias. La entrevista de enero del comité nacional de la CNT y
Lerroux se había desarrollado en esa misma dirección. Las semanas de cárcel
deterioraron irreversiblemente la ya débil salud del vallisoletano. Como se ha
citado, el artículo de La Tierra se convirtió en el testamento de un militante
que ya no volvió a intervenir ni de forma pública ni interna. Sin embargo, la
antelación y claridad con la que había expuesto el desarrollo posterior de los
acontecimientos revalorizó su figura. La oposición a la sublevación y su fracaso abrió un periodo revolucionario en el que la base unitaria jugó un papel
decisivo. Hasta que el Estado republicano, con el apoyo incondicional de la
Unión Soviética y su representante español, el PCE, logró, a duras penas,
reorganizarse. La revolución se convirtió en una guerra que terminó perdiéndose. Al cese de las operaciones bélicas de frentes, le sucedió la victoria fascista. España se convirtió en un inmenso cementerio en donde la única paz
que existía era la de los miles de fusilados y fallecidos por las miserables condiciones de vida.
Como en tantos otros casos, la obra de Orobón se perdió casi por completo. Su biblioteca y archivo fueron saqueados en las operaciones de los alrededores de Madrid. Sus restos, enterrados en el cementerio de Aravaca, desaparecieron durante la destrucción que sufrió la necrópolis en las operaciones
bélicas. Pero los rastros de su intensa actividad, en prensa y documentación,
permaneció. Como su recuerdo durante la revolución, la guerra y, aún, en la
derrota y el exilio. Después, tras la muerte del dictador, transformadas las instituciones franquistas en otras que sustentan el actual régimen parlamentario,
la figura de Valeriano Orobón Fernández, como la del anarcosindicalismo en
general, fue sometida al acoso y derribo de los que se consideraba un peligroso enemigo. Una vez que se ha creído conjurado, el manto del silencio se
ha extendido. Todo lo más, en algunas investigaciones especializadas se hacen
311 El desarrollo del conflicto en La Tierra, Madrid, 2.3. a 1.4.1933. El comité de huelga estaba formado por David Antona, Julián Fernández y Germán Clemente por el SUC y Edmundo Domínguez, Luis Gil y Manuel Pedroche por la FLE de la UGT.
125
referencias, como una rareza, a quien abanderó una “tercera vía”. Ni una palabra, todavía, a que, con su excepcionalidad, como en todos los casos, la figura de Orobón no fue sino la representación de unos hombres, y un movimiento cultural y sindical, capaces de construir una alternativa real a la injusta, desigual e insolidaria sociedad en la que vivimos.
126
III. INVENTARIO DE LA OBRA
DE VALERIANO OROBÓN FERNÁNDEZ
Para la elaboración de este inventario de la obra publicada, de la que tengo
conocimiento, de Valeriano Orobón Fernández he utilizado el criterio de dividirla en dos grandes apartados: obra propia y traducciones. A su vez, éstos
están subdivididos en libros y folletos y escritos aparecidos en diarios y periódicos. En todos los casos están ordenados por su fecha de publicación. Con
toda seguridad no es completo. La dispersión y la falta de colecciones completas han sido obstáculos que no he podido superar. De todas formas, pienso
que en este centenar de entradas está la mayoría y, sobre todo, los más importante de sus escritos.
I. OBRA PROPIA
1. Libros y folletos
España. Un año de dictadura, París, Grupo Internacional de Defensa
Anarquista, 1924 [atribuido por Antonio Elorza]
“Prólogo” a Emile Armand, Reflexiones de un anarquista individualista.
Realismo e idealismo mezclados, París Librería Internacional, 1926
Durruti, Ascaso, Jover, Buenos Aires, Ediciones Antorcha, 1927 [atribuido por Abel Paz]
Sturm uber Spanien [Tormenta sobre España],Berlín, Der Syndikalist,
1931 [IIHS, Amsterdam]
“Prólogo” a Achille Dauphin-Meunier, Bases de una economía anarcocomunista, Valencia, Biblioteca Social-Revolucionaria, s.a. [BNE, Madrid]
La CNT y la Revolución. Texto de la conferencia pronunciada el 6 de abril
de 1932 en el Ateneo de Madrid, Madrid, Ediciones El Libertario, 1932
[Prólogo de Ramón J. Sender] [ IIHS, Amsterdam y AHN, Salamanca]
127
La CNT y los comunistas españoles. Intervención de V.Orobón Fernández
en el mitin de controversia celebrado en el teatro Fuencarral de Madrid el
domingo 27 de febrero de 1932, s.f. [1936-1937], s.l. [IIHS, Amsterdam]
2. Diarios y periódicos
Acción, París
“Economía libertaria de la revolución. La reorganización de la producción” (nº. 5-6, diciembre, 1925)
“Nuestra obra” ( nº 7, enero, 1926)
Almanaque de La Novela Ideal, Barcelona
“Max Nettlau” (de 1928)
CNT, Madrid
“Quince años de bolchevismo. Perspectivas internacionales” (14.11.1932)
“La sombra de Bismarck. Perspectivas internacionales” (15.11.1932)
“Hoover y Roosevelt. Wall Street. Perspectivas internacionales”
(16.11.1932)
“Trampas de guerra. Perspectivas internacionales” (17.11.1932)
“El Congreso de Ottaking. Perspectivas internacionales” (19.11.1932)
“Manchukuo. Perspectivas internacionales” (21.11.1932)
“Hitler ante portas. Perspectivas internacionales” (22.11.1932)
“Stalin, discípulo de Taylor. Perspectivas internacionales” (23.11.1932)
“Gobierno socialista en Suecia. Perspectivas internacionales”
(24.11.1932)
“España y la política de alianzas” (28.11.1932)
“La avaricia rompe el saco. Perspectivas internacionales”, (30.11.1932)
“Bola de sebo” (2.12.1932)
“Schleicher, el reptante. Perspectivas internacionales” (5.12.1932)
“Economía dirigida. Perspectivas españolas” (7.12.1932)
“Los triunfos diplomáticos de la República” (9.12.1932)
“La pequeña entente, gran peligro de guerra. Perspectivas internacionales”
(19.12.1932)
“Eduardo Bernstein” (21.12.1932)
“Perspectivas hispano-mexicanas. El empréstito a Méjico o el sacrificio
por Guzmán” (26.12.1932)
“Rodolfo Rocker” (25.3.1933)
“Conquistadores conquistados” (10.4.1933)
“Cristo en Casas Viejas” (15.4.1933)
“Balances y perspectivas” (29.4.1933)
128
“Reflexiones sobre la pasada huelga general. Otra vez en la brecha”
(29.5.1933) [Publicado de nuevo el 30 por recogida de la edición anterior]
“Por la verdad” (17.6.1933)
Construcción, Madrid
“En marcha” (4.7.1936) [Publicado originalmente en ¡Rebeldía! (Madrid),
abril, 1934]
Liberación, Barcelona
“La reorganización de la producción” (nº11, junio 1936 [Nueva edición
del artículo publicado en 1925 en Acción de París]
El Libertario, Madrid
“Tecnicismo y revolución” (21.5.1933)
El Luchador, Barcelona
“Por los anarquistas y anarco-sindicalistas presos en Rusia” (8.5.1931)
Orto, Valencia
“Aspectos internacionales de la cuestión agraria” (nº 1, marzo, 1932)
La Revista Blanca, Barcelona
“Un nuevo libro de Max Nettlau” (15.5.1927)
“La conferencia de Ginebra y el desequilibrio económico capitalista”
(1.7.1927)
“En torno a los sucesos de Viena. El dolor de una tragedia inútil”
(1.8.1927)
“La AIT ante las realidades políticas y económicas del presente”
(1.6.1929)
“Una reivindicación urgente. ¡Trabajo para todos!” (1.5.1930)
“Pacto a la vista...” (15.9.1929)
“La situación del obrero internacional. El congreso de la SAC en
Estocolmo (15.9.1929)
“La A.I.T., el problema agrario y los campesinos”, (15.6.1931)
“El Quijote de Lunatscharsky” (15.8.1931)
Revista Internacional Anarquista, París
“A través de los libros. Julio R. Barcos, Libertad sexual de las mujeres”
(nº 3, 15.1.1925)
“A través de los libros. George Vidal, Han Ryner. L’homme et l’oeuvre”
(nº 3, 15.1.1925)
“An-anarquía” subjectivista de Paul Gille” ( nº 3 15.1.1925)
129
“Por o contra la violencia. Controversia entre Han Ryner y André
Colomer” ( nº 5, 15.3.1925)
“Rectificación de Paul Gille y respuesta de VOF” ( nº 5, 15.3.1925)
“A través de los libros. Federica Montseny, La Victoria” (nº 6, 15.4.1925)
Solidaridad Obrera, Barcelona
“Un grito de solidaridad. Por los anarquistas y anarcosindicalistas presos
en Rusia” (20.5.1931)
“Consideraciones sobre la revolución española y la misión de la
Confederación Nacional del Trabajo” (29 y 31.5.1931)
“Cómo informa la prensa rusa sobre España” (2.6.1931)
Solidaridad Obrera, Bilbao
“Por tierras de Castilla. Notas de propaganda” (7.2.1920)
“Por tierras de Castilla. Huelga en Tudela de Duero” (6.3.1920)
“En torno a la dictadura. ¿Soviets o sindicatos?” (6.12.1920)
Suplemento de Tierra y Libertad, Barcelona
Marcha triunfal (A las barricadas), Letra adaptada al español, arreglos a
coro mixto Angel Miret (noviembre de 1933)
Tiempos Nuevos, París
“Reflejos del congreso” (citado por Antonio Elorza, ¿junio, 1925?)
“Teoría y acción. Por nuestra capacidad revolucionaria” [firmado por Juan
de Iberia] (20.8.1925)
“Para “La Protesta” de Buenos Aires. Contumaces en la calumnia”
(10.9.1925)
La Tierra, Madrid
“Alianza Revolucionaria, ¡Sí!, oportunismo de banderías, ¡No!”,
(29.1.1934) [30 de enero reedición del artículo del día anterior por recogida
de la edición]
“La plataforma de la alianza” (31.1.1934)
“Para hacer frente al fascismo que se organiza febrilmente...”,(1.3.1934)
II. TRADUCCIONES
Libros y folletos
Emile Armand, Reflexiones de un anarquista individualista. Realismo e
idealismo mezclados, París Librería Internacional, 1926 [IIHS, Amsterdam;
AHN,Salamanca y Biblioteca Arús, Barcelona]
130
Max Nettlau, Eliseo Reclus (1830-1905): La vida de un sabio justo y
rebelde, Barcelona, Ediciones de la Revista Blanca, s.a., [1928-1929], 2 vols.
[IIHS, Amsterdam, AHN,Salamanca y Biblioteca Arús, Barcelona
Georges Brandes, Las grandes corrientes de la literatura en el siglo XIX,
La Revista Blanca, [1929-1930], 2 vols. [vol. 1: La literatura de emigrantes y
vol.2: La escuela romántica en Alemania] [BNE, Madrid; AHN, Salamanca y
FAL, Madrid]
Isaac Steinberg, Cuando fuí comisario del pueblo. Episodios de la revolución de Octubre, Madrid, Zeus, 1930 [BNE, Madrid y AHN, Salamanca]
Veinte cuentistas de la nueva Rusia, Semionov, Sergio (“El nacimiento del
esclavo”), Babel, Isaac (“Después de la lucha”), Ehrenburg, Ilia (“La cervecería el Descanso Rojo”), Fedin, Constantino (“El alma del perro”), Gladkov,
Fiodor (“El polipo”), *Inber, Vera (“Los intereses de Lala”) ,Ivanov,
Wsievolod (“El niño”), Kollontai, Alejandra (“Hermanas”), Maiakoski,
Vladimir (“New York”), Malyschkin, Alejandro (“El ciclón), Newerov,
Alexander (“Hambre”), Ogniev, Nicolai (“Los favoritos”), Pliniak, Boris
(“Tierra en las manos”), Reissner, Larissa (“Vanderlip en la RSFSR”),
Romanov, Panteleimon (“Tinieblas”), Savitsch, Ovadi (“Los cuatreros”),
Schaginiam, Marietta (“La enfermera Zedrik”), Scholochov, Mijail (“El
Padre), *Seifullina, Lidia (“El instructor de la juvetud roja”), Sosulia, Jefim
(“AK y la humanidad”) en Madrid, Zeus, 1930 [AHN, Salamanca y BNE,
Madrid] [Con asteriscos los cuentos que diferencian la edición de la de
Cuentos soviéticos]
Cuentos soviéticos [Selección, notas y traducción], Babel, Isaac
(“Después de la lucha”), Ehrenburg, Ilia (“La cervecería “El descanso
rojo”),Fedin, Constantino (“El alma del perro”), Gladkov, Fiodor (“El
pulpo”), Ivanov, Wsievolod (“El niño”), Kollontai, Alejandra (“Hermanas”),
Maiakoski, Vladimir (“New York”), Malyschkin, Alejandro (“El ciclón),
Newerov, Alexander (“Hambre”), Pliniak, Boris (“Tierra en las manos”),
Reissner, Larissa (“Vanderlip en la RSFSR”), Romanov, Panteleimon
(“Tinieblas”), Savitsch, Ovadi (“Los cuatreros”), Ogniev, Nicolai (“Los favoritos”), Schaginiam, Marietta (“La enfermera Zedrik”), Scholochov, Mijail
(“El Padre), Semionov, Sergio (“El nacimiento del esclavo”) y Sosulia, Jefim
(“AK y la humanidad”), Madrid, Zeus, 1930 [IIHS, Amsterdam, AHNGC,
Salamanca y BNE, Madrid]
Theodor Plivier, Doce hombres y un capitán, Madrid, Zeus, s.f [1931]
[BNE, Madrid y AHN, Salamanca]
Theodor Plivier, Los coolies del Kaiser, Madrid, Zeus, 1931[Fénix, 1932]
[BNE, Madrid y AHN, Salamanca]
Ludwig Renn, Postguerra, Madrid, Zeus, 1931 [BNE, Madrid y AHN,
Salamanca]
Achille Dauphin-Meunier, Bases de una economía anarco-comunista,
Valencia, Biblioteca Social-Revolucionaria, s.a. [BNE, Madrid]
131
Vera N. Figner, Rusia en las tinieblas (Memorias de una nihilista),
Madrid, Zeus, s.f. [Fénix, 1934] [IIHS, AHN, Salamanca y BNE, Madrid]
Diarios y periódicos
La Revista Blanca, Barcelona
Max Nettlau, “Elías y Eliseo Reclus vistos por sus amigos y camaradas”
(1.8.1925)
Max Nettlau, “Algunas consideraciones sobre el nacionalismo moderno”
(13.3.1927)
Max Nettlau, “Algunos documentos de la Internacional en España (18701881)” (1 y 15.7.1927)
Max Nettlau, “Eliseo Reclus y Miguel Bakunin” (1.9 y 1.10.1927)
AIT, “Lo que nos enseña la última tragedia” (15.11.1927)
“Servicio de la AIT” [Numerosos comunicados, noticias y comentarios del
secretariado AIT] (1928- agosto1930 )
Max Nettlau, “La ilusión religiosa juzgada por el psicoanálisis. Una defensa motivada de “La educación a la realidad” por el profesor Freud” (1.1.1928)
Max Nettlau, “Impresiones históricas sobre el socialismo en España” (15
y 22.11 y 1.12.1928)
Max Nettlau, “Alrededor de la síntesis anarquista”, (1.4.1929)
Max Nettlau, “Cómo sacar al socialismo de su callejón sin salida. Con
algunas consideraciones sobre la obra de Gustav Landauer” (15.6.1929)
Max Nettlau, “Después de un siglo de esfuerzo socialista” (15.7.1929)
Max Nettlau, “Impresiones retrospectivas de decenio en decenio de 1879
a 1929” (15.8.1929)
Max Nettlau, “La solidaridad recíproca como base del socialismo del porvenir” (15.12.1929)
Max Nettlau, “Vías de evolución de la idea anarquista” (15.6.1930)
AIT, “Al proletariado de todos los países. Preparándose contra la guerra”
(15.8.1930)
AIT, “Manifiesto al proletariado mundial. Contra la crisis de trabajo”
(15.8.1930)
Max Nettlau, “Ojeada histórica a propósito del Congreso de la AIT en
Madrid” (15.10 y 1.11.1930)
Max Nettlau, “La crisis mundial y la juventud de esta época” (15.11.1930)
Max Nettlau, “El comunismo anarquista y Pedro Kropotkin (1876-1930)”
(15.1.1931)
Max Nettlau, “Los tres componentes de la ética de Pedro Kropotkin:
apoyo mutuo, justicia y generosidad” (15.2.1931)
Max, Nettlau, “ La Anarquía y la gran causa del progreso humano
(15.3.1931)
132
Max Nettlau, “El socialismo individualizado y la ciencia. Del origen de
los sistemas sociales” (15.4.1931)
Max Nettlau, “Después de un siglo de socialismo (1830-1930). Sobre la
necesidad de un nuevo punto de partida” (15.5.1931)
Max Nettlau, “¿En qué condiciones podrían cooperar el anarquismo y el
sindicalismo?” (15.6.1931)
Max Nettlau, “Los antecedentes del movimiento anarquista español.
Relaciones con la Internacional de 1864” (15.7.1931)
133
IV. ALBUM FOTOGRÁFICO
Dibujo de Mariano Orobón Fernández realizado, por Fresquet en la cárcel madrileña
de San Isidro, en octubre de 1940 (Archivo Familia Orobón)
137
Poesía de Mariano Orobón escrita al dorso del dibujo de Fresquet
(Archivo Familia Orobón)
138
Un joven Valeriano Orobón Fernández (Archivo Familia Orobón)
139
Valeriano Orobón en los primeros años veinte, cuando vivía en Valladolid y había
comenzado a militar en la CNT (Archivo Familia Orobón)
140
Pedro Orobón, hermano mayor de Valeriano con el que mantuvo una intensa relación
(Archivo Familia Orobón)
141
Pedro Orobón en Valladolid durante los años veinte. Como su hermano tuvo una intensa militancia anarcosindicalista (Archivo Familia Orobón)
142
Fotografía tomada por la policía francesa en junio de 1925 a raíz de la detención de
Orobón Fernández para comunicarle la orden de expulsión decretada contra él por
sus intervenciones públicas anti-militaristas.
143
Portada del libro de E.Armand traducido y prologado por Valeriano Orobón en 1926
(Archivo Antonia Fontanillas)
144
Valeriano Orobón fotografiado en una de las casas en las que vivió en Berlín. Sin
fechar, puede corresponder a 1928 (Archivo Familia Orobón)
145
Fotografía de Rudolf Rocker (primero por la izquierda) y Millie Witkop (primera por
la derecha). Fueron dos de los mejores amigos de Valeriano desde su llegada a Berlín
(Archivo Antonia Fontanillas)
146
Senya Flechine y Mollie Steimer dos anarquistas de origen ruso con los que Valeriano
mantuvo una intensa relación. Ambos, bajo la firma de Semo, terminaron destacando
en la fotografía hasta alcanzar renombre internacional (Archivo Antonia Fontanillas)
147
Fotografía de estudio de Hilde Taege debida también a Semo. Valeriano la conoció en
Berlín y se convirtió en su compañera hasta su muerte (Archivo Familia Orobón)
148
Fotografía de estudio de Valeriano de Semo tomada en Berlín en los años veinte
(Archivo Familia Orobón)
149
Pasaporte a nombre de María Ituri con el que Hilda Taege, vivió en Orán tras
la derrota de la revolución española hasta la independencia argelina en 1952.
(Archivo Familia Orobón).
150
Pasaporte alemán de Hilde Taege una vez que recuperó su auténtica identidad en 1977.
151
Hilde Taege en París en los primeros años de la década de los ochenta. Hasta
su muerte mantuvo la relación con la familia Orobón y los medios anarcosin
dicalistas españoles en el exilio.
152
Valeriano Orobón (el primero a la derecha, con el número7, durante la celebración del
mitin nacional que cerró la campaña pro-amnistía en 1933. Junto a él J. Claro Sendón
(1); Miguel González Inestal (2); Melchor Rodríguez (3); José Domenech (4); Vicente
Ballester (5) y Manuel Andrés (6) (La Revista Blanca, Barcelona, 1 de agosto de 1933)
153
La popularidad de Valeriano Orobón le hizo que fuera repetidamente caricaturizado
por la prensa y revistas. Este apareció en La Revista Blanca tras su muerte (La Revista
Blanca,Barcelona, 15 de julio de 1936)
154
Caricatura de Valeriano Orobón aparecida tras su muerte en la prensa burguesa
madrileña (Heraldo de Madrid, Madrid, 1 de julio de 1936)
155
Última fotografía de Valeriano Orobón tomada en el hotel y Mercedes Comaposada en
El Plantío, en 1936 (Archivo Familia Orobón)
156
Dibujo de Orobón aparecido en 1983 con motivo de un artículo en el que se recordaba su figura (Polémica, Barcelona, noviembre de 1983)
157
"Partitura de "A las barricadas", con su nombre original de "Marcha triunfal", aparecida en el Suplemento de Tierra y Libertad de noviembre de 1933. La letra se le atribuye a Valeriano Orobón Fernández.
158
V. LAS OBRAS
1. TORMENTA SOBRE ESPAÑA
Berlín, Der Syndicalist, 1931
(Traducción Felipe Orobón Martínez)
LA CRISIS DEL MOVIMIENTO OBRERO MUNDIAL
Los acontecimientos ocurridos en España han hecho confluir los ojos del
proletariado mundial hacia este país. Más allá de los cambios políticos radicales sucedidos en abril de 1931, en este país se observa el surgimiento de un
movimiento proletario-revolucionario de potencia y energía incomparables,
que ya no puede negarse ni taparse con difamaciones. Es público en todo el
mundo que es el anarcosindicalismo quien aglutina las fuerzas revolucionarias de las masas proletarias españolas en la ciudad y el campo, y quien las
dirige, por el camino de la acción directa organizada, hacia la lucha sistemática contra la represión y la explotación.
Todas las mentiras sobre el gran movimiento sindicalista revolucionario
español, difundidas a conciencia por la prensa de derechas y de izquierdas, se
han hundido hace ya mucho tiempo. La desvergonzada invención de la prensa del partido comunista alemán de que los anarquistas y sindicalistas ocupan
excelentes puestos dentro de la república burguesa española, infundio que
jamás se tomaron la molestia de desmentir, y todas las afrentas similares contra el proletariado español consciente caracterizan a quienes los lanzan como
patéticos difamadores políticos sin esperanza ninguna de ser escuchados por
la clase obrera. Mientras tanto, los anarcosindicalistas españoles están inmersos en una lucha de ferocidad sin igual, viéndose sometidos a terribles persecuciones. El capitalismo mundial, particularmente tras los grandes altibajos
económicos que generaron la gran guerra del 1914-1918, ha entrado en una
159
fase de crisis profunda. Los hitos de nuestra época son la eliminación de materias primas y el sabotaje a la producción en magnitud gigantesca, obra de los
monopolistas económicos, mientras que las masas trabajadoras continúan
hundiéndose cada vez más en la miseria y la dependencia. Son ellas quienes
sufren en solitario el peso de la crisis, pero no emprenden sin embargo nada
para aniquilar las causas de esta miseria: el sistema capitalista.
La crisis mundial del capitalismo trae aparejada una crisis mundial del
movimiento obrero. El socialismo estatal marxista ha fracasado plenamente.
La evolución se aproxima velozmente hacia un nuevo grado de barbarie. El
desarrollo del poder sin límites de los monopolistas económicos conduce a
una nueva esclavitud de las masas de trabajadores sometidas y del ejército de
reserva de los parados, mientras que la fase de democracia parlamentaria burguesa, motivo de corrupción y parálisis para el movimiento obrero organizado en partidos políticos, deja paso a una nueva época de absolutismo estatal.
La “democracia“ del artículo 48 en Alemania, el fascismo declarado de
Italia, el estado dictarorial bolchevique que agranda cada vez más su poder a
pesar de las hermosas profecías de Lenin -todos ellos son símbolos, si bien de
distinta marca, de una clara evolución en idéntico sentido: el socialismo ha
expirado. Los partidos marxistas y sus sindicatos centralistas subordinados de
todo tipo, que pretendían conquistar con mayor o menor rapidez y radicalismo el estado, han sido conquistados por éste. Se ha engañado y se ha traicionado a la clase obrera.
La clase obrera ha pasado en todo el mundo a una situación defensiva y,
debido a su propia debilidad y a una corrupción cada vez mayor entre sus líderes políticos, va perdiendo posiciones una tras otra. El proletariado de España,
no obstante, se encuentra en situación de ataque. Sus formas organizativas y
sus métodos de lucha merecen ser estudiados por el proletariado mundial.
Estos no son ni de hoy ni de ayer, sino resultado de una larga y heroica tradición que se diferencia profundamente del colaboracionismo parlamentario
practicado durante decenios por el movimiento obrero alemán.
Damos la palabra a continuación a un compañero español activo y capacitado para informar sobre el movimiento revolucionario español, que conoce la historia de España y de su movimiento obrero y que se cuenta entre los
luchadores de primera fila.
EL SINDICALISMO EN LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA
POR V. OROBÓN FERNÁNDEZ
Si se desea analizar y comprender correctamente los problemas sociales y
políticos de un país, es absolutamente necesario conocer hasta un cierto punto
la estructura económica del mismo. Pero esta labor es larga, si el tratamiento
es detallado; y dado que deseo informar fundamentalmente sobre los últimos
160
acontecimientos políticos y sociales ocurridos en España, me limitaré a ofrecer una breve visión esquemática de la economía española.
ESPAÑA; UN PAIS AGRARIO
Como todo el mundo sabe, España es un país agrario por antonomasia. La
población agraria supone casi un 60% de la población total. La agricultura
española presenta en general rasgos feudales (hasta la fecha, el gobierno republicano no ha efectuado reformas radicales al respecto, aun cuando ha sometido a la asamblea constituyente un proyecto de reforma agraria). El sector
obedece al principio de “ius utendi et abutendi”, esto es, según la máxima del
derecho romano “uso y desuso” del suelo a través de sus propietarios jurídicos. Ello explica el hecho de que de 50 millones de hectáreas de la superficie
española, 19 millones estén sin cultivar. Estos 19 millones de hectáreas no se
cultivan, pero sí son por supuesto propiedad de la aristocracia, quien las utiliza como reserva de caza, dehesas para la cría de toros bravos (para las corridas) y para otros objetivos no productivos.
Pero también la concentración de superficies cultivadas es inimaginablemente feudalista. Damos aquí algunos ejemplos sobre la situación de la propiedad del suelo en cuatro provincias de diversas regiones españolas: En
Salamanca (al oeste del país) existen 96 fincas cada una con más de 1000 has,
100 fincas de más de 2500 has y 407 fincas de más de 5000 has. En Sevilla
(región meridional) existen 296 fincas con más de 1000 has, 148 con más de
2500 has y 16 con más de 5000. En Toledo (región central) existen 283 fincas
con más de 1000 has, 161 con más de 2500 has a 52 con más de 5000. El
Albacete (región al sudeste) existen 265 fincas con más de 1000 has, más de
2500 has y 61 con más de 5000 has.
Podríamos alargar considerablemente la lista de ejemplos. Y esta situación
de concentración feudal de la tierra genera, en pleno siglo XX, la existencia
de los denominados “pueblos de señorío”, donde todos los habitantes son
arrendatarios de un único latifundista y se hallan sometidos sin defensa alguna a la voluntad del mismo. Ha sucedido ya en varias ocasiones que los habitantes de un pueblo entero hayan tenido que abandonar su terruño y sus casas
en el curso de un único día, por orden judicial.
Mientras que en la mayoría de los países europeos se produjeron reformas
agrarias poco después de finalizada la guerra por miedo a la revolución, en
España no se ha instaurado reforma alguna. Por ello, existe hoy en España una
cifra muy alta de pequeños arrendatarios y jornaleros, y en cambio muy pocos
campesinos de pequeña o mediana explotación de suelo propio. La cifra de
jornaleros, campesinos de minifundio y arrendatarios está estimada en unos 5
millones.
161
La característica típica de la agricultura española puede resumirse en una
frase: muchos hombres sin tierra y mucha tierra sin hombres. Este es el motivo por el que anualmente cerca de 50.000 familias abandonan las zonas rurales. Hay que observar además que España no es autosuficiente desde el punto
de vista agrario, sino que debe importar todos los años cereal, algodón y tabaco por valor de 500 millones.
LA INDUSTRIA ESPAÑOLA
La industria del país español se encuentra aún en una fase bastante primitiva. Se va abriendo camino influida parcialmente por tendencias extranjeras.
Las importantes minas de cobre de Riotinto, las sociedades ferroviarias y las
empresas hidroeléctricas (La Canadiense, Energía Eléctrica de Cataluña)
están controladas por el capital extranjero. Si bien con un ritmo lento, la
industria española ha entrado sin embargo en un periodo de evolución.
Sus sectores más importantes son la producción de materias primas (minería metálica, de carbón, cobre, zinc y mercurio, cuya producción se exporta
fundamentalmente como materias primas a Inglaterra y Alemania), la industria textil, la alimentaria, la metalurgia y la maderera. La insuficiencia de los
medios de transporte (16 000 Kms de líneas ferroviarias para una superficie
de 504 000 Km2) y el atraso técnico de las empresas obstaculizan fuertemente un aprovechamiento racional de las grandes posibilidades industriales.
Dado que la importación de productos elaborados industrialmente es muy
alta, la balanza comercial presenta un déficit que oscila entre los 600 y los 800
millones de pesetas. El proletariado industrial está compuesto por cerca de 2
millones de trabajadores.
EL MOVIMIENTO OBRERO
El movimiento obrero español presenta un carácter decididamente libertario, manifestado en una fuerte implantación del sindicalismo revolucionario.
Este carácter no es producto del azar, sino que corresponde más bien al temprano espíritu crítico y a una tradición muy combativa. También pueden catalogarse de motivos para ello el temperamento español, que ha favorecido la
implantación de las ideas socialistas en este país. Ya en 1840 se creó en
Barcelona una Asociación de Tejedores, que pronto dio pie a la fundación de
otros sindicatos y cooperativas. Surgió así un pequeño movimiento obrero
corporativo, suficiente sin embargo para inspirar miedo a las empresas y al
gobierno, y que por ello hubo de afrontar muy rápidamente la persecución. En
1855, estos sindicatos contaban con una afiliación de 80. 000 trabajadores.
Aun cuando no se hallaban regidos por declaraciones de principios socialistas
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(la reacción, por entonces gobernante, no lo hubiera permitido), muchos de
aquellos luchadores conocían las ideas de Proudhon, cuyas obras se tradujeron en aquella época al español, y compartían el pensamiento del dirigente del
partido republicano federal, F. Pi y Margall, que en su obra “La reacción y la
revolución” defendía postulados anarquistas. Estas ideas surtieron su efecto
sobre el espíritu y la estructura federalista de estas primeras asociaciones
obreras. Cuando un decreto del dictador General Zapatero las prohibió, contestaron a dicha prohibición con una huelga general. Fueron arrasadas, pero
reaparecieron de nuevo en 1865. Cuando Fanelli, el amigo de Bakunin, llegó
a España en 1869 en nombre de la Alianza, encontró en este país un terreno
sumamente favorable para el desarrollo de la Internacional. El movimiento
español se convirtió muy pronto en la sección más potente de la Asociación
Internacional de Trabajadores.
En la escisión de la Internacional ocurrida en el Congreso de La Haya en
1872, una abrumadora mayoría dentro de la organización española se puso de
parte de Bakunin y en contra de las intrigas marxistas. El pequeño grupo marxista de Mesa e Iglesias tuvo en los años inmediatamente sucesivos una
influencia insignificante, mientras que la sección bakuniniana de la
Internacional, que en 1881 -tras una existencia ilegal y clandestina de siete
años- volvió a recuperar públicamente su nombre de Federación Regional
Española, adoptó una vía combativa que le llevó a superar prohibiciones y
persecuciones y agitados periodos sindicales y revolucionarios. Este estado de
excepción permanente contra el movimiento obrero libertario español fue
aprovechado por la socialdemocracia para desarrollar su satélite sindical, al
calor y bajo la protección del Estado.
De esta forma impura y con estos parteros se fundó la Unión General de
Trabajadores. Ya por entonces era fácil de ver que esta organización, cuyas
características principales eran y siguen siendo el pactismo, la insulsez y la
falta absoluta de espíritu combativo de clase, no podía considerarse como instrumento de lucha social, sino sobre todo como suministradora de burócratas,
consejeros del estado (incluso bajo la monarquía y la dictadura militar), diputados, ministros y otros “doctores proletarios” para el capitalismo. El trabajo
revolucionario serio continuó siendo exclusivamente prerrogativa de los anarquistas y del movimiento sindical por ellos influido. En los años 90 se produjeron en Cataluña, Valencia, Andalucía y otras regiones españolas numerosas
huelgas y levantamientos. En esta época, el terror gubernamental campaba,
sin traba alguna, por sus respetos.
Se produjeron ejecuciones de anarquistas en Jerez y en Barcelona (las
aciagas torturas de Montjuich en 1897). Pero el movimiento obrero anarcosindicalista era más fuerte que la mano del verdugo. Continuó vivo y en
acción, demostrando su fuerza con nuevas actividades económicas y revolucionarias de gran magnitud. En 1909 fue este movimiento el que lanzó al proletariado de Cataluña a una rebelión contra la política colonial agresiva del
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gobierno Maura-La Cierva, que desangró a España e hizo morir a miles de
soldados españoles en la guerra de conquista de Marruecos, dictada por irrisorios objetivos imperialistas.
La clase obrera catalana se alzó unánimemente contra el odiado régimen.
Los incendios de conventos y las barricadas dieron paso a la célebre lucha
antimilitarista de la “Semana trágica“ (26 de julio a 2 de agosto de 1909). Los
trabajadores se batieron con una valentía admirable, pero acabaron por ceder
ante la superioridad de las fuerzas militares y policiales. Se contabilizaron
más de 500 muertos y numerosos heridos. El pionero de la escuela moderna,
Francisco Ferrer, fue considerado como cabecilla del movimiento y, tras un
proceso falso y parcial, fue condenado a muerte y fusilado. El proletariado
revolucionario y los intelectuales de izquierda de todo el mundo manifestaron
su indignación contra este asesinato. Pero el gobierno y la Iglesia, que habían
impuesto su condena a muerte, tenían por objetivo eliminar tanto a la persona como a su gran obra pedagógica, la “Escuela moderna“. Pero a pesar de
todas las medidas represoras, no consiguieron acabar ni con la Escuela
moderna ni con los sindicatos revolucionarios. La organización de trabajadores libertarios, que había existido desde 1870 en la Internacional bajo el nombre de Federación Regional Española y Solidaridad Obrera, se reunió en un
congreso celebrado en setiembre de 1911 y fundó la hoy célebre
Confederación Nacional del Trabajo (CNT).
Siguiendo el espíritu de Bakunin, la organización sindicalista española
orientó a las masas de trabajadores hacia la lucha de clases, y ello le ha permitido convertirse bajo diversas formas desde hace dos generaciones en la
auténtica organización proletaria y revolucionaria de España. Hoy en día existen en España dos centrales sindicales que reclaman para sí los principios del
socialismo. Son la Unión General de Trabajadores, reformista, y nuestra
Confederación Nacional del Trabajo, sindicalista. La UGT disfruta de popularidad en la administración y entre los trabajadores políticamente indiferentes. La CNT es la punta de lanza del proletariado revolucionario. Los métodos de lucha que aplican ambas organizaciones son los que mejor las definen
y dan testimonio de las diferencias esenciales entre ellas.
La reformista UGT se halla orientada al limosneo, a la colaboración con
el empresariado y a la legislación social. La CNT sabe que sólo puede obligarse a efectuar concesiones al capitalismo a través de la lucha, y que sólo
gracias a ella podrá hacersele desaparecer. La CNT extrae su táctica de esta
convicción y lleva a cabo sus luchas contra el empresariado y el estado con
todos los medios de acción directa de los trabajadores organizados. Esta diferencia táctica ocasiona naturalmente una diferencia en el trato que la administración da a ambas centrales sindicales. La UGT es la organización reconocida oficialmente (como lo fue vergonzosamente bajo la dictadura de Primo
de Rivera); está mimada, protegida y fomentada por el estado capitalista;
representa a España en la Oficina Internacional del Trabajo, etc. Por contra, el
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estado y la burguesía consideran a la CNT, en tanto que organización revolucionaria aspirante directamente a la realización de un socialismo libre, como
un movimiento sumamente peligroso que ha de ser combatido, perseguido y
reprimido sin cuartel. Pero el proletariado español ha comprendido y valorado esta diferencia en su propio interés. Y así, sucede que a pesar de todo la
CNT sigue siendo la organización de trabajadores más fuerte de España.
Tiene más del triple de miembros de la pequeña UGT. Sólo en periodos de
persecución aguda consigue UGT sacar algún beneficio de la turbia situación.
Los radicales métodos de lucha del sindicalismo español han ejercido un
efecto favorable sobre el nivel de vida y las condiciones de trabajo de los asalariados. La característica de un país retrasado en cuanto al progreso de la
civilización es la miseria agudizada de su clase trabajadora. Este es también
el caso español. Pero debemos observar que los métodos radicales de lucha
del sindicalismo han permitido con todo que los trabajadores españoles hayan
conseguido muy pronto imponer reivindicaciones importantes.
Son muchas las profesiones que ya antes de la guerra consiguieron en
Cataluña la jornada de ocho horas; en 1917, esta reivindicación se había
impuesto ya en todas partes, de suerte que la ley de la jornada de ocho horas,
promulgada en 1919 por miedo a la marea sindicalista, sólo corroboró lo que
era ya un hecho. Si los reformistas hubieran preponderado, España se encontraría aún hoy en una situación balcánica.
La CNT también tiene una influencia importante en el campo, particularmente en Cataluña, Valencia y Andalucía, entre el campesinado pobre y los
trabajadores agrícolas. Pero en estos ámbitos es mucho lo que queda aún por
hacera fin de organizar al proletariado agrario correctamente. Ello no ha podido llevarse a cabo antes debido a las leyes excepcionales aplicadas contra la
CNT en el último decenio. Pero en la actualidad el retraso organizativo se está
recuperando, pues la CNT ha comprendido que los 5 millones de jornaleros,
pequeños campesinos y arrendatarios son imprescindibles para llevar a cabo
una revolución socialista con éxito.
Este es un resumen muy breve de la imagen económica y social de
España, que ayudará a comprender mejor los últimos acontecimientos políticos de este país.
LOS ANTECEDENTES DE LA REVOLUCIÓN POLÍTICA
Los motivos de la revolución de abril española deben buscarse fundamentalmente en la dictadura militar de Primo de Rivera. Este dominio brutal de
casi siete años constituye sin duda uno de los motivos esenciales que han llevado a la revolución. La política ultrarreaccionaria de la monarquía borbónica desde la restauración sucedida en 1874, el dominio negro e inquisitorial de
la Iglesia y el despotismo y espíritu comercial de su ladrona majestad Alfonso
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XIII también han contribuido a ello en buena medida. Pero la aventura dictatorial ha sido sin duda el motivo esencial para el derrocamiento de la
Monarquía.
Ya sabemos que en 1923, tras un largo periodo de corrupción e incapacidad políticas, se produjo el “pronunciamiento”, esto es, el golpe militar de
Primo de Rivera. La participación del rey Alfonso XIII en este golpe de estado está demostrada irrebatiblemente. Se constituyó inmediatamente un directorio de espíritu cuartelero y con ruido de espuelas y sables, que prometió al
país limpieza, felicidad y fortuna. Con ello se pretendía dar a la dictadura una
fachada popular y esconder sus auténticos motivos. Dichos motivos eran: 1.
La aspiración del monarca al poder absoluto; 2. Acabar con la campaña de
petición de responsabilidades contra diversos generales y contra el propio rey
por la catástrofe de Marruecos en 1921 (donde cayeron 20.000 soldados),
campaña organizada por los partidos de izquierdas y las organizaciones de trabajadores y 3. La represión del movimiento sindical.
La Dictadura retiró las garantías constitucionales y la reacción pudo campar a sus anchas. Los intentos de resistencia de la CNT fueron acallados sangrientamente, millares de sindicalistas fueron encarcelados o desterrados. La
reformista UGT y el Partido Socialista se amoldaron a la nueva situación y
continuaron existiendo tranquila y alegremente como únicas organizaciones,
junto a las asociaciones de carácter fascista. En sus primeros tiempos, algunos liberales e incluso círculos de trabajadores saludaron amistosamente a la
Dictadura. Se trata de un fenómeno curioso que se repite en el nacimiento de
casi todas las dictaduras (véase los casos de Polonia y de Yugoslavia). Se confía ingenuamente en que lleven a cabo una sana renovación frente a la vieja
corrupción política. Primo de Rivera llegó a prometer que terminaría esta
renovación en el plazo de noventa días. Se trataba naturalmente de una fanfarronada estúpida, que acabó volviéndose en contra suya. Las esperanzas dejaron pronto paso a la desilusión, que generó a su vez un periodo conspirativo.
Este periodo comenzó en 1924 con la conspiración de Vera-Barcelona, un
proyecto anarquista. Fue preparado por los anarquistas y sindicalistas españoles huidos a Francia. Pero sus medios eran insuficientes, y tras algunas
luchas en la frontera y en Barcelona, esta intervención fue anegada en sangre.
Cinco compañeros fueron ejecutados.
En 1925 se organizó una conspiración militar en la que participó el propio
general Berenguer, posterior favorecido del rey. Descubierta prematuramente,
acabó con penas de cárcel para una serie de militares. En 1926 se preparó la
denominada “conspiración de la noche de San Juan”, que debido a una denuncia no llegó a estallar y terminó con penas de cárcel, si bien muy suavizadas,
para el general Aguilera y para el capitán Galán, fusilado más tarde.
Las actividades conspirativas fueron cobrando importancia con el tiempo,
y el frente de los contrarios a la dictadura fue ganando cuerpo. En 1929 se produjo la conspiración dirigida por el antiguo líder conservador Sánchez Guerra.
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Aun cuando no logró éxito, el hecho de que Sánchez Guerra fuera declarado
inocente por el tribunal supuso una bofetada moral para Primo de Rivera y
mostró la debilidad y falta de autoridad del régimen dictatorial. En enero de
1930 se había previsto el estallido de un nuevo movimiento conspirativo de
mayor magnitud, organizado por diversos círculos políticos y militares. El rey
vió el peligro que amenazaba no sólo a la Dictadura sino también a la
Monarquía, y mandó a Primo retirarse. El general Berenguer, antiguo conspirador, ocupó el poder con el objetivo de salvar a la dinastía española a través
de una política democrática. Se especulaba con la mala memoria del pueblo.
Pero el rey se hallaba tan unido a las actuaciones reaccionarias e inmorales de
la Dictadura que ni con el agua del río Jordán ni con ningún olvido se le
hubiera podido ya lavar la cara. La caída de la Dictadura significó el comienzo de la caída de la Monarquía. Intelectuales, profesores, estudiantes, políticos de izquierdas y organizaciones de trabajadores continuaron su agitación y
su lucha contra el rey.
La CNT sindicalista que, aun condenada a la ilegalidad, siempre había
combatido a la Dictadura con el mayor rigor, se convirtió muy rápidamente en
una organización pública y lanzó toda su energía contra la Monarquía y sus
restos dictatoriales. Se produjo una oleada ininterrumpida de huelgas y de
actividades revolucionarias, con derrotas considerables para el gobierno y el
empresariado. En medio de esta atmósfera, se preparó la rebelión de Jaca.
Este fue sin duda el intento más serio de derrocar a la Monarquía y a su
Dictadura de repuesto.
Esta rebelión fue consecuencia del pacto de San Sebastián del 17 de agosto de 1930, en el que todos los grupos republicanos dieron su acuerdo a una
intervención revolucionaria antimonárquica. Se creó un comité revolucionario compuesto por civiles y militares. Este comité se puso en contacto con la
CNT para crear un vínculo con ella y preparar la futura lucha revolucionaria.
El Comité Nacional de la CNT declaró lisa y llanamente que la organización
sindicalista deseaba derrocar a la Monarquía, pero que no se hallaba dispuesta a convertirse en uno de los apoyos de una república burguesa. Perseguía sus
propios objetivos socialistas, por los que combatiría siempre. Esta actitud de
la CNT atemorizó hasta cierto punto al comité republicano y le forzó a cambiar de orientación a fin de encontrar aliados más fáciles entre la clase obrera
organizada. Se dirigió al Partido Socialista y a su satélite sindical, la UGT, y
atrajo a sus líderes con la oferta de tres puestos ministeriales en el gobierno
provisional que se formaría en caso de que triunfase la rebelión.
Estos elementos, que antiguamente habían colaborado de manera más o
menos abierta con la Dictadura, y que no habían participado en ninguna de las
anteriores conspiraciones, barruntaron aires de cambio y sillones ministeriales y se declararon dispuestos a colaborar en la causa. El movimiento estalló
de manera bastante desorganizada; el valiente capitán Galán se hartó de los
cambios de parecer y de la cobardía de los líderes políticos y se alzó con la
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guarnición de Jaca (un pequeño municipio en la frontera hispano-francesa) el
12 de diciembre de 1930. También el escuadrón aeronáutico de Cuatro
Vientos en Madrid se unió a la rebelión, con Franco a la cabeza. Pero los otros
conspiradores, en particular los socialdemócratas permanecieron en una traidora inacción. Sólo las organizaciones sindicalistas, que oficialmente no formaban parte de esta conspiración, declararon la huelga general en los distritos en que contaban con implantación.
En Madrid, fortaleza de los reformistas, no se llegó a la huelga, aun cuando Largo Caballero, líder de la UGT, se había comprometido a convocar huelga general. Mientras tanto, la rebelión de Jaca fue aplastada. Los capitanes
Galán y García Hernández fueron sometidos a consejo de guerra y fusilados.
El gobierno Berenguer obtuvo una victoria pírrica. Pero la Monarquía se
hallaba herida de muerte. El asesinato de Galán y Hernández intensificó el
movimiento popular contra Alfonso XIII.
Tras el plebiscito antimonárquico que se reflejó platónicamente en las
elecciones municipales del 12 de abril de 1931, el 14 de abril de 1931 selló el
destino de la Monarquía. Dicho día se alzaron las ciudades de Eibar,
Zaragoza, Barcelona y otras, obligando también a Madrid, que volvía a dudar,
a levantarse. El rey huyó y se proclamó la República. El pueblo se lanzó a la
calle, asaltó las prisiones y liberó a los presos político-sociales.
LAS “REFORMAS” Y EL PAPEL CONTRARREVOLUCIONARIO
DEL GOBIERNO REPUBLICANO
La República existe ahora desde hace varios meses en España. El hecho
de recibir el apoyo de una amplia mayoría de las fuerzas políticas y sociales
podría alimentar la esperanza de que implante reformas radicales de carácter
social. Por desgracia, a pesar de algunas pequeñas reformas insignificantes,
hay que concluir que el gobierno provisional de la República -una curiosa
mezcla de republicanos de derechas, de izquierdas y socialdemócratas- no ha
hecho otra cosa que ocupar los ministerios y convocar la asamblea constituyente. La estructura del sistema capitalista sigue -hasta ahora- intacta. Y la
constitución que se está redactando sacralizará sin ninguna duda dicho sistema. Debido a un respeto exagerado ante el orden capitalista, no se ataca ni una
sola vez con seriedad los problemas esenciales de la actualidad, a pesar de la
urgencia con que reclaman una solución. El problema agrario, el del paro y la
cuestión económica son los primeros arrecifes contra los que se ha estrellado
el alegre barquito de la república española.
Cinco millones de jornaleros y de arrendatarios sin tierra, la mayoría de
ellos en situación de miseria aguda, esperan su liberación gracias a las medidas que tome el gobierno republicano-socialista. Pero la verdad es que, a pesar
de los ministros socialdemócratas, o mejor dicho precisamente por ellos -pues
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ya se sabe que se oponen a toda solución radical en profundidad- el comienzo ha consistido en declarar invulnerable la propiedad privada. ¡Mal comienzo para la pretendida solución al problema agrario! La propiedad privada son
en España los latifundios, las magníficas fincas hereditarias de un derecho
feudal, que permite que 200.000 personas disfruten la posesión absoluta del
90% del suelo nacional. La joven república muestra aquí su falta de contenidos sociales, al confirmar derechos cuya adquisición la historia califica de
robo, expropiación y violencia contra el pueblo trabajador. Naturalmente,
para pasar el mal trago, se habla de la pretensión de erradicar el odiado “derecho al uso y desuso del suelo”, a fin de posibilitar lo que en círculos gubernamentales se denomina “expropiación”, pero que con mayor lógica pudiéramos calificar de capitalización de latifundios, ya que en caso de expropiación
con indemnización los grandes terratenientes no perderían nada en absoluto.
Esta reforma agraria, tal y como el gobierno la plantea, se efectuará exclusivamente a costa de los campesinos, quienes para adquirir un pequeño retazo de terreno adjudicado por parcelización deberán asumir la obligación de
pagar su valor dentro de un determinado plazo. Con otras palabras, ello quiere decir que deberán lastrar desde un principio el producto del suelo y de su
trabajo con intereses hipotecarios. Ello conllevará deudas y apuros económicos para jornaleros y arrendados porque en el fondo no se desea tocar a los
“derechos históricos” de los señores feudales de España. ¡Y se continuará
hablando de una “república social” y de un “Estado popular” como suele
hacer la socialdemocracia internacional!
Junto a la cuestión agraria, otro problema de importancia vital para
España es el aumento del paro. El problema del paro exige una solución
radical, en interés tanto de los parados como de los que aún trabajan y de las
organizaciones sindicales. El paro paraliza el poder combativo de las masas
proletarias de manera tremenda, y ejerce un efecto desmoralizador sobre la
conciencia de clase de los trabajadores. Esta es la experiencia que nos enseñan los países con un desempleo elevado. Estos hechos no son desconocidos para el ministro socialdemócrata de trabajo de la República española,
Largo Caballero. En España existen en estos momentos más de 400.000 trabajadores y jornaleros en situación de paro forzoso. El sistema capitalista,
causante de esta crisis, debiera ser plenamente responsable de las consecuencias de la misma, debiera renunciar a sus beneficios en favor de una
limitación de la jornada de trabajo y un incremento de los ingresos de los
trabajadores, a fin de que la vida económica consiguiera llegar a un equilibrio adecuando la producción al consumo. Ello sería la única solución justa
a la crisis predominante del trabajo y la economía. Pero ¿qué ha hecho el
ministro de trabajo socialdemócrata para combatir el paro? No ha proclamado el inalienable derecho al trabajo, tampoco ha propuesto la reducción
de la jornada laboral, puesto que “la economía capitalista no hubiera podido soportarlo”.
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Ha decretado la perpetuación del paro, “regalando” a los trabajadores
españoles el subsidio de desempleo más miserable del mundo. La correspondiente reglamentación de 26 de mayo de 1931 estipula que el Estado sólo
concederá el subsidio a través de aquellas organizaciones que estén reconocidas estatalmente y que paguen ya a sus afiliados una ayuda de crisis. Estas
disposiciones favorecen claramente a la reformista UGT y demuestran la parcialidad y el partidismo del ministro de trabajo. Se ofrecerá por tanto un subsidio de paro gota a gota y por cartilla sindical. Y podrá haber trabajo o crisis del trabajo cuando les convenga a los señores empresarios, pues Largo
Caballero no ha querido tocar un punto del derecho del capital privado a no
producir nada.
La crisis económica, cuya expresión más manifiesta es el incremento de la
deuda nacional y la devaluación de la moneda, provoca un creciente encarecimiento del coste de la vida y un robo permanente a los ingresos de los trabajadores. Si la República hubiera decidido atacar radical y frontalmente al
antiguo sistema, hubiera dispuesto de miles de posibilidades para acabar con
la crisis. Un recorte auténtico en el presupuesto militar, de la marina, de la
policía y de la Iglesia (para hablar solamente de posibilidades factibles dentro
de una democracia burguesa progresista) hubieran bastado para incrementar
el presupuesto del Estado y crear una confianza internacional en la peseta.
Pero también a este respecto el gobierno republicano-socialista de Alcalá
Zamora ha tenido un mal comienzo. Su primer fallo fue su injustificada generosidad frente a los altos mandos militares, los funcionarios policiales y los
dignatarios eclesiásticos, enemigos declarados u ocultos de toda libertad política y social. A estas personas se les ha asegurado inmediatamente un salario
sin recortar, como si nada hubiera sucedido. Así, los Berenguer, Martínez
Anido, Sanjurjo etc., todos estos esbirros del régimen monárquico podrán
vivir en plena tranquilidad a expensas del pueblo trabajador.
Simultáneamente, el ministro de hacienda Indalecio Prieto, uno de los llamados socialistas de izquierda, se esfuerza por convencer a los capitalistas españoles de que el nuevo régimen ofrece mayores garantías al capital que la
monarquía. ¡Una imagen encantadora! Este ministro parece adoptar el triste
papel que ha desempeñado el socialdemócrata Hilferding como ministro de
hacienda en Alemania.
En conjunto, la república proclamada el 14 de abril constituye un cambio
de forma política sin efectos sociales profundos. Su fraseología radical apenas se traduce en acontecimientos revolucionarios. Y la caída de un trono no
siempre entierra al sistema sobre el que se apoyaba. La marioneta puede caer,
pero la estructura puede mantenerse. La revolución española ha sido una sacudida demasiado débil como para provocar efectos profundos. Una revolución
de este calibre se hallará siempre, aun cuando sin duda constituya un pequeño paso hacia adelante, a distancia astronómica de la revolución social que el
pueblo trabajador pueda considerar como propia.
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LA CNT FRENTE A LA REPÚBLICA BURGUESA
La CNT ha contribuido esencialmente al derrocamiento de la monarquía.
Pero no se ha integrado en la actual república. No podía adaptarse al nuevo
régimen sin renegar de sí misma. La CNT ha comprendido correctamente que
se ve en la obligación de defender las conquistadas libertades contra una posible involución reaccionaria; pero también ha comprendido que su tarea más
importante es la de actuar con la crítica y con la acción directa contra la insuficiencia de la democracia burguesa.
No parece posible una involución reaccionaria por parte de los elementos
monárquicos, hoy en día eliminados definitivamente, sino más bien por parte
de aquellos “fanáticos del orden” que ocupan los cargos más importantes dentro del gobierno republicano. El peligro que supone la reacción en España está
encarnado en el ministro del interior, Maura, y en el ministro socialdemócrata Largo Caballero. Son éstos quienes han preconizado desde el principio una
política de mano dura contra el sindicalismo, llegando en parte a practicarla.
Ya antes de la revolución anunciaron su temor a los sindicalistas, advirtiendo
que no se proporcionasen armas a los afiliados de la CNT para la lucha contra la monarquía. Temían que estas armas pudieran utilizarse para objetivos
sociales más importantes que la proclamación de una república burguesa.
Cuando el 11 de mayo y en los días sucesivos estalló la cólera popular
contra la actitud provocadora y las oscuras maniobras del clericalismo, incendiándose toda una serie de conventos y de iglesias, los círculos oficiales no
intentaron explicar estos sucesos verídicamente como una reacción lógica de
las masas populares contra el poder aún intacto de los jesuitas, sino que
encontraron más sencillo acusar de los incidentes exclusivamente al movimiento sindical y denunciar en todas partes a sindicalistas y anarquistas como
incendiarios. De esta manera refinada pretendía el gobierno republicanosocialista justificar sus motivos y encontrar ocasión para emprender una ofensiva decidida contra los trabajadores revolucionarios.
El Noske español, el ministro socialista Largo Caballero, esperaba que llegase su momento. Transcurrido apenas un mes desde la proclamación de la
república, los “ministros de la revolución“ se revelaron como fieles cancerberos del capitalismo, sin reparos para lanzarse con todos los medios contra
los intentos de liberación del proletariado. A las justas reivindicaciones de las
masas trabajadoras, que esperaban repercusiones sociales del cambio de régimen, se contestó con el plomo de la Guardia Civil. En Barcelona, San
Sebastián, Málaga, Valencia y otras ciudades, la policía republicana disparó
sin consideración sobre manifestaciones proletarias. Numerosos trabajadores
fueron asesinados o heridos. Inmediatamente después, el gobierno orquestó
una persecución general contra la organización sindicalista. Esta campaña de
persecución, generosamente financiada, continúa aún hoy y tuvo como consecuencia inmediata la formación de un frente unitario, que incluye desde
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socialdemócratas hasta clericales, contra la Confederación Nacional del
Trabajo y la Federación Anarquista Ibérica. Esta jauría contrarrevolucionaria
no consiguió atemorizar a los sindicatos revolucionarios. Estos prosiguieron
su enérgica actividad para ampliar y consolidar las posiciones de la clase trabajadora. Así, el 6 de julio de este año se produjo la huelga de los trabajadores y empleados sindicalistas de teléfonos contra la “Compañía Telefónica
Nacional” una filial de la potente empresa americana “International Telephon
and Telegraph Co.“.
Los huelguistas reivindicaban la fijación de un salario mínimo de 10 a 12
pesetas (frente a las 5 - 7 pesetas que se pagaban antes de la huelga) y la anulación de todos los salarios superiores a las 20.000 pesetas, esto es, pretendían remunerar a los proletarios de teléfonos a expensas de los sabrosos salarios
de los directores y consejeros, sin repercutir sobre las tarifas telefónicas. Esta
huelga tuvo desde sus comienzos un carácter puramente sindical, pero la parcialidad del gobierno en su apoyo a la Compañía Telefónica la ha convertido
en una lucha por el poder económico-político entre la cuadrilla gobernante y
los reformistas, por un lado, y la CNT por otro. El personal sindicalista de esta
empresa se encuentra desde hace varios meses inmerso en una dura lucha. El
personal organizado en el sindicato reformista de teléfonos desempeña un
papel de esquirol. Siguen exclusivamente las traidoras instrucciones de los
líderes socialdemócratas. El gobierno y la Compañía Telefónica han aplicado
contra los huelguistas todos los medios imaginables de represión, a los que
éstos han contestado con acciones sistemáticas de sabotaje y con la caza al
esquirol. Los daños sufridos por la Compañía Telefónica parecen alcanzar
hasta hoy la considerable suma de 8 millones de pesetas. El triunfo de la huelga se hallaba próximo, pero el ministro del interior Maura y el ministro de trabajo Largo Caballero, quienes se han propuesto la total exterminación del sindicalismo, no podían aceptar este triunfo, que hubiera acrecentado el prestigio de la CNT. El señor Maura ha prohibido expresamente a la Compañía
Telefónica entrar en negociaciones con los huelguistas. Y el ministro de
hacienda socialista Indalecio Prieto ha compensado los daños por sabotajes
con dinero de las arcas públicas ... ¡un magnífico panorama de las virtudes de
la nueva república! Pero esta huelga continúa con la mayor energía y tenacidad. Los trabajadores sindicalistas de teléfonos se hallan dispuestos a continuar indefinidamente hasta que Maura, Caballero y la Compañía Nacional
queden convencidos de la potencia de la CNT.
Las batallas del 20 al 24 de julio en Sevilla también revelaron una parte de
la cruzada anti-sindicalista del gobierno. Fueron consecuencia de una provocación policial perfectamente preparada. La palabrería de la prensa burquesa
española e internacional sobre una presunta conspiración revolucionaria era
una pura invención y sólo perseguía el objetivo de disculpar los criminales
métodos terroristas del ministro del interior y de sus servidores, el gobernador de Sevilla Bastos y el general Ruiz Trillo. Resumimos a continuación bre172
vemente los hechos. El 18 de julio una patrulla de policía disparó sin motivo
contra un obrero de la construcción en huelga. El asesinato provocó la comprensible excitación entre la clase trabajadora sevillana. El día 19 se celebró
una gran manifestación sindical de protesta, que también fue reprimida a tiros
por la policía. Los sindicatos de CNT convocaron como respuesta una huelga
general en Sevilla. El gobierno decretó inmediatamente el estado de sitio. Una
ola de terror militar de la peor calaña anegó la ciudad. Durante tres días sucesivos pudo oírse el tiroteo de carabinas y ametralladoras contra un local de
reunión de los sindicalistas sevillanos, contra el que llegó a dispararse incluso con artillería. Los trabajadores no tenían otra salida que defenderse de los
afanes asesinos de la policía. Miles de trabajadores sindicalistas fueron apresados. Veinte proletarios resultaron muertos por las hordas gubernamentales;
a cuatro de ellos se les aplicó la denostada “ley de fugas” (presos abatidos al
intentar “huir“). Una comisión parlamentaria, nombrada para investigar estas
bárbaras crueldades, ha reconocido a pesar de todos los intentos oficiales de
ocultamiento que en Sevilla se han aplicado métodos de esta brutalidad contra los trabajadores. Esta conclusión, que forzó la dimisión del gobernadorverdugo Bastos, no parece haber causado gran impresión sobre los ministros
contrarrevolucionarios Maura y Largo Caballero, que continúan sus sucias
maniobras con más intensidad que nunca para obtener pronto la adopción de
una ley de excepción contra el movimiento sindicalista.
Pero la CNT, confiando en su importancia y su fortaleza, afronta estas
siniestras actuaciones con firmeza y energía. El gobierno no se ha atrevido a
promulgar el decreto de prohibición contra la organización sindicalista, que
ya había preparado.
Gracias a la colaboración política del Partido Socialista y de la reformista
UGT, que se han colocado decididamente del lado de la democracia burguesa, la CNT es la única representante responsable de los intereses trabajadores.
Frente a la actuación de un gobierno republicano-socialdemócrata no sólo
conservador sino claramente contrarrevolucionario, considerando la traición
encarnada por quienes persiguen puestos ministeriales reformistas, satisfechos de comenzar ahora en España un periodo de “evolución democrática“
que les procure prebendas parlamentarias y sillones ministeriales, la organización sindicalista continúa afirmando cada vez con mayor tenacidad y resistencia que jamás deben olvidarse los objetivos socialistas radicales del proletariado revolucionario, y que estos objetivos sólo podrán conseguirse a través
de la revolución social.
LA TAREA ACTUAL DEL SINDICALISMO ESPAÑOL
Por todo esto, la tarea momentánea del sindicalismo español debe consistir en socavar la confianza de las masas en la democracia burguesa, desvelan173
do el espíritu capitalista de ésta y la intrascendencia de sus reformas, y consolidar las libertades políticas y sociales allá donde existan para acrecentarlas
en todo lo posible. Con este espíritu, en junio de este año se celebró en Madrid
el congreso extraordinario de la CNT, que debía adoptar una postura sobre los
problemas más importantes: la reforma agraria, el paro y la adaptación de la
estructura organizativa de la CNT para las futuras tareas revolucionarias.
El congreso, en el que participaron 432 delegados en representación de
632.000 afiliados al sindicato, permitió reflejar los deseos de las masas campesinas, recogidos bajo la forma de un programa mínimo que -superando la
tibia reforma agraria del gobierno- contiene las siguientes reivindicaciones:
expropiación de todos los latifundios, dehesas y cotos de caza, y de las fincas
de más de 50 hectáreas, sin indemnizaciones; transferencia gratuita del suelo
así expropiado a los sindicatos de trabajadores del campo; confiscación del
ganado, las reservas de grano, las máquinas agrícolas y las herramientas de los
latifundistas, y su correspondiente transferencia a los sindicatos de trabajadores agrarios; supresión de los arrendamientos y de los impuestos para pequeños campesinos y pequeños arrendatarios, etc.
Por lo que respecta al paro, el congreso tomó la decisión de reivindicar la
contratación de todos los parados dentro del proceso productivo, a lo que
puede llegarse reduciendo la jornada laboral diaria y a través de un derecho
práctico e innegable al trabajo para todos los trabajadores, reivindicación por
la que han iniciado la lucha inmediatamente las organizaciones sindicalistas.
Una campaña intensa y de grandes dimensiones para la realización del programa agrario sindicalista y de la jornada de seis horas se halla ya en plena
marcha. En todas las minas de carbón españolas se ha implantado ya desde el
1 de setiembre la jornada de siete horas. El gobierno ha acabado por admitir
sin resistencia estas reivindicaciones del sindicato. De esta manera, la CNT
combate por cuenta propia y con medios eficaces el paro, pues está convencida de que nada puede esperarse en este campo de la fatídica y empresarial
labor del ministro socialdemócrata de trabajo.
De esta manera el sindicalismo logrará que las masas trabajadoras se separen completamente de la democracia burguesa y sus escuderos socialistas, si
es que aún siguen creyendo en ellos, y que reconozcan la diferencia entre las
migajas que les arroja la República y todo lo que puede conseguir un proletariado organizado a través de sindicatos revolucionarios potentes. Junto a esta
labor imprescindible de desmantelar las falsas ilusiones democráticas, el congreso de la CNT reconoció también la necesidad de completar el trabajo organizativo e incrementar la capacidad combativa y las posibilidades constructivas de la federación sindical, a fin de equiparla para la lucha -quizá no tan
lejana- en la que el sindicalismo arrancará al capitalismo en quiebra los
medios de producción.
En estos momentos se trabaja en todas partes por la creación de federaciones de industria y la formación de consejos revolucionarios de empresa. El
174
potente crecimiento de la organización sindicalista, que cuenta hoy con más
de 700.000 afiliados frente a una cifra de apenas 250.000 en la reformista
UGT, confiere a estos órganos una gran importancia y eficacia combativas. En
algunas industrias se ha logrado ya un reconocimiento para los consejos sindicalistas de empresa, que prestan ya un trabajo positivo como avanzadilla
revolucionaria de la organización en el engranaje productivo. Un gran papel
desempeña asimismo la lucha contra la implantación de un sistema de arbitraje para toda España, que la CNT rechaza radicalmente. La clase trabajadora se defiende junto a nuestra CNT contra toda intervención estatal en la lucha
social, que debe ser materia exclusiva de los sindicatos revolucionarios. Todo
el trabajo y todas las luchas efectuados hoy galvanizan a la CNT y tienen por
objetivo hacerla más capaz y más potente para la gran tarea que el futuro le
reserva: implantar el socialismo.
LA INSIGNIFICANCIA DE LOS COMUNISTAS
De no ser porque la prensa comunista internacional, fundamentalmente
“Pravda” y “Trud“ en Moscú, “Rote Fahne“ en Berlín y “L´Humanité“ en
París se esfuerzan convulsiva y arteramente por ocultar la ridícula pequeñez
del Partido Comunista Español, apenas merecería la pena perder tiempo y
palabras con éste.
El movimiento comunista es, tanto en el ámbito político como en el sindical, un factor raquítico e insignificante de la vida social española. Los
esfuerzos financieros y de otros tipos de la Komintern no han logrado modificar este hecho. Por ello, el menosprecio de Manuilski (director de la sección románica de la Internacional Comunista) frente a sus súbditos españoles es perfectamente comprensible, y Troski no tiene derecho alguno a recriminarle por ello. Resulta muy difícil olvidar que los líderes principales del
Partido Comunista de España, Merino Gracia, Tirado Benedi y Pérez Solís se
pasaron abiertamente al fascismo durante la dictadura de Primo de Rivera.
La filial española de la Komintern no es tan joven como se quiere hacer
creer. Cuenta ya con una historia bastante larga, aunque no precisamente
muy limpia.
Existen comunistas en España desde la visita de Borodin a Madrid en
1920, pero exclusivamente del tipo de líder, esto es, una serie de aspirantes a
comisarios del pueblo que han esperado que las masas trabajadoras acudan a
ellos y que se produzca programáticamente el milagro de la revolución. Pero
a pesar de todas sus esperanzas, las masas proletarias no han acudido a ellos,
y la revolución del 14 de abril les sorprendió en el más feliz de los sueños.
Naturalmente, se comportan ahora como los revolucionarios más radicales e
intentan con alaridos demagógicos ocultar su impotencia y sus tendencias
escisionistas. No obstante su escaso número debido a la ambición de sus líde175
res se encuentran divididos en tres sectas microscópicas que se denominan
partido oficial, partido catalán y partido trosquista.
Pero la capacidad y actividad revolucionarias de estos “partidos” es prácticamente nula. Derrocharon sus fuerzas con gran esmero en las elecciones al
Congreso, sin poder conquistar un solo escaño. No han logrado incidencia
alguna sobre las últimas grandes luchas obreras sindicalistas. En los acontecimientos de Sevilla no desempeñaron prácticamente papel alguno, aun cuando la prensa comunista difundió todo tipo de infundios sobre los actos heroicos de los comunistas sevillanos por todo el mundo. “Lejos y al sur” se
encuentra la bella España, y por eso resulta muy fácil relatar los más diversos
cuentos sobre las condiciones sociales aquí reinantes. Ya conocemos hasta
cierto punto los métodos estatales bolcheviques y su desbocada imaginación,
pero hemos de reconocer que esta vez sus propios datos sobre la cifra de
miembros de la oposición sindical comunista constituyen un auténtico récord
de la exageración más desvergonzada. Opinan con el mayor aplomo que tras
el tristemente célebre “comité de reconstrucción” (una maniobra de escisión
que nació ya muerta) aglutinan nada menos que a 75.000 trabajadores distribuidos en los diversos sindicatos autónomos, reformistas y sindicalistas revolucionarios. Para mostrar la descarada falsedad de esta afirmación, necesitamos solamente comparar la bella cifra redonda de estos supuestos 75.000 partidarios con los 14.000 votos que los comunistas lograron tras grandes esfuerzos propagandísticos en las elecciones a las Cortes celebradas a finales de
junio en toda España ¿dónde se habrán quedado los otros 51.000 miembros?
Esperemos que sea la propia prensa comunista la que explique este misterio.
Quizás podría ayudarles a ello Gabriel Peri, proveedor oficial de mentiras a
“Pravda“ y a “Rote Fahne“ sobre España.
La posición fundamental de las tres sectas comunistas españolas carece de
toda originalidad, pues en el caso de los fieles a Moscú es reglamentaria y en
las otras dos tendencias está dirigida desde fuera y consiste en una repetición
sumisa de las habituales consignas estalinistas y trosquistas. Eslóganes cien
veces usados y ajados, de receta rusa. Lo único que merece atención en este
punto es el hecho de que Troski y Manuilski, al juzgar el periodo actual, coincidan curiosamente en señalar que “el levantamiento armado para lograr la
conquista del poder por el proletariado no puede constituir la tarea más inmediata”. ¿Por qué?
Troski ha expuesto en diversos escritos sus interminables teorías sobre
este tema, en las que explica la necesidad de una etapa intermedia democrático-burguesa por la ausencia de un partido comunista fuerte en España. Una
conclusión demasiado ingenua, que podría figurar dentro de un “Manual de la
revolución para uso general” bolchevique, pero que no resiste un examen
lógico. Si esta teoría fuese correcta, el Partido Comunista Alemán, que tras el
ruso constituye la sección más fuerte de la Komintern, hubiera dado hace
mucho la patada definitiva a la república burguesa en Alemania, y hubiera
176
creado su propia dictadura. Pero todas las teorías son construcciones de palabras, y de esta manera las frases ultrarevolucionarias de los Thälmann,
Neumann y Remmele no han conseguido estremecer en absoluto la base del
capitalismo alemán. Y si en España el destino del capitalismo dependiera de
la ofensiva comunista, los capitalistas españoles podrían echarse a dormir
confiadamente a pesar de estos célebres “Diez mandamientos para los comunistas españoles”, que Troski desde su modesto Sinaí turco nos ha dictado.
Estos diez mandamientos son una obra maestra de la demagogia bolchevique y exponen hasta la saciedad un cúmulo de consejos “leninistas”(todos
los medios son buenos, inclusive el engaño y la mentira, para asegurar el predominio del Partido), que refinadamente se disfrazan de honradez y sinceridad. Troski llega a recoger la vieja fórmula desgastada de un frente unitario
(esta vez con los sindicalistas), esperando captar con ello a los tontos.
Empresa grotesca y contradictoria, si se tiene en cuenta que en España no
existe este frente unitario ni siquiera dentro del propio movimiento comunista, que tiene divididos a los bolcheviques españoles en tres grupúsculos
lamentables.
En resumen, nuestra opinión es que la realidad convencerá en el futuro
tanto a Troski como a Manuilski y a todos los chicos de la Komintern que el
comunismo partidista español se halla condenado a la insignificancia, las escisiones internas y la incapacidad, y que las extraordinarias circunstancias que
en Rusia pusieron el poder en manos de los bolcheviques tienen menos probabilidad de repetirse en España que en ningún otro país.
LA VÍA DE LA REVOLUCIÓN SOCIAL
El sindicalismo español es la única fuerza revolucionaria seria que puede
garantizar en España la futura revolución social y la consecución del socialismo. Los comunistas de orientación moscovita o trosquista son, como queda
dicho, un grupito minúsculo, insignificante y condenado a la inutilidad, sin la
menor incidencia sobre el movimiento obrero español. El único enemigo al
que teme el capitalismo español es la CNT. Por ello se intentan instaurar dictatoriales medidas de represión contra ésta, por ello se la combate por todos
los medios desde un frente unitario que va de los fascistas hasta los socialdemócratas.
La CNT ha elegido el camino de la revolución social, el camino de la liberación económica y política de la clase trabajadora. Se opone clara e irrevocablemente a la democracia burguesa, denunciando ante las masas explotadas
el espíritu capitalista de la república actual. Considera la integración a una
situación histórica que no se corresponde en absoluto con una emancipación
social de la clase trabajadora como algo inconsecuente y como una traición a
los principios de ésta. Por este motivo, no ha querido sellar ningún pacto ni
177
ningún compromiso con el orden existente. Se reserva su libertad de acción
revolucionaria. El proletariado español se considera muy bien representado
por el sindicalismo. Éste se demuestra digno de su confianza y lo conduce
hacia el socialismo auténtico, sin rodeos a través de democracias burguesas o
capitalismos estatales de corte bolchevique. La CNT ha aceptado esta gran
labor de acortar la duración de la actual república a través de actividades
maduras, conscientes y tenaces, para transformar a ésta en un sistema libre de
consejos de carácter social y anticapitalista. Esta labor encuentra su expresión
concreta en los objetivos y la táctica adoptados por el congreso extraordinario celebrado en Madrid.
La historia ha colocado al movimiento sindicalista español ante una situación que requiere de él un paso de gigante. Los ojos de todo el sindicalismo
internacional miran con justificada esperanza a la CNT. ¿Podrá el sindicalismo español construir pronto un experimento social propio y lograr el éxito
con éste? El futuro lo dirá. Pero podemos afirmar ya que el ansia de lucha de
los trabajadores españoles, la continua evolución, el crecimiento y la madurez
de las organizaciones sindicalistas españolas son un buen motivo de esperanza.
La perspectiva en el momento actual es prometedora, y las masas trabajadoras tienen la fuerte voluntad de construir el socialismo. Naturalmente,
queda por hacer todo un trabajo de organización y formación que no puede
improvisarse de la noche a la mañana; pues la revolución socialista no consiste en la conquista del poder político y la sustitución de la dirección capitalista por una camarilla dictatorial que se llame proletaria a sí misma. Es algo
más, y tiene que ser mucho más que esto, si no quiere significar un fracaso
para las aspiraciones del proletariado. Debe aniquilar todo dominio y derecho
establecido que oprima la libertad y el trabajo, debe generar una justicia social
que garantice a las masas trabajadoras hasta hoy esclavizadas el provecho
total y libre del producto de su trabajo.
Sería estúpido pretender ocultar que en España esta revolución debe afrontar aún numerosos obstáculos y dificultades, pero por otro lado podemos decir
que las condiciones para superar éstos se hallan ya presentes. La clase trabajadora española, dirigida por los principios del sindicalismo, se encamina
hacia el momento de su liberación total. Se prepara para la conquista del
socialismo libertario. Ha reconocido que a la humanidad sometida y atenazada por el terror fascista, por dictaduras de todo color y por la crisis mundial
capitalista no le queda otra salida que el camino de la revolución social, que
terminará definitivamente con todo tipo de explotación económica y de represión política.
178
2. VALERIANO OROBÓN FERNÁNDEZ
La C.N.T. y la revolución
Texto taquigráfico de la conferencia pronunciada por el compañero
Orobón Fernández en el Ateneo de Madrid el día 6 de abril
Prólogo de Ramón J. Sénder
Madrid, Ediciones de El Libertario,1932
Observaciones preliminares
Ramón J. Sénder
Los actos de la organización que por circunstancias especiales alcanzan
relieve, deben ser analizados en sus consecuencias y la experiencia incorporada al fondo del que debe nutrirse nuestra táctica. La principal experiencia de
la conferencia del camarada Orobón Fernández en el Ateneo de Madrid, consiste, a mi juicio, en que nuestra propaganda solo debe ser combativa y de ataque –lo que los burgueses llaman “negativa”- en la calle, y en los medios
obreros reformistas. Por el contrario, en el sector de los técnicos y los intelectuales nuestra propaganda debe sujetarse a la crítica analítica de la economía burguesa y a la exposición de nuestra economía tal como deseamos y
esperamos que sea después de la revolución. Esto lo apuntó acertadamente
Orobón Fernández, pero por la extensión total del tema no pudo detenerse a
profundizar.
Hay entre en criterio de Orobón Fernández y el mío, las coincidencias
naturales entre los militantes de la C.N.T. pero esas coincidencias entre compañeros tendrían muy poco valor si no las condicionáramos. Hay que discutir
y dudar para volver a crear hechos y fe nuevos. Sobre todo, en estos tiempos
de creación, de destrucción fecunda. Yo entiendo que no podemos negar completamente a Marx por mucho que luchemos –eso nada tiene que ver- contra
las tácticas y los fracasados principios de los bolcheviques. El clasismo y la
clase, conceptos y fenómenos sobre los que nadie duda nos han venido de
Marx. Claro está que no porque aceptemos algunos axiomas económicos evidenciados por Marx, vemos a éste en profeta como los socialdemócratas ni lo
vemos, como los bolcheviques, en conciencia reveladora del cosmos.
Otra observación que quisiera apuntar y que a mi juicio es bastante importante es la siguiente: dentro de las organizaciones obreras revolucionarias la
C.N.T. representa una mayoría absoluta. Siendo así, como tal mayoría debe
procurar no orientar las propagandas “en oposición” antibolchevique ni en
oposición antisocialista, sino en afirmación anarcosindicalista, ignorando y
desconociendo todo lo demás. Mucho más habría que decir sobre esto mismo
cuando en lugar de esos sectores se trata de combatir a fantasmas como la
“izquierda social” sectores burgueses intermedios que apenas existen y a quié179
nes vitalizamos y vigorizamos con nuestra oposición. No hay que olvidar que
en ciertas ocasiones nuestros ataques, nuestros insultos, cualifican, y dan personalidad social al que los recibe. Dentro de nuestra clase no debemos actuar
“en oposición” porque esto convierte a veces una sombra en un enemigo real.
En anarcosindicalistas, sí. Anarcosindicalistas cien por cien. Esa designación
es una calidad humana y es además una fuerza revolucionaria con suficiente
poder de atracción y de asimilación.
Puesto a apuntar observaciones, hablaremos también de un extremo que
ha tenido siempre mucha importancia en la organización y ha de tenerla
mayor cada día: la dictadura. Todos hemos eludido siempre ese punto. Cada
día se aproxima el momento de afrontarlo francamente y nadie sabe lo que en
ese momento puede suceder porque está turbio e inconcluso el criterio de los
sindicalistas sobre el particular y porque nadie se ha preocupado todavía de
lanzar a la circulación el tema enfocándolo con sinceridad. Hablamos de
democracia perfecta y un sector importante de intelectuales, pequeñoburgués
y de socialistas, nos tachan de utopistas. “No es posible sostener una revolución sin dictadura”. Habrá –decimos- un régimen transitorio de mayorías sindicales. Entonces se nos arguye: “las mayorías sindicales de hoy son minorías en el sector del país. Será una dictadura.” Pero a esto nosotros decimos que
no. Que no serán minorías porque todo el país productor habrá entrado en los
sindicatos por imperativo de la nueva estructuración económica. Y aquí nos
dicen:
Si todo el país productor –y el que no lo ha sido pero tendrá que serlo
después para vivir- entra en los cuadros sindicales puede ocurrir que a los dos
meses de triunfar la revolución, las normas sindicales puras nos fuercen a
tolerar directivas y comités y delegados reaccionarios. Eso puede suceder
siempre en un régimen de mayorías. Entonces nadie puede prever a donde
nos llevará la revolución. Puede llevarnos a todas partes menos al comunismo libertario. Contra esto, nosotros tenemos, naturalmente, nuestros argumentos. Pero estos no pueden guardarse en las mayorías sindicales. El argumento –no de orden doctrinal, que ahí no cabe, sino de orden práctico y táctico- podría ser: Los instrumentos que el hecho revolucionario cree sobre la
marcha de los acontecimientos, serán instrumentos de lucha y de coacción.
Estos si es necesario, implantarán una hegemonía de clase bajo el control
económico de la C.N.T., hasta tanto que esta realice su estructuración interna para sustituir con la organización sindical y los trabajadores armados
todas las funciones de ordenación de la nueva sociedad y de represión contra posibles intentos de la burguesía española o de la de cualquier país europeo. He ahí una fórmula que podríamos oponer porque ni se separa de la
ortodoxia anarcosindicalista ni del sentido racional de la revolución. Además
sean cualesquiera nuestros propósitos, si no nos resignamos a esperar un par
de siglos para atraer una parte de la burguesía por persuasión –convenciendo
a directores generales, ministros, obispos y generales- si queremos seguir el
180
ritmo de los hechos, estos desembocarán, invariablemente en esa fórmula o
en otra parecida.
Hora sería de que afrontáramos esas cuestiones con decisión y empuje. El
camarada Orobón Fernández trae su juventud y su preparación, su experiencia de la lucha en Alemania, a estos medios tan necesitados de vigor juvenil,
de miradas penetrantes y de inteligencias frescas. En su conferencia esbozó
actitudes concretas ante hechos y cuestiones que nos habían dejado siempre
dudosos y vacilantes. Los jóvenes tenemos el deber de reflexionar y de interpretar con arreglo a nuestra conciencia revolucionaria los hechos y las conductas. Interpretando y reflexionando de esa manera estimularemos a los
camaradas que llevan en su nombre la responsabilidad de luchas y de éxitos
o de fracasos anteriores. Puede que entre todos encontremos no el camino
–ese ya está trazado- sino los jalones, los malecones, los elementos, en fin,
que nos han de permitir recorrerlo hasta el final.
Ramón J. Sender
LA C.N.T. Y LA REVOLUCIÓN
¡Camaradas! ¡Ateneistas!
Al ocupar esta tribuna para explanar el tema motivo de mi conferencia,
considero como un deber ineludible reivindicar en primer término la actuación antidictatorial de la C.N.T., rechazando una infamia que ha sido acuñada
y puesta en circulación por los sectores políticos que más defecciones e indignidades tienen que silenciar. Los elementos republicanos y socialistas, los
beneficiarios fáciles y alegres del 14 de abril, los invertebrados políticos de la
época de la dictadura, han convertido en calumnioso ritornello la afirmación
de que la C.N.T. se inhibió cobardemente en los años ominosos del despotismo castrense. Este es el INRI más afrentoso que podía ponerse al calvario
sufrido por la C.N.T. en el periodo dictatorial.
Pero para todo aquel que no esté atacado de amnesia aguda o de mala fe
evidente, la historia de la oposición antidictatorial de la C.N.T. está a cubierto
de toda duda. Porque la historia de esa oposición está escrita con sangre y sufrimientos en la huelga general intentada por la C.N.T. en diciembre de 1923 y
traicionada por los socialistas, está escrita en las horcas de Vera y Barcelona en
1924, está escrita en los registros de las cárceles y presidios, por donde, en los
siete años ignominiosos, pasaron miles de militantes de la C.N.T.
Y mientras esto ocurría, mientras se desangraba la parte más heroica y
viva del proletariado español, el sector republicano hacía literatura o se entregaba a un dolce far niente neutralista, y los dirigentes del partido socialista y
de la U.G.T., practicaban la más indignas de las tercerías, gozando del favor
especial del dictador y apuntalando la dictadura ostensiblemente mediante
una colaboración práctica y espiritual en el Consejo de Estado, en el Instituto
181
de Reformas Sociales, en los Comités Paritarios y en innumerables comisiones mixtas. Y mientras los locales de la C.N.T. estaban cerrados a piedra y
lodo, la Casa del Pueblo de Madrid, recibía con todos los honores visitas
“ilustres”, entre otras la del señor Martínez Anido, a quien el aprovechado
exproletario y “proletario” actual Sr. Cordero, sirvió de cicerone con la más
exquisita amabilidad.
Y cuando los elementos republicanos organizaban sus conspiraciones,
incruentas para las personalidades destacadas, pretendían siempre captar
como fuerzas de choque los cuadros proletarios de la C.N.T. Así, pues, podemos afirmar categóricamente, sin temor a ser desmentidos, que la C.N.T.
cumplió siempre en vanguardia con su deber revolucionario, distinguiéndose
en esto de los sectores políticos, que sólo se colocaron vorazmente en vanguardia a la hora del reparto de enchufes y carteras.
LA C.N.T. Y LA REVOLUCIÓN DE ABRIL
Puritanos revolucionarios han reprochado a la C.N.T. su intervención en
las conspiraciones más importantes fraguadas para echar abajo a la monarquía. Esta amalgama con elementos antimonárquicos dispares, unidos circunstancialmente por el dominador común de eliminar un obstáculo histórico
interpuesto en el desarrollo de nuestro país, no tuvo por base un nexo orgánico declarado, sino que fue una coincidencia de objetivos inmediatos. Fue más
un ir separados y pegar juntos. Y esta actitud estaba dialécticamente justificada. La democracia era una aspiración romántica, que, por contraste con la dictadura que se sufría, había adquirido un prestigio enorme entre las masas
populares despertando anhelos y esperanzas. Y la aspiración a esa ilusión, a
esa categoría abstracta e inaprehensible, encubría en la lucha política las fronteras de las clases. La lucha política contra una forma agresiva de la tiranía
relegaba a segundo término la lucha de clases. Era necesario, dialécticamente necesario, gastar rápidamente aquella etapa, eliminar el obstáculo histórico, crear las condiciones necesarias para desenmascarar a la democracia burguesa con toda su parcialidad de clase y dejar el terreno limpio para el planteamiento de la lucha de clases y el problema de la revolución social. En
España la democracia, como aspiración, tenía el mismo simbólico significado
que la liberación nacional en China. Y el Partido Comunista chino, a partir del
pacto de Joffe con Sun-Yat-Sen en 1923, colaboró con el Kuo-Min-Tang
nacionalista, comprometiéndose a respetar el programa de este último, a
sabiendas de que era un partido antisocialista y de que el movimiento nacionalista, una vez triunfante, ahogaría en sangre las tentativas de emancipación
proletaria.
También nosotros sabíamos que la revolución del 14 de abril, remedo tardío de la francesa de 1848, tendría en seguida su Cavaignac y sus jornadas de
182
junio. Maura, el de los 108 muertos, se encargó de tan siniestro papel.
Consciente de este desengaño sangriento, pronosticado por toda serie de precedentes históricos, la C.N.T. consideró como un imperativo estratégico su
colaboración, independiente y sin compromisos (cuanto se ha hablado de
intervención en el pacto de San Sebastián y de promesas de comportamiento
pacífico es absolutamente falso), pero colaboración efectiva, en la labor antidictatorial y antimonárquica, como también luego consideramos como un
imperativo revolucionario el situarnos irreconciliablemente, en un terreno de
clase, frente a la democracia burguesa que asumiera las funciones gubernamentales. No se podía saltar las etapas. Como consecuencia de toda una serie
de factores, la ilusión de las masas, el entusiasmo desbordante y el prestigio
aún intacto de la nueva constelación política, era inevitable esa etapa. Pero,
usando términos hegelianos, podemos decir que si del choque entre la tesis
monárquica y la monárquica y la antítesis oposicionista surgió la síntesis
democrático burguesa, esta síntesis no absorbió la nueva antitesis revolucionaria que, con carácter de clase y encarnada por la C.N.T., se enfrentó ipso
facto con el nuevo régimen.
LA REPÚBLICA Y SU GESTIÓN
El advenimiento de la República marcó por unos días la apoteosis más
inefable y abigarrada de la confusión de clases. Fue una borrachera de entusiasmo, al socaire de la cual parecieron confraternizar lobos y corderos. ¿Qué
espíritus malignos hablaban de los irreconciliables antagonismos de clases?
¿No era enternecedor aquel cuadro que ofrecía el pueblo alegrándose infantilmente como si le hubiera tocado la lotería?
Pero pronto los fusiles de la Guardia Civil, los fusiles archibeneméritos en
la República, beneméritos en la monarquía, que tan simbólico viraje realizaran el 14 de abril, vinieron a delimitar implacablemente las clases y a recordar a todos que la República era un poder esencialmente capitalista. La pequeña burguesía intelectual derrochó lirismo y elocuencia, haciendo miríficas
promesas y gozando, a su vez, de las realidades gratas del usufructo del poder.
Se repartieron enchufes muy reales y se prometieron reformas sociales muy
hipotéticas.
Se nos dio teóricamente la Constitución más libre del mundo, traje nuevo
que aun no hemos estrenado, importada de Weimar, y se nos impuso prácticamente una Ley de Defensa de la República, importada también de Alemania,
pero mucho más satrápica y antijurídica que la “Republikschutzgesetz”. Esta
última tiene al menos una base jurídica, y es administrada por los tribunales
de justicia, justicia de clase sin duda, pero que guarda las formas, mientras que
la de aquí está regulada por la circulación buena o mala de los jugos gástricos
del ministro de la Gobernación y sus acólitos de provincias.
183
Esta ley y sus excesos, que han culminado en las deportaciones del
“Buenos Aires” han despertado al pueblo a una realidad de clase, despertar
que ha sido completado por el fracaso chillón de la política social del gobierno. La crisis de trabajo, exponente de la crisis económica, y la reforma agraria han sido las cuestiones en que más rotundamente ha fallado, como no
podía menos que ocurrir, la constelación republicano-socialista. Don
Indalecio Prieto, nuestro flamante patriota hidráulico, ha proclamado la existencia de 500.000 parados en España. Realidad pavorosa, que tiene su expresión en la miseria que ahoga al pueblo, en la multiplicación de la indigencia
y la mendicidad. Y esto no puede solucionarse con “garden parties”. ¿Qué ha
hecho el régimen, en general y el ministro del Trabajo, en particular, para
resolver este grave problema ¿Ha hecho reconocer y aplicar el derecho al trabajo? Nada de eso. Se ha limitado a reconocer el carácter crónico de la crisis
y la inviolabilidad de la economía capitalista?
Para cubrir el expediente el 25 de mayo de 1931, creó por decreto la Caja
de Previsión contra el paro, que tenía por objeto socorrer con muchas restricciones a cierta categoría de parados. El decreto alcanza a los trabajadores pertenecientes a organizaciones de tipo mutualista. Y en esto, como en otras
muchas cosas, quedó al descubierto una vez más la cuquería de nuestro flamante ministro de Trabajo, y se explica además con una superficial constatación. Largo Caballero, actual ministro de Trabajo, es además secretario de la
U.G.T. y puede contársele como el más encarnizado enemigo de la
Confederación Nacional del Trabajo.
Pero de la existencia de esa Caja han debido enterarse únicamente los
burócratas que la administran y un número insignificante de parados de la
U.G.T., pues sus efectos no se ven por ninguna parte. Con eso y con la llegada del verano se espera poder ir tirando.
¿Y la reforma agraria? Para juzgarla basta decir que le ha parecido de perlas al “ABC” órgano del sector propietarista más feroz. Y “El Socialista” ha
coincidido esencialmente con el diario que sirve de rancho espiritual a la
caverna. La reforma agraria presentada por D. Marcelino Domingo al parlamento, es la más mezquina, la más tímida, la más insuficiente de todas las realizadas en Europa después de la guerra. Esa reformilla lamentable es un parto
de los montes o una carabina de Ambrosio.
A grandes males, ínfimos remedios. ¿Que hay 3 millones de campesinos
sin tierra? Quizá se solucione el problema con 5.000 asentamientos, que es
para lo que dan de sí los 50 millones de pesetas consignadas para ese fin. D.
Marcelino es un homeópata consumado. Además, ha considerado como un
deber de economista patriota, el que los latifundistas y grandes terratenientes, que la reformilla agraria deja intactos, no carezcan de braceros para el
cultivo, de jornaleros que, al cobrar 4 pesetas de jornal, no sentirán un fervor extraordinario por la República. Quizá los trabajadores que ganan jornales de hambre y los parados que nada perciben, a pesar del artículo 46 de
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la Constitución y los campesinos sin tierra se alimenten con la retórica que
derrochan las Constituyentes o con la satisfacción que les produzcan los discursos y las “maravillosas” dotes de gobernante del Sr. Azaña, tan admirado por la España admiradora de fenómenos taurómacos y futbolísticos. Y, a
pesar de esta gestión desastrosa de la república, el Sr. Cordero decía el otro
día en “El Socialista”, con acento “campesino” y amargo, que las masas perdían las ilusiones depositadas en la democracia. Y él, ingenuo, no se lo
explicaba.
Pero lo verdaderamente significativo del caso, es que un colega suyo, alemán, venido a España y huésped por lo tanto de D. Manuel, había hecho en
Alemania la misma comprobación desoladora. Ni el Cordero ni su colega, se
han dado cuenta del significado trágico de tal desilusión. ¿No cabría explicárselo poniéndose también sentimental y hasta poético para decirle que “Las
ilusiones perdidas, ¡ay!, son hojas desprendidas de la traición socialista?”.
CRISIS POLÍTICA Y ECONÓMICA DEL CAPITALISMO
El problema del paro forzoso y el problema agrario son únicamente dos
aspectos graves del gran problema económico que tiene planteado España,
como lo tiene planteado el mundo. Este gran problema reside en la incapacidad manifiesta de la economía burguesa para ejercer socialmente las funciones de la producción y la distribución. El desarrollo de las fuerzas de producción, técnica y proletariado, se halla en contradicción flagrante con las formas
inflexibles de la propiedad individualista y su base jurídica. Este hecho ha
precipitado al capitalismo internacional en la crisis mortal que hoy padece.
En España nuestros economistas oficiales se resisten a reconocer la gravedad de esta crisis. Don Marcelino Domingo, nuestro improvisado ministro
de Economía, en su optimismo novato, presentaba hace días España como
una isla de posibilidades inefables. Seguramente no opinan los mismo los
500.000 parados, ni siquiera los contrabandistas financieros que buscan
allende las fronteras un suelo más firme para sus capitales. Los que hablan de
esas posibilidades excepcionales, además de cerrar los ojos a la grave crisis
por que atraviesa España, no ven o no quieren ver el entrelazamiento, la interdependencia que liga nuestra economía con la economía mundial. ¿Pero
acaso la cotización de la peseta, su actual tisis galopante, producida por
imponderables políticos o económicos, no son una prueba concluyente de
esta interdependencia?
Se invoca nuestra economía sana y sus posibilidades de desarrollo.
Quienes tal afirman no se dan cuenta de los más elementales principios económicos. Para desarrollar una economía de tipo capitalista, a base de un
industrialismo floreciente y una agricultura moderna y mecanizada, hace falta
una formidable acumulación de capital y un mercado nacional e internacional
185
de posibilidades ilimitadas. Y esta acumulación sólo puede hacerse a costa de
la plusvalía del trabajo, es decir a costa de trabajo no pagado. Como quiera
que el mercado internacional y las zonas de imperialismo comercial están
agotados, son terrenos vedados para una industria incipiente, el desarrollo de
la industria y la economía española sólo puede ser basado en el desarrollo del
mercado interior. Aquí tropezamos con una contradicción insuperable ya que
la ampliación del mercado interior no es posible más que concediendo a los
salarios obreros una capacidad de compra muy superior a la actual e incompatible con la acumulación de capital industrializante y con el sostenimiento
de un tipo de rentabilidad susceptible de mantener en el capitalismo el acicate de la actividad. ¿Y cómo acumular capital mediante un descuento mayor de
los haberes obreros, cuando el tipo medio de salario en España es muy inferior al de todos los demás países importantes de Europa, oscilando entre 5 y
6 pesetas diarias en la industria y 3 y 4 pesetas en la agricultura? Y si se trata
de pesetas desvalorizadas ... ¿Y cómo compaginar este descuento con la necesidad autárquica de intensificar el mercado interior?
He aquí una contradicción insoluble, una contradicción que no podrá ser
mitigada por los tímidos proyectos de economía planeada que, imitando tardíamente la “Planwitschaft” de Walter Rethenau, ha anunciado nuestro gran
D. Marcelino... Nuestro nuevo y novato ministro creyó haber hecho algún
descubrimiento al elaborar tan fantásticos planes, ignorando sin duda que
demócratas y socialdemócratas, en fraternal contubernio y tras muchos
esfuerzos descubrieron hace bastantes años esos mismos planes que hoy le
entusiasman y enternecen y que han fracasado tiempo ha en el resto de
Europa, arrastrando tras si el último resto de confianza en la ilusión democrática. El sistema capitalista se muere de hipertrofia, de congestión, asfixiado
por sus contradicciones prácticas. Y en este rodar por la pendiente no cabe ya
volver atrás, pues, como dijo Rodbertus, el capitalismo, en su avance, va
quemando las carabelas.
LAS FUERZAS PROLETARIAS ANTE LA QUIEBRA
DEL CAPITALISMO
Esta quiebra evidente del capitalismo en el orden económico trae consigo
inevitablemente, la quiebra de los sistemas políticos que lo sostienen. Por eso
la democracia burguesa española ha nacido históricamente sin derecho a una
vida larga. Y de ahí el que asistamos a un desmoronamiento rápido y completo de las ilusiones democráticas y a una justificada radicalización de las
masas engañadas y desengañadas. Por instinto de conservación y por imperativos históricos, el proletariado tiene que defender revolucionariamente sus
interesas de clase. Ese proletariado está hoy completamente convencido de
que la revolución del 14 de abril no ha traído más que una cosecha de mala
186
retórica, y quiere que la próxima revolución sea la suya y traiga pan, libertad
y justicia social.
Pero para la realización de una revolución verdaderamente social, no basta
el hecho objetivo de la quiebra y la incapacidad del sistema capitalista, sino
que es también importantísima la certera orientación y actuación revolucionaria de las masas obreras, su capacidad política y social para enterrar al capitalismo. ¿Y cual es la posición de los sectores proletarios ante las perspectivas de la próxima revolución española?
El Partido Socialista y la U.G.T. han abandonado el terreno de la lucha de
clases, y por eso no quieren ver la crisis profunda del capitalismo, que tanto
debiera recordarles los textos de Marx. Pero a los ministros y diputados marxistas les interesan más los enchufes y carteras que toda la ciencia económica de Carlos Marx. Y si alguna vez, sobre todo cuando se habla de crisis y de
desembarcar del gobierno a los ministros socialistas, agitan el fantasma de la
revolución y de las grandes huelgas, lo hacen únicamente para asegurar carteras y los enchufes. ¡Lo que va de ayer a hoy en el mundo socialista! El congreso socialista internacional celebrado en Amsterdam en 1904, acordó a propuesta de Kautsky, el puritano del marxismo, no participar en el poder dentro
de la sociedad burguesa, por no asumir la responsabilidad de la forma de producción capitalista y el mantenimiento de la burguesía. Y el congreso condenó todo intento de limar las diferencias de clase, facilitando la gestión del
poder burgués.
Como consecuencia de esta resolución se expulsó a los que anteponían el
ministerialismo al socialismo, a los Millerand, Vivivani y Briand. Con ello se
creyó asestar un duro golpe al revisionismo de Bernstein, Vollamar, David,
etc. Pero no debían pasar muchos años sin que éste triunfara en toda línea. La
socialdemocracia internacional se convirtió en vivero de ministros, que ofrecían y ofrecen al capitalismo sus servicios de “medicina social”. ¡Y se queja
Cordero de la desilusión de la clase obrera hacia la democracia flamante instaurada el 14 de abril! Cuando se tiene por modelo a la social democracia,
francamente, no puede esperarse otra cosa. Y se tiene que esperar, mucho
menos cuando se observan espectáculos como el que hemos presenciado con
motivo de las últimas elecciones presidenciales alemanas. De tres candidatos
que fueron presentados no había uno que fuera ni siquiera republicano.
Presentáronse Hitler y Duerterberg fascistas. Thaelmann comunista, e
Hiendenburg, generalísimo de su majestad imperial durante la última guerra,
y hombre de confianza de la plutocracia alemana. Y este es precisamente el
símbolo de la democracia al cual los socialistas votan de todo corazón, aconsejando a sus mesnadas apoyarle incondicionalmente.
Y hoy el ministerialismo ha triunfado plenamente sobre el socialismo en
España y fuera de ella. La socialdemocracia española sigue la trayectoria de
la socialdemocracia internacional, incorporada plenamente a las filas de la
burguesía y la contrarrevolución. Frenar y votar es su consigna. Y no ve o no
187
le importa el ejemplo de la socialdemocracia alemana que, después de abortar la revolución de 1919, ha estado frenando y votando 12 años, al cabo de
los cuales está siendo aplastada por el avance arrollador del fascismo hitleriano. El nuevo partido socialrevolucionario, partido eminentemente pequeño-burgués, parece bombardear el régimen actual con las pompas de jabón
de su retórica, pero es una prolongación de este sistema. El bombardeo retórico por una oposición escarlata e inofensiva es también, una necesidad de
equilibrio de un régimen. Ya lo dijo el señor Azaña en aquel famoso discurso que tanto revuelo provocó en el gallinero radical. “el régimen necesita la
oposición como parte indispensable de su mecánica política y parlamentaria”. Y hasta es posible que Azaña eche de menos en el parlamento un par de
diputados comunistas, susceptibles de aportar la salsa a los guisotes de las
Constituyentes. El partido social revolucionario es un sector que sólo utilizará la burguesía en momentos de una seria amenaza proletaria. Lo utilizaría
como guardafreno de la revolución, a pesar de su fraseología revolucionaria.
El concepto que de la revolución tiene este partido es una reminiscencia
romántica y trasnochada del siglo pasado. El material de que pretende servirse este partido de la pequeña burguesía, ese elemento que hoy está asustado de su propia valentía y pide a gritos el aumento de la Guardia Civil y la
multiplicación de los guardias de asalto.
La mentalidad de esta pequeña burguesía que quieren hacer servir a los
socialrevolucionarios para su revolución, está magníficamente retratada por
Senador Gómez en una de sus obras, creo que “Castilla en Escombros”.
Hablaban varios pequeños propietarios de un pequeño pueblo perdido en la
llanura gris de una provincia castellana, de una huelga que los obreros de la
capital mantenían desde algunos días antes, y al hablar de soluciones uno de
ellos se manifestó de esta manera, poco más o menos: “Yo traía aquí guardia
civil, mucho guardia civil, que fuera cogiendo los huelguistas uno a uno, y los
fuera “afusilando”. Y esta es la gente que los social revolucionarios y bloquistas de izquierda quieren utilizar para hacer su revolución.
Pero la fraseología ultrarradical de los superjabalíes resulta excesiva
para esa pequeña burguesía ... Y para el proletariado es demasiado poco. De
ahí el que la revolución democrática izquierdista de Balbontín y los suyos,
sea históricamente imposible. Otro tanto ocurre con ese extraño producto
llamado “revolución democrático-burguesa”, que las diferentes fracciones
comunistas estiman indispensable para llegar a la revolución proletaria. Esa
revolución, en sus consignas esenciales –nacionalización de minas y ferrocarriles, entrega de la tierra a los campesinos-, se parece como un huevo a
otro huevo a la “balbontinada”. A nosotros esa consigna nos parece un equívoco peligroso, antimarxista, por añadidura, una redundancia dialéctica, que
representa un compromiso inadmisible con varios aspectos del sistema capitalista. El fracaso estrepitoso de la democracia burguesa después de la dictadura, compromete e inhabilita por igual a todos los sectores de la burgue188
sía, que, si es pequeña, aspira a ser media o grande y es forzosamente antiproletaria.
ENTRE EL FASCISMO Y LA REVOLUCIÓN SOCIAL
Por esto nosotros proclamamos que, antes de que el fascismo específico
venga a actuar de reconstituyente providencial del capitalismo, la revolución
proletaria debe ser hecha en España, saltando por encima de la grande y
pequeña burguesía. Desgastada la actual constelación política por su incapacidad para resolver los problemas económicos planteados, que se irán agudizando cada vez más, la vida política española se halla ante la siguiente alternativa de modernidad fascista, o la revolución social.
A la vista tenemos las premisas de este gran duelo. Los trogloditas han
salido de la caverna reaccionaria con una insolencia inagotable y vomitan sin
cesar olas de venenoso papel impreso. Y bajo la presión de este frente troglodítico, que tiene ramificaciones hacia los grupos mauristas y lerrouxistas,
Azaña ha emprendido una cruzada contra la más sólida y prestigiosa entidad
proletaria, contra la CNT, deportando y encarcelando a sus más activos militantes. Y en esa ofensiva de clase, aprobada por una mayoría parlamentaria
que va de Cabello y Cordero a Beunza y Gil Robles, los socialistas se distinguen por sus biliosos ataques. Ellos, los exproletarios marrulleros y los cachorros burocráticos de Albert Thomas, orgullosos de su ciencia de Comité
Paritario, vuelcan toda su bilis sobre el anarcosindicalismo español, calificándolo de bárbaro y antieuropeo. Y la prensa burguesa entera corea esos ladridos. Pero yo quiero confesar aquí que esos calificados no nos ofenden, porque ser bárbaro frente a una civilización decadente y antieuropeo frente a una
Europa desdentada, es un signo indiscutible de juventud.
RUTA Y VIABILIDAD DE LA REVOLUCIÓN SOCIAL
La CNT que no reconoce al régimen presente derechos de estación de término, ni tampoco acepta como estación de tránsito una balbontinada cualquiera, se considera como heredera obligada de la situación actual. La CNT,
proclama que los problemas de orden social y económico planteados en
España no pueden ser resueltos dentro del marco capitalista. De ahí su oposición absolutamente irreconciliable al régimen actual... Y no lo hace por capricho o por espíritu de algarada y de motín. La CNT tiene un concepto constructivo de la revolución que es garantía de la superación del descoyuntado,
caótico e injusto sistema capitalista.
Se nos ha calificado y se nos califica a diario, desde los más diversos sectores, de elementos caprichosamente impulsivos, perturbadores y catastrófi189
cos. Y es que se atiende principalmente a nuestro aspecto negativo, sin profundizar nuestras teorías constructivas. Don Pío Baroja, el escritor que más se
ha inspirado en la famosa divisa de la izquierda hegeliana, “el placer de la
destrucción es un placer creador”, nos juzgó hace días en una interviú con
bastante justicia, en parte, pero cargándonos también el sambenito de negativos. Y hace pocos días su hermano don Ricardo –cualquiera diría que el nihilismo es patrimonio familiar- decía lo mismo desde esta misma tribuna, aunque con diferentes palabras.
Efectivamente, somos y seremos elementos negativos mientras en España
haya tanto que merezca ser negado; pero, llegado el momento, sabremos también probar la capacidad constructiva. Los componentes de nuestra organización, entre los que no faltan los buenos albañiles, los buenos arquitectos, avezados de toda su vida a disciplinas constructivas en el terreno de la técnica,
aplicarán su competencia, su esfuerzo, con más ahínco si cabe a construir en
el terreno social. Nosotros afirmamos que, planteada la revolución, en un
terreno de clase y con un carácter económico, corresponde a la CNT, organización obrera revolucionaria de masas, el deber y el derecho de orientarla y
dirigirla. Los partido políticos, por su base restringida y dogmática, son incapaces de realizar una revolución de amplio carácter social. La participación
amplia del proletariado es base indispensable de la revolución y su triunfo.
El anarcosindicalismo, por tener su base en el cogollo mismo de la producción, está más capacitado que cualquier otro movimiento para asegurar la
organización del proceso productivo después del episodio revolucionario.
Hablamos de la revolución con un sentido de plena responsabilidad, sin un
concepto de aventura y de catástrofe.
Al actual caos de la economía capitalista, individualista, caprichosa e irregular, la CNT opone una economía regulada y basada en la justa satisfacción
de las necesidades colectivas. Y una economía así organizada excluye la crisis, excluye el paro, excluye la desigualdad, basa su desarrollo en el bienestar
creciente de la sociedad. Para nosotros, pues, según una frase de Barbusse, la
revolución es el orden.
Nuestros sindicatos de industria, nuestras federaciones, nuestros comités
de fábrica y nuestro Consejo nacional de Economía y Estadística son garantías de este orden y esta capacidad constructiva. Nosotros no jugamos a la revolución como quien juega a los soldados. Se arguye que nos faltan los técnicos;
que los técnicos militan al lado de la burguesía y que nuestras masas obreras
no tienen la menor noción de lo que es el funcionamiento de una gran fábrica
o la organización de los gigantescos medios de transporte. Evidentemente, los
obreros no tienen una noción perfecta de todo esto, aunque su roce constante
con la producción les da cierta capacidad y útiles conocimientos. ¿Pero acaso
saben más los accionistas y obligacionistas? ¿Acaso no tienen éstos que comprarse sus técnicos, ingenieros y especialistas en el mercado de trabajo?
Aparte de que la CNT tiene hoy a su lado, afortunadamente, un número no
190
despreciable de técnicos, si la mayoría de ellos persistiera en su desclasificación, en su falta de conciencia de clase, la revolución les “compraría” para su
labor constructiva.
Conquistados por nosotros los medios de producción, organizaremos la
economía nueva sobre una base de unidad y racionalidad, encaminada a
aumentar el standard de vida de las masas. No se nos oculta que para esto
habrá que trabajar de firme. Pero sabremos hacerlo y convertirlo en el más
alto principio social. En el orden político, rechazamos la dictadura, origen
también de oligarquías y microbios bonapartistas. También relegaremos el
Estado al museo de las antigüedades de que hablaba Engels, encomendando
los pocos servicios útiles que pueda realizar a los sindicatos de servicios
públicos. Y la organización general de productores será la que, basada en una
democracia anticapitalista y utilizando el principio de mayorías y minorías
(exactamente lo mismo que lo hace ahora en sus congresos), regule la vida
social.
Esto no es, evidentemente, el comunismo libertario puro. Pero nadie, en
nuestro movimiento, ha creído jamás que la madurez social y moral necesaria
para la convivencia en un régimen libertario cualquiera bajaría miríficamente
del cielo. Y convencidos por ejemplos históricos de que ni la socialdemocracia ni el bolchevismo pueden conducir al comunismo libertario, queremos ser
nosotros los que asumamos directamente la tarea de prepararlo. Se nos llamará, como tantas otras veces, utopistas. Pero a los que estos nos llamen les
diremos que es cien veces más utopista aquel que se agarra a una realidad que
se desmorona, que aquel que lucha por un régimen que aún no existe, pero
cuyo advenimiento es marcado como inevitable por toda una serie de premisas indiscutibles.
191
3. PERSPECTIVAS NACIONALES E INTERNACIONALES
CNT, Madrid (noviembre-mayo de 1933)
I. QUINCE AÑOS DE BOLCHEVISMO
14.11.1932
Con gran pompa se está celebrando en Moscú el decimoquinto aniversario de la revolución rusa. El protocolo bolchevique sabe quemar en estas
solemnidades una pirotecnia vistosa, que recuerda un poco las famosas aldeas de tramoya del mariscal Potemkin. Fiestas oficiales, manifestaciones “ad
hoc”, desfiles militares y homenajes bulliciosos a las delegaciones obreras
internacionales, expresamente invitadas a este jubileo deben dar una nota de
optimismo artificial a la situación política y económica de Rusia.
Mucho necesita hoy esos tonos de procedencia química la realidad rusa.
Porque lo que los ingenuos delegados obreros de los diferentes países están
viendo relucir allí, no es oro, precisamente, y el cielo azul que expertos guías
les enseñan, no es cielo ni es azul.
Coincide este aniversario de la revolución rusa con un momento de crisis
grave en la dirección política de la Unión Soviética. Crisis que, como lógica
consecuencia del carácter dictatorial del régimen, tiene su origen y repercute
en todos los problemas esenciales del país, predominantemente en los de
orden económico. La célebre “línea general” de Stalin, recta hasta hace poco
tiempo, según las estadísticas, ha empezado a torcerse. El “piatiletka”, o plan
quinquenal, tropieza con obstáculos insuperables. Ha parado en seco la marcha triunfal de este movimiento de industrialización que, en opinión de los
teóricos oficiales del bolchevismo, aseguraba un desarrollo ascensional hacia
el socialismo. La cosecha, peor que mediana, de este año contribuye a aumentar las dificultades.
El tropiezo sufrido por el plan quinquenal era inherente a la estructura unilateral del propio plan, y económicamente inviable. El Consejo superior de
Economía soviético, se había inspirado, al trazarlo, en la necesidad de fomentar la industria pesada descuidando y aún sacrificando para este fin, la agricultura y la industria de los artículos de consumo. Esta preterición de sectores
económicos importantes tenía que conducir a desproporciones peligrosas. La
fabricación de medios de producción ha dejado muy rezagada la elaboración
de materias de consumo y productos acabados. Dnieprostoi Magnitogorsk, los
grandes “combinados” del hierro, el acero y la energía eléctrica, son exponentes de este desequilibrio económico. Hay altos hornos, presas y turbinas
pero faltan patatas, trigo, carne y otros artículos de primera necesidad. Si a
esto se agrega el hecho de que las importaciones de material industrial precisado para la realización del plan quinquenal, son financiados en buena parte
con el producto de la exportación de trigo y otros artículos alimenticios que
ahora no podrán ser exportados, por encontrarnos en una situación complicada y difícil para la economía soviética.
192
El fallo del plan quinquenal debiera implicar la liquidación política de
Stalin. Pero éste es un maestro consumado en el arte del viraje oportuno.
Recuérdese la habilidad con que, ante los desastrosos resultados de la forzada colectivización agraria impuesta por él, dio tranquilamente contraorden,
habló de la “estúpida embriaguez de los triunfos”, y hasta castigó a los “culpables” de haberle obedecido con demasiado celo.
Las últimas noticias de Rusia dejan entrever otro cambio de frente de la
política staliniana. Casi un viraje de 180 grados, que tienen algún parecido
con la transición del llamado comunismo de guerra a la NEP; es decir, a la
tolerancia de la economía privada, medida que, en 1921, se consideró como
una maniobra genial de Lenin. Una disposición del gobierno soviético acaba
de restablecer ciertos aspectos del comercio privado, permitiendo a los pequeños labradores, la venta de trigo no requisado a precios de mercado libre. Esto
es, francamente una concesión al “kulakismo” y al individualismo económico rural que los bolcheviques se venían preciando de haber extirpado. Para
este viaje de vuelta a la NEP no hacían falta las alforjas del doble plan quinquenal.
Claro es que los causistas bolcheviques tratarán de justificar este paso con
artilugios teóricos. Pero las masas obreras y campesinas de Rusia, impermeables a las sutilidades doctrinales y agotadas por inútiles experimentos y tanteos, están pensando seguramente que la realización del socialismo es un problema de acción directa en el sentido más estricto.
Al cabo de quince años de bolchevismo experimental, Rusia se halla prácticamente, más distanciada que nunca del socialismo. Esta es la comprobación
irremediable que nos impone este aniversario en que la prensa comunista
internacional prodiga a caño libre encomios de estereotipia sobre el régimen
soviético. ¡Ojalá la realidad nos permitiera compartirlos! Lo haríamos con
franqueza y satisfacción. Pero es, precisamente, esa realidad la que demuestra que en la llamada “patria del proletariado”, ahora como antes, hay explotadores y explotados, mandarines y esclavos, verdugos y víctimas. La generalización oficial del sustantivo “tovarich” no ha tenido la virtud mágica de
eliminar las clases. Un implacable espejo clasista es el principio capitalista de
retribución del trabajo que empieza en los 75 rublos mensuales que gana un
peón, y pasando por los 300 rublos que cobra el obrero de las brigadas de choque, se pierde en los pingues sueldos de los burócratas y los jefes políticos. Y
el trabajo a destajo y los métodos Taylor y los decretos de 7 de septiembre y
11 de octubre, que castigan con multas o pérdida del derecho al trabajo a los
obreros que cambien de fábrica; y las libretas de buena o mala conducta, que
recuerdan prácticas medievales del artesanado, no son tampoco muestras de
socialismo pese a los bellos huecograbados de las revistas bolcheviques.
Quince años después... el proletariado ruso sigue esperando en vano el
socialismo integral. El bolchevismo no es el camino que conduce a él. Así lo
proclama el balance histórico de este aniversario.
193
II. La sombra de Bismarck
15.11.1932
Por cuarta vez en el año que corre ha sido movilizado el cuerpo electoral
en Alemania. Treinta y siete millones y pico de votantes han acudido a las
urnas para depositar en ellas su papelito, único derecho efectivo que parece
reconocerles la famosa y frondosa constitución de Weimar, la más libre del
mundo, después de la española.
Todas las elecciones tienen una banalidad de lucha de mentirijillas, de
supuesto táctico con derroche ruidoso e inofensivo de pólvora y cartuchos
vacíos. El encandilamiento que producen esté regido por la misma ley psicológica que la fiebre de las contiendas deportivas.
Las recientes elecciones alemanas han ofrecido el aspecto tragicómico de
un inocente juego de “yo-yo”, practicado inconscientemente por el proletariado alemán bajo la amenaza inminente de una avalancha fascista y militarista. Nunca ha estado tan clara como ahora la inutilidad del parlamentarismo.
Al canciller Von Papen se le podrá negare cuanto se quiera, menos sinceridad
y consecuencia a su manera. Es un reaccionario de tomo y lomo, procedente
del vivero jesuítico del centro católico y formado socialmente en el “Herren
Klub”, círculo de nobles en cuyo ambiente se han incubado también los von
Schieicher, von Gayl, von Braun, von Neurath y demás barones del gabinete
que hoy rigen los destinos de Alemania. Y actúa de acuerdo con su origen.
Naturalmente, von Papen desdeña la democracia y no se ha recatado en
declararlo públicamente, añorando la “mano fuerte” de Bismarck. El descarado trato de favor que, al llegar al poder, otorga a los nacionalsocialistas, hizo
que se le considerase como precusor del fascismo. Hoy se conviene ya que es
la encarnación directa de un fascismo menos bullanguero que el de Hitler,
pero tan venenos como éste y matizado por una aristocrática insolencia. En el
haber de sus cinco meses de actuación figuran hazañas oligárquicas como el
desmoche de la Constitución, la destitución del gobierno socialdemócrata
prusiano, la violación de un fallo del Tribunal de Garantías Constitucionales
del Reich, la reducción por decreto de los salarios obreros, la disolución de los
Reichstags... y la intención de disolver el elegido el 8 de noviembre último, si
los representantes parlamentarios de treinta y siete millones de voluntades no
se someten a la del canciller.
Von Papen necesita un parlamento a la medida de sus planes. Y el
Reichstag recién elegido será así o no será. Pero, ¿y la democracia?, ¿y la
soberanía del pueblo reconocida teóricamente por el artículo primero de la
Constitución de Weimar? Mandanga pura. En el fondo de todo eso hay una
simple cuestión de fuerza, que Papen tiene resuelta a su favor con los 100.000
soldados de la Reichsgeche, que acaudilla su compinche Schieicher, y con los
80.000 policías prusianos que Scyering, el ministro socialista arrojado hace
poco del poder, organizó para defender el “orden democrático”.
194
Fácil es comprender que, en semejantes circunstancias, suponen muy poco
los balidos del rebaño electoral. No obstante, los partidos socialdemócrata y
comunista han volcado todos sus esfuerzos en este inútil torneo. Sabía de
antemano von Papen, lo había dicho sin recato, que al gobierno le importaba
un bledo las elecciones. Veían como los junkers ocupaban una tras otra posiciones importantes, derribando sin escrúpulos legales ni constitucionales,
cuanto se interponía a su camino. Y frente a este frío golpe de estado, la decisión no estaba en las urnas, sino en la calle.
El cubilito electoral de socialistas y comunistas ha sido, pues, un rodeo
medroso y suicida. Política de avestruz de una inconsciencia sin igual. ¿Qué
importan los trece millones de votos platónicos emitidos a favor de los partidos obreros. Von Papen tiene menos votos, pero más fusiles. Por eso, a pesar
de su aplastante derrota electoral, se ha declarado satisfecho de las elecciones.
La prensa comunista ha cantado a todos los vientos la victoria electoral de
KPD: ¡Cien diputados y casi seis millones de votos comunistas! Cifras astronómicas cuya significación política y revolucionaria es igual a cero. Porque a
la trinidad Papen- Scheicher-Gayl, no se la tumba con votaciones.
La sombra de Bismarck tiene otra vez un trono espiritual en Alemania.
Acaso lo ha tenido siempre, más o menos visible. Porque en esta restauración
del imperio reaccionario y militarista. Del “sacrum imperium” del Canciller
de Hierro, están colaborando denodadamente, con su empacho de legalismo y
su parálisis aguda de las facultades revolucionarias, los partidos políticos
obreros. Su marxismo ha resultado “bismarxismo” según la expresión de
nuestro camarada Erich Mühsem”
III. Hoover y Roosevelt. Wall Street
16.11.1932
El capitalismo norteamericano ha cambiado de servidor. Franklin D.
Roosevelt ha reemplazado a Herbert Hoover en la presidencia de los Estados
Unidos. Un levísimo incidente que no merecía la desmedida atención que le
ha prestado el mundo. Porque, después de esta elección, todo seguirá igual
que antes. No habrá cambio social ni político de trascendencia, a no ser que
se considere como tal la abolición por etapas de la ley “seca”, medida que irritará a algunas sociedades de abstemios y beatas, hará desbordar de alegría, y
de algo más, a los húmedos amantes del buen caldo y obligará a los “gansters”
a dejar el contrabando de alcohol para convertirse en honrados taberneros.
El descalabro de Hoover ha sido simbólico. Su prestigio de capitán de
industria, ganado pulso a pulso despellejando a negros, blancos y amarillos en
todos los continentes, ha desaparecido por las grietas que resquebrajan la última gran ciudadela del capitalismo. Cuando ungido con los óleos de Wall
Street, subió al poder hace cuatro años, los Estados Unidos eran todavía una
195
isla económica feliz. El país de las posibilidades infinitas le llamaban, pasmados de admiración, los economistas internacionales, “God own country”,
el país de Dios, decían orgullosos los yanquis. Hoover fue entonces la vestal
escogida por la burguesía americana para mantener vivo y eterno el fuego de
la prosperidad. Calvin Colidge, su predecesor y el más cretino de los presidentes que han dado calidad histórica a su chatura mental, no lo había hecho
mal. Pero de Hoover, genio industrial y financiero, se esperaban milagros.
¿Quién podía dudar en esta coyuntura de la solidez y aún de la perfección del
capitalismo, como sistema social? Cierto que Europa se debatía, mientras
tanto, en una crisis económica mortal. Pero esto le importaba poco a los burgueses empedernidos y aún a los obreros aburguesados tipo American
Federation of Labour del “país de los buenos y los bravos”. Después de todo,
la solidaridad internacional era incompatible con la doctrina democrática.
Sin embargo, la miseria, contagiosa como la peste, saltó pronto el
Atlántico. Y un día, el clásico “día negro” de los bolsistas en octubre de
1929, una oleada de pánico invadió Wall Street, la bolsa de Nueva York, el
más sensible centro nervioso de ese país educado en un culto feroz al oro.
Se despeñaron las cotizaciones de los efectos públicos más importantes. Los
rascacielos de valor convencional se vinieron abajo. Y esto era sólo el prólogo del colapso económico que se echaba encima. Los tres años transcurridos desde entonces han dado tonos de tragedia al antiguo panorama de
“jazzbanda”: quiebras de bancos y empresas industriales a millares, ruina de
la agricultura, reducción de la producción en un 52 por ciento del volumen
de 1928; 14 millones de obreros, es decir el 28 por ciento de la población
laboriosa del país, sin trabajo y en la mayor miseria; y algunas de las industrias esenciales del país reducidas al 10 o 15 por 100 de su capacidad de
producción.
Este caos ha tumbado a Hoover para encumbrar a Roosevelt. Y eso que
uno y otro son devotos de un mismo principio capitalista y servidores de un
mismo amo: Wall Street, el aquarium de los tiburones financieros más poderosos de los Estados Unidos y del mundo. Las etiquetas republicanas y demócratas no alteran esa afinidad.
A pesar de todo esto, millones de miserables han creído ver el fin de sus
miserias en la estudiada sonrisa de Roosevelt. La frivolidad y el estómago
vacío no son, por lo vista, las antípodas como parecen. Incluso ha habido sindicatos obreros y comités de parados que han apoyado oficialmente al candidato sonriente.
La estupidez es libre, pero la mentalidad de un insecto debiera bastar para
comprender que Roosevelt no podrá ni querrá resolver esta crisis, que es la del
sistema que él representa. Que la crisis tiene solución es indudable. Ahora
bien, para conseguir su solución radical es preciso que los obreros norteamericanos tengan de ella un diagnóstico exacto. Así no perderán el tiempo con
cataplasmas electorales, ni ilusiones personalistas.
196
La crisis económica de los Estados Unidos y del mundo entero es una
resultante del desequilibrio que existe hoy entre el extraordinario desarrollo
de los medios de producción y de las formas clásicas de la propiedad.
Liquídese el derecho romano y social; ordénense los medios de producción,
adaptando su empleo, a la satisfacción justa y abundante de las necesidades
colectivas y la crisis desaparecerá con el orden social que la produce. La
Dificil facilidad de lograr esto, reside, únicamente, en que los trabajadores lo
comprendan y quieran ponerlo en práctica. De lo que sí pueden estar seguros
los obreros norteamericanos es de que, ni el adusto Hoover, ni el risueño
Roosevelt les sacarán del atolladero del hambre en que están metidos. Para
salir de él hay que echar, no un papelito en el puchero electoral, sino toda la
carne en el asador.
IV. Trampas de guerra
18.11.1932
Expirado ya el año de moratoria en los pagos de reparaciones y deudas de
guerra propuesto por Hoover y aceptado internacionalmente en junio de 1931,
vuelve a sonar de nuevo para los estados deudores el cuarto de hora de
Rabelais, es decir, la hora de pagar. El 15 de diciembre próximo vence otro
plazo de la formidable deuda contraída durante la guerra por las potencias
aliadas europeas con los Estados Unidos, país cuyo capitalismo alimentó deliberadamente la máquina de matar para hacer con la vesania guerrera el más
redondo de los negocios. Este vencimiento supone para Francia e Inglaterra
un desembolso inmediato de 240 y 1.100 millones de pesetas respectivamente. Y ninguno de los dos estados se halla en condiciones de atender este pago,
como no sea recurriendo a un empréstito interior, muy difícil de cubrir en las
actuales circunstancias.
La crisis económica ha caído como un ciclón sobre todo los países, agotando arcas, mermando ingresos fiscales y desnivelando presupuestos. Los
presupuestos de la mayoría de las naciones tienen sendos boquetes de muchos
millones, descollando entre ellos el “budget” francés que, por sí solo, acusa
un déficit de 4.000 millones de pesetas. Tal situación no es, por consiguiente,
muy favorable para la anunciada reanudación de pagos, y es natural que los
Estados deudores traten de eludir o aplazar el cumplimiento de los compromisos que se les echan encima.
Las notas “cordiales” dirigidas días atrás por los gobiernos de Francia e
Inglaterra al gobierno norteamericano reflejan, de un modo diplomático, esta
situación de franca insolvencia. Piden, con cortesía de pariente pobre, una
revisión de las deudas y hasta insinúan, entre líneas, la solución de la “esponja” o, dicho de otra manera, del borrón y la cuenta nueva. Además, recuerdan
a Hoover los compromisos morales adquiridos tácitamente por él cuando
197
arrojó, como un salvavidas, la idea de la moratoria al capitalismo europeo.
Sobre la base de estos compromisos sobreentendidos se celebró hace varios
meses en Lausana una conferencia, en la que, bajo la fuerza de circunstancias
inmodificables, los acreedores de Alemania acordaron reducir a una expresión
insignificante las cantidades a abonar en concepto de reparaciones. Los países aliados perdonaron a Alemania sus deudas con la esperanza de que los
Estados Unidos les perdonaría a ellos las suyas. Estos acuerdos de Lausana
han quedado pendientes de ratificación hasta que el gobierno yanqui asegure
expresamente la compensación esperada.
Pero ahora resulta que tanto Hoover como Roosevelt, cariñosos agentes
ejecutivos de los deseos del capitalismo americano, piden el pago de los débitos, alegando que el problema de las reparaciones perdonadas no tienen nada
que ver con las deudas que ellos quieren cobrar en dinero contante y sonante
o en concesiones, no menos efectivas, de carácter comercial. Francia,
Inglaterra y Bélgica afirman, en cambio, que reparaciones y deudas son indesglosables. Si ellos no cobran a Alemania, tampoco pagarán a América.
Ante esta actitud de la plutocracia americana, la única solución “fácil” del
pleito de las trampas para los litigantes interaliados sería la de descargar, otra
vez, el fardo de las reparaciones sobre las escuálidas espaldas del pueblo alemán. Pero Alemania es hoy una vaca exhausta, descarnada por los piojos del
nacionalismo y acogotada por la crisis económica. Pretender exigirle a rajatabla las indemnizaciones del plan Young, liquidado por la miseria antes que
por la conferencia de Lausana, equivaldría a convertirla en una almoneda
desastrosa. Es un imposible matemático y objetivo.
En este problema de las deudas, como en el del desarme y en el del proteccionismo industrial y comercial, se cubren con los pliegues de las banderas nacionales, los egoísmos más bajos de todas las oligarquías imperialistas,
cada una de las cuales trata de engañar a las demás y llevarse la mejor tajada.
Y como el juego no anda entre bobos, sino entre tigres, no puede menos que
haber zarpazos.
Cierto que este desenfreno de avaricia y nacionalismo prepara fatalmente
la fosa del sistema capitalista, cada vez más enredado en la madeja de sus
trampas y contradicciones. Pero, de momento, el único que paga el pato en
todas partes, y por todos los conceptos, es el proletariado. Pagó en la guerra,
dejando en los campos de batalla más de diez millones de cadáveres, y
sufriendo terribles penalidades y privaciones. Y la guerra de 1914-18 terminó
el día del armisticio sólo en su aspecto episódico. Luego ha venido su “cola”
de consecuencias económicas, que están siendo pagadas también por la clase
trabajadora. Deudas y reparaciones no merman la renta del capitalismo.
Afectan únicamente a la “renta” de los obreros ya que son enjugadas con la
plusvalía del trabajo directo, es decir, con el excedente de trabajo que el valor
real del salario no retribuye.
198
De la cantera del esfuerzo proletario sacan la burguesía y su instrumento
político, el Estado, todos los elementos necesarios para sus combinaciones
mercantiles y guerreras. Carne de cañón para la guerra y carne de fábrica y
terruño para pagar en la paz los vidrios rotos en la guerra, tal es el papel que
el orden actual obliga a desempeñar a los de abajo.
Aún pesan sobre la humanidad los rastros de la última guerra y ya está
incubando otra nueva. Cualquier día raspará el aire el clarín de la movilización. ¿Acertará el proletariado universal a convertir esa movilización en una
avalancha social arrolladora del régimen presente? Si así fuera, el mundo
habría hallado la solución definitiva e ideal de los problemas del desarme, de
las deudas de guerra y de la paz.
V. El congreso de Ottakring
19.11.1932
La socialdemocracia austriaca acaba de celebrar su congreso anual en
Ottakring, el barrio más populoso y rebelde de Viena “la roja”. El rojo del
simpático adjetivo que le han colgado los socialistas a la capital de Austria,
es, dicho sea de paso y para evitar confusiones, de un tono pálido lindante con
un rosado de pastelería. Los frenos legalistas y electoreros del politiquerismo
obrerista la ha descolorido. Tan sólo fue roja una vez, cuando en julio de 1927,
las masas proletarias contra la voluntad de sus líderes, le pegaron fuego al
Palacio de Justicia como protesta contra una sentencia injusta.
Los Congresos socialdemócratas de Austria resultan siempre interesantes.
A ellos acuden conspicuos representantes del marxismo teórico, los cuales,
examinando las inconsecuencias familiares de la política pequeño-burguesa
del partido, gesticulan tan divertidamente como el coro de doctores de El rey
que rabió. Pero, en medio de todo, las discusiones alcanzan un nivel doctrinario e intelectual que resultan un Himalaya en comparación con la ramplona
mediocridad de caciquismo de secretaría que impera en los comicios del
Partido Socialista español. Claro es que, al margen de esta brillantez dialéctica, la política práctica de la socialdemocracia austriaca es muy parecida a la
de los socialistas españoles.
El congreso de Ottakring ha discutido dos problemas de envergadura
internacional: el ocaso progresivo de la democracia política y el problema de
la crisis económica. Ponente sobre el primer punto ha sido el líder del ala centrista Otto Bauer, la mentalidad más aguda y peligrosa, no sólo de la socialdemocracia austriaca,, sino de toda la Segunda Internacional. Es un verdadero águila de incomparable suavidad argumental, un virtuoso del baile en la
cuerda floja del sofisma, y a cuya habilidad se debe el hecho de que el Partido
Socialista austriaco haya conservado su unidad a través de todas las contingencias.
199
Él era el más indicado para hacer tragar a la mayoría del Congreso el mito
de la democracia burguesa como etapa preparatoria del socialismo. Las circunstancias porque viene atravesando Austria desde la revolución de 1918 y
sobre todo desde el incendio del Palacio de Justicia vienés en 1927, hacen
objetivamente indefensible, ante la clase obrera austriaca, la tesis de la democracia.
Una tras otra han ido perdiendo los trabajadores y sus organizaciones las
escasas posiciones sociales conquistadas en la revolución. Uno tras otro se les
ha despojado de sus principales elementos de defensa, mientras se favorecía
abiertamente el armamento de sus adversarios de clase. Y todo esto ha pasado y está pasando en un régimen llamado democrático.
El tablero político de Austria es muy simple. Los partidos cristiano-social,
pangermanista y agrario, integran la mayoría parlamentaria que sostiene al
Gabinete reaccionario Dolffus el cual se dedica, con amorosa solicitud, a allanar el camino al fascismo rural de los “Heimwehren” o ligas patrióticas de
defensa, acaudilladas por el príncipe Starmhemberg. Estas “Heimwehren”
cuentan con gran número de afiliados y suelen organizar aparatosos desfiles
de sus huestes armadas, sin recato, de fusiles y ametralladoras.
Con antecedentes de este calibre se comprende lo poco que allí vale la
democracia. No obstante, los socialistas austriacos, que tienen consigo el cuarenta y cuatro por ciento de los electores, y creen , ciegamente, en la democracia, esperan con ilusión un siete por ciento más de sufragios, que les traiga la ansiada mayoría. Y cuando tenga el cincuenta y uno por ciento de los
votos..., entonces saldrán a relucir, y a decidir, los fusiles y ametralladoras de
las ligas patrióticas.
Todo esto lo sabe muy bien el zorro de Otto Bauer. Sin embargo, en el congreso de Ottakring, ha consagrado una soberbia pieza retórica a la defensa de
la democracia burguesa. “Hay que defender la democracia –ha dicho- contra
la reacción fascista desarrollada alrededor de Austria. Sin el aplastamiento de
esta reacción, es inconcebible el triunfo del socialismo en la Europa central”.
Efectivamente, los horizontes cardinales de Austria, se hallan oscurecidos
por las dictaduras alemana, húngara, yugoeslava e italiana. Pero, ¿vale la pena
destrozar esta reacción para restaurar la democracia burguesa, en ocaso irremediable? ¿Acaso no son una y otra aspectos de un régimen idéntico, caras de
un mismo cuerpo esencialmente iguales, salvo ligerísimas diferencias de
gesto?
Como los elementos jóvenes del Congreso, empachados de marxismo
recién engullido, hicieron ascos a las conclusiones sofísticas del jefe, éste
cambió algo el disco y remató su discurso con unos cuentos arabescos clásicos. Habló de la revolución, e incluso profetizó la unión internacional del proletariado políticamente, afirmando que un día, acaso no muy lejano, las
Internacionales de Zurich y Moscú se fundirán en una sola.
200
Que venga pronto ese abrazo fraternal de Friedrich Adler y Mamilsky. Así
no podrán seguir dando gato por liebre los del cuarto voto de obediencia a
Stalin.
Sobre la crisis económica informó al Congreso el ex canciller Rener, líder
del ala reformista del partido. Hizo una disección implacable del sistema capitalista, al que culpó de todas las catástrofes, anunciándole próxima muerte y,
luego ... “aquellos montes que al mundo estremecieron”, parieron una resolución mezquina, solicitando la aplicación de las leyes sociales, la semana de
cuarenta horas y la reducción del tipo de interés en los créditos.
A grandes males, ínfimos remedios. Así fue, es y será, el socialismo político. Porque para los grandes remedios de la acción directa, tan indicados en
circunstancias como los presentes, no basta la doctrina condensada ni la teoría por entregas. Hace falta también una pequeña dosis de valor, y no económicamente precisamente.
VI. Manchukuo
21.11.1932
Hoy está reunido en Ginebra el Consejo General de la Sociedad de
Naciones. Entre los doce puntos que figuran en el orden del día de esta reunión, descuella uno, particularmente, dedicado al pleito chino-japonés en
Manchukuo, al que servirá de base de discusión el informe camaleónico de la
comisión Lytton.
La cuestión de Manchuria está ya prácticamente resuelta a favor del imperialismo japonés. Por consiguiente, los debates a que de lugar en el Consejo
de la S. de N. no afectarán en nada a la situación creada de hecho por el zarpazo de Japón. Tan sólo se limitarán a buscar sutilidades jurídicas con que dar
una fachada de derecho a ese acto de vandalismo que, según la certera idea
del ministro de Estado Chino, Loivenkan, parece un cuento de la época del
militarismo medieval, expresado en el lenguaje del siglo XX.
El desarrollo del imperialismo japonés parece también una fábula. Aún no
hace setenta años que el Japón era despertado de su modorra medieval por los
cañones de los buques yanquis, heraldos de una civilización capitalista que
necesitaba zonas de expansión industrial y mercante. El imperio nipón se restregó los ojos y aprovechó la lección americana. Los cañonazos que abrieron
al comercio occidental los puertos de Yedo y Yokohama, marcaron el nacimiento del capitalismo japonés que nació ya con garras imperialistas. Tras un
proceso rápido de industrialización interior siguieron las piraterías expansionistas. En 1891, Japón aplicó a China el mismo método que, años antes, habían empleado contra él los Estados Unidos. Y se quedó con Formosa entre las
uñas. Poco tiempo después se apropió de la península de Corea. Y, al calor de
la Gran Guerra, realizó toda una serie de rapiñas en China y Oceanía.
201
Su último golpe, consumado hace unos meses con un cinismo sin igual, ha
sido la colonización de Manchuria con arreglo a la receta típica del imperialismo: ocupación militar, aplastamiento de toda resistencia indígena y colocación de la zona conquistada bajo el “protectorado” del conquistador.
Así, la Manchuria desgajada del resto de China, ha sido convertida en el
“estado independiente” Manchukuo, bajo la amorosa protección del Japón.
Este amor nipón se desvive, sobre todo, por el hierro, el carbón y otros minerales que, en relativa abundancia, encierra el subsuelo manchuriano. El capitalismo japonés, necesita a Manchukuo como proveedor de materias primas
para su industria y como mercado para sus productos. Además, piensa también utilizarlo para descongestionar su población que crece en proporciones
extraordinarias.
¿Cómo saldrá Japón de esta aventura? Por lo pronto le está costando los
cuartos. Hasta ahora ha tenido que volcar en ella cerca de 1.000 millones de
pesetas, suma que representa más del quince por ciento de su presupuesto
anual y que ha acentuado el desequilibrio de la Hacienda japonesa, sobrecargada de antes con una enorme deuda externa.
El expansionismo colonial no es hoy tan fácil como en los tiempos de
Jules Ferré y Cecil Rodhes. La doctrina nacionalista ha resultado un arma de
doble filo. Puede ser utilizada para engrandecer imperios, pero también para
destruirlos. Las nacionalidades oprimidas han hallado en el mito de la independencia nacional un medio poderoso y de fácil presión contra el imperialismo. Este nacionalismo revolucionario que se ha extendido por todos los
países coloniales apenas ofrece a los explotados otra cosa que el reemplazo
de los opresores y explotadores extranjeros por amos indígenas. No obstante, ejerce tal poder de seducción en las distintas capas de población de las
colonias que se ha convertido en aspiración general y en etapa inevitable de
desarrollo. Hasta que no se realice esta aspiración, con el desengaño consiguiente de las masas explotadas , no podrá plantearse allí con claridad la
lucha de clases.
El nacionalismo chino le está perturbando al Japón el saqueo imperialista
que este se había prometido en Manchuria. La guerra de guerrillas ha adquirido un estado crónico que, para el invasor, supone una sangría costosa en
hombres y en dinero. Esto y la codicia mal disimulada de los Estados Unidos
son los principales billares de la aventura.
No es seguro que el Consejo de la Sociedad de Naciones proteste oficialmente contra este atraco del Japón a China. Las cinco grandes potencias que
tienen en él la mayoría de derechos se conformarán con una participación
indirecta en el botín. Por eso el delegado especial japonés, Matsuoka, ha
hablado ya del régimen de puerta “abierta” que se implantará en Manchukuo
para las naciones amigas.
202
Hasta la propia Rusia no ha podido resistir la tentación de pescar en río
revuelto y está negociando la firma de un pacto de no-agresión con el Japón
a cambio del reconocimiento oficial de la rapiña nipona en Manchuria.
La moral socialista es también , por lo visto, un prejuicio como la libertad.
VII. Hitler ante portas
22.11.1932
Continua en Alemania la política de salto atrás. No es tan nueva como
parece esta política. Tiene ya una trayectoria larga y lejana, iniciada a raíz de
derrumbamiento imperial de 1918. El pueblo, que confió a la socialdemocracia el destino de la revolución, engendró inconscientemente la reacción.
Porque entre Friedrich Ebert y Adolf Hitler, la historia y la lógica trazan una
línea recta implacable.
En noviembre de 1918 se hundió el capitalismo alemán, dejando al socialismo un campo experimental de posibilidades incomparables. Trece años
más tarde, en noviembre de 1932, la plutocracia alemana se yergue con más
insolencia que nunca, debilitada en su engranaje económico por las contradicciones internas del régimen que representa; pero bien atrincherada políticamente, gracias al aparato estatal, militar y policiaco creado por la socialdemocracia al pasar por el poder. En el frontispicio de este periodo histórico,
puede el proletariado alemán colocar el siguiente título: “De la revolución al
fascismo guiado por la socialdemocracia”.
En efecto, el fascismo está ya encima en su más específica expresión.
Hitler, el arrogante jefe del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, gestionando desde ayer por encargo del presidente Hindenburg, la formación de
un gobierno de concentración reaccionaria, en el cual él y sus lugartenientes
ocuparán los resortes esenciales. No es imposible que logre sus propósitos, ya
que la burguesía y la clase media alemanas han rodeado al “bello Adolfo” de
una aureola mesiánica muy propicia a sus planes dictatoriales. Además, esta
vez desarrolla Hitler una táctica mucho más prudente que la que siguiera el 13
de agosto último, cuando borracho aún por la victoria electoral del 31 de julio
exigió a Hindenburg le entrega inmediata e incondicional del Poder. La pérdida de dos millones de votos en las elecciones del 4 de noviembre, ha frenado las intemperancias del “Führer”, quien, temeroso de que se le escape para
siempre la oportunidad de gobernar, ve que la astucia le facilitará el ascenso
al poder mejor que la caja de los truenos.
Ahora no desdeña como cantidad insignificante a las plantillas políticas
burguesas, sino que les hace respetuosamente la corte. Precisa, para sus combinaciones, a los jesuitas del Centro Católico y a los “junkers” del partido
nacionalista alemán. Como Mussolini a los populistas en 1922. Después, las
203
necesidades del absolutismo impondrán el expurgo. De todas formas la democracia está bien muerta de una muerte merecida.
¿Qué puede esperar la clase trabajadora de esta exaltación al Poder del fascismo hitleriano? ¿Acaso no se dice obrero y socialista el partido que acaudilla Hitler?
Si el proletariado alemán no tuviera embotada la sensibilidad revolucionaria por la rutina de una actividad política ultralegalista, es seguro que consideraría la entronización del hitlerismo, como una franca declaración de guerra, y obraría inmediatamente en consecuencia. El nacionalsocialismo es un
movimiento que, mediante un demagógico aderezo de viejas consignas nacionalistas, viene a aumentar y rejuvenecer las reservas políticas del capitalismo.
Para captar con éxito algunos elementos proletarios, y disimular el sentido
retrógrado de sus fines, ha dado un astuto barniz social a su programa. Con
frases revolucionarias ha denunciado el papel explotador del capital financiero, señalando el “yugo de los réditos” como fuente de todos los males. Esto
se debe, sobre todo, al hecho de que la Banca alemana se halla controlada por
financieros judíos, cosa que a los ojos antisemitas de los nacionalsocialistas
les parece un ultraje a la soberanía de la raza germánica. En cambio, dan el
visto bueno a la explotación que, con la racionalización industrial más refinada, hacen víctima a los obreros los Thyssen, Krupp, Boergig y otros capitanes
de industria de acreditado tronco ario.
A Hitler le importan muy poco los extremos sociales del programa nacionalsocialista. Lo que le interesa es el Poder, en el cual va a ser la personificación más brutal de la reacción y la contrarrevolución. Ya el 12 de agosto,
habló de iniciar la era fascista con una especie de San Bartolomé social,
dejando a sus Secciones de Asalto la calle libre durante tres días. Y Strasser y
Goebels, segundos de a bordo en el partido, han anunciado repetidas veces
que el advenimiento del tercer imperio (imitación de la “Terza Roma” fascista), quedaría marcado por la “larga noche de los cuchillos”, dedicada al exterminio de caracterizados elementos revolucionarios.
El juego frívolo de las elecciones no ha conjurado este peligro. La víspera de “la noche larga del cuchillo” se aproxima. Decíamos hace unos días aquí
mismo, que en Alemania la decisión no estaba en las urnas sino en la calle.
Los acontecimientos confirman nuestro punto de vista. Las listas de votación
del 8 de noviembre, exponentes de inutilidad y candidez, duermen en los
archivos del departamento de estadística. Y es que para cambiar el rumbo fascista de la historia en Alemania, y en todas partes, hacen falta hombres.
Que España se mire en este espejo y aprenda. Porque sigue una trayectoria muy parecida.
204
VIII. Stalin, discípulo de Taylor
23.11.1932
La dictadura de los jefes comunistas aprieta cada vez más el cuello de la
revolución rusa. Y acabará por ahogarla definitivamente, a menos que los
obreros y campesinos rusos no se decidan a apartar de un manotazo a los caciques emboscados en el engranaje político y burocrático del primer “Estado
proletario”. Sólo así quedaría limpio el camino hacia el socialismo y resurgiría la verdadera emulación revolucionaria y constructiva.
Mucho se ha dicho y escrito por los teóricos marxistas acerca del carácter
pasajero del Estado proletario como factor contribuyente a la emancipación
de la clase obrera. Casi todos esos teóricos, particularmente Engels, han apreciado el desarrollo del organismo estatal con arreglo a una escala descendente, que, comenzando en la exultación represiva del periodo anecdótico de la
revolución y siguiendo por una etapa edificadora de un orden social comunista, concluiría en su autoanulación por falta de función que cumplir en una
sociedad sin clases. Esta teoría clásica ha sido modificada, al correr de los
años, por las dos alas del socialismo autoritario. El ala reformista ha hallado
en Cunow un teórico del estado democráticoburgués como principio y fin de
toda manifestación política, social y económica de una colectividad nacional.
Y el ala izquierda ha enmendado la plana a Marx con el “leninismo” que ha
dado teóricamente al Estado dictatorial proletario condición de longevidad y
hasta de permanencia. De ahí que, para los bolcheviques, la conquista del
Poder político se haya convertido en aspiración de primer plano que, no obstante su naturaleza exclusivamente táctica, ha eclipsado por completo la aspiración socialista esencial.
Las consecuencias de esta posposición de lo doctrinal a lo táctico se tocan
hoy prácticamente en Rusia. El Estado y su mantenimiento se han convertido
en finalidad en sí, confirmando de este modo en toda línea las previsiones de
la crítica anarquista. Se habla, es verdad, de socialismo, pero éste no tiene realidad objetiva en el panorama político y social de la Unión Soviética. Antes al
contrario, la vida diaria y las disposiciones gubernamentales parecen demostrar que, aparte la centralización estatal de la propiedad de industrias, fincas y
servicios públicos, el régimen de trabajo, así como la retribución y explotación de éste, se desarrollan en condiciones que no difieren apenas de los de
cualquier Estado capitalista.
“Pero objetarán algunos, aun cuando las condiciones materiales no sean
brillantes, los trabajadores rusos deben de gozar de mayor libertad que sus
compañeros de otros países, ya que viven en un Estado proletario”.
De entre los muchos hechos que pueden probar todo lo contrario, queremos destacar hoy uno de gran actualidad.
El 18 de noviembre, exactamente hace cinco días, publicaron todos los
periódicos que aparecen en Rusia un decreto del Consejo de Comisarios por
205
el cual se adoptan medidas draconianas contra la pereza. En virtud de esta disposición, complemento digno de la que impone a los trabajadores la inmovilidad de fábrica, taller o tajo, “todo obrero que falte un día al trabajo sin causa
justificada, será castigado automáticamente con el despido, la privación de la
tarjeta de la tarjeta de subsistencia y el desahucio de la vivienda que ocupe, si
esta pertenece a la administración o a la fábrica.
Este decreto presidiario se califica por sí solo. Stalin va más allá que
Taylor, el famoso negrero “científico”, en el estrujamiento de la carne de
fábrica y en el ataque a la pereza. Mientras que el último sólo disponía del
obrero en el marco del proceso productivo, dejando la asistencia al trabajo a
un albedrío limitado por los apremios del estómago, el dictador ruso no permite a los trabajadores, renunciar un día a la pitanza para tomar a cambio, una
ración de libertad. La ordenanza cuartelera del 18 de noviembre completa la
racionalización ultrataylorista –trabajo de “choque” a la cadena y a destajocon que se espera contrabalancear el fracaso parcial del plan quinquenal.
La Izvestia, órgano oficial del Gobierno, justifica el decreto diciendo que
es preciso reforzar la disciplina del trabajo, resquebrajada por “la influencia
de los kulaks y los mercaderes”. Luego atribuye a Marx y Engels la afirmación de que, durante el proceso revolucionario, el baremo de retribución debe
ajustarse “a la calidad y a la cantidad del trabajo”. Esta supuesta afirmación
de los clásicos del socialismo es un refrito oportunista de las conclusiones del
discurso sensacional pronunciado por Stalin en junio del año pasado, en el que
se reveló como un aprovechado discípulo de Taylor. Hoy da ya ciento y raya
al maestro, “a cada uno según sus fuerzas, sin tener en cuenta las necesidades”. Que el débil reviente, pagando así la equivocación que supone haber
nacido en una época de culto a los músculos...
En Rusia avanza el taylorismo, en tanto que el comunismo se aleja envuelto en nieblas de utopía. Es que el comunismo, para viable socialmente, necesita esencia libertaria y métodos de libertad.
IX. Gobierno socialista en Suecia
24.11.1932
Desde hace dos meses ocupa el poder en Suecia un Gobierno socialista.
Esta es la cuarta vez que la socialdemocracia empuña el timón político en este
país. La burguesía sueca recuerda aún, agradecida, los buenos servicios que le
prestaron los tres gabinetes socialdemócratas presididos por Branting. Y,
ahora, con la confianza de estos precedentes, se ha echado en brazos de Per
Albin Hansson, sucesor de Branting en la jefatura del partido socialista sueco
y acreditado defensor de las teorías del “paréntesis” y del “interés general”.
El detalle más curioso de las elecciones de septiembre, cuyos resultados
han puesto la dirección del Estado sueco en manos de la socialdemocracia, es
206
que los tres partidos obreros –socialdemócrata, comunista de Kilborn o disidente y el comunista oficial- han obtenido juntos cerca de setecientos votos
más que todos los partidos burgueses reunidos, es decir, la mayoría indiscutible del censo activo. ¡Bonita ocasión para “hacer socialismo”, apoyándose,
legal y democráticamente, en ese criterio expresado por más del cincuenta por
ciento del cuerpo electoral!
Pero, no hay cuidado. Per Albin es una persona seria y responsable, todo
un “hombre de Estado”, incapaz de prestarse a experiencias que podrían lesionar los sacratísimos intereses cuya custodia le ha sido confiada.
La socialdemocracia sueca ha explotado mucho, en su propaganda electoral, el argumento de la “descomposición del capitalismo”. En Suecia, país de
tradición económica ponderada, se manifestaron agudos síntomas de descomposición con motivo del derrumbamiento del gigantesco trust Krurger and
Toll, ocurrido hace unos meses. Esta caída descubrió la venalidad de los partidos burgueses, sobornados casi en su totalidad por Ivar Kreuser, y suministró una fácil plataforma electoral a los grupos políticos obreristas.
La mayoría de los votantes suecos condenó al régimen capitalista por
corrupto e inmoral. Y Per Albin recibió dos mandatos: uno del pueblo, que,
ingenuamente, le encargaba liquidar el sistema “condenado en las urnas”; y
otro, de su majestad el rey Gustavo V, que le encomendaba la formación de
un Gobierno compatible con el capitalismo y con las reglas de urbanidad y
buena educación exigidas por el protocolo monárquico. Per Albin aceptó el
segundo de los mandatos, convencido de la flexibilidad palaciega de su socialismo.
El nuevo gobierno socialista sueco está mostrando la mejor voluntad para
resolver la crisis de la economía “nacional”. Lo de la “descomposición” fue
sólo un cuento ventajista para ganar las elecciones. Una vez ganadas, los
ministros socialistas se dedican con denuedo patriótico a recomponer lo descompuesto pensando que el propio Kruger fue, a su manera, más revolucionario que ellos.
Por de pronto no han cercenado una sola partida del presupuesto de guerra que tan virulentamente criticaron desde la oposición. ¡Qué argumento tan
formidable aquel de que se gastaba en cañones lo que necesitaban los obreros
sin trabajo para pan! Pues ese argumento es hoy, con el gobierno socialista de
Per Albin Haneson, tan actual como lo era con el gobierno liberal-conservador de Ekman. Y en política arancelaria, las exigencias proteccionistas de los
agrarios no parecen haber hallado oídos herméticos en el ministerio socialdemócrata, a pesar de que comportan un encarecimiento automático de la vida.
En cambio, el proletariado acaba de recibir un violento portazo en las narices al solicitar nada más que una amnistía general para los presos sociales. El
Gobierno socialista traía el deber moral de adelantarse espontáneamente a
esta petición. Pero la mayoría de los presos sociales son sindicalistas y comunistas. Presos de tercera, a juicio de los señores ministros. La justicia capita207
lista los condenó por su actuación en luchas obreras. Algunos de ellos “delinquieron” en la famosa huelga de Adalen, donde una compañía de soldados, al
mando del capitán Mesterion, disparó contra los huelguistas matando a cinco
e hiriendo a otros muchos. El capitán asesino recibió una sanción de tres días
de arresto, mientras que varios de los huelguistas, condenados, purgan aún en
la cárcel el ejercicio más elemental de la lucha de clases. Y el Gobierno socialista se niega a amnistiarlos. Tan solo está dispuesto a concederles un indulto
humillante, previa declaración de arrepentimiento por parte de los presos. “La
ley es la ley y hay que respetarla”, ha dicho Per Albin. Y la burguesía sueca y
su prensa han volcado sobre él un arsenal de elogios.
¿Conclusión? El socialismo gubernamental en Suecia y en España y en
todos los países con Per Albin Hansson y Largo Caballero y todos los ministros socialistas, está irremediablemente clasificado frente a la clase obrera.
X. España y la política de alianzas
28.11.,1932
“El Debate”, órgano del jesuitismo, y “El Sol” y “El Socialista”, escuderos periodísticos del señor Azaña, se han enzarzado en viva polémica acerca
de la política internacional de España. El reciente viaje de monsieur Herriot a
nuestro país, ha dado a este tema, relieve de actualidad. Todavía no se ha acallado el coro de insinuaciones y adivinanzas que acompañó al primer ministro francés en su visita. Es lógico. La insistencia misma con que se han prodigado desmentidos y notas tranquilizadoras justifican, en cierto modo, las
razones de sospecha. Parecen reflejar convulsivamente el deseo de tapar algo.
Hay, en efecto, sobrados motivos para temer que España pueda ser enredada en la red de alianzas bélicas que cruzan otra vez el subsuelo diplomático de Europa. Recordemos, de paso, que nuestra neutralidad durante la Gran
Guerra no se debió a un pacifismo consciente y bien perfilado en la dirección
del Estado español, sino, más bien, al equilibrio en la influencia política de los
partidarios de los imperialismos en contienda. Mientras que las llamadas derechas, y a la cabeza de ellos los trogloditas de “El Debate”, trompeteaban a
favor del Káiser, las izquierdas, incluso los socialistas, clamaban por la intervención armada en favor de la causa democrática, etc., defendida, según ellos,
por el imperialismo franco-británico.
De aquellos tiempos les ha quedado a los intelectuales y políticos que,
desde el 14 de abril de 1931, dirigen los destinos de nuestro país, un deseo
inmoderado de “europeización” en todos los sentidos. La incorporación de
España a la “cultura europea” supone, para ellos, en primer lugar, su incorporación a las oscuras combinaciones de las potencias en puertas.
No es, pues, español el empeño que el gobierno de Azaña está poniendo
en la racionalización del ejército español. Porque, a pesar del triunfo teórico
208
de la “civilidad” en 1918, y de la existencia de la Sociedad de Naciones, el
derecho internacional sigue administrándose con arreglo al diámetro de los
cañones. La insignificancia de España sobre el plano europeo en el pasado,
correspondía a su militarismo de opereta y cuartelada. Ahora que los propósitos de modernización militar han hallado repercusión en las partidas del
presupuesto, nuestro papel internacional ha mejorado en cotización en las
bolsas del imperialismo. Con cierto asombro advertimos, en esta coyuntura,
que los sueños megalómanos del último Borbón, han sido heredados por los
personajes de la República, algunos de los cuales esperan muy serios volver
a ver salir el antiguo sol de nuestro imperio. Hasta el inefable Indalecio Prieto
está dedicando sus actos a resolver problemas de estrategia. Y el discurso del
señor Azaña en Valladolid ha confirmado plenamente que España se halla
madura para servir de satélite a uno de los bandos contendientes de la guerra
que se prepara.
Herriot vino a enganchar a nuestro país al carro de los intereses internacionales franceses. Es posible que, de momento, este enganche no tenga
expresión en algún pacto escrito; pero sí en toda una serie de imponderables
y compromisos tácitos. Lo evidente es que, de hecho, la actividad diplomática de España está girando ya en la órbita de Francia. Y Francia, mantenedora
contumaz de esa fuente de motivos de guerra que se llama Tratado de
Versalles, está abocada a conflictos armados inevitables. Aliada a ella, España
tiene que correr el mismo albur.
En el fondo de esta “fraternal colaboración” francoespañola, se dibuja,
como ya se ha dicho, el antagonismo de Francia e Italia por la hegemonía del
Mediterráneo y su litoral africano. España puede ser una comparsa importante y hasta decisivo en esta lucha. El duelo italo-francés continúa latente,
expresándose en una frenética carrera de armamento y en un tejido de alianzas y contra-alianzas. Mussolini ha continuado la tradición de Crispi. El fascismo quiere corregir como sea, sin omitir “el leguaje elocuente de los cañones”, la distribución del botín hecha en Versalles. Sobre todo, le interesa
enmendar la adjudicación de los mandatos coloniales arrebatados a Alemania
y resultantes de la desmembración de Turquía. Cree que Italia, desbordante de
población en un suelo reducido, ha sido omitida en el reparto. Por eso habla
de hacer valer el imperativo de sus necesidades expansionistas. Tales pretensiones constituyen una amenaza directa al enorme imperio colonial francés, e
incluso a algunas provincias francesas, como Saboya, con relación a la cual
se invocan derechos históricos.
Como consecuencia de todo esto, la atmósfera belicista, a ambos lados de
los Alpes, es muy densa. Cada uno de los antagonistas, además de volcar la
mayor parte de sus recursos financieros en pertrechos de guerra, trata de apuntarse en su favor tantos de otra índole. España es en este juego un tanto más,
que Heriot ha venido a buscar. Y, por muy solemne que sea la retórica pacifista de Azaña y Zulueta, no cabe duda que, en su servil política exterior, han
209
vendido la neutralidad de nuestro país a cambio de esa “consideración internacional” que tanto les llena de orgullo. Después de todo, a las cancillerías y
Ministerios, no llegarán los proyectiles. ¿O quizás...?
Los acontecimientos venideros, dijo Shakespeare, proyecta sus sombras
hacia delante. El olor a matadero llena ya el ambiente. Cuando empiece la
sangría, nos tocará sangrar. A no ser que la gran maasa callada pida oportunamente la palabra y acabe con la guerra y con los “intervencionistas” de retaguardia que la preparan.
XI. La avaricia rompe el saco
30.11.1932
Francia, Inglaterra, Bélgica, Polonia y Checoeslovaquia tendrán que pagar
el próximo 15 de diciembre el plazo correspondiente de las deudas de guerra
contraídas con los Estados Unidos. Shylock pide su dinero, sin miramientos
de orden sentimental. Si los deudores perdonaron a Alemania sus deudas, allá
ellos. ¿Qué lo hicieron aconsejados por Hoover? Es verdad; pero un consejo
recomendando magnanimidad con los deudores ajenos, no obliga expresamente a tenerla con los propios. ¿Qué el mundo capitalista agotado ya por la
crisis económica, amenaza con desmoronarse si los acreedores de Wall Street
mantienen inflexiblemente el frío principio de que las deudas de guerra son
compromisos sagrados que deben cumplirse al pie de la letra? Pues que se
hunda el mundo, con tal de que el hundimiento no empiece por América del
Norte. Esta es la lógica de la respuesta yanqui a la petición de moratoria, formulada por los países deudores.
La actitud de los Estados Unidos demoledora en sus consecuencias para el
capitalismo europeo, marca otra etapa más en el proceso de autoliquidación
del régimen burgués.
Pone, sobre todo, de relieve la desmoralización de un sistema que parece
haber llegado a una situación de ¡sálvese quien pueda! Hace poco más de un
año fue posible todavía, violentando un poco el individualismo recalcitrante
de los diferentes Estados, aliviar la crisis galopante con una dosis de solidaridad. Ahora, ni eso. Las esclusas regeneracionistas están abiertas. ¡El dinero o
la libra de carne...!
Todo esto demuestra que el determinismo histórico es una cosa muy seria.
El capitalismo camina a grandes zancadas hacia la muerte, por inadaptación
social. Sus principios directores, lejos de regular, perturban el equilibrio de la
vida colectiva. Histórica y prácticamente está condenado ya. Falta solamente
la ejecución de la sentencia, por una fuerza nueva y consciente: por la clase
obrera, eficazmente orientada, libre de piruetas históricas, segura y maciza
como un rodillo.
210
Pero, mientras este rodillo proletario no aplasta definitivamente al capitalismo en todas sus formas, las consecuencias de todas las crisis serán pagadas
en primer lugar por los trabajadores.
Las exigencias de los Estados Unidos inquietan a los gobiernos de las
naciones deudoras por las complicaciones político-sociales que han de suscitar. El monstruoso desarrollo del aparato estatal y los excesos armamentísticos impuestos por los antagonismos latentes entre las diversas potencias, han
hecho rebasar el límite de la capacidad contributiva, determinando una grave
inflación de los impuestos. ¿Cómo apretar aún más la argolla fiscal? ¿De
dónde sacar más dinero sin provocar serias rebeliones? Hasta la solución de
no pagar, la más sencilla, tiene sus dificultades y reveses. Amenaza con echar
a tierra ese edificio de cristal delicado que se llama crédito. A la vista está el
ejemplo de la libra esterlina, aún no hace mucho, la más altiva divisa monetaria del mundo. Hoy, a pesar de la experiencia y los esfuerzos de la City,
necesita muletas. De nada sirvieron las declaraciones optimistas del ministro
de Hacienda británica, Neville Chamberlain. La nota de Hoover ha amputado
sencillamente el valor de la libra. Y al franco le anda rondando una operación
quirúrgica semejante. Los cinco y pico millones de déficit que ahora resulta
tener el presupuesto francés son un bisturí cortante y repugnante. Los pagos
de diciembre son otro.
La desvalorización de las divisas no es, sin embargo, la peor derivación
que puede tener el pleito de las deudas. Otras de las más graves asoman su
cara repulsiva, descollando entre ellas la resurrección de las reparaciones
enterradas de primera intención en la reciente conferencia de Lausana.
Ya hemos dicho que el caos que ofrece el campo capitalista en liquidación
podría ser para nosotros motivo de abierto regocijo, si sus consecuencias
inmediatas, no afectaran al proletariado. Pero la desvalorización de la moneda disminuye la capacidad de compra de los salarios y la resurrección de las
reparaciones va a ser un mazazo asestado a la clase obrera alemana, cuando
no un peligro directo de guerra. Porque Inglaterra y Francia pretenden arrancar de Alemania lo que América quiere cobrarles. Y Alemania, roída por una
crisis crónica, no puede pagar. Lo que la arranquen será sustancia vital indispensable para ella, jirones de su propia carne.
Y sólo podrán quitarles eso empleando métodos coloniales. No sería, pues,
difícil que volviésemos a ver de nuevo a Renania y Westfalia, invadidas por
tropas franco-inglesas de ocupación. Lo cual supondría, más que un preludio
de guerra, la guerra misma; con los desbordamientos consiguientes de nacionalismo homicida, pero también con la descomposición total e inevitable del
sistema que lo engendra.
La avaricia del capitalismo americano está rompiendo el saco del capitalismo mundial. La lentitud de este suicidio prolonga la tortura del proletariado. ¿Es posible que éste sea aún incapaz de cumplir la misión de enterrador
que la historia está exigiendo de él con relación a la sociedad burguesa?
211
XII. Schleicher, el reptante
5.12.1932
El fascismo de espadón y título nobiliario ha ganado la partida, en
Alemania, al fascismo plebeyo de camisa parda. La burguesía alemana prefiere que sus agentes políticos tengan finos modales y acreditado entronque
genealógico. Hindenburg, desdoble espiritual de Moltke y de Bismarck,
asienta su pedestal de dios germánico en esas preferencias. Y Kurt von
Schleicher posee, igualmente, sobre Hitler la ventaja de su origen aristocrático. Porque, en realidad, los “junkers” o aristócratas agrarios y los magnates
de la industria pesada desprecian a Adolfo Hitler reprochándole el haber sido
hasta ayer un pobre pelagatos, pintor de brocha gorda y retoño de dudosa
pureza racial, por añadidura.
El general Schleicher , punto fuerte del difunto gobierno de von Papen, ha
agarrado ahora total y definitivamente la sartén por el mango. Después de diez
y seis días de crisis, Hindenburg le ha dado carta blanca para constituir un
gabinete autoritario y utilizar a su guisa el artículo 48 de la constitución que
autoriza el empleo de medidas dictatoriales. La imposibilidad de coordinar los
apetitos de los partidos de derechas, a fin de formar un gobierno de concentración parlamentaria presidido por Hitler y susceptible de dar a la reacción
un barniz constitucional, ha facilitado el regreso de Schleicher al cargo de
canciller.
Tiene un nombre silbante el nuevo jefe del gobierno alemán, Schleicher
significa “reptante”, es decir, hombre que se desliza como un reptil. Con escurridiza habilidad ha llegado este personaje, de la oscuridad burocrática de una
oficina, al primer plano de la actividad política en Alemania. Si los anteriores
ministros de la Reichswehr, o ejército, Gessler o Groener, habían pesado ya
mucho en el destino político del pueblo alemán, Schleicher se ha convertido
en eje del Reich. Espadas son triunfos.
Sin embargo, al constituir su gobierno Schleicher ha hecho honor a su apellido. Ha tratado de evitar la agresividad ostentativa de von Papen. Y ha buscado la anuencia, o por lo menos la tolerancia, de los sectores políticos “responsables” entre los que, naturalmente, no podían faltar la socialdemocracia
y los sindicatos reformistas. Schleicher no es, como puede verse, un Primo de
Rivera cualquiera. Es mucho más avieso y peligroso.
Llegado el momento se impondrá por la “tremenda”, pero antes quiere
desplegar toda una serie de mañas para persuadir a sus víctimas de que se
deben de dejar robar todas las libertades y derechos en interés del “bienestar
nacional”. Hitler hubiera hecho lo mismo, pero sin esta exquisita amabilidad
de verdugo bien educado, que ahorca a los reos por persuasión.
Los líderes de los sindicatos reformistas, Leippart y Eggert, han acudido
presurosos a la consulta solicitada por el general canciller. El halago de la llamada debió ahuyentar los principios socialistas y obreristas de los consulta212
dos, que, sobre poco más o menos, han ofrecido su colaboración a Schleicher.
Largo Caballero está repartido por el mundo en ediciones abundantes. La
A.D.G.B., especie de UGT alemana, aunque mucho más numerosa, pues tiene
cerca de cinco millones de afiliados, viene siendo tradicionalmente objeto
cotizable para sus líderes. Leippart se dispone a realizar ahora con Schleicher
sus “teorías” de democracia económica o participación de los jefes reformistas en la dirección de la economía, sin alterar en nada la base capitalista de
esta economía. Y mientras los señores líderes están en las alturas de las secretarías y los consejos de administración, las masas recibirán abajo los palos
reaccionarios.
La respuesta de los dirigentes políticos de la socialdemocracia a
Schleicher es un documento para la historia del fascismo. Breitscher y Otto
Wels, que se habían negado a parlamentar con von Papen, fundándose en el
carácter ultra-reaccionario de éste, no han visto inconveniente en tratar con el
general reptante. La teoría del mal menor es de una elasticidad increíble.
Brüning podría atestiguarlo. Los jefes socialdemócratas se han negado a apoyar parlamentariamente a Schleicher “sólo por razones de lógica”. “Un
gobierno de derechas -ha dicho Breitscheid en el Vorwarts-, debe ser sostenido por una mayoría derechista”. Sino fuera por esa lógica, es posible que se
entendieran hasta con Hitler. Ya se arreglaron durante la guerra, con
Guillermo II, cuando aquello de “se acabaron los partidos; sólo hay alemanes
dispuestos a defender la patria ...”
Schleicher ha formado su gabinete, seguro de su fuerza y de la cobardía
de sus adversarios. Es otro gabinete de barones sin von Papen. Seguirá fría y
consecuentemente el curso fascista iniciado por el gobierno anterior. La mejor
garantía de ello es, en primer lugar, el canciller castrense, y luego el dictador
de Prusia, Bracht, que ha pasado a ocupar el ministerio de la Gobernación en
el nuevo gobierno. Von Neurath, vuelve al ministerio de Estado a subrayar las
aspiraciones armamentísticas del militarismo alemán.
Se ha dicho, para calcular la resistencia del régimen HindenburgSchleicher que tenía tras de sí doscientos mil fusiles de la Reichswehr y la
policía. ¿Qué sería de ellos si los seis millones de obreros sindicados en organizaciones socialistas y comunistas se plantaran frente a ese sistema, seriamente decididos a liquidarlo? Desgraciadamente, el opio político y reformista, ha reducido mucho en Alemania la capacidad defensiva de la clase obrera.
Esperamos que la dolorosa experiencia por que atraviesan, les abrirá los
ojos y desentumecerá los músculos.
213
XIII. Los triunfos diplomáticos de la República
9.12.1932
Hace muy poco tiempo que “The Times”, en uno de sus editoriales,
comentó, no sin tamizada ironía, el relieve internacional alcanzado en galopante carrera por el embajador de España en París. El órgano del imperialismo inglés insinuaba delicadamente que la categoría diplomática adquirida por
Salvador de Madariaga no era ajena a un acercamiento franco-español,
mediante el cual España quedaba ligada a Francia por algo más que una platónica declaración de amistad mutua. La prensa italiana ha sido mucho más
suspicaz aún en sus cálculos, e incluso ha hablado de una reciente “renovación” de la promesa hecha a Poincaré, en 1913, por el último Borbón, y revelada por el mariscal Joffre en sus memorias. Son muy tupidos los velos de la
diplomacia secreta, reverdecida ahora como en los mejores tiempos de anteguerra, para que se deje traslucir el alcance de estos compromisos y manejos
que amenazan arrastrarnos a un remolino de aventuras bélicas.
A la sombra de estas combinaciones ha ido creciendo la mediocre personalidad del primer delegado español en la Sociedad de Naciones. Si España
es tan satélite de Francia como lo son Polonia, Checoeslovaquia, Rumanía y
Yugoeslavia, Madariaga no podía ser menos que Beck, Benes, Titulesco o
Mariakovich. Y ha aprovechado la primera ocasión para lucirse en el trapecio
retórico de Ginebra. El conflicto chino-japonés le ha servido para desembuchar unas cuantas vaciedades de demócrata trasnochado. ¡Con qué sonrisa de
conmiseración le escucharía Matsuska, el felino delegado japonés! Porque,
exactamente al mismo tiempo que el delegado español hablaba solemnemente del derecho, las tropas japonesas ratificaban su vandálica misión con la
ocupación de Manchuli y otras poblaciones del norte de Manchuria. Rulyard
Kipling inventó, para justificar el imperialismo británico, aquel subterfugio
ingenioso de “la misión civilizadora del hombre blanco”. La “japonización”
de Manchuria pretende basarse en un principio idéntico. Ninguna de las
potencias reunidas en Ginebra puede reprocharle nada al Japón, sin que este
tenga motivos para replicar con un “más eres tu”. Por eso ha dejado adelantarse a los gozquecillos de menor cuantía. Y Madariaga encontró calva la ocasión para endilgar un discurso plagado de lugares comunes, grandilocuente de
tono, inútil como un “yo-yo”, y caro, eso sí, muy caro, porque los gastos de
representación en la Sociedad de Naciones son copiosos y se abonan en francos oro.
Pero la “claque” periodística ha sabido sacarle punta al discursito, registrándolo como un formidable triunfo de la diplomacia republicana. La prensa
del “trust” gubernamental ha volcado al respecto, en sus informaciones, una
catarata de frases admirativas. ¡Lástima que esa magnífica caja de resonancia
tenga a veces una sordina absoluta! Por ejemplo, en lo relacionado con el plei-
214
to de la Telefónica, que no lleva trazas de concluir en un “triunfo diplomático” de la república, ni mucho menos.
He aquí un asunto en el que Madariaga podía haber derrochado derecho
internacional e indignación anti-imperialista, la “International Telephon
Company” se ha empeñado en no soltar la presa que, en forma de concesión,
le brindó Primo de Rivera. España es para ella un buen campo de piratería
industrial. Lo mismo, aproximadamente, que Manchuria para el Japón. ¿Por
qué la Telefónica ha de renunciar a una zona semicolonial en que el rascacielos de un monopolio escandaloso con métodos de negrero le permite hacer un
bonito negocio? ¿Qué le importan a ella las protestas de los “indígenas” si
sabe guardadas sus espaldas, por la potencia imperialista más fuerte de nuestros días?
La capitulación del gobierno español ante los “colonizadores” yanquis, no
ofrece ya la menor duda. No descubrimos nada nuevo afirmando que la revolución-guillotina aprobada días atrás en las Cortes para dar largas a la cuestión de la Telefónica, fue impuesta por el gobierno norteamericano. Pero lo
que sí es más nuevo es que míster Langhlin, embajador de los Estados Unidos
en Madrid, ha afirmado que el gobierno republicano se había comprometido
a respetar los contratos concertados bajo el régimen monárquico, y el de la
Telefónica es uno de ellos. ¿Se podría saber cómo, cuándo y por qué los
“revolucionarios” del 14 de abril han contraído un compromiso semejante?
La amenaza de los Estados Unidos ha hecho enmudecer a las Cortes soberanas y ha dado un tono de humildad al lenguaje del gobierno español. ¿Por
qué no se han publicado las notas diplomáticas relacionadas con este asunto?
¿Acaso el pueblo español no tiene derecho a conocer la forma en que se tramita una cuestión que afecta a su dignidad e independencia?
Se dice que la respuesta del gobierno Azaña a las impertinencias imperialistas de Stimson, constituye una retirada tan brillante como la de Xauen. En
ella se promete, según parece, que se respetaran a la compañía Telefónica que
no se nacionalizarán sus servicios, que se le permitirá seguir campando al estilo colonial, y que, caso de que en fecha problemática, aprobara las Cortes la
rescisión del contrato actual, el estado español compensaría a la empresa con
una fuerte indemnización.
Con otro “triunfo diplomático” como éste, nos incorporamos definitivamente al mapa de África.
XIV. La pequeña Entente, gran peligro de guerra
19.12.1932
Es un remedo de la grande, esta pequeña Entente. La integran tres naciones, infladas artificialmente por los tratados de San Germán y Trianón:
Checoeslovaquia, Yugoeslavia y Rumanía. Y las mantiene unidas el miedo a
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una corrección de sus fronteras, aspiración que alimentan sordamente sus despojados vecinos Hungría, Bulgaria y Austria. El elemento básico de esta
pequeña Entente es, además del temor a enmiendas geográficas de sus ensanches anexionistas, una común obediencia a Francia, en su consejera y protectora. Con éste último antecedente, no tiene nada de extraño que Italia, por su
parte, apadrine al grupo de naciones revisionistas. De este modo, el foco guerrero latente en el sur de Europa, tiene todos los elementos químicos y diplomáticos necesarios para una complicación guerrera. El incidente-mecha no
faltará oportunamente.
Ayer se ha celebrado en Belgrado una conferencia de la pequeña Entente.
Primero se han reunido los ministros de Negocios Extranjeros de los tres estados que forman esa alianza balcánica. Después, según el orden del día, se reunirán los jefes militares de los tres ejércitos...
Esta movilización de técnicos diplomáticos y militares, por parte de la
pequeña Entente, es una respuesta más o menos directa a los manejos del
general Goemboes, primer ministro húngaro, en convivencia con Mussolini,
para imponer la revisión de los tratados de 1919. Hace mucho tiempo que, en
toda la zona sudeuropea, de Italia a Rumanía, se están multiplicando los forcejeos, manifestaciones revisionistas y conflictos de fronteras. Hungría quiere recobrar sus bosques y minas de Transilvania, hoy en poder de Rumanía.
Bulgaria y Austria quieren también reparar sus dislocaciones. Si hasta ayer
decían esto con humildad de vencidos y en nombre del derecho internacional,
ahora, a la sombra del caos político y económico en que se debaten las potencias mayores, que impusieron el “estatu-quo” de los tratados, apoyan sus aspiraciones con maniobras y combinaciones de indudable carácter bélico.
Es natural que los cachorros imperialistas de la pequeña Entente se sientan inquietos. Temen perder el botín que les ha dado personalidad en la geografía de la Sociedad de Naciones. Porque su deflación o desintegración, sería
la consecuencia inmediata de la satisfacción de las exigencias revisionistas de
sus vecinos. Para hacer frente a eventualidades de esta índole, se han dedicado tenazmente a “asimilar” las regiones irredentas, a “nacionalizarlas”, invocando derechos históricos, basados en una historia hecha de encargo y a la
medida de sus razones de Estado. A este respecto, nos parece oportuno señalar aquí la presencia de las críticas formuladas por Proudhon, hace setenta
años, sobre el nacionalismo polaco. El gran escritor anarquista francés, contrariamente a la posición de solidaridad adoptada por diferentes sectores obreros, y, más tarde, por la propia Internacional, con relación al nacionalismo
polonés, afirmó que éste echaría garras chauvinistas y reaccionarias tan pronto como pudiera desarrollarse libremente. La actual Polonia de Pilsudsky, justifica sobradamente aquella previsión proudhoniana. Y en los tres pequeños
estados de la pequeña Entente, florece, con morboso vigor y profundas raíces,
la planta de un agresivo nacionalismo, dispuesto a conservar por todos los
medios, las fronteras impuestas por la guerra. Los movimientos nacionales e
216
irredentistas son siempre de un valor revolucionario negativo, que sólo se
manifiestan en la etapa de oposición.
Los irredentos de antes, creadores de los irredentismos de ahora, se cierran
a toda concesión. La fórmula de Ilenes, el revolucionario y actual ministro de
Estado checoeslovaco, no puede ser más expresiva: “La revisión de los tratados significa para nosotros, la guerra”, ha dicho. En esta fórmula se condensa la doctrina de los estados de la pequeña Entente. Y a ella se ajustan también las medidas prácticas de sus jefes militares.
Si se compara la posición adoptada por estos tres satélites de Francia, con
los resultados de la visita del general Goemboes a Mussolini, se verá que la
preparación de la próxima guerra, no deja de progresar. La visita del presidente del Consejo de ministros húngaro coincidió con la celebración del
“Consejo de Europa”, en Roma, al cual asistían los lugartenientes de Hitler
Rosenberg y Goering, así como también el antiguo director de la Reichsbank,
doctor Schachi, nacionalista megalómano, que sueña con la restauración del
imperio colonial y comercial de Alemania. Mussolini y Goemboes, cambiaron impresiones con estos elementos. Oficialmente no se han dado a conocer
los acuerdos de esta reunión, pero por la prensa internacional ha corrido una
versión, según la cual, se habían adoptado, en principio, resoluciones encaminadas a liquidar, por las buenas o por las malas, los tratados de Versalles,
San Germán y Trianón, y a crear dos federaciones, una de estados danubianos, bajo la influencia económica y política de Alemania, y otra de estados
balcánicos, sometidos a la órbita de Italia.
El enredado orillo de los antagonismos sudeuropeos, se está complicando
con otros cuantos nudos. La frase de Benes “la revisión significa la guerra”,
es una advertencia y un reto. Peligroso es el juego. Tanto anexionistas como
revisionistas podrían equivocarse en sus cálculos bélicos. Porque es muy probable que el proletariado internacional, escarmentado en pasadas experiencias, acabe con el concepto tradicional de vencedores y vencidos. Y, al afirmar su victoria revolucionaria, liquidará guerras, quemará tratados y borrará
fronteras.
XV. El empréstito a Méjico o el sacrificio por Guzmán
26.12.1932
España sufre una grave crisis económica. Tiene un millón de obreros en
paro forzoso, que es hambre forzosa para ellos y sus familias. El déficit efectivo del presupuesto español pasa de 1000 millones. Panorama de colapso
industrial y comercial por todas partes. Tiempos difíciles, salmodia el gobierno, y repite, como un eco, su prensa. Hay que comprimir gastos y adoptar costumbres ascéticas, agrega el ministro de Obras Públicas, mientras encarga por
teléfono un Chrysler magnífico para su omnipotencia ministerial. Imposible
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arbitrar cuatro o cinco millones para las exigencias antipatrióticas de los
ferroviarios, imposible atender a las peticiones antieconómicas de los parados. Imposible, imposible, imposible, dice en patético ritornello, el altavoz
republicano-socialista, cuando piden algo los de abajo.
El equilibrio de la economía nacional es una cosa muy delicada, sueltan,
sibilinos, los rancheros del cotarro gubernamental. Y luego, frente a la gran
mayoría del país, mal pagada e indigente se abrochan, recordando la frase de
Saavedra Fajardo, de que el dinero es como las niñas de los ojos: se ofende si
se lo toca con las manos. Claro que esta erudición de puño en rostro, se
emplea únicamente para trabajadores auténticos, en activo o parados.
Cuando las necesidades del “interés general”, que empieza por arriba, así
lo exigen, no faltan consignaciones ni dinero. Tampoco queda mal el gobierno español por unos millones más o menos, cuando la fraternidad hispanoamericana impone sacrificios crematísticos, que, por lo visto, resultan mucho
más eficaces que los banquetes de Ginebra y los discursos ignacianos de
Zulueta.
La noticia del reciente empréstito de 70 millones, hecho por España a
Méjico, parece un capítulo de un cuento de hadas. No sabemos si Azaña, antes
de hacer esta ofrenda a la amistad... hispano-mejicana, ha descubierto la fórmula química del oro. Lo que parece fuera de duda, es que su buen amigo y
consejero, señor Martín Guzmán, administrador, creador e inspirador del trust
periodístico Kemmion y excelente conocedor de Méjico y sus misterios, ha
encontrado la fórmula diplomática para arrancar de exhaustos filones el metal
codiciado.
España es pobre, España está en plena depresión, España quiere cerrar
toda válvula de escape económico, practicar una política de ahorro, poner
inyecciones a su hacienda y dar fuertes reconstituyentes a su divisa monetaria, empeñada en bajar. ¿No es verdaderamente asombroso que a pesar de esta
situación sombría y triste, el gobierno se meta a prestamista o lleve su habilidad hasta el extremo de improvisar 70 millones de pesetas, para regalar antes
de Reyes, unos barquitos de guerra al Estado mejicano?
Porque, aunque en las esferas oficiales se ha dicho que no se trata de un
aguinaldo, sino de un empréstito, las circunstancias en que éste no ha sido
concretado, no garantizan más que la primera parte de la transacción: la entrega de los millones a los astilleros (Prieto aprieta) y la de los barcos a Méjico
(Azaña aprieta). La segunda parte, es decir, la devolución del préstamo, tiene,
desde ahora, características tropicales. Para lograr que se cumpla, no correrá
la sangre, pero sí el sudor...
El gobierno republicano-socialista, va de triunfo en triunfo. El empréstito
a Méjico es una victoria brillante, aunque algo costosa, en materia de crédito
internacional.
Hace unos días que Méjico se retiró de la Sociedad de Naciones, porque
no podía pagar la cuota, que es una suma relativamente modesta. Su situación
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financiera le lleva, además, a desatender obligaciones de orden interior, tan
primordiales como el pago de haberes a los maestros. Está al borde de la
insolvencia, y no muy lejos de la bancarrota.
Pues bien: nuestros señores gobernantes no han encontrado mejor ocasión
ni mejor acreedor para hacer experimentos de política crediticia. Sépanlo los
ferroviarios y todos los obreros españoles: el mismo gobierno que tumba sistemáticamente toda reivindicación proletaria, so pretexto de que no hay dinero, acaba de prestar 70 millones para material de guerra a un Estado semiínsolvente.
A lo mejor se trata de una ingenuidad de los ministros republicano-socialistas, incipientes en estos menesteres. ¿O habrá sido la influencia magnética
de Guzmán? Porque es posible que Azaña se haya dicho “Si “Guzmán el
Bueno” se sacrificó un día por España, justo es que hoy España se sacrifique
por Guzmán”. La Historia tiene también sus leyes de compensación.
XVI. Balance y perspectivas
29.4.1933
El primero de mayo ha envejecido como fecha de agitación y tormentas.
Su incorporación al santoral democrático equivale a un responso. Los nazarenos del socialismo de voto y bota le han dado un tono pascual. Convertido en
fiesta oficial, le han cortado las uñas y limado los dientes. Las clásicas procesiones, calificadas invariablemente de “albabonazos” de la revolución por los
oradores de encargo, han sido suprimidas por decreto, para no dar malos
ejemplos. Después de todo, mayo no es un mes de tormentas, sino de flores...
Hasta a Hitler le ha conmovido ese aspecto virgiliano de Floreal y ha adoptado su primer día como fecha sagrada del fascismo teutón.
Pasaron los primeros de Mayo díscolos y rugientes. Hoy, gracias a los
ministros socialistas, el 1º de Mayo es un día burgués y endomingado, con
siesta, solaz y vino gordo. La huelga tradicional no es vindicatoria y “movida”; es un paro festivo, fofo y sin inquietudes de porvenir. Conseguidos los
“tres ochos” del viejo rito, las masas socialistas no saben qué pedir, cómo
no sea que Dios guarde muchos años a la República que nos ha caído en
suerte.
Por eso de su único día revolucionario han hecho una jornada de plegaria.
De este modo cumplen, indudablemente, un deber patriótico, compensando el
desequilibrio producido por los muchos que en España estiman buenos todos
los días para hacer la revolución.
Panorama
¿Está justificada esa euforia? ¿No hay, realmente, nada que pedir o conquistar desde el punto de vista proletario? ¿Camina la historia en línea recta
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hacia el socialismo integral? Miremos la realidad con los ojos bien abiertos.
Aquilatemos la actualidad agolpada ante nuestra vista.
El detalle más insignificante de la vida social española lleva la huella de
la contrarrevolución. Cualquier cliché impresionado al azar acusa persecuciones, atropellos, arbitrariedades de un Estado de clase, que ha reforzado sus
cuadros de servidores y verdugos tomando a sueldo unas docenas de jefes
socialistas.
Las revoluciones duran poco en función de tales. Su eficacia está en razón
directa a la celeridad con que descombran el viejo orden y plantean las audacias del orden que ponen.
La revolución del 14 de abril tuvo carrera corta, bullanguera y estéril.
Parió menos que los montes de la fábula. Y antes de que despertase murió
estrangulada por sus tutores republicano-socialistas. La reacción respiró tranquilizada y tomó billete de vuelta. El vacío inicial de la democracia burguesa
-vacío de planes e ideas- se llenó pronto de contenido antisocial.
¿Por qué no había de ponerse la República un tricornio asimilando la exmonárquica guardia civil y la policía ex-alfonsina? ¿Por qué no había de hacer
suyo -en defecto de otro- el engranaje represivo, administrativo y jurídico del
viejo régimen? ¿Por qué no había de afirmar el sacrosanto derecho de propiedad? Los ministros socialistas ahuyentaban sus escrúpulos de novatos recordando que eran “evolucionarios” y ajustando a la dialéctica marxista el proverbio que dice “No se ganó Zamora en una hora”. La huelga de la telefónica
les ofreció una ocasión brillante de mostrarse “internacionalistas”, colocándose al lado del capitalismo norteamericano contra los obreros españoles.
También los accionistas y obligacionistas de las compañías ferroviarias les
deben agradecimiento.
Los fusiles de la “Benemérita” se han encargado de dar sexo y carácter a
la República. El recorrido social de Pasajes a Casas Viejas, en dos años de
gobernación republicano-socialista, arrojó un total de doscientos ochenta y
pico muertos. Todos obreros. Este balance trágico clasifica a la República. A
este paso, Martínez Anido llegará a merecer presidirla.
El panorama de tricornios, balas y cadáveres proletarios tiene aún otros
planos clasistas: la anti-obrera Ley de Asociaciones, las proyectadas leyes de
Vagos y de Orden Público, que implican la incorporación al Código penal
ordinario de la satrápica Ley de Defensa de la República; los centenares de
prisiones gubernativas decretadas contra militantes revolucionarios, el imperio absoluto de la arbitrariedad policíaca, la derogación práctica de los derechos esenciales consignados en la Constitución, el atropello sistemático de las
libertades de reunión, expresión y coalición...
Las partidas sociales del balance de la República son deficitarias y adversas para la clase obrera. Sin embargo, la grey socialista se halla satisfecha, tan
satisfecha que ya no sabe qué pedir...
220
Desgaste
Aunque resulte paradójico, las factores que se mueven en el tablero político de España, catalogan como ultra-izquierdista a la actual constelación
gubernamental. Esto equivale a conceder al fascismo específico derechos de
heredero indiscutible para la próxima etapa. Semejante traspaso de poderes
está alcanzando boga en Europa. La democracia se ha tornado vieja y marchita. El capitalismo necesita un nuevo antifaz político. Si antes utilizó la
democracia como freno de la revolución social ahora emplea al fascismo
como acelerador contra-revolucionario.
La crisis económica roe como un cáncer, organismos vitales del sistema
capitalista. Las monstruosas contradicciones de éste, sólo pueden ser extirpadas con el cuerpo que las engendra. El paro forzoso, el desequilibrio estructural de la producción, la desarticulación del aparato crediticio, la quiebra de
las divisas y la arterioesclerosis del torrente circulatorio de la riqueza, son
enfermedades que afectan ya con carácter agudo al capitalismo. Pero éste no
quiere abandonar sin lucha la dirección social del mundo, ni se morirá sin el
trancazo definitivo de una verdadera revolución social. Por de pronto trata de
reanimarse con revulsivos de orden político. La medicina favorita es ahora el
fascismo.
Vivimos en periodo de ebullición social que no tolera perplejidades. La
democracia, aun cuando no tuviera guardia civil ni matara obreros, sería una
perplejidad histórica, una forma política incapaz de crear nada propio por faltarle carácter de clase rotundamente acusado. Y para aplastar las tentativas de
revolución proletaria y perseguir, encarcelar y asesinar trabajadores rebeldes
le sirve mejor al capitalismo la reacción fascista.
Desacreditada ante el pueblo por su incapacidad creadora y renovadora, y
desgastada para el uso capitalista por tener menos contundencia represiva que
el fascismo, la democracia burguesa se muere, como ilusión e institución. En
España ese desgaste ha sido galopante.
Peligros y promesas
Clarificadas las perspectivas por la desaparición de los cendales democráticos, apunta un periodo decisivo tan cargado de promesas como erizado de
peligros. Las puertas de la historia esperan abiertas una nueva experiencia. El
fascismo rondante, última e hiper-agresiva expresión del capitalismo, se aprecia a disputar al proletariado español la dirección y construcción del porvenir.
¿Quién vencerá a quién?
La repercusión del reciente triunfo hitleriano en Alemania ha sido grande.
Es inútil negar su importancia. La antena política de Europa se halla abrumada por las ondas fascistas. En todas partes se ha envalentonado la reacción
más descarada, creyendo llegada su hora. También en España los partidos
filo-fascistas, exigen un viraje más a la derecha de Azaña-Prieto, es decir
quieren más palo, más represión, más muertos.
221
Y, sin embargo, a pesar de este ambiente, la clase obrera española tiene aún
muchos tantos a su favor en esta pugna. Tan sólo necesita saber utilizarlos
inteligente y oportunamente. La triste suerte del proletariado alemán, humillado y vencido, debe ser una advertencia. El retraso y el titubeo en la aplicación
de medidas defensivas y ofensivas se pagan con catástrofes terribles.
La CNT, por su importancia orgánica y su significación ideológica,
tiene sobre sí en estos momentos una gran responsabilidad: la de coordinar
y enfocar eficazmente las fuerzas obreras para aplastar al fascismo naciente y desbancar a la envejecida democracia burguesa, iniciando una experiencia social propia. La situación actual es de transición en un sentido o en
otro, es decir, va hacia el fascismo o hacia la revolución social. Presenta
graves peligros y deja entrever magníficas promesas. Lo que no ofrece ninguna duda es que, muy pronto, los trabajadores españoles serán colocados
por los acontecimientos ante la alternativa de “ir por todo” o de “quedarse
sin nada”.
Tras los grajos republicano-socialistas graznan ya los cuervos fascistas.
Habrá que afinar la puntería y conservar serenos el pulso y la cabeza.
Viabilidad de la segunda revolución
El choque en gran escala con la reacción es inevitable y se halla cercano.
Si logramos derrotarla, nuestro triunfo abrirá un ancho pórtico a la revolución.
Repetimos que el proletariado revolucionario español, a pesar de la gravedad
evidente de las circunstancias, tiene con él elementos favorables, que, bien
aplicados, pueden darle la victoria.
La ventaja primordial de la CNT en su lucha contra todos los instrumentos políticos del capitalismo, sean republicanos o fascistas es su concepto de
la organización social del porvenir, concepto que garantiza sencillamente una
organización racional de la economía incompatible con la explotación y el
paro forzoso, y una salvaguarda de los derechos humanos que no tolera el
secuestro de la libertad individual.
Hay que blandir estas dos aspiraciones fundamentales frente a los principios cuarteleros del fascismo. Es preciso que nuestras ideas hagan carne en las
masas obreras y las impermeabilicen contra el veneno fascista. No olvidemos
que una revolución, y con mayor motivo aun sí es libertaria, necesita el más
amplio concurso combativo y creador del proletariado en pleno. Debemos,
pues, captar a este proletariado, ganar su confianza y su colaboración para
nuestros principios y su aplicación práctica.
La derrota del fascismo y la viabilidad de la segunda revolución española
dependen de nosotros. Y esto obliga a mucho. Obliga a aquilatar tácticas, a
meditar la estrategia general que empleamos, a corregir errores, a vitalizar y
perfeccionar la organización, a librarla de sonambulismos y explosiones inútiles, a reservar su fuerza para volcarla en las ocasiones precisas, en los momentos decisivos.
222
El anarcosindicalismo español tiene que mostrarse a la altura de las esperanzas que en él están poniendo las multitudes obreras. La historia le ha asignado un papel decisivo en el desenlace de la tragedia social que vivimos.
Motejado hoy de caótico y destructor, en un mañana muy cercano nuestro
movimiento deberá asombrar con su nuevo sentido del orden y sus grandes
audacias constructivas.
XVII. Reflexiones sobre la pasada huelga general. Otra vez en la brecha
29.5.1933
Otra vez estamos en la brecha sin mengua en el brío ni tibieza en la fe.
Nuestra firmeza es inquebrantable frente a persecuciones y reveses. Sabemos
que tenemos razón pese a los aspavientos de la jauría política enemiga. La
libertad y la justicia social determinan el cómo y son el porqué fundamental
de nuestra lucha. Por eso nada ni nadie es capaz de acogotarnos. Hasta nuestras derrotas circunstanciales son accidentes que no logran cortar la marcha
hacia adelante que va forjando las premisas de nuestra victoria definitiva. De
poco sirve que Casares y Largo decreten la muerte de la CNT. Esta vivirá y
crecerá porque los trabajadores españoles quieren que viva y crezca. En campos, minas, talleres, fábricas y tajos, latiendo con el ritmo recio del trabajo,
vive la CNT apoyada por la voluntad, la fuerza y la esperanza de cientos de
miles de campesinos y obreros.
Las circunstancias nos obligan a recoger con algún retraso los reflejos y
enseñanzas de las pasadas jornadas de lucha. Son éstos, sin embargo, tan
importantes e instructivos, que no podemos ni debemos omitirlos. La distancia cronológica aquieta turbulencias pasionales y presta una mayor objetividad al examen.
El desarrollo del movimiento nacional realizado por la CNT, los días 9 y
10 de mayo merece ser estudiado en sus dos aspectos principales: el que se
refiere a la actitud, táctica y cuantía de nuestros adversarios oficiales y extraoficiales, y el que guarda relación con la actuación eficaz o defectuosa, acertada o errónea, de la organización confederal.
Estaba previsto que ante esta última huelga general, como ante todas las
decretadas por la CNT, no dejaría de reconstituirse la clásica santa alianza
cavernícola-republicano-socialista. Pero lo ocurrido tumbó todos los cálculos
más exagerados. Toda la prensa “patriótica” de La Nación a El Socialista,
segregó arroyos de baba y bilis contra nosotros. Los cuadros de policías honorarios se vieron nutridos con voluntarios de la Esquerra y del Partido
Socialista. Jamás fue tan total en los medios políticos de izquierda el eclipse
de la dignidad y la vergüenza. Incluso los jefecillos comunistas se sumaron en
los primeros momentos al bloque del orden y la contrarrevolución. Las organizaciones obreras bolchevizantes de Sevilla traicionaron la huelga el día 9,
223
secundándola a regañadientes el día 10, y las de Madrid, Bilbao y otros puntos, bajo la influencia de los señoritos que capitanean el Partido Comunista,
traicionaron el movimiento de una manera total e indignante.
Lo que, sobre todo, conviene destacar en la táctica de nuestros enemigos,
es la habilidad con que fingiendo ignorar, ocultando o falseando los fines concretos de la huelga general. Ni en la prensa burguesa y socialista, ni en los círculos políticos, se recogieron, siquiera a título informativo, las reivindicaciones expresas de nuestro movimiento. De este modo se esperaba desmocharlo
moralmente, quitándole toda justificación y considerándolo como un aletazo
frenético e irresponsable. Les interesaba mucho a los sectores gubernamentales que no trascendieran los horrores del penal del Puerto de Santa María, que
no se enterara el país de que, a pesar de nuestra flamante democracia y nuestra bella Constitución, el Gobierno republicano-socialista tiene encarcelados
a miles de trabajadores revolucionarios por el sistema odioso y antijurídico de
las detenciones gubernativas; querían que el pueblo no conociera la significación policíaca y liberticida de la ley sindical del 8 de abril, ni se percatase de
los abominables atropellos y persecuciones que los órganos coercitivos del
Poder público vienen realizando contra nuestros sindicatos, contra nuestros
militantes y contra nuestra prensa. ¡Con qué taimado silencio calló la prensa
anti-proletaria, incluso El Socialista, las aspiraciones nobles y humanas de la
huelga general de protesta! ¡Y qué venenoso celo desplegó para desacreditarlo, folletineando algunos de sus episodios con vileza insultante!
Subrayemos el hecho de que el movimiento tenía un carácter pacífico bien
señalado y que si en el curso del mismo sucedieron actos de violencia, éstos
fueron provocados por los que teóricamente asumen la misión de guardar la
tranquilidad pública. Muchas veces, al propio tiempo que se nos calificaba de
elementos díscolos e insociables, se nos brindaba la “huelga pacífica” como
medio legal de expresión y defensa de los intereses obreros. La experiencia de
los días 9 y 10 de mayo ha demostrado que el derecho de huelga ha sido borrado de nuestro repertorio de libertades juntamente con los más importantes
derechos ciudadanos. Las fechas inmediatamente anteriores a la de iniciación
de la lucha se vieron ilustradas por “razzias” frecuentes y laboriosas maniobras policíacas de inconfundible estilo ciervista o anidesco. Miles de trabajadores están hoy en la cárcel por ejercitar un derecho que la Constitución reconoce y garantiza. La democracia republicano-socialista, gran admiradora y
recompensadora de la guardia civil, imita ya insuperablemente al fascismo.
Hasta los ingenuos recalcitrantes se habrán convencido ahora de que el dualismo de república o monarquía, tan en boga en aquella época de las “definiciones”, es la encarnación de un mismo mal, que ambas formas políticas llevan en el cogollo capitalismo y Estado policíaco.
No queremos cerrar este comentario sin unas líneas de autocrítica. La crítica justa y sincera, lejos de desalentar, instruye, emula y galvaniza.
224
La pasada huelga general de protesta constituyó una potente movilización
obrera en la mayoría de las regiones de España. Pero también hubo alguna
región en que el movimiento acusó lagunas muy sensible: ¿a qué se debieron
estos defectos, que si bien no pesaron apenas en el conjunto de nuestro formidable despliegue nacional de fuerzas, pueden, y deben, ser atajados para
bien de la organización confederal? Digámoslo llanamente. El motivo de las
defecciones más salientes fue la falta de economicidad en la administración
de la energía sindical. Hay que tener muy en cuenta siempre que la huelga
general es un medio de lucha, que encierra su eficacia en su carácter excepcional. Sólo cabe utilizarla en el caso de la fórmula “a grandes males, grandes
remedios”. Pero convertirla en un arma de uso frecuente es quitarle eficiencia. Dediquemos bien la energía de nuestra organización y así podremos, en
todo momento, hacer frente a las empresas que surjan y a los problemas que
se nos planteen, por grande que sea su envergadura.
También creemos necesario hacer aquí otra observación: tanto las virtudes
como las flaquezas del pasado movimiento, evidenciaron claramente que el
eje principal de estas luchas se halla en la organización sindical. No se puede,
ni se debe, desplazar de ella si no se quiere correr el riesgo muy probable del
fracaso. El sindicato es la arteria esencial e insustituible de fuerza e influencia. Y no es que desdeñemos el valor eventual de grupos auxiliares, que posean la virtud de la selección. Pero los sindicatos son los árbitros del proceso
productivo, los que mueven y pueden parar las ruedas gigantescas de la vida
económica del país. Y también los que un día han de destruir el monopolio
político y económico del capitalismo, eliminando el Estado y conquistando
los medios de producción.
Reforzar y vigorizar nuestra organización sindical es hacer labor revolucionaria de primer orden.
Las enseñanzas más provechosas que podemos sacar de la pasada huelga
general reflejan la necesidad de que todos los militantes multipliquemos nuestra actuación hasta conseguir que la CNT sea, como expresión de la voluntad
activa de millones de trabajadores, un formidable rodillo y un andamio prometedor: un rodillo, para aplastar implacablemente las viejas iniquidades y un
andamio, para levantar un mundo nuevo de justicia y libertad.
225
4. LA CNT Y LOS COMUNISTAS ESPAÑOLES
Intervención de Valeriano Orobón Fernández en el mitin de controversia celebrado en el teatro Fuencarral de Madrid el domingo 27 de
febrero de 1932
s.l., s.e., s.f.
I. LA CNT Y LOS COMUNISTAS ESPAÑOLES
Del mitin de controversia del domingo en Madrid
Los comunistas “del partido” desconcertados”
El acto celebrado el domingo en el teatro Fuencarral, de Madrid, ha sido
una confirmación de la incapacidad revolucionaria de los “comunistas” a
sueldo de la burocracia de Stalin.
La Confederación Regional del Trabajo del Centro no quiso eludir el reto
que los señoritos escisionistas le lanzaron. Llegaron nuestros compañeros de
la Regional Castellana a ofrecerles algo que nunca han tenido: masas de trabajadores, público, eco propicio. El desprestigio de los dirigentes “comunistas” y su falta de contacto con la conciencia revolucionaria del proletariado,
se puso una vez más de manifiesto. Adame no pudo hacer olvidar su papel
nefasto en Sevilla intentando dividir a los trabajadores y sembrar en los sindicatos la discordia. Nuestros compañeros le escucharon con el recelo natural
y acogieron el final de su discurso con silbidos y protestas.
En cuanto a Bullejos, que enfocó su discurso hacia el frente único, las mismas razones que motivaron la protesta contra Adame determinaron la violenta reacción contra sus palabras. Hablar de “frente único” cuando dentro de la
opinión comunista el mismo Bullejos ha determinado la escisión en cuatro
sectores por la incapacidad con que se ha afrontado en cada caso la realidad
revolucionaria española, tenía que ser acogido por los trabajadores madrileños con las naturales reservas.
En concreto, la impresión del mitin, al que han asistido siete mil trabajadores, puede resumirse en lo siguiente: dos jefes que se dicen comunistas,
pero que no representan otra realidad que los pingües sueldos que disfrutan en
el partido han acudido al acto con la mala fe de los asalariados que necesitan
justificar su sueldo. Los obreros, incluyendo entre ellos la pequeña minoría
que equivocadamente les sigue, demostraron su indignación o su decepción a
los largo de lo los debates. Nuestros compañeros Miguel González y Orobón
Fernández alcanzaron frente a la falsa posición de los asalariados del partido
político de Stalin un triunfo personal tras el cual se afirmaron una vez más los
postulados de la CNT. La desautorización de la III Internacional y la repulsa
y el desdén de las masas trabajadoras, pone a dichos jefes “comunistas” en el
226
trance de no saber a quién representan ni por qué actúan. Y lo que es peor en
la angustiosa posibilidad de tener que ganarse el sustento con el trabajo de
cada día.
Jornadas como las del domingo convienen a nuestra organización para que
los camaradas acaben de ver toda la falsedad de la posición pseudo-revolucionaria de los dirigentes “comunistas”. Para que vean hasta qué extremo el
comunismo estatal que representa Stalin y cuyo débil reflejo vemos en la propaganda que a peso de oro y con el dinero de nuestros camaradas los obreros
rusos se realiza por aquí, significa en el horizonte social de nuestro país una
solución atrasada, de fondo intelectual-burgués que no resuelve las más
pequeñas aspiraciones de justicia y libertad. Nuestra revolución no quiere asalariados de ninguna burocracia. Es la revolución de los trabajadores auténticos contra los burgueses, y entre éstos, contra los vividores del partido de
Stalin que nada tienen que ver con el socialismo, con el comunismo, ni con la
revolución.
OROBÓN FERNÁNDEZ DE LA CNT
El compañero Orobón comienza diciendo:
Al venir a este acto he buscado en vano antecedentes revolucionarios de
la actuación del partido comunista, pero después de una busca laboriosa he
tenido que rendirme a la evidencia de que dicha actuación revolucionaria se
halla inédita, porque nunca existió. La frase es el lubrificante del comunismo,
pero el verbalismo no hace al revolucionario, como el hábito no hace al
monje.
Por lo tanto, para sellar el resultado de nuestra controversia y para acallar
la maledicencia de los funcionarios estipendiados que dirigen el partido, bastaría comparar la gloriosa ejecutoria del organismo confederal y el diletantismo revolucionario, escisionista y demagógico del comunismo español.
A pesar de este balance absolutamente favorable para nosotros, se ha tenido la audacia de retarnos, y nosotros, que acudimos siempre que se nos busca,
hemos venido aquí, no a conceder beligerancia al partidillo español, sino a
desenmascarar a la Internacional Comunista en pleno, que es la que ideológica y financieramente los amamanta.
EL PAPEL ESCISIONISTA DEL MARXISMO
Este acto no es un accidente aislado, sino una manifestación más de la
gran pugna histórica iniciada hace sesenta años en el seno de la Primera
Internacional; ahora que tanto se habla de frente único, no estará de más
recordar que aquel magnífico frente único que culminara en el congreso de
227
Basilea, en el año 1869, fue destrozado en el congreso de La Haya en el año
1872 por las intrigas y ambiciones del sector marxista. En dicho congreso
aparece por primera vez el marxismo como elemento escisionista del frente
proletario; allí murió la Primera Internacional, dividida y apuñalada por la sed
de monopolio que caracteriza al marxismo. A través de la historia, Marx quiso
imponer a la Primera Internacional, la aceptación de su teoría de la conquista
del poder político como medio de realización del socialismo. Su socialismo se
jactaba de haber evolucionado, según la expresión de Engels, de la utopía a la
ciencia, el materialismo histórico, teología social basada en la metafísica
hegeliana, creía poder prever certeramente el proceso de la evolución y ajustar a sus necesidades la lucha obrera.
¿Pero qué métodos nuevos proponía? Ninguno. Se limitaba a ofrecernos
una nueva edición de los métodos blanquistas de la conquista del Estado; la
revolución del 48, con su escamoteo de todo avance social por parte del
Estado, no le había enseñado nada, a pesar de haber probado palpablemente
que el Estado no es nunca instrumento de liberación, sino instrumento siempre al servicio de la camarilla que lo detenta: Bakunin, con su gran preparación filosófica y científica, pero sobre todo con su gran experiencia revolucionaria, afirmó que cuando en nombre de la revolución se crea un Estado,
aunque éste sea provisional, se genera la reacción.
Y es que Bakunin había visto en el transcurso total de la historia, que el
Estado que había sido herramienta de la oligarquía. La dictadura del proletariadoces una oligarquía más. Max Eastman, comunista ortodoxo, dice en su
libro Desde la muerte de Lenin que la riqueza y el gobierno de Rusia se halla
en manos de 18.000 funcionarios del partido comunista.
El propio Marx, en un momento de sinceridad, reconoció también este
papel funesto, necesariamente oligárquico, del Estado.
En el mensaje del Consejo Central de la Primera Internacional a la
Commune de París en 1871, y el libro de Marx La guerra civil en Francia se
felicita a los comunalistas por su destrucción del Estado y su ensayo de federalismo. “Hay que eliminar el parásito Estado de un modo radical”, se dice en
uno de los pasajes de dicho mensaje.
EL MARXISMO, PADRE ESPIRITUAL
DE LA SOCIALDEMOCRACIA
La socialdemocracia, llamada hoy socialfascismo por sus cachorros comunistas, es un producto específico del marxismo. Hablamos bajo la tiranía del
reloj y no tenemos tiempo de pasar detalladamente revista a la actuación contrarrevolucionaria de la socialdemocracia. Pero todos conocen su historia de
apostasías y traiciones, felonías y colaboraciones con la burguesía. Votó créditos de guerra, apoyó gobiernos burgueses, estranguló movimientos proleta228
rios y ahogó en sangre, cual cancerbero del capitalismo, las revoluciones en
Alemania, Austria, Baviera, etc.; los socialistas políticos de todos los países
son los médicos del capitalismo en la crisis mortal que hoy padece.
Y el comunismo es, quiéralo o no, hijo legítimo de ese socialfascismo. Tan
gemelos son, que allí donde la socialdemocracia sea una verborrea revolucionaria, como en Austria, el comunismo ni puede vivir, porque le falta su base,
que es la frase.
LA TERCERA INTERNACIONAL
Después de la revolución de octubre en Rusia, que fue producto de un verdadero frente único de anarquistas, bolcheviques y socialistas revolucionarios
de izquierda, aunque la usurparon los bolcheviques con los peores métodos
terroristas, surgió la Tercera Internacional, como órgano de agitación , al servicio de un Estado. Este organismo se encargó de convertir la experiencia bolchevique en un recetario de revoluciones, en una biblia del mundo revolucionario. El bolchevismo no había implantado el socialismo en Rusia; se había
limitado al hecho mecánico de la conquista del poder político; el asalariado,
sinónimo de explotación, seguía imperando en el país soviético; miseria y
desigualdad se cebaban en las masas obreras.
Pero la arrogancia y la megalomanía de los bolcheviques fue y sigue siendo ilimitada. La Tercera Internacional ha sido convertida en una especie de
Compañía de Jesús roja, con su dogma intangible y su cuarto voto de obediencia incondicional. Para los partidos a ella adheridos se acabó el pensar por
cuenta propia, se acabó la autonomía y la democracia. Perinde ac cadaver. Y
cuando Manuisky le echa una bronca a su subordinado Bullejos, éste tiene que
proceder en público, como el domingo pasado en Maravillas, a una especie de
harakiri moral, a una entonación de un yo pecador humillante.
Y ¡ay de los que no se sometan a esta disciplina o de los sectores obreros
que estén al margen de la Tercera Internacional! Sobre ellos se vuelca el cieno
de campañas de prensa, aplicándoles un aluvión de adjetivos, tales como
oportunistas, liquidadores, vendidos, traidores.
EL PARTIDO COMUNISTA ESPAÑOL
El Partido Comunista Español es casi más conocido fuera de España que
en nuestro propio país. La prensa bolchevique le concede una importancia
fantástica. Noticias de este calibre cuentan sus gestas heroicas: el Trud, órgano central de los sindicatos rusos, publicaba, en su número del día 4 de mayo
de 1931, el siguiente entrefilet: “Según comunican de Madrid, el día 1 de
mayo, declarado fiesta por el gobierno provisional, ha sido celebrado con
229
manifestaciones oficiales por los socialistas y anarcosindicalistas. En varias
ciudades los trabajadores celebraron por primera vez manifestaciones independientes. En la mañana del primero de mayo, celebróse en Madrid una
manifestación bajo la dirección del Partido Comunista. En el transcurso de
la misma se produjeron choques con la fuerza armada. Los anarcosindicalistas se pusieron de parte de la Policía. Hubo un policía muerto, otro herido
grave y otro contuso. Resultaron tres anarquistas gravemente heridos y diez
contusos”.
Los comunistas, más valientes que Aquiles, no tuvieron ninguna baja.
Este documento y su contenido sólo merecen un nombre: CANALLADA.
Y es que fuera de aquí no se concibe la increíble pequeñez del Partido
Comunista Español.
Todos conocéis el origen del Partido Comunista Español, su vida de penuria a través de los años y su pequeñez microscópica, a pesar de las estadísticas fantásticas de Bullejos. La fluctuación de los dirigentes del partido es ya
un síntoma expresivo. Uno de sus fundadores más destacados fue Merino
Gracia, que ha terminado en la Unión Patriótica y los sindicatos libres. Otro
dirigente de talla, el famoso excapitán Pérez Solís, muy conocido en Moscú
por sus repetidos viajes como delegado por el PCE, no pudo resistir las insinuaciones del padre Gafo, prefirió un enchufe en la CAMPSA y pasó de
“petrolero” a “petrolífero”, trocando el grito clásico de la Primera
Internacional por el de “¡petroletarios de todo el mundo, uníos!”.
Durante la Dictadura el Partido Comunista no hizo nada, limitándose a
enviar a viajantes a los comicios internacionales del comunismo. La revolución de abril les sorprendió durmiendo, y al despertar no pensó en llevar la
revolución a consecuencias proletarias, sino en presentar candidatos a dos
docenas de dirigentes voraces, haciendo el juego a las Cortes Constituyentes
y apuntalando con esto la República burguesa.
EL FRENTE ÚNICO
La consigna más jesuítica recomendada por la Internacional Comunista es
la del frente único, pues encubre solapadamente una realidad escisionista.
Con esa consigna, completamente desacreditada fuera de España, la I.C. y sus
partidos han escindido al proletariado de todas partes. Escisión en Francia,
escisión en Alemania, escisión, finalmente, en España. Manuel Adame, aquí
presente, ha sido y es, con ese feto llamado Comité de Reconstrucción, el
agente más destacado del escisionismo. Quien so pretexto de realizar el frente único comienza por dividir, no merece otro calificativo que el de malvado
o insensato.
El único frente único que hasta ahora les ha salido bien a los comunistas,
ha sido el concertado, indirecta pero efectivamente, por el Partido Comunista
230
alemán con las hordas fascistas de Hitler, con ocasión del referéndum iniciado para disolver la Dieta prusiana, en agosto pasado.
LOS PARTIDOS DE MASAS
El PCE pretende disculpar su impotencia con el pretexto de que le faltan
masas. Verdad es que en la resolución del Pleno del Comité Central se atribuye adornándose con plumas ajenas, la movilización de las masas en las huelgas realizadas entre el 21 al 26 de enero. Claro es que las masas de huelguistas no se enteraron de esa intervención invisible del PC.
El PC acusa a la CNT de haber malogrado numerosas ocasiones revolucionarias de las consignadas en el clásico recetario bolchevique. ¡Ah, si él
hubiera tenido masas! Hubiera realizado la revolución que se siente capaz,
con sus piquetes de ejecución, con su checa y con todas las características
anti-socialistas y anti-laborales que caracterizan su revolución.
¿Qué habrían hecho, en realidad, de haber tenido el control de las masas?
Fácil es saberlo, juzgando por lo hecho en ocasiones semejantes por un partido de masas de la Tercera Internacional, por el PC alemán, orgullo del bolchevismo. La revolución alemana reunía condiciones marxistas ideales para
ser llevada a consecuencias sociales. El primer puntal marxista, la socialdemocracia, falló rotundamente, alineándose en las filas de la contra-revolución.
La democracia burguesa se desacredita pronto. La inflación descompone por
completo el sistema económico burgués. En 1923 la ocasión revolucionaria es
inmejorable. La miseria del proletariado no tiene límites. El Partido
Comunista tiene cientos de miles de afiliados y millones de electores. Y, sin
embargo, titubea ... Se ve que el PC alemán no está acostumbrado más que a
reñir batallas electorales. La Tercera Internacional no se decide a lanzar la
orden de lucha. Stalin, en su famosa carta dirigida a Zinovief y Bujarin, afirma que todo intento revolucionario en Alemania es una aventura loca. Urbans
se lanza por su cuenta en Hamburgo. La Central le desautoriza y el movimiento fracasa. La capacidad revolucionaria del partido brilla por su ausencia.
Y la reacción se repone y consolida.
El primero de mayo de 1929, cuando el jefe de policía socialista de Berlín,
Zörgiebel, había asesinado a treinta trabajadores por usar el derecho de manifestación, el gran partido de masas es incapaz de declarar una huelga general.
Pocos días después el socialista Severing disuelve las milicias rojas del PC
con sus ciento veinte mil afiliados y no se produce ninguna protesta importante. Los milicianos se dejan robar el uniforme y se van a casa sin rechistar.
La última botaratada fue la participación del Partido en el referéndum
patrocinado por los elementos fascistas. Este referéndum fue condenado
como empresa fascista por la prensa comunista en su iniciación. Pero un buen
día esta prensa practicó un viraje de 180 grados aprobando el referéndum y
231
aplicándole el nombre de escrutinio rojo. ¿Qué había ocurrido? Que los intereses diplomáticos y políticos del Estado ruso le convenía más una Alemania
reaccionaria y fascista que una Alemania susceptible de ponerse de acuerdo
con el capitalismo francés. De ahí la orden dada a Thaelmann, jefe del PC alemán, de que apoyara el referéndum de Hitler. Juzgando por este ejemplo, cabe
afirmar que si un buen día le conviniera a la oligarquía moscovita, ésta no
vacilaría en ordenar, imperativa, a Bullejos que fuera del brazo con Albiñana.
Bullejos se ha quejado de que Zulueta, representante del capitalismo español, no rindiera pleitesía a la delegación soviética y sí fraternizara con la delegación fascista. ¿Pero acaso no ha hecho y está haciendo otro tanto Litvinoff?
¿Acaso Rusia no ha concedido a Italia, en sus relaciones comerciales, la cláusula de nación más favorecida? ¿Acaso Worichiloff, generalísimo del ejército
rojo, no se ha abrazado en Odesa con el ministro fascista Ítalo Balbo?
EL PLAN QUINQUENAL
Bajo la sugestión de la frase de Lenin “poder soviético más electrificación
es socialismo”, se está desarrollando en Rusia un culto al industrialismo, que
convierte al obrero en objeto de la producción como una herramienta cualquiera. El Plan es la expresión de una explotación ultra-capitalista. Para
industrializar hay que acumular capital, y la acumulación de capital se está
haciendo en Rusia, como en cualquier país capitalista, a costa de la plusvalía
obrera, es decir, a costa de una parte importante del salario obrero. Cifras son
más elocuentes que palabras. En el transcurso del Plan Quinquenal la producción debía ser aumentada en un ciento diez por ciento. En cambio, el salario sólo debía aumentarse entre un treinta y un cuarenta y seis por ciento. En
la práctica, el aumento nominal ha sido sólo del seis por ciento en dos años.
El salario real ha bajado, sin embargo, notablemente a causa de la desvalorización de la moneda.
Los métodos de trabajo aplican la racionalización, el taylorismo y la cuenta corriente en todos sus aspectos para aumentar el rendimiento. Las llamadas
brigadas de choque realizan un papel de negreros, que trae como consecuencia la prolongación de la jornada y la agravación del trabajo.
DECRETOS EN MATERIA DE TRABAJO
Los decretos de 7 de septiembre y 11 de octubre de 1930 ligan a los obreros a las fábricas y castigan con multas o supresión del derecho al trabajo a
los que cambien de fábrica o tajo.
El decreto de 4 de junio de 1931 obliga a los obreros a realizar toda clase
de trabajos, aunque no correspondan a su especialidad.
232
El decreto de 23 de enero de 1931 dispone la aplicación de un sistema de
castigos de recargo de trabajo, algo así como un remedo de los trabajos forzados usuales en Guyana o en cualquier presidio.
Se han introducido libretas de trabajo, en las que se registran, como en los
tiempos medievales, las faltas de disciplina y la conducta de los trabajadores.
¿Tiene esto algún parecido con el socialismo?
Los sindicatos rusos y las corporaciones fascistas tienen una analogía singular y vegetan en las mismas condiciones políticas, sin derecho de huelga ni
libertad de ninguna clase, como meros órganos sometidos al arbitrio del
Estado patrono.
CONCLUSIÓN
El comunismo autoritario, lo mismo que la socialdemocracia, han aportado una prueba histórica de su incapacidad para construir un socialismo integral. El proletariado debe tomar en sus manos sus propios destinos. Ni ministros ni comisarios lo emanciparán.
El desengaño de la revolución de abril se repetiría inevitablemente en una
revolución en la que los bolcheviques entronizaran su poder de camarilla
burocrática. Hay que destruir el Estado, arma de opresión al servicio de grupos oligárquicos de todas las tendencias.
¿Qué poner en su lugar? No haya cuidado. El Estado no es un artículo de
primera necesidad como el pan y el agua. La Confederación Nacional del
Trabajo, organización genuina de clase del proletariado español, es conscientemente antiestatal. Al Estado parasitario y opresor opone la Federación de
Productores revolucionarios, que regularán la producción constructivamente
sobre la base de una economía que tienda a la más amplia satisfacción de las
necesidades de la sociedad, aboliendo clases y privilegios. Nuestros sindicatos de hoy son los cuadros naturales e esa economía.
¡Obreros! Un porvenir de libertad política y económica se abre ante
vosotros.
Pero hay que conquistarlo en alta lucha. ¡Coged buril y martillo, y a
labrarlo! No esperéis milagros de los sacerdotes de ninguna secta, negra o
roja, aunque sean ministros o comisarios del pueblo. ¡Sed los artífices de
vuestra emancipación!
233
II. LA CNT EN LA ENTRAÑA DEL PUEBLO 100.000
PROLETARIOS SE CONGREGARON EN LA PLAZA DE TOROS
MONUMENTAL ¡ ANTES QUE EL FASCISMO,
LA REVOLUCIÓN!
Una hora antes de la fijada para la iniciación del mitin, las calles adyacentes presentaban un aspecto inusitado. Por las arterias que desembocan en
la Monumental, afluían obreros en gran cantidad, y a las diez aproximadamente los contornos negreaban de concurrencia. La Confederación había llamado al proletariado y éste acudía a la cita, pletórico de entusiasmo. Las
calles semejaban ríos de gente que depositaban su caudal en la gran plaza.
El gobierno tomó precauciones extraordinarias. Dio la sensación de tener
miedo ante la manifestación pacífica de proletarios congregados para expresar sus hondos anhelos libertarios. Las esquinas de todas las calles que a la
plaza conducen, hasta una buena distancia de la misma, fueron tomadas estratégicamente por piquetes de guardias de Asalto y Seguridad, armados de máuser. Este sector de la ciudad daba la impresión de estar sometido a estado de
guerra. En las puertas de acceso a la plaza, el público era rigurosamente
cacheado.
Durante el desarrollo del mitin, un avión evolucionó sobre la plaza, en tren
de observación. La Monumental, en su interior, presentaba un aspecto magnífico e imponente, del que dan pruebas las fotografías que publicamos, con sus
cien mil trabajadores reunidos y con las leyendas de la numerosas representaciones de la región asistentes. Leímos, entre otras, inscripciones de las
siguientes instituciones: Juventudes Libertarias de Gracia, Huelguistas de
Flix, Grupos de Salt, Juventudes Libertarias de Sans, Ateneo Racionalista de
Barcelona, Mineros de Sallent, Ateneo Racionalista “Antorcha”, Centro
Cultural de La Segrera, Ateneo Cultural “Humanidad”, Ateneo Cultural de
Santa Eulalia, Ateneo Cultural de San Adrián, Ateneo Cultural de La
Barceloneta, Manlieu, Ferroviarios de Cataluña, Centro de Cultura Social de
Badalona, Olesa de Montserrat. Merecen destacarse además, especialmente,
las representaciones de los trabajadores de Andorra y del Ateneo de La
Guindalera de Madrid, como prueba del interés enorme despertado por el acto
organizado por la Confederación Regional de Cataluña y por el fervoroso
espíritu de solidaridad que evidencia el traslado de estos compañeros desde
estas zonas tan lejanas.
INTERVENCIÓN DE V. OROBÓN FERNÁNDEZ
La magnitud de este acto, la grandiosa concentración de trabajadores producida bajo la bandera de la regional catalana, anticipa ya los resultados de la
comedia electoral del 19 de noviembre. Las vanguardias revolucionarias del
234
proletariado afirman, a través de este mitin, su divorcio total con los partidos
que actúan en el escaparate electoral.
La Cataluña confederal no votará. No votará ni por las mediocridades de
la Esquerra, ni por Cambó, a quien de sobra conocemos. El proletariado confederal se erguirá con altivez frente a la política de las izquierdas y de las
derechas, porque no puede pactar con una democracia envilecida que tiene en
su haber los crímenes de Casas Viejas, Arnedo, María Luisa, Pasajes y las
leyes fascistas 8 de abril, Vagos y Orden Público.
¡Trabajadores de Cataluña! Estaba previsto históricamente el fracaso de la
democracia burguesa; este acontecimiento, de gran transcendencia, no nos ha
cogido de sorpresa. Sabíamos que el 14 de abril se ventilaba en España una
cuestión de derecho entre partidos monárquicos y republicanos, cuestión
resuelta a favor del capitalismo.
El balance es este: una revolución republicana fracasada, y una revolución
fascista en puertas. Esta grave amenaza que se cierne sobre el proletariado
exige una actitud tan enérgica como evidente. Ante la democracia fracasada y
ante el fascismo en puertas, la CNT recaba su derecho a hacer la revolución.
Afirma este derecho y proclama altamente, para que todos los sepan –incluso
los cuervos que se aprovecharían de la revolución para venderla- que no se
adaptará a una situación histórica que no represente la realización de la ideología libertaria. Al reivindicar, trabajadores, con vuestro apoyo el derecho a la
revolución, tenemos que indicar aquí las tácticas y objetivos para realizarla.
Se nos dice que nuestra táctica es anti-revolucionaria. Vocean socialistas y
comunistas que abstenernos en las elecciones es favorecer al fascismo. Pero
hemos dicho siempre que el Estado es instrumento de opresión al servicio de
una casta. El movimiento emancipador tiene que situarse siempre frente al
Estado. La abstención electoral significa, practicada por el proletariado revolucionario, la desintegración del Estado opresor. Los que votan apoyan al
Estado, y nosotros queremos negarle la sal y el agua.
Queremos poder decir el 20 de noviembre que el cincuenta por ciento de
la población se abstiene frente a la política ruin y miserable; que la CNT ha
ganado las elecciones al margen de las urnas y que no queremos que ningún
jefe de Gobierno nos agradezca mañana nuestro apoyo. Partiendo de la
República, Martínez Barrio es una nueva etapa de la reacción, un vuelco hacia
el fascismo. Azaña ha dicho en el parlamento: “Una oposición, aunque sea
violenta, es necesaria para el equilibrio del régimen”. Quiero decir que esta
oposición no representa ningún peligro para el capitalismo, que en el parlamento caben hasta las idioteces de Balbontín.
No queremos colaborar con ese Poder que asesina obreros con la complicidad de todos los partidos, hasta del comunista, y que conculca las libertades; no queremos bailar en la cuerda floja del parlamentarismo. El mundo
atraviesa momentos de extrema gravedad. En las elecciones se ve solamente
lo episódico de la lucha política; pero en el fondo de todo este maremagnum
235
se manifiesta la crisis, que corroe hasta las entrañas de esta república. A pesar
del artículo 46 de la Constitución, que garantiza una existencia digna para
todos los proletarios, la miseria sin precedentes que atenaza a España constituye una formidable acusación contra el régimen.
En todo el mundo se sufren los efectos de esta crisis, que no es cíclica,
sino endémica y total; el capitalismo es incapaz de dar solución a los problemas fundamentales planteados dentro del marco de su derecho. Se produce en
abundancia hasta abarrotar los mercados, pero las multitudes no tienen dinero para consumir; el capitalismo no medita sobre esto, no tiene sensibilidad;
pregunta al trabajador cuánto dinero lleva en el bolsillo y prefiere arrojar los
sacos de café al mar en el Brasil, emplear el trigo como combustible en
América, y dejar que se pudra el algodón antes que permitir una distribución
equitativa de la riqueza. Choque grave en el seno del mismo régimen que no
tiene solución.
No se arreglaran las cosas diciendo: Azaña se va y Lerroux entra en el
Poder. El problema se plantea en estos términos crudos: los obreros tienen que
comer. Es necesario, por lo tanto, transformar el régimen, para que la producción responda a una mecánica social humana y solidaria; que producir y consumir correspondan al derecho de respirar.
Este programa sólo lo lleva inscrito en su bandera la Confederación
Nacional del Trabajo, organización autorizada, porque se halla enquistada en
la entraña misma del mecanismo de la producción, mientras los partidos se
entretienen en el juego frívolo de las elecciones.
Se extiende en otras consideraciones, argumentando sobre este punto.
Debemos abstenernos de la tontería electoral, pero permaneciendo vigilantes en los lugares de producción y activos en la calle. Ved, si no, el ejemplo de Alemania; allí se aconsejó votar hasta cuando el fascismo dominaba
desde el Poder; los socialistas y comunistas sabían lo que iba a hacer Hitler.
El triunfo del fascismo fue precedido por toda clase de violencias contra el
proletariado, y a pesar de que veían en el Poder al representante neto de la
reacción internacional, no abandonaron la táctica suicida de dar la cuenta al
fascismo en las elecciones. Se asesinaba, se martirizaba, se ultrajaba a la libertad; era la hora, no de votar, sino de coger el fusil; era la hora de la masculinidad. Pero el rebaño estaba acostumbrado a votar y quedarse en casa. Hitler
dijo que destruiría las urnas si el resultado era contrario al fascismo, y, a pesar
de esta declaración terminante, socialistas y comunistas no se decidieron a
otra cosa que a decir a los trabajadores que fueran a votar. Se planteaba el dilema de Hamlet: “ser o no ser”; no quedaba más recurso que la calle, la insurrección popular; pero los marxistas votaron, y firmaron su sentencia de muerte. Hoy, en Alemania es la cuna de todas las violencias, la tumba de las libertades.
A continuación analiza la situación de Austria bajo el gobierno de Dollfus.
236
Austria es el orgullo de la socialdemocracia y de la Segunda Internacional.
La socialdemocracia cuenta con el cuarenta y cuatro por ciento del electorado y está dejando arrebatar todos los derechos al proletariado, sin que ese cuarenta y cuatro por ciento de borregos responda como debe, conteniendo la
reacción.
¡Trabajadores de Cataluña! Pensad si es posible en esta forma el socialismo. Los socialistas en Austria aspiran a llegar al cincuenta y uno por ciento
del electorado, confiando, ilusos, que esta mayoría les bastaría para adueñarse del poder. Pero ignoran que al día siguiente de un triunfo de esa naturaleza
tendrían que salir a la calle a defender su victoria electoral, porque la reacción
no toleraría que le fueran arrebatadas sus posiciones. Es un axioma certero
aquel que dice: “La cuestión social es una cuestión de fuerza”. El voto es
inútil, compañeros, y mucho más en los momentos graves que vivimos.
Se refiere a la situación política y social de España.
El capitalismo se halla económicamente en un callejón sin salida, y como
no puede solucionar en el terreno de la producción y del consumo sus problemas, busca su salvación políticamente, confía esta salvación al fascismo. El
fascismo, como la democracia, es un régimen para uso del capitalismo.
El 14 de abril, en España, se adormece a las masas: existía la predisposición para seguir adelante y se las dice que confíen en la democracia. Las
masas se muestran entonces resignadas, y esperan. Mas cuando ese compás
de espera se agota, cuando las promesas no se cumplen y la crisis sigue su
curso, el capitalismo prepara equipo de repuesto. Ese equipo es el fascismo.
No son la salvación, ante el fascismo, los partidos socialistas y de izquierda;
tampoco la Esquerra, que sabe muy bien manejar la derecha cuando de comer
se trata. El domingo pasado estuve en las puertas del teatro donde se celebraba el mitin fascista en Madrid, y pude comprobar que el Estado protegía la
incubación del fascismo. Primo de Rivera dijo que él es un candidato sin fe ni
entusiasmo, que no espera nada de la política, que empleará otra dialéctica, y
que esa dialéctica es de abrazos y besos. Nosotros decimos: de abrazos y
besos con los capitalistas, porque éstos financian el fascismo, porque éstos
proveen de ametralladoras y pistolas. Agregó que si esta política no bastaba,
usaría la dialéctica de los puños y las pistolas. ¡Recoged estas frases, trabajadores! Que se alcen las manos callosas, y ante las pistolas fascistas se esgriman las pistolas del proletariado.
La situación nos empuja hacia el abismo; se está incubando una resistencia, que se trocará en verdadera rebelión cuando el fascismo intente yugular
la libertad de nuestro movimiento. ¿Cómo nos vamos a comportar entonces?
Meted en vuestros pechos la palabra de guerra contra el fascismo, y que no se
pueda decir que esta plaza se ha llenado hasta los topes y que no se haya
hecho frente en el momento decisivo. Quiero creer que cuando llegue ese
momento todos vosotros gritaréis: ¡¡presente!!.
237
Las derechas pueden decir que tenemos puntos de contacto. No tenemos
más punto de contacto que el de los puños; somos antípodas del fascismo,
aunque éste se disfrace con ideología social.
Hay dos conceptos en debate. Tenemos necesidad de controlar nuestros
movimientos. Un paso en falso puede producir daños irreparables, mermar la
capacidad de nuestra fuerza; hay que ser usureros con nuestras energías.
Por otro lado, que no nos vengan con el arpa adormecedora del reformismo. No es la hora de dialogar, no es hora de pedir pantanos en el Bierzo ni
hacer vasos artísticos para el patriarca de los “escamots” en Cataluña. A todos
los hombres que sinceramente de nuestro movimiento se han separado: el
frente efectivo de la lucha antifascista está en la CNT. Queremos olvidar toda
una serie de cosas para los elementos de buena fe; no se debe perder un adarme de fuerzas en luchas intestinas. Todo combatiente que lo sea, lo necesitamos a nuestro lado; afirmemos la potencialidad de la CNT, pero fuera de los
“frentes únicos” sobre el papel, pactados entre socialistas, comunistas y treintistas.
El futuro nos juzgará; que vea en nosotros capaces para arranques históricos –no gentes entretenidas en mezquinas tareas- para que el caso vergonzoso de Alemania no caiga sobre nosotros. España es una esperanza formidable
para el mundo; si levantáramos una barrera contra el fascismo y realizáramos
los ideales de la Confederación Nacional del Trabajo, es posible que iniciáramos un nuevo ciclo en Europa y el mundo. La Historia no registrará mezquindades y luchas internas, sino todo lo grande que seamos capaces de construir.
238
5. ANARCOSINDICALISMO Y REVOLUCIÓN:
LA SOCIEDAD LIBERTARIA Y LA ALIANZA
OBRERA (1925-1934)
I. ECONOMÍA LIBERTARIA DE LA REVOLUCIÓN. LA
ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN312
Acción, París, nº 5-6, diciembre de 1925
Más de una vez hemos tenido ocasión de criticar en forma dura, el concepto simplista de la revolución que suele privar en nuestros medios como
inviolable artículo de fe. Huelga decir que ello nos ha valido réplicas y exabruptos que no han brillado precisamente ni por su lógica serena ni por la tolerancia correcta que cabe siempre ante una divergencia de criterio. Cierto también, que semejantes argumentos polémicos –si así pueden llamarse a los aludidos- han sido de dudosa eficacia convincente, no logrando hacernos rectificar ni una tilde de nuestras heréticas opiniones.
Convencidos como estamos de que el actual marasmo del anarquismo
tiene por causa directa su estancamiento táctico y teórico, queremos despertar
el deseo de remediar ese accidente, sin que nos importen un ardite los aspavientos de puristas baratos que, de ordinario, confunden lastimosamente la
consecuencia en la línea esencial de los principios con el dogmatismo más
unilateral e involutivo.
La doctrina libertaria, abundantemente pertrechada para la crítica, no goza
de idéntico privilegio teórico por lo que se refiere a la obra constructiva postrevolucionaria sobre bases propias. El proceso de su propaganda en los últimos veinte años puede resumirse como una simple labor de agitación manida
y de repetición, más o menos grandilocuentes e invariables, de las fórmulas
tradicionales.
El espíritu creador de nuestros más perspicaces ascendientes no ha tenido
continuadores que, utilizando con un acertado criterio de selección la gran
cantidad de materiales para ellos legada, supieran completar la elaboración de
nuestras teorías poniéndolas en condiciones de responder a las exigencias
renovadas y crecientes de las circunstancias.
Bien mirada, la crisis del anarquismo no es otra cosa que un rezagamiento al respectivo de la marcha de la historia. Mientras que acontecimientos de
profunda significación se han ido sucediendo en el escenario social y cambios
de singular alcance han desquiciado instituciones y sistemas con sus sacudidas irreverentes, el anarquismo ha continuado interpretando estos fenómenos
312 Artículo aparecido en Acción, París, núms. 5-6, diciembre de 1925, págs. 25-29. Reproducido en Liberación, Barcelona, n.º 11, julio 1936, págs. 332-335.
239
de acuerdo con los preceptos –no siempre exactos por ser producto de otra
época- de un método primitivo.
Aceptando la división que de las etapas del desenvolvimiento histórico de
la humanidad hiciera Comte, diríamos que en tanto esta última ha entrado
resueltamente en su “momento positivo”, la doctrina libertaria apenas ha
sobrepasado los límites de su “momento metafísico”.
Esa remisión en el abandono de rugosas pragmáticas ha sido profundamente nociva para su desarrollo.
Nada tan refractario al progreso de un ideal como lo brumoso y lo equívoco. De ahí la necesidad de que nuestra vieja y difusa consigna del: “hagamos primero la revolución y después todo se arreglará”, sea reemplazada por
esta otra: “formulemos primero claramente la doctrina que inspirará la revolución y preveamos hasta donde sea posible el cauce probable de la misma”.
Sólo una evolución semejante en el modo de apreciar nuestros problemas
podrá vitalizar al anarquismo, arrancándole de la crisis en que se debate, crisis innegable, digan lo que quieran algunos avestruces optimistas.
El presente número extraordinario de ACCIÓN es indicio de esa inquietud
renovadora que sabrá dar a nuestro ideal una categoría positiva, complemento fecundo de su incomparable grandeza moral.
Al enfocar desde un punto de vista práctico cuestión tan primordial en la
revolución cual esta de la reorganización de la producción sobre bases propias, es cuando se advierte el daño causado al anarquismo por la inercia teórica de estos últimos años.
La economía libertaria de la revolución está sin formular aún de una
manera precisa y articulada. Las hipótesis y esquemas paradisíacos de utopistas como Tomás Moro, William Morris, Bellamy y, más tarde, Sebastián
Faure (Mi comunismo), no pasan de ser inefables ensayos literarios, entre los
cuales sentimos la comezón de catalogar una buena parte de la obra de algunos de nuestros venerados teóricos.
En realidad, el problema de una organización social económicamente
estructurada sobre un plano anarquista y acto seguido al hecho anecdótico de
la revolución, no ha sido todavía seriamente planteado y estudiado. Se diría
que los anarquistas, adoptando la fórmula fatalista de los fisiócratas –dejar
hacer, dejar pasar- se han creídos relevados de completar su doctrina en aquellos aspectos de insuficiente formación, y de forjar un método concreto que
permitiera la sistematización de esfuerzos y propaganda.
La hinchazón sentimental y la confianza en un providencialismo pueril
han sido los agentes más activos de la perpetuación de esa carencia.
Es innegable que la influencia de un ideal sobre las masas es tanto más
poderosa cuanto más perfecciones encierra, pero también cuanto más claras y
viables aparecen sus posibilidades de realización, y naturalmente, tal influencia determina, llegada la ocasión, la conducta de éstas en la revolución, que
no es arbitraria e incidental –como erróneamente se cree- sino producto y con240
secuencia de un periodo de elaboración anterior. El ideal que en esa etapa previa de incubación acierte a cautivar el espíritu de las masas por la claridad de
sus premisas, y a encauzar el potencial energético de las mismas hacia sus
objetivos mediante una definición inequívoca de tácticas y propósitos, ese
ideal, repetimos, será encarnado por la revolución.
¿Reúne el anarquismo estas dos condiciones que la historia, a través de
ejemplos elocuentes, ha señalado como indispensable para el triunfo de una
idea? Digamos que no, sin eufemismos. Este no tiene efectivamente completa más que la parte moral y crítica de su doctrina.
En vano nos hemos esforzado en descubrir una parte positiva que nos ayudara a resolver de un modo admisible, habida cuenta de circunstancias de
lugar y tiempo, los problemas inmediatos de la revolución y, en primer lugar,
el de la reorganización de la producción.
Ni Proudhon con su complicada teoría cooperativa del “Banco del
Pueblo”; ni Bakunin con su “Alianza Federativa” de todas las asociaciones
obreras que constituirán la “Comuna”, sin olvidar la pintoresca “Federación
de Barricadas en permanencia”, ni, finalmente, Kropotkin con algunas de sus
conclusiones inefables de La conquista del pan, han ido mucho más allá es
este terreno que los utopistas con sus elucubraciones bellamente románticas.
Y después, como antes, se ha continuado haciendo un motivo literario de
lo que es un problema de economía política.
¿Por qué, pues, no intentar resolverlo, cuando menos, tratarlo como tal, y
desde un plano real, objetivo, y casi diríamos científico?
Si realizar con fortuna el hecho episódico de la revolución es en sí muy
importante, no lo es tanto como llevar a cabo la obra subsiguiente de vertebración revolucionaria de la nueva organización social. Esta segunda fase
decide, sin duda alguna, la pérdida o la consolidación de los conquistado en
la primera.
Preciso es no olvidar que “esa necesidad implacable de la humanidad” a
que aludiera Frank Bentano refiriéndose al “trabajo”, seguirá siendo igualmente implacable después y que, por consiguiente, la reorganización de la
producción será una de las tareas más importantes y urgentes de la labor postrevolucionaria.
¿Es posible solventar este problema con un criterio libertario, esto es,
sobre la base, enunciada por Pelloutier de “la desaparición de la autoridad del
patrono en el taller y la del Estado en la sociedad”? Interrogante que por un
encadenamiento lógico trae aparejados los dos siguientes: En caso afirmativo,
¿por qué medios?; en caso contrario, ¿por qué obstáculos?
Si opinamos afirmativamente, es indudable que una opinión de tal envergadura no puede apoyarse sobre un deleznable adverbio de afirmación: exige
una demostración teórica relativamente satisfactoria.
Vamos, pues, a admitir el supuesto de la próxima revolución en España,
condicionando nuestro “ensayo de plan” a su presumible desarrollo.
241
Aceptemos, igualmente, para los efectos de nuestra demostración, el triunfo de la lucha armada contra el viejo régimen, y coloquémonos en la fase
inmediatamente siguiente a la batalla.
¿Cómo reorganizar la producción partiendo de la eliminación del patrono,
la empresa y el Estado como entidades directivas y sujetos de derecho?
¿Cómo incautarse del Capital social y orientar después su productividad hacia
el bienestar económico colectivo que Tarde definió como “un coro de necesidades armónicas y generalmente satisfechas”?
Un estudio objetivo de las actuales condiciones económicas de España, así
como de los factores susceptibles de intervenir en la revolución augurada, nos
ha llevado a creer en la posibilidad de implantar un régimen cooperativo de
producción ampliamente anti-autoritario.
La manifestación más elemental de dicho régimen habría de ser la
“Cooperativa única de producción” en los pueblos de censo limitado.
Integrarían este organismo todos los individuos de la “Comuna”, útiles para
el trabajo. El sindicato de hoy es en potencia la cooperativa de productores
de mañana. Por consiguiente, allí donde existiera el primero sería fácilmente viable la segunda. Una propaganda activa y bien proyectada orientaría el
resto.
Labor inmediata de estas cooperativas sería la incautación de la propiedad
territorial catastrada en el término comunal y la expropiación de todos los
medios de producción en otros órdenes.
Realizada esta operación y clasificados e inventariados los elementos disponibles, los cooperadores, reunidos por secciones de especialidades, determinarían el sistema de explotación más conveniente, división del trabajo e
intensidad del mismo (habida cuenta de la estadística de necesidades), y otras
particularidades técnicas.
En los grupos de población de censo elevado el organismo económico más
adecuado sería la “Cooperativa específica de industria”. Su cometido no diferiría del de la anterior más que por la circunstancia de que debería circunscribirse a su especialidad. Por lo demás, su misión sería en un todo idéntica:
incautación de los medios de producción, condiciones a establecer y método
a emplear en la nueva organización del trabajo, etc.
La simple transformación de nuestros sindicatos de industria –desaparecida la necesidad accidental de su actual carácter de aglomeración de clase con
fines de resistencia- nos daría este segundo tipo cooperativo.
Norma jurídica de ambos organismos podría ser un contrato en el orden
del preconizado por Proudhon y elaborado por acuerdo colectivo, cuya aceptación por parte de los cooperadores supondría el compromiso formal de concurrir a la producción en la medida determinada por la estadística de necesidades.
El nexo entre el conjunto de cooperativas podría ser establecido sobre dos
planos:
242
1º El de relación específica mediante la creación de Federaciones de
industria que englobarían en línea genérica las cooperativas de las ciudades y
las secciones de especialidad de las cooperativas comunales. Su finalidad
sería la aplicación de medidas de orden general conducentes al mejoramiento
de la industria, regular la suministración de primeras materias, etc.
2º El de relación general de todos los organismos activos de la vida por la
constitución de una Confederación general intercooperativa cuya misión sería
propiciar la colaboración interindustrial para las empresas de envergadura
nacional. Asimismo ésta asumiría la representación del país en sus relaciones
internacionales, ya de orden económico o revolucionario.
Estas dos entidades no poseerían atribuciones ejecutivas más que en aquellos casos en que la voluntad expresa del conjunto de cooperativas a ellos adscritas se las hubiera conferido. El esquema que damos a continuación resume
concretamente nuestro ensayo de cooperatización que podría ser aplicable a
las dos líneas esenciales de la vida económica: Producción y Distribución y a
sus elementos auxiliares: la Estadística y el Transporte.
No obstante, creemos haber apuntado una idea digna de algún interés y
que, desarrollada con mayor amplitud, podría suministrar a nuestra propaganda una plataforma mucho más sólida que la diarrea retórica y literaria que
hasta aquí la ha venido esterilizando.
Nuestra convicción respecto a la viabilidad de un régimen cooperativofederalista en España no es arbitraria y artificial; ha nacido bajo el influjo de
razones y hechos –que estudiaremos en otra ocasión con el detenimiento que
merecen- y entre los cuales merecen ser enumerados los siguientes:
1º La centralización de la propiedad territorial en España. Un examen de
las cuotas de contribución rústica nos muestra cómo, de los 27 millones de
hectáreas consagradas al cultivo labrantío y forestal en nuestro país, más de
dos tercios se hallan en manos de diez o doce mil propietarios. Esta circunstancia, contraria al desarrollo del espíritu pequeño-propietario o mediantín en
el campesino, facilitaría indudablemente la cooperatización rural.
243
A.- Cooperativa única de productores en las comunas de censo limitado.
B.- Secciones de especialidades de producción existentes en la misma.
C.- Cooperativas específicas de industria en las poblaciones de censo
elevado.
D.- Federaciones nacionales de industria integradas en línea específica por
las cooperativas de las ciudades y las secciones de especialidades de
las cooperativas comunales.
E.- Confederación general corporativa.
244
2º La cartelización parcial de la gran industria y su tendencia a concretarse en unidades económicas superiores a la empresa aislada. El cartel de la
Metalurgia (integrado por Altos Hornos, Unión Siderúrgica, Martínez Rivas,
etc.), la Sociedad General Azucarera de España, la Unión de Fabricantes de
Vidrio, el Sindicato de fabricantes de Productos Químicos, la Central Hullera
Asturiana y otros, son ejemplos de esa concentración que tiende de día en día
a acentuarse, eliminando al artesano y al pequeño industrial y aumentando,
por tanto, las posibilidades de hacer efectiva la cooperatización industrial
revolucionaria que proponemos.
3º La existencia, en la mayoría de las regiones de España, de tradiciones de carácter colectivista, cual la de los “dominios de aprovechamiento
comunal”.
4º El desarrollo del espíritu sindical en los últimos años.
Tales son, entre otros, algunos de los motivos que han llevado a considerar hacedera nuestra idea. Discútase, complétese y perfecciónese. Pero dejemos de vagar entre brumas y de nutrirnos de sentimentalismos.
Y que la manía de investigar las causas absolutas no continúe haciéndonos
descuidar el examen de los hechos concretos.
Vivimos un momento esencialmente positivo con el cual hay que ponerse
a tono.
Ante la brutal franqueza de las divisas autoritarias que actualmente nos
disputan la hegemonía de las masas, nada pueden las vaguedades inefables.
Hemos de darnos una consigna práctica y clara en el sentido de enfocar
metódicamente nuestra labor. Y esa consigna podría ser la lucha por un régimen cooperativo-federalista, aspiración positiva y libertaria.
Berlín, diciembre de 1925
245
II. CONSIDERACIONES SOBRE LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA Y
LA MISIÓN DE LA CONFEDERACIÓN NACIONAL DEL TRABAJO
12 de mayo de 1931
Solidaridad Obrera, Barcelona, 29 y 31 de mayo de 1931
Con la proclamación de la república ha triunfado en España el movimiento revolucionario que, integrado más o menos directamente por todos los sectores burgueses y proletarios de oposición al régimen dinástico, se había formado y venía actuando bajo la consigna fundamental de acabar con la monarquía y sus veleidades dictatoriales. La desaparición de este “obstáculo tradicional” interesaba por igual a todos los elementos de variada filiación política y social que han intervenido en su destrucción. Pero si el régimen atacado
por todos era el mismo, los motivos que han inspirado a las diversas fuerzas
atacantes no caben bajo un solo común denominador.
La burguesía republicana aspiraba a un cambio de sistema para poner fin
a la incertidumbre económica y financiera determinada por la instabilidad
política de la monarquía. Los imponderables políticos perturbaban, con sus
oscilaciones constantes, la marcha normal de los negocios y ejercían una presión muy sensible sobre el barómetro bursátil. Una república conservadora,
amante del orden y protectora de la propiedad privada, convenía mucho más
a sus fines prácticos de expansión industrial y mercantil. Nada de motivos
ideales o sentimentales, sino cálculo frío y razonable.
Los diferentes partidos políticos, desde los republicanos de la derecha a
los socialistas, perseguían el derrumbamiento de la monarquía principalmente porque la consecución de este fin iniciaría para ellos la era del ejercicio del Poder. La conquista del Poder y la distribución proporcional de sus
resortes fue desde el primer momento la base de la conjunción revolucionaria y electoral republicano-socialista. También este sector, a pesar de su hinchazón retórica e idealista, se movía sobre una plataforma de positivismo
puro. Y si el lema general de la conjunción era la conquista del poder, el
lema particular de cada uno de los partidos conjuncionados era la conquista del mayor número de ministerios. Claro es que, según ellos, este afán iba
presidido por la intención de labrar el bien del pueblo con arreglo a la mirífica fórmula del “interés general”, es decir, protegiendo simultáneamente
los sagrados derechos de la iglesia, el militarismo, el capitalismo y el proletariado...
En cambio la intelectualidad radical no catalogada en los partidos, la
juventud y el profesorado universitario ha luchado con alto desinterés y emoción liberal por la república, imaginándosela como encarnación de las más
puras esencias democráticas. Su actitud recuerda, en cierto modo, el espíritu
de 1789 y 1848. Enciclopedia y democracia romántica con retraso. Los años
humillantes de mordaza y dictadura habían provocado la indignación de los
246
intelectuales, empujándoles lenta, pero seguramente, a una oposición irreconciliable contra el régimen monárquico. Los contemplativos y estetas, despojados de su libertad, vejados por la brutalidad y la ignorancia cuarteleras, se
tornaron luchadores, pero con aspiraciones demasiado subjetivas y confusas,
susceptibles de agotarse y neutralizarse en una república burguesa con gotas
de jacobinismo.
El proletariado revolucionario español, representado casi en su totalidad
por la CNT, no podía mantenerse al margen de la lucha contra el absolutismo
borbónico por toda una serie de razones. Desde luego no cabía la menor duda
de que el sindicalismo, a pesar de intervenir en tal contienda con un gran contingente de fuerzas de extraordinario valor combativo, sería el que menos
beneficios materiales obtendría en el cambio. Aparte de un aumento relativo
y quizás “pasajero” de su libertad de organización y propaganda, poco era lo
que en sentido positivo y de un modo inmediato podía esperar. Ni ministerios,
ni cargos influyentes, ni siquiera, por ser incompatibles con sus principios,
una pequeña porción de poder político. La revolución social, en semejantes
circunstancias, resultaba una aventura inaccesible. Y, sin embargo, había que
empujar el carro de la historia, era indispensable despejar el campo de la contienda social de las nebulosidades transitorias creadas por los problemas políticos. Porque, preciso es reconocerlo, la grandeza espectacular de la batalla
política entablada contra el “obstáculo tradicional” en los últimos seis meses
había absorbido la atención de las masas obreras de tal modo que la lucha de
clases había sido relegada a segundo término por la lucha política. La representación del proletariado revolucionario, la CNT, no había pactado con los
políticos que dirigían técnicamente el movimiento republicano; pero la marcha de los acontecimientos, quiérase o no, hacía redundar en beneficio de
estos elementos la labor oposicionista de las masas obreras organizadas. El
odio a la monarquía imponía una coincidencia accidental en la ofensiva con
sectores heterogéneos y aun socialmente antitéticos. De ahí que para la
Confederación Nacional del Trabajo fuera deseable que esta etapa de confusión social de frentes se prolongara lo menos posible. La caída de la monarquía y el advenimiento de la república pondría un punto final a este periodo
de conjunción sentimental e involuntaria. Luego seguiría el periodo constructivo republicano, que, por su afirmación de las instituciones esenciales de la
sociedad burguesa –intangibilidad de la propiedad privada, supremacía de la
autoridad estatal e intervención parcial de la misma en pro del capitalismoprovocaría el desmoronamiento de las ilusiones democráticas, demostraría su
insuficiencia social y ofrecería un campo deslindado a la lucha de clases revolucionaria.
Tras una tenaz labor conspirativa y una serie de luchas, entre las que descuellan principalmente las sublevaciones y las huelgas revolucionarias de
diciembre pasado, se ha implantado la república en España. Resulta grotesca
la afirmación de que el derrumbamiento de la monarquía se debe al triunfo
247
electoral obtenido por las izquierdas antidinásticas en las elecciones municipales del 12 de abril. Cierto que las circunstancias habían dado a dichas elecciones un valor superior al de las elecciones vulgares, el valor significativo
de un recuento de la cantidad y popularidad de los factores en pugna, que
habían luchado antes y continuarían luchando después con armas más contundentes que el sufragio. Pero esta desautorización platónica no habría bastado para dar el jaque mate a la monarquía, si ésta hubiese contado aún con
medios coercitivos para resistir e imponerse, si el ejército no se hubiera negado a seguir siendo instrumento incondicional del viejo régimen y si las masas
populares no se hubieran echado a la calle para arrancar por la fuerza lo que
de buen grado no se quería dar. El miedo físico del último Borbón y la escasez y cobardía de sus elementos “leales” evitaron la guerra civil. La partida
estaba ya virtualmente ganada antes de las elecciones; el plebiscito del 12 de
abril no hizo más que refrendar la certidumbre del triunfo.
La república española es una realidad. El país ha sido durante los días iniciales de la nueva era un mosaico de desbordamiento sentimental: manifestaciones de júbilo, explosión de la amargura acumulada en tantos años de ignominia, ansias de reparación de la interminable cadena de injusticias perpetradas por los agentes del régimen caído, que ahora han pasado, al menos en una
buena parte, a serlo del nuevo. El proletariado revolucionario no quiso esperar a la amnistía para libertar a sus presos. Asaltó las cárceles e hizo justicia.
Esta generosidad es el lado más bello y luminoso del mosaico. El otro lado lo
llena y ensombrecen ya apetitos burocráticos, adaptaciones y concesiones a
los que ayer fueron verdugos en la monarquía y hoy se disponen a serlo en la
república. Las gotas jacobinas de los primeros días se están convirtiendo ya
en agua de borrajas.
Con la implantación del régimen republicano han logrado su finalidad primordial los elementos burgueses y socialdemócratas que tomaron parte en la
ofensiva contra la monarquía. El capitalismo continuará tranquilamente su
función explotadora bajo la bandera tricolor, los partidos se repartirán coaligados el poder o turnarán en su usufructo, y los intelectuales, ebrios de democracia superficial, apuntalarán entusiasmados la nueva situación. Pero la clase
obrera, pasado el alborozo epidérmico de los primeros días, se preguntará
inevitablemente: ¿Dónde está todo lo prometido y esperado? Y esta reflexión
y el consiguiente desengaño, seguido a su vez de la convicción de que hay que
ir más allá para conquistar la verdadera libertad económica y política, será la
partida positiva que como resultado del episodio republicano podrá registrar
en su haber la causa de la revolución social.
El Gobierno provisional de la República –abigarrada mezcolanza republicana, derechista, moderada, izquierdista y socialdemócrata- dispara diariamente andanadas de decretos dedicados a deshacer los entuertos más graves
del régimen monárquico. La ley de jurisdicciones y el Código Penal de la dictadura han caído bajo los primeros plumazos derogativos. No está mal. La
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desaparición de estas odiosas muestras de absolutismo era exigida clamorosamente por la parte pensante del pueblo español. También se han decretado
unas cuantas medidas más de carácter reparador, amnistías, indultos, destituciones, etc. Labor menuda y fácil, aunque siempre loable.
Pero todo esto no ha rozado siquiera la piel del sistema capitalista. Por respeto desmedido a este sistema no han sido todavía abordados seriamente los
problemas fundamentales planteados a pesar de la urgencia con que demandan solución. El problema agrario, el paro forzoso y la cuestión financiera son
los primeros escollos que acechan a la barca alegre y confiada de la segunda
república española.
Cuatro millones de campesinos sin tierras, la mayoría de ellos en una
miseria terrible, esperan su redención de las disposiciones del Gobierno republicanosocialista. Verdad es que éste –no obstante los ministros socialistas, o,
mejor dicho, gracias a ellos, pues es sabido que son enemigos de los saltos
violentos- han comenzado su gestión declarando inviolable la propiedad privada. Un mal principio para la solución acertada del problema agrario. Porque
propiedad privada son los latifundios y los “pueblos de señorío”, reminiscencias de derecho feudal que permiten a 200.000 individuos la posesión absoluta del 90 por ciento del territorio nacional. La naciente república pone de
relieve su falta de contenido social al sancionar los derechos de los monopolizadores del suelo, derechos cuya adquisición es denunciada por la historia
como producto de rapiñas, despojos y violencias contra el pueblo. Claro que,
para dorar la píldora, se habla ya de modificar el concepto de propiedad de la
tierra, de suprimir el odioso “ius utendi et abutendi”, a fin de permitir lo que
en las esferas gubernamentales se llama inadecuadamente “expropiación” y
nosotros calificamos justamente de “capitalización” de los latifundios. Pues
con la “expropiación indemnizadora” de la gran propiedad territorial no perderán nada los latifundistas. La reforma agraria se verificará exclusivamente
a costa de los campesinos, los cuales, al recibir el lote que se les asigne en la
parcelación, contraerán la obligación de amortizar su valor en un plazo determinado, es decir, hipotecarán de antemano el producto de su tierra y su trabajo. Una perspectiva de deudas y penuria económica por exceso de consideración hacia los “derechos históricos” de los señores feudales españoles. Y
luego se hablará de “república social” y “Estado popular”, de acuerdo con el
consabido estribillo de los socialdemócratas europeos.
El problema del paro forzoso requiere una solución radical tanto en interés de los propios parados como en interés de los que trabajan y de las organizaciones obreras. La desocupación obrera disminuye considerablemente la
capacidad combativa de las masas trabajadoras, ejerce una influencia desmoralizadora sobre el proletariado. Cuando el hambre muerde, la dignidad social
resulta un prejuicio. Tal es la conclusión suministrada por la experiencia de
los países con grandes contingentes de parados. En España hay actualmente
más de 300.000 obreros y campesinos en paro forzoso. Las causas son, en sín249
tesis, las mismas que determinan el paro en escala internacional: racionalización técnica y mecánica, exceso de producción y reducción progresiva del
mercado interior y exterior a medida que aumenta la crisis. Causas inherentes
a la estructura económica del sistema capitalista y susceptibles de desaparecer con éste. El sistema capitalista debiera, pues, cargar con las consecuencias
de su incapacidad renunciando a sus dividendos y beneficios a favor de una
disminución de la jornada de trabajo y un aumento de salarios, a fin de equilibrar la vida económica mediante el ajuste de la producción y el consumo.
Esta sería la única solución justa de la crisis de trabajo. Pero es ilusorio pensar que los capitalistas españoles serán mejores que sus colegas internacionales y se prestarán de buen grado a semejante sacrificio. No menos ilusorio es
suponer que el Gobierno republicano-socialista les obligará a sacrificarse. Los
ministros socialistas de Justicia y Trabajo, Fernando de los Ríos y Francisco
Largo Caballero, han anunciado ufanamente que están elaborando un proyecto de seguro contra el paro forzoso. Con él se concederá a los parados un
pequeño subsidio de crisis, pero no se arrebatará al capitalismo racionalizador
el derecho al despido de obreros ni se reconocerá a estos últimos el derecho
al trabajo. Habrá trabajo o paro según las conveniencias patronales. Mientras
haya trabajo, el obrero podrá vegetar; por cierto que su salario se verá aún
mermado por la cuota que, seguramente, tendrá que abonar a la Caja del
Seguro contra el paro. Porque este Seguro no será un regalo del Gobierno,
sino una institución oficial mantenida, al menos en una gran parte, por los
céntimos de los trabajadores. Los obreros parados recibirán durante un periodo de pocos meses un socorro que aliviará su miseria pero no la suprimirá.
Pasado este periodo, les espera otra vez la incertidumbre y el hambre si el
paro persiste. La miseria en que se debaten los parados de muchos países de
Europa en que existe hace mucho tiempo el seguro contra el paro forzoso es
una prueba concluyente de la insuficiencia de esta institución y una advertencia expresiva para los trabajadores españoles.
La crisis financiera, cuyos exponentes más visibles son el aumento de la
deuda nacional y la desvalorización de la moneda, determina una carestía creciente de la vida, que roba constantemente capacidad de compra a los salarios
obreros. Si la república se resolviera a proceder radicalmente y sin contemplaciones, le sobrarían medios para conjurar esta crisis. Una poda penetrante
de las ubérrimas consignaciones de ejército, policía y clero y un crecido
impuesto directo sobre la renta, para no hablar más que de medidas viables
dentro de una democracia burguesa avanzada, darían, al presupuesto general
alas y confianza internacional a la divisa española. Pero el gobierno republicano-socialista ha empezado también mal en este dominio. Su primer traspié
ha sido la injustificable generosidad con los altos militares, policías y dignatarios de la Iglesia, enemigos declarados o encubiertos de todo régimen de
libertad, a los cuales ha asegurado el sueldo íntegro como si nada hubiera
pasado. Así, pues, los Berenguer, Martínez Anido, Sanjurjo, etc., todos los
250
inquisidores del régimen monárquico, vivirán ahora tranquilamente a cuenta
de la república, o menor dicho, a cuenta del pueblo. Entretanto, el ministro de
Hacienda, Indalecio prieto, un pretendido socialista de izquierda, se consagra
a convencer a los capitalistas españoles de que el nuevo régimen ofrece al
capital más garantías de seguridad que la monarquía. Un bello cuadro. A este
ministro le parece reservado el triste papel desempeñado por el socialdemócrata Hilferding como ministro de Hacienda de Alemania, el cual, después de
haber analizado y denunciado en un libro notable (Das Finanzkapital) las
características hiperexplotadoras del capital financiero, fue en el poder, en
1928-1929, un esforzado paladín de los impuestos indirectos, que desangran
al proletariado, y contrajo un empréstito para el Reich eximiendo de todo
impuesto al capital que se suscribió al mismo.
En resumen, la república nacida el 14 de abril va resultando, a medida que
pasa el tiempo, un episodio tibio sin consecuencias subversivas. Las frases
radicales tienen escasa fuerza sísmica en sentido social. Y la caída de un trono
no arrastra siempre consigo el sistema en que se basaba. Cae la estatua, pero
queda el pedestal. Que lo digan sino el clero, el militarismo, la policía y la
guardia civil, “servum pecus” de la monarquía que tan asombrosa como rápidamente se han aclimatado y adaptado al régimen republicano. La realidad les
convence ahora de que el susto del primer momento fue una falsa alarma. La
revolución española ha sido una sacudida demasiado delicada e incruenta para
ser profunda. Una revolución de guante blanco, que indudablemente implica
un pequeño paso adelante, pero que está a una distancia astronómica de la
revolución que los trabajadores podrán verdaderamente llamar “suya”.
La Confederación Nacional del Trabajo, que con su potente resurgimiento durante la etapa Berenguer se había convertido en un factor numérico y
combativo de gran envergadura, ha contribuido notablemente al triunfo de la
República española. Cierto que no intervino en los cabildeos conspirativos
republicano-socialistas de última hora, pero su tenaz labor de oposición revolucionaria asestó serios golpes al régimen monárquico.
Implantado el régimen republicano, la CNT, que no se ha adaptado ni
puede adaptarse a él sin negarse a sí misma, tiene el deber de defender las
libertades conquistadas contra una recaída reaccionaria, pero también, y de un
modo muy especial, la misión de ejercer una crítica y una acción demoledoras contra la insuficiencia de la democracia burguesa. La recaída reaccionaria
no es sólo de temer por parte de los “fanáticos del orden” que ocupan hoy los
resortes esenciales del poder central republicano. Ya se han dejado oír voces
interesadas que piden mano dura contra el sindicalismo. Los acontecimientos
del Primero de Mayo en Barcelona quieren ser explotados para inconfesables
maniobras de la reacción monárquica y republicana. Probablemente se pretenderá hacer lo mismo con lo acaecido los días 10 y 11 de mayo en Madrid.
La CNT debe salir al paso de estos oscuros manejos con serenidad y firmeza,
consciente de su fuerza y su significación.
251
La política colaboracionista del partido socialista y la UGT, que se han
colocado incondicionalmente en el terreno de la nueva República, ha depositado exclusivamente en la CNT la representación responsable de la causa
obrera. Frente a la actuación gubernamental y necesariamente conservadora
de los jefes reformistas españoles, satisfechos de poder iniciar en España un
periodo de “evolución democrática” prometedor en actas parlamentarias y
carteras ministeriales, debe alzarse la organización sindicalista para recordar
y afirmar con más energía y consecuencia que nunca las reivindicaciones
esenciales del proletariado revolucionario.
Es indudable que la atmósfera social actual y las posibilidades de propaganda intensa que ofrece contribuirán a engrosar y multiplicar notablemente
los sindicatos de la CNT. Hoy mismo se advierte ya el vigoroso crecimiento
que diariamente experimentan nuestras organizaciones; las masas obreras
acuden a éstas seguras de hallar en ellas un baluarte eficaz para la defensa de
sus intereses. Pero la experiencia nos ha enseñado, precisamente en España
y en etapas dolorosas, que la magnitud de la organización no basta si ésta no
reúne condiciones de capacidad revolucionaria destructiva y constructiva, si
las masas organizadas en su seno no están bien educadas y disciplinadas en
sentido social y combativo, y, finalmente, si la minoría dirigente y orientadora no tiene una visión clara de los acontecimientos y posibilidades del
periodo histórico en que actúa.
Por esto, hablando concretamente de los momentos actuales, lo que conviene en primer lugar es enjuiciar certeramente la situación creada en España
por la reciente revolución, a fin de ajustar a la misma nuestras consignas de
lucha para la etapa presente y venidera.
Algunos camaradas de reconocida solvencia en el terreno internacional
han calificado ya de “periodo Kerensky” la fase actual de la revolución española. Esta es una afirmación demasiado grave si se tiene en cuenta que, tomada como base de nuestra futura actuación, podría precipitarnos en acciones
susceptibles de llevarnos a un gran triunfo o a una gran catástrofe. De ahí el
que dicha afirmación, antes de ser admitida tan ligeramente como ha sido formulada, requiera un análisis serio y fundamental. Hay que tener mucho cuidado con los símiles históricos y no olvidar que si el periodo Kerensky condujo a Rusia a la revolución de octubre, en Hungría (periodo Károlyi) llevó a
la dictadura del verdugo Horty que impera omnipotentemente desde hace
doce años.
¿Se puede hablar seriamente de “un periodo Kerensky” en España refiriéndose a la situación presente? La sinceridad nos obliga a decir que no. Para
ello faltan hoy tanto las premisas psicológicas como las materiales. Entre la
revolución española inefable e inofensiva del 14 de abril (la vindicta popular
antijesuítica y los conventos quemados el 11 de mayo a raíz de una provocación monárquica, no alteran gran cosa el cuadro general, esencialmente pacífico, del cambio) y la rusa de febrero de 1917, existe una diferencia profunda
252
e innegable. La mutación en España se ha realizado sin el fondo sombrío de
tres años de guerra agotadora, sin la desesperación de masas populares enloquecidas por una miseria horrible, sin la intervención de legiones de soldados
hartos de una vida bestializada y torturante en las trincheras. La revolución
española ha sido obra de los elementos política y socialmente maduros del
país, dirigida principalmente contra los excesos dictatoriales del régimen
monárquico. Ha sido un episodio eminentemente político, sin duda con ribetes de reformismo social, pero presidido en general por anhelos democráticos.
Si la democracia rusa de febrero no hubiese cometido la gran falta de continuar la guerra contra la voluntad manifiesta del pueblo y de aplazar la solución del problema agrario y la convocatoria de la “Utschreditelnoie
Sobranie”, es probable que no se hubiera desgastado y desacreditado en tan
poco tiempo.
La nueva democracia española no tiene ante sí problemas de tal magnitud
(a excepción quizás del problema agrario y del paro forzoso, que, como ya
hemos indicado, trata de solucionar demagógicamente) y cuenta con un crédito popular bastante amplio. No es posible desconocer esta realidad so pena
de obrar a la buena ventura y romperse los dientes estérilmente en la primera
eventualidad. La nueva República ha despertado grandes ilusiones en importantes sectores burgueses, intelectuales y proletarios. Se espera de ella una era
de libertad política, una reforma agraria y una implantación del seguro contra
el paro forzoso, deseos que el nuevo régimen se dispone a satisfacer sin atacar los fundamentos del sistema capitalista. El contraste de estas medidas de
democracia barata, por insuficientes que sean, con el despotismo sin freno que
imperó hasta el 14 de abril, contribuirá momentáneamente a estabilizar la
República actual. Reconocer esta realidad no equivale a aceptarla como
intangible o definitiva ni mucho menos a cruzarse de brazos frente a ella, sino
más bien a reconocer el orden cronológico de las tareas a realizar por una
organización revolucionaria de masas como la Confederación Nacional del
Trabajo. Y esto es muy importante. Si la democracia rusa de febrero se desacreditó pronto a sí misma ante el pueblo por su ineptitud, su burguesismo y
su debilidad, la democracia española es más hábil, se desenvuelve en mejores
circunstancias: Por esto la misión inmediata del anarcosindicalismo español
debe consistir en minar el crédito de esta democracia, en desenmascarar su
esencia burguesa, en proclamar la precariedad de su reforma, en asegurar las
libertades políticas y sociales existentes y tratar de ampliarlas por la acción
combativa de las masas organizadas.
Toda medida del Gobierno republicano-socialdemócrata ofrece margen
para una crítica punzante desde nuestro punto de vista íntegramente socialista.
La captación de las masas campesinas, tan necesarias para nuestra propia
revolución, puede facilitarse oponiendo a la tibia reforma agraria de la
República, consignas radicales, como por ejemplo: expropiación sin indemnización de todos los latifundios, dehesas, cotos de caza y propiedades mayores
253
de 100 hectáreas; parcelación proporcional y cesión gratuita a los campesinos
sin tierras y Sindicatos obreros agrícolas para su cultivo individual o colectivo; confiscación del ganado de tiro, reservas de simientes y herramientas de
labranza de la gran propiedad agraria y su distribución entre los tenedores de
parcelas y colectividades agrícolas de trabajadores; concesión de créditos, a
largo plazo, a los labradores cuya tierra no exceda de diez hectáreas.
En lo que concierne al problema del paro forzoso, la CNT debe luchar,
ante todo, por la reintegración de todos los parados al proceso productivo,
mediante la disminución de la jornada y el reconocimiento práctico e inalienable del derecho al trabajo para los obreros; debe denunciar, apoyando su
argumentación en los experimentos de Inglaterra, Alemania, etc., la insuficiencia del seguro contra el paro para resolver la crisis de trabajo; claro es que
no conviene rechazar absolutamente la idea del seguro, pero sí el proyecto
gubernamental, enfrentándolo a enmiendas radicales que exijan a los patronos
el pago total de las cuotas del seguro: no tolere el más pequeño descuento de
los salarios obreros para este fin; prevea tipos elevados de socorro a los parados y no limite el tiempo de los mismos.
También, en lo relativo a la crisis financiera y la desvalorización de la
moneda, que disminuye el poder adquisitivo de los salarios, cabe una campaña por la supresión de los presupuestos eclesiástico, policial y de guerra, y una
lucha constante por el aumento del valor real de los salarios. Esta labor de crítica, combate y agitación tiene por objeto divorciar completamente de la
democracia burguesa y sus escuderos socialistas a las masas obreras que aún
creen en ella, haciéndole ver el contraste existente entre las migajas que la
República les concede y lo que el proletariado organizado en fuertes sindicatos revolucionarios puede conseguir.
Paralela a esta obra indispensable de desgaste de las ilusiones democráticas, el sindicalismo español tiene ante sí otra importantísima tarea: la de perfeccionar la organización, dotándola de la eficacia, la disciplina, la capacidad
combativa y las cualidades constructivas necesarias a un organismo revolucionario que, como la CNT, se propone arrebatar, al capitalismo el control de
la producción social para abolir la explotación e implantar un régimen basado en la cooperación de los productores organizados.
El actual aparato orgánico de la CNT es deficiente, no se halla a la altura
de la gran misión que le espera. Ya sabemos que la culpa de esto no recae
sobre los militantes que la han venido orientando hasta aquí, sino sobre las
circunstancias de la persecución e ilegalidad porque se ha visto obligada a
atravesar. Pero de todos modos los defectos existen y hay que eliminarlos. La
CNT, organizada a base de Sindicatos, Federaciones Locales y
Confederaciones Regionales, carece de dos células esenciales para el aumento de su capacidad revolucionaria y realizadora. Estas células son las federaciones de industria y los consejos de fábrica, taller o empresa. El próximo
Congreso Extraordinario de la CNT debe reconocer la importancia de esta
254
cuestión y consagrarle toda la atención que merece y no se le pudo dedicar en
el pasado. Nos consta que la organización confederal está haciendo, en general, preparativos para la creación de las respectivas federaciones de industria.
Está bien, más advertimos desde ahora que no basta la simple fundación de
estos organismos, sino que hace falta tener un concepto muy concreto de su
especialísima función estadística, combativa y constructiva. Otro tanto decimos de los Consejos de fábrica, considerados como avanzada revolucionaria
de la organización en el propio engranaje de la producción. Es preciso que
estos organismos, destinados a ser eficaces cuadros de realización y defensa
de la revolución social, estén orientados por elementos solventes y responsables y llenen plenamente su cometido en el orden técnico y revolucionario. En
suma, el aparato de la organización debe ser perfeccionado de tal modo que,
en un momento dado, se baste a sí mismo para hacerse cargo, sobre la base
inicial de un colectivismo sindical, democrático y anticapitalista, de la herencia histórica que le confíe una revolución anecdóticamente triunfante.
La realización de estas tareas –desenmascaramiento del fondo burgués de
la República, preparación psicológica y práctica y organización eficaz de las
masas obreras- exige en absoluto que la CNT se sitúe de un modo claro e irreconciliable frente a las instituciones de la democracia burguesa, inclusive
frente a las Cortes Constituyentes. Hay que tener mucho cuidado con la actuación posibilista –sin duda bien intencionada, pero no por ello menos funesta,
desarrollada por una minoría de cierta significación dentro del organismo
confederal. Se trata, afortunadamente, de un número limitado de militantes, a
los que su equivocado juicio de las circunstancias presentes o su anemia revolucionaria parece incitar a conformarse con los frutos escasos y raquíticos que
les pone al alcance de la mano una República burguesa. Este moderantismo
fácil debe ser rechazado por la CNT tan categóricamente como la política de
grito y aventura a ultranza. El sindicalismo no puede adaptarse a una situación
histórica que no represente en principio y esencia la liberación económica y
social de las masas obreras. Por lo tanto, nada de pactos ni compromisos que
puedan conservadurizar y poner trabas a la libertad de movimiento de la CNT.
Creemos haber probado que la revolución española del 14 de abril no se
halla en un “periodo Kerensky”, sino más bien en el umbral de un periodo de
parlamentarismo democrático. El propio Trostky reconoce esto en su engolado folleto Die spanische revolution, que acaba de aparecer en alemán. Cierto
que, para disculpar la inconsecuencia de esta afirmación con la dialéctica bolchevique, achaca la necesidad de esta etapa democrática burguesa a la falta de
un fuerte partido comunista en España. Argumento absurdo, incapaz de resistir el más ligero análisis lógico. De ser exacta esta teoría, hace ya mucho tiempo que el partido comunista alemán (KPD), el más fuerte de la Tercera
Internacional después del ruso, habría dado al traste con la República burguesa de Alemania e implantado su propia dictadura. Pero “gris es la teoría...”,
según Goethe, y las frases contrarrevolucionarias de los Thaelmann, los
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Neumann y los Remmele no han logrado aún remover ligeramente los cimientos del Reich. Y si en España la muerte del capitalismo dependiera de la ofensiva comunista, los capitalistas españoles podrían echarse tranquilamente a
dormir, a pesar del flamante “Decálogo para el comunista español”, dictado
por Trostky desde su modesto Sinaí turco. Estos diez mandamientos trostkistas, escritos el 15 de abril de 1931, son una obra maestra de demagogia bolchevista que abunda en consejos leninistas (todos los medios son buenos,
incluso el engaño y la mentira, para imponer la hegemonía del partido) encaminados a fomentar su partidillo español, tan microscópico y resquebrajado
como el partido oficial. Hasta se le ocurre resucitar el viejo y desacreditado
timo del frente único con la esperanza de cazar incautos. Una consigna paradójica y grotesca si se tiene en cuenta que en España no existe siquiera el frente único intercomunista, ya que los bolcheviques españoles están divididos en
tres capillitas pobremente alumbradas ... Probablemente, “mister Trostky”,
como le ha llamado por orden de Stalin, el bilioso Yaroslavski, tendrá que ir
a España para convencerse sobre el terreno de que el comunismo español está
condenado a la insignificancia, la indisciplina y la impotencia, y de que las
excepcionales circunstancias que dieron el poder a los bolcheviques volverán
difícilmente a repetirse en la historia.
El proletariado revolucionario español ha depositado espontáneamente su
representación en el sindicalismo. Y éste se mostrará digno de ella, guiándole hacia el verdadero socialismo sin zig zags hacia la democracia burguesa o
el capitalismo estatal bolchevique. La CNT ha asumido la gran misión de
acortar, con su acción inteligente, enérgica y constante, las etapas de la actual
República burguesa y de transformarla en una República social y anticapitalista de productores federados. Esta misión será expresada concretamente en
un programa de fines y tácticas que elaborará el próximo Congreso extraordinario de Madrid. Las posibilidades que la Historia ha puesto en manos de los
sindicalistas españoles exigen de éstos un esfuerzo extraordinario. Los ojos
del sindicalismo internacional están fijos en la CNT con admiración y esperanza. ¿Podrá el sindicalismo español iniciar y llevar a buen término un experimento social propio? El porvenir dirá. Las perspectivas actuales son alentadoras. Y la repercusión de semejante acontecimiento sería inmensa. Nuestro
movimiento internacional recibiría, con este ejemplo creador, un arma de propaganda formidable. Entonces sí que, frente al aborto bolchevique y frente a
toda clase de críticas y escepticismos, podremos colocar una muestra viva de
verdadero socialismo. ¡Seamos todos artífices de esta victoria!
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III. ASPECTOS INTERNACIONALES DE LA CUESTIÓN AGRARIA
Orto, Valencia, 1932
El problema de incorporar las masas campesinas al frente revolucionario
formado por el proletariado industrial en su lucha contra el régimen de explotación capitalista, exige cada vez más imperiosamente una solución adecuada
a los intereses de la revolución social. Los acontecimientos revolucionarios
que se produjeron en Europa durante y después de la guerra mundial han
demostrado claramente la extraordinaria importancia del elemento campesino
para la lucha de clases revolucionaria y la realización del Socialismo. Las
experiencias de 1917, en Rusia; 1918, en Alemania y Austria, y 1918-19, en
Hungría, donde el atraso, la desorientación y desorganización de las masas
laboriosas del campo han constituido un obstáculo insuperable a soluciones
socialistas o han determinado en gran parte el fracaso de la revolución, son
una advertencia expresiva en este sentido. En la propia Rusia soviética estamos viendo, a pesar del triunfo del hecho anecdótico revolucionario y la consolidación relativa del régimen dictatorial a través de los años, un fracaso
esencial del Socialismo, que no se debe únicamente al cesarismo estéril de los
dictadores bolcheviques, sino también, y de un modo muy principal, al atraso
de los elementos campesinos y a las falsas consignas de lucha, propagadas tradicionalmente entre los mismos. De ahí el que sea necesario romper decididamente con la inteligencia y el abandono que ha venido observando hasta
aquí el movimiento obrero revolucionario con relación a la cuestión agraria y
a la organización de las masas campesinas. Los partidos de las Internacionales
II y III, es decir, las camarillas políticas obreristas que menos garantías ofrecen para una representación sincera y eficaz de los intereses del proletariado
de la tierra y que más bien son una traba a toda solución verdaderamente
socialista del problema agrario, han tratado de llenar por su parte este vacío,
confeccionándose sendos programas agrarios de un oportunismo demagógico.
Con mayor motivo, el movimiento internacional anarcosindicalista, que no
adolece de ambiciones de partido ni deseos de explotación política de ningún
sector proletario, debe asumir la labor de captar y orientar socialmente a las
masas campesinas, a fin de formar con ellas y el proletariado industrial un
gran frente revolucionario que abra una calle amplia a la realización del
Socialismo libre e integral, para lo cual es condición indispensable la simultaneidad revolucionaria y constructiva de la ciudad y el campo.
Complejidad de diferenciación del elemento campesino
Si en el terreno industrial la formación de un frente proletario de clase se
realiza casi automáticamente en virtud de las circunstancias mismas de la producción capitalista, que ha eliminado al artesano independiente de la época
precapitalista, dividiendo a los elementos que intervienen en la producción en
técnicos y obreros asalariados, de un lado, y en propietarios capitalistas, por
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el otro, tal diferenciación clasista es mucho menos concreta en el dominio
agrario. La razón de esta situación reside principalmente en las condiciones
semifeudales de la propiedad agraria y sus métodos de producción, que, en
vez de crear un tipo único de asalariado análogo al obrero industrial, han mantenido, además, otras clases aparentemente menos explotadas, de que son
exponentes el pequeño labrador y el colono arrendatario. Otro de los motivos
que han venido a complicar esta diferenciación clasista es el resultado de las
reformas agrarias realizadas en varios países de Europa en los primeros años
de la postguerra por temor a posibles sacudidas revolucionarias. Las salpicaduras subversivas de las revoluciones rusa y centroeuropeas determinaron
dichas reformas en catorce países de Europa (países escandinavos, bálticos y
balcánicos, y Polonia, Austria, Checoeslovaquia y Hungría) y han sido acicate para la iniciación de las mismas en otras naciones europeas y en Japón,
India e Indonesia y algunos países de América. Estas reformas, consistentes
en la parcelación de latifundios y grandes propiedades a favor de campesinos
y labradores pobres, no han aliviado apenas la situación precaria de los trabajadores del campo, alcanzados por los “beneficios” de esa “caridad” estatal,
pero sí han contribuido a dificultar subjetivamente la diferenciación de clase
del elemento campesino. No han aliviado su situación por toda una serie de
razones, entre las que descuellan la insuficiencia del terreno de las parcelas
(con frecuencia menos de dos hectáreas, y rara vez de una extensión superior)
y el hecho de que los nuevos “labradores” han tenido que empeñarse para la
adquisición de la simiente, ganado de tiro y aperos de labranza, carga que
arrastran consigo constantemente, de manera que si antes eran esclavos del
labrador rico y el gran terrateniente, hoy lo son del capitalismo financiero y
comercial, que les da crédito a tipo usurario y les vende a buen precio –la
necesidad acucia- sus propios productos. Las llamadas reformas agrarias han
dificultado la lucha de clases en el campo por haber despertado el instinto propietarista de gran número de campesinos, sin emanciparlos efectivamente ni
siquiera de un modo relativo, cambiando sólo la forma, pero no aminorando
la intensidad de su explotación, aunque sí convirtiéndoles en todo caso en
feroces individualistas, incapaces de tener un espíritu social y una verdadera
conciencia de clase.
En idéntica situación se encuentran los pequeños labradores de todos los
países, agobiados por impuestos, contribuciones, escasez de tierra y dependencia del capital financiero, y los colonos arrendatarios, abrumados por la
renta en especie o en dinero, que frecuentemente asciende hasta el 50% de la
cosecha y que es tanto mayor cuanto más violento es el contraste entre el crecimiento de las fuerzas de producción y la estabilidad de las formas de propiedad privada.
El frente de los explotados en el dominio agrario se halla, pues, dividido
artificialmente, por lo menos, en tres clases: pequeños labradores, arrendatarios y jornaleros, cuya situación material y social es igualmente mísera y no
258
acusa más diferencia que la que puede existir entre obreros profesionales y
peones dentro de la industria. Pero la mentalidad propietarista de labradores y
colonos hace que éstos, no obstante sus apuros materiales y su nivel de vida,
esencialmente proletarios, se crean superiores a los simples jornaleros, prejuicio que les impide hacer causa común con ellos y es el mayor obstáculo
para la formación de un frente campesino de clase capaz de una acción defensiva y ofensiva contra los grandes terratenientes, el capitalismo financiero y
el fisco.
El desvanecimiento de todos estos prejuicios nocivos mediante una labor
de aclaración lógica, documentada e intensa entre los elementos explotados
del campo (labradores, colonos y jornaleros) es una tarea primordial del
Sindicalismo, a fin de capacitar al proletariado campesino para su defensa y
emancipación, extirpando preocupaciones pequeño-burguesas y denunciando
el mito engañoso de las pretendidas reformas agrarias, que no son más que
una maniobra del Estado y el capitalismo para impedir que el espíritu revolucionario sature a las masas campesinas.
Intervención del capitalismo en el dominio agrario y proletarización de la
población campesina
La importantísima labor de captar a las grandes masas campesinas para la
lucha revolucionaria por el Socialismo libertario, no puede ser llevada a cabo
con un bagaje retórico de frases trilladas y latiguillos de mitin sin relación
directa y pericial con los intereses y problemas vitales del campo. La propaganda sindicalista en los medios campesinos debe procurarse una base sólida
y prometedora de eficacia en el conocimiento profundo y medular de la cuestión agraria. Esto exige un buen pertrechamiento estadístico e informativo respecto a todos los factores agrarios y una apreciación acertada de las tendencias de su desarrollo. Entre estos factores sobresalen principalmente la estructura de la propiedad agraria, las condiciones de producción, la intervención
del capitalismo y su influencia sobre la diferenciación de la población campesina.
Sería tarea demasiado ardua (hoy acaso imposible por falta de datos e
investigaciones suficientes) determinar el alcance de tales factores en escala
internacional. Pero lo que sí permiten apreciar los materiales hoy disponibles
es la existencia de tres grupos típicos de países que coinciden en cierto modo
en las líneas generales de su problema agrario. Estos son: 1º Países de estructura agraria semifeudal y primitiva en las condiciones de producción, pero
dependientes del capitalismo financiero en sus relaciones con el mercado y el
crédito. 2º Países coloniales y semicoloniales cuya población campesina se
halla bajo la doble explotación que le imponen las condiciones primitivas y el
dominio del capitalismo imperialista. 3º Países industriales cuyo capitalismo
maduro ha comenzado a intervenir en la agricultura, instando a que se
emprenda su mecanización y racionalización. Al primer grupo pertenecen los
259
países escandinavos, bálticos y balcánicos, en Europa; Japón, en Asia;
Argentina, México y otros países sur y centroamericanos. Al segundo grupo
pertenecen la India, Indonesia, China, Corea, Egipto, Argelia, Marruecos,
Colombia, Nicaragua, Panamá, Cuba, Puerto Rico y Filipinas. En el tercer
grupo figuran los Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Inglaterra y
Australia.
La característica común a los tres grupos es la intervención cada vez más
creciente del capitalismo en sus distintas formas, en el dominio agrario. Esta
circunstancia entraña una importancia extraordinaria para el enjuiciamiento
de la cuestión agraria desde un punto de vista socialista, ya que tiende a simplificar las condiciones económico-sociales de la vida en el campo y a dar un
más claro relieve a los factores explotadores y explotados de la misma. La
intervención ascendente del capitalismo en la producción agraria implica
inevitablemente una intensificación de la explotación del trabajo del campesino independiente (pequeño labrador, colono) o asalariado (jornalero) y una
tendencia a modificar las formas primitivas de producción para ponerlas de
acuerdo con el desarrollo de las fuerzas productivas y las ambiciones utilitaristas de la burguesía. Claro es que este proceso de saturación capitalista no
puede verificarse con tanta rapidez como se ha realizado en el dominio industrial ni probablemente adoptará (al menos no lo ha hecho hasta el presente)
idénticas formas. La agricultura es un dominio que, por el carácter extensivo
de su elemento principal , la tierra, no se presta fácilmente a la concentración
de la producción. Incluso marxistas tan significados como Otto Bauer y Fritz
Baade, especialistas socialdemócratas en cuestiones agrarias, no han tenido
más remedio que reconocer esto. Pero si por diversas circunstancias (distancia, gastos de transportes y otros imperativos de la producción agrícola) fracasan las concentraciones paquidérmicas de la tierra a base de la explotación
capitalista, no prospera tampoco el tipo productor del pequeño labrador o
colono, que, tanto por la limitación del terreno que cultiva como por su penuria económica no puede aplicar los modernos adelantos agrícolas en materia
de abonos eficaces, simientes selectas y maquinaria. Y así se va afirmando y
desarrollando un tipo de explotación agrícola de middle farm o “labranza
grande”, cuyo terreno oscila entre cincuenta y doscientas hectáreas, mientras
que las unidades de propiedad mayores y menores, se van reduciendo o arrastran una vida económica precaria o muy poco rentable. Esta tendencia en la
evolución de la propiedad agraria es lenta, pero se realiza de un modo general en los países de gran desarrollo capitalista que hemos clasificado en la tercera categoría. El desenvolvimiento técnico y capitalista la favorece y acentúa. También en los países coloniales y semicoloniales y en los de estructura
agraria semifeudal se efectúa, aunque más lentamente todavía, una evolución
semejante bajo la influencia del capital financiero y comercial, pese a la afirmación de Marx de que “tanto el capital usurero (Wucherkapital; el capital
financiero es una forma legal de usura) como el comercial explotan en forma
260
de producción, pero no la crean”. Es objetivamente indudable que el desarrollo extraordinario adquirido por el crédito capitalista, más o menos usurario,
y por las compañías mercantiles de compraventa de productos agrícolas
(pools) demuestra la dependencia creciente de la agricultura del capital financiero y comercial, cuya influencia no se limita a una simple explotación ajena
a las formas de producción, sino que impone una modificación de éstas y de
la estructura de la propiedad. A este respecto es interesante el siguiente pasaje de un trabajo de S. Dubrovski, director del Instituto Agrario Internacional
de Moscú, el cual a pesar de ser un marxista ortodoxo, incurre sin querer en
una herejía, difiriendo fundamentalmente de Marx en su apreciación del papel
del capitalismo financiero:
“En todos los países sin excepción, vemos hoy a la agricultura llena de
deudas enormes y crecientes. En lo que concierne a los Estados Unidos de
América durante los últimos años, pueden aducirse ejemplos de esta situación
que se ha convertido en una de las premisas de la liquidación de las pequeñas
haciendas (farms), a consecuencia de la cual el labrador propietario pasa a ser
arrendatario y el farmer pierde poco a poco sus tierras. Este proceso se realiza en todas partes en mayor o menor grado, según los países. De este modo el
crédito, bajo el signo del capital financiero, se manifiesta no sólo como medio
de conquista de la agricultura, sino también como medio de expropiación de
los labradores por el capital financiero. El labrador pierde sus tierras”313.
Y conste que el capital financiero en este mismo sentido y con idénticas
consecuencias es el facilitado por los sindicatos agrarios y las Cooperativas
de crédito. Estas instituciones “beneméritas” son, llegado el momento, tan
implacables como cualquier usurero.
Así, pues, la influencia del capital financiero determina una reagrupación
de la propiedad y un cambio relativo en las formas de producción susceptibles
de arrancar a la tierra una productividad que satisfaga, además de las necesidades del cultivador, los intereses devengados por el crédito o la cuantía a
pagar por el arrendamiento. El labrador se ve obligado a producir una cantidad mayor de mercancías, es decir, debe llevar al mercado una parte mayor de
su cosecha, bien aumentando esta última o limitando el consumo propio, a fin
de procurarse los medios financieros para hacer frente a sus compromisos.
Este proceso conduce visiblemente a un empeoramiento de la situación de
pequeños labradores y arrendatarios, muchos de los cuales van a engrosar las
filas de los jornaleros o emigran a las ciudades donde se proletarizan.
En los países en que la agricultura se halla en un estadio de mecanización
y sufre una intervención más amplia del capitalismo moderno, nos encontramos con una diferenciación de clase algo más marcada en la población campesina. Aquí puede ya hablarse de una industrialización de la agricultura
313 Agrarprobleme, Band., pág. 17.
261
incluso con aspectos racionalizadores, de tal modo que si hasta hace pocos
años la emigración de los trabajadores del campo a las ciudades parecía amenazar el equilibrio económico de los pueblos, hoy la aplicación creciente de
la técnica es causa de paro forzoso no sólo en la industria, sino también en la
agricultura. Según una estadística oficial, en junio de 1930, es decir, en la
estación del año en que, por las faenas de la recolección, el trabajo en el
campo alcanza su mayor intensidad, había en Alemania 70.000 jornaleros
agrícolas parados, a pesar de emplearse en la agricultura 300.000 campesinos
extranjeros menos que antes de la guerra. Y a primeros de mayo en 1931 dicha
cifra se había elevado a 257.083. Esto se explica si se tiene en cuenta que de
1907 a 1925 el número de aradoras de vapor o motor ha aumentado en 8.000,
el de sembradoras en 300.000, el de segadoras en 700.000 y el de trilladoras
en 300.000. Esta mecanización se prosigue y determina la eliminación de brazos de la producción agrícola y la proletarización de pequeños labradores y
arrendatarios carentes de tierra y de capital suficientes para explotar las ventajas de la técnica y la abundancia de abonos eficientes.
Todas estas circunstancias en el desarrollo de la agricultura, deben ser
seguidas muy atentamente por el movimiento sindicalista campesino, a fin de
adaptar a ellas sus consignas en materia de reivindicaciones inmediatas,
ampliar el frente anticapitalista y antiexplotador y seleccionar y convencer a
los elementos explotados del campo para una labor revolucionaria y socialista,
demostrándole la explotación de que son víctimas en el régimen presente.
El capital extranjero en América latina
Publicamos una estadística del capital extranjero invertido en las
Repúblicas americanas, de acuerdo con la estadística William Mangler, para
explicar la razón del dominio internacional y de la influencia política y social
de unos pueblos sobre otros.
Capital yanqui
Capital inglés
(en millones de dólares)
Argentina .............................................. 750 ...................... 2.200
Bolivia .................................................. 123 ......................
43
Brasil..................................................... 557 ...................... 1.400
Colombia .............................................. 300 ......................
42
Costa Rica.............................................
32 ......................
26
Cuba...................................................... 1.066 ...................... 200
Chile ..................................................... 700 ...................... 331
Ecuador.................................................
25 ......................
20
Méjico................................................... 1.400 ...................... 937
Uruguay ................................................
81 ...................... 200
Venezuela.............................................. 247 ...................... 121
262
IV. La AIT, el problema agrario y los campesinos
La Revista Blanca, Barcelona, 15 de junio de 1931
El IV congreso de la AIT, después de examinar y debatir a fondo la posición a adoptar por el movimiento sindicalista internacional ante el problema
agrario y la organización de los campesinos, declara:
1. Que la organización, preparación y actuación de las masas campesinas
de acuerdo con los principios y tácticas del anarcosindicalismo es indispensable para el triunfo de una revolución verdaderamente social y socialista.
2. Que esta labor es tanto más necesaria cuanto que el movimiento anarcosindicalista, contrariamente a los partidos políticos y organizaciones sindicales de tendencia socialdemócrata y comunista representados por las
Internacionales II y III, la Federación Sindical Internacional y la Internacional
Sindical Roja, no reconoce a ningún sector proletario el derecho a monopolizar el poder político del Estado para ejercer funciones gubernamentales,
democráticas o dictatoriales, sino que aspira a la abolición de toda tiranía política y económica y a la emancipación efectiva de la clase obrera y campesina
mediante la implantación de una sociedad libre de productores organizados,
finalidad que requiere la capacitación y simultaneidad revolucionaria de obreros y campesinos, y no la subordinación de los segundos a los primeros.
3. Que para la captación y organización del proletariado agrícola es necesario tener en cuenta la complejidad de diferenciación de los elementos laboriosos del campo y considerar que, al margen de los campesinos asalariados,
hay otros sectores explotados, como los pequeños labradores y arrendatarios,
que ven el producto del trabajo propio expoliado por la rapacidad del fisco
estatal y del capital usurario, financiero y comercial.
4. Que, como consecuencia de las premisas anteriores, las secciones de la
AIT deben consagrar especial atención a la propaganda campesina y fomentar la creación y el desarrollo de sindicatos agrícolas que reúnan en su seno a
jornaleros, pequeños labradores y arrendatarios, organizados en secciones respectivas, pero ligados entre sí por un lazo común de relación y solidaridad
contra el frente explotador constituido por los grandes terratenientes, el
Estado y el capitalismo. Dichos sindicatos se federarán nacional e internacionalmente para fines de resistencia e intercambio táctico, técnico y espiritual.
5. El programa de los sindicatos agrícolas revolucionarios se ajustará a reivindicaciones inmediatas susceptibles de mejorar la situación moral y material de sus miembros por medio de la lucha de clases, y a la finalidad mediata, pero fundamental, de suprimir revolucionariamente el sistema capitalista
para implantar un régimen socialista política y económicamente libre, que
excluya de un modo radical la explotación y dominación del hombre por el
hombre.
6. Las reivindicaciones inmediatas serán formuladas con arreglo a las circunstancias locales, regionales y nacionales que el problema agrario presente,
263
pero tendiendo siempre a debilitar sistemáticamente las posiciones del capitalismo, el Estado y los terratenientes. Como consignas de lucha de carácter
general y eficacia proselitista pueden citarse:
a) Elevación del nivel de vida de los jornaleros agrícolas mediante el
aumento de los salarios y la disminución de la jornada de trabajo, que en ningún caso deberá ser superior a la mínima de los trabajadores industriales.
b) Abolición de contribuciones e impuestos territoriales, deudas y cargas
hipotecarias de las propiedades menores de 5 hectáreas, siempre que éstas
sean cultivadas directamente por sus dueños y constituyan su medio de vida.
c) Supresión de la renta en dinero o en especie que los pequeños arrendatarios se ven obligados a satisfacer a los grandes terratenientes y propietarios.
d) Expropiación sin indemnización de latifundios y cotos de caza a favor
de los campesinos sin tierra, entre los cuales tendrán derecho preferente los
más necesitados y los que se hallen en paro forzoso.
Todas estas consignas deberán ser apoyadas por una agitación y propaganda intensas, huelgas y resistencia activa y pasiva de toda clase, a fin de
sacudir la modorra tradicional de las aldeas, plantear abiertamente en el
campo la lucha de clases y capacitar sindical y revolucionariamente a las
masas campesinas laboriosas. Las organizaciones obreras y la prensa de la
AIT prestarán al movimiento campesino en su actuación combativa la más
amplia solidaridad práctica y moral.
7. El Congreso reconoce que, no obstante la importancia y necesidad de la
conquista de mejoras de carácter moral y material dentro del régimen capitalista, la lucha por las mismas no puede ser más que una especie de guerra de
guerrillas preparatoria de la batalla decisiva en que la acción conjunta del proletariado industrial y campesino de al traste con el sistema capitalista y sus
instituciones opresoras y explotadoras. Por consiguiente, el movimiento sindicalista campesino debe considerar como misión esencial de su actividad:
a) La preparación revolucionaria de las masas campesinas.
b) Su preparación constructiva para el socialismo.
8. En lo que se refiere a la preparación revolucionaria, es necesario despertar y mantener latente un espíritu rebelde entre los elementos explotados
de la población campesina, haciéndoles ver que las raíces de su miseria y
explotación residen en el sistema capitalista y estatal y son substanciales al
mismo; que los impuestos fiscales, la usura, la expoliación ejercida por el
capitalismo financiero y comercial y la monopolización de la tierra y los
medios de producción sólo pueden desaparecer destruyendo el capitalismo y
el Estado que les da vida; que las llamadas reformas agrarias, por las cuales
el Estado intenta hábilmente castrar el revolucionarismo de las masas campesinas distribuyendo en escaso número microscópicas parcelas de terreno, no
son más que maniobras demagógicas incapaces de remediar positivamente la
penuria e indigencia en que se debaten millones de pequeños labradores,
arrendatarios y jornaleros, como lo demuestran los resultados de las reformas
264
agrarias realizadas en 14 países europeos inmediatamente después de la gran
guerra; y que la emancipación de los explotados del campo exige su organización en potentes sindicatos revolucionarios para luchar colectivamente contra todos sus explotadores.
9. La preparación constructiva de los campesinos en sentido socialista es
la misión más importante, y más difícil del sindicalismo en el campo. La más
importante, porque sin ella no puede ser viable el desarrollo consecuente de
la revolución social. La más difícil, por ser muy numerosos los obstáculos tradicionales y subjetivos –atraso cultural, instinto de propietarismo, individualismo egocéntrico- que dificultan la captación de las masas campesinas para
fines socialistas. El movimiento sindicalista campesino puede y debe vencer
estos obstáculos mediante una propaganda clara, amplia y tenaz de sus fines
ideológicos y una labor educativa y sindical que desarrolle en los trabajadores del campo hábitos de solidaridad colectiva y les predisponga y capacite
para colaborar sin reservas y en interés propio en la implantación de un régimen plenamente socialista.
10. El congreso declara que la socialización de la tierra y los medios e instrumentos que cooperan a la producción agraria, así como su cultivo, uso y
administración por los sindicatos agrícolas de productores federados, es condición primordial para la organización de una economía socialista que asegure a la colectividad laboriosa el goce del producto íntegro de su trabajo. Esta
declaración programática fundamental se basa en las consideraciones siguientes:
a) Que el reparto de la tierra entre los campesinos, con sus inevitables consecuencias de economía y comercio privados, excluye prácticamente el socialismo y conduce en línea recta a la acumulación de bienes y a la restauración
del capitalismo.
b) Que el aprovisionamiento y el intercambio de productos entre los sectores industrial y agrícola de la vida económica de un país revolucionario
debe ser regulado en forma sistemática y organizada, independientemente de
los azares y oscilaciones que comporta necesariamente la producción agraria
individual y que, eventualmente, podrían ser peligrosos para la existencia de
la revolución.
c) Que el cultivo colectivo de la tierra, por permitir en escala más amplia
la aplicación a la agricultura de los modernos adelantos técnicos y mecánicos,
conducirá necesariamente en corto plazo a un aumento de la productividad
que redundará en beneficio de la colectividad socialista y contribuirá a asegurar el desarrollo de la revolución.
265
V. Tribuna Libre. Frente Único. Consideraciones sobre la unidad.
¡Alianza revolucionaria, sí! ¡Oportunismos de bandería, no!
La Tierra, Madrid, 29.1.1934
La realidad del peligro fascista en España ha planteado seriamente el problema de unificar al proletariado revolucionario para una acción de alcance
más amplio y radical que el meramente defensivo. Reducidas las salidas políticas posibles de la presente situación a los términos únicos y antitéticos de
fascismo o revolución social, es lógico que la clase obrera ponga empeño en
ganar esta partida. Sabe muy bien lo que se juega en ella.
Por eso, y no en virtud de interesados paletismos de importación, los trabajadores españoles coinciden hoy instintivamente en apreciar la necesidad de
una alianza de clase que ponga fin al paqueo interproletario provocado por las
tendencias y capacite al frente obrero para realizaciones de envergadura históricas.
Puede decirse que psicológicamente la alianza es ya un hecho. Nada tan
grato para un militante revolucionario como ver fraternizar a las multitudes
obreras por encima de las lindes de matices de indudable justificación teórica, pero contrarias a las necesidades tácticas de circunstancias como las actuales que las han separado hasta aquí de un modo agresivo y. Y nada tan esperanzador como verlas confluir por impulso propio, llenas de entusiasmo y
voluntad en un cauce revolucionario positivo.
Esta disposición anímica de la clase obrera precisa una pronta y eficaz
cristalización orgánica. ¿Cómo? Por el centro y por la periferia, por abajo, por
arriba y por medio. Lo esencial es que esté basada en una plataforma revolucionaria que presuponga lealtad, consecuencia y honradez de intenciones por
parte de todos los pactantes.
Enfrascarse en largas discusiones acerca del procedimiento de aproximación sería de un bizantinismo desolador. Hay que querer sinceramente esta
aproximación, y basta. Los momentos no están para torneos literarios ni obstrucciones demagógicas.
La unidad combativa, cuestión de vida o muerte
La burguesía española acaba de arrojar su disfraz liberal. Animada por los
ejemplos contrarrevolucionarios que ofrece Europa, se dispone a reforzar su
monopolio económico y político mediante el Estado totalitario. La realización
de esos propósitos, planeada con arreglo a un plazo prudencial y bien calculado, ha sufrido un contratiempo importante gracias a la actitud de la CNT en
las últimas elecciones y después de ellas.
Mucho se ha dicho y escrito, muy superficialmente por cierto, contra el
abstencionismo electoral de la Confederación, cuya eficacia está resultando
infinitamente superior a la elección de cien diputados obreros, ya que ha
abierto un proceso revolucionario de grandes perspectivas para el proletaria266
do español. Sin esa abstención, denunciadora oportuna del volumen de la
reacción y de la inanidad del sufragio para combatirla, el fascismo latente se
nos hubiera colado un día de rondón por la puerta grande de la “legalidad
democrática”, bien pertrechado frente a una clase obrera sorprendida, fraccionada y en parte entretenida en hacer reclamaciones inocentes al censo electoral. De esta otra manera hemos atacado al fascio en su periodo de incubación. Y tras nuestra actitud, de sabotaje desintegrante en un terreno y de contundencia combativa en otro, se ha comprendido la gravedad de la situación,
ha sonado la voz de alarma en todo el campo obrero y, lo que es más importante, se ha comenzado a hablar con seriedad de frente único, alianza o unidad revolucionaria.
Espontáneamente, sin acordarse de viejas consignas de estereotipos, los
trabajadores de las diversas tendencias se han dado cuenta de que la unión
combativa de clase es hoy cuestión de vida o muerte para la causa del proletariado. Aferrados a islotes de principios o fundidos en un bloque táctico,
separados o unidos, no tendremos más remedio que presentar o aceptar batalla al extremismo político del capitalismo. La disyuntiva es clara: hay que ser
yunque o martillo; o aplastamos implacablemente al fascismo, o este nos
aplastará sin contemplaciones de ningún género. Proa al desenlace de esta
alternativa van los acontecimientos. Las intenciones del enemigo, ratificadas
a diario por agresiones, desplantes y amenazas, no ofrecen duda. Como tampoco el coqueteo y aún la amorosa colaboración que les dispensan los últimos
mohicanos gubernamentales de una democracia en disolución.
La represión con la que se está diezmando a la CNT es un anticipo vergonzante y vergonzoso hecho al fascismo específico y una muestra elocuente
de cómo los “términos medios” y las ponderaciones teóricas de la democracia burguesa se convierten fácilmente en extremos. A la hora de la lucha, los
“demócratas” olvidan su filiación política y forman con arreglo a su filiación
de clase. Aprendan con este ejemplo los camaradas que por purismos deleznables se encastillan en la teoría de “nosaltres sols”.
Para vencer al enemigo que se está acumulando frente al proletariado es
indispensable el bloque granítico de las fuerzas obreras. La fracción que vuelva las espaldas a esta necesidad se quedará sola y contraerá una grave responsabilidad ante sí misma y ante la Historia. Porque mil veces preferible a la
derrota que el aislamiento nos depararía inevitablemente, es una victoria proletaria parcial, que sin ser patrimonio exclusivo de ninguna de las tendencias,
realice de momento las aspiraciones mínimas coincidentes de todos los elementos pactantes, aspiraciones mínimas que comienzan con la destrucción del
capitalismo y la socialización de los medios de producción.
Situarse frente a la unidad es situarse frente a la revolución
El peligro común, certeramente percibido por las masas obreras, ha hecho
surgir en ellas una fuerte tendencia a la unidad de acción. Esta repentización
267
táctica impuesta desde abajo y contraria a las incompatibilidades clásicas que
se alzaron como murallas hasta hace poco tiempo, ha desconcertado a algunos militantes de la CNT, los cuales ven con recelo la espontaneidad con que
se está produciendo el acercamientos de sectores obreros que en otras circunstancias se combatieron duramente. Y no han faltado compañeros de significación en los medios confederales que con la mejor buena fe, sin duda, se
han declarado adversarios de esta inteligenciación obrera, e incluso han hecho
patéticos llamamientos en defensa de los principios anarquistas, que ellos
erróneamente creen amenazados.
Estos camaradas parecen no haberse dado cuenta del profundo cambio que
el panorama social de España ha experimentado en los dos meses últimos,
cambio que puede resumirse en tres hechos: Primero, la invalidación total de
la democracia y sus expedientes políticos; segundo, la radicalización reaccionaria de la burguesía española, hoy en marcha ostensible hacia el fascismo, y
tercero el desplazamiento teórico y práctico de la socialdemocracia, que,
abandonando su funesta política colaboracionista, se ha reintegrado a sus
posiciones de clase.
Estos tres hechos, claramente visibles, han despejado el campo de la lucha
de clases, creando una situación nueva y de peculiares exigencias tácticas.
La concentración de la burguesía en las trincheras derechistas significa el
fin de las tolerancias liberales, el anuncio de una batalla a sangre y fuego,
encaminada a extirpar toda resistencia obrera y conquistar un poder indiviso.
Los socialistas no tienen más remedio que hablar al son que tocan en la
acera de enfrente. Una música desagradable y agorera, que recuerda “ergástulos” italianos y “Konzentrationslager” teutones... Por eso han hecho un viraje brusco, que después de larga separación les ha vuelto a colocar cerca de las
organizaciones obreras que nunca abandonaron las avanzadas revolucionarias. Al restablecerse este contacto ha sido posible hablar de coincidencias y
necesidades tácticas. Es decir, que el frente, bloque o alianza se va a efectuar
en el terreno revolucionario que ocupara siempre la CNT, terreno al cual se
acercan ahora los socialistas, tras el fracaso resonante de sus experiencias con
la democracia burguesa.
Y la divisa del pacto eventual no puede ser otra que: “unidad revolucionaria para realizaciones revolucionarias”. Así es que, suscribiendo un pacto
sobre esta base , la CNT no hará sino ratificar eficazmente sus aspiraciones
clásicas.
Sé que no han de faltar camaradas que hagan objeciones como ésta: ¿Pero
sois tan ingenuos que creéis que las violencias de lenguaje de los socialistas
se van a traducir en auténtica combatividad revolucionaria?. A lo cual contestamos nosotros que, tal como van las cosas y quemadas o, por lo menos, gravemente averiadas las naves de la colaboración democrática, los socialistas
sólo podrán elegir entre dejarse aniquilar con mansedumbre, como en
Alemania, o salvarse combatiendo junto a los demás sectores proletarios.
268
Y otros dirán: ¿Cómo podemos olvidar las responsabilidades socialistas en
las leyes y medidas represivas dictadas y aplicadas en el periodo triste y trágico del socialazañismo? Ante esta pregunta cargada de amarga justicia, solo
cabe replicar que el único oportunismo admisible es el que sirve a la causa de
la revolución.
La conjunción del proletariado español es un imperativo insoslayable, si
se quiere derrotar a la reacción.
Situarse de buena o mala fe frente a la alianza revolucionaria obrera es
situarse frente a la revolución.
¡Negocios de partido, no!
Hemos dicho anteriormente que una condición primordial para que la
alianza sea eficaz es la honradez de procedimientos e intenciones por parte de
los sectores pactantes. Este “juego limpio”, que debiera ser característica
natural y sobreentendida de cuantos deseen la unidad y quieran facilitar su
formación, no parece tan fácil de conseguir, si se tiene en cuenta el proceder
lamentablemente ventajista de determinados elementos y publicaciones.
Nos referimos concretamente a los comunistas. Estos no se han decidido
aún a abandonar, ni siquiera en bien de la unidad obrera, su vieja táctica partidista, pródiga en hipérboles, desfiguraciones e insultos contra otras zonas
proletarias, incluso contra aquellos que los superan profundamente en espíritu y valor revolucionario. Si teóricamente son partidarios del “frente único”,
en la práctica resultan, queriendo o sin querer, el disolvente más seguro de esa
idea.
Ahora mismo, cuando la cordialidad es ya moneda corriente en las relaciones de lo que ellos llaman la “base”, los jefes y publicaciones comunistas
se ensañan con la perseguida CNT, y, aprovechándose sin escrúpulos de una
situación excepcional, hacen “frente único” a su manera, tratando de poner en
pié una tercera central sindical... (En lo cual les ayuda piadosamente el órgano del “frente único”) Y califican de “putsch” uno de los más formidables
movimientos de masas que ha registrado la historia social de España. Ese
movimiento ha tenido defectos indudables y quizás graves; pero no merece el
fácil calificativo de “putsch” ni las insinuaciones equívocas que sobre él lanzó
el último editorial de “M.O.”. Por cierto, que dicha editorial tuvo la virtud de
indignar hasta al actual director de esa “Lucha”, que, contra lo que esperábamos, está resultando la más refinada expresión del ventajismo “alineado”.
Aún falta lo más gordo. Y es que, a pesar de las fulminaciones lanzadas
contra el “pustch”, las publicaciones comunistas internacionales han apuntado en el haber del partido comunista español lo “poco bueno que esa tentativa revolucionaria haya podido tener”. Los que suministran esas informaciones son españoles y comunistas...
En el número correspondiente al 21 de diciembre de 1933 de la
“Rundachau”, edición alemana de “La Correspondencia Internacional”, un tal
269
Melchor Rodríguez -que naturalmente no es nuestro Melchor- afirma que “las
organizaciones del partido comunista español trataron de ponerse al frente del
movimiento de masas (de diciembre), consiguiéndolo en varios puntos”... Y
en la misma publicación, número del 28 de diciembre, Vicente Uribe se atreve a decir que “el partido comunista intervino inmediatamente en la lucha”
para enmendar la plana a los “putschistas anarquistas”.
Todo el mundo sabe que la inhibición del partido comunista en el movimiento de diciembre fue absoluta y que, por consiguiente, son totalmente
inexactas las informaciones enviadas al Extranjero por conocidos jefes comunistas.
Sentimos tener que descubrir estas miserias, pero lo hacemos para demostrar a los camaradas comunistas lo contraproducente de estos métodos.
Hay que reemplazar estas cosas por las prácticas, estrictamente aplicadas,
del “juego limpio” a que habíamos aludido más arriba. La unidad exige una
base de sinceridad incompatible con ese flexible y turbio concepto de la verdad. Conviene no olvidar que de la seriedad de las conquistas y la posibilidad
de que una revolución hecha por un bloque proletario en España sea apoyada
por bloques análogos allende las fronteras.
La actitud de los comunistas hasta ahora responde a la divida “medre mi
secta, aunque se hunda la revolución”. Y esto es dañino y nada moral. Al proceder así no tienen presente que el volumen de sus gritos no guarda relación
con la modestia de sus efectivos, y que la unidad proletaria es hacedera, en un
90 por ciento, con que sólo la quieran la CNT y la UGT.
Aún tienen tiempo de rectificar esos procedimientos, y ojalá lo hagan,
acompañándoles también en ello el órgano del “frente único”, que enseña a
diario la oreja de la parcialidad. Si rectifican, iremos juntos. Si no, se quedarán solos en su tienda. Porque la democracia obrera, las masas auténticas de
la CNT, no tolerarán bajo ningún pretexto negocios sucios de partidos, cualquiera que sea el partido que los intente. Con que manos limpias, intenciones
rectas y menos aspavientos confusionistas. Sólo así podremos ser amigos.
También los socialistas...
Lo que hemos dicho claramente para los comunistas pueden aplicárselo
también, en una buena parte, los socialistas. Repetimos que el restablecimiento de la cordialidad, la franqueza y el respeto mutuo entre los distintos
sectores del campo proletario es el primer paso práctico hacia la alianza revolucionaria. Y este paso sólo puede darse prescindiendo todos de las belicosidades de bandera, sin ahogar, claro está, la expresión de la crítica objetiva.
Ya va siendo hora de que los socialistas que lo sean de verdad retiren de
la circulación este tópico folletinesco e insidioso de las supuestas relaciones
entre el anarcosindicalismo y la reacción. Se comprende que lo utilizaran en
los tiempos, por fortuna ya pasados, en que ellos mismos eran administradores gubernamentales de los intereses de la burguesía española y contribuían a
270
apuntalar las instituciones tradicionales haciendo leyes represivas –como las
de los Tribunales de urgencia, de tan sangrante actualidad- y votando copiosas consignaciones para los Cuerpos de Orden Público. Pero repetir ahora esa
especie absurda, como lo han hecho días atrás en las Cortes por el prurito de
aparecer como partido ponderado ante una mayoría filofascista, es querer
sembrar de escollos el camino de la entente proletaria.
No vale alternar veleidosamente con la revolución y la legalidad burguesa ni injuriar a una importantísima organización obrera por el placer narcisista de impresionar favorablemente a un Parlamento antiproletario. Si Largo
Caballero quiere hacernos creer en la sinceridad de sus manifestaciones revolucionarias, a lo cual estamos bien dispuestos, es preciso que imponga una
consecuencia decidida con ellas a los diputados socialistas. Conocemos muy
bien los manejos de los Trifones, Besteiros y Saborits contra la unión obrera
y la revolución. Lo que no comprendemos es por qué la mayoría del partido
adherida al criterio de Largo Caballero, no corta esos manejos aplicando el
principio de la rígida disciplina que se ha hecho valer en otros casos. ¿O es
que se prefiere mantener dos alas tácticas antagónicas, la revolucionaria y la
posibilista, con el fin de adaptarse a “lo que salga”, sea revolución social o
restauración de la “democracia” socialazañista?
Los líderes de la UGT quieren a todo trance conformarse con el “statu
quo” y sus derivaciones o a lo sumo hacer unas miajas de revolución blanca...
Las elecciones municipales de Cataluña les han parecido injertos Voranoff
para la agonizante democracia burguesa.
Es posible que la histórica enferma se reanime un poco antes de exhalar el
postrer suspiro. Pero la clase obrera, no puede ni debe gastar tiempo a su cabecera. Los “cien días de Napoleón” de la democracia podrían ser más fatales
que los dos años de colaboración para el proletariado español si éste concediera nuevos créditos de confianza a sistemas trasnochados. Hay que enterrar
a los muertos y plantar las posiciones tan adelante como sea posible.
Confiamos en que los obreros de la UGT sabrán “desalojar” oportunamente a los mandarines de su Ejecutiva.
Y la unidad revolucionaria se hará, no para encumbrar caciques ni hacer
ministros pequeño burgueses, sino para acabar con el tinglado capitalista y
empezar la gran construcción de un mundo nuevo y libre.
VI. Tribuna Libre. Frente Único. Consideraciones sobre la unidad.
La plataforma de Alianza (II)
La Tierra, Madrid, 31.1.1934
Hemos llegado al aspecto más delicado del problema. Lo primero que
conviene dejar sentado es que ninguna de las bases doctrinales específicas de
cada movimiento pueden servir de plataforma a la unidad. La conjunción bus271
cada es una imposición táctica de circunstancias excepcionales, a las cuales
hay que sacrificar particularismos teóricos inflexibles. Si cada tendencia se
empeñare en mantener su propia declaración de principios como molde obligado de la alianza, ésta sería prácticamente imposible. Hay que buscar, pues,
un terreno neutral para el pacto. Cierto que este terreno ha de ser tan firme que
pueda resistir sin resquebrajarse el peso y las consecuencias de la unidad.
El acuerdo de carácter táctico es el que ofrece menos dificultades, ya que
todos los sectores coinciden en apreciar la gravedad de las actuales circunstancias, y solo habría que discutir y concretar detalles de modo y oportunidad.
Donde surgen escollos no tan fáciles de orillar es en la orientación a seguir
después del hecho anecdótico. Largo Caballero habla de “la conquista íntegra
del Poder público”; los comunistas quieren la implantación de la “dictadura
del proletariado”, y los anarcosindicalistas aspiran a instaurar el “comunismo
libertario”, utilizando como células esenciales el Municipio rural y la organización obrera industrial. Aquí los términos difieren bastante entre sí, siendo
de notar que mientras socialistas y comunistas resumen su programa en consignas exclusivamente tácticas, representadas por las figuras políticas, “Poder
público” y “dictaduras”, los anarcosindicalistas ofrecen en el suyo un sistema
peculiar y completo.
De esos tres puntos de vista hay que quitar todo lo que mutuamente tenga
de refractario e incompatible. Sólo así se podrá hallar la necesaria línea de
convergencia, de cuyo logro y mantenimiento depende el triunfo permanente
y ascendente de una revolución proletaria.
Desde luego, hay que desechar las fórmulas “conquista del Poder público”
y “dictadura del proletariado”, por ser características demasiado parciales y
enunciados insuficientes del contenido práctico de una revolución social. El
proletariado español desconfía hoy mucho, y con razón, de los simples trueques de poderes. Después de la experiencia de 1931, exige que el fruto de su
lucha se traduzca en transformaciones más tangibles, positivas y profundas.
Democracia obrera revolucionaria
Puesto que en el fondo, y según reconocimiento explícito de sus principios
teóricos, también los socialistas y comunistas aspiran, como última etapa de
desarrollo, a un régimen de convivencia sin clases ni Estado, una de las bases
de la alianza deberá estipular el avance en este sentido hasta donde sea posible. Es decir, que con el nuevo orden social no han de crearse órganos coercitivos a la ligera y por el capricho de ajustarse al recetario artificioso de una
tendencia, sino sólo los resortes estrictamente indispensables para el encauzamiento eficaz de la labor revolucionaria. Todo el engranaje gubernamental
y represivo del viejo sistema debe desaparecer sin dejar raíz. Para aplastar al
enemigo de clase no se precisa implantar una dictadura crónica, sino usar adecuadamente de la “violencia revolucionaria” que preconizaba Bakunin para el
periodo de transición.
272
El burocratismo y el bonapartismo, amenazas latentes de toda revolución,
se evitan poniendo la revolución en manos del pueblo laborioso, suscitando la
emulación de las grandes multitudes para defenderla y fecundarla.
Como quiera que ninguna de las tendencias puede considerar defendible
la tesis oligárquica de gobernar por encima de la voluntad de las masas proletarias, es lógico suponer que todas ellas han de mostrarse dispuestas a servir y acatar dicha voluntad como instancia suprema, con lo cual desembocamos en una fórmula que creemos aceptable para todos: la democracia obrera
revolucionaria. Esta base corresponde aproximadamente a la que en Baviera
tuvo la República de los Consejos Obreros de 1919, en la cual, hasta que el
socialdemócrata Noske la ahogó en sangre, fue posible la colaboración de
socialistas de izquierda, como Ernst Toller; comunistas, como Eugen Leviné
y anarquistas, como Landauer y Mühsan. La democracia obrera revolucionaria es una gestión social directa del proletariado, un freno seguro contra las
dictaduras de partido y una garantía para el desarrollo de las fuerzas y empresas de la revolución.
En las actuales previsiones teóricas de los partidos socialista y comunista
se está concediendo una importancia excesiva al papel del instrumento político en el proceso revolucionario. Resulta curiosa esta actitud de los partidarios
oficiales del materialismo histórico, que debieran ver en la influencia de la
economía la piedra de toque de toda transformación social efectiva. Nosotros,
a pesar del mote de utópicos que se nos suele adjudicar, creemos que el afianzamiento de la revolución depende, sobre todo, de la articulación rápida y
racional de su economía. De ahí que nos parezca insuficiente una simple consigna de orden político para abarcar los problemas fundamentales de una
revolución. Lo que hay que enfocar como esencial es la socialización de los
medios de producción y la formidable labor de acoplamiento y organización
que comporta el levantamiento de una economía de nueva planta. Y esto no
puede ser obra de un Poder político central, sino de las entidades sindicales y
comunales que, como representación inmediata y directa de los productores,
son en sus respectivas zonas los pilares naturales del orden nuevo. Interesa
recalcar de antemano que, aun subordinándose a un plan general técnico, la
dirección de las funciones económicas, tanto en el orden local como en el
nacional, corresponde a las colectividades obreras de las respectivas especialidades. Así, la revolución desencadenará sobre una red de células vivientes e
idóneas, que impulsarán con entusiasmo y competencia la construcción del
socialismo integral.
Líneas directrices
Sería demasiado pretencioso querer prever y examinar una por una, las
muchas cuestiones que en el curso de una revolución han de surgir, y arbitrar
para todas ellas soluciones apriorísticas. Lo que más importa es fijar desde
ahora las líneas directrices de orden general que pueden servir de plataforma
273
a la alianza y de norma combativa y constructiva a las fuerzas unidas. A nuestro juicio, deben destacarse los siguientes puntos:
Primero. Acuerdo sobre un plan táctico inequívocamente revolucionario,
que excluyendo en absoluto toda política de colaboración con el régimen burgués, tienda a derribar éste con una rapidez no limitada más que por exigencias de carácter estratégico.
Segundo. Aceptación de la democracia obrera revolucionaria, es decir, de
la voluntad mayoritaria del proletariado, como común denominador y factor
determinante del nuevo orden de cosas.
Tercero. Socialización inmediata de los elementos de producción, transporte, conmutación, alojamiento y finanza; reintegro de los parados al proceso productivo; orientación de la economía en el sentido de intensificar el rendimiento y elevar todo lo posible el nivel de vida del pueblo trabajador;
implantación de un sistema de distribución rigurosamente equitativo: los productos dejan de ser mercancías para convertirse en bienes sociales; el trabajo
es, en lo sucesivo, una actividad abierta a todo el mundo y de la que emanan
todos los derechos.
Cuarto. Las organizaciones municipales e industriales, federadas por
ramas de actividad y confederadas nacionalmente, cuidarán del mantenimiento del principio de unidad en la estructuración de la economía.
Quinto. Todo órgano ejecutivo necesario para atender a otras actividades
que las económicas estará controlado y será elegible y revocable por el pueblo. Estas bases son mucho más que una consigna. Representa un programa,
que recoge sintéticamente las realizaciones susceptibles de dar médula social
a una revolución. Además de ser un cartel expresivo de las aspiraciones esenciales del movimiento obrero, constituyen un punto de coincidencia en lo fundamental para todas las tendencias.
De cualquier manera, con éstas o con otras bases, consideramos necesario
establecer un acuerdo previo sobre los primeros pasos de la revolución. Con
el compromiso solemne, claro está, de respetarlo íntegramente. Porque si para
derrotar a un régimen enemigo es indispensable la unión de las fuerzas proletarias, lo es mucho más para asegurar el fruto del triunfo revolucionario y vencer las dificultades que puedan acumularse en el periodo inicial. La ruptura de
hostilidades entre las diferentes tendencias en este periodo pondría en serio
peligro la vida de la revolución. En interés de la clase trabajadora hay que
hacer imposible tal eventualidad.
Palabras finales
Cuanto queda dicho escandalizará acaso a los aficionados a cabalgar sobre
purismos teóricos. Quizá se nos tache de herejes por no pagar tributo a rigideces dogmáticas en boga. No nos importa. Al emitir nuestra opinión sobre el
importantísimo problema de la unidad hemos sido sinceros con nosotros mismos. Hemos visto la realidad sin las gafas ahumadas de preocupaciones y
274
convencionalismos doctrinales. Se trata de una revolución y no de una discusión doctoral sobre tal o cual principio. Los principios no deben ser mandamientos de la ley, sino fórmulas ágiles para captar y moldear la realidad.
¿Garantiza nuestra plataforma de alianza el comunismo libertario integral
para el día siguiente de la revolución? Evidentemente no. Pero lo que sí garantiza es la derrota del capitalismo y su soporte político, el fascismo; lo que sí
garantiza es un régimen de democracia proletaria sin explotación ni privilegios de clase y con una gran puerta de acceso a la sociedad plenamente libertaria. Todo esto nos parece más positivo que la metafísica pura y las teorías de
monopolio y milagrerismo revolucionario.
La franqueza no es delito.
275
6. Retazos biográficos de militantes obreros
I. E. Armand (Prólogo al libro de E. Armand, Realismo
e idealismo mezclados
Junio de 1926
La colección de escritos que forman el presente libro resume sucintamente algunos aspectos de la actividad espiritual de E. Armand.
Tan sólo algunos aspectos, porque la obra de E. Armand es compleja y
multiforme como la gama de su temperamento de argonauta, para el cual la
verdad, “su verdad”, es algo más preciado que todos los vellocinos de la
Cólquide. Pero esa verdad suya no es una entidad metafísica, ni un principio
puramente subjetivo; es la verdad stirneriana del: “Solamente tú eres la verdad o quizás más aún, porque sin tí ella no es nada”, es un producto de la
madurez de su razón y su inteligencia, es un resultado de las enseñanzas de
sus propias experiencias. Por esto la vida de E. Armand comporta una serie de
ciclos evolutivos que, comenzando en el campo de la fe mística y de la verdad trascendente le han llevado, a través de diversos estadíos, a las conclusiones filosóficas que informan su actitud en el presente.
¿Versatilidad? ¿Inconsecuencia? ¿Inconstancia espiritual?
De ningún modo. Exigencia de un espíritu analítico, imperativo de un temperamento crítico, necesidad natural de una inteligencia que se va enriqueciendo gradualmente con numerosos conocimientos, pero que no se deja
sugestionar por ellos, que no los acepta como estatuto mental porque lleva en
sí mismo su propia verdad. Formidable trabajo de examen y constatación,
dinamismo de una razón escéptica y hereje que se resigna a admitir sin discusión valores y principios, aunque éstos vayan avalados con el sello de todas
las consagraciones.
La consecuencia no reside en uncirse fanáticamente a una teoría y perseverar en ella con un dogmatismo unilateral nocivo al libre juego y al equilibrio sano del espíritu. Esta sedicente consecuencia suele ser, en la mayoría de
los casos, pereza mental, incapacidad analítica o, lo que es peor, verbosidad
simple y vacía de los Numa Roumestan de todos los “ismos”, cuya única
misión parece ser la de producir sonoridades grandilocuentes y repetir una
sarta de generalidades lamentables que el mal gusto y la chatarra espiritual ha
convertido en estribillos inmortales. La consecuencia de E. Armand es de otra
pasta. Este es, ante todo, consecuente consigo mismo con su razón, con su
sensibilidad, con su temperamento, con sus pasiones. Al estupefaciente de la
imitación prefiere el excitante de la originalidad creadora. Acepta una idea, la
afirma y la propaga, pero no se encadena a ella, ni la considera verdad definitiva, eterna, inmutable. Sabe que las ideas son como las hipótesis en las
ciencias naturales: de igual modo que éstas, en defecto de una comprobación
experimental, se basan en un cierto grado de concebilidad, aquéllas se fundamentan en conclusiones derivadas de circunstancias o situaciones susceptibles
276
de cambio que pueden ser la certidumbre individual o colectiva en un momento o de una época, pero nunca una estación de término de la verdad. Euclides
representó la verdad geométrica de veintidós siglos hasta que Einstein le arrebató tal privilegio aportando otra verdad más “verdadera”. Y este ejemplo que
nos ofrece el dominio científico se encuentra abundantemente repetido en
todos los órdenes de la vida. He aquí por qué el concepto de consecuencia en
su interpretación más generalizada y, al propio tiempo, más estrecha, entraña
un sentido de tradicionalismo absolutamente opuesto a la evolución lógica de
la personalidad.
E. Armand no pontifica en el altar de ninguna secta negra o roja, ni
“expende normas de conducta”, ni define credos, ni busca prosélitos que le
admiren y adulen. Su actividad se halla determinada por voliciones espontáneas de su individualidad; el motor de sus acciones reside en él mismo, en
las necesidades de su cuerpo, de su conciencia, de su celebridad. Su individualismo no es, como el de tantos otros, taparrabos vergonzante o pretexto
pueril para abandonar la brecha y entregarse a la inercia, a la adaptación conformista y cobarde. E. Armand no es un Jano con etiqueta libertaria. Es un
anarquista que practica y predica el anarquismo. Vive lo que propaga, propaga lo que vive. Ha sido siempre y continúa siendo un fervoroso partidario
del idealismo experimental.
Se puede no compartir sus teorías -tal es en parte nuestro caso- pero es
obligado rendir homenaje a su sinceridad desnuda de eufemismos e hipocresías, a su independencia espiritual, a la energía entera con que lucha contra los
prejuicios y la ignorancia de los humildes, contra la opresión de los poderosos, contra todos los obstáculos que se oponen al libre desarrollo de la individualidad humana.
El proceso evolutivo de la vida de E. Armand es particularmente sugestivo y revela en todas sus fases la vibración de una sensibilidad exquisita, el
bucear avizorante de un pensamiento inquieto, ávido de certidumbres, la
acción de un sentido crítico, demoledor y agudo.
Hijo de uno de aquellos luchadores de la Commune del 71 que Marx incapaz de comprender todo idealismo abnegado- calificara de “asaltantes de
las nubes”, su infancia se desenvolvió en un ambiente racionalista, recibiendo una educación anti-clerical en el sentido más estricto de la expresión.
Llegado a la edad en que la virilidad hace eclosión y el adolescente
comienza a empuñar con mano vacilante el timón de voluntad y pensamiento, la lectura de los Evangelios y demás libros del Nuevo Testamento impresionó profundamente la conciencia hipersensible de E. Armand llevándole a
buscar en la fe cristiana el “apoyo moral” que su razón inexperta no podía
darle certera y naturalmente todavía. A los 17 años ingresó en las filas de
“l’Armée du Salut” (Ejército de la Salvación Cristiana) en cuyo órgano En
avant publicó cánticos y poemas que expresaban la esperanza sincera de que
“pronto los hombres nacerían de nuevo, elevándose a la talla moral de
277
Cristo”. La ampliación de sus conocimientos, el desarrollo de su espíritu crítico y el contacto con los medios anarquistas arrancáronle pronto a este espejismo místico. Después, se orientó hacia el tolstoismo, sin compartir, empero,
el ascetismo áspero y exaltado de éste, ni convertir en dogma el principio de
la tan paciente como generalmente ineficaz no resistencia violenta al mal.
En 1901 fundó la revista L’Ère Nouvelle, cuyos subtítulos de: “Órgano de
entente libertaria”, “Revista de emancipación integral, idealismo práctico y
comunismo aplicado” son como una síntesis expresiva de la posición ideológica de E. Armand en aquella época. Desde las columnas de dicha publicación
alentó con entusiasmo los ensayos comunistas intentados por aquel entonces
mediante la fundación de algunas colonias anarquistas.
Cuando en 1905, E. Armand comenzó a frecuentar “les Causeries populaires”, grupo educacionista cuyos más destacados animadores fueron Albert
Libertad y Paraf-Javal, empezaban ya a madurar en su cerebro las conclusiones de su individualismo. Su individualidad se había ido forjando al calor de
las experiencias y tanteos. La meditación de las obras de Stirner y Nietzsche
-que Armand ha sabido interpretar certeramente- tuvieron su parte de influencia en esa evolución. Pero fue en el “asociacionismo individualista” esbozado por el teórico anarquista norteamericano Benjamin R. Tucker en su libro A
fragmentary exposition of philosophical anarchism, donde éste pareció hallar
los principios más satisfactorios, positivos y concordantes con su concepto del
anarquismo. E. Armand hizo suya esta teoría completándola y enriqueciéndola con interesantes aportaciones personales. En ella se ha inspirado su acción
y su propaganda principalmente desde 1909 hasta el presente. En 1910 publicó una segunda serie de la revista L’Ère Nouvelle y en 1911 fundó dos periódicos titulados respectivamente Hors du Troupeau y Les Réfractaires.
Durante la guerra su actitud íntegra y digna constató de modo singular con la
defección vergonzosa de las principales “vedettes” del anarquismo francés.
En plena tormenta guerrera (1915) comenzó la publicación de un periódico titulado Par delà de mêlée (Más allá de la pelea) cuya redacción debió
abandonar en 1917 a consecuencia de una condena a 5 años de prisión que le
fue infligida por el Consejo de Guerra de Grenoble. El motivo aparente de
tan bárbaro veredicto fueron ciertas acusaciones vagas de complicidad en
una deserción. Al salir de la cárcel, en 1922, reanudó inmediatamente su
labor de propaganda, editando el bimensual L’en dehors y efectuando numerosos campañas y conferencias. Actualmente continúa consagrándose a idénticas actividades.
De 1902 a 1926, E. Armand ha publicado una treintena de libros y folletos en los cuales ha acometido los géneros literarios más diversos y puesto de
relieve sus extraordinarias condiciones de lírico, filósofo y polemista. El libro
L’initiation individualisme anarchiste (1923) constituye una exposición bastante completa de sus teorías y puede ser considerado su obra capital.
Recientemente ha editado una compilación de poesías, escritas en diferentes
278
etapas de su vida, que lleva por título: Ainsi chantait un en dehors (Así cantaba un inadaptado). También ha dado a luz una serie de estudios sobre
sexualismo revolucionario, en los que trata esta cuestión bajo aspectos verdaderamente originales y audaces.
Y toda su producción, lejos de ser una repetición de clásicas monsergas,
es un vivero de ideas más o menos discutibles, pero singulares, fuertes y nuevas, vestidas con las galas de un estilo recio de emoción y sinceridad.
En medio de la atonía porque actualmente atraviesa el anarquismo francés,
la figura de E. Armand se destaca con relieve acentuado. Se le reconoce como
uno de los más notables teóricos del individualismo anarquista y como tal,
también, se le discute y ataca.
Su originalidad y franqueza características le han granjeado la antipatía de
los rutinarios y los hipócritas.
En los países de habla española la personalidad y la obra de E. Armand son
poco conocidas. A pesar de ello no ha podido faltar la mojigatería de un anarquismo palabrero y cazurro que ha denunciado su amoralismo con aspaviento de monja histérica.
La interpretación filistea y torcida dada a su concepto de la libertad sexual
ha tejido a su alrededor una leyenda de libertinaje y depravación que como
comprobará el lector, se desvanece al primer contacto con el hombre o la obra.
Su epicureismo sano -epicureismo del Epicuro reivindicado por Guyn y
Han Ryner- le ha valido no pocas injurias.
Pero E. Armand continúa imperturbable su camino sin atender a los ladridos de la jauría moraliteista, con la serena confianza de quien se conoce a sí
mismo y sabe adonde va.
II. Max Nettalu
Almanaque de La Novela Ideal
1928
Gratamente perdura en mi recuerdo aquella tarde pasada en la compañía
cordial y acogedora de Rodolfo Rocker. Solos, en la calma reconcentrada de
su modesto cuarto de trabajo, conversamos largamente, mientras fuera el cielo
de Berlín, dejaba caer de sus entrañas plomizas una lluvia simétrica sobre la
ciudad negra. La charla amena y cautivante de nuestro amigo y mi curiosidad
insaciable me hicieron perder toda noción de tiempo y lugar. Derrotando la
tiranía del reloj, abordamos diversos temas políticos, sociales y literarios. La
situación y el porvenir de nuestro movimiento, la pretendida crisis del mismo
y el crepúsculo de sus grandes personalidades, nos ocuparon preferentemente. A este último respecto, Rocker, ávidamente escuchado por mí, me habló de
dos de las más relevantes figuras del pasado y el presente anarquistas:
Kropotkin y Max Nettlau. Tuvo palabras de veneración para la memoria del
279
primero, y de admiración y cariño para la obra y la persona del segundo.
Recuerdo que le acribillé literalmente a preguntas sobre el último.
¡Max Nettlau! La figura de este Herodoto del anarquismo me interesaba
poderosamente. Si su obra fecunda, veta incomparable de riqueza histórica,
era parcialmente conocida y apreciada, su personalidad constituía una cerrada interrogante, principalmente para los jóvenes militantes. ¡Ni un artículo
biográfico, ni una noticia personal, ni siquiera una fotografía o un dibujo! El
biógrafo laborioso de Bakunin, de Reclus, de Malatesta, había recatado siempre, con obstinada modestia, todo lo concerniente a su propia biografía.
“El movimiento anarquista -me dijo Rocker- no ha sabido aún apreciar lo
que tiene en este hombre”. Afirmación amarga de cuya certidumbre tuve ocasión de convencerme más tarde.
***
Al ver por primera vez a Nettlau en Viena, pensé indominablemente en la
figura de Eliseo Reclus, pensamiento que fué tomando arraigo a medida que
le fuí conociendo más de cerca. Quizá no acierte a explicar el por qué de este
paralelo, intuitivamente establecido por mi imaginación. Porque no se trata de
un parecido físico, sino más bien subjetivo, algo así como una analogía moral
de los dos hombres. La sencillez, la tolerancia y la bondad, cualidades características que ha dejado Reclus impresas en sus obras, y, particularmente, en
su Correspondencia, son también inherentes a la naturaleza serenamente
anárquica de Max Nettlau. Y sobre todo, su idéntica manera de amar al ideal,
poco espectacular, pero fuerte y resuelta, con esa firmeza de pasión interior
que no retrocede ante las fronteras del sacrificio. Nettlau ha debido transponer frecuentemente esas fronteras. Que su vida ha sido un esfuerzo tenaz y
constante por y para la anarquía, lo proclaman las obras suyas generalmente
conocidas; que ha sido una entrega sin reservas, una abnegada consagración
a la causa, tan sólo lo saben aquellos que han podido acercarse un poco a su
círculo íntimo.
Más de una vez, ojeando la producción inédita de Nettlau, que no es la
parte menor ni la menos importante de su obra, hemos recordado las palabras
sentenciosas de Rocker. ¡Qué formidable caudal de energía, tiempo, talento y
voluntad contienen esos manuscritos, que, hasta ahora -doloroso es decirlono han reportado a su autor ni siquiera la modesta satisfacción de verlos publicados! Producir manuscritos sin editor en perspectiva inmediata es un trabajo
ingrato, capaz de desalentar al más voluntarioso y optimista. Ello no ha hecho
mella, sin embargo, en la auto-disciplinada laboriosidad de Max Nettlau.
Indiferente a esos obstáculos penosos, consciente de la inmensa significación
presente y futura de su labor, continúa investigando hechos, exhumando y
analizando documentos, compulsando datos y resumiendo, con afortunado
método ad probandum, el desenvolvimiento histórico del anarquismo.
280
Semejante actividad tiene ya tras sí un pasado de casi 40 años y se halla quizá
en su etapa más fructífera. Y es así como este trabajador infatigable va construyendo, piedra a piedra y con mano segura, la historia de nuestras ideas.
Preciso es también decir que la realización de tan magna empresa estaba
reservada a un hombre del temple, la cultura y la delicadeza de Max Nettlau.
Su juicio sereno, su espíritu de continuidad, su retentiva singular y sus vastos
conocimientos filológicos y de orden general le designaban para tal obra. Lo
que Compère-Morel y Franz Mehring hicieran por el socialismo autoritario,
rodeados de medios abundantes y sostenidos en todos los terrenos por partidos ricos y numerosos, lo ha hecho Nettlau por la anarquía abandonado a sus
propias fuerzas y recursos, asistido únicamente por un amor acendrado a sus
convicciones. Él, sin familia cercana, se ha identificado de tal forma con las
grandes figuras del pasado anarquista, que se diría le une a ellas estrecho
parentesco carnal, espiritual y afectivo. En las horas, para mí gratas y provechosas, que he pasado a su lado, le he oído hablar con cariño y familiaridad
de Bakunin, Guillaume, Reclus, Kropotkin y otros, cuyas vidas y acciones se
hallan detalladamente impresas en su memoria extraordinaria. Aun no hace
mucho tiempo me relataba, con una expresión visible de placer, las ocurrencias graciosas del viejo François Dumartheray -uno de los primeros teóricos
del comunismo anárquico, en 1876- ya octogenario, pero aun vivaz y mentalmente ágil, a quien Nettlau visitara hace algunos meses.
Eso sí, os habla de los demás, pero evita cuidadosamente hablaros de sí
mismo. Sabréis de la historia, mas no del historiador. Y si intentáis traspasar
a preguntas el muro infranqueable de su modestia, os responderá evasivamente, o a lo sumo os dirá, con una gracia fina y un poco irónica: “¡No os preocupéis de notas necrológicas! Todavía pienso vivir algunos años”.
***
Más por lo deducido que por lo oído lográis al fin haceros una idea aproximada de su vida. ¡Oh, no mucho! Algunos trazos fuertes y sumarios, que ni
siquiera dan de sí para una biografía sobria, pero que, desde luego, ofrecen un
esquema fiel de su figura vigorosa.
Sabemos que Max Nettlau nació hace 62 años en Neuwaldegg, pintoresco
pueblecito austríaco situado en la linde misma del bosque de Viena y rodeado de colinas rientes, desde las cuales se domina una perspectiva admirable,
amurallada al fondo por los picos agrestes de la Estiria. Una escuela excelente para temperamentos libres. La vida de nuestro amigo se desenvolvió, en los
primeros años, bosque adentro y colina arriba, en dirección opuesta a la ciudad geométrica y reglamentada. Las disciplinas académicas vinieron a interrumpir, en cierto modo, aquel crecimiento en plena libertad, pero no modificaron en nada la naturaleza independiente y bravía de Nettlau. A los 15 años
era un libertario convencido y ardiente. En medio del fárrago escolástico de
281
principios e influencias de la Universidad supo conservar y reafirmar sus
ideas, reconociendo que “la historia de cada ciencia evidencia la lucha contra
la autoridad”. Doctorado en filología abandonó las aulas universitarias y a los
23 años comenzó a laborar directamente por la causa del libre socialismo.
Desde entonces a acá su vida ha sido una larga jornada de trabajo desinteresado y fecundo en provecho de la anarquía. En esa gran jornada, hoy todavía en plena actividad creadora, Nettlau nos ha ido revelando a nuestros más
geniales ascendientes ideológicos y arrancando a la dispersión y al olvido la
historia de nuestras ideas. Con su Bibliografía de la Anarquía, sus grandes
biografía de Bakunin, Reclus y Malatesta, sus numerosos estudios críticos,
teóricos e históricos y su Historia de la Anarquía, Max Nettlau ha dado al
anarquismo una expresiva carta de identidad, y un vivero de enseñanzas y
documentos a los militantes presentes y futuros.
Sepamos apreciar, aprovechar y apoyar esa gran obra y tributar nuestra
estima y reconocimiento al hombre que ha puesto en ella tanto esfuerzo, tanta
inteligencia, tanto callado heroísmo.
III. Eduardo Bernstein
CNT, 21.12.1932
El telégrafo nos trajo ayer la noticia de la muerte de Eduardo Bernstein.
La figura de este veterano socialista, padre del movimiento revisionista y crítico agudo de algunos aspectos artificiales del marxismo, se había borrado de
la actualidad social de estos últimos años sin merecerlo. Porque, a pesar de
todo, el desarrollo y la actuación del socialismo político en el mundo entero
responden, indudablemente, a los más puros principios del revisionismo.
Bernstein no tiene altares como Marx, pero mientras la doctrina de éste último es fanáticamente pensada, la suya es consecuentemente practicada. La
hipocresía de la socialdemocracia le ha impedido hacer justicia al viejo teórico del reformismo, no obstante seguir prácticamente las rutas por él señaladas. Marx, dios abstracto, envuelto en espesas nieblas dialécticas, carece hoy
de todo contacto ideológico con la realidad política de los partidos socialistas.
Bernstein ha triunfado silenciosamente. Lejos, como un vago recuerdo, se
hallan los intensos años de polémica. La obra fundamental de Eduardo
Bernstein, Las premisas del socialismo, aparecida en 1899, levantó en el
campo marxista una polémica formidable. Era la primera herejía contra el llamado “socialismo científico” promovida por “uno de casa”. Cierto que, de
Bakunin a Teherkesos, los anarquistas habían hecho ya una disección crítica
del marxismo. Pero ésta, por esperada, no había sorprendido a nadie y era
considerada por los socialistas como una desdeñable objeción de la “utopía a
la ciencia”. La crítica de Bernstein parte del plano objetivo de la actuación del
socialismo político, y, basándose en ésta, negaba categoría científica a las
282
conclusiones teóricas del marxismo. Proponía una revisión de la receta simplista hecha por el programa de Erfurt y según la cual las etapas de la emancipación de la clase obrera, estarían marcadas por la concentración del capital; la proletarización de la clase media, el empobrecimiento creciente del proletariado y la revolución social como última manifestación de un proceso de
transformación que pondría el poder político en manos de un partido obrero.
Bernstein argumentaba que la labor práctica de la socialdemocracia no corría
paralela a la trayectoria histórica prevista por Marx. Además, señalaba que la
concentración del capital era un fenómeno parcial, no aplicable a dominios de
la producción tan importantes como la agricultura. También afirmaba que la
existencia de un movimiento sindical frente al capitalismo aseguraría la
reducción progresiva de la “plusvalía” y haría, por tanto, imposible el empobrecimiento creciente del proletariado, ya que éste, impulsado por su conciencia de clase, conquistaría una parte cada vez mayor de lo producido por
el trabajo. Finalmente, y en conclusión lógica de los razonamientos anteriores, rechazaba la revolución como hecho violento y la convertía en corona en
pacífica de un proceso de reformas democráticas.
No es nuestro propósito terciar ahora en esta polémica, que, en su tiempo
hizo correr mucha pasión y mucha tinta.
Lo que, en esta coyuntura, nos interesa destacar es que la socialdemocracia ha preferido siempre ostentar la carta revolucionaria del marxismo antes
que enseñar su cara reformista y su verborrea antirrevolucionaria. En el congreso de Dresde, celebrado en 1903, Bebel y Kautsky exigieron la condenas
de las teorías de Bernstein. Y la mayoría, por purismo doctrinario, votó la
resolución condenatoria, no sin el resquemor de que se condenaba así misma
en su conducta práctica. Porque ya en aquellos tiempos de relativa pureza, el
precedente Millerand había hecho brotar ambiciones intrigantes y todos los
partidos socialistas dedicaban sus fuerzas a mover el engranaje de parlamentos y municipios, con exclusión de toda actividad revolucionaria. El revisionismo no venía nada más que a dar una heterodoxia sincera a este colaboracionismo.
Bernstein ha vivido lo suficiente para ver consagrados, no de derecho,
pero sí de hecho, sus principios reformistas. Docenas de ministros, cientos de
diputados, miles de concejales, elegidos con etiqueta socialista por las masas
obreras, colaboran hoy denodadamente con la burguesía para ayudarla a vencer las dificultades con las que tropieza el sistema capitalista. Las premisas
bernstenianas no se han cumplido en el desarrollo de la Historia, pero se han
visto plenamente realizadas por la evolución de la socialdemocracia. Tenía
razón Bernstein al afirmar que la actuación del socialismo político era tácticamente contraria a las previsiones de Marx. La guerra y la postguerra han
dado la última mano a la descomposición del capitalismo. Y los que hoy
representan al marxismo, lejos de comportarse ortodoxamente, precipitando
la liquidación de la burguesía o dejándola liquidarse con un sentido fatalista,
283
se han convertido en su equipo de repuesto y de salvamento. Carlos Kautsky,
el gran “Lama” del “socialismo científico”, ha ungido este oportunismo traidor con óleos de supuesta fuerza teórica.
Eduardo Bernstein fue, en su vida, mucho más sincero. Era un reformista
teórico y práctico, pero lo proclamaba franca y honradamente. No llevaba,
como los actuales figurones del socialismo politiqueante, la revolución en los
labios y la apostasía y la ambición personal en el alma.
IV. Rodolfo Rocker
CNT 25.3.1933
Somos tan iconoclastas como el que más. No levantamos altares ni oficiamos en ellos. Nos repugna la idolatría en todas sus formas, ya se manifieste
en el culto rendido a un dios o a un hombre; a un sistema o a una idea. Sí,
incluso a una idea. Porque una idea tampoco debe ser deificada, sino analizada, comprendida, apreciada, defendida y propagada. Todo ello con la mayor
naturalidad, sin adoraciones susceptibles de forjar corazas de fanatismo. Y de
igual modo que la idea, el hombre que la ha vivido y vivificado a fuerza de
integridad, capacidad y consecuencia, merece también nuestra comprensión,
nuestra estima y nuestro cariño.
***
Hoy cumple sesenta años nuestro camarada Rodolfo Rocker.
Circunstancias amargas para él y para la causa a que ha consagrado su actividad y su talento rodean este aniversario. La revolución alemana de 1918,
que pudo ser tanto y fue tan poco, no supo descuajar a tiempo un pasado de
prejuicios y esclavitudes. Se limitó a enterrarlo piadosamente, bajo una
capa leve de tierra propicia. No es, pues, extraño, que ahora retoñe pujante el espíritu de Potsdam, y que la tradición de Fredericus Rex, y de
Bismarck, resucite al compás de marchas militares y de chirridos de sables
y espuelas.
Creo que fue Grillpazer quien dijo que la exaltación de la nacionalidad es
un puente que conduce a la bestialidad. Alemania acaba de atravesar este
puente de una zancada. Las mesnadas de Hitler, alcoholizadas por un nacionalismo ponzoñoso, acreditan su pureza racial, volviendo a la barbarie de las
antiguas tribus germánicas.
Rodolfo Rocker tenía que ser, por su significación y su valía, una de las
víctimas preferidas por la saña fascista. Su vivienda de Britz -laboratorio de
ideas y enseñanzas- ha sido asaltada por las hordas de una policía, cuya patente de invención, pertenece al ex minsitro socialista Severing ... Rocker, acosado por una traílla de perseguidores, ha logrado escapar de “la noche larga
284
del cuchillo”, ceremonia sangrienta con que el nacionalsocialismo está festejando la conquista del poder.
En los sesenta años de Rodolfo Rocker, hay una estela de cuarenta y tantos, dedicados por entero y sin desmayo al ideal anarquista. Siendo aún un
adolescente nuestro camarada milita ya contra el capitalismo y el Estado en
uno de los periodos más duros de la vida social en Alemania. La ley antisocialista de Bismarck ha hecho endémica la represión. La propaganda oral y
escrita de las ideas revolucionarias corre por cauces subterráneos. Toneladas
de impresos subversivos circulan clandestinamente en el país. John Neve contrabandea grandes cantidades de ejemplares de la Freiheit, el vibrante semanario anarquista que Johann Most edita en Londres. Y Rocker trabaja incansablemente en la red de matuteros revolucionarios organizada por Neve.
Además, en unión de Wilhelm Werner y Fritz Oerter, empieza a hablar en reuniones ilegales, revelándose como un gran orador. Hasta que la policía irrumpe en uno de estos mítines de catacumba, y Rocker, descubierto, tiene que saltar la frontera. Va a París, agotada matriz de revoluciones, con hambre juvenil de ver, aprender y subvertir. Pero los sabuesos de Lépine truncan pronto
sus planes, negándole una parca ración de “liberté, égalité et fraternité”.
... Londres es, a la sazón, el mejor clima político de Europa. Y allá se dirige Rocker empujado por las circunstancias. Encuentra la ciudad del Támesis,
convertida en centro espiritual del anarquismo. En la revista Nineteenth
Century, Kropotkin sostiene con el profesor darwinista Huxley, una polémica
de altos vuelos, de la que salen científicamente reforzados los principios libertarios. Freedom realiza una magnífica labor. En el cuadro de sus colaboradores, figuran, los nombres de Reclús, Kropotkin, Malatesta, Stcherkessoff,
Nettlau y otros militantes anarquistas de relieve. Rocker es bien acogido y
apreciado en este medio. Su actividad oral y literaria comienza pronto a ser
intensa. Las organizaciones de obreros judíos del Este de Londres, le confían
a él -un ario- la dirección de las publicaciones jiddisch Germinal y Arbaiter
Fraind. De Estados Unidos y Canadá le llaman para largas giras de propaganda. Publica numerosos ensayos y folletos notables. A raíz del fusilamiento de Francisco Ferrer, a quien la había unido una buena amistad, dedicó un
libro al estudio de la Escuela Moderna. Cuando estalló la gran guerra, Rocker
no quiso saber nada de vacilaciones oportunistas. Con lenguaje firme, claro y
público, condenó la guerra y señaló el deber revolucionario del proletariado
frente a los imperialismos contendientes. Esta actitud la valió inmediata reclusión en un campo de concentración, donde pasó cuatro años de crudos sufrimientos, que ha descrito en su excelente libro Hinter Stacheldraht und Gitter
(Tras rejas y alambradas). Libertado después del armisticio, volvió a
Alemania en plena revolución.
Noske decretó su encarcelamiento. Animador principal del movimiento
anarco-sindicalista alemán, Rocker fue el primero en enfrentarse doctrinalmente con el bolchevismo, contribuyendo a la formación de la AIT. Su labor
285
de historiador, teórico, literato y orador, le acredita como la personalidad de
más completas facultades con que cuenta hoy el anarco-sindicalismo internacional
***
Rodolfo Rocker, heredero digno y activo de nuestros grandes teóricos, no
ha querido ser un Caballero del Santo Sepulcro del anarquismo. Debemos
agradecerle esa independencia. Las fórmulas cerradas e intangibles en la
interpretación de una idea, sólo sirven para alejarla de la vida y convertirla en
reliquia de santuario. No faltan hoy en nuestro movimiento sectores que, erigidos en estentóreos altavoces de palabras tabú, impiden toda renovación
espiritual y orgánica. Casi es innecesario decir que, en el fondo de esta actitud, no hay una cuestión de principios, sino una carencia de agilidad mental
en los que la adoptan. Les resulta más fácil ostentar el escapulario de la ortodoxia, que remozarse, actuar con eficiencia, ser factores decisivos del periodo que viven. Rocker se ha levantado contra esta petrificación dogmática de
nuestra ideología, que, por ser la más libre, precisa ser la más inquieta.
Vivimos momentos en que estorban las nieblas metafísicas.
Cuanta mayor claridad y cuanta más concreción, mejor. El problema de la
revolución social figura en primer término en el orden del día de la historia.
¿Qué idea inspirará al proletariado para resolverlo? La que mejor abarque las
perspectivas de la conmoción social próxima, la que disponga de tácticas y
medios adecuados, la que esté más ampliamente preparada para asumir la
gran responsabilidad de construir una nueva sociedad. Rocker ha comprendido plenamente estas necesidades. Y ha trabajado en forjar el anarco-sindicalismo -síntesis fecunda del movimiento sindical, económico, y de la doctrina
moral del anarquismo-, como teoría completa del proletariado y elemento
capaz de hacer viable la verdadera revolución social.
Hacemos punto pidiendo para Rocker un sólo homenaje: el estudio y la
comprensión de su obra.
286
V. FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
1.ARCHIVOS
Archivo Histórico Nacional, Madrid
Fondos Contemporáneos del Ministerio del Interior
Fondos de la Audiencia Territorial de Madrid
Archivo Histórico Nacional, sección Guerra Civil, Salamanca
Sección Político-Social
Sección Militar
Archivo Municipal de Valladolid
Fondos de Quintas
Fondos hemerográficos
Archivos Nacionales Franceses
Depósito de Fontainebleau
Depósito de París
Biblioteca Arús, Barcelona
Biblioteca Nacional de España. Madrid
Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid
Archivo de la AIT
Hemeroteca de El Norte de Castilla, Valladolid
Hemeroteca Municipal de Madrid
Hemeroteca Municipal de Sevilla
Instituto Internacional de Historia Social, Amsterdam
Archivo Comité Nacional de la CNT
Archivo Comité Peninsular de la FAI
Fondo Max Nettlau
287
2. FUENTES ORALES
Entrevista a Ester Martínez, Madrid, 15 de noviembre de 1998
Notas de Angela Orobón a Ester Martínez
Carta a Antonia Fontanillas de Ricardo Mestre Ventura, 15 de agosto
de 1993
3. FUENTES HEMEROGRÁFICAS
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Acción Social Obrera, San Feliú de Guixols, 1930
Boletín de la Confederación Nacional del Trabajo de España, Barcelona,1932
Boletín de la Confederación Regional de Galicia, 1934
CNT, Madrid, 1932-1933 y 1934
CNT, Toulouse, 1959
Construcción. Órgano del Sindicato Único del Ramo, Madrid, 1936
Diario de Cádiz, Cádiz, 1893
Heraldo de Madrid, Madrid, 1936
Liberación, Barcelona, 1936
Le Libertaire, París, 1927, 1937
El Libertario , Madrid, 1931-1933
El Luchador, Barcelona,1931
Nueva Senda, Colimbo
Orto, Valencia, 1932
La Revista Blanca, Barcelona, 1927-193
La Revista Internacional Anarquista,1924-1925
Servicio de Prensa de la AIT, Barcelona, [1931]
Solidaridad Obrera, Barcelona, 1930-1936
Solidaridad Obrera, Bilbao, 1920-1922
La Tempra, París, 1925
Tiempos Nuevos, París, 1925-1927
La Tierra, Madrid, 1930-1934
Tierra y Libertad, Barcelona,1911-1916
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ÍNDICE ONOMÁSTICO
FA LTA C O N F E C C I O N A R ,
A C R I T E R I O D E L A U TO R
295
FA LTA C O N F E C C I O N A R ,
A C R I T E R I O D E L A U TO R
296
FA LTA C O N F E C C I O N A R ,
A C R I T E R I O D E L A U TO R
297
FA LTA C O N F E C C I O N A R ,
A C R I T E R I O D E L A U TO R
298