4. “MEDICINAS ANCESTRALES” EN LA CIUDAD
DE MÉXICO. REESEMANTIZACIÓN DE SU “USO
TRADICIONAL” EN EL SIGLO XXI
Alí Cortina
uam-Cuajimalpa
Introducción
En las primeras dos décadas del siglo xxi, se ha vuelto visible un complejo fenómeno sociocultural que se caracteriza por entrelazar a diversos
grupos e individuos en torno al uso del peyote, los hongos psilocibios
y, más recientemente, el sapo el Bufo alvarius, entre otros.1 El creciente
interés por tales recursos ha generado redes y centros de consumo más
allá de los lugares de uso tradicional o de su hábitat biorregional, lo que
ha impulsado nuevos procesos de hibridación cultural que conllevan
nuevas interpretaciones y prácticas en nuevos espacios.
La Ciudad de México –al igual que algunas ciudades de Sudamérica, en relación con el yagé o ayahuasca (Caicedo-Fernández, 2015;
Scuro, 2016)– se ha convertido en sede de múltiples redes y centros
alternativos encargados de organizar actos ceremoniales en los que confluyen diversos horizontes culturales, grupos e individuos en torno al
consumo de tales psicoactivos,2 los cuales son diferenciados del resto
1
A lo largo de la investigación, también nos encontramos con distintas preparaciones
de xanga (extracciones de dmt con plantas imao), yagé, iboga, rapé, yopo, ololihuqui, Salvia
divinorum, entre otros.
2
Por ejemplo, una pequeña encuesta independiente realizada en 2012 sobre el policonsumo de sustancias psicoactivas en la Ciudad de México obtuvo un resultado sobre el consumo de peyote de 17.5% y hongos de 21.7%, de un 100% de la encuesta. A pesar de que en
dicho estudio se afirma que la población consultada “se trata de una muestra selectiva y elitista” (Labate y Flores, 2015: 33), optamos por dejar la posibilidad de la duda de esa afirmación
y considerar un aumento considerable en el consumo de tales psicoactivos, que escapan y
escaparán a la cuantificación estadística.
101
4. Cortina.indd 101
11/22/22 16:40
de sustancias psicoactivas al ser englobados por distintos actores como
medicinas ancestrales, por el hecho de estar vinculados a un sustrato o
imaginario de tradición y ancestralidad indígena, así como por concebir las experiencias psicodélicas como terapéuticas y espirituales.
El panorama sobre dicho fenómeno, visto desde la Ciudad de México, permite vislumbrar una serie de procesos de negociación, intercambios y reinvención de prácticas, así como la producción de nuevas
subjetividades en conjunto con una economía política que diversos actores han establecido alrededor de las medicinas ancestrales.
Teniendo en cuenta que el campo de consumo de tales recursos, así
como el campo de investigación sobre sustancias psicoactivas son en
sí mismos trasversales, porque integran diferentes ámbitos socioculturales y del conocimiento, su análisis requiere, fundamentalmente, una
perspectiva multidisciplinaria o estar abierto a diversas herramientas
teórico-metodológicas que puedan ser aplicables para generar nuevas
perspectivas en este emergente campo de estudio (Moore y Maher,
2002). Por ello, abordamos el análisis del fenómeno por medio de los
discursos que han permitido su acontecer.
En este sentido, desde una perspectiva arqueológica3 (Foucault,
1979) entrelazada con la investigación etnográfica4 multisituada entre
los años 2016-2019, el capítulo –que es extracto de una investigación
más amplia (Cortina, 2021)– presenta un análisis sobre el horizonte
de discursividad sobre el “uso tradicional” de medicinas ancestrales, en
la medida en que la tradición responde a una utilidad política orientada a la revaloración del “ser indígena”, a la vez que exotiza alteridades
(Galinier, 2013: 106) alrededor de las medicinas. Por lo que el tomar la
3
La arqueología de Foucault (1979) como teoría-metodológica, nos permite utilizarla
como instrumento de análisis de un campo discursivo, mediante un proceso interpretativo
que permite establecer relaciones, regularidades y empleo de conceptos como reglas de formación arqueológica de enunciados que establecen la unidad de los horizontes generales de discurso, para poder identificar y visibilizar el posicionamiento que un sujeto o grupos pueden
ocupar en esos discursos. Asimismo, la arqueología nos permite profundizar en los procesos
genealógicos que son inmanentes a los discursos, puesto que se constituyen con base en un mismo episteme que articula relaciones y negociaciones de poder, la producción de subjetividades
y la multiplicidad temporal (Kroopman, 2008: 338-348).
4
Dado que es un fenómeno en desarrollo, sobre el cual apenas se está generando conocimiento, se vuelve necesario profundizar y construir el análisis del discurso desde la investigación etnográfica, para tener una perspectiva más amplia y profunda sobre la manera en
que son construidas, enunciadas, operacionalizadas y debatidas ciertas retóricas discursivas
mediante la oralidad (narrativa) y la performatividad.
102
4. Cortina.indd 102
11/22/22 16:40
retórica del “uso tradicional” como un punto de partida sobre el cual
diversos actores han reivindicado su consumo como tal, abre un panorama para visibilizar la multiplicidad de orientaciones culturales con
las que se practica el consumir tales plantas y psicoactivos dentro de un
sistema de reconocimiento multicultural que ha servido como marco
para legitimar socialmente su empleo.
Medicinas ancestrales como categoría heurística
De acuerdo con Foucault (1979: 216), nos encontramos en el mundo de
los discursos. El discurso no tiene únicamente un sentido o una verdad,
sino una historia específica como forma de dispersión en el tiempo. Un
discurso puede tener o no validez en la sociedad en un determinado
momento, pero, de acuerdo con el devenir, éste (o elementos de éste)
puede cambiar según las condiciones de realidad instituidas en cada
contexto histórico-social. Todo puede volverse objeto de discurso, en el
momento en que un objeto/sujeto se convierte en un dominio de enunciados que lo designan de diferentes maneras mediante la experiencia
social e individual (Foucault, 2013), como ha sido el caso de diversos
psicoactivos en diferentes culturas, grupos e individuos.
Un discurso puede volverse hegemónico de acuerdo con las relaciones de poder, intereses y condiciones de historicidad sobre las que
acontece, tal como ocurrió con el discurso de prohibición de drogas
instituido a lo largo del siglo xx (Derrida, 1994: 33-34), que articuló un “régimen de verdad” (Foucault, 1979) basado en conocimientos
médicos, psiquiátricos y jurídicos, y constituyó sujetos y espacialidades
de exclusión alrededor de diversas sustancias psicoactivas, la cuales pasaron a denominarse como patológicas e improductivas. Esto permitió
controlar y prohibir la producción, distribución y todo uso de plantas y
recursos psicoactivos, al designar su consumo como una sinrazón que
afecta la vida y la salud pública (Savater, 1994).
En México, la historia muestra que en distintos momentos se ha
podido ser o hacer objeto de discurso en el binomio sociedad-psicoactivos, por lo que las designaciones y concepciones en torno a éstos han
variado en el transcurrir del tiempo. Ejemplo de ello fue la emergencia
del discurso de la prohibición de drogas desde finales del siglo xix y
buena parte del xx, que racionalizó a dichos recursos como “sustancias
103
4. Cortina.indd 103
11/22/22 16:40
que degeneran la raza” (Astorga, 1996: 27), lo que coincidía a su vez
con el proceso de consolidación del Estado nación, por lo que diversos
individuos, entre ellos los identificados como indígenas y sus prácticas
tradicionales que engloban el uso de algunas plantas psicoactivas, fueron objeto de prohibición, discriminación y exclusión, puesto que eran
vistos como el atraso de la modernidad y el progreso (Pérez, 2016).
Esta situación fue evidente en diversas actitudes moralistas, xenófobas
y racistas que contribuyeron a la aceptación del discurso de prohibición (Rodrígues y Labate, 2015). Si nos remontamos al tiempo colonial,
podremos visualizar la manera como se concibió a estas plantas; por
ejemplo, el peyote, que fue la primera planta psicoactiva en ser prohibida por la Santa Inquisición en 1620 al ser objeto de exterminio por ser
considerada como “diabólica” (Dawson, 2016).
En las primeras dos décadas del siglo xxi, hemos vislumbrado cómo
el consumo del peyote, hongos y, recientemente, el sapo Bufo alvarius,
está siendo tolerado socialmente y reinterpretado por una heterogénea
parte de la población, pues, de acuerdo con el trabajo de campo realizado en diversos “circuitos de medicinas”, en vez de considerarse venenos
o drogas, se dice, son medicinas capaces de curar toda clase de padecimientos psicoemocionales y patologías como las adicciones. Que en vez
de ser un asunto diabólico, ahora son una “iluminación espiritual que
expande la conciencia”; y, en vez de ser un atraso para el desarrollo del
país, ahora son un orgullo y una forma de vida como parte de la herencia ancestral indígena. La brecha histórica que abre esta emergencia permite vislumbrar nuevas convenciones discursivas que ahora justifican y
promueven su utilización, al tiempo en que se posicionan contrarias al
régimen de verdad moderno, que deslegitima las experiencias subjetivas obtenidas del consumo de estos recursos, históricamente designados
como irracionales, peligrosos e insanos.
En este sentido, la categoría de medicinas ancestrales (la cual extraigo del trabajo etnográfico realizado entre los años 2016-2019 en la
Ciudad de México) es interpretada, por un lado, como una lógica de
consumo “panindigenista” (Bengoa, 2000) de psicoactivos, perfilada
a solucionar de los malestares de la sociedad contemporánea; y, por el
otro, como una categoría heurística de análisis discursiva que permite
historizar su emergencia y el acontecer de su existencia, en la medida
en que se convierte en un enunciado que articula distintos discursos de
carácter multicultural, espiritual y terapéuticos en un espacio-tiempo,
104
4. Cortina.indd 104
11/22/22 16:40
como resultado de un sistema de acumulación de historicidad que tiene
reglas, secuencias, procesos, y que eventualmente pondrá las reglas de
su transformación (Foucault, 1979: 221).
Multiculturalismo, mercado y cultura
En términos jurídicos, el sistema global de fiscalización de drogas que
rige en nuestros días se consolidó con la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 y posteriormente con la Convención de las Naciones Unidas sobre Sustancias Psicotrópicas de 1971 (Labate, Cavnar y
Rodrígues, 2016), con la cual pasaron a ser prohibidos los componentes
activos del peyote y de los hongos, entre otras sustancias más, al ser englobados en la Lista I de sustancias psicotrópicas sin valor terapéutico.
Esta situación generó todo un debate internacional en el cual México
consiguió, en 1975, la exención del consumo legal del peyote en grupos
wixárica, coras, tepehuanos y rarámuri, y los hongos en grupos mazatecos, mediante los principios de “usos y costumbres” y libertad religiosa
(Feeney y Labate, 2016).
Este acontecimiento es clave para analizar cómo, mientras se establecía el sistema de fiscalización global de psicoactivos, al mismo
tiempo se generaba un reconocimiento jurídico del “uso tradicional”
de recursos psicoactivos, por parte del Estado mexicano, que si bien ha
sido un proceso paulatino lleno de tensiones y arbitrariedades,5 abrió la
brecha de aceptación y tolerancia de su consumo en la sociedad contemporánea debido al reconocimiento multicultural6 que fue consolidado
Por ejemplo, tan sólo dos años después de la exención lograda, en 1977, en Chetumal,
Quintana Roo, en el “Encuentro sobre derechos religiosos de los pueblos indígenas”, los representantes de las comunidades coras, huicholas, mayas y mazatecas expusieron los problemas
que estaban teniendo para utilizar plantas que sus respectivas tradiciones consideran sagradas
(Glockner, 2006: 11).
6
De acuerdo con Hale (2002: 293), el “multiculturalismo neoliberal” surge como respuesta a las demandas de minorías históricamente oprimidas y excluidas, mediante un “reconocimiento” que busca eliminar problemáticas como la desigualdad, la discriminación y
la exclusión social y política. Sin embargo, este sistema crea distinción entre los derechos
legítimos de los que no lo son, las formas correctas de acción política de las incorrectas, e
inclusive define lo que significa ser indígena y lo que no. De tal modo que incita a diversos
grupos a desarrollar un discurso de identidad con base en la construcción de representaciones
ante el Estado y la sociedad.
5
105
4. Cortina.indd 105
11/22/22 16:40
con el Convenio 169 de la oit sobre pueblos indígenas y tribales de
1989, que conllevó a que en 2001 México modificara el artículo segundo constitucional, el cual establece a la nación como un país pluriétnico
(González, 2005: 256-257).
En este sentido, la articulación entre la legalidad y la legitimidad que
otorga un sustrato cultural indígena en relación con tales psicoactivos
–dos ámbitos distintos pero que en México han operado de manera
híbrida en el Estado nación (Méndez y Barrueta, 2016)– ha atribuido y
fortalecido valores de carácter indígena al peyote, a los hongos y, recientemente, al sapo Bufo alvarius, puesto que la “ancestralidad indígena”
(saberes y tradiciones) se presenta como la piedra angular del vínculo
histórico entre pasado y presente en el consumo de tales recursos.
Este proceso puede comprenderse a partir de la profunda relación
que surge entre los usos de las políticas de identidad, la mercantilización cultural y el consumo neoliberal. Los Comaroff (2012: 216-221) lo
definen como “etnocomercio” porque transforma la cultura en “etnomercancía” al incorporar elementos experienciales y afectivos de acuerdo
con los caprichos contemporáneos del comercio que exige un exotismo
para el consumidor de otredad. Esta situación puede observarse con la
movilización de diversos recursos psicoactivos dado que se han encontrado en ellos nuevas fuentes de valor. Para ilustrarlo, analizaremos el
caso del peyote y del sapo Otac, que tienen una historia completamente
distinta y, sin embargo, se entrelazan en la lógica homogeneizadora de
consumo7 de medicinas ancestrales.
Híkuri / PEYOTE
Los wixárika, quienes habitan históricamente el territorio tradicional
Kiekari, en la Sierra Madre Occidental, son uno de los pueblos sobrevivientes que han mantenido el culto del peyote desde tiempos prehispánicos, que se refleja en una compleja cosmovisión representada en la
Para Zizek (1998: 172-176), el multiculturalismo es la lógica del capitalismo global en
la que el sujeto se aferra a una herencia cultural particular como fórmula para el éxito anónimo en la era del capital, a partir de la coexistencia híbrida de mundos culturalmente diversos
con una tendencia homogeneizadora en el consumo.
7
106
4. Cortina.indd 106
11/22/22 16:40
trinidad maíz-venado-peyote, que los ha distinguido y reconocido en el
mundo.
Desde finales del siglo xix, y principalmente desde la década de
1970, han establecido relaciones y alianzas con consumidores globales
(Liffman, 2012: 64, 228; Aguilar, 2013: 147), y generado que algunos
de sus miembros hayan ingresado a los circuitos viajeros internacionales (Berrin, en Liffman, 2012: 64), generalmente incentivados por la
búsqueda de nuevos medios de subsistencia que los impulsan fuera de
sus comunidades. Procesos que han transformado e influido de forma
determinante a los wixárika, quienes ahora “negocian y se posicionan
en la representación de sí mismos en el proceso de la globalización de su
identidad” (Aguilar, 2013: 144), por lo que han movilizado diversos elementos rituales y simbólicos previamente restringidos a sus comunidades locales (Liffman, 2012: 228), como el uso ceremonial del peyote. Si
bien son comerciantes de bienes y servicios ceremoniales desde tiempos
prehispánicos (2012: 177), quizá la diferencia sobre estos servicios en el
siglo xxi radica en la influencia e imaginarios que promueven los nuevos intermediarios sobre los wixárika, y principalmente sobre el peyote,
lo que apunta a una revaloración de la alteridad que lo rodea y lo expone
como un patrimonio cultural en peligro de extinción,8 conllevando a
que aumente su valor comercial. Por ejemplo, no es coincidencia que colectivos que participaron en diversas actividades en el Frente de Defensa
de Wirikuta contra la minera canadiense First Majestic Silver, en 2012,
hayan sido coordinados desde la Ciudad de México (Álvarez, 2013).
De esta forma, el peyote se ha convertido en el principal recurso
que les permite a los wixárika adquirir ingresos económicos, por lo que
han buscado la manera de establecer contactos en la ciudad con la finalidad de organizar ceremonias de híkuri, vender artesanías, participar
en diversos eventos, como ferias culturales de medicina tradicional y
alternativa, e incluso en festivales de música electrónica. De cierta manera, han tomado un posicionamiento respecto al híkuri con base en
sus necesidades socioeconómicas, pero al mismo tiempo convirtiéndolo en un acto de reivindicación de “el costumbre”,9 por lo que ahoOtro ejemplo lo refleja el documental “Huicholes: los últimos guardianes del peyote”
(2014), donde se muestra el caso de una familia wixárika, que forma parte de la lucha contra
la minera canadiense que se han establecido en Wirikuta.
9
“El costumbre” es un acto político que cosifica las relaciones culturales cotidianas más
antiguas, pero en un contexto práctico muy diferente (Liffman, 2012: 216).
8
107
4. Cortina.indd 107
11/22/22 16:40
ra se habla de “llevar la cultura” a diversos lugares y darla a conocer
mediante el híkuri. Retomo parte del testimonio P. Kuturrame (68
años, mara’ kame,10 artesano y campesino) quien realiza ceremonias de
híkuri en la Ciudad de México desde hace cuarenta años:
Empecé a viajar donde hubiera trabajo… cuando vengo yo hacemos ahí
(las ceremonias), porque cuando ya no tengo trabajo aquí, voy a trabajar
a la sierra, cuando allá acaba, ya me vengo… Ahorita ya tengo como cuarenta años de puro trabajo de estar haciendo ceremonias, pero hace cinco
años, diez años, empecé a viajar más, más lejos, Tulum, en las playas, y
después ya me fui a Nueva York […] Ahorita voy a estar en Perú, voy a
trabajar como unas tres o cuatro semanas, ya tenemos firmado y todo
[…] Voy a llevar la medicina, la cultura, porque la gente también la quiere, porque hay partes en que no se conoce la cultura wirrárika… entonces
ya la gente como que ya se interesa más y me llegan las invitaciones de
todos lados (P. Kuturrame, comunicación personal, junio de 2017).
El realizar ceremonias de híkuri en la Ciudad de México le ha permitido al mara’ kame P. Kuturrame establecer contactos que lo han invitado
a participar en eventos de muy diversa índole, como haber recibido un
“bastón de mando” por grupos de la Iglesia Nativo Americana, al tiempo en que también ha sido el “mara’ kame oficial” del festival de música
electrónica “Ometeotl”, evento al cual ha asistido a realizar limpias y
curaciones. Sin embargo, a pesar de todos los viajes que realiza, no ha
dejado de estar en contacto con su comunidad, ir a la sierra a hacer
las siembras y cosechas de acuerdo con su ciclo ritual, cumplir con las
mandas de la cacería y la peregrinación. De hecho, menciona que son el
motivo por el que se encuentra trabajando:
Yo estoy haciendo el trabajo para la peregrinación de lo que me dan,
comprar animales, porque yo como tengo trabajo acá cuando hacen las
ceremonias, yo pido un apoyo, yo rezo, ya cuando la temporada de la
sembrada voy por un borreguito para hacer un rezo ahí, que es lo que yo
quiero para dejar la ofrenda y ya (P. Kuturrame, comunicación personal,
junio de 2017).
10
Especialista ritual que significa “cantador”.
108
4. Cortina.indd 108
11/22/22 16:40
Siguiendo esta lógica es que ahora van a la ciudad mara’ kate más jóvenes a realizar ceremonias de híkuri, como lo mencionó E. Bautista
(24 años, mara’ kame, artesano y campesino):
Tiene un año que estoy viajando en la Ciudad de México, en Tlalpan y
en Tultitlán, ahí hacemos las ceremonias… Tengo unos amigos, ellos nos
prestan el terreno y ahí hacemos la ceremonia… Esto lo hacemos porque
tenemos la necesidad de pedir apoyo para continuar, para seguir nuestra
cultura. Nosotros casi siempre, todo el año andamos trabajando, yendo a
los lugares sagrados, a las cacerías de venado. Nos ha faltado la economía
para trasladarnos, para cumplir las mandas que es sacrificar becerros,
borregos, hacer las fiestas; si te toca ser jicarero no te da tiempo para ir a
trabajar a algún lugar… Con lo poquito que tengamos tiempo salimos
a las ciudades a hacer las ceremonias, y con lo que juntamos apoyamos a
la familia para ir a los lugares sagrados, la trasladación y la comida, lo
poco que nos queda mantenemos la familia, así hemos salido adelante
con nuestra cultura… Hay algunos que dicen que estamos negociando,
pero nosotros solamente estamos haciendo las ceremonias para eso, no
para tener mucho dinero, solamente para eso, para renovar, para seguir
adelante con nuestra cultura (E. Bautista, comunicación personal, junio
de 2016).
En términos generales, todos los mara’ kate entrevistados en esta investigación coinciden en que el dinero que ganan con las ceremonias de
híkuri en la Ciudad de México lo ocupan para cumplir con sus mandas
rituales y alimentar a la familia, ya que la asistencia por persona a una
ceremonia oscila entre los quinientos y los mil quinientos pesos (aunque hay personas que por iniciativa propia les pagan más), lo que les ha
permitido generar un importante ingreso económico de subsistencia, al
tiempo que expanden “el costumbre” como una actitud que “refleja que
los wixaritari tratan a su cultura como poder y están buscando espacializarla” (Liffman, 2012: 214-215).
Para Bengoa (2000: 58, 128-129), parte esencial de la emergencia
indígena latinoamericana que se viene desarrollando desde finales del
siglo xx, radica en que se trata de una “relectura urbana” de la tradición
indígena, realizada por los propios indígenas en función de sus propios intereses y objetivos, más que de una “cultura indígena reinventada”, puesto que los procesos de reinterpretación cultural en torno a
prácticas rituales, como las ceremonias de híkuri en la ciudad, no conllevan a una pérdida de la identidad cultural. En este punto concuerdan
109
4. Cortina.indd 109
11/22/22 16:40
otros autores que analizan la expansión de la cultura wixárika en nuevos espacios (Gupta y Ferguson, en Liffman, 2012: 64; Aguilar, 2013),
situación que ha sido evidenciada en los testimonios recabados con dos
familias de mara’ kate, que dan cuenta de que muchas de las ceremonias
de híkuri que realizan en la Ciudad de México y área metropolitana
–como en Tultitlán, Tlalpan, Xochimilco y Milpa Alta– han sido representaciones de híkuri neirra (fiesta del maíz), así como ceremonias
rituales del ciclo agrícola tradicional.
Figura 1
Finalizando una ceremonia de híkuri dirigida por la familia
Bautista en Milpa Alta, Ciudad de México,
2 de marzo de 2011
Fuente: Fotografía de Giventti Padilla.
Otro ejemplo de la continuidad de llevar a cabo las mandas rituales
tradicionales, en cuanto a la creación de nuevos espacios ceremoniales,
lo muestra el Centro Ceremonial Rurawe establecido en 2011 por mara’
kate de la familia De La Cruz, junto con su aprendiz Gladys Sánchez,
en una chinampa en el lago de Xochimilco, para el cual tuvieron que
hacer varias ceremonias de purificación tanto en el espacio como en
otros lugares sagrados, como Wirikuta, para solicitar el permiso de los
ancestros, guías y elementos por el establecimiento de un nuevo espacio
110
4. Cortina.indd 110
11/22/22 16:40
ceremonial en la Ciudad de México, centro en el que anualmente, en
fechas previas a la Semana Santa, continúan realizando los rituales de
acuerdo con las tradiciones wixaritari para ir a recolectar el peyote para
las ceremonias.
Figura 2
El MARA´ KAME P. Kuturrame, junto con su aprendiz Gladys
Sánchez, en el Centro Ceremonial Rurawe, Xochimilco,
Ciudad de México
Fuente: Fotografía de Alí Cortina, junio de 2018.
No obstante, por otro lado, también se ha ido construyendo “una
cultura indígena de performance” (Bengoa, 2000: 130) que despliega
una actitud de tratar la tradición como propiedad intelectual, sujeta a
acciones innovadoras a disposición del público (Comaroff, 2012: 63),
pues, a lo largo del trabajo de campo, en los diversos circuitos y espacios que se exploraron, en varias pláticas con asistentes a ceremonias de
híkuri (u otras), han mencionado que, en algunas de sus experiencias
con otros mara’ kame en la Ciudad de México, algunos de ellos, en sus
111
4. Cortina.indd 111
11/22/22 16:40
ceremonias, les ponen “su nombre huichol” (es decir, ya no es necesario
ir hasta el desierto en peregrinación con ellos para “ser presentado” a los
ancestros y guías), les venden muvieris11 para que tengan un instrumento de limpias personales al momento que lo deseen, e incluso cápsulas
de peyote molido para que puedan estar “constantemente conectados
con el abuelo híkuri”. Hecho que despliega un valor aurático (Benjamin, cit. en Comaroff, 2012) que se expande de la cultura wixárika
hacia los objetos y que permite su adaptación al mercado globalizado de
consumo individualizado que no requiere ceremonias ni especialistas
rituales.
Figura 3
Cápsulas de peyote molido
Fuente: Fotografía de Alí Cortina, Ciudad de México, diciembre de 2016.
En este sentido, la realización de ceremonias de híkuri en la Ciudad de México adquiere un carácter de reivindicación mediante su “uso
tradicional”, el cual permite vislumbrar el desarrollo de una economíapolítica de este grupo, que está presente y ha tendido relaciones en muchos (si no es que en la gran mayoría) de los circuitos alternativos donde
se utilizan medicinas ancestrales, pues son principalmente ellos quienes
lo consiguen en su hábitat biorregional y lo distribuyen tanto en forma
ceremonial como vendiéndoselo a otras personas que “trabajan con la
11
Artefacto tradicional hecho de plumas de águila con la que el mara’ kame realiza
limpias.
112
4. Cortina.indd 112
11/22/22 16:40
medicina” en diversos espacios alternativos, a menudo otorgándoles “un
permiso” simbólico:
Ya compartiendo la medicina del peyote voy a cumplir 10 años… De
hecho el abuelo O., desde que lo conocí con su hijo O., … dicen: “Tú
puedes dar la medicina, tienes la capacidad”… Gracias al gran espíritu
hay varios mara’kames que me conocen […] entonces ellos van al desierto, traen la medicina y me ofrendan a mí la medicina para que yo haga la
ceremonia para sanar a mi gente (A. T., chamán urbano, comunicación
personal, octubre de 2016).
Estas acciones surgen de la necesidad económica de subsistencia a partir
de la marginación y exclusión social que históricamente ha experimentado este grupo, y no propiamente de un impulso por “sanar el mundo”
y “compartir los conocimientos ancestrales”, como argumentan de forma discursiva distintos grupos. Sin embargo, tampoco hay que exagerar
con los recursos obtenidos del peyote, pues es un hecho que cada vez
se ha ido limitando la cantidad de cabezas que cada integrante puede
transportar debido a que se encuentra enmarcado en las leyes ambientales, que lo han enlistado como una especie amenazada (Feeney y Labate,
2016). Asimismo, para los wixárika no ha significado un enriquecimiento a partir de brindar dichas prácticas, sino que, por el contrario, siguen
pasando por experiencias desafortunadas, como coerciones policiacas,
malos pagos, regateos y relaciones de subordinación con los intermediarios. Por ejemplo, en una ceremonia realizada en junio de 2018, en
Tlalpan, al mara’ kame se le excluyó completamente de la ceremonia
y quienes tomaron la función de “dirigentes” fueron los intermediarios,
quienes realizaron las “limpias” y cantos del Camino Rojo, hecho que
dejó visibilizar que sólo era requerida la presencia del mara’ kame para
que llevara el peyote.
Estas situaciones dejan de manifiesto las limitaciones sociales del
reconocimiento multiculturalista, puesto que son los indígenas los que
continúan siendo el eslabón más débil de la cadena del fenómeno en
cuestión; sin embargo, la misma lógica también abre posibilidades de
reivindicación cultural mediante la revaloración de su identidad, como
lo han hecho los wixárika en la Ciudad de México, lugar donde han
buscado expandir “el costumbre” y fundar nuevos centros ceremoniales.
Por ello, podemos afirmar que en México son el grupo étnico punta de
113
4. Cortina.indd 113
11/22/22 16:40
lanza que ha abierto el panorama hacia el discurso panindigenista de las
medicinas ancestrales en el siglo xxi.
Sapo BUFO ALVARIUS / Otac / Koarepa
En la segunda década del siglo xxi, algunos miembros o personas que
se presentan como descendientes de las culturas del desierto de Sonora
en México, han apropiado y movilizado el recurso del sapo como parte
de un movimiento de reivindicación cultural y económica.
Hasta ahora, los primeros testimonios en torno a la práctica de fumar el veneno de sapo Bufo alvarius se encuentran en Arizona, Estados
Unidos, desde la década de los sesenta, y han sido documentados desde
los ochenta en el territorio Pima (Weil y Davis, 1994), periodo en que
comenzó a tener un lugar central en algunos grupos New Age vinculados con la psiconáutica, como The Church of Toad of Light, quienes
adoptaron el sapo como un sacramento (Stuart, 2002). Sin embargo, su
consumo no era popularizado ni mediático hasta que se le vinculó con
las culturas indígenas del desierto de Sonora, en México.
De acuerdo con testimonios recabados, la introducción de dicha
práctica en las culturas del desierto de Sonora comenzó en 2011 con los
comca’ac (seris), por intermediación de una organización civil sonorense
de Hermosillo, Sonora, conformada por miembros relacionados con la
gestión cultural, las humanidades, el arte y la psiconáutica, quienes se
propusieron integrarlo como un elemento que los ayudara a consolidar
su identidad cultural, ante el contexto fronterizo que afecta a las ocho
culturas indígenas del estado de Sonora, la mayor parte de ellas disueltas y violentadas fuertemente por el narcotráfico.
De tal forma, se conformó la Fundación ota.c. (siglas del término
en lengua comca’ac que significa ‘sapo’), por miembros de la sociedad
civil y miembros de la cultura comca’ac, la cual impulsó una apropiación
del consumo del sapo en relación con su identidad y práctica espiritual (Ogarrio, 2012). En un primer momento, fue con miembros de
la comunidad de Punta Chueca, Sonora, con quienes sucedieron una
serie de entrecruzamientos entre diversas perspectivas y prácticas que
mediatizaron el uso del sapo en esta cultura. Ejemplo de esto sería la
colaboración del médico Octavio Rettig, quien se propuso rehabilitar
de la adicción a la metanfetamina (cristal) a algunos de sus miembros a
114
4. Cortina.indd 114
11/22/22 16:40
partir de aplicaciones de otac, cuestión que conllevó a publicitar diversos acontecimientos con miembros de esta cultura como una medicina
ancestral contra las adicciones (Rettig, 2014), motivo por el que ha sido
muy buscado en la Ciudad de México.
A partir de entonces, la práctica se extendió a algunos miembros
o personas que se presentan como descendientes, de la cultura yaqui,
tohono o’odham y mayos en los años siguientes, e introdujo la práctica
en combinación con sus ceremonias tradicionales. Tal es el caso de Tetabiakti, miembro de la cultura yaqui, nacido en Vícam y criado en la
Ciudad de México, quien conociera la koarepa (sapo) por intermediación de la Fundación ota.c.; un día después de haber tomado ayahuasca en territorio Yaqui. Asimismo, su testimonio da cuenta que ha sido
su preparación en la tradicón Wixárika, lo que le ha permitido entender
mejor a la Koarepa. Hechos que denotan el carácter panindigenista del
consumo actual de sapo Bufo alvarius:
Conocí la koarepa por miembros de la fundación ota.c. a la mañana
siguiente de haber estado en una ceremonia de ayahuasca organizada por
personas de la asociación civil Niérika, en un ranchito que está cerca
de la desviación que te lleva al pueblo de Torim […] La primera vez que
la fumé, sentí que su enorme energía me llevaba a acostarme en el piso
para transformarme en águila y salir volando […] Entonces… comencé
a hacer mis pases brujos y comprendí que ése era el mejor modo de canalizar esa energía que me estaba poniendo en contacto con la fuerza de la
Yoo Ania (el universo) a través del brillo de Itom Achai (Nuestro Padre
Sol). A pesar de lo tremenda de esa experiencia, en una segunda ocasión,
pero ahora de noche, comprendí que la koarepa te puede llevar de jalón
a la realidad de donde provienen los seres inorgánicos […] Sin embargo,
tiempo después me hice de un gramo de koarepa para conocer su energía;
comprender más sus peligros y sus beneficios también. Ese gramito de
koarepa me duró como cuatro años, y sólo lo utilice de manera personal,
aunque también lo compartí con muy pocas personas y sin cobrar. Para
poder canalizar el beneficio de la koarepa y que sea efectiva como curación, se tiene que fumar en cantidades pequeñas tres veces, aumentando
gradualmente la dosis en esa sesión, y sobre todo durante el día; si es
posible, bajo la protección del sol. La persona que da la medicina debe
primero enseñar a respirar al paciente y enseñarle los pases brujos para
que le ayuden a canalizar la enorme energía y el nivel de consciencia que
la koarepa te presta para conectarte con la Yoo Ania y curarte. Además de
que el que da la koarepa debe sobre todo ser impecable y tener una estructura consistente de conocimiento en que apoyarse, y no sólo sus fantasías
115
4. Cortina.indd 115
11/22/22 16:40
egomaniáticas de sentirse chamán para que lo admiren […] Tengo más
de treinta años de estar en la tradición wixárrica, y eso me llevó a rencontrar el camino que nosotros los jiak yoheme extraviamos a partir de
la llegada de los jesuitas. El hikurí me ha llevado de nuevo a entrar en la
Juya Ania (‘el mundo natural’) y conocer el mundo del encanto en el que
habitan nuestros ancestros los surem. También es el venado azul el
que me ayudó a entender los peligros de la Koerepa, así como sus maravillosos dones, entre muchas otras cosas (Tetabiakti, comunicación personal, junio de 2018).
A la Ciudad de México ahora llegan diversas personas para facilitar la
experiencia del sapo, como el caso de S. Amistron, que se presenta como
descendiente de la cultura tohono o’odham y quien después de conocer la
medicina en 2015, por intermediación de la Fundación ota.c., comenzara a hacer investigación propia en sitios arqueológicos, con petrograbados en el área de Caborca y Trincheras, Sonora (territorio tradicional
tohono), hasta que “se le reveló el conocimiento de los ancestros”, por
lo que ahora se encuentra viajando y realizando ceremonias a la ciudad
desde hace dos años, así como “preparando gente” para que “trabajen
con la medicina” bajo los “usos y costumbres tohono”.
Figura 4
Ceremonia de BUFO ALVARIUS dirigida por S. Amistron
en el lago de Xochimilco, Ciudad de México
Fotografía de Alí Cortina, febrero de 2017.
116
4. Cortina.indd 116
11/22/22 16:40
De esta manera, el consumo del sapo que puede encontrarse entre
los 1 100 y 3 000 pesos en la Ciudad de México ha prevalecido mediante nuevos especialistas en su empleo, conocidos como facilitadores,12
que ahora pueden encontrarse por todo el país (y en otras partes del
mundo) y que en su mayoría han sido dotados de un valor aurático de
legitimidad a partir del establecimiento de relaciones con miembros
de las culturas indígenas de Sonora. Este imaginario también ha sido
promovido por diversos artículos y videos en medios de difusión masiva. Retomo el testimonio de J. M. (44 años), chamán urbano y facilitador de sapo, quien mencionó:
El permiso que me dieron para el sapo, fue Samuel, de la tribu tohono
o’odham, pero más que él, fue ese día en el que estuvimos en el lugar que
le llama “la escuela” y los espíritus se hicieron presentes,… Yo llegué a conocer a Samuel por medio de un hermano, el jefe de una danza del sol…
Estuvieron dando sesiones de Bufo, y fui un día a participar, y me llamó
la atención el tipo de rezo que trae él, y entonces fui al desierto de Sonora
a trabajar con él, porque también me dijo que me iba a llevar a los lugares
donde hay vestigios de la medicina y han sido sagrados para las culturas
que han vivido ahí, y hasta la fecha he estado trabajando con él (J. M.,
comunicación personal, noviembre de 2017).
Lo acontecido en este ámbito con las culturas del desierto de Sonora
introdujo al sapo en el discurso panindigenista de las medicinas ancestrales, y encontró cabida en los circuitos alternativos de la ciudad (y
del país) donde ya se consumía o se trabajaba con plantas psicoativas
vinculadas con ciertas culturas indígenas, como el peyote, los hongos,
la ayahuasca y la iboga, entre otros, lo que coadyuvó en su aceptación
y difusión entre psiconautas, neosanadores, terapeutas, chamanes urbanos y miembros especialistas de otras culturas indígenas para que se
reconociera el sapo como una medicina ancestral. En la Ciudad de México, se ha dado sapo a mara’ kate wixárika y taitas de Colombia y Perú,
así como a diversos abuelos danzantes del movimiento de la neomexicanidad. También algunos chamanes urbanos y facilitadores de la ciudad se han visto envueltos en dinámicas de “ir a compartir” sapo fuera
de México con miembros de culturas indígenas de Sudamérica, como
12
Término que hace alusión a que éstos no intervienen en el proceso de la experiencia,
sino sólo “facilitan” la experiencia, porque “todo lo hace la molécula”.
117
4. Cortina.indd 117
11/22/22 16:40
parte de la misma “labor” de reconocimiento trasnacional. Retomo el
testimonio de Ozelotl R. Galindo (42 años), cofundador del Consejo de
Sabiduría Universal y del Consejo de Abuelos Jóvenes de la Mexicayotl
de la Ciudad de México:
El otac, como es una medicina de reciente redescubrimiento… Los abuelos diferentes apenas la han estado también conociendo, han tenido la
aceptación de la misma… Hemos compartido en Perú, compartimos con
los incas, ya también les dimos a los shipibo-conibo de la Amazonia, de
Colombia se le ha dado a taitas que vienen de allá del Putumayo; ellos
han venido aquí y aquí se les ha compartido, en Chile le dimos a diferentes personas que son aplicadores de kambó… y han estado encantados, a
un pajé de Brasil… y en un mes más o menos vamos a ir a un encuentro
en Panamá a compartir el otac con sesenta tribus que se van a reunir en
un evento y nos están pidiendo que llevemos ahí el otac, entonces seguiremos ahí con la investigación de cómo van reaccionando los diferentes
abuelos (O. R. Galindo, comunicación personal, enero de 2018).
De esta forma, el empoderamiento del discurso panindigenista de las
medicinas ancestrales ha permitido integrar nuevos recursos psicoactivos
como el sapo en las ferias y encuentros de medicina tradicional:
La primera vez que yo lo escuché fue en un foro de medicina tradicional, que había como muchos puestos de diferentes cosas… en uno de los
puestos… nos dio un papelito y demás, y así como de “es la medicina
del sapo”… habiendo ya conocido, pues, el híkuri como medicina, ya no
lo vi como algo que me invitara a rechazar, sino lo vi como algo que me
gustaría intentar y probar como medicina (L., estudiante de medicina
tradicional tzotzil y asistente a ceremonias de sapo, comunicación personal, febrero de 2017).
No obstante, debe destacarse el hecho de que “la medicina del sapo” no
tiene un uso consensuado, por lo que existen diversos posicionamientos
en el seno de las culturas involucradas, pues mientras es aceptado por
unos, es rechazado por otros. Por ejemplo, en la comunidad comca’ac de
Punta Chueca, Sonora, es sólo una familia de Hacco Cama13 quienes lo
han adoptado como una herramienta de espiritualidad y de hibridación
13
Especialistas rituales que curan con cantos.
118
4. Cortina.indd 118
11/22/22 16:40
cultural con sus ceremonias y cantos curativos tradicionales.14 Asimismo, importantes miembros de la cultura tohono o’odham, por el lado de
México, mencionaron desconocer sobre este uso del sapo, y a pesar de
que ya lo probaron por intermediación de un facilitador de la Ciudad
de México que intentó “reintroducírselo”, no están de acuerdo en que se
considere una medicina tohono.15
Estas situaciones dejan de manifiesto que el empoderamiento del
discurso de tradición en la ciudad puede incluir nuevos recursos psicoactivos como el sapo, porque se emplean imaginarios con lugares
distantes y de difícil acceso. Sin embargo, dado que los territorios tradicionales de las culturas del desierto de Sonora coinciden con el hábitat
del Bufo alvarius, continuará la controversia sobre si esta sustancia fue
utilizada o no en Aridoamérica o Mesoamérica, como se ha especulado
por diversos investigadores, aunado a que la explosión de su demanda
también ha generado un mercado negro y ecocidio que ahora es una
eminente amenaza de extinción para la especie.
“Medicinas nacionales”
México ha sido una pieza clave mundial en el campo de los psicoactivos debido a que es el país con mayor biodiversidad en flora y fauna
psicoactiva (Hoffman y Schultes, 2000). Su fama chamánica vinculada
con el peyote o los hongos, merced a personajes como Carlos Castaneda y María Sabina, impulsó que diversos maestros, buscadores espirituales y psiconautas entraran en procesos de intercambio con el mundo
indígena, en búsqueda de nuevas experiencias de alteración de la conciencia (De la Torre y Gutiérrez, 2016: 73-74).
La intersección entre el nacionalismo cultural promovido por el
Estado, lo indígena y el New Age han generado movimientos espirituales de tinte nacionalista (2016: 78), como lo han sido las versiones
híbridas de la neomexicanidad que han estado basadas en rescates de
linajes imaginados (herederos de los aztecas, los mayas o los toltecas),
14
Trabajo de campo en la comunidad Comca’ac de Punta Chueca, Sonora, marzo de
2018.
15
Trabajo de campo en Caborca, Magdalena de Kino y Trincheras, Sonora, marzo de
2018.
119
4. Cortina.indd 119
11/22/22 16:40
resaltando elementos de civilizaciones pasadas e idealizadas (De la Torre y Gutiérrez, 2017: 35-36).
De este modo, diversos actores, desde la ciudad, han reinventado
y reinterpretado prácticas en torno al peyote y el sapo, las cuales se
enmarcan en discursos identitarios que articulan o yuxtaponen retóricas como lo nacional, lo indígena, lo mestizo y lo mexicano, para
proyectarlas como herencias de una tradición y reivindicar su consumo
a través de “un uso tradicional”.
Por ello, en la Ciudad de México se han establecido centros para
el consumo de diferentes medicinas ancestrales, dentro del movimiento
de la neomexicanidad, como es el caso de Centro Ceremonial Kalmekayotl, fundado en 2008 en una chinampa en el Lago de Xochimilco,
después de una visión de su fundador, Ozelotl R. Galindo (42 años), cofundador del consejo de abuelos jóvenes de la mexicayotl y cofundador
del Consejo de Sabiduría Universal de México:
Dentro de las visiones que tenemos, la primera fue formar el grupo de
danza… De ahí la visión fue tener un espacio para realizar ceremonias,
principalmente de temazcal; de repente, pues ya trajimos a un huichol,
luego a un hermano del norte, y el lugar empezó a apoderarse, que ahora
tenemos ceremonias prácticamente todos los fines de semana, ceremonias
de diferentes plantas de poder; tenemos hasta dos o inclusive tres ceremonias de poder en un fin de semana, y así es como ha venido creciendo
nuestro centro ceremonial (O. R. Galindo, comunicación personal, octubre de 2016).
En el lugar hay ceremonias de todas las medicinas posibles; sin embargo,
las que más se trabajan por quienes lo dirigen son el peyote y el otac, por
ser consideradas como las “medicinas nacionales” por crecer en territorio mexicano, y también porque obtuvieron un “permiso” de los abuelos
indígenas para poder “dar las medicinas”:
Teniendo un espacio para hacer ceremonias con el abuelo fuego, es que
un wixárika dio la aceptación para que yo pudiera trabajar con la me
dicina… Al menos unos cinco años que estamos trabajando con esa
medicina… El otac apenas es reciente, apenas este año lo empecé a trabajar, principalmente fue cuando la probé con el Dr. Octavio Rettig, él
dirigió 1, 2, 3, y de repente uno que ya tiene la conciencia más abierta;
nos dimos cuenta que esa medicina era para nosotros y que ésa iba a
120
4. Cortina.indd 120
11/22/22 16:40
ser nuestra medicina; hemos tenido otras medicinas –ayahuasca, yagé,
kambó–, pero la visión que hace esa medicina es especial; junto con el
peyote, son las medicinas de México, entonces son las medicinas que nos
ha tocado; el otac es una medicina que me ha gustado mucho, para eso
tuve que ir con los seris… Conocer todo el proceso, desde ir a buscar al
Bufo alvarius al desierto, cómo se extraía la molécula, qué glándulas, ir a
platicar con el abuelo, estar en ceremonias, apoyar para que yo ya tuviera
como ese permiso dentro de ese linaje del abuelo don Pancho, y actualmente ya estamos dirigiendo ceremonias; son ceremonias que no son para
todos, son ceremonias para personas que ya han tenido experiencias con
otras medicinas, y así es como es nuestra visión (O. R. Galindo, 2016).
Figura 5
Finalizando una ceremonia colectiva de OTAC en el Centro
Ceremonial Kalmekayotl, Xochimilco, Ciudad de México
Fotografía de Alí Cortina, mayo de 2017.
De esta manera, el discurso de las medicinas nacionales también es
interiorizado en las propias experiencias individuales, como lo mencionó el chamán urbano A. Tepeyolohtli (47 años), originario de San Juan
Teotihuacan, Edo. De México, quien trabaja con peyote, el sapo Otac
y la Xanga.
Tengo más afinidad o más sensibilidad con las plantas de México que
[con] las de otros países porque es mi tierra, porque la siento en el corazón; entonces, por qué sientes la medicina del desierto, la medicina del
hikuri o la medicina del Bufo alvarius, y la siento en mi corazón, en mi
mente, no solamente en su esencia cuando la tomo; me han ayudado mu121
4. Cortina.indd 121
11/22/22 16:40
chísimo las medicinas de México (A. T., comunicación personal, octubre
de 2016).
El empoderamiento de un discurso panindigenista de las medicinas ancestrales de México también ha permitido diversas combinaciones entre
distintas prácticas que pueden ligar a distintos psicoactivos, como fue el
caso de una ceremonia en marzo de 2017 en la que A. Tepeyolotli incluyó
el compuesto visionario vanguardista conocida como xanga16 dentro de
una ceremonia de peyote, al retomarla dentro de la visión del chamanismo urbano, la cual le confiere mayor libertad en cuanto a la apertura de
nuevos horizontes de experiencia, y con ello lograr una “unificación de
medicinas” en un contexto ceremonial anclado en una reinvención
de un uso tradicional del peyote.
Figura 6
Afiche publicitario de ceremonia
de “unificación de híkuri y xanga”
Whatsapp, comunicación personal, mayo de 2017.
Asimismo, el consumo emergente del Tepezcohuite (Mimosa
Hostillis) como una rica fuente de DMT (Dimetiltriptamina), que es
Extracción semisintética de dmt proveniente de diversas fuentes botánicas –en México se hace principalmente con el tepezcohuite–, y es combinado con diversas plantas de efecto
imao –puede ser banisteriopsis caapi o syrian rue–, que contituye una metodologia análoga al
conocimiento de la elaboración del yagé o ayahuasca (Ott, 2009), pero la xanga es fumada y
tiene una duración corta de 5 a 10 minutos.
16
122
4. Cortina.indd 122
11/22/22 16:40
combinado con otras plantas, bajo distintas metodologías, ya se fumado en base libre o xanga, o ya sea ingerido oralmente como en pharmahuasca o anahuasca (Ott, 2009), representa un importante elemento
que se ha ido incorporando al fenómeno de medicinas ancestrales, al
tener correspondencias territoriales indígenas en Oaxaca y Chiapas, lo
que ha generado nuevos imaginarios y narrativas en torno a un posible
uso ancestral, por ejemplo, se mencionan los antiguos mayas. A pesar
de que no existen evidencias claras acerca de su uso tradicional como
una planta de poder en México (ya que su análoga brasileña si lo tiene),
sin duda en los años venideros esta controversia tomará fuerza al ser una
planta con amplia biodisponibilidad en México.
En términos generales, la retórica de las “medicinas nacionales”
como un corpus discursivo de nación y un uso tradicional indígena de
psicoactivos permite operativizar discursos de valoración y pertenencia
adcriptivo en un “nosotros nacional” que permite que todos los mexicanos puedan rescatar su pasado –colectivo e individual– mediante las
medicinas, por lo que tanto “mestizos” como “indígenas” pueden trabajar y consumir medicinas siempre y cuando se mantengan en articulación como parte de la misma comunidad imaginada de la “nación”.
Por tanto, es cada vez más necesaria alguna conexión a una noción
del “genérico indígena” que permita “(re)conectarse a lo indígena desde
el ser mestizo en México” (Aguilar, 2013: 155), acción evidente en las
ceremonias que a menudo son realizadas por personas pertenecientes a
alguna cultura indígena, se exalta un vínculo hacia miembros de ellas
o, en última instancia, a un pasado genérico de ancestralidad. Como
afirman De la Torre y Gutiérrez (2017: 58): “Hoy en día, más que nunca, la identidad, y con ella la tradición, se adquiere no sólo por la antigüedad histórica de un grupo específico, sino mediante la apropiación o
reinvención de linajes creyentes imaginarios, pero refundados sobre los
mitos y los ritos fundacionales de los grupos tradicionales existentes”.
Consideraciones finales
Las lógicas globales del mercado han traído la restructuración o emergencia de nuevas convenciones discusivas, procesos de negociación, relaciones de poder y producción de nuevas subjetividades, lo que conlleva
una transformación e inversión de posicionamientos sociopolíticos en
123
4. Cortina.indd 123
11/22/22 16:40
torno a las medicinas, ya que la identidad ligada a su “uso tradicional”
es un proceso que permite reinterpretar su consumo por nuevos y viejos
actores. De esta manera, el fenómeno de las medicinas ancestrales, visto
desde el discurso de tradición, permite analizar su contraparte, que es
el desarrollo de una economía política con base en el etnocomercio, que
articula la política de identidad, la mercantilización cultural y el estatus
jurídico de tales plantas y recursos psicoactivos, ya que son los indígenas
quienes tienen y permiten un “acercamiento legal” a las medicinas por
medio de los “usos y costumbres”.
La Ciudad de México, en los últimos veinte años, se ha vuelto un
importante punto de interconexión entre distintas redes y grupos en
torno a estos recursos, y con ello, por un lado, se ha desarrollado un
empoderamiento urbano y global de los discursos de tradición sobre
ciertos recursos psicoactivos, como ha sido el peyote y el sapo, y, por el
otro, ha permitido que diversas personas o que se presentan como descendientes, puedan darse a conocer en diversos circuitos alternativos y
así conseguir viajar a lugares más lejanos del país y del extranjero, lo que
coadyuva a generar un sustento económico, al tiempo que se vuelven
dependientes de las redes de consumo y de los reconocimientos jurídicos multiculturales.
A partir de mecanismos de reivindicación y reinvención de un “uso
tradicional”, es que múltiples grupos ahora recurren a un discurso multiculturalista para “llevar la medicina”, “llevar la cultura” a otros lugares, como lo muestra el caso del peyote con los wixárika, con los
grupos de la neomexicanidad y del noechamanismo. Asimismo, la legitimidad jurídico-social que ofrece un sustrato cultural indígena incide
en la tradicionalización de nuevos recursos psicoactivos –como el sapo
o la xanga– a través de “unificar las medicinas”. La introducción del
sapo en las culturas del desierto de Sonora es un acto clave que ayuda
a comprender el empoderamiento del discurso de uso tradicional y su
etnogénesis, sobre una práctica de la que no está clara su historia y que
tan sólo hace unos años se comenzó a utilizar en México.
La proliferación de los híbridos mediante reformulaciones como la
indigenidad, la nación y el mestizaje permiten que sea un consumo
legítimo para diversos sectores de la población, puesto que establece un
vínculo con un pasado genérico de ancestralidad con el cual se puede
encontrar una “reconexión con el pasado de México y consigo mismo”,
124
4. Cortina.indd 124
11/22/22 16:40
con los antepasados de todas aquellas “culturas indígenas nacionales”
y con los propios.
La heterocronía de diversas experiencias que coexisten en el siglo
xxi permite vislumbrar que el pasado toma la forma de un proceso
inacabado, y no una imagen petrificada en el tiempo, por lo que el
campo de consumo de medicinas ancestrales requiere un mayor análisis
y esfuerzo de integración, para poder generar un equilibrio entre el consumo ya existente, la dimensión ecológica de los recursos psicoactivos,
y la economía y derechos de los pueblos originarios.
Referencias
Aguilar Ros, A. (2013). “Estrategias de resistencia y negociación de
los bienes culturales en el chamanismo wixaritari: procesos de articulación”, en R. de la Torre, C. Gutiérrez Zúñiga y N. Juárez
Huet (coords.), Variaciones y apropiaciones latinoamericanas del New
Age. México: Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en
Antropología Social / El Colegio de Jalisco, pp. 143-164.
Álvarez Rodríguez, I. (2013). “El Frente en Defensa Wirikuta Tamatsima Wahaa: un acercamiento sistémico a los nuevos movimientos
sociales”, tesis de Maestría en Ciencias Sociales y Humanidades,
Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa.
Astorga, L. (1996). El siglo de las drogas. México: Planeta.
Bengoa, J. (2000). La emergencia indígena en América Latina. México:
Fondo de Cultura Económica.
Caicedo-Fernández, A. (2015). La alteridad radical que cura. Neochamanismos yajeceros en Colombia. Colombia: Universidad de Los
Andes.
Comaroff, J. y J. L. Comaroff (2012). Etnicidad, S. A. Buenos Aires:
Katz Editores.
Cortina, A. (2021). “Medicinas ancestrales en la Ciudad de México.
Reesemantización de sus usos en el siglo xxi”, tesis de Maestría
en Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma
Metropolitana-Cuajimalpa.
Dawson, A. (2016). “Peyote in the Colonial Imagination”, en B. Labate
y C. Cavnar (eds.), Peyote: History, Tradition, Politics, and Conservation. Santa Barbara, Cal.: Praeger, pp. 43-64.
125
4. Cortina.indd 125
11/22/22 16:40
De la Torre, R. y C. Gutiérrez (2017). Mismos pasos, nuevos caminos.
Trasnacionalización de la danza conchero azteca. México: Ciesas /
El Colegio de Jalisco.
De la Torre, R. y C. Gutiérrez (2016). “Genealogías de la Nueva Era
en México”, Rever 16 (2), pp. 55-91.
Derrida, J. (1994). “Retórica de la droga”, Dossier Revista Colombiana
de Psicología, 4, pp. 33-44.
Feeney, K. y B. Labate (2016). “Paradoxes of Peyote Regulation in
Mexico: Drug Conventions and Environmental Laws”, en B. Labate y C. Cavnar (eds.), Peyote: History, Tradition, Politics, and Conservation. Santa Barbara. California: Praeger, pp. 211-238.
Foucault, M. (2013). “Todo se convierte en objeto de un discurso”.
¿Qué es usted, profesor Foucault?: Sobre la arqueología y su método.
Buenos Aires: Siglo XXI Editores, pp. 105-118.
Foucault, M. (1979). Arqueología del saber. México: Siglo XXI Editores.
Galinier, J. (2013). “Endo y exochamanismo en México. Doctrinas
en disputa alrededor de la espiritualidad étnica”, en R. de la Torre,
C. Gutiérrez y N. Juárez (coords.), Variaciones y apropiaciones latinoamericanas del New Age. México: Centro de Investigaciones y
Estudios Superiores en Antropología Social / El Colegio de Jalisco,
pp. 105-116.
Glockner, J. (2006). “Drogas y enteógenos. Reflexiones en torno a un
problema cultural”, en E. Soto y J. Glockner (comps.), La realidad
alterada: drogas, enteógenos y cultura. México: Debate, pp. 11-38.
González, M. (2005). “Aplicación del convenio 169 de la oit en México”, en D. Cienfuegos y M. López (coords.), Estudios en homenaje
a don Jorge Fernández Ruiz. Derecho constitucional y política. México: unam, pp. 255-267.
Hale, Charles (2002). “¿Puede el multiculturalismo ser una amenaza? Gobernanza, derechos culturales y política de la identidad en
Guatemala”, en P. Calla y M. L. Lagos (comps.), Antropología del
Estado. Dominación y prácticas contestatarias en América Latina.
La Paz, Bol.: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(Cuaderno del Futuro, 23), pp. 285-346.
Hoffman, A. y R. Evans Schultes (2000). Plantas de los dioses. México:
Fondo de Cultura Económica.
126
4. Cortina.indd 126
11/22/22 16:40
Kroopman, C. (2008). “Foucault’s Historiographical Expansion:
Adding Genealogy to Archaeology”, Journal of the Philosophy of
History 2, pp. 338-362.
Labate, B., C. Cavnar y T. Rodrígues (2016). Drug Policies and the
Politics of Drugs in the Americas. Suiza: Springer.
Labate, B. y Flores López, P. (2015). Midiendo el uso de drogas ilegales
en México: reflexiones sobre las encuestas nacionales de adicciones y
una encuesta independiente. Aguascalientes: Centro de Investigación
y Docencia Económicas.
Liffman, P. (2012). La territorialidad wixárica y el espacio nacional:
reivindicación indígena en el occidente de México. Zamora, Mich.:
El Colegio de Michoacán / Centro de Investigaciones y Estudios
Superiores en Antropología Social.
Méndez y Berrueta, L. H. (2016). “El Estado híbrido en México”, en
L. H. Méndez Berrueta y M. Á. Romero Miranda (comps.), Méxicos
híbridos. De cuando México se volvió plural y todos los discursos fueron
insuficientes. México: Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, pp. 125-193.
Moore, D. y L. Maher (2002). “Ethnography and Multidisciplinarity in the Drug Field”, International Journal of Drug Policy 13, pp.
245-247.
Ogarrio Huitrón, J. E. (2012). “Los comca’ac: naturaleza, conocimiento y espiritualidad. Un estudio sociocultural”, tesis de Licenciatura
en Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.
Ott, J. (2009). Análogos de la ayahuasca. España: Amargord.
Pérez Montfort, R. (2016). Tolerancia y prohibición: aproximaciones
a la historia social y cultural de las drogas en México 1840-1940. México: Debate.
Rettig, O. (2014). Bufo alvarius, el sapo del amanecer: la historia. México: Ediciones Pigmalión.
Rodríguez, T. y B. Labate (2015). “Política de drogas y prohibición en
las Américas”, en B. Labate y T. Rodrígues (eds.), Drogas, política
y sociedad en América Latina y el Caribe. México: cide, pp. 29-52.
Savater, F. (1996). “Tesis sociopolíticas sobre las drogas”, en R. García
y F. Ramírez (coords.), Drogas. La prohibición inútil. México: Ediciones del Milenio, pp. 13-21.
127
4. Cortina.indd 127
11/22/22 16:40
Scuro, J. (2016). “Neochamanismo en América Latina. Una cartografía desde el Uruguay”, tesis de Doctorado en Antropología Social,
Universidade Federal do Rio Grande do Sul.
Stuart, R. (2002). “Entheogenic Sects and Psychedelic Religions”, Sex,
Spirit and Psychedelics 12 (1), pp. 17-24.
Weil, A. y W. Davis (1994). “Bufo alvarius A Potent Hallucinogen of
Animal Origin”, Journal of Ethnopharmacology 41, pp. 1-8.
Zizek, S. (1998). “Multiculturalismo, o la lógica cultural del capitalismo multinacional”, en S. Zizek y F. Jameson, Estudios culturales. Reflexiones sobre el multiculturalismo. Argentina: Paidós, pp. 137-188.
128
4. Cortina.indd 128
11/22/22 16:40