Iconografía y didáctica del retablo de la Capilla Mayor de la Iglesia de
San Pedro Apóstol de Montijo:
“Una rica imaginería al servicio de la evangelización” (II)
PABLO IGLESIAS AUNIÓN
LICENCIADO EN HISTORIA – PROFESOR DE SECUNDARIA
CRONISTA OFICIAL DE PUEBLA DE LA CALZADA
Templo Parroquial de San Pedro Apóstol en Montijo.
Siglos XV-XVII. Foto: Archivo.
El trazo “moratino” en el Retablo Mayor de San Pedro Apóstol de Montijo
Tal y como hemos aclarado en el anterior artículo, F. Tejada Vizuete atribuye con toda
probabilidad la hechura del retablo mayor de San Pedro Apóstol al portugués avecindado
en Mérida Francisco Morato.
Lo hace en referencia a un grado de análisis comparativo con aquellos que están
documentados y labrados en idénticas características en la Baja Extremadura y que nacen
de la mano de escultores prestigiosos como son el propio Morato o Salvador Muñoz, del
que afirma “capaces ambos de licitar, junto a figuras tan renombradas como la de
Gregorio Fernández o Martínez Montañés, a la obra del retablo mayor de la Catedral de
Plasencia o de trabajar, como lo haría Salvador Muñoz en sus último años, junto a Alonso
Cano en los retablos de la iglesia mayor, ahora Catedral, de Getafe (Madrid)”1.
De igual forma, siendo uno de los grandes interrogantes en la actualidad, se ha tenido la
esperanza con este último proceso de restauración, de que “el o los autores” de las pinturas
tanto en tabla como en lienzo pudieran aparecer. Por el momento siguen dentro del
1
CF. F. TEJADA VIZUETE, La capilla mayor de la iglesia de San Pedro Apóstol de Montijo y su retablo, en
el contexto histórico bajo-extremeño de la época, 49.
anonimato si bien -lo explicamos a continuación- la limpieza del mismo nos ha abierto
un rico panorama didáctico y una precisa metodología dentro de la finalidad
evangelizadora del mismo.
El que fuera director de Patrimonio Diocesano de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz (F.
Tejada Vizuete ya mencionado en varias ocasiones), afirma sobre las pinturas que “se
tratan de un conjunto pictórico un tanto discreto, bastante lejos, por ejemplo, del excelente
hacer del emeritense Cristóbal Gutiérrez…al que se le atribuyen las pinturas del retablo
de Nuestra Señora del Rosario de Puebla de la Calzada”2.
Insistimos que, desde la metodología y el análisis histórico, en este campo de atribuciones
de obras de arte, resulta aventurado sin tener la documentación adecuada, señalar autorías
que indudablemente pueden equivocar al lector e incluso desviar la atención hacia terreno
que no dejan de moverse en hipótesis -como de hecho lamentablemente y en algunos
casos ya se ha realizado en Montijo y otros pueblos de la comarca emeritense-. Será quizá
por ello, por lo que cobran fuerza aquellas palabras de Peter Laslett (1915-2001), profesor
de Política de la Estructuras Sociales que fue en la Universidad de Cambridge: “Las
razones del por qué mucho de lo que el historiador suele hacer presenta, habitualmente,
tan poco interés para el que se consagra a lo que llamamos ciencia social del pasado” 3.
Definitivamente y por el momento afirmamos que
desconocemos a los doradores y decoradores de las
imágenes del retablo petrino montijano, aunque sin
descartar que en el año 1613, la lista de pintores
afincados en Mérida es amplia, se abre una puerta a
la hipótesis que debe ser refutada y
documentalmente demostrada: “…el pintor Manuel
Escorcha, al que, en ocasión de un pago de
mercadurías Francisco Ruíz Quirós y Alonso
Rangel,
mercaderes,
documentamos
como
avecindado en Montijo en el año 1613. Un nombre,
sin embargo, que se reitera frecuentemente en los
documentos de Morato, el del pintor Pedro Gutiérrez
Bejarano…”4.
“Calvario” situado en el ático del Retablo de
San Pedro. Foto: cedida.
La iconografía evangelística: los “tetramorfos”
Adentrándonos directamente en la descripción temática e iconográfica del retablo, en su
lenguaje didáctico, en el zócalo o predela (recordemos la parte primera de este estudio)
son las dos tablas de ambos extremos, como si de una custodia doctrinal, soporte
2
CF. F. TEJADA VIZUETE, La capilla mayor de la iglesia de San Pedro Apóstol de Montijo y su retablo, en
el contexto histórico bajo-extremeño de la época, 49.
3
CF. P. LASLETT, Algunas consideraciones sociológicas sobre el trabajo del historiador, El método
histórico, 17.
4
CF. IBÍD, La capilla mayor de la iglesia de San Pedro Apóstol de Montijo y su retablo, en el contexto
histórico bajo-extremeño de la época, 49.
explicativo y didáctico se tratase, las que se ocupan de representar a los evangelistas:
Marcos y Juan a la derecha (izquierda según miramos el mismo), Lucas y Mateo en la de
la izquierda.
La identificación en el mundo de la historia del arte de los llamados “cuatro evangelistas”
está asociado al término “tetramorfos” los cuales tratan de una representación
iconográfica formada por un conjunto de cuatro elementos. Dentro de la didáctica
cristiana la más extendida son los que se asocian con los evangelistas si bien no es algo
propio del cristianismo pues ya tenemos antecedentes en el Antiguo Testamento
concretamente cuando el profeta Ezequiel describe en sus visiones cuatro criaturas que,
de frente, tenían rostro humano y, de espaldas y en cada lateral un rostro animal (léase
Ezequiel 1:10).
Para el caso que nos ocupa, los evangelistas del zócalo del retablo de San Pedro presentan
junto a su propia figura, la representación tetramórfica que le corresponde a cada uno. Así
lo primero que nos encontramos al observar la predela del retablo es a los evangelistas
Marcos y Juan.
Tabla de la casa primera a la derecha del zócalo del retablo: Marcos y Juan. Foto:
Archivo.
Vemos claramente en la figura de la izquierda detrás del evangelio que escribe Marcos la
cabeza de un león: ¿por qué ese animal? El evangelio de Marcos intenta caracterizar la
voluntad de Cristo siendo el león un animal que simboliza la fuerza, precisamente lo que
en este evangelio quiere plantear su autor respecto a Cristo. Pero, además, el león es el
emblema de la ciudad de Jerusalén de donde era oriundo el propio Marcos, que por cierto
es el autor del evangelio más antiguo de los cuatro canónicos y posiblemente escrito en
torno al año 695 en la ciudad de Roma (uno de los tres sinópticos).
Junto a Marcos, el evangelista Juan al que acompaña la figura de un águila mirándose
mutuamente. Se le ha asociado este animal porque su evangelio se caracteriza por ser uno
de los más profundos a la hora de pensar y expresar a Cristo desde una visión “elevada”.
Distinto a los tres anteriores (no forma parte de los llamados sinópticos), Juan se centra
en ideas de múltiples lecturas y necesitamos realmente en ciertos momentos un esfuerzo
para poder entenderlo. Es el llamado evangelio místico o teológico donde el autor pone
una visión total de Jesús6.
5
6
CF. L.M. ROMERO SÁNCHEZ, Evangelios Sinópticos y Hechos de los Apóstoles, 23.
CF. P. IGLESIAS AUNIÓN, Visión historiográfica sobre Jesús de Nazaret: el Jesús histórico, 12.
Evangelistas Lucas y Mateo. Se aprecia en la parte inferior central de la tabla a un ángel-niño, mientras el
evangelista Lucas, gira la cabeza hacia lo que se aprecia como la silueta de un toro. Foto: Archivo.
Siguiendo con la explicación de los evangelistas, debemos irnos hasta la tabla situada a
la izquierda del zócalo. La más mejorada dentro de mal estado conservación en el que se
encontraba, pero que finalmente tras su limpieza se nos han permitido identificarlos.
Empecemos primer por la figura de esa tabla situada a la derecha de la misma.
Como he indicado anteriormente, era una de las tablas que en peor estado de conservación
se encontraba. Tras su limpieza podemos observar en el centro de la ella en su parte
inferior y señalando con la mano a la imagen de la derecha, a un ángel-niño que además
insinúa la “inspiración” con su mano al señalar al evangelista Mateo. Éste, se identifica
en su evangelio con la humanidad (unas veces un hombre o un ángel en sus diferentes
acepciones). Mateo quiere caracterizar a Jesús como “rey de los judíos”, el “mesías
profetizado en las escrituras” haciendo hincapié sobre su vida como hombre y dando
menos atención a su caracterización como ser divino. Por su estilo y cantidad de
sentimientos en su escritura, si lo comparamos con los demás evangelios, se puede
deducir que fue escrito para una comunidad judía con una fecha entre los años 70-1107.
Finalmente, reconocemos al evangelista Lucas, quien gira su cabeza hacia la derecha
donde puede observarse la silueta de la cabeza de un toro. Médico, de grandes
sentimientos hacia la figura de Cristo, lo identifica con un corazón fuerte, como el de los
toros (no olvidemos que por ejemplo en castellano se usa la expresión “tener un corazón
de toro” para las personas sanas y fuertes). Desde época antigua el corazón ha simbolizado
tradicionalmente los sentimientos: “corazón de oro”, “tiene un corazón que no le cabe en
el pecho”. Este evangelio de la mano de Lucas nos quiere transmitir en gran parte esas
capacidades de compasión y justicia en los sentimientos de humanidad de Cristo.
Junto a la explicación anterior también se asocia a Lucas la figura del toro porque su
evangelio comienza con el nacimiento de Juan “el bautista”, hijo de Zacarías e Isabel.
Zacarías era sacerdote encargado en el templo de los sacrificios y el toro era un animal
propicio para ello, incluso en cultura y civilizaciones anteriores a la judía.
7
CF. S. GUIJARRO, Los cuatro evangelios, 332-334
Los Santos Padres de la Iglesia: San Ambrosio, San Gregorio Magno Papa, San
Jerónimo y San Agustín de Hipona
Parte de la predela o zócalo del retablo con el Sagrario en el centro. Foto: Archivo
Pero aún el zócalo o predela del retablo de la parroquial petrina nos guarda una mayor e
igualmente rica iconografía representada ahora en las casas centrales con los Santos
Padres de la Iglesia escoltados por los cuatro evangelistas, una correlación que ni mucho
menos responde al antojo del autor o autores, sino que por el contrario tiene un claro
significado iconográfico y didáctico.
Doctor/a de la Iglesia es un título que la misma, bien el Papa o en un Concilio Ecuménico
otorga oficialmente a ciertos santos para reconocerlos como maestros eméritos de la fe
para los fieles de todos los tiempos. De los ocho doctores originales, cuatro eran Padres
del Occidente que son los que aparecen en el siguiente orden en el zócalo de dicho retablo
montijano: San Ambrosio, San Gregorio Magno Papa, San Jerónimo y San Agustín,
proclamados doctores en 1298. Los otros cuatro son de Oriente: San Atanasio, San Juan
Crisóstomo, San Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno.
El motivo de que sean en número cuatro es por analogía a los evangelistas descendiente
ya de una rica tradición de época medieval y de ahí que aparecen “enmarcados entre
Marcos-Juan y Lucas-Mateo” siguiendo nuestro interés por comprender el mensaje
iconográfico del retablo.
Su culto fue instituido por Bonificación VIII en el año 1298 lo cual se difundirá durante
el medievo para alcanzar una importancia enorme a partir del siglo XV y llegar su
máximo apogeo, durante el siglo XVI en adelante.
San Ambrosio: 340-396
Primera de las tablas centrales que aparece a continuación de la representación de los
evangelistas Marcos y Juan. San Ambrosio nación en Trévelis (Augusta Treverorum), en
el año 340 y fue elegido obispo de Milán en el año 374 donde moriría en el año 396. Fue
conocido por su firmeza ante el emperador Teodosio en el año 190, a quien le prohibió
el acceso a su iglesia por las matanzas de Tesalónica8. Aunque sus especiales
representaciones más generalizadas no son precisamente las utilizadas en esta tabla por
su autor (enjambres, niño con una cuna y un látigo de tres colas, por ejemplo), suele ser
representado igualmente en una actitud meditativa, bajo inspiración (haz de luz que se
desprende desde la parte superior derecha de la tabla hacia el santo), sosteniendo una
pluma en una de sus manos y junto a la tiara obispal. Es quizá el más sencillo de todos
los representado siendo sin embargo la tabla mejor conservada.
San Ambrosio, quien precisamente bautizó a san Agustín. Foto: Archivo.
San Gregorio Magno Papa: 540-604
Nuestra siguiente tabla recoge al segundo de los Santos Padres de la Iglesia de Occidente,
San Gregorio Magno quien llegó a ser nombrado Papa9. Nacido en Roma en el año 540
en el seno de una familia acomodada, abandonó este tipo de vida mundana a la muerte de
su madre Santa Silvia, transformando el palacio familiar en un monasterio benedictino
del que llegó a ser abad.
Fue elegido Papa contra su voluntad en el año 590 y murió catorce años después. Se le
atribuye la virtud de aliviar los sufrimientos de las ánimas del purgatorio y también es
venerado como patrón de los sabios, los músicos y los cantores. Fue invocado contra la
peste, porque se dijo que puso fin a la peste con sus plegarias. Hablamos de la peste del
año 590, posiblemente bubónica y considerada como la primera pandemia de peste que
siguió a la de Justiniano, que comenzó en el 540 y pudo haber matado a más de 100
millones de europeos, llegando en algunas otras partes del mundo a durar hasta el final
de la Antigüedad. Esta plaga fue escrita por el obispo y cronista Gregorio de Tours y
más tarde por el cronista Pablo el Diácono.
8
La llamada Masacre de Tesalónica fue una acción de represalia llevada en el año 390 por parte del
emperador Teodosio en el año 390 contra los habitantes de esta ciudad griega, los cuales se habían
sublevado.
9
Recordemos que la palabra “PAPA” es un acrónimo del latín Petri Apóstoli Potestatem Accipiens, es
decir, “el que sucede al apóstol Pedro”. El papado tiene su origen como sabemos en Pedro, elegido como
primer Papa y a quien se le otorgó la dirección de la Iglesia y primado Apostólico.
San Gregorio Magno Papa, con muchos de sus símbolos
identificativos., Foto: Archivo.
Es normal, como ocurre en nuestro caso, que aparezca con los atributos propios del
papado, un libro característico, la tiara papal (una triple corona que usan los papas desde
el siglo VIII hasta el siglo XX) y una paloma que queda explicada en palabras del propio
San Gregorio: «La mayor parte de lo que os digo me lo cuenta al oído el Espíritu Santo,
en forma de paloma, que llega revoloteando sobre mi cabeza».
San Jerónimo: 340-420
San Jerónimo con su típico manto de color rojo. Foto Archivo
Nacido en Estridón (Dalmacia) muy cerca de Venecia en el año 340, san Jerónimo estudió
en Roma y a la edad de 19 años en esta ciudad fue bautizado. Abrazó finalmente la vida
ascética y marchó a Oriente donde fue ordenado presbítero. Vuelto a Roma, llegó a ser
secretario del Papa Dámaso (pontificado desde el 366 al 384).
Fue precisamente en esta época cuando comenzó su traducción latina de la Biblia,
precisamente la actitud en la que parece apreciarse en la tabla de nuestro zócalo. Promotor
de la vida monástica, tras la muerte del papa Dámaso se trasladó a Belén una vez que
culminó la traducción de la “Vulgata”, para en el año 420 morir precisamente en esta
ciudad. Tanto si es representado en actitud penitente como si no lo es, San Jerónimo suele
aparecer cubierto con un “mato colorado” signo de la condición cardenalicia.
San Agustín: 334-430
Es el último de los santos padres de la predela del retablo antes de dar paso a la tabla de
los dos restantes evangelistas que ya hemos citado (San Lucas y San Mateo, recordemos).
Nacido en Tagaste en el año 334, cerca de Hipona. Durante su juventud vivió
desordenamente, aferrado de manera obstinada a la herejía de los maniqueos10 llegó a
estudiar la filosofía neoplatónica. Se dice que fueron las plegarias de su madre Santa
Mónica y los consejos de San Ambrosio los que propiciaron su conversión en Milán. Fue
consagrado obispo de Hipona en el año 393. Murió en el año 430 dejando importantes
documentos escritos de carácter teológico.
San Agustín portando en su mano ese corazón inflamado de amor, que le haría pronunciar aquellas bellas
palabras: “Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé”. Foto: Archivo.
Generalmente es representado como puede observarse en la tabla con sus atributos de
obispo, mitra y báculo pastoral, sobre la mano derecha una pluma que junto al libro alude
a la famosa obra de Las confesiones y uno de los rasgos característicos pero que a la vez
ha hecho que se le confunda con San Ambrosio en algunas de las representaciones, su
gran maestro, es el portar en la otra mano un “corazón inflamado” símbolo de la
interioridad del hombre, que puede o no, estar atravesado por una flecha y unas llamas
(claramente visibles) que simboliza el amor de Dios.
Ni muchos menos hemos llegado al final del trayecto en este viaje en dos partes por el
retablo de la Capilla Mayor de San Pedro Apóstol y obviamente quedan muchos aspectos
que investigar, estudiar y especialmente divulgar.
Cierto que se trata de una obra en conjunto magnífica en la que no cesaremos de decir,
que el acierto de la comunidad parroquial de San Pedro Apóstol en restaurarlo
10
El “Maniqueísmo” es el nombre que recibe la religión universalista fundada por el sabio persa Mani,
quien decía ser el último de los profetas enviados por Dios a la humanidad, siguiendo a Zoroastro, Buda y
Jesús.
parcialmente11 aunque en un amplio porcentaje ante los daños que indudablemente
pudieron llevarlo a su casi total destrucción en caso de caerse.
“Calvario, Encarnación y ángel Egudiel (¿) en el ático del Retablo. Foto: Enrique Lavado.
Su iconografía aún encierra aspectos de suma importancia: en el ático el magnífico y
habitual Calvario como temática que suele
cerrar esta tipología de los retablos.
A sus pies la Asunción y coronación de la
Virgen, mientras que a la derecha del Calvario
aparece la Encarnación y a la izquierda el ángel
Egudiel (que ofrece el cáliz a Cristo en el huerto
de los olivos), tan polémico y teorizado en otros
estudios (“pelicano” símbolo del amor fraterno,
que ya vemos que no), y a los que dedicaremos
más adelante tiempo y espacio pues igualmente,
la doctora Carmen Vega, responsable del
proceso de limpieza y restauración del retablo
retrasa la autoría del retablo en general hasta
finales del siglo XVII o principios del XVIII.
Como
pueden
ustedes
observar,
es
indudablemente para cualquier historiador, un
auténtico “manantial para la investigación”, del
que seguiremos escribiendo muchos más artículos y de los que veremos en próximos días,
nuevas publicaciones.
La Asunción y Coronación de la Virgen. Foto:
Cedida
Toda la actuación es un garante de la preocupación por la preservación del patrimonio
histórico-artístico de esta comunidad parroquial de San Pedro Apóstol que como decimos
al principio, cumple nada más y nada menos que 530 años de existencia. Felicidades
nuevamente a ésta, una de nuestras comunidades parroquiales de Montijo en el día de su
patrón titular, San Pedro Apóstol.
11
Cuando afirmo “restauración parcial” es porque realmente toda su estructura, las tablas y lienzos lo único
que se les ha hecho ha sido un proceso de limpieza de la suciedad acumulada por el tiempo y de erróneas
actuaciones que ciertamente no buscaban otra cosa que su conservación, así como, la reconstrucción por el
daño de las termitas.