Cirujano General
Volumen
Volume
27
Número
Number
3
Julio-Septiembre
July-September
2005
Artículo:
Lesiones duodenales. Parte II
Derechos reservados, Copyright © 2005:
Asociación Mexicana de Cirugía General, A. C.
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Cirujano General Vol. 27 Núm. 3 - 2005
ARTÍCULO DE REVISIÓN
Lesiones duodenales. Parte II
Duodenal lesions (Part II)
Juan A. Asensio MD, FACS, Walter Martín García MD, Patrizio Petrone MD, Marcela Pardo MD,
Juan Carlos García MD, Luis M. García Nuñez, Tamer Karsidag MD, Eric Kuncir MD, FACS
Resumen
Objetivo: Analizar los aspectos más importantes del
manejo quirúrgico de las lesiones duodenales.
Sede: Hospital de tercer nivel de atención.
Obtención de los datos: A través de Medline se obtuvieron 18 artículos seleccionados para el tema.
Selección de los estudios: Se seleccionaron aquéllos relacionados con casuísticas que trataran aspectos quirúrgicos y ofrecieran datos de morbi-mortalidad.
Resultados: Una vez hecho el diagnóstico se debe
definir la extensión de la lesión para clasificarlas
según el sistema de la AAST-OIS (Asociación
Americana para Cirugía del Trauma y la Escala de
Lesión de Órganos), las lesiones grado III a V
se consideran lesiones complejas. Setenta y cinco a 85% de las lesiones duodenales pueden ser
reparadas con técnicas quirúrgicas simples. La
morbilidad post-quirúrgica oscila del 6% al 11%
y consiste básicamente en fístula y obstrucción
duodenal, otras complicaciones son abscesos,
pancreatitis y fístula biliar. La mortalidad oscila
entre el 5% y el 30%, con una media de 17%, pero
la lesión duodenal en sí solo es responsable del
2% de las muertes.
Conclusión: El traumatismo duodenal es una entidad
poco frecuente, aunque se asocia a una alta tasa de
morbi-mortalidad
Abstract
Objective: To analyze the most relevant aspects of the
surgical handling of duodenal injuries.
Setting: Third level health care hospital.
Data collection: By means of MEDLINE, 18 articles related to the subject were chosen.
Selection of studies: We selected those studies dealing with surgical aspects and offering data on morbidity and mortality.
Results: Once the diagnosis has been made, the extent of the injury must be defined and classified according to the AAST-OIS (American Association for
Surgery of Trauma and Organs Injury Scale) system; grade III to V injuries are considered complex
ones. Seventy-five to eighty-five percent of the
duodenal injuries can be repaired with simple surgical techniques. Post-surgical morbidity ranges
from 6 to 11% and consists basically in fistulae and
duodenal obstruction; other complications are abscesses, pancreatitis, and biliary fistula. Mortality
ranges from 5 to 30%, with a mean of 17%, but
duodenal injury by itself accounts for 2% of the
deaths.
Conclusion: Duodenal trauma is not frequent, although
it is associated to a high rate of morbidity and mortality.
Palabras clave: Duodeno, traumatismo duodenal, morbi-mortalidad.
Cir Gen 2005;27:245-249
Key words: Duodenum, duodenal trauma, morbidity,
mortality.
Cir Gen 2005;27:245-249
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Division of Clinical Research in Trauma Surgery and Critical Care Department of Surgery.
University of Medicine and Dentistry of New Jersey. The University Hospital, Newark, New Jersey USA.
Recibido para publicación: 24 de octubre de 2004.
Aceptado para publicación: 10 de noviembre de 2004.
Correspondencia: Juan A. Asensio MD, FACS, FCCM. The University Hospital 150 Bergen Street, Mezzanine M232 Newark,
New Jersey 07101-1709. Phone: 973-972-1472 E-mail: asensio@umdnj.edu
Volumen 27, Núm. 3 Julio-Septiembre 2005
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Dr. Asensio
Manejo quirúrgico de las lesiones duodenales
sustraídode-m.e.d.i.g.r.a.p.h.i.c
cihpargidemedodabor
Una vez establecida la indicación quirúrgica, debemos
poner en práctica en primer lugar las maniobras básicas
de resucitación, según el Advanced Trauma Life Support
(ATLS) del American College of Surgeons.1 Asimismo,
antes de comenzar la intervención quirúrgica, recomendamos la utilización de antibióticos de amplio espectro
como las cefalosporinas de segunda generación.
Una vez realizada la incisión en la línea media, todos
nuestros esfuerzos deben dirigirse al control de la hemorragia, potencialmente letal, procedente de estructuras vasculares u órganos como el bazo o el hígado. Posteriormente, deben examinarse las vísceras huecas con
el fin de controlar una posible fuga intestinal. Una vez
completado este paso, el duodeno debe explorarse cuidadosamente y visualizar directamente las cuatro porciones del mismo. La presencia de crepitación, de bilis
en los tejidos paraduodenales, fístula biliar, hematoma
en la región retroperitoneal derecha o hematoma perirrenal, deben hacernos sospechar la existencia de una
lesión duodenal. Posteriormente, el duodeno debe ser
movilizado utilizando la maniobra de Kocher, de Cattel
y Braasch o ambas, que proporcionarán una total visualización de las paredes anterior y posterior de todas las porciones duodenales.
Tras identificar una lesión duodenal, debe definirse
su extensión. Recomendamos clasificar las lesiones duodenales utilizando el sistema de la American Association for the Surgery of Trauma-Organ Injury Scale (AASTOIS)2 (Cuadro I). Las lesiones grado III-V, las lesiones
pancreaticoduodenales combinadas y las lesiones que
engloban al conducto biliar común y al área periampular
se consideran lesiones complejas.
Aproximadamente el 75 al 85% de las lesiones duodenales pueden ser reparadas utilizando técnicas quirúrgicas simples, reservando aquéllas más complicadas para
el tratamiento de las lesiones más complejas. En el cua-
odarobale
FDP
dro II se muestran las diferentes:rop
técnicas
quirúrgicas
para el tratamiento de las lesiones duodenales.
VC ed AS,duodenal
cidemihparG
El hematoma intramural
(Grado I) es una
lesión poco común que puede presentarse como una
obstrucción intestinal, y puede ocurrir arap
tiempo después
del traumatismo por lo que se requiere un alto grado de
acidémoiB
:cihpargideM
sospecha
clínica. arutaretiL
En los niños,
el hematoma duodenal
es más frecuente en la primera porción del duodeno,
sustraídode-m.e.d.i.g.r.a.p.h.i.c
mientras que en los adultos ocurre con más frecuencia
en la segunda y tercera porciones del mismo. En la radiografía simple de abdomen, el hematoma duodenal
puede sospecharse por la apariencia en espiral del segmento afectado y puede delimitarse mejor mediante la
aplicación de contraste baritado. En la TAC puede observarse el engrosamiento de la pared duodenal. Existe
controversia acerca del tratamiento de esta lesión. Las
obstrucciones parciales pueden manejarse de forma conservadora mediante descompresión a través de una sonda nasogástrica y nutrición parenteral durante aproximadamente dos semanas, resolviéndose la mayoría de
los mismos de forma satisfactoria. Si tras siete a diez
días de tratamiento no se objetiva mejoría significativa, está indicada la exploración quirúrgica. Debe realizarse una incisión en la serosa duodenal para liberar
el coágulo y obtener una buena hemostasia. Si el hematoma engloba más del 75% de la luz duodenal, en
ocasiones se requiere la realización de una gastroyeyunostomía para evitar la obstrucción total.3
La mayoría de las laceraciones duodenales pueden
ser reparadas de forma primaria después de un cuidadoso desbridamiento del tejido dañado. En una serie de
164 pacientes con traumatismo duodenal, publicada por
Cogbill et al,4 se realizó duodenorrafia a 90 pacientes
(55%). Las laceraciones que engloben menos del 50%
de la circunferencia del duodeno (Grados I y II), sin otras
lesiones pancreáticas o biliares asociadas, reconocidas
de forma precoz, pueden ser tratadas de forma segura
Cuadro I.
Clasificación de la American Association for the Surgery of Trauma-Organ Injury Scale para lesiones
duodenales (1990).2
Grado
Lesión
Descripción
III
Hematoma
Laceración
Hematoma
Laceración
Laceración
IV
Laceración
V
Laceración
Vascular
Afectación de una única porción duodenal.
Laceración parcial sin perforación.
Afectación de más de una porción duodenal.
Disrupción de menos del 50% de la circunferencia duodenal.
Disrupción de menos del 50 al 75% de la circunferencia
de la segunda porción duodenal.
Disrupción de menos del 50 al 100% de la circunferencia de la primera,
tercera y cuarta porciones duodenales.
Disrupción de más del 75% de la circunferencia de la segunda porción
duodenal.
Afectación de la ampolla de Vater o de la porción distal del
conducto biliar común.
Disrupción masiva del complejo duodenopancreático.
Desvasculanzación del duodeno.
I
II
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Aumentar un grado en caso de lesiones múltiples del mismo órgano.
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Cirujano General
Lesiones duodenales, tratamiento
Cuadro II.
Técnicas quirúrgicas y procedimientos para reparar
lesiones duodenales y pancreaticoduodenales.
Duodenorrafia
Duodenorrafia con drenaje extremo
Duodenorrafia con tubo de duodenostomía
Primaria (a través del duodeno)
Anterógrada (a través del píloro)
Retrógrada (a través del yeyuno)
Técnica de la triple ostomía (gastrostomía y yeyunostomía
anterógrada y retrógrada)
Parche seroso yeyunal
Parche mucoso yeyunal
Pedículos vasculares
Íleon
Yeyuno
Estómago (islote gástrico)
Resección duodenal
Duodenoduodenostomía
Duodenoyeyunostomía
Diverticulización duodenal (vagotomía y antrectomía, gastroyeyunostomía, duodenorrafia, tubo en T de drenaje biliar y drenajes externos)
Exclusión pilórica
Con suturas (absorbibles y no absorbibles)
Con sutura mecánica
Duodenopancreatectomía (Procedimiento de Whipple)
con desbridamiento de los bordes de la perforación y
con reparación primaria. Las duodenotomías longitudinales pueden ser reparadas de forma transversal si la
longitud de la laceración es menor del 50% de la circunferencia duodenal.5 Asimismo, debe considerarse la colocación de drenajes conectados a sistemas cerrados
de aspiración adyacentes a la zona de la duodenorrafia, aunque evitando el contacto directo del mismo con
la zona de sutura para evitar la formación de fístulas.
En algunos casos la lesión duodenal en sí o el desbridamiento necesario para eliminar el tejido desvitalizado es demasiado amplio como para permitir un cierre
primario, ya que podría causar estrechamiento importante de la luz duodenal. En estos casos, algunos autores han descrito el uso experimental de los parches de
serosa yeyunal suturada en los bordes del defecto duodenal. Sin embargo, para otros3,5 es una técnica muy
compleja y de discutible eficacia clínica.
Para reparar aquellos defectos duodenales mayores
del 50 al 75% de la circunferencia duodenal (Grado III) se
puede realizar una duodenoyeyunostomía en Y de Roux,
realizando una sutura término-terminal entre un extremo
del yeyuno y la perforación duodenal. Esta técnica proporciona una anastomosis entre las mucosas de ambas
asas intestinales, por lo que la incidencia de fugas es
menor. Según Carrillo et al,3 esta técnica puede emplearse en el tratamiento de aquellos enfermos con grandes
defectos en la segunda porción duodenal próximos a la
ampolla de Vater, donde una reparación primaria o una
anastomosis podría comprometer la luz intestinal.
Las técnicas de exclusión se reservan para aquellos pacientes con un retraso en el diagnóstico, o para
aquéllos que presentan grandes defectos de la pared
duodenal (Grado IV), lesiones por aplastamiento o lesiones combinadas pancreáticoduodenales (Grado V),
en los cuales la probabilidad de dehiscencia de las
suturas es elevada.
La diverticulización duodenal original fue descrita por
Berne et al6 en 1968 y el proceso original incluía antrectomía, desbridamiento y cierre duodenal, colocación de
un tubo de duodenostomía, vagotomía, drenaje del tracto biliar y yeyunostomía de alimentación. El principal inconveniente de esta técnica es su gran complejidad, por
lo que es de difícil realización en los pacientes inestables hemodinámicamente o con lesiones múltiples.
La exclusión pilórica consiste en la reparación primaria de la lesión duodenal, el cierre del píloro mediante
una gastrotomía en la parte más declive de la curvatura
mayor gástrica mediante una sutura absorbible y, por
último, una gastroyeyunostomía utilizando la gastrotomía creada para lograr la oclusión pilórica completa y
diversión del contenido gástrico. La exclusión pilórica
puede llevarse a cabo utilizando una grapadora TA-55
colocada inmediatamente distal al píloro para evitar la
retención del antro gástrico dentro del duodeno. Los
principios fisiológicos de esta intervención son similares a los de la diverticulización duodenal, aunque este
procedimiento es más sencillo, requiriendo menos tiempo y siendo reversible en la mayoría de los casos. El
píloro puede reabrirse en aproximadamente 2 a 3 semanas en el 90% de los pacientes cuando se utilizan
suturas absorbibles.3 La principal complicación de esta
técnica es el desarrollo de úlceras marginales en la
gastroyeyunostomía, que pueden ocurrir según algunas series hasta en un 33% de los casos.7
La colocación de los tubos de duodenostomía fue la
primera técnica descrita para la descompresión del duodeno en un intento por preservar la integridad de la duodenorrafia. Fue introducida en la cirugía de trauma en
1966 por Stone y Garoni8 como una triple ostomía (consiste en un tubo de gastrostomía para descomprimir el
estómago, una yeyunostomía retrógrada para descomprimir el duodeno y una yeyunostomía anterógrada de
alimentación). Los resultados iniciales favorables comunicados con esta técnica, no se han comprobado en la
literatura más reciente, incluyendo un estudio multicéntrico con 164 pacientes con traumatismo duodenal.4 Los
inconvenientes de esta técnica incluyen la formación
de nuevas perforaciones en el tracto gastrointestinal, la
falta de eficacia del tubo de yeyunostomía para descomprimir adecuadamente el duodeno y la posibilidad
de extracción accidental de los tubos.5 Si se requiere un
tubo de duodenostomía, Carrillo et al3 recomiendan la
colocación de un tubo de gastrostomía, una duodenostomía transpilórica y una yeyunostomía distal de alimentación, eliminando con esto la formación de nuevas
perforaciones duodenales y la descompresión duodenal
de forma proximal a la sutura y no de forma distal. Por
último, la creación de una yeyunostomía de alimentación es útil en la mayoría de los pacientes.
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Dr. Asensio
Las lesiones combinadas pancreáticoduodenales
pueden verse entre un 10 y un 55% de los pacientes
con traumatismo duodenal. Las indicaciones para la
realización de una pancreaticoduodenectomía comprenden el sangrado masivo e incontrolable de la cabeza
del páncreas, de las estructuras vasculares adyacentes o de ambos, la lesión masiva irreparable del conducto principal en la cabeza pancreática y lesiones
combinadas de algunos de los siguientes órganos no
susceptibles de reparación: duodeno, cabeza pancreática y conducto biliar común.9 Recientemente, hemos
comunicado la serie más extensa de la literatura10 que
incluye un total de 18 pacientes a los que se les realizó una pancreáticoduodenectomía tras el diagnóstico
de una lesión pancreaticoduodenal. Las indicaciones
para realizar esta técnica incluían: hemorragia masiva
e incontrolable retropancreática, destrucción masiva
irreparable de la cabeza del páncreas englobando al
conducto pancreático principal, la porción intrapancreática del conducto biliar común o combinaciones de
estas últimas y lesiones masivas irreparables del duodeno con afectación de la segunda o tercera porción y/
o la ampolla de Vater. De estos 18 pacientes, 12 sobrevivieron con una tasa global de supervivencia del 67%.
Es importante señalar que es un procedimiento complicado que no puede ponerse en práctica en todas las
situaciones, por lo que el cirujano debe tener en cuenta la posibilidad de realizar una intervención para el
control de la hemorragia exsanguinante y la contaminación intestinal y ligar los conductos biliar y pancreático en una primera oportunidad, para posteriormente
llevar a cabo la reconstrucción definitiva en las siguientes 48 horas.11
Morbilidad
Las lesiones duodenales están asociadas con una alta
tasa de morbilidad. Las dos principales complicaciones
después de un traumatismo duodenal son la formación
de fístulas y la obstrucción duodenal. La mayoría de las
series comunican una incidencia de fístulas que oscila
entre el 6 y el 11%. Esta complicación se presenta con
más frecuencia después del quinto día tras la cirugía.
En pacientes con drenajes, el diagnóstico se establece
por la presencia de material bilioso en el mismo. Por su
parte, los pacientes sin drenajes pueden presentar signos de rápido deterioro clínico con fiebre, hipotensión,
taquicardia y peritonismo. En ambos casos, el diagnóstico puede hacerse mediante estudios con contraste.
En el manejo de una fístula duodenal es muy importante el drenaje de las colecciones intraabdominales, la
protección de la piel que rodea la fístula para evitar el
daño causado por las secreciones duodenales y el aporte
de una nutrición adecuada, preferiblemente por una yeyunostomía distal o, cuando esto último no sea posible,
mediante nutrición parenteral total.3 Si el paciente ha sido
sometido previamente a una exclusión duodenal, bien
una diverticulización o una exclusión pilórica, estas
fístulas suelen ser distales y, normalmente, cierran espontáneamente sin necesidad de intervención quirúrgica alguna. Por el contrario, si la operación inicial no
incluía una exclusión duodenal y tras tres semanas de
tratamiento adecuado con drenaje y soporte nutricional, persiste una fístula de alto débito, debe plantearse
la necesidad de una reexploración quirúrgica.12
La obstrucción duodenal puede ocurrir entre un 5 y
8% de los pacientes. Es más frecuente en pacientes
que han sido sometidos a reparaciones duodenales extensas sin gastroyeyunostomías. La forma de presentación más común es el tránsito lento a través del asa
duodenal, siendo rara la obstrucción completa. En algunos pacientes la administración de cisapride puede ser
efectiva al favorecer el peristaltismo. En las obstrucciones parciales puede intentarse el tratamiento conservador durante tres o cuatro semanas. En pacientes con
obstrucción completa y que no hayan experimentado
mejoría tras una semana de tratamiento médico, debe
considerarse la reintervención quirúrgica.3
Por último, pueden observarse otras complicaciones importantes relacionadas con el traumatismo duodenal como pueden ser la formación de abscesos intraabdominales (10.9 - 18.4%), pancreatitis recurrente
(2.5 - 14.9%) y fístula del conducto biliar (1.3%).13 Recientemente, Fakhry et al14 en un estudio retrospectivo
multicéntrico englobando 318 pacientes con traumatismo duodenal, registró una tasa de morbilidad global
del 27.1%.
Mortalidad
Las lesiones duodenales conllevan una tasa de mortalidad significativa que varía entre el 5.3 y el 30% con una
media del 17%.15 Sin embargo, la lesión duodenal por sí
misma, causa menos del 2% de las muertes.3
Las causas de mortalidad en el traumatismo duodenal pueden ser divididas en tempranas y tardías. La
mayoría de las muertes tempranas son causadas por
exanguinación y son, generalmente, el resultado de lesiones vasculares mayores. Cuando se excluyen estas
muertes tempranas, la tasa de mortalidad varía entre el
6.5% y el 12.5% y puede ser atribuida al desarrollo de
complicaciones que incluyen la sepsis, la formación de
fístulas y el fallo multiorgánico.16
Por otra parte, para algunos autores el factor más importante asociado a la mortalidad de las lesiones duodenales es el retraso entre su reconocimiento y la reparación definitiva. Lucas et al17 encontraron una tasa de
mortalidad del 40% en pacientes que fueron intervenidos
quirúrgicamente más de 24 horas después del traumatismo, mientras que aquellos pacientes que fueron operados durante las primeras 24 horas, la tasa de mortalidad
descendió hasta un 14%. Sin embargo, existe controversia a este respecto. Recientemente, Allen et al18 diseñaron un estudio retrospectivo en el que revisaron 22,163
pacientes víctimas de un traumatismo abdominal contuso, identificando 35 pacientes (0.2%) con traumatismo
duodenal y dividieron a estos pacientes en dos grupos:
28 (80%) en los que el diagnóstico de lesión duodenal se
realizó en las primeras seis horas tras el ingreso y un
segundo grupo con 7 pacientes (20%) en los que el diagnóstico se realizó pasadas más de seis horas tras su
admisión. Estos autores encontraron que el retraso en el
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248
Cirujano General
Lesiones duodenales, tratamiento
Referencias
diagnóstico no afectaba la mortalidad ni la duración de la
estancia hospitalaria, aunque sí incrementaba de forma
significativa las complicaciones. Por su parte, Ballard et
al,19 en su serie de 206 pacientes con traumatismo abdominal contuso, comunicaron una tasa de mortalidad del
13%, no encontrando un incremento de la misma asociado a un retraso en el diagnóstico.
3.
Conclusión
4.
El traumatismo duodenal es una entidad rara que se
asocia a una tasa considerable de morbi-mortalidad.
Debido a su relativa baja incidencia, la experiencia con
este tipo de traumatismos es limitada, por lo que se
requiere un alto índice de sospecha clínica, ya que el
diagnóstico de este tipo de lesiones supone todo un
reto para el cirujano. Por ello, cobra especial interés el
conocimiento del mecanismo lesional, sobre todo en
los casos de traumatismo abdominal cerrado. La localización retroperitoneal del duodeno puede hacer que
los clásicos signos de peritonismo, asociados a la ruptura de otras vísceras huecas, no estén presentes en
el momento de la evaluación por lo que se recomienda
la realización de exámenes clínicos seriados. Por otra
parte, los datos de laboratorio no son de utilidad en el
diagnóstico de este tipo de lesión. Así, cobra especial
interés, ante la sospecha de lesión duodenal, la realización de una TAC con contraste oral e intravenoso
que puede poner de manifiesto signos muy sugestivos
de perforación duodenal, como la extravasación del
contraste retroperitoneal, o bien signos menos específicos, como la presencia de líquido libre intraperitoneal.
Los estudios del tracto gastrointestinal con contraste
juegan también un papel importante en el diagnóstico
de estas lesiones. Una vez establecida la necesidad
de intervención quirúrgica, debe evaluarse cuidadosamente la extensión de la lesión duodenal y su relación
con otras estructuras y aplicar, en cada caso, el tratamiento quirúrgico adecuado, reservando las técnicas
más complicadas como la diverticulización y la exclusión pilórica para aquellas lesiones más complejas,
mientras que la mayoría de las lesiones sólo requerirán técnicas simples como el desbridamiento y la duodenorrafia. A pesar de la aplicación de un tratamiento
adecuado existe una alta incidencia de complicaciones asociadas a esta entidad, siendo la formación de
fístulas duodenales la más frecuente. Por último, la
alta tasa de mortalidad relacionada con el traumatismo duodenal se ve afectada, en gran parte, por la existencia de lesiones asociadas.
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